¡Proletarios de todos los países, uníos!

5 documentosen defensa de la guerra popular como

«la única, completa y verdaderadoctrina militar proletariay forma principal de lucha

con la cual hemos de barrer al imperialismo y a la reacciónde la faz de la Tierra» (PCP, 1986)

Núm. 4

Apoyando el llamamiento del PCPpor una

Conferencia Internacional Ampliada del MRIpara

un balance de la aplicación del maoísmoy la experiencia del proletariado internacional,

en la lucha contra el nuevo revisionismo.

Por entronizar,encarnar firmemente el maoísmo,

y con guerras popularesdirigidas por Partidos Comunistas

marchar a la guerra popular mundial.

Movimiento de ApoyoA la Guerra Popular en el Perú.

España.Agosto 2011.

Los 5 documentos

Nº 1(1995)

La validez universal de la guerra popular. No hay dos caminos para dos tipos de países, el llamado "camino de octubre" para los países imperialistas y

capitalistas y el camino de la guerra popular para los países del tercer mundo. No hay dos marxismos para dos tipos de países, un leninismo para

los países avanzados y un maoísmo para los países atrasados.

Nº 2(Octubre 2009)

Para preparar la guerra popular, no hay un modelo o camino particular en los países imperialistas y capitalistas. En todos los países, del primer, segundo o tercer mundo, hay que buscar un Ayacucho o un Bogside…

Nº 3(Mayo 2010)

No se puede buscar ese Ayacucho o Bogside desde un caballo al trote, hay que desmontar para estudiar las flores. Es necesario investigar las

condiciones concretas en una u otra parte de cada país.

Nº 4(Setiembre 2010)

Es necesario desmontar del caballo, pero hay que hacerlo sin la actitud de los "enviados imperiales". Tenemos que estar dispuestos a aprender y sacar lecciones de la experiencia de la lucha de clases y lucha de dos líneas en el

país.

Nº 5(Diciembre 2010)

Si un partido comunista se propone “iniciar” (la guerra popular) para cumplir esa “ley universal para tomar el poder”, su proceso de constitución o reconstitución tiene que ser, en síntesis, un proceso de preparar la “gran

ruptura”. Por tanto, es un proceso de rupturas, progresivamente y por saltos, hasta la “gran ruptura”. Rehuir en ese proceso las rupturas, las

dificultades y complicaciones, acomodarse en unas determinadas formas de trabajo de masas, dejando «con plena tranquilidad al porvenir» los

problemas concretos que va a plantear la guerra popular en el país, es una forma de cretinismo parlamentario, la forma más oculta, la que engarza

la cadena de las diversas formas al fondo, a la raíz, a una guerra popular prometida y nunca iniciada.

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¡Proletarios de todos los países, uníos!

A la Conferencia Internacional25 de setiembre 2010

Apoyando el llamamiento del PCP

por unaConferencia Internacional Ampliada del

MRIpara

un balance de la aplicación del maoísmoy la experiencia del proletariado

internacional,en la lucha contra el nuevo revisionismo.

Por entronizar,encarnar firmemente el maoísmo,

y con guerras popularesdirigidas por Partidos Comunistas

marchar a la guerra popular mundial.

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Saludo

La Jefatura del Partido y la Revolución Peruana, el Presidente Gonzalo, fue capturada en setiembre de 1992 y el 24, en las nuevas trincheras, "también de combate", lanzó su magistral discurso como arma de combate:

«…el maoísmo marcha inconteniblemente a comandar la nueva ola de la revolución proletaria mundial ¡entiéndase bien y compréndase! los que tienen oídos, úsenlos, los que tienen entendimiento y todos los tenemos manéjenlos ¡basta de necedades! ¡basta de oscuridades! ¡entendamos eso! ¿qué se desenvuelve en el mundo? ¿qué necesitamos? necesitamos que el maoísmo sea encarnado y lo está haciendo y que pase generando Partidos Comunistas, a manejar, a dirigir, esa nueva gran ola de la revolución proletaria mundial que se nos viene.»

18 años después, ¿qué tenemos ante nuestros ojos? ¿qué se desenvuelve en el mundo? ¿qué necesitamos?

El camarada Stalin definió al gran Lenin como un águila de las montañas. Como un águila de las montañas el Presidente Gonzalo habló con voz clara y firme el 24 de setiembre de 1992 y sus doradas palabras han sido bruñidas por el tiempo y los hechos de la lucha de clases, brillando más y más bajo el resplandor de las llamas de la guerra popular en el Perú. Como un águila de las montañas el Presidente Gonzalo cumplió con la palabra dada en las duras condiciones del aislamiento absoluto y por más que lo han intentado enlodar con sucesivas patrañas, su voz, su voz de orden, es la que sigue resonando en cada acción, en cada disparo, del Ejército Popular de Liberación, en cada lucha del pueblo peruano, en cada evento convocado por el MPP... Por tanto, lo saludamos a la manera en que él nos enseña:

Puestos en pie con el corazón ardiente de pasión inextinguible voluntad firme y resuelta mente clara y audaz, asumimos la tarea: Defender la vida del Presidente Gonzalo. Enarbolar el Pensamiento Gonzalo. Enarbolar, defender y aplicar el marxismo-leninismo-maoísmo, principalmente maoísmo. Maoísmo.

Puestos en pie también saludamos al Partido Comunista que superó el recodo, manteniendo el rumbo, cumpliendo las tareas y, con ello, dando fe del todopoderoso pensamiento que lo guía. Saludamos al Comité Central y al camarada que dirige. Saludamos al MPP que convoca este evento rompiendo con el cerco con el que el

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nuevo revisionismo intenta condenar a la guerra popular en el Perú a la patraña, la duda y el silencio.

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ÍndiceSaludo............................................................................................................4

1.- Presentación.............................................................................................6

2. El ejemplo italiano: Las Brigadas Rojas....................................................102.1. Robert Taber, los franciscanos keynesianos y sus “fraticelli” revisionistas..............................................................................................132.2. El proceso histórico de las Brigadas Rojas: una síntesis....................232.3. ¿La lucha armada se inició y desarrolló aislada de las masas?..........322.4. La contradicción entre la “estructura logística”, las acciones y el trabajo de masas…...................................................................................372.5. “Las ilusiones del tiempo de paz.”.....................................................452.6. ¿De dónde proviene el peligro principal del “reformismo armado”? ¿De los que toman las armas con decisión o de los que no las toman?....522.7. El terrorismo a finales del siglo XIX y después de la Segunda Guerra Mundial.....................................................................................................602.8. En resumen:.......................................................................................62

3. Conclusión................................................................................................65

Notas finales.............................................................................................68

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1.- Presentación.

El informe a la Conferencia del 29 mayo 2010 tuvo como eje: en la vieja Europa imperialista, ¿no hace falta desmontar del caballo para estudiar las flores, las condiciones concretas de la lucha de clases en una u otra parte del país?

Para argumentarlo tomamos como base la experiencia en Francia de 1968-1972, por el sentido práctico que demostró la clase obrera francesa en el siglo XIX y, en parte, en el siglo XX.

El eje de este informe va a ser el siguiente: Si hemos comprendido la necesidad de desmontar del caballo para «indagar, investigar, prever, captar lo que es nacionalmente específico y nacionalmente particular en la forma concreta en que cada país debe abordar una tarea internacional única…» (Lenin. 1920), ahora tenemos que comprender la necesidad de, al desmontar del caballo, no hacerlo como “enviados imperiales” que bajan de su carroza, con una dignidad que les prohíbe valorar las lecciones positivas que ha dejado la experiencia del proletariado en su país y con un afán de demostrar que donde todos, los que los precedieron, han fracasado en absoluto ellos van a alcanzar un éxito absoluto.

Toda lucha revolucionaria por el mismo hecho de serlo, aunque se haya librado bajo banderas erradas, programas extraviados y líneas erróneas, deja lecciones positivas y negativas. Negar las lecciones negativas es negar la necesidad del maoísmo, es dar por remediable, enmendable, corregible, lo que iba por mal camino, es negar la necesidad de la “gran ruptura”. Negar las lecciones positivas es negar la necesidad de la revolución, es concluir que la revolución no es necesidad de la materia, no es la revolución la que demanda del maoísmo, y que, por tanto, nada tenemos que aprender, investigar es perder el tiempo. Negar las lecciones positivas es pensar que la historia se topó con los “enviados imperiales” y gracias a ellos, en ese momento y en esas circunstancias, las masas van a poder disfrutar del privilegio de conocer el maoísmo que portan en sus palabras. Pues a esos “enviados imperiales”:

«No les interesa buscar la verdad en los hechos, y lo único que desean es impresionar a la gente con su verborrea presuntuosa para ganársela. Son brillantes pero sin sustancia, frágiles e inconsistentes. Se consideran infalibles, creen ser la primera autoridad bajo el cielo y se pavonean por todas partes como si fueran "enviados imperiales". Tal es el estilo de trabajo de algunos camaradas en nuestras filas. Adoptar este estilo como norma de conducta es hacerse daño a sí mismo, adoptarlo para educar a los demás es causarles daño y adoptarlo para dirigir la revolución es perjudicarla. En resumen, este método subjetivista, anticientífico y contrario al marxismo-leninismo, es un peligroso enemigo del Partido Comunista, de la clase obrera, del pueblo y de la nación; es manifestación de un espíritu de partido impuro. Tenemos ante nosotros un enemigo

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peligroso, que debemos aplastar. Sólo cuando el subjetivismo sea aniquilado, prevalecerá la verdad del marxismo-leninismo, se fortalecerá el espíritu de partido y triunfará la revolución.» (P. Mao. Reformemos nuestro estudio).

Si al investigar la experiencia histórica del proletariado de un país vamos con el afán de “buscar la verdad en los hechos” encontraremos lecciones positivas y negativas en esa experiencia. Encontraremos lecciones positivas hasta en lo que pueda parecer negativo. Es la dialéctica materialista.

Es erróneo no ver las lecciones negativas donde hubo derrotas y es erróneo no ver las lecciones positivas donde hubo luchas.

En España, la lucha armada de ETA, FRAP, GRAPO… ¿no han sido luchas revolucionarias? En Italia, la lucha armada de las Brigadas Rojas, ¿no fue una lucha revolucionaria?

Avakian las acuñó de "reformismo armado". En España, UL y VF repiquetearon: "reformismo armado". Parece que no merece la pena investigar, que el asunto se puede liquidar estampando ese cuño: "reformismo armado".

«"Quien no ha investigado no tiene derecho a opinar." Aunque esta afirmación ha sido ridiculizada como "empirismo estrecho", hasta la fecha no me arrepiento de haberla hecho; al contrario, sigo insistiendo en que sin haber investigado nadie puede tener derecho a opinar. Hay muchos que, "apenas descienden de su carroza", comienzan a vociferar, a lanzar opiniones, criticando esto y censurando aquello; pero, en los hechos, de cada diez personas así, diez fracasan, porque sus comentarios o críticas, que no están fundamentados en una investigación minuciosa, no son más que charlatanería. Innumerables son los daños que han causado a nuestro Partido semejantes "enviados imperiales", a los que encontramos aquí y allá, casi en todas partes.» (P. Mao. Prefacio y epílogo a “Investigaciones rurales”. Marzo y abril de 1941)

El PCP plantea la realización de una Conferencia Ampliada del MRI para tratar tres puntos: 1) balance del maoísmo; 2) experiencia del proletariado internacional; 3) la lucha contra el revisionismo de hoy.

Balance del maoísmo y experiencia del proletariado son como dos caras de una misma moneda: la teoría revolucionaria y el movimiento revolucionario. El movimiento comunista internacional generó el maoísmo en un determinado momento de su proceso histórico y en un determinado país; el maoísmo se aplicó o no se aplicó en determinadas experiencias del proletariado internacional, las lecciones positivas y negativas de esas experiencias demuestran la necesidad de tomar el maoísmo como mando y guía.

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De la práctica a la teoría; de la teoría a la práctica; investigamos y estudiamos para sacar las lecciones de la experiencia; y nos reafirmamos en la necesidad de que una determinada teoría revolucionaria sea “mando y guía” del movimiento comunista internacional (en sus dos corrientes: movimiento proletario internacional y movimiento de liberación nacional).

¿Qué balance del maoísmo se puede hacer sin investigar la experiencia del proletariado internacional? El maoísmo fue fruto de la experiencia histórica del proletariado en determinado país y la necesidad del maoísmo ha sido confirmada por la experiencia histórica del proletariado en los más diversos países.

Revolución y contrarrevolución es unidad y lucha de contrarios. Todo movimiento revolucionario por el hecho de serlo golpea a la contrarrevolución y golpeado es por la contrarrevolución. Golpes van, golpes vienen. En ese intercambio de golpes la materia revolución demanda la teoría revolucionaria para golpear más fuerte y recibir menos golpes, para vencer y no sufrir derrotas. Es la materia revolución la que demanda la teoría, el pensamiento. Y es precisamente en las derrotas, en los fracasos, cuando la demanda se plantea con más claridad.

¿En qué circunstancias y de qué forma se ha planteado esa demanda en una u otra experiencia histórica?

Es una cuestión clave. De la bondad de las teorías revolucionarias en las victorias ¿qué vamos a debatir? ¿Vamos a debatir que la revolución rusa demostró la validez del leninismo o la revolución china hizo otro tanto con el maoísmo? Si estamos aquí es porque esos son principios.

El problema es demostrar la validez del marxismo-leninismo-maoísmo, principalmente maoísmo, en las derrotas sufridas en cada país. Demostrar que en el seno de la propia revolución, en las propias contradicciones, en la propia lucha de dos líneas, hubo tendencias que vislumbraron, apuntaron, hacia la teoría revolucionaria. Nos lo enseñaron Lenin y el Presidente Mao.

«En el transcurso de casi medio siglo, aproximadamente de 1840 a 1890, el pensamiento avanzado en Rusia, bajo el yugo del zarismo inauditamente salvaje y reaccionario, buscó con avidez una teoría revolucionaria justa, siguiendo con celo y atención admirables cada "última palabra" de Europa y América en este terreno. Rusia hizo suya a través de largos sufrimientos la única teoría revolucionaria justa, el marxismo, en medio siglo de torturas y de sacrificios sin precedente, de heroísmo revolucionario nunca visto, de energía increíble y de búsquedas abnegadas, de estudio, de pruebas en la práctica, de desengaños, de comprobación y de comparación con la

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experiencia de Europa.» (Lenin. La enfermedad infantil del “izquierdismo” en el comunismo).

«Durante los últimos cien años, los mejores hijos de la atormentada nación china han luchado y entregado sus vidas, ocupando el lugar de los que caían, en busca de la verdad que salvara a nuestro país y a nuestro pueblo. Esto es algo que conmueve hasta el canto y las lágrimas.» (P. Mao. Reformemos nuestro estudio).

Así hablaban Lenin y el Presidente Mao Tsetung de los que los precedieron. Ellos no hacían tabla rasa de la experiencia de la revolución en sus países, ellos se conmovían hasta el canto y las lágrimas por los que habían luchado y entregado sus vidas.

Si no nos conmueve hasta el canto y las lágrimas las luchas de los que nos precedieron, si no comprendemos que somos hijos del mismo vientre, ¿con qué fuerza vamos a enarbolar, defender y aplicar el marxismo-leninismo-maoísmo, principalmente maoísmo? ¿Con la fuerza de nuestro verbo o con la fuerza que sopla desde los revolucionarios que «han luchado y entregado sus vidas, ocupando el lugar de los que caían»?

«Los pueblos se salvan por la fuerza que sopla / desde todos sus muertos.» (Miguel Hernández).

En 1988, el Presidente Gonzalo habló sobre las luchas armadas en Europa y dijo que

«la cuestión no es condenar sino comprender, estudiar, analizar y ver cómo están expresando también que en la vieja Europa hay situación revolucionaria; más aún… que hay hombres hastiados del podrido revisionismo y que, en condiciones tan difíciles, en las entrañas imperialistas donde la lucha es compleja, dura, toman los fusiles para cambiar el mundo, la única forma de hacerlo.» Debemos «comprender que se pueden cometer muchos errores, al fin y al cabo quién no los comete, pero ellos mismos irán sacando lecciones de sus errores como lo están haciendo, avanzarán, cogerán el marxismo-leninismo-maoísmo y formarán sus partidos y harán sus guerras populares, según el carácter socialista de su revolución y según sus condiciones específicas.»

Un hombre pequeño, ridículo, se molestó mucho, mucho, por esas palabras. Se había hecho nombrar "Presidente", "Presidente VF". Perdió la cabeza. Quería traficar con la guerra popular del Perú y no quería comprender. No quería estudiar su país ni la lucha armada que se había librado en él. No quería sentirse eslabón de la experiencia histórica del proletariado. Quería condenarlo todo, allanarlo todo, para trotar por el país traficando con la guerra popular del Perú. Apurados por vender sus mercaderías y sentirse libres para el mercadeo, los traficantes no quieren detenerse en “comprender, estudiar, analizar y ver” las contradicciones de la lucha de clases y la experiencia histórica del proletariado. «"Apenas descienden de su

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carroza", comienzan a vociferar, a lanzar opiniones, criticando esto y censurando aquello;… sus comentarios o críticas, que no están fundamentados en una investigación minuciosa, no son más que charlatanería. Innumerables son los daños que han causado a nuestro Partido semejantes "enviados imperiales",…» (P. Mao).

Si se contempla con desdén la experiencia histórica en el país, con desdén se contemplarán las particularidades de la lucha de clases en una u otra parte del país; si no se quiere «comprender, estudiar, analizar y ver» la experiencia histórica, tampoco se querrá «indagar, investigar, prever, captar lo que es nacionalmente específico y nacionalmente particular en la forma concreta en que cada país debe abordar una tarea internacional única…» (Lenin. 1920); si no comprendemos ese «más aún»11, tampoco tendremos fuerzas para enarbolar, defender y aplicar el maoísmo... porque

«Los pueblos se salvan por la fuerza que sopla / desde todos sus muertos.» (Miguel Hernández).

Por las complejidades del problema español vamos a centrarnos en este informe en la experiencia de la lucha armada en Italia, específicamente en las Brigadas Rojas. Lo que podemos decir sobre esa experiencia, como de la experiencia francesa en el informe anterior, sólo puede ser desde la lejanía, parcial, fragmentario. Pero no pretendemos hacer balance de esas experiencias, eso es cosa que corresponde a los compañeros de Francia o de Italia. Ellos tienen la experiencia, el material empírico, sus muertos y la responsabilidad de hacerlo. Nuestra responsabilidad está en España y lo que pretendemos es ir desovillando el complejo problema español a través de otras experiencias más sencillas y claras.

Esperemos que viendo la casa propia desde la del vecino podamos en España comprender mejor las dimensiones del problema histórico que habitamos. En particular, en este informe, las dimensiones de la lucha armada de ETA, GRAPO, FRAP,... y diversos grupos en Galicia, Catalunya y Canarias.

Por tanto, aunque en este informe tratemos determinados aspectos de la lucha armada en Italia, en realidad estamos hablando de España.

Pero al hacer esto, también pedimos al vecino, a los compañeros de Francia, Italia,... y otros países, ayuda para ir esclareciendo problemas de nuestro país, problemas que en su particularidad también nos descubren su universalidad.

2. El ejemplo italiano: Las Brigadas Rojas

Fácil es encontrar errores en las luchas armadas de 1960-1990 en Europa. Fácil es volver a repetir con Plejánov: "¡No se debía haber empuñado las armas!"22. Pero tenemos que comprender que esas luchas, esos intentos, que al revisionismo se les antojaron locuras o

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desvaríos de un “reformismo con pistolas”, están más «próximos a la verdad en el plano histórico»33 (Lenin) que la inacción del revisionismo y, especialmente, de los que llamándose “marxista-leninistas” dejaron a los combatientes en las astas del toro y, contemplando los toros desde las gradas, repetían la cantinela "¡No se debía haber empuñado las armas!".

Con Lenin, tenemos que comprender que «por el contrario, lo que se debió hacer fue empuñar las armas más resueltamente, con más energía y mayor acometividad, lo que se debió hacer fue explicar a las masas la imposibilidad de una huelga puramente pacífica», la imposibilidad de “una acumulación de fuerzas” por métodos pacíficos «y la necesidad de una lucha armada intrépida e implacable» (Lenin), aplicando el marxismo-leninismo-maoísmo.

Cuando hoy los maoístas en Europa nos disponemos a sacar lecciones de aquellas experiencias, no debemos olvidar que fueron pagadas con sangre, largas condenas de prisión, torturas y dolor… Les han llamado “años de plomo” (anni di piombo, bleiernen jahre). En realidad, especialmente en Alemania, Italia y España, fueron años de plomo, azufre y arsénico, pero principalmente años de ilusiones, de grandes ilusiones, de luchas, de intensas luchas…

Las “campañas de cerco y aniquilamiento” policial, político e ideológico en que se conjuraron toda la burguesía y todo tipo de revisionismo y oportunismo, la prensa en bloque, la intelectualidad en cerradas filas,… para satanizar como “terroristas” a los combatientes.

En 1964 un liberal norteamericano, Robert Tabor, escribía: «El terrorismo, concebido tradicionalmente con horror piadoso como un crimen político (pero, ¿qué cosa hay más criminal que el asedio de una ciudad o los bombardeos de los pueblos con napalm?), es más humano, al ser más selectivo, que muchos otros tipos de guerra» (La guerra de la pulga).

El socialdemócrata Sandro Pertini (1896-1990), preso del fascismo durante 7 años, presidente de la República italiana desde 1978 hasta 1985, propuesto para el Premio Nobel de la Paz,… declaraba en una entrevista, en la década de los 80, «¿No hemos sido todos un día terroristas? ¿Qué éramos nosotros durante la resistencia [antifascista]?...»

Se olvidó por completo la experiencia, la desmemoria y el cretinismo dominaron la escena política. Durante los años del fascismo de 1930-1945 los que combatieron tuvieron el reconocimiento de la clase, del proletariado internacional encarnado en la Internacional Comunista y de una parte de la intelectualidad y la prensa burguesa. Durante la “década ominosa” del siglo XIX, bajo el terror contra los bandidos, los carbonarios,… una parte de la sociedad burguesa no dejaba de mostrar apoyo, no dejó de ofrecer sus Mariana Pineda. Durante el medievo europeo, los herejes satanizados por la reacción podían encontrar cobijo en la montaña o en la aldea. Durante la guerra popular en China, o en Perú, los combatientes, por más furiosos que fuesen los golpes recibidos, contaban con sus bases de apoyo; aunque estuviesen cercados en las ciudades del enemigo, prisioneros en sus cárceles, sabían que tierra adentro el corazón

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seguía latiendo. Pero aquellos combatientes de 1960-1990 no podían huir a la montaña, tenían que permanecer en la ciudad, SIN BASES DE APOYO, errantes, sufriendo “campañas de cerco y aniquilamiento” policial, político e ideológico, intentando persistir heroicamente en la lucha armada, tomando mil y una medida de seguridad, teniendo que enfrentar mil y una duda, temiendo infiltraciones y traiciones por doquier,…

A los que los dejaron en las astas del toro y contemplaron la faena desde la barrera les es fácil hablar de los errores del militarismo. Pero como nos enseña el Presidente Gonzalo «la cuestión no es condenar sino comprender, estudiar, analizar y ver», la cuestión no es condenar manifestaciones evidentes de militarismo, sino comprender cómo llegaron hasta ese punto, comprender la lógica, las leyes, de la lucha de clases.

Pues no olvidemos fueron «días trágicos y despiadados, pero también auténticos en cada respiro» (R. Curcio). En la hora de los hornos la clase generó héroes y con ellos nos dejó valiosas lecciones. Fueron años de plomo, pero PRINCIPALMENTE AÑOS DE LUCHA, de ilusiones, de grandes ilusiones, años «auténticos en cada respiro», años en que el potencial peligro de la lucha armada hizo perder la cabeza a la burguesía: “el renacimiento del Leviatán”44, el “nuevo fascismo”55, la reaccionarización acelerada de los viejos estados de dictadura burguesa,… La reacción no ganó la batalla, pues no pudo alcanzar su objetivo político de legitimar su sistema de gobierno parlamentario y el sistema político quedó deslegitimado:

«Toda acción militar está guiada por un objetivo político y si el objetivo político no se cumple ¿de qué éxito militar se habla? es absurdo, moralmente [este gobierno] está más repudiado y desprestigiado que el anterior ¿Qué límite? ¿no ha desbordado los límites?, ha exagerado, se ha excedido en el uso de medios…» (Presidente Gonzalo).

Muchos años después, en la primavera de 1992, Renato Curcio decía:

«Quiero ser muy franco, no he pensado nunca que la desembocadura victoriosa de la lucha armada tuviese que significar la conquista material del poder. Esta perspectiva no pertenecía a mi escenario mental ni a mis convicciones… Hoy diría que existía para mí una vía intermedia… Y la palabra victoria significaba la esperanza de conseguir modificar, al menos en parte, el estado de las cosas. Al menos a la puesta en crisis del régimen político que había guiado Italia desde la postguerra. Ese era mi principal objetivo y en aquel momento creía todavía que fuese posible alcanzarlo… Sin duda el punto de partida del análisis que conducía al momento de la fundación de las Brigadas Rojas se basaba en la conciencia de que era imposible iniciar un proceso de reformas sustanciales en la Italia de los años sesenta… Mi idea de entonces era que hacía falta un impulso revolucionario que supiese recoger la energía social, desencadenada por los grandes movimientos de aquellos años, de manera que hiciese saltar el bloque institucional… En aquella situación, sin embargo, para obtener unas reformas verdaderas hubiera sido necesario desencajar el bloque y, en

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consecuencia, hacer la revolución.Sí, la imagen del reformismo armado no parece del todo irracional y

contradictoria: para obtener la reforma había que armarse.» (Renato Curcio, p. 129-130).

Avakian, UL y VF saltarán de contento: ¡ha dicho reformismo armado! ¡ha dicho reformismo armado!... Ya lo decíamos nosotros son “reformistas con pistolas”, son “reformistas con pistolas”… Y ahora lo ha confesado el mismo Renato Curcio.

Pronunciadas por Curcio en la primavera de 1992, esas palabras están ahí. No las ocultamos. Pero son una verdad a medias. En un aspecto es cierto, nacidos de las luchas reivindicativas comenzaron por acciones que servían de apoyo o impulso a esas luchas, es decir, con un punto de vista limitado, reivindicativo. En un aspecto no es cierto, en su desarrollo rompieron con esas limitaciones y fueron a por la revolución, “la construcción del partido combatiente”,… Sin claridad en que la meta era el poder y la cuota que habría que pagar para conquistarlo, pero con la voluntad de no rendir las armas y responder medida por medida a los golpes de la reacción…

Si un revolucionario toma las armas, no las rinde y va respondiendo medida por medida a los golpes de la reacción, su lucha terminará en la conquista del poder, si en el proceso, aprendiendo de los errores, toma la ideología y desarrolla la línea correcta.

El problema es que sin la conciencia clara de cuál es la meta y el costo que va a tener alcanzarla, sin firmeza, por tanto, en los principios, terminará por no poder responder “medida por medida” a los ataques policiales, políticos e ideológicos de la contrarrevolución, irá achicándose, echándose para atrás, buscando una “salida negociada”… y será vencido.

Se metieron en el río de la lucha de clases y se dejaron arrastrar por la corriente hacia la lucha armada sin ser conscientes de que el río tenía por delante una catarata de problemas, un gran salto, una gran ruptura. Se le puede criticar de falta de conciencia de lo que venía corriente abajo, pero no de quedarse en la orilla de la lucha de clases.

Esas palabras de Renato Curcio son sustanciosas para condenarlo por reformista y ahorrarse el trabajo de analizar la experiencia de las Brigadas Rojas, pero Curcio habla, en 1992, a toro pasado y amansado. No hay que quedarse en el umbral, hay que atravesarlo. Es lo que vamos a hacer a continuación…

2.1. Robert Taber, los franciscanos keynesianos y sus “fraticelli” revisionistas.

En los años 1960-1980 hubo diversas experiencias, desde Cuba a Nicaragua, que hicieron pensar a muchos en que con la “guerra de la pulga” también se podía hacer la revolución, que no hacía falta una

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guerra tan prolongada y encarnizada como en China. Un liberal lo explicó:

«Mucho más singular que lo realizado por los chinos, es lo hecho por los cubanos no comunistas, quienes nos han proporcionado el ejemplo más contundente de acciones militares con efectos políticos, en una guerra en la cual muy pocas de sus batallas merecen de los expertos militares otro nombre que el de escaramuza». «Las guerrillas de Fidel Castro, peleando en una isla cuya población era de cerca de siete millones de habitantes, en ningún momento pasaron de los quinientos hombres armados…». «Cuba es el prototipo. Es el país dependiente y semicolonial típico donde la revolución triunfó sin necesidad de una guerra sangrienta en gran escala.» (Robert Taber)

R. Taber publica su libro en 1965, en Nueva York. Escribe con la preocupación de que

«América Central podría convertirse mañana en un Vietnam americano. Brasil podría llegar a ser un Congo americano. Venezuela, con su gran riqueza de petróleo, podría devenir una Argelia americana. Y los Andes, para citar a Fidel Castro, una Sierra Maestra más grande. ¿Cómo puede detenerse todo esto? Dado el completo atraso del área y el rápido aumento de su población, los planes económicos del tipo de la Alianza para el Progreso sólo pueden ser paliativos, no remedios duraderos o curas definitivas. El primer paso importante que debe darse es, sin duda, una reforma agraria. El paso siguiente es la industrialización, imposible sin mercados, eliminación del analfabetismo e inversión de capital en una escala sin precedentes. Pero, ni siquiera puede pensarse en dar estos gigantescos pasos hacia el progreso, si no se realizan antes radicales cambios políticos.»

R. Taber quería salvar a su imperialismo ofreciéndole «un enfoque a largo plazo y enteramente nuevo del problema de las relaciones de EEUU con América Latina.» Propone abandonar la llamada ayuda militar a «las oligarquías militares», «proclamar un Nuevo Trato (New Deal) económico para América Latina: este Nuevo Trato implicaría terminar con las relaciones comerciales injustas, los tratados unilaterales de comercio, la extorsión económica…» y, por último, el paso «más radical y el más difícil, sería... abrazar la revolución».

«La revolución no puede ser suprimida. Puede ser canalizada. ¿No parece acertado tratar de canalizarla en la dirección menos perjudicial y más prometedora? ...los movimientos populares puedan ser desviados hacia canales burgueses liberales; en otras palabras, las oligarquías y dictaduras militares podrían ser reemplazadas por democracias liberales basadas en el limitado socialismo que entraña el que nosotros llamamos Estado Benefactor o Estado de bienestar general, y las presiones revolucionarias, eliminadas por medio de

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ciertas reformas radicales, de las cuales la reforma agraria sería la más obvia e inmediata.»

“En 1957 y durante todo el año 1958, Washington hubiera podido ahogar con crema la Revolución Cubana rechazando abiertamente a Batista y dando la bienvenida o ayudando de hecho al movimiento acaudillado por Fidel Castro, movimiento que entonces era democrático, liberal-burgués y reformista.»

Es decir, R. Taber propone desviar los movimientos revolucionarios hacia “canales burgueses liberales”, ahogarlos “con crema”, reemplazando en los viejos estados terrateniente-burocráticos “las oligarquías y dictaduras militares” por “democracias liberales basadas en el limitado socialismo que entraña el que nosotros llamamos Estado Benefactor o Estado de bienestar”:

«Proclamar abiertamente que EEUU es un campeón de la revolución, arrebatando así a Moscú y Pekín la bandera revolucionaria y ofreciendo al surgiente tercer mundo un camino viable que no sea el totalitarismo marxista leninista ni el imperialismo occidental "llamado liderato del Mundo Libre"

Este conveniente método podría, incluso a estas fechas tan tardías, aplicarse a Cuba. Si se ayuda a Tito, ¿por qué no ayudar a Castro?...»

R. Taber es consciente que ese política iba a suponer, a corto plazo, un sacrifico económico para su imperialismo, pero, a largo plazo, le augura más beneficios que pérdidas.

«Lo que hoy se desea es la mano de obra y lo que ésta produce. Las materias primas de las áreas no desarrolladas -el cobre de Chile y el petróleo de Venezuela, por ejemplo- no tienen utilidad para una potencia industrial, como EEUU, sin el esfuerzo humano que hace que estén disponibles; las bases estratégicas requieren los servicios y la buena voluntad de grandes poblaciones; la industria exige grandes concentraciones de trabajadores y mercados de consumo en continua expansión.»

«Llegar a un compromiso con la revolución puede muy bien significar la entrega o abandono de gran parte de los veinte mil millones de dólares (en números redondos) invertidos en América Latina: esta es, en realidad, la perspectiva. Implicará, además, sacrificar muchas de las ventajas económicas de los tratados de comercio injustos y del trabajo de coolíes, en que se basa una parte substancial de nuestra prosperidad.

Por otra parte, la probable o segura pérdida futura podría ser como otra clase de inversión. Aunque la pérdida inmediata de dólares sería grande, no superaría a los veinte mil millones que han sido asignados ya a la Alianza para el Progreso. Y los dividendos a largo plazo serían mucho mayores que cualquier cantidad de dólares. Consistirían, ante todo, en el acceso seguro y continuo a las vastas existencias de materias primas vitales, de las que de depende por completo la industria de EEUU. Quedaría garantizado un continuo comercio exterior, sobre una base más

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equitativa que la que tiene ahora, y con la promesa de mercados cada vez más extensos para los productos manufacturados y agrícolas de EEUU, extensión basada en el aumento de los salarios y el consumo de millones de personas liberadas del trabajo de peón y elevadas al nivel del siglo veinte.»

R. Taber defiende a su imperialismo como lo defendería un Keynes. Cuidando por sus intereses a largo plazo y pidiendo, para ello, sacrificios en el corto plazo. Se da cuenta que la guerra contrarrevolucionaria lo hunde en un mar de contradicciones. Por tanto, le aconseja una solución política: las reformas económicas y políticas que permitan asentar “democracias liberales” en América Latina y ampliar esos mercados para las exportaciones de EEUU.

Quizás el ejemplo más claro del enfoque que propugna Taber fue el gobierno de la Unidad Popular en Chile, bajo la presidencia de Allende (1970-1973), continuación y desarrollo del gobierno democratacristiano de Frei (1964-1970), avanzado aplicador que había sido de la política de “Alianza para el Progreso”. Pero no olvidemos que con otro sistema de gobierno (fascista), Velasco Alvarado (1968-1975) intentó más o menos lo mismo: congregar al revisionismo y oportunismo en la profundización el capitalismo burocrático para ofrecer al imperialismo “mercados cada vez más extensos” y un “acceso más seguro y continuo” a las riquezas del país.

Habiendo expuesto el enfoque político de R. Taber, veamos su enfoque sobre la guerra revolucionaria. Establece tres categorías de guerras revolucionarias en aquella situación en la que escribe en 1964:1º Las que libraban en las semicolonias como Cuba: «el país

dependiente y semicolonial típico donde la revolución triunfó sin necesidad de una guerra sangrienta en gran escala. En países de esta naturaleza será suficiente, salvo una intervención de la potencia colonial dominante, con que la guerra de guerrillas cree las condiciones que permitan la caída del gobierno desacreditado (…) Todas las repúblicas de Centroamérica, dependientes de los Estados Unidos, como la mayoría de las de América del Sur, satélites económicos y políticos de los Estados Unidos, pertenecen a la misma categoría de Cuba.»

2º Las que se libraban en «las colonias que permanecen bajo el dominio europeo… También aquí, una solución política puede obviar la necesidad de un descalabro militar. En efecto, en el caso de las colonias actuales no es un asunto de descrédito para el poder colonial o para su gobierno, sino sólo la posibilidad de obtener provecho y prestigio poniéndole fin al colonialismo. Chipre es un buen ejemplo…»

3º «En una tercera categoría están esas guerras revolucionarias que deben ser ganadas, finalmente, en el campo de batalla. China es el ejemplo clásico, el laboratorio en el cual se establecieron los principios que se siguen confirmando en todas

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las regiones atrasadas del mundo. Las fuerzas revolucionarias populares pueden vencer a los ejércitos regulares; ésta es la lección fundamental de China. Las fuerzas populares, para decirlo más exactamente, pueden transformarse en ejércitos, pasando de la actividad guerrillera a la guerra de movimientos en que se supera en su propio terreno a las tropas regulares equipadas con todas las armas pesadas que produce la industria moderna.»

Lógicamente Taber está preocupado por una guerra como la de China en América Latina.

«Si las fuerzas armadas norteamericanas no pueden suprimir la insurrección en Vietnam del Sur, que sólo tiene unos 16 millones de habitantes, ¿cómo podrán imponerse en otros países, como, por ejemplo, Brasil, con una población de 75 millones de almas y una extensión territorial de más de 8 millones y medio de km2…?». «Si EEUU no puede disponer de tropas suficientes para establecer guarniciones en Asia sudoriental… ¿cómo podrá establecer guarniciones en los Andes, que se extienden miles y miles de kilómetros a través de América meridional? Sin embargo, esta es la perspectiva si el criterio con que hoy se actúa en Asia sudoriental se aplica también en un área mucho más próxima a EEUU y mucho más vital para este país que aquélla.»

Taber es consciente de que de un Fidel Castro podía hacerse un Tito, pero del Presidente Mao, no. Es consciente que los partidos revisionistas prosoviéticos «de los que podía haberse esperado que proporcionaran dirección o jefatura a los movimientos proletarios o campesinos, se han hundido o atascado por su propio conservadurismo, ineptitud, dogmatismo y oportunismo; en muchos casos, han llegado a una componenda con los respectivos gobiernos y están contentos de no hacer nada y engordar». Es consciente que «el séquito revolucionario de que gozaron, por breve tiempo, los fidelistas latinoamericanos, se ha desvanecido en proporción con el fracaso de la Revolución Cubana en la realización de las brillantes perspectivas [continentales] que ofrecía en sus comienzos». Es consciente que «sin embargo, la base y el fermento revolucionarios de América Latina son potentes realidades… Y aunque la revolución en gran escala no sea quizá inminente… América Central podría convertirse mañana en un Vietnam americano… Y los Andes… una Sierra Maestra más grande». Es consciente de que ni siquiera los EEUU “son inmunes”: en octubre de 1964, «un periodista negro, William Worthy, había publicado en la revista Esquire un artículo titulado "El negro norteamericano partidario del comunismo chino"…».

Por tanto, R. Taber necesita subrayar que el camino chino «no es el único modelo o camino que puede seguir la guerra revolucionaria». El objetivo de Taber es desviar por “canales burgueses liberales” los movimientos revolucionarios y transformar a los futuros Fidel Castro en Titos. Es consciente de que eso no se

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puede lograr con China. Veamos.«Cuando la política llega a cierta etapa de su desarrollo, más

allá de la cual no puede proseguir por los medios habituales, estalla la guerra para barrer el obstáculo del camino… Cuando se haya eliminado el obstáculo y conseguido el objetivo político, terminará la guerra. Mientras no se elimine por completo el obstáculo, la guerra tendrá que continuar hasta lograr el objetivo. Por ejemplo, mientras no se cumpla la tarea de la resistencia al Japón, toda tentativa de compromiso fracasará inevitablemente, pues aun cuando, por una u otra razón, se llegase a un compromiso, la guerra volvería a estallar, ya que sin duda las amplias masas populares no se resignarían a ello, y continuarían la guerra hasta la completa realización del objetivo político de la misma. Por consiguiente, se puede decir que la política es guerra sin derramamiento de sangre, en tanto que la guerra es política con derramamiento de sangre.» (Presidente Mao. Sobre la guerra prolongada).

Si la política es de nueva democracia, apuntando a destruir la dominación imperialista, el capitalismo burocrático y la semifeudalidad, y a construir una nueva economía, una nueva política y una nueva cultura, la guerra no concluirá hasta alcanzar el objetivo político. Pero si la política es de vieja democracia, no se propone destruir el capitalismo burocrático sino reformarlo, no se propone cambiar el viejo estado terrateniente-burocrático por un nuevo estado de dictadura democrático popular sino cambiar un sistema de gobierno por otro dentro del viejo estado, no se propone la revolución sino reformas o promesas de reformas, la guerra no necesita ser prolongada y encarnizada, una «guerra sangrienta en gran escala», al contrario, tiene que seguir otro modelo en que basta crear «las condiciones que permitan la caída del gobierno desacreditado» y la formación de un nuevo gobierno “acreditado” por la revolución, como fue el gobierno castrista en 1959, el gobierno sandinista en 1979 o el gobierno de Prachanda hace unos años.

Si el objetivo político es cambiar un sistema de estado, la guerra tiene que barrer un gran obstáculo y, por tanto, necesita ser prolongada y encarnizada. Si el objetivo político es cambiar un sistema de gobierno dentro de viejo estado, el obstáculo a remover no es grande y no se necesita una guerra grande. Al contrario, cuando se emplea una guerra grande para barrer un obstáculo pequeño, la sangre derramada por el pueblo es cuenta pendiente que queda como losa espiritual, fardo moral, en el futuro de la nación, como lo demuestran recientemente El Salvador, Guatemala, Honduras. Y como lo ha demostrado Argelia después de 1962, Vietnam después de 1975…

China pasó por una «guerra sangrienta en gran escala» pero pudo disfrutar del poder durante cerca de 3 décadas y vivir el gran júbilo de la GRCP. Después del sufrimiento pasado, el pueblo chino tuvo una gran satisfacción moral y también material. Después de siglos, los bueyes, los azadones y la tierra se pudieron sentir a gusto trabajadas por campesinos contentos (Presidente Mao66). Esa

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satisfacción nutrió, acreció, la laboriosidad del pueblo chino y en las últimas décadas, restaurado el capitalismo, ha permitido a la economía china el mayor crecimiento en el cuadro del mundo.

España sufrió la derrota en 1939 y en la posterior resistencia guerrillera, pero quedó el juramento: la resistencia persistía, perdida una batalla, la guerra continuaba contra el fascismo. Grande fue la laboriosidad del pueblo español en los años 60 aunque las productividades quedasen en duda por la organización económica imperante. Pero llegó el veneno de la “reconciliación nacional” del revisionismo, el veneno cuajó en la constitución de 1978 y las laboriosidades se fueron derrumbando: 40 años luchando contra el fascismo ¿para esto? Corrosivo es el veneno de la traición, la inmigración masiva de las dos últimas décadas conviviendo con el desempleo estancado lo manifiestan.

Argelia. Dicen que fue más de un millón de muertos, cerca de dos millones de refugiados lo que costó la guerra de liberación nacional en 1954-1962. ¿Después qué? Un fugaz intento de “socialismo autogestionario”, llegó Boumedian a los 3 años, puso a Argelia bajo el bastón de mando de Moscú, recompuso el viejo colonialismo en un estado terrateniente-burocrático… ¿Cómo nos puede extrañar que toda esa amargura que fue cuajando durante dos décadas terminase reventando como vómito de pus en la cruenta guerra civil de 1990-2004?

La guerra es la continuación de la política para barrer los obstáculos que con medios pacíficos no se logra. Por tanto «la política es guerra sin derramamiento de sangre, en tanto que la guerra es política con derramamiento de sangre» (Presidente Mao). Cuando se derrama una montaña de sangre para engendrar un ratón, un traidor, la política se hace guerra con sangre envenenada. El pueblo vuelve la espalda al traidor, deja caer sus brazos, el traidor se hunde políticamente, el país se estanca, y se vuelve a plantear el mismo dilema que convocó al pueblo a la guerra: o un viejo sistema de gobierno en el viejo estado, maquillado de una u otra forma, como la actual república en Nepal, o revolución de nueva democracia.

R. Taber no era capaz de comprenderlo, pero lo sentía o presentía. Por eso proponía, “ahogar con crema” a los movimientos revolucionarios en sus inicios, para impedir que se desarrollasen en una «guerra sangrienta en gran escala». Por eso, el imperialismo y el revisionismo se concertaron para difundir que el camino chino «no es el único modelo o camino que puede seguir la guerra revolucionaria». Mientras Guevara buscaba en el Congo y en Bolivia un lugar en que aplicar el modelo cubano, en la Conferencia Tricontinental de La Habana (enero 1966), se fundó la Organización de Solidaridad de los Pueblos de África, Asia y América Latina (OSPAAAL) y la Organización Latinoamericana de Solidaridad (OLAS), para difundir el modelo cubano. El revisionismo de Brezhnev difundía la tesis de “los dos caminos” [pacífico y no-pacífico], no descartaron “la posibilidad”, sólo “la posibilidad”, de la lucha armada. Entre los que se llamaban marxista-leninistas no había claridad al respecto y, en general,

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pecaron de inacción revolucionaria. Aprovechando el desconcierto, el desnorte y el lastre revisionista, la efervescencia revolucionaria se plasmó en todo tipo de tendencias “dos y medio”77. Renació el viejo anarquismo o “sindicalismo revolucionario”, diversos “marxismos” entraron en escena con la leyenda de Guevara o de Palestina o los Black Power, los “marxismo-leninismos” también se dispersaron (pro China, pro Albania,…)

Al leer las reconvenciones de un Keynes88 o un Taber contra el imperialismo, pueden parecer la voz sensata, inteligente, del imperialismo, las palomas frente a los halcones, los que se pueden avenir a razones frente a los que se cierran en banda. En el fondo, esa inteligencia es como la de la nube. Ve las cosas desde lo alto, lo ve todo, pero es humo que con una lluvia se va. El topo es ciego, metido en caverna, pero no para de comer.

«El capitalismo, en general, y el imperialismo, en particular, transforman la democracia en una ilusión; pero, al mismo tiempo, el capitalismo engendra las tendencias democráticas en las masas, crea las instituciones democráticas, exacerba el antagonismo entre el imperialismo, que niega la democracia, y las masas, que tienden a ella. No se puede derrocar el capitalismo y el imperialismo con transformación democrática alguna, por más "ideal" que sea, sino solamente con una revolución económica…» (Lenin. “Respuesta a P. Kievski (Y. Piatakov)”. 1916).

«Lo esencial de la crítica del imperialismo estriba en saber si es posible modificar mediante reformas las bases del imperialismo, si hay que seguir adelante, exacerbando y ahondando más las contradicciones que el imperialismo engendra, o hay que retroceder, atenuando dichas contradicciones.» «Kautsky ha roto con el marxismo al defender para la época del capital financiero un “ideal reaccionario”, la “democracia pacífica'',… pues este ideal arrastra objetivamente hacia atrás, del capitalismo monopolista al capitalismo no monopolista, y es un engaño reformista.» (Lenin. El imperialismo, fase superior del capitalismo).

Solicitar del imperialismo que razone y que haga sacrificios a corto plazo para velar por sus intereses a largo plazo, es un sermón franciscano. Es ley que en la lucha contra la revolución, las clases dominantes pierdan la cabeza, tengan que recurrir al soborno, la corrupción y la traición, tengan que cerrar sus filas agarrándose al interés contante y sonante del corto plazo… Es ley que el imperialismo es capitalismo financiero, que la especulación y el parasitismo se crezcan más y más, que la lucha por la ganancia extra se exacerbe, que la producción sea arrastrada por los ríos especulativos,… Los sermones franciscanos no cambian nada. Simplemente sirven a prometer reformas que no se van a cumplir, “ahogar con crema”, con promesas, los movimientos revolucionarios, a fomentar la traición en las filas de la revolución.

Al final el más listo es el topo, de espaldas a la nube no deja de

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devorar. Es un pancista, un vulgar pancista; para ver lo que tiene delante con la nariz lo tiene que tocar, muy a corto plazo, pero morirá como cochino, mientras la nube se torturará en sueños imposibles, vanas ilusiones, reformas incumplidas.

Hobbes también intentó salvar a la monarquía de la revolución, intentó darle “principios de razón”, principios que se dedujesen de la experiencia histórica a la manera en que la experiencia dictó «los principios de razón para construir una casa que durase tanto como sus materiales». «El tiempo y la laboriosidad producen cada día nuevos conocimientos, y del mismo modo que el arte de bien construir deriva de los principios de razón observados por los hombres laboriosos, que estudiaron ampliamente la naturaleza de los materiales y los diversos efectos de la figura y la proporción, mucho después de que la humanidad… comenzara a construir, así, mucho tiempo después de que los hombres comenzaran a construir Estados, imperfectos y susceptibles de caer en el desorden, pudieron hallarse, por medio de una meditación laboriosa, principios de razón, que hicieran su constitución duradera» (Leviatán o la materia, forma y poder de una república eclesiástica y civil).

Pero tras la restauración de 1660, la reacción condenó su libro por los ataques al “poder eclesiástico” (1666). No quería “principios de razón”, no quería cremas ni blandenguerías, quería divinos principios para aplastar con la fuerza del rayo la revolución. Y lo consiguió, lista fue: la revolución burguesa terminó triunfando en el siglo XIX.

Fue el signo de un momento: el equilibrio estratégico de la revolución mundial (o de la revolución burguesa). Franciscanos keynesianos y sus “fraticelli”99 revisionistas predicando que son varios los caminos hacia el cielo y el camino chino «no es el único modelo o camino que puede seguir la guerra revolucionaria»

Fue el signo de un momento: el equilibrio estratégico de la revolución mundial. Lo que se tenía que ganar en extensión, se tenía que perder en claridad, para en el siguiente momento, ganar en claridad a partir de la experiencia acumulada en la extensión. Pensemos en el equilibrio estratégico de la revolución burguesa en Europa: las oposiciones se multiplicaron, hasta en el seno del viejo catolicismo1010, el calvinismo se dispersó, luchas nacionales, con diversas banderas, se intensificaron1111, guerra en el norte y guerra en España… Fue paso necesario para que en la etapa de ofensiva estratégica la revolución se despojase de sus banderas religiosas y se hiciese materialista. Pensemos en la época de la I Internacional: primero vino la difusión, con marxismo y anarquismo, y después, tras la Comuna de París, la claridad: el marxismo, que sirvió de base a la creación de la II Internacional. Pensemos en la época de esta II Internacional: primero vino la difusión, había marxismo y oportunismo, y, después, tras la Revolución Rusa, la claridad: el marxismo-leninismo. Pensemos ahora mismo: el pensamiento gonzalo se difundió, hasta los Prachanda rebañaron en él, pero así tuvimos la experiencia del prachandismo y, por tanto, forja en la lucha contra el nuevo revisionismo que se hace llamar maoísta.

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Cuando se habla del equilibrio estratégico en la guerra popular en el Perú se plantea: “construir la conquista del poder en todo el país”. Podríamos decir de forma gráfica que lo que hizo el equilibrio estratégico de la revolución proletaria mundial fue “construir” en todo el mundo los intentos, los ensayos, las experiencias, para poder forjar la claridad, la conciencia, que se necesita para abordar la ofensiva estratégica: sólo es uno el camino común del proletariado.

«Con la vanguardia sola es imposible triunfar… Y para que realmente toda la clase, para que realmente las grandes masas de trabajadores y oprimidos por el capital lleguen a adoptar esa posición, la propaganda y la agitación son insuficientes de por sí. Para ello es imprescindible la propia experiencia política de las masas. Tal es la ley fundamental de todas las grandes revoluciones, confirmada hoy con fuerza y realce sorprendentes tanto por Rusia como por Alemania.» (Subrayado nuestro) (Lenin. La enfermedad infantil del “izquierdismo” en el comunismo).

Por tanto, hay que comprender que en Italia los Curcio y los Feltrinelli fueron producto de esa época. Con poca claridad se sumergieron en la corriente de la lucha armada y murieron o quedaron presos en ella, pero nos dieron la experiencia. Los que se quedaron en la orilla a echar pestes de esa experiencia, también nos dieron su experiencia: la del daño que causa la fraseología a la causa de la revolución. Decía Lenin que la esencia misma, el alma viva del marxismo, es el análisis concreto de la situación concreta. Podríamos decir que la esencia misma, el alma viva del revisionismo, es la fraseología y la inacción y eso se aprecia principalmente cuando cumple su edad madura y se aboca a la vejez en que ahora yace postrado.

Lenin apreció la voz honesta de un socialista francés, Paul Golay, que habló así del socialismo que moría tras la traición de 1914: «un socialismo dulzón, sin espíritu idealista ni pasión, con aires de funcionario y barriga de un respetable padre de familia; un socialismo sin audacia ni locuras, aficionado a la estadística, metido hasta la coronilla en amistosos acuerdos con el capitalismo; un socialismo preocupado exclusivamente por las reformas; un socialismo que ha vendido su derecho a la primogenitura por un plato de lentejas; un socialismo que aparece ante la burguesía como sofocador de la impaciencia del pueblo, una especie de freno automático de la audaz acción proletaria.» (Citado por Lenin en “La voz honesta de un socialista francés).

Pero Lenin también señaló las limitaciones de Paul Golay:

«Como la mayoría de los socialistas latinos, sin exceptuar a los guesdistas actuales, Golay no presta suficiente atención a la "doctrina", es decir, a la teoría del socialismo. Siente por el marxismo cierta prevención, que puede explicarse, aunque no justificarse, por el actual predominio de la peor caricatura del marxismo en las obras de Kautsky, en Die Neue Zeit y en los alemanes en general. Quien, como Golay, ha reconocido la

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necesidad de la muerte del socialismo reformista y del renacimiento de un socialismo revolucionario, "insurreccional", es decir, que comprende y propugna la necesidad de una insurrección y es capaz de prepararse para ella y de prepararla con seriedad, está de hecho mil veces más cerca del marxismo que esos señores que se conocen de memoria los "textos", pero que ahora se dedican (en Die Neue Zeit, por ejemplo) a justificar el socialchovinismo, cualquiera que sea su forma,…

Pero por explicable que sea, desde un "punto de vista humano", el desdén que siente Golay por el marxismo, y por más que se lo pueda eximir de la culpa, la cual recae sobre la tendencia moribunda y muerta de los marxistas franceses (guesdistas), esa culpa existe. El más poderoso movimiento de liberación de la clase oprimida, la clase más revolucionaria de la historia, es imposible sin una teoría revolucionaria. Esa teoría no puede ser inventada… No se puede ser socialista ni socialdemócrata revolucionario sin participar, en la medida de las fuerzas, en la elaboración y aplicación de esa teoría, y, en nuestros días, sin sostener una lucha implacable contra la mutilación a que la someten Plejánov, Kautsky y Cía.

De la falta de atención por la teoría derivan los ataques erróneos o irreflexivos de Golay, por ejemplo, contra el centralismo o la disciplina en general, contra el "materialismo histórico", que, a su modo de ver, no es bastante "idealista", etc…» (Subrayado nuestro) (Lenin. La voz honesta de un socialista francés).

Podríamos decir que los Curcio o Etxebarrieta estaban «de hecho mil veces más cerca del marxismo» (Lenin) que los “marxista-leninistas” que los criticaron desde la orilla de la lucha armada con esa actitud que ha mostrado VF en España; sus errores están más «próximos a la verdad en el plano histórico» (Lenin) que la inacción revolucionaria de los revisionistas que se auto rotulaban “marxistas-leninistas”.

2.2. El proceso histórico de las Brigadas Rojas: una síntesis

En la medida en que fue muy amplio el fenómeno de la lucha armada en Italia en los años 70, generó muchas y diversas organizaciones, vamos a limitarnos a la organización más importante: las Brigadas Rojas y a su principal dirigente, Renato Curcio.

El libro de André Glucksmann "El viejo y el nuevo fascismo" (1972) recoge de alguna manera la experiencia de los maoístas franceses entre 1968-1972. En el relato y argumentación de Glucksmann esa experiencia aparece ante nuestros ojos con una claridad meridiana. Con una primera lectura se perciben los aciertos y

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las deficiencias para aplicar el maoísmo en Francia en aquellos años. Cuestiones como la necesidad de “enarbolar y defender” para aplicar, aplicar el maoísmo hasta generar de pensamiento guía, resolver el problema de las bases de apoyo (en barrios como el Bogside de Irlanda de Norte),… O, dicho de otra manera, en 1972 los problemas los dejaron formulados de forma tan clara y directa que la solución, en el pensamiento gonzalo, tiene también una forma clara y directa.

No es el caso de Italia y las Brigadas Rojas. Se necesitan varias lecturas para extraer las lecciones positivas y negativas. Para poder formular los problemas que se plantearon es necesario traducir de alguna manera esa experiencia. Aunque Renato Curcio militó uno o dos años en el Partido Comunista marxista-leninista de Italia1212 y él mismo confiesa que en Trento se orientó «hacia la China de la revolución cultural y el marxismo-leninismo maoísta» (p. 461313), el movimiento obrero revolucionario en que nacieron las Brigadas Rojas era un movimiento apartidista. Veían en los partidos sólo revisionismo y se inclinaba hacia el “poder obrero” y la “autonomía obrera”: frente a los sindicatos, controlados por los partidos, propugnaban los comités unitarios de base, la organización obrera en la fábrica. De palabra no rechazaba el marxismo, el marxismo-leninismo o el comunismo, pero lo dejaba deshilachado entre el “sindicalismo revolucionario”, el anarquismo, entremezclado entre Guevara, Tupamaros, Vietnam, Black Panters,… es decir, “marxismos” varios.

Por tanto, las Brigadas Rojas no nacieron de un preestablecido plan de organizar la lucha armada en Italia, no se abocaron a la lucha armada pensando en la necesidad del partido y del ejército revolucionario, no se desarrollaron pensando en aplicar el maoísmo. Como dice R. Curcio «El proceso fue hacia adelante con el empuje de las exigencias del momento y dentro del contexto de una violencia difusa general.» (p. 59). Nacieron de las luchas obreras en fábricas como Pirelli, FIAT, SIT-Siemens, Alfa, Magneti-Marelli… y crecieron intentando que esas luchas no quedasen aplastadas por la reacción. Nacieron con formas de lucha que espontáneamente surgieron del seno de la clase y crecieron inspirándose en experiencias varias: «no quisimos inspirarnos en las acciones partisanas ni siquiera en las del movimiento obrero tradicional, aunque fuese revolucionario. Nosotros queríamos aprender de las nuevas experiencias que se agitaban en el mundo, nos interesábamos por los Black Panters, Tupamaros, Cuba y la Bolivia del Che Guevara o el Brasil de Marighela.» (p. 61) Es decir, ni consideraron la guerra popular en China ni siquiera la experiencia partisana en Italia.

«Nuestro planteamiento sobre la lucha armada y las primeras intervenciones de propaganda armada nacieron por la imposibilidad de proseguir con los viejos métodos colectivos y asamblearios, y por la exigencia de dotarnos de nuevos instrumentos para hacer sentir nuestra presencia en una situación de enfrentamiento social exasperado como la de entonces.» (p. 61)

El agotamiento de viejos métodos los llevó a buscar nuevos métodos de lucha y en ese proceso fueron desarrollando la lucha armada. En este sentido la experiencia italiana tiene más valor que la

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experiencia francesa. Si sus lecciones, positivas y negativas, demuestran la necesidad del maoísmo y el pensamiento gonzalo no es porque sus protagonistas lo hubiesen premeditado, se hubiesen guiado por el maoísmo, intentado aplicar el camino chino, simplemente se dejaron llevar por el movimiento revolucionario y persistieron en la lucha buscando nuevos métodos cuando se agotaban los viejos. Erraron en diversos momentos, pero por su acción revolucionaria sus errores están más «próximos a la verdad en el plano histórico» (Lenin) que la inacción del revisionismo.

En una síntesis muy breve, podríamos decir:

1.- Las fábricas. La primera “Brigada Roja” surgió (setiembre 1970) como un desarrollo espontáneo de la lucha reivindicativa. Frente a la traición de los sindicatos revisionistas los obreros organizaron sus propios comités de base y desarrollaron formas de lucha violentas. Hasta setiembre de 1970, los que después formaron las Brigadas Rojas, habían “actuado al descubierto” en las fábricas de Milán, “algunos obreros habían sido despedidos… Así no se podía seguir adelante”. Pensaron, entonces, quemar el coche a un vigilante, un chivato, de la Pirelli, y difundir un “comunicado amenazador” bajo la firma de “Brigada Roja”… Aquellas pequeñas acciones armadas se fueron multiplicando pero, en diciembre de 1973, tras la firma por los sindicatos del convenio del metal «en condiciones muy diferentes de aquellas por las que habían luchado las vanguardias de la fábrica» (p. 90), comprendieron «que el poder obrero no podía crecer solamente sobre sí mismo quedando confiando en el interior de las fábricas. Las decisiones pesadas se tomaban en Roma. Era necesario atacar a la serpiente en la cabeza. Elevar el nivel de nuestro enfrentamiento afrontando directamente el poder político… Comienza de esta forma una nueva fase de nuestra historia: el ataque al corazón del Estado.» (p. 90).

2.- Los barrios populares. En 1975, Mario Moretti1414 parte para Roma pues «en aquel momento nos interesaba mucho implantar una columna en Roma» (p. 115), Margherita Cagol dirige la columna de Turín y Renato Curcio se encarga de la de Milán. Desde 1970 Curcio había mantenido relación con determinados barrios populares de Milán: «Mientras realizábamos las primeras acciones contra los jefecillos de la Pirelli, yo seguía moviéndome en el ambiente de los colectivos de Sinistra Proletaria1515. Proseguíamos las intervenciones en las escuelas nocturnas para trabajadores, y permanecíamos activos en las ocupaciones de casas de barrios populares, sobre todo en los barrios milaneses de Lorenteggio, Quarto Oggiaro y Mac Mahon.» (p. 18). Con el «trabajo de propaganda armada en las fábricas», también se desarrolló «la presencia cada vez más amplia en los enfrentamientos sociales de los barrios populares milaneses» (p. 71). A lo largo de 1975, en Milán, Curcio se va dando cuenta

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que las condiciones habían cambiado: en «la Pirelli, Alfa y Siemens, me encontré frente a una novedad: los compañeros reagrupados en torno a las brigadas de fábrica manifestaban su descontento por una situación que juzgaban ya fosilizada y estéril. Una cincuentena de ellos me comunicó que se sentía lista para entrar activamente en las Brigadas Rojas porque estaban hartos de seguir actuando dentro de las fábricas donde ya no se conseguía hacer nada.» (p. 116-117). Mientras, en los barrios populares, «se estaba asomando al movimiento una nueva generación de jóvenes… jóvenes enfadadísimos, nacida en los desolados centros del cinturón industrial… Chavales despolitizados que vivían de robos y trabajo negro,… bandas de jóvenes que desde la periferia empezaban a bajar sobre Milán». Curcio trabajó con aquellos jóvenes: «Debíamos intentar politizar aquellas bandas. De esta forma les enseñamos el uso de los barrilitos incendiarios y junto a ellos quemamos una quincena de camionetas de los carabinieri aparcadas en los cuarteles;… Esta decisión mía no fue aprobada por muchos compañeros de otras columnas… ellos sostenían que en lugar de multiplicar los pequeños atentados había que apuntar hacia acciones cualitativamente importantes y con un significado estratégico bien definido.» [Subrayados nuestros] (p. 118). Se planteó el debate1616, pero el 5 de junio de 1975 cayó asesinada Margherita Cagol y el 18 de febrero de 1976 fue capturado Curcio. Por tanto, se impuso la posición de “apuntar hacia acciones cualitativamente importantes y con un significado estratégico bien definido”.

3.- Y así se llegó al secuestro y muerte del primer ministro Aldo Moro en 1978, el punto en que comenzó a declinar…

Nacieron en Milán, crecieron entre Turín y Milán, fueron desde las fábricas a los barrios populares… ¿Por qué después fueron a Roma a golpear la cabeza del estado sin antes pasar por el sur y las islas? Cuando Renato Curcio describe las luchas en la FIAT en otoño de 1973 dice:

«En otoño, la ocupación de Mirafiori representó un suceso grandioso: continuas manifestaciones internas, todas las secciones bloqueadas, las verjas protegidas, centenares de banderas rojas sobre los muros del perímetro..., prácticamente la fábrica entera en manos de los obreros durante tres días. Habían sido necesarios más de diez años de crecimiento de las luchas autónomas para llegar a aquel punto. De cualquier modo, el movimiento del "obrero masa" -sin cualificación, sin afición al trabajo, casi siempre del sur- llevaba a cabo el trayecto iniciado en el 62 con las primeras huelgas no convocadas por el sindicato y los enfrentamientos de Piazza Statuto.» [Subrayados nuestros] (p. 87).

Ese “obrero masa” era “casi siempre del sur”. Agotado ese movimiento en el norte en diciembre de 1973, ¿por qué no se

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centraron en los barrios populares de Milán y fueron al sur1717, a la fuente de donde habían provenido aquellos obreros? ¿Por qué ir a golpear la cabeza del estado sin, previamente, agrupar fuerzas necesarias para realizar esas «acciones cualitativamente importantes»? Porque estaban prendidos del mismo punto de vista con que habían nacido. Por pequeñas que fuesen sus primeras acciones eran “espectaculares” frente a las acciones anónimas de la masa al llevar el sello de la lucha armada. La “espectacularidad” fue convocando al movimiento organizado (en las fábricas) en que habían nacido, pero la “espectacularidad” no sirve para convocar de forma amplia a las masas desorganizadas, hay que ir a organizarlas. Hay que combatir Y MOVILIZAR.

«El punto de vista puramente militar está muy desarrollado entre una parte de los camaradas del Ejército Rojo. Se manifiesta en lo siguiente:1. Estos camaradas consideran los asuntos militares y la política como opuestos entre sí y se niegan a reconocer que lo militar constituye tan sólo uno de los medios para cumplir las tareas políticas. Algunos van aún más lejos al afirmar que "si lo militar marcha bien, lo político naturalmente marchará bien; si lo militar no marcha bien, tampoco marchará bien lo político", concediendo así a los asuntos militares una posición rectora sobre la política.2.- Piensan que el Ejército Rojo, a semejanza del ejército blanco, tiene una sola tarea: combatir. No comprenden que el Ejército Rojo de China es una organización armada que ejecuta las tareas políticas de la revolución. Especialmente en el momento actual, el Ejército Rojo de ningún modo debe limitarse a combatir; además de combatir para destruir las fuerzas militares del enemigo, debe tomar sobre sí otras importantes tareas, tales como hacer propaganda entre las masas, organizarlas, armarlas y ayudarlas a establecer el Poder revolucionario e incluso organizaciones del Partido Comunista. El Ejército Rojo no combate simplemente por combatir, sino para hacer propaganda entre las masas, organizarlas, armarlas y ayudarlas a establecer el Poder revolucionario. Sin estos objetivos, combatir carecerá de sentido, y el Ejército Rojo perderá su razón de ser.» (Subrayado nuestro) (Presidente Mao. Sobre la rectificación de las ideas erróneas en el partido. Diciembre de 1929)

Así se podría sintetizar brevemente la experiencia de las “Brigadas Rojas”. No fue un error golpear alto, el error fue creer que las «acciones cualitativamente importantes» servían, por su propia “espectacularidad”, para formar un ejército revolucionario, sin necesidad de trabajo de masas ni bases de apoyo. Sin bases de apoyo no se puede apuntar tan alto, lo que se gane en un momento se pierde en el siguiente; si multiplicando los pequeños atentados se logra movilizar amplias masas y construir bases de apoyo, se podrán

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reunir las fuerzas necesarias para golpear alto, para alcanzar, en una guerra prolongada, el corazón y la cabeza del estado.

Una vez expuesta esta breve síntesis, tenemos que explicarla en la experiencia concreta de las Brigadas Rojas. Comencemos por ver las 4 posiciones que se plantearon ante la lucha armada:

1º La que defendían los partisanos de los años 40 y 50: recomponer el brazo armado del viejo Partido Comunista, cuando el viejo partido había degenerado en revisionista y no había un nuevo partido comunista. «Era la idea secchiana1818 de la resistencia traicionada expresada por muchos ex comandantes partisanos con los que Feltrinelli tenía relación en las regiones de Piamonte, Liguria y Emilia. Fieles a la tradición comunista clásica, estos compañeros entendían el paso a la lucha revolucionaria como una reafirmación de viejas perspectivas abandonadas.» (p. 67-68)

2º La que defendía Feltrinelli: «Era portador de una idea guerrillera de signo guevariano de la lucha armada, según la cual la creación de núcleos combatientes debía servir para hacer propaganda a las luchas y conquistar progresivamente un frente de simpatías y apoyos. En fin, creía en el papel de pequeños grupos de vanguardia.» (p. 67-68). «La paradoja estaba en el hecho de que su posición chocaba con la de los grupos que le eran más cercanos», que eran la de los viejos partisanos. Es decir, al no haber partido para dirigir, Feltrinelli propugnaba la estrategia cubana en Italia.

3º «Después estaba la posición de Potere Operaio (Potop), radicalmente diferente, que veía el desarrollo de las luchas dentro de una óptica totalmente ligada a las fábricas y al movimiento obrero, el cual desde su propio interior debía auto-organizar núcleos capaces de ampliar su poder.» (p. 68)

4º Y por último, la posición de «las Brigadas Rojas, bastante cercana a la línea de Potere Operaio con la cual la única divergencia sustancial era sólo el modo de concebir el brazo armado; Potop pensaba en una especie de doble vía, una organización política y un núcleo militar separados uno del otro; en cambio nosotros reivindicábamos la unidad político-militar sosteniendo que los dos elementos eran indisolubles y recíprocamente funcionales.» (p. 68).

Repasemos las relaciones entre esas 4 posiciones:

1.- En la Italia de 1967-1972, la primera posición no pasaba de ser retórica. Como parece que fue la posición de Suré en el PCEM-L (España) o la posición de aquel “Movimiento por la Tercera República” (española) que, en los años 60, se formó acariciando el proyecto de formar un ejército republicano en el exilio para después venir a librar en España la lucha armada por la III República.

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2.- La segunda posición intentaba romper con esa retórica trasplantando el modelo cubano a Italia, sin detenerse en problemas políticos. “La propaganda de los hechos”: Cualquier acción de sabotaje o de aniquilamiento selectivo «hacen más propaganda efectiva entre la población vecina, propaganda alta y profundamente política, que doscientos discursos». «Lo político y lo militar... forman un todo orgánico... El partido puede existir bajo la forma de foco guerrillero. La fuerza guerrillera es el embrión del partido». (R. Debray. "Revolución en la Revolución").

3.- La tercera posición era la sindicalista, anarquista, rechazaba la necesidad del partido y entendía que el propio desarrollo de las luchas reivindicativas en la fábrica iban a «auto-organizar núcleos capaces de ampliar su poder». Aferrados a sus principios erróneos, eran rígidos en la táctica, por tanto, en la lucha armada no podían aspirar más que a transitar por el camino abierto por BR. Hacia 1972, Lotta Continua propuso a las BR convertirse en su brazo armado: «"Lotta Continua es una organización política fuerte a nivel nacional", me dijeron sustancialmente, "mientras las BR son un grupito sin grandes posibilidades de desarrollo. Venid con nosotros y haced lo que sabéis hacer mejor: organizad nuestro servicio de orden". Se trataba en la práctica de la propuesta de convertirnos en su brazo armado.» (p. 93-94). Cuando se desarrollaron las BR, del seno de Lotta Continua y Potere Operaio surgió en 1976 Prima Linea…

4.- La cuarta posición surge también desde las luchas de fábrica y su posición es cercana a la sindicalista, pero insistiendo en la unidad político-militar «sosteniendo que los dos elementos eran indisolubles y recíprocamente funcionales».

«Por la construcción del Partido Combatiente» era una vieja consigna usada al pie de muchos comunicados, después de 1980 la consigna pasó a ser sigla de la fracción principal: “Brigadas Rojas – Partido Comunista Combatiente”. Es decir, las Brigadas Rojas no rechazaban la necesidad del partido; por decirlo con palabras de Debray: formaron un “todo orgánico” con “lo político y lo militar” y, en el momento más dramático, tras el secuestro y muerte de Aldo Moro y la represión posterior, se definieron como “partido comunista combatiente”. No lo eran, pero llevaron adelante la lógica de la lucha de clases que, Feltrinelli, por copiar mecánicamente el modelo cubano, no podía lograr. Hay un momento en que las luchas de masas al desarrollarse gritan en sus problemas prácticos: ¿dónde está el partido? Cuando esas luchas se transforman, espontáneamente, en luchas armadas, puede parecer que no hace falta, que basta el foco guerrillero, pero cuando la lucha armada se desarrolla grita: ¿dónde está el partido? Si se colombianiza y se refugia en “republiquetas” en la montaña, el grito puede perderse, la “republiqueta” se enquista y queda en reductos en que el viejo estado terrateniente-burocrático se reproduce,… pero estando

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en las ciudades de Europa o EEUU, son gritos desgarrados en busca de la masa que acobije, embosque, abrigue, a los combatientes.

«Eran las grandes fábricas, habíamos pensado, los lugares privilegiados en los que verificar nuestras ideas y hacer madurar las vanguardias revolucionarias», pero con la derrota de diciembre de 1973, cuando los sindicatos firmaron el convenio del metal «en condiciones muy diferentes de aquellas por las que habían luchado las vanguardias de la fábrica… nos dábamos cuenta de que el poder obrero no podía crecer solamente sobre sí mismo quedando confinado en el interior de las fábricas. Las decisiones pesadas se tomaban en Roma. Era necesario atacar a la serpiente por la cabeza.» (p. 90)

BR dieron ese salto, que los que se habían acomodado en el interior de las fábricas (Potop), no dieron hasta que se vieron acorralados por la represión que la propia lucha armada fue engendrando.

Aferrados a principios erróneos, Potop, desde el interior de la fábrica, no alcanzaba a ver las experiencias de la lucha armada en el tercer mundo. BR no alcanzó a ver a China, pero aprendió de los Tupamaros en Uruguay: cuando en setiembre de 1970 decidieron organizarse como “Brigada Roja”, cuando en marzo de 1972 realizaron su primer secuestro (el ingeniero Idalgo Macchiarini, de la Sit-Siemens),…

La inacción y postración de la 1ª posición, al no poder derrotar el revisionismo de Togliatti a través del desarrollo de la lucha armada, había generado las posiciones sindicalistas en el movimiento obrero. «El anarquismo ha sido a menudo una especie de expiación de los pecados oportunistas del movimiento obrero. Estas dos anomalías se completaban mutuamente.» (Lenin1919).

Por un lado, retórica en torno a las viejas tradiciones de la lucha armada. Por otro lado, retórica en torno al nuevo “poder obrero” en las fábricas. Feltrinelli, más atado al pasado, intentó romper con la primera retórica aplicando el modelo cubano. Las Brigadas Rojas, nacidas del presente, de las luchas de fábrica, intentaron romper con la segunda retórica manteniendo «la unidad político-militar». No era el partido el que dirigía los fusiles, pero la política iba con los fusiles, no se quedaba en “brazo armado” para que otros hiciesen política en paz.

El siguiente comentario de Renato Curcio puede ayudar a explicarlo: «Teniendo en cuenta la diferencia de posiciones [entre Potop y BR], existía entre nosotros un debate abierto y una difusa solidaridad. Recuerdo que vi algunas veces a Toni Negri… Era bastante crítico respecto a nuestro modo de concebir la clandestinidad dentro del movimiento, pero la mayor divergencia estaba en el juicio sobre el PCI. Negri era muy severo con el Partido Comunista que, según él, estaba totalmente integrado en el sistema de poder dominante. Los compañeros de las BR y yo nos mostrábamos mucho más elásticos, no tanto por diferencias

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ideológicas o de análisis cuanto por motivos prácticos; a nuestro lado, en la fábrica, trabajaban muchos obreros encuadrados aún en las organizaciones sindicales y en las secciones del PCI. No nos podíamos permitir el lujo de maltratar al partido de Enrico Berlinguer.» (p. 87)

Puede resultar extraña, conciliadora, esta posición, pero veamos. Para el anarquismo «ser "izquierdista" consistía… en reírse de los pecados oportunistas, relativamente leves, de la socialdemocracia alemana, al mismo tiempo que imitaban a los ultraoportunistas de ese mismo partido, por ejemplo, en el problema agrario o en el de la dictadura del proletariado» (Lenin2020). Para Potop era fácil reírse de los pecados del revisionismo de Togliatti y Berlinguer, “maltratar al partido de Berlinguer”. Su instinto anarquista se imponía sobre la necesidad práctica del trabajo de masas en las fábricas. En BR se imponía el instinto de clase, los “motivos prácticos”, la necesidad de unir a los obreros en la fábrica aunque algunos estuviesen encuadrados en los sindicatos revisionistas. No buscaban la unidad con el PCI, pero comprendían la necesidad de ser “elásticos”, flexibles, en el trabajo de masas.

Les faltaban principios correctos o firmeza en los principios, pero estaban con la masa y, no dejándose arrastrar por las posiciones anarquistas, aprendieron a manejar con flexibilidad la táctica. Siendo flexibles en la táctica fueron aprendiendo de la experiencia, fueron elevando la lucha armada,… pero alcanzaron un punto en que, por no tener principios correctos, fueron perdiendo la flexibilidad táctica… hasta llegar a aferrarse a principios erróneos. Ahí se perdieron, vinieron las escisiones, los debates sin fin, las “paranoias”,…

Hacen falta principios correctos y firmeza en ellos para la flexibilidad en la táctica. Cuando faltan principios, teoría revolucionaria, la flexibilidad, la dialéctica, sirve para aprender de la experiencia práctica, sirve para ir vislumbrando, aprendiendo, comprendiendo los principios correctos, encontrando la teoría revolucionaria. Pero cuando la experiencia se desarrolla hasta la confrontación de 1978-1981, la flexibilidad no se puede mantener sin principios correctos y sin firmeza en los principios y, por tanto, la flexibilidad deviene en rigidez táctica y la rigidez táctica en aferramiento a principios erróneos.

Principios y táctica. Teoría y movimiento revolucionario. Si los principios son correctos pero no hay firmeza en ellos para aplicarnos, la táctica deviene rígida para justificar la inacción. Si el movimiento es revolucionario los que se sumerjan en el río nadarán, se moverán dialécticamente entre la masa, manejarán de forma flexible la táctica… hasta que no se aferren a principios erróneos. Si el movimiento en su curso llega a las cataratas de la lucha armada la flexibilidad para mantenerse en aguas tan turbulentas exige imperiosamente de principios correctos y firmeza en esos principios. Si no los hay, si no se agarran con firmeza, la flexibilidad deviene rigidez teórica y rigidez en los principios erróneos que sirven para justificar el camino erróneo tomado.

Cabe una cierta comparación entre Renato Curcio y Raúl Sendic. El 1 de enero de 1959 entraron las fuerzas castristas en La

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Habana. En ese mismo año, cuando le faltaba un examen para titularse de abogado, Sendic, militante del Partido Socialista Uruguayo, partió hacia el extremo noroeste del país, al departamento de Artigas, a fundirse con “los peludos” (cortadores de caña). Pero Sendic no hizo una copia mecánica de la revolución cubana, no llegó de guerrillero a poner “el foco”. Empezó asesorando a los trabajadores en reuniones clandestinas celebradas entre los cañaverales. Enseñaba y organizaba. El 21 de setiembre de 1961 nació la Unión de Trabajadores Azucareros de Artigas (UTAA). Después se sucederían "las marchas de los cañeros" a través de todo el país hasta la capital: Montevideo. Y también las detenciones, los 11 «más aún… que hay hombres hastiados del podrido revisionismo y que, en condiciones tan difíciles, en las entrañas imperialistas donde la lucha es compleja, dura, toman los fusiles para cambiar el mundo, la única forma de hacerlo.» (Presidente Gonzalo)22 Tras la insurrección de diciembre de 1905 en la primera revolución rusa, el menchevique Plejánov salió a la palestra para plantear: "¡No se debía haber empuñado las armas!" Los mencheviques exponían que la insurrección era innecesaria y perjudicial, que en las revoluciones se puede prescindir de la insurrección y que el éxito no se logra con insurrecciones armadas, sino por medios pacíficos de lucha.33 «Sí, Marx y Engels se equivocaron mucho y a menudo en cuanto a la proximidad de la revolución, en cuanto a las esperanzas cifradas en la victoria de la revolución (por ejemplo, en 1848 en Alemania) y en cuanto a la creencia de que "la república" alemana estaba próxima ("morir por la república", escribía Engels sobre aquella época, recordando su estado de ánimo como participante en la campaña militar a favor de la Constitución imperial en 1848-1849). También se equivocaron en 1871, cuando se empeñaron en la empresa de "alzar el sur de Francia, para lo cual sacrificábamos y arriesgábamos todo lo que nos era humanamente posible..." […] Pero semejantes errores de los gigantes del pensamiento revolucionario que trataban de elevar y supieron elevar al proletariado del mundo entero por encima de las tareas mezquinas, ordinarias, de tres al cuarto, son mil veces más nobles, más excelsos, más valiosos y próximos a la verdad en el plano histórico que la impúdica sapiencia del liberalismo oficial que canta, pregona, invoca y proclama la vanidad de las vanidades revolucionarias, la inutilidad de la lucha revolucionaria y el encanto de los desvaríos "constitucionales" contrarrevolucionarios...

Con sus acciones revolucionarias llenas de errores, la clase obrera rusa conquistará su libertad e impulsará a Europa; y que los espíritus vulgares sigan envaneciéndose de la infalibilidad de su inacción revolucionaria.» (Lenin. Prefacio a la correspondencia de F. A. Sorge. Abril de 1907)44 Libro de C. U. Schminck-Gustavus.55 "El viejo y el nuevo fascismo" de André Glucksmann, 1972.66 «¿Era una necesidad o no ajusticiar a aquellos déspotas locales y "shenshi" malvados, tiranos locales y contrarrevolucionarios que habían cometido los peores crímenes? Claro que sí… De no haber ejecutado a aquellos Chiang Kai-shek de poca monta, tendríamos todos los días "terremotos" bajo los pies y no habrían podido liberarse las fuerzas productivas, no habría podido liberarse el pueblo trabajador. Las fuerzas productivas se componen de dos elementos: los trabajadores y los instrumentos de trabajo. Si no hubiéramos reprimido a los contrarrevolucionarios, el pueblo trabajador se sentiría insatisfecho. No se sentirían a gusto los bueyes y azadones, y la tierra tampoco; no podrían sentirse así, pues los campesinos, que son los que trabajan la tierra con los bueyes y los azadones, estarían descontentos.» (Presidente Mao. Discurso pronunciado en la II Sesión Plenaria del VIII Comité Central del PCCh. 15 de noviembre de 1956).77 Entre la II y la III Internacional.88 «Keynes, diplomático inglés y autor del libro Las consecuencias económicas de la paz. Por encargo de su Gobierno, Keynes participó en las negociaciones de

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procesos, las cárceles. El 11 de junio de 1962, Sendic fue detenido. Cuando recuperó la calle publicó un artículo en Época con el título: "Esperando al guerrillero".

Uruguay nos muestra un proceso en que las luchas de masas se transforman, al llegar a determinado desarrollo, en lucha armada. Es lo mismo que nos muestran las Brigadas Rojas en Italia. En Milán, habiendo organizado “Sinistra Proletaria” (Izquierda Proletaria), Curcio publicó una revista con el mismo nombre: «Pero lo más interesante fue la difusión de unas cuarenta Hojas de lucha, dedicadas a varios temas en los que estábamos comprometidos: las fábricas, la explotación de los obreros, el papel de los técnicos, los paz de Versalles, las siguió sobre el terreno con un criterio puramente burgués, estudió el asunto paso a paso, en detalle, y, como economista, tomó parte en las conferencias. Ha llegado a conclusiones que son más tajantes, más evidentes y más edificantes que cualquiera otra de un revolucionario comunista, pues las hace un burgués auténtico, un enemigo implacable del bolchevismo, del cual traza, como filisteo inglés, un cuadro monstruoso, bestial y feroz. Keynes ha llegado a la conclusión de que el Tratado de Versalles llevará a Europa y el mundo entero a la bancarrota. Keynes ha dimitido, ha arrojado su libro a la cara del Gobierno y ha dicho: es una locura lo que están haciendo…

Por lo que se refiere a Francia, Keynes aduce cifras como éstas: su activo es de tres mil millones y medio, su pasivo, ¡de diez mil millones y medio! Y éste es el país del cual decían los franceses mismos que era el usurero del mundo entero, porque sus "ahorros" eran colosales y el saqueo colonial y financiero, que le había proporcionado un capital gigantesco, le permitía otorgar préstamos de miles y miles de millones, en particular a Rusia. Francia obtenía de estos préstamos beneficios fabulosos. Y a pesar de ello, a pesar de la victoria, Francia se ha convertido en deudora…

Keynes no hace más que revelar, en este caso, su habitual extravagancia de filisteo: al aconsejar la anulación de todas las deudas, declara que, por supuesto, Francia sólo saldrá ganando; que, desde luego, Inglaterra no perderá gran cosa, pues, de todos modos, no se podría sacar nada de Rusia; Norteamérica perderá mucho, pero Keynes cuenta con ¡"la generosidad" norteamericana! En este terreno no compartimos las concepciones de Keynes ni de los demás pacifistas pequeñoburgueses. Creemos que para conseguir la anulación de las deudas tendrán que esperar otra cosa y trabajar en una dirección un tanto diferente, y no en la de contar con "la generosidad" de los señores capitalistas.» (Lenin. II Congreso de la IC).99 Hermanos pequeños, fue nombre genérico para los franciscanos, pero en particular para las escisiones a su izquierda.1010 Pensemos en Port Royal, el jansenismo, Pascal…1111 Pensemos en la guerra de Catalunya 1640-1652 y 50 años después la misma guerra en el seno de la guerra de sucesión dinástica (1702-1715).1212 Lo dejó en 1968 cuando se desarrolló el debate entre Línea Roja y Línea Negra que, a final de ese año, acabó en una escisión del partido.1313 Todas las palabras de Renato Curcio con referencias a número de página, están extraídas del libro “Renato Curcio. A cara descubierta”. Mario Scialoja, publicado en Italia por Mondadori en 1993 y en España por Txalaparta en 1994.1414 Se ha tratado de explicar el proceso de las BR tras 1976 por la personalidad de Moretti. El mismo Curcio rechaza esa interpretación: «No es así. Moretti y yo hemos llevado adelante en las BR dos políticas distintas. Lo que no significa, como sostiene Simioni, que él no fuese capaz de razonar políticamente. La verdad es que, en un determinado momento, tras la muerte de Margherita, mi arresto y el de Franceschini, en las Brigadas Rojas se creó de improviso un desequilibrio entre diversos componentes que hasta aquel momento habían trabajado complementándose unos a otros. Es verdad que Moretti tenía una cultura técnica, pero esto no basta para ponerle el sello de inculto; entre otras cosas es un profundo

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homicidios "blancos" [accidentes laborales mortales], las ocupaciones de casas... Sacábamos tres mil o incluso seis mil copias de estas hojas que eran distribuidas al precio simbólico de diez liras.» (p. 59); «en octubre de 1970 saqué el último número de la revista Sinistra Proletaria, pero nuestras "hojas de lucha" se siguieron distribuyendo hasta febrero del 71, cuando ya estaba en marcha el primer ciclo de atentados BR.» (p. 18). Para la redacción de los comunicados de la BR en los primeros años: «Lo hacía después de haber escuchado durante largo tiempo el parecer de los obreros y compañeros que habían estado directamente implicados en la acción. Mi plan era relanzar los eslogans recogidos en la fábrica añadiendo nuestros análisis…» (p. 20). En Turín, cuando llegaron en el verano de 1972, después de tener que huir de Milán en mayo, «al principio, nos dedicábamos a organizar "folios de lucha" prácticamente cotidianos. Escritos desde el interior de las secciones de fábrica, examinaban el ciclo laboral y sus puntos críticos, informaban sobre el crecimiento de las luchas obreras y lanzaban llamadas y convocatorias de asamblea. Distribuíamos centenares de ellos, que después eran recogidos en los "diarios de lucha" y publicados por los periódicos de contrainformación. […] En aquel momento la fábrica turinesa se acercaba a su ciclo de luchas más violento, que desembocará en la gran ocupación de Mirafiori el otoño del 73. En la fábrica el poder obrero se hacía notar en las continuas manifestaciones internas que a menudo se transformaban en verdaderos enfrentamientos. Los "pañuelos rojos", los obreros más politizados y activos, eran localizados y castigados con despidos y traslados por los muy odiados controladores y jefecillos. El sindicato amarillo al servicio de los patronos era considerado el más taimado enemigo a batir. Nosotros trabajábamos sobre todo intentando descomponer el sistema de controles y espías de las cadenas de montaje y alrededor de las manifestaciones de lucha.» (p. 85-86).conocedor de la música lírica...». No creemos que fuese problemas de personalidades, sino de línea militar y de la experiencia de unos u otros dirigentes para desarrollar esa línea militar en un sentido o en otro.1515 «cuando se habla de Sinistra Proletaria, no hay que entenderlo mal. No se trataba de un verdadero y propio grupo cerrado, sino de una especie de conglomerado de centenares de militantes reagrupados en unos cincuenta colectivos. Todavía era una organización heterogénea que recogía las diferentes expresiones del movimiento de los barrios populares, fábricas, escuelas, hospitales...» (p. 58).1616 «Todas estas tribulaciones internas [problemas orgánicos], junto a la aparición de un nuevo descontento social y de nuevos modelos de revuelta, nos empujaron a reflexiones severas sobre nuestro futuro. ¿Qué había terminado en nuestra historia? ¿Con qué podíamos seguir adelante? ¿Cómo debía ser la nueva generación BR? Para discutir de estos temas había convocado, entre Navidad del 75 y los primeros días del año nuevo, una reunión de dirección de las columnas de Turín y Milán.» (p. 133). La reunión no se llegó a celebrar por detenciones…1717 Nuestros conocimientos son muy limitados, pero parece que en 1977 se formó en la Campania “Primi Fuochi di Guerriglia”; entre 1978 y 1982 existió en Cerdeña “Barbagia Rossa”,…1818 Pietro Secchia, ex jefe partisano y dirigente del PCI, nunca renunció a imaginar un brazo armado comunista.1919 La enfermedad infantil del “izquierdismo” en el comunismo.2020 La enfermedad infantil del “izquierdismo” en el comunismo.

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Aunque no podamos detenernos, al menos señalar: el trabajo de agitación de Lenin en 1895 al frente de "Unión de lucha por la emancipación de la clase obrera" de Petersburgo. «La "Unión de lucha" editó decenas de hojas y de proclamas de éstas, dirigidas a los obreros de diversas fábricas. Cada una de ellas levantaba y fortalecía el espíritu de los obreros. Estos veían que los socialistas les apoyaban y les defendían.» (Historia del PC(b) de la URSS). «Únicamente basándose en estos datos [recogidos de los obreros y de visitas a la fábrica], Vladimir Ilich escribía sus artículos y panfletos. Examinen los panfletos dirigidos a los obreros y obreras de la fábrica Thornton. El detallado conocimiento del tema que tratan es inmediatamente obvio ¡Qué fantástica escuela era aquella para todos los camaradas! Fue entonces cuando aprendimos a fijarnos en los detalles. Y de qué manera nos quedaron grabados en la memoria» (Subrayado nuestro) (Krupskaya. “Mi vida con Lenin”).

Ni en Uruguay ni en Italia, hay copia mecánica, habrá un error en tomar un modelo erróneo, habrá errores en el desenvolvimiento de la lucha armada por una senda trazada erróneamente,… pero no hay copia mecánica. Hay dialéctica, manejo flexible de la táctica… al menos, mientras la lucha no se precipitaba en complicaciones mayores, en aguas turbulentas.

En aquella situación, el Uruguay de Rodney Arismendi no pudo dar más que un Raúl Sendic. La Italia de Togliatti y Berlinguer no dio más que a un Renato Curcio. La Italia de los años 30 dio un Gramsci, en la cárcel se extravió un poco, política y teóricamente, pero en el afán de estudiar a su país. Renato Curcio terminó extraviándose en sicología y literatura, sin ese afán. Gramsci encontró el partido; Renato Curcio, no pudo. Gramsci procedía de las islas, de Cerdeña, de la “cuestión meridional”. Renato Curcio de las montañas del norte industrial (Torre Pellice2121) y de un cierto deambular juvenil por las corrientes de moda en los años 60.

En la experiencia de la lucha armada en esos años, Uruguay e Italia fueron las que tuvieron un mayor desarrollo tomando como centro las ciudades (sin contar Irlanda del Norte y Euskal Herria por ser luchas nacionalistas que contaban con comunidades nacionales de apoyo). Sería importante un estudio comparativo.

2.3. ¿La lucha armada se inició y desarrolló aislada de las masas?

Antes de analizar las contradicciones internas de las Brigadas Rojas, vamos a detenernos en el punto siguiente: ¿La lucha armada nació y se desarrolló aislada de las masas?

1.- ¿En qué ambiente surgieron las Brigadas Rojas?En 1969-1970, Milán hervía de manifestaciones y

2121 A unos 45 km. al SWW de la ciudad de Turín, en el Piamonte. Torre Pellice fue capital de los valdenses.

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asambleas. Curcio recuerda «una asamblea durísima en la Universidad Estatal de Milán, cuando nosotros, Sinistra Proletaria, nos aliamos con los compañeros de Potere Operaio para contrarrestar el control total de Mario Capanna y los Katanga2222 sobre la universidad. Unánimemente designamos a [Oreste] Scalzone como el que debía hablar por todos nosotros. Y él fue heroico, consiguiendo sostener la intervención-enfrentamiento durante un montón de tiempo; porque no se trataba sólo de hablar por encima de todo el estruendo, sino de resistir las patadas y puñetazos que los ferocísimos Katanga asestaban, por detrás, al orador para hacerle perder el hilo del discurso.» (p. 191-192).

Tras el asesinato del anarquista Pinelli2323 en una comisaría de Milán, en manifestaciones y panfletos, «decenas de millares de jóvenes del movimiento, de Lotta Continua, Potere Operario y de todos los diversos grupúsculos extraparlamentarios» gritaban contra el comisario implicado en ese asesinato: «Calabresi, fascista, eres el primero de la lista». En mayo de 1972, el comisario Luigi Calabresi fue ejecutado sin que su autor se identificase o fuese identificado. «En el 72 la mitad de la izquierda extraparlamentaria milanesa tenía armas y se financiaba mediante atracos. No sólo nosotros los de las BR. Los servicios de orden de grupos como Lotta Continua y Potere Operaio, por ejemplo, tenían militantes que se movían también en la ilegalidad armada. La decisión de pasar de los atracos a bancos a la ejecución del verdugo Calabresi podía haber sido tomada por cualquiera de aquellos sectores» (p. 93).

2.- ¿Cómo comenzaron el trabajo de masas en las fábricas? ¿fueron predeterminados a organizar la lucha armada?

R. Curcio y M. Cagol habían sido dirigentes estudiantiles en la Universidad de Trento, que en el otoño de 1967 había sido ocupada por los estudiantes con los lemas “Universidad Ocupada”, “Stop the war in Vietnam”,… («la primera vez que se realiza una ocupación en Italia, si no me equivoco» Mario Scialoja). En 1969 llegó hasta la universidad «Una delegación de cuatro o cinco obreros del CUB (Comité Unitario de Base) Pirelli capitaneados por el mítico… Raffaello De Mori, uno de los más prestigiosos líderes del movimiento obrero de entonces… su discurso me empujó hacia el sendero que, en dos años, me llevó a las Brigadas Rojas… Queridos muchachos, nos predicó sustancialmente, lo que estáis haciendo aquí en Trento es muy loable y vuestra universidad crítica puede representar un punto de referencia en el debate que han abierto las luchas estudiantiles y obreras de estos meses. Pero, os confundís acerca de una premisa importante: no es verdad que en Italia todavía no estén maduros los tiempos de un enfrentamiento

2222 Katanga: servicio de orden del Movimiento Estudiantil de la universidad estatal de Milán, compuestos por militantes muy agresivos, armados de bastones y llaves inglesas.2323 Acusado de la masacre de Piazza Fontana, el 12 de diciembre de 1979.

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revolucionario y de clase; no es verdad que, como pensáis vosotros, es necesario preparar el humus cultural sobre el que hacer crecer las futuras luchas. Los tiempos están ya maduros. Vosotros no lo sabéis, pero para entenderlo tenéis que venir a ver lo que sucede en la Pirelli, la Fiat y en otras partes. Hoy, en Italia, quien quiere medirse verdaderamente con el problema de la transformación social no puede dejar de confrontarse con la realidad de las grandes fábricas. Quedé tocado. Pensé: o De Mori exagera la potencia del movimiento obrero y la madurez de los tiempos, y entonces es justo continuar con la universidad crítica; o tiene razón, y entonces aquí estamos perdiendo el tiempo. De todas formas la cuestión tenía que ser verificada. Y decidí partir para Milán.» (p. 47-48). Y allí llegaron Curcio y Cagol el 15 de agosto de 1969. De Mori «nos introdujo en un amplio ambiente de obreros y técnicos de la Pirelli, de la SIT-Siemens y de otras fábricas.» (p. 55). Fundaron el Colectivo Político Metropolitano. Tras las bombas del 12 de diciembre de 19692424, «se produjo un salto cualitativo, primero en nuestro pensamiento y después en nuestra forma de actuar.»: «Hacia finales de diciembre (1969), con un grupo restringido de unos sesenta delegados del Colectivo Político Metropolitano, nos reunimos en la pensión… Tras dos días de debate… decidimos transformarnos en un grupo más centralizado, al cual llamamos Sinistra Proletaria.» (p. 58). Como Sinistra Proletaria sacaron dos números de una revista del mismo nombre y las “Hojas de Lucha”. Trabajaban a cara descubierta en las fábricas, «pero habíamos sido fotografiados, filmados, algunos obreros habían sido despedidos... Así no se podía seguir adelante.» (p. 13-14). «Tras la masacre fascista de Piazza Fontana pesaba a nuestro alrededor una atmósfera oscura y preocupante» (p. 13). En setiembre de 1970, en el pueblo de Pecorile: «Invitamos a reunirse allí a unos ochenta delegados de varios colectivos que se movían en torno a Sinistra Proletaria… Teníamos la exigencia urgente de resolver las contradicciones que se habían formado dentro de Sinistra Proletaria, donde las divergencias eran cada vez mayores e irreconciliables. El punto central que debíamos afrontar era la discusión sobre la necesidad de pasar a nuevas formas de lucha más incisivas y clandestinas… en la práctica, durante aquellos debates, nos dimos cuenta de que la experiencia de Sinistra Proletaria estaba acabada. Ninguno de nosotros tomó la palabra, en medio de una asamblea de ochenta personas, proponiendo pasar a la lucha armada, pero entre algunos grupitos restringidos de compañeros, era ése el

2424 En Italia, en Milán, masacre de Piazza Fontana, además de cuatro explosiones más en Milán y Roma. En Piazza Fontana de Milán, a la entrada de Banco Nacional de Agricultura, la bomba causó 16 muertos y 90 heridos. «Durante los días sucesivos la tensión en la ciudad fue altísima… Podía suceder cualquier cosa. Por las calles y en las plazas se gritaba “¡Masacre de Estado!”; mientras el poder político y la magistratura atribuían la responsabilidad del acto terrorista a grupos de extrema izquierda» (Renato Curcio, p. 57)

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tema que circulaba. Se trataba todavía de discursos vagos y abstractos, sin aspectos concretos, ni mucho menos propuestas organizativas.» (p. 60). El primer “micro-atentado” fue quemar el coche de un vigilante de la Pirelli: «Quemar los automóviles de los jefecillos de la fábrica en la práctica no significaba casi nada, en las manifestaciones callejeras del movimiento se incendiaba algo más que un viejo 600. El problema no era la entidad del daño provocado al enemigo, sino la nueva posición en la que estas acciones nos colocaban en el interior de los movimientos de lucha obreros. Nuestro planteamiento sobre la lucha armada y las primeras intervenciones de propaganda armada nacieron por la imposibilidad de proseguir con los viejos métodos colectivos y asamblearios, y por la exigencia de dotarnos de nuevos instrumentos para hacer sentir nuestra presencia en una situación de enfrentamiento social exasperado como la de entonces. Los micro-atentados servían para subrayar nuestra presencia, pero también para volver más eficaces y creíbles los discursos políticos que llevábamos a cabo a través de panfletos y del trabajo en la fábrica. Y además sentíamos que era necesario inventar algo nuevo.» (p. 61).

3.- ¿Cómo recibieron las masas las acciones armadas en los primeros años 1970-1973?

En mayo de 1972 tuvieron que huir de Milán porque la policía los tenía cercados. Durante 3 meses, hasta julio de 1972, estuvieron dudando: «Por una parte la situación era decididamente oscura: muerto Feltrinelli, los GAP prácticamente desaparecidos, desarticulados los compañeros franceses de Nouvelle Résistance, Andreas Baader, Ulrike Meinhof y casi todos los demás militantes alemanes de la RAF arrestados... Una valoración razonable nos empujaba a pensar que la experiencia de la lucha armada en Europa, más o menos, había fracasado... Pero por otra parte, precisamente en aquel período, las reacciones positivas ante la ejecución del comisario Luigi Calabresi2525 (mayo 1972) extendidas en el movimiento, habían creado un contexto favorable a la lucha armada. Y, sobre todo, nos presionaban de las fábricas (Pirelli, Siemens y Alfa) donde habíamos sido activos, pidiéndonos que no abandonásemos. Además, un grupo de obreros de la Fiat Mirafiori nos pidió una cita. Se trató de un estímulo decisivo. Fui a Turín con Margherita. Hablamos durante largo tiempo con dos delegados que insistieron mucho para convencernos de que abriésemos un nuevo frente en la Fiat. “Ya no podéis volver a Milán porque os conocen demasiado”, fue su razonamiento, “entonces, venid aquí, que somos muchos y estamos muy decididos a movernos”. (p. 84). La masa obrera no sólo apoyo la lucha armada, también presionó para que no fuese abandonada.

En los barrios populares de Milán: «En estas zonas se crearon situaciones favorables que fueron más allá de nuestras

2525 No fue ejecutado por las BR, su autoría no se conoció.

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previsiones… y una proliferación de peticiones para trabajar con nosotros.» «El 25 de abril2626 de 1971 y 1972, en Lorenteggio y Giambelino, izamos sobre las astas de las casas populares al menos 200 banderas BR: rojas, con la estrella amarilla dentro del círculo. Eran banderas cosidas por las madres, hermanas, tías y abuelas de muchos de nuestros compañeros del barrio…» (p. 73). En la misma ciudad de Milán en el barrio de «Quarto Oggiaro, por ejemplo, era muy fuerte la presencia de bandas fascistas organizadas en torno al MSI (Movimiento Social Italiano); controlaban calles enteras del barrio, imponían el toque de queda a los jóvenes que no se sometían a sus pretensiones, agredían y aporreaban a los compañeros y a algunos incluso les grabaron cruces gamadas en la frente con el cuchillo. Un día, los de los escuadrones hicieron saltar el coche del secretario de sección del PCI. Nosotros localizamos rápidamente a los responsables e hicimos explotar el coche de uno de ellos… Todo el barrio sintió el estruendo. Iniciativas de este tipo consiguieron un gran éxito y atrajeron en torno a nuestro grupito a centenares de simpatizantes. Luego vinieron las luchas por la ocupación de casas en las que a menudo participamos en primera fila y atrajeron otras simpatías. En fin, en aquellos barrios las primeras Brigadas Rojas ciertamente no fueron algo misterioso y clandestino; conocíamos miles de personas… que, si era necesario, nos llamaban para exponernos sus problemas.» (p. 72-73).

En mayo de 1972, la policía estuvo «a punto de pillarnos a todos», pero cuando la policía localizó «varios de nuestros pisos,… intentó algunas emboscadas… llegó al lugar siempre demasiado pronto o demasiado tarde. Una vecina, un amigo de la zona... nos avisaron siempre a tiempo del tráfico policial alrededor de nuestras residencias. Y conseguimos escabullirnos entre las mallas de la red.» (p. 82).

El armamento de las primeras Brigadas Rojas provenía de los partisanos: «Las pistolas y algún raro fusil ametrallador MAB eran residuos bélicos conservados por compañeros partisanos. Nos los solían entregar con ceremonias conmovedoras. Tengo un recuerdo tierno y melancólico de aquellos viejos comunistas, ya desaparecidos, que vivían la amargura de la desilusión: “Tenemos confianza en vosotros”, nos decían, “y nuestra esperanza es que triunféis donde nosotros hemos sido engañados”. Entregarnos las pistolas con las que habían combatido contra los fascistas, treinta años antes, era como pasarnos el testigo. Uno de ellos me impresionó profundamente; tenía sesenta y cinco años y había sido partisano en los montes de Novara. Me puso en la mano, conmovido, una viejísima pistola de la guerra de España: “Mira, la he conservado durante tantos años, funciona todavía, pero estate atento...”. E insistió muchísimo en participar en una

2626 Conmemoración de la liberación antifascista en 1945.

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acción junto a nosotros.» (p. 79).4.- Después de 1973, ¿las masas fueron rechazando la lucha armada?

Tras el secuestro del juez genovés Mario Sossi, en abril de 1974, «El clamor del secuestro Sossi tuvo dos consecuencias. Por una parte la policía se decidió a darnos caza más seriamente y con métodos más sofisticados. Por otra parte el éxito de imagen obtenido con aquella acción hizo que nos llegase una avalancha de peticiones de adhesión a las BR. Decidimos, pues, una pausa en las actividades armadas y algunos de nosotros partieron por Italia para ensanchar los horizontes de nuestros contactos.» (p. 103)

Durante el secuestro de Aldo Moro «Prima Linea2727 y otros grupos armados habían realizado varias acciones en apoyo de las BR…» (p. 166)

Tras la muerte de Aldo Moro y la represión posterior, «se desencadenó una oleada de peticiones de adhesión a la organización (BR). Del ámbito de Autonomía, y de los demás grupos armados, nos pidió mucha gente entrar en las Brigadas Rojas. El motivo no era debido solamente a la fascinación de la clamorosa operación militar realizada por los brigadistas, sino sobre todo a los efectos de la dura represión desencadenada tras la muerte de Moro. Los militantes de los grupos más pequeños y menos organizados se sentían con el agua al cuello. Si no queremos acabar en la cárcel o escapar al extranjero, se decían, la única alternativa es la de confluir en las BR.» (p. 174-175).

Renato Curcio recibió en la cárcel, cartas de «jóvenes, estudiantes, obreros, que auguraban éxito y larga vida a las Brigadas Rojas. Muchísimas con firma y dirección. Quien escribía no me pedía explícitamente querer entrar en las BR, sino que expresaba solidaridad y admiración. En fin, la esencia era: “Que bravos sois; este mundo da asco y hay que cambiarlo, ¡menos mal que estáis vosotros!”.» (p. 159).

«Las BR, durante el secuestro Moro, tuvieron reconocimiento en abundancia: las declaraciones del Papa, las del presidente de las Naciones Unidas, los impulsos de la opinión pública… No había necesidad de ninguna declaración de un político para darse cuenta de la realidad; o sea, del hecho que en Italia, en aquel momento, existían las Brigadas Rojas con su capacidad de intervención y su poder» (p. 160)

2.4. La contradicción entre la “estructura logística”, las acciones y el trabajo de masas…

La contradicción entre la “estructura logística” y el trabajo de 2727 Organización del entorno de la Autonomía, que realizará diversas acciones entre 1976 y 1979.

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masas para movilizarlas, politizarlas y organizarlas en la lucha armada.

¿Por qué fue derrotada una organización que recibió calurosos apoyos de las masas, oleadas de peticiones de adhesión,...? ¿Qué misterio explica esa contradicción?

Cuando en 1975, tras su liberación de la cárcel el 18 de febrero, Renato Curcio retornó a Milán tuvo, prácticamente, “que construir una nueva columna”. «La policía nos perseguía ya insistentemente y nuestra clandestinidad era más severa y mejor organizada. Teníamos a disposición una estructura logística muy potente que suponía un costo económico altísimo. Usábamos muchos documentos falsos y varios coches con matrículas falsificadas. Cada uno de nosotros, por seguridad, además del apartamento en que vivía, disponía al menos de otra casa-refugio cuya dirección no debía ser conocida por nadie. En aquel período yo tenía tres apartamentos y cinco o seis nombres diferentes, cada uno con su ajuar de documentos falsos.» (p. 116)

Mientras la lucha armada se mantuvo en “micro-atentados” «en el movimiento nos conocían todos. Y en la fábrica muchos, incluidos los sindicalistas del PCI y los obreros que apoyaban a las organizaciones extraparlamentarias, sabían quiénes éramos y también lo que hacíamos. Participábamos en los debates públicos. Vivíamos en pisos alquilados con nuestros verdaderos nombres. En fin, actuábamos casi al descubierto, sin muchas cautelas.» (p. 21). Podían moverse con cierta libertad por las fábricas y por los barrios, pero cuando la lucha armada se fue elevando: por un lado, se fue haciendo más y más costoso el aparato organizativo; por otro lado, tenían más limitaciones y restricciones para el trabajo de masas. Es decir, cuando más se crecían “las oleadas de peticiones de adhesión” más complicado se tornaba el trabajo de masas.

Tras la muerte de Aldo Moro y la represión posterior, «se desencadenó una oleada de peticiones de adhesión a la organización (BR)… [pero] esta mole de peticiones creó ulteriores problemas. Primero porque llegaron personas más o menos desconocidas, cuya madurez política, a veces muy discutible, no podía ser adecuadamente valorada; una debilidad que pronto comenzará a producir sus efectos con el proliferar de arrepentidos. Luego, porque los gastos de la organización se elevaron enormemente; garantizar la seguridad de un militante clandestino tenía un coste económico notable…» (p. 174-175) «Tras la ejecución de Moro se desencadenó una campaña policial fortísima y los compañeros tuvieron un montón de problemas urgentes que resolver. Problemas logísticos, problemas de supervivencia,…» (p. 172). «Los efectos organizativo-militares del suceso habían sido desastrosos» (p. 162). «Fue una opción trágicamente destructiva para la organización que en aquel momento no tenía la fuerza política de gestionar un hecho de aquella importancia.» (p. 161).

¿Cómo hacer frente a esos costes cada vez más elevados? Con atracos a bancos y con secuestros de empresarios. Pero esas

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acciones tienen también un coste militar y apuntan hacia el bandidaje.

Si los combatientes consiguen acobijarse, emboscarse, entre las masas, esos costes organizativos desaparecen y, por tanto, desaparece también la necesidad de autofinanciarse mediante atracos y secuestros. Pero se plantea el problema de proteger a esas masas de controles y chivatazos que permitan a la policía descubrir los alojamientos. Es decir, hay que crear en determinados barrios “no go areas" ("zonas de no ir", zonas prohibidas para la policía) como fue en 1969 y 1972 en determinados barrios de Irlanda del Norte. En determinados barrios de Milán, en 1975, Curcio se encontró con jóvenes que «me hablaron de sus problemas, que estaban relacionados con el control de los barrios; los fascistas ya no contaban, me dijeron, pero hay continuas patrullas de los carabinieri: “Son ellos los que nos quitan el espacio, si les quemamos las furgonetas, por una temporada dejarán de girar por todos los lados...”. Al principio me quedé perplejo. ¿Qué sentido podía tener atacar los coches de los carabinieri? Después los chavales me acompañaron por sus zonas y vi decenas de patrullas con los fusiles a la espalda que controlaban militarmente el territorio. Me di cuenta de que, en aquellos barrios, eran el símbolo evidente de una opresión sufrida por muchos. Y me convencí de que podía ser extremadamente importante para las BR estrechar la relación con aquel nuevo ámbito de rebelión social. Debíamos intentar politizar aquellas bandas. De esta forma les enseñamos el uso de los barrilitos incendiarios y junto a ellos quemamos una quincena de camionetas de los carabinieri aparcadas en los cuarteles; acciones que, en parte, fueron reivindicadas en nuestros comunicados BR.» Con esos “pequeños atentados”, movilizando a más y más masas, atendiendo a sus problemas cotidianas (trabajo, vivienda, salud,…), se pueden ir creando zonas que la policía no pueda patrullar y que el chivateo o soplonaje se pueda barrer. Dentro de esas zonas el «garantizar la seguridad de un militante clandestino» no tendría «un coste económico notable» y lo más importante: que se puede construir el nuevo poder y, con bases de apoyo, se expande la guerra de guerrillas. «Las masas hacen la historia,… las masas están con nosotros, combaten y se organizan en los tres instrumentos de la revolución,… las masas nos dan todo, desde el pobre mendrugo de pan que se llevan a la boca, hasta sus preciosas vidas.» (Presidente Gonzalo).

Presidente Gonzalo: «forjar a los militantes como comunistas, primero y principalmente, como combatientes y como administradores.»

«El Ejército Guerrillero Popular es un ejército de nuevo tipo que cumple las tareas políticas de la revolución establecidas por el Partido. Aplica el principio maoísta "El Partido manda al fusil y jamás permitiremos que el fusil mande al Partido". Cumple tres tareas:

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combatir que es principal, como corresponde a la forma principal de organización; movilizar, es muy importante y por la cual se cumple el trabajo de masas del Partido, politiza, moviliza, organiza y arma a las masas; producir, aplicando el autosostenimiento, buscando no ser carga para las masas.»

«El trabajo de masas del Partido se hace a través del Ejército y se moviliza, politiza, organiza y arma a las masas en nuevo Poder en campo y en Movimiento Revolucionario de Defensa del Pueblo en ciudades.» (PCP. I Congreso. 1988).

Es decir, no es que faltasen masas para desarrollar la lucha armada, lo que faltaron fueron las bases de apoyo, fue la línea política y militar para construirlas.

Según Curcio la contradicción que llevó a las BR a “la extinción” fue la siguiente: «Poco después del secuestro de Moro, en los primerísimos años ochenta. Fue entonces cuando la experiencia armada empezó a entrar en crisis justo por aquel sistema de partidos contra el que nos habíamos batido. Comprendí que nuestra lucha no había sido capaz de arañar aquel bloque monolítico, aunque diferenciado, de poder. Y el caso Moro fue la primera señal fuerte de esta realidad. El acuerdo estrechísimo entre DC y PCI que se realizó en aquel momento, mostró la capacidad del bloque político de compactarse contra las pulsiones de lo social. Las Brigadas Rojas fueron incapaces de hacer frente a aquella situación. Y comenzó a pesar la contradicción que las ha llevado a la extinción: por una parte, la acumulación de órganos militares y, por otra, la incapacidad de localizar el punto sobre el que hacer palanca para incidir en el sistema político a golpear.» (p. 212).

Por no contar con bases de apoyo, se acumulaban los “órganos militares” y, al mismo tiempo, urgidos por la batalla política buscaban con «acciones cualitativamente importantes y con un significado estratégico bien definido» (p. 118) “el punto sobre el hacer palanca para incidir en el sistema político”.

Aquí es donde aparece el problema del reformismo armado. Ya decía Marx que «el progreso revolucionario» se abre paso «engendrando una contrarrevolución cerrada y potente» en la lucha contra la cual el partido de la subversión madura. Estar buscando en el “bloque monolítico” del Estado el punto que arañar es terminar olvidándose del punto sobre “el que hacer palanca” para movilizar a las masas, para construir bases de apoyo en uno u otro barrio. La revolución va a venir de las masas que hacen la historia, no de las contradicciones en el “bloque monolítico” en el poder. Cierto que esas contradicciones son como la costra que se abre para que estalle el volcán, pero para que esa costra se raje hace falta una guerra prolongada.

Es decir, “la acumulación de órganos militares” es como las armaduras de los caballeros medievales. Sólo permitían cargar contra una mala infantería que por delante se situase, si tenían que maniobrar, revolverse, frente a un adversario tenaz,… se perdían. Las

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derrotas de la caballería francesa en Crécy (Ponthieu) [1346], Poitiers [1356] y Azincourt (Arras) [1415] lo demostró clamorosamente. «Un Estado fascista como el de Hitler edifica su vida política y militar sobre la ofensiva, de modo que termina su vida en cuanto acaba su ofensiva.» (Presidente Mao2828).

En los años de la Larga Marcha, el Partido Comunista de China perdió un 90% de lo que tenía. Después de 1992, en el recodo, el Partido Comunista del Perú perdió un 65%.

«…perdimos la Jefatura, el Buró Político, casi toda la dirección, cantidad de cuadros, militantes, disminución en el ejército, fuerzas principales, destacamentos, milicias y Comités Populares; el 65% de lo que se tenía. Pero el Partido mantuvo  los principios, partiendo de que si una parte queda, ella debe continuar, así se hizo.» (La experiencia de la guerra popular en el Perú debe estremecer al mundo. MPP. Mayo 2009)

«Con Guerra popular el Partido ha derrotado en el campo de batalla y en la política todos los planes y campañas del enemigo. La reacción nunca ha podido derrotar al Partido en batallas, se ensañó y aprovechó del liberalismo del trabajo en las ciudades. El Partido ha persistido en el camino, en el rumbo, en la defensa de los Comités Populares y las Bases de Apoyo.» (Aplastar el plan de la reacción de aniquilar la guerra popular mediante el genocidio y el cretinismo parlamentario. MPP. Diciembre 2009).

Tuvieron que ser flexibles en la táctica, dar rodeos, largas marchas, pero recuperaron lo perdido y expandieron la guerra popular.

«…pese a las caídas y todos los problemas, los dirigentes volvieron a sus bases para empezar a levantar la organización partidaria desde abajo como nos enseñó el Presidente Mao, haciéndolo todo de nuevo. Se combatió la idea de que había que hacer grandes acciones y ya las masas nos seguirían;… El Comité Central cambió, se dijo y se hizo: principal es dirigir la lucha de las masas y construir; al mismo tiempo, realizar acciones, ir de lo más simple a lo más complejo. Es decir, centrar en retomar el trabajo de masas como se hizo en el 70; se trabajó en los sindicatos y federaciones, de ahí salieron los cuadros.» (Sol Rojo, 33; p. 14; marzo 2010). [Remarcados nuestros]

«Después de 98, el Comité Central, en medio de dura lucha de dos líneas, definió: que la reacción pretende destruir la dirección, apartarnos de las masas y aislarnos en el campo; hizo las correcciones necesarias;… Se combatió y aplastó, en lucha de dos líneas, el criterio de algunos de que había que centrar en hacer acciones y luego las masas ya se plegarían… El Partido… está impulsando el trabajo de masas en el campo, en las minas, en las fábricas, los mercados, los barrios, las escuelas, etc. Lo

2828 “El punto de viraje de la Segunda Guerra Mundial”. 12 de octubre de 1942.

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principal es dirigir la lucha de las masas para fundirlas con la guerra popular construyendo en su seno las células [del partido] y el ejército.» (Sol Rojo, 33; p. 5; marzo 2010). [Remarcados nuestros]

«La lucha gremial tiene que ir acumulando las fuerzas de la clase y forjando los cuadros revolucionarios. La guerra popular tiene que nutrirse de nuevos cuadros. La calidad de la guerra popular devine sustentada en la lucha de las masas bajo la guía del Partido. Algunos, en nuestras filas, contraponían la guerra popular con la lucha de las masas, el problema era nos desligarlas menos contraponerlas… Es decir, centrando en el trabajo de masas como se hizo en el 70.» (Sol Rojo, 33; p. 14; marzo 2010). [Remarcados nuestros]

«No se ha caído en el error de centrar todo en "acciones" que llevaría a aislar al Partido de las masas y por lo tanto a que el enemigo despedace nuestras fuerzas.» (Sol Rojo, 32; p. 27; octubre 2009). [Remarcados nuestros]

Frente a la falsa “izquierda” que planteaba "las masas no están dispuestas, hagamos acciones que repercutan", «La izquierda aplicó potenciar el trabajo de masas a través del Ejército, la reacción dice ahora que venimos con nuevo verbo, eso sí realmente les repercute… Las luchas de las masas a lo largo y ancho del país llena de pavor al imperialismo y a la reacción y a su gobierno… Esto expresa como los nuevos dirigentes del Partido han aprendido en el curso mismo de la guerra, hay que sacar lecciones, la cuestión es que algunos no sopesaban que la guerra es una guerra a muerte, algunos pensaban que sólo íbamos de subida y que no había zigzagues y retrocesos» (Sol Rojo, 28; p. 10; diciembre 2007). [Remarcados nuestros]

Después de 1992, el PCP tuvo que navegar en aguas turbulentas, muy turbulentas. A las dificultades internas se fue añadiendo el muro de dudas y silencio que fue levantando el nuevo revisionismo en el MRI. Pero fueron flexibles en la táctica. No dijeron: las masas no están dispuestas, hagamos «acciones cualitativamente importantes» que repercutan y las masas nos seguirán. No lo plantearon así. Al contrario, pensaron que no podían seguir “de subida” y que había que hacer un zigzag. Se centraron en «retomar el trabajo de masas como se hizo en el 70», no contrapusieron ni desligaron la guerra popular con la lucha de masas y fueron a construir el partido y el ejército en esas luchas para fundirlas con la guerra popular.

¿Qué es lo que empujaba a las BR a «acciones cualitativamente importantes» en una ofensiva hasta «hacer palanca para incidir en el sistema político»? La armadura, la “acumulación de órganos militares”.

Viviendo en esas condiciones de extrema tensión, aislados en

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pisos en que tenían que cuidarse hasta de los vecinos, sin desarrollar trabajo productivo por problemas de clandestinidad y por las propias necesidades operativas, sin un trabajo de masas por exigencias de la propia clandestinidad… el militante necesita de “acciones” que repercutan en la prensa, convencerse día a día de que no estaban muertos políticamente, que se seguía hablando de ellos, que estaban en el candelero informativo y el debate parlamentario,… Así, de espaldas a las masas, las miradas se fijan en la prensa reaccionaria, en lo que haga la reacción, en que se abra alguna grieta en el “bloque monolítico”. El militante no lo puede evitar. En ese callejón sin salida, hasta ridículo puede resultar acusarlo de militarismo. Sería como acusar a un escayolado de escayolismo. ¿Qué puede hacer? Los que, en el seno de la organización, argumentan contra la escayola, lo hacen con el objetivo de apearse, abandonar, la lucha armada. Frente a las dudas que se extienden con esos argumentos, a las traiciones que van burbujeando en ese caldo de dudas, escayolarse más aparece como la solución para poder persistir en la lucha armada. Por tanto, el problema es comprender el proceso que llevó hasta envolverse en esa escayola y sólo quedar ojos para ver a la reacción: sus partidos, su prensa,…

En 1986 el parlamento italiano aprobó la ley para fomentar la traición en las filas de la lucha armada: la disociación o arrepentimiento permitía al disociado (renegado) cumplir en pocos años sus cuentas pendientes con la justicia burguesa, abandonar la prisión y salir a la calle. En enero de 1987, rompiendo un silencio que había durado doce años, Curcio concedió una entrevista para “L’Espresso” en la que definía su posición de “no arrepentido, no disociado, no irreductible” y lanzaba un llamamiento por “la campaña de libertad a favor de una solución política global que permita la superación de los años de plomo” (Mario Scialoja).

Si en medio de la campaña de la reacción por el arrepentimiento, “el hombre-símbolo” de la lucha armada en Italia habla de que no valía la pena persistir en ella, que locura era empeñarse en persistir, sus declaraciones se aunaban a la campaña de la reacción para sembrar de dudas a los que tenían voluntad de persistir en la lucha armada. En esas situaciones, como cuando, en setiembre de 1979, presentó el llamado “Documentón” (100 páginas) propugnando el abandono de las armas; como cuando, después de la batalla de Asinara (octubre 1979), leyó en el proceso judicial de Turín un comunicado en que “de forma vaga” manifestaba públicamente su divergencia con la dirección de las BR, comunicado que el presidente del tribunal «nos los dejó leer tranquilo, probablemente nada disgustado de que nuestras discordias internas comenzasen a salir a la luz» (p. 190); como cuando, a finales de 1982, escribió el documento “No es más que el comienzo” «en el que anunciaba el cierre de una experiencia [de lucha armada], relanzaba la propuesta de una discusión global para decidir qué profundas mutaciones realizar, y comprobar si era todavía posible hacerlo» (p. 198),… en esas situaciones, ¿qué puede hacer el que quiere persistir en la lucha armada cuando le falta la luz del maoísmo? Escayolarse, militarizarse.

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La sangre, la sangre de la clase y el pueblo, decía que lo justo era persistir, que no persistir era rendirse. Faltaba la luz, la conciencia, para saber cómo persistir. Pero había sangre, coraje de clase.

El militante que llega hasta esa situación y lucha por persistir, aunque se siga escayolando más al hacerlo, es un militante revolucionario, un militante que no quiere abandonar la lucha armada, aunque no sepa cómo continuarla.

El Presidente Gonzalo es un “hombre-símbolo” de la guerra popular en el Perú y la reacción lo aisló de manera absoluta y montó la patraña de que quería abandonar la lucha armada. Son patrañas, pero aplicaron el principio de la propaganda fascista: “miente, miente, que algo queda”. En un recodo complicado en que se perdió el 65% de las fuerzas revolucionarias, ¿qué perseguía la reacción con esas patrañas? Fomentar la traición, la duda, el silencio. El nuevo revisionismo en el MRI abrió la boca antes de que el anzuelo entrase en el agua, tantas ganas tenían de picar.

¿Qué sucede si la reacción captura a un “hombre-símbolo” como Renato Curcio y éste, desde la cárcel, empieza a sembrar sus dudas sobre los combatientes que persisten? Que la reacción fomenta desde las prisiones divisiones y traiciones. Lo hemos visto en el Perú con la LOD, organizada, apadrinada, amamantada por la CIA en las prisiones con aquellos presos que se habían rendido y abandonado al partido.

Si la reacción desde las prisiones fomenta divisiones y traiciones, ¿cómo se pueden quejar los Curcio de las “posiciones militaristas” que en el exterior se desarrollan intentando atrincherarse, escayolarse, frente a la traición?

O dicho con otras palabras: hay que comprender a Curcio y también hay que comprender a Moretti. Curcio llevaba en la sangre la experiencia de 1970-1973 y, por ello, pronto comprendió la importancia de movilizar y organizar a aquellos “jóvenes enfadadísimos” de los barrios de Milán. Había que empezar de a poco: multiplicando “los pequeños atentados”. Pero la organización, el caballo de la lucha armada, empujaba “hacia acciones cualitativamente importantes”.

«¿Queréis participar en el enfrentamiento de clases? Las BR de cualquier manera os echarán una mano, decía yo [a los jóvenes, a las masas]. ¿Queréis participar en nuestras acciones? Entráis en la organización y os convertís en militantes clandestinos, decían los demás.» (Curcio, p. 118).

Si no herramos sus cuatro patas, el caballo no pondrá mantener un cabalgar equilibrado y terminará cayendo para una banda o para otra: para el retroceso, para diluirse en “pequeños atentados”; o para persistir militarizándose, sin partido que dirija.

Si los “pequeños atentados” en los barrios no apuntan a construir nuevo poder, terminarán en pocos años en lo mismo que terminaron los “micro-atentados” en las fábricas, terminarán en la impotencia. Por tanto, la lucha armada si no se va elevando y expandiendo terminará diluyéndose. Y eso lo comprendió Curcio en

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diciembre de 1973, cuando estando una «mañana a las cinco y media… calentándome al fuego delante de la entrada Uno de Mirafiori con decenas de compañeros obreros… o llegaron los militantes del PCI con l'Unitá2929 en el bolsillo y vimos los titulares sobre la firma del convenio estalló una gran rabia. Los "pañuelos rojos" se sintieron traicionados. «¡Pero qué asco!», gritaron, «¡ocupamos la fábrica porque queremos que los patrones vengan aquí a firmar el convenio delante de nosotros, bajo nuestros ojos, y esos vendidos del sindicato se ponen de acuerdo a nuestras espaldas, en Roma!». Quemaron l'Unitá, echaron a los comunistas de las verjas, volaron golpes e insultos violentos. Y, en el seno de las BR, se abrió un nuevo debate… con aquella derrota, nos dábamos cuenta de que el poder obrero no podía crecer solamente sobre sí mismo quedando confinado en el interior de las fábricas» (p. 90). La ocupación de aquella fábrica, Mirafiori, había representado «un suceso grandioso: continuas manifestaciones internas, todas las secciones bloqueadas, las verjas protegidas, centenares de banderas rojas sobre los muros del perímetro..., prácticamente la fábrica entera en manos de los obreros durante tres días. Habían sido necesarios más de diez años de crecimiento de las luchas autónomas para llegar a aquel punto. De cualquier modo, el movimiento del "obrero masa"… llevaba a cabo el trayecto iniciado en el 62 con las primeras huelgas no convocadas por el sindicato y los enfrentamientos de Piazza Statuto.» (p. 87). 10 años de lucha obrera contra el capitalismo y el revisionismo habían cuajado en aquel hecho grandioso. Pero la traición revisionista lo había sellado con la derrota.

En aquel momento Curcio comprendió que la lucha armada no podía quedar confinada en la fábrica, que había que elevarla para que no se diluyese. BR llevaba esas experiencias en la sangre. Quedarse en “micro-atentados”, en “pequeños atentados”, confinados en una fábrica o en un barrio, es terminar diluyéndola3030.

Desde ese punto de vista era lógica la desconfianza de una parte de las BR a los “pequeños atentados” en los barrios de Milán (el mismo Curcio en 1992 califica su posición de 1975 de «concepción de un papel político más diluido en lo social»). Pues si no se plantea el objetivo del nuevo poder, en esos “pequeños atentados” se estanca la lucha armada.

Por tanto, frente a esa perspectiva, los que persisten en la lucha armada se militarizan, militarizarse es persistir. Cuando después de 1980, Moretti decide ampliar las siglas (“Brigadas Rojas – Partido Comunista Combatiente”) con una vieja consigna usada al pie de muchos comunicados («Por la construcción del Partido Combatiente»)

2929 “La Unidad”, órgano de prensa del PCI revisionista, posteriormente PDS (Partito Democratico della Sinistra).3030 Los maoístas franceses vivieron una experiencia parecida en 1968-1972, fueron de “revuelta plebeya” en “revuelta plebeya”, o levantamiento en levantamiento,… pero al final comprendieron que «Partido-Frente Unido-Ejército Rojo son las tres `armas mágicas' del proletariado (Mao), que el fascismo trata por todos los medios de arrebatarle y de cuyo justo empleo depende la suerte de la guerra.» (A. Glucksmann. "El viejo y el nuevo fascismo". 1972)

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demuestra que persistir es terminar demandando el Partido que se necesitaba para preparar, iniciar y desarrollar la lucha armada. Militarizarse sin partido comunista es generar caudillismo y burocracia. Hace falta partido para después militarizarlo.

Hay que comprender a Curcio, que representa la historia de las BR desde 1970 hasta 1976, y hay que comprender a los que en el proceso posterior a 1976 desembocaron en la llamada “posición militarista” del Partido Comunista Combatiente. Es una unidad y lucha de contrarios.

¿Cuál es la clave para comprender esa unidad y lucha de contrarios entre posiciones que, por un lado, tienden a apearse de la lucha armada diciendo «las BR no han nacido, no están preparadas ni organizadas para afrontar un nuevo nivel de enfrentamiento de este género» (p. 162) y, por otro, quieren persistir en la lucha armada?

Si el partido tiene que construir de forma concéntrica los tres instrumentos de la revolución en las condiciones en que por ejemplo se encontraron las BR en los años 70, el partido tiene que militarizarse, tiene que hacerse ejército guerrillero, tiene que desarrollar el trabajo de masas a través del ejército, combatiendo y movilizando hasta organizar a las masas para construir las bases de apoyo, el Frente-Nuevo Estado. Si el partido lo hace, se militariza y construye concéntricamente los 3 instrumentos de la revolución, la reacción da entrada al ejército en la contienda y, por tanto, se desarrolla la militarización del viejo estado. Dos poderes frente a la frente: el poder de la masa militarizándose y el poder reaccionario militarizándose.

Sin resolver la médula de la guerra popular, el nuevo poder, la base de apoyo, el ejército reaccionario no entra a combatir, la lucha armada se estanca y la militarización del partido deviene militarismo. Cuando el militarismo deviene en guerrilla errante de ocasionales acciones, la lucha armada queda como colombianizada, colgada en la reserva para servir de bandeja o emblema para montajes electorales, tropa títere de la reacción, degenerar en bandidaje.

BR nació aledaña con el anarquismo de Potere Operaio y Lotta Continua, pero en su proceso, inmersa en la lucha armada, tuvo inevitablemente que acercarse al maoísmo. Definirse en sus siglas “Partido Comunista Combatiente”, militarizarse,... ¿Qué le faltó? Terminar comprendiendo la necesidad de enarbolar, defender y aplicar el marxismo-leninismo-maoísmo, principalmente maoísmo. Es decir, terminar comprendiendo los principios correctos y la necesidad de tomarlos firmemente.

BR nació intentando que la acción difusa de la clase tuviese una expresión nítida, armada. No era la lucha política por el poder, era la lucha reivindicativa que se hacía lucha armada. Pero en su proceso tuvieron que vérselas con “el corazón del estado”, con el poder. Las contradicciones en que las BR se disolvieron en las aguas turbulentas de la lucha armada, son contradicciones que manifiestan las leyes de la lucha de clases que en el maoísmo están sintetizadas en principios de validez universal. Con el pensamiento gonzalo se nos ha dado comprenderlo.

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2.5. “Las ilusiones del tiempo de paz.”Hemos visto el problema político y los debates sobre la

estrategia y la táctica de la lucha armada intentando comprender las dos posiciones enfrentadas en las BR a partir de 1976.

Pero bajo ese problema político había un profundo problema ideológico: la ilusión de que los objetivos de la lucha armada pudiesen ser alcanzados en pocos años, tal y como, por ejemplo, lo habían sido en Cuba (3 años), la ilusión de que podía bastar un montoncito de pulgas para ganar una guerra, la ilusión de que el camino chino «no es el único modelo o camino que puede seguir la guerra revolucionaria» (Taber),… “las ilusiones del tiempo de paz”.

¿Por qué Curcio, Moretti,… tras unos años de prisión terminan predicando el abandono de la lucha armada? ¿Por qué la mayoría de los dirigentes de ETA tras un tiempo encarcelados terminan planteando que “ya no hay condiciones” para la lucha armada o que “las nuevas condiciones” aconsejan abandonarla? En las filas de las organizaciones armadas esos son mazazos ideológicos. Si les faltan luces para encontrar los principios correctos, los que persisten tienen que transformar los dictados del coraje de clase en una fe, ciega en la medida en que les falta la teoría revolucionaria, por tanto cuando son encarcelados pierden al poco tiempo la fe que los sostenía en la batalla. Cierto que es erróneo persistir por un camino equivocado, pero sin abandonar las armas se puede embocar el camino correcto. Los que hayan conquistado armas en sus luchas, luchas que la clase y el pueblo han sostenido, no tienen que desarmarse para preparar la guerra popular. Al contrario, son armas en manos del pueblo que la guerra popular no puede despreciar.

«El paso del estado de paz aparente al estado de guerra abierta hunde al campo burgués en enormes contradicciones. Manteniéndose aferrada a las ilusiones del tiempo de paz, la clase obrera no sólo se vuelve a hallar desarmada sino que permite al campo burgués ocultar sus propias fracturas. Golpear al fascismo pone al descubierto esas fracturas: la iniciativa ideológica y militar corren parejas.» «Para conservar la iniciativa ideológica y militar y ofrecer una salida proletaria a esta conmoción, la clase obrera debe... pasar de la perspectiva de la insurrección corta y breve a la de la guerra prolongada». (André Glucksmann. "El viejo y el nuevo fascismo". 1972)

Este problema ideológico es un gran problema en países imperialistas y capitalistas. Incluso en un país del tercer mundo como el Perú, tras más de una década de guerra popular, con pensamiento gonzalo, la reacción «se ensañó y aprovechó del liberalismo del trabajo en las ciudades… nunca ha podido derrotar al Partido en batallas.» (MPP).

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¿Qué hacer en los países donde sólo hay ciudades para la guerra popular y el liberalismo es mucho mayor, está más enraizado histórica, política y culturalmente? Si en Perú teniendo bases de apoyo en el campo tuvieron un 65% de pérdidas, ¿cuántas se tendrían en un país europeo en un recodo semejante? Prendida la chispa de la guerra popular, mientras la llama no es más que brote titilante, como estrella en la noche, ¿cómo aguantar los primeros embates de la reacción cuando a nivel mundial la guerra popular en el Perú ha demostrado a la reacción lo grande que se puede hacer lo que empieza por poco? En 1917 la reacción mundial fue sorprendida en Rusia, pero después no se dejó sorprender en Europa.

¿Qué hacer en países europeos? Hasta ahora no hemos atinado a encontrar una respuesta a esa pregunta. Lo único que hemos alcanzado a comprender es la necesidad del pensamiento gonzalo para resolver estos problemas. Quizás este documento sea tan largo intentando vislumbrar solución a este problema. Puede parecer paradójico que en los países imperialistas vaya a resultar tan necesario el pensamiento gonzalo para enfrentar este problema ideológico, pero eso es lo que nos dice nuestra experiencia y eso, si estuviésemos en lo cierto, sería demostración de la universalidad de ese pensamiento.

Veamos el problema en la Italia de las BR. En una especie de paradoja entre el caso Moro y la batalla de Asinara. Fue el 16 de marzo de 1978 cuando las BR secuestraron al jefe del gobierno italiano Aldo Moro, secuestro que se prolongó 55 días. Las BR solicitaron el canje de Moro por 13 presos políticos. La Democracia Cristiana y el partido revisionista se cerraron en banda a negociar. Su cadáver apareció en un coche aparcado a igual distancia de las sedes del PCI y la DC. Quizás el caso Moro fue el hecho que más resonó de la lucha armada en Europa en aquellos años. La dimensión de este hecho puede equipararse a la voladura del jefe del gobierno español Carrero Blanco el 20 de diciembre de 1973. De hecho ETA planeó primeramente un secuestro y lo descartó tras las dificultades con las que se encontró. La gran diferencia fue la situación política en ambos países: en España, el gobierno fascista estaba en sus últimos estertores; en Italia, el sistema demoliberal estaba respaldado por un partido revisionista en busca de un “compromiso histórico” con la Democracia Cristiana. La burguesía y el revisionismo se unieron en carne y uña contra las BR.

Quizás «la petición de liberación de trece presos políticos puede ser simbólica, de fachada» (Curcio, p. 155). No lo sabemos. Pero lo cierto es que la petición se planteó y la muerte de Moro fue resultado de la negativa a negociarla por parte del gobierno.

El 2 de octubre de 1979 fue el motín en la sección de máxima seguridad de la prisión de Asinara, sección «ideada por el general Dalla Chiesa» (p. 139). El edificio quedó destruido y uno o dos años después la cárcel especial fue cerrada totalmente: «el Estado para demostrar que no habíamos vencido siguió manteniendo abierta una pequeña sección de máxima seguridad en otros edificios.» (p. 187)

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16 de marzo 1978, 2 de octubre de 1979. Fue un tiempo en que las posiciones que encabezaba Curcio en la prisión y las que encabezaba la dirección de las BR llegaron a la práctica ruptura con el “Documentón” (setiembre 1979) y la exposición pública, de forma vaga, de las divergencias en un comunicado leído ante un Tribunal de Turín a fines de 1979.

Asinara es una pequeña isla situada en el extremo noroccidental de la isla de Cerdeña. La isla de Cerdeña tendría una densidad de población de unos 65 habitantes por km2. Es decir, poco poblada en relación a Sicilia (180). A esa prisión llevaron a Curcio en junio de 1977. En el verano de 1979, al tiempo que elaboraban el “Documentón”, los presos de BR prepararon un plan de evasión: «Se trataba de romper muros y ventanas con explosivo para crear brechas y permitir a los detenidos salir en masa de las celdas y la galería. Después, una vez fuera, el muro circundante no habría constituido un gran problema porque era bastante bajo... El enfrentamiento armado estaba previsto y nosotros teníamos que apoderarnos de la armería de Fornelli. Después debíamos correr hacia el mar, que en línea recta distaba pocos centenares de metros. En la orilla, mientras tanto, tenía que desembarcar un comando de compañeros bien armados, que nos protegería mediante fuego de barrera. Divididos en varios grupos, los fueraborda nos habrían llevado hasta unas embarcaciones más veloces, del tipo de las lanchas motoras de los contrabandistas de tabaco, que nos deberían desembarcar en distintos puntos de la costa. Un plan bastante grandioso, pero que a nosotros los de la isla en aquel momento nos parecía realizable.» (p. 180-181).

No podemos entrar en detalles que están fuera de nuestro alcance. La primera parte del plan la cumplieron con el motín del 2 de octubre, era realizable… pero en su última parte el plan parece demasiado grandioso: Si las BR no tenían una base en la isla, cosa que no sabemos, ¿cómo juntar en ese punto esas lanchas fueraborda y esas lanchas motoras cuando las BR estaban sufriendo una fuerte represión tras el caso Moro? ¿cómo escapar, en la isla de Cerdeña, de la caza policial posterior sobre los fugados y los que los hubiesen ayudado a la fuga?

La tensión en torno a la evasión y ese plan de evasión aceleró las contradicciones en el seno de las BR: «es necesario recordar que entre las diversas causas de enfrentamiento entre nosotros los detenidos y la dirección BR, existía también nuestra convicción de que el objetivo de la liberación de los presos políticos había sido olvidado. O, por lo menos, que no era perseguido con la tenacidad y determinación necesarias. El compromiso de la liberación de los presos, desde los tiempos de Andreas Baader, había sido siempre una constante en la guerrilla urbana de Europa. Pero, tras el fracaso político de la operación Moro y el largo silencio de las BR, nosotros nos sentíamos abandonados. Y entonces reaccionamos mandando mensajes de este estilo: mirad, no podéis libraros de nuestra presencia haciendo como que ya no existimos; u organizáis algún proyecto concreto para liberarnos, o si no, lo haremos nosotros solos,

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pero esto cavará un foso aún más profundo entre nosotros… El problema fue afrontado en el seno de la organización. Se creó un Frente cárceles que trabajó para hacer operativo el plan de evasión que habíamos preparado. En julio, algunos compañeros acamparon en la península de Stintino, separada de Asinara por un estrecho brazo de mar, para estudiar las vías de fuga, los puntos de arribo de las barcas hinchables y otras cosas por el estilo… Cuando ya estábamos en fase operativa, los primeros días de agosto, nos llegó un mensaje de la dirección: «Queridos compañeros», decía, «por desgracia, a causa de una serie de complicaciones y dificultades no hemos conseguido a tiempo las embarcaciones veloces indispensables para la operación, por lo que la evasión se retrasa hasta el verano que viene». Fue un verdadero mazazo. Nos enfurecimos. No era posible esperar otro año… en los últimos tiempos, en previsión de la acción inminente, habíamos llenado la cárcel de armas hasta rebosar. No se podía pensar en poder aguantar mucho en aquella situación. Seguramente, antes o después, nuestros escondites serían descubiertos. Mandamos a los del exterior una especie de ultimátum: haced lo que queráis, movilizaos, arregláoslas como podáis, pero nosotros no aguantamos más aquí; puede suceder un desastre. Entonces nos llegó otro mensaje negativo: no es posible, no tenemos los medios ni el tiempo necesario, tratad de resistir. Y nosotros, cada vez más enfurecidos, respondimos que sus dificultades no venían de problemas organizativos, sino de opciones políticas ilógicas. Escribimos que no habían hecho el esfuerzo necesario para alcanzar lo que tenía que ser un objetivo improrrogable de la lucha armada: la liberación de los presos políticos, o sea nuestra evasión. Y añadimos, usando el tono amenazador de la desesperación, que vista la imposibilidad de aguantar en Asinara otros doce meses, estudiaríamos un proyecto alternativo.» (p. 180-182).

Quizás en la dirección de las BR pesase una “opción política ilógica”, por ejemplo, mantener en prisión a la fracción que encabezaba Curcio. Pero parece que los problemas organizativos planteados tenían alguna lógica. Lo cierto es que en ese cruce de propuestas y objeciones se fueron enfureciendo hasta llegar al “tono amenazador de la desesperación”. ¿Con qué serenidad iban a afrontar el problema político que tenían planteado? ¿Cómo podían evitar que el subjetivismo y la unilateralidad enredasen el problema político, antagonizasen las contradicciones en el seno de las BR?

Por lo que sabemos del Perú hubo alguna evasión, pero la lucha de los prisioneros de guerra y presos políticos se centra en transformar las negras mazmorras en luminosas trincheras de combate y han dado grandes ejemplos con el Día de la Heroicidad (19 de junio 1982) y el Día de la Resistencia Heroica (7-9 de mayo 1992). Si la batalla de Asinara fue grande, y sobresaliente la preparación de los medios a utilizar, esas batallas en el Perú fueron grandísimas: «Se plasmó el Día de la Heroicidad con la trilogía monumental de los 250 muertos en las luminosas trincheras de combate de El Frontón, Lurigancho, y el Callao» (PCP). En Canto Grande, en 1992, fueron

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«cuatro días de resistencia y han usado tanques, helicópteros, bazucas, cohetes, demolición, instalazas. ¿Y cuáles son las armas de los prisioneros? las que arrancaron a los que ingresaron a asaltar, porque es ley del Partido conquistarlas». A pesar de toda la maquinaria empleada, la reacción no logró quebrar militarmente a los prisioneros y fue «admirable la actuación de los familiares quienes se han batido como leones, esas marchas, esas protestas, sus hermosos cánticos de guerra y de aliento solidario durante los cuatro días de resistencia, esa lucha por estar cerca a sus hijos y ese enfrentarse a los miles de soldados y policías sin temor y sin derramar lágrimas, enjugándoselas para transformarlas en fuerza…» (Presidente Gonzalo).

Son hechos heroicos que han quedado registrados sin que los héroes figuren por sus nombres. «Nosotros no pensamos que son los héroes quienes hacen la historia, eso es revisionismo, la historia está hecha por las masas y los héroes lo son en tanto expresión de esas masas, son parte de las masas mismas y conscientes de eso son capaces de entregar sus vidas y de inmolarse por la lucha que los lleva a su emancipación definitiva.» (Presidente Gonzalo).

Cuando con criterio oportunista hay dirigentes que lanzan a los presos políticos a huelgas de hambre buscan héroes, sus nombres, sus fotos, para convocar a la misericordia liberal, en pos de una “salida negociada”, y a los familiares de los presos, en pos de carne de movilizaciones para presionar por esa “salida negociada”.

La evasión de los prisioneros de guerra en una prisión de “máxima seguridad” es una acción militar muy complicada. Hubo evasiones famosas como la de Andreas Baader el 14 de mayo de 1970, la de Raúl Sendic con otros 99 tupamaros del Penal de Punta Carretas (6 setiembre 1971), la de Renato Curcio de la cárcel de Casale Monferrato (18 febrero 1975), la fuga de la cárcel de Segovia (abril 1976), la fuga de la cárcel de Zamora (17 diciembre 1979)… Pero todas tienen algo en común: ha resultado prácticamente imposible repetirlas en los mismos países por las mismas organizaciones. No sólo se trata de romper o saltar los muros de la prisión, sino también de escapar del cerco posterior en un largo radio en torno a la cárcel. Por lo general, la guerra popular no podrá acometer ese tipo de acciones hasta su última etapa, incluso, hasta el momento de las insurrecciones en las ciudades. «La insurrección apunta a la captura de las ciudades para rematar la guerra popular en todo el país; pero tiene que buscar la preservación de los medios productivos que la reacción querrá destruir, proteger a los revolucionarios prisioneros de guerra o revolucionarios conocidos que ellos quieran aniquilar, así como también cazar a los enemigos para ponerlos a buen recaudo…» (Presidente Gonzalo. Entrevista 1988).

Si la guerra va a ser prolongada, la reacción va a ir llenando sus prisiones de presos políticos, inocentes o no de las imputaciones penales, en masa. Por tanto, si «el compromiso de la liberación de los presos, desde los tiempos de Andreas Baader» tienen que seguir siendo «una constante en la guerrilla urbana de Europa», «un objetivo

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improrrogable de la lucha armada», la guerra popular va a tener que estar constantemente organizando planes de evasión, que lógicamente serán cada vez más complicados porque la reacción tomará medidas aprendiendo de la experiencia. Lógicamente en esa dinámica serán inevitables las contradicciones entre los presos y los que desde el exterior tienen que organizar la evasión… Es decir, la lucha armada puede quedar atrapada entre planes de evasión y secuestros para pedir la liberación de los presos.

Es necesario comprender que la guerra va a ser prolongada, que las prisiones se van a ir llenando, que desde dentro hay que convertirlas en luminosas trincheras de combate para confluir con las otras trincheras en que se combate fuera de las prisiones. Si la base de apoyo es vital fuera de la prisión, dentro de la prisión es vital organizar a los presos para el estudio, actividades artísticas, actividades productivas, tareas cotidianas. Así como la organización de las masas armadas transforma una “zona liberada” en una base de apoyo, la organización dentro de la prisión transforma una negra mazmorra en una luminosa trinchera de combate. Así como fuera de la prisión la reacción se lanza sobre las bases de apoyo para aplastarlas y al hacerlo expande la guerra popular, dentro de la prisión se lanza sobre la organización de los presos y al hacerlo atiza las llamas de la guerra popular como se demostró con el Día de la Heroicidad y el Día de la Resistencia Heroica en el Perú.

Es importante estudiar en España las “ilusiones del tiempo de paz” que sembró la amnistía en 1976-1977, la capitulación en diversas organizaciones armadas (ETAp-m), las ilusiones de negociación (ETA y GRAPO3131), las huelgas de hambre (GRAPO),… pero no podemos más que dejarlo señalado para explicarlo en otro momento.

También dejamos señalado la necesidad de comprender que la guerra popular es una lucha a muerte y que en una lucha de esas dimensiones habrá todo tipo de accidentes. El “humanismo” que intenta evitar todo accidente, cualquier error, se termina convirtiendo en un corsé para la lucha. El imperialismo dice “daños colaterales” y santas pascuas. Las “organizaciones humanitarias” aventarán su incienso diciendo que se vulneró los “derechos humanos” y el imperialismo seguirá marchando de “daño colateral” en “daño colateral”. La revolución tiene un accidente o un error y santo horror ¡el terrorismo! Curcio difunde ese tipo de fariseísmo, por ejemplo cuando habla de la muerte de dos “missinos” el 17 de junio de 1974 o del caso Natalia Ligas…

3131 «Nuestro Partido no hace de la negociación un objetivo estratégico, y ni siquiera táctico… La negociación es algo que se presenta en el desarrollo del proceso revolucionario. Y, si en ese desarrollo, en algún momento, existen posibilidades de que nuestro movimiento y nuestro Partido, mediante una negociación con el Estado, puedan realizar su labor política de manera abierta y pacífica, durante un determinado período… estamos en la obligación de intentar esa vía» [PCE(r)-Antorcha. “Unas palabras sobre la declaración política del MAI”].

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La lucha va a ser prolongada, décadas de “tiempo de guerra” nadando en aguas turbulentas, tenemos que dejar atrás “las ilusiones del tiempo de paz” para poder alcanzar la victoria:

«…la aristocracia obrera surgió al ayudar a "su" propia burguesía a conquistar y estrangular a todo el mundo con métodos imperialistas, para asegurarse con eso un salario mejor. Y si ahora los obreros alemanes quieren hacer la revolución, deben hacer sacrificios y no asustarse por ello… en los pocos países más ricos, donde gracias al saqueo imperialista se vive más desahogadamente, decir a los obreros que deben temer un empobrecimiento "demasiado grande" es contrarrevolucionario. Es preciso decirles lo contrario.» (Subrayado nuestro) (Lenin. 1920)

Para hacer la revolución, hay que “hacer sacrificios y no asustarse por ello”. Una reforma tendrá un costo bajo o alto, dependiendo de las circunstancias. Pero toda revolución tiene su alto costo en vidas humanas, presos, torturas. Un alto costo que se necesita para conquistar la victoria; las luminosas perspectivas que se abren tras ella dan cuenta del río de sangre que hubo que atravesar en la prolongada contienda. Para coger percebes hay que meterse hasta donde baten las olas; desde la arena, en la orilla, no se puede, no se logra. Nada a las masas le ha caído en las manos regalado; cualquier regalo ha sido dádiva envenenada, pues la reacción al tiempo que golpea no deja de pensar en que “dádivas quebrantan peñas”. La victoria no será regalada y eso forjará para la larga marcha de sucesivas revoluciones culturales que viene después, pues no olvidemos lo que nos enseña el Presidente Mao de que la victoria de 1949 sólo fue el primer paso de una larga marcha de 5.000 kilómetros, un paso “relativamente minúsculo”, “el breve prólogo de un largo drama”,…

Por "el extraordinario poderío" de nuestros enemigos y "el excepcional encarnizamiento" con que reprimirán la revolución, las fuerzas revolucionarias no pueden "formarse en un abrir y cerrar de ojos" y la lucha revolucionaria no puede "triunfar de la noche a la mañana". Es necesario que con la guerra popular prolongada "se dedique largo tiempo a acumular y templar fuerzas revolucionarias capaces de vencerlos definitivamente", es "indispensable que las fuerzas revolucionarias se templen y pongan en pleno juego su tenacidad para poder mantener firmemente sus posiciones y tomar las del enemigo". (Presidente Mao).

Hay que elegir: el imperialismo es un horror sin fin; la revolución, un horror para poner fin al horror, un horror para forjar la gran transformación posterior a través de sucesivas revoluciones culturales. Eso es lo que hay: un horror sin fin o un fin, con horror, al horror; “reformas” de negras perspectivas, como las que estamos viviendo en las últimas décadas, o revoluciones de luminosas perspectivas, como la GRCP; el terror negro de guerras imperialistas de todo tipo o el terror rojo de una guerra popular mundial. Esto es lo que hay.

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«Si la guerra actual sólo despierta en los reaccionarios socialistas cristianos y en los lloricones pequeñoburgueses susto y horror, sólo repugnancia hacia todo empleo de las armas, hacia la sangre, la muerte, etc., nosotros, en cambio, debemos decir: la sociedad capitalista ha sido y es siempre un horror sin fin. Y si ahora la guerra actual, la más reaccionaria de todas las guerras, prepara a esa sociedad un fin con horror no tenemos ningún motivo para entregarnos a la desesperación. Y en una época en que, a la vista de todo el mundo, se está preparando por la misma burguesía la única guerra legítima y revolucionaria, a saber: la guerra civil contra la burguesía imperialista, la "exigencia" del desarme, o mejor dicho, la ilusión del desarme es única y exclusivamente, por su significado objetivo, una prueba de desesperación.» (Lenin. El programa militar de la revolución proletaria).

«…a las masas nunca se las engaña, ni se las fuerza, deben saber los riesgos que han de afrontar, convocarlas a la cruenta y larga lucha por el Poder pero teniendo tal fin éstas comprenderán que será una lucha victoriosa y necesaria.» (PCP. I Congreso. 1988)

2.6. ¿De dónde proviene el peligro principal del “reformismo armado”? ¿De los que toman las armas con decisión o de los que no las toman?

Hacia 1972, Lotta Continua propuso a las Brigadas Rojas convertirse en su brazo armado: «"Lotta Continua es una organización política fuerte a nivel nacional", me dijeron sustancialmente, "mientras las BR son un grupito sin grandes posibilidades de desarrollo. Venid con nosotros y haced lo que sabéis hacer mejor: organizad nuestro servicio de orden". Se trataba en la práctica de la propuesta de convertirnos en su brazo armado.» (Renato Curcio, p. 93-94). Cuando se desarrollaron las BR, del seno de Lotta Continua y Potere Operaio surgió en 1976 Prima Linea, que fue por la senda abierta por BR… Cuando después de 1978 la represión contra la lucha armada arreció, esos grupos se unieron a las BR pero, en poco tiempo, se convirtieron en un rosario de “arrepentidos”…

En Euskal Herria hemos visto a la cola de ETA a los llamados "Comandos Autónomos Anticapitalistas" (de procedencia socialcristiana, anarquista) y a "Iraultza" (promovida por los revisionistas de MC). En Perú hemos visto al MRTA como “alternativa” al PCP y ahora, al parecer, el “miserable del Huallaga”, títere del imperialismo y la reacción, mantiene su lucha armada para figurar como “alternativa” al PCP. Este problema se irá creciendo en las

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próximas décadas:«La otra cara de la moneda fascista: revisionismo,

oportunismo y falsas revoluciones.Así, vemos que las potencias imperialistas, como siempre

cuando enfrentan luchas de clase agudizadas y una situación revolucionaria en desarrollo aplican el fascismo. Pero aparte de las medidas represivas y la sangrienta matanza de los pueblos del mundo en nombre de la “guerra contra el terror”, hay otra cara de esta moneda fascista. Por el odio aplastante contra el imperialismo expresado por la absoluta mayoría de la población mundial, y por su cada vez mayor voluntad de organizarse y hacer lucha armada contra este viejo sistema, los explotadores genocidas necesitan manejar este odio de otras maneras también. Por eso, cuando los pueblos claman por la revolución, la reacción trata de dar a los pueblos algo que parece revolución. Lo que asusta más que nada al enemigo es la guerra popular, hecha bajo la dirección de los Partidos Comunistas marxistas-leninistas-maoístas para aplastar a los viejos Estados construyendo los nuevos, y por eso la reacción tiene que hacer la lucha ideológica dentro del pueblo para conjurar que el maoísmo se imponga como mando y guía de la revolución proletaria mundial. Por eso, mientras aplican el genocidio y la represión por un lado, promueven el revisionismo y el reformismo armado como “solución” de los problemas del pueblo.»

«El imperialismo cuenta con revisionistas y oportunistas de todo tipo para confrontar la revolución. Un tipo son los “revisionistas armados” que vemos en Colombia (FARC) y que hemos visto en el Perú (MRTA) y en otros lugares. Así vemos grupos armados, que pueden o no pueden ganar un poco de la confianza del pueblo, pero que al final van a ponerse nada más que como títeres del imperialismo. Con este objetivo difunden la patraña de “elecciones”, y el reciente triunfo de Hamas en Palestina se debe ver a la luz de todo esto.» (Sol Rojo, nº 27; p. 29-30; marzo 2006)

Por tanto, este problema se irá creciendo en las próximas décadas. Lógicamente, los VF dirán: yo ya lo decía, ya advertía del peligro, no se puede lanzar tan alegremente las campanas al vuelo de que «la cuestión no es condenar sino comprender» la lucha armada en Europa.

Pero, precisamente, el peligro principal de ese reformismo armado proviene precisamente del revisionismo. Veamos.

En agosto de 1986, el PCP publicó “Desarrollar la guerra popular sirviendo a la revolución mundial” planteando por primera vez la validez universal de la guerra popular. En noviembre de 1986, UL publicó sus tesis "Sobre la insurrección popular como forma específica de lucha armada en el Estado Español", tesis que apuntaban contra la validez universal de la guerra popular y especialmente contra la aplicación en España de la teoría de la guerra popular. Al final de

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dichas tesis reconocía que "en Euskadi se dan hoy algunas condiciones particulares que hacen aceptable la violencia que practica ETA" y, por tanto, UL se mostraba dispuesta a aceptar en ciertas "circunstancias" la lucha armada de ETA, "pero siempre sin olvidar que es algo secundario, limitado y subordinado absolutamente a la tarea central, ganar a la mayoría de las masas por la lucha política", "subordinado" a la llamada "acumulación de fuerzas en los países imperialistas a través de la lucha política".

El oportunista Bernstein publicó en el órgano de la socialdemocracia alemana, "Der Sotsialdemokrat", en mayo de 1882, un artículo sobre Irlanda, artículo en que trataba sobre el aniquilamiento por los fenianos de dos funcionarios ingleses, el secretario general y el vicesecretario para los asuntos de Irlanda. Bernstein calificaba el acto terrorista de "heroica acción" revolucionaria. En julio de 1882, Engels le escribió una carta a Bernstein criticando el artículo. En la carta, Engels analiza la situación de Irlanda en aquel momento y concluye: «Por tal razón, los irlandeses sólo tienen ante sí el camino constitucional de ir ganando gradualmente una posición tras otra; pero en ese terreno el misterioso trasfondo de la conspiración armada feniana podría seguir siendo un elemento de gran eficacia. Pero los propios fenianos están siendo arrastrados cada vez más a un tipo de bakuninismo; el asesinato de Burke y Cavendish puede haber tenido el único fin de obstaculizar el acuerdo entre la Liga Agraria (irlandesa) y Galdstone (jefe del gobierno inglés). Sin embargo, ese acuerdo habría representado la mejor salida posible para Irlanda en las circunstancias actuales. [...] Desde este punto de vista la "heroica acción" de Phoenix Park no sólo aparece como una "propagande par le fait" (propaganda por medio de los hechos) puramente bakuninista, jactanciosa e insensata, sino como una crasa estupidez.»

En el "¿Qué hacer?", Lenin muestra como los seguidores de Bernstein en Rusia, cedían

«…al economismo, cuando reina el economismo y al terrorismo, cuando el terrorismo ha surgido», se sometían a cada viraje «ya sea hacia el economismo, ya sea hacia el terrorismo». «Cuanto más poderoso es el auge espontáneo de las masas, cuanto más amplio se hace el movimiento, tanto más incomparable es la rapidez con que aumenta la necesidad de una elevada conciencia, tanto en el trabajo teórico de la socialdemocracia, como en el político y en el de organización». «Los economistas y los terroristas rinden culto a dos polos opuestos de la corriente espontánea: los economistas, a la espontaneidad del "movimiento netamente obrero", y los terroristas, a la espontaneidad de la indignación más ardiente de los intelectuales, que no saben o no tienen la posibilidad de ligar el trabajo revolucionario al movimiento obrero para formar un todo. A quien haya perdido por completo la fe en esta posibilidad, o nunca la haya tenido, le es realmente difícil encontrar para su sentimiento de indignación y para su energía revolucionaria otra salida que el terror.» «Tampoco es nada

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casual la circunstancia de que muchos liberales rusos -tanto los liberales declarados como los que se cubren con una careta marxista- simpaticen de todo corazón con el terror y traten de sostener el avance del espíritu terrorista en el momento actual.» «Svoboda hace propaganda del terror como medio para ‘excitar’ el movimiento obrero e imprimirle un ‘fuerte impulso’. ¡Es difícil imaginarse una argumentación que se refute a sí misma con mayor evidencia! Cabe preguntar si es que existen en la vida rusa tan pocos abusos, que aun falta inventar medios ‘excitantes’ especiales. Y, por otra parte, si hay quien no se excita y no es excitable ni siquiera por la arbitrariedad rusa, ¿no es acaso evidente que seguirá contemplando también el duelo entre el gobierno y un puñado de terroristas sin que nada le importe un comino? Se trata justamente de que las masas obreras se excitan mucho por las infamias de la vida rusa, pero nosotros no sabemos reunir, si es posible expresarse de este modo, y concentrar todas las gotas y arroyuelos de la excitación popular que la vida rusa destila en una cantidad inconmensurablemente mayor de lo que todos nosotros nos figuramos y creemos y que hay que reunir precisamente en un solo torrente gigantesco. Que es una tarea realizable lo demuestra de un modo irrefutable el enorme crecimiento del movimiento obrero, así como el ansia de los obreros, señalada ya más arriba, por la literatura política. Pero los llamamientos al terror, así como los llamamientos a que se imprima a la lucha económica misma un carácter político, representan distintas formas de esquivar el deber más imperioso de los revolucionarios rusos: organizar la agitación política en todos sus aspectos. Svoboda quiere sustituir la agitación por el terror, confesando abiertamente que, ‘en cuanto empiece una agitación intensa y enérgica entre las masas, el papel excitante de éste desaparecerá’.»

En el núm. 21 de Iskra, del 1 (14) de junio de 1902, en la sección "De nuestra vida social", Mártov y Vera Zasúlich incluyeron una nota haciendo un comentario sobre la pena de azotes que impuso von Val, gobernador de Vilna, a manifestantes detenidos. En la nota, enviaron un saludo al obrero Lekkert por haber intentado matar a von Val el 15 (28) de mayo de ese mismo año de 1902. Lenin y Plejánov censuraron las vacilaciones de Mártov y Zasúlich respecto del terrorismo individual. Krichevski, en el núm. 10 de "Rabócheie Dielo", también saludo el disparo de Lekkert. En febrero de 1905, en el artículo "Un acuerdo de lucha para la insurrección", Lenin señala este incidente como un ejemplo de "la propensión al terrorismo que más de una vez revelaron los representantes del ala intelectual de nuestro partido" [los mencheviques] (OC. 8, pp. 160).

Es decir, que en Bernstein, los economicistas y mencheviques rusos y hasta los liberales rusos afloraba esa tendencia que hemos visto en Lotta Continua, "Comandos Autónomos Anticapitalistas",

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"Iraultza", UL,… y, últimamente, en Prachanda. Una tendencia que se podría resumir en: una dosis de lucha armada nos ayuda mientras no olvidemos que «es algo secundario, limitado y subordinado» (UL).

Tomando el "Qué hacer" de Lenin no se nos puede criticar de blanquismo o anarquismo por más que centremos nuestro trabajo en la preparación de la guerra popular. Son los oportunistas como UL los propensos a ceder al anarquismo, al terrorismo anarquista, a la línea militar de ETA,...

En diciembre de 2007, criticando las posiciones de Prachanda el MPP plantea que el problema «fundamentalmente no es de formas de lucha sino de objetivo político por el que se lucha. Sino recordemos cómo han terminado todos los partidos que transitaron por el revisionismo armado.» (Sol Rojo, 29, p. 15; diciembre 2007).

De una u otra manera, revisionistas y oportunistas de todo pelaje plantearán: Si el objetivo político de la lucha armada no es el poder, puede bastar una dosis más o menos grande, pero en ningún caso hace falta empeñarse hasta el final. En esa medida, estarán dispuestos en ciertas circunstancias a aceptar o alentar una lucha armada bajo el dictado de sus amos y para ganar puestos en el viejo estado.

La guerra popular es para la conquista del poder. Exige concentrar en ella y en torno a ella todos los esfuerzos y las energías. No sólo un brazo, sino los dos brazos y las dos piernas, todo el cuerpo. No sólo el "brazo militar", mientras el "brazo político" o "brazo legal", trafica con la sangre derramada por el pueblo. Hay que sumergir todo el cuerpo partidario, todo el movimiento, en el torbellino de la lucha armada. Por eso, aunque el punto de partida fuese erróneo, las BR tomaron una posición correcta cuando plantearon «la unidad político-militar sosteniendo que los dos elementos eran indisolubles y recíprocamente funcionales», deslindando con la posición de Potere Operaio de «una especie de doble vía, una organización política y un núcleo militar separados uno del otro» (p. 68).

Cuando las BR comenzaron su andadura se planteó el debate de si Curcio debía participar en las acciones armadas:

«…hubo grandes discusiones. Algunos compañeros eran de la opinión que debía ser mantenido fuera de las acciones peligrosas ya que servía para redactar los periódicos, los documentos de lucha y los comunicados. Además tenía relación con gente muy diversa: obreros, sindicalistas, proletarios de los barrios populares milaneses, varios "huérfanos" del 68 que se habían agrupado un poco por todas partes... Una eventual captura de mi persona podía dañar a muchos. Por otra parte, personalmente, insistía en participar y, poco a poco, se reforzó la tesis de que no era necesario que el brazo y la mente actuasen por separado. No nos parecía una cosa justa, y más cuando criticábamos a aquellos grupos como Potere Operaio y Lotta Continua que tenían sus brazos armados separados de las organizaciones políticas.

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De esta forma, al inicio, estuve un poco apartado, pero pronto comencé a participar en los atentados como los demás.» (Curcio, p. 21).

Bajo el franquismo, ETA tuvo la experiencia de que el “frente obrero” fue nido de oportunismo. Posteriormente, el nido de oportunismo ha sido el “brazo legal” o “brazo político”.

La mente tiene que estar con el brazo. Separar los dos brazos, la mente que piensa del brazo que hace, el cuerpo electoral del brazo armado,… es dejar la lucha armada a lo que precisamente propugnaba UL: «algo secundario, limitado y subordinado absolutamente a la tarea central»: “acumular fuerzas por el camino parlamentario”, ir ganando votos en las elecciones,…

Y eso como amargamente lo han vivido en Euskal Herria es poner la lucha armada bajo las herraduras de los caballos de la “solución policial” del “conflicto armado”.

Sobran pruebas históricas en el mundo de que las simpatías que determinadas organizaciones han conquistado con las armas las podrán recoger, en cierta medida, en votos en las urnas, pero que la desilusión, la derrota y el descontento que va generando el camino parlamentario, termina vaciando las urnas, alejando las simpatías ganadas, dejando postradas a las organizaciones que han abandonado las armas. Muchos votos recogieron los partidos comunistas de Italia y Francia después de la victoria de 1945 y pasadas las décadas ¿de qué sirvió? Para liquidar por el camino parlamentario lo conquistado en 1945 en movimiento de masas organizado.

Cierto que también perdimos la URSS (1956) y China (1976), amarga fue la derrota, pero fue camino transitado por la dictadura del proletariado, fueron lecciones positivas que quedaron, fueron luz que en 1980, en el centro de los Andes, en guerra popular cuajó para reconquistar el cielo que nos arrebataron. Fue luz, luz, que nos sigue alumbrando. Togliatti o Thorez fueron sombra, sombra, que los revisionistas llevan en los talones.

Recordando las “Coplas a la muerte de su padre” de Jorge Manrique podríamos decir de todas esas experiencias como la de Togliatti: que “los placeres y dulzores” de ese camino parlamentario, las promesas de reformas, los banquetes electorales,... «no son sino corredores, y la muerte, la celada en que caemos. No mirando a nuestro daño, corremos a rienda suelta sin parar; desde que vemos el engaño y queremos dar la vuelta, no hay lugar,»

La reacción que sabe más por vieja que por reacción ha aprendido la lección en décadas de experiencia: un poco de “solución negociada” para fomentar las “ilusiones del tiempo de paz” y dejar a los combatientes más aislados en sus problemas orgánicos y logísticos; otro mucho de “solución policial” para machacar a los combatientes y que se crezca las dudas, la sensación de la lucha armada ya está caduca; otro poco de “solución negociada” para que los que ya están atrapados en las “ilusiones del tiempo de paz” pidan a los combatientes que se rindan; otro mucho de “solución policial”

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para seguir machacando a los que persisten…; otro poco de “solución negociada”…

Hay que comprender, comprender para cargarse de odio contra las tácticas de la reacción y contra el revisionismo y oportunismo títeres. Cuando ETA planteó participación en las elecciones, aunque no en las instituciones, echó una mano a la reacción que los cogió por el “brazo legal”. La reacción golpeó el “brazo militar” y tiró por el “brazo legal”. Más golpes en el “brazo militar”, más fácil tirar del “brazo legal”; más tira del “brazo legal”, más aislado queda el “brazo militar”… Así la reacción llega hasta el punto de exigir “una condena contundente de la violencia”, es decir, la imposición fascista de que no quede el pecado de la lucha armada “ni de obra, ni de pensamiento”. Ese brutal tráfico con “las víctimas del terrorismo”, esa perversión inquisitorial de exigir a los que han apoyado la lucha armada una abjuración, retractación, apostasía, contra la lucha armada, para hacer sentir a los combatientes, que se empeñen en persistir, el frío helado de la tundra en la clandestinidad y en las prisiones.

Cuando el 15 de agosto de 2010, la llamada “izquierda abertzale” se desmarcó de la kale borroka, la prensa reaccionaria puso el contrapunto: es un paso, “pero no condenó”. Hay que condenar, hay que condenar, hay que condenar, como exigía la inquisición a los que abandonaban las filas de la herejía y volvían, cabeza gacha, a los dominios de la Iglesia católica.

La reacción los desprecia y, como gato con ratón, juega con ellos y ellos se dejan jugar. Al principio de su novela “La espada azul”, Lu Sin retrata la tortura a la que somete Mei Chien-chi a una rata: la hundía en el agua, aflojaba la presión, la rata se recuperaba, la volvía a hundir con más fuerza, volvía a aflojar la presión… Después de muchas veces repitiendo la operación: «la rata ya no se movía; lo único que hacía era flotar y bajar al fondo del agua; de vez en cuando un sobresalto la hacía volver a la superficie…»

Cuando la lucha armada no hace más que “flotar y bajar al fondo y de vez en cuando”, como en un sobresalto, dar un golpe para dar fe de que sigue existiendo, los gobiernos la pueden mantener así como instrumento político, como recurso del debate parlamentario. Como decía Ansón: esa lucha es una gastritis y una gastritis no mata; pero el nacionalismo es una úlcera y una úlcera puede matar (la “unidad” de su España).

La reacción sabe más por vieja que por reacción. Tenemos que aprender de la experiencia. Los principios son principios y hay que cumplirlos: lo fundamental del maoísmo, el poder; izada la bandera de la lucha armada hay que mantenerla hasta alcanzar la meta del comunismo; la guerra popular, forma principal de lucha; el ejército, forma principal de organización;…

A la guerra popular no se desemboca por fracasar en el trabajo de masas, no se plantea como un medio de "excitar" el movimiento para que nos oigan las masas después de hacer oídos sordos a nuestras palabras. La guerra popular se plantea como la forma de lucha en que desemboca la lucha de clases cuando, de mil y una

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formas, la reacción impide que nuestra palabra llegue a las masas y las organicemos, con la palabra, para la conquista del poder. Si no nos dejan hablar, si nos impiden organizar, hablaremos con las acciones armadas y esas acciones incentivarán y desarrollarán la lucha de clases "adoctrinándola con hechos": mostrarán el poder de las masas frente al tigre de papel de la reacción y las masas se irán organizando por saltos y cualitativamente seguras de su poder.

Las BR lo demostraron con su experiencia: empezaron la lucha armada de a poquito y con poquitas fuerzas, pero estaban inmersos en la masa obrera y la masa los multiplicó; al hacer los empujó a seguir hacia adelante para romper el muro que la reacción y el revisionismo fue levantando contra la lucha obrera. BR no fueron los terroristas de Svoboda.

En febrero de 1956, fue el XX Congreso del PCUS. En marzo de 1956, al hablar de la utilización de las vías legales y la vía parlamentaria, Togliatti dijo: "Lo que hacemos hoy no habría sido posible ni justo hace treinta años, habría sido puro oportunismo, como dijimos entonces que lo era"3232. Sin embargo, en junio de 1956, cuando se le señaló que el camino por ellos seguido era justamente el camino parlamentario, Togliatti cambió de tono, diciendo: "Yo quisiera corregir a aquellos compañeros que han dicho -como si fuese una cosa fuera de discusión- que el camino italiano de desarrollo hacia el socialismo equivale a la vía parlamentaria y nada más. Esto no es verdad."3333 Y dijo también: "Reducir estas luchas a las competiciones electorales por el Parlamento y esperar la conquista del 51 por ciento, además de ingenuo, será ilusorio."3434 Togliatti arguyó, afirmando que ellos no sólo sostenían que "es necesario tener un parlamento que funcione"3535, sino que también es necesario tener "un gran movimiento popular"3636.

«Muy bien, se exige "un gran movimiento popular". Esto debe agradar, por supuesto, a los marxista-leninistas. Además, se debe reconocer que existe ahora un movimiento de masas de amplitud considerable en Italia, y que el Partido Comunista de Italia ha conseguido éxito en su trabajo a este respecto. Pero, desgraciadamente, el camarada Togliatti se limita a enfocar el movimiento de masas desde el marco parlamentario. El camarada Togliatti sostiene que el movimiento popular "puede hacer surgir del país aquellas exigencias a las cuales pueda responder un parlamento en el cual las fuerzas populares hayan obtenido una representación bastante fuerte"3737.

Las masas presentan las exigencias y el parlamento las satisface: ésta es la fórmula del camarada Togliatti para el movimiento de masas.

3232 Informe de Togliatti ante la Sesión Plenaria del CC del PCI, marzo de 1956.3333 Informe de Togliatti ante la Sesión Plenaria del CC del PCI, junio de 1956.3434 Informe de Togliatti al X Congreso del PCI.3535 Informe de Togliatti ante la Sesión Plenaria del CC del PCI, junio de 1956.3636 Ibíd.3737 Ibíd.

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El principio fundamental del marxismo-leninismo en el problema de la táctica es: en todos los movimientos de masas, así como en la lucha parlamentaria, mantener la independencia política del proletariado, trazar una clara línea divisoria entre el proletariado y la burguesía, combinar los intereses actuales del movimiento con los futuros y vincular el movimiento presente con todo el proceso y el objetivo final de la lucha de la clase obrera. Si se olvida y viola este principio, se caerá en la ciénaga del bernsteinianismo y se aceptará, en realidad, la fórmula tristemente célebre de que "el movimiento lo es todo, el objetivo final no es nada". Quisiéramos preguntar: ¿qué diferencia hay entre la fórmula del camarada Togliatti y la de Bernstein en lo tocante al movimiento de masas?» (PCCh. “Una vez más sobre las divergencias entre el camarada Togliatti y nosotros”. Por la Redacción de la revista “Hongqi». Marzo de 1963.)

Esa fórmula de Togliatti es la misma del revisionismo y el reformismo armados: Las masas, a través de luchas armadas y no armadas, presentan las exigencias, “presionan”, con armas o sin armas, para que después, a través de negociaciones, elecciones y debates parlamentarios, esas exigencias sean satisfechas…

La experiencia demuestra que eso es como el queso que espera en la trampa al ratón; desde que pique se le vendrá encima la guillotina. El partido de Togliatti y Berlinguer ya fue guillotinado. El partido de Prachanda está siendo guillotinado… porque bajo el imperialismo es pura ilusión intentar resolver mediante reformas los problemas de las masas.

2.7. El terrorismo a finales del siglo XIX y después de la Segunda Guerra Mundial.

Para criticar a los grupos armados en Europa, EEUU, Japón, Canadá… después de 1960 se suele recurrir a las críticas de Marx, Engels y Lenin al terrorismo anarquista, populista, nacionalista3838,… del siglo XIX y principios del siglo XX.

Es lo que hace, por ejemplo, VF al criticar al PCE(r) en “Bandera Roja” núm. 5, mayo 1991, “Acerca del revisionismo armado”. Veamos.

Los del PCE(r) «aún se atreven de acusar a los demás de "apología de los brotes espontáneos de la lucha de masas" cuando critican esta frase perteneciente al artículo "La falsa vía de la guerrilla urbana en Europa Occidental", publicado en "Un Mundo Que Ganar" nº 4:

«…un día de revuelta de masas en Birmingham hace a los imperialistas cien veces más daño material que años de guerrilla urbana -por no hablar del hecho de que el daño más importante que se infringe

3838 Por ejemplo, Irlanda.

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está constituido por los golpes políticos e ideológicos inferidos a la burguesía y a todas sus pretensiones de ser una sociedad justa y satisfactoria-; al lado de esto las acciones de los terroristas empalidecen.»

Esto nada tiene que ver con el culto a la espontaneidad. Si además de presumir de leninistas se hubiesen molestado en estudiar a Lenin comprenderán perfectamente que esta frase se refiere a:

«Nosotros, por otra parte, consideramos que sólo los acontecimientos en los cuales los actores son las masas mismas, los que han nacido de sus sentimientos y no han sido representados `con un objetivo especial' por una u otra organización son capaces de tener un efecto verdadero y seriamente `agitativo' (estimulante) y no solamente estimulante, sino (y esto es mucho más importante) un efecto educativo. Pensamos que todo un centenar de asesinatos de zares nunca tendrá un efecto estimulante y educativo como la mera participación de decenas de miles de obreros en reuniones para discutir sus intereses vitales y la relación entre la política y esos intereses; como la participación en una lucha que realmente levanta a nuevas y nuevas capas `intactas' del proletariado a una vida más consciente, a una lucha revolucionaria más amplia." (Lenin. "Nuevos acontecimientos y viejos problemas". Diciembre 1902).

En Irlanda del Norte parece que está muy clara la relación entre la lucha de masas, principalmente del Bogside en 1969, y la reactivación de la lucha armada.

Hemos visto cómo en Italia la lucha armada de los 70 surgió con la herencia de las guerrillas antifascistas, surgió de las masas, surgió cuando el desarrollo de las luchas de masas llegó hasta un punto en que ellas demandaban el salto a la acción armada.

En la experiencia de ETA en España podemos verlo aún más claro, pues surgió bajo el franquismo, en la lucha antifascista y como prolongación natural de las guerrillas de los años 40.

Por tanto esas citas están fuera de lugar. Basta recordar un hecho: ¿cuán “estimulantes” no fueron en la historia reciente de España el proceso de Burgos en 1970 y los fusilamientos de setiembre de 1975? ¿cuántos “efectos educativos” tuvieron?

Escribir esas cosas en España, todo un señor “Presidente”, tiene la gracia de los esperpentos de Valle-Inclán. Veamos la siguiente perla:

«Esta "misión" [del GRAPO] no es sino una versión remozada de las actuaciones que Lenin criticaba así:

"Svoboda hace propaganda del terrorismo como medio de `excitar' el movimiento obrero y darle un `fuerte impulso'. ¡Es difícil imaginarse una argumentación que se refute a sí misma con mayor evidencia! Cabe preguntar: ¿es que existen en la vida rusa tan pocos abusos que sea preciso aún inventar `excitantes' especiales? Y, por otra parte, si hay alguien que no se excita ni es excitable siquiera por la arbitrariedad rusa, ¿no es evidente que seguirá contemplando también

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con indiferencia el duelo entre el Gobierno y un puñado de terroristas? La realidad es que las masas obreras se excitan mucho por las infamias de la vida rusa, pero nosotros no sabemos reunir, si puede decirse así, y concentrar todas las gotas y chorrillos de la excitación popular que la vida rusa rezuma en cantidad inconmensurablemente mayor de lo que todos nosotros nos figuramos y pensamos, y que es preciso encauzar en un solo torrente gigantesco. Que esto es factible lo demuestran de manera irrefutable la colosal propagación del movimiento obrero y la avidez, ya señalada, de publicaciones políticas por parte de los obreros. Pero los llamamientos al terrorismo, así como los llamamientos a dar a la lucha económica misma un carácter político, son diversas formas de esquivar el deber más imperioso de los revolucionarios rusos: organizar la agitación política en todos sus aspectos. Svoboda quiere sustituir la agitación con el terrorismo, confesando sin rodeos que, `en cuanto empiece la agitación intensa y enérgica entre las masas, quedará cumplido su papel excitador'. Esto justamente muestra que tanto los terroristas como los `economistas' subestiman la actividad revolucionaria de las masas, pese al testimonio evidente de los sucesos de la primavera; además unos se precipitan en busca de `excitantes' artificiales y otros hablan de `reivindicaciones concretas'. Ni los unos ni los otros prestan suficiente atención al desarrollo de su propia actividad de agitación política y de organización de denuncias políticas." (Lenin, "¿Qué hacer?").

¿Qué planteaba VF con esa cita? Por lo visto “organizar la agitación política en todos sus aspectos” tal y como planteó Avakian con su “quehacerismo”.

Pero, por ese camino no se va a la guerra popular, eso es lo que Avakian y UL llamaron y llaman “camino de octubre”.

En la historia reciente de España, en los años 80, el gobierno PSOE concentró su política en “contener el sur y pacificar el norte”, teniendo como principal tarea la lucha contra ETA y GRAPO, por lo “excitante” que había sido esa lucha en los 70 y seguían siendo en los 80. De allí arrancó la “política antiterrorista” que el PP ha elevado a “séptima potencia”. Y que ahora vemos tan desbocada negando derechos políticos al pueblo vasco.

“El héroe reflejado en el espejo cóncavo” (Valle-Inclán) es el señor “Presidente” en esas reflexiones sobre la lucha armada del GRAPO.

No merece la pena alargarnos ahora en este punto, basta repasar las diversas experiencias de lucha armada, para darse cuenta del esperpento de tomar esas citas de Lenin, pues si hay que tomar citas de Lenin para estos menesteres son las de 1906…

2.8. En resumen:Finalizamos con un esbozo del proceso histórico de las Brigadas

Rojas. Pedimos a los camaradas y compañeros italianos ayuda para

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desarrollarlo en un trabajo conjunto:

1.- Precedentes. Desde las luchas obreras de 1962, luchas en las que fueron surgiendo organizaciones de fábrica contra los sindicatos controlados por el revisionismo, hasta otoño de 1970 en Milán, en que confluye, en agosto de 1969, Renato Curcio procedente del movimiento estudiantil (ocupación de la universidad de Trento en otoño de 1967). Por un lado, domina el anarquismo; por otro lado, el marxismo de Curcio llega con una carga liberal.

2.- El inicio. Milán y Turín. Desde setiembre de 1970 hasta diciembre de 1973, en que se abre «una nueva fase de nuestra historia: el ataque al corazón del Estado.»

3.- El desarrollo. Desde 1974 a 1977. Se plantea el debate táctico y estratégico sobre la lucha armada. Desde la experiencia en los barrios populares de Milán, Curcio plantea una estrategia y táctica que va a ser rechazada…

4.- El callejón sin salida. Desde 1977 a 1982. Se desarrolla una estrategia y táctica militar centrada en “acciones” y generando pesadas “estructuras logísticas”. Tras 1980 crecen las divisiones formándose “tres reagrupamientos” la fracción que bajo la dirección de Moretti se hace llamar BR-PCC, la columna Walter Alasia en Milán y el Partido de la Guerrilla de Senzani. A finales de 1982, Curzio se desvincula de las BR.

5.- El declive. La lucha entre la primera posición (PCC) y la segunda posición (UCC)…

Hay una cuestión central que no hemos podido tratar aquí, aunque la hemos señalado, la cuestión de la línea política y línea militar. La línea militar es el centro de la línea política general, pero la base es la línea de la revolución en cada país: ¿qué camino específico tiene que seguir la revolución en Italia? Eso es algo que corresponde resolver a los camaradas italianos. Sin esa base, la línea militar no puede encontrar su centro.

Hemos visto el paso de la fábrica a los barrios populares, ¿faltó el sur? ¿qué experiencias ha habido?

En España, Catalunya fue para el sur jornalero como una especie de Milán y Turín. De hecho la migración, principalmente andaluza, fue fundamental para el desarrollo del movimiento obrero en Catalunya. Barcelona fue llamada la 9ª provincia de Andalucía. Lo que fue en comunismo desde el sur al norte, volvió en anarquismo y nacionalismo al sur. Sabemos que fue distinta la experiencia italiana, que la guerra de liberación nacional contra el fascismo se centró en el norte… pero hoy el maoísmo tiene una base en el sur. ¿Cuál es la experiencia concreta, particular, en Italia?

Para terminar, en recuerdo a esas masas que generaron a esos héroes anónimos que hicieron posible esa experiencia de lucha armada en Italia. Sufrieron una derrota, pero el revisionismo sufrió

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bancarrota y la reacción no pudo legitimar su viejo orden, que hoy han tenido que dejar, para su mayor perdición, en los brazos del cavalieri Berlusconi.

«Toda acción militar está guiada por un objetivo político y si el objetivo político no se cumple ¿de qué éxito militar se habla? es absurdo, moralmente [este gobierno] está más repudiado y desprestigiado que el anterior ¿Qué límite? ¿no ha desbordado los límites?, ha exagerado, se ha excedido en el uso de medios…»

«…a nosotros nos han forjado así, la lucha se empeña -decía Marx- y no se empeña porque se está seguro de triunfar sino porque la clase está retada y la moral de la clase no puede ser mellada y tiene que empeñarse la batalla, no importa cuántos líderes caigan…» (Presidente Gonzalo).

La clase fue retada, como fue retada en Piazza Fontana el 12 de diciembre de 1969, y la clase se empeñó en lucha armada y demostró que era hacedera, que en las entrañas de la bestia también es posible destruir el imperialismo. Con los errores que fuesen, las lecciones, positivas y negativas, están ahí, para ser asimiladas.

«Todas las leyes o teorías militares que tienen carácter de principio, son la síntesis de la experiencia de las guerras pasadas, realizada por nuestros antecesores o nuestros contemporáneos. Debemos estudiar con seriedad estas lecciones que nos han legado las guerras pasadas y que han sido pagadas con sangre. Esta es una tarea. Pero hay otra: comprobar con nuestra propia experiencia las conclusiones extraídas, asimilar lo útil, rechazar lo inútil y agregar lo que es específicamente nuestro. Esta última tarea es muy importante, pues de no cumplirla, no podremos dirigir la guerra.

Leer es aprender; practicar también es aprender, y es una forma más importante de aprender. Nuestro método principal es aprender a combatir en el curso mismo de la guerra. Una persona que no ha tenido oportunidad de ir a la escuela también puede aprender a combatir, aprender en el curso mismo de la guerra. La guerra revolucionaria es una empresa del pueblo; en ella, ocurre con frecuencia que la gente, en vez de actuar después de haber aprendido, comienza por actuar y después aprende. Actuar es aprender… Participar en la revolución y en la guerra es el medio de superarla… Para resumir estas dos afirmaciones, conviene recordar la vieja sentencia china: "Nada en el mundo es difícil para el que se propone hacerlo". Cruzar el umbral no es difícil, y perfeccionarse también es posible con tal que uno se proponga hacerlo y sepa aprender.

Las leyes de la guerra, como las de todos los demás fenómenos, son el reflejo en nuestra mente de la realidad objetiva. Todo lo que existe fuera de nuestra mente es realidad objetiva.» (Presidente Mao. Problemas estratégicos de la guerra

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revolucionaria de China. Diciembre de 1936).

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3. Conclusión

«Algunas personas consideran que todos aquellos que luchan en un gran ejército revolucionario han de tener concepciones absolutamente correctas y claras, que sólo en este caso puede hablarse de un auténtico ejército revolucionario y que de lo contrario no es nada. A primera vista, esta concepción parece muy racional y consecuente, pero en realidad no es más que una exigencia irrealizable, meras palabras, una píldora endulzada que envenena la revolución.

Es algo tan ilusorio como querer enseñar a un pueblo oprimido por los imperialistas «el amor universal» para que los hombres radiasen y uniesen sus manos en el reino de la «paz en el mundo». [....] La única idea común de todos aquellos que luchan en un movimiento revolucionario nuevo es el rechazo del statu quo. En la práctica sus objetivos son muy distintos. Unos se levantan por la sociedad, otros por una cliqué, por una mujer o por sí mismos, o incluso para consumar con ello un suicidio. Y, sin embargo, el ejército revolucionario progresa. Pues en este campo de batalla el enemigo puede ser batido tanto por la bala de un individualista, como por la de un colectivista. Y quienquiera que sea el soldado muerto o herido, significa una misma pérdida para el ejército revolucionario. Naturalmente puede suceder que en el curso de la lucha no participen algunas personas porque persigan objetivos distintos, que la abandonen y se vuelvan decadentes o renegados. Pero, mientras sigan adelante en la lucha, sus fuerzas no se perderán y se desarrollarán mejor en el transcurso del tiempo". (Lu Sin).

Una visión materialista la que nos ofrece Lu Sin. No podemos juzgar a los que han combatido, o combaten, por lo que piense o sienta cada uno, sino por sus hechos, por su práctica.

Venimos de diversos rincones, con mil defectos, pero nos une un objetivo revolucionario común y en una práctica revolucionaria el educador puede ser educado. Ya Marx en la Tesis sobre Feuerbach (1845), "el primer documento en que se contiene el germen genial de la nueva concepción del mundo" (Engels), señalaba:

«La teoría materialista de que los hombres son producto de las circunstancias y de la educación, y de que, por tanto, los hombres modificados son producto de circunstancias distintas y de una educación modificada, olvida que son los hombres, precisamente, los que hacen que cambien las circunstancias y que el propio educador necesita ser educado. [...] La coincidencia de la modificación de las circunstancias y de la actividad humana sólo puede concebirse y entenderse racionalmente como práctica revolucionaria.»

La película sobre la vida de Norman Bethune y su paso por la guerra de 1936 en España y la guerra popular en China, nos pueda ayudar a comprender. En España, parecía que su comportamiento no era ejemplar, pero en China:

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«El espíritu del camarada Bethune de total dedicación a los demás sin la menor preocupación por sí mismo, se expresaba en su infinito sentido de responsabilidad en el trabajo y en su infinito cariño por los camaradas y el pueblo. Todo comunista debe seguir su ejemplo. No pocas personas se muestran irresponsables en su trabajo, prefieren lo liviano a lo pesado, dejan las cargas pesadas a otros y escogen para sí las livianas. En cada ocasión, piensan en sí mismas antes que en los demás. Cuando hacen alguna pequeña contribución, se hinchan de orgullo y la pregonan temiendo que alguien quede sin saberlo. No sienten cariño por los camaradas y el pueblo, y los tratan con frialdad, indiferencia y apatía. En realidad, esas personas no son comunistas o, al menos, no pueden ser consideradas como verdaderos comunistas.»

«El camarada Bethune era médico. Dedicado al arte de curar, perfeccionaba constantemente su técnica; se distinguía por su maestría en el servicio médico del VIII Ejército. Esto constituye una excelente lección para aquellos que quieren cambiar de trabajo apenas ven otro nuevo, y para quienes menosprecian el trabajo técnico considerándolo sin importancia ni futuro.»

«La capacidad de un hombre puede ser grande o pequeña, pero basta con que tenga este espíritu (de desinterés absoluto) para que sea hombre de elevados sentimientos, hombre íntegro y virtuoso, hombre exento de intereses triviales, hombre de provecho para el pueblo.»

Venimos de diversos rincones, con mil defectos,… ¡lo que importa es que haya guerra popular para que el educador sea educado en la práctica revolucionaria!

«En ningún lugar del mundo surgió ni podía surgir el movimiento proletario "de golpe", en una forma clasista pura, ya hecho, como Minerva de la cabeza de Júpiter. Sólo a través de la larga lucha y el duro esfuerzo de los obreros más avanzados, de todos los obreros con conciencia de clase, se consiguió construir y fortalecer el movimiento de clase del proletariado, desembarazándolo de todo género de mixturas, limitaciones, estrecheces y deformaciones pequeñoburguesas» (Lenin. "De la historia de la prensa obrera en Rusia".3939)

«Sólo a través de la larga lucha y el duro esfuerzo» los educadores serán educados. Y los que con su sangre fueron recorriendo el escarpado camino serán recordados, no por sus nombres ni sus rostros, sino por sus luchas y sus hechos.

Uno de los argumentos del revisionismo contra los comunistas es que dicen que “no a todo” pues opinan que “nada sirve”. Aquí vemos un ejemplo práctico del sofisma. El revisionismo dice que “no a todo” lo que viene de la lucha proletaria y revolucionaria y opina que “nada sirve” de esa lucha. Los comunistas dicen que “no a todo” lo que viene del imperialismo, la reacción y el revisionismo y opina que

3939 OC. 21, pp. 159.

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“nada sirve” de esos enemigos.Así que revisionistas y comunistas tenemos nuestros “no a

todo” y “nada sirve”, pero mirando cada uno para colinas opuestas. Por ejemplo, los comunistas no dicen “no a todo” y “nada sirve” de lo que han sido esas luchas armadas en Europa y los revisionistas como Avakian, UL y VF sí lo dicen.

Podríamos decir: Dime de lo que dices "no a todo" y "nada sirve" y te diré en qué colina estás situado.

El Presidente Gonzalo nos enseñó a «comprender, estudiar, analizar y ver» y «más aún… que hay hombres hastiados del podrido revisionismo y que, en condiciones tan difíciles, en las entrañas imperialistas donde la lucha es compleja, dura, toman los fusiles...»

Demostrando que las perspectivas son luminosas por más complicado que sea el camino.

POR EL MAOISMO,POR DEFENDER LA VIDA DEL PRESIDENTE GONZALO,

POR SU PRESENTACIÓN PÚBLICA,POR EL PENSAMIENTO GONZALO,

POR APLICAR EL MAOISMOPREPARANDO LA GUERRA POPULAR EN ESPAÑA,

NOS SUMAMOSAL LLAMAMIENTO DEL PCP

DE UNAConferencia Internacional Ampliada del MRI

Movimiento de ApoyoA la Guerra Popular en el Perú.

España.25 setiembre 2010.

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Notas finales

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