magisterio musica litúrgica

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  • 7/31/2019 magisterio musica litrgica

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    MOTU PROPRIO

    TRA LE SOLLECITUDINI

    DEL SUMO PONTFICE

    PO X

    SOBRE LA MSICA SAGRADA

    Entre los cuidados propios del oficio pastoral, no solamente de esta

    Ctedra, que por inescrutable disposicin de la Providencia, aunque indigno,

    ocupamos, sino tambin de toda iglesia particular, sin duda uno de los

    principales es el de mantener y procurar el decoro de la casa del Seor,

    donde se celebran los augustos misterios de la religin y se junta el pueblo

    cristiano a recibir la gracia de los sacramentos, asistir al santo sacrifici

    del altar, adorar al augustsimo sacramento del Cuerpo del Seor y unirse a

    la comn oracin de la Iglesia en los pblicos y solemnes oficios de la

    liturgia.Nada, por consiguiente, debe ocurrir en el templo que turbe, ni siquiera

    disminuya, la piedad y la devocin de los fieles; nada que d fundado motivo

    de disgusto o escndalo; nada, sobre todo, que directamente ofenda el decoro

    y la santidad de los sagrados ritos y, por este motivo, sea indigno de la

    casa de oracin y la majestad divina.

    Ahora no vamos a hablar uno por uno de los abusos que pueden ocurrir en esta

    materia; nuestra atencin se fija hoy solamente en uno de los ms generales,

    de los ms diflciles de desarraigar, en uno que tal vez debe deplorarse aun

    all donde todas las dems cosas son dignas de la mayor alabanza por la

    belleza y suntuosidad del templo, por la asistencia de gran nmero de

    eclesisticos, por la piedad y gravedad de los ministros celebrantes: tal es

    el abuso en todo lo concerniente al canto y la msica sagrada.

    Y en verdad, sea por la naturaleza de este arte, de suyo fluctuante y

    variable, o por la sucesiva alteracin del gusto y las costumbres en el

    transcurso del tiempo, o por la influencia que ejerce el arte profano yteatral en el sagrado, o por el placer que directamente produce la msica y

    que no siempre puede contenerse fcilmente dentro de los justos lmites, o,

    en ltimo trmino, por los muchos prejuicios que en esta materia

    insensiblemente penetran y luego tenazmente arraigan hasta en el nimo de

    personas autorizadas y pas; el hecho es que se observa una tendencia

    pertinaz a apartarla de la recta norma, sealada por el fin con que el arte

    fue admitido al servicio del culto y expresada con bastante claridad en los

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    cnones eclesisticos, los decretos de los concilios generales y provinciale

    y las repetidas resoluciones de las Sagradas Congregaciones romanas y de los

    sumos pontfices, nuestros predecesores.

    Con verdadera satisfaccin del alma nos es grato reconocer el mucho bien que

    en esta materia se ha conseguido durante los ltimos decenios en nuestra

    ilustre ciudad de Roma y en multitud de iglesias de nuestra patria; pero de

    modo particular en algunas naciones, donde hombres egregios, llenos de celo

    por el culto divino, con la aprobacin de la Santa Sede y la direccin de lo

    obispos, se unieron en florecientes sociedades y restablecieron plenamente e

    honor del arte sagrado en casi todas sus iglesias y capillas. Pero an dista

    mucho este bien de ser general, y si consultamos nuestra personal experienci

    y omos las muchsimas quejas que de todas partes se nos han dirigido en el

    poco tiempo pasado desde que plugo al Seor elevar nuestra humilde persona a

    la suma dignidad del apostolado romano, creemos que nuestro primer deber eslevantar la voz sin ms dilaciones en reprobacin y condenacin de cuanto en

    las solemnidades del culto y los oficios sagrados resulte disconforme con la

    recta norma indicada.

    Siendo, en verdad, nuestro vivsimo deseo que el verdadero espritu cristian

    vuelva a florecer en todo y que en todos los fieles se mantenga, lo primero

    es proveer a la santidad y dignidad del templo, donde los fieles se juntan

    precisamente para adquirir ese espritu en su primer e insustituible

    manantial, que es la participacin activa en los sacrosantos misterios y en

    la pblica y solemne oracin de la Iglesia.

    Y en vano ser esperar que para tal fin descienda copiosa sobre nosotros la

    bendicin del cielo, si nuestro obsequio al Altsimo no asciende en olor de

    suavidad; antes bien, pone en la mano del Seor el ltigo con que el Salvado

    del mundo arroj del templo a sus indignos profanadores.

    Con este motivo, y para que de hoy en adelante nadie alegue la excusa de no

    conocer claramente su obligacin y quitar toda duda en la interpretacin dealgunas cosas que estn mandadas, estimamos conveniente sealar con brevedad

    los principios que regulan la msica sagrada en las solemnidades del culto y

    condensar al mismo tiempo, como en un cuadro, las principales prescripciones

    de la Iglesia contra los abusos ms comunes que se cometen en esta materia.

    Por lo que de motu proprio y ciencia cierta publicamos esta nuestra

    Instruccin, a la cual, como si fuese Cdigo jurdico de la msica sagrada,

    queremos con toda plenitud de nuestra Autoridad Apostlica se reconozca

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    fuerza de ley, imponiendo a todos por estas letras de nuestra mano la ms

    escrupulosa obediencia.

    INSTRUCCIN ACERCA DE LA MSICA SAGRADA

    I. PRINCIPIOS GENERALES

    l. Como parte integrante de la liturgia solemne, la msica sagrada tiende a

    su mismo fin, el cual consiste en la gloria de Dios y la santificacin y

    edificacin de los fieles. La msica contribuye a aumentar el decoro y

    esplendor de las solemnidades religiosas, y as como su oficio principal

    consiste en revestir de adecuadas melodas el texto litrgico que se propone

    a la consideracin de los fieles, de igual manera su propio fin consiste en

    aadir ms eficacia al texto mismo, para que por tal medio se excite ms la

    devocin de los fieles y se preparen mejor a recibir los frutos de la gracia

    propios de la celebracin de los sagrados misterios.

    2. Por consiguiente, la msica sagrada debe tener en grado eminente lascualidades propias de la liturgia, conviene a saber: la santidady la bondad

    de las formas, de donde nace espontneo otro carcter suyo: la universalidad

    Debe ser santa y, por lo tanto, excluir todo lo profano, y no slo en s

    misma, sino en el modo con que la interpreten los mismos cantantes.

    Debe tener arte verdadero, porque no es posible de otro modo que tenga sobre

    el nimo de quien la oye aquella virtud que se propone la Iglesia al admitir

    en su liturgia el arte de los sonidos.

    Mas a la vez debe ser universal, en el sentido de que, aun concedindose a

    toda nacin que admita en sus composiciones religiosas aquellas formas

    particulares que constituyen el carcter especfico de su propia msica, st

    debe estar de tal modo subordinado a los caracteres generales de la msica

    sagrada, que ningn fiel procedente de otra nacin experimente al orla una

    impresin que no sea buena.

    II. GNEROS DE MSICA SAGRADA

    3. Hllanse en grado sumo estas cualidades en el canto gregoriano, que es,por consiguiente, el canto propio de la Iglesia romana, el nico que la

    Iglesia hered de los antiguos Padres, el que ha custodiado celosamente

    durante el curso de los siglos en sus cdices litrgicos, el que en algunas

    partes de la liturgia prescribe exclusivamente, el que estudios recentsimos

    han restablecido felizmente en su pureza e integridad.

    Por estos motivos, el canto gregoriano fue tenido siempre como acabado model

    de msica religiosa, pudiendo formularse con toda razn esta ley general: un

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    composicin religiosa ser ms sagrada y litrgica cuanto ms se acerque en

    aire, inspiracin y sabor a la meloda gregoriana, y ser tanto menos digna

    del templo cuanto diste ms de este modelo soberano.

    As pues, el antiguo canto gregoriano tradicional deber restablecerse

    ampliamente en las solemnidades del culto; tenindose por bien sabido que

    ninguna funcin religiosa perder nada de su solemnidad aunque no se cante e

    ella otra msica que la gregoriana.

    Procrese, especialmente, que el pueblo vuelva a adquirir la costumbre de

    usar del canto gregoriano, para que los fieles tomen de nuevo parte ms

    activa en el oficio litrgico, como solan antiguamente.

    4. Las supradichas cualidades se hallan tambin en sumo grado en la polifon

    clsica, especialmente en la de la escuela romana, que en el siglo XVI lleg

    a la meta de la perfeccin con las obras de Pedro Luis de Palestrina, y que

    luego continu produciendo composiciones de excelente bondad musical ylitrgica.

    La polifona clsica se acerca bastante al canto gregoriano, supremo modelo

    de toda msica sagrada, y por esta razn mereci ser admitida, junto con

    aquel canto, en las funciones ms solemnes de la Iglesia, como son las que s

    celebran en la capilla pontificia.

    Por consiguiente, tambin esta msica deber restablecerse copiosamente en

    las solemnidades religiosas, especialmente en las baslicas ms insignes, en

    las iglesias catedrales y en las de los seminarios e institutos

    eclesisticos, donde no suelen faltar los medios necesarios.

    5. La Iglesia ha reconocido y fomentado en todo tiempo los progresos de las

    artes, admitiendo en el servicio del culto cuanto en el curso de los siglos

    el genio ha sabido hallar de bueno y bello, salva siempre la ley litrgica;

    por consiguiente, la msica ms moderna se admite en la Iglesia, puesto que

    cuenta con composiciones de tal bondad, seriedad y gravedad, que de ningn

    modo son indignas de las solemnidades religiosas.Sin embargo, como la msica moderna es principalmente profana, deber

    cuidarse con mayor esmero que las composiciones musicales de estilo moderno

    que se admitan en las iglesias no contengan cosa ninguna profana ni ofrezcan

    reminiscencias de motivos teatrales, y no estn compuestas tampoco en su

    forma externa imitando la factura de las composiciones profanas.

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    6. Entre los varios gneros de la msica moderna, el que aparece menos

    adecuado a las funciones del culto es el teatral, que durante el pasado sigl

    estuvo muy en boga, singularmente en Italia.

    Por su misma naturaleza, este gnero ofrece la mxima oposicin al canto

    gregoriano y a la polifona clsica, y por ende, a las condiciones ms

    importantes de toda buena msica sagrada, adems de que la estructura, el

    ritmo y el llamado convencionalismo de este gnero no se acomodan sino

    malsimamente a las exigencias de la verdadera msica litrgica.

    III. TEXTO LITRGICO

    7. La lengua propia de la Iglesia romana es la latina, por lo cual est

    prohibido que en las solemnidades litrgicas se cante cosa alguna en lengua

    vulgar, y mucho ms que se canten en lengua vulgar las partes variables o

    comunes de la misa o el oficio.

    8. Estando determinados para cada funcin litrgica los textos que han deponerse en msica y el orden en que se deben cantar, no es lcito alterar

    este orden, ni cambiar los textos prescriptos por otros de eleccin privada,

    ni omitirlos enteramente o en parte, como las rbricas no consienten que se

    suplan con el rgano ciertos versculos, sino que stos han de recitarse

    sencillamente en el coro. Pero es permitido, conforme a la costumbre de la

    Iglesia romana, cantar un motete al Santsimo Sacramento despus del

    Benedictus de la misa solemne, como se permite que, luego de cantar el

    ofertorio propio de la misa, pueda cantarse en el tiempo que queda hasta el

    prefacio un breve motete con palabras aprobadas por la Iglesia.

    9. El texto litrgico ha de cantarse como est en los libros, sin

    alteraciones o posposiciones de palabras, sin repeticiones indebidas, sin

    separar slabas, y siempre con tal claridad que puedan entenderlo los fieles

    IV. FORMA EXTERNA DE LAS COMPOSICIONES SAGRADAS

    10. Cada una de las partes de la misa y el oficio deben conservar

    musicalmente el concepto y la forma que la tradicin eclesistica les ha dady se conservan bien expresadas en el canto gregoriano; diversa es, por

    consiguiente, la manera de componerse un introito, un gradual, una antfona,

    un salmo, un himno, un Gloria in excelsis, etc.

    11. En este particular obsrvense las normas siguientes:

    A) El Kyrie, Gloria, Credo, etc., de la misa deben conservar la unidad de

    composicin que corresponde a su texto. No es, por tanto, lcito componerlos

    en piezas separadas, de manera que cada una de ellas forme una composicin

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    musical completa, y tal que pueda separarse de las restantes y reemplazarse

    con otra.

    B) En el oficio de vsperas deben seguirse ordinariamente las disposiciones

    del Caeremoniale episcoporum, que prescribe el canto gregoriano para la

    salmodia y permite la msica figurada en los versos del Gloria Patri y en el

    himno.

    Sin embargo, ser lcito en las mayores solemnidades alternar, con el canto

    gregoriano del coro, el llamado de contrapunto, o con versos de parecida

    manera convenientemente compuestos.

    Tambin podr permitirse alguna vez que cada uno de los salmos se ponga

    enteramente en msica, siempre que en su composicin se conserve la forma

    propia de la salmodia; esto es, siempre que parezca que los cantores

    salmodian entre s, ya con motivos musicales nuevos, ya con motivos sacados

    del canto gregoriano, o imitados de ste.Pero quedan para siempre excluidos y prohibidos los salmos llamados de

    concierto.

    C) En los himnos de la Iglesia consrvese la forma tradicional de los mismos

    No es, por consiguiente, lcito componer, por ejemplo, el Tantum ergo de

    manera que la primera estrofa tenga la forma de romanza, cavatina o adagio,

    el Genitori de allegro.

    D) Las antfonas de vsperas deben ser cantadas ordinariamente con la melod

    gregoriana que les es propia; mas si en algn caso particular se cantasen co

    msica, no debern tener, de ningn modo, ni la forma de meloda de

    concierto, ni la amplitud de un motete o de una cantata.

    V. CANTORES

    12. Excepto las melodas propias del celebrante y los ministros, las cuales

    han de cantarse siempre con msica gregoriana, sin ningn acompaamiento de

    rgano, todo lo dems del canto litrgico es propio del coro de levitas; de

    manera que los cantores de iglesia, aun cuando sean seglares, hacenpropiamente el oficio de coro eclesistico.

    Por consiguiente, la msica que ejecuten debe, cuando menos en su mxima

    parte, conservar el carcter de msica de coro.

    Con esto no se entiende excluir absolutamente los solos; mas stos no deben

    predominar de tal suerte que absorban la mayor parte del texto litrgico,

    sino que deben tener el carcter de una sencilla frase meldica y estar

    ntimamente ligado el resto de la composicin coral.

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    13. Del mismo principio se deduce que los cantores desempean en la Iglesia

    un oficio litrgico; por lo cual las mujeres, que son incapaces de desempea

    tal oficio, no pueden ser admitidas a formar parte del coro o la capilla

    musical. Y si se quieren tener voces agudas de tiples y contraltos, debern

    ser de nios, segn uso antiqusimo de la Iglesia.

    14. Por ltimo, no se admitan en las capillas de msica sino hombres de

    conocida piedad y probidad de vida, que con su modesta y religiosa actitud

    durante las solemnidades litrgicas se muestren dignos del santo oficio que

    desempean. Ser, adems, conveniente que, mientras cantan en la iglesia, lo

    msicos vistan hbito talar y sobrepelliz, y que, si el coro se halla muy a

    la vista del pblico, se le pongan celosas.

    VI. RGANO E INSTRUMENTOS

    15. Si bien la msica de la Iglesia es exclusivamente vocal, esto no

    obstante, tambin se permite la msica con acompaamiento de rgano. En algcaso particular, en los trminos debidos y con los debidos miramientos,

    podrn asimismo admitirse otros instrumentos; pero no sin licencia especial

    del Ordinario, segn prescripcin del Caeremoniale episcoporum.

    16. Como el canto debe dominar siempre, el rgano y los dems instrumentos

    deben sostenerlo sencillamente, y no oprimirlo.

    17. No est permitido anteponer al canto largos preludios o interrumpirlo co

    piezas de intermedio.

    18. En el acompaamiento del canto, en los preludios, intermedios y dems

    pasajes parecidos, el rgano debe tocarse segn la ndole del mismo

    instrumento, y debe participar de todas las cualidades de la msica sagrada

    recordadas precedentemente.

    19. Est prohibido en las iglesias el uso del piano, como asimismo de todos

    los instrumentos fragorosos o ligeros, como el tambor, el chinesco, los

    platillos y otros semejantes.

    20. Est rigurosamente prohibido que las llamadas bandas de msica toquen enlas iglesias, y slo en algn caso especial, supuesto el consentimiento del

    Ordinario, ser permitido admitir un nmero juiciosamente escogido, corto y

    proporcionado al ambiente, de instrumentos de aire, que vayan a ejecutar

    composiciones o acompaar al canto, con msica escrita en estilo grave,

    conveniente y en todo parecida a la del rgano.

    21. En las procesiones que salgan de la iglesia, el Ordinario podr permitir

    que asistan las bandas de msica, con tal de que no ejecuten composiciones

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    profanas. Sera de apetecer que en tales ocasiones las dichas msicas se

    limitasen a acompaar algn himno religioso, escrito en latn o en lengua

    vulgar, cantado por los cantores y las piadosas cofradas que asistan a la

    procesin.

    VII. EXTENSIN DE LA MSICA RELIGIOSA

    22. No es lcito que por razn del canto o la msica se haga esperar al

    sacerdote en el altar ms tiempo del que exige la liturgia. Segn las

    prescripciones de la Iglesia, el Sanctus de la misa debe terminarse de canta

    antes de la elevacin, a pesar de lo cual, en este punto, hasta el celebrant

    suele tener que estar pendiente de la msica. Conforme a la tradicin

    gregoriana, el Gloria y el Credo deben ser relativamente breves.

    23. En general, ha de condenarse como abuso gravsimo que, en las funciones

    religiosas, la liturgia quede en lugar secundario y como al servicio de la

    msica, cuando la msica forma parte de la liturgia y no es sino su humildesierva.

    VIII. MEDIOS PRINCIPALES

    24. Para el puntual cumplimiento de cuanto aqu queda dispuesto, nombren los

    obispos, si no las han nombrado ya, comisiones especiales de personas

    verdaderamente competentes en cosas de msica sagrada, a las cuales, en la

    manera que juzguen ms oportuna, se encomiende el encargo de vigilar cuanto

    se refiere a la msica que se ejecuta en las iglesias. No cuiden slo de que

    la msica sea buena de suyo, sino de que responda a las condiciones de los

    cantores y sea buena la ejecucin.

    25. En los seminarios de clrigos y en los institutos eclesisticos se ha de

    cultivar con amor y diligencia, conforme a las disposiciones del Tridentino,

    el ya alabado canto gregoriano tradicional, y en esta materia sean los

    superiores generosos de estmulos y encomios con sus jvenes sbditos.

    Asimismo, promuvase con el clero, donde sea posible, la fundacin de unaSchola cantorum para la ejecucin de la polifona sagrada y de la buena

    msica litrgica.

    26. En las lecciones de liturgia, moral y derecho cannico que se explican a

    los estudiantes de teologa, no dejen de tocarse aquellos puntos que ms

    especialmente se refieren a los principios fundamentales y las reglas de la

    msica sagrada, y procrese completar la doctrina con instrucciones

    especiales acerca de la esttica del arte religioso, para que los clrigos n

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    salgan del seminario ayunos de estas nociones, tan necesarias a la plena

    cultura eclesistica.

    27. Pngase cuidado en restablecer, por lo menos en las iglesias principales

    las antiguas Scholae cantorum, como se ha hecho ya con excelente fruto en

    buen nmero de localidades. No ser difcil al clero verdaderamente celoso

    establecer tales Scholae hasta en las iglesias de menor importancia y de

    aldea; antes bien, eso le proporcionar el medio de reunir en torno suyo a

    nios y adultos, con ventaja para s y edificacin del pueblo.

    28. Procrese sostener y promover del mejor modo donde ya existan las

    escuelas superiores de msica sagrada, y concrrase a fundarlas donde an no

    existan, porque es muy importante que la Iglesia misma provea a la

    instruccin de sus maestros, organistas y cantores, conforme a los verdadero

    principios del arte sagrado.

    IX. CONCLUSIN

    29. Por ltimo, se recomienda a los maestros de capilla, cantores,

    eclesisticos, superiores de seminarios, de institutos eclesisticos y de

    comunidades religiosas, a los prrocos y rectores de iglesias, a los

    cannigos de colegiatas y catedrales, y sobre todo a los Ordinarios

    diocesanos, que favorezcan con todo celo estas prudentes reformas, desde hac

    mucho deseadas y por todos unnimemente pedidas, para que no caiga en

    desprecio la misma autoridad de la Iglesia, que repetidamente las ha

    propuesto y ahora de nuevo las inculca.

    Dado en nuestro Palacio apostlico del Vaticano en la fiesta de la virgen y

    mrtir Santa Cecilia, 22 de noviembre de 1903, primero de nuestro

    pontificado.

    PO PP. X

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    CARTA APOSTLICA "DIVINI CULTUS SANCTITATEM" DE PO XI SOBRE LA MSICA

    SAGRADA

    Venerables Hermanos, Salud y bendicin apostlica.

    I. EL DOGMA, LA LITURGIA Y EL ARTE

    1. Autoridad de la Iglesia sobre asuntos litrgicos10

    Habiendo la Iglesia recibido de su fundador Jesucristo el encargo de velar

    por la santidad del culto divino, tiene indudablemente autoridad, dejando

    siempre a salvo lo substancial del Sacrificio y de los Sacramentos, de

    prescribir todo aquello que sirva para regular dignamente dicho augusto

    ministerio pblico, como ceremonias, ritos, frmulas, oraciones y canto, cuy

    conjunto recibe el nombre especial de Liturgia, o sea la accin sagrada por

    excelencia.

    2.La Liturgia y su unin con el dogma y la vida

    Y verdaderamente es cosa sagrada la liturgia, no slo como elevacin y unin

    de las almas hasta Dios, sino tambin como testimonio de nuestra fe y la

    estrechsima deuda que con Dios tenemos por los beneficios recibidos y de lo

    cuales siempre necesitamos. De aqu la ntima unin que hay entre el dogma y

    la liturgia, lo mismo que entre el culto cristiano y la santificacin del

    pueblo. Por eso Celestino I enseaba ya que el canon de la fe se hallaba

    expreso en las venerandas frmulas de la liturgia, y escriba: "Las normas d

    la fe quedan establecidas por las normas de la oracin. Los pastores de la

    grey cristiana desempean la misin que se les ha encomendado, y, por tanto,

    abogan ante la divina clemencia por la causa del gnero humano, y cuanto

    piden y oran, lo hacen acompaados de los gemidos de toda la Iglesia"11.

    3. Participacin del pueblo en la Liturgia y el Canto, antiguamente

    Estas oraciones colectivas que primero se llamaron opus Dei12, y despus

    officium divinum, como deuda que debe pagarse diariamente al Seor, durante

    los primeros siglos de la Iglesia, hacanse de da y de noche con granconcurso de fieles. Y es indecible cun admirablemente ayudaban aquellas

    ingenuas melodas, que acompaaban a las sagradas preces y el Santo

    Sacrificio a encender l a piedad 10 El Motu Proprio debe considerarse como

    una recopilacin de leyes ya dadas en el transcurso de los siglos; la

    Constitucin Apostlica, documento de importancia y alcance generales, en

    forma de Bula, es una nueva ley, un acto legislativo como por ejemplo la

    ereccin de un obispado, el nombramiento de un obispo, la promulgacin de un

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    ley exige el cumplimiento de las disposiciones del Motu Proprio. Este, siend

    "instruccin" se dirige principalmente a las personas que han de ejecutar la

    msica sagrada y luego a los que han de vigilar su ejecucin. La Constituci

    Apostlica, empero, siendo ley, se dirige directamente a los Obispos, por

    cuanto ellos representan en sus respectivas dicesis la autoridad, el poder

    ejecutivo, y son, en primer trmino, responsables de la aplicacin de las

    leyes eclesisticas, obliga, naturalmente, tambin a todos los fieles, aunqu

    en forma indirecta. Por consiguiente, este documento, no se ocupa tanto de,

    msica sagrada como tal cuanto de los problemas de organizacin, sealando

    los medios necesarios y convenientes por los cuales se llega a lograr la

    finalidad propuesta por el Motu Proprio de Po X de cuya publicacin se

    celebr, en el ao 1928, el 25Q aniversario. (P. L.).

    11 Epist. ad Episcopos Galliarum, Migne, Patrol. lat. 50, 535.

    n "Obra de Dios" y "Oficio Divino" son trminos que se emplean parasignificar las oraciones obligatorias que el sacerdote debe elevar

    diariamente a Dios. San Benito, el patriarca de los monjes del Occidente

    consagr esos trminos en su Regla cristiana en el pueblo. Fue entonces,

    especialmente en las vetustas baslicas, donde Obispos, Clero y pueblo

    alternaban en las divinas alabanzas, cuando, como dice la Historia, muchos d

    los brbaros se educaron en la civilizacin cristiana. All, en el templo,

    era donde el propio opresor de la familia cristiana senta, mejor el valor y

    la eficacia del dogma de la comunin de los santos. As, el emperador arrian

    Valente qued como anonadado ante la majestad con que San Basilio celebr lo

    divinos misterios; y en Miln los herejes acusaban a San Ambrosio de hechiza

    a las turbas con el canto de sus himnos litrgicos; y cierto es que aquellos

    mismos himnos que tanto conmovieron a San Agustn, le decidieron a abrazar l

    fe de Cristo. Fue tambin en las iglesias, donde casi todos los ciudadanos

    formaban como inmenso coro, en el que los artistas, arquitectos, pintores, y

    escultores y los mismos literatos aprendieron de la liturgia aquel conjuntode conocimientos teolgicos que hoy tanto resplandecen y se admiran en los

    insignes monumentos de la Edad Media.

    4. La Iglesia foment siempre la vida litrgica

    Por aqu se echa de ver por qu los Romanos Pontfices mostraron tan grande

    solicitud en fomentar y proteger la Liturgia sagrada; y as como pusieron

    tanto cuidado en expresar el dogma con palabras exactas, tambin se aplicaro

    a poner en las sagradas normas de la liturgia, defendindolas y

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    preservndolas de adulteracin. Por eso tambin encontramos que los Santos

    Padres han recomendado la liturgia, en sus homilas y el Concilio de Trento

    ha querido que sea expuesta y explicada al pueblo cristiano.

    II. EL "MOTU PROPRIO" DE PO X Y EL CENTENARIO DE GUIDO DE AREZZO

    5. Po X impuls hace 25 aos el movimiento litrgico con su Motu Proprio

    Por lo que toca a los tiempos modernos, el Sumo Pontfice Po X, de feliz

    memoria, al promulgar hace veinticinco aos el Motu proprio sobre la msica

    sagrada y el canto gregoriano, habase prefijado como fin principal hacer qu

    volviese a florecer y se conservase en los fieles el verdadero espritu

    cristiano, tendiendo con oportunas rdenes y sabias disposiciones a suprimir

    cuanto pudiera oponerse a la dignidad del templo, donde los fieles se renen

    cabalmente para beber ese fervor de piedad en su primera e indispensable

    fuente, que es la participacin activa en los sacrosantos misterios y en la

    oracin solemne de la Iglesia. Importa, pues, muchsimo, que cuanto seaornamento de la sagrada liturgia est contenido en las frmulas y en los

    lmites impuestos y deseados por la Iglesia, para que las artes, como es

    deber esencial suyo, sirvan verdaderamente como nobilsimas siervas al

    culto divino; lo cual no redundar en menoscabo de ella antes bien dar mayo

    dignidad y esplendor al desarrollo de las artes mismas en el lugar sagrado.

    6. La msica sagrada y el canto coadyuvaron a la renovacin litrgica

    Esto se ha visto realizado y confirmado de maravillosa manera en lo que ata

    a la msica y al canto litrgicos, puesto que all donde se han observado y

    cumplido 21 22 ntegramente las disposiciones de Po X, se ha logrado la

    restauracin de las ms escogidas formas del arte y el consolador

    reflorecimiento del espritu religioso, ya que el pueblo cristiano,

    compenetrado por un ms profundo sentimiento litrgico, empez a tomar parte

    ms activa en el rito eucarstico, la oracin pblica y en la salmodia. Y No

    mismo tuvimos una consoladora confirmacin de ello, cuando en el primer ao

    de Nuestro Pontificado, un inmenso coro de clrigos de todas las nacionesacompa con melodas gregorianas el solemne acto litrgico celebrado por No

    en la Baslica Vaticana.

    7. Las normas de PO X

    Nos duele, sin embargo advertir que las sabias disposiciones de Nuestro

    antecesor no han logrado en todas partes la aplicacin debida, y por eso no

    se han obtenido las mejoras que se esperaban. Sabemos, en efecto, que alguno

    han pretendido no estar obligados a la observancia de aquellas disposiciones

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    y leyes, no obstante la solemnidad con que fueron promulgadas; que otros,

    despus de los primeros aos de feliz enmienda han vuelto insensiblemente a

    permitir cierto gnero de msica, que debe ser totalmente desterrado del

    templo, y, finalmente, que en algunos sitios, con ocasin principalmente de

    conmemoraciones centenarias de ilustres msicos, se han buscado pretextos

    para interpretar composiciones que, aun siendo hermosas en s mismas, no

    responden ni a la majestad del lugar sagrado, ni a la santidad de las normas

    litrgicas, y, por tanto, no se deben interpretar en la Iglesia.

    8. Motivo de la Constitucin: El Motu Proprio y el ^ centenario de Arezzo

    As, pues, precisamente para que el pueblo y el clero obedezcan en adelante con ms

    exactitud las normas impuestas por Po X a toda la Iglesia, nos place aqu dar

    algunas singulares disposiciones, sugeridas por la experiencia de veinticinco aos.

    Y esto lo hacemos con tanto mayor gusto, cuanto que este ao, adems de cumplirse e

    primer cuarto de siglo de la citada restauracin de la msica sacra, se celebra

    tambin el centenario del monje Guido De Arezzo13, que hoy hace cerca de noveciento

    aos, llamado a Roma por el Sumo Pontfice, expuso los felices resultados del

    sistema por l hbilmente inventado para fijar, conservar y divulgar ms fcilmente

    y con mayor esplendor de la Iglesia y del Arte aquella meloda litrgica que trae s

    origen de los primeros das del Cristianismo. En el glorioso templo Lateranense,

    primer lugar donde San Gregorio Magno, recogiendo,

    ordenando y acreciendo el tesoro de la monodia14 sagrada, herencia y monumento

    de los Santos Padres, haba instituido la famosa Escuela que haba de perpetuar la

    13 Guido De Arezzo, italiano (991-1033?) Terico de la msica. Conocido tambin con

    el nombre de Guido

    Aretinus, fue un monje benedictino que ha pasado a la historia de la msica como un

    de los ms importantes reformadores del sistema de notacin musical. Despus de

    haber seguido estudios en la abada benedictina de Pomposa, en Ferrara, hacia 1025

    ingres como maestro en la escuela catedralicia de Arezzo, donde sobresali en la

    enseanza del arte vocal y escribi su tratado principal, el Micrologus de

    disciplina artis musicae. En 1029 se retir al convento de Avellana, en el que

    posiblemente muri en fecha que no se ha logrado precisar. A Guido De Arezzose debe la frmula que permite memorizar la entonacin precisa de las notas del

    hexacordo mayor, cuya nomenclatura (Ut o Do, Re, Mi, Fa, Sol, La) extrajo de las

    slabas iniciales de cada hemistiquio del himno de San Juan Ut queant laxis. La not

    Si, se form casi un siglo y medio ms tarde con las maysculas del ltimo verso. U

    fue sustituida en el siglo XVII por Do, ms fcil de pronunciar (aunque en Francia

    sigue llamndose igual).

    14 Monodia: Ms. Canto a una sola voz.

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    interpretacin genuina y tradicional de los cantos litrgicos, all el monje Guido

    hizo la primera experiencia de su invento, delante del clero de Roma, y en

    presencia del mismo Sumo Pontfice, el cual, aprobando y elogiando la innovacin,

    procur que sta se pudiese poco a poco difundir por todas partes, con inmensas

    ventajas para todo gnero de msica.

    9. Anuncio de nuevas normas

    Por eso a todos los Obispos y Ordinarios, a quienes corresponde de modo singular

    la custodia de la liturgia y el cuidado de las artes sagradas en el templo, les

    prescribimos aqu algunas normas, como respuesta a los innumerables votos que

    de todos los Congresos msica, y especialmente del celebrado hace poco en Roma,

    nos han enviado muchos sagrados Pastores e ilustres heraldos de la restauracin

    musical, a todos los cuales tributamos aqu merecida alabanza. Y prescribimos que

    estas normas se cumplan y observen segn los medios y mtodos ms eficaces, que

    aqu resumimos.

    III. LA PARTE DISPOSlTIVA

    10. Cultura musical en los Seminarios

    Quienesquiera deseen iniciarse en el ministerio sacerdotal, no slo en los

    Seminarios, sino tambin en las casas religiosas, sean instruidos en el canto

    gregoriano y en la msica sagrada, desde los primeros aos de su juventud, a fin

    de que en tal edad puedan ms fcilmente aprender cuanto se refiere al canto y a la

    meloda, y adems les sea menos dificultoso suprimir o modificar defectos

    naturales, si por casualidad los padecen, los cuales sera imposible remediar

    despus, en edad ms adulta. Inicindose as esta enseanza del canto y de la

    msica desde las clases elementales, y prosiguindola en el gimnasio y en el liceo,

    los futuros sacerdotes, hechos ya, sin siquiera advertirlo, avezados cantores,

    podrn recibir; sin fatiga ni dificultad la cultura superior que bien puede llamars

    esttica de la meloda gregoriana y del arte musical, de la polifona y del rgano;

    conocimientos que se han hecho hoy tan convenientes a la cultura del clero.

    11. Teora y prcticas frecuentes

    Por tanto, as en los Seminarios como en los dems institutos de educacin

    eclesistica, habr una breve pero frecuente y casi diaria leccin o ejecucin del

    canto gregoriano y de msica sagrada, leccin que, si es dada con espritu

    verdaderamente litrgico, servir ms bien de alivio que de pesadumbre a los

    alumnos, despus de las fatigosas horas de otras enseanzas y estudios severos.

    Esta ms completa y perfecta educacin litrgico-musical del clero conseguir, sin

    duda, que recobre su antiguo esplendor y dignidad el oficio del coro, que es parte

    principal del culto divino, y asimismo lograr que en las Escolanas y Capillas

    musicales renazca su antigua gloria y grandeza.

    23

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    24

    IV. EL OFICIO CORAL

    12. El cultivo del canto del Oficio

    Todos aquellos que estn al frente de Baslicas, Iglesias Catedrales, Colegiatas y

    Conventuales religiosas, o que de cualquier modo pertenezcan a ellas, deben

    emplear todo su esfuerzo a fin de que se restaure el oficio coral segn las

    prescripciones de la Iglesia; no slo en cuanto es de precepto genrico, como rezar

    siempre el oficio divino digne, atente et devote, sino tambin en cuanto concierne

    al

    arte del canto: puesto que en la salmodia se debe atender, ya a la precisin de los

    tonos con sus propias cadencias medias y finales, ya a la pausa conveniente del

    asterisco, ya, en fin, a la plena concordia en la recitacin de los versculos

    salmdicos y de las estrofas de los himnos. Porque, si todo eso se cumple en sus

    mnimos puntos, salmodiando todos perfectamente, no slo demostrarn la

    unidad de sus espritus, aplicados a las alabanzas de Dios, sino que tambin en el

    equilibrado alternar de ambas alas del coro, semejarn emular la alabanza eterna

    de los Serafines, que en voz alta cantan alternativamente: "Santo, Santo, Santo".

    13. Persona responsable de la Liturgia y el canto

    A fin de que en adelante nadie pueda alegar excusas o pretextos por creerse

    dispensado de la obligacin de obedecer a las leyes de la Iglesia, todos los

    Cabildos y Comunidades religiosas debern tratar de estas disposiciones en oportuna

    reuniones peridicas. Y, as como en otro tiempo haba un cantoro maestro del coro

    as tambin en adelante haya en todos los coros, tanto de cannigos como de

    religiosos, una persona competente que vele por la observancia de las reglas

    litrgicas y del canto coral, y corrija en la prctica los defectos de todo el coro

    y de cada uno de sus componentes.

    14. Insiste en el canto gregoriano autntico

    Y aqu es oportuno recordar que por antigua y constante disciplina de la Iglesia,

    como tambin en virtud de las mismas Constituciones Capitulares, hoy todava

    vigentes, es necesario que todos cuantos estn obligados al oficio coral conozcan,

    lo menos en la medida conveniente, el canto gregoriano, al cual han de ajustarse

    todas las iglesias, sin exceptuar ninguna, debe entenderse slo aquel que ha sido

    restituido a la fidelidad de los antiguos cdices, y que ya est dado por la Iglesi

    en edicin autntica.

    V. CAPILLAS MUSICALES Y ESCOLANAS DE NIOS CANTORES

    15. Capillas musicales

    Tambin queremos recomendar aqu a quienes corresponde las Capillas musicales,

    como aquellas que sucediendo en el curso de los tiempos a las antiguas Escolanas,

    se instituyeron para este fin en Baslicas y en las iglesias mayores a fin de que s

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    ajustaran especialmente a la polifona sacra. A este propsito, suelen con toda

    razn merecer la preferencia, despus de las venerandas melodas gregorianas,

    sobre todo otro gnero de msica eclesistica. Por eso, Nos, ardientemente

    deseamos que tales Capillas, as como florecieron desde el siglo XIV al XVI, as

    tambin se restauren, especialmente dondequiera que la mayor frecuencia y

    esplendor del culto divino exijan mayor nmero y ms exquisita seleccin de

    cantores.

    16. Escolanas de nios deben formarse en todas las iglesias

    Respecto de las Escolanas de nios, se las debe fundar no slo para las iglesias

    mayores y catedrales, sino tambin para las iglesias menores y parroquiales; a los

    nios cantores los educarn en el canto maestros de capilla, para que sus voces,

    segn la antigua costumbre de la Iglesia, se unan a los coros viriles, sobre todo

    cuando en la polifona sacra se les confa, como sucedi siempre, la parte de

    soprano, o tambin de cantus.

    De los nios de coro, sobre todo en el siglo XVI, salieron, como es sabido, los

    mejores compositores de polifona clsica, siendo el primero de todo ellos el gran

    Pier Luigi da Palestrina.

    VI. LA MSICA INSTRUMENTAL Y EL RGANO

    17. La voz humana debe resonar en el templo

    Y porque sabemos que en alguna regin se intenta fomentar de nuevo un gnero

    de msica, no del todo sagrada a causa especialmente del inmoderado uso de los

    instrumentos, Nos creemos aqu en el deber de afirmar que no es el canto con

    acompaamiento de instrumentos el ideal de la Iglesia; pues antes que el instrument

    es la voz viva la que debe resonar en el templo, la voz del clero, la de los

    cantores del pueblo y no se ha de creer que la Iglesia se opone al florecimiento de

    arte musical cuando procura dar la preferencia a la voz humana sobre todo otro

    instrumento.

    Porque ningn instrumento, ni aun el ms delicado y perfecto, podr nunca

    competir en vigor de expresin con la voz del hombre, sobre todo cuando de ella

    se sirve el alma para orar y alabar al Altsimo.

    18. El tradicional instrumento de la Iglesia: el rgano

    La Iglesia tiene adems su tradicional instrumento musical; queremos decir el

    rgano, que por su maravillosa grandiosidad y majestad fue estimado digno de

    enlazarse con los ritos litrgicos, ya acompaando al canto, ya durante los

    silencios de los coros y segn las prescripciones de la Iglesia, difundiendo

    suavsimas armonas. Pero tambin en esto hay que evitar esa mezcla de lo sagrado y

    de lo profano, que a causa por un lado de modificaciones introducidas por los

    constructores, y por otro lado de audacias musicales de algunos organistas, va

    amenazando la pureza de la santa misin que el rgano est destinado a realizar

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    en la Iglesia.

    19. Peligros del modernismo musical

    Tambin Nos deseamos que, salvadas siempre las normas litrgicas, se desarrolle

    cada da ms, y reciba nuevos perfeccionamientos cuanto se refiere al rgano. Pero

    25

    26

    no podemos dejar de lamentarnos de que, as como aconteca en otros tiempos con

    gneros de msica que la Iglesia con razn reprob, as tambin hoy se intente con

    modernsimas formas volver a introducir en el templo el espritu de disipacin y

    de mundanidad. Si tales formas comenzasen nuevamente a infiltrarse, la Iglesia no

    tardara un punto en condenarlas.

    Vuelvan a resonar en los templos slo aquellos acentos del rgano que estn en

    armona con la majestad del lugar y con el santo perfume de los ritos. Solamente

    as el arte del rgano volver a hallar su camino y su nuevo esplendor, con ventaja

    verdadera de la liturgia sagrada.

    VII. LA PARTICIPACIN DEL PUEBLO

    20. El pueblo de espectador debe pasar a parte activa en el canto litrgico

    A fin de que los fieles tomen parte ms activa en el culto divino, renuvese para e

    pueblo el uso del canto gregoriano, en lo que al pueblo toca. Es necesario, en

    efecto, que los fieles, no como extraos o mudos espectadores, sino

    verdaderamente comprensivos y compenetrados de la belleza de la Liturgia,

    asistan de tal modo a las sagradas funciones - aun cuando en ellas se celebren

    procesiones solemnes -, que alterne su voz, segn las debidas normas, con la voz

    del sacerdote y la del coro o schola cantorum. Porque, si esto felizmente sucede, n

    habr ya que lamentar ese triste espectculo en que el pueblo nada responde, o

    apenas responde con un murmullo bajo y confuso a las oraciones ms comunes

    expresadas en lengua litrgica y hasta en lengua vulgar.

    21. Enseanza general de la msica litrgica

    Aplquense activamente uno y otro Clero, con la gua y tras del ejemplo de los

    Obispos y Ordinarios, a fomentar, o directamente, opor medio de personas

    entendidas, esta enseanza litrgico-musical del pueblo, como cosa que est tan

    estrechamente unida con 1a doctrina cristiana. Y ello ser hasta fcil de obtener,

    si esta instruccin en el canto litrgico se da principalmente en las escuelas,

    congregaciones piadosas y otras asociaciones catlicas. Asimismo las comunidades

    de religiosos, de monjas e instituciones femeninas sean celosas por conseguir este

    fin en los diversos establecimientos de educacin que les estn confiados.

    Igualmente confiamos que ayudarn no poco a este fin las sociedades que en

    algunas regiones, y acatando siempre a las autoridades eclesisticas, dedican toda

    su inteligente accin a restaurar la msica sagrada segn las normas de la Iglesia.

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    22. Formacin musical. Institutos de msica

    Para alcanzar estos dichosos frutos, es indudablemente necesario que haya

    maestros, y que stos sean muchsimos. A este propsito, no podemos dejar de

    tributar las debidas Alabanzas a aquellas Scholas e Institutos de Msica fundados

    en muchas partes del mundo catlico; pues, enseando con todo esmero y

    diligencia las musicales disciplinas, forman sabios y meritsimos maestros.

    Pero de manera especialsima Nos queremos aqu recordar y alabar a la Escuela

    Superior de Msica Sacra15, institucin fundada por Po X en Roma el ao 1910. Esta

    Escuela, que nuestro inmediato antecesor Benedicto XV fervorosamente protegi, a

    la cual don un nuevo y decoroso domicilio, tambin ha merecido que Nos le

    otorgsemos nuestro especial favor, como a preciosa herencia que nos han dejado

    dos Papas; y por eso la recomendamos calurosamente a todos los Ordinarios del

    mundo.

    23. Msica sagrada maravillosa del pasado y vida interior

    Bien sabemos cunta inteligencia y trabajo requiere todo lo que arriba hemos

    ordenado. Pero quin no conoce las insignes obras maestras que, sin arredrarse

    por dificultad alguna, dejaron a la posteridad Nuestros Predecesores, y eso

    cabalmente porque estaban compenetrados del fervor de la piedad y encendidos

    del espritu litrgico? Y esto no es de maravillar; pues todo lo que emana de la

    vida

    interior de la Iglesia trasciende a los ms perfectos ideales de esta vida terrena.

    La

    dificultad, pues, de esta santsima empresa, en vez de abatir, debe ms bien excita

    y elevar los nimos de los Sagrados Pastores. Todos los cuales, secundando

    concorde y constantemente nuestra voluntad, prestarn al Obispo supremo una

    cooperacin dignsima a su episcopal ministerio.

    24. Decreto

    Todo lo cual Nos lo proclamamos, declaramos y sancionamos, decretando que esta

    Constitucin Apostlica sea y permanezca siendo siempre de pleno valor y

    eficacia, obtenga su efecto pleno, sin que obste nada en contrario. A nadie, pues,

    le sea lcito quebrantar esta Constitucin por Nos promulgada, ni contradecirla con

    temeraria audacia.

    Dado en San Pedro de Roma, en el quincuagsimo aniversario de nuestro

    sacerdocio, da 20 de diciembre de 1928, sptimo de nuestro Pontificado.

    PO PP. XI

    15 La Escuela Superior de Msica Sacra fue fundada bajo esta denominacin en 1910

    por la Asociacin Italiana de

    Santa Cecilia. Fue abierta el 3 de enero y aprobada por S. S. Po X con el Breve

    "Expleverunt" del 4 de noviembre

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    de 1911. El 10 de julio de 1914, con Rescripto de la Secretara de Estado, S. S. la

    declar "Pontificia" otorg la facultad de conferir los grados. El Sumo Pontfice

    Benedicto XV le otorg como residencia el Palacio del "Apollinare". S. S. Po XI

    confirm la facultad de conferir los grados acadmicos, con el Motu Proprio del 22

    de noviembre de 1922. Hoy lleva el ttulo: Instituto Pontificio de Msica Sacra. P

    X dirigi la "Epstola" Expleverunt desiderii Nostri, 4-XI-1911 al Cardenal Rampoll

    un ao despus de la fundacin de la Escuela Superior de Msica Sagrada; AAS. 3

    (1911) 654-655; el Motu Proprio de Po XI Ad musicae sacrae, del 22-XI-1922 se hall

    en AAS. (1920) 623-626; la facultad de conferir ttulos acadmicos va en el num. V

    de las disposiciones. AAS. 14, 625.

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    ENCCLICA DE LA SAGRADA LITURGIA

    MEDIATOR DEI

    PIO XII

    A los Venerables Hermanos Patriarcas, Primados, Arzobispos, Obispos y dems

    Ordinarios en paz y comunin con la Sede Apostlica,

    Venerables Hermanos Salud y Bendicin Apostlica.

    INTRODUCCIN

    I.- Los fundamentos de nuestra liturgia

    A).- NOTA LITRGICA DE LA REDENCIN

    1. El mediador entre Dios y los, hombres[1], el gran Pontfice que penetr

    en las cielos, Jess, el Hijo de Dios[2], al asumir la obra de Misericordia,

    mediante la cual enriquece al gnero humano con beneficios sobrenaturales,

    dese sin duda restablecer entre las hombres y su Creador aquella relacin d

    ordenque el pecado haba perturbado y conducir de nuevo la msera

    descendencia de Adn, manchada por el pecado original, al Padre celestial,

    primer principio y ltimo fin.

    2. Y por esto durante su morada en la tierra, no slo anunci el comienzo de

    la Redencin y declar inaugurado el Reino de Dios, sino que se dedic de

    lleno a procurar la salvacin de las almas con el continuo ejercicio de la

    oracin y su propio sacrificio, hasta que en la cruz se ofreci Vctima

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    Inmaculada a Dios para limpiar nuestra conciencia de las obras muertas, para

    servir al Dios vivo[3].

    3. As todos los hombres, felizmente rescatados del camino que los arrastrab

    a la ruina y a la perdicin, fueron nuevamente encaminados a Dios a fin de

    que con su colaboracin personal al logro de la propia santificacin, fruto

    de la Sangre del Cordero inmaculado, diesen a Dios la gloria que le es

    debida.

    B).- CONTINUACIN EN LA IGLESIA

    4. El divino Redentor quiso tambin que la vida sacerdotal iniciada por El e

    su cuerpo mortal con sus plegarias y su sacrificio, no cesase en el

    transcurso de los siglos en su Cuerpo mstico, que es la Iglesia; y por esto

    instituy un sacerdocio visible, para ofrecer en todas partes la oblacin

    pura[4], a fin de que todos los hombres, del Oriente al Occidente, libres de

    pecado, sirviesen espontnea y voluntariamente a Dios, por deber deconciencia.

    5. La Iglesia, pues, fiel al mandato recibido de su Fundador, contina el

    oficio sacerdotal de Jesucristo, sobre todo por medio de la Sagrada Liturgia

    Esto lo hace en primer lugar en el Altar, donde es perpetuamente representad

    y renovado el Sacrificio de la Cruz[5], con la sola diferencia del modo de

    ofrecer[6]; despus con los Sacramentos, que son instrumentos especiales, po

    los cuales los hombres participan en la vida sobrenatural; y, por ltimo, co

    el cotidiano tributo de alabanzas ofrecidas a Dios Optimo Mximo.

    6. Qu gozoso espectculo! deca Nuestro predecesor Po XI, de feliz

    memoriaofrece al cielo y a la tierra la Iglesia orante, cuando

    continuamente, durante todos los das y todas las noches, se cantan en la

    tierra los Salmos escritos por inspiracin divina: no quedando hora alguna

    del da, que no est consagrada con una Liturgia propia; ni edad de la vida

    humana, que no tenga su puesto en la accin de gracias, en las alabanzas, en

    las preces, en las aspiraciones de esta plegaria comn del Cuerpo mstico de

    Cristo, que es la Iglesia[7].

    II. Ocasin de la Encclica

    A) RENOVACIN LITRGICA

    7. Bien sabis, Venerables Hermanos, que hacia finales del siglo pasado y

    comienzos del actual se despert un singular entusiasmo por los estudios

    litrgicos, bien por el esfuerzo de algunos particulares, bien, sobre todo,

    por la celosa y asidua diligencia de varios monasterios de la nclita Orden

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    benedictina; y as, no slo en muchas regiones de Europa, sino tambin al

    otro lado del mar, se desarroll un apostolado til, digno de toda alabanza.

    Las saludables consecuencias de este intenso apostolado fueron visibles tant

    en el terreno de las ciencias sagradas, donde los ritos litrgicos de la

    Iglesia occidental y oriental fueron ms amplia y profundamente estudiados y

    conocidos, como en la vida espiritual y privada de muchos cristianos.

    8. Las augustas ceremonias del Sacrificio del Altar fueron mejor conocidas,

    comprendidas y estimadas; la participacin en los Sacramentos, mayor y ms

    frecuente; las plegarias litrgicas, ms suavemente gustadas; y el culto de

    la Sagrada Eucarista considerado como es en realidadfuente y centro de l

    verdadera piedad cristiana. Tambin ha llegado a entenderse ms y ms cmo

    todos los fieles constituyen un nico y compacto cuerpo, cuya Cabeza es

    Cristo, as como el deber del pueblo cristiano de participar debidamente en

    los ritos litrgicos.A) ACTITUD DE LA SANTA SEDE FRENTE A LOS PROBLEMAS LITRGICOS

    9. Sin duda conocis muy bien cmo esta Sede Apostlica ha cuidado en todo

    tiempo diligentemente de que el pueblo a ella confiado se educase en un

    sentido litrgico verdadero y prctico; y que con no menos celo ha procurado

    que los sagrados ritos resplandezcan tambin al exterior con la debida

    dignidad. Nos mismo, por esta razn, al dirigirnos, segn costumbre, a los

    predicadores cuaresmales de esta Nuestra ciudad en el afeo 1943, les habamo

    exhortado calurosamente a recomendar a sus oyentes que participasen con

    creciente fervor en el Sacrificio eucarstico; y as recientemente hemos

    hecho traducir de nuevo al latn, del texto original, el libro de los Salmos

    que tanta parte ocupa en las preces litrgicas de la Iglesia Catlica, a fin

    de que estas preces fueren ms exactamente comprendidas, y su verdad y

    suavidad ms fcilmente percibidas[8].

    10. No obstante, aunque el apostolado litrgico Nos proporciona no poco

    consuelo por los saludables frutos que de l se derivan, Nuestro deber Nos

    obliga a seguir con atencin esta renovacin, a la manera en que algunos la

    conciben y de cuidar diligentemente que las iniciativas no sean ni excesivas

    ni defectuosas.

    11. Ahora bien, si por una parte comprobamos con dolor que en algunas

    regiones el sentido, el conocimiento y el estudio de la Liturgia son escasos

    o casi nulos, por otra notamos, con temerosa preocupacin, que algunos estn

    demasiado vidos de novedad y se alejan del camino de la sana doctrina y de

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    la prudencia, mezclando a la intencin y al deseo de una renovacin

    litrgica, algunos principios que, en teora o en prctica, comprometen esta

    santsima causa y a veces tambin la contaminan con errores que afectan a la

    Fe catlica y a la doctrina asctica.

    12. La pureza de la Fe y de la Moral debe ser la norma caracterstica de est

    sagrada disciplina, que debe conformarse absolutamente a las sapientsimas

    enseanzas de la Iglesia. Es, por tanto, Nuestro deber alabar y aprobar todo

    aquello que est bien hecho y contener o reprobar todo lo que se desva del

    camino justo y verdadero.

    13. No crean, sin embargo, los pusilnimes que tienen nuestra aprobacin

    porque reprendamos a los que yerran y pongamos freno a los audaces; ni los

    imprudentes se crean alabados cuando corregimos a los negligentes y

    perezosos.

    C) LA ENCCLICA14. Aunque en esta Nuestra Carta Encclica tratemos sobre todo de la Liturgi

    latina, esto no es debido a menor estimacin de las venerandas Liturgias de

    la Iglesia Oriental, cuyos ritos, transmitidos por nobles y antiguos

    documentos, Nos son igualmente queridsimos; sino que depende ms que nada d

    las condiciones de la Iglesia occidental, que son tales que requieren la

    intervencin de Nuestra autoridad.

    15. Escuchen, pues, todos los cristianos con docilidad la voz del Padre

    comn, que desea ardientemente que todos, unidos ntimamente a El, se

    acerquen al Altar de Dios, profesando la misma Fe, obedeciendo a la misma

    Ley, participando en el mismo Sacrificio, con un solo entendimiento y una

    sola voluntad.

    16. Lo requiere el honor debido a Dios, lo exigen las necesidades de los

    tiempos actuales. Ahora que una cruel y larga guerra acaba de dividir a los

    pueblos con sus rivalidades y ,estragos, los hombres de buena de la mejor

    manera posible en llevarlos de nuevo a la concordia.17. Creemos, sin embargo, que ningn proyecto ni ninguna iniciativa ser en

    este caso ms eficaz que un fervoroso espritu y celo religioso, de los que

    es necesario estn animados los cristianos y se guen por ellos, de forma qu

    aceptando con nimo sincero las mismas verdades y obedeciendo dcilmente a

    los legtimos pastores en el ejercicio del culto debido a Dios, constituyan

    una fraternal comunidad, ya que aunque somos muchos, formamos un solo cuerp

    todos los que participamos de un mismo pan[9].

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    PRIMERA PARTE

    NATURALEZA, ORIGEN Y PROGRESO DE LA LITURGIA

    I. La Liturgia, culto pblico

    A) DEBER DE RELIGIN EN LOS HOMBRES

    18. El deber fundamental del hombre es, indudablemente, el de orientarse

    hacia Dios a s mismo y a su propia vida. A El, en efecto, debemos

    principalmente unirnos como indefectible principio al que debe orientarse

    constantemente nuestra eleccin como a ltimo fin, que por negligencia

    perdemos pecando y que debemos reconquistar por la fe y creyendo en El[10].19. Ahora bien, el hombre se vuelve ordenadamente a Dios cuando reconoce su

    suprema majestad y su supremo magisterio, cuando acepta con sumisin las

    verdades divinamente reveladas, cuando observa religiosamente sus leyes,

    cuando hace converger en El todas sus actividades, cuando para decirlo

    brevementepresta mediante la virtud de la religin el debido culto al nic

    y verdadero Dios.

    20. Este es un deber que obliga ante todo a cada uno de los hombres en

    singular, pero es tambin un deber colectivo de toda la comunidad humana,

    unida entre s con vnculos sociales, porque tambin ella depende de la

    suprema autoridad de Dios.

    B) RECONOCIMIENTO DE ESTE DEBER EN TODOS LOS TIEMPOS

    1. Razn de esta universalidad.

    21. Hemos de advertir que los hombres se encuentran ligados por este deber,

    por haberlos Dios elevado a un orden sobrenatural.

    2. En el Antiguo Testamento.

    22. As, si consideramos a Dios como autor de la Antigua Ley, le vemos

    proclamar tambin preceptos rituales y determinar exactamente las normas que

    el pueblo debe observar al rendirle el legtimo culto. Estableci, pues,

    varios sacrificios y design varias ceremonias, con arreglo a las cuales

    deban realizarse, y determin claramente lo que se refera al Arca de la

    Alianza, al Templo y a los das festivos; design la tribu sacerdotal y al

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    Sumo Sacerdote, indic y describi las ropas a usar por los ministros

    sagrados y cuantas cosas ms tenan relacin con el culto divino[11].

    23. Ahora bien, este culto no era otra cosa que la sombra[12] del que el Sum

    Sacerdote del Nuevo Testamento haba de rendir al Padre celestial.

    3 En el Nuevo Testamento.

    a) Jess.

    24. Y en verdad, apenas el Verbo se hizo carne[13], se manifiesta al mundo

    en su oficio sacerdotal, haciendo un acto de sumisin al Padre eterno, acto

    de sumisin que haba de durar toda su vida (entrando en este mundo,

    dice...Heme aqu que vengo... para hacer, oh Dios!, tu voluntad...)[14] y

    que haba de ser consumado en el sacrificio cruento de la cruz: En virtud d

    esta voluntad somos nosotros santificados por la oblacin del Cuerpo de

    Jesucristo, hecha una sola vez[15].25. Toda su actividad entre los hombres no tiene otro fin. De nio, es

    presentado en el Templo al Seor; de adolescente, vuelve a l; ms tarde,

    acude all a menudo para instruir al pueblo y para orar. Antes de iniciar el

    ministerio pblico, ayuna durante cuarenta das, y con su consejo y su

    ejemplo exhorta a todos que oren, lo mismo de da que de noche. Como maestro

    de verdad ilumina a todas los hombres[16] para que los mortales reconozcan

    debidamente al Dios inmortal y no se oculten para perdicin, Sino que

    perseveren fieles para ganar el alma[17]. Cmo pastor, pues, gobierna, a su

    grey, la conduce a los pastos de la vida y le da una Ley que observar para

    que ninguno se separe de El y del camino recto que El ha sealado; sino que

    todos vivan santamente bajo su influjo y su accin. En la ltima Cena, con

    rito y aparato solemnes, celebra la nueva Pascua y establece su continuacin

    mediante la institucin divina de la Eucarista; al da siguiente, levantad

    entre el cielo y la tierra, ofrece el Sacrificio de su vida; y de su pecho

    traspasado hace en cierto modo brotar los Sacramentos que repartan a lasalmas los tesoros de la Redencin. Al hacer esto, tiene como nico fin la

    gloria del Padre y la santificacin cada vez mayor, del hombre.

    b) Continuacin en la Iglesia

    1. Cristo e Iglesia

    26. Entrando despus en la sede de la santidad celestial, quiere que l

    culto por El instituido y practicado durante su vida terrenal contine

    ininterrumpidamente, ya que El no ha dejado hurfano al gnero human, sino

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    qu; igual que lo asiste con su continuo y valioso patrocinio, hacindose

    nuestro abogado en el cielo cerca del Padre[18], as lo ayuda, mediante su

    Iglesia, en la cual est indefectiblemente presente en el curso de los

    siglos. Iglesia que EL ha constituido columna de la verdad[19] y dispensador

    de la gracia y que, con el sacrificio de la Cruz, fund, consagr y confirm

    para toda la eternidad.[20]

    27. La Iglesia, pues, tiene en comn con el Verbo encarnado, el fin; la tare

    y la funcin de ensear a todos la verdad, regir y gobernar a los hombres,

    ofrecer Dios sacrificios aceptables y gratos, y as restablecer entr el

    Creador y las criaturas aquella unin y armona que el Apstol de los

    gentiles indica claramente con estas palabras: Por tanto, ya no sois

    extranjeros u huspedes, sino conciudadanos de los santos y familiares de

    Dios, edificados sobre el fundamento de los Apstoles y de los Profetas,

    siendo piedra angular el mismo Cristo Jess, en quien vosotros tambin soisedificados para morada de Dios en el Espritu[21]. Por esto la sociedad

    fundada por el divino Redentor no tiene otro fin, sea con su doctrina y su

    gobierno, sea con el sacrificio y los sacramentos por El instituidos, sea,

    por fin, con el ministerio que El le confi, con sus plegarias y su sangre,

    que el de crecer y dilatarse cada vez ms; lo que sucede cuando Cristo es

    edificado y dilatado en las almas de los mortales y cuando inversamente las

    almas de los mortales son edificadas y dilatadas en Cristo, de manera que en

    este destierro terrenal prospere el templo en que la divina majestad recibe

    el culto grato y legtimo.

    28. En toda accin litrgica, por tanto, juntamente con la Iglesia, est

    presente su Divino Fundador. Cristo est presente en el Augusto Sacramento

    del Altar, bien en la persona de su ministro, bien, principalmente, bajo las

    especies eucarsticas; est presente en los Sacramentos con la virtud que en

    ellos transfunde para que sean instrumentos eficaces de santidad; est

    presente, por fin, en las alabanzas y en las splicas dirigidas a Dios, camaest escrito: Donde estn dos o tres congregados en mi nombre, all estoy y

    en medio de ellos[22].

    29. La Sagrada Liturgia es, por tanto, el culto pblico que nuestro Redentor

    rinde al Padre como Cabeza de la Iglesia, y es el culto que la sociedad de

    los fieles rinde a su Cabeza, y, por medio de ella, al Padre eterno; es, par

    decirlo en pocas palabras, el culto integral del Cuerpo mstico de

    Jesucristo; esto es, de la Cabeza y de sus miembros.

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    2. Prctica de esta doctrina

    30. La accin litrgica se inicia con la misma fundacin de la Iglesia. Los

    primeros cristianos, en efecto, perseveran en or la enseanza de los

    Apstoles, y en la unin en la fraccin del pan y en la oracin[23]. En

    todas partes donde los pastores pueden reunir un grupo de fieles, erigen un

    altar, sobre el que ofrecen el sacrificio, y en torno de ste son

    establecidos otros ritos adecuados a la salvacin de los hombres y a la

    glorificacin de Dios. Entre estos ritos, estn en primer lugar los

    Sacramentos, es decir, las siete fuentes principales de salvacin; despus

    las celebraciones de las alabanzas divinas, con las que los fieles, tambin

    reunidos, obedecen a 1a exhortacin del Apstol: Ensendoos y exhortndoos

    unos a otros con toda sabidura, con salmos, himnos y cnticos espirituales,

    cantando y dando gracias a Dios en vuestros corazones[24]; despus la

    lectura de la

    Ley, de los profetas; del Evangelio y de las Epstolasapostlicas, y; por fin, la homila, con la cual el presidente de la asamble

    recuerda y comenta tilmente los preceptos del Divino Maestro y los

    acontecimientos principales de su vida. y amonesta a todos los presentes con

    oportunas exhortaciones y ejemplos.

    31. El culto se organiza y se desarrolla segn las circunstancias y las

    necesidades de los cristianos, se enriquece con nuevos ritos, ceremonias y

    frmulas, siempre con la misma intencin, esto es, a fin de que nos sintamo

    estimulados por estos signos..., nos sea conocido el progres realizado y no

    sintamos solicitados a aumentarlo con mayor vigor, ya que el efecto es tanto

    ms digno cunto ms ardiente es l afect que lo precede[25].

    32. As el alma se eleva ms y mejor hacia Dios; as el Sacerdocio de

    Jesucristo se mantiene activo en la sucesin de los tiempos, no siendo otra

    cosa la Liturgia qu el ejercicio de este Sacerdocio. Lo mismo que su Cabez

    divina; tambin la Iglesia asiste continuamente a sus hijos, los ayuda, los

    exhorta a la santidad, para qu adornados con est dignidad sobrenatural,

    puedan un da retornar al Padre, que est en los cielos. Devuelve la vida

    celestial a los nacidos a la vida terrenal, los llena del Espritu Santo par

    la lucha contra el enemigo implacable; congrega a los cristianos alrededor d

    los altares y con insistentes invitaciones los exhorta a celebrar y tomar

    parte en el Sacrificio Eucarstico, y los alimenta con el pan de los ngeles

    para que estn cada vez ms fuertes; purifica y consuela aquellos a quiene

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    el pecado hiri y manch; consagra con legtimo rito a aquellos que por

    vocacin se sienten llamados al ministerio sacerdotal; revigoriza con gracia

    y dones divinos el casto connubio de aquellos que estn destinados a fundar

    constituir la familia cristiana; despus de haberlos, confortado y restaurad

    con el vitico eucarstico y la santa, Uncin, en sus ltimas horas de vida

    terrena, acompaa al sepulcro con suma piedad los despojos de sus hijos, los

    compone religiosamente y los protege al amparo de la cruz, para que, puedan

    resucitar un da triunfantes sobre la muerte; bendice con particular

    solemnidad a cuantos dedican su vida al servicio divino, en el logro de la

    perfeccin religiosa, y extiende su mano auxiliadora a las almas que en las

    llamas de la purificacin imploran oraciones y sacrificios para conducirlas

    finalmente a la eterna beatitud.

    La Liturgia, culto interno y externo

    A)EXTERNO33. Todo el culto que la Iglesia rinde a Dios debe ser interno y externo. Es

    externo, porque as lo reclama la naturaleza del hombre, compuesto de alma y

    cuerpo; porque Dios ha dispuesto que conocindolo por medio de las cosas

    visibles, seamos atrados al amor de las cosas invisibles[26]. Adems, todo

    lo que sale del alma es expresado naturalmente con los sentidos; y el culto

    divino pertenece no solamente al individuo, sino tambin a la colectividad

    humana, y por lo tanto, es necesario que sea social, lo que es imposible,

    incluso en el terreno religioso, sin vnculos y manifestaciones externas. Po

    ltimo, es un medio que pone de relieve la unidad del Cuerpo mstico,

    acrecienta sus santos entusiasmos, aumenta sus fuerzas e intensifica su

    accin, si bien, en efecto, las ceremonias en s mismas no contengan ningun

    perfeccin o santidad, no obstante son actos externos de religin que, como

    signos, estimulan el alma a la veneracin de las Cosas sagradas, elevan la

    mente a la realidad sobrenatural, nutren la piedad, fomentan la caridad,

    aumentan la fe, robustecen la devocin, instruyen aun a los ms sencillos,adornan el culto de Dios, conservan la religin y distinguen a los verdadero

    de los falsos cristianos y de los heterodoxos[27].

    B) INTERNO

    1) Es elemento esencial.

    34. Pero el elemento esencial del culto debe ser el interno: es necesario, e

    efecto, vivir siempre en Cristo, dedicarse por entero a El, a fin de que en

    El y por El se d gloria al Padre.

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    2) As lo exigen la Liturgia, Cristo y la Iglesia.

    35. La Sagrada Liturgia exige que estos dos elementos estn ntimamente

    unidos, lo que no se cansa d repetir cada vez que prescribe un acto externo

    del culto. As, por ejemplo, a propsito del ayuno nos exhorta: A fin de qu

    lo que nuestra observancia profesa exteriormente se obre de hecho en nuestro

    interior[28]. De otra forma la religin se convierte en un ritualismo sin

    fundamento y sin sentido.

    36. Vosotros sabis, Venerables Hermanos, que el divino Maestro considera

    indignos del templo sagrado y expulsa de l a aquellos que creen honrar a

    Dios slo con el sonido de frases bien construidas y con posturas teatrales,

    y estn convencidos de poder proveer a su eterna salvacin sin desarraigar d

    su alma sus inveterados vicios[29].

    37. La Iglesia, por tanto, quiere que todos los fieles se postren a los pies

    del Redentor para profesarle su amor y su veneracin; quiere que lasmultitudes, como los nios que salieron con gozosas aclamaciones al encuentr

    de Cristo cuando entraba en Jerusaln, saluden y acompaen, al Rey de reyes

    al Sumo Autor de todas las cosas buenas con el canto de gloria y la accin d

    gracias; quiere que en sus labios haya plegarias, bien sean de splica, bien

    de alegra y gratitud, con las cuales, lo mismo que los Apstoles junto al

    lago de Tiberiades, puedan experimentar la ayuda de su misericordia y de su

    potencia, o como Pedro en el monte Tabor, se abandonen a Dios en los mstico

    transportes de la contemplacin.

    3) Falsedad y Verdad

    38. No tienen por esto una exacta nocin de la Sagrada Liturgia aquellos que

    la consideran como una parte exclusivamente externa y sensibles del culto

    divino como un ceremonial decorativo; ni yerran menos aquellos que la

    consideran como una mera suma de leyes y de preceptos, con los cuales la

    Jerarqua eclesistica ordena al cumplimiento de los ritos.

    39. Por tanto, deben todos tener bien sabido que no se puede honrardignamente a Dios si el alma no se dirige al logro de la perfeccin de la

    vida, y que el culto rendido a Dios por la Iglesia, en unin con su Cabeza

    divina, tiene la mxima eficacia de santificacin.

    40. Esta eficiencia, si se trata del sacrificio eucarstico y de los

    sacramentos, proviene ante todo del valor de la accin en s misma (ex

    opere, operato); s despus se considera tambin la actividad propia de la

    Esposa inmaculada de Jesucristo, con la que sta adorna de plegarias y

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    ceremonias sagradas el sacrificio eucarstico o los sacramentos; o si se

    :trata de los sacramentales, y otros ritos, instituidos por la jerarqua

    eclesistica, entonces la eficacia se deriva, ante todo, de la accin de la

    iglesia (ex opere operantis Ecclesiae), en cuanto que sta es santa, y obr

    siempre en ntima unin con su Cabeza.

    1) Nueva teora de la piedad objetiva

    41. A este propsito, Venerables Hermanos, deseamos que dediquis vuestra

    atencin a las nuevas teoras sobre" la piedad objetiva, las cuales, al

    esforzarse en poner de manifiesto el misterio del Cuerpo mstico, la realida

    efectiva de la gracia santificante y la accin divina de los sacramentos y

    del sacrificio eucarstico, tratan de posponer o hacer desaparecer la piedad

    subjetiva o personal.

    42. En las celebraciones litrgicas, y en particular en el augusto sacrifici

    del altar, se contina sin duda la obra de nuestra redencin y se aplican sufrutos. Cristo obra nuestra salvacin cada da en los sacramentos y en su

    sacrificio, y por medio de ellos continuamente purifica y consagra a Dios el

    gnero humano. Por tanto, esos sacramentos y ese sacrificio tienen una virtu

    objetiva, con la cual hacen partcipes a nuestras almas de la vida divina

    de Jesucristo. Tienen, pues, no por nuestra virtud, sino por virtud divina,

    la eficacia de unir la piedad de los miembros con la piedad de la Cabeza, y

    de hacerla en cierto modo accin de toda la comunidad.

    43. De estos profundos argumentos concluyen algunos, que toda la piedad

    cristiana debe consistir en el misterio del Cuerpo Mstico de Cristo, sin

    ninguna consideracin del elemento o ; y por esto cree

    que se deben abandonar todas las prcticas religiosas que no sean

    estrictamente litrgicas y se realicen fuera del culto pblico.

    Todos, sin embargo, podrn darse cuenta de que estas conclusiones acerca de

    las dos especies de piedad, aunque los principios arriba expuestos sean

    ptimos, son completamente falsas, insidiosas y daossimas.5) Doctrina verdadera.

    44. Es cierto que los sacramentos y el sacrificio del altar tienen una virtu

    intrnseca en cuanto son acciones del 'mismo Cristo, que comunica y difunde

    la gracia de la Cabeza divina en los miembros del Cuerpo mstico; pero para

    tener la debida eficacia exigen una buena disposicin de nuestra alma. Por

    esto advierte San Pablo, a propsito de la Eucarista: Examnese cada uno a

    s mismo y despus coma de este pan y beba de este cliz[30]. Por esto la

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    Iglesia define breve y claramente todos los ejercicios con que nuestra alma

    se purifica, especialmente durante la Cuaresma, como el entrenamiento de la

    milicia cristiana[31]. Son, pues, acciones de los miembros que con la ayuda

    de la gracia quieren adherirse a su Cabeza, a fin de que repitiendo las

    palabras de San Agustn se nos manifieste en nuestra Cabeza la fuente misma

    de la gracia[32]. Pero hay que advertir que estos miembros estn vivos,

    dotados de razn; y de voluntad propia, y por esto es necesario que acercand

    los, labios a la fuente, tomen y asimilen el alimento vital y eliminen todo

    lo que pueda impedir su eficacia. Hay pues, que afirmar, que la obra de la

    Redencin, independiente en s de nuestra voluntad requiere el ltimo

    esfuerzo de nuestra alma para que podamos conseguir la eterna salvacin.

    45. Si la piedad privada e interna de los individuos descuidase el augusto

    sacrificio del altar, y se sustrajese al influjo salvador que emana de laCabeza a los miembros, esto sera, sin duda, reprochable y estril; pero

    cundo todos los consejos y actos de piedad que no son estrictamente

    litrgicos fijan la mirada del alma en los actos humanos, nicamente para

    dirigirlos a nuestro Padre, que est en los cielos; para estimular,

    saludablemente a los hombres la penitencia y al temor de Dios y para; una

    vez arrancados de los atractivos del mundo y, de los vicios, conducirlas

    felizmente por el arduo camino a la cima de la santidad, entonces son no

    solamente loables, sino necesarios, porque descubren los peligros de la vid

    espiritual, nos mueven a la adquisicin de la virtud y aumentan el fervor

    con que todos debemos, dedicarnos al servicio de Jesucristo.

    6) Necesidad de meditacin y prcticas espirituales.

    46. La genuina y verdadera piedad, aquella que el Doctor Anglico llamo,

    devocin y que es el acto principal de la virtud de la religin, por la qu

    los hombres se orientan debidamente, se dirigen conveniente a Dios y se

    dedican al culto divino[33], tiene necesidad de la meditacin de las verdadesobrenaturales y de las prcticas espirituales, para alimentarse, estimulars

    y vigorizarse, y para animarnos a la perfeccin. Porque la religin

    Cristiana, debidamente practicada, requiere ante todo que la voluntad se

    consagre a Dios e influya sobre las dems facultades del alma. Pero todo act

    de voluntad. supone el ejercicio de la inteligencia y antes de que se concib

    el deseo y el propsito de darse a Dios por medio del sacrificio, es

    absolutamente necesario el conocimiento de los argumentos, y de los motivos

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    que imponen la religin, como por ejemplo, el fin ltimo del hombre y la

    grandeza de la divina Majestad, el deber de sujecin al Creador, los tesoros

    inagotables del. Amor con que El nos quiere enriquecer, la necesidad de la

    gracia para llegar a la meta sealada y el camino particular que la divina

    Providencia nos ha preparado, ya qu todos, como miembros de un cuerpo, hemo

    sido unidos con Jesucristo nuestra Cabeza. Y pues que no siempre los motivos

    del amor hacen mella en el alma agitada por las pasiones, es muy oportuno qu

    nos impresione tambin la saludable consideracin de la divina Justicia, par

    reducirnos a la humildad cristiana, a la penitencia y a la enmienda de las

    costumbres.

    47. Todas estas consideraciones no deben ser una vaca y abstracta

    reminiscencia, sino que deben tender, efectivamente, a someter nuestros

    sentidos y facultades a la razn iluminada por la fe; a purificar nuestra

    alma, unindola cada da ms ntimamente a Cristo, conformndola cada vez ma El, y sacando de El la inspiracin y la fuerza divina de que tiene

    necesidad; a convertirse en estmulos cada vez ms eficaces, que exciten a

    los hombres al bien, a la fidelidad al propio deber, a la prctica de la

    religin y al ferviente ejercicio de la virtud: Vosotros sois de Cristo, y

    Cristo de Dios[34]. Sea, pues, todo orgnico y, por decirlo as,

    teocntrico, si verdaderamente queremos que todo se encamine a la gloria d

    Dios por la vida y la virtud que nos viene de nuestra Cabeza divina:

    Teniendo, pues, hermanos, en virtud de la Sangre de Cristo, firme confianza

    de entrar en el Santuario, que El nos abri, como camino nuevo y vivo a

    travs del velo, esto es, de su Sangre; y teniendo un gran Sacerdote sobre l

    casa de Dios, acerqumonos con sincero corazn, con la fe perfecta,

    purificados los corazones de toda conciencia mala y lavado el cuerpo con el

    agua pura. Retengamos firme la confesin de la esperanza... Miremos los unos

    por los otros para excitarnos a la caridad y a las buenas obras[35].

    48. De aqu se deriva el armonioso equilibrio de los miembros del Cuerpomstico de Jesucristo. Con la enseanza de la fe catlica, con la exhortaci

    a la observancia de los preceptos cristianos, la Iglesia prepara el camino a

    su accin propiamente sacerdotal y santificadora; nos dispone a una ms

    ntima contemplacin de la vida del Divino Redentor, y nos conduce a un

    conocimiento ms profundo de los misterios de la fe, para que de ellos

    obtengamos el alimento sobrenatural, con el que, fortalecidos, podamos

    adelantar seguros hacia la perfeccin de la vida por Cristo. No slo por obr

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    de sus ministros, sino tambin por la de todos los fieles, de tal modo

    impregnados del espritu de Jesucristo, la Iglesia se esfuerza en empapar de

    este mismo espritu la vida y la actividad privada, conyugal, social y, por

    ltimo, econmica y poltica de los hombres, para que todos aquellos que se

    llaman hijos de Dios puedan ms fcilmente conseguir su fin.

    49. De esta manera, la accin privada y el esfuerzo asctico dirigido a la

    purificacin del alma estimulan las energas de los fieles y les disponen a

    participar ms aptamente en el Sacrificio augusto del Altar, a recibir los

    Sacramentos con ms fruto, y a celebrar los ritos sagrados de modo que salga

    de ellos ms animados y formados en la oracin y la abnegacin cristiana; a

    cooperar activamente a las inspiraciones y a las llamadas de la gracia y a

    imitar cada da ms las virtudes del Redentor, no slo por su propio

    beneficio, sino tambin para el de todo el Cuerpo de la Iglesia, en el cual

    todo el bien que se realiza proviene de la virtud de la Cabeza y redunda enbeneficio de los miembros.

    C) NO HAY REPUGNANCIA

    50. Por esto en la vida espiritual no puede haber ninguna oposicin o

    repugnancia entre la accin divina, que infunde la gracia en las almas, para

    continuar nuestra Redencin, y la colaboracin activa del hombre, que no deb

    hacer infructuoso el don de Dios[36]; entre la eficacia del rito externo de

    los Sacramentos, que proviene del valor intrnseco de los mismos (ex opere

    operato) y el mrito del que los administra o recibe (ex opere operantis)

    entre las oraciones privadas y las plegarias pblicas; entre la tica y la

    contemplacin de las verdades sobrenaturales; entre la vida asctica y la

    piedad litrgica; entre el poder de jurisdiccin y de legtimo magisterio y

    la potestad eminentemente sacerdotal que se ejercita en el mismo ministerio

    sagrado.

    51. Por graves motivos la Iglesia prescribe a los ministros de los altares ya los religiosos que en los tiempos sealados atiendan a piadosa meditacin,

    al diligente examen y enmienda de la conciencia y a los dems ejercicios

    espirituales[37], puesto que estn destinados de manera particular a cumplir

    las funciones litrgicas del sacrificio y de la alabanza divina.

    52. Sin duda, la plegaria litrgica, siendo como es oracin pblica de la

    Esposa Santa de Jesucristo, tiene mayor dignidad que las oraciones privadas;

    pero esta superioridad no quiere decir que entre los dos gneros de oracin

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    haya ningn contraste u oposicin. Pues estando animadas de un mismo

    espritu, las dos se funden y armonizan, segn aquello: porque Cristo lo es

    todo en todos[38] y tienden al mismo fin: a formar a Cristo en nosotros[39]

    [1] I Tim. II, 5.

    [2] Hebr. IV, 14.

    [3] Hebr. IX, 14.

    [4] Mal. I, 11.

    [5] Conc. Trid. Ses. XXII, cap. 1.

    [6] Ibid., cap. 2.

    [7] Encclica. Caritate Christi, 3 mayo 1932.

    [8] Motu Proprio. In cotidianis precibus, 24 marzo, 1945.

    [9] I Cor. X, 17.

    [10] S. Thom. Sum. Theol. IIII, 81, 1.

    [11] Cfr. Lib. Levtico.

    [12] 12 Hebr. X, 1.

    [13] 13 Jn., I, 14.

    [14]Hebr. X, 57.

    [15] Hebr. X, 10.

    [16] Jn., I, 9.

    [17] Hebr. X, 39.

    [18] I Jn., II, 1.

    [19] I Tim. III, 15.

    [20]Cfr. Bonif. IX, Ab origine mundi, 7%1391. Calixt. III, . Summus

    Pontifex, 1 I1456. Po II Triumphans Pastor, 12IV1459. Innoc. XI,

    Triumphans Pastor, 3X1678.

    [21]Efes. II, 1922.

    [22]Mt. XVIII, 20.

    [23]Act. II, 42.

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    [24]Col. III, 16.

    [25]S. August. Ep. 130, Ad Probam. 18.

    [26]Misal Romano. Prefacio de Navidad.

    [27]I Card. Bona, De divina Psalmodia, cap. 19, 111, 1.

    [28]Misal Romano, Secr. Fer. V post. Dom. II Quadrag.

    [29]Me. VII, 6, Is. XXIX, 13.

    [30]I Cor. XI, 28.

    [31]Misal Romano, Fer. IV Cin. Or. post imposit. cin.

    [32]De praedest. Sanct. 31.

    [33] IIII, 82, 1.

    [34] I Cor. III, 23.

    [35] Hebr. X, 1924.

    [36] II Cor. VI, 1.

    [37] C. I. C.: can. 123, 125, 565, 571, 595, 1.357.

    [38] Col. III, 11.

    [39] Gal. IV, 19.

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    Carta Encclica Musicae Sacrae Para dar mayor esplendor al culto divino y

    fomente ms eficazmente la vida espiritual de los fieles. S.S. Po XII 25 de

    diciembre de 1955.

    La disciplina de la msica sagrada siempre la tuvimos en grande estima; por

    ello nos ha parecido oportuno, por medio de esta Carta encclica, tratar

    ordenadamente dicha materia, exponiendo al mismo tiempo con mayor amplitud

    muchas cuestiones suscitadas y discutidas en los ltimos decenios, para que

    este tan noble y tan hermoso arte ayude continuamente al mayor esplendor del

    culto divino y fomente ms eficazmente la vida espiritual de los fieles.

    De S.S. Po XII

    25 de Diciembre de 1955

    Al mismo tiempo hemos querido responder a los deseos que no pocos de

    vosotros, Venerables Hermanos, con prudencia Nos habais expuesto y que hast

    insignes maestros de esta disciplina liberal y preclaros cultivadores de la

    msica sagrada tambin han formulado en Congresos celebrados sobre tal

    materia, y, finalmente, atender a lo que sugieren las experiencias de la vid

    pastoral y los progresos de la ciencia y de los estudios sobre dicho arte.

    Esperamos as que las normas sabiamente promulgadas por San Po X en aquel

    documento que l mismo llam con razn cdigo jurdico de la msica sagrada

    (1) queden de nuevo confirmadas e inculcadas, reciban nueva luz y se

    corroboren con nuevos razonamientos; y as, al adaptarse el arte ilustre de

    la msica sagrada a la circunstancias actuales, y aun en cierto modo

    enriquecerse, se hallar en condiciones de responder cada vez mejor a su fin

    tan elevado.

    I. MSICA, DON DE DIOS

    2. Entre los muchos y grandes dones naturales con que Dios, en quien se hall

    la armona de la perfecta concordia y la suma coherencia, ha enriquecido al

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    hombre creado a su imagen y semejanza (2) , se debe contar la msica, la

    cual, como las dems artes liberales, se refiere al gozo espiritual y al

    descanso del alma. De ella dijo con razn San Agustn: La msica, es decir,

    la ciencia y el arte de modular rectamente, para recuerdo de cosas grandes,

    ha sido concedida tambin por la liberalidad de Dios a los mortales dotados

    de alma racional (3) .

    Nada extrao, pues, que el canto sagrado y el arte musical -segn consta por

    muchos documentos antiguos y modernos- hayan sido empleados para dar brillo

    esplendor a las ceremonias religiosas siempre y en todas partes, aun entre

    los pueblos gentiles; y que de este arte se haya servido principalmente el

    culto del sumo y verdadero Dios, ya desde los tiempos primitivos. El pueblo

    de Dios, librado milagrosamente del Mar Rojo por el poder divino, cant al

    Seor un himno de victoria; y Mara, hermana del caudillo Moiss, en arranquproftico, cant al son de los tmpanos, acompaada por el canto del pueblo

    (4) . Ms tarde, cuando el Arca de Dios fue conducida desde la casa de

    Obededn a la ciudad de David, el rey mismo y todo Israel danzaban delante

    del Seor con instrumentos hechos de madera, ctaras, liras, tambores,

    sistros y cmbalos (5) . El mismo rey David fij las reglas de la msica y

    canto para el culto sagrado (6) : reglas que, al volver el pueblo del

    destierro, se restablecieron de nuevo, guardndose luego fielmente hasta la

    venida del Divino Redentor. Y en la Iglesia fundada por el divino Salvador,

    ya desde el principio se usaba y tena en honor el canto sagrado, como

    claramente lo indica el apstol San Pablo, cuando escribe a los de Efeso:

    Llenaos del Espritu Santo, recitando entre vosotros salmos e himnos y canto

    espirituales (7) ; y que este uso de cantar salmos estuviese en vigor tambi

    en las reuniones de los