lyotard - carta a cassin

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a Sumuel Carsira Londres, 6 de febrero de 1984 A medida que la discusidn se desarrolla en el plano internacional, la complejidad de la "ciiiestidn posmodcma" sc agrava. Cuando la enfoque, en 1979, en torno dc la cucstibn dc los "grandes relaios", mi intencidn era simplificarla, pcm me temo que fui más alla de lo mesario. lios "memlatos" a que se refiere Lu condicidn posmo- dernai son aquellos que han marcado Ea modernidad: ernanci- pacidn progresiva de la m6n y de la libertad, ernartcipxi6n progresiva o caiaswófica del trabajo (fuente de valor al icnado en el capizalismo), enriquecimiento de toda la humanidad a través del progreso de la tecnocicncia capitalista, e incIuso, si se cuenta al cristianisma dentro de la modernidad (opuesto, por lo tanto, al cIasicismo antiguo), saIvaci6n de las creaturas por medio de la conversión de las almas via el relato crístico dcl amor mirtir. La filosofía de Hegel totaliza iodos estos relatos y. en este sentido, concentra en si misma la modernidad especu- lativa. Estos relatos no son mitos en e1 sentido de fabulas (incluso cl relato cristiano). Es cierto que, igual que los mitos, su findidad es legitimar las insiituciones y las prScric;is sociales y politicas, las legislaciones, las Bicas, las maneras dc penar. Pero, a diferencia de los mitos, estos relatos no buscan 1 Versión cspiiola, Cátedra, Madrid, 1984. m. del T.) i k ji; :i$ i : '~: 1 1 j/ ,'\ , ,.1 ;!J i 11 -5 1 ,-, ::[! " ,$ \[i ,[i! ., i', :?j ; p t.( ::i{ !. 1 . 1 ! ,I j' 3 t t 1 t d :,l ;ii ,,/ !i' :f\ ' 11

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Page 1: LYOTARD - Carta a Cassin

a Sumuel Carsira

Londres, 6 de febrero de 1984

A medida que la discusidn se desarrolla en el plano internacional, la complejidad de la "ciiiestidn posmodcma" sc agrava. Cuando la enfoque, en 1979, en torno dc la cucstibn dc los "grandes relaios", mi intencidn era simplificarla, pcm me temo que fui más alla de lo mesario.

lios "memlatos" a que se refiere Lu condicidn posmo- dernai son aquellos que han marcado Ea modernidad: ernanci- pacidn progresiva de la m6n y de la libertad, ernartcipxi6n progresiva o caiaswófica del trabajo (fuente de valor al icnado en el capizalismo), enriquecimiento de toda la humanidad a través del progreso de la tecnocicncia capitalista, e incIuso, si se cuenta al cristianisma dentro de la modernidad (opuesto, por lo tanto, al cIasicismo antiguo), saIvaci6n de las creaturas por medio de la conversión de las almas via el relato crístico dcl amor mirtir. La filosofía de Hegel totaliza iodos estos relatos y. en este sentido, concentra en si misma la modernidad especu- lativa.

Estos relatos no son mitos en e1 sentido de fabulas (incluso cl relato cristiano). Es cierto que, igual que los mitos, su findidad es legitimar las insiituciones y las prScric;is sociales y politicas, las legislaciones, las Bicas, las maneras dc penar. Pero, a diferencia de los mitos, estos relatos no buscan

1 Versión cspiiola, Cátedra, Madrid, 1984. m. del T.)

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la refeida legitimidad en un ac:r, originarici fundacional, sino en un futuro que se ha de producir, es decir, en una Idea a realizar. Esta Idea (dc libertad, de "luz", de sociaIismo, etc.) pose un valw legitimante porque es universaI. Como tal, orienta todas las realidades humanas, da a la rndcrnidad su modo caracte- rística: el proyeclo, ese proyecto que Habermas considera aún inacabado y que debe ser retornada, renovado.

Mi argumenlo es que el proyecto moderna (de realización de la universalidad) no ha sido ahndonado ni olvidado, sino desmido, "liquidado". Hay muchos modos de destrucción, y muchos nombrcs lc sirven coma sirnblos de ello. "Auschwitz" puede ser tomado como un nombre pmdigrnitico para la "no rdi~ación" trágica de Ia rndemidad.

Sin emhargo. la victoria dc la tecnmiencia capitalista sobre los demas candidatos a la finalidad univcrcal de la historia humana es otra. manera dc destruir cl proyecto moderno que. a su vez, simula que ha de mlií-arlo. La dominaci6n por parte del sujeto sobre los objeios obtenidos por las ciencias y las lec- nnlogfas contemporáneas no viene xornpaflada dc una mayor libertad, como Lampo me aparejado mas educación pública o un caudal de riqueza mayor y mejor distribuida. Viene acom- pailada de una mayor seguridad respecta de los hcchos.

Pero esia dominación sólo reconoce el dxito como criterio de juicio. Sin embargo, no puede dccir quk es el éxito, ni por que es bueno, juao, verdadero, puesto que el éxito se comprueba, como una sanción cuya ley ignoramos. No con- sigue el proyecta de ~calización de la universalidad sinoque, por 21 contrario, acclera el procesa de deslegitirnaci0o. Esro es, prc- cisamente, lo que aparece descsi 10 en la obra de Kaka. Pcro tam- bien es Io que significa el propio principio de las axxiom6licas en la formalizacjone~ cicnlificas.

Desde luego, la deslegitimación forma pane ya de la modernidad: ¿quién puede decir si Crislo es c1 hijo dc Dios a un irnposlor? Su Padre lo abandonó. El martirio de Jesús rccibió su equivalenie polilico en la ejccuci6n dc Luis XW, scibcrano legitimo. ¿Cu,?l será la fuente de h legitimidad en la historia moderna a partir de 1792? Decimos: el pucblo. Pera el pucblo

cs una Jdea, y en tomo de e s h Idea hay dispir~w, combates. Se trata do saber cuál es la buena Idea del pueblo y se trata de hacerla prevalecer. De ahí la extensi611 de las guerras civiles en los siglos xrx y m, y el hecho cierto de que aUn la guerra rndcrna enú-e naciones es siempre una guerra civil: yo, gobier- no del pueblo, cuestiono la legitimidad de ru gobierno. En Auschwitz se desmiy6 físicamente a un soberano rncdemo: se desuuy6 a tado un pueblo. H u h la iniendbn, se ensay6 des- truirlo. Se trata del crimen que abre la posmodernidad, crimen de lesa soborania, ya no regicidio sino populicidio (algo diferente de los euiocidios).

En estas condiciones, ~c6rno pueden seguir siendo creí- bles los grandes relatos de legitimxidn?

Esto no quiere dock que no haya relato que no pueda ser ya creíble. Por m e m l a t o o gran relato, entiendo precisamente las narraciones que tienen función legitimante o legitimatoria. Su decadencia no impide que existan millares de historias, peque- Aas o no dan pequcfias, que continúen tramando el tejido de la vi- ria cotidiana.

En Ca condición posmoderna y en los oims libros de esta epoca (en parte en las Inslrwrions pafennes}, exageré la irnpomcia que + ha de atribuir al g6nm narrativo. Aquél era un momento en una investigacihn mis extensa y m i s radical que llega a su cutminaci6n en 15 Difered . En panicular, resulta excesivo identificar el conocimiente con el reblo. No quiero decir que la teoria sea más objetiva que el relato. El rclaio del historiador está sometido casi a las mismas reglas de esiablecimilcnio de la realidad que se aplican al relata del físico. Pero la historia es una narracidn que, por afiadidura, tiene la pretensión de ser ciencia y no scilarncnte una novela. En con- uapartida, la teoría cicntifica no tiene, en principio, la pre- iensj6n de ser narrativa (por mucho que \a astrofisica coniem- poránea nos cuente del iberadamente la historia de1 cosmos desde el Big Bmg). Dicho de otra manera, hoy cn dia pienso que hay que distinguir los regimcncs de frases dífcrcntes y los géneros de discursos diferentes. En la narratología general hay un elemenio metafisico no criticado, una, hegemonía acordada a un géncro, el

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Misiva sobre la historia universal

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N narrativo, sobre los de& génems. UM suerte de sokranía dc los pequelíos relatos, que Les pernilir4 escapar a la crisis de deslcgitimaci6n. Con seguridad, estos retatos escapan a la crisis, pero debido a que tampoco han tenido valor de Iegiti- rnacidn. La prosa del pueblo. quiero decir, su prosa real: decir una cosa y al mismo tiempo, lo conirario, "De d padre, tal 1 hijo" y "Padre avaro. hijo pródigo". El romanticismo pensaba que es& prosa era consistente, orientado corno estaba por una

¡ tareade expresividad, deemancipación, dereveIaciÓn de una wbi- F duría. La pasmodemidad es trtnibikn el fin del pueblo como rey

de las historias. Añado una nota final a la cuestibn de la tecnaciencia

actual. La tecnociencia actuaZ realiza el proyecto moderno: el l

I hombre se convierte en amo y semr de la naluraleza. Fcro al mismo tiempo la desestlibili~a profundamente, ya que bajo el nombre de "la natumleza" hay quc conm tambien todos los

I L ccinstituycntes del sujeto humano: su sistema nervioso, su

i

cbdigo genético, su compuier corlical, sws captadores visuales, + auditivm, sus sistemas clc comunicación, especialmente los I linguísticos. y sus organizaciones de vida en grupo, etc.

Finalmente, su ciencia. su iecnocicncja, l o n a tambi6n parte de la naturaleza. Se puede hacer, se hace Ea ciencia de la ciencia como se hace cicncia de la, naturaleza. Inctuso sucede que para la tecnología se c r d , hace una dCcada, a partir de esk descu- brimiento, todo un ámbito STS (science iechniquc mckta: la inmanencia del sujeto en el objeto que el sujeto estudia y transfoma. Y hay una versión recíproca: los objetos tienen sus lengu~jcs, dc tal modo que conocerlos implica poder traducidos. Por consiguiente, hay tina inmanencia de Ia inicligcncia respec- to de las casas. En estas condiciones de encabritgmiento rccí- proco del sujeto y del objeto, ¿cómo puede persistir e1 ideal de la dominación? Por el canuario, vemos que cae en desuso en la rcpresenfricirin de la ciencia que se dan a s i mismos los ex- 1 1 pcsros, los sabios, los científicos. E1 hombre quizh sca tan sólo un nudo muy sofisucado cn la interacción general de las radia-

I ciones que constituye e1 universo.