luz que no se apaga

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Luz que no se apagaPor Mirtha F. Siccardi

Captulo 1 El micro marchaba ya a las afueras de San Carlos de Bariloche, hermosa ciudad de los Andes argentinos junto al lago Nahuel Huap. Poco a poco desaparecan los clsicos chalets tipo suizo, para dejar paso al paisaje patagnicoandino: all los elevados picos coronados de nieve y ms ac la abundante vegetacin de las laderas: bosques de hayas y pinos. El zumbido montono del motor pareca adormecer a los pasajeros, que bien envueltos en mantas y tapados guardaban el mayor silencio mientras los ojos se cerraban perezosamente. Marthita Spendi se acurruc ms en su asiento y trag saliva repetidas veces, como queriendo ahogar el nudo de llanto que le cerraba la garganta. Mir furtivamente a su compaera de asiento, que pareca dormir, y luego volvi a cerrar los ojos en los que ya ardan las lgrimas. Pero no ... no deba llorar... ya era una nia grande de catorce aos... sera una vergenza hacerlo! Adems, haca slo dos das que se haba separado de su familia. Slo dos das... pero... Martha carraspe y comenz a buscar en los bolsillos de su campera de cuero hasta que encontr una caja de chiclets, se puso tres en la boca y volvi a envolverse bien en su manta. Trat de distraerse mirando una vez ms sus botitas charoladas que asomaban bajo su abrigo. Qu lindas eran! Nunca haba tenido un par as y cuntas prendas lindas tena! Cunta ropa nueva! Cuntas cosas haban sido para ella desde aquel da... Haca un mes que el doctor Enrique habl detenidamente con sus padres y con ella. Martha recordaba todo perfectamente. El doctor, viejo amigo de la familia la haba atendido siempre y ella le tena gran confianza. Las palabras que l pronunciara aquel da volvan con claridad a su mente: Vengo tratando a Martha desde que naci. Siempre ha sido una chica sana y fuerte hasta que comenz a dar el estirn de la adolescencia. Empez a debilitarse como todos a su edad, pero el atracn de estudios termin en lo que deba terminar tamaa imprudencia a su edad y estado. Y aqu la tenemos a la nia cansada fsica y mentalmente -agotada. Con inyecciones y pastillitas poco conseguiremos y ha llegado la hora de hacer algo... de hacer lo necesario para reponerla. Martha debe cambiar completamente de ambiente, por lo menos por un mes. Es absolutamente necesario que no toque un solo libro de estudios y que se distraiga en tareas que no exijan esfuerzo mental. Necesita mucha distraccin, paseos, deportes, etc. Luego habl exponiendo su plan, diciendo finalmente: Debemos hacer cuanto est a nuestro alcance para mandar a Marthita al Sur. Sera un cambio completo. All podr distraerse ampliamente con el cambio de paisaje y me gustara que aprendiera un poco de esqu. Es un buen ejercicio y excelente distraccin. S, s, realmente tenemos la oportunidad por las barbas y sera muy triste dejarla escapar, porque bien se sabe que es calva, no? S, el doctor Enrique tena razn. La oportunidad se presentaba como pocas. La seorita Erica Lestka, profesora de gimnasia de Martha y enfermera del doctor haba seguido y planeado junto con l todo lo referente a la nia. Erica haba estado

muchas veces en el Sur, practicando los deportes de invierno. Tena alojamiento y pensin gratis en el refugio-hotel del Sr. Herman Winelmann, viejo amigo de sus padres, de modo que con esa influencia logr fcilmente que el Sr. Winelmann acordara de buen grado dar alojamiento gratuito a Martha. Nada me cuesta hacerlo, haba dicho en una carta. Tendr sumo placer en complacer su pedido, Srta. Erica. En ese momento el coche dio un barquinazo y Martha sali bruscamente de sus cavilaciones. Mir a su alrededor y por algunos segundos casi se divirti observando a un grueso seor sentado en la otra fila, a quien el sacudn acababa de despertar y que se hallaba ahora rezongando patticamente. Pero pronto volvi a dormirse y Martha sigui recordando todo lo ocurrido ltimamente. Sus padres haban consentido el plan del doctor. Qu no haran por la salud de su hija? Pero... el viaje desde Buenos Aires (donde vivan) hasta Bariloche costaba mucho, as como el equipo de ropa que necesitaba comprar. Adems haba que pensar en pagar a la profesora de gimnasia y ellos no tenan el dinero suficiente. El seor Spendi era pastor evanglico y su sueldo alcanzaba a penas para gastos familiares. El problema se presentaba infranqueable y en su preocupacin toda la familia se dirigi a Aquel cuya voluntad es la mejor. Martha dej de mascar su chiclet mientras recordaba con reverencia la maravillosa contestacin de Dios a aquella oracin. Primero, la Srta. Erica declar rotundamente que no quera nada por sus servicios. No faltara ms! dijo. Gracias a Martha me gano un mes de vacaciones gratis, y voy a cobrar? No, no, yo lo nico que quiero es llevarme a Martha conmigo. La familia Spendi agradeci a Dios por esto. Faltaba ahora el dinero para el viaje y las ropas. Pero Dios jams contesta a medias. Pocos das despus un matrimonio muy rico de la congregacin vino a hablar con el pastor y su seora. Dijeron que sentan algo en el corazn, un deseo grande de ayudar en todo lo necesario. Manifestaron al fin su decisin de pagar todos los gastos y cosas que an faltaban. Desde ese da comenzaron los preparativos. Martha volvi a mascar su chiclet porque el llanto amenazaba nuevamente al recordar aquellos ltimos das: las miradas tristes y tiernas de su madre, los consejos de su padre, las bromas y risas con que sus dos hermanas mayores trataban de mitigar el dolor de la separacin. Al fin lleg el da de la partida. La excitacin nerviosa la haca rer cuando suba por primera vez al inmenso avin de Aerolneas Argentinas que la llevara a Bariloche junto con Erica. Cuando el aparato comenz a moverse, se aferr a la ventanilla y sonri a los suyos. Triste sonrisa! Valiente sonrisa que se derriti en lgrimas cuando ya ninguno de sus familiares poda verla! S, se haba conservado sonriente hasta el fin y se felicitaba, pero... qu duro! Qu duro separarse de sus queridos! Oye, Marthita. Ests despierta? Martha se sobresalt. Era su compaera Erica que la llamaba. Se enjug una lgrima que le resbalaba por la mejilla y se volvi frotndose los ojos. S, s contest tratando de sonrer. Estoy ms o menos despierta: presente en cuerpo y ausente en espritu. Vamos! exclam Erica. No me digas que ya extraas a mam. Es la primera vez que sales sin ella? No... mejor dicho, s, es la primera vez que dejo a mi mam y a todos por tanto tiempo, y tan lejos respondi Martha tristemente. Usted, Erica, puede imaginarse lo feo que es, pero se que necesito esto. Me va a hacer bien aprender a ser un poco independiente. Adems, si es por mi salud, debo hacerlo. Has hablado como lo que eres! dijo Erica sonriendo. Mucho valor,

Martha! Un mes se pasar pronto, y cuando vuelvas, bien repuesta y fuerte, te vas a felicitar de este pequeo sacrificio. Recuerda lo que te dijo el doctor: Ms vale un corto sacrificio que un largo arrepentimiento. Ahora lo que debes hacer es olvidarte de todo lo pasado, de los estudios y exmenes con sus dolores de cabeza, eh?. S, s contest Martha me olvidar de todo. Ah! Qu felicidad ha de ser despertarse a la maana con el pensamiento de que no hay que estudiar! Mire, me traigo un cuaderno para hacerme un diario de todo este mes. Quiero describir todo, todo, desde el paisaje hasta las personas. A mis compaeras les har unas cartas dignas de un: Muy bien, seorita! de parte del profesor de castellano. Has visto? dijo Erica riendo. Con todos los planes que tienes se te va a pasar el mes volando! La carita de Martha volvi a ensombrecerse mientras deca: No lo crea. Estos dos das desde la partida ya me parecen demasiado largos. Oh! Ya vers que no contest Erica sonriendo comprensivamente. La corneta estridente del micro sobresalt a los despiertos y despert a los dormidos. Martha se apresur a mirar por la ventanilla. El coche penetraba en un angosto camino que conduca a una casa de madera, una especie de hostelera cuya chimenea humeaba lentamente. Ms all se vean algunos otros edificios, muchos pinos y el suelo cubierto de una capita blanca. Pero los pasajeros ya estaban demasiado ocupados en acomodar sus enseres y prepararse para descender. Abrgate bien, Martha advirti Erica a tiempo que se envolva el cuello con una gruesa bufanda. La nia asinti en silencio. Procedi a subirse el cierre de la campera, meti los extremos de sus pantalones de lana en las botas, y luego de acomodarse el cuello de piel se coloc su gorrita. Erica mientras tanto baj los bolsos del porta-paquetes y dobl las pesadas mantas. Lanzando al aire otros estridentes cornetazos, el micro aminor la marcha hasta detenerse frente a la hostera, que ostentaba en un cartel el ttulo de: Mi Cabaa. Martha sonri otra vez al observar al seor grueso que se abra paso mirando a todos con cara de pocos amigos. Al fin le toc a ella el turno de bajar y lo hizo dando un suspiro de alivio. Erica baj inmediatamente y entregndole los bolsos y las mantas le dijo que los llevara adentro mientras ella se ocupaba de sacar las otras valijas. Martha, un poco aturdida, iba a penetrar en Mi Cabaa pero se detuvo en la puerta porque el ambiente estaba algo cargado de humo y no poda ver bien. Qu desea, nia? dijo una voz a su lado. Volvi la cabeza y se encontr con un hombre de aspecto rudo que la miraba somnoliento desde una mesa. Este es un bar? pregunt la nia, a la vez que se encendan varias luces que, alumbrando la habitacin, le permitieron ver varias mesitas con sillas y al fondo un mostrador con una mquina de caf que humeaba. Agarre mesa pronto, nia. Mire que ya las estn ocupando a todas advirti el hombre, ponindose en pie. Martha se apresur a seguir el consejo y lo ms rpido que pudo arrastr los bolsos hasta una mesita redonda que se hallaba cerca de un tabique pegado al mostrador. Acomod los bolsos en un rincn, luego se dej caer en una silla y, apoyando los codos sobre la mesa, se dedic a observar lo que pasaba a su alrededor. En un extremo del bar poda ver al seor grueso que, sentado muy orondo, encenda un soberbio toscano. En otra mesa se encontraba una aristocrtica seora con sus dos hijas. Las tres lucan hermosos tapados de piel y eran bastante antipticas. Luego estaban dos matrimonios ya maduros sentados en

una mesa doble. Ambos seores fumaban y las dos seoras conversaban. Ms all estaba sentado otro matrimonio ms joven: l, delgado y enjuto con cara de intelectual, y ella, sofisticada y nerviosa, fumaba tanto como su esposo. Qu gente antiptica! pens Martha. Me parece que son todos ricachones aburridos que no saben qu hacer para distraerse. En ese momento llegaba Erica. Qu lugar lindo elegiste! exclam al sentarse. Tomaremos algo caliente y nos vamos enseguida para all, sabes? As tenemos tiempo de acomodar la ropa antes de medioda. Son las diez y media ya. El hotel queda ac cerca, verdad? dijo Martha, pero call de repente y prest atencin con curiosidad. Una enojada voz de muchacho llegaba desde atrs del delgado tabique de madera: "Bah! Ya le todo el registro del hotel. En este micro llegan tres o cuatro viejos locos, una familia... ah! y esa profesora de gimnasia amiga de pap con su alumna". Erica y Martha se miraron, divertidas. Mi padre es el alemn ms cabeza dura que conozco segua el invisible rezongn. Ya estoy harto de todo! Lo que es de esas cuatro locas de la pieza 1, engredas y estpidas!... Te refieres a las hijas del Sr. Lpez Cobo? interrumpi otra voz masculina ms grave y acentada. Y sin embargo la ms chica, esa quinceaera llamada Mnica...ejem! Qu te parece, querido Ronny?... Cllate! el iracundo Ronny solt una maldicin Estoy cansado de verla! Bah! Qu quieres? Es como todas: engreda, tonta, artista y pintarrajeada! Vaya al diablo! En mis diecisis aos de vida he llegado a la conclusin de que si este hotel fuera para hombres solos sera mucho mejor. Y a propsito, cundo vamos a probar el nuevo rifle? El otro solt una carcajada. Martha y Erica tambin rean. Bueno! dijo esta ltima. Mira qu bienvenida nos depar el refugio Winelmann. Ese Ronny (el enojado) es el hijo del Sr. Winelmann. Lo vi una vez desde lejos. Bien, as que pedimos dos tazas de caf o algunas masas? Erica se levant para ir al mostrador y Martha mir hacia el tabique. Una cabeza rubia se asomaba y pronto apareci de espaldas a ella, un muchacho alto y fornido. Mientras Martha pesaba si sera se el enojado, el muchacho volvi a sentarse y su cabeza desapareci tras el tabique. Martha no quera escuchar, pues saba que era de poca educacin hacerlo, pero no pudo evitar or lo que deca la inconfundible voz del "enojado". S, sa debe ser la profesora. Qu te parece, eh, Peter? Te paraste como un resorte. Martha sonri y luego se distrajo en otros pensamientos. Cuando lleg Erica comenzaron a hacer planes para excursiones, ejercicios, etc. Haban pasado ms de cinco minutos y Martha decidi ir a ver qu pasaba con el caf y de paso pedir agua para tomar unas pastillitas. Al llegar al mostrador se encontr con que el mozo no era otro que el hombre de cara somnolienta que encontrara al entrar. Oiga, seor! le dijo, sonrindole. Por favor, cuando nos lleve el caf, puede tambin llevarnos un vaso de agua? El hombre, atareado en la mquina de caf, le seal una bandeja servida. Eso es lo de ustedes le dijo. Llvelo, nia. Ac cada uno se lleva lo que pide. Vuelva despus a buscar el agua. Martha mir la bandeja, le tom el peso, y ante la horrorosa idea de verse en el suelo con el caf derramado, se volvi para hacer seas de auxilio a Erica. Iba ya

a agitar una mano en el aire, cuando sus ojos tropezaron con el tabique y dos personas. Reconoci al instante a Peter, el muchacho que se haba parado al pasar Erica. El otro seguramente sera Ronny, el enojado. Pero no repar mucho en l, y sin ms agit el brazo. Erica la vio y se levant. Martha se volvi hacia el mozo para reclamar el agua, de modo que cuando sinti el roce de la bandeja sobre el mostrador, dijo sin mirar: Tenga cuidado, Erica. Es bastante pesada. No se preocupe, seorita, a m no se me va a caer respondi una profunda voz masculina. Martha se volvi sobresaltada. Podra ser? Si, era el mismo. No haba duda, era Peter que con la bandeja en las manos la miraba sonriendo divertido. Oh! Per... perdone tartamude confundida. Pero esa bandeja es nuestra... El alto Peter se inclin para estar ms a su altura. Ya s contest. Pero yo te la llevar, si quieres. Ah! Si es as, s... Pero no debera molestarse dijo Martha apresuradamente. Nia! Ya le damos el agua anunci el mozo en esos momentos. Seorito, puede usted alcanzarla? Martha se volvi. El enojado haba abandonado su puesto junto al tabique y se hallaba ahora detrs del mostrador llenando un vaso, mientras la miraba fijamente con la cabeza algo inclinada. Esa seorita es su profesora de gimnasia? pregunt de pronto. S, contest Martha. Yo la conozco; estuvo antes aqu. Srvase, ac est el agua. Tiene miedo de volcarla? O es lo suficiente liviana para usted? La voz del muchacho son irnica. Si quiere, puedo llevrsela. Gracias, la llevo sola contest Martha. Muy bien, asinti el muchacho, encogindose de hombros tranquilamente. Martha dio media vuelta y se dirigi a su mesa. Peter ya se haba presentado a Erica. Mi alumna dijo sta sealando a Martha. Peter achic los ojos mientras se inclinaba con un poco de exageracin. S, s, ya alcanc a verla dijo riendo y estrechando con efusin la mano de la nia. Luego se volvi hacia Erica. Muy bien, ahora que he cumplido con el encargo de mi to de encontrar a ustedes, me retiro. Les llevar el equipaje al hotel. Son aquellas valijas de cuero, verdad? S, s, son aquellas contest Erica. Muchas gracias, Winelmann. Peter hizo una inclinacin y se alej. Es Winelmann tambin? interrog Martha luego. S, es sobrino del Sr. Herman, el que conozco yo. Es muy atento, verdad? El Sr. Herman los mand a l y a Ronny a buscarnos. As que nuestro equipaje ya estar en las piezas. Qu suerte! Qu piezas tendremos? No s. Habr que preguntar al Sr. Hans, el administrador. Siguieron conversando. Martha se senta algo mejor ahora que se distraa un poco. Di vez en cuando suspiraba hondo y su mente volaba otra vez all a su casa, llevando tambin su corazn. El caf estaba caliente y profesora y alumna beban con lentitud, observando por momentos lo que pasaba a su alrededor o charlando. Al fin terminaron. Erica fue a pagar y poco despus salieron de Mi Cabaa. Afuera reinaba un ambiente fro y calmo. A unos doscientos metros de la

hostera se levantaba un slido edificio de dos pisos y un chalet de medianas proporciones, ambos rodeados de un cerco de cipreses altos y erguidos. All tienes el Refugio Winelmann seal Erica sonriendo. Es ese ms grande? Es hermoso! Martha mor todo, sorprendida. Cuntos pinos! Es un bosque? Enfrente del hotel? No, es nada ms que un montecito contest Erica . Ms all en la montaa hay un bosque inmenso de pinos, abetos, etc. Son rboles hermosos, no es cierto? Me gustan muchsimo! declar Martha con entusiasmo. Me hacen acordar la casa de mi abuelita all en Crdoba. En ese momento llegaron frente al edificio. Penetraron por una puerta de hierro entre dos altos pilares y avanzaron por un sendero bordeado de cipreses bajos, que conduca a la puerta principal del hotel. Al entrar, notaron que un ambiente clido reinaba en el saln que se extenda a ambos lados de la puerta. Un ventanal a la derecha y otro a la izquierda de la misma, arrojaban luz sobre las mesas que se hallaban perfectamente distribuidas. Era el comedor, seguramente, y Martha pens que le gustara comer en una mesa al lado del ventanal. Frente a la puerta de entrada y a unos doce metros de la misma, que era el ancho del saln, haba un mostrador de madera lustrada, que tena un cartel de vidrio: Administracin. All se dirigieron Erica y Martha. Las seoritas Lestka y Spendi? pregunt en duro castellano el administrador. Piezas 18 y 19. Ya est all el equipaje. As diciendo, seal inclinndose las escaleras, tambin de madera lustrada, que suban a pocos pasos de la derecha del mostrador. Erica agradeci y sigui a Martha, que ya haba comenzado a subir. Al dejar el ltimo tramo, se encontraron en un pasillo ancho y largo con puertas a ambos lados. Piezas 18 y 19! Ac estn! anunci Martha, y sin demorar ms, abri la puerta No. 18 y penetr en una amplia habitacin individual, llena de alfombras y muy confortable. Se comunicaba con la habitacin No. 19 por medio de un corto pasillo. Martha corri hacia all atropellndose con Erica que vena a su encuentro. Ambas rieron. Ya estaban en sus habitaciones. Pronto abrieron las valijas y comenzaron a instalarse cada una en la suya. Sers mi hogar por un mes, murmur Martha y sus ojos se llenaron de nostalgia otra vez. Qu estaran haciendo a esta hora all en casa pap, mam y las chicas?

Captulo II Ya haban pasado casi once horas desde la llegada. Eran las nueve de la noche y Martha se preparaba para acostarse. Erica terminaba algunos arreglos en su habitacin mientras planeaba mentalmente el programa de gimnasia y dems tratamiento de su alumna. Martha se encontraba profundamente pensativa mientras se descalzaba las botas y se pona unas chinelas celestes. Qu es esto? se pregunt distrada al encontrar un papel bien doblado en la punta de su chinela izquierda. Lo sac, lo mir con curiosidad y al desdoblarlo una sonrisa ilumin su carita. Era una nota de su hermana mayor y comenz a leerla con avidez: Hola, Martingala! Viste qu buenas ideas tengo? Te envolv yo las chinelas con la nota, porque saba que las desenvolveras recin la primera noche que estuvieras en el Refugio Winelmann. Y como tengo ms experiencia que t, s que esta primera noche all te sentirs un poco solitaria. Verdad, hermanita? Pero lo cierto es que no ests sola. Te acompaamos nosotros ac con nuestro pensamiento y oracin, y all muy cerquita te acompaa el mejor Amigo, cierto? El Seor estar al lado de tu cama esta noche. As que si se te ocurre extraar o llorar un poquitn, acurdate de contarle a El todo lo que te pasa. Bueno, hermanita ma. Qu tal tus botas de charol? Dales mis ms respetuosos saludos. Y tus muchos zoquetes nuevos? Acurdate de lavarlos de vez en cuando, no? No salgas con el cabello suelto cuando hay viento porque vas a perder tu belleza, eh? Y qu me dices del viaje en avin? No te dio vrtigo? Qu veas desde las alturas? Cmo es Bariloche? Cmo es todo el refugio? Lindo? Feo? Muy bien, con estas preguntas ya tienes tema para escribir cuanto antes una larga carta. Ahora, arror mi nena Que duermas bien! Suea con los angelitos (como yo), je-je. Recibe cariosos pellizcones, abrazos y besos de tu respetable hermana: Miriam. P.D.: En el bolso ms pequeo encontrars un frasquito con ... tu querida crema Pons! Con lo cual soaste revolcarte . Es un regalo exclusivamente mo para que lo uses cuando se te pone colorada la nariz. Carios a Erica. Martha qued un momento sonriendo con el papel en las manos. Luego se puso en pie apresuradamente y, tomando una bolsa de goma, cruz el pasillito hasta la otra habitacin. Adelante, seorita! dijo alegremente Erica. Qu la trae por aqu? Encontr una nota de Miriam adentro de una chinela. Le manda a Ud. Muchos carios contest Martha sonriendo. Adems, vengo porque necesito agua caliente para los pies y la del bao est apenas tibia. Ah! bueno, pediremos agua a la administracin. Yo tambin necesito. Mira, Erica seal su mesa de luz, ese telfono que est all es interno. Levanta el tubo y te contestarn de abajo. Pide el agua. Martha se acerc al aparato y al levantar el tubo, Hable! rugi una voz al otro lado del hilo. Perdone, seor se apresur a contestar Martha, necesitamos agua caliento y la del bao est tibia. Para la bolsa de los pies? S, seor. Podra Ud. por favor ...? Piezas 18 y 19? volvi a interrumpir la voz. S, seor contest Martha amablemente. Bueno, baje Ud. con las bolsas, que le daremos el agua en seguida.

Martha colg, y tomando la bolsita de Erica, sali de la habitacin al corredor grande. Camin apresuradamente hasta las escaleras sin hacer el menor ruido con sus chinelas. Pero los escalones de madera comenzaron a crujir a cada paso y el silencio reinante pareca ampliar el ruido. Martha record de pronto una poesa que hablaba de un castillo misterioso: Afuera se queja el viento con sus lgubres silbidos. Parecen seguirme siempre personajes misteriosos, y al pisar las escaleras me horrorizan sus crujidos. Sonri involuntariamente. Al llegar abajo se encontr en el gran salncomedor envuelto en el silencio de la penumbra. Mir hacia el mostrador de la administracin, de donde provena la luz de un pequeo velador, y se acerc. Lo primero que vio fueron dos pies calzados con zapatos mocasines y medias rojas cruzadas sobre el pequeo escritorio. Al llegar ms cerca distingui el humo vacilante de un cigarrillo sostenido por una mano que se mova displicente. Martha se detuvo indecisa. No sera mejor ir a buscar a Erica? Dio una mirada a su alrededor. Todo estaba demasiado oscuro y tranquilo. Sinti un leve ruido en la escalera, y al volverse sobresaltada, se le resbal una bolsa que fue a caer pesadamente al suelo. El corazn le dio un vuelco, tom la bolsa en el momento en que los zapatos mocasines desaparecan de sobre el escritorio y una cabeza se asomaba. Martha reconoci inmediatamente el perfil de Ronny el enojado y casi sinti alivio. Sintiendo deseos de rer y huir al mismo tiempo, se acerc definitivamente al mostrador. El muchacho levant la pantalla del velador y la luz dio de lleno en la cara de la nia. Viene Ud. a buscar el agua? pregunt sumamente serio. S... Tendr que esperar un momento; recin di la orden a la cocina dijo el muchacho lentamente. Qudese, si quiere. Demorar mucho? pregunt Martha con cierta impaciencia. Ronny entrecerr los ojos y lanzando una bocanada de humo tom el telfono. Hola! dijo secamente. Falta mucho para el agua? Cmo? Eres t, Peter? Qu haces all? Inmediatamente Ronny comenz a hablar en alemn. Martha, que se encontraba apoyada mirando la extica pantalla del velador, torci la cabeza y mir al muchacho con atencin. l desvi en seguida la mirada y se pas una mano por los cabellos. El desequilibrado adolescente corazn de Martha dio un latido de ms al darse cuenta que Ronny era todo un Adonis, de cabellos dorados un poco desordenados y con el clsico mechn rebelde sobre la frente. Tena un perfil casi perfecto, nariz recta y labios un poco infantiles quizs, pero despreciables y cnicos con ese horrible cigarrillo. Tan enfrascada estaba Martha en enumerar literalmente las facciones del muchacho, que cuando se hallaba tratando de dar un calificativo a las manos, fue bruscamente sobresaltada por un sbito silencio y el ruido del timbre al ser colgado el tubo. Un poco sonrojada levant la vista y se encontr con los ojos grises, escudriadores y reflexivos de Ronny. El agua estar aqu dentro de un minuto. No fuma? As diciendo, el muchacho volvi a poner los pies sobre el escritorio y le extendi una cigarrera. Martha lo mir con desprecio. No fumo, gracias a Dios contest firmemente. El muchacho la mir esbozando una sonrisa por primera vez.

Qu dice? exclam. Que gracias a Dios no fuma? Entonces yo fumo, gracias a ... Usted fuma, gracias al diablo replic Martha con calma. Ronny lanz una carcajada espontnea. Bueno, no pensaba eso yo. Pero si es as, agradezco de todo corazn al seor diablo dijo, y acomodndose mejor, tom el cigarrillo y entrecerrando nuevamente los ojos aspir con lentitud, y con la misma arrogancia y soltura de un viejo hombre de mundo, dejo escapar el humo con indolencia. Martha sinti en su interior desvanecerse toda admiracin que sintiera por el muchacho. Y si an me gusta este horrible depravado, soy la ms tonta que existe, dijo para s con severidad. Qu le pasa? Est enojada? pregunt Ronny en esos momentos. Martha se dio cuenta que tena el ceo fruncido y se apresur a sonrer. estaba pensando, comenz a decir. Piense no ms! le interrumpi el muchacho encogindose de hombros tranquilamente. Martha sacudi sus cabellos hacia atrs y se dio vuelta lentamente hasta que qued de espaldas al antiptico Ronny. Poco despus un hombre se acercaba desde un extremo oscuro del saln. Lleg y coloc sobre el mostrador un recipiente humeante, y diciendo algunas palabras un poco inteligibles, se alej con una inclinacin. Ronny se puso en pie, tir el cigarrillo, y con un gesto casi caballeresco tom las bolsas y comenz a llenarlas en silencio. Bueno, srvase dijo al entregarlas ya tapadas. Tenga cuidado que no se les caigan. Gracias! contest Martha. Perdone y buenas noches! Buenas noches respondi el muchacho. Que suee con el diablo agreg en voz baja. Martha apresur el paso y subi la escalera casi corriendo. Luego de entregar la bolsa a Erica, la salud y fue a su habitacin. Se desvisti apresuradamente, y apagando la luz grande, encendi un pequeo velador en su mesita de luz. Acostada boca arriba, con las manos bajo la nuca, recorri con una mirada toda su habitacin. Al lado derecho de su cama se hallaba la puerta al pasillo que comunicaba con la otra habitacin. Estaba cerrada. Tambin lo estaba la otra puerta que daba sobre el corredor grande. Martha volvi la cabeza hacia el lado izquierdo, y sus ojos tropezaron con la amplia ventana de oscuras cortinas y la pequea mesa-escritorio de color claro. All ya haba alineado ella sus libros en su bibliotequita porttil y haba colocado dos porta-retratos: uno con la fotografa de sus padres y otro con la de Miriam y Betty (sus dos hermanas). Los mir a todos con cario, sonrindoles como si la estuvieran viendo. Pestae ligeramente y dio un hondo suspiro. Era la primera noche que dormira sola y lejos, completamente lejos de su hogar. Volvi a suspirar y tom su Biblia de sobre la mesita. Iba a abrirla, pero de pronto se qued quieta, muy quieta, y mir hacia la ventana. Haba sentido un ruido. Seran ilusiones? Prest atencin, pero slo oy algunas voces y pasos provenientes de abajo y la msica lejana de una radio. Vamos! Si el Refugio Winelmann es tranquilo. Martha se reproch a s misma por miedosa, y tomando decididamente la Biblia, al abri donde tena un sealador. Era en el libro de 1 Samuel, y la historia del pueblo israelita la absorbi por ms de media hora. Luego, antes de apagar la luz, tom otra vez la nota de Miriam y procedi a releerla con

ms tranquilidad: ... Como tengo ms experiencia que t, s que esta primera noche all te sentirs un poco solitaria, verdad, hermanita? Aqu fue interrumpida la lectura. Martha dio un salto en la cama. No, esta vez no se haba equivocado! Haba odo un ruido de verdad! Se qued inmvil, escuchando. Quin es? pregunt a media voz, pero no oy nada. Las voces y la msica de la radio haban cesado, quizs ms de un cuarto de hora antes. Slo se senta el silbido irregular del viento. Esper unos momentos ms. Sinti un leve crujido, y Tac ...tac-tac! el golpe casi rtmico se dej or en la ventana. Martha contuvo la respiracin; pareca el llamado de una mano sobre los vidrios. Miles de pensamientos acudieron a su mente. Record un artculo que leyera en una revista, que era el relato verdico de una casa en que de noche se sentan ruidos misteriosos. Pens tambin que podra ser un animal. Pero sobre todas las cosas senta que le envolva una completa sensacin de soledad. Trataba de reprocharse y calmarse. Pero vea que estaba all sola... en una habitacin extraa... impersonal... Haban pasado dos minutos. Sinti inteligiblemente un crujido que pareca provenir de las escaleras, y en seguida el misterioso tac-tac-tac en la ventana. Se meti bien abajo en las cobijas, mientras una sola palabra cruzaba por su mente horrorizndola: espiritismo! Si el alemn Winelmann fuera espiritista? No haba odo ella decir que donde reinaba esa secta demonaca, muy fcilmente se sentan ruidos inexplicables? Martha temblando trat de apartar este pensamiento, mir ansiosa los retratos de sus familiares, y los ojos se le nublaron de lgrimas mientras que, conteniendo los sollozos, murmur angustiosamente: Mam! Mamita! Oh! Siquiera estuviera la mam para refugiarse en sus brazos! Pero estaba muy lejos, terriblemente lejos, y ella ac sola, tan sola! y esos ruidos horribles! Martha trataba de no llorar fuerte y de no moverse. Arrug ms en sus manos la carta de Miriam, y de pronto record un prrafo que leyera en ella: ... Muy cerquita tuyo te acompaa el mejor Amigo, cierto? El Seor estar al lado de tu cama esta noche. Muy cerquita, al lado de mi cama, murmur para s. Dos lgrimas le corran lentamente por las mejillas. Mir a su alrededor dando un suspiro. Pero qued tensa, con los ojos agrandados e incrdulos, las cortinas se movieron y se sinti el rtmico tac-tac-tac. Instintivamente, Martha tom su Biblia, la abri y salt de la cama. Fui una miedosa! El Seor est a mi lado. Algo har. Se detuvo para secarse las lgrimas que le empaaban los ojos, y en ese momento la ventana cruji y una rfaga de aire fro penetr en la habitacin. Para Martha ver la ventana entreabierta y abalanzarse hacia ella con la Biblia en alto fue todo uno. Y de pronto record todo. Record que Erica haba abierto las ventanas y seguramente olvid cerrar sa. Tonta! Soy ms que tonta! exclam riendo ahora sin poder contenerse, mientras cerraba bien la ventana. Luego se dej caer en una silla, rendida por un sbito cansancio y relajamiento. Not que an tena apretada en un brazo su Biblia abierta y se apresur a mirar qu haba encontrada al azar: Jehov es mi luz y mi salvacin. De quin temer? Jehov es la fortaleza de mi vida. De quin he de atemorizarme? Martha levant la vista y sonri sorprendida. Maravillosa coincidencia! Maravilloso libro que siempre tena un mensaje para la necesidad ms urgente del alma!

Ley con agradecimiento todo el Salmo 27, y poco a poco dej de temblar. Se acost, apag la luz, y luego de unos momentos de silenciosa oracin, se acomod bien para dormir. Un nuevo crujido la sobresalt. Seor! Padre! Haz que no tenga miedo, or al instante casi en voz alta. Haz que no piense ms en eso de espiritismo. Yo s que nada me puede pasar porque soy tuya. Perdname por ser tan tonta y por haberme olvidado hace un momento que t estabas conmigo. Cuando estaba asustada, en vez de pensar en ti llam a mam. Qu mal hice! T eres ms poderoso que mam, y amas a tus hijos ms que cualquier madre del mundo. Padre, yo soy hija tuya. Van ms cerca, Seor. Me siento muy sola. Extrao a todos... a mam... Tengo tantas ganas de llorar! Padre, aydame a apoyarme ms en ti. Qu hermoso sera poder verte, para dormirme en tus brazos, bien tranquila! Pero te doy gracias porque, aunque no te veo, s que ests ac muy cerca de mi cama cuidndome. Martha qued un momento callada mientras se enjugaba algunas lgrimas. Jehov es mi luz y mi salvacin, se repiti. Y en este mes aprender que El es mi todo: mi familia, mi Amigo, mi Apoyo. El Seor es mi luz. Qu sera de m si no conociera al Seor? Qu horrible! Qu hubiera hecho esta noche? Seguro me hubiera muerto de miedo. Ah! Qu lindo que el Seor est cerca! Yo soy tonta y todava tengo un poquito de impresin, y ganas de llorar y ver a todos: a mam, a pap, a las chicas. Pero El est ac cerca. No debo ser tan dbil. Martha se arrop mejor, y poco a poco sus ojos se cerraron vencidos por el sueo. En las mejillas plidas se secaban las ltimas huellas de lgrimas, y el corazoncito que luchaba contra la pena y el miedo tuvo su tregua de descanso.

Captulo III El seor Herman Winelmann se hallaba sentado cmodamente en el confortable living de su casa construida al lado del hotel. Era un chalet tipo suizo, que pareca ms bien una cabaa de dos pisos. Oye, Ana: dentro de un momento llegar Erica dijo de pronto dirigindose a su esposa. La mujer levant la vista. Erica? repiti con indiferencia Viene con su alumna? No s. So la conoces a la nia? El Sr. Herman se detuvo para encender un cigarrillo. La vi. esta maana; es bastante plida pero no tiene aspecto de enferma. Bueno, est nevando bastante. Maana comenzarn los esquiadores a... All viene Erica! le interrumpi su mujer ponindose de pie. Luego de alisarse los cabellos con las manos abri la puerta a tiempo que llegaba Erica. Oh, seora! Cmo est Ud.? Bien, gracias. Me alegro de verla, Erica. Ambas mujeres se saludaron cordialmente y pronto se encontraban conversando, bien instaladas en el living. Por qu no vino la nia? interrog de pronto el Sr. Herman. Martita? Oh! Ella decidi quedarse. Est muy entusiasmada escribiendo cartas contest Erica. Necesita mucha distraccin, verdad? pregunt la Sra. Ana, luego de encender su cigarrillo. Le dijo Ud. Que puede ir a la biblioteca a leer y escuchar discos? S, y le entusiasm grandemente la idea. Le encanta la msica y la lectura. Yo creo que hoy mismo ir un momento. Y a propsito de distracciones, le parece, Sr. Herman, que maana podr salir a pasear por los alrededores? La conversacin sigui su curso hasta convertirse en un animado intercambio de opiniones sobre poltica, etc. Mientras tanto, en la habitacin 18 del hotel, Martha, sentada frente a la mesa-escritorio bajo la ventana, miraba a travs de los vidrios mordiendo la lapicera distradamente. Al fin baj los ojos y sigui escribiendo. Dispuesta a terminar su primera carta a su familia que llevaba ya cuatro hojas escritas. Bueno, ahora seguir describiendo a todas las personas por orden de aparicin: Peter, come dijo, es muy alto, rubio, simptico. (Qu te parece, Betty?) Ronny tambin es alto y rubio, pero creo que no tiene ms de 15 16 aos. Es antiptico y tiene unos ojos que parecen de acero inoxidable. Anoche me gust un poco, pero cuando le vi. fumar tantsimo, me dio repulsin y miedo. Pobre vicioso tan joven! El Sr. Herman tambin es alto (todos son altos ac), rubio y algo calvo. Tiene ojos iguales a Ronny pero ms feos. Es muy observador y me dijo que estaba muy contento de conocerme. Y la dems gente todava no la conozco bien. Me dijo Erica que hay una chica de mi edad, pero yo no la vi. Me da mucha lstima ese seor delgado con cara de intelectual que tiene una seora muy fumadora. Pobre hombre! Parece muy gran seor, pero creo que es un amargado. La seora rica y sus dos hijas (las de tapado de piel) se hicieron muy amigas de Erica. A m me dicen chiquita y cuando supieron que papato era ministro evanglico, me miraron de pies a cabeza y dijeron; ahhh! Los dos matrimonios viejitos casi siempre estn en Mi Cabaa tomando caf con fernet y jugando a las cartas. El seor gordo que fuma toscano se llama Sonrici. Esta maana yo bajaba corriendo y lo atropell, y entonces me dijo: No es nada, querida; no es nada. En fin, el ambiente y la gente en general son un poco agriados

y bastante antipticos, pero yo les sonro a todos. Yo quiero brillar para el Seor y siempre tengo en cuenta ese corito: Sonred aunque nada digis, Alumbrad, por doquiera que vais; Sonred, aunque mal todo veis, Alumbrad dondequiera estis. Bueno, queridos: papi, mami, Miriam y Betty, esta carta lleva ya cinco hojas, y por ser la primera est bien. Contesten pronto por favor. Escriban mucho, eh? Miren que estoy solita. Cmo me gustara tener un piano para tocar y cantar! Sera tan hermoso, pero creo que no hay ninguno por ac. Igual canto sola, despacito. Oren mucho por m. Saludos a todos mis amigos y a todos los que pregunten por m. Para Uds. Todos los besos y carios mos. Martha, doblando cuidadosamente la carta, prepar el cobre con la direccin, luego se levant. Ahora, a la biblioteca! Habr gente? Oh! con las ganas que tengo de escuchar msica! Pueda se que no haya nadie! Me llevar mi diario por las dudas y tambin puedo echar un vistazo a los libros. Seor, t puedes hacer que no haya nadie. Entre esa gente me siento chiquita y sola como una ovejita perdida, Y si hay, aydame a ser valiente y a brillar para ti, portndome como una hija tuya. Martha dio un suspiro y se mir en el espejo del toilet: pollera tableada marrn, pulver cuello alto celeste y saco azul marino. S, estoy bien. Tom su cuaderno y su lapicera y mientras bajaba las escaleras cantaba a media voz: Seor Jess, te ruego el cuidado que nadie, sino t, darme podr... Al llegar al saln comedor se dirigi directamente a la administracin, donde se hallaba Hans escribiendo a mquina. Buenas tardes dijo al verla. Qu desea la seorita? Aqu traigo esta carta, y tambin quisiera que me indicara dnde queda la biblioteca. Muy bien, seorita. Maana a primera hora llevaremos la correspondencia a la ciudad. Hans se levant, sali de detrs del mostrador por una puertita y le hizo sea a Martha que lo siguiera. Cruzaron el saln a lo largo y luego de abrir una puerta que daba un pasillo, el administrador hizo una inclinacin mientras sealaba una puerta cerrada al otro extremo. Luego dio media vuelta y se alej taconeando dignamente. Martha comenz a caminar casi de puntillas. Qu silencio! No habra nadie en la biblioteca? Lleg a la puerta que se le indicara y se detuvo. Escuch. Ni un ruido! No hay nadie pens profundamente satisfecha. Abri la puerta y se encontr en una habitacin cuyas paredes laterales estaban ocupadas por grandes bibliotecas con puertas de vidrio. Ms all descubri el tocadiscos al lado de una ventana. Penetr definitivamente, y ... oh, desgarradora desilusin! All cerca de una de las grandes bibliotecas, haba un escritorio, y detrs de l, Ronny. De los cinco mullidos sillones slo haba dos desocupados. Martha sinti deseos de salir

corriendo y volver a la solitaria paz de su habitacin. Una de las ocupantes de los sillones levant la vista y la mir con curiosidad y asombro. Martha cerr la puerta tras s y se detuvo indecisa mirando las grandes bibliotecas mientras pensaba en un plan de escape. Ronny no habl, y con ojos calculadores comenz a escudriarla cuando se hallaba de espaldas a l. Otros ojos con la misma expresin se fijaban en Martha. Eran los de la adolescente que, desde que la vio entrar, olvid el libro y reclinada en su silln pensaba y meditaba: Quin ser sta? Vaya!, es bastante linda! Cabello largo, castao, ojos tambin castaos. Pero es muy plida. Debera pintarse las mejillas, aunque no debe tener ms de 12 aos... Desea un libro? la voz autoritaria de Ronny rompi el silencio reinante. Martha se dio vuelta. Qu ... qu libros tiene? pregunt a tiempo que descubra en un silln de espaldas a ella el anguloso perfil del flaco seor cara de intelectual. Hay cuentos, historia, geografa, novelas contest Ronny ahogando un bostezo. De qu autores? Martha dio un suspiro, ya tristemente resignada a quedarse. El muchacho tom una carpeta y se la extendi dicindole: Aqu tiene el ndice. Martha se sent en el silln desocupado al lado de la chica que tanto la miraba y comenz a buscar nombres de autores y ttulos. Oye, Mnica, dijo de pronto una joven que haba permanecido engrascada en la lectura. Leste El Honorable Jim? La aludida Mnica, que no era otra que la observadora de Martha, se volvi vivamente. S, lo le, y si quieres mi opinin te dir que el protagonista tan sombro me recuerda mucho al ... seor Ronny dijo mirando al muchacho provocativamente. Este levant la vista y con una leve inclinacin de cabeza mascull un seco: Gracias, seorita!. Mnica solt una carcajada y se puso de pie, estirando sus largas piernas enfundadas en unos negros y estrechos pantalones. Ay! No s qu dara por bailar un momento! exclam sacudiendo su cabellera rojiza. Qu te parece si escuchamos un poco de msica? agreg dirigindose a la joven. Esta asinti y levantndose se dirigi a la discoteca. Martha alz la cabeza con inters. T tambin tienes ganas de bailar? le pregunt al instante Mnica. Yo? No! No bailo. Slo me gusta mucho la msica contest Martha. Dime, de dnde eres? Cmo te llamas? Mnica se cruz de brazos artsticamente. Me llamo Martha Spendi, y vengo de Buenos Aires. Ahhh! T eres la chica que vino con la Srta. Erica! Me pareca! Cuntos aos tienes? Catorce. Catorce? Mnica la mir sorprendida. Vaya! Cre que no tendras ms de 12. Yo tengo 15 y parezco mucho mayor que t. Me llamo Mnica Lpez Cobo y aquella es mi hermana Susana. As que no bailas? No, no me gusta y no s contest Martha. No te gusta bailar? exclam Mnica mientras mova los pies al comps de un vals que ya vibraba en el tocadiscos. Mira, si quieres te enseo. Es hermoso! No, gracias Martha contest amablemente, pero irgui con dignidad su

cabeza. No me gusta el baile. El seor intelectual le ech una mirada por encima de sus gafas, Susana la recorri de pies a cabeza de un solo fro vistazo, y Mnica se alej encogindose de hombros. Martha sigui repasando la carpeta. Pero realmente miraba sin ver, pues estaba sumida en sus pensamientos. Qu gente! Cmo se podr brillar ac? Bueno, yo creo que de cualquier modo siempre si queremos hay oportunidades. Plaff! Un sbito pesado ruido la sobresalt. El seor intelectual murmur algo visiblemente fastidiado. El voluminoso libro se le haba cado al suelo. Un solo pensamiento cruz por la mente de Martha; Una oportunidad! No la tengo que dejar escapar!. Se levant como un resorte, se apresur a recoger el libro y ... el corazn le dio un vuelco al descubrir que era ... la Biblia. Oh! la Biblia! La exclamacin sali tan espontneamente de labios de la nia que el enjuto seor la mir sorprendido. S, s. La conoces? pregunt con voz ronca. Claro! Cmo no la voy a conocer! contest sonriendo Martha. Yo la tengo y la leo siempre. Es un libro maravilloso, verdad, seor? S. S. Cmo! Has dicho que la lees siempre? pregunt el hombre, sorprendido. S, seor. La leo siempre repiti Martha, mientras senta que el corazn le lata con fuerza. Vaya! Vaya! Eres una nia juiciosa, pero ... Entiendes algo de la Biblia? interrog nuevamente el hombre. Martha, antes de contestar, tom asiento en una silla frente al silln y al lado del escritorio. Luego dijo tranquilamente: Seor, la entiendo. Si no, no la leera. Pero, quin te dijo que la leyeras? Qu cosa! Una nia leyendo la Biblia! Vaya! Es interesante! Hace mucho que la lees? Desde que s leer. Y antes me la lean mis padres. Ahhh! Comprendo! Seguramente eres evangelista, y los evanglicos les leen la Biblia hasta a las gallinas! As diciendo el hombre solt una seca carcajada. Martha se irgui en una actitud seria y responsable. Seor, dijo serenamente, yo soy cristiana evanglica y Ud. Tiene razn al querer decir que le damos la Biblia a todos. Pero Ud. sabe que la Biblia es la Palabra de Dios, y un mensaje de Dios debe ser ledo por todos. Aj! Ejem! carraspe el hombre. La Palabra de Dios repiti lentamente. Luego murmur algo ininteligible y de pronto lanz una carcajada burlona, fuerte, impersonal. Martha sinti que le temblaban las rodillas. Mir ligeramente a Ronny que observaba la escena con cierto inters, luego a las hermanas Lpez Cobo, que seguan poniendo ruidosos discos son preocuparse de los dems. En seguida volvi la mirada hacia el hombre que meneaba la cabeza, riendo an. De ... de qu se re, seor? le pregunt suavemente. La Biblia! La Palabra de Dios! Mascull el hombre irnicamente. Vaya! Me has hecho rer, nia. Dios! Ja-ja! Qu? No cree Ud. en Dios? pregunt Martha. El hombre se encogi de hombros y se inclin hacia adelante. Los hundidos ojos parecan dos chispas en medio de sus facciones agudas. Mira, nia... dijo roncamente, Dios es un Ser Superior y slo las mentes superiores pueden alcanzar a entenderlo. La Biblia, nia es un libro inescrutable que parece sencillo pero esconde profundidades que slo podemos vislumbrar los que nos hemos pasado la vida estudiando, entiendes? La Biblia es

un libro que puede ayudar en algo a la ciencia, pero no es la Palabra de Dios. Si lo fuera, no hara falta ms; su sola lectura nos acercara a El. Y bueno! intervino Martha. Eso es lo que hace la Biblia. La Biblia misma ha convencido a muchos otros de la existencia de Dios. Es un libro tan distinto de los otros! Uno que lo lee siente que esas palabras penetran hasta lo ms hondo del corazn. Y mire, seor, Ud. cree que un autor humano, por ms grande que sea, pueda escribir un libro que haya cambiado millones de vidas y que, a pesar de que fue tan perseguido, siempre sigue existiendo y extendindose mucho ms que cualquier otro? Ningn autor puede hacer eso, slo Dios. Ah! No, no! El viejo cuento de que la Biblia es la Palabra de Dios ha engaado a millones de ignorantes que la leen con fervor comprendiendo a su manera lo que dice. Todos los evangelistas y dems religiosos son unos pobres alucinados. Creen que tienen a Dios. Pobre gente! Dios no se encuentra as no ms. La Biblia es igual que un libro de cuentos fantsticos. Los milagros y prodigios que cuenta entusiasman a los ignorantes, como las historias de hadas entusiasman a los chiquillos, y entonces se creen que ya tienen en las manos la Palabra de dios. Ah, nia! Veo que eres inteligente. Yo te dara libros mejores y te quitara esa Biblia, que ya te habr llenado la cabeza de alucinaciones. Mrame a m! Estoy buscando a Dios. Antes crea, como t, que en las religiones y en las Biblias lo encontrara. Pero me he superado, me he metido en la mente ciencias superiores. Entiendes? Y algn da no muy lejano, podr tomar a Dios por las barbas y decirle: Al fin! Eres grande, pero te alcanc! El hombre volvi a rer estruendosamente. Martha se estremeci. Oh, Seor! Aydame! Qu le digo ahora? Parece un posedo pens mirando desconcertada el rostro encendido del hombre. Ronny reclinado sobre el escritorio escuchaba ahora atentamente y sin disimulo. Peter, que entraba en ese momento se acerc en silencio. Martha, plida y erguida pareca una pequea estatua. Cuando cesaron las carcajadas, su vocecita se dej or un poco temblorosa, pero llena de sinceridad. Mire, seor. Ud. nunca, nunca encontrar a Dios de esa manera. Ud. est equivocado. Acurdese lo que le pas a Satans, cuando era el ngel Lucifer y trat de alcanzar a dios hacindose grande. La mente de Dios es infinita. En cambio la nuestra es finita. Ud. cree que la inteligencia del hombre, por ms grande que sea, pueda siquiera compararse con la de Dios? La Biblia dice que lo loco de dios es mucho ms sabio que cualquier ciencia de los nombres. Cmo har Ud. para alcanzar a Dios, entonces, si lo ms tonto que pueda tener Dios es mil veces ms sabio que toda la ciencia superior que Ud. tenga? Martha call medio aturdida al darse cuenta de todo lo que haba dicho. Peter y Ronny se miraron admirados. Mira, dijo lentamente le enjuto seor. S que los religiosos creen que el sabio y el ignorante por igual pueden alcanzar a Dios por la fe. Admito que lo loco de Dios sea ms sabio que la ms alta ciencia humana. Y esto ayuda a mis ideas, porque si hay una fruta en un rbol alto, estar ms cerca de ella el que se suba a una escalera, verdad? Siendo as, quin est ms cerca de alcanzar a Dios? El pobre ignorante o el sabio que sube, se supera, hasta que Dios mismo premia su esfuerzo dndose a conocer? Crees que Dios, que es todo sabidura, puede darse a conocer a pobres necios? Crees que si quisiera podra hacerlo? No! Pues de la misma manera que el da y la noche no pueden verse juntos as la sabidura no puede jams, oyes? jams verse con la ignorancia! As que si queremos alcanzar a dios, tenemos que subir, superarnos, adquirir sabidura, como dicen los Proverbios filosficos en la Biblia.

Hubo un momento de silencio. El hombre encendi un cigarrillo. Martha estaba profundamente pensativa. Peter y Ronny la miraron expectantes. Bueno, seor, dijo de pronto, la verdad es que estoy un poco aturdida. Pero le voy a decir algo. Por ejemplo, yo tengo dos animalitos. Yo los cri y naturalmente los quiero. Uno de ellos es ms vivaracho, ms inteligente, y el otro ms retrado. Yo quisiera hacerles comprender que los quiero y deseo ser su amiga. Yo s que ellos nunca llegarn a tener mi inteligencia, por ms que se esfuercen, primeramente porque yo soy superior a ellos, y por ms que hagan siempre sern animales, aunque uno sea ms sabio que el otro. Pero lo principal es que yo no tengo inters en que ellos alcancen mi sabidura. Yo quiero que comprendan mi cario. Qu har, entonces? Esperar que ellos se superen y me alcancen? o les demostrar mi cario hacia ellos para que me quieran y confen en m? Martha call un momento respirando hondo y Ronny mir a Peter y arque las cejas. Bueno, sigui la nia con suavidad, lo mismo pasa con dios. El nos cre y nos ama. El quiere que nosotros nos demos cuenta de esto y tambin lo amemos. Dios es infinitamente sabio El sabe que por ms que hagamos, nunca alcanzaremos su grandeza. Sin embargo El quiere que le conozcamos. Qu har, entonces? Sentarse y esperar que nos superemos y alcancemos? No ... porque El sabe bien que esto es imposible. Dios, que sabe unir su sabidura con su gran amor, dio el primer paso para alcanzarnos a nosotros (as como yo les demostr a mis animalitos primero, que los quera). Dios demostr desde el principio su amor al mundo, sin hacer distincin de sabio o ignorante, rico o pobre. Su ms grandsima demostracin de amor a nosotros fue que el mismo Hijo de Dios dej su grandeza y baj a la tierra, vivi ac entre los hombres, la mayora ignorantes, se rebaj hasta la condicin de un hombre, y despus muri en una cruz por nosotros. Dios quiere que comprendamos esta prueba de su amor. No quiere que nos rompamos intilmente la cabeza para alcanzar su sabidura. La Biblia dice que De tal manera... S, s interrumpi el hombre alzando una mano. Est muy linda y genial tu ilustracin. Segn tu opinin basta creer y aceptar el amor de Dios para alcanzarlo. Muy fcil! Eh? Muy cmodo! Ja! Recibir un caramelito de manos de un rey, sin siquiera haber pisado el umbral de su palacio, eh? Ah! Pobre nia! agreg palmeando la mejilla de Martha. Eres inteligente, pero no sabes que Dios no quiere holgazanes. Si queremos a Dios tenemos que buscarlo. Hay que superarse, trabajar con todas las capacidades y energas tenidas. No! No me digas nada. No quiero discutir contigo, pequea. No temas, ya alcanzar a Dios. Horrible enigmtico! Parecera que cuanto ms estudio ms lejos se va. Pero si no hay lucha no hay victoria. Ya lo alcanzare, ya pronto! As diciendo solt su sardnica carcajada y se levant. Tir la Biblia sobre el escritorio y luego call. Su rostro estaba crispado y los ojos sombros. Se volvi hacia Martha y la tom por la barbilla. Perdona, nia, dijo casi en voz baja. No puedo hablar de estos temas sin violentarme. Sigue creyendo en las hadas, pequea; sigue creyendo que tienes a Dios. Siquiera esa alucinacin trae alegra. Ya cuando seas grande, te dars cuenta que dios no es tan fcil. Y entonces comenzar la bsqueda, las tormentas de la incesante bsqueda, la desesperacin, la ... Aqu se detuvo, hizo una mueca esbozando una sonrisa. Bueno, mejor que no rompa tu sueo de cristal. Te agradezco tu atencin y tus palabras. Eres una nia muy juiciosa y me alegro que no te gusta esa porquera aadi sealando el tocadiscos de donde provena un estridente jazz. Luego se alej sin que Martha tuviera tiempo de abrir la boca. La puerta se cerr tras l y Martha, inmvil, senta un nudo de pena en la garganta. Se

dio vuelta distradamente y se encontr con una simptica y paternal sonrisa de Peter, que dijo en seguida, Bien; no cualquiera le contesta as al viejo loco de Porterdn! Se llama Porterdn? Es un pobre hombre atribulado! respondi Martha seriamente. Ud. seorita, le contest muy bien, francamente bien intervino Ronny con algo de amabilidad. Luego los tres callaron. Martha estaba pensativa. Peter se sent descuidadamente en un silln y luego de un momento, Te gusta la msica, Martha? pregunt. Muchsimo! Pero no tanto sta contest la nia dando un suspiro. Comprendo. Es una lstima que te ganaron de mano! Pero esta noche te lo reservo, si quieres. As podrs escuchar lo que gustes. Gracias, pero me acuesto en seguida despus de cena y no podr venir. Maana, quizs si ... Tan temprano te acuestas? exclam Peter, extraado. S. Vine en tratamiento de reposo completo y debo dormir mucho. Oh! Seguramente! afirm el muchacho con aire profesional. Si es un tratamiento as... Hummm! Qu has hecho para agotarte? Comiste poco para guardar la lnea, como hacen las chicas de tu edad? Yo? No! contest Martha riendo. Lo que pasa es que quise estudiar de ms. Quera hacerme dos aos en el verano y este invierno entrar a 5 ao. Mis padres no queran, porque estaba un poco dbil, pero yo estaba tan empecinada que me fui a la casa de mi abuelita y me puse a estudiar y estudiar. Saba quedarme hasta las dos de la maana. Cabeza dura, eh? recrimin Peter severamente. No debiste hacer eso, nia caprichosa. Fue una estupidez de las ms grandes! Ya lo s, dijo pestaeando con fuerza. Fue una estupidez. Pero ya la estoy pagando bastante cara, y estoy arrepentidsima. Pero qu voy a hacer ahora? El tono de la nia y los grandes ojos castaos por los que cruzaba una sombra de tristeza ablandaron a Peter quien se apresur a decir: Vamos! No es para tanto! Si es cierto que cometiste una tontera, ahora debes olvidarte de todo y hacer bien tu tratamiento para reponerte. Seguramente necesitas mucha distraccin, ejercicios, diversiones, verdad? Tambin aprenders a esquiar. Vers que lindo es todo por ac. Te gusta mucho la nieve, verdad? pregunt sonriendo con complacencia al ver a la nia que no quitaba los ojos de la ventana, a travs de la cual se vean caer los blancos copitos acunados por la brisa. Oh! S! Es hermosa! exclam Martha con entusiasta admiracin. Si Ud. supiera cmo me gusta! All en Buenos Aires no cae nieve nunca. Por eso esta maana me pas las horas mirando nevar desde mi ventana. Es tan lindo! Por momento me pareca ver salir de entre los pinos a Pap Noel y su trineo. Martha segua mirando admirada hacia afuera. Yo slo haba visto nieve en las tarjetas de Navidad. Oh! Cuntas vueltas dan los copitos! verdad? Fjese, esta maana segu con la mirada un copito grande que vena bajando. Tuve tiempo de ponerle nombre, dio como dos volteretas antes de caer del todo abajo. Martha se volvi, y se encontr con dos pares de ojos grises que la observaban con simpata. Eres una exquisita admiradora de la naturaleza declar Peter. Cmo se llamaba el copito? Martha se sonroj vivamente, vacil unos momentos y al fin dijo con timidez: Se llamaba Sr. Sonricci. Era grande y me hizo acordar de l. Peter y Ronny soltaron una estruendosa carcajada.

Qu original! exclam Peter divertido. Sr. Sonricci! Qu ideas! Vamos! Por qu te pones tan colorada? No s, pero me arrepent de haberlo dicho contest Martha avergonzada, mientras Peter soltaba otra carcajada. Mi mam no quiere que me ra de la gente. Bah! Eso no es rerse por maldad! Cuando le escribas a tu mam le cuentas lo del copo Sonricci dijo Peter indulgente. Le escrib hoy, pero me olvid de ponerle eso, pero ya lo contar en otra carta. Esta ya era muy larga: cinco hojas! Cinco hojas! exclam Ronny con una sonrisita irnica. Seguro que le contara hasta la cantidad de baldosas que hay en la vereda. Y por qu no? replic Martha, mirando al muchacho con cierta frialdad . Es mi mam! Y a ella le interesa todo lo que me rodea. Ronny desvi la mirada, y Martha sinti un poco de lstima y remordimiento. Si no haba juzgado mal, el rostro del muchacho se haba contrado en una expresin de dureza ... o amargura....

Captulo IV En la casa de los Winelmann todo estaba en silencio. Sentado su silln frente a la estufa, fumando con displicencia su inseparable cigarrillo, el Sr. Herman sostena un partido de ajedrez con su seora. Ms all se encontraba Ronny ocupado en examinar y poner en condiciones su equipo de esqu. Se detuvo un momento en su tarea para tirar una colilla de cigarro y encender otro. Cuntos cigarrillos has fumado en el trmino de 15 minutos? gru su padre en duro alemn. No ms que t contest el muchacho en el mismo tono. Insolente! recrimin la Sra. Ana. Cundo aprenders educacin, Rolando? Si llamas educacin el hablar amablemente, seguramente no la aprender con ustedes replic Ronny mirando con frialdad a sus padres. Jaque al rey! anunci roncamente el Sr. Herman. Ana se mordi un labio, y alisndose con una mano sus cabellos demasiado rubios para ser naturales, se ensimism nuevamente en el juego. Ayyy! el gemido parti involuntario de los labios de Ronny. Un cuchillo fue a parar cerca del divn y el muchacho se levant con una mano baada en sangre. Qu te hiciste? interrog el Sr. Herman sin desviar la vista del tablero. Me cort; no lo ves? Ronny mascull una maldicin mientras trataba de detener la sangre con un pauelo. Dios mo! exclam la Sra. Ana con voz aguda. Vete en seguida de aqu, Rolando! No ves que ests ensuciando todo con sangre? Linda ocurrencia de venir a arreglar equipos a la sala! Vete, he dicho! S, me voy, y que me parta el ms re-maldito rayo, no? El muchacho desapareci dando un portazo y las piezas seguan movindose indiferentemente sobre el tablero. Pas ms de media hora en silencio y los esposos Winelmann seguan enfrascados en la partida. Est cada vez peor esta criatura! exclam de pronto la Sra. Ana . Rebelde y hosco. A nosotros no nos puede ni ver. Cundo ser el da que podamos mandarlo a vivir su vida y dejarlo libre! Estoy harta de or sus protestas y aguantar sus miradas llenas de odio! O te crees que es muy bonito estar en el papel de madre aborrecida? Si l me odia, sufrimos ambos. Deberas tener paciencia contest el Sr. Herman. Ronny tiene un carcter difcil y mucho ms ahora en la adolescencia. Sin embargo nos respeta an, a pesar de sus insolencias. Lo que pasa es que desde que no lo dejamos ir a Buenos Aires, se ha cerrado hermticamente. Mi deseo sera mandarlo y listo! Pero recuerda, Ana, han pasado dos aos. Ronny tiene ya 16, y Pablo acecha. Pablo no puede hacer nada; Ronny ni sabe que l existe! intervino la Sra. Ana nerviosamente. Es que nuestro querido Rolando es rebelde y malo. Siempre lo ha sido! Gracias por el calificativo, madre! dijo burlonamente Ronny que entraba en esos momentos plido y despeinado. Por qu traes esa cara? interrog el Sr. Herman secamente. Es la nica que tengo! replic el muchacho con violencia. Rolando! el Sr. Herman golpe la mesa con el puo y sus ojos adquirieron la dureza del acero. El muchacho mir a su padre, a ese rostro que pareca de piedra. Bien lo conoca l! Esa expresin cortante haba sido como una sombra negra en su niez

y como una pesadilla ahora en la adolescencia una pesadilla que no poda sacudirse de encima. La dura disciplina, la fra inflexibilidad de su padre, era algo a lo que estaba ya acostumbrado. Por eso slo atin morderse los labios y contestar con voz ronca: Fui a Peter. Tuvo que ponerme algunos puntos en la herida, y no es lindo que a uno le cosan la carne. Eso es todo. Eso no es todo! replic el Sr. Herman framente. Ronny levant la vista, sorprendido, pero inmediatamente su expresin se troc desafiante y abriendo el cierre de la chaqueta con su mano sana sac un sobre de un bolsillo interior. S, hay algo ms dijo lentamente. Deja eso ahora! interrumpi su padre. No me importa la correspondencia. Quiero hablar contigo, oyes? Deja esa carta all. Espera, es una carta muy interesante Ronny se la extendi sealndole el remitente y clavando su padre una mirada escudriadora. El Sr. Herman iba a hablar pero cerr la boca. Un observador ms experimentado que Ronny hubiera notada algo ms que perplejidad en la expresin del hombre. Hubo un segundo de sepulcral silencio. Pero inmediatamente le Sr. German carraspe y puso con descuido el sobre en su bolsillo. Nada importante! dijo luego indiferente. Pues yo recin me entero que existe un tal Pablo Winelmann en Buenos Aires apunt Ronny con nfasis. Qu? La Sra. Ana dio un brinco en su asiento. Una extraa palidez cubri el sofisticado rostro y una mirada fuerte de su esposo la hizo volver a la normalidad. Pero Ronny ya interrogaba: T lo conoces! Quin es? Es... un hombre contest vagamente la seora. Qu hombre ni que hombre! estall Ronny. Vamos! Quin es Pablo Winelmann? Es algn hermano tuyo, o...? Basta! rugi el Sr. Herman con mal contenida violencia. Pablo Winelmann es un hermano mo con el cual jams estuve de acuerdo. Por lo tanto no pens que te interesara conocerlo. Y vive en Buenos Aires! exclam Ronny con la expresin caracterstica de quien est atando cabos. Es por eso que no me quieren dejar ir all? De modo que por una estpida enemistad con ese Pablo pretenden arruinarme el porvenir? Tienen miedo de...? Calla! le interrumpi su padre autoritariamente. Ya te ests pasando la medida, Rolando! Hubo otro momento de silencio hasta que volvi a quebrarlo la voz del hombre. Ahora hablaba con su acostumbrada displicencia. El nombre de Pablo es una mancha para los Winelmann. Es un ser apasionado que no sabe medir ni sus sentimientos del mal ni del bien. Es un loco. Su esposa tuvo que abandonarlo. No s qu querr decirme ahora, despus de tantos aos que no sabemos nada uno del otro. As diciendo, el Sr. Herman abri tranquilamente el sobre. Pero est en Buenos Aires, y ... comenz a decir Ronny. Si est all, es por casualidad interrumpi su padre. Pablo es un vagabundo que va de ac para all. Entiendes, testaruda? Pues si no tienen miedo que me encuentre con esa oveja negra, qu , entonces? replic Ronny con los ojos chispeantes. Mira, estoy harto de este estpido lugar. Quiero irme, aunque sea a Chile! Me ahogo en este rincn del

diablo! Si algo me interes de ese Pablo, fue la idea de que fuera un to con quien podran dejarme sin miedo de que me come el cuco. Pero no hablar ms de l, si no quieren. Slo exijo que me expliquen de una vez por qu diablos no me dejan salir de ac. El Sr. Herman, que se haba puesto de pie, avanz hasta donde estaba su hijo. Se inclin hacia l: Escchame bien, Rolando David dijo con voz baja y cortante. Hemos aguantado tu madre y yo bastante ya, y esta es la ltima vez que repetimos la explicacin. Nuestras razones para no dejarte salir son mltiples. Entre ellas, nuestro deber de padres. Eres menor de edad y qu pretendes? Quieres estar libre, lejos de nuestra vigilancia para seguir el camino de tu to Pablo? S, all lo tienes a ese inservible, lleno de vicios y suciedades. Quiso el destino que supieras algo de l hoy, para poder decirte ahora que ese Pablo era como t. Sus padres fueron flojos y le cedieron en sus altaneras. Lo dejaron ir a estudiar. S, all lo tienes al estudioso! Pero t no seguirs su camino, oyes? T te quedars ac con tus padres! He dicho que no te irs, y no te irs! Ya lo sabes! No saldrs de ac hasta el ao que viene, cuando salgamos todos para Estados Unidos. Si tu deseo es estudiar, all tendrs tiempo de hacerlo. Adems, tienes libros excelentes y completos en la biblioteca, si quieres. De modo que no me molestes ms. No quiero saber ms nada de este asunto! Oyes? El Sr. Herman ech una ltima mirada fra y terminante a su hijo y sali rpidamente de la habitacin. Ronny se levant como un resorte, pero la mano de la Sra. Ana lo sujet por un brazo. Sultame! No me hables! No me digas ms nada! Me estuve conteniendo por pura consideracin, pero no aguanto ms. Maldito sea el da en que nac! Y ustedes, mis propios padres, nunca han considerado nada de m. Slo me han impuesto disciplina, como si en vez de hijo fuera un soldado. Y as han hecho nacer el odio. Me oyes t? Los odio! Rolando! Mides tus palabras? Rebelde como un demonio! la Sra. Ana clav sus manos en los hombros del muchacho. Si te tratamos con disciplina, tuya es la culpa! Sultame! Djame en paz! mascull Ronny con el rostro tenso. No me quieren comprender. Y que el diablo los ...! No pudo seguir, una sonora bofetada cay en su mejilla. Trastabill y se apoy aturdido en la estufa. Hubo un momento de silencio. La Sra. Ana se morda los labios y al fin: A ver? Haz la prueba! Di todo tu odio de una vez. La voz de la mujer son fra, sarcstica. Qu esperas? Ronny la miraba en silencio, en sus ojos claros la rebelda desapareca bajo un velo de dolor. Mam! Mam! Por Dios! exclam amargamente. Qu? Qu vas a decir? Grita ahora! Se te acab la valenta? terci la Sra. Ana secamente. Pero... Es que nunca...? Jams eres capaz de comprender, mam? Estoy cansado de gritos, de reproches y disciplina. Y me has pegado. Mam, si algn da me has de demostrar que me quieres siquiera un poco, hazlo ahora. Trata de ayudarme un poco. Por qu, por qu te empeas en ser incomprensiva? T eres mi madre, pero por qu no me escuchas entonces como una madre? Yo te dira todo lo que quiero y ...oh, mam! Si tu quisieras... La Sra. Ana mir desconcertada al muchachito que pareca slo un nio suplicante. Vaci un momento, pero en seguida adquiri su actitud inflexible. Ahhh! dijo burlonamente. Cambiaste de tctica? El lobo se puso

piel de oveja? Nunca te vi tan manso, Rolando. Pero s que sabes representar buen los papeles que te convienen. Pero escucha esto por ltima vez: debo quererte, como una madre quiere a su hijo, pero eres un carcter malo y rebelde y es mi deber de madre ensearte a ser ms humilde y respetuoso. Lo aprenders ac, entiendes? ac con tus padres. Y ahora vete. Vete y no pienses volver hasta que no pidas disculpas por las insolencias que has dicho a tus padres. De modo que no puedo hablar ms? No! Ya te he dicho todo. Ya sabes... Muy bien. Ronny se qued un momento en silencio, con los labios fuertemente apretados, mirando al suelo. De pronto levant la vista. Una mezcla de amargura e irona brillaba en su mirada. Ana y Herman dos extraos, nada ms que eso para m, murmur. Su voz sonaba extraamente firme, y a la vez los labios le temblaban como a un nio. La mujer se puso en pie. Rolando! No dig... No soy tu hijo ni tampoco de Herman! Ustedes son extraos para m. No tengo la suerte de tener padres, no hogar. Muchas gracias por haberme criado cariosamente hasta ahora. As diciendo, Ronny abri la puerta para irse. Se detuvo un momento y mir a aquella mujer, su madre, con una expresin indefinible. Pero la Sra. Ana sinti que una sensacin extraa le recorra la columna. Ronny! Dnde vas? Rolando! Fue un grito casi histrico, pero el muchacho ya haba desaparecido. La Sra. Ana se dej caer en un silln. Encendi un cigarrillo, luego otro, y otro, hasta aplacar sus nervios. Total: de una cosa estaba segura, Ronny no se iba a matar, y por lo dems qu pudiera hacer? El era responsable! Slo Martita Spendi vio salir a Ronny a todo correr de adentro de la casa. Pero no se le ocurri pensar adnde ira. Estaba demasiado ocupada en leer la carta de su mam que haba recibido. Ah! Pero, qu ruido haba all en la biblioteca! Y no tena ganas de ir a su pieza tampoco. Mir afuera y una idea luminosa le hizo saltar el corazn. Erica, dijo acercndose a su profesora, mire, no cae nieve. Recib carta de mam y me gustara ir a leerla all arriba cerca del bosque. Me deja? Ya sabes que cuanto ms ejercicio hagas, mejor contest Erica consultando su reloj. Pero ya son las cinco y media, un poco tarde para un da tan gris. Y no puedo acompaarte. Le promet una partida de bridge a la Sra. Martnez. Si hubiera alguien que te acompae! Si Ud. no puede venir, nadie declar rotundamente Martha. Volver en seguidita, ya ver. Djeme! Bueno, bueno asinti Erica, dando un tirn de orejas a su alumna. Vete si tanto lo deseas. Vuelve en seguida, sabes? Ponte las botas de nieve y abrgate bien. Dile a Hans que te preste un bastn y oye!: si est muy resbaloso el camino del bosque, no subas, sabes? S, s! Gracias, muchsimas gracias! Martha bes con efusin a su profesora y sali corriendo. Poco despus, luego de algunas cadas y resbalones, lleg al destino ayudada por un bastn. Dio un largo suspiro y, luego de limpiar un tronco cado, se sent dispuesta a descansar. Estaba all, a la entrada de un bosque de pinos, al que se llegaba subiendo una cuesta alta pero no muy empinada. El bosque, tpicamente andino, se extenda en la ladera de la montaa, perdindose all lejos. Oh! Qu sera internarse en l, caminar en medio de esos gigantes nevados? Martha apart la vista y mir hacia abajo. Sobre la nieve se notaban las huellas de sus botas que iban a perderse all en el pequeo valle junto a una casilla de madera rodeada de un cerco de cipreses. Era la habitacin donde

se guardaban enseres deportivos. Ms all el terreno ascenda suavemente hasta un nuevo grupo de conferas y abedules, detrs del cual se encontraban los edificios del refugio Winelmann. Martha, desde su puesto, vea asomar las chimeneas humeantes tras las copas frondosas de los rboles. La paz y el silencio reinaban all. La maravillosa quietud blanca de la nieve haca que el alma se sintiera invadida por algo sublime y puro. Martha lea la carta de su mam. La vida emocin se reflejaba en sus ojos y coloreaba sus mejillas con un tinte rosa. Era una carta larga, tan llena de cario! Le pareca que no lea, sino que escuchaba a su mam hablndole desde el papel. Estamos orando por ti. Cmo es eso que me dices extraarnos muchsimo?, pero yo estoy contenta tambin que ests all. Vers cuntas cosas lindas aprenders! Yo, cuando tuve que quedarme un mes sola cuando papito se enferm y fue al hospital, antes que nacieran todas ustedes, al principio me pasaba el da llorando; pero poco despus encontr el texto: Echa sobre el Seor tu carga, y El te sustentar. Entonces empec a hacer una cosa. Como estaba siempre sola, hablaba con el Seor; siempre le contaba todo lo que senta. Llegu a apreciar tanto Su compaa que una vez que estaba por salir hasta le digo casi sin darme cuenta; Seor, cuida un momento la casa, que ya vuelvo. Ves, el Seor es un Amigo a quien podemos contarle todas las cosas. Por ejemplo, cuando te gust Ronny, s que luchaste sola. Por qu? No hubiese sido mucho ms lindo decir; Seor, me gusta Ronny; aydame a no perder la cabeza? Enseguida te hubieras sentido mejor. Martha sonri. Oh! cmo saba mam que esas palabras eran justamente las que ella necesitaba? Pero decirle al Seor hasta eso de Ronny? Y bueno! Mam tiene razn! Claro, si el Seor es el mejor Amigo, es lgico que le cuente todo, todo. Qued otro momento pensativa y luego sigui leyendo: Me alegro que sonras a todos. Muy bien, mi hijita. Sonrer es una manera de demostrarles a los otros la paz y la felicidad que hay en nuestro corazn, cierto? As que a sonrer al gordo Sr. Sonricci, a las seoras de tapados de piel, al Sr. Winelmann, a Ronny y Peter, a todo el mundo! Adelante, Martita! A no desanimarse! Si la gente es antiptica, piensa esto, que si fueran felices en su corazn no seran as. Trata de mirar ms all de la cara, como dice pap, y vers un alma llena de pecados, sin paz, sin felicidad, un alma oscura. Otra cosa quiero decirte sobre esto y es: que debes tener presente siempre que el Seor te puso all con propsito. Piensa que eres la nica, quizs, que tienes la suerte de conocer al Seor y de tenerlo en tu corazn. Eres entonces el nico corazn iluminado en medio de todos los dems en tinieblas. As que: Brilla en el sitio donde ests, y acurdate bien de lo que dice la estrofa de este himno: Nunca esperes el momento de una grande accin, ni que lejos pueda ir tu luz. En la vida, a los pequeos actos atencin. Pequeos actos, eh? Recuerda bien que; Una sola sonrisa sincera, una sola palabra dicha con amabilidad, son como un rayito caluroso de sol que derrite el hielo. Entonces a luchar, hijita! A brillar como una lmpara bien despabilada! Demustrales a esos antipticos que tu corazn rebosa de paz y alegra. S una fuente de bendicin para esas almas. Martha levant los ojos empaados y mir hacia el cielo como queriendo seguir con la vista a su oracin que se elevaba en silencio desde su corazn: Oh, Seor! Gracias por la carta de mam! Aydame a luchar! Aydame a brilla en este rincn del mundo! Seor, yo quiero trabajar contigo para alumbrar con tu luz a las almas oscuras. Yo soy muy tonta y no s... Tambin extrao a mam y me

siento sola. Pero si t me ayudas, Seor... Martha sigui meditando en silencio, hasta que el crepsculo gris de aquella tarde comenzaba a caer. Hans, que se hallaba revisando la casilla de deportes, se sorprendi al or una vocecita dulce que cantaba algo desconocido: Brillando, brillando! Brillando, brillando! Quiere Jess que yo brille. Brillando, brillando, Yo brillar para El. Hans se asom a la puerta, y alcanz a distinguir mejor las palabras: Quiere Jess que sea amable con cuantos llegue a ver para que vean qu alegres sus ... Adis, seor! Martita cort el canto para saludar amablemente y se sonroj al darse cuenta que Hans la haba estado escuchando. Adis, nia, adis! el ceremonioso administrador se inclin y l tambin sonri como contagiado.

Captulo V Martha, necesito hablar contigo dijo Peter una hermosa maana cuando la nia se diriga a la biblioteca. Cmo no! contest ella sonriendo. Pero pronto, porque tengo que ir a esquiar. Ven, es algo importantsimo! As diciendo, Peter la empuj suavemente por el hombro mientras carraspeaba misteriosamente. La llev hasta la biblioteca y de all la condujo a un pasillo fro y oscuro y se detuvo frente a una puerta cerrada. Muy bien! Cierra los ojos! No debes ver nada cuando yo abra, dijo muy seriamente. Pero... pero...qu pasa? Martha lo mir desconcertada. El muchacho la tom de la mano y le orden imperiosamente cerrar los ojos. Chirri la puerta y penetraron en un lugar de ambiente extrao. Martha casi mir, pero Peter, que adivin su intencin, le at un pauelo grueso sobre los ojos y se lo anud bien. Cruzaron al parecer un saln largo, subieron unas estrechas escalinatas de madera, y Martha se dio cuenta que se hallaba arriba de un escenario. Muy bien! anunci Peter con voz grave. Aqu estamos! Espera un momento. Cuando cuente hasta tres, te sacas el pauelo. A ver!... Hop!.... uno... dos...tresss! Martha se quit el pauelo de un solo tirn y qued petrificada. Tena ante s un monumental piano de cola. Era hasta sublime ver ese teclado brillante que pareca invitarla. Se frot los ojos y se palp el corazn que pareca saltarle en la garganta. Toca! Qu esperas? dijo Peter riendo divertido. Pero... quin le dijo? Quin fue? Es suyo el piano? Qu hermoso! Maravilloso! Oh, nunca imagin!...Martha tena las mejillas encendidas y los ojos le brillaban de entusiasmo. Toca, y luego conversamos dijo Peter haciendo un guio. Martha se acerc tmidamente y se sent en el taburete tapizado. Puso las manos temblorosas sobre el teclado y prob algunos arpegios, pero no poda acordarse de nada. En ese momento pareca que jams hubiera tocado un piano, y ... rara casualidad! Lo nico que recordaba era uno de sus himnos preferidos: Seor Jess, te ruego el cuidado. Sin vacilar ms, comenz a tocarlo, y cuando termin vio que Peter sonrea ampliamente, y ... Toca nuevamente el coro dijo acercndose ms al piano. Martha lo toc, y Peter lo cant. Conmigo est, preciso su poder, Pues Satans, quisirame vencer. Conmigo est, en sombra o clara luz, En vida o muerte, oh, conmigo est! Lo ... lo conoce Ud.? balbuce Martha en el colmo de la sorpresa. Seguro! Si no, no lo cantara contest Peter. Y eso es lo que quera decirte. Yo soy evanglico, Martha, soy creyente. No te lo dijo antes porque quera estar bien seguro de que t tambin lo eres. Claro que me he ensuciado bastante en el mundo, sabes? Pero gracias al Seor, estoy volviendo otra vez. En Buenos Aires, cuando fui otra vez al templo (despus de varios aos que no pisaba) estaban cantando este himno. Vamos! No me mires con esa cara!

Es que... Dos sorpresas tan grandes! No puedo creerlo! murmur Martha mirando admirada al muchacho. Y el Sr. Winelmann tambin es? No, ellos no contest Peter meneando la cabeza. Mi to es una piedra. Son protestantes (por no ser nada) pero... Mira, creo que Ronny es ateo, rebelde. No s todo lo mal que va ese muchacho, pero... en fin... Tienes que ir a esquiar ahora. Pero ya sabes, el piano est a tu disposicin. Es propiedad de mi to, pero slo se usa cuando hay fiestas. As que l est muy contento que alguien lo aproveche. Erica me dijo que te gustaba tanto tocar y yo mismo te o suspirar por uno un da. Mire, no es imagina Ud. , no puedo decirle cunto se lo agradezco! exclam Martha rebosante de alegra. Su corazn saltaba y repeta como un estribillo: Gracias, Seor, gracias! Poco despus soportaba, casi con alegra, las miradas entre compasivas y burlonas de Mnica Lpez Cobo, que pasaba zumbando a su lado con agilidad envidiable y luego le preguntaba: No te animas a esquiar tan ligero como yo? Vamos! Es que eres tontita! Y Martha persista heroicamente en su duro aprendizaje y Erica la animaba sin cesar. Bueno, descansa un momentito. Has trabajado muy bien. Vamos adelantando. Les tengo prometida una carrerita a las chicas. Voy en seguida. As que preprate para ver una avalancha! Erica se carg los esques al hombro y poco despus suba montaa arriba por el cable carril. Haban pasado algunos minutos, y poco despus Martha observaba admirada uno de los espectculos que quedaran grabados siempre en su memoria. Desde all arriba vena deslizndose el grupo de hbiles esquiadores. Reconoci la chaqueta de Erica en punta, seguida muy de cerca por una silueta masculina de campera de cuero marrn. Ese era Ronny, y la esquiadora ms prxima a l, Mnica, seguramente. Martha sinti una punzada en el corazn. Si yo pudiera esquiar como ellos! Soy tan torpe! Oh, qu salto dio Ronny! La pas a Erica! Mmm! Qu agilidad! Si yo pudiera! Martha suspir y evoc el piano para consolarse. As comenz a repasar mentalmente todas las piezas musicales que conoca hasta que, de pronto... Qu hace all, sola? la voz autoritaria de Ronny la sac de sus pensamientos. ES una nenita que tiene miedo de caerse! grit Mnica sentndose en el suelo. Nadie se mat hasta ahora; no tenga miedo agreg Ronny secamente. Tontos! antipticos! pens Martita con amargura. Pero luego decidi brillar con una sonrisa amable. Ya s. Pero sera ms que imprudente si me lanzara sola sin saber esquiar dijo. Slo s deslizarme un poco y sacar algunas curvas. Quiere venir conmigo? Yo soy instructor. As diciendo Ronny se dej caer descuidadamente dando un resoplido. Bah! No querr ir! interrumpi Mnica ponindose en pie. Vamos, seor instructor! Acompeme a otra carrerita. Vaya sola. No tengo ganas de ir contest Ronny despectivamente, mientras con cuidado se sacaba los guantes y comenzaba a desenvolver su mano vendada. Dios mo! Qu antiptico eres! Ahhh! Perdona! Te duele la mano? Mnica se arrodill al lado del muchacho. Quieres que te ayude? Ayyy! Cmo

tienes! Mmm! Pobrecito! Dame, que yo te ayudo. Vaya tranquila, seorita. No necesito nada mascull Ronny, apartando con evidente fastidio las manos de Mnica. No seas as. Otro en tu lugar hubiera aceptado mi ayuda murmur con voz dulce y sugestiva, tomando nuevamente la mano del muchacho. Otro... pero yo, soy yo. Vaya tranquila, que no me morir sin despedirla replic Ronny malhumorado. Mnica enrojeci y se puso en pie diciendo con altanera: Eres bastante mal educado, pero si crees que mendigo tu compaa, vas mal. Me voy con Peter! Enhorabuena! murmur Ronny levantndose. Dirigi una mirada a Martha y esboz una sonrisa. Luego se alej silbando con la despeinada cabeza bien erguida. Martha tambin se puso en pie y estir un poco los brazos. Has visto ese Ronny! exclam Mnica en esos momentos. Qu muchacho! Por qu no aceptaste cuando te invit a esquiar con l? Eres tonta, mi hijita! es un excelente tipo cuando quiere! Hola, hola! Qu tal? salud Peter que llegaba. Mira! Aqu hay otro instructor dijo Mnica tirando de la bufanda del muchacho. A eso vengo! dijo ste inclinndose. Erica est ocupada all arriba masajeando un codo a una hermana tuya, Mnica. As que me encarg a su pequea alumna. Ven, Martha. Peter extendi su mano a la nia, le ayud a cargar los esques en el cable carril (tambin subi Mnica) y comenzaron a ascender. A Martha le encantaba subir cmodamente en el carrito. Pero cuando tena que descender sin ms apoyo que dos bastones de esqu... hmm! Y esa maana era la primera vez que se lanzaba desde cierta altura deslizndose por la nieve esponjosa blanca. Oh, era hermoso y emocionantsimo! El cable carril se detuvo. No estaban muy altos. Peter se volvi hacia Mnica. Lrgate t primero. le orden mientras ayudaba a Martha a colocarse los patines. No! Yo quiero ir con ustedes! Quiero ver cmo patina Martha replic la pelirroja altaneramente. No seas caprichosa, chiquita. Quiero que haya cancha libre para Martha, entiendes? Peter hizo una sonrisa capaz de marear una santa y dio un suave empujoncito a Mnica, quien dndose por satisfecha comenz el descenso. Bien, ahora nosotros, Martita. Te molesta Mnica, verdad? Es muy gil y se complace en hacer sufrir a los principiantes. Pero ya ves que la espant. Conmigo no tendrs miedo, verdad? As diciendo Peter dio un pellizco a la mejilla de la nia y luego dio la orden de partida: Descenso directo! bien! Cuidado a la derecha! Mantn los patines ms separados! Sigue, sigue! Bien! Viva! Fue un desliz perfecto! Peter segua de cerca al a nia gritndole sus rdenes animosamente. Cuando llegaron abajo, Martha tena las mejillas arreboladas y el corazn agitado. Siguieron luego con diversos ejercicios de esquismo. Peter result casi mejor que Erica en lo alegre y buen compaero. Martha termin la maana cansadsima pero feliz. Ya no le pareca tan difcil todo. A la hora del almuerzo comi con buen apetito, para alegra de Erica. Luego se acostaron un momento y se qued dormida. So que estaba tocando el piano. Lleg la tarde y despus del habitual paseo, Martha volvi rebosando entusiasmo, tamborileando ya los dedos en el aire. Corri a cambiarse y baj antes que Erica,

en busca de Peter. Se lo encontr en el camino cariacontecido. Hoy limpian el saln. No podrs tocar. Mira, lo siento en el alma. Ohhh! Qu horror! Martha lo dijo con tanto sentimiento que Peter no pudo menos que rer. Vamos! Maana te desquitars, nia. Y bueno. Martha se resign suspirando y fue a la biblioteca. Quizs all podra escuchar msica. Ronny se hallaba trepado en una escalera de mano revisando libros en los estantes altos. A Martha no le import la presencia del muchacho. Era tan indiferente y ajeno a todo, que slo pareca un mueble ms. Qu suerte! No haba ms gente, de modo que cuando llegara Erica estaran solas para escuchar msica a gusto. Ahhh! Sera la primera vez que lo haran, puesto que siempre estaba all Mnica tratando de animar al melanclico bibliotecario. Apenas lleg Erica, ambas abrieron el tocadiscos y se pusieron en la tarea de hacerlo marchar. No haban pasado dos minutos cuando: Pero esto no va! exclam Martha decepcionada al tratar en vano de hacer girar el plato. Erica lo observ, toc aqu y all, lo movi con la mano, pero sin ningn resultado. Est atascado! Se habr roto? dijo con disgusto. Qu pasa con esto, Ronny? Eh? Ah! Se rompi anoche, Srta. Lestka contest el muchacho con una leve inclinacin. Martha se lament patticamente: Todo me falla hoy! Qu lstima! Paciencia, querida. Qu le vas a hacer? dijo Erica consoladora. Maana tendrs tu piano. Sintate tranquila y lee algo interesante. Hay tantas cosas lindas en esta biblioteca! Martha volvi a resignarse religiosamente, pero estaba tan aburrida. Erica haba arrimado un silln a la ventana y all estaba leyendo muy entretenida. Pero ella, hundida tambin en un silln, miraba sin ver las pginas de un libro mientras con la imaginacin vagaba entre pianos, sinfonas, etc. Al fin se distrajo en sus propios pensamientos y estaba tan ensimismada que no advirti que dos ojos grises semientornados la observaban detenidamente faccin por faccin. Haban pasado cinco minutos. Seorita, puede decirme qu libro sac? La voz de Ronny desde el escritorio la volvi bruscamente a la realidad. S, cmo no. Martha se levant y llev el libro, el muchacho lo examin, anot algo en un cuaderno y luego le extendi una lapicera. Tiene que firmar dijo a tiempo que se levantaba y le ofreca el asiento. Y haga una firma clara que no quiero descifrar jeroglficos. Har lo mejor posible contest Martha suavemente. Tiene mucho trabajo, verdad? Es una biblioteca grandsima! Aja! Ahora firme ac rpido que estoy apurado mascull Ronny. Antiptico, eh? pens Martha, y firm calladamente. El muchacho mir con ojos crticos y le extendi otra planilla con brusquedad. Brilla en el sitio donde ests Martha se repiti la frase, hasta que al fin pudo decir simpticamente: Es lindo este trabajo, verdad? A m siempre me gust ser bibliotecaria. Eso puede decir que le gustara ayudarme? inquiri Ronny apoyando un codo sobre el escritorio. Oh! Claro que s! Si necesita ayuda, estoy a sus rdenes, contest Martha mirando con entusiasmo la inmensa biblioteca. Ah, s?. Ya se me ofrecieron varias replic el muchacho acentuando

burlonamente las palabras. Ganso engredo! Martha casi no dijo, se mordi la lengua, pero su actitud muda y digna dio a entender algo de lo que pensaba. Esper un momento, termin de firmar, y luego dijo con la mayor serenidad: Y bueno, si Ud. dijo que estaba apurado... pronunci lo ltimo con su habitual tono ingenuo y luego se levant sonriendo. Holaaa! salud estruendosamente Peter entrando como una tromba. Cmo andis? Qu cuenta la bella nia? Ah! Perdone Srta. Erica, no la haba visto! Buenas tardes! Oye, Ronny, te sacar todos los libros de anatoma que tengas. En mala hora has venido contest Ronny. Los libros que buscas estn en el estante 20, arriba. All los veo! De paso, mira si no hay un libro verde y alto, un Tesoro de la Juventud. Se me han perdido cinco tomos. No s si se los llev Dios o el diablo. Un tesoro de la juventud? All lo tienes! exclam Peter sealando a Martha y riendo a mandbula batiente al verla ruborizar Ronny no se dign mirarla y carraspe muy serio. Yo creo que me va a ayudar a buscar los tomos que faltan dijo no es as? Ah, bueno! Estoy aburrida, as que har algo contest Martha. Luego agreg tmidamente: Si me quiero subir a la escalera, puedo? Y cmo no vas a poder? Mira! Toma mi ejemplo! Diciendo y haciendo, Peter subi en dos zancadas, y parndose en peligroso equilibrio, cay al suelo y sali rodando espectacularmente, para asombro de Martha y gran risa de Erica y del muchacho, que levantndose como un elstico, se acomod sin protocolo alguno en un silln con sus libros. Bueno, empezamos? Ud. revisa toda esta biblioteca y yo la otra. Tenga cuidado con las puestas, son corredizas. Ronny afirm bien la escalera y Martha se acomod en lo alto. Mir hacia abajo. La pipa! y si me caigo? Lo dijo en voz baja, pero Ronny la oy y se volvi. Martha casi se cae de veras. El muchachito sonrea amplia y simpticamente por primera vez. Pareca un chico alegre y travieso as. Si tiene miedo, bjese, no sea que por mi culpa le pase un accidente dijo con asombrosa cortesa. No, no! Djeme! A m me gusta estar ac, aunque me muera de miedo contest Martha riendo. Ronny sonri otra vez y luego se encaram a la otra escalera y comenz su trabajo. Qu le ha pasado a este pjaro? se preguntaba Martha extraada, y de pronto record admirada lo que le dijera su mam: Una sola sonrisa sincera, una sola palabra dicha con amabilidad, son como un rayito caluroso de sol que derrite el hielo. Bueno!Habra conseguido ella derretir un poco del antiptico hielo de los Winelmann? Si lo consegu, fue el Seor Jess quien me ayud a ser amable y alegre, se dijo, Pero Seor, aydame a estar en guardia; haz que no me duerma sobre las hojitas de laurel. Ahora tendr que aprovechar esto para brillar ms intensamente. Pueda ser que no se hiele otra vez ste. Qu cosa! Has visto, Seor, qu bien sabe sonrer? Pobre! Ser tan poco feliz que sonre tan escasamente? Martha interrumpi su conversacin espiritual al ver un libro verde y alto. Alcanz a leer Tesoro de ... y enseguida grit triunfante: Lo encontr! Ac hay uno! Cmo lo saco? Cmo se abre esta puerta? Rpido, que lo pierdo!

Peter y Erica suspendieron sus lecturas y la miraron riendo, Ronny salt de arriba de su escalera, tom la puerta por una manija rara y la empuj. Todo el vidrio se corri con gran estruendo y velozmente hasta el otro extremo del mueble. Martha, que se haba ruborizado al darse cuenta de su espontneo y no muy suave grito, sac el libro y lo entreg. Al cabo de tres minutos ya estaba otra vez buscando libros altos y verdes... altos y verdes... Pasaron 25 minutos silenciosos, y Martha tuvo que bajar porque ya haba revisado toda la estantera alta. Encontr otro de los tomos y Ronny un tercero. Slo faltaban dos. Ronny termin infructuosamente de recorrer toda la biblioteca de su lado. Entonces pas a ayudarle a la nia. Martha se hallaba con cabeza y manos dentro de un extremo de la biblioteca. De pronto Ronny, que se hallaba en el otro, lanz una exclamacin en alemn y luego en castellano: Bendito sea! Aqu estn los dos! Se sinti el chirriar de las vidrieras. Martha alcanz a sacar las manos y torcer la cabeza, pero desgraciadamente una parte de su pollera y un rulo de sus cabellos quedaron aprisionados por la hermtica cerradura. Martha tir en vano. La pollera no sala y el cabello... bueno, no era muy lindo tironearlo. Mire lo que pas! Vengan a sacarme de ac! exclam lastimosamente. Peter solt una carcajada. Erica hizo lo mismo y Ronny trat de quedarse serio mientras corra a tirar de la manija con todas sus fuerzas. Al diablo! Se cerr mal! e