luis suarez. el “primer paÍs socialista del hemisferio occidental”: baluarte de solidaridad

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Política internacional de la revolución cubana

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CAPTULO II

El PRIMER PAS SOCIALISTA DEL HEMISFERIO OCCIDENTAL:

BALUARTE DE SOLIDARIDAD Por: Dr. Sc. Luis Surez SalazarComo vimos en el captulo anterior, el triunfo y la progresiva consolidacin de la Revolucin Cubana tuvieron un impacto subversivo en todo el mundo. Entre otras razones, porque en razn de su pequeo territorio y sus escasos recursos naturales y humanos, as como su inmediata vecindad con la principal y ms agresiva potencia imperialista del planeta, los hechos revolucionarios que entre 1959 y 1964 se produjeron en el primer territorio libre de Amrica derrotaron el fatalismo geogrfico tan difundido en los aos precedentes. Tambin porque muchos de los referidos problemas histricos que guiados por la utopa de una democracia y un socialismo diferente comenzaron a resolver en ese lustro el sujeto popular y el liderazgo poltico-estatal nuestro americano-cubano, eran similares (aunque no idnticos) a los que tenan que abordar otros pueblos todava colonizados o en proceso de descolonizacin, as como la mayor parte de los estados-nacionales o multinacionales formalmente independientes de frica, Asia y Amrica Latina.

Como una y otra vez repitieron diversos dirigentes del ya llamado primer pas socialista del hemisferio occidental entre ellos, Fidel Castro, Che Guevara y el presidente Osvaldo Dortics en la mayor parte de estos estados formalmente independientes la soberana poltica no haba sido acompaada de la independencia econmica (Poner una cita de Fidel, Guevara, 1960, 1964, 1965; Dortics [1961], 1975). A su vez, los gobiernos que buscaban resolver esa carencia (incluido el de Cuba) tenan que enfrentar constantes y multiformes agresiones del poderoso aparato estatal estadounidense y de otras potencias imperialistas, as como de sus aliados o satlites en todo el mundo. Y esas agresiones, por lo general, tenan que enfrentarlas con la escasa solidaridad del campo socialista; enfrascado desde 1960 en la cida polmica chino-sovitica en torno a la validez de la coexistencia pacfica entre el capitalismo y el socialismo, as como respecto a las estrategias y formas de lucha que se deban seguirse para contribuir a la total liberacin de otros pueblos del mundo y, en particular, del mundo subdesarrollado.

En ese contexto, y a pesar del gran debate interno-externo que se produjo alrededor de los mejores caminos para emprender lo que Fidel Castro y Che Guevara llamaron la construccin simultnea del socialismo y el comunismo, las sucesivas vanguardias polticas del sujeto popular y el que he llamado segundo gobierno revolucionario cubano (el presidido entre 1959 y 1976 por Osvaldo Dortics Torrado) no admitieron y clamaron para que nadie admitiera que "el chantaje imperialista" sobre la posibilidad de una guerra atmica y mundial paralizara la voluntad de resistencia y combate de los pueblos explotados de los tres continentes subdesarrollados, ni la imprescindible solidaridad que en todos los rdenes deban ofrecer los estados socialistas a los pueblos que luchaban por su liberacin nacional y social. Sobre todo cuando algunos pases estaban sometidos a una brutal agresin imperialista; como era en aquellos momentos el caso de Vietnam. Por consiguiente, tampoco rechazaron la coexistencia pacfica entre el capitalismo y el socialismo, ni que esta fuera unilateralmente comprendida como la coexistencia entre explotados y explotadores, entre oprimidos y opresores. Mucho menos la interpretacin de que la coexistencia pacfica entre estados de diferentes regmenes econmicos y sociales slo tuviera virtualidad para las relaciones entre las grandes potencias, e implicara la aceptacin de una nueva divisin del mundo en esferas de influencia. Como haba demostrado las crisis de octubre de 1962 y otros acontecimientos internacionales de la poca (como el asesinato del lder independentista congols, Patricio Lumumba), la paz mundial tena que ser nica, universal e indivisible. Por ello, en la XIX Asamblea General de la ONU efectuada a fines de 1964, el entonces ministro de industrias de Cuba, Che Guevara expres: ...no puede haber coexistencia pacfica entre poderosos solamente, si se pretende asegurar la paz en el mundo. La coexistencia pacfica debe ejercitarse entre todos los Estados, independientemente de su tamao [...], el principio de la coexistencia pacfica no entraa el derecho a burlar la voluntad de los pueblos... (Guevara [1964], 1970: t. II, 547-548)

Obviamente, el impacto terico-prctico de esos y otros enunciados fue ms potente en la que Ral Roa haba llamado nuestra superpatria comn. Sobre todo, porque a diferencia de frica y Asia, buena parte de los 20 estados nuestroamericanos entonces semiindependientes, desde haca ms de 130 aos venan sufriendo los rigores del neo-colonialismo y de las incontables agresiones externas; en particular las provenientes del aparato estatal y de sucesivos gobiernos estadounidenses (Surez, 2006). Tambin porque, a pesar de la descolonizacin negociada de los ya mencionados pases del Caribe anglfono que se haban producido en los primeros aos de la dcada de 1960 y como puede verse en el Anexo 1, todava subsistan ms de 30 islas, territorios continentales y enclaves (la zona del canal de Panam, la mal llamada Base Naval de Guantnamo, las islas Malvinas) sometidos a diferentes formas de dominacin colonial por parte de Estados Unidos, Francia, Gran Bretaa y Holanda (Pierre-Charles, 1980). De ah, como ya vimos, que una de las utopas primognitas de la Revolucin Cubana-Latinoamericana fuera la total descolonizacin de la llamada cuenca del Caribe.

Por otra parte, salvo excepciones que confirmaban la regla como eran los casos de Mxico (a partir de 1917), Costa Rica y Uruguay (hasta 1973) a lo largo de buena parte del siglo XIX y XX los estados semiindependientes referidos en el prrafo anterior haban sido gobernados, de manera pendular, por dictaduras militares o corrompidas y limitadas democracias burguesas representativas que, en el lenguaje de la poca, comenzaron a ser calificadas como seudo-democracias. Adems, como respuesta al desafo que le plante la Revolucin Cubana-Latinoamericana al sistema de dominacin oligrquico-plutocrtico-imperialista en el hemisferio occidental, ese pndulo aceleradamente comenz a desplazarse hacia el fortalecimiento de las dictaduras militares tradicionales (como las de Nicaragua, Paraguay y Hait), as como hacia diversos regmenes militares o cvico militares de seguridad nacional prohijados por los monopolios, los poderes fcticos y las reaccionarias administraciones temporales estadounidenses presididas por el demcrata Lyndon B Johnson (1963-1969) y el republicano Richard Nixon (1969-1974). Igualmente, por los representantes polticos y militares de las clases dominantes en nuestra Mayscula Amrica, incluidos los principales sectores de las burguesas nacionales cada vez ms asociados con las entonces llamadas oligarquas semifeudales y cada vez ms dependientes del imperialismo norteamericano. (Surez, 2003 y 2006). Esa mancuerna acept la constante injerencia de los Estados Unidos en los asuntos internos y externos de sus correspondientes pases y, a travs de la OEA, legitim las nuevas agresiones estadounidenses contra diferentes pases nuestros americanos. Adems de las mltiples agresiones contra Cuba, en el primer lustro de la dcada de 1960, la ms resonante de dichas agresiones directas fueron las emprendidas contra el pueblo dominicano.

Todo lo antes dicho, junto a la irresuelta crisis socio-econmica de carcter estructural y coyuntural que afectaba al continente, contribuyen a explicar mucho ms que la presunta injerencia de Cuba en el exterior, la exportacin de su revolucin y la institucionalizacin en ese pas de un supuesto Ministerio de la Revolucin (Castaeda, 1993: 62-95) el potente y contradictorio efecto demostracin que tuvieron las experiencias de lucha y las primeras realizaciones polticas, sociales y econmicas del primer territorio libre de Amrica tanto en los partidos comunistas identificados con el ahora llamado marxismo-leninismo de factura sovitica, en las diversas organizaciones, tendencias y grupos marxista-trotskistas vinculados a la llamada (a partir de 1963) IV Internacional unificada, como en los que Jorge G. Castaeda denomin movimientos populistas, nacionalistas o nacional-populares (Castaeda, 1993: 31) y Donald Hodges movimientos apro-marxistas (Hodges, 1976: 29-44).

Sin dudas, ese efecto demostracin fue mayor porque --como tempranamente indicaron Fidel Castro y Che Guevara (Castro, 1959a, 1959b; Guevara, 1960), la experiencia insurreccional cubana y la transicin, sin etapas claramente delimitadas, entre las llamadas revolucin nacional-democrtica, revolucin democrtica-agraria-antiimperialista y revolucin socialista signific una ruptura total con las concepciones programticas, estratgicas y tcticas que hasta entonces, y con escaso xito, haban desplegado las antes mencionadas fuerzas revolucionarias, reformadoras o reformistas de Amrica Latina y el Caribe. Entre otras cosas, porque por primera vez en la historia de ese continente, el MR-26-7 y el ER haban demostrado las potencialidades de la lucha armada guerrillera rural, combinada con otras formas de luchas urbanas, armadas y desarmadas, y con una acrisolada tica de la guerra popular (expresada en el adecuado tratamiento a los prisioneros enemigos, as como en la censura a acciones que perjudicaran a la poblacin civil) para derrotar la columna vertebral (las fuerzas armadas) de una dictadura militar (y, por extensin, de un Estado oligrquico-burgus) amamantada por el imperialismo norteamericano. Por consiguiente, para tomar el poder poltico, construir progresivamente una vanguardia poltica unificada, llevar a cabo, as como defender con un creciente respaldo popular un proyecto de desarrollo econmico, social, cultural, democrtico, tico, solidario, independiente, tercermundista y no alineado, pero a la vez comprometido con las luchas antiimperialistas, anti-coloniales y anti-neocoloniales en todo el mundo (Dortics [1961], 1975). Esto ltimo a pesar de su proclamado carcter socialista y de sus crecientes (aunque a ratos conflictivas) interacciones con la URSS, con las dems democracias populares este-europeas, con la RPDC, con la RDV y con la RPCh. En este ltimo caso, hasta marzo de 1966; fecha en que Fidel Castro critic duramente la poltica de chantajes econmicos emprendida por el liderazgo poltico-estatal chino, entonces encabezado por Mao-Zedong (Castro, 1966). Aunque an sin comprenderlas en toda su extensin y profundidad, as como tamizados por sus correspondientes culturas polticas y realidades nacionales, al igual que por el inmediatismo, el voluntarismo y el subjetivismo que toda gran revolucin provoca en su entorno y en sus propios actores, las antes referidas experiencias estuvieron en la gnesis de la que aos ms tarde algunos autores denominaron una nueva izquierda poltica, social e intelectual, inspirada en lo que Regis Debray llam el castrismo (Debray [1965] 1969) y, una dcada despus, Donald Hodges, contraponindolos inadecuadamente entre si, denomin el fidelismo y el guevarismo (Hodges, 1976).

Desde mi punto de vista, tanto Debray, como Hodges realizaron esas clasificaciones con un escaso dominio de la historia y de las experiencias de lucha del pueblo nuestro americano-cubano, as como malinterpretando las primeras (y, como ya dije, incompletas) elaboraciones al respecto realizadas por Fidel Castro, Che Guevara y otros dirigentes de la primera revolucin socialista del hemisferio occidental. De ah la insistencia de Debray y Hodges en presentar el foco guerrillero o foco insurreccional como el principal aporte del castrismo y del guevarismo a la estrategia y la tctica de la Revolucin Latinoamericana. Y el calificativo de foquistas que, posteriormente, con mayor o menor razn, se le endilgaron a todas las organizaciones poltico-militares de la nueva izquierda nuestra-americana que, la mayora de las veces distancindose de ella, pretendieron aplicar las experiencias de lucha de la Revolucin Cubana a sus correspondientes realidades nacionales.

Las primeras operaciones nter-solidarias nuestramericanas

Cualesquiera que sean los juicios que merezcan esas afirmaciones, lo cierto fue que mucho antes de que se produjera esas presuntas delimitaciones entre los marxismos (en particular el entonces llamado marxismo-leninismo) y el castrismo (segn Debray, estoy ocurri previo al ao 1964), as como entre el fidelismo y el guevarismo (que Hodges coloca en el ao 1969), ya La Habana se haba convertido en la Meca de muchos dirigentes y militantes de la plural y variopinta izquierda poltica, social e intelectual latinoamericana (incluidas la haitiana) y, en menor medida, de otras islas y territorios no latinos baados por el Mar Caribe. Como vimos en el capitulo anterior, entre estos ltimos se destac el lder del PPP de la entonces llamada Guyana Britnica, Cheddi Jagan; pero a l progresivamente se agregaron los representantes de algunos movimientos polticos que entonces luchaban por la independencia de Jamaica, Guadalupe y Martinica. Estas dos ltimas islas controladas por Francia.

La mayor parte de esos dirigentes y militantes al igual que otras personalidades polticas e intelectuales sin militancia poltica previa fueron portadores de mensajes solidarios con el pueblo y las autoridades del primer territorio libre de Amrica. Por consiguiente, muchos de ellos convocaron y encabezaron las grandes protestas que se produjeron en todo el continente contra la cada vez ms agresiva poltica estadounidense y las referidas resoluciones contra la Revolucin Cubana aprobadas por la OEA. En no pocos casos, militantes y profesionales de esas organizaciones vinieron a residir en Cuba con el propsito de estudiar sus experiencias y, al par, contribuir a las aceleradas transformaciones polticas, econmicas y sociales que se estaban produciendo en ese pas. Algunos de ellos se incorporaron a las entonces nacientes Milicias Nacionales Revolucionarias (MNR) y tomaron parte en sus acciones combativas contra la derrotada invasin mercenaria de Playa Girn, as como de las bandas contrarrevolucionarias organizadas por la CIA entre 1960 y 1965. Como ya se conoce, algunos de ellos entregaron su vida en Cuba.

En reciprocidad y tomando en cuenta lo que Jos Antonio Echevarra haba denominado una obligacin moral histrica y una necesidad estratgica para salvaguardar la obra que en Cuba se realice, as como los referidos compromisos previamente asumidos por Fidel Castro y por el MR-26-7 con los perseguidos polticos y las luchas de otros pueblos democrticos del continente, prcticamente, desde 8 de enero de 1959 los ms destacados dirigentes de esa organizacin y los principales comandantes del ER (cualesquiera que fueran los cargos estatales que ocuparan en el primer y el segundo gobierno revolucionario), al igual que las direcciones de las dems organizaciones revolucionarias que haban combatido contra la tirana de Batista (MR-13-M y el PSP) comenzaron a cumplir sus correspondientes utopas de convertir a Cuba en lo que --desde el capitulo anterior y parafraseando lo dicho por Fidel Castro en La historia me absolver he venido denominando un baluarte de libertad y solidaridad.

En los primeros aos del triunfo de la Revolucin, esa utopa nutri a la AJR (rebautizada a partir del 4 de abril de 1962 como Unin de Jvenes Comunistas), a las sucesivas direcciones de las ORI, del PURSC y del PCC. Mucho ms porque en la actividad de presentacin del primer Comit Central de ese partido (3 de octubre de 1965), Fidel Castro tom la decisin de leer la carta de despedida que en abril de ese ao le haba dejado el Che Guevara antes de partir clandestinamente junto a un grupo de internacionalistas cubanos hacia la ahora llamada Repblica Democrtica del Congo y, dieciocho meses ms tarde, hacia Bolivia: escenario de sus nuevas y a la postreras batallas por la definitiva independencia de nuestra Mayscula Amrica. Como veremos despus, ya estando all fue que en abril de 1967 se public en Cuba su virtual testamento poltico, ahora conocido como Llamamiento del Che a todos los pueblos del mundo a travs de la [revista] Trincontinental. Aunque entonces no se conoca en cuales tierras del mundo l estaba combatiendo ambos documentos tuvieron un profundo impacto en la formacin de la conciencia internacionalista del sujeto popular nuestro americano-cubano, al igual que en la labor de todas las organizaciones de raigambre popular que para esa poca funcionaban en la sociedad poltica y civil cubana: la Asociacin Nacional de Agricultores Pequeos (ANAP) cuyo primer congreso se realiz en 1961--, los Comits de Defensa de la Revolucin (fundados en septiembre de 1960), la CTC-R, la FEU, la FMC, la UNEAC y la Unin de Estudiantes Secundarios (UES). El primer congreso de esa organizacin engalanado de todas las banderas latinoamericanas, incluida la de Puerto Rico se efectu en agosto de 1962. Cuatro aos ms tarde, la FEU organiz en Cuba el Cuarto Congreso Latinoamericano de Estudiantes; evento que acord la fundacin de la Organizacin Continental Latinoamericana de Estudiantes (OCLAE) que, desde entonces, tiene su sede principal en La Habana, Cuba.

A la labor solidaria de esa y otras organizaciones nuestro-americanas volveremos en este volumen; pero ahora merece adelantar que, con vistas a impulsar la formacin de la conciencia internacionalista y nuestra americana del pueblo cubano, a fines de 1960, el segundo gobierno revolucionario fund el Instituto Cubano de Amistad con los Pueblos (ICAP), encargado de promover relaciones nter-solidarias con todos los pueblos del mundo, en primer lugar con los de Amrica Latina y el Caribe. Igualmente que, como solucin de continuidad con las definiciones y la prctica precedente, en la segunda mitad del ao 1961, el entonces llamado Vice Ministerio Tcnico (VMT) del recin fundado Ministerio del Interior (antes Ministerio de Gobierno) asumi la tarea de organizar la solidaridad con los entonces genricamente llamados movimientos de liberacin nacional de diferentes regiones del Tercer Mundo.

La jefatura de ese vice-ministerio (tambin encargado de las tareas de la denominada inteligencia estratgica) fue ocupada por el hoy clebre comandante Manuel Pieiro Losada, tambin conocido como Barbarroja; quien segn todas las evidencias disponibles era directamente supervisado por el comandante Ernesto Che Guevara y por el entonces primer ministro del segundo gobierno revolucionario cubano y sucesivo secretario general de las ORI, del PURS y del PCC, Fidel Castro. (Pieiro [1987], 1999; Estrada, 2005). Esa definicin se mantuvo despus de la salida clandestina de Che y de otros se sus compaeros de lucha, primero, hacia el entonces llamado Congo-Lopoldville o Kinshaza y, luego, hacia Bolivia. Incluso, a partir del ao 1970; ao en que el VMT se dividi en una Direccin General de Inteligencia (DGI) y en una Direccin General de Liberacin Nacional (DGLN). Esta ltima bajo la direccin de Pieiro.

Todava falta mucho por indagar y divulgar acerca del contenido y las formas especficas que en diferentes momentos asumieron todas las interrelaciones solidarias del liderazgo poltico-estatal cubano-nuestro americano con las luchas armadas y desarmadas por la liberacin nacional y social de diferentes naciones del mundo subdesarrollado y en particular con las del resto de Amrica Latina y el Caribe. Sin embargo, ya se sabe que desde fines de enero de 1959 la Comandancia de las entonces llamadas Fuerzas de Tierra, Mar y Aire de la Repblica de Cuba (posteriormente denominadas Fuerzas Armadas Revolucionarias) puso en marcha una gran operacin poltico-militar nter-solidaria con los luchadores contra la agresiva dictadura dominicana. En efecto, segn el testimonio del comandante del ER Delio Gmez Ochoa, luego de su regreso de Venezuela (25 enero), Fidel Castro lo convoc a una reunin con el dominicano Enrique Jimnez Moya quien dada su destacada participacin en el combate de Maffo (10 al 30 de diciembre de 1958) haba sido ascendido a capitn del ER. Este haba llegado a las estribaciones de la Sierra Maestra el 7 de diciembre de 1958 en un avin proveniente de Venezuela, cargado de armas y en el que tambin viajaron algunos de los que posteriores integraron del primer Gobierno Revolucionario; incluido su primer presidente provisional, Manuel Urrutia Lle. Desde ese momento, en nombre de la Unin Patritica Dominicana, Jimnez Moya le haba solicitado a la Comandancia del ER ayuda para foguear en la lucha guerrillera a un grupo de jvenes dominicanos que [en caso de ser aprobada su solicitud] deberan llegar a la Sierra Maestra en otros aviones procedentes de Venezuela (Gmez, 1998). En razn de la aceleracin de la crisis poltico-militar de la dictadura de Fulgencio Batista, esa posibilidad no se concret; pero, con esos antecedentes, con el compromiso de darle apoyo econmico y logstico a la causa dominicana que haba asumido el presidente venezolano Rmulo Betancourt durante la nica conversacin personal que sostuvo el 24 de enero de 1959 con Fidel Castro y seguramente en posesin de las primeras informaciones acerca de los referidos planes contrarrevolucionarios que estaba fraguando el strapa Rafael Lenidas Trujillo, el lder de la Revolucin Cubana nombr al comandante Gmez Ochoa como su delegado para todo lo relacionado con la cuestin dominicana, con la ayuda que se le iba a prestar, la logstica con la que se les iba a apoyar y [la seleccin y acondicionamiento] del lugar donde se hara el campamento de entrenamiento. Tambin le entreg la responsabilidad de evitar cualquier tropiezo en el traslado [hacia Cuba] de los dominicanos desde los distinto pases en que se encontraban y en el trnsito por La Habana hasta el campamento donde se entrenaran (Gmez, 1998: 30).

A pesar de las vacilaciones y del incumplimiento de una buena parte de los compromisos adquiridos por Rmulo Betancourt (compensados por la enorme solidaridad del pueblo y algunas autoridades polticas y militares venezolanas, as como por el decidido apoyo de los principales comandantes del ER, entre ellos Ral Castro, Juan Almeida, Ernesto Che Guevara y Camilo Cienfuegos), en poco ms de cuatro meses se lograron trasladar, concentrar, entrenar y armar en Cuba a los combatientes dominicanos, venezolanos y portorriqueos que luego de definir su programa mnimo finalmente integraron el Movimiento de Liberacin Dominicano. Fortalecido con la presencia voluntaria de una decena de oficiales del ER y del propio comandante Gmez Ochoa en su carcter de asesor militar del jefe de ese movimiento, Jimnez Moya, 225 de esos combatientes partieron de Cuba el 14 de junio de 1959 en una expedicin area y en dos expediciones navales separadas entre s (Castro, 2009). La despedida de esos combatientes estuvo a cargo del carismtico comandante del ER Camilo Cienfuegos, lamentablemente desaparecido el 28 de octubre de 1959; quien segn Gmez Ochoa haba expresado su deseo de incorporarse a aquella gesta.

Esa operacin inter-solidaria que pas a la historia con el apelativo de las expediciones de Constanza, Maimn y Estero-- fue derrotada y Trujillo orden el asesinato, as como bestiales torturas a sus escasos sobrevivientes. Igualmente emprendi una brutal represin contra sus opositores internos. Como ya vimos, fue en ese contexto y como una forma de denunciar esos crmenes, as como los planes contrarrevolucionarios que con la anuencia oficial estadounidense se desarrollaban en diferentes puntos de la geografa dominicana que, el 26 de junio de 1959, el primer Gobierno Revolucionario cubano (el todava encabezado por Manuel Urrutia Lle) tom la tarda decisin de romper sus relaciones diplomticas con Repblica Dominicana.

Paralelamente, se emprendi otra operacin nter-solidaria del ER y del MR-26-7 con las luchas democrticas que se desplegaban en la Cuenca del Caribe. En este caso dirigida a respaldar los planes poltico-militares que, a partir de febrero de 1959, comenz a elaborar el llamado Comit de Liberacin de Nicaragua (CLN), formado en Cuba y encabezado por el ex oficial de la Guardia Nacional nicaragense (GNN), Rafael Somarriba. l segn la historiadora estadounidense Matilde Zimmermannhaba vivido exiliado en los Estados Unidos por una docena de aos. Segn ella, ese comit integrado por miembros del Partido Socialista Nicaragense (comunista), del Partido Liberal Intransigente, por estudiantes radicales y por un grupo de exiliados radicados en Venezuela cont con el total respaldo del comandante Ernesto Che Guevara; quien, seguramente despus de haberlo consultado con Fidel Castro, facilit el entrenamiento militar en Cuba de algunos de los miembros CLN y autoriz la participacin de varios veteranos de la reciente guerra revolucionaria cubana (Zimmermann, 2005: 67). Entre ellos, los oficiales del ER Onelio Hernndez y Renn Montero. Este ltimo, estando exiliado en Mxico, haba mantenido estrechos vnculos con un grupo de compatriotas nicaragenses.

Segn Zimmermann, gracias a esa ayuda, en mayo de 1959 ya estaban bajo del mando de Somarriba 55 combatientes desplegados en una finca ubicada en la frontera entre Honduras y Nicaragua. Otros 27 hombres (incluido Renn Montero) continuaban recibiendo entrenamiento militar en Cuba. Pero ya esa operacin era un secreto a voces en la capital hondurea y, por tanto, sus planes haban llegado al conocimiento de la dictadura somocista. Por consiguiente, el 24 de junio la columna guerrillera de la denominada Brigada 21 de septiembre Rigoberto Lpez Prez (en honor al combatiente nicaragense en que esa fecha de 1956 haba ajusticiado al fundador de la dinasta somocista, Anastasio Somoza Garca) cay en la emboscada que le tendi el Ejrcito hondureo y la GNN en El Chaparral, Honduras. Como resultado murieron seis guerrilleros (incluido Onelio Hernndez), tres ms fueron ejecutados por sus captores y otros quince fueron capturados heridos y trasladados a Nicaragua. Entre ellos, Carlos Fonseca Amador, posteriormente fundador del Movimiento Sandinista, antecedente ms inmediato del Frente Sandinista de Liberacin Nacional (FSLN) (Prieto, 1990: 182; Zimmermann, 2005): organizacin poltico-militar que, desde su fundacin y a pesar de sus sucesivos reveses, siempre mantuvo multifacticas y estrechas relaciones nter-solidarias con la Revolucin Cubana.

A lo antes dicho se agreg la participacin (inconsulta con el alto mando de las Fuerzas Armadas Revolucionarias y con el segundo gobierno revolucionario cubano) de 30 oficiales y soldados del ER en una expedicin que desembarc el 30 de agosto de 1959 en Les Irois, Hait. Segn la indagacin realizada por el destacado intelectual y poltico haitiano Gerard Pierre-Charles, esa expedicin haba sido organizada desde La Habana por Louis Dejoie, uno de los lderes de la oposicin burguesa y pequeo burguesa a la dictadura de Duvalier. En el momento del desembarco los decididos expedicionarios cubanos [] se encontraron solos ya que el barco en que [deban] llegar los exiliados haitianos nunca arrib (Pierre-Charles, 1980: 190). A decir del ya mencionado comandante del ER Gmez Ochoa, esa expedicin cuyo presunto destino era el territorio dominicano estuvo comandada por el oficial del Segundo Frente del Escambray Henry Fuentes; pero su alma era el combatiente del ER, de origen chicano, Rengal Guerrera, conocido como el mexicano (Gmez, 1998: 99 y 100). En cualquier caso, carentes del respaldo interno prometido, la mayora de esos combatientes cubanos fueron capturados y asesinados. Slo sobrevivieron cuatro cinco (segn las fuentes consultadas) que meses despus fueron devueltos a Cuba a pesar de que la dictadura de Duvalier haba utilizado el hecho y la presunta intervencin cubana en sus asuntos internos como pretexto para romper sus relaciones diplomticas con Cuba (Diaz et al, 1982, t.II: 862).

Como se vio en el captulo anterior, ese mismo pretexto haba sido previamente esgrimido por la dictadura de Somoza, tambin implicada en los primeros planes contra la Revolucin Cubana que a instancias de los gobiernos visible e invisible de Estados Unidos, al igual que con el respaldo de los gobiernos de Guatemala y Paraguay se estaban fraguando en la OEA. Merece consignar que, dos meses antes de la expedicin armada antes mencionada y en respuesta a la acusaciones que haba realizado la dictadura de Trujillo, el entonces embajador ante ese organismo hemisfrico y posterior canciller del segundo gobierno revolucionario, Ral Roa, ripost denunciando la agresiones contra Cuba que ya estaba orquestando la tirana dominicana. Tambin, sobre la base de su interpretacin de la letra del Tratado Interamericano de Asistencia Reciproca (firmado en 1947), haba indicado que la solidaridad y la unidad hemisfrica y la paz [] estn ligadas entraablemente a los ideales democrticos (Roa [1959] 1986: 30). Adems, previendo la repeticin de acusaciones parecidas por parte de otros gobiernos de ese hemisferio haba indicado que el gobierno de Cuba estaba perfectamente convencido de que todo esto es una gigantesca patraa, con fines criminosos, cuyo propsito es crear a Cuba un ambiente internacional hostil, y organizar en Cuba una conjura internacional de tipo intervencionista, a los efectos de interferir, obstaculizar o malograr el desarrollo ascendente de la Revolucin Cubana (Roa [1959] 1986: 33).

Para intentar neutralizar esa conjura, el primer ministro cubano Fidel Castro realiz una acrrima defensa del principio de no intervencin en los asuntos internos de los estados del continente americano. Consecuentemente y con esa tica que desde entonces han caracterizado la proyeccin externa de la Revolucin Cubana y, en particular, los comportamientos de su mximo lder, se tomaron diversas medidas internas para evitar que zarparan de la isla otras expediciones areas o navales. Esas medidas y sus resultados generales fueron oficialmente informadas al Consejo de la OEA (Lechuga, 1991). Adicionalmente, en los meses sucesivos se adoptaron diversas decisiones organizativas para armonizar los compromisos solidarios de la direccin revolucionaria cubana con el principio de no intervencin en los asuntos internos de los gobiernos de los estados de dentro y fuera del continente americano que mantuvieran una actitud reciproca con el pueblo y el gobierno cubanos: doctrina de la proyeccin externa de la Revolucin Cubana que finalmente fue proclamada en la Declaracin de Santiago de Cuba del 26 de julio de 1964.

Previamente, el liderazgo poltico-estatal cubano utiliz su prestigio para movilizar la solidaridad recproca entre diferentes organizaciones populares y revolucionarias de ese continente. Por ejemplo, sin sectarismo de ningn tipo, as se hizo con relacin a las diversas organizaciones paraguayas que luchaban contra la dictadura de Alfredo Stroessner (1954-1989). Estas, en 1959, haban organizado en territorio argentino dos columnas guerrilleras. Una de ellas vinculada al denominado Movimiento 14 de mayo (compuesto de jvenes combatientes salidos de la Juventud Febrerista y del Partido Liberal). Y, la otra, al Frente Unido de Liberacin Nacional (FULNA) organizado por el Partido Comunista de Paraguay (PCP). Ambas columnas ingresaron a ese pas en noviembre de 1959 y fueron rpidamente diezmadas. No obstante, la lucha contra esa dictadura no decay. El FULNA organiz otra columna guerrillera llamada Mariscal Lpez, en honor al presidente de ese pas Francisco Solano Lpez (1862-1870); quien en ese ltimo ao cay combatiendo contra las fuerzas militares argentinas, brasileas y uruguayas que perpetraron la genocida guerra de la Triple Alianza. Esa columna guerrillera, en mayo de 1960, ocup la ciudad Barrero Grande. Unos meses despus, el 21 de diciembre, se produjo otro ataque a una base naval de la ribera del ro Paraguay. Paralelamente, el Movimiento Popular Colorado (MOPOCO) emiti una declaracin convocando a la resistencia contra la dictadura de Alfredo Stroessner (Daz et al, 1982, t II: 866 y 890).

En ese contexto, el comandante Che Guevara se reuni en La Habana con uno de los dirigentes de las diversas organizaciones trotskistas argentinas, Jos Matorell. Luego de varias entrevistas logr convrselo de la importancia de que la seccin argentina del Secretariado Latinoamericano del Trotskismo Ortodoxo (SLATO) vinculado a la tendencia proletaria de la IV Internacional, encabezada por Natahuel Moreno ayudara a las guerrillas paraguayas. Tambin que le prestara apoyo a los levantamientos campesinos que, en el propio ao 1960, haba organizado en los vecinos valles de la Convencin y Lares, la Federacin Provincial Campesina de la Convencin, capitaneada por Hugo Blanco, quien era uno de los ms prestigiosos dirigentes del Partido Obrero Revolucionario (POR) de Per, vinculado al SLATO. Segn Donald Hodges, esa entrevista de Che con Matorell y la capacidad de este para convencer a su organizacin, entonces encabeza por Alberto Pereyra, determino [la] aparicin de la tendencia guevarista dentro del trotskismo argentino (Hodges, 1976: 180-181). De esa tendencia surgi en 1965 el Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT) y, unos aos ms tarde, despus de la expulsin de Natahuel Moreno, su brazo armado: el Ejrcito Revolucionario del Pueblo (ERP), encabezado por Mario Roberto Santucho (Hodges, 1976; Prieto 1990: 148).

Al relato de las complejas interrelaciones entre los dirigentes revolucionarios nuestro americanos-cubanos y las diferentes tendencias de la IV Internacional se volver en este captulo; pero ahora hay que acentuar que mientras se mantuvo activo el poderoso y combativo movimiento campesino peruano, el liderazgo poltico-estatal, los medios estatales de comunicacin masiva y las organizaciones de raigambre popular que actuaban en la sociedad poltica y civil cubana (en primer lugar la ANAP) constantemente expresaron su solidaridad con ese movimiento, con el Frente de Izquierda Revolucionario (FIR) al cual en 1961 se haban incorporado el grupo de jvenes sin militancia poltica previa que, bajo la direccin de Juan Pablo Chang, haban fundado la Asociacin para Unificar la Izquierda Revolucionaria (APUIR) y con su lder Hugo Blanco; quien finalmente, luego de ser totalmente abandonado por el SLATO, fue capturado y encarcelado en 1963 (Hodges, 1976).

Antes de que ello ocurriera un grupo de jvenes y estudiantes vinculados a la APUIR, solicitaron la ayuda de las autoridades cubanas con vistas a organizar, entrenar y armar una columna guerrillera que, desde el territorio boliviano, acudiera en ayuda del FIR y de los pequeos y dispersos grupos guerrilleros que se haba visto obligado a organizar Hugo Blanco para tratar de contener el cruento avance de las fuerzas represivas. Tomando en cuenta la ya referida ruptura de relaciones diplomticas con Cuba por parte del gobierno constitucional peruano encabezado por Manuel Prado y el golpe de Estado reaccionario encabezado por el general Ricardo Po Prez Godoy que se produjo en ese pas el 18 de julio de 1962, esa ayuda le fue conferida. Como parte de ella, las autoridades poltico-estatales cubanas movilizaron en el apoyo del Partido Comunista de Bolivia (PCB) y obtuvieron la anuencia del tercer gobierno de la Revolucin Boliviana de 1952, entonces encabezado por Vctor Paz Estenssoro y, en carcter de vice-presidente, por el dirigente sindical (influido por el trotskismo) Juan Lechn Oquendo (Rot, 2000).

En consecuencia, luego de recibir entrenamiento militar en Cuba, as como armamentos proveniente de ese pas y con el apoyo clandestino de varios funcionarios de la Embajada cubana en Bolivia vinculados al entonces naciente VMT del MININT, la columna guerrillera encabezada por Hctor Bjar intent ingresar a territorio peruano en mayo de 1963; pero fue derrotada el da 15 de ese mes en Puerto Maldonado. En ese encuentro cayeron en combate seis combatientes; entre ellos, el laureado poeta nuestro americano, nacido en Per Javier Heraud. Unas semanas ms tarde, los que lograron regresar a Bolivia y con las armas que se pudieron preservar, fundaron el Movimiento 15 de Mayo, encabezado por Hctor Bjar y Juan Pablo Chang (Prieto, 1990: 247-250). Como veremos despus, en 1965 y tambin con la solidaridad cubana, ambos fundaron el Ejrcito de Liberacin Nacional (ELN) como uno de los destacamentos peruanos de las luchas por la segunda independencia de nuestra mayscula Amrica. Ello contribuye a explicar la vinculacin de Juan Pablo Chang y de otros de sus compaeros de lucha con lo que he denominado la epopeya suramericana del Che (Surez, 2006) y otros autores llaman la Operacin Andina (Argentina, Bolivia y Per), por l organizada con el indiscutible apoyo de las mximas autoridades de la Revolucin Cubana. (Rot, 2000). Siguiendo indicaciones personales de Che, a fines de 1962 fue vinculada con esa operacin la ahora clebre internacionalista argentino-alemana Hayde Tamara Bunke Bder, conocida con el apelativo de Tania la guerrillera; quien luego de un largo proceso de entrenamiento y bajo el nombre de Laura Gutirrez Bauer entr clandestinamente a Bolivia en noviembre de 1964 (Estrada, 2005)

Previamente y no obstante las sucesivas derrotas sufridas por el movimiento guerrillero paraguayo (que finalmente no recibi la solidaridad del SLATO), las autoridades polticas y estatales cubanas mantuvieron vnculos de solidaridad recproca con el PCP y con otras organizaciones anti-dictatoriales paraguayas; en particular, con las integrantes del FULNA: frente poltico-militar que organiz otras columnas guerrilleras en las zonas fronterizas entre Argentina y Paraguay. Estas nuevamente fueron derrotadas en los primeros meses de 1962. Segn Regis Debray, a partir de ese momento, la direccin del PCP abandon la lnea de la lucha armada por la del Frente Unido con la burguesa nacional y con el Partido Liberal (Debray [1965] 1969: 52 y 53). En cualquier caso, esto no impidi que el liderazgo poltico-estatal cubano mantuviera su solidaridad con el pueblo paraguayo y sus organizaciones ms representativas. Incluso, la emisora estatal Radio Habana Cuba (RHC) mantuvo durante mucho tiempo sus trasmisiones en guaran.

Algo parecido puede decirse de las relaciones nter-solidarias que desde los primeros meses del triunfo de la Revolucin mantuvieron el liderazgo poltico-estatal cubano y diversas fuerzas revolucionarias, reformadoras o progresistas opuestas a los anti-democrticos y pro-imperialistas gobiernos liberal-conservadores colombianos, surgidos de los antidemocrticos acuerdos que en 1958 dieron origen al llamado Frente Nacional. En primer lugar con el Partido Comunista Colombiano, con el Frente Unido de Accin Revolucionario (inspirado en las ideas del martirizado lder Jorge Eliecer Gaitn), con el Movimiento Revolucionario Liberal (MRL), encabezado por el posteriormente canciller y luego presidente Alfonso Lpez Michelsen (1974-1978) y con el Movimiento Obrero Estudiantil Campesino (MOEC), cuyo primer congreso se efectu en julio de 1960 (Prieto, 1990: 280-281). Segn el testimonio de Ulises Estrada, algunos de los fundadores de ese movimiento llegaron a Cuba en el ao 1959. Entre ellos, el prestigioso dirigente estudiantil Antonio Larrotta Gonzlez y sus hermanos Juan Martn y Patricio. Los dos primeros sostuvieron varias entrevistas con el comandante Che Guevara, en las que le expresaron su inters de reiniciar la lucha armada en Colombia y, con tal fin, recibir preparacin militar.

Partiendo de ese inters, Antonio y Juan Martn se incorporaron a diferentes unidades de las nacientes Milicias Nacionales Revolucionarias [y desde sus filas] Antonio particip en la batalla de Playa Girn [] A su vez, Juan Martn [combati] contra las criminales bandas contrarrevolucionarias que, tambin con el apoyo de la administracin de John F. Kennedy, se haban alzado en armas en las montaas del Escambray, ubicadas en la zona central de la isla de Cuba. Tomando en cuenta todos esos antecedentes y la indecorosa actitud que haba mantenido el gobierno colombiano en la VII Reunin de de Consultas de Ministros de Relaciones Exteriores de la OEA (agosto de 1960), as como en el referido debate que se produjo en la Asamblea General de la ONU inmediatamente despus de la derrota la invasin mercenaria de Playa Girn, las autoridades cubanas los apoyaron en su afn de abrir un frente guerrillero en la zona del Valle del Cauca. Incluso segn Juan Martnse haba previsto que l, junto con el Che, se incorporaran a ese destacamento guerrillero cuando culminara su fase de asentamiento (Estrada, 2005: 12). Pero aquel intent fracas como consecuencia de la traicin de los viejos guerrilleros liberales de la guerra civil [de 1948 a 1958] degenerados en bandoleros (Debray [1965], 1969: 53). En consecuencia, Antonio Larrotta y otros de sus compaeros de lucha cayeron en combate o fueron asesinados en mayo de 1961.

Una suerte parecida a las del MOEC corri los primeros intentos guerrilleros que sin ningn respaldo oficial cubano y sin comprender las experiencias de lucha de la Revolucin Cubana se emprendieron en los aos 1962 en Ecuador, Guatemala, y Venezuela. En el primero de esos pases, en marzo de 1962, cuarenta jvenes pertenecientes a la recin fundada Unin Revolucionaria de la Juventud Ecuatoriana (URJE) fueron cercados y capturados por las fuerzas armadas en el momento que pretendan iniciar una accin guerrillera en Santo Domingo de los Colorados: zona intermedia entre la costa y las altas mesetas andinas. Tal intentona se produjo como rechazo al golpe de Estado constitucional que un ao antes haba derrocado (otra vez) al presidente Jos Mara Velazco Ibarra, quien haba condenado pblicamente a Estados Unidos por la invasin mercenaria de Playa Girn. Bajo la presin del gobierno de ese pas y con el apoyo de las fuerzas armadas, fue sustituido por su vacilante vice-presidente Carlos Julio Arosemena (1961-1963).

Paralelamente, se registraron fracasos en los primeros intentos guerrilleros realizados en el Estado de Mrida y en el Estado de Yaracuy, Venezuela. En este caso, como reaccin contra la poltica represiva que desde el ao anterior vena aplicando el gobierno de Rmulo Betancourt. A su vez, en Guatemala fueron golpeados los primeros esfuerzos armados del ya denominado Movimiento Revolucionario 13 de Noviembre (MR 13), encabezado por los posteriormente clebres comandantes guerrilleros Yon Sosa y Luis Augusto Turcios Lima (Fernndez, 1969). Asimismo, fue sangrientamente aniquilado la que el ex comandante guerrillero de ese pas Julio Csar Macas (conocido como Csar Montes) calific como aventura guerrillera de Concu [febrero-marzo de 1962] que haba dirigido el coronel Paz Tejada, opositor a todos los gobiernos militares sucesores del derrocado gobierno democrtico y nacionalista de Jacobo Arbenz (Macas, 1997: 26). En esa ocasin cay en combate el militante del Partido Guatemalteco del Trabajo (comunista) Julio Roberto Cceres Valle (conocido con Patojo); quien haba mantenido una estrecha amistad con Che Guevara durante su exilio en Mxico y que, en los primeros das del triunfo de la Revolucin, haba llegado a Cuba a aprender de sus experiencias y a aportar sus conocimientos en la construccin de la nueva sociedad. Apesadumbrado por la cada en combate de un amigo tan entraable y haciendo un balance crtico de las intentonas guerrilleras de los aos precedentes, Che Guevara indic:

Nueva sangre joven ha fertilizado los campos de Amrica para hacer posible la libertad. Se ha perdido una nueva batalla; debemos hacer un tiempo para llorar a los compaeros cados mientras se afilan los machetes y, sobre la experiencia valiosa y desgraciada de los muertos queridos, hacernos la firma resolucin de no repetir errores, de vengar la muerte de cada uno con muchas batallas victoriosas y de alcanzar la liberacin definitiva (Guevara [1962], 2003: 385)

Como respuesta a la brutal represin desatada por el gobierno cvico-militar de Miguel Ydgoras Fuentes contra los participantes en ese desorganizado intento guerrillero, as como contra la sublevacin popular-estudiantil que se produjo en Guatemala en los meses de marzo y abril de 1962, a fines de ese ao el MR-13 (cuyos principales dirigentes ya haban viajado a Cuba y se haban entrevistado con oficiales del VMT del MININT y, luego, con el comandante Che Guevara), el Partido Guatemalteco del Trabajo (PGT) que desde antes del triunfo de la Revolucin Cubana mantena estrechas nter-solidarias con el PSP y, ms tarde, con las ORI, junto al denominado (y rpidamente disuelto) Movimiento Revolucionario 12 de Abril (en honor a los estudiantes cados en la sublevacin antes mencionada) decidieron fundar las que la historiografa crtica guatemalteca ha denominado primeras Fuerzas Armadas Rebeldes (FARG), cuyos primeros tres frentes guerrilleros rurales fueron encabezados por los dirigentes poltico-militares del MR-13, Yon Sosa, Luis Augusto Turcios Lima y Luis Trejo. Segn los acuerdos de las reuniones efectuadas entre las direcciones de esas organizaciones, esos frente actuaran como el brazo armado del Frente Unido de la Resistencia (FUR), hegemonizado por el PGT. Por tanto, a esos frente guerrilleros sobre todo el encabezado por Turcios Lima-- se incorporaron algunos dirigentes de la Juventud Patritica del Trabajo (JPT), organizacin juvenil del PGT, al igual que de su Comisin Militar que previamente haban recibido preparacin en Cuba (Fernndez, 1969: Debray y Ramirez, 1975; (Macas, 1997: 95).

La Tercera Conferencia de Partidos Comunistas Latinoamericanos

A la complicada historia de las FARG y de sus vnculos con el PGT y la JPT, as como con el MR-13 volveremos ms adelante; pero ahora es necesario resaltar que --segn las indagaciones histricas que se han realizado cuando Che Guevara public el 16 de agosto de 1962 su ya referido testimonio sobre el Patojo Cceres en la revista Verde Olivo (rgano de las Fuerzas Armadas Revolucionarias Cubanas) ya haba comenzado la frustrada operacin de la apoyo al FIR y a Hugo Blanco que hemos mencionado en prrafos anteriores. Tambin, tomando en cuenta el golpe de Estado constitucional que se produjo en Argentina (marzo de 1962) y la ruptura de relaciones diplomticas de ese pas con Cuba, se haban dado los primeros pasos de la que en el cdigo del VMT del MININT pas a la historia como el sobrenombre de Operacin Sombra, en referencia al popular personaje de la novelstica argentina Don Segundo Sombra (Pieiro [1997], 1999; Estrada, 2005). Es decir, el intento apoyado por las autoridades poltica-estatales cubanas y, posteriormente, por el Frente de Liberacin Nacional y el gobierno de la recin independizada Repblica Democrtica y Popular de Argelia (entonces presidida por Ahmed Ben Bella) de infiltrar en el norte de Argentina, a travs del territorio de Bolivia, la mxima direccin del Ejrcito Guerrillero del Pueblo (EGP), encabezada por el prestigioso periodista argentino Jorge Ricardo Masetti, conocido como Comandante Segundo. Tal seudnimo ha sido atribuido a que el Comandante Primero de esa organizacin poltico-militar iba a ser el Che Guevara; pero que, esta vez, fue persuadido por Fidel Castro para que no abandonara sus cargos poltico-estatales y que slo ingresara al territorio argentino una vez que se hubiera consolidado la base de operaciones del EGP (Rot, 2000). Vlida o no esa presuncin, lo cierto fue que con el total respaldo de las mximas autoridades del gobierno revolucionario y del PURSC (en primer lugar, de su primer ministro y primer secretario, respectivamente, Fidel Castro), con la participacin directa de varios altos oficiales del VMT del MININT, de dos ayudantes personales de Che Guevara (Hermes Pea y Alberto Castellanos) y bajo su constante supervisin, a mediados de 1963, procedente de Argel y luego de recibir preparacin militar en ese pas, lleg a Bolivia el ncleo dirigente del EGP. Desde all comenzaron a explorar las inhspitas y despobladas zonas selvticas del norte de Argentina donde pretendan instalar el destacamento guerrillero. En tales maniobras contaron con la tolerancia del gobierno boliviano, con el apoyo directo de los mencionados oficiales del VMT y, a travs de ellos, de diversos dirigentes y militantes del PCB, en particular de su organizacin juvenil. Entre ellos, los hermanos Inti y Coco Peredo; quienes como veremos ms adelante a fines de 1966 rompieron sus vinculaciones con el PCB y se incorporaron a la epopeya suramericana del Che.

Previamente, la mxima direccin del EGP comenz a establecer vnculos con diversas organizaciones de la izquierda poltica y social argentina profundamente atradas por la experiencia cubana; en particular con los integrantes de la organizacin Vanguardia Revolucionaria (VR), fundada en 1963 por un grupos de intelectuales, dirigentes y militantes que ya se haban separado de la organizacin juvenil y del Partido Comunista de Argentina (PCA) a causa de la identificacin de su mxima direccin encabezada, desde comienzos de la dcada de 1920, por Victorio Codovilla con la poltica de coexistencia pacfica y de impulso a la va pacfica al socialismo propugnada desde 1960 por el PCUS y por buena parte de los partidos comunistas del mundo. Tambin de su rechazo a las sibilinas crticas del codovillismo a la Revolucin Cubano-Latinoamericana y a la actitud contemporizadora que haba asumido el PCA frente al ya referido golpe de Estado contra el presidente Arturo Frondizi y a las medidas represivas y anti populares adoptadas por el pro imperialista y pro-oligrquico gobierno cvico-militar encabezado por Jos Mara Guido (1962-1963).

Esa actitud del PCA tambin se mantuvo ante el recin electo presidente Arturo Illia (1963-1966), perteneciente a la demaggicamente llamada Unin Cvica Radical del Pueblo (UCRP). Como oportunamente denunci Jorge Ricardo Masetti, este haba llegado a esa posicin como resultado de unos comicios en los que no se haba permitido la participacin de ningn candidato del proscrito Partido Justicialista, encabezado desde el exilio por Juan Domingo Pern (Massetti [1963], 2000); quien, a travs de los dirigentes de la Formacin Revolucionaria Peronista, John William Cooke y Patricia Eguren, mantena discretos canales de comunicacin con Fidel Castro y Che Guevara (Bodes y Lpez, 2003). Sin embargo, el EGP no busc el apoyo de ninguna de las diversas tendencias peronistas, ni del trotskismo argentino. En este ltimo caso, probablemente, a causa de la negativa actitud que finalmente haba mantenido el SLATO frente a la insurreccin campesina peruana y frente a los ya referidos emprendimientos guerrilleros paraguayos. Igualmente, a causa del enjuiciamiento y encarcelamiento de varios dirigentes del Partido Obrero Revolucionario, seccin cubana del SLATO, que se produjo en 1963. Como mayor o menor razn en cada caso, todos haban sido acusados de realizar actividades provocadoras contra la Revolucin Cubana. Con la misma acusacin, en 1960, haba sido expulsado de La Habana uno de los dirigentes de la seccin mexicana del Bur Latinoamericano de IV Internacional, encabezado por el megalmano lder de la llamada tendencia de liberacin nacional, Jos Posadas (Lima [1965], 1969: 100).

Como ya esta dicho, a las relaciones entre el liderazgo poltico cubano y esos destacamentos de la IV Internacional (unificada) se volver en este captulo; pero ahora quiero dejar consignado que los suplicios de los aproximadamente veinte guerrilleros rurales que, poco a poco, fueron incorporndose al ncleo inicial del EGP (incluidos los internacionalistas cubanos Hermes Pea quien muri en combate y Alberto Castellanos que fue capturado y encarcelado por la fuerzas armadas argentinas sin develar su verdadera identidad), los errores poltico-militares cometidos por Jorge Ricardo Masetti, as como las diferentes acciones (incluida la penetracin de dos agentes) de las fuerzas armadas argentinas que en abril de 1964 condujeron a la total desarticulacin del destacamento guerrillero rural y a la supervivencia de sus redes urbanas, han sido narradas con lujo de detalles por Gabriel Rot en su libro Los orgenes perdidos de la guerra Argentina. Dada la profundidad de esa investigacin es muy difcil agregar nuevos elementos empricos. Sin embargo, creo necesario dejar consignadas mis discrepancias con algunas de sus afirmaciones acerca de las tendencias existentes en el PURSC. Igualmente acerca del fetichismo de la subjetividad, supuestamente inherente al pensamiento y la praxis de Che. Tambin con las afirmaciones realizadas a posteriori por algunos de los sobrevivientes del desastre del EGP y en particular por Ciro Roberto Bustos; quien, tres aos ms tarde, desempe un oscuro papel en la epopeya suramericana del Che.

No obstante, entre los elementos que aporta Rot en esa obra me parece necesario resaltar las contradicciones que se produjeron entre las mximas direcciones del PCB y del PCA Segn Rot, Victorio Codovilla le reclam de manera airada al entonces secretario general del PCB, Mario Monje, que no le hubiera informado previamente del apoyo que su partido le haba ofrecido a las actividades del EGP. En opinin de Rot, esto demostr las tensas relaciones existentes entre el guevarismo [preferira decir entre la mxima direccin del PURSC] y las direcciones [de los partidos] comunistas en el sur del continente [as como de] las direcciones [de los partidos] comunistas entre s, celosas todas ellas, de los acontecimientos polticos que, fronteras adentro, pudieran afectar sus propios proyectos (Rot, 2000: 90). Objetivamente, y como ya vimos en el caso del PCA, esas y otras discrepancias afectaban las filas de todos los partidos comunistas latinoamericanos. Mucho ms despus que en 1963 el PCCh divulg su Propuesta de Lnea General para el Movimiento Comunista Internacional o Documento de los Veinticinco Puntos.

Segn la lectura del historiador cubano Alberto Prieto, en esa se extrapolaba y se proyectaba la experiencia concreta china [] a la generalidad del orbe, al equiparar a Europa Occidental y Estados Unidos a las ciudades mundiales del capitalismo, cuyas aldeas revolucionarias seran Asia, frica y Amrica Latina. Tambin se afirmada que al abrazar los principios de la coexistencia pacfica, los pases socialistas propugnadores de esa lnea se convertan en colaboradores del capitalismo, razn por la cual perdan su carcter revolucionario. Esa publicacin suscit importantes discusiones en el seno de los partidos comunistas del [] Tercer Mundo, las cuales se insertaron con especial relieve en la realidad latinoamericana, donde se polemizaba mucho sobre la lucha armada luego del triunfo de la Revolucin Cubana (Prieto, 1990: 113).

En efecto, esa polmica respecto a las formas de lucha para tomar el poder poltico y dentro de ellas, los mejores escenarios y modalidades que deba asumir la lucha armada revolucionaria tuvo un impacto de larga duracin en todos los partidos comunistas, al igual que en las diferentes organizaciones del continente vinculadas a la IV Internacional (unificada) y en los diferentes desprendimientos de los llamados movimientos populistas, nacionalistas o nacional-populares latinoamericanos y, en menor medida caribeos. Incluso, entre aquellos destacamentos que haban asumido la lucha armada como forma principal de lucha. En el primer lustro de la dcada de 1960, esa multifactica polmica fue particularmente intensa en Guatemala, Per, Repblica Dominicana y Venezuela. En este ltimo caso, como consecuencia de la ya referida poltica represiva y pro imperialistas desplegada por el gobierno de Rmulo Betancourt. En respuesta, la direccin del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) surgido como un desprendimiento del partido oficial AD propugn un levantamiento [insurreccional] masivo acompaado de un paro general dirigido a derrocar al antes referido gobierno. Ese llamamiento fue escuchado por los oficiales progresistas de las Fuerzas Armadas que promovieron los frustrados levantamientos del 21 de diciembre de 1960 en el puerto de La Guaira y el 20 de febrero de 1961 en Caracas. Por su parte, en el Tercer Congreso del Partido Comunista de Venezuela (PCV) prevaleci el criterio de que la lucha armada resultaba la va menos objetable para promover la revolucin (Prieto, 1990: 97).

En consecuencia, la mxima direccin de ese partido tambin comenz a promover algunas sublevaciones de militares nacionalistas como las de Barcelona (26 de junio de 1961), las de Carupano (4 de mayo de 1962) y Puerto Cabello (2 de junio del propio ao). Estas dos ltimas fueron derrotadas y seguidas por verdaderos baos de sangre, as como por la ilegalizacin del MIR y del PCV. Previamente algunos de los dirigentes y militantes de ambas organizaciones haban decidido trasladar el peso de sus acciones armadas a las reas rurales; decisin que fue respalda por algunos dirigentes y militantes de la URD encabezados por el prestigioso ex diputado Fabricio Ojeda. Despus que el IV Pleno del Comit Central del PCV realizado a fines de 1962 adopt formalmente la lucha armada, todas esas fuerzas fundaron el Frente de Liberacin Nacional (FLN) y, en febrero de 1963, las Fuerzas Armadas de Liberacin Nacional (FALN). Uno meses despus el FLN se convirti en el rgano de direccin poltica de las FALN. Adems de la ineficacia poltica y militar de sus acciones, as como de las emprendidas por las llamadas Unidades Tcticas de Combate (UTC) que actuaban en las reas urbanas (en particular, en Caracas) la situacin se complic en la coyuntura electoral de 1963. Sobre todo, despus que result electo presidente de la Repblica el candidato de AD, Ral Leoni. Este al tomar posesin en marzo de 1964 anunci su disposicin de legalizar a los dirigentes del MIR, del PCV y de la URD que abandonaran la lucha armada. Paralelamente con el masivo apoyo militar estadounidense emprendi una brutal ofensiva contra la poblacin campesina de las zonas rurales donde operaban las antes referidas organizaciones guerrilleras (Linrez, 2006). Todo ello provoc la divisin del MIR e intensas discusiones en las filas del PCV; cuyo Comit Central, en abril de 1965, decidi priorizar el combate poltico en detrimento del insurreccional y promovi una llamada Paz Democrtica dirigida a obtener la legalizacin del PCV y del MIR (Prieto, 1990: 103).

Esa decisin encontr el rechazo de buena parte de los dirigentes y combatientes del FLN-FALN; organizaciones que ya contaban con un alto reconocimiento y solidaridad del movimiento popular y revolucionario internacional y nuestro americano, incluido el PURSC y el gobierno cubano. Este, a pesar de las implicaciones negativas que poda crearle en sus interacciones con los gobiernos democrtico-representativos latinoamericanos que an no haba roto sus relaciones diplomticas con Cuba (Bolivia, Brasil, Chile, Mxico y Uruguay) a fines de 1963 desembarc varias toneladas de armamento en las costas venezolanas de la pennsula de Paraguan (Debray 1975a: 22). Como se indic en el capitulo anterior, ese y otros hechos vinculados a las relaciones inter-solidarias entre el Cuba y el movimiento popular y revolucionario nuestro americano fueron utilizados por el gobierno estadounidense para lograr la resolucin de la IX Reunin de Consultas de Ministros de Relaciones Exteriores de la OEA que, en julio de 1964, compuls a todos sus Estados Miembros a romper sus relaciones oficiales con Cuba.

En ese contexto, las autoridades de ese pas fortalecieron sus relaciones inter-solidarias con diversas organizaciones peruanas. En particular con el Partido Comunista de Per (PC de P), con el MIR (surgido de una divisin del APRA) y con el ya mencionado ELN, encabezado por Hctor Bjar y por Juan Pablo Chang. Al igual que las antes referidas organizaciones venezolanas estas desarrollaban sus acciones contra un gobierno democrtico-representativo, presuntamente reformista, altamente represivo, as como fuertemente respaldado por el aparato poltico-militar estadounidense. A partir de las amaadas elecciones de 1964, ese gobierno estaba encabezado por el lder del Partido Accin Popular, Fernando Belande Terry. Sin embargo, a diferencia de sus contrapartes venezolanas, ni el MIR, ni el ELN contaron con el apoyo del PC de P (Bjar, 1969). Este se encontraba enfrascado en las discusiones internas que en su IV Congreso, efectuado en 1964, condujeron a su divisin a causa, entre otras, del ya referido conflicto chino-sovitico. Surgi as el llamado Partido Comunista Marxista-Leninista (PC-ML) que como veremos en otro captulo tanta trascendencia tuvo en la vida poltica peruana.

Algo parecido ocurri en Repblica Dominicana. En este caso, y dada su dogmtica subordinacin a los enfoques del PCUS, la mxima direccin del Partido Socialista Popular Dominicano (PSPD) no estuvo en capacidad de valorar oportunamente la situacin revolucionaria que se estaba gestando como consecuencia del golpe de Estado reaccionario del 25 de septiembre de 1963 contra el gobierno constitucional del prestigioso intelectual y poltico Juan Bosch, entonces lder del Partido de la Revolucin Dominicana (PRD). Tampoco de acompaar la rpida (aunque derrotada) respuesta poltico-militar y guerrillera emprendida por el Movimiento 14 de Junio (M-14-J), entonces encabezado por Manuel Tavares Justo; quien fue asesinado luego de caer en manos de las fuerzas armadas dominicanas. Como ahora se sabe, esa situacin revolucionaria hizo eclosin en abril de 1965, bajo la conduccin del coronel Francisco Caamao Deo. l, en medio de sus combates con las fuerzas militares reaccionarias, tom la decisin de entregarle armas a las fuerzas populares, encabezadas por el M-14-J y por el Movimiento Popular Democrtico (MPD), as como por los dirigentes ms consecuentes del PRD y del PSPD; entre ellos, el fundador y posterior secretario general del posteriormente denominado Partido Comunista Dominicano (PCD), Narciso Isa Conde. Fue imprescindible una masiva y brutal intervencin estadounidense con el posterior apoyo de la OEA para derrotar la que pas a la historia como la Revolucin de Abril de 1965 (Rus y Senz, 1984). A pesar de su imposibilidad para apoyarla militarmente, est encontr la inmediata solidaridad poltico-diplomtica del liderazgo de la Revolucin Cubana, as como de los medios estatales de comunicacin social (incluida PRELA y RHC) y de las organizaciones de raigambre popular que actuaban en la sociedad civil y poltica cubana. Merece consignar que algunos de los combatientes de la Revolucin Abril, previamente haba recibido entrenamiento militar en Cuba (Castro 2009); en particular los vinculados al M-14-J y al MPD, cuyo mximo dirigente, Andrs Ramos Peguero, haba participado en la lucha contra la tirana de Batista. Lo mismo puede decirse sobre el desarrollo de las multiformes luchas anti-dictatoriales del pueblo guatemalteco. A pesar de sus irresueltas contradicciones internas, despus de la fundacin del FUR y de las primeras FARG, continuaron sus relaciones inter-solidarias con PURSC y el gobierno revolucionario cubano. Mucho ms despus que en 1963, el presidente Ydgoras fue derrocado por un cruente golpe militar encabezado por su ministro de defensa, general Enrique Peralta Azurdia (1963-1966). Sin embargo, esas relaciones inter-solidarias se vieron seriamente afectadas como consecuencia de las actividades divisionista del MR-13 y, por consiguiente, de las primeras FAR emprendidas por las secciones guatemalteca y mexicana del ya mencionado Bur Latinoamericano de IV Internacional. Ante la total inoperatividad del FUR, sus dirigentes y publicitas (entre ellos, Adolfo Guilly) haban logrado un alta influencia poltica y operacional en el Frente Guerrillero Alejandro de Len (FGAL), personalmente dirigido por el mximo dirigente del MR-13, Yon Sosa. (Debray y Ramirez, 1975; Hodges, 1976: 175-176; Macas, 1997).

Luego de ciertas confusiones inciales, de haberse entrevistado personalmente con Yon Sosa y de haber consultado con el resto de sus compaeros (entre los que estaban varios dirigentes y militantes de la JPT), el comandante del entonces llamado Frente Guerrillero Edgar Ibarra (FGEI) y tambin dirigente del MR-13, Luis Augusto Turcios Lima, decidi romper pblicamente con esa organizacin hasta que esta no fuera liberada de la penetracin del trotskismo. Igualmente, hacerse una autocrtica pblica, acompaada, a su vez, de duras crticas sobre el inadecuado funcionario del FUR y, por tanto, de la direccin del PGT (Lima [1965] 1969: 91-110). Movido por el afn unitario de la direccin del FGEI y, del cada vez ms prestigioso Turcios Lima, surgi as, en marzo de 1965, el llamado Centro Provisional de Direccin Revolucionaria (CPDR) de las FARG o segundas FAR slo integrado por el FGEI, por el PGT y por los dirigentes y militantes de JGT que cada vez con mayor autonoma de los tradicionales e ineficaces rganos de direccin de ese partido se haban incorporado, con mayor o menor consecuencia, a la lucha armada rural o urbana. Tratando de equilibrar las contradicciones internas, el secretario general de JGT, Gabriel Salazar, fue nombrado como coordinador de la Comisin Ejecutiva del CPDR; en la que tambin participaban el entonces secretario general de PGT, Alvarado Monzn, y Turcios Lima. (Fernndez, 1969; Debray y Ramirez, 1975; Macas, 1997: 184).

Todos los complejos procesos antes referidos estaban en curso cuando, a fines de 1964, la mxima direccin del PURSC --guiada por los mencionados enunciados de las Primera y Segunda Declaracin de La Habana, as como de la Declaracin de Santiago de Cuba del 26 de julio de 1964 actu como anfitriona de la Tercera Conferencia de Partidos Comunistas de Amrica Latina. Para evaluar su significado histrico hay que recordar que la segunda de esas conferencias se haba realizado en Uruguay tres dcadas antes. Sin embargo, hasta ahora no existe una versin oficial de las discusiones y acuerdos de la conferencia realizada en Cuba. Ello ha dado pbulo a diversas versiones e interpretaciones por parte de Regis Debray, Donald Hodges, Alberto Prieto y Gabriel Rot. Igualmente, a diversas lecturas de sus resultados por parte de las direcciones de algunos partidos comunistas de dentro y fuera de Amrica Latina.

No tengo espacio para referirme a todas esas interpretaciones. Sin embargo, en conocimiento de los serios conflictos que ya subyacan y que en los aos posteriores se desarrollaron en las nter-relaciones entre el liderazgo poltico-estatal cubano con algunos partidos comunistas, trotskistas y maostas de dentro y fuera del continente, considero que ninguno de los autores antes mencionados capt el extraordinario esfuerzo realizado por la mxima direccin del PURSC y en lo personal por Fidel Castro para evitar la divisin del Movimiento Comunista, Obrero y de Liberacin Nacional; y en especial de sus diversos destacamentos nuestro americanos. En las condiciones de fines de 1964, sin renunciar a la lucha armada revolucionaria, ni a sus referidas crticas a los enfoques predominantes en el movimiento comunista internacional sobre la coexistencia pacfica y el trnsito pacfico al socialismo, esto implicaba reconocer como ya haba hecho la Segunda Declaracin de La Habana el carcter histrico concreto de las diversas formas de lucha anti-feudales y antiimperialistas que se estaban desarrollando en diversos pases nuestros americanos. Tambin la responsabilidad que le corresponda a cada uno de sus partidos y organizaciones (comunistas y no comunistas) en la determinacin de la estrategia y las tcticas a aplicar en cada caso. La renuncia a ese principio hubiera convalidado la inaceptable injerencia de otros partidos comunistas y no comunistas en las decisiones del PURSC y del gobierno revolucionario cubano.

De ah que animados en ese principio uno de los acuerdos de la Tercera Conferencia de Partidos Comunistas de Amrica Latina fue enviar una delegacin a la URSS y a la RPCh con el propsito de tratar de evitar la profundizacin de las contradicciones que ya existan entre el PCUS, otros partidos comunistas del Este de Europa y el PCCh. Esa delegacin qued integrada por el Miembro del Secretario del PURSC, Carlos Rafael Rodrguez, y por los Secretarios Generales del Partido Comunista de Colombia y del Partido Vanguardia Popular (comunista) de Costa Rica, Gilberto Vieira y Manuel Mora Valverde, respectivamente. Segn los testimonios (lamentablemente no publicados) de Carlos Rafael y de Vieira, la delegacin fue bien acogida por el entonces secretario general del PCUS, Leonid Brezhnev; pero tuvo serias dificultades en sus dilogos con el mximo lder de la RPCh, Mao Zedong. Este se expres de manera irrespetuosa y burlona hacia Manuel Mora Valverde, uno de los dirigentes ms prestigiosos del movimiento comunista centroamericano. Por otra parte, Mao insisti el carcter irreconciliable de sus discrepancias con el PCUS y permanentemente trat de colocar en la agenda de la reunin los temas pendientes en las relaciones bilaterales entre los gobierno de la RPCh y Cuba. Para tratar de resolver esos asuntos, la mxima direccin del PURSC tom la decisin de enviar a Pekn una delegacin encabezada por el comandante Ernesto Che Guevara; pero ste tampoco tuvo xito en sus gestiones.

La Primera Conferencia Tricontinental Sin dudas, la irresolucin de esos problemas fue una de las causas de las duras crticas que Fidel Castro le realiz el 13 de marzo de 1966 a la mxima direccin del PCCh. Pero a esto hay que agregar la labor fraccionalista que comenz a desplegar ese partido el seno de diferentes partidos comunistas y movimientos de liberacin nacional de todo el mundo y, en particular, de nuestra Mayscula Amrica. Como denunci Fidel Castro, esa labor tambin tuvo expresiones en el entonces recin fundado PCC (Castro, 1966). Pero, como ya est dicho, el anlisis de esas dimensiones de las relaciones internacionales cubanas trasciende los objetivos de este volumen. Empero, si est dentro de ellos dejar registrado que, despus de la Tercera Conferencia de Partidos Comunistas de Amrica Latina, comenzaron a expresarse nuevas divisiones en el seno de los partidos comunistas latinoamericanos.

As, a la ya referida divisin del Partido Comunista Peruano, en 1965 se uni, las sucesivas fracturas de los partidos comunistas de Bolivia, Brasil, Colombia y Paraguay. En casi todos esos casos, se fundaron Partidos Comunistas Marxistas-Leninistas (PC-ML), inspirados en la ya referido Documento de los Veinticinco Puntos divulgado por el PCCh en 1963. En lo inmediato, a pesar de su retrica radical y de sus crticas a los programas, estrategias y tcticas de los ya llamados partidos comunistas pro-soviticos, el nico de esos PC-ML que se decidi a emprender la lucha armada revolucionaria fue el fundado en Colombia. Este sobre la base de sus conceptos alrededor de la llamada guerra popular y rural prolongada, a partir de 1967 estructur el Ejrcito Popular de Liberacin (EPL) que, con mayores o menos aciertos, desarroll la lucha armada guerrillera rural hasta fines de la dcada de 1980. Slo despus de ese ao comenz a desplegar sus primeras acciones armadas la fraccin del PC-ML Bandera Roja conocida, a partir del nombre de su principal publicacin, como PC de Per por el Sendero Luminoso de [Juan Carlos] Mariatgui, fundado en 1969 por Abimael Guzmn, posteriormente conocido con el seudnimo de presidente Gonzalo (Roncagliolo, 2007).

Por consiguiente, a partir de 1967 el EPL de Colombia se uni a los grupos guerrilleros que previamente haban sido fundados en ese pas. El primero de ellos, fue el Ejrcito de Liberacin Nacional, (ELN) encabezado por Fabio Vzquez Castao. Este luego de su estancia en Cuba en 1962 (donde se acerc a las experiencias revolucionarias de ese pas) y de un perodo previo de preparacin poltica y militar, realiz su primera accin en enero de 1965. Como bien ha sealado Alberto Prieto, tras alcanzar varios triunfos militares en el Departamento de Santander, el ELN obtuvo un gran respaldo poltico debido a la incorporacin a sus filas del sacerdote-guerrillero Camilo Torres Restrepo; quien previamente a travs del Frente Unido haba venido realizando una intensa movilizacin popular contra los antidemocrticos y pro imperialistas gobiernos del Frente Nacional, sucesivamente encabezados por el liberal Alberto Lleras Camargo (1958-1962) y por el conservador Guillermo Len Valencia (1962-1966). Este ltimo responsable de la brutal Operacin LASO (Latin American Security Operation) que con el consistente apoyo econmico, poltico y militar estadounidense haba aniquilado a las mal llamadas Repblicas Independientes de Marquetalia, Ro Chiquito, El Pato y Guayabero; todas polticamente controladas por militantes del PC de Colombia que haban logrado sobrevivir a las cruentas matanzas del decenio 1948-1958 (Daz y Gonzlez, 1998).

Como consecuencia de la antes referida operacin militar y de la destruccin de esas zonas de autodefensa campesina se form el Bloque Guerrillero del Sur; fuerza que despus de haber realizado varias conferencias y, sobre todo, del Dcimo Congreso del PC de Colombia (abril de 1966) comenz denominarse Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). En la concepcin de ese partido que hasta esa fecha haba defendido la llamada va pacfica al socialismo y de la mxima direccin de las FARC, la represiva y cercenada democracia-representativa colombiana exiga la combinacin simultnea de las dos formas de lucha: armadas y desarmadas con escenarios, fuerzas motrices y modalidades de lucha claramente delimitadas entre el campo y la ciudad. Tal concepcin agreg nuevos elementos a los ya referidos debates programticos, estratgicos y tcticos que entonces se desplegaban entre y dentro de los partidos comunistas, al igual que dentro y entre otros destacamentos del movimiento popular y revolucionario nuestro americano.

As, segn el testimonio de Hctor Bjar, la irresolucin de tal debate (en particular, respecto a la relacin entre el partido y la guerrilla) impidi las coordinaciones y eventual unificacin de los esfuerzos poltico-militares que, de manera separada, emprendieron en Per, el ELN, que l encabezaba, y el MIR, bajo la direccin del prestigioso ex dirigente del APRA, Luis de la Puente Uceda (Bjar, 1969). Ambas organizaciones haban contado con la solidaridad del liderazgo poltico-estatal cubano. Esta se expres en la preparacin militar de sus principales dirigentes y mientras se mantuvieron las relaciones diplomticas entre Bolivia y Cuba (finalmente rotas en septiembre de 1964) en el trasiego clandestino de las armas que haban quedado en ese pas despus de la derrota de la referida columna guerrillera de la APUIR que infructuosamente intent entrar a territorio peruano en mayo de 1963.

No obstante, manteniendo el ms estricto respeto a la independencia poltica de las organizaciones receptoras de esa solidaridad y la compartimentacin de los planes especficos que stas estaban desarrollando, los oficiales del VMT del MININT encargados de esas tareas tanto en Cuba como en Bolivia en ningn momento trataron de influir en las decisiones de las direcciones de ambas organizaciones. Por consiguiente, de manera separada, tanto el ELN, como el MIR comenzaron a operar en abril y mayo de 1965 sus correspondientes frentes guerrilleros en diferentes zonas de Per. Esto, junto a otros errores que no es del caso tratar aqu, objetivamente facilit el rpido aniquilamiento, primero de las fuerzas guerrilleras de esta ltima organizacin (octubre de 1965), y cerca de un mes ms tarde, del ELN. En esos encuentros cayeron en combate, desaparecieron en la selva o fueron asesinados Luis de la Puente Uceda, Rubn Tapayuchi, Mximo Velardo, Guillermo Lobatn, Ricardo Len y decenas de combatientes del MIR y del ELN. De los principales dirigentes de esta ltima organizacin sobrevivieron Hctor Bjar (que fue capturado y encarcelado) y Juan Pablo Chang. De ah que, en los aos sucesivos, slo mantuvo la actividad insurreccional el ELN y un desprendimiento del APRA identificado con el nombre de Vanguardia Revolucionaria (VR), encabezada por Ricardo Napori. Esta, desde su fundacin, haba concentrado sus acciones poltico-militares en las zonas urbanas.

En consecuencia, las principales batallas de la que Ral Roa haba llamado segunda guerra por la independencia de nuestra superpatria comn slo continuaron desarrollndose en Colombia (cuya situacin se vio en prrafos anteriores), en Guatemala y Venezuela. En este ltimo escenario, despus de la divisin del MIR y de que la mxima direccin el PCV diera a conocer su poltica de Paz Democrtica, los partidarios de mantener el combate armado, asentados sobre todo en las sierras [del Estado] Falcn, desarrollaron una imprecisa lnea estratgica denominada Insurreccin Conjunta, que pretenda combinar utilizar la lucha guerrillera slo como detonante de una insurreccin urbana y, tal vez, de un pronunciamiento militar (Debray, 1975a; Prieto, 1990: 104). Con tal fin, luego de analizar los errores cometidos en el proceso revolucionario, reestructuraron los rganos de direccin poltico-militar. A partir, de 1965, el destacado ex dirigente de la URD, Fabricio Ojeda, fue nombrado presidente del FLN; mientras que Douglas Bravo (an miembro del Comisin Poltica del PCV) y Amrico Martn (dirigente del MIR) fungiran respectivamente como primer y segundo comandante de las FALN. En ese contexto, para precipitar la crisis que ya viva el movimiento revolucionario, a comienzos de 1966 el gobierno de Ral Leoni excarcel a los dirigentes del MIR y del PCV, abanderados del cese de la lucha armada. De ah, la separacin de Douglas Bravo de su Comisin Poltica del PCV y, en respuesta, la decisin de este de separarse de ese partido y fundar el Partido de la Revolucin Venezolana (PRV) (Linrez, 2009: 126).

Paralelamente, en Guatemala, luego de la ya referida fundacin de las segunda FAR (capitaneadas por Turcios Lima) y del CPDR, las FARG y su ya consolidado Frente Guerrillero Edgar Ibarra (FGEI), encabezado por Csar Montes, lograron extender sus acciones poltico-militares a diferentes puntos de pas, al par que se incrementaron la cantidad y la calidad de las diversas acciones de la resistencia urbana. En esa situacin en 1965, el gobierno militar encabezado por Enrique Peralta Azurdia decidi convocar a nuevas elecciones en 1966, al par que bajo la asesora estadounidense las fuerzas armadas comenzaron a preparar de manera sigilosa una brutal ofensiva contra el movimiento popular y revolucionario. En ese contexto, los grupos burgueses ms hbiles, agrupados en el mal llamado Partido Revolucionario, decidieron levantar la candidatura presidencial del alcoholizado profesor universitario Julio Csar Mndez Montenegro; quien gozaba de cierto prestigio, ya que mantena buenas relaciones con la izquierda legal y hasta con algunos combatientes urbanos de las FARG. Para evaluar esa nueva situacin, se convoc clandestinamente en febrero de 1966 una conferencia del CPDR y acto seguido una Conferencia Nacional del PGT, en el que a decir de Julio Csar Macas se reuni la vieja dirigencia del PGT con los nuevos dirigentes jvenes, forjados en la lucha armada, en las FAR, provenientes de la Juventud Patritica del Trabajo y de los combatientes de la Resistencia Urbana (Macas, 1997: 112). Como consecuencia de esa correlacin de fuerzas, con la solitaria oposicin de Csar Montes y de Nstor del Valle (segundo jefe del FGEI), el CPCP acord que las FARG apoyaran la candidatura presidencial de Julio Csar Montenegro (Fernndez, 1969: 74). Decisin que tambin fue respalda por la mencionada conferencia del PGT. Segn Orlando Fernndez, el propsito de esa conferencia fue evitar las resquebrajaduras en las filas comunistas e impedir el paralelismo que ya evidente entre el CDR [en mi lenguaje, CPDR] y la Comisin Poltica del Partido. Y agrega: En el fondo fue una simple componenda en la que se discuti casi exclusivamente la integracin de un Comit Central que incluyera a los ms significativos [representantes de las corrientes en pugna] para mantener la unidad formal del PGT. Por ello y por otras razones que no podemos explayar aqu concluye su valoracin indicando:

La verdad es que esa conferencia fue una victoria para la vieja direccin, aunque no pudo obtener todos sus objetivos. Consigui devolverle prestigio y estabilidad al Partido en un momento en que su derrumbe estaba peligrosamente cerca; pudo mantener encerrados e ignorados para sus bases los problemas de fondo concerniente al papel del Partido en la lucha armada, pero no logro obtener la revalidacin de la disciplina formal y perdi, en efecto, el control de algunas ramas del aparato partidario. Y de cierta manera consigui el aislamiento de [las posiciones de] Turcios [Lima] (Fernndez, 1969: 76 y 77).

Hay que puntualizar que en el momento en que se realizaron las referidas conferencias del CPDR y del PGT, el prestigioso comandante guerrillero Luis Augusto Turcios Lima quien en marzo de 1965 haba dado a conocer en nombre de las FARG una declaracin indicando expresamente que el camino de la revolucin guatemalteca no pasaba por las urnas electorales (Fernndez, 1969: 87-90) todava se encontraba en La Habana luego de haber participando de manera destacada en las celebraciones del Sptimo Aniversario del triunfo de la Revolucin Cubana y, acto seguido, en la Primera Conferencia Tricontinental, efectuada entre el 3 y el 15 de enero de 1966.

Resulta imposible referirnos en estas pginas a la riqueza terico-prctica de todos los debates y de las mltiples resoluciones aprobadas de manera consensual por esa conferencia No obstante, siguiendo los objetivos de este ensayo, considero necesario resaltar que, luego de una ingente y audaz labor preparatoria --encabezada hasta fines de 1965, por el martirizado dirigente marroqu El Mahdi Ben Barka, por primera vez en la historia de la humanidad, la capital de un pas nuestro americano fue escogida para congregar a los ms destacados dirigentes de las luchas antiimperialistas, anticolonialistas, anti-neocolonialistas, as como por la liberacin nacional y social que entonces de desarrollaban de Asia, frica, Amrica Latina y el Caribe; incluidos los representantes de la mayor parte de los partidos comunistas que funcionaban en los 82 pases o territorios coloniales participantes en esa cita (Soto, 1966). Entre ellos, los que ya estaban enfrascados en la construccin y defensa del socialismo, como eran los casos de la RPCh, de la RPDC, de la RDV y de las quince repblicas euro-asiticas integrantes de la URSS.

A pesar de las contradicciones chino-soviticas y de las dificultades que ya existan en las relaciones polticas e interestatales chino-cubanas, as como de la excepcional amplitud poltica de esa primera y, a la postre, nica Conferencia Tricontinental, su Declaracin General reconoci que, en a penas siete aos, el archipilago cubano-nuestro americano se haba convertido en un bastin de libertad y solidaridad en todo el mundo. En consecuencia, la absoluta mayora de los delegados incluidos los de los 27 estados semiindependientes y territorios coloniales de Amrica Latina y el Cariberespaldaron las principales valoraciones de la situacin internacional y hemisfrica, as como las unitarias estrategias que en los aos precedentes haba venido difundiendo y defendiendo el liderazgo poltico cubano en diferentes foros estatales (como la ONU y el Movimiento de Pases No Alineados) y no estatales, cual fue el caso de la mencionada Tercera Conferencia de Partidos Comunistas de Amrica Latina.

Entre esas valoraciones y estrategias hay que resaltar el apoyo de la conferencia a la ya referida comprensin cubana de la coexistencia pacfica, la identificacin del imperialismo estadounidense como el principal enemigo de todos los pueblos del mundo, as como de los movimientos de liberacin de los pueblos de los tres continentes como una de las fuerzas ms importantes de la lucha mundial contra el imperialismo, el colonialismo y el neocolonialismo. Tambin el reconocimiento del papel decisivo que esos movimientos desempeaban en la historia de la humanidad, conjuntamente con los pueblos de los pases socialistas y el proletariado internacional. Asimismo, la intrincada dialctica existente entre las luchas por la liberacin nacional y social de frica, Asia, Amrica Latina y el Caribe con la lucha de la clases obrera y de otras capas oprimidas de la poblacin en Estados Unidos y los pases capitalistas desarrollados de Europa (Declaracin General, [1966], 1966: 348).En consecuencia, la Conferencia proclam el derecho inalienable de los pueblos a la total independencia poltica y a la liberacin econmica y social, a extirpar todo vestigio de dominio econmico imperialista y edificar sus economas propias, al control nacional de sus recursos bsicos, a la nacionalizacin de los bancos y las empresas vitales, al control estatal del comercio exterior, al repudio de las deudas [externas] espurias y antinacionales que les han sido impuestas, a comerciar con todos los pases del mundo sobre bases equitativas, a la realizacin de una verdadera reforma agraria, a la eliminacin de la propiedad agraria feudal y semifeudal, a realizar una revolucin educacional, as como a disfrutar de una vida sana y de una atencin mdica asistencial y preventiva adecuada.

Para el logro de esos y otros objetivos programticos excluidos en aras de la sntesis, la conferencia tambin reconoci el derecho de los pueblos a recurrir a todas las formas de lucha que sean necesarias, incluyendo la lucha armada, para conquistar [esos] derechos y, de manera concomitante a oponer la violencia revolucionaria a la violencia imperialista. En esa tesitura proclam que la tarea primordial de los pueblos de Asia, frica y Amrica Latina [era] intensificar la lucha contra el imperialismo, el colonialismo y el neocolonialismo para conquistar y consolidar la independencia nacional, la democracia, el progresos social y la paz. Adems, el derecho y el deber de esos pueblos y de los Estados y gobiernos progresistas del mundo a facilitar apoyo material y moral a los pueblos que luchan por su liberacin o son agredidos directa o indirectamente por potencias imperialistas. Entre ellos, los participantes en la conferencia resaltaron a los pueblos dominicano (todava ocupado por la espuria Fuerzas Interamericanas de Paz controladas por Estados Unidos), de Vietnam del Sur y de la RDV, sometida a intensos bombardeos por las fueras areas estadounidenses (Declaracin General, [1966], 1966: 341-363).

En correspondencia con esas y otras declaraciones, la primera Conferencia Tricontinental decidi fundar la Organizacin de Solidaridad con los Pueblos de frica, Asia y Amrica Latina (OSPAAL). Sus labores tendra su sede temporal en La Habana, hasta que la prxima conferencia Tricontinental, pautada a desarrollarse en 1968 en El Cairo, capital de la todava llamada Repblica rabe Unida, determinara la sede definitiva de la organizacin. Entre tanto, tambin radicara en Cuba el Secretariado Ejecutivo de la OSPAAAL, presidido --por acuerdo de la Conferencia por un representante de la direccin del PCC e integrado por 12 secretarios: cuatro por cada continente, al igual que un Comit de Asistencia y Ayuda a los Movimientos de Liberacin Nacional de esos tres continentes..

Huelga decir que ese y todos los dems acuerdos de esa conferencia en cuya elaboracin trabaj la delegacin del PCC de manera intensa y a la vez unitaria fueron resaltados y apoyados por el lder de la Revolucin Cubana, Fidel Castro, en el discurso de clausura de la conferencia pronunciado en la noche del 15 de enero de 1966.

Sin embargo, a los efectos de este ensayo hay que resaltar que fue precisamente en esa ocasin que el liderazgo poltico cubano rompi por primera vez pblicamente con todas las tendencias de la IV Internacional, a la que acus de estar al servicio del imperialismo yanqui. Con independencia de las referidas contradicciones que desde 1963 se haban venido desarrollando entre el segundo gobierno revolucionario y el llamado Partido Obrero Revolucionario (POR) seccin cubana del SLATO, esa ruptura estuvo determinada, entre otras cosas, por la intensa campaa publicitaria que haban comenzado a desarrollar diversas secciones de la IV Internacional incluido su Bur Latinoamericano radicado en Mxico acusando al gobierno cubano de haber asesinado al comandante Ernesto Che Guevara. Tambin de no haberle ofrecido un apoyo activo a la Revolucin dominicana de Abril de 1965. Segn el vocero de esa tendencia de la IV Internacional, Adolfo Guilly, ese haba sido el punto culminante de la crisis al interior de la mxima direccin del PCC que haba llevado a la eliminacin fsica de Che. A estos dos elementos se uni las que Fidel Castro denomin tcticas ms sutiles de la IV Internacional para liquidar al MR-13 de Guatemala, al impulsar a su dirigente Yon Sosa a que esa organizacin se transformara de manera inmediata en un movimiento socialista-revolucionario [que] luche directamente por el socialismo (Castro 1966a: 97); concepto que como se conoce nada tuvo que ver con las consignas levantadas por el MR-26-7 y por el ER, ni con los enunciados de la Primera y Segunda Declaracin de La Habana.

No es necesario detenernos en la justeza de los duros calificativos empleados en esa ocasin por Fidel Castro. Despus de la cada en combate de Che, muchos dirigentes, militantes e intelectuales vinculados al trotskismo reconocieron lo injustificado de aquellas falsas acusaciones contra el PCC, el gobierno revolucionario cubano y personalmente contra el mximo lder de esa revolucin. Otros han criticado, de manera ms o menos expresa, los grandes errores cometidos en el caso de Guatemala por el referido Bur Latinoamericano de la IV Internacional. Adems, la crtica y la autocrtica de esos errores fueron realizadas por el propio Yon Sosa antes de ser asesinado en Mxico en 1970. Este segn toda la informacin disponible tuvo que anteponer su autoridad poltica y moral para evitar que en 1966 los representantes de las secciones guatemalteca y mexicana de ese bur infiltrados en el MR-13 fueran fusilados por los guerril