luis roberto vera - frida gesto íntimo, mirada ancestral

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La obra de Frida Kahlo (6 de julio de 1907-13 de julio de 1954) está indisolublemente ligada a su conciencia de pertenecer a México. Y esta pertenencia es la que le da sentido a toda su obra. De aquí que el carácter íntimo y autobiográfico de sus temas necesariamente recurra a una reinterpretación personal del pasado mesoamericano. Impasibilidad hierática del rostro, vestuario, joyas y arreglo personal son otras máscaras que recubren y, al mismo tiempo, exponen su cuerpo desollado. Ella es, también, por dentro y por fuera, Xipe-Tótec......Cada cuadro de Frida es una alegoría, rostro y vestuario están rodeados de una parafernalia a la vez natural y simbólica: amplias faldas, mangas abullonadas, cuellos subidos o escotados, multitud de cintas, holanes, faralaes y festones bordados, pintados y recamados...

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    Luis Roberto Vera

    OCTAVIO PAZ.

    Artista fascinante y mujer compleja y complicada, habitada por fantasmas enemigos.

    Verdaderas explosiones del subsuelo psquico [...] simultneamente pinturas y revelaciones.

    I. ICONOGRAFA PRECORTESIANA: SEAS DE IDENTIDAD

    La obra de Frida Kahlo (6 de julio de 1907-13 de

    julio de 1954) est indisolublemente ligada a su con-

    ciencia de pertenecer a Mxico. Y esta pertenencia

    es la que le da sentido a toda su obra. De aqu que el

    carcter ntimo y autobiogrfico de sus temas necesa-

    riamente recurra a una reinterpretacin personal del

    pasado mesoamericano. Impasibilidad hiertica del

    rostro, vestuario, joyas y arreglo personal son otras

    mscaras que recubren y, al mismo tiempo, exponen

    su cuerpo desollado. Ella es, tambin, por dentro y por

    fuera, Xipe-Ttec.

    1

    Del entorno familiar y popular recibi el gusto por

    el disfrute de los aspectos ms sencillos, cotidianos y

    espontneos de la vida pueblerina de su Coyoacn

    natal. Antes de aprender los rudimentos del arte, antes

    de percibir la diversidad de sentidos que se desprenden

    1. Acerca de este dios azteca, escribe Alfonso Caso: el dios Xipe Ttec,

    nuestro Seor el desollado, es el dios de la primavera y de los joyeros. Su

    culto probablemente fue importado desde muy antiguo al Valle de Mxi-

    co, pues ya se encuentra en la cultura teotihuacana, en donde el llamado

    dios con mscara no es ms que una representacin de Xipe. [...] Su culto

    es uno de los que ms repugnan a nuestra sensibilidad, pues consista en

    desollar a un esclavo y cubrir con la piel de su vctima al sacerdote de la

    tierra. Este rito significa que al llegar la primavera la Tierra debe cubrirse

    con una nueva capa de vegetacin y cambiar su piel muerta, cubrindose

    con una nueva. Vid. Alfonso Caso, El pueblo del sol, Mxico, FCE, 1953,

    pp. 69-70.

    de las relaciones formales entre dibujo, color y textura

    en una composicin plstica, sus primeras lecciones

    abrevaron sin duda en la riqueza inverosmil, la gracia

    y la inventiva que proveen todas las manifestaciones de

    la vida popular mexicana. Para esto, basta con recorrer

    un mercado o el camino a ste por las calles del ms

    pequeo pueblo: la disposicin de las frutas sobre un

    humilde petate, o las golosinas de todas clases, desde

    las frutas hasta los antojitos, o, colgados del techo,

    judas, piatas y la inmensa variedad de la artesana

    proveniente de todas las comunidades del pas.

    Frida asume su identidad como un proceso din-

    mico en continuo movimiento. Empresa dramtica, si

    la hay, por estar condenada al fracaso. Esta bsqueda

    surge por la necesidad trgica de otorgar coherencia

    a los elementos ms heterogneos que la constituyen.

    Si a ratos logra un equilibrio sinttico entre las fuerzas

    que luchan dentro de s, esta situacin se manifiesta

    permanentemente inestable y esquiva.

    II. CITAS, REFERENCIAS, PRSTAMOS Los objetos del perodo precolombino tuvieron

    una profunda influencia en las pinturas de Frida. Es

    suficiente con revisar las fotografas de las casas que

    habitaron Diego y Frida para confirmar de qu mane-

    ra ambos estaban rodeados en su entorno cotidiano

    FRIDA: GESTO NTIMO, MIRADA ANCESTRAL

    FRIDA KAHLO, AUTORRETRATO CON CHANGUITO, 1945, LEO SOBRE MASONITE, COLECCIN MUSEO DOLORES OLMEDO.FOTO: BOB SCHALKWIJK.

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    FRIDA CON PERRO XOLOITZCUINTLE, CA. 1944.FOTO: LOLA LVAREZ BRAVO.

    Derecha. XOLOITZCUINTLE, COLIMA, COLECCIN DIEGO RIVERA-ANAHUACALLI.

    PERRO XOLOITZCUINTLE.

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    por estos objetos en todos los tamaos. Frida, como

    se ha visto, coleccionaba joyera de la poca. Diego

    coleccionaba esculturas e dolos. La expresin misma

    recuperaba beligerantemente el trmino que se utiliz

    precisamente para destruirlos cuando la Conquista,

    pero, al mismo tiempo, su significado etimolgico

    imagen alude asimismo a la expresin familiar utili-

    zada para designar a una persona amada. Sin embargo

    el inters no se limit al aspecto formal, sino que abarc

    las diversas maneras en que la civilizacin mesoameri-

    cana se haba desplegado; es decir, el conjunto de ideas,

    ciencias, artes, costumbres y creencias debidas a la raza

    csmica. Quienquiera que visite las casas que habitaron

    y los museos que legaron Frida y Diego podr atesti-

    guar de qu manera ambos integraron esta influencia

    al mbito de su vida ntima.

    De manera que hay que distinguir, y es lo que hare-

    mos aqu, entre la cita literal, referida a la reproduccin

    estrictamente descriptiva de los documentos prove-

    nientes del perodo precortesiano, y las estrategias con

    que la imaginacin de la artista integra la influencia

    global mesoamericana a su obra plstica. As, a la

    cita iconogrfica sigue una fase de recontextualizacin

    paulatina, que desembocar ms tarde en una verda-

    dera transmutacin de la tradicin precolombina para

    re-presentar simblicamente los conflictos y dramas

    que cruzaban su sensibilidad. En este sentido, nos halla-

    mos ante una asuncin del legado mesoamericano. Y

    es esta conciencia del pasado mesoamericano, que se

    manifiesta como complejizacin y problematizacin

    progresiva tanto del valor de identidad nacional como

    de visin del mundo individual, la que le posibilita una

    reinterpretacin de esta realidad primigenia, permi-

    tindole inscribirse y verse a s misma como parte y

    culminacin de ese proceso. En este contexto se debe

    entender la alusin al pasado mesoamericano en Au-

    torretrato con changuito (1945), en donde la pintora

    est acompaada adems por un perro xoloitzcuintle y

    una pieza de Nayarit (en todo caso, una pieza del occi-

    dente mexicano), con una cinta amarilla alrededor del

    cuello de cada uno de los representados para enfatizar

    as el carcter autctono y el parentesco de todos ellos.

    Los perros xoloitzcuintles identifican particularmente

    la cermica precolombina de Colima, en la mitologa

    azteca acompaaban como psicopompos a los di-

    funtos, en tanto el dios Xlotl gemelo o nahual de

    Quetzalcatl descendi al Mictln en busca de los

    huesos para reconstituir la raza humana. En la pintura

    de Frida el xoloitzcuintle acompaado casi siempre

    por un vestido de tehuana en una suerte de complejo

    pictrico aparece por primera vez en Autorretrato

    con perro xoloitzcuintle [Perro xoloitzcuintle conmigo]

    (1938), pasando por El abrazo de amor entre el univer-

    so, la tierra (Mxico), yo, Diego y el seor Xlotl (1949),

    hasta la Naturaleza muerta [dedicada al Dr. Samuel

    Fastlicht ] (1951), vestida con una camisola y sobre

    FRIDA KAHLO. NATURALEZA MUERTA, 1951, LEO SOBRE MASONITE, COL. GALERA ARVIL, MXICO. FOTO: ART RESOURCE.

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    ella un quexqumetl al parecer de Chiapas, cuadro que

    aqu se presenta junto a la foto de Lola lvarez Bravo.

    III. MI NACIMIENTO (1932)En 1932 Frida pinta Mi nacimiento, con obvias re-

    ferencias a sus experiencias hospitalarias y con un

    contrapunto sobrentendido respecto a sus propios

    abortos. Desde el punto de vista formal llama la aten-

    cin la utilizacin del formato pequeo y el soporte en

    lmina de metal, as como las alusiones al estilo de la

    iconografa popular de los retablos y la imagen de una

    Mater Dolorosa colgada en la pared.

    H ay que citar, asimismo, la muy pertinente referencia a las re-presentaciones de parto en la escultura mesoamericana y en especial la famosa representa-cin de la diosa Tlazoltotl. Vienen al caso tanto por

    el tratamiento del volumen (es decir, una traslacin de

    la experiencia del espacio en donde se inscribe toda es-

    cultura), como por la alusin temtica. Hayden Herre-

    ra utiliza como referencia la Tlazoltotl de Dumbarton

    Oaks, y en esto sigue la iconologa ya establecida. No

    obstante, existe otra imagen de la diosa de los partos

    an ms pertinente: la Tlazoltotl representada en

    el Cdice Borbnico, lmina 13. En efecto, la diosa

    lleva la piel desollada de una vctima sacrificial, una

    elaborada nariguera y una cofia o toca distintiva de

    algodn sin hilar, que tambin lleva el beb recin

    nacido. Cintotl (tambin llamado Centeochuatl o

    Centotl), dios andrgino de la espiga de maz, surge

    de su vientre bajo los auspicios de Tezcatlipoca en su

    avatar a la vez nahual y tona de guajolote, adorna-

    do por su penacho estrellado y llevando las espinas de

    maguey de la penitencia. (Entre 1953 y 1954, Diego

    Rivera pint un mural dedicado a la historia de la me-

    dicina en el Hospital de la Raza del Instituto Mexicano

    del Seguro Social. El lado dedicado a representar la

    cultura indgena est dominado en su seccin central

    por la diosa Tlazoltotl. Esta diosa aparece asimismo

    en el muro norte de la Biblioteca Central de la Ciudad

    Universitaria de la UNAM, tambin dedicado a la cul-

    tura precolombina, monumental ornamentacin de

    mosaicos realizada mediante piedras naturales, obra

    de Juan OGorman 1949-1951).

    Frida asume su

    identidad como un

    proceso dinmico

    FRIDA KAHLO, MI NACIMIENTO, 1932, LEO SOBRE LMINA DE COBRE, COLECCIN PARTICULAR, MXICO. FOTO: BRIDGEMAN ART LIBRARY.

    Pgina siguiente.TLAZOLTOTL, CDICE BORBNICO, FACSMIL COLOREADO A MANO.

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    IV. MI NANA Y YO (1937) En Mi nana y yo, la forma piramidal de la composicin,

    el fondo del cuadro y la mscara de la nodriza aluden a

    la diosa de las cavernas de Teotihuacn. Son imprescin-

    dibles las interpretaciones de Esther Pasztory y de Enri-

    que Florescano a propsito del Tlalocan teotihuacano,

    a las que hay que agregar la que Paul Westheim hiciera

    de Chalchiuhtlicue, por lo menos como antecedente

    formal en la elaboracin de la Coatlicue Mayor. Hay

    una clara correspondencia entre la imagen femenina

    principal y el mundo en el que habita: el lugar sagrado

    es la diosa. En la concepcin mtica, la identidad entre

    la diosa y su mundo tambin se presenta como una

    suerte de nudo de imgenes y reflejos. Por eso, este lu-

    gar en realidad es un santuario. Los poderes naturales

    se concentran en la presencia divina, pero sta, a su vez,

    se reparte en el espacio fsico. Enrique Florescano ha

    mostrado que el culto de una cueva o, ms especfica-

    mente, de una caverna, es un elemento iconogrfico

    intrnseco de su representacin. La ciudad de Teoti-

    huacn estaba cruzada internamente por grutas labe-

    rnticas, construida sobre esta red subterrnea, de ser

    el lugar sagrado de la diosa, pas a ser la diosa misma.

    Tanto la Diosa de las Cavernas teotihuacana como la

    Nana comparten el mismo tipo de paisaje aislado: una

    caverna provista de cascada. Nueva confirmacin de

    su correspondencia original, ambas estn provistas de

    signos duales: la diosa es la dadora de vida y muerte, en

    tanto que la Nana lleva la mscara funeraria tal como

    los ejemplares que se han encontrado en las tumbas de

    los dignatarios teotihuacanos, al mismo tiempo que

    amamanta a la Elegida. De sitio generalmente apar-

    tado, en donde se celebran las ceremonias del culto,

    el lugar sagrado pasa insensiblemente a ser el centro

    del mundo y se transforma entonces en un lugar ideal:

    el edn, un paraso fuera de la realidad fsica. Como

    dijera Octavio Paz, a propsito de la muchacha del

    Ensamblaje de Duchamp: El centro del mundo el

    edn coincide con la diosa; mejor dicho: es la diosa.

    Frida Kahlo alude a este cuadro: Mi madre no me

    pudo amamantar porque a los once meses de nacer

    yo naci mi hermana Cristina. Me aliment una nana

    a quien lavaban los pechos cada vez que yo iba a suc-

    cionarlos. En uno de mis cuadros estoy yo, con cara de

    mujer grande y cuerpo de niita, en brazos de mi nana,

    mientras de sus pezones la leche cae como del cielo.

    2

    Por su parte, Diego Rivera se refiri a este cuadro

    en su texto Frida Kahlo y el arte mexicano: Pint

    a su madre y a su nodriza, sabiendo que en realidad no

    conoce su rostro; el de la nana nutridora slo es mscara

    india de piedra dura, y sus glndulas racimos son que

    gotean leche como lluvia que fecunda la tierra, y lgrima

    que fecunda el placer.

    3

    Nada ms pertinente entonces

    que ver, en estas metforas riverianas para la leche como

    lluvia/lgrima/fecundidad, la persistencia de la antigua

    asociacin mesoamericana que ofrendaba a los nios

    primero al dios jaguar olmeca y luego a Tlloc en lo alto

    de las montaas. Su llanto atraera a la lluvia.

    2. Vid. Raquel Tibol, Frida Kahlo en su luz ms ntima, Mxico,

    Lumen [Random House Mondadori], 2005, p. 47.

    3. Vid. Diego Rivera, Frida Kahlo y el arte mexicano, apud Tibol,

    op. cit., p. 156.

    De ser el lugar

    sagrado, pas a ser

    la diosa misma...

    CHALCHIUHTLICUE, ESCULTURA MONUMENTAL EN BASALTO, MUSEO NACIONAL DE ANTROPOLOGA E HISTORIA.FOTO: PABLO ORTIZ MONASTERIO.

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    C ada uno de los atributos fsicos de la Nana se duplica en el paisaje interior: su piel como la tierra, la leche que escurre de las paredes de la caverna como de una cascada in-visible. Desconocida y presente, esta imagen se trata de

    una advocacin de la Gran Diosa Madre, encarnacin

    del axis mundi, la diosa/rbol-nodriza, el Chichiual-

    quauitl, habitante del paraso teotihuacano, heredado

    sincrticamente por los pueblos nahuas mediante el

    concepto del paraso infantil de Xochatlapan (tambin

    denominado Chichihualcuauhco y Tonacacuahtitlan).

    FRAY DIEGO DURN, CDICE DURN O HISTORIA DE LAS INDIAS DE NUEVA ESPAA E ISLAS DE LA TIERRA FIRME, 1579, FACSMIL COLOREADO A MANO.

    Abajo.FRIDA KAHLO, MI NANA Y YO, LEO SOBRE LMINA, 1937, COLECCIN MUSEO DOLORES OLMEDO. FOTO: ART RESOURCE.

  • 132

    V. LA FIESTA Y LA ARTESANA EN CUATRO HABITANTES DE LA CIUDAD DE MXICO (1938)Cuatro habitantes de la Ciudad de Mxico es uno de los

    pocos cuadros en que Frida no se representa abierta-

    mente a s misma. Slo que en esta obra las pruebas

    estn en clave. Cules son esos enigmas? Primero el

    nmero y caractersticas de los personajes, cada uno de

    ellos con una personalidad perfectamente definida. La

    divisin cuaternaria remite a la numerologa mesoame-

    ricana que, como una constante, aparece simbolizada

    mediante el quincunce y alude a La leyenda de los Cinco

    Soles. En realidad los personajes no son cuatro sino

    cinco, la cuidadosa eleccin de los caracteres retrata-

    dos no admite duda alguna para su identificacin. El

    primero de la izquierda est vestido como un obrero

    con un overol de mezclilla azul, que era el atuendo

    que utilizaba Diego para pintar. Se trata en realidad

    de un judas de cartn, y no es irona menor el que se

    encuentre rodeado por las conexiones internas de los

    petardos que harn de l un fuego de artificio, usual-

    mente durante el Sbado de Gloria, y en algunos otros

    lugares durante la vspera de San Juan. Luego, dos

    personajes femeninos: el primero, una nia ubicada

    en realidad en un segundo plano y sentada en el suelo,

    que reproduce las nias pintadas por Diego, y no por

    casualidad, se trata del nico ser humano representado

    aqu. Algunos comentaristas de la obra de Frida ven en

    ella a la propia pintora cuando nia. En seguida, y del

    mismo tamao que los otros personajes que ocupan el

    primer plano, una figura femenina con los rasgos de

    la cultura precolombina que floreci en Nayarit. Si el

    color es el caracterstico de las cermicas de las culturas

    de Occidente, no lo son ni las dimensiones de la figura

    ni su evidente estado de gravidez.

    El tercer personaje del primer plano es otro judas de cartn: un esqueleto de pie, no yacente como en la imaginera occidental ms convencional, salvo aqullos que cuelgan en los laborato-rios de biologa desde el siglo XIX. En este caso, articu-

    lado, gracias a las conexiones de las cargas de plvora

    en l instaladas de manera invisible o simplemente

    omitidas por licencia potica. Como sabemos, en las

    representaciones precolombinas la carne a medio

    corromper todava acompaa la osamenta; pero en

    este cuadro de Frida, como es lo usual en las represen-

    taciones de la artesana popular de Da de Muertos, los

    huesos estn mondos.

    FRIDA KAHLO, CUATRO HABITANTES DE LA CIUDAD DE MXICO, 1937 [PARADERO DESCONOCIDO].

  • 133

    La figura de un nio montado en su caballito de

    carrizo, otro judas, surge en un tercer plano. Una d-

    cada antes, Frida ya se haba aproximado a este motivo

    artesanal. En efecto, en la acuarela Caballito mexicano

    (1928), la artesana aparece representada contra un

    gran platn laqueado tambin llamado batea de

    Michoacn, de manera que los motivos florales

    sobre fondo negro forman un crculo multicolor que

    enmarca vivazmente la figura de petatillo. En Cuatro

    habitantes de la Ciudad de Mxico su tratamiento no

    puede ser ms opuesto. Tal como los otros judas, est

    destinado a ser quemado en los juegos pirotcnicos,

    o quiz se trate de una piata, tambin ofrecida para

    su destruccin festiva sus entraas estn llenas de

    promesas, que ser rota a palos y a ritmo de letanas.

    Vctimas propiciatorias, la piata y los judas son un

    remanente de los sacrificios ofrecidos a Xipe-Ttec: el

    dios regenerador que preside los rituales que acompa-

    an y celebran el regreso de la primavera y un nuevo

    ciclo agrcola. No por casualidad hallamos una nueva

    referencia de Frida a la dualidad y a la coincidencia de

    los opuestos: vida/muerte, masculino/femenino, cer-

    cana/lejana, ya que la figura del caballito y su jinete

    infantil en la distancia pudiera simbolizar al nio que

    perdiera antes de nacer, contrastando as con la viva-

    cidad de la nia sentada sobre el suelo y que se ubica en

    un plano intermedio de la representacin.

    De inmediato llama la atencin que el grupo de personajes aparezca como un colectivo. No hay lder. Su empresa, porque su compa-a implica alcanzar un objetivo comn, surge de la unin del grupo. Quiz no sea

    excesivo leer la aparicin de estas figuras como la

    particular interpretacin de Frida respecto a su cerca-

    na derivada de la de Diego Rivera con la Cuarta

    Internacional; es decir, su rechazo a la burocratizacin

    y el monolitismo imperantes en la Unin Sovitica por

    parte de los bolcheviques. En efecto, Trotsky abog

    siempre por ms democracia tanto fuera como dentro

    del Partido Comunista, lo que implicaba mayor inde-

    pendencia entre los miembros de las organizaciones

    obreras, incluidos sus centros de trabajo y sus clulas

    obreras; as como el respeto por las corrientes de

    pensamiento distintas, con tal de que se adhirieran al

    programa bsico del partido y a su rechazo del modo

    de produccin capitalista.

    4

    4. Carcter heterclito de los personajes, precisin en el detalle y con-

    juncin azarosa de los elementos. Sin buscarlo, Frida coincide tambin

    aqu con algunas de las caractersticas que identifican al surrealismo;

    no es la menor su aspecto onrico. Frida pareciera conocer las ironas

    sociales y polticas de Jonathan Swift al narrar las peripecias de Gulliver,

    disminuido o agigantado. Aventuras surgidas sobre todo a raz de los

    drsticos cambios de estatura del personaje. Slo que aqu, en Cuatro

    habitantes de la Ciudad de Mxico, los caracteres de Frida convergen en

    sentidos opuestos para equipararse aunque se trate de una comparsa a

    sus compaeros del mundo de la realidad cotidiana, aqu ms aludida que

    representada. Estos personajes surgen por la fiesta, es ms, son la fiesta

    encarnada. Coexisten, lado a lado, la artesana popular y el primitivis-

    mo de la alta cultura. Movimiento inversamente complementario de la

    vivacidad urbana y del objeto funerario. Pero todos parecen sacados de

    contexto; as vemos que los judas de cartn disminuyen su altura, ya que

    por lo general tienen dimensiones gigantescas; en tanto que la escultura

    nayarita crece desde la pequea dimensin que le permite ocupar los

    anaqueles de una biblioteca, hasta adquirir las dimensiones del obrero y

    del esqueleto. Los judas de la fiesta popular y el personaje de la cultura de

    Occidente resucitan para convivir y ser partcipes de la vida misma de sus

    camaradas de la metrpoli. Es da de fiesta, pero no est claro si se trata

    de un Sbado de Gloria, vsperas de San Juan o Da de Muertos. Bajo un

    cielo lleno de nubarrones (otra de las constantes fridianas derivadas del

    Greco), llaman la atencin el espacio vaco y la luz. Debido al contraste

    colorstico, la perspectiva se presenta no tanto por la construccin del

    punto de fuga sobre el horizonte, disminuyendo en concordancia los obje-

    tos representados, sino por la distribucin del color, dado que los colores

    clidos avanzan y los fros azules retroceden. A juzgar por las sombras

    muy bajas de los personajes y de los edificios se trata del atardecer, pero

    coexiste otra fuente luminosa, porque el judas vestido de obrero proyecta

    asimismo una segunda sombra. Esto nos conduce al enclave citadino. En

    vez del conglomerado oclofbico de las fiestas populares, con sus muche-

    dumbres en constante movimiento y en medio del ruido estentreo y el

    desorden que las caracteriza, la ciudad aparece ms bien con los rasgos de

    un paisaje urbano espectral propio de Giorgio de Chirico: el rectngulo de

    una plaza casi desierta, llena de colorido s, y con sus arcadas y balcones

    caractersticos, ms las cpulas de una iglesia sumergida por la retcula

    del hacinamiento urbanstico. Excepto por la nia, todos los personajes

    son fantasmagricos o, mejor, provenientes de ese mbito de la percepcin

    que oscila entre la vigilia, el sueo y la alucinacin. Esas cpulas cerce-

    nadas y los personajes surgidos de la imaginera popular, tal como los

    tteres en Orozco Romero o ciertos personajes urbanos de lvarez Bravo,

    con una esttica contempornea imposible de explicarse sin una cercana

    al surrealismo, aparecen captados en momentos en que todo confluye

    para hacerlos converger en una suerte de colisin de elementos hetercli-

    tos. Todos ellos conllevan la misma densidad metafsica, pero no aquella

    que es producto de un afn de trascendencia ultraterrena, sino otra que

    surge de la inmanencia de la vida cotidiana en Mxico, una fraternidad

    pantesta, sin duda, del mismo orden de aquella que animara al autor del

    Cntico de la Creacin.

    Izquierda.MUJER EMBARAZADA, COLECCIN MUSEO DIEGO RIVERA-ANAHUACALLI. FOTO: PABLO ORTIZ MONASTERIO.

    Derecha.JINETE Y CABALLO DE TULE TRENZADO, ESTADO DE MXICO. CA. 1937.

  • 134

    VI. LA MESA HERIDA (1940) Planeada precisamente para acompaar a Las dos Fri-

    das en la Exposicin internacional del surrealismo, que

    se realiz durante enero-febrero de 1940, en la Galera

    de Arte Mexicano de Ins Amor, La mesa herida es

    una de las afirmaciones ms contundentes respecto

    al componente indgena de su personalidad. A su ma-

    nera es un manifiesto. Aqu, Frida Kahlo literalmente

    expone la interaccin entre el pasado, el presente y el

    futuro de una sociedad que tiene sus races en el pasado

    mesoamericano. Al desplegar una suerte de narracin

    condensada, en relacin con un momento a la vez nti-

    mo y pblico, la pintora nos revela cmo perciba esta

    influencia recproca.

    En La mesa herida vuelven a aparecer la mayor

    parte de los personajes que ya habamos encontrado

    en Cuatro habitantes de la Ciudad de Mxico. Regresan

    el obrero vestido con el overol de mezclilla azul (cifra

    indumentaria de Diego), el esqueleto descarnado y

    la pieza precolombina nayarita. Slo falta la figura

    que pareciera hecha de carrizo y que representaba a

    un nio sobre un caballito, menos judas que piata

    de palma, propia del Da de San Juan (su vientre ya

    disperso en tepalcates, si es que su carne pajiza no

    hubiese podido arder por la noche con la plvora), y

    que tambin haba constituido una de sus primeras

    naturalezas muertas, adems de ser una de sus pocas

    acuarelas (Caballito mexicano, 1928). Como confir-

    macin de que la nia de aquel cuadro anterior era la

    propia Frida, ella resurge autorretratndose ya adulta

    en La mesa herida.

    Aqu tambin, la ternura y la vulnerabilidad van

    de la mano: la pareja de nios, sus sobrinos, aparecen

    retratados en el lado izquierdo del cuadro, en tanto

    que su cervatillo Granizo aparece en el lado derecho.

    Al contrario de lo que sucede en una manada, en don-

    de los ms pequeos se ubican en el centro del crculo

    protector (en un cuadro tradicional apareceran cerca

    de sus mayores ms cercanos, siendo confortados

    por la presencia de extraos o por encontrarse en un

    THE BOOK OF THE LIFE OF THE ANCIENT MEXICANS, FACSMIL COLOREADO A MANO.

  • 135

    entorno ajeno) por una situacin considerada hostil o

    amenazadora, aqu Frida se ubica a s misma rodeada

    por los personajes adultos dentro del permetro de la

    mesa, devenido en una suerte de centro de conflicto,

    o ncleo de juicio, mientras que desplaza los seres

    ms vulnerables a la periferia, como si debieran estar

    listos para huir. Frida se identific con el pequeo

    animal hasta el punto de crear un alter ego pictrico:

    antropomorfiz al cervatillo con su propio rostro en

    el cuadro El venadito, efectuado en 1946. El autorre-

    trato de Frida como vctima herida encarnada en su

    venado nahual.

    5

    5. Por otra parte, llama la atencin que tambin Octavio Paz se haya

    referido al sacrificio del flechamiento en la secuencia dedicada a Xipe-

    Ttec y Huitzilopochtli, en Petrificada petrificante: El Desollado/El

    Flechado/El Crucificado/El Colibr/chispa con alas/ iznflor. Aqu,

    El Desollado, es una alusin a Xipe-Ttec. Vid. nota 1, supra.

    Otra cita de Alfonso Caso concierne a El venadito y al verso especfico

    El Flechado, de la secuencia mencionada en Petrificada petrifican-

    te, imgenes del dolor y del sacrificio: Otras veces, en las fiestas de

    Xipe, el prisionero era atado a una especie de marco, puesto en alto, y

    se le flechaba hasta que mora. La sangre del prisionero al caer sobre

    la tierra la hara frtil y producira, mgicamente, la cada del otro

    lquido precioso, el agua. Vid. Caso, op. cit., p. 97.

    A diferencia de Cuatro habitantes de la Ciudad de

    Mxico, el entorno representado en La mesa herida no

    es el del espacio abierto de alguna de las muchas plazas

    de la metrpoli, sino un espacio cerrado, lo cual se

    indica por las plantas del interior y el pesado cortinaje

    provisto de gruesos cordones, ms guardas y festones

    de seda o raso dividido de cada lado y que contribuye

    a crear, como a menudo sucede en las composiciones

    de la pintora, una simetra bilateral y un efecto de pro-

    fundidad, debido a que tal cortinaje funciona a modo

    de repoussoir. En La mesa herida no hay aproximacin

    amatoria ni conduccin jerrquica; hay participantes,

    deliberacin y testigos. Los personajes de nuevo for-

    man un colectivo menchevique o, al menos, cercano al

    trotskismo. En este grupo no surge liderazgo alguno ni

    fundamento visible para la empresa que les concierne.

    En lo que pareciera una clula partidaria, la disidencia

    todava parece estar admitida, con la salvedad de una

    adhesin programtica bsica.

    FRIDA KAHLO PINTANDO LA MESA HERIDA, 1940, COL. GALERA THROCKMORTON.FOTO: BERNARD SILBERSTEIN. CORTESA DE THROCKMORTON FINE ART.

  • 136

    VII. LA IMAGEN PERSONAL: INDUMENTARIA, PEINADO Y JOYERACada cuadro de Frida es una alegora, rostro y vestua-

    rio estn rodeados de una parafernalia a la vez natural y

    simblica: amplias faldas, mangas abullonadas, cuellos

    subidos o escotados, multitud de cintas, holanes, fara-

    laes y festones bordados, pintados y recamados. Por

    eso, el suntuoso vestuario fridiano ms que una elec-

    cin arbitraria, es una necesidad de enmascaramiento.

    Como en la impasibilidad del rostro, la indumentaria

    recubre una turbulencia. La uniformidad de la super-

    ficie aun s, abigarrada y variopinta, a semejanza de

    los grandes y recargados cortinajes de los teatros de la

    poca le permite recubrir la diversidad que la consti-

    tuye. La enmascara y la manifiesta, porque si la recubre

    tambin ofrece una clave para su desciframiento. No

    son slo adornos, sino seas de identidad que le permi-

    ten, mediante su ambigedad consubstancial, indicar

    su mezcla, su doble pertenencia racial. All el pliegue,

    pero tambin la fisura. Este envoltorio mscara o

    disfraz oculta la oscilacin de sus compromisos y

    alianzas hacia alguna de las identidades fracturadas

    desde el origen, puesto que en realidad nunca logran

    fusionarse completamente dentro de ella.

    Si la indumentaria le permite ocultar las heridas en

    su cuerpo y la androginia de su fsico, tal como la tran-

    quilidad de su rostro le permite ofrecer una apariencia

    digna del clasicismo slo en La mscara (1945) revela

    lo que normalmente oculta tras un rostro impasible,

    es preciso leer el espacio y los objetos y seres vivientes

    que lo animan para decodificar el mensaje. Pero, como

    una proyeccin estereoscpica: llanuras pedregosas

    extendindose hasta el infinito, cielos anubarrados y

    tormentosos, mscaras, animales antropomorfizados

    y caracteres teatrales que parecen salidos de un insli-

    to e inesperado auto sacramental medieval que no

    otra cosa son las pastorelas, posadas y, sobre todo, las

    quemas de judas, a las que tan aficionada era Frida,

    mscaras y ms mscaras, antifaces y mascarones que

    atestiguan no slo una sensibilidad pantesta sino la

    disociacin interna que subyace en el interior mismo

    de su personalidad. Slo en momentos aislados y

    Izquierda.FRIDA KAHLO EN SAN FRANCISCO, CALIFORNIA, 1931.FOTO: IMOGEN CUNNINGHAM.

    Derecha.COLLAR DE CUENTAS DE AGUAMARINAS PULIDAS. FOTO: ISHIUCHI MIYAKO.

  • 137

    por eso privilegiados recurre al develamiento de esta

    fractura ms ntima.

    Sin embargo, la identidad se asume como la bs-

    queda de los elementos ms heterogneos de la perso-

    nalidad. Esta bsqueda es un intento por absorber la

    otredad en una mismidad sinttica. De ah, la necesi-

    dad del vestuario: a la manera de un cortinaje teatral,

    la uniformidad de la superficie le permite recubrir el

    carcter heterclito de aquello que subyace. Al igual

    que una mscara, la eleccin de vestidos, joyas y cintas,

    la envuelven para exhibirse fastuosamente.

    Nada ms alejado del concepto de abnegacin

    que el modo de vida elegido y construido por Frida

    Kahlo. No se trata en absoluto de ab-negacin, es

    decir, de la negacin de s misma; al contrario, se trata

    de una exaltacin. Si la mscara y el vestuario cifran lo

    que se oculta, las joyas y el maquillaje, delinean para

    mejor seleccionar y destacar los rasgos del portador.

    Coco Chanel, con su agudo sentido de la propiedad,

    acostumbraba a referirse a la necesidad de incluir las

    joyas en el vestuario. Ni ftil adorno ni, menos todava,

    smbolo de estatus, para Coco Chanel la joya era un

    ornamento porque expresaba un orden; segn dijera

    una vez a propsito de este elemento fundamental en

    su atavo: cest nest pas pour avoir lair riche, mais pour

    avoir lair pare.

    Las heridas de Frida son su tatuaje: la escritura que

    el dolor dej en su cuerpo; pero, tambin, en su alma.

    Dolores, as, en plural. A su manera han devenido

    en stigmata. Tatuajes ocultos para el profano, pero

    legibles mediante el tacto y la vista en un principio slo

    para aquellos que la aman. Acceder a su dolor fue y

    lo sigue siendo hoy una iniciacin ertica, segn lo

    atestiguan todos sus ntimos. Estas heridas, uno de

    los temas centrales si no el eje de su pintura, se han

    transformado en el mrbido acicate de la mayor parte

    de quienes ahora se acercan a su pintura.

    Para complacer a Diego, Frida vestira a menudo

    el estilo de los vestidos tpicos de las mujeres oriundas

    del Istmo de Tehuantepec. Estos largos vestidos, rica-

    mente decorados, no eran slo muy hermosos sino

    que tambin le permitan ocultar la deformidad de su

    PIEZAS PREHISPNICAS DE BARRO, PIEDRA Y OBSIDIANA.FOTO: GISLE FREUND.

  • 138

    pierna derecha. De hecho, Frida contribuy en mucho

    a popularizar el uso de este vestuario en el medio inte-

    lectual de la Ciudad de Mxico.

    La joyera, en cambio, parece haber sido una

    eleccin autnoma, aunque muy probablemente

    influida por su entorno familiar. La madre, mestiza,

    prolongaba la utilizacin de joyas tradicionales, a las

    cuales Frida incorpor tanto la joyera popular como

    la precortesiana. Aunque ya antes de su matrimonio

    con Diego tenemos su Autorretrato - El tiempo vuela

    (1929), en donde aparece con un collar precolombino,

    lo que confirma su inters original en la civilizacin me-

    soamericana. Su convivencia con Diego transform

    este inters cultural en parte de su vida ms ntima y

    tambin ella atesor algunas piezas, en particular ce-

    rmicas de la cultura de Occidente, adems de joyera

    de la poca. Por supuesto, no hay comparacin posible

    entre las dimensiones y la permanencia de ambas co-

    lecciones. La de Diego esculturas e dolos de todos

    los tamaos fue la base para crear el Anahuacalli, y

    la de Frida, slo en parte permaneci en la Casa Azul,

    debido a la generosidad con que regalaba sus piezas,

    segn testimonio de sus amistades y conocidos. Pero, a

    decir verdad, la mayor parte de su coleccin de joyera

    precolombina provino de Diego y ella reciba compla-

    cida estos objetos preciosos como una de las muestras

    de afecto profundo por parte de su esposo.

    6

    6. As, por supuesto, en el doble retrato de 1931, Frieda y Diego Rivera,

    una pintura, como ya hemos sealado, basada probablemente en su

    fotografa de boda. De modo que, posteriormente y con frecuencia, Frida

    se represent en sus autorretratos llevando piezas de su coleccin; as, por

    ejemplo, para enfatizar sarcsticamente el contraste entre el pesado collar

    y la ligereza del vestido rosa, y con guantes largos que le llegan hasta ar-

    riba del codo en Autorretrato en la frontera entre Mxico y los Estados

    Unidos (1931), lo que da un mayor sentido a los gruesos abalorios con que

    rodea estrechamente su cuello en los autorretratos de 1933 y de 1935.

    En Recuerdo de la herida abierta (1938), leo destruido en un incendio

    (retrato del que subsisten reproducciones fotogrficas), el collar alrededor

    de su cuello tena algo de pectoral egipcio, a la vez que continuaba el

    diseo del arreglo floral en el pelo y, por ambos costados, en los bordados

    de la camisola o quexqumetl reducido de su huipil de tehuana. La parte

    superior del cuerpo, recargada de elementos creados para el adorno

    femenino, encuentra su lmite en las faldas recogidas, desplegadas como

    inmensos ptalos, pero en vez de pistilos llenos de polen, encontramos

    unas piernas desnudas y sin depilar que exponen tanto la herida en el

    muslo como el vendaje del pie izquierdo, lo que nos enva a las pinturas de

    Filoctetes en las vasijas griegas. Ms que de una ambigedad andrgina

    estamos frente a un desafiante hermafroditismo. Se trata, formal y

    temticamente, de una exploracin que se remonta al tratamiento del

    cuerpo humano como un hbrido y que comenzara en Retrato de Luther

    Burbank (1931), para luego conducirla a la franca genitalidad de La flor

    de la vida (1944) y de El sol y la vida (1947).

    En El autorretrato (1940), leo sobre masonite, dedicado a Sigmundo

    Firestone, Frida aparece con un pesado collar mesoamericano, probable-

    mente de jade o jadeta, cuya pieza principal, en el centro, tiene una forma

    tubular, a la que acompaan cuentas de chalchihuite y cuatro caracoles

    marinos o tecciztli; el motivo marino est reforzado por el velo en forma

    de red que cae desde lo alto de su cabeza. Si el tecciztli est asociado a

    Quetzalcatl, es decir el Tezcatlipoca rojo, su nmero cuaternario no deja

    duda alguna respecto a la referencia a La leyenda de los Cinco Soles,

    asociacin reforzada por el rectngulo sobre el vrtice de su escote, otra

    variante del quincunce.

    En Autorretrato con trenza (1941), leo sobre masonite, Frida aparece

    con el mismo tipo de pesado collar mesoamericano compuesto por una

    gran pieza tubular al centro, pero con la variante de estar flanqueada

    por pequeas mscaras, seguidas de cada lado por otros pequeos tubos

    alternados de dos en dos con cuentas, tal vez tambin de jade. El signo de

    infinito sobre su cabeza, en forma de ocho horizontal o cinta de Moebius,

    podra tambin interpretarse como una variante del quincunce, puesto

    que las trenzas forman un rectngulo con cuatro aspas que se cruzan en

    el centro para formar una crux decusata. Los acantos que visten su busto

    y forman un gran escote repiten el corte del vestido segn la ltima moda

    europea con el que se representa en La Adelita, Pancho Villa y Frida

    (1927).

    Izquierda.FRIDA KAHLO EN SAN NGEL, CIUDAD DE MXICO, 1938.

    Derecha. FRIDA KAHLO, RETRATO DE NIA CON COLLAR, FOTO BLANCO Y NEGRO DEL ORIGINAL, CA. 1929.

    Pgina siguiente.FRIDA KAHLO CON FALDA LARGA Y COLLAR DE JADE, CA. 1928. FOTO: ESTHER BORN.

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