luis landero - archivo de la frontera...un viejo poema amado de josé hierro que decía en algún...
TRANSCRIPT
El Archivo de la Frontera es un proyecto del Centro Europeo para la Difusión de las Ciencias Sociales (CEDCS), bajo la dirección del Dr. Emilio Sola. www.cedcs.org [email protected]
Luis Landero
LA POTENCIA DE CRUCERO DE UN
NO NADADOR El huerto de Emerson, reseña para Nadadores
Colección: E-Libros – La Conjura de Campanella Fecha de Publicación: 09/07/2007 Número de páginas: 10
Colección: Bibliografía, Reseña, Nadadores, Fecha de Publicación: 13/04/2021 Número de páginas: 7 I.S.B.N. 978-84-690-5859-6
Licencia Reconocimiento – No Comercial 3.0 Unported. El material creado por un artista puede ser distribuido, copiado y exhibido por terceros si se muestra en los créditos. No se puede obtener ningún beneficio comercial.
Archivo de la Frontera: Banco de recursos históricos. Más documentos disponibles en www.archivodelafrontera.com
Archivo de la Frontera
| 2 |
© CEDCS - www.archivodelafrontera.com – I.S.B.N. 978-84-690-5859-6
Luis Landero: El huerto de Emerson Barcelona, 2021. Tusquets
Entre el relato o la narración, las reflexiones personales, el ensayo evocador o
memorialístico, o la divagación sin más por una memoria poética y personal,
hermosa escritura como es habitual en este autor. Algo más desganada que otras
obras suyas, como si debiera concluir o terminar “algo” para su compromiso
editorial, eso sí, algo fino y hermoso, delicado, que sabe por ello a poco, deja
ganas de más o un regusto de algo agradable pero prescindible, pero está bien
así, pues a la larga qué más da, tampoco uno debe buscar en una lectura la gran
revelación de una vida o una varita mágica para comprender la existencia del
todo, así en general. En fin, agradable y llevadero como lectura, con una belleza
Archivo de la Frontera
| 3 |
© CEDCS - www.archivodelafrontera.com – I.S.B.N. 978-84-690-5859-6
en ocasiones melancólica y en la línea de aquel viejo verso, “si hubiéramos
sabido que el amor era eso…”
Tono menor a simple vista pero que en ocasiones trasciende hasta lo heroico,
como en ese relato “Donde Pache”, en el que la levedad y la intranscendencia
escala hasta la cumbre o el abismo de la gran tragedia como destino marcado. Es
en ese relato, uno de los momentos más emotivos del libro, en donde aparece la
evocación de un Nadador, en esta ocasión más bien de imposibles Nadadores.
He aquí la fuerza de uno de sus fragmentos en los que el personaje Pache
reflexiona sobre su familia en aquel rincón del mundo de pleno campo
extremeño:
Muchos se estaban yendo a las grandes ciudades. Pero ellos
tenían una finquita y estaban atados a la tierra. Y además,
¿en qué iba a trabajar él en una gran ciudad? Aquí por lo menos tenían
para comer. Pero ¿y los hijos? ¿Qué iba a ser de ellos cuando
fueran mayores? ¡Si aprendieran al menos un oficio!
Allí estaban los tres vestidos malamente, sin escuela, sin futuro,
las manos bastas y curtida la piel, el habla tan tosca y cerrada que parecía
más de animal que de humano, y Manuel Pache los miraba con pena,
y con culpa, y pensaba que, de no haberse casado, ahora sería libre
para irse lejos de allí, a recorrer mundo. La finquita, que les daba de comer,
era a la vez una condena y una cárcel de la que no se podía huir.
Allí había vivido siempre, como sus padres, sus abuelos y otros de más atrás.
Y, al igual que ellos, no sabía nadar, ni bailar, ni contar chistes,
ni había montado en tren, ni había visto el mar,
ni sabía lo que era un restaurante o un hotel. Bien pensado,
ahora descubría que él en realidad nunca había sido joven,
y que tampoco sus hijos conocerían la juventud, con sus alegres correrías,
los secretos entre amigos, y las ocurrencias, bromas y regocijos propios
de la edad. Por conocer, quizá ni siquiera conocían el inocente mundo
de la infancia.
Aquel lugar estaba como maldito… (pp. 58-59)
El hondón existencial que trasluce esta reflexión anuncia, con elegancia, con
levedad, el final trágico que llega luego de sopetón, cuando esa reflexión misma
había llevado al tal Pache a la acción y con ella a algún atisbo de esperanza…
Por ello ese no saber nadar aparece como metáfora que, más tarde, en el
penúltimo relato o evocación, sobre la impostura, que se titula exactamente así,
“Imposturas”, entre ironía y culturalismo, siempre inteligente y delicado todo, el
autor Landero hace una evocación de sí mismo como no nadador y, a un
buscador de Nadadores en el mar de la literatura y de la vida, le sobrecoge esa
apreciación y el fragmento se convierte de nuevo en gran poema a la vez que en
una muestra mínima del tono general, del todo… Está en la página 222, y evoca
al autor en su estancia en París.
Como yo soy de por sí sedentario, y como entonces había un brote de xenofobia
y ya habían tirado al Sena a tres portugueses y a dos turcos, entre eso
Archivo de la Frontera
| 4 |
© CEDCS - www.archivodelafrontera.com – I.S.B.N. 978-84-690-5859-6
y entre que no sé nadar –la gente mayor de mi familia nunca supo nadar –,
me quedé a vivir en el barrio, y nunca se me ocurrió cruzar el Sena.
Es más: para disimular mi identidad caminaba por las calles
con un libro de André Maurois, Climats, pero solo con las pastas,
porque dentro iba La vida breve, de Onetti, que era mi autor de cabecera
por entonces. Traté solo con españoles, mayormente del mundo del flamenco,
de modo que mi francés se quedó en las cuatro cosas mal aprendidas
de un bachillerato desganado y disperso.
Otra pincelada maestra en el estilo del autor, con trasfondo dramático, esta vez
autobiográfico, más que de evocación de un personaje exterior a él, como en el
caso anterior de Manuel Pache. Un no saber nadar tal vez como retraimiento
existencial.
Pero son las páginas finales, que no llegan a una decena, las que me incitaron a
recogerlas para esta colección de Nadadores del Archivo de la frontera, por su
densidad expresiva que trasciende hasta convertirse en una reflexión desolada de
toda nuestra historia y toda
nuestra gente, escasa
decena de páginas que
justificarían por si solas un
gran libro sobre “las
pequeñas, humildes
lumbres de los campos de
España, siglo tras siglo…”,
que me hicieron recordar
un viejo poema amado de
José Hierro que decía en
algún momento, “ojú, qué
frío, los andaluces…” Un
texto breve que podría
también titularse “Los
españoles mirando al
fuego…” Aunque se titula
“Días de invierno”
(pp. 225-234).
Archivo de la Frontera
| 5 |
© CEDCS - www.archivodelafrontera.com – I.S.B.N. 978-84-690-5859-6
Archivo de la Frontera
| 6 |
© CEDCS - www.archivodelafrontera.com – I.S.B.N. 978-84-690-5859-6
Archivo de la Frontera
| 7 |
© CEDCS - www.archivodelafrontera.com – I.S.B.N. 978-84-690-5859-6