Lubich (1920 m ):

Fundadora del Movimiento los Focolares

El Evangelio de la unidad en el mundo de hoy

JESÚS CASTELLANO CERVERA

El nombre de Chiara Lubich se ha hecho familiar en el cam­po de la ¡espiritualidad moderna, especialmente a partir del Va­ticano II; primero, en el vasto círculo de los miembros y sim­patizantes del Movimiento de los Focolares; más .tarde, en toda la !iglesia, y ahora, se puede afirmar, en el mundo entero. Su presencia y su influjo espiritual en la Iglesia coinciden con el nacimiento, el desarrollo y la expansión del Movimiento de los Focolares, llamado también Obra de María, sobre todo a partir de las aprobaciones de los Papas; primero con Juan XXIII, en 1962, y más tarde con Pablo VI, que sigue atentamente y anima los pasos recientes dados por el Movimiento y haconfir­mado con su aprobación personal las últimas realizaciones 1,

Chiara ha recibido en 1977 el Premio Templeton, una es­pecie de Nobel para el progreso de la Religión; en esta ocasión su persona y su obra 'han tenido, a través de los medios de comunicación, una resonancia mundial. Ella misma en esta cir­cULtlstancia iba podido presentar en la Guildhall de Londres, el 6 de abril de 1977, su experiencia de fe y de vida, íntimamente unida al nacimiento y desarrollo del Movimiento de los Foco-

1 Revista de Espiritualidad ha presentado ya en otras ocasiones el movimiento de los Focolares. Recordamos, entre otros, los siguientes artículos: El Movimiento de los Focolares. Rev. de Esp. 30 (1971), pp. 395-402; J. DAMIÁN GAITÁN, Presencia de Maria en el Movimiento de los Focolares. lb. 36 (1977), pp. 383-394_

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lares, en presencia de un público selecto en el que se distinguían los representantes de las religiones más importantes del mundo, presentes en Londres 2.

La presencia de Chiara Lubich en estas páginas, dedicadas al influjo de las mujeres en la espiritualidad del siglo XX, me parece plenamente justificada. Ante todo por su vida y por su personalidad, que son el testimonio de una cristiana, hija de la Iglesia Católica de nuestro tiempo; además, por el Movimiento que ella ha fundado y dirige, la Obra de María, quizá el más universal y sólido de los movimientos eclesiales modernos; final­mente, por sus escritos espirituales, conocidos ya en todo el mundo, expresión de una espiritualidad moderna y atractiva que recoge las mejores intuiciones de la tradición espiritual de la Iglesia de siempre y las presenta en forma nueva y sencilla a los hombres de hoy, a la luz de lo que a nosotros nos parece el mensaje central de Chiara, el testamento de Jesús: "Que todos sean uno."

Hablar de Ohiara Lubich significa hablar también de la Obra de María, fundada y guiada por ella, ya que en esta obra se expresa y se encarna su espiritualidad; un movimiento eclesial que hoy se presenta con fuerza por su vitalidad y su testimonio, que responde a múltiples exigencias del período postconciliar, pero que tiene en su haber más de treinta años de madurez; en estos años el carisma y la espiritualidad de Chiara han flo­recido en una obra vasta por su extensión geográfica y articu­lada por la variedad de sus miembros, a través de un proceso espiritual, vivido comunitariamente, con momentos de luz, de prueba y de fecundidad apostólica; una obra, preparada pacien­temente por Dios, para ser una presencia de Cristo y de María en la Iglesia de nuestro tiempo 3.

En el breve espacio de este artículo queremos presentar el perfil biográfico y los escritos espirituales de Chiara, una sín­tesis de su espiritualidad, las grandes líneas de la Obra de Ma­ría, la actualidad de su mensaje, su pensamiento acerca de la mujer a la luz de María. De este artículo la parte central es

2 Sobre la crónica del acontecimiento y el discurso de Chiara en esta ocasión, cfr. "Citta Nuova», 25·VI·1977, pp. 28·43; en español en Ciudad Nueva.

3 Para una presentación de conjunto del Movimiento, cfr. AA. VV. Il Movimento dei Focolari, Roma, cma Nuova, 1977; GINO LUBICH, Intervista al Movimento dei Focolari, Roma 1975; en español puede consultarse: El Movimiento de los Focolares, Madrid 1969, número extraordinario de "Ciudad nueva».

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colaboración original de Chiara para nuestra revista en la nos ofrece una síntesIs de su espIritualidad.

l. PERFIL BIOGRÁFICO Y ESCRITOS ESPIRITUALES

Perfil biográfico

Chiara Lubich nació en Trento el 22 de enero de 1920. De familia sencilla de trabajadores, experimentó en su niñez la po­breza y las estrecheces económicas. De joven enseñó como maes­tra en pueblos de los valles trentinos: era entonces estudiante universitaria y dirigente de la Acción Católica y de la Orden Tercera Franciscana. A los diecinueve años, durante un viaje a Loreto, intuyó cuál debería ser su vocación particular en la l,gle­sia, diversa de las que existían hasta entonces. Precisamente la casa de Nazaret le indicó el sentido de este "cuarto camino", como lo llamaría después, que no era la consagración en un convento, ni la entrega a Dios en el mundo, ni el matrimonio, sino algo que tenía que ver con todas estas expresiones de la vida cristiana: el "focolar", una familia de Dios en medio del mundo. A los veintitrés años se consagró a Dios con voto per­sonal de castidad, el 7 de diciembre de 1943. Al año siguiente, 1944, durante el período de la guerra, empezaba en Trento, junto con sus primeras compañeras, esa experiencia espiritual y vital de elección de Dios y descubrimiento del Evangelio que fue de­cisiva y que conduciría a la fundación del Movimiento de los Foco1ares. En 1945, el Arzobispo de Trento, Monseñor CarIo de Ferrari, recibe a Chiara y la anima para que continúe su obra; dos años más tarde, concede su aprobación diocesana al Movimiento que se extiende rápidamente a algunas ciudades de Italia. En 1949, durante una pausa de reflexión comunitaria en Tonadico (Trento), Ohiara Lubich, con sus primeras compañe­ras y algunos de los primeros compañeros, intuyen espiritual­mente el designio de Dios que va a caracterizar esta compleja obra futura, articulada en varias expresiones de vida cristiana y en movimientos de vasta difusión; una obra que pronto se desarrollará en varias naciones del mundo.

Desde entonces se puede decir que Ohiara ha consagrado toda su vida, con una entrega admirable y con una eficaz e i1u-

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minada intuición, a la realización de la Obra que poco a poco iba madurando y desarrollándose progresivamente. Durante el decenio 1950-1960, el Movimiento se extiendO) por Italia y Euro­pa a través de las "Mariápolis" anuales que se celebran durante el verano cerca de Trento. En este período Chiara, bajo la guía de la Iglesia, plasma la espiritualidad y los primeros Estatutos de la Obra de María. En 1962 Juan XXIII da una primera aprobación al Movimiento. El decenio 1960-1970 se caracteriza por una rápida extensión del Movimiento de los Focolares con el nacimiento de nuevas expresiones de vida dentro del luismo. Ohiara promueve y sigue este desarrollo, animada por la pala­bra y la aprobación de Pablo VI que la recibe en audiencia el 1 de noviembre de 1964. Es el período de las fundaciones de la Obra de María en América del Norte y del Sur, de la aper­tura de las escuelas internacionales de formación y de centros de vida ecuménica como Loppiano, O'Higgins, Sao Paolo, Ott­maring, de las visitas de Chiara a la singular experiencia de evangelización que el Movimiento tiene en Fontem, en el Ca­meroun, de los contactos ecuménicos de alto nivel con el doctor Michael Ramsey, Arzobispo de Canterbury, .Y de un modo es­pecial con Atenágoras, Patriarca de Constantinopla, que quiere considerarse un "miembro" del Movimiento de los Focolares.

A partir de 1970 Chiara sigue el constante crecimiento y expansión del Movimiento y se dedica, a través de los encuen­tros con los diversos ramos de la Obra, a la formación espiritual y a la consolidación de sus varios aspectos y secciones, cuidando de modo especial el sector de los jóvenes, los "Gen", que lanza a una vida cristiana totalitaria. El 2 de marzo de 1975, durante el Año Santo, Chiara presenta el Movimiento Gen a Pablo VI en la Basílica de San Pedro. Veinticinco mil jóvenes que habían participado el día anterior al Gen-fest se reúnen en torno al Papa, que queda impresionado, como dirá más tarde, por esta "con­movedora belleza" y saluda el Movimiento Gen como el naci­miento de un "mundo nuevo": "Nace un mundo nuevo", afirma el Papa en su alocución dominical del Angelus después de la Misa celebrada para los Gen.

En 1977 Chiara, como hemos recordado, recibe el Premio Templeton para el progreso de la Religión. El 7 de abril lo recibe de manos del Duque de Edimburgo, príncipe consorte

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de la Reina Isabel de Inglaterra, en la histórica J erusalem Cham­ber de la abadía de Westminster, en Londres. El 15 de sep­tiembre de este mismo año 1977, con ocasión del XIX Con­greso Eucarístico Nacional de Italia, celebrado en Pescara, Ohiara presenta su testimonio de vida, en presencia de Cardenales, Obis­pos y una gran muchedumbre reunida ese día de toda Italia para celebrar el misterio de María.

He aquÍ en síntesis algunas feohas más importantes de la biografía de Chiara Lubich. Ellas demuestran que ha puesto in­condicionalmente su vida y su actividad al servicio de la Iglesia durante el Concilio y en el período postconciliar para lograr una unidad más grande dentro de la Iglesia en torno al Papa, y fomentar, con su acción ecuménica, la unidad entre todos 'los cristianos y entre todos los hombres. Su lema ha sido, en este servicio a la Iglesia y a la unidad, el que informa toda su vida, las palabras de Jesús: "Que todos sean uno" 4.

Escritos espirituales

La experiencia de Chiara ha quedado plasmada también en sus escritos espirituales, nacidos para comunicar los rasgos esen­ciales de su espiritualidad y para alimentar la vida de los miem­bros del Movimiento. Presentados al principio modestamente en las páginas de "Citta Nuova", la revista internacional que expre­sa la vida del Movimiento y mantiene en relación todos sus miembros en el mundo, los escritos espirituales de Chiara han alcanzado una vasta difusión en los últimos años, y han sido traducidos a las principales lenguas de Europa e incluso a di­versos idiomas de Africa y de Asia.

Podemos calificar como "espirituales" todos los escritos de

4 Pueden bastar estas simples notas de cronología para una presentación de Chiara Lubich; se pueden completar con algunos rasgos autobiográficos presentados en el discurso del Premio Templeton (cfr. supra nota 2) y en el discurso al Con­greso Eucarístico de Pescara (<<Citta Nuova», 10-X-1977, pp. 18-22). Para una visión de conjunto de la formación de la espiritualidad de Chiara a través de su expe­riencia, cfr. el libro síntesis de la espiritualidad: Tutti siano uno. Roma 1968. Cita­mos los libros de Chiara en sus originales italianos, notamos, sin embargo, que casi todos los libros citados en el articulo están traducidos al castellano y publicados por las casas editoriales Ciudad Nueva de Madrid, Bogotá y Buenos Aires. Acaba de aparecer una primera biografía de Chlara Lubich en inglés, como fruto del Premio Templeton; en ella se da una visión de conjunto de la Obra de María: E. ROBERTSON, Chiara, Christians Journals Limited, Oreland 1978; su autor es un pastor de la Iglesia Bautista de Inglaterra, conocido por los programas religiosos de la BBC y especialista de la doctrina y figura de D. Bonhoffer.

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Chiara Lubioh; todos tienen, en efecto, un nítido perfil espm­tua1 de experiencia cristiana vivida; nacen de una vivencia espi·< ritual y tienden a comunicarla y suscitarla en el lector. Su estilo es sencillo y universal, por un deseo explícito de poder llegar a todos. Son escritos espirituales de nuestro tiempo, transidos de una cierta vibración poética, con un estilo esencial en sus expre­siones, atractivo por su actualidad.

Podemos descubrir en los escritos espirituales de Ghiara al­gunos filones característicos.

Una serie de escritos, como revelan sus mismos títulos (Me­ditazioni, Pensieri, Frammertti, Fermenti di unita .. . ), está for­mada por breves e incisivos fragmentos que transmiten una ex­periencia espiritual, proponen una reflexión, profundizan en una palabra del Evangelio que hay que vivir, son la síntesis de un mensaje de vida. Se trata de escritos ocasionales que h8Jll nacido de la experiencia espiritual comunicada, de respuestas a proble­mas concretos, de breves artículos y colaboraciones de Ohiara que han sido recogidos ahora en estos libros 5.

Otro filón está formado por los libros que recogen sus inter­venciones y discursos, de modo especial en diálogo con los jó­venes de la segunda y tercera generación del Movimiento de los Focolares; son estos: Colloquí con i Gen, Detti Gen, Ai Gen-3oo. Son escritos espirituales de una cierta originalidad en el campo de la espiritualidad cristiana, ya que tratan de trasmitir con un lenguaje vivaz y juvenil el mensaje del Evangelio a las nuevas generaciones, atentas a los verdaderos valores y exigentes en su presentación. La expansión de los Gen en el mundo de hoy prueba la eficacia de esta espiritualidad para los jóvenes, y con­firma que los jóvenes aceptan con entusiasmo el Evangelio de la caridad y de la cruz, de la pureza y de la revolución cristia­na, cuando hay alguien que, como Chiara, sabe presentarlo de modo genuino y totalitario 6.

Finalmente, hemos de notar una serie de escritos más elabo­rados que presentan en conjunto la espiritualidad o profundizan

5 De este estilo son algunos libros como Meditazioni, Roma 1959; Pensieri, Roma 1961; Frammenti, Roma 1963; Fermenti di unita, Roma 1964; Saper perdere, Roma 1969; {(Sí, sí... No, no», Roma 1973. Actualmente se están publicando todas las obras de Chiara Lubich en varios volúmenes bajo el título general: ((Scritti spi< l'ituali».

6 A este grupo pertenecen: Tappe Gen, Roma 1968; Detti Gen, Roma 1969; Rivo­luzione arcobaleno, Roma 1969; Ai Gen 3, r, Roma 1974; Colloqui con i Gen, Roma 1974-1975; Ai Gen 3, n, Roma 1976; una nueva edición del libro Getti Gen, Roma 1978, con el discurso del Premio Templeton.

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alguno de sus aspectos: Tutti siano uno, La carita come ideale, Paro la di Vita, "Dove due o tre ... ", L' Eucaristia . .. 7. Estos Hbros, especialmente los últimos, sin perder la sencillez y la uni­versalidad del lenguaje, se distinguen por el esfuerzo de presen­tar la espiritualidad del Movimiento en una "teología nuerva". En efecto, los temas de la espiritualidad son tratados de una forma sistemática recurriendo a la Escritura, a la gran tradición de los Padres de Oriente y Occidente, a los santos y maestros espirituales, a los teólogos, y de modo especial al Magisterio de la Iglesia, sobre todo al Vaticano II y a las enseñanzas de Pablo VI. Resulta en su conjunto una síntesis teológica convin­cente y rica de los temas de la espiritualidad en una catequesis universal y en una presentación ecuménica. Se trata, a nuestro parecer, de una teología sapiencial que unifica la verdad y la vida, la experiencia espiritual nueva en la Iglesia y su sintonía con la Tradición y el Magisterio; una teología que responde perfectamente a lo que el Vaticano H propone en la Dei Verbum como expresión de la tradición viva de la Iglesia en la reflexión acerca de las Escrituras 8.

Un conocido teólogo alemán, Klaus Hemmerle, Obispo de Agen, ha caracterizado con estos rasgos este estilo teológico nuevo de Chiara en el prefacio a uno de sus libros: "El pen­samiento de Ohiara Lubich se sostiene y se justifica de por sÍ. Pero al mismo tiempo caracteriza, diría yo, un momento de la historia: en la Iglesia está naciendo un carisma en el que su origen y su esencia vienen a la luz de un modo nuevo, adquie­ren una nueva forma, encuentran una nueva posibilidad de ser vividos. Y este carisma irradia su luz y se iserta en el contexto de la teología. Se repiten aquí cOillocimientos y experiencias he­chas en la llÚstica de la grande tradición cristiana por indivi­duos como tales y formuladas individualmente. Pero adquieren una dimensión nueva: se hacen en comunidad y son formula-

7 Una presentación de la espiritualidad en su conjunto y en cada uno de sus puntos podemos encontrarla en los siguientes libros de Ohiara: Tutti siano uno, Roma 1968; La carita come ideale, Roma 1971; Parola di Vita, Roma 1975; "Dove due e tre ... », Roma 1976; L'Eucaristia, Roma 1977. Todos estos libros están tradu­cidos al castellano. Está en curso de publicación el libro que contiene las con­versaciones de Ohiara sobre la Jerarquía de la Iglesia, tema de formación espiritual de todo el Movimiento para el año 1978.

8 Ofr. Dei Verbum n. 8, donde se alude al desarrollo de la comprensión del mensaje evangélico a partir de la meditación y experiencia espiritual de quienes, como María, conservan en su corazón las palabras de la Escritura y las meditan, en comunión con la tradición eclesial y el Magisterio de la Iglesia.

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das para la comunidad. Jesucristo, resucitado y elevado al cielo que vive junto al Padre, no vive sólo en cada uno de los cre­yentes, y no obra tampoco solamente a través del ministerio de la Iglesia, s1no que vive y obra al mismo tiempo, siendo el mis­mo Jesús, en medio de aquellos que se reúnen en su nombre. Esto es espiritualidad, pero una espiritualidad que no está junto a la teología o junto a la comunidad eclesial en cuanto tal; es una espiritualidad que crea la sfultesis, desde hace tanto tiempo echada en falta, entre realización personal, saber teológico y comunidad eclesial" 9.

Este nuevo estilo teológico es ya una aportación de Chiara al pensamiento cristiano de hoy, caractelÍstÍco de una mujer de nuestro tiempo que vi've, siente y expresa la Iglesia en su es­piritualidad.

El núcleo central de todos los escritos de Chiara Lubich es siempre el Evangelio, redescubierto en las circunstancias dramá­ticas de la guerra, leído a la luz de una vela en los refugios anti­aéreos, vivido palabra por palabra y comunicado en esta luz primigenia entre los primeros miembros del Movimiento, puesto en práctica y experimentado como una auténtica revolución cris­tiana. Un Evangelio cuya síntesis y clave de comprensión ha encontrado Chiara con sus compañeras en el Testamento de Jesús, el capítulo 17 del Evangelio de San Juan, la oración sacer­dotal de la unidad. La iglesia local ha confirmado enseguida esta espiritualidad evangélica de la unidad que se ha difundido rápi­damente ejercitando por doquier una gran atracción, como un gozoso hallazgo para la I,glesia de nuestro tiempo; pero era siem­pre y sólo el Evangelio. Sin embargo, muy pronto se cayó en la cuenta que aquellos aspectos del Evangelio que más quedaban en evidencia constituían un núcleo teológico y espiritual articu­lado y lógico. Partiendo de la misma fuente de la revelación cristiana, "Dios es Amor", se iluminaban todos los demás as­pectos como rayos de un único sol: la voluntad de Dios, el man­damiento nuevo, la Palabra de vida, la presencia de Jesús en medio de los que se reúnen en su nombre, "Jesucristo crucifi­cado y abandonado", la Iglesia, la Eucaristía, María ... Todo ins­pirado en el Evangelio o releído desde el Testamento de Jesús para encontrar la síntesis: la unidad.

9 Pre!azione al libro «Dove due o tre ... », Roma 1976, pp. 11·13.

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Ohiara Lubich ofrece en sus es:::ritos la síntesis y los aspec­tos de estos grandes temas cristianos que constituyen, en su ar­mónica dependencia, su espiritualidad y, por lo tanto, su caris­ma y su aportación en la Iglesia. De esta espiritualidad nos ofrece ahora una exposición sintética como una aportación y un testi­monio al tema de este número de la revista.

H. ESPIRITUALIDAD DEL MOVIMIENTO DE LOS FOCOLARES.

ORIGINALIDAD DE CRIARA LUBICH 10.

He sido invitada a exponer una síntesis de la espiritualidad del Movimiento de los Focolares.

Nuestra espiritualidad es el Evangelio

Como todos sabemos una espiritualidad en la Iglesia es sen­cillamente una forma de vivir el cristianismo. Lo decía muy bien ,el Cardenal Montini en un discurso del 1960: "Una Espiri­tualidad es el modo con que tratamos de realizar el ideal de la vida cristiana"; y hablando de la espiritualidad del Cura de Ars, invitaba a buscar "los principios operantes, las ideas-fuerza, las líneas de desarrollo" 1!.

Es lo que trataré de hacer también yo, aunque -he de con­fesarlo- la tarea me parece ardua. ¿IPor qué? Porque en reali­dad una espiritualidad en la Iglesia es una vida, es Vida, es cris­tianismo, es Evangelio, aunque todo visto desde un ángulo par­ticular.

Es una tarea ardua la de explicar en pocas palabras la vida que Dios ha ido tejiendo día tras día, durante más de treinta años, con aquellas ideas e inspiraciones que El da, paso a paso, a los instrumentos de que se sirve para dar de nuevo al mundo, de una manera original y adaptada a las necesidades de los tiem­pos, la verdad eterna de la Buena Noticia.

¿ Cómo plasmar en pocas páginas las riquezas infinitas de una vida? Además, las cosas de Dios son inefables y temo que

10 Damos las gracias a ehiara Lubich por su aportación personal a este número de Revista de Espiritualidad con esta sintesls original que nos ofrece de su espiri­tualidad_ Los subtítulos que aparecen en esta slntesis son nuestros,

11 Discorsi dell'Arcevescovo di Milano sU La Madonna e l Santi, 1955-1962, Ed, Arcivescovado di Milano, 1965, p. 461.

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hablando de ellas pueda dar una idea deforme y absolutamente insuficiente de nuestra espiritualidad.

Pero hecha esta pnm1Ísa, me esforzaré por indicar también algunas ideas-fuerza, algunos aspectos de nuestra vida.

Nuestra espiritualidad es el Evangelio. Esta convicción .ha sido tan fuerte en nosotros que al princi­

pio del Movimiento a nadie se le ocurrió la idea de advertir a la Iglesia de 10 que estaba sucediendo. No se veía la necesidad. ¿Acaso era necesario advertir al Obispo del simple heoho de querer ser verdaderos cristianos y de querer vivir con mayor perfección la palabra de Dios? ¿No es éste en el fondo el deseo de todo Obispo?

y precisamente ha sido este "traducir en vida" el Evangelio lo que desencadenó en Trento, a los pocos meses, una pequeña revolución -la revoluciónevangé1ica precisamente- por la mentalidad .Y el modo de vivir de Cristo que iba sustituyendo el modo humano, con el escándalo del mundo ante esta nueva vida, con la reunión de personas aisladas y dispersas en una co­munidad de notable entidad, con la comunión de bienes espiri­tuales y materiales; en práctica, con la transformación de un grupo numeroso de cristianos en una porción viva de la Iglesia, ya que -como afirma Tertuliano- "la Iglesia está también allí donde tres, aunque sean laicos, están unidos en el nombre de Cristo 12. Y esta nueva realidad no podía quedar oculta a nadie, ni siquiera al Obispo.

Ahora bien, ha sido precisamente mientras nosotros creía­mos vivir simplemente el Evangelio, el Evangelio de siempre, el Evangelio de todos, cuando, sin darnos cuenta, Dios iba subra­yando en nuestro corazón algunas palabras que debían conver­tirse en las ideas-fuerza de nuestra espiritualidad.

y todas se nos han dado ya durante los primeros meses, aunque después el Espíritu Santo ha ido profundizándolas en nos­otros cada vez más durante los treinta y cuatro años de vida del Movimiento.

12 Tertuliano, De exhorto cast., 7: P.L. 2,971.

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La primera idea-fuerza: Dios Amor

La primera idea-fuerza sobre la que Dios ha construido nuestra espiritualidad ha sido: Dios amor.

¡Qué cambio había traído a nuestras almas esta verdad com­prendida por un don de Dios -de una manera nueva!

¡Qué cambio realiza todavía hoy en aquellos que logran com~" prender un poco esta realidad!

La vida cristiana que llevábamos antes de aquella nueva comprensión, no obstante una práctica cristiana coherente y un3 fe sólid3, nos parece como ensombrecida de orfandad. Después, he aquí el gran descubrimiento: Dios es Amor, Dios es Padre. Nuestro corazón que había vivido en el destierro de la noche de esta vida, se abre, se eleva y se une con aquel que lo ama, que piensa en todo, que cuenta hasta los cabellos de nuestra cabeza.

Las circunstancias gozosas y dolorosas adquirían un signifi­cado completamente nuevo. ¡Todo está previsto por Dios! Pero no solamente así: todo está previsto y querido por el amor de Días. Nada puede hacernos miedo.

Los ojos adquirían un nuevo modo de ver: Dios está detrás de todo lo que nos concierne. Nos sentimos objeto de su amor, hemos subido "de la mano de Dios" y nada se mueve sin su consentimiento.

Es una fe que nos exalta, nos fortalece, nos hace exultar. Una fe que hace llorar a quien la prueba las primeras veces. Es un don de Dios que nos hace gritar: "Y nosotros hemos ... creído en el amor ... " (1 Jn. 4, 16).

Las primeras focolarmas estaban tan empapadas de esto que, al estar siempre en peligro de muerte por la guerra despiadada, habían expresado el deseo, si hubiese llegado su hora, de ser sepultadas en una misma tumba y poner encima como propio nombre: "Nosotros hemos creído en el amor".

Qué gozo tan profundo ha experimentado el Movimiento cuando en 1968 Pablo VI, en su "Profesión de fe" decía: "Nos­otros creemos en un solo Dios ... Nosotros creemos que este Dios es absolutamente uno ... El es "El que es", como El mismo lo ha revelado a Moisés; y El es "Amor" como nos lo enseña el

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apóstol Juan: de modo que estos dos nombres, Ser y Amor, expresan inefablemente la misma realidad divina" 13.

La voluntad de Dios

Ha sido esta fe en el amor que Dios nos tenía la que nos ha impulsado a seguir aquellas Palabras del Evangelio que nos decían cómo podíamos responder nosotros con el amor a este amor. Aquí precisamente quedó clavada en nuestra mente la frase: "No quien dice: Señor, Señor, entrará en el Reino de los cielos, sino aquel que hace la voluntad de mi Padre" (Mt. 7, 21). Por lo tanto, hacer la voluntad de Dios. Esto es amar.

Hacer la voluntad de Dios que no significa "resignarse" como se entiende con frecuencia, sino seguir la aventura más grande que puede tocar en suerte a un hombre: la de seguir no su propia mezquina voluntad, la de actuar no los propios limitados proyectos, sino abandonarse a Dios y realizar el desig­rilo que El tiene para cada uno de sus hijos, un designio divino, inimaginable, riquísimo.

Si un primer "principio operante" de nuestra espiritualidad puede ser Dios amor, una segunda idea-fuerza es: la voluntad de Dios.

Bastaría cumplir esta voluntad para ser perfectos cristianos. Dios, por medio de Isaías, dice que a la Iglesia se le dará su nombre nuevo: "Mi voluntad en ella" (Is. 62, 4); y Francisco de Sales comenta: "... como si Dios dijera que los no cristianos tienen cada uno en el corazón su voluntad, propia pero todos los verdaderosllijos del Salvador dejarán su propia voluntad; y ya no habrá más que una vofuntad, señora y regidora universal, para animar, gobernar y dirigir todas las almas ... " 14.

El Espíritu Santo nos ha ido enseñando durante estos años pequeñas normas de sabiduría para actuarla con el máximo provecho: vivirla en el momento presente de la vida (ya que el pasado se ha ido y el futuro no está todavía en nuestras ma­nos), vivirla con perfección, con solemnidad.

La voluntad de Dios es una perla preciosa; para nosotros ha sido el descubrimiento de un camino de santidad que vale para todos. La voluntad de Dios es, en efecto, por el hecho de que

13 Insegnamenti di Paolo VI, vol. VI, Poliglotta Vaticana 1968, p. 302. 14 San Francisco de Sales, Teotimo, Roma 1958, VIII, cap. 7, P. 81.

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todos la pueden vivir en cualquier lugar, situación o vocaClOn en que se encuentren, el billete de acceso de las multitudes a la santidad. ¿No es precisamente ésta la invitación del Concilio Vaticano H que quiere ver a todo el pueblo de Dios en marcha por el camino de la santidad?

El mandamiento nuevo

Pero he aquí que salta a nuestro corazón una voluntad de Dios que es muy particular, el mandamiento que Jesús ha de­finido "mío" y "nuevo": "Este es mi mandamiento: que os améis los unos a los otros como yo os he amado. Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos" On. [5.,

12-13). Este mandamiento, sellado por un pacto recíproco de las

primeras focolarinas, se convertirá en la tesitura espiritual de todo el Movimiento.

Su práctica, "sine glossa", produce efectos extraordinarios. Sí, porque allí donde está la caridad y el amor allí está Dios.

Quien empieza a vivirlo, advierte un cambio de cualidad en su propia vida interior. Se enriquece con una nueva fuerza, de ardor, de coraje, de capacidad de empezar de nuevo, siempre que sea necesario. No es exagerado afirmar que la aotuación de este mandamiento produce una verdadera conversión.

y ésta tiene también efectos sobre el mundo circundante: da testimonio de Cristo. "En esto conocerán que sois mis discípulos: si os amáis los unos a los otros" (Jn. 13, 35). Muchos cambian de vida, otros se sienten llamados, se irradian gracias de toda clase.

Pablo VI, en su "Profesión de fe", cita el mandamiento nuevo como primera enseñanza de Jesús: "(Cristo) ha anun­ciado y fundado el Reino de Dios, y en El nos ha hecho conocer al Padre. El nos ha dado su mandamiento nuevo, el de amarnos los unos a los otros como él nos ha amado" 15.

El amor recíproco entre los cristianos es como un pequeño reflejo de la vida trinitaria, vivida entre los hombres.

15 Insegnarnenti di Paolo VI, a.c., p. 303.

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"] esús en medio"

El mandamiento nuevo nos ha preparado a la actuación, que se ha convertido más tarde en algo obligatorio para quien vive esta espiritualidad, de otra idea..,fuerza: la palabra: "Donde dos o más están reunidos en mi nombre allí estoy yo en medio de ellos" (Mt. 18, 20). Para el Movimiento es ésta la norma de las normas, la premisa de cualquier otra regla, de modo que se pueda asegurar la presencia espiritual de Cristo entre los her­manos y dar así sentido y vida a la fraternidad sobrenatural que Jesús ha traído sobre la tierra para toda la humanidad,

"Jesús en medio de nosotros", engendrado y reengendrado continuamente, se hace presente de un modo pleno si estamos unidos en su nombre, es decir, en El, en su voluntad, que para los cristianos es: el amor recíproco, la caridad que crea la uni­dad. Y donde existe la unidad, el mundo cree. "Que todos sean una sola cosa para que el mundo crea" (Cf. Jn. 17, 21).

Cristo es el que lo convierte, Cristo presente entre los suyos, unidos en Su Nombre.

"Jesús en medio" es una ayuda formidable para un ecume­nismo vital. De hecho, no pudiendo todavía nosotros los cató­licos estar unidos con las otras iglesias o comunidades cristia­nas en la Eucaristía, podemos estar unidos, cuando se realizan las condiciones necesarias, por Jesús presente en medio de nos­otros.

y El, que es Amor, hace saltar el corazón por esta fraterni­dad de nuevo encontrada, y facilita la comprensión recíproca y hace caer prejuicios seculares.

El además, por ser la Verdad, crea entre los hermanos cris­tianos, todavía separados pero ya unidos de esta manera por El, ese clima particular en el que sopla la Sabiduría, luz esencial que ayuda a resolver las diversas d1ficultades teológicas.

"Jesús Abandonado"

Otra idea fuerza de nuestro Movimiento, por ser cristianis­mo, no podía ser sino la cruz, la consideración y la aplicación en la vida de cada uno, y del Movimiento como tal, de la pasión y muerte de Jesús.

CHIARA LUBICH: FOCOLARES 503

Por una singular circunstancia, Dios ha hecho que nuestra atención se fijase en un particular de este misíedo: el abandono de Jesús, en Cristo que "hacia las tres gritó con una gran voz: ... "Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?" ... " (Mt. 27, 46). Es el cu1men de sus dolores, es su pasión intedor, es su noche más negra.

Es el drama de un Dios que grita: "Dios mío, ¿por qué me has abandonado? .. "

Misterio infinito, dolor abismal que Jesús ha experimentado como hombre y que nos da la medida de su amor hacia los hombres, en cuanto ha querido tomar sobre sí la separación que los tenía alejados de su Padre, colmándola.

IEl Movimiento lleva consigo una riquísima expedencia, con la cual demuestra que cualquier dolor del hombre queda como absorbido en este dolor singular de Jesús.

¿No es semejante a El el angustiado, el solo, el árido, el desilusionado, el fracasado, el débil...? ¿No es una imagen suya cualquier división dolorosa entre hermanos, entre las Igle­sias, entre porciones de la humanidad con ideologías contrastan­tes? ¿No es figura de Jesús que pierde, por decirlo aSÍ, el sentido de Dios, que se ha hecho "pecado" por nosotros, el mundo ateo, laicista, caído en toda clase de aberraciones?

Amando a Jesús abandonado el cristiano encuentra el moti­vo y la fuerza para no huir de estos males, de estas divisiones, sino para aceptarlas por El, consumarlas y llevar el remedio personal.

He ahí entonces Jesús abandonado, clave de la unidad, se­creto de toda renovación.

La Palabra de vida

El alfabeto italiano tiene sólo 21 letras, pero quien no las conoce y no aprende algunas reglas gramaticales, queda analfa­beto para toda su vida. El Evangelio es un libro pequeño, pero quienes no viven las palabras que contiene se quedan, por de­cirlo aSÍ, en cristianos subdesarrollados. Y dan una imagen de la Iglesia que no es testimonio de Cristo su fundador.

El Espíritu Santo ha sugerido al Movimiento, desde sus pdn­cipios, una reevangelización radical de nuestro modo de pensar, de amar, de querer, de vi~ir. Lo mismo que en los primeros

JESÚS CASTELLANO CER VERA

tiempos del cristianismo (y ahora después del Concilio) 16, la Iglesia ha dado valor a la comunión con la palabra de Dios como a la comunión con el Cuerpo de Cristo, así ha hecho tam­bién el Momiviento desde siempre.

La palabra de Dios es única, escultórea, majestuosa, eterna, universal. La palabra es una presencia de Dios. El comu}gar con la palabra nos hace libres, purifica, convierte; da fuerza, gozo, sabiduría; produce obras, descubre vocaciones, pero se atrae también el odio del mundo. La Palabra engendra a Cristo en nuestras almas y en las de los otros.

A todos los miembros del Movimiento se presenta cada mes una frase completa del Evangelio con un pequeño comentario exegético. La llamamos: Palabra de Vida. He aquí otro eje de nuestra espiritualidad.

Todos vi'ven esta Palabra durante la jornada y quedan ilumi­nados interiormente por ella, ya que vivir la palabra es amar a Dios y está escrito: "A quien me ama me manifestaré" (Of. Jn. 14, 21). Se comunica la experiencia vivida a los demás herma­nos que, además de los bienes materiales ponen también en co­mún los bienes espirituales, de modo que el camino hacia la san­tidad, fruto de la vivencia del Evangelio, se haga comunitaria­mente.

La Eucaristía

Además, otro punto cardinal del Movimiento: la Eucaristía. "El efecto propio de la Eucaristía es la transformación del hom­bre en Dios" 17, afirma Tomás de Aquino, es decir su diviniza­ción, porque por medio de la comunión- como dice el Conci­lio- 18 el cristiano se transforma en el Cristo que recibe.

Casi la totalidad de los miembros del Movimiento ha senti­do, desde el principio, espontáneamente, el tener que comulgar cada día con Jesús Eucaristía. Y pensamos que es ésta una de las causas principales de la fuerte realidad de la unidad que se ha creado en la misma Obra. Jesús Eucaristía es en efecto el vínculo de unidad, el más poderoso coeficiente para la unidad plena. Por medio de la Eucaristía se realiza la comunión de los hombres con Dios y de los hombres entre sÍ. Jesús, antes de pedir

16 Cfr. Dei Verbum, n. 21. 17 Tomás de Aquino, Sent. IV, disto 12, q. 2, a. i. lB Cf. Lumen Gentium, n. 26.

CHIARA LUBICH: FOCOLARES 505

al Padre que "todos sean una sola cosa como tú, Padre, eres en mí y yo en ti ... " (Jn. 17,21) había instituido el sacramento que hacía posible esta realidad.

Además, por la Eucaristía el hombre, divinizado por ella, a su muerte, deja su cuerpo a la tierra y concurre así -como eucaris­tía de la tierra- con Cristo Resucitado, a la renovación del cos­mos y a su reunificación con el Creador.

María

Otro "principio operante": María, madre del Movimiento. y esto 10 dice todo. DIos nos la ha dado y nosotros la hemos sentido siempre así.

Del mismo modo que un recién nacido, de una manera ins­tintiva no sabe decir como primera palabra sino "mamá", así también el Movimiento desde su mismo nacimiento -pensamos que por la acción del Espíritu Santo- no ha sido capaz de darse otro nombre sino el de María: "Obra de María" (el Movimien­to ha sido aprobado con este nombre), a sus diversos encuen­tros: "las Mariápolis", a sus miembros: "Mariapolitas", a sus Centros: "Centro Mariápolis", a sus ciudadelas: "las Mariápo­lis permanentes".

María es el modelo de cada miembro del Movimiento por­que, del mismo modo que Ella ha tenido la función primordial de ser la Madre del Cristo ñsico, así también el Movimiento -como hemos visto- tiene como función que debe preceder a todas las demás, la de traer al mundo -como decía un Obis­po- la presencia espiritual de Cristo entre los hombres.

Es modelo, porque ahora que el Concilio ha puesto tan de relieve al Pueblo de Dios, María es la laica por exoelencia, es la virgen, el ejemplo para una joven prometida, para la esposa, para toda madre, para toda viuda.

IElla es, sobre todo, para el Movimiento, la discípula por excelencia, la cristiana perfecta, la Palabra de Dios viva.

El Movimiento la venera en todas sus extraordinarias pre­rrogativas. La siente de un modo especial como Madre de la Iglesia porque María es la que preside y ha fundado esta Obra que, con la penetración de su espiritualidad en otras iglesias y entre los miembros de muchas religiones, concurre a preparar la Iglesia del futuro.

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La Jerarquía de la Iglesia

Otra línea directriz de nuestro Movimiento es la presencia de Jesús en la Jerarquía de la Iglesia. El Movimiento posee, ade­más de la fe que le hace creer que Cristo está presente en sus ministros: el Papa y los Obispos, una experiencia de más de treinta años que lo confirma.

Dice Teresa de Lisieux que Dios se sirve de los hombres, en la noche de esta vida, "para esconder su presencia adorable, mas no se esconde de modo que no se le deje adivinar" 19.

Es 10 que siempre hemos experimentado, en todas las oca­siones. Detrás de todos aqlJellos que en las diversas fases del Movimiento nos representaban a la Iglesia, hemos visto, casi con los mismos ojos, a Jesús que 10 dirigía todo: El nos estu­diaba, nos animaba, nos corregía, nos guiaba.

Ha sido una experiencia. fuerte. A todos los que creen y viven según las palabras: "Quien a vosotros escucha, a mí me escucha" (Le 10, 16) no resulta difícil tener la convicción pro­funda que Cristo está en los que representan a Dios, no obstante las debilidades humanas.

Las palabras del Evangelio subrayan con frecuencia esta presencia, los Padres son sus mejores apologetas, los Santos lo han comprendido siempre así, el Papa habla de manera sublime.

El Movimiento, por esta sólida fe, ha permanecido siempre unida al Papa y a los Obispos, como el sarmiento a la vid, a Cristo-cabeza presente en la Autoridad, viviendo no sólo las ór­denes, sino también los deseos de los Superiores. Se atribuye también a esto la explosión mundial del Movimiento por la savia divina que ha podido pasar continuamente de la vid al sar­miento.

He aquí algunas ideas (pero ¡cuántas otras se podrían ex­poner todavía y qué fundamentales!):

- La presencia de Jesús en nosotros, por ejemplo, y todo el estudio acerca del desarrollo de la pequeña planta de nuestra alma en sus varias estaciones; tan semejantes a las tradicionales y tan originales a la vez.

- La presencia de Jesús en el hermano, y como consecuen·· cia, todo ese variopinto florecer de obras en favor de los "más

19 Cf. Teresa de Lisieux, Carta n. 127: Obras Completas, Burgos 1969, P. 695.

CHIARA LUBICH: FOCOLARES 507

pequeños" del Evangelio, en aquellas partes del mundo donde el Movimiento vive, en porciones de la sociedad enfermas y ne~ cesitadas de todo. Y así sucesivamente.

El cristianismo visto desde el Testamento de Jesús

He aquí algo de nuestra espiritualidad. Podríamos preguntarnos ahora: ¿qué tiene de particular esta

espiritualidad? Catalina de Sena afirma que se puede conocer bién una cosa

estudiándola, pero se conoce mejor conociendo su contrario. En las cosas de Dios, como en 18 espiritu8lidad, no hay un

contrario; el bien es siempre bien; pero existe una variedad y por esto se podría aplicar la palabra de Catalina así: una espirituali~ dad se conoce mejor confrontándola.

Ahora bien, si nosotros pensamos un poco en otras espiri­tualidades que han nacido en la Iglesia y que embellecen a la Esposa de Cristo de luz y de hijos, vemos que todas ellas, en cierto modo, pueden ser formuladas con una sola palabra: Para el franciscanismo "Pobreza", "Sangre y fuego" para la espiri­tualidad de Catalina, "Obediencia" para la de Ignacio, "Ora­ción" para la espiritualidad teresiana ... y así podríamos con­tinuar.

¿Y para nosotros? Yo diría que puede sintetizarse en la pa­labra: "Unidad".

¿Qué es, pues, nuestra espiritualidad? El cristianismo visto desde el Testamento de Jesús.

Una espiritualidad comunitaria, en consonancia con nuestros tiempos que, a pesar de estar sumidos en males y peligros de toda clase, tienden a la unidad.

Nos lo hacen comprender las actuales aspiraciones sociales y políticas, aun en medio de sus contrastes, el nacimiento y la multiplicación de organismos internacionales. Nos lo da a enten­der el Espíritu Santo que impulsa a todos los cl1stianos, después de siglos de inmovilismo, a la reunificación, y que ilumina al Papa a alargar el diálogo entre católicos y entre cristianos a fieles de otras religiones, a los hombres de buena voluntad, para favo­recer así la formación de un solo pueblo sobre la tierra.

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UI. UNA ESPIRITUALIDAD ENCARNADA: LA OBRA DE MARÍA

La espiritualidad de Chiara Lubich no es simplemente un programa de vida cristiana; tiene una dimensión concreta de en­carnación, es compartida en una extraordinaria floración de obras por centenares de millares de personas en todo el mundo que son miembros o simpatizantes del Movimiento de los Focolares, con su característica variedad y articulación en diversos ramos, con un sentido concreto de encarnación en los diversos aspectos de la vida cristiana. De toda esta vasta Obra Chiara Lubich, con su espiritualidad, sigue siendo la que inspira y anima la vida interna, la expansión, las iniciativas, en un proceso que todavía no ha terminado, atenta al designio de Dios y a las orientacio­nes de la Iglesia. Una somera presentación de esta Obra ayuda a captar la personalidad de Chiara Lubidh y la fuerza revolu­cionaria que encierra su espiritualidad evangélica. Esta simple presentación responde a la pregunta que podríamos hacernos acerca de la actualidad y la eficacia del mensaje de una mujer en la Iglesia de hoy.

El Movimiento de los Focolares se articula en varios ramos, según las características y compromisos de los diversos miem­bros. En el centro están los "focolarinos", seglares y sacerdo­tes totalmente consagrados a Dios que viven en pequeñas co­munidades llamadas "focolares"; entre éstos, como entre todos los miembros de cada ramo, hay hombres y mujeres, casados y consagrados, cristianos de diversas confesiones. Los seglares del Movimiento que sin ninguna consagración especial a Dios viven su espiritualidad y la llevan a la vida ordinaria de la sociedad son los "voluntarios". También pertenecen al Movi­miento sacerdotes diocesanos, seminaristas, religiosos y religio­sas de diversas Ordenes y Congregaciones; todos ellos han encontrado en la espiritualidad de Chiara una luz para vivir hoy su propia vocación en la Iglesia, el carisma de los Funda­dores, en fraterna comunión de espíritu. Los jóvenes que han sentido la atracción de esta espiritualidad son los Gen de las diversas generaciones, según las edades; ellos representan una forma muy original de vivir totalitariamente el evangelio entre los niños y jóvenes de hoy.

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Alrededor de estos miembros . han surgido algunos movi­mientos de vasto alcance como son, por ejemplo, las "Familias nuevas", en torno a los focolarinos casados, con una experien­cia de la familia a la luz del mandamiento nuevo: "Humanidad nueva" en torno a los voluntarios, para la renovación de la so­ciedad moderna a la luz del Evangelio; "Parroquias nuevas", na­cidas alrededor de algunos sacerdotes, expresión renovada de la comunidad cristiana en su conjunto ...

Todas estas vocaciones del Movimiento están unidas entre sí, en la armonía de una sola familia espiritual, tal como la Igle­sia la ha aprobado y la quiere. Este conjunto de vocaciones es ya el testimonio vivo del carácter eclesial del Movimiento: mu­chos, un solo Cuerpo.

Todos los miembros, según su propia vocación, se empeñan en vivir la espiritualidad y sus diversos aspectos en los que este programa comunitario de vida evangélica adquiere, en la uni­dad del amor, una variada y equilibrada concretización. Estos aspectos son: el compromiso de una vida de pobreza y trabajo que comporta la comunión de bienes; la difusión apostólica de la espiritualidad como testimonio comunitario de vida; la vida espi­ritual, su cuidado y formación; el equllibrlo cristiano en todo lo que se refiere al cuidado de la vida física; la promoción y armo­nía de las casas y centros de actividad social; el compromiso del estudio y de la formación cultural; la comunicación recípro­ca de los miembros del Movimiento en todos los niveles, de for­ma que se garantice la plena unidad.

Para promover la vida y garantizar la unidad del Movimien­to existe en el corazón mismo de la Obra de María un órgano central que unifica los diversos ramos y secciones. Lo preside una persona seglar, Chiara Lubich, con un asistente eclesiástico, D. Pasquale Foresi. Una estructura semejante a la del órgano central de coordinación se repite en las diversas "zonas" en las que el Movimiento se articula en las naciones o grupos de na­ciones en que está presente; lo presiden dos delegados del Conse­jo General de Coordinación -un foco1arino y una focolarina-; tiene como finalidad garantizar la actividad y la comunión de todos los miembros y aspectos de la Obra en unidad con el Centro.

Todo el Movimiento se hace presente con su testimonio a través de los encuentros comunitarios que promueve, como son

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por ejemplo, las "jornadas" y las "Mariápolis" o reunión anual de todo el Movimiento en cada una de las zonas. La revista "Ciudad Nueva", que se publica en 8 lenguas y en 13 ediciones, expresa la vida del Movimiento y mantiene en comunicación a todos sus miembros y simpatizantes. Son también expresión del testimonio evangélico de la Obra de María los diversos "conjun­tos" musicales y artísticos con sus espectáculos, como los Gen­fest; entre estos conjuntos han adquirido ya fama internacional por la cualidad de sus espectáculos y canciones los grupos inter­nacionales Gen-rosso y Gen-verde de Loppiano.

Actualmente el Movimiento está difundido en 128 naciones. Ha superado las barreras existentes entre iglesias, ya que a él pertenecen como miembros o simpatizantes cristianos de varias denominaciones (ortodoxos, anglicanos, luteranos, reformados), gracias especialmente a los contactos personales que Chiara l'la tenido con los máximos exponentes de las Iglesias cristianas que le han abierto las puertas de sus respectivas Iglesias: los Pa­triarcas Atenágoras y Demetrios de Constantinopla, los Arzobis­pos M. Ramsey y R. Coggan, de Canterbury, de la Comunión anglicana, y otros muchos ... Un diálogo fecundo está entablando el Movimiento con otras religiones no cristianas en el medio y lejano Oriente, especialmente a partir del Premio Templeton 1977; el Movimiento aprecia ,y promueve cuanto existe de posi­tivo de fe en Dios y de amor al prójimo en estas religiones, como Chiara se expresaba en el discurso del Premio Temp1eton, esta­bleciendo así una primera y esencial relación de unidad. Ade­más el Movimiento alimenta el deseo de un diálogo cultural y de un testimonio cristiano auténtico con el mundo ateo; en él ha encontrado una acogida positiva por la calidad del testimonio cristiano de amor concreto y de unidad.

Son también expresión de una espiritualidad vivida y encar­nada en su dimensión social las pequeñas ciudades que el Movi­miento tiene, con sus actividades varias, esbozo de una ciudad nueva que se organiza en todas sus estructuras según el Evan­gelio. Estas ciudades están en Loppiano (Italia), en Fontem (Ca­merún, Africa), en O'Higgins (Argentina), en Santa María, cerca de Sao Paolo (Brasil), en Ottmaring (Alemania). Cada una de estas ciudadelas expresa la característica de encarnación en su propio ambiente. ASÍ, por ejemplo, Fontem representa un modo original de vivir la evangelización en contacto con la cultura

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africana; Ottmaring es un centro de vida ecuménica para cató­licos y luteranos. Estas pequeñas ciudades y centros de la Obra tienen, especialmente en el tercer mundo, una dimensión concre­ta en la promoción social; un aspecto vivo en todo el Movimien­to y que a nivel general encarna de una forma Oliginal "Huma­nidad nueva" en los campos de la política, de la educación, de la asistencia sanitaria, del arte.

Para una adecuada formación de todos los miembros del Movimiento en la espiritualidad existen diversos centros y escue­las en todo el mundo: Rocca di Papa en Italia, Recife y Belem en Brasil, Chicago en USA, París, Walshingam en Gran Breta­ña; Buenos Aires en Argentina; Baar en Suiza; Tagaytay en Fili­pinas. Cerca de Roca di Papa existen diversas escuelas interna­cionales para la formación de los sacerdotes, religiosos, religio­sas y gen del Movimiento.

Se da una importancia particular a la cultura moderna en sus varias expresiones. Un centro de estudios del Movimiento, con la colaboración de personas cuaHficadas del mismo, ha em­pezado a estudiar la experiencia espiritual y social de la espiri­tualidad a la luz de las disciplinas de la ciencia moderna, para poder aportar a la cultura contemporánea una reflexión nueva y válida. A esto contribuyen también las casas editoriales "Ciu­dad Nueva" con su producción cultural y con la difusión, a través de diversos medios de comunicación social, de la espiri­tualidad del Movimiento en sus múltiples aspectos 20.

IV. UNA ESPIRITUALIDAD PARA NUESTRO TIEMPO

La rápida y vasta expansión del Movimiento de los Foco­lares, su articulada variedad, es la prueba más evidente de la actualidad del mensaje de Chiara y de la necesidad que el mundo de hoy tiene de él. Además de corresponder a un preciso de­signio de Dios, la Obra de María es una presencia del Espíritu Santo en el mundo de hoy, ya que, según el Concilio, el Espí­ritu "guía la Tglesia hacia la verdad completa, la unifica en la comunión y en el servicio, la provee de diversos dones jerár­quicos y carismáticos; con ellos la dirige, la embellece con sus

20 Para una presentación más amplia del Movimiento, cfr. los libros citados en la nota 3.

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frutos ... la rejuvenece con la fuerza del Evangelio, la renueva continuamente y la conduce a la perfecta unión con su Espo-­so" 21. Junto con otros movimientos eclesiales de nuestro tiempo, la Obra de María responde a la acción secreta del Espíritu que siempre suscita en su Iglesia carismas que sean capaces de res­ponder a las exigencias de cada época.

Me parece que se pueden exponer en síntesis algunas de estas necesidades de nuestro tiempo y la respuesta vital que la Obra de María ofrece a través del carisma de Chiara.

Volver al Evangelio. Hoy existe en toda la Iglesia un gran deseo de volver al Evangelio, vivido en su núcleo central y ori­ginal que es la caridad viva, como compromiso cristiano y tes­timonio exigido por los de dentro y fuera de la Iglesia. Un deseo tantas veces enunciado como programa y difícilmente realizado en la práctica de una manera total, comunitaria, continua. Chiara responde con una proposición concreta: reevangelizarse, vivir el Evangelio palabra por palabra, traducirlo en vida. El empeño de vivir así día tras día la palabra de vida, el estímulo de ha­cerlo juntos, el enriquecimiento que lleva consigo la comunión de experiencias, ,hacen de esta proposición no una utopía, sino una cotidiana y paciente escuela de vida cristiana, donde hay que empezar desde las primeras letras y saber comenzar de nuevo cada día. Pero poco a poco se experimenta una efectiva reevan­gelización de la mente, del corazón, de la existencia; se aprende, en la 'escuela del único Maestro, que el Evangelio es de verdad el secreto que nos transforma en "hombres-mundo", como dice Chiara, a la medida del Verbo Encamado.

Cristo en el centro de la vida. La atención que hoy existe hacia la persona de Jesús y el deseo de una vuelta a El, a su enseñanza y a su vida, caracterizan las aspiraciones de cristia­nos y de no cristianos. Chiara ha puesto en el centro de su espiritualidad el misterio de Cristo; pero con la originalidad de un Cristo cercano que vive en nosotros y entre nosotros; no con­templado solamente fuera de nosotros en el tiempo y en el es­pacio, sino ensimismado con nuestra vida, en nuestra historia. Es el Cristo que vive en nosotros por la palabra de vida que se trata de poner en práctica, por el amor recíproco que nos ase-

21 eL Lumen Gentium, n. 4.

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gura que somos discípulos suyos. Es el Cristo pascual de la Pa­sión-Muerte y Resurrección. "Jesús Crucificado y Abandonado" que vive en nosotros y en cada hombre, en todo dolor ¡físico, moral, espiritual, tanto en las personas como en la sociedad y pide que 10 abracemos con un amor sincero y efectivo. "Jesús en medio" que es el Cristo de la Resurrección, presente entre nosotros por la Palabra y la Eucaristía, vividas en el amor recí­proco, nos hace experimentar, como a los discípulos de Emaús, la luz, el gozo y la fuerza de transformación de la vida nueva; con su presencia nos hace Iglesia.

La comunidad. El sentido comunitmio caracteriza la espi átualldad moderna. Un fuerte deseo de relaciones de comuni6n se nota a todo nivel en la Iglesia. Se vive en una búsqueda do­lorosa de un cristianismo comunitario, con tentativas, soluciones, desilusiones. La Obra de María es esencialmente una espiritua­lidad comunitaria; se va a Dios juntos; en cada una de sus expresiones propone una dimensión de comunión y la solicita. Una espiritualidad así debe tener la clave de esta vivencia co­munitaria. Chiara propone una vida comunitaria que no debe reducirse a un simple proyecto humano o a una dinámica de grupo. Apunta alto: una vida a Cuerpo místico, a imagen de la Trinidad. Tal programa sólo puede realizarse a un precio -que es gracia de Dios rY conquista cotidiana-: el amor recíproco, "ante omnia", antes de cualquier otro proyecto humano, de cual­quier otra actividad; amor recíproco traducido con originalidad en el "\hacerse uno", vaciarse de sí para acoger al otro, por amor y a imitación de Jesús en el don de su vida; viviéndolo toda la jornada, comenzando siempre de nuevo, sellándolo con un pacto de misericordia recíproca, para vernos "nuevos" siempre delante de Dios. Sólo aSÍ, nos enseña Chiara, se vive y se construye la comunidad a la medida de Dios, es decir, a medida trinitaria.

Unidad. Es una característica del mundo de hoy. Por do­quiera se nota un deseo de unidad en todas sus dimensiones. Para nosotros los cristianos la unidad tiene un valor altísimo: proyecto del hombre, pero sobre todo designio de Dios. Por lo tanto, punto de encuentro de Dios y del hombre. Pero en Dios la unidad no tiene límites: "Que todos sean uno; como tú, Padre, eres en mí y yo en ti; que también ellos sean una sola cosa en

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nosotros" (Jn. 17,21). El Movimiento de los Focolares expresa en su espiritualidad, en los aspectos de su vida, en los diversos ramos, en la difusión en el mundo entero y en diversas religiones la realización progresiva del Testamento de Jesús. Una espiri­tualidad que es "vida trinitaria", muchos un solo cuerpo. La unidad de los discípulos de Jesús se realiza concretamente cuan­do se es "uno" en la palabra vivida, en la voluntad de Dios, en el amor recíproco, en el vacío de sí para que en todos viva el mismo Cristo; entonces se experimenta la unidad trinitaria, uno es un don para el otro, el uno vive en el otro, envueltos en la misma claridad. Creo que es precisamente aquí donde brilla la originalidad de Chiara y su carisma en la Iglesia. El Movimiento quiere expresar, identificándose con el-tiara y viviendo la pala bra "un solo corazón y un alma sola " (Hec. 4,32), este Evan­gelio de la Unidad. Así la Fundadora del Movimiento de los Focolares lee para nuestro tiempo todo el Evangelio desde esa página del Testamento de Jesús. Y el Movimiento, en su con­junto, es ya la prueba de que esta palabra del Evangelio se está realizando en el mundo de hoy.

Se podían poner de relieve otros muchos aspectos. Uno de ellos es sin duda el valor que en el Movimiento adquiere la pre­sencia de los seglares, su responsabilidad en la animación evan­gélica de la sociedad, su compromiso comunitario para realizar a nivel de la familia, del propio oficio, la llamada universal a la santidad. Una precisa actuación del Concilio.

Quien vive esta espiritualidad siente que no es simplemente un programa teórico o un simple deseo, sino una realidad. La espiritualidad de Chiara Lubich es una espiritualidad para nues­tro tiempo porque, además de la aprobación de la Iglesia, posee una teología iluminada y segura, está garantizada por innume­rables ,frutos de vida evangélica y de santidad, propone un ca­mino comunitario de vida espiritual que es tradicional y nuevo a la vez; se adapta a todas las vocaciones, renovándolas y unién­dolas entre sí, hace vivir la Iglesia en todas sus expresiones y carismas; tiene una dimensión ecuménica y perspectivas univer­sales. No se siente un camino único ni exclusivo; valora y aprecia cuanto de positivo existe. Y trata de vivir en la Iglesia con un tono mariano de auténtica sencillez.

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V. LA MUJER A LA LUZ DE MARÍA

Una simple alusión al pensamiento de Chiara sobre la mujer en la Iglesia.

Más que en un discurso teórico, su pensamiento se expresa en una vida. Así lo ha dado a entender recientemente al ofrecer su testimonio en el Congreso Eucarístico Nacional de Italia, ce­lebrado en Pescara el 15 de septiembre de 1977, en la jornada dedicada a la mujer a la luz de María 22.

En un mundo donde la mujer adquiere una nueva presencia yen la Iglesia participa en nuevas tareas, se corre el liesgo de deformar el plan de Dios sobre la mujer si no se mira a Aquella que Pablo VI ha llamado "La Mujer nueva", María 23,

El pensamiento de Chiara acerca de la mujer tiene una re­ferencia primordial al misterio de María cuya figura propone como modelo que hay que "revivir"; María contemplada en el arco de toda su vida -la "via mariae", que es como el camino evangélico de todo cristiano-; pero sobre todo allí donde Ella aparece como la Mujer por excelencia, al pie de la Cruz, en el momento de su Desolación. En María Desolada, Chiara nos in­dica un modelo de mujer que en sus rasgos dolorosos de Madre, como desposeída de su maternidad, se vislumbra una imagen nueva de la humanidad. María Desolada es la encarnación del amor más grande. No es la mujer humilde, resignada y some­tida de una anticuada devoción mariana. Es una figura central, de la que podemos decir, como de Cristo, que representa a todos, hombres y mujeres. Y todos, sin distinción, están invitados a vivir, a su ejemplo, las virtudes marianas que han hecho de ella una mujer excepcional y el prototipo de una humanidad nueva 24.

Chiara está dando como mujer una aportación personal a la Iglesia universal con su .espiritualidad evangélica y con su acción ecuménica. Está contribuyendo eficazmente a la realización del Vaticano n. Su acción en la Iglesia es un eco eficaz de cuanto el Concilio proponía en su sesión de clausura en el "Mensaje

22 CL «Cittll Nuova», lO-X-1977, pp. 18-22. 23 Cf. Exhortación Apostólica Marialis Cultus n. 56: «Ella, la Mujer Nueva.

está junto a Cristo el Hombre nuevo ... » 24 Una presentación sintética del pensamiento de Chiara acerca de María en

el artículo de J. DAMIÁN GAITÁN, citado en la nota 1.

Il

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a las mujeres": "Vosotras que sabéis hacer la verdad dulce, tier­na, accesible, trabajad para que el espíritu de este Concilio pe­netre en las instituciones, en las escuelas, en los hogares, en la vida cotidiana" 25.

Además, Chiara, una mujer de nuestro tiempo, es en la Igle­sia de hoy la Fundadora de un Movimiento vasto y complejo en el que, por primera vez en la historia de la Iglesia, colaboran de forma unitaria en obras comunes personas de ambos sexos, consagrados y casados, seglares, sacerdotes y religiosos, jóvenes y niños. Su acción personal tiene en esto una insustituible misión de animación, coordinación y equilibrio.

Podemos concluir la presentación de Chiara Lubich con el testimonio de una voz profética de nuestro tiempo que tiene una especial audiencia entre los jóvenes: Roger Schutz.

"Hace más de diez años -escribe Roger Schutz- acogí en Taizé a algunos jóvenes, muchachos y muchachas. Les escuché con paz y cuanto más los escuchaba más descubría en ellos la luz de Cristo. Les hablé del Párroco y de las dificultades que encontraba. Bastó esta sugerencia para que aquellos jóvenes en­tablasen enseguida amistad con él y lo invitasen diversas veces a pasar con ellos las vacaciones. ¿Quiénes eran estos jóvenes? Los Focolarinos. Después nos hemos vuelto a ver muchas veces no sólo en Taizé, sino también en Roma, en Florencia, Milán y otros lugares; y siempre encontraba en ellos la misma luz de Cristo. Un día que estaba en Roma invité a Chiara Lubich, la que ha fundado esta familia espiritual de los focolarinos. El en­cuentro con Chiara deja una huella en .el alma. Desde entonces he vuelto a ver muchas veces a Chiara y la transparencia de esta mujer es siempre como una página abierta del Evangelio. No olvido que Chiara ha sido escogida entre los humildes, los trabajadores, para confundir a los fuertes y poderosos de este mundo. Y alabo a Cristo nuestro Señor. Sé que por medio de mujeres como Ohiara, Dios nos da un incomparable instrumento de unidad para nosotros los cristianos separados por un largo y secular divorcio" 26.

Un testimonio ecuménico para Chiara y su obra que pone de relieve su transparencia evangélica y su trabajo por la unidad.

25 Mensaje del Concilio a las Mujeres (lO) en CONCILIO VATICANO II, Constitu­ciones_ Decretos_ Declaraciones, Madrid, BAC, 1965, pp_ 735-736_

26 Lettre-Prétace a CHIARA LUBICH, Médltations, Paris 1974,

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