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Último Día de un Condenado a Muerte Por Victor Hugo

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ÚltimoDíadeunCondenadoaMuerte

Por

VictorHugo

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I

Bicêtre

¡Condenadoamuerte!

Hacecincosemanasquevivoconestepensamiento,siempreasolasconél,paralizadosiempreporsupresencia,encorvadosiemprebajosupeso.

Enotraépoca,puesmeparecequehanpasadoañosmásquesemanas,yoeraunhombrecomocualquierotrohombre.Cadadía,cadahora,cadaminutoteníasupropiosentido.Mimente, jovenyrica,estaba llenadefantasías.Seentretenía presentándomelas unas tras otras, sin orden ni objetivo, bordandocon arabescos inextinguibles el tejido tosco y ligero de la vida.Muchachas,espléndidascapasdeobispo,batallasganadas,teatrosllenosderuidoydeluz,yluegomuchachasdenuevoycaminatasoscurasenlanochebajoloslargosbrazos de los castaños. Mi imaginación siempre estaba de fiesta. Yo podíapensarenloquequisiera,yoeralibre.

Ahoraestoypreso.Micuerpoestáencadenadodentrodeuncalabozo,mimente está en prisión dentro de una idea. ¡Una idea horrible, sangrienta,implacable! No tengo más que un pensamiento, una convicción, unacertidumbre:¡condenadoamuerte!

Haga lo que haga, este pensamiento infernal permanece ahí, a mi lado,comoun espectro de plomo, solitario y celoso, expulsando toda distracción,enfrentándome cara a cara con elmiserable que soy, sacudiéndome con susmanos de hielo cuando quiero mirar hacia otro lado o cerrar los ojos. Sedeslizabajotodas lasformasquemimentebuscaparahuir,semezclacomounhorribleestribilloencuantaspalabrasmedirigen,seagarraconmigoalasrejas espantosas de mi calabozo; me obsesiona durante la vigilia, espía midormitarconvulsivo,yreapareceenmissueñosconlaformadeuncuchillo.

Acabo de despertarme entre sobresaltos, perseguido por él y diciendo:«¡Ah!¡Sóloesunsueño!».Puesbien,antesinclusodequemisojospesadoshayan tenido tiempo de entreabrirse lo suficiente para ver este pensamientofatalescritoen lahorrible realidadquemerodea, sobre las losashúmedasyrezumantesdemicelda,en lospálidos rayosdemi lámparadenoche,en latrama grosera de la tela de mi ropa, bajo la sombría figura del soldado deguardiacuyacartucherabrillaatravésdelarejadelcalabozo,mehaparecidocomosiunavozmehubieramurmuradoaloído:«¡Condenadoamuerte!».

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II

Eraunabellamañanadeagosto.Hacíatresdíasquesehabíaentabladomiproceso, hacía tres días quemi nombre ymi crimen convocaban, todas lasmañanas, a una bandada de espectadores que venían a tumbarse sobre losbancosdelasaladeAudienciascomocuervosalrededordeuncadáver,hacíatres días que toda aquella fantasmagoría de jueces, testigos, abogados,procuradoresdelrey,pasabayvolvíaapasarfrenteamí,avecesgrotesca,aveces sangrienta, siempre sombría y fatal. Las dos primeras noches lainquietud y el terror me impidieron dormir; la tercera, me dormí deaburrimiento y de cansancio. A medianoche había dejado al juradodeliberando. Me habían vuelto a traer a la paja de mi calabozo, y caí deinmediatoenunsueñoprofundo,unsueñodeolvido.Eranlasprimerashorasdereposodespuésdemuchosdías.

Todavíameencontrabaenlomásprofundodeesteprofundosueñocuandovinieronadespertarme.Estaveznobastóconelpasometálicodeloszapatoscon herrajes del carcelero, ni con el tintineo de su llavero, ni con el roncochirridodelascerraduras;parasacarmedemiletargo;hizofaltasubroncavozenmiorejaysumanobroncasobremibrazo.

—¡Levántese!

Abrí los ojos y me incorporé, asustado. En ese instante, a través de laventanaaltayestrechademicelda,vi,eneltechodelcorredorvecino—únicocielo queme estaba permitido entrever—ese reflejo amarillo en el cual losojosacostumbradosalastinieblassabenreconocerelbrillodelsol.Megustaelsol.

—Haceunbuendía—ledijealcarcelero.

Permanecióun instante sin responderme, comosinoestuviera segurodequevalieralapenagastarunasolapalabra;alfinmurmuróbruscamente,ysinesfuerzoalguno:

—Puedeser.

Permanecí inmóvil, lamentemedio dormida, la boca sonriente, los ojosfijosenaquelladulcereverberacióndoradaquejaspeabaeltecho.

—Quédíamásbello—repetí.

—Sí—contestóelhombre—.Leestánesperando.

Estas breves palabras, como el hilo que rompe el vuelo del insecto,medevolvieronviolentamente a la realidad.Denuevovi, comoen la luzdeunrelámpago, la sala sombría del tribunal, la hilera de los jueces cargados de

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harapos ensangrentados, los tres rangos de testigos con sus expresionesestúpidas,losdosgendarmesenlosdosextremosdemibanco,yvilastúnicasnegrasagitarse,ylascabezasdelamultitudhormiguearentrelassombrasdelfondo,ycómosedeteníasobremílamiradafijadeesosdocemiembrosdeljuradoquehabíanpermanecidodespiertosmientrasyodormía.

Me levanté;mecastañeteaban losdientes, lasmanosme temblabanynosabían encontrar mi ropa, mis piernas se sentían débiles. Al primer pasotropecécomounmozodecuerdademasiadocargado.Sinembargo, seguí alcarcelero.

Losdosgendarmesmeesperaban traselumbralde lacelda.Volvieronaponerme las esposas. Tenían una pequeña cerradura complicada que losgendarmes cerraron con cuidado. Les dejé hacer: aquello era una máquinapuestasobreunamáquina.

Cruzamosunpatiointerior.Elairefrescodelamañanamereanimó.Miréhacia arriba. El cielo era azul, y los rayos cálidos del sol, cortados por laslargas chimeneas, trazaban grandes ángulos de luz sobre los remates de losmurosaltosysombríosdelaprisión.Enefecto,hacíaunbuendía.

Subimos por una escalera de caracol; atravesamos un corredor, despuésotro, después un tercero; a continuación una puerta baja se abrió. Un airecalientemezcladoconruidomegolpeóelrostro;eraelsoplodelamultitudenlasaladeAudiencias.Entré.

Enelmomentodemiapariciónhubounrumordearmasydevoces.Losbancos se desplazaron ruidosamente. Los tabiques crujieron; y, mientrasrecorríalalargasalaentredosmasasdegenteemparedadasentresoldados,meparecióserelejealcualseatabanloshilosquemovíantodasaquellascarasinanimadasytorcidas.

En este instanteme percaté de que ya no llevaba esposas; pero no puderecordardóndenicuándomelashabíanquitado.

Entonces se hizo un gran silencio. Había llegado a mi lugar en la sala.Cuandoeltumultocesóenlamultitud,cesótambiénenmisideas.Comprendíde golpe y con claridad lo que hasta entonces sólo había entrevistoconfusamente:queelmomentodecisivohabía llegado,yquemeencontrabaallíparaescucharmisentencia.

Queloexpliquequienpueda:estaidea,delaformaenquemevino,nomecausó terror alguno. Las ventanas estaban abiertas; el aire y el ruido de laciudad llegaban libremente del exterior; la sala estaba iluminada como paraunaboda;losalegresrayosdesoltrazabanaquíyallálafiguraluminosadelasventanas,avecesalargadasobreelsuelo,avecesextendidasobrelasmesas,avecesrotaenlaesquinadelasparedes,ydesdelosrombosluminososdelas

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ventanascadarayodibujabaenelaireungranprismadepolvodorado.

Los jueces, al fondo de la sala, tenían un aire satisfecho, probablementedebido a la satisfacción de estar cerca de terminar. El rostro del presidente,dulcemente iluminado por el reflejo de un vidrio, tenía algo de calmado ybueno,yunjovenasesorcharlabacasialegremente,arrugándoselagolilla,conunabelladamaconsombrerorosa,sentadaporsuertedetrásdeél.

Sólolosmiembrosdeljuradoseveíanpálidosyabatidos,peroalpareceresosedebíaalcansanciodehaberpasadolanocheenvela.Algunosdeellosbostezaban. Nada en su aspecto revelaba a unos hombres que acaban depronunciarunasentenciademuerte;enlasfaccionesdeestosbuenosseñoresyonoadivinabamásqueunasvehementesganasdedormir.

Frenteamí,unaventanaestabaabiertadeparenpar.Podíaoírrisasqueveníandelmuellede lasFlores;y, albordede laventana,unabellaplantitaamarilla,iluminadaporunrayodesol,jugabaconelvientoenunahendiduradelapiedra.

¿Cómo hubiera podido brotar una idea siniestra entre tantas sensacionesagradables? Inundado como estaba de aire y de sol, me resultó imposiblepensarenalgodistintoalalibertad;laesperanzavinoareverberarenmícomoel día a mi alrededor; y, confiado, esperé mi sentencia como se esperan laliberaciónylavida.

Mientras tanto, mi abogado entró en la sala. Lo esperaban. Acababa dedesayunar copiosamente y con buen apetito. Cuando llegó a su puesto, seinclinóhaciamíconunasonrisa.

—Tengoesperanzas—medijo.

—¿Deveras?—respondí,ligeroytambiénsonriente.

—Sí —continuó—. Todavía no sé nada de su veredicto, pero sin dudahabrándescartadolapremeditación,yentoncesserácosadetrabajosforzadosaperpetuidad,nadamás.

—Pero¿quédice, señor?—repliqué indignado—. ¡Prefierocienveces lamuerte!

¡Sí,lamuerte!«Yademás—repetíanoséquévozenmiinterior—,¿quériesgocorroaldecirlo?¿Acasounasentenciademuertenosehapronunciadosiempre a medianoche, bajo la luz de las antorchas, en una sala sombría ynegra,ennochesfríasdelluviaydeinvierno?Peroduranteelmesdeagosto,alas ocho de lamañana, en un día tan bello, con unos jurados tan buenos…¡Imposible!».Ymisojosvolvíanafijarseenlabellafloramarilla iluminadaporelsol.

De súbito, el presidente, que sólo esperaba al abogado, me invitó a

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levantarme.Latropapresentólasarmas;comoempujadaporunmovimientoeléctrico, toda la asamblea se puso en pie al mismo tiempo. Una figurainsignificanteynula,situadaenunamesadebajodeltribunal—elescribano,creo que era—, tomó la palabra y leyó el veredicto que los jurados habíanpronunciadoenmiausencia.Unsudorfríobrotódetodosmismiembros;meapoyécontralaparedparanocaer.

—Abogado,¿tieneustedalgoquedecirsobrelaaplicacióndelapena?—preguntóelpresidente.

Yohabríatenidomuchoquedecir,peronadamevinoalaboca.Lalenguasemequedópegadaalpaladar.

Eldefensorselevantó.

Comprendíqueintentabaatenuarelveredictodeljuradoysustituirloporlaotra pena, esa que tanto me había molestado oírle pronunciar hacía unosmomentos.

La indignación habría tenido que ser muy fuerte para abrirse camino atravésdelasmilemocionesquesedisputabanmipensamiento.Quiserepetirenvozalta loqueya lehabíadicho:«¡Prefierocienveces lamuerte!».Perome faltó el aliento, y no pude más que tomarlo bruscamente del brazo,gritandoconunafuerzaconvulsiva:«¡No!».

El procurador general combatió los argumentos del abogado, y yo loescuché con una satisfacción estúpida. Después los jueces salieron, luegovolvieronaentrar,yelpresidenteleyólasentencia.

—¡Condenadoamuerte!—dijolamultitud;y,mientrasmesacabandeallí,toda esa gente se precipitó sobre mí con el estruendo de un edificio al serdemolido.Yoseguíacaminando,ebrioyestupefacto.Unarevoluciónacabadeproducirsedentrodemí.Hastaeldecretodemuerte,mehabíasentidorespirar,palpitar, vivir en el mismo mundo que los otros hombres; ahora distinguíaclaramenteunavallaentreesemundoyyo.Nadasemeaparecíaconelmismoaspecto de antes. Esas amplias ventanas luminosas, ese bello sol, ese cielopuro,esahermosaflor,todoerablancoypálido,delcolordeunamortaja.Aesoshombres,esasmujeres,esosniñosqueseapiñabanamipaso,lesatribuíaaspectodefantasmas.

Enlobajodelaescalera,uncarruajeconrejas,negroysucio,meesperaba.Enelmomentodesubir,echéunamirada,alazar,sobrelaplaza.

—¡Uncondenadoamuerte!—gritabanlostranseúntes,corriendohaciaelcarruaje.

Atravésdelanubequesentíainterpuestaentrelascosasyyo,distinguíadosjovencitasquemeseguíanconojosávidos.

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—Bueno—dijolamásjoven—,¡serádentrodeseissemanas!

III

¡Condenadoamuerte!

Puesbien,¿porquéno?«Loshombres—recuerdohaberleídoennoséquélibrocarenteporlodemásdeinterés—,loshombressontodoscondenadosamuerteconsentenciassuspendidasindefinidamente».Asípues,¿quéesloquetantohacambiadoenmisituación?

Desde la hora en que se pronunció mi sentencia, ¡cuántos han muertohabiendohechoplanesparauna largavida! ¡Cuántos semehan adelantado,jóvenes,libresysanosquecontabanconirtaldíaalaplazadelaGrèveparavermidecapitación!Deaquíaesemomento,¡cuántosquecaminanyrespirandespreocupadamente, y entran y salen como les place, se me adelantarántambién!

Además,¿quétieneestavidaparaquesupérdidaseatandolorosaparamí?Enverdad,eldíaoscuroyelpannegrodelcalabozo,laraciónescasadecaldobebidadelacubetadelospresidiarios,esosmaltratosconquemeatormentan,amí,queherecibidounaeducaciónrefinada,labrutalidaddeloscarcelerosyloscabosdevara,esenopodercontemplaraunsoloserhumanoquequieradirigirmeunaspalabrasyaquienyopuedaresponderle,eseestremecermesincesarpor loquehehechoypor loquemeharán:heaquí,másomenos, losúnicosbienesquepodráquitarmeelverdugo.

¡Ah,peroquéimporta,estoeshorrible!

IV

Elcarruajenegrometransportóaquí,aesteBicêtreespantoso.

Visto de lejos, este edificio tiene cierta majestad. Se despliega sobre elhorizonte, al frente de una colina, y guarda a distancia algo de su antiguoesplendor,unairedecastilloreal.Peroamedidaqueunoseacerca,elpalaciose transforma en una casa en ruinas. Los aguilones degradados hieren lamirada.Unnoséquédevergonzosoydeempobrecidoensuciaestasfachadasreales, es como si losmuros sufrieran de lepra. Nada de vidrieras, nada decristalesenlasventanas,tansólomacizasbarrasdehierroentrecruzadasalascualesseadhiereaquíyallálapálidafiguradeuncarceleroodeunloco.

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Asíeslavidavistadecerca.

V

Apenas llegué, unas manos de hierro se apoderaron de mí. Lasprecaucionessemultiplicaron;nadadecuchillos,nadadetenedoresparamiscomidas; la camisa de fuerza, una especie de saco de lona, aprisionó misbrazos; aquí respondían por mi vida. Yo había recurrido en casación. Esteoneroso asunto podía tardar seis o siete semanas, y era importanteconservarmesanoysalvoparalaplazadelaGrève.

Losprimerosdíasmetrataronconunasuavidadquemeparecíahorrible.Lasatencionesdeuncarcelerohuelenacadalso.Felizmente,alospocosdíasla costumbre se impuso; me confundieron con los otros prisioneros en unabrutalidadcomún,yprescindierondeesosinusualesgestosdeamabilidadquemehacíanpensarunayotravezenelverdugo.Nofueésta laúnicamejora.Mi juventud,mi docilidad, los cuidados del capellán de la prisión, y, sobretodo,algunaspalabrasenlatínqueledirigíalconserje,quenolascomprendió,me dieron derecho a pasear una vez por semana con los otros detenidos, ehicierondesaparecerlacamisaquemeteníaparalizado.También,despuésdemuchodudar,medierontintaypapel,plumasyunalámparadenoche.

Todoslosdomingos,despuésdelamisa,alahoradelrecreo,mesueltanenel patio.Allí charlo con los detenidos: es necesario que lo haga. Son buenagente,esosmiserables.Merelatansushazañas;esparahorrorizarse,peroséquesevanagloriandeellas.Meenseñanahablarelargot,a«rajardelmazo»,como dicen. Es toda una lengua injertada en la lengua general como unaespecie de excrecencia espantosa, como una verruga. A veces tiene unaenergía singular, un pintoresquismo pavoroso: hay arrope sobre la carretera(sangre sobre el camino), casarse con la viuda (morir ahorcado), como si lacuerda de la horca fuera la viuda de todos los ahorcados. La cabeza de unladrón tiene dos nombres: la sorbona, cuando medita, razona y aconseja elcrimen;eltronco,cuandolacortaelverdugo.Aveces,esalenguaadquiereunespíritu de vodevil: una cachemira de mimbre (un cuévano de trapero), lamentirosa (la lengua); así, por todas partes, a cada momento, palabrascuriosas,misteriosas,feasysórdidas,venidasdenosesabedónde:elchirona(el verdugo), la veleta (lamuerte), la encartelada (la plaza de ejecuciones).Saposyarañas,sepodríadecir.Cuandounooyehablarestalengua,sienteelefectodealgosucioypodrido,comosilehubieranlanzadoalrostrounrebujodeharaposmalolientes.

Al menos, estos hombres me compadecen, y son los únicos. Los

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carceleros, los guardianes, los llaveros —no se lo reprocho— conversan yríen,yhablandemí,delantedemí,comodeunacosa.

VI

Medije:

«Puesto que tengo los medios para escribir, ¿por qué no habría dehacerlo?».Pero¿quéescribir?Presoentrecuatromurallasdepiedradesnudayfría,sinlibertadparamispasos,sinhorizonteparamisojos,ocupadoduranteel día entero, como única distracción, en seguir la lenta marcha de esecuadradoblancuzcoquelamirillademipuertadibujasobrelaoscurapareddeenfrente,y,comodecíahaceunmomento, totalmentesoloconunaidea,unaidea de crimen y castigo, de asesinato y de muerte. ¿Puedo tener algo quedecir,yoqueyanadatengoquehacerenestemundo?Y¿quéencontraréenestecerebromarchitoyvacíoquevalgalapenadeserescrito?

¿Porquéno?Sibienamialrededortodoesmonótonoydescolorido,¿nohayenmíunatempestad,unalucha,unatragedia?Estaideafijaquemeposee,¿nosemepresentaacadahora,acadainstante,bajounaformanueva,cadavezmáshorribleymássangrientaamedidaqueseacercaeldía?¿Porquénohabríadeintentardecirmeamímismotodoloqueencuentrodeviolentoydedesconocido en la situación abandonada en que me hallo? En verdad, lamateria es rica; y, aunque mi vida haya sido abreviada, aún habrá en lasangustias,enlosterrores,enlastorturasquelallenaránhastalaúltimahora,con qué gastar esta pluma y secar este tintero.Además, la únicamanera desufrirmenosestasangustiasesobservarlas,ydescribirlasmedistraerá.

Porotraparte,talvezloquepretendoescribirnoseainútil.Estediariodemissufrimientos,horatrashora,minutotrasminuto,supliciotrassuplicio,siencuentrolasfuerzasparallevarlohastaelinstanteenquemeseafísicamenteimposible continuar, esta historia de mis sensaciones, necesariamenteinacabada pero tan completa como sea posible, ¿no llevará consigo unaenseñanzagrandeyprofunda?¿Nohabrá, en el atestadodemipensamientoagonizante,enestaprogresióndedoloressiemprecreciente,enestaespeciedeautopsia intelectual de un condenado, más de una lección para los quecondenan?¿Podráquizáesta lecturavolvermenos ligera lamanocuandodenuevosetratedehacerrodarunacabezaquepiensa,unacabezadehombre,enesoquellamanlabalanzadelajusticia?¿Seráposiblequeestosinfelicesnohayanreflexionadonuncaacercadelalentasucesióndetorturasqueencierrala expeditiva fórmula de una sentencia de muerte? ¿Acaso se han detenidojamás en esta poderosa idea: que hay en el hombre que suprimen una

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inteligencia,unainteligenciaquehabíacontadoconlavida,unalmaquenosehabíadispuestoparalamuerte?No.Novenellosentodoestomásquelacaídaverticaldeunacuchillatriangular,ypiensansindudaqueparaelcondenadonohaynadaantes,nadadespués.

Estas páginas los desengañarán. Si un día son publicadas, harán que sumente se detenga algunos instantes sobre los sufrimientos del espíritu; puessonéstoslosqueellosnolleganasospechar.Sesiententriunfantesdepodermatarcasisinqueelcuerposufra.¡Porqueesdeesodeloquesetrata!¡Quécosaeseldolorfísicojuntoaldolormoral!¡Horrorypiedad,leyeshechasasí!El día vendrá, y quizá estas memorias, los últimos confidentes de unmiserable,habráncontribuidoaello…

Ano ser que después demimuerte el viento del patio juegue con estostrozos de papel ensuciados de barro, o que vayan a pudrirse bajo la lluvia,pegadoscomoestrellasalaventanarotadeuncarcelero.

VII

Que lo que aquí escribo pueda ser útil a otros algún día, que detenga aljuezpreparadoparajuzgar,quesalvealosinfelices,inocentesoculpables,delaagoníaalacualestoycondenado,¿paraqué?¿Dequésirve?¿Quéimporta?Cuandomehayancortadolacabeza,¿quémásmedaquecortenotras?¿Seráposible que se me hayan ocurrido realmente estas locuras? ¡Echar abajo elcadalsodespuésdehabersubidoenél!Ospreguntoquébeneficiopuedosacardeello.

El sol, la primavera, los campos llenos de flores, los pájaros que sedespiertan al amanecer, las nubes, los árboles, la naturaleza, la libertad, lavida,¡nadadeestomeperteneceya!

¡Ah!¡Esamíaquienhabríaquesalvar!¿Seráciertoqueesoesimposible,quehabrédemorirmañana,quizáhoymismo,queesoesasí?¡Diosmío!¡Quéhorribleidea!¡Espararomperselacabezacontraelmurodelcalabozo!

VIII

Hagamoslacuentadeloquemequeda:

Tresdíasdeaplazamientodespuésdel fallopronunciadoenel recursodecasación.

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OchodíasdeolvidoenelestradodelasaladeAudiencias,despuésdeloscualeslas«piezasdeautos»,comolasllaman,sonenviadasalministerio.

Quincedíasdeesperaeneldespachodelministro,quenosabenisiquieraquelaspiezasexisten,yquesesupone,sinembargo,quedebetransmitirlas,despuésdeexaminarlas,alacortedecasación.

Allí,clasificación,numeración,registro;pueslaguillotinaestásaturada,ynadiedebepasarantesdequeseasuturno.

Quincedíasparavigilarquenohayaatropellos.

Alfinlacortesereúne,deordinariounjueves,rechazaveinterecursosenconjunto, y lo devuelve todo al ministro, que lo devuelve al procuradorgeneral,quelodevuelvealverdugo.Tresdías.

A la mañana del cuarto día, el sustituto del procurador general se dice,mientrasseponelacorbata:

—Decualquierforma,hayqueponerleunfinalaesteasunto.

Entonces,sielsustitutodelescribanonotieneningunacomidadeamigosque se lo impida, laminutade laordende ejecución es redactada, pasada alimpio,expedida,yalamañanasiguiente,apartirdelalba,seoyeelmartilleosobreunaarmazón,yenlasesquinaslosgritosdevivavozdelosvoceadoresenronquecidos.

Entotal,seissemanas.Lajovencitateníarazón.

Puesbien,hacealmenoscinco semanas, talvez seis,yanomeatrevoacontarlas, que estoy en este calabozo deBicêtre, yme parece que hace tresdíaserajueves.

IX

Acabodehacermitestamento.

¿Dequé sirve?Estoy condenado a pagar las costas, y todo lo que tengoapenasmealcanzaráparaello.Laguillotinaesmuycara.

Dejounamadre,dejounamujer,dejounahija.

Unaniñitadetresaños,dulce,sonrosada,frágil,congrandesojosnegrosylargoscabelloscastaños.

Teníadosañosyunmescuandolaviporúltimavez.

Así, tras mi muerte, tres mujeres, sin hijo, sin marido, sin padre; tres

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huérfanasdedistintaespecie;tresviudasacausadelaley.

Admito que justamente se me castigue, pero ¿qué han hecho estasinocentes? Poco importa; serán deshonradas, serán arruinadas. Así es lajusticia.Noesquemepreocupemipobremadrevieja;tienesesentaycuatroaños, morirá en cualquier momento. O si todavía sobrevive unos díasmás,mientras tenga hasta el último momento un poco de ceniza caliente en subrasero,nodiránada.

Mimujertampocomepreocupa;tieneyamalasaludyesdébildecarácter.Tambiénellamorirá.

Amenosqueenloquezca.Dicenqueesoalarga lavida;peroalmenos lainteligencianosufre;lainteligenciaduerme,estácomomuerta.

Peromihija,miniña,mipobrecitaMarie,queríe,quejuega,queaestashorascantasinpensarennada,¡esellalaquemehacesufrir!

X

Heaquíloqueesmicalabozo:

Ocho pies cuadrados. Cuatro muros de piedra tallada que se apoyan enángulorectosobreunadoquinadodelosaselevadoungradosobreelcorredorexterior.

Entrando,aladerechadelapuerta,unaespeciedehundimientoqueformaunaalcobadeescarnio.Ahíhancolocadounapacadepajadondesesuponeque duermey descansa el prisionero, vestido con un pantalón de tela y unachaquetadedriltantoeninviernocomoenverano.

Sobre mi cabeza, a guisa de cielo, una bóveda negra «ojival»—así escomoselellama—delacualcuelgancomojironesespesastelarañas.

Por lo demás, nada de ventanas, ni un tragaluz siquiera. Una puerta demaderacubiertadehierro.

Meequivoco;enelcentrodelapuerta,hacialapartesuperior,unaaperturade nueve pulgares cuadrados, cortada por una reja en formade cruz, que elcarceleropuedecerrarporlasnoches.

Fuera, un corredor bastante largo, iluminado, aireadomediante estrechostragaluces que hay en lo alto de la pared, y dividido en compartimentos demamposteríaquesecomunicanentresíporunaseriedepuertascimbradasybajas; cada uno de estos compartimentos sirve de algún modo comoantecámaradeuncalabozoparecidoalmío.Enestoscalabozossemetealos

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presidiarioscondenadosporeldirectordelaprisiónapenasdisciplinarias.Lostresprimeroscalabozosestánreservadosparaloscondenadosamuerte,puestoque,alestarmáscercadelacárcel,resultanmáscómodosparaelcarcelero.

Estoscalabozos son todo loquequedadel antiguocastillodeBicêtre talcomofueconstruidoenelsigloXVporelcardenaldeWinchester,elmismoquemandóquemaraJuanadeArco.Todoestoselooídeciraunoscuriososque el otro día vinieron para verme en mi cabaña, y que me miraban adistancia como a una fiera de exhibición. El carcelero recibió unas cuantasmonedas.

Me olvidaba de decir que de día y de noche hay en la puerta de micalabozouncentineladeguardia,yquemisojosnopuedenelevarsehacialaventanillasinencontrarseconlossuyos,fijosysiempreabiertos.

Porlodemás,sesuponequehayaireyluzenestacajadepiedra.

XI

Puesto que el día aún no aparece, ¿qué hacer de la noche? Se me haocurridounaidea.Mehelevantadoyhepaseadomilámparasobrelascuatroparedesdemicelda.Estáncubiertasdeescrituras,dedibujos,defigurasraras,denombresquesemezclanyseborranlosunosalosotros.Parecequecadacondenado haya querido dejar su marca, por lo menos aquí. Lápiz, tiza,carbón,letrasnegras,blancas,grises,amenudocortesprofundosenlapiedra,aquíyallá,letrasenmohecidasqueparecenescritasconsangre.Porsupuestoquesimimentesesintieramáslibre,podríainteresarmeesteextrañolibroquese desarrolla página a página frente a mis ojos sobre las piedras de estecalabozo. Me gustaría recomponer un todo con estos fragmentos depensamientoesparcidossobre las losas;encontraralhombrebajoelnombre;dar sentido y vida a estas inscripciones mutiladas, a estas frasesdesmembradas, a estas palabras truncadas, cuerpos sin cabeza como los quelashanescrito.

Alaalturademicabecerahaydoscorazonesinflamadosyatravesadosporunaflecha,ysobreellos:«Amorporlavida».Elinfeliznosecomprometíaalargoplazo.

Al lado, una especie de sombrero de tres picos con una pequeña figuraburdamentedibujadasobreestaspalabras:«¡VivaelEmperador!1824».

Más corazones inflamados, con esta inscripción, característica de lasprisiones:«AmoyadoroaMathieuDanvin.JACQUES».

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Sobre la pared opuesta se lee este nombre: «Papavoine». La «P»mayúsculaestábordadadearabescosyadornadaconesmero.

Unaestrofadeunacanciónobscena.

Ungorrofrigioesculpidoconbastanteprofundidadenlapiedra,conestoencima: «Bories. La república». Era uno de los cuatro suboficiales de LaRochelle. ¡Pobre muchacho! ¡Qué horribles son sus presuntas obligacionespolíticas! ¡Por una idea, por un sueño, por una abstracción, esta horriblerealidadque llamanguillotina! ¡Yyoquemequejaba,yo,miserable,quehecometidouncrimenverdadero,quehederramadosangre!

Noirémáslejosenestabúsqueda.Acabodever,dibujadaenblancoenlaesquinade la pared, una imagen espantosa, la figurade ese cadalsoque, talvezaestamismahora,estásiendolevantadoparamí.Pocohafaltadoparaquelalámparasemecayeradelasmanos.

XII

Hevueltoprecipitadamentea sentarmesobremicamastrodepajacon lacabezaentrelasrodillas.Enseguidamimiedoinfantilsehadisipado,ymehaembargadounaextrañanecesidaddeseguirlalecturademismuros.

De donde estaba el nombre de Papavoine he arrancado una enormetelaraña, espesadapor el polvoy extendida sobre la esquinadelmuro.Bajoestatelarañahabíacuatroocinconombresperfectamentelegiblesjuntoaotrosde los cuales no quedamás que unamancha en la pared.DAUTUN, 1815.POULAIN, 1818. JEANMARTIN, 1821.CASTAING, 1823.He leído esosnombres,y lúgubres recuerdosmehanvenidoa lamemoria:Dautun,elquecortó a su hermano en cuatro, que por la noche se paseóporParís y tiró lacabezaenunafuenteyel troncoenunacloaca;Poulain,elqueasesinóasumujer;JeanMartin,elquedisparóconsupistolaasupadreenelmomentoenque el viejo abría una ventana; Castaing, aquel médico que envenenó a suamigo,yque,mientras loatendíaenesaúltimaenfermedadqueélmismolehabíaprovocado,enlugarderemediosvolvíaadarleveneno;yjuntoaellos,Papavoine,elhorriblelocoquematabaalosniñosagolpesdecuchilloenlacabeza.

«Heaquí»,medecía,yunescalofríode fiebremesubíapor los riñones.«Heaquílosquemehanantecedidocomohuéspedesdeestacelda.¡Esaquí,sobrelamismalosaqueocupoahora,dondeestoshombresdesangreycrimenpensaronsusúltimospensamientos!Esalrededordeestemuro,enestecuartoestrecho,quesusúltimospasosdieronvueltascomolosdeunabestiaferoz».

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Se han sucedido a intervalos muy breves; parece que este calabozo semantienelleno.Hancalentadoelpuesto,yesparamíquelohanhecho.Yoiréami vez a reunirme con ellos en el cementerio deClamart, donde tan biencrecelahierba.

No soy ni visionario ni supersticioso. Era probable que estas ideas medieranunaccesodefiebre;peromientrasasísoñabamehaparecidoderepentequeestosnombresfataleshabíansidoescritosconfuegosobrelaparednegra;unzumbidocadavezmásintensohaestalladoenmisoídos;unbrilloescarlatahallenadomisojos;ydespuésmehaparecidoqueelcalabozoestabapobladodehombres,hombresextrañosquellevabansucabezaensumanoizquierda,yla llevaban de la boca, porque no tenían pelo.Todos, salvo el parricida,meenseñabanelpuño.

He cerrado los ojos con horror, y entonces lo he visto todo con másclaridad.

Sueño,visiónorealidad,mehabríavueltolocosiunaimpresiónbruscanomehubieradespertadoatiempo.Estabaapuntodecaermedeespaldascuandohesentidoquesobremipiedesnudosearrastrabaunvientrefríoyunaspatasvelludas;eralaarañaalaquehabíamolestadoyqueahorahuía.

Esomehaliberadodelhechizo.¡Oh,espantososespectros!No,erahumoapenas, una imaginación de mi cerebro vacío y convulso. ¡Una quimera alestiloMacbeth!Losmuertos,muertosestán, sobre todoaquéllos.Estánbienencerradosenelsepulcro;noeséstaunaprisióndelacualunopuedaescapar.Entonces,¿cómoesquemehanatenazadoestostemores?

Lapuertadeunatumbanoseabredesdedentro.

XIII

Hevisto,enestosdíaspasados,unacosahorrible.

Acababadeamanecer,ylaprisiónestaballenaderuido.Seoíaelabrirycerrardepuertaspesadas,elrechinardeloscerrojosylascadenasdehierro,elrepicar de los manojos de llaves entrechocando en el cinturón de loscarceleros, el temblor de las escaleras bajo los pasosprecipitados, y se oíanvoces llamándose y contestándose de un extremo al otro de los largoscorredores.Misvecinosdecalabozo,lospresidiarioscastigados,estabanmásalegresquedecostumbre.TodoBicêtreparecíareír,cantar,correr,bailar.

Yo, el único mudo en ese jaleo, el único inmóvil en ese tumulto,escuchaba.

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Pasóuncarcelero.

Meatrevíallamarloparapreguntarlesihabíaunafiestaenlaprisión.

—¡Si a eso le llama usted fiesta! —respondió—. Hoy herrarán a losgaleotes que deberán partir mañana hacia Toulon. ¿Quiere usted verlo? Sedivertirá.

Enefecto,paraunreclusosolitario,unespectáculo,porodiosoquefuera,eraunafortuna.Aceptéelentretenimiento.

Elcarcelerotomólasprecaucionesusualesparacontrolarme,yenseguidamecondujoaunapequeñaceldavacíayabsolutamentedesamobladaqueteníaunaventanacon reja,perounaventanadeverdad,a laalturadelpecho,yatravéslacualseveíarealmenteelcielo.

—Tenga—medijo—.Desdeaquípodráveryoír.Aquíestarásoloensushabitaciones,comoelrey.

Entoncessalióymeencerróconcerraduras,cadenasypestillos.

Laventanadabaaunpatiocuadradobastantegrande,alrededordelcualseelevaba, por los cuatro lados, como unamuralla, un gran edificio de piedratallada de seis pisos. Nada más degradado, nada más desnudo, nada másmiserablealojoqueestacuádruplefachadaagujereadaporventanasconsusrejas, a las cuales se adhería, de abajo arriba, unamuchedumbre de rostrosdelgadosypálidos,apiñadoslosunossobrelosotros,comolaspiedrasdeunmuro, y todos, por así decirlo, enmarcados en los entrecruzamientos de losbarrotesdehierro.Eranlosprisioneros,espectadoresdelaceremoniamientrasllegaba el día en que les tocaría ser actores. Parecían almas en pena en lostragalucesquedesdeelpurgatoriodanalinfierno.

Todosmirabanen silenciohacia elpatio todavíavacío.Esperaban.Entreesasfigurasapagadasytaciturnas,aquíyallábrillabanalgunosojosagudosyvivoscomoblancosdetiro.

El cuadrilátero de prisiones que envuelve el patio no se cierra sobre símismo.Unadelascuatrocarasdeledificio(laquedaaleste)estácortadaporelmedio,ynoseunealacaravecinamásqueporunacanceladehierro.Estapuertaseabresobreunsegundopatio,máspequeñoqueelprimero,y,comoéste,tapiadopormurosyaguilonesnegruzcos.

Alrededordelpatioprincipalhaybancosdepiedraadosadosalamuralla.En el centro se levanta una caña de hierro curvada, destinada a sostener unfarol.

Llegó el mediodía. Una gran puerta cochera escondida bajo unhundimientoseabrióbruscamente.Unacarretaescoltadaporunaespeciedesoldados sucios y vergonzosos, en uniformes azules con hombreras rojas y

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bandoleras amarillas, entró pesadamente en el patio haciendo un ruido dechatarra.Eralachusmaconlascadenas.

Enelmismoinstante,comosieseruidohubieradespertadotodoelruidode la prisión, los espectadores de las ventanas, hasta entonces silenciosos einmóviles, estallaron en gritos de júbilo, en canciones, en amenazas, enimprecacionesmezcladasconcarcajadasangustiosasdeoír.Parecíanmáscarasdiabólicas.Sobrecadarostroaparecióunamueca,todoslospuñossalierondelosbarrotes,todaslasvocesaullaron,todoslosojosllamearon,ymeespantóvertantaschispasreaparecerenaquellascenizas.

Mientras tanto, los sotacabos, entre loscualespodíadistinguirse,por suslimpiasvestimentasysuaspectoaterrorizado,aunospocoscuriososvenidosdeParís,sepusierontranquilamentemanosalaobra.Unodeellossubióalacarreta y arrojó a sus camaradas las cadenas, los «collares de viaje» y losatadosdepantalonesdetela.Entoncessedividieroneltrabajo;unosfueronaextenderenunaesquinadelpatiolaslargascadenasqueensuargotllamaban«hilos»;losotrosdesplegaronsobreeladoquinado«lostafetanes»,lascamisasylospantalones;mientrasquelosmássagacesexaminaban,bajolamiradadesu capitán, un viejito achaparrado, los collares de hierro, que enseguidaprobaban, haciéndolos centellear sobre el adoquinado. Y todo bajo lasaclamaciones burlonas de los reclusos, cuya voz sólo era dominada por lasrisasruidosasdelosgaleotesparaquienestodoaquellosepreparaba,yqueseveíanrelegadosalasventanasdelaviejaprisiónquedaalpatiopequeño.

Cuandoterminaronestospreparativos,unhombreadornadodeplataalquellamaban «señor inspector» dio una orden al director de la prisión; y unmomentodespués,dosotrespuertasbajasvomitaroncasialmismotiempoycomoabocanadasunanubedehombreshorribles,vociferantesyandrajosos.Eranlosgaleotes.

Consuentrada,seredoblóeljúbiloenlasventanas.Algunosdeellos,losgrandesnombresdelpresidio,fueronsaludadosconaclamacionesyaplausosquerecibíanconunaorgullosamodestia.Lamayorpartellevabaunaespeciede sombreros tejidos por sus propias manos con la paja del calabozo, ysiempre de formas extrañas, hechos para que en las ciudades por dondepasaranllamaranlaatenciónsobreelrostro.Éstosfueronaúnmásaplaudidos.Uno,sobretodo,provocóarrebatosdeentusiasmo:unmuchachodediecisieteaños que tenía rostro de muchacha. Salía del calabozo, donde habíapermanecido, en secreto,duranteochodías; con sumanojodepaja sehabíahecho un vestido que lo envolvía de la cabeza a los pies, y entró al patiohaciendo la rueda sobre sí mismo con la agilidad de una serpiente. Era unsaltimbanquicondenadoporrobo.Hubounestallidodeaplausosydegritosdejúbilo. Los condenados respondían, y era algo horrible este intercambio deaclamacionesentrelosgaleotestituladosylosgaleotesaspirantes.Pormucho

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que la sociedad estuviera allí presente, representada por los carceleros y loscuriosos asustados, el crimen se le mofaba en la cara, y hacía, de aquelhorriblecastigo,unafiestadefamilia.

Amedidaquellegabaneranempujados,entredoshilerasdecabosdevara,alpequeñopatioenrejado,dondelosesperabalavisitadelosmédicos.Eraallídonde todos hacían un último esfuerzo por evitar el viaje, alegando algunaexcusadesalud,losojosenfermos,lapiernacoja,lamanomutilada.Perocasisiempre se les daba por buenos para las galeras; y entonces cada uno seresignaba con despreocupación, olvidando en pocos minutos la pretendidaenfermedaddetodaunavida.

Lapuertadel patiopequeñovolvió a abrirse.Unguardahizo el llamadopor orden alfabético; y entonces salieron uno por uno, y cada galeote fue aponerseenfila,depie,enunaesquinadelpatiogrande,juntoauncompañerodadoporelazardelaletrainicialdesunombre.Así,cadaunosevereducidoa sí mismo; cada uno lleva su propia cadena, hombro a hombro con undesconocido; y si por casualidad un galeote tiene un amigo, la cadena loseparadeél.¡Laúltimadelasmiserias!

Cuandomás omenos una treintena de galeotes hubo salido, se cerró lapuerta.Unsotacabolosalineóconsugarrote,delantedecadaunoarrojóunacamisa, una chaqueta y un pantalón de talla grande, luego hizo un gesto ytodos comenzaron a desvestirse. Y luego, como si hubiera escogido elmomentooportuno,unincidenteinesperadovinoatransformarlahumillaciónentortura.

Hasta entonces el tiempo había sido bastante bueno, y, si la brisa deoctubre enfriaba el aire, de vez en cuando también abría aquí y allá, en lasbrumas grises del cielo, una grieta por donde caía un rayo de sol. Pero tanpronto como los galeotes se despojaron de sus harapos de prisión, en elmomento en que se ofrecían desnudos y erguidos a la vista suspicaz de losguardias,yalasmiradascuriosasdelosextrañosquegirabanasualrededorpara examinar sus hombros, el cielo se volvió negro, una fría tormenta deotoñoestallóbruscamentey sedescargóa torrentes sobre elpatio, sobre lascabezasdescubiertas,sobrelosmiembrosdesnudosdeloscondenados,sobresusmiserablessayosextendidoseneladoquinado.

En un abrir y cerrar de ojos, el patio se vació de todo lo que no fuerasotacaboogaleote.LoscuriososdeParísfueronaabrigarsebajolostejadillosdelaspuertas.

Mientras tanto, la lluviacaíaaraudales.Enelpationoseveíanmásquelos galeotes desnudosy chorreando sobre los adoquines del suelo inundado.Unsilenciosombríohabíasucedidoasusbravatasescandalosas.Tiritaban,lescastañeteaban los dientes; sus piernas delgadas, sus rodillas sarmentosas se

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entrechocaban; y daba lástimaverlos cubrirse losmiembros azules con esascamisasempapadas,esaschaquetas,esospantalonesquechorreabanlluvia.Ladesnudezhubierasidomejor.

Unosolo,unviejo,habíaconservadociertaalegría.Exclamó,mientrassesecabaconunacamisamojada,que«estonoestabaenelprograma»;yluegosepusoareír,levantandoelpuñohaciaelcielo.

Cuando se hubieron puesto los trajes de camino, los galeotes fueronllevados en grupos de veinte o treinta a la otra esquina del patio, donde losesperabanloscordonesextendidossobreelsuelo.Estoscordonessonlargasyfuertescadenascortadastransversalmentecadadospiesporotrascadenasmáscortas,acuyoextremoseadhiereuncollarcuadradoqueseabrepormediodeunabisagraenunodelosángulosysecierraenelánguloopuestomedianteunpernodehierro,remachadoparatodoelviajesobreelcuellodelpresidiario.Cuandoestoscordonessondesenrolladossobreelsuelo,representanbastantebienunaespinadepescado.

Los condenados fueron obligados a sentarse en el barro, sobre losadoquines inundados; se les probaron los collares; luego, dos herreros de lachusma, armados con yunques portátiles, los remacharon en frío amazazosmetálicos. Es unmomento horroroso, en el cual empalidecen hasta losmásaudaces. Cada golpe de martillo, asestado sobre el yunque apoyado en suespalda,hacetemblarelmentóndelpaciente;elmenormovimientodedelanteatrásleharíasaltarelcráneocomounacáscaradenuez.

Despuésdeestaoperación losgaleotessevolvierontaciturnos.Noseoíamásqueel tintineode las cadenasy, cadacierto tiempo,ungritoy el ruidosordodelgarrotedeloscabosdevarasobrelosmiembrosdelosrecalcitrantes.Algunos lloraban; los viejos se estremecían y se mordían los labios. Yoobservabaconterroraquellosperfilessiniestrosensusmarcosdehierro.

Así,traslavisitadelosmédicos,lavisitadeloscarceleros;ytraslavisitadeloscarceleros,elherraje.Unespectáculoentresactos.

Un rayo de sol reapareció. Daba la impresión de que hubiera prendidofuego a todos los cerebros. Los galeotes se levantaron a la vez, comoempujados por unmovimiento convulsivo. Los cinco cordones se sujetabanporlasmanos,yderepenteseformóunarondainmensaalrededordelaramadel farol.Daban tantasvueltasquecansabaverlos.Cantabanunacancióndegaleras,unromanceenargot,enunaireyaquejumbroso,yafuriosoyalegre;se oían, a intervalos, gritos agudos, risas desgarradas y jadeantesmezcladasconpalabrasmisteriosasy luegoconaclamacionesfuribundas;y lacadenciade lascadenasqueentrechocabanservíadeorquestaaestecantomás roncoquesuruido.Sihubieraestadobuscandolaimagendeunaquelarre,nohabríapodidoencontrarotranimejornipeor.

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Trajeronalpatiounagrantina.Loscabosdevararompieronelbailedeloscondenadosagolpesdegarrote,yloscondujeronaesatina,enlacualnadabannoséquéhierbasennoséquélíquidohumeanteysucio.Comieron.

Enseguida, después de comer, derramaron sobre el adoquinado lo quequedabadesusopaydesupanmoreno,ysepusierondenuevoacantaryabailar.Parecequeselespermiteestalibertadeldíadelherrajeylanochequelesigue.

Observaba yo este extraño espectáculo con una curiosidad tan ávida, tanpalpitante, tan atenta, que me había olvidado de mí mismo. Un profundosentimientodepiedadmeremoviólasentrañas:lasrisasdeaquelloshombresmehacíanllorar.

Derepente,atravésdelaprofundaensoñaciónenquehabíacaído,viquelarondaaulladorasedeteníaycallaba.Entonces,todoslosojossevolvieronhacialaventanaqueyoocupaba.

—¡El condenado! ¡El condenado!—gritaron todos, señalándome con eldedo;yserepitieronlasexpresionesdejúbilo.

Mequedépetrificado.

Ignorodequémeconocíanycómomehabíanreconocido.

—¡Buenosdías!¡Buenasnoches!—megritabanconsuatrozsocarronería.Unodelosmásjóvenes,condenadoagalerasperpetuas,derostrorelucienteyplomizo,memiróconexpresióndeenvidia,diciendo:

—¡Quéafortunadoes!¡Aéstelorecortarán!¡Adiós,camarada!

Nopuedoexplicarloqueocurríaenmí.Yoera,enefecto,sucamarada.LaGrèveeshermanadeToulon.Yoestaba situado inclusoaunnivelmásbajoqueellos:ellosmehonraban.Meestremecí.

¡Sí,sucamarada!Yunosdíasmástarde,tambiényohabríapodidoserunespectáculoparaellos.

Habíapermanecidoenlaventana,inmóvil,tullido,paralizado.Perocuandovi que los cinco cordones avanzaban, que se precipitaban hacia mí conpalabrasdeunacordialidad infernal; cuandoescuchéel tumultuosoestrépitodesuscadenas,desusclamores,desuspasos,alpiedelmuro,meparecióqueestanubededemoniosescalabahaciamiceldamiserable;soltéungrito,mearrojé sobre la puerta con tanta violencia como para echarla abajo, pero nohabíamaneradehuir.Loscerrojosestabanaseguradosdesdefuera.Embestíalapuerta,llamabarabiosamente;yentoncesmeparecióescuchartodavíamásdecerca lasespantosasvocesde losgaleotes.Creíver suscabezashorriblesaparecersobreelbordedemiventana,soltéunsegundogritodeangustia,ycaídesmayado.

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XIV

Cuandovolvíenmí,erayadenoche.Estabaacostadoenuncamastro;elfarol que vacilaba en el techome permitió ver otros camastros alineados aamboslados.Comprendíquemehabíantrasladadoalaenfermería.

Permanecí despierto unos instantes, pero sin pensamientos ni recuerdos,consagradoalafelicidaddeencontrarmeenunacama.Enotrotiempo,desdeluego,estacamadehospitalmehubierahechoretrocederdeascoydelástima;peroyonoerayaelhombrequehabíasido.Lassábanaserangrisesytoscasaltacto;lamanta,escuálidayagujereada;sesentíalapajaatravésdelcolchón;¡qué importa! Mis miembros podían desentumecerse a placer entre esassábanasburdas,ybajoesamanta,aunsiendotandelgada,sentídisiparsepocoa poco ese horrible frío de la médula de los huesos al cual ya me habíaacostumbrado.Yvolvíadormir.

Unfuerteruidomedespertó;amanecía.Elruidoveníadefuera,micamaestabajuntoalaventana,meincorporéparaverdequésetrataba.

La ventana daba al patio principal deBicêtre. El patio estaba repleto degente; dos hileras de veteranos se esforzaban por mantener despejado, enmediodelamultitud,uncaminoestrechoqueatravesabaelpatio.Enmediodeaquelladoblefiladesoldados,avanzabanlentamente,dandotumbosconcadaadoquín, cinco largas carretas repletas de hombres; eran los galeotes, quepartían.

Las carretas iban descubiertas. Cada cordón ocupaba una de ellas. Losgaleotesestabansentadosdeladosobrecadaunodelosbordes,recostadoslosunosen losotros,separadospor lacadenacomúnqueseextendíaa lo largodel carruaje, y en el extremo de la cual un sotacabo erguido, con el fusilcargado, se sostenía en pie. Se oía el zumbido de sus hierros, y, a cadasacudida del carruaje, se veían saltar sus cabezas y balancearse sus piernascolgantes.

Unalluviafinaypenetranteenfriabaelaire,yadheríaasusrodillaslatelade esos pantalones que habían sido grises y ahora eran negros. Sus largasbarbas,suscabelloscortos,chorreaban;susrostroserandecolorvioleta;selesveía tiritar, y sus dientes rechinaban de rabia y de frío. Por lo demás, nopodíanmoverseenabsoluto.Unavezclavadoaesta cadena,unonoesmásqueunafraccióndeesedetestabletodoquellaman«cordón»,yquesemuevecomounsolohombre.Lainteligenciadebeabdicar,elcollardelasgaleraslacondena a muerte; y en cuanto al animal, no debe ya tener necesidades ni

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apetitomásqueahorasfijas.Así,inmóviles,lamayorpartemediodesnudos,sus cabezas descubiertas y sus pies colgantes, comenzaban su viaje deveinticinco días, cargados por lasmismas carretas, vestidos con lasmismasvestimentasparaelsoldeplomodejulioyparalasfríaslluviasdenoviembre.Es como si los hombres quisieran ir a medias con el cielo en su oficio deverdugos.

Sehabíaestablecidoentrelamultitudylascarretasundiálogoespantoso:injurias de un lado, bravatas del otro, imprecaciones de ambos; pero, a unaseñal del capitán, vi golpes de garrote llover al azar en las carretas, sobrehombrososobrecabezas,ytodoregresóaesaespeciedecalmaexteriorquellaman«orden».Perolosojosestabanllenosdevenganza,ylospuñosdelosmiserablessecrispabansobresusrodillas.

Lascincocarretas,escoltadasporgendarmesacaballoysotacabosapie,desaparecieronsucesivamentebajolapuertaelevadadeBicêtre;unasextalasseguía: en ella se bamboleaban en desorden las calderas, las escudillas decuero y las cadenas de recambio. Algunos cabos de vara que se habíandemorado en la cantina salieron corriendo para alcanzar a su cuadrilla. Lamultitud se retiró. Todo este espectáculo se desvaneció como unafantasmagoría.EnelaireseatenuópocoapocoelruidopesadodelasruedasydeloscascosdeloscaballossobrelacarreteraadoquinadadeFontainebleau,elchasquidodeloslátigos,eltintineodelascadenasylosaullidosdelpueblo,quedeseabatodotipodedesgraciasalosgaleotesensuviaje.

¡Yparaellosesapenaselcomienzo!

¿Qué me decía el abogado? ¡Las galeras! ¡Ah, sí, mil veces antes lamuerte! ¡Anteselcadalsoque losbaños,antes lanadaqueel infierno;antesentregarmicuelloa lacuchilladeGuillotinquealcollarde lachusma!Lasgaleras,¡cielosanto!

XV

Desgraciadamente,noestabaenfermo.Aldíasiguientetuvequesalirdelaenfermería.Elcalabozomerecuperó.

¡Noestabaenfermo!Enefecto,soy joven,sanoyfuerte.Lasangrecorrelibremente por mis venas; todos mis miembros obedecen a todos miscaprichos; soy robusto de cuerpo y de espíritu, estoy hecho para una largavida; sí, todo esto es cierto; y sin embargo, tengo una enfermedad, unaenfermedadmortal,unaenfermedadhechaporlamanodelhombre.

Desdequesalídelaenfermería,semehaocurridounapoderosaidea,una

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ideaparavolvermeloco,yesquehabríapodidoescaparsimehubierandejadosolo.Esosmédicos,esashermanasdelacaridad,parecíaninteresarsepormí.¡Morir tan joven, y de semejante muerte! Se hubiera dicho que mecompadecían,tanafanosossemostrabanalrededordelacabecerademicama.¡Bah!¡Curiosidad!Además,estagentequesanapuedesanarunafiebre,perono una sentencia de muerte. ¡Y sin embargo, sería tan fácil! ¡Una puertaabierta!¿Quémáslesdaaellos?

¡Peroyanoesposible!Miapelaciónserárechazada,porquetodoestáenregla: los testigos han testificado, los litigantes han litigado, los jueces hanjuzgado. No cuento con ello, a menos que… ¡No, insensato! ¡Ya no hayesperanza!Laapelaciónesunacuerdaquenosmantienesuspendidossobreelabismo, y que oímos crujir a cada instante hasta romperse. Es como si lacuchilladelaguillotinatardaraseissemanasencaer.

Y¿siobtuvieraelindulto?¡Obtenerelindulto!¿Dequién?Y¿porqué?Y¿cómo?Esimposiblequemelootorguen.¡Elejemplo!,comodicen.

No me quedan más que tres pasos por dar: Bicêtre, la Conserjería, laGrève.

XVI

Durantelaspocashorasquepaséenlaenfermería,mesentécercadeunaventana,alsol—quehabíavueltoasalir—,o,almenos,recibiendotantosolcomolopermitíanlasrejasdelaventana.

Estabaallí,conlapesadacabezaentremismanos,queapenaspodíanconella,loscodossobrelasrodillas,lospiessobrelosbarrotesdelasilla,pueselabatimientohacequemecurveymereplieguesobremímismocomosiyanotuvierahuesosenlosmiembrosnimúsculosenlacarne.

Elolorasfixiantedelaprisiónmesofocabamásquenunca,enmisoídosllevabatodavíaelruidodelascadenasdelosgaleotes,Bicêtremeproducíauninmensohastío.MeparecíaqueDiosmisericordiosodeberíaapiadarsedemíyenviarmealmenosunpajaritoparaquecantaraallí,enfrentedemí,sobreelbordedeltecho.

NosésifueDiosmisericordiosooeldemonioquienmeatendió;perocasial instantepuedeoír cómounavoz seelevababajomiventana,no ladeunpájaro,sinomuchomejor:lavozpura,fresca,aterciopelada,deunajovencitadequinceaños.Comopresadeunsobresalto,levantélacabeza,yescuchéconavidezlacanciónqueentonaba.Eraunairelentoylánguido,unaespeciedearrullotristeydolorido;heaquílaspalabras:

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EsenlacalledelMazo

dondemehantrincado,

maluró,

lostrespasmasdeturno,

malurínmalureta,

conlasmanosenlamasa,

malurínmaluró.

Nosabríaexplicarcuánamargofuemidesengaño.Lavozcontinuó:

Conlasmanosenlamasa,

maluró.

Mehanpuestolosgritos,

malurínmalureta,

sehadescolgadoelGranJefe,

malurínmaluró.

Enlaneveraencuentro,

malurínmalureta,

unraterodelbarrio,

malurínmaluró.

Unraterodelbarrio,

maluró.

Veadecirleamicostilla,

malurínmalureta,

quemehanenchironado,

malurínmaluró,

lacostillaenfurecida,

malurínmalureta,

medice:«¿Quétehasafanado?»,

malurínmaluró.

Medice:«¿Quétehasafanado?»,

maluró.

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Mehecepilladoauntío,

malurínmalureta,

todalapastalehebirlado,

malurínmaluró,

lapastayelreloj,

malurínmalureta,

ylosgemelosdeoro,

malurínmaluró.

Ylosgemelosdeoro,

maluró.

LacostillavaaVersalles,

malurínmalureta,

alpiedesuMajestad,

malurínmaluró,

ylesueltaunacharla,

malurínmalureta,

parasacarmedeaquí,

malurínmaluró.

Parasacarmedeaquí,

maluró.

¡Ah!Sideaquímesaca,

malurínmalureta,

alacostillavolveré,

malurínmaluró,

haréquelellevenvestidos,

malurínmalureta,

yzapatosdepiel,

malurínmaluró.

Yzapatosdepiel,

maluró.

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Peroelgrantíoseponefurioso,

malurínmalureta.

Dice:«Pormicoronilla,

malurínmaluró,

leharébailarelbaile,

malurínmalureta,

dondenohaytablado,

malurínmaluró».

Nooímásnihubierapodidohacerlo.Elsentidodeaquellahorriblequeja,entendidoamediasyamediasoculto,esaluchadelpillocontralapatrulla,eseladrónqueelpilloencuentrayqueenvíaasumujer,yesemensajeespantoso:heasesinadoaunhombreyestoypreso,«mehecepilladoauntíoymehanenchironado», esa mujer que corre hacia Versalles con una petición, y esaMajestad que, indignada, amenaza al culpable con hacerle bailar «el bailedondenohaytablado»,ytodoellocantadoenlamásdulcemelodíayporlavoz más dulce que jamás arrulló a oído humano… Me quedé afligido,paralizado, aniquilado. Era repugnante oír palabras tan monstruosas de esabocafrescaycolorada.

No podría explicar lo que sentí; las palabras me herían y, a la vez, meacariciaban.Lajergadelacavernaydelasgaleras,esalenguaensangrentaday grotesca, ese argot repelente aliado a una voz de muchacha, transicióngraciosaentrelavozdelaniñayladelamujer…¡Aquellaspalabrasdeformesydefectuosas,cantadas,acompasadas,perladas!

¡Ah!¡Quécosataninfameesunaprisión!Hayenellaunvenenoquetodoloensucia.Todoenélsemarchita,aunlacancióndeunamuchachadequinceaños.Siencuentrasunpájaro,tendrálodosobresuala;sirecogesunaflor,superfumeapestará.

XVII

¡Oh!Sipudieraescapar,¡cómocorreríaporloscampos!

No, seríamejor no correr.Correr atraemiradas, sospechas.Al contrario:caminar lentamente, la cabeza en alto, cantando. Tratar de llevar un viejoblusónazulcondibujosrojos.Esodisimulabastantebien.Esloquellevanloscampesinosdelosalrededores.

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ConozcocercadeArcueilunbosquecillo juntoaunpantano;solía irallítodoslosjuevesapescarranasconmiscompañerosdelcolegio.Esallídondemeesconderíahastalanoche.

Unavezhubieraoscurecido,emprenderíaelviaje.IríaaVincennes.No,elrío me lo impediría. Iría a Arpajon…más valdría tomar por el camino deSaint-Germain, ir al Havre, embarcarme hacia Inglaterra… ¡Qué más da!Llego a Longjumeau. Un gendarme pasa; me pide mi pasaporte… ¡Estoyperdido!

¡Ah! ¡Infeliz soñador, comienza por romper el muro de tres pies deespesuraqueteencierra!¡Lamuerte!¡Lamuerte!

¡Cuandopiensoque,deniño,vineaBicêtreparaverlospozosyloslocos!

XVIII

Mientrasescribíatodoesto,milámparahapalidecido,hallegadoeldía,elrelojdelacapillahaanunciadolasseis.

¿Qué significa esto? El carcelero de guardia acaba de entrar en micalabozo, se ha quitado la gorra, me ha saludado, se ha disculpado pormolestarme,ymehapreguntado,suavizandoenloposibleeltonorudodesuvoz,quédesearíadesayunar.

Mehaembargadounescalofrío.¿Acasohabrállegadoeldía?

XIX

¡Eldíahallegado!

Eldirectordelaprisiónenpersonaacabadevisitarme.Mehapreguntadocómopodríaatendermeoservirme,haexpresadoeldeseodequenotengayoquejasacercadeélosussubordinados,sehainformadoconinteréssobremisalud y la manera en que pasé la noche; ¡al despedirse, me ha llamado«señor»!

¡Eldíahallegado!

XX

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Nocreeposible,estecarcelero,quetengayoquejasacercadeélydesussubalternos.Tienerazón.Noestaríabienquemequejase;estagentehahechosu trabajo;mehanvigilado;yhansidocortesesami llegadayamipartida.¿Nodeboestarcontento?

Esteamablecarcelero,consusonrisabenigna, suspalabrascariñosas, sumirada que halaga y espía, sus manos grandes y gruesas, es la prisiónencarnada, esBicêtrehechohombre.Amialrededor, todoesprisión;veo laprisiónbajotodaslasformas,bajolaformahumanaigualquebajolaformadela puerta o del cerrojo. Esta pared es la prisión en piedra; esta puerta es laprisiónenmadera;estoscarcelerossonlaprisiónencarneyhueso.Laprisiónes una especie de ser horrible y entero, indivisible, mitad hombre, mitadedificio.Soysupresa;ellamecobija,meabrazacontodossuspliegues.Meencierraensusmurallasdegranito,meencadenabajosuscerradurasdehierro,mevigilaconsusojosdecarcelero.

¡Ah,miserable!¿Quéserádemí?¿Quéharánconmigo?

XXI

Ahoraestoytranquilo.Todohaterminado,yterminadobien.Hesalidodela ansiedad horrible en la cual me había sumido la visita del director. Loconfieso:aúnteníaesperanzas.Ahora,graciasaDios,yanolastengo.

Heaquíloqueacabadesuceder:

Enelinstanteenquesonabanlasseisymedia—no,eranlassietemenoscuarto—,lapuertademicalabozosehaabiertodenuevo.Haentradounviejode pelo cano, vestido con un redingote oscuro. Se ha abierto a medias elredingote.Hevistounasotana,uncollarín.Eraunsacerdote.

Estesacerdotenoeraelcapellándelaprisión.Todoerasiniestro.

Sehasentadofrenteamíconunasonrisabenévola;enseguidahasacudidolacabezayhalevantadolosojosalcielo,esdecir,alabóvedadelcalabozo.Entonceslohecomprendido.

—Hijomío—mehadicho—,¿estáspreparado?

Lehecontestadoconvozdébil.

—Noestoypreparado,peroestoylisto.

Sinembargo,semehanubladolavista,unsudorfríohabrotadodetodosmis miembros a la vez, he sentido que se me hinchaban las sienes, y un

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zumbidohallenadomisoídos.

Mientras vacilaba enmi silla, como adormecido, el amable viejo seguíahablando.Esoes,almenos,loquemeparecía,ycreorecordarquehevistosuslabiosmoverse,susmanosagitarse,relucirsusojos.

Lapuertasehaabiertounasegundavez.Elruidodelascerradurasmehaarrancadoamídemiestupor,yaéldesudiscurso.Unaespeciedeseñorentrajenegro,acompañadoporeldirectordelaprisión,sehapresentadoymehasaludadosolemnemente.Teníasobresurostroalgodelatristezaoficialdelosempleadosdepompasfúnebres.Llevabaunrollodepapelenlamano.

—Señor—mehadichoconunasonrisadecortesía—,soyujierdelacortereal de París. Tengo el honor de traerle un mensaje de parte del señorprocuradorgeneral.

Laprimerasacudidahabíapasado.Enseguidaherecuperadomipresenciadeánimo.

—¿Fueel señorprocuradorgeneralquienpidióde forma tan instantáneamicabeza?Quégranhonormehacealescribirme.Esperoquemimuerteseadesugusto,puesseríaduroparamípensarque lahayasolicitadocon tantofervoryqueluegoleseaindiferente.

Todoesolehedicho,yhecontinuadoconvozfirme:

—¡Lea,señor!

Se ha puesto a leer un texto largo, cantando al final de cada línea ydudandoalamitaddecadapalabra.Eraelrechazodemiapelación.

—La condena será ejecutada hoy en la plaza de la Grève—ha añadidodespués de terminar, sin levantar los ojos de su papel sellado—.Partiremosexactamente a las siete y media hacia la Conserjería. Mi estimado señor,¿tendríaustedlaamabilidaddeseguirme?

Yohabíadejadodeescucharloinstantesantes.Eldirectorcharlabaconelsacerdote;élseguíaconlamiradafijasobreelpapel;yomirabalapuerta,quesehabíaquedadoentreabierta…¡Ah,miseria!¡Cuatrofusilerosenelcorredor!

Elujierharepetidolapregunta,estavezmirándome.

—Cuandoustedquiera—lehecontestado—.¡Comoguste!

Sehadespedidodiciendo:

—Tendréelhonordevenirabuscarlodentrodemediahora.

Entoncesmehandejadosolo.

¡Unaformadehuir,Diosmío!¡Unaformacualquiera!¡Esprecisoqueme

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evada! ¡Lo es! ¡De inmediato! ¡Por las puertas, por las ventanas, por elarmazóndeltecho!¡Dejar,porlomenos,algodemicarneentrelasvigas!

¡Oh,furia!¡Demonios!¡Maldición!¡Necesitaríamesesparaatravesarestemuroconlasherramientasadecuadas,ynotengoniunpunzón,niunahora!

XXII

EnlaConserjería

Hemeaquí,«transferido»,comodiceelacta.

Peromerecelapenacontarelviaje.

Sonabanlassieteymediacuandoelujiersehapresentadodenuevoenmicalabozo.

—Señor—mehadicho—,leestoyesperando.

¡Ay!¡Noeselúnico!

Mehelevantado,hedadounpaso;mehaparecidoquenopodríadarotro,detantoquemepesabalacabeza,tandébilescomoestabanmispiernas.Sinembargo,meherepuestoy,conairefirme,hecontinuado.Antesdesalirdelcalabozo,heechadounaúltimamiradaalrededor—mehabíaencariñadoconmicalabozo—.Ademáslohedejadovacíoyabierto,locualdaauncalabozounaspectosingular.

De otro lado, no será pormucho tiempo. Esperamos a alguien para estanoche, dijeron los llaveros, un condenado que la sala de lo criminal estájuzgandoenestosmismosinstantes.

A la vuelta del corredor, nos ha alcanzado el capellán. Acababa dedesayunar.

Alsalirdelacárcel,eldirectormehacogidolamanoafectuosamente,yhareforzadomiescoltadecuatroveteranos.

Frente a la puerta de la enfermería, un viejo moribundome ha gritado:«¡Hastaluego!».

Enseguidahemosllegadoalpatio.Herespirado;esomehasentadobien.

No ha sido mucho lo que hemos caminado al aire libre. Un carruajeenganchadoaunoscaballosdepostaestabaestacionadoenelprimerpatio;erael mismo carruaje que me había traído; una especie de cabriolé oblongodividido en dos secciones por una reja transversal de alambre de hierro tan

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espesaqueparecíauntejidodepunto.Cadaunadelasdosseccionestieneunapuerta,unadelante, laotradetrásde lacarreta.Elconjuntoes tansucio, tannegro,tanpolvoriento,queelcochefúnebredelospobres,comparadoconél,pareceunacarrozadecoronación.

Antesdeenterrarmeenaquellatumbadedosruedas,heechadounaúltimamirada al patio, una de esas miradas de desesperación frente a las cualesparecequelosmurosdeberíandesmoronarse.Elpatio,esaespeciedepequeñaplazaadornadadeárboles,estabamásatestadodeespectadoresquepara losgaleotes.¡Vayaunamultitud!

Igualqueeldíaenquepartiólacadena,caíaunalluviadetemporada,unalluviaheladayfinaquesiguecayendoahora,mientrasescribo,unalluviaquesindudacaerátodoeldía,quedurarámásqueyomismo.

Loscaminossehabíanhundido,elpatioestaballenodeaguaydefango.Mehaagradadoveralamultitudmetidaenelbarro.

Elujieryungendarmesehanmontadoenelcompartimientodelantero;elsacerdote,ungendarmeyyo,enelotro.Cuatrogendarmesacaballoalrededordelcarruaje.Así,sincontaralpostillón,habíaochohombresparaunosolo.

Mientrassubíaalcarruaje,hevistoaunaviejadeojosgrisesquedecía:

—Estomegustaaúnmásquelacadena.

Lo comprendo muy bien. Es un espectáculo que puede abarcarse másfácilmentedeunamirada, se levemáspronto.Es tanbellocomoelotro,ymáscómodo.Nohaydistracciones.Sólohayunhombre,y,sobreestehombre,tantamiseriacomosobretodoslosgaleotesalavez.Simplemente,haymenosdispersión;setratadeunlicorconcentrado,muchomássabroso.

El carruaje se ha sacudido. Ha soltado un ruido sordo al pasar bajo labóveda de la puerta grande, después ha desembocado en la avenida, y laspesadas puertas de Bicêtre han vuelto a cerrarse tras él. Enmi estupor, yosentía que me transportaban como un hombre caído en un letargo que nopuede ni moverse ni gritar, pero comprende que lo entierran. Vagamenteescuchabalacadenciahiposadelosracimosdecampanascolgadosalcuellodeloscaballosdeposta;elsusurrodelasruedasherradassobreeladoquinadoo el choque con la carrocería al cambiar de carril; el galope sonoro de losgendarmes alrededor de la carroza; el látigo fatigoso del postillón. Todoaquelloeracomountorbellinoqueseapoderabademí.

Atravésdelarejadeunamirillaabiertafrenteamí,misojossehanfijadoautomáticamenteenlainscripcióngrabadaenletragruesaencimadelapuertagrandedeBicêtre:HOSPICIODELAVEJEZ.

«Vaya—me he dicho—, parece que en ese lugar hay quienes llegan a

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viejos».

Y,comosuelehacerseentrelavigiliayelsueño,miespírituentumecidodedolor le ha dado la vuelta a esta idea en todos los sentidos. De golpe, lacarroza,pasandodelaavenidaalacarreteraprincipal,hacambiadoelpuntode vista del tragaluz. Las torres de Notre-Dame han quedado entoncesenmarcadas en él, azules y medio borrosas tras la bruma parisina. Deinmediato ha cambiado también el punto de vista de mi ánimo. Me hetransformadoenunamáquinacomoelcarruaje.AlaideadeBicêtresucediólaideadeNotre-Dame.Losqueesténsobrelatorredelabanderatendránbuenavista,mehedichoconunasonrisaestúpida.

Creo que ha sido en ese momento cuando el sacerdote se ha puesto ahablarme.Pacientemente,lohedejadohacer.Enmioídoestabayaelsonidode las ruedas, el galope de los caballos, el látigo del postillón. El suyo eraapenasunruidomás.

Escuchaba en silencio aquella lluvia de monótonas palabras queadormilabanmipensamientocomoelmurmullodeunafuente,yquepasabanfrenteamí,siemprediversasysiemprelasmismas,comolosolmostorcidosdelacarreteraprincipal,cuandolavozbreveyentrecortadadelujier,ubicadaenelpuestodelantero,havenidosúbitamenteasacudirme.

—Ybien,señorabate—decíaconacentocasialegre—,¿quésabeusteddenuevo?

Eraalsacerdoteaquiensedirigíadeestamanera.

Elcapellán,quemehablabasindescanso,ensordecidoporelcarruaje,nohacontestado.

—¡Eh! ¡Eh!—ha insistido el ujier, levantando la voz para imponerse alsonidodelasruedas—.¡Endemoniadocarruaje!

Enefecto:¡endemoniado!

Enseguidahadicho:

—Sin duda es cosa del traqueteo. No puede uno oír nada. ¿Qué estabadiciendo? ¡Hágame el favor de recordarme lo que estaba diciendo, señorabate!¡Ah,sí!¿SehaenteradousteddelagrannoticiadehoyenParís?

Meheestremecido,comosiestuvierahablandodemí.

—No—hadichoel sacerdote,quepor fin lehabíaoído—.Nohe tenidotiempo de leer los periódicos estamañana.Me enteraré esta noche.Cuandoestoyocupadodurantetodoeldía,comoeselcasoahora,lepidoamiporteroquemeguardelosperiódicos,ylosleoalvolveracasa.

—¡Bah!—hacontinuadoelujier—.Esimposiblequenolosepausted.¡La

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noticiadeParís!¡Lanoticiadeestamañana!

Hetomadolapalabra:

—Yocreosaberla.

Elujiermehamirado.

—¡Usted!¡Enserio!Enesecaso,¿quéopinausted?

—¡Quécuriosoesusted!—lehedicho.

—¿Porqué,señor?—hareplicadoelujier—.Cadaunotienesusopinionespolíticas.Loapreciodemasiadoparacreerquenopuedausted tener lasuya.Enloqueamírespecta,estoytotalmentedeacuerdoconelrestablecimientodelaguardianacional.Fuisargentodemicompañía,yafemíaqueeramuyagradable.

Loheinterrumpido.

—Nocreíquesetrataradeeso.

—Y¿dequé,entonces?Decíaustedsaberlanoticia…

—Hablabadeotra,delacualParísseocupahoytambién.

Elimbécilnoentendía;sucuriosidadsehabíadespertado.

—¿Otranoticia?¿Dóndediabloshapodidoustedenterarsedeotranoticia?Por favor, señor, ¿cuál es? ¿Sabe usted de qué se trata, señor abate? ¿Estáustedmásalcorrientequeyo?Póngamealdía,seloruego.¿Dequésetrata?Veráusted,meapasionanlasnoticias.Selascuentoalseñorpresidente,yesoledivierte.

Y otras mil pamplinas. El ujier se giraba alternativamente entre elsacerdoteyyo;yonorespondíamásquelevantandoloshombros.

—Ybien—mehadicho—,¿enquéestápensando?

—Pienso—lehecontestado—quenopensarémásporestanoche.

—¡Ah!¡Puesmuybien!—hareplicado—.¡Vamos,estáusteddemasiadotriste!—replicabaelseñorCastaing.

Después,trasunsilencio:

—YollevéalseñorPapavoine;teníapuestasugorradenutriayfumabasucigarro. En cuanto a los jóvenes de La Rochelle, sólo hablaban entre ellos.Perohablaban.

Hahechounapausamásyenseguidahacontinuado:

—¡Locos!¡Entusiastas!Parecíandespreciaralmundoentero.Enloqueaustedrespecta,joven,loencuentroverdaderamentepensativo.

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—¡Joven!—lehedicho—.Soymásviejoqueusted;cadacuartodehoraquepasameenvejeceunaño.

Se ha girado, me ha observado unos minutos con necia sorpresa, yenseguidasehapuestoareírconunarisasocarronaypesada.

—Vamos,estáusteddebroma,¡másviejoqueyo!Yopodríasersuabuelo.

—Nobromeo—lehecontestadocongravedad.

Elujierhaabiertosutabaquera.

—Tenga,miqueridoseñor,noseenojeusted;tomeunpocodetabacoynomeguarderencor.

—Notengamiedo.Noseloguardarépormuchotiempo.

Enestemomento,latabaqueraqueelujiermetendíahachocadocontralarejaquenos separaba.Unhueco lahahechoestrellarseviolentamente, yhacaídoabiertabajolospiesdelgendarme.

—¡Malditareja!—hagritadoelujier.

Sehavueltohaciamí.

—¡Puesbien!¿Noesestounadesgracia?¡Heperdidotodomitabaco!

—Yopierdomásqueusted—lehecontestadosonriendo.

Elujierhatratadoderecogersutabaco,rumiandoentredientes:

—¡Másqueyo!Esfácildecirlo.¡SintabacohastaParís!¡Esterrible!

Elcapellánlehadirigidoentoncesalgunaspalabrasdeconsuelo,ynosésieran prejuicios míos, pero me ha parecido que eran la continuación deldiscurso que me había correspondido a mí al principio. Poco a poco elsacerdoteyelujierhantrabadoconversación;loshedejadohablarporsulado,yyo,porelmío,mehepuestoapensar.

Al llegar a la barrera, sin duda por mis persistentes prejuicios, me haparecidoqueenParíshabíamásruidoquedecostumbre.

ElcarruajesehadetenidounmomentodelantedelaOficinadeArbitrios.Losaduaneroslohaninspeccionado.Sisehubieratratadodeuncorderoounbueyquellevásemosalacarnicería,habríasidonecesariodejarunabolsadedinero; pero una cabeza humana no paga impuesto alguno.Nos han dejadopasar.

Franqueado el bulevar, la carroza avanzaba al trote por las viejas callestortuosasdelsuburbiodeSaint-MarceauydelaCité,lascualesserpenteanyseentrecortancomolosmilcaminosdeunhormiguero.Sobreeladoquinadodeestas calles estrechas, el rodardel carruaje sehahecho tan ruidosoy tan

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velozqueyanopodíaoírnadadelruidoexterior.Cuandoechabaunamiradapor el pequeño tragaluz cuadrado, me parecía que la ola de caminantes sedetenía para observar el carruaje, y que pandillas de niños corrían tras suestela.Mehaparecidotambiénverdevezencuando,enestecruceoenaquél,aunhombreounaviejaenharapos,aveceslosdosalmismotiempo;teníanen la mano un atado de hojas impresas que los caminantes se disputabanabriendolabocacomoparalanzarungrito.

SonabanlasochoymediaenelrelojdeParísenelmomentoenquehemosllegadoalpatiodelaConserjería.Lavisióndeestainmensaescalera,deestaoscura capilla, de estas cárceles siniestras, me ha paralizado. Cuando elcarruajesehadetenido,hecreídoqueloslatidosdemicorazónsedetendríantambién.

Hehechoacopiode fuerzas; lapuerta sehaabiertocon la rapidezdeunrelámpago;hesaltadofueradelcalabozorodante,yheechadoaandarapasosagigantadosbajolabóvedayentredosfilasdesoldados.Amipasosehabíaformadoyaunamultitud.

XXIII

MientrascaminabaporlasgaleríaspúblicasdelPalaciodeJusticia,mehesentido casi libre y a gusto; peromi ánimo resueltome ha abandonado tanprontocomosehanabiertofrenteamíesaspuertasbajas,escalerassecretas,corredoresinteriores,largoscorredoresasfixiantesysordosdondesóloentranquienescondenanoquienessoncondenados.

Elujiermeacompañaba todoel tiempo.Elsacerdotemehabíadejado,yvolveríaenunpardehoras:teníacosasquehacer.

Mehanconducidoaldespachodeldirector,encuyasmanosmehadejadoelujier.Hasidounintercambio.Eldirectorleharogadoesperaruninstante,anunciándoleque teníauna«presa»queentregarle,yquedeberíaconducirladeinmediatoaBicêtreenelviajedevueltadelcarruaje.Se tratabasindudadelcondenadodehoy,elmismoqueestanocheseacostarásobreelmanojodepajaqueyonohetenidotiempodegastar.

—Estábien—hadichoelujieraldirector—,esperaréunmomento;vienebien,haremoslasdosactasalmismotiempo.

Mientrastantomehandepositadoenunpequeñodespachoadjuntoaldeldirector.Allímehandejadosoloybienencerrado.

No sé en qué pensaba, ni cuánto tiempo había pasado allí, cuando una

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carcajadaviolentaybruscajuntoamiorejamehaarrancadodemiensueño.

Estremecido,hemiradohaciaarriba.Yanomeencontrabasoloenlacelda.Un hombre estaba conmigo, un hombre de unos treinta y cinco años y deestaturamediana;arrugado,encorvado,encanecido;demiembrosrechonchos;de ojos grises y mirada bizca, y, sobre su rostro, una risa amarga; sucio,andrajoso,mediodesnudo,repugnantealavista.

Parecíaquelapuertasehubieseabierto,lohubiesevomitadoysehubiesecerradosinqueyomepercatara.¡Silamuertepudieravenirasí!

Nos hemos mirado fijamente unos segundos, este hombre y yo; él,prolongando esa risa parecida a un estertor; yo, medio sorprendido, medioasustado.

—¿Quiénesusted?—lehedichoalfin.

—¡Quépregunta!—hacontestado—.Soyunpinta.

—¡Unpinta!Y¿quéquieredecireso?

—Eso quiere decir —ha exclamado entre carcajadas— que el chironajugaráalacanastaconmisorbonadentrodeseismeses,igualqueharácontutroncodentrodeseishoras.¡Ja!Parecequeahorasímeentiendes.

Enefecto,mehequedadopálidoysemehanpuesto lospelosdepunta.Era el otro condenado, el condenado del día, aquel que ya esperaban enBicêtre,miheredero.

Elhombrehacontinuado:

—Y¿quéquerías?Éstaesmihistoria.Soyhijodeunbuenratero;esunalástimaqueCharlotsehaya tomadoel trabajoderetorcerleelpescuezo.Esoeracuandoreinaba lapotencia,por lagraciadeDios.A losseisaños,yanoteníapadrenimadre;enveranohacíamalabaresenelpolvoalbordede loscaminos para queme tirasen unamoneda entre las cortinas de las sillas deposta;eninvierno,meibadescalzoporelbarro,soplándomelosdedosrojos;semeveían las piernas a través del pantalón.A los nueve años, comencé aservirmedemiscacillos,devezencuandovaciabaunamatrona,mezumbabaun gabán; a los diez años, ya era un guindón. Después hice amigos; a losdiecisiete, ya eraun trollista.Forzabaunapetaca, falseabaunavueltera.Meagarraron. Como ya tenía edad, me mandaron a remar en la marinita. Lasgalerassoncosadura;acostarsesobreunatabla,beberaguaclara,comerpannegro,arrastrarunoshierrosquenosirvenparanada;golpesdebastón,golpesde sol. Y por si fuera poco lo trasquilan a uno, ¡y yo que tenía una bellacabellera de color castaño! ¡Quémás da!Cumplí el tiempo queme tocaba.¡Quince años vuelan! Tenía treinta y dos. Una bella mañana me dieron unsalvoconductoysesentayseisfrancosquehabíaacumuladoalolargodemis

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quinceañosdegaleras, trabajandodieciséishorasaldía, treintadíasalmes,docemesesalaño.Dabaigual:queríaconvertirmeenunhombrehonradoconmissesentayseisfrancos,yteníamejoressentimientosbajomisharaposquelos que hay bajo el delantal de un cuervo. Pero ¡condenado pasaporte! Eraamarillo,yencimahabíanpuesto«galeoteliberado».Habíaquemostrarlopordondepasaraypresentarlocadaochodíasalalcaldedelpuebloenelquemeobligabanaecharnido.¡Bonitarecomendación!¡Ungaleote!Lesdabamiedo,losniñosse largabanalverme,mecerraban laspuertas.Nadiequeríadarmetrabajo. Los sesenta y seis francos me los comí. Después, tuve que vivir.Mostrabamisbrazos, buenospara el trabajo, ymecerraban laspuertas.Meofrecíparatrabajarporjornalesdequincecuartos,dediez,decinco.Ynada.¿Qué hacer? Un día, tenía hambre. Di un codazo en el escaparate de unpanadero;leechéelguanteaunpanyelpanaderomeechóelguanteamí;nome comí el pan, y en cambiome condenaron a galeras perpetuas, con tresletras de fuego en la espalda. Te las mostraré si quieres. A esta justicia lallaman «la reincidente». Así que caballo que vuelve… Me devolvieron aToulon;estavezconlosgorrasverdes.Habíaqueescapar.Paraellonoteníamás que atravesar tresmuros y cortar dos cadenas, y tenía un punzón.Meevadí.Dispararonelcañóndealerta;puesnosotrosvamoscomoloscardenalesde Roma, vestidos de rojo, y cuando nos marchamos, suenan los cañones.Gastaronpólvoraengallinazos.Yestavez,nadadepasaporteamarillo,peronadadedinerotampoco.Conocíaunoscamaradasquetambiénhabíanhechotiempooquehabíancortadoloshilos.Elbarandamepropusoserunodelossuyos,apiolabanenlastrochas.Acepté,ymepuseamatarparavivir.Aveceseraunadiligencia,avecesunasilladeposta,avecesunvendedordebueyesacaballo. Tomábamos el dinero, soltábamos al azar el animal o el carruaje yenterrábamosalhombrebajounárbol,cuidandoquenoselesalieranlospies;y después bailábamos sobre la fosa para que la tierra no pareciera reciénremovida. Así envejecí, acostándome en la maleza, durmiendo bajo lasestrellas,acorraladodebosqueenbosque,peroalmenoslibreydueñodemí.Todotieneunfinal,ydaigualésteoelotro.Unabellanoche,loscordonerosnos agarraron del cuello.Mis guripas se salvaron; pero yo, que era el másviejo,mequedéenlasgarrasdeesosgatosconsombrerosgaloneados.Aquímetrajeron.Yahabíapasadoportodoslosescalonesdelaescala,salvouno.Apartirdeahora,robarunpañueloomataraunhombreeralomismoparamí;aúnhabíauna reincidenteque aplicarme.Sólome faltabapasar por el de laguadaña.Fuecosarápida.Afemíaquecomenzabayaavolvermeviejoyanoservirparanada.Mipadresecasóconlaviuda,yyomeretiroalaabadíadelMontedelosLamentos.Esoestodo,camarada.

Escuchándolo,me había quedado estupefacto. El hombre se ha puesto areír con más fuerza todavía que al comenzar, y ha querido tomarme de lamano.Yoheretrocedidoconhorror.

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—Amigo—mehadicho—,noparecesmuyvaliente.Nohagaselbragazasdelantede la carlina.Mira, hayunmomentodifícil queuno tienequepasarsobre la encartelada; pero ¡se va enseguida! Me gustaría estar allí paraenseñarte la voltereta. ¡Por todos los dioses!Me dan ganas de no apelar siquierenpasarmeporlaguadañahoymismo,contigo.Elmismosacerdotenosserviráalosdos;nomeimportaquedarmecontussobras.Yavesquesoyunbuenmuchacho.¡Eh!Dime,¿quéteparece?¡Amistad!

Hadadounpasomásparaacercarseamí.

—Señor—lehecontestado,rechazándolo—,seloagradezcomucho.

Nuevascarcajadasantemirespuesta.

—¡Ah!¡Ah!¡Señor,sumajestadesmarqués!¡Unmarqués!

Loheinterrumpido:

—Amigomío,necesitouninstantederecogimiento,déjemeusted.

La gravedad de mis palabras lo ha tornado súbitamente pensativo. Hasacudido su cabeza gris y casi calva; después, rascándose con las uñas elpechovelludoqueseofrecíadesnudobajolacamisaabierta,harespondido:

—Comprendo—hamurmuradoentredientes—;enrealidad,eljabalí…

Después,trasalgunosminutosdesilencio:

—Mireusted—hadichocasicontimidez—,esustedmarqués,yesoestámuybien;peroahí tieneunbello redingotequeyano leservirádenada.Elchironaseloquedará.Démelo,lovenderéparacomprartabaco.

Mehequitadomiredingoteyseloheentregado.Sehapuestoaaplaudirconunaalegríainfantil.Entonces,viendoqueyomehabíaquedadoencamisayquetiritaba,hadicho:

—Tienefrío,señor,póngaseesto; llueve;semojaráusted.Además,en lacarretahayqueirbienvestido.

Mientraslodecíasequitabasugruesovestidodelanaymeloponíaenlosbrazos.Lohedejadohacer.

Entonces he ido a apoyarme contra elmuro; no sabría explicar el efectoquemecausabaestehombre.Sehabíapuestoaexaminarelredingotequelehabíadado,ylanzabaacadainstantegritosdealegría.

—¡Los bolsillos están nuevos! ¡El cuello no está gastado! Me darán almenosquincefrancos.¡Quéfelicidad!¡Tabacoparamisseissemanas!

La puerta ha vuelto a abrirse. Venían a buscarnos a ambos; a mí, paraconducirmealahabitaciónenlacualelcondenadoesperasuhora;aél,para

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llevarloaBicêtre.Riendo,elhombresehapuestoenmediodelpiquetequedebíaacompañarlo,ydecíaalosgendarmes:

—Esosí,¡noseequivoquen!Elseñoryyohemoscambiadodeforro,peronometomenporél.¡Diablos!¡Nomegustaríanadaahoraquetengoconquécomprartabaco!

XXIV

Eseviejomalvadosehallevadomiredingote,puesnohesidoyoquienselohadado,yacambiomehadejadoesteharapo,suchaquetainfame.¿Quiénpensaránquesoy?

Nohasidopordescuidoocaridadquelehedejadollevarsemiredingote.No;hasidoporqueéleramásfuertequeyo.Simehubieranegado,elhombremehabríagolpeadoconsusgrandespuños.

¡Ah,caridad!¡Cómono!Mesentía llenodemalossentimientos.Hubieraqueridopoderestrangularloconlasmanos,¡viejoladrón!¡Aplastarloconlospies!

Sientoelcorazónllenodefuriaydeamargura.Creoquelabolsadehielsemehareventado.Lamuertenosvuelvemalvados.

XXV

Mehantraídoaunaceldadondenohaymásquelascuatroparedes,conmuchosbarrotesen laventanay,niquedecir tiene,muchascerradurasen lapuerta.

Hepedidounamesa,unasillayútilesparaescribir.Melohantraídotodo.

Despuéshepedidounacama.Elcarceleromehamiradoconesamiradasorprendidaquequieredecir:«¿Dequétesirveya?».

Ysinembargo,hanarmadouncatredetijeraenlaesquina.Peroalmismotiempoungendarmehavenidoa instalarseenloquellaman«mirecámara».¿Acasotienenmiedodequemeahorqueconelcolchón?

XXVI

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Sonlasdiez.

¡Pobre hijitamía! Seis horasmás y estarémuerto. Seré algo repugnantequedarátumbossobrelamesafríadelosanfiteatros;unacabezaquemoleránde un lado, un tronco que disecarán del otro; con lo que quede despuésllenaránunataúdyloenviaránaClamart.

Esoesloqueharáncontupadreestoshombres,quenomeodian,quemecompadecen todos y podrían salvarme. Me van a matar. ¿Lo comprendes,Marie? ¡Mematarán a sangre fría, en una ceremonia, por el bien de todos!¡Ah,Diosmío!

¡Pobre pequeña! ¡Tu padre que tanto te quería, tu padre que besaba tucuelloblancoyperfumado,quesincesarpasabalamanoporlosbuclesdetupelocomosifuerandeseda,quetomabaensusmanostubellacaritaredonda,quetehacíasaltarsobresusrodillas,yenlanocheuníatusmanospequeñaspararezarleaDios!

¿Quiénteharátodoesoenadelante?¿Quiéntequerrá?Todoslosniñosdetuedadtendránunpadre,exceptotú.¿Cómoteacostumbrarásaprescindir,miniña, del día de AñoNuevo, de los estrenos, de los bellos juguetes, de losdulces y los besos? ¿Cómo te acostumbrarás a prescindir, huérfanadesgraciada,debeberydecomer?

¡Oh!¡Sialmenoshubieranvistolosjuradosamibella,mipequeñaMarie!Habríancomprendidoquenohayquemataralpadredeunaniñadetresaños.

Ycuandoseamayor,sillegaaserlo,¿enquéseconvertirá?Supadreseráuno de los recuerdos del pueblo de París. Se avergonzará de mí y de minombre;serádespreciada,rechazada,serávilporculpamía,yoquelaquierocon toda la ternura y con todo el corazón. ¡Oh,Marie adorada! ¿En verdadsentirásvergüenzayhorrordemí?

¡Miserable!¡Quécrimencometí,yquécrimenhagocometeralasociedad!

¡Oh! ¿Seré yo en verdad? Ese ruido sordo de gritos que oigo venir defuera,esasoleadasdegentealegrequecaminanconprisahacia losmuelles,esos gendarmes que se preparan en sus cuarteles, ese sacerdote con hábitonegro,eseotrohombredemanos rojas, ¡existenpormí! ¡Soyyoquienvaamorir!Yo,elmismoqueestáaquí,quevive,quesemueve,querespira,queestá sentado frente a estamesa, la cual se parece a otramesa, y podría portantoestarenotraparte;¡yo,enfin,esteyoquetocoysiento,ycuyovestidoformalosplieguesqueaquíveo!

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XXVII

¡Sicuandomenossupieracómoocurretodo,dequémaneramuereunoalláarriba!Peroeshorrible:nolosé.

Elnombredeaquellacosaesespantoso,ynocomprendocómohepodidohastaahoraescribirloypronunciarlo.

Lacombinacióndeestasdiez letras,suaspecto,sufisonomía,estáhechaparadespertarideasterribles,yelmalhadadomédicoquelainventóteníaunnombrepredestinado.

Laimagenqueasocioconestarepugnantepalabraesvaga,indeterminada,yporellotantomássiniestra.Cadasílabaescomounapiezadelamáquina.Enmiimaginación,construyoydemuelosincesarestemonstruosoandamiaje.

Nomeatrevoahacerpreguntassobreesteasunto,peroeshorriblenosabercómo será, ni cómo afrontarlo. Parece que hay una báscula y que a uno loacuestan boca abajo… ¡Ah! ¡Mis cabellos se pondrán blancos antes de quecaigamicabeza!

XXVIII

Sinembargo,yalahevislumbradounavez.

Pasaba por la plaza de la Grève, en coche, un día hacia las once de lamañana.Derepente,elcochesedetuvo.

Había una multitud en la plaza. Saqué la cabeza por la portezuela. Elpopulachollenaba laGrèveyelmuelle,ymujeres,hombresyniñosestabandepiesobreelparapeto.Sobrelascabezasseveíaunaespeciedeestradodemaderarojaquetreshombreslevantaban.

Uncondenadoibaaserejecutadoesemismodía,yestabanconstruyendolamáquina.

Medilavueltaantesdeverlo.Juntoalcochehabíaunamujerqueledecíaaunniño:

—¡Mira,mira!Lacuchillanocortabien,vanaengrasarlaranuraconuntrozodevela.

Eso es probablemente lo que hacen ahora mismo. Acaban de sonar lasonce.Sindudaestánengrasandolaranura.

¡Ah!Estavez,infeliz,nomedarélavuelta.

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XXIX

¡Oh,el indulto,el indulto!Quizámeconcedanel indulto.Elreynotienenada que reprocharme. ¡Que vayan a buscar a mi abogado! ¡Rápido, elabogado!Aceptocongustolasgaleras.Cincoañosdegaleras,yenpaz…,oveinte años, o a perpetuidad con el hierro rojo. Pero ¡que me concedan lagraciadelavida!

Ungaleote,almenos,camina;vieneyva,puedeverelsol.

XXX

Elsacerdotehavuelto.

Tienecabellosblancos,aspectoamable,unafigurabuenayrespetable;es,enefecto,unhombreexcelenteycaritativo.Estamañanalohevistovaciarsubolsasobrelasmanosdelosprisioneros.¿Cómoesqueensuvoznohaynadaqueconmuevaniqueparezcaconmovido?¿Cómoesquenomehadichonadatodavíaquemeafectelainteligenciaoelcorazón?

Estamañana, yo estaba perdido.Apenas he alcanzado a escuchar lo queme decía. Sin embargo, sus palabras me han parecido inútiles, y me handejado indiferente; me han resbalado como esta lluvia fría sobre el vidrioescarchado.

Ysinembargo,cuando,haceunrato,haentradoysehaacercadoamí,elsolohechodeverlomehasentadobien.Entretodosestoshombres,medije,eselúnicoquesiguesiendounhombreparamí.Yhesentidounasedintensadepalabrasbuenasyconsoladoras.

Noshemossentado,élenlasilla,yoenlacama.Mehadicho:

—Hijomío…

Estapalabramehaabiertoelcorazón.Enseguida,élhadicho:

—Hijomío,¿creesenDios?

—Sí,padre—leherespondido.

—¿CreesenlaSantaIglesiaCatólica,ApostólicayRomana?

—Debuengrado—lehedicho.

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—Hijomío—hacontinuado—,parecequetienesdudas.

Entoncessehapuestoahablar.Hahabladounbuenrato;hadichomuchaspalabras;después,cuandohadadoporfinalizadosudiscurso,sehalevantadoymehamiradoporprimeravez,interrogándome:

—¿Ybien?

Ensondeprotesta,lehedichoquelohabíaescuchadoconavidezprimero,despuésconatención,despuéscondevoción.

Yotambiénmehelevantado.

—Señor—lehedicho—,leruegoquemedejesolo.

Mehapreguntado:

—¿Cuándohedevolver?

—Seloharésaber.

Entonces ha salido, sin cólera, pero negando con la cabeza, comodiciéndoseasímismo:«¡Unimpío!».

No:pormásbajoquehayacaído,nosoyunimpío,yDiosestestigodemifeenél.Pero¿quémehadichoesteviejo?Nadasentido,nadaenternecedor,nadaquelesalieradelalma,nadaqueviniesedesucorazónparaentrarenelmío, nada que viajase entre él y yo. Al contrario, no sé qué cosas vagas,átonas, aplicables a todo y a todos; enfático donde hubiese debido serprofundo, llano donde hubiese debido ser simple; una especie de sermónsentimentalyelegía teológica.Aquíyallá,unacita latina.SanAgustín, sanGregorio, ¿qué sé yo?Además parecía que recitara una lección ya recitadaveinte veces, que repasara un tema inutilizado en su memoria a fuerza deconocerlo.Niunamiradaalosojos,niunacentoenlavoz,niungestodelasmanos.

Y¿cómopodríaocurrirdeotraforma?Estesacerdoteeselcapellántitulardelaprisión.Sumisiónesconsolaryexhortar,ydeesovive.Esalosgaleotesyaloscondenadosamuerteaquienesincumbesuelocuencia.Éllosconfiesaylosasisteporquetienequecumplirconsutrabajo.Haenvejecidollevandoaloshombresalamuerte.Desdehacemuchotiemposehaacostumbradoaloqueestremecea losdemás;supelo,empolvadodeblanco,yanoseponedepunta; las galeras y el cadalso son para él cosas cotidianas. Está hastiado.Probablementetengasucuaderno:entalpágina,losgaleotes;entalpágina,loscondenadosamuerte.Lavísperaleadviertenquehabráqueconsolaraalguienal día siguiente; pregunta de qué se trata, ¿galeote o condenado?, relee lapáginacorrespondiente;yentoncesviene.DeestamanerasucedequelosquevanaToulonylosquevanalaGrèvesonparaélunlugarcomún,yélesunlugarcomúnparaellos.

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¡Oh! Que me vayan a buscar, a cambio de esto, un vicario joven o unsacerdote viejo, al azar, en la primera parroquia que aparezca; que losorprendanfrentealfuego,leyendosulibroytotalmentedesprevenido,yqueledigan:

—Hayunhombrequeva amorir, tieneque serustedquien lo consuele.Tieneustedqueestarallícuandoleatenlasmanos,cuandolecortenelpelo;tieneustedquesubirseensucarretaconsucrucifijoparaocultarlealverdugo;tieneustedquesentirjuntoaéleltraqueteodelcaminohastalaGrève;tieneustedqueatravesarconéllahorriblemultitudsedientadesangre;tieneustedqueabrazarloalpiedelcadalso,yquedarsehastaquelacabezaestéaquíyelcuerpomásallá.

Queme lo traigan, entonces, palpitante y tembloroso de la cabeza a lospies;quemearrojenentresusbrazos,asusrodillas;yllorará,ylloraremos,yseráelocuente,ymeconsolará,ymicorazónsedesinflaráenelsuyo,ytomarámialmayyotomarésuDios.

Pero¿quésignificaestebuenhombreparamí?¿Quésoyyoparaél?Unindividuodelaespeciedesgraciada,unasombracomotantasquehavistoya,unnúmeroqueañadiralacifradelasejecuciones.

Quizámeequivoquealrechazarloasí;éleselbuenoyyosoyelmalo.Pordesgracia,esonoesculpamía.Esmialientodecondenadoelqueloarruinaylomarchitatodo.

Acabandetraermealgoparacomer;hanpensadoquedebíadenecesitarlo.Una comida delicada y fina, un pollo,me parece, e incluso algomás. Puesbien, he intentado comer; pero al primer bocado, todo semeha caídode laboca,tanamargoyfétidomehaparecido.

XXXI

Acabadeentrarunseñorconsusombrerobienpuestosobrelacabezaqueapenas simehamirado, y enseguida ha abierto una cintamedidora y se hapuestoamedirdeabajoarriba laspiedrasde lapared,hablandoenvozmuyaltaparadevezencuandodecir:«Esoes»;ydevezencuando:«No,esono».

Le he preguntado al gendarme quién era el hombre. Parece que es unaespeciedesubarquitectoquetrabajaenlaprisión.

A él, por su lado, se le ha despertado la curiosidad acerca de mí. Haintercambiado algunas medias palabras con el llavero que lo acompañaba;después,haclavadouninstantesusojosenmí,hasacudidolacabezaconaire

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despreocupado,yhavueltoaponerseahablarenvozaltayatomarmedidas.

Terminadasutarea,semehaacercadodiciéndomeconsuvozestrepitosa:

—Mibuenamigo,enseismeseséstaseráunaprisiónmuchomejor.

Ysugestoparecíaañadir:«Esunalástimaqueustednovayaadisfrutarla».

Casisonreía.Hecreídoverelmomentoenquesemofaríaamablementedemí,comobromeaunosobrelareciéncasadaenlanochedebodas.

Mi vigilante, un viejo soldado con galones, se ha encargado de larespuesta.

—Señor—leha dicho—, en la habitaciónde unmuerto no se habla tanalto.

Elarquitectosehamarchado.

Yyo,yoestabaallí,comounadelaspiedrasqueelhombremedía.

XXXII

Despuésmehasucedidoalgoridículo.

Hanvenidoarelevaralbuenodemivigilante,alcual,ingratoegoístaquesoy,nitansiquieraleheestrechadolamano.Lohareemplazadootrapersona:unhombredefrentedeprimida,ojosdebuey,carainepta.

Por lo demás, no le he prestado lamenor atención. Sentado frente amimesa, le daba la espalda a la puerta; intentaba refrescarme la frente con lamano,ylospensamientosmeturbabanelespíritu.

Un golpe ligero sobre mi hombro me ha hecho girar la cabeza. Era elnuevogendarme,conquienmeencontrabasolo.

Heaquídequésuerte,másomenos,mehadirigidolapalabra.

—Criminal,¿tieneustedbuencorazón?

—No—lehedicho.

Al parecer, la brusquedad de mi respuesta lo ha desconcertado. Sinembargo,hacontinuado,vacilante:

—Nadieesmaloporelgustodeserlo.

—¿Por qué no? —he replicado—. Si es para decirme esto, déjeme.¿Adóndequierellegar?

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—Perdoneusted—harespondido—.Sólodospalabras.Setratadeesto:sipudieraustedhacer feliz aunpobrehombre,yno le costaranada, ¿loharíausted?

Helevantadoloshombros.

—¿Acaso viene usted de Charenton? Ha escogido un terreno muyparticularparacultivarlafelicidad.¡Yo,hacerfelizaalguien!

El hombre ha bajado la voz y ha tomado un aire misterioso, que no seadecuabaenabsolutoasucaradeidiota.

—Sí,criminal:sí,felicidad;sí,fortuna.Todoesomellegarádeusted.Mireusted:soyunpobregendarme.Elservicioespesado;micaballomeperteneceymeestáarruinando.Ahorabien, juegoa la loteríaparacompensar.Algunaastuciasehadetener.Hastaahora,paraganarnomehafaltadomásquetenerunbuennúmero.Por todaspartes losbuscoque sean seguros; siempre fallopormuypoco.Pongoelsetentayseis;saleelsetentaysiete.Pormásquelosalimente, no se me acercan… (Un poco de paciencia, por favor, que yatermino). Ahora bien, aquí hay una buena oportunidad para mí. Parece,perdón,criminal,quehoyessu turno.Esunhechoque losmuertosquesonsuprimidos de esta forma son capaces de ver de antemano la lotería.Prométamevenirmañanaporlanoche,¿quélecuesta?Adarmetresnúmeros,tresnúmerosbuenos,¿eh?Tranquilícese:nomedanmiedolosespectros.Éstaesmidirección:CuartelPopincourt,escaleraA,n.º26,alfondodelcorredor.Mereconocerá,¿verdad?Puedevenirestanoche,silevamejor.

Habría desdeñado responder a este imbécil si una loca esperanza nomehubieraatravesadoelespíritu.Enlaposicióndesesperadaenlaqueestoy,unocreeavecesqueseríacapazderomperunacadenaconunpelo.

—Escucha —le he dicho fingiendo tanto como está en disposición dehacerloquienvaamorir—,yopuedo,enefecto,volvertemásricoqueelrey,hacerqueganesmillones.Conunacondición.

Élabríaunosojosestúpidos.

—¿Cuál es? ¿Cuál es? Haré cuanto esté en mi mano para complacerlo,señorcriminal.

—Enlugardetresnúmeros,teprometocuatro.Cámbiatelaropaconmigo.

—¡Si no es más que eso! —ha exclamado al tiempo que deshacía losprimerosbrochesdesuuniforme.

Yomehabíalevantadodemisilla.Observabatodossusmovimientos,yelcorazónme palpitaba. ¡Ya podía ver las puertas abrirse ante el uniforme degendarme,ylaplaza,ylacalle,yelPalaciodeJusticiatrasdemí!

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Peroelhombresehadadolavueltaconaireindeciso.

—¡Ah!¿Noseráparasalirdeaquí?

He comprendido que todo estaba perdido. Sin embargo, he hecho unúltimoesfuerzo,completamenteinútileinsensato.

—Asíes—lehedicho—,perotufortunaestáasegurada…

Mehainterrumpido.

—¡No, no! ¡Nadade eso!Y ¿mis números?Paraque seanbuenos, tieneustedqueestarmuerto.

Hevueltoasentarme,mudoymásdesesperadotraslaesperanzaquehabíatenido.

XXXIII

He cerrado los ojos, me los he cubierto con lasmanos, y he tratado deolvidar,deolvidarelpresenteenelpasado.Mientrassueño,losrecuerdosdemi infancia y mi juventud vuelven a mí, uno por uno, suaves, tranquilos,risueños, como islas de flores sobre este remolino de negros y confusospensamientosquegiraenmicerebro.

Meveodeniño,colegialalborozadoyfresco,jugando,corriendo,gritandocon mis hermanos en la alameda verde de ese jardín salvaje dondetranscurrieronmisprimerosaños,antiguocercadode religiososquedomina,consucabezadeplomo,lasombríacúpuladelVal-de-Grâce.

Después, cuatro años más tarde, allí estoy de nuevo, niño aún, pero yasoñadoryapasionado.Hayunajovencitaeneljardínsolitario.

Laespañolita,consusgrandesojosysuslargoscabellos,supielmorenaydorada, sus labios rojos y susmejillas rosadas, la andaluza de catorce años,Pepa.

Nuestrasmadresnoshandichoquevayamosjuntosacorrer:hemosvenidoapasearnos.

Noshandichoquevayamosajugar,yhablamos;somosniñosdelamismaedad,peronodelmismosexo.

Sin embargo, hace apenas un año corríamos, luchábamos juntos. MedisputabaconPepita lamanzanamásbelladelmanzano; lagolpeabaporunnido de pájaro. Ella lloraba; yo decía: «¡Te está bien empleado!».Y ambosíbamosaquejarnosanuestrasmadres,quenosreñíanenvozaltaynosdaban

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larazónenvozbaja.

Ahora ella se apoya en mi brazo, y me siento orgulloso y conmovido.Caminamoslentamente,hablamosenvozbaja.Elladejacaersupañuelo;yose lo recojo. Nuestras manos tiemblan al tocarse. Ella me habla de lospajaritos,delaestrellaquevemosalolejos,delocasorojotraslosárboles,obiendesusamigosdepensión,desuvestidoydesuscintas.Decimoscosasinocentesyambosnosruborizamos.Lapequeñasehavueltounajovencita.

Esa tarde—era una tarde de verano—, estábamos bajo los castaños, alfondo del jardín. Después de uno de esos largos silencios que llenabannuestrospaseos,seapartóderepentedemibrazo,ymedijo:«¡Corramos!».

Aúnpuedoverla,ibavestidadenegro,delutoporsuabuela.Unaideadeniñalepasóporlacabeza,PepavolvióaserPepita,ymedijo:«¡Corramos!».

Sepusoacorrerdelantedemíconsutallefinocomoelcorsédeunaabejay sus pies pequeños que le alzaban hasta media pierna el vestido. Yo laperseguía, ella escapaba; el viento de su carrera levantabapormomentos suesclavinanegraymedejabaversuespaldamorenayfresca.

Yoestabaextasiado.Laalcancécercadelviejosumideroenruinas;latoméporlacintura,usandoelderechodelavictoria,ehicequesesentarasobreunbancodehierba;ellanoseresistió.Estabasinaliento,yreía.Yoestabaserio;mirabasusnegraspupilasatravésdesuspestañasnegras.

—Siénteseaquí—medijo—.Todavíahayluz,leamosalgo.¿Llevaustedunlibro?

YollevabaconmigoelsegundotomodelosViajesdeSpallanzani.Loabríalazar,meacerquéaella,ellaapoyósuhombrocontraelmío,ynospusimosaleercadaunoporsucuenta,envozbaja,lamismapágina.Antesdepasarala siguiente, ella siempre tenía que esperarme. Mi inteligencia era menosrápidaquelasuya.

—¿Haterminado?—medecía,yyonohabíahechosinocomenzar.

Y mientras nuestras cabezas se tocaban y nuestras respiraciones seacercabanpocoapoco,nuestrasbocasseacercaron,derepente.

Cuando quisimos continuar con nuestra lectura, el cielo ya estabaestrellado.

—¡Oh,mamá,mamá!—dijo ella al volver a casa—. ¡Si supieras cuántohemoscorrido!

Yoguardabasilencio.

—Nodicesnada—medijomimadre—,parecestriste.

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Enmicorazónestabaelparaíso.

Esunatardedelaquemeacordarétodalavida.

¡Todalavida!

XXXIV

Acabandedarlahora.Nosécuál:oigomalelmartillodelreloj.Meparecetener un ruido de órgano en las orejas; es el zumbido de mis últimospensamientos.

Eneste supremo instanteenqueme recojodentrodemis recuerdos,veocon horror mi crimen; pero quisiera arrepentirme más todavía. Tenía másremordimientos antes de mi condena; desde entonces, parece que no hayespaciomásqueparamispensamientosdemuerte.Y, sin embargo,quisieraarrepentirmemuchomás.

Cuando,despuésdesoñarunosminutoscon loquehaydepasadoenmivida, regreso al hachazo que dentro de poco debe terminar con ella, meestremezcocomoanteunacosanueva.¡Mibellainfancia!¡Mibellajuventud!Teladoradadeextremoensangrentado.Entreelentoncesyelahorahayunríodesangre,lasangredelotroylamía.

Si un día leen mi historia, después de tantos años de inocencia y defelicidad,noquerráncreerenesteañoexecrablequeseabreconuncrimenysecierraconunsuplicio;mihistoriatendráunaspectodesparejo.

Y sin embargo, leyes miserables, hombres miserables, ¡no he sido unhombremalvado!

¡Oh!¡Morirenpocashoras,ypensarquehaceunaño,undíacomohoy,eralibreypuro,dabamispaseosdeotoño,errababajolosárboles,caminabasobrelashojas!

XXXV

Hayenestemismoinstante,muycercademí,enestascasasqueformanuncírculoalrededordelPalaciodeJusticiayde laGrève,yenParísentero,hombresquevanyvienen,conversanyríen, leenelperiódico,seocupandesusasuntos;comerciantesquevenden;jovencitasquepreparansusvestidosdebaileparaestanoche;madresquejueganconsushijos.

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XXXVI

Recuerdoqueundía, siendoniño, fuiaver lacampanamayordeNotre-Dame.

Mesentíaaturdidoya, trassubir laoscuraescaleraencaracol, trashaberrecorrido la endeblegalería queune lasdos torres, tras haber tenido aParísbajomispies,cuandoentréen lacajadepiedraymaderajedondecuelga lacampanaconsubadajo,quepesaunmillar.

Avancétemblandosobrelastablasmalajustadas,mirandoacortadistanciaaquella campana tan famosa entre los niños y el pueblo de París, ypercatándome,nosinespanto,dequelostejadilloscubiertosdepizarrascuyosplanos inclinados rodean el campanario estaban al nivel demis pies.En losintervalosveía,avuelodepájaro,enciertomodo,laplazadeNotre-Dame,ylostranseúntescomohormigas.

De repente, tañó la enormecampana,unavibraciónprofunda removió elaire e hizooscilar la pesada torre.El suelo saltaba sobre las vigas.El ruidoestuvo a punto de derribarme; me tambaleé, a punto de caer, a punto dedeslizarmesobrelostejadillosdepizarrasinclinadas.Aterrorizado,meacostésobre las tablas,meabracé fuertementeaellas, sinpalabras, sinaliento,conese formidable tañido enmis oídos y ese precipicio bajo los ojos, esa plazaprofundadondesecruzabantantoscaminantesapaciblesyenvidiados.

Puesbien,meparecequeestoytodavíaenla torredelacampanamayor.Todoesalavezunaturdimientoyundeslumbramiento.Haycomounruidodecampanaquesacude lascavidadesdemicerebro;yamialrededoryanopuedoveresavidaplanay tranquilaquehedejado(ypor lacual losdemáshombres aún deambulan) más que de lejos y a través de las grietas de unabismo.

XXXVII

Elayuntamientoesunedificiosiniestro.

Consutechoagudoyrígido,supequeñocampanariocurioso,sugranrelojblanco,suspisosdecolumnascortas,susmilventanas,susescalerasgastadasporlospasos,susdosarcosaderechaeizquierda,seencuentraalmismonivelquelaGrève;sombrío,lúgubre,lafachadacarcomidaporlavejez,ytannegro

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quesevenegroalaluzdelsol.

Losdíasdeejecución,vomitagendarmesportodassuspuertas,yobservaalcondenadocontodassusventanas.

Yenlanoche,elreloj,quehamarcadolahora,permaneceluminososobrelafachadatenebrosa.

XXXVIII

Eslaunaycuarto.

Estoesloquesientoahora:

Unviolentodolordecabeza.Los riñones fríos, la frentehirviendo.Cadavezquemelevantoomeinclino,meparecequehayunlíquidoenmicerebroquegolpeamissesoscontralasparedesdelcráneo.

Tengoestremecimientosconvulsivos,ydevezencuandolaplumasemecaedelasmanoscomoporunasacudidagalvánica.

Losojosmeescuecencomosimeencontraraenmediodelhumo.

Meduelenloscodos.

Doshorasycuarentaycincominutosmás,yestarécurado.

XXXIX

Dicenquenoesnada,queunonosufre,queesunfindulce,quelamuerte,deestaforma,sesimplificamucho.

¡Eh!Y¿quésignificaentoncesestaagoníadeseismesesyelestertordeundíaentero?¿Quésignificanlasangustiasdeestedíairreparable,quecorretanlentoytanveloz?¿Quésignificaestaescaleradetorturasquedesembocaenuncadalso?

Aparentemente,aesonolollamansufrir.

¿Acasonosientoahoraelmismoestremecimientoquecuandolasangreseconsume gota a gota o cuando la inteligencia se apaga pensamiento apensamiento?

Yademás,¿cómopuedenestarsegurosdequenosesufre?¿Quiénselohadicho? ¿Oesquequizá algunavezhanvisto levantarseuna cabeza cortada,

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bañadaensangre,quedesdeelbordedelcestohayagritadoalpueblo:«¡Estonoduele!»?

¿Acaso algún guillotinado ha regresado, agradecido asegurando: «Québueninvento.Siganadelante.Lamecánicaesmagnífica»?

¿Robespierre?¿LuisXVI?

¡Nadadeeso!Enmenosdeunminuto,enmenosdeunsegundo,lacosasetermina. ¿Acaso se han puesto jamás, cuandomenos de pensamiento, en ellugardequienestáallí,enelmomentoenqueelpesadofiloquecaemuerdelapiel,rompelosnervios,destrozalasvértebras…?¡Nada!¡Mediosegundo!Eldoloresescamoteado…¡Quéhorror!

XL

Esextrañoquepiensesincesarenelrey.Pormásqueintenteevitarlo,pormásquesacudalacabeza,hayunavozquemedicealoído:

—Hay en esta ciudad, a esta misma hora y no lejos de aquí, en otropalacio, un hombre que tiene también guardias en todas sus puertas, unhombreúnicoentreelpueblo,comotú,conladiferenciadequeestehombreestá arriba del todo, mientras que tú estás abajo. Su vida entera, minuto aminuto, no es más que gloria, grandeza, delicias, embriaguez. Todo a sualrededoresamor, respeto,veneración.Lasvocesmásaltasseconviertenensusurrosparahablarleylasfrentesmásorgullosasseinclinan.Antesusojos,no hay más que oro y seda. A esta misma hora, celebra algún consejo deministros en el cual todos son de su parecer, o bien piensa en la caza demañana, en el baile de esta noche, seguro de que la fiesta llegará puntual ydejandoalosdemásel trabajodesusplaceres.Puesbien,estehombreesdecarneyhueso,comotú.Yparaqueenestemismoinstantesederrumbaraelcadalso, para que todo te fuera devuelto, vida, libertad, fortuna, familia,bastaría conque esehombre escribiese con esta pluma las siete letras de sunombresobreuntrozodepapel,oquesucarrozasetoparacontucarreta.¡Yesunhombrebueno,yquizánoexigiríamás,aunquenadadeesosucederá!

XLI

¡Puesbien!Tengamos coraje frente a lamuerte, tomemos esta espantosaideaconambasmanosymirémoslaalacara.Pidámoslecuentasdeloquees,

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sepamos lo que nos reclama, démosle la vuelta en todos los sentidos,deletreemoselenigma,ymiremosdeantemanonuestratumba.

Mepareceque,encuantosecierrenmisojos,veréunainmensaclaridadyabismosdeluzporloscualesmiespíriturodarásinfin.Meparecequeelcieloserá luminoso por su propia esencia, que los astros serán en él manchasoscuras,yqueenlugardeser,comosonparalosojosvivos,lentejuelasdeorosobreterciopelonegro,pareceránpuntosnegrossobreuntelóndorado.

Oacaso,miserabledemí,seráunhorribleabismo,profundo,conparedestapizadas de tinieblas, por el cual caeré sin cesar mientras veo formasremoverseenlasombra.

O bien me despertaré tras el golpe, y me encontraré quizá sobre unasuperficieplanayhúmeda,arrastrándomeenlaoscuridadygirandosobremímismocomounacabezaquerueda.Meparecequehabráunvientofuertequeme estremecerá, y que me hará chocar aquí y allá contra otras cabezasrodantes. Habrá en ciertos lugares charcas y riachuelos de un líquidodesconocidoytibio;todoestaráoscuro.Cuandomisojos,ensurotación,girenhacia arriba, no verán más que un cielo de sombras cuyas capas espesaspesaránsobreellos,ylejos,alfondo,grandesarcosdehumomásnegrosquelas tinieblas.Verán tambiénpequeñosdestellos rojos revolotear en lanoche,loscuales,alacercarse,se transformaránenpájarosdefuego.Yasíseráportodalaeternidad.

EstambiénposiblequeenciertasfechaslosmuertosdelaGrèvesereúnansobreestaplazaquelespertenece.Seráunamultitudpálidayensangrentada,yyonofaltaré.Nohabráluna,yhablaremosenvozbaja.Elayuntamientoestaráallí,consufachadacarcomida,sutechodesmenuzado,ysurelojquenohabrátenidopiedaddenadie.Habrásobrelaplazaunaguillotinadelinfiernoconlaque un demonio ejecutará a un verdugo; aquello será a las cuatro de lamañana.Encuantoanosotros,estavezseremoselpúblico.

Esprobablequeasíocurra.Perosiesosmuertosregresan,¿bajoquéformalo hacen? ¿Qué conservan de su cuerpo incompleto y mutilado? ¿Quéescogen?¿Eslacabezaoeltroncoelespectro?

¡Ay!¿Quéhacelamuerteconnuestraalma?¿Quénaturalezaledeja?¿Quépuededarle,quépuedequitarle?¿Dóndelapone?¿Leprestaojosdecarnedevezencuando,paramirarhacialatierrayllorar?

¡Ah!¡Unsacerdote!¡Unsacerdotequelosepa!¡Quierounsacerdoteyuncrucifijoparabesarlo!

¡Diosmío,siemprelomismo!

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XLII

Lehepedidoenmisrezosquemedejasedormir,ymeheechadosobremicama.

Enefecto, teníaunflujodesangreenlacabezaquemehahechodormir.Esmiúltimodescansodeestaclase.

Hetenidounsueño.

Hesoñadoqueeradenoche.Meparecíaqueestabaenmidespachocondosotresdemisamigos,norecuerdocuáles.

Mimujerestabaacostadaennuestrahabitación,justoallado,ydormíaconsuniña.

Misamigosyyohablábamosenvozbaja,yloquedecíamosnosasustaba.

De repente, me pareció oír un ruido que venía de alguna de las otrasestanciasdelpiso.Unruidodébil,extraño,indeterminado.

Misamigostambiénlohabíanoído.Escuchamos:eracomounacerraduraqueseabrelentamente,comounpestilloquealguienlevantasinhacerruido.

Algonosparalizaba:teníamosmiedo.Pensábamosquequizásetrataradeladronesquesehabíanintroducidoenmicasaaesahora tanavanzadadelanoche.

Resolvimosiraecharunvistazo.Melevanté,cogílavela.Misamigosmeseguían,unodetrásdelotro.

Atravesamoslahabitacióndeallado.Mimujerdormíaconsuniña.

Enseguidallegamosalsalón.Nada.Losretratosestabaninmóvilesensusmarcosdoradosysobrelacolgaduraroja.Meparecióquelapuertaquedabadelsalónalcomedornoestabaensuposiciónhabitual.

Entramosalcomedor; locruzamos lentamente.Yo ibadelante.Lapuertadelaescaleraestababiencerrada,tambiénlasventanas.Alllegarcercadelaestufa,viqueelroperoestabaabierto,yquelapuertadeestearmarioestabacubriendolaesquina,comoparaesconderla.

Esomesorprendió.Pensamosquehabíaalguiendetrás.

Acerquélamanoalapuertaeintentécerrarla;seresistió.Asombrado,tiréconmás fuerza, lapuertacedióbruscamente,ydescubrimosaunaviejecita,inmóvil,depie,conlasmanoscolgandoylosojoscerrados,ycomoadheridaalaesquina.

Aquelloteníaalgodeespantoso,ylospelossemepusierondepuntacon

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tansólopensarlo.

Preguntéalavieja:

—¿Quéhaceustedahí?

Ellanorespondió.

Lepregunté:

—¿Quiénesusted?

Ellanorespondió,nosemovió,ypermanecióconlosojoscerrados.

Misamigosdijeron:

—Seguramenteeslacómplicedelosqueentraronconmalasintenciones;habránescapadoaloírnosvenir;ellanohapodidohuirysehaescondidoaquí.

Lahe interrogadodenuevo,ellacontinuabasinvoz,sinmovimiento,sinmirada.

Unodenosotroslahaempujado,ylaviejahacaído.

Hacaídodeunapieza,comounpedazodemadera,comoalgomuerto.

La hemos sacudido con el pie, y después dos de nosotros la hemoslevantadoyapoyadodenuevocontralapared.Ellanohadadoningunaseñalde vida. Le hemos gritado al oído, y ella ha permanecido muda, como siestuvierasorda.

Mientras tanto, íbamosperdiendo lapaciencia,yhabía algodecólera ennuestroterror.Unodeellosmehadicho:

—Acérquelelavelaalabarbilla.

Lehepuestolamechaencendidabajolabarbilla.Entonces,ellahaabiertounojoamedias,unojovacío,apagado,horrible,quenomiraba.

Heretiradolallamaylehedicho:

—¡Ah,porfin!¿Ahoravasaresponder,viejabruja?¿Quiéneres?

Elojosehavueltoacerrarcomoporsísolo.

—Una vez no basta —han dicho los otros—. ¡De nuevo la vela! ¡Denuevo!Tendráquehablar.

Hevueltoaponerlavelabajolabarbilladelavieja.

Entonces,ellahaabierto losdosojos lentamente,noshamiradounoporuno,yenseguida,inclinándosebruscamente,haapagadolavelaconunsoplohelado.Enelmismoinstantehesentido,enlas tinieblas, tresdientesagudosclavándoseenmimano.

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Mehedespertadotemblorosoybañadoensudorfrío.

Elbuencapellánestabasentadoalpiedemicama,ymeleíaoraciones.

—¿Hedormidomuchotiempo?—lehepreguntado.

—Hijomío—me ha dicho—, has dormido una hora. Te han traído a tuhija. Está en la estancia contigua, y te espera. No he querido que tedespertasen.

—¡Oh!—heexclamado—.¡Mihija,quemetraiganamihija!

XLIII

¡Ellaesfresca,sonrosada,tieneunosojosgrandes,eshermosa!

Lehanpuestounvestiditoquelequedabien.

La he cogido, la he levantado en mis brazos, la he sentado sobre misrodillas,hebesadosuscabellos.

¿Porquénohavenidoconsumadre?Sumadreestáenferma,tambiénsuabuela.Muybien.

Memirabaconcaradeasombro;yolaacariciaba,laabrazaba,ladevorabaa besos, y ella me dejaba hacer pero echaba de vez en cuando dirigía unamiradainquietaasuama,quellorabaenlaesquina.

Porfinhepodidohablar.

—¡Marie!—lehedicho—.¡MipequeñaMarie!

La he estrechado con violencia contra mi pecho inflamado de suspiros.Ellahasoltadoungritito.

—¡Oh!Mehaceusteddaño,señor—mehadicho.

¡«Señor»!Va a cumplir un año sin haberme visto, la pobre niña.Me haolvidado:rostro,voz,acento;además,¿quiénmereconoceríaconestabarba,estosandrajos,estapalidez?¡Mehanborradoyadeestamemoria,laúnicaenla que me hubiese gustado vivir! ¡Ya no soy padre! Ser condenado a noescuchar jamás esapalabra, esapalabrade la lenguade losniños, tandulcequenopuedepermanecerenlalenguadeloshombres:¡«Papá»!

Ysinembargo,oírladeestabocaunavezmás,unatansólo,esoestodoloquehubiesepedidoacambiodeloscuarentaañosdevidaquemequitan.

—Escucha,Marie—le he dicho juntando sus pequeñasmanos entre lasmías—,¿acasonomereconoces?

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Ellamehamiradoconsusojosbellosyharespondido:

—¡Puesno!

—Míramebien—herepetido—.¿Nosabesquiénsoy?

—Sí—hadicho—.Unseñor.

¡Ay!¡Amarcontantoardoraunsoloserenelmundo,amarlocontodoelamor,tenerloenfrente,queteveayteobserve,quetehableyteresponda,ynotereconozca!¡Noquerermásconsolaciónquelasuya,yquesóloélignorecuántolonecesitasporquevasamorir!

—Marie—hecontinuado—,¿tienesunpapá?

—Sí,señor—hadicholaniña.

—Puesbien,¿dóndeestá?

Ellahalevantadosusojosgrandesyasombrados.

—¿Acasoustednolosabe?Estámuerto.

Despuéshagritado;heestadoapuntodedejarlacaer.

—¡Muerto!—decíayo—.Marie,¿sabesloqueesestarmuerto?

—Sí,señor—harespondido—.Élestáenlatierrayenelcielo.

Yenseguida:

—En lasmañanas y en las noches, sobre las rodillas demamá, ruego aDiosporél.

Lahebesadoenlafrente.

—Marie,dimetuoración.

—Nopuedo, señor.Lasoracionesno sedicendurante eldía.Vengaestanocheacasa,seladiréentonces.

Esoerademasiadoparamí.Laheinterrumpido:

—Marie,tupapásoyyo.

—¡Ah!—mehadichoella.

Heañadido:

—¿Quieresqueseatupapá?

Laniñasehavuelto.

—No,mipapáeramuchomásguapo.

Lahecubiertodebesosydelágrimas.Ellahaintentadoapartarsedemis

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brazosmientrasgritaba:

—Mehacedañoconsubarba.

Entonces la he acomodado sobre mis rodillas, sin quitarle los ojos deencima,ydespuéslaheinterrogado:

—Marie,¿sabesleer?

—Sí —ha respondido—. Sé leer muy bien. Mamá me hace leer miscartillas.

—Veamos, lee un poco—le he dichomostrándole un papel que llevabaarrugadoenunadesusmanitas.

Ellahanegadoconsubellacabecita.

—¡Ah!Sóloséleerfábulas.

—Inténtalodetodasformas.Vamos,lee.

Ellahaextendidoelpapelysehapuestoadeletrearconeldedo:

—Ese,e,ene,sen;te,e,ene,ten;ce,i,a…Sentencia…

Se lo he arrancadode lasmanos.Erami sentencia demuerte lo quemeleía.Suamahabía conseguidoelpapelporuncuarto.Amí, en cambio,meresultabamuchomáscaro.

No tengo palabras para describir lo que siento. Mi violencia la habíaasustado;Marieestabaapuntodellorar.Derepente,mehadicho:

—¡Devuélvamemipapel!Esparajugar…

Selohedevueltoasuama.

—Llévesela.

Yde nuevo he caído sobremi silla, vacío,melancólico, desesperado.Esahoracuandodeberíanvenir;yanadameimporta;seharotolaúltimafibrademicorazón.Estoydispuestoparaloquevanahacerme.

XLIV

El sacerdote es un buen hombre, también el gendarme. Creo que handerramadounalágrimacuandohedichoquesellevasenaminiña.

Yaestá.Ahoraesprecisoquemeendurezca,quepienseconfuerzaenelverdugo,enlacarreta,enlosgendarmes,enlamultitudsobreelpuente,enlamultituddelmuelle,enlamultitudenlasventanas,yenaquelloquehasido

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puesto especialmente paramí sobre la lúgubre plaza de la Grève, que bienpodríaestaradoquinadaconlascabezasquehavistocaer.

Creoquetodavíamequedaunahoraparaacostumbrarmeatodoeso.

XLV

Todoelpuebloreirá,tocarápalmas,aplaudirá.Yentretodosloshombres,libresydesconocidosparaloscarceleros,quecorrenllenosdealegríaaverlaejecución, en esa multitud que cubrirá la plaza, habrá más de una cabezapredestinadaquetardeotempranosucederáalamíaenlacanastaroja.Másdeunodelosquevienenpormívendráporsímismo.

Para estos seres fatales hay, en cierto punto de la plaza de laGrève, unlugarfatal,uncentrodegravedad,unatrampa.Giranasualrededorhastaquecaenenél.

XLVI

¡MipequeñaMarie!Selahanllevadoajugar;ellaobservaalamultitudatravésdelcoche,yyanopiensamásen«eseseñor».

Talveztengatodavíatiempodeescribiralgunaspáginasparaella,paraqueundíalaslea,paraqueenquinceañoslloreporeldíadehoy.

Sí, es preciso que sepa mi historia por mi boca, que sepa por qué estáensangrentadoelapellidoqueledejo.

XLVII

MIHISTORIA

Nota del editor: Aún no se han podido encontrar los folios queacompañaban a éste. Quizá, como parecen indicarlo los siguientes, elcondenadonohatenidotiempodeescribirlos.Cuandoseleocurriólaidea,erademasiadotarde.

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XLVIII

EnunahabitacióndelAyuntamiento

¡Del Ayuntamiento! Así que aquí estoy. El execrable trayecto ya estáhecho.Ahíestálaplaza,ybajolaventanaelpueblohorriblequeladra,ymeespera,yríe.

Pormásquemehayaendurecido,pormáscrispadoqueesté,elcorazónmehaflaqueado.Hesolicitadohacerunaúltimadeclaración.Mehandejadoaquí,yhanidoabuscaraunodelosprocuradoresdelrey.Loespero:almenosesoheganado.

Haocurridoasí:

Cuandodabanlastres,hanvenidoaadvertirmedequeyaeralahora.Hetembladocomosihubierapensadoenotracosaenlasúltimasseishoras,seissemanas, seis meses. Esas palabras han producido en mí el efecto de algoinesperado.

Mehanhechoatravesarsuscorredoresydescenderporsusescaleras.Mehanempujadoentredoscalabozosdelaplantabaja,haciaunsalónsombrío,estrecho,abovedado,apenasiluminadoporundíadelluviaydeniebla.Habíaunasillaenelcentro.Mehandichoquemesentara;mehesentado.

Cercadelapuertayalolargodelosmuroshabíagentedepie,ademásdelsacerdoteyelgendarme,yhabíatreshombrestambién.

El primero, el más grande y viejo, era gordo y tenía la cara colorada.Llevabaunredingoteyunsombrerodeformedetrespicos.Eraél.

Eraelverdugo,elmozodelaguillotina.Losotrosdoseransuslacayos.

Tan pronto comome he sentado, los otros dos se me han acercado pordetrás,comogatos,ydespués,derepente,hesentidounfríodeaceroentremipelo,ylastijerashanchirriadojuntoamisorejas.

Mipelo,cortadoalazar,caíaengrandesmechassobremishombros,yelhombre del sombrero de tres picos las sacudía suavemente con su gruesamano.

Alrededorsehablabaenvozbaja.

Habíamucho ruido fuera, como un estremecimiento que ondulaba en elaire. He creído al principio que era el río; pero, ante el estallido de lascarcajadas,mehedadocuentadequeeralamultitud.

Unjoven,queescribíaconunlápizsobreunacarpeta,cercadelaventana,ha preguntado a uno de los carceleros cómo se llamaba lo que estaban

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haciendo.

—Lalimpiezadelcondenado—harespondidoelotro.

Hecomprendidoquetodoestosaldríamañanaenelperiódico.

De repente, uno de los mozos me ha quitado la chaqueta y el otro hatomadomismanoslaxas,melashallevadodetrásdelaespalda,yhesentidolosnudosdeunacuerdaenrollarselentamentesobremismuñecas.Almismotiempo,elotromedeshacíalacorbata.Micamisadebatista,elúnicojirónquemequedabadelyodeantaño,lehahecho,dealgúnmodo,dudaruninstante;enseguidasehapuestoacortarlaporelcuello.

Ante esta precaución horrible, ante el sobrecogimiento producido por elacero que me tocaba el cuello, mis codos se han estremecido, y he dejadoescaparungemidoahogado.Lamanodemiejecutorhatemblado.

—¡Perdón,señor!—mehadicho—.¿Lehehechodaño?

Estosverdugossonhombresmuydulces.

Fuera,lamultitudgritabaconmásfuerza.

Elgordoderostrogranujientomehadadoarespirarunpañueloempapadoenvinagre.

—Gracias—lehedicho,conlavozmásfuertequehepodido—,peroesinútil;meencuentrobien.

Entonces,unodeellossehaagachadoymehaatadoambospiespormediodeunacuerdafinayflojaquenomepermitíadarmásquepasosmuycortos.Estacuerdahavenidoaunirsealademismanos.

Enseguida, el gordo me ha echado la chaqueta sobre los hombros y haanudadolasmangasbajomimandíbula.Sutrabajoallíhabíaconcluido.

Sóloentonceselsacerdotesehaacercadoconsucrucifijo.

—Vamos,hijomío—mehadicho.

Losmozosmehantomadoporlasaxilas.Mehelevantado,hecaminado.Mispasosblandossedoblabancomosituvieradosrodillasencadapierna.

Enesemomento,lapuertaexteriorsehaabiertodeparenpar.Unclamorfurioso y el aire frío y la luz blanca han irrumpido en la sombra donde yoestaba. Desde el fondo del calabozo oscuro, a través de la lluvia, he visto,bruscamenteyalavez,lasmilcabezasvociferantesdelpuebloamontonadasendesordensobrelarampadelaescaleraprincipaldelPalacio;aladerecha,almismoniveldelumbral,una filadecaballosdegendarmes,de loscuales lapuertabajanomedejabavermásquelaspatasdelanterasyelpecho;enfrente,un destacamento de soldados en línea de combate; a la izquierda, la parte

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traseradeunacarreta,alacualseapoyabaunaescaleraraída.Erauncuadroespantoso,convenientementeenmarcadoporunapuertadeprisión.

Era para ese temido instante que yo había guardado todomi coraje. Hedadotrespasosyheaparecidoenelumbraldelcalabozo.

—¡Ahíestá!¡Ahíestá!—hagritadolamultitud—.¡Yasale!¡Porfin!

Ylosqueestabanmáscercademíaplaudían.Pormásamadoquefueraunrey,nohabríatantafiesta.

Eraunacarretaordinaria, conuncaballohéticoyuncarreterodeblusónazulcondibujosrojoscomolosquellevanloshortelanosdelosalrededoresdeBicêtre.

Elgordodelsombrerodetrespicoshasubidoelprimero.

—¡Buenosdías,señorSanson!—gritabanlosniños,colgadosdelasrejas.

Unmozolohaseguido.

—¡Bravo,Martes!—hangritadodenuevolosniños.

Losdossehansentadoenlabanquetadelantera.

Eramiturno.Hesubidoconpasobastantefirme.

—¡El hombre está de buen ver! —ha dicho una mujer junto a losgendarmes.

Esteatrozelogiomehadadovalor.Elsacerdotehavenidoaubicarsecercademí.Me habían sentado sobre la banqueta trasera, de espaldas al caballo.Estaúltimaatenciónmehaestremecido.

Estagenteempleamuchahumanidadenloquehace.

He querido mirar a mi alrededor. Gendarmes delante, gendarmes atrás;después,multitud,multitudymultitud;unmardecabezassobrelaplaza.

UnpiquetedegendarmesacaballomeesperabaenlapuertadelarejadelPalacio.

El oficial ha dado la orden. La carreta y su cortejo se han puesto enmovimiento,comoempujadashaciadelanteporelgritodelpopulacho.

Hemos franqueado la reja.Tanprontocomo lacarretahagiradohaciaelPont-au-Change,laplazahaestalladoengritos,delosadoquinesalostejados,ylospuentesylosmuelleshanrespondidoimitandounterremoto.

Esallídondesehaunidoalaescoltaelpiquetequeaguardaba.

—¡Abajolossombreros!¡Abajolossombreros!—gritabanmilbocasalavez.Comosifueseelrey.

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Entoncestambiényohereídohorriblemente,ylehedichoalsacerdote:

—Elloslossombreros,yolacabeza.

Íbamosalpaso.

El muelle de las Flores olía a lavanda; era día de mercado. Loscomerciantesabandonabansusramospormí.

Alfrente,pocoantesdelatorrecuadradaqueformalaesquinadelPalacio,habíatabernascuyosentresuelosestabanllenosdeespectadorescontentosdeestartanbiensituados.Mujeres,sobretodo.Debedeserunbuendíaparalostaberneros.

Se alquilabanmesas, sillas, andamios, carretas. Todo estaba invadido deespectadores.Losmercaderesdesangrehumanagritabanavozengrito:

—¿Quiénquiereunsitio?

Me he sentido lleno de rabia contra esta gente. He tenido ganas degritarles:

—¿Quiénquiereelmío?

Mientras tanto, lacarretaavanzaba.Acadapasoquedaba, lamultitudsedispersabatrasella;yyo,conmisojosextraviados,laveíarecomponersemáslejos,sobreotrospuentesporlosquehabríadepasar.

Al entrar en el Pont-au-Change, he echado una mirada azarosa a laderecha,detrásdemí.Mimiradasehadetenidoenelotromuelle,encimadelascasas,sobreunatorrenegra,aislada,erizadadeesculturas,encuyacúspidepodía ver dosmonstruos de piedra sentados de perfil. No sé por qué le hepreguntadoalsacerdotedequélugarsetrataba.

—Saint-JacquesdelaDegollina—harespondidoelverdugo.

Ignorocómoesquemesucedíaaquello;enmediodelabruma,yapesardelalluviafinayblancaquerayabaelairecomounareddetelarañas,nadadeloqueocurríaamialrededorsemeescapaba.Cadaunodeesosdetallesmeaportabasutortura.Lasemocionescarecíandepalabras.

HacialamitaddeaquelPont-au-Change,tangrandeyatestadoqueapenaspodíamosavanzar,elhorrorsehaapoderadodemíconviolencia.He tenidomiedo de desfallecer, ¡vanidad última! Entoncesme he adormecido para noescucharnadasalvolaspalabrasdelsacerdote,queaduraspenasmellegabanentrecortadasderumores.

Hecogidoelcrucifijoylohebesado.

—¡Tenpiedaddemí,Diosmío!—hedicho.

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Yheintentadohundirmeenestepensamiento.

Perocadatumbodelatoscacarretamesacudía.Enseguidahesentidounsúbitofrío intenso.La lluviahabíaatravesadomisvestidos,ya travésdemipelocortomemojabalapieldelacabeza.

—¿Tiemblasdefrío,hijomío?—mehapreguntadoelsacerdote.

—Sí—hecontestado.

¡Aydemí!Nosólodefrío.

A la vuelta del puente, unas mujeres me han compadecido por ser tanjoven.

Entonces, hemos tomado elmuelle fatal.Yo empezaba a dejar de ver, adejar de oír. Todas esas voces, todas esas cabezas en las ventanas, en laspuertas, en las rejas de los almacenes, en los brazos de los faroles; esosespectadores ávidos y crueles; esa multitud que me conoce y de la que noconozcoanadie;estacalleadoquinadayemparedadaconrostroshumanos…Mesentíaebrio,estupefacto,insensible.Esalgoinsoportable,elpesodetantasmiradasapoyadassobreunomismo.

Asípues,vacilabasobreelbanco,ynisiquieraalsacerdotenialcrucifijolesprestabaatención.

En medio del tumulto que me envolvía, ya no distinguía los gritos depiedaddelosdealegría,lasrisasdeloslamentos,lasvocesdelruido;todoeraunrumorqueresonabaenmicabezacomoelecoenunamarmita.

Misojosleíanmecánicamentelosrótulosdelastiendas.

Enunmomentodado,hesentidolaextrañacuriosidaddegirarlacabezaymirarhaciadóndeavanzaba.Eraunaúltimabravatadelainteligencia.Peroelcuerponomehaobedecido;minucahapermanecidoparalizada,comomuertadeantemano.

Tan sólohepodidoentrever,de lado, ami izquierda,másalládel río, latorredeNotre-Dame,lacual,vistadesdeesepunto,escondelaotra.Esaquellaenlaqueestálabandera.Habíamuchagente;debíandetenerunabuenavista.

Ylacarretaseguía,seguía,ylastiendaspasaban,ylosrótulossesucedían,escritos,pintados,dorados,yelpopulachoreíaypataleabaenelbarro,ymeheabandonado,comoseabandonanalsueñoquienesseadormecen.

Derepente,laseriedetiendasqueocupabamimiradasehacortadoenlaesquina de una plaza; la voz de la multitud se ha vuelto más vasta, másvocinglera, más alegre todavía; la carreta se ha detenido súbitamente, y heestado a punto de caer de bruces contra el tablado. El sacerdote me hasostenido.

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—¡Valor!—hamurmurado.

Entonces han traído una escalera a la parte trasera de la carreta; elsacerdotemehaofrecidosubrazo,hebajado,enseguidahedadounpaso,mehedadolavueltaparadarotro,peronolohelogrado.Entrelosdosfarolesdelmuelle,hevistounacosasiniestra.

¡Eralarealidad!

Mehedetenido,comosiyametambalearaporelgolpe.

—¡Quierohacerunaúltimadeclaración!—hegritadofrágilmente.

Mehansubidoaquí.

He pedido que me dejasen escribir mis últimas voluntades. Me handesatado lasmanos,pero lacuerdaestáaquí,muycerca,yel restoestámásabajo.

XLIX

Unjuez,uncomisario,unmagistrado,nosédequéespecie,acabadevenir.Lehesolicitadomiindultojuntandoambasmanosyarrastrándomederodillas.Me ha preguntado, con una sonrisa fatal, si eso es todo lo que tenía quedecirle.

—¡El indulto! ¡El indulto!—he repetido—. ¡O cinco minutos más, porpiedad!

¿Quiénsabe? ¡Talvezme loconcedan! ¡Amiedades tanhorriblemorirasí! A menudo se han visto indultos que llegan en el último momento. Y¿quiénmereceelindulto,señor,másqueyo?

¡Este execrable verdugo! Se ha acercado al juez para decirle que laejecución debe hacerse a cierta hora, que la hora se acerca, que él es elresponsable,yqueademásllueveyaquellopodríaoxidarse.

—¡Eh,porpiedad! ¡Unminutoparaesperarmi indulto! ¡Omedefiendo!¡Muerdo!

Eljuezyelverdugohansalido.Estoysolo.Solocondosgendarmes.

¡Oh!Elpueblohorribleconsusgritosdehiena.¿Quiénsabesinopodréescapardeél?¿Sinoserésalvado?¿Simiindulto…?¡Esimposiblequenomeindulten!

¡Ah,miserables!Meparecequesubenporlaescalera…

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LASCUATRO.

Unacomediaapropósitodeunatragedia

Personajes

MADAMEDEBLINVAL

ELCABALLERO

ERGASTE

UNPOETAELEGÍACO

UNFILÓSOFO

UNSEÑORGORDO

UNSEÑORFLACO

MUJERES

UNLACAYO

UNSALÓN

UNPOETAELEGÍACO,leyendo

Aldíasiguiente,unospasosatravesabanelbosque,

unperroerrabaalolargodelríoentreladridos:

ycuandoladoncellallorosa

volvióasentarse,presoelcorazóndezozobra,

sobrelaviejatorredelantiguocastillo,

oyóalacorrientegemir,latristeIsaura,

másnuncamáspudooír

lamandoradeltrovadorgentil.

ELAUDITORIOENPLENO

¡Bravo!¡Fascinante!¡Arrebatador!

Aplausos

MADAMEDEBLINVAL

Hayenestefinalunmisterioindefiniblequehacebrotarlaslágrimasdelosojos.

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ELPOETAELEGÍACO,modestamente

Lacatástrofequedadisimulada.

ELCABALLERO,moviendolacabeza

¡Mandora,trovador,esoesromanticismo!

ELPOETAELEGÍACO

Sí, señor, pero un romanticismo razonable, el verdadero romanticismo.¿Quéquiere?Hayquehaceralgunasconcesiones.

ELCABALLERO

¡Concesiones, concesiones! Así es como se pierde el gusto. Regalaríatodoslosversosrománticosacambiosólodeestacuarteta:

EnnombredelPindoydeCitera

selehacesaberaGentilBernardo

queelArtedeAmardebeelsábado

cenarencasadelArtedeAgradar.

¡He aquí la verdadera poesía! ¡«ElArte deAmar que cena el sábado encasadelArtedeAgradar»!¡Magnífico!Perohoysehablade«lamandora,eltrovador». Ya no se hacen «poesías fugitivas». Si yo fuese poeta, haría«poesíasfugitivas».Peronosoypoeta,yo.

ELPOETAELEGÍACO

Sinembargo,laselegías…

ELCABALLERO

«Poesías fugitivas», señor. (Aparte. A la señora de Blinval). Y además,«castillo»noesfrancés,sedicecastel.

ALGUIEN,alpoetaelegíaco

Una observación, señor.Usted dice el «antiguo castillo», ¿por qué no el«gótico»?

ELPOETAELEGÍACO,prosiguiendo

Preste atención, señor, hayque limitarse.Yono soyde esosquequierendestruirelversofrancésyretrotraersealaépocadelosRonsardyBrébeuf.Yosoyunromántico,aunquemoderado.Pasacomoconlasemociones.Lasdeseodulces, soñadoras, melancólicas, pero jamás sangrientas u horripilantes.Ocultarlascatástrofes.Séquehayciertagente,locos,imaginacionesendelirioque…Miren,señoras,¿hanleídolanovelaqueacabadeaparecer?

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LASDAMAS

¿Quénovela?

ELPOETAELEGÍACO

Últimodía…

UNSEÑORGORDO

¡Basta,caballero!Yaséloquequeréisdecir.Eltítulosoloyameenerva.

MADAMEDEBLINVAL

Yamítambién.Esunlibrohorrible.Lotengoaquí.

LASDAMAS

Veamos,veamos.

Sepasanellibrodemanoenmano

ALGUIEN,leyendo

Últimodíade…

ELSEÑORGORDO

¡Porfavor,señora!

MADAMEDEBLINVAL

Enefecto,setratadeunlibroabominable,unlibroqueprovocapesadillas,queponeenfermo.

UNAMUJER,aparte

Habráqueleerlo.

ELSEÑORGORDO

Estarándeacuerdoconmigoenquelascostumbresvandepravándosedíaadía. ¡Dios mío!, pero qué idea tan horrible la de desarrollar, profundizar,analizar, uno tras otro, sin dejar ninguno de lado, todos los sufrimientosfísicos,todaslastorturasmentalesquedebepadeceruncondenadoamuerteeldíadelaejecución.¿Noesatroz?¿Ustedesentienden,señorasmías,quehayapodidoexistiralguienqueescribierasobreestaideayademásunpúblicoparasuautor?

ELCABALLERO

Heaquí,enefecto,algosoberanamenteimpertinente.

MADAMEDEBLINVAL

¿Quiénessuautor?

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ELSEÑORGORDO

Noconstaelnombreenlaprimeraedición.

ELPOETAELEGÍACO

Esunoqueyahaescritodosnovelasconanterioridad…Afemíaqueheolvidadolostítulos.LaprimeraempiezaenlamorgueyacabaenlaGrève.Encadacapítuloapareceunogrocomiéndoseaunniño.

ELSEÑORGORDO

¿Ustedlahaleído,señor?

ELPOETAELEGÍACO

Sí,señor.LaaccióntienelugarenIslandia.

ELSEÑORGORDO

¡EnIslandia!¡Esespantoso!

ELPOETAELEGÍACO

Ha compuesto además odas, baladas y no sé qué más, donde aparecenmonstruosdecuerposazules.

ELCABALLERO,riendo

¡Pardiez!Larimadebederesultarespantosa.

ELPOETAELEGÍACO

También ha publicado un drama, a eso se le llama drama, dondeencontramosestebonitoverso:

Mañanaveinticincodejuniodemilseiscientoscincuentaysiete.

ALGUIEN

¡Ah,eseverso!

ELPOETAELEGÍACO

Tambiénpuedeescribirseencifras,vean,señoras:

Mañana,25dejunio1657.

Ríe.Ríen

ELCABALLERO

Algoparticularlapoesíadehoyendía…

ELSEÑORGORDO

¡Ah, eso! Ese hombre no sabe versificar. ¿Cómo se llama pues, de una

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vez?

ELPOETAELEGÍACO

Tieneunnombretandifícilderecordarcomodepronunciar.Tienepartedegodo,devisigodoydeostrogodo.

Ríe

MADAMEDEBLINVAL

Esunvillano.

ELSEÑORGORDO

Esunhombreabominable.

UNAJOVEN

Alguienqueloconocemehadicho…

ELSEÑORGORDO

¿Sabeusteddealguienqueloconoce?

LAJOVEN

Sí,ydicequeesunhombredulce,sencillo,queviveretiradoyquepasalosdíasjugandoconsushijos.

ELPOETA

Ysueñaentresombrasconobrastenebrosas.Escurioso,meacabadesalirunversodeunaformacompletamentenatural.Perolociertoesqueaquíestáelverso:

Ysueñaentresombrasconobrastenebrosas.

Y con una buena cesura. Sólo queda encontrar la otra rima. ¡Pardiez!«Luctuosas».

MADAMEDEBLINVAL

Quidquidtentabatdicere,versuserat.

ELSEÑORGORDO

Decíausted,pues,queelautorencuestiónteníahijospequeños.Imposible,señora,sihaescritounaobraasí,¡unanovelatanatroz!

ALGUIEN

Pero,estanovela,¿conquéfinlahaescrito?

ELPOETAELEGÍACO

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¿Loséyoacaso?

UNFILÓSOFO

Segúnparece,conelfindepromoverlaabolicióndelapenademuerte.

ELSEÑORGORDO

¡Unhorror,yaselodigoyo!

ELCABALLERO

¡Ah,eso!¿Setrataentoncesdeundueloconelverdugo?

ELPOETAELEGÍACO

Estáterriblementeencontradelaguillotina.

UNSEÑORFLACO

Yomehefijadoenestodeaquí:declamaciones.

ELSEÑORGORDO

No.Apenashaydospáginasenestetextosobrelapenademuerte.Elrestosonsólosensaciones.

ELFILÓSOFO

Heaquíelerror.Lamateriaexigíarazonamiento.Undrama,unanovelanodemuestranada.Yademás,heleídoellibro,yesmalo.

ELPOETAELEGÍACO

¡Detestable!¿Quéesloquehaydearteeneso?Pasarsedelaraya,armarun escándalo. ¿Que si conozco encima a ese criminal? Pues claro que no.¿Quéhahecho?Nadiesabenada.Posiblementeseaunbribón.Notengoporquéinteresarmeporalguienquenoconozco.

ELSEÑORGORDO

No hay por qué someter a sus lectores a tormentos psíquicos. En lastragedias, semata, ¡yqué!Esonome importa.Peroesanovelahaceque seericeelpelo,ponelacarnedegallina,provocapesadillas.Tuvequeestardosdíasencamaporhaberlaleído.

ELFILÓSOFO

Añadaustedaesoqueesunlibrofríoycalculado.

ELPOETA

¡Unlibro!¡Unlibro…!

ELFILÓSOFO

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Sí. Y como decía usted hace unmomento, señor, no hay nada en él deverdaderaestética.Nomeinteresanlasabstracciones,lasentidadespuras.Noveo por ningún lado una personalidad que pueda adecuarse a la mía. Yademás,elestilonoesnisencilloniclaro.Hueleaarcaísmo.Estámuybienesoquedecíausted,¿noescierto?

ELPOETA

Sinduda,sinduda.Nohacenfaltaindividualidades.

ELFILÓSOFO

Elcondenadonoesinteresante.

ELPOETA

Y ¿cómo podría interesar? Ha cometido un crimen y no sienteremordimientos.Yo hubiese hecho todo lo contrario.Yo hubiese contado lahistoria de mi propio condenado: nacido de padres honrados. Una buenaeducación. Amor. Celos. Un crimen que no lo sea en realidad. Y ademásremordimientos, muchos remordimientos. Pero las leyes humanas sonimplacables:hacefaltaquemuera.Yentonceshubieratratadodemiideadelapenademuerte.¡Magnífico!

MADAMEDEBLINVAL

¡Sí,sí!

ELFILÓSOFO

Perdón. El libro, tal y como lo entiendo, no demostraría nada. Laparticularidadnogobiernasobrelageneralidad.

ELPOETA

¡Yqué!Mejoraún;¿porquénohaberelegidocomohéroe,porejemploaMalesherbes, al virtuosoMalesherbes, su último día, su suplicio? ¡Oh, quéespectáculo tan bello y noble! Yo hubiese llorado,me hubiese estremecido,hubieraqueridosubiralpatíbuloconél.

ELFILÓSOFO

Puesyono.

ELCABALLERO

Niyo.Enelfondo,suseñordeMalesherbeseraunrevolucionario.

ELFILÓSOFO

LadecapitacióndeMalesherbesnodemuestranadaencontradelapenademuerteengeneral.

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ELSEÑORGORDO

¡Lapenademuerte!¿Porquéocuparsedeeso?¿Quélesimportaaustedeslapenademuerte?Hace falta serunmalnacidoparavenir conun libroasísobrelapenademuerteaprovocarnospesadillas.

MADAMEDEBLINVAL

¡Sí,esuncorazónmalvado!

ELSEÑORGORDO

Nosobligaamirarenloscalabozos,enlospresidios,enBicêtre.Esmuydesagradable. Ya sabemos que son cloacas. Pero ¿eso qué le importa a lasociedad?

MADAMEDEBLINVAL

Losquehicieronlasleyesnoeranprecisamenteniños.

ELFILÓSOFO

Sinembargo,presentandoloshechostalycomosonenlarealidad…

ELSEÑORFLACO

Esoesjustamenteloquefalta,laverdad.¿Quépretendeustedquesepaunpoeta acercade semejantemateria?Habríaque serpor lomenosprocuradordel rey.Miren:he leídoenuna reseñadeese libroquepublicóunperiódicoque el condenado no dice nada cuando le leen su condena demuerte. Puesbien, yomismo pude ver a un condenado que, en elmomento en cuestión,lanzóungritodescomunal.

ELFILÓSOFO

Permítame…

ELSEÑORFLACO

Piensen,señores,enlaguillotina,enlaGrève…Esoesdemalgusto.Laprueba es quepareceun libroque corrompe el gusto, yque les imposibilitaparasentir lasemocionespuras, frescas,cándidas.¿Cuándo,pues,sealzaránlos defensores de la literatura sana? A mí me gustaría ser, y mis informesrequisitorios me darían quizá ese derecho, miembro de la Academiafrancesa…¡PeroheaquíalseñorErgaste,unodeellos!¿QuépiensausteddeÚltimodíadeuncondenadoamuerte?

ERGASTE

Afemía, señor,queno lohe leídoni lo leeré.ElcasoesquecenabayoayerencasadelaseñoradeSénangeylamarquesadeMorivallehablabadeello al duquedeMelcour.Sedicequedespotricade lamagistraturay sobre

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todo del presidente de Alimont. El abad de Floricour también se mostrabaindignado.Parecequehayuncapítuloencontradelareligión,yotroencontradelamonarquía.¡Siyofueraprocuradordelrey…!

ELCABALLERO

Puessí, ¡procuradordel rey! ¡Y laconstitución! ¡Y la libertaddeprensa!Sinembargo,convendráenqueesodiosoqueunpoetaquierasuprimirlapenademuerte.¡Seguroqueduranteelantiguorégimenibanapermitirpublicarunlibro contra la tortura…! Pero después de la toma de la Bastilla, se puedeescribirdetodo.Loslibroshacenunmalterrible.

ELSEÑORGORDO

Terrible.Estábamos tan tranquilos sinpensarennada…EsciertoquedevezencuandosecortabaalgunacabezaenalgúnqueotrolugardeFrancia,alosumodosporsemana.Nadiedecíanada.Nadiepensabaenello.Deningúnmodo.Yheaquíunlibro…¡Unlibroquedaunosdoloresdecabezaterribles!

ELSEÑORFLACO

¡Lacausaqueunjuradocondenadespuésdehaberloleído!

ERGASTE

¡Yqueconfundealasconciencias!

MADAMEDEBLINVAL

¡Ah,loslibros,loslibros!¿Quiénhubieradichoesodeunanovela?

ELPOETA

Esciertoqueloslibrossonmuyamenudounvenenosubversivodelordensocial.

ELSEÑORFLACO

Sincontarelidioma,queustedeslosrománticostambiénrevolucionan.

ELPOETA

Distingamos,señormío,quehayrománticosyrománticos.

ERGASTE

Tieneustedrazón.Elmalgusto.

ELSEÑORFLACO

Nohaynadaqueresponderaello.

ELFILÓSOFO,apoyadosobreelsillóndeunadama

SedicenahícosasqueyanisiquieraenlacalleMouffetardseoyen.

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ERGASTE

¡Ah!¡Libroabominable!

MADAMEDEBLINVAL

¡Eh!Noloarrojenalfuego.Esdelacasadealquiler.

ELCABALLERO

Hábleme de nuestra época. ¡Cómo se han depravado el gusto y lascostumbres!¿Seacuerdadenuestrostiempos,madamedeBlinval?

MADAMEDEBLINVAL

No,señor,nomeacuerdo.

ELCABALLERO

Éramos el pueblo más dulce, el más alegre, el más espiritual. Siemprebellas fiestas y bellos versos.Era encantador. ¿Hay algomás galante que elmadrigal del señor deLaHarpe en el gran baile que la señora delmariscalMaillydioenmilsetecientos…elañodelaejecucióndeDamiens?

ELSEÑORGORDO

¡Tiemposfelicesaquéllos!Ahoralascostumbressonhorribles,yloslibrostambién.ComodiceelbelloversodeBoileau:

Yalacaídadelasarteslesigueladecadenciadelascostumbres.

ELFILÓSOFO,aparte,alpoeta

¿Cenaustedenestacasa?

ELPOETAELEGÍACO

Sí,pronto.

ELSEÑORFLACO

Ahora quieren abolir la pena de muerte, y por eso se escriben novelascrueles, inmorales y de mal gusto, como Último día de un condenado amuerte,quéséyo…

ELSEÑORGORDO

Escuche, querido, dejemos ya de hablar de ese libro atroz; y, ya que osencuentro aquí, decidme, ¿qué haréis con ese hombre, cuyo recurso hemosrechazadohacetressemanas?

ELSEÑORFLACO

¡Ay, un poco de paciencia! Estoy aquí de vacaciones. Déjeme respirar.Cuandovuelva.Perosiestátardandodemasiado,escribiréamisustituto…

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UNLACAYO,entrando

Señora,todoestádispuesto.

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