los utópicos y los cínicos

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LOS UTÓPICOS Y LOS CÍNICOS Últimamente me preguntan mucho a quien voy a votar. Yo pensaba que el voto era libre y secreto. Libre de condicionamientos políticos, sentimentales y también de compromisos. En la “democracia oligárquica” el voto es la patente de corso del cacique de turno para campar a sus anchas los próximos cuatro años. Por eso cuando te preguntan a quien vas a votar te están indirectamente preguntado a qué cacique vas a apoyar. La monarquía visigoda era electiva y el ascenso al trono era una cuestión de quien tenía más “clientes”. En la democracia oligárquica en la que vivimos pasa un poco lo mismo. Según giren los “vientos del cambio” el personal clientelar se dispone a virar estratégicamente en la dirección políticamente correcta. La aspiración al ordeno y mando parece la realidad más transversal que existe en la política. Los elitistas italianos ya teorizaron que la ley de hierrro de las oligarquías era la plasmación política de la ley de la gravitación universal en la física. Los partidos, que son organizaciones que aspiran a monopolizar el poder, funcionan de una manera tan poco democrática, tan poco trasparente y tan “cratológicamente” que el travestismo ( también llamado transfugismo) dista mucho de ser una patología del sistema para convertirse en una realidad bastante cotidiana. Algunos caso, los más “escandalosos”, como el de la “regeneradora” Irene Lozano saltan a las primera páginas de los diarios de tirada nacional, en un ejercicio de cinismo absolutamente escandaloso. Desde que el hombre es hombre, la conveniencia, la ambición y la falta de escrúpulos han sido constantes del obrar de muchos políticos. Maquiavelo ya teorizó sobre las “virtudes” que para la multidud, que dice Negri, tienen ciertos comportamientos inmorales de los políticos. Es curioso el comportamiento de muchos de los políticos cuando son “pillados in fraganti” en comportamientos indecorosos o impropios de los ideales democráticos que dicen defender. Sloterdjik, en su crítica de la razón cínica, afirma que en occidente la ideología más generalizada de la posmodernidad es el cinismo. Confrontada con esta actitud cínica , las ideologías al uso son totalmente inoperantes. De ahí que Sloterdijk diga que debemos reformular la crítica ideológica que realiza Marx en “ El Capital” al modo de producción capitalista, cuando éste dice la célebre frase de “ no lo saben pero lo hacen”. Según Sloterdijk el gran problema del cinismo occidental es que precisamente “ lo saben y que por eso lo hacen”. La ideología ya no es tomada en serio y se convierte en pura manipulación instrumental. Lo triste no es que tres

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Page 1: Los Utópicos y Los Cínicos

LOS UTÓPICOS Y LOS CÍNICOS

Últimamente me preguntan mucho a quien voy a votar. Yo pensaba que el voto era libre y secreto. Libre de condicionamientos políticos, sentimentales y también de compromisos. En la “democracia oligárquica” el voto es la patente de corso del cacique de turno para campar a sus anchas los próximos cuatro años. Por eso cuando te preguntan a quien vas a votar te están indirectamente preguntado a qué cacique vas a apoyar. La monarquía visigoda era electiva y el ascenso al trono era una cuestión de quien tenía más “clientes”. En la democracia oligárquica en la que vivimos pasa un poco lo mismo. Según giren los “vientos del cambio” el personal clientelar se dispone a virar estratégicamente en la dirección políticamente correcta. La aspiración al ordeno y mando parece la realidad más transversal que existe en la política. Los elitistas italianos ya teorizaron que la ley de hierrro de las oligarquías era la plasmación política de la ley de la gravitación universal en la física. Los partidos, que son organizaciones que aspiran a monopolizar el poder, funcionan de una manera tan poco democrática, tan poco trasparente y tan “cratológicamente” que el travestismo ( también llamado transfugismo) dista mucho de ser una patología del sistema para convertirse en una realidad bastante cotidiana. Algunos caso, los más “escandalosos”, como el de la “regeneradora” Irene Lozano saltan a las primera páginas de los diarios de tirada nacional, en un ejercicio de cinismo absolutamente escandaloso. Desde que el hombre es hombre, la conveniencia, la ambición y la falta de escrúpulos han sido constantes del obrar de muchos políticos. Maquiavelo ya teorizó sobre las “virtudes” que para la multidud, que dice Negri, tienen ciertos comportamientos inmorales de los políticos. Es curioso el comportamiento de muchos de los políticos cuando son “pillados in fraganti” en comportamientos indecorosos o impropios de los ideales democráticos que dicen defender. Sloterdjik, en su crítica de la razón cínica, afirma que en occidente la ideología más generalizada de la posmodernidad es el cinismo. Confrontada con esta actitud cínica , las ideologías al uso son totalmente inoperantes. De ahí que Sloterdijk diga que debemos reformular la crítica ideológica que realiza Marx en “ El Capital” al modo de producción capitalista, cuando éste dice la célebre frase de “ no lo saben pero lo hacen”. Según Sloterdijk el gran problema del cinismo occidental es que precisamente “ lo saben y que por eso lo hacen”. La ideología ya no es tomada en serio y se convierte en pura manipulación instrumental. Lo triste no es que tres concejales de “Si se Pude Valladolid” mimeticen lo que hace la casta, lo preocupante es que sepan que hacerlo es necesario para “mantenerse en el poder” y así formar parte de la ley de hierro de las oligarquías.

¿ Hay lugar para las utopías? Desde luego,en buena parte del discurso de teóricos de la política encontramos un discurso bastante pesimista. Por ejemplo, Bryan Caplan en su obra “ El mito del votante racional” contradice los postulados clásicos de la denominada teoría económica de la democracia de Anthony Downs. No es cierto, según Caplan, que el votante haya interiorizado que sus representantes actúan según el axioma del que el político intenta conseguir el poder únicamente con el fin de disfrutar de la renta, el prestigio y el poder consustanciales a la dirección de aparato gubernamental. Si así fuera, argumenta Caplan, los ciudadanos no votarían, al menos no lo harían bajo los parámetros del discurso normativo de la democracia; ese que postula que bajo dicha forma de gobierno es el “demos” quien manda. El elector, por contra, actúa más bien de una forma gregaria, casi bovina ( que me perdonen las vacas), es decir de una forma que tiende a premiar el seguidismo y el continuismo en política, ese que tan magníficamente describió Giussepe Tomasi di Lampedusa y que se sintetiza en el célebre aforismo del “ Si queremos que todo siga como está, es necesario que todo cambie”. Quizás todos esperemos que nuestros políticos nos defrauden para volverlos a votar. Sólo así se explica que el PP tenga más del 25 % de intención de voto después del latrocinio generalizado perpretrado desde Génova.

Siempre queda la filosofía política y el cine como estímulos que nos recuerdan el poder liberador de las utopías. Jacques Rancière en su obra “ En los bordes de lo político” apunta como Platón en su diálogo Gorgias afirma que Atenas, la cuna de la democracia, enfermó por su puerto, el Pireo, ése

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que le llevó a buscar la gloria no en el vigor del poder demócrata, sino en la avaricia , el lucro y el afán de la posesión como principios rectores. Ranciére recuerda como Platón , en su último diálogo “ Las leyes” , afirma que la misión de la filosofía reside en fundar una política distinta , “ de espaldas al mar”, lejos de la aspiración a dominar.

Hay una célebre película de uno de los directores malditos de la historia del cine norteamericano, Sam Peckinpah. “ Wild Bunch” ( Grupo Salvaje) es el western crepuscular por antonomasia, una historia de perdedores, héroes de otro tiempo, destinados a inmolarse por una lealtad en la que quizás no crean pero a la que se deben. El comienzo de la película nos presenta a unos héroes de otro tiempo, cuya imagen se congela a medida que el director los va presentando en escena. Con ello el director nos indica que son seres de otra época, atrapados en un tiempo que ya no es el suyo. Algo similar les ocurre a los que todavía creen en la posibilidad de la utopía. Les toca vivir en unos tiempos en los que la connivencia con “el establishment” está muchas por encima de unos principios en los que cada vez se cree menos. Son tiempos de una política de “pose y serpentina”, de déspotas con corbata de gucci. Sin embargo el “utópico” reclama un poder que no se corrompa,que no se ablande ante los cantos de sirena de la complacencia y el seguidismo. Un poder que se “inmole” en nombre de la verdad del pueblo . Un poder que luche por un pueblo obligado a permanecer mudo , por un pueblo que vive sin democracia. Yo me quedo con los “utópicos” y huyo de los “cínicos” , así soy de “imperfecto”.