los señores del crimen

Upload: anonymous-gitg2ilytw

Post on 06-Mar-2016

111 views

Category:

Documents


0 download

DESCRIPTION

Un nuevo libro-denuncia por el autor de El oro nazi. Las nuevas mafias contra la democracia. Un fantasma amenaza a Europa: el crimen organizado. Desde hace dos siglos, las sociedades democráticas se han desarrollado y fortalecido, a pesar de los pesares, en nuestro viejo continente.

TRANSCRIPT

  • Jean Ziegler Los seores del crimen

    Documento

  • Jean Zieglercon la colaboracin de Uwe Mhihoff

    LOS SEORES DEL CRIMENLas nuevas mafias contra la democracia

    Traduccin deManuel Serrat Crespo

    PLANETA

  • Este libro no podr ser reproducido, ni totalni parcialmente, sin el previo permiso escritodel editor. Todos los derechos reservados

    Ttulo original: Les seigneurs du crime

    Jean Ziegler, 1998 por la traduccin, Manuel Serrat

    Crespo, 1998 Editorial Planeta, S. A., 1998

    Crcega, 273-279, 08008 Barcelona(Espaa)

    Diseo de la cubierta: Enric Jard (foto Elena Clavcrol) Primera edicin: noviembre de 1998 DepsitoLegal: B. 43.664-1998 ISBN 84-08-02738-7ISBN 2-02-032452-0 editor ditions du Seuil, Pars, edicin original Composicin: Foto Informtica, S. A. Impresin: Hurope, S. L. Encuademacin: Encuademaciones Roma, S. L. Printed in Spain - Impreso en Espaa

  • ndice

    Agradecimientos 11

    Prefacio 13

    Primera parteLLEGAN LOS BRBAROS 19

    I. La banalidad del crimen 21II. La deficiencia inmunitaria 29

    3. El crimen organizado, estadio supremo del capitalismo 454. Cmo definir la criminalidad organizada? 49V. Matar para reinar 60

    VI. La ley de la tribu 64VIL Depredadores de corazn seco 74

    Segunda parteLOS LOBOS DE LAS ESTEPAS DEL ESTE 81

    I. El Amo 83II. Muerte en Pars 93

    5. El dinero de la sangre 976. Los bajos fondos de Mosc 105V. El crimen organizado privatiza el Estado 112

    VI. La guerra civil mafiosa 122VIL El trfico de seres humanos 129

    VIII. Hurfanos desvalijadores de cajas fuertes 140IX. La derrota de Josef Oleksy 144

    Tercera parteEL EJRCITO ROJO, CUNA DE ASESINOS 149

    I. Pacha Mercedes 151II. Chernobil a domicilio 159

    III. La herona de Asia central y de Vladivostok 170

  • Cuarta parteMONSEOR Y SUS UNIDADES NEGRAS 177

    I. El bandidismo bancario 179II. La irresistible ascensin de Agha Hasan Abedi 182

    7. El mesianismo tercermundista 1888. La organizacin del imperio 193V. La impunidad 207

    VI. Una clida noche en Tampa 211VIL Se cierra 217

    VIII. La muerte de Agha Sahib 222

    Quinta parteLA GUERRA DE LA LIBERTAD 225

    I. La sombra del Estado policaco 227II. El paralizado brazo del juez 230

    9. La impotencia de los policas 23810. Internet unifica el mundo 242

    V. Vigilancia electrnica indiscriminada 248VI. Un hroe de nuestro tiempo: el topo 255

    VIL El muro de silencio 263VIII. Los abogados 276

    IX. La Hidra 280

  • Cada uno de nosotros es responsable de todoante todos.

    FiDOR DOSTOIEVSKI

  • Este libro est dedicado a la memoria de Luiz Carlos Perreira,mi ahijado, asesinado el martes 14 de mayo de 1991, a la edad

    de veintin aos, en el cruce de las calles Santa Rodriguezy Mai'a Lacerda (Moro de Santa Tereza) por un sicariode los Escuadrones de la Muerte de la polica militar

    de Ro de ]aneiro.

    A mis amigos Jean Garca, muerto en 1997, y GilbertBaechtold, fallecido en 1996.

  • Agradecimientos

    Este libro es fruto de un trabajo colectivo de investigacin dems de cuatro aos que realic especialmente con un joven ju-rista alemn, Uwe Mhlhoff. Le agradezco sus valiosas suge-rencias tericas y sus numerosas indicaciones bibliogrficas ydocumentales. Las permanentes discusiones que mantuvimosy la mutua verificacin de conocimientos me han sido extre-madamente valiosas. l realiz las entrevistas con los colabo-radores de la divisin del crimen organizado de los Landes-kriminalmter (oficinas de la polica judicial) de Nordrhein-Westfalia, de Brandeburgo, de Hamburgo, de Hesse, y de lasPolizeipraesidien (prefecturas de polica) de Frankfurt delMain y de Colonia, as como con las autoridades judiciales deDortmund, Frankfurt del Oder y Leipzig.

    Los expertos de las Naciones Unidas en Islamabad, Vienay Ginebra me han permitido acceder a investigaciones no pu-blicadas todava.

    En Italia fueron sobre todo Cario Carbone y Marco Ma-glioli quienes reunieron una importante documentacin y meabrieron numerosas puertas en Calabria, Sicilia, Miln, Turny Roma.

    De Hans See, del Business Crime Control Center deMaintal (Alemania), he aprovechado su erudicin, sus relacio-nes y sus consejos.

    N. Z. me ha ayudado competentemente en la consecuciny traduccin de las fuentes rusas.

    Juan Gasparini me ha ayudado con las fuentes ibricas.

    11

  • Gracias a su profundo conocimiento de Internet, RaoulOudraogo me ha permitido acceder a documentos esencia-les. Tambin he contado con la cooperacin de los responsa-bles de la Biblioteca y el Centro de Documentacin de las Na-ciones Unidas, en el palacio de las Naciones de Ginebra.

    He recibido las autorizadas opiniones de Christian-NilsRobert, profesor de Derecho Penal en la Universidad de Gi-nebra, y del consejero nacional Ernst Mhlemann, ponentedel Consejo de Europa para la admisin de la FederacinRusa.

    En cinco pases distintos, tanto mis colaboradores comoyo hemos realizado entrevistas a fondo con procuradores, jue-ces, responsables de servicios secretos y de distintas organi-zaciones policiales. Sus nombres figuran en el texto cuandorecibimos expresa autorizacin para citarlos. Por razones evi-dentes, muchos han preferido mantener el anonimato. Perotodos nos han ayudado, con gran generosidad humana, con suimpresionante saber y su crtica a nuestras tesis y a los resul-tados de nuestras investigaciones.

    La copia definitiva del manuscrito la realizaron CatherineLorenz, Arlette Sallin y, en el ltimo estadio, Dominique Mio-llan y Mireille DeMaria.

    Sabine Ibach y la agencia literaria Mohrbooks apoyaronnuestro proyecto desde el primer da. Me prodigaron sus sa-gaces consejos Erica Deuber-Pauli, Richard Labvire y Jean-Claude Guillebaud. Reciban todos ellos mi caluroso agradeci-miento.

    J.z.Ginebra, enero de 1998.

    12

  • Prefacio

    Un espectro recorre Europa: el del crimen organizado. Desdehace ms de dos siglos en nuestro continente existen socieda-des democrticas regidas por normas libremente aceptadas.Hoy las amenaza la ruina por culpa de los seores del crimenorganizado. Los crteles del crimen constituyen el estadio su-premo y la propia esencia del modo de produccin capitalis ta.Se benefician en gran medida de la deficiencia inmunitaria delos dirigentes de la sociedad capitalista contempornea. Laglobalizacin de los mercados financieros debilita el Estadode derecho, su soberana, su capacidad de respuesta. La ideo-loga neoliberal que legitima peor an: que naturaliza losmercados unificados difama la ley, debilita la voluntad colectivay arrebata a los hombres la libre disposicin de su destino.

    Los grandes padrinos avanzan enmascarados. Detestanexponerse a la luz del da. Su mundo es el crepsculo. Muypocas veces aparecen en una audiencia. Pocos jueces recogensus mentiras. Salvo unos escasos iniciados, nadie conoce suverdadero nombre. Carecen de rostro.

    Utilizan numerosas y variadas identidades, llevan unas exis-tencias aparentemente honorables, muy prestigiosas a veces.

    Nunca matan con sus propias manos ni dirigen directa-mente la palabra a los miles de soldados a los que mandan. Di-rigen desde la sombra inmensos imperios. Son enigmas en-vueltos en misterio.

  • Y sin embargo existen! Sus huellas se encuentran en elsuelo ensangrentado cuando se llevan los cadveres. Su pre-sencia se lee en los aterrorizados ojos del sospechoso o en elextremado nerviosismo del acusado que, ante el juez, se niegacasi siempre a nombrar a la divinidad suprema.

    Cmo acercarse a ellos? Cmo medir sus pasos? Cmoconocer sus obsesiones nocturnas, su modo de golpear?Cmo adivinar sus mtodos, sus estrategias?

    Mis colaboradores y yo pudimos acceder a numerosasfuentes policiales de Europa, pero tambin de Asia (Pakistn)y de Estados Unidos, y consultar muchos informes espe-cialmente del Bundeskriminalamt alemn, de los Landeskri-minalmter, de la polica federal suiza, del TRACFIN1 francs,de la Guardia di Finanza italiana.

    Algunos de los mejores policas de Europa nos han favo-recido con su experiencia, su impresionante saber, sus temo-res y sus esperanzas.

    Revistas especializadas en criminologa, centros universita-rios de Derecho Penal y asociaciones de magistrados o de po-licas organizan regularmente coloquios internacionales, a losque se accede por invitacin, donde los comisarios de divisinfranceses, los constables de Scotland Yard, los coroneles de loscarabinieri, los funcionarios del FBI o los Oberkriminalkom-missare alemanes dan cuenta, con franqueza a menudo sor-prendente, de su difcil trabajo.

    Con los documentos judiciales se plantearon distintos pro-blemas: en Francia, Alemania, Suiza y Austria tuvimos a me-nudo que presentar, por va jerrquica, peticiones de acceso aesos documentos. En Italia, en cambio, donde el mismo pro-curatore pubblico instruye y se encarga de la acusacin ante el

    1. Tratamiento de las informaciones y accin contra los circuitos fi-nancieros clandestinos.

    14

  • juez competente, bastaba una autorizacin escrita del secreta-rio para poder fotografiar los documentos anexos al proceso.

    Mi calidad de parlamentario me ayud. El Parlamento Eu-ropeo y diferentes asambleas legislativas nacionales llevan acabo trabajos de investigacin y de anlisis a menudo apasio-nantes. Existen en su seno comisiones especializadas quecuentan con investigadores y expertos competentes; por ejem-plo, la comisin antimafia de la Cmara de diputados italiana.

    Los documentos que publican esas comisiones son a me-nudo de gran riqueza. El informe de la comisin de la Asam-blea Nacional francesa de enero de 1993 es un modelo en sugnero.

    Algunos organismos de comunicacin de dimensin con-tinental que gestionan archivos informatizados Time Maga-zine Incorporated, las sociedades editoras de la SddeutscheZeitung, de la revista Der Spiegel, de los diarios Le Monde y ElPas, y del Times de Londres disponen de un material do-cumental rico e interesante. Nuestro equipo se abon a esosarchivos y los utiliz.

    Mis colaboradores y yo mismo slo somos unos modestossocilogos de limitado valor y no grandes y temerarios perio-distas de investigacin. Intentar entrevistar a los Buyuk-baba2turcos, a los seores pathanes del Khyber, a los Vor v zahn1rusos?

    Hablar con sus soldados, difundir en el seno de sus or-ganizaciones nuestros cuestionarios o, peor an, intentar unaobservacin activa introducindonos en el medio? Ni hablar!No podamos llevar a cabo las clsicas investigaciones socio-lgicas sobre el terreno. Desebamos seguir viviendo.

    La primera parte de nuestro libro est consagrada a la in-vestigacin de las relaciones entre la globalizacin de los mer-

    11. Buyuk-baba: literalmente, Abuelo; ttulo de los supremos dirigentes de los crteles turcos del crimen organizado.

    12. Vor v zakon: Ladrones dentro de la ley, ttulo oficial de los padrinos de la ms antigua organizacin criminal rusa.

    15

  • cados y el declive del Estado nacional por un lado y el desa-rrollo del crimen organizado por otro.

    Las partes segunda y tercera intentan un anlisis empricode los modos de funcionamiento y de agresin de los crtelescriminales que nacieron sobre los escombros del mundo co-munista del Este. Para las sociedades democrticas de Euro-pa, los seores rusos, ucranianos, chechenos, rumanos, kaza-kos y dems constituyen, hoy, la amenaza ms inmediata. Teherir sin clera y sin odio, como un carnicero, clama Bau-delaire en uno de sus ms clebres poemas. La mayora de losboyardos que encontraremos en estas pginas son grandescarniceros.

    La subversin del universo de las finanzas internacionalespor el crimen organizado es estudiada en la cuarta parte a tra-vs del difunto BCCI (Banco de Crdito y de Comercio Inter-nacional) de Agha Hassan Abedi, al que Time Magazine de-nomina the sleaziest bank o/all4 (el banco ms podrido delmundo). En la quinta parte se har un inventario de aquellasarmas judiciales y policacas que hoy, a mi entender, son lasms aptas para asegurar la supervivencia de la sociedad de-mocrtica en su guerra mortal contra el crimen organizado.

    Por qu este libro?La leyenda de Hrcules, hroe mtico de los griegos, da

    una respuesta: Hrcules se haba encargado de acabar con ellen de Nemea, animal feroz que pareca invulnerable. Lacosa estuvo a punto de irse al garete: Hrcules, buscando a suenemigo, lo encontr sin advertirlo. Crey que la melena delanimal eran los pelos de su propia barba. Despertndose inextremis, el hroe mat al monstruo.

    Con el crimen organizado las sociedades democrticas deOccidente actan con frecuencia del mismo modo: la presen-

    4. Time Magazine, Nueva York, 29 de julio de 1991. 16

  • cia en su seno del monstruo es tan evidente que ni siquiera loadvierten. Siguen durmiendo mientras acarician con dulzura asu enemigo.

    Habr un despertar?El presente libro quiere contribuir a ese sobresalto.

    17

  • PRIMERA PARTE

    LLEGAN LOS BRBAROS

    El primer rasgo de la corrupcin de lascostumbres es el destierro de la verdad.

    MONTAIGNE

  • La banalidad del crimen

    Saint-Just escribe: Entre el pueblo y sus enemigos nada hayen comn, slo la espada.1

    Hoy, en las democracias occidentales, la espada se ha me-llado. El crimen organizado progresa. Amenaza con su victo-ria sobre los pueblos.

    Eckart Werthebach, antiguo jefe del contraespionaje ale-mn, advierte: Por su gigantesco podero financiero, el crimenorganizado influye secretamente en toda nuestra vida econ-mica, el orden social, la administracin pblica y la justicia. Enalgunos casos dicta su ley, sus valores, a la poltica. De estemodo desaparecen gradualmente la independencia de la justi-cia, la credibilidad de la accin poltica y, a fin de cuentas, lafuncin protectora del Estado de derecho. La corrupcin seconvierte en un fenmeno aceptado. El resultado es la progre-siva institucionalizacin del crimen organizado. Si esa evolu-cin prosiguiera, el Estado sera muy pronto incapaz de asegu-rar los derechos y libertades cvicos de los ciudadanos.2

    Un antiguo ministro de Defensa de Estados Unidos es codi-rector de un poderoso banco multinacional especializado en eltrfico de armas y que administra los fondos del terrorista Abou

    13. Louis Antoine de Saint-Just, Fragments d'insttutions rpublicaines,prefacio y notas de Robert Mandron, Pars, UGE, 1988.

    14. Eckart Werthebach presidi hasta 1997 el Bundesamt fr Verfas-sungsschutz, la DST alemana. Cf. Eckart Werthebach, en colaboracincon Bernadette Droste-Lehnen, Organisierte Kriminalitt, Zeitschrift frRechtspolitik, nm. 2, 1994.

    21

  • Nidal; Giulio Andreotti, siete veces primer ministro de Italia,catorce veces ministro, ha sido acusado por el procurador dePalermo de asociacin con la Cosa Nostra;3 a Ernesto Samper,presidente en ejercicio de la Repblica de Colombia, se le ha re-tirado el visado estadounidense por la acusacin de ser un agentede los crteles de la droga: eso es lo que sorprende e inquieta.

    Nos equivocaramos viendo slo en la criminalidad trans-continental organizada la expresin de una patologa social,esa parte de desviacin y oscura locura que contiene en lo mshondo cualquier sociedad civilizada.

    Se trata de algo ms y de otra cosa.De dnde procede el Estado? De dnde proviene su

    fuerza? Qu es lo que mantiene viva una democracia? Ques lo que hace que un conjunto de individuos aislados se con-vierta en una sociedad estructurada, civilizada, qu'e resiste laspasiones centrfugas? Cul es el origen de la ley?

    Kant defina el Estado como una comunidad de volunta-des impuras bajo una regla comn.4 Cmo definir las volun-tades impuras? Todos los hombres son habitados por las peo-res pasiones, energas destructoras, celos, instinto de poder.Pero en raros instantes de lucidez abdican parte de su libertaden beneficio de la voluntad general y del bien pblico. Fundancon sus semejantes la regla comn, el Estado, la ley. La liber-tad ms total preside esta fundacin. Kant sigue diciendo: Ay

    15. Senador vitalicio, Giulio Andreotti perdi su inmunidad el 27 demarzo de 1993. El proceso de Palermo se inici el 26 de septiembre de1996. Ha dado origen a una vefdadera cascada de libros. Slo citar dos:Emanuele Macaluso, Giulio Andreotti, tra Stato e Mafia, Mesina, Rubbet-tino, 1996 (el autor, senador comunista, antiguo dirigente de la Confederacin General del Trabajo italiana, ha escapado de varios atentados ma-fiosos); Giulio Andreotti, Cosa loro. Mai visti da vicino, Miln, Rizzoli,1995 (se trata de una especie de diario en el que Andreotti refuta, puntopor punto, las acusaciones hechas contra l). Al terminar estas pginas(enero de 1998) el proceso sigue.

    16. Immanuel Kant, ha religin dentro de los lmites de la mera razn,Madrid, Alianza Editorial, El libro de bolsillo, nm. 163, 1995.

    22

  • del legislador que quisiera establecer por la fuerza una Consti-tucin con fines ticos; no slo hara de ese modo lo contrariode esta Constitucin sino que, adems, minara su Constitucinpoltica y le arrebatara cualquier solidez.

    Kant conoca mejor que nadie la extremada fragilidad dela regla comn, del caamazo social tejido por las voluntadesimpuras, el abismo que, constantemente, amenaza bajo las ins-tituciones aparentemente ms slidas.

    La criminalidad transnacional en Europa, provista de unatcnica avanzada, es sin duda inquietante. Pero no especial-mente porque ataque las instituciones, la ley, el Estado; si slofuera eso, con reforzar la accin represiva de la sociedad de-mocrtica, de su magistratura y sus leyes, de su polica basta-ra para acallarla.

    El peligro mortal del crimen organizado es otro.Con el cebo de la riqueza rpida, la corrupcin endmica, la

    amenaza fsica, el chantaje, debilita las voluntades de los ciuda-danos. Lo dems viene casi por necesidad: una sociedad que nose mueve ya por propia iniciativa y cuya armona no obedece yaa voluntades singulares y libres es una sociedad condenada.Ningn Estado, ninguna ley, ninguna fuerza represiva, por de-terminados que estn y severos que sean, pueden ya protegerla.

    De dnde procede la formidable eficacia de los crtelesdel crimen organizado? La respuesta es compleja: esos crte-les combinan tres formas de organizacin que, hasta hoy, seexcluan mutuamente.

    Un crtel criminal es, en primer lugar, una organizacin eco-nmica, financiera, de tipo capitalista, estructurada de acuerdocon los mismos parmetros de maximalizacin del beneficio, decontrol vertical y de productividad que cualquier otra sociedadmultinacional industrial, comercial o bancada legal.

  • Al mismo tiempo, el crtel es una jerarqua militar.La violencia est en la base de cualquier asociacin crimi-

    nal. Una violencia a menudo extremada, enteramente someti-da a la voluntad de acumulacin monetaria, de dominio terri-torial y de conquista de los mercados.

    Entre la racionalidad de la acumulacin capitalista y el or-den militar exista, hasta hoy, una contradiccin: sea cual seasu sector de actividad (industrial, comercial, bancario u otro),una sociedad multinacional que tiene xito prospera por lainiciativa personal, el libre juego, dentro de estructuras flexi-bles de la voluntad acumuladora de cada uno de sus miem-bros.

    Una estructura militar, en cambio, funciona de modo au-toritario. La jerarqua militar se define por la relacin man-do/obediencia. Obedecer ciegamente, hasta la muerte, las r-denes de sus jefes es el primer deber del soldado.

    El tercer modo de organizacin al que recurre el crtel cri-minal es el parentesco cinico, la estructura tnica. Ese tercermodo, la formacin social etnocntrica, es en principio exclu-sivo de las otras dos sociabilidades mencionadas, la jerarquamilitar y la formacin capitalista.

    Ahora bien, tambin aqu el crtel criminal supera la con-tradiccin, crea la simbiosis.

    Cada uno de esos tres modos de organizacin capitalis-ta, militar y tnica posee su propia y temible eficacia.

    Insisto en este punto: en la vida ordinaria, las tres forma-ciones se excluyen mutuamente, se oponen entre s o, al me-nos, viven existencias autnomas, paralelas, cerradas las unasa las otras. Al combinarlas, el crtel criminal consigue acumu-lar la eficacia propia de cada una de ellas. De ah su fuerza vic-toriosa y la inmunidad que opone, por lo general, a cualquierintento de penetracin policaca.

    Kant denomina mal radical a la fuerza que desva las vo-luntades singulares de los ciudadanos y los lleva a debilitar, apervertir, a anular, en el peor de los casos, la regla comn.

    24

  • Myriam Revault d'Allonnes, exegeta de Kant, escribe:Est la inolvidable grandeza del signo histrico que revela ladisposicin moral de la humanidad. Pero est tambin ese malradical como inclinacin de la naturaleza humana, inclinacinno extirpable e insondable abismo de un poder originario quepuede orientarse hacia el bien o hacia el mal... Y, ms ade-lante: En la medida en que no se vuelve por naturaleza a fi -nes estables, el hombre es maleable [...] La especie humana eslo que queramos hacer de ella.5

    Hay parte de Mefisto en la mayora de seores del crimenque vamos a encontrar en este libro.

    Conocen por intuicin o por experiencia el carcter ambi-guo, equvoco, marcado por una fragilidad consustancial, detodas esas voluntades impuras que intentan seducir con mor-tal eficacia.

    Trabajan una pasta maleable y lo saben.Segn el ministro del Interior de la Federacin Rusa, unas

    5 700 bandas mafiosas controlan el setenta por ciento del sec-tor bancario del pas y la mayor parte de sus exportaciones depetrleo, de gas natural, de minerales estratgicos y de mate-rias primas forestales. En Alemania, Italia, Turqua y EstadosUnidos el crimen organizado subvierte sectores enteros de laeconoma de mercado. Es cada da ms poderoso en Francia.Las economas nacionales de varios pases del frica negra es-tn por completo criminalizadas.

    Cmo ha sido posible semejante desgracia? Las razones son mltiples.La primera: la banalizacin, en nuestro siglo, del acto cri-

    minal.Dirigidos por Milosevic, Karadjic y Mladic, las tropas re-

    5. Myriam Revault d'Allonnes, Ce que l'Homme fait a l'Homme, Pa-rs, Ed. du Seuil, 1995.

  • guiares y los milicianos serbios invaden el valle y la pequeaciudad de Srebrenica, en Bosnia oriental, el amanecer del 13de julio de 1995. Srebrenica es una zona de seguridad de lasNaciones Unidas. El general Bernard Janvier, en nombre delas Naciones Unidas, se niega a bombardear a los agresores.Indiferente complacencia de los cascos azules holandeses queestn all. Silencio de los gobiernos europeos. Los serbiosrenen a todos los hombres de entre quince y setenta aos enel campo de ftbol, en la plaza pblica, en un descampado,luego, sistemticamente, uno tras otro, los degellan, les arran-can los ojos, los matan de un hachazo, pocas veces de un tiroen la cabeza. Las vctimas se cifran en ocho mil. Jacques Ju-lliard formula la pregunta: Hay que juzgar a Janvier?6 Le-gtima pregunta.

    Abril-junio de 1994: en las colinas de Ruanda, en la reginde los Grandes Lagos, en el frica central, las milicias Intera-hamwe, al mando del general Thoneste Bagosora y algunosministros del difunto presidente Juvenal Habyarimana, or-ganizan el asesinato preferentemente a machetazos decentenas de miles de habitantes tutsis y opositores hutus. Loscascos azules que estn all no intervienen. Los gobiernoseuropeos parecen indiferentes. Probable nmero de vctimas:entre quinientas mil y ochocientas mil.

    En Camboya, de 1975 a 1979, en Etiopa, de 1974 a 1989,bajo las bombas americanas en Vietnam, de 1969 a 1974, du-rante tres generaciones en los gulags siberianos y durante seisaos en los campos de exterminio nazis, decenas de millonesde mujeres, hombres y nios fueron exterminados.

    Auschwitz, Srebrenica, la Kolyma, los campos camboya-nos y los calabozos etopes se han convertido en barmetro dela locura criminal de los hombres. Pues bien, Eichmann, Ka-radjic, Beria, Pol Pot, Mengistu y todos sus colegas de mons-truosidad colocaron el listn muy alto.

    6. Jacques Julliard, en Le Nouvel Observateur, 9 de octubre de 1996.

    26

  • Cualquier fechora, cualquier matanza que se site por de-bajo de este listn es pues percibida, forzosamente, como uncrimen menor, un mal menor.

    La herona china o norcoreana que, pasando por Vladi-vostok y luego por Nigeria, inunda las ciudades de Amrica yEuropa y mata cada ao a decenas de miles de chiquillos? Lapenetracin del mercado inmobiliario de la Costa Azul por lasbandas rusas que asesinan a sus competidores y raptan a loshijos de vendedores recalcitrantes? Sectores enteros del pe-queo comercio de Berln sometidos a extorsin? Decenasde miles de muchachas vendidas como ganado, engaadas,obligadas a prostituirse en toda Europa?

    Comparados con los horrores perpetrados por los nazis,los jmeres rojos o los fascistas de los Balcanes, todos estos cr-menes parecen delitos veniales.

    As, la actividad cotidiana de los seores del crimen orga-nizado no provoca en la opinin pblica de las sociedades li-bres la repulsin horrorizada, la angustiada determinacinque seran necesarias para su eliminacin.

    Una segunda razn que explica los progresos de la crimi-nalidad transnacional organizada es su escasa visibilidad.

    Los saigneurs (sangradores) como los llama un comisa-rio de divisin francs, jugando con la palabra seigneurs (se-ores) son poco visibles. Cometen sus crmenes en la pe-numbra. Avanzan ocultos, odian la luz del da. Temen como ala peste la mirada de los pueblos.

    Aqu no hay estruendosas conferencias de prensa queanuncien las prximas depuraciones tnicas, los prximos ata-ques de represalia contra indefensas aldeas. No hay comuni-cados de victoria al borde de las fosas comunes.

    Los crteles del crimen organizado trabajan en la clandes-tinidad. Aqu no arden los barrios ni hay cortejos de huraossupervivientes o montones de cadveres pudrindose al sol.

  • Los asesinos de Monseor, los erradicadores rusos, los Bu-yuk-baba turcos o los sicarios colombianos degellan, prefe-rentemente, por la noche. Sin previo anuncio y sin ruido. Le-jos de las cmaras.

    Por lo que se refiere a la infiltracin los principales mer-cados financieros a travs de bancos multinacionales de ca-rcter enteramente criminal por ejemplo, la BCCI, Bancadel Comercio y del Crdito Internacional se lleva a cabo ensilencio, a la sombra, al abrigo de cualquier curiosidad fuerade lugar.

    Circunstancia agravante: Toto Runa, llamado la Bestia, jefesupremo de la Cosa Nostra en ambas riberas del Atlntico,Giovanni Brusca, apodado el Cerdo, los seores chechenos olos padrinos rusos detestan las entrevistas. El primer plano loshorroriza. Incluso una simple fotografa le puede suponer, altemerario reportero, una nariz o una oreja cortadas.

    Quin querra hablar, en tales circunstancias, de los cr-teles del crimen organizado? Movilizar la opinin pblica?Dar la alarma? La sociedad meditica tiene algo mejor quehacer. Y, de todos modos, la materia prima es mediocre, insu-ficiente el nmero de cadveres.

    28

  • IILa deficiencia inmunitaria

    Para resistir la violencia, el chantaje, la agresin cotidiana delos crteles del crimen organizado, una sociedad necesita va-lores; slo unos ciudadanos solidarios, vinculados a un comnbien pblico, unidos en la defensa de la democracia, mante-niendo entre s relaciones de complementariedad y reciproci-dad y que deseen la justicia social pueden resistir la coi, ip-cin, la seduccin utilizadas por los agentes de la criminalidadtransnacional.

    No obstante, frente a la criminalidad transcontinental or-ganizada las sociedades democrticas de Occidente sufrenuna evidente deficiencia inmunitaria. Cules son sus causas?

    La primera: la globalizacin de la economa mundial.Por qu la globalizacin? Por qu ahora?Dos respuestas:17. La tendencia a la monopolizacin y a la multinaciona-

    lizacin del capital es consustancial al modo de produccincapitalista; a partir de cierto nivel de desarrollo de las fuerzasproductivas esta tendencia se hace imperiosa, se impone comopor necesidad.

    18. Mientras dur la divisin del mundo en dos bloquesaparentemente antagonistas, la globalizacin encontraba trabas. En el Este, un imperio militarmente poderoso reivindicaba (falsamente) una ideologa de la defensa de todos los trabajadores. Las oligarquas capitalistas del Oeste se sentan obligadas a salvaguardar un mnimo de proteccin social, de libertadsindical, de negociacin salarial y control democrtico de la

  • economa. Era preciso evitar que en Occidente se votara co-munista. En otras palabras: los partidos sodaldemcratas occi-dentales han actuado como alquimistas de la Edad Media que,con el plomo, intentaban hacer oro. Esos partidos (esas centra-les sindicales) transformaron en ventajas sociales para sus clien-tes el miedo de los capitalistas ante la expansin comunista.

    Con la cada del muro de Berln, la desintegracin de laURSS y la criminalizacin parcial del aparato burocrtico deChina, la globalizacin de la economa capitalista ha empren-dido el vuelo. Y, con ella, la precarizacin del trabajo, el des-mantelamiento de la proteccin social. Numerosos partidossocialdemcratas por ejemplo, el Partido Socialista italia-no se han licuado. Otros se han debilitado terriblemente,han perdido cualquier credibilidad. Todos sufren de lleno eldeterminismo del mercado globalizado. La InternacionalSocialista ha hecho implosin. Los sindicatos se ven confron-tados con una dramtica prdida de su poder. El modo de pro-duccin capitalista se extiende por toda la Tierra, sin encontrarya en su camino contrapoderes dignos de este nombre.

    Al hablar, en una carta, del capital financiero y el capitalindustrial, Marx utiliza la curiosa expresin de fremde Mach-te (potencias extranjeras). Como ejrcitos ocupantes, aje-nos al pas al que esclavizan, esas potencias desnaturalizan,anulan con ms frecuencia, la libre voluntad de los hombresagredidos.

    La maximalizacin del beneficio, la acumulacin aceleradade la plusvala, la monopolizacin de la decisin econmica soncontrarias a las aspiraciones profundas, a los intereses singu-lares de la mayora. La racionalidad mercantil asla las con-ciencias, aliena al hombre y aparta a la multitud de un destinolibremente debatido, democrticamente elegido. El determi-nismo de la mercanca asfixia la libertad irreductible, imprevi-sible, siempre enigmtica del individuo. El ser humano se vereducido a su pura funcionalidad mercantil. Las potencias ex-tranjeras son enemigas del pas, del pueblo que ocupan.

    30

  • Qu es la globalizacin?La realizacin de la ley de los costes comparativos de pro-

    duccin y distribucin, formulada por el especulador burs-til y profesor de economa David Ricardo a comienzos del si-glo XIX, se generaliza. Cualquier bien, cualquier servicio seproducir donde sus costes sean ms bajos. Todo el planeta seconvierte as en un gigantesco mercado donde compiten lospueblos, las clases sociales, los pases. En un mercado globali-zado, los pases europeos con sus costosos sistemas de se-guridad social, su libertad sindical, sus salarios relativamentealtos salen perdiendo rpidamente. Se instalan la angustiapor el maana, el paro y, luego, la miseria. Pero en un merca-do globalizado, lo que uno pierde la estabilidad del empleo,el nivel salarial, la seguridad social, el poder adquisitivo noes automticamente ganado por los otros. La madre de fami-lia de Pusan, en Corea del Sur, que ejerce un trabajo mal pa-gado y el proletario indonesio que, por un salario de miseria,se desloma en la nave de montaje de una zona franca de Ya-karta slo mejoran de un modo muy mediocre su situacinmientras el obrero mecnico de Lille o el trabajador del textilde Saint-Gall caen en el paro permanente.

    La integracin progresiva en un mercado planetario nicode todas las economas antao nacionales, singulares, gober-nadas por mentalidades, por una herencia cultural, por modosde actuar e imaginar particulares, es un proceso complejo.

    Algunos economistas alemanes han forjado un conceptoexplcito: Killerkapitalismus (capitalismo de asesinos).

    He aqu cmo funciona concretamente el Killerkapita-lismus:

    1. Los Estados del Tercer Mundo combaten entre s paraatraer inversiones productivas efectuadas por industrias y em-

    II

  • presas de servicios extranjeras. Para ganar esta batalla no va-cilan en reducir, ms an, las ya dbiles protecciones sociales,las libertades sindicales, el poder de negociacin de los asala-riados autctonos.

    19. En Europa, especialmente las empresas industriales,de gestin, etc., proceden cada vez ms a la desubicacin desus instalaciones de produccin y desde hace algunosaos tambin de sus laboratorios y centros de investigacin.Por un efecto de retroceso singularmente perverso, la simpleamenaza de una desubicacin induce al Estado a ceder, cadavez ms, a las exigencias del capital, a consentir una reduccinde la proteccin social (despidos, anulacin de reglamentos,etc.), en resumen, a precarizar, fluidizar, el mercado autctono de trabajo.

    20. Los trabajadores de todos los pases entran, de pronto, en competencia unos con otros. Se trata, para todos, detrabajar y asegurarse un empleo, un sueldo para su familia.Esta situacin provoca la desolidarizacin entre categoras detrabajadores, la desmovilizacin del espritu de lucha, la muerte del sindicalismo; en resumen, el consentimiento vergonzoso, desesperado a menudo, del trabajador a la destruccin desu propia dignidad.

    21. En las democracias europeas se abre una grieta: quienes tienen trabajo intentan por todos los medios conservarlo ycombaten contra los que ya no lo tienen y, probablemente, nunca lo tendrn ya. La solidaridad salarial se quiebra. Otro fenmeno: entre la funcin pblica y el sector privado se instala unaantinomia. Un ltimo fenmeno, el ms grave de todos: el trabajador autctono empieza, con frecuencia, a odiar al obreroinmigrado. La serpiente racista levanta su horrenda cabeza.

    En los Estados industriales occidentales haba en 199025 millones de parados de larga duracin. En 1997 son ya 37millones.

    32

  • Por lo que se refiere a la precarizacin, en Gran Bretaa,en 1997, slo un trabajador de cada seis tiene trabajo esta-ble, regular y a tiempo completo. En Estados Unidos, lostrabajadores llamados dependientes (excluidos los cuadrosdirigentes), que formaban el ochenta por ciento de la pobla-cin activa en 1996, sufrieron una prdida de su poder ad-quisitivo del 14 % entre 1973 y 1995. En Francia, el paroafecta hoy al 12,6 % de la poblacin activa: un francs enedad de trabajar de cada ocho est en el paro. Mientras queel crecimiento sigue siendo insuficiente, un francs de cadatres tiene slo un trabajo precario. Alemania tiene cuatromillones y medio de parados. El treinta por ciento de lasempresas, aproximadamente, pagan salarios inferiores al m-nimo sindical.1

    El informe llamado del desarrollo humano del PNUD(Proyecto de las Naciones Unidas para el Desarrollo)2 esta-blece: en los pases del Tercer Mundo, 1 300 millones de sereshumanos disponen de menos de un dlar diario para sobrevi-vir; 500 millones de personas morirn antes de haber alcanza-do los cuarenta aos; la distribucin de la propiedad, espe-cialmente de la tierra cultivable, es escandalosa (en Brasil, porejemplo, en 1997, el 1 % de los propietarios controla el 43 %de las tierras cultivables; 153 millones de hectreas perma-necen en barbecho, y, mientras tanto, 5 millones de campesi-nos expoliados vagan con sus famlicas familias por las carre-teras de aquel inmenso pas).

    Los pases industrializados, organizados en la OCDE, nose libran: 100 millones de personas viven por debajo del um-

    22. Cifras de la OCDE.23. El PNUD utiliza adems de los parmetros econmicos cl

    sicos, como el poder adquisitivo, la renta por habitante, el volumen delproducto nacional bruto, etc. criterios cualitativos complementarios.Ejemplo: el grado de escolarizacin de una sociedad, la situacin de losderechos del hombre, la pureza del agua, la calidad de los cuidados mdicos, la de los alimentos, etctera.

  • bral de la pobreza. En 1997, en estos mismos pases, 37 mi-llones slo disponen para vivir del subsidio de paro; ese sub-sidio tiende a reducirse en el tiempo y en la cantidad. El15 % de los nios en edad escolar no van a la escuela. Fran-cia tiene miles y miles de personas sin techo; slo en Lon-dres hay ms de cuarenta mil. En Estados Unidos, 47 millo-nes de personas la mayora de las cuales pertenecen a lasclases ms pobres carecen de cualquier seguro de enfer-medad.

    En resumen, en vez de hacer que florezca la riqueza gene-ralizada para distribuirla en los cinco continentes, el mercadounificado crea el desorden desigualitario, la injusticia y, fre-cuentemente, la miseria.

    Pero la mano invisible de este mercado globalizado nodestruye slo las sociedades, tambin masacra la naturaleza.Basta con observar la evolucin de las selvas vrgenes del pla-neta. Los bosques tropicales slo cubren aproximadamente el2 % de la superficie de la Tierra, pero albergan casi el 70 %de todas las especies vegetales y animales. En menos de cua-renta aos (1950-1990) la superficie global de las selvas vrge-nes se ha reducido en ms de 350 millones de hectreas: el18 % de la selva africana, el 30 % de las selvas ocenica y asi-tica, el 18 % de las selvas latinoamericana y caribea han sidodestruidos. En 1997 siguen desapareciendo millones de hect-reas. Al ritmo actual, se considera que se destruyen ms detres millones de hectreas anuales. La biodiversidad: cada davarias especies (vegetales, animales) quedan aniquiladas demodo definitivo, ms de cincuenta mil entre 1990 y 1996. Loshombres: en el ltimo recuento censal, en 1992, quedaban enla selva amaznica menos de doscientos mil habitantes autc-tonos (por los nueve millones de antes de la agresin colonial).Tambin la sabana sufre los estragos de la sobreexplotacin.En 1996, en trescientos millones de hectreas los rboles y

    34

  • arbustos fueron totalmente destruidos, generalmente por elfuego.3

    En 1998, 37 000 sociedades transnacionales de origen eu-ropeo, americano o japons que poseen, juntas, 170 000 fi-liales en el extranjero dominan la economa mundial.

    Cinco pases capitalistas de primera lnea (Estados Uni-dos, Japn, Francia, Alemania y Reino Unido) se reparten 172de las doscientas mayores sociedades transnacionales. De1982 a 1992, sus ventas pasaron de tres billones a cinco billo-nes novecientos mil millones de dlares, y su participacin enel producto mundial bruto del 24,2 al 26,8 %. Ninguna fuer-za social o poltica parece hoy en condiciones de contrarrestarsus ambiciones.

    Bajo los golpes de la globalizacin de los mercados, el Es-tado nacional europeo, la democracia occidental, productosde la lenta evolucin de los municipios de la Edad Media, delos principios del Renacimiento y de las conquistas de la Re-volucin francesa, sufren daos irreversibles.

    Debe considerarse otro fenmeno: la radical ruptura entrela economa real y la economa virtual. Antao, el dinero ex-presaba el valor de las cosas, era el medio de pago para lasmercancas, los servicios y dems bienes producidos por elhombre. Ahora no. En la jungla en que vivimos circulan su-mas astronmicas que ya no corresponden a nada, en el senti-do literal del trmino. Y, en cualquier caso, no a un incre -mento de productividad, a un real aumento de las riquezaseconmicas. Tomo por ejemplo a mi pas, Suiza. En 1997,por quinto ao consecutivo, el producto nacional bruto haaumentado muy dbilmente menos del 1 % en cifras rea-les, mientras que el Swiss Index (el ndice de las principales

    3. Informe de Arba Diallo, jefe de la secretara de las Naciones Uni-das a cargo de la lucha contra la desertizacin, Ginebra, 1997.

  • acciones suizas cotizadas en Bolsa) dio durante los seis pri-meros meses de 1997 un salto de ms del 40 %.

    El capital financiero se ha autonomizado gradualmente.Miles de millones de dlares flotan sin amarras, con total li-bertad. El proceso no es de hoy, pero se acelera a un ritmosorprendente. Un ejemplo: el mercado del eurodlar ha pasa-do de ochenta mil millones de dlares en 1973 a ms de cua-tro billones en 1998.

    La revolucin de la telefona, la transmisin de datos a lavelocidad de la luz (300 000 km/seg.) entre especuladores, lanumerizacin de los textos, de los sonidos y de las imgenes,la extremada miniaturizacin de los ordenadores y la genera-lizacin de la informtica hacen prcticamente imposible cual-quier vigilancia de esos movimientos de capitales flotantesms de un billn de dlares diarios. Ningn Estado, porpoderoso que sea, ninguna ley y ninguna asamblea de ciuda-danos puede luchar contra semejante enemigo.

    La vitalidad, la inventiva de los mercados financieros pro-ducen admiracin. Nuevos productos, a cual ms sofisticado,ms complejo, ms innovador, se suceden a un ritmo pasmoso.

    Tomemos la galaxia de los productos financieros llamadosderivados. En 1997 se elevan a ms de un billn setecientosmil millones de dlares. Hoy todo puede ser objeto de especu-lacin derivada: firmo un contrato para la compra a fecha yprecio fijos de un cargamento de petrleo, de un lote de mone-da, de una cosecha de trigo, etc. Si en dicha fecha la Bolsa in-dica un precio inferior al mo, pierdo. En caso contrario, gano.

    La locura reside en lo siguiente: puedo montar una espe-culacin con productos llamados derivados invirtiendo sloel 5 % de mi propio dinero. Lo dems es crdito. Adems,puede especularse con productos derivados de otros produc-tos derivados, y as sucesivamente. Extremada fragilidad,pues, de una interminable pirmide de crditos que se hinchasin cesar y se eleva hacia el cielo.

    Esos jvenes genios (hombres y mujeres) que, gracias a sus

    36

  • modelos matemticos elaborados por ordenador, intentan an-ticipar los movimientos del mercado, dominar el azar y mini-mizar los riesgos, trabajan como pilotos de frmula 1. Debenreaccionar en una fraccin de segundo. Cualquier decisinerrnea puede producir una catstrofe. La tensin es enorme.Las Bolsas crean un mercado que funciona las veinticuatrohoras del da. Cuando Tokio cierra, Nueva York abre, y cuandolos traders americanos se derrumban en su cama, la guerra sedesplaza a Frankfurt, Londres y Pars.

    Los traders son la quintaesencia del capitalismo financie-ro: una pasin insensata, demencial de poder, de prestigio, debeneficio y una inagotable voluntad de aplastar al competidorlos devoran. Las anfetaminas los mantienen despiertos. Pro-ducen oro del aire.

    En prcticamente todos los grandes bancos multinaciona-les del mundo, esos jvenes genios ganan el doble o el tripleque el presidente del banco. Cobran gratificaciones, partici-paciones en el astronmico beneficio. Son los Cresos del tiem-po presente. Su locura es rentable.4

    Pero se producen catstrofes.En marzo de 1995, un ingls de veintiocho aos, de rostro

    infantil y cerebro enfebrecido, hace perder a sus patrones, enel plazo de cuarenta y ocho horas, la mdica suma de mil mi-llones de dlares. Nick Leeon era uno de los traders de la Ba-rings Bank de Londres en la Bolsa de Singapur. Su especiali-dad: los derivados de valores japoneses. Pero Leeson no habaprevisto el terremoto de Kobe ni el consiguiente hundimientode las acciones japonesas. Ms vanidoso que un gallo, Leesonse neg a admitir su derrota. Falsific los documentos. Ac-

    4. En el Deutsche Bank, veinticuatro jvenes traders ganan ms queel presidente del banco, cuyo sueldo anual supera los dos millones deDeutschmarks (cifras de 1996, citadas en Der Spiegel, nm. 41, 1996).

  • tualmente se pudre (y por seis aos) en un srdido calabozode Singapur. Por lo que se refiere a su banco, el ms antiguoy prestigioso de los bancos privados ingleses, fundado en1762, fue devorado por la tormenta.

    Otros ejemplos? La lista es larga: en abril de 1994, la po-derosa Deutsche Metallgesellschaft de Munich es devorada,por medio de especuladores, a causa de los derivados de 1 400millones de dlares. En Estados Unidos, Orange County yotras entidades pblicas del estado de California pierden, es-peculando con derivados, centenares de millones de dlares.El contribuyente americano debe reparar los daos.

    Una pesadilla obsesiona a los responsables de los bancoscentrales de los Estados: que el propio sistema capitalista pue-da ser barrido un da por una reaccin en cadena de sucesivoshundimientos de las pirmides de crditos provocados portraders desafortunados o criminales.

    En agosto de 1996, el gobierno de Washington anunciauna serie de excelentes noticias: el paro baja masivamente, laeconoma estadounidense reanuda su crecimiento, la produc-tividad industrial aumenta, el consumo la sigue, las exporta -ciones progresan. Cmo reacciona la Bolsa de Wall Street?Con el pnico! Los principales ttulos industriales inician unsignificativo descenso, pues para los especuladores la creacinde centenares de miles de empleos es una pesadilla. El au-mento del consumo interno tambin. Anuncian un posible re-punte de la inflacin y, por lo tanto, un probable aumento delas tasas de inters sobre la moneda. Y, por ello, un desplaza-miento masivo de los capitales especulativos (y de inversin)del mercado de las acciones hacia los mercados monetarios.Hacia las obligaciones y los municipal bonds.

    En nuestras democracias occidentales, que practican el su-fragio universal secreto, votamos peridicamente para elegirdiputados, presidentes. Raras veces por estrategias polticas.

  • Ampliamente desposedos de nuestros derechos efectivos deciudadanos, incapaces de influir en las condiciones concretasde nuestras existencias, despojados de nuestra cualidad de se-res histricos, nuestros destinos individuales y colectivos es-tn, en lo esencial, determinados por los principales operado-res de las Bolsas de Chicago, Tokio, Pars, Frankfurt, Zurich yLondres.

    Hoy, para los bancos centrales de los principales Estadosdel globo, los nicos medios de regular el mercado financieroson el establecimiento de las cotizaciones y el de las tasas deinters. Armas del todo insuficientes, como demuestra la ca-da de las cotizaciones de la Bolsa de Wall Street en agosto de1996. Lo que gobierna el mundo son las oscuras angustias, lasintuiciones, los deseos, las certidumbres, la desenfrenadaaficin al juego y al beneficio de los operadores de Bolsa.

    La burbuja especulativa se hincha sin cesar, al margen decualquier control pblico. La economa virtual prevalece so-bre la economa real.

    La globalizacin de los mercados produce su propia ideo-loga: la ideologa neoliberal. Puesto que el movimiento que lahace nacer es potencialmente omnipotente, esta ideologa seda a conocer como un pensamiento nico, como la ideologadel final de la Historia. Legitima la globalizacin y la auto-nomizacin de los capitales. Prosigue su marcha triunfal demalvender los bienes pblicos so capa de ciertos eslganescomo privatizacin, desregulacin, flexibilidad y de-puracin de las estructuras.

    Noble ideologa! Acta utilizando la palabra libertad.Basta de barreras, de separaciones entre los pueblos, los pa-ses y los hombres! Libertad total para todos, igualdad deoportunidades y perspectivas de felicidad para cada cual.Quin no va a adherirse? Quin no sera seducido por tanhalageas perspectivas? Sin embargo, la ideologa neoliberal

    39

  • es la enemiga jurada del Estado y de la regla comn. Difamala ley y glorifica la libertad sin trabas. Libertad asesina cuan-do se trata de relaciones entre los pueblos dominadores delNorte y los pueblos proletarios del Sur del planeta. Libertadgeneradora de injusticias, de desigualdades y de nuevas po-brezas en el propio seno de las sociedades industriales delNorte. Dramtico aumento de la desigualdad en el Sur.

    Justicia social, fraternidad, libertad, complementariedadde los seres? Vnculo universal entre los pueblos, bien pbli-co, orden libremente aceptado, ley que libera, voluntades im-puras transfiguradas por la regla comn? Cuentos de viejas!Arcaicos balbuceos que hacen sonrer con condescendencia alos jvenes y eficaces ejecutivos de los bancos multinacionalesy empresas globalizadas y a los especialistas en todo tipo dederivados!

    El despotismo ms feroz es el que confa al juego del libremercado el cuidado de regular las relaciones entre los hom-bres y entre los pueblos.

    Jean-Jacques Rousseau, en El contrato social, resume mispalabras: Entre el dbil y el fuerte, la libertad oprime y la leylibera. Con la Revolucin francesa haba aparecido una con-viccin en nuestras sociedades de Occidente: la libre decisinde la voluntad colectiva est en condiciones de resolver todaslas cuestiones existenciales que se les plantean a los hombres.Un nico hroe: el pueblo. Un nico sujeto de la Historia: elhombre, por fin propietario de su libre razn. Una sola legiti -midad: la que se desprende del contrato social.

    Llevado en julio de 1794 ante los miembros del Comit deSalvacin Pblica, que fueron sus jueces, Saint-Just exclama:Desprecio el polvo que me compone y os habla: podrn per-seguirme y hacer que ese polvo calle. Pero desafo a que mearranquen esta vida independiente que me di en los siglos ylos cielos. Quin no sonreira hoy al releer esa proclamacin

  • de fe en la capacidad del hombre para moldear su propio des-tino?

    Tantas revoluciones abortadas o pervertidas en este siglodesacreditaron profunda, y tal vez definitivamente, cualquierpoltica voluntarista. Ridiculizaron ante la mirada de los su-pervivientes cualquier intento de movilizacin colectiva. Unexcesivo descrdito ha cado hoy sobre cualquier lucha volun-taria por la justicia, sobre cualquier combate colectivo quepretenda imponer el orden humano al caos de las cosas.

    Sin embargo, con la difamacin de la ley, la decrepitud delEstado y el triunfo de la racionalidad mercantil sobre la libredecisin de la voluntad colectiva, todo un lienzo del muro dela civilizacin occidental se derrumba.

    Considerndola de ms cerca, la ideologa neoliberal seanula a s misma en tanto que ideologa. Habladle a un ban-quero privado ginebrino de la miseria, del hambre de los pue-blos del frica central! Habladle del espantoso pillaje de laeconoma del Zaire por el truhn de Mobutu! Os asegurar sutotal compasin. Le dejarn sinceramente desolado los pro-gresos del Kwashiorkor en Kinshasa, los nios de hinchadovientre y pelo que se ha vuelto rojo. Pero, lamentablemente,seor, qu quiere usted que yo le haga? El flujo de capitalesSur-Norte es excedentario con respecto al flujo Norte-Sur.Esto es as. Yo no puedo hacer nada.

    Circuitos de migracin de capitales? Distribucin plane-taria de bienes? Sucesin en el tiempo de revoluciones tecno-lgicas y de modos de produccin? Son posibles objeciones,pero no cambiarn el curso de las cosas. Todo eso depende dela naturaleza de la economa. Como el astrnomo que obser-va, mide, analiza los movimientos de los astros, las cambiantesdimensiones de los campos magnticos, el nacimiento y la des-truccin de las galaxias, el banquero neoliberal mira, comenta,sopesa las complicadas migraciones de capitales y de bienes.

    41

  • Intervenir en el cambio econmico, social y poltico? Nilo piense, caballero! La intervencin no conseguira ms quela perversin del libre florecimiento de las fuerzas econmi-cas, en el ltimo de los casos su bloqueo.

    La naturalizacin de la economa es la ltima artimaa dela ideologa neoliberal.

    La naturalizacin del acontecer econmico por la ideolo-ga neoliberal produce numerosos daos. En especial el naci-miento de movimientos identitarios. De qu se trata? Detodos los movimientos cuyos actores slo se definen por algu-nas cualidades objetivas compartidas: la etnia, el clan, la reli-gin, etc. El SDS (Serpska Demokratska Stranka), partido delos serbios de Bosnia, el Opus Dei de origen espaol, el mo-vimiento Ecne de la extrema derecha catlica, los HermanosMusulmanes de Egipto, el Fis argelino, el movimiento del di-funto rabino Meir Kahan son buenas ilustraciones de ello. Elcmulo de pertenencias culturales singulares constituye lagran riqueza de las sociedades democrticas. El terror identi-tario me parece odioso. No obstante, puesto que el hombre seniega a ser una simple informacin enviada por un circuitocualquiera, se encabrita, se levanta, se rebela. Con los restosde lo que queda de la Historia, de antiguas creencias, de de-seos actuales, improvisa una identidad en la que refugiarse,protegerse de la destruccin total. Una identidad forzosa-mente grupuscular, tnica a veces, religiosa otras, pero de laque casi siempre nace el racismo. Es exactamente lo contra-rio de una nacin, de una sociedad democrtica, de un sersocial vivo, nacido del cmulo de pertenencias y herenciasculturales diversas, libremente asumidas. Gracias a la cons-titucin del mercado planetario unificado y a la ideologaneoliberal que lo legitima, la muerte de la sociedad est yacerca.

    Alain Touraine utiliza una atractiva imagen: Entre el mer-cado planetario y globazado y las miradas de movimientosidentitarios que nacen en sus riberas, existe un gran agujero

    42

  • negro. En este agujero pueden caer la voluntad general, la na-cin, el Estado, los valores, la moral pblica, las relaciones in-tersubjetivas, en resumen: la sociedad.5

    La consecuencia de todo ello?Una rpida disminucin de las defensas inmunitarias que

    una sociedad opona antao a la criminalidad transfronterizaorganizada.

    Dar slo un ejemplo: el redactor econmico de la revis -ta Facts de Zurich puso a prueba las convicciones morales,la tica profesional de diez de los ms prestigiosos bufetesde abogados de Zurich. Eligi a sus interlocutores al azar,en el Who's who internacional de los abogados mercan tilis-tas, publicado anualmente por Martindale-Hubbel, en Nue-va York.

    Instalado en la habitacin 309 de un hotel a orillas del lagode Zurich, el hotel Edn au-Lac, el periodista se hace pasarpor un tal Alexei Scholomicki, hombre de negocios checo, re-presentante de la sociedad Trading and Consulting de Praga.Llama luego, uno tras otro, a los diez bufetes. Solicita cada vezuna cita urgente en el mismo da. Cuenta a sus interlocutoresla siguiente historia: una empresa de Cheliabinsk (Rusia) debevender osmio (materia altamente txica) a una empresa checade Ostrava sin que las autoridades rusas tengan conocimien-to de ello puesto que la comercializacin del osmio est prohi-bida por Rusia.

    Nueve de los diez bufetes requeridos reciben inmediata-mente al falso traficante checo. Nadie verifica seriamente susdocumentos de identidad. El traficante no tiene tampoco elcertificado de origen del osmio; los abogados deben pensarpues que se trata de material robado. El traficante solicita ayu-da a los abogados para la primera fase de la transaccin: un

    5. Alain Touraine, conversacin con el autor, 1996. r ,;

  • kilo de osmio debe ser inmediatamente transferido por el pre-cio de 5,1 millones de dlares, pagaderos en metlico.

    Qu importa! Los eminentes abogados de Zurich estndispuestos a todo. Y saben hacerlo: la mayora de ellos pro-pone la creacin de una sociedad o/fshore en las islas Caimn,mtodo infalible para lavar dinero y hacer desaparecer lashuellas de la transaccin. Uno de los abogados consultadosoptara, ms bien, por Liechtenstein. Un segundo sugiere unasolucin ms sencilla todava: las cantidades transitarn por lapropia cuenta corriente del bufete de Zurich. Adems es lo-cuaz: si el cliente tuviera que vender plutonio, le propondraDubai, donde el bufete tiene discretos y eficaces corresponsa-les. Un tercero no confa mucho en las islas Caimn; para eltrfico de osmio aconseja Panam.

    Todos los bufetes consultados cobran las tarifas habitua-les: entre 350 y 500 francos suizos la hora. El periodista y fal-so traficante checo concluye que, para ellos, se trata de unasunto por completo corriente, de los que sus gabinetes sue-len ocuparse. El primero pide un adelanto de diez mil dlares,el segundo quiere cobrar una suma correspondiente al unopor ciento de las cantidades transferidas, el tercero, finalmen-te, exige una prima de riesgo de cincuenta mil dlares.6

    6. Anwaltsbros: saubere geschfte, Facts, Zurich, nm. 28, 1996;Aufruhr in der Anwaltsbranche, ibdem, nm. 29, 1996; Die Bilanz,mensual, Zurich, agosto de 1996.

    44

  • III

    El crimen organizado, estadiosupremo del capitalismo

    Nabucodonosor II, rey de Babilonia que aplast la insurrec-cin de Judea, destruy Jerusaln y deport a los supervivien-tes judos, tuvo este sueo: Habr un cuarto reino, durocomo el hierro, como el hierro que lo hace todo polvo y loaplasta todo; como el hierro que rompe, reducir a polvo yromper a todos aqullos. Esos pies que has visto, en parte te-rracota y en parte hierro, es un reino que ser dividido; parti-cipar en la fuerza del hierro, segn has visto el hierro mez-clado con la arcilla de la terracota. Los pies, parte de hierro yparte de arcilla de alfarero: el reino ser en parte fuerte y enparte frgil. Segn has visto el hierro mezclado con la arcillade la terracota, se mezclarn en semilla de hombre, pero noaguantarn juntos, al igual que el hierro no se mezcla con laarcilla.1

    El capitalismo encuentra su esencia en el crimen organiza-do. Ms concretamente, el crimen organizado constituye lafase paroxstica del desarrollo del modo de produccin y dela ideologa capitalista. El reino del hierro sucede al reinode la arcilla.

    El crimen organizado funciona al margen de cualquiertransparencia y en una clandestinidad casi perfecta. Realiza lamxima maximalizacin del beneficio. Acumula su plusva-

    1. Antiguo Testamento, Daniel 2, El- sueo de Nabucodonosor;texto citado por Jean-Marie Guhenno en La fin de la dmocratie, Pars,Flammarion, col. Champs, 1995.

    45

  • la a velocidad vertiginosa. Efecta la cartelizacin ptima desus actividades: en los territorios que se reparten, los crtelesllevan a cabo, en su beneficio, un dominio monopolstico. Msan, crean oligopolios. Los Buyuk-baba turcos, los dirigentesdel BCCI, los boyardos cleptcratas rusos, los seores che-chenos escapan, casi por completo, al control del poder p-blico, de su Estado, de sus leyes. Sus fabulosas riquezas nopagan impuestos. No temen las sanciones judiciales ni a lascomisiones de control de las Bolsas. La nocin de contrato so-cial les es ajena. Actan en la inmediatez y con una libertadcasi total. Sus capitales atraviesan las ciberfronteras del plane-ta sin obstculo alguno.

    Qu capitalismo, en su fuero interno, no suea con se-mejante libertad, con semejante rapidez de acumulacin, consemejante ausencia de transparencia y semejante beneficio?

    Qu es lo que hace que el reino capitalista, el reino le-vantado sobre sus pies de arcilla, siga resistiendo hoy, pese atodo, al frreo reino del crimen organizado? Los ejecutivosalemanes y franceses de una sociedad multinacional o trans-continental, el banquero privado ginebrino, el especuladoramericano o ingls que desvalija los mercados financieros olos barrios de una ciudad son seres de carne y hueso. Tienenun pasado de nio, de adolescente, sueos de marido, deamante o de padre. Como todos los seres humanos, son elproducto de una socializacin compleja, familiar, regional, na-cional. Llevan en s algunos valores, la Historia los ha mol-deado. Sin embargo, como sucede con todos los dems sereshumanos en este planeta, su teora est siempre atrasada res-pecto a su prctica. O, como dice Rgis Debray, los hombresno son lo que creen ser.2 Sus estructuras mentales evolucio-

    2. Rgis Debray y Jean Ziegler, II s'agit de ne pas se rendre, Pars, Ar-la, 1994, p. 28.

  • nan mucho ms lentamente que la instrumentalidad materialde lo cotidiano.

    El modo de produccin capitalista naci, se desarroll yfloreci en sociedades profundamente marcadas, todava, porla herencia cristiana, juda, testa o simplemente humanista.En estas sociedades existen valores de decencia, de justicia, derespeto a los dems, de honestidad, de salvaguarda de la vida.No toleran el asesinato ni el aplastamiento sin compensacindel dbil. El pecado los horroriza.

    Esa compleja herencia constituye, en distintos grados, unteln de fondo para la conciencia o el inconsciente del ban-quero, del ejecutivo de una empresa transcontinental o del es-peculador burstil. Frena sus acciones y censura constante-mente sus sueos.3

    Pero nada es tan sencillo. Frente a Ayub Afridi, seor delpaso de Jaybar en Pakistn y acusado de ser el dueo de laruta de la herona, a Agha Hassan Abedi, fundador del Bancodel Crdito y del Comercio Internacional, a Toto Riina, jefesupremo de la comisin de la mafia siciliana, a K. A., pro-cnsul de los Ladrones dentro de la ley ruso en EstadosUnidos, el banquero ginebrino, el ejecutivo francs o el espe-culador de la City de Londres sienten una espontnea repul-sin. Al mismo tiempo envidian secretamente su libertad, lamagnitud de sus beneficios, el desenfrenado ritmo de su acu-mulacin. Sienten hacia ellos unos ardientes e irreprimiblescelos.

    Una complicidad secreta y no reconocida se instala as en-tre ambos reinos. Y todo ello sin que los capitalistas se den

    3. El historiador britnico Eric John Hobsbawm muestra de unmodo convincente en una fase concreta del devenir del capitalismo in-dustrial ingls del siglo XIX ese desfase entre la matriz social y la prcti-ca de los capitalistas. Eric John Hobsbawm, Histoire conomique et socia-le de la Grande-Bretagne, Pars, d. du Seuil, 1977, 2 vols.

    47

  • realmente cuenta. Su inmunidad contra las seducciones de losseores del crimen, consecuentemente, se debilita.

    La eficacia de cualquier reglamentacin de los mercadosfinancieros, de los mercados de inversiones, de las operacio-nes burstiles, etc., depende en ltimo lugar del autocontrol yde la cooperacin de los actores, y este autocontrol y estacooperacin estn hoy extinguindose.

    El comisario principal Schwerdtfeger fue, durante largosaos, director de la divisin de Criminalidad Organizada de lapolica judicial del mayor Land alemn, Renania-Westfalia.Hoy, consejero especial del prefecto de polica de Dusseldorf,resume mis palabras: La criminalidad organizada es el capi-talismo agravado [verscharfter Kapitalismus].4

    4. Kriminaloberrat Schwerdtfeger, conversacin con Uwe Mhlhoff.

    48

  • IV

    Cmo definir la criminalidad organizada?

    Escuchemos a los expertos del Fondo Nacional Suizo de In-vestigacin Cientfica: Hay crimen organizado [transconti-nental] cuando una organizacin cuyo funcionamiento se ase-meja al de una empresa internacional practica una divisinmuy estricta de las tareas, dispone de estructuras hermtica-mente separadas, concebidas de modo metdico y duradero,y se esfuerza por obtener beneficios tan elevados como seaposible cometiendo infracciones y participando en la econo-ma legal. Para conseguirlo, la organizacin recurre a la vio-lencia, a la intimidacin e intenta ejercer su influencia sobre lapoltica y la economa. Suele presentar una estructura muy je-rarquizada y dispone de mecanismos eficaces para imponersus reglas internas. Sus protagonistas, por lo dems, son am-pliamente intercambiables.1

    Las Naciones Unidas son ms lacnicas an. El grupo deexpertos encargado de preparar el plan mundial de accincontra la criminalidad transnacional organizada en la confe-rencia de aples2 estableci las siguientes caractersticas:Organizacin de grupos con fines de actividades criminales;vnculos jerrquicos o relaciones personales que permiten aciertos individuos dirigir el grupo; recurso a la violencia, a la

    24. Fondo Nacional Suizo de Investigacin Cientfica, programa deinvestigacin, Violence au quotidien et crime organis, Berna, 1995, exposicin de motivos, p. 6, direccin de Marc Pieth.

    25. Conferencia de las Naciones Unidas: El crimen organizado y eltrfico de drogas, aples, 21-23 de noviembre de 1994.

  • intimidacin y a la corrupcin; blanqueo de beneficios il-citos.

    La biblioteca del palacio de las Naciones en Ginebra, fun-dada en 1920 por James D. Rockefeller, es, con mucho, la ma-yor biblioteca de ciencias sociales de Europa. Su ordenadorcentral sugiere no menos de veintisiete definiciones distintaspara el concepto de criminalidad transnacional organizada.

    Ningn crtel del crimen organizado cae del cielo. Cadacrtel tiene una historia, una sociognesis, valores que lo le-gitiman y condiciones colectivas recurrentes que les dan su es-tructura.

    No podemos establecer aqu la sociognesis de cada unode los crteles evocados en este libro. Nos limitaremos a unsolo ejemplo: el de la mafia siciliana.

    Derivada del rabe, la palabra mafia aparece por pri-mera vez en la parte meridional de Sicilia hacia finales del si-glo xvi. Significa valenta, coraje, pero tambin seguri-dad en s mismo y arrogancia.

    La estructura agraria de Sicilia, que data de los norman-dos, se vio trastornada en 1812 por un decreto del rey de N-poles: se trataba de quebrar las fuerzas centrfugas de un rei-no que englobaba civilizaciones y poblaciones tan diversascomo las de Campania, Apulia, Sicilia, Calabria, Basilicata,etc., de reducir los privilegios feudales y limitar, especialmenteen Sicilia, el poder de los prncipes. Los feudales contrataronhombres de honor y crearon sociedades secretas pararesistirse al decreto de aples. Estas sociedades adoptaron elnombre de mafia.

    Pero la historia es compleja, contradictoria: 1865 es la fe-cha de la unificacin forzosa de Italia bajo el reinado de laCasa de Saboya. El reino de aples desaparece. No obstan-te, las dinastas (espaolas, francesas) que se haban sucedidoa lo largo de los siglos en el trono de aples haban sido con-

    50

  • sideradas siempre, por el inconsciente colectivo, como dinas-tas autctonas. El extranjero era el hombre del Norte, elconquistador piamonts que, por las armas, provocaba la des-truccin de la independencia napolitana.

    La mafia se transform: de sociedad secreta al servicio delos prncipes se convirti en fuerza de resistencia al invasor.Adquiri una credibilidad popular, una autoridad patritica.Al menos en Sicilia. En 1893, ms de cien mil campesinos si-cilianos se levantaron contra Roma. En los documentos ofi-ciales romanos aparece la palabra mafia para referirse a loscampesinos insurrectos.

    Una nueva mutacin aconteci a finales del siglo XIX y co-mienzos del XX: la miseria obligaba a decenas y decenas de mi-llares de familias sicilianas, calabresas, de Apulia y otras a emi-grar al otro lado del ocano. En las embarcaciones viaj la ma-fia. Se convirti en organizacin transcontinental.

    Rechazando la ley del Estado que los acoga, se autonomi-z y se convirti en la organizacin de autodefensa de los in-migrados vctimas de discriminaciones.

    Se criminaliz. Existen ahora una vieja y una nuevamafia. La nueva mafia se extiende por el otro lado del Atln-tico, la vieja refuerza su implantacin en la Italia meridional.3

    En 1943, la mafia recibe una legitimidad internacional. Elejrcito y la marina estadounidenses preparan la invasin deSicilia. El Office for Strategic Services (OSS, antepasado de la

    3. Debo a mis amigos de la Universidad de Cosenza, especialmentea Cario Carbone y Luigi Gallo, valiosas indicaciones. Una editorial sobretodo, Rubbettino (Cosenza y Messina), desempea para la reflexin hist-rica sobre el fenmeno mafioso un importante papel, publicando traduc-ciones o trabajos autctonos. Cfr., por ejemplo, Christopher Duggan, LaMafia durante il fascismo, 1986; Jane y Peter Schneider, Classi sociali, eco-noma e poltica in Sicilia, prefacio de Pino Arlacchi, 1989; Mario Cento-rrino, Economa assistita da mafia, 1995. Entre los trabajos sociolgicos,cfr. especialmente Umberto Santino, ha Mafia interpretata, dilemmi, stereo-tipi, paradigmi, 1995; Renate Siebert, La Mafia, la morte e il ricordo, 1995.Ms tarde nos referiremos a la obra fundamental de Pino Arlacchi.

    51

  • CA) se encarga de poner en pie una quinta columna; tendrque acoger y guiar a las tropas de desembarco. El OSS se poneen contacto con Lucky Luciano y otros padrinos de la mafiade origen siciliano en Nueva York. Resultado: al disponer deinformaciones seguras, de mapas precisos establecidos porlos maosos locales, y conocer los emplazamientos de lasguarniciones alemanas el desembarco es un absoluto xito.Las tropas norteamericanas son acogidas por un hombrecilloenteco, don Calogero Vizzini, principal padrino de la isla. En-trega al mando una lista de hombres de honor, que nombraa esos maosos alcaldes de las distintas ciudades y pueblos dela isla y confiere a don Calogero el grado de coronel honora-rio del ejrcito estadounidense.

    Durante la Primera Repblica italiana, la mafia sicilianagoza de una sorprendente inmunidad: violentamente antico-munistas, los padrinos son para los sucesivos gobiernos deRoma personajes que deben respetarse; la guerra fra los haconvertido en aliados. Adems, la Democracia Cristiana, par-tido constantemente dominante de 1945 a 1992, obtiene, gra-cias a los padrinos, confortables mayoras electorales en todoel sur del pas.4

    Fuertemente marcados por la racionalidad capitalista nor-teamericana, los nuevos padrinos aparecidos en la posguerraya no se dedican en primer lugar al control de la pobla-cin o al de la tierra. Lo que ahora les interesa son los merca-dos: inmobiliario, transporte martimo, importacin-exporta-cin, banca. Tambin los mtodos cambian: se acab la coe-xistencia negociada entre familias, arraigada cada una de ellasen una tierra particular. Se inicia entonces la lucha fratricidapor el dominio de los mercados.

    En julio de 1997, las autoridades judiciales de Palermo

    4. Alexander Stille, Excellent Cadavers. The Mafia and the Death ofthe First Italian Republic, Nueva York, Random House, Pantheon Books,1995.

    52

  • anuncian el desmantelamiento de una organizacin criminalque controlaba casi todos los concursos para los trabajos p-blicos de la ciudad. La organizacin funcionaba bajo la direc-cin de Toto Runa, detenido en 1993 y condenado a cadenaperpetua. Uno de sus corresponsales, Angelo Siino, fue du-rante aos el responsable de la coordinacin entre funciona-rios municipales venales y grandes empresas de obras pblicasdel norte de Italia. La mafia controlaba, especialmente, lostrabajos del veldromo, del hospital Petraglia, del almacn detransportes pblicos, de la universidad... y del nuevo palaciode Justicia.5

    La mafia italiana es hoy una de las grandes potencias fi-nancieras del planeta.

    Su volumen de negocio anual se eleva a unos cincuenta milmillones de dlares. Su patrimonio inmobiliario supera loscien mil millones de dlares.6

    No es en absoluto una organizacin homognea, sino msbien un complejo embrollo de redes, familias biolgicas o aso-ciaciones coyunturales que se combaten, se alian, colaboran ocompiten.

    Sin embargo podemos distinguir cuatro reas culturalesmaosas.

    La Cosa Nostra de Sicilia, dirigida por una cpula (reu-nin de los principales jefes de clan), es la ms poderosa, con-grega unos 180 clanes, 5 500 hombres de honor y 3 500soldados (afiliados). La Camorra gobierna en Campania, lainmensa regin agrcola e industrial del interior de aples;cuenta con ms de 7 000 miembros organizados en 145 clanes.En Apulia, en la costa adritica, reina la Sacra Corona Unitacon un millar de hombres; fue creada e implantada en el si-glo XIX por trnsfugas de los clanes sicilianos y de Campania.

    5. Despachos de agencia en La Tribune de Genve, Ginebra, 11 de julio de 1997.

    6. Alexander Stille, Excellent Cadavers, ob. cit.

  • Calabria es la regin que permaneci ms tiempo abandona-da, primero por el reino de Naples, luego por la Italia unifi -cada. En sus esplndidas montaas, difcilmente accesibles, serefugiaron en el transcurso de los siglos albaneses que huande la ocupacin otomana, sarracenos convertidos, judos se-farditas, protestantes perseguidos del norte. Una ancestraltradicin de bandidismo, que se alimenta del robo a los via-jeros que se dirigen de norte a sur o de sur a norte, dio ori -gen a la N'Dranghetta. Sus 80 clanes agrupan hoy unos 5 000miembros.

    El propio trmino de mafia se ha universalizado recien-temente. En las repblicas nacidas de las ruinas de la difuntaUnin Sovitica, por ejemplo, las bandas criminales se llamana s mismas mafya y sus soldados mafiosniki. Son tambin lostrminos que les aplican los documentos oficiales (y por ex-tensin las autoridades policiales que combaten esas bandasen la Europa occidental).

    El trmino mafia se ha convertido en todo el mundo ensinnimo de crimen organizado. Basta, para convencerse deello, consultar ese sorprendente documento de 1997 que es elCD-ROM Krim-Dok, que contiene ms de cien mil entradasprocedentes de los 177 Estados miembros de la OrganizacinInternacional de Polica Criminal (OPIC, llamada familiar-mente Interpol).7

    Entre las distintas mafias que actan en nuestro planetaexiste una feroz competencia. Frecuentes guerras entre mafiasde distintos orgenes geogrficos, sociales, nacionales y cultu-rales producen cada ao centenares de muertos. Tambin sedesarrollan colaboraciones. Colaboraciones siempre frgiles,puntuales. O, como dice Robert Putnam, at best joint-ventu-

    7. Krim-Dok, CD-ROM editado por la Fachhochschule fr Polizei,Villingen-Schwenningen, Alemania,

  • res:s en el mejor de los casos las cooperaciones coyunturalesduran un tiempo reducido.

    Por lo que se refiere a los joint-ventures evocados por Put-nam, es conveniente matizar: grandes crteles criminales deorigen ruso, italiano, caucasiano, colombiano, norteamerica-no, chino o japons dominan hoy, en el mundo, los principa-les sectores econmicos donde se acumulan capitales crimina-les. Son organizaciones multinacionales que firman entre socasionales acuerdos de colaboracin, convenios para repar-tirse temporalmente los mercados y se conceden mutuamenteayudas logsticas. En cambio, entre esos grandes crteles y lasbandas criminales ms tradicionales, ms locales en resu-men, entre el crimen organizado transcontinental y el ham-pa propiamente dicha, no hay acuerdos ni reparto. Queun crtel multinacional decide conquistar un sector econmi-co, un mercado especfico, ocuparse de una regin dada? Sussoldados eliminan con el Kalachnikov a los truhanes locales.

    Un ejemplo: a comienzos de los aos noventa, la CosaNostra siciliana decidi encargarse de la regin del Delfinado.La prostitucin, la estafa en los seguros, las mquinas traga-perras, la extorsin a los comerciantes especialmente res-taurantes estaba tradicionalmente en manos del hampa deGrenoble, bien estructurada y bastante apacible, a fin decuentas. La decisin de la Cosa Nostra lo cambi todo. Lostruhanes locales, que se negaban a abandonar el terreno, fue-ron eliminados uno tras otro. El mtodo era siempre el mis-mo: dos hombres en una moto, con pasamontaas y casco;uno conduce, el otro mata. Rpido y efectivo. Por lo generalen plena calle.

    Durante la fase paroxstica de la campaa de eliminacin(diciembre de 1995 -mayo de 1996), siete hombres mordieron

    8. Robert Putnam, en colaboracin con Robert Leonardi y RaffaelaNanetti, Making Democracy Work. Civic Traditions in Modern Italy, Prin-ceton University Press, 1993.

    55

  • as el polvo. Un truhn de treinta y dos aos fue ejecutado dedos perdigonadas en un aparcamiento de la ciudad el 17 demayo de 1996. Antes haban sido asesinados ya dos importan-tes dirigentes locales: Jean-Pierre Zolotas y Antonio Sapone.Tres vctimas ms estaban limpias de antecedentes penales.9

    El ltimo testigo potencial de los policas del SRPJ deLyon est actualmente inmovilizado en una cama de hospitalcon los pulmones perforados, la lengua cortada, el maxilardestruido, rotos los huesos de las caderas y los hombros. In-tenta teclear sus respuestas a las preguntas de la polica consus nicos dedos vlidos en una mquina especialmente acon-dicionada.

    El inmenso campo de la criminalidad econmica estprcticamente ausente de nuestro libro. Slo lo mencionoaqu para mostrar la frontera que lo separa del crimen organi-zado.

    La Interpol evala en quinientos mil millones de dlareslos daos causados en 1996 en los pases de la Europa occi-dental por esta criminalidad econmica.

    Frankfurt del Main es la primera plaza financiera del con-tinente. Los crmenes que all se cometen son competencia dela polica judicial (Landeskriminalamt) del Land Hesse. Elcomisario principal Fach, director adjunto de la divisin deCriminalidad Organizada del Landeskriminalamt, y sus cole-gas Hofer y Krieg disponen de una experiencia prctica deexcepcional riqueza. Krieg advierte: En materia de crimina-lidad econmica, los actores son conocidos en el 99 % de loscasos. Pero es extremadamente difcil perseguirlos: cuantoms alto est un delincuente en la jerarqua de la empresa,ms lo cubre esa jerarqua. El cajero de un banco que estafa

    9. Los agentes del SRPJ (Servicio Regional de la Polica Judicial) deLyon no los consideraron truhanes, sino vctimas anexas.

    56

  • es denunciado a la polica. Un jefe de divisin del mismo ban-co escapa a la denuncia; es discretamente despedido. Si el es-tafador es un miembro de la alta direccin, la jerarqua nego-cia su silencio, sugiere su dimisin y lo arregla amistosamente:la eventual devolucin, un dorado retiro, etc. En materia decriminalidad econmica, las empresas que son vctima de elladan siempre preferencia a la salvaguarda de su renombre y ala proteccin de la confianza que les concede el pblico.10

    Menciono la distincin entre criminalidad transcontinen-tal organizada y criminalidad econmica establecida por Win-fried Hassemer,11 quien, como profesor de Derecho Penal enla Universidad de Frankfurt del Main, es una autoridad en lamateria: para l, la criminalidad organizada se caracterizaesencialmente por su capacidad de aterrorizar, paralizar, co-rromper eventualmente el aparato judicial y el aparato polti-co. Los criminales econmicos no disponen de semejantes po-deres. Dicho de otro modo, slo las organizaciones criminalesque son lo bastante poderosas como para infiltrar gobiernos,parlamentos, administraciones policiales y palacios de justiciaes decir, para paralizar el brazo que, tericamente, debegolpearlas obtienen una impunidad real y permanente.Crean una contrasociedad capaz de negociar con el Estado deDerecho. Se aseguran un rechtsfreier Raum, un espacio en elque ninguna norma social, ninguna ley, ninguna sancin judi-cial dificultan sus negocios.

    La teora de Hassemer es plenamente operativa en pasescomo Rusia, Colombia y, de momento, Italia. Slo puede apli-carse con reservas a los casos de Francia, Alemania o Suiza.

    Ms adelante exploramos la diferencia entre criminalidad

    26. Comisarios principales Fach, Hofer y Krieg; conversacin conUwe Mhlhoff.

    27. Winfried Hassemer, Innere Sicherheit im Rechtsstaat, en la revista Der Strafverteidiger, nm. 12, 1993.

    51

  • organizada y criminalidad poltica. Los amos del crimen orga-nizado adquieren su capital de modo ilegal; lo aumentan delmismo modo; para que fructifique, se multiplique y prospere,utilizan tambin estratagemas criminales. El agente de la cri-minalidad econmica procede de un modo distinto: su capitalempresa industrial, comercio, banco, tierras, etc. ha sidocomprado, heredado o creado del modo ms legal. Pero sisurgen obstculos en el camino, si una crisis amenaza con des-truir los beneficios o, incluso, el capital, recurre entonces,para defenderlos, a medios criminales.

    Evoco como ilustracin dos casos antinmicos: K. A., lla-mado el Amo, al que encontraremos ms adelante en este mis-mo libro, reina sobre uno de los principales imperios de la ma-fia rusa y tiene a sus rdenes un ejrcito de raketiri. Todo suinmenso capital ha sido obtenido por medios absolutamentecriminales. K. A. practica la criminalidad organizada. La ilus-tracin de la criminalidad econmica: un gran abogado de Zu-rich haba fundado una sociedad de inversin, reuniendo pormedio de anuncios capitales legales. A consecuencia de inver-siones desafortunadas, la sociedad se vio en dificultades. Elabogado procedi entonces a un aumento del capital. Fabricun prospecto engaoso e indujo a error a los nuevos provee-dores de fondos. El abogado fue condenado por estafa y ex-pulsado del colegio.

    La violencia, por su parte, tambin adopta distintos signi-ficados segn se aplique al servicio del crimen organizado o alde la simple criminalidad econmica.

    Algunos asesinos profesionales a sueldo de los seores delcrimen rusos circulan con total libertad por los hoteles de lujode Estados Unidos, Rusia y Europa. Provistos de sus portafo-lios, dotados del ms moderno armamento, degellan, ejecu-tan, envenenan a cualquiera, sea cual sea su nacionalidad, suedad, su estatus social o su funcin, cuando sus amos lo deci-

    58

  • den. La violencia de los seores rusos sirve para adquirir ca-pital, protegerlo contra la competencia, acumularlo, despla-zarlo u ocultarlo. Tomemos ahora el ejemplo de un asesino alservicio de criminales econmicos: Joo Lelo. Gigante more-no de unos cincuenta aos que tiene sobre su conciencia, pordecirlo de algn modo, la muerte de centenares de posseiros,jornaleros agrcolas, sindicalistas campesinos, es un pistoleroempleado por los latifundistas de Rondnia, estado del MatoGrosso (Brasil). El 3 de diciembre de 1995 cometi un errorfatal. Al final de una fiesta popular, acompaado por dos j-venes bellezas locales, monta en su coche, un Toyota 4 x 4rojo, despide a sus cinco guardaespaldas. Amanece en el MatoGrosso. Un desconocido de largos cabellos y pantalones teja-nos se acerca al coche y ejecuta a Joo de seis disparos a que-marropa con un revlver provisto de silenciador.

    La capacidad profesional, la energa criminal, la crueldadpersonal de los asesinos rusos y de Joo Lelo son las mismas.Pero los primeros actan al servicio y en nombre de los mspoderosos crteles de la criminalidad transnacional organiza-da; el otro, al servicio de latifundistas cuyos derechos de pro-piedad estn certificados, en algunos casos, desde el tiempode Juan II, rey de Portugal, en el siglo XVII.

    Insisto: no considero la criminalidad econmica como unfenmeno menor. Los daos que produce en las economas dela Europa occidental y los perjuicios que nos causa a todosson terribles. Pero nuestro libro est consagrado a un enemi-go ms peligroso an: el crimen organizado transfronterizo.ste es el que se trata de desenmascarar, de comprender, decombatir prioritariamente.

    59

  • VMatar para reinar

    Cuando, a fines del mes de mayo de 1453, los ejrcitos otoma-nos de Mehmet el Grande, cuyo objetivo reconocido era la des-truccin de la cristiandad bizantina, se hallaban ante los murosde Constantinopla, los telogos partidarios de Gustiniani y losque defendan las teoras de Notaras seguan agotndose en es-triles discusiones. En los desportillados muros, el emperadorConstantino XI hizo colocar los iconos para lograr que retroce-dieran, por la magia de las imgenes, las fuerzas del Anticristo.1

    Los seores del crimen organizado asedian hoy nuestrassociedades democrticas. Releyendo las sutiles resoluciones delas Naciones Unidas, las actas de los interminables debates delParlamento Europeo o de los coloquios que jueces, policasy universitarios consagran, regularmente, a la criminalidadtransnacional organizada, tengo la impresin de que nuestrasautoridades actan del mismo modo que Constantino XI: in-tentan oponer, a la violencia brutal del agresor, la magia delverbo. Organizan coloquios y amontonan informes.

    Victor Hugo escribi: La palabra mantiene el globo bajosus pies. Y lo esclaviza. Nuestros actuales gobernantes pare-cen compartir esa opinin.

    Gran error!Los seores del crimen no argumentan, no hablan, no ne-

    gocian: matan.

    1. Louis Brhier, Vie et Mort de Byzance, Pars, Albin Michel, 1946,reed. 1969.

    60

  • La violencia es consustancial a todos los crteles de la cri-minalidad organizada. Es ejercida por unidades independien-tes, especialmente equipadas y entrenadas a este efecto. Talesunidades responden directamente a los supremos dirigentesde la organizacin.

    Sus tareas son mltiples: se encargan de la seguridad fsi-ca de los distintos operadores de la organizacin. En segundolugar garantizan la disciplina interna, ejecutan sin piedad a lostraidores y simples sospechosos. Finalmente, cuando los tc-nicos de la prospectiva y el marketing identifican un nuevocampo de accin, las unidades de seguridad eliminan siste-mticamente a los competidores del sector econmico con-cernido. Una de las razones principales de los beneficio^, amenudo astronmicos, que acumulan los crteles reside en elhecho de que gozan de una posicin de monopolio en el sec-tor donde operan. Monopolio obtenido, a menudo, por la msbrutal violencia.

    La Interpol publica cada ao una estadstica de los asesi-natos, crmenes y homicidios voluntarios basada en la compi-lacin de las estadsticas nacionales. Permite evaluar la violen-cia criminal en cada pas.2

    Colombia es, as, el pas en paz ms violento del mundo.En 1996, la Interpol registr 25 723 asesinatos, crmenes, ho-micidios intencionales para una poblacin global de 36 millo-nes de habitantes. El crimen es la primera causa de muerte enColombia, por encima de cualquier enfermedad conocida y delos accidentes de carretera.

    2. Una reserva: la estadstica incluye homicidios no directamenteatribuibles al crimen organizado; por ejemplo, asesinatos pasionales, cr-menes cometidos por delincuentes aislados, etctera.

    61

  • El ndice de muerte por homicidio voluntario en Colom-bia en 1996 es de 77,4 vctimas por cien mil habitantes. Esta-dos Unidos produjo poco ms de veinticinco mil muertospor homicidio voluntario. Sigue China, muy por detrs: unasdiecisis mil personas asesinadas por manos criminales; y elloen un pas de ms de mil doscientos millones de habitantes.

    Los sicarios colombianos suelen ser gente muy joven, sinninguna formacin escolar, confrontada con una vida de mi-seria y de paro permanente que, para ayudar a sus familias, secontratan como asesinos. Muchos de ellos son fervientes cat-licos: antes de cada asesinato se dirigen a la iglesia, rezan a susanto favorito y encienden un cirio ante su imagen para tenerxito en su empresa.3

    En el seno de los crteles de la criminalidad transconti-nental organizada, la violencia es el principal factor de pro-mocin. Asegura la movilidad social vertical. Las cualidadespersonales del soldado, su inteligencia, su astucia, su auto-dominio y, sobre todo, su brutalidad y su sangre fra determi-nan el ascenso.

    Tomemos el caso de Giovanni Brusca, llamado el Cerdo,sucesor de Toto Runa a la cabeza de la comisin de la CosaNostra. Nacido en 1964, vino al mundo en una familia mao-sa de San Giuseppe Jato, burgo montaoso a medio caminoentre Palermo y Corleone. Cuello de jabal, barba y cabellonegros, ojillos penetrantes, Brusca es un asesino de talento.Debe su rpida llegada a la cima a algunos actos de violenciaespecialmente conseguidos.

    El 23 de mayo de 1992 fue un da radiante: tres cochesblindados que transportaban al juez Giovanni Falcone, sumujer y sus guardaespaldas, volaban a 160 km/hora por la

    3 Gabriel Garca Mrquez, Noticias de un secuestro, Mondadori Es-paa, Barcelona, 1996.

    62

  • autopista Messina-Palermo que bordea el mar. En una colinadesde la que se domina un puente, Brusca y sus cmplices ob-servaban. De pronto, los dedos de Brusca empujaron una ma-necilla: ms abajo, en la carretera, una formidable explosinlanz por los aires el convoy, destrozando a Falcone, su espo-sa y tres jvenes policas.

    Dos meses ms tarde, el colega, amigo y sucesor de Falco-ne, el procurador Paolo Borsellino en coche blindado y conguardias, visitaba a su madre en Palermo. Una bomba ac-cionada por Brusca hizo saltar el convoy. Tampoco esta vezquedaron supervivientes.

    En el atentado contra Falcone y los suyos, un cmplice ha-ba echado una mano a Brusca: Santino di Matteo. Detenido,Santino decide colaborar con la polica. El Cerdo, tras haberhecho raptar al hijo de Santino, Giuseppe, de once aos, lo es-trangula con sus propias manos y, luego, arroja el cuerpecitoen un bao de cido.

    En mayo de 1993, en Agrigento, el papa Juan Pablo IIcondena inequvocamente la criminalidad organizada, sus ase-sinatos, la Cosa Nostra. Como represalia, Brusca ordena unatentado con bomba contra la baslica de San Juan de Letrn,a las puertas de Roma, uno de los monumentos cristianos msantiguos del mundo occidental.

    Esos actos de valor le valen al Cerdo una fulgurante ca-rrera: a la edad de veintinueve aos accede a la cabeza de laCosa Nostra.

  • VI La ley de la

    tribu

    En la construccin de las organizaciones criminales, el etno-centrismo desempea un papel decisivo. Basta para advertirloescuchar los relatos de jueces d