los secretos de los garitos - robert houdin 1891

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ROBERT-HOUDIN

SECRETOS

DE

tOS GARITOSARIE DE GANAR A TODDS LOS JUEGOS

TRADUCCIÓN

DE

RICARDO PALANCA Y LITA

2.a EDICIÓN, ILUSTHADA CON GRABABOS

VALENCIALIBRERÍA DE PASCUAL AGUILAR

1, Calle de Caballeros , 1-^

1891

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SECRETOS DE LOS GARITOS

Iliotecade Ilusionismo. Fundación Juan March (Madrid)

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)

ROBERT- HOUDIN

SECRETOS

LOS GARITOSARTE DE GANAR A TODOS LOS JUEGOS

TRADUCCIÓNDE

RICARDO PALANCA Y LITA

2. EDICIÓN, ILUSTRADA CON GRABADOS

Instruid á los incautosy ya no habrá más bribones.

MONTESQUIEU.

Librería de Pascual Aguilar, Caballeros, 11891

ffilioteca de ilusionismo. Fundación Juan March (Madrid)1116milMIZIW

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Es propiedad.—Queda hechoel depósito que previene la Ley.

Imprenta de Juan Guix, Mifiana, 7 y 9.

lioieca de Ilusionismo. Fuitdación Juan March (Madrid)

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PRÓLOGO

Honrado algunas veces por la magistraturacon el título de perito, me he quedado varias deellas absorto en el ejercicio de mi misión con losobstáculos y dificultades que se me han presenta-do respecto á los engaños y trampas usadas enel juego.

En efecto, ¿cómo penetrar las perspicaces ma-quinaciones con que el estafador enreda á susincautos? ¿Cómo coger las artimañas de esta cla-se de gente si no se conocen sus prestigiosas ma-niobras?

Por un singular trastorno de las condicionesordinarias de la justicia, estamos en el caso deque el malhechor se halla tan armado de audaciay ardides, que naturalmente el magistrado sehalla muchas veces sin defensa.

ca de Ilusionismo. Fundación Juan March (Madrid)

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fi PRÓLOGO

Dedicado, una parte de mi vida, al estudio dela prestidigitación y habiendo consagrado misesfuerzos á divertir ä mis semejantes, he creidoque ha llegado el momento de dar al público, quetanto me ha distingido con sus favores, una mues-tra no equivoca de mi reconocimiento consagrändole mis ratos de ócio.

Así, pues, he compuesto esta obra, cuyo objetoy moralidad pueden resumirse en esta verdadincontestable:

Instruid el, los incautos y ya no habrá más bri-bones.

¿Pero basta el que una verdad sea incontesta-ble para que no se conteste? No lo creo; y comoprueba, yo mismo voy á contestar á una objeciónque se me puede hacer con este objeto.

Descubriendo los secretos de los tahures, seme dirá tal vez, ¿no temeis dispertar entre cier-tos jugadores desgraciados el deseo de corregirlos rigores de la fortuna?

Podria contentarme con decir que, haciendo es-tas revelaciones, he tomado en mi apoyo unacuestión hace mucho tiempo ya juzgada por laprensa en general.

Sin embargo, para contestar más directamenteä la objeción que yo mismo me he propuesto, aña-diré que en mis explicaciones sobre las trampas,si digo lo suficiente para hacerlas comprenderbien, no digo lo bastante para poderlas ejecutar.

Lliotec a de Ilusionismo. Fundación Juan March (Madrid)

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pRÓLoGo 7

Supongamos ahora que yo no hubiese tomadoesta precaución: ¿qué resultaria de esto? Quepara un individuo medio pervertido que podriatener la idea de utilizar estos culpables princi-pios, centenares de incautos tomarian nota paraguardarse de ellos.

Pero si se cree que estas revelaciones puedenproducir instintos perversos, ¿qué se dirá enton-ces de esos innumerables códigos sobre el duelo,donde se encuentra el arte de matar á su seme-jante en toda regla? ¿No deberá tambien temer-se de que los principios encerrados en estas obrasconduzcan á criminales acciones?

En cuanto á mi, tengo formada una excelenteopinión de la gente honrada, y espero que lalectura de mi obra no les inspirará otro pensa-miento que el de precaverse de las maniobras delos bribones.

•Todos, entonces, al ir á jugar, teniendo presen-tes las artimañas que les he enseñado, se acor-darán en provecho propio de este verso de Vir-gilio:

Timeo danaos et dona ferentes (1).

(1) Temo á los bribones, aún con sus presentes.

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eyeeeeeeeeeeeeee,7,44e,

UNA ANÉCDOTA

MODO DE INTRODUCCIÓN

tu profesor peligroso.

Cualquiera que sea, querido lector, el precioque pagueis por conocer las trampas que voy ädescubriros, estad seguros de que no las pagareistan caras como á mí me han costado.

Fácilmente se comprenderá que yo no he po-dido sacar de mi cabeza todas las astucias yartimanas de que se compone el arte de losJugadores de ventaja; he debido, pues, reco-gerlas una ä una de los mismos, y muchas vecesadivinarlas.

Mis investigaciones han sido difíciles y peli-grosas: difíciles, porque ninguno de ellos sedesprende tan fácilmente de una trampa, la cualles proporciona los medios de su existencia; pe-ligrosas, porque las investigaciones que debenhacerse con alguna de estas personas pueden

teca de Rusioni_etno.Funda.eion Juan. March (Madrid) .

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1 0 UNA AlnICDOTA

ä menudo presentar graves peligros; el hechosiguiente puede ser una prueba de lo que acabode decir.

Cuando yo no era más que un prestidigitadornovicio, iba muy ä menudo, así como ya lo hecontado en mis Confidencias (1), ä casa de un fa-bricante de instrumentos de escamoteo, llama-do el padre Roujol, con la esperanza de encon-trar algun dia en dicha casa algun aficionado äla mágia ó algun maestro en prestidigitación.

Este buen padre Roujol me profesaba bas-tante amistad, conocia mi pasión por lo que élllamaba física recreativa, y se complacia enproporcionarme algunas noticias útiles respecto

este arte.Un dia me habló de un tal Ellas Hausheer, al

cual habia visto en un café.—El citado hombre, me dijo, posee una gran-

de habilidad; pero ä las pocas palabras que hahablado, he creido comprender que su destreza,mas bien le sirve para corregir los azares dela fortuna en el juego, que para distraer al pú-blico.

Que este artista fuese un jugador de venta-ja 6 un prestidigitador, poco debia importarme;era inteligente y esto bastaba; además, tantoen un caso como en otro, esperaba poder obte-ner de él algunos indicios que pudieran sermemuy útiles. Di, pues las gracias al viejo mecá-nico por la buena fortuna que me proporcionaba,y desde aquel momento solo pensé en la visitaque el dia siguiente tenia que hacer al señorHausheer.

(1) Torno 1, pág. 236.

.2 1ioteca de Ilusionismo. Fundación Juan March (Madrid)

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Á. 111000 DE INTRODUCCIÓN 11.

Cuando ya iba ä partir me detuvo un pensa-miento; en aquel tiempo solo se me conociaComo mecánico, y temí que este titulo no bas-tase para mi introducción.

Ocurrióseme una idea: habia construido re-cientemente un pajarillo mecánico, que cantabay aleteaba sobre una caja de tabaco; pensé queesta obra, que además era de mucho precio,hablaria en favor mio. La tomé, pues.

Más confiado ya en el logro de mis deseos,me dirigí hácia la calle del Ecu d' or, dondevivia el personaje en cuestión. Digo personajesin ningun pensamiento irónico, porque en mimonomanía por todo lo que se relaciona con elescamoteo, mi imaginación me representaba alcitado Hausheer como un hombre de posición yen relación ä su extrema habilidad con algunasventajas personales.

Yo no conocia la calle del Ecu d' or; así esque me quedé muy sorprendido cuando llegué äella y vi su aspecto tan miserable; pero sindetenerme esta primera decepción, avancé hastael núm. 8, indicado en la tarjeta que yo llevaba.

Un corredor estrecho, húmedo y sucio, serviade entrada It esta casa, en la cual penetré re-sueltamente.

Sr. Hausheer? pregunté, llamando so-bre un sucio cristal de una especie de caja,sobre la cual se hallaba pintada la palabra por-tero.

Un hombre con una barba gris en forma depincel afilado, el tirapié en una mano y un za-pato en la otra, abrió un postiguillo, y con unavoz muy acentuada de alemán me dijo:

--4Qué querer V.?

seca de Ilusionismo. Fundación Juan Mara (Madrid)

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12 UNA AN1.,:CDOTA

—¿El Sr. Hausheer? volví á repetir.—Yo no conocer ese caballero; en mi casa

solo haber alemanes.—Si juzgo por el ndmbre que acabo de pro-

nunciar, el sugeto por el cual os pregunto debeser alemán; tomad, y le entregué la tarjeta quellevaba.

El artista en calzado se puso los anteojos, ydespues de haber leido el nombre de su inquili-no, exclamó:

—iAh! el Sr. Hausheer, me dijo aspirando mu-cho la h, como queriéndome dar una lección de pro-nunciación alemana: estar bien. Al tercero, al fon-do de un corredor, á la izquierda.

Subi, pues, al segundo piso, y así que hube lle-gado al frente de un corredor bastante oscuro,llamé á una puerta, ä través de la cual oi un granruido.

Una mujer, de la cual no supe apreciar la edad,a causa de su delgadez y traje anticuado, meabrió la puerta.

—¿El Sr. Hausheer? la dije.—Al fondo, me dijo, indicándome unas puertas

con cristales que habia á la extremidad delcuarto.

Sin embargo del olor nauseabundo que allí serespiraba y del cuadro que se ofrecia ante mivista, entré al momento, decidido á seguir hastael fin una aventura que ya se iba convirtiendo ensingularmente pintoresca.

Una media docena de niños, casi desnudos, seentregaban por el cuarto á los más extrepitososjuegos. Ademas, no les faltaba sitio para ello,pues eran los únicos que componian todo el mobi-liario de aquella casa.

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Á. MODO DE INTRODUCCIÓN 13

Salté por encima de uno, aparté ä otro, y des-pues de haber abierto una puerta con cristales,me hallé en una alcoba.

No trato ahora de hacer la descripción de ella;el lector, visto lo que antecede, podrá ya formar-se una idea aproximada de aquel departamento.

Nadie habia allí para recibirme.Me atreví ä pronunciar de nuevo el nombre del

prestidigitador, en busca del cual iba.Dos cortinas de alcoba, en otro tiempo blancas,

se separaron vivamente, y en medio de su aber-tura apareció una figura huesosa, con un gorro dedormir, amarillento ya por su largo uso.

---¡Qué querer V., jóven hombres (1) me dijo es-te fantástico personaje.

—¿El Sr. Hausheer? repetí de nuevo, pero algosobrecogido.

— YO ser.Y mi interlocutor me miró de un modo que pa-

recia decirme: ¿Y qué más?Mis ilusiones, tan poéticas un cuarto de hora

antes, se habian completamente disipado. Estehombre solo me inspiraba repugnancia. Hubiesequerido en aquel mismo momento marcharme deallí; pero ¿podia yo hacerlo? Era preciso al me-nos que preparase mi retirada.

--ICaballero, le dije, el padre Roujol me hahablado de V., y particularmente de su habilidaden el escamoteo. Seducido por el relato que meha hecho, venia á hablar con V. de un arte alcual amo apasionadamente; pero no se molesteusted, ya volveré otro dia.

(1) La palabra jóven hombre era sin duda una expresión fami-liar del Sr. Hausheer.

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14 UNA ANÉCDOTA

—No, no, esperar un momento; ya comprender;usted venir para tomar lecciones.

No contesté nada, temeroso de meterme en uncamino en el cual no podia prever la salida.

Hausheer tomó mi silencio por una afirmación,y seducido por la perspectiva de un beneficio se-guro, saltó de la cama sin ningun cumplimiento,y acercándose á mí, sin tomarse la molestia devestirse, me dijo:

—Veamos, jóven hombre, dónde estar V.; y almismo tiempo me entregó una baraja.

Lejos de aceptar la invitación que me hacia,reiteré mis deseos de abreviar la visita.

Pero mi engolosinado profesor no quena dejar-me ir; 'labia ido á tomar una lección; tenia quedármela, y no admitia réplica alguna.

Sin embargo, persistí en mi determinación demarcharme cuanto antes.

Hausheer creyó sin duda que era necesario se-ducirme, porque ejecutó, como muestra de suhabilidad, una serie de juegos de cartas de unasutileza y agilidad verdaderamente maravillosas.

Desde los primeros momentos de esta peque-ña sesión, debo confesar al lector que ya habiancompletamente desaparecido todos mis disgustosy aprensiones; la admiración los habia reempla-zado. Ya no quena marcharme, y solo desea-ba á cualquier precio adquirir algunas explica-ciones.

Llegóme, pues, el turno de seducir á mi se-ductor.

Saqué la famosa caja de tabaco, y presentán-dosela á Hausheer, apreté el botón del resorte.

Mi pequeño autómata salió al momento de sucaja, cantó, saltó, batió g 11.9 alas, y una vez ter-

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MODO DE INTRODUCCIÓN 15

minadas estas evoluciones, desapareció como porencanto.

Mientras que el pajarillo estuvo cantando, miatención se concentró únicamente en él; pero unavez hubo terminado, dirigí la vista hacia Haus-heer para juzgar el efecto que le habia producido.Sobrecogibme en extremo la codiciosa expresiónde su semblante. Parecióme tambien que mirabafurtivamente á uno y otro lado, como para ase-gurarse si podia intentar alguna mala jugada.Estaba pálido, y sus manos, las cuales avanzabahácia mí, se agitaban con un movimiento febril.

—¿Qué os parece esto? dije á mi espectador.Hausheer parecia que se hallaba mucho más

preocupado; en vez de contestarme, se dirigióhácia un mueble, lo abrió precipitadamente ysacó un objeto, el cual ocultó entre su traje.

—Ser muy bonito, me dijo al fin, acercándosehäcia mi; pero decidme, :Oven hombre, es precisoque V. me la dejar; yo os la hacer comprar poruno de mis amigos.

—Esta caja no está de venta, le contesté; hasido un encargo que me han hecho, y debo entre-garla hoy mismo.

—No importar; yo querer ensefiarla ä mi ami-go; yo devolvérosla despues.

No le contesté nada; pero envolví mi caja detabaco, y ya me disponia á metérmela en el bol-sillo, cuando Hausheer avanzó bruscamente lut-cia mí. Sus ojos echaban chispas.

Tuve miedo, lo confieso, y mi sobresalto seacrecentó todavía más cuando mi agresor medijo, con un tono que no olvidaré en toda mivida:

—Yo la querer, ¿oir V.9

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16 UNA ANÉCDOTA

Al mismo tiempo introdujo la mano derecha ensu chaleco de lana.

La flexibilidad y la separación de las mallas deequel mal tejido de lana me permitieron ver lamano huesosa de Hausheer crisparse sobre unmango, el cual supuse seria el de algun purial.

El sentimiento de conservación me devolvió to-da mi energía; el peligro era inminente; me pre-paré ä una defensa desesperada.

Metíme rápidamente la caja en el bolsillo paratener las manos libres, y miré fijamente á Haus-heer para poder leer en su mirada sus menoresintenciones.

Este titubeó un instante; parecia que reflexio-naba: despues, sea que le impusiese mi aspecto,sea que se presentase á su imaginación la impo-sibilidad de ocultar un crimen, sea, en fin, quequisiese probar ä persuadirme antes de entre-garse á ninguna clase de violencia, su rostro cam-bió rápidamente de aspecto; sus labios se contra-jeron como para formular una sonrisa, mientras*pe el resto de su fisonomía trataba de mostrarsemás tranquilo y benigno.

—Ah! me dijo, dándome familiarmente algu-nos golpes en la espalda; ¿por qué no querermeprestar la caja?

---IDemonio de hombre! le contesté yo con tan-ta tranquilidad como me lo permitian mis recien-tes emociones; sois tan vivo de genio, que nodejais tiempo de que uno se explique.

Hausheer balbuceó algunas malas razones, las'cuales apenas oí por lo preocupado que me halla-ba en aquel momento. Temí nuevas violencias, ypara precaverme de ellas traté de buscar un planevasivo. Tuve la dicha de hallarle.

kioteca de Ilusionismo. Fundación Juan Mara. (Madrid)

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MODO DE INTRODUCCIÓN 17

—Veamos, le dije yo; decís vos que estais se-guro de venderme esta pieza mecänica.

—Estar cierto, yo os la hacer vender, respondióHausheer; estar seguro, porque mi amigo sermuy rico.—¡Oh! entonces, si vuestro amigo es tan rico,

podeis hacerme un gran servicio.—Cuál?—Poseo una caja igual a esta en cuanto a, los

efectos mecanicos; pero como es de oro cincelado,el precio demasiado elevado de ella me impide elvenderla. Me consideraria muy feliz, pues, sivuestro amigo quisiera comprärmela.

Mucha razón ha habido al decir que el mediode ser uno engañado es el de creerse ser masastuto que los demäs: el socarrón no se apercibiódel lazo que yo le tendia.

—Eso le convenir mucho más, me dijo; yo estarseguro que él la comprar; ¡veamos! yo ir con V.buscarla.

—Con mucho gusto! vestíos, pues; os espero...ä menos que no prefirais venir así.

Esta chanzoneta la acompañé de una risa pro-vocativa, la cual no tuvo eco. Hausheer se con-tentó con ofrecerme una silla y procedió ante miä la conclusión de su tocado.

Durante este tiempo combiné una mistificaciónvengadora.

Bien pronto partimos.La calle del Ecu d' or esta situada á las espal-

{las mismas de la Casa de la Ciudad; yo habitabaen la calle de Vendbme al Marais; rápidamenteanduvimos el trayecto; ambos teníamos nuestrasrazones para acelerar la marcha.

Llamo en mi casa, me abren, entro el primero,

intpraile lluinniçme Fu/Marión Juan Mair-11

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18 UNA A Ng:CDOTA

y teniendo la puerta entreabierta, me vuelvohacia mi acompalante y le digo con un tono detranquilidad mezclado de ironía:

—Sr. Hausheer, en este momento tengo bas-tante que hacer; y como creo que tardaré toda-vía en salir, os suplico que no me aguardeis.

la caja? dijo mi alemán, encolerizado.—Otro dia, le contesté con un tono significa-

tivo, cerrando al mismo tiempo la puerta.Presté atención y oí proferir á, Hausheer una

afrentosa série de imprecaciones y juramentos,en medio de los cuales distinguí claramente lassiguientes palabras: ¡Qué bestia haber sido!

Poco me importaban tales recriminaciones; es-taba en mi casa y nada tenia que temer; aban-doné al Griego escamoteador á su cólera.

Algunos meses más tarde, leyendo la Gacelade los Tribunales, me sorprendió ver figurar elnombre de Elías Hausheer entre una cuadrillade estafadores de los de la peor especie.

La frase ¡qué bestia haber sido! se me ocurrióen aquel momento ; entonces comprendí toda lacriminal significación: Hausheer, menos bestia,hubiera adquirido la caja.

Este solo pensamiento me hizo temblar.Conocedor ya del peligro que habia corrido, me

hice más prudente para el porvenir; pero no meimpidió continuar mis investigaciones: única-mente que en vez de hacerlas yo mismo, las en-cargué á otro.

Tuve, mas bien dicho, un corredor.Un jóven, cuya vida, aunque honesta, la ma-

yor parte de ella la pasaba en los garitos, seencargó de reclutarme algunas noticias.

lioteca de Ilusionismo. Fundación Juan Mara (Madrid)

Page 27: Los Secretos de Los Garitos - Robert Houdin 1891

Ä MODO DE INTitODUCCIÖN 19

Cada vez que me traia noticias de alguna nue-va trampa, se la pagaba generosamente.

Al leer esto, ya veo que el lector está dicién-dose ä sí mismo: ¿Por qué pagar tan caras tanculpables maniobras? ¿No es eso propio de unloco ó al menos de un monomaniatico?

Vos lo habeis dicho, lector; sí, tenia una mo-nomanía, pero debo deciros que esta monomanía,sin la cual nunca hubiese logrado nada, tenia unobjeto que podria ser útil algun dia.

El objeto, pues, que me proponia conseguir, ydel cual mil circunstancias me han alejado siem-pre de él, era la obra que presento hoy al públi-co con el titulo de

SECRETOS DE LOS GARITOS.

#

liotecade Ilusionismo. Fundación Juan Mara (Madrid)

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LAS TRAMPAS DE LOS GRIEGOS

DESCUBIERTAS

Los Griegos modernos.

Escrito el titulo que antecede, creo que es ne-cesario explicar al lector por qué los compatrio-tas de Homero y Platón gozan de reputación tancomprometida y por qué circunstancia la pala-bra Griego se ha convertido en nuestro idiomaen sinónima de estafador ó de bribón.

Hé aquí el hecho:Hacia fines del reinado de Luis XIV, cierto

caballero, griego de origen, llamado Apoulos, fuéadmitido en la corte. Pronto realizó en el juegobeneficios tan considerables, que acabó por des-pertar las sospechas de varios cortesanos sobre lanaturaleza de su buena fortuna.

No obstante su admirable habilidad, el caballe-ro fue cogido en infraganti delito de estafa ycondenado á veinte años de prisión.

liohlioteca de Ilusionismo. Fundación Juan IVIarch (Madrid)

Page 29: Los Secretos de Los Garitos - Robert Houdin 1891

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SECRETOS DE LOS GARITOS 21

La aventura hizo mucho ruido, y desde enton-ces se le dió el nombre de Apoulos Ó Griegostodos los que buscaban este medio de corregir lafortuna (1).

Una palabra de más en la lengua francesa esgeneralmente un hecho sin importancia moral, ysin embargo, ¿no fué ä la aparición de la palabraGriego á la que se debe el tener un gran núme-ro de petardistas que sin ella no lo hubiesen sido?¿Se engafiaria uno mucho si pretendiese que entanto que los que buscaban el corregir los azaresde la fortuna se conocian con el infamante títulode bribones, solo eran las personas de mal vivirlas que se decidian It estafar, y desde que se lesdió el nombre de Griegos, una multitud de gen-te semihonrada se convirtió en bribones? Tantoes esto verdad, como que

A menudo son los nombres los que decidenlas cosas.

Pero lo que contribuyó más poderosamente á,aumentar el número de estos trapaceros de dedoságiles, fué, sin contradicción alguna, el estableci-miento en París de los juegos públicos, conocidoscon el nombre de "Uds de Gt5vres y de Soissons.

Hasta entonces los Griegos habian ejercido se-paradamente su industria; la mayor parte no te-nia ningun método, y los medios que empleabaneran tan groseros como mal ejecutados. En unapalabra: el arte de los Griegos estaba todavía enla infancia.

(1) Esta última apelación fué mas fácilmente adoptada, puesse sabe que los Griegos eran antiguamente muy renombradospor sus astucias y artimañas. En Lacedemonia, el robo, hábil-mente ejecutad, era considerado corno una acción esplendoro-Sa, y, segun se (lucia, se reservaban los sitios de honor á loeladrones eméritos.

ioteca de Ilusionismo. Fundación Juan Marcho (Madrid)

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SECRETOS DE LOS GARITOS

- La apertura de los citados hoteles causó unaverdadera revolución entre los Griegos; los máshábiles de entre ellos, una vez reunidos, se exten-dieron para crear nuevas maniobras para apro-piarse diestramente los bienes de los demás.

Se inventó, calculó, imaginó, y de estas cul-pables maquinaciones bien pronto salieron com-binaciones desconocidas hasta entonces.

El lasquenete, el faraón, los cientos y el cua-trillo, juegos favoritos de la época, fueron otrastantas minas de oro para esta sociedad de artífi-ces de chascos.

Hasta el mismo juego de la ruleta, que se ha-bia imaginado en los citados establecimientospara que el público pudiese jugar con toda segu-ridad, no estuvo al abrigo de las combinacionesde los Griegos.

Uno de entre ellos, antiguo geómetra, hizoconstruir una ruleta en que las casillas negraseran algo mayores que las blancas; de modo quela bola, en su rápida excursión, tenia menosprobabilidades de entrar en éstas que en aque-llas (1).

Para esto habia sido preciso entenderse conlos criados ó corromperlos; pero no era nada difí-

(1) En los Estados-Unidos de América fué más tarde renova-da esta perfidia por Griegos europeos y perfeccionada por losmismos banqueros de esta clase de establecimientos.

lié aquí cómo Robertson describe en sus Memorias este pérfi-do perfeccionamiento:

. «En la mesa de juego se hallaba oculta una preparación mecá-nica que determinaba la bola á entrar, á voluntad del banquero,en las casillas pares ó impares.t.Estaba el par cargado de oro?Un pequeño movimiento debajo de la mesa cerraba un milimetrotodos los pares-y la bola se veia forzada ti entrar en donde ha-llaba la puerta abierta. Mientras sucedia esto, la postura picabacartas, contaba los rojos y negros que habian salido é interro-gaba las probabilidades. ¡pero' qué podian resolver los mas sa-bios calculos contra un golpe dado debajo de la mesa?»

lioteca de Ilusionismo. Fundación Juan March (Madri.,

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SECRETOS DE LOS GARITOS 23

cil, porque la mayor parte de ellos eran unosconsumados bribones.

El número de los Griegos se acrecentó de talmodo en Paris, que acabó por no haber incautos.

Esta penuria no fué de larga duración, sabien-do muy bien los Griegos que el número de in-cautos es ilimitado y que nunca faltan cuando setoman como guías las debilidades del corazón hu-mano; los Griegos, digo, organizaron un serviciode emisarios, especie de corredores, á los cualesencargaron el descubrir y atraer: 1.°, los ex-tranjeros que llegaban á la capital; 2.", lospleiteantes que acababan de ganar un pleito; 3.°,los jugadores que habian tenido una gananciaconsiderable; 4.°, los hijos de familia en pose-sión de una herencia, y 5.°, los cajeros impruden-tes, capaces de arriesgar en una carta hasta elúltimo metálico de su caja.

Con tales auxiliares, los Griegos realizaron denuevo ganancias enormes; pero sus maniobras sehicieron tan escandalosas, que mediante un in-forme de la policía, Luis XIV mandó cerrar loshoteles de Gévres y de Soissons y publicó de nue-vo los antiguos decretos contra los juegos de•azar.

No se desconcertaron por esto los Griegos;abrieron algunos garitos y jugaron en escondrijos.

La policía les siguió sus huellas y les declaróuna guerra encarnizada. Reiteradas pesquisas, el.encarcelamiento de los propietarios de las casas,de juegos clandestinos, la condena de multitud deestafadores asustaron á los incautos, que, aunquesiempre ciegos, temieron por ellos mismos y no seatrevieron á ir á estos establecimientos.

De este modo perseguida, la Grecia se disemi-

*. ißteca de Ilusionismo. Fundación Juan March (Madrid)

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24 NECIlETOS Di LOS GARITOS

nó por los pueblos y por el extranjero, para venirde nuevo ä tomar la revancha en la capital, cuan-do el Estado, en una necesidad de dinero, fundóá Frascati y las casas rivales del Palais Boyal.A la puerta de estas casas hubiera podido colo-carse esta inscripción: Aquí se engaña de buenaß, porque las cantidades que se perdiom, calcula-das de antemano con las probabilidades infalibles,producian un impuesto considerable al Estado yun beneficio inmenso al arrendatario.

Pero el Gobierno cerró los ojos hasta el diaque las reclamaciones públicas le hicieron por fincomprender que no estaba en nuestras costumbresautorizar el robo organizado.

La ruleta, así como sus dependencias, fué,pues, de nuevo proscrita, y con ella partió, ó almenos así parecía hacerlo, la bandada de fulle-ros, para los cuales era aquello un centro dereunión.

Decimos que al parecer partieron, porque si laruleta se ha desterrado de Francia, los Griegosno han cesado de vivir en ella.

—¿Pero dónde se hallan?Los que lo saben muy bien son los incautos.

Estos han aprendido ä sus espensas que estas in-saciables aves de presa se encuentran invariable-mente donde hay un tapete verde con dinero.

Pero puede que tal vez se me pregunte: ¿Ycómo reconocerlos?

Esa es la dificultad, porque estos héroes soncada dia más hábiles en sus culpables maniobras.Forzados á esparcirse por la sociedad, han cono-cido la necesidad de perfeccionarse todavía másen su delincuente, industria, ä fin de conjurar losseveros castigos que la ley les reservaba.

otee a de Ilusionismo. Fundación Juan March (Madrid)

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SECRETOS DE LOS GARITOS 95

Sin embargo, por difícil que sea el reconocerles,probaremos á señalarlos á las gentes honradas,si no por sus rasgos particulares, al menos por al-gunos indicios característicos, y sobre todo porla revelación de las astucias, ti las cuales recu-rren habitualmente.

Tomados colectivamente, los Griegos no pre-sentan ningun tipo; seria muy difícil trazar sufisonomía, pues es muy numerosa y variada laespecie. Para caracterizarlos, pues, mejor, creoque es necesario dividirlos en tres categorías:

L a El Griego del gran mundo.2.' El Griego de la* clase media.3." El Griego de garito.Para honrarles cual se merecen, empezaremos

por el primero.

Griego del gran mundo.

El Griego del gran mundo es, sin contradic-ción, el más astuto diestro y hábil de su inteli-gente especie; es el gran maestro en el arte deformar incautos.

Generalmente es hombre de agradable con-versación y cuya elegancia y modales no dejannada que desear; si no brilla por su ingenio enla conversación, es que por una parte no quiereeclipsar ä nadie, y por otra lo reserva para lapresentación en escena de sus artimañas.

Este ciudadano de Atenas pasa fácilmente portener poca capacidad, mas hace muy poco casode esto; pero en revancha se aprovecha de todaslas cualidades útiles ä su profesión. Así es que,

neca de ilusionismo. Fundación Juan March (Madrid)

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26 SECRETOS DE LOS GARITOS

sea por el estudio 6 por otro cualquier concepto,posee en su mayor grado esa comprensión prontay delicada, ese exquisito tacto y sobre todo esamaravillosa apreciación, de la cual he hablado enmi obra Con fidences d' un preslidigitaleur.

Cuando está en compañia de sus víctimas,aunque parece que tiene la mirada fija en la ba-raja, puede muy bien verse, si se le observa de-tenidamente, que dirije algunas miradas furti-vas á fin de apreciar lo que pasa á su alrededor.Sabe además la impresión producida por el cortede la baraja, así como tambien su clasificación,para reconocer el juego de cada uno de sus adver-sarios.

Como fisonomista, el Griego del gran mundopuede competir con el más hábil discípulo de La-vater. En vano es que ante él se envuelvan enuna fria impasibilidad; al menor movimiento, delas fibras de la cara, ä la más imperceptible con-tracción de las facciones del rostro, descubre lasimpresiones más comprimidas del alma.

Estas delicadas apreciaciones, tan útiles parasus pérfidas maniobras, le sirven igualmente paraapreciar el grado de confianza que inspira.

El Griego del gran mundo juega ä todos losjuegos con igual perfección. Las teorías y proba-bilidades de los juegos de azar, tan hábilmentedescritas por Van Tenac, no son para él más queprincipios elementales, los cuales maneja conrara inteligencia.

A estas eminentes cualidades de ingenio, elGriego del gran mundo une un conocimiento pro-

'fundo de la prestidigitación más refinada; así,pues, nadie sabe tan bien como él cambiar lacarta, hacer el salto, etc., y estos importantes

lilkHueca de Ilus' ionisino-Fundaen Juan Mas, (Madrid

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SECRETOS DE LOS GARITOS

principios de la trampa los ha elevado ya á laaltura de lo maravilloso.

Favorecido por una excelente vista, puede,así que han pasado las cartas varias veces porsus manos, reconocer muchas de entre ellas. Unaserá de un matiz imperceptiblemente mas claro;otra tendrá algun punto, mancha 6 imperfeccióncualquiera, la cual no puede evitarla ni aún lamás cuidadosa fabricación, y de esto se aprove-cha para que la suerte le sea favorable.

En defecto de estas marcas, el Griego, vista ladelicadeza extrema de su tasto, sabe tambien,cuando tiene la baraja en la mano, reconocer aldar una 6 muchas cartas, las cuales ha marcadoanteriormante con un ligero filban (1). Una vezconocidas, puede apropiárselas ó darlas a, sus ad-versarios, segun él lo juzgue mas favorablesus intereses.

El Griego del gran mundo abandona duranteel verano la capital para ir á tomar las aguas.En tal caso se dirige muy gustoso hacia este bri-llante y célebre oasis, no habiendo duda de que,tarde 6 temprano, llevará el nombre de Villa-Benazet, pero que hoy dia se llama simplementeBaden-Baden.

Allí es donde, gracias á la ceguedad, así comola riqueza de sus adversarios, realiza ganan-

cias considerables, por medio de las cuales haceuna vida tan fastuosa como la de un nabab.

El mayor número de estos petardistas del granmundo acaban miserablemente; algunos pocosúnicamente vuelven á la vida privada y llevantras sí esa existencia de temores y remordimien-

(1) Para todas las palabras técnicas véase al fin de la obra.

era de Ilusionismo. Fundación Juan March (Madrid)

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SECRETOS DE LOS GARITOS

tos, que tan al vivo describe el espiritual novelis-ta académico (1) en su libro Une fortune myste-rieuse.

HI.El Griego de la clase media.

El Griego de la clase media, de otro modo di-cho, el Griego errante, porque es ubiquista, es eltrazo de unión entre el petardista del gran mun-do y el de los garitos. Este trazo es de una granextensión, porque en cierto modo suele refundir-se en las dos extremidades de este mundo de fili-busteros.

El Griego errante raras veces trabaja solo;se asocia con algunos compadres. Estos son, lasmás de las veces, otros Griegos cuyo talento,fortuna y honradez están ii la altura de las desus compatriotas. Ademas, segun las circunstan-cias y necesidades, estos respetables industria-les suelen trastrocar sus papeles.

Estos señores tienen, además de estos compa-dres, algunos auxiliares femeninos llamados Ama-zonas, y de los cuales hacen el más peligroso uso.Son sus comparieras y sus asociadas en todas lasperipecias.

EStas criaturas, en la generalidad bastantebonitas, tienen una perversidad igual ó muchomás superior á la de su maestro.

En los lazos tendidos ä los hijos de familia ylos extranjeros, bajo el nombre de tertulias,

las Amazonas hacen las veces de reclamo.Las supercherías de estas damas, ni pueden

(1) M. Ancelot.

lieteca de Ilusionisnw. Fundación Juan March (Madrid)

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SECRETOS DE LOS GARITOS

analizarse ni describirse aquí. Baste decir que,así como esas inocentes alondras que un cazadoratrae y ciega por medio del reflejo de algunos es-pejos, los visitadores imprudentes, una vez fas-cinados por las seducciones de estas sirenas,pronto se convierten en una fácil presa y sedejan neciamente desplumar por las cazadorasde estos lugares.

El Griego errante está muy lejos de poseer elingenio y buenos modales de su compañero el delgran mundo; no tiene como aquel ni la sutilezade tacto, ni la delicadeza de ejecución, lo cualhace la trampa muy difícil de pillar. Pero no poresto deja de poseer una grande habilidad en laconcepción de sus perfidias, así como en las dife-rentes ingeniosas manipulaciones que le son pe-culiares.

Las cartas, los dados, los dominós, son entresus manos instrumentos muy temibles.

Todos los juegos, sencillos ó complicados, leson buenos para ejercer su culpable ligereza.

Los incautos de este Griego son tan numerososcomo variados; los encuentra en todas partes.Nada hay sagrado para él; sus más próximos pa-rientes, sus amigos más íntimos, son en algunasocasiones sus primeras víctimas.

Hé aquí un ejemplo, que demostrara más cla-ramente la perfidia de esta clase de estafadores.

Tres Griegos, unidos para la explotación de suindustria, se habian dedicado cada uno por suparte a. buscar incautos.

Uno de ellos, jóven italiano, llamado El Candor,á causa sin duda de su gran astucia, fué un dia

anunciar á sus colegas que habia descubierto unhijo de familia que acababa de llegar á la capital.

oieca de Ilusionismo. Fundación Juan March (Madrid)

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SECRETOS DE LOS GARITOS

El citado jóven era rico, jugador y pródigo enexceso, cualidades todas ellas muy apreciables delos tres Atenienses.

Súpose además por el italiano que el provin-cial debia ir aquella noche ä la Opera.

La sociedad no podia por ningun concepto des-cuidar tan bella ocasión. Formóse inmediatamen-te el plan de ataque, y una vez resueltas todaslas combinaciones se separaron, dándose cita enla Academia de música.

A la hora convenida se reunieron los tres Grie-gos en el teatro de la Opera, y la fortuna quisoque no estuvieran mucho tiempo aguardando aljóven capitalista.

Acercóseles el italiano y le presentó ä sus doscamaradas bajo varios nombres usurpados ä lanobleza.

Terminada esta presentación, paseäronse, ha-blaron, y se hizo tan interesante la conversa-ción, que ya no se separaron en toda la noche.

Los tres Griegos demostraban una grata ama-bilidad.

El hijo de familia, encantado de sus nuevosconocimientos, les invito ä cenar con él al res-taurant de la Maison Dorée.

Ya puede el lector presumirse el placer conque se aceptaria la proposición.

La cena fué digna del anfitrión: nada se econo-mizó para tratar dignamente ä tan amables con-vidados.

Para prolongar el placer de tan agradablereunión tratöse del juego, y al momento se aco-gió tal idea con aclamación.

Mientras que arreglaban la mesa, nuestrostres bribones hallaron el medio de hablarse

lioteca de Ilusionismo. Fundación Juan March (Madrid)

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SECRETOS DE LOS GARITOS 3 1

nuevamente, y ä una proposición de El Candor,convinieron que para engolosinar al provincialy atraerle ä mayores apuestas, se le dejariaprimeramente ganar hasta la cantidad de tresmil francos, despues de lo cual se le saqueariasin ninguna compasión.

La partida empezó con excelentes condicionespara los Griegos; el hijo de familia acababa dedepositar sobre la mesa una cartera, al parecermuy repleta. Habia sacado de ella un billete dequinientos francos.

La fortuna, influida por los tres bribones, fa-voreció de tal modo al provincial, que en pocotiempo se viö poseedor de la suma que debia ser-virle de incentivo.

—Verdaderamente, señores, dijo él colocandoen su cartera los billetes que acababa de ganar,estoy tan confundido de ver que la suerte me per-sigue tan resueltamente, que quiero cansarla, äfin de que podais al menos rescatar lo perdido.¡Veamos! Ahora no voy á jugar menos de cin-cuenta luises.

Aún no habia acabado de pronunciar estas pa-labras, cuando el hijo de familia, sacando el pa-ñuelo del bolsillo, se lo llevó rápidamente ä lanariz: acababa de verse atacado de una hemo-rragia.

—Perdonad, señores, dijo levantándose; soycon vosotros al momento: no os pido más quecinco minutos, porque es muy raro que esteachaque, al cual me hallo sujeto, dure muchomás. Y salió al momento, dejándose la carterasobre la mesa.

El Candor, lleno de un compasivo interés,siguió á su nuevo amigo para cuidarle, ó más

oteca de Ilusionismo. Fundación Juan March (Madrid)

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3 '2 SECRETOS DE LOS GARITOS

bien, digamos la palabra, para escaparse con élá toda prisa.

Porque el rico provincial no era sinó un petar-dista parisien, con el cual se habia entendidoEl Candor para robar tres mil francos ä sus aso-ciados; la hemorragia y el paralelo manchado desangre eran el desenlace de la comedia, cuyo pri-mer acto habia empezado en el teatro de laOpera.

Entremos ahora en casa del fondista; veamosy escuchemos lo que allí pasa.

—La Patoche, dijo á su camarada uno de losrateros que estaban cerca de la rica cartera; lasuerte nos favorece más allá de nuestras esperan-zas: admitamos que hemos ganado los billetesdel provincial; paguemos y dejemos la partida.

—Si, pero antes de marcharnos es precisoque paguemos la cena que nos han servido, dijootro.

—IQué cándido eres! Paguemos la cuenta; lacartera nos reembolsará nuestros gastos.

—J,Y si encontramos al provincial?—IY bien! ¿qué podria decir cuando vamos ä

buscarle para entregarle la cartera que se ha de-jado olvidada sobre la mesa?

—1Es verdad! Ya comprendo; nuestro hombretendria aún que darnos las gracias. ¡Has tenidouna idea feliz!

Los dos bribones piden al momento la cuenta,dan una propina 1-1 los criados y se apresuran äbajar las escaleras.

Una vez bajo, el que llevaba la cartera separa.

—Oye, La Patoche, se me ocurre una idea:sube y diles ä los mozos que esperamos á pues-

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SECRETOS DE LOS GARITOS 33

tros dos amigos en el café Riche para continuar lapartida; esto nos dará tiempo además para poner-nos en lugar seguro con nuestro gato.

Aún no habia subido algunos escalones LaPatoehe, cuando su compañero ya se habia esca-pado con la dichosa cartera.

Así, pues, ¿quién fue el robado de estos dosrateros?

La cartera estaba llena de pedazos de papel:los billetes ganados ha bian sido diestramente esca -moteados por el pretendido hijo de familia.

Este hecho puede dar una idea del carácterdel tipo que acabo de describir. Si el lectordesea tener un conocimiento más profundo de él,que continúe la lectura de esta obra; despues deleer las diferentes socaliñas que voy á describir,y en las cuales el Griego errante hace uno de losprincipales papeles, creo que ya estará suficien-temente al corriente de las perversidades de esteestafador.

IV.

El Griego de garito.

Podria decirse con mucha razón que este Grie-go de la clase baja es la vulgar parodia de losdos tipos que acabo de describir; y si se me per-mite hacer una comparación, diré que el Griegode garito es en cuanto á, sus compañeros de oficiolo que un cantante callejero á uno de ópera ita-liana.

¡Dios me guarde, sin embargo, de pretenderque debe extasiarse uno ante las artimañas de unbribón cualquiera! Pero puede admitirse, sin que

3

Meca de Ilusionismo. Fundación Juan March (Madrid)

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34 SECRETOS DE LOS GARITOS

se acuse de exageración, que si la socaliña de unGriego excita un sentimiento de reprobación,esto no impide que uno se encuentre verdadera-mente asombrado al ver sus trampas.

Cuanto á mi, lo declaro sinceramente, no megusta que nadie me robe; pero si desgraciada-mente tuviera que ser robado, preferiria muchomás serio por un Griego hábil que no por un la-dronzuelo de la clase baja.

Relativamente á la distinción y elegancia, noes posible establecer ninguna comparación entreel Griego de garito y sus compañeros del granmundo. Hay motivos para creer que el Griego degarito no sospecha ni aún la existencia del Grie-go del gran mundo. Todos los de su oficio se pare-cen mucho: la mayor parte de ellos son desdicha-dos, ä quienes la pereza y el vicio han conducidoá pedir á la estafa los recursos que no saben ha-llar en un oficio honroso.

Sus astucias son generalmente tan groserascomo los tontos á los cuales se dirigen. No esprestidigitación, es una engañifa que no tienenombre. Sus adversarios son además tan fácilesde engañar, que no ven una necesidad en ser máshábiles, y además, casi siempre es al vaciar laquinta 6 sexta botella entre dos cuando se com-binan las partidas.

No es necesario decir'que una de las cualidadesesenciales del Griego de los sitios públicos es lade fumar y beber de un modo indefinido sin hacer-le el menor daño. Un uso constante de las bebi-das espirituosas contribuye á esta insensibilidad.

Sus víctimas son las más de las veces traba-jadores viciosos, lugareños que visitan la capi-tal, sustitutos militares que van á unirse á sus

Bilio'teca de Ilusionismo. Fundación Juan March (Madrid)

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SECRETOS DE LOS GARITOS 35

regimientos, y algunas veces tambien suelen seralgunos propietarios de poca importancia.

Es muy raro que este Griego ínfimo no se aso-cie un acólito para la ejecución de sus manio-bras. Las operaciones ä que se entrega necesitanla asistencia de un compadre, porque casi siem-pre tienen el carácter de robos á la americana.lié aquí un ejemplo.

El Griego entra en una taberna de las másconcurridas, se coloca en una mesa, junto á lacual hay ya instalado un bebedor. Este tal es uncompadre, al cual finge no conocer.

El recien llegado se hace servir una botella devino

' y vaciándola, habla en alta voz con su ve-

cino de mesa, de modo que pueda llamar la aten-ción de cuantos le rodean. Afecta la mayor sen-cillez, y ensarta una charla arreglada á las cir-cunstancias.

El compadre le contesta y se burla de él, congran satisfacción del auditorio.

Todos los concurrentes han ido acercándoseinsensiblemente hasta formar una barrera alre-dedor de los dos antagonistas.

El Griego acaba por enfadarse de las burlasque le dirige su compañero, y le propone comomedio de reconciliación el jugarse las dos bote-llas que se han bebido.

Aceptase la proposición, pero el Griego juegacon desgracia; bien pronto pierde la partida. Co-ge tan desmanotadamente las cartas, que pareceque no las haya tocado en su vida. Su derrotahabía sido, además, fácilmente prevista.

El feliz adversario, satisfecho de su triunfo,abandona la mesa y no tarda mucho rato en sa-lir de la taberna.

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31i SECRETOS DE LOS fi A RITOS

Sin embargo, el que queda continúa la conver-sación con los concurrentes; quéjase de su malasuerte, y manifiesta el mayor deseo de tomar larevancha con el primero que se presente.

Los tontos se han cebado con la esperanza deuna ganancia segura; todos quieren ser el prime-ro en aceptar la partida propuesta.

Siéntanse á la mesa, juégase, y le ganan, asicomo se creia de antemano.

Pero el petardista, lejos de desanimarse, sacade su bolsillo un puñado de monedas de cincopesetas, anunciando que va ä sacrificarlas ä surehabilitación.

Esta declaración, así como el ruido argentinoque las acompaña, incita ä las más culpables co-dicias. Todos los parroquianos quieren tener suparte en tan fácil presa. Juégase, gánansele to-davía algunas partidas, y esta pérdida, organi-zada por el Griego, le dá ocasión para aumen-tar su apuesta.

Entonces es cuando empieza el trabajo de nues-tro bribón, que, sin abandonar el papel de ne-cio, pone en uso los recursos de una grosera pres-tidigitación ; gana, pero con esa sencillez y francarudeza que no es posible haga despertar ningunasospecha. Para todos los concurrentes, la suerteha cambiado y venido á justificar una vez esterefran de taberna: «Siempre hay un buen Diospara los borrachos.»

El Griego, despues de haber llenado considera-blemente su bolsa á costa de la de sus adversarios,se retira por falta de nuevos combatientes, y par-te con su compadre lo recaudado en la represen-tación de aquella noche.

ililioteca de Ilusionismo. Fundación Juan March (Madrid

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SECRETOS DE LOS GARITOS 37

Esta escena, en el vocabulario de los Griegos,se llama hacer el palurdo.

Una estafa de esta naturaleza, presentada antelos tribunales, solo verian en ella un solo culpa-ble, dos a, lo mas; y sin embargo, ¿no es evidenteque en los robos á la americana, y particularmen-te en los del género como el que acabo de citar,los incautos son tan culpables como los bribonesque los explotan? ¿No quieren los primeros apro-vecharse de la limpieza manifestada por los se-gundos para saquearles? Lo que les ha impedidollevar á cabo su mala acción es que, bajo la apa-riencia de un estúpido, han hallado un hombremucho más astuto que ellos.

Si yo escribiese para los concurrentes de PaulNiquel, ó para los consumidores de bebidas espi-rituosas del KIT La Rangaine (1), seria necesa-rio que el Griego de garito fuese el héroe de estaobra. Pero como yo creo que la mayor parte demis lectores no tendrán nunca que defenderse delas artimañas de este tipo ínfimo, voy á acabarcon él, publicando únicamente dos ó tres de susmejores juegos.

Encontramos de nuevo á nuestro Griego en unade esas mesas redondas de una peseta 25 céntimospor cabeza.

En el transcurso de la comida, nuestro hombre,

(1) Tabernas muy célebres del Halle.

de . Fundación JuaitMarch (Madrid)

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SECRETOS DE LOS GARITOS38

que no deja nunca de mostrarse jovial, propone ásus numerosos comensales varias de esas apues-tas, fundadas en equívocos, y en las cuales siem-pre gana el que las propone.

Pero si el Griego hace estas apuestas, no escon objeto de sacar un beneficio de ellas, sinópara excitar entre los que las pierden una especiede enojo, del cual debe sacar luego muy buenpartido.

Han llegado ya los postres; nuestro hombreha cogido tres platillos y se sirve de ellos como sifueran unos cubiletes para escamotear unas boli-tas hechas con miga de pan.

Lejos de manifestar el poseer la menor habili-dad, el lagarto compadre afecta una ridículatorpeza.

Riense de él, porque sus juegos de manos nocausan ninguna ilusión; se le ven, como suele de-cirse, todas las trampas.

Sin embargo, el Griego las continúa con iró-nica seguridad.

—Juzgad, señores, dijo; ya veis que colocoesta bolita debajo de este plato; ¡pues bien! voyá hacerla salir sin que la veais. Me engaño, por-que el más malo de entre vosotros no verá másque fuego.

Pero mientras el Griego mete la bolita debajodel platillo, sabe, por medio de un movimientohábil, hacerla rodar un poco más lejos del platoy caer al suelo.

Fingiendo creer que la bola está debajo delplatillo, trata de explicar la belleza del juego queha prometido, puesto que para ejecutarlo no seacercará ä la mesa. Y al dar estas explicacionesal auditorio, afecta volver las espaldas en el mo-

, lioteca de Ilusionismo. Fundación Juan March (Madri.;1. - _

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SECRETOS DE LOS GARITOS 39

mento mismo en que debe llevarse ä efecto elprestigio.

Al momento un espectador, que ha visto caerla bola, la recoje sin que lo vea el operador, se lamete en el bolsillo, y dirigiéndose ä sus vecinos,les dice en voz baja:

—Démosle un chasco y apostémosle que labola no está debajo del plato.

Al momento aceptará la apuesta, porque no seha apercibido de su torpeza.

Acéptase al momento la proposición, porque setrata de burlar al chasqueador.

Este, lejos de retroceder ante la apuesta, fijaotra cantidad mucho mayor, y propone el soste-nerla con todos los espectadores que quieran.

Presentanse seis ó siete antagonistas, y aque-llos son los primeros incautos de los equívocos.Frótanse las manos con la esperanza de vengarsede él. Están seguros de ganar, porque la bola estáen el bolsillo de uno de los que han tomado parteen la apuesta.

Pero ¡caso extrario! cuando se descubre el pla-to, hallase debajo de él la bolita.

El escamoteador ha ganado, pues, la apuesta.Al mismo tiempo que el marrullero dejó caer

la bola, introdujo otra furtivamente debajo delplato.

El solicitante de las apuestas era un compadre.

Hé aquí todavía uno de los grandes hechos deestos estafadores.

Hace algunos arios velase por los alrededores delJardin de Plantas, en la plaza de la Bastilla,

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40 SECRETOS DE LOS GARIToS

en cualquier otro punto en que concurrian lospapanatas parisienses, velase, digo, un hombre,de rodillas sobre las baldosas, de las que se habiahecho dueño, entregándose al engaño siguiente:

Tenia en la mano tres cartas, á saber: el sietede copas, el rey de espadas y el as de oros.

Las dos últimas de estas cartas estaban sobre-puestas en la mano derecha y la otra en la iz-quierda, así como lo indican las figuras siguientes:

taram izr 2

1-11

El petardista, levantando un poco las manos,hacia primeramente notar el órden en que se ha-llaban colocadas las cartas; luego las volvia y lasechaba sucesivamente sobre las baldosas, unasal lado de las otras.

Terminado esto, las volvia á colocar diferentesveces, á fin de engañar la mirada del espectador.

Dirigiéndose en seguida A la concurrencia, so-licitaba que adivinasen dónde estaba el rey deespadas.

El público, que despues de haber visto caer

klioteca de Ilusionismo. Fundación Juan March (Madrid)—dee

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SECRETOS DE LOS GARITOS 41

esta carta de la mano derecha, la habia seguidoen sus diferentes evoluciones, designaba una deellas y nunca se engañaba.

El Griego simulaba entonces hallarse contra-riado por no haber podido alucinar á los especta-dores; volvia á empezar de nuevo sus trasposi-ciones, y ofrecia apostar de nuevo que aquellavez no hallarian la carta designada.

El público reia y no se atrevia á aceptar laapuesta.

Pero un espectador, más atrevido que los de-más, un tipo de aldeano de aspecto cándido ynecio, interpela del siguiente modo al operador:

Cáspita! sabeis que es muy dificil lo queproponeis? Os apuesto veinte sueldos á que adi-vino dónde está el rey de espadas.

La apuesta era aceptada por el Griego, el cual,volviendo la carta designada, confesaba al verlaque habia perdido la apuesta y pagaba los veintesueldos.

Ambos campeones continuaban sus apuestas,las cuales perdia siempre el Griego, hasta quepor fin se retiraba el aldeano, ya satisfecho desu ganancia.

El público, en sus tacitas apreciaciones, nuncase habia engañado tampoco; así es que cuando elaldeano se alejaba de aquel punto y el Griegoofrecia continuar sus apuestas, tres ó cuatroindividuos qué tomaban á ese hombre por locoaceptaban el partido.

Pero los pobres incautos ignoraban que el al-deano era un compadre, y que los beneficios que élhabia realizado eran lazos tendidos á sus inmo-derados deseos.

Con los nuevos jugadores el Griego seguia

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SECRETOS DE LOS GARITOS

otra táctica muy diferente: al dejar caer las car-tas, empleaba una maniobra que cambiaba com-pletamente la disposición de las mismas.

Así, pues, colocaba verdaderamente el sietede copas en el núm. 1; pero en lugar de dejarcaer, como anteriormente, el rey de espadas en elnúm. 2, dejaba sutilmente en su lugar la cartasuperior (el as de oros) y colocaba en seguida elrey en el núm. 3.

Esta sustitución, por la ligereza con que sehacia, no era posible verse; de modo que des-pues de haber hecho las diferentes mezclas, vol-viase la carta designada y se veia que era el asde oros.

Como ocurre siempre en semejantes circuns-tancias, los que perdian querian tomar la revan-cha, y no se decidian ä abandonar el juego hastaque se vejan totalmente saqueados.

Sucede algunas veces que á esta estafa le si-gue la consiguiente pendencia; pero entonces elcompadre, que está siguiendo de lejos todas lasoperaciones del juego, viene ä ayudar con su po-deroso brazo al compañero.

Esta estafa, hoy dia, solo se hace en las ta-bernas, pues la policía prohibió la exhibición enlas plazas públicas.

En Inglaterra, los tramposos, llamados Gain-blers, tienen un juego análogo, al que dan el nom-bre de Thimble game (juego de los dedales).

Tienen tres dedales, los cuales colocan sobreuna mesa á modo de cubiletes.

Debajo de uno de ellos colocan una bolita; des-

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1

SECRETOS DE LOS GARITOS 43

pues de esto, trasponen los dedales para des-orientar ä los espectadores.

Así como en la anterior fullería, el Gamblerempieza sus apuestas con un compadre.

Como ya se sabe, éste debe ganar siempre susapuestas.

Pero con el público es muy diferente; el Garn-bier no pierde nunca, porque haciendo sus tras-posiciones, se lo arregla de modo para hacer pa-sar sutilmente la bolita debajo de otro dedal di-ferente del en que se hallaba.

Esta operación pertenece ä la prestidigitación.Por lo que antecede se ve que aunque las ma-

niobras del Griego de garito á menudo sean di-ferentes de las de sus cofrades, no les ceden és-tos en nada por sus astucias y bellaquerias,

V.

Un Griego cogido en infraganti delito.

Se pregunta: ¿cómo es que con tantos Griegoscomo hay esparcidos por la sociedad, haya tanpocos citados ante los tribunales?

Esto se explica muy fácilmente.Primeramente el Griego es generalmente há-

bil, ladino, astuto y circunspecto, por cuyas ra-zones es muy raro que se descubran sus manio-bras.

Además, suponiendo que sea cogido en infra-ganti delito de estafa, si es en una casa particular,se contentan con echarle ignominiosamente, ha-ciéndole restituir sus robos; si es en un sitio pú-blico, estos señores de la Grecia siempre sabenbuscar un medio de esquivarse y salir bien del

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44 SECRETOS DE LOS GARITOS

negocio. lié aquí, por ejemplo, un hecho del cualhe sido testigo:

Habia en otro tiempo (hablo de hace unostreinta años) en la plaza del Matelel y en el lugarocupado hoy dia por el Colegio de Notarios, unrestaurant de los más frecuentados en aquellaépoca.

En el centro de su inmensa fachada, este esta-blecimiento ostentaba un cuadro representandoun asunto pastoril: era un becerrillo mamando deuna vaca. Esta primitiva alegoría indicaba ä losestómagos menos eruditos que allí se comia muybien. En efecto, las comidas de amigos, por nu-merosos que fuesen, los convites de bodas ó porsuscrición, hallaban en él una mesa perfecta-mente servida y vastísimos salones para regoci-jarse.

Expuesto esto, como dicen los profesores defísica, empiezo mi relato.

Durante el Carnaval de 1832, algunos de misamigos tuvieron la idea de organizar un bailepor suscrición, y escogieron para esta fiesta losfamosos salones del Veau qui-léte (1).

Los suscritores fueron numerosos, y así comosucede ä menudo en parecidas circunstancias, lareunión se compuso de varias clases de la socie-dad. Una docena de personas podrian únicamen-te conocerse, entre las trescientas que próxima-mente formaban aquella reunión. Pero como ha-bia una excelente comisión, se bailaba con muchaconfianza.

El que habla de baile tambien habla de juego.En efecto, cerca del salón de baile habia una sala

(1) Beeerrillo que mama.

tilaliniaru d. Tlusinui,rtan Felndurinn .i1r2/1

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SECRETOS DE LOS GARITOS 45

llena de mesas y de jugadores. Yo me hallabaentre estos últimos. Yo era un jugador muy or-denado, porque nunca me permitia confiar alazar más de una moneda de plata, hasta que lamódica suma destinada ä esta distracción se ago-taba; despues de agotada me retiraba, si no satis-fecho, al menos con resignación filosófica.

Dicha noche me hallaba en guerra abierta conla fortuna. A pesar de mis mejores combinacio-nes estratégicas, la inconstante diosa me pusomuy pronto fuera de combate. La última de misdiez piezas de cien céntimos habia desapare-cido bajo la influencia de una horrorosa malasuerte.

En proporción con las pérdidas sufridas, mehallaba en excelentes condiciones físicas paravolver al salón de baile; pero como yo no he sidonunca muy aficionado al baile, temí, ä pesar demi aparente filosofía, dejar ver á los ojos de misparejas algun átomo de mal disimulado disgus-to. Porque debo decirlo; diez francos en aquellaépoca ocupaban un lugar muy distinguido en mibolsillo.

¿Hay alguno que á los veinticinco arios sea mi-llonario?

Así, pues, en vez de ir A bailar, me dirigí ha-cia otra de las mesas de juego, con la maligna in-tención de consolarme con las desgracias de losdemás.

La partida era muy animada; el oro brillabasobre el verde tapete, y todos los ojos, fijos entan precioso metal, parecia que se saturaban conun placer anticipado.

Jugäbase al ecarté.El lado donde yo me habia puesto á mirar es-

teca de ilusionismo. Fundación Juan March (Madrid)

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46 SECRETOS DE LOS GARITOS

taba desgraciado: cuatro partidas llevaba ya ju-gadas y todas ellas las habia perdido.

Acabé por creer que yo le habia trasmitido mimala suerte: así, pues, en mi estricta imparcia-lidad, resolví hacer una justa compensación tras-ladándome al lado opuesto.

El que jugaba en aquel lado era un hombre deunos cuarenta arios próximamente, cuya cara,adornada con poblados bigotes rubios, inspira-ba la mayor buena fe. Llevaba un traje azul,abrochado, lo cual le daba cierta apariencia mili-tar, y al ver sus buenos modales, su gracia ybuen tono, se le tomaba por una persona de labuena sociedad.

Este afortunado jugador nunca dejaba, des-pues de cada jugada, mezclando y distribuyendolas cartas, de recordar las jugadas que le habiansido favorables, como si quisiera justificar subuena suerte.

—Si desgraciadamente para mi, decia a suadversario, hubiéseis jugado oros en vez de es-padas, no hay duda alguna que hubiérais ganado.

Esta particularidad me llamó la atención. Yono ignoraba que uno de los medios empleados porciertos Griegos para desviar la atención de susmanipulaciones, era el hablar de las jugadas an-teriores. Ademas, me habia parecido observarcierto movimiento que no me era nada descono-cido.

Estuve por algun tiempo, lo confieso, prestandola mayor atención, creyendo que me había equi-vocado en mis conjeturas, pues me parecia quese jugaba con la más perfecta regularidad. Sinembargo, no dejé escapar ningun movimiento sinhacerle sufrir el mas severo análisis.

ffilioteca de Ilusionismo. Fundación Juan March (Madrid)

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SECRETOS DE LOS GARITOS 47

Esta tenaz observación tuvo por fin el éxitoque merecia. Un movimiento falso, sin duda, mepuso ä la pista, y bien pronto adquirí la certi-dumbre de que el afortunado jugador no era sinóun Ateniense de primer órden.

Confieso que una vez posesionado de sus se-cretas maniobras, experimenté inmenso placerviéndolas ejecutar. Bajo el especial pretexto dehacer constar el hecho, me compuse yo mismo unespectáculo de los más interesantes.

Era preciso ver cómo mi Griego sabia por me-dio de una habilísima ligereza, al recojer las car-tas, escojer las que él creia que le debian ser fa-vorables; luego clasificarlas en la baraja por mediode una mezcla falsa, hecha con la mayor natu-ralidad, y por fin neutralizar el corte de la barajaante los ojos mismos de tan interesados especta-dores.

¡Pobres incautos! ¡qué lástima me daban!Sin embargo, asaltaron ä mi imaginación sen-

timientos más dignos, y sin acordarme de la ad-miración que me habia producido, me decidíque dieran fin las trampas de mi elegante saltadorde baraja.

En su consecuencia fui ä contar el hecho á unode los de la comisión, llamado Brissard, al cualconocia, así como tambien me constaba que teniagran ingenio y energía.

Brissard me siguió, esperó ä que el individuoque yo le indicaba se levantase de la mesa (un Grie-go no debe siempre ganar, porque seria una im-prudencia), y en el momento en que cedia su si-tio ä otro, se acercó mi amigo ä él .y le dijo singastar ningun cumplimiento:

—Caballero, soy uno de los de la comisión de

AilidiLLI:Rusionismo. Fundación Juan March (Madrid)

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48 SECRETOS DE LOS GARITOS

esta fiesta: no tengo el honor de conoceros; deseosaber bajo la protección de quién habeis venido áesta reunión.

—Con mucho gusto, caballero, contestó el Grie-go con una graciosa sonrisa: me ha presentadomi amigo M*** (aquí nos citó un nombre muyconocido) á, uno de vuestros colegas, el cual meha acogido favorablemente. Ahora, caballero, siusted gusta venir conmigo, iremos {I, buscar ä miamigo, el cual os repetirá lo que acabo de deciros.

—No hay necesidad; lo creo así.Ante tal respuesta, creyendo Brissard que yo

me habria equivocado, estaba ya ä punto de excu-sarse, pero le hice un signo afirmativo y se deci-dió ä seguir al Griego. Este iba delante de nos-°tres como buscando con gran interés; no podíamoscasi seguirle entre aquella inmensa muchedumbre.

De repente el traje azul que nos servia de pun-to de mira desapareció como por encanto. En vanofué que le buscáramos por todo el salón.

Nos informamos y supimos que nuestro hombre,al pasar cerca de la puerta, se habia escapado.

—IUna idea! me dijo Brissard corriendo háciala guardarropía; ya he cogido ä nuestro hombre.El fugitivo no llevaba nada ä la cabeza; no hatenido tiempo de tomar su sombrero; el nombredel fabricante podrá dar algun dato fi la policía.

—Caballero, dijo él al guardarropa, un caba-llero con unos grandes bigotes rubios, venidofi recoger un sombrero?

—No, seilor.—Está bien, dijo Brissard; guárdeme V. el

sombrero que le sobre.Y continuó sus investigaciones dirigiéndose al

portero.

Lffilioteca de Ilusionismo. Fundación Juan March (Madrid)

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SECRETOS DE LOS GARITOS 49

---Decidme, le dijo sin poder casi respirar,.¿habeis visto salir á alguno?

—Si, señor; un hombre alto con bigotes rubios.—Está muy bien. ¿No llevaba nada á la ca-beza?—Nada, pero á pocos pasos de la puerta ha

sacado de entre su traje un sombrero de muellesy se lo ha puesto con mucha tranquilidad.

—El atrevido habia tomado sus precauciones.Nos han robado.

Si yo hubiese continuado asistiendo á esta cla-se de reuniones, hubiera podido adquirir unacierta habilidad para el modo de cazar tramposos;pero en la época á que me refiero sobrevinieronen mi existencia tan graves ocupaciones, que medistrajeron de todo placer mundano. De otro lado,me hubiese repugnado ocuparme, aun recreando-me, en unos cargos que, aunque son muy útiles,no dejan de ser indignos de un carácter delicado.

He contado la anécdota del Griego del sombre-ro, porque sirve de introducción á una série dehechos relacionados todos con la pillería.

Para continuar mi relato trasladémonos veinteaños atrás.

VI.El jugador Raiinundo y sus procedimulen-

tos infalibles.

En 1852, despues de haber dado una larga sé-ne de representaciones en Alemania, me detuvealgunos dias en la deliciosa morada de Spa, con eldoble objeto de dar algunas funciones y descansarun poco de mis trabajos.

4

itt4 . Fundación Juan ULech (Madiid)

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50 SECRETOS DE LOS GARITOS

Fui ä parar ä una fonda de cuyo nombre no meacuerdo. Me es muy ingrata mi memoria, porqueen esta hospitalaria morada halleme muy obse-quiado y la comida era excelente, cosas que no seacostumbran ä encontrar cuando uno va de viaje.

Nuestras comidas eran generalmente muy ale-gres. Esto consistia en que los que formaban lamesa redonda era toda gente muy fina y atenta,disfrutaban de perfecta salud, y pretendian nohaber ido ä aquel punto ä tomar las aguas, sinóä divertirse.

Por compañero de mesa tenia yo un parro-quiano de aquella casa, el cual, segun decian,hacia ya algunos meses que estaba en ella.

Era hombre de edad ya avanzada; llevaba bar-ba blanca, pero tan poblada, que le cubria casitoda la cara. De ella solo se veian dos pómulos,de una frescura tal, que envidiaria más de unacoqueta.

M. Raimundo, asi se llamaba mi comensal, erael hombre más amable y divertido que hastaentonces habia conocido. Poseia en el más altogrado el arte de entretener la conversación,haciendo hablar ä los demás; es decir, que cuan-do no tenia nada interesante que relatar, lo cualle sucedia muy ä menudo, conseguia, por mediode hábiles é ingeniosas transiciones, obtener decada uno su escote en la ,parte verbal que lecorrespondia. En una palabra, era el que metiala bulla en nuestras reuniones gastronómicas.

M. Raimundo, al cual se le daba tambien elnombre de mi vecino Raimundo, ó simplementeel de mi vecino, parecia gozar de cierto bienes-tar. Ignoräbase la cifra ä que ascendia su fortu-na; pero se le suponian algunos medios de

,lioteca de Ilusionismo. Fundación Juan March (Madrid)

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SECRETOS DE LOS GA RITOS 51

subsistencia, porque se sabia que era uno de losjugadores asiduos á la ruleta; así, pues, para ju-gar mucho tiempo A- este juego es necesario serbastante rico. La ruleta no es dadivosa; este essu menor defecto.

En los establecimientos de baños, el juego noes un vicio; es una distracción muy admitida.Así, pues, mi vecino, no obstante sus visitas,más bien á causa de sus visitas al tapete verde,gozaba de una perfecta consideración.

M. Raimundo habia asistido A mis representa-ciones, y al parecer había experimentado un granplacer. Muchas veces me habia hablado de mi arte,en términos que manifestaba tener un conoci-miento profundo del escamoteo en general y enparticular de los juegos de cartas. Cuando está-bamos solos me enseñaba la facilidad con que ha-cia el salto de baraja y cambiaba la carta, y yole miraba como uno de los aficionados más distin-guidos en estas delicadas maniobras.

Esta comunidad de gustos, 6 más bien dicho,de pasiones, contribuyó A estrechar más íntima-mente nuestras relaciones, y se pasaban muy po-cos dias sin que diésemos juntos algunos paseos.Nuestras , conversaciones, como el lector ya pue-de pensarse, la mayor parte de las veces suce-dia que recaian en un mismo asunto. Algunas deellas solíamos tambien hablar de la ruleta y deitreinta y cuarenta. Pero sobre este asunto ra-ras veces estábamos de acuerdo, y mi vecino seexasperaba cuando le decia que me causaba ho-rror el juego, y que cuando me acercaba ä untapete verde creia asistir ä una reunión de locos6 al menos de maniáticos de la peor especie.

---De locos, de maniáticos! exclamó M. Rai .

a de Ilusionismo. Fundación Juan March (Madrid)

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SECRETOS DE LOS GARITOS

mundo. ¿Ignorais sin duda,-pues, todos los estu-dios é ingenio que se necesita tener para lucharcontra una mala suerte? ¿No sabeis, pues, queel arte de forzar la fortuna no es una quimera, yque el privilegio del ingenio es el saber apreciarel valor de las probabilidades?

Un dia, despues de una de estas discusiones,un poco más acalorada que de costumbre, M. Rai-mundo, conociendo sin duda que sus argumentosen favor del juego flojeaban, permitióse hacermealgunas confidencias de las más interesantes.

—¿Decís que os causa horror el juego y quenunca jugareis? ¡Pues bien! quiero que en el trans-curso de una hora os apasioneis tanto por él, queme vea yo mismo obligado á conteneros y aún 11,guiaros.

Como yo hice un signo negativo, añadió:—Dignaos prestarme toda vuestra atención:

únicamente os pido que me guardeis el secretode lo que voy ä revelaros.

Vos gozais sin duda de la opinión, generalmen-te esparcida, de que M. Raimundo posee unafortuna sólida. En efecto, soy rico, puesto que co-loco mis rentas en una caja en cierto modo in-agotable. Sin embargo, debo confesaros que noposeo otros bienes que mi inteligencia. En otrostérminos, vivo de los beneficios que, por hábilescombinaciones, me proporciona la ruleta. Puedoprobaros que no hay año que no deje de sacar deesta rica caprichosa por lo menos veinte millibras de renta. ¿Por qué medios? Voy ä de&roslo.

Hace mucho tiempo que se burlan de esos juga-dores inteligentes, que, poco confiados en las ca-prichosas reparticiones de la suerte, buscan el

Effilioteca de Ilusionismo. %alción JU331. Mara (Madrid.

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SECRETOS DE LOS GARITOS 53

dirigir la fortuna por medio de combinacionesmás ó menos ingeniosas.

Si el resultado burla diariamente sus esperan-zas, ¿es necesario inferir que no pueda obtenerse?

Tengo mis razones para creer lo contrario, asíque, cuando me hayais escuchado, creo tendreisVOS la misma opinión que yo respecto 11 esteasunto.

Para la inteligencia de mis explicaciones deboprimeramente sentar este aforismo:

Todo juego de azar presenta dos clases de suertemuy distintas, tí, saber: las que se relacionan conla persona interesada, es decir, con el jugador, ylas inherentes á las combinaciones del juego.

La suerte del jugador está representada pordos agentes misteriosos, conocidos con el nombrede alza y baja, 6 de estos otros más caracte-rísticos: fortuna 6 desgracia.

Las aventuras del juego se llaman probabili-dades.

La probabilidad es 14 relación directa queexiste entre el número de causas favorables äun acontecimiento y el total de las causas po-sibles.

Algunos inteligentes han escrito varios articu-les sobre las probabilidades; pero por su multipli-cidad y profundidad, estos cálculos no tienen ven-taja alguna para el jugador.

Además, todos los sistemas de probabilidadesPueden ventajosamente reemplazarse por la teo-ría siguiente:

Si el azar puede forzar al juego todas las proba-bilidades posibles, hay, sin embargo, ciertos limi-tes ante los cuales parece que se detiene.

Tal seria, por ejemplo, el hecho de un número

BI de ilusionismo. Fundación Juan Mara (Madrid)

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'54 SECRETOS DE LOS GARITOS

que saliese una docena de veces seguidas enla ruleta.

Esto podria suceder, pero nunca ha sucedido.Puede inferirse, pues, que en un juego de azar,

cuantas más veces se reproduce una combina-ción, más certidumbre hay que no debe renovarseá la jugada siguiente.

Esta es la más elemental de las teorías sobrelas probabilidades; llámase la madurez de lasuerte.

Por lo que antecede, añadió M. Raimundo,comprendereis que para ganar, un jugador debe,no solamente presentarse en buenas disposicionespara jugar, sinó que no ha de arriesgar su dinerohasta ,e1 momento prescrito por las reglas de lamadurez de la suerte.

Me era precisa una introducción, y la he he-cho todo lo corta que me ha sido posible.

Aquí M. Raimundo, queriendo sin duda dará mi atención algun corto descanso, paróse, sacólentamente el pañuelo de su bolsillo y sonóse lasnarices varias veces: despues, creyéndome sufi-cientemente abstraido de todo, continuó:

—Mi teoría está, comprendida en los preceptossiguientes > . bajo el título de

AVISO A LOS JUGADORES.

1. 0 Escójase con preferencia el juego de laruleta, porque presenta muchos modos de colocar

elioteca de Ilusionismo. Fundación Juan March (Madrid)

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SECRETOS DE LOS GARITOS 55

el dinero (1), lo cual permite estudiar á la vezmuchas madureces.

2.° Un jugador debe presentarse ante el ta-pete verde con calma é indiferencia, tal como uncomerciante que se dispone á tratar un negocio.Si se mezcla la pasión, adios prudencia y felici-dad; porque ¿hay alguna posición que dé maspresa á la mala suerte que la del jugador apasio-nado? La más sencilla de las reglas de equilibrioviene á probarlo. En efecto, si se admite que lapasión del juego procura goces inefables, comoaquí en la tierra toda felicidad está compensadapor sufrimientos equivalentes, es casi infalibleque el placer anticipado de la posesión no se halleequilibrado en el jugador por amargas decep-ciones.

Todo el que se deleita en el :juego se arriesgaperder.

3. 0 El jugador prudente debe, antes de deter-minarse á nada, entregarse á pruebas ú observa-ciones para saber en qué condiciones de suerte seencuentra. En la duda debe abstenerse.

4.° " Hay algunas gentes á las cuales les per-sigue sin cesar la desgracia. A estas gentes úni-camente les diré: no Jugueis nunca.

5•0 Un jugador experimentado debe evitar

unir su suerte á la de los desgraciados, que siem-pre pierden. No hay nada tan contagioso como lamala suerte. Guardaos, pues, de colocar vuestrodinero en el mismo punto que estos pestíferos.

Por la razón inversa, asociaos á los que esténde stierte.

(1) Par, impar, pase, falta, rojo, negro, y los 38 números de la.zuleta, como igualmente las diferentes c o mbinaciones del juego.

mo. Fundaren Juan ylardipiadrie

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SECRETOS DE LOS GARITOS

6.° Acostumbraos ä ser el último en lasapuestas; de este modo se evitan las influenciasde los retrasados.

7.° Escoged para jugar el momento en quelos jugadores sean numerosos; entonces hay me-nos jugadas y mucho más tiempo para estudiarlas.

8.° No os pongais nunca á jugar sin tener elentendimiento perfectamente despejado.

Ocupado únicamente con la voz del compalierchy con vuestra carta para marcar, aislaos comple-tamente en medio de la multitud.

9." No arriesgueis nunca una jugada antes dehaber llegado esta ä una gran madurez. Este sis-tema forzará ä menudo ä los jugadores novicios áestar algo inactivos, pero con la práctica siem-pre se jugará, porque se aprovechará de todaslas combinaciones del juego.

10. Cuando las previsiones establecidas so-bre la suerte de cada uno os alucinen, abando-nad inmediatamente el juego para volverlo A em-pezar en un momento más oportuno.

La tenacidad en el juego es la ruina.11. No prolongueis más de dos horas una se-

sión; transcurrido este plazo, el ingenio y la suer-te acaban por adormecerse.

12. Para poder lograr el sistema de impasi-bilidad de que acabo de hablar, igecojed en el fondode vuestra alma todas las emociones que os puedacausar una ganancia, por considerable (lee sea.Acordaos de que la fortuna es enemiga de que seregocijen de los favores que concede, y que reser-va amargas decepciones ä los imprudentes Aquienes les alegra la victoria.

Yo habia prestado una marcada atención ä lasexplicaciones de M. Raimundo. Su sistema me

B *o eca de ilusionismo. Fundación Juan March (Madrid)

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SECRETOS DE LOS GARITOS 57

pareció, si no infalible, al menos ingenioso, por-que me era imposible creer que se pudiese llegar

forzar la suerte. Sin embargo, quise demostrar-le que le habia comprendido perfectamente, y ledije con cierta apariencia de convicción:

—Todos vuestros preceptos son muy claros ypueden resumirse del siguiente modo: que esnecesario, antes de arriesgar el dinero., haber he-cho un estudio profundo y simultáneo de la pro-pia suerte de uno y de las diferentes probabilida-des del juego, llamadas madurez de la suerte.

—Eso es. Este sistema es tan seguro, añadióM. Raimundo, que hace pocos dias hice una apli-cación de él con un éxito muy feliz.

Habia reconocido desde muy de mariana quehabia llegado ä uno de esos dias de suerte, tanraros en la vida de un jugador. Lo habia experi-mentado tan bien, que tenia la completa seguri-dad que debia sucederme algo bueno.

Así es que al llegar ä la mesa del juego hicealgunos ensayos en varias de las jugadas, y elbuen éxito vino á confirmar mis observaciones.

Era prudente el no fatigar la suerte; así, pues,me contuve, y tomando una carta para marcar,hice un estudio profundo con objeto de intentaruna gran jugada.

Transcurrida cerca de una hora de observación,creí el momento favorable; puse diez francos enel núm. 33.

Perdí y esperé; lleno de confianza en mi suertemás aún que en el núm. 33, cuya madurez no ha-bia llegado todavía ä su mayor desvío, martin-galé (1) cuatro veces seguidas. A la quinta ju-

(1) Martiagalar es jugar cada vez lo que se ha perdido.

ile Ilusionismo. Fundación Juan Marc), (Madrid.)

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SECRETOS DE LOS GARITOS

•gada justificáronse las probabilidades; la bolase paró en el feliz número.

Mi martingala, de cuatro golpes habia hechoascender mi postura ä 80 francos. Así, pues,habiéndome pagado, segun las reglas del juego,36 veces, recibí dos mil ochocientos ochentafrancos.

Un loco no hubiese dejado de continuar jugan-do; yo, para no tentar indiscretamente á la for-tuna y para evitar tambien crueles equivalentesde pérdida, «abandone la partida».

Por hábil que fuese el sistema de M. Raimun-do, no pudo, sin embargo, conseguir el hacermearriesgar la menor cantidad en la ruleta. Siem-pre he mirado este juego como una trampa dis-frazada con el cebo de una ganancia fácil.

En efecto, muchos, así como M. Raimundo, hanestablecido sistemas y teorías para hacer quebrarla banca, y no han obtenido otro resultado que suruina ¡y la de los locos que les escuchan!

Si hay un jugador que de la ganancia vive,lodos los dias vénse mil morir de hambre.Algunos dias despues abandoné Spa para vol-

ver ã Francia, y como con los conocimientos deviaje, nos separamos M. Raimundo y yo, sin dudapara no volvernos á ver más.

Pero no debia suceder así.Dos años despues, hallándome en Baden, en el

paseo de Lichtenthal, un hombre, que no habiavisto, vino á colocarse repentinamente delantede mí, mirándome con un semblante que pareciaquererme decir: ¿Me reconoce V.?

Este hombre, ä juzgar por su traje, no mepareció que fuese ninguno de los concurrentes áaquellos sitios. Vestia un gabán descolorido, cuyo

lioteca de Ilusionismo. Fundación Juan March (Madrii'

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SECRETOS DE LOS GARITOS 59

uso se atestiguaba por su mucha brillantez. Estetraje lo llevaba abrochado, sin duda para evitarcl gasto de un chaleco, ó al menos para preser-var su ropa blanca de las miradas indiscretas.Su cara estaba adornada con grandes bigotesblancos, peinados con mucha coquetería.

Cuánto cambia la fisonomía de un hombreuna barba de menos! dijo una voz, que al momen-to reconocí ser la de mi vecino Raimundo.

—Es verdad, le contesté yo, distraido con unrecuerdo. Es verdad, estais muy cambiado.

Y cuanto más miraba á M. Raimundo, más cla-ros aparecian en mi mente algunos antiguos re--cuerdos. Aquellos grandes bigotes, aquella apa-riencia militar, se relacionaban con una circuns-tancia que hacia algun tiempo habia llamado mu-cho mi atención. Sin embargo, no podia acordar-me del hecho.

—No quiero interrumpir por más tiempo vues-tro paseo, dijo M. Raimundo, el cual, herido sinduda su amor propio por una perplejidad, de lacual ignoraba la causa, quería alejarse.

Traté de detenerle.—No lo interrumpís, mi vecino, le dije; pasea-

remos juntos; únicamente procuraremos ir por unsitio menos frecuentado que éste para que podaiscontarme con mas libertad lo que os ha pasadodesde nuestra separación.

--Dios mio! dijo el pobre Raimundo exhalan-do un suspiro; mi relato será muy sencillo:, vais

juzgar.Quince dias despues de vuestra marcha se am-

paró cruelmente de mí la desgracia. Desde aquelmomento, segun mis principios, esperé para ju-gar que la suerte se cansase de asediarme, pero

Ihkaaitellu4.tionismo. Fundación Juan IVIarcii (Madrid)

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60 SECRETOS DE LOS GARITOS

• mi desgracia se prolongó más de seis meses. Paracombatirla cambié de sitio. Todo fué en vano. Lasjugadas más seguras, las madureces mejor esta-blecidas, solo fueron para mi elementos de des-trucción y ruina.

A falta de recursos, vendí sucesivamente misjoyas y mejores trajes, con cuyo dinero esperabapoderme salvar de una catástrofe. Pero por másprudencia que usé en el juego, por más estudiosque hice sobre las probabilidades, no pude lo-grar más que malas jugadas. Bien pronto me vireducido 11, la más espantosa miseria.

Despues de esto, he llevado la existenciamás problemática que puede tenerse en estemundo.

Demasiado orgulloso para mendigar, me resig-né ä sufrir las más terribles privaciones. Ignorocómo no he muerto de hambre.

Comprendereis que yo desearia que no me re-conociesen en situación tan desgraciada; yo, eljugador afortunado; yo, el vecino Raimundo,del cual se admiraba en otro tiempo su feliz ta-lento. Entonces temia hasta la compasión de misadmiradores. Me quité la barba, tipo en ciertomodo de una posición afortunada, y con mi nuevatransformación vivo ignorado de todo el mundo,esperando mejor suerte.

Por orgulloso que fuese M. Raimundo, creí queno rehusaria un pequefio socorro. Sin embargo,temeroso de herir su susceptibilidad, le tendí lamano como para cojer la suya y le dejé caer enella una moneda de 20 francos.

—Acepto lo que me ofreceis, me dijo al momen-to, pero en calidad de préstamo, ¿entiende V.?Gracias hasta la vista.

dieb_ ,liote, dacionJuanIklarchMadiid

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SECRETOS DE LOS GA RITOS

Y diciendo esto, me abandonó precipitadamentemi vecino.

Curioso de saber cuál debia ser su objeto, leseguí sin que se apercibiese de ello, y vi que sedirigia hácia el anchuroso boquerón de la ruleta.No me sorprendió: todos los jugadores son lomismo.

Aquella misma noche Raimundo vino á buscar-me con aire triunfante.

—iMuy bien! me dijo; razón tienen en preten-der que el dinero prestado procura la stierte. He-me ahora de vena.

He jugado prudentemente, y el resultado meha procurado 100 francos de beneficio. Es que lamala fortuna ha cesado de perseguirme. Permi-tidme, pues, dändoos las gracias, de que no osdevuelva todavía los 20 francos que me habeisprestado, porque son para mí un talismán conel cual espero realzarme.

Al dia siguiente de esto ¡cruel decepción! eltalismán y su séquito fueron á parar á manos delinflexible banquero.

—Algunos francos más, me decia Raimun-do, contándome este siniestro, y lucho contra midesgracia. Porque es necesario que sepais que hecambiado completamente mi sistema, y estoy tanseguro de mis nuevos procedimientos, que única-mente con 300 francos haria quebrar la banca.

A este último razonamiento vi que Raimundohabia perdido, si no la razón, al menos el juicio.

—Yo creo, le dije, que haríais mucho mejoren iros de Baden y entregaros á una ocupaciónmenos peligrosa. ¿No habeis tenido en otro tiem-po alguna que podais emprender de nuevo?

—Ay! la profesión que ejercia antes era mu-

de Ilusionismo. fimdación Juan MarelefMadrici)

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62 SECRETOS DE LOS GARITOS

cho más peligrosa todavía que ésta. La abandonéhace 20 años y he jurado no volverla ä tomarnunca.

Por corta que fué esta explicación, esclarecióal momento los vagos recuerdos que la figura deRaimundo habia hecho renacer en mi.

—Esperad, le dije mirándole más atentamente;sí... eso es.... ¿No asististeis vos, hace unos,veinte años, ti un baile que se dió en el restau-rant del Ve(tu qui-léle?

—Es verdad, si.—¿Os acordais de que fuisteis interpelado des-

pues de una gran suerte que tuvisteis jugando alecarlé, y de cierta fuga?...

—Me acuerdo tanto más de esa circunstancia,me dijo Raimundo con la mayor calma, cuantaque despues de esa escena y otras muchas que,la habian precedido, viéndome perseguido y apunto de ser descubierto, me fui á Alemania,abandonando mi peligroso estado por una vida.mucho más tranquila y honrada. Cambié de nom-bre, me dejé la barba, la cual me ocultaba todoel semblante, y de ese modo fui enteramentedesconocido. Vos mismo lo habeis podido apre-ciar.

Confesión tan franca me dió la esperanzade poder obtener de Raimundo algunos detallessobre su vida, los cuales no dudaba que debianser muy interesantes. Esperaba poder hallar enella algunas cosas que podrian ser muy útilespara mi obra sobre los SECRETOS DE LOS GARITOS.

No titubeé en hacerle tal petición, y para in-citarle ä tales confidencias ofrecí prestarle 300 .francos, los cuales me devolveria cuando tuvieseuna buena suerte. Era lo mismo que regalárselos,

Büdiote,lusio3

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SECRETOS DE LOS GARITOS 63

pero bajo distinta forma para no herir su amorpropio.

Raimundo aceptó mi doble proposición y mesuplicó que le esperase hasta el dia siguiente conobjeto de recordar bien sus aventuras.

VII.

Historia ejemplar de un Griego.

Raimundo cumplió su promesa; vino ä mi casaal dia siguiente, y despues que hube tomado misdisposiciones para que nadie nos interrumpiese,le invité ä que empezase su relato.

—No es mi intención, me dijo, el contaros lahistoria de mi vida. Me contentaré con hablarosde mis primeros pasos en la carrera de los Grie-gos y de las causas que me condujeron fatalmenterá ella. Despues os citaré algunos hechos, en loscuales he sido yo el héroe, cómplice 6 testigo.

Mi verdadero nombre, así como tambien mi paisnatal, creo que os deben importar muy poco; porrespeto, pues, ä uno de los miembros de mi fami-lia, el cual ocupa en Paris un empleo de los msdistinguidos, los pasaré en silencio. Para vosseré simplemente Raimundo.

Tenia ya 20 arios, cuando muy satisfecho yomismo de mi persona y poseedor de una renta dediez mil libras, llevaba sin impedimento alguno,porque era huérfano, una existencia tan loca comola pueden inspirar las más ardientes pasiones ylos amigos más relajados de la sociedad.

Dos aiios apenas fueron suficientes para la di-

ade i5:!tto. Fundación Juan March (Madrid)

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sipación total de mi patrimonio y hallarme enla más completa miseria.

Mis amigos me volvieron la espalda, segun cos-tumbre; yo necesitaba buscar todos los dias al-bergue y subsistencia, por miserable que fuese.Cuestión gravísima para aquel que no tiene otraprofesión que la ociosidad y el vicio.

El pensamiento del suicidio me vino ä la imagi-nación, pero no lo llevó ä efecto. e;Fué debido áresignación ó pusilanimidad? Lo ignoro.

Raimundo continuó relatándome algunas anéc-dotas, como él las llamaba. Fiel historiador, voyá trasmitirlas á mis lectores tal como el las cuen-ta. Sin embargo, para evitar un estilo que seriamucho más propio de unas Memorias que de unrelato, nombraré de aquí en adelante á, mi héroecomo á un tercero.

Raimundo habia sido, segun dijo, abandonadode todos sus amigos, exceptuando solamente uno.Este amigo fiel, llamado Brissac, era de su mismaedad, habia sido su compañero de disipacionesy quena ser partícipe de sus infortunios. Hicie-ron, pues, sociedad y vivieron ambos en la mismamiseria.

Brissac tenia recursos ingeniosos y muy prove-chosos para ambos amigos; todos los dias hacianacer en su imaginación combinaciones dignas dela más feliz existencia.

—Raimundo, dijo una mañana Brissac desper-tando á su camarada; luna idea! Dentro de algu-nos dias tendremos dinero. No se trata nada máscine de 2.000 francos. Pero lié aquí lo que es ne-cesario hacer para tenerlos.

Conozco, por haberle visitado algunas veces, unviejo usurero llamado Robineau, hombre muy as-

oteca de eívexwilimmimemarc

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SECRETOS DE LOS GARITOS 65

tuto y desconfiado, y sobre todo tan pícaro, quepedir más seria gollería. Ese será nuestro cajero.Os debo confesar con la mayor franqueza quemi crédito está completamente agotado con el ci-tado Sr. Robineau y que no puedo pedirle nadapor mi propia cuenta; pero en cuanto ä vos, podeismuy bien pedirle, por lo menos, '2.000 francos.

—No hay duda alguna que puedo pedírselos,dijo Raimundo; no hay cosa tan fácil como eso;pero el obtenerlos es ya muy diferente: como sa-beis, esos señores usureros siempre quieren quese les dé alguna garantía.

—Ya habia pensado en ello y se la ofrecereis.burlaros?

—Nada de eso; al contrario, os hablo con muchaseriedad: escuchadme. Le propondreis una letrade cambio, y al hacerle esta proposición al padreRobineau, le rogareis que tome cuantos informesquiera de vos. Como se ignora todavía vuestraruina, no hay duda alguna que nuestro hombre,en vista de los buenos informes que recibirá dévos, consentirá en haceros el préstamo. Además,añadió Brissac, para satisfacer nuestra concien-cia ya hallaremos un medio de devolverle estacantidad.

Todo se arregló como Brissac lo habia previsto:mediante una letra de cambio de 2.500 francos áun mes fecha, prorogable solo ä voluntad delpadre Robineau, éste entregó á Raimundo dos bi-lletes de banco de 1.090 francos cada uno.

Ambos amigos, privados ya hacia algun tiem-po de placeres, se entregaron desde entonces cie-gamente á ellos. Sin embargo, hicieron ciertaeconomía en la repartición de esta suma, de modoque este tiempo de alegría y placeres pudo pro-

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ecad.e Ilusionismo. Fundación Juan March (Madrid)

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longarse una quincena de dias. Pasados éstosvolvieron las mismas 6 peores privaciones queantes.

Dirigiéronse nuevamente al padre Robineau, elcual fué inflexible.

—Cuando se me haya pagado la letra, dijo,que tengo en mi poder, entonces tendré mas con-fianza y podré prestar una cantidad mayor.

Llegó la época fatal. Presenta° la letra decambio, la cual no se pagó. Protestos, persecu-ciones, juicios, etc. En breves palabras, el pa-dre Robineau arregló tan pronto las cosas, quepara escapar it la prisión, Raimundo se viö obli-gado á vivir de esa existencia tenebrosa queconsiste en no poder contemplar fuera de su casalos rayos del astro bienhechor del dia.

Para colmo de desgracias, Brissac, que pormedios más ó menos honestos pasaba una vidacomun, se veia amenazado de participar de lasuerte de su camarada. Un recibo firmado por Aly entregado al mismo padre Robineau, estaba yamuy próximo á su vencimiento. Pero Brissac erahombre que no se dejaba cojer tan fácilmente;resolvió, pues, salvarse por medio de la traicióny la perfidia.

Marchase á casa el padre Robineau, le exponeque no tiene recursos de ninguna especie y queseria muy oneroso para el hacerle prender, peroque en cambio su amigo era solvente. Ofrecióle,pues, un billete de 1.000 francos, firmado porRaimundo, en cambio del suyo, prometiéndoleademas proporcionarle los medios de hacer cojer

este invisible deudor.Acéptase el ofrecimiento y Brissac pone in-

mediatamente en ejecución su infame proyecto.

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Hace creer á Raimundo que ha encontradaotro usurero mucho más amable, que consienteen prestarle 1.000 francos, mediante un recibofirmado por él.

En el momento en que Brissac se ye poseedordel recibo de 1.000 francos, se va á casa del padreRobineau á cambiarle por el suyo, y vuelveä reunirse con Raimundo para continuar suobra.

—Todo va bien, le dice; pero hay que llenaruna formalidad: nuestro nuevo cajero no quiereentregar el dinero sinó á vos mismo; venid, pues,conmigo para complacerle.

—Si; pero en el camino, dijo Raimundo, podiaencontrarme con los corchetes, los cuales no hayduda que me cojerian.

—Todo está previsto. Acabo de alquilar uncoche, cuyas persianas se hallan corridas; notenemos nada que temer.

Con la mayor confianza Raimundo se pone enmarcha; ambos camaradas se felicitan de su bue-na fortuna y se rien de la jugada que les hacená los guardias, cuando de repente, ä la expresaórden de una voz desconocida, detienen el vehí-culo. Despues un caballero*, con un tono de auto-ridad, hace bajar ä Brissac, y despues de haberocupado su asiento, dá, al cochero la órden deconducirlos á Clichy.

—Adios, Raimundo, le dijo su pérfido ‘amigo.alejándose: ¡adios! ¡valor!

El vecino Raimundo, al contar este hecho, no.podia impedir un movimiento nervioso que le ha-cia crispar los dedos.

—Yo debia haber esperado esta infamia, deciaél con los ojos echando chispas. A mi permanen-

iituulc Ilusionismo. Fundación Juan March (Madrid)

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cia en Clichy es ä. la que debo el haber entradoen una vía de tan culpable perversidad.

El prisionero primeramente se afligió mucho,como sucede en semejantes circunstancias; des-pues reflexionó que su posición no era tan penosacomo le habia parecido al principio; al menos sehallaba por algun tiempo al abrigo de la afren-tosa miseria que le perseguia.

Sus compañeros de infortunio estaban muy lejosde desesperarse. Cada uno de ellos trataba de con-solarse de su mal. Dábanse recíprocamente comi-das y funciones, ä las cuales asistian algunas seño-ras de fuera. Estaban permitidas las cartas, y conjuegos ficticios se jugaban sumas bastante con-siderables por gentes insolventes.

Desde los primeros dias de su detención, ycuando todos se miraban aún con cierta reserva,Raimund.o se habia unido con un tal Andreas, elcual le habia demostrado un compasivo interés.

Este hombre, aunque tenia unos veinte añosmás que él, convirtióse en confidente suyo y ca -marada. Raimundo le contó sus juveniles locu -ras, sus devaneos y sus desgracias.

Por su parte Andreas le hizo algunas confi-dencias, y de revelaciones en revelaciones vinie-ron á los secretos más comprometedores. Le con-fesó que poseia el arte de corregir los caprichosde la suerte, 6, como decia el cardenal Mazzarini,de tomar en el juego sus ventajas.

Andreas le ofreció tambien iniciarle en susculpables maniobras y trabajar de mancomunpara la explotación de los incautos de Santa Pe-lagia.

Como Raimundo habia ya reñido con la honra-dez, aceptó la asociación y trabajó con ardor

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SECRETOS DE LOS GARITOS 69

para penetrarse de los conocimientos de su nue-va profesión.

Sus progresos fueron muy rápidos, porque enla prisión hay pocas distracciones y se tienetiempo para hacer fructuosos estudios.

Nuestros dos asociados empezaron entoncesuna cruzada contra el dinero de sus compañerosde infortunio. Jugaron tan bien y con tan bue-na suerte, que en menos de un año ganaron mu-cho más de lo que les era necesario para resca-tar su libertad.

El padre Robineau fué invitado un dia ä quese presentase en Clichy para un negocio impor-tante. Asi, pues, tomó todos los documentos ne-cesarios para la libertad de su deudor.

Gracias al celo que desplegó, llenäronse muypronto las formalidades debidas y Raimundo sevidi al momento sobre las calles de Paris, tandulces y agradables para aquellos de sus habi-tantes que no las han pisado en más de un año.

Andreas habia recobrado igualmente su liber-tad. Ambos asociados volvieron ä verse y con-vinieron en no abandonarse.

ca de Ilusionismo. Fundación Juan March (Madrid)

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70 SECRETOS DE LOS GARITOS

VIII.

GARITOS CLANDESTINOS.

Griegos estafadores, robados y estafados.

Antes de entrar en Santa Pelagia, Raimundovivia completamente aislado en la capital. A susalida de este establecimiento le sucedió lo mis-mo. Andreas tenia algunos amigos, los cualestambien lo fueron de Raimundo, y muchas de lascasas en que fué presentado le hicieron magnificay brillante acogida.

Debido sin duda ä su buen porte, se le dió eltitulo de Marqués. Andreas se hacia llamar Ca-beza de Oro, ä causa sin duda de la fertilidad desu imaginación.

Raimundo no tardó mucho tiempo en aperci-birse de que la sociedad que frecuentaba solo secomponia de caballeros de industria, y que lascasas en que tan dignamente lo habian acogidono eran sinó garitos donde se desplumaba ä losincautos que iban ä ellos. Como le habian re-conocido cierta ligereza en la manipulación delas cartas, le encargaban de tiempo en tiempoalgunos papeles, los cuales desempefiaba contanta destreza como ingenio. Además, en estascasas todo el mundo se defendia ä las mil mara-villas, y no era muy raro ver en la misma mesatantos incautos como fulleros.

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Las partidas se hacian á participación, es de-cir, que cada Griego estaba la parte.

Terminada la sesión, despues que se habianmarchado los incautos, poníase sobre la mesatodo lo que se habla ganado y se repartia enpartes iguales.

Si los lobos no se comen unos á otros, los la-drones pueden muy bien robarse; esto se ha vis-to. Esa sociedad dió una nueva prueba de ello.

Sucedia i menudo que despues de una partidaen que, por ejemplo, se habian perdido cien lui-ses, solo se hallaban unos sesenta cuando se tra-taba de hacerse el reparto.

Todos convenian en que debia haber mas di-nero, pero nadie convenia en haber sustraido elque faltaba.

Observóse, registróse (en semejantes compa-ñías se es muy poco susceptible), pero no se des-cubrió nada.

Ttívose, en fin, la idea de encargar Cabezade Oro de hacer una pesquisa secreta sobre es-tos abusos de confianza.

Andreas, lisonjeado por verse investido conuna misión tan delicada, desplegó todo el celo éinteligencia de que era capaz, y 110 tardó en se-ñalar á los falsos cofrades, así como las artima-ñas que habian empleado para engañar á la so-ciedad.

Uno de ellos estaba convenido con su criado,el cual, hacia el fin de la sesión, iba š pedirle asu señor una llave ó cualquier otro objeto.

Al mismo tiempo que satisfacia la demanda,el Griego entregaba un cartucho de luises ga-nados.

Si la partida era considerable, el criado, á una

'oLL,eca de Ilusio nismo. Fundación Juan March (Madrid)

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seña que le hacia su amo, volvia para entregarlela llave, y al volvérsela recibia un nuevo paque-te de luises.

Otro, algo más modesto, se ingeniaba pegan-do debajo de la mesa, por medio de unas bolitasde cera, cierta cantidad de monedas, las quetomaba de allí una vez terminada la reparti-ción.

Un tercero, en fin, especie de avestruz hu-mano, se tragaba las monedas de oro, las cualesvolvia ä recobrar despues por medio de una do-sis de emético.

Estos ladrones en partida doble, una vez des-cubiertos, fueron expulsados como indignos deformar parte de una sociedad en que no habiamás que personas de una probidad á toda prueba.

Sucedió tambien algunas veces el hallar algu-nas monedas de oro falsas. Pero el autor de estasustitución nunca pudo descubrirse. Además,nadie hizo caso de ello, pues las monedas esta-ban tan bien imitadas, que nadie tenia ningunescrúpulo en tomarlas por su cuenta.

Andreas acabó, pues, por dejar de emplear losrecursos de su imaginación en provecho de gentescuya inteligencia era infinitamente inferior á lasuya, y además los citados garitos no presenta-ban un campo bastante vasto para sus explota-ciones.

En su consecuencia, propuso á Raimundo elabandonar la sociedad de Lyux (este era el nom-bre de esta sociedad), para formar juntamentecon un tal Chaffard, apodado el Preboste, unasociedad para la explotación de los incautos pa-risienses y provinciales. Esta asociación se cons.tituyó con el titulo de Sociedad de los filósofos. lié

dioteca de Ilusionismo. Fundación Juan March (Madrid)

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SECRETOS DE LOS GARITOS 73

aqui cuál debia ser la misión de cada asociado:Chaffard tenia que viajar de tiempo en tiempo

para tratar de descubrir las jugadas que se po-dian hacer. Tenia igualmente la misión de po-nerse en relación directa con los estafadoresde las provincias y tratar con ellos para aquellasempresas en que fuera necesaria la grande ha-bilidad de los maestros.

Si Chaffard no era tan hábil como sus asocia-dos para el manejo de las cartas, no les cedia ennada en cuanto á astucia y bellaquería. Poseiaademas una cualidad que en alguna ocasión po-dria proporcionar á la sociedad un buen golpe demano.

Era un quimerista de primo carien°, siempredispuesto á armar disputa á los incautos, aunquefuesen los mismos á quienes despojaba, de modoque muchos de ellos preferían ser robados á sermuertos por un bribón. Su lenguaje en semejan-te circunstancia era el siguiente: «¡Y qué! Ca -ballero, no hay más recurso que traspasarse elcorazón; estoy A vuestras órdenes, etc. etc.»

Si por casualidad alguno trataba de pedir ex-plicaciones sobre las trampas á cualquiera de susdos asociados, al momento intervenia Chaffard,apropiabase la querella y siempre hallaba unmedio para batirse en lugar de uno de sus com-pañeros; porque Andreas y Raimundo no eranvalientes, y esta era la razón por la cual habianjuzgado prudente unirse con un espadachin.

En una palabra, Chaffard era el defensor, elsostén de la asociación.

El carácter de Raimundo, apodado El Marqués,era, al contrario, muy pacífico. Sus modales eranmuy finos. Inteligente y diestro, se encargaba

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muy gustoso de la explotación de los bailes desuscrición, convites de corporaciones y socieda-des. Y lo que hay de más admirable es que des-pues logró que lo presentasen en los grandes sa-lones, los cuales los explotaba con tanta pruden-cia como talento.

Andreas, conocido con el sobrenombre de Ca-beza de Oro, no dejaba tampoco de tener ciertoaire de distinción. Sin embargo, las casas clan-destinas de juego eran ordinariamente teatro desus explotaciones.

Allí, no solamente hallaba incautos fáciles deexplotar, sinó que, gracias á la profundidad desus astucias y á su extrema habilidad, lograbaengallar hasta a, los mismos Griegos.

A todas estas pérfidas cualidades, Andreasunia una presencia de ánimo á toda prueba;como justificante de ello habia contado á Rai-mundo el hecho siguiente:

En la epoca en que empezaba su peligroso es-tado, y en la cual no era todavía suficientementehábil, logró ganarse las simpatías en esos círcu-los clandestinos abiertos á los jugadores apasio-nados de la capital.

Fue sorprendido en infraganti delito de estafa,y ciertas cartas, las cuales trataba de introdu-cir en el juego del sacanete, se tomaron comoprueba de convicción. Ya se disponian á entre-garle á la justicia, cuando uno de los jugadoreshizo muy juiciosamente observar que la reuniónen la cual se habia cometido el delito no estabaestablecida en condiciones perfectamente lega-les y podrian temerse fatales resultados de lacitada denuncia; y que además no debian espe-rarse más que disgustos y malos ratos de las de-

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claraciones que habrian de hacerse en el citadonegocio.

---No seria mucho más sencillo, añadió un sä-bio votante, que una vez que el delito mereceuna severa corrección, satisfaciésemos nosotrosmismos la justicia arrojando al tunante por elbalcón? Una vez haya llegado al fin de su excursiónaérea, no creo que tenga deseos de dar parte dela condena que le hemos impuesto.

Todos hallaron el consejo muy prudente y sedecidió por unanimidad el pasar incontinenti äla ejecución de la pena.

Al oir pronunciar Andreas esta sentencia searrojó á los pies de sus jueces para pedirles unagracia; imploraba la misericordia de los mismos,haciéndoles observar que el piso principal en quese hallaban era muy elevado á causa del entresue-lo que les separaba del piso bajo.

Todo fué en vano. Uno de los jugadores quemás habia perdido en la citada noche insistiópara que no se tuviese ninguna clemencia con él,y propuso la idea de hacer restituir al bribóntodo lo que habia robado.

La restitución debia ser muy fácil de ejecutar,pues mientras estaban jugando, Andreas habiatenido sobre la mesa, á su mismo lado, un bolsi-llo de seda verde, en el cual habia depositado eldinero de sus víctimas juntamente con el suyo.

—No me opongo á ello, exclamó Andreas conun tono capaz de enternecer el corazón másempedernido, depositando el bolsillo sobre lamesa; pero al menos, señores, hacedme la 'gra-cia de dejarme la vida. Por toda contestaciónabriéronse los balcones.

Cuatro jugadores de los más vigorosos fueron

de Ilusionismo. Fundación Juan Mara (Madrid)

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designados para lanzar al culpable á través delespacio.

Ya se acercaban para cogerle, cuando Andreas,con enérgica resolución, tomando una corrida,se lanza á la calle, cayendo derecho cual un ver-dadero gimnasta.

Algo aturdido del golpe, tambaléase primera-mente; marchase luego, cayendo y levantándose;despues gana mayor velocidad, y desaparece enfin con verdadera estupefacción de la concu-rrencia.

Esta ejecución tragicómica tuvo un éxito derisa descompasada.

Cuando se hubo calmado ya el buen humor,pensaron en la repartición de las pérdidas expe-rimentadas en aquella noche.

Al momento se nombró un comisionado para re-partir el dinero y entregar á cada uno la parteque le correspondia; pero como en el bolsillo de-bia tambien hallarse el dinero perteneciente alladrón, se convino en que lo que sobrase de la re-partición se entregaria á los pobres.

Pasóse al momento á la distribución, y ¡cuálno fué la admiración general cuando, en vez demonedas de oro, solo se hallaron un puñado defichas!

Andreas, preveyendo una sorpresa, siemprellevaba una especie de caja en partida doble, perafalsa. Habla tenido la presencia de ánimo, aún enla posición critica en que se hallaba, de sustituirel bolsillo falso con el que estaba realmente llenode monedas de oro.

Andreas, al contar esta aventura de otra épo-ca, no se olvidaba de añadir que despues de estoya no habian vuelto á pillarle.

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IX.

GARITO CLANDESTINO.

Los tres asociados trabajaron primeramente demancomun é hicieron algunas jugadas felices enciertos garitos de la capital. Pero habiéndose aper-cibido de que los incautos eran cada dia másraros y que el número de los Griegos aumenta-ba de dia en dia, formaron ellos mismos una casaclandestina, al frente de la cual pusieron á, unaseñora muy respetable, intima amiga de ellos,llamada la Sra. de Haut Castel y conocida conel nombre de La Pompadour.

Chaffard se encargó de reclutar incautos yhasta de sacarlos, si era preciso, de los otrosgaritos.

El establecimiento fué prosperando por alguntiempo; pero un dia se apercibieron de que losnegocios se hacian más difíciles. Muchos concu-rrentes, que habian sido allí introducidos comoincautos, despues de haber sido desollados porlos dueños de aquel local, tomaban su revanchacon los nuevos reclutados y los desplumaban coninfinita lijereza. •

Bien pronto Andreas sospechó de la buena fédel Preboste y logró descubrir que el diestro zo-rrastrón, de acuerdo con La Pontpadour, habianestablecido una escuela de alta fullería, y en lacual, mediante una cantidad bastante crecida,

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enseñaban á los jugadores desgraciados y yapróximos ä su ruina el arte de corregir la for-tuna.

Exasperados de esta felonía los otros asociados,tuvieron la idea de incomodarse, pero no lo hicie-ron por temor ä la espada de Chaffard; contentä-ronse, pues, con disimular su desagrado y conti-nuar con su falso compañero hasta hallar una oca-sión propicia.

Por fin decidieron abandonar á Paris. Pretex-tando una exploración de los puntos de bañosdurante la estación del verano, dejaron el esta-blecimiento al cuidado del Preboste, con ämpliasfacultades para, si le parecia bien, hacer la liqui-dación del mismo.

Viajando ambos rateros organizaron algunastrampas de la más sutil perfidia. Estudiaron muyparticularmente cierta fullería practicada más ómenos hábilmente en la Grecia infiel, llamada ElServicio, y que no es otra cosa sinó una telegra-fía imperceptible.

Hé aquí cuál era su procedimiento y presen-tación en escena:

Los dos asociados se dirigian á un balneario,sitio que ordinariamente es el punto de mira detodos los jugadores más ó menos honestos.

Raimundo, llamado El Marqués, está encar-gado del principal papel: llega el primero,hospédase en la mejor fonda y se dä á conocercomo hijo de una familia muy. rica. Guárdasemuy bien de titularse príncipe ruso ó inglés,porque estas dos cualidades han sido tan explota-das por los Griegos, que ellas solas serian sufi-cientes para despertar algunas sospechas. Aho-ra conócense muy bien los nombres de los prínci-

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SECRETOS DE LOS GARITOS 7)

pes rusos y el de las familias muy ricas de In-glaterra; el Griego no puede, pues, sin exponer-se, hacer nuevas creaciones nobiliarias 6 tomar.títulos de estos dos paises.

En la mesa redonda, Raimundo, por su política,desenvoltura y sencillez de modales, cautiva laatención de cuantas personas le rodean. Despuesde la comida únese ä sus comensales, pasease conellos y todos juntos se dirigen ä la sala de juego.

Si Raimundo se decide ä jugar, es con muchísi-ma reserva y moderación. Conténtase con obser-var, es decir, estudia el juego de sus futurosvíctimas, y no aventura ninguna jugada antes dela llegada de su asociado.

Este no tarda en llegar; escoje la fonda máslejana ä la de su cómplice.

Encuentranse los dos ladrones, pero fingen noconocerse; llegan hasta afectar maneras y gustosmuy diferentes.

Andreas se acerca á las mesas de juego concierta indiferencia; juega más bien por matar elocio que por gusto; rehusa tomar la baraja, pre-textando que no sabe casi jugar.

Por fin, llega el momento en que estos serioresdeben ejercer su industria; están sentados al-rededor de una mesa de juego.

Raimundo tiene la baraja.A fin de inspirar confianza, pierde primera-

mente algunas partidas y cede la mano.Vuelve nuevamente ä tomarla cuando la par-

tida se ha animado y las apuestas son muchamayores.

Andreas esta ä la parte contraria, pero susapuestas son tan modestas, que las ganancias quepueden haber deben ser muy cortas.

Airee a de ilusionismo. Fundación Juan March (Madrid)

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80 SECRETOS DE LOS GARITOS

Este astuto compadre está derecho detrás desu víctima y frente de su asociado; muestramuy poco interés hacia el juego. Sin embargo,le sigue con una extrema atención y se entregaen bien de Raimundo al delicado trabajo de latelegrafía.

Voy, en pocas palabras, á ensayar el modo dehacer comprender esta temible trampa.

LA TELEGRAFIA.

En una baraja francesa de 32 cartas puedendesignarse todas ellas por medio de doce signosconvencionales diferentes, ä saber: ocho para lanaturaleza de las cartas y cuatro para los palos.

En el juego del ecarlé, el número de las seria-les se reduce aún mas, atendido que se conten-tan con designar solo las figuras.

Pero para hacer estas indicaciones es necesa-rio, así como lo han dicho ciertos autores, en-tregarse á una mímica muy exagerada, como porejemplo, sonarse, toser, estornudar, etc.

Seria necesario tener muy mala opinión delGriego para suponerle capaz de tan sencillasevoluciones. No hay duda de que tal batahola nodejaria de llamar la atención de cuantos le ro-deasen, y muy pronto se tomaria como una tram-pa de la más grosera especie.

No; el compatriota de Homero no se entregaš semejantes niñerías, y desgraciadamente para

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SECRETOS DE LOS GARITOS 81

los incautos, los señales que comunica solo sabeapreciarlos su compadre.

Por el ejemplo siguiente puede juzgarse.Si el compadre mira:1. 0 Su asociado designa. . . Un rey.2.° El juego del adversario. . Un caballo.,3•° Las apuestas. Una sota.4.° El lado opuesto. . . . . Un as.Y al mismo tiempo que indica la naturaleza

de las cartas, le dä igualmente ä conocer el palocon los signos siguientes:

1.° La boca ligeramente entre-' abierta. Oros.

2.° La boca cerrada. . . . . Copas.3.° El labio superior puesto so-

bre el inferior. . . . Bastos.4.° El labio inferior puesto so-

bre el superior. . . . Espadas.Si quiere anunciar el Griego, por ejemplo, la

sota, caballo y as de oros, dirige sucesivamentesus miradas al juego del adversario, sobre lasapuestas y al lado opuesto, conservando siemprela boca entreabierta.

Debe comprenderse que la telegrafía puedeemplearse en todos los juegos en que haya es-pectadores. En efecto, nada hay mas sencillo nifácil como indicar todas las cartas de la barajacon dichos signos.

He creido no deber dar como ejemplo sinó algu-nos signos de los más sencillos y fáciles: además,1:1,ebo añadir que ciertos Griegos tienen un grannúmero de seriales convencionales, con los cualesdesignan todo cuanto desean. Esta telegrafía estan imperceptible, que es muy dificil descubrirlay hasta imposible justificarla.

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82 SECRETOS DE LOS GARITOS

El Griego que tiene la mano no puede siem-pre ganar; así, pues, luego de cuatro ó cinco ju-gadas se retira perdiendo, segun las indicacionesfacilitadas por el compadre. A esto se llama elgolpe de retirada. En tal caso, el compadre hatenido muy buen cuidado en doblar sus apuestaspara compensar este voluntario sacrificio.

Andreas y su asociado poseian además todo elarsenal de trampas producidas por la más refina-da prestidigitación. Para hacer mucho más fruc-tuosa la aplicación los dos Griegos hacian lo queellos llamaban jugadas dobles.

Así, pues, por ejemplo, cuando se hallabanjuntos en una mesa de juego, como manifestabanno conocerse y afectaban uno hácia otro la másfria indiferencia, podían impunemente ejercer encomun sus artimafias.

En vez de hacer las trampas por su propiacuenta, como podria creerse el que tenia la ba-raja se daba siempre las cartas malas, mientrasque le daba á su asociado un magnifico juego.

A menudo, por un exceso de astucia, al dar ásu compadre un juego de reyes, daba tambiená uno de los incautos otro de caballos, á fin deanimarle y hacerle aumentar su apuesta.

¿Cómo podia despertar sospechas la prospe-ridad de estos ladrones, cuando sucedia quenunca ganaban cuando tenian la baraja en susmanos?

En Boulogne-sur-Mer era, donde Raimundo yAndreas se habian dejado caer para explotar susculpables maniobras. La sociedad era rica y ale-gre. La cosecha fue abundante. Sin embargo,disminuyó un poco por una participación sefialadaä un tal Aquiles Chauvignac, petardista de estos

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SECRETOS DE LOS GARITOS

parajes, el cual indicaba las jugadas que se po-dian hacer.

Aquí me veo obligado á abrir un paréntesispara dar una corta explicación.

Oyendo hablar de enormes beneficios, el lectorhabrá creido que la mayor parte de los Griegosacaban por ser millonarios y se transforman al-gun dia en grandes capitalistas.

Nada hay de eso.No obstante sus numerosos beneficios, esta ré-

proba clase nunca ha hecho fortuna: podria hastaasegurarse que de 100 Griegos, 99+1 mueren enla miseria.

Esto se explica así:Las reclutaciones de la Grecia infiel se hacen

sin excepción entre las gentes que la disipacióny la prodigalidad han conducido á la ruina. Así,pues, nada es tan propio para hacer entrar en lavia del &den y de economía como los Griegos.

Todo Griego es disipador, pródigo y fastuososegun sus medios.

Estos señores, lejos de igualar sus gastos conlas utilidades, no piensan en el porvenir y vivenen un inusitado lujo. Tienen queridas y caballos,y se forman un título del lujo de unos y otros.

El Griego, aunque parezca increible, pierdetambien su dinero en el juego. Si; este hombre,que muy á menudo se encuentra estragado conlos goces del bienestar material, tiene necesidadde las emociones del juego, pero del verdaderojuego.

Entonces dirígese á la ruleta ó al 30 y 40. Enestos juegos las apuestas, siendo instrumentospasivos, el

juegos, halla una sala de justicia. La

fortuna, la cual corrige entonces, se venga vol-

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84 SECRETOS DE LOS GARITOS

viendo ä tomar sus derechos. Usa para con él se-veras represalias.

X.

LA JUGADA DEL MÉDICO.

El itinerario de ambos petardistas debia, alsalir de Bolonia, conducirles al Mediodía de Fran-cia; pero se desviaron de él por un negocio queles propuso Chauvignac.

Se trataba de ir ä escamotear algunos billetesde 1.000 francos ä un medico de Saint-Omer, quetenia una pasión irresistible por el juego.

Chauvignac tenia que proporcionar todos losdatos necesarios para llevar ä cabo tal empresa,y no exigia más que una tercera parte de los bene-fici9s por haber indicado la jugada.

Unicamente, como era íntimo amigo del doctor,se convino en que él no apareceria por la par-tida.

Los Griegos, trabajadores, no se hicieron espe-rar mucho tiempo; algunos dias despues se lesvió apearse en la fonda de Inglaterra, que era lamejor de aquel punto.

Andreas se hizo pasar por un rico capitalistaparisién, que, seducido por la belleza de aquelsitio y las sencillas costumbres del pais, deseabaver si podia adquirir alguna finca en aquellos al-rededores. Iba acompañado de un amigo que de-bla servirle de consejero en este negocio.

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SECRETOS DE LOS GARITOS 85

Hiciéronse varias excursiones, tomäronse al-gunos informes; pero en todas las tierras que sevisitaban no se hallaba nada que fuera del agra-do del nuevo adquiridor.

Al cabo de varias pesquisas el millonario anun-ció que iba ä volverse á la capital, y ya se dis-ponia ä partir cuando de repente cayó enfermo.

A su demanda llamóse al momento el mejor mé-dico de aquel punto, el amigo de Chauvignac, eljugador en cuestión.

El hijo de Esculapio, al llegar á la cabecera dela cama de su nuevo cliente, informóse de las cau-sas de su enfermedad y de la naturaleza de sussufrimientos.

de mí! caballero, respondió Andreas conuna voz quejumbrosa; yo no sabré deciros lo queha producido la indisposición que hoy me tienepostrado en cama; pero lo que puedo aseguraroses que sufro horriblemente de la cabeza. Desgra-ciadamente hay motivos para creer, segun lossíntomas que tengo, la repetición de un ataquecerebral, del cual he tenido ya algunos.

—Tranquilizaos, respondió el doctor; vamos Aprocurar de conjurar el mal practicando una san-gría abundante.

—Haced lo que gusteis, dijo el enérgico bri-bón; confío en vuestra ciencia.

Andreas sufrió, pues, la sangría prescrita,despues de la cual declaró que se hallaba un pocomejor.

—Ya volveré ä veros mañana, dijo el doctor,despidiéndose del falso enfermo.

—10h! os ruego, caballero, que volvais hoymismo, porque me son precisos vuestros incesan-tes cuidados.

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86 SECRETOS DE LOS GARITOS

El doctor se lo prometió, y en efecto, volvióalgunas horas mas tarde. Le tomó el pulso y lohalló aún tan fuerte, que le recomendó la dietay el mas absoluto reposo.

Una vez se hubo marchado el doctor, Andreasse quitó una ligadura que se habia colocadoen el brazo para modificar las pulsaciones, y tra-tó de descansar esperando la vuelta de su víc-tima.

Pasáronse algunos dias así y durante los cua-les Raimundo parecia que no abandonaba ni unmomento á su amigo; era un sacrificio digno deuna hermana de la Caridad. En cirtunstancias tangraves hablase juzgado prudente llamar á dospersonas de la familia, las cuales fueron presen-tadas al doctor.

Estos dos caballeros, que se hicieron pasar porsobrinos del enfermo, no eran sinó dos petardis-tas en arrendamiento, especie de comparsas ve-nidos de Paris á razón de 10 francos diarios. Suprincipal papel consistia en secundar las manio-bras de su jefe.

La enfermedad abortó, como debia esperarse.Andreas pareció bien pronto entrar en una fa-vorable convalecencia.

Para hacer comparila al pobre fingido enfermo,sus dos sobrinos y'su amigo jugaban todos losdias á la cabecera de la cama.

El juego se animaba; el oro rodaba sobre eltapete. ¡Era tan rica toda esta familia!

—Oid, doctor, dijo un dia Andreas; yo creo queuna distracción cualquiera apresuraría algo miconvalecencia. Vuestro carácter es muy bueno;auereis hacerme el placer de jugar por mi alecarlé? Pongo diez luises.

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SECRETOS DE LOS GARITOS 87

El doctor, tanto por complacer á su clientecorno por satisfacer su pasión favorita, se apre-suró ä colocarse en la mesa de juego.

Sus jugadas fueron de las más felices, y porfin le entregó al convaleciente sesenta luises.

—Estoy satisfecho, le dijo, de haber llenado tanfelizmente la misión que me habeis confiado; peroignoro si este resultado se ha obtenido por vues-tra influencia ó la mia.

—A vos solo os pertenece, querido doctor, dijoAndreas-

' os lo puedo asegurar: jugad si gustais

por vuestra cuenta; yo apostaré por vos.El doctor no se lo hizo repetir dos veces; se

puso ä jugar y estuvo tan afortunado como antes;en muy poco tiempo ganó cien luises.

—Decididamente vos sois el afortunado, dijoAndreas. Pero creo que ya hemos jugado hoy bas-tante; tengo ganas de descansar. Pido perdón äestos caballeros; pero mariana, si V. gusta, vol-veremos á empezar la partida, y merced á V.espero que les demos una buena paliza ä mis so-brinos, á ver si podemos quitarles esa pasión tanciega que tienen por el juego. Si lo lograis, queri-do doctor, esa será una, de las mejores curas quehabreis hecho en toda vuestra vida.

Menos por filantropía, que por el incentivo deuna suerte tan felizmente empezada, el doctorno faltó á la cita; al dia siguiente presentóse ála hora acostumbrada. Los sobrinos ya estabanallí.

Para cumplir con sus deberes de médico tomóel pulso al enfermo, y hallándole en muy buenascondiciones, púsose ä su disposición para la pro-yectada partida.

Colocóse la mesa como el dia anterior, cerca

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88 SECRETOS DE LOS GARITOS

de la cama del enfermo, y se pusieron ä jugar.Para despojar con mas prontitud al pobre doc-

tor, dejáronle primeramente ganar algunos lui-ses. Esta pérdida voluntaria, que en el vocabula-rio de la Grecia se llama cebar, permite ä los es-tafadores el aumentar sus apuestas, ä fin dellegar más pronto al objeto que se proponen.

Es lo que sucede en tal circunstacia; al momen-to que no hubo sobre la mesa más que billetesde banco, cambió la suerte de repente.

El doctor, hasta entonces tan favorecido porella, se vió de repente perseguido por la desgra-cia, y cuando hubo terminado la sesión, la pérdi-da se elevaba ä la suma de treinta mil francoscada uno.

Sin embargo, solo habia una víctima, porqueasí como ya debe presumirse, las pérdidas deAndreas, como no eran más que para inspirar con-fianza ä su víctima, debian serle íntegramentedevueltas por sus cómplices.

Juzgóse suficientemente sangrado al pobre doc-tor con relación ä su modesta fortuna; además,se temia que, si se recargaba mucho el primeracto de la trajedia, podia servir de desenlace al-guna catástrofe de la policía. Así, pues, al diasiguiente, hallándose el enfermo suficientementerestablecido para ponerse en camino, pagó lasvisitas ä su desgraciado médico y abandonó rá-pidamente aquel punto.

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SECRETOS DE LOS GARITOS 89

XI.

LA SORTIJA DE ESTRAS.

Algun tiempo despues de lo que acabo de con-tar, hallándose ambos Griegos en Lyon resolvie-ron informarse de todos los círculos que habia enaquel punto, así como de la naturaleza de las per-sonas que los componian.

Se les indicó una de estas reuniones como com-puesta de jugadores apasionados, y entre los de-talles que les dieron de los que formaban estasociedad, se les habló de un tal Beroli, hombremuy aficionado l las piedras preciosas.

La manía de este hombre era de hacer lo queél llamaba buenas compras: es decir, que, vistosu gran conocimiento en piedras finas, it menudolas compraba muy baratas ä personas que no te-nian, decía él, su habilidad en estas delicadasapreciaciones.

Estas transacciones hubieran podido pasar poruna estafa si no existiese desde hace mucho tiem-po en nuestras costumbres; es una acción muylícita, si no decorosa, entre compradores y ven-dedores, buscar el medio de engañarse. ¿No seven todos los dias personas que se vanaglorian dehaber podido obtener de un comerciante, por me-dio de engañosas influencias, una mercancía alprecio de factura, mientras que éste se frota lasmanos por haber dado salida š un objeto imposi -

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ÌO SECRETOS DE LOS GARITOS

ble por todos conceptos de vender? Hay tambien,segun me han dicho, en ciertas casas de comer-cio algunas primas acordadas ä aquellos de susempleados que dan salida ä algunos de los géne-ros que ellos llaman anticuados.

Sea de todo ello lo que se quiera, la manía deBeroli inspiró ä Cabeza de Oro una jugada de lams pérfida bellaquería.

Indujo ä Raimundo ä que se introdujera en elcírculo del aficionado, mientras que él se iria äParis para los preparativos de un negocio, delcual se reservó el secreto hasta despues de sucompleta ejecución.

Quince dias despues, merced ä la secreta ayu-da de Raimundo, Andreas, ya de vuelta de suviaje, fué presentado y admitido en el mismo cir-culo que su camarada.

Ambos Griegos manifestaron no conocerse.Cada uno por su parte se entregó ä un trabajoparticular.

Raimundo desollaba algunos ricos propietarios,mientras que su asociado se contentaba con ha-cer todas las noches algunas inocentes partidasde ecarté con Beroli, del cual se habia ganado laamistad.

Desde el primer dia, el aficionado ä piedras sefijó en un magnífico anillo que llevaba Andreas.

- Qué magnífico diamante llevais! le dijo contono de envidia.

—En efecto, respondió indiferentemente An-dreas.

Pero Beroli no quitaba la vista de la piedrapreciosa; su brillantez le fascinaba.

Cada dia formulaba nuevas exclamaciones, älas cuales su adversario se mostraba insensibles

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SECRETOS DE LOS GARITOS 91

Por fin, una noche, Beroli, queriendo obligarsu compañero á que rompiese el silencio respectoal anillo, le dijo:

—¿Cuánto os ha costado esa sortija?—Pero, caballero, respondió Andreas, ¿habla

usted con seriedad?•—Con muchísima.—Entonces os debo dar una explicación: si no

he contestado antes á vuestras diversas excla-maciones, es porque creia que hablabais de bro-ma; ahora que estoy seguro de lo contrario, meveo obligado á deciros que sois muy poco inteli-gente, porque el soberbio diamante, que tanto osha fascinado, no es otra cosa sinó un estras.

—1Cómo! ¡cómo! ¿un estras? dijo algo desazo-nado el aficionado á las piedras preciosas. ¿Ustedquiere reirse?

—Os digo la verdad.—Pero veámosla de más cerca. Y Beroli tomó

la mano de Andreas; fijó algunos instantes susojos en el anillo y lo hizo brillar.

—111. otros! no es á mí á quien le hareis creereso. Vuestra piedra es un verdadero diamante;yo os lo digo.

—¡Sea, si así lo quereis! dijo Andreas conla mayor indiferencia... ¡Veamos! á vos os to-ca dar.

Y ambos jugadores continuaron su partida.Beroli parecia hallarse muy distraido y siempre

tenia la mirada fija en la sortija.No pudiéndose contener, exclamó al cabo de

algunos momentos:—Estoy tan seguro de que es una piedra fina,

que si quereis vendérmela os la compro.--Y yo no os la venderé, respondió Andreas.

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92 SECRETOS DE LOS GARITOS

—¿Y por qué?—Porque por una parte no quiero robaros, y

además, es un recuerdo de familia del cual noquiero desprenderme. Lo poseo de uno de mistios, el cual lo habia heredado de su padre. Estajoya está ya unos cien arios en poder de nuestrafamilia con el nombre de la Sortija de estras. Yono la llevo sinó porque se le atribuye una granvirtud sobre la jaqueca, ä la cual soy muy pro-penso.

—Pero si os ofreciesen una buena cantidad...insistió Beroli.

—Aunque me dieseis cuatro veces el valor deella no os la daria.

—No son cuatro veces, dijo el tenäz aficionado,sinó dos ó trescientas veces el precio que vosatribuís ä esa piedra.

Andreas no hizo caso y continuó la partida.Terminada que hubo ésta, Beroli, que no que-

na perder su reputación de gran conocedor dopiedras preciosas, volvió ä emprender nuevamen-te la conversación.

—Estoy tan seguro de lo que digo, que estoypronto ä hacer un negocio con vos.

—¡Ah! si yo fuera un bribón, respondió Cabe-za de Oro, ¡cómo os entregaria mi estras paraenseñaros que no debe siempre fiarse en las apa-riencias!

—10id! dijo Beroli: ¿quereis confiarme vuestrasortija hasta mañana? Yo iré, para tranquilizarmi conciencia, ä enseñarla ä un joyero, Intimoamigo mio.

Andreas accedió ä esta demanda; entrególe elanillo con cierta indiferencia y se separaron.

El aficionado corrió al momento ä casa de su

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• SECRETOS DE LOS GARITOS 93

amigo y le presentó la joya para que la recono-ciese.

Este, despues de haberla mirado con la mayoratención, confirmó la opinión de su amigo.

—Este diamante tiene unas aguas magnificas,Y yo creeria hacer una buena compra si me lodiesen por 12.000 francos.

Al dia siguiente Beroli se presentó á AndreasCOn aire de triunfo.

—Caballero, ahora puedo deciros con certezaque vuestra familia ha estado en un error, hacecien arios, acerca del valor de esa sortija. El es-tras en cuestión es un verdadero diamante. Osofrezco por él 6.000 francos.

Andreas no contestó. Ptisose ä jugar; pero du-rante la partida, el infatigable Beroli hizo recaerla conversación sobre el mismo asunto y ofrecióun precio mucho más elevado para incitar ä suadversario. De este modo llegó hasta ofrecerle lasuma de 9.000 francos. Este mostrábase inflexi-ble y se contentaba con hacer un signo negativoä cada uno de sus ofrecimientos.

Ya era una hora bastante avanzada de la no-che cuando Beroli, tomando una rápida determi-nación, le dijo, colocando diez billetes de 1.000francos sobre la mesa:

—Tomad, esta es mi última palabra. Decidque es un negocio ya terminado.

—Quereis por todos conceptos salir engañado?—Si, lo quiero, repuso el aficionado con tono

burlesco, mirando la sortija que habia conserva-do en su dedo durante toda la partida.

—Lo quereis? pues bien, esta sortija es vues-tra; permitidme únicamente que retire de unpequeño secreto que tiene en el interior un me-

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94 SECRETOS DE LOS GARITOS

choncito de cabellos de mi digno tio, el cual meha hecho así ganar 10.000 francos. Estaba muylejos de pensar en tener esta cantidad. ¡Lo quees ser inteligente! Tomad; hé aquí vuestra sorti-ja, y os doy las gracias.

Al dia siguiente, muy de maiiana, Beroli s e .fué ä buscar ä su amigo el joyero.

—Ya soy poseedor del famoso diamante, ledijo; tomadlo, mirad qué magnífico es: pero voy

deciros que, cuando yo quiera, me darán porél mucho más de lo que me habeis ofrecido.

—¿Lo creeis así? dijo el joyero, tomando lasortija para hacer una apreciación más exacta...pero, ¿qué me presentais aquí? exclamó; estediamante... es un estras.

La jugada estaba ya hecha. Andreas, con pre-texto de retirar el cabello de su tío, habia hábil-mente cambiado la sortija con otra idénticamente.igual, pero cuya piedra era falsa.

La noche habia puesto al hábil estafador al'abrigo de las reclamaciones de su víctima.

A cualquiera que no hubiese conocido la inte-ligencia, obstinación y perseverancia de Beroli,me decia Raimundo contándome esta anécdota,,presumiria que la sortija del diamante la habiaperdido ya para siempre.

Pero no fué así.Despues de tan cruel mistificación, nuestro,

hombre, lejos de abatirse, tomó mayores brios;juró descubrir ä su adversario y obtener una.justa venganza.

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95SECRETOS DE LOS GARITOS

Examinando la sortija que Beroli tenia en supoder, vió que el contraste habia puesto en ellasu marca.

La sortija era, pues, de oro; este descubri-miento fué un pequefio consuelo sin duda, perole hizo suponer que la verdadera joya debia lle-var igualmente la citada marca.

—Si estas dos joyas, se dijo el mismo enton-ces, han pasado por las manos del contrastador,es imposible que, visto el tamaño de las piedras,no hayan llamado la atención del mismo.

Esta sencillisima reflexión fué el punto de par-tida de sus pesquisas.

Provisto de una carta de recomendación desu amigo el joyero se fué á Paris, dirigiósela casa del contraste y presentó la sortija.

El contrastador se acordó perfectamente delas dos joyas que se le indicaban y diö las se-nas del artista que las habia fabricado.

Beroli sabe por este último que Andreas, sucliente, vive en la calle Cadet, núm. 13.

Cualquiera otro que no hubiese sido el 'ionesno hubiese dejado de entregar á Andreas á lajusticia; pero como el diestro compadre deseabamenos satisfacer ä la justicia que hacerse posee-dor de la verdadera sortija, juzgó más prudenteocuparse él mismo de este delicado negocio.

Dirigese al portero de la calle Cadet, y entre-gándole una moneda de veinte francos, le cuentauna historia, la cual debe provocar algunas con-fidencias; le expone que la hija de uno de susamigos, que vive en un pueblo cercano, ha sidopedida en casamiento por un tal Andreas, quevive en aquella casa, y que se dirige á él conobjeto que le dé algunas noticias, pues cree, y con

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96 SECRETOS DE L04, GARITOS

razón, que nadie se las pueda proporcionar conmás exactitud.

El portero, encantado de los modales de su in-terlocutor y lisonjeado con la confianza que sele otorga, le dice, encargándole el mayor secre-to, que su inquilino vive con una querida y queademás todas las noches las pasa fuera de casa.

Con esto ya sabe bastante Beroli; despídesedel discreto Pipelet, y por la noche pónese decentinela á la puerta del paseante nocturno.

A las diez de la noche sale Andreas de su mo-rada y se dirige á una casa aislada de la calle dePigale.

Beroli le sigue, le ve entrar y observa que pe-netran despues de él, en la misma casa, una vein-tena de hombres de todas edades.

Oculto en la puerta de una casa contigua en-trégase á sus observaciones. Nota que cada vezque llaman abre un criado, provisto de una luz,y que antes de entrar el nuevo recien llegado hayuna especie de reconocimiento de su individua-lidad.

Esta reunión de hombres, las entradas tan mis-teriosas, la falta de portero, etc., todo indujo

Beroli á sospechar que esta casa podia muybien ser un garito clandestino. Lo que le hizo con-firmar más esta opinión fué que por ninguna par-te de la casa se veia luz; cualquiera que la hubie-se visto la hubiera creido inhabitada.

El hábil explorador quiso, sin embargo, toda-vía tener una prueba mas convincente; con esteobjeto decidió esperarse en aquel punto hasta elfin de la noche; en este tiempo combinó un plande ataque de la más profunda destreza.

A las cuatro de la maiíana abrióse la puerta;

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91SECRETOS DE LOS GARITOS

un individuo, despues de haber mirado á todaspartes, salió misteriosamente.

Beroli se presentó rápidamente delante de él.—Caballero, le dijo con mucha viveza para no

darle tiempo ä reflexionar, ¿han salido ya todos?—¿Por qué lo preguntais? dijo el desconocido.—Porque la policía está muy cerca de esta

casa dispuesta á cercarla; yo venia con objeto deavisar á uno de mis amigos que debe haber pasa-do en ella la noche.

—Gracias, amigo, dijo el desconocido echandocorrer.—Si este hombre, se dijo Beroli, hubiese sido

un incauto, no tendria nada que temer estando yafuera del garito. Su presteza en echar ä correrprueba que teme el que le vea la policía. Estedebe ser algun bribón. Muy convencido el lionésde tan juiciosa observación, le siguió de lejos, ycuando vió que ya no aceleraba tanto su paso, loapresuró él con objeto de alcanzarle.

—Perdón, caballero, le dijo, por haberos he-cho correr tanto en tan poco tiempo. Quena, pormedio de la noticia falsa que os he dado, ase-gurarme que érais de los nuestros, y lo he lo-grado.

—¿Quereis explicaros, caballero? porque yo noos comprendo.

—Voy š hacerme comprender diciéndoos quesoy un cofrade de Andreas.

—¿Dónde quereis ir á parar con eso?—A haceros una proposición: ¿quereis ganaros

fácilmente 2.000 francos?—Explicaos.—Puesto que conoceis á Andreas...—Permitidme, yo no os he dicho tal cosa.

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98 SECRETOS DE LOS GARITOS

—Ya que le conoceis, os diré que ese bribónme ha jugado una mala partida.

--Es muy capaz de ello, dijo el desconocido Amedia voz.

—Y quiero vengarme; por esa razón os pidovuestra asistencia.

—¿Qué hay que hacer?—Casi nada; se trata de hacer ir ä Andreas

ä una casa que yo os indicaré, con el pretextode que quereis introducirle en un círculo dondehay algunos incautos fáciles de engañar; lo demáscorre de mi cuenta.

—Está terminado el trato, dijo el desconocido;¿dónde y cuándo?

—Mañana, en la calle de Meslay, núm. 22, pisosegundo.

Al dia siguiente por la mañana, el nuevo aso-ciado se fué ä buscar á Andreas y le participésu pérfida proposición. Este, confiando en un co-frade y creyendo hacer una excelente jugada,aceptó con mucho más gusto cuanto que los ne-gocios eran ya muy difíciles en el circulo de lacalle de Pigale.

Al anochecer del citado dia, los dos Griegosllamaban á la puerta de la indicada casa de lacalle de Meslay. Un criado con librea les hizoentrar y les introdujo en un salón perfectamenteiluminado.

Andreas, sin ninguna desconfianza, pasó delan-te; pero aún no habia penetrado en el salón cuan-do su compañero, segun las instrucciones quehabia recibido, se quedó detrás y cerró la puer-ta con llave.

Al mismo tiempo Beroli, en compañía de dos

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SECRETOS DE LOS GARITOS 99

robustos criados, salió de un cuarto contiguo yse presentó ante su vista.

—Vos me reconoceis sin duda, le dijo con vozfirme y severa; ahora, pues, ya comprendereiscuál es la cuestión que va ä tratarse aquí.

—¿Qué quereis decir, caballero? exclamó An-dreas, fingiendo la mayor indignación; y ahoracontestadme: ¿cuál es la naturaleza de la embos-cada á que me habeis conducido?... ¿Estoy entreasesinos ó fulleros?

—No hableis en voz tan alta, caballero, replicóBeroli, porque podria ser muy fácil que os arre-pintieseis. La emboscada de que os lamentais noes más que un indulgente acto de conciliación.

—¿Qué hablais ahí de indulgencia? replicó An-dreas, ¡,y qué es lo que teneis que echarme encara? Vos me ofrecisteis 10.000 francos por unasortija y yo acepté vuestra proposición. ¿No osentregué esa joya?

—Si, señor; pero lo que olvidais decir es quela piedra que me habeis entregado es falsa.

—Caballero, estoy muy lejos de negarlo, res-pondió tranquilamente Andreas. Bastantes vecesos he dicho eso mismo y no creo que lo hayaisolvidado. Además, vos mismo me habeis dicho, alentregarme los 10.000 flioncos, que sabíais muybien que la piedra era falsa, pero que deseábaisadquirirla.

—No juguemos con las palabras, caballero, yvamos al hecho; vais ä darme inmediatamentela sortija que me habeis sonsacado.

—Para evitar toda insistencia de vuestra par-te, os diré, caballero, que nunca he poseido otrasortija que la que os he entregado.

—Si es así, no tendreis entonces ningun incon-

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1 00 SECRETOS DE LOS GARITOS

veniente en copiar con vuestra letra este borra-dor y mandárselo á vuestra querida.

—Veamos de qué se trata, dijo Andreas to-mando el papel, el cual decia lo siguiente:

«Mi querida amiga:

Se me presenta ocasión para hacer una magní-fica jugada en la casa que me encuentro; paraello necesito mi sortija de diamantes. Tráemela túmisma. El portador de esta carta te entregarálas llaves. A las once en punto de la noche esta-ré á la puerta para recibirte. Toma un carruajepara ser más exacta.

Andreas.Calle de Meslay, núm. 22.»

—Eso nunca lo escribiré, dijo AndreaS.—No os lo suplicaré mucho, dijo Beroli: ¿que-

reis escribirlo, si ó no?—¡Mil veces no!—Bautista, id á buscar al comisario de policía,

dijo Beroli dirigiéndose á uno de sus criados.Corred y no volvais sin él.

—¡Un momento! exclamó Andreas, haciendouna seña al comisionado para que se detuvie-se: ¡veamos! puede que haya un medio de arre-glarlo todo. ¿Cuánto quereis para terminar elnegocio?

—Basta de transacciones; no quiero otra cosasinó la copia de esa carta.

Sea que Andreas creyese que le seria fácil es-quivarse al bajar á tomar la sortija de manos desu querida, sea que pensase cualquiera otra cosa,sentóse á una mesa en la cual habia preparadotodo lo necesario para escribir, y bajo la severa

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SECRETOS DE LOS GARITOS 101

inspección de Beroli copió literalmente la misiva.

Dos horas despues, Andreas habia recobradosu libertad y Beroli tenia en su poder la famosasortija. lié aquí lo que habia pasado:

La querida de Andreas se apresuró á subir enun coche para llevarle la preciosa joya; pero nohizo más que llegar á la puerta de la casa indi-cada, cuando un comisario de policía, revestidocon su banda tricolor y acompariado de un algua-cil, subióse al mismo, diciéndole al cochero: «Ca-lle de Jerusalem, á la prefectura de policía.»

En el trayecto, el magistrado explicó ä la bellamensajera que, habiendo sido delegado por elprefecto de policía para sorprender el garito enque estaba Andreas, habia detenido en él á unhombre portador de una carta, y que despues deleida se habia reemplazado este hombre por unagente de la policía.

—Se ha cogido á todo el personal de la casa,añadió el magistrado, y me he visto en la preci-sión, seriora, vista vuestra participación en unaestafa, de conduciros á la prefectura. Permitidmeademás que os tome esa joya justificativa, teme-roso como estoy de que la hagais desaparecer.Y el comisario sacó del dedo de la jóven la sortijadel diamante, no sin que ésta dejase de oponeralguna resistencia.

Bien pronto llegaron á la calle de Jerusalem;las doce acababan de dar en el reloj de Palacio;la noche estaba oscura.

—Vamos á hacer que nos abra el conserje,dijo el comisario al alguacil, al mismo tiempo

era de Ilusionismo. Fundaeion Juan March (Madrid)

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102 SECRETOS DE LOS GARITOS

que bajaban del coche y cerraban con muchaprecaución la portezuela del mismo.

Apenas habían transcurrido dos minutos quehabia salido la fuerza pública, cuando se oyóuna voz en la calle que dijo:

—Sabeis que no podeis estar parado delantede esta puerta?

—Lo sé, respondió éste; pero como no se meha dado ninguna &den... Señora, dijo bajandouno de los cristales del coche: ¿dónde os he dellevar?

—¿Dónde me has de llevar?... pero... calle deCadet , de donde he salido, dijo la jóven con voztemblorosa.

Si el lector no lo ha adivinado ya, le diré queel comisario de policía y su agente eran dosactores de una comedia inventada por Beroli;que estos dos caballeros, en lugar de dirigirseal conserje de la prefectura

' favorecidos por la

oscuridad, habíanse ido por la derecha, con lamayor rapidez que les fué posible, ä entregarleel anillo al inteligente Eones.

XII.

UNA INFAME EMBOSCADA.

El centro de las operaciones de la Sociedad delos filósofos era generalmente en el Pas-de-Calais,por la razón de que muy ä menudo eran llamadospor Aquiles Chauvignac, que, segun se acordarán

; lio tec a de Ilusionismo. Fundación Juan March (Madrid

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SECRETOS DE LOS GARITOS 103

los lectores, les había procurado el negocio Saint-Omer.

Chauvignac era tanto mis infatigable en estaclase de negocios, cuanto que, sin tomarse la ma-yor molestia y sin correr el menor peligro, per-cibia muy buena parte por sus pérfidas indica-ciones.

Sus más íntimos amigos eran los que con prefe-rencia escogia para víctimas. Tomaba nota deellos como si fueran una mercancía. Cada juga-dor estaba anotado segun su fortuna y tambiensegun la disposición en dejarse desplumar sindecir esta boca es mía.

Así, pues M. B. valia 3.000 francos; M. P.,6.000; M. d. no valia gran cosa, porque era unmal jugador; sin embargo, se le concedia un bi-llete de 1.000 francos. Pero el mejor y más ricoincauto entre estos jugadores desenfrenados eraM. F., que se le presumian de 15 ä 20.000francos.

Andreas y Raimundo explotaron los círculos deCalais y de Boulogne, pero no se atrevieron äarriesgarse al de Saint-Omer; temían el que lesreconocieran. En su lugar mandaron dos estafa-dores muy diestros, originarios de Venecia, cu-yos Estados fueron en otro tiempo, segun dicen,cuna de la Grecia.

La Sociedad de los filósofos no hay duda queno se hubiera relacionado con sus dos represen-tantes sobre la parte de sus beneficios, si no hu-biesen estado bajo la inmediata vigilancia deChauvignac. Este hábil bribón, además de suspropias observaciones, habia organizado respectoä estos dos Griegos una especie de vigilancia bas-tante singular.

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104 SECRETOS DE LOS GARITOS

Dirigiase, por ejemplo, á uno de ellos en par-ticular, y le decia:

—Yo no tengo gran confianza en vuestroamigo; temo muchísimo el que engañe á la socie-dad; tomad, pues, nota de sus ganancias y vigi-ladle; por ese servicio se os dará una gratifi-cación.

Despues de esto, buscaba al otro compañero yle decia lo mismo; así es que, sin saberlo ningunode ellos, vigiläbanse uno á otro mútuamente.

La cosecha del círculo de Saint-Omer fue muyfructuosa; pero la mayor parte de ella la retiróChauvignac, que no usó de mucha conciencia enla repartición de las sumas que se le confiaron:podia esperarse.

Sea que al finalizar este negocio hubiese habi-do alguna indiscreción de parte de los filósofos,6 bien por cualquiera otra causa, el crédito deChauvignac empezaba á decrecer en la sociedadartesiana; todos se admiraban de verle gastarsumas considerables, constándoles que no poseianada; y además sus frecuentes viajes á París sincausa, sus relaciones con personas cuya honradezno estaba totalmente reconocida, hacian que laspersonas honradas le mirasen con cierta reserva.

Chauvignac era tan ingenioso como bribón; unade estas cualidades no excluye la otra, y la prue-ba es de que un bribón es raras veces rudo. Chau-vignac, pues, que tenia mucho ingenio, compren-dió su posición, y como el descrédito en el cualhabia caido podia ser muy perjudicial á sus inte-reses, buscó el medio de rehabilitarse.

Entre los jóvenes locos que compartian losdesórdenes de su vida disipada se habia formadoun pequeño círculo, en medio del cual brillaba

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SECRETOS DE LOS GARITOS 105

por sus excentricidades y su elegancia un jóvenque se llamaba Olivier de X.

La familia de este aturdido era una de las masantiguas y respetables del pais y gozaba conmucha justicia de una grande consideración.

Chauvignac fijó sus miradas en el heredero deesta casa para recobrar en algun modo la perdidaestimación de sus conciudadanos.

Afectó entonces con él, en los sitios públicos,la mayor intimidad, y cada vez que le dirigia lapalabra lo hacia en voz alta, para que oyesenque le tuteaba.

De esta intimidad resultó todo lo contrario delo que Chauvignac esperaba; de los dos amigos,el uno perdió toda la consideración, el otro no laganó.

No tardó mucho tiempo Chauvignac en aperci-birse de su descontento y consolarse, y es que,segun su costumbre, soñaba en utilizar de otromodo el crédito de su amigo.

La familia de Olivier no era muy rica, y por lotanto no podia hacer mucho por su hijo; sucediatambien que, vista su extrema prodigalidad, eljóven se hallaba en el mayor apuro; su crédito sehallaba .agotado; estaba, en una palabra, llenode deudas.

Su compañero de goces era para 61 un objetode admiración y de envidia; le veia que gastabacomo un príncipe, sin que se supiese que tenianingun acreedor.

Un dia le pidió la explicación de este problema.—¿En qué consiste, le dijo, que sin ningunos

bienes de fortuna satisfaces todos tus gustos ycaprichos, mientras que yo, contando con algunosrecursos, me veo obligado á vivir con algunas

otera de Ilusionisma Ewidac ion Juan March (Madrid)

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SECRETOS DE LOS GARITOS

privaciones y contrayendo continuamente deudas?A este terreno es al que quena conducir Chau-

vignac ä su camarada. Sin embargo, estuvo al-gunos momentos sin contestarle, como para darmás importancia ä sus confidencias; despues,mirándole con una sonrisa diabólica, le dijo:

—¡Te considerarias, pues, feliz de ser como yo?—.¡Y me lo preguntas?— Pues bien! de tí depende el serlo.—¡Qué es necesario hacer? preguntó Olivier

con un tono en que el placer se hallaba confundi-do con la ansiedad.

Chauvignac juzgó suficientemente preparado ásu neófito para recibir sus comunicaciones.

—Escúchame, le dijo con tono misterioso; túdebes conocer este aforismo, tan exacto comopopular y tan antiguo como el mundo: «Los hom-bres se dividen en dos grandes clases: en fulle -ros y tontos». Veamos; habla francamente. ¡Aqué categoría prefieres tú pertenecer?

—Pero tú me has cogido muy de improviso,dijo el jóven, admirado de esta brusca pregunta;eso merece reflexionarse.

—¡Pues bien! esas reflexiones vamos ä hacer-las juntos, dijo el nuevo Mefistófeles, y los datosvamos ä tomarlos de esa inmensa multitud de in-dividuos que se llama sociedad.

Los dos amigos hallábanse en este momento kila puerta de uno de los mejores cafés, el cualestaba situado en una plaza pública. Era domin-go; hacia un tiempo magnífico . gran número detranseuntes pasaban por delante de ellos.

—Mira, dijo Chauvignac: ¿ves ese hombre fla-co, triste y mal vestido? pues es un desgraciadoque ha trabajado toda su vida para pagar las deu-

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SECRETOS DE LOS GARITOS 107

das que su padre le dejó al morir. Es ya viejo;apenas tiene lo suficiente para comer; examina...verás que nadie le saluda. Mira ahora ese otrogordinflón que va tan ufano; ves cuán satisfe-cho va de su persona? ¡Pues bien! es un antiguocomerciante que no ha cesado de defraudar yhacer sus negocios pérfidamente. Un dia se hizobanquero, y en su banca dejó dinero con usura.Es más que millonario. Mira... hace un signoprotector ä las gentes que inciensan su fortunasaludándole. El primero es un tonto; el segundoel que los hace.

—O hablando con más exactitud, dijo Olivier,el primero es un hombre honrado y el segundoun bribón.

—¿Sea! te lo concedo, continuó el tentador;pero lié aquí otro ejemplo al cual estoy seguroque no harás la misma aplicación.

»Tú debes conocer, mejor que otro, un jóvenlleno de inteligencia y energía que, careciendode suficiente fortuna, lleva en cierto modo unavida de privaciones y penalidades. Este jóven es-tá lleno de deudas, y si juega para ganar algo,es seguro que ha de perder.

»Cerca de él hay, en el mismo momento, uno deesos amigos que, sin bienes raices y sin ningunarenta, posee, sin embargo, una fortuna sin cesarrenaciente. Este siempre es afortunado en eljuego; tambien puede vanagloriarse de que nodeja de tener un capricho que no satisfaga.

»El primero de estos amigos es un incaute; elsegundo es el que...»

Chauvignac se detuvo para que Olivier comple-tase la frase.

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108 SECRETOS DE LOS GARITOS

—¿Dónde quieres ir á parar? dijo éste, que yaempezaba á comprenderle.

—¿Dónde? respondió Chauvignac con un ¡Di'pudente cinismo; ä hacerte saber que ese favo-rito de la fortuna, ese jugador afortunado delcual envidias la suerte, forma parte de una socie-dad llamada de los filósofos, y que esos filósofosposeen medios tan seguros como fáciles para ase -(girarse los favores de la fortuna.

—Pero hacer fullerías en el juego es propio deun hombre sin vergüenza, se apresuró a decirOlivier.

—Sobre ese punto, amigo mio, no estamos deacuerdo. Permíteme que te diga que estas en uncompleto error. Voy ä probártelo.

» Primeramente hazme el favor de decirme quéentiendes por hacer fullerías.»

—Hacer fullerías en el juego, es hacer influirla suerte en favor de uno por medio de manio-bras secretas.

bien! Si es asf, voy al momentoprobarte que los hombres honrados no tieneningun escrúpulo en hacer M'ellas.

»En efecto, ¿no se ven todos los días personade una probidad totalmente reconocida, buscapor medio de prácticas secretas el hacer Milila suerte en su favor'

• Este, al sentarse ä la mesa de juego, se colo-cará al un lado dado de la misma, porque cree ensu feliz influencia. Si gana, dejará su dinero endesörden, porque cree que si lo cuenta al montento cambiará la suerte.

»Otro creerá en la eficacia de cierta moneda,la cual mezclará con las demás, pero de cuyamoneda nunca se desprenderá.

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Biblioteca de Ilusionismo Fundación Juan March thladridl

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SECRETOS DE LOS GARITOS 109

» Otros, en fin, fórmanse amuletos con el cora-zón seco de un gallo negro, de una cabeza deescarabajo 6 un pedazo de cuerda de un ahor-cado (1)«.

»Te ruego que me digas cuál es el objeto deesas misteriosas influencias, y si no es eso, comovulgarmente se dice, el ganar subrepticiamenteel bien de los demás haciendo recaer la suerte enUna partida en favor de uno mismo.

»En estas circunstancias, si el hecho no corres-Pende ä, la intención, la intención, verdadera -Mente, debe reputarse por el hecho.

»Entre esos medios y los nuestros no hay másdiferencia que el de los dedos al pensamiento. Elfi n moral es el mismo.

»Las gentes honradas procuran charlar muchoY hacer lo que pueden; son de nuestra cofradía,Y si no hacen más en esta clase de fullerías, quoellos llaman licitas, es porque no se atreven á ello.

»Diré mäs, continuó Chauvignac arrastradopor sus propios sofismas: tomad uno de esos héroesde probidad; indicadle una manera de ganar siempre, con la certeza de que nunca le han de pillar,y estad seguro de que al momento la aceptara.¡Créeme! yo se mucho más todavía, pero no quie-ro pasar más adelante.»

—Todo esto, dijo Olivier, it lo más prueba quehay gentes al parecer honradas, pero que en rea-lidad no lo son, pero no que la estafa deje de serUn crimen. Además, las leyes la castigan comoä tal.

—ya verdad! respondió el hábil Chauvignac;

Pero eso no prueba que la ley tenga razón. Yo

(I{ ViNade la toteregiatita obra de M Elmard C.csurd.)*,

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"oteca de Ilusionismo. Fundación Juan March (Madrid)

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110 SECRETOS DE LOS GARITOS

sostengo que, lejos de ser reprensible el arte decorregir la suerte, más bien merece que se lepreste un apoyo.

Olivier no pudo menos de echarse á reir.—Lo que digo es muy cierto, añadió Chauvig-

nac; si, el arte de hacer trampas en el juego esmeritorio, porque es útil. Si el Estado fuese másinteligente, no solo favoreceria á los tramposos,sinó que les daria algunas recompensas.

—Entonces no comprendo nada de la moral.—Es que tú no has estudiado como yo la sana

filosofía. Para hacértelo comprender mejor, voyponerte una comparación: cuéntanse numerosos

accidentes producidos por el uso de las setas.¡Pues bien! si se estuviese seguro de que todaslas setas eran venenosas, nadie se arriesgaríacomerlas.

»Lo mismo puede decirse respecto al juego. Sitodas las veces que se juega se tuviese la segu-ridad de que lo habian de desplumar á uno, nohay duda de que todos evitarian el jugarse sudinero á las cartas.

»El juego entonces seria lo que debe ser: unasimple distracción.

»Y entonces comprende, amigo mio, toda la glo-ria que sacaria la Grecia moderna de todo esto,porque entonces habria hecho para con la mora-lidad mucho más que todos los moralistas delmundo.

»Confiésote tambien que yo no formo ningun es-crúpulo en corregir la suerte por medio de lastrampas, pues creo que es un objeto eminente-mente útil á la sociedad. El arte de estafar enel juego no es para mí sinó una gran filosofíapuesta en practica.»

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SECRETOS DE LOS GA RITOS 111

El jóven Olivier habia escuchado con el mayorinterés la elocuente defensa de su amigo en favorde los tramposos; notabase, por algunos signos deaprobación, que su conciencia empezaba ä callar.SC ante tan jactanciosos argumentos.

Chauvignac se apercibió de ello, y queriendocontinuar su obra de perdición,

—Veamos, dijo con insinuante perfidia: ¿quéqueda por balancear en lo tocante ä ti? Por unlado la riqueza, los placeres, los goces de todaespecie; por otro, crueles acreedores, la ruina, lamiseria y el desprecio.

Por fin dijo Olivier fuera de si:—Pero puede uno ser descubierto, y entonces...—¡Qué pusilánime eres! Entra conmigo en este

café y tú mismo podrás juzgar de la facilidadcon que pasan todas las cosas.

» ¿Ves aquel hombre gordo que hay allí senta-do? Voy ä proponerle el que juguemos una par-tida y hacerle pagar el café de nosotros dos. Esmuy sensible, no hay medio de perder.»

Acércanse ä Benito, que asi se llamaba estecaballero, acepta la partida, y el resultado nose hizo esperar. Al poco rato, el concurrente äeste café pagó la cuenta de ambos amigos.

Chauvignac se fue con su amigo, y ya en lacalle, le dijo, como conclusión de sus indignosprincipios:

—Todo es tan dificil como eso. ¡Qué magnificoes poder luchar contra la fortuna, desollando unmontón de necios que esa caprichosa se complace

menudo en favorecer!—¿Es necesario mucho tiempo para aprender

eso? dijo Olivier, aturdido ya completamentecon todo lo que acababa de ver y oir.

de Ilusionismo. Fundación Juan March (Madrid)

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112 SECRETOS DE LOS GARITOS

—Segun y conforme, respondió su pérfido ami-go; este arte es como el piano; se puede fácil-mente aprender en muy poco tiempo: eso dependedel método y del profesor.

»Pero no estamos muy lejos de casa; vámonos áella, nos fumaremos un cigarro y te daré algunasexplicaciones.»

Y como Olivier, por un resto de pundonor, titu-bease en seguirle, le dijo:

—Pero mira, yo no te comprometo en nada: túharás lo que mejor te parezca; además, bueno essaberlo todo, y si lo que voy ä enseñarte no tesirve para atacar, al menos podrás sacar muchopartido de ello para defenderte. ¡Nunca sabe unolo que le puede suceder!

Chauvignac no hubiera puesto tanta insisten-cia si no hubiese premeditado alguna perfidiapara con su amigo.

Olivier acabó por aceptar la invitación que lehabia hecho; se habian reclinado sobre un diván,y fumándose un magnífico veguero, Ch\auvignac,con una baraja en la mano, empezaba sus culpa-bles maniobras.

—Toma, mira esa baraja, examínala bien ydime si ves en ella alguna disposición favorablepara hacer trampas.

El neófito miró las cartas con mucha atención;pero vista su falta de conocimiento en las arti-mañas de los Griegos, no pudo descubrir nada.

—Tú no descubres nada en esa baraja, dijoChauvignac, y sin embargo, ha sufrido una pre-paración que se llama biselada (1).

(1) Véase en la parte técnica el artículo dé las cartas cortadasá bisel.

Bffilioteca de Ilusionismo. Fundación Juan March (Madrid)

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SECRETOS DE LOS GARITOS 113

» Esta disposición de baraja permite retirar lascartas que se quieran y clasificarlas en seguidaen el órden necesario, para que al dar puedaquedárselas el operador.»

Y Chauvignac, uniendo la practica á los pre-ceptos, demostró á su amigo las manipulacionesde esta artimaña.

—Ahora, añadió él, para probarte que estono es tan difícil como crees, quiero que lo ejecu-tes tú mismo: sentémonos á esa mesa y suponga-mos que nos hemos jugado 1.000 francos.

Aunque Olivier no tuviese grandes disposicio-nes para la prestidigitación, sin embargo, logrócon la lección de su amigo repetirlo por dos vecesconsecutivas.

—Esta artimaña, le dijo Chauvignac, es la máselemental, así como tambien uno de los procedi-mientos más fáciles. Más adelante ya te enseñaréel modo de hacer lo mismo sin cartas preparadas;espero que por el tiempo serás un filósofo per-fecto.

Olivier no respondió nada, porque mil pensamientos se agolpaban á su imaginación.

Juzgando Chauvignac que su víctima ya esta-ba suficientemente enredada y comprometida, loabandonó a. las tentaciones que le habia sugerido.Pretextó que tenia que hacer algunas visitas ylos dos amigos se separaron.

Dos dias despues el profesor fuó a, buscar a. sudiscípulo.

—Dime, ¿quieres venir conmigo á hacer .unpequeño viaje de recreo?

—En mala hora me haces tu proposición; nosolamente no tengo fondos, sinó que estoy bus-cando quien me deje un billete de 1.000 francos

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oteca de Fundación Juan March (Madrid)

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114 SECRETOS DE LOS GARITOS

para cambiarlo por una maldita letra de cambioque me vence hoy mismo.

--No es nada más que eso? dijo Chauvigna,csacando un billete de banco de su cartera; toma,pues; ya me lo devolverás mañana.

---iSin duda estás loco!—Lo concedo; pero en mi locura te abro un

crédito de otro billete de 1.000 francos, para irä coger 30.000 que te están esperando.

—Explícate, porque creo que me vas á hacervolver loco.

—116 aquí el hecho: el conde de Vandeermool,rico capitalista belga, jugador apasionadísimo yque puede muy bien perder un centenar de milesde francos, se halla en este momento en Boulogne.Trátase de aligerarle un poco el peso á ese millo-nario. No hay nada tan fácil. Uno de mis amigosy cofrades parisienses, llamado Chaffard, está yaal lado de el para engañarle; ahora no falta,pues, más que empezar ä trabajar. Está conveni-do que tú eres de los nuestros, y dentro de al-gunos dias volverás ä pagar á tus acreedores yä comprar un chal ä tu querida.

—Pero tú vas muy aprisa en tu tarea, dijo

Olivier con tono de incertidumbre; espérate unpoco, todavía no he dicho que sí.

—Si yo no te pido ahora el si; ya lo darás enBoulogne. Vamos, despáchate y vete á pagar tuletra; dentro de dos horas nos marchamos. Yaestán encargados los caballos de posta; vendránä buscarnos aquí mismo; procura ser exacto.

Aquella misma noche los dos filósofos llegan áBoulogne. Apéanse en la fonda del Universo,punto que les habia sido ya designado por elcofrade. No tardaron mucho tiempo en encontrar

eca de Ilusionismo. Fundación Juan Match (Madrid)

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SECRETOS DE LOS GARITOS 115

ä éste, el cual les dijo que no habia tiempo queperder, puesto que el conde le habia dicho que se-ria posible el que se marchase ä la mañana si-guiente.

Los viajeros comen todo lo más prisa que leses posible, arréglanse un poco sus trajes y sedirigen häcia el departamento del exótico mi-llonario.

Chaffard, que les ha precedido, los presentacomo á dos de sus amigos, cuyas fincas las tienenmuy cerca de Boulogne.

El conde de Vandeermool es un hombre de unoscincuenta años; su fisonomía dä ä entender sucandidez y buena fé. Lleva una porción de conde-coraciones extranjeras.

Los nuevos recien llegados son recibidos por élcon la mayor afabilidad; hace más: los invita äque pasen la noche juntos.

No es necesario decir que la invitación fuéacepta da.

Al principio la conversación fué muy anima-da, pero poco á poco cesó de serio. Entonces elconde propuso el jugar un rato, lo cual se aceptótambien con mucha facilidad por los tres com-padres.

Convínose jugar al ecarté, y Olivier fué el en-cargado de dar; los otros dos asociados, preten-diendo que no conocian el juego, se contentaroncon hacer algunas apuestas en favor de uno 6de otro. Además, era lo mismo que dar cuchilla-das en el agua, porque los intereses eran co-munes.

Olivier, admirado primeramente de esta decla-ración, acabó por comprender, segun algunasseñas que le hizo Chauvignac, que esta reserva

ikieca de Ilusionismo. Fundación Juan March (Madrid

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11 SECRETOS DE LOS GARITOS

tenia por objeto inspirar menos sospechas, casode salir bien en la empresa.

El conde, en vista de sus inmensas riquezas,no quiso jugar más que billetes de banco.

--1Quite allá! decia él; el dinero hace muymal efecto en un salón.

El nuevo adepto, confuso al principio de formarparte de semejante emboscada, siguió una supre-ma inspiración de su conciencia, y olvidando lasventajas que podian presentarle sus juegos, fióseá los azares de la fortuna.

Esta caprichosa diosa no tomó en consideraciónsus buenos deseos: en dos jugadas, el único bille-te de 1.000 francos que poseia pasó á poder de suadversario.

Entonces fué cuando, instado por una pérfidamirada de Chauvignac, y además por el deseo derecobrar su pérdida, Olivier puso en ejecución lasculpables maniobras que su amigo le habia en-seriado.

Su trabajo era además de los más fáciles. Elconde era tan miope, que sus cartas le tocabansiempre en la nariz; era necesario que las tuviesemuy cerca de los ojos para poderlas ver.

Cambió la suerte, como debe presumirse, y losbilletes de 1.000 francos bien pronto pasaron äpoder de Olivier, el cual, fuera de si, embriagadode cierto modo por esta posesión, trabajaba conconstante actividad.

Vandeermool era además un excelente jugador;sus continuas pérdidas no le hacian cambiar nadasu jovialidad y buen humor. Al ver su alegre fiso-nomía, cualquiera lo hubiese tomado por el queganaba.

—No estoy de vena, decia alegremente, sa-

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SECRETOS DE LOS GARITOS 117

cundo una magnífica caja de oro y tomando unpolvo. En esta ültima jugada, por ejemplo, creiahaber ganado, y sin embargo, he perdido.

Olivier estaba grave; continuaba manipulandolas cartas con febril ansiedad. Sin embargo, que-riendo en algun modo satisfacer para con su nobleadversario una deuda de cortesanía, le dijo conuna sonrisa, la cual se esforzó por que fuese muy.amable:

—Estais impagable, señor conde.—Impagable, decís; pero si, esa es la palabra,

señor Olivier, esa es la palabra. Eso es muybueno, os felicito... dadme cartas.

—Imposible... Triunfos... Triunfos.., rey deoros, que es muy bueno; tengo cinco puntos.

—Decididamente, la mala suerte se ha apode-rado de mí, dijo el conde: lié ahí que ya me handesaparecido 80.000 francos; veo que bien pron-to voy á perder 100.000. Sin embargo, caballero,debo advertiros que no tengo costumbre de per-der más, y si así debe suceder, os propondria quecenásemos antes de perder mis 20.000 francos.Puede que de ese modo cambie mi mala suerte.

Aceptáse la proposición.Olivier, medio loco por verse poseedor de

80.000 francos, no pudo resistir al deseo de ma-nifestar todo su reconocimiento ä Chauvignac;conditjole ä un rincón del departamento para es-trecharle la mano.

El desgraciado estaba muy lejos de presumirla afrentosa decepción que le habian dispuestosus dos cómplices.

El capitalista belga, ese tan respetable conde,no era sinó un hábil estafador que Chauvignachabia hecho venir de Paris para representar una

teca de Ilusionismo. Fundación J11.1.11. March (Madrid.)

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118 SECRETOS DE LOS GARITOS

comedia cuyo desenlace seria la ruina del hijode familia.

' Este no se apercibió que, mientras se alejabade la mesa, el falso millonario cambiaba las ba-rajas de que 61 se servia con otras cortadas ábisel, pero en sentido inverso.

La cena no podia menos de ser alegre. Sin em-bargo, bebióse moderadamente ; era necesarioconservar la serenidad para acabar la partida.

Bien pronto se pusieron ä jugar otra vez.—Vamos, dijo el estafador parisién sentán-

dose A la mesa, quiero acabar pronto: os juegolos 20.000 francos en una sola vez.

Aceptóse la apuesta, pues era muy natural;pero ¡oh cruel decepción! esta jugada de 20.000francos, la cual tenia ya como segura Olivier,pasó ä las manos de su adversario.

Una jugada de 40.000 francos sufrió la mismasuerte.

Olivier, loco, desatinado y desanimado, no sa-bia ya qué hacer. No hacia mis que hacer mani -pulaciones en la baraja y siempre se daba cartasmalas. Su adversario, por el contrario, todas suscartas eran triunfos; 61 es el que se los daba.

En su desesperación consultó ä Chauvignac, elcual le hizo seña de que continuase. El desgra-ciado siguió este aviso y perdió.

Fuera ya de sí mismo, perdida la calma, juegasumas considerables con objeto de recobrar loperdido, y bien pronto ve que le debe ä su ad-versario 100.000 francos.

Entonces es cuando pasa una escena infame; elpretendido conde se para, y cruzándose los bra-zos, le dice severamente:

—Sr. Olivier de X., sois bastante rico para

lioteca de nUSieltiSMO Fundacion Juan March (Madrid)

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SECRETOS DE LOS GARITOS 119

jugar con tanta ligereza sumas tan crecidas. Noteneis todavía edad, caballero, para contar convuestra fortuna; pero por rico que seais, debeissaber que no basta con perder 100.000 francos;es necesario pagarlos. Además, ¿no os he dado yoel ejemplo? Empezad por pagarme la cantidadque os he ganado y despues podremos continuarjugando.

—Nada más justo, caballero, dijo balbuceandoel jóven Olivier; estoy dispuesto á pagaros; peroen fin, ya sabeis que... las deudas de juego... osdoy mi palabra...

—Caballero, exclamó el conde dando un vio-lento puñetazo sobre la mesa, ¿qué me hablais depalabra? no os está bien invocar cumplimientosde honor. Veamos: juguemos ahora otro juegoen esta misma mesa y hablemos claro... SeñorOlivier de X., sois un bribón... si... ¡un bribón!Las cartas en que estamos jugando están corta-das á bisel y vos sois el que las habeis traidoaquí.

--I Caballero!... ¡vos me insultais!—Mucho me admira eso, caballero, dijo iróni-

camente el falso belga.--Eso ya es demasiado, caballero, y vais á

darme ahora mismo una explicación. ¿Lo oís?¡Salgamos de aquí!

—¡No tal! ¡no tal! quedémonos aquí para ven-tilar este lance de honor. Los dos amigos serántestigos vuestros. Voy ä mandar ä buscar losmios.

El petardista, que durante el anterior coloquiose habla levantado, llamó con suma violencia.

Presentóse su criado.—Id ä buscar al Procurador del rey y rogad-

TCC a de Ilusionismo. Fundación Juart March (Madrid)--

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120 SECRETOS DE LOS GARITOS

le que venga aquí inmediatamente para un nego-cio muy imporiante. Id aprisa, ¿lo oís?

--¡Caballero, por favor! ¡por favor! no meperdais, dijo con tono suplicante el desgraciadoOlivier; me pongo ä vuestra disposición.

—Estéban, espera detrás de esa puerta, y sidentro de diez minutos no recibes contraordenmia, ejecutarás las órdenes que te acabo de dar.—Ahora vamos ä hablar los dos, caballero, con-tinuó el estafador parisién. Esas cartas las ha-beis cambiado vos por las que yo os habla entre-gado... vais ä envolverlas y sellarlas con lasarmas que llevais en vuestra sortija.

Olivier miró á Chauvignac y Chaffard, perosolo le indicaban por señas que no habia más re-medio que resignarse. Hizo, pues, lo que se lepedia.

—No es eso todo, añadió el falso belga; os heganado con legalidad y debo exigiros una garan-tía. Vais á firmarme ahora mismo algunos reci-bos á corto plazo por la cantidad de 100.000 fran-cos, que me debeis.

Y como el desgraciado Olivier titubease en sa-tisfacer á tal exigencia, su inhumano acreedorse levantó para sonar el timbre.

—No toqueis, caballero, no toqueis, dijo el jö-ven; yo firmaré.

Y en efecto, firmó.La emboscada habia ya, pues, dado fin.Olivier volvió al seno de su familia é hizo una

confesión sincera de todo lo que le habla ocurri-do. Su venerable padre se resignó ä pagar los100.000 francos, estimando que su honor valiamucho más.

teca de Ilusionismo. Fundación Juan Match (Madtid

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SECRETOS DE LOS GA RITOS 121

La Sociedad de los filósofos habia participadode esta estafa en la persona de Chaffard y delcapitalista belga.

Chaffard fue el encargado de la liquidación delcrédito, y desplegó tanto celo y energía, que enmuy poco tiempo, como ya se ha dicho, cobró lasuma de los 100.000 francos.

Chauvignac, temiendo alguna asechanza, hizoque le entregaran su parte. Segun lo que ante-riormente se habla convenido, entregäronle lamitad de la suma, que es lo que le pertenecia,por haber inventado el golpe y preparado la víc-tima. Los otros 50.000 francos quedaron enpoder de Chaffard para repartirlos entre los tresfilósofos.

Pero el diestro bribón, viéndose poseedor debastantes fondos para disfrutar del lujo y losplaceres por lo menos para un año, y temiendoademäs el tener que dar cuentas de un momento

otro ä la justicia de sus numerosas malas juga-das, en vez de marcharse ä Paris se fue ä Bruse-las, para hacer allí ä su vez en realidad el papelde capitalista francés.

Sus dos asociados fueron advertidos por unacarta de Chauvignac, ä quien Chaffard habia con-fiado su proyecto.

Raimundo tomó bastante filosóficamente su par-tido sobre esta decepción: habia aprendido ä cos-tas suyas que no es posible contar con la con-ciencia de un bribón. Esta nueva escapatoria deChaffard no le sorprendió; era en cierto modoinevitable.

En cuanto ä Andreas, fué otra cosa; furioso deverse juguete de un hombre que miraba como suinferior, si no en fuerza brutal, al menos en inte-

. otPra de Ilusionismo. nuulación Juan March (Madiid)

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122 SECRETOS DE LOS GARITOS

ligencia, juró volver ä , reunirse con su ladrón yhacerle restituir lo mal adquirido.

Con la cabeza llena de ardides y perfidias di-rigibse hácia Bélgica; pero como medida de pre-caución, tuvo necesidad de unirse como compa-ñero de viaje y como asociado un gladiadorrenombrado, una especie de perro de presa de for-mas hercúleas, el cual se proponia, cuando hubie-se necesidad, echarlo sobre su antagonista.

Raimundo, una vez separado del que debiamirar como su ángel malo, no se sintió con fuer-zas para continuar el peligroso camino al cual lehabia fatalmente conducido. Los incesantes pe-ligros de que se vela rodeado, un resto de con-ciencia y un recuerdo de sus mejores sentimien-tos, le hicieron tomar la resolución de abandonarpara siempre el oficio de explotar incautos.

Poseedor de unos 20.000 francos, formóse unfondo de resistencia, el cual debia darle tiempopara buscarse un empleo que le permitiese vivirhonradamente. Despues de algunos meses, guia-do por un resto de amor por los juegos en gene-ral y en particular por la ruleta, dirígióse hácialos balnearios que están provistos de estas má-quinas de perdición y ruina, y allí fué dondevolvió á emprender su famosa cruzada contralos banqueros y sus compañeros de juego.

Ya se conoce el resultado de los cálculos ycómputos del vecino Raimundo, resultado inevi-table para todo jugador que cuenta hacer recaeren su provecho los favores de la fortuna.

Algunos dias necesitó Raimundo para hacerme

',Enteca de Ilusionismo. Fundación Juan March (Madrid)

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SECRETOS DE LOS GARITOS 123

el relato de lo que se acaba de leer, porque cuan-do sonaba la hora del juego, el narrador me aban-donaba al momento para no ocuparse más quede sus hipotéticas combinaciones.

Su nuevo sistema, del cual nunca quena ha-blarme ni una sola palabra y que yo suponia de-bia girar en el mismo círculo de persuasión queel anterior, no le reportaba otros beneficios quelas risueñas ilusiones con que entretenia suimaginación.

Cuando me marchó de Baden, sus recursos sehallaban ya casi agotados y me vi obligado äañadir una nueva cantidad ä la suma que ya medebia. Lo que me decidió ä hacer tal sacrificio enfavor de este insensato es que habia adquirido laconvicción de que, despues de su conversión, ha-bia preferido sufrir la más afrentosa miseria máspronto que sacar partido de su culpable ligereza.

Dejé ä Raimundo en una clase de beatitud ycon la completa seguridad de que me reembolsaria,dentro de pocos dias. Con lo que yo le di decia

que iba ä hacer saltar la banca de Baden.Sus esperanzas estuvieron muy lejos de reali-

zarse, porque algun tiempo despues de esto,cuando ya habia vuelto ä tomar el curso de misrepresentaciones en Paris, recibí una carta deRaimundo, en la cual me pedia un último socorropara procurarse la subsistencia, mientras espe-raba un empleo que habia solicitado.

No le contesté por no autorizarle ä hacermenuevos pedidos; pero escribí ä uno de mis ami-gos que estaba en Strasburgo para que entrega-se ä este desgraciado unos cincuenta francos,sin manifestarle quién se los mandaba.

Un año transcurrió sin que oyese hablar de Rai-

. a de Ilusionismo. Fwidación Juan March (Madrid)

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1 24 SECRETOS DE LOS GARITOS

mundo, y ya le creia muerto de miseria, cuandoun dia, al volver en coche á mi casa, no pude lle-gar ä la puerta, porque acababa de pararse de-lante de ella una lujosa carretela.

Bajé, pues, y ¡cuál no fué mi sorpresa al reco-nocer en mi visitador al vecino Raimundo elegan-temente vestido! Llevaba, como en los dias quele habia conocido en la ruleta, toda la barba, so-lamente que no era todavía tan larga.

Sin embargo, vacilé en hablarle, tanto meinclinaba mi ofuscación A creer que era juguetede alguna ilusión.

—Diablo! dijo Raimundo, así como cuando nos;encontramos en Baden; ¡cuánto cambia una barbala fisonomía de un hombre, y sobre todo cuandoeste hombre se ve transformado en un semimillo-nario!

—Entrad, le dije á Raimundo, y subamos aprisa,porque tengo deseos de conocer las felices com-binaciones que os han valido vuestra fortuna.

Mi visitador me siguió sin hablar, y cuandohubimos entrado en el salón, viendo que su silen-cio continuaba, le dije:

- qué consiste que nunca he oido hablar devuestra suerte? Ya sabeis que cuando los ban-queros pierden, no dejan de solicitar la publici-dad para engolosinar á los jugadores.

Raimundo parecia que reflexionaba y no con-testaba nada; despues de algunos momentos desilencio,

—Busco un medio me dijo, de prolongar vues-tro error; pero no hallándole, me decido I decirosla verdad.

»Ya os acordareis que al fin del relato que oshice os oculté mi nombre por respeto ä uno de

Biblioteca de Ilusionismo. Fundación Juan March (Madrid)

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SECRETOS DE LOS GARITOS 195

los miembros de mi familia. Tratábase de mi her-mano, que ocupaba un lugar muy distinguido enla magistratura.

»Este hermano, que, á Dios gracias, no ha cono-cido de mis trapisondas más que la disipación demi fortuna, ha muerto hace tres meses sin hacertestamento. Yo era su único heredero. Tomé,pues, posesión de sus bienes, que ascendian äveinticinco mil libras de renta.

»Tales son los sencillos hechos que me hantransformado en capitalista.

»He renunciado completamente al juego, conti-nuó Raimundo; soy bastante rico y no ambicionotener más de lo que tengo. Y, sin embargo, aña-dió con aire arrogante, si yo quisiera ahora, ¡cómocoparía todas esas orgullosas bancas y qué ven-ganza tan ruidosa podria hacer de la mala suertey de sus inflexibles partidarios! Pero me consi-dero demasiado feliz para dar entrada en mi pe-cho al menor átomo de venganza.»

Raimundo se habia retirado al Marais, dondevivia rodeado de cierta clase de consideraciones.Le perdí de vista cuando me decidí ya, por fin,ä vivir en la capital.

En un viaje que hice hace tres años ä Paris,supe que Raimundo habia muerto, y que al morirlegó toda su fortuna ä los establecimientos debeneficencia de la capital.

oteca de Ilusionismo. Fundación Juan March (Madrid).

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'oteca de Ilusionismo. Fundación Juan March (Madrid)

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SECRETOS DE LOS GARITOS 127

PARTE TÉCNICA.

Ya hemos, por fin, llegado ä la parte más im-portante de esta obra. Trátase de explicar allector las maniobras de las diferentes clases deGriegos, de los cuales acabo de trazar la fisiolo-gía. Para hacerlas comprender bien voy ä entraren algunos detalles, que no dudo dejarán de ins-pirar cierto interés.

Sin embargo, sópase que no es mi intención elhacer un tratado de prestidigitación. Procuromucho menos el que puedan ejecutar las trampasque describo, que no el de dar ä conocer los me-dios de conjurarlas. Así es que únicamente dirélo que sea absolutamente indispensable para quelos jugadores estén ä la mira, y comprendan, so-bre todo, el peligro que hay en jugar con personascuya honradez no esté perfectamente reconocida.

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era de Ilusionismo. Fundación Juan March (Madiid)

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19.$ SECRETOS DE LOS GARITOS

PRINCIPIOS GENERAL ES.

De las trampas empleadas en los juego), de cartas.

1. 0 El salto de baraja.2.° El corte falso.3•° La horcajadura.4. 0 La carta ancha.5.° El puente.6.° La carta combada.7.° El cambio.8.° El robo.9.° El depósito.10. La carta ä la vista.11. Sustitución de las barajas.12. La caja en la manga.13. Las mezclas falsas.14. La mezcla clasificadora.15. La mezcla parcial.16. El abanico.17. La cola de milano.18. Las cartas adherentes ó resbaladizas.19. Las cartas tintadas.20. Las cartas fuera de escuadra.

ffilioteca de Ilusionismo. Fundación Juan March (Madrid)

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SECRETOS DE LOS GARITOS

21. Las cartas punteadas.22. Las cartas ásperas.23. Las cartas onduladas.24. Las cartas pintadas.25. Las cartas marcadas.26. El rosario.27. La sortija para marcar.28. La caja de reflexión.29. La telegrafía.

1.

El corte falseado.

La operación de falsear el corte es el más im-portante de los artificios empleados entre losGriegos; así es que ponen todo el cuidado posibleen la ejecución de esta maniobra.

Para hacer comprender bien lo que es un cortefalso, primeramente voy ä dar ä conocer el ob-jeto y resultado de un corte regular.

En todos los juegos de cartas hay costumbreque el que dä, cuando ha finalizado de mezclar labaraja, la presenta á su adversario para quecorte.

Es una especie de garantía de moralidad quese usa aún entre personas perfectamente hon-radas.

Hé aquí cómo se ejecuta generalmente esto:La baraja se coloca por el que dá cerca del

adversario.

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21 El adversario.El que dä.

130 SECRETOS DE LOS GARITOS

El que chi.

=le_ 3.

1 El adversario.

El adversario corta la baraja, es decir, quequita una parte de las cartas, las cuales deposi-ta al lado del que dä, formando de este modo dospaquetes, núm. 1. y núm. 2.

S.

El que dä toma el paquete núm. 2 y lo colocasobre el núm. 1.

El que dä. 2 El adversario.

Los dos paquetes no forman más que uno, y

iblioieca de Ilusionismo. Fundación Juan March (Madrid)

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SECRETOS DE LOS GARITOS 131

cualquiera disposición de la baraja, bien sea na-tural ó artificial, se halla trastrocada.

Importa mucho al Griego evitar esta desorga-nización, que no le permite valerse de las dispo-siciones que ha hecho sin saberlo su adversario.Es necesario, pues, para que su trampa tengabuen éxito, que los dos paquetes, despues de ha-ber sufrido los cambios del corte, vuelvan ä to-mar entre sus manos su primera posición.

Para esto emplea diferentes medios, de loscuales los principales son:

1. 0 El salto de baraja.2.° El corte falso.3.° La horcajadura.4•° El puente.5.° La carta larga.

§. I.

El salto de baraja.

El lector que no esté iniciado en los misteriosde la prestidigitación podrä hallar asombroso,Por no decir imposible, el que un Griego puedatransportar invisiblemente dos paquetes de car-tas ante los ojos mismos de su adversario. Sinembargo, no hay nada tan verdadero.

Los tratados de prestidigitación describen lainanera de ejecutar tan prestigioso ejercicio. Noteniendo esta obra el mismo objeto que las dePrestidigitación, me contentaré con descubrirsolo los preparativos y disposiciones necesarias4 esta trampa.

eca de Ilusionismo. Fundación Juan March (Madrid)

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132 SECRETOS DE LOS GARITOS

Cuando el Griego toma el paquete núm. 2para colocarlo sobre el paquete núm. 1, como enla figura anterior, en vez de igualar las cartas(lo cual le impediria distinguir los paquetes),coloca el núm. 2 un poco hacia atrás sobre elnúmero 1, de modo que sobresalga del otro in'centímetro próximamente.

Merced á esta Darte saliente de las cartas,cuando el Griego coge la baraja entre sus manos,introduce el dedo pequeño de la mano izquierdaentre los paquetes 1 y 2 y se prepara para ha-cer el salto de baraja (1) en tiempo oportuno.

Los Griegos hábiles, cuando cogen la baraja,tienen un medio mucho mas sutil de conservarlos dos paquetes separados uno de otro para lapreparación del salto.

Toman con la mano derecha el paquete núm. 9como para dejarlo sobre el otro; pero en vez deabandonarlo del todo, saben, al cogerle junta-mente con el paquete núm. 1, conservar entreestos dos paquetes una pequeña distancia, lacual les es más que suficiente para la introduc-ción del dedo pequeño de la mano izquierda, comeen el ejemplo anterior.

(1) Hacer el salto de baraje es hacer pasar invisiblemente el

paquete inferior sobre el superior.

Melera de Ilusionismo. Fundación Juan March (Madrid)

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SECRETOS DE LOS GARITOS 133

r'lg_ 7-

Acabo de decir que los Griegos hacen el saltode baraja en tiempo oportuno. Con este motivodebo dar una explicación.

Solo los principiantes son los que se precipitanPara ejecutar esta delicada operación. El GriegoPractico toma todo el tiempo que le es necesario,Y ayudado de algunos ademanes finos y de unaConversación galante, logra disimular la mani-Pulación del salto de baraja.

Así como por ejemplo:—¿Están hechas ya todas las apuestas? dirá,

Ilvanzando la mano hacia el lado de las apuestas.O bien con el mismo ademán, y dirigiendo la

'nano hacia el pocillo, se informara del número depuntos que se han hecho ya, afectando ciertaestracción.

Sin embargo, por invisible que sea el salto dektraja, es muy dificil de practicar en las parti-U,as en que se atraviesan grandes sumas. En esta11,ase de partidas, el que da, debe ser muy come-'-Udo en los manejos, porque el menor movimien-to que se hiciera fuera de lo estrictamente nece-

teca de Itusionismo.Fundación Juan March (Madrid)

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21 El incauto.El Griego.

134 SECRETOS DE LOS GARITOS

sano para mezclar y dar las cartas despertariamuy pronto las sospechas.

Pero no por esto el Griego se queda sin recur-sos; si no es esta trampa la que usa, es otra; tannumeroso y variado es su repertorio.

§. II.

El corte falso.

Todos los Griegos son finos, inteligentes y há-biles, pero no poseen todos ellos las mismas dis-posiciones para los ejercicios de prestidigitación.Muchos de ellos, no pudiendo hacer invisiblemen-te el salto de baraja, se ven obligados ä recurrirä procedimientos más fáciles. El corte falso esuno de ellos.

Esta trampa tiene, además, el mismo objetoque la anterior. Estando bien ejecutada es igual-mente muy dificil que se descubra.

Para la explicación que voy ä dar es necesarioque nos transportemos al momento en que los dospaquetes se separan por el corte, como en lose,j emplos anteriores.

'ig 9_ Fig. 9.

Trittase por el Griego, al tomar los dos pa-

lioteca de Ilusionismo. Andación Juan March (Madrid)

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SECRETOS DE LOS GARITOS 135

quetes, en lugar de colocar el núm. 2 sobre elnúm. 1, hacerlo resbalar sobre éste como en lafigura siguiente:

10.

Cuando ha tomado el paquete núm. 2, el Grie-go lo ha colocado entre el dedo indice y medio,de modo que levantando el paquete núm. 1 lohace pasar sutilmente debajo.

Para facilitar la introducción de este paquete,el petardista ha tenido mucho cuidado de encor-var un poco la baraja mientras mezclaba lascartas.

Algunos Griegos, en vez de colocar el paquetenúm. 2 entre los dos primeros dedos, lo toman enla mano y lo deslizan debajo del otro por los mis-mos principios anteriormente explicados. Peroen este último caso la transposición es muchomás visible.

de_nusionismo. Fundación Juan March (Madrid)

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136 SECRETOS DE LOS GARITOS

§. III.

La horcajadura.

La horcajadura es una trampa tan sencillacomo ingenua, y es admirable que con ella pue-da engalarse. Sin embargo, confieso que la pri-mera vez que la vi ejecutar tuve que contarmeen el número de los incautos.

Aquí el Griego, en vez de colocar el paquete•núm. 2 sobre el núm. 1, pasa este por encima sindetenerse, deposita este paquete en la manaizquierda, la cual tiene un poco avanzada, y colo-ca en seguida el núm. 1 encima.

Este corte falso y el anterior se ejecutan es-pecialmente en las tabernas.

§. IV.

La carta ancha.

El titulo de este capitulo indica casi suficien-temente la naturaleza del artificio que voy ä des-cribir.

Es una carta algo más ancha que las demás.Introducida en la baraja, fuerza, por medio desus partes salientes, ä cortar por el mismo sitiaen que se halla colocada.

Si el Griego ha organizado en la baraja algu-nas cartas para hacer que la partida le sea favo-rable, el corte así hecho no cambia en nada suorganización, puesto que se efectúa por el misma

.;äääßeca de Ilusionismo. Fundación Juan Mara Madrid)gin

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SECRETOS DE LOS GARITOS 137'

sitio en que se halla el principio de su distri-bución.

La carta ancha se emplea igualmente por elGriego como sefial para hacer el salto de barajapor el sitio que él cree útil ä sus intereses.

§. V.

El puente.

El puente es una de las trampas más antiguasde los Griegos. Es difícil precaverse de ella cuan-do está, hábilmente ejecutada.

Tiene por objeto, como en los ejemplos anterio-res, falsear el corte y conservar las disposicioneshechas en la baraja para corregir la fortuna.

El Griego, teniendo la baraja en la mano de-recha, la hace primeramente encorvar doblándolasobre el indice de la mano izquierda; despuesimprime ä la parte superior de la misma una for-ma arqueada en sentido opuesto, como en la figuraSiguiente:

Fig-

Preparado esto, pasa el paquete superior de-bajo del otro, como para mezclar.

Entonces se encuentran las partes curvadas, yel vacío, producido por estos dos arcos es el quefuerza el corte más bien por este punto que no

ca de Ilusionismo. Fundación Juan March (Madrid)

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por cualquier otro, así como lo presenta estafigura:

Fig. 1.2-

El más pequefio intervalo entre ambos paque-tes es suficiente para forzar el corte.

Empléase todavía, con el mismo objeto, lo quese llama la carta combada: los paquetes de arribay de abajo se doblan en sentido inverso en todasu longitud, de modo que estas dos partes com-badas presentan hacia los bordes un intervaloque fuerza el corte por este punto. Este medioestá muy lejos de valer lo que el anterior, yraras veces se emplea.

Correr la carta.

Correr la carta es cambiar una carta porotra. Entre las manos de un Griego hábil, estecambio se ejecuta tan imperceptiblemente, quees imposible al ojo más perspicaz el hacer cons-tar el hecho.

Supongamos que el Griego, al distribuir lascartas, haya visto, por los medios que más ade-lante explicaré, que la carta que va ä dar puedeser favorable á su juego; entonces cambia lacarta, es decir, que en lugar de tomar la carta

138 SECRETOS DE LOS GARITOS

Ilinteca de Ilusionismo. Fiuidación Juan March (Madrid)

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SECRETOS DE LOS GARITOS 139

de arriba para entregarla á su adversario, le dála que le sigue.

Voy ä explicar cómo se ejecuta esta p6rfidasustitución:

Cuando el Griego se dispone ä cambiar la car-ta, tiene cuidado, al distribuir, de adelantar so-bre la baraja dos cartas, las cuales sobresalenun poco de las demás, así como lo representael núm. 1 y 2 de la figura siguiente:

13_

En una distribución regular el núm. 1 se en-tregaria antes que el núm. 2; pero si el Griego lojuzga contrario ä sus intereses, cambia la carta,es decir, que sustituye la segunda ä la primera.

He aquí su procedimiento.Al coger las dos cartas ä la vez entre el pulgar

y el indice, les imprime un movimiento inversode desliz, es decir, que hace avanzar el núm. 2,mientras que el núm. 1 retrocede, como en lafigura siguiente:

e ca de Ilusionismo. Fundación' Juan March (Madrid)

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140 SECRETOS DE LOS C. ARITOS

La mano derecha suelta entonces la primeracarta para coger la segunda y distribuirla.

Este movimiento, el cual me he visto obligadoä interrumpir, debe ejecutarse en una sola vez ycon la rapidez del relámpago.

Los más diestros, al avanzar la mano derechapara dar la carta, imprimen á la mano izquierdaun movimiento de retroceso que oculta completa-mente la operación.

Esta maniobra puede repetirse tantas cuan-tas veces sea necesario para que la carta reserva-da vaya ä parar A manos del Griego.

Para dar una idea de la ilusión que produceesta trampa, diré que cierto Griego (del cualhablo en mis Confidencias), despues de habercolocado, como demostración, el rey de espadassobre la baraja, distribuia todas las cartas unadespues de otra, y por medio de treinta y un cam-bios sucesivos, hizo que el rey de espadas se ha-llase el último. Confieso que, aunque conocia el

ffilioteca de Ilusionismo. Fundación Juan March (Madrid)

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SECRETOS DE LOS GARITOS hlartificio, no vi nada de estas sus tituciones por lodiestramente que fueron ejecutadas.

El robo.

Verdaderamente cuesta trabajo el creer, cuan-do no se está iniciado en los misterios de la pres-tidigitación, que un Griego pueda quitar, antelos ojos mismos de su antagonista, una ó muchascartas y volverlas á dejar en la baraja sin queMte se aperciba. Sin embargo, es muy cierto.

El robo es uno de los artificios mas útiles dela prestidigitación; exige una gran sutileza, ysobre todo una habilidad consumada.

Para ejecutar el robo, el Griego tiene primera-mente en su mano izquierda las cartas que hade quitar, colocadas diagonalmente sobre lasdemás y un poco avanzadas hacia la mano dere-cha, segun la figura siguiente:

15.

Con dicha mano las coge entre las últimas fa-

a de Ilusionismo. Fundación Juan March (.120,cid)

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142 SECRETOS DE LOS GARITOS

lanjes de los cuatro dedos superiores y el naci-miento del pulgar llamado tenar.

Entonces las cartas se hallan algo encorva-das, como lo demuestra la siguiente figura:

Hay todavía otro cambio de carta, pero éstelo practican menos los Griegos que los prestidi-gitadores, los cuales lo emplean en diferentescircunstancias en que no puede hacerse uso delprimero. Consiste en coger ligeramente las cartasentre el dedo pequeño y el pulgar de la manoque las quita; de este modo las cartas no sedoblan.

1_7_

El lector hallará tal vez sorprendente el quepuedan tenerse ocultas en la mano seis cartas, yaun más, sin que puedan verse. Lo que deberásorprenderle mucho más es que un Griego hábil

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SECRETOS DE LOS GARITOS 143

pueda con esta misma mano en que están ocultaslas cartas cortar la baraja y conservar bastantelibertad para accionar sin ninguna molestia.

IV.

El depósito.

Una vez en posesión el Griego de las cartasque ha quitado, sabe en un momento dado depo-sitarlas en la baraja en una disposición tal, queestá seguro que al dar deben ir ä parar ä supoder.

Esta operación es la más sencilla de todas lasque tengo que describir.

El Griego, para colocar las cartas que ha qui-tado, espera que llegue el momento de recoger eltodo ó parte de la baraja. Entonces, haciéndolascorrer hácia él, deposita sobre este paquete lascartas que tiene reservadas, procurando ocultarla operación con toda la mano.

V.

La carta 41 la vista.

Algunas veces le es necesario al Griego cono-cer algunas cartas de la baraja.

Con una extrema ligereza abre con una solamano, por medio del dedo pequefio, la baraja enel punto en que se halla la carta qne desea cono-cer, y con una mirada rápida la ve.

Este movimiento, tan rápido como el relämpa-

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1 44 SECRETOS DE LOS GARITOS

go, no pueden apercibirlo los jugadores, porquese hace accionando y porque el dorso de las car-tas está al lado de ellos.

VI.

Sustitución de las barajas.

Las maneras de hacer esta sustitución varíansegun la naturaleza y clase del ejecutante. ElGriego del gran mundo, por ejemplo, en el caso,muy raro, en que hace uso de este artificio, em-plea medios mucho más ingeniosos que los de suscofrades de clase más baja.

Sin embargo, he aquí algunos procedimientosempleados por los Griegos de todas clases.

El Griego tiene sobre su traje, á la parte dedetrás del pantalón, uno ó varios bolsillitos, lla-mados astutos, en los cuales se colocan las bara-jas que deben sustituir á las que le entregan enla casa donde juega. Estas barajas se hallancolocadas de modo que se puedan coger con faci-lidad, como lo indica la figura siguiente:

2_41oteca de Ilusionismo. Fundación Juan March (Madrid

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SECRETOS DE LOS GARITOS 145

18-

Colocando su mano derecha sobre la cadera,'da vueltas alrededor de la mesa antes que sehayan hecho las apuestas, y aprovechando unmomento favorable, opera su sustitución y se des-embaraza de la otra baraja, metiéndola en unbolsillo anchuroso, llamado profundo, el cualse halla practicado en el faldón de su levita.

Otros, más desvergonzados y hábiles, no te-men el ejecutar esta maniobra á la vista mismode sus adversarios.

dP Ilusionismo. Fundación Juan March Algarid)

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146 SECRETOS DE LOS GARITOS

Para esta operación, los bolsillos se hallanla parte de delante del chaleco y toman el nombrede laderas, sin duda porque están colocados so-bre los lados un poco más abajo del corazón. Eltraje los oculta.

1." Al sentarse en la mesa del juego, el Grie-go toma sutilmente de una de sus laderas lascartas preparadas y las tiene ocultas en su manaderecha, como ya he explicado anteriormente.

2.° Toma con la mano izquierda la baraja queestá sobre la mesa, como para quitarle el papelen que está envuelta, y coloca la suya debajo, te-niendo mucho cuidado que las dos barajas se ha-llen ocultas en su mano derecha.

3.° Hace pasar debajo, por medio del salto, labaraja que está encima .y la quita segun los prin-cipios anteriormente descritos.

4•0 En fin, desembarázase de esta barajametiéndola en el profundo.

Para facilitar esta introducción, finge acercarsu silla ä la mesa, lo cual es un pretexto para te-ner la mano cerca de su bolsillo.

No es necesario decir que la cubierta de las dosbarajas es idénticamente igual; el Griego ha to-mado todas sus precauciones para que suceda así.

Ciertos estafadores, teniendo que cambiar ma-yor nümero de barajas y temiendo el peligro derepetir á menudo el ejercicio que acabo de indi-car, se asocian con un compadre, el cual, con lacondición de repartirse las utilidades, se resignaä servir como criado en las casas ô establecimien-tos donde se trata de explotar ä los incautos.

En tales condiciones, ambos Griegos realizantranquilamente sumas considerables.

Otros bribones mucho más astutos todavía, na

Bellotera de ltusenismo. Numeren Juan Pvlarch (Madrid)

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SECRETOS DE LOS GARITOS 147

toman ningun asociado y logran cambiar un gran«mero de cartas.

El Griego se informa de la casa en que se pro-veen de barajas en el círculo 6 casa que frecuenta.Compra primeramente en aquel punto algunascon objeto de hacerse amigo. Luego vuelve va-rias veces con el mismo objeto; al cabo de algu-nos dias vuelve con encargo, segun dice, de unamigo, á comprar una docena de paquetes.

A la maftana siguiente, bajo pretexto de quelas barajas no son del color que se le han pedido,las devuelve.

Los paquetes están todos cerrados; así es queel mercader, con la mayor confianza, los cambiapor otros.

Pero el Griego ha pasado toda la noche ocupa-do en despegarlos y volverlos á dejar en su pri-mitivo estado por un procedimiento conocido enel escamoteo; todas las cartas las ha marcado; elmercader, pues, las tiene ya en su almacen;jugada está hecha; el Griego está esperándolasa, domicilio.

§.La caja en la manga.

Existe todavía otro pérfido medio para cambiaruna baraja a, la vista misma de su adversario.Es una caja de hoja de lata que puede atarse enel brazo debajo de la manga, sin aumentar visible-mente su volúmen.

El Griego coloca en ella las cartas que ha dis-puesto de antemano ä su gusto.

teca de Ilusioniseto. Fundac' fan Juan rviarci,

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148 SECRETOS DE LOS GARITOS

Cuando ha llegado ya el caso de cortar, coloca sinafectación la mano sobre la baraja que está en lamesa, de modo que la cubra totalmente; despues,apoyando ligeramente el brazo sobre el tapete,aprieta un muelle que hace abrir la caja, y almomento salen las cartas preparadas, mientrasque una especie de alicates cogen la otra baraja yla meten en la caja.

Termino este capítulo sobre los raptos, diciendoal lector que, aunque estas diversas maniobrasestén muy hábilmente combinadas, no puedenser empleadas indistintamente.

Las casas clandestinas de juego, los salonesmás ó menos aristocráticos y los círculos exigenoperaciones muy diferentes.

El Griego sabe muy bien distinguir lo que con-viene ä cada uno de estos jugadores, y raras ve-ces se arriesga á practicar esta fullería si no estáseguro de salir bien en su empresa.

VIII.

Las mezclas falsas.

Podria decirse en cierto modo que las mezclasfalsas no son trampas, porque su objeto no es or-ganizar disposiciones culpables, sinó únicamenteel conservarlas. Sin embargo, estas manipula-ciones están muy lejos de ser inocentes, y pue-den fácilmente asimilarse ä los encubridores derobos, que ellos por si solos no son ladrones, y sinembargo, las leyes los castigan como á tales.

Cuando la baraja está preparada para la tram-

ililioieca de Ilusionismo. Fundación Juan March (Madrid)

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SECRETOS DE LOS GARITOS 149

pa, ora sea que el Griego la haya arreglado äla vista misma de su incauto, ó bien que hayacambiado la baraja con otra dispuesta de ante-mano, le conviene no deshacer sus combinacionesal mezclar las cartas.

Para esto recurre ä las mezclas falsas, cuyanaturaleza varia segun las necesidades.

Pueden distinguirse cuatro clases de mezclasfalsas, ä saber:

La mezcla clasificadora.La mezcla parcial.El abanico.La cola de milano.

§. I.

La mezcla clasificadora.

La mezcla clasificadora consiste en simular unamezcla, ordenando las cartas de manera conve-niente para ejecutar la trampa. Supongamos, porejemplo, que un Griego que está, jugando al ecartéhaya puesto sobre la baraja cuatro cartas delmismo palo para darse el tres y volver la cuarta.

Esto se hace con la mezcla clasificadora, y contal motivo divide la baraja en dos partes, lascuales tiene una en cada mano, como ordinaria-mente se practica en una mezcla natural.

Al introducir los paquetes uno dentro de otro,sabe hacer pasar sucesivamente sobre las cuatrocartas otras siete, las cuales completan la sérienecesaria para la distribución.

Dä en seguida ä cortar, falsea el corte, y cuan-

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150 SECRETOS DE LOS GARITOS

do ha distribuido las once cartas, las cuatro últi-mas forman tres triunfosy la que se vuelve.

Véase además, por ejemplo, la organizacióndel juego de los cientos en el capítulo que tratade él.

§. II.

La mezcla parcial.

La mezcla parcial se emplea en los juegos enque solo se distribuye una parte de las cartas,tal como el ecartí,.. En este caso, habiendo orga-nizado el Griego once cartas para ganar la parti-da, impórtale mucho no desordenarlas.

En su consecuencia, hace pasar estas oncecartas debajo de la baraja, teniendo mucho cui-dado en conservar el dedo pequeño entre este pa-quete y el de arriba que se prepara á mezclar_hasta la veintiuna carta.

Terminada esta mezcla, hace segunda vez elsalto de baraja para volver á colocar encima elpaquete prepåra(10 á menos que, haciendo elpuente, no lo coloque en aquel punto por el cortede su adversario.

§. III.

El abanico.

Llamase así porque para ejecutar dicha mezcla

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SECRETOS DE LOS GARITOS 151

falsa esparce la baraja en forma de abanico. En.seguida forma de ella dos partes, las cuales tieneuna en cada mano; despues, poniendo en movi-miento todos los dedos de la mano derecha, hacepasar las cartas de esta mano sobre el paquetede la mano derecha, lo cual produce el mismoefecto que si se introdujesen unas dentro deotras.

De este modo las cartas no se mezclan, peroestán en la posición que ocuparian si se hubieracortado la baraja, porque el paquete superiorha pasado debajo; es, pues, necesario volver áhacer una segunda vez la antedicha operaciónpara que la baraja vuelva ä estar en su primitivoestado. Esa mezcla puede repetirse con las con-diciones enumeradas tantas veces como se juzgueconveniente.

§. IV.

La cola de milano.

Las mezclas falsas son numerosisimas; cadaGriego posee un método especial para mezclarlas cartas. Todas estas modificaciones están saca-das de los principios que acabo de describir. Seria,pues, muy largo entrar en detalles para enumerartodos los procedimientos que se conocen y que enrealidad son lo mismo con corta diferencia.

La mezcla falsa, con la cual voy ä terminar estecapitulo, presta un carácter particular y se em-plea muy á menudo por los Griegos.

Para evitar las sospechas que podrian desper-

- teca de Ilusiónismo Fundación Juan March (Madrid)

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152 SECRETOS DE LOS GARITOS

tar las mezclas falsas anteriores, el Griego em-plea muchas veces la cola de milano, que consis-te en separar las cartas en dos partes é interca-larlas unas en otras. Pero en vez de igualar labaraja para que la mezcla sea completa, el Griegolo arregla de modo que el paquete que introduceen el otro quede un poco inclinado, como en lafigura siguiente:

Entonces empieza una operación, la cual sehalla oculta por la mano derecha.

El Griego, despues de haber hecho pasar el pa-quete núm. 1 ä través del núm. 2, hace des-cribir ä la parte inferior de éste un semicírculohäcia la derecha, que lo separa y le permite co-locarlo debajo del paquete núm. 1, como estabaprimitivamente.

Ilioteca de 1111SiOltiSMO . Fundación Juan March (Madrid)

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SECRETOS DE LOS GARITOS 153'

VIII.

LAS CARTAS ALTERADAS.

§. I.

Las cartas cortadas al bisel.

Las cartas cortadas á bisel eran una de lasprincipales fullerías del siglo pasado. Este secre-to solo lo conocian entonces los adeptos de altogrado y servia para hacer numerosas víctimas.Hoy solo se vó en los garitos, atendido ä que eIartificio en sí mismo es bastante grosero paraser descubierto por personas más inteligentesque las que frecuentan dichos sitios. No obstan-te, el bisel es un arma muy temible para la tram-pa en las manos de ciertos Griegos.

Entiéndese por cartas cortadas á bisel unascartas un poco más anchas de un lado que de otro,como lo demuestra la figura siguiente:

20.

o era de Ilusionismo. Fundación Juan Mara (Madrid)

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154 SECRETOS DE LOS GARITOS

Para esta preparación coge el Griego unas ti-jeras y corta las cartas por ambos lados, empe-zando por un milímetro próximamente para ter-minar por nada en la extremidad opuesta.

Compréndese, pues, que estando todas las car-tas cortadas ene! mismo sentido, si se coloca unade ellas en sentido inverso, en la parte más estrecha de la baraja sobresaldrá de las demás doscentímetros y podra fácilmente reconocerla elGriego, por mucho cuidado que se ponga almezclar.

Lo que se hace con una carta puede hacersecon varias. Así, pues, supongo que el Griegohaya colocado todas las figuras en sentido inver-so á las demás, y que de este modo, tomando labaraja por cualquiera de sus extremidades, cortarpor las figuras ó las cartas bajas.

Esa organización de las cartas á bisel no sedá sinó como ejemplo, porque este secreto puedeutilizarse en cualquiera otra circunstancia.

Algunos Griegos hacen uso de las cartas ädoble bisel; el procedimiento es el mismo, bajootra forma.

As!, pues, por ejemplo, las cartas representa-das por las figuras siguientes, están cortadas demodo que unas tienen sus bordes convexos y lasotras tienen una forma cóncava.

ffiludeca de uusiolusmo. k undaeion Juan marcn (Madrid)

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SECRETOS DE LOS GARITOS 155

Con estas cartas el resultado es el mismo quecon las anteriores; únicamente que presenta másnumerosos recursos.

Cuanto más hábiles son los Griegos, más pe-queños son los biseles. Yo he visto cartas que eranecesario fijarse mucho para ver que habian su-frido alteración alguna.

§. II.

Las cartas tintadas.

Cuando las cartas blancas no son de primeracalidad, muchas de ellas tienen un tinte dife-rente, es decir, que son de un blanco másmenos puro. Esta imperfección proviene de lamala calidad del cartón que se emplea en su fa-bricación.

El Griego sabe sacar partido de esos ligerosmatices para reconocer las cartas con solo poder-las examinar. algunos momentos.

Si las cartas no presentan ninguna irregulari-dad, el Griego logra darles algunos ligeros tintes,que únicamente él puede apreciar. Para haceresto frota con un trapo, ligeramente impregnadode plombagina, las cartas que quiere reconocer.

Un jugador, por prevenido que estuviera, nopodria apreciar esta falsificación. Son necesarioslos ojos de lince de un Griego para poder verestas imperceptibles marcas.

Debemos decir tambien que los Griegos tienenalgunas especialidades segun su capacidad. Unotendrá una excelente vista para servirse de car-

-

eca de Ilusionismo. Fundación Juan March (Madrid)

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15E SECRETOS DE LOS GARITOS

tas falsificadas, y otro, por razones que él sesabrá, gastara los recursos de la prestidigitaciónusando anteojos de présbita como si fuera cortode vista.

o §. III.

as cartas adherentes 6 resbaladizas.0,4 *

Así como se ha visto en el articulo anterior,los Griegos se aprovechan de los menores deta-lles que presentan las cartas para que el juegoles sea favorable.

Lo que puede que cueste algo de creer es el queuna baraja completamente nueva esté á veces endisposiciones favorables para que un hombreejercitado en ello pueda reconocer las cartasbajas y las figuras.

Esta trampa se hace particularmente con unabaraja que no se ha tenido en un punto totalmen-te seco.

El Griego, al distribuir las cartas, aprieta conbastante fuerza la baraja con el pulgar de lamano izquierda, así como para separar y hacercorrer las cartas superiores hacia la mano dere-cha. En estas condiciones, las cartas bajas sedeslizan con mucha mas facilidad que las figuras.

He aquí la razón:Para dar lustre al colorido de las cartas em-

pléase la goma. Pues bien; siendo esta sustanciamuy higrométrica, reblandécese con mucha faci-lidad y se hace un poco pegajosa. En este caso,

Biblioteca de Ilusionismo. Fundacion Juan Alarcli Madrid.)

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SECRETOS DE LOS GARITOS 157'

como las figuras tienen mas colorido que las cartasbajas, presentan más adherencia.

Este procedimiento lo usan particularmente losGriegos del gran mundo, que lo hacen con unapercepción de tacto de inaudita delicadeza.

Los Griegos de la clase inferior tienen bara-• as preparadas con objeto de hacer dichos efec-tos mucho más sensibles, cuidando de frotar to-das las figuras con una ligera capa de jabón,mientras que las otras cartas las impregnan concolofonio extremadamente fino.

§. IV.

Las cartas fuera de escuadra.

Cierto dia fui encargado por un juez del exä-men de algunas barajas que se habian cogido enun garito, gran número de las cuales habian ser-vido para jugar á la veintiuna.

A mi antigua profesión de mecánico debo eldescubrimiento del secreto por medio del cual elbanquero, al dar las cartas, podia saber si lasque tomaba de la baraja eran figuras, ó si no lle-gaban ä formar diez puntos.

Fig- 22-

era de Ilusionismo. Fundación Juan March (Madrid)

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158 SECRETOS DE LOS GARITOS

Las figuras y los ases estaban ligeramente cor-tados en sesgo por la parte de arriba, de modaque no estuviesen á escuadra, como la figura an-terior, pero mucho menos que esta.

Era necesaria mucha práctica para descubriresta alteración. Al Griego le era mas que sufi-ciente, y segun convenia á sus intereses tomabaesta carta ó la que le seguia.

§. v.Las cartas picadas.

El Griego emplea este secreto para marcar lascartas más importantes de la baraja.

Con una aguja despuntada pinchan, en una es-quina y por el lado de la pintura, ciertas cartas,de modo que produzca un pequeño relieve por laparte de arriba.

Ciertos Griegos perfeccionan mucho este pro-cedimiento; despegan una punta de la carta yhacen la punzada por dentro, volviéndola luegoa, encolar. De este modo solo existe sobre la cartauna pequeña aspereza, que, en caso que se des-cubriera, podria estimarse como un defecto delcartón.

Otros, mas hábiles todavía, en vez de marcar-las por arriba lo hacen al contrario; de este modola señal se disimula mucho por la pintura y lacarta se reconoce al tacto.

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SECRETOS DE LOS GARITOS 159

§. VI.

Las cartas ásperas.

En cierto modo esta trampa es igual ä la ante-rior, con la única diferencia que esta se hace ála vista misma de los incautos.

El Griego, cada vez que tiene en su poder unacarta que más tarde debe serle favorable, la se-ñala haciendo con la uña sobre el borde de la mis-ma una pequeña aspereza. Este signo tan sutilpuede muy fácilmente reconocerlo el delicado tac,to de un Griego.

Es conveniente advertir que los Griegos tienencomo una especialidad esta trampa; poseen taldelicadeza de tacto, que la reconocen hasta lle-vando guantes. Algunos se frotan las puntas delos dedos con piedra pómez, ó los humedecen coaciertos ácidos que dan ä la epidermis una extre-ma sensibilidad.

§. VII.

Las cartas onduladas.

Estas marcas se hacen tambien jugando.Cuando el Griego ha reconocido algunas cartas

que pueden convenirle para la trampa que quiereoperar, les hace en la esquina inferior de la mis-ma y hacia la parte interior un ligero doblez ó tor-cedura. Por pequeña que sea esta alteración, pro-,

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160 SECRETOS DE LOS GARATOS

duce en la carta una especie de sombra muy vi-sible para el Griego.

Generalmente esta trampa se emplea en el jue-go de los ciento. El Griego marca de este modo losases y una décimaoctava de un palo cualquiera.Con ciertas prácticas de prestidigitación, ya con-signadas anteriormente, sabe distribuirse el todo6 parte de esta serie, contra la cual no puedeluchar ningun adversario.

§. VIII.

Las cartas pintadas.

Es muy raro que entre los infinitos dibujos conque se adornan las cartas estén todos ellos en unmismo punto.

Por poco que uno se fije verá que estas marcasno están todas á la misma distancia del borde dela carta.

El fabricante y el honrado consumidor no sacanninguna consecuencia de esta particularidad, peroel Griego se aprovecha de esta irregularidad deadorno para hacer sus trampas.

A las tres ó cuatro partidas se halla ya en dis-posición para reconocer cierto número de cartas.

El que se dedica á esta trampa se fabrica ä me-nudo él mismo las barajas y dispone ä su gustoel dibujo.

Supongamos, por ejemplo, que los dibujos delas cartas estén formados de una série de losan-jes, sobrepuestos unos á otros; el Griego se loarregla de modo que el dibujo colocado cerca del

ioieca de • Fwtdaión

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SECRETOS DE LOS GARITOS 161-

borde de la carta este entero para el as; despues,por su proximidad hacia el borde, cortado por sucuarta parte, el rey; por la mitad el caballo, ypor sus tres cuartas partes la sota.

Que sobre el borde superior de la carta, el lo-sanje, por iguales alteraciones, represente oros,Copas, espadas y bastos, y de este modo tendrámarcadas las principales cartas de la baraja.

Solo la casualidad parece que haya producidoestas caprichosas combinaciones, y nadie tiene elderecho de ver en ella ninguna alteración.

§. IX.

Las cartas marcadas.

Hé aquí un secreto que aventaja á las abrevia-turas mas perfectas de la taquigrafía, pues pormedio de un solo punto se pueden conocer todaslas cartas de una baraja.

Supongamos un dibujo formado de puntos ó decualquiera otro adorno colocado simétricamente,tomo son generalmente esta clase de adornos.Véase, por ejemplo, la siguiente figura:

11

ec a de Ilusionismo. Fundación Juan March (Madrid)

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162 SECRETOS DE LOS GARITOS

23-

• ••••eo •e(D•

•••••e••

* 0 0 (heme

e • • 20E3O .013•• o • El

•• Ei • Ei

• f ñI •[13

El primer punto grande de la parte de arribade la carta representara oros; el segundo, des-cendiendo, copas; el tercero bastos y el cuartoespadas.

Si ahora, á uno de estos puntos naturales deldibujo de la carta, se añade otro pequeño, desig-nará la clase de la carta.

Dicho punto deberá colocarse en una de las di-visiones marcadas en la figura siguiente, y re-presentará: en el punto culminante un as; el quesigue á, la derecha un rey; el tercero un caballo;el cuarto una sota, y así sucesivamente.

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SECRETOS DE LOS GARITOS 163

2e.

Entiéndase bien que no se necesita más que unsolo punto para marcar la carta que se quiera.

Por la explicación que acabo de dar estoy se-guro que el lector ha tomado ya su partido so-bre las cartas con dibujos al dorso.

«Ya que pueden marcarse de ese modo las car-tas pintadas, no jugaré más que con cartas quetengan el dorso blanco, y de ese modo evitaréque me engañen.»

Desgraciadamente, las cartas blancas puedentambien prestarse á sufrir alguna alteración pa-ra la estafa. Ya lo he manifestado al hablar delas cartas tintadas; he aquí todavía una pruebamás: •

En el año 1849, M. B., juez del tribunal delSena, me rogó que me ocupase del examen ycomprobación de ciento cincuenta barajas cogi-das á un hombre cuyos antecedentes estaban muylejos de ser tan blancos como sus cartas.

En efecto, todas estas barajas tenian el dorsoblanco, y esta particularidad habla desviado has-ta entonces las más minuciosas investigaciones.

Era imposible descubrir en ellas la menor al-teración, el más pequeño signo, y todas parecianposeer las cualidades de una baraja de buena ley.

Pasé cerca de quince dias examinando, tanto á,

%ECO. ae LUIS1011.15/11.0. r ILIttlaCION Juan enarca unaana)

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164 SECRETOS DE LOS GARITOS

simple vista como con ayuda de un buen lente,la materia, la forma y los diferentes matices decada una de las cartas de las ciento cincuentabarajas. Nada pude descubrir, y ya cansado,acabé por someterme al dictämen de los peritosque me habian precedido.

—Decididamente no tienen nada esas barajas,dije incomodado, arrojándolas un dia sobre lamesa y lejos de mi.

De repente, sobre el dorso brillante de una delas cartas, creí ver un punto mate que hasta en-tonces habia pasado desapercibido á todas misinvestigaciones. Acerquéme; el punto desapare-ció. ¡Pero cosa extraña! reaparecia á mi vista enel momento mismo en que me alejaba.

—¡ Qué felicidad! exclamé yo entusiasmado conuna idea que atravesaba por mi imaginación. Yalo comprendo, si; es una marca distinta.

Y siguiendo cierto principio usado entre losGriegos, me aseguré que todas las cartas lleva-ban un punto igual, que, colocado en determinadositio, indicaba la carta.

lié aquí el procedimiento:Es necesario suponer por apreciación la carta

dividida en ocho partes iguales en el sentido ver-tical y en cuatro en el horizontal. Los unos indi-carán el valor de la carta, los otros el palo. Lamarca se coloca en el punto de intersección deestas divisiones. He ahí todo el procedimiento; lapráctica hace lo demás.

Cuanto al procedimiento que se emplea paraimprimir el punto misterioso de que he habladoanteriormente, se me permitirá que no le indi-que, porque mi objeto, como ya he dicho, es eldescubrir las trampas, no el enseñar ä hacerlas.

gilintlera ile flušionismo. Fundarixin Juan March Madridl

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SECRETOS DE LOS GARtITOS 1 6 5

Baste decir que, visto de cerca, este punto s&confunde con el blanco de la carta, y que á ciertadistancia el reflejo de la luz hace brillar la carta,en tanto que la marca se ve de color mate.

Oros. Copas Espadas Bastos

A primer golpe de vista puede que parezca

ter, de Thteinrivren Fund2rinr .1552» Marrit (Madrid)

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166 SECRETOS DE LOS GARITOS

algo dificil conocer la división á la cual pertene-ce un punto aislado en el dorso de una carta. Sinembargo, por poca atención que se ponga, podráapreciarse que el puesto, por ejemplo, en la car-ta representada en la figura anterior, no puedepertenecer ni á la segunda ni á la cuarta divisiónvertical, y por análogo razonamiento se compren-derá que este mismo punto se halla en la segundadivisión horizontal.

Representa, pues, un caballo de copas.Ya puede presumirse que un Griego, con tales

barajas, se juega, no diré su felicidad, sinó su li-bertad, contra la fortuna; y que con relación äla importancia de las apuestas, debe haber he-cho estudios profundos en un arte en el cual cifratodo su porvenir.

IX.

El rosario.

El rosario es un órden de cartas arreglado8egun ciertas palabras de una frase que se retie-ne en la memoria. Dicho de otro modo, es un pro-cedimiento de memoria artificial para trampearen el juego.

Hay más ó menos ingeniosos; los mejores sonlos que presentan ä la imaginación un sentido,un pensamiento ó solo una combinación agradable.

Uno de los más antiguos está formado por dosversos latinos, y cada palabra puede indicar una{le las cincuenta y dos cartas de una barajafrancesa completa. Hélo aquí:

ililioteca de Ilusionismo. Fundación Juan March (Madrid)

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SECRETOS DE LOS GARITOS 167

Unus , quin que , nov ent, farnulus, sex, quatuor, , duo,

Rex, septem, octo, fcemina, trina, decem.

Esas trece cartas están además arregladas porpalos, como por ejemplo: espadas, bastos, copas yoros, así como sigue:

1. 0 Unus (as) espadas.2.° Quinque (cinco) bastos.3.° Novem (nueve) copas.

Y así sucesivamente hasta la última.lié aquí ahora una frase para la baraja de trein-

ta y dos cartas, llamada baraja de jugar á loscientos:

Le Roi, dix, huit, neuf, valet, as, septe, dame.

Lo que significa:El rey, diez, ocho, nueve, sota, as, siete, caballo.

Como en el anterior ejemplo, las cartas estánarregladas por palos. Unicamente que al finali-zar, despues del caballo, en vez de poner el reydel palo siguiente, se hace de modo que el rey yel caballo sean del mismo palo. Sin esta precauciónse necesítarian cuatro reyes de espadas, cuatronueves de copas, etc. El ejemplo siguiente harácomprender mucho mejor este arreglo:Disposición de un rosario de treinta y dos cartas.

1. 02.°3.°

El rey de espadas.Diez de copas.Ocho de oros.

7.°8.0

9 •0

Siete de oros.Caballo de bastos.Rey de bastos.

4.° Nueve de bastos. 10. Diez de espadas.5 •0 Sota de espadas. 11. Ocho de copas.6.° As de copas. 12. Nueve de oros.

eca de ilusionismo. Fundación Juan March (Madri.1

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168 SECRETOS DE LOS GARITOS

13.14.15.16.17.18.19.20.21.22.

Sota de bastos.As de espadas.Siete de copas.Caballo de oros.Rey de oros.Diez de bastos.Ocho de espadas.Nueve de copas.Sota de oros.As de bastos.

23.24.25.26.27.28.29.30.31.32.

Siete de espadas.Caballo de copas.Rey de copas.Diez de oros.Ocho de bastos.Nueve de espadas.Sota de copas.As de oros.Siete de bastos.Caballo de espadas

Debo hacer notar que para esta clase de dis-posiciones, por muchas veces que se repita el cor-te, no cambia de ningun modo el órden de lascartas.

Cuando un Griego ha sustituido una baraja deesta clase ä cualquiera otra y ha sabido haceruna mezcla falsa que no descomponga su órden,puede conocer las cartas de su adversario viendolas que 61 tiene.

Así, pues, por ejemplo, en el ecarté, si su jue-go se compone de

El ocho de copas.El nueve de oros.El caballo de oros.El rey de oros.El diez de bastos,

sabrá. que su adversario tiene:El rey de bastos.El diez de espadas.La sota de bastos.El as de espadas.El siete de copas.

Triunfo serä el ocho de espadas, y conociendo.

Bililioteca de liusionismo. Fundación Juan March (Madrid)

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---n•••11,

SECRETOS DE LOS GARITOS

todas las cartas que siguen á esta, podrá pediró abstenerse de ello, segun lo juzgue más á pro-pósito.

En la veintiuna, baccarat y sacanete es dondemás fácil y peligrosa es esta trampa. Los juegosse cambian de antemano, y aunque realmente semezclen las cartas, pasa mucho tiempo antes deque pierdan su disposición; de modo que el Griegopuede saber por bastantes jugadas la carta quedebe venir por la que le precede.

X.

La sortija para marcar.

El Griego lleva algunas veces la trampa hastael arte: el instrumento que voy a, describir es unaprueba de ello. Si esta joya no se hubiese inven-tado con un fin culpable, no hay duda de quela admiraria.

La sortija, representada por la figura siguien-te, lleva el nombre de trépano* está hueca y suconcavidad forma un receptáculo, el cual se llenade tinta muy clara. Este liquido sale por una pe -quería abertura que se practica en la punta A,si ésta, en razón de su capilaridad, no retuvieseel liquido en su embocadura. Es una especie depluma caligráfica.

eca de Ilusionismo. Fundación Juan March (Madridl

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170 SECRETOS DE LOS GARITOS

2Z.

A

Pues bien; como esta punta se halla oculta enel interior de la mano, el Griego puede, en unmomento oportuno, marcar ciertas cartas con unpunto imperceptible, ä la vista misma de sus ad-versarios.

Estos puntos, segun sus diversas colocaciones,pueden, como ya he dicho anteriormente, indicarla carta.

El Griego se sirve tambien de ese instrumen-to para hacer sus trampas en el juego del dominó.

En este caso, la sortija es maciza, y la aspe-reza que está en el interior se halla guarnecidade una punta de acero muy aguda.

Se comprenderá fácilmente que el Griego, biensea cuando tiene las fichas en su mano, biencuando las mezcla, puede imprimirles un punto 6una raya, cuya disposición le permitirá recono-cerlas.

Creo que será útil decir que la punta de la sor-tija, por delgada que sea, está, un poco rebajada,

fin de que no forme sobre las fichas más que unamarca ligera y lisa que no puede infundirpechas.

bIioteca de Ilusionismo. Fundación Juan March (Madridl 4

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SECRETOS DE LOS GARITOS 171

Es necesario tener la vista de un Griego prác-tico para distinguir tan pequeñas marcas.

XL

La caja para tabaco.

Ya que estamos en los objetos de arte, hé aquítodavía uno que tiene tambien su mérito.

Tal vez costará trabajo el creer que una cajapueda convertirse en un instrumento para hacertrampas; Sin embargo, nada hay tan cierto.

El Griego, al ponerse á jugar, deja sin afecta-ción sobre la mesa una caja, sobre la cual hayun pequeño medallón que contiene una miniatura.Es un retrato de mujer artísticamente ejecutado.

Los jugadores se fijan naturalmente en esteobjeto, y algunas veces sucede que lo toman paraexaminarlo y enseñarlo á los compañeros.

Cuando ya ha empezado la partida, el Griegotoma un polvo; esto le proporciona la ocasión derecuperar su caja y dejarla delante de él.

Pero al mismo tiempo oprime un resorte invi-sible y sustituye la miniatura por un pequeñoespejo convexo, del cual saca mucho partido.

En efecto, cuando dä el Griego, como este es-pejo se halla debajo de las cartas, sabe todas lasque dä ä su adversario, pues se reflejan en él.

De vez en cuando el Griego hace reaparecerel medallón y ofreceun polvo á sus víctimas.

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172 SECRETOS DE LOS GARITOS

XII.

Aplicación de los principios anteriores

JUGADAS DE TRAMPA.—DISPOSICIÓN DE LAS BARAJAS.

Es muy cierto que un Griego hábil puede, pormedio de los principios que acabo de explicar, ga-nar ä todos los juegos, dándose las cartas que lepueden ser favorables.

Pero no se crea por esto que los atenienses seantan torpes que presenten sus trampas bajo laforma de prestidigitación. Pronto serian descu-biertos.

Estos inteligentes estafadores emplean sus recursos con mucha prudencia: no se dan general-mente lo que se llama un juego completo, y suhabilidad, unida ä esta ligera influencia, les essuficiente para asegurarles los favores de lafortuna.

A menudo modifica tambien el Griego el erapleo de sus astucias segun las circunstanciasCuanto más hábil es en el juego, menos trampasnecesita hacer. Tiene que jugar con uno que n0.sea muy diestro, y reconoce una gran superioridad sobre su adversario; entonces juega con legalidad y guarda sus perfidias para otra ocasiónSin embargo, como sucede que la suerte se con'place ä menudo en justificar el proverbio hastalos necios tienen fortuna, nuestro petardista estáä la defensiva contra la suerte, y se halla pre-parado ä lanzarle la mejor de sus artimañas.

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SECRETOS DE LOS GARITOS 173

Por estas razones es imposible hacer una des-cripción exacta de la organización del juego deun Griego: mas como trato de poner al lector alcorriente de la culpable ligereza de aquél, voy áPresentar como ejemplo una de esas trampas de laalta escuela, como generalmente se dice en uncirculo olímpico. Es la partida más grande que esPosible hacer en el juego de los cientos.

En esta trampa, cuyo arreglo se hace ante elulismo adversario y sin ninguna preparaciónanterior, el Griego puede ganar ä la primeraJ ugada por ciento sesenta y tres puntos (1).

Leyendo los detalles siguientes se verán lasd iferentes manipulaciones que sirven de base 11

toda ordenación de trampas en los juegos decartas, y se vendrá ä parar al objeto real deesta obra, que es muy peligroso el confiar gran-des cantidades en suertes, que, con tanta facili-dad, pueden hacerse influir en contra.

§. I.

Juego de los cientos (2).

EN EL CUAL HACE REPIQUE Y CAPOTE SU ADVERSARIO.

Esta jugada data del siglo pasado; fue inven-tada por el escamoteador Comus, que la ejecutabacon mucha limpieza y teniendo los ojos vendados.

(1) Pueden hacerse tambien hasta doscientos puntos, te-n iendo las cuatro terceras mayores; pero la menor cuarta, enPoder del adversario, destruye una gran parte de las ventajas.. (2) Tenga el lector en cuenta que en esta obra todos losJu egos que se describen son franceses.

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SECRETOS DE LOS GARITOS

De esta interesante parte es de donde se hallsacado todas las jugadas inventadas por los pres-tidigitadores como experiencias recreativas; ladescribiré á modo de preámbulo, para facilitarse pueda comprender mejor la jugada de que hehablado en el anterior capitulo.

Tomaba la baraja el escamoteador, y simulan-do alguna torpeza, enredaba las cartas de modoque la mayor parte de ellas estuviesen vueltasfigura con figura. Esto le proporcionaba la oca-sión de colocar las cartas en su primitivo estado,y mientras hacia esto, escogia y colocaba debajode la baraja una decimaoctava cualquiera, unrey y tres ases.

Una vez en posesión de estas doce cartas, do-blábales el ángulo de un solo golpe, lo cual produ-cia una pequeña torcedura, que podia apreciar fä-cilmente. (Véase §. VII, cap. IX.)

Entonces daba la baraja á su compañero paraque mezclase y se hacia vendar los ojos con unpañuelo, precaución que no le impedia ver por losintersticios que deja la prominencia de la nariz.

Tomaba de nuevo la baraja y simulaba una mez-cla para buscar las cartas marcadas y colocarlasen los puntos necesarios para ganar la partida,como se explicará en el párrafo siguiente.

Algunos prestidigitadores, en vez de hacer undoblez á las cartas, se contentan, al tiempo dehojear la baraja con aparente indiferencia, conhacer pasar debajo las doce cartas y colocarlasen seguida en el órden que desean, ejecutandc.una mezcla falsa.

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SECRETOS DE LOS GARITOS 175 s

§. II.

Juego de los cientos (1).

EN EL CUAL HACE REPIQUE Y CAPOTE SU ADVERSARIO, AUN-

QUE LAS CARTAS HAYAN SIDO MEZCLADAS POR ÉL EN UNA

JUGADA ANTERIOR.

Como me dirijo á personas que conocen el jue-go de los cientos, no tengo necesidad de entraren detalles sobre esta partida.

Es necesario que el Griego, al jugar, monopo-lice una decimasexta mayor, una decimacuartade as y una decimacuarta de reyes, que repre-sentaremos del modo siguiente:

1. 0 As de espadas. 7.° As de copas.2.° Rey de espadas. 8.° As de bastos.3° Caballo de espa- 9.° As de oros.

das. 10. Rey de copas.4. 0 Sota de espadas. 11. Rey de bastos.5.° Diez de espadas. 12. Rey de oros.6.° Nueve de espadas.

Es preciso, además, que el adversario dé el pri-mero, pues en la primera jugada es cuando debeentresacar las doce cartas.

Hé aqui cómo se ejecutan estas difíciles ope-raciones:

Es costumbre, antes de empezar una partida, el'

(1) En la obra titulada Tesoro de juegos de sociedced (que puedeadquirirse en la I ibreria de Pascual Aguilar, Caballeros, I, Va-lencia), hallará el lector todos los juegos franceses descritos en,este Ebro.

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176 SECRETOS DE LOS GARITOS

que cada uno de los jugadores corte para verquién dä.

El Griego, al mezclar las cartas, busca un as,lo coloca debajo de la baraja, y usando el princi-pio que he indicado en el §. V, cap. I, hace elpuente.

—Veamos ä quién le toca dar, dice, colocan-do la baraja sobre la mesa.

Corta el primero en el punto en que se encuen-tra el as, y como es imposible que el adversariosaque una carta mayor, le dice:

—Yo mando; jugamos en ciento cincuenta.La primera jugada es insignificante; el Griego

confia al azar el cuidado de la distribución de lastartas; está seguro de que su adversario no ga-nará la partida en el primer golpe, y solo seocupa en apoderarse de las cartas arriba citadas.

Su adversario le distribuye doce cartas, y to-davía tiene reservadas cinco para él en el monte.

Es probable que en estas diez y siete cartasse hallen cierto número de las designadas en elcuadro anterior.

Así, pues, debe evitar ä toda costa que va-yan ä parar ä poder de su adversario y guardár-selas para la jugada siguiente.

En consecuencia, hace su descarte para adqui-rir las que teme que vayan ä poder de su adver-sario. Forma ä su gusto un pequeüo paquete, so-bre el cual coloca sucesivamente y sin afectaciónlos ases, reyes y caballos que podrá tomar ä suadversario.

Supongamos que terminada la jugada solo hayarecogido seis de estas cartas: lié aquí el medio queempleará para tomar las otras seis del resto de labaraja.

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SECRETOS DE LOS GARITOS 177

Mientras están jugando ha dejado intenciona-damente sobre la mesa las bazas que ha hecho,ton las figuras vueltas hacia arriba, y como letoca dar á él, vuelve las de su adversario en elmismo sentido, aprovechando el momento en queéste marca sus puntos; escoge, al recoger las car-tas, todas las que le faltan y las coloca debajo conlas que ya tenia.

Si mi lector no está familiarizado con los jue-gos de cartas, hallará sin duda muy larga y difi-cil esta ordenación; no hay nada de eso.

Este aparente largo tiempo consiste que enprestidigitación son necesarias largas explicacio-nes para hacer comprender una operación muycorta. Pero no es esta la cuestión; solo deseo ha-cerme comprender: por eso me he extendido enesta manipulación.

Teniendo el Griego en su poder las doce cartas'que deben hacerle ganar, las coloca en el punto,que han de ocupar, para que al distribuirlas va-yan á parar á su poder.

Simulando, pues, una mezcla, hace sucesiva-mente pasar sobre la baraja:

1.° Tres cartas de debajo.2.° Tres cartas indiferentes tomadas del cen-

tro de la baraja.3 • ° Tres de debajo.4.° Otras tres indiferentes.5 •0 Otras tres de debajo.6.° Y tres indiferentes.

Despues, mezcla falsa, corte falso y distribu-ción por tres.

Como se ve' de las doce cartas que se han colo-

cado sobre la baraja, nueve le han de haber sido19.

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178 SECRETOS DE LOS GARITOS

distribuidas al Griego; las otras tres las toma enel robo.

Tiene, pues, en su poder:1. 0 Una decimasexta en espadas.2.° Una decimacuarta de as.3.° Una decimacuarta de reyes, con las cua-

les gana la partida, haciendo capote su adver-sario.

Esta jugada produce ciento sesenta y trespuntos.

La entresacada de las cartas y ordenación queacabo de describir es buena prueba de lo que sepuede hacer; sin embargo, hay que persuadirse,el Griego, como antes he manifestado, no searriesga nunca ä darse juego tan grande. Secontenta con una decimacuarta de ases 6 de re-yes, y aún de una simple quinta. La operaciónde escoger las cartas es entonces de las más sen-cillas y fáciles.

§. III.

Juego de los cientos.

SUSTRACCIÓN Y SUSTITUCIÓN.

En otro tiempo se acostumbraba en el juegade los cientos, cuando se habia terminado la dis-tribución de las cartas, dividir las que sobrabanen dos paquetes, los cuales se colocaban en cruzuno sobre otro.

Ahora se dejan esas ocho cartas en un solo pa-quete.

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SECRETOS DE LOS GARITOS 179

Esta nueva disposición dä lugar ä una trampa,que, aunque muy atrevida, no es muy fácil dedescubrir si no se conoce. Cuando uno está, ya pre-venido, es muy diferente.

Esta artimaña se ejecuta así:El Griego, al distribuir las cartas, se dä tres

de más. Coloca en seguida intencionadamente lasque sobran mucho más cerca de él que de su con-trario, quien no se apercibe de la sustracciónPorque está, clasificando las cartas.

Mientras el adversario está, ocupado en esto,el Griego toma las tres cartas más malas de sujuego, las quita por el procedimiento ya dicho ylas deposita con las demás, empujándolas comoPara ponerlas más cerca de su contrario.

Este natural movimiento encubre completamen-te el artificio.

Compréndase toda la ventaja que el Griegopuede sacar de tal fraude. No solo se desembara-za de tres cartas malas, sinó que las hace pasarä poder de su adversario.

§. IV.

El juego de „ecarté".

EL REY Y LA BOLA.

Antes de empezar este artículo sobre el ecar-té ä señalar un error generalmente espar-cido entre los jugadores.

Hablando de un Griego del cual se quiere pon

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180 SECRETOS DE LOS GARITOS

derar su culpable habilidad, se dice: «Es un hom-bre que vuelve el rey cuando quiere.»

Desengañarse: un Griego, si es inteligente,no comete jamás esa imprudencia. Sabe perfec-tamente que, volviendo muy á menudo un rey,despierta sospechas y no marca más que un pun-to, mientras que guardándole en su mano, gozala ventaja de marcar puntos dobles.

Al propio tiempo, el estafador que tiene espe-riencia no se da nunca un juego tan completocomo el que voy á describir, porque tal cantidadde triunfos no dej aria de inspirar en el jugadorreflexiones desventajosas para el Griego.

La jugada siguiente no debe considerarse másque como ejemplo de la manera de ordenar unatrampa para el juego de ecarté.

DISPOSICIÓN BE LA BARAJA.

El Griego, hojeando la baraja con aparente in-diferencia, hace pasar diestramente debajo de lamisma una decimasexta mayor, cuyo rey ocupala parte superior.

Hecho esto, nada tan fácil para el como colo-car las cartas de modo que vayan ä parar á supoder al repartirlas.

Para esto, simulando una mezcla, hace suce-sivamente pasar sobre la baraja:

1.° Cuatro cartas de debajo (buenas).2.° Tres del centro (malas).3•0 Dos de debajo (buenas).4.° Dos del centro (malas).Terminada esta manipulación, falsea el corte

por uno de los medios indicados en el capituloprimero y distribuye.

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181SECRETOS DE LOS GARITOS

Con arreglo á dichos principios, volverá el reyy poseerá en sus manos todos los triunfos.

§. v.

Juego de regla.

En las jugadas anteriores se ha visto que pro-cura el Griego, al empezar la partida, colocarencima 6 debajo de la baraja cierto número decartas, que clasifica segun el órclen indicado parala distribución.

Ejecútase esta clasificación, como he hecho yaobservar, simulando una mezcla, casi siempre enmedio de animada conversación sobre el modocómo se ha hecho la partida anterior.

El Griego posee este ejercicio en tan alto gra-do de perfección, que lo hace de un modo imper-ceptible.

Ya he dicho tambien que nunca se entretieneen hacer grandes jugadas y que se contenta conalgunas cartas buenas, con las cuales, por mediode su habilidad, saca un gran partido.

En este caso su manera de operar es muy fácil;héla aquí con toda su sencillez:

Acäbase la primera jugada y le toca dar alGriego; recoge, segun costumbre, las once cartas.que hay sobre la mesa.

Pero al recogerlas tiene cuidado en separartodas las que ve de un mismo palo y las colocaencima del montón, poniendo las otras debajo.

Supongamos que las cartas que haya escogidosean:

1. 0 El rey de copas.

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182 SECRETOS DE LOS GARITOS

2.° El as de copas.3. 0 El diez de copas.4. 0 El siete de copas.Para que la última de estas cartas sirva de

triunfo y que las otras tres vayan á parar á poderdel Griego, no tiene más que colocar sobre éstaslas primeras cartas que se le presenten á manopara completar el número de once.

Esto lo hace con suma facilidad, simulando unamezcla; despues falsea el corte por medio delpuente ó cualquiera otro de los métodos ya expli-cados, y distribuye.

De este modo el Griego se ha dado el rey, elas y el diez de copas. Cuanto á las otras cartas,se entrega al azar para darlas más ó menos fa-vorables.

Cuando se tiene sospechas sobre la moralidaddel adversario, es preciso vigilar con mucho cui-dado el momento en que se recogen las cartas yobservar, sobre todo, si las cartas que han salidoen la jugada aquella las tiene el en su poder.

§. VI.

Saeanete.

DEPÓSITOS DE LOS TRANSPORTES.

Esta trampa es la más sencilla y tambien la máspeligrosa de todas las que he descrito en estaobra: la ejecución, desgraciadamente, es muy fácil.

Trátase de colocar sobre la baraja, en el mo-

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SECRETOS DE LOS GARITOS 183

mento en que le toca dar al Griego, una serie decartas llamadas transportes.

Estos transportes se componen de una docenade cartas, y se hallan ordenadas, por ejemplo,como sigue.

1. 0 Caballo. 6.° Nueve.2.° Caballo. 7.° Nueve.3. 0 Diez. 8. 0 As.4 •0 Siete. 9 •0 Ocho.5. 0 Diez. 10. As.Cuando este transporte se halla agotado, el

Griego cede la mano ä otro; esto se explica fácil-mente.

He aquí ahora cómo se coloca el Griego lostransportes para poderlos coger con desembarazo.

Para mayor inteligencia del procedimientovoy ä quitarle al Griego su levita.

Como se ve en la siguiente figura 26, dos bol-sillos, llamados laderos, se hallan practicados allado izquierdo del chaleco.

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18 1i SECRETOS DE LOS GARITOS

Cuando el Griego espera su turno para tomarla baraja, apease con descuido sobre la mesa,y en esta posición coloca sus manos todo lo cercaposible de los transportes.

En momento oportuno coge las cartas (como seha dicho en el cap. IV) y las coloca sobre la ba-raja.

Es invisible esta toma de transportes porqueel Griego, que tiene la levita abrochada, favore-cido por la abertura producida en la parte de aba-jo, introduce su mano, que se halla completa-mente oculta.

Hay Griegos bastante diestros, los cuales qui-tan de la baraja otras tantas cartas, que colocanen sus laderos, otros las guardan hábilmenteocultas en la mano, para dejarlas en tiempo opor-tuno sobre el paquete.

De este modo no aumenta la baraja.

§. I.

Observaciön.

SOBRE LOS JUEGOS ENTRE CUATRO.

Se creerá que en los juegos entre cuatro per-sonas no puede el Griego organizar ningunatrampa, porque las cartas que deben distribuirseestán recogidas y mezcladas por otro.

Debo recordar al lector que en cierto capitulode esta obra ya he dado una explicación sumariasobre este objeto; voy, pues, ahora ä completarla.

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SECRETOS DE LOS GARITOS 1'85

En el juego de la bouillotte (1), por ejemplo, elGriego se une con un compadre, al cual colocacerca de él. Al recoger y mezclar las cartas, ésteorganiza una trampa para la jugada siguiente.

La trampa no puede sospecharse, porque noes el Griego el que se dä buenas cartas, sinó quese las dä el compadre.

Estos dos señores, ademas, fingen no cono-cerse.

A más ae esta trampa, sin que haya necesidadde compadre, hay para todos los juegos entrecuatro gran número de artimañas que puedenemplear los Griegos; todas ellas están tomadasde los principios generales, de los cuales he dadala nomenclatura.

OTRA OBSERVACIÓN.

He oido decir algunas veces que era imposibleque un Griego pudiese nunca ejercer su industriaen los círculos de la clase alta, porque estaba ri-gurosamente observado.

No cabe duda de que en esas reuniones, el Grie-go no se aventurará jamás ä hacer el salto debaraja, cambiar la carta, etc. ¿Pero no hay otrosmedios, los cuales puede emplear sin temor de serdescubierto?

Las cartas mareadas, por ejemplo. ¿No puedepara esto entenderse con un criado, con el cualcompartirá sus ganancias, con la condición de queentregue él las barajas?

¿La telegrafía no puede igualmente practicarseaún ante las más severas observaciones?

(1) Especie de juego entre cinco, tornado de la ber/artga,

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186 SECRETOS DE LOS GARITOS

Además, como ya he dicho al principio de estaebra, el Griego del gran mundo posee una sutile-za é inteligencia en relación con el centro en quese halla, y cuando se decide á hacer una trampa,lo hace en condiciones excelentes para salir airo-so de ella; si no usa la prestidigitación ante unagran concurrencia, sabe muy bien ponerla enpráctica en algunos sitios aislados y con aque-llos jugadores que ya ha analizado su perspi-cacia.

Lejos de mí, sin embargo, el pensamiento deque en todas las partes donde se juega haya bri-bones; al contrario, creo que existen ciertos cír-culos, ciertas sociedades, que nunca han tenidoen ellas más que gentes honradas. Pero no es estauna razón para que, tarde ó temprano, un Grie-go no pueda introducirse y ejercer impunementesus culpables maniobras.

XIII.

Trampas recreativas.

Ya he dado en el capitulo anterior algunosejemplos de jugadas graves ejecutadas por losGriegos. Ahora voy ä presentar al lector unaserie de trampas que llamaré recreativas, por-que están dispuestas de modo que un prestidigi-tador, divirtiendo á, los espectadores, les de-muestra con qué facilidad pueden engañarles entodos los juegos.

Volvamos á la partida anterior, que jugare-mos de un modo más divertido.

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SECRETOS DE LOS GARITOS ä7

Hemos dicho que el prestidigitador tiene ensu poder:

1. 0 Una décimasexta en espadas.2.° Una décimacuarta de as.3•° Una décimacuarta de reyes.El adversario es mano; ii él le toca, pues,

hablar; anuncia una décimasexta al caballo, por-que habiéndolo visto en tres palos diferentes, esprobable que hubiese podido ganar una.

—Seis cartas, dice él.—¿Cuántos puntos?—Cincuenta y cuatro. •—No valen. ¡,Es todo lo que teneis?—Si, porque es probable que mis tres caballos

no deben valer nada.—Efectivamente.Entonces extendeis sobre la mesa vuestra dé-

cimasexta mayor y decís: Diez y seis y seisveintidos, y catorce de reyes (los ensefiais) no-venta y seis, y catorce de ases, ciento diez.Estos dos catorces se han conservado en la manoizquierda.

Aquí debo abrir un paréntesis para dar unaexplicación, necesaria para inteligencia de loque sigue. Continuando la exposición y cuentade esta jugada de los cientos, preparamos secre-tamente una jugada de ecarté, la cual ejecuta-remos despues de ésta.

Volvamos á tomar la cuenta donde la habíamosdejado: ciento diez puntos, hemos dicho; cientoonce, decís tomando el nueve de espadas devuestra décimasexta para dejarlo á un lado;ciento doce, colocando el diez encima, y siguien-do contando, haceis lo mismo con las otras cua-tro cartas, con la sola diferencia que cuando lle-

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1 88 SECRETOS DE LOS GARITOS

gais al rey, colocais delante el as, A fin de que sehalle el último del paquete.

Al terminar la cuenta colocais sobre estas seiscartas los tres reyes y los tres ases, lo cual haceciento veintitres, que añadidos A cuarenta delcapote, forman ciento sesenta y tres.

No habiéndose empeñado todavía la partida,las cartas no se han mezclado; así, pues, es muyfácil, con el pequefie trabajo preliminar queacabo de exponer, preparar la jugada siguiente.

§. I.

Chistosa partida de „ecarté".

Segun las disposiciones indicadas en la jugadaanterior, teneis en vuestro poder seis espadas,tres reyes y tres ases, que poneis sobre la baraja.

Despues, con aparente indiferencia, tomais lastres cartas de vuestro ecarté, las cuales habeisdejado ä un lado, y las colocais debajo de las dosprimeras cartas; en fin, por medio de una mezclafalsa haceis pasar dos cartas de debajo de labaraja.

Esta organización os dä la disposición siguiente:Dos cartas indiferentes.Dos espadas.Tres cartas indiferentes.Cuatro espadas, entre las cuales la última es

un rey, que debe servir de triunfo.Despues vienen los tres reyes y los tres ases.La manipulación de las cartas arriba indicada

se hace hablando y sin intención declarada decontinuar jugando.

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SECRETOS DE LOS GARITOS lä9

Entonces colocais la baraja sobre la mesa.—Ya veis, decís, el peligro que hay de jugar

ä las cartas. Un Griego no haria estas jugadasde broma y con iguales medios; os dejarla fácil-mente sin dinero. Veamos. ¿Conoceis otro de losjuegos entre dos? El ecarté, por ejemplo.

—Si, sefior.—Pues bien; juguemos una partida de ecarté.Cógese la baraja preparada, hácese una mezcla

falsa y un corte tambien falso y se distribuyenlas cartas.

—Voy á volver el rey, decís; miradle, y todasmis cartas son triunfos.

Entonces echais sucesivamente las cinco cartassobre la mesa, diciendo triunfo, triunfo, etc.

§. II.

Continuación de la partida.—Otrajuga-da recreativa.

La bola y el rey, marco tres puntos; á vos ostoca dar (preséntanse las cartas al adversario),y al mismo tiempo quitanse cinco ô seis cartasque se tienen ocultas en la mano, segun el prin-cipio indicado en el capitulo III.

El adversario mezcla las cartas y para que nose aperciba de la disminución de la baraja, se ledistrae con una conversación animada, como, porejemplo, la siguiente:

—¿Tiene V. disposición para la prestidigi-tación?

—No creo que la tenga.

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190 SECRETOS DE LOS GARITOS

—Lo siento, porque os hubiera enseñado estajugada.

—Enseñádmela.—Con mucho gusto, pero antes será necesario

que os ejerciteis lo menos un año en hacer el sal-to de baraja, etc., etc.

Vuestro compañero dá en seguida á cortar ydistribuye.

Al recoger las cartas que os dä, colocais enci-ma de éstas las que habeis quitado anteriormen-te, teniendo cuidado de tener ocultas estas cartasun momento en la mano.

—¿A qué juego jugamos, caballero?—Al ecarté mismo.—¡Cómo! ¿Al ecarté? Entonces ¿por qué me

dais, pues, tantas cartas? (Espárcense todas lascartas.)

—Quien dá mal, pierde la mano, decís vos,mirando rápidamente las cartas que habeis an-teriormente esparcido sobre la mesa.

Os fijais en el palo que más domina en estasonce ó doce cartas, el cual supondré sea el decopas; escogeis cuatro de ellas, y como entre estascartas se hallan, como supongo deben acordarse,los tres reyes y los tres ases, unís el rey y el asde copas á estas cuatro cartas y las haceis pasartodas debajo de la baraja.

En seguida, por medio de una manipulaciónigual á la indicada en la jugada de los cientos,colocais sobre la baraja, simulando una mezclafalsa:

1. 0 Cuatro cartas de debajo.2.° Tres cartas indiferentes del centro.3•° Dos cartas de debajo.4.° Dos cartas indiferentes.

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SECRETOS DE LOS GARITOS vät.

La baraja debe entonces hallarse arreglada delmodo siguiente:

Once cartas preparadas, ä saber:1. 0 Dos cartas falsas.2.° Dos copas.3. 0 Tres cartas falsas.4.° Tres copas.5 •° Una copa para triunfo.Haceis una mezcla falsa, luego un corte tam-

bien falso, y distribuís las cartas.—Ahora mismo he vuelto el rey para triunfo,

decís terminando la distribución de las cartas;esta vez me lo guardo para mí.

Se marca y se hace el punto, lo cual hace ga-nar la partida.

§. III.

Juego de „ecarté", en el cual se hace ga-nar al adversario.

Como ya he dicho anteriormente, al tiempo dehojear la baraja escogeis una décimasexta mayorde cualquier palo, que colocais debajo de la mis-ma y que haceis pasar arriba en el órden si -guiente:

1. 0 Una carta de debajo.2.° Tres cartas falsas del centro.3.° Tres cartas de debajo.4.° Dos cartas falsas del centro.5.° Dos cartas de debajo.Mezcla y corte falso. Distribúyese primeramen-

te por dos y despues por tres.

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192 SECRETOS DE LOS GARITOS

En la ordenación de las cartas, el rey no debecolocarse para que sirva de triunfo.

§. IV.

Juego de „ecarté", en el cual el adversa-rio pierde una apuesta que ha propuesto,como ganada infaliblemente, viendo una

parte del juego del que dali.

Colócanse once cartas sobre la baraja, ä saber:

1. 0 El caballo de co- 6.° El nueve de copas.pas. 7.° El rey de bastos.

2.° El as de copas. 8.° El siete de copas.3. 0 El rey de copas. 9. 0 El siete de oros.4.° La sota de copas. 10. El siete de espadas.5. 0 El diez de copas. 11. El ocho de copas.

Hácese en seguida una mezcla y corte falso yse distribuye por dos y por tres.

Hé aquí cuál será la distribución de los juegos:

El que dá. El adversario.

Rey de copas. Caballo de copas.Sota de copas. As de copas.Siete de copas. Diez de copas.Siete de oros. Nueve de copas.Siete de espadas. Rey de bastos.

Triunfos, ocho de copas.—¡Dios mio! decís vos, echando sobre la mesa

los tres sietes de vuestro juego; ¡qué cartas tanmalas! Sin embargo, habeis tenido mucho cuida-do de no ensenar el rey y sota de copas.

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SECRETOS DE LOS GARITOS 193

—Sin embargo, añadis, tengo tanta suerte, queno creeria imposible ganar la partida con esteJuego.

Es seguro que el adversario, con el buen juegoque tiene, caerá en el lazo y apostará que gana.Entonces juega de autoridad; pero cualquieraque sea su modo de jugar, no puede evitar elperder tres puntos; porque dos de sus triunfosdeben caer en vuestras dos cartas bajas, y vues-tro siete del triunfo, pudiendo atacar al rey debaStos, teneis en la mano, para terminar la par-tida, lo que se llama vulgarmente la horquilla.

§. V.

El „baccarat".

PARTIDA DE « BACCARAT» FRUCTUOSA PARA EL BANQUERO.

Colócanse sobre la baraja diez y seis cartas enel Orden siguiente:

1.° Un nueve. 9 •0 Un ocho.2.° Una figura. 10. Un as.3.° Un nueve. 11. Un ocho.4.° Una figura. 12. Un as.5.° Un nueve. 13. Un ocho.6.° Una figura. 14. Un as.7.° Un nueve. 15. Un ocho.8.° Una figura. 16. Un as.

CLASIFICACIÓN.

Se hacen pasar sucesivamente sobre la barajadiez y seis veces seguidas:

13

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194 SECRETOS DE LOS GARITOS

1. 0 La última carta.2.° Dos cartas falsas.3.° La última.4.° Dos cartas falsas, siguiendo hasta el fin

del mismo modo.Corte falso y distribución por una.El banquero tendrá de corrida en cada jugada

nueve ó diez y nueve, y se llevará así los puntosde la derecha y de la izquierda.

Esta demostración de trampa recreativa albaccarat no se dä aquí más que como modelo.

Debe creerse que un Griego no se arriesgarianunca á ganar tan gran número de veces, y so-bre todo con tales juegos.

§. VI.

Colocad sobre la baraja trece cartas, á saber:1. 0 Tres reyes.2.° Tres caballos.3. 0 Una décimasexta mayor en bastos.4.° Un siete de bastos (para triunfo).

CLASIFICACIÓN.

Háganse pasar sobre la baraja:1. 0 Las cuatro últimas cartas.2.° Tres cartas falsas.3.° Las tres últimas.4. 0 Tres falsas.5.° Las tres últimas.6.° Tres falsas.

lioteca de Ilusionismo. Fundación Juan March (Madrid)lor

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SECRETOS DE LOS GARITOS 195

7. 0 Las tres últimas.8.° Tres falsas.Despues de lo cual, corte falso y distribución

por tres.El que da tendrá, en su poder:1. 0 Una imperial de reyes.2.° Una imperial de caballos.3. 0 Una imperial por la décimasexta.Y cuando haya terminado la partida, tendrá

además otras dos imperiales, lo que le asegura.la ganancia.

§.

El «whist».

PARTIDA DE « WHIST», EN LA CUAL HACEN « CHÉLEM» SUS

ADVERSARIOS.

Colócanse sobre la baraja trece cartas de unmismo palo, y para la clasificación por medio dela mezcla falsa procédase del modo siguiente:

1.° Habiendo tomado las trece cartas en lamano derecha, deslicese la última sobre el paque-te de las otras cuarenta y nueve que se tieneen la mano izquierda.

2.° Colócase despues esta carta con las tressiguientes sobre el paquete que se tiene en lamano derecha.

3. 0 Hacese todavía deslizar la última de estepaquete sobre el de la mano izquierda, y procé-dase como anteriormente para hacer pasar conlas otras tres sobre la baraja.

teca de Ilusionismo. Fundación Juan March (Madrid)

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196 SECRETOS DE LOS GARITOS

Continúese así hasta agotar completamente elpaquete de la mano izquierda.

Esta mezcla falsa es de una completa ilusión.Corte falso y distribución.Con trece triunfos en la mano, el que dá debe

infaliblemente hacer el chélem.

§. VIII.

Partida de «whist», en la cual cada juga-dor tiene trece cartas de un mismo palo,

lo cual no impide al que da hacer el«chélem» (chasco).

Todas las cartas deberán estar clasificadas porpalos, sin necesidad de hacer ninguna distinciónen el valor de las mismas.

Se hace una mezcla falsa y se da A cortar, sintemor de que se desarregle la combinación.

La distribución se hace una a una.Despues de la distribución, cada uno tendrá

trece cartas iguales. Unicamente que el que dätendrá la ventaja de que las suyas serán triunfos.

§.

La «bonillotte».

BERLANGA CUADRADA.

Colóquense sobre la baraja cuatro cartas igua-les, de otro modo dicho, una berlanga cuadrada.

îlioc,n1smo. wtoaciot Juai Mrcn wIa1nnJ

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SECRETOS DE LOS GARITOS 197

Despues, por medio de la clasificación, se hacenpasar sobre la baraja:

1. 0 Las dos últimas cartas.2.° Tres falsas.3.° La última.4. 0 Tres falsas.5.° La última.6.° Tres falsas.Mezcla falsa, corte falso y distribución.Tiénese, pues, una berlanga, mientras que los

adversarios no tienen más que lo que les ha toca-do en suerte, que de ningun modo puede ser tanbueno como vuestro juego.

§. X.

Partida de «bouillotte», en la cual se ganaak los adversarios despnes de obligarles ä

retriunfar.

Pónganse sobre la baraja trece cartas, ä saber:1.° Cuatro nueves.2.° Tres caballos.3.° Tres reyes.4.° Tres ases.Háganse pasar sucesivamente sobre la baraja:1. 0 Las dos últimas cartas.2.° La tercera, la sexta y la novena penúl-

tima.3.° La última.4.° La segunda, la cuarta y la sexta penúl-

tima.5. 0 Las cuatro últimas.Mezcla falsa, corte falso y distribución.

*o ca de Ilusionismo. Fundación Juan March (Madrid)

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198 SECRETOS DE LOS GARITOS

Cada jugador posee una berlanga que le dä laesperanza casi segura de ganar.

No es, pues, extraño ver que cada uno retriunfesu vez; pero como el que dá tiene una berlanga

cuadrada, es él el que gana ä sus adversarios.

§.

Bezign e.

CURIOSA PARTIDA DE « BEZIGUE», EN LA CUAL, CON UNA

SOLA BARAJA DE TREINTA Y DOS CARTAS, SE HACEN EN LA

PRIMERA JUGADA QUINIENTOS TREINTA Y DOS PUNTOS, SIN

QUE EL ADVERSARIO MARQUE UNO SOLO.

Esta partida es muy amena y merece que sedé su presentación en escena, lo cual efectuaréasí que haya terminado la jugada.

Colócanse debajo de la baraja diez y seis cartas'en el Ceden siguiente:

1. 0 Diez de copas. 10. As de espadas.2.° Diez de oros. 11. Rey de espadas.3 •0 Diez de bastos. 12. Caballo de espadas4.° Rey de copas. 13. Sota de espadas.5.° Rey de oros. 14. Diez de espadas.6.° Rey de bastos. 15. Nueve de espadas.7. 0 As de copas. 16. Siete de espadas.8.° As de oros. 17. Ocho de espadas.9.° As de bastos.

CLASIFICACIÓN BAJO LA FORMA DE MEZCLA.

Haced pasar sucesivamente sobre la baraja:

Biblioteca de Ilusionismo. Fundación Juan March (Madrid)

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SECRETOS DE LOS GA RITOS 199

1.° Las cinco últimas (cinco espadas).2.° Tres cartas indiferentes.3.° Tres cartas de debajo (tres espadas).4. 0 Tres cartas indiferentes.Esta clasificación debe servir para la distribu-

ción de los dos juegos; en seguida es necesarioclasificar las cartas del montón, de modo que parael reparto siguiente os den las cartas necesariaspara ganar la partida. Para esto se debe cambiarla forma de la mezcla falsa y continuar así:

1. 0 Tomar con la mano derecha las catorc ePrimeras cartas que se han clasificado sobre labaraja.

2.° Tener en la mano izquierda el resto de labaraja entre el pulgar y los otros cuatro dedos;despues deslizarlas sucesivamente debajo del pa-quete de la mano derecha:

1. 0 Con el pulgar de la mano izquierda, lacarta que está sobre este paquete.

2.° Con los otros cuatro dedos, la carta queestá debajo de este mismo paquete.

3.° Con el pulgar de la mano izquierda, laque está sobre el paquete, y así sucesivamentehasta el fin.

Para comprobar esta mezcla falsa, ó dicho deotro modc, para asegurarse si uno no se ha enga-llado, el juego debe terminar por un diez.

Las cartas deberán tener el órden siguiente:1. 0 Tras cartas falsas.2.° Tres cartas buenas.3. 0 Tres cartas falsas.4. 0 Tres cartas buenas.5.° Siete de espadas (triunfo).6.° Ocho de espadas.7.° Carta falsa.

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200 SECRETOS DE LOS GARITOS

8.° As de copas.9.° Carta falsa.Y continuando del mismo modo para los ases,

los tres reyes y los tres dieces, los cuales seránseparados cada uno de ellos por cartas indife-rentes.

Corte falso y distribución por tres.Desde la creación de la bezigue, decís ä vues-

tro adversario, se jugaba en quinientos tantoscon una sola baraja de jugar ä los cientos; y vistala pequeña cantidad de cartas, ä cada jugadorno se le daban más que seis.

La jugaremos, pues, así, para seguir completa-mente las reglas de esta partida.

Distribúyense: tres, tres, tres y tres, de-cís, y vuelvo de triunfo un siete, ä fin demarcar diez puntos 10

El que dä tiene en su poder una décima-sexta mayor en espadas.

Antes de mirar mis cartas tengo que ha-ceros observar, caballero, que cualquieraque sea la carta que jugueis, la ganaré conel nueve del triunfo, ä fin de poder marcarun casamiento en ese palo.

Ttimanse las cartas.—En efecto, mato y marco cuarenta. .Yo voy ahora ä robar el ocho del triafo,

con el cual mataré para marcar mis dos-cientos cincuenta. 250

Me faltan todavía doscientos tantos paraganar. ¡Veamos! ¿Cuál será la jugada másexpedita? Un ciento de as, por ejemplo. Tiroun as... Juégase uno de los triunfos paravolver ä salir, y cada vez que se tira unose dice; despues otro, etc.; despues, en fin,

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--•-der-1•16.

SECRETOS DE LOS GARITOS 201

el cuarto. Este debe ser el as de... (Comocada as se ha nombrado antes de tomar-lo, póideis designar el palo de este últimopor los que teneis en vuestro poder.)

Marco ciento. 100—Veamos ahora un ochenta de reyes. lié

aquí uno... despues otro, etc.; despues elcuarto. Marco ochenta. 80

Observe V. bien, caballero, que os he adver-tido que haria quinientos tantos sin que vos hi-cieseis ni un solo punto; así, pues, si teneis lasbriscas podeis contarlas. Voy ä tomarlas paraevitaros esa molestia. (Témanse sucesivamenteuna despues de otra.)

La carta que est, de triunfo os pertenece dederecho; pero para que no os incomode en vues-tras manos, juego triunfo mayor para ganaros yquedar dueño de la partida.

Así, pues, diez de la última y cuarenta de lasbriscas, hacen cincuenta, que, unidos ä los cua-trocientos ochenta, hacen quinientos treinta.

Es necesario comprender que durante esta par-tida es preciso ganar para ser el primero en tomar.

Si esta partida es dificil de ejecutar, tiene laventaja de ser muy brillante y producir con se-guridad un efecto sorprendente.

§.Juego de cientos, en que se hace repiquecon cartas blancas y se gana la partida.

Esta partida se juega en cien tantos.

Téngase de antemano preparada una barajadel modo siguiente:

de Ilusionismo. Fundación Juan March (Madrid)

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00C) SECRETOS DE LOS GARITOS

1. 0 As de bastos. 17. Siete de copas.2.° Rey de bastos. 18. Nueve de bastos.3.° Caballo de bastos. 19. Siete de espadas.4. 0 Diez de oros. 20. As de copas.5.° Nueve de oros. 21. As de oros.6.° Ocho de oros. 22. Ocho de bastos.7. 0 Sota de bastos. 23. Siete de bastos.8.° Diez de bastos. 24. Ocho de espadas.9.° As de espadas. 25. Rey de copas.10. Siete de oros. 26. Caballo de copas.11. Diez de copas. 27. Rey de oros.12. Nueve de copas. 28. Rey de espadas.13. Caballo de espadas. 29. Diez de espadas.14. Sota de espadas. 30. Caballo de oros.16. Nueve de espadas. 31. Sota de oros.16. Ocho de copas. 32. Sota de copas.

Esta disposición de cartas seria demasiado lar-ga para hacerla delante del adversario; es prefe-rible tener una baraja ya preparada y cambiarlaen el momento de empezar ä jugar.

Corte falso y distribución por tres.Despues de lo cual se empieza por enseriar diez

cartas blancas; luego, separando el nueve, ochoy siete de bastos, y en caso necesario el ocho deespadas, si el adversario, como debe, deja unacarta en el montón, se tiene para la entrada delcaballo de oros, de la sota de oros y de la sotade copas una decimasexta en oros y una quintaen copas, con las cuales se hará repique, ha-ciendo ciento siete puntos, y se ganará; porqueel adversario, habiéndose descartado segun lasreglas del juego del caballo, la sota, el nueve yel siete de espadas, ha tomado el rey y el caballode copas, el rey de oros y el rey de espadas. Así,

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SECRETOS DE LOS GARITOS -

203

pues, posee una quinta mayor en bastos, un ca-torce de as y un catorce de reyes, con los cualeshubiera hecho ciento cuarenta y nueve puntos,si su punto hubiera sido bueno.

§.

Ingeniosa jugada de cientos, en la cual sedeja al adversario libre: 1.0 de designaren qué palo quiere que se le de repique ycapote; 2.0 recibir las cartas por dos ó por

tres; 3.° escoger el paquete que quiera.

lié aquí cual debe ser el Orden de las cartasantes de dar á cortar (1):

1.° Caballo de oros. 17. Caballo de espadas.2.° Nueve de oros. 18. Nueve de espadas.3. 0 Ocho de oros. 19. Ocho de espadas.4. 0 *Siete de oros. 20. *Siete de espadas.5 •0 As de copas. 21. As de bastos.6.° Rey de copas. 22. Rey de bastos.7.° Sota de copas. 23. Sota de bastos.8.° Diez de copas. 24. Diez de bastos.9 • ° Caballo de copas. 25. Caballo de bastos.10. Nueve de copas. 26. Nueve de bastos.11. Ocho de copas. 27. Ocho de bastos.12. *Siete de copas. 28. *Siete de bastos.13. As de espadas. 29. As de oros.14. Rey de espadas. 30. Rey de oros.15. Sota de espadas. 31. Sota de oros.16. Diez de espadas. 32. Diez de oros.

(1) Asf como en la jugada anterior, esta baraja debe estarpreparada de antemano- y cambiarse antes de empezar la par-tida por los medios ya indicados.

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204 SECRETOS DE LOS GARITOS

Los cuatro sietes marcados con el asterisco *son cartas largas.

Es muy fácil ver, por el órden en que estándispuestas las cartas en la tabla anterior, quesi cortan por una de las cartas largas, que son lasúltimas de cada uno de los cuatro palos, siemprehabrá en el paquete ocho cartas de un mismo palo,y por consiguiente, si el contrincante con quiense juega quiere que se le dé un repique en oros,cortando por la primera carta larga, que es el sietede oros, se colocarán necesariamente los ocho orosdebajo de la baraja y se tendrá al tiempo de robarla quinta mayor de oros. Lo mismo sucederá enlos demás palos, cortando cada uno de ellos porel siete.

Habiendo pedido el adversario que se le dé re-pique en oros, resultarán los juegos siguientes,si, segun sus indicaciones, se han repartido lascartas dos á dos:

Juego del primero.

As de copas.Rey de copas.Caballo de copas.Nueve de copas.As de espadas.Rey de espadas.Caballo de espadas.Nueve de espadas.As de bastos.Rey de bastos.Caballo de bastos.Nueve de bastos.

Juego del segundo.

Sota de copas.Diez de copas.Ocho de copas.Siete de copas.Sota de espadas.Diez de espadas.Ocho de espadas.Siete de espadas.Sota de bastos.Diez de bastos.Ocho de bastos.Siete de bastos.

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205SECRETOS DE LOS GARITOS

Robo del primero.

As de oros.Rey de oros.Sota de oros.Diez de oros.Caballo de oros.

Robo del segundo.

Nueve de oros.Ocho de oros.Siete de oros.

Si, al contrario, el adversario juzga á propósitoel recibir las cartas tres ä tres, resultarlin losjuegos siguientes:

Juego del primero.

As de copas.Rey de copas.Sota de copas.Ocho de copas.Siete de copas.As de espadas.Caballo de espadas.Nueve de espadas.Ocho de espadas.Sota de bastos.Diez de bastos.Caballo de bastos.

Juego del segundo.

Diez de copas.Caballo de copas.Nueve de copas.Rey de espadas.Sota de espadas.Diez de espadas.Siete de espadas.As de bastos.Rey de bastos.Nueve de bastos.Ocho de bastos.Siete de bastos

Robo del primero.

As de oros.Rey de oros.Sota de oros.Diez de oros.-Caballo de oros.

Robo del segundo.

Nueve de oros.Ocho de oros.Siete de oros.

teca de Ilusionismo. Fundación Juan March (Madrid)

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206 SECRETOS DE LOS GARITOS

Cuando el adversario haya nombrado el paloen el cual quiere que se le dé repique, y que su-pondremos sea oros, se cortará por el siete deeste palo y se le dirá que tiene libertad para quele den las cartas por dos (5 por tres. Habiéndoseya distribuido de uno ó de otro modo, se le diceal adversario que puede escoger, pero sin mirarlas cartas, el paquete que desee, á condición deque será pié.

Si se han dado las cartas por dos y cada unotiene el juego que le pertenece, se descartará delnueve de copas, de espadas y de bastos, y doscaballos cualesquiera. Elrobo dará una quinta ma-yor en oros, catorce de as y catorce de reyes, conlas cuales se hará repique.

Si. por el contrario, el adversario ha escogidoel juego del compañero, se descartará el siete decopas, espadas y bastos y dos ochos cualesquie-ra. Se tendrá, pues, por el robo la misma quintade oros, catorce de caballos y catorce de sotas,lo cual producirá la misma jugada.

Si el contrincante, en lugar de recibir las cartaspor dos, prefiere que se le den por tres y guar-dar su juego, se descartará el rey, ocho y sietede copas, el nueve y ocho de espadas, á fin depoder robar la quinta mayor de oros, una terciaal caballo de bastos, tres ases, tres caballos y tressotas, con lo cual se hará repique.

En fin, si escogiese el juego del primero, se des-cartaria el caballo y el nueve de copas, la sotay siete de espadas y el as de bastos. Se robariala misma quinta mayor en oros, una tercia alnueve en bastos, tres reyes y tres dieces, queharian veintinueve puntos. Jugando se hará, úni-camente el sesenta.

Mueca ae Ilusionismo. Fundación Juan Match (Madrid)

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eca de Ilusionismo. Fundación Juan March (Madrid)

SECRETOS DE LOS GARITOS

NOTA. Aunque el repique se supone que se ha pedi-do en oros por el adversario, entiéndase que puede seren cualquier otro palo; tratase únicamente, como se haexplicado al principio, de cortar por el siete del palopedido.

XIV.Pequeñas trampas inocentes en su uso.

En los hechos ordinarios de la vida es muy fá-cil apreciar los límites que hay entre la honra-dez y la pillería; la conciencia y las leyes, en casode necesidad, trazan una linea de demarcación,sobre la cual todas las gentes están de acuerdo.

En materia de juegos no es lo mismo: se sabemuy bien dónde acaba la trampa, pero se encuen-tra uno muy apurado para decir dónde empieza.

Aquí me veo obligado á dar una explicaciónbreve, sin la cual el lector tendria derecho de ha-cerme una mala partida.

—Cómo! me dirán; ¿pretendeis que las genteshoradas no tienen bastante criterio para distin-guir los bribones de los leales? Eso es querer ha-cer mucho favor ä los Griegos.

Empiezo por declarar que nadie cree tanto co-mo yo en la probidad; sin esta firme creencia nohubiese dado ä la prensa este libro.

Pero por honrado que sea un hombre, ¿no pue-de él, estando jugando, dejarse llevar de ciertaslibertades admitidas en algunas casas, en quelas partidas no son bastante importantes para serformales, pero lo son suficiente, sin embargo,para no ser onerosas?

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208 SECRETOS DE LOS GARITOS

Verdad es que se trata de culpas leves; estoson maniobras inteligentes, sutilezas, astucias älas cuales, en defecto de apelación, se les puededar el nombre de prestidigitación ingeniosa.

Voy á señalar algunas, empezando por las másinocentes; despues me extenderé en esta via has-ta la fullería, rogando al lector se fije el mismoen dónde debe hallarse el límite de la honradez.

Si uno se encuentra frente á frente, por ejem-plo, de un jugador poco diestro, que clasifica bas-tante manifiestamente sus triunfos, ¿deberá, evi-tarse llamar mucho la atención de esta torpeza,que indica en parte la sustancia del juego deladversario?

Puede tambien suceder que, ora sea por des-cuido, ora porque las cartas se transparenten porla acción directa de alguna luz, se vean las car-tas de algun jugador, en cuyo caso, ¿no debe pre-venirsele?

¿Qué decís vos, lector, de un adversario que,jugando al ecarté, consulta á los que le rodeansobre si debe jugar ó no de autoridad, y que des-pues de alguna vacilación propone ir al robo?Debe suponerse que tiene muy buen juego y quetal proposición la hace por prudencia. Desenga-ñaos; se descarta de cinco cartas; quiere enga-

L„lioteca de Ilusionismo. Fundación Juan March (Madrid)

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SECRETOS DE LOS GA RITOS

Tñar á su adversario, y lo logra Si éste es inex-perto.

Otro, antes de proponer, mirará sus tantos comopara marcar el rey; luego, mudando de parecer,despues de haberos intimidado, pide cartas. Está,admirado de que se las deis, porque no solamen-te no tenia el rey, sinó que tenia un mal juego.

Estais todavía jugando al ecarlé y teneis tresPuntos; vuestro adversario lo ignora sin duda,Porque os lo pregunta.

—Tengo tres puntos, le decís. Esto parece de-cidirle ä no jugar de autoridad, y propone. Debecreerse que su juego es bastante bueno; haríaismuy mal en tal caso de rehusar; así, pues, con-sentís en darle.., cinco cartas, porque esta come-dia era una amenaza: no tenia nada.

Ciertos jugadores se ejercitan en dar ä la fiso-nomía una expresión contraria ä lo que sienten:tienen buen juego, afectan pedir cartas con pre-cipitación, y en caso contrario se les ve titubearal hacer esta proposición. Otros, con buenas car-tas, simulan estar incomodados y fruncen las ce-jas, mientras que con un mal juego se manifies-tan alegres é impacientes de empeñar la partida.

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teca de Ilusionismo. filndación Juan March (I1adrid)

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210 SECRETOS DE LOS GARITOS

Sucede tambien algunas veces que un jugador,al finalizar una partida, se encuentra confusosobre sus dos últimas cartas. Una de las dos pue-de salvarle de que le hagan bola. Echa sus doscartas sobre la mesa descubiertas, y fijando suvista en la de su adversario, ve que la mirada deéste se dirige sobre la carta preservadora. El ob-servador se aprovecha de esto y se libra del ca-pote.

Esta observación es infalible; ¿pero es escru-pulosa?

Con este objeto cuéntase una anécdota, la cualtiene cabida aqui.

En una partida de cientos, empeñada entre unmerosos interesados, uno de ellos está á punto deperder; quédanle por jugar dos cartas, el rey decopas y el de espadas; una de las dos cartas pue-de salvarle, pero únicamente la fortuna puede fa-vorecerle en la elección de la que debe jugar pri-mero. Las esparce sobre la mesa, y despues deestar titubeando por algunos momentos, se deci-de á tomar el rey de espadas para jugarle, cuan-do siente que le tocan el pié.

Nuestro hombre, tomando este indicio corouna revelación, muda de parecer y juega el rede copas. Pierde la partida; era el rey de espdas el que debia haber jugado primero.

El que ha perdido se queja de la mala jugadaque le han hecho hacer; quiere conocer al autorde aquella emboscada, y sabe que el pérfido avisese lo ha comunicado su adversario. Este, aunqueha procedido bastante pérfidamente, se justifi apretendiendo que si le ha tocado el pié ha sidoinadvertidamente.

L.L,lioteca de Ilusionismo. Fundación Juan March (141.adzid)

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En las partidas entre cuatro al whist, porejemplo, no se debe comunicar nada ä la perso-na con quien se juega si no es aquello que el usoautoriza; en cuanto ä éstos, no hay nada que de-cir, porque esta telegrafía es admitida de amboslados. Pero algunas personas pasan mas allä deestos limites, y se entregan ä movimientos ner-viosos, visajes y otras cosas, que dan ä enten-der muy claramente al compafiero el juego quetienen.

-.te- de Ilusionismo. Fundación Juan Mareh (Madrid) -

SECRETOS DE LOS GARITOS 211

Que el lector se decida sobre el grado de de-l icadeza de ambos jugadores.

En el ecarté no hay costumbre de hacerapuestas . así es que, apuéstese ó no, todos sonfieles al fado que se inclinan. Sin embargo, al-gunos jugadores hallan el medio de aprovechar-se de las jugadas favorables que presentan al-gunas de las partes.

Hé aquí cómo se lo arreglan:Asócianse dos personas y se colocan á la par-te contraria. Preséntase una jugada favorable;ä una seria convenida, el asociado pone una

apuesta bastante crecida, mientras que el otrose abstiene. Cuando la fortuna parece favorecerel lado adverso, la apuesta cambia de punto.Estas maniobras son, sin duda, muy inocentes,pero no pueden autorizarse.

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212 SECRETOS DE LOS GARITOS

En los juegos de ecarté, algunos jugadores,cuando mezclan las cartas, dejan ver al adversariola que está debajo de la baraja. Ciertas perso-nas se aprovechan de este descuido.

Hé aquí la pequeña maniobra que emplean ental caso:

El que dä presenta la baraja para cortar. Cór-

tase de modo que no se dejan menos de once cartassobre la mesa; como por medio de este corte lascartas van ä parar sobre la baraja, y han de dis-

tribuirse precisamente todas, resultará que si elobservador no tiene en su juego la carta que havisto, deberá hallarse en el juego del adversario.

Ya se sabe el perjuicio que puede causar el co-nocimiento de una carta en el juego del ecarté.

Vaya ahora un hecho, que recomiendo ä la apre-

ciación del lector:Nadie ignora que en ciertos juegos, y particu-

larmente en el de ecarté, los palos, al finalizaruna partida, están casi unidos, porque las reglasdel juego exigen que se ha de obedecer al paloque se salga.

Lo que costará algo más de creer, si no se ha-ce una prueba de lo que voy á decir, es que porbien que se mezclen las cartas por el método ordi-nario, es muy raro que, dos ó tres cartas que se

habian reunido, se separen.Admitamos que un jugador diestro, cuando el

adversario recoge las cartas para mezclarlas,haya visto que habia reunidas tres cartas de unmismo palo, como por ejemplo, el rey, el caballoy la sota de copas; va ä verse la ventaja que élsacará de esta observación.

' lioteca de B11.5107(157110. Fundación Juan March (Madrid)

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SECRETOS DE LOS GARITOS 213

Con la suposición, muy probable, de que estascartas no se hayan separado con la mezcla, si elobservador, despues de distribuidas las cartas,tiene el rey en su juego, y esta carta es la segun-da del primer reparto, puede suponer que el reyy la sota que le seguian están en el juego deladversario. De otro modo, si la sota se la hadado en la primera de las tres cartas del segundoreparto, el caballo y el rey pueden estar en eljuego adverso. Si, en fin, el rey sale por triunfo,las otras dos cartas la siguen en el montón.

Siguiendo esta táctica, ¿no puede descuidarseun poco la mezcla de las cartas para favorecer elbuen éxito de tan inteligente observación?

Sucede A menudo que en la bouillotte, un juga-dor, teniendo mal juego, propone una apuesta con-siderable para intimidar y hacer que se vayan.Esta sutileza sale bien algunas veces, pero enrazón á su objeto tan delicado, no se tolera enmuchos círculos.

Para terminar esta colección de supercheríasmás ó menos lícitas, voy á citar un hecho que lacrónica, con razón ó sin ella, atribuye á M. Ta -lleyrand.

Hélo aquí:M. de Talleyrand jugaba á la bouillotte; acaba-

ba de dar las cartas, y segun costumbre en estejuego, esperaba su turno para hablar.

Los dos primeros adversarios pasan.

Ilusionismo. Fundación Juan Mai rh (Madrid)

Page 222: Los Secretos de Los Garitos - Robert Houdin 1891

214 SECRETOS DE LOS GARITOS

—Diez luises, dice el tercero.—Veinte, repite M. de Talleyrand.—Cuarenta, replica el adversario.—Todo, dice resueltamente el diplomático, se-

talando cien luises que tenia delante. Pero eneste mismo momento se le cae una carta de entrelas manos; es un nueve; la recoge con la mayorpresteza.

El adversario ha tenido, sin embargo, tiempode ver esta carta, y aunque tiene una berlangade reyes, juzga prudente pasar. Ha pensado quesi M. Talleyrand ha propuesto tan vigorosamen-te, es porque debe tener un juego magnifico. Loque se lo hace creer mucho más es que la cartaque se ha visto es un nueve, y segun todas las pro-babilidades, el nueve caldo de las manos del diplo-mático formaba parte de una berlanga cuadrada.

Recógense las cartas; M. de Talleyrand ganacon tres cartas desiguales, entre las cuales figu-ra el nueve, que tan mañosamente ha dejado caersobre la mesa para intimidar á su adversario.

Con esa anécdota hago punto final, porque sicontinuase con tales relatos algunas páginas más,temerla confundir insensiblemente el titulo deeste capitulo con el de los que le han precedido.El lector, además, deberá estar suficientemen-te enterado de la naturaleza de las trampas quele he descubierto, y hallarse más que nunca afir-mado en la opinión de que un jugador fiel nodebe aprovecharse de otras ventajas que las quele ofrece su buena fortuna y la inteligente direc-ción de su partida.

Ahora que ya se halla terminada mi tarea, mepermitirá el lector que le haga participe de un te-mor que no ha cesado de atormentarme durante

Ilioteca de Ilusionismo. Fundación Juan March (Madrid)

Page 223: Los Secretos de Los Garitos - Robert Houdin 1891

SECRETOS DE LOS GARITOS 9.15

todo el curso de esta obra. Este temor, del cualos quiero dar parte, se comprenderá más fácil-mente cuando lo haya hecho preceder de un cortoapólogo.

Creo, lector, que no habreis dejado de ver al-guna vez ese singular espectáculo que presentandos hombres peleando en medio de la calle, y que,reconciliados repentinamente, dirigen sus fuerzasreunidas contra el oficioso que trata de separarlos.

Pues bien; corre el mismo riesgo que elagente conciliador el autor de esta obra?puede convertirse en un enemigo comun, tantopara los apaleadores como los apaleados, ó los in-cautos y los bribones? Los jugadores apasionadospuede que lo vituperen por apartarles del juego,inspirándoles el temor de que les roben. LosGriegos no dejarán de tenerle rencor por haber-les quitado la máscara que los cubria.

Estos pensamientos no me han impedido elcontinuar la tarea que me impuse; y como quieraque sea, espero que el público me agradecerá porlo menos el que le haya desengañado y el quehaya cuidado mucho más de sus intereses quede los mios

FIN.

liote c a de Ilusionismo. Fundación Juan Mara (Madrid)

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Biblioteca de llusionismo. Fundación Juan March (Madrid)

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INDICE 217

INDICE

Paginas

Prólogo. 5Una anécdota ä modo de introducción. Un

profesor peligroso

LAS TRAMPAS DE LOS GRIEGOS DESCUBIERTAS1. Los Griegos modernos 20

II. El Griego del gran mundo 25III. El Griego de la clase media 28IV. El Griego de garito 33

V. Un Griego cogido en infraganti delito. 43VI. El jugador Raimundo y sus procedimien-

tos infalibles. 49Aviso él, los jugadores. 54

VII. Historia de un Griego. 63VIII. Garitos clandestinos, Griegos estafado-

res, robados y estafados 70IX. Garito clandestino. 77

La telegrafía clandestina. 80X. La jugada del médico. 84

XI. La sortija de estras 89XII. Una infame emboscada 102

Parte teenica. 127

PRINCIPIOS GENERALESde las trampas empleadas en los Juegos de cartas

1. El corte falseado 129§ I. El salto de baraja. 131

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218 INDICE

Ab-

Paginas

§ II. El corte falso. 134§ III. La horcajadura. 136ä IV. La carta ancha. 136§ V. El puente. 137

II. Correr la carta 138III. El robo. 141IV. El depósito. 143V. La carta á la vista 143

VI. Sustitución de las barajas. 144§ I. La caja en la manga 147VII. Las mezclas falsas 148§ I. La mezcla clasificadora. 149

§ II. La mezcla parcial 150§ III. El abanico. 150§ IV. La cola de milano 151VIII. Las cartas alteradas 153

§ I. Las cartas cortadas ä bisel. 153§ II. Las cartas tintadas. 155

§ III. Las cartas adherentes ó resbaladizas.. 156§ IV. Las cartas fuera de escuadra 157

§ V. Las cartas picadas 158§ VI. Las cartas ásperas 159

§ VII. Las cartas ondulada 159§ VIII. Las cartas pintadas 160

§ IX. Las cartas marcadas. 161IX. El rosario. 166X. La sortija para marcar 16 XI. La caja para tabaco 171

XII. Aplicación de los principios anteriores Jugadas de trampa. Disposición de lasbarajas. 172

Juego de los cientos.—Repique y capote aladversario. 173

Juego de los cientos.—Repique y capote al

. i ,tioteca de Ilusionismo olación Juan Mara (Madrid)Bonum-

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ÍNDICE 21'J

Paginas

adversario, aunque las cartas hayansido mezcladas por él en una jugadaanterior. 175

§ III. Juego de los cientos.—Sustracción y susti-tución 178

§ IV. El juego de «ecarté.»—E1 rey y la bola. 179§ V. Juego de regla 181

§ VI. Sacanete.—Depósitos de los transportes 182§ I. Observación.—Sobre los juegos entre cua-

tro 184Otra observación 185

XIII. Trampas recreativas ..... . 186§ I. Chistosa partida de «ecarté». 188

§ II. Otra jugada recreativa 189§ III. Juego de «ecartó», en el cual se hace ga-

nar al adversario 191§ IV. Juego de «ecarté», en el cual pierde el ad-

versario viendo una parte del juego delque dä 192

§ V. El «baccarat». 193§ VI. El «imperial». 194

§ VII. El «whist». 195§ VIII. Partida en la cual cada jugador tiene

13 cartas de un mismo palo. . . 196§ IX. La «bouillotte». —Berlanga cuadrada. . . 196§ X. Partida en la cual se gana ä los adversa-

rios despues de obligarles ä retriunfar. 197§ XI. «Bezigue».—Con una sola baraja de 32 car-

tas se hacen en la primera jugada 532puntos, sin que el adversario marqueuno solo. 198

§ XII. Juego de cientos, en que se hace repiquecon cartas blancas y se gana la parti-da, jugada en 100 tantos 201

ÁoÍeca de ,ilusionismo. Fundación Juan March (Madrid)

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220 ÍNDICE

Paginas

§ XIII. Ingeniosa jugada de cientos, en la cual sedeja al adversario libre: 1 •0 de designaren qué paló quiere que se le dé repiquey capote; 2.° recibir las cartas por dos6 por tres; 3. 0 escoger el paquete quequiera 20:3

XIV. Pequeñas trampas inocentes en su uso. 207

-->•(Ieieeeelere4/.4--

, -,lioteca de Ilusionismo ,dación Juan Mara (Madrid)

Page 229: Los Secretos de Los Garitos - Robert Houdin 1891

OBRAS DE VENTAEN LAS

PRINCIPALES LIBRERÍAS

La Cartomancia antigua y moderna, ó tra-tado completo del Arte de echar las cartas, segunlos métodos empleados hasta el dia, por Etteilla y losmás célebres cartománticos; aumentado con losHoróscopos para ambos sexos »

' de un curso de Quiro-

mancia, segun las doctrinas de Alberto el Grande,etcétera etc. 2. = edición. Un tomo en 8. 0, de unas 300paginas, ilustrado con láminas sueltas, buen papely elegante impresión, 3 pesetas.

Palanca.—El moderno Prestidigitador. Nueva co-lección de juegos de escamoteo, naipes, magia blanca,física y química recreativas, por D. Ricardo Palancay Lita. Un tomo en 16.°, ilustrado con 38 grabados,1 peseta.

B,iehart.—E1 Mago de los salones 6 el Diablo de co-lor de rosa: nueva colección de juegos de escamoteo,de física y química recreativa, naipes, magia blanca,etcétera. 4. a edición corregida. Un tomo con 211 gra-bados intercalados en el texto, 3 pesetas.

Ponsin.—Curso completo de Prestidigitación, 6 laHechicería antigua y moderna explicada. Un tomode 600 páginas con grabados. 3. a edición. 4 pesetas.

Robert-Houdin.—Los secretos de la Prestidigita-ción y de la Magia. Cómo se hace un brujo.—Estaes la primera traducción que de esta obra se hace alespañol por el inteligente aficionado al arte de laprestidigitación D. Ricardo Palanca y Lita. 3.* edi-ción. Un tomo en 8. 0 mayor, ilustrado con 70 graba-dos intercalados en el texto, 2'50 pesetas.

Robert-nondin.—Secretos de los garitos. Arte deganar á todos los juegos: traducción de Ricardo Pa-lanca y Lita. Un tomo en 8.° con grabados, 2. • edi-ción, 2 pesetas.

Bobert-Houdin.—Mäsia y física recreativa. Untomo en 8.° de 200 páginas, ilustrado con grabados,3 pesetas.

Mi°gdeUio1ismo. Fundación Juan .,.ch.(hdadrid)

Page 230: Los Secretos de Los Garitos - Robert Houdin 1891

1Legislación de caza y pesca y uso de armas, porD. J. M. R. B. Un tomo en 8.°, 0'50 pesetas.

Los Caballeros de Játiva.—(Memorias de unconvento.)—Leyendas históricas.—Crónicas de laEdad Media, por D. Juan B. Perales.—Un tomo en8.° de cerca de 400 páginas, 1 peseta.

Los Héroes de Montesa.—(Memorias de unconvento.)—Leyendas históricas.—Crónicas de laEdad Media; segunda parte de Los Caballeros deJativa.—Un tomo de más de 300 páginas, 1 peseta.El Antecristo se acerca, por D. Juan BautistaPerales. Un tomo en 8.°, 1 peseta.

Tratado completo de la cria del canario, fai-sanes, periquitos ondulados y perdices de California,seguido de un tratadito del arte de disecar toda clasede pájaros. Un tomo de más de 400 páginas en 16.0,1 peseta.

Le Boy.—La medicina curativa ó la purgación. Untomo en 8. 0, 2'50 pesetas; fuera 3.

Le Boy.—Casos prácticos de las curaciones conse-guidas por el método purgante de Mr. Le Roy. Un to-mo en 8. 0 , 2'50 pesetas.

Manual completo para hacer toda clase de tintasde lustre, comun de escribir, perpetua, doble, inde-leble en tabletas, de viajes, tintas de colores paramarcar, para escribir en madera y mármol, para im-prenta y litografía, para relieves autógrafos, para di-bujo y retoque, de trasporte, china, simpáticas, etc.Construcción de lápices de dibujo y litografía, re-cetas para limpiar toda clase de escritos, seguidode un apéndice de barnices y charoles. Un tomo en8.°, 1 peseta.

Argimiro Blay.— Novísimo secretario de losamantes, ó el correo del amor. Formulario de cartasamorosas, seguido del diccionario y el reloj de Flora.4. a edición, aumentada con el lenguaje de las flores,del abanico y del paf-Hielo, con una lámina al final dellibro que contiene las figuras del lenguaje de las ma-nos. Un tomo en 8. 0 de 296 páginas, 1 peseta.

Física y Química recreativas, <5 sea arte deparecer brujo siendo cristiano, aumentado con jue-gos de cartas, de prestidigitación, de cálculo, de so-ciedad y el conocimiento de caracteres. Un tomo en16.° de más de 200 páginas, 1 peseta.

Novísimo arte práctico de cocina perfeccio-nada, repostería y arte de trinchar. Contiene además

1USiOlLiS711,, n Juan March (Madrid

Page 231: Los Secretos de Los Garitos - Robert Houdin 1891

un tratado para la fabricación de licores, multitudde secretos pertenecientes á diferentes artes y ofi-cios. Diversos medios de economía domöstica, lavaday planchado de ropa y encajes, recetas para variasenfermedades muy comunes en las familias, cultivoy propiedades de varias flores y yerbas medicinales,secretos de las gallinas, capones y gallos, etc. 10.'edición, aumentada con la paella valenciana. Un tomoen 16.°, 1 peseta.

Gilabert (Enrique).— Novísimo Manual del con-fitero, pastelero y licorista. Trata este libro: Delazúcar y sus cualidades. Clarificación del azúcar. Delos colores que se emplean y modo de prepararlos.De los puntos del azúcar. De las grageas, ó sean pe-ladillas y confites en general. De las compotas, dulceen conserva, almíbar para tarros. Dulce para seco.Modo para hacer el baño para cubrir y carar dulce.Fabricación de toda clase de turrones. De las mer-meladas. Fabricación de los caramelos en general. Delas pastillas, idem á la gota (bombones). De los biz-cochos en general. De las tortadas y otras clases deplatos para postre. Confección de varios artículos deconfitería. De la repostería en general. Epoca en quese confita toda clase de frutas. Pastelería en generaly fórmulas para la confección de cada clase. Fabri-cación de toda clase de licores. Obra de utilidad paralos maestros confiteros y. familias en general. 250páginas. Un tomo en 8.°, ilustrado con 41 grabados,1'50 pesetas.

Nuevo método de lavado y planchado y de dar bri-llo á la ropa, por D. a Josefa Dominguez de Busto. 2.aedición. Un volúmen, 0'50 pesetas.

Curso de topografia militar, por E. Poirot,jefe de batallón del regimiento de línea núm. 111:traducción española, ilustrada con unos 300 graba-dos, precedida de un prólogo y adicionada de notas,por D. Antonio Gimeno Cabañas, capitan graduado,teniente del regimiento de caballería de Sagunto. Untomo en 8.° de 300 páginas y otros tantos grabados,4 pesetas.

Quevedo.—Sueños y discursos 6 desvelos soñolien-tos de verdades soñadas, descubridoras de abusos,vicios y engaños, en todos los oficios y estados delmundo. Un tomo en 8.°, encuadernado en una boni-ta cubierta de colores, 1 peseta.

Llioteca de Ilusionismo. Fundación Juan March (Madrid)

Page 232: Los Secretos de Los Garitos - Robert Houdin 1891

EN PRENSA

co FIDE\TCIASde

UN PRESTIDIGITADOF

POR

ROBERT-HOUDIN

Dos tomos en 8.°

Los pedidos, acompafiados de su importe, ä lalibrería de Pascual Aguilar, editor, Caballeros,número 1, Valencia, ó en las principales librerías.

lidie c a de Ilusionismo. Fundación Juan March (Madrid)

Page 233: Los Secretos de Los Garitos - Robert Houdin 1891

_Leca de Ilusionismo. Fundación Juan Match (141adrid) iii.--n_

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OBRAS QUE SE HALLAN DE VENTA

EN I.AS PRINCIPALES LIBRERÍAS

Secretos de los Garitos.—Arte de ganar ä todot 3

los juegos por Robert-Houdin. Traducción de Ricard; )Palanca y Lita. —2." edición. —Un tomo de 222 página . íen 8.°, ilustrado con grabados, 2 pesetas.

Los secretos de la Prestidigitación y de la Margia.---Cómo se hace uno brujo, por Robert-HoudidTraducción de Ricardo Palanca y Lita.—Tercera ediciónilustrada con 70 grabados.—Un tomo en 8, 0 , 2'50 pesetas.

Magia y Física recreativa. —(01)ra póstuma) por Robert-Houdin.--Un tomo en 8.°, de 28 páginas, ilustradocon grabados, 3 pesetas.

La Cartomancia antigua y moderna, ó Tratadocompleto del arte de echar las cartas, según lo;métodos empleados hasta el dia por Etteilla y los más celebres cartománticos; aumentado con los Horóscopos panambos sexos; de un curso de Quiromancia, según las dotrinas de Alberto el Grande, etc., etc., etc.-2. edición.Un tomo en S.°, de cerca de 300 páginas, con láminas, debuen papel y elegante impresión, 3 pesetas.

El Moderno Prestidigitador.—Nueva colección de jue-gos de escamoteo, nAipes, magia blanca, física y químrecreativas, por D. Ricardo Palanca y Lita. — Un toen 46.°, ilustrado con 38 grabados, 1 peseta.

El Mago de los Salones, Õ el Diablo colorrosa.'—Nueva colee:ión de juegos de escamoteo, de fiy química recreativ

'is naipes, magia blanca , etc . ,

Richard.--4. * edició.EValencia, 1886.—Un tomo congrabados intercalad; s en el texto, 3 pesetas en Valen3'50 fuera.

Curso completo do Prestidigitación, 6 la Hechi-cería antigua y moderna explicada, por Ponsin.—3.° edición.—Un tomo de 500 páginas, con grabados in-tercalados en el texto, 4 pesetas en Valencia y 4'50 fuera.

Los pedidos se diri g irán á D. Pascual Aguilar, editor, rallede Caballeros, núm. 17 Valencia, acompañando al mismo suimporte en libranza 45 sellos de franqueo y serán servidos ä

correo seguido.

Page 235: Los Secretos de Los Garitos - Robert Houdin 1891

F fllí.M .Trn 1hrd, (!Ii1ijdJ

Page 236: Los Secretos de Los Garitos - Robert Houdin 1891

Biblioteca de Ilusionismo. Fundación Juan March (Madrid)

Page 237: Los Secretos de Los Garitos - Robert Houdin 1891

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eca de Ilusionismo. Fundación Juan March (Madrid)

Page 238: Los Secretos de Los Garitos - Robert Houdin 1891

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