los residuos textiles de una sociedad · trabajadores de la textil bellavista oveja tomé, 1935....

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189 188 DISEÑA EMERGENTES La industria textil chilena: Todo era tejer y cantarLa industria textil chilena fue, durante casi 150 años, un sector activo cuya “edad de oro” trans- currió en los años cincuenta y sesenta del pasado siglo. Su de- sarrollo coincide con una época en que el país cuidaba y valoraba su producción interna por sobre todas las cosas, haciendo que en diversos lugares fuera de Santia- go, específicamente en ciudades de la Región del Biobío, existieran excelentes fuentes de trabajo. la industria textil chilena está en decadencia y hay voces que confirman que hoy ya no existe nada de esos años en que Chile se vestía de Chile. Nuestro país fue cuna de grandes fábricas, como Algodones Hirmas, cerra- da en 1971; Machasa, una de las fábricas más modernas de Lati- noamérica, ubicada en Santiago, fundada en 1937 y declarada en quiebra en 1982; y Bellavista Oveja Tomé, fundada en 1865, declarada en quiebra en 2008 y recientemente adquirida por la chilena Texfina, por nombrar solamente algunas de las más Hace una década, los mayores importadores y exportadores eran los países desarrollados, como la Unión Europea, Estados Unidos, Canadá y Japón (Shafi, 2014). Los países con la mayor proporción de textiles y prendas de vestir en sus exportaciones eran los siguientes: Bangladesh (85.9%), Macao (84.4%), Cambo- ya (72.5%), Pakistán (72.1%) y El Salvador (60.2%) (Shafi, 2014). El textil es uno de los sectores industriales que más controver- sias generan, principalmente por su efecto sobre las tasas de em- pleo y la cadena de producción. Hoy, esta industria enormemen- te globalizada es controlada por cadenas de proveedores que co- nectan países y consumidores de todo el mundo, siendo los mayo- res mercados la unión Europea y EE.UU., los que sumaron el 52% de las importaciones textiles mundiales y el 71% de las im- portaciones de ropa en 2000 (EU Commission, 2003). En Chile, el desembolso per cápita anual bordea los 270 dó- lares, superando a países como Brasil y Argentina (Diario Estra- tegia Online). Ahora bien, ¿cómo se explica que este sector de la economía de nuestro país no esté activo? Se viene escuchan- do desde los años noventa que LOS RESIDUOS TEXTILES DE UNA SOCIEDAD THE TEXTILE RESIDUES OF A SOCIETY Bernardita Marambio Diseñadora Industrial, Universidad Diego Portales _ Profesora adjunta, Universidad Diego Portales. Industrial Designer, Universidad Diego Portales _ Associate professor, Universidad Diego Portales. La primera parte de este artículo revisa brevemente la historia de algunas industrias textiles chilenas y su desaparición por efecto de una maquinaria poderosa que obnubila a los consumidores con grandes marcas, campañas invasivas y precios bajos. En la segunda parte, la autora muestra su proyecto Demodé, derivado del trabajo realizado para obtener el título de Diseñadora Industrial. Se trata de la creación de un nuevo material que rescata los residuos de la industria textil, específicamente de Santiago de Chile, donde se desechan cerca de 46 mil toneladas al año. Para elaborar dicho material, estos descartes se trituran y aglomeran con un adhesivo a base de almidón que le otorga alta resistencia y versatilidad, lo que permite obtener diversas aplicaciones. The first part of this article reviews briefly the history of some Chilean textile industries and their disappearance as a consequence of a powerful machinery that blinds consumers with great brands, invasive campaigns and low prices. In the second part, the author shows her project, Demodé, derived from the work carried out to obtain her degree in Industrial Design. It deals with the creation of a new material that rescues the residues of the textile industry, specifically in Santiago, Chile, where close to 46 thousand tons are discarded yearly. To elaborate the abovementioned material, these residues are grinded and agglomerated with a starch-based adhesive that provides high resistance and versatility, allowing to derive diverse applications Industria textil chilena _ diseño industrial _ Demodé _ materialidad_ residuos textiles _ almidón. Chilean textile industry _ industrial design _ Demodé _ materiality _ textile residues _ starch. La industria textil es un sector de la economía global dedicado a la elaboración de ropa, tela, hilo, fibra y productos relacionados. Se trata de productos de consu- mo masivo que se comercializan en grandes cantidades, generan- do empleos directos e indirectos con gran peso en la economía mundial, representando en 2002 cerca de 400 mil millones de dó- lares en las exportaciones mun- diales, lo que representaba en ese entonces el ocho por ciento del comercio mundial de produc- tos manufacturados (Shafi, 2014). importantes. Hoy el sector textil nacional se rige por un notorio aumento de las importaciones, haciendo que el producto local textil sea casi nulo. Brevemente, para contextuali- zar la historia de nuestra indus- tria, se resumirán los hechos que tocaron específicamente a la últi- ma fábrica nombrada, claro ejem- plo de esplendor y decadencia. Trabajadores de la textil Bellavista Oveja Tomé, 1935. Bellavista Oveja Tomé y su contexto, 1935. El textil es uno de los sectores industriales que más controversias generan, principalmente por su efecto sobre las tasas de empleo y la cadena de producción.

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Page 1: LOS RESIDUOS TEXTILES DE UNA SOCIEDAD · Trabajadores de la textil Bellavista Oveja Tomé, 1935. Bellavista Oveja Tomé y su contexto, 1935. El textil es uno de los sectores industriales

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La industria textil chilena:“Todo era tejer y cantar”

La industria textil chilena fue, durante casi 150 años, un sector activo cuya “edad de oro” trans-currió en los años cincuenta y sesenta del pasado siglo. Su de-sarrollo coincide con una época en que el país cuidaba y valoraba su producción interna por sobre todas las cosas, haciendo que en diversos lugares fuera de Santia-go, específicamente en ciudades de la Región del Biobío, existieran excelentes fuentes de trabajo.

la industria textil chilena está en decadencia y hay voces que confirman que hoy ya no existe nada de esos años en que Chile se vestía de Chile. Nuestro país fue cuna de grandes fábricas, como Algodones Hirmas, cerra-da en 1971; Machasa, una de las fábricas más modernas de Lati-noamérica, ubicada en Santiago, fundada en 1937 y declarada en quiebra en 1982; y Bellavista Oveja Tomé, fundada en 1865, declarada en quiebra en 2008 y recientemente adquirida por la chilena Texfina, por nombrar solamente algunas de las más

Hace una década, los mayores importadores y exportadores eran los países desarrollados, como la Unión Europea, Estados Unidos, Canadá y Japón (Shafi, 2014). Los países con la mayor proporción de textiles y prendas de vestir en sus exportaciones eran los siguientes: Bangladesh (85.9%), Macao (84.4%), Cambo-ya (72.5%), Pakistán (72.1%) y El Salvador (60.2%) (Shafi, 2014).

El textil es uno de los sectores industriales que más controver-sias generan, principalmente por su efecto sobre las tasas de em-pleo y la cadena de producción. Hoy, esta industria enormemen-te globalizada es controlada por cadenas de proveedores que co-nectan países y consumidores de todo el mundo, siendo los mayo-res mercados la unión Europea y EE.UU., los que sumaron el 52% de las importaciones textiles mundiales y el 71% de las im-portaciones de ropa en 2000 (EU Commission, 2003).

En Chile, el desembolso per cápita anual bordea los 270 dó-lares, superando a países como Brasil y Argentina (Diario Estra-tegia Online). Ahora bien, ¿cómo se explica que este sector de la economía de nuestro país no esté activo? Se viene escuchan-do desde los años noventa que

LOS RESIDUOS TEXTILES DE UNA SOCIEDADTHE TEXTILE RESIDUES OF A SOCIETY

Bernardita MarambioDiseñadora Industrial, Universidad Diego Portales _ Profesora adjunta, Universidad Diego Portales.Industrial Designer, Universidad Diego Portales _ Associate professor, Universidad Diego Portales.

La primera parte de este artículo revisa brevemente la historia de algunas industrias textiles chilenas y su desaparición por efecto de una maquinaria poderosa que obnubila a los consumidores con grandes marcas, campañas invasivas y precios bajos.En la segunda parte, la autora muestra su proyecto Demodé, derivado del trabajo realizado para obtener el título de Diseñadora Industrial. Se trata de la creación de un nuevo material que rescata los residuos de la industria textil, específicamente de Santiago de Chile, donde se desechan cerca de 46 mil toneladas al año. Para elaborar dicho material, estos descartes se trituran y aglomeran con un adhesivo a base de almidón que le otorga alta resistencia y versatilidad, lo que permite obtener diversas aplicaciones.

The first part of this article reviews briefly the history of some Chilean textile industries and their disappearance as a consequence of a powerful machinery that blinds consumers with great brands, invasive campaigns and low prices.In the second part, the author shows her project, Demodé, derived from the work carried out to obtain her degree in Industrial Design. It deals with the creation of a new material that rescues the residues of the textile industry, specifically in Santiago, Chile, where close to 46 thousand tons are discarded yearly. To elaborate the abovementioned material, these residues are grinded and agglomerated with a starch-based adhesive that provides high resistance and versatility, allowing to derive diverse applications

Industria textil chilena _ diseño industrial _ Demodé _ materialidad_ residuos textiles _ almidón.Chilean textile industry _ industrial design _ Demodé _ materiality _ textile residues _ starch.

La industria textil es un sector de la economía global dedicado a la elaboración de ropa, tela, hilo, fibra y productos relacionados. Se trata de productos de consu-mo masivo que se comercializan en grandes cantidades, generan-do empleos directos e indirectos con gran peso en la economía mundial, representando en 2002 cerca de 400 mil millones de dó-lares en las exportaciones mun-diales, lo que representaba en ese entonces el ocho por ciento del comercio mundial de produc-tos manufacturados (Shafi, 2014).

importantes. Hoy el sector textil nacional se rige por un notorio aumento de las importaciones, haciendo que el producto local textil sea casi nulo.

Brevemente, para contextuali-zar la historia de nuestra indus-tria, se resumirán los hechos que tocaron específicamente a la últi-ma fábrica nombrada, claro ejem-plo de esplendor y decadencia.

Trabajadores de la textil Bellavista Oveja Tomé, 1935.

Bellavista Oveja Tomé y su contexto, 1935.

El textil es uno de los sectores industriales que más controversias generan, principalmente por su efecto sobre las tasas de empleo y la cadena de producción.

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«Me contrataron a principios de los ’60 y aunque las má-quinas no eran tan modernas como las actuales, me pareció que todo era muy bonito. Además, el pueblo tenía vida. Se llenaba con gente, costureras y muchas señoras bien compuestas, muchas venían a comprar los fines de semana, porque la sala de ventas no cerraba ni sábado ni domingo» (Salinas, 2007).

«Hasta antes de los años ’70 sólo había prosperidad para todos lo que vivíamos en Tomé. Trabajar en la fábrica de Bellavista era pertenecer a una elite» (Cartes, Luppi & López, 2012, pág. 139).

A inicios de los años ochenta, y a causa de la crisis económica de 1982, Bellavista Tomé se fusio-nó con Paños Oveja, fundada en 1917, la que también funcionaba en la ciudad de Tomé. A partir de esta fusión surge Bellavista Ove-ja Tomé, nombre que la empresa mantiene hasta la actualidad.

En 1982, la empresa cambió de dueño y se inicia un plan de expansión que incluyó el poten-ciamiento de sus exportaciones hacia Australia, México, Estados Unidos y Nueva Zelandia.

Durante la década de los no-venta, la compañía continuó con su plan de expansión, realizan-do campañas publicitarias en las que participaron destacadas modelos y realizando creaciones especiales a cargo de diversos diseñadores nacionales. En 2006, por una gran disminución de las ventas y el aumento de los costos de producción, se inició una serie de despidos y reestructuraciones al interior de la empresa.

Es así como el 4 de noviembre de 2007, Bellavista Oveja Tomé presentó su solicitud de quiebra, la cual fue revertida mediante un aporte de 27 millones de dó-lares otorgados por el directorio de la compañía y el Banco del Estado de Chile. Pese a ello, en 2008 Bellavista Oveja Tomé cerró sus puertas, finiquitando a todos los trabajadores que mantenía. Luego de varios remates, en ju-nio de 2010 el empresario Juan Carlos Sabat adquiere la fábrica.

Sus antiguas instalaciones se mantienen hasta la actualidad, siendo consideradas patrimonio arquitectónico. Es así como esos momentos de gloria en los que se alcanzó una producción diaria de 1.200 metros de paños finos y de uso común, fueron deshaciéndo-se entre crisis y estancamientos.

Sergio Carter, dueño de la re-cuperadora textil Jackarter (ubi-cada en la comuna de Macul, en Santiago), posee una de las fábricas más importantes que aún quedan dedicadas a la fabri-cación de alfombras y frazadas creadas a partir de la técnica de jackard. Heredero de un oficio que le transmitió su padre, Carter deja la triste impresión de que se cortará el hilo de nuestra indus-tria textil:

«Chile tenía la industria textil más moderna de Sud América, las importaciones nos están haciendo desaparecer. Éramos cerca de 240 fábricas activas, de las cuales hoy quedan algunas que podemos contar con una mano, como por ejemplo Lanera Chilena, Lanabel, La Ligua, Textil Quiñones y Etersol» (Carter, 2013).

Jackarter se dedica, desde 1998, a la fabricación de la ma-teria prima principal para la ge-neración de los productos antes mencionados. Luego de rescatar toneladas de residuos de las fá-bricas de lana, pantys y chalecos, entre otras, pasando por el pro-ceso de triturado, cardado e hila-do, esta fábrica vuelve a generar el hilo que será parte importante de la trama de sus productos.

Con respecto a la utilización de residuos, Carter, quien se hace cargo y está presente en toda la cadena de producción de su fá-brica, señala:

«Nuestras frazadas poseen alta resistencia y todo a partir de residuos de otra fábrica. No puedo decir que se hacen de fibras recicladas porque la gente no lo valora, no com-pran cosas que eran residuos, además que las frazadas importadas son mucho más baratas, por lo que se nos hace mucho más difícil com-petir» (Carter, 2013).

Ya no vestimos de ChileGeneralmente, la ropa que

compramos no está fabricada en nuestro país. Las prendas que utilizamos pueden tener algodón de Kazajistán hilado en Turquía y tejido en Taiwán. La tela pudo ser estampada en Francia con tintes hechos en China.

No cabe duda que, día a día, todo lo mencionado anteriormen-te se va haciendo más visible en nuestra sociedad. Sobrevalora-mos grandes marcas de vestuario, como H&M, Zara, Topshop, Gap y Adidas, entre otras, responsables de monstruosas piezas arquitec-tónicas que invaden nuestras ciu-dades y de estrategias de marke-ting que nos capturan dentro de un “campo de concentración del capitalismo” para hacernos con-sumir más y saciar nuestra nece-sidad de “tener lo último”. Frente a esto, cabe recordar la visionaria idea del “rey de la moda”, Paul Poiret, quien señaló que todo ex-ceso en materia de moda es signo del final. Si bien la intención del modisto francés se relaciona con la decisión de diseño al momento de crear una pieza de vestir, re-sume perfectamente el mundo de consumo excesivo que estamos creando. Por causa de fenómenos globales adoptamos tendencias que nos hacen perder identidad y desaprovechamos nuestros re-cursos locales (la decadencia de la industria textil nos hace perder mano de obra especializada).

Bellavista Oveja Tomé, em-presa chilena fundada en 1865 y dedicada al rubro textil, tuvo su sede en la localidad de Bellavista (Tomé), Región del Biobío. Duran-te años fue una de las principales industrias textiles de Latinoamé-rica, impactando por la calidad de sus productos no solamente den-tro de Chile, sino también en toda América e incluso en Europa. Aunque se declaró en quiebra el 2008, cerrando su fábrica durante dos años, fue adquirida y puesta en marcha nuevamente en 2010. Se trata de la fábrica encargada de vestir a los soldados chilenos de la Guerra del Pacífico, por lo cual se puede afirmar que ha teji-do nuestra historia con lana de la más alta calidad.

A continuación reproducimos una serie de testimonios de ex trabajadores que permiten ima-ginar ese paraíso perdido:

«…se respiraba al ritmo de las máquinas que sin cesar limpiaban, hilaban y urdían, y de los telares que enhebraban las fibras durante 24 horas. Todo era tejer y cantar. La fábrica textil, ubicada a tres kilómetros de su plaza cen-tral, se alzaba como un manto protector que no sólo emplea-ba a más de 1.500 trabajado-res, sino que también creaba una suerte de red social que daba educación y vivienda a sus familias» (Cartes, Luppi & López, 2012, pág. 135).

Hace más de 100 años se ve-nía hablando de este monstruo que se apodera de la sociedad. Lo decía nada menos que Wi-lliam Morris (1834-1896), arte-sano, poeta, escritor, activista político, pintor y diseñador bri-tánico, fundador del movimiento Arts and Crafts, quien aporta un interesante punto de vista acer-ca de la relación entre los traba-jadores y los dueños de las com-pañías, válido para la Inglaterra del siglo XIX y también para el mundo en que vivimos:

«El objetivo esencial de la in-dustria es “obtener beneficios”; resulta frívolo especular si los artículos que se elabo-ran tienen mayor o menor utilidad para el mundo, con tal de que se pueda encontrar a alguien que los compre a un precio tal que, cuando el trabajador haya recibido la menor cantidad posible de productos y comodidades de primera necesidad que se le pueda hacer aceptar por su elaboración, quede algo como recompensa para el capitalista que lo ha empleado» (Morris, 2013, pág. s. n.).

Debido a las avanzadas con-diciones materiales de su tiempo (se estaba viviendo la revolución industrial), Morris creía que se po-día crear el mejor y más bello de los mundos posibles. Queda claro que con valorar la riqueza que nos entrega nuestro entorno podemos obtener ese mundo perfecto:

«La riqueza es lo que nos proporciona la naturaleza y lo que un hombre razonable puede obtener a partir de los dones de la naturaleza para emplearlo de modo razonable. La luz del sol, el aire fresco, la faz virgen de la tierra, el alimento, el vestido y la vivienda necesaria y decente, el acopio de conocimientos de todo tipo y el poder de diseminarlos, los medios de la libre comunicación entre hombre y hombre, las obras de arte cuya belleza crea el hombre cuando más es, cuan-to más lleno de aspiraciones y más juicio tiene: todas las cosas que proporcionan placer a la gente libre, honrada e incorrupta: esto es la riqueza» (Morris, 2013, pág. s.n.).

Estación de ferrocarril, Tomé, 1930.Interior de la fábrica Bellavista Oveja Tomé, 1935.

Acopio de fardos de lana, Bellavista Oveja Tomé, 1935.

Empleados y obreros frente a la fábrica Bellavista Oveja Tomé, 1935

Bellavista Oveja Tomé, empresa chilena fundada en 1865 y dedicada al rubro textil, tuvo su sede en la localidad de Bellavista (Tomé), Región del Biobío.

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Recuperadora Textil Jackarter, 2013.

Luego de rescatar toneladas

de residuos de las fábricas de

lana, pantys y chalecos, entre

otras, pasando por el proceso de

triturado, cardado e hilado, esta

fábrica vuelve a generar el hilo

que será parte importante de la

trama de sus productos. Bernardita Marambio entrevista a Sergio Carter, julio de 2013.

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Proyecto DemodéNuevo material a partir de los residuos textiles pre-consumidor y almidón

Su historiaLa motivación de mi proyec-

to surgió el 2008, cuando aún era estudiante de Diseño y se nos propuso trabajar en base a materiales poco frecuentes para obtener un producto conven-cional y comercializable. Fue uno de mis primeros encuen-tros con residuos de tipo textil vistos desde otra perspectiva. Buscando materiales en lugares de “ropa usada” (específicamente en calle Bandera), me enfrenté a torres de ropa poco cotizada y en mal estado. Resultó inevita-ble preguntarme qué pasaba si nadie compraba esa ropa. Si bien el producto resultante de ese ejercicio fue algo ingenuo, mar-có un punto de partida. Con ese encargo también conocí la es-trecha relación que mantenía el almidón con el textil, vínculo que se ha mantenido por siglos con el fin de que las prendas estuvieran libres de arrugas y presentaran mayor rigidez, como se observa-ba en los cuellos y puños de los trajes de reyes y eclesiásticos, en las tocas de las monjas y en los vestidos de can-can. Buscando recetas antiguas para obtener

Muchas de estas importaciones, que llegan principalmente por Iquique, están en mal estado y se desechan en la ciudad, contami-nando las aguas, sin control ni conciencia del daño que provo-can (Jiménez, 2008). Esta noticia delineó mi misión.

Así, presenté el concepto de volver a dar vida a los textiles, pero no para seguir generando “moda”, ni prendas de vestir que iban a pasar rápidamente al ol-vido y finalmente terminarían en un vertedero.

La investigación sobre este tipo de residuos permitió con-cluir que el porcentaje de descar-tes era muy alto, que no se tenía conciencia de ello (como se tiene respecto a otro tipo de residuos), y que no solo se estaba contami-nando la tierra con los elemen-tos plásticos que contienen las prendas fabricadas hoy, sino que también se estaba perdiendo un material natural como el algo-dón. Era evidente que se estaba desperdiciando materia prima y que se hacía necesario rescatarla y volver a darle vida.

este mágico componente conocí la interesante técnica del almi-donado. Entonces surgió la nece-sidad de revalorar un arte que no debía perderse.

El almidón es un polisacárido obtenido a través de la molienda de diversas variedades de cerea-les, principalmente del maíz y comercialmente conocido como Maicena. Este aditivo crea una capa transparente sobre el teji-do, otorgándole mayor resisten-cia y firmeza a la trama, pudien-do reconstituirla cuando está dañada. Un simple consejo (“mo-jar la ropa en agua con almidón para que quede tiesa”) y el hecho de que esta técnica sirviera para reconstituir un textil deteriorado fueron las premisas del proyecto presentado al taller menciona-do, consistente en la creación de accesorios confeccionados a partir de cuellos y puños de prendas usadas y almidonadas. Así, se cerraba un camino de recuperación y valoración de un material y una técnica.

Esta experiencia, que sirvió para enfrentar el proyecto con que obtendría el título de diseña-dora industrial, fue catalizada por una noticia que relataba el alto porcentaje de artículos textiles que se importan en Chile, por un monto anual que bordea los 1.000 millones de dólares en estos artí-culos (Diario Estrategia Online).

La primera etapa de investi-gación permitió experimentar con todo tipo de tejidos e instru-mentos como licuadoras, tijeras y cortacartones. Finalmente, luego de evaluar los diversos tamaños obtenidos, comencé a explorar las posibilidades de una guillotina industrial especialmente diseña-da para cortar textiles. Luego de una cierta cantidad de “pasadas”, el material alcanzaba el tama-ño perfecto. La segunda etapa de experimentación consistió en mezclar estos trozos textiles con diferentes tipos de aditivos, tanto plásticos como naturales. Unos la dejaban rígida y sellada, otros flexible. Productos como la cola animal estimulaban el crecimiento de hongos, provocaban mal olor y finalmente descomponían la tela.

Entonces comencé a investi-gar las posibilidades del “eterno compañero” del textil, el almidón. El resultado era indiscutiblemen-te mejor, pero no óptimo, ya que necesitaba unir, pegar, aglomerar y juntar para siempre los trozos. Felizmente, el almidón puede ser mezclado con componentes que lo hacen ser adhesivo, lo que permitió unir residuos textiles tri-turados y almidón modificado. La reinventada unión de estos com-ponentes dio pie a una innovación: la tela fue recuperada, ya no para vestir, sino para revestir.

La primera etapa de investigación permitió experimentar con todo tipo de tejidos e instrumentos como licuadoras, tijeras y cortacartones.

La segunda etapa de experimentación consistió en mezclar estos trozos textiles con diferentes tipos de aditivos, tanto plásticos como naturales.

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Referencias

Carter, S. (julio de 2013). Entrevista para Proyecto Demodé. (B. Marambio, Entrevistador).

Cartes, A., Luppi, R., & López, L. (2012). Bellavista Oveja Tomé, una fábrica en el tiempo. Concepción: Facultad de Ciencias Sociales, Universidad San Sebastián en Concepción.

Comisión Nacional del Medioambiente. (2010). Primer reporte sobre manejo de residuos sólidos en Chile. CONAMA.

Diario Estrategia Online. (s.f.). Chilenos Lideran Gasto en Vestuario en América Latina. Recuperado el 20 de abril de 2014, de Diario Estrategia Online: www.estrategia.cl/detalle_cifras.php?cod=3676

EU Commission. (2003). Evolution of trade textile and clothing worldwide – Trade figures and structural data. Commission Staff Working Paper, UE, Bruselas.

Jiménez, A. (octubre de 2008). Industria de reciclaje. Diario La Estrella del Norte. recuperado el 20 de abirl de 2014 de: www.estrellaiquique.cl/prontus4_nots/site/artic/20081003/pags/20081003005503.html.

Morris, W. (2013). Cómo vivimos y cómo podríamos vivir; Trabajo útil o esfuerzo inútil; El arte bajo la plutocracia. (F. Corriente, Trad.) Logroño: Pepitas de Calabaza.

Salinas, J. L. (11 de diciembre de 2007). Bellavista Oveja Tomé: La marca que tejió la moda chilena. El Mercurio, Revista YA.

Resultado técnico: DemodéA causa de la gran demanda

textil, el rápido paso de una moda a otra y las exportaciones en el mundo del vestuario, se fabrican prendas de mala calidad, ya que se prioriza la cantidad para al-canzar un mayor porcentaje de ventas. A su vez, el residuo textil aún no tiene un reconocimiento claro a nivel mundial (como sí lo tienen otro tipo de residuos), ya que no se tiene conciencia sobre la cantidad que se pierde en ver-tederos. Como referencia, pode-mos decir que solo considerando los residuos municipales (es de-cir, sin contar los industriales), se dejan en vertederos cerca de 130.000 toneladas de desechos textiles al año (Comisión Nacio-nal del Medioambiente, 2010), los cuales no solo contaminan por el alto porcentaje de polímeros que son comparables, por ejemplo, con una botella plástica, sino que también implican la pérdida de una materia prima natural reuti-lizable, como el algodón.

Demodé es un material fabrica-do a partir del aprovechamiento y rescate de desechos textiles sub-clasificados como residuos sólidos urbanos, los que van desde el ma-terial pre-consumidor (descartes de la fabricación de las prendas) hasta el material post-consumi-dor (finalizada su vida útil lue-go de su uso a nivel particular).

Estos desechos, obtenidos tanto a nivel industrial como domici-liario, son aglomerados con un adhesivo biodegradable de al-midón, proceso a través del cual se obtiene una masa homogénea que, luego del prensado y secado, puede transformarse en diferen-tes productos para la construc-ción, la decoración y el diseño en general, tales como módulos y paneles para revestimiento de muros, aislantes o simplemente como un recurso estético.

Las propiedades del adhesivo de almidón otorgan al material una característica física que no tenía en su estado natural: la ri-gidez estructural. Gracias al uso de componentes naturales, este material cuenta con la ventaja de ser autoextinguible, es decir, la llama se consume sola y el ma-terial no produce flama.

El proceso de fabricación de este nuevo material es sencillo y permite establecer una serie de etapas. Todo el proceso puede serializarse y se puede fabricar en cualquier parte del mundo, ya que las principales materias pri-mas se obtienen sin escasez.

Cuando la masa está comple-tamente seca, se le pueden apli-car diferentes tipos de mecaniza-dos para la fabricación de objetos y para las terminaciones perti-nentes, lo que permite lograr un módulo o panel carente de irre-gularidades. Este módulo puede ser cortado con sierras, perfora-do, lijado, atornillado y encolado.

También es posible adherirle otros materiales. Dependiendo del mate-rial usado en la mezcla, se le pue-de aplicar algún tipo de sellador.

Todo el proceso de fabricación puede realizarse tanto de forma mecanizada como manual. Ade-más de su resistencia mecánica, el material tiene capacidad de torsión o compresión.

El 2011, Demodé obtuvo finan-ciamiento del programa Capital Semilla de CORFO, lo que permi-tió proyectarlo como una empresa que cuenta con taller de fabrica-ción y todo lo necesario para de-sarrollar el producto.

El 2011, Demodé obtuvo financiamiento del programa Capital Semilla de CORFO, lo que permitió proyectarlo como una empresa

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