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Los partidos políticos y el interés público Por Aquiles Córdova Morán • 30 Enero 2015 Secretario General del Movimiento Antorchista Nacional Un partido político es, por deinición, una herramienta en manos de una clase social, racción de c estrato o simple !rupo con intereses económicos " políticos comunes, cu"o propósito cen conquista del poder político# $n teoría, ese o%&etivo no es un in en sí mismo, sino sólo un medio para poner en práctica, para llevar al terreno de los hechos, los principios " el pro!rama de acció partido de que se trate# $n teoría tam%i(n, am%os documentos de%en reco!er los intereses le!ítimos sociedad en su con&unto )reractados o%viamente por la óptica del partido* " no sólo los de la clas o !rupo undador del mismo# +a le!islación me icana, además, deine a los partidos como -entidades d inter(s p.%lico/, es decir, como or!anismos cu"a e istencia " actividad son de inter(s com.n0 " es e deinición positiva la %ase en que se apo"a " &ustiica el cuantiosísimo su%sidio que les otor!an l de la nación# 1$n qu( pensa%a el le!islador que deinió así a los partidos políticos2 +a respuesta no e se!uramente tenía en mente la importancia que tiene, para los ciudadanos que viven en una democraci como la nuestra, el poder disponer de un men. rico, variado " sa%iamente construido, de opciones precisas, %ien deinidas, %ien pensadas " me&or estructuradas )" además claramente dierenciadas " contrastadas unas con otras*, para ele!ir li%remente, de entre ellas, el modelo de país que más se acomode con su manera de ser " de pensar, " que me&or responda a sus intereses le!ítimos# Ciertamente, la posi%ilidad de decidir con entera li%ertad el destino del país que el ciudadano des (l " para sus hi&os, para las !eneraciones uturas en !eneral, posi%ilidad que le !aranti'an los di pro"ectos políticos que someten a su consideración los partidos, constitu"e el ma"or %eneicio soci acarrea la e istencia " uncionamiento de los mismos0 es en eso donde radica el -inter(s p.%lico/ de ha%la la le" electoral me icana# Ahora %ien, de ello se deduce que, cuando un partido carece de principios " pro!rama de acción %ien deinidos " precisos, suicientemente sustentados, puntuali'ados, instrumentali'ados " claramente dierenciados de los de sus competidores0 o cuando oculta, disra'a o dilu"e sus verdaderos propósi un discurso ver%oso, conuso, alsamente pro!resista, que trata de &ustiicar una política -realist tras el poder por el poder mismo0 o cuando, inalmente, pospone para las calendas !rie!as su pro"ec país en aras del mismo pra!matismo oportunista, que le pone el poder al alcance de la mano a cam%io su identidad ideoló!ica " política0 ese partido traiciona, por ello, su ra'ón de ser misma0 alta a elemental de orecer al ciudadano que le pa!a una opción de !o%ierno distinta a la de los demás0 de ser, por tanto, -una entidad de inter(s p.%lico/ " no merece "a el su%sidio que reci%e# 14uiere esto decir que condeno en %loque, de una ve' " para siempre, todo tipo de alian'as entre partidos distintos )" aun radicalmente anta!ónicos, es necesario precisar*2 Por supuesto que no# +a alian'as han sido, son " serán un recurso le!ítimo al que nadie en su sano &uicio puede renunciar, realmente quiere lle!ar a la meta que se ha tra'ado en política# Pero tam%i(n es cierto que constit terreno res%aladi'o, una pendiente atractiva por donde puede despe5arse )" no detenerse "a, ni siqu ante la apostasía " la traición* aun el líder más honesto " ave'ado# 6ustamente por eso, las alian' de%en re!irse por los principios " por un ri!uroso códi!o de (tica política que pon!a siempre en pr lu!ar, indeecti%lemente, la inte!ridad a%soluta, el carácter intoca%le de los principios " el pro! partido# 7e aquí resulta que una alian'a -para !o%ernar/ sólo resulta (tica " políticamente &us partidos vecinos, con un ideario parecidoo hasta coincidente en al!unos puntos pro!ramáticos importantes, pero &amás entre partidos con principios " propósitos anta!ónicos, es decir, irreconci entre sí por principio# 8al alian'a sólo es admisi%le " desea%le en un caso concreto3 cuando e iste co"untura avora%le para derrocar &untos al enemi!o com.n# Pero nunca para !o%ernar &untos porque, ese caso, la alian'a se trueca en contu%ernio, en traición a%ierta o en conciliación con el enemi!o quieran o no los prota!onistas# $llo es así porque, partiendo del carácter anta!ónico de las posiciones de ondo, resulta ló!icamen imposi%le alcan'ar acuerdos sinceros en puntos medulares para un pro!rama de !o%ierno com.n0 la alian'a se enrentará, tarde o temprano, con esta dis"untiva3 o los aliados coinciden en puras %a!a en cosas sin importancia, " con tal %asura !o%iernan0 o cada uno de ellos deiende irmemente sus p de vista esenciales " el !o%ierno -de la alian'a/ se parali'a, se vuelve incapa' de moverse hacia n o%&etivo serio# $n am%os casos, el per&udicado es el elector que conió en ellos para la solución d carencias# Por eso, aliarse con un enemi!o radical sólo es &ustiica%le )" a veces ne derrocar al enemi!o com.n se trata0 lo!rado esto, la lucha entre los aliados de%e reiniciarse con m vi!or que antes, pues ahora se pone a la orden del día decidir qui(n se queda con el poder reci(n conquistado# 8odo lo que se di!a para &ustiicar " em%ellecer un marida&e político ent irreconcilia%les, es ho&arasca reaccionaria para esconder una envilecedora am%ición de po personal o de !rupo#

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Los partidos polticos y el inters pblico

Por Aquiles Crdova Morn 30 Enero 2015Secretario General del Movimiento Antorchista Nacional

Un partido poltico es, por definicin, una herramienta en manos de una clase social, fraccin de clase, estrato o simple grupo con intereses econmicos y polticos comunes, cuyo propsito central es la conquista del poder poltico. En teora, ese objetivo no es un fin en s mismo, sino slo un medio eficaz para poner en prctica, para llevar al terreno de los hechos, los principios y el programa de accin del partido de que se trate. En teora tambin, ambos documentos deben recoger los intereses legtimos de la sociedad en su conjunto (refractados obviamente por la ptica del partido) y no slo los de la clase, sector o grupo fundador del mismo. La legislacin mexicana, adems, define a los partidos como entidades de inters pblico, es decir, como organismos cuya existencia y actividad son de inters comn; y es esta definicin positiva la base en que se apoya y justifica el cuantiossimo subsidio que les otorgan las arcas de la nacin.En qu pensaba el legislador que defini as a los partidos polticos? La respuesta no es difcil: seguramente tena en mente la importancia que tiene, para los ciudadanos que viven en una democracia como la nuestra, el poder disponer de un men rico, variado y sabiamente construido, de opciones precisas, bien definidas, bien pensadas y mejor estructuradas (y adems claramente diferenciadas y contrastadas unas con otras), para elegir libremente, de entre ellas, el modelo de pas que ms se acomode con su manera de ser y de pensar, y que mejor responda a sus intereses legtimos. Ciertamente, la posibilidad de decidir con entera libertad el destino del pas que el ciudadano desea para l y para sus hijos, para las generaciones futuras en general, posibilidad que le garantizan los diversos proyectos polticos que someten a su consideracin los partidos, constituye el mayor beneficio social que acarrea la existencia y funcionamiento de los mismos; es en eso donde radica el inters pblico de que habla la ley electoral mexicana.Ahora bien, de ello se deduce que, cuando un partido carece de principios y programa de accin bien definidos y precisos, suficientemente sustentados, puntualizados, instrumentalizados y claramente diferenciados de los de sus competidores; o cuando oculta, disfraza o diluye sus verdaderos propsitos en un discurso verboso, confuso, falsamente progresista, que trata de justificar una poltica realista de ir tras el poder por el poder mismo; o cuando, finalmente, pospone para las calendas griegas su proyecto de pas en aras del mismo pragmatismo oportunista, que le pone el poder al alcance de la mano a cambio de su identidad ideolgica y poltica; ese partido traiciona, por ello, su razn de ser misma; falta a su deber elemental de ofrecer al ciudadano que le paga una opcin de gobierno distinta a la de los dems; deja de ser, por tanto, una entidad de inters pblico y no merece ya el subsidio que recibe.

Quiere esto decir que condeno en bloque, de una vez y para siempre, todo tipo de alianzas entre partidos distintos (y aun radicalmente antagnicos, es necesario precisar)? Por supuesto que no. Las alianzas han sido, son y sern un recurso legtimo al que nadie en su sano juicio puede renunciar, si realmente quiere llegar a la meta que se ha trazado en poltica. Pero tambin es cierto que constituyen un terreno resbaladizo, una pendiente atractiva por donde puede despearse (y no detenerse ya, ni siquiera ante la apostasa y la traicin) aun el lder ms honesto y avezado. Justamente por eso, las alianzas deben regirse por los principios y por un riguroso cdigo de tica poltica que ponga siempre en primer lugar, indefectiblemente, la integridad absoluta, el carcter intocable de los principios y el programa del partido.De aqu resulta que una alianza para gobernar slo resulta tica y polticamente justificada entre partidos vecinos, con un ideario parecido o hasta coincidente en algunos puntos programticos importantes, pero jams entre partidos con principios y propsitos antagnicos, es decir, irreconciliables entre s por principio. Tal alianza slo es admisible y deseable en un caso concreto: cuando existe la coyuntura favorable para derrocar juntos al enemigo comn. Pero nunca para gobernar juntos porque, en ese caso, la alianza se trueca en contubernio, en traicin abierta o en conciliacin con el enemigo, lo quieran o no los protagonistas.Ello es as porque, partiendo del carcter antagnico de las posiciones de fondo, resulta lgicamente imposible alcanzar acuerdos sinceros en puntos medulares para un programa de gobierno comn; la alianza se enfrentar, tarde o temprano, con esta disyuntiva: o los aliados coinciden en puras bagatelas, en cosas sin importancia, y con tal basura gobiernan; o cada uno de ellos defiende firmemente sus puntos de vista esenciales y el gobierno de la alianza se paraliza, se vuelve incapaz de moverse hacia ningn objetivo serio. En ambos casos, el perjudicado es el elector que confi en ellos para la solucin de sus carencias. Por eso, aliarse con un enemigo radical slo es justificable (y a veces necesario), si de derrocar al enemigo comn se trata; logrado esto, la lucha entre los aliados debe reiniciarse con ms vigor que antes, pues ahora se pone a la orden del da decidir quin se queda con el poder recin conquistado. Todo lo que se diga para justificar y embellecer un maridaje poltico entre proyectos irreconciliables, es hojarasca reaccionaria para esconder una envilecedora ambicin de poder, sea personal o de grupo.