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REVISTA CUBANA DE PSICOLOGÍA Vol 9, No. 1,1992 LOS NIVELES DE LA PERSONALIDAD Y DE LA ORGANIZACIÓN SOCIAL DE LA SOCIEDAD Jorge Carlos Petrony García, Centro Juan Marinello, Ministerio de Cultura RESUMEN Usualmente la personalidad se ha definido como un conjunto de atributos y no apelando a sus contenidos esenciales. Este artículo trata la personalidad como una estructura de varios niveles que interactúan entre sí y a la vez con la organización social de la sociedad, en la cual tiene lugar el desarrollo de la personalidad. Se exponen diferentes puntos de vista acerca de la personalidad y de los grupos humanos, partiendo de que esta se presenta, con su propia estructura de niveles múltiples, no sólo a nivel individual sino también en los niveles grupal y societal, en tanto que el grupo constituye sólo el primer eslabón de la organización social, de la cual la comunidad es el último. ABSTRACT Usually personality has been defined as an aggregate of attributes insted of involving its essential contents. This paper deals with personality like a structure of several levels interacting between them and simultaneously with the social organization of the society, in which personality development takes place. It is shown different points of view about personality and human group, assuming that the former with its own many-levels structure, takes place not only in the individual level, but also in groups and in the society as a whole, while the latter is only the first step of gpcial organization in which the last one is the community. INTRODUCCIÓN En la literatura burguesa y marxista leninista nos encontramos con opiniones muy diversas acerca de los conceptos de colectivo y de personalidad. En ocasiones se denomina indistintamente grupos o colectivos a conjuntos de personas que presentan relaciones sociales semejantes desde el punto de vista formal (20,84-85); en otras ocasiones se utiliza el concepto de grupo para designar la interacción de los individuos dentro de una estructura informal de relaciones sociales (G.C. Homans, J.L Moreno y otros), basadas en relaciones de simpatía o afinidad personal; en otras, se reserva el concepto del colectivo para expresar una estructura de relaciones sociales, basada en el sentimiento del deber social (H. Hiebsch, A.S. Makarenko y otros), sin detrimentc de que también en ella se presenten simpatías personales. Del mismo modo, el estudio de la personalidad se ha enfrentado desde posiciones diferentes: a partir de la idea de que las relaciones que el hombre establezca con el mundo son el principal factor determinante de la personalidad (V.N. Miasishev, Ll. Bozhovich); a partir del principio de la actividad objetal, estructurada en acciones, operaciones y condiciones de su realización (A.N. Leontiev); a través del papel del sujeto como un activo trans- formador de las influencias del medio social, cuyo 36

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REVISTA CUBANA DE PSICOLOGÍA Vol 9, No. 1,1992

LOS NIVELES DE LA PERSONALIDAD Y DE LA ORGANIZACIÓN SOCIAL DE LA SOCIEDAD Jorge Carlos Petrony García, Centro Juan Marinello, Ministerio de Cultura

RESUMEN Usualmente la personalidad se ha definido como un conjunto de atributos y no apelando a sus contenidos esenciales. Este artículo trata la personalidad como una estructura de varios niveles que interactúan entre sí y a la vez con la organización social de la sociedad, en la cual tiene lugar el desarrollo de la personalidad. Se exponen diferentes puntos de vista acerca de la personalidad y de los grupos humanos, partiendo de que esta se presenta, con su propia estructura de niveles múltiples, no sólo a nivel individual sino también en los niveles grupal y societal, en tanto que el grupo constituye sólo el primer eslabón de la organización social, de la cual la comunidad es el último.

ABSTRACT Usually personality has been defined as an aggregate of attributes insted of involving its essential contents. This paper deals with personality like a structure of several levels interacting between them and simultaneously with the social organization of the society, in which personality development takes place. It is shown different points of view about personality and human group, assuming that the former with its own many-levels structure, takes place not only in the individual level, but also in groups and in the society as a whole, while the latter is only the first step of gpcial organization in which the last one is the community.

INTRODUCCIÓN

En la literatura burguesa y marxista leninista nos encontramos con opiniones muy diversas acerca de los conceptos de colectivo y de personalidad. En ocasiones se denomina indistintamente grupos o colectivos a conjuntos de personas que presentan relaciones sociales semejantes desde el punto de vista formal (20,84-85); en otras ocasiones se utiliza el concepto de grupo para designar la interacción de los individuos dentro de una estructura informal de relaciones sociales (G.C. Homans, J.L Moreno y otros), basadas en relaciones de simpatía o afinidad personal; en otras, se reserva el concepto del colectivo para expresar una estructura de relaciones sociales, basada en el sentimiento del deber social

(H. Hiebsch, A.S. Makarenko y otros), sin detrimentc de que también en ella se presenten simpatías personales.

Del mismo modo, el estudio de la personalidad se ha enfrentado desde posiciones diferentes: a partir de la idea de que las relaciones que el hombre establezca con el mundo son el principal factor determinante de la personalidad (V.N. Miasishev, Ll. Bozhovich); a partir del principio de la actividad objetal, estructurada en acciones, operaciones y condiciones de su realización (A.N. Leontiev); a través del papel del sujeto como un activo trans­formador de las influencias del medio social, cuyo

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activismo se expresa en la unidad de lo afectivo y lo cognitivo (S.L. Rubinstein); como unidad de la comunicación, el conocimiento y la actividad concreta dpntro de la estructura de la actividad vital humana (B.G. Ananiev); desde una óptica sistémica, como una estructura de niveles múltiples (K.K. Platonov, B.A. Yadqv, F. González Rey) y desde otras posiciones'>

El principio mismo de la personalidad ha sido objeto de agudos debates en el marco de la dialéc­tica de lo individual y lo social. En su obra científica Rubinstein hizo hincapié en cuanto a que las rela­ciones sociales como eslabón intermedio entre el sujeto y el objeto era un importante factor a tener en cuenta para el desarrollo de la personalidad; en su artículo: Los problemas de la psicología en las obras de C. Marx, Rubinstein destacó la determina­ción externa de la personalidad, en función del tipo de relaciones sociales a las cuales esta se incorpora (1,72). Rubinstein desarrolló esta idea considerando las relaciones sociales como elementos diferencia-dores entre distintas formaciones socioeconómicas, es decir, al nivel societal de análisis. En este sentido, el modelo de personalidad conformado sobre la base de 1as relaciones sociales socialistas difieren esencialmente del conformado sobre la base de las relaciones sociales capitalistas.

A fines de los años 40 S.L. Rubinstein fue criticado por considerarse que su concepción acerca de la personalidad era abstracta y que esta debía estudiarse en marcos más concretos de una u otra formación socioeconómica: los grupos y clases sociales, a la par que a nivel societal.

Es obvio que las relaciones sociales socialistas conforman las características de la personalidad socialista en abstracto y que esta personalidad adquiere concreción a nivel de los grupos y clases sociales, ganando-aun más en concreción, variedad y riqueza a nivel de individuo; es esta la manera en que se expresa el ser social de la personalidad, teniendo en cuenta la diferenciación clasista de los individuos.

Por consiguiente, nuestro primer presupuesto metodológico en el presente trabajo es considerar que según el sujeto de la .actividad vital, la personalidad presenta tres niveles fundamentales: el nivel societal, correspondiente al de la personalidad socialista; el nivel social, correspondiente a los grupos, clases y capas sociales; y el nivel individual, correspondiente al individuo (inserto, naturalmente, en los niveles social y societal).

Consecuentemente, las formas de la organización social presentan, en función del alcance de los

objetivos y tareas sociales que se realicen en su contexto, expresiones diferentes en los distintos niveles de la personalidad. Si para el establecimiento de estos niveles de la personalidad utilizamos como criterio la naturaleza del sujeto de la actividad, el hilo conductor para el caso del colectivo será la relación entre los intereses sociales y los intereses individuales. Es evidente, que si el individuo humano es un ser social y que su esencia es ser el conjunto de las relaciones sociales, los intereses sociales lo son, precisamente, por responder de manera general a los intereses individuales; sin embargo, no siempre los grupos, clases y capas sociales e individuos concientizan los intereses sociales como sus propios intereses, ni tampoco de la misma manera.

Nuestro segundo presupuesto metodológico es. la consideración de que la influencia recíproca entre el colectivo y la personalidad no reviste un carácter uniforme, con relación a los individuos que integran el nivel de la organización social en cuestión. Esta influencia depende de la naturaleza de la tarea social realizada en común, de la naturaleza del nivel de la organización social de que se trate, y del nivel de la personalidad que resulte dominante en las circunstancias señaladas.

En el presente trabajo estudiaremos la influencia de la personalidad sobre cada uno de los niveles de la organización social y la influencia de estos sobre ella.

Sustentamos la idea de que con el paso de la organización grupal a la organización colectivista, la influencia de la organización social sobre el sistema de la personalidad y de este sobre aquella se hace cada vez más armónica y multidimensional.

El desarrollo del colectivo se logra a partir de la eficiencia de sus órganos de dirección y del carácter eminentemente social que tiene la tarea realizada por él. Estos dos principos le confieren su contenido esencial a este nivel de la organización social.

En el Programa del Partido Comunista de Cuba, emanado de su Tercer Congreso, se destaca la importancia que tienen la familia y el colectivo laboral en el establecimiento de las normas de conducta social y en la transmisión de los valores del socialismo.

LOS NIVELES DE LA ORGANIZACIÓN SOCIAL

El grupo

Desde que A.S. Makarenko postuló su definición de colectivo-colectividad como organismo social vivo que lo es porque tiene órganos, poderes,

responsabilidad, correlación entre sus partes, interdependencias; si no hay nada de esto, entonces no es colectividad, sino sencillamente muche­dumbre, aglomeración (18,79), y planteara la utilidad social de la tarea realizada como factor fundamental para la conformación del colectivo (18,64), la sociología marxista-leninista dispone de dos criterios rectores para establecer la presencia de un colectivo: organismo social que posee órganos, poderes, responsabilidad y correlación entre su§ partes y el carácter social de la tarea realizada por el colectivo.

Sin embargo, todavía es común encontrar traba­jos de autores que sustentan nuestra ideología y que no hacen distinción entre el grupo y el colectivo; por otra parte, es imposible obviar el tratamiento que ha tenido el estudio de los grupos en la socio­logía y psicología burguesas a partir de los más diversos criterios, que en mayor o menor medida han influido sobre los criterios para el establecimiento de la diferenciación entre grupo y colectivo, en la sociología y psicología marxista- leninistas.

Así, el criterio del tamaño fue el principio rector de C.H. Cooley para clasificar los grupos en dos tipos: primarios (los grupos pequeños) y secundarios (los no pequeños). En los grupos primarios existe intimidad de asociación entre sus miembros; y en los secundarios, no. La idea del grado de intimidad de la asociación fue desarrollada por J.L Moreno, creador de la sociometría, técnica basada en la medición de las simpatías y antipatías personales, bajo el supuesto de que estas son el factor funda­mental de conformación del grupo. Moreno clasificó la sociedad en microgrupos y macrogrupos.

En nuestra opinión, el tamaño no puede ser un criterio rector para distinguir la especificidad de los grupos entre sí y mucho menos, para discriminar el grupo del colectivo.

Los investigadores no marxistas han desarrollado la idea de los grupos pequeños, a partir de la necesidad de coexistencia espacio-temporal y del interaccionismo de sus miembros como condiciones sine qua non para la existencia del grupo; natu­ralmente, estas condiciones $e van haciendo menos posibles, en principio, a medida que aumenta el número de miembros. Sobre la base de estos criterios, G.C. Homans elaboró su concepción acerca del sistema interno y del sistema externo, y J. Klein trabajó en dirección hacia una teoría de los grupos pequeños, desde una óptica neuropsicoanalftica.

En nuestra opinión es lícito circunscnoir ei concepto de grupo al conjunto de personas que interactúan entre sí en un espacio y en un tiempo determinados, mas, suponer que estos condicio­

namientos operan sólo y necesariamente a nivel de grupos pequeños -y sin existir, además, un consenso-acerca de qué límite de personas esta­blecer para considerar un grupo como pequeño-constituye una inconsistencia metodológica.

Rigurosamente hablando, en un grupo pequeño la interacción puede ser mínima, como sucede por ejemplo por un grupo de choferes los cuales, inconformes con su salario y condiciones de trabajo, quieren hacerle una reclamación a la empresa a que pertenecen, pero que por razones obvias de trabajo se encuentran permanentemente en distintas ubicaciones espacio-temporales y sin entrar en inter­acción recíproca la mayor parte de su tiempo de trabajo. El caso inverso, el de un grupo grande en interacción y coincidente en el tiempo y el espacio, podría ser el de los asistentes a un partido de fútbol en un estadio.

Por otra parte, el desarrollo actual de los medios de comunicación masivos y no masivos permite establecer la interacción en grupos de trabajo prácticamente ilimitado, cuyos miembros pueden tener incluso distintas ubicaciones espaciales y temporales. Por consiguiente, aunque definamos el grupo en función de la interacción y ubicación espacio-temporal de sus miembros, esta deter­minación no nos permite discriminar los grupos grandes y pequeños, así como tampoco el grupo del colectivo, en donde también se presenta la interacción en una determinada ubicación espacio-temporal (y fuera de ella).

La interacción y la ubicación espacio-temporal constituyen una reducción teórico-metodológica del verdadero campo semántico del concepto de grupo, en aras de una referencia empírica más factible de analizar en las investigaciones concretas; sin embargo, es oportuno señalar que por todo lo anterior estas no son las características relevantes del concepto grupo. Lo esencial en el grupo es que la tarea realizada en su contexto no tiene necesariamente una connotación social, basta que responda a los intereses del grupo, vale decir, a la suma de los intereses mayoritarios que han dado por resultado la elección de su líder; y esta, su esencial característica, puede darse en grupos de cualquier tamaño.

Por estas razones entendemos improcedente hacer distinción entre grupos grandes y pequeños, pues, aparte de que los autores no se ponen de acuerdo en el límite numérico de ambos tipos de grupo, el sustrato de esta determinación cuantitativa -la interacción y ubicación espacio-temporal- es factible de producirse en cualquier grupo. Por ello nos suscribimos a la definición de grupo que ofrece H.

Hiebsch y citada por Aníbal Rodríguez Alvarez: Bajo el concepto de un grupo debe entenderse primeramente un determinado número de personas que se unen para solucionar una tarea encomendada o escogida por ellos mismos (el subrayado es nuestro, JCP), o para llevar a cabo una actividad, o los que se unen sobre la base de necesidades comunes con el fin de satisfacerlas conjuntamente (20,82).

En la literatura marxista-leninista, referida a las distintas ciencias sociales, el término grupo es también utilizado fuera del contexto anterior. En el campo de la demografía, a las categorías pobla-cionales suele denominárseles grupos de edad, grupos por sexo, grupos por sexo y edad, grupos demográficos, entre otros, en la sociología se apela con frecuencia a los términos grupo de control, grupo de referencia, grupos extremos, grupos conocidos, y otros; en las investigaciones de la estructura social se habla de la existencia de grupos sociales y grupos sociales especiales; en la psicología también se habla de grupos de referencia, de control, especiales. En el neopsicoanállsis se ha incorporado recientemente el término de grupo interno, en la psicología no marxista.

Como podemos apreciar sobre la base de esta sucinta relación de términos, el concepto de grupo es muy polisémico, por lo cual en el marco del presente trabajo nos referiremos a él dentro del contexto de la definición de H Hiebsch, y no en el ámbito de la generalización estadística de rasgos externos empíricamente observables de los distintos individuos, que no necesariamente realizan una tarea común ni interactúan entre sí.

El colectivo primario y el colectivo fundamental

La primera diferenciación entre los tipos de colectivos, según la naturaleza de las interrelaciones dentro de su contexto y entre el individuo y la sociedad, se la debemos a A.S. Makarenko. Con relación a la esfera de la educación, él señaló que el aula constituía un colectivo primario con relación a la escuela, que él denominó colectividad gfande: Colectividad primaria es la que mantiene a sus miembros constantemente unidos por lazos prácticos, amistosos, cotidianos o ideológicos. Esta es la colectividad a la que, en otro tiempo, nuestra teoría pedagógica propuso llamarla de contacto...Mi intento de organizar la comuna sobre la base de estas colectividades primarias, unificadas por lazos tan fuertes como los del estudio y de la producción, tuvo resultados lamentables. Una colec­tividad primaria de esta naturaleza, que no se sale de sus límites, siempre está propensa a divorciarse de los intereses de la colectividad general, a encerrarse en sus intereses, perdiendo en estos casos su valor

como tai.La educación colectiva no puede realizarse solamente por medio de la colectividad primaria (de contacto), pues es en ella donde los niños están unificados por una constante comunidad de vida, se ven durante todo el día, aparece el compadrazgo y surge un género de educación al que no puede llamarse plenamente educación soviética. Sólo mediante una colectividad grande, cuyos intereses no dimanan del simple contacto, si no de una síntesis social más honda, es posible el paso a la vasta educación política en la que, como colectividad se sobrentiende toda la sociedad soviética (18,80-82).

A.S. Makarenko observó con acierto que el aula está llamada a servir de eslabón mediador entre el alumno y la escuela, como institución social forma-dora de normas, valores y convicciones, que tras­cienden los intereses personales cotidianos, así como los intereses de los pequeños grupitos cuya posi­bilidad de conformación, Makarenko situaba a nivel del colectivo primario (18,82).

Retomando esta reveladora idea de A.S. Makarenko, nosotros postulamos la existencia del colectivo primario no sólo en el ámbito de la educa­ción, sino en todas las esferas del modo de vida socialista: en la esfera laboral, ideopolítica, doméstico-comunitaria y en la educativo-cultural; asimismo, reservamos la denominación de colectivo fundamental para designar aquella forma de orga­nización social que el insigne pedagogo soviético denominara colectividad grande, cuyo carácter fundamental está dado por el hecho de que este tipo de colectivo expresa de manera más profunda y fundamental los intereses y valores de la sociedad socialista, que el colectivo primario.

Tanto A.S. Makarenko como otros autores marxistas o investigadores no marxistas, se han preocupado por la cuestión de cuál es el tamaño que debe tener un colectivo. La búsqueda de un determinado tamaño que exprese el funcionamiento óptimo del colectivo, tiene como sustrato la necesidad de garantizar la interacción de sus miembros para la consecución de la tarea social a realizar y para el establecimiento de un nivel satisfactorio de relaciones interpersonales, afec­tuosas, camaraderiles y legítimas desde el punto de vista de nuestra ideología marxista-leninista. La necesidad de interacción es, por consiguiente, la esencia de la búsqueda del tamaño óptimo del colectivo; por ello, entendemos que si dicha interacción se logra en colectivos de muy diversos tamaños, no tiene sentido entonces discutir el criterio del tamaño óptimo del colectivo.

Por otra parte, si hoy día interpretáramos la interacción en términos de relación interoersonal

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directa, limitaríamos innecesariamente el concepto, ya que los medios de comunicación garantizan en la actualidad toda una gama de posibilidades de relaciones interpersonales distancíales; además, la interacción en el ámbito escolar tiene expresiones diferentes a las de la interacción en términos científicos, artísticos y otros. Los criterios de tamaño del colectivo son muy diversos, como puede apre­ciarse en el siguiente pronunciamiento de Aníbal Rodríguez Alvarez: A.S, Makarenko se preocupa por algunas otras características del colectivo, tales como el número de integrantes. En este sentido, plantea que un colectivo no debe contener menos de 7 ni más de 15 personas, y añade: 'No sé por qué esto es asf, no lo he estudiado'. Pero señala que cuando el colectivo tiene menos de 7 miembros comienza a transformarse en grupo de amigos o conocidos, y si tiene más de 15 personas, tiende a dividirse en dos o más colectivos. Para este autor, el tamaño óptimo es de 10 miembros, en el que se proporcionan canales para el contacto y la interacción deseados. Sin embargo, autores soviéticos posteriores, como Ya.L. Kolominski, plantean la existencia de colectivos integrados por dos personas, como chofer-ayudante, médico-enfermera, entre otros. V. N. Kúlikov, en cuanto al tamaño, admite los límites entre 2 y 30 personas (20,87).

Para el estudio de las formas de la organización social de la sociedad, antes de entrar en la diferenciación entre el colectivo primario y el colectivo fundamental, es oportuno señalar las diferencias esenciales entre el grupo y el colectivo en general, las cuales en nuestra opinión son de fundamental importancia en el tratamiento de la cuestión que nos ocupa: la influencia de la organización social sobre la personalidad y viceversa.

El criterio de la necesidad de interacción no nos sirve de pauta diferenciadora, ya que ésta es una componente imprescindible tanto en el grupo, como en el colectivo. Otra cosa es el contenido en sí de la interacción; este contenido tiene características diferentes en el grupo y en el colectivo, tanto desde el punto de vista de los valores, objetivos y tareas que la originan, como desde la óptica de la comu­nicación que se produce en su contexto.

En el grupo los valores y objetivos propugnados no trascienden los intereses del grupo; por ello, el concepto de tarea social no es aplicable al grupo, que no siente la tarea realizada como una necesidad de la sociedad, sino como algo que el propio grupo decide hacer, con independencia de los intereses de la sociedad, de la utilidad social de la tarea.

Reguladora oe la conducta del otro sujeto, u otros sujetos.

Por consiguiente, en el grupo la Interacción se realiza esencialmente en el marco de los intereses individuales que fundamentan la existencia del grupo.

En los últimos años, dentro de la psicología soviética se ha venido desarrollando el concepto de comuni­cación como una categoría explicativa del pslquismo humano, a partir de la relación sujeto-sujeto. En el tratamiento de esta cuestión el psicólogo B.F. Lomov distingue en la comunicación las tres funciones siguientes: la función informativa, la función afectiva y la función reguladora*.

Entendemos que estas tres funciones se pre­sentan generalmente integradas dentro de la comunicación, pero teniendo cada una un peso diferente en dependencia de ia naturaleza de la tarea realizada y del nivel de la organización social en cuyo contexto se desarrollen las formas de comunicación, i a actividad, en cuyo marco se despliegan las distintas formas de comunicación, hace que en estas predomine una u otra de las funciones de la comunicación; la tarea de bañar o alimentar a su bebé está teñida de un profundo matiz afectivo para la madre, mientras que en el conferencista cuya tarea es impartir un seminario sobre inseminación artificial, predomina lo informativo en su relación con el auditorio.

Las formas de la organización social también establecen su importancia sobre el predominio de una u otra de las funciones de la comunicación. En el grupo, cuya cohesión se logra sobre la base de las simpatías y de la atracción personal, las funciones informativa y reguladora aparecen mediadas por la función afectiva; en tanto que en el colectivo, cuya razón de ser se basa en la com­prensión de la utilidad social de la tarea realizada, en el sentido de una toma de responsabilidad social por lo que se hace, las funciones afectiva e infpFmativa aparecen mediadas por la función reguladora.

Este hecho es importantísimo para comprender la forma en que influyen sobre la personalidad estas dos formas de la organización social. En este sentido es muy ilustrativa la manera en que A.S. Makarenko define el colectivo, señalada con anterioridad; en el grupo, por contrario, la tarea realizada es elegida por ios miembros del grupo sobre ia base de sus necesidades comunes, es decir, independientemente de la utilidad social de la tarea. En nuestra opinión, una de las diferencias fundamentales entre el grupo y el colectivo es que en el primero, la tarea es elegida por el grupo para satisfacer sus necesidades propias; y en el segundo, la tarea es aceptada por

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el colectivo como una necesidad de la organización social, que lleva aparejada de manera mediata la satisfacción de las propias necesidades del colectivo.

La segunda diferencia fundamental entre el grupo y el colectivo reside, a nuestro modo de ver, en la manera en que se opera la dirección de ambas formas de organización social:

- el grupo elige a su jefe de manera espontánea y directa, en tanto que el jefe del colectivo se establece de forma institucionalizada y en su elección, generalmente, no participan los miembros; por lo anteriormente expresado, el jefe del colectivo puede sufrir sanciones establecidas institucionalmente, no así el jefe del grupo;

- en el grupo la jefatura está muy íntimamente ligada a la consecución del éxito como expresión de los intereses del grupo y en función de la tarea realizada, se produce espontáneamente el cambio de jefatura que optimice su ejecución; en el colectivo todo tipo de tareas se realiza bajo una misma dirección, la cual en principio no es revocable por el grupo cuando la considere incompetente o inoperante, sino por la institución que designó al jefe del colectivo;

- el jefe del grupo realiza la toma de decisiones de manera prácticamente inmediata, en tanto que el jefe del colectivo suele hacerlo a través de una cadena de mediaciones y subordinaciones, expresada en las distintas instancias institucionales.

La tercera diferencia fundamental estriba en el peso diferente que tiene la influencia de la acción combinada de las tres funciones de la comunicación sobre la personalidad, ya explicada, en el caso del grupo y del colectivo.

Ahora ya estarnos en condiciones de abordar la cuestión de la especificidad del colectivo primario y del colectivo fundamental. Como sabemos A.S. Makarenko denominó a este último colectividad escolar, global o general y comunidad escolar (18,80^1), indistintamente, expresando dentro del concepto de escuela la idea de un conjunto de mayor tamaño que el aula, integrada a él como colectivo primario. En la sociología burguesa, es común la clasificación de los grupos -en el capitalismo la concepción del colectivo tal y como nosotros la entendemos no puede darse- en primarios (pequeños) y secundarios (no pequeños), cuyo iniciador fue C.H. Cooley.

Por las razones ya explicadas no consideramos pertinente establecer la diferencia entre el colectivo fundamental y el colectivo primario en términos de

tamaño, aunque no despreciamos la influencia del tamaño en tanto que factor viabilizador de la interacción, ni el hecho cierto de que el colectivo fundamental por el lugar que ocupa dentro de la organización social es siempre de mayor tamaño que el colectivo primario.

El colectivo fundamental lo es porque en él se realizan los intereses esenciales de la sociedad, en una determinada esfera del modo de vida o en varias a la vez, en armónica interrelación con las demás esferas. En el colectivo fundamental priman los intereses de la sociedad por encima de los individuales, más eso no quiere decir que aquél se desentiende de estos; en el colectivo fundamental los intereses sociales deben, realizarse., satisfaciendo a la vez la mayor parte de los intereses individuales, que sea posible.

El colectivo primario constituye el eslabón mediador entre el grupo y el colectivo fundamental. En el colectivo primario, al igual que en el grupo, es muy poderosa la influencia de los intereses grupales y personales basados en necesidades inmediatas y en relaciones de afinidad o simpatía personales. Sin embargo, a diferencia del grupo, en el colectivo fundamental los intereses grupales e individuales que en él tienen lugar deben satisfacerse en el marco de las posibilidades sociales, es decir, sin entrar en contradicción con los intereses sociales; mientras que el grupo satisface sus intereses sin tomar necesariamente en consideración los intereses sociales.

El nivel en el cual, operan los intereses de las clases, capas y grupos sociales, que por su carácter no antagónico se corresponden en el socialismo con los intereses generales de la sociedad, lo estudiaremos en el marco del concepto colectivo fundamental. En el colectivo fundamental los intereses sociales predominan sobre los individuales, los intereses de los distintos grupos socio-profesionales y categorías ocupacionales, así como los intereses de ios grupos sociales más diversos aparecen refundidos, lo cual neutraliza las simpatías personales y hace prevalecer el interés social en aras de todas las das as, capas y grupos sociales en su conjunto, sin embargo, dichos grupos, capas y clases los conforman individuos que en el nivel inmediatamente inferior de la organización social imponen a la realización de la tarea social el sello de sus intereses más inmediatos, los cuales no siempre se conjugan armónicamente con los de la sociedad. En este otro nivel, correspondiente al colectivo primario, la influencia del individuo es muy poderosa y el peso de las relaciones de afinidad y simpatía personales es mucho mayor que a nivel del colectivo fundamental; esto hace que los intereses

sociales se alcancen aquí plenamente si logran encontrar una expresión a nivel de los intereses personales, que son predominantes en este tipo de organización social.

El colectivo primario y el colectivo fundamental son conceptos relativos. En la esfera laboral, una brigada de construcción es un colectivo primario con respecto a la empresa a la cual pertenece; a su vez, la empresa puede considerarse como un colectivo primario con respecto al Mioisterio de la Construcción. El médico y la enfermera que atiende a un determinado sector de la población en un policlínico o en una instalación enmarcada en el plan El médico de la familia, pueden considerarse como un colectivo primario con respecto al total de trabajadores de la instalación asistencial y esta a su vez, como un colectivo primario dentro del total de instalaciones de salud de la provincia.

Por todo lo anteriormente expresado, en la carac­terización de estos dos tipos de colectivo no nos basaremos en rasgos formales como el tamaño, tipo de interacción u otros, sino que partiremos de la correlación que presenten entre sí los intereses sociales e individuales, como factor educacional dentro del colectivo.

La comunidad

La comunidad es un nivel de la organización social de la sociedad que opera a un grado de generalidad mayor que el de los niveles anteriores, ya explicados. La comunidad agrupa a personas que realizan tareas sociales regidas por un principio integrador, cuyo carácter no es de interacción por afinidad como en el grupo, ni de tipo sectorial, ramal o empresarial como en los colectivos laborales primario y fundamental, sino societal.

Este principio matiza la tarea social mediante condicionantes territoriales, étnicos, lingüísticos, ideopollticos, socioestructurales, económicos, ecoló­gicos y otros, que imponen una óptica macrosocial a la forma de organización y de realización de la tarea. El producto de la actividad de los colectivos y grupos se revierte en-la comunidad y con este fondo de recursos, esta realiza las tareas sociales propias del nivel societal inherente a ella.

Si analizamos la relación sociedad-individuo desde el grupo hasta la comunidad, apreciamos una continuidad que va desde el eminente predominio de los intereses individuales hasta el eminente predominio de los intereses sociales. Sí, como ya señaláramos, en el grupo y en el colectivo primario predominan los intereses individuales sobre los sociales, ya en el colectivo fundamental el predominio

es a la inversa; los intereses de los distintos grupos y colectivos, que integran diferentes categorías poblacionales, categorías ocupacionales, psicogrupos y socio- grupos, aparecen refundidos, sin embargo, todo esto se produce en marcos limitados: la empresa, el organismo a que esta pertenece, la rama, el sector económico, y otros.

La tarea social realizada en el colectivo laboral es remunerada salarialmente de manera directa, lo cual le confiere una presencia significativa al interés personal. A nivel de la comunidad se conjugan tareas de grupos y colectivos de diverso carácter: colectivos obreros, científicos, estudiantiles, familiares, integrando en ellos a las distintas clases, capas y grupos sociales, y a los distintos sectores y ramas de la economía repre­sentados en la comunidad.

Por esa razón los intereses estrechos de carácter sectorial, ramal, empresarial, que sean incompatibles con los intereses de la comunidad, tienden a ser neutralizados, por lo cual en este nivel de la organización social el predominio de los intereses sociales alcanza su grado mayor. Los intereses de la comunidad son los intereses de la sociedad bajo la óptica de los fundamentos que originaron la comunidad, la cual en su expresión más general abarca a toda la sociedad. Por ello, el nivel en el cual mejor operan los intereses más generales del socialismo: la lucha por la paz, la conciencia socia­lista, el internacionalismo proletario, el amor al prójimo, la defensa de las conquistas del socialismo, el cuidado de la propiedad social y otros intereses, es el nivel de la comunidad.

Existen principios y valores del socialismo cuyas manifestaciones no pueden circunscribirse al marco del colectivo, pues se realizan en él y fuera de él; al mismo tiempo, existen también algunos aspectos del quehacer cotidiano del hombre que, como vehículos de la relación entre la personalidad y la organización social tienen como marco idóneo la comunidad de la cual, naturalmente, forman parte los grupos y colectivos.

El estudio del nivel comunitario de la organización social está llamado a expresar el grado mayor de multilateralidad en la relación mencionada, a evitar la investigación fragmentaria de la personalidad, que participa de hecho en diferentes tipos de colectivos de manera simultánea o alternativa: el colectivo laboral, el colectivo familiar, el colectivo cederista, el colectivo partidista, el colectivo de estudio y otros. La influencia de la organización social sobre la personalidad y viceversa puede ser de naturaleza muy variada, dentro de una investigación integral de todas las instancias de la organización social, en las cuales participa la personalidad; esta puede asumir, por ejemplo, una

conducta muy positiva en su colectivo laboral y negativa en su colectivo familiar; las mismas normas y valores que sigue en un tipo de colectivo en que participe, las puede violar en otro; los valores que rigen como reguladores de su conducta pueden expresarse con intensidades diferentes en distintas instancias de la organización social.

Uno de los objetivos fundamentales del socialismo es el logro de una personalidad socialista armónica­mente desarrollada, más la concepción de este tipo de personalidad es incompatible con su fracciona­miento en aristas que manifiesten orientaciones valorativas contrapuestas. Por ello, la comunidad debe garantizar los métodos y medios adecuados para la más plena manifestación de la personalidad socialista, en todas las esferas de su modo de vida, e impedir que las formas ilegitimas de acceso al bienestar -el robo, la malversación, el amiguismo o compadreo y otras- puedan empañar la imagen de la personalidad socialista como modelo de conducta a seguir y la imagen del trabajo como única fuente de bienestar.

La necesidad de un estudio diferenciado de la realidad social, que tenga en cuenta las formas de realización de los valores y normas del socialismo, ha producido un vuelco en la tónica actual de las investigaciones del modo de vida socialista. Así lo expresa la concepción de la primera etapa del pro­yecto investigate Estado y tendencias principales de desarrollo del modo de vida soviético, realizado en 1980-85 por el Instituto de Investigaciones Sociológicas de la AC de la URSS. La peculiaridad de la concepción teórica expresada en el diseño de la investigación consiste en que, a diferencia de las investigaciones anteriores, en donde la atención se concentraba fundamentalmente en la elaboración y comprobación de sistemas de índices caracterizadores del panorama del modo de vida en su conjunto, en el desarrollo de métodos para id composición óptima de estos indices en bloques para los fines de la planificación y dirección social, referidos a las distintas esferas de la práctica social, el enfoque seguido aquí, reveló vías de investigación tanto teórica como empiric^ del modo de vida, con respecto a los distintos niveles de la organización social de la sociedad. (23,4)

El resultado de la primera etapa de esta investigación arrojó que las cualidades más rele­vantes del modo de vida soviético son:

- la integración multinacional. El 92 % de los encuestados no manifiesta prejuicios nacionales ni rezagos del pasado;

- el optimismo social. El 90 % de los encuestados reveló tranquilidad y seguridad en el mañana;

- el amor al trabajo, la relación socialista con el trabajo. El 88 % de los encuestados se considera rodeado de personas con buena actitud ante el trabajo, las cuales consideran que el éxito en la vida puede lograrse mediante el trabajo consciente;

- la alta actividad sociopolítica de las masas en los órganos del poder democrático. El 67 % de la población' adulta asiste con regularidad a reu­niones, mítines y otras actividades del centro de trabajo; el 69 % de la población adulta participa en la elaboración de los proyectos nacionales o republicanos; el 38 % asiste a reuniones, rendiciones de cuenta y otras actividades de su lugar de residencia; el 78 % participa en los sábados y domingos rojos;

- el colectivismo. El 82 % de los trabajadores presta regularmente ayuda a sus compañeros de trabajo.

Estas positivas manifestaciones de los valores rectores de la sociedad socialista soviética actual coexisten en el momento de la toma de los datos-con algunos fenómenos y procesos negativos que deben ser eliminados, tales como el debilitamiento del vínculo entre el ingreso y el aporte personal a la producción social, lo cual vida el principio de la distribución socialista. Uno de cada cuatro soviéticos enfrenta dificultades para la adquisición de bienes de uso duradero, en tanto que el 5-8 % de la población vive sin carecer de nada. Cerca de la mitad de los encuestados considera que vive entre personas, la mayoría de las cuales se interesa fundamentalmente por adquirir cosas y entiende que esto es razonable. Esta investigación reveló que: El perfeccionamiento del modo de vida soviético se dificulta como resultado de la actitud pasiva de una parte de la población con respecto a fenómenos que se contraponen a la esencia del socialismo, tales como la dilapidación de la propiedad socialista, las alteraciones del orden social y el alcoholismo. Casi la mitad de la población adulta considera que, en la actualidad, para la consecución del éxito en la vida es importante la capacidad de adaptarse y de establecer relaciones con las personas necesarias (23,9).

El conjunto más amplio de las tendencias positivas y negativas- de un modo de vida

concreto se revela con mayor riqueza y pro­fundidad, precisamente, en el nivel de la comunidad. Es aquí donde puede estudiarse el quehacer de la personalidad en las distintas esferas de su modo de vida y la relación que presenta con respecto a todas las instancias de la organización social, que tienen lugar dentro de la comunidad.

LOS NIVELES DE LA PERSONALIDAD

Relación colectivo-personalidad

En el desarrollo del pensamiento científico hacia una teoría sobre la personalidad apunta a la vez en dos direcciones: un enfoque sociológico que estudia la personalidad como portadora de las relaciones sociales, como elemento activo de un determinado sistema social, como sujeto histórico de la actividad vital humana; y un enfoque psicológico que parte del carácter consciente y cognitivo en que el hombre como individualidad establece su relación con el mundo circundante.

En nuestra opinión, estos dos enfoques deben complementarse mutuamente. La personalidad no puede investigarse sólo a nivel societal o social abstracto, como un sujeto homogéneo nivelador de las diferencias individuales; ni tampoco a nivel de los •distintos individuos entendidos como sujetos que, aparentemente, no están subordinados a ningún condicionamiento social (2,88). En cada uno de los niveles e instancias de la organización social de la sociedad la personalidad tiene una expresión, factible de investigarse. En la relación objetiva que presenta la personalidad con la actividad vital que realiza se transforman recíprocamente una u otra y el carácter de esta transformación aparece mediado por el nivel e instancias de la organización social, en que se establece la relación.

El desarrollo de la personalidad se mide por su capacidad de realizar cambios objetivos en su actividad vital. La magnitud y naturaleza de dichos cambios no depende solamente del activismo de la personalidad, sino también de las posibilidades que ofrezca para ello la organización social. Conjugando el principio del tránsito de una formación socio­económica a otra, con el principio de la cjrferenciación socialista dentro de una misma formación, K.A. Abuljánova-Slávskaia establece así el principio de la personalidad: El problema metodológico clave es la forma social de ser del individuo. El individuo inicialmente se incorpora a las relaciones sociales características de una formación en general y de una clase en particular; pero su psiquis se define en dependencia de la forma de su ser social... la psiquis del individuo se define partiendo de las particularidades del ser social de, precisamente, un individuo dado, teniendo en cuenta no sólo la diferencia de clase, sino también todas las restantes diferenciaciones microsociales. Con esto se hace realidad en la psicología no sólo el principio de la división en formaciones y clases, sino también el principio de la personalidad, desarrollado por la sociología marxista contemporánea y según el cual existen distintas formas de incorporación de cada

individuo a las relaciones sociales y una diferen­ciación social entre los individuos (1,73-74).

En la literatura científica socialista, el concepto de personalidad se ha enfocado a través de la categoría de sujeto de la conducta social y de la comunicación (V.G. Ananiev), de individuo poseedor de una activa orientación a fines (P.E. Kriazhev), miembro de la sociedad que sintetiza los rasgos socialmente significativos integrados en él (I.S. Kon), como portador de la conciencia (K.K. Platonov), y otros enfoques. Podríamos aportar otros muchos enfoques que harían ilimitada esta relación, para llegar finalmente a la conclusión de que no existe una definición de personalidad, que sea generaf-mente reconocida por los teóricos.e, investigadores marxistas y no marxistas.

En nuestra opinión, este tipo de definiciones enfocan a la personalidad de manera unilateral y esencialmente como un conjunto de rasgos, como portadora de atributos o cualidades. A partir de esta óptica dichos enfoques no son constructivos, puesto que no vinculan la personalidad a los niveles del ser social del hombre, a la esencia de la actividad vital que realiza y que la conforma, a la tarea social y a la estructura sistémica de la personalidad.

La personalidad no puede explicarse como un conglomerado de cualidades, ni agotar su contenido en una -o unas pocas- categoría explicativa. La personalidad es un sistema y como tal se realiza en distintos niveles y se define mediante la inter­relation recíproca de múltiples categorías. En dirección hacia una concepción de la personalidad como un sistema integrado por distintos niveles, se encaminan ya distintos investigadores en el campo de la ciencia marxista-leninista: K.K. Platonov, B.A. Yadov, A.V. Petrovski, F. González Rey y otros.

En este sentido nos parece muy fecunda la concepción de Fernando González Rey, Ja cual supera la jerarquización rígida de los 4 niveles de la personalidad que establece Platonov, con la denominación de subestructuras. F. González establece tres niveles en la estructura de la personalidad: el nivel consciente-volitivo, como expresión psicológica superior del proceso de autodeterminación de la personalidad; el nivel operatorio de normas, estereotipos y valores, cuyo elemento central no está dado por la participación integral, activa y reflexiva de la personalidad en las distintas direcciones de su vida individual, hacia fines generales conscientemente establecidos, sino que la regulación psicológica de la personalidad tiene un carácter más parcial, pues se orienta en las diferentes esferas de su vida, por unidades psicológicas menos complejas, de un carácter

inmediato; y el nivel tonal-temperamental, que influye tanto en el tono general de la personalidad, como en todo el funcionamiento hormonal, gástrico y cardiovascular del organismo (16,157-158).

Debemos destacar que si bien es cierto que existe en Fernando González Rey una estructura jerarquizada en la cual el primer nivel es más importante que el tercero desde una óptica ético-moral, esto no implica una subordinación de los niveles inferiores al primero en el plano funcional. La interacción entre los tres niveles se logra a cuenta de su interacción sistémica y no a partir de relaciones tácitas de subordinación. La concepción de la personalidad como un sistema que genera y resuelve contradicciones nos parece una idea positiva del autor. Este enfoque revela claramente que en una determinada situación vital, el activismo de la personalidad como fuerza compulsiva dirigida de lo interno a lo externo puede colocar el nivel operatorio de normas, estereotipos y valores por encima del nivel consciente-volitivo, en el plano funcional; pero deja fuera de lugar el hecho cierto de que la naturaleza de la tarea social, como fuerza compulsiva dirigida de lo externo a lo interno, puede también imponer una jerarquización a los niveles de la personalidad compatible o incompatible con la dirección de su activismo.

Este segundo ángulo de la cuestión, que explica la influencia de la organización social sobre la personalidad, aparece tratado en la concepción estratométrica de la personalidad de A.V. Petrovskl, en la cual se parte de la mediatización de las relaciones interpersonales en el colectivo, por el contenido de la actividad realizada y por los valores y objetivos del colectivo (19,16).

Esta concepción de la personalidad por niveles, relacionada con el estudio de la naturaleza de la tarea social desempeñada en un determinado nivel o instancia de la organización social, constituye a nuestro juicio una herramienta metodológica de gran utilidad en la investigación de la relación perso­nalidad-organización social. Por ser el colectivo el tipo de organización social más investigado por los autores marxistas-leninistas, ejemplificaremos dicha relación sobre la base del colectivo.

Cuando los valores y objetivos de un colectivo son expresión verdadera de los principios del socialismo, cuando además ha encontrado la forma idónea de expresarlos a través de su auto­determinación colectivista, el colectivo está en condiciones de influir muy positivamente sobre la personalidad aun cuando su activismo no esté dirigido al nivel consciente-volitivo, o sea, al nivel de autodeterminación de la personalidad. Mas, si en la personalidad resultara dominante el nivel

consciente-volitivo, desarrollado a partir de influen­cias externas al colectivo, y en éste predominara el formalismo, la aceptación de normas y patrones de conducta al nivel operatorio de normas, estereo­tipos y valores, entonces el colectivo no podría desarrollar a la personalidad en cuestión ya que su influencia va dirigida hacia un nivel de la personalidad, en el cual no está centrado su activismo. En este caso, para que pueda producirse el flujo recíproco de influencias entre la personalidad y el colectivo, es necesario que la tarea social logre motivar a todos hasta el punto de transformar el formalismo en una auténtica autodeterminación colectivista.

La naturaleza de la tarea social matiza la influencia del colectivo sobre la personalidad y viceversa; si se trata de una tarea que requiera la participación conjunta y simultánea de muchas personas, esto de por sí estimula la interacción de los miembros del colectivo, siempre y cuando la tarea estuviera correctamente planificada, organizada y dirigida, sin lo cual la inter­acción será caótica. La correcta planificación, organi­zación y dirección de la tarea redunda siempre en una alta cohesión colectiva, que contribuye a alcanzar rápi­damente él nivel consciente-volitivo de la personalidad, cobrando un sentido personal para ella. Cuando esto no sucede la tarea social deviene solamente una deter­minación formal, que opera al nivel de normas, estereo­tipos y valores externos al sistema de la personalidad; sin un reforzamiento fuerte y positivo del nivel tonal-temperamental, que pudiera compensar en algo la situación planteada, esta tarea está condenada al fracaso.

Naturalmente, el sistema ideal de influencias es aquel en el cual el colectivo, que ya ha alcanzado su autodeterminación colectivista, influye sobre la personalidad al nivel consciente-volitivo plenamente formado en esta, mediante la realización de una tarea social bien planificada, organizada y dirigida.

En el II Pleno del CC del PCC, celebrado en julio del presente año 1986, Fidel Castro hizo un llamado al fortalecimiento de la autodeterminación colectivista y a la erradicación de los fenómenos ajenos a la moral socialista que se manifiestan en el ámbito laboral: El Comité Central subraya que estos fenómenos están determinados por un conjunto de factores, entre los que predominan la falta de exigencia administrativa, indolencia y tolerancia de las estructuras sindicales y serias debilidades en el trabajo político.

Se hizo patente que la tendencia economicista que pretende promover el cumplimiento de los objetivos en la producción y los servicios apelando únicamente a los resortes materiales, ya de po- sí deformados por una aplicación violatoria de los

reglamentos y normas en vigor, no origina una conducta laboral satisfactoria y, por el contrario entroniza la indisciplina, la desidia y el desinterés por los objetivos sociales... el Comité Central consideró que a los militantes del Partido y de la UJC en los colectivos laborales, a los sindicatos y a toda la clase trabajadora corresponde ahora responder ai llamamiento del compañero Fidel con un renovado espíritu de dueños del Conjunto de los medios de producción y de productores.

La respuesta se resume en una palabra cuyo contenido dignifica y enaltece: TRABAJO Trabajar, ante todo, lo que a cada uno corresponde en su jornada y hacerlo cada vez mejor, con más dedicación y calidad. (21).

El análisis del hombre como conjunto de las relaciones sociales se ha efectuado dentro de nuestra sociología mediante el estudio de la personalidad como conjunto de papeles -ro'es- sociales. Mas, los papeles sociales en tanto que relaciones nos ofrecen un cuadro demasiado estático y pobre que diluye a la personalidad dentro del conjunto de papeles sociales. Esto genera una contradicción al aplicar el principio de las relaciones sociales a la personalidad: en torno a dicha contradicción I. S. Kon señala: esta contradicción fundamenta una conocida autonomía de la personalidad de cada uno de sus papeles sociales. Por muy generales que sean los papeles tomados por separado, su estructura y su materialización en la personalidad de un individuo siempre son únicas, específicas de él (17,12-13). En nuestra opinión, el concepto de tarea social nos permite pasar de la definición de personalidad a partir de su esencia social -ser el conjunto de las relaciones sociales-, a la definición de personalidad a través de la manera y circuns­tancias en que ésta realiza su esencia.

La importancia social del trabajo puede manifes­tarse en la personalidad al nivel consciente-volitivo como una necesidad abstracta de trabajar, que encuentra manifestaciones concretas en depen­dencia de cómo la personalidad se incorpore al colectivo, de cuáles sean las» relaciones que en él se establezcan, de cuál sea el nivel de la personalidad al que operen esas relaciones.

Si esta necesidad abstracta de trabajar, encuentra al nivel operatorio de normas, estereotipos y valores, y a nivel tonal-temperamental respuestas positivas en el colectivo, entonces la influencia de este sobre la personalidad puede transcender el ámbito de lo laboral. El sentimiento de amor al trabajo genera una capacidad general de amar que encuentra también expresiones fuera del ámbito laboral: respeto y consideración hacia las demás personas en el

trabajo que realizan, afianzamiento del sentimiento de pertenencia, del sentimiento de propietario de los bienes creados por la sociedad y otras.

Cuando la organización, planificación y dirección de la tarea social en el colectivo están bien conce­bidas, el trabajo además de satisfacer necesidades materiales del hombre, deviene forma de desarrollo de las distintas capacidades de la personalidad y no sólo las propiamente laborales; mas, una tarea social planteada incorrectamente conduce a que la personalidad limite su activismo aún cuando la tarea haya sido plenamente concientizada al nivel consciente-volitivo, por la imposibilidad de realización práctica de la tarea al nivel operatorio.

Por otra parte, el nivel tonal-témperamental, sobre el cual actúan fuertemente las simpatías personales, no puede influir sobre el sistema de la personalidad a contrapelo de los niveles operatorio de normas, estereotipos y valores y del nivel consciente-volitivo, sin producir la desestabilización del sistema. Las relaciones del colectivo, cuya esencia se basa en la necesidad social de la tarea realizada, recaban que las simpatías personales no se contrapongan a los objetivos de la sociedad.

En el período comprendido entre 1978 y 1981, el CIPS de la AC de Cuba realizó investigaciones en distintos grupos laborales, cuyas características no permitían conceptuarlos como colectivos. Estas investigaciones, a cargo de Lina Domínguez, se realizaron a nivel socioeconómico y sociopsicológico; las causas de los conflictos detectados frenaban el desarrollo del sistema de relaciones entre la personalidad y la organización social, ya que de hecho limitaban la posibilidad de los grupos estudia­dos para convertirse en colectivos, entre ellas las más significativas fueron:

- Aspectos concernientes a la organización del trabajo. (Significativo en el 61,2 % de los grupos estudiados)

- Relaciones dirigente-subordinado. (Significativo en el 63 % de los grupos estudiados)

- Relaciones interpersonales. (Significativo en el 48 % de los grupos estudiados)

- Valoración y perspectivas que el grupo posee de su trabajo. (Significativo en el 45,2 % de los grupos estudiados)

Es oportuno señalar que en el marco del presente trabajo hemos considerado como criterios definitorios del colectivo, la existencia en él de órganos, poderes responsabilidades, correlación entre sus partes e

interdependencia, que lo conviertan en un organismo social vivo; la realización por el colectivo de una tarea social, a partir de objetivos de interés para la sociedad y no a partir de intereses individuales. A partir de*éstos criterios rectores hemos deslindado el concepto grupo del concepto colectivo.

Sin embargo, la concepción teórica en que se sustentan las investigaciones empíricas realizadas por el CIPS en los últimos años, concibe la organización grupal como un movimiento en desarrollo ascendente hasta su punto culminante, que es el colectivo. En este sentido, el colectivo representa el mayor grado de desarrollo del grupo laboral -se estudiaron solamente colectivos laborales- imponiéndosele en consecuencia atributos muy severos que, en nuestra opinión, caracterizan no los rasgos básicos del colectivo, sino los atributos de un colectivo plenamente desarrollado. En estas investigaciones el colectivo se definió de la manera siguiente:

El colectivo es un grupo de personas unidas por fines comunes en la realización de una actividad socialmente útil y presupone una forma particular de interacción entre las personas que garantiza que se cumpla el principio del desarrollo de la personalidad junto al propio desarrollo del colectivo.

Son rasgos distintivos del colectivo laboral:

1. Alta productividad y eficiencia.

2. Coincidencia entre los fines individuales, grupales y sociales.

3. Relaciones abiertas y coordinadas con otros co­lectivos que permita la consecución de los objetivos más generales de importancia para la sociedad.

4. Cohesión y unidad para la acción conjunta sobre la base del centralismo democrático*.

5. Relaciones interpersonales basadas en el principio del colectivismo que implica camaradería, exigencia, respeto y ayuda mutua.

6. Existencia de las condiciones necesarias para la formación y desarrollo multilateral de la perso­nalidad de todos los miembros. (6).

Relación comunidad-personalidad

Si a nivel de un determinado tipo de colectivo investigáramos la influencia de este sobre la persona­lidad y a la inversa estaríamos analizando solamente un fragmento de su actividad vital, referido a ese

tipo de colectivo. Sin embargo, esta relación colectivo-personalidad se produce en el contexto de un mosaico de influencias, que ejercen sobre la personalidad los otros tipos de colectivo en los cuales participa.

Si estudiamos de manera aislada la interacción personalidad-organización social dentro del colectivo familiar, del colectivo laboral, del colectivo estudiantil, del colectivo cederista y de otros colectivos, que en su conjunto forman parte del marco en que la personalidad realiza su actividad vital, estaremos de hecho soslayando la naturaleza sistémica de la per­sonalidad y de la organización social, y no podremos descubrir el verdadero porqué de la efectividad o inefectividad de las influencias ejercidas en una y otra dirección.

Si la personalidad estuviera orientada hacia una determinada esfera de su modo de vida como, por ejemplo, la esfera familiar, debido a que las necesi­dades en esa esfera son para ella más acuciantes, por lo cual su activismo encuentra aquí la mejor forma de expresarse, entonces, la influencia que ejercen sobre la personalidad el colectivo laboral, el estudiantil u otros colectivos en que participe, será menos poderosa que la del colectivo familiar.

Por esta razón, para caracterizar debidamente la relación que se presenta entre la personalidad y la organización social debemos investigar dicha relación en la interacción e interdependencia de todas las células de la organización social en que la personalidad participe, por lo cual el nivel de análisis de este tipo de interacción e interdependencia es la comunidad.

Además, cuando la personalidad se orienta hacia una determinada esfera de su modo de vida, no lo hace por igual con respecto a todas las formas de actividad vital que ese modo de vida permite en dicha esfera, sino que la intensidad de sus necesidades es diferenciada por tipos de actividad vital dentro de la esfera en cuestión. En la práctica, esto conduce a que la personalidad seleccione, en primer lugar, un conjunto de formas de actividad vital dentro de la esfera en cuestión, las cuales se corresponden más con sus necesidades, capaci­dades, gustos e inclinaciones; y, en segundo lugar, a la diferenciación de las intensidades con que se realizan las actividades vitales seleccionadas, debido al desigual interés que pone la personalidad en cada una de ellas.

Por otra parte, el hecho de que dentro de la actividad realizada en los distintos grupos y colectivos en los cuales la personalidad participe, esta se oriente hacia una determinada esfera de su modo de vida, no significa que deje en absoluto de prestar

su atención a las demás esferas, sino que la persona­lidad las subordina a la esfera hacia la cual se orienta; por consiguiente esta se convierte en la esfera rectora de su modo de vida. Tanto en la esfera rectora como en las no rectoras, la personalidad selecciona no todas las actividades de la esfera en cuestión, sino un determinado conjunto de actividades.

¿Qué hace a la personalidad elegir unas activi-, dades y no otras, unas en mayor medida que otras?

Desde el punto de vista psicológico podríamos encontrar respuesta a esta interrogante en las condi­ciones internas de la personalidad, las cuales suponen el entrelazamiento de propiedades adquiri­das y heredadas de la personalidad de una manera tan peculiar, que a nivel individual la biografía de la personalidad, incluso en gemelos monocigóticos sometidos al mismo tipo de influencias externas, refleja conductas diferentes ante los mismos estímu­los del medio exterior; desde este punto de vista se impone la necesidad de estudiar lo típico de la personalidad, agrupando los elementos regulares que lo componen y desentendiéndonos de los casua­les, pues de otro modo el estudio de la personalidad se convertiría en el estudio de lo irrepetible.

El concepto sociológico de personalidad se apoya en los tipos sociales de personalidad. Las persona­lidades individuales presentan diferencias debido a condicionamientos neurofisiológicos, hereditarios, características de la socialización familiar, el tempera­mento, el carácter, a influencias del grupo de coetáneos, y otros. Mas estas personalidades se polarizan en los tipos sociales de personalidad, en los cuales los condicionamientos societales tienen una acción tan poderosa como para generar conductas sociales típicas en personalidades individuales diferentes.

Estos tipos sociales de personalidad, que tienen una expresión a nivel de las clases, grupos y capas sociales y cuyo marco idóneo de estudio es el colectivo, también se manifiestan a nivel societal en lo tocante a las diferencias territoriales (municipio, provincia; zona urbana, zona rural; y otras), a la actividad económica fundamental del territorio (caña, cítricos, tabaco, y otros) y a*otros aspectos macro-estructurales en cuyo contexto podemos investigar lo típico de la personalidad del matancero, del güinero, del trabajador tabacalero, y otros. En este caso, el marco idóneo de estudio es la comunidad.

Un instrumento metodológico para la búsqueda del carácter típico de la conducta de la personalidad a partir de su determinación externa lo constituye el concepto de posición social de la personalidad. La posición social expresa una determinada ubica­ción del hombre en la estructura social. Dado que

el hombre está ubicado a la vez en distintas componentes de la estructura social, ocupará por consiguiente varias posiciones sociales. Al respecto. W. Friedrich señala: Ante todo debe tenerse en cuenta que el hombre en particular es siempre al mismo tiempo portador de varias posiciones sociales. Puede poseer, por ejemplo, las siguientes posiciones: 40 años/hombre/hijo de un obrero/ ingeniero diplomado/jefe de departamento, casado/padre de familia/habitante de una gran ciudad/ y otros... Estas posiciones no se encuentran como piedras de mosaico una al lado de la otra, sino que están estrechamente entrelazadas. Por regla general, el individuo no actúa en la vida cotidiana de acuerdo con una de las posiciones, sino debido a toda una combinación de posiciones. (15).

Como vemos, un determinado conjunto de posiciones sociales establece una ubicación precisa dentro de la estructura social. Todas las personas que ocupen a la vez este conjunto de posiciones sociales presentarán, en virtud de este condicio­namiento socioestructural, un acierto de formas regu­lares de su actividad vital y un peculiar modo de pensar. Esto conforma un tipo social de personalidad.

En los tipos sociales de personalidad las posi­ciones sociales establecen el carácter necesario de las formas de actividad vital que realizan los distintos individuos que componen el tipo; el carácter casual de las cualidades de personalidad que desarrollan estas posiciones sociales viene dado por las particula­ridades de la biografía individual, actividad nerviosa superior, carácter, temperamento, aptitudes y otras particularidades de esos individuos.

Estas particularidades casuales de la personalidad son neutralizadas por la influencia de las posiciones sociales que ocupa, con lo cual se origina una orientación del activismo de la personalidad que tiene un carácter regular. LP. Bueva establece como criterio para la elaboración de una tipología social de la personalidad su pertenencia a la estructura social: La tipología social de la personalidad es producto y reflejo de una determinada estructura social. En este sentido, la personalidad representa objetivamente una personificación especial de determinadas fuerzas sociales, es representante de grupos sociales, de su modo de vida, actividad y con ello del modo de pensar (5,273).

Es en la comunidad en donde puede investigarse plenamente la participación de la personalidad en todas las esferas de su modo de vida, con la especificidad que a dicha participación le imprimen las posiciones sociales que ocupa. Así podremos conocer, por ejemplo, como se relacionan entre sí

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las intensidades de realización de las actividades de la esfera laboral, doméstico-comunitaria, educativo-cultural e ¡deopolítica. Asimismo, podremos estable­cer la interrelación recíproca de las actividades vitales dentro de una misma esfera del modo de vida, o la interrelación a nivel de todas las actividades del presupuesto de tiempo de la personalidad.

El estudio de aquellas esferas o actividades en que la personalidad participa con mayor intensidad en detrimento de otras esferas o actividades de su modo de vida o, en otras palabras, la investigación de las formas de actividad vital rectoras y no rectoras del modo de vida de la personalidad, en los distintos niveles de la organización social, es la problemática de los estilos de vida, como expresión de las formas de actividad vital que la personalidad, según su modo de pensar, selecciona y jerarquiza en el marco de todo el conjunto de formas de la actividad vital, cuya realización posibilita el modo de vida socialista en cada nivel de la organización social.

En 1988 el Centro Juan Marinello del Ministerio de Cultura culminó una investigación nacional de los estilos de vida, sobre la base del registro de tiempo que dedica la población cubana a las actividades qué realiza en un día promedio; en esta investigación el nivel de la organización social utilizado como la unidad de análisis fue el de los grupos sociales, compuesto por personas de igual situación ocupacional, sexo, edad e instrucción.

La influencia positiva de la organización social sobre la personalidad y viceversa puede bloquearse

en cualquiera de los niveles, cuando exista una mala organización del trabajo y de la actividad social en general, cuando se apliquen mecanismos •conó-micos o sociales inadecuados, o cuando no exista una política efectiva para impedir el surgimiento y proliferación de formas ilegítimas de acceso al bienestar. Estos fenómenos se aprecian en su real dimensión precisamente a nivel de la comunidad.

Hoy día, en nuestro país, tiene lugar un proceso de rectificación de errores y tendencias negativas en la dirección económica y política del país, cuyo factor impulsor ha sido los señalamientos de Fidel Castro en sus últimas intervenciones. La rectificación de estos errores conducirá al más pleno desarrollo de la personalidad socialista.

Entre los errores que han originado desviaciones de la conducta socialista en algunos elementos de la población se aprecian irregularidades en el proceso docente-educativo (7), en los servicios (7), en cuanto a impedir el surgimiento y desarrollo de formas ilegítimas de acceso al bienestar (8), en cuanto a la falta de exigencia en el colectivo laboral (10) y en cuanto al trabajo político (9).

A.partir de todo lo hasta aquí expuesto, se hace evidente que el estudio de la relación entre la personalidad y la organización social requiere una óptica sistémica, que engarce adecuada­mente los niveles de la personalidad y los niveles de la organización social. Hacia esta meta deben dirigirse los trabajos futuros dentro de esta temática.

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