“los migrantes son ejemplo clave en la construcción de la

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PAG. 1 PAG. 2 sión y a veces odio, incluso simplemen- te porque muchos en la VR tienen una edad avanzada. No hay derecho. En vez de agradecerla, algunos la deni- gran en función de intereses mediáticos espurios o de espiritualidad trasnochada. Por eso, como la sonrisa, quiero sobre todo dar gracias “por cuanto esta pala- bra derrite nieve o hierro” que dice Pablo Neruda. Al recibir este premio ha dicho que eran los migrantes los merecedores del mismo. ¿En qué sentido? Me sucede lo mismo en situaciones pa- recidas. Me pregunto ¿por qué a mí y no a ellos? Hay tantos merecedores de esto y muchísimo más ¡¡¡ Tantos nombres escondidos, tantos fugitivos que esca- pan de una vida imposible, sin apoyos en la globalización creciente… Tantos caminantes que nos inventan caminos, queriendo hogar como tú y yo. Son ellos, los que, al golpear puertas descubren es que estas no tienen mirada sus ojos y al cerrarse golpean sus rostros. Aunque esas mismas puertas sean atravesadas malamente muchas veces al paso y al sonido del dinero…Hay tanto emigran- te que nos aportan tanto… ¿Quien soy en referencia a ellos? Un privilegiado, un aprendiz permanente como un niño. Alguien que toma su ejemplo y se aver- güenza muchas veces incluso al hablar de lo que percibo que es su vida. Es un premio para esas personas, – y no solo los que viven experiencias extremas -que son como un paradigma de la vida cris- tiana en muchos aspectos; una referencia vital y testimonial que muchas veces está marcada por el espíritu de resistencia y de aguante en el sufrimiento por la justicia. Muchas veces extraños en nues- tro entorno (social, cultural, familiar…) pero admirables en medio de contextos hostiles de los que vienen o de los que les toca vivir. Son ejemplo clave en la construcción de la fraternidad humana universal, donde está presente la frater- nidad cristiana. Y esto vale tanto para “Los migrantes son ejemplo clave en la construcción de la fraternidad humana” JOSE LUIS PINILLA SJ ¿Cómo ha recibido personalmente este premio? Como acción de gracias por lo inespera- do, por estar enmarcado en la preferen- cias apostólicas de la Compañía de las que me nuestro, por su relación con P. Arrupe etc y por suceder al gran amigo, profeta y religioso Santiago Agrelo. Y por supuesto por venir de la vida religio- sa, tan imprescindible hoy día también , por su ser y no solo por su hacer. Recibir de la vida Religiosa un premio como este me reafirma en el gozo y el compromiso por convivir con mucha vida escondida que apunta hacia lo alto y lo profundo ( a lo esencial) de la misma vida. Frente a tantos malos “gurús” que la maltratan – aun también dentro de la iglesia- sim- plemente por aplicar el Concilio Vatica- no en los retos de nuestro tiempo. Es dar gracias a Dios por mi familia, por la Compañía, la Iglesia…etc, que me co- locaron en este ámbito. Recibirlo con humildad es una afirmación de agradeci- miento a los religiosos (muchos de ellos codo a codo con emigrantes) y de cierta rebeldía frente a los que destilan exclu- creyentes como para quienes no lo son. En alguna ocasión ha dicho que estar cerca de los migrantes y tocarles “es tocar las llagas de Cristo” y que eso nos compromete a quemar la vida hasta la extenuación. ¿Cómo ha sido para José Luis Pinilla tocar las llagas de Cristo en cada uno de los migrantes qué ha conocido? Lo de tocar las llagas de Cristo arranca de la herramienta ignaciana, en los Ejer- cicios, que es la aplicación de sentidos que ha recogido muchas veces el ben- dito Papa Francisco – cuya vida guarde Dios muchos años- y de mis preguntas de ayer, hoy y mañana ante el crucifi- cado. Impulsado por algo parecido me he movilizado, muchas veces de manera pobre, escasa y tangencial, para huir, o al menos hacer un paréntesis, de des- pachos e instancias oficiales. Estos son muchas veces espacios protectores que juegan a la defensiva. Al cerrojazo. Se “¡Hay tantas personas que escapan de una vida imposible!” José Luis Pinilla ha sido reconocido con el Premio Carisma Especial de CONFER por su labor en materia migratoria y defensa de los derechos humanos, “haciéndose amigo y hermano de los pobres a ejemplo de Pedro Arrupe; vocación religiosa que se hace entrega sobre todo en el desamparado”. José Luis Pinilla sj en la Conferencia Episcopal Española, durante sus años en la Comisión Episcopal de Migraciones

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sión y a veces odio, incluso simplemen-te porque muchos en la VR tienen una edad avanzada. No hay derecho. En vez de agradecerla, algunos la deni-gran en función de intereses mediáticos espurios o de espiritualidad trasnochada. Por eso, como la sonrisa, quiero sobre todo dar gracias “por cuanto esta pala-bra derrite nieve o hierro” que dice Pablo Neruda.

Al recibir este premio ha dicho que eran los migrantes los merecedores del mismo. ¿En qué sentido? Me sucede lo mismo en situaciones pa-recidas. Me pregunto ¿por qué a mí y no a ellos? Hay tantos merecedores de esto y muchísimo más ¡¡¡ Tantos nombres escondidos, tantos fugitivos que esca-pan de una vida imposible, sin apoyos en la globalización creciente… Tantos caminantes que nos inventan caminos, queriendo hogar como tú y yo. Son ellos, los que, al golpear puertas descubren es que estas no tienen mirada sus ojos y al cerrarse golpean sus rostros. Aunque esas mismas puertas sean atravesadas

malamente muchas veces al paso y al sonido del dinero…Hay tanto emigran-te que nos aportan tanto… ¿Quien soy en referencia a ellos? Un privilegiado, un aprendiz permanente como un niño. Alguien que toma su ejemplo y se aver-güenza muchas veces incluso al hablar de lo que percibo que es su vida. Es un premio para esas personas, – y no solo los que viven experiencias extremas -que son como un paradigma de la vida cris-tiana en muchos aspectos; una referencia vital y testimonial que muchas veces está marcada por el espíritu de resistencia y de aguante en el sufrimiento por la justicia. Muchas veces extraños en nues-tro entorno (social, cultural, familiar…) pero admirables en medio de contextos hostiles de los que vienen o de los que les toca vivir. Son ejemplo clave en la construcción de la fraternidad humana universal, donde está presente la frater-nidad cristiana. Y esto vale tanto para

“Los migrantes son ejemplo clave en la construcción de la fraternidad humana”

JOSE LUIS PINILLA SJ

¿Cómo ha recibido personalmente este premio? Como acción de gracias por lo inespera-do, por estar enmarcado en la preferen-cias apostólicas de la Compañía de las que me nuestro, por su relación con P. Arrupe etc y por suceder al gran amigo, profeta y religioso Santiago Agrelo. Y por supuesto por venir de la vida religio-sa, tan imprescindible hoy día también , por su ser y no solo por su hacer. Recibir de la vida Religiosa un premio como este me reafirma en el gozo y el compromiso por convivir con mucha vida escondida que apunta hacia lo alto y lo profundo ( a lo esencial) de la misma vida. Frente a tantos malos “gurús” que la maltratan – aun también dentro de la iglesia- sim-plemente por aplicar el Concilio Vatica-no en los retos de nuestro tiempo. Es dar gracias a Dios por mi familia, por la Compañía, la Iglesia…etc, que me co-locaron en este ámbito. Recibirlo con humildad es una afirmación de agradeci-miento a los religiosos (muchos de ellos codo a codo con emigrantes) y de cierta rebeldía frente a los que destilan exclu-

creyentes como para quienes no lo son. En alguna ocasión ha dicho que estar cerca de los migrantes y tocarles “es tocar las llagas de Cristo” y que eso nos compromete a quemar la vida hasta la extenuación. ¿Cómo ha sido para José Luis Pinilla tocar las llagas de Cristo en cada uno de los migrantes qué ha conocido?Lo de tocar las llagas de Cristo arranca de la herramienta ignaciana, en los Ejer-cicios, que es la aplicación de sentidos que ha recogido muchas veces el ben-dito Papa Francisco – cuya vida guarde Dios muchos años- y de mis preguntas de ayer, hoy y mañana ante el crucifi-cado. Impulsado por algo parecido me he movilizado, muchas veces de manera pobre, escasa y tangencial, para huir, o al menos hacer un paréntesis, de des-pachos e instancias oficiales. Estos son muchas veces espacios protectores que juegan a la defensiva. Al cerrojazo. Se

“¡Hay tantas personas que

escapan de una vida imposible!”

José Luis Pinilla ha sido reconocido con el Premio Carisma Especial de CONFER por su labor en materia migratoria y defensa de los derechos humanos, “haciéndose amigo y hermano de los pobres a ejemplo de Pedro Arrupe; vocación religiosa que se hace entrega sobre todo en el desamparado”.

José Luis Pinilla sj en la Conferencia Episcopal Española, durante sus años en la Comisión Episcopal de Migraciones

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tiva y esperanzada. Y Dios me ha dado muchas posibilidades para ello al lado de delegados, voluntarios, gente anónima ... De descubrirlo en ellos. Hasta el punto de que he experimentado, y lo he dicho muchas veces, que han sido los empo-brecidos y los migrantes concretos (Ma-madou, Nicole, Vladimir, Cesar Karin-Iñi-go…etc) los que han servido de bastón y refugio en mi camino. Y no al revés, como la filantropía barata supone hacer. Ellos, tan despojados de dignidad y de derechos, me guían por los derroteros que Dios quería y quiere para mí. No puedo dejar de mencionar al P. Arru-pe en este aspecto, quien se adelantó a su tiempo, al crear el Servicio Jesuita a Refugiados (SJR) en una Navidad de 1979, ejemplo entonces en mi recién comenzada vida sacerdotal como jesuita, que tocó ardientemente su corazón con la intuición de un profeta y la visión de un místico pegado al evangelio contem-plado. Un apasionado de Jesucristo.

Me quedo con una sus frases (que pue-de ayudar a muchos jóvenes que me siguen descolocando tras 52 años de jesuita, y me incomoda (¡buena señal!) e interpela al máximo: “No me resigno a que, cuando yo muera, siga el mundo como si yo no hubiera vivido.” Sintonía sin duda en este aspecto como en otros, con el papa actual Francisco, en su opción por los marginados, refugiados e inmi-grantes. “Estamos llamados a reconocer en sus rostros –decía el Papa - el rostro de Cristo, hambriento, sediento, desnu-do, enfermo, forastero y encarcelado, que nos interpela. Si lo reconocemos, seremos nosotros quienes le agradeceremos el haberlo conocido, amado y servido”.

olvidan de jugar por las alas, por usar un símil futbolístico. Porque si yo -con otros- no “tocaba”, gustaba, olía o veía, más allá de los medio,- esa realidad me percibía a mí mismo mucho más “seco” en mi vida y muy incoherente con la misión encomendada. Tras los con-tactos con esa realidad digamos cuasi sacramental, volvía a mi trabajo, a mis lecturas, a mis reflexiones, a mis respon-sabilidades de manera más fresca, crea-

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Durante 12 años ha dirigido La Co-mision de Migraciones (ahora Sub-comisión para las Migraciones y la Movilidad Humana) de la Conferencia Episcopal Española ¿Cómo trabaja hoy la Iglesia española en favor de los migrantes? ¿cómo lo valora? ¿cuáles son los retos más importantes en esta pastoral? Fui enviado a la CEE por la Compañía según el criterio de San Ignacio en las Constituciones para la selección de mi-nisterios al priorizar los espacios -no solo geográficos- donde existe mayor necesidad, sea por miseria o por mayor necesidad . Mi servicio en la Conferen-cia Episcopal, muy ayudado por muchas realidades diocesanas, civiles, eclesiales, asociaciones, Caritas, el Instituto de Mi-graciones de Comillas etc abrió otras posibilidades que pudimos ampliar en el ancho campo de la movilidad humana. Doy gracias al ejercicio de la obedien-cia, razón última de trabajar en Añastro.

JOSE LUIS PINILLA SJCuando conocí a Francisco, el Papa me preguntó:”¿Quién te metió en este lío? ¿Cómo llegaste ahí?” le contesté “Por la misma razón que le movilizó a Ud. Santi-dad: Por obediencia”. Se sonrió, compro-bé su gran conocimiento de la realidad migratoria en España y terminó pidién-dome – como a tantos- que rezara por él. Lo hago y pido que lo hagan. Hablo sobre el horizonte de la Iglesia española en este campo . Lo entresa-co del documento “La Iglesia servidora de los pobres.” Es de abril de 2015 en época posterior a la que yo entré, poco después de que el cardenal Rouco aban-donara la presidencia de la CEE sustitui-do por D. Ricardo Blázquez y, siendo el actual cardenal Omella Presidente de la Comisión de Pastoral Social que me ha-bía empujado a ese servicio en La Rioja. Había pasado bastante tiempo de que se pusiera por primera vez sobre el tapete de la Conferencia Episcopal la necesidad de elaborar un documento que respon-

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ser aplicado hay unos retos muy poten-tes que debemos tomar más en serio los que vivimos nuestra fe en esta iglesia santa y pecadora. Junto al esfuerzo que ha supuesto el pasar de una dimensión de acogida- que hoy debe mantenerse al máximo- a una de comunión e integra-ción que debe acrecentarse mucho más por parte de la sociedad y la Iglesia tam-bién hay advertencias a aplicar y profun-dizar mucho más y dirigirse hacia dentro mismo de la iglesia (parroquias, comuni-dades, asociaciones etc) y hacia afuera. Y que todavía deben verificarse sobre todo en el ámbito de la Hospitalidad y la incidencia publica. Ese es el reto: vivirlo dentro y fuera siguiendo al Papa actual: Menos clericalismo, más responsabili-dad laical, mucha más salidas de nuestro muros, más imprescindible es vivirlo más que pronunciarlo. Ahí juega una impor-tancia capital la promoción y ejercicio de una veraz, ágil, creativa y persistente comunicación en las redes, no solo sino

diera a la difícil situación que estaba atravesando nuestro país en lo económi-co y social. Para la anterior Ejecutiva del Episcopado no fue un asunto prioritario como sí lo fueron otros. Eran periodos muy duros de crisis. Ahí restalló como una especie de puñetazo encima de la mesa un humilde párrafo que yo siempre he agradecido y que habla de que ha lle-gado la hora de reconocer la aportación que nos han hecho los inmigrantes. Y de valorar la riqueza de los otros, cultivan-do la actitud de acogida y el intercam-bio enriquecedor. En un futuro próximo nuestra sociedad será, en mayor medida, multiétnica, intercultural y plurirreligio-sa. También afirma que los inmigrantes son los pobres entre los pobres y sufren más que nadie la crisis que ellos no han provocado. Para subrayar al final que los más pobres entre nosotros son los ex-tranjeros sin papeles. Con este horizonte que nos debiera atraer mucho más y mucho más debiera

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también en las eclesiales. Dirigiéndonos mucho más a los no convencidos que a los que ya lo están. Y que contrarreste tanta insidia y mentira sobre las migra-ciones que se nos cuela con demasiada frecuencia en las conversaciones. Siendo creativos en la necesaria actualización e inculturación de celebraciones y expre-siones litúrgicas.. Y cuidando sobre todo las ideologías que esconden a veces un mensaje indigno y nada coherente y que además solapa y subordina aquello pri-mordial de la máxima evangélica con la que nos examinarán de que “fui extranje-ro y me acogiste.”

Y es muy imprescindible el trabajo en Red en defensa de sus derechos (para lo que se necesitan medios y altura de miras que vaya más allá de nuestros propios corralitos en un ejercicio, cada vez más pedido, de sinodalidad) y por supuesto aplicarnos máscon la sociedad civil. Si queremos crear futuro en este campo. Y desde ahí debo remarcar algo que aprendí de un gran amigo y obispo, D. José Sánchez, el obispo “de” los emi-grantes – junto a otros- que me llevó a Añastro. Me refiero a que las migracio-nes no son solo cuestión socio caritativa ni solo de promoción humana. Lo apun-taba el documento que sirve de marco a nuestro contexto eclesial, “La Iglesia española y los emigrantes” ( ya necesita-do de actualización y ampliación a otros campos de la movilidad humana segun mi modesto entender). Son un “fenóme-no que marca época”,que decía Bene-dicto XVI y, como tal, es eje trasversal que configura las sociedades y a la mis-ma inculturación de la Iglesia. Podemos minusvalorar esta impronta necesaria y

JOSE LUIS PINILLA SJ

llegar muy tarde a una comprensión más acertada de la realidad social, cultural y eclesial con la que interactuar. Miremos el mundo y la configuración de las so-ciedades y las grandes ciudades (Nueva York, Londres, París, por ejemplo ) que responden al fenómeno no solo desde el punto de vista social – aunque priorizan-do a los más empobrecidos- sino como elemento imprescindible en muchos otros ámbitos donde la diversidad se impone y configura la realidad desde la cohesión, desde la necesaria integración. Los papeles lo aguantan todo. Queda el reto de aplicarlo, no solo en lo con-cerniente a la imprescindible dimensión social del evangelio.

Y ahí lo hará muy bien Mari Fran Sán-chez Vara mi sucesora, (¡por primera vez como directora una mujer laica!), que dirigió el Departamento de Trata que pudimos impulsar como nueva creación en la Comisión junto con la otras áreas clásicas de la movilidad humana (gitanos, apostolado del mar carretera,ferias y cir-cos…etc). Lo hice con los imprescindibles y buenos colaboradores que tuve. Y que es una de la tareas de las que me siento más gozosamente agradecido, porque me permitió servir – con mis debilida-des y procesos de aprendizaje- y entrar en contacto con esos otros colectivos, a veces no tan incluidos en la estructuras

“En un futuro próximo nuestra sociedad será,

multiétnica, intercultural y plurirreligiosa”.

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ferencia de la Compañía de Jesús. Con 160 voluntarios de 15 nacionalidades. Con la aportación de personas migrantes de diversos orígenes y otros, para cons-truir a través de la acogida, formación, empleo, espacios interreligiosos, aten-ción jurídica, incidencia, hospitalidad… etc una sociedad más justa, integrada, plural y cohesionada.

Por otro lado, mi pertenencia y servicio a la Comunidad - con espiritualidad igna-ciana - de los Grupos Católicos Loyola. Que tiene un componente imprescindi-blemente laical tan necesario para huir del clericalismo –todos somos operarios de la Viña- que tanto denuncia el Papa Francisco. Y un objetivo común: fomen-tar el conocimiento y seguimiento de Je-sús compartiendo experiencia de vida y formación. En grupos pequeños y gran-des, de distintas promociones, donde la experiencia gradual de Ejercicios, las eucaristías, el acompañamiento personal, la formación, el compartir…etc Todo ello como Pueblo de Dios en marcha “buscando el Reino y su justicia”, como resalta el mural de entrada en las salas de Maldonado. De las dos misiones, des-taco un elemento común, muy ignaciano

diocesanas, donde hay también tanta trasmisión del evangelio que se hace desde la bondad, misericordia y la entre-ga tan necesitada de justicia y de apoyo El “otro” no es un extraño a mí mis-mo, sino que hay una historia común y compartida – ojala que cada vez lo sea menos asimétricamente- en la que so-mos siameses. Donde los otros ven un emigrante, nosotros debemos ver un hermano que muchas veces se ahoga en el mar de la indiferencia. Son vagabun-dos globales que nadie ve y si los ven los excluyen, aunque son legión.

Una palabra sobre sus distintas labo-res en Jesuitas Maldonado. ¿En qué consisten? ¿y qué es lo que más le gusta de ellas? Aparte de sencillas colaboraciones en la parroquia, en CVX, así como dando Ejer-cicios y de disfrutar escribiendo un poco, ahora tengo dos misiones encomenda-das complementarias. Una es mi trabajo y colaboración en la Fundación San Juan del Castillo (Voluntariado y Formación), una casa con dos puertas (Pueblos Uni-dos y Centro P. Rubio) donde el emi-grante es el alma, corazón y vida que justifica su existencia como misión y pre-

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-dentro de la diversidad de campos- : “Ayudar”a otros. Elemento integrador (y creativo a tope), de la persona y de la vida, que va mucho más allá del hacer cosas. Ayudar ignacianamente incorpora dos amores como si fueran siameses : Se dan la mano el amor a Dios y el amor a la persona humana, por un lado. Y por otro, la experiencia interior unida a la acción cotidiana dentro de lo duro y lo bello de la vida; Una espiritualidad activa que nos hace descubrir en la acción, la convergencia entre la búsqueda de Dios y el compromiso con el mundo.A nivel personal, hace un tiempo que sufrió una enfermedad grave, de la que le ha costado tiempo recuperar-se. ¿Qué significó para usted? ¿Qué aprendió de esa vivencia? Tengo una experiencia de esa situación diríamos muy “amable” dentro de la extrema gravedad por la que atravesé. Siempre me sentí acompañado de mi familia, de la Compañía de Jesús y sobre todo “consolado” por el Señor. Yo diría que sin buscarlo expresamente aunque claramente experimentado y recibido atravesando una gran debilidad física. Exclusivamente por su gracia. Viví la situación de la vulnerabilidad extrema.

JOSE LUIS PINILLA SJ

BREVE TRAYECTORIA:

* Nace en Toro (Zamora) en 1948. *Jesuita (1969). Sacerdote (1978).

*Estudia Filosofía y Teología en la Universidad P. Comillas y Trabajo Social (U. Complutense)

*Pastoral con migrantes en parroquias de Nue-va York y de Cuba.

*1985-1996: Salamanca. Responsable comuni-

Y por lo tanto –como dice el P. Arru-pe- precisamente por eso, nunca tuve a Dios tan cerca. Y más en el periodo de convalecencia posterior, donde era más consciente de ello, tan bien atendido en la enfermería jesuita de Alcalá junto a otros valientes empobrecidos por la enfermedad. Yo supongo que al llegar a esa “frontera” de la vida, el Señor me en-contró sin los “papeles” requeridos y me devolvió de nuevo a esta orilla hasta que los tuviera. Me pregunto muchas veces el porqué. Y ahí sigo –bien acompañado por mi comunidad de S. Pedro Fabro, preparándome de nuevo para “un salto a la valla”, cuando Dios quiera. Donde no me imagino al Señor pidiéndome otros papeles distintos a los que se ne-cesitan para acogerse a su hospitalidad gratuita. Al cuándo, me respondo que El sabrá, pero supongo que mientras tan-to me quiere de operario en la viña del Señor sirviendo a otros, conocidos o no, consciente yo mismo o inconsciente-mente, que siguen necesitándome como trasparencia mínima -por mi parte- de Cristo. Y ya se sabe que cuando sirves a los otros –distintos y diversos- con mi-núscula, estás más cerca del OTRO con mayúscula.

dad de jesuitas en formación, párroco, director del colegio.

*1996-1998: Valladolid. Pastoral universitaria.

*1998-2008: Logroño. Párroco. Arcpipreste y con-sultor de la diócesis. Subdelegado de Caritas. Coordinador Nacional de las parroquias jesuitas de España.

*2008-2020: director en la Comisión Episcopal de Migraciones.