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Los khipus de Rapaz en casa: Un complejo administrativo-ceremonial centroperuano 1 Frank Saloman Carrie Brezine Gino de las Casas Víctor Falcón Estas páginas informan sobre el primer estudio detenido de los khipus patrimoniales y objetos asociados con los mismos en el pueblo de Rapaz, provincia de Oyón, departamen- to de Lima. El singular patrimonio de los khipus rapacinos, tanto como la vecina iglesia colonial pintada, goza de cierta fama debido a reportajes periodísticos (Alva Salinas 2006, Capurro 1995, Kaufman Doig 2005, Necochea 2004) y son atracciones a nivel de turismo regional. Sin embargo, casi nada se ha investigado sobre la estructura de los khipus, su edad, su contexto arquitectónico, ni su inserción en la sociedad agropastoril. Se resumen los resultados de una campaña realizada entre el 1 de junio y el 31 de diciembre de 2005. El Centro Poblado Menor tiene núcleo urbanizado entre los 4,000-4,050 m.s.n.m. (Carta Nacional IGM 1975), sobre el río Checras, un tributario del río Huaura, en la vertiente occidental de la sierra Se agradece cordialmente las siguientes entidades auspiciadoras: Comisión Fulbright del Perú, Fundación Telefónica del Perú, National Science Foundation (de EE.UU.), Instituto Nacional de Cultura, y Wenner- Gren Foundation for Anthropological Research. Agradecemos también la participación del personal del Centro Mallqui. Sobre todo se agradece a la Comunidad Campesina San Cristóbal de Rapaz. Nº 43, segundo semestre del 2006 59

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Los khipus de Rapaz en casa: Un complejo administrativo-ceremonial

centroperuano 1

Frank Saloman Carrie Brezine

Gino de las Casas Víctor Falcón

Estas páginas informan sobre el primer estudio detenido de los khipus patrimoniales y objetos asociados con los mismos en el pueblo de Rapaz, provincia de Oyón, departamen­to de Lima. El singular patrimonio de los khipus rapacinos, tanto como la vecina iglesia colonial pintada, goza de cierta fama debido a reportajes periodísticos (Alva Salinas 2006, Capurro 1995, Kaufman Doig 2005, Necochea 2004) y son atracciones a nivel de turismo regional. Sin embargo, casi nada se ha investigado sobre la estructura de los khipus, su edad, su contexto arquitectónico, ni su inserción en la sociedad agropastoril. Se resumen los resultados de una campaña realizada entre el 1 de junio y el 31 de diciembre de 2005. El Centro Poblado Menor tiene núcleo urbanizado entre los 4,000-4,050 m.s.n.m. (Carta Nacional IGM 1975), sobre el río Checras, un tributario del río Huaura, en la vertiente occidental de la sierra

Se agradece cordialmente las siguientes entidades auspiciadoras: Comisión Fulbright del Perú, Fundación Telefónica del Perú, National Science Foundation (de EE.UU.), Instituto Nacional de Cultura, y Wenner­Gren Foundation for Anthropological Research. Agradecemos también la participación del personal del Centro Mallqui. Sobre todo se agradece a la Comunidad Campesina San Cristóbal de Rapaz.

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Artículos , notas y documentos

de Raura . El poblado se extiende sobre un contrafuerte que desciende del Cerro Calvario que cae abruptamente hacia la margen derecha del río Checras. Sus extensos terrenos de pastoreo y sus restringidos espacios cultivados se encuentran sobre las cabeceras del Checras y en el límite que separa las regiones suni (3,500-4, 100 m.s.n.m.) y puna (4, 100-4,800 m.s.n.m.) . Según el censo de 1993, sus pobladores ascendían a 707 (INEl, http ://www.inei.gob.peA). El quechua ( dialecto similar al "Ancash-Huaylas" descrito por Parker 1976a, 1976b) coexiste -en deca­dencia-, con el castellano.

El objeto de este estudio son dos "casas tradicionales", la casa ritual donde reposan los khipus (Kaha Wayi) y el antiguo depósito (Pasa Qullqa). La Comunidad Campesina San Cristó­bal de Rapaz es dueña de ambas y las conserva esmeradamente. No se trata de patrimonio en abandono, sino al contrario, de elementos reverenciados dentro de la cultura viva del pueblo. Sin embargo, hoy en día ningún rapacino pretende entender el código de los khipus. Los lugareños los estiman como legado de los antepasados y constancia de saberes desaparecidos.

Publicaciones previas

En 1972, el arqueólogo polaco Andresz Krzanowski tuvo noticia de la existencia de los khipus de Rapaz (com. pers., 20 junio 2006; Krzanowski 1977, 1978, 1986b). El arqueólogo sanmarquino Arturo Ruíz Estrada, sin embargo, fue el primer científico en visitarlos ( 1978) y publicar informes (Ruíz 1981, 1994). Al ser republicado en elfestschrifl dedicado a Carlos Radicati de Primeglio bajo título de Quipu y yupana (Mackey, Pereyra et al., 1990), el informe de Ruíz Estrada estimuló renovado interés. Pablo Macera publicó en 1995 -con la colaboración de Ruíz y otros- un libro ilustrado sobre la iglesia pintada donde se comentan los khipus rapacinos. Entre los periódicos y revistas populares que han publicitado la zona como lugar de recreo sobresale la cubertura fotográfica de la revista turística Bienvenido (Raffo 2005).· Un hijo de la comunidad, Guido Amadeo Valentín Montes, publicó en 1996 una monografia local.

El aporte de Ruíz inició el estudio de los khipus patrimoniales. Se han producido tres monografias más sobre el tema. En 1982, Román Robles Mendoza informó sobre un "quipu­tabla" observado en un pueblo cajatambino del que posterionnente no han habido informa­ciones. Salomon (2004)2 da informe detallado de un complejo de khipus patrimoniales existente en el pueblo de San Andrés de Tupicocha (provincia de Huarochirí, departamento de Lima). El boliviano Pimentel (2005), informa sobre khipus de pastoreo pertenecientes a dos ayllus del norte de Potosí. El campo de los estudios de khipus patrimoniales colinda con el de los khipus "etnográficos" -es decir, observados en contexto de uso activo-- cuyos hitos son los estudios etnográficos de Gisbert 1966, Mackey 1970, Núñez del Prado 1990 ([1950]), Prochaska 1983, Soto Flores 1990 [1950-51], Tello y Miranda(l 923), y Uhle ([1897] 1990). Ruíz (1998) da noticia de otro pueblo dotado de khipus, el de Cuspón, en el cual los cordeles sirven aparentemente para ritos funerarios .

El contexto arqueológico inmediato de los khipus rapacinos está constituido por referencias que da el mismo Ruíz. Rapaz se habría erigido "sobre antiguas construcciones prehispánicas" y se señalan varios asentamientos pre-incaicos cercanos como: Pinchulín , Rapazmarca y Lamash (Ruíz, 1981: 11 ). Indica haber identificado tiestos relacionados a los

2 Versión castellana a salir en 2007.

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estilos Quillahuaca, Andamarca, San Bias Tardío e Inca cerca al actual coso taurino de la comunidad de Rapaz (Ruíz, 1994a: 5).

En un ámbito regional, las investigaciones sistemáticas y publicadas fueron realiza­das a fines de los setenta y se circunscribieron a la micro-cuenca del río Cayash, un tributario del Checras por su margen derecha (unos I 2 Km en línea recta al oeste de Rapaz), abarcando también sitios de los alrededores de Oyón y la quebrada Cacaula (Krzanowski, I 986a) y sectores cercanos a Sayán y Andahuasi sobre el río Hu aura (Krzanowski, 1986b, 1988)3

.

Se ha propuesto que antes de los incas la región estuvo bajo la esfera de influencia Yaro, una cultura del período Intermedio Tardío (s. XII-XV dC.) cuya dispersión habría abarcado territorios altoandinos de los actuales departamentos de Ancash, Huánuco, Paseo y Lima y que, además, serían los responsables de la desarticulación final de los Huari hacia el final del Horizonte Medio (Ruíz, 1981:11; Amat, 1978:616). Aunque arqueológicamente no se ha caracterizado lo suficiente su cerámica la toponimia en la zona de Rapaz incluye voces como Yarusyacu, Yaruchinchan, Yarusisan y Yaruhuayno (Noriega, 2005). Fabre (2005:27) denomina como "Yaru" la variedad de quechua hablada en la comarca de Oyón.

Posteriormente, los incas habrían incorporado la región pacíficamente a su esfera de influencia, sin el despliegue de grandes asentamientos planeados de carácter imperial, los cuales estarían ausentes en las cuencas de los valles de Huaura y Chancay (Krzanowski, 1986a, 1991 ). Antes bien, éstos se habrían adaptado a los asentamientos pre-existentes como sucedería en el caso de Rapazmarca (Estrada, 1994a: 6; Nbriega 2006). Finalmente, el impacto español altera el patrón de asentamiento y la economía nativa radicalmente, desplazando a las poblaciones de sus asentamientos originales y fundando nuevos poblados.

Paralelamente, la etnohistoria y la etnografia permiten entrever incursiones de dioses llacuaces del otro lado de la cordillera, como Libiac Cancharco o Yanaraman mencionado en documentos del s. XVII y vigente aún en las creencias de los lugareños (Duviols, 1973 : 167-173; Cardich, 1975: 32, 2003: 323-335; Rostworowski, 1986: 53-56, 65-71),ofijadoen la toponimia de la zona, como la laguna Yanaraman (4,580 m.s.n .m.), ubicada en tierras de la comunidad campesina de San Agustín de Huayopampa, en la parte alta de la cuenca del río Chancay, provincia de Huaral (Lima). Aún no se han establecido con precisión las correlaciones entre los asentamientos arqueológicos del período Intermedio Tardío ni sus modificaciones du­rante el Horizonte Tardío. Las evidencias coloniales y modernas siguen testificando su indesligable relación con la sierra central del Perú.

La campaña de 2005: metas y técnicas para estudio de patrimonio vivo

Tomando en cuenta la importancia ritual que los rapacinos atribuyen al recinto de los khipus, el antropólogo Salomon entabló diálogos a partir del 2003 sobre un posible acceso

3 El mismo A. Ruíz hace mención - en breves notas- de algunos sitios arqueológicos en los alrededores de Rapaz, principalmente de Pinchulín, Rapazmarca y Cotos (Ruíz, 1994a, 1994b, 1994c). Una publicación realizada por un estudioso de la zona (no formado en arqueología) consigna los siguientes sitios como del periodo pre-inca: Huaychaomarca, Pilaugayan, Huamanmarca y Gupa, y los siguien­tes sitios como de la época Inca: Rapazmarca, Lamash, Pinchulín, Huamanmarca (Fortaleza), Intigaga (Fortaleza), Pilaupampa y Ragapata (Valentín Montes, 1996: 14).

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científico. Las autoridades se manifestaron conscientes de que los khipus se hallaban en urgente necesidad de conservación . Hace veinte años habían intentado sin éxito construir una vitrina que protegerlos. Propusieron permitir el acceso científico a cambio de medidas de conservación y así continuar con el uso dual del sitio: como local para reuniones y ritos de carácter sagrado, y paralelamente como centro de atracción turística y cient4fica. El 2 de enero del 2004, la asamblea ordinaria de la comunidad (reunión plenaria de comuneros) aprobó un acuerdo en este sentido.

Por consiguiente, se intentó practicar una antropología multidisciplinaria en colabo­ración con las autoridades y en consulta con los vecinos rapacinos. Gino de las Casas planeó las obras de restauración arquitectónica, y las efectuó el técnico de restauración arquitectónica Edgar Centeno Farfán. Víctor Falcón Huayta exploró el componente arqueo­lógico; Frank Salomon organizó la campaña e hizo los estudios etnográficos y etnohistóricos; la conservación de los khipus y otros objetos patrimoniales estuvo a cargo de Rosalía y Rosa Choque Gonzales. Carrie Brezine hizo la descripción de los khipus y la museóloga Renata Peters se encargó de la habilitación de Kaha Wayi para conservación segura de los objetos patrimoniales, en coordinación con la Arq. Nelly Faustino, diseñadora de la vitrina que actualmente conservan los khipus . Todas las labores aquí mencionadas fueron realiza­dos bajo el control permanente de !ajunta de autoridades de la Comunidad bajo dirección del vicepresidente Víctor Gallardo Encamación. Debido a un compromiso con la asamblea comu­nal el proyecto abarcó la capacitación de dos comuneras en técnicas básicas de conserva­ción a fin de evitar futuros daños a la colección de khipus.

Dadas las sugerencias de otros investigadores sobre rasgos de origen prehispánico en la arquitectura del binomio ritual Kaha Wayi-Pasa Qullqa (Ruíz, 1981: 12), inicialmente el objetivo principal de la intervención arqueológica se limitaba a la excavación de cateos adyacentes a los cimientos de ambos recintos para detenninar posibles ocupaciones anterio­res, principalmente de origen precolonial4

. El espacio interior de Kaha Wayi no fue excavado por respeto a su estatus de espacio sagrado.

La empresa Formas Aplicadas S.A. erigió un laboratorio prefabricado provisional dentro del cercado (a fin de minimizar el transporte de objetos delicados, y para evitar su desplazamiento a lugares profanos). La limpieza de los khipus se efectuó exclusivamente por medios mecánicos, sin aplicar agua ni químicos. Los khipus no fueron desatados ni levanta­dos del conjunto a otra mesa, sino que se introdujo papel seda debajo de cada khipu para aislarlo visual y fisicamente. En cumplimiento del compromiso asumido con la Comunidad se encomendó la construcción de una vitrina de vidrio templado. Al cabo de las labores de limpieza, se instaló la vitrina y los khipus se reintegraron a su lugar acostumbrado, retirando el módulo de laboratorio. La limpieza y reparación de las "casas de costumbres" se efectuó utilizando exclusivamente las técnicas y materias presentes en la construcción original.

4 Un objetivo adicional fue prospectar los asentamientos arqueológicos que se encuentran en el radio de influencia de la comunidad de San Cristóbal de Rapaz, principalmente Pinchulín y Rapazmarca, los más cercanos, con el fin de obtener un cuadro general de la ocupación de la región antes del impacto europeo en la medida que asumíamos que el binomio ritual que alberga los khipus, y el mismo pueblo de Rapaz, tenían antecedentes de esa época. Por diversas razones este objetivo no fue alcanzado.

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El recinto de los khipus patrimoniales

La casa ritual de los khipus o Kaha Wayi, y el antiguo depósito comunal o Pasa Qullqa se encuentran hacia el fondo de un terreno de 346. I 7m2

, situado en la entrada del pueblo. Kaha Wayi (llamado Cajahuay por Ruíz; Fig. 1) es una estructura rectangular con

dimensiones de 7.07 x 4.61 m. Sus muros son de piedra con mortero de barro, soportando hastiales de adobe. Su cubierta es a dos aguas, con techo de paja ichu cuya pendiente es de 40º. El espacio interior es de dos niveles con ingreso principal a la sala ritual por la fachada del noroeste que, asimismo, es la fachada principal. Se encuentra enmarcada por dos contra­fuertes de piedra definidos por los muros laterales y está retirada del aplomo permitiendo la presencia de un pequeño alar o alero que refuerza la idea de ingreso. Troncos fue1ies de quiñual* sostienen el entrepiso. Adyacente y a todo lo largo de la fachada principal, se evidencia un poyo de O. 70 m de ancho por 0.1 O m de altura, aproximadamente. Kaha Wayi presenta otro ingreso por el lado suroeste, el cual está a una altura de 2 m. Este ingreso ubicado en el hastial permite el acceso al altillo. El ambiente principal está separado del altillo por un entrepiso de 0.17 m de espesor y a una altura de 2.20 m. El zócalo interno está ocupado por un poyo o banqueta de adobe de 0.50 m de ancho por 0.30 m de altura, aproximadamente. Sobre la pared noroeste interior presenta un nicho y un velero de piedra. El piso es de tierra apisonada por el uso continuo. El altillo presenta un enlucido de barro liso , actualmente vacío. Tanto el exterior como el interior no presentan evidencias de revestimiento. Kaha Wayi tiene estatus de lugar sagrado y se utiliza varias veces al año para reuniones y ritos.

Figura 1. Kaha Wayi antes de las obras de restauración , enero 2004 (Foto: F.S .).

* Polylepis spp. [N. del Ed.)

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Kaha Wayi y sus enseres forman un patrimonio sagrado. El elemento que ha llamado la atención de los visitantes es la colección de khipus, pero además de los khipus Kaha Wayi contiene otros objetos de importancia ritual. Las ofrendas colgadas del entrepiso y la mesa de ofrendas para ceremonias andinas, con sus ai1ículos asociados, amueblan un ambiente ceremonial aparentemente en uso continuo durante varios siglos . 1

Pasa Qullqa, el antiguo depósito (Fig. 2), no difiere mucho de Kaha Wayi en sus dimensiones exteriores (6.32 x 3.40 m) pero reviste una estructura más robusta. Es de fo1111a rectangular con hastiales y cubie11a a dos aguas. Antes del colapso del entrepiso superior, fue de tres niveles. Los ingresos a los pisos bajo y medio se ubicaron sobre la fachada sureste. En todo el perímetro superior externo presenta una comisa de piedra. El vano de acceso al primer nivel está ubicado a ras del suelo; presenta dintel , jambas y umbral de piedra. El segundo acceso, de similares características y dimensiones 0.48 x 0.73 m, permite el ingreso al segundo nivel. El umbral está a 1.09 m sobre tierra y la altura promedio de piso a techo es 1.25 m. El acceso al tercer nivel o altillo, en cambio, se da a través de un vano en el muro suroeste a una altura exterior de 2.73 m, con dintel, marco y po11ezuela de una hoja de madera de quiñual azuelada. Este nivel ha colapsado. El exte1ior presenta, en diversos sectores, evidencia de haber sido revestido tanto con mortero de barro como con cal. Pasa Qullqa no contiene objetos considerados corno patrimonio ni como enseres útiles. Tampoco cumple en la actua­lidad su antigua función de depósito. Pero se practican ritos ocasionales en su piso bajo.

Figura 2. Pasa Qullqa después de obras de reparación, 2005 (Foto: F.S.).

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Los khipus y las ofrendas de Kaha Wayi

Los enseres de Kaha Wayi pueden considerarse como tres agrupaciones: la colec­ción de khipus , la mesa de ofrendas y las ofrendas colgadas.

La colección de khipus pesa casi exactamente 10 kilos. Hasta 2006 se guardaba en el rincón SE de Kaha Wayi , sobre un palo suspendido de dos rodillos de madera pertenecien­tes al entrepiso (Fig. 3). Este sistema se utiliza en Rapaz para almacener toda suerte de artículos flexibles, por ejemplo ropa, objetos de cuero, sogas, etc ..

Figura 3. Los khipus ... colgados cerca del muro sur de Kaha Wayi (Foto : F.S.).

La descripción del patrimonio rapacino como un "khipu gigante" originado por Ruíz Estrada -o por rapacinos que le informaron-, aunque repetida constantemente en la prensa, resulta equivocada. En la realidad, la colección consiste de 263 objetos khipus discretos . Por "objeto khipu" se entiende un artefacto de cordel con dos o más cabos. El "objeto khipu" no equivale necesariamente a khipu unitario, porque algunos aparentan ser fragmentos de khipus originalmente más extensos. Otros son aparentemente compuestos de múltiples khipus originales, o de sus partes reunidas por manos desconocidas. Por lo tanto, no es factible precisar el número original de khipus archivados.

Los khipus rapacinos no comparten el diseño básico típico de los khipus inkas, sino obedecen a una norma local bastante idiosincrática. A diferencia de los khipus inkas, éstos son fabricados unifonnemente de fibra animal. Aparentemente, predomina la lana de camélido

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pero también existe abundante lana de ovino. A diferencia del khipu inka, cuyo diseño básico depende del contraste entre cordel principal (tronco suspensor) y colgantes que pueden portar subsidiarios, el khipu rapacino es un "monokhipu" cuyo cordel troncal es simultáneamente el repositorio de las señales. Los khipus sobre el palo presentan un aspecto confuso por hallarse enmarañados. Los investigadores, por respeto a la costumbre local que prohibe la manipulación de los khipus, y también para minimizar el estrés físico a los cordeles, los examinamos sin desprenderlos de la masa acumulada. En algunas partes, porciones del cordel quedaron ocultos por la masa de cordeles enmarañados. Sin embargo, se pudieron describir uno por uno utilizando una versión modificada de la notación establecida por el proyecto "Base de datos sobre khipus" de la Universidad de Harvard. A pesar de la aparente confusión de cuerdas, se nota que un 75 % de los objetos están agrupados en catorce aparentes grupos. En la mayoría de los casos, un khipu del grupo funciona como "cinturón" para juntar a los demás. Las agrupaciones presentan diferencias físicas; por ejemplo, un grupo se compone de cordeles casi enteramente de lana blanca de ovino. Las agrupaciones parecen haberse desarreglado en algún momento. Los "cinturones" están algo flojos. Los extremos de algunos khipus pasan lateralmente a confundirse con otros grupos diferentes. Estos hechos sugieren que en un momento inicial, la colgadura sobre el palo intentó conservar un orden significativo que posterionnente fue en parte opacado por movimientos confusos.

El típico khipu rapacino consiste de un cordel linear al cual se han agregado objetos aparentemente significativos. No hay cuerdas colgantes ni subsidiarias de tipo inka (ver Fig. 4).

Figura 4. El k.hipu KR 11 (Foto: F.S.) .

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El diámetro de cada cordel suele triplicar el diámetro normal en khipus inkas, siendo normalmente de unos 3 mm o más. La longitud de los objetos khipus varía desde pocos centímetros hasta 15 metros. Los objetos significativos agregados al cordel central son atados de fonna contraria a la norma inka. Generalmente se sujetan a cordeles cortos que los unen a los respectivos cordeles troncales. Tales cordeles cortos son atados al cordel con nudos simples, o alternativamente el cordel portador del objeto significativo se introdujo entre los cabos del cordel central. La típica presilla de unión inka (en forma de medio ballestrinque) se observó en una sola instancia. Los cordeles centrales o troncales son de confección sumamente variada. En casi todos los casos se usan los colores naturales de las lanas. En pocos casos existen cabos de lana teñida, principalmente de azul y de un amarillo color mostaza, como hebras dentro de cordeles cuyos demás colores son naturales. Los cordeles troncales tienen torsiones finales en S y Z, ambas en mucha cantidad. Todavía no se han calculado las frecuencias de las torsiones. Hay ejemplares de cordel trenzado en vez de torcido (ver Fig. 4). La policromía en los cordeles es -en todos o casi todos los casos- de tipo helicoide o espiral y no moteada como es frecuente en los khipus patrimoniales huarochirinos y en los khipus arqueológicos hallados en Pachacámac.

La conformación de los khipus rapacinos se muestra notablemente afectado por la técnica de torsión. Los rapacinos, en general, tuercen los hilos fuertemente en comparación con los hilos industriales. El hilo fuertemente torcido muestra tendencia a redoblarse en forma de hélice doble. Gran número de los cordeles troncales son torcidos así, en tal grado que espontáneamente redoblan sobre sí. Muchos khipus rapacinos aparentan tener colgan­tes . Pero éstos no son en realidad colgantes, sino extensiones de los cordeles centrales que se han redoblado en sentido contrario a su torsión final. El aparente empleo intencionado de esta propiedad puede haber servido para sectorizar los cordeles muy largos, de suerte que el usuario pueda localizar el dato preciso.

Los objetos atados al cordel troncal de cada khipu son variados: mechones de lana de color natural; pedazos de cuero sin curtir, con o sin lana; extensiones cortos de cordel de variados colores; extensiones de cordel que portan pompones de lana (frecuentemente bicolores) y figurinas.

Las figurinas han llamado la atención a todos los autores visitantes a Rapaz. Existen diez figurinas, de las cuales una aparenta estar rota y otra incompleta. Están hechas de variados textiles sobre armazón de palo, caña, tusa de maíz, o posiblemente otros materiales. Los tejidos de lana artesanales predominan. Existen además elementos de telas industriales, notablemente cintas de colores vivos y paños con estampas. La figurina nº 8 porta en una mano una concha marina (Thais haemastoma5

), posible testimonio de un peregrinaje al mar o simulacro de la trompeta huayl/aquepa asociada con la movilización bélica o laboral. El peregrinaje para traer agua marina figura entre las técnicas rituales para conseguir lluvia.

Las figurinas llevan vestimentas que aparentan representar personajes de diverso estatus social, por ejemplo un campesino en poncho (Fig. 5), un oficial militar en traje del siglo XVIII o XIX temprano, o una dama en vestido largo, etc. El estudio iconográfico está en proceso. Existe posibilidad de que las figurinas no representen tales personajes directamen­te, sino que representan danzantes en disfraz.

5 Identificada por la bióloga Isabel Prado.

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Figura 5. Figurina campesina.

La figurina 2 porta debajo de sus ponchos un diminuto wallki o bolsa con hojas de coca adentro. Ya que el wallki se emplea exclusivamente en contexto ritual, se entiende que los personajes representados están en tal contexto.

El segundo conjunto de enseres es la mesa de ofrendas, ubicada hacia el muro sur y un poco al oeste del centro de la casa. Es una pequeña mesa rústica de madera, tapada por dos cubremesas. El cubremesa inferior se considera como prenda sagrada; es de lana bicolor, muy destruida por hongos antes del año 2005 . Debe su estatus de reverenciado a su origen como donación de la esposa de un ritualista respetado. El cubremesa superior es de algodón blanco, de bordado reciente y sirve como protector del inferior.

Sobre la mesa son visibles, en todas las estaciones del año, los aparatos utilizados en el ritual para ofrendar a los cerros deificados . Estos son: los tres poronguitos de calabaza utilizados para licuar tres tipos de maíces previamente al acto de ofrendar; el wallki o bolsa para coca; el poronguito de cal para utilizar con la coca; las ofrendas de coca depositadas por los visitantes a Kaha Wayi; las ofrendas de plantas consagradas (raywan) depositadas debajo de la mesa. Los raywanes o matas consagradas son traídas de las chacras para iniciar el ritual del año nuevo.

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Al pie de la mesa descansa un cántaro de cerámica rota, que sirve de incensario. En su interior se notan restos de incienso de la planta resinosa kunuk y de grasa de llama, fósforos, etc.

El tercer conjunto de enseres es la colección de ofrendas. Bajo este acápite distingui­mos entre las ofrendas colgadas de las vigas y los recipientes colocados en el poyo debajo de los khipus. Los rapacinos consideran que la costumbre de colgar ofrendas no ha sido vigente durante largo tiempo. Las ofrendas colgadas (Fig. 6) son de diversa naturaleza. Tres son botellas6 adornadas con cintas de colores vivos, cordeles y hoja de maíz. Tres son de frutas , siendo dos de ellas granadas. Cinco son atas de ocas. Cuatro contienen aves embal­samadas enteras o en partes, entre ellos el carpintero andino Colaptes rupicola. Varios incorporan pancas de maíz y flores, principalmente claveles.

Figura 6. Las ofrendas colgadas.

Se hallan sobre el poyo debajo de los khipus los siguientes recipientes: un cántaro de cerámica con dos asas de color crema pintado con rojo y negro; un recipiente de calabaza pintado con esmalte celeste con leyenda" 1987 RAPAZ"; otro recipiente de calabaza pintado con esmalte celeste con leyenda" 1987 RAPAZ"; un recipiente de calabaza con fragmentos de papel rojo y blanco en el interior; otro recipiente de calabaza; otro recipiente de calabaza

6 Una botella lleva leyenda "BELFAST." Es de un diseño conocida por los coleccionistas como "ballast bottles." Fueron fabricadas en gran cantidad, principalmente en Gran Bretaña, a fines del siglo XIX y comienzo del XX. Ver, http: //www.blm.gov/historic_ bottles/ soda.htm#Early%20Soda/ Mineral %20Water%20Styles

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pintado con esmalte celeste con leyenda "1987 RAPAZ"; y otro recipiente de calabaza pintado con esmalte celeste con leyenda "1987 RAPAZ". Según los rapacinos, estos reci­pientes fueron utilizados en la mesa de ofrendas y se retiraron a un lugar de honor en la cercanía de los khipus. Existen adicionalmente 26 ataditos de flores de clavel que anterior-mente adornaron el interior de Kaha Wayi. 1

Después de la limpieza y la reparación de daños - en la medida de lo posible-, las ofrendas se vieron vistosas y con colores vivos. Es fácil imaginar que en un momento histórico el interior era de apariencia alegre y aparatosa.

Arqueología y cronología del patrimonio rapacino

Los alcances de nuestra intervención en el complejo ritual Kaha Wayi - Pasa Qullqa se limitaron a indagar si estas estructuras tenían antecedentes arqueológicos subyacentes. Se realizaron cateos para definir ocupaciones expresadas en pisos formales o restos de edificacio­nes anteriores en el lugar y encontrar elementos para una aproximación a la época de su · construcción. Se obtuvieron muestras radiocarbónicas cuyo análisis está aún en proceso.

La orientación del eje mayor de las estructuras es noreste-suroeste, a diferencia de la orientación del trazado del pueblo que es norte-sur. Presenta sus accesos principales aproxi­madamente frente a frente , siendo los de Pasa Qullqa ligeramente corridos hacia el este. Pasa Qullqa se ubica en un nivel sensiblemente menor a Kaha Wayi por lo que en épocas de lluvias siempre hay anegamiento en el nivel inferior de la estructura. La distancia entre los accesos de ambas estructuras es de aproximadamente diez metros. Se plantearon tres cateos, eventualmente dispuestos, para vincular la estratigrafia entre ambas si los resultados de las primeras excavaciones lo ameritaba (Fig. 7).

Figura 7. Ubicación de los cateos en relación al binomio ...

10 m Q Unidades ........_~......_..._....._ _ _. excavadas o 5

EIClil 1: 200

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La arqueología de Kaha Wayi y Pasa Qullqa

Cuando iniciamos nuestra intervención en esta estructura, el techo de paja que Ruíz propició para protegerla en 1978 (Ruíz, 1994a: 5) ya estaba deteriorado, presentando una abertura a Jo largo de su cumbrera. Este hecho atentaba contra su conservación, toda vez que el agua de las lluvias estacionales se escurría en el interior y se unía a la escorrentía producto de la depresión en la cual se encuentra haciendo una "laguna" en su nivel inferior.

El recinto cuadrangular esta íntegramente construido de piedras semicanteadas uni­das con mortero de barro haciendo un mampuesto tosco. Este mortero es fino y de color crema y, a diferencia de aquel usado en Kaha Wayi, no muestra inclusiones orgánicas extra­ñas. A juzgar por los restos de reboque que se pueden apreciar en la fachada nor-oeste y sur­oeste toda la edificación estuvo cubierta con una capa de barro como acabado.

Las dos aperturas inferiores de Pasa Qullqa dan hacia Kaha Wayi y por ellos se ingresa a los niveles inferior y medio. El ingreso al nivel inferior se encuentra casi al centro de la fachada sur-este y a ras del suelo. Sus medidas son 0.5 m de alto por igual dimensión de ancho. Lo cual hace que sólo se pueda entrar a gatas. La técnica de ejecución del dintel es sumamente interesante y, finalmente, resultaría siendo un diagnóstico para probar su anti­güedad relativa o, al menos, la continuidad de la tradición arquitectónica precolombina de la zona desde tiempos del Intermedio Tardío. Está constituido por dos largas piedras semicanteadas colocadas sobre sus lados más angostos. Sobre este par de dinteles dispues­tos en forma paralela, se han colocado piedras de menores dimensiones en forma transversal, lo cual ha dejado un espacio interno vacío, que da directamente sobre la entrada. Algunos rapacinos se referían a esta puerta como qarakuna. Interpretado como derivado de qarakuy 'ofrendar', podría traducirse como 'lugar para ofrendar'.

El ingreso al nivel medio se ubica a media altura y corrido hacia la derecha de esta misma fachada. Es ligeramente más grande, alcanza unos 0.7 m de alto por 0.45 m de ancho. Asimismo, este acceso sólo permite el ingreso de una persona agazapada. Ostenta un umbral monolítico ancho y sólido y el dintel registra el mismo arreglo descrito anteriormente. El tercer acceso se ubica en la parte alta del hastial sur-oeste. Es el único que muestra restos de la hoja de una puerta que cerraba el "altillo" de la estructura. Sus medidas aproximadas son: 0.5 m de ancho por 0.7 m de alto. Un rasgo adicional y notable lo constituye la comisa que circunda la parte alta de las paredes de Pasa Qullqa. Al momento de nuestra intervención tenía una altura promedio de 2.8 m desde el suelo, está lograda por la disposición de bloques líticos aplanados dispuestos formando una línea bastante irregular, especialmente sobre las fachadas de los hastiales (Fig. 8).

En el interior, la estructura muestra un piso que separa el primer nivel del segundo. Está hecho de recios troncos de quiñual que se asientan sobre pestañas que salen de las paredes nor-oeste y sur-este respectivamente. Los troncos suman doce in situ y en bu~n estado, sólo se han desplomado dos hacia los extremos de los hastiales. Sobre ellos se ha dispuesto una capa de lajas de piedra de formas y tamaños irregulares cubiertas por una capa de barro de la misma calidad y características del mortero con el cual se asentaron los bloques de la'mampostería de la estructura. El piso del segundo nivel se conecta directamen­te con el bloque plano que forma el umbral de la segunda entrada.

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Figura 8. Ubicación de unidades y niveles iniciales del Cateo 1.

PASAQUllQA ,DATUM lnlerio<de (/-

N

1 ,, r T ~

UNIDAD IV

0cm "-o L

Esa,la 1: 20

~ - 25cm - 7. Scm~~"

'@,,, UNIDADII

-4cm :J..

UNIDAD V

-2c:m .J..'. 1m

- 3an :.J

t UNIDADIII

CATE01

"'1 ocm

0cm

"

Ubicación de unidades DATUM: O cm sobre la superficie. NIVELES INICIALES

1

Este piso se encontraba cubierto de una gruesa capa de desplome constituida princi­palmente por arcilla fina de color claro producto de la caida del piso superior. Entre los escombros se conservaba un tronco caido del techo y grandes piedras de similares caracte­rísticas a las ya descritas. Este techo desplomado aún mostraba dos troncos - con signos de putrefacción- in situ y las pestañas emergiendo de las paredes, lo cual dejaba en claro que la técnica de ejecución era similar al primer piso.

Cateo 1: Dado que Pasa Qullqa estaba en desuso y no teníamos problemas de circu­lación, las unidades de este cateo se dispusieron de manera que cubrieran la entrada al nivel inferior. Se buscaba esclarecer sus características y reales dimensiones ante la evidencia de la alteración de la superficie externa del terreno. Asimismo, a la altura del umbral se notaban los filos de dos piedras cubiertas cuya función habría sido la de reforzarlo 7. Por otra parte, esta ubicación nos permitiría explorar los cimientos de la estructura, pues nuestras unidades I y IV col in daban con la pared del lado izquierdo del acceso. Nuestro punto de control Datum (O cm sobre la superficie) se ubicó a 37 .5 cm al norte del eje que separaba las unidades 11 y lll. Como se puede ver de los niveles iniciales de las unidades, había una relativa uniformidad en la superficie cubierta por el cateo.

Se comenzó la excavación por las unidades I y 11 debido a que estaba directamente relacionada con las piedras del umbral de qarakuna, la pared de Pasa Qullqa y la búsqueda de un nivel externo de uso fonnal y claramente definido. Aunque las piedras del umbral se mostra-

7 El interior de la estructura mostraba un nivel notablemente más bajo a pesar de la abundante basura moderna y desmonte que se notaba sobre su superficie.

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ron claramente, no se encontraban asentadas con otras adicionales ni en relación con un piso formal externo. La capa superficial reciente era producto de las últimas actividades a las que se dedicó la zona abierta del cercado, es decir, el de haber sido vivero para plantones de árboles en la reforestación de los alrededores del pueblo. Dadas estas circunstancias procedimos a con­centramos en la excavación de las unidades I, II, IV y V.

La excavación de estas unidades mostraba restos de abundantes huesos de ganado moderno cortados en trozos y eventuales astas de vacuno y venado que indicaban activida­des de pachamanca en la zona8. En los niveles más profundos se mostraban restos de alfarería tradicional llanos y decorados, característicamente con trazos de pintura roja sobre fondo natural9

. Aproximadamente a -56 cm apareció una capa compuesta de piedras angulosas dispersas . Algunas de ellas hicieron cierto alineamiento ligeramente curvo en la esquina sur­oeste de la Unidad IV, por lo que las dejamos in situ. Seguimos descendiendo de manera uniforme para ubicar la base de la primera fila de bloques líticos de los cimientos de Pasa Qullqa, lo cual fue visible aproximadamente a I m de la superficie actual. La capa estéril se determinó a -1.2 m por lo que se dio por concluido el cateo. Finalmente, se excavó las esquinas norte de las unidades I y II que confluyen en el umbral interno, detrás de las dos piedras que definen la entrada hacia el exterior. El ligero talud que se formaba para ingresar al interior de Pasa Qullqa estaba compuesto de tierra floja, beige claro, que se retiró para dar paso a una superficie horizontal compacta a unos 12 cm de profundidad. Esta no era la superficie interior original, pero quedaba claro que ésta se encontraba notablemente más baja que el entorno externo.

Cateo 2: Los criterios para ubicar el segundo cateo son similares al primero. Básica­mente se buscaba explorar los cimientos de Kaha Wayi, a la vez que evitar cualquier impedi­mento al único acceso a la casa ritual tradicional de los rapacinos . Además, teníamos la esperanza de que al ubicarnos cerca de la puerta detectáramos restos u objetos desechados de las actividades que se llevaban a cabo dentro. Asimismo, era un punto elevado en rela­ción al espacio circundante que, como vimos, había sido bastante alterado y nivelado recien­temente. Procuramos no intervenir dentro del recinto, pues adicionalmente a la limitación de acceso no era pennitido instalar luz artificial.

Se excavaron las unidades I y VII-IX. La primera para examinar con más detalle las grandes piedras que se mostraban con cierto alineamiento en la Unidad IV del Cateo 1, de manera que si se definía algún elemento arquitectónico relevante (muro de doble cara, terra­za, vereda o piso empedrado) habría la ocasión de prolongar la excavación hacia Kaha Wayi siguiendo el resto de unidades. La Unidad I finalmente no develaría ninguno de estos ele­mentos, por lo que no fue necesario seguir con las restantes.

Las otras tres unidades excavadas estaban en relación directa con esta estructura; las unidades VIII y IX colindaban con la pared de Pasa Qullqa, lo cual nos permitiría examinar sus cimientos y la estratigrafia relacionada. La Unidad VI se dejó lista para la excavación de acuerdo a los resultados, los cuales mostraron que no era necesaria. El Datum (18 cm de

8 Por referencias de los rapacinos sabíamos que la zona era lugar de festividades en el pasado. 9 Al verla, Néstor Cóndor nos informó que se parecía bastante a la alfarería que los rapacinos tradicio­

nalmente compraban procedente de Parán (2,000 m.s.n.m.), una localidad ubicada sobre la margen izquierda del río Huaura (cerca de Sayán), y Huayllay (Cerro de Paseo).

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altura sobre la superficie) fue ubicado exactamente en el punto medio y a 20 cm al oeste del eje izquierdo de la Unidad IX (Fig. 9) 1º.

Figura 9. Ubicación de unidades y niveles iniciales del Cateo 2.

N

t

r. ;, -78cm -BOcm

UNIDAD VI

f;-58cm -67cm~

CATE02 Ubicación de Unidades DATUM: 18 an sobnt la euperflcie. NIVELES INICIALES

Ingreso a

UNIDAD VII ""-KAHA W~

1..48c,n -51cm;i V" UNIDAD VIII

o 1m

1

Como se puede apreciar por los niveles iniciales de las unidades, la superficie del terreno mostraba un notable declive hacia el norte. Es decir, la entrada inferior de Pasa Qullqa se encuentra en un nivel sensiblemente inferior que la entrada de Kaha Wayi. Decidimos excavar primero las unidades Vlll y XI con el objetivo de definir primero la especie de banqueta externa, muy baja, de bloques líticos que se aprecia hacia la esquina este de Kaha Wayi, es decir, hacia el otro lado de la puerta de ingreso al recinto ceremonial.

No se definió ninguna banqueta externa, sólo tres bloques líticos dispersos, sin ninguna relación entre sí. Unicamente una delgada hilera de piedras de tamaño pequeño se adosaban al muro de Kaha Wayi, a manera de zócalo que dejamos in situ por el momento, hasta profundizar más la excavación en la Unidad VII. Esta unidad arrojó dos fragmentos

1 O Esta ubicación se impuso a raíz de las dificultades para encontrar terreno adecuado.

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pequeños de cerámica de estilo Inca imperial y cerámica llana, llegamos hasta -1.2 m. Luego de este nivel, la cantidad de tiestos y restos modernos declina considerablemente hasta -1.4 m en donde la arcilla se torna amarilla y húmeda. En este nivel profundizamos la mitad norte de la unidad comprobando el estrato estéril por lo que dimos por concluida la excavación.

La excavación de la Unidad VIII mantuvo un comportamiento estratigráfico similar; no se definieron elementos contextuales relevantes y se finalizó igualmente a -1.4 m. Luego de ello, procedimos con la excavación de la Unidad IX, examinando la delgada hilera de piedras que se adosaban al muro de Kaha Wayi, se detenninó que corrían a lo largo del frente de nuestras dos unidades, pero se encontraban "en el aire", es decir, no continuaban hacia abajo ni se configuraba un zócalo más sólido, por lo que procedimos a retirarlas para revelar los bloques líticos que hacía los cimientos de la pared y seguir hasta encontrar la base de la hilera inicial de la edificación. Esta se detecta a unos 40 cm debajo de la actual superficie. Solamente dos hileras de grandes bloques líticos por debajo del nivel del suelo formaban los cimientos de Kaha Wayi 11

• Finalmente, nivelamos la profundidad de la excavación con las otras unidades culminando con el Cateo 2.

Cateo 3: En este último pozo de excavación, asimismo, se aprovechó la circunstancia de que Pasa Qullqa estaba abandonado, pero antes se colocaron troncos para reforzar el piso del segundo nivel ya liberado del peso del desplome del piso del tercer nivel 12

Instalamos alumbrado eléctrico provisional, pues de otro modo no era posible exca­var en la oscuridad casi completa, pues el piso del segundo nivel estaba conservado en un ochenta por ciento. Ubicamos tres unidades dispuestas en el mismo eje de los cateos I y 2, de manera que fuera posible correlacionarlos pero, al mismo tiempo, ubicándonos hacia el centro del recinto y sin llegar hasta las paredes de Pasa Qullqa. Se excavó la mitad sur de la Unidad I, toda la Unidad II y la mitad oeste de la Unidad llI (Fig. I 0)1 3

.

La superficie interior de Pasa Qullqa estaba cubierta por basura moderna de todo tipo. En la esquina este se encontró una mandíbula inferior humana. Luego de levantar elementos de diagnóstico y dejar la superficie más o menos limpia se procedió a tomar niveles desde un punto Datum (O cm sobre la superficie) ubicado 36.5 cm más arriba -siguiendo el eje este- de la esquina nor-este de la Unidad l. Como se puede apreciar por los niveles iniciales, la parte central del piso de Pasa Qullqa estaba en un nivel inferior y nuestra Unidad II quedó justa­mente en el centro, frente al acceso del nivel inferior.

La primera capa estuvo constituida de materiales revueltos, de contenido no muy diferente a los ya vistos. Sin embargo, entre los 35-40 cm debajo del Datum se comenzó a definir una capa limpia de arcilla clara que, en principio pensamos era el nivel estéril (sin contenido cultural) del suelo. En la esquina sur-oeste de la Unidad 11 se empezó a descubrir

11 Un pequeño cateo realizado por Gino de las Casas al pie de la parte externa de la pared nor-cste de Kaha Wayi reveló similares características del cimiento.

12 No habíamos obtenido una superficie formal de uso en los cateos anteriores, ni contextos relevantes para reco~struir una secuencia de eventos. Hasta entonces sólo habíamos excavado capas de relleno en donde se recuperaron fragmentos de cerámica y otros restos orgánicos principalmente.

13 Este requerimiento fue hecho expresamente por la inspección del Instituto Nacional de Cultura, que recomendó no correr riesgos innecesarios, dadas las particulares condiciones del interior de la estruc­tura y la estrechez del mismo.

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Figura 10. Ubicación de unidades y niveles iniciales del Cateo 3.

'15an -3an'

'r20an ;t--11an

N UNIDADII

t , •18CM

-18an -7an L! ,J.

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CATE03 Ubicación da Unidades DATUM:Ocm sobre la sup. NIVELES INICIALES

., , -3 cm:

1 1 1 1

UNIOAQIII 1

-9cm: .,

un tono rojizo que indicaba la primera evidencia de un nivel de uso que posteriormente se expuso como una zona de quema. Como resultado de la excavación cuidadosa se definió el Piso 1 con dos manchas de color anaranjado, rodeadas de una aureola marrón. Estas man­chas de quema, limpias de mayores restos de carbón, estaban asociadas a un hoyo de forma redondeada de unos 25 cm de diámetro, que en principio pensamos se trataba de un fogón , pues estaba cubierto de ceniza apelmazada. Tenía una aureola marrón-rojiza y posteriormen­te descubriría una profundidad de unos 12 cm relleno de fragmentos de carbón y fragmentos óseos de un mamífero menor. La delgada capa de arcilla limpia, clara y húmeda, con pequeños fragmentos de carbón, cubría todo este contexto y se extendía por las secciones excavadas de las Unidades I y III.

Dados estos hallazgos en la Unidad II decidimos dejarlos y profundizar la mitad oeste de la Unidad III para los efectos de explorar los niveles inferiores y, eventualmente, definir el estrato estéril. La capa C era compacta y constituida de arcilla pastosa y limpia hasta unos 7 cm de profundidad; allí comenzaron a emerger nuevamente fragmentos de carbón, primero en la esquina nor-oeste de esta sección, luego se extendió a la esquina sur-oeste, para finalmente cubrir toda el área nivelada en este punto.

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A -54 cm apareció una mancha oscura cerca del borde norte de la zona excavada. Debajo de este piso aparecieron ocasionales fragmentos de carbón y cerámica mezclada con arcilla muy húmeda. A -69 cm se definió nuevamente una mancha oscura de forma irregular y adyacente al perfil este, de unos 22 cm de diámetro como promedio. La mancha no definía un piso formal, era muy tenue y estaba directamente sobre el cascajo, por lo que se decidió seguir descendiendo. Inmediatamente aparecieron piedras negras (como carbón mineral) muy húmedas, lo que sumado a la ausencia total de elementos culturales determinó que diéramos por concluido el cateo.

Organización del pueblo y cambios en el uso de las "casas tradicionales"

En Rapaz, encontramos excepcionalmente los khipus insertados en un contexto rele­vante a su origen. Los khipus son estimados por los rapacinos como las constancias de la actuación de sus ancestros en la utilización del recinto Kaha Wayi-Pasa Qullqa. Nadie sugie­re que alguna vez ocuparon otro sitio. El ampliamente testificado empleo del recinto como centro de control del sistema agropecuario resulta relevante a su eventual desciframiento. Rapaz demuestra un grado de control ritual centralizado ausente en la mayoría de los pueblos andinos. Manifiesta similitudes con los sistemas de redistribución incaica y de sapci o redistribución comunal colonial (Guama! Poma [ 1615] 1980: 754).

San Cristóbal de Rapaz posee los atributos normales de comunidad campesina reco­nocida: jerarquía de autoridades elegidas, personalidad jurídica, inserción en el sistema catastral e impositivo nacional, colaboración con ONGs, etc. A diferencia de muchas comu­nidades, se aferra a un control rigurosamente colectivo de recursos bastante rígido. No se permite propiedad particular de terrenos en todo el espacio del pueblo. El espacio comunal se considera en tres bandas o franjas: las punas aprovechables para ganadería, las tierras de secano (saki chakra) en el suni, y las tierras en laderas relativamente bajas, aprovechables para riego.

En las tierras de secano, la comunidad maneja un típico sistema de barbecho sectorial o raymi (Godoy 1988, Goland 1993, Guillet 1981, Orlove, Godoy y Morlon 1996), organizado en ocho sectores 14

• El sector localmente se llama anqi. El sistema rapacino resulta excepcio­nal sólo por la buena disciplina con la cual se ha mantenido el ciclo de descanso. Cada sector se mantiene bajo cultivo tres años (año 1, papa; año 2, oca, mashua y ulluco; año 3, cebada y quinua). Siguiendo el orden de arriba, en cada año se abre un sector descansado para sembrar papa, y se cierre el sector recién sembrado de cebada y quinua para que vuelva a descansar. A cada comunero se le concede una parcela en cada sector, de tal suerte que siempre está en condiciones de autoabastecerse.

Hasta la reforma agraria la comunidad se reservaba una parcela grande en cada sector para producir cosechas de propiedad colectiva. Esta "común chacra" fue trabajada por la totalidad de los comuneros en minka o faena, bajo el mando del envarado comunal. El producto de las tres chacras comunes en uso cada año servía para funciones vitales: una

14 Son: Tayapata, Huaca, Alacocha, Rapaz o "población", Quimahuasi, Chupapucró, Pagtaura, y Sinsanhura. '

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parte se reservaba para semilla del próximo ciclo y otra para el consumo. El consumo podía tomar la forma de banquetes festivos , o en mal año se repartía entre los comuneros para evitar la hambruna. Se aplicaba además para alimentar a los visitantes al pueblo o para proveer de viandas a los viajeros que salían con encargos.

En las tierras de regadío, la comunidad mantiene siete potreros de plisto cultivado cuyo cuidado también está a cargo del comité agropecuario, para alimento de los hatos comunales. Los ritos en torno al riego casi se han perdido por haberse abolido el cultivo comunal a favor de hogares usufructuarios individuales. En el "pasado etnográfico" descri­to, Rapaz practicaba una fiesta del agua comparable con los ejemplos estudiados por Gelles ( 1984), y Llanos y Osterling ( 1982), entre otros.

La autogestión formal de la comunidad se lleva a cabo en la sala de su amplio local moderno, situado frente a la plaza y al lado del municipio. Pero en el seno de la corporación moderna se conserva una institución más antigua. En transcurso de la asamblea plenaria de año nuevo, los comuneros eligen un Comité Agropecuario responsable de los terrenos cultivables. Constituye una especie de subgobierno dentro del gobierno, con costumbres muy conservadoras de la tradición andina al continuar la antigua autoridad de los varayuq o 'envarados'. El Comité Agropecuario es la entidad que hoy en día hace uso activo de Kaha Wayi. Cada año contrata un ritualista para efectuar en ella los sacrificios e invocaciones dirigidos a los cerros deificados.

El traspaso de mando entre los miembros cesantes y los entrantes del Comité Agropecuario es una ceremonia galana, tradicional y muy apreciada. Se practica como parte de la asamblea ordinaria de año nuevo. Los integrantes del Comité Agropecuario ostentan ropa formal tradicional, o sea, el poncho largo de color marrón, el sombrero adornado con claveles, y en el caso del vicepresidente, la vara de autoridad con sus adornos de plata. Cada uno trae coca y una botella de licor. Al encontrarse el nuevo con el cesante, se saludan "pecho a pecho," se dan la mano y se hacen brindis recíprocamente. Es ocasión para gestos teatrales de afecto y estima, para bromas burlonas y a veces para lágrimas de sentimiento. La jerarquía del Comité Agropecuario se modifica de vez en cuando para adecuarse a las exigen­cias cambiantes de la economía. La jerarquía actual es: Vicepresidente de la comunidad, dirigente ex oficio del Comité Agropecuario; Campo Mayor; Campo Menor; 2 a 4 Subalter­nos que ejecutan los mandos de los campos; Llavera (normalmente mujer); Rematista (teso­rera y cobradora de multas ; normalmente mujer); Juez de Aguas; Fiscalejo o "publicitario" (pregonero); y Regadores (responsables de los potreros comunales).

Para controlar el sector ganadero, la Comunidad nombra un Comité de Ganadería paralelo al Comité Agropecuario. Encabezado por un mayordomo, vigila las punas con ayu­da de tres guardianes encargados: el vaquero, el alpaquero, y el pastor de ovinos. La jerar­quía ganadera implica un sistema riguroso de constancias, hoy mantenidos en papel pero que posiblemente lo hayan sido en khipus en el pasado. La autoridad ganadera no practica sus ceremonias en la asamblea del local comunal. Pero sí tiene responsabilidad de cuidar ritualmente a los animales mediante el uso de ilas o talismanes de piedra. Las ilas tienen su morada en un corral de altura. Los encargados llevan las ilas a los múltiples corrales en el transcurso de la herranza (rodeo y marcación) cuando se finaliza la cuenta de cada rebaño y se pide la ayuda de los cerros en ritos similares a los estudiados por Brougére ( 1988), entre otros.

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El funcionamiento conjunto de Kaha Wayi y Pasa Qullqa en un "presente etnográfico"

El empleo conjunto de Pasa Qullqa con Kaha Wayi, según los ancianos rapacinos, cesó en una fecha cercana a 1960. El régimen actual simplificó y reemplazó el anterior sistema administrado por el kamatsikuq ( equivalente a kamachikuq del léxico sureño e inka, 'él que anima y ordena '). El vicepresidente de hoy se clasifica como sucesor del antiguo kamatsikuq. El kamatsikuq se reuniá con sus oficiales en Kaha Wayi para organizar todas las funciones agrícolas . Los elementos verbales del nombre Kaha Wayi (wayi, 'casa' y kaha del español caja; Carranza Romero 2003 : 277; Parker y Chávez 1976: 190) sugieren que el edificio albergó la caja de comunidad o tesorería típica de las comunidades coloniales. El sistema resulta del modelo colonial propuesto por Matienzo, que prevé el empleo conjunto de libros y khipus para controlar expendios de bienes comunales ([ 1567] 1967:75). Antiguamente, y todavía en tiempos modernos, el acceso al recinto es muy restringido. Las mujeres hoy vivas, tanto jóvenes como ancianas, afirman que les era prohibido entrar. El vicepresidente es quien posee la llave para abrir Kaha Wayi a las visitas turísticas y científicas. Tampoco fue lícita la entrada de hombres sin cargo. Hasta los subalternos no entraban sino que se sentían a escuchar en el poyo que existe a ambos lados de la puerta. La puerta de Kaha Wayi está hecha con dos paneles, y la parte superior se entreabría para este efecto. Las sesiones comenzaban al anochecer y podían durar una noche o hasta varias noches .

La intervención del ritualista llamado awkin ('abuelo'; Carranza Romero 2003 :39) o viejo, fue y todavía es imprescindible para efectuar el componente ritual de las sesiones administrati­vas en Kaha Wayi. Otro epíteto del ritualista es el de vendelombre, o sea, 'bien del hombre.' (El mismo vocablo se aplica a otros poderes, por ejemplo, el de los cerros.) El formato central del rito se llama la mesa calzada. Es similar al programa ritual descrito por numerosos etnógrafos testigos de las mesas qallawayas y surperuanos excepto que en Kaha Wayi la "mesa" es, en sentido literal, un altar. Excepcional también es el consagrar una casa para el propósito. Los rapacinos viven convencidos de que ciertos cerros que rodean el pueblo son dueños de la lluvia, y que el bienestar del pueblo depende de las relaciones recíprocas con ellos. "La lluvia es por cumplimiento," afirman, sólo llega donde la gente la "paga". Los cerros más importantes en el entorno de Rapaz son Waqnmchu, Saqsar Wayna, Yara Wayna, y Qumpir Wayna. Kaha Wayi es considerado como un centro de comunicaciones con ellos: una estación emisora y receptora de mensajes que conectan los seres humanos con los cerros, lagos, manantiales, punas, y sementeras. Los cerros y demás lugares dotados de poder son imaginados como personajes recios y exigentes. El awkin figura como valiente defensor y vocero del pueblo ante ellos.

El awkin se prepara para los encuentros con los cerros pernoctando incomunicado y en ayunas dentro de Kaha Wayi. Cualquier encuentro con los cerros se inicia con la subida al manantial de Pilawayín, a poca distancia del pueblo. Allí el awkin invoca, calza mesa, y escucha la respuesta del cerro, audible en la forma de sonidos como el trueno o el croar del sapo. Vuelve al pueblo y aconseja al kamatsikuq sembrar, esperar, o propiciar a los cerros. Si no llega la ll\1via o si se produce helada, el awkin emprende un viaje más largo hasta enfren­tarse con el cerro responsable. El ritualista logrado se constituye en un verdadero Ulises de la puna. Camina las extremas alturas en estado de ayunas y privación hasta "calzar su mesa" en los mismos hielos glaciales y desafiar a la tormenta o reñir con los temibles apus.

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La actuación del Comité Agropecuario y su precursor el gobierno del kamatsikuq era, pues, simultáneamente religioso y burocrático. El ciclo de la siembra, cultivo, almacenamien­to, y expendio de los productos en las chacras comunales manifestaba inseparablemente ambos aspec~os. Para efectuar ca?a pa~o del ciclo era preci~o un augurio prev\O autorizado por el kamats1kuq. Igualmente obhgatono fue un conversatono entre los oficiales (rimanakuy) dentro de Kaha Wayi, durante el cual se planificaba el evento. Un día antes el pregonero anunciaba la faena (práctica aún vigente). En el día preciso se producía la movilización general de comuneros, a la cual la autoridad comunitaria aportaba los complementos ceremo­niales ( coca, trago, tabaco, flores) y la comida y chicha. Estas prácticas siguen vigentes.

En estas reuniones la esposa del kamatsikuq figuraba de manera muy especial. Ella gozaba de la dignidad de ispinsira o chakwas 'vieja' y entraba en Kaha Wayi con el kamatsikuq. Debía vestirse con vestido largo de bayeta negra y manta roja con adorno azul. En su vincha de plata, traía una mazorca por emblema del riego fructífero. Prendía su ropa con un tupu de plata, y bailaba con los pies descalzos. Esta eminencia femenina lideraba en el canto de las tinyas y juywas, cuyos versículos -particulares a cada etapa del ciclo producti­vo- expresaban con elocuencia lírica el amor a la tierra y a los animales . Simultáneamente exhortaban a todos a que despempeñasen enérgicamente sus respectivos roles .

Según los ancianos los elementos verbales del nombre Pasa Qullqa son pasa ( equi­valente a pacha en el Quechua II) 'tiempo, estación', y qullqa ' depósito' (equivalente a qullka en el Quechua II; Carranza Romero 2003: 186). Según Parker y Chávez 1976:99 qollqay significa 'terreno compartido' y su raíz-qo/lqa- ' compartir terreno'). Al denominarlo 'depó­sito estacional' o 'del tiempo', Rapaz enfatiza el rol del depósito como organizador calendárico del pueblo.

La mencionada Asamblea de año nuevo y cambio de mando marcan el clímax ritual de la estación lluviosa. La entrega de los raywan o matas consagradas, en la noche del 2 de enero, refuerza el bienestar de las cosechas en el sector de barbecho sectorial, o sea, el sector de producción en secano. Después de la asamblea los "equipos" cesante y entrante se retiran del local comunal y desfilan a Kaha Wayi. Allí el kamatsikuq / vicepresidente despa­cha en "comisiones" a los subalternos en equipos de dos. Cada cesante sale con su reempla­zo a visitar las chacras actualmente bajo cultivo. Cada comisión selecciona una o dos matas buenas como "raywanes" representativos de la cosecha (Fig. 11 ). Cuando regresan, las comisiones rinden informes sobre la salud de cada sector. El awkin invoca la protección de los cerros, y los subalternos colocan las matas debajo de la mesa de ofrendas, moviendo a un lado los raywanes resecos del año fenecido . Antiguamente, los raywanes se plantaban en el piso de Kaha Wayi, y al brotar en la oscuridad fonnaban fantasmales plantas talludas.

El concepto de raywan, con frecuencia traducido 'madre de comida' satura la etno­grafia de los departamentos de Huánuco, Cerro de Paseo y Ancash. Con frecuencia denomi­na a un danzante disfrazado de mujer "madre de la cosecha" (Cardich 2000, Domínguez Condezo 1982). La mitología sobre esta figura (Rostworowski 1987:77) ya fue captada por los extitpadores de idolatrías en Cajatambo en la década de 1650 (Duviols 2003 :241, 290-291, 313, 345, 427-428, 597-598, 604). En el caso de Rapaz, las matas raywan se pueden consider talismanes de la cosecha, paralelos a los ilas de ganado. Cuando los salientes se han despe­dido, el grupo prosigue bajo liderazgo del awkin a efectuar todas las invocaciones a los cerros. Presentan la ofrenda de maíces de tres colores en la forma del líquido ritualjurka, y

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finalmente despachan al awkin para que haga, fuera de Kaha Wayi en un sitio secreto, el sacrificio y la comunicación confidencial con los poderosos de la altura.

Figura 11 . Las autoridades traen raywanes a Kaha Wayi, 2004 (Foto: F.S .).

Las cosechas de las chacras comunales ( en mayo para papa, y otras según la madu­ración) igualmente tuvieron por centro ritual los recintos de Kaha Wayi y Pasa Qullqa. El awkin y el Comité Agropecuario preparaban los ritos nocturnos en Kaha Wayi. El día si­guiente el kamatsikuq y su ispinsira lideraban la faena en la chacra madura. Las canciones de júbilo en la cosecha (juy wa) aún viven en la memoria popular. Con similares pompas se efectuaba en octubre el sembrío, y en febrero o marzo el barbecho. En tales ocasiones la gente vestía de gala . Los productos cosechados se controlaban dos veces por el oficial alqasaku o ' levantabolsas ': una vez en la chacra al empacarla en costales, y posteriormente al descargar las acémilas frente a Pasa Qullqa. Estos controles posiblemente se efectuaron utilizando khipus en un tiempo pasado.

Pasa Qullqa recibía papa, oca, mashwa, quinua, y posiblemente maca proveniente de la kumun chakra . La semilla se depositaba en el piso alto . Los costales de la reserva alimen­ticia ocupaban el piso medio. El piso bajo supuestamente servía "como camal" para animales de sacrificio, pero esta práctica se perdió hace muchos años. El excedente, cuando lo había, se dividía entre los comuneros. Si se encontraba papapirwa ('granero'; Weber 1998:417), o sea, múltipl~s tubérculos nacidos de uno. La pirwa era puesta en Kaha Wayi envuelta en masas de coca mascada.

Kaha Wayi y Pasa Qullqa también figuraron en la 1itualización de la producción con riego, mediante la desaparecida fiesta del agua, que debía efectuarse el 24 de julio. Como en

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muchos lugares andinos el programa se centraba en la limpieza de las acequias, seguida de las festividades por la llegada del primer chorro del agua canalizada. A diferencia de las tierras regadas en secano, el sistema de regadío participó fuertemente del binarismo de mitades. La oposición correspondía a los dos canales principales, y éstos a su turno corres­pondían a los dos "barrios" del pueblo, Allawka y Lamash. El nombre de Lamash hace alusión a unas ruinas cercanas del mismo nombre, mientras que allawka generalmente hace referencia a la banda derecha de un río; estas circunstancias sugieren un posible marco geográfico comparable con el modelo Huari-Llacuaz (Cardich, 1975, Duviols, 1973; Ruiz, 1994b:4). Cada acequia pasaba por piletas del respectivo barrio, donde hacían paccha ('ca­tarata'), comparable con el homónimo de los recipientes rituales inka (Carrión Cachot 1955). La mitad que primero hacía llegar agua a su pileta se consideraba como la ganadora. El kamatsikuq y las chakwas acompañaban por tumos a ambas mitades. Tras la llegada del agua, pedían en cada casa una porción del agua nueva, vertiéndolo a un cántaro especial. Este rito se llamaba yaku sariykuy, 'agarrar agua'. El cántaro de agua se consideraba como prenda sagrada, comparable con las ilas de ganado o los raywan de siembras. Lo llevaban a Kaha Wayi, donde era guardado con todo esmero con lo demás, bajo la suposición de que el agua consagrada garantizaba la suficiencia del riego para las cosechas.

En adición a las reuniones descritas abajo, se practicaban y aún se practican ocasio­nalmente adicionales visitas al recinto para "buscar el tiempo" o de otro modo comunicarse con los cerros para obtener lluvias.

El régimen ritual del sector ganadero también poseía en el pasado vínculos con Pasa Qullqa y Kaha Wayi, pero aparentemente figuraba menos que el sector agrícola en el uso del recinto sagrado. En contraste al itinerario centrípeto del raywan, la trayectoria de las ilas es centrífugo. Aparte de breves visitas al santuario central prefieren salir al campo y convivir con los rebaños. Las ilas se llevaban al centro únicamente en el breve intervalo en que los animales también se centralizaban, para el conteo e inspección ocular correspondientes al cambio de mando del mayordomo.

En principio la ila o talisman ganadero (Flores Ochoa 1974-1976) funciona en paralelo con el raywan o talisman agrícola. Ambos concentran lo que Taylor define como camac, la esencia dinamizadora (Taylor 1974-76) de la respectiva entidad. La ila ganadera rapacina tiene la misma función atribuida al illa o figurina de animal en la cultura surandina (Flores Ochoa 1974-1976) pero no es tallado como la clásica illa sureña, sino normalmente se descu­bre en la forma de piedra natural cuya forma y color evoca un animal formidable.

Conclusiones: una col/ca andina y su espacio administrativo-ritual

La campaña de 2005 demostró que los famosos khipus de Rapaz no son sino el componente más notorio de un conjunto que resulta singular en su totalidad. Rapaz conser­va mucho del aparato fisico, y parte de la práctica social, que hasta un pasado no muy remoto constituían un conjunto andino de administración y ritual mediante la asociación entre una "casa de cuentas" y la collca.

En los aspectos arqueológicos podemos adelantar las siguientes conclusiones : l. No habrían antecedentes de estructuras prehispánicas en el lugar donde se edifica­

ron Pasa Qullqa y Kaha Wayi. Si en el ámbito que ocupa actualmente el pueblo de San

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Cristóbal de Rapaz había un asentamiento prehispánico, éste se habría extendido sobre la parte más alta que colinda con la quebrada de Tinte (hacia el oeste) , bajando hacia el sur donde actualmente se encuentra la cancha de fútbol y la zona conocida como Quishquish; luego de lo cual el terreno cae abruptamente hacia la margen derecha del río Checras.

2. Los rasgos arquitectónicos de clara filiación prehispánica corresponderían principal­mente a Pasa Qullqa y serían los siguientes: a) mampostería íntegramente de piedra unida con mo1iero de barro fino y limpio 15; b) las dimensiones y elaboración de los dinteles y el umbral de los accesos principales; c) qarakuna a ras del suelo 1<' y a desnivel, mientras que el segundo de ellos a media altura; d) la comisa que decora la edificación en la parte superior extema17

; e) las piedras voladizas que emergen de las paredes y que sostienen los troncos de los pisos interiores 18

3. En este sentido Kaha Wayi ostentaría los rasgos más modernos como son: a) la parte superior de los hastiales hechos de adobes; b) la elaboración del cielo raso, con troncos que traspasan las paredes hacia el exterior; c) las dimensiones de la puerta principal , y los contrafuertes definidos por las paredes de los hastiales que enmarcan la fachada principal.

4. Sólo el Cateo 3 reveló un contexto de actividad claramente relacionado con Pasa Qullqa. Un área de combustión ubicada delante del acceso, aproximadamente en la parte central de la estructura, que posteriormente fue limpiada y cuyas brasas aún encendidas -y restos de un mamífero menor- fueron depositadas en un pequeño hoyo cavado medio metro más adelante. Posteriormente, una delgada capa de arci­lla limpia y fina mezclada con carboncillos fue esparcida de manera uniforme y en todo el piso inferior de la estructura. Este habría sido el piso formal con el que funcionó inicialmente Pasa Qullqa, en un nivel notablemente menor que la superfi­cie externa. Existe la posibilidad de eventos de quema inmediatamente previos de igual naturaleza.

5. La construcción de Pasa Qullqa demandó una inversión de trabajo y materiales cons­tructivos ligeramente mayor que Kaha Wayi: a) los cimientos del primero fueron establecidos a l m de profundidad, mientras que para el segundo estuvieron a 0.4 m; b) la cantidad de troncos para elaborar los entrepisos del primero habrían sido aproxi­madamente 28 1

'\ mientras que para el segundo se necesitaron únicamente 7. Además, la elaboración de los accesos principales y entrepisos interiores de Pasa Qullqa son notablemente mayores.

15 La cantera se encuentra en los límites de Rapaz y es muy parecida al mortero usado en la mampostería de Pinchulín ubicado a menos de 1 km al este del pueblo.

16 Accesos de estas características son apreciables en el sitio arqueológico de Lamash. 17 Como se puede apreciar en algunos edificios destacados de los asentamientos precolombinos de

Pinchulín y Rapazmarca. 1 8 Este rasgci se puede apreciar igualmente en los sitios arqueológicos mencionados. 19 Doce troncos están in situ, y habrían sido necesarios dos troncos más para cubrir el área , sumando

catorce troncos para el piso del segundo nivel. Otros tantos hubieran sido necesarios para el pi so superior.

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6. Teniendo en cuenta lo expuesto Pasa Qullqa muestra una mayor antigüedad relativa en relación a Kaha Wayi. Lo que, por otro lado, podría deberse a la función que se le asigna: guardar granos y semillas. Existe una clara raigambre prehispánica en su técnica constructiva.

Pasando de las evidencias arqueológicas a las etnográficas, observamos que la interacción de los dos edificios duró hasta tiempos relativamente recientes. Hasta hace aproximadamente cincuenta años, según la memoria de múltiples testigos oculares. Pasa Qullqa y Kaha Wayi funcionaban como un conjunto. El centro ceremonial (Kaha Wayi), cuyo ciclo ritual regulaba los ciclos productivos, también gobernaba la acumulación y el expendio de los productos almacenados en el depósito comunal (Pasa Qullqa). Los agentes de tales controles fueron y en cierta medida aún son los miembros del gobierno consuetudinario envarado, guardianes tradicionales de la agricultura (Mishkin 1946:443, Ordóñez 1919, Espinoza Soriano 1960). El poderoso dirigente de este cuerpo durante el siglo XX ostentaba el título inka-colonial de kamatsikuq. La autoridad era y aún es constreñida por las indicacio­nes dadas por el ritualista contratado, el awkin o viejo. El awkin es el usuario privilegiado de Kaha Wayi. Puede utilizarlo para comunicarse con los cerros aún en la ausencia de las autoridades políticas. La autoridad plena se constituye por la reunión del awkin con las autoridades tradicionales dentro de la cámara sagrada.

Tanto la ritualidad como la producción se proyectan sobre el espacio comunal. Los rapacinos contemplan una periferia donde los grandes cerros nevados circundantes reinan sobre el clima, y en sus alturas se comunican las fuerzas celestiales. En la cercanía de los cerros se extienden inmensas punas, cuyas lagunas y manantiales también poseen persona­lidades sobrehumanas y reciben culto. En el sector ganadero, principal fuente de riqueza, los corrales de altura son escenario del culto con ilas o talismanes fecundadores . La tendencia del rito ganadero es centrífuga; los talismanes animales visitan Kaha Wayi por breves inter­valos antes de regresar a las punas.

En el ritual del sector agrario de secano las fuentes del bienestar también son una especie de talismanes pero con tendencia centrípeta. Son las matas consagradas que llevan el nombre de raywan, que en el año nuevo se concentran en Kaha Wayi. Finalmente, en la parte baja y central del espacio rapacino florecen laderas y vegas dotadas de riego, cuya agua canalizada por acequias permite el cultivo permanente. La fiesta del aguay, hoy extinta, celebraba el agua de las alturas en su transcurso hacia los valles. Al pasar por el centro del pueblo las aguas de los respectivos barrios, recogidas en un recipiente y concentradas, llegaban a Kaha Wayi transformadas en especie de talismán líquido, conector de los espa­cios altos con los bajos.

Los rapacinos a veces afirman, y los investigadores concordamos, que los khipus de Kaha Wayi se hicieron para dar constancia de las actuaciones de los comuneros en este régimen complejo. En las comunidades que dependen del trabajo no remunerado, la ética de trabajo exige un control rígido de la participación, porque el incumplimiento de uno mina la motivación ("voluntad") de todos. La cantidad de faenas, cargos, y comuneros implicados en el régimen agropastoril sin duda excede la capacidad de la memoria individual. La necesi­dad de constancias acumulativas susceptibles a la contabilidad pública en las asambleas sería de por sí motivo suficiente para mantener un archivo.

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Frank Saloman, Carrie Brezine, Gino de las Casas, Víctor Falcón: Los khipus de Rapaz

Sin embargo, estamos lejos aún de entender cómo los khipus constataron las actua­ciones. Kaha Wayi, con sus 263 khipus discretos, evidentemente centralizó numerosos registros. El diseño de cada khipu rapacino dista mucho del khipu inka. No posee los atribu­tos clásicos descritos por Locke ( 1923, 1928), Ascher y Ascher ( 1997 [ 1981 ]), y U1ton ( 1994 ). Guarda cierta similitud con los khipus unilineares citados por Radicati (2006 Fig.15) a base de evidencias etnográficas. En vez de ser registro de cantidades en despliegue decimal. aparen­tan representar acontecimientos o entidades individuales en secuencia lineal. Como primera hipótesis se sugiere que cada khipu constituyó el registro de una casa o socio afiliada dentro de la comunidad, haciendo constancia de los cargos desempeñados dentro del esquema arriba descrito.

Kaha Wayi ¿se puede considerar como templo andino? El ritual andino moderno comunmente está caracterizado por la descentralización, falta de sacerdocio formal, empleo de objetos muebles, e hibridismo con el ritual cristiano. Kaha Wayi en cambio es excepcional al invocar los cerros desde un local inmueble y céntrico con autoridad semi-sacerdotal. Excepcional , también, es la casi total ausencia de símbolos y términología católica en el rito actual. Pero la situación de Kaha Wayi,justamente en una zona central en la actuación de los extirpadores del siglo XVII, y a pocos pasos de una iglesia importante, prohíbe cualquier hipótesis de una simple sobrevivencia arcaística .

Sospechamos que Kaha Wayi ha tenido uso durante siglos, incluso durante el siglo de las extirpaciones. En el momento de su construcción, o de la remodelación de su entrepi­so, alguien lo cristianizó escondiendo una cruz dentro de la estructura. La disminuición de las presiones extirpadoras habría permitido la paulatina reintroducción del culto andino a su interior, principalmente por la vía de solemnizar las funciones agrarias de la jerarquía gober­nante. El término Kaha Wayi 'casa de la caja [de comunidad]' sugiere que fue construído para fines de administración colonial y no como santuario. El modelo toledano tuvo prevista la instalación de las casas de gobierno de yndios en proximidad inmediata al santuario cristiano. En los siglos recientes una casa administrativa, originalmente austera, habría acu­mulado elementos adicionales de tradición sagrada andina, hasta llegar a recuperar en parte, o reinventar en parte, la función de templo andino.

La etnografia atestigua la existencia de khipus patrimoniales con contexto adminis­trativo-ritual en dos pueblos más, ambos pertencientes a la sierra de Lima. Los tres casos participan de modelos básicamente similares. En el caso de San Pedro de Casta, provincia de Huarochirí, Tello y Miranda observaron los ritos "Huari Runa" y los describieron en su ensayo Huallallo ( 1923 ). En Casta los oficiales utilizaban "khipus-tablas" para hacer cons­tancia de la participación en la obra y rito de la limpia de la acequia. La manutención de los acueductos y la adoración a los cerros se fusionaron mediante la inscripción ritualizada. El último caso es Tupicocha en la provincia de Huarochirí, descrito en Los Quipocamayos (Salomon, por publicarse; versión inglesa, 2004). En Tupicocha como en Rapaz los khipus forman parte de la reunión de año nuevo, y figuran en el rito del cambio de mando de autoridades tradicionales. Tupicocha al igual que Rapaz mantiene un recinto dentro del cual los depósitos ¡;omunales bordean los lugares que hospedan un despliegue de khipus. Esta reunión se llama "la Huayrona". El complejo de los khipus con almacenamiento y ritual cívico-político parece, pues, ser una constelación regional arraigada en una herencia prehispánica, modificada en la re-estructuración colonial, y parcialmente modelada en la

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Artículos, notas y documentos

norma española de las "cuentas residenciales". Pensando más allá de la región andina, el rol privilegiado del ritualismo y la casa ritual en la coordinación de labores sobre un paisaje verticalmente diversificado puede estimular comparaciones con el caso de los "templos hidráulicos" de Bali (Lansing 1987), cuyo sacerdocio gobernaba indirectame~te la distribu­ción del agua y con ella la producción.

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Frank Salomon, University of Wisconsin Carrie Brezine, Harvard University Gino de las Casas Ríos, Arquitecto Víctor Falcón Huayta, Arqueólogo

Colaboración de Rosa Choque Gonzales, Rosalía Choque Gonzales y Renata Peters

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