los jazaros
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Los jázaros
El imperio jázaro existió en la región del Cáucaso entre los siglos VII y XII,
aproximadamente. Durante su mayor extensión (s. IX) abarcó los territorios del mar
Caspio a la península de Crimea, y gran parte de la cuenca del Volga.
Los orígenes del pueblo jázaro (en hebreo cuzarí), aunque discutidos, parecen
estar entre las tribus turcas seminómadas que en un momento determinado emigraron al
Cáucaso desde Oriente. También se los ha identificado con la continuación del pueblo
akatzir, que fue vasallo de los hunos en el siglo V.
Esta nación se encontraba entre los dominios bizantinos, abasíes y varegos (rus).
Los jázaros trascendieron principalmente porque, al igual que Carlos Martel, pudieron
detener la expansión musulmana hacia Europa oriental, fijando su límite en la cordillera
caucásica. Probablemente este gran logro se debiera a «un fenómeno que encontramos
en… la periferia del Imperio Árabe en la primera mitad del siglo VIII… Como puede
verse en los casos de los Montes Taurus, el Atlas y el Hindu-Kush, los ejércitos árabes,
que eran maestros de la guerra en las llanuras, demostraron ser mucho menos eficientes
en terreno montañoso».1
El primer conflicto bélico con los mahometanos tuvo lugar en 642 sobre la línea
fronteriza, y finalizó con la derrota de estos últimos en el año 653. Según señala una
crónica árabe contemporánea, la ciudad mercantil de Itil (actual Astracán), a orillas del
Caspio, se convirtió por entonces en la nueva capital de los jázaros.
Hacia finales del siglo VII éstos apoyaron al desterrado emperador bizantino
Justiniano II, que retomó la corona en el 705. El jagan, o líder de los jázaros, dio la
mano de su hermana Teodora al restituido monarca. Algo similar sucedería bajo el
reinado de León III, cuyo hijo Constantino contrajo matrimonio con la princesa jázara
Irene, que daría a luz al futuro León IV.
La segunda contienda árabo-jázara comenzó en torno al 722. El ejército que
conducía Marwan ibn Muhammad obtuvo un triunfo tajante en 737. Por cuestiones de
sucesión califal, el futuro Marwan II debió marcharse de Kazaria para resolver las
desavenencias entre pretendientes. Esta desaprovechada “victoria” no impediría a los
jázaros reorganizarse, pues
1 Collins, Roger (1991). La conquista árabe (710-797). Barcelona: Crítica. Op. cit., página 91.
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en general, los árabes eran incapaces de extender su dominio a un nuevo
territorio separado de sus bases principales por cadenas montañosas importantes.
Podían, como hicieron con la serie de incursiones anuales en Asia Menor, efectuar
incursiones de éxito en tales zonas, pero nunca lograban convertirlas en
conquistas territoriales.2
Las más recurrentes fuentes acerca de la nación jázara están entre los escritos de
historiadores árabes coetáneos, los cuales evidencian parte de la información que
mantuvo la tradición hebraica. El líder Bulan se habría convertido al judaísmo en torno
al 730 e.c. —como lo explicaba la correspondencia (c. 954-961) supuestamente
mantenida entre el jagan José y Hasdai ibn Shaprut— luego de una exitosa expedición
contra Armenia, destinando el botín a la edificación de un magnífico templo. Cerca del
año 740 la élite, y seguidamente una porción significativa de la población, abandonaban
el politeísmo por la religión judía.
Hay discusiones acerca del carácter religioso de los jázaros. El hecho de que
sean mayormente mencionados por eruditos caraítas que por rabanitas dio origen a la
hipótesis que plantea que el pueblo en cuestión se había convertido en realidad al
caraísmo. Ciertos viajeros judíos medievales dieron fe de sus prácticas caraítas, que
ellos bien repudian.
Dunlop y otros autores han estimado que entre Bulan y Obadiah su nieto (a
grosso modo, entre el 740 y 800) el país abrazó de forma generalizada un tipo de
caraísmo, y que el judaísmo «rabínico» ortodoxo no fue introducido hasta el
advenimiento de la reforma religiosa de Obadiah. El detalle no carece de
importancia, pues, según parece, el caraísmo sobrevivió hasta el fin en Kazaria:
todavía se veía, en tiempos modernos, pueblos de judíos caraítas, de lengua turca,
y sin duda de origen jázaro.3
2 Ibídem. 3 Koestler, Arthur (1980). El Imperio kázaro y su herencia. Barcelona: Ed. Aymá. Op. cit., p. 86.
La letra cursiva es del autor.
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El Imperio jázaro durante su apogeo (s. VIII–IX).
La fecha más aceptada de la conversión general (c. 740) discrepa con las
propuestas por otras fuentes análogas y no muy alejadas a este suceso. El historiador Al-
Masudi (m. 956) prestó considerable atención a los jázaros, aseverando que el mítico
Bulan habría aceptado la fe mosaica durante el califato de Harun al-Rashid (786-809).
En 860 el emperador bizantino Miguel III el Beodo envió a los hermanos Cirilo y
Metodio para evangelizar a esta nación. Dichos misioneros tuvieron éxito con bastantes
pueblos eslavos, pero tratándose del siglo IX, puede argüirse que no ocurrió igual con
los jázaros, que se mantuvieron constantes en su religión. Los documentos biográficos
de Cirilo y Metodio no sugieren que la conversión al judaísmo tuviera lugar en otra
época, sino que más bien confirman que ese era el credo de sus líderes.
A medida que el rus de Kiev incrementaba su poderío militar en el siglo X, los
jázaros eran desplazados y progresivamente asimilados. Muchos de ellos se instalaron
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en las zonas comerciales de Ucrania y Rusia, y asimismo de los restantes países eslavos,
como Polonia, Lituania y Hungría. Posiblemente ya hubiera judíos en tales regiones
desde el siglo IX, llegados de Occidente. Lo cierto es que el jázaro se disolvió dentro de
la comunidad hebrea, por lo que en la posteridad se hizo difícil señalar con objetiva
exactitud su auténtica prole. Los estudios historiográficos y científicos apuntan
mayormente a los judíos asquenazíes. Como es el caso del intelectual británico Arthur
Koestler (1905-1983), oriundo de Budapest, autor de un extenso ensayo dedicado
exclusivamente al tema, que elocuentemente tituló La Decimotercera Tribu (1976).4
Serio y sin miramientos, este escritor analizó y desarrolló la plausible teoría que enlaza
a los jázaros con los judíos de Europa oriental.
Koestler recalcó que como la mayoría de los judíos del este de Europa, y por
ende del mundo, no son semitas, es impropio hablar de “antisemitismo”. Los israelitas
que habrían consentido el deicidio de Jesús eran semitas y vivían a «orillas del Jordán y
no en las llanuras del Volga». Dado que el Holocausto liquidó, indiscutiblemente, a más
judíos del género no-semita, surge una interrogante: ¿qué tanto cabe considerar a los
nazis, antisemitas por antonomasia, de tales?
Este asunto merece ser estudiado. El alemán Aribert Heim (1914-1992), alias
Doctor Muerte, era miembro de las Waffen-SS de Hitler y médico de los campos de
concentración de Buchenwald, Sachsenhausen y Mauthausen.5 Como muchos otros
nazis, logró escapar de los Aliados mediante pasaportes falsos. Bajo el nombre de Tarek
Hussein Farid dicho criminal se radicó en Egipto, donde se convirtió al islamismo.
El médico nazi se mantenía activo en El Cairo haciendo una investigación
—que escribía en inglés y alemán— en la que negaba la existencia del
antisemitismo sobre la base de que, según decía, la mayor parte de los judíos no
era de origen étnico semita. Rifai [uno de sus vecinos] recordó que Heim le había
mostrado borradores del trabajo, los cuales estaban en el maletín. También había
una lista que daba cuenta de sus planes de mandar borradores del trabajo a
4 The Thirteenth Tribe. Hay traducción al castellano: El Imperio kázaro y su herencia, Barcelona,
1980.
5 Mekhennet, S., y Kulish, N. (2009, 15 de febrero). “Los silenciosos pasos del Doctor Muerte, un
despiadado médico nazi”. Clarín, Buenos Aires. Artículo consultado el 28 de abril de 2009,
http://www.clarin.com/diario/2009/02/15/um/m-01858626.htm
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personajes importantes de distintos lugares del mundo: lo haría con el seudónimo
de Youssef Ibrahim. Entre ellos figuraba quien era el entonces Secretario General
de las Naciones Unidas, Kurt Waldheim, un asesor de seguridad nacional
estadounidense —Zbigniew Brzezinski— y el gobernante yugoslavo Tito.6
Koestler fue muy polemizado, especialmente por los círculos sionistas. Se
entendía que si los “apátridas” que participaron en la creación del moderno Estado de
Israel no pertenecían a la etnia de los antiguos israelitas, su ingente reivindicación de la
Tierra Santa carecía de fundamento (en el caso de los que abogaban que la colonización
de Palestina era derecho de los judíos en tanto descendientes de los hebreos
primigenios).
Abraham N. Poliak (1951), citado por Koestler (1980, p. 21), escribió en la
introducción a su obra Kazaria:
Que se aborde con un nuevo espíritu tanto el problema de las relaciones
entre la judería kázara y el resto de las comunidades judías como la cuestión de
saber en qué medida puede considerarse a dicha judería «kázara» como el núcleo
de los grandes centros judíos en Europa oriental… Los descendientes de dichos
centros, tanto los que allí han permanecido como los emigrados a los Estados
Unidos u otros países, y los que se han instalado en Israel, constituyen hoy en día
la gran mayoría de los judíos del mundo entero.7
El diario argentino La Nación publicó en agosto de 1999 una nota sobre los
jázaros, escrita por la investigadora Alicia Dujovne Ortiz. Algunos fragmentos podrían
servir de guía para una eventual profundización del tema. En el texto, la periodista
explicaba por qué varios israelíes se oponen a la teoría mencionada, advirtiendo que si
esta fuera corroborada
6 Ibídem. 7 Segunda edición de la obra, corregida y titulada Kazaria. Historia de un reino judío en Europa,
Tel Aviv, 1951. A. N. Poliak, profesor de la Universidad de Tel Aviv, defendió exhaustivamente el origen
jázaro de casi todos los judíos de la actualidad. Para 1960 se estimaba que la población judía mundial se
componía de once millones de asquenazíes frente al medio millón restante compuesto por judíos
orientales y sefardíes.
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entonces la guerrilla palestina tuvo razón al declararlos ajenos a la tierra
bíblica… El sionismo no perdía su razón de ser cultural ni religiosa, pero sí
racial…
Koestler sostenía que, tras la derrota de su imperio, los jázaros se habían
refugiado en Crimea. Esto es fácil de comprobar: en el siglo XIV, la República de
Génova poseía un establecimiento comercial en Crimea, que llamaban Gazzaria o
Jazaria. Un siglo después, frente al avance del Imperio Otomano, los
descendientes de esos turcomongoles convertidos al judaísmo huyeron hacia
Ucrania, Polonia y Lituania, donde, siempre según Koestler, se convirtieron en la
masa de judíos asquenazíes de lengua y cultura idisch: los pintados por Chagall,
los asesinados por Hitler…
Entre el 24 y el 28 de mayo [de 1999], tuvo lugar en el Instituto Ben Zvi
un coloquio internacional que reunió a especialistas como Peter Golden, de la
universidad norteamericana de Rutgers, para el cual la conversión de los jázaros
se produjo de manera gradual; Norman Golb,8 de la Universidad de Chicago, que
ha revelado la realidad de un proselitismo judío en la Edad Media, más tarde
completamente abandonado, o Constantin Zuckerman, del Collége de France, para
el cual esa conversión no tuvo lugar alrededor de 740, como siempre se pensó,
sino en 861... Hoy el velo se ha levantado. Los jázaros han dejado de ser tabú.9
8 Norman Golb (1928) descubrió en 1962 un antiguo manuscrito jázaro, datado del siglo X,
proveniente de la Guenizá de El Cairo. Esta carta sincrónica a la Correspondencia del jagan José formaba
parte de una extensa colección importada a Cambridge por Solomon Schechter (1847-1915). Algunos
autores llegan más lejos, diciendo que iba dirigida a Hasdai ibn Shaprut, entregada en Constantinopla al
primer mensajero Isaac ben Nathan, quien no pudo concluir el viaje, y llevada por este último a Córdoba
(de donde la carta volvería a salir hacia El Cairo mucho más tarde, cuando los judíos fueron expulsados
de España). Koestler, op. cit., página 90.
9 Dujovne Ortiz, Alicia (1999, 14 de agosto). “El fantasma de los jázaros”. La Nación, Buenos
Aires. Artículo consultado el 30 de abril de 2009, http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=149550