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Los griegos Capítulo VII

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263El Libro de los Pioneros

Los griegos

Capítulo VII

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265El Libro de los Pioneros

1937 con la creación de la Asociación Helénica “San Nicolás”. Tuvieron

una participación activa como trabajadores en el sector petrolero tanto

en el ámbito estatal (YPF) como privado (Astra, Diadema Argentina y

ComFerPet).

La emigración griega al área de Comodoro Rivadavia tuvo su

mayor dinamismo en las décadas de 1920 y 1930 (período de

entreguerras). Los griegos se organizaron institucionalmente en

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Reseña histórica

LOS GRIEGOS

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Los Griegos

turquesas; sueños de amores perdidos, de charlas olvidadas, del rústico sonido de un bouzouki(instrumento musical de origen griego) siendo acariciado al compás del océano. Grecia estabalejos…pero a la vez estaba cerca, porque en este gris y helado mar patagónico se reflejaban lossueños de decenas de griegos emigrados. Sueños que engrosaron una gota tímida que asomósimultáneamente en varios ojos de hombres y mujeres que añoraban su tierra, y que los hizoreunirse el 8 de Agosto en la casa de uno de ellos, Jristos Nicolau, para fundar una pequeñaGrecia en el suelo comodorense y de este modo paliar la ausencia de ese otro mar y ese otrosuelo que debieron abandonar. Así nacía la Asociación Helénica San Nicolás, con la noblemisión de prolongar a miles de kilómetros de su cuna los sueños, costumbres, idioma, reli-gión e idiosincrasia de un pueblo luchador como pocos, el pueblo griego.

Todos los inicios suelen resultar complicados, y este no fue la excepción. La AsociaciónHelénica debió surgir desde el corazón de sus fundadores, sin más recursos que la pasión quelos caracteriza. Así, los prolegómenos de la institución tuvieron como sede social el salón DonPolsky, e incluso un bar céntrico, el Bar Express (ubicado en ese entonces en la calle Urquiza,entre Maipú y Dorrego). Esta ausencia de espacio físico no menguó la fuerza de los griegos,que guiados por su comisión directiva (cuyo primer presidente fue Máximos Pavlos) lucharonpor años y años hasta que lograron adquirir, gracias al aporte personal de los socios, el terrenode la actual sede, en la calle Italia 722.

Tener un suelo propio donde fundar los cimientos de la Grecia comodorense era unavance enorme, y así lo sintieron ellos. Las primeras obras realizadas en el predio fueron paraerigir una modesta capilla ortodoxa donde profesar su religión. La capilla fué inaugurada porel entonces Obispo Ortodoxo, su Eminencia Rodostolou Timotheus, durante la presidenciadel Sr. Constantino Tsakiri, el 18 de febrero de 1962, 25 años después de que los primerossueños de los griegos comodorenses se hicieran lágrimas, y las lágrimas se hicieran néctarpara regar el nacimiento de la Asociación allá en 1937. Los griegos sintieron por fin, con pro-funda satisfacción, cómo entre las volutas de incienso y los cantos armónicos de su antiquísi-ma religión, una parte de ellos resurgía de entre las profundidades de sus corazones.

Corría el año 1937, y en las costas de Comodoro Rivadavia decenas de sueños se arremoli-naban a orillas del oscuro mar. Sueños de costas lejanas, de casas encaladas y aguas

RESEÑA HISTORICA

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LOS GRIEGOS / RESEÑA HISTORICA

En el año 1969 gracias a la gestión del entonces Vicecónsul de Grecia en la Patagonia,Don Nicolás Mañas, la Municipalidad decidió honrar el tesón y perseverancia de los griegosbautizando con el nombre de Grecia a una de las calles de la ciudad.

La fuerza y actitud de estos griegos del sur, les permitió contar con dos Vicecónsulesentre sus filas (Don Nicolás Mañas y Don Jorge Bounos) y con un sacerdote residente, el PaterDimóstenes Stefanides.

Los griegos tenían su iglesia, y una calle con el nombre de su patria. Pero continuabansin sede social, por lo que las reuniones migraban entres casas y el mencionado Bar Express.Poco a poco, sin prisa pero sin pausa, reuniéndose todos los fines de semana en el terreno decalle Italia y poniendo ladrillo sobre ladrillo, padres, hijos y abuelos griegos fueron levantan-do con sus propias manos las paredes de lo que sería finalmente su sede social, que seríafundada en el año 1971, manteniendo actualmente en su planta alta la capilla ortodoxa griegaque los acompaña desde 1962.

Dicen que los griegos no viven la vida, sino que la celebran. Es esa celebración, una delas fuerzas más puras y naturales que los griegos sienten fluir por su sangre, y que los impulsaa dibujar con sus pies, sus brazos, sus gestos, el baile que los caracteriza y los define. El baileque habla por ellos y que los acompaña desde su tierra, desde que en 1937 optaron porqueGrecia jamás se diluya de sus corazones. A fin de dar a conocer esta cultura de la danza, laAsociación dio nacimiento a sus cuerpos de baile, siendo la primer profesora la Sra. Ana Tsaki-ri. Esa continuidad se extiende hasta el día de hoy, donde la colectividad cuenta con dos ba-llets menores (infantil e intermedio) llamados colectivamente Strumfakia (pitufos), un balletde adultos mayores, Ónira (sueños), y el ballet principal de la Asociación, el ballet Yéfiros, quetodos los años demuestra en el escenario que lo cobije, la forma en que los griegos viven.

El idioma también era un tesoro que debía ser preservado, un arroyo subterráneo quedebía nutrir las cuerdas vocales de todos los griegos exiliados, de sus hijos y nietos. Por eso,también se dictaron desde un principio clases de idioma, contando como profesores, entreotros, a Don Jorge Bounos, al Pater Demóstenes y a la Sra. María Kavata que es quien cumpleesa desinteresada y noble misión en la actualidad.

Desde que los griegos cuentan con su sede social, nunca faltan excusas para reunirse arememorar su añorada patria, y es así que desde hace más de 40 años la casa de todos losgriegos, la sede de la Asociación Helénica San Nicolás, sirve de escenario para sinnúmero deactividades sociales: degustación de platos típicos, cenas para celebrar fiestas patrias, almuer-

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zos, meriendas con té griego y masas dulces, reuniones de camaradería entre los griegos yeventos culturales para que el resto de la ciudad pueda interiorizarse con las costumbres ytradiciones de este pueblo soñador; y todo siempre condimentado con la efervescencia emo-cional de los bailes que tanto aman. A pesar de todo, la Sede dista aún de llegar a ser lo que lossocios desean que sea. El quincho ubicado en el primer piso continúa en construcción desdehace años y finalizarlo es una de las principales metas de los griegos que incansablementequieren embellecer la pequeña Grecia que fundaron en las frías costas del sur argentino.

No fueron los griegos los únicos inmigrantes de estas tierras. Varios son los pueblos quearribaron a estas costas en pos de un futuro mejor, y todos recibieron el cobijo del semidesier-to patagónico. Por eso, este crisol de culturas se fusionó y dio origen a la Federación de Comu-nidades Extranjeras, de la cual la Asociación Helénica es socia fundadora y tiene participaciónen todas las actividades de la misma, que tienen como coronación la feria de las colectividadesextranjeras que cada año tiñe de colores la ciudad, siendo el evento cultural más importantede la provincia. La Asociación Helénica tiene el honor de contar entre sus socios a las primerassecretarias de dicha institución (antes de que se forme la Federación): la Srta. Mariela Bitopu-los y la Srita. Pelagia Vlachopulos, quien bajo la tutela del Arzobispo Metropolitano de la Ar-quediocesis Ortodoxa Griega de Buenos Aires y Exarca de Sudamérica Monseñor Tarasios, sededicó durante años a enseñar el catecismo ortodoxo entre los jóvenes helenos y filohelenosde la ciudad, manteniendo viva la religión en las nuevas generaciones.

Actualmente la gestión administrativa de la Asociación se encuentra presidida por laDra. Marta Mañas de Passos, a más de 80 años del sueño original que logró reunir tantoscorazones en uno sólo, el tenaz ahínco y tesón siguen inmutables en los descendientes de losprimeros colonos griegos de estas áridas tierras. La Asociación gestionó, en el año 2007, unaplazoleta ubicada en la intersección de la calle Sargento Ramírez y la avenida Portugal en lacual se sembró un olivo y un laurel, como símbolos de este tesón y como agradecimiento a latierra que a pesar de su aridez los acogió y supo dejarlos florecer. Es en las flores de estospequeños arbolitos, donde las lágrimas de aquellos primero griegos cobró cuerpo y forma, y esen la fragancia de las mismas donde se arrulla el persistente rasgueo del bouzouki que día adía vibra en el corazón de todos los griegos, y en la Grecia comodorense que cada fin de sema-na se nutre de los ritmos bailados por niños, jóvenes, adultos y ancianos que nunca jamásdejan de bailar. Porque los griegos viven como bailan, y bailan como viven; siempre sonrien-do, siempre felices �

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Personalidades

LOS GRIEGOS

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LOS GRIEGOS / GEORGES MILATHIANAKIS

El más antiguo de los griegos

G

Perfil

� Georges Milathianakis nació el

15 de mayo de 1934 en la ciudad

de Ierapetra, Creta, la más grande

de las islas griegas. El 23 de

noviembre de 1947 llegó a la

Argentina. Es profesor de

Educación Física. En Comodoro

desarrolló una intensa carrera

docente y directiva. Se casó con

Amalia Fuertes en 1962. Tienen 3

hijos y dos nietos �

la infancia. Ahí jugaban todos los chicos, de todas las edades. Con 6 o 7 años, Milathianakis noiba dejar que lo llamaran “gallina”. Un día se subió a la barca anclada en la arena. Caminó ababor, observó la profundidad transparente y se tiró. Como ciertos temores, también el cora-je se magnifica en la infancia y algunos peligros, fuera del registro de lo posible, quedanneutralizados. Georges salió flotando ese día, como un cachorro de labrador, un amigo delagua por herencia genética.

Pero esa otra tarde que se escapó de la casa pasó tres horas revolcándose de dolor en laplaya el niño Milathianakis. Ya había pasado la invasión. No tenía más de 10 años. Su piesangraba, el chillaba. Los amigos alrededor lo miraban asustados. Querían llevarlo a la casa,pero él había salido sin permiso de la madre y decidió aguantársela sin su auxilio… Todo loque pudo.

Llegó abrazado de dos amigos y dijo a la madre que había pisado un clavo en la calle.Una mentira sigue a la otra. Fueron al hospital. Le inyectaron la antitetánica y el dolor co-menzó a ceder. Nunca supo que lo picó, con que sé pinchó esa tarde mientras nadaba. Fue un

eorges aprendió en el mar muy temprano. Nadaban los amigos entre la playa y losbarquitos de pescadores mecidos mar adentro. Buceaban. La playa fue su ambiente en

dolor brutal, que lo dejó paralizado. Tal vez fue un animal,tal vez haya sido una púa. Los alemanes habían fortificadola isla extendiendo alambre de púa sobre las playas. El mariba derruyendo las fortificaciones pero había las que perdu-raban sumergidas, amenazando a los cretenses.

El pequeño Georges siempre se escapaba al mar, lla-mado por su energía turquesa, magnética y misteriosa. Sa-lía de la casa después del almuerzo. Escondía las sandaliasbajo una piedra, tras un arbusto, y corría un kilómetro des-calzo, a zambullirse en el oleaje suave del mediterráneo, aescondidas de la madre, que como toda madre se preocupa-ba. “Me mandaba a buscar y yo me escondía porque sabíaque cuando volvía me esperaba una biaba”, recuerda.

276 El Libro de los Pioneros

LOS GRIEGOS / GEORGES MILATHIANAKIS

Kaliope era modista. En la misma antigua casa de piedra donde nació Jorge atendía sutaller de costura. Un taller muy famoso en Creta. Era una modista distinguida en la isla.Tenía alumnas y una amplia clientela en Ierapetra y las ciudades vecinas. Diseñaba sobre elgénero, sin dibujar; casi no tomaba medidas.

Miguel producía muebles de estilo. Su taller de ebanistería también gozaba de presti-gio en la isla. Jorge recuerda con el asombro de sus ojos infantiles el enorme taller dondereinaba el padre, los colectivos carrozados, ese universo de orden perfecto que era el pañol deherramientas; y a su madre aplicada a la costura, en trance de inspiración, los zapatos ysandalias que ella misma producía para los hijos, la visita de sus alumnas, la coquetería de lasclientas y aquella vieja gitana, extravagante y misteriosa, que llegó después de la guerra. Supadre ya había emprendido viaje rumbo a América, perdiendo todo contacto con su familia.

Jorge asomó al taller y vio a la vieja de cabello blanco y vestido colorido tomando lamano de su madre. “’Vos estás llorando por un hombre que está muy lejos de acá’ –le dijo—. Mivieja quedó petrificada. ‘Tenés dos hijos varones’. ‘Sí’, dice mi mamá, ‘vos averiguaste que yotengo 2 hijos varones’. ‘Y te viene una carta’. Porque terminó la Segunda Guerra mundial ytodo el mundo recibía cartas de los parientes que tenían en el exterior. Durante 8 años noso-tros no tuvimos ni noticias de mi padre. Si vivía o no vivía. ‘Te la va a traer un señor petiso,pelado y gordito’. Mi vieja tenía un primo hermano en el correo que medía un metro noventay era flaco como un palo. Todos los días pasaba y decía mirá: ‘llegan cartas que van a Australia,qué sé yo, a un montón de otros países y llegan acá, equivocadas, y nosotros las tenemos quemandar de nuevo. ¡Debe haber un lío! Pero ya va a llegar’. Mi mamá tuvo que vender unoslitros de aceite para hacer un telegrama a mi papá, a la última dirección que teníamos de él,que era de YPF. YPF nos contestó persona desconocida. Ahí fue el drama. ¿Qué pasó?”.

El padre había salido hacía algunos años de YPF para trabajar en Comferpet, CompañíaFerrocarrilera de Petróleo, una firma de capitales ingleses que dominaba los yacimientos entorno al kilómetro 8 de la Ruta 1. Estaba sano y salvo, pero ellos no lo sabían. Sus cartasestaban perdidas en el limbo mundial de la incomunicación que producen las guerras.

Georges

� Su cédula dice que el primer hijo de Kaliope y Miguel nació el 3 de mayo de 1934 en laciudad de Ierapetra, Creta, la más grande de las islas griegas. Pero el documento nacional

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está errado. En realidad nació el día 15, como bien dice su pasaporte.De un día a otro ni siquiera cambia el signo del zodíaco. Por eso el error en la fecha es

menor para Jorge, que se acostumbró a decir que fue alumbrado con 12 días de anticipación.Además los griegos no celebran su cumpleaños. Festejan su onomástico: el día del santo de sunombre. Y sí que festejan los griegos. Comen, toman, cantan y bailan con cinematográficosdespliegues.

Sentado a la mesa del comedor, en su casa de Avenida Polonia, rodeado de fotos yrecortes, escenas de la cultura popular asisten a la memoria de Jorge, que vivió en Creta, enIerapetras, los primeros 8 años de su vida, hasta que llegó al 8, campamente periférico de laciudad petrolera. Acá en Comodoro vio Zorba el griego y reconoció sus costumbres, el dulcecanto del busuki en esos bailes, se transportó a los paisajes de su infancia cuando vio “Loscañones de Navarone”. “Plata quemada”, “Mi gran casamiento griego”, “La sal de la vida”. Elcine como ventana. Jorge asomando a su Grecia querida y su infancia. La televisión reani-mando las sensaciones dormidas en su memoria. Y la nostalgia.

San Jorge es uno de los santos más venerados en aquella nación de gran belleza y mito-logía de alcance universal. El día que Georges celebra su honomástico, es un día de fiesta en

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LOS GRIEGOS / GEORGES MILATHIANAKIS

toda Grecia. Hasta es asueto nacional. Nadie trabaja. Nadie estudia. Todos festejan.Ierapetra significa Piedra Sagrada. Belleza natural, historia y fantasía encuadraron la

infancia de Jorge Milathianakis. Arenas blancas y aguas calmas, límpidas y cálidas; bosques ymontañas; extensos sembradíos coloridos; vides y olivares; barcas, redes y pescadores. Desdesus alrededores, la antigua Grecia, acunó sus primeros años bajo el susurro de una tradiciónllena de maravillas. Su ciudad es vecina de la capital cretense, Heraklion. Y Cnosos, el másgrandioso de los palacios minoicos, también era un paseo cercano.

Pero llegó la recesión hacia el año 1936. Hitler desplegaba su avance de crueldad sobreEuropa y en su desesperación el padre se aferró a los reportes de su amigo como a una espe-ranza. Desde el sur de la Patagonia Argentina recibía novedades de una ciudad pujante ypromisoria llamada Comodoro Rivadavia. Y allá fue. Jorge conserva un recuerdo débil deldía de la despedida. Tenía apenas 4 años. Su hermano tenía días de nacido.

Después de despedir al padre, la realidad irrumpió con crueldad en su infancia con elarribo de los nazis a la isla y la detonación de la segunda guerra mundial. Del desconcierto dela niñez Jorge recuerda pasajes aterradores. Las patrullas nazis avanzaban por las calles de suciudad oscurecida y cuando la marcha se detenía, de alguna casa vecina Jorge oía crecer losgritos desesperados. Al día siguiente alguien faltaba en esa casa, tal vez una familia entera.Miles de griegos judíos fueron deportados a Alemania, a terminar sus días en campos de con-centración. Muy pocos sobrevivieron.

La carta

� Al fin llegó. Fue entre el 44 y el 45. La había escrito el padre hacía muy poco. “La trajoun hombre gordo, pelado y petiso. Desde esa vez, mi madre le creía a las viejas gitanas todo loque le decían”.

El padre pedía a la familia que se preparara para cruzar el Atlántico. América habíaempezado a cumplir sus promesas. “Ese fue otro drama. Salir de la escuela, de la familia, delos amigos. Fue un drama grande… La ausencia de mi padre la vivimos en guerra. Tratandode sobrevivir día a día. Cuando yo tenía 6 años empezó la famosa invasión de los paracaidis-tas alemanes. Como siempre. Los ingleses se habían retirado y nos habían dejado en banda,sin defensa, sin armamento, sin nada”.

Los aliados habían hecho base en la isla pero de pronto, “por sus propias desavenencias

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dad personificada en un hombre. Hitler quería el mundo y avanzaba sobre Europa. Los cre-tenses enfrentaron a los invasores “con palos, con azadas. Hay un cementerio de 4000 alema-nes en Creta. La gente mató y murió defendiendo la isla. Porque si hay algo que al griego nole vas a quitar nunca es la libertad, menos en su propio país. Ser libre es algo que te inculcande chiquito, en la escuela y en la casa”.

Milathianakis es un educador de carrera. La instrucción patriótica es estricta en Greciay dice que así debiera ser en Argentina. Ese convencimiento orientó toda su carrera y Jorgeaprovechó cada acto para infundir respeto sobre el suelo que se habita, su tradición, sussímbolos y eso que se llama patria.

“Yo me jubilé como director de la escuela 737. El portero era Walter Natera. Yo meponía muy mal cuando en un acto patrio no cantaban el himno con fervor, y terminaba elacto y les daba una filípica y hablaba sobre la importancia del himno, el respeto de la banderay los símbolos. ‘Nunca vi a alguien tan fanático’, me decía Natera. ‘Si vos no querés a tuhimno, a tu bandera, acá pueden venir, te meten cualquier bandera y ya vas a ver. ¿Para vosva a a ser igual? No va a ser igual”.

Walter Natera se convertiría más tarde en uno de los líderes del movimiento de desocu-pados que en los 90 enfrentó al modelo neoliberal en Comodoro Rivadavia.

Resistir

� Jorge lo supo de muy pequeño. Su inocencia infantil no le impidió captar la tragediadel poder y del dominio sobre su pacífico pueblo de mística universal, festivo y patriótico. Latristeza y el dolor habían invadido Grecia antes de la 2da guerra mundial.

El era muy niño pero dice que igual tomó partido en la resistencia. “Los muchachosque no alcanzaron a ir a la guerra, por la edad, en su mayoría se hicieron guerrilleros. Se ibana los montes a esconderse, bajaban y hacían destrozos en las fortificaciones de los alemanes.Nosotros éramos los encargados de conseguirles municiones. Nos metíamos dentro de las

Sentado a la mesa del

comedor, en su casa de

avenida Polonia,

rodeado de fotos y

recortes, escenas de la

cultura popular asisten

a la memoria de Jorge,

que vivió en Creta, en

Ierapetras, los

primeros 8 años de su

vida, hasta que llegó al

8, campamento

periférico de la ciudad

petrolera.

la abandonaron y nos dejaron a la buena de dios”.

Nazis

� Caían nazis del cielo sobre Creta. Enviados de la cruel-

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LOS GRIEGOS / GEORGES MILATHIANAKIS

fortificaciones… Así algunos compañeros míos murieron, otros quedaron heridos, sufrieronexplosiones… Teníamos la misión de robar una pieza, hacer cualquier cosa para descompo-ner un cañón o un auto. Cualquier daño servía”.

Todavía no tenía 10 años y los alemanes ya lo habían amenazado de muerte por lomenos tres veces. Jorge sintió la amenaza fría de una Luger en la frente.

Después de los bombardeos, de su escuela, que era un edificio del porte del Perito More-no, sólo quedaron dos aulas. Los alemanes tenían el control de la educación y dictaban clasesen iglesias. Alemán era materia obligada. La dictaba un nazi bilingüe. Desenfundaba su pisto-la al llegar y la dejaba sobre su escritorio toda la clase. “Un día de esos, estoy escribiendo y meequivoco. Busco la goma y no la encuentro. Entonces me doy vuelta para pedir una a micompañero y cuando giro el alemán estaba esperando en el banco al lado mío, me dobla deuna cachetada de revés y agarra la pistola. La próxima vez que te distraes te pego un tiro... Perola verdad es que ya estábamos curados de espanto. Otra vez estábamos en una esquina. Había-mos encontrado una piedra con forma de disco, y jugábamos como con un discóbolo. Cuandoyo tiro aparece una patrulla y de nuevo, los alemanes bajan y nos apuntan a todos con lasametralladoras”.

En Hiraklion vivían los abuelos paternos de Jorge, que labraban la tierra para producirel alimento para toda la familia. Criaban corderos. Cultivaban cereales, legumbres y verduras.Olivares y vides. Jorge y sus primos ayudaban en la cosecha y la pisa de la uva. Fue un niñoafortunado entre guerras: no conoció el hambre. Más cerca, a siete kilómetros de Ierapetra, enKato Horio (Pueblo Bajo) vivían sus abuelos maternos. Desde esa casa, cada vez que enfrente,en el taller que habían quitado a un vecino los invasores alzaban la bandera nazi, el izaba alunísono una pequeña bandera griega. Un jerarca alemán amenazó furiosamente a su tío ydebió interrumpir su pequeño acto de rebeldía. Jorge viajaba en burro, en mula o a caballo avisitar a los abuelos. Estaba llegando de casa de esos abuelos la tercera vez que sintió la amena-za de un arma tan cerca.

Estaba entrando a la ciudad en su caballo y un alemán lo detuvo, para exigirle que lollevara. Jorge se negó. El nazi tomó las riendas del caballo y lo apuntó con su arma hasta queal fin un colectivo cargado apareció sobre el camino y lo distrajo de su amenaza. Jorge siguióal galope, masticando bronca, impotencia.

La guerra deja huellas imborrables en la conciencia de los niños. Jorge recuerda conprecisión ese otro día. Un avión de los aliados sobrevolaba la isla, tal vez fotografiando forti-

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ficaciones. Los invasores lo derribaron y Jor-ge y sus amigos lo vieron caer y enterrarseen el patio de una casa cercana a la playadonde moraban de niños.

Hasta ahí fueron corriendo. En su caída el avión se habíaarrastrado sobre el terreno, descubriendo 5 estamentos mortuorios, un sarcófago, lápidas dela antigüedad. Nada sabían de ese tesoro ni los propios dueños de casa. A Jorge impresionó elhallazgo, pero sobre todo quedó grabado en su cabeza la imagen del cuerpo humeante delpiloto inglés. Los soldados que llegaron le quitaron su reloj de oro y terminaron de prenderfuego a la nave y su ocupante, delante de los niños. “El cura del pueblo fue después a buscarlas cenizas y las llevó al cementerio. De cosas así no te olvidas nunca en la vida”.

Entre la gente

� “Nosotros estábamos por venir a principios del 40, pero no alcanzamos porque habíaempezado la invasión y el bloqueo”. La idea de volver se reanimó terminada la guerra. En el44 Grecia recuperó su autonomía pero la vida en el país comenzó a verse agitada por lasguerras intestinas por el control del poder.

Pero ya había escrito. El padre estaba vivo y los reclamaba del otro lado del mundo.Ante la esposa y los hijos de Milathianakis apareció un as de luz alumbrando una paz posible.

Pasaron más de dos años hasta que pudieron marchar a América. Después de cumplirtodos los trámites de rutina, los hermanos Milathianakis pagaron con un día de fiebre lavacunación exigida por el Estado Argentino a los inminentes migrantes.

El 10 de octubre de 1947 salieron de Grecia. El 23 de noviembre Jorge, su madre y suhermano al fin pisaron suelo argentino. Habían pasado 17 días en alta mar. Sin ver tierra. DeGénova a Buenos Aires, a bordo de un buque bautizado con nombre de conquistador. ElBuque Mendoza venía a la Argentina lleno de inmigrantes escapando al caos que siguió a lasegunda guerra mundial en Europa.

“Cuando llegué me tranquilizaba despertarme sin escuchar disparos o el taconear delas botas. Me gustaba ver a través de la ventana una bandera parecida a la mía. No escucharlos disparos, ni las explosiones”.

Viviendo en el 8, los Milathianakis visitaban con frecuencia al griego que trabajaba

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frente al cine. Un día se encontraron con un cliente de acento conocido en la peluquería.Apenas se fue, enseguida Jorge quiso sacarse una duda importante. “¿Cómo? ¿Los alemanesviven acá entre la gente?”.

Uvas

� En el 99, cuando volvió a Grecia Jorge encontró en su lugar una casa remodelada,moderna. Pero el día que la dueña lo dejó asomar al balcón, Jorge se reencontró con la vistadel mismo patio trasero, tal como él lo conservaba en el recuerdo, y en el fondo, la mismacasilla derruida que había sido el baño de la familia, y metros más allá, todavía el terrenoondulante testimoniaba la caída de aquella bomba que por muy poco no llovió sobre la casa.La explosión había alcanzado para romper las ventanas traseras.

En una hondonada, a 200 metros, al barrio le creció un hospital tan grande como elRegional de Comodoro, y mil metros más allá, la escuela secundaria seguía igual que en sumemoria. Jorge fue a pedir permiso para entrar, cincuenta y tantos años más tarde. Unaportera albanesa le negó la entrada. Jorge se puso a pelear y la directora, que escuchó su grito,llegó a mediar y entonces Jorge y su esposa pudieron entrar a visitar los corredores, aulas ysalones. No todo era tan grande como lo recordaba Jorge, con sus ojos de niño. Habían cam-biado los pupitres. Pero entre esas paredes seguían vivas las mismas sensaciones.

Milathianakis es un educador de carrera y tiene una visión crítica y severa del sistemaen uso en la Argentina. Su relato va y viene, del presente a Grecia, de Comodoro a la situaciónnacional, de la avanzada del comunismo en la Grecia pos guerra al adoctrinamiento que diceque vuelve a orquestar la Cámpora entre los estudiantes de Argentina.

Milathianakis es un hombre sereno, pero su sangre guerrera ebulle en un instante. Laprimera entrevista ocurre a días de la elección nacional que consagraría otra vez presidentaa Cristina Kirchner. La situación nacional lo indigna. En el año 99 discutía con sus primossobre Argentina en Grecia. “’Porqué no te venís. Vamos a envejecer juntos’. ‘No. Tengo mifamilia, mis hijos, mis cosas. Podemos visitarnos’. Pero ellos no quieren saber nada del avión”.

Allá encontró ex compañeros de la escuela y familiares. Lugares, aromas, sabores. Sobretodo emociones. Y participó de los tradicionales festejos que siguen a la cosecha de las vides.

En el entorno montañoso de Ierapetra existen poblados que vuelven a la vida durantetres meses cada año. Es el momento de la uva, la cosecha y el comienzo de la producción de

LOS GRIEGOS / GEORGES MILATHIANAKIS

283El Libro de los Pioneros

su esposo. El los acompañó a hacer sus trámites en aduana y migraciones. Al cabo de 4días llegó desde Comodoro un Plaimuth de alquiler a buscarlos. Su padre no pudo irpersonalmente. “No le dieron permiso los ingleses”. Cánova se llamaba el chofer.

“Mientras estuvimos en provincia de Buenos Aires veníamos viendo el campo, el verdey las vaquitas. Todo lindo. Cuando empezamos a entrar acá, y se vino el desierto de la Patago-nia, empezó mi mamá: ‘¿pu me ferni o andrasmu¿ (¿a dónde me trae mi marido?). ¡¿Pu meferni o andrasmu?!’. Nosotros salimos del paraíso. Vivíamos entre el mar y las montañasboscosas, tipo Esquel, Bariloche, una cosa así. Acá llegamos al desierto, por una ruta que eraentonces todo ripio. Mi mamá se pasó 3 meses llorando”.

Jorge revuelve una carpeta con escritos, recortes de prensa, palabras que tienen que vercon su historia. “Mudarse de un país a otro es terrible. Muy doloroso –dice—. El inmigrantepor lo general se va de su país buscando algo mejor. Después de la segunda guerra mundial lavida en nuestros países fue un caos. Un país como Argentina para nosotros era el paraíso.Para mi fue extraordinario. No sentía disparos, no sentía las botas claveteadas de las patru-llas”.

Ejercicio

� Cuando Jorge llegó, Comodoro era entonces un pueblo de límites más precisos. Todo

El padre pedía a la familia

que se preparara para

cruzar el Atlántico.

América había empezado

a cumplir sus promesas.

“Ese fue otro drama. Salir

de la escuela, de la

familia, de los amigos. Fue

un drama grande… La

ausencia de mi padre la

vivimos en guerra.

Tratando de sobrevivir día

a día. Cuando yo tenía 6

años empezó la famosa

invasión de los

paracaidistas alemanes.

Como siempre. Los

ingleses se habían

retirado y nos habían

dejado en banda, sin

defensa, sin armamento,

sin nada”.

vino y pasas. Un día determinado, las casas productoras seenfrentan en un duelo que es un espectáculo nocturno deluz y sonido en el paisaje de Creta. Alternativamente todoslos grupos encienden su fogata y cantan. De cada casa sealzan fuegos y la noche de Creta termina alumbrada desdela serranía, vibrando de música, regada de alcohol.

Llegada

� Ni él ni su hermano ni su madre sabían lo que losesperaba en Argentina. En el puerto los recibió un paisanoamigo, esposo de una vecina de la isla. Esta esperándolosen el puerto con una foto que Kaliope le había mandado a

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el mundo recuerda que al oeste, la Alsina era un zanjón, y que ahí se terminaba esta ciudadque ahora se expande sin horizonte sobre los cuatro puntos cardinales. Pero hacia el este, elhorizonte era el mismo. El mar, turquesa y enigmático. Aunque Jorge apenas pudo disfrutar-lo unos pocos días durante ese primer verano.

Llegó en noviembre de 1947 y se pasó todo enero y febrero en casa de una maestracriolla, esposa de un comerciante búlgaro, aprendiendo a leer, escribir y hablar el castellano.En marzo arrancó la escuela. En Grecia ya había empezado a cursar el segundo año de lasecundaria, pero acá, con 13 años, lo hicieron volver al sexto de la primaria, en el ColegioDeán Funes. Por eso egresó del Perito Moreno con casi 4 años de retraso.

El primer año de la secundaria fue el más pesado. Lo único que no se llevó fue el recreo.Manejaban menos que él el nuevo idioma y sus padres no podían ayudarlo. Lloró mucho eseverano el pequeño inmigrante. Pero estudió, puso todo su poder de concentración en mar-cha, y las sacó todas, estudiando sin más compañía que su sombra.

Al final de la secundaria, en el quinto año, la tradición atlética de su pueblo lo inspiró aprotagonizar un espectáculo memorable de educación física en el gimnasio del flamantenuevo edificio del Perito Moreno. Su prueba era el punto más alto de la demostración. Pican-do en un trampolín fijo voló sobre 15 compañeros y cayó con un rol perfecto. Tuvieron quehacer una segunda fiesta a pedido del público.

Ahora tiene casi 80 años, y aunque dice que está “hecho un vago”, su cuerpo, bienadiestrado, le agradece con salud de fierro los ejercicios prestados.

Una casa

� Jorge recuerda que en Grecia los chicos dejaban de usar pantalones cortos recién a los20, pero cuando llegó a Comodoro el papá le compró a él un traje con pantalón largo y todo.Tenía 13 años. La familia reunida se afincó enseguida en una pieza minúscula, un único am-biente para los cuatros, con una cocinita a kerosene, en el inquilinato donde hoy funciona unsupermercado, en la calle Sarmiento. En su casa, en Grecia, también el baño estaba afuera,pero aquella era una casa de dos plantas, amplia y confortable, con vistas al mar. Su esposo ysu suegro la habían levantado piedra por piedra. “Me acuerdo que estaba tan mal, tan nervio-sa mi vieja, que un día se enojó conmigo y con mi hermano y me pegó con el taco de un zapatoen la cabeza y me hizo un agujero que no me paraba de sangrar. Pobre mi vieja, como sufrió”.

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“En aquellos años el que venía a Comodoro, subía la Rivadavia, y volvía a contar lasanécdotas. Kilómetro 8 era un campamento”, un pequeño poblado de viento y tierra en eldesierto sembrado de pozos petroleros. Allá el papá tenía una “pieza de soltero” enfrente de lacomisaría. Eran dos empleados por habitación, cocina y baños comunes. Él reclamaba unlugar donde alojar a su familia, pero el griego, que trabajaba en fundición, en la producción depiezas industriales, se había negado a afiliarse al partido peronista, y “no quiso dar un día desu sueldo para el general”. Por aquellos años “les sacaban a los trabajadores un día de sueldopara el partido peronista. El nunca quiso y lo tenían fichado. Lo iban a castigar cuándo pudie-ran”. En la planta, un capataz resentido lo tenía paleando arena la jornada entera. Afuera, sufamilia había cruzado el mar por una vida digna y vivían los 4 en una pieza minúscula.

“Pero un día se harto”. Ya habían pasado dos años de la reunión de la familia. “Y agarróy nos llevó a todos a la pieza de soltero y ahí nos instalamos. Se armó la batahola en el 8, contodo y policía. ‘Yo no tengo donde vivir y acá nos quedamos’. Ahí se vieron obligados y nosdieron una casita de chapa en el barrio central”.

Miguel no era antiperonista. Era un librepensador. Pero además era un laburante efi-ciente y un artesano creativo. Compañeros de la planta, vecinos y amigos recibían sus piezasde regalo. A Jorge no le quedó ninguna pero recuerda que eran bellas esas piezas de maderay acero, sus pequeñas esculturas, objetos y adornos labrados con restos de fundición, cuchi-llos, herramientas. La familia se mudó a una casa digna cuando lo ascendieron a capataz enPetroquímica, muy cerca de la cancha de Comferpet, y ahí el viejo hebanista pudo montar sutaller, donde moró con alegría hasta jubilarse.

Qué país la Argentina. Tantas veces un anfitrión generoso. Tantas otras un mal paga-dor. Se jubiló Don Milathianakis con 480 pesos mensuales. “Le decían que la empresa nohabía hecho los aportes. Mi mamá se enfermó muy mal. Ya hacía 3 años que estaba en lacama. A la mujer que la cuidaba le pagábamos 400 pesos. Tenían una casita en Rada Tilly y latuvieron que vender también. En la docencia en esa época andábamos muy mal. Con Alsoga-ray nos tuvieron 5 meses sin cobrar y después nos metieron esos bonos, que por suerte, lospude meter en esta casa”. Es un chalet moderno, con ladrillos vistos, en el barrio Pueyrredón.

Caracoles

� Es un hombre sociable este griego, que tiene amigos desparramados por el mundo. En

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2010 se reencontraron en Esquel 22 de aquella promoción del Perito Moreno. El era protago-nista en muchas de las anécdotas. Otros entrañables compañeros los hizo en el Instituto Na-cional de Educación Física “General Belgrano”, en San Fernando, Provincia de Buenos Aires,a donde marchó a estudiar cuando terminó la secundaria. Fue en 1955.

En el internado del instituto vivió los 3 años de la carrera y cosechó amigos de a monto-nes. Llegaban pibes de todos los puntos del país, como él, todos becados, pero nadie como él,que se manejaba en avión desde Patagonia. También llegaban del exterior. Había peruanos yun sueco que había sido campeón mundial juvenil de esquí. Todavía no había otros institutosespecializados en el país, y en Sudamérica también eran novedad. El griego estaba en su salsa.Era bueno. Se ganó el año de su ingreso el pase para un curso de 15 días de esquí en Bariloche.Tenía el respeto de compañeros y profesores.

Era atlético el griego, hijo de tigre. Su viejo era atleta y era evzono, un soldado de laguardia del rey. Una especie de granadero griego. Jorge era un velocista destacado. Se especia-lizaba en gimnasia y atletismo. Andaba flojo en básquet, porque nunca había jugado, peroentró al instituto sin problemas, superando todas las pruebas de admisión con holgura. “A laque volví loca fue a la psicóloga”. Volvió a verla en el reencuentro de su promoción, en 2007,50 años después. Ahí estaba ella. Todavía recordaba la viejita que en el clásico test de las man-chas en espejo Jorge veía no otra cosa que huesos, calaveras y otras calamidades. Grecia en suinfancia fue un escenario de muerte, mutilaciones y dolor, y miles de niños crecieron mani-pulando restos humanos, como en estas playas nuestros niños manipulan caracoles.

Dioses

� Dicen las viejas que los chicos tienen un dios aparte. Jorge necesitaba al panteón griegode su lado. Todavía conserva las heridas de la infancia a flor de piel. El recuerdo de cadatravesura se vuelve dulce cuando ya no duelen las heridas, y Jorge, que fue todo lo terrible queuna madre puede temer, se relame y recuerda, risueño, mientras desde el modular lo observauno de los nietos que, según dicen, en eso se le parece.

A él le encantaba la bici, pero no tenía la suya. Entonces cada tanto le pedía plata paracaramelos a la madre y alquilaba con los amigos una para correr carreras. El era petiso. Ten-dría 8, 9 años. Ni llegaba a los pedales. Entonces se sentaba en el caño, con un almohadón, ycasi recostado sobre su pecho volaba por las calles de adoquines de Ierapetra. Una de esas

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tarde, era fiesta en el pueblo, agarró un adoquín de frente, rodó por los aires, aterrizó concodos, rodillas, hombros, cabeza y terminó, todo machucado, sangrante, desparramado en elpiso. La señora que lo vio fue a buscar a la madre. Y ya no hubo plata para caramelos.

Un día de safari, cazando pajaritos, Jorge se metió a una casa vacía y en su inspecciónencontró una nueva presa terrestre. En el hueco de la alacena husmeaba una laucha. Desdeafuera un amigo vio el mismo objetivo. Jorge se acomodó para apuntar en el mismo instanteen que el otro soltó el cuero de su gomera. Es el gran y eterno temor de las madres: la piedracasi le saca un ojo. Los amigos le taparon el agujero con tierra para pararle la sangre. Estuvocasi dos meses parchado, bajo el cuidado de un médico alemán. Y ya no hubo más gomera.

En un safari anterior se había parado para hacer puntería sobre un paredón de piedra.Lo vio panseado, es cierto, pero qué le iba a pasar. El paredón se vino abajo con él arriba. Yquedó apretado, sin aire, todo golpeado. La providencia, le dicen: otra señora lo vio justo atiempo.

Educación física

� Jorge se metió presión toda la carrera. Se sentía obligado a honrar la tradición depor-tiva de su pueblo y su sangre. En 1957 el griego egresó como profesor de educación física delINEF de San Fernando y volvió a Comodoro. Tenía la intención de volver a Buenos Aires aestudiar kinesiología. Pero acá se encontró con un profesor del Perito que “para la promociónnuestra fue un dios”. El profesor Simón Silvestrini, de educación física. “El había sido miinspirador. Mi viejo, como todo extranjero, quería que fuera doctor, médico, abogado. El deeducación física era considerado un señor que hacía correr a los chicos, sin ningún tipo decultura. Pero ya entonces y todavía ahora la educación física te da una formación muy inte-gral, humanitaria. Yo ya estaba entusiasmado pero Silvestrini me terminó de convencer”.

“La educación es muy poca sin educación física”, dice la frase que siempre repite elprofesor Milathianakis. Hoy todavía el tiempo que se le dedica en la escuela es insuficiente,casi ridículo para seres necesitados de desarrollarse y descubrir el enorme potencial de suscuerpos. Pero en las escuelas primarias de la provincia ni siquiera existía la educación físicapor entonces. Ana Borelina y Silvestrini eran los únicos profesores en Comodoro. Despuésllegó Pérez Moreno. Ahora él estaba recibido y de regreso. Se lo encontró a Silvestrini y ya nolo dejó volver. Milathianakis tenía reservado el cuarto lugar en la posta de la Educación Física

“Cuando llegué me

tranquilizaba

despertarme sin escuchar

disparos o el taconear de

las botas. Me gustaba ver a

través de la ventana una

bandera parecida a la mía.

No escuchar los disparos,

ni las explosiones”.

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comodorense y no pudo sacar el cuerpo. Hasta le habían dicho que tenía horas reservadas.Pero lo cierto fue que empezó con 6 horas y un gasto en nafta desde el ocho más alto que susueldo mensual.

La alumna

� Fue otro salto mortal en la carrera del atleta griego. Al profe le pasó eso que en lasesferas de la educación es temido, negado, reprimido. Se enamoró de una alumna. La viocrecer ante sí desde que era una nena, y se enamoró de pronto, dice él, de la mujer que egresócomo maestra de la escuela Perito Moreno. Le había dado clases de práctica docente desde eltercer año, que era cuando comenzaban los estudiantes sus carreras de magisterio, pero él seprotege diciendo que se enamoró recién entones. Que le quedó prendida, como una luz inde-leble en la retina la foto de ella en la pantalla del Colegio Perito Moreno donde lucían susrostros juveniles, frescos y felices, los flamantes egresados. Entre ellos estaba la más inquie-tante de sus estudiantes, Amalia Fuertes. Se caso con ella en 1962.

“Ella fue lo mejor que me pasó en la vida”, dice Jorge, y cuando Amalia aparece ratodespués en el comedor comenta: “acá está la chica que perseguía al profesor”. “Mentira”, diceella, que saluda risueña, y se va a la cocina, desde donde sigue la conversación mientrasprepara un café con borra, típico de Grecia, para invitar a la visita con pastel de duraznos.

Amalia y Jorge tuvieron tres hijos. Nació en el 65 Jorge Gustavo Miguel, en el 70 MaríaAlejandra y en el 76 Eduardo Martín. Cuando transcurre esta entrevista, la hija está haciendocompañía a los padres, el mayor está en Santa Cruz de la Sierra ejerciendo un cargo directivopara una multinacional petrolera, y el menor en Buenos Aires, en la gerencia de control decalidad y medio ambiente de una multinacional láctea.

Carrera

� Jorge vivió en casa de sus padres hasta casarse, y siguió yendo y viniendo del 8 aComodoro a dar clases. Trabajó desde el 14 de marzo de 1958 por 36 años consecutivos en elPerito Moreno. En el 59 empezó a trabajar en la Enet 1. Del 69 al 72 fue regente de culturageneral en la Enet hasta que renunció por un problema de salud de una de sus hijas, queestaba bajo tratamiento en Buenos Aires.

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“Nosotros fuimos los instigadores de que se incluyera educación física en las escuelasde la provincia. Pérez Moreno, Tótaro y yo éramos los tres profesores varones que habíamosquedado en aquellos años. Hicimos las consultas, los trámites y las reuniones con las autori-dades de la Provincia. Fuimos los instigadores del gimnasio de la Escuela 1. Fue una luchaporque habían proyectado el gimnasio con 4 metros menos y no nos entraba la cancha debásquet, y habían proyectado columnas, lo que es muy inconveniente porque los chicos co-rren descontroladamente, es natural, y habían dejado los radiadores afuera. Así que despuéstuvimos que cubrir las columnas con colchonetas. Fuimos los primeros profesores de la Es-cuela 1”.

Después trabajó en la Escuela 13, en sus tres localizaciones alternativas, hasta que tuvosu propio edificio, en el barrio Fuch. Volvió al Perito con más horas y a la Enet como regente.

Por el Ministerio de Educación de la Nación, Milathianakis tuvo a su cargo la Supervi-sión de Educación Física, que funcionaba en el segundo piso del Perito, y desde ahí, ademásde ser el responsable de organizar los torneos intercolegiales de Río Negro a Ushuaia, en el 83impulsó la creación de Instituto Nacional de Educación Física de Comodoro, y fue su primerrector.

Tuvo peleas con la Provincia, porque querían el instituto para Trelew. Tuvo que gestio-nar alojamiento para los estudiantes que vinieron de otras localidades, comidas a preciospromocionales y con los chicos recicló los bancos que estaban arrumbados en otra escuelaporque no tenían donde sentarse. Tuvo que gestionar el transporte para traer la primeramáquina que mandó Buenos Aires, a la que le faltaban piezas y nunca anduvo.

El ministerio mandaba poco y nada, todo lo tuvo que gestionar Milathianakis en em-presas, entre amigos. La experiencia le sirvió para encarar su gestión en la Escuela 737, don-de se convirtió en director por concurso. Al cabo de cinco años se jubiló dejando una escuelacon biblioteca, mapas, equipo de audio, computadoras. Empezó con 115 y terminó con másde 800 estudiantes.

Era una escuela vespertina. Funcionaba hasta las 11 y 10 de la noche todos los días.Estudiantes problemáticos de toda la ciudad eran enviados a la escuela de Milathianakis, queejercía una disciplina más amorosa que autoritaria, para llegar a todo tipo de adolescentes,con situaciones de lo más variadas. Llegaba con humor a las chicas que llevaban los labiospintados, con diálogo ganaba la complicidad, el respeto y la confianza hasta de los más “fas-cinerosos”. Chicos envueltos en situaciones que con frecuencia derivan en la cárcel o la muerte.

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Jorge ironiza sobre los grandes problemas de la educación actual, porque el sistema en usoparece desencajado de las reales necesidades e intereses de los chicos. Jorge se salía de laburocracia, para enseñar respeto rompía las reglas, reinventaba la disciplina, desacralizabasu propia jerarquía.

Y tuvo reconocimientos. El recuerda el de ese pibe, que una tarde lo paró en la callepara agradecerle. A la escuela llegaba en estado ruinoso, con su banda de forajidos, envejeci-dos por el alcohol y el recelo. Milathianakis se lo encontró esa tarde bien empilchado, male-tín en mano, y el ex alumno le contó de su trabajo, de lo mucho que le había servido lapreparación contable que le había dado la escuela, le contó de su mujer y de su hija y de lavida que llevaba, saludable, sin violencia, también gracias a su ayuda, sus consejos y sus“aprietes”.

“Fue una cosa natural. Mi vida fue cambiando con la docencia y mi forma de ser docen-te fue cambiando con la vida. El profesor Silvestrini me decía: ‘llegaste a ser regente, director,llegaste a ser rector y fundador de un instituto. Hiciste una carrera excelente’. Y la verdad esque yo no me di cuenta. Todo fue pasando en forma natural”.

Antigüedad

� Aunque piensa superar los 100 años de edad, ya hoy Milathianakis es “el más antiguode los griegos” que viven en Comodoro Rivadavia. “Pero no es que yo sea viejo. Pasa que hevivido muchas juventudes”, aclara. Es un hombre agradecido. Le agradece a Comodoro ha-berle dado su paz y su cobijo, una familia y “una vida hermosa”.

Un amigo lo carga cada vez que lo recuerda: “a ustedes los cambiaron por una bolsa detrigo”. Pero Jorge conserva como a un tesoro el diploma que recibió el 4 de septiembre de2001, 4 años después de haber cumplido 50 años de residencia en el país. Bajo el escudo de laRepública, encima del relieve del enorme edificio de Migraciones, el diploma dice: “a JorgeMilathianakis en homenaje a sus años de residencia en la República Argentina, haciendoentrega de parte de su vida en pos de su grandeza” �

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