los grados del amor en la lírica provenzal

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Page 1: Los grados del amor en la lírica provenzal

Los grados del amor en la lírica provenzal

Uno de los tópicos literarios más recurrentes en la temática y filosofía del amor cortés es el de los gradus amoris (niveles o grados del amor), en los que el amor, según la tradición grecolatina y los tratadistas latinos medievales, se entiende como un fiel, penitente, sumiso, devoto y constante servicio prestado a la dama (la belle dame sans merci) dentro de una cerrada jerarquía en la que el enamorado debe recorrer pacientemente un largo proceso en forma de empinados peldaños relacionados con los sentidos y en ellos debe cumplir una serie de bien definidas y rígidas pautas y preceptos establecidos en el estricto código cortés de amor y su correspondiente teoría de la cortesía. El número de etapas, fases o estadios oscila entre cuatro o cinco, siendo estos los más comunes en la poesía del cancionero y la lírica trovadoresca occidental:

Fenhedor, feñedor o suspirante. El enamorado no osa dirigirse a su dama, vista como su inaccesible e inalcanzable Dueña, Señor(a) o Dios, por considerarse indigno de ello y el temor a ser rechazado; por tanto, se limita a la simple contemplación (visus) y a oírla. Sin embargo, mantiene la epseranza y persiste en el cortejo a la dama para alcanzar, al menos, su gracia (merced) y aprobación frente a los otros rivales.

Pregador o precador. El galán trovador declara su amor y exige una muestra de amor correspondido por parte de la altiva dama, dirigiéndole sus súplicas de piedad y aspirando a conversar con ella (alloquium o domnei). La dama podía entonces nombrarlo su caballero defensor (hombre ligio) en una ceremonia íntima en la que él le juraba fidelidad para siempre.

Entendedor o amigo. Si la fortuna es favorable, la amada acepta al cortejador como enamorado y servidor (obediezn) y, como galardón, le ofrece una pertinencia suya (gratia), por ejemplo, un cordón, como lo hace Melibea en La Celestina, un mechón de pelo, un pañuelo, una joya, una caricia (contactus) o bien le permite tocar su mano blanca (tangere), le da un beso (basia), exclusivamente unilateral, o, incluso, le premia con la recompensa o retribución de dejarle contemplar su desnudez por la leal y discreta (celada) persistencia en su cortejo y en sus cuitas amorosas.

Prutz, drut(z) o drudo. Es el nivel menos frecuente y más percibido como meta pues el servidor pasa a ser amante en mayor o menor medida y a ver saciado su deseo; la dama lo invita a pasar una noche con ella en su lecho –en algunos casos, desnudos ambos- en la que, a modo de prueba iniciática, consiente el contacto físico entre ambos (assag) sin llegar a la consumación del acto amoroso (factum) para juzgar si este merece alcanzar o no el estado de amante carnal (drut) o si, por el contrario, es indigno por no saber contener su lujuria y apetito sexual hasta que ella lo demande. En el primer caso, superada la prueba, se produce la cópula y, así, el amor deja de ser platónico y místico para convertirse en carnal y adúltero.