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Caravelle Los gobiernos radicales en Chile frente al desarrollo (1938-1952) José Del Pozo Resumen Análisis de la acción llevada por los gobiernos radicales de Chile para 1938-1952 e investigación acerca de un posible discurso ideológico del radicalismo chileno de la época, muy vinculado con el desarrollo del país. Definición de los objetivos del desarrollo, intervención del Estado en lo económico, educación, búsqueda de aliados e identificación de los adversarios, son las partes del programa expuesto. Creación de una tradición que hace del Estado un intervencionista económico importante. Résumé Analyse de l'action menée par les gouvernements radicaux au Chili entre 1938 et 1952 et recherche d'un discours idéologique propre au radicalisme chilien de cette époque, intimement lié au développement du pays. Définition des objectifs du développement, intervention de l'Etat dans l'économie, éducation nationale, recherche d'alliés et identification d'adversaires, sont les parties du programme en cause. Création d'une tradition qui fait de l'Etat un partenaire économique non négligeable. Citer ce document / Cite this document : Del Pozo José. Los gobiernos radicales en Chile frente al desarrollo (1938-1952). In: Caravelle, n°53, 1989. pp. 37-64; doi : 10.3406/carav.1989.2406 http://www.persee.fr/doc/carav_1147-6753_1989_num_53_1_2406 Document généré le 16/04/2017

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Caravelle

Los gobiernos radicales en Chile frente al desarrollo (1938-1952)José Del Pozo

ResumenAnálisis de la acción llevada por los gobiernos radicales de Chile para 1938-1952 e investigación acerca de un posible discursoideológico del radicalismo chileno de la época, muy vinculado con el desarrollo del país. Definición de los objetivos deldesarrollo, intervención del Estado en lo económico, educación, búsqueda de aliados e identificación de los adversarios, sonlas partes del programa expuesto. Creación de una tradición que hace del Estado un intervencionista económico importante.

RésuméAnalyse de l'action menée par les gouvernements radicaux au Chili entre 1938 et 1952 et recherche d'un discours idéologiquepropre au radicalisme chilien de cette époque, intimement lié au développement du pays. Définition des objectifs dudéveloppement, intervention de l'Etat dans l'économie, éducation nationale, recherche d'alliés et identification d'adversaires,sont les parties du programme en cause. Création d'une tradition qui fait de l'Etat un partenaire économique non négligeable.

Citer ce document / Cite this document :

Del Pozo José. Los gobiernos radicales en Chile frente al desarrollo (1938-1952). In: Caravelle, n°53, 1989. pp. 37-64;

doi : 10.3406/carav.1989.2406

http://www.persee.fr/doc/carav_1147-6753_1989_num_53_1_2406

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C.M.H.L.B. CARAVELLE n° 53, pp. 37-64, Toulouse, 1989.

Los gobiernos radicales en Chile

frente al desarrollo (1938-1952)

PAR

José DEL POZO Université du Québec à Montréal. — Département d'Histoire

I. Introducción.

El partido radical (PR) dirigió el gobierno en Chile entre 1938 y 1952, logrando triunfar en las elecciones presidenciales de esos años en tres ocasiones consecutivas (')• En sí mismo, este hecho confiere un carácter especial a ese período de la historia chilena, el cual, curiosamente, hasta ahora no ha atraído mayormente la atención de los

(*) A menos de indicación contraría, todos los subrayados son míos. (1) Recordemos los nombres y las fechas : Pedro Aguirre Cerda entre 1938-1941;

Juan Antonio Ríos entre 1942-1946 y Gabriel González Videla entre 1946-1952 .

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especialistas, que se han limitado a estudiarlo de manera general, dentro de los estudios de conjunto del siglo XX (2).

La etapa de los gobiernos radicales es conocida, además, por su política económica : se atribuye generalmente a los radicales la iniciativa de hacer intervenir al Estado en las diversas esferas de la producción y de la vida económica, lo que habría significado una ruptura (*) con el antiguo estado liberal, que dejaba toda la iniciativa a la empresa privada. Más precisamente, se afirma que el PR tuvo el mérito de haber dado un impulso decisivo a la transformación de la economía del país, favoreciendo la industrialización y esbozando los primeros intentos de planificación en Chile, gracias en parte a la creación de CORFO en 1939 (3). Por estas razones, el radicalismo aparece como el antecesor de las concepciones económicas que los partidos de izquierda intentarían implantar en los años posteriores. El hecho que durante su ejercicio del poder el PR se aliara varias veces con la izquierda contribuye a reforzar la lógica de esa proyección histórica (4).

Esta visión del período 1938-1952 hace suponer que el radicalismo debió haber utilizado un discurso en favor de estas ideas innovadoras, a fin de obtener el máximo de apoyo posible de parte de la población hacia sus decisiones económicas, que por sí solas no podían aportar los cambios que se buscaban. Esta experiencia se había dado incluso

(2) Entre las obras que se refieren directamente o indirectamente al PR recordemos : en español El partido radical, por Florencio Duran (Santiago, 1958 El radicalismo chileno, de Peter Snow (Buenos Aires, 1972) y La democracia práctica. Los gobiernos radicales, de Germán Urzúa, la obra más reciente sobre el tema pero que no aporta un enfoque novedoso (Santiago, sin fecha, 1987 o 1988). Ninguna de estas obras ofrece un análisis verdaderamente satisfactorio sobre el tema. En inglés, hay estudios que tratan del PR de manera más bien indirecta : The Chilean Popular Front, de John Reese Stevenson (Filadélfia, 1942); The government and the industrial bourgeoisie in Chile, 1938-1964, tesis doctoral no publicada de Marcelo Cavarozzi (Dep. de Ciencias políticas, Berkeley, U. de California, 1975) y Socialism and populism in Chile, 1932-1952, de Paul Drake (Chicago, 1978). En francés : Les idéologies du développement au Chili à l'époque de l'industrialisation, 1938-1952, por José del Pozo, tesis doctoral no publicada (Departemento de Historia, Universidad de Montreal, 1986). En conjunto, el PR espera aún un estudio definitivo.

(3) CORFO era la abreviación de « Corporación de fomento de la producción ». (4) Las alianzas con la izquierda se produjeron durante los tres gobiernos

radicales, pero con diferencias importantes : Aguirre gobernó hasta comienzos de 1941 con participación directa del partido socialista y con el apoyo de los comunistas, que sin embargo prefirieron no tener cargos en el gobierno; el quiebre del Frente popular hizo que esa participación de la izquierda cesara en el último año de gobierno de Aguirre. Ríos tuvo muy pocos contactos con la izquierda, pero contó con un esporádico apoyo del PS entre 1942 y 1943. González llegó al poder con ayuda del PC, que figuró por primera vez en la historia de Chile en un gabinete presidencial en 1947, pero esa alianza duró sólo algunos meses.

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en países europeos llegados tardíamente a la industrialización, como lo destaca Gerschenkron refiriéndose al caso de Francia en el siglo XIX :

«Para conseguir romper los diques del estancamiento en un país atrasado, y para inflamar la imaginación de los hombres, haciendo que éstos pongan sus energías al servicio del desarrollo económico, se necesita algo más fuerte que la promesa de una mejor distribución de los recursos o incluso que una disminución del precio del pan »(5).

Si tal cosa era vista como necesaria en un país como Francia, su urgencia tiene que haber sido mucho mayor en el caso de un país latinoamericano, donde los problemas económicos y los obstáculos que debe enfrentar una tentativa de modernización son generalmente mayores que los que existen en Europa. En otras palabras, el radicalismo chileno debió probablemente haber lanzado una ideología del desarrollo. Este artículo intentará explicar si durante esos años el radicalismo logró elaborar ese tipo de ideología, buscando al mismo tiempo identificar su contenido y sus límites. De esa manera se podrá establecer hasta qué punto la era radical significó o no una nueva etapa en la historia de Chile en el sentido que se mencionó en los párrafos anteriores.

Antes de comenzar el análisis, intentaré definir los términos. La ideología ha sido definida de muchas maneras, y todo depende del énfasis que cada autor quiera dar a su explicación : algunos han hablado de ella como « la organización de la totalidad del discurso de la sociedad sobre sí misma», definición que pretende dar una coherencia global al mundo; otros han destacado su significado moviliza- dor, aduciendo que la ideología es « una doctrina destinada a conferir una justificación de apariencia lógica a la acción política »; finalmente, otros han preferido concentrarse en su carácter automisti- ficador, definiendo ideología como un discurso que sirve para « mantener y justificar las estructuras existentes » o bien como una « falsa conciencia » (6).

Para los objetivos de este artículo, utilizaré la segunda de las definiciones, la que pone el énfasis en la movilización. Al mismo tiempo, concentraré el análisis en tres de las funciones de la ideología identificadas por Baechler :

(5) Gerschenkron, Alexander : Atraso económico e industrialización. Barcelona, Ed. Ariel, 1970, p. 38.

(6) Caire, Guy : « Idéologie du développement et développement de l'idéologie » en Revue Tiers-Monde, enero-marzo de 1974, p. 5-7.

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a) llamar a los aliados y excluir a los enemigos; b) justificar la elección de los valores y c) designar los objetivos seguidos por la acción política (7). Finalmente, identificaré lo que debe entenderse por desarrollo,

término que se entenderá más claramente al oponerlo al de crecimiento. Siguiendo la definición de Dowd, diremos que

« El crecimiento es un proceso cuantitativo que implica principalmente la extensión de una estructura de producción ya establecida, mientras que el desarrollo significa cambios cualitativos, la creación de nuevas estructuras económicas y en otras esferas de la sociedad » í8).

De esta manera, y para resumir, diremos que la ideología del desarrollo es un discurso que busca movilizar a la sociedad a través de un proceso de identificación de los aliados y de exclusión de los adversarios, de justificación de los valores escogidos y de designación de los objetivos perseguidos por el partido en el poder en favor de una política que persigue implantar cambios cualitativos en la economía y en otras esferas de la sociedad. Veremos a continuación cómo se aplica esta definición al caso concreto del período de los gobiernos radicales en Chile (9).

2. La designación de los objetivos del desarrollo.

Comenzaré el análisis por el tercero de los elementos señalados anteriormente; se trata aquí de comenzar a destacar cuáles fueron las

(7) Baechler, Jean : Qu'est-ce que l'idéologie ? Paris, Gallimard, 1976, especialmente el capítulo 2 : « Les fonctions de l'idéologie », p. 63-105.

(8) Dowd, D.F. : « Some issues of economic development and development planning » en Journal of economic issues, n. 3, 1967, p. 153. Citado por Caire, « Idéologie... », op. cit., (nota 6), p. 7, nota 4.

(9) Casi todas las referencias que vienen a continuación son parte de la investigación que hice para mi tesis de doctorado, cuya referencia exacta aparence en la nota 2. Mis fuentes fueron esencialmente los principales diarios de Santiago durante 1938-1952, entre ellos : La Nación, diario oficial del gobierno, fundado en 1917; La Hora, diario semioficial del partido radical, fundado en 1935; El Mercurio, diario de derecha sin afiliación partidista, fundado en 1900; Frente Popular, tabloide comunista que circuló entre 1936 y 1940; El Siglo diario oficial del partido comunista fundado en 1940; El Diario Ilustrado diario que representaba al partido conservador, en parte propiedad de la Iglesia; Noticias de Ultima Hora tabloide sin afiliación partidista definida al comienzo, fundado en 1943; y La Opinión, tabloide prosocialista, fundado en 1932. Además, leí en forma sistemática los Mensajes presidenciales en cada 21 de mayo día en que el presidente daba una cuenta sobre el estado de la nación en el Congreso cada año y ciertos discursos presidenciales en fechas claves, como la inauguración de ciertas obras públicas fundamentales; en fin, también utilicé los discursos de Ríos y de González durante sus viajes al extranjero, a América del norte, a Brasil y a Argentina,

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decisiones fundamentales tomadas por el radicalismo en la elaboración de su política de desarrollo. La toma de estas decisiones implicaba hacer una elección, preferir una opción en lugar de otra, lo que, en una sociedad abierta no se puede hacer, según Baechler, sin un ingrediente ideológico, que guíe la decisión de los electores; es la función de designación, tal como lo explica este autor (10).

En esta sección analizaremos tres temas que nos parecen los fundamentales en la formulación de la ideología de desarrollo. El primero de ellos, la posibilidad de elegir la opción de industrializar el país era un elemento decisivo para la perspectiva de cambiar el rostro de la economía chilena; el segundo, la intervención del Estado, conllevaba un fuerte significado ideológico, porque podía significar un cambio substancial en la orientación del régimen económico del país. El tercer elemento, la educación y la mano de obra jugaron un papel mucho menos importante, lo que no es fácil de explicar de buenas a primeras, y quizá la poca frecuencia con que se habló de esos temas — sobre todo de la educación — indique una falta de decisión de parte de las autoridades para llegar a una discusión a fondo acerca de las transformaciones que se anunciaban. Un cuarto tema pudo tal vez ser considerado aquí : el de la tentativa de buscar mercados dentro de América latina, particularmente el de Argentina, con la que se hicieron conversaciones al respecto (10bU)- Sin embargo, este aspecto será dejado de lado porque no llegó a constituir un tema constante a través de los tres gobiernos radicales y porque finalmente constituyó un tema de discusión limitado; diez o quince años más tarde, en plena época de proyectos sobre integración latinoamericana, este tema hubiera tenido otro significado.

2.1. La opción industrial

La primera de las decisiones que el radicalismo debía tomar para sus planes de desarrollo era la de determinar si alguna de las principales ramas de la producción — industria, agricultura, minería —

(10) Baechler, op. cit., (nota 7), p. 88 y siguientes. (10 a) Hubo negociaciones con Argentina para firmar un tratado de comercio

entre ambos países a comienzos del gobierno de González Videla, en 1947, lo que no llegó a concretarse. Esto se explica, por el lado chileno, a causa de los temores que los agricultores de ese país sentían ante la posibilidad de tener que enfrentar la competencia con Argentina y por el rechazo que varios sectores, tanto de derecha como de izquierda sentían hacia el régimen peronista.

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debía recibir un trato preferencial, a fin de convertirse en el motoi de la economía (n)«

A primera vista, el PR parecía decidido a apoyar firmemente la industrialización desde el comienzo de su gobierno. En parte, esto se debía a las convicciones personales del presidente Aguirre Cerda en favor de la industria (12); además, los partidos de izquierda que lo apoyaban prestaban también a esta opción un apoyo decidido, ya que, según decían, la industria era el medio para sacar a Chile de su condición de país « feudal ». Incluso una parte de la derecha — sus voceros económicos más que sus representantes políticos (13) — también eran favorables a esta opción. Un ejemplo de esto eran los comentarios favorables del diario El Mercurio sobre la idea de implantación de una siderurgia en Chile; según este diario, la industria del acero era la única que podía asegurar al país una salida a la situación difícil en que Chile se encontraría después de la guerra mundial, y recordaba que la falta de este tipo de industria había retrasado el desarrollo del país durante la primera guerra mundial (14).

Sin embargo, resulta sorprendente constatar que la decisión gubernamental en favor de la industria se realizó con mucha prudencia y en medio de grandes vacilaciones, sobre todo durante los gobiernos de Aguirre Cerda y de Juan Antonio Ríos; esta actitud cambiaría sólo más adelante, con Gabriel González.

(11) No debe olvidarse que Chile había sido uno de los países más afectados del mundo por la crisis mundial de 1929 que había afectado seriamente sus exportaciones de salitre; por ello, ya durante el gobierno de Arturo Alessandri entre 1932 y 1938 la industria comenzaba a aparecer como la actividad que debía ser favorecida para dar a la economía chilena una base más sólida. Por ejemplo, Alessandri dio muchas facilidades para que el industrial de origen palestino, Juan Yarur, que en aquella época vivía en Bolivia, se viniera a instalar a Chile. Véase al respecto el libro de Peter Winn : Weavers of revolution. The Yarur workers and the Chilean road to socialism (New York, 1986), capítulos I y 2.

(12) Recuérdese la actividad personal de Aguirre como empresario en los años 1930, por ejemplo participación en la fundación de COPEC (Compañía de petróleos de Chile) y la publicación de su libro El problema industrial de Chile, Santiago, 1933.

(13) Creo que merece la pena hacer esta distinción : durante la discusión en el Congreso del proyecto de ley que creaba CORFO, en 1939, se pudo apreciar que las asociaciones patronales como la SOFOFA (Sociedad de Fomento Fabril, que reunía a los industriales) y la SNM (Sociedad nacional de minería) estaban de acuerdo con la iniciativa del gobierno, mientras los parlamentarios y la prensa de los partidos liberal y conservador estaban en contra. Véase Del Pozo, José : « El debate en torno a la fundación de la CORFO en Chile » comunicación presentada al congreso de ACELAC (Asociación canadiense de latinoamerica- nistas), Ottawa, 1983, publicado en las actas de esa reunión por Ritter, Archibald (editor) Latin America and the Caribbean : geopolitics, development and culture, Ottawa, 1984, p. 312 à 317.

(14) Editorial de El Mercurio del 15-08-1944 : « Industria del acero ».

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Así por ejemplo, en su primer Mensaje presidencial, en 1939, al hablar de la situación económica del país, Aguirre no destacaba a ninguna de las ramas de la producción en particular, prefiriendo señalar algunos problemas comunes a todas y alentando a la cooperación entre los productores de todos los sectores. Hablando de las insuficiencias en cuanto a maquinaria agrícola, el presidente señalaba que

« Y esta insuficiencia de maqumismo, así como la carencia de combustibles, se observa también en las actividades de la industria y de la minería, por lo cual, y para que el Estado contribuya con todo su poder en favor del fomento nacional, urge, asimismo, que las actividades productoras se asocien entre sí y en su conjunto... »(15).

Un poco más tarde, bajo el gobierno de Ríos, el diario semioficial del radicalismo, La Hora, declaraba su escepticismo ante la industria, declarando que Chile seguiría dependiendo de la minería para su desarrollo :

« ...somos un pueblo que ha vivido durante decenios de lo que ha estado produciendo el salitre y la minería. No podría ningún cerebro bien centrado pensar que nuestra agricultura o nuestra industria, incipiente y no muy bien organizada, sean lo suficientemente vigorosas para sacarnos de un atolladero económico... Es preciso decirlo con entera franqueza, que en los próximos 50 años lo que no obtengamos de la minería no lo encontraremos en parte alguna »(16).

Estas vacilaciones durante los dos primeros gobiernos radicales pueden explicarse por tres razones. Es un editorial de 1939 el diario oficial de gobierno, La Nación, declaraba que la industria no era algo urgente debido a la « escasa capacidad adquisitiva de la masa compradora », ante lo cual la minería y la agricultura debían seguir siendo consideradas las actividades básicas de la economía (17). Por otro lado el PR no se decidía a apoyar abiertamente el proteccionismo indispensable al desarrollo industrial, por temor a las reacciones del público, que a veces veía en esa política un arma de doble filo, que podía causar el encarecimiento del costo de la vida (I8). Esto llevó al presidente Ríos a afirmar, en su Mensaje de 1944, que su gobierno apoyaba sólo a aquellas industrias que ofrecieran seguridad de poder afrontar « en condiciones normales a la competencia externa » (19).

(15) Mensaje presidencial de Aguirre, en La Nación, 22-05-1941. (16) Editorial de La Hora del 1-01-1943 : « Nuestra estructuración económica ». (17) Editorial de La Nación del 0-05-1939 : « Los fertilizantes y la producción ». (18) Editorial de La Hora del 1607-1941 : « Los sueldos y el costo de la vida ». (19) Mensaje presidencial de Ríos en La Nación del 22-05-1944.

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Y finalmente, hay que recordar las debilidades de la infraestructura del país que el presidente Aguirre señalaba en 1939, las que se hicieron más graves durante la guerra, al faltar o escasear suministros esenciales.

La opción industrial aparece claramente favorecida recién durante el tercer gobierno radical, el de Gabriel González Videla, el cual llegó a acuñar la expresión « revolución industrial » para referirse a las realizaciones en ese campo durante su presidencia, tal como lo dijo al inaugurar la industria del acero de Huachipato, en 1950 :

« Acero, electricidad, petróleo y fundición de minerales son las bases graníticas en que descansará el futuro económico de la nación chilena. Las generaciones del porvenir podrán mirar sin sobresaltos sus días futuros porque la economía nacional tendrá tan sólidos cimientos que ningún desastre en el mundo será capaz de quebrantarla y de afectarla como ha ocurrido hasta hoy en que se ha mantenido en una etapa económica semi-colonial. Es esto lo que yo he llamado una Revolución industrial en nuestro país »(20).

Si González se mostró más audaz en su discurso en favor de la industria, ello se explica por dos razones fundamentales. La primera de ellas deriva del hecho que su período presidencial se situó, cronológicamente (1946-1952) en los años durante los cuales fueron inauguradas las obras de infraestructura que habían sido iniciadas durante sus predecesores. Tal fue el caso de las centrales hidroeléctricas, de Huachipato y de los inicios de la producción petrolera. Y la segunda razón es que durante su presidencia hubo un contexto institucional e ideológico de naturaleza internacional en favor de la industria, gracias a la fundación de la Comisión económica para la América latina (CEPAL) cuya reunión inaugural se realizó justamente en Santiago, en 1948.

Así, de los tres presidentes radicales, los dos primeros no llegan a designar la industrialización como un objetivo movilizador. El cambio se produce con el último de los tres; sin embargo, irónicamente, ese discurso movilizador cae en contradicción con su viraje político en contra de la izquierda, lo que disminuye mucho el impacto de sus palabras (21)-

(20) « Comienza una época de vital transformación de nuestro andamiaje económico con la industria del acero ». Discurso de González Videla en la inauguración de la siderurgia de Huachipato, en El Mercurio del 26-11-1950.

(21) En abril de 1947 González decidió romper su alianza con los comunistas y sacarlos de su primer gabinete, que había durado 5 meses. Al año siguiente hizo aprobar la « Ley de defensa de la democracia » que ponía en la ilegalidad al PC y que servía además para limitar las actividades sindicales del conjunto de los trabajadores. Esta ley fue derogada en 1958 por Ibáñez.

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2.2. La intervención del Estado en la economia

Es probablemente en este sector donde el radicalismo logró hacer un aporte claro a la formación de una nueva ideología del desarollo. Se trataba aquí de tomar una decisión en cuanto a ampliar el papel del Estado en la economía o de preferir dejar la iniciativa a la libre empresa. No es que la intervención del Estado en sí haya sido una novedad : ella había comenzado a hacerse sentir ya desde fines del siglo XIX y se había acentuado durante la dictatura de Carlos Ibáñez a fines de los años 1920 ».

La novedad consistió en haber creado, en 1939, vale decir al comienzo de la era radical la empresa conocida como CORFO (Corporación de Fomento de la Producción), mecanismo de una gran habilidad, que permitía al Estado intervenir en la vida económica del país en ciertos sectores fundamentales, como eran las centrales hidroeléctricas, la siderurgia y la fundición de cobre de Paipote, pero sin amenazar a la empresa privada. La composición del Directorio de CORFO indica bien a las claras que el radicalismo no tenía la intención de desplazar a la empresa privada (23). Tal situación fue definida en términos muy claros por Juan Antonio Ríos en 1944, en un documento sobre la vocación que él concebía para la empresa, y donde afirmaba que

c ...la Corporación, por su propia naturaleza, sólo debería abordar la realización de aquellas empresas que, por su trascendencia, escapan a las posibilidades de la iniciativa y los capitales particulares »(24).

Pese a este hecho, es indudable que CORFO legitimó, a través de su acción, la intervención del Estado en gran escala, contribuyendo a crear la imagen del Estado-empresario eficiente, lo que constituyó una herencia importante para los gobiernos posteriores, que tenían en sus manos una herramienta clave para acentuar, si así lo deseaban, el papel del sector público en la economía. Este prestigio de CORFO

(22) Durante el gobierno dictatorial de Ibáñez (1927-1931) fueron creadas, entre otras instituciones, el Instituto de crédito industrial y la Líneas aéreas de Chile (LAN); además, su gobierno compró la mayor parte de las acciones de la Compañía Electro-sedirúrgica de Valdivia.

(23) En el directorio de CORFO había 23 personas, de las cuales sólo 3 eran representantes del presidente de la República; había 4 parlamentarios, 10 personas que eran al mismo tiempo presidentes de instituciones públicas, 5 del sector privado y 1 de la Confederación de trabajadores de Chile. En conjunto, era un directorio donde predominaban los « técnicos », lo que daba garantías a la empresa privada y a la derecha política. Durante el gobierno de Ríos se aumentó el número de representantes del presidente.

(24) « Su Excelencia urge a poner en práctica plan general de fomento de la producción» carta del presidente Juan Antonio Ríos publicada en El Mercurio del 7-09-1944.

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transcendió las fronteras de Chile; para Celso Furtado, escribiendo a fines de los años 1960, se trataba de « la institución que serviría de modelo, un decenio más tarde, a los otros países de América latina»^5). De este modo, el PR abría una brecha importante en la ideología del desarrollo tradicional.

En otro nivel de la intervención estatal, el de la planificación de la economía, no puede en cambio hablarse de una innovación. A decir verdad, aunque en el mandato de CORFO también aparecía el de trazar un plan de conjunto del desarrollo económico, nunca hubo un real intento de llegar a esa fase de la intervención. En el mismo texto citado anteriormente, en 1944, el presidente Ríos lamentaba que CORFO no hubiese podido aún llegar a formular un plan de desarrollo (26).

Pero de todas maneras, para los radicales en el poder, el término « planificación » era utilizado de manera prudente. En 1950, en el mismo discurso en que González Videla lanzaba la idea de « revolución industrial », definía lo que era planificación en los términos siguientes :

« La planificación de la acción estatal no significa, como algunos pretenden creerlo, agudizar la intervención del Estado en la economía, ni mucho menos socializarla. Planificar es simplemente reducir la política económica del gobierno a una pauta clara y determinada »(27).

Esta posición, combinada con los zigzagueos del radicalismo en otras esferas de la economía, como por ejemplo en la de la fijación de los precios para los productos agrícolas (28) hizo flotar en la opinión pública un sentimiento de ambigüedad generalizada con respecto al régimen económico que los radicales querían realmente implantar en Chile. Esta sensación se expresó en el editorial de un tabloide independiente, Las Noticias de Ultima Hora, que en 1950 comentaba el « hibridismo económico » que prevalecía en el país, y que invitaba al gobierno a definirse entre socializar la producción o autorizar un

(25) Furtado, Celso: La economía latinoamericana desde la conquista ibérica hasta la revolución cubana. Santiago, Editorial Universitaria, 1970, p. 113.

(26) «Su Excelencia...», op. cit., (24). (27) « Comienza una época... », discurso de González, op. cit., (20). (28) En 1948, al nombrar su gabinete « técnico » luego de romper con los

comunistas, González concedió mejores precios a los productos agrícolas, « precios remunerativos » lo que se mantuvo hasta 1950. Este gabinete incluía a personalidades que daban confianza a los empresarios, como era el caso de Jorge Alessandri, que ocupaba el cargo de ministro de Finanzas. Recordemos que Alessandri sería presidente de Chile entre 1958-1964 y luego candidato presi- densial en 1970, simpre con apoyo de los partidos de la derecha.

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régimen de libre empresa í29). Pero el radicalismo decidió no pronunciarse claramente al respecto, persistiendo en una política mixta, fuente de equívocos y de discusiones, lo que se acentuó hacia fines del tercer y último gobierno radical. De esta manera, la innovación en la ideología del desarrollo en este nivel fue sólo parcial.

2.3. La educación y la mano de obra

Estos temas fueron relativamente poco abordados durante todo el período, pese a que había conciencia en casi todos los sectores, tanto del gobierno como de los partidos de izquierda y también en los de la derecha, de que ambos eran importantes y que si no se resolvían, constituirían obstáculos al desarrollo económico. La opción aquí era la de transformar o no el sistema educacional en función de las necesidades de formar una mano de obra más competente; la otra, que implicaba una discusión menos ideológica, era la de favorecer o no la inmigración a fin de llenar los vacíos cuantitativos y cualitativos de la población local.

El problema de la educación y de su impacto sobre las tentativas de desarrollo fue planteado desde el comienzo por todas las fuerzas políticas : había conciencia, en efecto, que la mano de obra adulta y los jóvenes recibían una mala formación técnica, y que los planes educacionales pecaban de un academicismo excesivo. Así, el diario derechista El Mercurio denunciaba ya en 1942 la falta de escuelas técnicas (s0), y más tarde, en 1951 criticaba la enseñanza tradicional del liceo, calificándola de « simple enumeración de fechas y de nombres, lo que ha retardado nuestro progreso durante medio siglo » (31). Para La Nación la falta de preparación técnica de la mano de obra limitaba las posibilidades de industrialización del país, visión compartida por el diario socialista La Opinión (32).

Este hecho estaba relacionado con la necesidad de reformar los contenidos de la enseñanza secundaria, lo que hubiera constituido un tema de discusión de gran amplitud, puesto que habría influido en la formación de todo el estudiantado a través del país. Este punto fue pocas veces abordado públicamente; una de ellas fue la que hizo Juan Antonio Ríos, en su Mensaje de 1945. En esta ocasión, el presi-

(29) Editorial de Noticias de Ultima Hora de 25-07-1950 «Definamos nuestra política económica ».

(30) Editorial de El Mercurio del 10-02-1942 « Escuela que no debe cerrarse ». (31) Editorial de El Mercurio del 11-05-1951 « Al margen del convenio

educacional ». (32) Editorial de La Nación del 6-06-1943 « Orientación industrial »; de La

Opinión del 20-10-1947, « Inmigración ».

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dente reconocía la necesidad de reformar la educación secundaria; el liceo debía convertise en un centro

« ...de preparación para la vida familiar y social, y de capacitación económica, reduciendo a sus justos términos la enseñanza de tipo exclusivamente erudito que hasta hoy de preferencia se ha impartido »(33).

Si ello tardó en materializarse durante la era radical, ello se debe probablemente a que no se quiso ir en contra de la estructura del liceo tradicional, que respondía a una cierta orientación de la sociedad que no era fácil cuestionar. En el mismo discurso, Ríos agregaba este párrafo extremadamente revelador :

« Al propiciar esta reforma, mi gobierno no puede perder de vista la obra profunda y permanente con que el liceo chileno ha propendido a la formación cívica y cultural de la nación, elevando el nivel de nuestras clases medias y dirigente, y dando al país el grado de estabilidad social y política que ha hecho de la vida nacional un ejemplo de democracia tranquila y progresista... esa reforma no persigue otra finalidad que perfeccionar esa obra del pasado y del presente para ajustaría con mayor eficiencia a las nuevas modalidades que la renovación social exige de la labor creadora de nuestra juventud »(34).

Pese a estas vacilaciones, el radicalismo puede anotar a su haber dos importantes innovaciones en materia de educación. La primera de ellas fue la creación de la Universidad Técnica del Estado, en 1947, que venía a llenar un vacío notorio en la preparación de ingenieros y de técnicos para el país, y cuya realización se efectuó pese a la oposición cerrada de la Facultad de Ciencias físicas y matemáticas de la Universidad de Chile; en el fondo, era una polémica con un sentido clasista, ya que la nueva Universidad abría posibilidades de acceso a estudiantes provenientes de medios sociales más modestos (35). Y la segunda de ellas fue el inicio de los liceos experimentales, donde se utilizaban planes de estudio más variados y donde la enseñanza era mixta. Ambas innovaciones se aplicaron tanto en Santiago como en provincias; sin embargo, el cambio a nivel del liceo tuvo poca difusión; los liceos experimentales constituyeron una excepción a lo largo del país y pese a su nueva fiilosofía, no se llegó a articular sus curriculums con el sector de la producción y de la

(33) Mensaje presidencial de Ríos, en La Nación, 22-05-1945. (34) Ibid. (35) González Videla explicó con algún detalle esta situación en sus Memorias,

tomo II, capítulo XIV, «La Universidad Técnica del Estado», p. 1113-1118 (Santiago, Editorial Gabriela Mistral, 1975).

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técnica. Así, se puede concluir que, en conjunto, el radicalismo abrió una brecha en este rubro, aunque sin llegar a modificar de manera decisiva la formación de la mano de obra en Chile. Y sobre todo, hay que destacar que el gobierno no buscó lanzar un debate amplio al respecto, prefiriendo actuar, pero con discreción.

En cuanto a la discusión sobre el impacto de la población para el desarrollo, los avances fueron menos significativos. Sobre este último tema, radicalismo y parte de la derecha compartían el mismo punto de vista : Chile era un país de población escasa, y se requería seguir el ejemplo de Estados Unidos o de Argentina, haciendo venir inmigrantes que no sólo harían un aporte numérico, sino también cualitativo. La Hora se refirió varias veces a este tema, declarando, ya en 1941, que Chile necesitaba « una buena dosis de sangre extranjera » í36) y en 1944 que los inmigrantes podrían solucionar el problema agrario, haciendo producir los inmensos latifundios mal explotados (37).

El debate al respecto no prosperó por varias razones. Una de ellas es que no había unanimidad entre los diferentes partidos con respecto al tipo de inmigi ación ni en cuanto a su destino en el país. Por ejemplo, el partido comunista estaba de acuerdo en fomentar una inmigración que favoreciera el progreso en las actividades productivas í38) pero no apoyaba aquella inmigración que significara postergar a los trabajadores nacionales. La última cita del diario La Hora ilustra bien ese problema, ya que al favorecer la traída de inmigrantes para solucionar el problema del latifundio improductivo se postergaban los intentos de reforma agraria en favor de los campesinos chilenos. Y por otro lado, sectores conservadores que se expresaban a través del Diario Ilustrado se oponían a la llegada de refugiados de la guerra civil española,

« de todos esos ideólogos, revolucionarios, inadaptados sociales... que pueden venir a corromper a nuestro pueblo » (39).

Esta crítica tuvo su impacto en el gobierno radical, ya que si finalmente Pedro Aguirre autorizó la traída de refugiados españoles, la decisión final estuvo a punto de ser anulada por el mismo presidente, según lo relata Pablo Neruda, que en aquel momento había sido nombrado « cónsul encargado de la inmigración española » en Francia i40).

(36) Editorial de La Hora, 14-08-1941 : « Problema inmigratorio ». (37) Editorial de La Hora, 12-09-1945 : « Inmigración y fomento agrícola ». (38) Editorial de Frente Popular, 24-01-1939 : « Política de inmigración ». (39) Editorial del Diario Ilustrado, 19-06-1939 : « Inmigración pero seleccionada ». (40) Neruda, Pablo: Confieso que he vivido. Memorias. Buenos Aires. Losada,

1974, p. 198.

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En general, la llegada de inmigrantes, aunque era algo deseado por los gobiernos radicales, no llegó a constituir, por las razones mencionadas, un tema de discusión importante. Por otro lado, el escaso éxito material en este rubro restó impacto a las pocas ocasiones en que se pudo destacar la llegada de inmigrantes. Tal fue el caso de González Videla, que celebró la llegada de sólo 20 familias de origen italiano y otras tantas de origen alemán para instarlas en la región de La Serena en 1951 (41).

Hasta aquí, lo que puede sorprender en el tono de las citaciones, es comprobar el grado relativamente poco Ídeologizado de los argumentos utilizados por el radicalismo, muchos de los cuales tienen sobre todo un sabor « técnico ». Veremos a continuación si ese tono cambia al referirse a otros planos del debate.

3. El llamado a los aliados y la denuncia de los adversarios.

Se trata de estudiar en esta sección cuál fue el lenguaje utilizado por el PR para dirigirse hacia las diferentes clases sociales, a fin de establecer si se las veía en términos de aliados o de adversarios. A este nivel, cabía esperar una polarización relativamente alta en el tono de su discurso, sobre todo a comienzos de la era radical, cuando el triunfo de Aguirre había dividido al país en dos grandes bandos, izquierda y derecha. Sin embargo, como se sabe, con los años el PR efectuó varios virajes políticos, abandonando a sus aliados de izquierda del comienzo y buscando apoyos incluso en los partidos que lo denigraban abiertamente en 1939. Veremos cómo se expresa todo eso en función de las discuciones sobre los proyectos de desarrollo.

3.1. El discurso hacia los trabajadores : ¿ búsqueda de un aliado ?

El radicalismo había llegado al poder en brazos de la combinación del Frente Popular, con los votos de socialistas y comunistas, lo que le había atraído una violenta propaganda adversa por parte de la derecha. Todo ello hacía presumir un discurso fuertemente Ídeologizado en favor de las masas.

Ello occurió así, pero en un grado bastante menor del que podría imaginarse. Varios ejemplos demuestran un lenguaje favorable a los trabajadores, como por ejemplo el editorial dedicado a la fiesta del

(41) « El jefe del Estado puso de relieve la importancia de la política inmigratoria seguida por su gobierno», discurso de González Videla en Coquimbo, publicado en El Mercurio, 21-05-1951.

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Io de mayo de La Nación de 1939, en que se recuerdan los « sacrificios y las injusticias » que los obreros chilenos habían vivido hasta entonces (42); y las frases que Aguirre consagró a los trabajadores en su primer Mensaje :

« ...es imposible que un trabajador pague su vivienda, alimentación y vestuario y satisfacer... sus demás necesidades con un salario insuficiente. No habrá posibilidad que se desarrolle la producción nacional en un pueblo de tan deficiente capacidad adquisitiva como el nuestro »(43).

Debe observarse sin embargo que el tono del presidente es extremadamente moderado al expresar sus simpatías hacia los trabajadores, y que aprovecha de referirse a su bajo nivel de vida en función de las consideraciones técnicas del desarrollo. Además, ni Aguirre ni el radicalismo deseaban provocar una movilización de esas masas trabajadoras, ni siquiera cuando se trataba de defender ante el Parlamento el proyecto de ley que creaba CORFO, pese a la importancia que este proyecto tenía para el gobierno. En su editorial del Io de marzo de 1939, La Nación criticaba las manifestaciones callejeras ante el Congreso, con las que se intentaba presionar a los parlamentarios hostiles al gobierno, que en aquel momento tenían la mayoría en las Cámaras. Según el diario de gobierno, « no nacería prestigiada una ley dictada por un organismo que siente a sus puertas el rumor de la asamblea callejera » y aconsejaba guardar las manifestaciones populares para celebrar la victoria que vendría más tarde i44).

Pero la mejor demostración de esta actitud prudente del radicalismo se encuentra en la carta que Aguirre dirigió a los propietarios agrícolas en marzo de 1939, donde respondía a la inquietud de éstos ante el movimiento campesino, que buscaba crear sindicatos para los obreros agrícolas (45). En ese documento el presidente reconocía que se trataba de « un hondo problema social » (subrayado en el texto original) y reconocía « las deplorables y míseras condiciones en

(42) Editorial de La Nación del 1-05-1939 : « El día del trabajo ». (43) Mensaje presidencial de Aguirre, La Nación, 22-05-1939. (44) Editorial de La Nación, 1-03-1939 : « Presión inconveniente ». (45) Según los latifundistas, las leyes del Código del Trabajo de 1924 sobre la

sindicalización de los trabajadores se aplicaban solamente a las empresas urbanas. Con ese argumento y la presión social que ejercían sobre sus trabajadores, los empresarios agrícolas habían paralizado el movimiento de sindicalización, que sin embargo había cobrado nuevo impulso con la formación del Frente popular. Véase entre otros Movimiento campesino chileno, de Almino Affonso y otros (Santiago, ICIRA, 1970), tomo 1, cap. 1.

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que vive nuestra población campesina » i46); pero dejó en suspenso toda decisión en favor de apoyar la sindicalización de los trabajadores agrícolas, a la espera de la formación de una « Comisión mixta de propietarios y obreros agrícolas », lo que, en la práctica, equivalió a postergar durante años ese proceso (47).

Durante el gobierno de Ríos, el lenguaje presidencial hacia los trabajadores se hace no sólo menos movilizador, sino que se tiene la impresión que el radicalismo quiere impedir todo intento de despertar las reivindicaciones obreras. Así, en su discurso en ocasión del Io de mayo, en 1943, el presidente pedía una conducta disciplinada a los trabajadores, recomendándoles « privarse de todo cuanto sea supérfluo » y recordándoles que

« La vida de la sociedad, sobre todo considerando las leyes económicas a que está sujeta, ineludiblemente constituye un todo armónico... No hay intereses exclusivos de círculos ni de clases... La clase obrera no puede pretender a un bienestar exclusivo » í48).

Y La Nación completaba ese pensamiento al decir que la legislación social chilena era « una de las más avanzadas del mundo » y que por lo tanto los obreros tenían « no sólo derechos, sino también obligaciones » con la comunidad (49).

Con González Videla se asiste a bruscos virajes sobre este tema : al comienzo de su gobierno, inspirado sin duda por su alianza con los comunistas, González hablaba de sus « amigos trabajadores » en su discurso del Io de mayo de 1947, y les aseguraba que él defendería sus « inalienables derechos »; en aquella ocasión, además, pareció querer resucitar la cuestión campesina, que había quedado en suspenso en 1939, proponiendo una ley sobre salario mínimo para los obreros agrícolas y amenazando con fuertes impuestos a los dueños de fundo que no dotaran de habitaciones adecuadas a sus trabajadores (50).

(46) « Acerca del problema de la sindicalización de los trabajadores agrícolas » carta del presidente Aguirre a los presidentes de las Sociedades agrícolas del país, publicada en El Mercurio, 21-03-1939, p. 11.

(47) Puede agregarse que la izquierda aceptó esta decisión de Aguirre, aunque más tarde algunos de sus dirigentes reconocieran que eso había sido « una metida de pata» como lo expresara uno de ellos, el comunista Juan Chacón. Véase el libro de José Miguel Varas, Chacón, Santiago, 1968, p. 117.

(48) « Problemas relacionados con el trabajo, la producción y la clase obrera ». Discurso del presidente Ríos a los obreros, en La Nación, 2-05-1944.

(49) Editorial de La Nación, 1-05-1943 : « Día del Trabajo ». (50) « Ni la incomprensión ni los ataques me apartarán del pueblo » discurso

del presidente Gabriel González a los obreros, en La Nación, 2-05-1947.

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Pero este lenguaje cambió luego del viraje anticomunista de 1947- 1948, lo que se tradujo en un discurso desmovilizador, como lo prueba el editorial de La Nación del Io de mayo de 1949, en que se dice que

« Nuestros trabajadores celebran este día a través de una tranquila adhesión a los principios y aspiraciones que los inspiran. En las fábricas, minas y en las faenas agrícolas prevalece un ambiente de quietud, de armonía y de cooperación, sumamente propicio para que estos ideales de mejoramiento tomen la forma de hechos concretos » (51)-

González terminó su mandato procurando incentivar a los trabajadores a través del progreso material que parecía surgir con la inauguración de las grandes usinas, como la de Huachipato. Al hablar en esta última ocasión, en 1950, el presidente recordó a su auditorio que los obreros que allí trabajaban eran antiguos campesinos, que estaban mejorando sus condiciones de vida a través del aprendizaje de nuevas tecnologías. Comparando a los que continuaban en su condición de campesinos y a los obreros de la siderurgia, decía :

« Yo observé a esos conductores de carretas, andrajosos y descalzos... y a los nuevos pilotos de las extrañas maquinarías que eran objeto de mi curiosidad (refiriéndose a las de la industria), i Qué diferencia tan profunda ! Mientras aquellos parecían agobiados bajo el peso de una fatalidad sin esperanzas, éstos demostraban esa prestancia viril y esa seguridad que tiene el hombre que ha encontrado un camino seguro y un sitio digno en la vida... »(32).

Se sabe que la « fatalidad sin esperanzas » persistió durante largos años para el campesinado, que no logró mejorar su condición bajo el radicalismo, ya que finalmente la ley de sindicalización para los obreros agrícolas de 1947 sirvió más para impedir ese objetivo que para favorecerlo (53).

Así, en conjunto, se aprecia que el discurso radical frente a las masas se caracterizó por su inconsistencia y por sus cambios bruscos, dictados por la coyuntura política y por los cambios en sus aliados.

(51) Editorial de La Nación, 1-05-1949 : « Día del Trabajo ». (52) «Comienza una época...» discurso de González en Huachipato (nota 20). (53) La ley de sindicalización campesina finalmente aprobada por el gobierno

de González Videla en 1947 era, según un autor, una ley que « impedía de un modo muy inteligente la sindicalización» porque exigía varias condiciones (por ejemplo que los dirigentes supieran leer y escribir, que hubieran vivido un cierto número de años en el fundo, las huelgas eran prohibidas durante la cosecha) todo lo cual frenaba la sindicalización, lo que explica que hasta 1964 hubiera apenas 18 sindicatos agrícolas con 1,800 afiliados en todo el país. Es la opinión de Jacques Chonchol en « Poder y reforma agraria en la experiencia chilena », en Chile hoy, por Aníbal Pinto y otros, Santiago, 1970, p. 283.

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De esa manera, el PR no logró provocar un llamado ideológico de los trabajadores en su favor.

3.2. Las referencias a los empresarios : ¿ denuncia de los adversarios ?

Debemos plantearnos ahora el problema de analizar el lenguaje del PR hacia el sector patronal, para tratar de saber si esta clase social fue considerada como aliado o como adversario del gobierno. Teóricamente, los empresarios podían ser considerados como rivales, ya que al comienzo de la era radical, la mayor parte de ellos habían apoyado al candidato derechista, Gustavo Ross, contra Aguirre y el Frente popular. Sin embargo, como veremos, la situación es mucho más compleja de lo que aparece a primera vista.

En general, el radicalismo no desarrolló un lenguaje muy preciso para referirse a la clase empresarial, cuya existencia en bloque nunca fue puesta en discusión; a lo sumo se deslizaban críticas en relación a ciertas insuficiencias de parte del patronato, como por ejemplo cuando el gobierno se sentía obligado a explicar las razones del gran número de empleados fiscales, lo que se debía, según La Hora, al hecho que el Estado se veía obligado a asumir tareas que en otros países eran realizadas por los particulares, lo que no era el caso de Chile, debido a la « pasividad absoluta » de « nuestras clases ricas » (54). Pero ne se buscaba en ningún momento un discurso de denuncia de esas clases.

De hecho, sólo dos tipos particulares de empresario fueron objeto de críticas por parte de los portavoces radicales. El primero era el especulador, el comerciante deshonesto, que alimentaba la inflación a través de sus maniobras dudosas, lo que afectaba a todos, tanto a « productores (como a) consumidores, angustiados por una situación de privilegio creada en favor de intermediarios y especuladores » (55). Esto llevó incluso a Aguirre a puntualizar que los inmigrantes que Chile aceptara debían ser « elementos exclusivamente productores », rechazándose de plano los « prestamistas, especuladores profesionales, comerciantes ». El presidente afirmaba, además, que presentaría un proyecto de ley — que al parecer nunca se materializó — « para que en lo sucesivo... no se otorgue patente de comerciante al por menor sino al chileno »56).

(54) Editorial de La Hora, 18-11-1947 : « Número y costo de los empleados públicos ».

(55) Editorial de La Nación, 29-09-1942 : « No es persecusión ». (56) Mensaje presidencial de Aguirre, La Nación, 22-05-1939.

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El otro empresario que fue objeto de denuncias fue el latifundista, aquel que cultivaba mal sus tierras y que era percibido como un personaje retrógado, calificado a menudo de « viejo oligarca » o de « gran terrateniente, orgulloso y ensoberbecido » (57). Estos

calificativos servían de fundamento para los proyectos de « colonización agrícola », que se aplicaron en forma bastante tímida durante la era radical, y que no equivalieron en ningún caso a una Reforma agraria. En varias ocasiones, los presidentes radicales justificaron esas moderadas iniciativas haciendo alusión a la baja productividad de la agricultura, lo que podía explicarse, además de las dificultades causadas por los factores naturales, a la « falta de iniciativa del productor » i58). Pero esas críticas nunca llegaron a constituir un ataque contra los empresarios agrícolas en general; lo que se buscaba, más bien, era provocar un aumento de la producción a través de ciertas amenazas muy veladas, como la de expropiar aquellos que estuviesen improductivos. En el fondo, sin embargo, no había un conflicto fundamental entre gobierno y latifundistas; si éstos habían cometido errores, aquello era perdonable, como lo había expresado Pedro Aguirre Cerda antes de ser elegido presidente :

« i Podríamos nosotros, que vivimos en uno de los países más apartados, con escasísima inmigración, con una masa ignorante, acusar de negligencia culpable a esos hombres (los latifundistas) que procedían así (al administrar sus fundos)... dentro de conceptos honradamente sentidos por el común de los individuos cultos de su época ? A lo sumo, podremos lamentar sus errores y procurar... ganar el tiempo perdido »(59).

Así, el radicalismo optó por denuncias selectivas en contra de los empresarios, sin llegar jamás a presentarlos como los adversarios del gobierno. Esto concordaba con sus discursos hacia los trabajadores, cuyas reivindicaciones, aunque a veces eran presentadas como justas, perdían fuerzas porque no se identificaba claramente al responsable de sus quejas.

4. La justificación de las decisiones : el nacionalismo y el recurso a la Historia.

En esta última sección, se intentará ver si el radicalismo utilizó algún tipo de argumentos para fundamentar sus opciones en materia

(57) Editoriales de La Nación, 16-03-1939 « Derechos del campesino », y del 7-10-1950, « Orientación de la ayuda agrícola ».

(58) Mensaje presidencial de González Videla, La Nación, 22-05-1947. (59) Aguirre, Pedro : El problema agrario, París, 1929, p. 265.

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de política de desarrollo. Generalmente, sobre todo en caso de los países del Tercer mundo, esto se hace a través de un llamando a la nación, lo que puede transformarse en un elemento motor de tipo externo, que tiene la ventaja de movilizar las energías de todos, sin dividir a la población a nivel interno. En la época de los años 1960, en plena ola de la descolonización en África y Asia, esto se ha expresado en ideologías basadas en ideales comunitarios que conducen a la búsqueda de una nueva sociedad, como en el caso de Tanzania, o en ideales supracontinentales, ya sea el panafricanismo o el tercermundismo en general i60). Aún más, según ciertos autores, el nacionalismo emerge como algo necesario ante el proceso de industrialización, cuando este proceso aparece como una imposición de Occidente a sus ex-colonias. Esto hace que los dirigentes de los nuevos países independientes deben constantemente recordar a sus pueblos que ellos no deben sentirse acomplejados ante un proceso económico que los hace aparecer como « atrasados » en relación a la antigua metrópoli, para lo cual se busca recordar aquellas épocas de grandeza pasada, antes de caer bajo la dominación del imperialismo extranjero (61).

Las cosas no ocurrieron así en Chile, lo que se explica a la vez por la coyuntura histórica de aquella época y por la propia evolución anterior del país. En efecto, la era radical tiene lugar antes de la aparición de conceptos tales como « Tercer mundo » o « liberación nacional », que se imponen a escala mundial más bien a partir de 1960; a fines de la segunda guerra mundial comienza a emerger sólo gradualmente un cierto lenguaje anti-colonialista, que se hará sentir en el período de González Videla; de otro lado, el hecho que Chile fuera una nación independiente desde 1810 y que no hubiera sido víctima de episodios de ocupación militar de su territorio por otras potencias explica que el sentimiento antiextranjero fuese poco difundido; a este nivel, las experiencias históricas de países como México o Cuba eran bien diferentes. De este modo, el recurso a la historia y el nacionalismo aparecerán en forma moderada en el discurso del radicalismo.

4.1. El recurso a la historia

La idea central al hacer referencia al pasado en el radicalismo es la de aceptar como un hecho natural la identificación de Chile con

(60) Caire, «Idéologie...», op. cit., p. 11-13 (nota 6). (61) Matosian, Mary : « Ideologies of delayed industrialization : some tensions

and ambiguities » en Economic Development and cultural change, abril de 1958, p. 218-220.

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el mundo occidental, con sus instituciones y sus esquemas de desarrollo. Dentro de esta visión, se pensaba que si Chile era aún un país pobre, era porque aún no había alcanzado las etapas de los países industrializados, pero no había dudas que la senda era la misma para todos. Cuando Juan Antonio Ríos efectuó su visita a Nueva York al término de la guerra, en 1945, esta idea fue expresada de manera muy clara :

« Nuestros países (Chile y los otros de América latina) se hallan en la etapa en que se encontraba éste (los EE.UU.) hace ochenta años : en la economía complementaria, dependiendo de la exportación de unas cuantas materias primas... estamos en el umbral de la transición en que este país se encontró hace más de medio siglo... nuestra tarea será larga como aquí si tenemos que trabajarla solos; será breve si contamos con la ayuda de ustedes « (62).

Desde ese punto de vista, el llamado a la ayuda norteamericana parecía absolutamente lógico y justificado, ya que ambos países compartían los mismos objetivos y a través de los mismos medios.

En ese contexto, la única denuncia en el lenguaje radical fue la de la herencia colonial española, que habría perjudicado el desarrollo material del país, especialmente en su agricultura, que era deficiente a causa de las estructuras heredadas de España, basadas en el repartimiento y en la encomienda (63). Esto habría provocado el « egoísmo » de los latifundistas chilenos, en los cuales se encontraba presente « el sentimiento ancestral de los encomenderos » (m).

En cuanto a la herencia histórica a partir de la independencia, es notable señalar que los radicales hicieron una distinción muy precisa entre la obra de los dirigentes políticos y económicos del siglo XIX, que habrían forjado un Chile emprendedor, sobrio y estable, y los de comienzos del siglo XX, que aparecían como los responsables del hundimiento de la economía chilena. Esta imagen, que aparece varias veces, tanto en la prensa del gobierno como en algunos diarios de la derecha, como El Mercurio (65) se encuentra muy bien expresada en los discursos pronunciados en ocasión del 10 aniversario de CORFO, en abril de 1949. En uno de ellos, Germán Picó Cañas,

(62) « Ha llegado el momento de una más estrecha y organizada empresa de bienestar y beneficio común » discurso del presidente Ríos en Nueva York, publicado en La Nación, 18-10-1945.

(63) Editorial de La Nación, 18-04-1939: «Labor de la Caja de colonización». (64) Editorial de La Nación, 19-04-1939 : « Colonias agrícolas ». (65) Editorial de El Mercurio del 19-05-1948 « Inauguración de la planta del

Abanico », donde según este diario, « Chile debía convertirse en lo que fue otrora ».

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vicepresidente de la institución, culpaba directamente a la clase dirigente de 1900 del retroceso económico del país, alegando que

« La generación de la edad de oro del salitre vio esfumarse por entre los dedos todas sus riquezas. Se perdió una gran oportunidad para comenzar a industrializar el país, y éste siguió con su economía colonial de mero productor de materias primas... parece... como si el país se hubiese sentado a la orilla del camino del progreso, esperando que éste viniese a buscarlo... » í66).

Y en la misma ocasión, el presidente González Videla completaba ese pensamiento al insistir en que esa generación de dirigentes había perdido « el impulso ascensional que le dio prestancia (a Chile) en el siglo pasado » (67). Naturalmente, este análisis — que no explicaba las razones de esa súbita transformación que se habría operado en la clase dirigente nacional — servía para destacar más la importancia de Pedro Aguirre y de los gobiernos radicales, que en ese contexto aparecían como los legítimos herederos de la tradición del siglo XIX, que se había perdido en alguna parte del camino.

4.2. El nacionalismo

Por las razones que se acaban de ver, es fácil comprender que el radicalismo nunca se interesó en utilizar un discurso basado en la denuncia de la dominación extranjera; al contrario ,en todo momento se buscó contar con el apoyo del capital exterior, que era visto como algo indispensable al desarrollo nacional i68). De hecho, los comentarios nacionalistas en la prensa gobiernista fueron siempre selectivos : nunca se realizó una campaña por lograr el control nacional sobre el cobre í69), que constuía el elemento clave de la inversión extranjera, sino que se denunciaron episódicamente los contratos de ciertas empresas extranjeras del salitre (70) y sobre todo de la Compañía « Chilena » de electricidad. El contrato inicial entre esta empresa y el estado chileno fue calificado por La Nación como « uno de los gestos más condenables de nuestra historia » (71).

(66) « La Corfo está gestando el futuro de Chile » discurso de Germán Picó Cañas, vicepresidente de la CORFO, en La Nación, 24-05-1949.

(67) « Poner en marcha la industria pesada en Chile es mi más grande ambición » discurso del presidente de la República, Gabriel González, en La Nación, 24-05-1949.

(68) Editorial de La Nación, 28-08-1939 : « Limitación de utilidades ». (69) Cabe señalar sin embargo que durante el gobierno de Aguirre hubo un

cierto aumento en el impuesto pagado por las compañías norteamericanas que explotaban el cobre chileno, lo que servio para financiar, en parte, la obra que CORFO ejecutaría.

(70) Editorial de La Hora, 4-09-1940 : « Defensa del patrimonio nacional ». (71) Editorial de La Nación, 11-08-1952 : « La causa del racionamiento ».

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Pero aquello no constituyó una política de parte del radicalismo. Por lo demás, el contexto internacional se prestaba muy poco a ese tipo de actitud : la segunda guerra mundial y el apoyo a la alianza antifascista hacía que de todos lados, tanto de izquierda como de derecha, se guardase una actitud amistosa hacia Estados Unidos, lo que hacía muy difícil un discurso nacionalista; la confianza hacia Roosevelt, la « Buena vecindad » y más tarde hacia Truman y el « Punto cuarto » de las Naciones unidas en beneficio de los países pobres se reflejaba en toda la prensa de la época (72). Y frente a los países latinoamericanos que podían inspirar un cierto nacionalismo, como la Argentina peronista, la prensa chilena en general, aunque destacaba el interés que podía tener para Chile un tratado comercial con el país vecino, mostraba una gran desconfianza hacia la ideología del régimen peronista, lo que impedía toda posibilidad de hacer un bloque común ante la acción extranjera (73).

Durante el gobierno de González Videla emergió, como hemos visto anteriormente, la expresión « semicolonial » o « colonial » para referirse al estado de la economía chilena. Sin embargo, esta expresión nunca se utilizó para señalar una situación de dominio por parte del extranjero, sino más bien una de atraso de la economía chilena, insuficientemente industrializada. Es cierto que, nuevamente, la coyuntura política impedía un lenguaje crítico hacia los Estados Unidos : al declarar ilegal al partido comunista, González esperaba obtener más ayuda de Washington para sus planes de desarrollo. Ironía del destino : a fines de su mandato, al comprobar que esa ayuda era muy escasa, González no pudo reprimir su amargura ante la pasividad de los bancos internacionales, como lo dijo en 1951 ante los empresarios chilenos reunidos en la Exposición industrial y agrícola de Peñuelas :

« Estos errores que cometen los capitalistas y banqueros norteamericanos son los que desalientan a los gobiernos democráticos, que de una parte tienen que resistir toda la campaña antiamericana de los enemigos de la democracia y de la otra, recibir la incomprensión del capital americano... lo que lleva al

(72) Editoriales de La Opinión, 10-03-1945 : « La tentativa de mayores alzas de las tarifas eléctricas » y de El Siglo, 28-02-1945 : « La carta económica de América latina ».

(73) Editorial de El Siglo del 22-11-1943 « En torno a la unión aduanera con Argentina » donde se refería al grupo de militares argentinos qui incluía a Perón de« fascistas », denominación que se mantuvo durante el régimen peronista; y el editorial de El Mercurio del 4-05-1948 : ¿ Intereses extraños ? » donde ese diario manifestaba su desconfianza hacia la Argentina peronista a causa de la « organización económica estatizada » de ese país, lo que podía tener repercusiones negativas para Chile si prosperaban las conversaciones sobre una unión comercial entre ambos países.

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pueblo en su desesperación a entregarse en los brazos de cualquier tiranuelo o caer en las fauces de la bestia blanca (sic) del comunismo internacional » (74).

Así, se puede concluir diciendo que salvo en ciertos casos aislados, el PR no buscó ideologizar su discurso en cuanto a las relaciones con el capital extranjero; sí lo hizo para denunciar una cierta etapa de la historia de Chile, lo que equivalía a buscar los responsables de los problemas del país al interior de éste y no fuera de él.

5. Conclusión.

A lo largo de estas páginas, se ha intentado verificar hasta qué punto el radicalismo durante el ejercicio del poder, logró o intentó crear una nueva ideología que acompañara a sus planes de desarrollo. Como se ha visto, ello fue logrado en pequeña escala; en la mayor parte de los rubros analizados, se verificó que no hubo mayores cambios, lo que puede visualizarse en el cuadro siguiente :

Cuadro sintético sobre los elementos de una ideologia de desarrollo f75)

Designación de las opciones

1. Alentar las actividades exportadoras primarias o apoyar a la industria

2. Estabilidad financiera o aceptar la inflación

3. Redistribuir el ingreso o favorecer la acumulación del capital

Ideal, tradicional

ambas cosas

estabilidad financiera

Acumulación

Ideol. radical

apoyo a la industria con vacilaciones

aceptación de la inflación

a veces lo uno, a veces lo otro

(74) « Creo mi deber llamar a todos los partidos para que participen en tareas administrativas del país » discurso del presidente González Videla al inaugurar la exposición de Peñuelas, en El Mercurio, 4-03-1951.

(75) Cuadro confeccionado en parte con ideas del libro de José Medina Echavarría, Consideraciones sociológicas sobre el desarrollo económico, Buenos Aires, Solar-Hachette, 1964, p. 114 y siguientes.

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4. Hacer intervenir el Estado o favorecer empresa privada

5. Desarrollo con capital nacional o extranjero

6. Cambiar o guardar el sistema educacional

Pragmatismo : puede aceptar ambas cosas

Los dos

Acepta cambios si es necesario

Favorece acción del Estado sin atacar a la smpresa privada

Los dos

Introduce cambios moderadamente

Identificación de las clases

7. Buscar o sacrificar el apoyo popular

8. Buscar o denunciar a clases dirigentes

Tiende a esquivar el problema

Tiende a esquivar el problema

Esfuerzos selectivos por ganar el apoyo

Denuncias muy esporádicas

Justificación de las decisiones

9. Aceptar herencia histórica occidental o favorecer el nacionalismo

10. Denunciar o aceptar herencia histórica nacional

Aceptación

Aceptación

Aceptación

Denuncia de una cierta época

Así, vemos que el radicalismo logró distinguirse de la ideología tradicional sólo en algunos puntos, y el cambio aportado en la mayoría de las ocasiones fue más bien gradual, de matices. Además, uno de los cambios introducidos por el radicalismo, la aceptación de la inflación, no fue hecho de manera clara en favor de un mayor ingreso para los trabajadores, de modo que difícilmente podía llegar a transformarse en un factor ideológico movilizador, razón por lo cual no fue analizado en este artículo. Además, cabe señalar que cuando de alguna manera los radicales hacían cosas que significaban un cambio respecto a la ideología tradicional, como en el caso de los cambios — aunque hayan sido parciales — en materia educacional, esa decisión no era ideologizada, es decir no llegaba a convertirse en factor constituyente de un discurso de parte de ese partido.

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El mayor aporte radical a una nueva ideología fue ciertamente el mayor peso que se le dio a la intervención del Estado, aunque esto en sí no haya sido rechazado por la ideología tradicional. Pero no hay duda que el radicalismo creó una tradición al respecto, que se amplió hacia un comienzo de planificación y de utilización de instrumentos no tradicionales en materia de decisiones económicas, como el de la aceptación de la inflación.

¿ Porqué el radicalismo no fue más allá ? Evidentemente, un análisis completo nos obligaría a explorar a fondo elementos tales como la composición de clase del partido radical, de su estructura interna y de su trayectoria anterior hasta 1938, lo que es imposible hacer aquí (76). Conformémonos con mencionar ciertas pistas de análisis basadas en una visión global del período en que el PR gobernó en Chile.

Esta ennumeración se basa en un hecho fundamental : lo que más impresiona cuando se estudia la acción del PR entre 1938 y 1952 son sus continuos vaivenes políticos, sus bruscos cambios de dirección, las rupturas en el lenguaje de sus líderes, todo lo cual no podía favorecer la estructuración de una ideología bien definida. Quizá esto se entienda mejor al recordar las circunstancias históricas concretas de aquellos años :

1) La desaparición de dos de los tres presidentes radicales (Aguirre en 1941 y Ríos en 1946) antes de terminar sus mandatos respectivos, lo que contribuyó sin duda a hacer más discontinua la línea general del partido.

2) La presencia de aliados de izquierda en dos gobiernos radicales pudo constituir un freno para el lenguaje movilizador, ya que el PR podía temer que esa política terminara favoreciendo más a socialistas y a comunistas que a sí mismo (77).

(76) Sobre estos problemas consultar sobre todo Cavarozzi, Marcelo, « The government... », op. cit. (nota 2) donde sugiere que los dirigentes radicales componían un sector que él llama « technico political specialists », p. 53-72 y 78-104; ver también el libro de Lechner, Norbert La democracia en Chile (Buenos Aires, Signos, 1970) donde caracteriza al PR como un « partido de patronato » opuesto a los « partidos ideológicos », en p. 73 y siguientes.

(77) Fue lo que ocurrió en ocasión de las elecciones municipales de 1947, donde el PC aumentó espectacularmente su votación, que pasó de 10,3 % (en las elecciones parlamentarias de 1945) a 17,7 %. Esto asustó al PR, el cual comprobó que buena parte de ese avance comunista se hacía en perjuicio de los radicales; probablemente esto influyó bastante en la decisión de González de alejar al PC de su gobierno.

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3) La influencia de los factores externos : el conservatismo general provocado por la guerra y más tarde el impacto de la guerra fría, lo que ayuda a explicar la ruptura de la segunda alianza PR-P. comunista, bajo González.

4) La habilidad de la derecha chilena, que supo apoyar una parte de los planes de desarrollo — la opción industrial — a cambio del compromiso tácito con el gobierno a fin de que éste moderase su lenguaje en otras áreas, especialmente en lo que se refiere al problema agrario y a la sindicalización campesina.

5) Finalmente, quisiera señalar un punto difícil de elaborar aquí, que requeriría un estudio mucho más profundo sobre la formación intelectual de los especialistas radicales en materia de desarrollo, sería el de ver hasta qué punto esas personas concebían justamente las políticas económicas de su partido en términos de desarrollo o solamente en términos de crecimiento. Se puede postular aquí, de manera provisoria, que era posiblemente esto último lo que predominaba. De ser así, y de acuerdo a la definición que se dio al comienzo de este artículo (78), ello explicaría porqué el PR no buscó mayormente un cambio cualitativo, lo que permite comprender por qué no elaboró una verdadera ideología al respecto.

Para terminar, creo que se puede afirmar que la era radical dejó una herencia controvertida pero importante para los debates políticos e ideológicos de los años posteriores, herencia que incluyó una mistificación tanto de parte de la derecha como de la izquierda. La primera — incluyendo aquí la visión del régimen militar actual — se dedicó a exagerar los aspectos negativos de la obra radical, destacando los efectos nocivos del intervencionismo estatal, buscando así justificar el retorno a la iniciativa privada. Quienes hacen eso ocultan el grado de participación que le cupo a la misma derecha en ello, olvidando conscientemente además los beneficios que el sector privado recibió de la obra radical, especialmente en lo que se refiere a las numerosas obras de infraestructura creadas bajo los tres presidentes radicales. En cuanto a la izquierda, ella se dedicó sobre todo a destacar la obra del primero de los tres presidentes, Aguirre, que pasó a representar el papel de antecesor de la combinación política que llegaría al poder en 1970, ocultando las inconsistencias del radicalismo en materia social. Y en cuanto a los radicales mismos, quizá su incapacidad en crear una verdadera ideología del desarrollo explique su lenta pero inexorable erosión electoral en los años posteriores a 1952, año en que fue elegido el último presidente de esa formación política en la historia de Chile.

(78) Dowd, « Some issues... », op. cit. (nota 8).

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Résumé. — Analyse de l'action menée par les gouvernements radicaux au Chili entre 1938 et 1952 et recherche d'un discours idéologique propre au radicalisme chilien de cette époque, intimement lié au développement du pays. Définition des objectifs du développement, intervention de l'Etat dans l'économie, éducation nationale, recherche d'alliés et identification d'adversaires, sont les parties du programme en cause. Création d'une tradition qui fait de l'Etat un partenaire économique non négligeable.

Resumen. — Análisis de la acción llevada por los gobiernos radicales de Chile para 1938-1952 e investigación acerca de un posible discurso ideológico del radicalismo chileno de la época, muy vinculado con el desarrollo del país. Definición de los objetivos del desarrollo, intervención del Estado en lo económico, educación, búsqueda de aliados e identificación de los adversarios, son las partes del programa expuesto. Creación de una tradición que hace del Estado un intervencionista económico importante.