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La guerra civil española 1936-1939 Los desastres de la guerra

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1ª etapa – El arte de la guerra

1. Compara estas dos imágenes:

Niños jugando a ser milicianos en el barrio de Lavapiés, en 1936 (Archivo

Regional de la Comunidad de Madrid/ Fondo Martín Santos Yubero). MARTÍN SANTOS YUBERO

Aviones negros, Horacio Ferrer, 1937

Óleo sobre lienzo, 148 x 129 cm

(Museo Reina Sofía, Madrid)

2. Seguro que conoces otro cuadro de un pintor español que trata de la guerra civil española y que está también en el Museo Reina Sofía...

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2ª etapa – Las armas y las letras

Lee el poema y responde a las preguntas

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LA GUERRA

De pronto, el aire

se abatió, encendido,

cayó1 como una espada2,

sobre la tierra. ¡Oh, sí,

recuerdo los clamores!

Entre el humo y la sangre,

miré los muros

de la patria mía,

como ciego3 miré

por todas partes,

buscando un pecho4,

una palabra, algo

donde esconder el llanto5.

Y encontré sólo muerte,

ruina y muerte

bajo el cielo vacío6.

José Agustín Goytisolo, Años decisivos, 1961.

1. Caer: tomber

2. Una espada: une épée

3. Ciego: aveugle

4. Un pecho: une poitrine

5. Esconder el llanto: cacher mes

pleurs

6. Vacío: vide

3. Subraya en el poema de Goytisolo las palabras que evocan el sufrimiento de la población y la destrucción.

4. Indica los versos que relatan de manera metafórica la caída de una bomba.

5. ¿Sabes lo que es una antítesis? ¿Puedes encontrar una en el poema? ¿Qué evoca?

6. ¿Qué versos reflejan de manera más explícita la soledad del poeta?

7. Lee el Anexo II y utiliza la información para hacer tu conclusión al comentario de este poema.

Antítesis 3. f. Ret. Oposición de una palabra o una frase a otra

de significación contraria como en te amo porque

me odias.

Real Academia Española

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3ª etapa – ¿Es posible acostumbrarse a la guerra?

8. Mira y escucha este extracto de la película Las bicicletas son para el verano (adaptación de la obra de teatro

homónima de Fernando Fernán Gómez) y explica lo que has comprendido.

https://youtu.be/Do9Is_eyy1g

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Lee este fragmento de la obra de teatro y responde a las preguntas.

CUADRO XII

El sótano7 de la casa

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(Al principio, oscuro total. Suena la explosión de un obús. Luego otra. Inmediatamente, dos más

seguidas. Ruido de una puerta al abrirse. Se enciende la luz de una bombilla que cuelga del techo.)

En el sótano hay amontonados grandes cajones de madera y algunas cajas de cartón, y muchas figuras,

grandes, de vírgenes y santos de escayola8, blancos, sin policromar.

(Entran, no con excesiva precipitación, sino con cierta costumbre, DOÑA MARÍA LUISA —la casera—,

MALULI —su hija, quince años—, una vecina y un vecino de edad y aspecto indeterminados, DON

AMBROSIO, LAURA, DOÑA MARCELA, LUIS, DOÑA DOLORES, MANOLITA — con un niño de pecho en

brazos—, DON LUIS y dos señoras y un señor. Todos visten de verano muy descuidadamente, como de

andar por casa. Siguen sonando las explosiones de los obuses.)

DOÑA MARÍA LUISA: Cierra la puerta, Maluli.

MALULI: ¿Qué, mamá?

DOÑA MARÍA LUISA: Que cierres la puerta, hija.

MALULI: Sí, mamá. (Va a cerrar.)

DON AMBROSIO: Aún quedan muchos por bajar.

LAURA: Pero si ya no baja casi nadie.

VECINO: Claro; antes, cuando esto empezó, bajaban casi todos, pero ahora ya no.

DOÑA DOLORES: Se han acostumbrado9.

DON LUIS: La gente se acostumbra a todo.

DOÑA MARÍA LUISA: Eso digo yo siempre. Y si no fuera por los que se empeñan en alborotar10, podríamos

todos vivir en paz y tranquilidad […].

(Suena una explosión más cercana que las otras.)

VECINA: Ése ha caído muy cerca.

DOÑA ANTONIA: Esto de los bombardeos es un crimen, un crimen...

DOÑA MARÍA LUISA: ¿Qué dice usted, doña Antonia? Si no bombardean las ciudades, esto no acabará nunca.

En las ciudades están los centros de aprovisionamiento, los almacenes11, los mandos12...

DOÑA ANTONIA: ¿Y usted cree que así... acabará esto pronto?

DOÑA MARÍA LUISA: Días contados, doña Antonia. ¿No oye usted la radio de los nacionales?

DOÑA ANTONIA: Sí, en casa de don Luis.

(DON LUIS se levanta de golpe del cajón en el que se había sentado.)

7 El sótano: le sous-sol 8 La escayola: le plâtre 9 Acostumbrarse: s’habituer 10 Los que se empeñan en alborotar: ceux qui sont déterminés à provoquer des troubles 11 Un almacén: un entrepôt 12 Los mandos: les cadres (ceux qui commandent)

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DON LUIS: ¡Doña Antonia!

DOÑA ANTONIA: Ay, perdone, don Luis... Pero yo creo que eso no es ningún secreto.

DOÑA MARCELA: (A DON LUIS.) No se preocupe. Hasta mi marido la oye. Hay que estar informado.

(Nueva explosión cercana.)

DOÑA DOLORES: Ésa ha caído en esta calle […].

DOÑA ANTONIA: ¿Y cuánto falta para que llegue la paz, doña María Luisa? Usted que está enterada. Porque

mi Pedrito está en el frente pero aún no ha entrado en combate.

DOÑA MARÍA LUISA: No falta nada. Las potencias extranjeras siguen negando su ayuda a los revolucionarios.

Y aquí, los militares, después de la toma de Burriana, están a punto de ocupar Valencia. Aunque los periódicos

de Madrid no lo digan.

VECINO: Yo sigo los movimientos de las tropas en un mapa, con banderitas […]. Y les digo que el mes que viene

está todo liquidado.

DON AMBROSIO: Es muy posible que antes se llegue a un acuerdo.

DOÑA MARCELA: Ojalá aciertes13, hijo.

DOÑA DOLORES: ¡Ay, Dios le oiga! […].

(DOÑA MARÍA LUISA se acerca a DON LUIS, que está ahora un poco apartado de los demás.)

DOÑA MARÍA LUISA: Don Luis, yo quería decirle una cosa. Entre vecinos.

DON LUIS: Dígame, doña María Luisa.

DOÑA MARÍA LUISA: Me han dicho... Bueno, ha llegado a mis oídos, que usted tiene víveres14.

DON LUIS: (Escandalizado.) ¿Yo? ¿Víveres?

DOÑA MARÍA LUISA: Sí. Y creo que lo sé de buena tinta.

DON LUIS: Qué barbaridad. Cómo es la gente. Pero si estamos muertos de hambre. Que lo que más me

preocupa es lo de Luisito, por la edad en que le ha pillado esto.

DOÑA MARÍA LUISA: Eso pienso yo de mi hija.

DON LUIS: Pues mírelos ahora que están allí los dos juntos. No creo que uno esté más gordo que otro. ¿Cree

usted que si yo tuviera víveres iba a dejar que mi hijo creciera hecho una angula15? Lo que pasa es que, como

usted sabe, estoy empleado en unas bodegas16...

DOÑA MARÍA LUISA: Sí, eso ya lo sabía. Desde antes. Pero ahora se han apoderado ustedes de las bodegas.

DON LUIS: Bueno, no es exactamente eso. Ahora explotamos nosotros las bodegas, en vez de que los

bodegueros nos exploten a nosotros.

DOÑA MARÍA LUISA: No es de esas cuestiones de las que quería hablar con usted, don Luis.

DON LUIS: Ya, ya. Lo que quería decirle es que en mi casa tenemos vino, así como en otras no lo tienen. Esto es

injusto, lo reconozco. Es un pecado en el que yo he caído. Pero es que a mí me gusta mucho el vino.

DOÑA MARÍA LUISA: Ya, ya lo sé.

DON LUIS: Sí, estas cosas se comentan... Y, a veces, me sacrifico y cambio una botella de las que estoy

deseando beberme, por un kilo de bacalao17 para que mi hijo y mi nieto no se mueran... Pero de eso a que yo

tenga en casa un almacén de abastos18...

13 Acertar: Ici, avoir raison 14 Víveres: des vivres, des denrées 15 Hecho una angula = exageradamente delgado 16 En unas bodegas: chez un caviste

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DOÑA MARÍA LUISA: No tiene usted por qué justificarse conmigo, don Luis. Soy madre, y como madre quiero

hablarle. Esto está a punto de acabarse. Y todos sabemos cómo va a acabar.

DON LUIS: Bueno...

DOÑA MARÍA LUISA: Dejemos eso.

DON LUIS: Dejado.

DOÑA MARÍA LUISA: Si usted cambia algo del vino que esté dispuesto a no beberse, por garbanzos19 o bacalao

o chocolate de ése que han mandado de Suiza, acuérdese de mi hija, de Maluli... esa niña delgadita que está

hablando de sus cosas con su hijo, y yo le prometo que dentro de poco..., de muy poco..., sabré

agradecérselo20.

DON LUIS: Ya, ya entiendo.

DOÑA MARÍA LUISA: ¿Y qué me contesta?

DON LUIS: Nada. De momento, nada... Pero le digo una cosa: preferiría poder ayudarla ahora, y que usted no

pudiera recompensarme después […].

(Una tremenda explosión cercanísima. Seguida de otra inmediata. Todos se sobresaltan. Se levantan de

golpe los que estaban sentados. Dos explosiones más. Parece que la casa se tambalea.)

DOÑA ANTONIA: ¡Es contra esta calle, contra esta calle!

DON AMBROSIO: ¿Están ahí los picos y las palas21?

DOÑA MARÍA LUISA: Sí, están donde siempre.

VECINA: Pero si nos cae la casa encima, de poco van a servir.

VECINO: Calla, mujer.

(DOÑA MARÍA LUISA se ha arrodillado22. Ha sacado un rosario23 y comienza a rezarlo24. Los demás le

contestan. La mayoría reza, pero algunos, no. Los que no rezan son: DON LUIS, DON SIMÓN, DON AMBROSIO,

MANOLITA y LUIS. DOÑA DOLORES, que se ha arrodillado, da un discreto codazo a DON LUIS, pero éste se

hace el desentendido. MALULI, una vez de rodillas, lanza una larga mirada, mientras reza, a LUIS. LUIS tarda

algo en arrodillarse junto a ella y sumarse al rezo.)

Comprensión y producción escritas

9. Apunta y comenta los elementos que nos permiten hacernos una idea sobre la vida cotidiana durante la

guerra (no olvides las acotaciones escénicas).

10. Apunta los elementos que permiten identificar los dos bandos que participaron en la guerra (¿podemos

saber a qué bando pertenecen algunos personajes? ¿Qué detalles o afirmaciones de los personajes nos

ayudan a comprender la ideología?)

11. ¿Está presente el miedo en esta escena? Justifica tu respuesta con elementos del texto.

17 El bacalao: la morue 18 Un almacén de abastos: un magasin d’approvisionnement 19 Garbanzos : pois chiches 20 Agradecérselo: vous remercier pour ce que vous aurez fait 21 Los picos y las palas: les pioches et les pelles 22 Arrodillarse : s’agenouiller 23 Un rosario: un chapelet (collier avec des perles et une croix qui sert à prier) 24 Rezar: prier

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4ª etapa – Mirar al pasado

12. Lee estas planchas del cómic Jamás tendré 20 años de Jaime Martín y después de haber identificado a los

personajes y resumido la situación, explica la reacción de los abuelos.

13. Comenta el uso que hace el autor del color y de los diferentes tipos de planos, especialmente en el

desenlace del episodio (ver anexo III).

LOS ABUELOS SON UN ROLLO

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http://www.normaeditorial.com/ficha/9788467924701/jamas-tendre-20-anos/

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Ciudad cero

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Una revolución.

Luego una guerra.

En aquellos dos años -que eran

la quinta parte de toda mi vida-,

yo había experimentado sensaciones distintas.

Imaginé más tarde

lo que es la lucha en calidad de hombre.

Pero como tal niño,

la guerra, para mí, era tan sólo:

suspensión de las clases escolares,

Isabelita en bragas25 en el sótano,

cementerios de coches, pisos

abandonados, hambre indefinible,

sangre descubierta

en la tierra o las losas de la calle,

un terror que duraba

lo que el frágil rumor de los cristales

después de la explosión,

y el casi incomprensible

dolor de los adultos,

sus lágrimas, su miedo,

su ira sofocada,

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que, por algún resquicio26,

entraban en mi alma

para desvanecerse luego, pronto,

ante uno de los muchos

prodigios cotidianos: el hallazgo27

de una bala aún caliente

el incendio

de un edificio próximo,

los restos de un saqueo28

-papeles y retratos

en medio de la calle...

Todo pasó,

todo es borroso29 ahora, todo

menos eso que apenas percibía

en aquel tiempo

y que, años más tarde,

resurgió en mi interior, ya para siempre:

este miedo difuso,

esta ira repentina30,

estas imprevisibles

y verdaderas ganas de llorar.

Ángel González, Tratado de urbanismo, 1967

Comentario

14. ¿Por qué es poético este poema sin rimas y sin reglas métricas aparentes?

15. Lee con mucha atención los cuatro últimos versos del poema y explica con ellos la evolución de los

sentimientos del poeta.

16. Explica las diferencias entre este poema y el de Goytisolo que estudiamos al principio.

25 En bragas: en petite culotte 26 Un resquicio: une fente 27 El hallazgo: la trouvaille 28 Saqueo: pillage, mise à sac 29 Borroso: flou 30 Repentino/a: soudain(e)

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UNA GENERACIÓN PRIVILEGIADA

Matías, el hermano menor del narrador, Rubén Bertomeu, acaba de morir en un hospital.

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No puede decirse que la vida no ha sido generosa con Matías, aunque no le haya concedido

un ciclo demasiado largo. Morir a los sesenta y pocos años. Haber vivido sesenta y tantos años.

Tampoco está tan mal, teniendo en cuenta que la Europa del siglo XX ha conocido dos guerras

continentales y otras cuantas de ámbito nacional, en las que perdieron la vida cincuenta o sesenta

millones de seres humanos, víctimas de la metralla, las torturas o los virus que la guerra lanza en

desbandada. Sesenta años resulta una edad bastante aceptable para morir, incluso si has sido un

hombre del siglo XX. A mi generación le ha tocado en suerte ser la primera que no ha participado en

una guerra en todos los milenios documentados por la historia de España. A mí me rozó31 la guerra,

me pasó de refilón32. Mi padre me contó cómo estallaban las bombas sobre los almacenes del

puerto de Misent durante la guerra civil: Yo no paraba de hablarte, me contó mi padre, más que

quitarte a ti el miedo, lo que hacía, hablando sin parar, era quitarme el miedo que sentía yo. Pegabas

la cara contra mi pecho33 y cerrabas los ojos. Yo no me acuerdo de nada de eso. Sólo de lo que él me

contó. Carreras34, estruendo35, fogonazos36: todo olvidado. De tener la cara pegada a la camisa

blanca de mi padre, de eso me acuerdo. Es uno de mis recuerdos de infancia. La camisa blanca, el

olor de agua de colonia. Curiosamente, el pecho de mi madre no recuerdo haberlo notado nunca

cerca. Paradojas. En las biografías de la gente, en las novelas, uno lee que el pecho que te recoge es

el materno, que te acompaña el calor del regazo37 materno, la tibieza del seno materno; la literatura

está llena de historias de madres sufridas, de padres autoritarios, y de nostalgias del calor del regazo

materno. Justo lo contrario de lo que, si miro atrás, puedo yo recordar. Matías no vivió nada de todo

eso: las carreras, las explosiones, mi madre haciendo correr las cuentas del rosario entre los dedos

sin dejar de bisbisear38, metidos todos con los criados y los peones39 en el sótano de la casa del

Pinar. Nació media docena de años después de que se acabaran los bombardeos y ha muerto sin

haber tenido la experiencia de la guerra en directo. Sólo la ha visto en el cine, en las páginas de los

periódicos, en la televisión. Él, que tanto había estudiado todas las guerras mundiales en los libros de

31 Rozar: frôler 32 De refilón: de biais 33 El pecho: la poitrine 34 Carreras: les gens qui courraient dans tous les sens 35 El estruendo: le vacarme 36 Los fogonazos: les décharges 37 El regazo: le giron 38 Bisbisear: murmurer 39 Peón: ouvrier

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historia, que tanto había hablado de lucha armada y de revolución, que, según me confesó pasado el

tiempo, hasta había guardado un par de pistolas y material para fabricar explosivos en casa durante

el franquismo, dispuesto a reemprender la lucha armada, ha muerto sin haber sufrido la guerra. No

está mal. Beatus ille40. Una generación privilegiada. Hemos vivido una etapa inigualable de progreso,

y, sin embargo, con demasiada frecuencia no sabemos qué hacer con lo que nos brinda. Si no hemos

sido más felices, seguramente se debe a que el ser humano no da mucho más de sí.

Rafael Chirbes, Crematorio, 2007

Comprensión y producción escritas

17. ¿Qué campo léxico destaca en este fragmento? Comenta los elementos seleccionados.

18. El narrador utiliza la palabra “paradoja” en plural. Justifica por qué lo hace.

19. ¿Qué comprendemos sobre la relación entre los diferentes personajes?

20. A la luz de todo el fragmento, explica la expresión “una generación privilegiada”.

21. Diferentes contrastes permiten al narrador construir su monólogo interior. Explicítalos.

40 Beatus ille: locution latine, est hereux celui qui…

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Última etapa

Para saber más sobre la Segunda República y la guerra civil española consulta

estos libros en el CDI y visita en casa estas páginas web:

La guerra civil contada a

los jóvenes. La guerra civil española Jamás tendré veinte años. Los surcos del azar.

La Segunda República: https://lc.cx/iHhc La guerra civil: https://lc.cx/iHhc

Conéctate a Learningapps para comprobar lo que has aprendido:

https://learningapps.org/

Repaso gramatical

Pretérito perfecto o indefinido https://goo.gl/716KBT

Imperfecto o indefinido https://goo.gl/JXAAzT

La correlación de tiempos https://goo.gl/J4RUPt

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Proyecto final

Fecha de entrega el:…………………………………………………………………………………………

Has obtenido tu doble titulación franco-española y estás de Erasmus en Madrid. Tus

antiguos profesores de español, don Martial y don Ángel acompañan a un grupo de

alumnos de 4º a un viaje de estudios, y en el programa hay una visita al Museo Reina Sofía.

Durante esta visita serás el encargado de comentar el cuadro de Horacio Ferrer. Prepara –

integrando los elementos vistos en las clases de Historia y de Literatura– una ficha para explicar a los alumnos el

cuadro y el contexto histórico en que fue pintado.

Naturalmente, tienes mucho material a tu disposición pero debes evitar el “corta y pega”.

Envíala de preferencia por e-mail (archivo adjunto obligatorio en .doc, .docx o .odt) a don Ángel (él hará la primera

corrección) a esta dirección: [email protected]

Por supuesto debes escribir un e-mail cortés, verosímil (pidiendo precisiones sobre las fechas del viaje, contando

alguna anécdota de la vida en Madrid…). El e-mail forma parte del trabajo y de la evaluación.

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BARÈME DE NOTATION

1. L’élève tient compte des éléments de la consigne :

2. Correction de la langue :

Totalement 2 Gamme suffisamment large de mots et bon

contrôle des structures. 5

Partiellement 1 Très compréhensible. Lexique suffisant. Maîtrise

des structures simples. 4

Pas du tout 0 Immédiatement compréhensible malgré quelques

erreurs. 3

Globalement compréhensible. Lexique pauvre,

incorrections, répétitions. 2

Difficilement compréhensible. Lexique pauvre et

erreurs nombreuses. 1

3. L’élève s’efforce de réemployer à bon escient des

éléments (références, citations, vocabulaire et structures)

vus en classe de Littérature sur cette même thématique :

4. L’élève s’efforce d’enrichir son argumentation avec des

références précises aux contenus étudiés en cours

d’Histoire:

Point de vue bien argumenté. Exemples précis.

Très bonne connaissance des documents étudiés. 5

L'élève est parvenu à resituer l’œuvre dans le

contexte historique large (guerre civile) et précis

de l'année 1937. / Les protagonistes de la Guerre

Civile sont bien identifiés et caractérisés. / Les

références précises aux intervenants extérieurs

ont permis d'exposer les grandes lignes de

l'internationalisation du conflit dans les deux

camps. / Le thème de la violence et de la

population civile ont été définis comme des

caractéristiques essentielles de la guerre moderne

au XXème siècle.

8 Point de vue clair et argumenté. Bonne

connaissance des documents. 4

Point de vue perceptible. Connaissance correcte

des documents. 3

L'élève est parvenu à préciser le contexte

historique et a identifié les deux camps de la

Guerre Civile. Il est capable de désigner les

acteurs extérieurs et a souligné l'importance de la

violence dans la guerre au XXème siècle.

6

Plan maladroit. Point de vue difficile à percevoir.

Quelques références aux documents. 2

Le contexte historique est évoqué et l'élève a

compris quelles sont les forces politiques en

présence. L'internationalisation du conflit n'est

pas bien soulignée et le thème de la violence est

simplement évoqué.

4

Production non construite. Absence de références

aux documents. 1

L'élève s'est contenté de mentionner la guerre

civile et a simplement évoqué les deux camps. Il

n'a fait aucune référence aux forces extérieures ni

à la violence du conflit.

2

5. L’élève s’efforce de bien présenter la copie (respect des marges des deux côtés, espacement entre les lignes,

écriture soignée… / paragraphes justifiés, insertion des caractères spéciaux…):

2

Total Histoire (critères 1 et 4) : /10

Total Littérature (critères 1, 2, 3, et 5): /14

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Anexo I

“Los libros se hablan entre sí” (Umberto Eco)

Miré los muros de la patria mía Francisco de Quevedo (1580-1645)

Miré los muros de la patria mía,

si un tiempo fuertes, ya desmoronados,

de la carrera de la edad cansados,

por quien caduca ya su valentía.

Salime al campo: vi que el sol bebía

los arroyos del hielo desatados,

y del monte quejosos los ganados

que con sombras hurtó su luz al día.

Entré en mi casa: vi que amancillada

de anciana habitación era despojos,

mi báculo más corvo y menos fuerte.

Vencida de la edad sentí mi espada,

y no hallé cosa en que poner los ojos

que no fuese recuerdo de la muerte.

Anexo II

José Agustín Goytisolo Gay (Barcelona, 13 de abril de 1928 - Barcelona, 19 de marzo de 1999) fue un

escritor español.

Hermano mayor de los también escritores Juan Goytisolo (n. 1931) y Luis Goytisolo (n. 1935), perteneció a la

llamada Generación de los 50 junto a escritores como Ángel González, José Manuel Caballero Bonald, José

Ángel Valente, Jaime Gil de Biedma, Alfonso Costafreda o Carlos Barral ente otros, que tienen en común el

compromiso moral o político y una renovada atención al lenguaje y la lírica.

Biografía

Nacido en Barcelona el 13 de abril de 1928 de familia burguesa, empezó Derecho en la Universidad de

Barcelona, y terminó sus estudios en la de Madrid.

Su familia se vio brutalmente sacudida por la muerte de su madre Julia Gay víctima de un bombardeo aéreo del

bando franquista sobre la ciudad de Barcelona en 1938. El hecho dramático afectó a todos los hijos, pero

especialmente a José Agustín, que puso a su hija el nombre de la madre perdida, y que en «Palabras para

Julia», uno de sus más célebres poemas (musicado y cantado por Paco Ibáñez, Rosa León y Los Suaves, entre

muchos otros) une voluntariamente, en amor y deseo, a las dos mujeres. En 1993, en el tomo Elegías a Julia

Gay reunió todos los poemas de tema materno, principal en su primer libro, El retorno (1955) y en otro, muy

posterior, en que pretendía cerrar esa vieja y fecunda herida, Final de un adiós (1984).

https://es.wikipedia.org/wiki/Jos%C3%A9_Agust%C3%ADn_Goytisolo

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Anexo III

En este blog tienes unas explicaciones muy interesantes sobre el significado de los planos:

http://www.blogdelfotografo.com/tipos-de-planos-en-fotografia/

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Anexo IV

Las camisas blancas

En siglos pasados…

FFrancisco de Goya, El 3 de mayo en Madrid o ''Los fusilamientos'', 1814.

Óleo sobre lienzo, 268 x 347 cm.

Hoy

La camisa blanca

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He recibido carta de una lectora que comenta un artículo aparecido en esta página sobre

cadáveres de la guerra civil enterrados o por desenterrar, lamentando que no mostrara yo excesivo

entusiasmo por el asunto del pico y la pala. El contenido de la carta es inobjetable, como toda opinión

personal que no busca discutir, sino expresar un punto de vista. Comprendo perfectamente, y siempre

lo comprendí, que una familia con ese dolor en la memoria desee rescatar los restos de su gente

querida y honrarlos como se merecen. Lo que ya no me gusta, y así lo expresaba en el artículo, es la

desvergüenza de quienes utilizan el dolor ajeno para montarse chiringuitos propios, o para contar, a

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estas alturas de la vida, milongas que, aparte de ser una manipulación y un cuento chino, ofenden la

memoria y la inteligencia. Envenenando, además, a la gente de buena fe. Prueba de ello es una línea

de la carta que comento: «Parece que para usted todos los muertos de esa guerra sean iguales».

Así que hoy, al hilo del asunto, voy a contar una historia real. Cortita. Lo bueno de haber

nacido doce años después de la Guerra Civil es que las cosas las oí todavía frescas, de primera mano.

Y además, en boca de gente lúcida, ecuánime. Después, por oficio, me tocó ver otras guerras que ya

no me contó nadie. Con el ser humano en todo su esplendor, y la consecuente abundancia de fosas

comunes, de fosas individuales y de toda clase de fosas. Esto, aunque no lo doctore a uno en la

materia, da cierta idea del asunto. Permite llegar a mi edad con las vacunas históricas suficientes para

que ni charlatanes analfabetos, ni oportunistas, ni cantamañanas, vengan a contarme guerras civiles o

guerras de las galaxias como burdas historietas de buenos y malos. A estas alturas.

La señora que me refirió la historia tiene hoy 84 años. Cumplía doce el día que acompañó a su

madre al ayuntamiento de la ciudad en donde vivía: una ciudad en guerra, con bombardeos nocturnos,

miedo, hambre y colas de racionamiento. Como casi toda España, por esas fechas. Era el año 37, y el

edificio estaba lleno de hombres con fusiles y correajes que entraban y salían, o estaban parados en

grupos, liando tabaco y fumando. A la niña todo aquello le pareció extraño y confuso. La madre tenía

que hacer un trámite burocrático y la dejó sola, sentada en un banco del primer piso, en el rellano de la

escalera. Estando allí, la niña vio subir a cuatro hombres. Tres llevaban brazaletes de tela con siglas,

cartucheras y largos mosquetones, uno de ellos con la bayoneta puesta. A la niña la impresionó el

brillo del acero junto a la barandilla, la hoja larga y afilada en la boca del fusil, que se movía escalera

arriba. Después miró al cuarto hombre, y se impresionó todavía más.

Era joven, recuerda. Como de veinte años, alto y moreno. De ojos oscuros, grandes. Muy

guapo, asegura. Guapísimo. Vestía camisa blanca, pantalón holgado y alpargatas, y llevaba las manos

atadas a la espalda. Cuando subió unos peldaños más, seguido por los hombres de los fusiles, la niña

advirtió que tenía una herida a un lado de la frente, en la sien: la huella de un golpe que le manchaba

esa parte de la cara, hasta el pómulo y la barbilla, con una costra de sangre rojiza y seca, casi parda.

Había más gotitas de ésas, comprobó mientras el chico se acercaba, también en el hombro y la manga

de la camisa. Una camisa muy limpia, pese a la sangre. Como recién planchada por una madre.

La sangre asustó a la niña. La sangre y aquellos tres hombres con fusiles que llevaban al joven

maniatado, escaleras arriba. Éste debió de ver el susto en la cara de la pequeña, pues al llegar a su

altura, sin detenerse, sonrió para tranquilizarla. La niña –la señora que setenta y dos años después

recuerda aquella escena como si hubiera ocurrido ayer– asegura que ésa fue la primera vez, en su vida,

que fue consciente de la sonrisa seria, masculina, de un hombre con hechuras de hombre. Sólo duró un

instante. El joven siguió adelante, rodeado por sus guardianes, y lo último que vio de él fueron las

manchas de sangre en la camisa blanca y las manos atadas a la espalda. Y al día siguiente, mientras su

madre charlaba con una vecina, la oyó decir: «Ayer mataron al hijo de la florista». Al cabo de unos

días, la niña pasó por delante de la tienda de flores y se asomó un momento a mirar. Dentro había una

mujer mayor vestida de negro, arreglando unas guirnaldas. Y la niña pensó que esas manos habían

planchado la camisa blanca que ella había visto pasar desde su banco en el rellano de la escalera.

La niña, la señora de 84 años que nunca olvidó aquella historia, no sabe, o no quiere saber, si

al joven de la sonrisa lo desenterraron en el año 40 o lo han desenterrado ahora. Le da igual, porque

no encuentra la diferencia. Como dice, inclinando su hermosa cabeza –tiene un bonito cabello gris y

los ojos dulces–, todos eran el mismo joven. El que sonrió en la escalera. A todos les habían

planchado en casa una camisa blanca.

Arturo Pérez Reverte, XL Semanal Número: 1141 - Del 6 al 12 de septiembre de 2009