los curas __comunistas__ - jose luis martin vigil

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  • El escritor y sacerdotelanza una miradacomprensiva a esos curasjvenes y valientes, quehan cambiado laconfortabilidad de laparroquia por la dureza dela fbrica o la intemperiede la obra. Los curasobreros, comprometidossocialmente sin renunciar

  • a su compromiso con Dios.

  • Jos Luis MartnVigil

    Los curas

  • comunistas

    ePub r1.0Hoshiko03.12.13

  • Ttulooriginal:LoscurascomunistasJosLuisMartnVigil,1965

    Editordigital:HoshikoePubbaser1.0

  • Nodeseo,pues,ignoranciaoestrechez

    deespritu,sinosobriedadyconciencia

    deloslmites,

    magnanimidad,flexibilidady

    aperturadeespritu;aperturaparaseguir

    nuevoscaminos,locul,ciertamente,no

  • puedehacersesincorrerunriesgo.

    CARDENALLERCARO

    Lamaneraseguradeperderunaguerra

    esdejarlainiciativaalenemigo.Ylamanera

  • msseguradenocargarconunainiciativa

    equivocadaesnotomarningunayenjuiciar

    desderetaguardialasqueelotro

    tomaenelfrente.

    CARDENALSUHARD

  • Peroaqunoestscompletamentesoloy

    vanaespiarteinnumerablesojos.Ten

    muchocuidado,noseas

    ingenuo.Quienhaceelngelhacelabestia.

    Ydesconfa,porqueatravsdenosotros,los

    sacerdotesestnjuzgandoaDios.

  • MICHELdeSAINTPIERRE

    (porbocadesupersonajeel

    padreBarr).

    Migratitudalossacerdotesquehan

    hecho

  • posibleestelibro,albrindarmelomejordesuexperiencialaboral,ycuyos

    nombresomitoapeticinpropia,

    porrazonescomprensibles.

    Ellossabenquenomiento.

    JOSLUISMARTNVIGIL

  • 1Un obispo septuagenario noes un obispo del todo viejo,aunque, al sonrer, se leformen tantas arrugas en lacara, que hagan olvidar elextrao brillo de sus ojos.Pero considerado a travs delamirada de un hombre queno ha cumplido todava loscuarenta,nosermsqueun

  • anciano, dgase lo que sediga.

    Monseor Ponte Carrero,titular de la dicesis, habahechoveniralpadreQuintas,por quien senta unaindudable predileccin, casisiempre disimulada concuidado. Treinta aos degobiernoepiscopalnohabansidobastantesparaolvidarlaanimosa ilusin de los

  • primeros tiempos, ymonseor encontraba uncurioso parecido entre aquelimpulsivo y nada pacatosacerdote y el recuerdo untanto idealizadodesmismoqueconservabaconnostalgiaensuinterior,apesardequeelmodo de vida del hombreque tena frente a s, nicontaba con su totalaprobacin, ni se pareca en

  • nada a lo que l habapracticado en sus primerosaos.

    Sabes que me esperanenRomayquedurantemesesestarfueradeladicesis

    Esonocambianada.Francisco Quintas se

    haba acostumbrado a mirarde frente, pero estacostumbre no molestaba amonseor, sino todo lo

  • contrario.Claro que lo cambia.

    Quiero dejar zanjado tuasunto.

    Pero no puede ahora,precisamente ahora,arrancarme del tajo. Es unmomento crucial. Sesentiran traicionados. Siusted perdn, sivuecencia

    Elobispointerrumpi.

  • S que no erespartidario de lostratamientos, as queomtelos.

    Gracias,esmuycierto.Viniendo de donde vengo,esajergasuenaporlomenosa falso. Se concibe eltratamientosisepiensaqueaJess le tuteaban como alhijo del carpintero? Creeusted que un pen de la

  • rasqueta puede concebir quehayunpadredentrode tantopalacio y detrs de tantaexcelencia?

    Franciscoseexaltabaconfacilidad.

    Calma, jovencito,calma! dijo el preladoagitandolamano.

    No tan joven, seorobispo.

    Vamos, qu tienes?,

  • treintaycinco?Treintayseis.Ya ves, yo tengo

    exactamente cuarenta msquet.

    Yesoquprueba?Monseorsonri.Nada, excepto que soy

    muyviejo.Perdn, yo no quera

    decireso.Por qu te excusas?

  • Nuncahayquetenermiedoala verdad. Si algo me gustaen ti es que te veo tan lejosde la adulacin como delorgullo.

    LoqueyodigoDeja, deja que diga yo

    primero.Desdeluego.Monseor Ponte Carrero

    era medio santo, lo quequieredecirquesusvirtudes,

  • sibiennohabanacabadodeltodo con sus defectos,brillaban a una altura pococorrienteentreloshombres.

    Cuntohacequeestsenlafbrica?

    Cerca de un ao,exactamente nueve meses ymedio.

    Ensamelasmanos.Las manos de Francisco

    Quintas se haban

  • ensanchado y, aunquelimpias, aparecan toscas yllenas de seales y demagulladuras ms o menosrecientes.

    Tienes manos deobrero.

    Semiraronalosojos.Seor obispo, es que

    hay mejores manos para unsacerdote?

    No desviemos la

  • cuestinrepusoste.Comoustedquiera.Va a hacer el ao que

    llevasenlafbrica,quevivesentreellosYqu?

    Cmoyqu?S.Tedascuentadelo

    que es el ao de unsacerdote?, la cantidad deaccin sacerdotal, deadministracin desacramentos, de predicacin,

  • quecabeenunao?S,peroQu has hecho t?

    Qu frutos puedespresentar?Di

    Monseor Ponte Carrerose haba puesto serio y susojos se afinaban al mirar;pero Francisco no baj lossuyos.

    Est Tonchu, estPili

  • S, eso ya me los hascontado. Un chiquillo y unamuchacha, la Canela, no esas como la llaman? hizouna pausa y luego sentenci:Nobasta.

    He trabajado con mismanos;he sidounodeellos;he dado testimonio losojos del sacerdote brillabancomo carbones; me hehechopobreconellos;nohe

  • tenido pelos en la lengua.Hoysabenquesoysuyo

    Monseor interrumpireclamando silencio con lamano.

    Calma,muchachoenel fondo y como a travs demuchascapas,sereconocaas mismo. Crees que nome doy cuenta? Perohablame de frutos, de algoconcreto.

  • Si la semilla nomuere cit Francisco, y yo todava estoy vivo,muyvivo.

    Es preciso que teaplaste una viga para queveamosalgo?

    El obispo le azuzabaintencionadamente.

    Quiz contest lcon momentneoresentimiento.

  • Qu pretendes de menrealidad?

    Ms tiempo. Tiempo,esoesloesencial.

    Comocunto?Por qu poner

    medida? Cunto tiempohacequeelproletariadosehaseparado virtualmente de laIglesia? Cincuenta aos?Un siglo? Y contamoslosmeses de un cura en una

  • fbrica esperando milagros?Si saben que estoy con ellosslo temporalmente, paravolver a ser de nuevo elseor cura, mi testimoniohabr sido en vano y misudorenbalde.

    Monseor alz las cejascmicamente.

    Pretendes que mandemiscurasalasfbricas?

    No soy quin para

  • gobernar a los dems.Solicito p ttulo personal lacontinuacin de unaexperiencia. Siento unasalmas ami cargo, las de lostalleres, lasdelbarrio.Ustedme envi all; cierto que apeticin ma; pero usted losancion al aceptar misugerencia. No tengo otramanera de hacerles bien quepermaneciendo donde estoy,

  • ni otra posibilidad deatraerlesquemantenindomeensusfilas.Simevoyahora,todoelsudordeunaohabrsidoenvano.Lafbricaesuncampode batalla ideolgico.Puede que yo est slotodava prcticamente; peroestoy.Yconmigo,quiraseono,estlaIglesia.

    Y yo pregunto,dignamenterepresentada?

  • Los ojos de FranciscoQuintas expresaron dolor,peronosebajaron;suvozsesuavizalcontestar.

    Desde luego que no;peromejor,entodocaso,quesimepresentoaellosvestidode sotana, dispuesto amisionar, en horas otorgadasporlabondadosadireccin.

    Erescustico.Soyrealista.

  • El prelado juguete conla plegadera de plata quetena sobre la mesa. Luego,sin levantar la vista,pregunt:

    Ytqu?Yo?S. Qu hay de tu

    alma? No me digas que elambiente del barrio y de lafbrica se parece en nada aldeunconventodecarmelitas.

  • Bueno, no es peor queel de las calles cntricas denuestras parroquiaselegantes.Aqu la gente estms pulida, huele mejor porsupuesto;peroel animalquehay debajo de unas pielescaras,odeuntrajeingls,esel mismo, crame. Slo queaqu el refinamiento encubreel mal y lo hace hipcrita.Aquello esms spero, pero

  • por ms elemental, pormenos sofisticada, hacemenosdao.Porlodemsleaseguroquenohaynadaallquenohayaaqu.

    No tienes pelos en lalengua.

    Yaselodije.Peronohascontestado

    amipregunta.Qupregunta?Tu alma, qu hay de

  • ella?ConfoenDios.Naturalmente. Y qu

    ms?Se miraron en silencio

    unosinstantes.Nada ms. S que

    juzganaDiosatravsma.No te parece

    impertinente?Sin duda, pero es

    cierto.Yesomesalvadonde

  • cualquierotrorecursopodrafallarme. S que soy comouna isla entre ellos. S quetodosmemiran. Para dar unmalpasoprimerotendraqueirmedeall.

    Y la gracia? Creesque puedes algo sin lagracia?

    Vivoenella.Lo supongo, pero la

    vidaespiritual,tuoracin

  • Francisco contempl laspalmasdesusmanos.

    Misochohorasdetajo,sin contar cuando tengo quemeter extraordinarias, qucreequeson?Qusentidotienen estas manosconsagradas empuando unapala, un escoplo, hasta unaescoba,sinoestodoellounaoblacin, una oracinpermanente, el alma, por

  • decirlo as, de un testimoniopleno? No, no se preocupe,seor obispo. Sin oracin yopodra predicar, escribir,ensearcatecismo,geografa,matemticas; pero noresistira ms de un mes deobrero voluntario, de obrerosolo,deobreroclibe.

    Monseor contempl conatencinalpadreQuintas.

    Ququieresdecircon

  • esareferencia?Que el celibato es

    mucho ms difcil en lafbricaqueenlasacrista.

    Razndems.Vivamente:No! Nunca fue la

    menor dificultad un criterioselectivoparaelministerio.

    El obispo volvi aquedarsepensativo.

    Te tengo sobre mi

  • concienciadijoalfin.Locomprendo.Quhacemos,pues?Su mirada se enderez

    hacia el crucifijo queocupaba una esquina de lamesa.

    Obedecer.Nuncalopuseenduda,

    pero me agrada muchoortelodecir.

    Ustedtienelapalabra.

  • Monseor busc los ojosdel padre Quintas. En surostroseacuslafatiga.

    Ynosabesloduroquees tenerla. Es peor quetrabajar de pen, te loaseguro. Al lado de esto,obedecer es sencillo. Tedevuelvo a la fbrica? Tesaco de la fbrica?Yesasalmas, qu? Tus mismossentimientos, los conozco

  • puedo pisotearlos? Nocomprendo a esas personasque mandan y ordenan conuna frialdad administrativa.Ammesobrecogedisponerdeunhombrehastatalpunto.Yaves,soyunobispoviejoynohepodidoacostumbrarme.S, la gracia de estado; peroes muda, hijo, y no soy tanpetulante que me creaasistido hasta el punto

  • extremo de librarme de laplenaresponsabilidaddemisdecisiones.Ycuantomsveoa un hombre dispuesto aobedecer,mstiembloenmiinterior,creme

    Monseor abri susbrazos con un gesto quepeda disculpas por eldesahogo. Francisco estabaconturbado ante aquellaconfidencia;noobstantedijo:

  • Me permite unapalabratodava?

    Cmono?Puesto que voy a

    obedecer de cualquier mododijo con voz firmequieroinsistir.

    Habla.Permtameseguirenla

    fbrica. Deme tiempo. Nosta o aquella cantidad detiempo.Nobasta.Setratade

  • ser de ellos, no deestar conellos. Son cosas muydistintas.Sisoyunobrerodequita y pon, un obrero quepuede dejarlo en cualquiermomento, me falta la msesencial entraa delproletario. Ser falso a susojos.

    Olvidas que eressacerdoteantesquenada?

    No, no lo olvido, sino

  • todo lo contrario. Es porquesoy sacerdote por lo quequieroserobrero.Y,adems,no vemos todos los dasmiles de sacerdotesentregados de por vida a laenseanza,alainvestigacin,a la simple administracincurialyoficinesca?Yquinse rasga las vestiduras? Porqu hay que alarmarse tantode que un sacerdote se haga

  • obrero? Por qu?Importa ms de verdadencerrarseaconvivircon loshijos de los ricos, en unhermoso colegio, paraensearles logaritmos, quealistarse con los pobres enuna sucia fbrica, paracompartir con ellos el panamargodelosasalariados?Quin entiende esto? Loentiende usted, seor

  • obispo?, entiende a loscristianos que hacen posibleesta mentalidad? Yo no, loconfieso.Yo no lo entiendo.Estoy dispuesto a obedecer,se lo he dicho; pero tengoqueaadirqueyanomecreocapaz de volver a ser elseor cura en que meconvirtieron al salir delseminario.

    Monseorguardsilencio

  • unosinstantes.Est bien dijo.

    VasaseguirFrancisco sepusoenpie.

    No poda disimular el gozo.El obispo le contuvo con ungesto.

    Sintateyescucha.S,seor.Losdomingostequiero

    enlaparroquiaAFrancisconolegustaba

  • la perspectiva, pero asinticon fuerza; se haba salvadoloesencialasujuicio.

    Tendrsunahabitacinenlacasarectoralsiguielpreladoydormirsall lossbados al menos. Pondr alprrocoenantecedentes.

    S,seor.Ah,yestono lo tomes

    como definitivo ni muchomenos. Estamos probando.

  • Es una prrroga lo que teotorgo,comprendido?

    Desdeluego.Monseor Ponte Carrero

    sonriabiertamente.Te encuentro un poco

    demagogo.Francisco sacudi la

    cabeza. La tensin habacedido.

    Cuidado, seor obispo.Desde ciertas posiciones

  • conservadoras se acostumbrallamardemagogiaaldecirlascosasclaras.

    Elpreladoalzlascejas.De modo que para ti

    soyeso,unconservador.Depende de cmo se

    mire repuso Franciscosonriendo.Serconservadorno es tan malo si lo que seintenta conservar vale lapena.

  • Yconservarteatienlafbrica

    Es formidable, es lamssabiapoltica.

    Rieronlosdos.Hablas como un

    chiquillo.Es que es usted el

    obispo ms joven que heconocidoenmivida.

    Porquetedoygusto?Porque desde su

  • ancianidadnohaolvidadosujuventud.

    Monseor Ponte Carrerose pasm de la penetracindel padre Quintas. Era eso,ms que nada, el verse a smismo en aquel joven cura,lo que le haba llevado aotorgarle un margen mayordeconfianza.

    Pues ndate con ojo,porque los jvenes somos

  • impetuosose inestables,y lomismo puedes hacer unatontera t, que cambiar deideayo,comprendes?

    Natural.Mealegro.Si no le escribo a

    Romaesquetodovabien.Monseorselevant.Una

    expresin de gravedad gansu rostro. Mir fijamente aFrancisco y ste, como

  • sugestionado,hinclarodillaen tierra. El obispo, tras unsilencio, pos sus dedossobrelacabezadelsacerdote.

    Que Dios te bendiga,hijo.

    Assea,padre.Monseor no estaba

    acostumbrado a orse llamarpadre y el tono con que fuedicha la palabra le lleg alalma.

  • All donde ests, miesprituestarcontigo.

    Los.Veteenpaz.FranciscoQuintasbesel

    anilloynotlapresindelosdedos del anciano. Unaextraa emocin le habainvadido. Era la primera vezquesentaaCristoencarnadojuntoas.

  • 2El sol de mediodareverberaba en la plaza y, alcruzar el portn, hera losojos como un cuchilloblanco. No se apercibasombraalguna.

    Paco!Estaba all, al otro lado,

    doblada una rodilla, laalpargata contra la pared.Le

  • haca seas con la mano. ElpadreQuintascruzhacial.

    Hola,Tonchu.Los ojos del chico

    rebosabandedesconfianza.Qu? pregunt sin

    moverse.Mequedo.Parecanocreerlo.Connosotros?Esomismo.Le tom lamanocon las

  • suyas.Loconseguiste!Vamos andando. Te

    contar.El amplio mono que

    vesta Tonchu no bastabapara disimular su extremadelgadez. Tena la cara fina,no tanto por los rasgos,cuanto por la tirantez de lapiel sobre los huesos. Enaquelrostro,casigeomtrica,

  • la expresin estaba en losojos y, en ocasiones, en lamovibleboca,enlatremendaplasticidaddeaquelloslabioscapaces de una mudaelocuencia.

    Eresfenmeno!Nodigastonteras.Tonchuvenaasercasiel

    nico triunfo del padreQuintas. Un triunfo relativo,desde luego, ya que la suya

  • eraunaadhesinmuchomsasupersonaqueasus ideas.Llevaba una cruz al cuello yle ayudaba a misa, peroFrancisco no se engaaba alrespecto.

    Uf! Ah dentro no serespira,mefiguro.

    Porqudiceseso?No hacen ms que

    entrar curas! En mi vidahaba visto ms en menos

  • tiempo!Eslacuria.Yesoques?Las oficinas del

    obispo.Las oficinas? Ah,

    entonces, iban a cobrartodossos?

    Francisco le dio uncarioso y nada comedidocoscorrn.

    Noentiendesnada!

  • Tonchu ibaacumplir losdieciocho, pero para saberlohabaqueconsultarsucarnetde identidad, porqueaparentar no aparentabamsde quince. Su cuerpo,desmedrado y estrecho,llevaba el sello de muchosaos de pasar hambre, yhaba que ser muy atentoobservador para alcanzar adescubrir en sus sacudidos

  • movimientos un poco de lagracia adolescente propia desuedad.

    Crequenosalasya.Qu cosas se te

    ocurren!Cualquiera os entiende

    aloscuras.ElpadreQuintaslebusc

    losojos.No me entiendes a

    m?

  • Tonchuremoloneconlacabeza.

    Adiarios,yalosabes;pero hoy, con esos traposnegros

    Eslaprimeravezquevesunasotana?

    Claroqueno;peroconellanoconvences.

    Tonchu, como cualquierespaol,estabaacostumbradoaversotanas,cmono.Pero

  • a Francisco lo vea asvestidoporprimeravez.

    Bueno, cada cosa espara cada cosa. T no temetaseneso.

    No, si amLo digoporti.

    Vamos a casa; mecambio y tomamos algo enElAfricano.Lodehoyhayquecelebrarlo.

    Tepagoelautobs,que

  • deaqualbarrioesmslargoqueundasinpan.

    Esperaron haciendo colaenlaparadacorrespondiente.El vehculo municipal llegtraqueteante y lleno, comosiempreaaquellahora.

    Tonchu haba sido loprimero que llamara laatencindelpadreQuintasalentrar como pen en lafbrica un ao atrs. Fue la

  • conjuncin de su aspectodesvalidodechiquilloydesuasombrosa procacidad quetodos jaleaban en losmomentos en que undescanso, o la ausencia devigilancia, hacan posible laconversacin en grupo. Nopareca sino que aquelaprendiz habaexperimentado todo loexperimentable sin ninguna

  • excepcin. Lo cierto es que,con una falta absoluta delms elemental pudor,contaba y no paraba, con elconsabido regocijo de losadultos circunstantes. As, alaangustiapermanentedelosprimeros das, en aquelmediohostil,seunieldolorpor el alma de aquelmuchacho cuyos ojos nosonrean, a pesar de las

  • carcajadas.Francisco se haba

    presentadoenelbarriocomoun obrero ms. No obstante,al entrar por primera vez enla asea de ElAfricano, lavspera de empezar en lafbrica, algo impalpable lehaba hecho sentirse hastafsicamenteextraoenmediode aquellos hombres. Quizfuera que sus ropas, aunque

  • pobres, eran nuevas; lasmanos, sin duda, resultabanajenas a aquel ambiente; esposible que faltara dureza asus ojos, o que sus rasgos,aun siendo acusados,carecierandeunalgobroncoall habitual. Pero es muyciertoqueenseguidanotlahostilidad de los presentes,cifradaenlasmiradasfrasoen las espaldas vueltas de

  • manera ostensible. La tascadeElAfricanoeraunsitiomuy concreto donde nosolan presentarseadvenedizos. El padreQuintas, apoyado en unrincn, mientras apuraba eltinto que acababan deservirle en un vaso no muylimpio, comprendi queacababa de cruzar unafrontera, y que el mundo de

  • donde vena, a pesar de laproximidad, nada tena quever con el mundo en que sehallabayenquequeraecharraces. No hay que tenerlesmiedo pens, encualquier caso, no estnmslejos de Dios que lageneralidaddelosotros.Nosaban que era cura y lediscriminaban. Cmohacerlessentirqueeraunode

  • ellos,quevenaparaserlo,yestocontodasinceridadysinsegundas intencionestemporales?Porloprontoeraextranjero all. Haba quecontarconello.

    Aquella primera nochedurmi mal. No era lasoledad,nielfro,ni lafaltade las discretas y pequeascomodidadesalasqueestabaacostumbrado. Era la

  • angustia por lo que leesperaba al da siguiente.Daba vueltas en el camastroentre la ropa spera, en unduermevela agotador. Sinembargo, en las horas deplenalucidez,tenalacertezadehaberse acercado aCristomsquenunca.Porotrapartesabaqueeracasiunlujoall,contar con un par de piezaspara l solo. Las ventanas

  • daban a un patio, pero, porhallarse en uno de los pisosaltos de aquel bloquecolmena, tenan vista porencima de los prximostejados y, aunque no elpaisaje, permitan ver elcielo. Si no duermo llegara la fbrica agotado.Comprendi que lo tematodo.Tenamiedodelamalaacogida, de no estar a la

  • altura en el trabajo, de lareaccin de los vecinoscuando tuvieranconocimiento de sucondicindesacerdote,denosereficazyestarhaciendoderidculo quijote Meolvido de quin soy.Ya lohaba pensado en otrasocasiones.Elsacerdociosellaalhombre;peroelhombrenosiemprevivelaconcienciade

  • su consagracin. Me faltafe, se dijo; pero no hubieraestado all sin fe; eso eracierto. An no habaamanecido cuando selevant.

    PacoTonchu le sac de sus

    recuerdos tirndole de lamanga.Llegabanalaparada.Elrestodelcaminohabaquehacerloapie.

  • Estabasrezando?Los ojos del aprendiz, al

    preguntar, apuntaban unamaliciajuguetona.

    DerezarseraportirespondielpadreQuintas.

    Oye,oye,quenomehemuertotodava.

    Esquettecreesquesloserezaporlosmuertos?

    El piso de la calle, alllegar al suburbio, dejaba de

  • interesar al Ayuntamiento yapareca descarnado eirregular. Francisco andabaahora con firmeza y mirabade frente. Le vena elrecuerdo de la primeramadrugada en que habacruzadoaquelparajellenodeangustia, con la ansiedadroyndolepordentro,caminode la fbrica. El recelo alacercarse a las puertas

  • mezclado con aquelloshombres silenciosos. Laprimeraentrevista,cuandolehicieron pasar al despachodel jefe de personal. Bien,yasabeculessuobligacin,portarse bien y obedecer asus superiores. Presnteseahora al encargado en eltaller de calderera. Nadams.Aquelhombrenohabasospechado que se hallaba

  • ante un cura. El padreQuintas no pretenda ocultarsu condicin; pero tampocoquera anteponerla, lo quehubiera suavizado susprimerospasoscomoobrero.Estabadecididoarechazarelms leve privilegio. ElencargadosellamabaRufino.Era un hombre menudo,machacado por la vida, quedeba su relativa ascensin a

  • un alarde de dureza y a uncontinuo enfrentamiento conlos hombres de fila, siempreenfavordelosinteresesdeladireccin.Elprimercontactoyafuedesagradable.Lemirde arriba abajo comocalibrndolo:Quclasedebicho eres t? Franciscoguard silencio; pero notque renaca interiormente suentereza ante aquellamirada

  • acosadora. Rufino escupihacia un lado, seal unescobnqueyacaenelsueloy mascull entre dientes:Coge esto y empieza abarrer por all. El padreQuintas iba por el pasillo,entre las mquinas, bajo lamirada curiosa, hostil oindiferente del personal.SoysacerdotedeCristoynohay escoba que pueda

  • invalidar esta tremendarealidad. Cuando empez abarrer se haban acabado sustemores. Hubiera rehusadobarrer la casa de Nazaret?,se pregunt. No habadiferencia. Jess estaba bajocada uno de aquellos cascosde metal. La primerablasfemia explot en susodos antes de llegar a lamitad del pasadizo.

  • Instintivamente levant losojos. Era Tonchu quecruzaba. Haba pensado enello y estaba preparado; noobstanteledoliquefueraunnio, que no otra cosaaparentaba bajo su monograsiento, quien hubieraproferidoaquellafrase

    Tomaremosunvasodevino para celebrarlo dijoTonchu.

  • Estaban a la vista de ElAfricano.

    De acuerdo, pero suboacambiarmeprimero.

    Teesperoah.S, ahora era distinto.

    AhoraFranciscopodaentrarall comoPedro por su casa,sin que nadie le diera laespalda.

    Quhay,Paco?El Africano tena

  • dificultades para moversedetrs del mostrador, debidoalagranbarrigaquelehabaidosaliendoconlosaos.

    Dostintos.Comostos.No haba cambiado nada

    enlataberna.Hasta arriba,

    Africano!dijoTonchu.Elaludidodetuvoenalto

    la botella y mir al

  • muchachodereojo.Paramenoresdijo

    elbibern.En tu madre! grit

    Tonchulanzndoseasaltarelmostrador.

    Franciscoasialaprendizconmanofirmeporelcuellodelmono.

    T quieto! ydirigindose al Africano:Noesperabasquetebesarala

  • mano,verdad?Tom los dos vasos y se

    dirigiaunamesa.Tonchulesigui tras fulminaralgordocon una mirada que juzgcriminal.

    Sintate,anda.El muchacho todava

    estabasofocado.Si no es por ti

    farfulllecomoelalma.Eso te quitara el

  • apetito.Hijodemalaperra!Calla.Al principio Tonchu,

    sobre todo cuando supo queFrancisco era cura, se habaensaadomsymsconsusexcesos verbales, coreado,comosiempre,porlagalera.Francisco callaba sin dejartranslucir ni por asomo susreales sentimientos. Saba

  • muybiendelahostilidaddelpersonal. Es un polica,est vendido, es unsopln. Eran frases dichasde paso, pero con evidenteintencin de que llegaran,como por casualidad, a susodos. Haba contado conesto. Esperaba superarlo;peronosellamabaaengao:haca falta tiempo. Lascomidas, en el inmenso

  • comedor, le impresionaban.Largas mesas y filasapretadas de sujetos queengullan, casi siempre ensilencio, unos platos yaservidos.Judasconpan.Esosolasertodo.Y,porencimade las judas, las miradasfras, las seas entrevistas,alguna sonrisa, maliciosa nodirigidaal.Apocodedejarel comedor, pasados unos

  • das, se cruz con Tonchu asolas.Elchico,faltodelcorohabitual, tuvo un gestoapenas perceptible dereplieguequenoescapasuobservacin. Espera. Eraevidente que el aprendizquera poner tierra pormedio. Tengo que hacer.Tienes miedo?. Seengall. Miedo a usted?.Ya no se ira. Puedes

  • tutearme. Usted es cura.Pona en la palabra tantorecelo como desprecio. Yosoyunhombre.Nocontest.Lodudas?.Seencogidehombros. Yo qu s!.Franciscolemiralfondodelos ojos.Luegodijo con unaextraa y suave voz: No sdndetecabetantabasura;y,sinembargo,estoysegurodeque algo queda limpio en tu

  • interior. Tonchu estabadesconcertado y pasaba elpeso de su cuerpo de unapierna a la otra. Francisco,consciente de que iba msall de lo previsto, pero sinpoderse contener, aadi:He estado dudando sirompertelacaraoestrechartelamanoperoloprimeronome gusta a m y lo segundopuede que no te guste a ti.

  • Tiremosporelmedio.Hazloquequieras,hablacomotedela gana. Somos compaeros.Seremosamigos.Nodarunpaso detrs de ti; pero, encualquiermomento,yasabesdndeestoy.Antesdequeelchico tuviera ocasin dereaccionar, de aceptar orechazar aquella invitacin,el padre Quintas habaseguidosucamino.

  • Oye, Tonchu,recuerdas la primera vezquehablamos?

    Bebi un sorbo antes decontestar.

    Qu pinta de curatenasentonces!

    Teacuerdas,eh?Qusentiste?

    Mepusefurioso.Porqu?Jobar! Por haberme

  • callado! Porque te dej ircomo si hubieras ganado,comosimedejarastiradoenla cuneta! Dios, qu cabreocog!

    Franciscosonri.Tardaste dosmeses en

    creerme.Y todava me parece

    unmilagro!Puedequelohayasido,

    dadoloquerecporti.

  • Tonchu sacudi lacabeza.

    Ydaleconelrezo!Pero qu te crees que

    ocurri?Yo,alprincipioEfectivamente. El chico

    n oarredr en su ofensivaverbal, ni dio tregua en elhostigamiento colectivo. Fuelafaltaderespuestaporpartede Francisco, la indudable

  • dignidad de su conducta y,sobre todo, la verdad de supalabra: el que no intentaradarunpasoparahacerseconl,loqueoperconeltiempouncambiopaulatino.Tonchuestaba malhumorado,contrariado, pero callabacadavezms.Qutepasa,chaval?. Reaccionaba comouna vbora: Esopregntaseloatumadre!.

  • Anda,vamosacomer.Es verdad, cmo se va

    aponerCanela.ElpadreQuintasapurlo

    quequedabaenelvaso.NolallamesCanela

    dijo.Tieneunnombre.Canela!No,Pili.Comoquieras

  • 3Pili Bardales, ms conocidaen los bloques por Canela,era,conTonchu,laconquistams patente del padreQuintas en sus meses detrabajo como sacerdoteobrero. La piel de lamuchachajustificabaelmoteysuscortosaosnohabaentrado an en la tercera

  • decena de la vida eranlargos en toda suerte deexperiencias prematuras, yaque de virgen slo tena elnombre, y de inocente, laprimera impresin queproduca.

    SuaparicinenlavidadeFrancisco fue posterior a losprimeros tiempos de abiertasuspicacia, si bien supoadelantarsealcomnrespeto

  • yalasimpataquemstardehabande ir viniendopocoapoco.

    Escucha, Paco dijoTonchu en la escalera, tedas cuenta de cmo se estponiendoCanela?

    Franciscosedetuvo.Yaempezamos?Yalosqueerescura,

    pero tienesojosono tienesojos?

  • El padreQuintas se pusoserio.

    Cambia de disco mascull.

    No puedo hablarcontigo porque eres cura?Noshafastidiadoentonces!

    Recuerdaqueesmayorquet.Ah,ylodefcilseacab.Esoyalosabesbien.

    Tonchu se obstinaba enciertostemas.

  • No hay mujeresdifciles.

    No?Pregntaselo a mi

    madre.Franciscosevolvihacia

    elmuchacho.Por qu te obstinas?

    Nopuedesolvidartedeeso?Tonchutenauncamastro

    en una de las piezas quehaba alquilado el padre

  • Quintas, la que haca eloficio simultneo decomedor y cocina, amn deotrosmenesteres,yall soladormir desde que elsacerdote haba ganado suplenaconfianza.

    Canela estaba sentadasobre una de sus piernasrecogida, absorta en lalectura de un tebeosentimental de tres pesetas.

  • Hacaunafiguraencantadoraen su gracioso descuido.Salt al suelo, al verlosentrar,yseencarconellos.

    Vaya horas! Dijo mimadre que subiera y ostuviera eso caliente, pero yameibaair.

    DalasgraciasquePacosequedaconnosotros.

    Canelaacusunrespingo.Ay, tonta de m! En

  • questarapensando?Yanomeacordaba!

    Su jefe es un buenhombre,alparecer.

    Tonchu lo explic a sumodo, con abundanteintervencin de la fantasa,mientrasFranciscopasabaalotro cuarto con un pretextocualquiera.

    Enlapareddesnudahabaun crucifijo. Clav los ojos

  • en l. El hierro toscoresaltaba sobre el enlucido.Saba que iba a quedarme,porque aqu es donde te heencontrado, en seres comoTonchuyPili,quetequierenen m, y cuya decepcin notendra lmite si me fuera yles dejara. CanelaRecord aquella misamaanera en aquel pequeocuarto,sobreunaltarporttil,

  • cuandoalamedadocenadesus habituales asistentes cuatroniosydosmujeresse sum aquella chica delpauelo en la cabeza. Susluminosos ojos verdes nopodan pasar desapercibidos;pero no tuvieron parte en laalegra que acometi alcorazn de Francisco.Tampoco se le escap laanimosidad de las devotas,

  • cuya aparatosapiedad se vioturbadaporlaaparicindelamuchacha. Ojo con sa,donFrancisco!.La chica sehaba esfumado mientras lse despojaba de la ropalitrgica. No es trigolimpio, le dieron por todaexplicacin. Y quin loes?.No,enefecto,noloera;pero el barrio, la ciudadentera,sinexcluirlasgrandes

  • familiasdetradicionalrutinacatlica, estaban llenos detrigocomoaqul.

    Canela sirvi los huevosenplatosde latn, sobreunamesadepinosinmantel.

    Ahora vete dijoFrancisco. Tendrs quehacer.

    Por la noche volverparafregar.

    No, nada de venir por

  • la noche, ya te lo he dicho.Fregaremosnosotros.

    El padre Quintas nodudabadePili,perosdesusvecinos.

    Djala exclamTonchu.

    Ella hizo un mohn deniacontrariada.

    Escucha, Pili dijoFrancisco con paciencia.Bien est que ayudes a tu

  • madre que me atiende. Teestoyagradecido,tlosabes.Ms an, confo en ti. Peroeres muy joven y no debesolvidarquehaymuchagentealrededor. Vivimos en unacolmena,notedascuenta?

    Pili se encogi dehombros.

    No me importa lagente.

    Feliz de ti. Jams

  • podryodecirlomiao.Porqutepreocupas?Noesporti,nisiquiera

    porm,sinoporellos.Canela era, despus de

    todo, una personillaelemental y sensitiva, ajuicio de Francisco, de cuyaadhesin haba quedefenderse,pues,enelfondo,no pareca conocer otrolenguajequeeldeentregarse,

  • de una forma o de otra, aquienselaganaba.

    Quiero hablar conusted,ledijounatardeenlaescalera, cuando llevaba dossemanasasistiendoasumisasin despegar los labios ydesapareciendo luego igualqueelprimerda.l lamirdespacio. Saba de ellamuchas cosas. No habanfaltado personas interesadas

  • eninformarle.Pero,enaquelmomento, no podaconvencerse de que tenadelantemsqueunachiquillaHabla, le dijo. Aqu?Su sorpresa no parecafingida.Porquno?Mira ambos lados y se encogidehombros.Quieroquemeenseeslareligin.Noseleocult a Francisco el sbitopaso al t, pero no se dio

  • por enterado. Por lo dems,elbarrioenteroparecahaberescogido el t por t paratratar con l. Por ququieres que te la ensee?,pregunt. Me gusta tumisa. As haba empezadotodo.

    Cuando sali Canela,Tonchu,quelahabaseguidocon los ojos, se volvi alpadreQuintasyexclam:

  • Dios,cmoest!Franciscolemir.DejaenpazaDios.Ya

    Pilitambin.Elchicoguiunojo.Paco, que yo no soy

    cura.Aprende esto. Pili te

    est tan vedada a ti como am.

    Los ojos del muchachochispearonunmomento,pero

  • una sonrisa que fueapareciendosuavizsucara.

    Nosporqutesigo.No me sigues a m.

    SiguesaDiosenm.Yuncuerno!La mano del cura cay

    sobreelhombrodelaprendiz.Cierra el pico,

    brbaro! No quedamos enquecreesenDios?

    Tonchu se libr con una

  • contraccindelcuerpo.A tu lado qu

    remedio! dijo, y laspalabrasnodisimulabannilaadmiracinnielafecto.

    Francisco venadedicandoaPiligranpartedesusmenguadosratos libresyel cambio que se habaoperado en la muchacha eratan notorio, que en losbloques la gente lo llamaba

  • el milagro de Paco, unconceptoenquepredominabala simpata, el resentimientoo la irona, segn lasconvicciones de cada cual.Loqueeraunhechofueradecontroversia es que laconducta de Pili habaexperimentado unaasombrosa mutacin. Losrecuerdos que conservaba desusmenguadoscontactoscon

  • la Iglesia, all por los muyescasosaosdelaescuela,notenan nada que ver con loque ahora vea. La liturgiasolemne y lejana de lostemplos que haba visitadosiendonia,noseparecaennada a la imagen cercana yturbadora de la misa deFrancisco. Aquellainmediacin, aquellaspalabras susurradas, pero

  • audibles, aquellos delicadosmovimientos de las manossobre unamesa que estaba asu nivel, al alcance decualquiera, y, sobre todo, elgesto del cura, aquel gestoinquietante en su sencillez,sincero, profundo, solemnesin pretenderlo, habanpuestoaaquelextraoobreroen un lugar que ningnhombre haba ocupado hasta

  • entonces para ella. Tcrees en todo esto?, le dijoun da. Puedes dudarlo?Ellanosecallabafcilmente.Dudar de qu?, dudar deesoodudardeti?.Franciscose sorprendi de aquellasutileza De lo segundo, porejemplo. Canela dijo muytranquila: De ti no dudo.Ydeloprimero?.Aesovoy, que si t lo crees de

  • verdad Puedesencontrar otra explicacindistinta de la fe para lo queestoy haciendo? Pero elproblema seguira ah,aunque yo no estuvierahaciendo nada. Dios te hizo.T ests en este mundoporqueDiostehizo.Canelainterrumpi. A m mehicieron mis padres, novengas con historias. Es

  • intil que quieras escaparte.Quin hizo a tus padres?Sera el cuento de nuncaacabar. T yDios; se es tuproblema.ADios tienes quedarle una respuesta.Y se latienesquedarlomismosiyohago lo que hago que sidesaparezco.Ellaguarduncorto silencio. Luego dijocomo para s: De no habervenido t yo estaba tan

  • tranquila.Deunmodoodeotro replic l Dios tehubiera dado unaoportunidad. Ella se ech arer. O sea que t eres mioportunidad. Francisco lebusc los ojos con ciertasuspicacia; pero aquellasaguas verdes se ofrecan enperfectaserenidad.Nodigastonteras, coment. Tehago sentir importante?.

  • Opt por cortar. Hastamaana, Pili. Adis,hombre!Iratumisa.Estbien.

    Luegosiguiunaetapadefervor. La chica se mostrrezadorayempezaserviraFrancisco, junto con sumadre,aquienlpagabaporla limpieza y otrosmenesteres, con verdaderadedicacin y asiduidad.

  • Haba bromas con aquello,pero no pasaban de eso, debromas, que mientras seproclamasenenvozalta,yensu presencia, le tenan sincuidado. Por otra parte ellaextrem su devocin y sevino a convertir en elsacristn de aquella curiosafeligresa con su catedral depandereta.Seestacabandoel vino. Otra vez?.

  • Canela se encogi dehombros. Con Tonchu aquno s qu esperas. Pedirotra botella. Cierra conllave. Es ms barato. PeroFrancisco no estaba por lasllaves. Ni la puerta de casaquera cerrar. Un da teencuentras con las paredes.Te parece poco para unpobre?. Precisamente unpobrenopuedepermitirseel

  • lujo de dejar que le roben.Sinohaynadaquevalgalapena!.Tvers.

    No se dejaba convencer.Nocreoquehayanadiequequiera perjudicarme.Adems, robar sin tener quehacer saltar la cerradura esdemasiadobajoyhumillante.Los ladrones tambin tienensu orgullo. Canela fingaenfado.Trete,rete!.

  • 4A Francisco tard un meslargo en desencogrsele elombligo, como decaCelestino Corcuera, msconocido por el Navajas.Alprincipio, en efecto, volvaconlasentraasapretadas,loqueeralamanifestacinmspalpable de la angustiaproducida por la

  • desambientacin y el recelo.Ellos sonCristo, se deca;pero eran unos cristos tantoscos, tan brbaros yprimitivososeloparecana l, que resultaba difcilhallar en ellos un vestigioleve del Maestro. A suimagen y semejanza, serepeta; pero ni lesencontraba el parecido, nicreaquepudierafavorecera

  • Dios el que lo hubiera. Laangustia le rondaba tambinpor la noche,contrapunteando el sueo desobresalto y pesadilla. Latenue tela de los prpadosresultaba una defensa enextremoprecariaanteladuravida circundante que se learrojaba encima al sonar eldestemplado despertador demadrugada. Senta dejar la

  • misaparalatarde,peroeraelnicomododeasegurarseunmnimo auditorio. Haca sumediahoradeoracin, pero,as y todo, sin aqulla, eracomoirinermealtajo.Luegoestaba el camino y, a veces,elautobs,yelolorasudorylos apretujones y el malhumor colectivo del crnicomadrugn, siempreesperando una pulla, una

  • interpelacin, que un miedoabsurdo haca aparecercoronada de risotadasgenerales; la aproximacinpor la explanada, con lasmanos heladas y la narizatufadaporeloloracidoyagas; y, en punto, el cuernoatronando sobre las cabezaselcuernoqueeralasirena,llamada as porque, a decirde muchos, al menor

  • descuido te coga,compelindoteaentrardeunmodo casi fsico; y elchapero, con casi tres milchapas numeradas; y esasensacindehaberperdidoelnombre y la personalidad,entrando, chapa en mano,bajo la mirada vigilante dellistero de ojos saltones ylargalengua.Y,sinembargo,apesardelasmiradas,delos

  • codazos, del impalpablealejamiento y, por supuesto,del brbaro lenguaje, nofaltaban atisbos desolidaridadque le aturdanyemocionaban, no sabiendoencontrar la adecuadarespuesta.

    No te pongas ahcuando viene la gra. Espeligroso.

    Un veterano le empujaba

  • a un lado sin muchomiramiento.

    Notoques,haytensin.Una mano enguantada le

    coga el brazo que seacercaba peligrosamente alcable.

    Agchate!Alguienlehabaarrojado

    al suelo antes de pronunciaresa palabra. Una pieza defundicin vena silenciosa

  • porelaire.Eran como monoslabos.

    Apenas dichos ya no habacon quin hablar. Se tratabade consejos sobre seguridad.Haba en ellos una caridadespontnea de orden natural,si no de origen cristiano, sexponente de virtudeshumanas elementales, lo quedaba que pensar. Franciscointuy que no deba

  • confundirseyqueaquellonodaba pie ms que para unmoderadogozointerno,llenode duda y expectacin. Poreso corresponda sin excesosde ninguna clase, sinpalabras,conunainclinacinleve de cabeza. Por otraparte, el ruido de aquellanave era atronador. Losnervios se ponan de puntaantesdellegaraunpeligroso

  • aturdimiento.Loms gruesodel concierto vena dado porel retumbante estruendo delascalderas,elchirridodelascuchillas sobre las piezas, elroncardemotoresydegrasy el contrapunto de los msdiversosgolpes sobre chapasde todas las formas ytamaos.Y, con todo, aquelruidotenaunacosabuena,yesquecubralossilenciosen

  • que tema verse envuelto.Luego estaba el calor. Lagran nave de cemento serecalentaba, a pesar de losventiladores. Y al sudor seaada la suciedad lo quemslemolestabafsicamente; el polvo de hierro y lagrasaparecanpenetrarunoauno todos los poros delcuerpo. Sin embargo, alprincipio el trabajo no era

  • duro: retirar la viruta dehierro colado o de acero;trasladar piezas del almacno de la sierra; ayudar a losobreros especialistas que loreclamaban; enganchar ydesengancharlagraarea,ybarrer, siempre barrer, encuanto no tena algo entremanos. De que as fuera seencargaba con celo digno demejor causa Rufino, el

  • capataz.Qu haces ah

    pasmao?El padre Quintas pens

    que nadie se extraara desaberqueaquelhombretenavinagreen las fauces,envezdesaliva;peroporfueraslodijo:

    Mndeme.No quiero ver ni a

    Cristo mano sobre mano

  • era su expresin favoritaltimamente.Tienesalllaescoba.Quenotelorepita!

    El anonimato no habaduradonidosdas.Franciscose dio cuenta sin necesidadde que alguno lo dijera. Lasmiradas cambiaron y unclimadeexpectacindistantele envolvi. Pero, por siquedaba alguna duda,Celestino Corcuera, el

  • Navajas, la disip del todocuandodijo,alentregarleunapiezadefundicin:

    Dominus vobiscum,hermano.

    Noreplic,perotampocobaj los ojos; sinprovocacin,erosinmiedo.Y es que los miedos deFrancisco, desde nio, eranespecialmenteantecedenteseimaginarios. Duraban tanto

  • comolaespera,peronoms.Como el ganado bravonecesitaba ser picado paracrecerse. Entonces tomabaconciencia plena de susingular condicin, de suresponsabilidad,ylenacauntemple que estaba lejos deatribuirseasmismo, loquele confortaba mucho ms.Noestoysolo.Estclaro.

    Aunque parezca extrao,

  • quien peor encaj la noticiadel sacerdocio de Franciscofue Rufino, el capataz.Algoledebademorderpordentroalpensarqueaquelpenseleescapaba de algn modo eintroduca un elementoextraoalanormaljerarquadel trabajo. Lo cierto es queextrem su quisquillosaasiduidad, deseoso de poneren claro que no le tena

  • miedoalcura.Deahvinoelprimer choque, a los diezdas, y la razn de queFranciscoconsiguieraaraar,siquiera un poco, la cortezade aislamiento que sentaalrededor. Estabaencendiendo un pitillo.Todoel mundo lo haca, en unmomentooenotro.Quiso lasuerte que entonces,precisamente, se abriera la

  • puerta en cuyo quicio sehaba medio refugiado, y seencontraracaraacaraconelcapataz. Retrocedi paradejarle paso, pero lapresenciadeloscircunstantesle aconsej no esconder elcigarro como un colegial.ARufino se le congestion elrostro,pruebadequeaquellatrivialidadnoeramsque lachispa que encenda un

  • previoyapasionadopolvorn.Quincreesqueeres?No se escap a nadie la

    carga de violencia yresentimientoqueencerrabanlas palabras. Francisco nocontest.

    Teestoyhablando!gritRufinosobrel.Quesperasparatiraresepitillo?

    Leestabanmirandotodoslos que haba por all. Tena

  • que hacer algo, pero elcapataz no le dio tiempo deelegir.

    Te digo que lo tires!chill, aadiendo unablasfemia.

    Ahora Francisco sinti,por fin, que volva a tierrafirme.

    As,nodijoslo.Rufino le agarr

    ostentosamente por la

  • pechera con las dos manos,barbotando sonidosininteligibles. l no sedefendi, pero una manoenguantada y grasienta seinterpuso.

    Noesmanera!Oscar Raba era militante

    y tena cierto prestigiopersonal,apartedeunafuertecomplexin.Rufinoblasfemde nuevo antes de encararse

  • conl.Quin Cristo te da

    velaenesteentierroa ti?grit.

    En unmomento se habaformadocorroalrededorylascaras torvas no presagiabannada bueno. Rufino, que noera tonto, debi decomprenderlo. Franciscoaprovech para librarse conmano firme de las que

  • todava le prendan por laropa.

    Las blasfemias sloasustan a los nios dijotranquilamente, y se diomedia vuelta, dirigindosehacialaescoba.

    Yanosveremos!Rufino, sin hacer nada

    pordisimularsufuria,sefuedando un portazo. El padreQuintas no pudo or los

  • comentarlos. Todo volvi ala normalidad y nadie seacerc a l mientras barra.Slo Celestino Corcuera, elNavajas, al pasar a su ladoalgomstardeleestamp:

    Deogratias.Amediodaletocaronen

    el hombro cuando se dirigaalcomedor.

    Me llamoOscar Raba;pertenezcoa laHOACy soy

  • enlacesindical.Y yo, Francisco

    Quintas, cura, como sabrs.Agradecido por tuintervencindeantes.

    Nohaydequ.Cmononosdijonada?

    Tutame, por favor.Ququerasqueosdijera?

    Somos varios losmilitantes de aqu y noshemos tenido que enterar de

  • que eras cura por medio deHierro.

    QuinesHierro?Se llama Len

    Ramrez,perotodoelmundole conoce por Hierro. Escomunista.

    S?No fue airoso para

    nosotros.Rabaestabadolido.Ycmolosupol?

  • sos saben muchascosas.Pregntalescmo.

    Francisco vio la hombradebien en los ojos deOscarRaba.

    Comprndelo. Yo nohe venido a la fbrica comocapellnocabezadeningunaorganizacin. No quisecontar con apoyos que meendulzasenlosprimerosdas.Haztecargo

  • Nuestra labor aqu esmuy difcil; somos muypocos y debemos estarunidos.

    S, pero lo mo esdistinto,siendoidnticoenelfondo.Estarconvosotrosdecorazn, puedes creerme,pero no debo clasificarmedesdeelprincipio

    Te parece que estspococlasificadosiendocura?

  • Precisamente por eso.No le aadamos ms. Nadiese va a engaar a mirespecto,pierdecuidado.

    Oscar Raba guardsilencio. No era muyinteligente, pero su coraznestaba lleno de ideales y losserva con lealtad y entregaincondicional.

    Noloentiendo,perolorespeto. Nosotros somos

  • pocos,perodeverdad.Ya s que cuento con

    vosotros.Seapretaronlasmanos.Francisco no tena un

    planpreconcebidoyprocedapor instinto ms que otracosa. Iba a ciegas, pero algole impela a conservar suindependencia y a no ligarsea nada, fuera de sutestimonio individual.Tema

  • que el ser de unos leimpidiera ser de otros,aunque no ignoraba que sucondicinlediscriminabasinremedio.

    Te llamaron depersonal.

    Se lo deca undesconocido.Alz losojosyvio que todo el mundo lemiraba. La noticia deba dehaberse corrido por el taller

  • antes de llegar a l. Habaexpectacin. Cruz hacia lasalida y alcanz a or doscomentarios.

    Ahora le hacencapataz.

    Esto lo dijo el Navajas,casiasulado.

    Qu se le habrperdidoaquaestepjaro?

    Fue la respuesta de uncualquiera, cargada de

  • prejuicio.Unconserjegaloneado le

    salialpaso.Es usted Francisco

    Quintas?Lanoticiadebadehaber

    llegadoya hasta all, de otramanera no tena explicacinaquelusted.

    S,soyyo.Pase por aqu. Le

    esperadonFederico.

  • Eraelnombredeljefedeldepartamento, en cuyoimportante despacho fueintroducidoFrancisco.

    DonFederico,hombredemediana edad, tan calvocomo curtido, no era unamala persona. Perteneca auna clase privilegiada a laque estaba adscrito sinesfuerzo, por nacimiento, y,como consecuencia

  • naturalsima, eraconservador, si bien, paratranquilizar su conciencia,gustabadeinteresarseporlosproductores y era afable,comprensivo y ayudadorhasta cierto punto, siemprequenosecomprometieseconello loesencial, esdecir: losinteresesdeladireccinolossuyospersonales.

    Se levant y rode la

  • mesaconlamanoextendida.Padre dijo, estoy

    confundido Cmo no melohizosaberantes?

    A Francisco tantaafabilidadlepusoenguardia.

    Por favor, apee eltratamiento.

    Don Federico se detuvosorprendido.

    No es ustedsacerdote?

  • Ciertamente.Pero aquno estoy como sacerdote,sinocomoproductor.

    Bueno sonri,ustedes los curas son muyamigos de distingos. Tengounhijo enunnoviciadoy salgodeesto.

    El padre Quintas nodeseaba la cordialidad de ladireccin. Saba que tendraquedefendersedeella.

  • Lefelicitoreplic,peroustednomehallamadoparahablarmedeeso.

    Desde luego que no.Lamentamosloocurridoestamaana.

    Por qu han delamentarlo?Notuvoningunaimportancia.

    Rufino no es malhombre;crame,padre,yo

    Franciscointerrumpi.

  • Le ruego que no mellame padre, salvo que merequiera usted comosacerdote,naturalmente.

    La mirada de donFedericoseoscureci.

    Bien, si usted seempea

    No es un capricho,crame usted ahora am. Esimportanteponerlascosasensupunto.

  • Enesecasoledaremosotropuesto.

    Porqu?Noquiero que vuelvan

    a chocar. Aun sinpretenderlo, volcara alpersonalcontraRufinoyesono nos conviene. Ademsusted estar mucho mejorconlosadministrativos

    No, no. Eso s que no.Yo he sido admitido aqu

  • como pen. No tengo nadaque administrar. No locomprende?

    Don Federico locontempl durante unossegundos.

    Ignoro lo que seproponedijo serio;perono nos busque conflictosNo s qu mosca les hapicado ahora a los curasUstedcreequevale lapena

  • ordenarse de sacerdote paravenir luego a darle a laescobaenuntaller?

    Yo nomemeto en losplanesdeladireccin.Dejeaquien corresponda decidir loque conviene a los que nosordenamos.

    Pero es que yo, comocatlico, tambin tengo algoqueverentodoeso

    Usted lleva muchos

  • aos teniendo ah abajo unamasa de bautizados que noquieren saber nada con laIglesia Le ha preocupadoeso?

    Haycosasquesiemprehan sido as. Son algunos deustedes los que introducenextraasnovedades.

    Es que algunoscreemos que slo conextraas novedades vamos a

  • conseguir que no siemprehayadeseras.

    Soadores!Yesmalosoar?S, si se hace el juego

    alenemigo.Francisco dej pasar un

    tiempoparadarsolemnidadasupregunta.

    Piensa que soymarxista?

    Don Federico,

  • sorprendido,alzlasmanos.Yonohedichoeso!Es cierto, pero de

    seguir hablando de ello,acabar insinundolo; estoyseguro. Por lo tanto sermejor que lo dejemos. Se loruego.

    Estbien.Lecambiardesitio.

    Comoguste.Francisco hizo una

  • inclinacin de cabeza y sedirigi a la puerta. Iba ya acruzarla, cuando la voz dedonFedericoleretuvo:

    UnmomentoSevolvi.S,seor.NoquisemolestarleEsbozunasonrisa.Puedo ser yo quien

    debadisculparse.Megustarahaceralgo

  • porusted.Deveras.No puede hacer nada

    mejor que dejarme en misitio, sin ayudas, sin el mslevefavoritismo,sinhacermevenir aqu ms que acualquier otro obreroEstoy seguro de que locomprender.

    Lointentar.

  • 5Al da siguiente Franciscofue a dar con sus huesos alotro extremo de la fbrica,donde se incorpor a unacuadrilla que estabamontando una mandrilladorade proporciones realmentecolosales.Aquello,enlafaseen que se hallaba, le hizovolverse a sentir nio, en la

  • casa paterna. Era como unmeccano gigante. Habapormediounaprimaytodosponan gran inters endespacharrpidoybienaqueltrabajo. Algo impalpableempezaba a cambiar. Nadams entrar all, aunque nopodradecirporqu, tuvo laintuicin de que era otro elclimaentornoal.Hacauncalor intenso y los hombres

  • trabajaban en camiseta,manchadosdegrasahastaloshombros.Nohubosaludosnipalabrascordiales.Unobreroveteranoseleacerc.

    Llnatelosbolsillosdealgodones le dijo, losnecesitarscontinuamente.

    Era muy cierto. Todo loque tocabas te pona perdidodegrasa.Apocodeempezara ayudar, otro sujeto le

  • empujconelhombro.Cuidadoconlagra!Unagranpiezavenapor

    el aire sobreellos.Franciscose agach con presteza. Elotrodijosinmirarle:

    Todo esto no vale lavidadeunobrero.

    Asinti sin decir unapalabra En seguida se diocuentadequeall se sudaba.Otra cosa que llam su

  • atencin,nosinsorpresa,fueel ver que el encargadoarrimaba el hombro codo acodo con la gente de sucuadrilla. Aquel sujeto norecordaba en nada a Rufino,elcapataz.

    Quita la grasa a todoeso.

    Era un descanso oraquella voz que no tenamatices, que no deca nada

  • ms que lo que significabanlaspalabras.Todoesoeranunas cuantas piezas de aceroque haban de ser montadasenlamquina.

    Enseguida.No te mates, pero

    tampocoteduermas.Descuida.Las piezas en cuestin

    venan defendidas contra elxidoporunaespesacapade

  • grasa casi slida que habaque eliminar hasta dejarlasrelucientes. Era el momentodel frote concienzudo y elsudorgeneroso.Lasmanosseponan escurridizas y todosugera una segunda y rudauncin Me estoyordenando de otro modo. Elobispo me dio la uncin deDios, sta es la uncin delos hombres. Le emocion

  • este simple pensamiento,mientras la lija iba y venacalentando el metal. Fue laprimera jornada de trabajoverdadero, de trabajo duro,continuado apenas sininterrupcin durante ocholargas horas, de trabajoagotador. Pero nadie habacejado en el empeo; apenasse haban cruzadoconversaciones; el destajo

  • cambiaba el clima y ladecisin estaba en cada parde manos, en cada cabezagacha, en cada msculomoldeado en cambiantesprominencias.

    Undamsylascosasnocambiaron sino paraacusarse. Si por un ladocreci el gozo de sentirseincorporadoenel trabajo,deestarenelequipo,porotrola

  • dureza fue mayor. Durantehoras el padre Quintas hubode andar al pie de la granfragua para coger con lastenazaslospesadostornillos,baarlosenaceiteyllevarlosa la mandrilladora hastadejarlos colocados en susitio. Entonces comprendide veras lo que se llamasudar. Desnudo de mediocuerpo, senta fsicamente

  • brotar la transpiracin ycorrer el agua por suscostados. Enfundadas lasmanos en los guantes,speros y grasientos,utilizaba el antebrazo paraenjugar su frente. Y, sinembargo, en medio deaquella febril actividad, eltiempo no se le haca largo,si bien la fatiga creca comouna oscura marea en su

  • interior.Soyunobrero.Nolo haba credo hastaentonces. Ahora s. Peroalguien, no supo quin, diounaorden,ydeaquelempeoviril, efectivo, en equipo,hubode regresar a la escobadel tallerde calderera, a lasrdenes de Rufino, elcapataz.Fueigualquerecibirun golpe bajo. Pero estabadispuestoasoportarlotodoy

  • se pleg a la adversacircunstancia.Eneltaller,lasmiradasentrevistasvolvierona ponerle en la adustarealidad. Y, sin embargo,cuando menos lo esperaba,unsujetovinoainterpelarle.

    Teavergenzasdesercura?

    El Energas era unhombre muy ledo, deafirmaciones tajantes, de

  • dichos lapidarios, con famade independiente y conindudable prestigio entre losescalonesbajosdelafbrica.Franciscoqueddeunapiezaante lo inesperado de lapregunta. No conoca laintencindelotro.

    Qu me avergenzoyo?

    No lo afirmo, lopregunto.

  • Se vigilaban los ojosmutuamente buscandoadivinarse.

    Por qu me haba deavergonzar?

    Esomismopiensoyo.Lo que no entiendo es

    larazndeestapregunta.Tparecesestarporlo

    clandestino. Entraste aqucallando. Si fuerascomunista, lo comprendo.

  • Pero en este pas el ser curasecotiza

    Es posible, pero no elser cura obrero. De todosmodos yo no me oculto denadie.Anadiehementido.

    Ser cura es una cosagrande,sisepiensadeesamanera.

    Erescreyentet?No est el homo para

    bollos.

  • Ququieresdecir?Que mirando

    alrededor,laverdad,nomeconvencelaIglesia.

    Entonces?Una cosa no quita la

    otra.El Energas careca de

    toda prestancia fsica. Msan: su carne y su esprituparecan mantenerse unidosde milagro. Sin embargo

  • nadietomabacompletamentea broma su popular apodo,porque haba algo en l quese asomaba por los ojos almirareinfundarespetoalosdems.

    Me gustara hablarcontigo.

    Loestamoshaciendo.Quiero decir largo y

    tendido.Pero no ahora, que

  • cada cosa tiene su sazn yallvieneRufino.

    El influjo de aquelhombre en los talleres, lomismo que su temple,quedarondemanifiesto,alosojos de Francisco, en latensin laboral que seprodujodeallapoco,comoconsecuencia de unarrastrado conflicto conmotivo del llamado plus

  • familiar.Oyendoaunosy aotros,

    Francisco lleg a entenderquelaempresa,durantecercade seis aos, haba venidoreteniendo parte del dinerocorrespondiente al plusfamiliar de los trabajadores,si bien no pudo conseguirdatosconcretos respectoa laverdaderasituacin.

    Ests seguro de eso?

  • pregunt a Oscar Raba, eldelaHOAC.

    Cmono?Noesfcildecreer.EstenelSupremo.Y un da, como reguero

    de plvora, corri por lasnaves la noticia de un fallofavorablealosproductores.

    Lahanpringao!A ver si se hace

    justiciadeunavez!

  • Tenanquemeterlosatodosenlacrcel!

    Que paguen ytengamoslafiestaenpaz.

    Haba euforia por todaspartes y los obreros sepalmeaban la espalda unos aotros. Francisco estabacontento con la alegracontagiosa del ambiente.Pero el Navajas vino aaguarlelafuncin.

  • Contigo no va nada,cura.

    Yotrocoment:stosnocontribuyena

    laconservacindelaespecie.Sonrazaaextinguir.

    S, s retrucCelestino, viste el viveroque tienen all arriba? serefera al seminario.Menudopalacio!

    Dejadlo en paz

  • terciRaba.Todolotenisqueestropear.Hoyesundagrandeparalostrabajadores.

    Yquelodigas.Pero ya dice el pueblo:

    el gozo en un pozo.A lospocosdaselmalestarcundipor las naves como lo habahecho antes la alegra. Alparecerladireccindabaalasentencia su interpretacinpropiaynoreconocaefectos

  • retroactivos donde el juradode empresa los vea claros,conloqueseembolsabaunossesenta millones de pesetas.La indignacin subi comouna ola irrefrenable. ElEnergas apareca ydesapareca, repartaconsignas al odo de ciertoselementos, llevabaluzenlosojos. Francisco, escoba enmano, lo observaba todo sin

  • que se le escapase la actitudvigilanteytensadel llamadoHierro y de otros cuantosbien caracterizados entre losobreros.

    Poco antes del mediodaapareci Oscar Raba. Venadelareuninqueeljuradodeempresaacababadetenerconel jefe de personal y otroselementos de la direccin.Nadams entrar en el taller

  • alz los brazos y, en unossegundos,sehizounsilencioms audible, por lo inslito,que todo el tumulto allhabitual.

    Amigos!empez.Lascosas claras!le

    interrumpi el Energas,abrindosepasohacial.

    Todointil.En el rostro del hombre

    selealadecepcin.

  • Ququieresdecir?Se niegan en redondo.

    De lo pasado no quierensabernada.

    Con una agilidadpasmosa, el Energas seencaram sobre una grancaldera.Desde all abarc elauditorio que se haba idocongregando.

    Compaeros! grit. Hasta ah podramos

  • llegar!Estamosdentrodelalegalidad!Hayunasentenciaa favor nuestro! Todosfrentealadireccinalahoradecomer!!

    En aquel momentollegaba Rufino, con su carade aguafiestas, abrindosepasosincontemplaciones.

    Qu haces t ah?grit.

    Ya lo ests viendo.

  • Contemploelpanorama.Grandes y exageradas

    risascorearonlasalida.Baja de ah, Energas,

    otevaacostarcaro!Tambin t ests por

    lainflacin?Gritos de fuera!,

    fuera!, se oyeron portodas partes, mientras vocesannimas, pero resonantes,decan:

  • Aladireccin!Todosalpatio!Como un solo

    hombre!Algo similar deba de

    estar ocurriendo en todas lasdems secciones, porque altiempo que sala, en mediodel bullicio de suscompaeros de trabajo,Francisco vio surgir portodas partes grupos

  • semejantes que confluan enel gran patio, ante lasoficinas.Muyprontocalculen varios miles la multitudquesehabacongregado.

    En un principio aquellopareca una fiesta, algo ascomo la gente que se agolpapara presenciar algn granespectculo deportivo. Traslos altos cristales de lafachada frontera, se

  • adivinaban las caras de losobservadores; pero ningunaventana se abra para hacerfrente a la masa. Los gritosempezaronacruzarelaire,almismo tiempo que otrasvoces pedan silencio yorden.

    Justicia!El derecho est con

    nosotros!Bastadeexplotacin!

  • Silencio,silencio!Entremosnosotros!Adentro,adentro!Orden,compaeros!Pero, entonces, se abri

    un hueco en la pared decristalyunafiguraseasomalexterior.EradonFederico.En seguida se poda apreciarqueestabaenfadado.Alz lamano y se hizo de sbito unsilencioexpectante.

  • Ignoro lo que querisahoraempez.

    Perounavozseguradesmismainterrumpi.

    Mentira!Era el Energas. Don

    Federicosigui,sinmirarle.No vamos a tratar con

    la masa. Sea lo que sea escosa que debe plantear eljuradodeempresa.

    El jurado de empresa

  • volvi el Energas yapaslamaanaconustedes!

    Esta vez donFederico sevolvi del lado delinterpelante y le mirdespacio.Luegodiofrentealcentrodelpatioygrit:

    Deben disgregarseahora mismo! La empresajams obrar bajo coaccin!Estamos dispuestos a recibira un grupo pequeo, pero

  • antes hay que desalojar elpatio.

    Unespontneogriterosealz de la multitud. Losrostros se haban puestotensos. Don Federico cogilos batientes y cerr confuerza. Francisco advirti enel aire una carga peligrosaque no haba al principio.Nadie pareca dispuesto amoversedeallylaescenase

  • prolongaba entre vocesdiscordes, discusiones ygritos. El llamado Hierro seabripasohastaelcura.

    Quteparece?Eralaprimeravezquele

    diriga propiamente lapalabra.

    Estonoescosama.Con qu sales!

    Polticavaticana,eh?A Francisco le hiri

  • aquellasonrisa.Quiero decir que este

    conflicto es anterior a millegadaalafbrica.

    De acuerdo. Pero hayque estar con unos o conotros. T ests con stos oconlosdearriba?

    Yoestoyconlarazn.S? Y con se

    evangelio que profesas,crees t que la razn puede

  • estar alguna vez del lado delosricos?

    Conoceselevangelio?Unpoco.Yteparecequeconl

    se puede estar al ladode loscomunistas?

    Porquno?Muy sencillo. Porque

    elevangelioesamorPero, en aquel momento,

    una confusa exclamacin

  • colectiva llen el ambientedel patio, como un hondosuspiro exhalado por unmonstruo. Por cada una delas esquinas, y de manerasimultnea, haba hecho suaparicin la fuerza pblicaNadie se movi y se hizosilencio. Los guardias, encuatro grupos compactos,parecan esperar. Fueronunossegundoslargos.Lavoz

  • del Energas rod sobre lascabezas. Haba sido izado ahombros de un fornidotrabajador.

    Compaeros! grit,y nadie hizo ademn deimpedirle discursear.Nuestro litigio no es con laautoridad, sino con ladireccin. Si aqulla nosinvita a disolvemos, loharemos pacficamente, bien

  • entendido que, frente a ladireccin, seguimos en pie,inconmovibles. Tenedserenidad. La violencia noshara perder en parte larazn. El jaleo, eso esprecisamente lo que estnesperando esos de ah arribaNo les daremos por elgusto Compaeros!Verdad que tenis muchoapetito?

  • Una ovacin coreada porgrandes risas fue la cosechaque obtuvo el Energas consuspalabrasfinales.Cedilatensinylagentecomenzadispersarse entre toda suertede comentarios. Los obrerospasaban juntoa losguardias,que se hacan a un lado connodisimuladasatisfaccin.

    Oscar Raba se emparejcon Francisco, camino del

  • comedor.Tendrnqueentrarpor

    elaro.Esclaralasentencia?Segn nuestro

    abogado,s.EntoncesUna sociedad annima

    es como un monstruo demuchas cabezas, pero de lasquenoseveninguna.

    Ququieresdecir?

  • Que te llevas cadasorpresa!

  • 6Yahoraqu?Tonchu,conlosbrazosen

    jarras, contemplaba al padreQuintas, que cerraba unpequeomaletndemano.

    Essbado.Vaya una razn! Te

    vasdejuerga?Francisco se incorpor.

    Quera a Tonchu ms de lo

  • quedejabaentrever.Tengoqueiradormira

    lacasarectoral.Ah, el seor obispo!

    exclamelchicohaciendounagrotescareverencia.

    Tienes miedo adormirsolo?

    PuedoavisaraCanela.No sientes lo que

    dices;peronopuedesmenosdedecirlo.Esmsfuerteque

  • t.Yun jamnqueno lo

    siento!TonchuDjate de sermones!

    La moral est bien para losricos; pero si al obrero lequitas

    Franciscolecort.Calla! y, en

    seguida, con una suave voz: Olvidas que el que

  • ense esa moral era unobrero. No se trata deprivarte de lo que hay debueno en eso. Hazte unhombrey tendrsunamujer;pero no una cualquiera, sinolamadredetushijos.

    Y mientras tanto aayunar,verdadques?Peroyonosoycura!

    Tonchu,TonchuLe mir a los ojos. Lo

  • hizo sin reproche, y, sinembargo, el chico baj lavistaydijo:

    Perdona.Niporesto,nipormil

    vecesesto,padeceranuestraamistad.

    Yalos.Vamos,alegraesacara.Tonchu tena estas cosas.

    Era verstil, impulsivo,apasionado. Levant la

  • cabeza,seecharerydijo:Est bien, padre, en

    vez de lo otro rezar elrosario.

    Tencuidadoquemelocreo.

    Se apresur por laescalera,puestenaqueandarun rato hasta llegar a laparroquia.Estabastasituadalo que se dice al borde delsuburbio y con la fachada

  • principal abierta a la granavenidaque,enpocotiempo,haba sido flanqueada poredificios de gran empaque ydesuntuosos interiores.Lesfastidiar que me presentesin sotana. Llevaba ungrueso jersey negro, decuello alto, y una zamarraimitando cuero por encima.Me la pondr nada msllegar.Escurioso,perotengo

  • que reconocer que mefastidia llevarla encima poraqu. Iba a buen paso y levolvi el recuerdo deTonchu. Un chico a mediopulir, eso era cierto. Pero laobra iba adelante, poco apoco,yestabasegurodequeen l siempre seramejor larealidad que la apariencia.Cuando le dijo: Tengo unsitio para ti, si te interesa,

  • noestaba seguroenabsolutodequenolefueraasalirconuna de las suyas; pero elaprendiz se qued comopetrificado. Por qu?,pregunt, y en sus ojosestaban todas las sospechas,al mismo tiempo que eldeseoyelagradecimiento.

    Si crees que en todo loque se hace ha de haber uninters, puedes pensar que

  • Cristodijo:Loquehiciereispor uno de estos pequeos,pormlohacis.Ayudarteati, por consiguiente, es unabuena inversin. Lamiradade Tonchu se enfri. Sloes por eso?, pregunt. Teparece poco? Pero siprefierespensarque te tengosimpata,quedeseoayudarte,no andars descaminado.Hubo unos instantes de

  • silencio y el chico inquiri:Y a cambio? Franciscoabri los brazos. Nada dijo.No hablaron ms; pero,entrada la noche, se oyllamar a la puerta del padreQuintas.Tuvoqueecharsedela cama para abrir. En eldescansillo esperaba elmuchacho. T?. Hola,dijo l. Traa un pequeosaco sobre el hombro y

  • seales de golpes en elrostro. No me volvern apegar ms, aadi.Franciscoabrideparenpar.Pasa. Lo hizo as, dejandocaer al suelo labolsa enquetraa sus pertenencias. Deverdad me puedo quedar?.El padre seal al rincn.Ah tienes tu cama. Losojos de Tonchu reflejaronasombro. Me esperabas?.

  • YalovesY,derepente,el chico se desmoron. Fuecomo si saltasen los diquesde las lgrimas. Se arrojsobre el camastroymeti lacabeza entre los brazos, altiempo que los sollozos lesacudan el cuerpo comoondas de punta a punta.Francisco domin latentacin de ponersesentimental.Teharcaf

  • dijoyno te importe llorarun rato. Eso es bueno y tedescansar. Pas al otrocuarto, donde tena unhornilloelctrico,ydejsoloa Tonchu para que sedesahogara.Hizotiempoy,ala vuelta, lo encontrsentado, con la cabeza entrelos puos y el gesto hosco,perosinllorar.Tomaesto,le dijo; pero l no hizo

  • ademn de coger la taza,malditos! Me laspagarn!.Vamos,Tonchu,deja en paz lo ya pasado!Hoy empiezas de nuevo!.Peroelchicoseencorajinabapormomentos.Aesechulode m le rasgo la barrigaantesdeunao!.Calla!.Y a mi madre!!!.Francisco le tap la bocafirmementeconlamanolibre

  • y Tonchu se dej hacer.Bebe, le dijo luego. Y elchico obedeci. Ya haballovido un poco desdeentonces

    PacoAh,hola.Era Paulino, el

    Campanilla, un militante dela HOAC a quien su pocapresencia fsica y sucondicin de antiguo

  • monaguillo, conocida portodos, lehabanendilgadoelmote que ya era moneda decursolegalenaquelbarrio.

    Novesanadie.Voyconprisa.Se puede saber

    adnde?Por qu no?Voy a la

    rectoral.Te acompao hasta el

    cruce.Vale?

  • Vale.Se le emparej, con su

    andar nervioso y corto.Campanilla veneraba aFrancisco. Tena un coraznsimple Campanilla y unagrandehombradebien.

    Ya sabrs lo que serumorea.

    T lo sabes siempretodo antes que yo, de modoquedesembucha.

  • Me refiero alexpediente que colea hacetresmeses.

    Quhayconl?Vaahaberdespedidos.Quintelodijo?PregntaseloaRaba.Francisco tena su

    particular informacin. Amedida que haba idopasando el tiempo, y de unamanera paulatina, haba

  • sentido que el terreno sehaca ms firme debajo desus pies. Todo fue que losobreros empezaran apercatarse de que no habagato encerrado, comodecan al principio.De ah aunos tmidos primeroscontactos personales, nohubo ms que un paso. Noera buscado como sacerdote;pero s comohombredeuna

  • innegable instruccinsuperiorquepodaecharunamano a la hora de escribiruna carta, llenar unformulario o redactar undocumento.

    Hay mar de fondo siguiPaulino.ElEnergasest con un pie fuera, comoquiendice.

    Esper que no lohagan.

  • Lomismodigo.Y el jurado de

    empresa?La cosa creo que anda

    yaporlaMagistratura.Malo.Llegaban al cruce. A

    pocos pasos estaba laAvenida. Bruscamente sepasaba de un mundo debloques baratos y calles debarro, a una pista de pulido

  • pavimento y de soberbiosedificios. Ya se vean allenfrente cruzar raudas laslucesfugacesdeloscoches.

    Tedejoaqu.Adis,Paulino.Hastamaana.El padre Quintas sigui

    solo.Lecostabatrabajoaquelcambio de los sbados. Hedeserponderado.Nadietienelarazntodaentera.Sideseo

  • que se me comprenda, yodebo comprender. Iba abuen paso, ensimismado ycabizbajo. Me parece tanpequeo, tan insignificante,todo lo de stos. Se referaal clero parroquial. Unamujer cruz sobre sus altostacones, enfundada en untraje ceido, y desapareciporuncallejndeladerechaSe acord de Canela. Estaba

  • preocupado con el Navajas.No la dejaba en paz, segndeca ella. Y CelestinoCorcueranoerauncrocomoTonchu. Le tengo asco,sabes?, dijo la chica laprimera vez que le habl deello. Pero no se llamaba aengao sobre los ascos deCanela.PiliBardaleseraalgosumamente primitivo ynatural, donde las pasiones

  • extremas, en su mismaelementalidad, se daban lamano. Qu pasa con l?,le pregunt. Que es unpelma. Slo eso?. Sepuso en jarras la chica yexclam: Vamos, ya meentiendes;quenoestoyporlalabor!. La puerta de larectoral, en la esquina de laAvenida,sealzabayaantel,cerradaacalycanto.Sino

  • son las nueve y media!.Llamaltimbreyespersinsoltarelmaletn.

    Ah,donFrancisco.Buenas noches, Ana.

    Estncenandoya?Dentro de media hora.

    Tocarlacampana.Los sacerdotes de la

    parroquia vivan encomunidad y, aunqueentrabanysalan libremente,

  • don Jacinto Retuerto, elprroco,gustabadeunciertoambiente conventual, por loque, a ciertas horas,Ana, elama de llaves, haca voltearla campanita que colgabajunto al reloj de pared quehaba en el pasillo. El padreQuintasfuedirectamenteasuhabitacin de los fines desemana y se alegr en sufuerointernodequenadiele

  • viera all de aquellas trazas;porque en el barrio y en lafbrica, la sotana le hacasentirse extrao, pero elverse sin ella en la casarectoral le daba la sensacinde estar desnudo todava. Semiralespejo,vestidoyadecura, y se pas el peinereiteradamente. Tengo quecortarmeelpelo.Elvicariolehabapuestomalacarauna

  • vez porque no llevabacoronilla. Ydentrodepocono ser en Espaa ms queuna reliquia, comoocurreenotraspartes.Cuandosonlacampana se pas el cepillopor los hombros, rectific elalzacuellocuidadoqueesmolesto, se dijo y sepresentenelcomedor.

    Buenasnochesatodos.Hombre! dijo el

  • prroco. Aqu est elproletariado!

    Era un cordialrecibimiento, pues laspalabras fueron dichas porunos labios abiertos ensonrisa y sin segundasintenciones. Estaban todos,es decir: adems del viejodon Jacinto, los doscoadjutores, Sergio Pruneda,demedianaedad,yel recin

  • salido, entusiasta y casibarbilindo, Jos ManuelArce;cadacualen supuestode la mesa. Francisco sesentyenseguidaempezelfuego. Su presencia, al fin yal cabo, era una novedad alfinaldelasemana.

    Hubo muchasconfesiones esta tarde.Hubierashechofalta.

    Era Sergio, o sea, la

  • oposicin. Un buen hombre,en realidad, pero bienchapadoycalafateadocontracualquier intento devanguardia.

    Tuve horasextraordinarias. Salimostardeyesdifcilpasardeallaaqudirectamente.

    En torno a aquella mesatodo el mundo saba elterrenoquepisaba.

  • Qu, muchasconversionesestasemana?

    Francisco mir a Sergiodespacio,mientrassellevabalacucharaalaboca.

    Es una pregunta cuyarespuesta conoces, no esverdad?

    Desdeluego.Para qu la haces,

    entonces?Ya empezamos?

  • dijo don Jacinto levantandolevemente la cabeza, encuyos ojos brillaba unachispitadeclera.

    Repudio con todo miser la contabilidad en elapostolado siguiFrancisco. Es Dios quienconvierte,no loshombres.Yel instrumento que Diosmanejanoserecomiendaporel resultado, ya que Dios

  • puede hacer maravillas conunapsimaherramienta,onoquererhacerningunaconotramaravillosa.Asquevamosadejaresetemadeunavezportodas.

    Pero es Dios el quedijo: Por sus frutos losconoceris

    Sergio tena eso, que erateme en la defensa de suspuntosdevista.

  • Es cierto replicaqul, pero hay especiesque fructifican a lasinmediatas, mientras queotrasnecesitanmuchosaos.Y,adems,porqunodejasque sea Dios quien mejuzgue?

    Eso es verdad dijoJos Manuel, y fue como silas palabras se le hubiesenescapadodelaabundanciade

  • sucorazn.Teresmuyjovenpara

    opinar en esto fulminSergio,sinsiquieramirarle.

    Erasabidoqueelsegundocoadjutor admiraba sinlmites a Francisco, aunquenosolaatreverseaenfrentarsus opiniones con las de losmayoresdelacasa.

    Djale salt ste.l es tan cura como t y

  • como yo. Ha estudiado losmismos aos que nosotros,de manera que bien puedeexpresarunaopinin.

    S,perodesobrasabest que la experiencia no seenseaenelseminario.

    La experiencia! Yasali. Nunca se te haocurrido pensar cunta chatarutina pasa como buenamoneda, disfrazada bajo el

  • nombredeexperiencia?Don Jacinto, quemuchas

    veces haca rancho aparteante las controversias de suscoadjutores, extrajounpapelde su inmenso bolsillo yprocedi sin ms a repartirlas tareas del domingo,cortando aquellaconversacin.

    Y t, Francisco termin,dirsladesietey

  • la de una; y predicas en lasdos,apartelasconfesiones.

    Hubo un silencio en queslo se oy el ruido de loscubiertos y el ir y venir delamaentornoalamesa.PeroenseguidavolviSergio.

    Alpasoquevamos,uncura que se atenga a loscnones, que haga las cosascomo estn mandadas, sinindultos ni excepciones, va

  • serunbichoraro,yaveris.No tienes por qu

    preocuparte; de ser como tdices,cambiaranloscnonesy las cosas se mandaran deotromodo.

    No digis tonteras exclam secamente donJacinto. Nada esencialpuedecambiar.

    Estoy de acuerdo comentFrancisco.

  • Quinlodira!saltSergio.

    Es que t tomas poresenciales cosas que no loson.

    PorejemploDeverdadquieresuna

    respuesta?S.Pues toma nota: la

    sotana, el tratamiento, ladignidad entendida como

  • tlaentiendes,elapostoladovinculado al templo, lanoveneratradicional

    Sergio aprovech elprimerrespiroparacomentarconacritud:

    Pues desprende a laIglesiadetodoesoyversloquetequeda.

    Precisamente loesencial.

    Basta! cort don

  • Jacinto mirando a uno y aotro.Estissiempredandovueltasalomismo.Ytdejatranquilo a Sergio, que sabeloquehace.

    Sinodeseootracosa!No soy yo quien pretendellevrselo a la fbrica. Es lquienquiere retenerme en laiglesia. O no es as? pregunt mirando a sucolega.

  • Esoescosa tuyaqueamnimevanimeviene.

    Pues no lo parece,amigo.

    A ver, Ana dijo elprroco, sirve una copitaenhonordedonFrancisco.

    Hubounadistensinenelambiente y se dijeron cosastriviales hasta que JosManuelpreguntaquello.

    Escucha, cmo tratas

  • talobispocuandotellama?Yo? dijo Francisco

    .Deusted,naturalmente.Lo que hay que or

    comentdonJacintodesdelacima de sus dciles setentaaos.

    Qu esperaba? aadiSergio.

    Les contar una cosacompletamente verdica sigui Francisco. Todo el

  • mundo sabe el humor quetenaRosAguirre,elobispodifunto.Pues enunaocasinen que, convaleciente, eraagasajado por el gobernador,con mucho tratamiento, a lapreguntadeste:Cmoseencuentra vuecencia?,respondi:Hombre,unpocoacatarrada, pero muchomejor.

    JosManuelsoltlarisa,

  • siendoelblancodelaadustamirada de Sergio, quecoment:

    A m no me hacegracia.

    Pues a m me hizomuchsima cuando me locontaron.

    Rete de las formas ymuypronto te estars riendodloscontenidos.

    Porqu?

  • Porque, gstete o no,las formas sonindispensables. Qu seradel pensamiento sin laspalabrasylosgestos?

    Nadie ha hablado deprescindirdelasformas,sinode sustituirlas, en todo caso,por otras ms adaptadas yeficaces.

    Nuncame convencersde que uno se ordena

  • sacerdoteparapasarlomejorde la jornada agarrado a unapala o manejando un torno,queeslomismoparaelcaso.

    No, tienes mucharazn.Nuncateconvencer.

    Pero Sergio no erahombre para dejarse afectarporlasutilezadelairona.

    Por qu hablamos,entonces?

    Eso digo yo, por qu

  • hablamos? No me dirs queseayoquiensaqueeltema.

    Seores, me retiro dijo don Jacinto, que hacabastante rato que noescuchaba,haciendonmerosenunospapeles.

    Francisco, encerrado ensu cuarto, no tena pazinterior. Es curioso que lapierda aqu, precisamente.Eran esas controversias con

  • el coadjutor las que ledejaban tan mal sabor deboca.Mil veces se prometano apasionarse en unacuestinopinable, al finyalcabo,pormsquesecreyeraen la razn; pero, anteSergio, ante su psicologaenteriza, sin grietas, sinflexibilidad,siempreacababapor excitarse, por intentarherir con la dialctica y por

  • sentirungocedesmedidoconcada minscula victoria.Cay de rodillas en elreclinatorio porquenecesitaba pedir perdn. Sivoy a vanagloriarme delsudordemifrente,simevoya creer hroe, si voy amenospreciar a los dems,si, estoy perdiendo eltiempo.Unosgolpecitosalapuerta vinieron a sacarle de

  • su recogimiento cuando yabogabamar adentro, perdidoel contacto con el mundoexterior y con las mismasoscuras sensacionesprovenientes del propiocuerpo.

    Adelante!EraJosManuel.Puedoentrar?Pasa,hombre.Lohizoas,cerrandocon

  • cuidado.Francisco, sabes bien

    quenosientocomoellos.No tiene ninguna

    importancia.No veo por qu te han

    deamargarlaexistencia.TerefieresaSergio?S.l piensa de otra

    manera.Pero eso no le da

  • ningnderechoaFranciscointerrumpi.Escucha, Jos Manuel.

    Sergio lo entiende de unmodo; yo, de otro.Discutimos un poco, escierto. Pero ya est; no pasanada.

    El joven guard silenciounrato.Luegohabl.Seveaque le costaba trabajohacerlo.

  • Oye una cosa Nopodayoirmecontigo?

    Converdaderasorpresa:Alafbrica?S.Qutatelodelacabeza.Peroporqu?Crees que te daran

    permiso?SitlopidesDesengnchate, chico.

    Sabes lo dificultosamente

  • que lo consigo yo. Cmodiablos se te ocurre que teibanadejar?Perocuntosaostienest?

    Veintitrs.Ni siquiera los

    aparentas todos, conque,figrate.

    El coadjutor baj lacabeza, contrariado yconfuso.

    Nosabaqueser joven

  • era algo as como unaenfermedad.

    Qu hablas deenfermedad? Ser joven estenerlo todo a favor. Essumarmsposibilidadesquenadie. Si es lo mejor delmundo!

    Con tal de que secuente con un carro depaciencia.

    Alzaesacara,hombre;

  • cuando yo era como t, nisiquieradecamisa.

    Y eso qu tiene quever?

    Que la misa es, sincomparacin, lo msimportante, lomseficaz, loms grande de cuanto hagocada da. Y t dices misaigualqueyo.

    Cuando Francisco quedasolasyaeratardeylacama

  • le atraa como punto dedestino delicioso para unajornadaduradetrabajofsicoymental.

  • 7Aunque parezca paradjico,la baza principal en laaceptacindelpadreQuintaspor parte de los obreros lajugaron loscomunistas,o, loque es lo mismo, su cabezavisible en la empresa,compuesta por el llamadoHierroyporuntalSalmones,de nombre Higinio, si bien

  • todoelmundolellamabaporel apellido,sorprendentemente instruidopara su condicin laboral, ysiempre correcto en lapalabrayenelgesto.

    El otro da apenas nosdejaronhablar.

    Era Hierro y se refera alas cuatro frases cambiadasdurante la masivaconcentracin ante las

  • oficinas.Escierto.Tevoyapresentaraun

    amigo. Higinio Salmones.Estenloshornos.

    Encantado.Era al aire libre, despus

    de la comida. Aquelloshombres no parecan tenerinters en que el dilogopasaradesapercibido.

    Queramos decirte que

  • vemos con agrado tupresencia entre nosotros dijoHierro.

    Yeso?Terescura,no?S,yosadviertoques

    cmopensis,por loquemeextraa

    Nohaynadadeextraointerrumpi Hierro.Nosotros buscamos lacolaboracin de todos los

  • gruposdebuenavoluntad.Francisco estaba en

    guardia. De manera que yaestnstos

    Osadviertoqueamlapolticamedejafro.

    Quin habla depoltica?repuso Salmones.Haymuchoquehacersinnecesidad de invocar a lapoltica.

    Porejemplo?

  • Promover la justiciasocial, sin ir ms lejos. Noeststporlajusticiasocial?

    Siseentiendecomoesdebido,desdeluego.

    Entonces? inquiriHierro.

    Es que con la justiciasocial pasa como con lademocracia y como contantas cosas, que todos lainvocan, pero cada uno la

  • entiendeluegoasumanera.Por eso, para llegar a

    comprenderse, se precisa eldilogo.

    Esoescierto.Sin embargo hay en

    vuestras filas quien se niegaa l de una formasistemtica.

    Es propio deescarmentados, no osparece?

  • No se dieron poraludidos.

    Juan XXIII abri unapuerta al dilogo dijoSalmones.

    Habiendo buena fe,buena voluntad, se puededialogarcontodoelmundo.

    Y no las ves ennosotros?

    Francisco les contemplunosinstantes.Luegodijo:

  • Como personas nopuedo deciros nada, porqueno os conozco. En cuanto avuestraidea

    Fueron unos puntossuspensivosmuyexplcitos.

    Yo, por ejemplo, nodudodetubuenafeallanSalmones.Dudas tde lanuestra?

    Lo pens antes decontestar. Saba que pisaba

  • un terreno comprometido,pero de ninguna maneraestaba dispuesto a dejarsellevarporeltpicofcil.

    No. En principio nodudode vuestra buena fe; loque pasa es que vuestrabuena fe versa sobre una feconlaqueestoyencompletodesacuerdo.

    No juegues con laspalabras dijo Hierro,

  • molesto.Calla le opuso

    Higinio,ms sutil.Loquedices es completamentenatural.Nospasalomismoanosotros con tu fe; pero esononosimpidedesearvuestracolaboracin para luchar porlosidealescomunes.

    Y cules son esosideales comunes?, porquehabraqueprecisarlos.

  • Todos queremoslibertad, dignidad yjusticia

    Te refieres a laspalabrasoasuscontenidos?

    Por qu esadistincin?

    Porque en las palabrasestamos de acuerdo, siquieres; pero como loscontenidos son diversos,segnquinlaspronuncie,el

  • acuerdo resulta verbalsolamente, a mi parecer loquenoconduceanada.

    Salmones sonri comotenaporcostumbre.

    Seguramente eres unbuencuracoment;perotienes la cabeza llena deprejuicios.

    Franciscosonriasuvez.Tcrees?repuso.

    Nome negars que vosotros

  • llegis a m con la bodegabien repleta de juiciosprevios. Vosotros, loscomunistas,soisdogmticos.

    Y lo dices t,sacerdotecatlico?

    S, porque hay unadiferencia. Nosotrosapoyamos nuestros dogmasen la palabra de Dios.Vosotrosapoyislosvuestrosenladeunfilsofo.

  • Salmonessepusoserio.Para quien no cree en

    Dios puede ser suficiente unfilsofoconclarividencia.

    Quiz.Peroparaquiencree, en todo caso, unfilsofo resultaevidentementepoco.

    Te niegas, pues, aldilogo?inquiriHierroentonoadusto.

    Nohedichoeso.

  • Puesloparece.Como personas

    siempre me interesaris. Eldilogo contigo, o contigo,as, de hombre a hombre,siempre ser grato para m.Eldilogoconvuestrocredo,no tanto.Nuestras ideologassonirreductibles.

    En ese plan tuyo deintransigencia comentSalmones, desde luego;

  • pero nosotros entendemosque hay un saludableprogresismo entre loscatlicos

    Lohay.Y t, que vienes a la

    fbrica, que te haces obrero,noeresprogresista?

    Claroquelosoy.Pero,entendedlo. Ser progresistano es ceder en cosa algunaesencial; no os llamis a

  • engao.El capitalismo est

    podrido por dentro. Enrealidadslohaydosfuerzasen presencia. Cuando sehunda aqul, cuando sedisuelva en su propio yhediondo excremento, noquedarmsquecomunismoycristianismo.

    A m no me duelenprendas.Nosoycapitalista.

  • Lo sabemos. Por esonosinteresas.

    Pero,ojo.Decirquenosoy capitalista no es decirquesoyfilocomunistaocosaparecida.

    Salmones sigui supensamiento.

    Comunismo ycristianismo han deentenderseporfuerza.

    Quieres decir por la

  • fuerza?No;forzosamentePero Francisco se

    mantuvoensuidea.Sidijerascomunistasy

    cristianos, en vez decomunismoycristianismo,tedaralarazn.

    VuelvesajugarconlaspalabrasterciHierro.

    Nolocreas.Explcate.

  • Comunismo ycristianismo sonincompatibles. No ascomunistas y cristianos. Laspersonas son siempre msflexiblesquelasideas.

    Vamos dijo Hierrocon aspereza, que t estspornuestraconversin.

    No he dicho eso,aunque, lo reconozco sonri, eso resolvera el

  • problema.Hierro era ms directo,

    menos paciente queSalmones.

    Ves cmo convosotros no se puededialogar?dijo.

    Esperaunpoco;yquotra cosa estamos haciendoque dialogar desde hace unrato?

    Si llamas a esto

  • dilogoS, salvo que t

    entiendas por dilogo el queunoseosentregueconarmasybagajes.

    YaseguiremoscortSalmonesmirandoelreloj,que hay tela para rato. Meinteresahablarcontigo.

    Me encontrarssiempredispuesto.

    Lodicesdeverdad?

  • No tengoms que unapalabra.

    Y no te reirn? preguntirnicoHierro.

    Descuida. Ya soymayordeedad.

    NolehagascasorioSalmones. Hierro es unprimario.

    No me disgusta quedigaloquepiensa.

    Gracias dijo ste,

  • lomismodigo.Toda la tarde le dio

    vueltas Francisco a aquellaconversacin. Es curioso,primero ni me miraban, yahora, de pronto, todo elmundo quiere hablarconmigo.Eraverdad.Frasescomo:tenemosquehablar,yahablaremos,tengoquehablarcontigoeranalgoquese haba venido haciendo

  • cotidiano. Una cosa estabaclara, y es que la primitivaindiferenciahabaencubiertouna profunda curiosidad.Ninguna humana prendabastabaparaexplicaraquello.Pero nada le preocupabatanto como la conversacinmantenida con Hierro ySalmones.Repasabalodichoy escuchado, frase por frase,escudriandolosmatices,las

  • posibles intenciones, lasconsecuencias Decir queson comunistas no es decirque pertenezcan a unaextraaespecieconlaquenotengaqueverlaredencindeCristo. El evangelio dice deJess que coma con lospecadores acaso no lohubiera hecho con loscomunistas? Es uncomunista menos apreciable

  • quelaovejaextraviadaporlaque hay que dejar las otrasnoventaynueve?.Conellosno poda ser dbil, perotampoco spero. Era unalnea de difcil equilibrio.Uncomunista,deordinario,noesunfariseo,nimenosuntibio.Y es a los fariseos alos que Cristo fustig conacritud, pensaba, y a lostibiosalosqueDioshablde

  • vomitar de su boca. Perocuidado!, queranenvolverle, mezclarle,interesarle con ellos. Lasfrases idiota til ycompaero de viajebailaban ante sus ojos, perosiempre le haban parecidorecursos fciles y demasiadosimples de una dialcticafrente a otraLo cierto fueque aquella entrevista, aquel

  • dilatado parlamento quecuantos ojos quisierontuvieron ocasin decontemplar, fue largamentecomentado por los rinconesde la fbrica y, en ciertomodo,resultunaespeciedetcito espaldarazo para elcura, ante el masivoestamentoproletario.

    Don Federico hizo porcruzarse con l como al

  • acaso.Cuidado con quin se

    junta,padre.Queddeunapieza.Tan

    pronto haba subido lanoticia?PensenRufino.

    No s a qu se refieremintisinescrpulo.

    Deveras?SinoseexplicaElpeligroparauncura

    obreronosonlasmujeres,es

  • elmarxismo.A Francisco le salieron

    loscoloresalacara.Gracias por su

    desinteresado consejodijoconsequedad.

  • 8Francisco ocup elconfesonario muy tempranoen la maana del domingo.Eraunmenesterqueleexigagran acopio de paciencia.Desde que estaba en lafbrica, desde que viva pordentro de la vida delsuburbio, se le haca muycuesta arriba escuchar

  • durante horas cierto tipo deconfesiones.Sentadeseosdegritar:Salgandesmismosy miren en torno! Se trata,sobre todo, de amar alprjimo!. La parroquia sellenaba con feles del otrolado de la Avenida, congentes acomodadas,pertenecientes a un distritoslidamente residencial. Ytienentancercaalprjimo

  • con slo cruzar la calle, unprjimo que los necesita!.Pero la Avenida era unafrontera, un teln invisible.Vivir a uno o a otro lado delamismaeradefinitivo.Ylse impacientaba esperando alos penitentes quevinieran aacusarse de no amar a losdems;peroeraenvano.Unotras otro seguan con supequeo mundo, con sus

  • mentiras, con susincumplimientos externos,con sus cuatro porquerasHaba mandamientosafortunadosalosquetodoshacanreferencia;peronadievenaaacusarsesimplementedenoamara losotroscomoasmismo,queera, al finyalcabo,resumen,compendioy clave del verdaderocristianismo. Haba, pues,

  • que concluir que todosaquellos fieles, siendo untanto remisos en la castidad,eranperfectosen lacaridad?Compadezco de corazn alosbuenoscurasquesepasancada da horas y horassentados en el cajn; sutrabajo es ms duro que elmoconlaherramienta.

    Me acuso tambin dealgunasimpaciencias

  • Era una seora quienhablaba.

    Pido perdn, tambin,por todos los pecados demivida, en especial de haberhechocosasfeas

    Era un muchacho desaludableaspecto.

    Y de dar malasrespuestasamimadre.

    Ahorahablabaunachica.Cog dinero en casa,

  • peronomuchoMe pas con la novia,

    dosvecesLe tengo rabia a la

    monjademiclaseMe dan dinero para el

    taxiyyovoyycojoelMetroyeldineromeloquedo

    Tengo muy malospensamientos

    EsqueellaYmiradas

  • A las dos horas de aqueleje