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«Los convidados de piedra»,, o La irrupción de la historia contemporánea en la narrativa de Jorge Edwards La agitada sucesión de acontecimientos vividos por Chile en los pri- meros años setenta había de tener obligada repercusión en la literatura del país. La narrativa de Jorge Edwards fue especialmente sensible a aquellas circunstancias históricas, que permitieron interpretar su obra anterior —apenas una novela, E/peso de la noche (1965), y algunos volú- menes de cuentos’ como testimonio de la decadencia de una burguesía chilena que parecía próxima a su fin: El peso de la noche —llegaría a es- cribir Carlos Santander en los años de la Unidad Popular— «deja entre- ver un orden social verdaderamente portaliano: el autoritarismo en la organización del cuerpo social, la rigidez de los preceptos, la sanción irrestricta de toda rebeldía, su vinculación al mundo agrario y comercial, la reducción de todo “pueblo>’ a mera servidumbre. En rigor, este ha si- do nuestro orden desde los primeros tiempos de nuestra República. Y éste es el orden que hoy vemos estremecerse y del cual advertimos, co- mo en la señora Cristina, los síntomas del desmoronamiento. El nuevo orden” lo vemos claro en nuestra historia. La homología con la novela es evidente. Con la diferencia de que lo que en la historia está claro, en la novela aparece sólo como una difusa esperanza. El orden revoluciona- rio, en ella ignorado, sin embargo, lo demanda implícitamente»2. El pre- sente histórico, por tanto, parecía demostrar entonces la quiebra inevita- ble del orden antiguo. Los acontecimientos habían de demostrar poco después que aquel orden era capaz de resurgir y de frustrar todas las es- Los que constituyeron El patio (1952), Gente de la ciudad (1962) y Las máscaras (1967), a los que hay que añadir los cuatro incluidos por primera vez en la antología Te- mas y variaciones (1969). 2 Véase ‘El peso de la noche, de Jorge Edwards», en Revista de Estudios Filológicos, n.” 8, Valdivia, Universidad Austral, Facultad de Filosofía y Letras, 1971, págs. 41-67 (67). Anales de literatura hispanoamericana, núm. 16. Ed. Univ. complutense, Madrid, 1987 Metadata, citation and similar papers a al de Revistas Científicas Complutenses

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«Los convidadosdepiedra»,,o La irrupción de la historia

contemporáneaen la narrativa deJorge Edwards

La agitadasucesióndeacontecimientosvividos por Chile en los pri-merosañossetentahabíade tenerobligadarepercusiónen la literaturadel país. La narrativa de JorgeEdwardsfue especialmentesensibleaaquellascircunstanciashistóricas,quepermitieron interpretarsu obraanterior—apenasunanovela,E/pesode la noche(1965),y algunosvolú-menesde cuentos’— comotestimoniode ladecadenciade unaburguesíachilenaqueparecíapróximaasufin: El pesode la noche—llegaríaaes-cribir CarlosSantanderenlos añosde la Unidad Popular—«dejaentre-ver un orden social verdaderamenteportaliano:el autoritarismoen laorganizacióndel cuerposocial, la rigidez de los preceptos,la sanciónirrestrictade todarebeldía,suvinculaciónal mundoagrarioy comercial,la reducciónde todo “pueblo>’ ameraservidumbre.En rigor, estehasi-do nuestroorden desdelos primerostiemposde nuestraRepública.Yéstees el orden quehoy vemosestremecersey del cual advertimos,co-mo en la señoraCristina,los síntomasdel desmoronamiento.El nuevoorden” lo vemosclaroen nuestrahistoria.La homologíaconla novela

esevidente.Con ladiferenciadequelo queen lahistoria estáclaro, en lanovela aparecesólo como unadifusaesperanza.El orden revoluciona-rio, en ella ignorado,sin embargo,lo demandaimplícitamente»2.El pre-sentehistórico,portanto,parecíademostrarentonceslaquiebrainevita-ble del orden antiguo. Los acontecimientoshabíande demostrarpocodespuésqueaquelordeneracapazde resurgiry de frustrartodaslas es-

Los que constituyeronEl patio (1952), Gente de la ciudad (1962)y Las máscaras(1967), a los quehayqueañadirlos cuatro incluidos porprimeravez en la antologíaTe-masyvariaciones(1969).

2 Véase‘El pesode la noche,de JorgeEdwards»,en Revistade Estudios Filológicos,n.” 8, Valdivia, UniversidadAustral, Facultadde Filosofíay Letras,1971, págs.41-67(67).

Analesdeliteratura hispanoamericana,núm.16. Ed. Univ. complutense,Madrid, 1987

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peranzas,comosehabíanfrustradolas esperanzasde los personajesenel relato.

Segúneltestimoniopersonalde Edwards,en 1970 creíahabertermi-nadounasegundanovela,iniciadaentre1968 y 1969.Lo cierto esquesepublicó en 1978 con el título de Los convidadosde piedra, y al parecerconprofundasmodificaciones.«Esaprimeraredacción—aseguraVicen-te Urbistondo,invocandodeclaracionesdel propio autor— nadateníaqueverconlo queacabósiendocentralen definitiva: la elecciónde Sal-vadorAllendey los efectossocialesdel suceso,sin olvidar los internacio-nales.Aquellaversiónde la obra, acabadaya en 1969, se llamó El cultode los héroes, me cuenta,y recuerdaqueProustincorporóasuobra lapnmeraguerramundial en Le TempsRetrouvé,último tomo deA la Re-cherchedu TempsPerdu.Algo semejantehizoél enla segundaversióndc1975, dice, al incorporarasu novela el períodode Allendey la UnidadPopular,concluyéndolaconsudesenlace»~.

En efecto,elpresentede la novelaabarcaapenasunascuantashorasde algúndíano muyposterioral golpedeestadodel it deseptiembrede1973,horasquetranscurrendesdela comidacon queun grupode ami-goscelebrael cumpleañosdeuno de ellos,SebastiánAguero,hastaelamanecerdeldía siguiente,cuandoel final del toquede quedapermitealos reunidosabandonarla casa.Estaestructuracióntemporalpuedere-cordarlade novelascomo Ulises, deJoyce,o de Mrs. Dal/oway, de Virgi-nia Woolf, y puedeconsiderarseunaevolución de laqueEdwardshabíautilizado en El pesode la noche. Entonceslos acontecimientosdel pre-sentesedesarrollabana lo largode algomásdeveinticuatrohoras,perolosrecuerdosde los personajesprincipalespermitíanal narrador(relati-vamenteomnisciente)remontarsehastadistintos momentosdel pasa-do~. Ahora el pasadoresurgede la largaconversaciónde esospersona-jes> quecuentande sí mismoy de otros,sobretodo de los ausentes,delos «convidadosde piedra»quecompartieronlos lejanostiemposde laadolescenciaparaseguirdespuéslos caminosmásdispares.

La referenciaal orden«portaliano»tienequever con la frasede Diego Portalesquesirvede epígrafeal capítuloVII de El pesode la nocheeinspira el título de la obra: «El ordensocialen Chile se mantieneporeí pesode la noche».

Vicente Urbistondo,«Los convidadosde piedra: novelaépica, épico-burguesay arte-facto semiótico»,en RevistaChilena de Literatura, n.” ¡2, Santiagode Chile, Octubrede1978, págs.105-126(108).

Como señalaVicente Urbistondo,la armazóndeLos convidadosde piedra tiene unantecedentereconocibleen el relato «Adiós. Luisa , incluido en Las máscaras,y quemuestraaun grupodeantiguoscompañerosdecolegiorememorandoel pasadoconmo-tivo de la comidaquelos reúne.No es la única ocasiónen queEdwardsaprovechaparasusnovelaslos temas,experienciaso personajesensayadosen cuentosanteriores.El pro-tagonistade «El funcionario»(Gentede la ciudad),porejemplo,esun precedenteinmedia-to de Joaquín,protagonistade El pesode la noche,y los estudiantesqueabundanen losrelatosinicialcsanticipanen numerososaspectosa Francisco,el adolescentede esamis-ma novela.

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Merececonsideraciónla complejidadindudabledel relato>derivadade los procedimientosutilizadosparatransformaren discursonarrativolo que en principio seríaun diálogo ininterrumpido,en el quea los co-mentariossobreel presentese sumanlas largasreconstruccionesdel pa-sado,a vecestambiénlos diálogos de otros tiempos.Su transcripciónquedaacargode uno de los invitados, alguienquetienela costumbre«deanotaren un cuadernolosprincipalessucesosde la semana,consig-nartestimonios>anécdotasquede otro modocorreríanel riesgodedis-persarse>reconstruirescenasevocadasen unaconversación...»5.La no-vela esesareconstrucciónsuyade lo sucedidoy rememoradodurantelalargacelebracióndel cumpleañosde SebastiánAguero> incluyendosuspropiasaportacionesal diálogoy las informacionesqueaparentementeél posee,o las reflexionesquepasanpor sumenteapropósitode loshe-chos registrados.El relatoqueda,en consecuencia>acargode un narra-dor testigo de los acontecimientosy en ocasionesprotagonistade losmismos,por lo quecon frecuenciadesarrollala narraciónen primerapersona.Se mantiene>sin embargo,en el anonimato,y no es fácil com-probarsuidentidad,apesarde queUrbistondolo hayaidentificadoconFrancisco,el adolescentede El pesode la noche, identificaciónsugeridaal parecerpor el propio Edwards6.

Esano es la únicadificultad quepresentaelnarradordeLos convida-dos de piedra. Con frecuenciaes imposible determinarquién habla,quiéndacuentade unosacontecimientosde los queningunode los pre-sentesen lacelebraciónhasidotestigo,o de los pensamientosquepasanen muchosmomentosporlamentede personajesausenteso muertosyahacemuchotiempo. Cabededucirque el narradorposeeotras fuentesde una informaciónquetranscribeen lamedidaen quepasapor suca-beza,o bienquecompletael relatoasugusto,hastael puntodeconver-tirsepormomentosen un narradoromnisciente>dificil de justificar des-de la perspectivaasumidainicialmente,perológicaen la medidaen queeseminuciosocronistaasumela total responsabilidadde surelato>y talvez aprovechaparasu redacciónfinal escritosanteriores:«La historiadelGringo tambiénfiguraba,sin omitir detalle,en mis apuntes’>,aseguraen unaocasión(102).

En estascondicionestambiénresultacoherentela fragmentariaorga-nizaciónen el discursonovelescode los materialesutilizadospor el na-rrador,apesardel aparentedesorden.Estossonbásicamentelos diálo-gos de los personajes>en cuya integraciónEdwardsse muestraya unescritormaduro,absolutamenteconscientede los recursosquemaneja,

Jorge Edwards,Los convidadosde piedra, Barcelona,Seix Barral, 1978> pág. 11. Enadelanteutilizaremossiempreesta edición,por lo que traslas citas nos limitaremos aconsignar,entreparéntesis,el númerode páginacorrespondiente.

6 VéaseVicenteUrbistondo,artículocitado> pág. 106.

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apelandoafrecuentesdislocacionessintácticas,delas queesun mínimoejemplola quesubrayo:

Puesbien> en mangasde camisa,con el ojo preocupadoy atentodeun gene-ral en vísperasde la batalla,Sebastiándirigía la instalaciónde unasmesasen elardín (...), y queahora(..) empezabanadesplegarseen todasu blancuraya des-

bordar de entremeses,almendrassaladas>aceitunas,salchichaspicantes,y yavendrán las empanaditasde quesoy otras engañifas,explicó Sebastián,en cuyasonrisanoté... (12).

El relatodelnarrador>sin transiciónalguna,integrafraseso diálogostal comolosenuncianlos supuestoshablantes.El procedimientoes muyfrecuente>y a menudosecomplica, comoen el ejemploquesigue:

Me acuerdode cuandomecomunicaronla noticiaporteléfono,dijo el Gordo>y Sebastián,entonces>en una esquinadel jardín, conté a un grupo quepresidía,con risotadasno exentasde procacidad, la Rubia,relato por todosconocido,peroquea todosnosgustabaescucharde nuevo,queél seacostabacon la María lien-derson (se la tiraba, dijo> sin importarle la presenciade la Rubia), despuésde unencuentrocasualquetuvimos en Viña del Mar, en la boite del hotel O’Higgins,parasermáspreciso,un dieciochode septiembreenla noche,yenvísperasde lapeleaconsu amante,acomienzosdeoctubre>cuandolascosasya debíandean-darcomolas huevas>mepidió quepartiéramosjuntos a Paris.

¿Paraqué?Paraescapardetodaestamierda!

¿Y de quévamosa vivir?Yo me lasarreglaré.iDe puta!Y la gringamesacóapatadasdeldepartamento,dandogritosde furia, borra-

cha>y poco después(detalle queyo conocíamuybien, pero que Sebastiánno co-mentéal grupo dela Rubia),el día quesecorría El Ensayoen el Club Hípico> Se-bastián la había visto en las tribunas en compañíade unagansapintarrajeada,deextravagantesombrero,y sehabía hechola desconocida.(17-18)

He subrayadolas partesdel discursoquequedanacargo delnarra-dor, inicialmenteparadarcuentadelo queocurreen el presente,al finalparacontarsucesosacontecidosen el pasado.De los fragmentosno su-brayados,el primeroesel enunciadodirectodeun personaje,semejante>portanto,alquese incrustabaenla citaanterior,yno ofreceningunadi-ficultad. Máscomplejoesel segundo,queinicialmentesustituyeel estiloindirectoconelqueelnarradordabacuentade los hechosrelatadosporSebastián>porla transcripcióndirectade las palabrasde éste>porsure-lato en primerapersona,queasuvez incluye dentrode sí la reconstruc-ción en estilodirectode un diálogoacontecidoenelpasado.El pasosintransicióndel estilo indirecto al estilo directoy viccversa,o —lo quevie-ne a ser lo mismo— el juego con distintos hablantes,ofreceposibilida-des muy variadasy complejas.He aquíuna muestra,en la que tambiénsubrayolas partesque muestranla presenciadel narradorprincipal:

iNo seanexagerados!,dijo PabloEspínola,pasándoselas manospor la cabe-

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llera engominada,ya quelo recuerdoengominadodesdeentonces,dijo Matías,desdeaquellaépocaen queno tendríamásdedieciséiso diecisieteaños,y mien-tras lo decíaobsen.>abaa Pablo> todavíaesbelto,pero blanco decanas,con los ojoshinchados,conversandoen otro extremodel jardín, engominadode nacimiento,añadió,y don Marcos,temiendoquedonGonzaloUrquijo le arrebatarael usodela palabra,habíaempezadoa contarunahistoria de Nijinsky, el bailarínruso, yde laPavlova,quehablabailadoparaél y parasusinvitadosen unadesusfiestasprivadas,en París,en su hotel particularde la rue de Presbourg,en el apogeodesu matrimonioconunamillonaria argentina,y el grupo, envirtud deun consen-so tácito, le rogó a la Gorda que se fuerade ahí paraque don Marcospudieracontaralgunasde sus historiasparisinaspicantes,ilárgatede aquí,Gorda!,y lepedimosquenos contara,por ejemplo... (30-31)

El texto no subrayadoquedaacargode unode los personajes,quedacuenta de los hechosacontecidos.Este recursoes muy utilizado en lanovela,asumiendola narraciónlos distintos asistentesa la celebración—a veces la voz es indeterminadao colectiva,a juzgarpor el «dijeron»que insertael narradorbásicoo principal (véase,como ejemplo>la pág.157)—, con lo queel relato adoptauna perspectivavariada,que puedemultiplicarse indefinidamente:los relatos de esospersonajesincluyenlas vocesde otros —«¡No seanexagerados»y «Lárgatede aquí, Gorda!»,en la cita anterior—,y diálogosdel pasado,o incluso otrasnarracionesqueotrospersonajeshicieronen otrostiemposy queasuvezpuedenin-cluir otrasvoces,y otrosdiálogos,y otrasnarracionesqueotrospersona-jes hicieron en un pasadoaúnmáslejano,y así sucesivamente.Las citasque pondrían de manifiesto esteprocederson demasiadolargas paratraerlasaquí,peroel lectorpuedeconstatarlosin dificultadesen la nove-la, que es un constantejuego con las posibilidadesque ofrece,como side muñecasrusasse tratase,la inclusión sin límites definidos de unashistoriasen otras.

El juego con las voces narrativasafectadirectamenteal tratamientodel tiempoy del espacioen Los convidadosdepiedra. El marcode refe-renciaespaciotemporalquecontienela totalidadde la novelaesel ya se-ñalado:la casade Sebastián,en las horasquemedianentrela comidadeun día y el amanecerdel día siguiente,en fechasposterioresen pocoalgolpe de estadoque terminó con el gobiernode la Unidad Popular en1973.Peroel diálogo de los reunidosderivade inmediatohaciala reme-moración de otros tiemposy otros personajes.Puedepensarseque esaestructuradialógica, fundamentalen la novela, tiendea hacercoincidirel tiempoen que se desarrollanlos hechosy los diálogosdel presentecon el tiempo exigido por su lectura: tal vez Edwardsproyectóquelastrescientascincuentapáginasde suobraocupasenasuslectoresun nú-merode horassemejantea las que suspersonajespasaronrecluidosenla casade SebastiánAgaero.La cuestión,en cualquiercaso,carecede re-lieve, mientrasesfundamentalla maneraen queel presentenarrativo seanulaen cuantola narraciónlleva al primer plano los acontecimientosocurridosen un pasadoque se remontaa muchosañosatrás,y se ms-

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tauraun nuevomarcoespaciotemporalquecongelael de los diálogosyrelatosen bocade los invitadosparapermitir diálogosy relatosde otrostiemposqueasuvez dancuentade sucesosocurridosen otrosespaciosy tiempos.La estructuraespaciotemporal,enconsecuencia>estáamer-cedde los recuerdosy evocacionesqueafloran en el diálogodel presen-te, y no parecenobedecera un ordendefinido. Se puededecirque lasevocacionesmáslejanaspertenecena los últimos momentosde la presi-denciade Balmaseda,en 1891, pero los sucesosnarradospertenecenpor lo generalanuestrosiglo,desdelos tiemposde la presidenciade Ra-món OrregoLuco (1910-1915)hastanuestrosdías,concentrándoseso-bre todoen las últimasdécadas,desdelos añoscuarenta>los de la ado-lescenciade los protagonistas,hasta1973. Los sucesosy épocasmásremotastienenquever con antepasadosde los personajesfundamenta-les de la novela,quesonlos queconcentranla máximaatención,en tor-no ados momentosy lugaresespecialmente:el escenariocosterode laPunta, selectolugar de veraneocercanoValparaíso,cuandoeran jóve-nes,y la épocadecisivade la Unidad Popular,en el Santiagode princi-pios de los setenta.El desordencronológicocon quesepresentanlosacontecimientosentroncaaLosconvidadosdepiedra con las formasca-racterísticasde la novela contemporánea,y se justifica por el desordencon quelos hechosfluyen en el recuerdode los narradores.A medidaqueavanzael discursonarrativolos fragmentosencuentranrelaciónen-tre sí, el mosaicosecompleta,y el lectorpuedereconstruirlasucesiónli-nealde losacontecimientos.Edwardsfacilita esatarea>confechaspreci-saso referenciasasucesosrelevantes:

Perodejemosesecumpleañosde 1969 y volvamos al de ahora...(22)En los tiemposqueprecedierona la elecciónde Allende, por 1968 ó 1969, al

Pachurrodel Medio lecayerona las manosalgunoslibros esotéricos...(349)Lo paradójicodelcaso,dijeron, esqueSilverio Molina pudosalir de la cárcel,

al final de ese invierno, precisamentecuandolos comunistashabíansido expul-sadosdel gobiernosin contemplacionesy acababade promulgarsela Ley de De-fensade la Democracia...(157)

Fuedespuésde un almuerzobien regado(..), allá por fines de los añoscin-cuenta,o acomienzosde los sesenta,queel Pachurrodel Medio... (209)

Sin dudalos momentosclave no estánelegidosal azar,coincidenconotros fundamentalesen el procesopolíticoy socialde Chile, y suidentifi-caciónno planteaproblemasal lector queposeaunamínima informa-ción sobrela historiadel país.A facilitar la lecturacontribuyetambiénlacohesióntemática,que ofrecedatossuficientes—por medio de los per-sonajes,de los lugares,de los sucesos—para reconstruirla sucesióndelas secuencias>apesarde los saltoscronológicos,de la estrechafusiónde tiemposy espaciosdistintos, entre los queno media unatransiciónclara, y de la dispersiónde los fragmentosquefinalmenteencuentrasulugaren el desarrollodela historia.

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Los espaciosen que transcurrela novela son también numerosos.Comoeslógico, estánen estrechacormspondenciaconlos cambioscrono-lógicos,y unosy otroscontribuyenotravez a la agilidado la impresiónde movimientoquetambiénproduceestasegundanovelade Edwanls.El presentede la narración,ciertamente,se desarrollaexclusivamenteenla casa,incluidoslosjardines>de SebastiánAgUero, perosonlos des-plazamientosalpasadolos quemultiplican> comoseha dicho, espaciosy tiempos,y posibilitanelavancedela narración.Hay queadmitirqueladescripciónde esosespaciosdel recuerdono interesademasiadoa losdiferentesnarradores>quese limitan aaludir aellos portratarsede es-paciosfamiliaresaquienessupuestamenteconversan.Tal vez vale la pe-naseñalagsin insistiren unaposiblecondiciónsimbólica>lacontraposi-ción entrelos espaciosabiertosquemássedestacanen el pasado—elambientecosterode la Punta,el fundode Silverio Medina— frenteales-paciocerradoy quizáprotectorde la casade Sebastiánen el presente.

El pesode la noche habíasido la contribuciónde Edwardsa las in-quietudesexistencialesde losnovelistaschilenosdelcincuenta,y quizáalas inquietudesexistencialesde todasugeneración.ConLos convidadosdepiedra insertóexplícitamenteesasinquietudesen el contextohistóricoy socialque leshabíatocadovivir hastalas últimas consecuencias.«EnLosconvidados...—aseguraríael autor—hice ficción comocrónica.Hiceun juego narrativo queconsistió en inventarun cronistaquefueseundeliberadohistoriadorprivado de sugrupo,a la usanzabalzaciana,y entransformara todos los personajesde mi novela, paulatinamente,encronistas.Siempresedijo queChile era un paísde historiadores.En minovelatodoslos personajes>a través de un encierroparecidoal “huisdos”, de Sartre,encierroprovocadoporel toquede quedaen Chile, son,sin saberlo,historiadoresde los añosrecientes,de unahistoriaqueem-piezaconbrillo y esplendory terminaconcoloressombríos~».

Los convidadosdepiedra, en consecuencia,se insertadaenunatradi-ciónliteraria proclive ala utilización de la historiadelpaísy de suscon-flictos políticosocialescomo materialnovelesco.No faltan indicios quepuedenhacerpensarenunadimensiónsimbólica>y entreellos destacala referenciaaSilverio Molina, «Ulisesde los maresy las cavernaspunti-nas»,quiende una«prehistoriamatonesca,de oligarcafeudaly puebleri-no, cuyaculminaciónseríael navajazoclasistay machista,en defensadel feudo pisoteadoy de la madreultrajadaporel invasorde mediope-lo», derivó, trasun tiempo de cárcel, hacia‘<la militancia algo primaria,siempresazonadade ingredientesutópicos>mezclade anarquismoy co-munismoprimitivo en versionescriollas, pero militancia,al fin, en últi-mo término y a pesarde todo, disciplinada,fiel hastalas postrerasy

Véase«JorgeEdwards:«Las criticasa la revolucióncubanano son oportunistas»,en-trevistadeJ. J.ArmasMarcelo,El País, Madrid,Domingo23 deAbril de 1978, «Artey pen-samiento»,pág. 2.

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amargashorasen el hospital,heridodelas coronariasy conlas defensasdel organismominadaspor la desesperanza,en mediode las balasqueretumbabancadanoche>en distintos sectoresde la ciudad> en los co-mienzosdeunaprimaveradecisiva»(164). La referencia«mítica»>aun-querelativaaun personajefundamentalen la obra,no bastaparadar ala novelaotra dimensiónquela deseadapor el autor: la de serun testi-monio de los comportamientosde sugeneracióny de suclase.Un testi-monio «realista»,aunque,comoseñalaVicenteUrbistondo,«la prodigio-sa Máquina del curadon Santos,“La caídade la casade Usher»y lasombrade EdgarAlían Poe> o Elianasoñándoseen un puertoen quenoha estadonunca,llevanaSantiagolamagiade Macondo»».Esosescasoselementosextrañosno llevan tampocoel relato a unadimensiónmá-gico-realista.Los convidadosdepiedra, en consecuencia>no exigeesfuer-zos de interpretación,y el lector cumplecon reconstruirel comporta-mientodeunageneracióny condescubrir>si puede,el procesoquellevaa los miembrosde un grupo socialrelativamentehomogéneoasolucio-nestan disparescomo la militancia izquierdistao el apoyoal golpedeestadode 1973,sin contarconlos quese marginaronde cualquierfor-made sistemao encontraronunamuerteprematura.Quienessereúnenen casade Sebastiánson los «momios»,los quecelebraronel derroca-mientodeAllende, conquesecerrabaparaellos —de maneraambigua>por cierto, mientrascomentanlos rumoresde represiónbrutal, o sesientenafectadospor el toquede queday la vigilancia policial— un pe-ríodo de incertidumbre.Ellos son los elegidospor Edwardsparahacerla historia de los ausentes>y paraanalizarlas razonesde su ausencia9.De las actitudesencontradaspretendíaextraerun complejocuadrodelcontextopolítico y socialchileno.

De esapretensiónderiva la distinta función de los personajesen lanovela. Los reunidosen la fiestadecumpleañosdesempeñansobretodounafunción narrativa,estánligadosala técnicaempleadaparaelaborarel discurso.Sonun medioparacontarla historia,testigosmásquepro-tagonistasde los acontecimientosregistrados.Como instrumentosquesirvenparadarnosunavisión de lasociedadchilena,sucondiciónmúlti-ple permitelaadopciónde distintospuntosdevista, entrelosquecierta-mentedomina el del narradorprincipal, el reconocidohistoriadordelgrupo, «unaespeciede VicuñaMackennade la Punta»(12). Condiciona-dos por la función quedesempeñan,son los personajesmenosdefini-dos>y sólo indirectamente,a travésde lo quediceny desuparticipación,escasamenterelevante,en lo quecuentan.SebastiánAgUero estal vez elmás refinadoy mundano:poco exaltadoen sus manifestacionespolíti-cas,sólo pierdelos estriboscuandoel triunfo de Allendelo sumeen una

VicenteLjrbistondo, artículocitado, pág. 121.Véansealgunasdeclaracionesen «JorgeEdwards«literaturay diplomacia»,en Infor-

niaciones,Madrid, 14 de abril de 1978, pág. 23.

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inseguridadde la queno seharecuperadodel todotrasel golpede esta-do. Su trayectoria>enrealidad,era semejantealadetodoslos presentes,como resumeel narrador:

Lo q13ue sucedíaeraqueSebastián,i~al quetodosnosotr@los que había-mosso revividoyestábamosreunidosa ornenesejardíndondelascarcajadas>el tono de lasvoces,subíana cadamomento>habíasabidomantenersea distan-ciadelas situacionesextremas.Habladadola sensacióndejugarconfuego,pe-ro hablajugado,igual quenosotros>muy a la segura,porquesiemprehabíamospodido desdoblarnos,en los instantesálgidos, en un actory un espectador.Elimpávidoespectador,prematurohombrede orden>mo~gerabalosarrestosro-mánticosde su otro personaje.Así nospreservamosenvida hastagirar la prime-racurvade laedad.Así nos preservamosparaserpastodel tiempo. Fuimoscon-virtiéndonos,sin darnosdemasiadacuenta>en profesionalesde voz pausada,cabellosralos... (18).

El fragmentoessumamentesignificativo> puesvierte unamiradacrí-tica, desengañadae irónica,sobrelos propiosnarradores,sobreel fraca-sode la rebeldíajuvenil comocondiciónnecesariaparala reintegraciónal orden,como condiciónparala supervivencia.Los convidadosde pie-dra, apesarde suscaracterísticasnovedosas,se insertaasíen las preocu-pacionesmanifiestasen textosanteriores,y desdeluegoen Elpesode lanoche.El estractosocialdel queprocedenen sumayoríalos reunidosesel de Joaquíno Francisco,el de la señoraCristina. Pertenecena la claseprivilegiada,la de la aristocraciaterratenientede antaño,afecta desdesiemprea losproductosde importacióny alos viajesaEuropa.La rebel-díade sujuventudsequedóen las gamberradasde la Punta,paraalgunotal vez —al menosen el casode Matías—en la lecturade HaudelaireodeNietzsche,hastaderivar, con el pasodel tiempo, hacia un catolicismomilitantey anacrónico,y haciaideologíaspolítico-socialesreaccionarias.

Lasactitudesdel grupo,desdeluego, no sonuniformes,y Edwardscuidade ofrecer abundantesmatices.Frenteal toque de queda,porejemplo,contrastala actitudde Matías,queabandonatempranola reu-nión porque«él erapartidariode facilitarle la tareaalos milicos» (155),con la del PachurroMayor, quepermaneceen la casaargumentandoqueesono ibaconellos,«esparalos extremistas,paratodaesagentuza».También su extracciónsocial presentadiferencias,relacionablesde al-gúnmodo conlas distintasactitudespolíticas.A esterespectocabedes-tacaral GordoPiedrabuena,tal vez el másmoderadoy lúcido, y tambiénel menosintegradoen elgrupo: en los tiemposlejanosde la Puntahabíasido el último en llegar, procedíadela clasemediay durantealgúntiem-po se lo consideróun advenedizo.Duranteel gobiernode Frei, en losañossesenta,habíacoqueteadocon la DemocraciaCristiana,y su acti-tud del presentees netamentefavorablea los militares golpistas,peroesono le impide tratarde comprenderaquienessiguieronla evoluciónopuesta>traicionandolosvaloresde suclase.El conocemejorquenadiesushistorías>y asu cargoquedaenbuenamedidael contarlas.

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Otrosinvitados,comoel PachurroMayoro elChico Santana,quedanaúnmásdesvaídos,reducidosa meroscomparsas,aunqueintervienenen la conversaciónparadejarde manifiestosusprejuiciosde clase>susactitudespolíticasultraconservadoras,su condiciónde «momios».Perolos grandesprotagonistasdel relato (o de los diferentesrelatos)sonlos«convidadosde piedra».No debeincluirseentreellosapersonajesdelpa-sadoqueocupanun lugarde algunaimportanciaen la novela,entrelosquellaman la atencióndonMarcosEchazarreta,queanimabalos tiem-posde la Puntacon susrelatosnostálgicosde los viajesquehabíareali-zadoaEuropaen los añosveinteo antesaún,con susdescripcionesdelosfastosparisinosde la «belleépoque»,y el Tito, «el monstruito,el vásta-go degenerado,fin de unadinastíaprevaricadora»(132),símboloel másevidentetal vez de lo queEdwardsentiendepor la degradaciónfísicaypsíquicade la oligarquíacriolla tradicional,cerradaen sí misma, inca-paz de acomodarsea los nuevostiempos.Los personajesqueinteresanespecialmente>los quesiguenunatrayectoriadignade comentario,sonlos miembrosdel grupojuvenil queterminaronpor disgregarsedel mis-mo: los hermanosGuillermo y PanchoWilliams, el Pachurrodel Medioy Silverio Molina.

La historia de PanchoWilliams es la másbreve, puesconcluyóenplenajuventudconun accidentede automóvilen las cercaníasde Valpa-raíso.La de su hermano—protagonistaen la Puntadel atentadocontralaestatuadelprócerlocaldon Teobaldo,aquiendejósin nariz—esmuycompleja: lo muestramarcadopor la ausenciade su padre>un inglésquearruinóa la familia de sumujerantesde regresara supaís;durantesujuventudsemostrabaextrañoeinfluenciable,y después>trasel desen-gañoquesupusosuviaje aInglaterray elencuentroconsuprogenitor>derivó haciala izquierdahastaafiliarse al partido socialistay huir delpaístrasel fin de la UnidadPopular.En cuantoal Pachurrodel Medio>suhistoria es la de unadegeneraciónsexualquelo lleva adesclasarse,afrecuentarambientesajenosa los admitidospor sumediosocial,lo quele acarreael despreciode sus amigosy condicionasu alejamientodelgrupo.Traselgolpeparecequesushábitosse normalizan,queregresaalordeny las «buenascostumbres».

El «convidadode piedra»porexcelencia,y tal vez e] protagonistafun-damentalde la novela,esSilverio Molina. Suhistoriaesla másminucio-samenterelatada,y muestradosetapasmuy distintas>separadasporuntiempode cárcel. La primera>la de la Punta,es la del «oligarcafeudal ypueblerino»(164), máximo representantede un mundoque lentamenteva adesaparecenel delpoderligado al latifundismo,ala posesiónde latierra. Rebeldey violento,el navajazoqueasestaaun forastero,y quelolleva a prisión, puedeconsiderarseun gesto en defensade esemundotradicionalqueparaentoncespersonificasu madre,y quesuponeagre-dido desdeel exterior,por otrasclasessociales,por gentesprocedentesde otros lugarese ignorantesde las tradicionesy de los valorespunti-

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nos.Después,en la cárcel, descubrela condición anacrónicade aquelmundosemifeudal,y de las lecturasde Nerudapasaa la militancia co-munista,queno abandonaránunca.

Sinduda,Silveriosecaracterizasiempreporla búsqueday ladefensade los valoresquecreeauténticos.Su procesoes seguidocon especialatencióny con indudablerespetopor los contertulios>queencuentranen él los indiciosquemuestranla evoluciónde la sociedadchilena. Deentrada,habíasidovíctima de esaevolución,al tratarde defenderunosvalores fuera de época.«Eran tradiciones que habían hecho crisis—constatael narradorprincipal—. DemaneraqueSilverio> comoúltimoretoñode los Molina, teníaquepagarlas consecuencias.O incurrir enun actode traición...Su fidelidad> aesasalturas,resultabasuicida,ade-másde extravagante»(87). y apropósitodela condenaaprisiónpor lacuchilladaen la playa,con quese cierra la primera etapade Silverio, elnarradorinsiste: «¡Era el ciclo de la decadencia,iniciado, sin que nosdiéramoscuenta,en el campode batalladelas dunas,haciapocosdías,yqueahoraempezabaamanifestarse~»(110).

No esesala únicapruebadeldesmoronamientoaludido.Al enterarseen la cárcelde la muertede donMarcosEchazarreta>«Silverio sequedópensativo,comosi la desapariciónde donMarcosseñalarael comienzode la desapariciónde la Punta,un procesoen quela tierra de la Puntaempezaríaadeslizarseporun embudohaciael vacío> en formalentape-ro inexorable»(111). De nuevonosencontramoscon el tema>tandomi-nanteen las obrasde Edwards,de la crisis o la descomposiciónde unmundoy de suordende valores>peroala vez conla constatacióndequeesosvaloressiguentan vigentesquepermitencondenaraquienlos trai-ciona. Silverio es tambiénsuvíctima,pues«secomentóen la Puntaquehabíasalido lleno de ideasraras, incluso dijeron que se habíapuestocompletamentecomunista>un peligrosoagentede Moscú,reclutadoporMoscúen lamismísimacárcel(..j. ¡Sercomunistay dueñode fundo erarecontrafácil!» (119).Marcadopor sutraición«a las normasno escritas»(141)desuclase,abandonadopor susantiguosamigos>Silverio secon-vierte en un desclasado,quetampococontarácon laplenaconfianzadesus nuevoscorreligionarios>poco dispuestosa olvidar sus orígenesyprestosadeducirhastade la lecturadeErcilla que«no era másqueunanarquistoidequesehabíaembarcadopor equivocaciónenla causadelpueblo»(287).

A pesarde todoSilverio aparececon claraslucespositivas,es el per-sonajemáshonestoy consecuente.Crítico con la burguesía,tampocoentiendelas componendaspolíticas del partido comunista,su acerca-mientocircunstanciala las clasesmediasy a lospequeñosempresarios,susumisiónalas directricessoviéticas.Al final delcaminosólo le quedala decepcióntotal> cuandoel bienestarsocial no ha llegado,ni la luchade clases,y temeverasuhijo «convertidoen un bobalicóngrande,inde-cisoentreunaizquierdapetrificada,burocratizada,y unaburguesíades-

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deñosa,implacable,quele haríapagarmuycaroslos delitosde claseco-metidospor su progenitor»(205). Raravez se habíallevado con tantaeficaciaa la literatura el temadel desclasamiento,los problemasdelburguésque se aleja de los suyos para militar en un partido de iz-quierdas.

Si la perspectivaadoptadaen el relato es la de los «momios»,la dequienesdanpor buenoel golpe militar que acabade derrocaraSalva-dor Allende, sus opiniones,sin embargo,quedanen entredichopor laironíao el cinismoconqueseexpresanel narradorprincipaly otrosna-rradores>en especial el Gordo Piedrabuena>poniendode manifiestounaactitud de desencantoantesu propia trayectoriay ante su propiaclasesocial.Esedesencantosetransformadecididamenteen autocríticacuandoel narradorprincipal resumeel pasadoy el presentede los reu-nidosy los contrasta>aunquesin ningún entusiasmohaciaella, con laevoluciónde Silverio:

Habíaqueconcluir queéramoshijos del fuero parlamentario,del cohecho,de los privilegios caciquiles,y nuestrarebeldíase manifestabaen un espíritudedestruccióny autodestrucción,unaexasperaciónanárquica,sin posibilidadesdeacciónsocialefectiva,puestoquese basaba,en el fondo, en el desprecio>en undesdénclasistaquellevó aSilverio a la encrucijadade esatardeen la laya delPirata> en las primerasondulacionesde las dunasdel sur, junto al árgoí seco.En él seprodujo,porel hechode tocarlos limites> un vuelco de noventagrados(aunquequizá,visto de cerca,esevuelcono fuesemásqueotro matiz de la mis-marealidad>unanuevay engañosamáscara),peronosotroscontinuamosenca-denadosalmismobanco,obnubilados,cómplicesy víctimasdel mundoquenoshabíaparido»(91).

Estambiénsignificativo quela realizacióno ciertasatisfacciónperso-nal sólo alcancenapersonajescomo Silverio o Guillermo,a los quelamilitancia política mantienefirmes frente a la desilusiónhastael final>cuandolos acontecimientosllevan al primeroa la muertey al segundoal exilio. Esono significaqueEdwardsemitaun claro mensajesociopo-lítico. Los convidadosde piedra es sobretodo la crónicade unadesilu-sión, puesal testimoniodel desmoronamientode las clasesaltastradi-cionalesse sumala constataciónde quetampocohayunasalidaparaquienespretendendesenvolverseal margende las mismas.Los propiospartidariosdel orden ironizan sobre la moral burguesasalvaguardadapor el clero,comoen los episodiosgrotescosen los queTito es someti-do a la máquinaantimasturbatoriaideadapor el cura,o sobresuspro-pios prejuiciosde clase,comoal recordarel narradorlas palabrasde unpolítico de derechas,pronunciadastrascontemplarunamanifestaciónpopularen un procesoelectoralquedebeserel de 1952:

..Viendo losharapos,las crenchasy adivinandolospiojos> elolor a pequenesy a vino litreado, dijo, decidido,volviéndosehacia nosotros,únicos testigosdeaquellaafirmación,que erael colmo queesagentetuvierael mismovoto queuno, queun voto de esagentevaliera comoel voto de un ingeniero>de un abo-

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gado,de un senadorde la República,¡eso no erademocraciani nada!,esoeraun disparate,ipolitiquería!, ¡demagogia!, ¡por esoestabaarruinadoel país!...(144).

Es evidente,por otra parte,queEdwardstienebienen cuentalas ac-tividadesde la burguesía>francamentedesestabilizadorasen el períodode Allende; en la novelase muestranlos procedimientosparaacapararalimentosy productosbásicos,su apoyoa las huelgasquecontribuye-ronal desabastecimientogeneral.Peroesono es lo fundamental,y lo esen cambioel análisis>dispersoperoeficaz, de la trayectoriaseguidaa lolargo de los añospor losdistintos partidospolíticos,el desgastequesu-fren algunos,las esperanzasquealientanotros,el pánicoqueentreloshabitualesdetentadoresdel poderprovocala irrupciónde gobiernosco-mo el del FrentePopular,en 1938,oel másrecientede la Unidad Popu-lar... Tambiénquedaconstanciade que la represiónno esunanovedad,puescuentaconnumerososantecedentes,comola injusticiay cualquierotrotipo de atropello.El trágicofin de SalvadorAllendeyde susproyec-tos impregnade escepticismolá totalidaddel relato>y no seadivina es-peranzaalguna. Eseescepticismose manifiesta,desdeluego> en losjui-ciossobrelos «convidadosde piedra»,hacialos queel narradormantie-ne unaactitudambigua:«Lleguéadecirme—aseguraen algunaocasión—(...) queellos, los ausentes,los de nuestrogrupo queterminaronmal,eranprobablemente,auncuandose hubieranequivocadomedio a me-dio, los másíntegros>los de fibramássólida» (14-15); peroprontorecti-fica: «O quizáeranlos másdesesperadosy los menoslúcidos» (15). Eseescepticismoafectatambiéna los militantesde izquierda,y serefleja enel comentariode Guillermo al saberqueLucha, la madrede sus hijos,despuésde pasarpor lacárcel seniegaabandonarel paísparareunirseconél en Suecia:«Es raro>dijo Guillermo,despuésde un rato. Peroqui-zátengarazón»(364). Es la última frasede la novela.

Edwardshabíapublicado en 1973 Persona non grata, un reportajequerecogíasusexperienciasdel períodoen quefueraEncargadode Ne-gociosdel gobiernode SalvadorAllendeen la Cuba de Fidel Castro,en1971. El suyo tratabade serun testimonio objetivo sobrela situacióncubana,y en particularsobre las condicionesen que los escritoreste-níanquedesarrollarsus actividades.En esteaspecto,el procesocontrael poetaHebertoPadilla> en 1971, constituíael sucesocentraldesdeelquese pasabarevistaa la difícil relaciónde los intelectualescon el po-der. El éxito de Personanon grata fue escandaloso,y los costosparaelautorelevados:su crítica al castrismolo situó de pronto frente a la iz-quierdalatinoamericana>a laquesiemprehabíacreídopertenecer,y sevio envueltoen la agriadisputa>de actualidadpor entonces,queparecíaobligar aquelos escritoreseligieranentreel compromisoconla revolu-ción —y conlo quela izquierdaentendíapor «realidadlatinoamericana»—y la libertad absolutaparala creación literaria. El procesovivido porEdwardsfue el de muchosotros escritoreshispanoamericanosa lo lar-

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go de esosaños.La revolución cubanahabíasignificadotambiénparaél un motivo de adhesiónilimitada: «Lo vi, en esosaños —recordaráVargasLlosa> refiriéndosea los últimos sesenta—,pesea sucargo,fir-mar manifiestosen Le Mondea favor de Cuba> trabajarpúblicamentepor la terceracandidaturade SalvadorAllende recabandoel apoyodeartistasy escritoreseuropeos,serjurado de la Casade las Américas>y>tiempodespués,lo escuché,en un congresoliterario en Viña del Mar>defenderla necesidadde que el escritorconservesu independenciafrentealpodery de queel poderlarespete>conmotivo de unaapariciónen el congresodelcancillerchileno (sujefe inmediato),acuya interven-ción dedicó tambiénalguna ironía»’0. Estaactitud personalindepen-diente lo llevaríacon el tiempoa criticar aspectosimportantesde unarevolución intocablepor entoncesparala mayoríade los intelectualesde izquierda.

La ambiguedadde Los convidadosde piedra pudo poneren entredi-cho unavez másla condiciónde Edwardscomo representantede la iz-quierdaintelectualhispanoamericana>e incluso sucompromisocon laexperienciasocialistavivida en Chile. Probablementeera sólo unade-mostraciónmás> como Personanon grata, de capacidadcrítica, que lepermitíasuperarel maniqueísmode la novela tradicionalde protesta.Como afirma Donald L. Shaw, «es este propósitode sugerirquetantolos de derechascomo los de izquierdaseranen realidad cómplicesyvíctimas de sus respectivossistemasde ideas> másque los juegosdeperspectivasy niveles de narración>lo que hacede Los convidadosdepiedra unade las muy escasasnovelaspolíticasrecientesescritasen La-tinoaméricaquemerecenla atenciónde la crítica»’1.Es al menos,comoseñalóVicente Urbistondo,«la primeranovelaquetransformaen mate-ria artísticasolventeel períodochilenode la UnidadPopular.02.

MARIA TERESA RODRÍGUEZ ISOBAUniversidadComplutense.Madrid

(España)

lO Mario Vargas Llosa, «Un francotiradortranquilo», en Contra vientoy marea (1962-1982)> Barcelona,Seix Barral, 1983,págs.201-212(202).

Donald L. Shaw, Nuevanarrativa hispanoamericana,Madrid, cátedra,1981, pág.210.

12 VicenteUrbistondo,artículocitado, pág. 109.