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Los cinco Creados del Príncipe

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Page 1: Los Cinco Criados Del Principe

Los cinco

Creados del

Príncipe

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Juan Antonio Arroyo Valenciano

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Juan Antonio Arroyo Valenciano

Esta era una hermosa y encantadora princesa, a quien todos adoraban. Pero la princesa no podía ser feliz, pues tenía la más cruel de la madres, mujer que se gozaba cuando veía desgraciados a los demás. Por esta razón la noble dama aguardaba con ansia el dichoso día en que algún buen príncipe la desposara.

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Juan Antonio Arroyo Valenciano

Un día, mientras la princesa paseaba por el bosque preguntándose si habría en el mundo otro ser tan desdichado como ella, acertó a pasar, montado en soberbio alazán, un apuesto príncipe.-¡ Hermosa muchacha ! -exclamó. Y se quedó mirándola largo rato hasta que se perdió a lo lejos.

Mas apenas aparecía un pretendiente la reina le imponía como precio por la mano de su hija alguna empresa imposible de realizar, aunque con el intento encontrase la muerte. Y es así que el joven pretendiente no sólo perdía la novia, sino también su vida.

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Juan Antonio Arroyo Valenciano

El príncipe se enamoró tan ardientemente de la princesa, que determinó conquistarla. Al día siguiente, sin perder tiempo, se encaminó al palacio real.En las cercanías de un bosque observó un cuerpo extraño, que tomó por un animal muy grande, tendido en medio del camino;

pero al acercarse al él, vio con sorpresa que era un hombre, el más enorme que jamás había visto. Tocólo el príncipe con el pie y el hombre se levantó y dijo:

¿Necesitáis un criado?Si lo necesitase -replicó el príncipe- no sé qué podría hacer de un hombre tan voluminoso como tú.

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-¿Qué os importa mi volumen -contestó el hombre- con tal que sepa desempeñar mis funciones a conciencia?Agradó al príncipe esta respuesta y lo tomó a su servicio.Habían caminado buen trecho, cuando el príncipe tropezó con otro hombre echado sobre la hierba, con el oído pegado en tierra, en actitud de escuchar atentamente.

-¿Qué haces así? -preguntóle el príncipe.-Escucho -dijo el hombre-, desde aquí puedo oír todo lo que se dice en el mundo.El príncipe lo tomó también a su servicio.No habían ido muy lejos cuando hallaron dos pies; un poco más adelante, dos piernas; más allá, un tronco humano, y después, una cabeza.-¡Bendito sea Dios! -exclamó el príncipe-. ¡Vaya un hombre extraordinario!

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-¡Oh! -replicó el hombre-, esto no es nada. Si me place puedo hacerme tres veces más alto que la más elevada montaña de este mundo.-Sígueme -repuso el príncipe-, algún día podrás serme útil.Murmuró el hombre algunas palabras para sí, y al instante recobró su tamaño normal.Prosiguió el camino este extraño grupo, hasta que encontraron a otro hombre sentado tomando el sol, un sol ardiente; sin embargo, aquel hombre tiritaba como si hiciera frío.

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-¿Estas enfermo acaso, que tiritas con este calor? -preguntóle el príncipe.

Realmente, algo debo tener, porque el sol en vez de calentarme me hace estremecer de frío; en tanto que el frío y el hielo del invierno me producen tanto calor que desvanezco.

-Es un caso muy raro el tuyo -dijo el príncipe-, pero sígueme , te tomo a mi servicio.

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Un poco más allá encontraron un hombre que estaba escudriñando el horizonte, sosteniéndose sobre la punta de los pies.

-¿Qué miras con tanto afán? -preguntóle el príncipe.

Estoy contemplando el mundo -replicó el hombre-.

Tengo la vista tan penetrante que puedo ver el mundo de un extremo a otro.

-¡Admirable! -dijo el príncipe-. Sígueme, te tomo a mi servicio.

Cuando llegaron al palacio real el príncipe fue conducido a las habitaciones de la reina, a quien pidió al punto la mano de su hija..

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-El hombre que la pretenda -dijo la reina- deberá ganársela.El príncipe, sabiendo que esa iba a ser la respuesta, preguntóle qué debía hacer para poderse casar después con la princesa.-Tres cosas -replicó la reina-: deberá, primero, traerme la sortija que se me cayó en el mar Rojo.-Esto es muy sencillo -dijo el criado que podía estirarse hasta alcanzar la altura de la más elevada montaña.

-Mirad, señor; allí está la sortija; al lado, precisamente, de esa roca verde dijo el de la vista aguda.El hombre elástico se estiró hasta alcanzar enorme estatura, inclinóse y recogió la sortija.La reina se puso furiosa cuando el príncipe le entregó la sortija, aunque procuró disimular su contrariedad.-Muy bien -dijo ella-, pero acaso no podréis cumplir la segunda condición.

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Allá abajo hay un centenar de bueyes gordos, tenéis que comerlos antes del mediodía, y en la bodega hay cien odres de vino que habéis de beberos sin dejar una sola gota. -¿Me permite, vuestra majestad, tener un convidado? -preguntó el príncipe.-Como no -contestó la reina, riéndose desdeñosamente-.Uno, pero solamente uno.

-Dejad esto por mi cuenta, señor -dijo el criado gordo, contentísimo de poder hincar el diente a gusto. Al mediodía no quedaba más que un centenar de odres vacíos y un montón de huesos.Esta vez apenas podía la reina contener su despecho.

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-Tal vez no podréis con la tercera condición -dijo la soberana-. Al ponerse el sol conduciré a mi hija a vuestras habitaciones y la dejaré a vuestro cuidado. Pero procurad que la encuentre en ellas cuando yo vuelva a media noche.-Esto no me parece imposible -pensó el príncipe.Al oscurecer llegó la princesa. El príncipe la invitó a que se sentara al pie de la ventana.

-La reina se marchó. Tan pronto como se hubo cerrado la puerta, el príncipe dio una palmada y los criados se dispusieron a vigilar. Estiróse el hombre alto en toda su longitud y enrollose como un cable alrededor de la casa, dando varias vueltas e interceptando así la entrada y salida completamente. El hombre de la vista fina púsose

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a vigilar los más leves movimientos de la reina, y el oído maravilloso echose a tierra a escuchar. En la habitación reinaba el más absoluto silencio. La luna dejaba caer su luz por la ventana sobre el bello rostro de la princesa. Detrás, de pie, el príncipe admiraba desde la penumbra la hermosura de la joven.

-Al dar las once el reloj, la reina arrojó hechizo sobre ellos, quedando sumidos en profundo sueño, durante el cual desapareció la princesa. Pero la reina, aunque lista, carecía del poder del encanto un cuarto de hora antes de las doce de la noche, y mientras el reloj daba las doce campanadas, despertaron todos. El príncipe púsose inmediatamente de pie.

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-¡Oh, que desgracia! ¡Mi bella princesa ha desaparecido! ¡Todo se ha perdido!-¡Ca!, no señor -dijo el hombre del oído maravilloso-. Desde aquí la oigo llorar, pero el sonido viene desde muy lejos.-Yo la veo sentada en una roca a cuatrocientos kilómetros de distancia -dijo el de la vista aguda. -Descríbeme el sitio -dijo el hombre elástico- y la traigo aquí en menos de tres minutos.

-Cuando la reina volvió a las doce quedó asombrada de ver a su hija sentada en el mismo sitio donde la había dejado.

-Tomadla, bien la habéis ganado -dijo al príncipe. Pero al pasar junto a la princesa le murmuró al oído:

-¿No te avergüenzas de verte conquistada por una pandilla de criados?

Estas palabras hirieron tanto el orgullo de la princesa, que volviéndose al príncipe le dijo:

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-Antes de aceptaros como esposo, uno de vuestros criados ha de consentir en ser arrojado en una hoguera donde ardan trescientos leños, permaneciendo allí hasta que el fuego se haya extinguido.Ya lo oís -dijo el príncipe a sus criados-. ¿Quiere alguno consentir la prueba?-Yo, señor -contestó el hombre helado.

Trajéronse los leños y encendióse el fuego, y durante tres días enteros toda la corte contemplo al hombre tendido en el ardiente fuego de la pira, viéndolo tiritar diente con diente.Cuando se hubo extinguido el fuego el hombre se levantó de un salto y declaró que no había sentido tanto frío en todos los días de su vida.

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La princesa, que estaba alegre de que hubiese triunfado una vez más su hermoso amante, dióle la mano a besar, e inclinándose el príncipe imprimió en ella un dulce beso.Como la reina no podía alegar más excusas para aplazar la boda, fijóse el día para celebrarlo, y los desposorios se verificaron en medio del mayor entusiasmo, pues la princesa era el ídolo de su pueblo y el

príncipe había demostrado ser tan inteligente como hermoso.Los desposados vivieron felices muchísimos años. .

Grimm

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Reflexione en grupos de cinco personas, en relación al cuento:

1.Tiene una meta el príncipe ?2.Logra llegar a ella?3.Cómo lo logra?4.Qué obstáculos debe vencer y con que recursos?5.Pueden identificarse en el cuentos elementos relacionados con liderazgo, comunicación, trabajo en equipo y manejo del conflicto? Descríbalos.6.Qué enseñanza deja el cuento para la dirección de organizaciones educativas