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Las incógnitas del Ribat de Almonecir Miguel Jover Cerdá 1 Los Castillos del Alto Palancia - Sierra de Espadán. Las incógnitas del Ribat de Almonecir I.- INTRODUCCION La castellología es una disciplina científica que puede abordarse desde otras varias ciencias: historia, arqueología y arquitectura, pero también puede tener aproximaciones de tipo social, como la turística y la divulgativa. Todas ellas son importantes, unas para conocer el pasado de los castillos y plantear su conservación o restauración, y otras para acercarlos a la sociedad y ponerlos en valor. Aunque la mayoría de la población tiene en la mente la idea de lo que es un castillo, conviene comenzar por definirlo formalmente. Ante la pregunta ¿qué es un castillo? se podría responder utilizando la definición del Vicepresidente Honorario de la Asociación Española de Amigos de las Castillos (AEAC), Don Leonardo de Villena (1994) lugar fuerte, cercado de murallas, torres y otros elementos defensivos, y ofensivos, destinado a proteger, y dominar, un territorio o villa con sus habitantes”. Por lo tanto, la misión de un castillo podría resumirse en: 1. Ocupar el territorio 2. Retrasar el avance hasta recibir refuerzos 3. Iniciar la contra-ofensiva 4. Simbolizar el poder y autoridad señorial Las tres primeras están relacionadas con los aspectos guerreros, y para ello es necesaria la propia construcción, pero también una guarnición de soldados y un ideal que defender. La cuarta tiene su culminación en la época feudal en la que el castillo es la residencia del señor feudal y representa el poder y la autoridad. Posteriormente, algunos castillos adquieren un uso palaciego, y pierden su dimensión bélica. España es una tierra de auténticos castillos de origen guerrero, la mayoría de los cuales fueron construidos por necesidades militares, y aunque no todos fueron escenarios de asedios y batallas, si dispusieron de guarniciones y formaron parte de la estrategia defensiva en las diferentes épocas. La abrupta orografía de la península y el carácter indómito de sus pobladores favorecieron una compleja red de fortificaciones para su defensa, conquista y reconquista. Existen diferentes tipologías de castillos, los más conocidos son los castillos medievales, pero también hay torres vigía, iglesias y masías fortificadas, ciudades amuralladas, y posteriormente las fortificaciones abaluartadas y fuertes fusileros. Según el Inventario de Monumentos de Arquitectura Militar, en 1968 existían en España unos ¡5000 castillos! (2457 castillos, 1134 torres y 1567 fortificaciones diversas). Lamentablemente, tan solo un 18 % de ellos estaban conservados interior o exteriormente, pero esa es una cuestión para tratar en otro artículo.

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Las incógnitas del Ribat de Almonecir Miguel Jover Cerdá

1

Los Castillos del Alto Palancia - Sierra de Espadán.

Las incógnitas del Ribat de Almonecir

I.- INTRODUCCION

La castellología es una disciplina científica que puede abordarse desde otras

varias ciencias: historia, arqueología y arquitectura, pero también puede tener

aproximaciones de tipo social, como la turística y la divulgativa. Todas ellas son

importantes, unas para conocer el pasado de los castillos y plantear su conservación o

restauración, y otras para acercarlos a la sociedad y ponerlos en valor.

Aunque la mayoría de la población tiene en la mente la idea de lo que es un

castillo, conviene comenzar por definirlo formalmente. Ante la pregunta ¿qué es un

castillo? se podría responder utilizando la definición del Vicepresidente Honorario de la

Asociación Española de Amigos de las Castillos (AEAC), Don Leonardo de Villena

(1994) “lugar fuerte, cercado de murallas, torres y otros elementos defensivos, y

ofensivos, destinado a proteger, y dominar, un territorio o villa con sus habitantes”.

Por lo tanto, la misión de un castillo podría resumirse en:

1. Ocupar el territorio

2. Retrasar el avance hasta recibir refuerzos

3. Iniciar la contra-ofensiva

4. Simbolizar el poder y autoridad señorial

Las tres primeras están relacionadas con los aspectos guerreros, y para ello es

necesaria la propia construcción, pero también una guarnición de soldados y un ideal

que defender. La cuarta tiene su culminación en la época feudal en la que el castillo es

la residencia del señor feudal y representa el poder y la autoridad. Posteriormente,

algunos castillos adquieren un uso palaciego, y pierden su dimensión bélica.

España es una tierra de auténticos castillos de origen guerrero, la mayoría de los

cuales fueron construidos por necesidades militares, y aunque no todos fueron

escenarios de asedios y batallas, si dispusieron de guarniciones y formaron parte de la

estrategia defensiva en las diferentes épocas. La abrupta orografía de la península y el

carácter indómito de sus pobladores favorecieron una compleja red de fortificaciones

para su defensa, conquista y reconquista.

Existen diferentes tipologías de castillos, los más conocidos son los castillos

medievales, pero también hay torres vigía, iglesias y masías fortificadas, ciudades

amuralladas, y posteriormente las fortificaciones abaluartadas y fuertes fusileros. Según el

Inventario de Monumentos de Arquitectura Militar, en 1968 existían en España unos ¡5000

castillos! (2457 castillos, 1134 torres y 1567 fortificaciones diversas). Lamentablemente,

tan solo un 18 % de ellos estaban conservados interior o exteriormente, pero esa es una

cuestión para tratar en otro artículo.

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II.- FORTIFICACIONES ISLAMICAS

Al hablar de los castillos medievales, generalmente se piensa en los castillos

cristianos de la reconquista, pero muchos de ellos, sobre todo en la parte sudoriental de

la península son de origen musulmán, y aunque la mayoría están muy modificados por

construcciones posteriores, todavía aparecen restos de las construcciones originales.

Tras la invasión Islámica (711) se produce una reordenación del territorio, que

lleva asociada diferentes construcciones (“El Alto Palancia en la Época Islámica” por

Sergi Selma, 2005):

a) Alquerías agrícolas (qura)

b) Proliferación de construcciones defensivas:

+ Proceso conquista

+ Control y vigilancia de comunicaciones

+ Fijación de población y refugio temporal de los campesinos (hisn – husun)

c) Control administrativo: Distritos (iqlim) con Alcalas (qal´a) y Medinas (madina)

Asimismo, Juan Zozaya (1996) en su trabajo “Recientes estudios sobre la

arqueología andalusí: la frontera media” establece diferentes categorías en la

arquitectura militar islámica:

a) Torres vigía (tipo atalaya), de planta circular

b) Torres de guarnición (tipo bury), con planta cuadrangular

c) Castilletes (tipo sajra) considerados como pequeños fortines

d) Castillos (tipo qal´a), los primeros son bury con ante-castillo

e) Ciudades fortificadas (tipo madina), como cabeza militar, jurídica y civil.

f) Fortificaciones (tipo hisn) sin definir el tipo constructivo, pues se trata de un tipo

específico de institución

Por último, Pedro López Elum (2002) en su publicación “Los castillos

valencianos en la Edad Media” establece tres tipos de fortificaciones musulmanas, las

que, en esencia pueden presentar tres zonas diferenciadas, una residencia de los

defensores (alcazaba), un refugio provisional de habitantes de los alrededores (albacar)

y una zona habitada de forma continua (medina). El primer tipo de fortificación

musulmana según el profesor Elum, dispone de alcazaba, albacar y medina bien

desarrolladas, y como ejemplos destacan Denia y Xátiva. En el segundo tipo existen los

mismos elementos pero de menor extensión, pudiéndose citar Xivert, Bairén, Peñíscola,

Almenara y Montornés. El tercer tipo corresponde al castillo rural, con una zona para

los defensores y un recinto amurallado para refugio temporal de los campesinos, como

el Castillo del Río en Aspe, y Castillo de la Vall de Almonacid.

Aparece por tanto la tipología del “hisn rural”, definido como una fortificación

comunitaria temporal, ubicada a media altura, con un aljibe para disponer de agua en

caso de necesidad, y sin estructuras permanentes. No obstante, también se utiliza este

término para aludir a una institución con funciones administrativas y militares ligada un

territorio con varios castillos, alquerías y rahales, y que a diferencias del castillo

cristiano no tiene una connotación de tipo feudal.

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III.- CASTILLOS DE ESPADÁN

Los castillos musulmanes de la Sierra de Espadán se encuadran en tres comarcas

diferentes, El Alto Mijares, El Alto Palancia y La Plana Baixa (Figura 1).

Figura 1. Los castillos de la Sierra de Espadán (Fuente: “Castillos, Torres y Fortalezas

de la C.V.”, Levante, 1986)

Asimismo, Vicente Forcada Martí (1992) establece diversas “comarcas

castellísticas” en su libro Torres y Castillos de la Provincia de Castellón, entre las que

se encuentran:

IV) Castillos de la Comarca “Aguas del Mijares” . Castillo de Ayodar

V) Castillos de la Comarca “Sierra de Espadán” . Castillos de Eslida, Ain, Veo,

Artana, Uxó, Castro, Alfandech, Gaibiel, Matet, Vall de Almonacid, Algimia,

Almedijar, Azuebar y Chovar.

VI) Castillos de la Comarca “Alto Palancia o Río de Segorbe” . Castillos de

Bejís, Jérica y Segorbe.

VII) Castillos de la Comarca “La Plana” . Castillos de Onda y Betxi.

Como dicho autor escribe en su obra, “el núcleo montañoso de Espadán es el

más interesante desde el punto de vista castrense en cuanto a su conexión con el mundo

árabe, siempre fue considerado como una auténtica fortaleza frente al dominio señorial

cristiano”.

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Las obras castrenses de la comarca castellística de la Sierra de Espadán se sitúan

en las tres vertientes de la Sierra:

# Tramontana: Eslida, Ain, Veo, Artana

# Llevant: Uxó, Castro, Alfandech,

# Mediodia:

+ Cuenca del Gaibiel: Gaibiel y Matet,

+ Cuenca de Almonacid: Vall de Almonacid y Algimia,

+ Cuenca de Almedijar: Almedijar

+ Cuenca de Azuebar: Azuebar y Chovar

Volviendo a citar literalmente a Vicente Forcada (1992) cuando se refiere a las

comarcas de Alto Palancia y Sierra de Espadán, se puede comprobar el valor que les

atribuye, “aunque no es una región de grandes fortalezas, pues no mantuvo un carácter

fronterizo ni tuvo una relevante posición estratégica, se encuentran algunas muestras

de gran belleza de la arquitectura militar valenciana, bien sea por su particular

estructura o por sus majestuosos emplazamientos”. Esta región, incluye los Castillos de

Bejis, Viver, Jérica, Segorbe, Castellnovo, Gaibiel, Matet, Vall de Almonecir, Algimia,

Almedijar, Azuebar, Chovar, etc

Por otra parte, siguiendo la evolución temporal de los Castillos de la región que

plantea Sergi Selma (2005) en su obra“El Alto Palancia en la Época Islámica” se

pueden establecer cinco periodos:

1) Siglo VIII-IX: Fortificaciones emirales iniciales

El objetivo de las primeras construcciones era controlar las zonas conquistadas,

para posteriormente fijar a la población y terminar ordenando el territorio.

Se construye la Torre de Malpaso para controlar el acceso al Valle de

Almonacid, constituyendo un “ribat” ocupado por beréberes. Se trata de una torre

circular de 8,50 m diámetro construida con grandes bloques irregulares tomados con

mortero de cal en hileras regulares, y una anchura de muro de 2 m. Fue abandonada y

destruida en el mismo s. VIII.

2) Siglo IX: Fortificaciones emirales iniciales

Construcción de otras torres circulares aisladas y en altura, la Torre de Gaibiel

de 5,8 m diámetro y la Torre Donace en Algimia de Almonacid de 7,20 m diámetro.

Mas tarde, desarrollaron recintos exteriores pero fueron abandonadas posteriormente en

los s. X y XI al construirse nuevas fortificaciones de Gaibiel y Alfándiga.

También se construyen dos torres de planta cuadrangular con recintos exteriores:

+ Torre Ordaces en Jérica

+ Castillet en Almedijar

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3) Siglo X-XI: Proliferación de fortificaciones y reorganización del

territorio

Se crean los dos grandes distritos del Alto Palancia con concentración de los

iniciales asentamientos rurales dispersos en algunas alquerías:

+ Jerica: Caudiel, Novaliches y Viver

+ Segorbe: Altura, Geldo, Navajas y Carrica

Ambos desarrollaron auténticas medinas a los pies de la fortificación dentro de

grandes recintos fortificados

También se construye la fortificación de Castellnovo en lo alto del montículo,

con muro de tapial y varias torres, que absorbió las alquerías de Ascai, Almunia,

Benasai y Monchel. Posteriormente se completa con una muralla inferior almohade, y

en el s. XIV se edifica el palacio residencial actual.

4) Siglo X-XI: Proliferación de fortificaciones y reorganización del

territorio

Se construyen algunas nuevas fortificaciones que sustituyen las torres emirales

iniciales:

+ Castillo de Gaibiel: Recinto de medianas dimensiones en mampostería vista y

trazado irregular, con un edificio superior.

+ Torre de la Alfándiga: Planta cuadrada (8x8 m) en tapial

5) Siglo XII-XIII: Fortificaciones tardías almohades

Se construyen nuevas fortificaciones para reforzar las defensas ante el avance de

la reconquista cristiana:

+ Ribat de Almonecir en tapial

+ Castillo de la Rodana en Almedijar en mampostería.

IV.- EL CASTILLO DE ALMONECIR

Más que un castillo, se trataría de un hisn, o incluso una aljama, con jurisdicción

sobre Algimia, Ayr (actual Vall de Almonacid) Matet y Pavías como explica José María

Pérez (2005) en el libro “El Castillo de Almonecir”). No obstante, la misión defensiva

del castillo de Almonecir, por la distancia se restringiría probablemente a las alquerías

de Algimia, Ayr y Almedijar (Figura 2).

Se trata de un castillo “cuasi-roquero” ubicado en lo alto de una loma al este de

la población de Vall de Almonacid, a 577 m de altitud, al que se puede acceder

mediante una senda desde esta población, o mediante un camino desde Algimia, y desde

el que se domina visualmente todo el valle.

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Figura 2. El hisn de Almonecir

El castillo presenta tres zonas bien diferenciadas (Figura 3):

1) Torre de tapial de planta rectangular - circular de 50 m2 y 18 m de altura.

2) Zona de habitación junto al aljibe.

3) Recinto alargado amurallado siguiendo la dirección NE-SO, con una superficie de

2640 m2 (120x20 m), en dos niveles.

Figura 3. Vista aérea del Castillo de Almonecir con su zonificación

Todas las referencias coinciden en que la denominación del castillo de

Almonecir proviene del término “al-munastir”, es decir monasterio, que es su acepción

cristiana hace referencia a una construcción en la que viven, trabajan y rezan los

monjes, pero que en la interpretación musulmana, habría que asociarlo al lugar donde se

hace la guerra santa, “yihad” o “ribat”, y que está también relacionada con las “rábidas”

o “rápitas” de otros lugares. Asimismo, los textos siempre hablan del Ribat de

Almonecir, por lo que hay que aceptar que este “hisn-ribat” estuvo habitado por los “al-

murabitun”, es decir “musulmanes que se esfuerzan en el ribat”, y no con “monjes-

guerreros” que se trata de un concepto cristiano, y que dieron lugar al término

“almorávides”.

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El concepto del “ribat” ha sido tratado por Francisco Franco Sánchez (2010) en

su trabajo “El gihad y su sustituto el ribat en el Islam tradicional: evolución desde un

espíritu militarista y colectivo hacia una espiritualidad interior e individual”. En este

trabajo, se cita que algunos autores añaden un sexto precepto a los cinco básicos de la

ley islámica (profesión de fe, oración, limosna, ayuno y peregrinación a la Meca), la

“yihad” entendida inicialmente como una defensa activa del Islam, y conocida

posteriormente como “guerra santa”.

Cuando acaba la expansión musulmana y se estabilizan las fronteras, es difícil

practicar activamente la guerra santa, por lo que aparece un sustituto, el “ribat”, que

consiste en acudir temporal y voluntariamente a las fortalezas de la frontera para

participar en la defensa del Islam, aunque también tiene un importante componente

espiritual y religioso con el alcanzar la perfección como creyente. Por tanto, los “al-

murabitun” ejercían funciones de vigilancia y defensa en los “ribat” de la frontera ante

posibles ataques cristianos, pero dedicaban una parte importante de su tiempo a la

lectura del Corán, la oración y la meditación, por lo que algunos autores se han

planteado la eficacia guerrera de estos defensores de la fe. Mikel de Esparza (1993) en

su trabajo “La espiritualidad militarista del Islam medieval. El ribat, los ribates, las

rábitas y los almonastires deAl-Andalus” plantea la incompatibilidad de la eficacia

militar con la piedad devota, por lo que había que distinguir entre los soldados

profesionales y los morabitos de los ribat, los primeros “iban a matar” y los segundos “a

morir”.

La visita al Castillo de Almonecir y la observación “in situ” de sus restos y de la

recientemente restaurada torre permite plantear algunas incógnitas no resueltas hasta el

momento, y que estarían relacionadas tanto con los propios elementos constructivos,

como con su funcionalidad. En primer lugar, conviene aclarar el uso no adecuado de los

términos “torre del homenaje” y “patio de armas”, conceptos ambos cristianos asociados

al mundo feudal y por tanto, no aplicables a un ribat musulmán como el de Almonecir.

En cuanto a las incógnitas, las más importantes se relacionan con la torre, pero

también con la zona de habitación junto al aljibe, con las murallas y con la puerta de

acceso, las cuales se tratan a continuación.

¿Dónde se ubicaba la puerta de la fortificación? En el esquema que aparece en el

panel informativo del propio castillo (Figura 4) se muestran dos puertas, una en la

ladera norte y otra en la sur, junto a sendas torres cuadradas.

Figura 4. Interpretación de la zonificación del Castillo de Almonecir.

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Actualmente, el acceso al recinto se realiza por la parte sur, pues el camino llega

por dicha ladera y el muro esta totalmente derruido (Figura 5), pero no existe ninguna

prueba. Desde un punto de vista defensivo, sería mejor obligar a los posibles atacantes

que llegan por el camino sur desde la Vall de Almonacir, a rodear la fortificación para

acceder a la puerta norte, pues estarían batidos por los defensores desde las murallas y

torre, y se evitaría el riesgo de impacto sobre la puerta de los proyectiles lanzados por

las máquinas de asalto ubicadas frente a la ladera sur. La ladera norte es inaccesible a un

ataque directo, y el hecho de que existen algunas evidencias de una población en dicha

ladera, permitirían apostar por la ubicación de la puerta de acceso en la fachada norte.

No obstante la excavación junto a las torres de ambas laderas permitirá ubicar la

posición exacta de la puerta.

Figura 5. Vista del Castillo de Almonecir desde la ladera sur

En cuanto a las murallas, se plantean varias dudas, como la disposición del muro

en el recinto superior, pues no existen restos que permitan delimitarlo, o la grieta o

abertura del muro que separa ambos recintos, que podría indicar su construcción

posterior. También resulta sorprendente la ampliación de la muralla sur del recinto

inferior, donde se observa un recrecimiento de la misma y una ampliación del adarve.

La presencia de sillería en una esquina de la torre de la fachada sur también podría

deberse a una época posterior.

La zona de edificaciones de habitación que existe junto al aljibe ha sido

confirmada por los restos arqueológicos de varias épocas obtenidos por la arqueóloga Dª

Pilar Vaño y presentadas en su trabajo “Las Excavaciones Arqueológicas en el castillo”

(en “El Castillo de Almonecir”), pero sería necesario excavar toda la zona para obtener

más información y establecer su estructura original y su evolución.

No obstante, es la recientemente restaurada torre la que presenta mayores

incógnitas, tanto en los aspectos relacionados con su restauración, como con el uso de la

misma en la antigüedad. El elemento más característico de esta torre rectangular,

además de su gran altura (18 m) es la forma cilíndrica del lado sur (Figura 6), cuya

primera explicación sería que se trata de un elemento poliorcético para la defensa de

posibles ataques con máquinas de guerra desde la explanada que hay frente a esta

fachada; no obstante, el grosor del muro en este lado no es mayor que en el resto, por lo

que su mejor defensa se debería únicamente al hecho que una superficie cilíndrica

absorbe mejor los impactos de proyectiles. Se trata de una solución poco usual (excepto

en torres de flanqueo insertas en las murallas), aunque aparece en otras fortificaciones

posteriores, como la torre que protege la entrada en el Castillo de Belmonte, que

presenta un refuerzo cilíndrico macizo.

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Por otra parte, Samuel Marquez y Pedro Gurriarán (2008), en su trabajo

“Recursos formales y constructivos de la arquitectura militar almohade de Al-Andalus”

establecen el carácter simbólico de la arquitectura almohade, que presenta entre otras, la

presencia de torres rectangulares con un lado poligonal (como en el Castillo de Socovos

en Albacete) cuestionando su función poliorcética. En el caso concreto de la torre de

Almonecir, habría que considerar la posibilidad de ser un elemento estético-disuasorio.

Figura 6. Vista de la fachada cilíndrica de la torre del Castillo de Almonecir

tomada desde la explanada sur,

Otra característica de la torre de Almonecir son los orificios vistos de las agujas

del encofrado del tapial, cuya presencia se hace evidente desde hace más de 60 años

(Figura 7). Aunque el paso del tiempo haya hecho desaparecer en enlucido exterior, no

es habitual en las torres de tapial que aparezcan los orificios sin las agujas de madera, de

hecho todavía se pueden observar algunas de ellas ¿Dónde están dichas agujas? ¿Por

qué han desaparecido? El profesor Pedro López Elum (2002) en su obra “Los Castillos

Valencianos en la Edad Media” justificaba la presencia de ladrillos y piedras en los

orificios para la extracción de la agujas de madera, pero ¿por qué? Dichas agujas

servían de andamio de apoyo para seguir colocando las “tapieras” en el proceso de

construcción, y solo al acabar se serraban a ras de muro para proceder al enlucido, por

lo que su falta constituye una incógnita. De nuevo aparece una posible explicación

disuasoria ¿se eliminarían para dar el aspecto de aspilleras?

El acceso a la torre es elevado, por una puerta ubicada en la 2ª planta (Figura 7),

desde un posible puesto de guardia desaparecido aunque se conserva el suelo de ladrillo.

En la planta 4ª aparece una ventana encima de la puerta de acceso, pero ligeramente

ladeada a la derecha, lo que hace dudar de su función de defensa de la puerta, y de

hecho no hay ninguna evidencia de matacán o ménsulas para algún tipo de voladizo

para el disparo vertical. Dicha ventana, parece ser un lugar de observación del recinto

interior de la fortaleza más que un elemento de protección. Por otra parte, la ubicación

de las escaleras interiores de madera en el extremo cuadrado de la torre, además de

dificultar la apertura de la mencionada ventana, suponen una perdida de espacio interior,

por lo que quizás el acceso original estuviera ubicado en el extremo cilíndrico o en los

otros lados de la torre.

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Figura 7. La torre del Castillo de Almonecir en 1945, 1995 y 2011.

Otro elemento que llama la atención en la torre, es la terraza sin almenas y con

cinco ventanas acabadas en un arco, dos en cada uno de los lados largos y otra en la cara

cilíndrica. No obstante, en algunas de las fotografías anteriores a la restauración que

aparecen en el libro de José María Pérez (2005) “El Castillo de Almonecir” se observa

que efectivamente existen los huecos de dichas ventanas en los lados, pero no en la cara

cilíndrica, y por el contrario aparece un hueco en el extremo cuadrado de la cara norte

¿Por qué se ha producido este cambio en la ubicación de las ventanas? Por una parte,

parece no parece lógica la presencia de una ventana en la cara sur cilíndrica, a la que se

quiso dotar de un aspecto robusto como disuasión a los ataques, y por otro la solución

de ubicar las escaleras interiores en el extremo norte, dificultaba el mantenimiento de la

supuesta ventana original.

Llegados a este punto, hay que preguntarse ¿Cuál fue el uso de la torre del

Castillo de Almonecir? No es probable una defensa activa, pues no tiene saeteras ni

defensas verticales de tipo matacán, la única ventana da al interior y solo protege la

puerta de acceso (aunque en alguna imagen antigua se observa un hueco en el lado oeste

que quizás pudo una ventana exterior), y las ventanas de la terraza no parecen servir

como puesto de defensa, pues su alfeizar horizontal hace muy difícil el lanzamiento de

flechas, lanzas o piedras sin riesgo a recibir un impacto. El carácter espiritual de los “al-

murabitum”, su temporalidad en el ribat y su escasa preparación militar (Franco-

Sánchez, 2010) hacen pensar más en una defensa pasiva, favorecida por su altura y su

carácter disuasorio.

Puestos a lanzar hipótesis arriesgadas, habría que considerar la posibilidad de

que la torre del Ribat de Almonecir sirviese de minarete para llamar a los fieles a la

oración. En este caso, la religiosidad de los “al-murabitum” y su dedicación a la

oración, apoyarían esta posibilidad, y además, la altura de la torre hace que se domine

todo el valle, y la situación de la ventana en la parte cuadrada permitiría llamar a la

oración en todas las direcciones de las alquerías, Ayr al este, Algimia al norte y

Almedijar al oeste.

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La última incógnita es de carácter histórico ¿Cuándo se re-conquistaron los

castillos de la Vall de Almonacid? Se han encontrado algunas referencias indirectas que

no dan la fecha concreta, así José Luis Villacañas (2003) en su obra “Jaume I el

Conquistador” habla de la toma de Burriana en 1233 previa conquista de Xérica y

Segorbe, y de la conquista en 1242 de las poblaciones de Eslida, Palmes, Ain y Veo en

la Sierra de Espadán, pero no cita Ayr ni Algimia. Asimismo, José María Pérez (2005)

recoge la cesión de Jaume I en 1238 del castillo de Almonecir, con todas sus tierras y

aldeas, a Berenguer de Palou, pero nada se sabe de su conquista.

Para finalizar conviene dejar constancia de las futuras actuaciones que serían

necesarias para consolidar y restaurar el castillo y mejorar su conocimiento histórico:

+ Consolidación muro sur del recinto inferior

+ Excavación en la torre sur y norte para ubicar la puerta

+ Trazado del desaparecido muro del recinto superior

+ Excavación en zona de habitación

+ Búsqueda documental de la época musulmana

Septiembre 2011

Miguel Jover Cerdá

Dr. Ingeniero Agrónomo. Catedrático de la Universidad Politécnica de Valencia.

Vicepresidente de la Sección Provincial Valencia de la Asociación Española de Amigos

de los Castillos (AEAC)