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LOS CASTILLOS DE LA SIERRA DE SEGURA Por Juan Eslava Galán EL MEDIO GEOGRAFICO G eográficamente la comarca de la Sierra de Segura abarca los términos comprendidos por los municipios de Beas de Segura, Benatae, Génave, Hornos de Segura, Puente de Génave, Puerta de Segura, Orcera, Santiago de la Espada-Pontones, Segura de la Sierra, Siles, Torres de Albanchez y Villarrodrigo. En un sentido amplio engíoba también los de Alcaraz, Taivi- 11a, La Sagra, Mundo, Quesada y Cazorla. En sentido estricto la comarca viene marcada por un origen histórico común en lo que fuera, hacia 1243, la Encomienda de Santiago en Segura (1). A esta región se suele añadir los términos de Chiclana de Segura, que pertenecían a la vicaría vere nullius de Beas y serán, por tanto, territorio santiaguista. Esto explica que Chiclana se denomine «de Segura» a pesar de que su término esté en Sierra Morena (2). El interior de la sierra de Cazorla-Segura no puede considerarse parte integrante del Alto Guadalquivir. Al este de la sierra de Cazorla comienza Levante, región de estructura y morfologías distintas a las del Alto Guadal- quivir. En la época medieval el ámbito geográfico de la Sierra de Segura (1) E slava G alán , Juan: «El ámbito territorial del Reino de Jaén. Una cuestión de Geo- grafía Histórica», Boletín del Instituto de Estudios Giennenses (B.I.E.G.), 112, octubre-diciembre 1982, pág. 88. (2) Ibid., pág. 87. B.l.E.G. n.° 137, Jaén, 1989

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LOS CASTILLOS DE LA SIERRA DE SEGURA

Por Juan Eslava Galán

EL MEDIO GEOGRAFICO

Geográficamente la comarca de la Sierra de Segura abarca los términos comprendidos por los municipios de Beas de Segura, Benatae, Génave,

Hornos de Segura, Puente de Génave, Puerta de Segura, Orcera, Santiago de la Espada-Pontones, Segura de la Sierra, Siles, Torres de Albanchez y Villarrodrigo. En un sentido amplio engíoba tam bién los de Alcaraz, Taivi- 11a, La Sagra, M undo, Quesada y Cazorla. En sentido estricto la comarca viene m arcada por un origen histórico común en lo que fuera, hacia 1243, la Encomienda de Santiago en Segura (1).

A esta región se suele añadir los términos de Chiclana de Segura, que pertenecían a la vicaría vere nullius de Beas y serán, por tanto , territorio santiaguista. Esto explica que Chiclana se denomine «de Segura» a pesar de que su térm ino esté en Sierra M orena (2).

El interior de la sierra de Cazorla-Segura no puede considerarse parte integrante del Alto Guadalquivir. Al este de la sierra de Cazorla comienza Levante, región de estructura y morfologías distintas a las del Alto G uadal­quivir. En la época medieval el ám bito geográfico de la Sierra de Segura

(1) E sla v a G a l á n , Juan: « E l ámbito territorial del Reino de Jaén. Una cuestión de Geo­grafía Histórica», Boletín del Instituto de Estudios Giennenses (B.I.E.G.), 112, octubre-diciembre 1982, pág. 88.

(2) Ibid., pág. 87.

B .l.E .G . n .° 137, Jaén , 1989

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se dividía en dos bloques político-administrativos: la Orden de Santiago, al este, y el Adelantam iento de Cazorla, toledano, al oeste. El sector orien­tal de la Sierra de Segura, con su capital en Segura de la Sierra, ha estado adscrito tradicionalm ente al reino de M urcia. Por este motivo perteneció al departam ento marítim o y a la diócesis de Cartagena (3).

La Sierra de Segura se extiende al este de la depresión del Guadiana M enor y de la loma de Ubeda. Su relieve viene determ inado por tres sierras longitudinalmente dispuestas de suroeste a noroeste: la hoy llamada Sierra de Cazorla, la Sierra de Segura y la de Sagra. Estas unidades que ocupan la parte oriental de la provincia de Jaén tiene su continuación en otras me­nores de la de Albacete: la de Cazorla se prolonga en el Calderón, la de Segura en Calar del M undo y Ardal y la de la Sagra en la Taibilla. Por el norte esta región queda limitada por la sierra de Alcaraz y el campo de Mon- tiel, ya en las provincias de Albacete y Ciudad Real; por el sur los límites son la Hoya de Baza y los montes de Huesear, en la provincia de G ranada.

Entre las sierras de Cazorla y de Segura discurre el primer curso del Guadalquivir en dirección suroeste-noreste. Más al norte nace el río Segura que tiene en su curso alto, dos ramales gemelos a uno y otro lado de la sie­rra de Alm orchón. Por el norte, procedente de la sierra de Alcaraz, discu­rre el Guadalim ar que va paralelo al Guadalquivir, al norte de la Loma de Ubeda.

LOS CAMINOS MEDIEVALES

La historia de la Sierra de Segura está fuertemente determ inada por un hecho geográfico: el corredor de Levante, vía natural que enlaza el G ua­dalquivir con el Levante peninsular. Desde la prehistoria este corredor ha sido testigo de paso de pueblos en movimiento, de comercio e influencias culturales y de ejércitos. Desde el Guadalquivir se rem ontaba el Guadali­m ar por la H oya de C am porredondo y luego el corredor de Levante pro­piamente dicho al este del Arroyo de Ojanco, entre las sierras de Cazorla y M orena. Por aquí discurría la vía prehistórica que luego fue denom inada vía de la plata, ya calzada rom ana. Los musulmanes la m antendrían y arre- cifarían a trechos.

En época rom ana la vía de la plata se separaba del Guadalquivir a la

(3) Ibid., págs. 77-78.

LOS CASTILLOS DE LA SIERRA DE SEGURA II

altura de Estiviel, frente a M engíbar, para seguir el curso del Guadalim ar aguas arriba de su orilla derecha. En este primer tram o se separaba bastan­te del río y discurría por Arquillos Viejo, Santisteban del Puerto y Castellar de Santisteban. En este último punto se bifurcaba: el ramal del norte atra­vesaba Sierra M orena por la zona de M ontizón; el del sur iba a encontrar el Guadalim ar y rem ontaba su curso, primero pegado a su orilla izquierda, luego por la derecha. A lo largo de este camino se concentran muchos casti­llos segureños: Bujalame, La Puerta, Cárdete, O ruña, Peñafleita, Tasca y Riopar, este último fuera ya de la provincia de Jaén.

Los caminos medievales de la comarca segureña siguen el trazado de las vías naturales. Van del suroeste al noreste aprovechando los valles alar­gados que quedan entre las sierras de Cazorla, Segura y Sagra.

El primero de los caminos históricos iba entre las sierras de Cazorla y Segura, discurría por el piedemonte este de la sierra de las Lagunillas, pa­ralelo al curso del Guadalquivir por su orilla izquierda. Este camino estaba vigilado por la Torre del Vinagre y después por el castillo de Bujaraiza. El camino era conocido por Collado de los Almendros de Cazorla. Hoy está cubierto parcialmente por las aguas del pantano del Tranco de Beas. Al norte del castillo de Bujaraiza se bifurcaba. Un ramal iba al norte en dirección a Beas; el otro torcía al noroeste cruzando el río y luego rem ontaba el río de H ornos, afluente del Guadalquivir, hasta el valle y castillo de H ornos. Desde este castillo y población m urada discurría hacia el norte rem ontando el curso del río Hornos. El castillo de Espinareda quedaba al oeste y el ca­mino torcía hacia Orcera. O tro ramal salia en dirección norte dejando al oeste el castillo de la Torre, e iba a Puerta de Segura donde se unía a la ru ta de Levante.

El segundo camino era el que rem ontaba el curso del río Guadalentín desde la zona de Pozo Alcón y luego seguía la Sierra del Pozo por su piede­m onte Este. Rastros de este camino se ven hoy por la Hoya M aranza, al sur de Pontones, pasando por la laguna de la C añada Cruz. Este queda hoy m arcado por la divisoria de los términos municipales. Un ramal alternativo llegaba a la zona de Pontones por la cañada M anzano. El camino discurría luego paralelo al río Segura, siempre en dirección sureste-noroeste, a unos tres kilómetros del curso fluvial. Por este sector recibe el hom bre de C aña­da Hermosa. O tro ramal subía de la zona de Pontones y discurría junto al río Segura. Finalmente otro salía de Pontones hacia el norte (hoy camino de Pontones a Siles y camino de Pontones a Segura de la Sierra), bordean­do el Yelmo por el oeste donde se bifurcaba. Esta bifurcación estaba vigila­

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da por la atalaya del Yelmo. Un ramal iba a Segura, atravesando el río Trujales; el o tro , al noroeste, dejaba el río M adera a su derecha y el monte Navalperal a su izquierda (camino de Pontones a Siles).

El camino de Segura de la Sierra continuaba hacia el norte por el puer­to de Siles y rem ontaba el curso del río Morles pasando junto a los castillos de la Hueta, que dejaba a su izquierda, de Puente Honda, que quedaba a su derecha, y de Morles, a la izquierda. Torcía hacia el este y llegaba a Siles y de allí enlazaba con la vía de Levante.

O tro ramal salía de Segura de la Sierra hasta Orcera y luego hasta Be- natae y de allí tom aba la vía de Levante por el Guadalim ar.

El tercer camino subía del sur dejando el río Castril a la izquierda y las sierras Bermeja, M ontilla, M oncayo y Sagra a la derecha. Es el denomi­nado camino de Huesear a Santiago. Pasaba cerca del cortijo del Castillo y, cruzando el río Zum eta, entraba en la zona de Santiago de la Espada (que en época medieval no existía como población aunque sería lugar de acam pada de pastores). Al norte se unía a la C añada Herm osa y proseguía por el camino del Miller que llegaba hasta este castillo. El ramal principal seguía el río Segura en la zona de las Casicas del río Segura y Golgolitas (donde hubo una torre óptica). Los dos ramales proseguían por la actual provincia de Albacete.

Estas tres vías principalmente estaban unidas entre sí a distintas altu­ras por una serie de caminos secundarios que aprovechaban los abundantes aunque difíciles portillos que presentan estas sierras. Empero, el camino prin­cipal que justifica la im portancia estratégica de la Encomienda de Segura era el mencionado como Vía de Levante, es decir el que discurre por la cuenca del Guadalim ar. Este camino a veces doble, a uno y otro lado del río, es básicamente el que aparece señalado en mapas antiguos como Vereda Real o Camino de Andalucía. Está muy escoltado de castillos y atalayas que evi­dencian su im portancia en época medieval. Estos son particularmente abun­dantes en la zona santiaguista. Por el lado de Beas tenemos, en la ribera derecha, los castillos de Consolación, de Torres y Sorihuela y por la izquierda los de Bretaña y Beas. Del norte manchego le llega un camino que desem­boca entre los cerros Herm anilla A lta y Hermanilla Baja, asomados al río. Después a pocos kilómetros, a la altura del Puente Génave, la vía recibe otro camino del norte: el Camino Real de La M ancha, tam bién procedente de Ciudad Real, térm ino de Montiel y un tercero que es el que pasa por Villarrodrigo y Génave. Estos dos están vigilados por el castillo de Bujala- me aunque la función prim ordial de esta fortaleza fuera guardar el puerto

MARCA SANTIAGUISTA EN LA SIERRA DE SEGURA

Límites provinciales

Límites santiaguistas

Ríos

Ruta de Levante

Otras rutas

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y su camino, procedente del sur. El camino de Villarrodrigo y Génave está jalonado por una serie de atalayas al noreste y suroeste de Villarrodrigo y al suroeste de Génave.

Continúa la vía de Levante por la Puerta de Segura y frente a la de­sem bocadura del arroyo del Rollazo se alza el castillo de Cárdete contro­lando no sólo el camino de Levante sino el que viene a unírsele del sur paralelo al Trújala en su desembocadura. No lejos de la ribera izquierda queda Benatae; al otro lado Torres de Albanchez. Esta es la zona más abierta a los caminos del sur que confluyen en Siles. La guardan, además de los castillos al sur de Siles ya citados en su lugar, los de Peñafleita y Tasca. A esta altura el camino de Levante se interna por la actual provincia de Al­bacete, supervisado por el castillo de Cotillas.

LA CONQUISTA CRISTIANA

La conquista de la sierra de Segura, sin duda uno de los objetivos prio­ritarios de la corona castellana en su avance sobre Al-Andalus a principios del siglo X II I , se plantea a partir de unos condicionamientos geoestratégi- cos de la zona que eran bien conocidos. M adoz supo enunciarlos en elo­cuentes y ajustados términos: La situación y enlace de la Sierra de Segura con las demás de las provincias que fo rm an parte de la cordillera ibérica.. ofrece tales elementos que m il hombres colocados dentro de ella son incon­quistables y un ejército de ochenta mil no podría impedir sus incursiones a la tierra llana: desde cualquier pun to de la sierra caen aquellos en una sola marcha sobre la provincia de Granada, Almería, Murcia, Albacete, Ciu­dad Real o Jaén (4).

La Sierra de Segura es un balcón privilegiado que se asoma a la cabe­cera del Alto Guadalquivir. Es vía de paso natural entre la Baja Andalucía y Levante de una parte y Granada de otra (5). En la antigüedad una de las rutas principales, la del Saltus Castulonensis o ru ta de la plata, bordeaba este macizo que se llamaría Oróspeda (Sierra de Cazorla, del Pozo, de Se­gura, de la Sagra y Alcaraz) (6). En época m usulm ana las corrientes demo-

(4) M a d o z , O .: Diccionario geográfico-histórico-estadístico de España y sus posesio­nes de ultramar, M a d rid , 1846, A r t . , Jaén, págs. 501.

(5) H i g u e r a s A r n a l , A n to n io : El A lto Guadalquivir, In s titu to de E stu d io s G iennen- ses, Z a rag o z a , 1961, pág . 155.

(6) G o n z á l e z B a r b e r á n , V icente: Guadalquivir, págs. 74-76; H i g u e r a s A r n a l : Op. cit., pág . 156.

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gráficas y comerciales iban de este a oeste y viceversa (7). Era por lo tanto imprescindible, para dividir y controlar el territorio musulmán de Andalu­cía y Levante, dom inar esta región.

Los pasos entre Andalucía y Levante, principalmente el de M ontizón, quedaban controlados por Alcaraz del mismo m odo en que los de Santiste­ban se vigilaban desde Eznavejor y los del M uradal desde Dueñas (8). Estos pasos habían quedado abiertos después de las expediciones de Alfonso VIII. Hay que añadir que la función meramente comercial de tales portillos será m antenida luego por los conquistadores cristianos. A finales del x m , por ejemplo, tenemos noticias de que las recuas de mercaderes y los ganados extremeños siguen pasando por M ontizón (9).

La estrategia conquistadora de Fernando III será continuación de la que ya había diseñado su antecesor. Para 1235 había asegurado la vía de Alcaraz al Alto Guadalquivir mediante conquista y consolidación de la pre­sencia castellana en Torres de Alber, Chiclana, Torres, Santisteban, Izna- to raf y la vertiente del Alto Guadalim ar (10).

La presencia castellana más tem prana en la Sierra de Segura se detecta en 1214, cuando conquistan Segura de la Sierra (11). A pesar de ello el con­trol efectivo de la región se haría esperar bastantes años todavía. A partir de 1235 se com binan dos factores complementarios que favorecen la im­plantación cristiana: de una parte la de composición del reino de Murcia que debilita la defensa de este flanco esencial y de o tra el buen momento económico de la Orden de Santiago que favorece su acometividad. Los san- tiaguistas, sólidamente instalados en el Cam po de Montiel, quieren prolon­gar su conquista como una cuña entre M urcia y G ranada (12). Hacia 1235 se conquistan Génave, Villarrodrigo, Torres de Albanchez (13). Entre 1239 y 1242 caerían H ornos, Segura, Siles Benatae y Orcera (14). En 1235 la Or-

(7) Ibid., pág. 155. Sin embargo en época cristiana iban de norte a sur.(8) C o r c h a d o S o r ia n o , Manuel: «El castillo de Dueñas», Revista de Estudios Man-

chegos, pág. 8.(9) R o d r íg u e z M o l in a , José: El reino de Jaén en la Baja Edad Media, Universidad de

Granada, 1978, págs. 242-243.(10) G o n z á l e z , Julio: Reino y diplomas de Fernando III. Estudio 1, Caja de Ahorros

de Córdoba, 1980, pág. 322.(11) T o r r e s F o n t e s , Juan: «Los castillos santiaguistas en el reino de Murcia en el siglo

xv», Anales de la Universidad de Murcia, XXIV, 1965-1966, págs. 34 y sigs.(12) G o n z á le z , Julio: Ob. cit., pág . 338.

(13) T o r r e s F o n te s : Op. cit., pág . 326.

(14) Ibid., pág. 326.

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den recibe los castillos de Chiclana, Torres y Hornos; en 1239 Alcaraz y Beas (a cambio de algunas heredades en otros lugares) (15); en 1242 el de Segura. Esta serie de aprobaciones culminará con la cesión de Orcera, en 1285, por Sancho IV (16).

LAS FORTIFICACIONES DE LA SIERRA DE SEGURA

Dada la complejidad que presenta el relieve segureño intentaremos ahora estudiar sus fortificaciones agrupándolas según sus respectivos emplazamien­tos a lo largo de las rutas que vigilaban. Para ello estableceremos cuatro grupos. El primero lo form an aquellos castillos que siguen el itinerario de la ruta de Levante rem ontando el curso del Guadalim ar. Aquí encontramos Bujalame, la Puerta de Segura, Gardete, Peñafleita y Tasca.

Un segundo grupo incluye las fortalezas dispuestas a lo largo del cami­no que va de Riopar a Bujaraiza: Siles, Morles, Puentehonda, Benatae (o Huete, en ramal alternativo), Orcera, Segura y Hornos.

La vía de Levante recibe por el norte una serie de caminos secundarios que proceden del campo de Montiel: el de Villarrodrigo y Torres, el de Gé­nave y el de M atam oros, vigilados por otros tantos castillos. Este será nues­tro tercer grupo.

Finalmente la vía de Levante recibe por el sur otra serie de caminos cuyas fortalezas constituyen el cuarto grupo. El de Beas tiene dos ramales que van respectivamente al Puente de Génave o a la Puerta. El primero queda vigilado por la Torre, cercana a Peñolite; el segundo por Catena, Espinare- da y la Torre.

Bujalame

Por la carretera de Puente Génave a Peñolite, a un kilómetro escaso de Puente Génave, sale una desviación a la izquierda que va a la Puerta de Segura. A los tres kilómetros se deja atrás la aldea de los Llanos de A rri­ba. Quinientos metros más adelante sale un carril agrícola por la izquierda. Este carril asciende al cerro donde están las ruinas de Bujalame y una ex­plotación agropecuaria m oderna.

Se trata de un cerro de 625 metros de altura a cuyo pie, por la parte

(15) G o n z á le z , Julio: Op. cit., pág. 338.

(16) Ibid., pág. 432.

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del norte, discurre el río Guadalim ar. El cerro presenta una meseta plana de form a vagamente circular y unos 200 metros de diám etro. En la parte del norte se descubren las ruinas, muy arrasadas ya, del castillo: una cons­trucción rectangular de 8 por 5 metros en tapial, con grandes mampuestos, y restos de m uros de hasta quince metros de longitud por el sector en el que estuvo el acceso al río. En distintas partes de la meseta se observan tol­vas y depresiones que evidencian la existencia de otras ruinas soterradas.

En este lugar se m antenían visibles, aunque ya arruinadas, unas torres bermejas mencionadas en las relaciones de Felipe II, en 1575 (17).

Por su situación este yacimiento ha debido estar poblado a lo largo de toda la Edad Media, aunque los restos hoy observables en superficie pare­cen corresponder a edificaciones cristianas bajomedievales. Es seguro que las más antiguas defensas se com pletaban con obra de tierra y madera.

La Puerta de Segura

La antigua vía de Levante ascendía por la ribera izquierda del Guada- limar hasta la Puerta de Segura. En este punto su ramal principal cruzaba para continuar por la orilla derecha. En época musulmana el cruce se hacía por un puente cuyos restos sustentan el que vemos hoy. Este puente estaba guardado por un castillo que ocupaba el zócalo rocoso adyacente. La desa­parecida fortaleza prestó solar y cimientos a algunas de las casas del pueblo cuyos m uros, unidos en planos quebrados que siguen la configuración del terreno, se engarzan hasta constituir un verdadero recinto defensivo.

Los únicos restos reconocibles de las antiguas defensas del pueblo se reducen a un torreón que pertenecería al recinto exterior y no al castillo. Se trata de una construcción de tapial de calicanto, de planta cuadrada (4,55 metros de lado) situada en la calle del Castillo. La anchura del m uro es de 1,10 metros. Ha perdido su remate antiguo pero es evidente que tuvo un aposento alto estribado sobre vigas de m adera que se apoyarían en el zóca­lo que posibilita un estrechamiento del m uro a la altura adecuada. Es el pro­cedimiento constructivo que observamos en otras torres de la Sierra de Segura datables en el mismo período almorávide al que parece pertenecer esta obra.

Lo más notable del dispositivo defensivo de la Puerta de Segura es pre­cisamente el puente que tanta admiración concitaba en los autores antiguos. Más que puente quizá debiera definirse como construcción híbrida de puente

(17) V il l e g a s D ía z , Luis: «Relación de los pueblos de Jaén de Felipe II», B.I.E.G., 88-89, abril-septiembre 1976, pág. 192.

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y presa. Las relaciones de Felipe II (1575), lo describen como la cosa más fuerte que hay en España porque es de más de veinte varas de ancho y nin­guna avenida ni alteración del río de piedras ni p inos ni otra cosa no le em ­pece porque es todo de hormigón y pisón m uy fuerte (18). Esta sólida construcción dejaba escapar el agua del río Guadalquivir por su único ojo que era tan reducido y estaba diseñado de tal modo que en caso de peligro era posible taparlo con una com puerta con lo cual las aguas del río se re­m ansaban y subían de nivel rápidam ente inundándolo todo, de modo que el vecino castillo quedaba autom áticam ente convertido en una península de difícil acceso y el puente quedaba impracticable, hecho todo él rebosadero de las aguas que rem ansaba su presa (19). Esta ingeniosa disposición es to ­davía observable en los m altratados restos del puente a pesar de que su úni­co ojo ha sido considerablemente agrandado para evitar los taponam ientos. A pesar de ello se puede adm irar el fortísimo calicanto y los grandes m am ­puestos de la obra antigua, medio oculta bajo la visera del voladizo que pro­yecta la m oderna carretera.

Cárdete

Este castillo está situado tres kilómetros al este de La Puerta de Segu­ra. Su Torre del Hom enaje es bien visible desde la carretera. Se puede acce­der a él después de recorrer unos 400 metros de carril agrícola.

El recinto del castillo de Cárdete tiene form a trapezoidal. Su lado me­nor, en el que se integra la única torre, mide 16,50 metros. El lado mayor mide 24,90 metros. Los dos lados restantes 20,90 m etros y 24,50 metros. La torre que, de m odo convencional, llamaremos del hom enaje, alcanza 14 metros de altura. Presenta la peculiaridad de tener su fachada externa ali­neada con el m uro menor del castillo con desprecio de las más elementales norm as de flanqueo que exige la poliorcética. Por lo tanto esta torre hace su proyección hacia el interior del exiguo patio de armas del castillo.

La torre es una construcción de planta rectangular (6,80 m. por 4,70 m.) y ligeramente troncopiramidal en su alzado, característica común a otras construcciones de la misma época en la Sierra de Segura. Interiorm ente al­berga cuatro cuerpos. El más bajo de 2,50 metros de altura, parece macizo y está dotado de resalte. En el primero se abre la única entrada que da al patio de armas. Los tres suelos sucesivos que separaban las plantas con obra

(18) Ibid., pág. 230.(19) Ibid., pág. 192.

18 BOLETÍN DEL INSTITUTO DE ESTUDIOS GIENNENSES

de m adera han desaparecido. Tam poco hay restos del coronam iento alme­nado, si es que lo tuvo. La anchura del m uro de la torre es de 1,30 metros al nivel del piso más bajo. El de la m uralla del recinto es de 95 centímetros.

El m aterial empleado en la construcción de este castillo fue tapial de calicanto purísimo, con mucha mezcla de cal. M aterial y tipología construc­tiva apuntan a un origen beréber, más probablem ente almorávide, de esta obra. Este tipo de fortín será luego muy empleado por los almohades con adición de torres esquineras que posibiliten el tiro lateral.

Peñafleita

Por la carretera de Torres de Albanchez a Siles, a mitad de camino, se encuentra un carril agrícola que sale por la izquierda, frente al cerro de Cabeza G rande, unos 150 metros antes del puente sobre el Guadalim ar. Es­te carril es lo que hoy queda del «Camino de Andalucía» que va rem ontan­do el curso del Guadalim ar por su orilla izquierda. Se sigue este carril hasta su prim era desviación im portante que es un cruce, a unos 2 kilómetros de la carretera de Siles. Aquí se tom a el carril de la izquierda hasta los cortijos de Peña Fleita. Sobre el cerro frontero están los exiguos restos del castillo tan arrasados que sería muy difícil calcular su importancia sin previa exca­vación. En cualquier caso parece que lo que allí hubo no pasó de ser un un modesto puesto de vigilancia.

Tasca

Por el mismo camino de Andalucía que nos conduce a Peñafleita, se llega al castillo de Tasca. Hay que tom ar la desviación que sale a la izquier­da después de haber recorrido unos tres kilómetros y medio de carril. Esta desviación asciende a las alturas vecinas pasando jun to a la fachada del cor­tijo de Frailes. Finalmente se llega a una explanada alta, especie de nava algo más despejada de árboles. Unos veinte metros a la izquierda se ve lo que queda del castillo de Tasca.

Los restos de la fortaleza, muy disimulados por el pinar circundante, se reducen hoy a un parapeto de m am postería m enuda muy desm oronado que debía habilitar un espacio interior rectangular de 9,50 m. por 3,80 m. aproxim adam ente y que ocupaba la extensión del zócalo rocoso fácilmente defendible puesto que un foso natural, form ado por una corona de rocas, lo rodea casi por completo. En torno a este zócalo se advierten abundantes vestigios de m uros de burda m am postería, al parecer en seco. Estos, corres-

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pondientes al recinto exterior, parece que se com plem entaban por el lado del oeste con alguna obra de tierra, probablem ente un foso y su terraplén.

Un kilómetro al oeste, en la falda del cerro, se encuentran los restos de otra población fortificada de más fuste que se conoce como Peña H o­radada.

Siles

Siles constituye, jun to con Segura de la Sierra y H ornos, el verdadero gendarme territorial de la com arca que venimos estudiando. En cierto sen­tido, tiene más im portancia estratégica que las otras puesto que controla más estrechamente los caminos de Levante por medio de Peñafleita, Tasca, Torres y otros castillos avanzados.

Antes de la llegada de los cristianos, Siles era una próspera población musulmana que corresponde al Silis de las fuentes (20). Su importancia es­tratégica queda atestiguada por episodio de su cerco por Yusuf I de G rana­da en 1139 (según otros en 1333). La fuerza expedicionaria árabe realizó la hazaña de atravesar todo el Adelantam iento de Cazorla para ir contra Siles en una operación que, de haber tenido éxito, habría dejado en situa­ción com prom etida no sólo la m arca santiaguista de Segura, sino también al propio Adelantam iento de Cazorla. Sin embargo, la reacción cristiana fue igualmente contundente y un ejército de socorro, al m ando del maestre de Santiago Alonso Meléndez de Guzmán, consiguió que los atacantes le­vantaran el cerco (21).

El antiguo recinto de Siles, del que todavía subsisten restos estimables más o menos disimulados entre las construcciones parasitarias, tenía forma de rectángulo. Según todas las trazas no corresponde exactamente al que en 1339 resistió el asedio de Yusuf I, puesto que sabemos que en 1397 la ciudad acababa de cercarse a su costa de una cerca de argamasa de dos va­ras de ancho y 10 varas de alto y de contorno 614 varas, lo que le valió su título de villa (22). Posiblemente se tra taba de una remodelación que apro-

(20) V a l l v e B e r m e jo , J.: «La división territorial de la España musulmana. La Cora de Jaén», At-Andalus, XLIII, 1978, pág. 77; L ev i P r o v e n c a l : Memorias de A bd Allah, pág. 35.

(21) E s te e p is o d io se r e f le ja e n e l Poema de A lfonso XI. V er Lope de Sosa, 1915, p á g s . 380-382; A r c ó t e d e M o l in a : Nobleza de Andalucía, In s t i tu to E s tu d io s G ie n n e n s e s , J a é n , 1957, p á g . 401; C a r r ia z o A r r o q u ia : En la frontera de Granada, U n iv e rs id a d de S ev illa , 1971, p á g s . 164-165; G o n z á l e z S á n c h e z : Arjona, p á g . 95.

(22) V il l e g a s D ía z : Op. cit., p á g . 234.

20 BOLETÍN DEL INSTITUTO DE ESTUDIOS GIENNENSES

vecharía los restos de la cerca anterior. En cualquier caso, el trazado de forma rectangular de esta cerca apunta a un origen almorávide o alm ohade que tendría su inspiración más rem ota en diseños heredados de la antigüedad greco-rom ana.

En la cerca de Siles había tres torres a trechos probablem ente esquine­ras, además de una fortaleza principal que ocuparía la cuarta esquina del rectángulo. En esta fortaleza había dos grandes torres que tiene la una dos bóvedas y la otra una (se refiere a las plantas) y entre estas dos torres está una buena casa de aposentamiento (23).

En esta casa de aposentam iento era donde los santiaguistas recogían la renta de los diezmos del pan (24). Según la relación de 1575, en esta casa vivió mucho tiempo Rodrigo M anrique y en ella m urió (25). La casa ha de­saparecido ya, pero todavía subsiste en bastante buen estado la torre del homenaje del castillo conocida localmente como «El Cubo». Se trata de una sólida construcción cilindrica de 27 m etros de altura, ligeramente más es­trecha por arriba. Alberga dos espaciosos aposentos. El bajo se cubre con bóveda de media naranja; el alto con bóveda apuntada sobre nervios que descansan en canes, todo ello de buena cantería, aunque algo tosca. El resto de la torre es de m am postería m enuda con mucha mezcla de m ortero de cal.

El aposento superior alcanza un diám etro de 8,50 metros. El m uro mi­de 2,75 metros de ancho. La caja, muy alargada, de una chimenea recorre el m uro desde abajo. De la planta segunda sale una escalera em potrada en el espesor del m uro que conduce hasta la terraza. Ésta alcanza 12 metros de diám etro. Sin embargo, la escalera exterior que conduce hasta la segun­da planta es enteramente moderna a pesar de todas sus apariencias. No queda muy claro, después de la restauración de los años cincuenta, cómo se dispo­nía el acceso original de esta torre. Probablemente se hacía a través del adarve de la m uralla y estaría a la altura del paseo de ronda. La entrada a la prime­ra planta que hoy vemos, al nivel del suelo, tam poco es original.

Evidentemente, esta torre es una construcción cristiana que debe datar del siglo x iv como máximo.

(23) L e ó n , F rancisco de: Relación, Boletín de la Asociación Española de Amigos de los Castillos, 51, o c tu b re -d ic iem b re , 1965, pág . 486.

(24) V i l l e g a s D ía z : Op. cit., pág . 234.

(25) Ibid., pág . 238.

LOS CASTILLOS DE LA SIERRA DE SEGURA 21

Las relaciones de Felipe II citan una serie de castillejos y torres-refugio en la región de Siles. Además de los ya citados Peñafleita y Tasca, cabe men­cionar las ruinas de un castillo junto a la erm ita de San Blas, a media legua de Siles (26) y los de Miller, el Villar y Cuevalabrada (27). También citan ruinas de castillo en la Gueta, a media legua de Siles hacia el mediodía (28).

Puente H onda

En la carretera de Siles a La Puerta de Segura, a kilómetro y medio de Siles, sale por la izquierda una carretera secundaria que va a Puente H on­da. Transcurridos unos tres kilómetros por esta carretera se llega a la corti­jada de Puente Honda, donde confluyen los arroyos de la Hueta y de Puente H onda y juntos alum bran al río Morles. En la ladera del cerro Bucentaina (1.395 m.), a nuestra izquierda, medio ocultas por el espeso bosque de pi­nos, aparecen las ruinas del castillo.

El acceso menos malo se hace a pie subiendo la empinada ladera, des­de el m encionado carril de Puente H onda, pero si a pesar de todo la arbole­da no permitiese descubrir el castillo, hay un camino alternativo que consiste en ascender por carriles forestales hasta una cota superior del cerro Bucen- taina hasta situarse por encima del castillo a unos 5.000 metros de distancia y desde este punto descender a pie hasta las ruinas. En cualquier caso, el acceso es difícil y no todos pensarán que vale la pena a la vista del reducido fortín que vamos a describir.

El castillejo de Puente H onda, que apenas pasa de ser un puesto de atalaya, se encaram a sobre dos peñas gemelas que brotan en un repecho del monte. Sobre cada una de estas peñas edificaron una torre cuadrangu- lar de reducidas dimensiones (la que mira al sur, 3,50 m. por 3,80 m.; la del norte, muy similar). El m aterial empleado es m am postería ripiada de m odo deficiente. El espacio que quedaba entre las dos torres se acotó por medio de dos lienzos de m uro que las unían hasta constituir un solo recinto de planta rectangular que mediría 13 por 3,50 metros. La obra entre las to ­rres está muy arrasada, pero las torres están casi intactas. Las dos alberga­ban dos cámaras superpuestas con separación de vigas y madera.

A nuestro juicio se trata de una obra cristiana. Es difícil precisar la fecha de su ejecución.

(26) Ibid., pág. 239.(27) Ibid., pág. 239.(28) Ibid., pág. 238.

22 BOLETÍN DEL INSTITUTO DE ESTUDIOS GIENNENSES

Benatae

En las relaciones de Felipe II se habla de dos torres situadas en este lugar, la una en la fuente de la Torre, cuyo emplazamiento pudo estar rela­cionado con el m anantial de agua allí existente como en tantos otros casos de fortines beréberes andalusíes. La otra era una torrecilla, ques de la enco­mienda mayor. Sirve de palomar. La materia della es de lo que com unm en­te se dice hormigón (29). Por las trazas parece que era de tapial, como tantas obras de la región.

Orcera

En la relación de Francisco de León se dice que Orcera tiene una torre e un cortijo en que se retraen los del lugar en caso de peligro (30). Las de Felipe II hablan de una antigua ceca que tuvo el pueblo p o r la parte de arri­ba mientras que por la de abajo estaba defendida por grandes barrancos. Pero en 1575 de esta cerca sólo quedaba el recuerdo. En la plaza quedaba una torre que servía de cam panario. Esta torre era de hormigón, es decir, de tapial de calicanto, y era algo baja (31).

Hoy día Orcera cuenta con interesantes fortificaciones pero fuera del pueblo. Nos referimos a las tres torres comúnmente denom inadas de Santa Catalina. Estas torres están relacionadas entre sí, pues no distan más de tres­cientos metros unas de otras. La más cercana a Orcera presenta una estruc­tura más im ponente que las otras. Es de planta rectangular (8,60 m. por 5,65 m.) y albergaba interiorm ente hasta tres plantas superpuestas, sosteni­das por vigas. Le daban luz una serie de saeteras vaciadas hacia el interior. Del recinto que rodearía esta torre no ha quedado rastro. Es posible que fuera de madera.

Las otras dos torres son gemelas, ligeramente troncocónicas y de plan­ta cuadrada (5,30 m. por 4,20 m.). A lbergaban interiorm ente cuatro plan­tas con separación de vigas que se apoyaban sobre los zócalos resultantes del progresivo estrechamiento de los m uros. La altura actual de estas torres es de catorce metros. La original debió ser muy aproxim ada: parece que lo único que han perdido ha sido el parapeto o las almenas de la terraza superior. El grosor del m uro en la parte baja es de 1,10 metros. El primer

(29) Ibid., págs. 116-117.

(30) L e ó n , F ran c isco de: Op. cit., pág . 487.

(31) V i l l e g a s D ía z : Op. cit., págs. 179-180.

LOS CASTILLOS DE LA SIERRA DE SEGURA 23

cuerpo de estas torres es muy bajo, apenas 1,70 metros. El segundo, por el contrario, es muy alto: 7 metros. Los dos restantes medían cada uno 3,20 metros.

Del coronam iento almenado de las torres sólo subsisten cuatro alme­nas en la más cercana a Segura de la Sierra. En estas almenas no se aprecia el coronam iento piram idal típico de las obras beréberes.

En los niveles tercero y cuarto las dos torres presentan una serie de sae­teras vaciadas hasta el interior, una por cada paño de la torre. Una de ellas, que hoy parece ventana algo más ancha, era la verdadera entrada de la to ­rre, situada a 7,20 metros de altura. Las entradas que hoy vemos en la plan­ta baja, al nivel del suelo, una en la torre intermedia y dos en las más cercanas a Segura, fueron abiertas tardíam ente por campesinos o pastores que apro­vecharon las torres como vivienda.

A nuestro juicio, estas dos interesantes torres son obra m usulm ana de finales del XII o principios del XIII. Tendrían como misión vigilar el intrin­cado paisaje de colinas que presiden, escudriñando los cambios de rasante que ocultaban de la vista de los castillos de la zona otros tantos posibles caminos de invasión. La prim era torre descrita, más ancha, debió ser ade­más torre fuerte de un establecimiento rural emplazado sobre la fértil cuen­ca del río.

Segura de la Sierra

Las primeras noticias que tenemos de la fortaleza de Segura se rem on­tan a 781, año en que A bderram án I la arrebata al primogénito de Yusuf, Abul-Asuar, según algunos autores (32). Otros la hacen más antigua aún, fundación de los tiro-fenicios durante las guerras entre cartagineses y ro­manos, entre Asdrúbal y los Escipiones. Los restos del derrotado ejército de Publio Escipión fueron a refugiarse a la fortaleza de Segura (33). En el siglo xvi los segureños daban otra vesión no menos legendaria pero más poética, del origen de su pueblo: antes se llamaba Altamira, vino una reina huyendo y se acogió en la forta leza della questa m uy alta en gran manera que casi parece por algunas partes que todo el m undo no la podría ofender, dixo «aquí estoy segura» y de aquí se dice que tom ó esta denominación Segura (34).

(32) G e n a r o N a v a r r o : «El castillo de Segura», Paisaje, Jaén, pág. 956 y sigs.(33) Ibid., pág. 956.(34) V il l e g a s D ía z : Op. cit., pág. 207.

24 BOLETÍN DEL INSTITUTO DE ESTUDIOS GIENNENSES

Lo que está fuera de duda es que en época m usulmana Segura era cas­tillo y lugar denom inado Saqura (35). En el siglo X I fue cabeza de un pe­queño reino taifa a cuyo distrito pertenecían tam bién H ornos, Socovos y Ferez (36). Es muy posible que los castillos luego adscritos al territorio san- tiaguista de Segura fuesen los que tuvo el reino de taifa.

La prim era conquista cristiana de Segura ocurrió al parecer 1214 (37), aunque algunos autores la rem ontan a 1200 (38). Las noticias de estos años son muy confusas. Parece que el lugar fue recuperado por los musulmanes aunque poco tiem po, puesto que en 1241 su situación, aislada en un territo­rio mayormente controlado ya por los castellanos, se hizo insostenible y vol­vió a manos cristianas (39). Fernando III la otorgó a la Orden de Santiago el 21 de agosto de 1242 (40). Tres años más tarde fue instituida sede de la Encomienda Mayor de Castilla que hasta entonces estuvo en Uclés (41). Esta encomienda estaba sometida a la jurisdicción eclesiástica de Toledo. En 1462 pertenecía al obispado de Cartagena (42). En 1246 se le concedió fuero ba­sado en el de Uclés (43).

Después del pacto de Jaén (1246), Segura y su territorio no tuvieron un gran papel en la continuación de la lucha contra el reino de G ranada, puesto que habían quedado algo lejos de la frontera. Con todo, en 1342 Fernán Ruiz de Tahuste, com endador de Segura, com andó una expedición contra tierras granadinas aprovechando que el rey de G ranada había acudi­do con su gente en socorro de Algeciras (44). En 1434 el alcaide de Segura, Juan Rodríguez, destacó en la conquista de Huéscar a las órdenes de don Rodrigo M anrique, y recibió tres heridas en aquella ocasión (45).

(35) V a l l v e B e r m e jo : Op. cit., pág. 58; L e v i P r o v e n c a l : Op. cit., pág . 39.

(36) G o n z á l e z , J u l io : Op. cit., pág. 341.

(37) R o d r íg u e z M o l i n a , José: Cuadernos de Estudios Medievales, U niversidad de G ra­n a d a , II , I II , pág . 75.

(38) S a r t h o u C a r r e r e s , C arlos: Castillos de España, E spasa C a lpe , M a d rid , 1952, pág . 86.

(39) G o n z á l e z , Ju lio : Op. cit., p á g . 341.

(40) Ibid., pág. 341.

(41) R o d r íg u e z M o l in a : Cuadernos, p ág . 75.

(42) Ibid., pág . 78.

(43) G o n z á l e z , Ju lio : Ob. cit., págs. 415 y 432.

(44) A r g o t e d e M o l i n a : Op. cit., pág. 439; J im e n a J u r a d o , M a r t ín de, Catálogo de los Obispos de las Iglesias Catedrales de Jaén y anales eclesiásticos deste obispado, J a é n , 1894, II , págs. 361-362.

(45) V i l l e g a s D ía z : Op. cit., págs. 65-66. L os m oros recu p erarían H uéscar trece años m ás ta rd e .

LOS CASTILLOS DE LA SIERRA DE SEGURA 25

En 1468 Francisco de León, com endador de bastimentos del Campo de M ontiel, comisionado por la Orden de Santiago, para inspeccionar las fortalezas del reino de M urcia, redactó un informe sobre las defensas de Segura. Por él sabemos que Segura tenía buena gerca y que el castillo está tan alto que parege que está en el cielo y es m uy fu erte a maravilla y tiene dos barreras de cal e ganto... e tiene en el tres torres m uy buenas y un cubo e buen aposentamiento en la fortaleza y todos los mas tejados della acolga- dizos, que van las aguas a un buen algibe que esta en medio del patio de la fortaleza. Tiene al un canto della, fa zia el campo, una m uy gruesa torre del omenaje, en que ay cuatro bóvedas una sobre otra, y va una escalera que sube desde lo mas bajo fa sta lo alto fecha en el gordo del muro de la dicha torre. Este dicho muro es de calicanto y en ¡o alto esta petrilado e almenado y un tejado engima de la postrimera bóveda (46).

Está toda la villa cercada y esta cerca toma y abraza la villa con la forta leza y todas las torres y torrejones que hay dentro della. En esta cerca hay muchas torres y tiene cuatro puertas principales... y en cada puerta hay una torre m uy fuerte de calicanto... se llaman la una puerta Gon- tar questá al norte y solano... puerta Nueva questá al mediodía... puerta Catena, questá a poniente... puerta Orcera questa al norte. Luego vinien­do a esta villa está la puerta Herrada ques una torre y desde esta puerta sube una cerca y muralla almenada a las casas labores y en estas casas labo­res está una torre algo descorporada m uy fu erte y de calicanto, y otro to- rrejón de lo mismo entre medias de la torre y torrejón hay una caballeriza antigua en lo alto... Encima hay una mazmorra m uy honda labrada en la peña viva. Todas estas torres y caballerizas y murallas están fuera de las murallas principales que abrazan la villa. Sube una muralla fuerte de cali­canto con cuatro torrejones que la fortalecen y guardan hasta dar en la m u­ralla de la villa al pie de la fortaleza y allá hay una puerta fa lsa cerrada por donde se subía secreta y seguramente al castillo. Desde las dichas casas la­bores y debajo de la puerta Gontar esta una torre que se llama de Poza lucas que guarda cierta agua que allí hay, esta torre es de argamasa y más adelan­te esta otra casa de calicanto m uy grande y de grandes cimientos y ju n to a la puerta Orcera y fuera de ella hay muchos edificios caídos de argamasa y calicanto que se llama el Alcantarería... La fuerza desta villa es la más fuerte y principal que su magestad tiene en estos sus reinos porque es fu n ­dada sobre peña viva p o r todas partes y no se puede minar ni arremeter

(46) L e ó n , F ran c isco de: Op. cit., págs. 486.

26 BOLETÍN DEL INSTITUTO DE ESTUDIOS GIENNENSES

por ninguna parte. Tiene una torre ques la torre mayor y del homenaje que dentro delta y en el cuerpo del castillo podrán estar más de cuatro m il hom ­bres armados. En este castillo y fuerza hay una iglesia hecha de bóveda y ladrillo m uy fundada que se llama Santiago y tiene dentro della un algibe de agua llovediza m uy grande y fuera de la puerta principal y dentro de la primera muralla otro algibe grande ju n to a un moral. Para subir a esta fo r ­taleza se va p o r dos partes: p o r la puerta Gontar y p o r encima de la plaza, tiene para subir arriba sus arcos, tiene para entrar en la forta leza cinco puertas...

Yendo por detras de la forta leza está a! pie delta unas peñas altas a maravilla, encima de las que se fu n d a la torre m ayor y donde esta otra to­rrecilla ques atalaya y otro torrejón que se dice el Espolón y al pie desta torre mayor y debajo de los m ism os peñascos esta otra torre que se llama Torre del Agua ques edificio grande y hecho de m ucho tiempos antes se ga­nase la villa y parece que hoy se acabó de hacer según está de nueva y blan­ca y esta torre ha estado toda cercada sin ninguna puerta y abraza por la parte de arriba un peñasco m uy grande de más de 300 varas en alto. Esta torre parece que sirvió en tiempo de moros para recoger agua y desde la fortaleza de lo alto por el m ism o peñasco había una escalera suminada en el m ism o peñasco p o r donde parece que bajan p o r agua a esta torre desde lo alto de la fortaleza, p o r esta parte esta tan hondo lo bajo y tan empina­dos los peñascos que si todo el m undo viniese no le daría pesadumbre a la fortaleza con cuatro hombres que estuviesen arriba. Esta torre del agua se guardaba desde el torrejón... habrá cuarenta años que un ju ez que hubo aqui la com enzó a abrir p o r un lado y con mucho trabajo y costa... y agora visto este edificio p o r el señor licenciado don Diego Hernández. ■ ■ como ha­lló la dicha torre que era tan gran fuerza m andó limpialla por de dentro que había en ella mucha tierra y piedra seca com o puesta por mano y ha­biendo mucha cantidad de piedra esta un techo de argamasa que parecía que allí se acababa lo hondo de la torre. Y cavando allí aquella argamasa hallaba otra cantidad de piedras y otro lecho de argamasa hasta que llegó a lo hondo y quitando estas piedras y argamasa... se halló un pozo m uy grande y m uy hondo el cual estaba cubierto de piedra seca y encima de la boca del pozo una grande piedra p o r clave y abierto se vido un edificio de pozo m uy enlucido y redondo. Terná cinco estados de hondo. N o se ha aca­bado de limpiar p o r lo bajo para ver que hay dentro más se entiende que hay agua porque debajo de la torre responde una fu en te de agua (47).

(47) V i l l e g a s D ía z : Op. cit., pág. 216.

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LOS CASTILLOS DE LA SIERRA DE SEGURA 27

De las defensas tan minuciosamente descritas por los documentos que anteceden se conservan hoy en Segura el castillo, la torre del Agua y diversas partes del recinto m urado de la población así como la estructura básica y parte de una gran torre de un segundo castillo que guardaba los accesos del primero al pie de la peña.

El castillo de Segura que hoy vemos consta de dos recintos sucesivos: exterior y alcazarejo. El alcazarejo ha sufrido una reciente reconstrucción pero el exterior ha tenido la fortuna de pasar inadvertido.

El alcazarejo tiene form a vagamente trapezoidal, adaptado como está a la configuración de la roca sobre la que se asienta. En uno de sus ángulos destaca la poderosa torre del hom enaje, los otros tres se guardan con sen­dos torreones uno de ellos casi desprovisto de proyección exterior por im­perativos del zócalo rocoso que le sirve de base. Hay además otro torreón semicircular y dos contrafuertes que contribuyen a parcelar los lienzos del cerramiento habilitando al propio tiempos pequeñas plataform as para el ti­ro de flanco, una característica ésta muy propia de las fortalezas construi­das por las órdenes militares.

Toda esta obra es evidentemente cristiana y debe datar de mediados del siglo XIII. Seguramente se asentaría sobre o tra musulmana anterior de la que aprovecharían los espléndidos aljibes.

El recinto exterior del castillo corona el cerro en una cota más baja. Es de mampostería menuda que en parte debe corresponder a la misma época del alcazarejo y en parte podría ser más antiguo y obra musulmana. En cual­quier caso, presenta trazas de obras que podrían datar del siglo x ix , cuan­do Segura volvió a ser una plaza militar de primer orden.

En la Torre del Agua y otros puntos del circuito m urado del pueblo volvemos a adm irar el fortísimo calicanto del tapial musulmán a que ya nos tienen acostum bradas las fortificaciones de la sierra de Segura. Podría tra ­tarse de obras de época almorávide o, como muy tarde, de época almoha- de, al igual que las otras de tapial que venimos comentando. Anotemos que la estructura interna de la Torre del Agua, descrita por sus excavadores del siglo X V I, se ajusta totalm ente a la de los torreones almorávides de la m u­ralla de Jaén: lechadas de calicanto purísimo que se alternan con otras ton­gadas de relleno de piedras sueltas y tierra.

Los mismos documentos del siglo xvi que venimos com entando nos traen noticia de otras fortificaciones que hubo en la periferia de Segura, algunas de las cuales son todavía visibles. Citaremos el castillo que hubo

28 BOLETÍN DEL INSTITUTO DE ESTUDIOS GIENNENSES

enfrente de la puerta Catena, donde la ermita de San Vicente, casa fuerte en un cerro alto y tiene una cava alrededor do estuvo el real cuando se ganó esta villa (48).

A una legua de Segura en dirección poniente se describe la torre de Al- baladejuelo y la Fuensanta, m uy fuerte de calicanto, algo derribada p o r al­gunas partes (49). Es la misma que menciona la relación de Francisco de León como torre m uy buena de cal e canto con tres bóvedas (50). Se trata de otra obra de buen tapial beréber, según se deduce de los testimonios. También a una legua y al poniente se menciona la torre de G utam arta m uy fuerte de calicanto no lejos de un despoblado llamado los Ojuelos (51).

A cuatro leguas de Segura, hacia el mediodía, localizan la torre de Bu- jarcadin ques m uy fuerte. Está en medio desta torre y la dicha población el rio Guadalquivir (52).

H ay otra torre fuerte y parece haber habido población en Oruña ques a la parte del N orte dos leguas de Segura (53) y no lejos de allí, a sólo una legua del pueblo, se localiza la torre de Alderete (54). La de Voldemarín estaba a media legua de Segura, hacia el poniente (55). Por el mismo lado, a dos leguas de distancia, señalan la de Peñolite de calicanto, algo caída (56).

En el lugar de Segura la Vieja, a media legua p o r la parte donde sale el sol existía un despoblado fortificado en unas peñas altas, cosa m uy fu e r ­te porque no tiene por donde etralle sino por dos partes, todo peña viva... arriba hay muchas casas caídas que muestran haber sido gran población (57). A cinco leguas de Segura, hacia el mediodía, se menciona la peña Hamus- go, en la zona de Guardam ulas, donde hay otro castillo m uy fuerte que está fundado sobre una peña (58). La misma encum brada posición roquera te-

(48) Ibid., pág. 226.

(49) Ibid., pág. 228.

(50) L e ó n , F ran c isco de: Op. cit., pág. 487

(51) V il l e g a s ]D íaz: Op. cit., pág.. 228.

(52) Ibid., Pág. 228.

(53) Ibid., Pág. 229.

(54) Ibid., Pág. 230.

(55) Ibid., pág. 230.

(56) Ibid., Pág. 228.

(57) Pág., Pág. 229.

(58) Ibid., Pág. 229.

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HORNOS. PUERTA BERÉBER EN LAS MURALLAS(según Luis Berges Roldán)

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LOS CASTILLOS DE LA SIERRA DE SEGURA 29

nían los castejones m uy fuertes de Morilla, a unas cinco leguas de Segura, por donde sale el sol (59).

El autor m oderno vuelve a referirse a la gran cantidad de atalayas y torres de la región de Segura citando las de Valdemarín, Espinareda, Cerro O ruña, Guadabrás, El Castillo, Los Llanos de Santa Catalina, Albalade- juelo y Bujalamed (60).

Digamos para remate que la verdadera atalaya de Segura, plantada allí por la naturaleza, es el Yelmo, el monte que cantara Quevedo en una com ­posición memorable. Pues bien, en lo alto de este monte hubo una fu en te de m uy buen agua; hay en lo alto un edificio de torre o casa (61).

Hornos

Este lugar y castillo, emplazado en estratégica posición, ha sido identi­ficado por el Hian Furnus de algunas crónicas musulmanas (62). El 25 de noviembre de 1239, Fernando III confirmó la posesión del castillo al maes­tre de Santiago (63).

En la relación de Francisco de León se describe Hornos como villa m uy fuerte asentada sobre una peña que non tiene combate y a la puerta una torre buena... Tiene una fortaleza m uy buena y una barrera fa zia el campo, aunque está de reparar. Tiene esta fortaleza razonable encasamiento y al canto una buena torre de omenaje con dos bóvedas de cal e canto petrilado e almenado en lo alto (64).

La relación de Felipe II (1575) abunda en los mismos datos: está p o ­blada en lo alto de una gran peña y toda ¡a dicha villa está cercada de peña tajada viva toda a el derredor. Que confina con el castillo questa a la cabe­zada del pueblo en lo mas alto... E que la dicha villa tiene dos puertas... que la una se dice la puerta de la Villa y la otra la Puerta Nueva. E que la dicha puerta de la villa es antiguísima y que en los quiciliales que tiene (= quicialeras) paresce haber tenido cuatro puertas una en pos de otra do­bladas, e que la dicha puerta es de peña tajada m uy viva y esta labrada de antiguo. E que la dicha puerta nueva se dice porque habra noventa años

(59) Ibid., pág. 229.(60) G e n a r o N a v a r r o : Ibid., pág. 23.(61) V il l e g a s D ía z : Op. cit., pág. 213.(62) V a l l v e B e r m e jo : Op. cit., pág. 77.(63) G o n z á l e z , Julio: Op. cit., págs. 338 y 341.(64) L e ó n , Francisco de: Op. cit., pág. 487.

30 BOLETÍN DEL INSTITUTO DE ESTUDIOS GIENNENSES

que se labró e h izo ... e que desde las cercas de la dicha villa de H ornos por todas partes se ve y aoja m uy bien todas las vegas de a el derredor... el di­cho castillo no tiene armas ningunas ni ninguna munición, antes p o r m u­chas partes las cercas están caídas e que tiene la torre enhiesta e buena, fuerte e ques fech o de cal e canto (65).

El pueblo de H ornos conserva por su singular emplazamiento, un ca­rácter medieval que las agresiones de la construcción m oderna y las desa­fortunadas reconstrucciones de sus defensas no han logrado borrar todavía. En torno al zócalo de piedra que emerge de la colina, se han construido las casas de m odo que sus muros exteriores constituyen el recinto exterior del pueblo apretadam ente ceñido al escarpe rocoso. Probablem ente la m u­ralla medieval nunca tuvo espacio libre intram uros y su adarve no fue otro que las azoteas de las casas limítrofes. En la parte más alta de la colina, y único espacio no ocupado por las construcciones civiles, se levanta el cas­tillo en el que distinguimos un recinto exterior de form a aproxim adam ente trapezoidal en cuyo lado mayor se arrim a la espléndida torre del homenaje. Fuera de la línea del castillo propiam ente dicha se observan restos de hasta tres torreones de planta cuadrada.

La torre del hom enaje es un edificio cuadrado de 8,60 metros de lado, construido en mam postería menuda al igual que el resto del castillo. La en­trada queda a varios metros de altura, por encima de un podio macizo don­de se alberga un buen aljibe. En la parte alta se habilitan dos salas superpuestas que sostienen la techum bre con bóvedas. Las esquinas de esta torre están redondeadas, peculiaridad que también presentan otras construc­ciones santiaguistas de la misma época. Este castillo pudo construirse a me­diados del siglo XIII aprovechando quizá algunos elementos del anterior castillo musulmán al que quizá pertenezcan los restos de un buen aljibe que se observan en el patio de armas.

En cuanto a la puerta de la Villa, reiteradam ente alabada por las fuen­tes antiguas, es de lam entar que sucesivas reconstrucciones hayan escamo­teado gran parte de sus elementos. Tal como la vemos hoy parece obra cristiana algo tardía, quizá del siglo x iv , y no almorávide como se ha es­crito. El trazado de esta puerta, en recodo simple y em potrada en una to ­rre, pudo ser originariamente beréber aunque más propiam ente almohade que almorávide, pero éste es un extremo que sólo su excavación podría acia-

(65) V i l l e g a s D ía z : Op. cit., pág . 149.

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rar. Hay que tener en cuenta que a partir del siglo xm tam bién los cristia­nos aprenden a construir entradas en recodo.

Bujaraiza

Este castillo se levanta sobre una nueva colina a unos kilómetros al sur de Hornos. O rdinariam ente, queda en una isleta que form an las aguas del Pantano del Tranco, pero cuando éstas bajan se puede alcanzar la fortaleza a pie enjuto.

El castillo de Bujaraiza consta de un recinto exterior poligonal y una mediana torre del hom enaje hoy muy derruida. Todo está construido en hiladas de m enuda mam postería generosamente trabajada con buen m orte­ro de cal. Es de notar que la torre del hom enaje tiene más proyección hacia el patio de armas que hacia el exterior, una característica que observamos repetidamente en las fortalezas segureñas tanto musulmanas como cristianas.

En 1575 este castillo y su dehesa eran de Gonzalo de la Peña por con­cesión real. Antes hubo pleito sobre su posesión entre la encomienda y Se­gura de la Sierra (66).

Torre del Vinagre

Esta torre m uy fuerte de calicanto (67) vigilaba el camino de Bujaraiza a Cazorla. Seguramente estuvo acom pañada de un recinto que desaparece­ría por ser de tapial pobre o de m adera.

Villarrodrigo

En Villarrodrigo encontram os los restos de una espléndida torre en el centro del pueblo. Se trata de una construcción de planta cuadrada y 13,60 metros de lado, hecha de excelente m am postería. Lam entablem ente hace unos cuarenta años que desm antelaron su parte superior hasta reducirla al nivel de las casas del entorno, algunas de las cuales le han sido adosadas, por dos de sus lados. La entrada, en el centro del lado que da a la plaza, presenta un arco de medio punto de bien talladas dovelas. Por la traza de este arco y por otros detalles exteriores de la construcción, esta torre podría datarse en el siglo xiv. Lamentablemente no nos fue posible examinarla por dentro.

(66) Ibid., pág. 228.(67) Ibid., págs. 228-229.

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Torres de A lbanchez

Este lugar y castillo pasaron a la Orden de Santiago el 1 de mayo de 1235 (68). Por la relación de Francisco de León sabemos que tenía una fo r ­taleza en la cuesta y derrocola el conde don Rodrigo Manrique (69). Esto ocurriría en la segunda mitad del siglo xv. Seguramente se refiere al casti­llo que luego se llamó de La Yedra. Además tenía el lugar una buena torre con sus bóvedas m uy buenas (70). Es a la que se refiere la relación de 1575 cuando dice: una torre con una cerca alrededor con sus cubos y saeteras y otros avisos en la m itad del pueblo y que tiene dentro della en lo más hon­do un pozo de agua bastante para la servidumbre della e que ella y el casti­llo son de cal y tierra y piedra (71). Los inform antes estaban convencidos de que la existencia de esta excelente torre fue la que aconsejó el traslado del pueblo desde su primitivo emplazamiento en la cumbre del cerro cerca­no, de la que, por cierto, escriben que esta un castillo despoblado y en el circuito del una población antigua con los edificios caídos y desbaratados, m uy alto e fu erte y descubierto, desde el que pueden atalayarse los de Segu­ra, Siles, Cotiellas y H ornos, y era tan fuerte que si no es por puente levadi­zo no se podría subir a él (72). Este es el castillo de La Yedra que algunos autores modernos confunden con el que aparece en el centro del pueblo.

A los restos de la antigua población y castillo de La Yedra, hoy muy arrasados pero probablem ente merecedores de una excavación, se llega si­guiendo las veredas que ha acondicionado ICONA. Éstas parten del campo de fútbol, en la parte alta del pueblo. En La Yedra se descubren vestigios de im portantes aljibes y otras construcciones, en ocasiones excavadas par­cialmente en la roca viva.

En el pueblo, junto a la iglesia, se alza una soberbia torre del hom ena­je cuadrada (12,80 metros de lado), que se rodea de obra avanzada cuyos ángulos están protegidos por cubos macizos algo ataulados. En su interior el espacio se dispone a tres niveles. En el más bajo hay un aljibe, y en los dos superiores sendas plantas que contienen cada una de ellas dos aposen­tos abovedados que se apoyan en un m uro central. Parece que la torre de­bió tener una tercera planta pero hoy la vemos algo desmochada. Su actual

(68) G o n z á l e z , Ju lio : Op. cit., págs. 321, 338 y 341.

(69) L e ó n , F rancisco de: Op. cit., págs. 487.(70) Ibid.(71) V i l l e g a s D ía z : Op. cit., pág . 260.

(72) Ibid., pág . 259.

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estado de deterioro hace muy necesarias las obras de consolidación. Se tra ­ta evidentemente de una obra cristiana quizá de la prim era mitad del siglo XIV. Su recinto exterior podría ser un añadido del XV pensando ya en las reform as que im ponía el creciente perfeccionamiento de la artillería.

Génave

La relación de Francisco de León (1468) habla de una torre m uy buena que tiene dos bóvedas de cal e canto (73). Esta torre, que sería la del home­naje del desaparecido castillo existe aún hoy y es conocida como «La Ter­cia». Es cuadrada, de 10,50 metros de lado y se encuentra lamentablemente rodeada de casas que no permiten contem plarla en su totalidad. Una de es­tas casas es la del Ayuntam iento en cuyo primer piso está el acceso a la to ­rre. Interiorm ente presenta dos aposentos superpuestos, los dos de planta cuadrada y de seis metros de lado y cubiertos con sendas bóvedas de medio cañón apuntado. El primero descarga la bóveda sobre los muros norte y sur; el segundo sobre los del este y oeste. De este m odo el empuje de la obra queda repartido entre los cuatro m uros. Una escalera que discurre a lo lar­go de los muros, em potrada en su espesor, conduce de la prim era cámara a la segunda y de ésta a la azotea hoy rehecha y muy restaurada. En el se­gundo aposento se abre una amplia ventana de dos m etros de luz cuyo hue­co se cubre tam bién con bóveda apuntada.

A nuestro juicio se tra ta de una construcción cristiana de finales del siglo X III . Se dice que en el zócalo macizo que ocupa la base de la torre hay una «cueva». Podría tratarse del antiguo aljibe.

La relación de 1575 habla además de una torre de la Alventosa situada al norte de Génave, lugar do mataron a don Beltrán e nunca lo echaron menos hasta los puertos pasar (74). Evidentemente se tra ta de la hoy cono­cida por Torre de la Laguna o Zarracotín, tres kilómetros al norte de Géna­ve. Se trata de una construcción híbrida de calicanto algo ripiado y mampostería gruesa, evidentemente cristiana. Lo que hoy vemos son los res­tos de una torre de planta rectangular (6,25 m. por 4,04 m.) que se encara­ma sobre un espinazo rocoso jun to a la laguna que le da nom bre. Son observables en su interior vestigios de hasta dos aposentos superpuestos. El de arriba se apoyaba sobre vigas. En torno a la torre se ven restos de muros y mucha piedra suelta que podría corresponder al recinto que la ro-

(73) L e ó n , F rancisco de: Op. cit., pág . 487.

(74) V i l l e g a s D ía z : Op. cit., pág . 230.

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deaba. Se tra ta pues de un castillejo de poca im portancia, quizá un castillo rural que tam bién cumpliría funciones de vigilancia de caminos.

Dieron noticia de esta torre en la crónica Don Lope de Sosa año 1916, donde podemos ver una foto en la que aparece todavía intacto su segundo cuerpo (75).

M atamoros

Por la carretera de Levante (Nacional 322), en el tram o que va de Puente de Génave a Villapalacios, pasado el kilómetro 333 se ven las ruinas del cas­tillo de M atam oros a la derecha y a unos trescientos metros de distancia.

En una suave colina de unos cincuenta kilómetros de diámetro que ape­nas dom ina el llano que la circunda, se eleva un paredón de tapial de cali­canto de 8 metros de largo. Este es el único resto visible del castillo de Matamoros. El tapial es probablemente musulmán aunque bastante más bas­to que los otros que tenemos observados en la comarca de Segura. Otros arranques de m uro salen en dirección sur, cuyos cimientos son visibles du­rante unos quince metros, y otros hacia el norte que se pierden a poca dis­tancia. La tortuosa configuración del suelo evidencia que una superficial excavación podría revelar restos im portantes. Con todo este castillo no pa­saría de ser un fortín de vigilancia y postas para el camino que hoy suplanta la citada carretera 322.

Beas de Segura

Fernando III cedió este lugar a la Orden de Santiago a cambio de cier­tas heredades en Haza, Almazán y otros lugares. Se confirmó el cambio en 30-XI-1239 (76). Con la adquisición de Beas la Orden reforzaba el flan­co de Hornos.

La relación de Francisco de León nos da cumplida noticia de las forti­ficaciones de Beas: es una m uy buena villa que non es cercada... porque tiene malas entradas, asy se defiende aunque esta en la frontera. Sin em bar­go tiene en el cabo della una villeta (= alcazaba o barrio alto fortificado) bien cercada e montada para el retraymiento de toda la villa para quando hay guerra y entra muchedumbre de m oros... A l un cabo desta villeta esta la forta leza que es buena aunque es m uy cumplidero de envertyrse una to-

(75) Lope de Sosa, Jaén 1916, p á g . 36.(76) G o n z á l e z , Julio: Op. cit., p á g s . 338 y 341.

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rre que esta es la fortaleza de cal e canto porque es agora de tapias de azera y cal, y esta en lugar que sy se enviste será m uy buena torre de omenaje (77). Otros datos de la relación de 1575 complementan los de Francisco de León: ¡a forta leza tiene de circuito 250 pasos poco más o menos... su f u n ­dam ento es sobre una peña que dicen tova y es una manera de piedra a m a­nera de esponja... Tiene una varcana (= barbacana) sin fo n so de muro de la misma piedra tova... e la muralla de dicho castillo es de los m ism os ma­teriales de cal e tova ... Tiene a la parte norte dos torres poco trecho aparta­das la una de la otra. Tiene dos puertas... la principal a mediodía y la otra a poniente y esta dicha puerta tiene fo so y barbacana, con dos casamatas que defienden dicho fonso . Esta a la parte de afuera de anchura de tres pa ­sos... e sobre el dicho fo n so hay una puente que lo atraviesa e da paso al castillo... tiene el castillo un patio y corredores en torno e un pozo en m e­dio del dicho patio, m uy hondo de agua dulce y caudaloso... las murallas tienen de altura once varas... e de anchura tres quartas. Son murallas m uy viejas, tanto que parecen ser de tiempo de moros e tienen algunos pedazos de tapiería de hormigón. Desta dicha fortaleza e castillo nace un fuerte grande que llaman la Villa Vieja... tiene de largo el dicho fuerte desde la puerta del castillo hasta la déla plaza desta villa... 200 pasos. E de ancho tiene 55 pasos... esta cercado de muros de piedra tova y tapia de hormigón a tre­chos, la qual muralla es m uy vieja y antigua. Tiene a la parte norte cuatro torres a trechos pegadas con la muralla... tiene ansi m ism o dos puertas y entradas (78).

Lamentablemente lo que fue la villa vieja de Beas de Segura está hoy totalm ente ocupada por edificaciones posteriores a la época medieval que enmascaran por completo los posibles restos de alcazaba y castillo. De las descripciones antes m encionadas se deduce que toda aquella obra era m u­sulmana, hecha en buen tapial de calicanto, al que los restauradores cristia­nos habrían añadido reparos de piedra porosa que tanto abundaba en el lugar. Cristiana parece la torre que vemos en una fotografía de 1915 y que distintos autores antiguos tom an como edificio militar, si bien a nosotros nos parece más cam panario que otra cosa. Esta torre ha desaparecido (79).

M uchas otras torres y edificios antiguos hubo en los términos de Beas. A media legua se señalaba un castillo en el lugar denom inado Allozar don-

(77) L e ó n , Francisco de: Op. cit., pág. 488.

(78) V illega s D ía z : Op. cit., págs. 51-52.

(79) Paisaje, revista de la Diputación de Jaén, pág. 625; Lope de Sosa, 1915, pág. 82.

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de se encontró un tesoro de doblas de oro mediado el siglo xvi (80). Otro castillo hubo en N atro (81), y un tercero en el despoblado de Losanco, a una legua de Beas (82).

Las Torres de Peñolite

Por la carretera de Puente de Génave a Peñolite, a sólo un kilómetro de esta aldea, se atraviesa un puente. A la derecha sale un carril agrícola que va al caserío conocido como Las Torres, donde existen los restos de un interesante castillo cuyas torres son visibles a lo largo de varios kilóme­tros de la citada carretera.

El castillo se asienta sobre el escarpe de una loma que dom ina el río. Se trataba de una construcción rectangular de 30 por 15,60 metros, cuyas cuatro esquinas estaban defendidas por sendos torreones. Lo que hoy ve­mos se reduce a dos de estos torreones ya muy arruinados y a vestigios del tercero que han sido aprovechados para pared m aestra del caserío actual. De los lienzos de m uro que unían las torres han quedado pocos restos y és­tos muy deteriorados. Lo mismo cabe decir de ciertas construcciones inte­riores que parecen adivinarse en lo que fue patio de armas de la fortaleza.

Lo más interesante son las torres que miraban al sur. Son de buen ta ­pial de calicanto y cuadradas (cuatro metros de lado). En ellas se distinguen hasta cuatro cuerpos. El inferior, de unos dos metros de altura, era macizo. Los tres restantes, huecos, estaban separados por vigas que se apoyaban en los zócalos resultantes del progresivo estrechamiento del m uro. Los dos más altos estaban provistos de saeteras vaciadas hacia el interior.

Evidentemente se trata de una obra musulmana probablemente de época almorávide o alm ohade, seguramente em parentada con los fortines cami­neros que tanto abundan en las campiñas giennenses y que vienen a ser imi­taciones de obras rom ano-bizantinas del norte de África. Es interesante constatar que la disposición y dimensiones de estas torres son muy simila­res a las de las atalayas de Santa Catalina, entre Orcera y Segura de la Sie­rra, que quedan ya descritas.

(80) V i l l e g a s D ía z : Op. cit., pág . 37.

(81) Ibid., pág . 37.

(82) Ibid., pág . 79.

CASTILLO DE PUENTE HONDAJuan Eslava Galán, 1985

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CASTILLO DE LA TORRE (ENTRE PUENTE GÉNAVE Y PEÑOLITE)

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LOS CASTILLOS DE LA SIERRA DE SEGURA 37

Catena

En este punto señala la relación de Francisco de León una fortaleza que está yerm a e es bien fu erte (83).

Chiclana de Segura

Fernando III obtuvo este castillo en 1235. El 12 de abril del mismo año lo dio a su canciller a cambio de Jandulilla (84). En 1575 todavía perduraba su fortaleza armada sobre una peña franca, sin torre ninguna, dentro de! dicho castillo hay un algibe en el que se recoge agua cuando llueve... y quel dicho castillo tiene siete u ocho aposentos altos y bajos y tiene este cas­tillo fecha alguna obra de cantería de piedra y ca! y almenado y otra parte de piedra, yeso y tapiería y mucha parte del esta m uy caido y arruinado y por alguna parte esta peña en questa fun d a d o ...tiene 42 varas de altura y p o r otras partes menos y quen este castillo se hace agora nuevamente un fuerte de cantería que cae a la parte de la villa (85).

CONCLUSIONES

1. La Sierra de Segura es, quizá jun to con algunas comarcas del Due­ro, la que presenta mayor densidad de fortificaciones medievales en la pe­nínsula. Esta abundancia es imputable a su im portancia estratégica como encrucijada de caminos entre el Levante, la Meseta y el Alto Guadalquivir.

2. Las fortificaciones de la Sierra de Segura se pueden clasificar en dos grandes grupos: poblaciones m uradas y castillos estratégicos. Entre las primeras cabe citar a Segura de la Sierra, Beas y Hornos; entre los segun­dos los de Cárdete y Torre de Peñolite.

3. El más antiguo sistema de fortificaciones de la Sierra de Segura parece datar de época almorávide y corresponde a las obras de tapial de calicanto con sus torres cuadradas de característica forma troncopiramidal. Este sistema fue remozado y acrecentado por la Orden de Santiago desde la prim era mitad del siglo XIII con diversas obras de mam postería menuda que en ocasiones se superponen o completan la obra de tapial beréber.

(83) L e ó n , Francisco de: Op. cit., pág. 487.(84) G o n z á l e z , Julio: Op. cit., págs. 322 y 430.(85) V il l e g a s D ía z : Op. cit., pág. 121.