los caminos de la fuerza episodio 1 el resplandor y la sombra

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David Garrido Navarro LOS CAMINOS DE LA FUERZA 1

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Page 1: Los Caminos de La Fuerza Episodio 1 El Resplandor y La Sombra

David Garrido Navarro

LOS CAMINOS DE LA FUERZA

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para ti, Miguel, que has sido mi Fuerza todos estos años

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episodio 1:

EL RESPLANDOR Y LA SOMBRA

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Capítulo 1

El mensaje llegó sobre las 5 de la tarde al Centro de Mando de la ciudadela de

Leiascant, en la luna de Endor. Fue una llamada de socorro alta y clara que rezaba en

estos términos:

“Piratas borg atacan convoy médico. Cuadrante 59; Sistema A-12000/sb.

Solicitamos ayuda del Gran Maestro. Muchas vidas dependen de ello”

En el centro de mando se activó el protocolo de emergencia y automáticamente se

contactó con el Comandante Calrissian. Un par de minutos después, el comandante se

comunicó con el Almirante Sarrel por holoconferencia. Fue una conversación rápida,

como siempre que se daba esa misma situación:

-¿Se ha cotejado la información?

-Autentificada en un 90%

-¿Protocolo en marcha?

-Se ha activado el zafarrancho en los hangares 1 y 23. 20 cazas listos para el

despegue.

-¿Se ha avisado a la guardia?

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-El capitán Gergan ha sido informado de la situación. Pero no ha podido dar con el

Maestro. Se solicita permiso para contactar con Palacio.

-De ninguna manera, permiso denegado. Ustedes sigan con el protocolo, yo me

encargo del Jedi.

La comunicación holográfica se cortó bruscamente y el almirante hizo un gesto al

resto de sus hombres:

-Ya lo han oído, muchachos, el Comandante en persona se encargará del asunto.

Mientras tanto nosotros seguiremos con el protocolo.

En Palacio, el capitán Gergan solicitaba permiso para reunirse con la Dama. Pero

la Dama estaba indispuesta, así que tuvo que esperar en el Salón Blanco. No llevaba

aún ni cinco minutos de espera, cuando la enorme puerta gris se abrió y la figura de

un niño de unos diez años apareció cruzando el umbral:

-¡Tio Gerg!

-¡Mig, muchacho, ven que te de un buen achuchón!

El niño y el hombre se fundieron en un abrazo. Seguidamente, el chico se separó

para escrutar el rostro de su interlocutor:

-¿Buscas a mi padre?

Gergan asintió maquinalmente:

-Si, por un asunto rutinario.

-Ya. Pues aquí no vas a encontrarlo. Y mi madre no creo que pueda decirte mucho

más que yo.

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Gergan se sintió incómodo y su rostro se tensó.

-Bueno, pues entonces tendré que ir a ver a Dirk... Oye, a ver esa fuerza, venga,

vamos...

El chico sonrió y se apartó un poco del capitán de la guardia. Gergan se rio y lo

retó con la mirada:

-¿En cuánto estaba el récord? ¿10, 15 centímetros?

-25, 25 centímetros... El mes pasado.

-Pues va, venga, a ver si lo superas.

El muchacho volvió a sonreír y luego cerró los ojos. Levantó lentamente su brazo

izquierdo con la palma de la mano abierta y hacia arriba. El capitán también cerró los

ojos y un par de segundos después comenzó a elevarse sobre el suelo muy despacio,

centímetro a centímetro... Una corriente de energía lo envolvía por completo, pero ya

no era como semanas antes, cuando se sentía en medio de un torbellino: ahora era

como si estuviera en el centro de un tornado. En ese instante la gran puerta del Salón

Blanco se abrió y una voz femenina retumbó por toda la estancia:

-¡¡¡Ya basta!!!

El muchacho sintió una sacudida y perdió la concentración, lo que hizo que

Gergan dejara bruscamente de elevarse sobre el suelo.

Levemente mareado, el muchacho se giró para mirar a su madre que lo observaba

con desaprobación:

-Llegas tarde a tu clase de música.

-Pero madre, hoy no toca clase de música.

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-Haz lo que te digo. Ve, tu profesor te espera.

El niño bajó la cabeza:

-Si, madre -y acto seguido caminó despacio en dirección a la puerta. Pero antes de

salir por ella, su madre, que seguía mirando fijamente a los ojos del capitán de la

guardia, lo detuvo:

-Mig, despídete del capitán Gergan.

-Adiós, tío Gerg.

-Hasta la vista, Mig.

Una vez hubo salido de la habitación, el capitán se dirigió a la dama:

-La culpa ha sido mía, yo le incité a ello.

La mujer echó la vista al suelo y guardó silencio durante unos segundos. Luego

volvió a clavar su enormes y tristes ojos en el capitán:

-No está aquí.

-Lo sé, el niño me lo dijo.

-Pues yo no puedo decirte mucho más.

-No te preocupes, Gildren, hablaré con Dirk.

-Si, será lo mejor -los ojos cansados de la dama se entrecerraron- Bueno, capitán,

me encuentro algo indispuesta, así que deberás perdonarme.

-Oh, por supuesto, por supuesto. Perdón por las molestias.

Pero la mujer no contestó, solo dio media vuelta y caminó hacia la puerta del

fondo para salir justo por donde había entrado. Fue entonces cuando, antes de cruzar

el umbral, la Dama se dirigió al capitán:

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-Dígale si lo ve, que su hijo ha estado esperándole toda la mañana. Le había

prometido un vuelo en el viejo X-Wing.

La puerta sonó varias veces. Pasados unos segundos, ésta se abrió y una mujer

joven, de no más de veinticinco años, apareció entre el quicio.

-Dirk, hola.

-Hola, Deisleen. ¿Puedo pasar?

-Oh, perdona, adelante, pasa, pasa...

La mujer abrió la puerta y Dirk Calrissian entró en la casa.

-Esperaré en el salón. Que se de prisa, parece urgente.

-De acuerdo, veré qué puedo hacer.

Calrissian caminó por el pasillo hasta el comedor y se sentó en una butaca. Desde

allí podía ver a través de la ventana el continuo ir y venir de las lanzaderas que

cruzaban el cielo de Endor. Miró su reloj: eran ya las 10 y media. Al fondo, más allá

de la ciudad, el bosque se abría como una alfombra infinita de tonos verdosos. La

puerta del salón se abrió y el hombre al que había ido a buscar apareció a medio

vestir.

-¿Qué ocurre, Dirk?

-Piratas Borg cerca del cuadrante 59. Parece ser que están atacando un convoy

médico.

Ambos hombres se miraron.

-Suena raro: piratas robando material médico -el hombre terminó de atarse su

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toga.

-Necesitaran aspirinas para su capitán.

-¿Se ha activado el protocolo de...?

-Activado.

-¿Se ha avisado a la guardia?

-Yo mismo hablé con Gergan.

-¿Hangar en zafarrancho?

-Está todo preparado, Jeng, solo faltas tú.

-Vamos pues -y antes de salir disparado hacia la puerta, Jeng Solo se acercó a la

muchacha, que se había quedado en un segundo plano y parcialmente oculta en las

sombras, y la besó en la mejilla:

-Mi deber me llama -añadió. Y ambos hombres salieron en dirección a la azotea,

donde esperaba el speeder de Calrissian.

Una vez dentro los dos, Dirk se dirigió de nuevo a Trey-Jeng:

-¿Quieres que pasemos antes por palacio? Tal vez quieras cruzar unas palabras con

Gildren o Mig antes de entrar en acción.

-Vamos, Dirk, no tenemos tiempo para eso ahora... Hablaré con Gil por el

intercomunicador. Tu arranca este trasto y llevanos al centro de mando cagando

leches.

-De acuerdo, como quieras -Dirk Calrissian apretó unos botones y la imagen del

almirante Sarrel apareció en una pequeña pantalla en el salpicadero de la nave.

-Comandante, esperamos órdenes.

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-De acuerdo, preparen la pista del hangar 11. Lo he encontrado, llegaremos en un

cuarto de hora.

Sarrel sonrió:

-Enseguida.

El centro de mando se encontraba en la Ciudadela de Leiascant, en el corazón de

la ciudad más poblada de Endor: Leiascant. La ciudad fue creada por el anterior Jedi,

Luke Skywalker, hacía ya más de 25 años, y desde entonces había sido el hogar de

residencia del Gran Maestro. Por su parte, el anterior Gran Maestro, Luke, había

residido en Tatooine unos años tras la entrega del sable verde, justo hasta su retiro a

Dagobah. Ahora Luke era el portador del sable azul, que representaba la sabiduría del

maestro más antiguo.

Leiascant había crecido mucho desde que fuera creada. Hasta el punto de haberse

convertido en una de las ciudades más prósperas del borde exterior. Además de las

enormes reservas de tibanna de Endor Prime, el gigante gaseoso que daba nombre al

sistema, la Luna Santuario poseía también innumerables riquezas naturales que

sirvieron para acelerar dicho crecimiento. A parte de Leiascant, en todo Endor no

había otra ciudad importante, solo unos cuantos pueblos diseminados alrededor de la

capital. La mayoría eran pueblos mineros, puertos comerciales o pueblos dedicados a

la agricultura o la ganadería, pero que casi nunca contaban con más de unos pocos

centenares de habitantes.

15 minutos tras el despegue, el Speeder de Calrissian pasaba el control rutinario

antes de descender sobre la pista de aterrizaje del Hangar 11. Una vez tomó tierra,

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miembros de la guardia acudieron a recibir al Comandante y a su acompañante. Al

fondo se veía el Palacio Residencial. Trey-Jeng lo miró durante un par de segundos,

nada más salir del vehículo. Luego bajó las escalerillas e hizo una reverencia a los

guardias y al almirante que lo estaban esperando

-Gran Maestro, todo está preparado.

-Muy bien, almirante. ¿Dónde está Gergan?

-Debe estar pateándose todas las cantinas de esta ciudad buscándote -intercedió

Calrissian.

-Que venga, lo quiero ahora mismo en la Torre de Control.

-Ya hemos contactado con él, señor.

-Está bien.

Los hombres caminaron fuera del hangar.

-¿Cuál es el hangar en zafarrancho?

-Tienes 20 cazas preparados en el 18.

-¿Cazas? No iré en un caza. Preparad el Halcón.

Calrissian se detuvo:

-¿Vas a ir otra vez en ese trasto?

-”Ese trasto” era la nave de tu padre y el mío y el montón de chatarra más rápido

de la galaxia, así que un respeto.

-Si, puede, pero ahora no es más que un cacharro viejo que no da más que

problemas.

Jeng se detuvo también, y con él toda la guardia:

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-No voy a llevarme a 20 pilotos a un enfrentamiento con esos borg. Solo necesito

una guarnición de 8 hombres, el Halcón y mi sable. ¿Ha quedado claro, comandante?

-Claro como el agua, Gran Maestro.

-Que lo tengan listo en el hangar 1 -y tras sus palabras, Jeng Solo se subió a un

montacargas y, con una sonrisa en la boca, le hizo el saludo militar a Dirk mientras

desaparecía tras una esquina.

-Bueno, ya lo ha oído, almirante -dijo el comandante Calrissian- encierre esos

cazas de nuevo y lleve el Halcón Milenario al hangar 1.

-Si, mi comandante.

Antes de llegar al Hangar 1, Trey-Jeng se detuvo en el taller de robótica B-23, el

más avanzado de los más de 50 talleres que habían dentro del puerto militar. Nada

más entrar, los robots y las personas que allí trabajaban dejaron unos segundos lo que

estaban haciendo para mostrarle al Jedi sus respetos:

-Sigan, sigan, no se detengan por mí -y a continuación se dirigió a un androide de

protocolo.

-¿Dónde está ese pirata malnacido?

-Oh, el capitán Fynoon está trabajando en ese androide suyo sin parar desde hace

varias noches, excelencia.

-Lo necesito, es urgente. ¿Está ahí dentro?

-Si, excelencia, ahí está.

Solo entró en un pequeño cuarto y al fondo se encontró con un bulto encorvado

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que hurgaba en un montón de cables que salían de lo que podría considerarse el

abdomen de un robot.

-¡Eh, tú, borg! -le gritó Trey-Jeng. Pero el bulto ni se inmutó y siguió con su

soldador pegando un cable aquí y otro allá. Entonces Solo, desde la puerta, levantó

una pieza metálica del tamaño de un fémur humano, que descansaba sobre una

especie de mesa de operaciones para robots, y la lanzó contra el ciborg. Éste se giro

de inmediato visiblemente molesto, luego se quitó las extrañas gafas que llevaba

puestas y tras reconocer a Trey-Jeng pareció calmarse:

-Ah, eres tú...Ya, ya me he enterado, vas a sacudirle un poco a mis antiguos

camaradas. Pues lo siento, pero este androide aún no está preparado. Deberás llevarte

otra unidad R2.

-Ya sabes que eso no es posible, maldito vago. Así que haz que funcione ahora

mismo. R2D2 es imprescindible en esta misión.

-Nunca entenderé tu obsesión por este androide. Es muy bueno, lo admito,

sobretodo para tener los años que tiene. Pero hay muchos otros igual de eficientes en

combate, y sin tantos golpes. Un día de estos te dejara tirado en mitad de algún

fregado y las pasarás canutas, amigo.

-Entonces, pirata, vendré y te calentaré el hocico, porque es tu responsabilidad

mantener mi equipo en perfecto estado.

Fynoon sonrió:

-Es cierto, porque, entre otras cosas, soy el único capaz de solucionar todos los

problemas que nos crean tus excentricidades de Jedi. Todos los Jedis fueron siempre

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unos maniáticos, pero tú te llevas la palma, Gran Maestro. O debería llamarte, Gran

Chiflado -y tras sus palabras, Fynoon apretó un botón y, tras un chispazo, R2d2 se

encendió haciendo ruidos y moviendo la cabeza de un lado para otro como

desorientado. Trey-Jeng soltó una carcajada:

-Desde luego hay que reconocer que para ser solo un cochino pirata, tienes

bastante talento.

-¿Si? Pues ahora hazme el favor de llevarte de mi vista esta papelera móvil, llevo

tres noches sin dormir por su culpa. Y cuídalo bien esta vez, no quiero verlo por aquí

en meses. ¿entendido, Jedi?

-Entendido, capitán Les. Eres el mejor mecánico de este sistema, de verdad que si.

-Soy el mejor mecánico de toda la galaxia.

Solo soltó una sonora carcajada. Luego se agachó para echarle un vistazo a su

viejo amigo. R2d2 parecía estar en perfectas condiciones. Asintió y tras ponerse

erguido de nuevo le dijo sin más dilación:

-Vamos, R2, no tenemos tiempo que perder -y ambos salieron por la puerta a toda

prisa ante la mirada del borg Fynoon Les, el que fuera en su día uno de capitanes

pirata más temidos de todos los sistemas. Trey-Jeng derrotaría su flota cerca de Hott,

tras varias semanas de dura persecución, y lo haría prisionero junto con buena parte

de sus hombres. Ahora muchos de ellos trabajaban en Leiascant llevando una vida

honrada. Eran muy buenos pilotos y excelentes mecánicos. De hecho, estaban muy

cotizados como mecánicos de maquinaria pesada y robótica avanzada en las minas y

los puertos comerciales, donde se ganaban la vida la mayoría de ellos. Pero, entre

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todos, sin duda Fynoon Les era el mejor. No había nada que no pudiera arreglar o

incluso mejorar. Era el diseñador de las armaduras de la guardia, capaces de repeler

disparos de plasma de baja y media intensidad. También había hecho algunos arreglos

en el diseño de los cazas y era el único que tenía permiso para trabajar en el equipo

personal del Gran Maestro, incluyendo las costosas y continuas reparaciones del

Halcón Milenario, al que le había añadido algunas sorpresas. Eso le había llevado a

trabajar casi exclusivamente para Trey-Jeng, quien mostraba tanta confianza en el

viejo pirata borg, que no dejaba a ningún otro meter las manos en sus pertrechos.

Al salir del taller B-23, Solo cayó en la cuenta de que no había llamado a Gildren,

así que se detuvo en uno de los pasillos y usó su intercomunicador para llamar a

Palacio. Como era habitual, C3PO respondió desde el otro lado. Trey-Jeng le ordenó

que llamara a Gildren y a Mig-Wan, pero el androide le respondió que no estaban en

casa ya que habían salido a dar un paseo por el bosque junto con su escolta personal.

Solo le informó de cual era la situación y de que se la hiciera saber a la Dama en

cuanto esta regresara a casa. C3PO dijo que así lo haría y el Jedi cortó la

comunicación. Luego se quedó pensativo un rato, a penas unos segundos, hasta que

un pensamiento fugaz lo sacó de su ensimismamiento. Acto seguido le hizo un gesto

a R2D2:

-Vamos, fiel amigo, tenemos que zurrar a unos cuantos cyborgs -y salieron a toda

prisa en dirección al hangar 1.

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Un cuarto de hora mas tarde, Trey-Jeng y su inseparable compañero metálico

llegaban al hangar 1. Allí le esperaban 8 miembros de la Guardia preparados para el

combate. Junto a ellos estaba Dirk Calrissian, también listo para la acción:

-Llevamos esperándote casi media hora.

-He ido a buscar a mi androide.

-Ya veo... El Halcón está preparado, así que andando.

-Espera un momento, Dirk, ¿dónde crees que vas?

-¡Cómo que dónde voy! ¡A repartir leches, igual que tú!

-De eso nada, compañero. Tú te quedas en el centro de mando. Te necesito en la

Torre.

-Sarrel está en la Torre.

-El Almirante no está autorizado para tomar ciertas decisiones en mi ausencia. Sin

embargo, tú si.

-¿Qué quieres decir con eso?

-Que te quiero en la Torre. Y está decisión no se discute.

-¡Oh, maldita sea! Deja que al menos llegue Gergan para que él te cubra las

espaldas.

-No hay tiempo, nos vamos ya. Venga muchachos, todos al Halcón. Yo conduzco.

Y los ocho guardias, junto con el Jedi, subieron por la rampa de la nave, la cual se

cerró luego lentamente ante la mirada seria del Comandante en Jefe Dirk Calrissian.

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Capítulo 2

Tras la toma de poder y la autocoronación como emperador, Palpatine supo que si

quería mantener su imperio necesitaba conseguir las materias primas necesarias para

abastecer su flota. Ya desde los primeros tiempos de la república se habían utilizado

los conocimientos en cibernética avanzada para la creación de cyborgs, que serían

enviados a las minas de hierro y diamante diseminadas por todo el espacio. Sin

embargo, fueron las fórmulas de Darth Plagueis, desarrolladas luego por Sidious, las

que terminaron por dar con el cyborg perfecto. Años antes, Grievous había sido

utilizado como conejillo de indias tras los acontecimientos que llevaron a la

desmembración de la orden Jedi, y después, tras el éxito obtenido con Annakin

Skywalker, la cybernética se convirtió en una parte fundamental del desarrollo

tecnológico del Imperio. La llamada “cirugía cibernética” se aplicó en un principio a

todos los presos que mostraban una hostilidad manifiesta hacia el Imperio y sus

doctrinas, pero terminó por implantarse en todos los rincones de la galaxia,

especialmente tras el levantamiento rebelde. En sus orígenes, la técnica era

prácticamente una condena a muerte, pues solo 3 de cada 100 prisioneros sobrevivían

a la operación. Sin embargo, poco a poco estos datos fueron revirtiéndose.

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Finalmente, la cibernética se convirtió en el modo de esclavitud mas efectivo para el

Imperio, y su uso tan común como incuestionable. Cuando una raza se enfrentaba al

poder de Sidious, esta era era automáticamente masacrada y cibernetizada, o lo que es

lo mismo: derrotada y esclavizada. Los prisioneros que no eran aniquilados se

transportaban a los centros de bio-robótica y una vez cibernetizados, eran conducidos

luego a los puertos en donde se les confinaban a las bodegas de los cargueros, y allí

se quedaban durante meses, incluso años, hasta que llegaban a su destino, en los

confines de la galaxia conocida. Estos cyborgs ya no dejaban nunca de trabajar en las

minas, extrayendo el Helio3 de las atmósferas de gigantes gaseosos o de los núcleos

de los planetas sólidos que el imperio iba descubriendo mientras se expandía.

También eran usados en los astilleros espaciales, constituyendo la principal mano de

obra de la que se sirvió el Imperio en la construcción de destructores,

superdestructores e, incluso, en las dos Estrellas de la Muerte utilizadas durante la

Guerra Civil Galáctica. Eran extraordinariamente resistentes a las condiciones

atmosféricas mas extremas, y su fuerza superaba un mínimo de 5 veces la de

cualquier homínido conocido. Se les consideraba prácticamente inmunes a cualquier

tipo de enfermedad y no necesitaban de la presencia de ningún elemento líquido o

gaseoso para mantener sus constantes vitales, pues su parte biológica filtraba la radio-

actividad que emanaban las estrellas y la trasformaba en energía electromagnética de

la que se alimentaban para funcionar. Productivos, eficientes y con un costo de

mantenimiento prácticamente nulo, los borg se convirtieron rápidamente en una de

las piezas fundamentales sobre las que vertebraba el Imperio Galáctico.

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A medida que su enfrentamiento con los rebeldes se recrudecía, el uso de la

cibernética se hizo más y más habitual, y los centros de bio-róbótica ese extendieron

por todos los sistemas. Al mismo tiempo, las técnicas de confinamiento se fueron

sofisticando. Microchips de litio eran insertados en el cerebro de cada borg en cada

operación. Estos microchips funcionaban como baterías que almacenaban las cargas

electromagnéticas producidas por satélites que orbitaban los planetas explotados. Un

programa informático disparaba los centros de dolor del cerebro cuando un borg se

salía de su rutina de trabajo, y el borg, que segundos antes era prácticamente inmune

al dolor físico, quedaba entonces en estado de shock fruto de los latigazos continuos

que le producían esas baterías implantadas en su cabeza. Esto hacía que los borg ni

siquiera necesitaran la presencia de guardias imperiales para ser custodiados, pues

tras la cirugía renacían condenados a la esclavitud sin posibilidad alguna de escape,

siempre y cuando los Satélites de Control fueran alimentados con algún tipo de

energía. En un principio, la energía solar fue suficiente para mantener a raya a los

esclavos, sin embargo, a medida que el Imperio fue creciendo necesitó explotar más y

mas mundos. Así, la cantidad de borgs sometidos alcanzó cotas que superaron incluso

los días mas oscuros del Imperio Eterno rakota. Finalmente, se optó por alimentar los

Satélites con plasma de alta condensación, una fuente de energía mucho más potente

e inmediata, lo que hizo que, tras la caída del Imperio, estos dejaran de funcionar. Eso

significó la liberación de la mayoría de los borg confinados más allá del borde

exterior, los cuales posteriormente, y tras hacerse con el control de las mayores

reservas de Helio3 de la Galaxia conocida, se convirtieron en la principal amenaza

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para la Liga Comercial. Años de cruentas luchas entre ellos terminaron por crear una

nueva casta de borgs muy poderosos, los Señores de la Guerra, que al mando de sus

tropas irregulares se repartieron gran parte de los sistemas que no se hallaban bajo el

auspicio de la liga.

El Halcón Milenario salió sin novedad del hiperespacio treinta y dos horas,

cuarenta y siete minutos y veintiséis segundos más tarde. Era la posición exacta, justo

a un par de horas de vuelo del objetivo que ya se vislumbraba con claridad. Y es que

nadie era capaz de marcar las coordenadas de los viajes en hipervelocidad de forma

tan precisa como Trey-Jeng, lo que se debía sin duda a sus conocimientos y su control

sobre la Fuerza. Ésta fluía a su alrededor, y también en su interior, estableciendo un

diálogo continuo con él. No era un detalle sin importancia, pues esa precisión era

necesaria a la hora de realizar ataques relámpago con los que neutralizar las naves de

los piratas, teniendo de esta forma siempre el factor sorpresa de su parte, ya que, al

salir del hiperespacio, cuando eran captados por los radares borg estaban tan cerca de

ellos que estos casi no tenían capacidad de reacción.

Rápidamente se restablecieron las comunicaciones con la Torre. El teniente

Rupard avisó de ello a Solo y este se inició las conversaciones con el centro de

mando. Todo marchaba según lo previsto y al otro lado, Sarrel informaba de los

objetivos a los que debían enfrentarse. En concreto eran dos fragatas y un crucero

que, seguramente, sería la nave capitana. En aquel momento, Rupard estableció por

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primera vez contacto visual con los objetivos, que estaban atacando por ambos

flancos a una de las fragatas medicas. Cazas escolta repelían los ataques a duras

penas mientras el escudo protector de la fragata brillaba azulado con cada ráfaga de

artillería que impactaba contra él.

-No aguantará mucho más -le dijo Rupard a Solo.

-Hemos captado los niveles de energía de esa fragata médica. No creo que vaya a

aguantar mucho más -les dijo desde casa el almirante Sarrel.

-Contacten con el convoy, almirante. Dígales que el Jedi está aquí -y a

continuación, Trey-Jeng dio media vuelta y se dirigió a sus hombres- Poneos los

cinturones muchachos, empieza la juerga.

El Halcón Milenario realizó un tirabuzón y, mientras giraba sobre sí mismo,

encendió el blindaje que brilló como un zafiro entre la negrura que lo rodeaba. Un

grupo de cazas Alfa-3 Nimbus, muy utilizados por los borg para abordar los convoyes

que atacaban, dejaron de hostigar a una de las fragatas médicas y dieron media vuelta

posicionándose para el enfrentamiento directo. Pero cuando se dieron cuenta de la

nave con la que se iban a ver las caras, se precipitaron con una tosca maniobra

evasiva.

-Se han dado cuenta de que el Jedi está aquí -le dijo Rupard a Solo.

-Eso es lo que quiero. ¡Artilleros -gritó el Gran Maestro por el intercomunicador-,

preparen el cañón de iones!

Varios segundos más tarde una voz metálica salió del cuadro de mandos:

-Cañón en posición, Maestro.

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-Vayamos por ese crucero. ¡Voy a colocarme en su cola para que inutilicen sus

motores con un una ráfaga a máxima potencia! Yo les diré cuando...

El Halcón voló esquivando los disparos de plasma y las baterías enemigas que

refulgían como relámpagos en una noche tormentosa. El Jedi era capaz de esquivarlos

casi todos con su pilotaje fuera de toda comparación posible. Sin embargo, los

disparos eran tantos y venían de tantas posiciones diferentes, que alguno lograba

impactar en la nave. Entonces el blindaje hacía su trabajo y repelía la descarga sin

que dentro la tripulación notara nada salvo una leve sacudida.

-Esos cañones de plasma no pueden desviarnos de nuestro rumbo. ¡Artilleros,

prepárense!

-¡En posición, Maestro!

El Halcón necesitó un par de giros más y otros tantos loops hasta alcanzar la cola

del crucero, el cual seguía disparando a discreción todas sus baterías contra ellos.

Ahora llegaba el punto más complicado de su maniobra, pues antes de disparar el

cañón de iones, el teniente Rupard debía desconectar completamente el escudo

protector. Entonces, durante un breve espacio de tiempo, el Halcón estaría en medio

de aquellos fuegos artificiales a merced únicamente de la pericia de Trey-Jeng. Sin

embargo, ni uno solo de los miembros de la tripulación sentía el más mínimo temor al

respecto, pues todos confiaban ciegamente en el Jedi y sabían que, como siempre,

esquivaría todos y cada unos de los cañonazos.

-Teniente... Cinco, cuatro, tres, dos, uno... -Solo cerró los ojos- Adelante,

desconecte el escudo.

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Las descargas pasaban rozando la vieja nave que una vez fuera del padre de Jeng.

Era una lluvia masiva. Mientras, los artilleros de la batería de plasma disparaban

contra los cazas que comenzaban a llegar de todos sitios. A su vez, el otro artillero, el

del caños de iones, esperaba la orden del maestro para soltar su bomba y así inutilizar

por completo la nave enemiga. Hubo un silencio sepulcral dentro del Halcón. Fuera,

los disparos no dejaban de silbar. Una gota de sudor cayó por la frente del artillero,

quien esperaba con el dedo en el botón la orden de su comandante:

-¡¡¡Ahora, abran fuego!!!

El artillero ejecutó una ráfaga de tres disparos, la máxima descarga que podía

soltar el Halcón Milenario, y las tres bombas de iones avanzaron inexorablemente

hacia su objetivo. Inmediatamente, el teniente Rupard volvió a conectar el blindaje.

La tripulación observó unos segundos y finalmente pudo ver como las tres bombas

impactaban de lleno en motor de cola de la nave enemiga. Hubieron vítores y todo

tipo de expresiones de alegría. Y a penas un instante después, el crucero pirata

comenzaba a reducir su velocidad al tiempo que sus baterías dejaban de disparar.

Trey-Jeng, mientras tanto, había agachado la cabeza y seguía con los ojos

cerrados.

-Enhorabuena, Maestro, ha inutilizado la nave capitana -le decía la voz del

almirante Sarrel desde casa. Solo abrió entonces los ojos:

-Teniente, atraque el Halcón en el primer muelle que encuentre -y tras sus

palabras, el Jedi se puso de pie dejando los mandos de la nave en poder de Rupard.

Luego le hizo un gesto a varios de sus hombres:

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-Ustedes cuatro, vengan conmigo.

Media hora más tarde, el Halcón Milenario reventaba el portón de uno de los

muelles y entraba en el interior del crucero borg, que en realidad era uno de los viejos

cruceros utilizados por el extinto ejército Imperial. Tras la caída del Imperio, parte de

su arsenal, incluidas las naves de la que en otros tiempos fue su temible flota, fueron

robadas o vendidas en el mercado negro. Muchos generales del Imperio, a su vez,

habían huido para dedicarse también a la piratería entrando a formar parte de

organización criminal conocida como Sol Negro, que en los últimos años había

prestado ayuda al Imperio en su lucha contra la Alianza. Sin embargo, el control de la

extracción de tibanna, gas necesario para la creación de la hipermateria, pertenecía a

los borg, quienes terminarían por imponer sus condiciones y hacerse con los restos de

la flota Imperial que aún no había sido destruida. De igual modo, también los borg se

apoderaron de una gran parte de la flota rebelde, del sector separatista contrario a la

Desmilitarización comenzada por el anterior Gran Maestro, Luke Skywalker y

completada por Trey-Jeng tras la captura del último líder de Sol Negro conocido,

Del-Ar Begula. Como resultado de todo esto, estos antiguos esclavos se habían

convertido en los virtuales dueños de los territorios más allá del borde exterior,

empujando al Remanente Imperial, al Sol Negro y a los mercenarios mandalorianos

comandados por Boba Fett a los rincones más recónditos de la Zona Salvaje. Sin

embargo, nunca funcionaron como un único ejercito sino más bien todo lo contrario,

diferentes señores de la Guerra Borg pugnaban por el control de determinadas zonas

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remotas ricas en tibanna y otras materias primas básicas para el mantenimiento de sus

ejércitos, llegando incluso a cruentos enfrentamientos entre ellos. Estos Señores de la

Guerra, o Generales, tenían a su mando flotas de piratas, o Capitanes, que realizaban

incursiones en los territorios de de la Liga Galática, bajo la protección del Jedi y su

Guardia, con el fin de obtener suculentos botines para los Señores que los cobijaban.

Éste parecía ser exactamente este caso. No obstante, raras veces los piratas se

internaban tanto y menos aún con el objetivo de atacar únicamente un convoy

médico.

Un pelotón de piratas recibió al Halcón con una larga descarga de sus blasters. El

artillero respondió con otra y parte de los borg fueron derribados. A continuación la

compuerta se abrió y Trey-Jeng apareció caminando con paso decidido acompañado

por cuatro de sus hombres que lo flanqueaban cubriéndole la retaguardia. Los piratas

que aún no habían sido derribados volvieron a disparar, pero con un movimiento

rápido, el Jedi encendió su sable de luz bloqueando con él todos los disparos, algunos

de los cuales terminaron por impactar en los propios piratas. Comprendieron entonces

quien era el formidable enemigo al que se enfrentaban lo que hizo que dieran media

vuelta y salieran huyendo. Solo siguió avanzando y cuando pasó junto a un cyborg

que se revolvía malherido, se detuvo para hincar la rodilla al suelo.

-¿Sabes quien soy? -le preguntó con voz serena.

El pirata asintió con la cabeza.

-Entonces sabrás que no hay para vosotros posibilidad alguna de victoria.

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El pirata volvió a asentir.

-Está bien. Aún así, si cooperas podrás ir en paz. Dime el nombre de tu capitán.

El borg comenzó a balbucear:

-Jaaaak... Jaaaaak... Ja-ja-Jakur.

-¿Te refieres a Jakur Brazolargo?

Una vez más, con gesto cansado, el cyborg volvió a afirmar con la cabeza y, justo

en ese momento, un portón se abrió tras ellos para que un grupo de unos veinte

piratas entrase en el muelle a tiro limpio. Los cuatro miembros de la Guardia

cubrieron la espalda del maestro hasta que este volvió a encender su sable verde. De

un salto se colocó delante de sus hombres para bloquear los disparos con su espada.

Luego dio otro par de saltos igualmente acrobáticos para quedar justo en medio de

sus enemigos y con varios movimientos tan rápidos como precisos consiguió

reducirlos a un montón de chatarra. Pero en ese instante la compuerta por la que los

borgs acababan de entrar se cerró y aunque tanto Solo como sus hombres intentaron

hacer una derivación, no lo lograron.

-¡Teniente Rupard! -gritó Trey-Jeng por el intercomunicador.

-Le escucho, Gran Maestro.

-Quiero a R2 en la puerta, la han sellado.

-Enseguida.

La compuerta del Halcón volvió a descender y R2d2 bajó por ella a toda prisa. En

apenas treinta segundos, el viejo androide desbloqueó el portón del muelle y todos

avanzaron internándose por los laberínticos pasillos de aquel crucero en dirección al

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puente de mando. Grupos deslavazados de piratas intentaban en vano cerrarles el

paso y terminaban por caer bajo el sable verde del Gran Maestro. Los Guardias se

habían convertido ya en meras comparsas, y aunque mantenían los ojos bien abiertos

y estaban preparados para entrar en acción cuando fuera necesario, lo cierto era que

se limitaban casi exclusivamente a deleitarse con las habilidades del Jedi. Un enorme

borg negnita les cortó el avance cerca de la entrada al puente. Media casi tres metros,

sus espaldas tapaban por completo la compuerta y todas sus extremidades eran

biomecánicas. Golpeó airado con su brazo derecho la pared en una demostración de

fuerza que impresionó a los hombres de Solo, pero no mucho a Trey-Jeng.

-Aparta, negnita, si es que queda algo de sensatez dentro de tu cabeza.

-No te tengo miedo, Jedi.

Y tras sus palabras, el gigante sacó un sable de luz de algún lugar de su cintura y al

encenderlo, éste resplandeció con un cegador color morado.

Entonces el gesto de Jeng se torció: no le gustaba encontrarse a piratas blandiendo

un arma tan noble.

-Deberías tener cuidado con eso, borg, o de lo contrario podrías acabar haciéndote

daño -le interpeló.

El negnita soltó una carcajada que retumbó por todo el largo pasillo.

-Vamos, Jedi, muéstrame lo que sabes hacer.

Una sonrisa maliciosa se talló en el rostro de Trey-Jeng para, acto seguido,

abalanzarse contra su corpulento rival. Para cualquier ser de la galaxia, verse las caras

con un negnita era una situación altamente peligrosa. Máxime si éste además era un

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cyborg, lo que añadía más fortaleza aún a su ya de por sí poderosa complexión. Y si a

esto se le añade el hecho de tratarse de un pirata, bueno, el cuadro hubiera resultado

para cualquiera lo suficientemente desalentador como para intentar la huida a toda

costa. Pero Trey-Jeng no era cualquiera, y solo necesito tres segundos para lanzar dos

latigazos precisos de su sable y amputar los dos brazos de su rival. A continuación,

aprovechando la conmoción del borg hizo uso de la fuerza para elevarlo del suelo.

Al otro lado de la puerta, en el puente de mando, el capitán Jakur, histérico,

insistía a sus hombres que comprobaran el estado de los motores de hipermateria de

cazas y lanzaderas. Pero todos se habían visto afectados por los disparos del cañon de

iones del Halcón Milenario. Estos cañones disparaban bombas de átomos ionizados

cuya onda expansiva podía descomponer las partículas de tibanna en varios

kilómetros a la redonda, descompensando la mezcla de hipermateria y haciéndola

inservible. También descomponía el plasma de alta condensación que servía de

munición para las baterías de la flota borg.

De repente se oyeron varios golpes metálicos contra la puerta y, finalmente, esta

fue derribada al tiempo que el cuerpo del negnita caía contra los monitores que Jakur

y sus hombres cotejaban visiblemente nerviosos. Tras el susto, todos lanzaron sus

miradas hacia la puerta. Allí, la figura del Jedi se recortaba opaca entre una nube de

polvo y gas mientras la luz de su sable la atravesaba con su destello esmeralda.

-¡Se acabó tu aventura, Jakur! -y tras sus palabras, Solo atravesó el umbral y entró

en la estancia principal de la nave. Ahora todos podían verle muy bien. Si, no había

duda, era el Gran Maestro en persona.

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Jakur hizo un gesto con la cabeza para que sus hombres depusieran sus armas.

-Está bien, Jedi, has ganado, un vez más... La nave es tuya.

-Capitular es una sabia decisión, Jakur. Digna de un gran capitán.

-Solo te pido una cosa, Trey-Jeng: por favor. deja marchar a mis oficiales.

-Tus oficiales, contigo al frente, han atacado un convoy médico bajo mi

protección... Una mala idea, como así se ha visto. Dime una buena razón por la que

debiera dejarlos marchar.

-Apelo a la justicia y a la magnanimidad que rigen todos tus actos, noble señor.

-No me vengas con cuentos, Jakur, no cuela. Pero tal vez pudiera hacer algo por

ellos... Aunque para eso tú deberías ser bueno y decirme el porqué de este absurdo

ataque.

Jakur miró a su alrededor. Sus lugartenientes lo observaban en silencio. Agachó la

cabeza y siguió pensativo. Finalmente levantó la vista y miró a Trey-Jeng:

-De acuerdo, te diré todo lo que quieras saber.

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Page 30: Los Caminos de La Fuerza Episodio 1 El Resplandor y La Sombra

Capítulo 3

Jakur era un borg dashade y por tanto, como todos los dashades, extremadamente

resistente a ciertas habilidades Jedi como la del control mental. Por esa razón, Trey-

Jeng debía obtener la información que buscaba a través del diálogo y la negociación.

Así pues, mientras uno de sus hombres informaba al teniente Rupard de la situación,

Solo y el borg se retiraron a una estancia contigua para hablar en privado. Jakur

exigió la liberación de sus lugartenientes, su círculo mas allegado. El Jedi aceptó con

la condición de que con anterioridad trabajasen junto con el resto de su tripulación en

la reparación de las fragatas médicas dañadas en el ataque. A Jakur le pareció justa la

propuesta y a continuación comenzó a hablar. Le contó a Trey-Jeng que la razón de

su ataque era impedir que las colonias del Sistema Aja'ar recibieran la atención

médica y humanitaria que habían requerido de la Liga. El motivo de esto era la

imperiosa necesidad por parte de su Señor de la Guerra, el poderoso General Sigul,

de hacerse con el control de las abundantes reservas de Helio3 de ese sistema

primitivo, poblado por diferentes razas humanoides poco desarrolladas

tecnológicamente hablando pero que aún así mantenían relaciones comerciales con la

Liga Galáctica. Para evitar el enfrentamiento directo, Sigul había usado la guerra

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Page 31: Los Caminos de La Fuerza Episodio 1 El Resplandor y La Sombra

bactereológica, extendiendo millones de cepas de diferentes clases de virus, todos

ellos mortales y muy agresivos, por todo el sistema y así diezmar a la población

nativa, esperando poder luego negociar con ellos la extracción del Helio3 a cambio

de vacunas y atención médica. Sin embargo, ninguna de las diferentes razas de Aja'ar

quiso negociar con los borg, de quienes no se fiaban, y decidieron reclamar un

Convoy Médico de la Liga. Contra todo pronóstico, y en vista de la gravedad de la

situación en los tres planetas y ocho satélites habitados del sistema, el Consejo de la

Liga aceptó el envío del Convoy Alderaan para evitar una extinción en masa que,

según todos los datos de los que disponían, era inminente. La flota de Jakur había

sido la elegida por Sigul para realizar el bloqueo e impedir que esa atención

humanitaria, que necesitaban con tanta urgencia, llegase a los nativos de Aja'ar. Para

Trey-Jeng, sin duda había sido un error muy grave por parte de Sigul hostigar un

sistema que, aunque no pertenecía a la Liga, sí mantenía buenas relaciones con ella.

Pero para Jakur no tenían otra opción, pues se hallaban inmersos en una sangrienta

conflagración con otro Señor de la Guerra, alguien a quien llamaban Nerpheus, y

necesitaban hacerse con todos los recursos posibles ya que el enfrentamiento, contra

todo pronóstico, estaba resultando extremadamente duro y los había llevado a una

situación crítica.

Mientras el borg dashade hablaba, el nombre de Nerpheus retumbaba dentro de la

cabeza de Solo una y otra vez. Efectivamente, la Liga nunca hubiera cedido esas

reservas de Helio3 a ningún general borg, ni tampoco hubiera estado de acuerdo en

una explotación conjunta. No obstante, Trey-Jeng le preguntó al capitán pirata si

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habían intentado negociar con el consejo de la Liga o con los propios nativos de

Aja'ar, y éste le contestó que era algo que ni siquiera se habían planteado. Dada su

situación y la escasez de tiempo de la que disponían, se había optado desde un

principio por la vía de la fuerza.

El Jedi aceptó las explicaciones de Jakur tras unos quince minutos de

conversación, durante los cuales Solo no había dejado ni un instante de escrutar

detenidamente el rostro del capitán pirata. Luego se puso en contacto con el Halcón y

pidió el abordaje del crucero borg, que seguía completamente inutilizado, por parte de

la fragata médica capitana.

-Ha sido un error, capitán -le dijo a Jakur a continuación-; debían haber buscado

otras vías antes de atacar una flota bajo mi protección.

-Usted sabe tan bien como yo, caballero Jedi, que en este caso no existían mas

opciones.

Fue entonces cuando ocurrió un hecho que no había sucedido desde hacía mucho

tiempo. La Fuerza, que fluía tanto alrededor del Jedi como en su interior, se retorció

sobre sí misma, tembló y se quebró. Durante unos instantes, Solo creyó que iba a

perder el conocimiento. Disimulando su estado de debilidad, le dijo a Jakur que eso

era todo y que podía volver al puente de mando con sus hombres. El capitán

abandonó la estancia y Trey-Jeng aprovechó el instante en soledad para sentarse en el

suelo con las piernas cruzadas y los ojos cerrados. Si, sin duda había habido un

terremoto en la Fuerza, como un primer hachazo contra el tronco de un árbol fuerte y

joven, incapaz de nada salvo de conmocionarlo. Entonces surgieron en su cerebro

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Page 33: Los Caminos de La Fuerza Episodio 1 El Resplandor y La Sombra

todas aquellas preguntas: ¿habrían más hachazos como aquel en lo sucesivo? ¿Quién

empuñaba el mango del hacha y por qué? Cabía la posibilidad de que algo trágico

hubiese ocurrido en una galaxia remota. Como cuando una hipernova destruyó cerca

de quinientos mundos más allá de Rigel. Esa fue la última conmoción que había

sentido, el ultimo temblor en el rítmico y continuado fluir de los latidos de su

corazón. Era como si de repente todos los millones y millones de años luz que lo

rodeaban fuera engullidos por un solo microsegundo de sombra. Aquello lo dejó

exhausto: la Fuerza le había hablado, le estaba hablando, pero no lograba entenderla

del todo. Solamente una persona a parte de él podía comprender el significado de

todo aquello. Si, sin duda ya iba siendo hora de hacer una visita a viejo y amado tío.

Mientras las otras dos fragatas piratas se daban a la fuga, el crucero fue escoltado,

remolcado y finalmente abordado por una fragata médica.

Trey-Jeng informó a Leiascant de todo lo ocurrido y dio órdenes precisas tanto a

Calrissian como al teniente Rupard, a quien dejó junto con el resto de sus hombres al

mando de la situación. Mientras las reparaciones se llevasen a cabo, todos los borg

eran prisioneros y debían ser tratados como tal. Después se le entregaría a una

lanzadera Tidirium a los oficiales capturados, nueve en total, y éstos serían puestos en

libertad. Todos menos el capitán Jakur, quien sería llevado junto con el resto de

piratas borg hasta el centro penitenciario de Nurpian 9. Aquello no gustó a la mayoría

de los capitanes y almirantes del convoy, que opinaban que toda la flota pirata debía

ser tratada de igual forma y, por tanto, procesada y juzgada como criminales. Pero las

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órdenes del Gran Maestro se acataron sin discusión, como siempre.

Trey-Jeng se encerró luego en una de las miles de habitaciones preparadas para la

atención médica que había en la nave y tras la rutinaria observación por parte de un

androide médico, el sueño comenzó a vencerle poco a poco. R2d2 estaba a su lado:

-Descansa, R2, ha sido un día complicado pero ahora estamos en lugar seguro.

Puedes apagarte un rato -y, tras un par de bostezos, se quedó dormido. A

continuación, R2 apagó todas sus funciones salvo la cámara que, como siempre, se

convertía en los ojos del Jedi cuando éste dormía. El silencio era absoluto. Aquella

batalla parecía por fin haber terminado.

Unas tres horas más tarde, el maestro Solo se despertó bruscamente de su letargo.

Estaba completamente empapado en un sudor frío y las imágenes de su último sueño

todavía centelleaban en su cabeza. Aquel era un sueño recurrente que hacía muchos,

muchos años que no se repetía. Decidió no esperar más. Se levantó de la camilla y se

vistió sin más dilación. R2d2 hacía tiempo que lo observaba completamente

reactivado.

-Vamos, R2 -le dijo mientras agarraba su sable de luz- tenemos que hacerle una

visita al tío Luke.

Pasados quince minutos, el Gran Maestro se encontraba en uno de los hangares de

la fragata médica, donde Rupard había atracado el Halcón para su inspección

rutinaria. Uno de sus hombres se encontraba revisando los motores de la nave justo

en ese momento.

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-Informe de daños.

-Ah, es usted, maestro. Estaba realizando la limpieza de los reactores. El Halcón

está perfectamente, señor. Ningún daño reseñable.

-De acuerdo. ¿Los demás?

-El teniente y los otros se hallan descansado. Las órdenes son encontrarnos aquí

dentro de tres horas, señor.

-Está bien. He dejado órdenes de que se les ceda una lanzadera para que regresen

cuanto antes a Leiascant. El teniente realizará informe de lo sucedido y lo presentará

al centro de mando. Ahora necesito la nave de mi padre, debo hacerle una visita a

alguien y debo hacerla solo, ¿entendido?

-Por supuesto, maestro Solo.

Trey-Jeng y R2d2 subieron por la rampa del Halcón Milenario. Desde allí, el Jedi

se comunicó con el puente y este abrió el portón de despegue. Y unos segundos

después, el Halcón volaba de nuevo por el espacio infinito.

-Bueno, ya sabes donde vamos, R2: destino Dagobah.

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Capítulo 4

El taller B-23 se hallaba a pleno rendimiento. Los androides mecánicos seguían

infatigablemente repasando piezas en un trabajo encadenado que parecía seguir una

cuidadosa coreografía. Humanos y humanoides caminaban de un lado para otro,

pegando sus rostros sobre enormes pantallas y apretando los botones de gigantescas

computadoras. Al fondo del todo había una pequeña puerta metálica cerrada desde

dentro. Era el cuartito privado del capitán Les, jefe del departamento de Mecánica

Avanzada de la Guardia del Gran Maestro. Todo el mundo sabía que no había que

molestarlo cuando se encerraba dentro de ese cuartito, ya que de hacerlo uno se

exponía a la ira del capitán borg, algo que dentro del hangar era prioritario evitar a

toda costa. Si, en realidad como todo borg de origen houk, el carácter de Fynoon Les

resultaba de lo más arisco. De repente un cuerpo pequeño, de apenas metro y medio,

se deslizó como una culebra entre el ajetreo de los operarios del taller y corriendo se

plantó, con un objeto en sus manos, a las puertas del despacho de Les. Un piloto

susllustano que departía con un equipo de ingenieros lo vio frente a la puerta de su

superior y lo llamó al orden. Cuando el niño se giró, pudo reconocer que se trataba

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del joven Mig Solo.

-Si buscas a tu padre, todavía no ha regresado. Pero seguro que encontrarás al

comandante Calrissian en el Centro de Mando. Él te informará de todo.

-No estoy buscando a mi padre. Ya sé que no regresó con los otros. Hablé con

Rupard y con Dirk esta mañana. A quien busco es a Fynoon.

En ese momento se oyó un grito sordo, más bien un rugido, que salía por entre las

rendijas de la puerta como advertencia de que fuera lo que fuera lo que había

encerrado allí dentro, lo más prudente era no molestarlo.

-Será mejor que lo visites en otro momento; lleva un dos días enteros con los

planos de un nuevo aparato que está diseñando y el prototipo le está dando algún que

otro problemilla. Así que no está de muy buen humor que digamos.

Se oyó un par de maldiciones acompañadas de más rugidos, lo que no pareció

amedrentar al muchacho, quien volvió a golpear la puerta con sus nudillos:

-Fynoon, deja de rugir como un rancor y abre. Soy yo, Mig. Tengo una cosa que

quiero enseñarte.

La puerta se abrió y una cara enfundada en una máscara apareció por entre el

quicio:

-¡Qué diablo haces aquí, bellaco!

-He intentado detenerlo señor, pero...

-Oh, por favor, cállese ya, teniente Gruf, y dedíquese otra vez a lo que estaba

haciendo... Y tu, pedazo de alcornoque, ¿quieres que tu madre me fría los bio-

implantes? Sabes que tienes terminantemente prohibido bajar al hangar.

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-Lo sé, Fynoon, lo sé. Pero es que mira...

El muchacho extendió sus manos y mostró un objeto que traía envuelto en un paño

de seda:

-Demonios, ¿es lo que creo que es?

-Si, mi padre se lo entregó a Rupard y éste me lo dio a mí. Todo esto sin que mi

madre se enterase, claro.

-De tal palo, tal astilla. Vamos, entra -el cyborg agarró por el hombro al niño y lo

metió en el cuarto. Luego volvió a cerrar la puerta.

-Déjamelo ver.

Mig volvió a enseñarle el objeto y el cyborg lo agarró con las dos manos. Luego lo

estuvo escrutando detenidamente con su ojo biomecánico para, finalmente, encender

lo que sin duda era un verdadero sable de luz jedi.

-Auténtico, auténtico, sin duda. Un verdadero sable de luz Jedi. Y muy antiguo,

muy antiguo...

-Lo empuñaba un borg negnita a quien mi padre derrotó hace unos días.

-Si, entiendo... Muchos borg se hicieron con armas jedi comprándolas en el

mercado negro o simplemente robándolas. Pero muy pocos saben realmente de su

valor. La mayoría de estas espadas las llevan los Señores de la Guerra, los borg más

poderosos de más allá del borde exterior. Es un símbolo de poder para ellos. Ese

negnita seguramente la habría recibido como regalo de alguno de estos Generales, o

tal vez la obtuvo como botín de guerra. Quién sabe...

El muchacho miró a los ojos de un Les que seguía absorto observando el sable.

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-Fynoon...

-Dime, muchacho.

-Tengo que pedirte un favor...

-Adelante, ¿de qué se trata?

-¿Puedes guardármelo tú?

-¿Yo?

-Si, no quiero tenerlo en mi cuarto. Si mi madre lo viera se enfadaría muchísimo.

-¿Contigo? ¿Y por qué habría de enfadarse?

-No, no conmigo. Se enfadaría sobretodo con mi padre, ya sabes...

-Ah, ya, entiendo... Está bien, no te preocupes, grumete, la guardaré a buen

recaudo, estate tranquilo.

-Gracias, Fynoon, eres un buen amigo.

El antiguo pirata sonrió tras las palabras de Mig. El muchacho era el único capaz

de hacerle sonreír.

-Tu también, joven padawan, eres un buen amigo -y tras esta frase, el niño y el

borg se dieron la mano sellando el secreto entre ambos.

-Ey, Fynoon -dijo Mig mientras el cyborg lo acompañaba hasta la puerta-, ¿tú

conoces a algún Gran Maestro Jedi que tuviera un sable de color morado como éste.

-Bueno, no lo sé. Eso pregúntaselo mejor a tu padre cuando venga, él seguro que

lo sabe.

-De acuerdo, lo haré... Gracias de nuevo, Fynoon.

-No hay de qué, muchacho. Y ahora, a palacio cagando leches, antes de que tu

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madre se enteré de que has estado rondando por aquí; no quiero acabar en el

desguace.

Mig salió del Taller B-23 y corrió hacia una de las plataformas de lanzamiento.

Allí se quedó un rato, mirando como los cazas realizaban sus maniobras de despegue

para sus rondas rutinarias de reconocimiento. Un par de enormes cargueros

descendían despacio para atracar en el Puerto Espacial del Este, a más de trecientos

kilómetros de distancia. Desde allí también podía ver las lanzaderas que se dirigían

hacia las lunas cercanas del sistema Endor, o hacia otros sistemas del Sector Moddell.

Se sentía fascinado con aquel azul cielo surcado por naves que iban de aquí para allá.

Se imaginaba parte de una de aquellas tripulaciones, recorriendo el espacio de un

confín a otro, explorando mundos desconocidos más allá del borde exterior, más allá

del todas las galaxias y de todos los cúmulos de galaxias registrados en los mapas.

Pero para eso debía aprender a pilotar naves interestelares, algo que poco tenía que

ver con conducir una vaina o un speeder. Si, su padre le había enseñado a conducir

una vaina y un speeder. Incluso había hecho sus pinitos con un viejo AT-ST imperial,

lo que resultó de lo más divertido. Pero lo que a él le interesaba de verdad eran los

viajes en el espacio. Pilotar un X-Wing lejos de tierra firme y marcar las coordenadas

de la hipervelocidad hacia el espacio profundo. Sin embargo, su padre siempre se

había mostrado reticente a llevarlo con él en alguno de sus múltiples viajes y no

entendía muy bien por qué, aunque se lo imaginaba. Tampoco a su madre le parecía

bien lo de viajar por el espacio, menos aún lo de pilotar cazas. Pero aquello era

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normal en ella, ya que parecía querer apartarlo de su destino a toda costa. No

obstante, en su padre era algo extraño, y sin duda se debía al trágico suceso que

marcó su infancia, cuando una emboscada borg acabó con la vida de su padre, Han

Solo, y de su hermano Kaneyi cerca del borde exterior. De todas formas, algo dentro

de él le decía que tarde o temprano acabaría viajando por la galaxia, que tarde o

temprano acabaría siguiendo su propio camino, le llevase éste a donde le llevase.

En aquel momento apareció a lo lejos la silueta de C3PO, el viejo androide de

protocolo que había servido a la familia de su padre desde tiempo inmemorial.

-Oh, está aquí, amo Mig. Su madre le busca desde hace rato. Debería personarse

en el palacio cuanto antes.

-Enseguida, C3PO. Pero por favor, por el camino cuéntame una de tus historias.

-¿Una historia, amo Mig?

-Si.

-De acuerdo. ¿Quiere que le cuente alguna en especial?

-Si, cuéntame otra vez la batalla de Endor.

-¿Otra vez, joven señor? Si no recuerdo mal, se la conté entera antes de ayer.

-No importa, quiero oírla otra vez mientras vamos hacia palacio.

-Está bien, como desee.

Y ambos caminaron en dirección al Palacio Residencial mientras el androide

dorado le contaba a Mig una de sus aventuras preferidas: la que finalmente se saldó

con la caída del Imperio, la vuelta de la paz a la Galaxia y el restablecimiento del

equilibrio en la Fuerza.

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Una media hora escasa después, Mig y C3PO cruzaban la entrada custodiada por

los miembros de la guardia personal del Gran Maestro. El niño los saludo con

absoluta naturalidad, y con igual naturalidad el saludo fue respondido por estos:

-Anda, date prisa, que tu madre hace rato que te está buscando. Creo que tienes

visita.

-¡Visita! -Exclamó azaroso Mig, que ipso facto se puso a correr en dirección al

salón de visitas. Se cruzó con más miembros de la guardia, un par de diplomáticos

que andaban buscando a su padre, unos cuantos miembros de una de las familias más

adineradas de Leiascant que se habían acercado al Palacio para agasajar a sus padres,

personal del servicio, androides, más personal del servicio y más miembros de la

guardia, antes de entrar en el Gran Salón Blanco. C3PO se había quedado rezagado

nada más girar por el primer pasillo, así que tardó unos cuantos segundos más en

atravesar ese umbral.

-¡¡¡Abuela!!! -Exclamó el muchacho con una sonrisa en la boca nada más ver a su

abuela Leia que lo esperaba con los brazos abiertos.

Se fundieron en un largo abrazo ante la mirada complaciente de Gildren. Luego se

separaron y Leia lo apartó sujetándolo por los hombros para poder así contemplarlo

en su totalidad:

-¡Pero que alto estás, y qué guapo! De verdad estás hecho ya todo un hombrecito.

-Tú estás como siempre abuela, como siempre...

-Calla, calla, no seas zalamero. Estoy mas arrugada que los hocicos de taun-taun.

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Pero no me importa, la vejez es más hermosa de lo que la gente piensa, siempre y

cuando la aceptes tal y como viene. Por cierto, tu tío-abuelo Luke te manda saludos.

-¿Cómo está?

-Tan arrugado como yo. Aunque por dentro está hecho un toro. Sigue con su

rigurosa vida de ermitaño, apartado de todo atisbo de civilización allá en el confín del

universo conocido.

-Me gustaría mucho verle de nuevo.

-Me ha dicho que te diga que puede que lo veas muy pronto. Tal vez mucho antes

de lo que imaginas.

-¡En serio! ¿Va a venir, abuela? ¿Tío Luke vendrá a Leiascant?

-No sé cuando pero seguro que sí. Ya le he dicho yo que una cosa es la vida que

haya elegido, que es muy respetable, y otra muy distinta olvidarse de su propia

familia. Así que o viene para acá pronto o yo misma lo traeré de la oreja.

El muchacho sonrió y luego se quedó pensativo.

-Bueno, y cuéntame, cuéntame, ¿como van tus estudios?

-Bien, bastante bien.

-Pero podrían ir mejor -interpeló su madre.

-He sacado todo notables.

-Tienes cabeza para no bajar de sobresaliente, y eso lo sabes tan bien como yo.

-Bah, ya estás como siempre. Ahora vas a reñirme delante de la abuela, ¿verdad?

Gildren y Leia se miraron de reojo:

-No, no voy a reñirte, hijo. Solo digo que...

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-Tú sabes lo que yo quiero hacer, y lo que yo quiero hacer no tiene nada que ver

con la música, o con la química, o con las matemáticas...

-Ey, ey, muchachito, háblale bien a tu madre o tendré que ponerme muy seria

contigo, ¿de acuerdo?

Mig bajó la mirada y guardó silencio.

-Vamos, no me gustaría que acabásemos todos enfadados.

-Abuela, pero es que ella no me escucha.

-Si te escucha, Mig, tu madre te escucha y te entiende perfectamente. Más bien

creo que eres tú el que no la entiendes a ella. Crees que la música, la química y las

matemáticas no tienen nada que ver que el destino que piensas que te aguarda, pero te

equivocas. El Universo es un todo, donde todo está relacionado con todo, todo tiene

que ver con todo y todo forma parte de todo. Se que no es un concepto fácil de

asimilar, pero precisamente para eso están las matemáticas, la Historia, la física, la

química, la literatura... No debes despreciar el conocimiento que ha sido puesto a tu

alcance, porque entonces te estarás despreciando a ti mismo. ¿Comprendes lo que

quiero decir, Mig?

Mig asintió:

-Creo que sí.

-Si, por supuesto que lo entiendes. Eres demasiado listo como para no entenderlo.

Y ahora vamos a los jardines, hace un día esplendido y que quiero que me cuentes

muchas más cosas mientras tu madre, tú y yo paseamos tranquilamente hasta la hora

de comer. ¿Te parece bien?

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Page 45: Los Caminos de La Fuerza Episodio 1 El Resplandor y La Sombra

-De acuerdo abuela, pero no quiero hablar más de mis estudios.

-Está bien, jovencito, pactaremos una tregua. Por hoy, se acabó el hablar de nada

relacionado con notas, estudios o clases... Pero de lo que no vas a escaparte esta vez

es de hablar de chicas con tu abuela. Venga dime la verdad, ¿tienes ya novia?

-¡Abuela, pero si solo tengo once años!

-Bueno, tu abuelo a esa edad ya estaba hecho todo un rompe corazones... Pero

cuenta, cuenta, ¿es guapa?

Dieron una largo paseo por los jardines, durante el cual Leia no dejó de contarle a

Mig viejas batallas protagonizadas por su abuelo, su tío Luke o su propio padre.

También le contó alguna que otra travesura de su tío Kaneyi, el hermano de su padre

al que, como ocurriera con su abuelo, nunca llegó a conocer. Cuando llegó la hora,

Leia insistió en comer al aire libre, así que finalmente se sirvió la comida también en

el jardín. Inmediatamente después de servir el postre, una cuadrilla de amigos de Mig

aparecieron en su busca para ir a jugar con las vainas.

-Tened cuidado, no corráis mucho -les advirtió Gildren.

-Si, esas vainas son divertidas pero podéis haceros mucho daño si no vais con

precaución -les subrayó Leia.

Los muchachos asintiendo de forma maquinal para, poco después, salir en

bandada corriendo por entre los setos. Sus voces y gritos fueron apagándose en la

lejanía poco a poco hasta desaparecer bajo el rítmico gorgoteo de los chorros de la

fuente que tenían en frente. Ambas mujeres, solas ahora, tomaron aire y dejaron pasar

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Page 46: Los Caminos de La Fuerza Episodio 1 El Resplandor y La Sombra

unos cuantos segundos más. Parecía que tuvieran miedo de hablar. Sin embargo las

palabras estaban ahí, flotando en el aire y esperando a ser pronunciadas. Finalmente,

Leia, tras remojar su garganta con agua del vaso que tenía delante, miró a los ojos de

Gildren y rompió la quietud:

-Entonces ya lo has decidido, te vas.

-Si, esperaré a que regrese para hablar con él y a la mañana siguiente partiremos

hacia Coruscant.

-Va a ser un duro golpe para él. También para el muchacho.

-Ya hemos hablado de esto, Leia. Puede que Mig ahora no lo entienda, pero algún

día lo hará. Sobretodo si llega a tener hijos. Sabes perfectamente que he aguantado

todo lo que me ha sido posible, pero esta no es la vida que quiero para mí, y tampoco

la que quiero para mi hijo.

-Dime una cosa, ¿todavía sientes algo por él?

Antes de contestar, los ojos de Gildren se llenaron de lágrimas y un nudo en su

garganta trabó sus palabras. Éstas finalmente salieron casi como un susurro:

-Por eso tengo que irme...

Hubo un breve silencio que pareció eterno. A continuación, Leia reanudó la

conversación:

-¿Puedo pedirte una cosa?

-Eso depende...

-Deja que hable con él.

-Ya lo hemos discutido.

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Page 47: Los Caminos de La Fuerza Episodio 1 El Resplandor y La Sombra

-Vamos, por favor, concédeme solo eso, una charla de no más de una hora. Es todo

lo que te pido, luego haz lo que tengas que hacer. Sabes que siempre te apoyaré en

todas tus decisiones.

-Gracias, Leia. Eres como una madre para mí.

-Y tú como una hija... Ya lo sabes.

-Si, lo sé. Gracias -y la voz de Gildren se apagó ahogada en unas lágrimas que

comenzaron a caer por sus mejillas. Entonces Leia se levantó y la rodeó con sus

brazos para consolarla. Y ambas mujeres se abrazaron y lloraron juntas, repartiéndose

un dolor que en aquel momento resultaba demasiado profundo y demasiado pesado

como para ser soportado en soledad.

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Page 48: Los Caminos de La Fuerza Episodio 1 El Resplandor y La Sombra

Capítulo 5

Nada más salir de la hipervelocidad, el Sistema Dagobah apareció ante sus ojos

junto con el planeta que le daba nombre.

-Ya casi estamos, R2. Voy a preparar la nave para entrar en la atmósfera.

Trey-Jeng manipuló los controles y puso el Halcón en posición.

Cuarenta minutos más tarde la nave comenzaba a ser arrastrada por la gravedad

del pequeño planeta. Y otros veinte minutos después, el Halcón Milenario entraba en

la atmósfera.

El aterrizaje no fue fácil. Nunca lo era tratándose de un lugar tan inhóspito como

aquel. Aún así, el jedi fue capaz como de costumbre de dominar la situación para

tomar tierra de la manera menos abrupta posible, en un claro del bosque cerca de una

laguna. Tras la comprobaciones rutinarias, el portón de la nave descendió y Solo bajó

a estirar las piernas. La niebla se movía a su alrededor despacio, como un animal

cauteloso, ocultando parcialmente todo a su paso. La humedad era altísima y el frío

no tardó el calarle los huesos:

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Page 49: Los Caminos de La Fuerza Episodio 1 El Resplandor y La Sombra

“No entiendo muy bien que le encuentra el tío Luke a este lugar. ¡Con la cantidad

de hermosos mundos que hay repartidos por toda la Galaxia!”, se dijo para sus

adentros mientras batía el horizonte con su mirada. “En fin, él sabrá”

A continuación, R2d2 bajó por la rampa y, tras colocarse al lado de Jeng, comenzó

a emitir sonidos agudos mientras giraba su cabeza de un lado para otro.

-Bueno, ya conoces al tío Luke. Creo que lo mejor es esperar a que él nos

encuentre a nosotros. Mientras tanto será mejor no moverse de los alrededores de la

nave. Si quieres puedes revisar los tanques de combustible y comprobar que todo esté

en orden. Yo vigilaré mientras tanto.

A medida que la tarde caía lánguida, el cansancio comenzó a apoderarse de Trey-

Jeng. Decidió comer algo y seguidamente requirió la presencia de R2 para que hiciera

guardia mientras él se tomaba un descanso, insistiéndole en que se mantuviera alerta

y que sobretodo no se acercara a la laguna, algo esto último que, por otra parte, el

androide no pensaba hacer por nada del mundo.

Cuando Trey-Jeng despertó, el Darlo se había ocultado del todo dejando paso a

una noche que se extendía amenazante en todas direcciones. Ya no habían árboles o

rocas, solo sombras que parecían murmurar a sus espaldas. “Creo que he dormido

demasiado”, pensó. Tras ponerse de pie, comenzó a llamar a R2d2. Sin embargo el

androide no aparecía por ningún lado. Caminó hacia la laguna y se detuvo en la orilla

sin dejar de llamarlo. Pero nada, a su compañero mecánico parecía habérselo tragado

la tierra. De repente comenzó a notar un cosquilleo recorriéndole el cuerpo y, a

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continuación, sus pies comenzaron a elevarse del suelo. Segundos más tarde, y tras

varios intentos infructuosos de liberarse, estaba levitando sobre las aguas de la

laguna.

-¡Ni se te ocurra! -exclamó dirigiéndose hacia la negrura de la noche.

-No cree el Gran Maestro que hace una noche estupenda para darse un chapuzón

-le contestó una voz que salía de detrás de unos matorrales.

-¡No lo hagas o lo lamentarás! -pero la amenaza no surtió el efecto deseado y, un

segundo más tarde, Jeng se precipitó contra el agua cayendo de espaldas.

Fue entonces cuando el viejo Luke Skywalker salió al claro acompañado por

R2d2.

-Resulta mucho más difícil pillar desprevenido a este viejo androide que a ti. Tal

vez debiera haberle entregado a él el sable verde -le dijo entre risas mientras se

acercaba a la orilla. Solo, con medio cuerpo fuera del agua y completamente

empapado, lo miraba con gesto torcido.

-Tu lo has querido, tío. Que conste que te avisé. Y en cuanto a ti, R2, ya

ajustaremos cuentas en casa.

El sable de Trey-Jeng se encendió en la noche.

-Conque esas tenemos. De acuerdo, todavía este viejo puede darte una paliza con

una mano atada a la espalda y saltando a la pata coja.

-Eso habrá que verlo.

-Por supuesto, lo verás ahora mismo -y el sable azul de Luke también brilló en la

oscuridad.

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A continuación, Jeng dio un salto y se plantó frente a su tío para asestarle una

estocada que éste bloqueo con una movimiento rápido de su brazo derecho. Aquel fue

el primero de un largo intercambio de golpes que fueron asestándose el uno al otro

mientras saltaban y se movían de aquí para allá, como bailarines en una danza

coreografiada con precisión milimétrica.

-No está mal para ser solo un joven padawan. Debiste tener un buen maestro.

-No está mal para ser un vejestorio. En realidad soy un jedi totalmente

autodidacta.

Luke rio a carcajadas y ambos volvieron a intercambiar más estocadas mientras los

sables zumbaban como abejorros, chasqueando como madera al fuego cada vez que

se cruzaban. Finalmente, Jeng hizo un giro con su cuerpo de 360 grados a gran

velocidad y ejecutando un movimiento circular con su muñeca logró desarmar a su

tío. El sable azul cayó al suelo y el verde iluminó la cara del viejo maestro. Éste

sonrió complacido:

-Un movimiento increíble. De verdad eres un gran jedi. Quizá el mas grande.

-Eso es solo porque a tuve al mejor maestro.

Luke sonrió y ambos hombres se fundieron en un abrazo.

El Maestro Skywalker les condujo luego hasta su refugio, cerca de donde todavía

se encontraba la vieja morada del Gran Maestro Yoda, que se aún se mantenía tal y

como él la dejó.

Durante el trayecto, Trey-Jeng le puso al día de los últimos acontecimientos que

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habían ocurrido de Leiascant y de sus últimas escaramuzas con los piratas borg.

También le habló de Mig y de como sus condiciones revelaban de forma cada vez

más evidente una sensibilidad hacia la fuerza de niveles extraordinariamente altos.

Luke lo escuchaba atento. Luego tomó él la palabra y le contó la inesperada visita de

su hermana y madre de Jeng, Leia, hacía tan solo unos días.

-Es curioso, meses y meses si entablar conversación con nadie y de repente dos

visitas en la misma semana.

Una vez en el refugio, Luke preparó la cena y ambos siguieron hablando mientras

daban buena cuenta de ella. El viejo maestro rememoró con su sobrino viejas

aventuras corridas junto al padre de Jeng, Han Solo. Y al final, como siempre, se le

escaparon un par de lágrimas.

-Todavía te culpas de su muerte y de la de mi hermano. Sin embargo no fue culpa

tuya en absoluto.

Luke levantó la mirada y quedó pensativo:

-Nos toca a nosotros mismos atribuirnos la culpa que creemos que nos

corresponde por el daño que causan nuestros actos. Así que en este caso soy yo quien

debe decidir eso, Gran Maestro.

-Sigo pensando que te juzgas con excesiva dureza.

-Yo era el Gran Maestro entonces, y debía haber escoltado el convoy de tu padre.

Sin embargo se requirió mi presencia para ayudar a los falleen tras una invasión de

yuuzhan vong que amenazaba con extenderse al resto de los sistemas fronterizos de la

Liga, dedicados a la minería de gases y metales pesados. Yo accedí, aunque aquel

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conflicto no era en realidad de nuestra incumbencia, y no estuve al lado de tu padre

en el ataque, como debería haber estado.

-Pero tú no lo sabías... Y tu mediación en aquel conflicto salvó muchas vidas.

-Te equivocas, solo retrasó la masacre. Y todo a cambio de perder a alguien que

más que un amigo era un hermano para mí, y a un sobrino al que amaba como a mi

propio hijo.

-Si fuéramos capaces de leer el futuro con la misma claridad que leemos el

pasado...

-Pero...¿crees realmente que podemos leer el pasado como quien lee un libro

desde el primer capítulo hasta el final de la historia? He dedicado el último tercio de

mi vida precisamente a eso, a leer el pasado. A recopilar la sabiduría o la necedad de

nuestra orden registrada en holocrones esparcidos por toda la galaxia. ¿Piensas que el

pasado se me ha revelado diáfano en algún momento? No, más bien al contrario, se

ha vuelto oscuro, confuso e incomprensible.

-Precisamente de eso quería hablarte, tío... Por eso he venido.

-Lo sé. Yo también sentí la conmoción hace unos días, igual que tú. Por eso te

esperaba.

-También esa misma noche volví a tener aquel sueño de mi infancia, con Kaneyi y

mi padre. Había sangre y sentí odio, mucho odio. Tuve ganas de matar... Me desperté

empapado y tiritando de frío... No me ocurría desde que era un adolescente... He

sentido miedo, maestro, miedo de mí mismo.

Luke guardó silencio y respiro hondo. Después volvió a rellenar los vasos con

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leche arkaniana y bebió del suyo muy despacio.

-No eres el único jedi que ha experimentado ese miedo, Jeng. Yo mismo lo he

sentido muchas veces. Sentí miedo de mí mismo cuando me enfrenté a tu abuelo.

También cuando me vi cara a cara con el emperador. Y aún más, mucho más, cuando

tras la muerte de tu padre y de tu hermano, decidimos expulsar a los borg a las

profundidades de la Zona Salvaje. Nunca había experimentado sentimientos tan

fuertes como entonces, sentimientos tan encontrados y tan salvajes. Había que echar a

aquellos piratas de las rutas comerciales de la Liga, pero a mí no me movían mis

obligaciones como protector de nuestro mundo. Todo se cuestionó dentro de mí en

aquel momento. Había en realidad una motivación más profunda, más visceral. No

era la necesidad de justicia lo que me movía, sino la necesidad de venganza. Le

dimos una buena paliza a aquellos criminales sin escrúpulos, pero haciéndolo, quizá

también nosotros nos comportamos como tal.

-Pero cumpliste con tu misión de mantener la paz dentro de nuestras fronteras.

-¿Cómo puedes mantener la paz a tu alrededor cuando no eres capaz de

encontrarla dentro de ti?

-Es por eso por lo que decidiste aislarte en este lugar, ¿no? para encontrar esa paz

interior de la que hablas.

Luke no contestó, solo miró a los ojos de su sobrino y sonrió. Su sobrino le

devolvió la mirada y también la sonrisa, y entonces ambos supieron que en aquel

momento cualquier palabra pronunciada hubiera resultado ridícula. Así que

decidieron no turbar aquel hermoso silencio y disfrutaron de él durante el resto de la

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Page 55: Los Caminos de La Fuerza Episodio 1 El Resplandor y La Sombra

cena.

Jeng despertó con los primeros rayos del Darlo entrando por la ventana. Se vistió

deprisa y caminó hacia la pequeña y acogedora salita donde había estado cenando con

su tío la noche anterior. Allí el desayuno le estaba esperando. Era modesto, pero

suculento a la vez. Lo devoró en un minuto y luego se encaminó hacia el claro junto a

la laguna donde había aterrizado el Halcón. Efectivamente, allí lo esperaban su

maestro y su androide.

-Podíais haberme despertado. Eso también va por ti, R2.

El robot emitió varios sonidos exculpándose.

-Vamos, Jeng, necesitabas descansar. Y yo estar a solas con este viejo amigo -Luke

golpeó el fuselaje del Halcón con la palma de su mano como el jinete que golpea el

lomo de un viejo y fiel caballo.

-Como ves, sigue siendo el montón de chatarra más rápido de toda la galaxia -le

dijo Jeng mientras se acercaba a la compuerta.

-No es solo una nave. Es también un símbolo. Un símbolo de muchas cosas...

-Lo sé.

-La he repasado con ayuda de R2. Está lista para que vuelvas a casa.

-No te apetece volver conmigo. A Mig le encantaría verte. También a Gildren.

-No, Jeng, creo que ahora necesitas estar a solas con tu familia. Debes dedicarle

los próximos días a ellos y solo a ellos. Te necesitan, te necesitan incluso mucho más

que el resto.

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Trey-Jeng miró al suelo y algo se le removió por dentro. Luke lo sintió también:

-Vamos, vamos, quizá el mes que viene... Si, te prometo sacar del lodazal mi viejo

X-Wing, ponerlo a punto y, acontinuación, pilotarlo hasta Endor como en los viejos

tiempos. ¿De acuerdo?

-De acuerdo, tío, como desees.

El viejo maestro se acercó entonces a su antiguo discípulo y haciéndole una

reverencia le dijo:

-Gran Maestro, tienes una gran responsabilidad sobre tus espaladas, soy

consciente de ello. La Fuerza no nos lo dice todo, es un misterio que se revela a

retazos a unos pocos que somos capaces apenas de vislumbrarla. Pero, hazme caso,

estate alerta, porque nunca miente, nunca engaña. Así que no te confíes. Yo por mi

parte buscaré respuestas y cuando las tenga, te las haré llegar. No olvides que tú y yo

siempre estaremos unidos.

Trey-Jeng asintió sin dejar de mirar al suelo y a continuación, Luke lo abrazó.

Después, el Gran Maestro caminó por la rampa escoltado por R2d2 y tras unos

segundos, ésta se cerró ante la atenta mirada del maestro Skywalker. Y unos minutos

después, también ante la mirada de Luke, el Halcón Milenario cruzaba de nuevo el

cielo de Dagobah para desaparecer tras los cegadores rayos del Darlo.

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Capítulo 6

Hubo un mensaje escueto que se recibió en la Torre del Centro de Mando al

amanecer del día siguiente. Rezaba así:

“Llegaré dentro de 4 horas. Avisad a mi familia”

El mensaje procedía del Halcón y estaba cifrado con el código personal del Gran

Maestro. Se avisó a almirante Sarrel y al comandante Calrissian. Éste último se puso

en contacto desde su casa con el capitán de la Guardia, Alsid Gergan, y a

continuación repasó los asuntos que habían quedado pendientes y que el jedi debería

atender a su regreso. Un conflicto diplomático en el que había que mediar entre dos

sistemas vecinos que pugnaban por la explotación de uno de los cinturones de

asteroides del sector Abo Dreth; una reunión con miembros de la Cámara de

Comercio de Leiascant al respecto de las modificaciones en ciertas tarifas impositivas

gravadas a fábricas denominadas de “alto riesgo”; una visita a las nuevas minas de

diamante de Endor para su inminente inauguración; una reunión con los oficiales de

la guardia, pospuesta ya en cinco ocasiones, para tratar entre otros el asunto de la

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Page 58: Los Caminos de La Fuerza Episodio 1 El Resplandor y La Sombra

subida de sueldos; una reunión con los representantes de la comunidad borg integrada

en la vida laboral de Endor para tratar el tema de la xenofobia y el racismo; una

reunión con los defensores de los derechos de las comunidades de ewoks, duloks y

yuzzums del interior del Satélite Santuario, para tratar el tema de la ampliación de las

zonas protegidas; y etcétera, etcétera, etcétea...

“Creo que lo dejaré respirar por hoy. Necesitará descansar y estar con su familia.

Ya le bombardearé con todo esto mañana”, pensó Dirk mientras observaba el plan de

trabajo en la enorme pantalla holográfica de su habitación. Luego terminó de vestirse

y tras un ligero desayuno salió a la terraza donde le esperaba su Speeder. Las nubes

ocultaban parcialmente la silueta del enorme gigante gaseoso sobre el que orbitaba la

Luna Sanmtuario, único lugar que albergaba vida en todo el sistema. Y esto era así no

solo en términos físicos, sino también en términos económicos, pues el planeta Endor

era una de las mayores reservas de Helio3 de todo el sector Moddell.

Calrissian subió a su vehículo y despegó para dirigirse hacia el centro de mando.

Se sentía tranquilo, su amigo Jeng estaba de nuevo de regreso y eso era un bálsamo

que tenía un efecto sedante en todo su cuerpo. “Sin duda es el mas grande”, pensó

mientras atravesaba la ciudad.

-¡Ahora a mí, ahora a mí!

-¡No, a mí, levántame a mí, venga!

-De eso nada, me toca a mí...

-Mentira, tu ibas detrás mía, así que no te cueles.

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-¡Pero qué dices! No le hagas caso, iba yo.

-De eso nada.

-No poco...

-Que no...

-Mentira...

-Me toca...

-Que me toca a mí...

Mig hizo un gesto de negación con la cabeza:

-Se acabó, siempre que hacemos esto vosotros os ponéis a pelear. Además, si

alguien me ve y se lo cuenta a mi madre, me caerá un castigo. Así que se terminó el

juego.

-No, venga...

-Está bien, ella primero y luego yo.

-He dicho que se acabó. Vayamos a explorar el islote de la laguna con las vainas.

-Va, hombre, ya no pelearemos más, te lo prometo. Te lo prometemos todos. ¿A

que sí?

-¡Todos dándole coba al “Pequeño Maestro”, eh! -les gritó una voz que llegó de

entre los árboles que tenían a su espalda para, a continuación, un niño de unos trece

años de edad aparecer a lomos de su moto deslizadora. Era Kalen Quayk, el hermano

mayor de Phayne Quayk, hijos ambos del gobernador de Leiascant y uno de los más

ricos comerciantes de la Luna Santuario.

-¡Vamos, Phayne, sube, nos vamos a casa! -le ordenó expeditivo a su hermana

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menor.

-Pero, Kalen, estoy jugando con mis amigos y...

-Papá me ha enviado a buscarte. El primo Grof viene de visita a la Luna Santuario

y hemos de ir todos a recibirle al puerto espacial.

-Jo, vaya rollo... Yo no quiero ir al puerto, es un aburrimiento.

-A mi no me importa lo que tú quieras o dejes de querer, tienes que obedecer a

papá. Así que monta -hizo un gesto con su cabeza señalando la parte trasera de su

moto- y déjate de monsergas.

-¿A qué hora viene el primo?

-Por la tarde.

-¡Pero si ni siquiera hemos comido aún!

-Por eso mismo... Venga, que si tengo que bajar de la moto te vas a llevar un buen

sopapo.

Mig intercedió por su amiga entonces:

-Escucha, Kalen, ¿por qué no la dejas media hora más con nosotros? Luego yo la

llevaré a vuestra casa en mi vaina.

-¿En tu vaina? ¿Dices que vas a llevar a mi hermana en ese montón de basura? Lo

llevas claro, renacuajo engreído, no pienso permitir que mi hermana monte en esa

cafetera, si le ocurriese algo mi padre me partiría el espinazo.

-¡Pero qué dices -exclamó Jerid Felda-, la vaina de Mig es la más segura y la más

rápida de todas las vainas de Endor!

Kalen soltó una sonora risotada:

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-Ahora sí que me parto de risa, enano. Y aunque fuera cierto, cosa que dudo, esta

moto es cien mil veces más veloz que cualquier vaina que se precie. Y mucho más

segura, puesto que la conduzco yo.

-Eso no te lo crees ni tú.

-Jarid...

-Es muy fácil de demostrar, enano.

-Ya lo creo que si. Vamos, Mig, demuéstraselo.

-Jarid, ya basta.

-Está bien, ¿qué me dices, padawan, te atreves a echar una carrera conmigo hasta

el lago?

-¡¡¡Eso, eso, una carrera, una carrera hasta el lago!!! -gritaron todos al unísono.

Pero Mig hizo un gesto de negación con la cabeza:

-Lo siento, Kalen, no voy a correr contra ti -y al instante, los rostros de los demás

muchachos se desinflaron y la decepción se apoderó de ellos.

-Lo veis, enanos, vuestro héroe no es más que un cobarde. Igual que su padre y

que su tío-abuelo. Pero poco importa ya porque los jedis tenéis los días contados.

-No le insultes, Kalen, él no te ha hecho nada.

-Tú cierra la boca, Phayne y sube a la moto de una vez: nos vamos.

Phayne miró a los ojos de Mig y, al mismo tiempo que comenzaba a caminar

hacia su hermano, le susurró muy despacio:

-No le hagas caso, es un idiota.

Luego subió a la parte trasera de la deslizadora de Kalen y, a continuación, ésta se

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elevó sobre las cabezas de los demás muchachos para desaparecer internándose en el

bosque.

-Deberías haber aceptado el reto, Mig -dijo Jarid mientras miraba la moto alejarse

entre los árboles-, ese caraculo prepotente se merece ya una lección.

-Dejemos el tema. Además yo no soy quien para dar lecciones a nadie. Que se

apañe él con su estupidez.

-Pero lleva a Phayne a maltraer...

-Ya, y eso si que me fastidia.

-¿Sabes lo que yo haría? -exclamó el Burk, el hermano pequeño de Jarid, mientras

daba un gran salto gesticulando con las manos como si llevara un sable de luz- Yo lo

haría trocitos con tu sable y luego se lo echaría de comer a los gorax.

-No seas cruel con los pobres gorax, eso sería envenenarlos y ellos no te han

hecho nada.

Y tras estas últimas palabras de Gemel Sarrel, todos comenzaron a reír a

carcajadas.

El Taller B-23 se estaba preparando para la llegada del Jedi. Tanto el Halcón, el

androide `o los pertrechos del Gran Maestro estaban al cuidado de Fynoon y sus

hombres, así que aquella estaba siendo una mañana muy ajetreada. Además, Les,

como ocurría siempre en estos casos, estaba de un humor todavía peor que el de

costumbre. No dejaba de dar órdenes a base de gritos a todo el mundo con el que se

cruzaba. Quería que todo estuviera preparado y en perfectas condiciones, por lo tanto

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exigía a su alrededor lo máxima diligencia o de lo contrario te enfrentabas a una de

sus temibles reprimendas.

Fue entonces, en medio de aquel zafarrancho, cuando Mig entró en el taller un

tanto cabizbajo y, sin decir ni mu, caminó hasta el laboratorio de Fynoon y se encerró

en él. El borg lo había visto desde lejos, así que dejó a mitad la regañina que le estaba

pegando a uno de sus hombres y dirigió raudo sus pasos también hacia su laboratorio.

Cuando abrió la puerta, se encontró con Mig sentado en el suelo, en un rincón, con

la cabeza hundida entre sus brazos y sollozando.

-Eh, muchacho, ¿qué te ocurre?

-Nada. Estoy un poco triste, solo es eso.

-¿Quieres hablar del tema?

-No, solo quiero desaparecer un rato aquí abajo. No te molestaré, Fynoon, te lo

prometo.

-Tú nunca me molestas, joven padawan. Dime, ¿qué te ha pasado?

-En realidad nada, no tiene importancia.

-Bueno, si quieres puedes contármelo, y si no, pues no me lo cuentes. Y si quieres

estar un rato a solas, pues ya mismo te dejo en paz. Como tú quieras.

-Lo que pasa es que no entiendo muy bien a algunas personas. No entiendo ese

odio que tienen dentro.

-Está bien eso de que no lo entiendas. Y ojalá no llegues a entenderlo nunca,

muchacho.

-¿Tú lo entiendes, Fynoon?

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-¿De qué persona estamos hablando exactamente?

-Es ese Kalen Quayk. Siempre se está metiendo conmigo, y en general con todos.

Lo peor es que creo que no es malo, pero tiene un odio extraño dentro, como si

alguien se lo hubiera metido a la fuerza.

-Si, se quien es ese Kalen. Es el hijo de Dimor Quayk, ¿verdad?

-Si, ¿lo conoces?

-Bueno, al chico no lo conozco, pero por supuesto conozco a su padre. Es de esas

personas que piensan que el universo existe solo para sacarle el máximo beneficio

posible. He conocido muchos así. Intentó que se abolieran las leyes de tu tío para la

protección de las razas nativas de Endor, y sigue intentándolo hoy en día. Odia a los

ewoks, a los duloks, a los yuzzums... Odia también a los borg porque nos considera

criminales y esclavos que no deberíamos tener derechos. Odia a los otros

comerciantes porque compiten contra él. Odia a tu padre porque no aprueba muchas

de sus leyes... Y así podríamos seguir y seguir durante horas.

-Kalen siempre llama cobarde a mi padre. Y también a tío Luke... Dijo que los

jedis tenemos los días contados.

-Bah, no le hagas caso... Además, en realidad no es Kalen quien habla. Has dicho

bien cuando dijiste eso de que parecía que le habían metido el odio dentro. Es su

padre el que llama cobarde al tuyo, y lo hace a través de la boca de su hijo. Y es

normal, los hijos creen lo que les cuentan sus padres, y eso generalmente es bueno,

pero a veces los padres también trasmiten a sus hijos sus miedos y sus rencores. Y eso

no es tan bueno.

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-No entiendo qué le ha hecho mi padre al suyo. Se juega la vida por defendernos a

todos cada día, también a él.

-Hay gente muy desagradecida en el mundo, jovencito. Ese Dimor solo piensa en

las cosas que tu padre no le deja hacer, como explotar minas en los territorios

vírgenes del interior. Y por eso lo odia. También piensa que tu padre debería armar un

ejercito más poderoso para iniciar una expansión territorial hacia los sistemas

fronterizos y la zona salvaje, cosa a la que tu padre se opone frontalmente y que

nunca hará, pues sería ir en contra de todo lo que representa, en contra de sí mismo. Y

por eso Quayk lo llama cobarde. Pero tu padre no es un cobarde.

-Ya lo sé, es más valiente que todos nosotros. Por lo menos que yo, yo si que soy

un cobarde, que me insultan y ni siquiera me defiendo.

-No digas eso, grumete. Lo que pasa es que los hay que confunden la valentía con

la violencia, cuando es todo lo contrario: la violencia es una consecuencia de la

cobardía. Responder con clemencia una agresión es la mayor muestra de valor que

puede hacer un hombre. Ven, quiero mostrarte algo.

Mig se puso de pie y caminó hacia Fynoon mientras se enjuagaba los ojos con los

nudillos. El borg lo llevó hacia una enorme pantalla de plasma que encendió

inmediatamente.

-¿Qué es eso?

-Eso es un negnita en coma inducido. Está en el laboratorio de cibernética de aquí

al lado, rodeado de cámaras para controlar su evolución. Nos lo trajeron ayer para

una operación de urgencia por orden de tu padre. Al parecer, el negnita se enfrentó a

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Page 66: Los Caminos de La Fuerza Episodio 1 El Resplandor y La Sombra

él con valentía pero fue derrotado. Lo que quiero decirte es que tu padre pudo haberlo

liquidado o abandonado a su suerte, en definitiva no es más que un pirata, un criminal

y, con seguridad, un asesino. Pero él quiso darle una oportunidad, cosa que

seguramente nunca tuvo, igual que yo. Eso y no su victoria en el campo de batalla es

lo que le diferencia del resto, es lo que demuestra su infinito valor, es lo que lo

convierte en nuestro Jedi, en el Gran Maestro. ¿Me comprendes ahora, muchacho?

Mig asintió con la cabeza:

-Creo que sí... Es muy grande y parece muy fuerte.

-Los negnitas han sido una de las últimas especies inteligentes descubiertas.

Fueron esclavizadas por el Imperio en sus últimos días. Pueden llegar a medir más de

tres metros y pesar cerca de 350 kilos. Es una de las especies más fuertes y belicosas

que se conocen. Debió ser sin duda una buena pelea.

-Vaya...

-Bueno, joven padawan, hay mucha faena que hacer fuera y tengo que controlar a

esa gente que está a mis órdenes o de lo contrario son muy capaces de liar un

auténtico cataclismo en el hangar. Puedes quedarte por aquí todo el tiempo que

quieras, yo estaré al otro lado de la puerta, ¿de acuerdo?

-De acuerdo, pero antes una cosa más.

-Dime...

-¿Qué es eso que hay encima de aquella mesa?

-Ah, tienes buen ojo, jovencito. Es mi último invento: un localizador subcutáneo.

Solo un pinchazo con esa aguja y podría encontrarte en casi cualquier lugar de la

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Page 67: Los Caminos de La Fuerza Episodio 1 El Resplandor y La Sombra

galaxia. Tu padre será el primero en probarla, y luego todos los pilotos y miembros de

la guardia en misiones extraplanetarias. Parece una estupidez, pero ese trasto me ha

tenido ocupado casi siete dichosos meses.

Mig observó la jeringuilla gigante y la tinta que fluía en su interior. “Buff, pensó,

preferiría perderme en el cosmos a tener que pincharme eso en el brazo”.

Ese mediodía los satélites de defensa captaron la presencia de una nave de

pequeño tamaño que acababa de salir del hiperespacio, justo detrás de Endor Prime.

Desde el Centro de Mando, Sarrel se comunicó con dicha nave y está se identificó

positívamente como el Halcón Milenario. Se comprobó el código encriptado del

capitán de la nave y a continuación se realizó la primera comunicación holográfica.

Solo informó de la hora exacta de llegada al Puerto Militar de la Ciudadela y en la

Luna Santuario los preparativos se aceleraron. Calrissian tuvo una conversación

informal con el Gran Maestro, aunque no exenta de cierta crítica hacia su superior por

su forma un tanto imprudente de actuar. Le echó en cara que obrara muchas veces sin

tener en cuenta las preocupaciones que sus ausencias causaban en todos los que lo

apreciaban. Trey-Jeng se limitó a asentir y dar la razón al comandante.

-Ahora voy a echarme una cabezadita de veinte minutos. Quiero estar despejado y

con energía cuando tome tierra. Corto la comunicación. Nos vemos en una hora,

amigos.

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Page 68: Los Caminos de La Fuerza Episodio 1 El Resplandor y La Sombra

Capítulo 7

El Halcón tomó tierra sin novedad a la hora prefijada. La nave fue llevada al

hangar contiguo al Taller B-23, donde debía ser revisada en profundidad y puesta de

nuevo a punto para su próxima salida. A su vez, un grupo de hombres de la guardia

personal recibieron al Jedi y lo escoltaron en su speeder hasta el Centro de Mando.

Allí fue recibido por Calrissian, Sarrel, Gergan, Rupard y todos los demás. Fue un

encuentro distendido en el que, además de abrazos y risas, se repasaron los momentos

más significativos de su último enfrentamiento contra los piratas. Salió a colación el

nombre de Sigul, el temido y poderoso Señor de la Guerra que dominaba los sistemas

de la Espuela Shiritoku, en los límites con el Borde Exterior. Trey-Jeng también

mencionó el nombre de Nerpheus, pero a nadie le sonaba en absoluto. Según les

parecía a todos, ese tal Nerpheus debía de ser un nuevo y emergente Señor de la

Guerra borg que pugnaba con Sigul por el control de esa zona, tan rica en materias

primas.

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-Lo que está claro es que los yuuzhan vong no tienen nada que ver en ese

enfrentamiento -subrayó Sarrel.

-Esa especie parasitaria de los yuuzhan está en franco declive desde que los borg

se convirtieran en una potencia militar tras la Desmilitarización -apuntó Gergan.

-Y pensar que siempre fueron los que más nos preocuparon.

-Deberían seguir preocupándonos, porque aunque de momento tienen bastante con

evitar a los piratas de las Regiones Salvajes, todos sabemos la conmoción que

supondría para la población civil que una de esas extrañas naves suyas se colara

dentro de nuestras fronteras.

-Los borg los mantienen a raya de momento. Hay quienes opinan que deberíamos

prestarle nuestra ayuda.

-Eso ni pensarlo. Lo mejor es dejar que se maten entre ellos. La Liga no debe

inmiscuirse en conflictos que tengan lugar más allá del borde exterior.

-De hecho a nosotros nos beneficia que esos conflictos se recrudezcan y se

alarguen en el tiempo, tal y como ocurrió en su día con los enfrentamientos entre los

borg y los mercenarios mandalorianos apoyados por el Sol Negro.

-Dejad el tema de una vez -exclamó Trey-Jeng mientras observaba la ciudad a

través de los enormes ventanales de la Torre de Control-, no es nuestro problema y

por lo tanto en este asunto seguiremos neutrales, como siempre hemos hecho. En

cuanto a ese tal Nerpheus, quiero que investiguéis a fondo ese nombre, cualquier

información puede sernos útil. Y ahora, amigos, deberéis perdonarme, estoy cansado

y quiero ver a mi familia, así que me tomaré el resto del día libre. Los demás asuntos

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deberán esperar a mañana -y tras un gesto con su cabeza en señal de despedida, Jeng

caminó hacia la puerta de salida con el rostro compungido. Inmediatamente,

Calrissian salió tras él:

-¿Te encuentras bien? -le preguntó cuando salieron al pasillo.

-Estoy un poco cansado, eso es todo.

-De acuerdo, ve a descansar pues, te lo has ganado, jedi.

-Gracias, amigo. Nos veremos mañana.

-Hasta mañana, maestro.

Trey-Jeng salió a la azotea de la torre donde lo esperaba su speeder. Antes de subir

en él echó un vistazo al horizonte. Era mediodía y el cielo estaba despejado por

completo. La luz del Ibleam se reflejaba en el monstruo de gas que daba nombre al

sistema, el cual brillaba como una enorme gigante azul a través de la atmósfera

diáfana. Era como si Bellatrix o Alfirk estuvieran al alcance de su mano. Más abajo,

Leiascant se abría a sus pies con sus enormes edificios elevándose altivos y

desafiantes mientras sus calles, como tajos de río, se escurrían entre ellos con el

cauce de miles de vidas anónimas que deambulaban un lado para otro, miles de seres

a los que no conocía y seguramente nunca llegaría a conocer, pero por los cuales no

dudaría en sacrificar su vida. Sintió un mareo, la ciudad pareció temblar entonces

ante sus ojos como un espejismo. Los cerró y cuando volvió a abrirlos, Leiascant

seguía estando ahí, pero ahora ya no temblaba, más bien al contrario, parecía aún mas

solida que antes. Sin perder un segundo más, subió a su speeder y puso rumbo a casa.

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C3PO se movía como pez fuera del agua por el Taller B-23. Desorientado, parecía

tropezar con todo y su presencia se antojaba un verdadero estorbo. Finalmente se

cruzó con Les:

-Lingote de oro, ¿qué buscas aquí abajo? Este no es tu sitio.

-Lo siento pero la Gran Dama me ha enviado en busca del joven Mig.

-Llegaste tarde, hace un cuarto de hora que salió de aquí disparado en dirección a

Palacio.

-Ah, bueno, mejor entonces. Sigan con su trabajo, yo ya me voy.

-Todo un alivio saber que no tienes nada más que hacer por estos lares.

-¡Oh, R2, estas aquí! Me tenías preocupado, cuentan cosas horribles de esos

piratas borg... Si, si, ya lo sé, pero que vayas con el Gran Maestro no evita que me

preocupe por ti y también por él.

-¡Chatarra dorada, no es tiempo para reencuentros! Saca tus patas artríticas de este

hangar, ya os contaréis batallitas más tarde. ¿De acuerdo?

-Oh, si, de acuerdo... Que te dije R2, estos borg tienen un carácter verdaderamente

desagradable. Ya nos veremos luego.

Mig corría en dirección a Palacio esquivando mecánicos, pilotos, guardias y

androides que salían a su paso. Muchos se le quedaban mirando e intentaban

recriminarle al considerar poco apropiada esa manera de desplazarse dentro del

puerto militar, pero antes de que les diera tiempo siquiera a pronunciar una sola

sílaba, el joven Solo ya se había escurrido entre la multitud. Subió unas escaleras

mecánicas, luego un ascensor, luego otras escaleras, luego un segundo ascensor y

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finalmente alcanzó el exterior. Allí encendió la mochila propulsora que llevaba a

cuestas -otro de los viejos fetiches jedi que le había regalado su padre- y evitando

speeders y motos deslizadoras comenzó a elevarse del suelo. Usar aquel artilugio

dentro de la ciudad era algo que tenía terminantemente prohibido debido a su

peligrosidad, sin embargo solía hacerlo bastante a menudo y podía decirse que era un

verdadero maestro volando con ese cacharro entre los edificios atestados por el

ruidoso tráfico aéreo. Enseguida vislumbró la azotea de su casa entre el resto de las

azoteas y hacía allí dirigió su vuelo, eligiendo antes un atajo que solía tomar siempre

que se le hacía tarde y que atravesaba la parte norte de la Ciudadela. Un speeder

estuvo a punto de llevárselo por delante y su conductor, tras frenar, comenzó a hacer

sonar un estridente claxon. Mig no hizo ni caso y giró por el edificio del Ágora para

luego dirigirse hasta la Torre de Telecomunicaciones. Desde allí tomó una calle

secundaria con menos tráfico y construcciones más bajas, lo que le permitió volar

dejando los rascacielos bajo sus pies. Diez minutos más tarde alcanzaba la torre

principal del palacio, donde enseguida pudo ver aparcado el speeder de su padre.

Descendió, apagó los propulsores y comenzó a correr de nuevo. Un par de guardias lo

saludaron al entrar en el edificio. Él devolvió el saludo sin tan siquiera detenerse y

continuó su carrera en dirección hacia el salón principal. Se cruzó con otro par de

guardias, con miembros del servicio, con un androide de protocolo, más guardias y

más miembros del servicio. Llegó hasta el final de un largo pasillo y giró a la

derecha, luego a la izquierda y luego de nuevo a la derecha. Por fin la puerta del salón

principal estaba frente a él. La abrió y al instante sus ojos distinguieron la figura de su

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padre que de espaldas a él departía con su madre. Ambos estaban al fondo de la

estancia y solo se dieron cuenta de su presencia cuando Mig, nada más verlos, gritó:

-¡¡¡¡Papa!!!!

Trey-Jeng se giró entonces y una sonrisa inundó su rostro mientras sus brazos se

abrían para recibir al hijo que corría a su encuentro. En un instante, ambos estaban

fundidos en un abrazo.

Fue un día especial para los tres. Primero pasearon por los jardines mientras Jeng

le contaba a su hijo sus últimas aventuras. Mig le preguntó por su enfrentamiento con

el negnita y Trey-Jeng le contó que fue una pelea dura de verdad, aunque evitó los

detalles más cruentos. Luego habló de su estancia en Dagobah y de que tío Luke le

había prometido hacerles una visita en breve. Aquello puso muy contento a Mig, que

hacía muchos meses que no lo veía. Después, éste le habló a su padre de la abuela

Leia, del día que habían pasado juntos y de su partida precipitada para atender

asuntos urgentes en Tatoine. Trey-Jeng se lamentó de no haberla podido ver. Y así

llegaron a la hora de comer. Lo hicieron en el jardín, pues el día invitaba a ello, y ya

por la tarde, los tres subieron al speeder de Jeng para poner rumbo hacia los límites

de la ciudad. Nada más salir de Leiascant por el noreste, se encontraron con el Lago

Norka, pero no se detuvieron allí. Lo atravesaron y pasaron por encima del Islote de

los Duloks, en el que hacía ya muchos años que los duloks habían dejado de vivir.

Enseguida dejaron atrás el lago y mientras lo hacían, los exuberantes bosques del

interior con sus imponentes árboles blasés cubriendo valles y laderas de colinas

sinuosas comenzaron a extenderse bajo sus pies. Se cruzaron con una bandada de

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Page 74: Los Caminos de La Fuerza Episodio 1 El Resplandor y La Sombra

geejaws de cuello rojo, que al sentirse amenazados por su presencia, giraron todos al

unísono para alejarse y esconderse entre las copas de los árboles. Poco después, un

pterosaurio endoriano -antaño abundantes pero que en la actualidad eran muy

difíciles de ver- saltó desde una rama para iniciar su vuelo en dirección a las

montañas que quedaban a su izquierda, donde se refugiaban las últimas colonias.

-Mira allí, Mig-Wan -el dedo de Trey-Jeng señalaba ahora a un grupo de munyips

que huían saltando de rama en rama, asustados por el sonido agudo que emitía el

speeder al deslizarse por el aire-. Los ewoks los alimentan para que vivan cerca de

sus poblados ya que, debido a su vista y a su olfato, son excelentes alertando de la

presencia de depredadores.

-¿Veremos ewoks, papá?

-No lo creo. Su reserva está demasiado lejos y ya no suelen salir de ella

prácticamente. Nos tienen mucho miedo, y la verdad es que no se lo reprocho.

Pararemos en aquella pradera a estirar las piernas, ¿qué os parece?

-Como quieras, pero no convendría alejarse mucho, Mig tiene que acostarse hoy

pronto que mañana comienza los exámenes.

-De acuerdo, aterrizaremos allí, daremos un pequeño paseo por el bosque,

merendaremos y luego para casa. ¿Qué me dices, Mig-Wan, te gusta el plan?

-Si, papá, me parece un muy buen plan.

-Vamos pues.

Nada más tomar tierra, una familia de ruggers salieron despavoridos a esconderse

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Page 75: Los Caminos de La Fuerza Episodio 1 El Resplandor y La Sombra

en su madriguera.

-¿Los habéis visto? -preguntó Mig exaltado.

-Si, hoy estamos teniendo mucha suerte.

-Gemel me contó que la semana pasada, paseando con su padre no muy lejos de

aquí, vieron gaupas.

-¿Gaupas? ¿Tan cerca de la ciudad? No lo creo...

-Eso me dijo.

-Tu padre tiene razón, Mig, quedan muy pocos gaupas salvajes y están en las

llanuras del norte. Sería otro animal y ellos los confundirían.

-No lo sé, es posible... Además Gemel es de los que les gusta soltar trolas.

-¿Has traído tu libreta de dibujo?

-Si, papá, la llevo en mi mochila.

-Perfecto. Así podrás tomar bocetos cuando paremos a merendar.

Cuando bajaron del speeder, el Ibleam comenzaba ya a declinar.

-Respira, hijo, respira hondo -le dijo Trey-Jeng a Mig mientras llenaba sus

pulmones-, este aire no tiene nada que ver con el aire de la ciudad, aquí la Fuerza

fluye como un torrente inabarcable... Yace debajo de cada hoja, dentro de cada

tronco; se puede oler, se puede tocar, nos invade... -el Gran Maestro cerró los ojos y

guardó silencio, dejando que los sonidos de la naturaleza inundaran sus oídos.

Pasados unos segundos, volvió a abrirlos y dirigiéndose a su hijo dijo con una sonrisa

en el rostro:

-Venga, pongámonos en marcha.

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Caminaron durante unos cuarenta minutos por entre los árboles, pisando hojas

secas mientras exhalaban el aire puro y la humedad del bosque. Entonces llegaron a

un claro y se sentaron a descansar.

-¿Qué os parece si merendamos aquí? -preguntó Jeng.

A todos les pareció un buen sitio así que sacaron la merienda y se pusieron al tajo.

Mig no tardó mucho en terminarse su empanada de tip-yip y a continuación abrió

su cuaderno y se puso a dibujar.

Por su parte, Gildren y Trey-Jeng a penas intercambiaron palabras. Había una

tristeza extraña en la mirada de ella, mientras que de la de él emana un sentimiento de

culpa contenido a duras penas. Salvar la distancia que parecía haber entre ambos

estaba resultando ser el salto más complicado que Jeng había realizado nunca.

-¿Quieres terminarte mi empanada? No tengo más hambre -le dijo ella al cabo de

unos minutos.

-No, gracias, tus empanadas están muy buenas pero hinchan mucho... ¿Tu la

quieres Mig-Wan?

-No, gracias papá, no tengo más hambre -le contestó el niño sin levantar la vista

de su cuaderno.

-Se está muy bien aquí. No hace nada de frío.

-Si, estos bosques son muy bonitos. No hay otros bosques iguales en ningún otro

lugar de la galaxia.

-Quizá si, no los hemos visto todos.

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-Tienes razón, quizá si. Quizá incluso existan lugares más hermosos que este en

algún lugar allá arriba.

-Puede, aunque sinceramente no lo creo.

De repente, una oscura nube tapó la luz del Ibleam por completo.

-Ufff, esas nubes tienen mala pinta. Creo que será mejor que volvamos, el tiempo

aquí es muy traicionero y tenemos un buen trecho hasta nuestro speeder.

-Si, creo que será lo mejor. Vamos, Mig, volvemos a casa.

-¿Ya?

-Si, se está haciendo tarde y además parece que viene una tormenta.

-Está bien, ya voy.

-A ver tus dibujos -Trey-Jeng se acercó a Mig y éste se los mostró

-Vaya, eres artista, hijo mío, un verdadero artista.

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Capítulo 8

Cuando aterrizaron en la torre del Palacio, la noche se había cerrado ya del todo

sobre Leiascant, y justo al bajar del speeder, las primeras gotas de lluvia hicieron acto

de presencia. Ninguno de los tres tenía mucha hambre, así que se prepararon sendos

tazones de leche de bordok y se los bebieron en el salón mientras comentaban la

jornada. Enseguida, Mig dio muestras de cansancio, así que tras terminarse la leche,

sus padres lo acompañaron a su habitación y le dieron un beso de buenas noches. Mig

se puso el pijama, se despidió de ellos y luego se acurrucó bajo las mantas. Y antes de

contar hasta tres, ya estaba profundamente dormido.

Gildren y Jeng se quedaron entonces solos en el salón. La tenue lluvia golpeaba el

enorme ventanal que ocupaba casi toda la pared que había frente a ellos. Trey-Jeng se

acercó hasta él en silencio y observó a través de los cristales empapados.

-¿Vas a terminarte la leche? -le preguntó su esposa.

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-No, gracias, estoy lleno.

-Está bien, como quieras -y a continuación, Gildren comenzó a recoger las tazas

en una bandeja.

-Ha sido un buen día, ¿verdad?

-Si. Mig ha disfrutado mucho.

-Lo repetiremos más a menudo.

-Creo que es demasiado tarde para eso ya, Jeng.

Jeng dio media vuelta:

-No digas eso, nunca es demasiado tarde para nada. Sabes que puedo cambiar y

voy a hacerlo.

-Jeng, creo que no lo entiendes. Ya no se trata de mí ni de ti. Se trata de nuestro

hijo. Se trata de la vida que le espera. No, lo siento pero no voy consentirlo, soy su

madre y no voy a dejar que esta vida lo atrape también a él.

-Pero ese es su destino, Gildren, y tu no puedes enfrentarte a él.

-Hace muchos años un joven muchacho me dijo que eso del destino no era mas

que una falacia y que en todo caso lo escribimos a medida que vivimos.

-Siempre y cuando podamos elegir por nosotros mismos.

-Exacto, pero Mig no es más que un niño, y creo que lo justo es que enseñarle que

hay otra manera de entender la vida, lejos de todo esto.

-Creo que habla el dolor, Gildren, y tu rencor hacia mí. Y no te lo reprocho, tienes

razones para odiarme, pero eso no te da derecho a apartar a Mig del camino que le

aguarda. No te da derecho a apartarlo de mi. No puedes apartarlo de mi, también es

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mi hijo -los ojos de Trey-Jeng se inundaron entonces de lágrimas.

-Nunca lo apartaré de ti, Jeng, solo de este lugar, de la espera, del miedo a que su

padre nunca regrese, de esta incertidumbre, de este vacío...

-Y para ello te lo llevas lejos. Quieres sustituir vacío por más vacío. Él no te lo

perdonará, no te perdonará que lo apartes de mí.

-Yo no lo he apartado de ti, Jeng, eso lo has hecho tú solo. Tú, que le has dedicado

más tiempo a tus obligaciones como Gran Maestro que a tus obligaciones como

padre. Tú, que has antepuesto la vida de los demás antes que la tuya propia o la de tu

familia...

-Puedo cambiar, voy a cambiar. Dame una última oportunidad, Gildren. No te

vayas, todavía te quiero.

Ahora las lágrimas ahogaron las palabras de Gildren. Bajó la vista al suelo e

intentó ordenar sus pensamientos. Sus mejillas comenzaron a brillar húmedas. Se

levantó y como pudo articulo unas palabras que salieron a duras penas de su garganta:

-Lo siento pero ya no te creo. Podrás visitarlo cuando quieras, Jeng. Es un salto de

no más de tres horas con el Halcón. y mi puerta siempre estará abierta para ti. Y

ahora, si me disculpas, me voy a la cama, estoy muy cansada.

-No puedes tratarme así -Jeng apoyó sus brazos sobre la mesa y acercó su rostro al

de ella-. Soy el Gran Maestro, el hijo de Han Solo y Leia Organa, y tu eres mi mujer,

¿me oyes? Mi mujer. No puedes irte así sin mas y llevarte a mi hijo... No, no voy a

permitir que lo hagas, Gildren.

-Tienes razón, eres el hijo de Han y Leia. Y además, el sobrino de Luke

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Skywalker. Y, por si se te había olvidado, el nieto de Darth Vader. Y yo soy solo una

madre, pero aún así no lograrás detenerme.

Hombre y mujer se miraron a los ojos y se vieron reflejados el uno en el otro a

través de las lágrimas que caían despacio por sus mejillas. Fuera, la lluvia arreciaba

por momentos y un primer trueno atravesó el denso silencio que viciaba el aire de la

estancia y estrangulaba sus gargantas. Jeng bajó la cabeza:

-No, no puedo detenerte, es cierto... Haz lo que tengas que hacer, he perdido esta

batalla.

Gildren lo observó durante unos segundos, completamente abatido. Finalmente se

acercó a él despacio y lo besó en la mejilla:

-Te equivocas, Gran Maestro, yo soy la que ha perdido -le susurró al oído mientras

el sabor salado de las lágrimas inundaba su boca. A continuación, dio media vuelta y,

enjuagándose las lágrimas, abandonó el salón en dirección a su habitación.

Trey-Jeng se quedó allí de pie, inmóvil y dándole vueltas a la cabeza a algo que le

resultaba demasiado doloroso como para poder aceptarlo así sin más. Le llamaban el

Gran Maestro, decían de él que era el jedi más grande de todos los tiempos, que no

conocía la derrota, que no sabía lo que era el miedo...Y aún así se sentía un completo

fracasado. Deseaba poder cambiarse por cualquiera de los habitantes de aquella

ciudad, recluirse en una vida tranquila, alejada de todo lo que significaba ser lo que él

era, alejada del que siempre había sabido que era su destino. Se puso de pie y caminó

hacia un mueble de blasé que había junto a la ventana. La lluvia caía ahora con

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fuerza. Un relámpago partió el cielo por la mitad y a continuación sonó un estruendo

que retumbó por todo el valle. El edificio pareció quebrarse. Abrió una puertecilla del

mueble y sacó una botella de flamingero junto con un vaso. Luego llenó el vaso hasta

el borde y se lo bebió de un trago sin dejar de mirar por de la ventana. Pensó en lo

poco que conocía Leiascant en realidad. En lo poco que había paseado por sus calles

y en lo poco que había hablado con sus gentes. Se había convertido en una especie de

monarca enclaustrado en su torre de marfil, ajeno a los problemas mundanos. Gildren

tenía razón: aquello era más propio de un emperador que de un jedi. Volvió a llenar

su vaso y bebió de él hasta terminárselo. Relámpagos y truenos seguían sucediéndose

en una especie de coqueteo entre la luz y el sonido en la que éste último perseguía a

la primera sin llegar nunca a alcanzarla. Rellenó su vaso una vez más y una vez más

lo vació sin respirar. Luego dio media vuelta y con la botella en la mano salió del

salón, caminó por el pasillo hasta los ascensores y descendió en dirección al sótano

del Palacio.

Allí estaba su santuario, una habitación donde se recluía cuando lo necesitaba.

También allí guardaba toda una colección de objetos que había ido recopilando desde

que era niño. Algunos eran meros fetiches, otros verdaderas reliquias de tiempos

antiguos. Sin embargo todos, absolutamente todos, tenían que ver con su vida y con

aquello a lo que la había consagrado. Túnicas jedi que pertenecieron a su tío o a otros

grandes maestros como Obi-Wan Kenobi; varios sables de luz recuperados en otras

tantas batallas contra piratas borg o contra vigos del Sol Negro; instrumentos

obsoletos de entrenamiento padawan, muchos de los cuales ni siquiera funcionaban;

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unos guantes y un casco de piloto que habían pertenecido a su abuelo Anakin

Skywalker... Hasta guardaba el pequeño bastón del Gran Maestro Yoda que su tío le

regaló al convertirse él mismo en “maestro”. Habían objetos por todos los sitios,

dispersados en vitrinas, sobre estanterías y muebles o desparramados por el suelo.

Aunque aquella noche lo único que llamó su atención fue un par de dibujos que

habían colgados en la pared. En uno estaba él luchando contra un grupo de piratas. En

el otro estaba Gildren, Mig-Wan y él a los mandos del Halcón. Aquellos dos dibujos

le parecieron los mayores tesoros de los que disponía. Se sentó en un rincón en el

suelo y lloró ininterrumpídamente durante casi una hora. Después se limpió las

lágrimas, pegó un largo trago de la botella que sujetaba con su mano derecha y se

puso en pie. Caminó hacia un viejo baúl donde guardaba el roído traje de piloto que

solía utilizar su padre en su época de contrabandista. Lo sacó y se lo probó. Le

quedaba perfecto. El chaleco quizá un poco grande, pero por lo demás sin duda era su

talla. Luego agarró de una estantería una réplica de una mascara anomid que le

fabricó Fynoon Les hacía un par de años. Serviría para ocultar su rostro. A

continuación se acercó a la la caja de seguridad que había junto a un montón de

chatarra apilada contra la pared. Aquel montón de chatarra eran restos de la segunda

Estrella de la Muerte que tras la explosión habían llegado hasta la Luna Santuario

atravesando su atmósfera y cayendo en tierra como una lluvia de meteoritos. Los

miró con cierto desprecio antes de marcar el código de seguridad de la caja. La puerta

se abrió lentamente y allí apareció un objeto cúbico de color amarillento que exhibía

extrañas inscripciones en cada uno de sus seis lados. Lo agarró entre sus manos y lo

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levantó por encima de su cabeza sin dejar de mirarlo:

-Este será mi regalo de despedida para ti, Mig-Wan -se dijo para sí mismo.

Una media hora más tarde, Trey-Jeng Solo caminaba bajo la lluvia por la azotea

de la torre principal del Palacio. Los guardias lo saludaron y el le devolvió el saludo.

A continuación subió a su speeder, encendió los motores y despegó. Y a penas un par

de minutos más tarde, su silueta había desaparecido por ecompleto entre los

gigantescos rascacielos de Leiascant.

Mig había oído a su padre cruzar el pasillo frente a su puerta con paso decidido.

Fue a continuación cuando se levantó de la cama y se vistió. Tenía los ojos hinchados

de tanto llorar. Ojalá no hubiese oído parte de la conversación que habían tenido sus

padres. Ojala hubiera sido todo una pesadilla. Pero no lo era. Abrió la puerta de su

cuarto, como había hecho una hora antes, cuando tenía sed y se levantó a por agua.

Pero esta vez no iba a quedarse detrás de ninguna puerta, escuchando una horrible

realidad que ni siquiera entendía. Si su padre tenía un santuario, él tenía otro. Esquivó

a la guardia, caminando de puntillas con su mochila a cuestas hasta un enorme

ventanal que había frente a los ascensores. Fuera, la lluvia seguía cayendo y

relámpagos y truenos seguían sucediéndose. Abrió el ventanal y subió al alféizar.

Entonces encendió los propulsores y salió volando por la ventana.

A Gildren le pareció haber oído el ruido de la ventana golpeando contra la pared.

Llevaba casi dos horas en la cama y aún no había podido pegar ojo. La mayor parte

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del tiempo había estado llorando, con una amargura dentro que había llegado incluso

a agriar su saliva. Se levantó de la cama y caminó hacia el pasillo. Una parte de ella

no quería encontrarse con Trey-Jeng por nada del mundo y, sin embargo, para la otra

parte aquello era lo que ahora más necesitaba. Necesitaba abrazarlo, necesitaba

decirle que lo perdonaba y que todo volvería a ser como antes. Pero era consciente de

que eso no estaba en su mano y no quería volver a pasar por lo mismo una vez más,

porque aquello la estaba consumiendo. El viento movía el ventanal abierto de par en

par que había al fondo, junto a los ascensores. Se acercó a él y lo cerró. Entonces el

agua mojó sus rostro, su pecho, sus brazos y sus pies desnudos. Fue una sensación

agradable, de alivio, como si la hubieran despertado de una pesadilla que estaba

achicharrándola por dentro. Y así, volviéndose a sentir dentro de ella otra vez, dio

media vuelta y regresó a la cama.

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Page 86: Los Caminos de La Fuerza Episodio 1 El Resplandor y La Sombra

Capítulo 9

-Yo he visto uno de esos sables -afirmaba el viejo piloto mercante con la jarra de

cerveza de corelliana entre sus manos- y no me parece que ése sea auténtico.

-¡Cómo que no! ¡Tú que sabras, abuelo! Es un auténtico sable de luz jedi. Fíjate en

la empuñadura...

La cantina comenzaba a llenarse. Habían llegado los últimos cargueros y las

tripulaciones, a las que sus capitanes solían darles la noche libre, bajaban a los

alrededores del puerto a estirar las piernas y divertirse un poco.

Ese era el caso de los veinte hombres que habían en la vieja cantina de Grugun el

Sarrish. Uno de ellos, un aqualish mestizo, intentaba hacer negocio vendiendo al

mejor postor una supuesta espada jedi que había ganado Dantooine jugando al sabacc

hacía a penas dos semanas. Sin embargo, Trunjal, un mercante corelliano con más de

cuarenta años de experiencia navegando por la galaxia, no parecía muy convencido.

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Page 87: Los Caminos de La Fuerza Episodio 1 El Resplandor y La Sombra

-Una vez vi un sable de luz de cerca y su brillo era muy distinto. Eso no es mas

que otra de esas imitaciones hechas de plasma.

-No digas más tonterías abuelo, esta espada se la gané a un viejo pirata borg. Es

auténtica, ya lo creo que lo es. Tiene hasta unas inscripciones en aurebesh antiguo.

El corelliano soltó una carcajada:

-¡Y tú como sabes eso, si ni siquiera sabes leer aurebesh!

-No te pases ni un pelo conmigo, viejo, o te demostraré que esta espada es

auténtica partiéndote con ella en dos.

-Vale, vale, dejad de pelear -intercedió Grugun-. Tú dices que es auténtica, él dice

que no, y como no hay forma de demostrarlo, lo mejor es que cada uno crea lo que

quiera.

-Mira, al final me parece que no me la voy a quedar -dijo un oficial anaxsi que

minutos antes parecía realmente interesado en comprar la espada-. Si voy a pagar esa

cantidad de dinero por el sable, debería estar seguro de que es auténtico y parece que

no hay manera de saberlo.

-Yo puedo decírtelo con total seguridad -exclamó una voz que procedía de una

mesa situada al fondo de la cantina y que se hallaba oculta parcialmente por la

penumbra.

-Ah, sí, ¿y quien eres tú, si puede saberse? ¿Otro listillo como ese viejo

corelliano? -preguntó despectivamente el aqualish.

-Muéstrame la espada.

-Tendrás que venir hasta aquí para verla.

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Page 88: Los Caminos de La Fuerza Episodio 1 El Resplandor y La Sombra

El extraño se levantó y caminó hacia la barra. Vestía un viejo traje de piloto y un

chaleco lleno de agujeros, y ocultaba su rostro detrás de una máscara anomid.

-¿Dónde está? -preguntó el extraño al llegar junto a los demás.

-Aquí la tienes -el aqualish encendió el sable delante su rostro.

-Puedes comprarla si quieres, pero no pagues más de 100 datarios por ella.

El aqualish soltó una sonora carcajada:

-¡Pero qué dice este loco! ¡100 datarios por una espada jedi auténtica! ¡En

cualquier lugar me darían 500.000 datarios por ella como mínimo!

-Deja de intentar estafar a la gente, aqualish. El corelliano tiene razón, esa no es

una espada jedi y tú lo sabes.

-¡Pero tú qué sabras, maldito bastardo! ¡Tú no has visto una espada jedi en tu vida!

No le hagas caso, te aseguro que es auténtica y te la dejo por solo 150.000 datarios.

-Lo siento, pero voy a hacer lo que dice. Te daré 150 datarios por ella, ni uno más.

-¡Maldita sea! ¡Esta si que es buena! ¿Vas a hacerle caso a este piojoso? Pero fíjate

en sus ropas, es un pordiosero. Sabes lo que creo, creo que lo que quiere es quedarse

él mi espada. Si, seguro, esperara a que te vayas y entonces me hará una oferta por

ella. Una oferta de verdad, quiero decir.

-Yo no necesito una baratija como esa, aqualish -dijo el extraño mientras levantaba

una botella de flamingero de la barra y miraba su etiqueta.

-¿Baratija? ¿Baratija has dicho?

-Venga, déjalo ya -terció Grungun el sarrish, intentando en vano aplacar al

aqualish-. El oficial te ha hecho una oferta. Si quieres la tomas o si quieres la dejas.

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Page 89: Los Caminos de La Fuerza Episodio 1 El Resplandor y La Sombra

-¿Entonces esa es tu oferta final, anaxsi?

El oficial anaxsi dudó de nuevo. Miró al extraño, miró al aqualish, luego al

corelliano, luego al sarrish y por último otra vez al extraño.

-Puedo sacarte de dudas si quieres -dijo el enmascarado mirándole a los ojos. Y

continuación agarró por el cuello la botella de flamingero y se acercó hasta él.

-Fíjate en su sable... ¿Lo ves? ¿Ves como brilla? Pues bien, eso no es un sable de

luz jedi -y entonces, el extraño sacó con un movimiento rápido de entre sus ropas el

mango de una espada que encendió al instante, deslumbrando con su luz cegadora a

los cuatro hombres que lo rodeaban:

-Esto es un sable jedi.

Los cuatro se quedaron hipnotizados por su brillo durante varios segundos.

-Míralo bien, anaxsi -añadió-, y recuerda su resplandor. Todo lo demás son solo

eso, baratijas.

Pasados unos segundos, el extraño apagó el sable para, a continuación, dejar un

billete de 50 datarios sobre la barra.

-Quédate con el cambio, sarrish -y caminado despacio salió de la taberna con la

botella de flamingero colgando de su brazo.

Fuera ya no llovía, pero la humedad seguía siendo muy alta, lo que hacía que la

atmósfera fuera densa como el aceite y que el aire pesara sobre su cabeza como una

losa de granito. Camino unos veinte pasos y antes de girar la esquina más próxima,

una voz lo detuvo:

-¡Eh, tú, espera!

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Page 90: Los Caminos de La Fuerza Episodio 1 El Resplandor y La Sombra

El extraño dio media vuelta. Era el aqualish que caminaba deprisa hacia él.

-Está bien, tenías razón, esta espada no es más que una baratija. Pero yo no lo

sabía, quiero decir que a mí también me estafaron, sabes.

-Ya...

-Oye, ¿cuánto pides por tu sable?

-No está en venta.

-Bueno, mira, hoy estoy de buen humor. Me has jodido el negocio pero no pasa

nada porque quiero esa espada.

-Ya te he dicho que no está en venta -el extraño dio media vuelta pero el aqualish

lo detuvo agarrándole por el chaleco.

-Creo que no me he explicado bien. A ver si me entiendes ahora -el aqualish sacó

una pistola de plasma y apuntó con ella a la cabeza del extraño-. He dicho que quiero

esa espada.

Entonces el enmascarado lo miró a los ojos sin pestañear y pronunciando las

palabras muy despacio, dijo:

-No, no la quieres, aqualish. En realidad lo que quieres es encontrar a alguien con

quien compartir el resto de tu vida. Una aqualish inteligente y cariñosa, y bella a

poder ser, con la que poder formar una familia y sentar la cabeza allá en Ando, tu

planeta natal. Te gustaría tener tu propia casa móvil donde pasar el resto de tu vida

dedicado a la pesca y a educar a tus siete hijos. Te gustaría envejecer así, rodeado de

tu mujer, tus hijos y tus nietos. Eso es de verdad lo que te gustaría, lo que quieres, lo

que anhelas. Ve ahora mismo, aqualish, ve, ve a buscarlo.

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Page 91: Los Caminos de La Fuerza Episodio 1 El Resplandor y La Sombra

El aqualish se quedó inmóvil durante unos instantes, como procesando en su

mente lo que acababan de decirle. Acto seguido bajó su pistola y tras mirarla varias

veces, la arrojó por un oscuro callejón. Luego volvió a mirar al extraño y sin decir

nada, dio media vuelta y se fue por donde había venido.

No era fácil usar esos trucos mentales con los aqualish, quienes eran hábiles para

desarrollar defensas cognitivas contra ellos. Sin embargo, aquel extraño enmascarado

había encontrado los resquicios necesarios en el subconsciente de su oponente para

poder implantar sus ideas. La pena era que los efectos generalmente no duraban más

de dos o tres horas.

Cuando el extraño iba a reanudar la marcha, un borracho que había visto toda la

escena sentado en la oscura esquina de enfrente se levantó y lo interpeló:

-Eh, tú, jedi -le dijo tambaleándose-, ¿quien demonios eres?

El extraño dio media vuelta:

-¿Cómo dices?

-A mi no me engañas, eso solo lo puede hacer un jedi. Dime, ¿quien eres? ¿Quien

fue tu maestro? ¿Obi-Wan? ¿Yoda? ¿Skywalker? -el borracho comenzó a reír a

carcajadas.

-Deliras, viejo, y es por culpa de la bebida. Debes dejarla y buscarte un buen

trabajo. Ve, ve ahora mismo a tu casa, deja de beber y busca un trabajo decente.

-Lo siento, amigo, pero no cuela. La Fuerza no puede doblegar a este vino deltron

-el viejo volvió a reír y su contagiosa risa hizo sonreír al extraño por debajo de su

máscara anomid. A continuación, éste dio media vuelta y se fue calle abajo. Mientras

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Page 92: Los Caminos de La Fuerza Episodio 1 El Resplandor y La Sombra

andaba podía oír al borracho chapurrear un viejo cántico mandaloriano: “Un litro de

cerveza, un litro de sangre / compra, compra y compra más hombres sin nombre /

nada nos importa quien gane esta guerra / no queremos fama, solo que el vino sobre”.

Después de un paseo de media hora, llegó a una enorme avenida donde la basura

se apilaba por las esquinas. Era un barrio viejo y derruido pero muy ajetreado. En

cada rincón había alguien que intentaba hacer tratos con alguien. Allí se vendía y se

compraba cualquier cosa. Le sorprendió el estado tan lamentable en el que se

encontraban los edificios, que con sus fachadas agrietadas y desconchadas, y bajo una

iluminación más bien tétrica, le daban a aquellas calles un aspecto casi fantasmal.

Además el olor allí era repugnante, una cálida mezcla de moho, agua estancada y

carne putrefacta que hacía difícil hasta respirar. Pensaba que lugares así solo existían

en el pasado y en megaciudades como Coruscant o Taris. Giró por un callejón que se

hallaba completamente a oscuras y se sentó en un portal. Se quitó la mascara, abrió su

botellas de flamingero y pegó unos cuantos tragos largos. Recordó que había

aparcado su speeder bastante lejos de allí, en una zona mas céntrica y menos

deprimida, cerca del barrio comercial. Bebió un poco más y luego miró al cielo. Las

estrellas le parecieron más lejanas que nunca desde allí abajo. Se sintió diminuto,

como un neutrino flotando en la inmensidad del espacio, lo que, lejos de

incomodarlo, le hizo sentir una extraña calma en su interior. Siguió mirando hacia las

estrellas durante unos minutos más. Speeders y motos deslizadoras cruzaban su

campo de visión de vez en cuando mientras el eco de decenas de voces reverberaban

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Page 93: Los Caminos de La Fuerza Episodio 1 El Resplandor y La Sombra

alrededor suyo, sin que pudiera llegar a distinguir palabra alguna. Se puso de pie y

escupió en el suelo: ese desagradable olor se le estaba agarrando a la garganta y

dejando en su boca un sabor agrio y ácido. Se puso la máscara y pensó que ahora lo

que le apetecía era salir de aquella ciudad. Necesitaba volver a respirar aire puro,

como el que había respirado aquella misma tarde. Caminó de nuevo hacia la avenida,

pero justo cuando giró la esquina se encontró con dos rodianos que estaban pateando

sin piedad un cuerpo inerte en el suelo.

-Eh, vosotros, ¿qué estáis haciendo? ¡Dejad de golpearle ahora mismo!

-No te metas en esto si no quieres salir mal parado -le contestó uno de ellos.

-Eso, haz caso y sigue tu camino o te arrepentirás -el rodiano volvió a darle otra

patada al bulto que yacía en tierra encogido y retorciéndose entre lamentos confusos

y agónicos.

-¡No me habéis oído, he dicho que lo dejéis!

-Este tipo nos debe dinero...

-Si, y o nos lo devuelve ahora mismo o le rompemos todos los huesos del cuerpo.

El extraño hizo un gesto de negación con la cabeza:

-No creo que lo hagáis, no delante de mí – y a continuación hizo un movimiento

rápido con su mano y su brazo derechos, como si empujara el espacio que había entre

él y los rodianos, y éstos salieron despedidos por el aire cayendo a unos veinte metros

de donde se encontraban. Luego concentró su mirada en una pila de basura y

escombro que había amontonada no muy lejos de allí, y a un gesto de su mano la

lanzó contra ellos, de modo que de repente los rodianos se vieron atacados por restos

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Page 94: Los Caminos de La Fuerza Episodio 1 El Resplandor y La Sombra

de comida, trozos de tubería, ladrillos rotos, un inodoro partido por la mitad y varias

botellas de cristal vacías, lo que les hizo poner pies en polvorosa visiblemente

desconcertados.

Una vez que los atacantes se hubieron marchado, el enmascarado se acercó al

cuerpo que seguía tumbado sobre la calzada para ver su estado. Se trataba de un

bothan de no más de metro y medio y su rostro sangraba abundantemente:

-Estás bien, te llevaré a un médico.

-No es necesario, gracias. Además, yo soy médico -balbuceó el bothan.

-Insisto, te han dado una buena paliza. Si no me llego a cruzar yo, es posible que

no lo hubieras contado. Debería llevarte a un hospital.

-No, no, no, de hospitales nada. Estoy perfectamente.

-Al menos deja que llame a la guardia para que puedas denunciar la agresión.

-Vamos, hombre -el bothan rió con sorna- ¿estás de broma o es que eres nuevo en

esta ciudad? Estamos en las cloacas de Leiascant, amigo, y este barrio no lo pisa la

guardia... No, señor, ellos están demasiado ocupados protegiendo los zonas

residenciales de los ricos de gentuza como tu y como yo. Además, insisto: estoy

perfectamente... Échame una mano, vamos.

El enmascarado ayudó al bothan a ponerse de pie.

-Entonces, ¿de verdad estás bien? -le preguntó mientras su peludo interlocutor se

sacudía los pantalones.

-Bueno, me duele todo el cuerpo y tengo el orgullo hecho añicos pero sobreviviré.

Dime, ¿cómo te llamas, camarada?

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Page 95: Los Caminos de La Fuerza Episodio 1 El Resplandor y La Sombra

-Trey-Jeng, Trey-Jeng Solo.

El bothan lo miró a los ojos y luego soltó una carcajada que retumbó por toda la

avenida:

-Si, ya, y yo soy Luke Skywalker, el sabio... Aunque lo cierto es que vi como

despachaste a esos miserables... Bueno, no me digas tu nombre si no quieres, el caso

es que te debo una y Kublin Melan siempre paga lo que debe, aunque haya quien diga

lo contrario. Así que dime, ¿puedo hacer algo por ti?

-Ya has hecho mucho por mi, Kublin Melan, más de lo que te imaginas. Toma,

pega un trago de esto -Jeng le lanzó la botella y, tras agarrarla en el aire, el bothan

bebió de ella.

-Bufff, buen flamingero, si señor -le dijo mientras se la devolvía.

-Ya lo creo, reanima a un muerto -añadió Trey-Jeng mientras se quitaba la máscara

para beber también. Luego dio un par de tragos y mirando de nuevo al cielo dijo en

tono de despedida:

-Bueno, Kublin Melan, ha sido un placer pero tengo mi speeder aparcado muy

lejos de aquí y ya es algo tarde. Tal vez nos volvamos a ver algún día. Hasta la vista

y... cuídate -y acto seguido dio media vuelta y se puso a caminar calle abajo, sin darse

cuenta de que el bothan lo observaba alejarse con la boca abierta y completamente

petrificado.

Tardo casi una hora en encontrar el lugar exacto donde había aparcado su speeder

y para cuando lo hizo, ya se había terminado la botella de flamingero. Buscó una

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taberna abierta, pero era de madrugada y no le fue fácil encontrar una cerca del barrio

comercial. Finalmente dio con una licorería de esas que nunca cerraban, entró en ella

y compró otra botella. Después subió a los aparcamientos aéreos donde había

estacionado su vehículo. Allí se encontró con un guardia de seguridad que le pidió el

documento electrónico que demostraba que efectivamente había aparcado su speeder

en la azotea de aquel edificio. Estuvo un buen rato rebuscándose en todos los

bolsillos y justo cuando el guardia empezaba ya a impacientarse, lo encontró y se lo

mostró.

-No debería conducir en el estado en el que se encuentra, amigo, o tendrá una

desgracia. Porque no se va a dormir y vuelve mañana -le dijo con tono paternalista.

-Métase en sus asuntos -le respondió Jeng con bastante acritud-; yo puedo

conducir cualquier vehículo de esta galaxia con los ojos cerrados.

Y era verdad, pero el vigilante no se lo creyó y cuando Jeng por fin despegó, se

apresuró a llamar a la guardia urbana.

No llevaba recorridos ni trescientos metros cuando dos motos jet lo flanquearon

haciéndole señas para que se detuviera. Había apagado todas las luces de su speeder

para que nadie pudiera identificarlo, con lo que pilotaba completamente a oscuras en

plena noche, algo que hubiera resultado poco menos que un suicidio para cualquier

otro conductor. Aquello era además una falta grave. Y, por supuesto, conducir

borracho también. Pero Trey-Jeng no tenía ganas de dar explicaciones, solo quería

salir de los límites de aquella ciudad, aparcar su aerodeslizador en medio del bosque

y quedarse allí, tumbado entre la hierba y respirando aire puro, hasta el amanecer. Así

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que sin mediar palabra inició una maniobra evasiva elevando su vehículo hasta una

altura considerable. Luego, a toda velocidad, hizo un giro de 360 grados para quedar

justo detrás de las motos y, tras girar a la izquierda, comenzó su huida hacia el bosque

del este conduciendo su Koro-2 como si se tratara de un X-Wing. Las dos motos lo

siguieron durante un par de minutos, pero pronto tuvieron que aceptar que tanto el

piloto como su speeder eran demasiado rápidos para ellos. Y tras girar por un par de

calles a derecha e izquierda y darse de bruces con los rascacielos más altos de

Leiascant, los guardias se dieron por vencidos y detuvieron sus motos para informar

a la central de lo ocurrido.

Unos veinte minutos más tarde, el Koro-2 de Trey-Jeng salía de Leiascant y se

adentraba en la espesa negrura que rodeaba a la ciudad. Allí no habían luces de neon,

ni carleles de plasma, ni proyecciones holográficas anunciando las cosas mas

variopintas. Tampoco enormes edificios que brillaban como gigantescas barras de

platino o diamante. No, allí solo había oscuridad y el reflejo del Ibleam sobre esa

inabarcable masa gaseosa que era Endor Prime, cuyo azul metálico refulgía entre las

estrellas como un inmenso océano colgado del cielo. Condujo otros veinte minutos

con los ojos cerrados y finalmente decidió descender en un valle. Tras apagar los

motores, encendió las luces de la cabina. Entonces pudo ver en uno de los asientos el

cuaderno de dibujo que su hijo se había dejado olvidado. Lo abrió y lo ojeó

detenidamente. Si, sin duda su hijo era un verdadero artista. De repente su vista se

nubló de nuevo y un par de lágrimas se escurrieron por sus mejillas hasta caer sobre

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la página que estaba observando, difuminando el contorno del árbol que su Mig-Wan

había dibujado a lápiz esa misma tarde. Cerro el cuaderno y entonces volvió a sentir

un crujido intenso dentro de él. Su cuerpo entero se estremeció y su cabeza comenzó

a girar cada vez más rápido. Abrió la compuerta de la cabina y bajó tambaleándose

del aerodeslizador para sentarse junto a un árbol blasé, al abrigo de la más absoluta

oscuridad. Sentía que la cabeza iba a explotarle, que todo lo que había a su alrededor

iba a saltar por los aires de un momento a otro, que su mundo estaba a punto de

hacerse añicos irremediablemente. Sus músculos se tensaron y entonces pudo oír

claramente la voz de su hijo resonando en su cabeza. No estaba hablando, no

pronunciaba palabra alguna; solo lloraba, lloraba y lloraba...

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Capítulo 10

No había amanecido todavía cuando el aviso se envió a todo el personal del Puerto

Militar, el Centro de Mando y la Ciudadela. El aviso para todos era el mismo y fue

enviado y firmado por el oficial de guardia, que en este caso era el capitán Uzig,

siguiendo a rajatabla el protocolo de defensa. El mensaje era escueto y rezaba así:

“Iniciado el Protocolo de Defensa Nivel 3. Persónese en su puesto con carácter de

urgencia ”. El canal por donde se enviaba el mensaje era un sistema interno de

mensajería holográfica que cada miembro de la defensa, oficiales, guardias, pilotos,

mecánicos o personal médico, tenía instalado en su casa. Se trataba de una pequeña

computadora que primero disparaba un código de luces, según el cual, quien recibía

el mensaje podía conocer su procedencia y el carácter de la urgencia para la que era

requerido. A continuación, el mensaje era proyectado en el aire y también en su

intercomunicador personal, al cual había que responder de inmediato marcando el

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código que cada uno tenía asignado, que servía como confirmación de que se había

recibido la alerta y de que ya se estaba en camino.

Así fue como ocurrió en casa de Fynoon Les. El borg tenía conectada la

computadora holográfica directamente a su cerebro a través de hondas

electromagnéticas de baja frecuencia, con lo que recibía cada mensaje directamente

dentro de su cabeza. Aquel era un mensaje diferente y lo asustó un poco. Luego pensó

que tal vez se tratara de un simulacro de ataque, pero la cosa no le acababa de

cuadrar. En a penas cinco minutos estaba vestido y saliendo de su casa. Vivía muy

cerca del Puerto Militar, en una zona residencial para el personal de los hangares. No

necesitaba moverse con aerodeslizador ni nada por el estilo ya que solo quinientos

metros lo separaban de su lugar de trabajo. Por la calle se encontró a muchos de sus

compañeros y subordinados. Todos mostraban la misma sorpresa, todos especulaban

con la posibilidad de un simulacro y a ninguno de ellos aquella posibilidad terminaba

de cuadrarle.

Cuando llegaron a su hangar, el Ibleam comenzaba a despuntar. Había ya un trajín

considerable y todos mostraban la misma sorpresa. Fynoon cortó cualquier tipo de

especulación en sus hombres y les ordenó que se limitaran a hacer su trabajo de

manera eficiente y en silencio. Él por su parte se dirigió al taller B-23. Comprobó que

todo estuviera en orden y que todo el mundo actuara siguiendo las directrices que

marcaba el protocolo. Se comprobaron los canales de comunicación con el Centro de

Mando, el Palacio y la Torre de Control, y se establecieron los pelotones para la

revisión rutinaria de los cazas. Mientras tanto, la gente no paraba de llegar al taller y

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al hangar y. a medida que el día se iba desperezando, el puerto se iba pareciendo más

y más a un hervidero de gente. Tal actividad era normal allí, pero no a horas tan

tempranas. Tras unos treinta minutos organizando a su hombres, Les dejó al mando a

su lugarteniente y puso rumbo hacia el Halcón Milenario, cuyos cuidados y puesta a

punto eran su responsabilidad. No en vano solía ser el vehículo predilecto del Gran

Maestro, y además, debido a su antigüedad y a sus muchas peculiaridades, debía ser

tratada por alguien con habilidades y conocimientos mecánicos muy superiores a la

de la mayoría del personal del puerto. Así que después de un par de gritos, dejó claro

al resto de sus hombres donde iba estar por surgía una urgencia y alguien lo

necesitaba, haciendo mucho hincapié en lo de “urgencia”.

Dirk Calrissian recibió el mensaje de alerta exactamente a la misma hora que

Fynoon Les y el resto, y su reacción fue similar excepto por una salvedad: él sabía

que no era un simulacro, pues nadie le había informado de ello. Sin embargo, de

inmediato cambió de idea y pensó que si aquello era cosa cosa de Trey-Jeng, quien

era el único capaz de orquestar algo así a sus espaldas, iba a decirle cuatro cosas bien

dichas y esta vez no se iba a morder la lengua. Se puso en contacto inmediatamente

con el Almirante en Jefe Olah-Yuk Sarrel, el cual tampoco estaba informado de

ningún supuesto simulacro. Sarrel le contó que estaba de camino y que, según le

habían informado desde el Centro de Mando, los satélites radares parecían haber

detectado una flota, al parecer muy numerosa y sin identificar, detrás de Endor Prime.

Entonces Calrissian montó en cólera: ahora no tenía ninguna duda de que aquello era

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un simulacro urdido por Trey-Jeng para ponerlos en una situación límite y de paso

divertirse con ello.

-¡Una flota detrás de Endor Prime! ¡Y detectada por nuestros satélites hace menos

de quince minutos! ¡Eso es imposible, nadie excepto Trey-Jeng puede hacer esos

saltos tan precisos en el hiperespacio! Debería habernos informado de esta ridícula

maniobra. Voy a decirle ahora mismo unas cuantas cosas.

-Está bien, Dirk, pero luego acude al Centro de Mando. Aún estando de acuerdo

contigo, debemos seguir el protocolo.

-Lo sé. No te preocupes, nos vemos allí en veinte minutos.

El comandante Calrissian se puso entonces en contacto con el Palacio. Le

comunicaron que el capitán Alsid Gergan había salido con algunos de sus hombres en

dirección a los cuarteles. Quiso que lo pusieran directamente con Trey-Jeng, pero al

parecer nadie sabía donde estaba. Finalmente habló con el androide de protocolo

C3PO y este lo puso en contacto con la Gran Dama.

-¿Dónde está Gildren?

Gildren parecía muy afectada y le costaba incluso articular cada palabra que

pronunciaba frente al intercomunicador holográfico.

-No lo sé, no está, Dirk, no está en el Palacio... Y lo peor es que mi hijo tampoco.

No están aquí, no están aquí ninguno de los dos.

-Tranquila, daré con ellos...

-Por favor, Dirk, estoy muy preocupada. Ayer tuvimos una discusión, y no quiero

pensar nada malo pero, en fin, esto no me gusta nada. Y además todo eso del

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Protocolo de Defensa... No se muy bien qué es lo que pasa, Dirk...

-Vamos, no estés asustada. Lo del Protocolo de Defensa debe ser cosa de Jeng, un

simulacro seguramente... Ya sabes como es... Tu estate tranquila y sigue el

procedimiento que te indique el personal de seguridad del palacio. Me pondré en

contacto contigo en cuanto tenga noticias de Jeng y de Mig-Wan. ¿De acuerdo?

-De acuerdo, Dirk, Y por favor, mantenme informada.

-Por supuesto, no lo dudes. Pero tu intenta tranquilizarte y hazme caso, esto no es

más que otra broma pesada de nuestro Gran Maestro.

Fynoon Les se cruzó con el teniente Rupard de camino al Hangar 1, donde le

esperaba el Halcón Milenario. Intercambiaron un par de palabras rápidas. Según

parecía, también entre los pilotos y la guardia se había extendido la hipótesis del

simulacro de ataque. Aún así, había que seguir las directrices, y entre ellas estaba la

de establecer contacto visual con la supuesta flota atacante en un plazo nunca

superior a la hora desde que se realizara el aviso. Él era el elegido para dirigir al

escuadrón de cazas A-Wing que realizaría el vuelo de reconocimiento.

-Lo que parece claro es que hoy tampoco nos vamos a aburrir -le dijo el teniente al

capitán borg, antes de ambos se despidieran para continuar cada uno de ellos con la

tarea que tenía asignada.

Minutos más tarde, Les procedía a bajar el portón de la nave del Gran Maestro.

Para ello debía realizarse antes una identificación genética con el escáner de la

compuerta, ya que solo el Trey-Jeng y el propio Fynoon estaban autorizados a entrar

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en el vehículo cuando este se hallaba en estado de hibernación. El cyborg marcó su

código y un láser procedió al escaneo completo. Tras unos segundos procesando la

información, la computadora del viejo carguero YT-1300 lo identificó positivamente

y el portón comenzó a bajar lentamente.

Fynoon caminó directo hacia la cabina de mando donde, una vez allí, conectó las

computadoras principales. La nave parecía ir desperezándose poco a poco de un

sueño profundo a medida que los paneles de control iban encendiéndose uno a uno.

Fue entonces cuando le pareció oír algo detrás suyo. Se levantó y agudizó el oído.

Los borg solían tener los sentidos muchos más desarrollados que el resto, en especial

la vista y el oído. Al cabo de unos segundos creyó oír algo parecido a una tos que

venía del otro lado de la nave, donde estaban los camarotes de la tripulación. Fue

hacia allí. Las luces del carguero se iban encendiendo una tras otra, pero la mayor

parte de ella permanecía todavía a oscuras. Abrió la puerta de uno de los camarotes y

allí, tumbado en la cama y enrollado entre las sábanas, se encontró con un bulto no

muy grande que convulsionaba de vez en cuando al ritmo de una tos pegajosa. Se

acercó hasta el catre y entonces pudo ver que se trataba de Mig-Wan, el cual parecía

dormir profundamente. Tras la sorpresa inicial, Les reaccionó moviendo levemente el

cuerpo del niño para despertarlo:

-Mig... Mig... Vamos, Mig-Wan, despierta.

El muchacho comenzó a abrir despacio unos ojos que parecían sellados con cera.

-Vamos, Mig, tienes que despertar. No sé que demonios haces aquí y como has

entrado, pero creo que esta vez te has pasado de la raya, grumete. Si tus padres se

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enteran de esto, te caerá una buena. Y puede que a mi me envíen de nuevo a las minas

de Helio. Venga, levanta...

Mig se incorporó para quedar sentado en la cama:

-¿Qué hora es Fynoon?

-La buena noticia es que aún es muy temprano. La mala es que toda la Ciudadela

está en pie desde hace rato. Y sin duda, tu padre debe estar viniendo ya hacia aquí, así

que será mejor que muevas rápido porque si te encuentra en el Halcón, se pondrá

hecho un rancor.

-Está bien. Me prometes que no le dirás nada.

-Si, te lo prometo. Me gustaría saber como te las has arreglado para burlar los

sistemas de seguridad.

-¿Eso? Bueno, para mi no representa ningún problema pasar el escáner genético. Y

me sé los códigos de mi padre, así que...

-Y la guardia, te tuviste que cruzar con patrullas de vigilancia.

-Si, pero les pedí muy educadamente que me dejaran pasar y lo hicieron sin

problema.

-Ya, eres un padawan aventajado, sin duda, jovencito.

La tos hizo que Mig tuviera que detener el movimiento que había iniciado para

ponerse de pie.

-No me gusta nada esa tos. Creo que guardo por aquí unas píldoras de bacta -Les

se hurgó en los bolsillos de su pantalón- No están en la cabina, en mi chaqueta.

Espera aquí, te las traeré.

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Page 106: Los Caminos de La Fuerza Episodio 1 El Resplandor y La Sombra

-Me voy a ir, Fynoon.

-¿Qué?

-Me voy a ir de Endor, con mi madre... Aún no sé cuando, pero me parece que será

pronto.

-Debes de haber pillado la gripe dantari, porque ya hasta deliras.

-No, es cierto, ayer oí a mis padres como discutían sobre eso. Estoy triste y un

poco constipado, pero no estoy delirando. Y desde luego no te miento...

Fynoon miró a los ojos de su joven amigo y allí se encontró con un infinito vacío,

como si la tristeza hubiera dejando al chico hueco por dentro. Sintió vértigo y no

supo que decir, pues sabía que Mig le decía la verdad. Entonces, tras unos segundos

en silencio, al muchacho volvió a darle otro ataque de tos:

-Espera aquí -le dijo el capitán Les-, voy por esas píldoras.

El cyborg caminó hacia la puerta del camarote, pero antes de salir por ella se

detuvo:

-¿Tienes hambre, grumete?

Mig-Wan hizo un gesto afirmativo con la cabeza y tocándose la barriga contestó:

-La verdad es que sí, un poco.

-Bueno, te prepararé algo para desayunar, esas píldoras no se pueden tomar con el

estómago vacío. Luego podrás irte a casa, ¿de acuerdo?

El muchacho asintió de nuevo.

-¡Eh, vamos, R2, detente! ¿Dónde crees que vas? -le gritaba C3PO a su

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Page 107: Los Caminos de La Fuerza Episodio 1 El Resplandor y La Sombra

compañero androide mientras lo perseguía por todo el pasillo. R2-d2, por su parte,

avanzaba a toda velocidad esquivando miembros de la guardia y personal de palacio

hasta llegar a la siguiente esquina. Allí se detenía, luego giraba su cabeza a derecha e

izquierda, elegía una dirección y, a continuación, volvía a lanzarse a tumba abierta

esquivando más personal de palacio. Y todo esto sin dejar de emitir esos agudos

sonidos suyos tan característicos que C3PO, en medio del barullo de aquella ajetreada

mañana, lograba interpretar a duras penas.

-¿Qué? ¿Pero eso no es necesario hacerlo ahora? El amo Mig-Wan debe estar con

su padre, ya oíste a la Gran Dama. Debemos hacer caso al servicio de seguridad y

seguir el protocolo... ¿Me oyes maldito cabezota? Es un Protocolo de Defensa de

Nivel 3, lo que significa que estamos ante un peligro real de ataque. ¡Oh, pero qué

dices! Es posible que el amo Jeng te ordenarla entregarle ese objeto a su hijo nada

más levantarse, pero sea lo que sea, esta es una situación extraordinaria que lo cambia

todo... Ya veo que no hay forma de convencerte, eh...

R2 se detuvo frente a los ascensores y unos guardias que salían los detuvieron:

-¿Dónde creéis que vais? Estamos en Defensa 3, así que debéis usar los ascensores

de emergencia. Además, está terminantemente prohibido salir del recinto hasta que se

restaure la normalidad.

R2 proyectó entonces contra la pared el emblema de la Orden Jedi, lo que

significaba que estaba siguiendo órdenes directas del Gran Maestro y que, por lo

tanto, debía tener acceso libre a cualquier lugar de la Ciudadela. Los guardias se

apartaron de inmediato y R2D2 entró en el ascensor. C3PO, aunque a regañadientes,

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Page 108: Los Caminos de La Fuerza Episodio 1 El Resplandor y La Sombra

se disponía a acompañarle pero los guardias no se lo permitieron:

-Espera un momento, muéstranos tu también el sello.

Sin embargo, a diferencia de R2d2, C3PO no tenía ningún emblema que mostrar

así que los guardias le impidieron el paso y le obligaron a volver hacia los ascensores

de emergencia.

-Pero yo tengo que acompañarle, no lo comprenden, ese cabeza hueca tiene los

circuitos oxidados y seguro que terminará por meterse en algún problema... ¡R2, R2,

espera, vuelve! -le gritaba mientras las puertas del ascensor se cerraban y su viejo

amigo metálico desaparecía ante sus ojos.

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Page 109: Los Caminos de La Fuerza Episodio 1 El Resplandor y La Sombra

Capítulo 11

El escuadrón de reconocimiento, formado por un total de siete cazas A-Wing RZ-1

y liderado por el teniente Keyran Rupard, volaba en formación de cuña hacia donde

supuestamente debía encontrarse la flota sin identificar. Los satélites de defensa

habían marcado con claridad la posición, justo detrás de Endor Prime, y hacía allí se

dirigían los cazas con el único objetivo de establecer contacto visual. Mientras tanto,

los canales de comunicación con el Centro de Mando y la Torre de Control estaban

abiertos y el diálogo con ellos era continuo.

-Atención Jefe Rojo, aquí Centro de Mando... Veinte minutos para contacto.

Comprueben escudos y propulsores de alta velocidad para acción evasiva.

-Aquí Jefe Rojo. Realizando comprobaciones... Ya lo habéis oído, muchachos, al

parecer vamos a entrar en contacto visual en breve, así que es el momento de poner

en funcionamiento los escudos y los propulsores de corto alcance. Manos a la obra.

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Page 110: Los Caminos de La Fuerza Episodio 1 El Resplandor y La Sombra

-De acuerdo, Jefe Rojo, aquí Rojo 1, escudos y propulsores encendidos.

-Atención Torre de Control, aquí Centro de Mando, informen de la situación.

-Aquí Torre de Control. Seguimos intentando la comunicación con el objetivo

pero no hemos obtenido respuesta hasta ahora.

-Han probado en todas las frecuencias.

-Afirmativo... Pero el resultado es nulo. O no nos oyen o simplemente no nos

hacen ni caso.

-De acuerdo. Sigan intentándolo.

En ese momento, el Comandante Calrissian hizo acto de presencia en el Centro de

Mando. Rápidamente se dirigió al capitán Uzig pidiendo que se le informara de la

situación. El capitán le hizo un resumen rápido. A continuación, éste le preguntó por

el Gran Maestro:

-No se preocupe por el Jedi, no tardará en aparecer por aquí, mientras tanto todos

sabemos lo que hay que hacer, ¿no es cierto, capitán?

El capitán asintió no del todo convencido.

Calrissian se puso luego en contacto con el Almirante Sarrel, que dirigía las

operaciones que se llevaban a cabo en la Torre de Control. El almirante informó

también al comandante de la situación allí y de los datos de los que disponían. A su

vez, Calrissian informó al almirante que el capitán Gergan había procedido al

acuartelamiento de todas las unidades de la guardia tal y como se contemplaba en las

directrices del protocolo. Fue entonces cuando Sarrel, al igual que hiciera el capitán

Uzig minutos antes, se interesó por saber el paradero del maestro Solo. Sin embargo,

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Page 111: Los Caminos de La Fuerza Episodio 1 El Resplandor y La Sombra

eso era algo que ni siquiera Dirk sabía en aquel momento, y eludió la pregunta con un

“olvídese del Jedi ahora, almirante y limítese a hacer su trabajo, él ya aparecerá”,

que, aún siendo aceptado sin rechistar, no pareció convencer a nadie. Aún así, todos

confiaban en el Gran Maestro, sin olvidar que, además, a esas alturas del asunto todo

el mundo estaba ya convencido de que era el mismísimo Jedi quien estaba detrás de

aquella sorpresiva maniobra, cuyo único objetivo era el ponerlos a todos a prueba.

Por lo tanto y más allá de cualquier otra consideración, debían ceñirse al protocolo y

hacerlo lo mejor posible.

-Jefe Rojo, aquí Rojo 6.

-Aquí Jefe Rojo, ¿qué te ocurre, Trim?

-Nada, solo pensaba en la posibilidad de que un grupo de borg estuviera detrás de

todo esto, entonces quizá lo mejor hubiera sido traer el Halcón con el cañón de iones

y terminar el asunto antes de que se acerquen demasiado a la Luna Santuario. Lo digo

por si cuando les zurremos, los trozos de sus naves caen sobre Leiascant o cualquier

otra ciudad. Podría ser peligroso.

-Oh, Trim, por qué no cierras el pico y dejas de decir sandeces. No hay ninguna

nave borg esperándonos ahí delante y lo sabes. Esto no es más que una broma pesada

del alto mando.

-No, lo digo en serio, Wekaar. A lo mejor ese Sigul se ha cabreado por lo del otro

día y viene en busca de venganza. ¿No crees que es demasiada coincidencia? Hace

unos días les damos una paliza a unos piratas y ahora resulta que...

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Page 112: Los Caminos de La Fuerza Episodio 1 El Resplandor y La Sombra

-Vamos, Trim, hazle caso a Wekaar y deja de decir estupideces.

-Aquí Jefe Rojo, callaos todos ya de una vez y dejar las líneas libres para que la

comunicación con casita sea alta y clara, ¿de acuerdo? Y no quiero oír más chorradas

de ahora en adelante... Rojo 6, ¿te ha quedado claro?

-Si, Jefe Rojo, claro como el agua.

-Jefe Rojo, aquí Centro de Mando, contacto visual en cinco minutos. Preparen las

cámaras y procedan al envío de información.

-Recibido, Centro de Mando... Ya habéis oído, Equipo Rojo, encended las cámaras

y a rodar.

Cada caza encendió la cámara que llevaba incorporada en su morro y, segundos

más tarde, en las pantallas de plasma del Centro de Mando y de la Torre de Control

comenzaron a recibir las primeras imágenes.

-Jefe Rojo, aquí Centro de Mando. Estamos recibiendo las primeras imágenes.

Que el escuadrón se separe para un mayor campo de visión.

-Aquí Jefe Rojo. Recibido. Adelante, muchachos, que corra el aire.

Cada miembro del escuadrón se separo del compañero que tenía al lado pero

manteniendo la formación en cuña. Y así pasaron varios minutos de vuelo hasta que

de nuevo el centro de mando se comunicó directamente con ellos.

-Jefe Rojo, conecten sus cañones de plasma. Contacto en menos de un minuto.

Luego hubo silencio. A continuación el Centro de Mando les informó de que

deberían entrar en contacto visual en menos de treinta segundos. Veinte. Diez, nueve,

ocho, siete, seis, cinco, cuatro, tres, dos, uno...

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Page 113: Los Caminos de La Fuerza Episodio 1 El Resplandor y La Sombra

-Atención, Jefe Rojo, informen de la situación.

-Centro de Mando, aquí Jefe Rojo, ya lo están viendo, nada de nada. Todo fue una

falsa alarma.

-Está bien, Equipo Rojo, buen trabajo. Regresen a casa.

-De acuerdo, Centro de Mando... Venga, chicos, la broma ha terminado, volvemos

a casita.

-¡¡¡Espera, espera!!! ¿Qué coño es eso?

-¿Qué ocurre ahora, Rojo 6?

-A mi derecha, teniente, en el límite gravitacional con Endor Prime... Mierda, no

puede ser, ¿qué coño es eso?

-Atención, Equipo Rojo, ¿qué está pasando ahí? No recibimos información visual

clara.

-¿Qué ocurre, Trim? Yo no veo nada.

-Como sea otra de tus bufonadas Trim, cuando lleguemos al puerto te voy a partir

la cara.

-Que no, que no, dios mío... Es una flota enorme.

-Envíame las coordenadas, Rojo 6.

-Se las estoy enviando, teniente.

-¡Mierda, teniente, Trim tiene razón, lo acabo de ver! ¡Joder, y creo que son

destructores Imperiales!

-Equipo Rojo, tenéis las coordenadas, mantened la posición y seguidme. No dejéis

de grabar. Escudos y propulsores al cien por cien. Vamos a ver qué coño es eso.

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Page 114: Los Caminos de La Fuerza Episodio 1 El Resplandor y La Sombra

-Madre mía, yo también lo estoy viendo... Y vienen directos hacia acá.

-Centro de Mando, aquí Jefe Rojo, contacto visual establecido. Se trata de una

flota grande e irregular. Destructores, cruceros y fragatas bélicas... Y a medida que

nos acercamos aparecen más y mas.

-Jefe Rojo, aquí Centro de Mando, la Torre de Control nos informa de movimiento

de cazas supuestamente hostiles volando hacia vosotros. Dad por terminada vuestra

misión e iniciad inmediatamente la maniobra evasiva. ¿Ha entendido, Jefe Rojo?

¡Vuelvan aquí cuanto antes!

-Recibido, Centro de Mando. Vamos, muchachos, los jefes ya han visto suficiente

de esta película de terror. Enceded los propulsores: nos largamos de aquí.

-Jefe Rojo, aquí Rojo 2, mi radar capta movimiento de cazas viniendo hacia

nosotros.

-No nos cogeran, nos vamos echando leches de aquí... Equipo Rojo: iniciando

maniobra evasiva.

El escuadrón dio un giro de 180 grados para quedar rumbo a la Luna Santuario.

Entonces encendieron los propulsores de corto alcance que le llevaba a alcanzar

velocidades que oscilaban entre un 20 y un 35 por ciento la velocidad de la luz, pero

solo durante un par de minutos, lo que era perfecto para realizar maniobras evasivas

en pleno combate. Los cazas enemigos quedaron enseguida muy atrás y el escuadrón

dirigido por Rupard pronto estuvo en la órbita de la Luna de Endor.

Mientras tanto en el Centro de Mando, la mayoría seguía sin dar crédito a lo que

veían sus ojos. Gestos de estupefacción se sucedían mientras unos y otros miraban a

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Page 115: Los Caminos de La Fuerza Episodio 1 El Resplandor y La Sombra

los monitores de plasma para, luego, intercambiar miradas entre ellos sin saber muy

bien qué decir. En estos monitores, las imágenes recién enviadas por el escuadrón de

reconocimiento eran visualizadas una y otra vez en medio de un estupor generalizado.

Se oyeron unos cuantos resoplidos seguidos de expresiones de asombro y

desconcierto para, finalmente, hacerse el silencio. Era un silencio profundo, pesado y

lleno de inquietud.

Entonces Dirk Calrissian, ante la atenta mirada de todos sus hombres, levantó los

brazos y cruzó las manos por detrás de la nuca. Luego tomó aire y, sin dejar de mirar

el enorme proyector holográfico que presidía la estancia, dijo pronunciando las

palabras muy lentamente:

-Activen el Protocolo de Defensa al Nivel 2.

Nunca antes en Leiascant había sido necesario activar el Protocolo de Defensa

Nivel 2. Esto significaba muchas cosas. Primero que se debía avisar al gobernador y a

la población civil de la ciudad de un ataque inminente previsto en un plazo de tiempo

no superior a 8 horas. Inmediatamente después se avisarían simultáneamente al resto

de ciudades, pueblos y colonias mineras de la Luna Santuario. Así mismo se les debía

indicar la ubicación de los cuarteles, fuertes y refugios de la guardia más cercanos

para que procedieran a ponerse bajo su protección inmediatamente. Mientras tanto, en

el Puerto Militar, toda la flota era llamada zafarrancho y los primeros escuadrones de

combate A-Wing, B-Wing, V-Wing Nimbus, X-Wing e Y-Wing debían estar

preparados para despegar en menos de una hora. Se contactaría al mismo tiempo con

la estación espacial Ewok 5, que orbitaba alrededor de la Luna Santuario, para que

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procediera al envío de las tres fragatas de combate junto con la nave más poderosas

de las que disponía la flota de Endor: el destructor Nebulosa Padme. Las cuatro

naves, que se mantenían atracadas en la estación espacial, saldrían al encuentro de la

flota hostil para su interceptación con la ayuda de los escuadrones de cazas enviados

desde el Puerto Espacial. A su vez, en tierra, toda la artillería antiaérea debería estar

ya en situación de alerta máxima y se estaría llevando a cabo el encendido de las

baterías termonucleares del subsuelo, enterradas a casi 20 kilómetros de la superficie,

de donde partiría la energía para desplegar los escudos deflectores que protegerían la

ciudad de un hipotético bombardeo. Para los escudos terrestres, se había abandonado

la idea de usar generadores de hipermateria por lo fácil que resultaba dejarlas

inservibles usando misiles de iones. Así pues, se construyó bajo tierra una gigantesca

central nuclear completamente hermética desde la que se extraía la energía necesaria

tanto para abastecer la ciudad como para los escudos de rayos y partículas que debían

protegerla en caso de ataque. Otros fuertes y cuarteles de la guardia mantenían sus

propios escudos mucho más pequeños y usaban generadores de hipermateria y

termonucleares indistintamente.

Habían muchos más puntos y muchas más directrices que debían seguirse de ahora

en adelante una vez activado el Protocolo 2, pero sin duda había algo en ese preciso

instante que estaba por encima de cualquier otra consideración: encontrar al Jedi. El

comandante Calrissian dejó al capitán Uzig al mando de la situación durante unos

breves momentos y a continuación él salió de la sala. Se encerró en un pequeño

cuarto donde solían descansar los oficiales encargados de supervisar las guardias

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nocturnas, situado a pocos metros de la Sala de Control, y desde allí llamó por su

intercomunicador personal a la teniente de la Guardia Urbana Deisleen Jamerith. Sin

embargo, Deisleen insistió en que no sabía nada de Trey-Jeng desde hacía días.

Luego ella le pidió a Calrissian que le informara acerca de cual era la situación real,

ya que a la población civil todo le estaba resultando muy confuso. Según le contó a

Dick, los speeder de la guardia urbana sobrevolaban la ciudad desde hacía una media

hora alertando a los ciudadanos de que despejaran las calles y se quedaran en casa

hasta nueva orden. Dirk la tranquilizó:

-No te preocupes, Deisleen, hay una flota ahí fuera pero nunca logrará entrar en

nuestra atmósfera. Y si algún caza o bombardero lo hiciera, ten por seguro que

nuestra artillería lo haría picadillo. Además, dentro de la ciudad estáis a salvo: nada

puede atravesar nuestros escudos.

Pero Deisleen seguía mostrando una visible inquietud. Finalmente, Dirk se

despidió de ella y le pidió que se pusiera en contacto con él en caso de que Jeng

apareciese por su casa.

Nada más cortar la comunicación, su intercomunicador recibió una llamada desde

el Puerto Espacial, en concreto desde el Hangar 1.

-Comandante, soy el capitán Les.

-Está bien, Fynoon, dime... Y sé rápido

-¿Dirk, qué leches está ocurriendo allá arriba? Se acaba de activar el Protocolo 2.

Si es una broma no tiene maldita la gracia.

-Ojalá fuera una broma.

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-¿Cómo dices? No te oigo bien, tengo un jaleo aquí abajo de mil demonios.

-¡Digo que no es una broma, Fynoon! Ahí fuera hay una flota enorme y viene

directa hacia nosotros. Hemos enviado diez escuadrones de cazas y también a la

Princesa.

-¿El Defensor? ¿Va a entrar en acción?

-Desde luego.

-Tan serio es el asunto.

-Bastante.

-Ya veo... ¿Y se han identificado?

-No. Pensamos que podría tratarse de piratas borg pero solo es una suposición.

-Supongo que el Jedi se habrá llevado su X-Wing, ¿no? Por aquí desde luego no

ha aparecido.

Dirk tragó saliva:

-Verás, Fynoon, en realidad no tenemos noticias del Maestro. Todo el mundo está

empezando a ponerse muy nervioso porque nadie sabe donde está, ni él ni su hijo.

Además tengo a la Dama en Palacio esperando que la llame para informarla pero la

verdad es que no sé que decirle.

-Dile que su hijo está aquí conmigo.

-¿Cómo?

-Mig-Wan está aquí, en el Hangar.

-¿Es eso cierto?

-Totalmente. Me lo encontré en el Halcón esta madrugada. ¿Quieres que lo envíe a

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Palacio con una escolta?

-Maldita sea... No, creo que será mejor que se quede ahí contigo hasta que pase

todo este jaleo, van a encender los escudos en breve y puede ser peligroso. Me

comunicaré con Gildren ahora mismo para tranquilizarla un poco. Escucha, si el Jedi

aparece por ahí abajo házmelo saber, ¿de acuerdo, Fynoon?

-No te preocupes, lo primero que haré será avisarte.

-Está bien, Fynoon. Corto la comunicación, pero seguimos en contacto.

Dirk se dispuso a comunicarse con Palacio nada más cortar la comunicación con

el capitán Les, pero unos golpes en la puerta lo interrumpieron:

-Adelante.

-Comandante, tenemos los informes desde la Torre de Control. El Almirante Sarrel

ha salido en una lanzadera Tydirium hacia la estación Ewok 5, para capitanear el

ataque a bordo del Padme. Así mismo los satélites de defensa informan de de un total

de quince naves de gran tamaño acercándose a la Luna Santuario a gran velocidad.

-Especifican qué clase de naves son.

-Tres destructores, cinco cruceros y siete fragatas, señor.

Dirk Calrissian cerró los ojos y resopló antes de ponerse en pie:

-Bien, parece que ahora sí es cuando va a empezar la fiesta de verdad.

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Capítulo 12

Endor era un sistema ubicado en un punto estratégico de la galaxia, justo en el

límite con la Región Salvaje. El Gran Maestro Luke Skywalker había decidido ubicar

allí su lugar de residencia tras empujar los restos del Imperio hasta más allá del borde

exterior. Estos restos del Imperio acabaron desmembrándose y tras el levantamiento

borg, pasaron a formar parte de las flotas de los más poderosos Señores de la Guerra.

Sin embargo, era comúnmente aceptado el hecho de que todos los destructores y

superdestructores imperiales habían sido capturados o destruidos por la Alianza. Aún

así siempre hubieron rumores que hablaban de ataques de destructores a convoys en

remotas rutas comerciales o que eran detectados por satélites de vigilancia en zonas

fronterizas. Estos supuestos encuentros nunca pudieron ser corroborados y

terminaron por formar parte de la mitología y la fabulación que generaba el temor a

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un posible rearme del Imperio Galáctico. Las cifras hablaban de que el Imperio

dispuso de un total de 30 superdestructores, 90 destructores y alrededor de 200

cruceros de guerra, así que desde luego era muy posible que alguna de estas

gigantescas naves hubiera podido escapar ocultándose en algún mundo remoto más

allá de la Zona Desconocida. Sin embargo, lo que resultaba complicado era su

rearme, pues se necesitaba de una gran cantidad de hombres y combustible para

poner en funcionamiento semejantes monstruos. Dentro de las rutas comerciales, la

hipermateria, o más bien el tibanna, era controlado por la Liga y fuera del borde

exterior, eran los borg quienes poseían la totalidad de los yacimientos. A parte de

ellos, solo los yuuzhan vong poseían naves de gran envergadura, las llamadas Koros-

Strohna, pero en los últimos años habían sido empujadas hacia el espacio profundo a

causa de la persecución sin tregua a la que las habían sometido tanto los borg como la

flota de Endor. Eran naves muy extrañas, que funcionaban como entes biológicos en

sí mismos y que vagaban por el espacio llevando en su interior colonias nómadas de

yuuzhan vong en busca de planetas que colonizar.. Además dichas naves, una vez

detectadas, lo que era sin duda lo más difícil, eran por su carácter orgánico muy

vulnerables a las baterías de turbolaser. Sin duda alguna, a esas alturas la hipótesis

más plausible que manejaba el Centro de Mando era la de un ataque borg. Sin

embargo seguía resultando inverosímil que los piratas hubieran realizado un salto el

hiperespacio de una precisión tan grande.

El Princesa Padme, escoltado por tres fragatas y diez escuadrones de cazas, tuvo

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contacto visual con la flota hostil a la hora de salir de la atmósfera de la Luna

Santuario. Aún estando en inferioridad y de no contar con la presencia del Gran

Maestro, todos en el Centro de Mando confiaban en la potencia de fuego del

Destructor Clase Nebulosa que los protegía, sin duda la nave más poderosa que había

en aquel momento en la galaxia. Se siguió intentando la comunicación con el

enemigo pero infructuosamente. Por último, se envió una lanzadera con un androide

de protocolo. Cuando dicha lanzadera fue destruida, se iniciaron las hostilidades.

Desde un principio se pudo ver que, efectivamente, el Padme era una nave muy

superior en maniobrabilidad y potencia de fuego a los tres viejos Destructores

Imperiales clase II. Sin embargo, el estar en una franca desventaja en cuanto al

número igualaba las tornas. Aún así, la batalla comenzó bien para la flota de Endor,

que en poco menos de un cuarto de hora ya habían destruido un crucero y una fragata

enemigos. Por su parte, los escudos tanto del Padme como de las tres fragatas que lo

escoltaban, diseñados todos por Fynoon Les, estaban resistiendo bien los ataques con

bombas de iones que realizaban los destructores y, si bien se debilitaban a medida que

iba trascurriendo la batalla, parecía que podrían resistir mucho tiempo sin que

ninguna de las naves quedase expuesta. Entonces fue cuando ocurrió algo que lo

cambió todo. Los cazas acababan de inutilizar los motores de otra fragata y uno de

los destructores imperiales se estaba viendo en serios apuros acosado por el constante

y masivo fuego del Padme cuando, de la nada, apareció la nave más gigantesca que

nadie había visto nunca. Se trataba de un Superdestructor de alrededor de diez

kilómetros de largo. Los satélites lo captaron inmediatamente y en el Centro de

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Mando la conmoción fue total. Su salto del hiperespacio había sido de una precisión

milimétrica, habiendo aparecido en mitad de la batalla en el momento justo para

cambiar las tornas. Tras unos instantes de confusión, el Padme viró para enfrentarse

directamente con aquella mole que lo superaba diez veces en tamaño. En ese mismo

instante, el Superdestructor abrió fuego con su superlaser axial y una de las fragatas

endorianas estalló por los aires en a penas unos segundos. Aquello sumió a toda la

flota en un estado de shock del que ya no lograron recuperarse. Mientras, en el Centro

de Mando, Carlrissian ordenaba el despegue de quince escuadrones más y el

encendido inmediato de los escudos deflectores que debían proteger Leiascant. Pero

los escudos no se encendieron. Tardaron mucho tiempo en saber exactamente la

causa, y cuando lo hicieron cundió el pánico: una explosión veinte kilómetros bajo

tierra había inutilizado los generadores dejando la ciudad expuesta. La tragedia se

culminó cuando, al mediodía en la Luna Santuario, el Padme era alcanzado por otra

descarga del superlaser y, literalmente, partido en dos.

En mitad de un frondoso bosque alguien despierta y se despereza. Mira su mano

izquierda. Ésta todavía sujeta del cuello una botella vacía de flamingero. Mira la

etiqueta y se levanta. Se rasca la cabeza. Intenta recordar donde aterrizó su speeder la

noche anterior. En realidad intenta recordar todo lo que hizo la noche anterior. Si, las

resacas de flamingero son mortales. Pero eso él ya lo sabía. Camina hacia un lado,

luego hacia otro y entonces de repente un gurreck, uno de los depredadores más

peligrosos de los bosques de Endor, aparece de entre los matorrales circundantes. El

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animal lo mira y gruñe. Los gurrecks, como el resto de los animales de la Luna

Santuario, temen a los humanos. Aunque también los odian. El animal duda, tiene

hambre y su presa parece indefensa. Se encorva preparándose para el salto pero

entonces el hombre cierra los ojos y extiende su brazo con la palma abierta hacia

abajo. El animal gruñe un poco pero luego parece relajarse. Su postura cambia, ya no

tiene una actitud amenazante y los músculos de su mandíbula se relajan. El hombre

por su parte, camina hacia él con los ojos cerrados hasta casi tocar con su mano el

temible hocico de la bestia. El gurreck agacha la cabeza, dobla sus patas y se tumba

en la hierba. El hombre abre los ojos entonces y se sienta a su lado. Y mientras lo

acaricia, le habla:

-Tranquilo, tranquilo, ya me voy, ya me voy... No volveré a molestarte, ya me voy,

ya me voy...

Alza la vista hacia el cielo y es entonces cuando ve a lo lejos una columna de

humo. Se levanta. Fija su mirada pero los árboles lo tapan. Trepa entre las ramas de

un blasé hasta llegar a suficiente altura y desde allí otea de nuevo el horizonte. Si, es

Leiascant, hay fuego, naves cruzando el espacio aéreo y el resplandor de turbolasers

refulgiendo como flashes en la lejanía. Da un salto, cae en tierra y corre a toda

velocidad hacia su speeder.

-¡Venga, padawan, nos vamos! -le gritó Fynoon a Mig mientras entraba en la zona

de descanso del Halcón.

-¿Qué está ocurriendo, Fynoon? Eso que se oye parecen explosiones.

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-Nos están bombardeando.

-Pero eso no es posible...

-Me temo que sí, grumete.

-¿Y mi padre, dónde está?

-No lo sé... Ahora lo principal es llevarte a un lugar más seguro. Vamos, bajaremos

a los túneles.

-¿No vamos a ir en el Halcón?

-Es demasiado peligroso, hay cazas enemigos por todos los sitios. Escúchame

bien, Mig-Wan, la situación no es muy buena, así que debes hacerme caso, ¿de

acuerdo? Te llevaré a palacio por los túneles subterráneos en uno de nuestros

deslizadores blindados y, una vez allí, junto a la guardia estarás a salvo. Pero

debemos movernos deprisa, así que venga, en marcha.

El borg y el muchacho salieron rápido del Halcón Milenario y se dirigieron a toda

velocidad hacia la entrada a los túneles, cruzándose con grupos de gente que corrían

de un lado para otro intentando, entre la histeria reinante, organizar la defensa del

puerto espacial. De vez en cuando se oía un estruendo que resonaba por todo el

hangar y trozos del techo caían a su lado mientras el suelo temblaba bajo sus pies. A

derecha e izquierda los heridos se amontonaban y eran atendidos por sus propios

compañeros entre gemidos y gritos de dolor. Y las explosiones se repetían cada vez

con más frecuencia. Y más trozos caían del techo. Y el suelo parecía ir a abrirse en

canal de un momento a otro.

-Fynoon, ¿qué está pasando? -preguntó Mig visiblemente afectado.

125

Page 126: Los Caminos de La Fuerza Episodio 1 El Resplandor y La Sombra

-Ya te lo dije, grumete, nos están atacando... Por aquí, rápido.

El capitán Les se detuvo frente a una puerta que permanecía cerrada y justo

cuando estaba introduciendo el código de seguridad para abrirla, el cielo estalló sobre

sus cabezas y se les vino encima. Y en a penas un segundo todo quedó a oscuras.

“Mig-Wan, Mig-Wan, vamos, despierta. Debes abrir los ojos y mirar hacia la luz.

Abre los ojos y busca un resplandor entre las sombras. Respira hondo, llena tus

pulmones de aire, relaja tus músculos y no tengas miedo, voy en tu busca, no tengas

miedo, estoy en camino. Venga, valiente, no te rindas, no te rindas. Abre los ojos,

mira a tu alrededor y busca ese resquicio luminoso. Papá está en camino, papá está en

camino, tú no te rindas, hijo mío, no te rindas. Abre los ojos, no te rindas, abre los

ojos y busca la luz. Vamos, despierta, despierta, Mig-Wan, despierta, despierta...”

Desesperado, Fynoon Les apartaba bloques de piedra y escombro a un lado y a

otro sin dejar de gritar el nombre de Mig una y otra vez. Tanto él como el niño habían

quedado minutos antes sepultados por completo bajo un techo hecho añicos por una

deflagración que había tenido lugar justo encima de ellos. Sin embargo, la enorme

resistencia al dolor que la condición de borg del capitán Les le otorgaba, le había

servido para que ni siquiera llegase a perder el conocimiento y, debido también a esa

extraordinaria fuerza de la que los cyborgs hacían gala, poder liberarse de la montaña

de desechos que lo había soterrado. Al instante, y visiblemente preocupado, se puso a

buscar al niño entre una nube de polvo y escoria que todavía no se había disipado del

126

Page 127: Los Caminos de La Fuerza Episodio 1 El Resplandor y La Sombra

todo. Después de varios minutos infructuosos, y cuando la desesperación empezaba a

apoderarse de su corazón, un bloque de granito se movió a unos quince metros detrás

de él. Fynoon dio media vuelta y comenzó a apartar un cascote tras otro, asomándose

por el agujero que estaba escarbando y gritando el nombre de su joven amigo, hasta

que por fin encontró una mano y, tras la mano, un brazo y tras el brazo un hombro, un

cuerpo y una cabeza. Le llevó casi un cuarto de hora sacar por completo al muchacho

de la lapida de escombros y cuando lo hizo, agarrándolo de la cintura y llevándolo en

brazos, el chico aún estaba semi-inconsciente. Las bombas seguían cayendo, pero ya

no se veía a nadie correr por allí. La salida hacia los hangares estaba bloqueada y los

ascensores inutilizados. La nube de polvo y escoria seguía flotando a su alrededor así

que, sin perder un solo segundo más, Fynoon se pusó a caminar con Mig en brazos a

través de ella hasta el Taller B-23. Estaba parcialmente destruido y al cruzarse con

varios de sus hombres, estos le advirtieron que el puerto entero estaba siendo

arrasado y que habían recibido órdenes de evacuación inmediata. Ellos eran los

últimos. Fynoon les dijo que se fueran, que él les seguiría pero que antes debía curar

las heridas del joven que llevaba en brazos. A continuación llevó a Mig hasta su

laboratorio. Era una de las pocas estancias de todo el hangar que de momento

permanecía intacta. Agarró una enorme jeringuilla y tras elegir el sitió adecuado en el

brazo del muchacho, le pinchó con ella. Mig soltó un chillido agudo y mientras se

restregaba los ojos con los nudillos le preguntó al capitán borg con voz perezosa:

-Ey, Fynoon, ¿qué estás haciendo con eso, me has hecho daño en el brazo?

-Asegurarme de no volver a perderte, grumete.

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Page 128: Los Caminos de La Fuerza Episodio 1 El Resplandor y La Sombra

Capítulo 13

Mientras el antiguo pirata le curaba las heridas con una solución de bacta, el

muchacho observaba las pantallas de plasma que tenía delante.

-Bueno, padawan, creo que así está bien. ¿Te duele?

-Solo un poco. ¿Qué vamos a hacer ahora?

-No te preocupes, tengo los planos de este complejo grabados en mi cabeza.

Usaremos los conductos de ventilación para bajar hacia los túneles.

-¿Y qué pasa con él? -Mig señaló el monitor con la cabeza.

-¿Te refieres al negnita?

-Si. ¿Vamos a dejarlo aquí?

-Lo siento, Mig-Wan, pero no tenemos mucho tiempo...

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Page 129: Los Caminos de La Fuerza Episodio 1 El Resplandor y La Sombra

-¿Podrías al menos despertarlo de su sueño?

Les dudó, pero finalmente accedió y tras medio minuto frente a la

computadora que había tras él, se puso de nuevo en pie y agarrando a Mig del

brazo le dijo:

-Ya está, dentro de unos minutos despertará de su letargo. No envidió el

dolor de cabeza y la desorientación que va a experimentar, pero puede que

tenga una oportunidad. Y ahora nos toca a nosotros aprovechar la nuestra, así

que vamos.

Fynoon abrió una portezuela que había en el techo y ayudó al joven a

meterse dentro del conducto de la ventilación. Luego se metió él y ambos

comenzaron a reptar siguiendo la dirección que marcaba el borg, el cual iba el

primero. Hacía mucho calor allí dentro y estaba todo muy oscuro, pero se

movían con rapidez, como mamíferos en su madriguera. Pasados diez minutos

llegaron a la entrada de una especie de montacargas que parecía no funcionar.

-Espera un momento, grumete. Esto es lo más peligroso de nuestro paseito.

Me agarraré a los cables y luego tú me das la mano. Cuando te tenga bien

cogido, iré descendiendo despacio. Allá abajo están los túneles, así que ya

estamos casi.

Les se agarró a los cables que supuestamente hacían funcionar el

montacargas y luego extendió su mano.

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Page 130: Los Caminos de La Fuerza Episodio 1 El Resplandor y La Sombra

-Vamos, muchacho, no te soltaré.

Pero entonces hubo otra gran explosión, y todo tembló durante varios

segundos hasta que el amasijo de cables se desprendió de la pared haciendo que

Fynoon Les se precipitará al vacío.

Mig-Wan reaccionó al instante. Sacó la cabeza por el hueco del montacargas

y miró hacia abajo. Luego cerró los ojos y usó la Fuerza de la mejor manera que

supo, deteniendo la caída de su amigo los suficiente para que ésta, que era de

casi cuarenta metros, no pasara de un leve traspiés. A continuación, encendió su

mochila propulsora y descendió despacio por el mismo hueco por donde

acababa de caer el viejo pirata.

-Bonito artilugio ese que llevas a la espalda -le dijo cuando estuvo a su lado.

-Te lo dejaría pero no creo que aguantase tu peso.

El borg sonrió:

-Te debo una, jovencito.

-Estamos empatados.

-De acuerdo -Fynoon asintió con la cabeza-. Ah, se me había olvidado, esto

es tuyo -y a continuación sacó de algún lugar de su cinturón el sable de luz que

él le había estado guardando al muchacho desde hacía un par de días y se lo

entregó en mano-. Y ahora vamos a buscar algo que nos pueda sacar de este

cochino agujero a los dos.

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Page 131: Los Caminos de La Fuerza Episodio 1 El Resplandor y La Sombra

Mas escombros se amontonaban al final de un largo pasillo, junto a una

puerta que parecía cerrada a cal y canto. Les marco un código pero la puerta no

se abrió. Arrancó los cables los afiló con la lengua y luego los introdujo en la

base de su cráneo, donde tenía una abertura que servía para conectar su cerebro

con casi cualquier tipo de computadora. Varios segundos después, la puerta se

abrió y ambos entraron en una especie de cueva gigantesca donde un grupo de

hombres y androides los recibieron a punto de fletar un trasporte deslizador en

dirección a uno de los puertos comerciales.

-Tenemos órdenes de evacuar a todo el personal civil del Puerto Militar

hacia el puerto comercial más próximo. Tropas enemigas han tomado tierra. La

guardia defiende el Puerto pero se teme lo peor.

-¿Se sabe algo de mi padre?

-Me temo que no, muchacho, pero el caos es muy grande. La Torre del

Puerto ha sido destruida y la comunicación con el Centro de Mando y el Palacio

es defectuosa... Es posible que ahora mismo esté liderando algún escuadrón de

cazas en la defensa de la ciudad... De verdad, así lo espero.

-Está bien, teniente, procedan con la evacuación. Yo llevaré al chico con su

madre en ese deslizador biplaza de allí.

-De acuerdo capitán.

Fynoon y Mig-Wan subieron al biplaza y ambos desaparecieron por los

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Page 132: Los Caminos de La Fuerza Episodio 1 El Resplandor y La Sombra

túneles en dirección al Palacio.

No muy lejos de allí, en el Hangar 1, un pelotón de la guardia liderado por el

teniente Rupard resistía el ataque de un grupo de unos treinta hombres que

vestían diferentes tipos de armaduras mandalorianas de beskar. Varias

lanzaderas acababan de tomar tierra en el Puerto Militar y otras tantas lo

estaban haciendo en distintos puntos de la ciudad.

Los hombres de Rupard disparaban sus blasters a discreción mientras

reculaban su posición. Ahora estaban junto al Halcón Milenario, y Rupard

intentaba ponerse en contacto con Alsid Gergan, pero las comunicaciones

estaban fallando a todos los niveles debido a los continuos ataques con bombas

de iones y electromagnéticas. Finalmente, Rupard pudo hablar con el Jefe de la

Guardia y éste le ordenó abandonar el Puerto inmediatamente. Rupard le dijo a

sus hombres que debían salir de allí y que para ello usarían los aerodeslizadores

que tenían a su derecha, cerca de la entrada al hangar. A sus hombres les pareció

muy arriesgado salir a campo abierto a bordo de un aereodeslizador cuando el

cielo estaba plagado de cazas y bombarderos enemigos.

-No nos quedan más vehículos, todos nuestros cazas están en el aire y

debemos salir de aquí, así que no hay otra alternativa.

-¿Y el Halcón?

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Page 133: Los Caminos de La Fuerza Episodio 1 El Resplandor y La Sombra

-Imposible, solo el Maestro y el capitán Les tienen las claves para ponerlo en

marcha. El Halcón no nos sirve. Y el paso hacia los túneles está bloqueado.

Solo hay una opción: Trim y yo correremos hacia los aerodeslizadores y

vosotros nos cubriréis las espaldas, una vez en marcha, os haremos una señal

para que lancéis vuestras granadas frag y de aturdimiento y a continuación

saldréis cagando leches hacia aquí, ¿de acuerdo?

-De acuerdo, teniente.

Rupard y Trim salieron corriendo hacia los dos speeders mientras sus

compañeros descargaban sus blasters contra los enemigos apostados fuera del

hangar. Las bombas caían sin parar y los estallidos eran continuos. Cada uno de

ellos se subió a uno de los aerodeslizadores, pero aún no habían llegado a

ponerlos en marcha cuando aparecieron por la retaguardia un grupo de

enemigos que les lanzaron un par de detonadores termales. Éstos volaron y

luego, tras caer en tierra, rodaron hasta quedar debajo de cada speeder.

-¡¡¡Un detonador termal!!! ¡¡¡Vamos, Trim, salta!!! -le gritó Rupard mientras

salía de la cabina de su vehículo. Pero a Trim no le dio tiempo, y antes de que

pudiera siquiera levantar el portón para escapar, el detonador que tenía debajo

explotó haciendo añicos el speeder. Rupard corría para ponerse a cubierto

mientras trozos de acero y metralla caían a su alrededor. Y cuando estaba a

punto de esconderse tras el Halcón, el otro detonador estalló también y su

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Page 134: Los Caminos de La Fuerza Episodio 1 El Resplandor y La Sombra

honda expansiva lo alcanzó de lleno, lanzándolo varios metros hacia delante.

Rupard quedó tumbado inconsciente mientras sus compañeros lo miraban

incrédulos.

-No hay nada que hacer, es el fin -dijo uno de ellos.

-¡¡¡Teniente, teniente!!! ¡¡¡Trim!!!

-Olvídalos, están muertos.

-No dejéis de disparar.

-Los tenemos detrás, están también detrás.

-Seguid disparando, seguid disparando...

-Ahhh, me han alcanzado.

-Jort, Jort, maldita sea, le han dado a Jort.

-Estamos atrapados, es el fin, es el fin.

Pero justo en ese momento, los blasters que tenían en frente centraron su

fuego en otro sitio. Siguieron oyéndose disparos y se veía el resplandor

inequívoco de que sus enemigos seguían usando sus armas, pero ahora no era

contra ellos.

-¿Qué está ocurriendo, ya no nos disparan?

-No lo sé. Centraos ahora en la retaguardia, no les dejéis entrar en el hangar.

Pero era demasiado tarde, unos doce hombres habían entrado ya y se habían

parapetado detrás de un montón de escombros.

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Page 135: Los Caminos de La Fuerza Episodio 1 El Resplandor y La Sombra

-Pongámonos a cubierto detrás del Halcón.

-Jort, ¿cómo te encuentras?

-He estado mejor, desde luego.

-Vamos, te ayudaré.

-No aguantaremos mucho ahí detrás.

-Menos aguantaremos aquí.

Los hombres corrieron y se pusieron a cubierto. El cruce de disparos era

continuo.

-Estoy casi sin munición.

-Y yo.

-¿A alguien le quedan granadas?

-A mi me queda una de fragmentación.

-¿A qué esperas? ¡Lánzasela a esos malnacidos!

Los hombres aguantaron a penas un par de minutos más. A partir de

entonces, sus armas comenzaron a quedarse sin munición y el final se antojaba

ya inevitable. Uno de ellos intentó negociar una rendición pero fue acribillado

por el fuego enemigo sin ningún tipo de misericordia ante la mirada de sus

aterrados compañeros. Entonces se miraron a los ojos y se dijeron adiós.

Algunos chocaron sus manos, otros se abrazaron. Todos estaban temblando.

Pero en ese instante ocurrió algo increíble. Vieron una figura detrás de ellos que

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avanzaba con paso decidido hacia su posición entre una lluvia de disparos. Y de

repente lo vieron, vieron el resplandor verde y en ese preciso momento supieron

que estaban salvados. La espada de luz comenzó a bloquear todos los disparos

de los blasters enemigos mientras avanzaba imperturbable hacia sus agresores.

Cuando paso junto a ellos, que seguían agazapados tras el Halcón Milenario,

Trey-Jeng Solo los miró y les guiñó un ojo. Todos los pelos de sus cuerpos se

erizaron porque sabían que ya no tenían nada que temer: acababan de ser

rescatados. El Gran Maestro siguió avanzando hasta saltar tras la trinchera de

desechos enemiga. Le oyeron gritos mientras los blasters refulgían y el verde

intenso del sable de Jeng se movía de un lado para otro con una velocidad que

hacía incluso difícil seguirlo con los ojos. Y en a penas un minuto todo había

concluido.

Trey-Jeng regresó con paso lento hasta donde estaban sus hombres:

-Sargento, recoja todas las armas enemigas, las necesitaremos... ¿Estás bien,

muchacho?

El cabo Ushyi'in Jort asintió con la cabeza. A continuación, el Jedi caminó

hacia donde yacía el cuerpo de Rupard.

-Keyran, Keyran, despierta... ¿Me oye, teniente? Vamos, despierta.

Rupard abrió los ojos despacio y ante la sorpresa de todos preguntó

visiblemente desorientado:

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-¿Maestro, es usted? Debo estar soñando o tal vez muerto del todo...

-No, no estás soñando. Y desde luego tampoco muerto. Dime, ¿cómo te

encuentras?

-Me duele todo el cuerpo, pero creo que sobreviviré.

-Bien, porque te necesitamos para liberar esta ciudad.

Capítulo 14

Fuera, en el cielo de Leiascant, estaba teniendo lugar una batalla todavía más

cruenta e inmisericorde. Varias fragatas de guerra enemigas y un par de cruceros

ligeros bombardeaban sin piedad la ciudad escoltados por escuadrones de cazas Tie,

los cuales solían ser los más utilizados por las flotas piratas. Todas aquellas naves

habían salido de las entrañas del superdestructor que horas antes había aniquilado

toda oposición fuera de la atmósfera de la Luna Santuario, y que ahora orbitaba a su

alrededor lanzando de vez en cuando brutales descargas con su superlaser axial contra

puntos estratégicos de la defensa. A esas alturas de la batalla, la flota de Endor se

había reducido drásticamente a catorce escuadrones de cazas, casi todos B-Wing, X-

Wing y Nimbus, aunque también quedaban algunos escuadrones irregulares formados

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Page 138: Los Caminos de La Fuerza Episodio 1 El Resplandor y La Sombra

por A-Wing e Y-Wing que se dedicaban a hostigar hasta la extenuación a los

bombarderos enemigos de mayor tamaño. Varios de estos escuadrones irregulares

lograron derribar, con ayuda también de la artillería antiaérea, una de las fragatas

enemigas, la cual cayó sobre la Torre de Control haciéndola añicos. Aquello termino

por complicar más las comunicaciones entre los diferentes puntos de mando de la

ciudad, ya que fuera de la atmósfera, y sin ninguna oposición al respecto, el

superdestructor se había dedicado previamente a destruir todos los satélites de

telecomunicaciones de los que se servía tanto Leiascant como el resto de ciudades de

la Luna de Endor. También se estaban bombardeando las centrales eléctricas, las

fábricas, las minas de tibanna y las refinerías de hipermateria. El objetivo era dejar a

la ciudad si suministros ni energía en un ataque relámpago del que no pudiera

recuperarse. Y fuera quien fuera el que había ideado semejante ofensiva, sin duda

estaba a punto de lograr sus objetivos cuando de repente, surcando el cielo turquesa

de Endor, apareció la silueta de una nave a la que todos conocían muy bien. Aquella

aparición fue como si de pronto, dentro del interminable túnel cada vez más oscuro

en el que se hallaban, un rayo de luz los hubiera iluminado a todos. Y todos lo tenían

ahora claro, muy claro: había que seguir aquel resplandor hasta el final.

Cerca del Centro de Mando, Dirk Calrissian capitaneaba un escuadrón de X-Wing

que junto con otros dos escuadrones irregulares intentaban derribar un crucero

enemigo que concentraba su fuego sobre un Puerto Espacial casi arrasado por

completo. De vez en cuando, la barriga del crucero se abría y varias lanzaderas salían

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Page 139: Los Caminos de La Fuerza Episodio 1 El Resplandor y La Sombra

de su interior intentando a continuación tomar tierra. Los X-Wing las perseguían

hasta derribarlas, pero era difícil, pues escuadrones de cazas Tie las escoltaban y,

además, la artillería del propio crucero les cubría las espaldas.

En esa situación se hallaba el comandante Calrissian, persiguiendo una lanzadera

que descendía hacia una de las pistas del Puerto cubierta de desechos y escombro,

cuando de repente, él con parte de su escuadrón, se vieron emboscados por varios

escuadrones de interceptores Tie. Hubo un cruce de disparos pero rápidamente quedó

de manifiesto que su situación era altamente complicada, pues se hallaban en franca

inferioridad. Pidió ayuda al resto de su escuadrón, sin embargo estos estaban

demasiado ocupados manteniendo a raya a un grupo de cazas enemigos que

sobrevolaba por encima de ellos. Además, por allí cerca ya no quedaba ni una sola

batería antiaérea en pie que pudiera echarles una mano. Dirk le dijo a sus hombres

que debían olvidarse de la lanzadera y buscar al resto de cazas de su escuadrón para

protegerse. Pero era demasiado tarde, los interceptores estaban detrás de ellos y no les

daban opción, empujándolos con su fuego contra el crucero que tenían en frente.

Entonces uno de los X-Wing fue alcanzado y cayó en picado hasta chocar con uno de

los edificios medio derruidos del Puerto. Segundos después, otro X-Wing estalló

justo en el flanco izquierdo de Calrissian. La situación era del todo insalvable. “Fue

una muy mala idea perseguir esa maldita lanzadera”, pensó Dirk. Pero de repente

algo pasó a toda velocidad por delante de él. Calrissina siguió aquel objeto con la

mirada hasta distinguir la inconfundible silueta de un carguero al que conocía muy

bien:

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Page 140: Los Caminos de La Fuerza Episodio 1 El Resplandor y La Sombra

-¿Qué te ocurre, Dirk, eres incapaz de librarte de esos interceptores tan

impertinentes?

Dirk Calrissian golpeó el intercomunicador de su casco con los nudillos:

-No puede ser, ¿eres tú, Jeng?

-Si, amigo mío, el mismo que viste y calza: es tu día de suerte.

Los movimientos del Halcón Milenario entre una lluvia de artillería enemiga era

un espectáculo que Dirk había visto muchas veces pero que aún así siempre lo dejaba

boquiabierto. Era cierto que a aquel carguero YT-1300 había soportado una gran

cantidad de modificaciones, las últimas de ellas realizadas por Fynoon Les, y que por

esa razón la nave poseía infinitamente mas velocidad y maniobrabilidad que

cualquier otro carguero de similares características, e incluso que muchos modelos de

cazas supuestamente más ligeros y aerodinámicos; sin embargo, y aún así, nadie era

capaz de conducir una nave de la manera en la que lo hacía Trey-Jeng Solo. Ni

siquiera Luke Skywalker o su padre Annakin, posiblemente los dos mejores pilotos

que habían existido nunca en la galaxia hasta entonces, se le acercaban. Sus

movimientos eran suaves y certeros, adelantándose continuamente a los movimientos

de sus enemigos como si estuviera siguiendo los pasos de una coreografía largamente

ensayada. Los cañones de laser y plasma de los cazas Tie, en teoría mucho más

rápidos y ágiles en el combate directo, vaciaban sus cargadores contra él en vano.

Mientras, Jeng disparaba los cañones de plasma instalados por Les en las mandíbulas

del Halcón, y a cada disparo, un caza enemigo era derribado. Por su parte, el sargento

Weekar disparaba a discreción las baterías de laser de la panza del carguero y, a la

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vez, el teniente Rupard bombardeaba con el cañón de iones las defensas del crucero

que tenían a unos cien metros delante de ellos.

-Las defensas de ese crucero son demasiado para nuestros cañones. Ni siquiera

subiendo al máximo la potencia de nuestros disparos podremos inutilizarlas.

-Escucha, Rupard, voy a volar hasta ponerme detrás de él. Quiero que paralices

sus motores. Si lo logramos, aunque solo sea durante un par de minutos, la gravedad

hará el resto y la nave se precipitará contra el suelo. Estamos fuera de la ciudad, así

que no hay riesgo de que destruya ningún edificio.

-De acuerdo, maestro. Pero no tendremos más que una oportunidad. Luego habrá

que esperar al menos una hora hasta poder efectuar otro disparo.

-No te preocupes, te lo pondré en bandeja... Dirk, ¿me escuchas?

-Aquí estoy, Jeng, dime.

-Necesito apoyo en mi retaguardia, voy a tumbar ese crucero.

-Por supuesto, te seguimos.

El Halcón voló a toda velocidad directo hacia el crucero de guerra que vomitaba

sin parar descargas de plasma y laser contra él. Mientras, Dirk Calrissian y los restos

de su escuadrón contenían a los pocos interceptores que aún no habían sido

derribados. El último Y-Wing fue alcanzado y se precipitó contra el bosque de blasé

que tenían debajo. Calrissian hizo recuento entonces: de los tres escuadrones que él

había estado capitaneando ya solo quedaban siete X-Wing y tres Nimbus. Las naves

se agruparon y protegieron la retaguardia del Jedi, el cual seguía su vuelo

aparentemente suicida directo hacia el crucero de guerra enemigo.

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La batalla se resolvió en a penas cinco minutos, cuando Trey-Jeng realizó una

serie de maniobras increíbles frente a la poderosa nave que tenía delante, esquivando

el fuego enemigo de forma milagrosa hasta quedar detrás de sus motores. El cañón de

iones estaba preparado para realizar un único disparo a la máxima potencia, algo que

nunca habían realizado con anterioridad y que resultaba peligroso, pues la potencia

del cañón podía resultar demasiado para una nave del tamaño del Halcón Milenario.

Fynoon Les se lo había recalcado a Trey-Jeng muchas veces: “nunca pongas el cañón

al máximo si no quieres desintegrar la nave”. Pero aquella era una situación extrema

que necesitaba de actos extremos para resolverla. Rupard tenía el cañón preparado,

los potenciómetros estaban en rojo y en el habitáculo del artillero el calor había

subido como diez grados de golpe. En esos momentos el miedo se apoderó del

teniente que comenzó a pensar que el viejo carguero no resistiría.

-¿Rupard, lo tienes? -le preguntó Jeng, que había pilotado la nave hasta dejarla en

una situación inmejorable para acertar de lleno en los motores traseros del crucero

enemigo.

Rupard miró por el visor:

-Creo que si, maestro.

-Rupard, esta vez no voy a decirte cuando disparar. Pero tranquilo, confío en ti, se

que no vas a fallar.

Rupard cogió aire, fijó el objetivo y, a penas unos segundos después, apretó el

botón para que una bomba de iones saliera del cañón directa hacia los enormes

motores de la nave que tenía a escasos veinte metros de distancia, alcanzándoles de

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lleno. Enseguida se hicieron patentes los síntomas de que el ataque había conseguido

lo buscaba, pues el crucero comenzó a desestabilizarse para, a penas un minuto

después, terminar precipitándose al vacío desde una altura de unos ochocientos

metros. Al ver a su nave capitana estrellarse contra el suelo, los cazas Tie dejaron de

hostigar al grupo de Calrissian e iniciaron una maniobra evasiva, poniendo rumbo

hacia el otro crucero que todavía quedaba en el aire, el cual, escoltado por un par de

fragatas, se hallaba ahora sobrevolando el norte de la Ciudadela en dirección al

Palacio.

De repente el cielo se iluminó con un rayo que calentó el aire hasta volverlo

irrespirable. Varios segundos después se oyó una terrible explosión que procedía del

puerto comercial, situado a varios kilómetros de distancia de allí. El superdestructor

había vuelto a descargar desde el espacio su superlaser axial contra la población civil

sin ningún tipo de escrúpulo. Eso cortó de raíz todos los vítores y expresiones de

alegría que el derribo del crucero había suscitado entre los pilotos de los cazas y la

tripulación del Halcón Milenario.

-Ese superdestructor nos está haciendo polvo desde allá arriba.

-Ya le llegará su hora, comandante. Pero lo primero es ocuparnos de las naves que

han entrado en nuestra atmósfera. Que su escuadrón forme en cuña y se coloque

detrás del Halcón. ¿Tenemos contacto con el Palacio?

-Maestro, nos informan de que el resto de nuestra flota se encuentra defendiendo

el norte de la Ciudadela en situación crítica.

-Señor, nuestro escudo deflector...

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-Lo sé...

-El cañon de iones sobrecargó el núcleo de...

-Lo sé...

-Estamos expuestos.

-¿Qué te ocurre Jeng?

-Problemas en mi escudo.

-Debes aterrizar, Jeng, es muy peligroso que entres en combate con la nave en ese

estado. Podría no responderte, incluso podría sobrecargarse más y eso sería fatal.

Trey-Jeng miró al resto de la tripulación de su cabina:

-¿Qué decís muchachos?

La voz de Rupard se oyó entonces por el intercomunicador:

-¿A qué estamos esperando, maestro, tenemos que liberar esta ciudad?

Y sin más dilación, las once naves en formación de cuña se dirigieron a la zona

que en aquel momento estaba sufriendo los ataques más intensos: justo sobre el

Palacio Residencial.

Cerca del centro de la ciudad, la teniente Jamerith junto con otros miembros de la

guardia y gran cantidad de voluntarios, estaban organizando la evacuación de los

heridos hacia los hospitales de la ciudad que todavía no habían sido destruidos por el

ataque. Fundamentalmente estaban dirigiéndolos hacia el Hospital Militar de la

Ciudadela, pero debido a la intensidad del bombardeo que se estaba llevando a cabo

en esa zona en aquel momento, muchos eran enviados ahora hacia los refugios

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subterráneos del sur de la ciudad, en donde se había improvisado un centro para

atención a los heridos. Gran parte de los barrios del centro habían sido reducidos a

escombros, sin embargo ahora el ataque se estaba centrando más en la zona norte,

donde se encontraba el Puerto Militar, el Centro de Mando y el Palacio del Gran

Maestro.

-Teniente Jamerith, acabamos de establecer contacto con la Ciudadela. El Jefe

Gergan está pidiendo refuerzos para contener la invasión cerca del Palacio.

Incorpórese al grupo del capitán Seng-Ashawl inmediatamente, nosotros nos

ocuparemos de los heridos.

Deislin asintió con la cabeza completamente exhausta. Pero, justo en ese instante,

echó una mirada furtiva al cielo y allí pudo distinguir la silueta del Halcón que volaba

a toda velocidad hacia el Palacio seguido por un escuadrón de cazas. La teniente

sonrió y suspiró a la vez, de pronto el cansancio había desaparecido de su rostro:

-Capitán, el Halcón Milenario -dijo señalando al cielo con su índice.

El capitán Nendo miró hacia arriba y también dejó escapar una sonrisa de alivio. A

su lado, un grupo de camilleros se detuvo para mirar también al cielo:

-¿Qué ocurre? -preguntó entre susurros el herido al que trasportaban en la camilla.

-El Halcón Milenario acaba de cruzar por encima de nuestras cabezas -le contestó

uno de los camilleros.

-Por fin -respondió el hombre-; estamos salvados.

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Capítulo 15

Se había podido restablecer la comunicación por fin con Coruscant y la Gran

Dama en persona había grabado el mensaje holográfico que pedía ayuda a la capital

del núcleo, todavía el planeta ciudad más poderoso y rico de la galaxia. Fuera del

bunker la situación se había vuelto insostenible. Gergan y sus hombres se veían

impotentes para detener el avance de aquellos seres enfundados en armaduras

mandalorianas y que disparaban sin tregua sus blasters contra ellos. Las lanzaderas

seguían descendiendo y los cazas endorianos habían sido diezmados drásticamente.

Los úktimos B-Wing fueron derribados cuando se dio la orden en el búnker de

evacuación inmediata. Gildren se negó en rotundo, aduciendo que ella no se iría de

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Endor sin su hijo. Había recibido una hora antes una mensaje de Fynoon Les

tranquilizándola y diciéndole que estaban en camino. Pero el trayecto por los túneles

hasta Palacio había resultado un tanto peliagudo para él y para Mig-Wan, con lo que

les llevó mas tiempo del previsto realizar todo el recorrido. Muchas de las galerías

habían sido derruidas por lo que no tuvieron mas remedio que dejar el speeder

aparcado y abrir entre los escombros una vía que les permitiera seguir hacia delante.

El trayecto fue tan duro, en especial para el capitán Les, que en un momento dado

Mig le insistió en sentarse un rato para recuperar el aliento. Y es que por primera vez

en su vida el muchacho había visto al borg realmente cansado, algo que no era nada

habitual en ellos.

Fue durante ese breve descanso cuando Mig-Wan lo miró a los ojos y le dijo:

-Eh, Fynoon, estate tranquilo, mi padre está bien, lo sé. Él nos sacará de esta, ya lo

verás.

El cyborg lo miró sin dejar de jadear y luego dejó escapar media sonrisa:

-Vosotros y la Fuerza, la Fuerza y vosotros. No ha habido un solo día de mi vida

en el que no haya sentido gratitud por no haber nacido sensible a vuestro extraño

universo. Pero aún así os admiro... Si, os admiro... Vamos, pongámonos en marcha;

me daría mucha rabia que tu padre llegara a Palacio antes que nosotros. Él puede que

sea un jedi, pero yo soy un borg. Así que ya está bien de cháchara y, venga, andando,

joven padawan.

Cerca del bunker tuvieron que pasar un puesto de control que casi termina en

tragedia. Se había derrumbado parte del túnel así que una vez más no les quedó otro

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remedio que abrirse paso entre las ruinas. Fue entonces cuando fueron atacados por

fuego amigo. Un pelotón de la guardia urbana vigilaba la retaguardia y no dudó en

disparar sus blasters al detectar el más mínimo movimiento. Fynoon se identificó y

finalmente los guardias bajaron sus armas. Aún así, Les y Mig tuvieron que avanzar

hacia ellos con las manos en la nuca y caminando muy despacio. Cuando por fin los

reconocieron, se disculparon y les insistieron en que debían darse prisa, pues estaban

trasladando a toda la gente de los refugios a Ka'al Jadet, una ciudad minúscula con un

pequeño puerto comercial situada a unos doscientos kilómetros al sur de Leiascant ,

desde donde se pensaba realizar la evacuación de la población civil hacia los planetas

del núcleo. Según les contaron, allí les esperaban unas cien lanzaderas y alrededor de

unos treinta cargueros pesados preparados todos ellos para el despegue inmediato.

Fynoon les agradeció toda la información y, tras despedirse de ellos, caminó por el

túnel hacia la entrada a los pasillos que comunicaban con el búnker y los refugios

antiaéreos. Un guardia avisó por su intercomunicador, la puerta se abrió y el

muchacho y el borg entraron para dentro.

Diez minutos más tarde, una madre y un hijo se abrazaban en los sótanos del

Palacio bajo la luz mortecina de unas lámparas de neón.

-¿Dónde estabas hijo mío? ¡Qué angustia he pasado! Por favor no te apartes de mi

nunca más, nunca mas, ¿me oyes?

-Tranquila, mamá, no lo haré, no me apartaré de ti... ¿Y papá, dónde está papá?

¿Lo has visto?

-No, hijo, no lo he visto... Nadie lo ha visto.

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-¿Qué está pasando, mamá, por qué nos atacan?

-No lo sé, Mig, no lo sé... Ahora lo importante es irse de aquí cuanto antes. El

Palacio ya no es un lugar seguro -las lágrimas brotaban descontroladas de los ojos de

Gildren y ella intentó secarse las mejillas con la palma de sus manos.

-Mamá, tranquila, no te preocupes, papá está bien. Lo sé, sé que él está bien.

Y la madre volvió a abrazar a su hijo apretándolo contra ella con fuerza, como si

así fuese capaz de tejerse entre ellos un nuevo cordón umbilical que hiciera imposible

volver a separarlos. Gildren levantó la mirada y vio Fynoon Les sonriendo frente a

ella, entonces lo miró con los ojos vidriosos y vocalizó una única palabra: “gracias”.

En una galería subterránea situada a unos cincuenta metros del búnker habían

varios speeders preparados para sacar de allí de inmediato a todos los civiles. Sin

embargo había un problema: resultaba imposible usar los túneles hasta el final del

trayecto, pues los derrumbamientos ocasionados por el fuerte bombardeo habían

dejado bloqueados kilómetros y kilómetros de galerías. Se decidió entonces usar la

salida Sur 33, que desembocaba a unos cinco kilómetros de la Ciudadela en mitad del

bosque y cuyo trayecto se hallaba en perfectas condiciones para transitarlo con los

aerodeslizadores. Una vez allí, esos mismos speeders transportarían a Gildren y al

resto del personal civil hacia el puerto espacial de Ka'al Jadet, en donde ya habían

comenzado a despegar las primeras lanzaderas protegidas por artillería de iones.

-Entonces, ¿tú no vienes con nosotros? -le preguntó tembloroso Mig-Wan al viejo

pirata.

-Lo siento, padawan: mi sitio esta aquí, con la guardia. Pero no te preocupes, nos

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veremos más pronto de lo que te imaginas. No se ha inventado todavía un laser lo

suficientemente potente como para desintegrar a este viejo montón de chatarra

espacial.

El muchacho agachó la cabeza y dijo con la respiración entrecortada:

-Si ves a mi padre, dile que le estaremos esperando en Coruscant.

-Por supuesto, jovencito, será lo primero que le diga. Aunque, conociéndolo, igual

hasta puedes decírselo tú. Venga, y ahora en marcha, una lanzadera os espera... Ah, y

cuida bien de tu madre, ¿de acuerdo?

Mig-Wan asintió y acto seguido él, junto con alrededor de otros treinta civiles,

salieron del búnker y caminaron hacia los aerodeslizadores que los esperaban en una

amplia y húmeda galería cercana.

-No te preocupes por él, Mig-Wan, Fynoon sabe cuidar de si mismo. Ya verás

como no le pasa nada -le dijo su madre mientras el speeder se ponía en marcha.

-Maestro, nos informan de que ha comenzado la evacuación del personal civil del

Palacio Residencial. Al mismo tiempo, Ka'al Jadet solicitá protección aérea.

-De acuerdo, allá vamos. ¡Dirk! ¿Me recibes?

-Alto y claro, Maestro.

-El puerto de Ka'al Jadet necesita que le despejemos un poco el cielo, así que nos

vamos allí a continuar la fiesta, ¿qué te parece?

-Me parece perfecto. Aquí la cosa se estaba empezando a amuermar un poco.

-De acuerdo, sígueme. Y de paso traete a tu escuadrón contigo.

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-Por supuesto, estaría feo no invitarlos a ellos también a la jarana.

-Si, muy pero que muy feo. Chicos, agarraos, nos vamos de aquí.

El Halcón, seguido por otros ocho cazas X-Wing, puso rumbo hacia Ka'al Jadet

dejando la defensa de la Ciudadela al resto de la flota, que aún estando en franca

desventaja, y gracias sobretodo a la intervención del Jedi, había conseguido equilibrar

un poco las fuerzas. Entonces el cielo volvió a iluminarse con un resplandor azulado

que dejó a todos los pilotos ciegos por unos segundos. Cuando de nuevo abrieron los

ojos, se encontraron rodeados por una nube de humo y polvo.

-¿Qué ha pasado, maldita sea, no veo nada?

-El superdestructor ha vuelto a descargar su laser, y esta vez ha caído muy cerca.

-No veo nada y no tenemos navegación por satélite, vamos a estrellarnos si no

salimos de esta columna de humo pronto.

-Dirk, ordena a tu escuadrón que se coloquen en fila, a poca distancia entre ellos y

que cada uno siga al caza que tenga delante, ¿de acuerdo? Yo marcaré el camino.

-Está bien, Jeng, guíanos.

Trey-Jeng cerró los ojos y pilotó el carguero por entre la nube de escoria que

seguía sin disiparse. No soplaba casi viento, por lo que el humo se mantenía

suspendido y expandiéndose por la atmósfera muy despacio. Pasados un par de

minutos, Jeng y el resto de cazas salieron por fin de la oscura niebla y llegaron a una

parte del cielo que todavía se mantenía diáfana.

-Esa descarga ha tenido que caer cerca, muy muy cerca...

-Sean quienes sean esa gente son unos criminales y tendrán que pagar por todo

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esto.

-Asesinos. No tengamos piedad con ellos.

-Si pudiera los aplastaría con mis propias manos.

-¡Silencio! No quiero oír más comentarios de ese tipo. Ahora es tiempo de

proteger la ciudad, es decir, de hacer nuestro trabajo... ¿Ha quedado claro, escuadrón

de la Guardia de Leiascant?

-Si maestro, claro como el agua.

Pero entonces, de la misma negra nube de la que ellos habían salido hacia tan solo

un momento, un par de lanzaderas y un escuadrón de cazas enemigos surgieron

disparando a discreción contra ellos.

-¡Ey, nos están disparando, nos están disparando!

-¡Los tenemos detrás nuestro!

-¿Cómo han podido salir de ahí dentro? Si no se veía nada.

-Deben estar recibiendo información muy precisa desde ese superdestructor que

tenemos encima de nosotros.

-¡Me han dado, me han dado!

-Voy a intentar cubrirte...

-¡Me han dado a mi también! ¡Estoy perdiendo el control!

Jeng se había quedado bloqueado. De repente sentía algo extraño dentro de él que

no podía explicar. No, no era explicable que se le acelerara el corazón y que un nudo

le hubiera retorcido el estómago. Unos de sus hombres se le acercó y le dijo con tono

sereno, aunque no exento de preocupación:

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-Maestro, nos atacan... ¿Qué debemos hacer?

Jeng salió de su ensimismamiento para mirar a su copiloto:

-¿Cómo? Ah, si, si... Preparad los turbolasers... Teniente Rupard, no vamos a

disparar el cañón de iones de momento, así que ayude a Weekar, ¿entendido?

-Entendido, Maestro.

A continuación. Solo movió bruscamente los mandos del Halcón para que este

girara 180º y quedar frente a los cazas enemigos.

-¡Necesito ayuda, me están friendo! -gritaba Dirk por el intercomunicador.

Jeng llevó entonces a toda velocidad su nave contra los agresores mientras

disparaba sus cañones de plasma. Al tiempo, Weekar hacía lo propio con los lasers de

la barriga del Halcón. Sin embargo, el interceptor que tenían justo en frente se movía

a una velocidad endiablada y esquivaba todas y cada una de las descargar. Entonces

Trey-Jeng inició una maniobra para superar al caza por arriba, quedando así en su

cola y fuera de su campo de visión. Pero increíblemente, el caza enemigo se adelantó

a su movimiento y una certera descarga de su laser impactó de lleno en el carguero

que pilotaba el Gran Maestro. El impacto hubiera sido comprometido con el escudo

deflector a pleno rendimiento, con lo que sin él el resultado fue fatal y la nave

comenzó a caer en picado dejando en el cielo una estela de humo negro que dejaba a

las claras que el motor había sido dañado de forma irreversible. Los pilotos del

escuadrón de Calrissian observaron la escena incrédulos, y cuando ya se disponían a

hacer frente de nuevo al grupo de cazas que tenían delante, estos iniciaron una

maniobra evasiva y, junto con las dos lanzaderas que escoltaban, pusieron rumbo

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hacia Ka'al Jadet.

Calrissian intentó desesperadamente contactar con el Halcón, que había

desaparecido tras una colina. Finalmente recibió la contestación por parte del propio

Jedi:

-Bueno, parece que hemos tenido que aterrizar antes de tiempo.

-¿Estáis bien?

-Tranquilo, Dirk, estamos todos perfectamente. Escucha, ese grupo iba directo

hacia el puerto de Ka'al Jadet. Necesito un X-Wing y lo necesito ya..

-De acuerdo, uno de mis hombres aterrizará su caza en un claro que hay a

cuatrocientos metros al sur de tu posición. Solo espero que lo trates un poco mejor

que a ese montón de chatarra.

-Tranquilo, nunca me habían derribado hasta ahora y no voy a dejar que lo

vuelvan a hacer otra vez. Ese tipo tuvo mucha suerte.

-Se movía realmente rápido.

-Bah, suerte, solo fue suerte.

Tras cerrar la comunicación con Calrissian, el Jedi se dirigió a su tripulación:

-Muchachos, ha sido un placer volar con vosotros, pero ahora voy a tener que

hacerlo solo. Comunicaros con Gergan, tal vez necesitemos una escuadra para

defender Ka'al Jadet. Veinte hombres servirán. Usad los túneles, será mas seguro.

-¿Qué hacemos con el Halcón?

-Dejadlo aquí de momento. Ya lo arreglaremos cuando todo esto termine.

Diez minutos más tarde un X-Wing tomaba tierra en un claro del bosque. El piloto

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que lo conducía saludó al Jedi tras saltar de la cabina y este lo abrazó:

-Tranquilo, muchacho, vamos a ganar esta batalla -le susurró al oído. Luego subió

él también a la cabina y saludó a la unidad R2 que llevaba detrás. “¿Dónde estará mi

viejo amigo R2d2?”, se preguntó así mismo mientras cerraba el habitáculo sobre su

cabeza. Y un minuto más tarde, la nave se elevó del suelo y salió a toda velocidad a

unirse con el resto del escuadrón de Dirk Calrissian. Cuando llegó a su altura, se

habían apartado lo suficiente de la columna de humo que los había envuelto media

hora antes como para poder ver su procedencia. Venía del Palacio Residencial, el cual

se hallaba completamente en ruinas. Dirk tragó saliva ante aquella visión de la

Ciudadela reducida a escombro:

-Tranquilo, Jeng, los civiles ya habían sido evacuados. Gildren y Mig estarán a

salvo, seguro.

-Si, ellos están bien... Lo sé. Pero mucha gente inocente ha muerto esta noche, así

que tenemos que terminar con esto cuanto antes.

A continuación, Jeng ordenó que el escuadrón formara en cuña y él se puso al

frente para liderar la defensa Ka'al Jadet

Por su parte, la flota de cazas de Endor había logrado destruir otra fragata aunque

pagando a cambio un elevado coste, ya que casi la mitad de los cazas que todavía

estaban en el aire fueron derribados durante en el combate. Sorprendentemente, el

crucero espacial comenzó entonces a ganar altura y a medida que lo hacía, los Tie

enemigos se fueron retirando también con él. Los jefes de los escuadrones endorianos

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reaccionaron con cautela ante aquel inesperado gesto evasivo de la armada enemiga.

Al mismo tiempo, las pocas baterías antiaéreas que aún no habían sido destruidas,

intensificaron su fuego contra las lanzaderas que habían comenzado también a

replegarse. Se dudó en aquel momento si seguir a las naves que huían y atacarles en

la retirada o mantener la posición y permitirles la huida. Se consultó con Calrissian y

éste consultó a su vez con Trey-Jeng. El Jedi consideró un suicidio seguir a la flota

agresora y ordenó que los pocos cazas que aún permanecían en el aire se agruparan y

mantuvieran su posición, permaneciendo en todo momento alerta. Mientras, ellos

marcharían hacia Ka'al Jadet para defender el puerto, que en aquel momento estaría

plagado de civiles esperando para ser evacuados. También se informó desde Ka'al

Jadet que Coruscant, Corellia y Anaxes habían enviado parte de sus respectivas flotas

para que acudieran en ayuda de Endor, lo que inyectó aún más optimismo a los

pilotos y miembros de la Guardia que seguían luchando en la defensa de la Luna

Santuario. En cuestión de una hora, la situación parecía haber dado un giro de 180

grados y ahora la victoria parecía estar muy cerca.

“Oh, Negnia, señor del cielo, que traes luz, calor y vida. Que guardas el secreto

más antiguo, que revelas el camino al peregrino que se pierde entre las sombras. Oh,

Negnia, que viertes tu poder sobre nosotros y nos haces libres y fuertes, y todo cuanto

tocas, crece y medra. Oh, Negnia, solo tú recuerdo me trae paz y me consuela. Tu

eres nuestro refugio y nuestra patria, fin y principio de todos los caminos. Me

deslumbra solo imaginarte. Y te pienso, y entonces sé que aún no estoy muerto...”

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“Oigo ruidos, ruidos a mi alrededor. No sé donde estoy, todo está tan oscuro. ¿Me

habré quedado ciego? Lo último que recuerdo es al Jedi. Nunca vi a nadie moverse

así de rápido. Nunca vi a nadie pelear de esa manera. Es realmente invencible, tal y

como contaban de él. Sí, lo recuerdo, recuerdo que se abalanzó sobre mí y al instante

caí de rodillas. Y luego pensé en la muerte. Y recordé mi estrella, y susurré mi

plegaria, la plegaria de mis antepasados... Porque mi sangre es Benkaurii y mi dios es

el Negnia, porque mi sangre es Benkaurii y mi dios es el Negnia, y si sé quien soy yo,

entonces se donde voy, y si se donde voy, en mi corazón no cabe el miedo... Pero,

después de tantos años, ¿todavía sé quien soy? Si, lo sé: soy Tchalka Kalapawag,

primer guerrero Benkaurii. Capturado por los esclavistas del Sol Negro en el Gran

Exterminio. Me pegaron tanto, me humillaron tanto. Y aún así nunca olvidé mi

nombre, ni el de mi tribu, ni el de mi familia, ni tampoco el de mi dios... Soy Tchalka

Kalapawag, primer guerrero Benkaurii, hijo del Negnia. Mataron a los niños, a todos

los niños. A nosotros nos convirtieron en máquinas y nos dieron un número. Yo no

soy un número: soy Tchalka Kalapawag, primer guerrero Benkaurii. Sigul el

Despiadado me devolvió mi nombre. Cuanto dolor, cuanta soledad. Pero durante todo

este tiempo, incluso ahora, cuando ni siquiera sé donde estoy y solo me queda esperar

pacientemente la llegada de la muerte, siempre he sabido quien era y hacia donde me

dirigía. Y si sabes quien eres y hacia donde vas, en tu corazón no cabe el miedo. Soy

Tchalka Kalapawag, primer guerrero Benkaurii. Hijo pródigo del Negnia”.

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Capítulo 16

Quince minutos fue el tiempo que le llevó al Jedi ponerse de nuevo en marcha a

bordo de un X-Wing para liderar la defensa de Ka'al Jadet. Los mismos quince

minutos que llevaban de desventaja con respecto al escuadrón de cazas enemigos y

las dos lanzaderas a las que se acababan de enfrentar. Puede que no nos parezcan gran

cosa, pero en una batalla quince minutos es mucho tiempo, y durante ese cuarto de

hora pueden ocurrir muchas cosas. Cosas como las que ocurrieron.

En contra de lo que en un principio pensaron Trey-Jeng y sus hombres, las naves

enemigas no se dirigieron directamente hacia el Puerto sino que, en un momento

dado, cambiaron su rumbo para perseguir a un grupo de aerodeslizadores que

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trasportaban personal civil para su inmediata evacuación. No hubo piedad por parte

de los Tie y uno a uno fueron derribando todos los speeders, que a penas pudieron

oponer resistencia frente aquellos cazas enemigos, mucho más rápidos y con mayor

potencia de fuego. Finalmente terminaron estrellándose contra los bosques cercanos o

aterrizando forzosamente en los claros que encontraron en sus accidentados

descensos. El último de todos los aerodeslizadores en descender fue el que

transportaba, junto con buena parte del personal del Palacio, a Gildren Dedel y a

Mig-Wan Solo. Antes de ser atacado, un interceptor se colocó a su lado para

comunicarse con ellos. El piloto del caza invasor les pidió que tomaran tierra

inmediatamente o se verían obligados a disparar. El capitán mon calamari Gial Uzig

pilotaba el speeder y decidió hacer caso a las indicaciones que le llegaban de la nave

enemiga. Mientras tanto, Mig-Wan y su madre se daban la mano en la parte trasera

del vehículo. Tanto ellos como el resto de pasajeros habían visto como los demás

aerodeslizadores eran atacados y derribados y en aquellos momentos solo les quedaba

darse la mano unos a otros mientras esperaban a que ocurriera lo peor. El miedo en

aquel habitáculo podía verse, oírse, olerse, paladearse y hasta tocarse. Mig cerró los

ojos y apretó con fuerza la mano de su madre. Ésta lo abrazó.

-Hay alguien o algo ahí fuera -le susurró a Gildren.

-¿Qué quieres decir con eso, hijo mío?

-En ese caza, puedo sentirlo...

Entonces el speeder comenzó su descenso para posarse justo sobre una plataforma

minera que surgía de entre los árboles junto a un precipicio que cortaba la montaña

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por la mitad. La plataforma era ovalada y medía unos ochenta metros de largo. Al

descenso del speeder le siguió el descenso de las dos lanzaderas y del interceptor que

quedó detrás de ellas. El resto de cazas Tie se habían quedado atrás para repeler la

llegada de Trey-Jeng y los demás X-Wing.

Rápidamente las lanzaderas abrieron sus puertas y un total de cuarenta seres

vestidos con armaduras mandalorianas descendieron y se desplegaron apuntando sus

blasters contra el aerodeslizador capturado. Dentro de la cabina, Uzig y el resto de los

tripulantes oyeron de nuevo a través del intercomunicador la misma voz que antes les

había ordenado que tomaran tierra, y que ahora les pedía a todos que salieran del

vehículo despacio y se colocaran frente al pelotón que les estaba apuntando. La

tripulación debatió entonces si salir primero a parlamentar con los agresores o pedir

ayuda aún a riesgo de que el mensaje pudiera ser interceptado por sus captores. Lo

que ellos no sabían era que Mig-Wan ya había contactado con su padre hacía ya

algunos minutos, y que por tanto éste conocía la posición exacta donde se encontraba

su hijo. Pero antes debían deshacerse del virulento grupo de Ties que les cortaba el

paso. El Gran Maestro mostró entonces una agresividad en el aire que jamás habían

visto antes sus hombres y frente a aquella tormenta desatada por el Jedi, el escuadrón

enemigo no pudo prácticamente oponer resistencia. Aún así se perdieron otros dos X-

Wing en la batalla, reduciéndose el grupo a tan solo cuatro cazas. Y los cuatro

volaban a toda velocidad hacia las minas de Urtro. Habían dado la posición exacta de

cada uno de los speeders que habían sido derribados y habían pedido refuerzos,

incluyendo unidades médicas y de rescate para los posibles supervivientes. También,

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y una vez se había confirmado la salida de la atmósfera del crucero y del resto de

naves invasoras, el comandante Calrissian pidió un escuadrón de apoyo que debería

estar sobrevolando las minas de Urtro en unos treinta minutos aproximadamente.

Finalmente, Uzig ordenó que no se ofreciera resistencia y todos, tripulantes y

pasajeros, salieron del aerodeslizador caminando muy despacio para colocarse frente

a los cuarenta seres que los apuntaban. Uno de estos seres dio un paso al frente. La

distancia entre ellos era de unos treinta metros, así que tuvo que gritar para que se le

oyera bien:

-¿Dónde está el niño?

Mig-Wan se hallaba junto a su madre, tapado por los demás pasajeros. Miró a

Gildren y ésta le hizo un gesto para que se mantuviera quieto. Pero entonces, pasados

unos segundos y sin mediar palabra, el ser que se había dirigido a ellos previamente

disparó su blaster contra uno de los miembros de la tripulación y éste cayó al suelo

sin vida. Mig-Wan volvió a mirar a su madre y esta vez sus ojos la atravesaron por

completo. Gildren le apretó la mano con fuerza para que no pudiera soltarse, sin

embargo el joven Solo tenía claro lo que debía hacer. Y justo cuando iba dar un paso

al frente, desde el cielo llegó el sonido inconfundible de los motores de un X-Wing.

En concreto de cuatro X-Wing, que ante el estupor de unos y la alegría incontrolada

de otros aterrizaron justo en mitad de la plataforma para interponerse entre los

blasters de los agresores y los pasajeros del aerodeslizador capturado. Los primeros

dieron un paso atrás cuando vieron que de uno de estos X-Wing salía el Jedi en

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persona.

-¡¡¡Papá!!! -exclamó entre susurros Mig-Wan mientras una sonrisa partía su cara

de lado a lado. Gildren también sonrió aliviada y a continuación apretó a su hijo

contra su cuerpo. El resto de la tripulación y el pasaje mostraban los mismos signos

de alegría en los gestos que se tallaban en sus rostros y en las palabras que se

escapaban de sus labios. Y a todos ellos les había invadido la misma sensación:

estaban salvados.

Mientras, escoltado por Dirk Calrissian y los otros dos pilotos, Trey-Jeng Solo

caminaba decidido hacia el pelotón de cuarenta hombres que, aunque seguían

apuntándoles con sus armas, no dejaban de recular hacia atrás. En un momento

determinado le hizo un gesto a su comandante para que se quedara rezagado con los

otros dos pilotos. Entonces sacó su sable de luz y lo encendió ante los ojos de todos:

-No sé quienes sois ni por qué habéis hecho esto, pero tened por seguro que lo vais

a pagar muy caro.

En ese instante se oyó el ruido de un portón hidráulico que se abría y, a

continuación, el sonido de unos pasos que se se acercaban. Justo en ese momento, los

soldados invasores bajaron sus armas, agacharon la cabeza y se hicieron a un lado.

Enseguida, la figura de un ser humanoide de cerca de un metro ochenta de estatura,

vestido con una túnica oscura que cubría su cabeza y una máscara mandaloriana con

una abertura en forma de T, apareció recortada contra el azul cielo. Se acercó a Trey-

Jeng caminando despacio hasta quedar a unos diez metros de distancia. Toda esta

secuencia transcurrió en silencio, un silencio que aplastaba los tímpanos como si se

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hallasen a mil metros de profundidad bajo el océano. Mig-Wan apretó con fuerza la

mano de su madre y ésta intentó tranquilizarlo:

-No te preocupes, hijo mío, tu padre está aquí; ya no hay nada que temer.

Mig la miró y sin decir nada, agachó la cabeza para luego volver a clavar la vista

al frente con la inquietud todavía instalada en su corazón y en su rostro.

-Trey-Jeng Solo, por fin nos encontramos. Cuanto tiempo he esperado este

momento. Al fin ha llegado -la voz del enmascarado sonaba metálica, como un trozo

de hierro martilleado contra un yunque.

-Enseguida desearás que nunca hubiera ocurrido -y tras sus palabras, el Gran

Maestro se lanzó contra el ser que tenía delante y comenzó a asestarle golpes con su

sable de luz. Su adversario, mientras tanto, había sacado de algún lugar bajo su túnica

un sable de un intenso color rojo y bloqueaba con él todos los ataques del Jedi. Tras

varios segundos infructuosos, Jeng notó como su rival, con un movimiento de su

mano izquierda, empujaba la Fuerza que fluía entre ambos para lanzarlo hacia atrás

varios metros. Trey-Jeng realizó un movimiento prodigioso en el aire para conseguir

caer de pie, aunque tuvo que apoyarse en el suelo con su mano izquierda para no

perder el equilibrio. Erguido ya, buscó los ojos de su rival por entre la rendija de su

casco, pero no los encontró. Luego miró a su derecha. Allí estaba Dirk Calrissian

observándolo:

-Vamos, Jeng, termina con esto cuanto antes -le dijo mirándolo fijamente.

El Gran Maestro apretó los dientes y se lanzó en tromba de nuevo contra su

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enemigo. Hubo un intercambio larguísimo de golpes durante el cual ninguno de los

dos duelistas fue capaz de doblegar o hacer retroceder a su oponente. Calrissian

observaba la escena desde la distancia y no pudo evitar sentir cierta preocupación

cuando, de nuevo, aquel extraño ser volvió a contraatacar con otro empujón de la

Fuerza llevado a cabo esta vez con un movimiento rápido de sus dos brazos y mucho

más violento que el anterior, el cual hizo volar a Trey-Jeng hasta casi caer de la

plataforma. El enmascarado, que hasta entonces había mantenido en todo momento

una actitud defensiva, pasó al ataque y, aprovechando el desconcierto del Gran

Maestro, cargó contra él sin darle tregua. Trey-Jeng consiguió defenderse, pero los

golpes de su rival eran rápidos, fuertes y continuos.

-¿Qué le pasa? -preguntó entre susurros Gildren- ¿Por qué no lo derrota ya de una

vez?

A su lado, Mig-Wan tomo aire y, sin dejar de mirar al frente, le respondió a su

madre también entre susurros:

-Porque no puede.

Y era eso lo que realmente parecía después de casi diez minutos de combate.

Parecía que por primera vez el Gran Maestro no podía con el rival al que se estaba

enfrentando. Y todos hubieran pensado lo mismo de no ser él quien era. Por esa

razón, sus hombres y los civiles a los que había acudido a rescatar, sin entender muy

bien lo que estaba ocurriendo, no dejaban de esperar la estocada definitiva del Jedi

que atravesara el corazón de su contrincante. Pero esa estocada no llegaba y a cada

momento parecía más difícil que fuera a producirse. Volaron objetos, piedras, ramas,

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bidones oxidados abandonados en un rincón de la plataforma, pero aquel ser

enmascarado se deshizo de todos ellos partiéndolos por la mitad con su sable de color

rojo. El Jedi ya no peleaba por la victoria, ahora peleaba por su vida. Lanzó un

contraataque desesperado con las pocas fuerzas que aún le quedaban pero no sirvió de

nada. La espada roja bloqueó el ataque y luego chocó contra la verde una vez y otra,

y otra, y otra, y otra, y otra, y otra más... Hasta que el sable rojo, tras un giro tan

rápido que resultó difícil de ver incluso para los que se hallaban lejos observando

aquel épico enfrentamiento, se clavó en el abdomen del Gran Maestro atravesándolo

por completo. Un escalofrío recorrió el cuerpo de absolutamente todos los ciudadanos

de Leiascant que se encontraban en aquel lugar, presenciando un combate que

acababa de convertirse en tragedia. Gildren, en un acto reflejo, tapó los ojos de su

hijo y comenzó a temblar descontroládamente. Dirk Calrissian no se lo pensó dos

veces y desenfundó su blaster, pero antes de que pudiera dispararlo su cuerpo se

elevaba del suelo y era lanzado fuera de la plataforma, desapareciendo de la linea de

visión del resto. Los dos pilotos que le flanqueaban tenían las manos en sus armas

pero depusieron su actitud al verse amenazados por el pelotón que tenían en frente. El

mandaloriano se giró de nuevo para observar el rostro compungido de dolor del Gran

Maestro, de cuya boca no cesaba de emanar sangre y más sangre.

-Mírame bien, Jedi, y dime, ¿qué ves? ¿No ves acaso tu reflejo en mi máscara?

-Pero no puede ser... No... Puede... Ser...

Trey-Jeng a penas podía respirar, su cabeza se vencía hacia atrás y la sangre se

colaba por sus fosas nasales. Intentó golpearlo con su sable, pero su adversario lo

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Page 166: Los Caminos de La Fuerza Episodio 1 El Resplandor y La Sombra

detuvo agarrándole por el brazo. Luego le apretó la muñeca con fuerza hasta que Jeng

abrió su mano consumido por el dolor y su sable verde cayó al suelo.

-Me conoces, no mientas. Sabes quien soy. Yo se que lo sabes y esa es mi mayor

victoria.

Entonces el mandaloriano sacó su sable del cuerpo de Trey-Jeng y este cayó de

rodillas frente a él.

-Así muere un Jedi. Así nace un sith -y tras estas palabras, giró sobre sí mismo

empuñando su sable de luz para que éste sesgara la cabeza del Gran Maestro de un

solo golpe. Gildren sintió una sacudida por dentro. También su hijo, quien no había

visto la escena final de la pelea, pero que aún así sabía perfectamente como había

terminado.

Se hizo un silencio y el tiempo pareció detenerse durante varios segundos.

A continuación, el enmascarado dio media vuelta y se puso a caminar hacia donde

se hallaban los endorianos capturados. Uzig intentó cortarle el paso, pero su cuerpo

fue lanzado brutalmente contra el aerodeslizador que había a su izquierda, quedando

inconsciente en el suelo. El mandaloriano se abrió paso entonces entre los civiles, que

asustados no dudaron en apartarse, hasta quedar frente a una mujer y un niño que se

abrazaban.

-Suéltalo, mujer.

-Antes tendrás que matarme.

-Que así sea.

El asesino de Trey-Jeng levantó su mano derecha y de repente el aire dejó de

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Page 167: Los Caminos de La Fuerza Episodio 1 El Resplandor y La Sombra

llegar a los pulmones de Gildren: algo invisible estaba estrangulándola. La mujer,

convulsionando, comenzó a elevarse del suelo. Sus ojos estaban semi-cerrados y su

rostro empezaba a amoratarse.

-Por favor, no, no lo hagas. No mates también a mi madre... No, por favor.

El mandaloriano se giró hacia el niño y extendió su mano:

-Entonces ven conmigo.

Mig-Wan bajó la cabeza y luego miró a su madre, que seguía retorciéndose en el

aire. Finalmente dio un paso al frente y agarró la mano del ser que acababa de matar a

su padre. Justo en ese instante, su madre cayó al suelo medio inconsciente, respirando

entre accesos de tos incontrolada y ataques de angustia.

-Acompáñame. Ahora yo soy tu mentor.

Y ambos caminaron hacia el fondo oeste de la plataforma para subirse en el

interceptor que los esperaba con el portón abierto. Seguidamente el caza encendió sus

motores y despegó elevándose en el cielo hasta desaparecer por completo. Mientras

tanto, algunos de los soldados que vestían armaduras mandalorianas se habían

apresurado en recoger los restos del Jedi muerto. A continuación todos se subieron a

las lanzaderas y minutos después ya habían desaparecido también entre las nubes.

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Page 168: Los Caminos de La Fuerza Episodio 1 El Resplandor y La Sombra

Capítulo 17

La figura entre penumbra de un droide médico que realizaba lecturas de sus

constantes vitales fue lo primero que vio al abrir los ojos. Notó una punzada fuerte en

la base del cráneo y luego varios latigazos a la altura de las sienes. Su campo de

visión comenzó a dar vueltas de un lado para otro. Sintió mareo y náuseas. A penas

podía moverse, pero aún así intentó incorporarse. Al hacerlo, su cuerpo pareció

quebrarse y el dolor fue tan intenso que le hizo perder el conocimiento de nuevo.

La siguiente vez que recuperó la consciencia la estancia estaba a oscuras

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Page 169: Los Caminos de La Fuerza Episodio 1 El Resplandor y La Sombra

completamente, pero gracias a unos quejidos tan rítmicos como agónicos que le

llegaban por su izquierda, supo que no estaba solo allí dentro. Pasados un par de

minutos, sus ojos comenzaron a acostumbrarse a la negrura de su alrededor y poco a

poco las siluetas de otras camas fueron revelándose entre las sombras. Miró su

cuerpo: estaba entubado y lleno de sensores que vigilaban sus progresos en todo

momento. Habían varias pantallas de plasma a su derecha donde podían leerse todo

tipo de gráficos y esquemas que resultaban totalmente incomprensibles para él. Ya

no le dolía la cabeza, pero aún así le seguía pesando demasiado y su cuello a penas

podía mantenerla erguida. Intentó de nuevo incorporarse para quedar sentado sobre la

cama, pero en ese instante decenas de agujas se clavaron en diferentes partes de su

cuerpo, haciendo imposible cualquier movimiento por debajo de sus hombros.

Respiró profundamente varias veces para intentar paliar el dolor. Finalmente, tras

varios minutos sin mover un solo músculo, éste pareció empezar a remitir. Fue

entonces cuando se puso a pensar en todo lo sucedido. Intentó recordar cada instante,

cada secuencia, yendo atrás en el tiempo. Primero recordó la llamada del Centro de

Mando y como todos pensaron en que aquello no era más que una broma pesada

perpetrada por el Gran Maestro. Después las imágenes enviadas por el escuadrón de

reconocimiento aparecieron como flashes en su cabeza. A continuación recordó aquel

superdestructor disparando su superlaser axial contra el Padme, y como la mejor nave

de la galaxia era partida por la mitad llevándose la vida de cientos de hombres,

incluida la del Almirante Sarrel. Los flashes continuaron sucediéndose en su mente

uno tras otro. Todas aquellas eran imágenes que habían quedado grabadas para

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Page 170: Los Caminos de La Fuerza Episodio 1 El Resplandor y La Sombra

siempre en su cerebro: el temblor de la tierra bajo sus pies al explotar el generador

del escudo, los edificios cayendo uno tras otro derribados por un bombardeo

indiscriminado y salvaje, su impotencia y la del resto de los pilotos intentando

defender Leiascant, la angustia que se apoderó de ellos al verlo todo perdido, y la

aparición de el Halcón y como gracias a él cambió de rumbo la batalla... La sensación

de que podían ganar, la sensación de que sin duda iban a ganar, la euforia de la

victoria y, finalmente, la más brutal e inimaginable de las derrotas. Recordó también

su cuerpo elevándose en el aire y como fue empujado decenas de metros hasta caer de

la plataforma minera. Sintió entonces el mismo vacío, ese vacío que precede a la

muerte y que le estranguló por dentro mientras caía golpeándose con las ramas de los

blasé. La caída no debió durar más de unos segundos, pero para él fue interminable.

Mientras caía solo le cabía preguntarse cual sería la rama que le atravesaría el

estómago o el corazón, o si tras el último de sus latigazos llegaría por fin el fatídico

suelo, donde aquella inmisericorde laceración terminaría al fin. Y de repente todo se

apagó y ya no hubieron más recuerdos. Pero su mente volvió a echar marcha atrás y

se vio a sí mismo pronunciando aquella frase: “Vamos, Jeng, termina con esto cuanto

antes”. Y luego el rostro de su amigo apareció nítido y claro delante de él. Sus ojos lo

miraban de una forma que nunca antes lo habían mirado. En su momento no supo que

significaba aquella mirada ni aquel rostro serio que intentó esbozar una sonrisa sin

conseguirlo. Pero ahora lo comprendía todo. Si, ahora lo entendía todo y por eso el

dolor se hizo aún mas fuerte. Entonces deseó volver a sentir esas agujas clavándose

en su cuerpo en lugar del peso que le aplastaba el pecho y el corazón, porque este

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Page 171: Los Caminos de La Fuerza Episodio 1 El Resplandor y La Sombra

dolor era mucho peor que el otro. Cerró los ojos. Trey-Jeng volvió a sonreírle y las

lágrimas cayeron por sus mejillas. Y un minuto después, el agotamiento físico y

mental volvió a robarle la consciencia.

La tercera vez que despertó lo hizo rodeado de un equipo médico que lo observaba

con más dosis de curiosidad que de preocupación. Habían dos hombres, dos mujeres

y dos androides. Una de las mujeres comenzó a leer los gráficos de las pantallas que

habían a su lado mientras sus colegas asentían complacidos. Al tiempo, los dos

androides se dedicaban a trajinar con los tubos y los sensores que cubrían casi todo su

cuerpo. Pensó en incorporarse, pero recordó que las veces anteriores sus intentos

habían dado como resultado un auténtico calvario que se alargó durante muchos

minutos.

-No se mueva, no se mueva. Todavía es pronto -le dijo uno de los oficiales

médicos.

-¿Dónde estoy?

-Está en uno de los muchos hospitales de campaña que se han ido improvisando en

diferentes lugares de la ciudad para poder asistir a los heridos. Este en concreto está

bajo las ruinas de la Biblioteca de Leiascant.

-¿Cuánto tiempo llevo aquí?

-8 días.

-¿8 días?

-Tranquilícese, es un efecto normal tras una sesión en el tanque de bacta tan larga.

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Page 172: Los Caminos de La Fuerza Episodio 1 El Resplandor y La Sombra

-¿Cómo llegué hasta aquí?

-Un equipo de salvamento lo encontró cerca de las minas de Urtro. Había perdido

el conocimiento y tenía roto casi todos los huesos de su cuerpo, pero aún así tuvo

suerte, comandante. Yo diría que mucha suerte.

-¿Qué ha pasado con la ciudad? ¿Seguimos bajo fuego enemigo? ¿Hemos recibido

ayuda del Núcleo? Maldita sea, tengo que volver ahí fuera...

-Tranquilícese, comandante, todo ha terminado... Estamos en alerta, pero de

momento han cesado los bombardeos. El Gobernador se ha hecho con el control de la

ciudad y poco a poco todo está volviendo a la normalidad. Ahora lo principal es

recuperarse de sus heridas, que son muchas y muy graves, así que no se preocupe por

lo que ocurra fuera, ¿de acuerdo?

Dirk asintió con desgana.

-Sus progresos están siendo muy buenos y es posible que dentro de un par de

semanas ya esté en condiciones de abandonar este hospital.

-¡Un par de semanas! ¡Pero eso no es posible, tengo que salir de aquí cuanto antes!

Ese ejercito que nos masacró está en algún lugar ahí fuera y es cuestión de tiempo

que regresen a terminar el trabajo. Tengo que ver a Gobernador y al resto del Alto

Mando, debemos comenzar a elaborar un plan de defensa, hay que avisar a Coruscant

y al resto de mundos del Núcleo, y hay que...

El oficial médico le hizo un gesto a uno de los droides y este empujó un embolo

que conectaba directamente con un tubo que salía del brazo derecho de Calrissian.

Casi al instante, los ojos del Comandante se cerraron cayendo éste en un profundo

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Page 173: Los Caminos de La Fuerza Episodio 1 El Resplandor y La Sombra

sueño.

Cuando volvió a abrirlos, lo hizo en una sala sumida en una profunda quietud. Al

parecer, ahora estaba completamente solo en aquella estancia. Todo se hallaba

parcialmente oculto entre penumbra y tan solo la débiles luces de emergencia

permanecían encendidas. La cabeza le iba a estallar y volvió a sentir náuseas.

Entonces vio que algo se movía frente a él y a continuación una figura caminó

despacio hacia el borde de la cama.

-¿Eres mi médico, desde aquí no puedo ver bien tu rostro? Te advierto que si

vuelves a sedarme, cuando salga de aquí ajustaremos cuentas.

-No, no soy tu médico. Ni tampoco voy a sedarte. Solo me ocupo de vigilar a los

enfermos y ver que todo está en orden.

-De acuerdo, mejor así... Oye, ¿dónde están mis compañeros de habitación?

-¿Te refieres a los borg?

-No sabían que fueran borgs...

-Pues sí, lo eran. Y por eso han sido deportados con el resto de esas alimañas

traicioneras a las minas de Ja'adral, de donde ojalá nunca vuelvan a salir.

-¿De qué estás hablando?

-¿Cuánto tiempo llevas durmiendo amigo? ¿Acaso no te has enterado de las cosas

que han pasado por aquí últimamente?

-Al parecer me he perdido algo, por eso agradecería un resumen.

-El Gobernador ha desenmascarado un complot borg para hacerse con el control

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Page 174: Los Caminos de La Fuerza Episodio 1 El Resplandor y La Sombra

de Endor. Esos malditos sabotearon el generador nuclear para que la ciudad quedara

expuesta al bombardeo. Pero afortunadamente Dimor Quayk se ha hecho con el

control de la ciudad y está tratando a esos miserables como se merecen.

-¡Pero eso es absurdo! ¿Por qué no se me ha informado de ello? -Dirk intentó

levantar su cuerpo pero de nuevo el dolor se apoderó de él agarrotando sus músculos

y dejándolo completamente inmóvil.

-Ey, amigo, tranquilícese, ¿de acuerdo? Traeré un androide para que le suministre

un calmante. Pero usted quédese ahí quietecito, eh...

-Quiero ver al Capitán de la Guardia ahora mismo. Necesito que alguien me

expliqué lo que está pasando.

En ese momento un oficial médico entró por la puerta y tras dedicarle unas duras

palabras al vigilante, suministró al excitado paciente unos miligramos de reedug, lo

que hizo que éste no tardara en quedar profundamente dormido.

El rostro de un oficial médico fue lo primero que vio cuando volvió a despertar:

-Comandante Calrissian, tiene visita.

-¿Qué día es, qué hora es, dónde estoy? Me duele mucho la cabeza.

-Veo que estás mejor de lo que algunos decían.

-Esa voz, ¿eres tú, Alsid?

-Así es, he venido a ver como te encuentras, Dirk.

-Acércate, no puedo moverme y desde aquí no te veo bien.

-Bueno, yo voy a dejarles solos, por desgracia todavía quedan muchos pacientes

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Page 175: Los Caminos de La Fuerza Episodio 1 El Resplandor y La Sombra

de los que ocuparse en este hospital. Si me necesitan, utilicen el intercomunicador,

¿de acuerdo?

-De acuerdo, doctor... Bueno, ¿cómo estás? Los médicos dicen que en un par de

semanas quedarás como nuevo.. Tal ve menos.

-Si, es posible, quien sabe... Escucha, Alsid, llevo aquí encerrado mucho tiempo

pero aún así he oído cosas, cosas que no me han gustado en absoluto. La gente habla

de las minas de Ja'adral y de que los borg están siendo deportados allí porque se les

culpa del ataque. ¿Es eso cierto?

Gergan miró hacia abajo:

-Bueno, es más complicado que todo eso, pero básicamente sí, es cierto.

-Pero eso es ridículo... Y, dime, ¿qué está haciendo la Guardia al respecto?

-Lo mismo que harías tú: cumplir las órdenes.

-Me estás diciendo que tus hombres no están haciendo nada por impedir esta

locura.

-En ausencia del Jedi, el Gobernador es la máxima autoridad en Endor. Ambos, tú

y yo, debemos obedecer sus órdenes. Fue el mismísimo Trey-Jeng en persona quien

redactó esa ley.

-Eso no importa ahora...

-Me estás diciendo que la ley no importa. Ni siquiera cuando hay pruebas

irrefutables que inculpan a a un grupo de borgs del sabotaje al generador.

-Vamos, Alsid, hay cerca de 30.000 borgs viviendo en la Luna Santuario; en el

caso de que fuera cierto lo que dices, ¿me estás diciendo que todos ellos son

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Page 176: Los Caminos de La Fuerza Episodio 1 El Resplandor y La Sombra

culpables de alta traición? No ves que es absurdo. Además, me gustaría ver esas

pruebas de las que hablas. Me resulta difícil creer que un borg pudiera aliarse con

alguien enfundado en una armadura mandaloriana.

-La guerra crea extraños compañeros de cama.

-Aún así quiero ver esas pruebas. Los mandalorianos fueron los peores esclavistas

de toda la galaxia, capturaron especies enteras para entregárselas al Imperio y su

posterior cibernetización. Los borg sientes casi más odio hacia los mandalorianos que

hacia el propio Imperio, y tú lo sabes. ¿Acaso has olvidado las Guerras de Shiritoku?

-Yo no he olvidado nada, Dirk. Como Gran Capitán de la Guardia que soy, mi

obligación es hacer cumplir la ley, y ahora mismo Dimor Quayk es la ley en Endor.

-¿Y la Gran Dama? ¿Y el niño?

-La Gran Dama está recibiendo atención médica en un hospital, aunque

desconozco el emplazamiento exacto. Y en cuanto al joven Solo...

-¿Qué? ¿Qué pasa con Mig-Wan?

-Pensaba que ya lo sabías...

-No, yo no sé nada, dímelo tú.

-Los mandalorianos se lo llevaron.

-Eso no es posible. ¿Estás hablando en serio? ¡Y vosotros mientras tanto

persiguiendo a habitantes de pleno derecho de la Luna Santuario! Tengo que salir de

aquí, tengo que ver a Dimor Quayk y hacer que entre en razón antes de que sea

demasiado tarde. Todo esto es demencial...

-Cálmate, Dirk...

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Page 177: Los Caminos de La Fuerza Episodio 1 El Resplandor y La Sombra

-¿Y Les? ¿Dónde está Fynoon Les? Mírame a la cara: ¿lo habéis deportado a él

también?

-Volveré a verle cuando esté más calmado, comandante.

-Está bien, márchate, Alsid, márchate y dile al Gobernador que no pienso formar

parte de esto, ¿entendido? Trey-Jeng no lo consentiría, ¿me oyes? Y quiero acceso a

los archivos de la investigación y los quiero ya... ¡¡¡Ah, maldita sea, mi espalda!!!

¡Ese condenado dolor de espalda me está matando! Eh, no, no volváis a sedarme...

No, escucha, maldito montón de chatarra con ruedas, te he dicho que no vuelvas a...

se.. dar... mmmmeeee....

La siguiente vez que Dirk Calrissian despertó, lo hizo de nuevo en una sala

sumida en la más profunda quietud. Todo se hallaba parcialmente oculto entre

penumbra y tan solo la débiles luces de emergencia permanecían encendidas. La

cabeza le iba a estallar y volvió a sentir náuseas. Entonces vio que algo se movía

frente a él y a continuación una figura caminó despacio hacia el borde de la cama.

-¿Cómo te encuentras?

-No sé quien eres pero me da igual, este hospital se está convirtiendo en una cárcel

para mí, así que si intentas sedarme otra vez te juro que cuando salga de aquí volveré

a buscarte y te arrancaré la cabeza con mis propias manos... Mas te vale no acercarte,

¿me oyes?

-Tranquilo, no es mi mi intención inyectarte ningún narcótico. En realidad he

venido a sacarte de aquí. La ciudad corre un grave peligro.

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Page 178: Los Caminos de La Fuerza Episodio 1 El Resplandor y La Sombra

-¡Maldita sea, ya era hora! Lo sé, y parece que nadie hace nada por remediarlo...

Pero, un momento, tu voz me resulta familiar... Dime, ¿quién eres?

La fantasmal figura dio un paso al frente para salir de entre las sombras:

-Soy tu viejo amigo Luke, Luke Skywalker.

-Maestro... Pero... ¿es cierto? ¿Eres tú?

-Si, soy yo, Dirk, soy yo. Ahora escúchame bien: no tenemos mucho tiempo, la

situación empeora por momentos. Dimor Quayk se ha hecho con el control de Endor,

ha rechazado la ayuda brindada por los mundos del Núcleo y ha cerrado el espacio

aereo e interplanetario. La Luna Santuario está completamente aislada del exterior.

-Pero eso es un suicidio. Si esa flota invasora nos atacara mañana mismo, no

duraríamos ni un par de horas.

-Tal vez sí, y tal vez no.

-¿Qué quieres decir con eso, maestro?

-Que tal vez esa flota no necesite atacar Leiascant para tenerla a su merced. Pero

ahora debemos darnos prisa y sacarte de aquí cuanto antes. Deja que te ayude.

Luke retiró los cables y sensores conectados al cuerpo del comandante, a

continuación lo ayudó a ponerse en pie y juntos salieron de la sala con paso lento.

Calrissian cojeaba visiblemente y cada metro que avanzaba le resultaba un gran

esfuerzo, pero el viejo maestro le ayudaba dejando que sus hombros le sirvieran de

apoyo. Se cruzaron con varios droides, los cuales no ofrecieron resistencia ante el

oficial de mayor rango que había en Leiascant en aquel momento. El problema llegó

cuando un capitán médico les impidió llegar al ascensor que comunicaba con el piso

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Page 179: Los Caminos de La Fuerza Episodio 1 El Resplandor y La Sombra

superior. Fue entonces cuando el Luke hizo gala de su persuasión y el oficial los dejó

pasar. Usó ese truco jedi un par de veces más y finalmente llegaron a una plataforma

donde había aparcado un pequeño aerodeslizador biplaza. Y ambos volaron hacia la

residencia del comandante, en uno de los pocos edificios que todavía se mantenían en

pie en el centro de Leiascant.

Una vez allí, Luke y Calrissian estuvieron hablando hasta altas horas de la noche:

-Miles de borgs están siendo deportados a las minas de Ja'adral -dijo el viejo

maestro-, en mitad del desierto, en lo que se ha convertido en un campo de

concentración más que en un campo de trabajo. Sin juicios y sin que se haya

garantizado ni uno solo de sus derechos: simplemente han sido condenados por su

condición. Además el Gobernador está utilizando a la guardia no para defender la

ciudad de otra posible agresión, sino para controlarla y eliminar toda disidencia,

usando el miedo de los ciudadanos como un arma a su favor. Lo que está sucediendo

en Leiascant es un golpe de estado, Dirk, y todos estamos en peligro, tú, yo, la Gran

Dama... Todos, cualquiera que se oponga a esta locura.

-¿La Gran Dama? ¿Gildren?

-La tienen retenida en algún lugar de esta ciudad. He intentado encontrarla desde

que llegué aquí, hace una semana, pero me ha sido imposible dar con ella. Y debemos

hacerlo, debemos encontrar a Gildren antes de que sea demasiado tarde.

-Es increíble, cada vez que despierto es como si me diera de bruces contra la más

terrible de las pesadillas

-Es cierto, Dirk, es una pesadilla. Pero es real y debemos enfrentarnos a ella.

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Page 180: Los Caminos de La Fuerza Episodio 1 El Resplandor y La Sombra

-De acuerdo, está bien, pero ahora todo es diferente: el Maestro Skywalker está

aquí y pondrá orden en este caos. Ahora tú eres el Gran Maestro.

-Eso no es cierto y lo sabes. La ley dice que en ausencia del Gran Maestro, el

Gobernador es la máxima autoridad de Leiascant. Y que quien empuña el sable azul,

nunca podrá volver a empuñar el sable verde. La única forma de tomar el poder sería

por la fuerza.

-Pues que así sea. La gente te seguirá, la Guardia te seguirá... Tú eres Luke

Skywalker, eres el único que puede parar esta sinrazón.

-Es posible que muchos me sigan, si, pero muchos otros no. Tienen miedo y odio

en sus corazones y Quayk ha sabido usar ese miedo y ese odio en su propio beneficio.

Si intentara hacerme con el control de la ciudad por la fuerza, lo único que

conseguiría es llevar a la Luna Santuario a una guerra civil, y no estoy dispuesto a

hacer tal cosa. De momento nadie debe saber que estoy aquí, ¿has comprendido,

Dirk? Nadie debe saber de mi presencia en Endor.

-Si, entiendo lo que quieres decir... Aunque no lo comparto. La guerra civil es

cuestión de tiempo. Los borg se levantarán en armas tarde o temprano y la guardia de

Gergan no podrá contenerlos. Esta ciudad es un polvorín a punto de estallar.

-Quizá, pero ahora nuestra prioridad es el niño. Debemos encontrarlo, él es nuestra

única esperanza.

-¿Encontrarlo? ¿Y cómo vamos a hacer tal cosa? Ahora mismo esa flota

mandaloriana podría estar en cualquier lugar de la galaxia, en cualquier lugar de este

cúmulo de galaxias... Es como buscar fotón de luz entre todas las estrellas del

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Page 181: Los Caminos de La Fuerza Episodio 1 El Resplandor y La Sombra

cosmos.

-Todavía no lo sé, Dirk, pero vamos a hacerlo. Tenemos que hacerlo. Se lo

debemos a Trey-Jeng.

Los dos hombres se miraron a los ojos durante varios segundos. Se hizo entonces

el silencio y ambos pudieron oír sus propios latidos acelerados que se solapaban.

Fuera, la ciudad dormitaba sobre una quietud sepulcral. Al cabo de un rato, Dirk se

agarró los lagrimales con el índice y el pulgar de su mano derecha antes de decir:

-Me duele la cabeza, me duele mucho la cabeza... Y siento náuseas...

-Si, comandante, creo que ya es hora de terminar con esta charla y descansar. Ya

hemos tenido bastante por esta noche. Mañana seguiremos esta conversación y

veremos de qué forma nos enfrentamos a esta nueva y terrible realidad. Pero por el

momento lo mejor es recuperar fuerzas. Deja que te ayude a llegar a tu cuarto.

Luke ayudó a Dirk a ponerse en pie y ambos hombres caminaron hasta el

dormitorio del comandante. Era de noche, y las luces de los aerodeslizadores de la

guardia entraba por la ventana mezcladas con la de las estrellas que salpicaban el

despejado cielo. Al tumbarse, Luke pudo ver como dos lágrimas caían por las mejillas

de Dirk Calrissian.

-No puedo respirar, el dolor me oprime el pecho.

-Debes liberarte de esa opresión. Voy a dejarte solo para que abras la compuerta y

llores todo lo que necesites. Yo estaré en la habitación de al lado haciendo lo mismo.

Debemos aprovechar este momento, es posible que a partir de mañana ninguno de los

dos dispongamos de más tiempo para llorar.

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-Gracias, maestro. Tu presencia ha traído algo de paz a mi corazón.

-No es cierto, la paz la llevamos siempre con nosotros. Solo debemos parar a

buscarla. Pero ahora descansa, mañana será un día muy duro.

Luke abandonó la habitación y caminó hacia la sala de estar. Allí se sentó en una

silla, cabizbajo, con los codos apoyados en sus rodillas y la frente entre sus manos.

Por la ventana el paisaje que se veía era muy distinto al de hacía tan solo unos días.

Ya no quedaban casi edificios en pie, no habían luces de neón anunciando las cosas

más disparatadas, el tráfico se había reducido drásticamente y la ciudad parecía

sumida en un estado de shock que la había dejado completamente paralizada,

sobretodo durante la noche. La atmósfera que los rodeaba no era límpida sino viciada

y el aire que se respiraba sabía a sangre, a muerte y a un futuro incierto.

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Próximamente: Episodio 2: LA FORJA DE UN SITH

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