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Paramilitares y Políticos Los caminos de la alianza entre los paramilitares y los políticos De como los paramilitares ganaron varias guerras, cambiaron el mapa político del país y entraron en un proceso de negociación con el gobierno del presidente Uribe

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Los caminos de la alianzaentre los paramilitares ylos políticos

De como los paramilitares ganaron varias guerras, cambiaron elmapa político del país y entraron en un proceso de negociacióncon el gobierno del presidente Uribe

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EQUIPO DE INVESTIGACIÓN

LEÓN VALENCIADIRECTOR EJECUTIVOCORPORACIÓN NUEVO ARCO IRISMAURICIO ROMEROINVESTIGADOR ASOCIADO

LAURA BONILLAANGÉLICA MARÍA ÁRIAS ORTIZOSCAR FERNANDO SEVILLANOSEBASTIÁN DÍAZ -CARTOGRAFÍA-

BOGOTÁ., D.CFEBRERO DE 2007 Apoya

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A lo largo del año 2006 se presentaronvarios debates públicos donde salió arelucir la vinculación de algún parla-

mentario o dirigente político con los paramilitares.La respuesta inmediata del aludido era reclamarpruebas de alcance judicial: un documento, o la gra-bación de una reunión, o la declaración de un testi-go que pudiera decir que los paramilitares habíanamenazado con las armas a una población paraobligarla a votar por un candidato. Muchos de ellospersonas prestantes de reconocidas familias acudíana sus abolengos como argumento para contrarres-tar cualquier nexo con las fuerzas ilegales. Los diri-gentes políticos apelaban a este recurso para prote-gerse de la vinculación a procesos judiciales, perotambién para eludir responsabilidades políticas.

El recurso era sin duda válido en el caso de lasinvestigaciones judiciales, pero no lo era tanto en elcaso de investigaciones de carácter social y políticoen las cuales se podían derivar responsabilidadesacudiendo a otras formas de comprobación de laexistencia de alianzas y compromisos. Por ejemplo,utilizar variables como las rutas que siguió la ex-pansión paramilitar y las transformaciones que su-frió la competencia política electoral.

En la investigación de la Corporación NuevoArco Iris nos planteamos al principio –mediadosde 2004- el dilema sobre el tipo de indagación queharíamos. Con alcances judiciales o simplementecon alcances políticos. Escogimos el segundo ca-mino. Partimos de dos premisas. Una, losparamilitares en su proceso de expansión han ga-nado varias guerras regionales y han establecidoun férreo control militar del territorio; tienen ade-más la necesidad de intervenir en la campañaselectorales y la clara intención de hacerlo. Bus-can una influencia decisiva en la política regio-nal y nacional para entrar con mayor seguridadhacia unas negociaciones de paz. Dos, las elitespolíticas regionales en su afán de resistir a loscambios democráticos en el nivel nacional y a los

intentos de negociación con las guerrillas, tam-bién tienen necesidad de apoyarse en el actor ar-mado ilegal, muestran la clara intención de bus-car ese respaldo y están dispuestas a responder aalgunas exigencias de los paramilitares.

La investigación de la Corporación NuevoArco Iris llegó a la siguiente conclusión: En unagran ola de expansión los paramilitares gana-ron varias guerras y en ese proceso lograron mo-dificar sustancialmente el mapa político en 12departamentos (Ver Anexos Tablas 1,2, 3, 4 y 5),trasformar parcialmente el de otros, estableceruna gran bancada parlamentaria, influir en laselecciones presidenciales, capturar el poder lo-cal en diversas regiones del país y entrar en unproceso de negociación con el estado. Una delas consecuencias históricas más notables de esteproceso fue el desmembramiento de los Parti-dos Liberal y Conservador y el surgimiento denuevos grupos que tendrían un gran impacto enel régimen político.

Para los analistas del acontecer político nacio-nal ha pasado inadvertido el hecho de que dos delos partidos más antiguos del mundo y sin dudalos más viejos de América Latina hayan perdidolas mayorías electorales en el Congreso de la Re-pública en unos pocos años. También que los gru-pos políticos que les arrebataron esas mayorías ten-gan presencia especialmente en las zonas dondeun actor armado ilegal impuso sus dominios.

En la indagación se trabajó con investigado-res en ocho regiones del país dirigidos porMauricio Romero y León Valencia para elaborarmonografías sobre el fenómeno delparamilitarismo. La investigación –patrocinadapor el gobierno de Suecia y en la que colaboraroncentros de estudios de varias universidades- abar-caba más temas que la alianza entre paramilitaresy políticos, pero se detuvo muy especialmente eneste aspecto. Se hizo un seguimiento riguroso a

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las informaciones de prensa, se habló con múlti-ples personas en las regiones, se escudriñaron losregistros electorales del 2002, del 2003 y del 2006.Se confrontaron los datos y apreciaciones recogi-das con otras investigaciones.

Primero se averiguó como había sido la últi-ma ola de expansión de los paramilitares a lo lar-go y ancho del país ocurrida entre el año 1999 y el2003. Luego se indagó por los grupos políticos quehabían surgido o se habían fortalecido de maneraespecial en ese tiempo en las regiones de la expan-sión paramilitar y por alteraciones relevantes dela competencia política en esos lugares.

El foco de atención lo colocamos en el limita-do lapso de tiempo entre 1999 y el 2003 porquees allí donde se palpa de manera clara un interéspolítico y electoral manifiesto. Queríamos enten-der a profundidad este periodo. Aunque, claroesta, miramos un poco hacia atrás y también ha-cia delante. Estudiamos lo ocurrido en 1997 y 1998para saber que había pasado en el proceso deunidad de los grupos paramilitares dispersos yluego miramos lo acontecido entre el 2003 y el2006 para comprender los resultados últimos delplan trazado por los estrategas paramilitares o susbeneficiarios políticos.

Entre 1997 y 1998 se produce la unidad de losgrupos paramilitares que ya existían y las coopera-tivas Convivir aportan su gran torrente a este pro-ceso. A una primera reunión en abril de 1997 lasfuerzas de Córdoba y Urabá consolidadas en lasACCU, lideran la confederación de los diferentesgrupos, federación que se fortalece en una segundareunión en mayo de 1998.1

Para 1999 esas fuerzas se configuran como unverdadero ejército irregular, con un carácter parti-cularmente ofensivo, controlan territorios nuevoso afianzan su dominio en los lugares en donde yase encontraban. La guerra adquiere un nuevo ros-tro: ocupación del territorio a sangre y fuego, vin-culación masiva de los narcotraficantes en la em-presa paramilitar y una estrategia de captura delpoder local e influencia en el poder nacional.

Ya Carlos Castaño había reconocido que el se-tenta por ciento de las finanzas de lasautodefensas provenía de los negocios delnarcotráfico, pero el libro Pacto en la Sombra deEdgar Téllez y Jorge Lesmes lanzado a finales del2005 da cuenta de las reuniones que se hacen en-tre narcotraficantes y jefes de las autodefensaspara acordar caminos comunes de negociacióncon el estado y con los Estados Unidos.

Al lado de la expansión paramilitar ocurríaun fenómeno electoral muy particular. Nuevosmovimientos políticos ampliaban su influencia:Colombia Democrática, Colombia Viva, Conver-gencia Ciudadana, Convergencia Popular Cívi-ca, Movimiento de Renovación Acción Laboral,Moral, Movimiento de Integración Popular,Mipol, Equipo Colombia, Apertura Liberal, SiColombia, Integración Regional, IR, Alas, Cam-bio Radical, Movimiento Nacional Conservador,Movimiento Nacional Progresista, Dejen Jugaral Moreno -antes movimiento Defensa Ciudada-na- y sectores del liberalismo y el conservatismo.Algunos de los candidatos de estosagrupamientos sin mayor tradición política ob-tienen altas votaciones. Otros, ya curtidos en laslides electorales, consolidan su registro. En al-gunas partes se gestan candidaturas únicas aalcaldías y gobernaciones porque loscontradictores abandonan la contienda debidoa las presiones de los paramilitares.1 Castaño, Carlos. Las Autodefensas y la Paz.

Compilación oficiales de las autodefensas y deartículos sobre las autodefensas. Editorial ColombiaLibre. 2000.

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Para los elecciones de 2006, por efectos de lareforma política que obligó al reagrupamiento defuerzas, varios de estos grupos tributaron sushuestes a partidos más grandes o se fusionaronpara obtener una votación que les permitiera su-perar el umbral. No obstante algunos mantuvie-ron su sigla y compitieron con éxito en las elec-ciones. Se dio también el caso de Colombia Vivaque fue disuelto y luego revivido porque variosde sus líderes fueron expulsados en mitad de lacampaña del recién formado partido Social deUnidad Nacional al que habían ingresado.

No fue difícil establecer esta relación entre laexpansión paramilitar y la configuración de unnuevo mapa político. El mayor control paramilitarse concentró en el norte y el nororiente del país yfue allí donde, de manera más visible, surgieronnuevos grupos o se consolidaron otros. En algu-nas partes era evidente que algo anormal habíaocurrido. Ya todo el país conoce el ejemplo másestrambótico: Eleonora Pineda que saltó de serconcejal del municipio de Tierralta con 700 votosadquiridos en el corregimiento el Caramelo a Re-presentante a la Cámara con más de 82.000 votos,la mayor votación del país para esta corporación.O el de Carlos Arturo Clavijo y Rocío Árias quesin ninguna trayectoria política conformaron unafórmula exitosa para senado y cámara. Como estehay abundantes ejemplos de alteración drásticade la normalidad electoral. En otros muchos casossimplemente se sacó la conclusión de que si losparamilitares habían conquistado el control férreodel lugar era imposible que un político pudieseobtener una votación triunfadora sin un guiño delactor armado ilegal.

Era necesario en todo caso confirmar que sehabían establecido alianzas y compromisos entre lospolíticos y los paramilitares. Varios líderes de lasautodefensas reconocieron abiertamente en las en-trevistas realizadas por investigadores de la Cor-poración Nuevo Arco Iris que entre 1999 y 2003 se

habían reunido en múltiples oportunidades con di-rigentes políticos para actuar mancomunadamenteen el ámbito electoral. Los detalles de estas reunio-nes fueron contados luego por algunos protago-nistas y empezaron a salir en los medios de comu-nicación del país a finales del 2006.

Negociaciones con las Farc y laexpansión paramilitar entre 1999 y2003

En el proceso de expansión de losparamilitares, especialmente entre 1999 y 2003,logramos documentar su presencia en 223 muni-cipios en la mayoría de los departamentos del país,pero más intensa y decisivamente en 12 departa-mentos. Antioquia, Córdoba, Sucre, Bolívar, Atlán-tico, Magdalena, Cesar, Guajira, Santander, Nortede Santander, Arauca y Casanare fueron los másafectados. El énfasis es el norte y el nororiente delpaís, pero también se expandieron hacia el surcomo lo muestran los mapas elaborados por laCorporación. (Ver Mapa 1,pag 9)

El modelo de expansión se puso en práctica enla región de Urabá entre 1995 y 1997 y luego se ex-tendió a todo el país. En Urabá Carlos Castaño ganósu primera gran guerra y supo establecer las alian-zas necesarias y obtener la licencia pública que lepermitiría dominar la región. Fue una acción en-volvente. En corto tiempo acabó con la Unión Pa-triótica, doblegó a los sindicatos y a las organiza-ciones sociales e hizo replegar a las Farc a las zonasperiféricas de la región.

Un factor que contribuyó al triunfo de Castañoy a la toma de la región por los paramilitares fue elenfrentamiento entre Esperanza Paz y Libertad ylas Farc. A principios de los años noventa se habíadesmovilizado la guerrilla del Epl y se había con-formado el movimiento Esperanza, Paz y Libertad.Esta fuerza tenía una gran influencia en los munici-pios del Eje Bananero. También la tenían las Farc y

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la Unión Patriótica. Una vez firmado el acuerdo depaz del Epl empezó una dura disputa entre estasfuerzas. Las Farc se aliaron con una disidencia delEpl y comenzaron una agresión en cadena contralos de Esperanza Paz y Libertad, hecho que signifi-có el asesinato de decenas de militantes y llegó has-ta el hecho atroz de enviarle un “libro bomba” aMario Agudelo, líder del movimiento, que cobró lavida de su hijo. Al principio los de Esperanza inten-taron organizar su propia defensa y conformaron“Los Comandos Populares”, pero bien pronto acu-dieron a la ayuda de Castaño y su gente. La colabo-ración entre estos dos sectores fue decisiva para elcontrol de la región.

Otro factor importante fue la cooperación delas Fuerzas Armadas en cabeza del general RitoAlejo del Río. Los militares se percataron muypronto de la eficacia de los métodos de Castañopara arrinconar a las Farc y para liquidar a losmilitantes de la Unión Patriótica. Le dieron vía li-bre a la tarea, cosa que conoció el país en los añosposteriores cuando este general fue vinculado aprocesos penales por los hechos de esa época.

Para mediados de los años noventa ya se pre-sentaba a la región de Urabá como un modelo depacificación para el país. El costo en vidas habíasido inmenso -1456 asesinatos en 1996 y 808 en1997- según el Observatorio de Derechos Huma-nos de Vicepresidencia de la República- pero laagitación laboral, el predominio de las guerrillasy el control de las alcaldías por parte de la iz-quierda habían quedado atrás. Esperanza Paz yLibertad mantenía su destacada participación enlos gobiernos locales, pero era claro que lo ha-cían con la anuencia de Castaño.

Incluso la Iglesia ante la evidencia de que laviolencia había cedido en la región y se anuncia-ba una época de prosperidad, mantuvo cordialesrelaciones con las fuerzas paramilitares. Monse-ñor Isaías Duarte Cancino, obispo de la Diócesis

de Apartadó, saludó esta nueva época de Urabá.La legitimación que se derivó de esta actitud dela iglesia fue bien explotada por Carlos Castañoa lo largo de la década del 90.

Los rasgos de este tipo de control político, so-cial y militar sobre la región de Urabá se han hechovisibles en otras regiones, demostrando una fina ra-cionalidad en su expansión. Ganar el pulso de laconfrontación militar, buscar la aquiescencia de lasFuerzas Armadas y de otras instituciones, estable-cer alianzas con los grupos políticos locales o con-quistar la presencia directa de dirigentes propiosen los puestos de mando, hacer algunas concesio-nes económicas para afianzar el apoyo social, soncaracterísticas que se repiten a lo largo y ancho delpaís con mayor o menor éxito. Las monografías re-gionales orientadas por la Corporación Nuevo ArcoIris dan cabal cuenta de esta situación.2

Quien mejor ha explicado públicamente la es-trategia de expansión ha sido Vicente Castaño. “Tu-vimos la avalancha de gente de todo el país pidien-do que lleváramos las autodefensas, eso causo unaoleada que se desbordó en una cantidad de accio-nes armadas sin control en todo el país. Todo el

2 La Corporación Nuevo Arco Iris con el auspicio delgobierno de Suecia adelantó un proyecto deinvestigación entre finales de 2004 y mediados de2006 sobre el fenómeno del paramilitarismo y lasnegociaciones de Santa Fe Ralito. Se trabajó enmonografías regionales en Medellín, Córdoba yUrabá, Sucre, El Magdalena Grande, Cundinamarcay Bogotá, Valle, Catatumbo y Norte de Santander,Casanare y Meta. Esta labor estuvo en manos deinvestigadores regionales y contó con la colaboraciónde los centros de Estudios de las Universidades deAntioquia, Valle y Magdalena. También se hizo unseguimiento de prensa, documentos y foros públicos yse realizaron entrevistas a los propios actores delproceso de negociación a cargo de un equipo centralde investigación con sede en Bogotá. La dirección dela investigación estuvo a cargo de Mauricio Romero yLeón Valencia. Las características de la expansión ylos datos en que se sustentan está tomado de estasmonografías.

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mundo comenzó a armar grupos”, dijo. Luego agre-garía: “La primera expansión fue con Mancuso. Elformó su frente del Sinú y después empezó a ex-pandirse por toda la Costa Atlántica hasta llegar ala frontera con Venezuela”. Luego se refiere a lasresponsabilidades que asumieron los demás coman-dantes en la expansión y señala las tareas del Blo-que Central Bolívar y de Diego Murillo alías “donBerna” en el centro y el sur del país.3 Posteriormen-te da detalles de lo que el llama la última etapa dela expansión, los territorios donde sólo habíanarcotráfico y narcotraficantes. Muestra como enArauca la tarea quedó en manos de Víctor y MiguelAngel Mejía, más conocidos como los Mellizos. Enel Valle y norte del Cauca en manos de GabrielGalindo alías “Gordo Lindo”. En Meta y Casanarebajo la dirección de Miguel Arroyabe.

Una versión muy parecida de la expansión la dioIván Roberto Duque alias “Ernesto Báez” a MauricioRomero y León Valencia en una larga entrevista enmarzo de 2005. Decía Báez que a lo largo de 1999 yen los años siguientes la cúpula de las autodefensasempezó a reunirse con dirigentes políticos regiona-les, con narcotraficantes, con empresarios, con algu-nos militares, que acudían a buscar colaboración paraestablecer fuerzas paramilitares en múltiples sitiosdel país. Aportaban dinero, armas, contactos en lasregiones. El argumento que esgrimían para buscarestos acuerdos era el miedo a que se estableciera unpacto definitivo entre el gobierno del presidentePastrana y las Farc. Todos estos sectores se sentíanamenazados por estas negociaciones.

En las monografías realizadas en el marco de lainvestigación de la Corporación Nuevo Arco Iris sedetallan las características que asumió la expansiónen cada región. Queremos citar los ejemplos deMedellín, Magdalena, Norte de Santander, Meta,Arauca y Magdalena Medio por las característicasespecialmente políticas que tuvieron.

En Medellín Diego Murillo Bejarano alias“don Berna” ganó varias confrontaciones: a lasFarc y al Eln, a la banda La Terraza y finalmenteal Bloque Metro. El punto más alto en los homi-cidios fue el 2001 cuando la ciudad llegó a tener220 asesinatos por cada 100 mil habitantes, la tasamás alta de América Latina sólo explicable poruna verdadera situación de guerra.4 Se estable-ció así un control sobre la seguridad de la ciudady una influencia decisiva en los nichos electora-les de las comunas y en municipios de la zonametropolitana como Envigado y Bello.

En el Magdalena el Bloque Norte llega en el año2000 y subordina a todas las estructurasparamilitares ya existentes y al mismo tiempo so-mete sin mayor resistencia a los dirigentes políticosy a los poderes locales fraguándose una de las másextensas alianzas políticas de que se tenga noticia.Castaño ya le había ganado un pulso militar aHernán Giraldo y en los años precedentes se ha-bían presentado masacres, desapariciones y despla-zamientos. Lo que llevó a que en ese momento laocupación fuera, si se permite el término, “blanda”.

En Norte de Santander la llegada se produce enagosto de 1998 con la ronda de muerte en la carrete-ra entre el municipio de Tibú y el corregimiento deLa Gabarra, atribuidas a fuerzas bajo el mando di-recto de Salvatore Mancuso. Luego se acentúa enCúcuta donde son asesinados Tirso Vélez candidatoa la alcaldía y el ex alcalde Pauselino Camargo. Elcontrol político de la capital y de la mayoría de losmunicipios se hizo patente entre el 2002 y el 2003.

Al Meta los paramilitares llegan en julio de 1998en dos aviones fletados en Urabá repletos de hom-bres armados, quienes producen la brutal masacrede Mapiripán, y desde allí se extienden a varios mu-

3 Entrevista de Vicente Castaño con Alejandro Santos.Revista Semana, Junio 6 de 2005.

4 El general Jorge Daniel Castro hace una valoraciónde la situación de seguridad en Medellín. Diario ElColombiano. Medellín, 3 de enero de 2007.

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nicipios, incluida su capital Villavicencio. En las elec-ciones de 2002 y 2003 es palpable su influencia enese departamento. El caso más escandaloso se pre-senta en las elecciones regionales donde al princi-pio existían cinco candidatos a la gobernación e hi-cieron renunciar a tres de ellos y luego, después depasados los comicios, asesinaron al candidato per-dedor que no obedeció la orden de retirada.

A Arauca los paramilitares llegaron por Tame,el segundo municipio más rico del departamento,cercano al pie de monte y a la frontera con elCasanare. Por allí ingresó Víctor Manuel MejíaMunera, conocido luego como “Pablo Arauca”, en2001 al mando del Bloque Vencedores de Arauca,que hacia parte del Bloque Central Bolívar. A su lle-gada los paramilitares se hicieron sentir. Asesina-ron a dos congresistas de ese departamento –Alfredo Colmenares y Octavio Sarmiento- ambosoriundos de Tame. En el 2000 este municipio tuvo43 muertes violentas, en el 2001 la cifra ascendió a74, en el 2002 llegó a 138, en el 2003 fueron 210 ho-micidios y el 2004 se cerró con 202 crímenes. Asímismo en los últimos cinco años ocurrieron 16masacres en este municipio y más de 7.000 perso-nas fueron desplazadas. La intención política eraclara y la incidencia para gobernación y alcaldíasen el 2003 fue decisiva.

En el Magdalena Medio y el sur de Bolívar leganaron la guerra al Eln, impusieron su dominioen la mayoría de los municipios de la región lo queles permitió hacer grandes movilizaciones campe-sinas para impedir las negociaciones de esta gue-rrilla con el gobierno del presidente Pastrana. Setomaron a Barrancabermeja, influyeron decisiva-mente en las elecciones parlamentarias del 2002 yse hicieron a la alcaldía del municipio.

Al mirar una por una las monografías y al ex-plorar los datos del Observatorio de Derechos Hu-manos de la Vicepresidencia de la República y eltexto de Juan Carlos Garzón publicado en el libro

El poder paramilitar, encontramos que el pico másalto de la expansión lo tiene el año 2001 precisa-mente en vísperas de las elecciones parlamentariasde 2002 y en el mismo tiempo en que se estaba fir-mando el gran pacto político de julio entre la cúpu-la paramilitar y un gran número de dirigentes polí-ticos. El diario El Tiempo registró alarmado en laedición del sábado 27 de octubre de 2001 en un do-cumentado artículo que “las autodefensas estánempezando a copar ciudades intermedias y a esta-blecer corredores alrededor de las capitales inclui-da Bogotá. El crecimiento es el más grande en diezaños”. El artículo de El Tiempo hacia particularénfasis en la expansión hacia el centro y el sur delpaís. Entre enero y octubre de ese año tomaronposesión de 47 municipios de 13 departamentos,dice El Tiempo. (Ver Mapa 2, pag 10.)

Vistas las cosas desde hoy se puede ver que elcrecimiento y la expansión fueron realmente asom-brosos. En 1998 después de la unidad de los gru-pos, los efectivos de las autodefensas eran 6.000 se-gún declaraciones del propio Castaño. En el 2006cuando culminó la desmovilización parcial, en elmarco de las negociaciones con el presidente Uribe,se contabilizaron 31.000 efectivos de 37 estructurasque entregaron 17.000 armas.

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Mapa 1: 223 municipios del país registranpresencia de las autodefensas en el periodo 2000-2002. Según Estudio “Diagnóstico de situaciónde Riesgo del Municipio Colombiano” de CNAI.

Municipio que registra presencia de lasautodefensas en el periodo 2000-2002

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Municipio de expansión de lasautodefensas año 2001 según EL TIEMPO

Mapa 2: CNAIMunicipios de expansión de las autodefensasaño 2001.Fuente: Intensa Colonización ‘Para’El Tiempo, 27-10-2001.

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El aporte de las Convivir a laexpansión paramilitar

La contribución de las cooperativas Convivir ala configuración de las Autodefensas Unidas de Co-lombia y a la expansión paramilitar fue discutidadurante largo tiempo en las organizaciones de de-rechos humanos y en los grupos académicos. En unprincipio apareció más como una acusación políti-ca que como una realidad. Dado que fue el hoy pre-sidente Álvaro Uribe Vélez su principal promotorcuando oficiaba como gobernador de Antioquia, lasafirmaciones de que las Convivir habían sido deci-sivas para dar un salto en el crecimiento delparamilitarismo se entendían como una ataque po-lítico a la persona de Uribe. Pero Salvatore Mancusovino a despejar todas las dudas en el libro que hizocon la periodista Glenda Martínez.

Allí Mancuso cuenta la historia detallada de lasConvivir y la periodista la recoge así “Con las Con-vivir y la posibilidad de replicarlas entre los ganade-ros que le habían pedido apoyo en Cesar y Sucre,Mancuso se concentró en fortalecer su propia orga-nización. Rodrigo Tovar Pupo sería la cabeza en elCesar, mientras que Diego Vecino, un paisa criadoen Puerto Berrío, con intereses ganaderos en Valen-cia, con quien había compartido cuadra en el barrioLa Castellana, se encargaría de Sucre. Convencidode las bondades de este instrumento legal para de-fenderse, siguió como muchos otros en Colombia,asesorando la organización de ganaderos –a nivelnacional llegaron a ser 414-, un proceso que se inte-rrumpiría a mediados de 1996, cuando AlfonsoValdivieso emitió la primera orden de captura en sucontra, acusado del homicidio de Dagoberto Sante-ro, en la vereda El Martillo, en Sucre”.5 Mancuso pasóentonces a la clandestinidad. Luego el 7 de noviem-bre de 1997, la Corte Constitucional declaróinexequibles apartes del Decreto 356 de 1994, que dio

origen a los servicios especiales de vigilancia priva-da, Convivir. En esa sentencia el alto tribunal despo-jaba a esas organizaciones de la facultad de utilizararmas y les quitaba buena parte de las funciones decontrol y vigilancia que habían ejercido debido a losincontables atropellos que estaban cometiendo. Granparte de los jefes y de los miembros de estas organi-zaciones se fueron a acompañar a Mancuso en lasAutodefensas Unidas de Colombia.

Pero hay más. Las Convivir estaban plenamen-te articuladas al proyecto de las autodefensas des-de su fundación. Es decir, no sólo fueron la canteradonde los paramilitares reclutaron una parte de susintegrantes para su gran expansión una vez les qui-taron el respaldo legal, sino que, en el tiempo en elque contaron con la anuencia de las institucionesdel Estado, también hacía parte de la estrategiaparamilitar. Mancuso le cuenta a Glenda Martínezque por los días en que el estaba tramitando la po-sibilidad de un marco legal para desarrollar las coo-perativas de seguridad se encontró con Vicente Cas-taño en la finca Las Tangas y en esa tarde “se crea-ron las bases de lo que serían las Autodefensas Cam-pesinas de Córdoba y Uraba”. La reflexión de Cas-taño era que la guerra había entrado en una nuevaetapa y que esto exigía una coordinación y concen-tración de fuerzas, hombres, armas y municiones.Los Castaño se encargarían de la parte ilegal yMancuso por un tiempo se dedicaría a utilizar lascooperativas amparadas legalmente. Es decir, las de-nuncias de las organizaciones de derechos huma-nos estaban bien encaminadas.

¿Por qué confluyeron paramilitaresy políticos?

Desde el principio quisimos encontrarle unaexplicación sociológica y política a los aconteci-mientos ocurridos entre 1999 y 2003 y luego com-prender también lo ocurrido en el 2006. Quería-mos –además de demostrar que la motivación dela expansión paramilitar no era salvar al país del

5 Martínez, Glenda. Mancuso, Su Vida. GrupoEditorial Norma. 2004.

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demonio guerrillero- saber las razones de una mo-vilización política tan grande de significativos sec-tores de la sociedad política colombiana. Quería-mos desvirtuar la calificación de “conspiración”de un pequeño grupo, o hechos aislados, que co-múnmente le dan a estos acontecimientos secto-res de la dirigencia del país.

En los documentos emanados de las reunio-nes paramilitares y en las profusas declaracionesde Carlos Castaño después de 1997, era claro queel esfuerzo militar realizado por los paramilitares,la violenta ocupación del territorio, su inmersióncompleta en el mundo del narcotráfico, tenía, ade-más de la motivación de enriquecimiento perso-nal de los jefes, una clara intencionalidad política:buscar una negociación con el Estado. Bastaría conel siguiente texto emanado de la cumbre donde sefundan Las Autodefensas Unidas de Colombia enmayo de 1998 para aclarar la misión de las fuerzasparamilitares: “Definir las Autodefensas Unidas deColombia como un movimiento político- militar de ca-rácter anti-subversivo en ejercicio del derecho a la legí-tima defensa que reclama transformaciones del Estado,pero no atenta contra él”.6

Iván Roberto Duque cuenta como fue este pro-ceso. Dice Duque que cuando él salió de la cárcelse encontró con Carlos Castaño en un hotel de Bo-gotá y Castaño ya tenía la obsesión de buscar el agru-pamiento de todas las fuerzas paramilitares. Habíaencontrado en la muerte de su padre a manos delas Farc un relato que legitimaba su acción. Duquele planteó las limitaciones de esta historia. Le insis-tió en que la venganza no era suficiente para legiti-mar un proyecto de lucha por el poder.7

Andando el tiempo convinieron en que dedi-carían un espacio importante a construir un dis-curso más elaborado sobre la misión de losparamilitares. Durante un año, todas las mañanas,Iván Roberto Duque y Hernán Gómez, se dieron ala tarea de leer y discutir con Castaño uno a unolos más diversos temas que debían componer estapuesta en escena de un proyecto político. El exa-men fueron las entrevistas que Castaño les con-cedió a Darío Arismendi del programa Cara a Carade Caracol televisión y a Claudia Gurisati del ca-nal RCN. Tanto Arismendi como Gurisati, que nosabían el largo proceso de preparación de la pre-sentación en público de Carlos Castaño, se sorpren-dieron como todo el país con la retórica y las habi-lidades del entrevistado.

El discurso de Castaño era más que fluido, eratorrencial. Con una agilidad mental asombrosa fuehilando un argumento tras otro hasta darle forma ala idea fuerza con la que habría de jalonar la expan-sión del paramilitarismo por todo el país. Se trata-ba de un gran proyecto “contrainsurgente”. La mi-sión era derrotar la guerrilla. Liberar el norte delpaís primero y luego marchar hacia el sur.

El relato no podía ser más eficaz. El miedo ala guerrilla había crecido en esos años, tambiénel odio por la escalada de secuestros, extorsio-nes y ataques a la población civil. La desconfian-za en las instituciones se había incrementado.La percepción era que el Estado era incapaz dederrotar a la insurgencia y en algunas regioneshabía claudicado ante ella. Y ahí estaban un lí-der y una organización proclamando su decisiónde detener el avance guerrillero. La mitificaciónfue rápida. Nadie se volvió a acordar que la fa-milia Castaño venía de las entrañas del cartel deMedellín, nadie volvió a preguntar por la “claseemergente”, nadie volvió a indagar por las ra-zones del inusitado crecimiento del tráfico dedrogas y la proliferación de cultivos de coca enlas zonas de expansión de los paramilitares, muy

6 Castaño, Carlos. Op,Cit.

7 Entrevista a Iván Roberto Duque por MauricioRomero y León Valencia. Participó también JuliánBolívar jefe militar del Bloque Central Bolívar de lasautodefensas quién dio detalles especiales de laexpansión paramilitar. Marzo de 2005.

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pocos pusieron los ojos en las horrendasmasacres y en las fosas comunes que se abríanal paso de los paramilitares. El rótulocontrainsurgente lo tapaba todo.

El discurso contrainsurgente era la carta depresentación para esta negociación. Pero nece-sitaban igualmente una amplia cobertura políti-ca y eso sólo podrían obtenerlo recurriendo a laclase política regional. El orgullo y la satisfac-ción con que Salvatore Mancuso y Vicente Cas-taño reconocieron luego que tenían vínculos di-rectos con el 35 por ciento del Congreso confir-marían el empeño que habían puesto en la tareade asociarse con la clase política. También IvánRoberto Duque en las entrevistas había plantea-do que una negociación con las elites naciona-les sólo era posible si conquistaban un gran apo-yo regional, bien directamente o a través de laclase política regional.

Defensa del status quo yautoritarismos regionales

Ahora bien, las elites regionales tenían el interésde oponerse a un pacto con las guerrillas y tambiénel propósito de desatar una gran resistencia a los cam-bios democráticos que trajo la Constitución del 91. Eltrabajo del profesor Edward Gibson, de la Universi-dad Northwestern, en los Estados Unidos, nos per-mite entender algunos comportamientos locales dela clase política en Colombia a finales de los añosnoventa y principios del siglo XXI.8 Gibson da pistaspara entender la razón por la cual esa clase políticase diseminó en pequeños partidos de alcance regio-nal, la motivación que tuvo para apelar a una alianzacon los paramilitares, la resistencia a las negociacio-nes de paz con las guerrillas y a los procesos de de-

mocratización local facilitados por el marco consti-tucional de 1991 y la descentralización.

Gibson logra sustentar la tesis de que en mu-chos regímenes democráticos se presentan encla-ves autoritarios en las provincias, lo que llama“autoritarismos subnacionales”. Trae ejemplos devarios países donde a pesar de haberse producidoun salto en el pluralismo y la competencia políticaa nivel nacional, se presenta una precaria aperturademocrática en las regiones, una permanencia deelites autoritarias que controlan férreamente el po-der en las provincias.

Incluso hay un hecho paradójico que describebien Gibson. En momentos de transición democrá-tica, cuando en el centro político se producen cam-bios importantes de signo democrático, en la peri-feria las elites tienden a acentuar el autoritarismo,desarrollan estrategias duras de control territorial,acentúan la antidemocracia, capturan el poder lo-cal, como forma de resistir los cambios ocurridos anivel nacional.

Señala Gibson:“En un país democrático a nivel nacional o en

proceso de democratización, la preservación del au-toritarismo subnacional es ampliamente un produc-to de estrategias territoriales perseguidas por las elitespolíticas locales. En respuesta a los retos (u oportu-nidades) ofrecidas por la democratización nacional,las elites autoritarias subnacionales adelantan estra-tegias que maximizan los siguientes valores: control,autonomía y poder o influencia - esto es, control so-bre actores políticos en la provincia, autonomía deinfluencias nacionales, y poder sobre líderes políti-cos nacionales. Estos son valores defendidos por elitesperiféricas en el poder, en cualquier contexto de re-laciones centro-periferia, sean esas elites autoritariaso democráticas. Estos son valores que reflejan tam-bién el balance de poder entre centro y la periferia”.9

8 Gibson, Eduard, “Autoritarismo subnacional:estrategias territoriales de control político enregímenes democráticos”, DESAFÍOS # 14, Centro deEstudios Políticos e Internacionales, CEPI,Universidad del Rosario, Bogotá, 2006. 9 Ibid., pag. 213-214.

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Como respuesta a los avances democráticosque trajo la Constitución de 1991 y también comoreacción ante las posibilidades de un acuerdo depaz con las guerrillas que impulsó el gobierno deAndrés Pastrana, las elites regionales, especialmen-te las vinculadas al partido liberal, constituyerongrupos políticos regionales con férreo dominio te-rritorial y buscaron acuerdos con los paramilitares,forjando verdaderas dictaduras locales. Así mis-mo apoyaron estrategias de negociación con laselites nacionales para buscar un reacomodo delmapa político nacional. El examen juicioso de loscambios en la política regional y en la evoluciónde los paramilitares permite ver que hubo impor-tantes coincidencias entre estas fuerzas que las lle-varon a una alianza, a una coalición voluntaria, conpropósitos comunes.

La reforma política de principios de los años no-venta con la apertura al pluralismo político, la cir-cunscripción nacional para Senado y elementos demodernización del Estado, potenció enormementeel voto de opinión y los liderazgos políticos nacio-nales. La clase política se atrincheró entonces en lasregiones, dio origen a nuevos grupos, buscó proce-sos de asociación entre regiones y echó mano de laayuda que le ofrecían los paramilitares. Lograronen muchos lugares darle una verdadera bofetada alvoto de opinión y a los liderazgos más cultos e ins-truidos de Bogotá y de ciudades importantes. Larealidad es que no dejaron operar en la práctica lacircunscripción nacional de Senado y mantuvieronel carácter regional de buena parte de los senado-res. Grupos políticos que nadie conocía, personasde las que nadie sabía, resultaron de la noche a lamañana con grandes votaciones.

En la medida en que los paramilitares fueronentrando en relación con la clase política regionaltambién fueron haciendo su discurso más sofistica-do y más comprensivo de los intereses de las elitesregionales. El discurso con el cual SalvatoreMancuso oficializó su desmovilización habla de la

odiosa centralización y reclama un tipo de autono-mía regional que caza bien con la resistencia que laclase política ha hecho a la constitución del 91. DiceMancuso: “El resultado de un pacto de paz final,con todos los actores armados en algún futuro cer-cano, nos llevara sin duda a replantear nuestro mar-co político institucional. Colombia no podrá pos-tergar el anhelo regional de una mayor autonomía.Sueño con ver pronto una Colombia federal, conautodeterminación regional, unida por lazos cultu-rales e históricos comunes, pero al compás de la ten-dencia universal, que vincula provechosamente lapertenencia a la aldea global, con la vivencia coti-diana de lo local y regional. El centralismo está vivoy nos agobia. La ausencia del estado que permitióel terror de la guerrilla y el posterior nacimiento dela autodefensa, surge del modelo centralista que sólomira el ombligo de la nación, olvidando las penu-rias del resto del cuerpo10 ”.

Ya esta idea de cambiar el marco constitucionalhabía quedado consignada en el documento que ha-bían suscrito algunos mandos de las autodefensascon un gran número de dirigentes políticos en juliode 2001 donde hablaban de “refundar el país”.

La investigación se dirigió entonces a estableceren cuales territorios había logrado una mayor pre-sencia el paramilitarismo y también a examinar el des-envolvimiento de los movimientos políticos en esoslugares. Qué alteraciones había en el comportamien-to político. Qué partidos se fortalecían y cuáles sedebilitaban. Qué variaciones se presentaban en laselecciones. Para hacer más fácil la indagación con-centramos la exploración en la disputa por el Senadode la República. Entendíamos que si podíamos des-entrañar la forma como los paramilitares habían in-fluido en la composición del Senado podríamos sa-ber también su injerencia en la Cámara y en los es-pacios regionales. Ir a la cumbre de la pirámide y

10 Discurso de Salvatore Mancuso, diciembre de 2005.En http://www.salvatoremancuso.com

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devolverse para mirar la base. Partíamos precisamen-te de la idea de que la clase política había logradomantener la costumbre de agruparse alrededor deun senador de carácter regional. Veíamos que habíanlogrado que ni la elección popular de alcaldes y go-bernadores y la circunscripción nacional para Sena-do torcieran esa costumbre.

Las elecciones del 2002 cambian lahistoria política del país

El punto de llegada de la investigación nos dioesta realidad: en las elecciones del 2006, 33 sena-dores y sus fórmulas a la cámara resultaron elegi-dos en zonas de control paramilitar. Estos senado-res obtuvieron 1.845.773 votos que representan unatercera parte de la votación para Congreso y unpunto muy alto de la votación para presidente. Lagran mayoría de estos senadores habían sido ele-gidos en los nuevos grupos que aparecieron en el2002. Hay allí una continuidad de lo ocurrido en-tre las anteriores y estas elecciones.

Los analistas políticos y los medios de comuni-cación a primer golpe de vista el lunes después delas elecciones parlamentarias de marzo de 2006 pro-clamaron la disminución sensible de la influencia delos paramilitares en la política. No fue así. Una com-paración juiciosa entre lo ocurrido en el 2002 y lo ocu-rrido en el 2006 nos ha permitido concluir que sólohubo algunas variaciones que en vez de atenuar elfenómeno lo profundizaron. Habíamos documenta-do la elección de 26 senadores en zonas paras en el2002 que pusieron 1.741.947 votos (Ver Anexo 1). Enel 2006, estos partidos distribuyeron mejor y más ra-cionalmente la votación, con la cual lograron sietesenadores más con una votación no muy diferente ala de 2002. Es decir, en el 2006 aumentaron los sena-dores casi con la misma votación. (Ver Anexos 1 y 2).

Queremos que los lectores vean claramente enlos cuadros el nombre del senador, el partido por elque salió elegido y los municipios donde obtuvo

las más altas votaciones. Destacamos el hecho desu inscripción en terceros partidos y la obtenciónde un caudal importante de votos en los munici-pios o zonas donde había un notorio controlparamilitar (Ver anexo 1).

En las elecciones de Senado del 2006 (VerAnexo 2) es visible la continuidad que tienen mu-chos senadores que irrumpieron en la acción polí-tica en el 2002. También la persistencia de algunosmovimientos de los que surgieron o se consolida-ron en esos comicios.

En el cuadro de representantes a la Cámara del2006 acudimos también a buscar la coincidenciade los lugares de votación con los lugares de ex-pansión paramilitar, pero también hicimos el es-fuerzo de tratar de descubrir con qué senador ha-bían hecho fórmula o a cual le habían aportadomás votos. (Ver Anexo 3 y Mapa 2)

En el 2002 se produjeron varios fenómenosque no han sido debidamente analizados y quecambiaron el curso de la política colombiana. ElPartido Liberal y el Partido Conservador sufrie-ron importantes desprendimientos y se confor-maron o se consolidaron varios partidos o gru-pos políticos nuevos. Estos dos partidos histó-ricos perdieron las mayorías en el Congreso. Al-gunos de esos nuevos grupos cumplían la fun-ción de dar cabida a líderes políticos primeri-zos que saltaron a la vida pública de la mano dela expansión paramilitar. Otros, simplemente, lepermitían a líderes tradicionales salirse del jue-go de las grandes colectividades para estable-cer con mayor libertad sus compromisos regio-nales y organizar su votación en el marco de lastransacciones con las autodefensas. En este con-texto se produjo un hecho que no tenía antece-dentes en todo el siglo veinte: un candidato di-sidente del partido liberal derrotó al candidatooficial por un margen escandaloso de votos.

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Entre tanto, en las regiones ocurrían cambiosparalelos. En el Magdalena surgió el Movimento Re-novación Acción Laboral, Moral, el cual se exten-dió a varios lugares de la costa, llegó a Antioquia yeligió al senador Mario Uribe con una alta votación,pero no pudo elegir a Miguel Pinedo Vidal que sequemó por pocos votos. Entre el 2002 y el 2006 estemovimiento se transformó en Colombia Democrá-tica bajo la dirección de Mario Uribe. Pero aún asíla sigla de Moral siguió existiendo y en el 2006 sir-vió para dar cobijo a Karelly Lara quien llegó a laCámara por el Magdalena acompañando a PinedoVidal para el Senado. Este finalmente migró haciaCambio Radical.

En Córdoba surgió el Movimiento PopularUnido –Mpu- que llevó al congreso a Miguel dela Espriella y a Eleonora Pineda, también a JuanCarlos Sinisterra en el Valle del Cauca y su fórmu-

la a cámara. De las listas de este grupo hacían par-te también David Turbay Turbay y RodolfoGonzález García, protagonistas del proceso 8.000,quienes no resultaron elegidos. En el Bajo CaucaAntioqueño y en todo el Magdalena Medio hastalos departamentos de Caldas y Boyacá aparecióConvergencia Popular Cívica que eligió la fórmu-la de Carlos Arturo Clavijo al Senado y Rocío Ariasa la Cámara con votación en Antioquia y Santander,lo mismo que a Oscar Iván Zuluaga al Senado convotación mayoritaria en Caldas.

Como se observa estos grupos reúnen a per-sonas con grandes distancias territoriales y a lasque no es fácil encontrarles un pasado en común.¿Qué lazo podía existir entre Carlos Clavijo unhombre del campo de Santa Rosa del Sur, en elsur de Bolívar, con Oscar Iván Zuluaga un em-presario de Caldas? ¿Cómo se juntaron Eleonora

Gráfico 1: Partidos oficiales y terceros partidosen el Senado de la República.

Fuente: Observatorio del Conflicto Armado -Corporación Nuevo Arco Iris -

PORCENTAJE DE VOTACIONES Y CURULES DEL PARTIDO

LIBERAL 1998-2006

Gráfico 2: Comportamiento del Partido Liberalen el Senado de la República 1998-2006

Fuente: Observatorio del Conflicto Armado -Corporación Nuevo Arco Iris -

COMPOSICIÓN POLÍTICA SENADO DE LA REPÚBLICA

1998-2006

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Pineda del corregimiento El Caramelo enTierralta Córdoba, Juan Carlos Martínez del Nor-te del Valle y David Turbay Turbay?

En los santanderes Convergencia Ciudadana,bajo la dirección del senador Luís Alberto Gil, cam-bió la relación de fuerzas en los dos departamentoscolocando en minoría a los partidos liberal, conser-vador y la Anapo. Para el 2006 este movimiento seconvertiría en el más grande fenómeno político eli-giendo siete senadores y ocho representantes demanera directa. Logrando además una alianza conApertura Liberal que sólo presentó candidatos a lacámara en la Costa Atlántica y eligió una bancadade cinco. También se sabe de lazos muy estrechos deeste partido con parlamentarios de la U y con el re-presentante de Opción Centro un grupo que llegó alcongreso por circunscripción de minorías. El caso esque para la elección de un representante al ConsejoElectoral en el 2006 Convergencia Ciudadana logróreunir una bancada de veintiocho parlamentarios quedejó boquiabiertos a los demás partidos.

En Sucre, entre tanto, Cambio Radical eligióa Jairo Enrique Merlano como senador de la re-pública en coalición con la representante conser-vadora Muriel Benito Rebollo. También eligió alSenado a Rubén Darío Quintero de Antioquia convotos de zonas de evidente control paramilitar.En Casanare y Meta tuvo candidatos como Mi-guel Ángel Pérez involucrado en varios procesosjudiciales. Cambio Radical había sido fundado enel año 98 por dirigentes como Rafael Pardo yClaudia Blum, y sufrió muchas transformacionesdespués del 2002 con la llegada de Germán VargasLleras, quien había sido elegido por el movimien-to Colombia Siempre. Vargas Lleras tomó las rien-das del partido, consolidó las alianzas regionalesestablecidas y le dio un gran impulso hasta colo-carlo como el segundo partido uribista.

PORCENTAJE DE VOTACIONES Y CURULES DEL PARTIDO

CONSERVADOR 2006

Gráfico 3: Comportamiento del Partido Con-servador en el Senado de la República 1998-2006

Fuente: Observatorio del Conflicto Armado-Corporación Nuevo Arco Iris -

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En los departamentos de Atlántico, Magdale-na, Cesar y Guajira tomaron fuerza el Movimientode Integración Popular -Mipol- que eligió a DiebMalof, Vicente Blel Saade, Luís Vives Lacouture yMario Salomón Náder como senadores. El Movi-miento Alternativo de Avanzada Social, Alas, fueotro de los movimientos nuevos y eligió a ÁlvaroAraujo Castro como senador en coalición con el re-presentante Miguel Ángel Durán Gelvis de Integra-ción Regional, IR.

El Movimiento Nacional Conservador fue otrode los grupos que se independizó de los dos parti-dos históricos y llevó al Senado a Gabriel AcostaBendek, William Alfonso Montes Medina, JuanManuel Corzo y Javier Enrique Cáceres. A su vez,el Movimiento Nacional Progresista eligió a ÁlvaroGarcía Romero. En este caso fue evidente que diri-gentes políticos con origen conservador que teníanla certeza de obtener votaciones importantes enzonas de control paramilitar decidieron despren-derse de su partido original y tomar una sigla nue-va que les serviría para organizar más racionalmentesu accionar político. El caso de Javier EnriqueCáceres es muy especial porque llegó en 1998 alcongreso en nombre del Partido Liberal, buscó sureelección en el 2002 con el Movimiento NacionalConservador, luego se incorporó a las filas del PoloDemocrático por un corto tiempo y aterrizó en Cam-bio Radical en las elecciones de 2006. Este deambu-lar lo combinaba hábilmente con la organizaciónperiódica de debates sobre la corrupción en el con-greso nacional. Es evidente que ha tenido una claraintención de mimetizarse en cada elección. Para el2006 los nombres de Movimiento Nacional Conser-vador y de Movimiento Nacional Progresista des-aparecieron y sus miembros se sumaron a diversospartidos de la coalición uribista.

También en esa zona de la costa saltaron alprotagonismo Sí Colombia y Apertura Liberal, loscuales eligieron varios parlamentarios que cambia-ron la relación de fuerzas políticas de la región.

Equipo Colombia con base inicial en Antioquia seextendió a varias regiones del país y colocó unasorprendente bancada parlamentaria. Dejen Jugaral Moreno mantuvo su votación en Bogotá y seextendió a algunas zonas de la costa.

En algunos de estos partidos como Cambio Ra-dical o Equipo Colombia se produce una coaliciónentre líderes con voto de opinión, con una tradi-ción política muy respetable, como Germán VargasLleras y Alfredo Ramos, con dirigentes claramenteasentados en zonas paramilitares y evidentementecomprometidos con las estrategias de lasautodefensas. Lo mismo se podría decir de OscarIván Zuluaga y de otras personas que quedaroninmersas en el movimiento Convergencia PopularCívica. Lo que nos preguntamos en estasconstataciones es si se dieron cuenta o no de las fuer-zas políticas que estaban fortaleciendo. Quizás loslíderes regionales con algún compromiso con losparamilitares simplemente buscaron una buenacobija para desarrollar su proyecto. Son cosas quelas investigaciones penales dirán. También hay uncaso muy especial en el Partido Liberal , el de JuanManuel López Cabrales. Este dirigente regional tuvomomentos de gran tensión con las fuerzasparamilitares que hicieron temer por su vida, perodespués de Julio de 2001 vivió un momento de dis-tensión que le permitió sacar una alta votación parasu movimiento en el 2002 y en el 2003 y acrecentar-la aún más en el 2006.

En muchos departamentos estos nuevos parti-dos se presentaron a las elecciones en coalición condirigentes liberales y conservadores que no quisie-ron o no tuvieron necesidad de salirse de estas co-lectividades para establecer estrategias comunes confuerzas vinculadas a los paramilitares. Es el caso deJuan Manuel López, de Guillermo León Gaviria Co-rrea y Habib Mereg Marún del Partido Liberal o deCiro Ramírez y de Julio Alberto Manzur Abdala, enel Partido Conservador.

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Gráfico 4: Terceros partidos en el Senado de la Republica. Fuente: Registraduría Nacional del EstadoCivil - Observatorio del Conflicto Armado Corporación Nuevo Arco Iris.

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Gráfico 5: Terceros partidos en el Senado de la Republica 2002. Fuente: Registraduría Nacional delEstado Civil - Observatorio del Conflicto Armado Corporación Nuevo Arco Iris

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En las elecciones del 2003 estos grupos nue-vos o fortalecidos en las elecciones del 2002 sepresentaron a las elecciones locales con candi-datos propios a gobernaciones y alcaldías y ob-tuvieron una gran fuerza regional. En el inte-rregno entre las elecciones de 2002 y 2003 algu-nos grupos se unieron para formar ColombiaViva que fue el primer gran intento por darlecohesión nacional a un proyecto con vínculosclaros en las zonas paramilitares (Ver Gráficos4, 5 y 6).

La pujanza de las nuevas fuerzas se dejó sentir.Eligieron 251 alcaldes sumados los obtenidos porColombia Viva, Sí Colombia, Convergencia Popu-lar Cívica, Mipol, IR, Mpu, Alas, Moral, ColombiaDemocrática, Apertura Liberal, Cambio Radical,Convergencia Ciudadana, Equipo Colombia y Mo-vimiento Nacional, y Movimiento Conservador Pro-gresista. Mientras el Partido Liberal obtuvo 232 al-

caldes y el Partido Conservador Colombiano 160.También eligieron una cifra cercana a los 4.000 con-cejales. (Ver Anexos 4, 5, 6 y 7).

El presidente y los parlamentariosle cumplen a los paramilitares, elEstado no tenía por qué

El numeroso grupo de parlamentarios que lle-gó al Congreso con la ayuda de los paramilitares nodefraudó las expectativas que tenían lasautodefensas y los compromisos de contribuir a unanegociación de paz tal como lo habían convenidoen las reuniones realizadas. El sueño de Carlos Cas-taño parecía realizarse. Se la jugaron toda para quesaliera un marco legal generoso para tramitar lareinserción a la vida civil de los paramilitares e in-fluyeron también para que el Presidente tomara ladecisión de suspender las extradiciones de los jefesde las autodefensas en proceso de negociación. El

Gráfico 6: Terceros partidos en el Senado de la Republica 2006. Fuente: Registraduría Nacional delEstado Civil - Observatorio del Conflicto Armado Corporación Nuevo Arco Iris

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momento culminante de esta relación fue la invita-ción al Capitolio Nacional a Salvatore Mancuso,Ramón Isaza e Iván Roberto Duque para que pre-sentaran tanto el discurso que justificaba su expan-sión a lo largo y ancho del territorio nacional comosus aspiraciones políticas. La salva de aplausos querecibieron fue una muestra fehaciente de los fuer-tes lazos que se habían tejido entre la clase políticay los paramilitares11 .

Los parlamentarios vinculados de manera di-recta a las zonas de control paramilitar no estuvie-ron solos en el cumplimiento de los acuerdos esta-blecidos con estas fuerzas irregulares. Dado que elPresidente de la República había tomado tambiénla decisión de sacar adelante una negociación conlos paramilitares para llevarlos a la vida civil se creóun ambiente muy favorable en el Congreso paratodas las iniciativas legales encaminadas a propi-ciar la desmovilización y reinserción de lasautodefensas. Toda la bancada uribista acompañóla idea y también el Presidente y el Alto Comisiona-do Luís Carlos Restrepo trabajaron incansablemen-te para que ello ocurriera. No fue fácil. Los organis-mos internacionales de derechos humanos ejercie-ron una crítica implacable a las iniciativas del go-bierno en el Congreso, también la oposición delPartido Liberal y del Polo Democrático. Considera-ban estos sectores críticos que los proyectos de leyque presentaba el ejecutivo no respetaban losestándares internacionales de derechos humanos yno eran rigurosos en la defensa de la verdad, la jus-ticia y la reparación. El gobierno y los parlamenta-rios uribistas se mantuvieron firmes aún a costa deperder el sector cercano al ex presidente Gaviria yde crear mucho malestar en algunos círculos de lacomunidad internacional.

La Ley de Justicia y Paz que salió del Congresoconsagraba el carácter político del accionar de lasautodefensas y con ello trataba de obviar hacia el

futuro la amenaza de la extradición, no hacia obli-gatoria la verdad en la confesión para la obtenciónde los beneficios jurídicos y establecía un régimenblando de penas. Era una ley a la medida de lasautodefensas. La clase política había cumplido.

Pero había más fuerzas que intervendrían en laformación del marco legal para las autodefensas yen la aplicación de justicia. Estas fuerzas no estabancontroladas por la clase política y tampoco eraninfluenciables de modo absoluto por el Presidentede la República. La Corte Constitucional se inter-puso en el camino. En ejercicio legítimo del controlde las leyes retiró del marco aprobado por el con-greso el estatus político, hizo obligatoria la verdaden las confesiones y más rigurosas las penas. A suvez la Corte Suprema de Justicia y la Fiscalía man-tuvieron sus investigaciones e iniciaron procesoscontra dirigentes políticos y altos funcionarios delos cuales se tenía indicios de colaborar con losparamilitares. Estados Unidos seguía insistiendo enla extradición de algunos de los jefes paramilitaresy presionando para que no se hiciera ningún com-promiso duradero sobre el tema de la extradicióncon las autodefensas. Algunos medios de comuni-cación impresos destapaban verdaderas conspira-ciones para favorecer a los paramilitares y a los po-líticos comprometidos con ellos. La incertidumbrejurídica era evidente y el ingreso tranquillo de losparamilitares a la vida civil no estaba garantizado.Así lo sentían los paramilitares a finales de 2005 y alo largo del primer semestre del 2006.

La lealtad de los parlamentarios cercanos a losparamilitares elegidos en el 2002 y la solidaridadde toda la bancada uribista, lo mismo que el es-fuerzo del gobierno, no fue suficiente para garan-tizar que, al final de todo el proceso de aproba-ción la Ley de Justicia y Paz, el texto colmara lasaspiraciones de las autodefensas. De hecho el tex-to que salió de la Corte Constitucional sufrió unrechazo rotundo de toda la cúpula de lasautodefensas. El país estaba ya en plena campaña11 Visita al Congreso de la República de jefes

paramilitares, en julio de 2004.

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para elegir nuevos parlamentarios y probar la re-elección presidencial. La esperanza de que se pu-dieran revertir los cambios hechos por la CorteConstitucional se cifró en el nuevo congreso.

Para el 2006 la reforma política obligó al agru-pamiento de las fuerzas para alcanzar el umbraldel 2% del total de la votación nacional y este he-cho fuerza varias fusiones de los grupos que com-pitieron en el 2002 con importantes ganancias paraalgunos líderes políticos y con traumatismos paraotros (Ver gráficos 4, 5 y 6). También estaban endesarrollo las negociaciones de Santa Fé Ralito quedesataron una discusión al interior de lasAutodefensas Unidas de Colombia sobre si debíandeshacer las alianzas y compromisos establecidosen el 2002 y lanzarse a configurar un partido úni-co en la que participaran abiertamente losreinsertados, o si debían mantener su vinculacióncon diversos partidos dentro de la gran coaliciónuribista. Se impuso la segunda posición.

En este contexto se produjo la conformaciónde los partidos que habrían de competir en laselecciones parlamentarias del 2006 y que habríande conformar la nueva coalición que llevaría alpresidente Álvaro Uribe Vélez a la reelección.Los grupos más pequeños y con arraigo en lasregiones tributaron sus fuerzas a grupos másfuertes con presencia en las grandes ciudades ycon voto de opinión para conformar partidos demayor arrastre y capacidad de negociación. Seprodujo entonces la unidad entre el uribismourbano y el uribismo rural. Surgió el Partido dela Unidad Nacional, se creció Cambio Radical,también Convergencia Ciudadana, se fusiona-ron Alas y Equipo Colombia, lograron subsistirColombia Democrática y Colombia Viva. DejenJugar al Moreno se hundió por la incapacidadpara obtener los votos que le permitieran saltarel umbral pero fue evidente que aumentó suvotación y amplió su cobertura a municipios dedura presencia del paramilitarismo.

Este proceso no estuvo exento de tensiones.Quizás las dos más importantes fueron: la que lle-vó al regreso del sector del ex presidente CesarGaviria al Partido Liberal y la que indujo a la expul-sión de varias candidatos a Congreso de las listasdel Partido de la U, Cambio Radical y ColombiaDemocrática. En el centro de estas disputas estuvoel tema paramilitar.

El sector político que en los últimos años ha ac-tuado bajo la influencia de Cesar Gaviria Trujillohabía prestado una contribución invaluable al triun-fo presidencial de Álvaro Uribe Vélez en el 2002.Uribe, un líder político de provincia, era poco co-nocido en el país cuando se le metió en la cabeza laidea de competir por la presidencia. Se sabían desus ejecutorias en Antioquia y se tenía un recuerdolejano de cuando ocupó una banca en el Congresode la República. Para marzo de 2001 apenas conta-ba con un registro del 2% en las encuestas. La vin-culación de seguidores de Gaviria a la campaña ledio un gran impulso. Se sabe de la importante in-fluencia que en los últimos años ha tenido este sec-tor en los medios de comunicación y en la opiniónpública, de la relevancia de personas como RafaelPardo, Rudolf Hommes y Andrés González.

No es exagerado decir que esta alianza le abriólas puertas a Uribe en Bogotá y en otras partesdel país. La motivación de Gaviria era clara. Detiempo atrás tenía una dura rivalidad con Serpay con Samper a los que consideraba no plenamen-te libres de pecado en el proceso ocho mil y re-presentantes del clientelismo al interior del par-tido liberal. Para atravesarse en el camino de es-tos prefirió la alianza con un candidato con el queno tenía muchos vínculos.

La alianza se rompió en la discusión sobrela ley de justicia y paz. Rafael Pardo adelantóuna férrea oposición a concederles estatus polí-tico a las autodefensas y a darles un trato espe-cial y generoso inspirado en el indulto y la am-

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nistía. Abogó por mayores exigencias de verdad,justicia y reparación acudiendo más a la ideade sometimiento a la justicia que a la de nego-ciación política. En estas discusiones logró elapoyo de otros líderes uribistas como GinaParody y Luís Fernando Velasco.

La reciedumbre que tuvieron los debates en elcongreso dejó ver que había algo más que una dis-puta por la calidad de una ley. Bien pronto la dis-cusión derivó hacia la valoración del conjunto delfenómeno y hacia el tipo de tratamiento que el Es-tado le debía dar a los paramilitares y a losnarcotraficantes. Cesar Gaviria y sus amigos máscercanos vieron que detrás de todo estaba unaalianza entre sectores de la clase política regionaly los paramilitares. Vieron además que esa fuerzaemergente con base en las zonas rurales estaba tra-tando de echar para atrás algunas de las conquis-tas de la Constitución del 91 de la cual ellos ha-bían sido protagonistas de primera línea. Por exa-men racional o por pura intuición se dieron cuen-ta que lo que estaba en juego era el proyecto demodernización democrática iniciado a principiosde los años noventa mediante la alianza entre elpresidente Gaviria, la AD-M19 y sectores delconservatismo.

La ruptura fue traumática. El ex presidente sevino de Washington donde acababa de dejar el car-go de Secretario General de la OEA para encabe-zar el Partido Liberal. Desde allí declaró una opo-sición radical. Pardo que había participado en elintento de formar un partido nuevo para continuarsu respaldo a Uribe volvió a las filas liberales,Rudolf Hommes dejó su puesto de asesor presi-dencial y desde las columnas de El Tiempo empe-zó a fustigar los signos autoritarios que mostrabael gobierno de Uribe.

El otro incidente vino por cuenta de las infor-maciones que empezaron a salir a la opinión pú-blica a finales del año 2005 sobre reuniones entre

líderes políticos y jefes paramilitares para forma-lizar acuerdos con miras a las elecciones del 2006.Gina Parody y otros parlamentarios o candida-tos empezaron a ejercer presión en las filas de lospartidos uribistas para que se expulsara de laslistas a quienes estaban más abiertamente impli-cados. También la embajada de Estados Unidosinsistía en el tema. A Juan Manuel Santos, GermánVargas Lleras y Mario Uribe, no les quedó másremedio que dejar por fuera de sus colectivida-des a varios de los señalados. Fue el primer avisode que tarde o temprano se iba a producir un es-cándalo de grandes dimensiones sobre la vincu-lación entre paramilitares y políticos.

En las filas paramilitares también se realizaronintensas discusiones sobre la estrategia electoralpara el 2006. El sector de Salvatore Mancuso, DiegoMurillo Bejarano alias “don Berna” y Rodrigo TovarPupo alias Jorge 40, estimulado por la acogida ini-cial que tuvo en la opinión pública la negociaciónentre los paramilitares y el gobierno de Uribe y porla gran exposición que tenían los jefes de lasautodefensas en los medios de comunicación, em-pezaron a acariciar la idea de conformar un movi-miento político nacional propio y de saltar de ma-nera directa a la disputa electoral.

La ilusión fue tal que alcanzaron a realizaruna reunión de delegados de los gruposparamilitares de varios lugares del país enMedellín convocados por la Corporación Demo-cracia a principios del 2005 para discutir las ba-ses del movimiento y darle una dirección y unplan nacional. En este evento tuvo una destacadapresencia Carlos Alonso Lucio quien oficiabacomo asesor nacional del proyecto. En cambio elBloque Central Bolívar en cabeza de Iván Rober-to Duque alias “Ernesto Baéz”, de Carlos MarioJiménez alias “Macaco” y de Rodrigo Pérez Al-zate alias “Julián Bolívar” se oponía rotundamen-te a este proyecto y planteaban que lasautodefensas debían persistir en los acuerdos y

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alianzas con los movimientos políticos estableci-dos y canalizar la participación de dirigentesparamilitares en la contienda electoral a travésde esos grupos.

“Es una mala pelea, decía Báez. Los políticosque nos han acompañado van a recelar, lo más pro-bable es que entremos en disputas que no favore-cen para nada la negociación y la reinserción a lavida civil, es mejor seguir en la estrategia de lasalianzas regionales”.12 En la reunión de Medellínno hicieron presencia delegados importantes delBloque Central Bolívar.

Aún así el documento que salió de aquella citaplanteó “nombrar una comisión que será la encarga-da de adelantar todas las actividades políticas. Cadaestructura de las presentes debe nombrar un repre-sentante para conformar la comisión. En primer ins-tancia se aprueba presentar las propuestas políticas,empezando por Antioquia, de acuerdo a las instruc-ciones del comandante “Adolfo Paz”. Señalan ademásque hay varias necesidades inmediatas: centralizar ydarle identidad a lo que se llama trabajo social y polí-tico de las AUC; generar un proyecto político de nivelnacional, superando la dificultad de la federalizaciónexagerada con que nacieron las AUC; y seguir enar-bolando los postulados de antiinsurgencia, justifica-ción histórica de la autodefensa.13

En ese tiempo se empezaron a lanzar nombrespara integrar las listas. Zulema Jattín planteó quesu fórmula a Cámara por Córdoba sería Jairo An-drés Angarita, un ex militar que había sido la manoderecha de Mancuso en la aventura paramilitar. Yen Medellín surgió el nombre de Giovanni Maríncabeza de los reinsertados del Bloque CaciqueNutibara como fórmula de cámara de Rocío Arias,quien aspiraba a saltar de la cámara al senado.

El debate alcanzaría a salir a la opinión pú-blica en un artículo de Rubiño un asesor políti-co muy valorado por la cúpula de las

autodefensas. Escribe en marzo 14 de 2005 y muyen la línea del Bloque Central Bolívar recomien-da no participar de modo directo en las eleccio-nes. “Así la veo yo”, es el título del texto en elque empieza por decir que no ve tan lejos el 2010y por eso no hay que apresurarse en el 2006. Se-ñala “elaborar la plataforma doctrinaria, selec-cionar y formar los cuadros de dirigentes y depredicadores, organizar los métodos de trabajoy sentar las bases del movimiento político dealcance nacional al que aspiran los máximos lí-deres de las AUC exige un trabajo de ingenierosy de arquitectos, y también de orfebres, una vo-luntad de hierro y una amplitud de criterio y devisión descomunal, y eso no puede realizarse enpocos meses sino en algunos años”.14

Al parecer las dificultades que atravesaba elproceso y las discusiones con dirigentes y grupospolíticos terminarían por convencerlos de que de-bían continuar con la estrategia de las alianzas ycompromisos con los grupos regionales. La deci-sión tuvo repercusiones parecidas al 2002. Se favo-reció un número similar de aspirantes a Senado y aCámara. Algunos analistas llegaron a pensar quecon los escándalos que se estaban presentando laclase política regional se inhibiría de buscar apoyoen los paramilitares o desistiría de sus aspiraciones.No hubo tal cosa. Incluso quienes fueron señaladosabierta y públicamente se presentaron a la contien-da electoral y la mayoría salieron elegidos, lo queindica la fortaleza del proyecto. El hecho de que nosalieran Eleonora Pineda ni Rocío Arias al congresoindujo a muchos a pensar que la influenciaparamilitar estaba en franca retirada. Pero el exa-men detallado de las votaciones de estas mujeres

12 Entrevista a Iván Roberto Duque, ya citada.

13 “Esta historia la construimos entre todos”.Documento de la Fundación Democracia, Medellín,2005.

14 Documento firmado por Rubiño, con fecha 14 demarzo de 2005. Circulado por Internet.

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que habían tenido la osadía de no esconder sus vín-culos con las autodefensas muestra la fría racionali-dad de los paramilitares. Los señalamientos públi-cos que se les hicieron y la expulsión de los grandespartidos uribistas motivaron que rápidamente enalgunas zonas la votación que las acompañaba sedirigiera hacia otros candidatos con menos exhibi-ción pública y con mayor opción de salir. Un ejem-plo claro de ello lo encontramos en al Bajo Cauca yen Nordeste Antioqueño donde las altas votacio-nes de Carlos Clavijo y Rocío Arias pasaron a refor-zar en el 2006 la elección de Guillermo León GaviriaCorrea del Partido Liberal.

El cuadro de los senadores amigos elegidosquedó así: siete de Cambio Radical, seis del Partidode Unidad Nacional, seis de Convergencia Ciuda-dana, cuatro del Partido Conservador, tres de AlasEquipo Colombia, tres de Colombia Democrática,dos de Colombia Viva y dos del Partido Liberal.También confirmaron su gran bancada a cámara.

Los jefes paramilitares tuvieron la ilusión de quela ratificación de una gran bancada parlamentaria aus-piciada por la presión ejercida desde las estructurasde las autodefensas permitiría encontrar un caminojurídico para enmendar la plana del fallo de la CorteConstitucional. El gobierno y los parlamentarios afi-nes empezaron a explorar fórmulas para hacerle cam-bios a la ley. Llevaron al Congreso la idea de validarnuevamente el estatus político y no encontraron unasenda jurídica segura para hacerlo. Se dedicaron en-tonces a redactar un decreto reglamentario de la ley,pero la naturaleza de este tipo de actos jurídicos nopermite un margen de maniobra muy grande parahacer cambios a lo ya establecido por ley.

Entre tanto los jefes paramilitares protestabanpor la demora para retomar el camino de la seguri-dad jurídica. La situación empezó a tensionarsecuando el gobierno -previendo que tendría muchasdificultades en la opinión pública y aún en el con-greso para satisfacer las demandas de los jefes de

las autodefensas- le pidió a la cúpula paramilitar seconcentrara en un sitio de reclusión en la Ceja en eloriente de Antioquia. La mayoría aceptaron aregañadientes. Pero Vicente Castaño y los herma-nos Mejía Múnera se negaron. La carta enviada porVicente Castaño al Alto Comisionado de Paz publi-cada por al revista Semana en su edición de noviem-bre 6 de 2006 revela tanto el contenido de las dife-rencias como el grado de tensión en que se encon-traban las relaciones en ese momento. Semana ade-más confirma que los demás dirigentes recluidosen La Ceja aunque no suscriben la carta compartensus términos. El reclamo fundamental es que el go-bierno les ha incumplido los siguientes compromi-sos a las autodefensas: ratificar la seguridad jurídi-ca de la no extradición, acudir a la vía legislativapara restituir las garantías y condiciones de la Leyde Justicia y Paz, como estaban antes del fallo de laCorte Constitucional, privarlos de la libertad sólocuando los tribunales profirieran sentencia conde-natoria, pagar una tercera parte de la condena com-putando el año y medio de la zona de ubicación.

En ese tiempo se empezaron a presentar signosde una gran reactivación de la actividad armada degrupos paramilitares. El malestar de los jefesparamilitares por la incapacidad del gobierno parasatisfacer sus demandas era evidente, pero tambiénera notoria la preocupación del gobierno y las críti-cas de la opinión pública ante los nuevos brotes deviolencia. Se decía que Vicente Castaño había lo-grado reunir nuevamente cinco mil hombres pararearmarlos y reorganizarlos. Se oían rumores de queen cualquier momento los jefes de las autodefensaspodrían abandonar La Ceja y regresar a la clandes-tinidad. Las alarmas de la embajada de Estados Uni-dos se prendieron. Fue entonces cuando el presi-dente Uribe ordenó llevar a los 59 miembros de ladirección paramilitar a la cárcel de alta seguridadde Itaguí. Los días que siguieron a esa decisión fue-ron de alta tensión entre el gobierno y lasautodefensas y mostraron que la confianza entre laspartes se había lesionado tremendamente.

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En la gran alianza entre paramilitares y polí-ticos se ha abierto una grieta inmensa en los me-ses finales de 2006 y principios del 2007. Las de-tenciones de los parlamentarios Álvaro García Ro-mero, Eric Morris y Jairo Merlano y el llamado aindagatoria a otros dirigentes políticos desataronel temor entre la clase política que se había bene-ficiado de la expansión paramilitar. La reacciónes negar los vínculos o plantear que si acudierona reuniones o hicieron compromisos fue bajo lapresión de las armas. En la orilla de losparamilitares la situación no es distinta. Los jefesparamilitares recluidos en la cárcel de alta segu-ridad de Itaguí se sienten abandonados por susamigos de ayer. En este contexto han empezadoa aparecer documentos que habían permanecidoen secreto durante varios años. El más explosivohasta el momento es el que registra un compro-miso de cerca de 50 dirigentes políticos de la cos-ta atlántica con la cúpula paramilitar con fechade julio de 2001.15

A finales del 2005, cuando la Corporación Nue-vo Arco Iris y la analista Claudia López difundie-ron algunos resultados sobre las investigacionesque habían realizado sobre la relación entreparamilitares y políticos, el senador Álvaro Araujoenvió una carta a la Corporación en la que negabacualquier compromiso con las autodefensas. Unode los principales argumentos, para negar haberrecibido alguna ayuda de los paramilitares en laselecciones, era el de que en esos comicios habíabajado sensiblemente su votación en el norte delCesar donde su familia tenía su caudal electoral.Decía que en vez de beneficiario de losparamilitares era víctima de ellos. En la respuesta

a la carta Claudia López y León Valencia le plan-tearon que quizás la prueba más importante de quehabía habido algún tipo de pacto estaba allí. Elhecho de perder la votación en sitios donde tradi-cionalmente tenía el electorado y conquistarla envarios municipios del sur del Cesar donde losparamilitares controlaban el territorio, sólo podíatener como explicación que se había organizadouna distribución de territorios entre los distintoscandidatos a Senado y Cámara y a el le habían asig-nado el sur como su lugar principal.

Esas discusiones basadas en deducciones lógi-cas tuvieron mucho sentido hasta cuando empeza-ron a aparecer informaciones públicas de reunio-nes realizadas y testigos de compromisos de losparamilitares con los políticos o cuando apareció elcomputador de “Jorge 40” con nombres propios delos dirigentes políticos que habían recibido ayudade las autodefensas. Lo que era un debate político yacadémico se torno entonces en una disputa judi-cial. Los parlamentarios y dirigentes políticos se hanvisto de un momento a otro convocados a la CorteSuprema de Justicia y a la Fiscalía a responder porlos hechos. Era apenas lógico que lo penal propia-mente dicho tomara el protagonismo principal.

Pero el análisis político y académico, creemosnosotros, tiene una validez plena. Es en este cam-po donde se pueden esclarecer las causas de loscambios dramáticos que sacudieron el escenariopolítico en estos diez años y trazar caminos paracorregir el rumbo nacional.

En el campo penal las responsabilidades sonindividuales y el esfuerzo de los jueces se concen-tra en allegar pruebas para establecer conductaspunibles y castigar por ello a cada una de las per-sonas que han incurrido en los delitos. En el cam-po político se busca establecer tanto responsabili-dades colectivas como individuales que derivanen pérdida de legitimidad de los elegidos y enrechazo del electorado.

15 Documento entregado por Salvatore Mancuso en elmarco de su versión libre ante los fiscales de Justiciay paz. Aparecen las firmas de 7 senadores y 4representantes a la Cámara. También firmaron otrosdirigentes políticos locales y tiene fecha de julio 23 de2001.

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Los cuatro senadores y los siete representan-tes a la cámara, así como el resto de dirigentespolíticos que firmaron el acuerdo del 23 de Juliode 2001 con los paramilitares en Santa Fe Ralitopodrían ser procesados por colaborar con unaorganización ilegal. Aquí no sólo hay evidenciasino confesión pública del hecho. Quizás apa-rezcan cientos o miles de pruebas irrefutablescomo ésta en las indagaciones que los fiscalesestán realizando en el marco de la aplicación dela ley de Justicia y Paz o en los procesos que ade-lanta la Corte Suprema de Justicia. Por lo prontohan salido a la luz pública indicios de múltiplesreuniones y se han obtenido grabaciones, archi-vos de computadores y declaraciones de testigosque traen cantidad de datos que implican a la casitotalidad de las personas que aparecieron comobeneficiadas por la acción de los paramilitares enlas investigaciones académicas. Si la justicia va alfondo del problema es muy probable que vayana parar a las cárceles no menos de 60 parlamen-tarios en ejercicio y una buena cantidad de go-bernadores, alcaldes y concejales. La legalidad esel tema de los tribunales de justicia.

Pero las investigaciones académicas nos orien-tan al escenario político. En este campo el tema cen-tral es la legitimidad. Si las conclusiones de las in-vestigaciones realizadas por la Corporación NuevoArco Iris, la analista Claudia López, la UniversidadJaveriana y otras instituciones son serias y consis-tentes, quiere decir que más de un treinta por cien-to de los actuales congresistas obtuvo parte o la to-talidad de la votación recurriendo a mecanismosilegítimos. Que igual situación se había dado en laselecciones parlamentarias de 2002 y en las eleccio-nes municipales de 2003. Esto, sin duda, es una al-teración drástica del juego democrático. ¿Qué va apasar con los partidos que propiciaron esta situa-ción? ¿Qué va pasar con el propio Congreso? ¿Deque manera toca esto al presidente Uribe? Es el grandebate de los próximos meses y años.

La historia no termina

El seguimiento a las relaciones entre losparamilitares y la clase política desde 1999 hasta2006 ha sido un ejercicio tan apasionante como do-loroso. Descubrir cómo se gestó y se realizó la ex-pansión paramilitar; conocer a las fuerzas que laprotagonizaron; examinar en detalle el propósitopolítico que la animó; escudriñar el papel jugadopor la clase política; ver cómo las fuerzas coaligadasen este esfuerzo consiguieron los objetivos de ga-nar guerras, cambiar el mapa político y conquistaruna negociación política que parecía imposible en-tre la clase emergente y el estado; mirar tambiéncómo la negociación tenía cabos sueltos, y cómo lostribunales de justicia nacionales e internacionalespodían influir directamente en los resultados últi-mos de la desmovilización paramilitar; ha sido unejercicio de grandes satisfacciones académicas, perotambién de intensas angustias por las miles de víc-timas que dejó esta trama macabra.

El capitulo final de este proceso no se ha es-crito aún. Los jefes paramilitares encarcelados ylos que se han retirado del proceso de paz y hanvuelto a la clandestinidad insatisfechos con el giroque ha dado la aplicación de la Ley de Justicia yPaz presionan ahora una renegociación. Los po-líticos implicados personalmente y los partidosque los cobijan buscan fórmulas para salir bienlibrados del gran escándalo que ha salido a la luzpública. Pero los tribunales de justicia, los parti-dos de oposición, algunos medios de comunica-ción y sectores importantes de la sociedad civil,impulsan drásticas sanciones penales y políticasy un proceso efectivo de desmantelamiento detodo el fenómeno paramilitar.