los angeles de paiporta. adama
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Experiencia sobre el contacto de un grupo de jóvenes españoles con unos seres que se autodenominaban ángeles. Libro que recomiendo vivamente después de leerlo.TRANSCRIPT
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LOS NGELES
DE PAIPORTA A.D.A.M.A.
Toni Bennassar
A veces la verdad se considera
hereja, pero an as contina siendo verdad (Humiel).
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Record la frase de los grandes maestros: Llegado a cierto
punto en cualquier trabajo espiritual hay que abandonar la
razn y dar el salto sobre el foso de la insensatez. Si te
quedas, nada descubres. Si te caes dentro, es la locura. Pero si
logras el salto, ser una nueva dimensin, una nueva
percepcin de la vida y el cosmos. Tal vez un nuevo
estado de Consciencia.
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NOTA DEL EDITOR
El propsito de esta colec-
cin Tiempo de Acuario es recoger cuanto se relaciona con
el espritu de la Nueva Era.
Ese compromiso nos lleva a
publicar textos que, a veces,
desafan nuestra razn, porque
creemos que es obligacin
nuestra abrirnos a toda posibi-
lidad. Este es el caso del libro
que ofrecemos, un libro que,
por sus caractersticas, debe ser
incluido dentro de la categora
de los llamados profticos en algunos aspectos crpticos y en
otros desconcertantes que tan slo el tiempo puede calificar o
descalificar.
Dejamos, por tanto, lector,
que sea usted quien juzgue.
Nosotros tan slo recomenda-
mos que juzgue despus de
meditar.
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NDICE
LA RAZN DE LA FE ................................. 13
MI PRIMER ENCUENTRO CON
UN NGEL ................................................... 19
El ngel que no llegu a ver ..................... 26
Junto al ngel de Luz ................................ 37
Los ngeles y la Encina ............................ 40
Las voces de los ngeles ............................ 46
LOS NGELES DE PAIPORTA .................. 51
Miguel ngel ............................................. 62
LAS PRIMERAS VOCES
SOBRE EL CERRO DE LA
ATALAYA .................................................... 75
LA ENTREVISTA CON MIGUEL
NGEL .......................................................... 89
Los diarios del camino hacia el
Puig Campana ......................................... 114
LAS EXPERIENCIAS EN EL
PUIG CAMPANA, ENSEANZAS
INICITICAS .............................................. 123
La subida al Puig Campana.
Primeras pruebas ..................................... 126
Cerca del Puig Campana. La
Montaa ................................................... 129
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El tiempo. Las primeras
revelaciones y pruebas ............................ 130
Las tres jvenes ....................................... 134
Miel y agua ............................................. 137
Los dos sabios ......................................... 139
Las dos torres .......................................... 141
El juicio ................................................... 143
El tormento .............................................. 144
LAS ENSEANZAS DEL NGEL
EN LA CIMA DEL PUIG
CAMPANA ................................................. 147
Sobre una residencia ............................... 149
El sptimo da ......................................... 151
Todo ha comenzado. La
Transformacin ....................................... 152
Alguna respuesta ..................................... 153
Las seales en el mundo entero............... 154
La rosa y el cardo .................................... 155
La voz de nuevo ...................................... 156
El rebao ................................................. 156
Los misterios desvelados ........................ 158
El ngel Humiel ...................................... 159
Sobre el trono de Roma ........................... 161
El infinito revelado ................................. 163
Henoch .................................................... 164
El cuerpo glorificado ............................... 165
El anillo de plata ..................................... 166
La realidad y la ficcin............................ 167
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La cifra del final ...................................... 168
La oruga y la mariposa ............................ 170
EL LIBRO DE LAS 13 HOJAS .................. 173
1. Hoja: Armona .................................... 175
2. Hoja: Espontaneidad .......................... 176
3. Hoja: Erudicin .................................. 176
4. Hoja: Determinacin .......................... 177
5. Hoja: Fuerza ....................................... 177
6. Hoja: Aprendizaje .............................. 178
7. Hoja: Amor ......................................... 179
8. Hoja: Laboriosidad ............................. 179
9. Hoja: Maestra .................................... 180
10. Hoja: Creacin.................................. 180
11. Hoja: Lucha y Revolucin................ 181
12. Hoja: Mansedumbre ......................... 181
13. Hoja: El Libro................................... 182
La Muerte ................................................ 184
El Laberinto ............................................. 187
La Residencia de Dios ............................. 189
La Perfeccin ........................................... 190
El juicio final y el juicio justo ................. 191
Juicio humano y espiritual ....................... 192
Nombre del presente libro ....................... 193
Amor y matrimonio ................................. 195
Samahel y la profeca .............................. 196
Los tres signos ......................................... 197
El vestido de belleza ................................ 198
La bola azul ............................................. 199
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Revolucin por smbolos ........................ 201
El libro de la sabidura y de la
lengua universal ...................................... 202
Otra profeca de Samahel ........................ 205
La esencia y los recipientes ..................... 207
Lucha interior .......................................... 208
El camino de los tres pedestales .............. 210
Los poseedores del mundo ...................... 211
Sabidura interior .................................... 213
La duda y el miedo .................................. 213
El misterio de llegar a ser Dios ............... 216
La destruccin del sistema ...................... 216
El examen ................................................ 217
Final del examen interior ........................ 218
Las barras de madera............................... 219
El canto, la alegra ................................... 221
La profeca .............................................. 222
Ababdn .................................................. 223
EPLOGO .................................................... 227
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PRLOGO
LA RAZN DE LA FE
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15
Los siglos parecen, en su decurso, variables como las lenguas que en ellos se hablan. Sin
embargo, ciertas palabras, algunos nombres e
ideas, se benefician del valor de la constancia.
De hecho ha cambiado ms la tecnologa que el
amor, nuestros vehculos que los sujetos que
los conducen. Sera ilusorio pensar que hay una
correspondencia perfecta entre el espritu de la
poca y los hombres de espritu; quienes por lo
general estn, y en la medida de lo posible,
fuera del tiempo y la moda. San Pablo sostena
que debamos hacernos tontos e indiferentes a
la sabidura del siglo. Buda en su camino reen-
contr las viejas verdades del yoga descubierto
por los sabios brahamanes ms de mil aos
antes de su nacimiento. Lao Ts habla, en rela-
cin al sendero espiritual, del mtodo retr-
grado. Confucio quiso reajustar el orden so-
cial al ritmo del orden estelar, que le preceda.
Por todas partes nos encontramos con que,
cuando del alma humana se trata, no parecen
contar el espacio y el tiempo, es decir la preci-
sin y la cartografa unvoca. Existen razones
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LOS NGELES DE PAIPORTA
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de la fe que la razn no entiende. Que un grupo
de jvenes artesanos y obreros, tras sentir el
llamado de lo numinoso, de lo espiritual, vuel-
van a repetir la experiencia evanglica y
apostlica con nombres, pelos y seales inclu-
so, no deberan pues sorprendernos.
Lo aparentemente anacrnico es en ellos, en
sus vidas y ejemplos, una prueba ms de esa
constante recurrencia de los mitos, las fbulas,
la bsqueda grilica y las llamadas anglicas
que se seguirn produciendo tantas veces como
aumente la sordera de la especie para con las
cosas del alma, de lo interior. La respuesta que
la materia y su ley de exclusiones sucesivas
recibe por parte de la misma vida, es una serie
de sucesivas inclusiones. As se explican los
doce varones, los encuentros con lo fantstico
e incluso con lo inexplicable que pasa a formar
parte indivisible de lo cotidiano de esos seres,
no sabemos si privilegiados por su experiencia,
o marcado a partir de sta, por el sello de la
incomprensin social. La parafernalia de los
nombres de los ngeles, del lenguaje empleado
por los mensajeros, no es menos creble por ser
o parecer demod. Antes bien, censura en
todo momento con el hlito de lo eterno, de lo
ocurrido antes para leccin de los hombres.
De hecho ni la justicia ser nunca completa
ni la destruccin y condena se cumplirn jams
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PRLOGO
17
del todo. El juego de accin y reaccin, la al-
ternancia de luz y sombra, durarn lo que dure
el mundo. En ese vaivn, en esa oscilacin per-
petua, las voces de quienes escogen bocas sim-
ples e increbles para manifestarse, suenan co-
mo correcciones de puntos de mira para que lo
mejor que tenemos no sucumba ante lo peor
que nos tiene y entretiene. Que sean perturba-
doras es parte de la enmienda, la admonicin y
la advertencia, pero tambin del amor que el
nico de muchos hombres tiene, a pesar de
todo, por la creacin y sus criaturas.
Mario Satz
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CAPTULO PRIMERO
MI PRIMER ENCUENTRO
CON UN NGEL
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21
Algunas personas parecen formar parte de un plan que slo emerge a la razn o a la evi-
dencia en determinados momentos de la vida.
No entraremos en la cuestin del determinismo
que, a pesar de los avances de la fsica cuntica
abanderada del indeterminismo, Einstein nunca
pudo aceptar. Pero hay algo evidente para to-
dos los seres humanos, cientficos o no, que
hayan estado interesados en el misterio de la
vida: a lo largo del tiempo en el anlisis de una
persona determinada, se producen ciertas co-
incidencias significativas que en algunos ca-
sos estn por encima de lo que el simple azar
podra justificar.
C.G. Jung estuvo interesado en estos fen-
menos y en algunas de sus obras habla del
sincronismo para referirse a estos aspectos
del acontecer cotidiano que parecen tener una
cierta relacin entre s.
Si tuviramos capacidad y paciencia sufi-
cientes, podramos comprobar cmo nuestro
pasado est bordado de signos y claves en rela-
cin unos con otros, slo visibles si consigui-
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LOS NGELES DE PAIPORTA
22
ramos aislarlos del conjunto y enlazarlos entre
s, borrando el tiempo que les separa.
En este sentido yo no soy una excepcin y, a
modo de ejemplo, tratemos de bucear en mi
pasado y extraer algunos episodios que ca-
sualmente dibujan una historia que quiz pue-
da ayudarnos a iluminar los hechos que se na-
rran en este libro y el por qu, sin buscarlo, he
tenido que contarlos.
Apenas tendra siete aos de edad cuando un
curioso acontecimiento marcara con fuerza mi
alma infantil. Corra la dcada de los aos cua-
renta. Por aquel entonces vivamos en un des-
poblado a seis kilmetros de Palma. Mi to Mi-
guel era una persona, como toda mi familia
materna, de firmes convicciones religiosas. No
tena hijos y pienso que quiz por ello, ocup
un lugar muy especial en el cajn de sus afec-
tos. Era hombre de negocios y ya por aquellos
tiempos dispona de automvil, un Renault azul
de morro puntiagudo que haca las delicias de
los nios del barrio. Casi todos los vecinos viv-
amos en vetustas casas payesas que slo uti-
lizbamos para ir a comer o a dormir.
Un da, mis tos decidieron construir una
casa a un tiro de piedra de la nuestra. Sera un
edificio moderno, un chal, palabra que yo
acababa de conocer sin comprender muy bien
su significado. Se construira en la confluencia
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MI PRIMER ENCUENTRO CON UN NGEL
23
de dos calles. Las obras empezaron, seguidas
de cerca por toda la chiquillera, pues la mayor
parte de nosotros era la primera vez que tena-
mos ocasin de ver construir una casa. Ni que
decir tiene que el chal era, para todos noso-
tros, una obra maravillosa. Dispona de un pe-
queo jardn alrededor del edificio, y un pasa-
dizo sembrado de conchas marinas separaba la
entrada principal de la calle. Recuerdo que este
portal slo se abra dos o tres veces al ao, los
das de fiesta solemne. Supongo que debido al
polvo en verano y o al barro en invierno, mis
tos preferan la cochera o la barrera lateral que
daba acceso a la parte trasera de la casa, para
entrar, o salir a la calle. Junto a la entrada, mi
to hizo construir una hornacina que, hasta el
da de la inauguracin oficial de la casa, fue un
misterio para todos los nios que seguamos,
da a da, los eventos de la edificacin.
Recuerdo que una tarde, me llam con as-
pecto solemne y me dio la noticia. Cogindome
cariosamente por el brazo y sentndome sobre
su rodilla dijo: he mandado construir una
imagen de piedra caliza que ocupar la horna-
cina junto a la puerta principal de la casa. El
domingo prximo, despus de la misa de once,
el Sr. Prroco vendr a bendecirla. He decidido
que t y Francisca otra sobrina por parte de su esposa seis los padrinos de la ceremonia.
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LOS NGELES DE PAIPORTA
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Los das que precedieron a la bendicin de
la imagen no cabamos de alegra. Cerca del
medioda del domingo, la casa se llen de veci-
nos que se unieron a la comitiva familiar. La
mesa se cubri literalmente de galletas y vino
dulce mientras esperbamos al prroco. Poco
despus se inici la ceremonia. Al descubrirse
la imagen pudimos comprobar que se trataba
del Arcngel San Miguel con la balanza en una
mano y una lanza en la otra. Bajo sus pies una
figura serpentina con cabeza humana quera
representar a Satans. Dos lazos del color de la
bandera espaola pendan de sus hombros. El
Sr. Prroco, con gestos lentos y graves, ador-
nado con una estola y un hisopo de agua bendi-
ta, nos tendi un lazo a cada uno de los padri-
nos. Yo llevaba una camisa blanca inmaculada
y un pantaln corto, azul. Iba escrupulosamente
peinado con brillantina. Francisca luca un
hermoso vestidito blanco de organd. El Sr.
Rector, roci generosamente con agua bendita
a la imagen y a nosotros con ella.
Todava hoy, cuarenta y dos aos despus,
no puedo olvidar las palabras del sacerdote una
vez finalizado el acto. Sentado en una mecedo-
ra de lona, nos cogi entre sus brazos, uno a
cada lado, y nos habl as: habis tenido el
privilegio de tomar parte activa en un rito sa-
grado. A partir de hoy, todas las noches antes
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MI PRIMER ENCUENTRO CON UN NGEL
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de acostaros, debis rezar un Padrenuestro al
Arcngel Miguel para que os ayude a vencer
las tentaciones del demonio y para que se sal-
ven las almas del purgatorio.
La verdad es que aquel da qued grabado
en mi corazn hasta lmites poco comunes.
Crec con una gran sensibilidad para todo lo
religioso y debo decir que nunca olvid rezar
ese Padrenuestro, todas las noches, hasta que
me cas.
Por razones que se me escapan, mi matri-
monio abrira una nueva forma de percibir la
realidad. Dolores, mi esposa, fue literalmente
puesta a mi lado o yo al suyo sin la menor posibilidad de escape. Recuerdo que durante
los dos primeros aos de noviazgo soport una
lucha interior agotadora. Hice todo lo huma-
namente posible, para olvidarla una y otra vez,
sin el menor resultado. La lucha entre mi razn
y mi corazn era a muerte y el campo de bata-
lla de mi cuerpo iba siendo destruido, da a da.
Una tarde lo supe, lo vi claro, se termin la
lucha y tres aos despus nos casamos. Al cabo
de mucho tiempo empec a comprender por
qu. El rosario de sincronismos y casualida-
des no haba hecho ms que enhebrar las pri-
meras cuentas.
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LOS NGELES DE PAIPORTA
26
EL NGEL QUE NO LLEGU A VER
Corra el ao 1979. Por aquel entonces tra-
bajaba en el Diario de Mallorca como tcnico
en el departamento de talleres. Un da recib
una llamada telefnica que culmin en una
tentadora oferta: proyectar y dirigir la cons-
truccin de un peridico de nueva planta. Pocas
veces un profesional de artes grficas en el
ramo de la ingeniera tiene una oportunidad tan
atractiva. Sin pensarlo demasiado acept la
oferta.
Mientras dur el estudio del nuevo proyecto
y hasta que se iniciaron las obras pasaron algu-
nos meses de relativa tranquilidad. Durante este
tiempo de cambios algo tambin se estaba
transformando en mi interior.
Una tarde, Dolores, y de forma un tanto re-
pentina nunca antes me haba hablado de es-to me dijo que deberamos viajar a Per. Aquella idea me son a cuento de hadas. No
tenamos dinero ni para desplazarnos a Madrid,
pues acabbamos de pagar los ltimos plazos
de una pequea finca que adquirimos en las
montaas de Valldemossa. Pero como ya he
dicho, desde que nos casamos, las casualida-
des parecan perseguirnos por doquier. As fue
de nuevo, porque pocas semanas despus, unas
seoras de Per realizaban una visita de cortes-
a a un misionero amigo nuestro, que estaba de
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MI PRIMER ENCUENTRO CON UN NGEL
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capelln en el convento vecino de las monjas
Clarisas. Muy pronto nos hicimos amigos y una
semana ms tarde nos invitaban a pasar un mes
en Lima. Para solucionar el problema econmi-
co, ellas se encargaran de organizar una expo-
sicin de pintura en su tierra, mientras yo pre-
parara la obra. Esto ocurra en el mes de mayo,
y dos meses despus nos comunicaban haber
conseguido una galera de arte en el barrio li-
meo de Miraflores. La exposicin sera en
octubre. Ni qu decir tiene que me pas el ve-
rano pintando.
Desde el principio supimos que nuestro via-
je a Per no era para exponer mis pinturas en
Lima. Otro motivo se esconda en ese tupido
tejido de la vida y nosotros, todava, no atin-
bamos a saber cul era.
Por si acaso, en una de las conferencias tele-
fnicas con Gaby, mi mnager en aquellas
tierras andinas, le dijimos que prestara atencin
a lo inslito, sin concretarle en qu terreno, por
si podramos aprovechar el viaje y conocer
alguna persona interesante. Ella no pareci
entender muy bien lo que queramos decirle,
pero nosotros tampoco sabamos aclararle mu-
cho ms.
Un mes despus recibimos una casette poco
menos que extraordinaria. En ella nos deca
haber conectado, por medio de una amiga suya
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LOS NGELES DE PAIPORTA
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locutora de Radio Pacfico, con un personaje
extrao. Tan pronto como ese seor ley una
de nuestras cartas que le mandbamos a ella, le dijo algo que le oblig a grabarnos la casette,
y fue esto: a estos seores hace cierto tiempo
que les espero.
A nosotros ya casi nada nos asombraba. Mi
pintura de tantos aos, mis esfuerzos y el in-
ters de mi maestro, el uruguayo Edgardo Ri-
beiro, para que trabajara a fondo con el fin de
depurar mi tcnica, nunca me parecieron tener
demasiado sentido ya que mi profesin y mis
intereses iban por otro camino. Sin embargo,
haba logrado realizar cerca de una docena de
exposiciones individuales en Mallorca, y en
cada muestra que presentaba me preguntaba
por qu. Ahora empezaba a cristalizar la invisi-
ble intencin de mis desvelos artsticos.
Todava recuerdo como la primera noche
que dormimos en Lima, estando en vela mien-
tras nos acostumbrbamos al cambio de hora-
rio, le dije a Dolores: hoy se cumple la razn
de mi trabajo con los pinceles, nos tenan que
traer aqu.
Al da siguiente debamos entrevistarnos
con el misterioso personaje. Nos reuniramos
en casa de Gaby. Me estoy refiriendo a Jos
Rosciano Holder.
Pepe, como le llamamos cariosamente, nos
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MI PRIMER ENCUENTRO CON UN NGEL
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recibi con un abrazo y lgrimas de alegra en
sus ojos. Desde aquel da nos consider sus
hermanos espirituales y todo lo que nos cont
sera materia para otro libro. Jos Rosciano es
conocido internacionalmente por algunas de
sus obras cuyos ttulos hablan por s solos: Yo
visit Ganimedes. Mi preparacin para Ga-
nimedes. Yo pact con los muertos.
Aquel da de Octubre que pisamos Lima,
Dolores y yo no sabamos todava que se esta-
ban abriendo ante nosotros las puertas del mis-
terio.
Por aquel entonces yo haba escrito una pe-
quea obra titulada Pinceladas de Mediano-
che. Era un librito con lminas de pinturas a
todo color, salpicado de poemas, y una corta
narracin fantstica? de un pintor (yo) que en
su afanosa bsqueda del misterio que esconden
todas las formas, llega a percibir sus voces.
Lo cierto es que ese libro se convirti en la
llave que nos abri increbles puertas en aque-
llas tierras de Amrica. Las primeras puertas
que se abrieron fueron las de un hogar inolvi-
dable, y all nos hospedamos mientras estuvi-
mos en Lima. Era la casa de Ana Luisa Monte-
ro de Prado, que en paz descanse. Quien co-
nozca aquel pueblo sabr que la reciente histo-
ria de Per est estrechamente ligada al apelli-
do Montero de Prado. Dios sabe cmo quise a
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LOS NGELES DE PAIPORTA
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aquella vigorosa mujer de setenta y cinco aos
pero con un corazn de veinte. Hace unos po-
cos aos abandon este mundo que con tanta
severidad la juzg.
Se inaugur mi exposicin de pintura con un
vino espaol obsequio de nuestro embajador en
Lima. Todo funcionaba con la precisin de un
mecanismo de relojera. El da siguiente vola-
mos a Cuzco con una carta para cierta persona
a quien Pepe Rosciano nos rog la entregra-
mos. Era la propietaria del Hostal Inti, tambin
hermana espiritual de nuestro amigo. Ana Lui-
sa se haba preocupado de que nos alojaran en
el Hotel Libertador. Nos acompaaron las dos
hermanas, Gaby y Mercy, esta ltima, esposa
del famoso neurocirujano Esteban Roca, que
poco ms tarde sera ministro de Salud Pblica
de aquel pas. Eran nuestras guas y compae-
ras insustituibles.
Apenas llegamos, y despus de tomar un t
de coca para combatir el soroche mal de altura, nos dirigimos al Hostal Inti. All cono-cimos a Lourdes Romanville de Pacheco, una
mujer extraordinaria. Le entregamos la carta de
Pepe Rosciano. Despus de leerla detenida-
mente nos dijo que el da siguiente nos fura-
mos al Machu Pichu y que una vez all, hici-
ramos una meditacin en cierto lugar, que
nos seal sobre un pequeo mapa, entre las
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MI PRIMER ENCUENTRO CON UN NGEL
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famosas ruinas incas. Y all fuimos. La dificul-
tad consisti en escapar de la atenta mirada
del gua, pues al saber que ramos espaoles no
nos abandonaba un solo minuto. El primero en
escabullirse fui yo, con un pequeo croquis
entre las manos. Poco despus me sigui Dolo-
res mientras Gaby y Marcy entretenan al gua.
Tratamos de encontrar el misterioso lugar sea-
lado por Lourdes mientras, jadeantes por la
falta de oxgeno, subamos y bajbamos escale-
ras de piedra, Por fin localizamos el lugar. Se
trataba de una inmensa roca de granito con una
protuberancia en un extremo. Junto a ella deb-
amos poner nuestra cabeza tumbados de es-
paldas. Nos debamos situar en una direccin
concreta ponindonos de inmediato manos a la
obra.
Apenas transcurrido unos minutos not con
terror que la inmensa roca se caa de un lado.
Rod hasta el suelo dando un brinco. Al levan-
tarme comprend que haba sido presa de algn
problema debido a la altura, porque Dolores
segua impertrrita en su meditacin. A los
quince minutos aproximadamente se incorpor.
Por el aspecto de su rostro pareca regresar de
otra dimensin. Pero haciendo honor a su par-
quedad no dijo nada. Tena un brazo paralizado
por un fuerte calambre. Nos sentamos en una
de las muchas escaleras mientras le daba masa-
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LOS NGELES DE PAIPORTA
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jes en el brazo hasta que consigui moverlo.
Ms tarde supe que haba tenido su primera
experiencia fuera del cuerpo. Dijo que se sinti
flotar y se incorpor, lo cual no fue fsicamente
cierto porque yo desde el suelo nunca dej de
observarla. En este momento vio nacer una
nia, de una mujer morena con larga cabellera.
Le atendan dos hombres con tnicas blancas.
Poda orla perfectamente llorar, as como los
gemidos de la mujer y las palabras de aliento
de los dos varones. Lo ms significativo fue la
seguridad de que estaba asistiendo a su propio
nacimiento. Supo, de algn modo, que aquella
nia era ella misma.
Como digo, esa historia no me la cont en el
momento de suceder, y quiz no la sabra si no
hubiera sido por lo que nos pas el da siguien-
te, una vez de regreso a Cuzco.
Lourdes nos haba invitado a almorzar en su
hostal y por indicacin de Rosciano ms tarde lo supimos nos acompa a un extrao lugar que ella nos dijo se llamaba Patayackta. Se
trataba de unas ruinas antiqusimas, situadas
entre unos cerros y a las cuales obviamente no
llegaba el turismo. Fuimos en su coche hasta
donde alcanzaba la senda, mucho ms imagina-
ria que real, para seguir unos cientos de metros
a pie. Aquel lugar pareca haber sido construi-
do por seres gigantes a juzgar por el tamao de
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MI PRIMER ENCUENTRO CON UN NGEL
33
las gradas de una especie e anfiteatro, sobre las
cuales parecamos enanos. Eran las cuatro de la
tarde. A los pocos segundos, apenas habamos
tomado asiento, Lourdes nos pregunt cmo
nos encontrbamos. Antes de que yo pudiera
pronunciar palabra, Dolores nos sorprendi a
todos con una firme respuesta: suspendida
frente a mi hay una figura como un gigante. Recuerdo que ella estaba a mi derecha y yo
la mir a la cara para ver si bromeaba; pero no,
su rostro observaba fijamente a alguien que yo
no lograba descubrir. Lourdes le pidi que lo
describiera.
Sonre dijo ahora sonre y extiende sus brazos hacia nosotros. Puedo ver sus brazos a
travs de sus anchas mangas. Viste tnica blan-
ca con un ribete dorado en el cuello. Tiene bra-
zos robustos como de atleta. Ahora se des-prende como una luz de sus manos. Lleva pelo
largo y barba corta color del trigo. No es de
aqu sus facciones son como las del norte de Europa creo que trata de decirnos algo pero no le puedo or.
Yo casi no poda dar crdito a mis odos. La
natural timidez de mi esposa no le hubiera
permitido abrir la boca sin una fuerza muy su-
perior a ella misma. La conoca bien o al menos eso crea yo. Ella prosigui: Siento que
debo contar lo que me pas ayer durante la
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LOS NGELES DE PAIPORTA
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meditacin en el Matchu-Pichu. Y en este
momento fue cuando nos cont lo que ya he
explicado sobre el nacimiento de la nia.
Se hizo un breve silencio. Al fin Lourdes
nos dijo: Os he trado aqu por indicacin ex-
presa de Pepe Rosciano. Nosotros venimos con
cierta frecuencia a este lugar. Ya habamos
visto con anterioridad a estos seres. En ocasio-
nes aparecen en grupos de dos o tres pero slo
ste viste tnica blanca los dems la llevan roja.
Yo no sala de mi asombro, Gaby y Marcy
estaban mudas y tampoco vean nada. Pens
que debamos ser objeto de algn estado altera-
do de consciencia y Dolores estaba frente a una
realidad tan firme como la ma. Nunca tuve la
menor duda de ello.
Al ver que se produca otro largo silencio,
Lourdes tom de nuevo la palabra: Yo puedo
or sus mensajes dice que podis preguntar lo que os plazca dice tambin que vuestras cua-tro hijas estn muy bien (Lourdes no poda
saber que tenamos cuatro hijas) y que sern
diferentes entre s. En este momento empez a
explicarnos los rasgos psicolgicos de cada una
de ellas. Todo era perfecto. Lourdes insisti a
Dolores que se concentrara y que tratar de orlo mentalmente.
En este momento Dolores hizo una pregun-
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MI PRIMER ENCUENTRO CON UN NGEL
35
ta: Quin eres cmo te llamas? Me podis llamar Hermano Csmico dijo Lourdes, que oa mentalmente sus pala-
bras.
Se produjo un clima de tranquilidad y de
pronto todos empezamos a preguntarle cosas
que iban siendo contestadas con precisin ma-
temtica, siempre a travs de Lourdes. Nos
habl de nuestro futuro y de nuestro pasado. De
nuestros amigos en Espaa y tambin de un
familiar que habamos dejado convaleciente de
una grave enfermedad. Sobre l nos dijo que
haba adelgazado treinta kilogramos y perdido
la oportunidad de reflexionar sobre su propia
vida.
A partir de este momento se entabl un di-
logo muy curioso. Entraron a formar parte de
l, los hijos de nuestros acompaantes cuya
problemtica conocamos slo parcialmente.
Los consejos por parte de nuestros visitantes
eran de una lucidez fuera de todo comentario.
Pero lo curioso era que pareca saberlo todo.
De dnde poda sacarse tanta y tan precisa
informacin?
A medida que pasaba el tiempo iba dndo-
me cuenta que existen otras realidades al mar-
gen de la que nosotros creemos vivir. Ya no
tena dudas. All pareca concluir una etapa de
mi vida para abrirse las puertas de otra, perfec-
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LOS NGELES DE PAIPORTA
36
tamente diseada por el hermano csmico.
Le pedimos, con voz temblorosa y emocio-
nada, si seguira a nuestro lado o si, por el con-
trario, slo habitaba en aquel lugar, a lo que
nos contest: Estar con vosotros cuando me
necesitis, pero las formas, las apariencias y los
nombres no deben importaros.
Apenas poda concebir el giro que iban a dar
nuestras vidas, segn sus predicciones. La ver-
dad es que, poco inters podra despertar esta
historia, si ahora, despus de pasados diez aos
no pudiramos confirmar que todo se ha cum-
plido con minuciosa exactitud.
Cuando la figura desapareci, creamos
haber consumido veinte minutos o media hora
de tiempo. En realidad haban pasado cerca de
dos horas.
De regreso a Europa, centr todos mis es-
fuerzos en la construccin del nuevo peridico.
Seis meses ms tarde apareci en la isla El
Da de Baleares.
Casi haba olvidado mi destino mientras
transcurran dos aos durante los cuales me
encargaba de la direccin tcnica del nuevo
diario. Durante este tiempo no hicieron ms
que crecer las diferencias de criterio, en cuanto
a relaciones humanas se refiere, entre mi postu-
ra y la de la empresa, todo ello agravado por
presiones mltiples de que haba sido objeto
-
MI PRIMER ENCUENTRO CON UN NGEL
37
durante la realizacin del proyecto. En esas
condiciones finaliz mi contrato que no fue
renovado.
De la noche a la maana, y nunca mejor
dicho, puesto que me avisaron del cese la tarde
anterior, me vi en la calle. Esto supuso un cier-
to revs econmico pero nos devolvi la liber-
tad tan ansiada despus de diez y ocho aos de
trabajo nocturno. As se cumplan las profecas
del Hermano Csmico.
Por primera vez en tanto tiempo, pudimos
encontrarnos con la gente a partir de las siete
de la tarde. Pocos meses despus naca el
Centro de Estudios Metafsicos (CEM) y,
con l, una nueva forma de vivir la vida.
JUNTO AL NGEL DE LUZ
Las asombrosas experiencias del Cuzco en
Per, no parecieron terminar con aquel recor-
dado viaje. Dolores haba adquirido como un
sexto sentido y, de vez en cuando, algo as
como una voz interior le inquietaba. Pero ella
no escriba. Permaneca en silencio y slo en
contadas ocasiones me comentaba sus temores
o ansiedades. Ni ella ni yo ramos demasiado
dados a creer ciegamente en las cosas, y duran-
te algn tiempo nuestra actitud fue de observa-
cin y espera de acontecimientos.
Sin embargo, no tuvimos que esperar dema-
-
LOS NGELES DE PAIPORTA
38
siado. Un da viajbamos en nuestra furgoneta
diesel, que yo utilizaba como estudio mvil de
pintura, en direccin a Deia, pueblo vecino de
Valldemossa en el que vivamos. Habamos
sido invitados a cenar en casa de Luis, un her-
mano de Dolores, que por entonces viva en
aquel pueblo. Seran las diez de la noche cuan-
do cruzbamos junto a Son Marroig, hermoso y
turstico lugar, muy conocido por su famoso
mirador sobre el mar, desde el cual se puede
observar Na Foradada. Fue en este instante
cuando Dolores me pidi que parara. Recuerdo
que hablaba con la cabeza erguida como si
hubiera recibido un fuerte impacto.
Prate dijo, alguien quiere hablar con nosotros. Estas fueron sus palabras exactas.
Reduje la velocidad del vehculo instintivamen-
te quitando el pie del acelerador. La mir de
reojo y en la penumbra de la cabina me di
cuenta que hablaba muy en serio. Sin embargo,
una sucesin de extraas reacciones por mi
parte imposibilitaron el que atendiera su solici-
tud. As que nos plantamos en casa de Luis.
Pero Dios quera que aquella noche no cenra-
mos all. Unos amigos de la Universidad, en
viaje de novios, haban aparecido sin previo
aviso en su casa. Despus de tomar un aperiti-
vo, Dolores y yo cedimos nuestros sitios, con
todo el amor del mundo, a los recin casados.
-
MI PRIMER ENCUENTRO CON UN NGEL
39
Y regresamos a Valldemossa.
Seran las once y media cuando, de nuevo,
pasbamos por delante del mirador y en esta
ocasin nos paramos. Era el da 27 de diciem-
bre de 1982, precisamente el vigsimo aniver-
sario de nuestra boda. En estas fechas y a esas
horas haca fro, as que decidimos apagar las
luces del furgn y esperar, mientras mental-
mente pedamos la presencia fsica de la mis-
teriosa voz interior que de tan inslita manera
nos haba convocado all. En efecto, a los po-
cos minutos y en la parte anterior derecha del
vehculo, sobre la vertical de un acebuche, apa-
reci una inmensa luz que se apagaba y en-
cenda con intervalos de dos minutos y medio.
Ms que destellos eran pulsiones lentas ms o
menos prolongadas. Durante el tiempo que
permaneca apagada, no poda percibirse abso-
lutamente nada. El silencio era total en una
noche sin luna. Supuse que no estara a ms de
cincuenta o cien metros de altura porque duran-
te unos instantes la envolvi una pequea nube
apareciendo como una cascada de fuegos artifi-
ciales. Fuera lo que fuese, el mensajero lumi-
noso estuvo sobre nuestras cabezas cerca de
media hora sin moverse un centmetro. Por
nuestra parte no omos nada. Pasado este tiem-
po, durante el cual permanecimos en silencio,
yo me levant, pues me haba acurrucado a los
-
LOS NGELES DE PAIPORTA
40
pies de mi esposa para tener la misma perspec-
tiva, y arrancando el vehculo nos marchamos.
Dolores tampoco hizo el menor comentario.
Apenas habamos recorrido dos kilmetros nos
dimos cuenta cabal de la situacin. Dolores me
pregunt si haba sentido miedo y por qu hab-
a marchado tan resueltamente. No supe contes-
tar y mi primera reaccin fue la de volver all.
Finalmente decidimos que haba ocurrido lo
mejor y nos fuimos a casa.
Nunca hemos dudado de que hubo algn
tipo de mensaje en aquel encuentro, aunque no
fuera registrado por nuestro centro nervioso.
Demasiada precisin en unos hechos por dems
evidentes, para terminar en nada. Antes de
transcurrido un ao escrib una pequea obra
que titul Dilogos con la Encina. Nadie
podr convencerme que entre ambos sucesos
no exista una oculta relacin.
LOS NGELES Y LA ENCINA
Como es sabido, ngel viene de la palabra
angelos, que significa mensajero. Podra ser
interesante analizar otro hecho poco menos que
extraordinario. Es curioso observar que la de-
pendencia humana del lenguaje y las palabras,
suele ser directamente proporcional al grado de
desarrollo intelectual o evolutivo de una socie-
dad. Cuanto ms se matiza y profundiza en un
-
MI PRIMER ENCUENTRO CON UN NGEL
41
aspecto cualquiera del saber humano, uno sien-
te que pierde perspectiva o visin del conjunto
y va transformndose en una especie de
mquina herramienta que cuanto ms precisa
es en un aspecto determinado, menos sirve para
otros menesteres. Esto no excluye al lenguaje.
Con frecuencia, el lingista absorto en el juego
de palabras, difumina el mensaje hasta el grado
de generar desinters por el tema al que no es
profesional de la lengua, que somos la mayora.
Por desgracia nuestra sociedad tiende, cada vez
ms, a la especializacin por creer que la nica
forma de adquirir sabidura es a travs del
conocimiento, del memorizar enseanzas
que casi siempre imparten especialistas.
Es cierto que esta forma de aprender, da
buenos resultados a corto plazo, pero no lo es
menos que observando el fenmeno en tiempos
mucho ms dilatados y ahora entramos en el umbral de estos tiempos desde el punto de vista
histrico pueden comenzar a surgir autnticos dramas de identidad o ubicacin, entre otros
muchos problemas psicolgicos que acechan a
cualquier sociedad desarrollada como la nues-
tra.
Tal vez estaramos a tiempo, todava, a re-
considerar si la humanidad ha errado o no el
camino hacia el SABER. Porque nadie puede
negar que la Universidad tiende a una ensean-
-
LOS NGELES DE PAIPORTA
42
za cada vez ms especializada. Esto significa
que cada da ser ms profundo el conocimien-
to en una parcela, que se empequeece en la
misma proporcin. Dicho de otra manera, podr-
amos pensar que el sabio del ao tres mil si es que llegamos a esta fecha lo sabra casi todo, por ejemplo, sobre gentica, pero casi
nada de cualquier otro aspecto del vivir coti-
diano. No es esto lo ms parecido a una
mquina herramienta? Podr llamarse sabio a
un personaje tan lamentablemente limitado?
No ser un esclavo de su propia limitacin,
sometido psicolgica y econmicamente a su
empleador por la manifiesta incapacidad de
hacer cualquier otra cosa? No estamos cre-
ando un hombre pieza que si no es capaz de
ocupar con la mayor precisin posible su pues-
to, ser rechazado cuando pase el control de
calidad?
Todava estamos a tiempo de comprender
que si focalizamos en un momento determi-
nado, debemos desenfocar en el siguiente
para expandir el campo de observacin y no
perder el control de nuestra propia existencia.
Tratar de no ser esclavos de una idea, ni tam-
poco de una palabra por maravillosas que nos
parezcan.
Yo confieso que la palabra ngel atrapa mi
mente y la conduce estpidamente al pasado.
-
MI PRIMER ENCUENTRO CON UN NGEL
43
Debe ser porque los especialistas en angeo-
loga se han cuidado de limitar este trmino,
enfocndolo a su acepcin ms primitiva. Pero
gracias a mi natural rebelda hacia la enseanza
ortodoxa, me escap.
Como decamos al principio, ngel significa
mensajero y ste, es toda cosa portadora
de un mensaje. Por ejemplo, una onda de radio
o televisin modulada no es otra cosa que un
ngel en su grado ms elemental, porque
transporta un mensaje. Desde esta perspectiva,
los seres humanos estamos siempre rodeados
de ngeles aunque no seamos conscientes de
ello.
Reconozco que al hablar as gozo de una
ventaja. He ledo una gran parte de los escritos
que los mensajeros de Paiporta han dictado.
Y lo curioso es que dicen lo mismo que lo que
acabo de explicar aunque con otras palabras:
Nosotros somos Virtudes de Dios, simples
energas y cada uno somos portadores de un
mensaje diferente. Como energas podemos
estar en cualquier parte, lejos o cerca de voso-
tros, aunque no nos veis. Como la materia es
tambin una energa, podemos tomar una forma
semejante a la vuestra para poder llevar a cabo
ciertas actividades con vosotros como en el
pasado ya hicimos.
Quiz sea por ello que no sienta el menor
-
LOS NGELES DE PAIPORTA
44
escrpulo en comentar mis propios dilogos
con un ngel al que un da llam Encina.
Poco tiempo despus de haber permanecido
bajo la Luz en el mirador de Son Marroig
cerca de Valldemossa, tuve una de las expe-
riencias ms interesantes de mi vida.
A principios de verano de 1983 decid pre-
parar unos das de vacaciones para compartir
unas jornadas, con un grupo de amigos, en la
montaa. Mi idea era la de preparar un cuestio-
nario de preguntas de inters filosfico-
espiritual. Luego sacaramos fotocopias y re-
partidas entre el grupo, podra ser un interesan-
te material de reflexin y puesta en comn.
Una maana puse manos a la obra y me di-
rig meditativo hacia una gran encina que ma-
jestuosamente cubre una cuevecita en la que
sola pasar agradables horas de meditacin. En
aquella ocasin me sent tranquilo y cmodo
bajo las ramas del frondoso rbol. Quise ima-
ginar que me encontraba junto al Maestro al
que poda plantear las cuestiones que en aque-
llos momentos ms podan inquietarme. No
tard mucho tiempo en surgir de mi corazn la
primera pregunta y empec a escribir. Pero cul
fue mi sorpresa que, al concluirla, mi mano
continu escribiendo la respuesta con una rapi-
dez fulminante. Me sorprend a m mismo y
aprovechando aquel lcido momento trat de
-
MI PRIMER ENCUENTRO CON UN NGEL
45
plantear una nueva cuestin. El proceso fue
idntico. No tard en comprobar que cuanto
ms difciles y comprometidas eran las pregun-
tas, tanto ms rpida era la contestacin y ma-
yor mi gozo y mi diversin.
Huelga decir que de todo este andamiaje
surgi un pequeo libro que titul Dilogos con
la Encina pero que ahora titulara Dilogos con
el ngel. Porque de alguna manera, un desco-
nocido e invisible mensajero me dictaba las
respuestas.
Debo recordar aqu, que esos mensajeros
invisibles, como muy bien les dijeron a los
muchachos de Paiporta, estn al servicio de
todos los hombres sin excepcin. Eso s, tienen
un gran respeto por la libertad profunda que,
poco o nada tiene que ver con los deseos cere-
brales, casi siempre al servicio de la sensuali-
dad corporal. Si el ngel de Luz y el ngel
de la Encina tenan algo en comn, no lo s.
Como tampoco puedo saber, a pesar de que
empiezo a sospecharla, la posible relacin de
mis experiencias de 1983 con las de Miguel
ngel en el Puig Campana de Benidorm duran-
te las mismas fechas y que se narran en la lti-
ma parte de este libro. Porque lo cierto, y creo
que esta es la leccin para todos, es que existen
en verdad unos mensajeros csmicos que
tocan y hacen vibrar, como si de un diapasn
-
LOS NGELES DE PAIPORTA
46
se tratara, el alma de todos aquellos seres
humanos que, en un momento determinado,
estn afinados en la misma frecuencia espiri-
tual.
Segn este planteamiento, los llamados ma-
estros humanos no seran ms que un primer
encuentro del nefito, con la realidad trascen-
dente. Pero el Maestro como mensajero divi-
no es una forma de energa que a nuestro ce-
rebro lgico y pedestre le cuesta concebir. Se
tratara de campos dentro de los cuales y en
determinados momentos, gran multitud de per-
sonas podran estar inmersas, esperando el
momento, la actitud o la apertura inter-
ior para ser tocados por el divino dedo y
hacerse la Luz. Esta idea tampoco tiene por-
que extraarnos demasiado, ya que el hombre
mismo ha creado estos campos de energa
electromagntica. Un televisor permanece
ciego inmerso en estos campos radiantes
hasta que se produce el tic y la pantalla se
llena de imgenes.
LAS VOCES DE LOS NGELES
Las formas, los momentos y situaciones
escogidas, pueden ser cambiantes. Pero lo cu-
rioso es que los mensajes de stas casi siempre
intangibles criaturas, as como la esencia de sus
enseanzas, son idnticas. Anael, Uriel, Rafael,
-
MI PRIMER ENCUENTRO CON UN NGEL
47
pueden tomar forma humana y, por consiguien-
te, un nombre acorde a su apariencia. Pero
tambin pueden existir en la forma de un al-
mendro, en el resplandor de una tormenta elc-
trica, en una puesta de sol, o en el fresco rama-
je de una encina.
Los que por una u otra razn, nos dedicamos
al mundo del arte, hemos sentido alguna vez
gran curiosidad por descifrar un enigma: en
qu consiste la inspiracin? Yo puedo certificar
un fenmeno que me ha ocurrido infinidad de
veces. He pasado en diferentes ocasiones por
cierto lugar, cerca de un rbol, una caada,
unas rocas, etc., sin que haya sentido absoluta-
mente nada. De pronto, un da, siento que all
hay algo que me retiene es como si obser-vara aquel lugar por primera vez. Cuando eso
ocurre hay que pintar. Y suele pasar que uno
pinta como fuera de s. Nosotros le llamamos
inspiracin pero qu ha ocurrido realmente? La posibilidad de que existan campos de
consciencia a nuestro alrededor, ngeles o
mensajeros informes, es precisamente lo que
no podemos concebir los seres humanos, por-
que nuestro ojos, encadenados a un cerebro
racional, slo saben valorar segn la forma y cuanto menos concreta o tenga peor aspecto,
ms disminuye nuestro inters. Y es por esto
que no podemos comprender los mensajes de
-
LOS NGELES DE PAIPORTA
48
los grandes Iniciados en el Sendero de Luz
Espiritual. Para el comn de los mortales,
jams tendr el mismo valor una forma humana
que otra animal, o una joven hermosa que un
viejo decrpito Sin embargo, en ambas est
Dios. San Francisco miraba con humildad a
todas las criaturas, y porque haba sido tocado
por el dedo del ngel las llamaba hermano
lobo, hermana flor, hermana luna. Pero esta
actitud franciscana dur poco ms que hasta la
muerte del gran mstico. Porque, como ya dije
en otras ocasiones, la sabidura no se ensea,
se contagia. Es por ello que cuando desaparece
la fuente luminosa, devienen las sombras en
todo el campo.
Los hombres podemos encontrar maravillo-
sa una partitura de Bach o una msica de Mo-
zart. Pero salvo contadsimas excepciones, el
mundo de los msticos, de los poetas, de los
msicos o de los artistas en general, ha sido
observado por la sociedad como la parte be-
nigna de la locura, algo as como el jardn que
rodea el manicomio. Por norma general el ce-
rebro rechaza lo que nuestro corazn siente. Y
es por esto que tenemos cerradas las puertas de
la sabidura, y el camino hacia la reintegracin.
Y es en estos momentos difciles, en que las
mquinas electrnicas superan al cerebro
humano en algunos campos muy concretos del
-
MI PRIMER ENCUENTRO CON UN NGEL
49
saber, cuando han tenido que aparecer de nue-
vo, esas criaturas del espectro invisible de la
realidad, para darnos una llamada de atencin.
Todo parece indicar que debemos escoger entre
la adoracin de los cerebros que conducen al
conocimiento de la materia y nos proporcionan
cosas cada vez ms sofisticadas, o escuchar el
corazn que nos habla de una vasta sabidura
universal.
Si optamos por escuchar nuestro corazn y
aprendemos a orle, a travs de l oiremos tam-
bin la voz de los ngeles que hablan dentro
de nosotros. Pero este camino implica un esta-
do previo de libertad. Una persona vampirizada
por ideologas sectarias o doctrinas excluyentes
y dogmticas, difcilmente podr optar por ese
camino. Y la ciencia tal como se presenta hoy,
es una de las sectas ms peligrosas. Me pre-
ocupa mucho ms un cientfico sectario que
cualquier fantico ciego seguidor de una reli-
gin. Este ltimo, poco dao puede ocasionar a
la humanidad. Pero el primero, con su cohorte
de seguidores, es muy capaz, como ya se ha
demostrado, de multiplicar los efectos destruc-
tores de la bomba atmica, o de herir los pul-
mones del planeta infligindoles profundas
cicatrices difciles de sanar. No seramos justos
si olvidsemos el bien que ha hecho la ciencia.
Pero la pregunta clave es: vale la pena poder ir
-
LOS NGELES DE PAIPORTA
50
a la luna, si un da no podemos regresar a la
tierra?
Poco ms se puede aadir en este libro, que
no pretende hacer apologa de nada. Creo que
su misin no es otra que la de dar una ltima
oportunidad a quienes an parpadean por el
sueo de esta vida. Los que todava duermen
tendrn que esperar mejor ocasin. Pero todos,
absolutamente todos, segn el mensaje de los
ngeles, estamos llamados a despertar.
-
CAPTULO SEGUNDO
LOS NGELES DE PAIPORTA
-
53
La llamada telefnica de una antigua amiga, que por diversas circunstancias haca tiempo
que no vea, despert de nuevo mi aletargada
consciencia sobre los invisibles mensajeros.
Mara, pues as se llama la mujer, me comu-
nic su inters en traer a Mallorca a un grupo
de muchachos, segn ella de aspecto bondado-
so y sincero, que en un programa de TVE de-
can haber estado en contacto con ngeles de
carne y hueso. Le dije que conoca el tema por
un artculo que le en una revista y que, fran-
camente, no me haba interesado demasiado
porque en estos momentos, el nmero de con-
tactados, iluminados y videntes era casi infini-
to. Ella insisti a pesar de todo, y me dijo que
estaba dispuesta a sufragar los gastos de su
viaje a Palma de Mallorca si aceptbamos en-
trevistarlos y concederles una charla en los
locales del C.E.M. Le contest que no poda
asegurarle nada, pero que si los traa y pasaban
con xito una entrevista con distintos especia-
listas pondramos, encantados, a su disposicin
nuestra sala de conferencias.
-
LOS NGELES DE PAIPORTA
54
Y as fue como, unas semanas ms tarde,
conocimos a cuatro de los principales encarta-
dos en tan misterioso asunto. Se trataba de tres
chicos y una chica: Jos Antonio, Luis Miguel,
Jos (apodado el Chico) y Paqui. Esta ltima
casada con Miguel ngel, que en esta ocasin
no vino a Mallorca y del cual hablaremos en
captulo aparte. Paqui esperaba su segundo
hijo, pues ya era madre de una nia, Deneb.
En aquella ocasin almorzamos en Vallde-
mossa y durante la sobremesa, un grupo de
amigos y compaeros del CEM de cierta talla
intelectual un fsico, un mdico, dos ingenie-ros, un psiclogo y varios expertos en parapsi-
cologa, no cesaron de disparar preguntas a los pobres muchachos que, curiosamente, en
ningn momento dieron la impresin de sentir-
se acosados. Aparte de Luis Miguel, que es
universitario, los dems no sobrepasaron los
estudios bsicos. A pesar de todo ello, su com-
portamiento fue de tal aplomo y serenidad, que
no dudamos en ofrecerles la oportunidad de dar
una charla a nuestros asociados sobre tan inte-
resante tema.
La gnesis de toda esta historia de los
ngeles de Paiporta, comienza en beda, la
ciudad de los siete cerros, all por el ao
setenta y cinco cuando un muchacho, Miguel
ngel, oye voces que tratan de encaminarle
-
LOS NGELES DE PAIPORTA
55
por determinada lnea filosfico-espiritual.
Despus de algunos aos de vicisitudes que
ms adelante se explicarn con detalle, el Chi-
co termina en el Puig Campana, una montaa
de 1400 metros de altura cerca de Benidrom,
para tener unas experiencias extraordinarias
durante varios meses, y que conforman el cuer-
po de la ltima parte de este libro. Esto ocurra
el ao 1983.
Unos aos ms tarde se casara con Paqui,
yendo a vivir a Valencia capital para trasladar
su residencia a Paiporta pocos meses despus.
Miguel ngel, durante estos ltimos aos, se
senta guiado de alguna manera, aunque sin
comprender muy bien su destino.
Durante los primeros aos en beda fue
conociendo a varios chicos que haban tenido
experiencias semejantes. Las voces parecan
tratar de reunirlos. Ms tarde algunos de estos
amigos le seguirn a Paiporta, como fue el caso
de Paco, Pascual y Andrs. Lo hacen por indi-
cacin de sueos, voces e incluso por pre-
sencias fsicas (ngeles) como ocurri a Pas-
cual, que le instan a abandonar un buen trabajo
para mandarle con toda su familia a Valencia.
Mientras tanto, en su nuevo domicilio de
Paiporta, Miguel ngel y Paqui hacen nuevas
amistades entre las que se cuentan los tres
jvenes que nos visitaron en Valldemossa.
-
LOS NGELES DE PAIPORTA
56
Un da en que Miguel ngel se encontraba
indispuesto recibe la visita de los tres chicos,
quienes al ver el estado de su amigo, deciden ir
al bar Vora Barranc acompaados de Paqui,
para tomar unas caas de cerveza fuera de la
casa a fin de no molestar.
All tendra lugar el inicio de una aventura
que iba a durar ms de dos aos. Mientras los
tres amigos estaban charlando animadamente
en el interior del establecimiento, se les acerc
un joven muy bien parecido. Vesta pantalones
vaqueros y un niki beige. Luca un pelo largo
castao, ojos claros y barba afeitada. Sin ms
prembulos les pide para sentarse con ellos al
tiempo que toma una silla. Los chicos cruzan
una mirada de extraeza y le hacen sitio en la
mesa. Soy un ngel, me llamo Samahel y
vengo a vosotros para dictaros una serie de
mensajes que en su momento transmitiris a la
gente, pero no antes.
Nosotros, por supuesto, no nos cremos ab-
solutamente nada me explicara Paqui durante las entrevistas. Pensamos que se trataba de un to un poco colocado. No obstante, algo
sembraba la inquietud en nuestro corazn,
quiz fuera su aspecto que muy poco tena que
ver con lo que imaginbamos.
Al ver que no le creamos, el extrao visi-
tante nos record a cada uno pequeas ancdo-
-
LOS NGELES DE PAIPORTA
57
tas de nuestro pasado que nadie poda saber y
que alguno de nosotros ya haba, incluso olvi-
dado.
Aquello era demasiado comentara Pa-qui. Empezbamos a sentirnos intranquilos. Seguidamente nos dijo que l conoca todas las
cosas y para que le creyramos nos vaticin
algo que nos ocurrira a cada uno el da si-
guiente. Despus de esto nos dijo que ya le
volveramos a ver y se despidi.
Aquel da, al llegar a casa, le comentaron
todo lo ocurrido a Miguel ngel entre bromas
y risas de incredulidad. Pero ste fue el nico
que no se rea. Aquella increble historia le
recordaba demasiado su experiencia en el Puig
Campana. Sobre todo la descripcin del perso-
naje y el nombre de Samahel. Pero en aquel
momento no dijo nada porque sus nuevos ami-
gos desconocan la historia, y Paqui, aunque
saba algo, nunca haba ledo los escritos que
mantena guardados en beda, en casa de su
madre.
El da siguiente ocurri, con asombrosa
exactitud, todo cuanto el ngel les predijo. Esto
hizo que se reunieran de nuevo en casa de Pa-
qui. Mientras comentaban lo sucedido, llaman
a la puerta y abre la mujer. Era el mismo joven
del bar Vora Barranc. Se acerca Miguel ngel
y Paqui se lo presenta: Es el chico del bar del
-
LOS NGELES DE PAIPORTA
58
que te hablamos ayer le dice. Paqui le invita a pasar a la sala-comedor donde estaban reuni-
dos los dems. Miguel ngel estaba meditativo
en otro lugar de la casa, pues haba identificado
perfectamente al personaje como el ngel que
viera en la montaa de Benidorm. Era exac-
tamente igual me comentara ms tarde, no era lgico, pues en cinco o seis aos una perso-
na cambia un poco. Slo la indumentaria era
diferente.
Apenas todos se renen en el comedor, el
ngel le dice a Paqui que Miguel ngel se va-
ya. A partir de aquel da, ste se excluir de
todas las reuniones con los mensajeros.
Y comienzan los encuentros que se produ-
cen sin previo aviso y casi en cualquier lugar.
En el bar, en la calle, en el campo, en casa. Al
principio las visitas eran casi diarias. Se apa-
reca a uno u otro, o a todos a la vez, pero
siempre les dictaba un mensaje que ellos guar-
daban celosamente. As fue como llegaron a
conocer a ms de cincuenta ngeles diferentes
cuyos nombres no recuerdan en su totalidad.
Aunque cada uno de ellos suscriba uno o va-
rios mensajes, les resulta complicado recopilar
sus nombres esparcidos a lo largo de dos mil
folios. De manera que me dictan los que bue-
namente recuerdan y la virtud de alguno de
ellos, ya que se autodefinan como Virtudes
-
LOS NGELES DE PAIPORTA
59
de Dios.
Phul
Yesiah
Attarit
Torcaret
Iah
Lorimar
Viriel
Viroaso
Djin (ngel del fuego y los rayos)
Samahel (ngel de la profeca)
Azrael (ngel de la muerte y los nacimien-
tos)
Griniel (ngel del pasado divino)
Metatrn (ngel de la forma divina)
Miguel (ngel del equilibrio)
Rafael (ngel de la curacin tanto del cuerpo
como del espritu)
Anael (ngel de la gracia divina y del amor)
Jesubiln (ngel de la alegra)
Acadia (ngel del poder para realizar algo)
Spuglihel (ngel de la primavera)
Humiel (ngel que gua hacia la compren-
sin)
Uriel (deca ser la Luz del Creador)
Gabriel (ngel encargado de sellar a los es-
cogidos)
Barchiel (ngel del mundo de los espritus y
-
LOS NGELES DE PAIPORTA
60
de la creacin)
Camael (ngel de la destruccin cuando el
hombre se pierde)
Jeremiel (arcngel de la Fuerza)
Aom (ngel del orden por el sonido)
Morahel (dominaba todos los elementos,
provoc lluvia y rayos y aviv el fuego de una
hoguera apagada por la lluvia)
Alphiel (hablaba de la naturaleza y de otros
mundos habitados)
Fanuel (deca ser la virtud que lucha con las
energas negativas)
Nuriel (deca ser el ngel que provocaba las
tormentas de pedrisco) Arael (hablaba sobre las aves de ste y de
otros mundos)
Kokbiel (hablaba del mundo donde viviris
los sellados de ste)
Azariel (gobierna las aguas del universo)
Galgaliel (el que tiene potestad sobre las es-
trellas. El sol de Dios)
Zedekiel (ngel de la rectitud. Nos habla-
ba del efecto de las cosas que Dios deseaba)
Raziel (nos hablaba de los misterios, las re-
ligiones, la trinidad, etc.)
Zacharael (deca ser la misericordia del
Creador)
Moronih (encargado de mostrar las cosas
ocultas cuando estaban guardadas en lugares
-
LOS NGELES DE PAIPORTA
61
inaccesibles al hombre ?)
Usiel (deca ser la Fortaleza de Dios)
Och, Ophiel y Aratron (decan componer un
grupo de siete. Desconocemos los otros nom-
bres. Lo curioso es que la presencia de cual-
quiera de estos tres, iba precedida de apagones
de luz, ruidos en las caeras de agua. Un
hecho muy curioso es que no parpadeaban.)
Hanael (distinto de Anael)
Machidiel (ngel muy jovial)
Ambriel (iba siempre vestido de verde)
Hamaliel (bastante serio)
Barbiel (llevaba un grueso anillo que desta-
caba. Pareca oro)
Oirin (hablaron otros de l, pero nunca lo
vimos)
Cada uno de los ngeles mencionados era
visto en un lugar determinado, y cuya cita era
anunciada por otro. Metatrn (el rostro de
Dios) les convocaba en el lugar conocido por
La Mola del Segar y all les dictaba su men-
saje.
Durante el dictado de los dos mil folios ma-
nuscritos, nace la hija de Paqui, Deneb, y queda
encinta de su segundo hijo que en honor al
primer ngel que conocieron, le impondrn el
nombre de Samahel.
La historia al detalle de estos encuentros, as
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LOS NGELES DE PAIPORTA
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como una parte de los mensajes dictados por
los ngeles, se explicarn en el prximo libro
que titularemos El Oro Azul, pues segn los
ngeles, ste es uno de los grandes smbolos
perdidos por la humanidad.
Tanto los tres muchachos como la chica,
pasaron los primeros meses de estos encuentros
entre un mar de dudas. Llegaron a pensar que
se estaba tambaleando su integridad mental.
Pero los mensajeros les prohibieron mencio-
nar los hechos hasta que, ms adelante, les au-
torizaran. Sin embargo, les decan que pidieran
pruebas, las que quisieran, mas ellos no saban
qu decir. No obstante, las pruebas de la reali-
dad de cuanto estaban viviendo les llegaban por
s solas, una detrs de otra, algunas de las cua-
les narraremos en la prxima publicacin.
MIGUEL NGEL
Conoc a Miguel ngel unos meses despus
de que vinieran a Palma su esposa Paqui, y sus
tres amigos de Valencia. Por aquellas fechas yo
presentaba un programa mensual en el Casino
de Mallorca que se titulaba Casino Fantsti-
co. Se trataba de un encuentro, cara al pbli-
co, con personas que hubiesen tenido alguna
relacin directa con lo inslito. Llevaba ms de
dos aos en cartelera con gran xito de pblico.
Pens en invitar a Miguel ngel, del cual tena
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LOS NGELES DE PAIPORTA
63
buenas referencias, junto a sus compaeros de
Paiporta.
Los chicos aceptaron mi invitacin y se des-
plazaron de nuevo a la isla. En esta ocasin
tuve la oportunidad de compartir con ellos va-
rios das, y creo que fue durante aquellas jorna-
das cuando empec a tomarme en serio tan
fascinantes historias. Me di cuenta que el
fenmeno era mucho ms complejo que unas
simples apariciones o psicoenlaces con lo
numinoso.
Miguel ngel por s solo, aunque arropado
por sus amigos de beda, formaba un primer
bloque de informacin metafsica, parecido al
que durante tantos aos habamos estado en-
vueltos mi esposa y yo. Sus primeras experien-
cias, como se ver a continuacin, comienzan
por el ao setenta y cinco y tienen su apogeo en
el ochenta y tres. A partir de este momento
viene una poca de silencio hasta que, al casar-
se con Paqui, fija su residencia en Paiporta.
Ser su mujer con tres nuevos amigos, quie-
nes retomen, a partir de 1988, el testigo del
esposo, para dar lugar a una segunda parte no
menos espectacular que la primera. Entre am-
bas, hay una distancia de cinco aos, durante
los cuales M.A. mantiene el fuego oculto de la
esperanza y la fe en su curioso destino de tono
ligeramente apocalptico. Espera a distintas
-
LOS NGELES DE PAIPORTA
64
personas que le sern enviadas segn sus
misteriosos comunicantes.
Miguel ngel es un muchacho de talla me-
dia. Ms bien delgado, moreno, pelo largo y un
poco rizado que contrasta con su tez plida. Sus
ojos denotan un cierto grado de melancola o
tristeza. De mirada profunda y bondadosa, su
rostro tiene poco que ver, a mi juicio, con algu-
nas fotografas que cierta prensa inmisericorde
y sensacionalista sac del grupo, con claro ob-
jeto de desprestigiarles.
Pocos meses despus de tener lugar nuestro
encuentro con motivo del programa Casino
Fantstico, recib una carta manuscrita de
M.A. pidindome si quera escribir un libro
sobre la realidad del fenmeno. Me sorprendi.
Nunca haba contemplado tal posibilidad. Le
contest a vuelta de correo que para ello nece-
sitaba estar, por lo menos, una semana en Va-
lencia y otros lugares significativos, con el fin
de poder analizar en profundidad los hechos,
as como verificar la documentacin de que
pudieran disponer.
Unas semanas despus me desplac a Pai-
porta. Durante muchos das tuve tiempo para
charlar con todos los implicados y, sobre todo,
meditar el asunto.
A partir del mes de agosto de 1990, se hab-
an dado por concluidos los dictados cuyo con-
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LOS NGELES DE PAIPORTA
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junto formaban el libro de las 2.000 pginas y
con ello, finalizaron las visitas de los ngeles.
Sin embargo, el ngel Rafael, como recuerdo
y agradecimiento les dijo que durante un ao,
los das doce de cada mes, les entregara doce
piedrecitas blancas en la falda de Puig Campa-
na. Ellos las deberan repartir a personas nece-
sitadas fsica o espiritualmente.
Es curioso todo cuanto se relaciona con es-
tos escurridizos mensajeros. Desde sus nom-
bres bblicos hasta las 144 piedrecitas, smbo-
los archiconocidos por todos los estudiosos de
las Sagradas Escrituras. Pero lo cierto, y lo
importante para m, es que durante la estancia
en Paiporta no pude observar la menor duda
acerca de la buena fe y ejemplaridad en el
comportamiento humano, de las diferentes fa-
milias que se han visto unidas por tan incre-
bles acontecimientos. Sin embargo, debo con-
fesar que me sorprendi su incontinencia con la
carne, el tabaco y el alcohol, lo cual chocaba
frontalmente con el ambiente vegetariano en el
que me mova yo.
Sea como fuere, aunque tal vez mucho ms
por mi sentimiento interior que por lo observa-
do en Paiporta, regres a Mallorca con el firme
propsito de escribir esa historia que, como ya
dije, no era otra cosa que la prolongacin de la
ma propia.
-
LOS NGELES DE PAIPORTA
66
Creo que es muy importante para el lector,
recoger la informacin desde el origen, y por
ello le ped a M.A. que me contara detallada-
mente su vida.
Vamos a sintetizarla a continuacin, para
terminar con una corta entrevista personal, se-
leccionada entre las muchas grabaciones que
hice.
Miguel ngel sera el mayor de cuatro her-
manos si el destino no hubiera deparado el fa-
llecimiento de Juan Isaac cuando ste apenas
terminaba los estudios de fsica en la Universi-
dad. Miguel ngel no era un buen estudiante y
le divertan ms el arte y los trabajos manuales
que la historia o las matemticas.
Sebastin, su padre, era carpintero de oficio
y escultor imaginero, discpulo de Parma Bur-
gos. Pero al fallecer ste, y ante la escasa de-
manda de imgenes religiosas, debe volver a la
carpintera hasta su muerte. Esta le sobrevino
cuando apenas contaba cuarenta y siete aos de
edad.
El nio estudia en un convento de monjas
hasta los siete aos en que hace su primera co-
munin. Luego lo trasladan al colegio de los
Salesianos. Ser en este colegio cuando, a los
doce o trece aos y quizs estimulado por la
inquietud artstica de su padre, empieza a ini-
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LOS NGELES DE PAIPORTA
67
ciarse en el dibujo y la pintura. Unos aos des-
pus trata de comenzar los estudios en la Es-
cuela de Artes y Oficios, pero slo acude a
clases unos pocos meses. Su destino est mar-
cado por una cierta rebelda hacia lo conven-
cional. Era un autodidacta.
beda es una ciudad de unos treinta y cinco
mil habitantes, edificada sobre siete cerros.
Pertenece a la provincia de Jan y dista unos
nueve kilmetros de Baeza. En ella est el ora-
torio de San Juan de la Cruz, conmemorando el
lugar donde muri el famoso mstico.
Los ubetenses son gente muy religiosa, mar-
cadamente tradicionalistas y conservadores.
Como suele ser normal en estos ambientes,
existe una delicada pero clara lnea de separa-
cin social entre la poblacin: la beda de
arriba y la de abajo.
La historia de la ciudad se remonta a la do-
minacin rabe, conocida entonces por el nom-
bre de Obdah. Debido a unos curiosos mensa-
jes recibidos por Miguel ngel, como ya ve-
remos, all por los aos ochenta, consideramos
de importancia recordar una pequea parte de
la historia de beda.
En el ao 1212, pocos das despus de la
famosa batalla de las Navas de Tolosa, los mo-
ros de Baeza se retiraron a beda, ciudad ms
segura y fortificada. Sin embargo, no pudieron
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LOS NGELES DE PAIPORTA
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evitar ser atacados por los cristianos, presos
stos de la euforia que les diera el xito de
aquella lucha. Entonces los musulmanes com-
praron, por una fuerte suma, la libertad y las
tierras a los conquistadores. Fue considerado,
este acto de venta, como una traicin al rey por
parte de sus vasallos? De todas formas esto no
pudo evitar que en 1234, beda fuera definiti-
vamente conquistada por Fernando el Santo.
Esta victoria, curiosamente, tuvo lugar el da de
San Miguel Arcngel, que la ciudad tomara
como patrn.
Es justo pensar que toda la carga histrica
de un pueblo pese sobre sus hijos? En alguno
de sus primeros mensajes, tal como se ver
ms adelante, se menciona a beda como la
Ciudad Traidora, o al menos, eso parece. Pero
no precipitemos acontecimientos y sigamos con
nuestro personaje.
Miguel ngel naci en el seno de una fami-
lia humilde aunque muy conocida, entre otras
cosas, por su parentesco con el General Franco.
Margarita, su madre, es muy religiosa, pero
no tanto su padre, quien no comprende cmo la
gente puede arrodillarse ante sus propias tallas
de madera. Su hijo aprende el oficio de carpin-
tero tan pronto termina los estudios de EGB. Y
es en estos momentos, apenas cumplidos los 14
aos de edad, cuando comienzan sus experien-
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LOS NGELES DE PAIPORTA
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cias.
Un da, estando debajo de un rbol, empieza
a or unas voces entrecortadas, frases cortas y
sin apenas sentido. Con el tiempo las oye en
cualquier sitio: mira a tu alrededor, ten cui-
dado, sal fuera, Miguel ngel, etc. En
cierta ocasin, mientras est enfermo en la ca-
ma, oye claramente que le dicen: no morirs.
Este da, asustado, se lo cuenta a su madre,
quien le dice ser producto de la fiebre.
A los diecisiete aos, las voces le dicen
que vaya al Cerro de la Atalaya cerca de un
olivo que le sealarn. Una vez all, le indican
que se acerque al segundo olivo de la segunda
hilera de rboles. Se acerca y oye claramente
que le dicen que vaya al mismo lugar todos los
jueves despus de haber oscurecido. As lo har
por espacio de varios aos, excepto en las po-
cas que permanece fuera del pueblo. Fue de
este modo como empez a escribir, copiando
literalmente, una serie de mensajes, pues las
mismas voces le dicen que los recordar para
poder escribirlos en su casa. Sin embargo, y en
el momento de nuestra entrevista, muchos de
ellos, desgraciadamente, han desaparecido.
Este fue su primer aprendizaje o, dicho de
otra forma, su preparacin inicitica, que cul-
minara en el Puig Campana.
Durante los aos que siguieron, acude al
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LOS NGELES DE PAIPORTA
70
sitio acompaado de amigos quienes no oyen
absolutamente nada pero que, alguno de ellos,
llega a ver el olivo inmerso en una aureola de
Luz especial.
Al cabo de unos meses de asistir a aquel
lugar, observa una especie de esfera azul que se
abre ante sus ojos movindose al desviar la
cabeza, por lo que no puede entender muy bien
si se trataba de una proyeccin de sus ojos o si
estaba objetivamente en el olivo. Este fenme-
no le ocurrir siempre que vaya all, aunque
nunca llega a percibir imagen concreta alguna.
A partir de estas fechas, y debido a las cosas
extraas que se cuentan de l, su imagen se
deteriora progresivamente incluso ante los fa-
miliares de sus amigos, ms dispuestos a ta-
charle de brujo que de santo. Miguel ngel,
aunque se consideraba catlico, por aquel en-
tonces ya no era practicante.
Un da, estando bajo el olivo, y cuando con-
taba diecinueve aos de edad, las voces le
dicen que debe buscar a dos compaeros en la
escuela. Con la excusa de estudiar Bellas Artes,
cosa que a su padre le agradaba, se matricula
en primer curso de BUP. Y en efecto, un buen
da, organizando un grupo de teatro, encuentra
a sus dos compaeros: Toms y Andrs apoda-
do el serio. (Existi otro Andrs entre sus
amigos apodado el largo).
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LOS NGELES DE PAIPORTA
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Cuando M.A. pens que ya nada tena que
hacer en la escuela, deja los estudios y se dedi-
ca de nuevo al taller de carpintera de su padre
y a la pintura. Le gusta la figura y con una
tcnica hiperrealista se presenta a certmenes y
concursos ganando algunos premios. Fallece su
padre cuando l apenas cuenta veintids aos
de edad.
En esta poca hace el servicio militar licen-
cindose en marzo del ao ochenta y dos. En el
ochenta y tres, estando de nuevo en el Cerro de
la Atalaya, recibe un inesperado mensaje: Ve-
te slo hacia Valencia que recibirs unas ense-
anzas. Pero l lo comenta con sus compae-
ros y algunos no resisten la tentacin de acom-
paarle. Se van con l dos chicas: Nay y Joly y
cuatro chicos: Pascual, Andrs (el largo), Paco
y Pablo. Todos ellos de edades comprendidas
entre los 18 y 23 aos. Viajan en autobs hasta
Murcia y desde all a pie hasta Valencia. Ser
en este ltimo trayecto donde tendr lugar la
extraa experiencia del Puig Campana.
He ah el resumen esquemtico de una per-
sonalidad controvertida, amada por unos y re-
chazada por otros, sobre la cual recae el peso
de esta obra. No se trata de adelantar juicios
porque juzgar es lo ltimo que deberamos
hacer los seres humanos, sino de aprender lec-
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LOS NGELES DE PAIPORTA
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ciones de tolerancia y comprensin.
Como tantas veces en la historia, nos halla-
mos ante un panorama que, a fuerza de ser sin-
ceros, no nos encandila.
Nuestra razn rehye el absurdo a la vez que
nuestro corazn es atrado por el misterio. Des-
de el inicio hasta el final de nuestras investiga-
ciones, nos moveremos en un ambiente extra-
o, intelectualmente dbil y socialmente
humilde. Pero nos corresponde a los hombres
coexistir en un mundo que se caracteriza por
los grandes contrastes, por las diferencias en el
ser y en el pensar. Nada hay exactamente igual
y repetible aunque, en raras ocasiones, la seme-
janza de algunas experiencias pueda ser muy
grande. Sin embargo, de todo lo que comparti-
mos hay algo que siempre ha llamado mi aten-
cin: la palabra.
Hay un texto bblico, que por su libertad de
interpretacin ha sido el escrito que mayor
nmero de veces he ledo en mi vida. Me estoy
refiriendo al inicio del Evangelio de San Juan.
Si alguien no lo recuerda dice as: En el prin-
cipio era el Verbo y el Verbo estaba con Dios y
el Verbo era Dios. El estaba en el principio
con Dios, todo se hizo por El y sin El nada se
hubiera hecho de cuanto existe. En El estaba la
vida y la vida era la luz de los hombres. La luz
brilla en las tinieblas y las tinieblas no la re-
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LOS NGELES DE PAIPORTA
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conocieron.
Siempre he pensado que el autor de estos
escritos, en un esfuerzo desesperado de acer-
carnos al origen, nos enfrenta con la manifesta-
cin primera de una misteriosa Intencin: la
palabra. Pienso que solamente una Poderosa
Intencin hizo posible el universo conocido. Y
lo que es ms importante todava, esa Intencin
Creadora anida, de algn modo, en el corazn
de todos los hombres. Es en este nivel de inten-
cionalidad donde todos somos iguales. Porque
todo ser psquicamente sano trata de hallar, a lo
largo de su vida, esa perfeccin en s mismo y
en su entorno. Las diferencias (todas) de la
humanidad, no son otra cosa que la consecuen-
cia de esa bsqueda infructuosa.
No es en el origen de la vida donde se mar-
can las diferencias, pues la infancia entiende
ms de amistades que de guerras. Las diferen-
cias crecen en el tiempo, es decir, forman parte
del proceso de la vida misma. Y es en este con-
texto donde debemos contemplar y analizar,
ms con el corazn que con el cerebro, las
complejas circunstancias que rodean el fen-
meno que nos ocupa.
Muchos se preguntarn la razn por la cual,
casi siempre, lo numinoso escoge como cuna a
la pobreza; y el cielo se abre con mayor fre-
cuencia en el hogar del socialmente desvalido.
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LOS NGELES DE PAIPORTA
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Creo que deberamos buscar la razn en el po-
der de la intencin y en la gran fuerza de la
necesidad, capaz de rasgar los teres incon-
cebibles que nos separan de la divinidad. Sin
embargo, la experiencia y el anlisis de las dis-
tintas teofanas que han tenido lugar a lo largo
de las edades, nos ensearon a comprender que
si bien es cierto que muchas manifestaciones
divinas horadan nuestras estructuras por las
capas sociales ms pobres, no lo es menos que
luego pueden extenderse al margen de cual-
quier condicin social.
Pensamos que pobreza y riqueza no son ms
que dos variantes del acontecer humano, dos
formas distintas de participar en el curioso jue-
go de la vida que poco o nada tienen que ver
con lo bueno o lo malo, la felicidad o la infeli-
cidad. Estos estados, son maleables como el
oro puro y, por supuesto, subjetivos, aunque
con frecuencia, envenenados por la mecnica
social del consumismo alienante que presiona
precisamente sobre los ms pobres, hasta gene-
rar esa poderosa Intencin capaz de abrir sus
puertas a lo trascendente.
-
CAPTULO TERCERO
LAS PRIMERAS VOCES SOBRE
EL CERRO DE LA ATALAYA
-
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De la mucha informacin escrita que me en-tregaron durante mis estancia en Paiporta, me
ha parecido de inters incluir unos fragmentos
de aquellos diarios que Miguel ngel copia-
ba sobre el Cerro de La Atalaya, dictados por
las misteriosas voces que le instruan.
La verdad es que si no hubiramos sido ob-
jeto, en carne propia, de experiencias muy si-
milares, dudara mucho de la seriedad de los
relatos aqu comentados. Sin embargo, lo ms
curioso es que muchas de las anotaciones de
entonces se han visto coronadas por una reali-
dad posterior, con sucesos que si bien carecan
de sentido en aquel tiempo, ahora son perfec-
tamente reconocibles con hechos y cosas que
forman parte de una realidad objetiva.
Es por todo ello que me sentira estpido si
no aceptara como posibles estas llamadas de
lo Alto. No obstante, mi experiencia de aos
en el CEM, me ha enseado a ser prudente y a
reconocer que no todo el monte es organo.
Quiero decir que la fantasa, la necesidad psi-
colgica, cuando no la intencionalidad aviesa,
-
LOS NGELES DE PAIPORTA
78
llenan nuestro mundo de oyentes, videntes y
contactados de los cuales lo ms prudente es
resguardarse.
Pero veamos a continuacin lo que le comu-
nicaban las voces a nuestro protagonista,
bajo el segundo olivo de la segunda hilera
sobre el Cerro de La Atalaya de su beda na-
tal.
13 de agosto de 1977
Dios crea a su voluntad. Todo lo creado
tiene un fin y sirve para algo. Nadie muere has-
ta haber cumplido lo que tiene que cumplir. El
escritor nace escritor, no para ganar un sueldo o
para que su nombre quede escrito en la historia,
sino para que la inspiracin de Dios sea medida
por sus escritos y les comunique a los hombres
sus intenciones. El msico no nace para pasar a
la historia, sino para que por medio de su msi-
ca se d una informacin a los dems mortales.
El pintor y los dems artistas, no nacen artistas
para pasar a la historia, sino que por medio de
sus obras den un mensaje divino a los dems
mortales. El hombre no nace hablando para
decir mentiras, sino para la verdad. Daros cuen-
ta que no hay otros seres en la creacin que
hablen, hagan msica y obras de arte como
vosotros. Si esos dones no sirvieran para nada,
todos los dems animales tambin los tendran.
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LAS PRIMERAS VOCES SOBRE EL CERRO DE LA ATALAYA
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Lstima que todos estos dones tambin sean
utilizados para confundir como ha sido y as
ser.
20 de agosto de 1977
Si cuando has hablado, has visto que algu-
nos tienen miedo, es porque deben algo que se
les puede echar en cara.
16 de septiembre de 1977
Se prepara una nueva fe. Ser una fe sin
lderes y te aseguro que los guas y los emisa-
rios lo sern al mismo tiempo.
(Aqu aparece por primera vez la aureola en
el olivo.)
Dios encarnado no vendr cuando el mun-
do quiera. Volver a la tierra y NADIE lo
sabr. La tierra nunca estar preparada para
conocerlo. T que dudas, recuerda que NADA
es imposible. T buscars corderos y Dios vol-
ver a ser revolucin, la REVOLUCIN liber-
tadora del Espritu.
21 de septiembre de 1977
El cuerpo es una forma vaga. Haced lo que
os dicte el corazn. Si crees estar preparado
significa que tambin lo ests para sufrir. Yo
siempre estar a tu lado. No digas, an, nada de
esto, pues hay acontecimientos que no pueden
precipitarse. Yo te hablar y te preparar, pero
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LOS NGELES DE PAIPORTA
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para ello no debes apartarte de mi lado. Si el
mundo no est preparado para ese tiempo, ya
conocers y conocern mis seales que sern
seales de Dios. Si los acontecimientos se pre-
cipitan, lo mismo que se produjo se producir;
si no se precipitan, el Hijo de Dios, JESS, se
mostrar con su Poder y su Gloria en el Tiem-
po.
20 de octubre de 1977
Cuando ests preparado, te llevar donde
encontrars a los seguidores de Cristo.
(Se han perdido las anotaciones hasta julio
de 1979.)
10 de julio de 1979
Dices que fue detestable lo que hizo Judas
al vender al Dios del Cielo por treinta monedas.
Pero acaso no es ms grave lo de los hom-
bres? Si Judas lo vendi por treinta monedas,
por cunto lo venderais vosotros? por cunto
venderais su causa? Acurdate: lo venderais
por un puntito de honra, por un simple deleite
de los sentidos, por un qu dirn! No llores
an. Llegar un tiempo que las lgrimas, por
todas partes se convertirn en torrente.
22 de septiembre de 1979
Esos dos grupos (las personas que acabo de
conocer, Toms y Andrs) se multiplicarn y
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LAS PRIMERAS VOCES SOBRE EL CERRO DE LA ATALAYA
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formarn una espiga de trece. No tendrs que
buscar a nadie.
23 de septiembre de 1979
Ellos (dos) te reconocern nada ms les
hables porque en otra vida convivisteis juntos.
No debes llamarles la atencin, creme, y hazl