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Los andaluces y la política turística. Opiniones, posicionamiento y preferencias. Pablo Rodríguez González, Instituto de Estudios Sociales Avanzados (IESA-CSIC) [email protected] Palabras clave: desarrollo turístico, actitudes hacia el turismo, población anfitriona, sondeos de opinión pública, governanza turística. RESUMEN: Este trabajo se ubica dentro del área de la sociología del turismo que indaga sobre los efectos del turismo en la población receptora, atendiendo específicamente a las variables políticas implicadas en la actitud de los anfitriones hacia el turismo. Pueden identificarse dos explicaciones alternativas respecto a la actitud de la población receptora hacia el desarrollo turístico: por una parte, la tesis del intercambio social, que apunta a que el apoyo al turismo dependerá de la identificación ‘racional’ de beneficios individuales o colectivos derivados de la actividad; por otra, la tesis de la ideología turística, según la cual la población apoya el desarrollo de la actividad a partir de ‘mitos’ ideológicos que ensalzan los beneficios y minusvaloran los costes de la actividad. Los datos utilizados provienen de una encuesta (N=1800) realizada en 2008 a la población andaluza mayor de 18 años. A partir del análisis de una serie de ítems actitudinales sobre el desarrollo turístico y sus efectos (cognitivos y evaluativos) se identifican dos posicionamientos alternativos (desarrollista e integrador) y se evalúan sus efectos en las preferencias por distintas medidas de política turística. INTRODUCCIÓN El turismo trajo 25 millones de visitantes en el año 2008 a Andalucía. Este movimiento turístico generó 17.083 millones de euros en ingresos (un 11,2% del PIB andaluz; 22.200 millones de dólares) y 426.000 ocupados. Los hoteles y pensiones de Andalucía contabilizaron 44,1 millones de pernoctaciones durante ese año (Consejería de Turismo, 2009). Estos datos ilustran la gran importancia estratégica del turismo en esta región, tal y como asumen el Estatuto de Andalucía o el III Pacto Andaluz por el Turismo, el gran acuerdo marco del sector. Sin embargo, no debe olvidarse que junto a la creación de empleo y riqueza la actividad turística genera otra serie de impactos sociales, culturales y ambientales de distinto tipo e intensidad. Independientemente de los indicadores objetivos que puedan articularse para medir dichos impactos del desarrollo turístico (DT), es preciso tener en cuenta la percepción social que la población receptora tiene de ellos, ya que a partir de estas percepciones y del interés de la población por la gestión del turismo se formularán las respuestas de colaboración o rechazo de la población a dicho desarrollo y a las iniciativas públicas orientadas a recualificarlo. A nadie se le escapa que el éxito de una estrategia de desarrollo (como es la apuesta por el turismo en nuestra región) requiere del apoyo y la complicidad de la población, tal y como se manifiesta en este caso a través de la opinión pública sobre el turismo. Con más de 50 años de desarrollo turístico a sus espaldas, la región española de Andalucía sigue sin resolver el problema clave de la gobernanza de los sistemas turísticos maduros (Bramwell, 2004): ¿es posible que la oferta de un destino siga creciendo sin que la rentabilidad se vea afectada? ¿es sostenible –económica, social y

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Los andaluces y la política turística. Opiniones, posicionamiento y preferencias.

Pablo Rodríguez González,Instituto de Estudios Sociales Avanzados (IESA-CSIC) [email protected]

Palabras clave: desarrollo turístico, actitudes hacia el turismo, población anfitriona, sondeos de opinión pública, governanza turística.

RESUMEN: Este trabajo se ubica dentro del área de la sociología del turismo que indaga sobre los efectos del turismo en la población receptora, atendiendo específicamente a las variables políticas implicadas en la actitud de los anfitriones hacia el turismo. Pueden identificarse dos explicaciones alternativas respecto a la actitud de la población receptora hacia el desarrollo turístico: por una parte, la tesis del intercambio social, que apunta a que el apoyo al turismo dependerá de la identificación ‘racional’ de beneficios individuales o colectivos derivados de la actividad; por otra, la tesis de la ideología turística, según la cual la población apoya el desarrollo de la actividad a partir de ‘mitos’ ideológicos que ensalzan los beneficios y minusvaloran los costes de la actividad. Los datos utilizados provienen de una encuesta (N=1800) realizada en 2008 a la población andaluza mayor de 18 años. A partir del análisis de una serie de ítems actitudinales sobre el desarrollo turístico y sus efectos (cognitivos y evaluativos) se identifican dos posicionamientos alternativos (desarrollista e integrador) y se evalúan sus efectos en las preferencias por distintas medidas de política turística.

INTRODUCCIÓN

El turismo trajo 25 millones de visitantes en el año 2008 a Andalucía. Este movimiento turístico generó 17.083 millones de euros en ingresos (un 11,2% del PIB andaluz; 22.200 millones de dólares) y 426.000 ocupados. Los hoteles y pensiones de Andalucía contabilizaron 44,1 millones de pernoctaciones durante ese año (Consejería de Turismo, 2009). Estos datos ilustran la gran importancia estratégica del turismo en esta región, tal y como asumen el Estatuto de Andalucía o el III Pacto Andaluz por el Turismo, el gran acuerdo marco del sector.

Sin embargo, no debe olvidarse que junto a la creación de empleo y riqueza la actividad turística genera otra serie de impactos sociales, culturales y ambientales de distinto tipo e intensidad. Independientemente de los indicadores objetivos que puedan articularse para medir dichos impactos del desarrollo turístico (DT), es preciso tener en cuenta la percepción social que la población receptora tiene de ellos, ya que a partir de estas percepciones y del interés de la población por la gestión del turismo se formularán las respuestas de colaboración o rechazo de la población a dicho desarrollo y a las iniciativas públicas orientadas a recualificarlo. A nadie se le escapa que el éxito de una estrategia de desarrollo (como es la apuesta por el turismo en nuestra región) requiere del apoyo y la complicidad de la población, tal y como se manifiesta en este caso a través de la opinión pública sobre el turismo.

Con más de 50 años de desarrollo turístico a sus espaldas, la región española de Andalucía sigue sin resolver el problema clave de la gobernanza de los sistemas turísticos maduros (Bramwell, 2004): ¿es posible que la oferta de un destino siga creciendo sin que la rentabilidad se vea afectada? ¿es sostenible –económica, social y

ambientalmente- un crecimiento turístico ilimitado? Como apunta este autor, las regiones turísticas afrontan un problema de acción colectiva, ya que mientras el crecimiento de la oferta sea la alternativa más rentable para la reinversión en el sector, la agregación de estas respuestas individuales conduce a un deterioro a largo plazo de la rentabilidad económica de la industria. Sin olvidar que el umbral de la sostenibilidad ambiental puede sobrepasarse mucho antes de que se alcance el umbral de sostenibilidad económica (los destinos pueden perder su atractivo mucho antes de que el mercado “equilibre” el ritmo de crecimiento de la oferta a la menor rentabilidad que genera la competencia por precios) de forma que el deterioro de la calidad ambiental del producto turístico puede acelerar la entrada en la fase de declive del ciclo de vida de los destinos turísticos (Butler, 1980; Agarwal, 2002).

En el caso de Andalucía, el trabajo de Barke y Towner (2004) plantea una diagnóstico muy crítico sobre las tentativas políticas de orientar el DT de la región por criterios de sostenibilidad. En su análisis se compara el DT no planificado de la Costa del Sol en los años 1960-1980, identificado con el modelo masivo de sol y playa, con el desarrollo posterior del litoral oriental andaluz (costas de Granada y Almería), en el que, al menos en teoría, existía la voluntad política de implantar un modelo más sostenible. Sin embargo, el examen de distintos indicadores (generación de empleo, uso de recursos hídricos, mantenimiento de sistemas socioeconómicos tradicionales, etc.) sobre los resultados de dicho desarrollo, fuertemente vinculado a la construcción de viviendas turísticas y al modelo del turismo residencial (Mazón y Aledo Tur, 2004; 2005; Mantecón, 2008), lleva a estos autores a la conclusión de que el nuevo DT de Andalucía no ha “aprendido del pasado” (Barke y Towner, 2004: 158). Más críticos sobre este particular son los análisis que realizan algunos autores españoles vinculados con las posturas ecologistas (Jurdao, 1990; Caballero, 2006), o, curiosamente, la organización que representa a las principales empresas nacionales del sector (Deloitte-Exceltur, 2005). Para los objetivos de nuestra investigación resulta sumamente relevante que este diagnóstico, no obstante, no parezca reflejarse en la agenda mediática andaluza (Andréu Abela, 2009), ni tener repercusiones en el apoyo electoral a los gobiernos locales más desarrollistas. Tal es el caso de numerosos municipios del litoral andaluz en los que el voto económico del desarrollo (Gómez Fortes y Urquiza Sancho, 2007) ha revalidado gobiernos municipales gravemente implicados en escándalos de corrupción urbanística vinculados al desarrollo del turismo residencial (Barbería, 2008; Gómez Fortes y Palacios, 2008).

Este hecho nos remite, como señala Mantecón (2008), a la legitimación sociopolítica del desarrollo turístico-residencial entre la población local. La percepción social del DT, entendido como la “construcción sociocultural de la experiencia del fenómeno turístico por parte de los residentes en los centros receptores” (Mantecón, 2008: 130) juega un papel clave en este proceso de legitimación (o sobre-legitimación, como señalan para el contexto global del desarrollo capitalista contemporáneo, Alonso y Fernández Rodríguez, 2006) por el cual la ciudadanía acepta y otorga su apoyo a un modelo de desarrollo territorial que puede considerarse irracional a medio y largo plazo.

Siguiendo a Harrill (2004), el marco teórico a partir del cual se ha buscado explicar la formación de la percepción social del DT conoce tres corrientes: la teoría de la vinculación comunitaria (community attachment, McCool y Martin, 1994), que apunta a la importancia de los vínculos con la comunidad a la hora de apoyar el DT; la

teoría del intercambio social (Ap, 1992), que plantea un modelo utilitarista en el que los residentes “calculan” su actitud a partir de los costes y beneficios percibidos del DT; y el modelo de la máquina de crecimiento (growth machine theory, Judd y Fanstein, 1999), que desde la perspectiva de la geografía urbana atiende a las diferencias entre élites y población en las posiciones al respecto.

En este sentido, el objetivo de este trabajo es abordar el posicionamiento de la población receptora (los “anfitriones” de la perspectiva antropológica) sobre el DT andaluz, toda vez que, mediante su apoyo electoral a los agentes políticos regionales que regulan el DT, tiene un papel fundamental en la dirección (limitación, reorientación o desregulación) que adopta dicho desarrollo.

MARCO TEÓRICO

En este apartado se abordarán brevemente los principales enfoques teóricos y corrientes de investigación sobre el tema de las opiniones y actitudes de la población receptora hacia el turismo y el DT. Siguiendo a Jafari, a partir de los primeros enfoques críticos (o "precautorios", Jafari, 2005), a partir de 1980 surge una aproximación más científica al fenómeno, que Harrill (2004) caracteriza con las corrientes del intercambio social (Ap, 1992; Ap y Crompton, 1998) y la vinculación comunitaria (Murphy, 1985; Jurowski, 1998). Posteriormente, se plantearán las características distintivas del enfoque que se ha seguido en esta investigación. Puede encontrarse una revisión bibliográfica más detallada en Rodríguez González (2007)

Primeros enfoques: la “ideología” turística

En los años 60 del pasado siglo se publican los primeros estudios sobre el impacto del turismo en las sociedades receptoras, que plantean una visión fundamentalmente optimista centrada en los efectos económicos del turismo (riqueza, empleo) en las sociedades desarrolladas y sus potencialidades para el desarrollo de los países del tercer mundo. Esta visión optimista y economicista sería ampliamente criticada a partir de la segunda mitad de los años 70 en una doble vertiente.

Por una parte, partiendo de la teoría de la dependencia y el neocolonialismo, se pondría en duda la existencia de beneficios económicos reales para las sociedades receptoras en los países subdesarrollados, que acogerían en sus territorios la “periferia del placer” (Turner y Ash, 1991) del sistema turístico internacional (para el caso español, Gaviria, 1974; Singh, Theuns et al., 1989). Por otra parte, desde perspectivas antropológicas y sociológicas se planteó que el turismo no solo producía un impacto económico en las sociedades receptoras, sino que también desencadenaba cambios socioculturales (Smith, 1989; MacCannell, 2003) y ambientales no deseados y, con frecuencia, de carácter negativo.

Dentro de esta temática, determinados estudios contemplan la percepción de la población sobre el DT y sus efectos. La atención a esta dimensión perceptual del problema del impacto del turismo viene marcada por la afirmación de Turner y Ash de que la justificación del DT para las poblaciones receptoras se apoya en un “mito dorado” sobre los beneficios colectivos del turismo (la creación de riqueza, el desarrollo). Este mito dorado tiene un carácter ideológico, en el sentido marxiano del

término de ocultación o falsa conciencia del reparto “real” de los costes y beneficios del desarrollo turístico1.

En paralelo, Doxey planteaba con el irritation index la tesis de que la actitud hacia el turismo de la población cambiaría (a peor) a medida que los destinos transitaran por las distintas fases del ciclo de vida. La idea subyacente es que las distintas situaciones de desarrollo turístico generan distintas combinaciones de impactos que “irritan” en mayor o menor medida a los anfitriones (Doxey, 1976). Durante los años 80 se realizaron multitud de estudios que ponían en relación estas tres dimensiones: exposición de los residentes a los impactos del turismo, percepciones de los costes y beneficios de la actividad turística y actitudes hacia el desarrollo turístico.

Los enfoques del intercambio social y la vinculación comunitaria. Rasgos generales e inconvenientes

Un problema común a los enfoques del intercambio social y la vinculación comunitaria es que sus variables dependientes se dirigen a dar cuenta de la dimensión psicológica del fenómeno. Así, es frecuente encontrar como indicador clave de una actitud favorable (positiva) o desfavorable (negativa) hacia el turismo la postura frente a un hipotético incremento de la llegada de turistas a la región. A partir de esta primera clasificación de la población estudiada, la estrategia analítica suele ser buscar otras variables independientes que expliquen la respuesta de los sujetos investigados en la variable dependiente. En este sentido, las diferencias entre los enfoques vienen dadas por el tipo de variables utilizadas para explicar la actitud.

El primer enfoque incluye variables de tipo utilitarista (relación entre costes y beneficios) y variables evaluativas (percepción de justicia en la evaluación del intercambio), combinando variables de carácter objetivo (p.e. trabajar o no en el turismo) con variables de tipo subjetivo. En la selección de este último tipo de variables se busca, por una parte, medir los componentes actitudinales de las percepciones sobre los efectos del turismo (cognitivos, afectivo-emocionales, valorativos, conductuales); por otra, se busca distinguir distintas categorías de impactos del turismo a evaluar, ampliando los efectos económicos (p.e. riqueza, empleo) con efectos de carácter social (p.e. seguridad ciudadana, calidad de vida), ambiental (p.e. paisaje, conservación de recursos naturales) o cultural (p.e. integración, conservación tradiciones).

El segundo enfoque presta atención, normalmente de forma complementaria con las anteriores, a variables relacionadas con los vínculos locales de los sujetos investigados. El interés por esta dimensión viene dado por la necesidad de explicar el apoyo o la actitud favorable hacia el turismo de amplias capas de las poblaciones estudiadas que no reciben (objetiva ni subjetivamente) beneficios personales del desarrollo turístico. La explicación que proponen para este resultado es que estas personas perciben y valoran positivamente determinados beneficios de carácter colectivo derivados del desarrollo turístico. Para verificar esta idea, contrastan el efecto en la actitud hacia el turismo de distintos indicadores de capital social a nivel micro (inserción en redes de relaciones locales) que actúan como proxies de la probabilidad de obtener ganancias relacionales de beneficios colectivos como el desarrollo económico o la construcción de infraestructuras. Este argumento permite reconstruir la racionalidad del comportamiento de aquellos que, en caso contrario, serían irracionales creyentes en el mito dorado del turismo.

Un inconveniente importante de ambos enfoques es su casi exclusiva atención a lo local. La evaluación de los costes y beneficios y la identificación con los resultados colectivos se registran (y tienden a conceptualizarse) desde la perspectiva de localidades turísticas concretas o, en algunas investigaciones, contrastando conjuntos relativamente limitados de localidades. Esta parece ser la razón más relevante para la acusada sensibilidad al contexto que presentan los resultados empíricos de este área de investigación (Harrill, 2004). Tal y como señalan Andereck y Vogt (2000), las comparaciones entre localidades (o comunidades), avaladas por la idea de que la naturaleza de la actividad turística en cada localidad conducirá a actitudes diferentes, no han sido planteadas a un nivel regional o estatal, en el que buena parte de la población puede carecer de una experiencia directa con los beneficios y costes del desarrollo turístico.

Sin embargo, las comparaciones a este nivel pueden resultar relevantes para dar cuenta de un problema que ha recibido muy poca atención en esta literatura: las consecuencias de la actitud o la posición global hacia el desarrollo turístico en los comportamientos de la población en relación con el turismo. Estas autoras señalan que el apoyo al desarrollo del turismo, cuando no es inferido directamente de la medición de la actitud, suele operacionalizarse de una forma muy general sin atender a los problemas de definición y operacionalización de la variable desarrollo (Andereck y Vogt, 2000: 29). Lo que vienen a plantear estas autoras es que el apoyo al turismo puede traducirse en la preferencia por opciones de desarrollo sustancialmente diferentes. En su planteamiento, estas opciones de desarrollo se concretan en distintos productos turísticos específicos cuya aceptabilidad por parte de los residentes de las distintas localidades investigadas es puesta en relación con las actitudes hacia el turismo.

Un enfoque regional: de la actitud de los anfitriones a la opinión pública de los residentes

Desde una perspectiva regional, este enfoque puede plantearse de una forma más fructífera conceptualizando el problema de la relación entre actitud y opciones de desarrollo siguiendo el modelo de la Sociología Económica (Smelser y Swedberg, 2005) y, particularmente, los planteamientos neoinstitucionalistas sobre la gobernanza de los sectores económicos (Powell y DiMaggio, 1999). En primer lugar, contamos con un problema de acción colectiva, concretado en la gestión de los beneficios colectivos del desarrollo turístico. En segundo lugar, existe un actor institucional clave en esta gestión (la administración turística regional) cuya legitimidad surge de recoger en su agenda política las iniciativas turísticas preferidas tanto por la población implicada como por la no implicada. En tercer lugar, existe un debate público en el que se construye la conexión entre las opciones de desarrollo y sus consecuencias para el bienestar colectivo, de forma que los individuos no tienen que realizar los complejos cálculos de utilidades esperadas directas e indirectas que presuponen los modelos utilitaristas, sino simplemente evaluar su acuerdo con distintos temas de la opinión pública que sirven de cultura política subyacente a la gobernanza del sector.

Con esta perspectiva, el efecto conductual de la actitud hacia el turismo se contempla como el apoyo a una determinada agenda política acerca de su gestión colectiva. Los elementos cognitivos que intervienen en este proceso no provienen

exclusivamente de la experiencia directa, sino que también se reciben como percepciones y valoraciones ‘incrustadas’ en la cultura económica de la sociedad en cuestión y particularmente en el debate público sobre las políticas económicas y de desarrollo. Para ello será particularmente relevante la agenda mediática, entendida como “los principales temas que aparecen en los medios de comunicación” y su relación con la agenda pública, es decir, “las informaciones que más preocupan a los ciudadanos” (Andréu Abela, 2009: 169). Este autor ha realizado una amplia investigación sobre la agenda mediática del turismo en Andalucía, a partir del análisis de contenido de los titulares de los periódicos locales y nacionales de mayor tirada en la región entre los años 2004 y 2007. Aunque el trabajo al que hemos podido acceder solo da cuenta de los resultados principales de esta investigación, sus conclusiones se basan en un análisis de contenido más amplio sobre los “atributos” que se adhieren a los contenidos de la agenda mediática, de forma que esta “dirige y focaliza […] la atención informativa hacia ‘mensajes’ sobre cambios estratégicos basados en la sostenibilidad del sector turístico” (Andréu Abela, 2009: 183). Volveremos sobre este trabajo y sus repercusiones para la comprensión de la opinión pública regional sobre el turismo en el apartado de conclusiones.

PLANTEAMIENTO DEL ANÁLISIS

Partiendo de este enfoque regional, el objetivo de este trabajo será estudiar la relación entre la actitud hacia el desarrollo turístico y las preferencias en materia de política turística de los andaluces. Siguiendo las pautas de la literatura sobre el tema, será preciso en primer lugar estudiar los antecedentes de la actitud, en particular el nivel de vinculación con el desarrollo turístico de los entrevistados y su evaluación del impacto del turismo. Las relaciones entre las distintas dimensiones se recogen en el siguiente esquema:

H4Vinculación con el desarrollo turístico

Evaluación del impacto del turismoActitud hacia el desarrollo turístico

Preferencias en política turísticaH1H2H3

A partir del marco teórico consultado es posible plantear una serie de hipótesis acerca de las relaciones que cabe encontrar entre las distintas dimensiones:− H1: Los entrevistados con mayor vinculación con el desarrollo turístico tendrán una

actitud más favorable hacia el crecimiento turístico.− H2: Cuanto más positiva sea la evaluación de los impactos del turismo, más

favorable será la actitud hacia su desarrollo.− H3: Los entrevistados con mayor vinculación con el desarrollo turístico tendrán una

percepción más positiva de sus efectos.− H4: Los entrevistados favorables al desarrollo turístico tendrán preferencias en

materia de política turística diferentes de los entrevistados desfavorables.

Esta última hipótesis, que constituye el objetivo central de nuestro análisis, requiere mayor explicación acerca de qué cabe entender por una diferencia en las preferencias. En la medida en que aquí vamos a tratar con una jerarquía de medidas

políticas que los entrevistados puntúan de 1 a 5 en función del grado de prioridad que consideran que debe asignarles la administración pública, cabe esperar que el patrón de puntuaciones que den los favorables al desarrollo turístico difiera del que den los desfavorables. En principio cabe esperar que las medidas políticas coherentes con la propia actitud ante el desarrollo reciban puntuaciones mayores que las medidas incoherentes. Por ejemplo, una persona favorable al aumento del número de turistas dará mayor prioridad a la lucha contra la estacionalidad (“conseguir que vengan más turistas durante todo el año y no solo durante unos pocos meses”) que una persona desfavorable. Teniendo en cuenta esto, cabe formular una versión débil y otra fuerte de esta hipótesis:− H4a: Existirán diferencias significativas en las prioridades asignadas a las distintas

medidas de política turística en función de la actitud hacia el desarrollo turístico.− H4b: Las preferencias en materia de política turística serán coherentes con la

actitud. Existirán diferentes jerarquías de prioridades según la actitud hacia el desarrollo turístico.

CARACTERÍSTICAS DE LOS DATOS

Los datos utilizados en este trabajo provienen de una investigación sobre la opinión pública de los andaluces acerca del turismo realizada por el IESA-CSIC en 2008, en el marco de un Convenio de Colaboración con la Consejería de Turismo, Comercio y Deporte de la Junta de Andalucía. El objetivo principal que orientó el diseño de la muestra fue obtener información estadísticamente representativa del conjunto de la población andaluza y de los residentes en los tres tipos de zona turística presentes en la región (litoral, urbano y rural).

Recogemos aquí las principales características de este diseño:− Tamaño de la muestra y nivel de error: 1.781 entrevistas (EMA ± 2.3%, IC del

95%.), al menos 385 entrevistas en cada estrato (EMA ± 5%, IC del 95%)− Tipo de muestreo: Aleatorio estratificado con afijación no proporcional de secciones

censales según el tipo de oferta turística predominante en el municipio. Selección de entrevistados en base a rutas aleatorias y cuotas de sexo y edad.

− Entrevista personal en los domicilios de los entrevistados.− Trabajo de campo: del 4/10/2008 al 18/10/2008.

La selección de las dimensiones y la operacionalización de las distintas variables a estudiar partía de una experiencia previa (Rodríguez González, 2007) en la que, junto con la recopilación de instrumentos de medida de la bibliografía, se había realizado una investigación cualitativa exploratoria (grupos de discusión) para ajustar el cuestionario al contexto regional. De cara a este trabajo, nos centraremos en las dimensiones señaladas al final del apartado anterior, operacionalizadas mediante los siguientes instrumentos de medida:− Presencia de beneficios o costes directos del desarrollo turístico: beneficios

personales (vinculación laboral personal o familiar, percepción subjetiva del beneficio personal); percepción de la importancia del turismo en la localidad.

− Evaluación actitudinal del impacto colectivo del turismo: efectos colectivos del turismo (10 ítems sobre impactos económicos, sociales y ambientales; negativo/positivo); reconocimiento de distintos impactos sociales (calidad del empleo, deterioro ambiental, apropiación foránea de la riqueza turística).

− Actitud global hacia el desarrollo turístico. Preferencia por aumentar, mantener o disminuir la llegada de turistas.

− Preferencia por distintas medidas de política turística. Grado de prioridad asignado a 13 medidas de política turística.

ANÁLISIS DE RESULTADOS

Resultados generales

Se recogen a continuación los resultados obtenidos en las distintas dimensiones:

Vinculación con el desarrollo turístico. Intentando conciliar las dimensiones utilitarias y comunitarias del vínculo con la actividad turística, se han integrado los distintos indicadores recogidos acerca de este tema en una única escala de 5 posiciones, en las que se han combinado la vinculación laboral directa o indirecta, la percepción subjetiva de que el turismo beneficia personalmente y la percepción de la importancia del turismo en la localidad. Estos tres indicadores miden aspectos distintos que pueden solaparse; por ejemplo, alguien que no trabaja en el turismo pero vive en una localidad turística puede tener familiares trabajando en esta industria y considerar que le beneficia personalmente. En lugar de jerarquizar todas las posibles combinaciones, se ha seguido un criterio que asigna el máximo nivel de vinculación al hecho de trabajar personalmente en el sector turístico (vinculación laboral directa); a continuación se ha asignado el siguiente grado a los que, sin vinculación laboral directa, perciben que el turismo les beneficia personalmente bastante o mucho. En un punto intermedio de la escala se ha situado a los que, sin vinculación directa (laboral o subjetiva), cuentan con un familiar que trabaja en el turismo (vinculación laboral indirecta). Los que no están en ninguna de las situaciones anteriores, se han ubicado en cuarto lugar si señalan que el turismo es bastante o muy importante en la economía de su localidad y en último lugar si señalan que es poco o nada importante. Como se aprecia en la Tabla 1 con los resultados de esta escala, se parte de una tipología que cruza el tipo de vínculo (laboral, subjetivo o local) con su intensidad (directo, indirecto, sin vínculo).

Tabla Vinculación de los andaluces con el turismo. Escala sintéticaTi

po de vínculo

Intensidad del vínculoDirecto Indirecto Sin vínculo

Laboral

5. Vinculo laboral directo

11,9%

3. Vinculo laboral indirecto

11,1%S

ubjetivo4. Beneficia

personalmente mucho/ bastante

13,2%L

ocal2. Bastante/muy

importante en la ec. local34%

1. Poco/nada importante en la ec. local

27,4%

Gráfico Evaluación del impacto del turismo.

29,1 20,9 39,8 10,2

37,3 11,9 41,3 9,7

16,7 16,0 57,6 9,8

11,2 20,2 60,2 8,5

12,6 18,3 60,5 8,5

5,8 12,4 73,5 8,4

3,9 8,5 78,8 8,8

2,6 9,2 79,7 8,5

2,5 4,3 85,4 7,7

3,2 4,7 86,0 6,2

0% 20% 40% 60% 80% 100%

Disponibilidad de viviendas asequibles

Contención de los precios

Conservación del medio ambiente

Mejora de la calidad de vida en su localidad

Aumento de la seguridad ciudadana

Mejora de los servicios públicos

Mejora de las infraestructuras

Mejora de la oferta cultural y de ocio

Generación de riqueza y crecimiento económico

Creación de nuevos puestos de trabajo

Algo y muy negativo No afecta Algo y muy positivo NS/NC

Evaluación del impacto del turismo. Se ha utilizado aquí una escala de 10 ítems, extraídos de la literatura de impactos del turismo, que recogen impactos económicos, sociales, culturales y ambientales. Dichos ítems eran valorados de 1 (Impacto muy negativo) a 7 (Impacto muy positivo). Los efectos del turismo en las principales dimensiones del bienestar económico y social son calificados mayoritariamente como positivos. En ocho de las diez dimensiones evaluadas, más de la mitad de la población señala que los efectos del turismo han sido positivos en algún grado. En las dos dimensiones restantes, el porcentaje de encuestados que apunta efectos positivos supera de largo a los que perciben efectos negativos en algún grado. De acuerdo con los resultados de otras investigaciones, los impactos económicos del turismo (empleo y riqueza) son los que obtienen un mayor grado de reconocimiento y los impactos peor valorados tienen que ver con la inflación (en particular, la vivienda) y el medio ambiente.

Actitud hacia el turismo. Como ya hemos señalado anteriormente, es habitual utilizar la opinión acerca de si reducir o aumentar el número de turistas como un indicador general de la actitud hacia el DT. Se detecta un importante grado de apoyo al DT en la sociedad andaluza: la mayoría de los entrevistados considera que el número de turistas que visitan Andalucía es insuficiente y preferiría que aumentara (46,6%). Por otra parte, casi cuatro de cada diez consideran que el número de turistas es el adecuado (38,2%) y sólo uno de cada diez preferiría recibir menos turistas.

Preferencias en materia de política turística. Como señalamos anteriormente, esta dimensión se ha medido mediante una batería de medidas a las que los entrevistados asignaban un grado de prioridad entre 1 (Ninguna prioridad) y 5 (Mucha prioridad). Para la selección de estas medidas se consultó a distintos expertos del sector. Atenderemos aquí al porcentaje de entrevistados que señalan que la medida tiene mucha prioridad, ya que presenta diferencias más amplias entre los distintos ítems y reproduce en lo esencial la jerarquía que se obtiene atendiendo a las medias2, a la vez que permite

reflejar el tamaño del colectivo que apoya más decididamente la inclusión de cada medida en la agenda política del turismo andaluz.

La protección ambiental (“proteger el medio ambiente y las costas”) aparece como el eje prioritario de la política turística: un 57,7% de los andaluces considera que debe dársele mucha prioridad a la hora de mejorar el turismo en la región. Le siguen una serie de medidas generales que obtienen el máximo apoyo por parte de más de la mitad de la población: reducción de la estacionalidad (“conseguir que los turistas vengan a lo largo de todo el año y no unos pocos meses”, 53,8%), conservación del patrimonio (“restaurar el patrimonio y los monumentos”, 51,9%), mejora de las infraestructuras de transporte (51,8%) y promoción (“promocionar a Andalucía como destino turístico en el exterior”, 51,4%).

Tabla Medidas prioritarias para mejorar la situación del turismoMedidas para mejorar la situación del turismo

% Mucha prioridad

Proteger el medio ambiente y las costas 57,7Conseguir que los turistas vengan a lo largo de todo el año 53,8Restaurar y conservar el patrimonio y los monumentos 51,9Mejorar las infraestructuras de transporte 51,8Promocionar a Andalucía como destino turístico en el exterior 51,4Favorecer la oferta turística rural y del interior 48,3Limitar la construcción de viviendas en el litoral 42,0Mejorar la seguridad ciudadana en las zonas turísticas 42,0Ayudar a los andaluces con menos recursos para que puedan hacer turismo 36,5Mejorar los servicios públicos de las zonas turísticas 32,5Ayudar a las empresas turísticas a mejorar sus equipamientos 25,5Desarrollar nuevos parques temáticos y atracciones para atraer más turistas 24,3Favorecer la construcción de nuevos hoteles de gran tamaño 13,2

Estas prioridades establecen un equilibrio entre medidas de fomento del turismo (desestacionalizar, promocionar, aumentar la capacidad del transporte) y medidas de protección o control (medio ambiente y patrimonio). Un análisis detallado de las correlaciones en la prioridad asignada3 a estas medidas nos lleva a señalar que se perciben, más que como alternativas contrapuestas (tal como a menudo se plantean en el debate público: desarrollo frente a conservación), sino como direcciones divergentes que es preciso compatibilizar.

Con algo menos de prioridad, encontramos dos medidas que aluden a la orientación estratégica de la política turística: “favorecer la oferta turística rural y del interior” (48,3%) y “limitar la construcción de viviendas en el litoral” (42%). Cabe señalar por tanto que la estrategia adoptada expresamente por la Consejería de Turismo, Comercio y Deporte de favorecer la oferta turística del interior (y los territorios sobre los que se asienta) cuenta con un importante respaldo social. En cambio, la posición de la población respecto al desarrollo urbanístico del litoral (que es a lo que alude en último término la medida sobre la limitación de la construcción de viviendas) sí que marca cierta distancia respecto al apoyo decidido que desde distintas instancias políticas (municipales, provinciales y autonómica) ha recibido el turismo residencial, un modelo de desarrollo territorial cuya viabilidad turística ponen en duda múltiples expertos (Mazón, Huete et al., 2009). El bajo porcentaje de entrevistados que da poca o ninguna

prioridad a esta medida (7,1%) indica claramente que la población se inclina de forma mayoritaria por una orientación más restrictiva del desarrollo urbanístico del litoral. Además, se trata de una medida que tiene una clara conexión con los principios proteccionistas enunciados anteriormente4.

Con menor nivel de apoyo se sitúan dos medidas dirigidas a la actuación en los destinos turísticos: “mejorar la seguridad ciudadana en las zonas turísticas” (42%) y “mejorar los servicios públicos de las zonas turísticas” (32,5%). Ambas medidas, aunque sean señaladas como muy prioritarias por menos entrevistados que las apuntadas anteriormente, apenas cuentan con detractores que consideren que debe dársele poca o ninguna prioridad (3,6% y 4%), lo que las diferencia de las medidas de apoyo a las empresas que comentamos a continuación. Además, se trata de actuaciones cuyas prioridades están muy correlacionadas entre sí (0,592) y que siguen una variación muy similar en función de la orientación turística del territorio en que residen los encuestados, con una mayor prioridad en las zonas del litoral5.

Por último encontramos un bloque con cuatro medidas que, a juicio de los encuestados, deben ser menos prioritarias y que están relacionadas con la ayuda a las empresas y al desarrollo de la oferta: “ayudar a los andaluces con menos recursos para que hagan turismo” (36,5% mucha prioridad), “ayudar a las empresas turísticas a mejorar sus equipamientos” (25,5%), “desarrollar nuevos parques temáticos y atracciones para atraer más turistas” (24,3%), “favorecer la construcción de hoteles de gran tamaño” (13,2%). Es preciso destacar los porcentajes relativamente elevados de rechazo que reciben las dos últimas medidas: un 14,3% opina que debe darse poca o ninguna prioridad a las nuevas atracciones turísticas y un 28,2% señala lo mismo respecto a los hoteles de gran tamaño. Se trata de cifras bastante más elevadas de las que obtiene la otra medida que despierta cierta controversia, la limitación del crecimiento urbano del litoral (7,1%).

Por otra parte, la inclusión del fomento del turismo social andaluz en este bloque puede requerir cierta justificación, ya que el porcentaje de entrevistados que le asigna mucha prioridad se sitúa entre las dos medidas del bloque anterior. Existe cierta correlación entre esta medida y las restantes de este bloque, relevante para el caso de las ayudas a la modernización de las empresas turísticas (0,410). Mediante un análisis factorial de componentes principales hemos determinado que, de las tres dimensiones en que cabe agrupar a estas medidas (principios generales, mejora de los destinos, apoyo a las empresas), esta última es la que mejor recoge el fomento del turismo social, con una carga factorial de 0,523. En este análisis de carácter exploratorio las tres dimensiones explican un 57,4% de la varianza (extracción según correlaciones, rotación Varimax, KMO=0,888). Los resultados principales del análisis factorial se recogen en la Tabla 3 y serán analizados con mayor detalle en el siguiente apartado.

En resumen, las prioridades que los andaluces establecen en la agenda política del turismo andaluz apuntan, en primer lugar, hacia un conjunto de principios generales basados en la conservación del medio ambiente y el patrimonio, el desarrollo de las infraestructuras y las medidas promocionales. En segundo lugar, dan algo más de prioridad a la reorientación estratégica del sector (del turismo residencial de litoral al turismo de interior) que a las medidas de rehabilitación de los destinos y bastante más que a las medidas de apoyo a las empresas.

Tabla Matriz de componentes factoriales rotados: dimensiones de las prioridades en política turística

Dimensión / Medida Carga factorial

% de la varianza explicado por la dimensión

DIMENSIÓN 1: Principios generales 37,4%

Favorecer la oferta turística rural y del interior ,778

Conseguir que los turistas vengan a lo largo de todo el año y no solo en unos pocos meses ,749

Promocionar a Andalucía como destino turístico en el exterior ,659

Proteger el medio ambiente y las costas ,648

Restaurar y conservar el patrimonio y los monumentos andaluces ,634

Limitar la construcción de viviendas en el litoral ,574

Mejorar las infraestructuras de transporte (aeropuertos, autovías, ferrocarriles) ,564

DIMENSIÓN 2: Mejora de los destinos 12,1%

Mejorar la seguridad ciudadana en las zonas turísticas ,820

Mejorar los servicios públicos de las zonas turísticas ,754

DIMENSIÓN 3: Ayuda a las empresas 7,9%

Favorecer la construcción de nuevos hoteles de gran tamaño ,744

Desarrollar nuevos parques temáticos y atracciones para atraer más turistas ,740

Ayudar a las empresas turísticas a mejorar sus equipamientos ,623

Ayudar a los andaluces con menos recursos para que puedan hacer turismo ,523

TOTAL 57,4%

Método de extracción: Análisis de componentes principales sobre la matriz de correlaciones.

Método de rotación: Normalización Varimax con Kaiser. La rotación ha convergido en 6 iteraciones.

Contraste de hipótesis

H1. La vinculación con el turismo y la actitud ante su desarrollo

Los resultados avalan la tesis general de que a mayor grado de vinculación con la actividad turística (en términos de tipo e intensidad) se registra una actitud más favorable hacia el DT. El porcentaje de encuestados partidarios de mantener o disminuir la presión turística pasa del 52% entre los que no tienen vínculos laborales o personales con el turismo y residen en localidades en las que esta actividad tiene poca importancia al 39,6% entre los que tienen un vínculo laboral directo, independientemente de dónde residan. De forma inversa, el porcentaje de partidarios de aumentar el DT pasa del 40,3% al 59%. Estas diferencias muestran un grado de asociación entre las dos variables que resulta estadísticamente significativo (χ2= 39,1; gl=8; ns=0,00; IC=95%), con lo que cabe dar por confirmada la H1.

Gráfico Vinculación con el turismo y actitud hacia el DT

52,0 51,1 49,443,4

39,640,345,2 47,5

53,759,0

7,63,7 3,1 3,0 1,4

0,0

10,0

20,0

30,0

40,0

50,0

60,0

70,0

Poco o nadaimportante en la

ec. local

Bastante o muyimportante en la

ec. local

Vínculo laboralindirecto

Beneficia muchoo bastante

personalmente

Vínculo laboraldirecto

Mantener o disminuir el nº de turistas Aumentar el nº de turistas NS/NC

Sin embargo, no debemos perder de vista que dos de cada cinco encuestados situados en los extremos de la escala de vinculación mantienen la actitud que, en principio, les es contraria. Queda por tanto, margen para buscar otras fuentes de variación en la actitud hacia el desarrollo. Otro dato relevante es que salvo, en los grupos vinculados laboralmente o subjetivamente al turismo, los partidarios de atemperar el desarrollo siempre superan a los partidarios de aumentarlo.

H2. La actitud como resultado de la percepción del impacto del turismo

Los resultados relacionados con esta hipótesis son algo ambiguos. Si atendemos a la evaluación global de los efectos económicos, sociales y ambientales del turismo encontramos que, aunque las puntuaciones medias se comportan en el sentido que plantea la hipótesis (evaluaciones positivas del impacto se asocian con actitudes más favorables), las diferencias encontradas no son estadísticamente significativas (Tabla 4).

Cabe achacar este resultado a una peculiaridad de esta escala, que ya vimos en el apartado anterior que refleja una elevada concentración hacia el polo positivo. Un examen exploratorio de los determinantes de la actitud hacia el turismo utilizando árboles de segmentación con varios conjuntos de variables, incluidas otras dimensiones del cuestionario que no han sido incluidas en el modelo, aporta evidencias de que, en determinados casos las percepciones sobre los efectos del turismo, básicamente sobre sus efectos económicos, tienen cierto efecto en la postura hacia su desarrollo. Para ello, se desarrollaron 6 árboles de segmentación en los que se examinaba, mediante CHAID, la influencia de distintos conjuntos de variables independientes en la opinión acerca del incremento de la presión turística en la región6. Las restricciones del algoritmo CHAID para el desarrollo del árbol fueron: profundidad máxima de 3 niveles; tamaño mínimo de 100 casos para el nodo parental y 50 para el nodo terminal; 0,05 de nivel de significación del chi-cuadrado (sobre esta técnica, consultar Román y Levy, 2003).

Tabla Evaluación del impacto del turismo y actitud hacia el DT

Mantener o disminuir el nº

de turistasAumentar el nº

de turistas NS/NC Total

MediaDesv. Típ. Media

Desv. Típ. Media

Desv. Típ. Media

Desv. Típ.

Creación de nuevos puestos de trabajo 6,09 1,18 6,13 1,22 6,12 0,91 6,11 1,19Generación de riqueza y crecimiento económico 6,06 1,15 6,15 1,04 6,08 1,12 6,10 1,10Mejora de las infraestructuras 5,80 1,23 5,93 1,18 5,51 1,28 5,85 1,21Mejora de la oferta cultural y de ocio 5,77 1,20 5,89 1,14 5,85 1,00 5,83 1,17Mejora de los servicios públicos 5,63 1,33 5,66 1,33 5,32 1,40 5,64 1,33Mejora de la calidad de vida en su localidad 5,20 1,49 5,18 1,52 5,15 1,31 5,19 1,49Aumento de la seguridad ciudadana 5,24 1,52 5,14 1,60 4,93 1,59 5,18 1,56Conservación del Medio Ambiente 4,98 1,68 5,10 1,67 5,21 1,47 5,05 1,67Disponibilidad de viviendas asequibles 4,37 1,84 4,40 1,75 4,41 1,56 4,38 1,79Contención de los precios

4,25 2,06 4,26 2,04 4,42 1,97 4,26 2,04

Las características de los distintos modelos desarrollados se recogen en la Tabla 5, señalándose en mayúsculas aquellas variables que el algoritmo incluye en cada modelo al detectar que introducen variaciones significativas en la variable dependiente. A continuación se describen los resultados de los modelos que afectan a esta hipótesis:

− Árbol 1. Sólo la percepción de beneficios personales del turismo introduce diferencias significativas en el grado de apoyo al DT. La percepción que el turismo beneficia personalmente bastante o mucho aumenta el porcentaje de favorables al incremento del número de turistas del 49% al 58,3% (índice de ganancia respecto a la categoría criterio: 82%). Se trata de un resultado que arroja nueva luz sobre los distintos factores que intervienen en la confirmación de H1.

− Árbol 3. Se trata del árbol que produce un mejor resultado predictivo (58%). Sus resultados tienen importantes consecuencias teóricas, tal y como se tratará más adelante. Inicialmente, el algoritmo distingue tres grupos de provincias con posturas diferentes acerca del DT: provincias integradoras7 (Sevilla, Granada, Huelva y Jaén: 57,7% a favor de disminuir o mantener la presión turística); provincias intermedias (Málaga y Cádiz: 48,2%); provincias desarrollistas (Córdoba y Almería: 39% a favor de disminuir o mantener el número de turistas y 61% a favor de aumentarlo). En un segundo nivel, el tipo de entorno turístico introduce diferencias en los dos grupos extremos. En las provincias integradoras, las posturas atenuadoras (diminuir o mantener) aumentan en las localidades orientadas al turismo rural o litoral (63,2%), mientras que en las provincias desarrollistas, el interior rural es altamente favorable al desarrollo (80% considera que debe aumentar el número de turistas) mientras que las localidades de turismo urbano o litoral se ubican en el nivel medio (51,4%-48,6%). En el tercer nivel, la importancia económica local del turismo introduce diferencias en las zonas urbanas de las provincias integradoras, de forma

que las ciudades más turísticas son mucho más desarrollistas (57,1%) que aquellas en las que el turismo es nada, poco o bastante importante (39,6%).

Tabla Características de los distintos árboles de segmentación sobre la actitud hacia el turismo.

Nº árbol

Dimensión

Variables Nº nodos

Riesgo

% corr. Clasific.

1 Vinculación al turismo

Importancia del turismo para la economía de su localidad, BENEFICIOS PERSONALES DEL TURISMO, Relación del trabajo con el turismo, Familiares que trabajen en el turismo

2 0,450

55%

2 Variables socio-demográficas

Sexo, Lugar de nacimiento, Grupo de edad, Clase social, Relación con la actividad económica, Nivel educativo

1

3 Variables territoriales

PROVINCIA, TIPO DE ENTORNO, IMPORTANCIA DEL TURISMO PARA LA ECONOMÍA DE SU LOCALIDAD

6 0,419

58%

4 Percepción de efectos del turismo

CREACIÓN DE NUEVOS PUESTOS DE TRABAJO, Mejora de las infraestructuras, GENERACIÓN DE RIQUEZA Y CRECIMIENTO ECONÓMICO, Conservación del Medio Ambiente, Mejora de la oferta cultural y de ocio, Mejora de la calidad de vida en su localidad, AUMENTO DE LA SEGURIDAD CIUDADANA, Disponibilidad de viviendas asequibles, CONTENCIÓN DE LOS PRECIOS, Mejora de los servicios públicos

7 0,435

57%

5 Interacción con los turistas

PODER ADQUISITIVO, COMPORTAMIENTO DE LOS TURISTAS, Respeto hacia el medio ambiente, Los turistas le ocasionan molestias, En Andalucía evita visitar zonas donde hay más turistas extranjeros

3 0,453

55%

6 Efectos del turismo en la localidad

Tradicional/Moderno, TRANQUILO/ESTRESANTE, Animado/Aburrido, Seguro/Inseguro, Descuidado/Cuidado, Sucio/Limpio, Auténtico/Artificial, Especial/Vulgar

3 0,462

54%

7 Reconocimiento de impactos negativos

Los empleos que genera el turismo son de mala calidad, El turismo ha tenido un efecto positivo en el medio ambiente de Andalucía, La mayor parte de los puestos de trabajo que crea el turismo son ocupados por inmigrantes, De cara al futuro, habría que renunciar al turismo y pensar en otras alternativas de desarrollo, LA MAYOR PARTE DE LA RIQUEZA QUE GENERA EL TURISMO EN ANDALUCÍA BENEFICIA A EMPRESAS QUE SON DE FUERA DE LA REGIÓN, Gracias al turismo, las mujeres tienen más oportunidades de conseguir un buen trabajo en Andalucía, La calidad de los turistas que visitan Andalucía ha mejorado en los últimos años, LA OFERTA TURÍSTICA DE ANDALUCÍA (HOTELES, RESTAURANTES...) ES DE MUY BUENA CALIDAD

3 0,434

57%

− Árbol 4. La interpretación de este modelo es compleja. Entre los distintos efectos del turismo, el algoritmo selecciona en primer lugar la creación de puestos de trabajo, con una variación del peso de las posturas atenuadoras que va desde el 56% entre los que perciben que el turismo tiene un efecto negativo o afecta al empleo en algún grado hasta el 48,6% entre los que perciben un efecto muy positivo. Sin

embargo, el comportamiento de los grupos que perciben efectos moderadamente positivos (algo o bastante positivo) son contraintuitivos y obedecen, en el segundo nivel, a la percepción de otros efectos sujetos a variación territorial (seguridad ciudadana y precios). Por último, entre el amplio grupo que percibe efectos muy positivos del turismo sobre el empleo (47,1% de la muestra), la percepción de efectos negativos del turismo sobre la creación de riqueza (12% de la muestra, 5,5% de los atenuadores) eleva particularmente el porcentaje de atenuadores (64,8%). Sin embargo, la evaluación más positiva del impacto económico del turismo (efecto muy positivo en la creación de empleo y riqueza) se traduce en un incremento bastante moderado de las posturas desarrollistas (aumenta 4,6 puntos respecto al porcentaje global, hasta alcanzar el 53,1%). En cualquier caso, pone en evidencia que, rebajando los criterios de exigencia de las pruebas de asociación, los efectos predichos por la H2 se cumplen.

− Árbol 5. La percepción de que los turistas tienen un poder adquisitivo alto y un comportamiento desagradable dispara el peso de los atenuadores hasta el 60,6%, mientras que la evaluación positiva de su comportamiento lleva el apoyo al DT hasta el 57,5%. Cabe inferir que las percepciones positivas de la interacción con los turistas producen el efecto predicho en H2.

− Árbol 7. Por último, el reconocimiento de determinados impactos negativos, medido a través del grado de acuerdo con frases que afirmaban (en positivo o negativo) dichos impactos, tiene efectos relevantes en dos casos: la idea de que la oferta turística es de mala calidad (aumentan las posturas atenuadoras) y la afirmación de que la riqueza turística aprovecha fundamentalmente a empresas foráneas (eleva el porcentaje de atenuadores hasta el 55,7%). Nuevamente, otra serie de percepciones sobre el impacto del turismo producen resultados coherentes con la H2.

H3. Vinculación y evaluación de los impactos: ¿diferentes realidades?

Aunque, en términos generales, la evaluación de los impactos del turismo varía en función de la vinculación con el turismo en el sentido esperado por la H3 (a mayor vinculación, evaluación más positiva), pero nuevamente las diferencias resultan escasamente significativas. El hecho de que esta escala registre valores elevados en casi todos sus ítems dificulta la detección de diferencias en las medias, a lo que se suma el hecho de que también los grupos con mayor vinculación tienen un tamaño muestral muy bajo que dificulta la identificación de diferencias significativas8. En principio, cabe señalar que para los impactos económicos y la mayoría de los impactos sociales las puntuaciones se comportan según lo señalado por la H3 y que solo en los impactos más controvertidos (Medio Ambiente, Vivienda, Precios) se producen resultados anómalos: la media no aumenta con el nivel de vinculación y algunos grupos intermedios, particularmente los que residen en localidades donde el turismo es importante pero no tienen mayor vinculación con el sector, plantean las evaluaciones más positivas del impacto del turismo.

Un examen más detallado de las variaciones que se registran en otras dimensiones que plantean aproximaciones alternativas a la percepción de los impactos tampoco obtiene resultados concluyentes: mientras que algunos impactos negativos (efecto llamada a la inmigración, exportación de beneficios) son reconocidos en mayor medida por los menos vinculados, otros aspectos (deterioro de la calidad del turismo, baja calidad del empleo turístico) son percibidos con mayor o similar frecuencia por los encuestados con mayor vinculación.

Gráfico Evaluación del impacto del turismo según nivel de vinculación con el turismo.

4,00 4,50 5,00 5,50 6,00 6,50 7,00

Contención de los precios

Disponibilidad de viviendas asequibles

Conservación del Medio Ambiente

Mejora de la calidad de vida en su localidad (tranquilidad,convivencia, etc.)

Aumento de la seguridad ciudadana

Mejora de los servicios públicos

Mejora de la oferta cultural y de ocio

Mejora de las infraestructuras (comunicaciones ,equipam iento urbano, etc.)

Creación de nuevos puestos de trabajo

Generación de riqueza y crecim iento económ ico

Vínculo laboral directo

Beneficia mucho/bastante personalmente

Vínculo laboral indirecto

Bastante/muy importante en la ec. local

Poco/nada importante en la ec. local

H4: Actitud y preferencias políticas: ¿dos posturas, una agenda?

Llegamos al punto clave de este trabajo. Los resultados confirman plenamente la H4a, que establece que existirán diferencias significativas en las prioridades políticas de desarrollistas e integradores. Sin embargo, el análisis de estas diferencias no arroja diferencias concluyentes respecto a la H4b. Como señalamos en el planteamiento del análisis, esta hipótesis recoge la intuición de que cabe esperar que los favorables y contrarios al crecimiento turístico planteen agendas políticas diferentes, al menos en lo que atañe a las prioridades dadas a las medidas coherentes con su respectiva actitud.

Los datos de la Tabla 6 muestran las diferencias en el porcentaje de encuestados que atribuyen mucha prioridad a las distintas medidas de política turística según la actitud hacia el DT. Las medidas han sido ordenadas según la prioridad que les otorga el conjunto de la muestra, destacándose los valores de cada grupo que presentan diferencias significativas y/o que se situarían en un puesto más elevado en el orden de prioridades de cada grupo.

El resultado clave aquí es que los encuestados favorables al DT (desarrollistas) atribuyen mayor prioridad a casi todas las medidas que los encuestados desfavorables (integradores). Si bien esto confirma la H4 en un sentido débil (H4a), obliga a abrigar ciertas dudas respecto al sentido fuerte (H4b) de esta hipótesis: no hay ninguna medida que sea más prioritaria para los integradores que para los desarrollistas, las dos únicas medidas en que la prioridad de los desarrollistas no es significativamente mayor que la de los integradores (limitar el turismo residencial del litoral y favorecer el crecimiento de la oferta hotelera) el grado de prioridad en ambos grupos es muy similar (45,6% y

46,6%; 13,2% y 15,5%). Es decir, no hay medidas políticas que sean más prioritarias para los integradores que para los desarrollistas, por lo que no cabe hablar de agendas públicas diferentes sobre la política turística.

Tabla Prioridades de la política turística según actitud hacia el DT. % que señala ucha prioridad

Mantener/ disminuir el nº de turistas

Aumentar el nº de turistas NS/NC Total

Proteger el medio ambiente y las costas 56,0 66,1 42,9 57,7Conseguir que los turistas vengan a lo largo de todo el año 49,7 63,8 37,4 53,8Restaurar y conservar el patrimonio y los monumentos 49,4 59,4 46,1 51,9Mejorar las infraestructuras de transporte 51,8 58,0 41,0 51,8Promocionar a Andalucía como destino turístico en el exterior 48,4 61,3 35,5 51,4Favorecer la oferta turística rural y del interior 44,9 58,1 39,8 48,3Limitar la construcción de viviendas en el litoral 45,6 46,6 28,6 42,0Mejorar la seguridad ciudadana en las zonas turísticas 39,5 48,4 42,0 42,0Ayudar a los andaluces con menos recursos 35,2 42,5 29,1 36,5Mejorar los servicios públicos de las zonas turísticas 31,0 38,6 24,3 32,5Ayudar a las empresas turísticas a mejorar sus equipamientos 23,3 32,7 13,6 25,5Desarrollar nuevos parques temáticos y atracciones 22,8 29,8 16,1 24,3Favorecer la construcción de nuevos hoteles de gran tamaño 13,2 15,5 8,6 13,2Cursiva: La diferencia entre este valor y el del otro grupo es estadísticamente significativaNegrita: El valor ocupa un puesto en la jerarquía global diferente al que le corresponde en la jerarquía de su grupo

Cabe concluir así que la actitud favorable no conduce a reclamaciones diferentes respecto al tipo de política turística sino a diferencias en la intensidad o urgencia con que se reclama un programa político muy similar. Sin embargo, sí es posible identificar cierta coherencia en el patrón que siguen estas diferencias en la prioridad que asigna cada grupo a las medidas: la mayor prioridad que conceden los desarrollistas a las políticas turísticas se reduce en las medidas más claramente vinculadas a la limitación (turismo residencial, diferencia de +1,0 puntos) o incentivación (hoteles, +2,3 en la medida menos prioritaria) del crecimiento turístico, mientras que las diferencias más importantes se producen en aspectos claramente relacionados con el incremento de la presión turística (reducción estacionalidad, +14,1% desarrollo de la oferta del interior, +13,2; promoción exterior, +12,9). En cualquier caso, como se aprecia en la Tabla 6, estas variaciones no se traducen en cambios relevantes en el orden de prioridades de las distintas medidas.

CONCLUSIONES

Recapitulando, se han encontrado evidencias suficientes para aceptar las hipótesis H1 –la vinculación con el turismo produce actitudes más favorables hacia su desarrollo- y H4a –la actitud produce diferencias en las preferencias políticas. Respecto a las restantes hipótesis (H2, la percepción de impactos positivos produce actitudes favorables; H3, la vinculación produce percepciones positivas; H4b, existirá coherencia entre la actitud y la agenda política del turismo) no se ha encontrado una confirmación suficiente, aunque tampoco puedan rechazarse de plano.

Un primer aspecto a examinar es el alto grado de reconocimiento que tienen los impactos positivos del turismo entre la población andaluza, en contraste con el grado relativamente bajo que reciben los impactos negativos. Como hemos señalado, este fenómeno ha dificultado la comprobación de H2 y H3. Se trata de un resultado que es coherente con la investigación de Andréu sobre la imagen del turismo en los medios de comunicación andaluces. Un resultado clave de este autor es que la agenda mediática del turismo andaluz está inundada de mensajes positivos: solo el 18,3% de los 9.590 titulares de prensa analizados por el equipo de investigación de este autor fueron codificados como negativos, frente a un 66,4% de titulares positivos (Andréu Abela, 2009: 176). En concordancia, cuando en nuestra encuesta pedimos a los encuestados que señalaran de manera espontánea alguna consecuencia negativa del turismo, más del 60% respondió que no sabía u opinó que no tenía ninguna consecuencia negativa. Más aún, buena parte de los titulares que componen los “clusters” de la agenda mediática negativa en la investigación de Andréu están presentes, aunque no alcanzan valores relevantes, en algunos puntos de nuestra encuesta (por ejemplo, la problemática del turismo residencial: deterioro ambiental y paisajístico, inflación de la vivienda, delincuencia), aunque no han sido tratados en detalle en este trabajo. Esto puede servir para justificar la positiva valoración de los efectos del turismo entre quienes tienen un contacto (o vinculación) bastante reducida con esta actividad. Por otra parte, el efecto de las variables territoriales detectado al examinar H3 requiere un examen más detallado, ya que las problemáticas locales de los destinos turísticos más saturados pueden estar detrás de algunas valoraciones negativas de los encuestados con mayor vinculación. Las distintas variables predictoras de la actitud hacia el turismo encontradas mediante el análisis exploratorio con CHAID aconsejan un análisis multivariable más sofisticado.

Un segundo aspecto que requiere cierta recapitulación tiene que ver con las dificultades para aceptar H4b. Una lectura apresurada de nuestros resultados puede llevar a pensar que las preferencias en política turística de los andaluces son incoherentes con su actitud hacia el DT. Sin embargo, creemos que aquí puede valer una interpretación alternativa que reconozca que es posible pensar que ninguna de las dos posturas resulta excesivamente incompatible con el programa de políticas turísticas que encabezan la jerarquía de prioridades que hemos detectado en esta investigación. Para un porcentaje muy importante de nuestra muestra no es incompatible proteger el medio ambiente con construir infraestructuras o dedicar esfuerzos promocionales para atraer a un mayor número de turistas, como muestra el hecho de que la correlación entre ambas medidas haga que sean incluidas en la misma dimensión o componente factorial. Asimismo, hemos visto que la correlación entre este conjunto de principios generales no se diluye según la posición hacia el DT, de forma que los favorables y desfavorables sean más partidarios de algunos de estos principios que de otros. Lo que detectan nuestros datos es que la prioridad asignada al conjunto de principios generales (y, en general, al conjunto de políticas) es mayor entre los desarrollistas que entre los integradores. Es decir, los que son favorables al DT no reclaman una política distinta de la que reclaman los que no son favorables, sino una política más activa o intensa. No parece casualidad que dicha política coincida en gran medida con la agenda mediática que detecta el estudio de Jaime Andréu.

Entre los puntos fuertes de este trabajo cabe destacar en primer lugar la escala que hemos desarrollado para integrar, de forma simple, las variables de las teorías de la vinculación comunitaria y del intercambio social de forma que predigan, de forma conjunta, la variación en la actitud frente al turismo. Sin embargo, los resultados

obtenidos nos llevan a pensar que los planteamientos sobre la capacidad de las élites para moldear las actitudes de la población de la teoría de la growth machine pueden ser de interés para explicar algunos resultados ambiguos. Llama la atención que tanto la percepción de los impactos sobre el turismo como la agenda pública de los andaluces coincidan con la agenda mediática que, como reconoce Andréu, proponen fundamentalmente las instancias políticas (especialmente el gobierno regional, que aparece como el principal emisor de noticias del sector) y corporativas (las asociaciones empresariales). Podría parecer que la vieja tesis de la ideología turística todavía no ha perdido toda su vigencia.

Las consecuencias de estos resultados para la gobernanza turística y la sostenibilidad del desarrollo del sector son importantes. Ciertamente, parece existir un amplio consenso entre la población sobre la necesidad de orientar el DT por la senda de la sostenibilidad: la conservación ambiental aparece como el eje prioritario de la política turística, también parece gozar de cierto apoyo la reorientación del modelo de desarrollo desde el turismo residencial de litoral hacia distintas fórmulas de turismo de interior, aunque aquí quizás no deba hablarse de limitación del crecimiento sino de su encauzamiento. Sin embargo, para que exista un control democrático de este programa político se requiere que exista competencia (dos actores hacen propuestas distintas que juzga un tercero) e información (los costes y beneficios deben poder evaluarse). Pero si el electorado solo percibe un único programa político y además no es consciente de sus verdaderos costes y beneficios, difícilmente podrá evaluar sus resultados.

NOTAS

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1 Sobre el concepto de ideología, consultar Chiapello, E. (2003). "Reconciling the Two Principal Meanings of the Notion of Ideology: The Example of the Concept of the `Spirit of Capitalism'." en European Journal of Social Theory 6(2): 155-171.

2 Comparando ambos rankings (medias y porcentaje que señala mucha prioridad) solo se producen cuatro cambios de posición, que afectan a ocho medidas que intercambian su puesto en el ranking. En todos estos cambios las medidas solo suben o bajan un puesto.

3 Estas cinco medidas mantienen entre sí correlaciones positivas y estadísticamente significativas (Rho de Spearman con NS=0,001) con valores entre 0,608 (medio ambiente y patrimonio) y 0,420 (medio ambiente y transporte).

4 Esta medida mantiene una correlación de 0,368 con la protección ambiental y de 0,363 con la conservación del patrimonio.

5 Con medias de 4,21 en los servicios públicos y 4,29 a la seguridad ciudadana en una escala de 1 a 5 en las que las medias son 4,09 y 4,26, respectivamente

6 Dado el escaso número de encuestados favorables a disminuir el número de turistas, esta categoría se ha fusionado con la de los favorables a mantener el número actual de turistas, dando lugar a la categoría criterio “Disminuir o mantener el número de turistas”, que es señalada por el 51% de los 1639 casos utilizados en el análisis. Asimismo, se han eliminado de la variable dependiente todos los casos de no respuesta.

7 La noción de posturas integradoras y desarrollistas frente al desarrollo turístico se expone en un trabajo anterior Rodríguez González, P. (2007). Los andaluces y el turismo. Sevilla, Junta de Andalucía., habiendo sido elaborada a partir de un análisis cualitativo de los discursos de la población andaluza sobre el turismo recogidos en distintos grupos de discusión. A grandes rasgos, vienen a coincidir con los dos estados de la actitud: la postura integradora considera que es preciso compatibilizar crecimiento económico y protección ambiental (“se puede proteger y ganar dinero”), aunque al identificar la sostenibilidad con la calidad del producto tiende a priorizar el segundo aspecto; la postura desarrollista otorga especial énfasis a los impactos económicos del turismo (“tienen que hacer más hoteles para que haya empleo y vida”) y es partidario de reducir las limitaciones a su crecimiento.

8 No debe olvidarse que estas variables son ordinales y que, por la asimetría de su distribución, violan algunos de los supuestos de las pruebas F que contrastan las diferencias de medias. A fin de cuentas, lo que ocurre aquí es que los valores extremos de ambas variables (efectos negativos del turismo; alta vinculación) cuentan con muy pocos casos en comparación con los valores modales (efectos positivos, vinculación baja), lo que dispara las probabilidades de que estas diferencias se deban a errores aleatorios de selección.