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LOS ADORADORESQUE DIOS BUSCA

Jueves, 5 de noviembre de 1998(Tercera actividad)

Resistencia, Chaco, Argentina

Es nuestra intención hacer una transcripción fiel yexactadeesteMensaje,talcomofuepredicado;por lotanto, cualquier error en este escrito es estrictamenteerrordeaudición,transcripcióne impresión,ynodebeinterpretarsecomoerroresdelMensaje. El texto contenido en esta conferencia puede serverificadoconlasgrabacionesdelaudioodelvideo. Este folleto debe ser usado solamente parapropósitospersonalesdeestudiohastaqueseapublicadoformalmente.

NOTA AL LECTOR

Los adoradores que dios busca 27

cuales venimos para adorar a Dios en espíritu y en verdad. Y que pronto se complete el número de los escogidos, los adoradores que Dios busca; y pronto los muertos en Cristo resuciten y nosotros los que vivimos seamos transformados; y seamos llevados a la Casa de nuestro Padre celestial, al Cielo, para la Cena de las Bodas del Cordero. En el Nombre Eterno del Señor Jesucristo. Amén y amén. Bueno, hemos visto este gran misterio de LOS ADORADORES QUE DIOS BUSCA. Y hemos visto que hay que entrar por una Puerta a la Casa de Dios, y esa Puerta es Cristo nuestro Salvador. Entramos por esa Puerta a la Casa de Dios, para formar parte de la Casa de Dios y adorar a Dios. Entramos por esa Puerta creyendo en Cristo como nuestro Salvador y lavando nuestros pecados en la Sangre de Cristo y recibiendo Su Espíritu Santo. Que las bendiciones de Dios sean sobre todos ustedes. Muchas gracias por vuestra amable atención, y pasen todos muy buenas noches. “LOS ADORADORES QUE DIOS BUSCA”.

Dr. William Soto Santiago26

QUE DIOS BUSCA, ¿para qué? Para que le adoren en espíritu y en verdad, porque tales adoradores busca el Padre que le adoren. Y ahora, ¿dónde adora usted al Padre? En la Casa de Dios, la Iglesia de Jesucristo, en el Lugar Santísimo de ese Templo espiritual, que es la Edad de la Piedra Angular; ahí es donde adoramos a nuestro Dios, el Creador de los Cielos y de la Tierra; porque tales adoradores busca el Padre que le adoren en este tiempo final; como buscó en las edades pasadas, para cada etapa, para cada edad, y fueron llamados y juntados los verdaderos adoradores, que adoraron al Padre en espíritu y en verdad en la edad que les tocó vivir. Y ahora nos ha tocado a nosotros adorar a nuestro Padre celestial en espíritu y en verdad, en la Casa de Dios, en la Iglesia del Señor Jesucristo. Ya no necesitamos ir a Jerusalén para adorar a Dios allá en el monte donde estaba el templo de Dios, en medio del pueblo hebreo allá en Jerusalén. Ahora es en el Templo espiritual de Jesucristo, que es Su Iglesia, donde somos llamados y juntados para adorar al Padre en espíritu y en verdad. “LOS ADORADORES QUE DIOS BUSCA”. Y nos ha encontrado a nosotros y encontrará los que faltan por llegar para adorar al Padre en espíritu y en verdad en este tiempo, en la Edad de la Piedra Angular, en el Templo espiritual de Jesucristo. Que las bendiciones del Creador de los Cielos y de la Tierra sean sobre todos ustedes y sobre mí también; y que nuestra adoración y sacrificios espirituales a Dios, efectuados en Su Templo espiritual, sean agradables y aceptados por Dios todos los días de nuestra vida, en los

LOS ADORADORES QUE DIOS BUSCA

Dr. William Soto SantiagoJueves, 5 de noviembre de 1998

(Tercera actividad)Resistencia, Chaco, Argentina

Muy buenas noches, amables amigos y hermanos presentes aquí en Resistencia, el Chaco, República de la Argentina. Es para mí un privilegio grande estar con ustedes en esta ocasión, para compartir con ustedes unos momentos de compañerismo alrededor del Programa Divino bajo el tema: “LOS ADORADORES QUE DIOS BUSCA”. Y leemos en San Juan, capítulo 4, verso 19 al 24. En la conversación que tuvo Jesucristo con la mujer samaritana, ahí encontramos algo muy importante y vamos a leer: capítulo 4, verso 19 al 24, del Evangelio según San Juan, dice: “Le dijo la mujer (o sea, la mujer samaritana): Señor, me parece que tú eres profeta. Nuestros padres adoraron en este monte, y vosotros decís que en Jerusalén es el lugar donde se debe adorar. Jesús le dijo: Mujer, créeme, que la hora viene cuando ni en este monte ni en Jerusalén adoraréis al Padre.


Vosotros adoráis lo que no sabéis; nosotros adoramos lo que sabemos; porque la salvación viene de los judíos. Mas la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren. Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren”. Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla. “LOS ADORADORES QUE DIOS BUSCA”. A través de la historia del ser humano encontramos que, desde el libro del Génesis, los seres humanos han buscado a Dios y han adorado; y todos han ofrecido su adoración a Dios, y otros, en abierta rebeldía contra Dios, han ofrecido su adoración a otras cosas que no es Dios. Pero ahora, veamos cómo desde el Génesis encontramos a Adán adorando a Dios, y también luego encontramos a Abel adorando a Dios y también a Caín adorando a Dios; pero encontramos que no todos los adoradores logran adorar a Dios y agradar a Dios y que Dios reciba su adoración. El caso de Caín y Abel es un ejemplo muy claro de que hay adoradores que adoran correctamente a Dios y Dios acepta su adoración, y hay otros que adoran a Dios pero Dios no acepta su adoración. No importa lo sincero que sean las personas, se requiere que la adoración sea correcta; porque si no es correcta, conforme a lo establecido por Dios, Dios no acepta la adoración. Ahora, vean ustedes que desde el Génesis se ha requerido que el ser humano adore a Dios, y para adorar a


para que le adoren en espíritu y en verdad. Esos son LOS ADORADORES QUE DIOS BUSCA. “Y enviará Sus Ángeles con Gran Voz de Trompeta, y juntarán a Sus escogidos, desde un cabo del Cielo hasta el otro” o “desde un extremo del Cielo hasta el otro”, dice San Mateo, capítulo 24, verso 31, Cristo mismo hablando. Y Sus escogidos en este tiempo estarían adorando al Padre en espíritu y en verdad ¿dónde? En la Casa de Jesucristo, en la Casa de Dios, en el Templo espiritual de Jesucristo, que es Su Iglesia, en la Edad de la Piedra Angular. Ahí es donde adoramos nosotros a nuestro Dios, a nuestro Señor Jesucristo en este tiempo final. Y Él sigue llamando y juntando, sigue llamando… - sigue buscando y llamando a los adoradores que adorarán al Padre en espíritu y verdad en este tiempo final. Y ya ha llamado y juntado muchos, pero sigue llamando y juntando a los que faltan. Y ahora, la Edad de la Piedra Angular, la Edad del Lugar Santísimo, se está cumpliendo ¿dónde? En la América Latina y el Caribe, donde Él está llamando y juntando a los adoradores que Dios busca que le adoren y para que le adoren en espíritu y en verdad. “LOS ADORADORES QUE DIOS BUSCA”. Esos son Sus escogidos, escritos en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero, desde antes de la fundación del mundo, que creerían en Cristo como su Salvador, lavarían sus pecados en la Sangre de Cristo y recibirían Su Espíritu Santo; y por consiguiente, obtendrían el nuevo nacimiento y adorarían al Padre en espíritu y en verdad, en la Casa de Dios, en la Iglesia de Jesucristo, que es la Casa de Dios. Ha sido para mí un privilegio grande estar con ustedes en esta noche dándoles testimonio de LOS ADORADORES


creyentes) el Templo espiritual de Jesucristo; en donde se adora a Dios y se ofrecen a Dios alabanzas espirituales, sacrificios espirituales agradables a nuestro Dios. Cada persona, cada hijo e hija de Dios, tiene que estar para adorar a Dios (¿dónde?) en la Casa de Dios, en el lugar que Dios ha escogido para poner Su Nombre; porque ahí es donde está Cristo y está el Nombre de Cristo, y ahí es donde Él recibe la adoración de Sus hijos. Y la persona tiene que estar en la edad correspondiente al tiempo que está viviendo; o sea que tiene que adorar a Dios en tiempo presente, en la etapa que corresponde a la Iglesia de Jesucristo en el tiempo en que la persona está viviendo. Y ahora, ¿dónde adoró San Pablo y su grupo? En la primera edad de la Iglesia gentil, adoró a Dios en espíritu y en verdad con el pueblo de esa primera edad. Y así cada ángel mensajero con su grupo adoraron a Dios en la edad que les tocó vivir, en esa parte del Templo espiritual. Y ahora, ¿dónde adoramos nosotros a Dios en este tiempo en el cual vivimos en la Casa de Dios, en la Iglesia de Jesucristo? En la Edad de la Piedra Angular, la Edad del Lugar Santísimo del Templo espiritual de nuestro amado Señor Jesucristo. Ahí es donde los adoradores, que adoran al Padre en espíritu y en verdad, adoran en este tiempo final en el cual nosotros estamos viviendo. Y tales adoradores busca el Padre que le adoren en este tiempo final. ¿Que le adoren en qué parte del Templo? En la parte del Templo llamada el Lugar Santísimo del Cuerpo Místico de Jesucristo, que es la Edad de la Piedra Angular. Ahí es donde ofrecemos a Cristo nuestra adoración en este tiempo final, y donde Dios llama y junta a Sus escogidos


Dios se requiere que el ser humano tenga un sacrificio por el pecado. Encontramos, en el caso de Caín y Abel, Caín vino a adorar a Dios (allá, al lado este, donde se encontraban) y ofreció a Dios de los frutos del campo. Digamos… un ejemplo: si tenía allá en los frutos del campo yuca, plátanos, lechosas o papayas y naranjas, y todas esas cosas de los frutos del campo, trajo a Dios una buena canasta llena y la ofreció a Dios; y quizás algunas flores también, para adornar su canasta; como algunas veces les llevan una canasta de algunos frutos (o frutas) y algunas flores a los pacientes que están en algún hospital, o a alguna señora que haya dado a luz. Antes lo que le llevaban era gallinas, y le llevaban todos los días a su habitación un caldo de gallinas; ya no lo hacen. Antes era un tiempo de 40 días que tenían (la cuarentena) ahí, cuando habían dado a luz; pero ya, pues, no lo hacen así. Pero, vean ustedes, siempre los seres humanos ofrecen presentes los unos a los otros, tanto también como en los días de Navidades, como en los Días de los Padres también y de las Madres; y también en el tiempo de cumpleaños, y así por el estilo; y cuando parte la persona, pues le llevan flores, y así por el estilo. Y ahora, para adorar a Dios se requiere que el ser humano se acerque a Dios con un sacrificio; esa es su ofrenda por el pecado. Pero, vean ustedes, todo lo que ofreció a Dios Caín, nada de eso representaba el Sacrificio de Cristo por el pecado; porque sin derramamiento de sangre no se hace remisión de pecados1. Por lo tanto, la religión de Caín para adorar a Dios era algo intelectual.1 Hebreos 9:22


Él pensó que por cuanto él era sincero, él podía adorar a Dios en la forma más hermosa que él viera conveniente, pero no se percató que se requiere un sacrificio por el pecado para acercarse a Dios y adorar a Dios; y Caín no tenía eso, Caín no tenía la revelación divina de cómo acercarse a Dios para adorar a Dios; por lo tanto, Caín era un adorador, pero un adorador sin sabiduría, sin conocimiento divino de cómo adorar a Dios. Es necesario que la persona sepa cómo adorar a Dios y dónde adorar a Dios. Pero vean ustedes, Abel sí tenía la revelación del Cielo de cómo adorar a Dios, y se acercó a Dios con un sacrificio de un animalito; lo ofreció a Dios y agradó a Dios. Está en el capítulo 4 del Génesis… Vean cómo la raza humana aparece allá desde el principio adorando a Dios; y encontramos que uno supo cómo adorar a Dios y el otro no supo cómo adorar a Dios. Capítulo 4, verso 3 en adelante, dice: “Y aconteció andando el tiempo (o sea, pasando los años o pasando el tiempo), que Caín trajo del fruto de la tierra una ofrenda a Jehová. Y Abel trajo también de los primogénitos de sus ovejas, de lo más gordo de ellas. Y miró Jehová con agrado a Abel y a su ofrenda; pero no miró con agrado a Caín y a la ofrenda suya. Y se ensañó Caín en gran manera, y decayó su semblante. Entonces Jehová dijo a Caín: ¿Por qué te has ensañado, y por qué ha decaído tu semblante? (Vean, se llenó de ira contra Dios y contra Abel). Si bien hicieres, ¿no serás enaltecido? y si no hicieres bien, el pecado está a la puerta; con todo esto, a ti será su deseo, y tú te enseñorearás de él”.


eternos y nosotros los que vivimos seremos transformados; y entonces esa Casa estará dedicada a Dios para morada de Dios en toda Su plenitud; pues nos enseña San Pablo en su carta a los Efesios, en el capítulo 2 y verso 19 en adelante, hablándonos de esa Casa, que nosotros somos esa Casa. Dice: “Así que ya no sois extranjeros ni advenedizos, sino conciudadanos de los santos, y miembros de la familia de Dios, edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo, en quien todo el edificio, bien coordinado, va creciendo para ser un templo santo en el Señor; en quien vosotros también sois juntamente edificados para morada de Dios en el Espíritu”. Y Dios morará en toda Su plenitud en cada uno de ustedes y en mí también; y en cada uno de los hijos e hijas de Dios de las edades pasadas con sus ángeles mensajeros morará en toda Su plenitud. Durante las siete edades ha sido en las primicias del Espíritu; pero para el Día Postrero, cuando los muertos en Cristo resuciten en cuerpos eternos y nosotros los que vivimos seamos transformados, ya eso será en toda la plenitud de Dios; será la plenitud del Espíritu de Dios morando en cada escogido de Dios, de los que vivimos en este tiempo y de los que han partido en edades pasadas; y estará morando en toda Su plenitud en Su Iglesia, que es Su Templo espiritual. Así como nosotros somos un Templo espiritual como individuos, el Cuerpo Místico de Cristo, la Iglesia de Jesucristo es (como grupo, como Cuerpo Místico de


que escogería para poner Su Nombre, ahora la adoración a Dios es efectuada ¿dónde? En la Casa de Dios, en la Casa de Jesucristo, que es Su Templo espiritual, Su Iglesia. Y eso es así desde el Día de Pentecostés en adelante, donde nacieron 120 personas y comenzó la Casa de Dios, comenzó la Iglesia del Señor Jesucristo, nació la Iglesia del Señor Jesucristo. Y de ahí en adelante, vean ustedes, Cristo ha estado llamando y juntando a Sus hijos; y los ha estado colocando ¿dónde? En Su Casa. El salmista y profeta David decía que su petición era estar todos los días de su vida ¿dónde? En la Casa de Dios9. También decía estar en los Atrios de la Casa de Dios10, porque él pertenece a la etapa del Atrio de la Casa de Dios. Los de las siete edades de la Iglesia gentil pertenecen a la parte del Lugar Santo de la Casa de Dios con sus siete ángeles mensajeros; pero los escogidos del Día Postrero pertenecen al Lugar Santísimo de la Casa de Dios, que es la etapa de la Edad de la Piedra Angular, para estar adorando a nuestro Dios en espíritu y en verdad en la Casa de Dios, en el Lugar Santísimo de la Casa de Dios. Ahora hemos visto este misterio de LOS ADORADORES QUE DIOS BUSCA. Son los adoradores que adoran al Padre en espíritu y en verdad, los cuales han nacido del Agua y del Espíritu; y por consiguiente adoran a Dios en el espíritu, y ofrecen a Dios en el espíritu esas alabanzas y esa adoración, y sacrificios espirituales. Esa Casa —la Iglesia de Jesucristo— será glorificada; o sea, los muertos en Cristo serán resucitados en cuerpos 9 Salmos 27:410 Salmos 84:2, 84:10; 65:4


Ahora vean cómo el pecado está a la puerta para todo aquel que no tenga un sacrificio por el pecado; por lo tanto, la persona tendrá sus pecados en él y no se podrá acercar a Dios; y si se acerca a Dios, Dios ve sus pecados y el juicio divino cae sobre la persona. Ahora, vean cómo Caín era un adorador a su manera: tenía su propia religión, inventada por él, religión de hechura humana; pero Abel tenía revelación del Cielo. Por eso el apóstol San Pablo, hablando de Caín y Abel, en el capítulo 11 de su carta a los Hebreos nos dice, verso 4: “Por la fe Abel ofreció a Dios más excelente sacrificio que Caín, por lo cual alcanzó testimonio de que era justo, dando Dios testimonio de sus ofrendas; y muerto, aún habla por ella”. Ahora vean cómo Dios dio testimonio de que Abel era justo y dio testimonio de su ofrenda. Miren: “… por lo cual alcanzó testimonio de que era justo…”. Cuando una persona es justificada, queda como si nunca antes hubiese pecado. Y ahora, Abel al ofrecer a Dios ese sacrificio por el pecado, sus pecados fueron cubiertos y Dios no veía pecado en él, por eso era llamado justo; como también más adelante Noé fue mencionado por Dios como un hombre justo2, el cual fue hallado por Dios justo y halló gracia delante de Dios. Porque cuando los pecados de estos hombres de Dios en el Antiguo Testamento eran cubiertos por las ofrendas o sacrificios que ellos ofrecían a Dios por el pecado, los pecados de ellos al ser cubiertos no eran vistos por Dios: estaban cubiertos con la sangre de esos sacrificios; por lo tanto, eran llamados justos, aunque en sus vidas habían 2 Hebreos 11:7; Génesis 7:1, 6:9


cometido errores, habían pecado, pero habían cubierto sus pecados con la sangre de esos sacrificios. ¿Y por qué obraba así la sangre de esos sacrificios? Porque esos sacrificios representaban el Sacrificio de Cristo en la Cruz del Calvario. Y ahora, ¿cuánto más la Sangre de Cristo cuando ha sido aplicada en el alma, en el corazón, de cada uno de ustedes y en el mío? ¡La Sangre de Jesucristo3 nos limpia de todo pecado! Y entonces podemos acercarnos a Dios para adorar a Dios y para glorificar Su Nombre y para también pedir a Dios, hacer peticiones a Dios. Y ahora vean ustedes el misterio de adorar a Dios. Ahora miren, a través del Antiguo Testamento encontramos que Dios ordenó al profeta Moisés establecer un tabernáculo en medio del pueblo hebreo; y en ese tabernáculo estaba Dios en el lugar santísimo, sobre el propiciatorio, que estaba sobre el arca del pacto; y el pueblo hebreo adoraba a Dios mirando hacia el templo, hacia el tabernáculo. Y luego, cuando el pueblo hebreo entró a la tierra prometida, ya Dios le había dicho por medio del profeta Moisés que ellos servirían a Dios y adorarían a Dios y ofrecerían a Dios ofrendas y sacrificios en el lugar que Dios escogería para poner allí Su Nombre. En Deuteronomio, capítulo 12, verso 4 al 14, dice: “No haréis así a Jehová vuestro Dios…”. O sea, “no haréis”… Vamos a ver, para que ustedes vean de qué está hablando aquí; capítulo 12, verso 1 en adelante, dice: “Estos son los estatutos y decretos que cuidaréis de poner por obra en la tierra que Jehová el Dios de tus 3 1 Juan 1:7


estemos transformados sí vamos a saber; porque entonces, cuando estemos transformados nos iremos todos a la Casa de nuestro Padre celestial, al Cielo, a la gran fiesta de la Cena de las Bodas del Cordero. Ahora hemos visto que los verdaderos adoradores, ¿dónde se encuentran? En la Casa de Dios, adorando a Dios. ¿Y cómo adoran a Dios? En espíritu y en verdad. Y para eso pues tienen que nacer de nuevo, nacer del Agua y del Espíritu, para poder adorar a Dios en espíritu y en verdad. Porque el que no nazca de nuevo no puede ver el Reino de Dios, no lo puede entender [San Juan 3:3-5]. El que no nazca del Agua y del Espíritu no puede entrar al Reino de Dios, no puede entrar a formar parte de la Iglesia de nuestro amado Señor Jesucristo, no puede formar parte de ese Templo espiritual donde adoramos a nuestro Dios en espíritu y en verdad. Ahora, no es un templo de cuatro paredes, sino es un Templo espiritual: la Iglesia del Señor Jesucristo, donde los hijos e hijas de Dios —en la edad que les toca vivir— adoran a Dios, glorifican a Dios, y ofrecen a Dios sacrificios espirituales agradables a Dios. Ese es el lugar donde Él ha colocado Su Nombre, porque Él se ha colocado en ese lugar: en Su Templo espiritual; y Él dijo que estará con nosotros hasta el fin del mundo8. Ahora podemos ver a los verdaderos adoradores adorando al Padre en espíritu y en verdad, ¿en dónde? En la Casa de Dios, que es la Iglesia del Señor Jesucristo. Y así como Dios no aceptaba adoración en otro lugar ni los sacrificios en otro lugar, sino en el lugar que Dios dijo 8 San Mateo 28:20


el tabernáculo que construyó Moisés y en el templo que construyó luego Salomón, porque allí estaba el arca del pacto y allí estaba el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob. Y ahora, Dios colocó Su Nombre en Jesús. Y luego Jesús ha colocado Su Nombre ¿dónde? En Su Iglesia. Y ahora, el lugar donde son llamados y juntados todos los hijos e hijas de Dios es en la Iglesia del Señor Jesucristo, cada uno en la etapa o edad que le toca vivir; porque la Iglesia de Jesucristo es el Cuerpo Místico del Señor Jesucristo, y por consiguiente es el mismo Cristo en la forma de Su Iglesia. Así como un grano de trigo cuando es sembrado en tierra: luego nace una plantita, y ese es el grano de trigo en forma de una plantita. Y ahora la Iglesia de Jesucristo es el Cuerpo Místico de Cristo: es Cristo en la forma de Su Iglesia. Por eso es que Él dice7: “En la Casa de mi Padre muchas moradas hay; si no fuera así, yo lo hubiera dicho antes; voy, pues, a preparar lugar para vosotros. Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez (Su Segunda Venida), y os tomaré a Mí mismo…”. ¿Por qué dice “a Mí mismo”? Porque somos Su Cuerpo Místico de creyentes; somos Su Templo espiritual, donde Dios mora, donde Jesucristo mora, y donde Él ha colocado Su Nombre. “… os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis”. Y nos llevará a la Casa de nuestro Padre celestial, a esa gran fiesta de la Cena de las Bodas del Cordero. ¿Cuándo? En el Día Postrero. ¿En qué año del Día Postrero?, ¿en qué año del séptimo milenio? No sabemos, pero cuando 7 San Juan 14:2-3


padres te ha dado para que tomes posesión de ella, todos los días que vosotros viviereis sobre la tierra. Destruiréis enteramente todos los lugares donde las naciones que vosotros heredaréis sirvieron a sus dioses…”. O sea, todos los templos y lugares altos y todos los lugares donde esas naciones servían a los dioses de ellos serían destruidos; así lo ordenó Dios al pueblo hebreo, cuando el pueblo hebreo entrara a la tierra prometida. Sigue diciendo: “Destruiréis enteramente todos los lugares donde las naciones que vosotros heredaréis sirvieron a sus dioses, sobre los montes altos, y sobre los collados, y debajo de todo árbol frondoso. Derribaréis sus altares, y quebraréis sus estatuas, y sus imágenes de Asera consumiréis con fuego; y destruiréis las esculturas de sus dioses, y raeréis su nombre de aquel lugar”. Porque el pueblo hebreo tenía al Dios verdadero y la verdadera religión, la verdadera forma de servir al Dios creador del Cielo y de la Tierra; o sea, tenía la verdadera revelación de Dios para servir a Dios, adorar a Dios; y al entrar a la tierra prometida tenían que establecer la forma correcta de adorar a Dios; y cualquier otra forma tenía que ser quitada de en medio del pueblo. “No haréis así a Jehová vuestro Dios (o sea, no le van a hacer esculturas, estatuas, imágenes y cosas así), sino que el lugar que Jehová vuestro Dios escogiere de entre todas vuestras tribus, para poner allí su nombre para su habitación, ése buscaréis, y allá iréis”. Y ese lugar vino a ser Jerusalén, donde fue construido el templo. Ahora, continuemos, dice:


“Y allí llevaréis vuestros holocaustos, vuestros sacrificios, vuestros diezmos, y la ofrenda elevada de vuestras manos, vuestros votos, vuestras ofrendas voluntarias, y las primicias de vuestras vacas y de vuestras ovejas; y comeréis allí delante de Jehová vuestro Dios, y os alegraréis, vosotros y vuestras familias, en toda obra de vuestras manos en la cual Jehová tu Dios te hubiere bendecido. No haréis como todo lo que hacemos nosotros aquí ahora, cada uno lo que bien le parece (o sea, que no iban a hacer como hacían en el desierto, que cada uno hacía lo que bien le parecía), porque hasta ahora no habéis entrado al reposo y a la heredad que os da Jehová vuestro Dios. Mas pasaréis el Jordán, y habitaréis en la tierra que Jehová vuestro Dios os hace heredar; y él os dará reposo de todos vuestros enemigos alrededor, y habitaréis seguros. Y al lugar que Jehová vuestro Dios escogiere para poner en él su nombre, allí llevaréis todas las cosas que yo os mando: vuestros holocaustos, vuestros sacrificios, vuestros diezmos, las ofrendas elevadas de vuestras manos, y todo lo escogido de los votos que hubiereis prometido a Jehová. Y os alegraréis delante de Jehová vuestro Dios, vosotros, vuestros hijos, vuestras hijas, vuestros siervos y vuestras siervas, y el levita que habite en vuestras poblaciones; por cuanto no tiene parte ni heredad con vosotros (los levitas no tenían parte ni heredad, pero se alegrarían en el lugar donde Dios escogiere para poner Su Nombre)”.


Pero vean ustedes, así como el pueblo hebreo: todas esas ofrendas y sacrificios y adoración que ofrecía a Dios, lo hacía en el templo que estaba en la Tierra para que llegara al Templo de Dios que está en el Cielo. Y ahora, ¿dónde tenemos nosotros un templo en el cual estar y glorificar a Dios y adorar a Dios, y que llegue esa adoración al Templo de Dios en el Cielo? San Pablo dice en Primera de Corintios: “¿No sabéis que vosotros sois templo de Dios, y que el Espíritu de Dios mora en vosotros?”. Vean, Primera de Corintios, capítulo 3, verso 16. Y también de nuestro cuerpo dice San Pablo en el capítulo 6, verso 19, de Primera de Corintios: “Vuestros cuerpos” o “vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo”. Como individuos somos un templo de Dios, y como Cuerpo Místico de creyentes en Cristo… O sea, todos los creyentes en Cristo pertenecen a un Cuerpo Místico de creyentes, llamado la Iglesia de Jesucristo, que es el Templo espiritual de Jesucristo; y estando en ese Templo, siendo parte de ese Templo (donde hemos nosotros nacido por medio del nuevo nacimiento), en ese Templo es que servimos a Dios, adoramos a Dios y ofrecemos a Dios sacrificios espirituales; y nos presentamos a Dios orando a Dios y adorando a Dios, y ofreciendo a Dios todos esos sacrificios espirituales, y glorificando a Dios y cantando a nuestro Dios. Vean que todos lo hacemos ¿dónde? En la Casa de Dios, que es la Iglesia del Señor Jesucristo, donde Él ha colocado Su Nombre. Así como Dios colocó Su Nombre en el Ángel de Jehová (que es el mismo Dios en Su cuerpo teofánico), ahí estaba el Nombre de Dios; y luego fue colocado en


vosotros también, como piedras vivas, sed edificados como casa espiritual y sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales aceptables a Dios por medio de Jesucristo”. Y ahora vean cómo por medio de Jesucristo, que es el Sumo Sacerdote del Templo que está en el Cielo, ofrecemos a Dios sacrificios y ofrecemos a Dios alabanzas y ofrecemos a Dios así sacrificios espirituales aceptables a Dios; porque somos sacerdotes de Dios y de Cristo, y Él es el Sumo Sacerdote. Por lo tanto, en la Casa de Dios del Cielo nosotros ofrecemos nuestros sacrificios y nuestras alabanzas; y Cristo, siendo el Sumo Sacerdote, las coloca ante la presencia de Dios; son aceptadas porque hay un Sacrificio: el Sacrificio de la Expiación de Cristo por todos nosotros. Sin ese Sacrificio colocado allá en el Templo de Dios en el Cielo, sobre el Propiciatorio, Su Sangre allí colocada, sin ese Sacrificio nuestras alabanzas y nuestra adoración a Dios no podía ser recibida por Dios. Pero ahora, por cuanto nos acercamos con un Sacrificio perfecto (como se acercó Abel a Dios: con un sacrificio; aunque no era perfecto, pero que representaba el Sacrificio de Cristo y por lo cual sus pecados fueron cubiertos), ahora nosotros nos acercamos con el Sacrificio del Cordero de Dios y Macho Cabrío de la Expiación, el cual es un Sacrificio perfecto, el cual ha quitado nuestros pecados, y nuestras ofrendas y sacrificios espirituales son aceptables a Dios, llegan a la presencia de Dios. Y así, como sacerdotes de Dios, ministramos a Dios y adoramos y ofrecemos a Dios sacrificios y ofrendas espirituales agradables a Dios, y llegan al Templo de Dios que está en el Cielo.


Y ahora, vean ustedes que Dios dice que todos se alegrarían, o sea, el abuelo, el papá, el hijo, el nieto, todos, y los siervos también, todos se alegrarían ¿delante de quién? Delante de Dios; porque venir a la presencia de Dios es venir al lugar donde hay bendición para disfrutar las bendiciones de Dios y gozarse en Dios. Ahora, sigue diciendo: “Cuídate de no ofrecer tus holocaustos en cualquier lugar que vieres; sino que en el lugar que Jehová escogiere, en una de tus tribus, allí ofrecerás tus holocaustos, y allí harás todo lo que yo te mando”. Vean cómo Dios ordenó al pueblo hebreo que adorarían a Dios y ofrecerían a Dios holocaustos y sacrificios, y ofrendas (a Dios), en el lugar que Dios escogiera para poner allí Su Nombre; y fue Jerusalén donde Dios escogió para allí poner Su Nombre, pues allí fue establecido el templo; y allí estaba el Nombre de Dios, porque el Nombre de Dios está dentro del templo de Dios, sobre el propiciatorio; porque allí, sobre el propiciatorio, en medio de los dos querubines de oro, está el Ángel de Jehová, el Ángel del Pacto, en esa luz de la Shekinah; y el Ángel del Pacto, vean ustedes lo que nos dice en el libro del Éxodo, capítulo 23. Capítulo 23, verso 20 en adelante, del Éxodo, dice: “He aquí yo envío mi Ángel delante de ti para que te guarde en el camino, y te introduzca en el lugar que yo he preparado. Guárdate delante de él, y oye su voz; no le seas rebelde; porque él no perdonará vuestra rebelión, porque mi nombre está en él”. ¿Dónde está el Nombre de Dios? En el Ángel de


Jehová, el Ángel del Pacto, que libertó al pueblo hebreo por medio del profeta Moisés y llevó al pueblo hebreo por el desierto hasta llevarlo a la tierra prometida. Y ese Ángel de Jehová le dijo al profeta Moisés4: “Yo soy el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob”, porque ese es el mismo Dios creador de los Cielos y de la Tierra en Su cuerpo teofánico, por eso es llamado el Ángel de Jehová o Ángel del Pacto, donde está el Nombre de Dios. Y estando en el templo, en el tabernáculo, en el lugar santísimo, sobre el propiciatorio, el Ángel del Pacto en esa luz de la Columna de Fuego, está por consiguiente el Nombre de Dios ahí, porque lo tiene el Ángel del Pacto; Él es el portador del Nombre Eterno de Dios. Por eso cuando Moisés le preguntó al Ángel de Jehová, al mismo Dios en Su cuerpo teofánico: “¿Cuál es Tu Nombre?, para que cuando me pregunten por Tu Nombre yo les pueda decir (al pueblo hebreo) cuál es Tu Nombre. Si ellos me preguntan por Tu Nombre, ¿qué les diré yo a ellos?”5. Y entonces Dios le dio esas cuatro consonantes, que son Y (que es la “i” griega) HWH, como el Nombre de Dios, el Nombre del Ángel de Jehová, el Ángel del Pacto, que lleva el Nombre de Dios. Ahora vean cómo en el templo estaba el Nombre de Dios en el Ángel del Pacto, el cual estaba sobre el propiciatorio, en el lugar santísimo, en esa luz de la Columna de Fuego. Por eso le dice al profeta Moisés en el libro del Éxodo, capítulo 25, verso 21 al 22, le dice Dios al profeta Moisés: “Y pondrás el propiciatorio encima del arca, y en el arca pondrás el testimonio que yo te daré.4 Éxodo 3:65 Éxodo 3:13


Porque un día delante del Señor es como mil años para nosotros acá en la Tierra. Segunda de Pedro, capítulo 3, verso 8, da testimonio de esta verdad: que “un día delante del Señor es como mil años y mil años como un día”. También el profeta Moisés, en el Salmo 90 y verso 4, dio testimonio de esta verdad. Y ahora, siendo que tenemos un Sacrificio por el pecado: el Sacrificio de Cristo en la Cruz del Calvario, y Su Sangre colocada en el Propiciatorio o silla de misericordia del Templo que está en el Cielo, y aplicada Su Sangre en nuestra alma, en nuestro corazón: nos acercamos a Dios para adorar a Dios; y para también pedirle a Dios, hacerle nuestras peticiones; y cantarle a nuestro Dios, glorificar a nuestro Dios con cánticos, dándole gracias por Su misericordia, por Su amor, por Su Sacrificio en favor de todos nosotros. Vean, nos acercamos a Dios con un Sacrificio, un Sacrificio perfecto, que nos ha limpiado de todo pecado; y entonces hemos sido justificados, hemos quedado como si nunca antes hubiésemos pecado; y por consiguiente, nos podemos acercar a Dios, para adorar a nuestro Dios y glorificar Su Nombre con cánticos, con alabanzas. Por eso es que San Pedro en su primera carta (…). Primera de Pedro, capítulo 2, verso 9, dice: “Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable…”. ¿Qué más dice? En el mismo capítulo 2, verso 4 al 5, dice: “Acercándoos a él, piedra viva, desechada ciertamente por los hombres, mas para Dios escogida y preciosa,


Así como se efectuaba el sacrificio y se llevaba la sangre del macho cabrío al lugar santísimo, y se colocaba, se esparcía sobre el propiciatorio, para hacer la intercesión por el Israel terrenal y los miembros del Israel terrenal; ahora por el Israel celestial, Jesucristo el Sumo Pontífice, Sumo Sacerdote del Templo que está en el Cielo, lo está haciendo desde que ascendió al Cielo. Y cuando haya hecho intercesión hasta por el último de los escogidos de Dios (los cuales son llamados y juntados en este tiempo final, los últimos escogidos de Dios), cuando entre al Cuerpo Místico de Cristo hasta el último de los escogidos de Dios, ya habrá terminado la Obra de Cristo como Intercesor en el Cielo, la Obra del Sumo Sacerdote según el Orden de Melquisedec; con Su propia Sangre habrá terminado allá en el Cielo. Y entonces sale del Trono de Dios del Cielo, reclama todo lo que Él ha redimido con Su Sangre preciosa y resucita a los muertos en Cristo y a nosotros los que vivimos nos transformará; y entonces estaremos también físicamente reconciliados con Dios al recibir un cuerpo eterno, un cuerpo glorificado, un cuerpo inmortal e incorruptible; lo cual Cristo ha prometido para cada uno de nosotros los que vivimos, y para los muertos en Cristo; y Él ha prometido resucitar a los muertos en Cristo en el Día Postrero, que es el séptimo milenio. San Juan, capítulo 6, versos 39 al 40, Él dice, hablando de los creyentes en Él, Él dice que los resucitará. Y ahora, vean ustedes aquí: capítulo 6, verso 40, de San Juan, dice: “Y esta es la voluntad del que me ha enviado: Que todo aquél que ve al Hijo, y cree en él, tenga vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero (que es el séptimo milenio o Día del Señor o Día de Jehová)”.


Y de allí me declararé a ti, y hablaré contigo de sobre el propiciatorio, de entre los dos querubines que están sobre el arca del testimonio, todo lo que yo te mandare para los hijos de Israel”. ¿Desde dónde Dios le hablaba al profeta Moisés cuando ya estaba construido el arca del pacto y el propiciatorio encima del arca del pacto? Le hablaba de en medio de los dos querubines de oro, que estaban sobre el propiciatorio. También en Levítico, capítulo 16, dice del verso 1 en adelante: “Habló Jehová a Moisés después de la muerte de los dos hijos de Aarón, cuando se acercaron delante de Jehová, y murieron”. ¿Y por qué se acercaron delante de Jehová, al lugar santísimo (entraron al lugar santísimo con sus incensarios con fuego extraño), y murieron? Vean, entraron con fuego extraño al lugar santísimo, y entraron allí sin la sangre de la expiación; y no siendo ellos el sumo sacerdote, porque el sumo sacerdote era Aarón, murieron allí en el lugar santísimo; fuego salió de la presencia de Dios y los quemó. Vean, dice: “Y Jehová dijo a Moisés: Di a Aarón tu hermano, que no en todo tiempo entre en el santuario detrás del velo, delante del propiciatorio que está sobre el arca, para que no muera; porque yo apareceré en la nube sobre el propiciatorio”. ¿Cómo aparecería Dios en el lugar santísimo? Aparecería en esa Nube de Fuego, en esa Columna de Fuego, ¿y dónde? Sobre el arca del pacto, sobre el propiciatorio, en medio de los dos querubines de oro. Y ahora podemos ver dónde estaba Dios en esa Columna de Fuego: estaba sobre el propiciatorio; y siendo el Ángel


de Jehová, el Ángel del Pacto, el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, allí estaba el Nombre de Dios. Y cuando fue construido el templo allá en Jerusalén, y el lugar santísimo fue construido, y fue colocada el arca del pacto dentro del lugar santísimo, allí estaba el Nombre de Dios. Y ahora, podemos ver el por qué el pueblo hebreo iba a Jerusalén a adorar a Dios: era conforme a lo establecido por Dios, para así agradar a Dios y ofrecer a Dios sus ofrendas y sacrificios. Y tenían que acercarse a Dios con su sacrificio, o sea, tenían que ofrecer a Dios el sacrificio por el pecado, cada uno como individuo. Y también, luego, el sumo sacerdote ofrecía el sacrificio por él y por los sacerdotes, y después ofrecía el sacrificio del macho cabrío por el pueblo; y llevaba la sangre del macho cabrío también al lugar santísimo y la esparcía sobre el propiciatorio, como había hecho con la sangre del becerro que había ofrecido por él y por los demás sacerdotes. Ahora vean cómo Dios tiene todo establecido. Esos sacrificios y la sangre de esos sacrificios representan el Sacrificio de Cristo y la Sangre de Cristo derramada en la Cruz del Calvario para limpiarnos de todo pecado. Vean el por qué tenían que acercarse a Dios con el sacrificio por el pecado: para poder también ser reconciliados con Dios, como individuos y como nación. Y ahora, hemos visto cómo era en el Antiguo Testamento, lo cual es tipo y figura del orden divino correspondiente al Nuevo Testamento, en donde el Sumo Sacerdote es nuestro amado Señor Jesucristo, el cual ofreció el Sacrificio por el pecado en la Cruz del Calvario y llevó ante la presencia de Dios Su Sacrificio, llevó Su


Sangre, y la colocó en el Templo de Dios que está en el Cielo; no en el templo terrenal que estaba en Jerusalén, sino en el Templo de Dios que está en el Cielo; porque Cristo es Sumo Sacerdote del Templo que está en el Cielo, Él es el Melquisedec que le apareció a Abraham; y por eso Él es Sumo Sacerdote según el Orden de Melquisedec, del Templo que está en el Cielo. Por eso Él ascendió al Cielo y se colocó en el Trono de Dios en el Cielo —sobre el Propiciatorio— y colocó allí Su Sangre; y ha estado intercediendo en el Templo de Dios en el Cielo, como lo hacía el sumo sacerdote en el templo terrenal; el día 10 del mes séptimo de cada año, así lo hacía el sumo sacerdote: con la sangre de la expiación del macho cabrío; y así hacía la intercesión por el pueblo hebreo, para la reconciliación del pueblo hebreo con Dios. Y ahora Cristo, como Sumo Sacerdote según el Orden de Melquisedec, Él, siendo el Sumo Sacerdote del Templo que está en el Cielo, lleva dos mil años haciendo intercesión allí por cada hijo e hija de Dios, cada persona que tiene su nombre escrito en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero, desde antes de la fundación del mundo, para la reconciliación de todas esas personas, ser reconciliados con Dios. Y por eso es que San Pablo dice6: “Reconciliaos hoy con Dios”. ¿Por qué? Porque el Sacrificio para la reconciliación de todos los hijos e hijas de Dios ha sido efectuado por Cristo en la Cruz del Calvario, y Su Sangre ha sido colocada sobre el Propiciatorio del Templo que está en el Cielo; y Él está haciendo intercesión por cada persona que tiene su nombre escrito en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero, y por consiguiente pertenece al Israel celestial.6 2 Corintios 5:20

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