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Lope de Vega

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AA TTAALLLL DDEE JJUUSSTTIIFFIICCAACCIIÓÓ

Assistir a una representació teatral, a qualsevol, és sempre una experiència. Si aquesta es pot realitzar a un Corral de Comèdies per veure una peça del teatre clàssic espanyol, és quelcom més. Però si, a més, és de Lope...

Enguany, des de la tutoria de 1r de batxillerat, conjuntament amb el departament de lingüística, es decidí anar a Almagro per assistir al seu corral de comèdies a la representació de La discreta enamorada dins de la campanya de Teatre escolar per a estudiants 2015.

S’aprofitaria la circumstància i ja teníem l’obra dramàtica clàssica per al pla lector del curs. Ací començà allò que convertí en més excitant, si calia, aquesta experiència. La peça a veure, La discreta enamorada, no està, diguem-ne, al top ten de les obres de Lope, no ens enganyem, no és Fuente Ovejuna; Peribáñez y el comendador de Ocaña; El caballero de Olmedo, El mejor alcalde, el rey..., encara que sí apareixe referenciada en quasi totes les relacions adreçades a estudiants de batxillerat i s’han realitzat diferents muntatges no fa molt de temps, però, clar, no existia al mercat una edició accessible de l’obra, és a dir, no havia estat editada recentment ni ho havia estat mai per un lector estudiantil. Ens plantejàrem, en un primer moment, sols la búsqueda del text, però quan el trobàrem, pensàrem que ja que l’havíem trobat, adjuntar unes activitats, comprovar el text amb altres fonts, una xicoteta contextualització del teatre barroc, amb especial atenció al que passava a València... En resum, l’editàrem i ací us l’oferim.

Que la seua lectura i el gaudir, a més, de la seua representació, siga tan gratificant com han estat els seus prolegòmens.

Carcaixent, març, 2015

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ÍÍNNDDIICCEE

I. INTRODUCCIÓN I.1. Un nuevo arte de hacer comedias 4 I.2. Un espacio nuevo para una nueva comedia 7 I.3. Cronología 9 I.4. Nuestra edición 14

II. LA DISCRETA ENAMORADA II.1. Jornada primera 18 II.2. Jornada segunda 46 II.3. Jornada tercera 72

III. ACTIVIDADES III.1. Antes de leer la obra 100 III.2. Una vez leída La discreta enamorada 101 III.3. Cuando ya la hemos visto representada 102

IV. APÉNDICE DOCUMENTAL IV.1. El papel de la mujer de Royton O. JONES 104 IV.2. ¿Qué es un escena en Lope? de Joan OLEZA 104 IV.3. «El confesor Celestino» del Decamerón de G. BOCCACCIO 105 IV.4. Arte de hacer comedias… de Lope de VEGA 109 IV.5. El teatro valenciano y la formación

de la Comedia Nueva de Rinaldo FROLDI 110 IV.6. Passat, present i futur del teatre valencià de J. Ll. SIRERA 112 IV.7. Dramaturgos valencianos: Guillem de Castro de DÍEZ BORQUE 114 IV.8. La infraestructura teatral valenciana de J.Ll. SIRERA 116

Aquesta és una reedició que s’ha preparat per als alumnes de 1r de batxillerat del col·legi san Antoni de Padua, franciscans de Carcaixent, del curs 2014-2015 amb motiu de la seua assitència a la representació de La discreta enamorada al Corral de Comèdies d’Almagro el 23 de març.

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II.. IINNTTRROODDUUCCCCIIÓÓNN

El único objetivo que se persigue en este bloque es que se tengan unas noticias básicas de la actividad teatral en la época de Lope de Vega mediante un breve panorama general de aquella época.

I.1. UN NUEVO ARTE DE HACER COMEDIAS

Hacia 1590 la llamada comedia española, o simplemente comedia, estaba configurada en sus aspectos esenciales. Bajo este título genérico se engloban todas las piezas teatrales del Barroco que se representarán regularmente durante más de siglo y medio (desde la década de 1580 hasta la mitad del siglo XVIII y aún más tarde) en todos los teatros de España sin atender a la distinción clásica de géneros (comedia/tragedia).

Es a Lope de Vega a quien debemos la creación de este teatro nacional. Para constituir este nuevo género, Lope funde elementos previos y dispersos tomados del teatro anterior a él –o de contemporáneos suyos, en especial de la llamada escuela valenciana (Virués, Tárrega, Aguilar…)– con otros de su propia invención, y crea una fórmula teatral que, en palabras de Díez Borque, «se convierte en norma y modelo para todos los dramaturgos del siglo XVII, atendiendo y creando unas expectativas de recepción en un público amplio y plural [...], para llegar a nuestros días como “teatro clásico” por antonomasia.». El propio Fénix en su obra Arte nuevo de hacer comedias en este tiempo (1609), un poema didáctico, nos expone, en un tono ligero e irónico, sus principios dramáticos, los cuales, partiendo del principio guiador de la fórmula, «dar gusto» al público –según palabras de Lope–, son fundamentalmente:

Mezcla de lo trágico y lo cómico

Se rompe la distinción clásica de los géneros mezclando elementos graves con otros humorísticos e incluso ridículos, con el fin de deleitar al público imitando la propia vida.

No obedece la regla de las tres unidades (acción, tiempo y lugar)

Frente a la preceptiva clásica establecida por los humanistas que exigían que la obra desarrollara una sola acción, que ésta transcurriese en el tiempo máximo de un día y que no sucediese en lugares distintos ni alejados; el teatro barroco prescinde de las dos últimas porque acotan el transcurso natural de la acción y la única que, como principio general, respetó es la de acción, aunque no se trata de una acción única y simple, a la manera clásica, sino de una unidad múltiple, con trama compleja integrada por una intriga principal y otra u otras secundarias, cuya disparidad se justifica por su conexión con el tema de la comedia.

División en tres actos

Lope hace definitiva la división tripartita que algunos autores habían introducido en competencia con los cuatro o cinco actos corrientes hasta entonces. Esta innovación tiene éxito porque se corresponde, grosso modo, con el planteamiento, nudo y desenlace, si bien este último se aplazaba hasta cerca del final para mantener el interés del público.

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Decoro poético

Lope exige un lenguaje claro pero adecuado a la situación y al peronaje, es decir, sujeto al decoro y la verosimilitud: los villanos emplean en sus parlamentos un léxico rústico y recurren al mundo natural para construir sus comparaciones y metáforas, el viejo muestra un habla sentenciosa y grave, el rey emplea un tono solemne y elevado, el galán y la dama utilizan un estilo culto y, en ocasiones, poético, los criados hablan de forma coloquial...

Uso exclusivo del verso

El verso, y no la prosa, es el medio de expresión dramática en el teatro barroco. Se utilizan tanto los metros tradicionales como los italianos, dominando el octosílabo, lo cual es natural dada su función próxima a la prosa.

Los versos aparecen en diversas combinaciones estróficas, siendo las más frecuentes las redondillas, romances, décimas, quintillas, silvas, sonetos y octavas. Esta polimetría se emplea de acuerdo con la situtación dramática o la condición del personaje (endecasílabos y heptasílabos para asuntos de mayor gravedad; versos castellanos de arte menor para temas más ligeros). También se emplean diferentes estrofas que se ajustan a las distintas situaciones (los romances, para los relatos; los sonetos, para los que esperan; las décimas y las octavas, para las quejas; los tercetos, para asuntos graves y las redondillas y quintillas, en los diálogos, especialmente amorosos).

Además, prácticamente, tienen en común la presencia de una serie de personajes-tipo que se repiten, con variantes, en todas las piezas y los temas; aspectos que a continuación detallamos.

Personajes

Los personajes de la comedia nacional carecen de complejidad psicológica y se comportan como meros personajes-tipo cuyas actitudes y reacciones son fácilmente previsibles; además, el hecho de que estos se repitan constantemente en todas las obras favorece a que los espectadores los reconozcan de inmediato y que los escritores los creen con suma facilidad.

Es frecuente la presencia de un número elevado de personajes en una misma comedia, aunque tengan mínimas funciones con la única intención de producir una sensación de espectacularidad. Esta proliferación de personajes será corregida por Calderón y sus continuadores, quienes configuran a los personajes de forma polifuncional. Con todo, en la práctica el número de personajes y su especie dependen muchas veces de las posibilidades con que cuenten las compañías concretas.

Los personajes más frecuentes, aunque no tienen por qué coincidir todos en una obra, son:

el galán y la dama son las figuras claves de toda intrega. Sus rasgos típicos más acusados son, para el galán la audacia, la valentía, la generosidad, la constancia, el idealismo, la belleza, la nobleza de linaje; los de la dama, los mismos que los del galán (belleza, audacia, nobleza de linaje) además de una apasionada dedicación amorosa y, en algunas comedias, una gran capacidad para el enredo y el engaño.

la criada, acompañante y confidente de la dama; el criado, también confidente del galán y que suele desempeñar la función del gracioso. El gracioso o figura del donaire, además de ser un personaje que sirve para que el protagonista exprese sus inquietudes, tiene otras funciones como servir para crear momentos cómicos que rebajen la tensión dramática acumulada en la obra; ser un contrapunto cómico o irónico de su señor, al que a veces parodia; convertirse en el narrador de sucesos no escenificados en las tablas... Además es la contrafigura del galán: sentido práctico, cobardía, amor al dinero y a la buena vida, picardía y humor aunque, eso sí, con una gran nobleza de carácter. Sin lugar a dudas, es la figura de mayor complejidad artística y la que individualiza al teatro español de barroco frente al europeo.

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el viejo o caballero tiene varias formulaciones: padre, esposo o hermano. Los tres tendrán como atributo definitivo la defensa del honor o, si se diera el caso, son los encargados de vengarlo, si este ha sido manchado.

el rey, el cual puede aparecer como rey-viejo o como rey-joven. Al rey-viejo lo caracteriza el ejercicio de la realeza y la prudencia; al rey-galán, la soberbia y la injusticia, aunque, finalmente, se arrepiente de todo lo malo que haya podido hacer y se reestablece el orden.

el poderoso recibe los rasgos caractererísticos del galán, a los que se suman la soberbia y la injusticia, propias del rey-galán. Actúa como una fuerza destructora que desencadena la acción dramática.

el villano suele ser un labriego rico consciente de su propio valor y de su dignidad como persona. Su función dramática es oponerse a la injusticia y a la soberbia del poderoso. Representa al pueblo, que defiende sus derechos y, especialmente, su honra.

Temas

Una de las características de la dramaturgia barroca es su pluralidad temática. Los autores buscan argumentos y asuntos para sus obras en la literatura antigua, medieval o contemporánea, en sucesos históricos o en circunstancias del vivir cotidiano del siglo XVII… Pero, como dice Ruiz Ramón, lo realmente significativo e importante para la historia del teatro no es la pluralidad temática en sí, sino la conversión en materia y forma dramáticas de lo que material y formalmente no lo era. Es esa capacidad de hacer acción teatral lo que no era lo que constituye la gran hazaña del teatro español. No todos estos temas se dan en todo momento, sino que a lo largo del siglo y, según los autores, unos van siendo preferidos a otros. Sin duda, las comedias de tema amoroso son las más frecuentes, en un ambiente habitualmente desasosegado, propicio para el enredo, con profusión de quejas, riñas, celos. En estas comedias el final feliz es lo normal, aunque existen excepciones. Es importante también la presencia en muchas de estas obras del tema del honor, concebido como una fuerza superior que se superpone a los deseos de los personajes y que los obliga a actuar conforme a unas normas preestablecidas. Toda afrenta a la honra era considerada asunto muy grave y debía ser reparada. El tema interesaba al público y el uso del código del honor en las comedias facilitaba también la inclusión de episodios dramáticos.

No obstante, pese a la variedad temática comentada, existe en las numerosísimas comedias españolas del XVII una visión del mundo esencialmente idéntica. Se presenta una sociedad jerarquizada, en la que cada cual conoce muy bien el lugar que le corresponde. En lo alto de la pirámide social se halla el Rey, encarnación de la monarquía, concebida como institución teocrática cuya fuente de poder se encuentra en Dios mismo. Evidentemente, se trata de una

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sociedad cristiana en la que no caben disensiones ni herejías. Late también en estas obras la idea básica de la necesidad de orden, un orden que se puede ver alterado y, en cuyo caso, es preciso restaurarlo, lo que explica entonces que las jerarquías resulten imprescindibles. El teatro barroco defiende, por tanto, el sistema social del momento y, con cierto paralelismo con los medios de diversión de masas de hoy día, habría servido como un eficaz medio de propaganda –al lado de fiestas, procesiones, otros espectáculos, etc.– de las ideas que sustentaban ese sistema social, además de que el componente cómico, a veces muy atrevido, hubo de funcionar también como válvula de escape en una sociedad con tantas dificultades como la de la España del XVII, lo que corrobora la función ideológica del teatro en este tiempo.

Ahora bien, no se trata de un teatro monolítico, no puede definirse simplificadoramente como directa propaganda político-social, sino que se trata de textos ricos en complejidad y matices. De hecho, el teatro barroco contó con la oposición de moralistas diversos que pretendieron su prohibición, los cuales alegaban que era fuente de malos ejemplos y enseñanzas, criticaban a los cómicos por su vida licenciosa y censuraban a los dramaturgos por contribuir a la degradación moral del país. Por breve tiempo, estos moralistas consiguieron alguna vez que el teatro fuera prohibido (en 1588 o en 1644), pero la importancia institucional del fenómeno teatral y la propia estructura bien organizada de las compañías de actores sirvieron de freno a los intentos de prohibición, porque tanto los municipios como la Corte o la Iglesia se servían de él para sus fines económicos, propagandísticos o ideológicos.

I.2. UN ESPACIO NUEVO PARA UNA NUEVA COMEDIA

Con anterioridad al siglo XVI no había un lugar fijo para las representaciones, estas se realizaban en salones nobiliarios, iglesias, tabernas… y, cómo no, al aire libre en las calles y plazas públicas. La aparición de un establecimiento específico destinado para tal fin en algunas ciudades españolas (Sevilla, Valencia, Madrid…) después del primer tercio del siglo XVI es un hecho decisivo para la historia del teatro. En un principio sólo eran patios de vecindad;

posteriormente, este patio se cubre con un toldo, se colocan unas silla y… estamos ante el origen de los Corrales de Comedias. El corral de comedias es el lugar por excelencia del teatro clásico español y los vamos a encontrar en grandes y pequeñas ciudades, y hasta pueblos, en toda España. No cabe duda de que, aunque hubiera otras formas de diversión pública, el teatro es el espectáculo más importante de esos tiempos, sin competencia inmediata, especialmente en las grandes ciudades.

Los corrales de comedias construidos de nueva planta mantienen básicamente la misma estructura de sus predecesores patios de vecindad. De las cuatro paredes que rodean el patio, adosado a una está el tablado. En este escenario una cortina dividía el entarimado con un delante y detrás: delante se representaban las

escenas exteriores; detrás, apartadas las cortinas, nos encontrábamos en el interior. También se hacía uso de los agujeros y corredores naturales del patio, así como las puertas y ventanas que daban al escenario para la acción. En las tres restantes: en la parte baja, las gradas a cubierto; en la parte superior, los aposentos –la localidad más cara y distinguida– para la nobleza, los palcos oficiales para las autoridades y una serie de espacios específicos, como la tertulia para gentes de letras y la cazuela para las mujeres no nobles. En el patio central nos encontraremos una reja –o

Corral de comedias-casa de vecinos s. XVI

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Reconstrucción hipotética de un Corral de comedias primitivo junto con la reconstrucción del corral de Almagro.

degolladero– que separa unas hileras de bancos, colocadas delante del escenario, del patio propiamente dicho, donde se situaba de pie la gente socialmente más baja ya que eran estas entradas las más baratas y populares. Los que allí estaban se llamaban mosqueteros, y de su actitud dependía el éxito o fracaso de la obra a representar. En fin, un teatro que llega a distintas capas de la sociedad, pero no mezcladas; aunque juntas, siguen estructuradas estamentalmente.

La representación comenzaba a las dos de la tarde durante el otoño e invierno, una hora después en primavera y a las cuatro en verano, para que la función se hiciera de día y así no utilizar luz artificial ni crear problemas de orden público. Venía a durar la representación unas tres horas, pues no sólo se daba la comedia, sino que ésta iba acompañada de los géneros del teatro breve al comienzo –una loa–, en los entreactos –un entremés y una jácara, respectivamente– y al final –una mojiganga–, lo que significaba un espectáculo total, sin espacios muertos. El público acudía al recinto mucho antes del inicio del espectáculo, lo que lo obligaba a soportar casi siempre largas colas, ya que solamente las localidades más caras podían comprarse o reservarse con antelación. Además, como los asientos no estaban numerados, los empujones y peleas para conseguir las mejores localidades –o intentar colarse– también eran un espectáculo en sí mismo. Todo esto motivaba discusiones y peleas, de manera que los acomodadores, los «alguaciles de comedias», policía especial de espectáculos, acabaron por estar autorizados a llevar un bastón para defenderse. Este interés por asistir al teatro se producía no sólo porque se iba a oír versos de Lope o Guillem de Castro y ver cómo era de complicada o no la escenografía, sino también a galantear, a ver a los demás, a cumplir el rito social… Es decir, el público no sólo se reía, aplaudía, lloraba... sino que también podía contestar las frases de los cómicos, burlarse y lanzarles objetos de naturaleza vegetal si la obra o la actuación no era de su agrado; a los aposentos, los nobles acudían a ver la obra... y a que les vieran luciendo sus mejores vestidos, ricas joyas, o a lucir una bella amante que ocultaba el rostro bajo un antifaz; las mujeres, desde las cazuela, podían dedicarse a contestar a las bromas de los hombres que estaban abajo, en el patio, o a lanzarles cáscaras de nueces o restos de frutas ya que, durante la representación, se comían y bebían distintos productos, siendo la aloja (una especia de hidromiel) la bebida «teatral» por excelencia, para lo cual existía en el corral un lugar llamado frutería o alojería, además de la existencia de algunos vendedores ambulantes que circulaban entre el público ofreciendo esas bebidas o alimentos. Por tanto, es fácil deducir que el ambiente de un corral de comedias no sería el de respeto reverente a la obra, de silencio para escuchar.

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I.3. CRONOLOGÍA

AÑO VIDA Y OBRA DE LOPE DE VEGA ACONTECIMIENTOS HISTÓRICOS ACONTECIMIENTOS CULTURALES

1562 Nace en Madrid el 25 de

noviembre (o el 2 de diciembre).

Se edita la Copilaçam de Gil Vicente.

1563 Finaliza el Concilio de Trento.

Comienzan las obras de El Escorial.

Lucifer Furens, tragedia del padre Acevedo.

1564 La Santa Inquisición instituye el

Índex librorum prohibitorum. Nace Wiilliam Shakespeare.

Muere Miguel Ángel Buonarrotti.

1565 Sublevación de los Países Bajos

contra la corona española.

Aparece La Turiana, obra que contiene varias obras teatrales de Timoneda. Muere Lope de Rueda. La Cofradía de la Pasión solicita al Consejo de Castilla el monopolio

de las actividades teatrales, el cual se le otorga a cambio de construir

un hospital para pobres.

1567 Timoneda edita las Tres comedias de Alonso de la Vega. Apogeo de

la commedia dell’arte en Italia.

1568

Mueren el príncipe Carlos e Isabel de Valois, tercera esposa

de Felipe II. Rebelión morisca en las Alpujarras.

Primera noticia de un corral de comedias permanente, a cargo de

la Cofradía de la Pasión.

1569 Nace Guillem de Castro. Alonso de Ercilla publica La Araucana.

1571 Batalla de Lepanto. Finaliza la rebelión de los moriscos de las

Alpujarras.

Fr. Bartolomé de Las Casas publica De Imperatoria.

1572

Comienza estudios. Con solo diez años traduce del latín, en verso castellano, el poema de

Claudiano De raptu Proserpinae.

1573 Es discípulo de gran poeta y

músico valenciano V. Espinel. Se convocan las Cortes de

Castilla. Santa Teresa de Jesús escribe sus

Fundaciones.

1574

Estudia en el Colegio de los jesuitas; después, en Alcalá,

estudios que no llegará a terminar.

Sube al trono Enrique III en Francia.

Llega a Madrid A. Nasseli, cuya compañía actuará en el Corral de la Pacheca, y después recorrerá España. Este tendrá una gran

influencia en la concepción del teatro.

1575 Escribe su primera comedia, El

verdadero amante.

Crisis económica y epidemia de peste en España. El estado se

declara en bancarrota.

Cervantes es apresado por los corsarios turcos y trasladado a

Argel. Aparecen los dos Ternarios Sacramentales de Joan Timoneda.

1576

Entra al servicio del obispo de Ávila, Jerónimo Manrique.

Estudia en la Universidad de Alcalá.

Don Juan de Austria es nombrado gobernador de los

Países Bajos.

1577

El Greco se establece en Toledo. Representaciones de farsas y

volantineros en el patio del Hostal del Gamell de Valencia.

1578 Muere su padre, Félix de Vega,

el 17 de agosto. Muere don Juan de Austria.

Nace el futuro Felipe III. Santa Teresa de Jesús escribe Las

moradas.

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AÑO VIDA Y OBRA DE LOPE DE VEGA ACONTECIMIENTOS HISTÓRICOS ACONTECIMIENTOS CULTURALES

1579

Entra al servicio de marqués de Navas. Seduce a María de Aragón (Marfisa), a la que

abandona dos años después.

Prisión de Antonio Pérez, secretario de Felipe II.

Cristobal de Virués estrena La gran Semíramis. Nace Tirso de Molina.

Inauguración del Corral de comedias de la Cruz.

1580 Lope marcha a Salamanca y estudia en la Universidad.

Derrota en Alcazarquivir. Incorporación de Portugal a la

corona española.

Nace Ruiz de Alarcón. Nace Francisco de Quevedo.

1581

El 2 de enero bautizan a su hija y de María de Aragón. Ese

mismo día asiste a las honras en honor de la emperatriz Ana de

Austria.

Las cortes de Tomar reconocen a Felipe II como rey de Portugal.

Dos obras de Critobal de Virués: Elisa Dido y La infelice Marcela. Los

Amantes de Rey de Artieda.

1582 Se alista en la armada del

marqués de Santa Cruz. Tiene otro hijo de María de Aragón.

Nace el conde de Villamediana. Muere santa Teresa de Jesús.

En Valencia, el Hospital obtiene el privilegio del monopolio de las

representaciones. Estas se realizan en distintos lugares mientras se

está construyendo la Casa de Comèdies de l’Olivera, que se

inaugurará en 1584

1583

Participa en la expedición a la isla Terceira, a las órdenes del

marqués de Santa Cruz. Amores con Elena Osorio (Filis).

Felipe II deja Portugal.

Inauguración del Corral del Príncipe. Fray Luis de León

publica De los nombres de Cristo. Muere Joan Timoneda.

1585 Empieza su mala relación con

Luis de Góngora y Argote. Guerra con Francia (1585-1598)

con victorias en Flandes.

Góngora parodia los romances de Lope. Se publica La Galatea de

Miguel de Cervantes.

1587

Inicio del proceso por sus libelos contra Elena Osorio y su

familia. Conoce a Isabel de Urbina (Belisa), quien será su

primera mujer. Deja de ser secretario del marqués de

Navas.

Saqueo de Cádiz por Francis Drake.

1588

Se le condena a ocho años de destierro de la corte y dos del

reino de Castilla. Rapta a Isabel de Urbina, con la que se casa en

mayo. Embarca en la Invencible.

Derrota de la Armada Invencible.

Muere fr. Luis de Granada. El Greco pinta El entierro del Conde de

Orgaz. Se publican el Libro de la vida y Las moradas, de sta. Teresa

de Jesús.

1589

Vive en Valencia con su mujer hasta 1590; allí asiste a las

tertulias literarias de Tárrega, Aguilar, G. de Castro. Muere su

madre, Francisca Hernández.

Aparece la Flor de varios romances nuevos y canciones de Moncayo, con poemas juveniles de Lope.

Cédula de Felipe II sobre el teatro. Tàrrega, El prado de Valencia.

1590 Representan su obra Los locos de

Valencia. Huida de Antonio Pérez,

secretario de Felipe II. El cerco de Pavía de Tárrega

1591

Entra al servicio del duque de Alba, instalándose en Alba de Tormes con su familia. Será el

secretario del duque hasta 1594.

Motines en Aragón por la detención de Antonio Pérez.

Mueren san Juan de la Cruz y fray Luis de León.

1592 Entrada en París de las tropas

de Felipe II. Conversión al catolicismo de Enrique IV.

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AÑO VIDA Y OBRA DE LOPE DE VEGA ACONTECIMIENTOS HISTÓRICOS ACONTECIMIENTOS CULTURALES

1594 Muere Elena Osorio. Publicación de la Vulgata.

1595 Muere Isabel de Urbina. Vuelve

a la corte, tras conseguir el indulto.

Enrique IV de Inglaterra declara la guerra a España.

1596

Sufre proceso por amancebamiento con Antonia

Trillo. Conoce a Micaela de Luján (Camila Lucinda).

Saqueo de Cádiz por los ingleses. Tratado de Greenwich, por el que Inglaterra, Francia y los Países Bajos se unen frente a

España.

Se anula el decreto que prohibía a las mujeres representar obras

teatrales.

1597

Entra al servicio del marqués de Malpica, don Francisco de

Ribera Barroso, mariscal de Castilla.

Nueva bancarrota estatal. Muere Fernando de Herrera.

1598

Se casa con Juana de Guardo y se instala en Madrid. Es

secretario del marqués de Sarria, futuro conde de Lemos. Inicia su pasión con Micaela de Luján. Publica la Arcadia y La

dragontea.

Paz de Vervins entre España y Francia. Muere Felipe II. Coronación de Felipe III. Comienza la privanza del

duque de Lerma.

Cédula de Felipe II sobre teatro: se prohibían las representaciones

teatrales. Se inaugura en Londres el teatro The Globe.

1599

Publica El Isidro, poema castellano. Asiste, en Valencia, a

las bodas de Felipe III y Margarita de Austria. La

compañía de Alcaraz representa en Toledo su El Alcalde Madrid.

Boda de Felipe III con Margarita de Austria.

Nace Velázquez. Se publica la primera parte del Guzmán de Alfarache de Mateo Alemán.

1600 Lope visita con frecuencia

Toledo, donde vive Micaela de Luján.

Derrotado el Archiduque Alberto en las Dunas.

Nace Pedro A. Calderón de la Barca. Se publica el Romancero

general. Se reanudan las representaciones teatrales.

1601 Traslado de la corte a

Valladolid. Nacen Baltasar Gracián y Alonso

Cano.

1602

Vive en Toledo con su mujer. Viaja a Sevilla, donde reside Micaela de Luján. Publica La

hermosura de Angélica con otras diversas Rimas.

Se estrena Hamlet de William Shakespeare. Nueva edición,

aumentada, del Romancero general.

1603

¿Estreno de La Viuda Valenciana? Vive

indistintamente en Toledo y Madrid.

Muere Isabel I de Inglaterra.

1604

Nuevo viaje a Sevilla, donde publica El peregrino en su patria y las Rimas con la Segunda parte. En Zaragoza aparecen Las comedias

del famoso poeta Lope de Vega.

España firma la paz con Jacobo I de Inglaterra.

Agustín de Rojas: El viaje entretenido. Gaspar de Aguilar, El mercader amante. Segunda parte

del Guzmán de Alfarache.

1605

Es secretario del duque de Sessa. Nace Marcela, hija de

Lope y Micaela. El Ayuntamiento de Toledo le

encarga la organización de las fiestas para celebrar el

nacimiento del príncipe Felipe.

Nace el príncipe Felipe, futuro Felipe IV.

Se publican la primera parte del Quijote y Flores de poetas ilustres de Pedro de Espinosa. Se publica La pícara Justina, de Francisco López de Úbeda. Nace el comediógrafo

francés Corneille.

1606 Nace Carlos Félix, hijo de Lope

y Juana de Guardo. Vuelta de la corte a Madrid. Nace Rojas Zorrilla.

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AÑO VIDA Y OBRA DE LOPE DE VEGA ACONTECIMIENTOS HISTÓRICOS ACONTECIMIENTOS CULTURALES

1607 Vive en Madrid con su familia ilegítima. Nace Lope Félix, hijo

de Lope y Micaela.

1608 Probable ruptura con Micaela. Se publican las primeras

Ordenanzas sobre teatros.

1609

Ingresa en la Congregación de Esclavos del Santísimo

Sacramento. Publica las Rimas (a las que añade el Arte nuevo de hacer comedias en este tiempo),

Jerusalén conquistada y II parte de comedias.

Comienza la expulsión de los moriscos. Tregua de los Doce

Años con los Países Bajos.

Publicación de Obras trágicas y líricas, de Cristobal de Virués. . El Inca Garcilaso de la Vega publica Comentarios Reales. Galileo inventa

el telescopio y Kepler publica Astronomia nova Muere

Caravaggio.

1610

Se instala en Madrid con su mujer. Ingresa en la

Congregación del Oratorio que había de llamarse (desde 1646)

del Olivar.

Asesinato de Enrique IV de Francia. El conde de Lemos es nombrado virrey de Nápoles y el duque de Osuna, virrey de

Sicilia.

Se publican las obras de Luis Carrillo y Sotomayor, quien

muere ese año, y Siderius mundi de Galileo.

1611

Aparece la III parte de comedias. Ingresa en la Venerable Orden Tercera de san Francisco. Una

noche es atacado y recibe algunas cuchilladas en su capa.

Tercer año de la Tregua de los doce años. Muere la reina

Margarita.

Se suspenden las representaciones teatrales por la muerte de la reina.

1612

Muere Carlos Félix, hijo muy amado de Lope y doña Juana de

Guardo. Publica Pastores de Belén.

1613

Muere Juana de Guardo. Estrena La dama boba. Fecha

probable del estreno de El perro del hortelano.

Muere Lupercio L. de Argensola. Se difunden las Soledades y el

Polifemo de Góngora. Se imprimen las Novelas ejemplares de

Cervantes.

1614 Se ordena de sacerdote en

Toledo. Publica las Rimas sacras y la IV parte de comedias.

Termina la expulsión de los moriscos.

Aparece un Quijote apócrifo firmado por Alonso Fernández de Avellaneda. Mueren El Greco. y

Mateo Alemán.

1615

Capellanía en Ávila. Aparecen Flor de comedias de diferentes

autores (V parte de comedias) y la VI parte de comedias.

Matrimonio del príncipe Felipe con Isabel de Borbón.

Cervantes publica Ocho comedias y ocho entremeses nuevos nunca representados y, en octubre, la

segunda parte del Quijote. Tirso de Molina, Don Gil de las Calzas

Verdes. Se publican las segundas Ordenanzas sobre teatros.

1616

Persecución amorosa de Lucía Salcedo. Amores con Marta de

Nevares (Amarilis). Reside durante algún tiempo, a causa de una graves calenturas, en

Valencia.

El duque de Osuna es nombrado virrey de Nápoles.

Mueren Shakespeare y Cervantes. Apologético de las comedias de R. de

Turia.

1617

Nace Antoñita Clara, hija de Lope y Marta de Nevares. Se

publican la VII, VIII y IX parte de comedias. Aparece un libelo

contra su él firmado por un tal Trepus Ruitanus Lamira (Pedro

de Torres Rámila).

Exploración del Cabo de Hornos.

Edición póstuma de Los trabajos de Persiles y Sigismunda de Cervantes. En Valencia empiezan las obras de

la nueva Casa de Comèdies de l’Olivera, que concluirán en 1618.

13

AÑO VIDA Y OBRA DE LOPE DE VEGA ACONTECIMIENTOS HISTÓRICOS ACONTECIMIENTOS CULTURALES

1618 Se imprimen la X y XI parte de

comedias.

Comienza la guerra de los Treinta Años. Cae el duque de

Lerma, a quien le sucede su hijo, el duque de Uceda.

Se publica de Guillem de Castro Comedias. Primera parte. Nacen

Murillo y Agustín Moreto.

1619

Muere Roque Hernández, marido de Marta de Nevares.

Publica el Romancero espiritual y la XII parte de comedias.

Tirso de Molina estrena El burlador

de Sevilla.

1620

Organiza la justa poética de la beatificación de san Isidro.

Aparecen la XIII y XIV parte de comedias.

Victoria católica en la batalla de la Montaña Blanca. Guerra en Cataluña. Motín de la Bisbal.

Se publica el Novum organum de Francis Bacon. Juan de Mena: Jesús

del Gran Poder.

1621

Publica La Filomena y la XV, XVI y XVII parte de comedias. Al parecer, se vio envuelto Lope en un lance por defender a su hija

Marcela de un mal galanteo.

Muere Felipe III. Coronación de Felipe IV. Privanza del conde de Olivares (futuro conde-duque).

Se reanuda la guerra con Holanda.

Tirso: Cigarrales de Toledo. Se interrumpen las representaciones

teatrales.

1622

Organiza las fiestas de la canonización de san Isidro. Su

hija Marcela ingresa en el convento de Trinitarias

descalzas. Se representa El vellocino de Oro.

Asesinato del conde de Villamediana. Conquista de la

Valtelina.

Nace Molière. Representación en Aranjuez de La Gloria de Niquea de Villamediana en un teatro portátil

construido por él.

1623 Marta Nevares enferma y

pierde la vista Se imprimen la XVIII y XIX parte de comedias.

Urbano VIII es el nuevo Papa.

Velázquez realiza el retrato de Conde-duque de Olivares. Estreno

de Amor, honor y poder de Calderón de la Barca. Edición

completa de las Obras de Shakespeare.

1624 Publica La Circe. ¿Estreno de su

obra El marqués de Navas? Muere el duque de Osuna.

1625

Aparece la XX parte de comedias. Intenta obtener el favor del conde-duque de Olivares.

Preside el certamen poético en honor de santa Isabel de

Portugal, profesa de la Orden Tercera de san Francisco.

Asedio y rendición de Breda. Carlos I, rey de Inglaterra.

Se suspenden las autorizaciones para imprimir comedias y novelas

en Castilla. Estreno de La gran Cenobia de Calderón de la Barca.

1626 Dedica al Papa Urbano VIII su

Corona trágica. Cortes en varias ciudades.

Se imprime en Zaragoza El buscón de Quevedo.

1627

Lope otorga su primer testamento. Urbano VIII le

concede el hábito de la Orden de San Juan de Jerusalem y el

título de doctor en Teología del Colegium Sapientiae, en premio a la dedicatoria de Corona trágica.

Nueva bancarrota estatal. Muere Góngora. Se publican los

Sueños de Quevedo. Calderón estrena El cisma de Inglaterra.

1628 Enfermedad mental de Marta

de Nevares.

Los holandeses capturan la flota española en Matanzas (Cuba). Levantamiento en Portugal.

1629 ¿Estreno de su obra La vida de

San Pedro de Nolasco? Nace el Príncipe Baltasar

Carlos.

Calderón, La dama duende. Comienza la construcción del

Palacio del Buen Retiro de Madrid, el cual se inaugurará en

1633.

14

AÑO VIDA Y OBRA DE LOPE DE VEGA ACONTECIMIENTOS HISTÓRICOS ACONTECIMIENTOS CULTURALES

1630

Inicia la redacción de las que pudieran llamarse sus

memorias: Égloga a Claudio y La Dorotea. Las completará más tarde con su Égloga a Filis y el

Huerto deshecho.

Motines en Vizcaya. Dieta de Ratisbona.

Se publica El burlador de Sevilla de Tirso de Molina. Velázquez pinta

La fragua de Vulcano.

1631 Estrena El castigo sin venganza. Levantamientos en Vizcaya. Mueren Guillem de Castro y

Bartolomé Leonardo de Argensola.

1632

Muere su última amante, Marta de Nevares (Amarilis), lo que

ocasiona un gran dolor en Lope. Publica La Dorotea.

Galileo publica el Diálogo sobre los

dos mayores sistemas.

1633 Publica la Égloga a Amarilis. Calderón estrena El gran teatro del

mundo.

1634

Se despide del teatro con Las bizarrías de Belisa. Muere su hijo Lope Félix. Publica las Rimas de

Tomé de Burguillos.

Victoria católica en Nördlingen. Conflictos de Conde-duque con

Cataluña.

Publicación de las Rimas de los hermanos Argensola

(póstumamente) y de La cuna y la sepultura de Quevedo.

1635

Su hija Antonia Clara se fuga con don Cristóbal Tenorio.

Muere el poeta el 27 de agosto. Se publican póstumamente la XXI y XXII parte de comedias.

Richelieu declara la Guerra a España.

Posible estreno de La vida es sueño y de El médico de su honra de

Calderón, quien es nombrado director de las representaciones de

palacio; además representa con gran aparato escenográfico en el estanque del Buen Retiro su obra

El mayor encanto amor.

I.4. NUESTRA EDICIÓN

Utilizamos para esta edición un texto digital que reproduce el que fue preparado por Vern Williamsen para un curso dictado en el año 1984; que, a su vez, según allí se indica, está basado en la edición príncipe de Comedias escogidas de los mejores ingenios de España, parte iii (Madrid: Buendía, 1653), la cual fue cotejada con varios textos tempranos de La discreta enamorada. También se ha tenido presente la edición que figura en las Obras Completas, comedias, volumen XV, de Lope de Vega de la Biblioteca Castro (1998) y la edición de 1940 de Espasa-Calpe en su Colección Universal.

La acentuación, la puntuación y el uso de las mayúsculas han sido convenientemente adaptados a la normativa actual, respetando la reducción de los grupos cultos de consonantes («efeto» o «aceto»); se conservan también algunas formas arcaicas del tipo «agora» o «entrábades» y las asimilaciones verbales de infinitivo más pronombre enclítico de tercer persona («enamoralla»). Los corchetes se emplean para marcar la acotación incluida dentro de las interlocuciones de los personajes y los paréntesis para indicar los apartes. Aunque la acotación «aparte» que se usa en los textos actuales no era habitualmente empleada por Lope (quien se limitaba, en general, a poner paréntesis), hemos optado por la doble indicación, anotación de «aparte» y el paréntesis, aún en los casos en que sólo con este último fuera suficiente, para así no dejar lugar a dudas. Con este mismo objetivo no se ha limpiado el texto de acotaciones que aparecen en algunas ediciones modernas, algunas de ellas innecesarias porque su contenido se desprende del propio texto, para solucionar las dificultades que tendría un lector joven y poco avezado en este tipo de textos.

15

Aunque no sea coherente con el objetivo anunciado anteriormente, no se ha realizado una división de las jornadas en escenas, una práctica moderna que no existía en las comedias áureas, porque será una de las actividades que deberán realizarse a posteriori.

Se ha optado por no poner notas a pie de página, teniendo en cuenta que no es esta una edición crítica –en la científica acepción del término–, aunque se hayan utilizado las ediciones que estaban a nuestro alcance con el ánimo de ofrecer un texto limpio y de dotarlo una información suficiente para entender y disfrutar de La discreta enamorada.

A la hora de contar los versos, se ha incluido la canción y las estrofas defectuosas se han contado como si fueran perfectas. Así, cuando faltan una o dos líneas de una redondilla o quintillas, se cuenta, respecctivamente como cuatro o cinco y se señala su ausencia con una línea de puntos allí dónde se supone que debería ir el verso.

16

IIII.. LLAA DDIISSCCRREETTAA EENNAAMMOORRAADDAA Llegamos al texto, un elemento fundamental en la representación teatral de un corral de

comedias. Esto no quiere decir que no habría representación sin texto.

El texto era el primer elemento de todo montaje teatral barroco, ya que este se iniciaba con la compra del «libreto» por parte del autor de comedias, empresario, director de la compañía –de la que solía ser el primer actor–, y que tiene, incluso, responsabilidades literarias, pues puede «adecuar» los textos a las necesidades de la puesta en escena, ya que el dramaturgo perdía todos sus derechos sobre su propia obra, cosa que provocaba en los autores una actitud de poco apego a sus textos, ya que eran modificados a gusto y necesidades del empresario; esto ha provocado problemas de autoría y autenticidad en muchas obras. Un «poeta» famoso cobra unos quinientos reales por comedia representada en una época en que, para otros géneros literarios, no están todavía claramente asumidas las relaciones entre creación y venalidad. Esta cantidad, que subió a ochocientos a mediados del siglo XVII, no estaba nada mal, puesto que un real era la cantidad que necesitaba una persona pobre para mantenerse un día.

En este caso, la obra fue compuesta para su puesta en escena encima de un escenario de un corral en un momento comprendido entre 1606 y 1608, aunque la fecha más probable, según el estudio Morley-Bruerton, sea 1606. Dentro de la que Felipe Pedraza considera como Segunda etapa (1604-1618), caracterizada por lo que ha venido en llamarse un humor psicológico, donde Lope concentra la acción, reduce el número de personajes, abandona los ambientes prostibularios y los chistes sexuales de la primera etapa. Ahora los protagonistas pertenecen a las clases medias urbanas (comedia de capa y espada –como sería este caso–) o a la alta nobleza (comedias palatinas). Fija su atención en las damas y en la forma en que el amor modela su comportamiento. Comedias ejemplares de esta segunda etapa, junto con la que nos ocupa, son El acero de Madrid, La dama boba, Las flores de don Juan, El perro del hortelano...

En esta comedia de capa y espada, Lope nos muestra, mediante abundantes equívocos cómicos –que hace que en los versos finales reciba incluso el nombre de «farsa»– cómo la discreta Fenisa, joven hija de una viuda, sabe burlar a su madre y al viejo padre de su galán. El tema de fondo no es más que una variante sobre el argumento del viejo enamorado que, salvo raras excepciones, ha sido campo abonado para el tratamiento burlesco, por ejemplo, en la tradición de los entremeses que Lope también puede haber tenido en cuenta.

Y ahora, sin más preámbulos, Auditorio muy prudente nobles señores y damas cuyas virtuosas famas y vidas Dios acresciente ruegoos en demasía que callen por cortesía todos quantos aquí están por aquesta farsa començar.

17

LA DISCRETA ENAMORADA de

Lope de Vega Personas que hablan en ella:

BELISA, viuda

FENISA, su hija

El capitán BERNARDO

LUCINDO, su hijo

HERNANDO, criado

LEONARDO, criado

GERARDA, dama cortesana

DORISTEO, gentilhombre

FINARDO, su amigo, gentilhombre

FULMINATO, criado

LISEO, músico

FABIO, músico

BEATRIZ, criada muda

Criados

Músicos

La escena es en Madrid

18

II.1. JORNADA PRIMERA

En la calle. Salen Belisa y Fenisa, tapadas.

BELISA Baja los ojos al suelo, porque sólo has de mirar la tierra que has de pisar.

FENISA ¡Qué! ¿No he de mirar al cielo?

BELISA No repliques, bachillera. 5

FENISA Pues ¿no quieres que me asombre? Crïó Dios derecho al hombre porque el cielo ver pudiera; y de su poder sagrado fue advertencia singular, 10 para que viese el lugar para donde fue crïado. Los animales, que el cielo para la tierra crïó, miren el suelo; mas yo 15 ¿por qué he de mirar al suelo?

BELISA Mirar al cielo podrás con sólo el entendimiento; que un honesto pensamiento mira la tierra no más. 20

La vergüenza en la doncella es un tesoro divino. Con ella a mil bienes vino, y a dos mil males sin ella. Cuando quieras contemplar 25 en el cielo, en tu aposento con mucho recogimiento, tendrás, Fenisa, lugar. Desde allí contemplarás de su grandeza el proceso. 30

FENISA No soy monja, ni profeso las lecciones que me das, y si para atormentarme me trujiste al jubileo, más cumplieras tu deseo 35 pudiendo en casa encerrarme. Dejárasme con diez llaves.

BELISA ¿Extremos haces agora?

FENISA Pues ¿no he de sentir, señora, que por momentos me acabes? 40 ¡Con mis ojos vas riñendo! ¿En qué te dan ocasión?

BELISA Por ser santa la estación, voy tus ojos componiendo. Y no recibas enojo; 45 que doncellas y hermosuras

19

son como las criaturas, que suelen morirse de ojo. Hay mancebete en Madrid, que, si te mira al soslayo, 50 hará el efecto del rayo.

FENISA El efecto me decid.

BELISA Abrasarte el corazón, dejando sano el vestido.

FENISA Ya sabes tú que no he sido 55 de tan tierna condición.

BELISA Decía tu abuela honrada que una doncella altanera era en la calle una fiera de cazadores cercada. 60 Piérdese cuando la alaban, ríndese cuando suspiran; que cuantos ojos la miran, con tantas flechas la clavan.

FENISA Pues ¿cuándo se ha de casar 65 una mujer nunca vista?

BELISA Eso no ha de ser conquista; que es imposible acertar.

FENISA Pues ¿qué ha de ser?

BELISA Buena fama de virtud y de nobleza. 70

FENISA Donde falta la riqueza mucho la hermosura llama; que ya no quieren los hombres sola virtud.

BELISA Pues ¿qué?

FENISA Hacienda.

Salen Lucindo, Gerarda y Hernando, criado de Lucindo, que se quedan a un lado de la calle, distantes de Belisa y Fenisa.

GERARDA [A Lucindo] ¿Que soy tu querida prenda? 75

LUCINDO [A Gerarda] Así es razón que te nombres.

GERARDA Galán de palabras vienes.

LUCINDO Ando al uso.

FENISA Aparte (Éste es Lucindo.)

GERARDA Luego ¿préciaste de lindo?

LUCINDO ¿De lindo? Donaire tienes. 80 Préciome de hombre.

FENISA Aparte (¡Ay de mí! Locamente imaginé poner en hombre la fe,

20

que con el alma le di, no habiendo nacido de él 85 la pretensión de mi amor.)

GERARDA Para un amante hablador soy en las tretas crüel; que conmigo no hay chacota, por vida del gusto mío. 90

LUCINDO De tus locuras me río.

GERARDA ¡Qué gato de algalia azota! Por su vida, que no saque con arrobas de rigor, un adarme de mi amor. 95

LUCINDO Tu rigor mi amor aplaque; que alabarte una mujer que pasaba junto a ti, no haciendo malicia en mí, ¿qué delito puede ser? 100 Y ya te dije que tú eras mi querida prenda.

GERARDA Vaya a poner esa tienda a las Indias del Perú. Todas esas niñerías 105 de cuentas y de espejuelos para bobas son anzuelos; no conmigo argenterías. Oro macizo de amor me han de dar, no plomo, a mí. 110

FENISA Aparte (¿Que a quien no sabe de mí amase con tal rigor? ¿Que no me conozca este hombre, y que me muera por él?)

Salen Doristeo y Finardo. Belisa y Fenisa a un lado; Lucindo, Gerarda y Hernando al otro.

FINARDO Por aquí la vi con él. 115

DORISTEO Y ¿es galán?

FINARDO Es gentilhombre.

DORISTEO ¿Si son estos?

FINARDO Estos son.

GERARDA ¿Ve aquel mancebo que viene?

LUCINDO Sí veo.

GERARDA Pues aquél tiene de mis veras posesión. 120 Cuanto te dije es fingido; cuanto te quise es burlando. Voyme; que me está aguardando.

Pásase Gerarda a Doristeo.

21

LUCINDO ¿Qué haré?

HERNANDO Mosquetazo ha sido.

LUCINDO [Aparte a Hernando] ¿Quitarele la mujer? 125 ¿Acuchillarele, Hernando?

HERNANDO ¿Quiéresla?

LUCINDO Estoyme abrasando.

HERNANDO Agua será menester. ¡Que nadie merezca amor si no es las libres mujeres! 130

GERARDA [A Doristeo] Digo que mis ojos eres.

DORISTEO Templando vas mi rigor. Como acompañarte vi este galán majadero, preciado de caballero, 135 notable enojo sentí; mas en ver que le has dejado, brazos y gracias te doy. …………………………..

GERARDA Ven conmigo.

DORISTEO ¿Adónde?

GERARDA Al Prado. 140

Vanse Gerarda, Doristeo y Finardo.Quedan Belisa, Fenisa, a un lado; Lucindo y Hernando, al otro.

LUCINDO ¿Fuéronse?

HERNANDO Con mucha prisa. No te aflijas, que es martelo.

LUCINDO ¿Quién es aquélla?

HERNANDO Recelo que es la vecina Fenisa; pero tiene una giganta 145 por madre; que es emprender a Irlanda.

FENISA Aparte (Nunca mujer se puso a locura tanta. ¡A un hombre que no me ha visto, ni se acuerda si nací, 150 quiero bien!)

LUCINDO Nunca la vi.

FENISA Aparte (¡Qué mal mi inquietud resisto! Cómo le daré ocasión para que el rostro me vea: Amor mil cosas rodea... 155 Todas sin remedio son).

HERNANDO Si vieses esta doncella, te doy palabra, señor,

22

que olvides tu loco amor, porque es sabia, honesta y bella; 160 aunque no sé qué he pensado de tu padre...

LUCINDO ¿De mi padre?

HERNANDO Pero quizá con su madre casarse tiene pensado, y aun es más puesto en razón. 165

LUCINDO ¿Casarse mi padre agora?

HERNANDO Habla y mira a esta señora, que es de rara perfección.

LUCINDO Llevome el alma Gerarda; celos me tienen sin mí. 170 ¿Qué quieres que mire aquí?

HERNANDO Esta hermosura gallarda.

LUCINDO No hay vista en hombre celoso; todo le parece mal.

FENISA Aparte (Ya he pensado traza igual 175 a mi designio amoroso. Pasaré junto a Lucindo, dejaré el lienzo caer, y al dármele, podrá ser mire el alma que le rindo; 180 que si a los ojos me mira, verá toda el alma en ellos).

HERNANDO Mira aquellos ojos bellos, donde amor, de amor suspira.

BELISA Vámonos, hija; que es hora 185 de recogernos a casa.

HERNANDO Ya junto a nosotros pasa; mira su belleza agora.

Pasan Belisa y Fenisa y ésta deja caer el lienzo.

LUCINDO Un ángel me ha parecido.

HERNANDO El lienzo se le cayó. 190

LUCINDO Quedo; darésele yo. [Alza el lienzo y se dirige a las damas.] Que volváis el rostro os pido.

FENISA ¿Qué es, señor, lo que mandáis?

LUCINDO El lienzo se os cayó.

FENISA ¿A mí? Sospecho que no. 195 Pero esperad. [Desenfáldase toda, y descúbrese.]

LUCINDO Qué buscáis? FENISA Si tengo en la manga el mío.

BELISA ¿Qué es eso?

FENISA En esta no está.

23

BELISA ¿Qué es eso?

FENISA El lienzo me da.

BELISA Pues ¿es tuyo?

LUCINDO Aparte (¡Gentil brío!) 200

FENISA Eso es lo que ando mirando. En ésta no está tampoco.

HERNANDO Aparte (Volver puede un hombre loco aquel mirar suave y blando.)

FENISA Miraré las faldriqueras. 205

BELISA ¡Acaba!

FENISA Ya me doy prisa. No está aquí.

BELISA Vamos, Fenisa.

FENISA No en estotra está.

BELISA ¿Qué esperas?

FENISA ¿Tiene unas randas?

LUCINDO Sí tiene.

FENISA ¿Y encaje?

LUCINDO ¿No lo miráis? 210

BELISA Despacio en la calle estáis, donde todo el mundo viene.

FENISA Pues ¿quiere vuesamerced que lleve lo que no es mío?

LUCINDO Señora, de vos le fío. 215

FENISA Haceisme mucha merced. ¿Tiene un poco descosido de una randa?

LUCINDO Sí, sospecho.

FENISA ¿A qué lado?

BELISA Es sin provecho.

LUCINDO Sospecho que de vos ha sido. 220

BELISA Señor, déjanos pasar. Poned el lienzo en la pila del agua bendita.

FENISA Aparte (Afila Amor, tu flecha al tirar).

BELISA Vamos.

FENISA Yo voy. [Hace que se va]

HERNANDO ¿No es hermosa? 225

LUCINDO Celos, ¿por qué me cegáis?

24

FENISA [Vuelve] ¡Ah, señor!

LUCINDO ¿Qué me mandáis?

FENISA Advertiros de una cosa: si de aqueste lienzo acaso parece más cierto dueño, 230 que mi palabra os empeño…, Aparte (Iba a decir que me abraso.) que no sé cierto si es mío; diréis que vivo en la calle de los Jardines.

HERNANDO Aparte (¡Qué talle! 235 ¡Qué gracia! ¡Qué rico brío!)

FENISA Enfrente del capitán Bernardo Lucindo.

LUCINDO El mismo es mi padre.

FENISA Aparte (¡Ay dulce abismo donde abrasándome están!) 240

BELISA ¿Estás loca?

FENISA Ya me voy; que aqueste hidalgo decía que es mi vecino.

BELISA ¡Porfía! Vamos.

FENISA Aparte (¡Qué perdida estoy!)

Vanse las dos.

HERNANDO ¿Qué te parece?

LUCINDO Que es bella, 245 cortés, discreta y gallarda; mas quiero bien a Gerarda, y vase el alma tras ella. Celos es suelo traidor, resbaladizo de suerte 250 que hará caer al más fuerte en los lodos del amor. Terrible cosa es mirar una mujer desdeñosa hablar otro hombre celosa, 255 cuando se quiere vengar. Aunque mi amor fuera poco, que poco debe de ser, ver tan libre una mujer bastaba a volverme loco. 260

HERNANDO Mujeres libres, señor, son siempre las más queridas, y aún iba a decir perdidas, pues han perdido el honor.

25

Llora la mujer honrada 265 el siempre injusto desdén del hombre que quiere bien; y a él no se la da nada, porque sabe que ha de estar pudriéndose en su aposento; 270 pero cuando el pensamiento se pone aquí no hay burlar; que apenas con los enojos sacarás de casa el pie, cuando consolada esté 275 con mil hombres a tus ojos.

LUCINDO Por eso el amor no dura en libres, sino en honradas.

HERNANDO Cuelgan de celos y espadas hombres de poca cordura…, 280 quiero decir poca edad. Ya espero verte algún día lejos de aquesta porfía y cerca desta verdad.

LUCINDO Hartas causas me retiran. 285

HERNANDO Una mujer libre y loca es como mona, que coca a los niños que la miran; pero cuando llega el hombre que tiene gobierno y palo 290 espúlgale con regalo, y no hay voz que no le asombre. A los mozos sin consejo las mujeres hacen cocos, porque son niños y locos; 295 no al hombre madura y viejo. Ya te ha visto en los anzuelos; y aunque no puede sacarte, alarga cuerda, con darte celos, celos y más celos. 300

LUCINDO ¿Qué he de hacer?

HERNANDO Buscar, señor, una bella contracifra.

LUCINDO ¿Luego el amor se descifra?

HERNANDO Sí.

LUCINDO ¿Con qué?

HERNANDO Con otro amor.

LUCINDO No tratemos de eso agora; 305 vamos a ver en qué para.

HERNANDO ¿Ves cómo es cosa muy clara que con celos te enamora? ¡Qué bien, Lucindo, un discreto cañas de pescar los llama! 310

26

Pescan honra, hacienda y fama, aunque cañas en efeto. ¿No te afrentas que una cosa que a todo viento blandea, para derribarte sea 315 enemiga poderosa? A tu haciendo pone cebo, de celos hace sedal; pues ¿cómo que en hilo igual cuelgue un discreto mancebo? 320 Lo que aquel sabio decía por las leyes, muy mejor por la mujer de amor agora decir podía. Son como telas de araña, 325 pescan moscas, débil gente; mas no el animal valiente, que las rompe y desmaraña. Afréntate de que yo te enseño el vivir.

LUCINDO No seas 330 pesado: mientras me veas donde el amor me enlazó, de aquella tela de araña soy mosca.

HERNANDO Aparte (¡Y qué mosca...tel!)

LUCINDO Ya soy pez simple y fïel 335 del cebo de aquella caña. Vamos; volverela a ver; que me ha picado en el dedo del corazón.

HERNANDO Tengo miedo que algo te ha de suceder. 340

LUCINDO A ver vuelvo mis enojos.

HERNANDO ¡Jesús, qué necios desvelos!

LUCINDO Diome pimienta de celos; voy a beber por los ojos.

Vanse.

Sala en casa de Belisa.

Salen Belisa y Fenisa.

BELISA ¿Haste quitado tu manto? 345

FENISA Quitado, señora, está.

BELISA Pues toma ese manto allá.

FENISA De tu cólera me espanto. ¡Válgame Dios! ¿Qué te hago? Con cualquier cosa te ofendo. 350

27

BELISA ¿Tú piensas que no te entiendo? Yo tengo mi justo pago. Si yo te cerrase en casa, pocas veces me darías estos disgustos.

FENISA Los días 355 que esto por milagro pasa, que al fin son de un jubileo, tan caros me han de costar, que te tengo de rogar que me encierres.

BELISA No lo creo. 360

FENISA ¿De qué te quejas de mí, que siempre me andas riñendo?

BELISA De tu libertad me ofendo.

FENISA ¿Libertad?

BELISA ¿Yo no lo vi?

FENISA ¿Qué mancebo me pasea 365 destos que van dando el talle? ¿Qué guijas desde la calle me arroja, porque le vea? ¿Qué seña me has visto hacer en la iglesia? ¿Quién me sigue 370 que a estar celosa te obligue? ¿Qué vieja me vino a ver? ¿Qué billetes me has hallado con palabras deshonestas? ¿Qué pluma para respuestas, 375 qué tintero me has quebrado? ¿Qué cinta, que no sea tuya o comprada por tu mano? ¿Qué chapín, qué toca?

BELISA En vano quieres que mi honor te arguya. 380 No me quejo de que sea verdadera la ocasión.

FENISA Pues ¿qué es esto? ¿Prevención?

BELISA Mi honor el tuyo desea. Querría que te guardases 385 deso mismo que me adviertes, y que a esas puertas más fuertes nuevos candados echases.

FENISA Aparte (Tanto me podrás guardar...)

BELISA ¿Qué dices?

FENISA Que haré tu gusto; 390 pero cáusame disgusto tanto gruñir y encerrar. ¿Fuiste santa, por tu vida,

28

en tu tierna edad?

BELISA Fui ejemplo en casa, en calle y en templo, 395 de una mujer recogida. Los ojos tuve con llave.

FENISA ¿Cómo te casaste?

BELISA El cielo vio mi virtud y mi celo; que el cielo todo lo sabe. 400

FENISA Mi tía me dijo a mí que hacías mil oraciones, y andabas por estaciones.

BELISA ¿Yo, para casarme?

FENISA Sí; y mil viernes ayunabas, 405 a un padre del yermo igual; y haciendo esto, es señal que casarte deseabas.

BELISA Nunca tal imaginé. Miente, por tu vida y mía; 410 que antes monja ser quería, y sin gusto me casé.

FENISA Pues ¿cómo fuiste celosa de mi padre, que Dios haya?

BELISA Porque no había joya o saya, 415 plata en casa, ni otra cosa, que no diese a cierta dama. Hacía aquel sentimiento por vosotras.

FENISA Golpes siento.

BELISA Mira, Fenisa, quién llama. 420

Llégase Fenisa a mirar por la reja.

FENISA Por entre la reja vi el capitán tu vecino.

BELISA Ya lo que quiere adivino.

FENISA ¿Ya lo sabes? ¿Cómo ansí?

BELISA Ha días que da en mirarme. 425 Creo que me quiere bien; yo le he mostrado desdén, y querrá en bodas hablarme. Y por tu vida, Fenisa, que no me estuviese mal; 430 que es un hombre principal.

FENISA Perdona, madre, esta risa.

BELISA ¿De qué te ríes?

29

FENISA De ver la santidad que tendrías cuando más moza serías, 435 que ejemplo debió de ser en casa, en calle y en templo. De llamar el capitán, ¿esos barruntos te dan? Tomar quiero el buen ejemplo. 440

BELISA Loca, es un hombre muy rico, y esta casa está sin hombre; serate padre en el nombre.

FENISA Que me escuches te suplico. ¿Es para guardarme a mí? 445

BELISA No es otra mi prevención que ver en casa un varón que te guarde y honre a ti.

FENISA Pues, cásame a mí primero, y guárdeme mi marido. 450

BELISA Cuando se hubiera ofrecido, lo hiciera, y hacerlo espero.

FENISA Yo en los términos te arguyo.

BELISA Éste guardará tu honor.

FENISA ¿No me guardara mejor 455 mi marido que no el tuyo?

BELISA Hijo tiene, y ser podría concertar esto también.

FENISA Aparte (¡Ay, mi Lucindo y mi bien! ¡Quién viese tan dulce día!) 460

Sale el capitán Bernardo, viejo, muy galán, con su gorra de plumas, espada y daga; en fin, como capitán a lo antiguo; Fulminato y otro criado

CAPITÁN Como en salirse tardaban, la licencia no aguardé; porque en eso imaginé, señoras, que me la daban. Fuera de que el ser vecino 465 desde que vine de Flandes, me alienta a cosas más grandes.

BELISA Aparte (Lo que me quiere imagino). Agravio se nos hiciera, si vuestra merced no entrara, 470 y en esta casa mandara como si en la suya fuera. Llega esas sillas, Fenisa.

Siéntase el capitán

CAPITÁN [A los criados] Vosotros, salíos allá. [Vanse los criados.]

30

BELISA [Aparte a ella] Pena, Fenisa, me da 475 que me cogiese de prisa. ¿Está bien puesta esta toca?

FENISA Nunca mejor te la vi.

BELISA ¿Tengo alegre el rostro?

FENISA Sí.

BELISA ¿Parécete que provoca? 480

FENISA Sí, madre.

BELISA ¿A qué?

FENISA A devoción.

BELISA ¡Maldita seas, amén! Nunca me has querido bien.

FENISA Aparte (¡Oh, santas de privación! Cuando no pueden comer 485 les pesa de ver con dientes a las otras. ¿Qué esto intentes? No me espanto; eres mujer).

BELISA Hoy me descuidé en ponerme un poquito de salud. 490

FENISA No tengas tanta inquietud.

BELISA ¿Cómo?

FENISA Tu galán se duerme.

BELISA Ahora bien, voy a sentarme.

FENISA Aparte (La vergüenza de su amor te dará, madre, color). 495

Siéntase Belisa.

BELISA Ya, señor, podéis hablarme.

CAPITÁN Belisa, el ser vecino –que en efeto, me obliga a reparar en vuestra casa–, de su virtud me ha dado buen concepto. Veo tarde y mañana cuanto pasa; 500 tras esto, sé de coro su nobleza, como suele informarse quien se casa; y como la virtud y la belleza sean despertadores del sentido, aunque duerme la edad con más pereza, 505 yo me he animado a daros un marido tal como yo, que tengo menos años de los que habréis, de verme, conocido; sino que esto de andar reinos extraños con las armas, dormir en la campaña, 510 caminos, velas, militares daños, correr la posta a Flandes desde España, consumen la robusta gallardía que los floridos años acompaña.

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Dios haya a Carlos Quinto, que decía 515 que la posta y la mar le envejecieron, cuando apenas cuarenta y seis cumplía. Yo nací el año de sesenta, y fueron el Duque y la Duquesa mis padrinos, cuyas Albas tal luz a España dieron. 520 Heme hallado en jornadas y caminos, que si fuera de bronce me acabaran. En fin, señoras, somos hoy vecinos. Mucho los viejos una casa amparan; los mozos son polilla de la hacienda, 525 que unos a andar comienzan y otros paran. Mi edad no es bien vuestra virtud ofenda; que estoy muy ágil, fuerte, como y duermo, y sé a un caballo gobernar la rienda. Yo pienso que en mi vida he estado enfermo; 530 sólo mano enemiga me ha sangrado, y un desafío público en Palermo. Ese hijuelo que tengo es bien crïado, mañana le darán una bandera, y un hábito le tengo negociado. 535 No dará pesadumbre.

FENISA Aparte (¡A Dios plugiera que ya estuviera en casa!)

CAPITÁN Finalmente, se irá Lucindo por momentos fuera. Suplícoos, pues, Belisa, humildemente, que me deis a Fenisa, vuestra hija, 540 que yo pienso dotarla honestamente, para que ella gobierne, mande y rija no poca hacienda que ganó mi espada, si no es que mi cansada edad la aflija; que muy presto verá que no es cansada. 545

BELISA ¡A mi hija, capitán, me pide vuestra merced!

CAPITÁN Y tendré a mucha merced, si esas manos me la dan.

FENISA Aparte (¡Triste de mí! ¿Qué es aquesto? 550 Pensé que a mi madre amaba, y que ya Lucindo estaba a mi remedio dispuesto. Sueño fue mi fantasía en una ocasión tan alta, 555 pues la gloria que me falta, soñaba yo que tenía.)

BELISA Pensé que vuestro deseo a quererme se inclinaba.

CAPITÁN No, Belisa.

BELISA Alegre estaba... 560 y lo estoy de lo que veo. Hija, ya ves su intención.

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FENISA Aparte (La fe que tuve en mi bien me hizo tener también alegre mi corazón. 565 Mas como era fe engañada del sueño que imaginé, fe falsa y fingida fue, fe traidora y fe burlada, fe de un sueño que dormía; 570 y si soñada ha de ser, yo juro de no creer más a la fe). [A Belisa] Madre mía. pensé que fuérades vos la novia del capitán. 575

BELISA Lejos sus intentos van, y estoy corrida, por Dios.

FENISA Aparte (¡Ay, sueño de mi afición! ¡Qué bien, pues que me engañé por vuestras burlas, diré 580 que los sueños sueños son!)

BELISA Fenisa, aunque estoy corrida de haber pensado casarme, no lo estoy de imaginarme de tu verde edad vencida. 585 Discreta eres; procura persuadirte a lo que ves.

FENISA Si a tu edad vence interés, a mi edad vence hermosura. Los viejos, que habéis gozado 590 vuestros años, atendéis a lo que gozar podéis con avariento cuidado. Queréis regalo, dinero, descanso y ociosidad, 595 y envidiando nuestra edad, esto pretendéis primero. Desobedecerte fuera cosa indigna a mi virtud; pero fáltame salud. 600 El término considera, y pídele por un mes, mientras se concierta todo.

BELISA Yo lo sabré hacer de modo, que muchas gracias me des. 605

Llégase Belisa a hablar al capitán

FENISA Aparte (Discreta he sido en decir que este casamiento aceto, pues de mi amor el efeto puedo por él conseguir; que si luego le negara 610 y con disgusto se fuera,

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tarde a mi Lucindo viera, tarde a mi Lucindo hablara. Con entrar su padre aquí, habrá comunicación). 615

Hablan a solas el capitán y Belisa.

CAPITÁN Todas esas cosas son de gran gusto para mí. El término acepto, y digo que un mes la quiero esperar. Pero déjamele hablar. 620

FENISA Aparte (¡Qué notable intento sigo!)

CAPITÁN Nunca desa discreción en Madrid tan celebrada, salió, mi Fenisa amada, más cuerda resolución. 625 Tu virtud he confirmado; que no apetecer tu edad muestra bien la calidad de ese pensamiento honrado. Seré de hoy más, pues me honra 630 tanto el saber que te igualo, un padre de tu regalo y un alcaide de tu honra. Y dándome Dios salud, esta misma barba anciana 635 servirá de barbacana al fuerte de tu virtud. Y si esta nieve no trata bien el juvenil decoro, juntado a tus hebras de oro 640 estos cabellos de plata, supliré en regalo y galas los defectos de la edad.

FENISA Con tu honor y calidad, señor, mis años igualas. 645 Deja la humildad aquí, pues ya soy tuya.

CAPITÁN ¿«Soy tuya» dijiste?

FENISA Sí, ya no es suya quien se ha de llamar de ti.

CAPITÁN ¿Otro favor? ¡Pesia tal! 650 ¡No fuera en Flandes aquesto para que se echara el resto con un festín general! Torneo había de haber, por vida del capitán; 655 y si licencia me dan, en Madrid le pienso hacer.

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FENISA Suplícoos, por vida mía, la corte no alborotéis.

CAPITÁN Haré lo que me mandéis, 660 dulce esposa y prenda mía; mas si no fuera por vos...

FENISA Un poco tengo que hablaros.

CAPITÁN Yo mucho que regalaros.

FENISA Mil años os guarde Dios. 665 [Aparte a él] Yo no sabía que era vuestro hijo Lucindo, un caballero que solía entrar en vuestra casa algunas veces. Mi madre me lo dijo cuando entrábades; y pues es vuestro hijo y vos mi esposo, 670 que lo seréis si Dios fuere servido y me diere salud para gozaros...

CAPITÁN ¡Qué palabras tan dulces! Por Dios vivo, que el sol de aquella boca de claveles la nieve de las canas me derrite. 675

FENISA Digo, señor, que importará atajarle la loca pretensión con que me sirve.

CAPITÁN ¿Mi hijo os sirve?

FENISA Si el servirme fuera con la cordura y cortesía lícita a una mujer de mis iguales prendas, 680 no me quejara con melindres vanos; que nunca me precié de gusto hipócrita.

CAPITÁN Pues ¿cómo os sirve?

FENISA Con papeles locos, por manos de terceros, que a mi casa vienen con mil achaques e invenciones, 685 echando mil amigas por terceras; y en todo aquesto, ni por pensamiento se le acuerda tratar de casamiento.

CAPITÁN Es loco el mozo; perdonadle, os ruego; que yo saldré fiador que no os enoje 690 de aquí adelante.

FENISA Pues que ya es mi hijo, os suplico, señor, que cuerdamente le digáis que me quejo deste agravio, y fíolo de vos, pues sois tan sabio.

CAPITÁN Dejadme ese cuidado. El cielo os guarde. 695 [Dirigiéndose ahora a Belisa] Belisa, yo le he dicho a mi Fenisa que pienso regalarla, y que no quiero vida por otra cosa. A Dios te queda, que yo volveré a verte; pero advierte que me has de dar licencia para verte. 700

BELISA Guárdate el cielo. [Vase el capitán]

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…Gran ventura ha sido, Fenisa, la que el cielo nos ha dado.

FENISA ¿Estás contenta?

BELISA ¿No lo ves?

FENISA Sospecho que disimulas el pesar que tienes.

BELISA ¿Cómo?

FENISA Porque quisieras tú casarte. 705

BELISA Malicia tuya. Ven.

FENISA Aparte (¡Ay, mi Lucindo! Si no me entiendes con aqueste enredo, no eres discreto ni en Madrid nacido; mas si me entiendes, y a buscarme vienes, tú naciste en Madrid, discreción tienes. 710

Vanse.

Salen Lucindo y Hernando, en la calle.

LUCINDO Aún no sale aquel galán.

HERNANDO ¿Qué es salir? Está despacio.

LUCINDO Mis celos no me le dan.

HERNANDO Es esta casa un palacio; mostrándosele estarán. 715 En sólo ver niñerías hay dos semanas enteras. Andarán las galerías... Mejor esté yo en galeras, que la sirviera dos días. 720

LUCINDO Si en galeras de Gerarda anda al remo este dichoso, que agora en salir se tarda, no sé yo cuál envidioso a la ribera le aguarda. 725 ¡Ay de mí, Hernando, que quiero una mujer diestra, astuta, de amor vano y lisonjero, despejada y resoluta, y con una alma de acero! 730

HERNANDO Que el amor cause afición está muy puesto en razón; pero que el ser muy querido descuido engendre y olvido, efectos bastardos son. 735

LUCINDO Él sale, y ella se ha puesto a la ventana.

HERNANDO Querrá verle galán y dispuesto.

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Doristeo, que sale con Finardo de la casa de Gerarda, la cual se asoma a su ventana.

GERARDA Aparte (Lucindo en la calle está.)

LUCINDO Aparte (¡Tantas desdichas! ¿Qué es esto?) 740

DORISTEO ¿No es gallarda?

FINARDO Es extremada. ¡Qué discreta y qué cortés!

DORISTEO Todo en su talle me agrada.

FINARDO [Aparte a Doristeo] ¿Si es éste Lucindo?

DORISTEO Él es.

FINARDO ¿Si viene a sacar la espada? 745

DORISTEO Venga a lo que más quisiere; yo sé que es aborrecido.

GERARDA Aparte (Celoso está; desespere; que por desdenes y olvido yo sé lo que un hombre quiere. 750 Mas para picarle más, quiero hablar con Doristeo, a quien no quise jamás; que por abreviar rodeo, y por saltar vuelvo atrás). 755 ¡Ah, caballero!

LUCINDO ¿Es a mí?

GERARDA No os llamo, señor, a vos.

DORISTEO ¿Y a mí, señora?

GERARDA A vos, sí.

LUCINDO ¿No ves aquello?

HERNANDO [Aparte a Lucindo] (Por Dios, que es infamia estar aquí.) 760

LUCINDO (Buscaremos invención para que entienda que vengo aquí con otra ocasión.)

GERARDA [A Doristeo] Salir esta noche tengo; acompañarme es razón. 765

DORISTEO ¿Dónde iréis?

GERARDA Pienso que al Prado. Venid por mí.

DORISTEO Yo vendré.

LUCINDO (Ir al Prado han concertado.)

HERNANDO (Tú fueras mejor, a fe. Tus mismos celos te han dado.) 770

DORISTEO ¿Qué me mandáis más?

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GERARDA Serviros.

DORISTEO Adiós.

FINARDO ¿No nos quiere nada?

DORISTEO ¿Puedo irme?

FINARDO Podéis iros.

Vanse Doristeo y Finardo

[Hablan solos Lucindo y Hernando]

LUCINDO ¡Que no he sacado la espada, haciéndome tantos tiros! 775 Pues ¡vive Dios, que he de darte celos, por ver si con celos puedo a quererme obligarte, ya que no quieren los cielos que pueda amando obligarte! 780

HERNANDO ¿Cómo se los piensas dar?

LUCINDO Quiero esta noche llevar al Prado alguna mujer, adonde me pueda ver hablar, requebrar y amar. 785

HERNANDO Y ¿a quién ha de ser?

LUCINDO No sé.

HERNANDO Hallarla será imposible.

LUCINDO No importa. Yo te pondré un manto.

HERNANDO Doña Terrible me podrás llamar.

LUCINDO Sí, haré. 790

HERNANDO ¡Estás loco!

LUCINDO Pues, ¿qué importa?

HERNANDO ¿No importa, si topo acaso gente de palabras corta?

LUCINDO Saldré yo muy presto al paso. Hernando, la voz reporta. 795 Llega, y habla esa mujer. Pregunta si vio unas damas.

HERNANDO Bien dices, déjame hacer. Pues no agradas, porque amas, celos serán menester. 800 [Dirigiéndose a Gerarda.] ¡Ah, mi señora Gerarda!

GERARDA ¿Eres tú, Hernando?

HERNANDO Yo soy.

GERARDA Tengo qué hacer.

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HERNANDO Oye, aguarda.

GERARDA ¡Por ti en la ventana estoy!

HERNANDO Eres discreta y gallarda. 805

GERARDA ¿Qué quieres?

HERNANDO Saber querría en qué casas destas vive cierta doña Estefanía, porque un loco no me prive de la ración deste día; 810 que me la mandó seguir, y la perdí por mirarte.

GERARDA ¡Oh, qué gracioso fingir! Dígale a su Durandarte que me suelo yo reír 815 de tretillas tan groseras. [A Lucindo] ¡Ah, mi señor Beltenebros! ¿Para qué son las quimeras? Trueque celos en requiebros; lléguese, hablemos de veras. 820 ¿De qué se finge valiente, si está, de verme, temblando? Muestre el pulso; ¿a ver la frente? ¡Jesús, que se está abrasando! ¡Qué temerario accidente! 825 ¡Hola!, lleva a aquel celoso dos tragos de agua de azahar.

HERNANDO Aparte (¡Macacao!)

GERARDA ¡Cuento donoso! ¿Él me viene a amartelar?

[Hablan solos Lucindo y Hernando]

LUCINDO Corrido estoy.

HERNANDO Yo furioso. 830 ¿Conoces algún poeta?

LUCINDO ¿Para qué?

HERNANDO Para enviar una sátira en receta a esta bruja, o hazle dar una hermosa cantaleta; 835 haya pandorga esta noche; yo compraré los cencerros, aunque hasta el alba trasnoche; haya sábanas y entierros, campanillas, hacha y coche. 840 ¡Vive Dios!

LUCINDO Calla, ignorante. [Dirigiéndose a Gerarda.] ¡Ah, mi bien, ah, mi Gerarda!

GERARDA ¿Llamas? [Vase Gerarda.]

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LUCINDO Quítate delante. ¿Adónde te vas? Aguarda, oye la voz de tu amante. 845 ¿Para qué es matarme ansí?

HERNANDO ¿Vive Estefanía aquí?

LUCINDO ¿Quieres callar, bestia?

HERNANDO No. Por aquí pienso que entró.

LUCINDO ¡Mi bien, duélete de mí! 850

HERNANDO ¡Tu padre!

LUCINDO ¡Válgame el cielo!

Sale el capitán Bernardo.

CAPITÁN Todo hoy ando en busca tuya.

LUCINDO Lo que me quieres recelo; que no es mucho que lo arguya de mi inquietud y desvelo. 855 Pero advierte, padre mío, que querer una mujer no es en mi edad desvarío, antes señal de querer generoso talle y brío. 860 Si es porque no es muy honrada...

CAPITÁN ¿Cómo que honrada no es? Lengua en escorpión bañada, ¿mereces besar sus pies, ni aun tierra de ellos pisada? 865

LUCINDO Estoy con enojo agora de mil celos que me ha dado, con un hombre o dos que adora.

CAPITÁN ¿Qué dices de hombre adorado, y tan principal señora? 870 Pero diraslo por mí, a quien debe de adorar.

LUCINDO ¿Que también te quiere a ti?

CAPITÁN ¿No la merezco agradar?

LUCINDO Sí, señor.

CAPITÁN ¿Mascas el sí? 875

LUCINDO Pésame que hables con ella; que es mujer que a veinte trata.

CAPITÁN ¡Tu lengua pones en ella, porque de celos te mata, siendo tan noble doncella! 890 ¡Vive Dios, que si no fuera por no dejar de casarme, que una estocada te diera!

40

LUCINDO ¿Casarte? Eso sí es matarme. Padre, señor, considera... 895

CAPITÁN ¿Qué debo considerar?

LUCINDO Que es una mujer de amores.

CAPITÁN Aparte (Dado me ha qué sospechar... Pero póneme temores por estorbarme el casar. 900 Como el que con los espejos puestos al sol da en los ojos al que viene desde lejos, quiere el necio darme enojos con estos vanos consejos. 905 Mas quiero volverla a hablar, y decirle esta respuesta; que me ha dado que pensar.

Vase el capitán.

HERNANDO ¿Qué te parece?

LUCINDO Por esta mujer hoy me he de matar. 910 Rompe esas puertas.

HERNANDO Aguarda.

LUCINDO Sal aquí, infame Gerarda.

HERNANDO Con más tiento; espera un poco.

Sale Gerarda.

GERARDA ¡Golpes en mi casa, loco!

LUCINDO ¿Qué respeto me acobarda, 915 que no te quito la vida?

GERARDA ¡Daguita! ¡Oh, qué lindo cuento!

LUCINDO ¿Tú con mi padre fingida, has tratado casamiento?

GERARDA Tracilla es escogida. 920 Si para volver acá buscas embustes, Lucindo, esto ¿en qué razón está?

LUCINDO ¿Por qué en mirarte me rindo? ¿Por qué no te mato ya? 925 ¿No viste a mi padre aquí? Pues él me ha dicho, crüel, que para matarme a mí, quieres casarte con él.

GERARDA ¿Yo, que en mi vida le vi? 930 ¿Diote la industria este necio para tener ocasión de hablarme?

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HERNANDO Menos desprecio; que no es aquesto invención, sino verdad.

GERARDA No hablar recio. 935

HERNANDO ¿Por qué no? Con la verdad hable bajo la mentira, la verdad con libertad.

GERARDA Tu desvergüenza me admira.

LUCINDO Y a mí tu temeridad. 940 ¿Cuándo viste al padre mío? ¿Dónde te habló?

GERARDA ¿Qué es aquesto? ¿Hay más loco desvarío?

LUCINDO ¿Posible es que has descompuesto sus canas con ese brío? 945 Demonios sois las mujeres.

GERARDA ¡Muy ángeles son los hombres! Lucindo, ¿para qué quieres disfrazar con estos nombres, que por mis desdenes mueres? 950 ¿Qué padre es éste? ¿No adviertes que entiendo tus invenciones?

LUCINDO ¡Plegue a Dios tal mal aciertes en casarte, ya que pones mi vida entre tantas muertes, 955 que te viva dos mil años el viejo por quien me dejas en tantas penas y daños, y a quien por ojos y orejas le has dado hechizos y engaños! 960 ¡Plegue a Dios!... Mas ¿qué inhumanas maldiciones puedo hacer más que verte las mañanas, como sierra, amanecer con la nieve de sus canas? 965 ¿Qué más que ver un anciano a tu lado hermoso y tierno, de tu belleza tirano? ¡Qué gentil hielo en invierno, y qué espantajo en verano! 970 Adiós, madrastra crüel; que presto, estando con él, te pesará el ver en vano que te bese yo la mano, y que tú la boca a él. 975 ¡Jesús, qué mala elección!

GERARDA Hernando, ¿es esto de veras, o vuestras quimeras son?

HERNANDO ¡Ojalá fueran quimeras!

GERARDA Ya entiendo vuestra intención. 980

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Oísteisme concertar ir al Prado aquesta noche, y queréismelo estorbar. Pues ¡por Dios, que ha de haber coche y quien nos venga a cantar! 985 Piquen, por hacerme gusto, en casa de Estefanía.

LUCINDO Matarete.

GERARDA ¡Ay Dios, qué susto!

Vase Gerarda.

HERNANDO Entrose.

LUCINDO ¿Cerraste, arpía? ¡Mal haya amor tan injusto! 990 Abre esta puerta, mi bien… [A Hernando] Acecha por esta llave si sus crïadas se ven.

HERNANDO ¡Qué bien engañarte sabe!

LUCINDO ¡Matarme sabe también! 995

HERNANDO Al viejo ha desvanecido para darte más enojos.

LUCINDO Liviano en extremo ha sido; mas ¿qué no podrán tus ojos, dulce Argel de mis sentidos? 1000

Sale el capitán.

CAPITÁN ¿Estaste aquí todavía?

LUCINDO Pues ¿eso, señor, te espanta? Si con la mujer que adoro en esos años te casas, ¿es mucho que me despida 1005 destas puertas y ventanas, si mañana han de ser tuyas, y hoy su dueño me llamaban?

CAPITÁN Pienso que te has vuelto loco. Dijísteme mil infamias 1010 de aquel ángel de Fenisa, hija de Belisa honrada. Voylas a hablar, y por poco saliera, traidor, sin cara; que caída de vergüenza, 1015 no era menester cortarla. Yo tengo mujer más noble que tu madre.

LUCINDO ¿De quién hablas?

CAPITÁN De Fenisa.

LUCINDO Pues, señor,

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Fenisa es doncella, y basta; 1020 que la que yo te decía, es Gerarda, cortesana, que vive en este balcón.

CAPITÁN ¿Qué tiene que ver Gerarda con Fenisa?

LUCINDO Yo, señor, 1025 en aquesta calle estaba cuando me reprehendiste de que amaba aquella dama.

CAPITÁN Otro enredo habrás pensado con aquella buena cara 1030 de tu crïado.

HERNANDO Yo enredo? Siempre piensas que te engañan; propia condición de viejos.

CAPITÁN Niega, Lucindo, que amas a Fenisa.

LUCINDO ¿Yo, señor? 1035

CAPITÁN ¿Luego tampoco la cansas con papeles y alcahuetas? Pues en este punto acaba de decirme que anteanoche, por aquella reja baja, 1040 enfrente de tu aposento, muy tierno llegaste a hablarla.

LUCINDO ¿Yo papeles? ¿Yo alcahuetas? Yo por rejas ni ventanas? Hernando…

CAPITÁN ¡Qué buen testigo! 1045 Falsos ojos, lengua falsa, falsa la cara y la boca, falso el pecho y falsa el alma. Pues mira lo que te aviso: ¡Vive el cielo, que si pasas 1050 por su puerta, ni la miras, ni por la reja la llamas, que para siempre jamás has de salir de mi casa!

LUCINDO Escúchame.

CAPITÁN ¿Para qué? 1055

LUCINDO Escúchame una palabra.

CAPITÁN ¿Qué palabra?

LUCINDO Que le digas que si ha de ser mi madrastra, no comience antes de serlo, pues aun agora lo tratas, 1060 a hacerme tan malas obras.

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CAPITÁN Quita, necio.

LUCINDO Advierte…

CAPITÁN ¡Guarda!

Vase el capitán.

LUCINDO ¿Qué es esto, triste de mí? ¡Testimonios me levanta antes que su rostro vea! 1065

HERNANDO ¿No es aquésta aquella dama que te miró tiernamente cuando el lienzo de las randas?

LUCINDO La misma.

HERNANDO Pues que me maten si no es enredo que traza, 1070 enamorada de ti.

LUCINDO ¿Qué me cuentas?

HERNANDO Lo que pasa. Yo leí cuatro renglones en sus ojos, de una carta, que al darte el lienzo escribió 1075 a tu ausente pecho y alma. Dejole caer adrede, si la vista no me engaña, y lo que a tu padre dice de que la escribes y cansas, 1080 es decirte que la escribas y que por las rejas bajas vengas a hablarla de noche.

LUCINDO Cosas me dices extrañas.

HERNANDO ¿Qué se pierde en que las pruebes? 1085

LUCINDO No se pierde, Hernando, nada; que esa doncella podría, con su bellísima cara, con su rico entendimiento, con su voluntad esclava, 1090 desamartelarme el pecho, despicarme de Gerarda. Vámosla a hablar esta noche; que si es verdad que me llama con esta industria que dices, 1095 es la cosa más gallarda que ha sucedido en el mundo.

HERNANDO Mucho importa enamoralla, así por dejar del todo esta fementida ingrata, 1100 como porque nos perdemos si el viejo otra vez se casa. Y si se quiere casar, ¿qué cosa más acertada

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que con su madre Belisa, 1105 desta bellísima dama?

LUCINDO Si me quiere, Hernando mío, te mando ropilla y calzas.

HERNANDO Bien puedes dármelas luego.

LUCINDO Pues con discreción tan alta 1110 supo engañar a dos viejos de edad y experiencia tanta; y enamorada de quien apenas le vio la cara, ha dicho su pensamiento, 1115 y se le ha entendido el alma, bien la podemos llamar La discreta enamorada.

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II.2. JORNADA SEGUNDA

En el Prado de San Jerónimo. Es de noche. Salen Doristeo y Finardo en hábito de noche, Gerarda con rebociño y sombrero, Licio y Fabio, y los músicos

DORISTEO Notable frescura.

FINARDO Extraña.

GERARDA Mucho de sus fuentes gusto. 1120

DORISTEO No hay sitio de tanto gusto, Gerarda bella, en España.

GERARDA ¡Qué lindas tazas!

DORISTEO Famosas.

GERARDA Con perlas brindando están.

DORISTEO ¡Qué liberales que dan 1125 sus aguas claras y hermosas! ¿Haste holgado de venir?

GERARDA Basta venir a tu lado.

DORISTEO Sentémonos.

FINARDO Todo es Prado.

DORISTEO Así se suele decir. 1130 ¿Templaron vuesas mercedes?

LISEO La prima se me bajó.

GERARDA Subilla.

DORISTEO Eso digo yo.

FABIO ¿Comienzo?

DORISTEO Empezar podéis.

FABIO ¿Qué diremos?

DORISTEO La de Lope, 1135 por vida del buen Liseo.

LISEO ¿La del suspiro y deseo?

FINARDO A fe, que hay bien donde tope.

Cantan y tocan los MÚSICOS

Cuando tan hermosa os miro, de amor suspiro, 1140 y cuando no os veo, suspira por mí el deseo. Cuando mis ojos os ven, van a gozar tanto bien; mas como por su desdén 1145 de los vuestros me retiro, de amor suspiro; y cuando no os veo suspiro por mi deseo.

47

Salen Lucindo y Hernando.

LUCINDO [Aparte a Hernando] Dijeron que llevarían 1150 quien cantase.

HERNANDO Ellos serán, pues aquí cantando están.

LUCINDO Ni cantan mal ni porfían.

HERNANDO Cesaron, como las aves luego que alguno se acerca. 1155

LUCINDO Llega y míralos más cerca.

HERNANDO ¡Plegue a Dios, señor, que acabes de ser necio!

LUCINDO Si no es hora para hablar con mi Fenisa, ¿que importa, pues todo es risa? 1160

HERNANDO Celos ríen, y amor llora. Yo paso a lo caballero por delante; espera aquí.

LUCINDO Yo aguardo.

Pasa Hernando embozado por delante de los sentados, y vuélvese adonde quedó su amo.

FINARDO (¿Qué mira ansí este necio majadero?) 1165

DORISTEO (Algo debe de buscar que de casa se le fue.)

GERARDA (Canta solo.)

LISEO (Cantaré.)

GERARDA (Sí, pero no has de templar.)

HERNANDO [Aparte a su amo] En la voz la conocí. 1170

LUCINDO Luego ¿es Gerarda?

HERNANDO Sin duda.

LUCINDO ¡Ay!

HERNANDO ¿Es menester ayuda?

LUCINDO Y el otro ¿es su galán?

HERNANDO Sí.

LUCINDO ¡Triste de mí!

HERNANDO ¿Qué tenemos? ¿Date por ventura el parto? 1175

LUCINDO Mientras más de ti me aparto, más me acerco.

HERNANDO Sin extremos; que te podrá conocer.

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LUCINDO ¿Está en su regazo?

HERNANDO ¡Y cómo!

LUCINDO Celos por los ojos tomo, 1180 ya el alma comienza a arder. ¡Oh, veneno, que desalmas la vida con tus enojos, siendo la copa los ojos donde le beben las almas! 1185 ¡Nunca yo viniera acá!

HERNANDO Vámonos de aquí, señor, ¿no es aquel ángel mejor, que esperándonos está?

LUCINDO ¿Cuál ángel?

HERNANDO Fenisa bella. 1190

LUCINDO No estoy para hablar agora con ángeles.

HERNANDO Si te adora, ¿no será justo querella?

LUCINDO Ésa peligro no corre; que como es amor primero, 1195 estará, como otra Hero, aguardándome en la torre; pero ésta que está en los brazos deste venturoso amante, si me descuido un instante, 1200 harame el alma pedazos. ¿Traes el manto?

HERNANDO ¿Pues no?

LUCINDO Póntele.

HERNANDO Gran mal recelo.

LUCINDO Haz saya del herreruelo.

HERNANDO ¡Yo mujer! ¡Tu dama yo! 1205

LUCINDO A esos árboles te ve, y de mujer te disfraza.

HERNANDO Voy; mas temo que esta traza...

LUCINDO Ve, majadero.

HERNANDO Yo iré; mas defenderme te toca, 1210 y si hacerlo no quisieres, no te espantes si me vieres con la barriga a la boca.

Vase Hernando.

Lucindo, en pie y lejos de Gerarda, Doristeo, Finardo, Liseo y Fabio, sentados.

LUCINDO ¡Qué mal se cura amor con invenciones!

49

¡Qué vano error sobresanar la herida, 1215 si en las muertas cenizas escondida, la viva lumbre al corazón le pones! Celos, desdenes, iras, sinrazones tienen el alma alguna vez dormida; mas ¿qué letargo habrá que no despida 1220 la fuerza de celosas prevenciones? ¡Oh celos!, con razón os han llamado mosquitos del amor, de amor desvelos: el vivo de su fuego os ha engañado. ¿Qué importa que se duerma en hombre, ¡oh cielos!, 1225 de pesadumbres del amor cansado, si con sus voces le despiertan celos?

Sale Hernando, el manto puesto y la capa por saya.

HERNANDO [Aparte a Lucindo] ¿Vengo bien?

LUCINDO Vienes tan bien, que espero que bien me vaya.

HERNANDO ¿Qué te parece la saya? 1230

LUCINDO Muy bien.

HERNANDO ¿Y el manto?

LUCINDO También.

HERNANDO ¿No voy muy apetecible?

LUCINDO ¿Cómo?

HERNANDO ¿Llevo malos bajos?

LUCINDO Llega.

HERNANDO En notables trabajos me pone tu amor terrible. 1235

Acércanse a los otros cinco.

DORISTEO (Un galán con cierta dama hacia donde estamos viene.)

GERARDA (¡Gentil brío y arte tiene! A fe que es ropa de fama.)

DORISTEO (¿Cómo?)

GERARDA (Diome el buen olor.) 1240

DORISTEO (Tomó pastilla al salir.)

FINARDO (Pastilla y Prado es decir que es dama…)

DORISTEO (De qué?)

FINARDO (De amor.)

DORISTEO (A tu lado toma asiento.)

GERARDA (¡Qué de golpe se ha asentado!) 1245

50

FINARDO (Debe de tener pesado lo que es el quinto elemento.)

LUCINDO [A Hernando] Bella doña Estefanía, ¿qué os parece esta frescura?

HERNANDO [Con voz de mujer] Fue mucha descompostura 1250 venir aquí sin mi tía; pero el mucho amor que os tengo a más me puede obligar.

LUCINDO Señores, ¿quieren cantar?

HERNANDO [Con voz de mujer] Déjanlo porque yo vengo? 1255

GERARDA Aparte (Lucindo es éste. ¡Ay de mí! Verdad sin duda sería que aquella dama quería por quien preguntar le vi. Celos que pensé fingidos 1260 me han salido verdaderos. ¡Ay, amores lisonjeros, de engaño y traición vestidos! Entendídome ha la letra, herido me ha por el filo, 1265 vengóse del mismo estilo).

HERNANDO [A Lucindo] (Ya se altera e inquïeta. ¿Qué te parece el jarabe?)

LUCINDO (Que hace su operación.)

GERARDA Aparte (¡Qué bien sabe dar pasión! 1270 ¡Qué mal el tomarla sabe!) Por vida de Doristeo, que un poco de agua traigáis.

DORISTEO Y traeré con qué bebáis; que regalaros deseo. 1275 Entreteneos aquí mientras voy por colación.

GERARDA Que vais solo no es razón.

FINARDO ¿Acompañarele?

GERARDA Sí; que aquí quedan los amigos. 1280

FINARDO Pues vamos.

DORISTEO Venid.

FINARDO Adiós.

Vanse Doristeo y Finardo.

GERARDA Aparte (Muérome porque las dos quedásemos sin testigos.)

LISEO ¿Queréis que cantemos?

GERARDA No. Antes merced recibiera 1285

51

en quedar sola.

FABIO [Aparte a Liseo] (Algo espera.)

LISEO (Lindamente nos echó.)

FABIO (Pues no estorbemos, Liseo.)

LISEO Fabio, venid por aquí.

Vanse los músicos.

GERARDA ¡Ah, mi señora!

HERNANDO [Con voz femenil] ¿Es a mí? 1290

GERARDA Veros y hablaros deseo.

HERNANDO ¡Verme y hablarme! ¿Por qué?

GERARDA Porque soy vuestra vecina.

HERNANDO ¡Jesús, qué extraña mohína!

GERARDA ¿Desto sólo os enfadé? 1295

HERNANDO Hace notable calor; vamos, Lucindo, de aquí.

LUCINDO Mi bien, enfaldarse ansí parece mucho rigor. Descubríos a esa dama, 1300 pues Dios os dio tal belleza, y esa hermosa gentileza tiene en la corte tal fama. Descubrid los ojos bellos, den envidia y den amor. 1305

HERNANDO No estoy agora de humor, ni está enjuto el llanto en ellos; que los traéis hechos mar de celos de esa Gerarda, que me dicen que es gallarda. 1310

LUCINDO ¿Gerarda os lo puede dar? No sé de qué los tenéis. ¡Plegue a Dios que si la quiero, que para el mal de que muero nunca remedio me deis! 1315 ¡Plegue a Dios que si la estimo, nunca merezca estos brazos, ni a mis amorosos lazos den vuestros muros arrimo! ¡Plegue a Dios que si la amare, 1320 nunca mi ventura poca goce de esa dulce boca, ni por mi bien se declare! ¡Plegue a Dios que si la viere, jamás me vea con vos, 1325 ni nos casemos los dos!

GERARDA Aparte (¿Que esto sufra? ¿Que esto espere?)

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HERNANDO ¡Ay Dios!, ¡qué de maldiciones!

GERARDA Aparte (Todas vengan sobre mí, si más te sufriere aquí, 1330 traidor, tantas sinrazones.)

HERNANDO Dícenme que vais allá, y estoy muy descolorida.

LUCINDO Pues tomad color, mi vida; que a vos os adoro ya. 1335

GERARDA No será, infame, en mis días.

Embiste Gerarda a Hernando.

LUCINDO ¿Cómo ansí te has descompuesto?

HERNANDO ¡A Estefanía! ¿Qué es esto?

GERARDA ¡Y a cuarenta Estefanías!

LUCINDO Déjala, Gerarda.

HERNANDO ¡Ay, cielo! 1340 A una mujer como yo!

GERARDA ¡Matarla tengo!

LUCINDO Eso no, huye.

HERNANDO Mi muerte recelo.

Vase Hernando huyendo.

GERARDA ¿Qué mujer es ésta, perro?

LUCINDO Una mujer que me adora, 1345 y eso que tú has hecho agora ha sido un notable yerro; que es señora principal, y te ha de costar la vida.

GERARDA ¿Puede ser ya más perdida, 1350 que viéndome en tanto mal? Déjame pasar.

LUCINDO Detente; que a quien me aborrece a mí, nunca licencia le di de hablarme tan libremente. 1355

GERARDA ¿Yo te aborrezco, mi bien?

LUCINDO ¿Tu bien soy?

GERARDA ¡Ay, prenda mía! Cuanto te dije fingía, y cuando hablaba también. Aborrezco a Doristeo; 1360 sólo te adoro, Lucindo. De nuevo el alma te rindo.

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LUCINDO ¡Cielos! ¿Qué es esto que veo?

GERARDA En prenda de que tú eres mi verdad, vente conmigo. 1365

LUCINDO Mucho os alienta el castigo; como bestias sois, mujeres. Ahora bien, ya se acabó, yo adoro a Estefanía.

GERARDA ¿Por qué me dejas, luz mía? 1370

LUCINDO Porque tu noche llegó.

GERARDA Ven conmigo hasta mi casa.

LUCINDO No hay remedio.

GERARDA ¡Que esto veo!

LUCINDO Presto vendrá Doristeo, que es el que agora te abrasa. 1375

Híncase de rodillas Gerarda.

GERARDA De rodillas, mi señor, que vayas quiero pedirte, porque allá quiero decirte la causa de este rigor. Celos, por tu vida, han sido. 1380 No seas tirano, ven; ven, Lucindo; ven mi bien.

LUCINDO En efeto, ¿me has querido?

GERARDA Siempre te quise, mis ojos.

LUCINDO [Saca Lucindo la daga]Yo haré que sangre te cueste… 1385

Sale Hernando, ya en su traje.

HERNANDO ¿Qué sacrificio es aquéste?

LUCINDO El haberme dado enojos.

HERNANDO Aparte (Si Lucindo quiere hacer una venganza gallarda, y Gerarda el golpe aguarda, 1390 el ángel vengo yo a ser). ¿Qué es esto, señor?

LUCINDO ¡Oh, Hernando! Seas mil veces bien venido.

HERNANDO Dos horas ando perdido, todo este Prado buscando; 1395 que en casa han echado menos a esa dama.

LUCINDO Otra sería.

HERNANDO ¿Luego no es Estefanía?

LUCINDO Ha habido rayos y truenos.

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HERNANDO ¿Es Gerarda?

LUCINDO ¿No lo ves? 1400

HERNANDO Déjala, ¡triste de mí! Que te ponen culpa a ti.

LUCINDO Gerarda, hablemos después.

GERARDA Oye.

LUCINDO No hay remedio.

GERARDA Aguarda.

HERNANDO [Aparte a Lucindo] (Grande valor has tenido.) 1405

LUCINDO El saber que soy querido me ha despicado, Gerarda.

Vanse Lucindo y Hernando. Salen Doristeo y Finardo.

DORISTEO Desgracia ha sido, por Dios, el no haber ya tienda abierta.

FINARDO Quebrada queda una puerta. 1410

GERARDA Cansado os habéis los dos.

DORISTEO ¿Sola estabas?

GERARDA Sola estaba.

DORISTEO Los músicos...

GERARDA Libres son.

FINARDO ¡Que no hubiese colación! ¡Si en el verano se alaba 1415 Madrid, para quien trasnoche sin cotas ni sin broqueles, que tiene nieve y pasteles, vino y dulce a medianoche!

GERARDA Tarde llegará el favor; 1420 que no estoy buena.

DORISTEO Sospecho que este fresco mal te ha hecho.

GERARDA Más me ha dañado el calor.

DORISTEO [A Finardo] ¿Entiendes de estrellas?

FINARDO Sé que el Carro ha de estar allí 1425 para amanecer.

DORISTEO ¡Ah! Sí. Pues ya muy alto se ve. Vamos, y descansarás. ¡Qué amigos!

FINARDO Pocos hay buenos.

GERARDA Aparte (Cuando tú me quieres menos, 1430 Lucindo, te quiero más).

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Vanse todos.

En la calle.

Salen Lucindo y Hernando.

HERNANDO Tan consolado vienes, que presumo que no te acuerdas ya de aquella loca.

LUCINDO No lo digas de burlas.

HERNANDO ¿Quién ha hecho milagro tan notable en tu sentido? 1435

LUCINDO La confïanza de que soy querido. ¡Bendiga el cielo la invención, la traza, la hora, el movimiento, el manto, el Prado, los celos, los disgustos!

HERNANDO ¿Y no dices que bendiga también a Estefanía? 1440 Pues en verdad, que aún traigo las señales de algunos mojicones de Gerarda.

LUCINDO La ventana han abierto; espera, aguarda.

Sale Fenisa a la ventana.

FENISA ¡Ah, caballero!

LUCINDO ¿Quién llama?

FENISA Llegad quedo. Una mujer. 1445

HERNANDO (Fenisa debe de ser, que habrá dejado la cama.)

FENISA Vuestro nombre me decid, antes que os empiece a hablar.

LUCINDO [A Hernando] (Mira no echemos azar.) 1450

HERNANDO (Todos duermen en Madrid, hasta el viejo Arias Gonzalo.)

LUCINDO Lucindo, señora soy, que de vos quejoso estoy, si esta queja no es regalo. 1455 ¿Sabéis que del capitán Bernardo soy hijo?

FENISA Sí.

LUCINDO ¿Sabéis que en mi vida os vi? ¿Cómo soy vuestro galán? ¿Yo, Fenisa, os solicito? 1460 ¿Yo os escribo mil papeles? ¿Yo a estas rejas y vergeles la casta defensa os quito? ¿Yo os desvelo con paseos y terceras os envío? 1465

FENISA No os enfaden, señor mío,

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mis amorosos rodeos. Ni me habéis solicitado, ni habéis cansado mis rejas, ni son verdades mis quejas, 1470 supuesto que me he quejado. Jamás escrito me habéis, ni por vos nadie me habló; en lo que esto se fundó, pues venís, vos lo entendéis. 1475 No halló mi recogimiento cómo decir mi pasión; amor me dio la invención, y vos el atrevimiento. Vuestro padre me ha pedido; 1480 mas yo nací para vos, si algún día quiere Dios que os merezca por marido. Y el hacerle mi tercero no os parezca desatino; 1485 que es cuerdo, viejo y vecino, y os quiero como yo os quiero. Este camino busqué para que sepáis mi amor; sólo os suplico, señor, 1490 que agradezcáis tanta fe. Y si mi hacienda y mi talle, puesto que más merecéis, os obligaren...

LUCINDO No echéis más favores en la calle. 1495 Sembrarla de almas quisiera en esta buena fortuna, porque palabra ninguna menos que en alma cayera. A mi ventura agradezco 1500 saber, mi bien, que os agrado; que bien sé que no he llegado a pensar que lo merezco. El día, mi bien, que os vi de aquel santo jubileo, 1505 despertasteis el deseo; nunca más con él dormí. Mi poco merecimiento que entendiese me impedía lo que mi padre decía, 1510 y era justo pensamiento; mas viéndole porfïar, vine a ver lo que ya veo.

FENISA ¿Conocéis mi buen deseo?

LUCINDO El conocerle es pagar; 1515 que tras el conocimiento de una deuda, pagar sobra. Pero si se pone en obra

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de mi padre el casamiento, ¿qué tal vendré yo a quedar? 1520

FENISA No creáis que ellos lo puedan; que los dos que los heredan son los que se han de casar. Mal conocéis lo sutil de una rendida mujer. 1525

LUCINDO Discreta debéis de ser y de ánimo varonil. Bien se ha visto en la invención.

FENISA Pues hasta agora no es nada.

LUCINDO La discreta enamorada 1530 llamaros será razón.

FENISA Perdóneme vuestro padre; que de él me pienso valer, para daros a entender lo que no quiere mi madre. 1535 Cuánto deciros quisiere, será quejarme de vos, y verémonos los dos por donde posible fuere. Cuando os riña, estad atento; 1540 que son recados que os doy.

LUCINDO Digo, señora, que estoy en el mismo pensamiento.

FENISA Así sabréis lo que pasa desta puerta adentro vos, 1545 casándonos a los dos cuando él piensa que se casa; que ya estaremos casados el día que se descubra.

LUCINDO Quiera el amor que se encubra 1550 el fin de nuestros cuidados. Y dad orden cómo os vea, pues no os falta discreción.

FENISA He pensado otra invención para que el remedio sea; 1555 y es que diré a vuestro padre que os envíe a que toméis mi bendición, y vendréis sin que se enoje mi madre. Pero tratadme verdad 1560 o desengañadme aquí.

LUCINDO El alma, señora, os di por fe de mi voluntad. Preguntadla allá si os quiero.

HERNANDO Señor, advertid que al alba 1565 hacen las calandrias salva, y está muy alto el lucero.

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En casa deste mercader una codorniz cantó, con que a tu amor avisó 1670 de que quiere amanecer.

FENISA Vete, mi amor, que amanece; no me eche menos mi madre.

LUCINDO Pide licencia a mi padre para verte.

HERNANDO La luz crece. 1675

LUCINDO Dame alguna prenda tuya con que me vaya a acostar.

FENISA A mí me quisiera dar.

HERNANDO Dile, señor, que concluya.

FENISA Truécame esa cinta. [Fenisa le echa un listón.]

LUCINDO ¿A qué? 1680

FENISA A deseos.

HERNANDO ¡Bueno está!

LUCINDO Todos los tienes allá.

FENISA Adiós.

Vase Fenisa.

LUCINDO ¿Fuese?

HERNANDO Ya se fue.

LUCINDO ¡Gran ventura!

HERNANDO Di que estás enamorado.

LUCINDO Pues ¿no? 1685

HERNANDO ¿Y Gerarda?

LUCINDO Ya pasó.

HERNANDO ¿Cómo?

LUCINDO Lo que oyendo estás. Es bella, es noble, es gallarda.

HERNANDO ¡Brava cólera española!

LUCINDO Más precio esta cinta sola 1690 que mil almas de Gerarda.

Vanse Lucindo y Hernando.

Zaguán en casa de Gerarda.

Salen Doristeo y Gerarda.

DORISTEO ¿Para qué es tanto desdén, sino decirme verdad?

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Hombre soy, y hombre de bien; háblame con libertad. 1695 ¿Quieres a Lucindo bien?

GERARDA Pensé que no le quería, y anoche...

DORISTEO Pasa adelante.

GERARDA Quiso la desdicha mía que fuese un desdén bastante 1700 a encender nieve tan fría. ¿No viste aquella mujer que se sentó junto a mí?

DORISTEO Lucindo debió de ser el que la trujo.

GERARDA Es ansí. 1705

DORISTEO Eso me basta saber. ¡Ay, Gerarda, cuánto pueden unos celos!

GERARDA Muerta estoy. En fuerza al amor exceden; no hay desdén, mi fe te doy, 1710 de que triunfando no queden. Estudiado parecía lo que Lucindo decía, y lo que ella preguntaba; supe al fin que se llamaba 1715 esta dama Estefanía, y que es mujer principal, que un crïado, a un rayo igual, vino a decir que en su casa la echaron menos.

DORISTEO ¡Que pasa 1720 por mí una desdicha igual! Pero es dicha. ¿Cómo dices que esa dama se llamaba?

GERARDA ¿Hay de qué te escandalices?

DORISTEO Pensando en el nombre estaba 1725 de esa mujer que maldices.

GERARDA Estefanía decía.

DORISTEO ¿Estefanía?

GERARDA Esto pasa.

DORISTEO ¡Buena venganza sería si porque he entrado en tu casa, 1730 diese Lucindo en la mía!

GERARDA ¿Cómo?

DORISTEO Una hermana que tengo, Estefanía se llama.

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GERARDA ¡Ella es!

DORISTEO ¿Cómo detengo la defensa de mi fama, 1735 y del traidor no me vengo?

GERARDA Él la sirve, porque un día dijo que se vengaría deste agravio.

DORISTEO Y lo cumplió; porque anoche me contó 1740 que fue al Prado Estefanía. ¡Alto, mi honor es perdido! Vete en buen hora, Gerarda...

GERARDA Más que quisiera he sabido.

DORISTEO Que si mi deshonra aguarda, 1745 hoy ha de ser su marido.

GERARDA ¡Su marido! Mayor daño es el que me viene agora.

DORISTEO Pues ¿hay otro desengaño?

GERARDA ¡Bien vivirá quien le adora, 1750 si le casas!

DORISTEO ¡Caso extraño! Pues ¿puede ser de otra suerte?

GERARDA Dame primero la muerte.

DORISTEO Vete de aquí.

GERARDA ¡Nunca hablara!

Vase Gerarda.

DORISTEO ¡Con mi hermana! ¿Quién pensara 1755 una venganza tan fuerte? Buscar a Finardo quiero para que a Lucindo saque donde, pues es caballero, o saquemos el acero, 1760 o casándose me aplaque. Hoy muere si no se casa. ¡Oh, vil hermana! ¿Esto pasa? Mas, justa ley me condena; que no anda bien en la ajena 1765 quien ha de guardar su casa.

Vase.

En casa de Belisa. Salen Belisa, el capitán, Fenisa, y Fulminato.

FENISA Hacedme aqueste placer, para mayor regocijo; que vea yo vuestro hijo, pues su madre vengo a ser. 1770

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CAPITÁN Digo que tenéis razón.

FENISA Pues todo queda tan llano, venga a besarme la mano y a tomar mi bendición.

BELISA Ya sois dueño desta casa; 1775 venga vuestro hijo acá.

CAPITÁN Digo que a veros vendrá; que ya sabe lo que pasa. Fulminato…

FULMINATO Señor…

CAPITÁN Corre, llama al alférez, mi hijo. 1780

FULMINATO ¡Voy!

Vase Fulminato.

FENISA Aparte (Que le llamasen dijo. todo el cielo me socorre. Hoy te verán estos ojos en esta casa, mi bien.)

CAPITÁN Aparte (Aunque le muestre desdén, 1785 me ha dado el llamarle enojos. Es galán, mozo y discreto, y dirá acaso entre sí que no le caso, y que a mí me caso, viejo en efeto. 1790 ¿Quién duda que le parezca mejor, y que le dé pena ver que a mi edad se condena donde sin gusto padezca? Fuera de eso, es mal consejo 1795 que venir aquí le mande; que a vista de un hijo grande parece un hombre más viejo. Ya comienzo a estar celoso; no entrará otra vez acá.) 1800

Salen Lucindo y Fulminato.

FULMINATO Aquí el alférez está.

LUCINDO Aparte (¡Cielos, que fui tan dichoso! Aquí mis ojos están). Señor…

CAPITÁN Aparte (De enojo estoy lleno.) Para danzar eras bueno. 1805

LUCINDO ¿Cómo?

CAPITÁN Eres cierto y galán.

LUCINDO ¿No me mandaste venir?

CAPITÁN Besa la mano a tu madre.

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LUCINDO Yo voy.

CAPITÁN ¡Qué presto!

LUCINDO Mi padre…

FENISA Aparte (Ya me comienzo a reír.) 1810

LUCINDO ...como a madre que sois mía, me manda, ¡oh bien soberano!, que os bese esa hermosa mano.

CAPITÁN ¡Qué superflua cortesía! La mano basta decir; 1815 ¿para que es decir hermosa?

LUCINDO Quiere mi boca dichosa este epíteto añadir.

FENISA Hablan ansí los discretos.

BELISA ¿De eso recibís disgusto? 1820

CAPITÁN Levántate; que no gusto que beses con epítetos.

BELISA Dejadle, no seáis extraño; bese la mano a su madre.

LUCINDO Señor, siendo vos mi padre, 1825 no resulta en vuestro daño.

CAPITÁN No me llames padre aquí.

LUCINDO Llamo madre a una señora tan moza, y ¡a vos agora os pesa que os llame ansí? 1830

CAPITÁN Adonde la edad no sobre, padre, dulces letras son; mas a un viejo, no es razón, no siendo ermitaño o pobre. Acaba, besa la mano. 1835

FENISA Aparte (¡Que me veo en tanto bien!)

LUCINDO Dadme esa mano, por quien de mano esta suerte gano. [Aparte a Fenisa.] (Ten, mi vida, este papel.) [Métele un papel en la mano.]

FENISA (Ya le tengo.)

LUCINDO Y dadme aquí 1840 vuestra bendición, que en mí tendréis un hijo fïel.

CAPITÁN ¡Hijo fïel! Mas qué ¿quiere comprar algún regimiento?

LUCINDO Aparte (¡Qué gloria en los labios siento!) 1845

FENISA [Bendígale] Dios te bendiga y prospere; Dios te dé mujer que sea tal como la has menester; en efeto, venga a ser

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como tu madre desea. 1850 Dios te dé lo que a este punto tienes en el corazón; quien te da su bendición, todo el bien te diera junto. Dios te haga, y sí serás, 1855 tan obediente a mi gusto, que jamás me des disgusto, y que a nadie quieras más. Dios te haga tan modesto, que queriendo estos envites, 1860 a tu señor padre quites [Señala en el pecho.] esta pesadumbre presto. Y te dé tanto sentido en querer y obedecer, que te pueda yo tener, 1865 como en lugar de marido.

CAPITÁN ¿Qué libro matrimonial te enseñó estas bendiciones? Acaba, abrevia razones.

FENISA Aparte (Celos tiene.)

LUCINDO Aparte (¿Hay cosa igual?) 1870

FENISA Una palabra, madre de mis ojos.

Hablan aparte Fenisa con Belisa, y el capitán con Lucindo.

BELISA ¿Qué quieres?

FENISA (¿Ves este papel?)

BELISA (Sí veo.)

FENISA (Pues es memoria de vestidos míos, que el capitán me ha dado; yo querría leerle, y no quisiera que él lo viese 1875 porque no me tuviese por tan loca, que pensase que estimo en más las galas que no el marido. Por tu vida, madre, que le entretengas.)

BELISA Que me place.

FENISA Aparte (¡Ay cielo! ¡Qué industria hallé para leer agora 1880 el papel que me dio Lucindo, al tiempo que me besó la mano, por si es cosa que importa darle luego la respuesta!

BELISA [Al capitán] Escuchadme a esta parte dos palabras.

FENISA [Lee] («Mi bien, mi padre tiene concertado, 1885 de celos de que has dicho que te quiero, enviarme a Portugal; remedia, amores, esta locura, o cuéntame por muerto. Esto escribí, sabiendo que venía a besarte la mano. Adiós te queda 1890

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y quiera el mismo que gozarte pueda.» ¿Hay desdicha semejante? ¿Hay celos con tal locura? Así Dios me dé ventura, que he de hablarle aquí delante). 1895 [Aparte a Lucindo] Lucindo, el papel leí; no me haga el cielo este mal, que vayas a Portugal, ni que una hora estés sin mí; y si dicen que mejor 1900 vive en él su desvarío, vive en mí, Lucindo mío, que soy Portugal de amor.

LUCINDO ¡Ay Dios! ¡Quién pudiera hablarte! ¡Quién abrazarte pudiera! 1905

FENISA Yo sabré hacer de manera que me abraces.

LUCINDO ¿En qué parte?

FENISA Fingir quiero que caí; tú me irás a levantar, y me podrás abrazar. 1910

LUCINDO Tropieza.

FENISA Caigo, ¡ay de mí!

[Cae; Lucindo la abraza para levantarla.]

CAPITÁN ¿Qué es aquesto?

LUCINDO Tropezó mi señora madre aquí, y yo levántola ansí.

CAPITÁN ¿Y levántola ansí yo? [Sepáralos] 1915 Salte de aquí, noramala.

LUCINDO Pues cayendo, es cortesía…

BELISA ¿Haste hecho mal hija mía?

CAPITÁN Despeja luego la sala.

LUCINDO Yo me iré.

CAPITÁN Vete al momento. 1920

LUCINDO ¿Ansí me arrojas?

CAPITÁN ¡Camina!

LUCINDO Aparte (¡Ay, mi Fenisa divina! ¡Ay, divino entendimiento! ¡Ay, discreción extremada! Por vos se puede entender 1925 lo que puede una mujer discreta y enamorada.)

Vase Lucindo.

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FENISA No tengo mal ninguno, por tu vida.

CAPITÁN ¡Así lo creo yo!

FENISA ¿Fuese mi hijo?

CAPITÁN Tu hijo se fue ya.

FENISA Mil males tengo. 1930

BELISA ¿Quieres verle? ¡Hola, Beatriz, de presto!

FENISA No quiero, por tu vida.

CAPITÁN Aquel grosero debió de daros causa a la caída. No ha de estar en mi casa un punto solo, ni entrar en ésta mientras tengo vida. 1935

BELISA ¡Qué poco amor tenéis a vuestro hijo! Que os prometo que es gentil mancebo, y que lo miro yo con tales ojos, que si en mis mocedades me cogiera, holgara de tenerle por marido. 1940

FENISA Aparte (Asite la ocasión por el copete).

CAPITÁN ¿Este loco os agrada?

FENISA Escucha madre.

BELISA Como sois capitán, la casa es guerra. ¡Todo es excusa!

CAPITÁN Tal me la dan celos.

FENISA [Aparte a su madre] (El papel que te dije, no es vestidos, 1945 ni me le dio Bernardo.)

BELISA (¿Qué me cuentas?)

FENISA (Lucindo me le dio.)

BELISA (Pues ¿qué te escribe?)

FENISA (Una cosa que a risa ha de moverte.)

BELISA (No me tengas suspensa.)

FENISA (Al fin, me dice que se quiere casar.)

BELISA (¿Con quién?)

FENISA (Contigo.) 1950

BELISA (¡Conmigo! ¿Qué me cuentas?)

FENISA (Lo que pasa. Dice que le pareces en extremo, y que esa gravedad, esa cordura le agrada más que yo a su padre agrado. Dice más: que con este casamiento 1955 se juntan las haciendas, de manera que los hijos de entrambos quedan ricos. Si supieras leer, mil cosas vieras; mas dice que le pidas que no trate

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enviarle a Portugal, que antes le mate.) 1960

BELISA (¿Qué es ir a Portugal? Hija, las hijas cuerdas y honradas, todo el gusto suyo ponen en sólo dársele a sus padres. Ya sabes que soy moza, y que en efeto estaré más honrada con marido, 1965 y marido que así te logres, hija, que me lleva los ojos en mirándole. ¡Qué cortés,! ¡Qué galán! ¡Qué lindo talle!)

FENISA (Si esto pasa, ¿qué hará quien mandar puede?)

BELISA (¿Qué dices?)

FENISA (Que le estorbes la partida.) 1970

BELISA (¡Partida! ¿Qué partida? Haz que esta noche me venga a hablar Lucindo de secreto.)

FENISA (Vete, y déjame hablar con mi marido.)

BELISA Aparte (¡Que me cogió a descuido! Mas no importa; ponerme quiero menos largas tocas. 1975 Consultaré el espejo. ¡Ay mi Lucindo! Si tú me quieres, cuanto soy te rindo.)

Vase Belisa.

CAPITÁN Milagro, Fenisa, fue dejarnos solos Belisa; y pues que nadie nos ve, 1980 dame, gallarda Fenisa, tus manos.

FENISA ¡Bien por mi fe! Mucho os preciáis de galán.

CAPITÁN Si celos enojos dan, dame la mano de amigos. 1985

FENISA No me atrevo sin testigos.

CAPITÁN Presentes, señora, están celos, amor y deseo.

FENISA Con justos celos, señor, de vuestro Lucindo os veo. 1990

CAPITÁN ¿Prosigue en tenerte amor?

FENISA Y aun me cansa.

CAPITÁN Yo lo creo.

FENISA Anoche sentí rüido a la reja, y diome un miedo, que me privó de sentido. 1995 Levántome como puedo, sin luz no acierto el vestido, topo el manteo en efeto, salgo a la reja, y en ella... ¿De qué estás tan inquïeto? 2000

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CAPITÁN Es cólera, esposa bella,

de ese rapaz indiscreto.

FENISA Y entre la reja y ventana hallo en lo hueco un papel.

CAPITÁN Eso ya es cosa inhumana; 2005 hoy seré un león con él.

FENISA Ser padre os dará cuartana. Sosegaos.

CAPITÁN No puede ser. Yo le tengo de buscar.

Vase el capitán.

FENISA ¡Qué bien le he dado a entender 2010 dónde el papel ha de hallar! Que le quiero responder, para que quede advertido que con mi madre he trazado que diga que es su marido, 2015 para que quede estorbado el camino prevenido. Que mi madre hará por él que se impida la tormenta desta partida crüel; 2020 porque si mi bien se ausenta, todo se pierde con él.

Vase Fenisa.

En la calle.

Salen Lucindo y Hernando.

HERNANDO ¿Que todo eso ha pasado?

LUCINDO Si me vieras de rodillas, Hernando, a mi Fenisa, que era imagen bellísima dijeras. 2025

HERNANDO No lo dudes, muriérame de risa.

LUCINDO Si a Tántalo en el agua consideras, verás que ya le tengo por divisa; porque si aquél, ni fruta ni agua toca, yo vi su boca y no llegué a su boca. 2030

HERNANDO ¿No te bastó la mano?

LUCINDO Templó el fuego arrimando la nieve de su mano, porque salió a la boca el alma luego, hecha un volcán de amor, por agua en vano. ¿Qué me dirás cuando a la boca llego? 2035

HERNANDO ¿Mordístela?

LUCINDO No sé; ¿mármol indiano,

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cristal de roca, quieres que mordiese? ¿No basta, si es imagen, que le bese?

HERNANDO ¡Tu padre!

LUCINDO Calla, y déjale que pase.

Sale el capitán.

CAPITÁN ¡Qué cabizbajo en viéndome te pones! 2040 Como si no me vieses.

LUCINDO Si pensase que contigo ese crédito tenía, no a Portugal, hasta el Japón me iría.

CAPITÁN Pues no te admires; que peor le tienes. ¿No te avisé que es mi mujer Fenisa? 2045

LUCINDO ¿No me mandaste tú que le besase la mano como a madre? ¿Es, por ventura, porque llamé su blanca mano hermosa?

CAPITÁN ¡Hermosa entonces, y ahora hermosa y blanca! ¡Qué lindo bellacón te vas haciendo! 2050

LUCINDO Cosas te enfadan de tan poco tomo, que es ponerte a la sombra de un cabello. ¡Válgame Dios! ¿En qué te ofendo tanto?

CAPITÁN ¿No es nada, si Fenisa me ha contado que anoche hiciste en su ventana ruido, 2055 y que entre el suelo della y de la reja le pusiste un papel?

LUCINDO ¿Yo?

CAPITÁN Tú, villano.

LUCINDO Pues di que te le dé; que si mi letra tuviere ese papel...

CAPITÁN Detente un poco; que si es ajena, mayor mal sería. 2060

LUCINDO [Aparte a Hernando] (Hernando.)

HERNANDO (¿Señor?)

LUCINDO (¿Oyes?)

HERNANDO (Ya lo entiendo. Sin duda que papel quiere escribirte, y que te avisa que a buscarle vayas entre la reja y la ventana.)

CAPITÁN [Hablando bajo] Escucha; que pasa alguna gente, y no querría 2065 se dijese en Madrid mi casamiento.

Salen Doristeo y Finardo.

DORISTEO (Hablando está con su padre.)

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FINARDO (Pues apártale, que importa.)

Habla Doristeo a Lucindo.

DORISTEO Una palabra os quisiera.

LUCINDO Estoy con mi padre agora; 2070 pero sepamos lo que es buscarme con tanta cólera; [a su padre] que después habrá lugar de responderos a todas.

CAPITÁN (¿Qué quieren éstos, Hernando?) 2075

HERNANDO (Amigos son.)

CAPITÁN (¿Serán cosas del juego?)

HERNANDO (Así lo sospecho.)

CAPITÁN (Nunca de él resultan pocas.)

DORISTEO [A Lucindo] Sin tener obligación, ni conoceros —que sobra para no guardar la cara 2080 que un hidalgo no os conozca—, puse en Gerarda los ojos.

LUCINDO Si es ésa la queja sola, yo os doy desde aquí a Gerarda.

DORISTEO No es ésa.

LUCINDO Pues ¿cómo? ¿Hay otra? 2085

DORISTEO Otra tan grande, que creo que sólo el ver me reporta aquí vuestro anciano padre.

LUCINDO Engaños son de esa loca.

DORISTEO Vos, de picado de ver 2090 que a vuestro amor me anteponga, habéis pensado vengaros quitándome a mí la honra. Servido habéis a mi hermana; y ella, mal sabia y bien moza, 2095 fue anoche con vos al Prado.

LUCINDO ¡Extraña invención de historia! Ni conozco a vuestra hermana, ni trato vuestra deshonra, ni sé, ¡por Dios!, vuestra casa. 2100

FINARDO La tercera es sospechosa. ¡Vive Dios, que os ha engañado!

DORISTEO ¿Cómo engañado, si nombra a Estefanía, mi hermana, de un indiano muerto esposa? 2105

LUCINDO Ya entiendo todo el engaño. La dama, señor, fue otra,

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con quien me pienso casar; que porque aquesta celosa por el nombre no supiese 2110 quién era ante de las bodas, la puse el nombre primero que me vino a la memoria, que lo mismo fuera Inés, Francisca, Juana o Antonia. 2115 Esto es la verdad, por Dios.

DORISTEO Pues siendo verdad notoria, para satisfacción mía, aunque decirlo vos sobra, holgaré que me digáis 2120 el nombre de esa señora.

LUCINDO Porque habéis de ver muy presto que conmigo se desposa, Fenisa, señor, se llama. Ésta quiero, ella me adora; 2125 la calle de los Jardines es la esfera donde posa, y yo soy vecino suyo… Recelo mi padre toma, y yo querría dejarle; 2130 dadme licencia.

DORISTEO Estas cosas hace el honor. Perdonad. Mil años gocéis la novia.

Vase Lucindo.

CAPITÁN ¿Dónde va aquél?

HERNANDO No sé.

CAPITÁN ¿Si es desafío?

HERNANDO Habla a esos hombres.

CAPITÁN ¡Ah, señores! Creo, 2135 si no me engaña de mi sangre el brío, que de reñir los dos tenéis deseo. Sabed que aquel hidalgo es hijo mío; y pues va solo, y dos con armas veo, yo iré con él, y dos a dos podremos 2140 probar los corazones que tenemos. Soldados fuimos ya los dos en Flandes; fui capitán, y él fue mi alférez. ¡Vamos!

FINARDO Los dos irán a que servir los mandes, que es bien que de soldados te sirvamos. 2145 De hoy más serán, señor, amigos grandes; que aunque por unos celos le buscamos, él nos aseguró que no servía la dama que este hidalgo presumía. Ya sabemos quién es a quien pasea 2150 y Fenisa nos dijo que se llama.

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CAPITÁN ¿Cómo? ¡Fenisa!

FINARDO En fin, cómo desea casarse, y que a ésta sola adora y ama.

CAPITÁN Aparte (Antes su muerte a vuestras plantas vea.)

DORISTEO ¿Mandaisnos otra cosa?

CAPITÁN Que esa dama 2155 tengáis por mujer mía; que no suya.

DORISTEO [Aparte a Finardo] (El cobarde mintió.)

FINARDO (La culpa es tuya.)

DORISTEO (¡Vive el cielo, que sirve a Estefanía!)

FINARDO (Disimula y busquémosle.)

DORISTEO (El soldado se fue de aquí de pura cobardía.) 2160

FINARDO (¡Qué éste es hijo de un padre tan honrado!)

Vanse Doristeo y Finardo.

CAPITÁN ¡Que sirva este traidor la esposa mía, con quien casarme tengo concertado, y que se alabe que ha de ser sus esposa!

HERNANDO ¿Posible es que lo dijo? ¡Extraña cosa! 2165

CAPITÁN Alto, ponle su ropa en la maleta. No ha de quedar aquí ni sólo un día. Camine a Portugal.

HERNANDO Aparte (No fue discreta la industria de Lucindo.)

CAPITÁN ¿Hay tal porfía? De noche por las rejas la inquïeta; 2170 besó su mano, y dijo: «Madre mía», y quizá dijo «esposa» entre los labios ¡No se pueden sufrir tantos agravios! Notifícale luego la partida. Cálzate botas.

HERNANDO Cásate primero. 2175

CAPITÁN No quiero dar lugar a que lo impida; que sirva al Rey, y no a Fenisa, quiero. No ha de entrar en Madrid más en mi vida.

HERNANDO Que templarás aquese enojo espero.

CAPITÁN Darete, ¡vive Dios!, con la de Juanes. 2180 ¡Oh, qué lindo soy yo para truhanes!

Vanse los dos.

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II.3. JORNADA TERCERA

Calle en que vive Belisa. Es de noche.

Salen Lucindo, con capa con oro y plumas, y Hernando.

LUCINDO ¿Que mi padre les contó que era su esposa y no mía?

HERNANDO ¿Que siendo yo Estefanía, ande con estos cuentos yo? 2185

LUCINDO El nombre ha dado a entender que es su hermana a Doristeo.

HERNANDO Tan ciego a tu padre veo, que te ha de echar a perder. Pienso que van a buscarte; 2190 que de Fenisa el amor, dirán que ha sido temor y término de escaparte. ¿Para qué se lo decías?

LUCINDO Para asegurar un hombre, 2195 no entendiendo que aquel nombre se le acordara en sus días.

HERNANDO ¿Piensas ir a Portugal?

LUCINDO ¿Cómo, si mi bien me avisa de que su madre Belisa 2200 ha de remediar mi mal?

HERNANDO ¿Fuiste a la reja?

LUCINDO Pues ¿no?

HERNANDO Y ¿hallaste el papel?

LUCINDO Estaba donde a mi padre avisaba, cuando a mi padre engañó. 2205 Hallele, al fin, en la reja; leíle, y dice que luego me finja de amores ciego de su madre.

HERNANDO ¿De la vieja?

LUCINDO De la misma.

HERNANDO ¡Extraño caso! 2210

LUCINDO Pues más me ha mandado hacer.

HERNANDO ¿Y es?

LUCINDO Pedirla por mujer.

HERNANDO ¿Por mujer?

LUCINDO Habla más paso; que ya ha de salir al balcón, y acaso te puede oír. 2215

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HERNANDO Sólo pudiera impedir tu partida esta invención. ¡Discreta mujer!

LUCINDO Notable.

HERNANDO Y ¿piensas con ella hablar?

LUCINDO Tú has de estar en mi lugar, 2220 para que contigo hable. Fíngete Lucindo, y yo, mientras hablas a Belisa, estaré con mi Fenisa; que así el papel me avisó. 2225

HERNANDO ¿Qué hablaré?

LUCINDO Cosas de amor.

HERNANDO Mucho sabe esta doncella; mil veces pienso si es ella...

LUCINDO ¿Quién?

HERNANDO La doncella Teodor.

LUCINDO Hoy quiero probar tu seso. 2230 Veamos cómo requiebras esta vieja.

HERNANDO Hoy me celebras por único.

LUCINDO Yo confieso que por inferior me nombre a tu ingenio, si la engañas. 2235

HERNANDO Mis telas son telarañas. ¿Qué importa ser gentilhombre si faltan galas?

LUCINDO Pues bien...

HERNANDO Dame esa capa con oro.

LUCINDO Diérate, Hernando, un tesoro. 2240 Toma el sombrero también.

HERNANDO Tú podrás ponerte el mío.

Cambian de capa y sombrero.

LUCINDO A fe que quedo galán.

HERNANDO ¡Ah, Lucindo, cómo dan los vestidos talle y brío! 2245

LUCINDO Quedo, al balcón han salido.

Salen Fenisa y Belisa a una reja alta.

BELISA Dame, Fenisa, lugar; que quiero a Lucindo hablar.

FENISA ¿De qué sabes que ha venido?

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BELISA Veo dos hombres parados 2250 mirando nuestro balcón.

FENISA Bien conoces, ellos son; que hacen señas embozados. Voyme, y Dios te dé ventura... Mas dame licencia un poco 2255 de hablar a Hernando.

BELISA Es un loco.

FENISA Agrádame su locura, y téngole que decir un recado al capitán.

BELISA Ve a esotra reja.

Vase Fenisa

HERNANDO (Ya están 2260 donde nos pueden oír.)

LUCINDO (Fenisa se fue de allí.)

HERNANDO (Su madre la despidió.)

BELISA ¿Sois Lucindo?

HERNANDO No soy yo, después que vivís en mí; 2265 pero soy el que os adora con el alma que le dais, pues mi humildad levantáis a vuestro valor, señora. [Aparte a Lucindo] ¿No va bueno?

LUCINDO (¡Pesia tal, 2270

que hablas con gran discreción!)

HERNANDO (Estoy hecho un Cicerón.)

BELISA Puesto que parece mal, Lucindo, que una mujer, que en fin de Fenisa es madre, 2275 la case con vuestro padre y a vos os venga a querer, que en efeto sois su hijo; llegado a que me queráis, yo confieso que me dais 2280 un juvenil regocijo. ¿Es posible que os agrado y que os parezco tan bien?

Fenisa, que sale a otra reja, al otro lado del teatro. Por tanto, la situación en escena es Fenisa en una reja, Belisa en la otra y Lucindo y Hernando en la calle.

FENISA [En voz baja] (¡Ce, Lucindo!)

LUCINDO (¿Quién es?)

FENISA (Quien el alma y vida te ha dado. 2285

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Llega, mientras entretiene a la loca de mi madre tu crïado.)

HERNANDO Si mi padre, como viejo, a querer viene la tierna edad de Fenisa, 2290 yo, como mozo, os adoro por ese grave decoro.

FENISA (Muriéndome estoy de risa.)

HERNANDO Esas tocas reverendas, ese estupendo monjil, 2295 ese pecho varonil testigo de tantas prendas, ese chapín enlutado que del pie los puntos sabe, que pisa el suelo, más grave 2300 que un frisón recién herrado, esa bien compuesta voz, ese olor de amor espuela, que es azúcar y canela de aquestas tocas de arroz, 2305 esos antojos al lado para encubrir los de enfrente, ese manto en que consiente ser el amor manteado, esa encarnada nariz 2310 donde amor destila y saca ámbar, mirra y tacamaca más que el Arabia feliz; en fin, tocas, pies, frisón, nariz, monjil, manto, antojos, 2315 voz, chapín, son a mis ojos selvas de varia lición.

LUCINDO (¿Escuchástelo?)

FENISA (Sospecho que ha de entender el engaño.)

LUCINDO (En que yerre está mi daño, 2320 y en que acierte mi provecho. Pero dime, prenda mía, ¿qué ha de ser de nuestro amor, si de ti con tal rigor este padre me desvía? 2325 No te descuides, mi bien; que apresura mi partida.

FENISA No tengas pena, mi vida, ni esos miedos te la den; que mi madre, loca y vana 2330 está por tu amor de modo que pondrá remedio en todo.)

LUCINDO (Sí, mas la boda cercana me amenaza, como ves;

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y si él se llega a casar, 2335 ¿cómo podrás remediar mi ausencia, y muerte después? A la fe, que aunque es tan cierto que eres discreta y sutil, que no halles modo entre mil 2340 para dar la vida a un muerto.)

FENISA (Si soy tuya, si nací para ti sola, y si estoy cierta que como yo soy tuya, tú lo eres de mí, 2345 da traza cómo salgamos destos padres enemigos; hacienda tienes y amigos. Adonde quisieres vamos. Discreta y enamorada 2350 me sueles, Lucindo, hacer, mas ya sólo quiero ser mujer y determinada.)

LUCINDO (Si tienes resolución de que te saque de aquí, 2355 ánimo me sobra a mí para igual ejecución. Esta noche, gloria mía, joyas y vestidos coge, y aunque tu madre se enoje, 2360 te sacaré a mediodía; que no temo de mi padre el mal que me pueda hacer.)

FENISA (Si voy a ser tu mujer, máteme después mi madre.) 2365

BELISA ¿Que tiene determinado envïarte a Portugal?

HERNANDO No he visto locura igual como en la que el viejo ha dado. Dice que adoro a Fenisa, 2370 que la sirvo y solicito, que el sueño y quietud le quito, y sigo en saliendo a misa; y de celos me destierra.

BELISA Mi bien, y ¿quereisla vos? 2375

HERNANDO ¡Yo a Fenisa! ¡Plegue a Dios que aquí me trague la tierra, que me maten seis villanos en su heredad o su aldea porque no hay muerte que sea 2380 más infame que a sus manos, plegue a Dios que un arcabuz probándole me traspase, o que una espada me pase desde la punta a la cruz 2385

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si en mi vida tuve intento de amalla ni pretendella, ni jamás hablé con ella de amor ni de casamiento!

LUCINDO (Muy bien lo puede jurar.) 2390

BELISA Satisfecha estoy, mi bien.

HERNANDO Dejando aquesto también, ¿tienes algo que me dar? Porque en dándome un enojo, o en jurando alguna cosa, 2395 me da una hambre espantosa; soy preñada con antojo.

BELISA ¿Gana tienes de comer?

HERNANDO Rabio, ¡por Dios!

BELISA Todo es malo cuanto hay en casa; un regalo 2400 mañana te quiero hacer. ¿Qué conserva comes bien? Que soy en dulces notable; de guindas es razonable, y de perada también. 2405 Duraznos es extremada. ¿Qué conserva haré?

HERNANDO Un menudo con su perejil; que dudo que la haya tal, bien lavada.

BELISA ¿Deso gustas? Pues hallaste 2410 la limpieza, la sazón y el buen gusto.

HERNANDO Cosas son en que el tuyo conformaste. Envíamele mañana.

LUCINDO (¿Hay villano tan grosero?) 2415

BELISA ¡Qué menudo hacerte espero?

HERNANDO No será peor la gana.

BELISA ¿Menudo comes?

HERNANDO Aparte (No pudo ponerse ese gusto en duda, porque quien sirve a vïuda, 2420 se obliga a comer menudo.)

LUCINDO Gente pasa. ¡Ce!

BELISA ¿Quién llama?

HERNANDO Hernandillo, mi crïado, que allá con Fenisa ha hablado.

BELISA ¡Lindo pícaro!

HERNANDO De fama. 2425

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Díceme que pasa gente. ¡Adiós!

BELISA Él, mi bien, os guarde.

Vase Belisa.

LUCINDO (Pues pasa gente y es tarde. ¡Adiós!)

FENISA [Le habla a Hernando y vase.] ¡Ay mi gloria ausente! ¡Qué bien que la has divertido! 2430

HERNANDO ¡Famosamente la hablé!

LUCINDO Ven tras mí. Pero ¿qué fue aquello que le has pedido?

HERNANDO Un menudo.

LUCINDO Y ¿eso pudo pedir tu lengua, grosero? 2435

HERNANDO Tú negocias por entero, yo negocio por menudo.

Vanse.

Sala en casa de Gerarda.

Salen Doristeo y Gerarda.

GERARDA Sosiega el pecho celoso; que yo sabré si es verdad.

DORISTEO Sospecho que, temeroso, 2440 de alguna temeridad, a que obliga un caso honroso, dijo que el nombre fingía, y fue a tiento Estefanía, porque su padre, en mi daño, 2445 me dijo por desengaño cómo a Fenisa servía.

GERARDA El padre acaso pensó que a Fenisa amabas...

DORISTEO ¿Yo?

GERARDA Y para en paz os poner, 2450 dijo que era su mujer.

DORISTEO No lo entiendo.

GERARDA ¿Cómo no? Si pensó que la cuestión era por Fenisa allí, ¿no fue sutil invención 2455 hacerla su mujer?

DORISTEO Sí, tienes, Gerarda razón;

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pero mi celoso honor aún quiere desto más prueba.

GERARDA También la pide mi amor. 2460

DORISTEO Esta sospecha me lleva de un temor a otro mayor.

GERARDA ¿Quieres que los dos sepamos si es verdad que ama a Fenisa?

DORISTEO Sí quiero.

GERARDA A su casa vamos. 2465

DORISTEO ¿Cuál ignorancia te avisa que si le quiere digamos?

GERARDA ¿Digo yo que sea ansí?

DORISTEO Pues ¿cómo?

GERARDA Yo entraré huyendo.

DORISTEO ¿De quién has de huír?

GERARDA De ti, 2470 que eras mi esposo diciendo, ………………………………. sacarás la daga.

DORISTEO Bien

GERARDA Pondrános en paz su gente; quedaréme allí también, 2475 donde a Fenisa le cuente que quiero a Lucindo bien, y que por él me matabas; que te llame, y en secreto te diga lo que dudabas. 2480

DORISTEO ¡Gentil industria, en efeto, de mujer!

GERARDA ¿Su ingenio alabas?

DORISTEO ¡Oh mujeres!

GERARDA Y españolas…

DORISTEO Camina.

GERARDA Si estamos solas, ella dirá la verdad. 2485

DORISTEO Mujeres con voluntad son como la mar con olas.

Vanse Gerarda y Doristeo.

Sala en casa de Belisa.

Salen el capitán, Fenisa y Belisa.

CAPITÁN Si supiera vuestro intento, no le echara de mi casa.

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BELISA Yo os he dicho lo que pasa. 2490

CAPITÁN Huélgome del casamiento; daros quiero el parabién.

BELISA Si mi bien camino va, el paramal me dará quien me ha dado el parabién. 2495

CAPITÁN Si yo estuviera avisado que Lucindo os quería —que en opinión le tenía de hombre menos asentado—, yo propio tratara aquí, 2500 Belisa, del casamiento; que es dar a mi bien aumento que nos troquemos ansí. Casado con quien es madre de mi bien, como confío 2505 de vos misma, el hijo mío vengo yo a tener por padre; y Fenisa, mi mujer y vuestra hija, tendrá padre en Lucindo; y dará 2510 a todo el mundo placer la discreción del trocar las edades por los gustos.

BELISA Dado me habéis mil disgustos en pretenderle ausentar; 2515 y no os descuidéis en ir donde el camino estorbéis.

FENISA Gran rigor usado habéis.

CAPITÁN No me supe resistir.

FENISA ¿Fue celos, por vida mía, 2520 del destierro la ocasión?

CAPITÁN Celos de su vida son, que una cierta Estefanía le trae de manera ciego, que le han querido matar 2525 dos hombres deste lugar. Y le matan si no llego.

BELISA Pues ¿quiere a alguna mujer?

FENISA Aparte (¿Qué es lo que escucho? ¡Ay de mí!)

CAPITÁN Así entonces lo entendí; 2530 mentira debe de ser. No me acordé que le amabais. Perdonad; que por él voy.

Vase el capitán.

BELISA Confusa, Fenisa, estoy.

FENISA Mi pensamiento imitáis. 2535

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BELISA Si tiene alguna mujer, ¡buen lance habemos echado!

FENISA Aparte (A ti poco te ha burlado, si burla te quiso hacer; pero a mí, que me engañó 2540 fingiendo amarme de veras...)

BELISA ¿Qué dices?

FENISA Que no creyeras lo que este viejo contó; que con los celos que tiene finge dos mil desatinos. 2545

BELISA ¡Por qué notables caminos a darnos enojo viene! Gente se nos entra acá.

FENISA Dejose abierta la puerta.

BELISA ¡Bien hará lo que concierta 2550 si otra mujer tiene ya!

Sale Gerarda huyendo, y Doristeo, la daga desnuda.

GERARDA ¡Favor, señores! Socorredme presto, que me mata este bárbaro tirano.

DORISTEO ¿Quién te ha de dar favor, infame adúltera?

BELISA Tened, señor; no la matéis os ruego. 2555

FENISA Paso, señor. ¿Por qué le dais la muerte?

GERARDA ¡Yo adúltera, señor!

BELISA Tened la mano. Respetad esas tocas norabuena.

DORISTEO Si no mirara esa presencia noble, de vuestra calidad notorio indicio, 2560 el corazón le hubiera atravesado.

GERARDA Y matáraste en él, que en él te tengo.

DORISTEO ¡Agora amores, falsa, vil perjura! ¡Agora hechicerías! ¡Vive el cielo…!

FENISA Acabad, si queréis; que venís loco, 2565 y algún demonio revestido en celos os debe de mover la lengua y manos.

BELISA [A Doristeo] No habéis de estar aquí, por vida mía. Venid; que os quiero hablar en mi aposento. Descansaréis de vuestro mal conmigo. 2570

DORISTEO Yo os quiero obedecer, y referirle, aunque traiga mi infamia a la memoria.

BELISA Pues con mi hija quedará esta dama. ¿Qué nombre tiene?

DORISTEO Estefanía se llama.

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Vanse Belisa y Doristeo.

FENISA De gran peligro os ha librado el cielo. 2575

GERARDA ¡Ay, señora, que estoy temblando toda! ¿Dónde me podré ir?

FENISA No tengáis miedo. Contadme vuestro mal.

GERARDA Sí haré, si puedo. Yo soy, gallarda señora, una mujer desdichada; aunque esto ya lo sabéis, 2580 pues lo veis en mi desgracia. Nací en Burgos, ciudad noble, y mis padres, que Dios haya, me trajeron a la corte. niña, en los brazos del ama. 2585 Crïáronme con regalo, y de mi talle o mis galas rendido el hombre que veis, me pide con grandes ansias. Casáronme a mi disgusto; 2590 en fin, sobre estar casada de la manera que digo, carga el peso de esta infamia. Vime sin gusto con él, mil veces determinada 2595 para quitarme la vida.

FENISA No digáis tal.

GERARDA Esto pasa.

FENISA Pues, ¿por desdicha ninguna, dice una mujer cristiana que se ha de quitar la vida? 2600

GERARDA Señora, experiencia os falta. No sabéis lo que es tener en la mesa y en la cama un enemigo de día y de noche una fantasma. 2605 Mas mi desesperación fue en esto medio templada con la vista de un mancebo, soldado y sol dado al alma. Era un alférez galán, 2610 por quien por puntos les daba a las niñas de mis ojos alferecía sin causa, que en la mala compañía del marido que me daban, 2615 pensé que con un alférez pudiera sufrir las faltas. Pagome la voluntad, y con obras y palabras

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marchamos diez y seis meses, 2620 llevándose amor las armas. Mas como en marchando amor toca la envidia las cajas, oyó el bando mi marido y los tiros a su fama. 2625 Comenzó a tener sospechas; puso un espantajo en casa, para que el pájaro huyese que al hortelano burlaba. Busqué medios por vecinos, 2630 hubo puertas y ventanas, porque cuando quieren dos, fácilmente se baraja. Mas para abreviar, señora, con mi amor y mi esperanza, 2635 no ha faltado quien me ha dicho que el ver mi marido en arma hizo a Lucindo mudar —que así el alférez se llama— el alma y el pensamiento, 2640 adonde agora se casa con una Fenisa, dicen, a quien de discreta alaban; que quien la alaba de hermosa, dicen que a su rostro agravia. 2645 He perdido tanto el seso, que he salido de mi casa, y buscado de tal suerte este ingrato que me agravia, que hoy, como veis, mi marido 2650 me ha topado disfrazada; que pensaba hallarle aquí, que aquí vive quien me mata. ¿Conocéis en esta calle esta dama, hermosa dama? 2655 ¿Sabéis quién es, por ventura, la que mis desdichas causa? Que ya que de mi marido tomé puerto en vuestra casa, tras el remedio del cuerpo, 2660 de vos espero el del alma.

FENISA ¿Que Lucindo os quiere bien?

GERARDA ¿Conocéisle?

FENISA ¡A Dios pluguiera que ni yo le conociera, ni él a mí!

GERARDA ¡Ni a vos también! 2665 ¡Cosa que a tiento haya dado con la causa de mi mal!

FENISA El vuestro no ha sido igual al mal que me habéis causado.

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Yo soy Fenisa, ¡ay de mí!, 2670 engañada de ese ingrato, que no sabiendo su trato, mucho del alma le di. Yo soy con quien de secreto su casamiento trató, 2675 porque no pensaba yo tanto mal en tal sujeto. Pero pues a tiempo estoy, y mi honor salvo, creed que agradezco la merced 2680 y que de mano le doy. Hoy con su padre me caso por sólo hacerle pesar; que le tengo de abrasar con el fuego en que me abraso. 2685 Y pues que vos le queréis, gozadle por largos años.

GERARDA ¿Que vos me hacéis tantos daños, y que vos muerto me habéis? ¿Que vos os llamáis Fenisa? 2690

FENISA Estad segura que ya Lucindo vuestro será.

GERARDA Mi desengaño os avisa. Es el hombre más traidor, más mudable y lisonjero 2695 que ha visto el mundo.

FENISA No quiero más desengaños, amor. Adiós, gustos atrevidos. ¿Vuestro nombre?

GERARDA Estefanía.

FENISA Bien su padre me decía: 2700 no eran sus celos fingidos. Ya sabía vuestro nombre, ya sé todo lo que pasa.

GERARDA No admitáis en vuestra casa, pues que sois cuerda, tal hombre. 2705 Mirad que os ha de quitar el honor.

FENISA Perded el miedo.

GERARDA Ya, señora, que me puedo de mi marido librar, dadme licencia; que quiero 2710 irme en casa de una hermana.

FENISA ¿Querréis verme?

GERARDA Cosa es llana. Ser muy vuestra amiga espero. ¿Hay puerta falsa?

85

FENISA Sí habrá, si por Lucindo salís. 2715

GERARDA ¡Qué bien, señora, decís! Adiós.

FENISA Presto, que os verá.

GERARDA Aparte [Mientras se va] (Famosamente he sabido de Lucindo el pensamiento y su gusto y casamiento 2720 por notable estilo impido. ¡Bella mujer, lindo talle! Muriéndome voy de celos. Guardad a Lucindo, cielos; que he de matarle en la calle.) 2725

Vase Gerarda.

FENISA Salga del alma aquel violento rayo que la dejó como ceniza fría, porque parezca la esperanza mía palma sobre las nieves de Moncayo. Ya estaba en flor, cuando en mitad de mayo 2730 el hielo derribó su lozanía; que cuando muda el tiempo, basta un día para que su verdor trueque en desmayo. No más gustos de amor, que son engaños, que llevan la razón por los cabellos; 2735 no sufra el alma tan injustos daños. No quiero bienes ya, por no perdellos; mas ¿cómo olvidaré con desengaños, si dicen que se aumenta amor con ellos?

Sale Lucindo.

LUCINDO Con la determinación, 2740 bella Fenisa, de ser en tan dichosa ocasión tu esposo, y tú mi mujer, que nombres seguros son, he tenido atrevimiento 2745 de llegar a tu aposento, y dejo un coche en la calle, que de ese gallardo talle viene a ser alojamiento. Ven sin poner dilación 2750 al coche, fénix divina, porque en aquesta ocasión te quiero hacer Proserpina deste abrasado Plutón. ¿Qué te suspendes? ¿Qué miras? 2755

FENISA ¿No quieres que me suspenda? ¿Qué dices? ¿Burlas? ¿Deliras? ¿Con quién hablas?

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LUCINDO Dulce prenda del alma, ¿a qué blanco tiras? ¿Hay alguien con quien cumplir? 2760 ¿No es hora ya de salir, como anoche concerté?

FENISA ¿Con quién el concierto fue? Eso me vuelve a decir.

LUCINDO ¿No me hablaste anoche?

FENISA Sí. 2765

LUCINDO Lo que concertamos di.

FENISA Que te cases con mi madre, pues yo lo estoy con tu padre.

LUCINDO ¿Con tu madre? Eso fingí.

FENISA Ya no puede ser fingido. 2770 Testigos hay que has tratado ser de mi madre marido.

LUCINDO Luego ¿tú me has engañado?

FENISA El engaño tuyo ha sido. De mí no hay que pretender; 2775 que soy mujer de tu padre, y mi madre es tu mujer.

LUCINDO ¿Cómo mi mujer tu madre? Demonio debes de ser. ¿No te acuerdas que tú fuiste 2780 la que primero me quiso? Tercero a mi padre hiciste, mi padre me dio el aviso y te hablé donde quisiste. En orden a nuestro intento 2785 fingimos el casamiento. ¿Qué me dices de tu madre?

FENISA Yo soy mujer de tu padre, esto es verdad y esto siento. Si mi madre no te agrada, 2790 más señora, más honrada que tu dama Estefanía, vete a buscarla y porfía; que es dulce la fruta hurtada. Mas guarda; que su marido 2795 te busca.

LUCINDO En lo que has hablado, celosa te he conocido. Sin duda te han engañado con ese nombre fingido. Mi lacayo Hernando fue 2800 una noche Estefanía; que así al Prado le llevé. No dilates, fénix mía, el galardón de mi fe;

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que si he visto a Estefanía, 2805 la vida me quite el cielo, fálteme el sol, falte el día, sepúlteme vivo el suelo y pierda tu luz, luz mía. Mira que te han engañado 2810 porque Hernando, disfrazado, ha sido la Estefanía.

FENISA Conozco tu alevosía; tarde, Lucindo, has llegado. Y no me hagas perder 2815 el respeto; que has de ser antes de un hora mi padre, que al marido de mi madre debo por padre tener.

LUCINDO ¿Qué dices?

FENISA Lo que has oído. 2820

LUCINDO ¿Tienes seso?

FENISA El que te falta.

LUCINDO O tú o yo le hemos perdido.

FENISA Eso sí, da voces falsas, que ya vendrá mi marido.

LUCINDO ¡Válgame Dios!

FENISA Valga, pues. 2825

LUCINDO ¿Matareme?

FENISA Necedad

LUCINDO Pues ¿qué haré?

FENISA Casarte.

LUCINDO ¿Ves cómo fue mi amor verdad, y tu liviandad lo es? ¿Ves cómo vine por ti 2830 y que como hombre cumplí lo que anoche concerté? ¿Ves cómo mujer te hallé, y no mujer para mí? ¿Ves cómo es bien empleado 2835 todo cuanto mal decimos de vosotras? ¿Ves que he estado, conforme el concierte hicimos, prevenido y confïado? Pues ¡plegue a Dios que te veas, 2840 y tan presto, arrepentida, que tú mi venganza seas!, que en lo que toca a mi vida, será lo que tú deseas. Goza a mi padre, que es padre, 2845 y es mejor que yo en efeto,

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puesto que menos te cuadre; que yo seré tan discreto, que la mujer trueque en madre; que pues mi padre me envía 2850 a Portugal, porque tal delito en quererte hacía, me pasaré a Portugal por la libertad, que es mía.

Vase Lucindo.

FENISA ¡Ay, Dios!, detente señor... 2855 Pero no, que es cauteloso. Vaya esta vez el traidor. …………………………… ……………………………

Sale Hernando.

HERNANDO Oye, escucha.

FENISA ¿Qué haces señas? 2860

HERNANDO ¡Tan tibia en esta ocasión! ¿Cómo ese rigor me enseñas? …………………………… …………………………… ¿No vio Lucindo aquí, 2865 según me dijo, por ti?

FENISA Ya estamos desconcertados.

HERNANDO ¿Cómo?

FENISA Hay amores casados; no era bueno para mí. ¿Quién es una Estefanía 2870 a quien Lucindo quería?

HERNANDO ¿Hasta acá llega el enredo?

FENISA ¿Qué enredo?

HERNANDO Decirte puedo que fui yo esa dama un día.

FENISA ¿Tú esa dama?

HERNANDO Disfrazado 2875 con un manto, estuve al lado de cierta dama. En efeto di celos; y esto secreto, no sepa que lo he contado. Que mi señor la quería 2880 antes que os viese; y después os juro, señora mía, que un tigre a sus ojos es, aunque se cansa y porfía; que anda perdida y celosa. 2885

FENISA Sin duda me han engañado.

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HERNANDO Yo sé que no hay otra cosa que le dé en Madrid cuidado sino vos, Fenisa hermosa. Mas ¿qué le diré?

FENISA No sé; 2890 que viene mi madre aquí. Huye.

HERNANDO Por allí me iré.

Vase Hernando. Sale Belisa.

BELISA Ya, Fenisa, despedí aquel hombre.

FENISA Y ¿cómo fue?

BELISA No sé si podré, de risa, 2895 contarte lo que ha pasado.

FENISA De todo, madre, me avisa.

BELISA De verte se ha enamorado.

FENISA ¿Tan presto?

BELISA Escucha, Fenisa; que te quiere por mujer. 2900

FENISA ¿Siendo casado?

BELISA Es enredo que esta mujer quiso hacer.

FENISA Que son celos tengo miedo.

BELISA Celos debieron de ser. Contome que concertaron 2905 que se hiciese su marido, porque los dos sospecharon, él que su hermana ha servido y ella que aquí le engañaron...

FENISA ¿A quién?

BELISA A Lucindo.

FENISA ¡Bien! 2910 ¿Que de Lucindo son celos?

BELISA Y a mí me los dan también.

FENISA Pusieron en paz los celos su verdad y mi desdén. Aparte (Perdí gallarda ocasión 2915 de gozarle a mi contento; mas no faltará invención. Hoy será mi casamiento en casa y con bendición). Madre, no estés divertida. 2920 Después que esta cautelosa mujer, falsa y atrevida, vino sin vida, celosa,

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para quitarnos la vida, ha estado Lucindo aquí 2925 y me ha dicho que te adora.

BELISA ¿Es cierto?

FENISA Esto pasa ansí. Pero díceme, señora, que hablando a su padre en ti le halla muy desabrido 2930 en que sea tu marido, y que es forzoso, en efeto, el casaros de secreto.

BELISA Siempre lo tuve entendido. No quisiera el capitán 2935 que su hijo se casara porque murmurar podrán que el viejo goza esa cara, y que a Lucindo me dan. ¡Pues mi marido ha de ser! 2940

FENISA Él dice que en tu aposento te quiere esta noche ver.

BELISA ¿Qué sientes de eso?

FENISA ¿Qué siento? ¡Que allí serás su mujer!

BELISA Trázalo, pues anochece. 2945

FENISA Vete a prevenir y calla.

BELISA Mi ventura me enloquece; por no darte que envidialla, no digo lo que me ofrece. Voy a perfumarlo todo 2950 y que esté con grande aseo.

FENISA Hazlo, madre, de ese modo… [Vase Belisa] ¡Qué bien mis bodas rodeo, y el nuevo engaño acomodo!

Sale el capitán.

CAPITÁN ¿Es mi Fenisa?

FENISA Soy quien te desea. 2955 ¿Adónde está Lucindo? que mi madre ya quiere efectuar el casamiento.

CAPITÁN ¿Qué casamiento?

FENISA El suyo con el mío.

CAPITÁN Bien dice, y no aguardemos a más términos; que ya los dos tenemos corta vida. 2960

FENISA Yo estoy, señor, también desengañada de que no era Lucindo el que venía de noche a mi ventana.

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CAPITÁN ¿Qué me cuentas?

FENISA Hoy supe que era un cierto amigo suyo; y así, quiero que vayas a buscarle, 2965 y le diga que ronde aquesta noche la puerta desta casa con Hernando; porque anoche a las diez, por la ventana del huerto entró el amigo que te digo, y a la puerta llamó de mi aposento. 2970 Levanteme, pensando que mi madre venía a visitarme, y si no cierro, no dudes que sucede una desgracia.

CAPITÁN ¡Hay maldad semejante! ¡Vive el cielo, que he de ser yo quien ronde!

FENISA No, mis ojos; 2975 que en ese tiempo habéis de estar conmigo.

CAPITÁN ¿Adónde?

FENISA En mi aposento, de secreto.

CAPITÁN Dadme esas manos.

FENISA Advertid que quiero que vengáis muy galán y rebozado, y que os hagáis la barba; que no gusto 2980 de verla de esa hechura; que en efeto pareceréis mejor más atusado.

CAPITÁN Quien para tanta gloria se previene, no dudéis que vendrá galán del todo. La barba haré cortar a vuestro gusto, 2985 pues hacerse la barba es muy de novios; y yo lo he de ser vuestro.

FENISA Ya es muy tarde, hablad a vuestro hijo.

CAPITÁN El cielo os guarde.

Vanse Fenisa y el capitán.

Sala en casa del capitán.

Salen Lucindo y Hernando.

LUCINDO Arrepintiose.

HERNANDO ¿Qué dices?

LUCINDO Lo que oyes.

HERNANDO No lo creas. 2990

LUCINDO Ni tú mudanza que veas.

HERNANDO Son retóricos matices para encarecerme el bien. ¿Hasla por dicha gozado? Que te veo muy mirlado. 2995

LUCINDO Y aun muerto me ves también.

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HERNANDO ¿Hablas de veras?

LUCINDO Llegué para sacalla de allí, y de manera la vi, que dando voces bajé. 3000 Volví el coche, y los amigos se volvieron a su casa.

HERNANDO Pues ella toda se abrasa, y estos ojos son testigos...

LUCINDO ¿Cómo?

HERNANDO De celos crüeles. 3005

LUCINDO Pues ¿de quién?

HERNANDO De Estefanía.

LUCINDO ¡Que esto dure todavía! No me aflijas, como sueles; que todo nace de amor.

HERNANDO ¡Tu padre!

LUCINDO No importa nada. 3010

Sale el capitán.

CAPITÁN Bien aprestas la jornada.

LUCINDO Mañana me voy, señor.

CAPITÁN ¡Bueno es eso! Estás casado con Belisa, y ¿vaste luego?

LUCINDO Eso ha sido burla y juego. 3015

CAPITÁN Yo sé que tomas estado; pero que sea o no sea, ya te quedarás aquí.

LUCINDO ¿Por qué?

CAPITÁN Porque ya entendí quién a Fenisa desea, 3020 y aún es grande amigo tuyo.

LUCINDO También te habrán engañado.

CAPITÁN Ya Fenisa me ha contado que fue todo engaño suyo. Dice que anoche pasó 3025 por la pared de la huerta cierta persona, o incïerta, y a su aposento llegó: llamó, salió a abrir y viendo el engaño, cerró.

LUCINDO Extraño 3030 hubiera sido el engaño.

CAPITÁN Dio voces, y fuese huyendo. Hame dicho que te diga

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rondes esta noche allí. ¿Haraslo ansí?

LUCINDO Señor, sí; 3035 mandármelo tú me obliga.

CAPITÁN Pues yo vengo muy de prisa. Ármate, y guárdete Dios.

Vase el capitán.

LUCINDO Hoy nos casamos los dos.

HERNANDO ¿Cómo?

LUCINDO Ya entiendo a Fenisa, 3040 quiere que entre a su aposento por el huerto.

HERNANDO Dices bien, y que ella estará también allí con el mismo intento. Mas los celos la han picado; 3045 hoy se cumplen tus deseos.

LUCINDO ¡Por qué notables rodeos a mi remedio he llegado! Vente a armar, porque has de entrar al huerto y guardar la puerta. 3050

HERNANDO Beatriz es dama encubierta; pero allá la pienso hallar.

Vanse los dos.

En la calle.

Salen Doristeo y Finardo.

FINARDO Yo no sé si le llame desengaño el que de vuestra hermana habéis tenido, pues veo que resulta en vuestro daño, 3055 viniendo de Fenisa tan rendido.

DORISTEO Hizo Gerarda aquel enredo extraño. Entré fingiendo que era su marido; pero en viendo a Fenisa, quedé luego ciego del rayo de su ardiente fuego. 3060 Estuve con su madre en su aposento; y si verdad os digo, dije el caso, y pedile a Fenisa en casamiento.

FINARDO Éstas son sus ventanas; hablad paso.

DORISTEO ¡Ay divino y dichoso alojamiento 3065 de la décima musa del Parnaso, de la mujer más bella, y fénix solo que en la dama del Toro ha visto Apolo!

FINARDO Y qué, ¿os pensáis casar?

DORISTEO ¡Si ella me quiere!

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FINARDO ¿Es gente principal?

DORISTEO De virtud tanta, 3070 que la doncella a las demás prefiere, y la madre, Finardo, es una santa.

FINARDO ¿Qué hacienda tiene?

DORISTEO Sea la que fuere, virtud en dote a todos se adelanta. De su recogimiento y virtud quiero 3075 hacer, Finardo, el dote verdadero.

Sale el capitán, con barba diferente, muy hecha, en hábito de noche; y Fulminato.

CAPITÁN [A Fulminato] Ya puedes volverte a casa.

FINARDO [Aparte a Doristeo] (Gente pasa.)

DORISTEO (Y encubierta.)

FINARDO (Creo que para a la puerta; que de la puerta no pasa.) 3080

FULMINATO ¿Mandas que te aguarde aquí, o que llame otros crïados?

CAPITÁN No, que aquellos embozados vienen a guardarme a mí. Entro, vuélvete.

FULMINATO ¿Quién son? 3085

CAPITÁN Lucindo y Hernando.

Vase el capitán.

FULMINATO Quiero hablalos.

FINARDO (Entró.)

DORISTEO (¿Qué espero?)

FINARDO (¡Gran virtud! ¡Gran religión!)

FULMINATO ¿Es menester compañía?

FINARDO Pase adelante, galán. 3090

FULMINATO Perdonen…

DORISTEO Perdón le dan.

FULMINATO ...que por otros los tenía.

Vase Fulminato.

DORISTEO ¡Corrido estoy, vive Dios!

FINARDO ¡Qué gran dote es la virtud!

DORISTEO Tal les dé Dios la salud. 3095

FINARDO Pues quedo.

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DORISTEO ¿Cómo?

FINARDO ¡Otros dos!

Salen Lucindo y Hernando.

LUCINDO Pies, en mi amor os tened.

DORISTEO (¿Echó escala?)

FINARDO ¡Y suben ya.) ……………………….. ………………………... 3100

DORISTEO (¿Qué casa es ésta?)

FINARDO (No sé. Que es fuerza es lo más seguro, pues por la puerta y el muro tanto enemigo se ve.)

DORISTEO (¿Suben los dos?)

FINARDO (Así pasa.) 3105

DORISTEO (Muchas mujeres habrá.)

FINARDO (Pues más gente viene ya; que aún no está llena la casa.)

Sale Gerarda, en hábito de hombre.

GERARDA Aparte (Por ver si aquel mi enemigo viene a rondar por aquí, 3110 salgo de mi casa ansí, con mi amor y sin testigo. No creo que me he engañado; él y su Hernando serán los que en esta esquina están. 3115 ¡A qué buen tiempo he llegado!) ¿Eres tú, crüel?

DORISTEO ¿Quién va?

GERARDA Yo soy, Lucindo.

DORISTEO ¿Quién?

GERARDA Yo.

DORISTEO ¿Mi Gerarda?

GERARDA Tuya, no; de Doristeo soy ya. 3120

DORISTEO Yo soy ese Doristeo.

GERARDA ¡Tú! Pues ¿qué buscas aquí?

DORISTEO A ti te busco.

GERARDA ¡Tú a mí!

FINARDO Con un mismo intento os veo; tú por Fenisa venías, 3125

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y tú por Lucindo vienes.

DORISTEO Es sin duda.

GERARDA Razón tienes.

DORISTEO Hoy habemos sido espías; mas mira ¡qué cosa aquésta! Tres hombres tienen allá. 3130

GERARDA ¿Tres hombres?

FINARDO Y aun treinta habrá.

GERARDA ¡A fe que es Fenisa honesta! Llama con una invención para que quién son sepamos.

FINARDO Fuego, que hay fuego digamos. 3135

DORISTEO Y no con poca razón.

FINARDO [A voces] ¡Fuego, fuego!

DORISTEO ¡Fuego!

GERARDA ¡Fuego!

Dentro Belisa.

BELISA [Dentro] ¡Fuego en mi casa! ¡Ah, crïados!

DORISTEO ¡Fuego!

BELISA [Dentro] ¡Ah, vecinos honrados! ¡Fenisa, levanta luego! 3140

Dentro Fenisa.

FENISA [Dentro] ¡Fuego, madre!

DORISTEO Que se abrasa la casa.

Dentro Lucindo.

LUCINDO [Dentro] Luces de presto.

Salen el capitán, Belisa, Lucindo, Fenisa y Hernando, con hacha encendida.

CAPITÁN ¿Fuego en la casa?

BELISA ¿Qué es esto?

LUCINDO ¿Fuego en casa?

FENISA ¡Fuego en casa!

HERNANDO ¿Dónde, señor, está el fuego? 3145

GERARDA Entre vosotros está; pero nadie lo verá, estando el honor tan ciego. ¡Dentro de una casa honrada de una mujer como vos, 3150

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hay dos hombres!

DORISTEO ¿Cómo dos? Y aun tres.

HERNANDO ¡Hermosa empanada!

BELISA Yo con mi marido estoy.

CAPITÁN Y yo estoy con mi mujer.

BELISA …Otro pensé yo tener. 3155

CAPITÁN …De otra que aborrezco soy.

BELISA ¿Cómo es aquesto, Fenisa?

FENISA Con Lucindo me he casado.

BELISA Pues ¿cómo me has engañado? Mas ya lo dice tu risa. 3160

CAPITÁN Di, Lucindo, ¿a un padre noble los buenos hijos engañan?

LUCINDO Señor, yo adoro a Fenisa, y ella, como ves, me paga. Cuanto contigo trató 3165 son enredos que buscaba para casarse conmigo; los que presentes se hallan aunque mis contrarios sean, juzguen, señor, nuestra causa. 3170 ¿No es mejor que el padre mío, con esta señora honrada, que es madre de mi mujer, se case, pues que se igualan en méritos y en edad, 3175 y que como nuestras almas, los dos juntemos los pechos? Habla, y perdona Gerarda.

GERARDA Aunque celosa venía, la razón, Lucindo, es tanta, 3180 que con los dos asesores que a este pleito me acompañan, digo que tu padre sea de Belisa, y que esta dama te goce, amén, muchos años. 3185

DORISTEO La sentencia está bien dada, y yo la confirmo.

FINARDO Y yo.

LUCINDO Dame esa mano.

FENISA Y el alma.

CAPITÁN Dadme vos también la vuestra.

BELISA Dais honra y remedio a entrambas. 3190

HERNANDO Aparte (Para tan viejo rocín cualquier silla le basta.)

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GERARDA Los dos me acompañaréis.

DORISTEO Llevémoste a tu casa.

CAPITÁN Hernando, avisa en la mía 3195 que allá cenan estas damas.

HERNANDO Para en uno sois, ¡por Dios!

LUCINDO Si es para muchos la farsa, mi amor lo diga, y dé fin La discreta enamorada. 3200

FIN DE LA COMEDIA

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IIIIII.. AACCTTIIVVIIDDAADDEESS La realización de las actividades, además de servir para profundizar más sobre la obra que

forma parte de nuestro plan lector, son el sistema de comprobación que se va a emplear esta evaluación sobre la lectura. Los bloques III.1. y III.2. deberán entregarse antes de realizar la actividad complementaria de Almagro, las correspondientes al bloque III.3. se entregarán antes de finalizar las clases del presente curso.

III.1. ANTES DE LEER LA OBRA

Para la realización de las actividades que se proponen a continuación, se puede aprovechar la información aparecida en la introducción y los textos que conforman el apéndice documental que aparece al final.

a. Aunque nadie puede discutirle a Lope la verdadera creación del teatro español, quien lo llevará al máximo de la complejidad filosófica, estilística y escenográfica barroca será un hombre que participará ya de la creación lopesca, Pedro Antonio Calderón de la Barca. Señala cuáles serán las diferencias fundamentales que introduce Calderón en la dramaturgia lopesca.

b. Durante mucho tiempo se ha creído que Lope vino a Valencia a enseñar a nuestros comediógrafos la nueva fórmula teatral, pero esto no fue así. Explica cómo y en qué aspectos influyó la llamada escuela valenciana en la configuración de la nueva dramaturgia.

c. Hemos visto la importancia del corral de comedias en la dramaturgia de los siglos de oro, pero en Valencia el lugar destinado para la representación presenta algunas diferencias con respecto al corral castellano. Explica en qué consisten esas diferencias y cómo pueden influir en la configuración del espectáculo.

d. A partir de los datos que aparecen en la cronología, elabora una biografía de Lope de Vega. No debes realizar una simple acumulación de datos, sino que debes emplear los mecanismos de síntesis y agrupamiento temático, de los aspectos más importantes de su vida, sin olvidar mencionar la relación con Valencia en su trayectoria vital y profesional. Díez Borque nos diría: «…constantes en la vida de Lope: escribir teatro, servir a nobles, participar en campañas militares, aventuras amorosas, e itinerar por diversas ciudades de España…» o «…los años de un Lope joven y vital, de amores con Elena Osorio (Filis), Isabel de Urbina (Belisa), Micaela Luján (Camila, Lucinda, Juan de Guardo)..., dentro y fuera del matrimonio…», ese es un buen modelo.

e. En el teatro barroco siempre se han diferenciado dos ciclos de dramaturgos: el de Lope y el de Calderón. Dentro del primero encontramos la presencia del valenciano Guillem de Castro. Explica, brevemente, las características de su teatro y de su producción.

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III.2. UNA VEZ LEÍDA LA DISCRETA ENAMORADA

a. La discreta enamorada, como comedia que es del siglo XVII, está dividida en tres actos, utiliza una variedad de estrofas, no sigue las unidades clásicas… y después de una serie de tensiones concluye con un final feliz. Vamos a comprobar que todo esto es así:

a.1. Sobre la estructura de la comedia en el Arte nuevo de hacer comedias, Lope da una serie de indicaciones muy claras. ¿La división en jornadas se ajusta a lo expresado por el propio Lope? Indica en cada jornada qué es lo que sucede y, una vez analizado el contenido de ese modo, verás como te resultará muy fácil realizar un resumen de la obra que se ajuste al esquema narrativo básico (planteamiento, nudo y desenlace).

a.2. En cuanto a los personajes, ¿te parece elevado su número? Trata de comprobarlo con los de otras comedias de Lope. Caracteriza a los personajes principales. ¿Te parecen verosímiles o fundamentalmente teatrales? Identifica los personajes-tipo descritos en introducción con los que aparecen en La discreta enamorada.

a.3. El uso de la polimetría es un de las características que más nos llama la atención a nosotros. Indica las distintas composiciones que encontramos en las siguientes series de versos del 2128-2141 y del 2718-2744. ¿Se ajusta a lo declarado por Lope de Vega en su Arte de hacer comedias? ¿Qué tipo de versos predominan en el conjunto de la obra? ¿Los de arte mayor o menor? ¿Por qué crees que es así?

a.4. Tampoco hace mucho caso a lo que dicen los teóricos del teatro antiguo grecolatino, sobre que la acción de una obra de teatro no debía dura más de veinticuatro horas y que tenía que desarrollarse en un lugar único. ¿En cuánto tiempo crees que se desarrolla la acción de La discreta enamorada? ¿Qué indicios temporales aparecen en la obra que así te lo indiquen? En cada jornada, ¿hay continuidad del tiempo o existen saltos cronológicos entre las escenas? ¿Percibes cierta unidad de lugar o se trata de una comedia que se desplaza a muchos espacios distintos? Si es este último el caso, señala los distintos lugares en los que se desarrolla cada jornada.

a.5. En la medida que es un teatro pobre en escenografía, puede ser rico en vestido y utiliría, pero, lo es sobretodo en el poder de la palabra para sustituir el decorado. ¿Qué elementos de decorado se indican expresamente (escenografía, vestido, objetos, etc.)? ¿En qué ocasiones la palabra sustituye al decorado? ¿Qué crees que es más importante, lo que se ve en escena o lo que hay que imaginar a través de las palabras?

a.6. Las canciones, la lírica tradicional en conjunto, tienen una importante función en el teatro del siglo de Oro. La lírica intercalada interrumpe el curso de la acción (aunque a su servicio), y añade espectacularidad a la representación. ¿Utiliza este recurso Lope en esta pieza? ¿Aporta alguna cosa al desarrollo de la acción? Justifícalo.

a.7. ¿Qué otro final sería posible? Desarróllalo. Ese final por ti propuesto, ¿sería coherente con la forma de obrar en el teatro barroco?

b. En Castilla, las mujeres ya podían participar de las representaciones teatrales como actrices a finales del siglo XVI. En las representaciones del XVII, aunque se diesen los juegos del hombre vestido de mujer, era más frecuente y de una gran popularidad la mujer vestida de hombre. Este disfraz tuvo gran aceptación entre el público masculino, ya que permitía adivinar mejor las formas femeninas. En nuestra obra se dan las dos situaciones. Descríbelas (dónde aparecen, cuándo, quiénes…) y comenta si tienen alguna función dramática.

c. Como ya hemos comentado, en la actualidad se suelen señalar las escenas dentro de cada acto, aunque no era la práctica habitual en la época. Escoge una de las tres jornadas y divídela en escenas. Indica qué versos ocuparía cada una y en qué te has basado.

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d. La discreta enamorada es una de las comedias de Lope, junto con El ejemplo de casadas o El anzuelo de Fenisa, cuyo argumento deriva del Decamerón, la conocida colección de cuentos de Giovanni Boccaccio. Concretamente esta deriva del tercer cuento de la tercera jornada, el titulado El confesor celestino. Señala los parecidos con el cuento de Boccaccio. ¿Qué aspectos o episodios de la comedia de Lope están tomados del relato italiano? ¿Ese motivo de inspiración afecta al núcleo argumental del drama?

e. Relacionado con lo anterior, las procedencias, dicen que el libreto de la zarzuela Doña Francisquita se inspira en ella. Busca información sobre esta zarzuela y aporta razones para justificar esta afirmación o desmentirla.

f. El papel que tiene la dama en la comedia barroca, como podemos ver en Fenisa, es superior al hombre en la estrategia del amor, capaz de elegir marido a su gusto y sin previa autorización. ¿Serían las mujeres en el siglo XVII tal y como se nos muestra en esta obra? Sobre este asunto, Royston O. Jones nos ofrece una interesante reflexión en el apéndice documental, ¿tiene razón el crítico?¿Ocurre hoy lo mismo o han cambiado los tiempos y las costumbres?

III.3. CUANDO YA LA HEMOS VISTO REPRESENTADA

Si no has podido, por los motivos que sean, disfrutar de la vivencia de verla en un auténtico corral de comedias, para contestar a estas cuestiones puedes revisar la adaptación que Francisco Romero ha hecho de la obra para que la compañía del Corral de comedias de Almagro la ponga en escena. La encontrarás, junto con el cartel de la representación en la página web del propio Corral de Comedias de Almagro.

a. Por si se diera el caso de mantener un coloquio con los actores al final de la representación, te sugerimos algunas orientaciones sobre las preguntas que les podrías plantear. Evidentemente, sería interesante añadir otras preguntas pensadas por vosotros. ¿Cuáles serían esas? ¿Por qué razón o razones habéis escogido esta obra y no otra para representarla? Si ya habéis representado la obra varias veces, ¿habéis introducido algún cambio para

mejorarla? ¿Qué ventajas e inconvenientes presentan los textos en verso para los actores/

actrices? ¿Cuál es el momento más complicado o difícil, como actor/actriz, en esta

representación? ¿Por qué? ¿Cómo afecta a vuestro trabajo la actitud que muestra el público? ¿Qué opinión os

merece nuestra actitud como espectadores? Como compañía lleváis ya bastantes años actuando. ¿Qué es lo que más os gusta de

vuestro trabajo, y qué es lo que menos? ¿Qué pensáis de la idea de que los alumnos/as, además de ser espectadores,

deberíamos también producir y montar espectáculos teatrales en nuestros centros?

b. Conocido el ambiente que se vivía en un corral del comedias del XVII, establece las diferencias a partir de tu propia experiencia con relación a la representación en que tú has asistido en el de Almagro desde el momento que empiezas a hacer cola, hasta que, una vez acomodado, los tres golpes de bastón sobre el escenario –o cualquier otro método empleado– anuncian el inicio de la representación.

c. Generalmente, cuando se ponen en escena las obras del siglo XVII, se procede a una adaptación, que consiste casi siempre en acortar un poco su extensión, suprimiendo algunos pasajes de menor interés; se suprimen o aclaran las alusiones a costumbres, a

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veces se suprimen algunos personajes secundarios… La adaptación trata siempre de ajustar la obra a las necesidades e intereses de la compañía que la ha de representar y de los espectadores que la han de ver. Una vez vista la obra, según la versión de Francisco Romero, y leída la original, escribe las principales diferencias entre una y otra. ¿Cuáles podrían ser las razones?

d. Para finalizar, escribe la crítica periodística sobre la representación de La discreta enamorada, haciendo referencia a los siguientes aspectos: Ficha técnica Resumen argumental en un par de líneas Opinión personal y valoración de los siguientes aspectos: adaptación del texto,

interpretación actoral, dirección, aspectos técnicos (escenografía, vestuario y utilería) Recomendación o no –de forma razonada– de esta obra a posibles espectadores. Concluirás el artículo periodístico con la elección de un título que inicie la crítica

realizada.

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IIVV.. AAPPÉÉNNDDIICCEE DDOOCCUUMMEENNTTAALL A continuación te presentamos una pequeña selección de textos que te ayudarán en la mejor

comprensión del complejo mundo teatral barroco y, también, te facilitarán el trabajo de contestar las actividades anteriores.

IV. 1. EL PAPEL DE LA MUJER

Una característica que llama la atención en estas obras es el papel muy activo de la mujer. Desde luego, hay mujeres no menos activas en la tragedia y la tragicomedia: pongamos por ejemplo a Casandra de El castigo sin venganza. Pero son más numerosas en las piezas cómicas. Allí vemos a mujeres –y generalmente mujeres de la clase hidalga– portarse de manera extraordinariamente libre y atrevida, envolviendo a los pobres hombres en confusiones y preocupaciones. La importancia de la mujer en estas obras no es difícil de explicar. El ver tomar la iniciativa a la mujer era gracioso precisamente porque era irreal. En la vida diaria no era de esperar que la mujer tomara tales iniciativas. La libertad que demuestra el personaje femenino sobre la escena supone una subversión del mundo masculino, pero sigue siendo una subversión irreal porque no corresponde a la realidad diaria. No se nos exige que tomemos en serio el enredo que presenciamos: el mundo masculino y los valores masculinos quedan intactos, y al final de la obra se ve restablecida la normalidad. El efecto cómico radica en la violencia temporal que se le hace a esa normalidad cuando vemos cuánto trastorno puede causar al mundo del hombre una joven astuta y voluntariosa. En tales obras el autor juega con posibilidades que parecen cómicas precisamente porque son poco probables. En el fondo, las normas del auditorio no se ven subvertidas sino fortalecidas.

Royston O. JONES: «El perro del hortelano y la visión de Lope», Filología, X (1964)

IV. 2. ¿QUÉ ES UNA ESCENA EN LOPE?

La nota que hace Joan Oleza a su comentario de que «Lope tiende claramente a acelerar la acción, y por tanto a multiplicar el número de escenas, más en el tercer acto que en ningún otro» dice: «Es cierto que la época de Lope no divide explícitamente los actos en escenas, pero no es menos cierto que la estructura de las acotaciones, con las entradas y salidas de los actores, o más tarde con la enunciación de los actores en presencia en cada momento, segmenta el fluido textual en una sucesión de momentos perfectamente delimitados. Nuestra segmentación entiende por cambio de escena cualquier cambio en el abanico de personajes presentes en el escenario, salvo aquellos casos insignificantes en que un paje o criado entra para anunciar a otro personaje y se eclipsa a continuación, o el de la salida gradual y sucesiva de los personajes uno tras otro, en brevísimos intervalos, del escenario. En suma, salvo aquellos casos en que la entrada o salida de algún personaje no permite que se constituya un núcleo de acción».

OLEZA, Joan: «La propuesta teatral del primer Lope de Vega» en VV. AA.: Teatro y prácticas

escénicas. II: la comedia, London, Tamesis book- Alfonso el Magnánimo, 1986

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IV.3. «EL CONFESOR CELESTINO», DEL DECAMERON

Terminada la historia de Pampinea, la reina le indica a Filomena que prosiguiera los relatos, y ésta, con graciosa entonación, comenzó así:

—En nuestra plácida ciudad de Florencia, donde, como bien sabéis, la galantería ocupa más elevado lugar que el amor y la fidelidad, vivía, hace ya algunos años, una dama que la naturaleza había dotado con los más envidiables dones: ingenio, gracia, hermosura, juventud, cuanto puede hacer adorable a una mujer, todo lo tenía. No quiero deciros su nombre ni tampoco el de las personas que en la presente anécdota figuran, pues sus deudos, que todavía viven y ocupan una posición elevada en Florencia, no gustarían de mi indiscreción. Me contentaré con aseguraros que dicha señora descendía de personas de calidad, mas tan poco favorecidas de la fortuna, que se vieron precisadas a darle por marido un comerciante de paños. Estaba ella tan pagada de su cuna, que consideró como una humillación este enlace; por lo tanto, jamás pudo vencer la repugnancia que le inspiraba su esposo. Por otra parte, aquel hombre nada tenía de amable, reduciéndose todo su mérito a ser inmensamente rico y estar muy versado en el comercio. El desprecio o la indiferencia de su mujer para con él llegó a tal extremo, que resolvió no concederle sus favores sino cuando no pudiese dejar de hacerlo sin querellarse, proponiéndose, para resarcirse de aquella abstinencia, buscarse algún otro día más digno de su cariño, no tardando en encontrar la persona que le hacía falta.

Un día, en la iglesia, vio a un joven gentilhombre de la ciudad, cuya fisonomía la dejó tan prendada, que al momento sintió arder en su pecho el fuego del amor. Su pasión hizo tan rápidos progresos, que de noche no reposaba cuando no había podido verle. En cuanto al galán, estaba intranquilo, puesto que ignoraba los sentimientos que había hecho nacer en el corazón de la señora, y ésta era demasiado prudente para atreverse a descubrirle su amor por medio de cartas o por tercera persona, temiendo y con razón las resultas de aquel paso. Mas, como por naturaleza era muy astuta, encontró el medio de comunicarle sus ansias sin comprometerse.

Había notado la dama que el caballero tenía frecuentes entrevistas con un fraile que, aunque gordo y bien rollizo, llevaba una vida bastante arreglada y pasaba por un santo hombre. Por lo tanto, creyó que aquel fraile podría servir de mediador para sus amores y procurarle la ocasión de hablar con el joven. Después de haber reflexionado sobre la manera como debía obrar, se encaminó al convento, y habiendo mandado llamar al religioso, le manifestó que tenía grandes deseos de que la confesara. El buen padre, que desde que la vio no se equivocó sobre su calidad, accedió a su ruego. Después de haberle declarado sus pecados, la dama le dijo que tenía que confiarle un asunto y pedirle una gracia.

—Necesito, reverendo padre, de vuestros consejos y de vuestra ayuda para lo que voy a comunicaros. Ya sabéis quiénes son mis deudos; también os he dicho el nombre de mi marido; empero no os he confiado, y lo hago ahora, que él me ama mucho más que a sí propio. Todos mis deseos los cumple en el acto; es sumamente rico y su fortuna la tiene a mi disposición para satisfacer el menor de mis caprichos y hacerme dichosa. Podéis creer que por mi parte pago su ternura cual se merece, ya que mi amor iguala cuando menos el suyo. Me consideraría la más ingrata y despreciable de las mujeres si pasara siquiera por mi mente nada que pudiese mancillar su honra o herir su delicadeza. Sabréis, pues, mi reverendo, que un joven cuya condición y nombre ignoro, y que, sin duda, me toma por otra persona de la que soy, me tiene sitiada de tal suerte, que siempre me sale al paso. No puedo salir al dintel de mi puerta, a la ventana, ni a la calle, que no se presente a mi vista. Hasta me sorprende que no me haya seguido a esta santa casa, tan grande es su persecución. Es alto, bien proporcionado, de rostro bastante agraciado, y por regular viste de negro; parece una buena persona y muy distinguido y, si no me equivoco, creo haberle visto con frecuencia en vuestra compañía. Como tales asuntos suelen exponer a una mujer honesta a no pocas murmuraciones, aunque ella sea inocente, primeramente tuve ganas de rogar a mis hermanos que le hablasen, pero reflexioné después que los jóvenes no pueden nunca desempeñar esta clase de comisiones a sangre fría; por lo general, se expresan, con aspereza, se les contesta lo mismo, se llega a las injurias y de las injurias se pasa a las vías de hecho. Así, pues, he preferido, para evitar el escándalo y prevenir todo lance desagradable, dirigirme a vos, tanto porque el caballero en cuestión parece gozar de vuestra amistad, cuanto porque vuestro carácter os da derecho a amonestar y reprender no solo a vuestros amigos, sino a todo el mundo. Os ruego, pues, que le hagáis los reproches que su conducta merece y le amonestéis para que me deje tranquila. Que se dirija a otras mujeres, si es aficionado al galanteo; bastantes hay, a Dios gracias, que tendrán gran satisfacción en otorgarle sus favores. En cuanto a mí, su conducta me es insoportable; gracias a Dios, la infidelidad no es mi lado flaco. Estoy muy al tanto de lo que debo a mi marido, a la par que a mí misma, pues tengo muy en mucho en salvaguardar mi honra y reputación.

Terminado este discurso, bajo la cabeza como si se dispusiera a llorar. El religioso comprendió al momento, por el retrato que le hiciera del personaje, que se trataba de su amigo. Elogio mucho los sentimientos virtuosos de

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su penitente, que creía sincera, prometiéndole hacer cuanto deseaba. Luego como sabía que era rica, sermonéola sobre la caridad, terminando la plática, según costumbre, con la exposición de sus necesidades y las del convento.

—En nombre del Altísimo –repuso la dama–, no olvidéis lo que acabo de deciros, si lo niega, podéis noticiarle que yo misma os he confiado el secreto y me he quejado de ello, para que sepa cuánto me ofende su conducta.

Acabada la confesión y habiendo sido absuelta, la penitente no olvido la exhortación del confesor sobre la limosna. Al efecto saco de su bolsa una buena cantidad de dinero, que le entrego, rogándole, para dar cierto aviso oportuno a su liberalidad, que dijera misas por el descanso eterno del alma de sus parientes; hecho lo cual abandono el confesionario y regreso a su casa.

Algunos días después, el joven causa de las ansias de la dama fue a ver, según costumbre, al buen religioso, quien después de ocuparse con él de cosas indiferentes, le llevo a solas para reprocharle dulcemente sus pretendidas persecuciones y asiduidades para con la linda devota. El gentilhombre, que ni siquiera de vista la conocía y además, había pasado muy pocas veces por delante de su casa, contesto al fraile como era natural, que no sabía de lo que le hablaba. Empero el crédulo confesor, sin darle tiempo de repetir nuevas excusas, repuso:

—De nada sirve que os hagáis el sorprendido y el ignorante; sé muy bien lo que me digo, e inútil es que neguéis. No estoy informado por ningún desconocido ni tampoco por los vecinos; la dama misma, que está desesperada, me ha hecho partícipe del secreto. Además de que estas locuras no os sientan bien, os advierto que nada lograréis con semejante conducta; esa mujer es la virtud y la prudencia en persona; así pues, os ruego la dejéis tranquila, por vuestro honor y el suyo.

El joven quiso defenderse nuevamente, diciendo que, sin duda, lo había tomado por otro.

—Dígoos que es inútil cuanto me aleguéis; os ha descrito harto bien para que no seáis vos de quien se trata.

El joven gentilhombre, más avispado que el buen reverendo, comprendió que se encerraba algún misterio en aquellos reproches de que no era merecedor. Así, pues, hizo como que se ruborizaba, prometiendo no dar en lo sucesivo ningún motivo de queja. Apenas ha abandonado al religioso, pasa por delante de la casa de la mujer del fabricante, la cual estaba asomada a la ventana aguardando lo que sucedió. Al verlo venir sin duda por un momento que había comprendido el sentido de cuanto ella dijera al fraile, y por lo tanto en su rostro se vio pintada en seguida la más dulce satisfacción. El gentilhombre, que, al pasar, fijo la vista en la joven, viendo retratados en su semblante el amor y la alegría, quedo plenamente convencido de la verdad de sus conjeturas. Desde aquel día pasaba y volvía a pasar por la calle donde moraba su bella, con gran contento de ésta, que en sus miradas y gestos le confirmo más y más en su primera opinión.

La Dulcinea no tardó tampoco en comprender que había flechado a su Adonis; empero, para inflamar más su pasión y darle una nueva prueba de la ternura que su pecho sentía por él, volvió a confesarse con el mismo religioso, comenzando su confesión por medio de abundantes lágrimas. Enternecido el bueno del fraile, le preguntó si le había sobrevenido algún otro disgusto.

—¡Ay! , mi reverendo, tengo nuevas quejas que daros de vuestro amigo, de ese hombre maldito de Dios, de que os entretuve el otro día. Creo, a la verdad, que ha nacido para atormentarme: no cesa de perseguirme, queriendo obligarme a actos que me arrancarían para siempre la paz del corazón y la confianza de venir a postrarme otra vez a vuestras plantas.

—¡Cómo! ¿Todavía sigue rondando vuestra casa?

—Ahora más que nunca –repuso la buena devota–; diríase que quiere vengarse de las exhortaciones que le habéis hecho por su conducta, puesto que pasa bajo mis balcones hasta siete veces en un solo día, mientras que antes se contentaba con una sola vez. ¡Plugiera al cielo que se limitase a rondar la calle y atisbarme! No, señor, sino que ha tenido el descaro de enviarme, por medio de una mujer, una bolsa y un cinturón, como si a mí no me sobrasen esas cosas. Quedé tan ultrajada de su imprudencia, que si el temor a Dios y las consideraciones que os debo no me hubiesen detenido, no sé lo que hubiera hecho. Me he moderado sólo por respecto a vos, que sois su amigo, y no he querido hablar a nadie de ello hasta habéroslo comunicado. En el primer momento rechacé la bolsa y el cinturón, suplicando a la mediadora que los devolviese; mas reflexionando que esta clase de mujeres procuran siempre para sí y que aquélla hubiera podido muy bien guardarse el presente, haciendo creer a vuestro amigo que yo lo había aceptado, creí deber tomar dichas alhajas para traéroslas a vos. Helas aquí. Os ruego se las devolváis, diciéndole al mismo tiempo que nada me importan sus dádivas ni su persona, y que, si no cesa en sus persecuciones, daré parte de ello a mi marido y a mis hermanos, suceda lo que suceda; prefiero que él reciba una fuerte injuria, o tal vez algo peor, a que tengan que censurarme lo más mínimo por su causa. ¿No obraré bien así, reverendo padre, si la cosa continúa? ¿No me asiste razón de estar ofendida?

—Vuestra cólera no me sorprende, señora –contestó el religioso, tomando la bolsa y el cinturón, que eran prendas de gran valor–; es muy justa y digna de una mujer honrada y virtuosa. El otro día le eché en cara su

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conducta, y me prometió no perseguiros más; pero ya que a pesar de mi reprimenda, sigue rondando incesantemente vuestro domicilio, y que tiene la audacia de enviaros regalos, os prometo vapulearlo de tal suerte que no tendréis en lo sucesivo para traerme nuevas quejas de él. Si queréis seguir mi consejo, no digáis nada a vuestros allegados; podrían cometer algún exceso y tendríais que reprocharos ser causa de ello. Nada temáis por vuestra honra; como quiera que el asunto se presente, tendréis en mí un paladín de vuestra virtud ante Dios y ante los hombres.

La señora pareció quedar consolada con semejantes palabras, y luego cambió de conversación. Conociendo la avaricia del fraile y la de sus compañeros en comunidad, a fin de tener un pretexto para darle algún dinero, le dijo:

—Hace pocas noches, algunos de mis parientes se me ha aparecido en sueños, entre ellos mi buena madre. Viendo la tristeza y aflicción que demostraban sus rostros, juzgué que sufrían alguna pena y todavía no gozaban de la presencia de Dios. Por lo mismo deseo hacer rogar por el deseando de su alma; me daríais, pues, una gran alegría si dijerais las cuarenta misas de San Gregorio a su intención, para que el Señor los libre de las almas del purgatorio.

Y, mientras hablaba de esta suerte, deslizó en las manos del fraile un puñado de monedas, que éste recibió sin hacerse de rogar. Para afirmarla en sus buenas obras, el reverendo le hizo corta exhortación y luego la despidió, no sin haberle dado su bendición.

Apenas había salido la dama del convento, cuando el religioso, poco astuto para conocer que era víctima de un engaño, mandó llamar a su amigo. El joven comprendió, el aire enfadado del fraile, que iba a darle noticias de su enamorada. Escuchó sin interrumpirle, hasta tanto que se hubo explicado para ponerle perfectamente al corriente de las intenciones de la señora. No hubo reproche que no le hiciera el tonto del religioso, y al tenerlo en su celda hasta llegó a injuriarle.

—¡Me habíais prometido solemnemente que dejaríais de perseguir a esa mujer, y habéis tenido el descaro de enviarle regalos! Ella los rechaza con indignación.

—¿Yo le he mandado regalos? –contestó entonces el gentilhombre, que quería obtener todos los detalles posibles del fraile.

—Sí, y es inútil que lo neguéis, puesto que la misma dama me los ha confiado para que os los devuelva, monstruo del averno. Helos aquí, ¿los reconocéis ahora?

—No sé que contestaros –dijo el caballero, fingiendo de quedar confundido y humillado–; reconozco mis yerros, y ya que esa señora es tan agreste, tan inflexible os prometo esta vez, bajo palabra de honor, dejarla tranquila para siempre.

Entonces el imbécil del fraile le entregó la bolsa y el cinturón, exhortándole a mantener su promesa con más buena fe que la vez pasada. El joven le repitió su juramento y se retiró harto contento de haber recibido pruebas infalibles del amor de su bella. Aquel presente le dio tanto más gusto cuando que en el cinturón pudo leer la siguiente divisa: «Amadme como yo os amo». Al instante fue a apostarse en sitio que pudiese indicar a la dama que había recibido su valioso presente. En cuanto. a la Dulcinea, le complació en gran manera saber que se las había con un enamorado inteligente, dándole no poco gusto el que su aventura llevase tan buen camino y suspirando por el ansiado momento en que, ausente su marido, pudiera colmar sus deseos.

La ocasión no tardó en presentarse. Algunos días después, el fabricante de paños tuvo necesidad de dirigirse a Génova para asuntos mercantiles. Apenas hubo partido, cuando su mujer fue en busca del padre confesor, y le dijo, después de exhalar no pocas quejas.

—Vuelvo a vuestra presencia, mi reverendo padre, para deciros que no puedo soportar ya mis pesares. Será preciso que me revista de firmeza y dé un escándalo, a pesar de lo que os prometí. Sabed que vuestro amigo es un verdadero demonio. No imaginaríais nunca lo que ha hecho esta mañana, antes que despuntara el día. Supo no sé por quién, que mi mando había partido ayer para Génova; ¿y no ha tenido la insolencia de penetrar en mi jardín, encaramarse a un árbol que está frente por frente a la ventana de mi dormitorio y abrirla? Iba a penetrar en mi habitación, cuando, despertada por el ruido que hizo, me levanté para ver lo que aquello significaba. Me proponía gritar «¡al ladrón!» cuando el desdichado me ha confesado su nombre, conjurándome, por el amor de Dios y por consideración hacia vos, que no moviera un escándalo y le permitiera retirarse. Teniendo en cuenta vuestras advertencias, me contenté, pues, con cerrar mi ventana y, probablemente, huyó al momento, puesto que después nada más he oído. Os pregunto ahora, reverendo padre, si debo yo sufrir ultrajes de esta naturaleza. Pasaré por todo, os aseguro, pero la cosa no quedará así. He tenido harta paciencia hasta ahora por condescendencia hacia vos, que sois su amigo, lo cual, indudablemente. le ha dado atrevimiento para propasarse a tal punto conmigo. Si me hubieseis dejado seguir mi primer impulso, sin duda la cosa no hubiera ido tan lejos.

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—Pero señora –contestó, todo corrido, el bueno del padre–, ¿estáis bien segura de que fuese él? ¿No le habréis confundido con otro?

—Bendito seáis, padre mío; demasiado le conozco para equivocarme, si no se hubiese descubierto él mismo.

—Convengo con vos que su atrevimiento es de los más criminales. Habéis hecho muy bien en darle con la ventana en las narices y no haber querido secundar su censurable proyecto. No encuentro palabras para elogiar vuestra virtud: empero, puesto que Dios ha salvado vuestra honra del naufragio y que, por dos veces consecutivas, habéis atendido mis consejos, me envanezco de que queráis llevar hasta lo último vuestra sumisión siguiendo por tercera vez el que voy a daros: permitid que le hable todavía antes de participar a vuestros deudos su imprudencia; tal vez tenga la suerte de obtener que llegue a vencer su brutal pasión. Si no logro hacerle desistir de sus propósitos, entonces seréis dueña de hacer lo que mejor os plazca.

—Concedo lo que me pedís, padre mío, puesto que así lo deseáis; pero os aseguro que será la última vez que vengo a quejarme a vos sobre el particular.

Y dichas estas palabras, se retiró secamente, cual si estuviese muy enojada.

Apenas hubo salido del convento, cuando penetró en él el amante para informarse de si había alguna novedad. El fraile le tomó aparte, diciéndole mil pestes sobre la falta de honor y de palabra. El joven, acostumbrado a los reproches del celoso confesor e inquietándole muy poco, escuchó su filípica cual si oyera llover, aguardando con impaciencia más claras explicaciones. Haciéndose el sorprendido y fingiendo curiosidad, trató de ponerle en el caso de hablar el primero; mas viendo que no lo lograba, le dijo:

—¿Qué he hecho padre mío, para excitar de tal suerte vuestra indignación? ¿No se diría, al oíros, que he sido yo quien crucificó a Jesucristo?

—Sí, desdichado le habéis crucificado por medio de vuestros deseos impúdicos... Mas ¡qué sangre fría conserva este tunante! Diríase al verle que es tan blanco como el armiño, o que ha perdido el recuerdo de sus crímenes, cual si hiciese largos años que los hubiera cometido. ¿Acaso olvidasteis, monstruo infernal, la atroz injuria que habéis hecho a la mujer más honesta de la tierra? ¿Dónde estabais esta madrugada? ¡Responded!

—En mi cama.

—¡En vuestra cama! No ha sido por falta de deseos, hombre impúdico, que no hayáis violado la de otra persona.

—Ya veo –repuso entonces el joven– que se han apresurado a informaros de todo.

—Es verdad, pero ¿os imaginasteis acaso que, estando el marido ausente, la mujer iba a recibiros ton los brazos abiertos? ¡Dios todopoderoso! ¿Es posible que mi amigo, antes tan honrado, se haya vuelto en tan poco tiempo un corredor nocturno, que penetre en los jardines, se encarame a los árboles, buscando introducirse en el domicilio de las más virtuosas mujeres? ¿Os habéis vuelto loco para creer que tan santa persona pueda ser vencida por vuestras impertinencias? Sabed, pues, que sois para ella objeto de aversión y menosprecio. Sí, estoy seguro que a vos es a quien aborrece más en el mundo, ¿y queréis compelerla a que os ame? Y aunque ella no os hubiera dado a entender la repugnancia que le inspiráis, ¿no habrían debido deteneros mis amonestaciones y la palabra que me disteis? Le he impedido hasta ahora que os descubra a sus deudos, que, indudablemente, os hubieran hecho pasar un mal rato; empero, si continuáis vuestras hostilidades, le he permitido y hasta aconsejado que rompa por todo. Así, pues, quedáis advertido. Estoy harto de defenderos, y sería el primero en elogiarla de que se quejara de vos a sus hermanos, si sois bastante ciego para intentar alguna otra cosa contra ella.

El enamorado mancebo comprendió a maravillas las intenciones de la dama; por lo tanto, calmó lo mejor que pudo al religioso.

—Confieso –le dijo– que he obrado como loco, mas os juro no reincidir y que aquella señora no tendrá nuevos motivos para quejarse de mí. Desde este momento rindo homenaje a su virtud, y os doy las gracias por haber impedido que comunicara sus quejas a sus allegados. Aprovecharé vuestras advertencias, podéis estar seguro de ello.

Y, en efecto, las aprovechó, pues viendo claramente que su querida no había tenido otra intención que procurarle los medios de verla, no dejó, al llegar la noche, de ponerle en planta el plan trazado por aquélla. La bella, que no dormía, como es fácil comprender, sino que ardía de impaciencia por verle a su lado, le recibió en sus brazos.

Después de demostrarse mutuamente su ternura, se rieron mucho de la simpleza del religioso, que, sin ni aun sospecharlo, había servido a sus amores a las mil maravillas. Bromearon también respecto del marido, tomando antes de separarse, medidas acertadas para seguir viéndose sin que terciera el confesor, y supieron llevar su intriga con tanta prudencia, que tuvieron el gusto de visitarse a menudo y el placer de acostarse juntos varias veces sin ser descubiertos.

BOCCACCIÓ, Giovanni: Decameron, Barcelona, ediciones Petronio, 1973

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IV.4. ARTE NUEVO DE HACER COMEDIAS EN ESTE TIEMPO (1609) DE LOPE DE VEGA

Según Ignacio Arellano, «Muchas de las preceptivas de la época incluyen observaciones y tercian en las polémicas teatrales. Pero quizá no haya mejor manera de examinar el concepto teórico de la comedia que partiendo de una preceptiva «a posteriori», escrita por el mismo monarca del tablado en esta etapa de invención y desarrollo: el Arte nuevo, de Lope».

y, cuando he de escribir una comedia, encierro los preceptos con seis llaves; saco a Terencio y Plauto de mi estudio, para que no me den voces, que suele dar gritos la verdad en libros mudos, y escribo por el arte que inventaron los que el vulgar aplauso pretendieron, porque, como las paga el vulgo, es justo hablarle en necio para darle gusto.

[vv.40-48]

Mezcla de lo trágico y lo cómico Lo trágico y lo cómico mezclado, y Terencio con Séneca, aunque sea como otro Minotauro de Pasife, harán grave una parte, otra ridícula, que aquesta variedad deleita mucho; buen ejemplo nos da naturaleza, que por tal variedad tiene belleza.

[vv.174-180]

No obedece la regla de las tres unidades no hay que advertir que pase en el período de un sol, aunque es consejo de Aristóteles, porque ya le perdimos el respeto cuando mezclamos la sentencia trágica a la humildad de la bajeza cómica. Pase en el menos tiempo que ser pueda, si no es cuando el poeta escriba historia en que hayan de pasar algunos años, que estos podrá poner en las distancias de los dos actos; o, si fuere fuerza, hacer algún camino una figura, cosa que tanto ofende a quien lo entiende, pero no vaya a verlas quien se ofende.

[vv.188-200]

División en tres actos y en tres actos de tiempo le reparta, procurando, si se puede, en cada uno no interrumpir el término del día. El capitán Virués, insigne ingenio, puso en tres actos la comedia, que antes andaba en cuatro, como pies de niño, que eran entonces niñas las comedias;

[vv.212-218]

División en tres actos (continuación)

Divido en dos partes el asunto, ponga la conexión desde el principio hasta que llegue a la postrera escena, porque, en sabiendo el vulgo el fin que tiene, vuelve el rostro a la puerta y las espaldas al que esperó tres horas cara a cara, que no hay más que saber que en lo que para.

[vv.231-239]

En el acto primero ponga el caso, en el segundo enlace los sucesos, de suerte que hasta el medio del tercero apenas juzgue nadie en lo que para.

[vv.298-301]

Decoro poético Si hablare el rey, imite cuanto pueda la gravedad real; si el viejo hablare, procure una modestia sentenciosa; describa los amantes con afectos que muevan con extremo a quien escucha; los soliloquios pinte de manera que se transforme todo el recitante y, con mudarse a sí, mude al oyente; pregúntese y respóndase a sí mismo, y, si formare quejas, siempre guarde el debido decoro a las mujeres. Las damas no desdigan de su nombre, y, si mudaren traje, sea de modo que pueda perdonarse, porque suele el disfraz varonil agradar mucho.

[vv.269-283]

Uso exclusivo del verso las décimas son buenas para quejas, el soneto está bien en los que aguardan, las relaciones piden los romances, aunque en otavas lucen por extremo; son lo tercetos para cosas graves, y para las de amor las redondillas.

[vv.307-312] VEGA, Lope de: «Arte nuevo de hacer comedias en este

tiempo» en OROZCO DÍAZ, Emilio: ¿Qué es el «Arte nuevo» de Lope de Vega?, Universidad de Salamanca, 1978.

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IV.5. EL TEATRO VALENCIANO Y LA FORMACIÓN DE LA COMEDIA NUEVA

El reconocimiento que Juan de Timoneda hizo en Valencia de la validez literaria del teatro de Lope de Rueda, después de su éxito entre el público, tiene un riguroso significado histórico, porque señala el advenimiento de un género nuevo, desligado del rigorismo de modelos literarios clásicos o convenciones de ambientes áulicos, y empeñado, en cambio, en un efectivo esfuerzo de comunicación con un extenso círculo de oyentes. Siguiendo las huellas de Lope de Rueda, otros actores se comprometieron en la empresa y llegaron a ser célebres, pero de ellos no tenemos más que el recuerdo de sus contemporáneos. [Por otra parte siguieron gozando de gran vigencia también los italianos, cuyas actuaciones se documentan, abundantes, durante estos años.]

Todo esto ocurría en una época de indudable crisis de la civilización renacentista italiana, que, en el nuevo clima rigorista y organizador de la Contrarreforma, iba tratando de constituir, por el camino manierista, una cultura diferente que respondiese a las inquietas exigencias nuevas. Estas formas teatrales cómicas italianas, herederas del Renacimiento, habían decaído del plano áulico en el que habían surgido, pero se difundían ahora por toda España, importadas de Italia; y penetraba también en las esferas más altas la cultura que aquella crisis iba expresando, y que se caracterizaba, sobre todo, por la exigencia viva de una renovada y ordenada sistematización regida por un fuerte deseo de excepcionalidad espiritual, por un sentido más vivo de la realidad, por la necesidad de una más amplia comunicación, por la conciencia de los valores éticos del arte.

En este clima se explica que en España, ante el éxito de la nueva forma de arte que amenazaba con deslizarse hacia una burda reproducción de la realidad o a esquematizarse en fórmulas, tipos y gestos fijos, con una finalidad meramente y mediocremente edonista, los literatos advirtiesen, por una parte, las inmensas posibilidades del teatro dentro de estas mismas exigencias éticas y estéticas, y, por otra, la necesidad de una disposición del nuevo género en formas de arte más coherentes, con vistas a un orden, a una disciplina y a principios teóricos, que no fuesen, sin embargo, abstracción doctrinal, sino que se organizasen en contacto con la misma experiencia.

Esto significaba, tras el abierto reconocimiento por parte de Timoneda del carácter literario del teatro representado, estrechar aún más los lazos entre literatura y escena: reforzar y profundizar lo que ya Lope de Rueda y Alonso de la Vega habían iniciado, es decir, la reducción de los distintos géneros literarios (en su caso la novellistica en especial) al género representable: Timoneda mismo había llegado incluso, si bien con resultados discutibles desde el punto de vista estético, a recrear con la Filomena una antigua y trágica fábula mitológica.

Los varios géneros literarios estaban allí prontos a suministrar el material que el género naciente necesitaba, según un proceso explicable y natural, por el cual la tradición más antigua y rica en formas se convertía en guía y sugerencia para la más joven e inexperta.

Este proceso, que tiene su desarrollo en los años que siguen a 1575, ha sido estudiado hasta ahora por la crítica como un, repentino despertar de intereses, sobre todo hacia el género trágico, en el que resonaba aún la solemnidad de la épica; casi una violenta oposición al género cómico popular. Así, se ha colocado poco más o menos en la misma línea a autores completamente distintos, como Bermúdez, Rey de Artieda, Lupercio Leonardo de Argensola, Virués, Cervantes, y se ha llegado a ver, por otra parte, en el docto y libresco Juan de la Cueva al iniciador de un teatro nacional popular. Simplificación sumaria y expeditiva, alejada de la realidad histórica.

[El estudio detallado de la actividad teatral durante el último tercio del siglo] confirma la existencia en Valencia de una vivísima tradición teatral cuando Lope de Vega llegaba a esta ciudad por vez primera en 1588 (y por segunda vez en 1599). El mismo Guillén de Castro, que, según algunos, inició en Valencia su actividad de dramaturgo hacia 1583, y según otros, un poco más tarde (de cualquier forma, antes de 1599, año en que se puede hablar razonablemente de una posible influencia lopesca), en aquellas de sus obras que pueden considerarse más antiguas, como, por ejemplo, El amor constante, El caballero bobo, Los mal casados de Valencia, demuestra formar parte de un gusto y de una tradición locales cuyos elementos resultan fácilmente reconocibles. [...]

Se puede observar que Lope, antes de llegar a Valencia, había realizado tan sólo tentativas dramáticas gobernadas por un gusto eminentemente literario, por no decir libresco, incierto entre lo épico y lo lírico. En efecto, Los hechos de Garcilaso constituyen un intento de llevar a escena un tema heroico del Romancero, mientras que El verdadero amante y La pastoral de jacinto escenifican temas pastoriles. Los celos de Rodamonte y Belardo el furioso se mueven en los dominios de la tradición poética épico-caballeresca. Ninguna de esas obras es «comedia» en su específica significación, ni lo es la que, entre los dramas más antiguos, alcanza los mejores resultados poéticos, es decir, Las ferias de Madrid, con su mezcla de temas distintos no resueltos en unidad. Después de estas obras, se nota ya, en Las burlas de amor y las demás piezas antes citadas, la existencia de una textura dramática más organizada y unitaria y la presencia de personajes y acciones que legitiman el uso del término «comedia» en su específico sentido histórico.

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En efecto, Valencia debió de significar para Lope el encuentro con un teatro que había sabido asimilar plenamente la literatura y crearse un lenguaje propio: sobre todo a través de las obras de Tárrega, el gran exiliado debió de reconocer las infinitas posibilidades que el nuevo género ofrecía. Con las obras escritas en Valencia, Lope revela un sentido más seguro del teatro, cediendo, incluso, a veces, a una excesiva admisión de recursos escénicos de bajo valor. Definitivamente, adoptó la distribución de las comedias en el sintético dinamismo de los tres actos, innovación que, por lo demás, él reconoció a Virués, y de la que no está excluido que hubiese tenido ya noticia en Madrid, antes del destierro. Es también probable que Lope eligiese para su exilio precisamente Valencia por su fama de ciudad rica y culta y, sobre todo, por la curiosidad de conocer aquel ambiente teatral del que habría oído hablar a actores, como su amigo Gaspar de Porres.

Advirtió, por otra parte, la importancia de las figuras cómicas características, que quizá ya conocía del teatro dell’arte italiano, pero que estaban bien presentes en el teatro valenciano: motivo que él irá desarrollando hasta la creación de lo que será llamado el «gracioso». Dio una más variada pero más ligera armoniosa organización métrica a la «comedia», y empezó a definir de un modo apropiado como protagonistas a los personajes del «galán» y de la «dama». Sobre todo, dejando al margen el influjo de la tradición de la lírica y de la épica, descubrió el diálogo brillante y hasta conceptuoso como instrumento fundamental de realización de una acción dinámica, capaz de interesar y mover a un público variado.

El mismo Lope, por lo demás, reconoció la grandeza del canónigo Tárrega, demostrando respetarle y admirarle. Por otro lado, la tradición dramática valenciana encontraba en Lope a quien sabía interpretarla y continuarla, profundizando sus motivos esenciales. No es posible, por tanto, seguir creyendo en una «escuela valenciana» formada por Lope: la verdad es que Lope, con su llegada a Valencia en 1588, aprendió más que enseñó, lo que –desde luego– no quita nada a su grandeza de poeta dramático, capaz, en breve tiempo, de superar a sus modelos y alzarse luego con una verdadera «monarquía cómica».

Una prueba más de la relación de sucesión entre Tárrega y Lope es ofrecida por Baltasar Gracián, que, en el «Discurso XLV» de su Agudeza y arte de ingenio, traza una línea fundamental del teatro cómico español y, después de haber hablado de Lope de Rueda, juzga que «el canónigo

Tárrega aliñó ya más el verso y tiene muy sazonadas invenciones», para añadir: «sucedió Lope de Vega con su fertilidad y abundancia».

En Valencia, además, Lope de Vega tuvo ocasión de discutir sobre teatro, valiéndose de la tradición crítica y académica local, que de allí a poco se manifestaría en la Academia de los Nocturnos; debió así de madurar en él una conciencia crítica más precisa de lo que el teatro representaba en la cultura del tiempo. Cuando más tarde volvió a Valencia, en 1599, ya seguro dominador de la escena española, encontró en Guillén de Castro al que, siendo aún joven, tras sus primeros intentos llevados a cabo en la órbita de la tradición local, tenía genio y capacidad para desarrollarla en formas más decididamente innovadoras y.-en consonancia con la conciencia de la época.

Es justo distinguir, como hace Juliá Martínez, dos épocas en la producción de Guillén de Castro, porque la segunda llegada de Lope extingue las características de la tradición local; ésta ingresa en la órbita lopesca casi espontáneamente, dado que no presentaba elementos irreductibles con aquella «comedia» de la que, por el contrario, había sido un fundamental esbozo precursor. Por el mismo motivo, Ricardo del Turia y Carlos Boyl, al comienzo del siglo XVII, podrán compartir teóricamente el ideal lopesco de la comedia moderna sin las reticencias ni los rebuscamientos de compromiso de Juan de la Cueva, precisamente porque veían resolverse en Lope, del modo más coherente, la propia tradición local. Bajo todos los aspectos, el encuentro entre Lope y la producción valenciana era la consciente resolución de un proceso histórico.

La «comedia», como toda expresión artística, no es la milagrosa, improvisada y aislada invención de un genio por naturaleza ni tampoco es la impersonal manifestación de una raza o de una nación, sino que se forma en el surco de una tradición literaria constituida

por obras de distintas personalidades creadoras, las cuales, interpretando humanas exigencias, no constituyen el objeto de la historia, sino su inteligente sujeto animador. En la tradición dramática valenciana, sin duda la más robusta y consciente del siglo XVI español, Lope de Vega se insertó con un superior vigor poético e ingeniosa fertilidad, dándole nuevo, más rico y más profundo rumbo. No debe, por tanto; extrañar que, después del triunfo de Lope, para la posteridad, la «comedia» llegase a ser por antonomasia «lopesca» lo que no autoriza -desde luego- al historiador a contentarse con semejantes simplificaciones y a olvidarse de todos los hechos y circunstancias, entregándose a lo sugestivo de una fácil mitología sentimental.

FROLDI Rinaldo, «El teatro valenciano y la formación de la comedia nueva» en RICO, Francisco: Historia y crítica de la literatura española, III. Siglos de oro: barroco. Barcelona, Editorial Crítica,1983.

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IV.6. PASSAT, PRESENT I FUTUR DEL TEATRE VALENCIÀ

El teatre durant el segle XVI

[...] Precisament, quan s’han consolidat ja aquestes transformacions lingüístiques [substitució del valencià pel castellà] en el camp teatral, sorgeixen a València un parell d’autors dramàtics que escriuen tragèdies en castellà. Es tracta d’Andrés Rey de Artieda i de Cristóbal de Virués. És el primer autor de Los Amantes, on recrea la llegenda dels amants de Terol; el segon ho és de cinc obres, de tema que oscil·la entre el classicisme (Elisa Dido) i la tragèdia d’horror i d’embolic (La gran Semíramis o La infelice Marcela, respectivament).

Tots dos autors representen un corrent més o menys inspirat en la tradició classicista aristotèlica (passada per Séneca i pels tractadistes renaixentistes italians), i coincideixen amb altres autors peninsulars a plantejar un teatre moralista i didàctic que traspua, ensems que l’elitisme, una visió desencantada de la vida: darrers representants de l’humanisme, les seues concepcions ideològiques entraven en oberta oposició al Contrareformisme triomfant. El món per a ells manca de perspectives i sols l’estoicisme sembla eixida vàlida per als seus protagonistes. [...]

Així doncs, tant Rey de Artieda com Virués escriuen en els primers moments de consolidació teatral: comenta a perfilar-se un públic estable i el teatre deixa de ser patrimoni privatiu del palau per representar-se a llocs públics; quan en 1582 l’Hospital aconseguirà el privilegi d’erigir una Casa de les Comèdies per centralitzar les representacions teatrals i para-teatrals i per aconseguir-ne els beneficis que es derivaven de l’explotació monopolística d’aquest negoci, s’haurà donat una gran passa en aquesta direcció. Inaugurada en 1584, aquesta Casa de les Comèdies encara que descoberta, estava lluny d’assimilar-se al «corral» madrileny i sembla pensada per a un públic menys popular: nobles, oligarquia, professions liberals, clergat... aquest era el públic més assidu, mentre que les capes populars semblaven marginades o condemnades a jugar un paper molt secundari.

És clar que els tràgics no podien aspirar al triomf amb un teatre concebut per a minories cultes i on tot restava subordinat a l’exposició oral de reflexiona de caire moral i ètic que feia les obres molt poc àgils i prou avorrides. Tanmateix, els seus esforços dramàtics, malgrat el fracàs popular, van ser importants a l’hora de consolidar al País una tradició teatral culta que disposava –a més a més– de les seues experimentacions tècniques i temàtiques. Així, encara que superats, els tràgics van deixar la seua empremta en els dramaturgs posteriors.

El Barroc

Els continuadors i superadors de la tasca dels tràgics van ser un grup de comediògrafs ja inserits plenament en l’època barroca, grup que s’estén -aproximadament- del 1580 al 1630. Així, el primer d’ells (Tárrega) és contemporani dels tràgics, mentre que el més conegut (Guillem de Castro) ho és de Lope de Vega, Gaspar Aguilar i Ricardo de Turia.

Aquests autors van ser considerats com un grup força homogeni i que havia sorgit al caliu de les estades de Lope de Vega a la ciutat de València. Tanmateix, la cronologia no encaixa amb aquesta suposició, per la qual cosa passà a considerar-se a Tárrega com a prelopista, i a debatre l’exacte paper jugat per aquests autos valencians en la formació i consolidació de la Comedia Barroca.

En general podem dir que en aquests autors observem d’entrada una sèrie de trets característics que podríem resumir-los en els següents: presència important en el seu teatre d’elements del teatre cortesà; inclusió de motius estructurals, temàtics i episòdics, deis tràgics; recurrència a arguments extrets del teatre i la literatura italiana (l’«enredo», especialment); reduïda presència d’elements del teatre popularista en forma de micro-escenes còmiques i de personatges ximplots. No cap dubte que és Tárrega qui millor va assolir la síntesi d’aquests elements, fins arribar a una fórmula reeixida en obres com El Prado de Valencia, La sangre leal de los montañeses de Navarra o La perseguida Amaltea; ideológicament totes les seues obres s’insereixen en un procés d’exaltació espanyolista i de la monarquia absoluta, així com de l’ortodòxia religiosa. Gaspar Aguilar presenta, en canvi, una major senzillesa formal i una visió ideológica que oscil·la entre l’ortodòxia (La gitana melancólica) i l’atipicitat, amb obres on s’exalta la ideologia de l’oligarquia en contra de la dominant aristocrática (La fuerza del interés, El mercader amante, El Gran Patriarca). Guillén de Castro, finalment, presenta una gran coherència al llarg de tota la seua producció, on s’observen evidents punts de contacte amb la resta deis autors valencians (El amor constante, Los malcasados de Valencia, El conde de Irlos) així com una tendència a l’embolic complicat (El caballero bobo). La seua concepció ideològica per altra banda, presenta una certa defensa i idealització del noble i dels seus drets en contra de la pressió del monarca absolutista, que molt sovint pot esdevenir tirà (El nacimiento de Montesinos, el mateix Amor constante amb regicidi inclós, o les molt conegudes Mocedades de Rodrigo). Castro será l’únic que marxarà a Madrid a la recerca d’una professionalització plena d’ençà 1615.

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És lògic, doncs, que aquest nucli d'autors valencians i la presència d’un públic qualitativament important va fer de València plaça important del teatre, com així va esdevenir. En 1618 va a refer-se la Casa Comèdies (dita també de l’Olivera), per dotar-la d’una major dignitat i comoditat, cosa que va allunyar-la més encara del «corral»: els espectadors tenien tots seient, per exemple. A la llum d’investigacions més recents no cap dubte que Lope de Vega va deixar-se influenciar per aquest teatre valencià en moltes obres on els elements esmentats es troben ben palesos; va afegir, però, una cosa que els autors valencians no havien sabut incorporar en la mesura necessària: l’element populista per atraure les masses. El teatre valencià, en efecte, és un teatre (amb les reserves esmentades) tan de propaganda absolutista i contrareformista com el de Lope, però adreçat cap a un públic no tan popular, que era qui hauria de rebre –en darrera instància– l’alliçonament ideològic. Per això, i per les raons que de seguida passarem a exposar, el teatre valencià no va aconseguir d’incorporar-se i hagué de retrocedir davant el model de Lope, prèviament influït pel dels propis valencians.

Les causes d’aquesta hegemonia són múltiples i complementàries. En primer lloc, hem d’indicar que el desenrotllament de les forces de producció teatral havia produït, d’hora, una centralització: Madrid esdevenia la capital teatral on es formaven –i desfeien– les companyies i on s’adquirien les obres a representar. Aquesta centralització afavoria no sols l’emigració dels aspirants a actor i a autor professional sinó també la necessitat d’un teatre standard, és a dir: igualment representable arreu de la Península. Els particularismes restaven reservats per a les peces teatrals commemoratives (efemèrides locals, profanes o –més sovint– religioses) mentre que els repertoris habituals es confegien amb comèdies que reprodueixen situacions, tipus, etc., generals. Per standartització hem d’entendre, doncs, no sols l’eliminació de particularismes geogràfics, lingüístics i culturals sinó també la de particularismes estructurals i ideològics.

En efecte, s’atribuïa al teatre un valor ideològic molt clar: exaltació de l’ordre absolutista-catòlic i del feudalisme d’Estat. Calia, al mateix temps, que aquest teatre arribàs a capes heterogènies de públic amb gustos sols parcialment coincidents: la fórmula teatral representada per Lope (ja ho hem dit) va desvetlar-se com a més eficac precisament perquè sintetitzava millor l’ortodòxia religiosa i política amb el carácter d’obra destinada a la representació davant capes socials heterogènies on dominaven –numèricament– les populars.

El predomini absolut d’aquest model standard no va impedir que, de temps en temps, apareguessen obres de caràcter més localista, dedicades a l’exaltació de cultes locals (Mare de Déu dels Desemparats, Sant Vicent Màrtir, etc) o al recreament de la noblesa. Ricardo de Turia, Vicente Esquerdo, Marc Antoni Ortí... autors tots ells que viuen a València i que fan del teatre activitat subsidiària, tot contrastant així amb el propi Guillem de Castro. Escrites totes aquestes obres en castellà i segons l’estil dominant, el particularisme es redueix –dones– al tema i al tractament d’alguns elements dramàtics (com ara l’espectacularitat).

Fora d’aquestes obres, poc o no res ens resta que puguem considerar com autòcton: les peces religioses persistiren com pogueren, mentre titellaires i feriants continuen atraient el poble, les preferències del qual semblaven inclinar-se de forma clara cap a aquestes manifestacions para-teatrals o cap a les obres d’«aparato» complicat (escenogràficament parlant) més que no cap a les d’«enredo» o subtileses orals. En aquest sentit, la teatralitat inherent al Barroc favoria la celebració de festes sumptuoses amb roques, bous, desfilades, jocs nobiliaris, etc.

El costum de les representacions privades, típicament aristocràtic, va mantenir-se durant aquesta època: palaus i convents les acolliren, i encara que sols en pocs casos coneixem les obres representades, no podem defugir la possibilitat que es tractàs de representacions específicament concebudes per a aquests casos. Això podrà explicar l’existència d’alguns textos d’impossible cabuda dins l’estructura teatral peninsular; és el cas de les obres atribuïdes al Pare Mulet: «Los amors de Melisendra» i «La infanta Tellina», obres escrites en valencià i de to obertament procaç. De les darreries de segle, són pràcticament les úniques mostres d’un teatre profà en valencià, que es pretén com a paròdia dels modes i temes del teatre barroc castellà.

Dins aquest procés d’imposició i extensió d’aquest teatre pel País Valencià, tingué importància fonamental la ciutat de València, centre neuràlgic de la vida teatral al País. Tanmateix no és l’únic: Alacant disposava ja d’un teatre en 1616 (construït, com el de València, a càrrec de l’Hospital), on sembla que es feien representacions continuades. A la resta del País el teatre venia a ser part integrant de les festes majors o de commemoracions religioses i cíviques (més o menys com en l’actualitat). Es representava tant teatre convencional com teatre religiós de circumstàncies, escrit tan en castellà com en valencià, ja que –ho hem dit– la persistència del teatre religiós autòcton va ser prou notable.

SIRERA, Josep Lluís: Passat, present i futur del teatre valencià, València, Institució Alfons el Magnànim, 1981

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IV.7. DRAMATURGOS VALENCIANOS: GUILLEM DE CASTRO

Lope de Vega llega a Valencia en 1588 a cumplir los dos años de destierro de la Corte por difamación, y ya –por entonces– había comenzado a escribir para los «corrales», lo que iba a ser el sino de su vida. Valencia era ciudad floreciente de afianzada tradición dramática (Timoneda había muerto en 1583) y densa actividad literaria de dramaturgos y poetas que se reunían en la Academia de los Nocturnos. No es este lugar para entrar en la, a veces apasionada, polémica sobre si Lope dio más que recibió, lo que significaría que los dramaturgos valencianos se habrían beneficiado de la llegada del «monstruo de los ingenios» o, por el contrario, Lope fue más receptivo y captó las «técnicas» y «elementos dramáticos» que estaban en el ambiente dándoles coherencia dentro de un modelo de comedia que se generalizará. Cuando Lope llega a Valencia no ha establecido de forma definitiva el modelo repetible de su comedia; en cambio, en la obra del canónigo Tárrega hay una serie de componentes que van a ser medulares en el sistema dramático lopesco y, aunque estamos muy lejos de conocer con necesario rigor la cronología del teatro de Tárrega, es impensable que de la noche a la mañana comenzara a escribir «al modo de Lope» cuando éste no tenía una ejecutoria definida y una fama que lo avalase. Ateniéndonos a la lógica parece más acertado pensar que Lope de Vega se benefició de este ambiente dramatúrgico valenciano, que no había roto sus lazos con Artieda y Virués, ensamblando los elementos dispersos para crear un modelo, que después revertiría y sería objeto de imitación para los propios dramaturgos valencianos y el caso de Guillem de Castro creo que es concluyente.

La que podríamos llamar «generación de dramaturgos valencianos» estaba formada, fundamentalmente, por Tárrega, Aguilar, Ricardo del Turia, Carlos Boyl y, a mucha distancia, en todos los sentidos, Guillem de Castro.

Francisco Tárrega (¿1554?-1602), doctor en teología y canónigo de la catedral de Valencia, fue uno de los fundadores de la Academia de los Nocturnos y activo poeta de justas, lo que le vale el elogio de Lope en el Laurel de Apolo, de Agustín de Rojas en su Viaje Entretenido, y de Cervantes (a propósito de su comedia La enemiga favorable, en el Quijote). En su comedia histórica son muy acusadas las coincidencias con Lope; destacaré: El cerco de Rodas, y lo mismo en su teatro de costumbres y enredo, como El prado de Valencia y La enemiga favorable. Pero hay una serie de características en la obra de Tárrega que pudo asimilar Lope para darles unicidad, como decía más arriba: polimetría, complicación de enredo en la trama, mezcla de lo cómico con lo serio, doble intriga, caballero/criado, elementos localistas, etc.

Gaspar de Aguilar (1561-1623): La confusa cronología no permite, hoy por hoy, llegar a conclusiones fundadas sobre la prioridad o no con respecto a Lope, de quien fue amigo, con quien tiene abundantes «coincidencias» en su escasa producción dramática, y en algunos aspectos de su vida: tampoco fue noble, fue secretario de nobles y la poesía de circunstancias ocupó, en muchas ocasiones, su pluma de poeta. Entre sus comedias destacaré: religiosas: Vida y muerte de San Luis Beltrán; costumbristas de capa y espada: La fuerza del interés; moralizadoras: El mercader amante; comedias de ruido y aparato: La gitana melancólica.

Muy de segunda fila, a mi juicio, son Ricardo del Turia (1578-1638) con su comedia de enredo, muy lopiana: La burladora burlada, y en la misma línea: El marido asegurado, de Carlos Boyl (1577-1617).

GUILLEM DE CASTRO (1569-1631)

Nace en Valencia en 1569, participa activamente en la Academia de los Nocturnos y comienza su amistad con Lope, en su exilio valenciano. Capitán de caballería, sirve al Conde de Benavente en Nápoles. A su regreso, en Madrid, recibe favores del Duque de Osuna y del Conde-Duque; obtiene, en 1623, el preciado hábito de Caballero de la Orden de Santiago y muere, paupérrimo, en 1631, dejando tras sí una fama de mal carácter y de persona poco apacible.

El teatro de Guillem de Castro es muy variado si no estructural y formalmente, sí temáticamente, por lo que me parece útil dar una clasificación de su comedia, en vistas a presentar esta variedad temática en que se acomoda a las directrices del maestro Lope:

Históricas: Las mocedades del Cid; Las hazañas del Cid.

Costumbristas. Capa y espada: El Narciso en su opinión. Los mal casados de Valencia.

Mitológicas: Progne y Filomena.

Caballerescas: El conde de Alarcos. El conde de Irlos.

Tragedia familiar: El amor constante.

Basadas en obras de Cervantes: Don Quijote de la Mancha. El curioso impertinente. La fuerza de la sangre.

Leyenda clásica: Dido y Eneas.

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Publica en 1618, dedicada a Lope, la primera parte de sus comedias, y en 1625, la segunda.

Guillem de Castro admiraba a Lope y compartirá su técnica de oficio, pero cuando comienza a escribir no conocía todavía a Lope y su actividad se desenvolvía dentro de las coordenadas del grupo de dramaturgos valencianos y por aquí creo que hay que explicarse algunos de los caracteres que se dan como distintivos de su obra.

Se ha insistido mucho en la escasa importancia del gracioso en la obra de Guillem, en cuanto que no tiene peso en el desarrollo de la comedia y no se ajusta al patrón que generalizará Lope. Esto no quiere decir que no aparezca la figura del personaje cómico, pues la comedia no podía renunciar a esta función de diversión, pero el responsable de esta función se acerca —en muchas ocasiones— más al pastor prelopista que al gracioso lopesco.

El teatro de Guillem de Castro mantiene todavía lazos próximos con la dramaturgia anterior y así, por ejemplo, hereda de Virués la trabazón orgánica de una intriga compleja (El perfecto caballero) y, sobre todo, siente una profunda atracción por los tonos y ambientes de la tragedia del horror del XVI, partiendo de temas de la historia y la leyenda nacionales (El conde de Alarcos) o utilizando en la tragedia familiar, la mujer sacrificada por su honor que llega hasta la muerte, y plantea el tiranicidio como solución (El amor constante), que en el XVII se evitará sistemáticamente. Muy en conexión con lo que vengo diciendo está el hecho de que fuera poco amigo de comedias de capa y espada, y en las pocas obras que podemos incluir dentro de este grupo hay una marcada tendencia a presentar los efectos trágicos del amor humano (Los mal casados de Valencia), poniendo al descubierto los fallos del matrimonio como institución y presentando, en ocasiones, soluciones novedosas para la moral de la época, aunque no suelen pasar del epidérmico efectismo. También en los dramas mitológicos (Progne y Filomena) aparece el conflicto matrimonial y el efectismo trágico; esto ha llevado a pensar en un autobiografismo latente, pero no creo que sea necesario recurrir a esa explicación.

Destacan, de modo sobresaliente, sobre el conjunto de su producción dramática, las dos obras histórico-épico-nacionales dedicadas a la figura del Cid Campeador, recreando con espíritu barroco el sistema de valores de la leyenda y el romancero que sirven de base. En realidad se trata de una obra dividida en dos partes: Las mocedades del Cid y Las hazañas del Cid. La segunda parte, sobre la muerte del Rey Don Sancho y reto a los zamoranos, no alcanza el tono y altura de la primera, muy superior en todos los sentidos, aunque no carezca de valores épicos, patetismo y objetividad que el tema, en sí, favorecía.

Las mocedades del Cid es la obra más lograda de Guillem de Castro, quizá porque se beneficia del espíritu de nuestro simpar romancero, también de la leyenda popular y del espíritu de exaltación nacional a través de un héroe colectivo que pesa con lastre mítico sobre la conciencia de los espectadores que van a asistir, en el teatro, a su propia glorificación y exaltación. Naturalmente, son los aspectos más connotados dramáticamente y más sentimentalizados los que constituyen la trama de la obra: el conde Lozano (padre de Jimena) abofetea a Don Diego (padre de Rodrigo), envidioso por haber designado a éste tutor del hijo del rey. Rodrigo, anteponiendo el honor y la obligación filial a su amor por Jimena, mata al conde Lozano para vengar la afrenta. Jimena, deshecha en torturas mentales y dividida entre el amor a Rodrigo y el amor a su padre, pide que se juzgue a Rodrigo, sin atreverse a ejercer la justicia por su mano, pero Rodrigo mata al paladín de Jimena, con lo que, resuelto el conflicto del honor, puede entrar en función el amor y consumarse el matrimonio. Sobre el conflicto Cid-Jimena, basado en la tensión honor/amor que da origen a parlamentos llenos de lirismo, tensión trágica y dramatismo, no pocas veces efectista, menos humanos y menos matizados que en Corneille, se levanta la voluntad de presentar y destacar al héroe nacional ejemplar al encarnar, en perfección, las virtudes del pueblo castellano. El concepto de honor actúa como elemento posibilitador para justificar el desenlace, pues más allá de la tensión Rodrigo-Jimena por el conflicto de honor de los padres, estaba el hecho de que el Cid no era merecedor de Jimena en tanto en cuanto no actuara como caballero y vengara la honra de su apellido, de esta forma el desenlace explica el final y el amor, aunque triunfante, se ha plegado a las condiciones del honor.

DÍEZ BORQUE, J. Mª.: Antología de la literatura española III: teatro ss. XVI y XVII. Biblioteca universitaria Guadiana, 1975.

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Lámina en la que se aprecia la distribución de localidades

de l’Olivera a principios del siglo XVII.

IV.8. LA INFRAESTRUCTURA TEATRAL VALENCIANA

La Casa de comèdies de la Olivera

Construida en el breve plazo de tiempo que se extiende entre 1582 y 1584, la Casa de comèdies (o de farses) fue el primer local teatral de la historia del teatro valenciano. Nótese que nunca fue calificado de corral, sino de casa, como asimismo ocurrió en otros locales de la Corona de Aragón. Escasa es la documentación que poseemos de este local, y la existente ha sido analizada ya con detenimiento. Bástenos, pues, a nosotros con una somera descripción de este edificio que se alzaba en la plaza de la Olivera, recayente al «carrer de les comèdies» .

En primer lugar, se trataba de un edificio cuya sala de representaciones estaba al descubierto, ya que poseemos noticia de un inventario de 1586 en que se habla de la existencia de un lienzo de 200 alnas (aproximadamente 100 metros) para cubrir el patio. Podemos aventurar que se trataría de un patio de unos cien metros cuadrados, si suponemos que la anchura de dicho lienzo era de un alna. El patio, empedrado, estaba ocupado por sillas y bancos, en los que se sentaba el público a diferencia del corral típico en el que permanecían mayoritariamente de pie. Ignoramos si en el fondo del local se alzaban gradas, como en el nuevo edificio construido en 1618, o si incluso algún sector del público asistía de pie a las representaciones. Suponemos que no habría ni una cosa ni la otra, ya que esto chocaría con la proverbial sagacidad de los administradores del teatro: nada nos queda que nos demuestre que sentarse en un banco implicaba el pago de un suplemento, por lo que hay que deducir que ésta era la localidad más económica de las existentes. Por lo tanto, mientras no encontremos documentación fehaciente respecto a la existencia de un sector de público «de a pie», habremos de pensar que los sectores menos acomodados, y que sólo pagaban la entrada general, contemplaban la representación sentados en los bancos.

El escenario situado en ese patio, adosado suponemos a su pared frontera, no podría tener una alzada excesiva ya que el público contemplaba la representación sentado. A su espalda se situaría el edificio de los vestuarios. […]

La nueva Casa de comèdies

Es sin duda de este edificio del que contamos con mayor cantidad de datos, los cuales han dado pie a interpretaciones diversas, cuando no divergentes. ¿Por qué construir este edificio? Aparentemente la antigua Olivera no se encontraba en estado ruinoso. Cabe, en primer lugar, pensar en un aumento de la demanda por parte del público. Una hipótesis más razonable es que esta costosa obra fue concebida por una cuestión de principios, en un intento consciente por parte del Hospital de disponer de un teatro no sólo estable sino a la altura de las exigencias de un público socialmente elevado. Es decir: se trataba de erigir un Coliseo. […]

Tenía la sala forma «ochavada», y en el fondo y por los laterales se levantaban dos pisos. El primero estaba reservado para los palcos, diecisiete en total, incluyendo el de la «societat» (que se supone era el de la presidencia). El segundo piso, que no alcanzaba el techo de la sala, era el reservado como «balcó de les dones», que no se extendía por los laterales sino que se encontraba sólo en el fondo de la sala. Grandes columnas de piedra sostenían estos pisos así como el techo que sobre ellos se encontraba. Otras más pequeñas sostenían la cazuela. Finalmente, en el frontis otras grandes columnas soportaban directamente la techumbre, confiriendo de paso a la cabecera de la sala un aspecto ciertamente monumental.

El escenario se encontraba en esta parte de la sala y tenía una disposición compleja y

monumental. El núcleo esencial lo constituía un entarimado de un metro y medio de alto

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solamente, ya que al estar el público sentado no era necesario elevarlo hasta por encima de la cabeza de los espectadores, como ocurría en los corrales convencionales. Este entarimado disponía de una serie de habitáculos situados en el subsuelo, e invisibles para el espectador, y que servían para manejar la maquinaria que fuese necesaria; el público lo rodeaba por tres de sus lados, mientras que el cuarto se encontraba adosado a un conjunto edificado justo junto a la pared de fondo de la sala. Este conjunto lo formaban los vestuarios, uno a cada lateral, con una puerta cada uno para poder salir al escenario, comunicación entre ellos como es lógico, y escaleras para acceder al primer piso, el llamado «balcó de les aparicions», de casi siete metros de largo (6’87 más exactamente) y provisto de un techo desmontable para poder accionar mejor la tramoya que hubiere menester. Separando los dos vestuarios se encontraba el «foro», espacio alargado y poco profundo (unos 1’83 metros) que estaba separado del escenario por medio de unas cortinas que podían descorrerse hacia los laterales para permitir así algunas apariciones solemnes o de muebles de difícil ubicación en un escenario habitualmente desnudo. Un gran arco se alzaba decorativamente coronando el conjunto y extendiéndose entre dos grandes columnas que sostenían el techo y que se encontraban una a cada lado del escenario. Tres grandes ventanas, a espaldas suyas, le daban luz. […]

El modelo de la Olivera

A la luz de esta revisión de las principales características arquitectónicas de los locales de representación valencianos, no nos pueden quedar excesivas dudas respecto a la existencia de una determinada y propia tradición teatral, al margen de la que originó los «corrales». En efecto, la Olivera se alejaba (tanto en su primera como en su segunda versión) de aquéllos en la forma de distribuirse y acomodarse el público, lo que determina –como enseguida se verá– la composición misma de éste. En el caso de la «nueva» Olivera, además, el arquitecto fue mucho más allá y erigió un edificio con unas características radicalmente diferentes: local cubierto, forma «ochavada», adornos arquitectónicos, etc. ¿Cuál fue el modelo en que se inspiraron los locales valencianos? Arróniz habla de la existencia de un modelo de «teatro mediterráneo», o lo que es lo mismo: de un modelo inspirado en los teatros cortesanos de la Italia del Quinientos: el teatro Olímpico, el Farnesio...

¿Fue la Olivera un caso excepcional en la Península? No, desde luego. Sevilla contaba con un Coliseo [El de las Atarazanas] según indica Sánchez Arjona. Y sin salir del territorio de la Corona de Aragón, poseemos noticias de la existencia de un teatro en Lleida, construido entre 1627-1630, en el que el público estaba sentado en su totalidad, mientras que en Barcelona la «Casa de Comedias», construida entre 1597 y 1603 (anterior por tanto a la «nueva» Olivera) estaba cubierta y el público se sentaba en su totalidad, siendo el número de palcos muy reducido. Estos datos permiten situar, en efecto, a la Olivera en su contexto, que no es otro que el de los teatros surgidos a partir de un modelo que podemos calificar, de acuerdo con Arróniz, de italiano.

Lógicamente la adopción de dicho modelo no fue fruto del azar o de algún factor más o menos anecdótico, sino consecuencia de una concepción global del teatro como hecho sociológico. Concepción que descansa en un destinatario fundamentalmente acomodado, hacia el que se dirige la representación; sin que ello excluya que, en determinadas ocasiones, se dé cabida a los sectores más populares, desde luego, pero sin que esto signifique todo lo contrario. Así pues, del estudio de la infraestructura del teatro de la Valencia del Seiscientos se desprende que el teatro fue concebido primordialmente como un espectáculo para las capas dominantes de la sociedad.

SIRERA, Josep Ll. : «La infraestructura teatral valenciana» dentro de VV.AA: Teatro y prácticas escénicas II: la comedia, London, Tamesis books-Alfonso el Magnánimo, 1986.