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Lograr un equilibrio entre fidelidad y adaptación en la diseminación de los tratamientos apoyados empíricamente. La promesa de intervenciones transdiagnósticas. McHugh, R. K., Murray, H. W., & Barlow, D. H. (2009). Behaviour Therapy, 47(11), Traducción: Lic. Luciana Elizathe y Lic. Gustavo Haedo Revisión técnica: Prof. Dr. Eduardo Keegan Resumen and La evaluación de la fidelidad de los tratamientos es un aspecto metodológico central en los estudios de resultados de esos tratamientos; que influye tanto en el grado en que los cambios pueden ser atribuidos a la intervención, como en la capacidad de replicarla y diseminarla. Los esfuerzos para aumentar el acceso a los tratamientos psicológicos basados en evidencia están recibiendo un apoyo sin precedentes; pero existen presiones para adaptar los tratamientos a distintos contextos de provisión de servicios de salud mental, corriéndose así el riesgo de comprometer la fidelidad. Sin embargo, existe poca evidencia disponible para establecer las condiciones necesarias para la transportabilidad de las intervenciones a los contextos en los que se brindan los servicios de salud mental y el grado en que la fidelidad es aún evaluada o enfatizada en los programas de diseminación e implementación varía dramáticamente. Además, la adaptación está asociada con varios beneficios para la diseminación y puede superar los obstáculos relacionados con la adopción. Una estrategia especialmente prometedora para maximizar los beneficios de la fidelidad y de la adaptación, es el uso de intervenciones transdiagnósticas. Tales tratamientos permiten una mayor flexibilidad en el ritmo y contenido del tratamiento, a la vez que proporcionan una estructura para facilitar la evaluación y la replicación. La evidencia preliminar apoya la eficacia de esta estrategia, que puede ser particularmente propicia para la diseminación en los contextos de provisión de servicios de salud. Hasta el momento, se necesita más investigación que evalúe las relaciones entre la fidelidad, la adaptación y los resultados, y que permita determinar el potencial de los tratamientos transdiagnósticos para facilitar la diseminación.

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Lograr un equilibrio entre fidelidad y adaptación en la diseminación de los

tratamientos apoyados empíricamente. La promesa de intervenciones

transdiagnósticas.

McHugh, R. K., Murray, H. W., & Barlow, D. H. (2009). Behaviour

Therapy, 47(11), 946~953.

Traducción: Lic. Luciana Elizathe y Lic. Gustavo Haedo

Revisión técnica: Prof. Dr. Eduardo Keegan

Resumen

and

La evaluación de la fidelidad de los tratamientos es un aspecto metodológico central en

los estudios de resultados de esos tratamientos; que influye tanto en el grado en que los

cambios pueden ser atribuidos a la intervención, como en la capacidad de replicarla y

diseminarla. Los esfuerzos para aumentar el acceso a los tratamientos psicológicos

basados en evidencia están recibiendo un apoyo sin precedentes; pero existen presiones

para adaptar los tratamientos a distintos contextos de provisión de servicios de salud

mental, corriéndose así el riesgo de comprometer la fidelidad. Sin embargo, existe poca

evidencia disponible para establecer las condiciones necesarias para la transportabilidad

de las intervenciones a los contextos en los que se brindan los servicios de salud mental y

el grado en que la fidelidad es aún evaluada o enfatizada en los programas de

diseminación e implementación varía dramáticamente. Además, la adaptación está

asociada con varios beneficios para la diseminación y puede superar los obstáculos

relacionados con la adopción. Una estrategia especialmente prometedora para maximizar

los beneficios de la fidelidad y de la adaptación, es el uso de intervenciones

transdiagnósticas. Tales tratamientos permiten una mayor flexibilidad en el ritmo y

contenido del tratamiento, a la vez que proporcionan una estructura para facilitar la

evaluación y la replicación. La evidencia preliminar apoya la eficacia de esta estrategia,

que puede ser particularmente propicia para la diseminación en los contextos de provisión

de servicios de salud. Hasta el momento, se necesita más investigación que evalúe las

relaciones entre la fidelidad, la adaptación y los resultados, y que permita determinar el

potencial de los tratamientos transdiagnósticos para facilitar la diseminación.

1. Introducción

Los esfuerzos por diseminar los tratamientos apoyados empíricamente (TAEs) están

recibiendo un apoyo sin precedentes desde que se ha otorgado un mayor reconocimiento

al potencial beneficio para la salud pública que implicaría un mejor acceso a tratamientos

efectivos en salud mental (por ejemplo, lnsel, 2009; Comisión Presidencial Nueva Libertad

-President's New Freedom Commission-, 2004). A nivel internacional, están en marcha

iniciativas a gran escala y la evaluación de los procedimientos más eficaces para la

diseminación y aplicación de los tratamientos, se encuentra en curso. Una de las

preguntas más pertinentes en esta etapa es por la transportabilidad - grado en que los

tratamientos que demuestran eficacia en diseños de investigación controlados pueden ser

utilizados con beneficios similares en los distintos contextos de provisión de servicios de

salud mental. Los estudios sobre la efectividad de los tratamientos sugieren que es

posible obtener beneficios similares a los observados en los estudios de eficacia (por

ejemplo, Clark et al., esta revista; Franklin, Abramowitz, Kozak, Levitt, & Foa, 2000;

Persons, Bostrom, & Bertagnolli, 1999; Nadort et al., esta revista; Wade, Treat, & Stuart,

1998), sin embargo, otros estudios han demostrado la atenuación de los efectos del

tratamiento en los contextos de provisión de servicios de salud (por ejemplo, Burns et al.,

2002; Henggeler et al., 1997). En efecto, las condiciones necesarias para el éxito en la

aplicación fuera del contexto de investigación no son plenamente comprendidas y los

estudios de efectividad difieren en el grado en que utilizan procedimientos similares a los

utilizados en los estudios controlados.

Diversos factores que reflejan las diferencias entre la investigación clínica y la práctica

clínica pueden afectar la transportabilidad de los tratamientos, como por ejemplo, los

factores organizativos (ver Backer, Liberman, & Kuehnel, 1986; Fixsen, Naoom, Blase,

Friedman, & Wallace, 2005). Un componente crítico de los estudios de eficacia es el

grado en que los tratamientos se administran de manera competente y según lo previsto.

Desde el desarrollo de tratamientos psicológicos más claramente definidos en los años

1970 y 1980, la fidelidad a los tratamientos se ha convertido en un tema de gran

consideración a nivel metodológico en la evaluación empírica de las intervenciones. Más

específicamente, el grado en que las intervenciones se administran según lo previsto y de

manera confiable impacta tanto en la validez interna como en la validez externa de estos

estudios, y tiene implicaciones en la capacidad para atribuir los cambios en la

sintomatología a la intervención, así como también en la replicación y diseminación de los

tratamientos (ver Moncher & Prinz, 1991; Perepletchikova, Treat, & Kazdin, 2007).

Se emplean procedimientos intensivos de capacitación, supervisión y monitoreo

permanente para maximizar la fidelidad en estudios de eficacia. De hecho, muchos

estudios de eficacia establecen normas a priori para la adecuada fidelidad, de manera que

aquellos casos en los que estas normas no se cumplen son excluidos del análisis de

datos (ver Behar & Borkovec, 2003). Aunque estas normas estrictas se pueden emplear

en entornos controlados, la formación en el contexto de la diseminación de los

tratamientos presenta un desafío particular. El proceso de formación es costoso, y los

métodos tradicionalmente utilizados para la diseminación de los tratamientos (por

ejemplo, talleres -workshops-) no son suficientes para capacitar efectivamente a los

profesionales (ver Oxman, Thomson, Davis, & Haynes, 1995; Sholomskas et al., 2005;

VandeCreek, Knapp, & Brace, 1990). De hecho, debido a los costos que demandan la

supervisión, el feedback y el control de la fidelidad, muchos programas de diseminación

no incluyen estos procedimientos en sus esfuerzos de implementación. Sigue siendo poco

claro el grado en que esto es perjudicial, o incluso potencialmente fatal, para el éxito a

corto plazo y la sustentabilidad a largo plazo de los TAEs. Esto se complica aún más por

los beneficios potenciales de la adaptación.

Dados los altos niveles de control necesarios para llevar a cabo investigaciones de

eficacia, las intervenciones inevitablemente requieren un cierto nivel de adaptación con el

fin de ser utilizadas en los contextos de prestación de servicios, donde los factores

contextuales influyen en la viabilidad de dichos controles. De hecho, la adaptación no solo

es una respuesta esperable en el uso de una innovación, sino que en realidad facilita la

adopción y previene desvíos (Rogers, 2003). Pese a que la adaptación puede facilitar las

tasas de adopción y transportabilidad a contextos clínicos heterogéneos, también puede

atenuar o poner en peligro la efectividad de las intervenciones a través de la alteración de

las condiciones en las cuales fueron probadas. Con la reciente proliferación de

actividades destinadas a difundir los TAEs en la ausencia de un procedimiento que actúe

como "estándar de excelencia" (gold standard) en este proceso, el equilibrio adecuado

entre fidelidad y adaptación es un tema de investigación especialmente importante y

oportuno.

Aunque la introducción de manuales de tratamiento proporcionó una oportunidad sin

precedentes para la estandarización y diseminación de los tratamientos psicológicos (ver

Luborsky & DeRubeis, 1984), aún persisten algunas críticas sustanciales a las

intervenciones manualizadas (por ejemplo, Addis & Krasnow, 2000; Barlow, Levitt, &

Bufka, 1999). Por otra parte, a pesar de la existencia de manuales de tratamiento desde

hace años, la diseminación de estos tratamientos es irregular. El reconocimiento de las

limitaciones de los manuales de tratamiento tradicionales y los avances en la

investigación básica han conducido al desarrollo de nuevas estrategias de tratamiento que

introducen flexibilidad en la estructura de los TAEs. Los tratamientos transdiagnósticos o

basados en principios tienen como objetivo tratar trastornos similares utilizando

intervenciones que focalizan en procesos subyacentes comunes a todos ellos (por

ejemplo, el afecto negativo) o que utilizan reglas para tomar decisiones que permitan

determinar el uso y la dosis de los componentes del tratamiento, basados en la

presentación individual de los síntomas. Estos tratamientos brindan la oportunidad de

flexibilizar los tratamientos manualizados al permitir una mayor heterogeneidad en la

presentación clínica y al brindar oportunidades para adaptar la intervención al paciente

individual. Como tales, estos tratamientos pueden facilitar un equilibrio entre la fidelidad y

la flexibilidad que maximiza los beneficios de ambas.

Este artículo aporta una revisión crítica de la importancia de la fidelidad y la adaptación en

la diseminación e implementación de los TAEs. En primer lugar, se revisa la literatura

sobre la asociación entre la fidelidad al tratamiento y los resultados. En segundo lugar, se

discute la promisoria y creciente área de desarrollo de los tratamientos transdiagnósticos,

basados en módulos y en principios, con el fin de proporcionar un marco que facilite el

equilibrio entre fidelidad y adaptación y pueda proporcionar una modalidad

particularmente eficiente para la diseminación de los TAEs. Por último, se discute la

importancia de la fidelidad y flexibilidad para el éxito en la diseminación e implementación

de los tratamientos (para una revisión de esta cuestión en la prevención del abuso de

sustancias, ver Backer, 2001 ).

2. Fidelidad al Tratamiento

Los resultados de los estudios que evalúan la importancia de la fidelidad al tratamiento

han sido diversos, lo cual puede ser atribuible a la inconsistencia en cómo se define la

fidelidad. La fidelidad al tratamiento fue inicialmente conceptualizada como sinónimo de

integridad del tratamiento, o del grado en el cuál una intervención se hacía según lo

previsto. Moncher y Prinz (1991) articularon una definición de fidelidad al tratamiento

conformada tanto por la integridad del tratamiento como por la diferenciación del

tratamiento, prestando atención a la fidelidad no sólo como representativa de los

componentes que deben ser administrados, sino también de aquellos que no deben ser

administrados, o que son característicos de otra intervención. Una conceptualización más

compleja de fidelidad fue presentada por Lichstein y colaboradores (1994), quienes

enfatizaron no sólo la importancia de la adherencia en la administración del tratamiento

(es decir, integridad y diferenciación), sino también la importancia de las variables

relacionadas a la recepción y aprobación de la intervención por parte del paciente. En

consecuencia, también contribuye a la fidelidad el grado en el cual el paciente comprende

la intervención y la utiliza según lo previsto, tanto en sesión como fuera de ella. Lichstein y

colaboradores (1994) sugirieron que la administración del tratamiento, su recepción, y

aprobación son conceptos emparentados, pero indirectamente. Así, un tratamiento puede

ser administrado con altos niveles de integridad y diferenciación, pero con bajos niveles

de recepción y aprobación del paciente. Por otro lado, las conceptualizaciones de

fidelidad varían respecto al papel de la competencia del profesional: algunos sugieren que

es un componente de la fidelidad (por ejemplo, Hogue et al., 2008) y otros opinan que

pueden pensarse como constructos relacionados pero distintos (por ejemplo, Barber,

Sharpless, Klostermann, & McCarthy, 2007).

La inconsistencia en la definición de fidelidad también se refleja en la variabilidad de cómo

se la mide. Los procedimientos comúnmente usados incluyen la identificación de los

elementos centrales del tratamiento y la evaluación de su grado de cumplimiento por los

profesionales, los supervisores (en vivo o por medio de grabaciones), o por evaluadores

independientes. De modo afín, los estudios usarán estos procedimientos para evaluar la

diferenciación del tratamiento. Por ejemplo, se utiliza a menudo como índice de

diferenciación la habilidad de un evaluador independiente (ciego a las condiciones del

estudio) para identificar correctamente el tratamiento.

También varían entre estudios la frecuencia de las mediciones (por ejemplo,

semanalmente o seleccionada azarosamente), la intensidad (por ejemplo, evaluación

continua o fragmentada), y la estandarización (por ejemplo, uso de mediciones validadas).

La adherencia del paciente se evalúa habitualmente basándose en lo dicho por el propio

paciente (ya sea en un formulario de autocompletamiento o en una entrevista con el

terapeuta) o en la evidencia de la realización de tareas (por ejemplo, el completamiento

de registros de monitoreo).

A pesar de estas limitaciones, asegurarse un alto nivel de fidelidad al tratamiento se ha

convertido con el correr del tiempo en un elemento básico de los estudios clínicos

aleatorizados y controlados, y se la considera una consideración metodológica básica, a

pesar de que las inconsistencias en la aplicación y en las normas continúan siendo un

problema (ver Perepletchikova, Treat, & Kazdin, 2007). Cuando luego se transportan

estos tratamientos, que son desarrollados y evaluados bajo condiciones de un alto grado

de fidelidad, no pueden darse por sentados resultados similares en ausencia de

estándares similares. Algunos estudios han tratado de evaluar específicamente la

asociación entre la fidelidad al tratamiento y el resultado; a continuación se revisa la

literatura sobre esta asociación.

2.1. Revisión de Asociación Fidelidad - Resultado del Tratamiento

Los estudios han mostrado resultados diversos con respecto a la relación entre la

fidelidad y el resultado; sin embargo, los resultados de los estudios de efectividad y

diseminación parecen mostrar una mayor relación en comparación a los estudios de

eficacia. Por ejemplo, el Tratamiento Comunitario Asertivo (ACT; Stein, 1998) es un

tratamiento basado en evidencia para el que se ha establecido una relación fidelidad -

resultado particularmente fuerte en estudios de efectividad y diseminación de los

tratamientos; los programas que han logrado una alta fidelidad superaron a los programas

con baja fidelidad (por ejemplo, McHugo, Drake, Teague, & Xie, 1999) y en los casos de

fidelidad pobre los resultados han sido inferiores (por ejemplo, Burns et al., 2002). Otro

tratamiento basado en evidencia con una relación fidelidad - resultado particularmente

fuerte es la Terapia Multisistémica (MST; Henggeler, Schoenwald, Borduin, Rowland, &

Cunningham, 1998). La MST ha sido ampliamente difundida tanto en E.E.U.U. como

internacionalmente (Schoenwald, Heiblum, Saldana, & Henggeler, 2008). En los esfuerzos

de diseminación de la MST se ha prestado particular atención en implementar el

entrenamiento y la fidelidad de manera similar que en los estudios de eficacia. Para

probar la necesidad de esta estrategia de implementación, Henggeler y colaboradores

(1997) evaluaron si con un procedimiento de entrenamiento modificado, sin el rigor de

aquel utilizado en los estudios de eficacia y otros de efectividad y diseminación, lograrían

resultados similares. Este estudio asemejó el entrenamiento al típicamente utilizado en

contextos de provisión de servicios de salud mental, que incluía un taller de entrenamiento

inicial carente de consultas de seguimiento, el monitoreo de la fidelidad, y sesiones de

refuerzo del entrenamiento. Los pacientes (N = 155) fueron asignados al azar para recibir

MST o los servicios habituales, y aunque la MST superó a la atención habitual, los

resultados fueron sustancialmente inferiores en comparación con otros estudios. Además,

la adherencia a los componentes del tratamiento, según la evaluación de los padres,

adolescentes y terapeutas, fue asociada con mejores resultados. Otros estudios de

diseminación de la MST han dado apoyo adicional a la relación adherencia - resultado

(Schoenwald, Carter, Chapman, & Sheidow, 2008; Schoenwald, Chapman, Sheidow, &

Carter, 2009).

Las conclusiones sobre la relación entre fidelidad y resultado en estudios de eficacia

sobre intervenciones cognitivo-conductuales han sido más inconsistentes. En dos

estudios que evaluaron cambio sintomático y adherencia al tratamiento para técnicas

específicas en terapia cognitiva para depresión, la adherencia a los procedimientos del

tratamiento predijo significativamente reducciones posteriores en la depresión (DeRubeis

& Feeley, 1990; Feeley, DeRubeis, & Gelfand, 1999). En contraste, en un estudio

multicéntrico de eficacia de terapia cognitivo conductual (TCC) y psicoterapia

interpersonal para bulimia nerviosa, la adherencia del terapeuta (reflejando tanto la

integridad como la diferenciación del tratamiento) no estuvo asociada con los resultados

en el paciente para ninguna condición de tratamiento (Loeb et al., 2005).

En un estudio de las variables del terapeuta (por ejemplo, experiencia, adherencia,

género) y el resultado del tratamiento del Estudio Colaborativo Multicéntrico para el

Tratamiento del Trastorno de Pánico (Multicenter Collaborative Study for the Treatment of

Panic Disorder) (Barlow, Gorman, Shear, & Woods, 2000), Huppert y colaboradores

(2001) encontraron que los terapeutas con los mejores resultados mostraban similares

niveles de adherencia en relación a aquellos con los peores resultados. En estudios de

seguimiento, la motivación del paciente fue evaluada como un potencial mediador de esta

relación (Huppert, Barlow, Gorman, Shear, & Woods, 2006). Al igual que en el primer

análisis, la adherencia por sí sola no se correlacionó significativamente con el resultado,

sin embargo la motivación medió esta asociación. Entre los pacientes con alta motivación,

la adherencia no estuvo asociada con el resultado, y entre los pacientes con baja

motivación, la adherencia estuvo negativamente asociada con el resultado. Los autores

sugirieron que este resultado puede estar relacionado a una aplicación más flexible del

protocolo con los pacientes "más difíciles", quienes mostraron menor motivación para el

cambio.

Dos estudios recientes han encontrado asociaciones no lineales entre fidelidad y

resultado. Barber y colaboradores (2006) evaluaron la relación entre adherencia y

resultado del tratamiento como parte de un gran estudio multicéntrico del tratamiento para

la dependencia de la cocaína y notaron un patrón de resultados curvilíneo, en el que las

adherencias bajas y altas se asociaban a un peor resultado en comparación con la

adherencia moderada.

Del mismo modo, en un estudio de TCC y terapia familiar multidimensional para

adolescentes con problemas externalizadores, se hallaron tanto efectos lineales como

curvilíneos para la asociación entre fidelidad y resultado del tratamiento (Hogue et al.,

2008). Por ejemplo, se encontró un efecto lineal que reflejaba mejores resultados con

mayor adherencia para el abuso de sustancias en la condición TCC y para

comportamiento externalizador en ambas condiciones. Sin embargo, para

comportamientos internalizadores, se encontró un efecto curvilíneo, con niveles

moderados de adherencia asociados en ambas condiciones con el resultado más fuerte

relativo a los niveles de adherencia bajos y altos.

Tanto Hogue y colaboradores (2008) como Barber y colaboradores (2006) concluyeron a

partir de sus resultados que la adherencia estricta puede ser perjudicial para el resultado

del tratamiento y por lo tanto que los tratamientos deberían ser administrados

flexiblemente. Sin embargo, esto también puede reflejar un panorama más complejo de la

relación entre fidelidad y resultado que la captada por estos estudios. Por ejemplo, la

adaptación flexible de un componente del protocolo puede facilitar a un paciente captar un

concepto del tratamiento o incrementar la adherencia del paciente a las tareas para el

hogar; mientras que otras adaptaciones pueden desviarse de los objetivos del tratamiento,

como retrasar el uso de una intervención basada en la exposición cuando un paciente

muestra resistencia. Así, la consistencia de la adaptación con el modelo general de

tratamiento puede ser crítica para el éxito de la flexibilidad. La adherencia estricta puede

derivar en la disminución de la receptividad del paciente a la intervención en algunos

casos, y por lo tanto impactar negativamente en la fidelidad. En general, estos estudios

insinúan resultados variables en los estudios de fidelidad en estudios de eficacia, con una

asociación positiva más consistente entre fidelidad y resultado en estudios de efectividad

y de diseminación/implementación. En estudios de eficacia, la evaluación de la asociación

fidelidad - resultado puede verse sesgada por un rango restringido de puntajes

alcanzados por un grupo de profesionales altamente entrenados y supervisados,

insinuando un "efecto techo". Los estudios en los que la asociación fidelidad - resultado

es evaluada dentro del contexto de un estudio de efectividad o diseminación pueden

proporcionar una mejor prueba de esta relación debido a una mayor probabilidad de una

gama de puntajes de fidelidad más amplia o más representativa. De hecho, se ha hallado

un alto nivel de integridad en correspondencia con las normas para estudios de eficacia

para niveles de adherencia aceptables en dos estudios en los que no se encontró una

asociación entre fidelidad y resultado (Huppert et al., 2001; Loeb et al., 2005). Además,

esta inconsistencia en los hallazgos puede estar relacionada con diferencias en la forma

en la que se define y se evalúa la fidelidad en cada estudio. En particular, la receptividad

del paciente a la intervención y la adherencia a los procedimientos pueden ser pasadas

por alto en algunos estudios.

La Adherencia del Paciente y el Resultado del Tratamiento

Otro componente importante de la fidelidad al tratamiento es la adherencia del paciente a

la intervención. En efecto, el cumplimiento de tareas para el hogar, un componente clave

de la adherencia del paciente a las terapias cognitivo-conductuales, fue significativamente

asociado con el resultado del tratamiento en una revisión meta-analítica (Kazantzis,

Deane, & Ronan, 2000). Esta asociación ha sido repetidamente demostrada en el

tratamiento de la ansiedad, la depresión (ver Kazantzis et al., 2000), y el abuso de

sustancias, (por ejemplo, Carroll, Nich, & Ball, 2005; Gonzalez, Schmitz, & DeLaune,

2006), entre otros (por ejemplo, Tolin, Frost, & Steketee, 2007). En un estudio de un

programa de TCC computarizado adjunto al tratamiento habitual para la dependencia de

sustancias (Carroll et al., 2008), el cumplimiento de tareas para el hogar y la participación

en el tratamiento (incluyendo el cumplimiento de las tareas para el hogar y la asistencia a

la sesión) estuvieron ambos fuertemente asociados con el resultado, con correlaciones

significativas en la magnitud de un gran tamaño de efecto (r = 0.77 y r = 0.85,

respectivamente). Además, en un estudio sobre la asociación entre conformidad con las

tareas para el hogar y el resultado en terapia cognitivo-conductual para la depresión,

Burns y Spangler (2000) encontraron apoyo para un efecto causal de la conformidad

sobre la mejoría clínica. Sin embargo, la evaluación de la conformidad con las tareas para

el hogar en estudios clínicos ha sido inconsistente, y frecuentemente involucra medir la

conformidad solo como el cumplimiento de las tareas para el hogar, sin consideración de

la calidad (ver Kazantzis, Dean, & Ronan, 2004). El uso que el paciente hace de los

componentes de la intervención, tanto durante el tratamiento agudo como luego de la

terminación del tratamiento, es también importante para la recepción de la intervención.

En un estudio de componentes de una intervención cognitivo-conductual computarizada

para la prevención de trastornos alimentarios, la frecuencia de uso por parte del paciente

de elementos tales como el acceso a la información y el número de semanas de uso,

predijeron mejoras en la restricción dietética tras la intervención (Manwaring et al., 2008).

También, un estudio de la adherencia de los pacientes a procedimientos posteriores a un

tratamiento de TCC agudo para dolor crónico, sugirió que la adherencia continua fue un

predictor robusto de resultados a largo plazo (Curran, Williams, & Potts, 2009).

La Flexibilidad y el Resultado del Tratamiento

Algunos han argumentado que la adaptación de los formatos originales es necesaria para

transportar los tratamientos a los contextos de prestación de servicios; sin embargo, no

está clara la forma en que debería hacerse la adaptación. Kendall, Gosch, Furr y Sood

(2008) describen el concepto de "flexibilidad dentro de la fidelidad" haciendo una

distinción entre el uso flexible de un tratamiento y la baja adherencia a un tratamiento. Su

definición permite hacer ajustes a los componentes del protocolo basados en diferencias

individuales relevantes, como la etapa del desarrollo y la capacidad cognitiva. Por

ejemplo, en el tratamiento del trastorno de pánico, cuando un paciente informa que los

ejercicios usados para la exposición interoceptiva no producen la sensación temida, usar

un ejercicio creativo para producir más precisamente la sensación buscada (por ejemplo,

ponerse orejeras mientras se gira en una silla para incrementar la sensación de

desorientación/desconexión, tomar una bebida con cafeína antes de correr por las

escaleras para producir la sensación de "agitación") o usar metáforas relevantes,

representarían adaptaciones flexibles del tratamiento que no ponen en peligro la

adherencia. Koerner y colaboradores (2007) sugieren que la flexibilidad dentro del

contexto del modelo es importante en la aplicación de la Terapia Dialéctico Conductual

(DBT; Linehan, 1993). Los autores también sugieren que existen varios riesgos en la

adaptación, incluyendo la potencial pérdida de efectividad; y hacen hincapié en que la

adherencia al modelo de tratamiento sea mantenida en cualquier adaptación específica

del encuadre.

Varios estudios han evaluado el impacto de la fidelidad en el resultado del tratamiento. En

particular, los estudios que evalúan la correspondencia de los pacientes con

intervenciones específicas, han arrojado resultados variables. De hecho, ha habido un

movimiento reciente hacia la atención "personalizada" como una meta para la atención en

salud mental (lnsel, 2009). En un estudio sobre la correspondencia de los pacientes con la

terapia comportamental de parejas, los resultados agudos fueron similares para

protocolos individualizados y estándar, sin embargo, el resultado a largo plazo sugirió

beneficios adicionales para los programas individualizados (Jacobson et al., 1989).

Resultados similares han sido observados en algunos estudios de tratamientos orientados

a características particulares del paciente (Por ejemplo, McKnight, Nelson, Hayes, &

Jarrett, 1984; Ost, Jerremalm, & Johansson, 1981 ); Sin embargo, otros protocolos

individualizados han mostrado peores resultados en comparación con los protocolos

estándar (por ejemplo, Schulte, Kunzel, Pepping, & Schulte-Bahrenberg, 1992) o ninguna

diferencia entre los tratamientos (por ejemplo, Mersh, Emmelkarnp, Bogels, & van der

Sleen, 1989; Mersh, Emmelkamp, & Lips, 1991; Nelson-Gray, Herbert, Herbert, Sigmon, &

Brannon, 1990). El proyecto MATCH, un gran estudio rnulticéntrico que examinó la utilidad

de hacer corresponder el tratamiento para la dependencia al alcohol con las

características del paciente previas al tratamiento, inicialmente solo reportó un efecto de

correspondencia del paciente con el tratamiento en función de la severidad psiquiátrica

inicial, sobre el resultado (Projecto MATCH, 1997); sin embargo análisis posteriores

sugirieron que ciertas características del paciente pueden estar asociadas con los mejores

resultados de ciertos tratamientos (Witkiewitz, van der Maas, Hufford, & Marlatt, 2007). No

obstante, las predicciones sobre la correspondencia de los tratamientos no estuvieron

asociadas con mejoras en los resultados en el Estudio del Tratamiento para el Alcohol en

el Reino Unido -UK Alcohol Treatment Trial- (equipo de investigación UKATT, 2008).

En un estudio de correspondencia con pacientes para recibir tratamiento para

diagnósticos comórbidos o solo para el diagnóstico principal, Craske y colaboradores

(2007) asignaron al azar a los pacientes, ya sea para recibir TCC para el trastorno de

pánico, o TCC para el trastorno de pánico con sesiones dirigidas a un trastorno de

ansiedad o estado de ánimo comórbido. Todos los pacientes recibieron 12 sesiones de

grupal para el trastorno de pánico, con algunos pacientes que recibieron sesiones

individuales adicionales dirigidas al trastorno de pánico y otras sesiones individuales

dirigidas a las condiciones comórbidas más graves. La inclusión del tratamiento para los

trastornos comórbidos no mejoró la eficacia del tratamiento, y, de hecho, produjo peores

resultados para todos los trastornos en comparación con la TCC para el trastorno de

pánico solamente. Sin embargo, este hallazgo fue de naturaleza preliminar dado el

pequeño tamaño de la muestra y a que los resultados tuvieron menos fuerza en el análisis

de intento de tratamiento.

Se han realizado pocos estudios de flexibilidad en el manejo clínico (es decir, no

determinado por un criterio de correspondencia a priori). Kendall y Chu (2000) informaron

que el nivel de adaptación flexible a un tratamiento manualizado para ansiedad infantil no

estuvo asociado con el resultado; ni siquiera facilitó ni atenuó el cambio sintomático.

Además, el nivel de flexibilidad utilizado no estuvo asociado con las variables del paciente

evaluadas, como diagnóstico principal y factores sociodemográficos. Es importante tener

en cuenta que en este estudio, la adherencia del terapeuta al protocolo fue muy fuerte, y

por lo tanto la flexibilidad se produjo dentro de los confines de una alta fidelidad al

tratamiento, generando, tal vez, una vez más un efecto techo.

2.4 El papel de la Competencia

La capacidad de aplicar flexiblemente un tratamiento mientras se sigue adhiriendo a él,

puede requerir un conjunto de habilidades particularmente avanzadas. En un informe que

describe un modelo de competencia en la aplicación de la TCC, Roth y Pilling (2007)

definen las "metacompetencias" como el nivel de competencia asociado con un

entendimiento tanto de la teoría y la aplicación, como de la habilidad de trabajar

flexiblemente y dentro de la adherencia para adaptar el modelo a las necesidades

individuales del paciente. Este tipo de habilidad puede ser un objetivo de formación difícil

y es particularmente difícil de medir.

En efecto, como se describió arriba, la relación conceptual entre competencia y fidelidad

carece de un consenso claro en el campo. En particular, ha estado faltando una definición

clara de competencia que facilite su medición. Por ejemplo, muchas de las medidas de

competencia utilizadas en los estudios clínicos han mostrado una fiabilidad inter­

evaluadores particularmente baja y las estrategias usadas para medir la competencia en

estudios clínicos varían ampliamente (ver Barber et al., 2007). Los datos disponibles

sobre la asociación entre la competencia y el resultado sugieren que, al igual que con la

evidencia de otros estudios de fidelidad, hay una asociación débil o inconsistente entre la

competencia y los resultados en el paciente en los estudios de eficacia (por ejemplo,

Barber et al., 2007; Shaw et al., 1999). De modo afín a los resultados de los estudios

sobre fidelidad, estos estudios pueden estar sesgados por un rango restringido de

puntajes, limitando así la capacidad de detectar una asociación entre estas variables.

Recientemente se han hecho varios esfuerzos para conceptualizar mejor la competencia

en el intento de mejorar su medición y entrenamiento. Por ejemplo, Roth y Pilling (2007)

publicaron los resultados de un grupo de trabajo comisionado por el programa Mejorando

el Acceso a las Terapias Psicológicas (!mproving Access to Psychological Therapies

Program) para definir las competencias necesarias para aplicar TCC para pacientes con

ansiedad y depresión. Este modelo usa un enfoque escalonado que considera tanto las

competencias de nivel alto como bajo y define las habilidades con el detalle suficiente

para facilitar su uso como un modelo de formación y evaluación. Esfuerzos similares para

definir la competencia están en marcha (por ejemplo, el Grupo de Tareas para la

Evaluación de la Competencia en la Psicología Profesional de la Asociación Americana de

Psicología - American Psychologica/ Association Task Force on the Assessment of

Competence in Professionaf Psychology; Kaslow et al., 2007). El desarrollo de indicadores

de competencia claramente definidos será importante para el desarrollo de modelos de

formación y evaluación para los esfuerzos de diseminación e implementación, y pueden

ser un elemento clave para lograr la adherencia flexible en la aplicación del tratamiento.

3. Tratamientos transdiagnósticos, modulares y basados en principios.

Actualmente, la asociación entre fidelidad, flexibilidad en la adaptación, y resultados del

tratamiento sigue sin ser clara, dados los resultados contradictorios reportados

anteriormente. Sin embargo, en base a la literatura disponible, la fidelidad (por parte del

terapeuta y el paciente) al transportar los tratamientos a los contextos de provisión de

servicios de salud mental, parece ser un fuerte predictor de los resultados del tratamiento.

Además, las evaluaciones preliminares de la fidelidad sugieren que cuando se mantiene

la adherencia, la flexibilidad no atenúa el resultado del tratamiento, lo que indica que

puede ser posible utilizar adaptaciones (que facilitarían la diseminación de los

tratamientos) mientras se mantiene la adhesión al mismo. El reciente desarrollo de

protocolos de tratamiento transdiagnósticos puede proporcionar una oportunidad

especialmente prometedora para lograr este equilibrio entre fidelidad y flexibilidad.

En los últimos años, han sido desarrollados varios tratamientos que difieren con el

enfoque en un solo trastorno de las intervenciones manualizadas tradicionales. Este

trabajo es el fruto de los avances en la comprensión de la naturaleza de la psicopatología

y de los procesos que se encuentran en diferentes trastornos (por ejemplo, los procesos

emocionales comunes). Por otra parte, los defensores de este enfoque enfatizan la

capacidad para facilitar la diseminación de los tratamientos transdiagnósticos, en

comparación con la formación en múltiples intervenciones focalizadas en un solo

trastorno. Los tratamientos desarrollados hasta la fecha pueden describirse a grandes

rasgos como transdiagnósticos, modulares, e intervenciones basadas en principios. Esta

discusión no incluirá tratamientos dirigidos comúnmente a trastornos comórbidos (por

ejemplo, trastorno bipolar y dependencia de sustancias; Weiss et al., 2007) y en su lugar

se centrará en los tratamientos diseñados para aplicarse a través de varios trastornos.

3.1 Tratamientos transdiagnósticos

La razón fundamental para los tratamientos transdiagnósticos se ha centrado en las

similitudes entre diferentes trastornos, en particular entre los de una misma clase

diagnóstica, aquellos con características clínicas superpuestas, o aquellos con altos

niveles de ocurrencia simultánea o mecanismos de mantenimiento comunes. Dado el

solapamiento sustancial y la comorbilidad elevada, los trastornos emocionales en general,

y los trastornos de ansiedad, en particular, han sido la principal área de interés en

investigación hasta la fecha. De hecho, los tratamientos cognitivo-conductuales para cada

uno de los trastornos de ansiedad son muy similares y suelen incluir los mismos

componentes básicos (por ejemplo, la reestructuración cognitiva, exposición en vivo).

Barlow y colaboradores (Allen, McHugh, & Barlow, 2008; Barlow, Allen, & Choate, 2004)

desarrollaron un protocolo de tratamiento unificado para los trastornos emocionales,

caracterizados como trastornos del estado del ánimo unipolares y trastornos de ansiedad

(con posibles aplicaciones a otros trastornos). El desarrollo de este protocolo unificado fue

motivado por investigaciones que identificaron similitudes a través de diferentes trastornos

emocionales, incluyendo la presencia de características comunes entre los trastornos (por

ejemplo, Brown, 2007; Brown, Chorpita, & Barlow, 1998), las altas tasas de comorbilidad

(por ejemplo, Kessler, Chiu, Demler, Merikangas, & Walters, 2005), y la obtención de

mejores resultados para las condiciones comórbidas al tratar un trastorno principal (por

ejemplo, Brown & Barlow, 1995; Borkovec, Abel, & Newman, 1995;. Craske et al., 2007).

La versión más reciente del protocolo unificado utiliza un formato modular en el cual la

"dosis" de cada componente de la intervención puede ser modificada en base a las

presentaciones clínicas ideográficas (Barlow et al., 2008). protocolo unificado es un

tratamiento cognitivo-conductual basado en exposición que se centra en cambiar las

respuestas desadaptativas frente a experiencias emocionales. Al adaptar los

componentes comunes de la TCC para los trastornos emocionales (por ejemplo, la

reevaluación cognitiva) y al basarse en los últimos avances de la ciencia de la emoción,

este tratamiento pretende focalizar en los procesos básicos que subyacen a los trastornos

emocionales. El protocolo unificado está siendo evaluado actualmente, sin embargo, los

resultados preliminares son muy prometedores, con un importante tamaño de efecto en

estos trastornos (d = 1.94), que van desde d = 1.70 para el trastorno de ansiedad

generalizada a d = 3.13 para el trastorno obsesivo -compulsivo (Ellard, F airholme,

Boisseau, Farchione, & Barlow, 2009). Estos tamaños de efecto son comparables o

incluso superiores a los hallados en los tratamientos que se focalizan en un solo trastorno

(ver Butler, Chapman, Forman, & Beck, 2006; Hofmann & Smits, 2008).

Se han desarrollado intervenciones similares para todos los trastornos de ansiedad,

muchas con formato grupal (por ejemplo, Erikson, 2003; Norton & Hope, 2005), y se

encuentran en fases relativamente tempranas de desarrollo y evaluación. Un reciente

meta-análisis preliminar de ocho estudios de eficacia que evalúan tratamientos

transdiagnósticos para los trastornos de ansiedad apoyó la eficacia de este enfoque con

tamaños de efecto en el rango de moderado a grande (rango de d 0.37 a 2.66) y un gran

tamaño de efecto (d = 1.29) al cruzar diferentes estudios. Esto también se compara

favorablemente con el reciente meta-análisis de la TCC para los trastornos de ansiedad

que también ha encontrado tamaños de efecto moderados a grandes en intervenciones

específicas focalizadas en un solo trastorno (por ejemplo, Hofmann & Smits, 2008; Norton

& Price, 2007).

Otro tratamiento transdiagnóstico para los trastornos de ansiedad se ha desarrollado para

su uso en fa atención primaria e involucra al médico de atención primaria junto con otros

prestadores (Sullivan et al., 2007). El modelo colaborativo de atención, que ha

demostrado exitosa aplicación para la depresión (Unutzer et al., 2002) y el trastorno de

pánico (Roy-Byrne et al., 2005), está siendo probado como un tratamiento para los

trastornos de ansiedad comunes (trastorno de pánico, trastorno de ansiedad

generalizada, fobia social y trastorno de estrés postraumático). Dentro de este modelo, los

pacientes identificados con un trastorno de ansiedad reciben ya sea un tratamiento

farmacológico de primera línea (inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina) o

terapia cognitivo-conductual. sesiones de TCC, el tratamiento se dirige al diagnóstico

más grave, sin embargo, los profesionales están formados generalmente en TCC para los

trastornos de ansiedad, así como en estrategias para modificar la TCC para cada uno de

los cuatro trastornos objetivo; por lo que en lugar de entrenarlos en cuatro protocolos

distintos, los profesionales reciben entrenamiento sobre cómo adaptar las estrategias de

intervención de la TCC para cada diagnóstico específico. Además, se ha diseñado una

intervención TCC por computadora para su aplicación en trastornos de ansiedad, que se

utiliza como un tratamiento complementario y ha demostrado, preliminarmente, viabilidad,

tolerabilidad y eficacia (Craske et al., 2009).

La prevalencia de los trastornos alimentarios se caracteriza particularmente por una gran

cantidad de casos con diagnóstico "no específicado" (NOS), lo que refleja presentaciones

clínicas con características mixtas de los trastornos alimentarios existentes (ver Fairburn

et al., 2007). Dado el solapamiento entre características clínicas de estos trastornos y la

prevalencia elevada de diagnósticos no especificados, Fairburn y colaboradores (2009)

desarrollaron un tratamiento cognitivo-conductual para pacientes con trastornos de la

alimentación adaptado del tratamiento para la bulimia nerviosa que puede ser utilizado en

toda la gama de presentaciones de los trastornos alimentarios. La Terapia Cognitivo­

Conductual-Mejorada (TCC-M) consta de 20 sesiones que incluyen intervenciones

dirigidas a los procesos comunes que se encuentran en los trastornos alimentarios (por

ejemplo, atracones, preocupación por el peso). Los datos de un gran estudio controlado

aleatorizado sugieren que la TCC-M es un tratamiento eficaz para los trastornos

alimentarios, con importantes efectos del tratamiento en comparación con lista de espera.

Tratamientos modulares

Los enfoques modulares de tratamiento equilibran la estructura del tratamiento,

incluyendo el mantenimiento de la fidelidad a los principios conceptuales y teóricos, con la

flexibilidad en la aplicación de estrategias basadas en las presentaciones clínicas

individuales, el funcionamiento psicosocial, y los objetivos de tratamiento identificados.

Muchos tratamientos manualizados están virando hacia una aplicación más flexible,

haciendo hincapié en la flexibilidad de los pasos del tratamiento para reflejar las

diferencias individuales, tales como la motivación y la severidad de la patología (por

ejemplo, Henin, Otto, & Reilly-Harrington, 2001). Por ejemplo, el manual de tratamiento de

Craske y Barlow (2007) "El dominio de su ansiedad y pánico" -Mastery of Your Anxiety

and Panic-, orienta al profesional para regular el ritmo del progreso en la aplicación de los

componentes del tratamiento basándose en las necesidades específicas del individuo. Se

han desarrollado tratamientos modulares más nuevos, que incluyen flexibilidad en el

orden o en la inclusión de módulos, para trastornos conocidos por sus presentaciones

clínicas heterogéneas, incluyendo trastornos de ansiedad infantil (Chorpita, 2007) y

trastornos psicóticos (Addington & Gleeson, 2005; Cather, Penn, Mueser, & Otto, manual

inédito).

La presentación clínica de los trastornos de ansiedad en los niños varía

considerablemente, sin embargo los síntomas suelen estar relacionados con los mismos

procesos patológicos subyacentes (véase Chorpita, 2007). La Terapia Cognitivo­

Conductual Modular para Trastornos de Ansiedad en la Infancia (Chorpita, 2007) fue

desarrollada para abordar sistemáticamente estos procesos comunes (por ejemplo, el

afecto negativo) utilizando un enfoque modular flexible, basado en la formulación del

caso. Este tratamiento incorpora componentes de los TAEs (por ejemplo, la exposición) y

ha demostrado eficacia en un estudio piloto, con una mejoría clínicamente significativa en

el seguimiento a los 6 meses (Chorpita, Taylor, Francis, Moffitt, & Austin, 2004). En este

tratamiento, se recomiendan cuatro módulos básicos para todos los pacientes, incluyendo

psicoeducación, auto-monitoreo, exposición y prevención de recaídas. Se puede añadir

módulos complementarios, como el uso de recompensas, reestructuración cognitiva y

entrenamiento en habilidades sociales, en función del juicio clínico del terapeuta para

tratar otros síntomas presentes. Además de permitir flexibilidad en la administración de los

módulos, el tratamiento enfatiza la individualización en la presentación del tratamiento

mediante la selección de metáforas, ejemplos, y estilo de lenguaje, para lograr un ajuste

adecuado con cada paciente.

Dada la complejidad de la presentación clínica de la esquizofrenia, se han desarrollado

enfoques modulares de tratamiento para el primer episodio psicótico (Addington &

Gleeson, 2005), así como para los síntomas refractarios de la esquizofrenia (Cather,

Penn, Mueser, & Otto, manual sin publicar). Por ejemplo, la TCC Funcional (TCCf), un

tratamiento diseñado para pacientes con trastornos del espectro esquizofrénico, se

compone de un núcleo de cinco sesiones, después de las cuales en las sesiones

restantes, se utilizan reglas de decisión especificadas (sobre la base de los síntomas de

presentación) para seleccionar las intervenciones que mejor se adapten a los objetivos del

paciente. Un estudio piloto (Cather et al., 2005) encontró que TCCf fue bien tolerada y

derivó en una mejoría de los síntomas positivos.

3.3. Tratamientos basados en Principios/Componentes

Dada la proliferación de tratamientos que se ha producido en el campo, han ido ganado

apoyo los beneficios del movimiento orientado hacia los tratamientos basados en

"ingredientes activos". El ejemplo más avanzado de este enfoque es el enfoque de

"elementos comunes", que fue motivado por el reconocimiento de la gran cantidad de

tratamientos disponibles para niños y la dificultad inherente para seleccionar las

intervenciones apropiadas (por ejemplo, Chorpita, Becker, & Daleiden, 2007). Este

enfoque, también denominado "modelo de destilación y adecuación" (MOA; "distillation

and matching model", DMM), extrapolado de la literatura empírica para identificar los

componentes comúnmente utilizados en los protocolos con el fin de reducir un gran

número de tratamientos a un conjunto común de principios de tratamiento (ver Chorpita &

Daleiden, en prensa). Estos principios podrían luego corresponder a pacientes específicos

basados en la evidencia disponible para su uso en pacientes con características similares

(por ejemplo, sexo, diagnóstico). Los esfuerzos de este grupo han dado lugar a la

identificación de elementos de una práctica común para una serie de presentaciones

clínicas en niños y adolescentes (Chorpita & Daleiden, 2007). La aplicación de este

modelo en el sistema estatal de atenéión en Hawai comenzó recientemente y está en

curso la evaluación de su eficacia.

3.4. Fidelidad, Adaptación y el Futuro de los Tratamientos Transdiagnósticos

Aunque los resultados son preliminares y aún falta mucha investigación para determinar si

las modalidades de tratamiento transdiagnósticos son eficaces y efectivas para el

tratamiento de trastornos psicológicos, los resultados hasta la fecha son muy

prometedores. En relación con el problema de equilibrar fidelidad y adaptación, estos

tratamientos proporcionan una estrategia particularmente conducente al permitir la

adaptación de intervenciones basadas en el contexto y el paciente individual, mientras

que también permiten delinear los componentes del tratamiento (y, a veces, las reglas de

decisión) que favorecen que el tratamiento sea replicado fiablemente. De esta manera, al

proveer un diseño más flexible que ya no requiere la adhesión rígida a los componentes

del tratamiento en un tiempo y orden estrictos, los tratamientos transdiagnósticos más

flexibles pueden desplazar la variable relevante al grado de habilidad o de competencia

con el que se administran los componentes. Por otra parte, estas intervenciones son

consistentes con el movimiento hacia la atención "personalizada" de la salud mental (ver

lnsel, 2009).

Además de proporcionar una modalidad que puede facilitar la adaptación y la fidelidad, los

tratamientos transdiagnósticos pueden presentar ventajas sustanciales en relación a la

diseminación de un tratamiento orientado a un solo trastorno. Por ejemplo, incluso en el

contexto de servicios clínicos ambulatorios especializados los profesionales tendrían que

recibir formación en múltiples protocolos individuales para poder tratar a esa población

específica de pacientes utilizando TAEs. Un centro comunitario de salud mental que

recibe una amplia variedad de presentaciones clínicas debería recibir formación en

incluso más protocolos. Intentar mantener la fidelidad en cada uno de estos tratamientos

individuales representa un gran desafío para el sistema de atención clínica. Dado los

costos del entrenamiento didáctico (por ejemplo, talleres -workshops-, materiales escritos)

y el entrenamiento en competencias (por ejemplo, la supervisión y el feedback) la

diseminación de múltiples tratamientos no es a menudo viable. Los protocolos

transdiagnósticos ofrecen un número drásticamente reducido de formación necesaria y

por lo tanto redundan en un ahorro sustancial de costos en comparación con los

tratamientos focalizados en un solo trastorno. Además, dada la amenaza potencial que

representa no incluir el entrenamiento en competencias y el monitoreo de la fidelidad y el

feedback, este ahorro puede permitir una formación más intensiva en un solo tratamiento

obteniendo, por lo tanto, mejores resultados.

Discusión

Entre las consideraciones para la diseminación exitosa de los tratamientos con apoyo

empírico, es de particular importancia el grado en que los tratamientos probados en

diseños de investigación controlados lograrán similares beneficios en sus resultados en

los contextos de provisión de servicios. Se ha enfatizado el rol central de la fidelidad al

tratamiento en los estudios de eficacia terapéutica; sin embargo, el grado en que los

tratamientos con apoyo empírico son replicados en situaciones prácticas ha sido

inconsistente. Además, la adaptación es un proceso natural en la diseminación y puede

aumentar la adopción y el mantenimiento de la aplicación del tratamiento.

este artículo se revisó la literatura disponible sobre la asociación entre la fidelidad al

tratamiento, la flexibilidad, y el resultado para proporcionar una perspectiva sobre la

importancia relativa de estos factores. Aunque los estudios están limitados por cómo la

fidelidad es definida y evaluada, la fidelidad parece ser un factor importante en la

transportabilidad de los tratamientos de la investigación a los contextos prestadores de

servicios, y puede ser responsable por la pérdida de eficacia que puede ser observada en

estos contextos. De hecho, el feedback cualitativo de las iniciativas de entrenamiento

indica que los profesionales tienen la intención de usar "componentes" de tratamientos

con apoyo empírico en el futuro (por ejemplo, Markman et al., 2004); el grado en el que la

aplicación parcial puede reducir la eficacia no está claro. A pesar de la aparente

importancia de la fidelidad, la adaptación puede ser tanto necesaria para la

transportabilidad de tratamientos como también para facilitar su adopción. Dada la

evidencia actual en materia de formación en tratamientos con apoyo empírico, no hay

ninguna indicación de momento para sugerir que la implementación exitosa es posible en

ausencia de algún tipo de supervisión, consultoría, y/o monitoreo de la fidelidad.

La reciente introducción de los tratamientos transdiagnósticos y los basados en principios

pueden representar un cambio en la forma en que se conceptualiza la fidelidad. En efecto,

si la flexibilidad puede lograrse mientras se mantiene la fidelidad al modelo de tratamiento,

pueden alcanzarse los beneficios tanto de la adherencia como de la adaptación. Weisz y

colaboradores (1995) destacaron que en el caso de los resultados más modestos en la

aplicación de los tratamientos con apoyo empírico en los contextos prestadores de

servicios, los desarrolladores de tratamientos deben considerar cambios a las

intervenciones clínicas para hacerlos más transportables. El movimiento hacia protocolos

de tratamiento más flexibles que mantengan la especificidad necesaria para ser

replicados puede significar la próxima revolución en el tratamiento de trastornos

psicológicos.

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