logica simbolica
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Breve reseña de las obras de Aristóteles y Leibniz en la Lógica Simbólica.
Presenta: Raúl E. Camarillo Blásquez. 18 febrero de 2014.
I. La obra de Aristóteles.
Aristóteles fue el fundador de la Lógica, y el primer lógico formal de la historia. La
influencia de su obra ha sido muy grande durante toda la historia del pensamiento. Muchos
autores consideran que el estagirita construyó de una vez y para siempre todo el edificio de
la lógica desde sus cimientos, pues no se concibe una forma de lógica que no tenga alguna
conexión con la establecida por él.
El Filósofo fue el primero en estudiar y codificar las formas de argumentación
correcta, aunque Zenón de Elea y Platón pueden ser llamados precursores de la lógica. Los
escritos lógicos aristotélicos son tratados que en conjunto se han llamado Organon, y han
sido organizados de la siguiente manera: Categorías, De Interpretatione, Primeros
Analíticos, Segundos Analíticos, Tópicos y Refutaciones.
Como aportación a la lógica formal, podemos señalar que Aristóteles distinguió el
carácter “sintáctico” del punto de vista lógico, presentando claramente las “categorías
sintácticas” al definir los componentes del discurso, tanto elementales (nombres y verbos
con su flexión y negación…) como complejos (proposiciones…), los cuales han sido
tomados y utilizados por la lógica hasta nuestros días.
Además, Aristóteles elaboró completamente la primera teoría lógica formal
sistemática y completa, que es la del silogismo categórico, y que está desarrollada en los
Primeros Analíticos, presentando los tres enfoques fundamentales de la lógica formal: el
uso de variables, la teorización puramente formal de las estructuras y de las leyes de la
deducción silogística, y el uso del método axiomático. Éste último es muy valorado en
nuestros días, pues se ha tomado como un cauce universal para sistematizar todas las
ciencias deductivas, incluyendo la lógica misma.
Aristóteles afirmó que toda demostración tiene tres partes fundamentales: la
conclusión, los axiomas o premisas, y un género cuyas propiedades son objeto de
demostración. Los axiomas deben ser evidentes, o conocidos de por sí (no objeto de
demostración dentro del mismo sistema, lo que constituiría una demostración circular).
Este método axiomático lo aplicó a su misma teoría silogística, teniendo como
estructuras primarias (axiomas) los cuatro silogismos de la llamada “primera figura”, a los
que se pueden reducir los otros, mediante algunas “reglas de transformación” o
“procedimientos”, tales como la “conversión” simple de las proposiciones y el de
“reducción al absurdo”.
Como conclusión podemos afirmar que la lógica de Aristóteles desde sus inicios
usaba unos recursos que están en línea de continuidad con la lógica simbólica moderna:
estructura formal, cierto grado de simbolismo, sistematización axiomática, y el tomar el
lenguaje como tema de estudio, para determinar las “leyes” del discurso correcto.
II. La obra de Leibniz.
A principios del S. XX fue descubierta y valorada la obra acerca de la lógica
simbólica de Gottfried Wilhelm Leibniz, quien viviera del 1646 al 1716. Su obra supuso un
gran avance para esta rama de la ciencia, que tuvo muchos rasgos de continuidad con la
lógica tradicional y con la de Aristóteles.
Su objetivo fue que la metafísica contara con un instrumento para alcanzar el rigor y
dignidad científica de las matemáticas, pues le parecía que las discusiones filosóficas no
concluían debido a la ambigüedad de los términos y de los procesos del lenguaje cotidiano.
Por ello quiso crear una lógica simbólica, de carácter calculístico, con procedimientos
semejantes a los de las matemáticas.
La gran contribución de Leibniz al cálculo fue posible también gracias a los
diferentes desarrollos matemáticos de los siglos XVI y XVII, en geometría analítica,
cálculo infinitesimal, y construcción de simbolismos más manejables y seguros. Leibniz
supo aprovechar estos avances para aislar la verdadera naturaleza del cálculo. De esta
manera, la deducción lógica pudo tener una desvinculación respecto a los contenidos
semánticos de las proposiciones; y mediante un simbolismo, las reglas de la deducción
lógica se pudieron reducir a meras reglas de cálculo, las cuales son válidas para
consideraciones no sólo cuantitativas, sino también cualitativas.
Así pudo crear un sistema para tener la deducción lógica en términos de puro
cálculo, como simples operaciones formales con símbolos, a la que llamó “lógica
matemática” o “logística”, la cual puede considerarse fundada por Leibniz, aunque su
verdadera construcción sea posterior. Él buscaba un método que pudiera seguirse de
manera segura y fácil, como el “hilo de Ariadna” en un laberinto; de manera que ante las
controversias filosóficas no hubiera necesidad de discutir, sino sencillamente tomar una
pluma y calcular.
Es importante aclarar que el simbolismo creado por Leibniz es un simbolismo
“interpretado”; esto es, no son signos que carezcan de significado, sino que se opera con
ellos sin tener en cuenta lo que puedan significar, y no constituyen un lenguaje artificial. El
camino que abrió Leibniz conducía a un lenguaje artificial, y él mismo mostraba su
necesidad, pues reconocía las ambigüedades de los lenguajes naturales. Sin embargo su
simbolismo sólo es un reflejo riguroso de las estructuras formales del lenguaje ordinario,
una abstracción máxima de éste último.
Leibniz, que vivió en la segunda mitad del S. XVII, no alcanzó a desarrollar toda la
obra que concebía sobre el cálculo lógico, ni siquiera sus seguidores inmediatos lo hicieron.
Fue, como ya se dijo, hasta inicios del S. XX cuando Russel y Whitehead lo retomaron en
su obra Principia mathematica, aunque se empezó a estudiar desde la segunda mitad del S.
XIX.
Es posible que las aspiraciones de Leibniz fueran demasiado amplias, pues quería
lograr un sistema que construyera todo el saber a partir de combinaciones de un número
finito de conceptos elementales. Esta aspiración podrá haber hecho que Leibniz no
desarrollara más su primer cálculo lógico, algo más modesto, pero seguramente alcanzable.
Por otro lado, es posible que también sus ideas sobre la lógica no fueran tan aceptadas por
ir a veces acompañadas de ideas filosóficas vagas y algunas veces de aspecto cabalístico.
Sin embargo, se podría decir que su obra pudo ser valorada hasta que los tiempos
estuvieran preparados para ella, esto es, que Leibniz fue alguien anticipado para su época.
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Fuente: E. AGAZZI. La lógica simbólica. Barcelona. Herder, 1979. Cap. 3, nn. 6-7. Págs. 60-82.