locke

30
HÜI v ÍÁ ín G c%ípi ’SfSjrv JUJHUN Lj VÜKÉ

Upload: elbio-juarez

Post on 09-Nov-2015

3 views

Category:

Documents


0 download

DESCRIPTION

LOCKE

TRANSCRIPT

  • H I v n Gc%pi SfSjrv

    JU JH U N LjV K

  • LIBR O 1(1)

    LAS NOCIONES INNATAS

    CAPITULO I (I)

    NO EXISTEN PRINCIPIOS ESPECULATIVOS INNATOS

    i ( i ) Es opinin establele!:: entra 'o.:, rrc-^.-r.-. que en el e n te n d im ie n to existen ;n:'los principios innatos, ciertas nociones primarias, TTOin. ewmat. caracteres, como si estuvieran estampados en la mente humana, y que el alma ios recibe en su origen, trayndolos ai mundo con ella. Para convencer a) lector carente de prejuicios de la falsedad de esta suposicin, bastara con mostrar cmo los hombres, por el simple uso de sus facultades naturales, pueden obtener todo el conocimiento que poseen, sin ayuda de ninguna impresin innata. Pueden llegar a la certeza sin tales principios o nociones originarios. Imagino que cualquiera conceder fcilmente que sera impertinente suponer innatas las ideas de color en una criatura a quien Dios ha dado vista y capacidad para recibirlas de objetos externos por medio de los ojos. No menos irrazonable sera atribuir ciertas verdades a impresiones de la naturaleza y caracteres innatos, cuando podemos observar en nosotros mismos facultades adecuadas para obtener un conocimiento de ellas tan fcil y cierto como si estuviera impresas originariamente en la mente. . .

    29

  • 2 (2) Se suele decir que existen ciertos principios especulativos y prcticos sobre los que se halla de acuerdo toda la humanidad. Por tanto, se arguye, deben ser impresiones constantes que el alma del hombre -recibe en su primer ser, y con las que viene al mundo tan necesaria y realmente como sucede con sus inherentes facultades.

    3 (3) Este argumento, extrado del consentimiento comn, posee esta mala fortuna: que si fuera cierto que existen determinadas verdades sobre Ls que la humanidad estuviera de acuerde, eso no ptobara que fueran innatas, pues quedara la posibilidad de demostrar su adquisicin de otro modo, lo cual creo que puede hacerse.

    4 (4) Pero, lo que es ms grave, este argumento del consentimiento universal, que se utiliza para probar que las ideas son innatas, me parece una demostracin falsa:- no existe nada acerca delo cual toda la humanidad est de acuerdo. Em pezar, como ejemplo, con los principios especulativos que parecen ms innatos: Lo que es, es . Y es imposible para la misma cosa ser y no ser . Sin embargo me tom o la libertad de decir que estas proposiciones se hallan lejos de lograr un asentimiento universal, pues existe una gran parte de la humanidad que no las conoce.

    5 (5) Es evidente que los nios y los idiotas no tienen el menor pensamiento de ellas. Con.eso basta para destruir. ese asentimiento universal," que debe ser el concom itante necesario de todas as verdades 'innatas. Me parece una contradice cin decir que existen verdades impresas en - el alma que sta no percibe o comprende, si la palabra imprimir significa algo distinto de h acer.

    30

  • que se perciban ciertas verdades. Pero imprimir algo en la mente, sin que sta lo perciba, me parece difcilmente inteligible. Por tanto, si los nios y los idiotas poseen mentes con aquella;: impresiones en ellas, inevitablemente, tendran que percibirlas, y necesariamente conoceran y asentiran a estas verdades. Puesto que no es as,es ewidcntt jue fio tdlcS impresiones ysi no son nociones, impresas naturalmente cm o tiuedc-n ssr innatas? Y si estn impresas corno

    pstete qv ^-sn desconocidas? Decir que uui noci esta impresa en la meme, y al mismo tiempo afirmar, sin embargo, que la mente no la conoce, es reducir esta impresin a la nada. Ninguna proposicin puede decirse que este en la mente, si nunca se conoce o se est consciente de ella, . . bi, por tent, estej Jos proposiciones, lo que es, es y es imposible para una misma cosa ser y no ser estn naturalmente impresas, los nios no pueden ignorarlas: todos aquellos seres que poseen alma deben tenerlas necesariamente en sus entendimientos, conocer su verdad, y asentir a ellas.

    6 (6) Para refutar lo anteriormente dicho, suele decirse que los hombres las conocen y asienten a ellas cuando llegan al uso de la razn, lo que bastara para probar que son innatas. Respondo:

    7 ( 7 ) . . .Para que esto tenga algn sentido, tiene que significar una de estas dos cosas: o que tan pronto como los hombres llegan al uso de razn estas inscripciones que se suponen innatas las conocen y observan, o que el uso y el ejercicio de la razn les ayuda en el descubrimiento de estos ejercicios y les hace conocerlos.

    g fR'i Qi m miint-p Hprr nup m n el u s o d e la

  • razn los hombres descubren estos principios, y que esto basta para probar que son innatos, tal modo de argir indicar lo siguiente: que, sean cualesquiera las verdades que la razn pueda descubrimos y hacernos asentir firmemente, se hallan impresas en la mente, puesto que el asentimiento universal, que se hace criterio de ellas, no significa sino que por el uso de la razn somos capaces de obtener conocimiento y asentimiento a ellas; de este modo no habr diferencia entre los postulados de los matemticos y los teoremas que deducen de ellos: si se aplica este modo de pensar habr que admitir que todos son innatos, pues son descubrimientos hechos mediante el uso de la razn.

    9 (9 ) Pero, cm o puede creerse que es necesario el uso de la razn para descubrir principios que se suponen innatos, cuando la razn no es otra cosa sino la facultad de deducir verdades desconocidas de principios o proposiciones que son ya conocidos? Nada puede considerarse innato, si tenemos necesidad de la razn para descubrirlo, a menos que pensemos que todas las verdades que la razn nos ensea son innatas. . .

    10 (1 0 ) Se dir quiz que a las demostraciones matemticas, y a otras verdades que no son innatas, no se asiente tan pronto com o se las propone, en lo que se distinguen de aquellos postulados y otras verdades innatas. Dir solamente en lo que difieren Testos postulados y las demostraciones m atemticas: stas tienen necesidad de pruebas para mergr nuestro asentimiento; a los otros se asiente tan pronto com o son comprendidos, sin necesidad de razonamiento. . .

    11 (1 1 ) Quienes se tomen la molestia de re-

    32

  • flexional' sobre las operaciones del entendimiento hallarn que este rpido asentimiento de 1?. mente a ciertas verdades depende, no de una inscripcin nativa, ni del uso de la razn, sino de una facultad de la mente completamente distinta. como veremos ms adelante. La razn no acta para nada en procurarnos asentimiento a estos principios: si por decir, que los hombres

    - - ..................- - - r-, 1 - , r* n ;i p r\ l 'c r ^ n r> ]

    uso de la razn' se quiere significar que el usode a razn nos asiste en el conocimiento de >?n,

  • asienten a estas mximas cuando llegan al uso de la razn es afirmar que no se conocen ni se tiene noticias de ellas despus, durante la vida del hombre: pero el cundo es incierto. . .

    14 (1 4 ) En segundo lugar,' si fuera verdad que el tiempo preciso en que se las conoce y se asiente a ellas es cuando se llega al uso de la razn, tal cosa no probara que fueran innatas. Tal m odo de argir es tan frivolo como-falsa la suposicin misma. Pues, por qu razn ha de parecer que w a .vicei.* est originariamente impresa en la mente desde su constitucin primera, por el hecho de que se la conozca por primera y se asienta a ella cuando un facultad de la mente,

    t . * ri i V, ^ r\ /"> />. -r's TQV'T'" O P P -wj u iw v c / o o o u t m a l j i u u c i i o w j . * u o ^

    tuar? Por la misma razn, el hecho de poder expresarse verbalmente, si se supone que es ste el tiempo en que se asiente por primera vez a ellas, -constituira tan buena prueba de que son innatas com o decir que son innatas porque los hombres asienten a ellas cuando llegan al uso de raz n . . .

    1 5 ( 1 5 ) Al principio, los sentidos aprehenden ideas particulares y abastecen el gabinete todava vaco de nuestra mente con algunas de ellas que son conservadas en la memoria y a las que se da nombre. Despus la mente las abstrae y, mediante un modo gradual, aprende el uso de los nom bres generales. De esta manera la mente se surte de ideas y de lenguaje, materiales sobre los que ejerce su facultad discursiva; y el uso de la razn se hace ms visible a mecida que aumentan estos materiales que permiten su empleo. Aunque el tener ideas generales y el uso de las palabras generales y el de la razn crecen juntamente, sin

    34

  • embargo es lo no indica que tales ider>s sean innatas. . .

    16 (1 6 ). Un nio no sabe que tres ms cuatro es igual a siete hasta que es capaz de contar hasta siete y posee e! nombre y la idea de igualdad; entonces, por la explicacin o comprensin de estas dos palabras, asiente o percibe la_ verdad dp dicha nroDOsicin. Pero no asiente rpidamente, porque sea una verdad innata, m porque haya llegado al uso de razn y la haya conocido o n e c e s , sino porque la verdad de dicha proposicin se le aparece pionco com o ha instalado en su mente las iaeas claras y distintas que dichas palabras representan. . . Un hombre sabe que dieciocho y diecinueve suman treinta y siete con la misma seguridad que sabe que uno y dos suman tres; sin embargo, un nio no sabe esto tan pronto com o aqul, no por falta de uso de razn, sino porque las ideas que expresan las palabras dieciocho, diecinueve y treinta y siete no las alcanza tan pronto com o las que significan uno, dos y tres. . .

    17 (18) Pregunto si el rpido asentimiento ando a una proposicin, al orla por primera vez y entender sus trminos, puede ser un criterio cierto de que es innata. Si no fuera as, en vano se aducira tal asentimiento com o una prueba de ellas; y si se dice que constituye un criterio de que son innatas, debe concederse que son innatas todas las proposiciones a las que se asiente tan pronto como se las oye, de lo que resulta que estaremos abarrotado:: de principios innatos. Por el mismo motivo el de asentir al or y comprender los trminos en una proposicin, caso en que los hombres la admitiesen como innata deberan asimismo consentir en que son in-

    35

  • ualas otras muchas proposiciones numricas: que uno y dos son tres, que dos y dos son cuatro, y multitud de otras semejantes, a las que todo el mundo asiente. Pero esta prerrogativa no sera slo de los nmeros, sino tambin de la filosofa natural y de todas las otras ciencias, las cuales ofrecen proposiciones a las que asentiramos tan pronto com o las comprendiramos, Que dos cuerpos no pueden estar en el mismo lugar' s una verdad a la que nadie adhiere menos que a las mximas, es imposible para una misma cosa ser y no ser , o que lo blanco no es negro , o que un cuadrado no es un crculo , o que lo amargo no es lo dulce . . .

    18 '( 19) No se diga que esas proposiciones evidentes a las que se asiente en seguida, com o uno y dos son tres , lo verde no es rujo , etc., se reciben com o consecuencia de aquellas otras proposiciones, ms universales, que se con sideran com o principios innatos; puesto que cualquiera que se tome la' molestia de observar lo que ocurre en el entendimiento hallar ciertamente que stas, y lo mismo las proposiciones menos generales, las conocen y asienten a ellas gentes absolutamente ignorantes de las mximas generales; de forma que, siendo anteriores en la mente a aquellos primeros principios (nombre con' que se les conoce), no pueden deber a ellos el asentimiento con que se reciben. . .

    19 (21) / Pero nada hemos conseguido todava del asrftir a proposiciones y comprender de primeras' sus trminos . Ser conveniente que notem os'que, en lugar de constituir una seal de que son innatas es una prueba de lo contrario, pues supone que algunos que comprenden y co

    36

  • nocen otras cosas pr,rm;inpnrnn ignorantes rio aquellos principios hasta que les son propuestos, y que se puede desconocer oslas verdades 'ja.-..~ui que se las oye a los dems. Entonces, si fueran innatas para qu necesitaran ser propuestas con objeto de conseguir asentimiento, cuando, si es que se hallan en el entendimiento, por una impresin natural y originaria, no podran ser por menos de ser conocidas con anterioridad? No puede negarse que los hombres, al serles propuestas, conocen muchas de las verdades evidentes por si; pero es claro que quien las conoce as advierte en s mismo que empieza a conocer una proposicin que no conoca ant-, y que, a par- ' ?r de entonces, nunca discutir; no porque sea innata, sino porque la consideracin de la naturaleza de las cosas contenidas en aquellas palabras no le permitira pensar de otra manera. . .

    20 (2 2 ) Si se dice que el entendimiento posee un conocimiento implcito de estos priniepios, pero no explcito , ser difcil concebir lo que se entiende por un principio impreso en el entendimiento implcitamente, a menos que la mente sea capaz de comprender y asentir firmemente a tales proposiciones. En este caso, todas las demostraciones matemticas, e igual los primeros principios, deben ser recibidos como impresiones nativas de la mente; pero me temo que no admitan eso fcilmente quienes saben por e x periencia que es ms difcil demostrar una proposicin que asentir a ella cuando est demostrada. Y pocos matemticos se arriesgarn a creer que todos los diagramas que han dibujado no fueron sino copias de caracteres innatos que la naturaleza ha grabado en sus mentes. . .

    21 (2 3 ) Para concluir, en lo que se refiere al

    37

  • argumento de! asentimiento universal, dir que estoy de acuerdo con los defensores de los principios innatos en que, si son innatos, necesitan tener asentimiento universal. Pues que una verdad sea innata y- no se asienta a ella es para m tan ininteligible como para un hombre conocer una verdad y estar ignorante de ella al mismo tiempo. Segn propia confesin de estos h om bres, no pueden ser innatas, puesto que no asienten a ellas los que no comprenden los trminos, ni tampoco una gran parte de lo? q'ie, pudindolos comprender, nunca han odo o pensado en esas proposiciones, lo cual sucede, me parece, a la mitad de la humanidad por lo menos. . .

    22 (2 7 ) Que las mximas generales de que tratamos no son conocidas por los nios, los idiotas y gran parte de la humanidad, lo hemos probado suficientemente. Pero existe otro argumento en contra de que sean innatas: y es que estos caracteres, si fueran impresiones originarias y nativas, apareceran con la mayor claridad en aquellas personas en quienes, precisamente, no hallarnos huellas de ellos; y esto es, en mi opinin, una fuerta presuncin de que no son innatas. puesto que son menos conocidas para aquellos en quienes, de ser innatas, deberan actuar con m ayor fuerza y vigor. Como los nios, los idiotas, los salvajes y las personas analfabetas son los menos corrompidos entre toda la humanidad por las costumbres y las opiniones recibidas, sera razonable pensar que en sus mentes estas nociones innata.! se mostraran abiertamente a la vista de cad! uno, como ocurre en los pensamientos de los nios! Pero, ay! , entre los nios, los idiotas, los salvajes y las personas analfa b e ta s qu mximas generales se encuentran? Qu principios universales de conocimien

    38

  • to? Sus nociones son pocas y estrechas, adquiridos nicamente de los objetos con ios que ms se relacionan y que lian causado en sus sentidos las impresiones ms frecuentes y fuertes. . .Estos principios no han de espetarse que se encuentren en ios pensamientos de ios nios. Constituyen el lenguaje y ei terna de ias escuelas.y academias

    a esta clase da conversacin o enseanza y donde las disputas son frecuentes, justas mximas son adecuadas para argumentaciones, artificiosas, y tiles para lograr convicciones, poro no lo son para conducir el descubrimiento de ia verdad, o al avance del conocimiento.

  • CAPITULO II (II)

    NO EXISTEN PRINCIPIOS PRACTICOS INNATOS

    1 (1 ) Si las mximas especulativas que hemos ^rainadc en el captulo anteric: j o poseen un real, asentimiento universal por parte de la humanidad, com o hemos probado, mucho ms evidente resulta esto respecto a los principios prcticos. Creo que ser muy difcil hallar un ejemplo de regia moral que logre un asentimiento tan general y rpido com o lo que es, es o es imposible para una misma cosa ser y no ser . Delo que resulta que se encuentran lejos, de, poder ser llamadas innatas; y la duda de que sean impresiones nativas en la mente es ms fuerte contra estos principios morales que contra los especulativos. . . Son ambos igualmente ciertos, pero no igualmente evidentes. Las mximas especulativas poseen su propia evidencia; pero los principios morales requieren razonam iento y discurso para descubrir la certeza de su verdad. No aparecen claram ente com o caracteres grabados en la m ente; pues, si as fuera, deberan ser visibles por s mismos y, merced a su propia luz, ser ciertos y conocidos por tod os.-Pero esto no significa una disminucin de su verdad y certeza, com o tam poco lo significa el hecho de que la verdad y la certeza de los tres ngulos de un tringulo sea igual a dos rectos. Por no ser tan evidentes com o el todo es m ayor que la parte , no son aptos para que se aseinta a ellos en segui

    41

  • da. Basta con que pr.las regios morales sean susceptibles de demostracin; por lo tanto, ser falta nuestra si no logramos un conocimiento cierto de ellas. Pero la ignorancia en que, acerca de ellas, se hallan muchos hombres y la lentitud con que otros asienten a estos principios prcticos. constituyen pruebas manifiestas ele que no sen innatos. . .

    2 (2 ; Si existieran uu pwncipk piywvw i., natos sobre los que todos los hombres estuvieran

    ' i'erdo apelara f> aquellos qu e 'co n o zcan mecuantuneus la Hp a iuunamc'a:!examinar la cu e sti n ... Dnde est L .... :2':dprctica, universalmente admitida sin ninguna duda, que sea innata? En lo que la m ayora de los hombres parecen estar- de acuerdo, es en la justicia y en el respeto a los contratos hechos. Este es un principio que se cree que se extiende harta a las partidas de ladrones y de los ms grandes villanos. Concedo que tales gentes guarden reglas de fidelidad y justicia entre ellos; pero lo hacen sin recibirlas com o leyes innatas de ia naturaleza. Las practican com o reglas de conveniencia dentro de sus propias comunidades; pro es imposible concebir que adopte la justicia co mo un principio prctico quien acta muy bien con su camarada y al mismo tiempo saquea y asesina al primer hombre honrado con que se encuentra. La justicia y la verdad son lazos co munes de la sociedad. Por esto, incluso los vagabundos y los ladrones deben guardar reglas de equidad entre ellos, pues de otro modo no podran mantenerse unidos. Pero, afirmar alguien que los que viven del fraude y la rapia poseen principios innatos de verdad y justicia que admiten y a los que asienten?

  • 3 (3) Tal vez se me diga que el asentimiento tcito de sus mentes se conforma con algo que su prctica contradice. Respondo, en primer lugar, que siempre he considerado las acciones de los hombres corno los mejores intrpretes de sus pensamientos. Pero, puesto que es cierto que, en general, las prcticas de los hombres han rechazado o negado estos principios, es imposible establecer un consentimiento universal; sin lo cual no se puede concluir que sean innatos. . . En segundo l"g3r, es muy..extrao, e irrazonable suponer principie: prcticos innatos que se agotan en la contemplacin. Los principios prcticos, derivados d e . la naturaleza, son para operar y deben producir conformidad de accin, no simplemente asentimiento especulativo a su verdad; pues, de otro modo en vano se podran distinguir de las mximas especulativas. La naturaleza ha puesto en el hombre un deseo de felicidad, y aversin a la miseria: stos indudablmeente son principios prcticos innatos que (com o los principios prcticos deberan hacer) continan constantemente operando e influyendo sin cesar en todas nuestras acciones. Esto puede observarse en todas las personas de todas las edades, invariable y universalmente; pero se trata de inclinaciones del apetito a io bueno, no de. impresiones de verdad en el entendimiento. . .

    4 ( 4 ) Otra razn que me hace dudar .de .los principios prcticos innatos es que creo que no puede proponerse ninguna regla moral si no existe una razn para. ello. Sera perfectamente ridculo y absurdo, si fueran innatos, o evidentes por s mismos, que cada principio -innato necesitara pruebas para indagar su verdad y razones nara ganar su aprobacin. Carecera de sentido comn quien preguntara o diera la razn de por

    43

  • qu es imposible para la misma cosa ser y no ser . Posee su propia luz y evidencia, y no necesita otra prueba. El que comprende los trminos asiente por su piopio gusto, y ninguna otra cosa prevalecer para nacerlo. Pero si se propusiera a una persona'que no la conoca antes, pero que es capaz de comprender su significado, la inamovible regla de moralidad y fundamento de toda virtud social: obra com o querras qu?. obraran contigo ," n o 'p od ra espersona, sin ningn absurdo, preguntar la razn de por qu? Esto prueba que no wn-- innatos, pues si. lo fueran n o necesitaran recibir ninguna prueba. . .

    5 (5 ) Que los hombres deberan respetar sus contratos es ciertamente una grande e innegable regla de moralidad. .Pero si, a un cristiano que posee fe en las recompensas y castigos de la otra vida se le preguntara por qu un hombre debe mantener su palabra, dara esta razn: Porque Dios, que tiene el poder de la vida y de la muerte eterna, as lo quiere de nosotros . Pero si se le preguntara a un partidario de Hobbes, respondera: Porque es deshonesto, contrario a la dignidad humana, y opuesto a la virtud, perfeccin la ms alta de la naturaleza humana, hacerlo de otro m odo .

    5 (6 ) De aqu procede naturalmente esa gran variedad de opiniones sobre las reglas morales que se halla entre los hombres, segn las diferentes clases de felicidad que tienen en perspectivao que se proponen a s mismos; lo cual no ocurrira si los principios prcticos fueran innatos y estuvieran impresos en nuestras mentes inmediatamente por la mano de Dios.' Concedo que la existencia de Dios se manifiesta de m uchos m odos y que la obediencia que le debemos es tan

    44

  • conforme r. la luz ele la rnzn, que '.na gran parte de la humanidad concede evidencia a la ley de la naturaleza; sin embargo, yo creo que debe admitirse que ciertas reglas morales pueden recibir de a humanidad una aprobacin general sin qu se conozca o admita el verdadero'fundamento de la moralidad, el 'cual ser slo la voluntad y ley de Dios, que ve a los hombres en-la oscuridad, distribuye premios .y castigos, y tiene poder bastante para pedir cuentas a ios mas orgullosos y trasgresores. . .

    6 (9 ' No puedo comprender cmo los hombres podran trasgredir las regias morales con confianza y serenidad, si fueran innatas y estuvieran estampadas en sus mentes. Contmplese un ejrcito ocupado en el saqueo de una ciudad, y jz- guese qu observacin o sentido de los principios morales tienen los soldados acerca de los

    ultraje.? que llevan a cabo. Robos, asesinatos y violaciones son los deportes de los hombres que se hallan libres de castigo y censura. No ha habido naciones, entre las ms civilizadas,, para, las que la exposicin de nios y el abandonarlos en los campos para que perecieran de hambre o fueran devorados por las bestias salvajes, constituy algo tan poco condenable com o el engendrarlos? , . . Creo que podemos afirmar con seguridad que cualesquiera que sean las reglas prcticas no pueden suponerse innatas. . .

    7 (12) Existe una gran di fe rene i a-entre una ley innata'y una ley de" naturaleza; entre algo impreso en nuestra mente en su mismo origen y algo que podemos aadir al conocim iento por el uso

    .y la debida aplicacin de nuestras facultades naturales. . .

  • 8 (21) Concedo fcilmente que existe gran nmero de opiniones que son recibidas y adoptadas com o primeros e incuestionables principies por hombres de pases, educacin y .temperamento diferentes, aunque muchas, debido a su absurdidad y tambin a su oposicin, es imposible que sean verdaderas. Sin embargo, todas estas proposiciones, tan lejanas de la razn, son tan sagradas en una parte >j otra que incluso hombres de buen entendimiento en otros asuntos se desprenderan de sus vidas y de cuanto es es ms querido antes que dudar de su verdad. . .

  • LIBRO II (l)

    DE LAS IDEAS

    CAPITULO I (I)

    DE LAS IDxAti ::V GENERA L Y DE SU 07,i

  • tendimiento con todos los materiales del pensar. Estas dos son las fuentes del conocim iento; de ellas proceden todas las ideas que tenemos o podemos tener.

    3 (3) \ En primer lugar, nuestros sentidos s ocupan con objetos particulares sensibles y con ducen a la mente percepciones distintas ce las cosas, de -acuerdo con los diversos modos con que estos objetos les afectan.;! As obtenemos las ttie.S que poseernos de amarillo , blanco , caliente , fro , suave , amargo, dulce y que llamamos cualidades sensibles. Cuando digo que los sentidos las conducen a la menee, qu.iiO Oii Que los scLo conducen a la mente lo que causa estas percepciones desde los objetes externos. A esta gran fuente de la m ay o rfi de las ideas que tenemos, que depende totalm ente de nuestros sentidos, y que provee al entendimiento por medio de ellos, yo la llamo sensa; cin . i

    4 (4 ) i En segundo lugar, la otra fuente con que la experiencia abastece de ideas al entendimiento es la percepcin de las operaciones de nuestra mente dentro de nosotros, aplicada a las ideas que alcanza por ios sentidos. Estas operaciones, cuando el alma las refleja y considera, deparan al entendimiento otra serie de ideas, las cuales no ha adquirido de las cosas extem as. Tales son la percepcin , el pensar , el dudar , el creer , el razonar , el conocer , el desear , y ; todos los diferentes actos de nuestras propias mentes, de los cuides, siendo nosotros conscientes, y observndolos en nosotros mismos, recibimos en nuestro entendimiento ideas tan . distintas com o las que tenemos de los cuerpos que afectan a nuestros sentidos. A esta fuente de ideas

    48

  • que cada-hom bre tiene en s mismo, aunque no procede de ia sensacin porque nada tiene que ver con objetos externos, sin embargo sera muy acertado llamarla, y con bastante propiedad, sentido interno . Pero as com o llamo a aquella otra sensacin , llamo a sta reflexin , pues proporciona .las ideas cuando la mente las alcanza reflexionando sobre sus propias operaciones internas.;* Por reflexin, pues, ojsw ' 'Herir de ahora en adelanta, la. comprensin que posee la mente de sus propias operaciones, y la forma de ellas, por cuya razn llegan a ser ideas de estas operaciones en e entendimiento. Estas dos quiero decir, las cosas materiales extemas com o objetos de la sensacin y las operaciones internas de nuestra mente com o objetos ele Sflcccin son, segn mi parecer,, el origen donde comienzan todas nuestras ideas/i El trmino operacin lo uso aqu en sentido amplio, como comprendiendo no meramente las acciones de la mente sobre sus ideas, sino tambin ciertas pasiones que surgen a veces de ellas, tales com o la satisfaccin o malestar que acompaa a algn pensamiento,

    5 (5) L A mi parecer, el entendimiento no tiene ni el menor atisbo de ideas que no se reciban de una de estas dos fuentes, Los objetos externos proveen a la mente de ideas de las cualidades sensibles;' es decir, de todas aquellas diferentes percepciones que esas cualidades producen en nosotros; y la mente provee al entendimiento de ideasde sus propias operaciones. .- .'Exam ine cada .uno sus propios pensamientos e investigue atetamente en su entendimiento; dgame entonces si todas las ideas originales qu tiene son otras que las que proceden de los objetos de sus

    49

  • sentidos o de las operaciones de su raen le consideradas como objeto de su reflexin, . .

    6 (6) El que considere atentamente el estado de un nio recin nacido hallar pocas razones para imaginarlo lleno de ideas que constituyan el material de su conocimiento futuro. Es gradualmente com o llega a adquirr las ideas. Y aunque las ideas de cualidades familiares y obvias se imprimen antes que la memoria empiece a conservar un registro ordenado, sin embargo con fre- cuc.K-'t se adquieren aW ? as cualidades inslitas tan tardamente que existen pocos hombres que no puedan recordar el comienzo de su conocimiento de ellas. . . Creo que si un nio viviera en un lugar donde no viera otros colores que el blanco y el negro hasta que fuera hombre, no tendra ninguna idea del escarlata o del verde; lo mismo que la persona que no prob en b u niez una ostra o una pia no tiene el recuerdo, de aquellos particulares sabores.

    7 (7) Los hombres poseen, pues, ms o menos ideas simples, segn que los objetos con que se relacionan les ofrezcan ms o menos variedad y que las operaciones de sus mentes reflexionaen ms o menos sobre ellas. . .

    8 (9) Preguntar cundo alcanza el hombre sus primeras ideas es preguntar cundo empieza a percibir, significando lo mismo tener ideas y percibir. S que existe la opinin de que el alma siempre piensa 1 y de que posee constantemente percepcin real de ideas tanto tiempo com o

    1 So refiere a Descartes y su escuela para los que la existencia del alma consiste en su conciencia actual, de manera que si se Interrumpiera sta, dejara de existir. (N. del T,)

    50

  • existe, y que el pensar real es tan inseparable del alma como la extensin rea! lo es del cuerpo. Si esto es verdad, inquirir el origen de las idear de un hombre es lo mismo que investigar el origen de su alma. Y, segn- esto, el alma y sus ideas, como el cuerpo y su extensin, habran comenzado a existir al mismo tiempo.

    9 (10) Pero la discusin de si el alma existe antes que el cuerpo, o al mismo tiempo, o poco despur:, la dejo para quienes conocen mejor ectc asunto. Confieso tener una de esas.almas obtusas que no siempre estn percibiendo ideas; no puedo concebir que sea ms necesario para el alma pensar siempre, que para el cuerpo moverse; la percepcin de las ideas es al alma (a mi entender), lo que el movimiento o cuerno; no su esencia, sino una de sus operaciones. . . Sabemos por experiencia que pensarnos algunas veces, y de aqu inferimos esta infalible consecuencia: que existe algo en nosotros que tiene poder para pensar. Pero que esa sustancia piensa perpetuamente o no, no podemos asegurarlo ms de; lo que la experiencia nos informe. . .

    1 0 (1 1 ) Concedo que el alma en un hombre despierto no est nunca sin pensamiento, porque as es la condicin de estar despierto. Si el alma piensa en un hombre que duerme, sin ser consciente de ello, entonces pregunto si durante tal pensar tiene algn placer o dolor, o es capaz de felicidad o miseria. Estoy seguro de que no lo es ms que el lecho de la tierra sobre el que yace. Y ser feliz o miserable sin ser consciente de ello, me.parece absolutamente imposible.. .

    11 ( 2 ) Se dice que el alma piensa durante el sueo. Mientras piensa y percibe es capaz cierta-

    51

  • mente de placer o dolor, as como de otras percepciones; en ese caso debe estar consciente, necesariamente, de sus propias percepciones. Pero el hombre que duerme no es consciente de todo esto. Supongamos el alma de Cstor, mientras est durm iendo,. retirada de su cuerpo; suposicin que no es imposible para los hombres a los que me refiero, puesto que tan liberalaiente permiten- que'.existe vida sin alma pensante en los animales. Tales hombres no pueden juzgar imposible.-o contradictorio que el cuerpc'vi'ftr sitt'*-h' v alma, ni que el alma subsista, piense o tenga percepcin, incluso percepcin de felicidad o miseria, sin el cuerpo. Supongamos, repito, el alma de Cstor separada durante , el sueo de su cuerpo, que suea aparte. Supongamos tambin que elige para escenario de su. pensar el cuerpo de otro hombre, el de Plux, que est durmiendo sin alma. Pues si el alma de Cstov puede pensar mientras Cstor est dormido, de lo que Cstor nunca es consciente no importa qu lugar e ija para pensar.. Tenemos, pues, los cuerpos de los hombres, con una sola alma entre ellos, a los que suponemos dormir y .vigilar por turno: y el alma piensa en el hombre despierto.'y de ello no es consciente el hombre dormido ni tiene la menor percepcin. Pregunto, pues, si Cstor y Plux, con una sola , alma entre ellos que piensa y percibe en uno lo que el otro no puede concebir, ni es consciente de ello, no son dos personas tan distintas como Cstor y Hrcules, o com o lo fueron Scrates y Platn. Y pregunto si uno de ellos no podra ser muy feliz y el otro muy miserable. Exactamente por la misma razn dividen al alma y al hombre en dos entidades quienes creen que el alma piensa aparte algo que el hombre no es consciente. Y supongo que nadie har consistir la identidad de personas en que el

    52

  • ser del alma est unido a las mismas partculas numricas de la materia, ya que, si esto fuera necesario para la identidad, sera imposible, en el constante flujo de partculas de nuestros cuerpos, que cualquier hombre fuera la misma persona dos das o dos momentos junte-:. . .

    12 (22 ) Obsrvese a un nio desde -su nac-i y ; ,c v -u j i i i o. i ; t

    ms y ms por !os sentidos; piensa ms a medida que noseo ms materia para pensar. Pasado aign" 'l'.nnpc," Thipioi.a a ^ono^sr los objetos que, por estar ms familiarizado, le han hecho ms duraderas impresiones. As, por grados, llega a conocer las personas con las que conversa diariamente y las distingue de las extraas. Observamos cm o la mente, por grados, se perfecciona y avanza en e ejercicio de otras facultades de extender, com poner y abstraer sus ideas y de razonar y reflexionar sobre ellas.

    13 (2 3 ) Si se pregunta entonces cundo un hombre empieza a tener ideas, creo que la verdadera respuesta es: cuando tiene la primera sensacin. Puesto que parece que no existen ideas en ia mente antes que los sentidos las aporten, concibo que las ideas en el entendimiento coexisten en la sensacin, que es una impresin o movimiento causado en alguna parte del cuerpo que produce alguna percepcin en el entendimiento. , .

    14 (2 4 ) A su tiempo la mente llegua a reflexionar sobre* sus propias operaciones mediante las ideas que ha alcanzado por la sensacin y as adquiere una nueva serie de ideas a las que yo llamo ideas de la reflexin. Las impresiones, pues, que son causadas en nuestros sentidos por

    53

  • objetos exteriores, extrnsecos a la mente, y sus propias operaciones sobre estas impresiones, al reflexionar sobre s misma, constituyen el origen de todo conocimiento. . . Todos esos sublimes pensamientos, que se elevan a las nubes y llegan hasta el cielo, tienen su origen y cimientos aqu. En toda la gran extensin por donde vaga la mente, en las:- remotas especulaciones en que parece elevarse, no se mueve un pice ms all de las ideas que los sentidas o la reflexin le ofrecen para su contemplacin.

    15 (25) En esta .parte el entendimiento s meramente pasivo: -y si ha de tener o no estos co mienzos no est dentro de su poder. . . Cuando estas ideas simples se ofrecen a la mente, el entendimiento no puede rehusar el tenerlas, ni alterarlas cuando estn impresas, ni borrarlas para hacer otras nuevas, de la misma manera que un espejo no puede rehusar, alterar o destruir las imgenes o ideas que los objetos puestos delante de l producen. . .

  • CAPTULO J.T (II)

    DE LAS IDEAS SIMPLES

    1 (1) Para comprender mejor la naturaleza, elmou y la extensin de nuestro conocimiento,

    ha de observar cuidadosameMe un? coz:. :o- br las ideas qus tenemos, y es la siguiente: que unas son simples y otras compuestas.

    Aunque las cualidades que afectan nuestros sentidos- estn unidas y son tan compactas con las cosas mismas que no existe separacin ni distancia 'en tre ' ellas, sin embargo.es evidente que las ideas que producen en la mente penetran, por los-sentidos, simples y sin mezclai-Pues, .aunque la vista y el tacto a menudo toman del mismo objeto, y al mismo tiempo, ideas diferentes un hombre ve al mismo tiempo el movimiento y el color, y la mano siente a la vez la suavidad y el calor en un trozo de cera, no obstante, las ideas simple as unidas en el mismo sujeto son tan perfectamente distintas como las que penetran por diferentes sentidos. La frialdad y la dureza que un hombre siente en un trozo de hielo son ideas tan distintas en la mente com o e! olor y la blancura de un lio. --.

    ( '$ "-' 2 ( 2 ) | Estas ideas simples, el material' de todo nuestro conocimiento, son proporcionadas a la mente por esos dos caminos ya mencionados: el

    . de la sensacin y el de la reflexin. Cuando el

  • entendimiento posee estas ideas simples tiene el poder de repetirlas, compararlas y unirlas en u ia variedad casi infinita, y as puede formar nuevas ideas complejas./ Pero ni el ms elevado ingenio ni el entendimiento ms. amplio poseen facultades para inventar o forjar en la mente una nueva idea simple que no les llegue por los caminos mencionados, ni pude fuerza ninguna del entendimiento destruir las que all existen. . .

    3 3) | Esta es la razn oiu la que no es posible para nadie imaginar en los cuerpos otras cualidades, por las que se les pueda conocer, que sean' diferentes de los sonidos, de los gustos, de los olores y de las cualidades visibles y tangibles.' Y si la humanidad hubiera posedo slo cuatro sentidos, las cualidades que constituyen el objeto del quinto sentido hubieran estado lejos d nuestro conocimiento, de nuestra imaginacin y con cepcin, com o pueden estarlo ahora ios que pertenezcan a un sexto, . sptimo u octavo sentido. . . He seguido aqu la opinin comn de que el hombre tiene cinco sentidos, aunque quiz pueda tener ms; pero la suposicin sirve igualmente a mi presente propsito. \

  • CAPTULO III (III)

    DE LAS IDEAS SIMPLES DE LOS SENTIDOS

    i n i Para concebir mejor las ideas que recibimos de la sensacin, no sera mu tu ooii>euuu> en relacin con los diferentes modos con que

    a m ente y las percibimos.

    Primero: existen algunas que llegan a nuestra mente slo por un sentido.

    Segundo: las hay que llegan a nuestra mente por >r>s de un sentido.

    Tercero: hay .ideas que se adquieren por la reflexin solamente.

    Cuarto: hay algunas que se adquieren por los caminos de la sensacin y de la reflexin.

    Las consideraremos desde el punto de vista de estos apartados:

    Existen ideas que se admiten slo por un sentido, el cual est peculiarmente adaptado para recibirlas. As, la luz y los colores como el blanco, el rojo, el amarillo, el azul, con sus varios tonos intermedios com o el vrd, el escarlata, el prpura, el azul marino, etc. que llegan a nosotros slo-p or los ojos; todo gnero de ruidos, sonidos y to n o s ,' por los odos; las diferentes

    57

  • clases de olores y gustos por la naris y el paladar. Y si estos rganos, o los nervios que conducen las impresiones recibidas del exterior al cerebro antesala de la mente, como puedo llamarlo- 110 funcionan debidamente para realizar sus funciones, entonces no son admitidas. No existe otro camino para concebirlas y para que el intelecto ias perciba.

    La parte ms considerable de las ideas que pertenecen al tacto , son las de calor, fro y solidez; todas las dems, que consisten casi totalmente en configuraciones sensibles, como suave o spero, o en una adhesin ms o menos firme de las partes, como duro y suave, fuerte y frgil son bastante obvias.

    2 (2) Me parece que es innecesario enumerar todas las ideas simples particulares que pertenecen a cada sentido. No es posible, indudablemente, pues existen muchas de ellas que pertenecen a sentidos para los que no tenemos nombres. , , Los olores que son tantos, si no ms, como especies de cuerpos hay en el m u n d o- carecen en su mayor parte de nombres. . .. Por tanto, para las ideas simples, me contentar con considerar ias que sirven mejor a mi propsito, o las que por su naturaleza son menos conocidas, aunque formen parte a menudo de nuestras ideas complejas. Creo que ninguna ser ms adecuada para ello que la de solidez, de la que tratar en el captulo siguiente.