lo que babel no se llevó nº4 - tiempo

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N 4: TIEMPO Gratis con El Argentino de Gualeguaychú. SUPLEMENTO BIMESTRAL - DOMINGO 26 DE AGOSTO DE 2012

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Edición Nº4 - Tiempo 26 Agosto 2012 Suplemento Bimestral Gratis con El Argentino de Gualeguaychú

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Page 1: Lo que Babel no se llevó Nº4 - Tiempo

N 4: TIEMPOGratis con El Argentino de Gualeguaychú.

SUPLEMENTO BIMESTRAL - DOMINGO 26 DE AGOSTO DE 2012

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Me gustaría dedicarle la editorial de este nú-mero a Esther, una señora de unos ochenta y pico. Su marido murió hace muchos años,

se despidió acariciándola con el pié por debajo de las sá-banas. A veces la visito, vive sola en una casa grande. Rei-na un silencio que atormenta y contrasta con los ruidos de los autos, gritos de la gente, música de los negocios. Paradójicamente, Esther vive en pleno centro. Un día le pregunté qué hacía todos los días, con qué se entretenía. Me dijo que viajaba en el tiempo y que esa mañana, por ejemplo, mientras cocinaba, conoció a su marido en la confitería París. Un hombre alto y pintón.

En esta edición de Babel Sofía despotrica contra el ritmo de vida de Capital Federal y alza la bandera de la reivin-dicación del tiempo libre; Mercedes, reflexiona acerca de la cosmovisión europea frente a la que tenían los indios de América; Ángeles, se detiene a pensar filosóficamente al tiempo con Gustavo Faigenbaum; Juan, congela el reloj y decide ponerse a estudiar. Existen tantos tiempos como personas que lo piensen. Pero, a fin de cuentas, Esther no piensa en cuanto produjo en su vida, ni todo lo que corrió por las calles porteñas. Esther no vuelve el tiempo atrás para hacer cosas que no hizo o para ser alguien que no es, ni para enmendar errores o saldar deudas. Ella cierra los ojos, le pide al piano algún buen tema que sirva para ambientar un nuevo viaje al pasado y se dispone a dis-frutar de lo que sembró toda su vida. Y así, todo vuelve a empezar. En palabras de Borges, “de nuevo nacerás de un vientre, de nuevo crecerá tu esqueleto, de nuevo arribará esta misma página a tus manos iguales, de nuevo cursarás las horas hasta la de tu muerte, increíble”.

Camila Majul

Impresiones #1x Lucía Miranda

. 3

Concursox Ángeles Barcia y Sofía Petronio

. 15

Impresiones #2x J.K.

. 13

Rapsodia de Hechosx Lana

. 14

Una Historia Inexplicablex Mercedes Krause

. 8

Cuadro de Situaciónx Matías Ayerza

. 12

¿Y que pasa si lo pierdo?x Sofía Petronio

. 4

Nos Detenemos a Pensarx Ángeles Barcia

. 10

Dejala correrx Camila Majul

. 6

C O N T E N I D O

Dirección editorial:

Camila MajulLetras

Comité Editorial:

Ángeles BarciaComunicación periodística

Mercedes KrauseSociología

Sofía PetronioDiseño de imagen y sonido

Diseño Gráfico:

Juan Martín Krause

Ilustraciones:

Lucía Miranda

Colaboran en este número:

Matías AyerzaTaroVíctor Manuel Roa

Agradecemos especialmente aPilar Vieyra por su colaboracióny ayuda con las redes sociales.

EQUIPO

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2 6 A G O S T O 2 0 1 2 | 3 I M P R E S I O N E S # 1x Lucía Miranda

“Hoy es el primer día del resto de tu vida.”

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¿Cómo perdemos tiempo en un día?

Hay algunas situaciones donde, de manera invo-luntaria, se nos escapa el susodicho: haciendo cola en un rapi-pago, lavando el auto quince

minutos antes de que se largue a llover. Para algunas per-sonas, mirar fútbol es perder el tiempo. Para otras, mi-rar Rial o Tinelli. Lo perdemos esperando el ascensor en un edificio de 15 pisos o yendo al centro de atención de alumnos en la Facultad. Sentimos esa pérdida viajando de un lugar a otro en Capital Federal o esperando que cambie el semáforo eterno en Bulevar Pedro Jurado y Gervasio Méndez, en Gualeguaychú.

En todos estos casos, y en muchos otros, perdemos el tiempo involuntariamente, porque no podemos acelerar el trámite o cambiar las cosas, la situación no depende de nosotros mismos, sino de un factor externo. Es ahí

cuando siento que me roban, literalmente, el tiempo. ¡Reniego por el minuto estafado! Y digo: ¡estoy perdien-do el tiempo en esto, mientras debería estar haciendo mu-chas otras cosas!

Seguramente, genero la impresión de ser una mujer poco tolerante, ya sé. No piensen mal de mí. En realidad, me doy cuenta de que yo también debo hacerles perder el tiempo a otras personas. Por ejemplo, cuando no me decido por el gusto del helado y hay diez clientes más que atender; cuando llamo a una moto diciendo “por fa-

¡estoy perdiendo el tiempo en esto, mientras debería estar haciendo muchas otras cosas!

“La vida es corta, no pierdas tiempo”, “Aprovechá el día como si fuera el último”, “no pierdas el tiempo con alguien que no vale la pena”, “Oh, el tiempo que se va y no vuelve”. Según estas frases, el tiempo parece ser algo muy valioso. Vivimos amenazados con su fugacidad, con su finitud, y siempre resuenan alguna de estas frases que nos exhortan a aprovecharlo al máximo. Pero, ¿no es este Tiempo el mismo que “perdemos” todos los días con facilidad?

vor, es urgente” y una vez que llega no tengo ni el sobre preparado; cuando digo “pasame a buscar” y ni siquiera estoy bañada; o cuando les hago leer este artículo que parece no ir a ningún lado.

En Buenos Aires, mi ritmo de vida se llama “carrera”. To-dos participamos, todos queremos llegar, todos tenemos que hacer cosas, todos estamos apurados. Si uno se cae lo relojeamos y seguimos, no hay tiempo para ayudarlo. No hay tiempo para siestas, no hay tiempo para la tele, no hay tiempo para lectura, salvo en el bondi.

¡Nuestra vida es un frenesí! ¡No hay tiempo! Y si tengo un mínimo de tiempo para dormir me alegro tanto como si fuera mi cumpleaños. Estamos tan acostumbrados a este ritmo que hasta somos capaces de sentirnos mal un do-mingo por estar simplemente sesteando. Raro, ¿no?

Ariel Alarcón, médico psiquiatra, nos habla sobre el estrés y nuestro tiempo mal administrado: “cuando estamos es-tresados hacemos muchas cosas, nos llenamos de mal genio, tensión, angustia, insomnio, pero logramos muy poco. Tan-to como que exceso de estímulos (muchas cosas por hacer) en la unidad de tiempo (poco tiempo para hacerlas), estresa a cualquiera”. “Ser conscientes de la importancia de admi-

x Sofía Petronio

¿ Y q u é p a s a s i l o p i e r d o ?

Ilustraciones x Lucía Miranda

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Nuestro tiempo bien administrado debería estar directamente relacionado con tomarnos un tiempo para nosotros mismos.

nistrar adecuadamente el tiempo nos conduce a conquis-tar mejores resultados en el trabajo y en la vida privada, a sentirnos menos fatigados y con menos estrés. A sentirnos más satisfechos y contentos con el trabajo realizado. Al estar más motivados, cometemos menos errores y mejoramos la calidad de vida”.

Perderíamos el tiempo si la vida nos pasara por al lado sin involucrarnos, sin sufrir, sin sentir, sin vivir. Es importante estar despiertos haciendo lo que hagamos, pero conscientes, porque queremos y decidimos hacer-lo. Si voy a ver una película no voy a perder tiempo, sino que me voy a OLVIDAR del tiempo. Si salgo con mi familia y amigos no voy a perder el tiempo, sino que me perderé EN el tiempo. “Perder” el tiempo en estas cosas es ganar vida. Entonces, ¡perdamos el tiempo que se nos termina el mundo!

Me animo a decir que nuestro tiempo bien administra-do debería estar directamente relacionado con tomarnos un tiempo para nosotros mismos. Eso sería encontrar un equilibrio, destinándole tiempo, también, a cosas que nos generen un bienestar personal. Si bien tenemos que hacer todo aquello que nos instalan en la carrera diaria, com-pensarlo con pequeñas cosas que nos gratifiquen nos va a mejorar el día. En esto no malgastaríamos el tiempo, lo es-taríamos invirtiendo en nosotros mismos, que no es poco.

El Instituto Francés de la Ansiedad y el Estrés, en París, definió veinte reglas que, según los expertos, si uno consi-gue asimilar diez, puede tener una buena calidad de vida.

Haga una pausa mínima de 5 a 10 minutos por cada 2 horas de trabajo, a lo máximo. Repita estas pausas en su vida diaria y piense en usted, analizando sus actitudes.

Deje de sentirse responsable por el placer de los otros. Usted no es fuente de los deseos, ni el eterno maestro de ceremonia.

Su familia no es usted, está junto a usted, compone su mundo, pero no es su propia identidad.

Competir en momentos de diver-sión, trabajo y vida entre pareja, es ideal para quien quiere quedar cansado o perder la mejor parte.

Una hora de inmenso placer sustituye, con tran-

quilidad, tres horas de sueño perdido. El placer

recompensa más que el sueño. Por eso, no deje

pasar una buena oportunidad de divertirse.

Comprenda que principios y convicciones inflexibles pueden ser un gran peso que evite el movimiento y la búsqueda.

Es necesario tener siempre a alguien a quien le pueda confiar y hablar abiertamente. No sirve de nada si está lejos.

Conozca la hora acertada de salir de una cena, levantarse del palco y dejar una reunión. Nunca pierda el sentido de la importancia sutil de salir a la hora correcta.

No quiera saber si hablaron mal de usted, ni se atormente con esa basura mental. Escuche lo que hablaron bien de usted, con reserva analítica, sin creérselo todo.

La rigidez es buena en las piedras pero no en los seres humanos.

No abandone sus tres grandes e invaluables amigas. Intuición, Inocencia y Fe.

Entienda de una vez por todas, definitivamente y en conclu-sión: USTED ES LO QUE US-TED HAGA DE USTED MISMO.

Pida ayuda siempre que sea necesario, teniendo el buen sentido de pedírsela a las personas correctas.

Separe los problemas reales de los ima-ginarios y elimínelos, porque son pérdida de tiempo y ocupan un espacio mental precioso para cosas más importantes.

Intente descubrir el placer de co-sas cotidianas como dormir, comer y pasear, sin creer que es lo máximo que puede conseguir en la vida.

Evite envolverse en ansiedades y tensio-nes ajenas, en lo que refiere a ansiedad y tensión. Espere un poco y después retorne al diálogo y a la acción.

Aprenda a decir no, sin sentirse culpable, o creer que lastima a alguien. Querer agradar a todos es un desgaste enorme.

Planee su día, pero deje siempre un buen espacio para cualquier imprevisto, consciente de que no todo depende de usted.

Concéntrese en apenas

una tarea a la vez. Por más

ágil que sean sus cuadros

mentales, usted se cansa.

Olvídese de una vez por todas de que usted es indispensable en su trabajo, su casa o su grupo habitual. Por más que eso le desagrade, todo camina sin su actuación, salvo usted mismo.

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“El tiempo también se halla, ya de antemano, en la eterni-dad; mas no es el tiempo terrenal, mundano... Porque ese

otro tiempo no destruye, tan sólo consuma”.Joseph Joubert

Hace más de nueve años, cuando caminaba las bal-dosas blancas y negras de la Villa Malvina, una hora libre despertaba en los alumnos alaridos de

júbilo. Frases como “ojalá se le pinche la goma del auto” o “Dios quiera que se enferme”, eran muy comunes en el am-biente escolar. Hoy, unos años después, Felipe, uno de mis alumnos en un colegio porteño, puteó en tres idiomas ante la noticia de la ausencia de un profesor. Le pregunté por qué puteaba, si a fin de cuentas era una hora libre para hacer lo que él quisiera. Me dijo que no le gustaba perder horas de clase. Lo interesante es que Felipe no es el nerd del curso, sino el líder y, por lo tanto, vocero de todos sus compañeros.

“Perder horas de clase”, dijo. Ahí fue cuando caí en la cuenta de que al referirnos al tiempo, muchas veces lo hacemos en términos económicos. “Perdemos” o “gana-mos”. ¿Qué actitud tuvimos y tenemos los hombres frente al tiempo? Los griegos tenían un dios del tiempo, Cronos. El mito narra que un oráculo le vaticinó a Cronos que sería derrocado por uno de sus hijos. Para impedir esa profecía, diseñó un plan. Se devoraría a cada hijo que en-gendrara con Rea, su mujer. Y así fue. Después del quinto hijo, Rea se reveló al cruel filicidio y decidió engañar a su esposo. Envolvió una piedra en pañales y se la entregó a su marido, quién la tragó inmediatamente. Luego, la dio-sa escondió a Zeus, que así se llamó, en un lugar alejado. Finalmente, cuando Zeus creció, derrocó a su padre como lo había vaticinado el oráculo.

De la Antigüedad a esta parte, seguimos manteniendo esa concepción negativa del tiempo, como un algo que nos de-vora. En un principio intentamos apoderarnos de él que-riéndolo medir. Los sistemas de medición se fueron opti-mizando de tal manera que hoy en día todos tenemos un reloj en la muñeca y ya no podemos vivir sin él. Enfrascar al Dios devorador en un círculo con agujas, es un manifesta-ción de la ilusión de dominar aquella permanente amenaza.

po, lo medimos en términos de productividad. El tic-tac rige nuestra vida en sociedad. Toda actividad que se rea-lice tiene sentido en cuando sea productiva, el tiempo es válido en tanto haya producción. La persona que no pro-duce, está fuera del sistema, estática, muerta. Esto explica esa común sensación de “estar perdiendo el tiempo” que algunos experimentamos cuando estamos haciendo algo de lo que no vamos a obtener un resultado cuantificable, como le pasaba a Felipe.

En la actualidad, estar en estado de ocio tiene sentido si se considera que es un tiempo libre entre trabajo y trabajo. Y, en este punto, sería interesante remontarnos a la con-cepción de ocio que tenían aquellos hombres que cons-tituyeron la fuente de nuestra cultura occidental. Fueron los griegos quienes inventaron este concepto, que a lo largo de los siglos se fue desvirtuando. Para ellos, estar en estado de ocio era el objetivo de una vida feliz. No sig-nificaba juntar fuerzas para seguir trabajando, sino que tenía un fin en sí mismo. Para ellos, lo más importante era el ocio y lo menos importante el trabajo. Todo el temita de la exaltación del trabajo y de la producción sin límites viene de la mano de los señores del Renacimiento, que ubican al hombre como amo y señor de todas las cosas, las cuales deben someter mediante el trabajo. “Dios nos ha hecho para trabajar” dijo Webber, encerrando en esta fra-se la idea del amor por el trabajo y el aborrecimiento a los improductivos. Finalmente, la explosión de la industria acompañada de la frase que felizmente escupió Benjamin Franklin “el tiempo es oro”, terminaron por crear al dios “Laburo” y desvirtuar el concepto original de ocio.

Al referirnos al tiempo, muchas veces lo hacemos en términos económicos. “Perdemos” o “ganamos”.

Enfrascar al Dios devorador en un círculo con agujas, es un mani-festación de la ilusión de dominar aquella permanente amenaza.

La caracterización de Cronos como devorador hace alusión a la concepción que los griegos tenían del tiempo. Un Cro-nos que devora sólo inspira temor y el deseo de librarse de él. Es quien marchita la juventud, arruga la belleza y trae consigo a la muerte. El espíritu griego reaccionó queriendo negar el tiempo y salir en la búsqueda de algo permanente.

No nos bastó con querer apoderarnos de él midiéndolo, sino que quisimos negarlo. Qué tristeza sentí cuando la vi a Meg Ryan después del bombardeo de botox que experi-mentó su cara, y no me quiero imaginar la fea impresión que debe generar ver de cerca a la reina de los almuerzos. Los empresarios de la belleza se enriquecen día a día con todo tipo de cremas que combaten el envejecimiento y la flaccidez; el número de cirugías estéticas se incrementa día a día trayendo consigo a los labios de chorizo, los glúteos de pelotas de básquet y las tetas sandía. Junto con las cre-mas anti-age, incrementaron también las cincuentonas desesperadas por parecer de veinte, los hombres de sesen-ta paseando en auto con mujeres de treinta. Inauguramos así la época de los cuerpos sin tiempo, sin historia. En este punto, es inevitable hacer alusión a una obra impactante de Goya, que se inscribe dentro de las llamadas “pinturas negras”. De estas se ha dicho que simbolizan un periodo crítico en la vida del pintor, inmerso en la vejez, la enfer-medad, la desolación y en la cercanía de la muerte. En “Saturno devorando a sus hijos”, donde está el dios Cronos devorando a un hombre, Goya nos propone una mirada del tiempo como un monstruo destructor e inexorable.

Simultáneamente, intentamos apoderarnos del tiempo, midiéndolo, y negarlo, borrando las evidencias de su paso por nuestro cuerpo. Pero, él sigue ahí y seguimos conci-biéndolo como un monstruo arrasador. ¿Qué nos queda por hacer? ¡Utilizarlo! “El tiempo es oro”, es el lema del capitalismo. Según esta concepción económica del tiem-

Para los griegos, estar en estado de ocio no significaba juntar fuerzas para seguir trabajando, sino que tenía un fin en sí mismo.Parecería ser que no es el tiempo quién nos devora, sino la concepción negativa que tenemos de él. Disfrazamos al dios devorador Cronos y lo convertimos en un capita-lismo antropófago. El intento del hombre por apoderarse del tiempo, concibiéndolo en términos de utilidad, hace que el hombre se esté devorando a sí mismo.

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“ Saturno devorando a sus hijos” (1820-23) x Francisco de Goya

Hay un sector de la sociedad que se queda fuera de esta vorágine capitalista, que está fuera del circuito de produc-ción: los nenes y los ancianos. La evidencia directa del po-der destructor del tiempo, al que le tenemos tanto miedo, es la figura del anciano. Según la concepción del tiempo que tenga una sociedad, varía la función que el anciano cumpla en la misma. El Catedrático de Sociología de la Universidad Complutense de Madrid Rodríguez Ibáñez, afirma: “La experiencia deja de ser la fuente de principal conocimiento; las familias se dispersan, y la producción se erige en valor dominante. En el marco de este sistema, a los ancianos se les asigna un papel marginal y hasta se les cataloga de inútiles: ya no son productivos”.

Parecería ser que no es el tiempo quién nos devora, sino la concepción negativa que tenemos de él.Nos quisimos liberar del tiempo y fue ahí cuando nos con-vertimos en su presa. Inventamos el reloj y ahora somos sus esclavos. El hombre a lo largo de los siglos, ha luchado contra el tiempo deseando permanecer. Ese deseo de eter-nidad, no es nada menos que la ansiedad de absoluto, de infinito. Quizás el miedo que experimentamos frente a la experiencia de lo temporal tenga que ver con la ausencia de una trascendencia. El tiempo es tirano y nos devora cuando se pierde de vista lo eterno.

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x Mercedes Krause

En 1492 llega Colón a América, trayendo con-sigo a 120 hombres. En ese momento, sólo en el territorio que hoy corresponde a México,

había una población de 25 millones de habitantes. Unos ciento cincuenta años después, en 1650, la po-blación de México no llegaba al millón de habitantes. ¿Cómo fue posible esta victoria?

En sus distintos viajes a América, Cristóbal Colón es-cribió cuatro diarios de a bordo. Tres de ellos aún están perdidos. El escritor mexicano Carlos Fuentes aprovecha este hecho como punto de partida para dar rienda suelta a su imaginación y presentar, irónicamente, fragmentos de lo que serían estos diarios perdidos:

“Sí, había llegado al Paraíso y mi dilema era uno solo: Comunicar o no este hallazgo a mis ilustres patronos europeos. Quedarme callado o anunciar mi hazaña. (...) ¿Cómo va a entender Europa que hay una historia distinta a la que ella hizo o aprendió? ¿Una segunda historia? (...) Los hombres y mujeres de mi nuevo mun-do saben cuidar la tierra. Se los digo a cada rato, y por ello me veneran y protegen, aunque no sea Dios. Com-paro esta vida con la que dejé atrás en Europa y me es-tremezco. Ciudades sepultadas en basura, redimidas a veces por el fuego pero ahogadas en seguida por el hollín (...) Ahora yo vivo en el Paraíso.”

El 12 de octubre de cada año se conmemora este encuen-tro cultural entre dos mundos, en realidad dos tiempos. Por un lado, la historia de la humanidad contada desde Europa, una recopilación unidireccional de sucesos en-tre los que se encuentra el “descubrimiento” de América y el festejo del día de la “raza”. Cada vez que utilizamos estos términos, que ya tenemos incorporados desde la escuela primaria, denotamos la mirada extranjera con la que se incorporó a América en esa historia. La llamamos línea de tiempo y, cuando queremos ubicar eventos en ella, la representamos con una flecha.

Por otro lado, el tiempo cíclico que vinculaba a los pue-blos originarios con su mundo, su tierra y sus antepa-sados, se representaba con una rueda. En ella los mayas leían el comienzo de un nuevo ciclo en el 2012. Esa mis-ma rueda es la que, traspolada desde una cosmovisión a otra, se transforma en flecha y anuncia el fin del mundo.

Cada vez que utilizamos estos términos, (...) denotamos la mirada extranjera con la que se incorporó a América en esa historia.

Según el historiador francés Tzvetan Tódorov, la diferen-te concepción del tiempo que tenían los aztecas y los es-pañoles fue una de las razones de aquella gran conquista. A menudo se reconoce el efecto de las epidemias sobre la población originaria, pero lo central fue su no resistencia frente a la conquista española. ¿Por qué? Para los aztecas, a diferencia de los españoles, no había hechos novedo-sos, sólo ciclos naturales que les proporcionaban signos sobre el paso del tiempo y su destino. Así, todo estaba regido por los dioses. Por ejemplo, el dios Sol –Huitzilo-pochtli- determinaba lo que estaba por venir a partir de las referencias del pasado.

El quid de la cuestión reside en que la interpretación de esos signos implicaba una determinada comprensión del mun-do y relación con los otros. Llegaron los españoles, con su aspecto y comportamiento tan impredecible, y los aztecas se desconcertaron. Su concepción repetitiva del tiempo los obligaba a relacionar a esos otros con el pasado. Habían

conocido y luchado contra otros pueblos americanos, pero nunca se habían encontrado con unos otros tan radicales. Al no poder romper con sus propios códigos culturales, las leyendas de su pueblo les proporcionaron una única figura a la cual asociar a los conquistadores españoles: sus dioses. Como bien ilustra Carlos Fuentes, los españoles no fueron concebidos como humanos sino como dioses, los cuales no merecían ningún tipo de resistencia.

Su concepción repetitiva del tiempo los obligaba a relacionar a esos otros con el pasado.Paradójicamente, a los españoles también les costó interpretar a los pueblos americanos como otros humanos, como iguales pero diferentes al mismo tiempo. Los trataron entonces como animales sin alma, merecedores de diversas crueldades.

La victoria final nos legó un tiempo cuyo su pasado es Roma y su centro, Europa. Un tiempo que, por lo tanto, no nos identifica a todos como lo hace Atahualpa. •

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“TIEMPO DEL HOMBRE”x Atahualpa Yupanqui

“Raíces” (1943) x Frida Kahlo

Tzvetan Todorov estudió filosofía del lenguaje con Roland Barthes e integró el círculo de estructuralistas franceses agrupados en torno a la Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales de París a mediados de los ´60. En “La conquista de América. El problema del otro” aborda la cuestión de cómo el comportamiento frente al otro nos habla acerca de la propia identidad social. La investigación integra la Biblioteca Clásicos de Siglo Veintiuno ($ 92.00.-).

+ P A R A S E G U I R L E Y E N D O

La partícula cósmica que navega en mi sangreEs un mundo infinito de fuerzas sideralesVino a mí tras un largo camino de mileniosCuando, tal vez, fui arena para los pies del aire.

Luego fui la madera. Raíz desesperadaHundida en el silencio de un desierto sin aguaDespués fui caracol quién sabe dóndeY los mares me dieron su primera palabra.

Después la forma humana desplegó sobre el mundoLa universal bandera del músculo y la lágrimaY creció la blasfemia sobre la vieja tierraY el azafrán, y el tilo, la copla y la plegaria.

Entonces vine a América para nacer en hombreY en mí junté la pampa, la selva y la montañaSi un abuelo llanero galopó hasta mi cunaOtro me dijo historias en su flauta de caña.

Yo no estudio las cosas ni pretendo entenderlasLas reconozco, es cierto, pues antes viví en ellasConverso con las hojas en medio de los montesY me dan sus mensajes las raíces secretas.

Y así voy por el mundo, sin edad ni destinoAl amparo de un cosmos que camina conmigoAmo la luz, y el río, y el silencio, y la estrellaY florezco en guitarras porque fui la madera.

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¿Vivimos el tiempo o atravesamos el tiempo? Si el tiempo es eterno, ¿por qué fenece? ¿Hay mo-mentos importantes o hay que darle la impor-tancia a cada momento? ¿Será el tiempo la má-quina de Dios? ¿Acaso será el tiempo como un viejito encorvado que va juntando detrás nues-tro los momentos que desperdiciamos? Tomate tu tiempo, pero nunca lo agotes: he ahí la sabi-duría para que nada pase sin ser percibido.

Para abordar esta temática, un especialista, Gustavo Faigenbaum, Doctor en Filosofía de la New School for Social Research, Nueva York, alguien que se detiene a pensar el tiempo.

¿Qué es el tiempo para la filosofía?

Es lo más básico, lo mas constitutivo de nuestra condición como seres humanos. ¿De qué materia estamos hechos? Estamos hechos de tiempo. Somos de algo que no se sabe qué es, estamos atravesados por el tiempo.

Estar atravesados por el tiempo, ¿de qué manera nos afecta en nuestra vida?

El tiempo está claramente vinculado con la condición de seres mortales, de seres finitos. ¿Por qué no somos dioses? ¿Cómo llamaban los griegos a sus dioses? Los llamaban inmortales. No somos dioses porque nos morimos.

¿Qué quiere decir que nos morimos? No significa que hay un evento al final de nuestra vida, después de los 60, 70, 80 años, con suerte, que pone un punto final. Sino que la muerte es algo constante que ocurre permanentemente en nuestra vida, por el hecho de que existe el tiempo.

¿Por qué somos mortales? Porque somos seres temporales. Por eso cuando Leibniz, un gran filósofo de la Moderni-dad, trata de explicar qué quiere decir que Dios es inmor-tal, responde que la muerte no es un evento que hace que deje de funcionar el cuerpo al final de la vida. Ser inmortal, ser un dios, dice Leibniz, es vivir por fuera del tiempo. Si Dios puede ver a la misma vez todo lo que ocurrió, todo lo que está por ocurrir y puede comprender todo en un solo instante con una única visión, no está sometido a esta in-certidumbre que tenemos nosotros: pasar de un instante al siguiente. Entonces, está por afuera del tiempo.

Esto aclara la idea de que la muerte no es un evento que ocurre al final de la vida, sino que la muerte es la condi-ción continua del ser humano, porque somos seres discon-tinuos. Nos transformamos todo el tiempo, entonces es como si estuviéramos naciendo y muriendo de continuo.

soy un ente que perduro a través del tiempo y puedo ima-ginarme cómo era a los dos años, a los diez, qué voy a hacer en 20 años”. Nos imaginamos que hay una misma sustancia, una misma persona que atraviesa todo el tiem-po y que permanece idéntica. Pero, en realidad, con lo que nos conecta Heidegger es con la idea de que el tiempo no es continuo sino que está lleno de saltos, todo lo que está ocurriendo siempre es nuevo.

Nos marca la finitud porque nos marca la conexión de lo que fuimos, la incapacidad de predecir lo que vamos a ser y la sorpresa permanente por lo que el destino nos va deparando.

Ser inmortal, ser un dios, dice Leibniz, es vivir por fuera del tiempo.

“...la muerte no es un evento que ocurre al final de la vida, sino que la muerte es la condición continua del ser humano...”

El tiempo no es continuo sino que está lleno de saltos, todo lo que está ocurriendo siempre es nuevo.

¿A cada instante estamos naciendo?

¿Qué es lo que garantiza que soy la misma persona que estaba sentado en esta silla hace 10 minutos? Las perso-nas son algo nuevo todo el tiempo. El cambio es perma-nente desde esta visión heraclitiana. Heráclito fue uno de los primeros filósofos, vivió antes que Sócrates, al final del siglo VI a.C. Su doctrina habla de que todo cambia con-tinuamente y su frase más famosa es “nadie se baña dos veces en el mismo río”. Usa dos metáforas: la del fuego, que es el principio de todo, que consume y crea cosas; y la de la guerra, significando que el mundo es lucha, mutación. Uno triunfa, pierde, no hay continuidad. El filósofo define al tiempo como un chico que está jugando a las damas. El tiempo es un chico que no sabe las reglas, que mueve las fichas al azar.

La idea es ésta: si podemos pensar que continuamente surgen instantes nuevos y que en cada instante nuevo nos olvidamos parte de lo que fuimos, cambiamos nuestros deseos, cambiamos nuestra forma de ser en el mundo. Entonces, siempre hay novedad.

¿Qué otros autores siguieron esta misma línea de pensa-miento?

Los autores que podemos ubicar en esta línea son: Nietzs-che y Heidegger, ellos insisten en esta discontinuidad. El pasado es esta representación, esta imagen que no exis-te, efímera. Cuando intentás atraparlo ya ocurrió. Lo que más nos define como seres humanos es estar arrojados ha-cia el futuro, intentando entender lo que está por ocurrir, siempre sorprendidos por lo que ocurre en un nuevo mo-mento que nunca es predecible. Lo más fuerte que queda de esto es una sensación de discontinuidad. Cuando vos representás al tiempo como una línea, un desplazamiento continuo en el espacio, sin duda es una imagen tranqui-lizadora, porque vos también podés pensar “yo también

La continuidad del tiempo es un gran invento de la cultu-ra occidental. Desde chicos aprendemos a pensar que el tiempo es continuo, que las personas son continuas, que la vida tiene sentido y que uno es una persona con un nombre, una identidad que atraviesa el tiempo.

Volver a los filósofos presocráticos nos sirve para darnos cuenta de que existen otras formas de pensar el tiempo antes de la invención del reloj, antes de guiarnos exclusi-vamente por el calendario, antes de esta idea de comparar al tiempo con el espacio. Esta idea de estar arrojados hacia adelante y a merced de lo que va ocurriendo.

De hecho, Heidegger en “Sobre el ser y el tiempo”, dice que la forma más autentica de vivir, en la que uno menos se autoengaña, es lo que él llama el ser para la muerte. Un modo de decirlo es: hay que vivir recordando nues-tra condición de mortales. Sin embargo, cotidianamen-te, para hacer tolerable la vida, para soportar la angus-tia, vivimos como si fuéramos inmortales. Pero cuando asumimos nuestro destino, es cuando recordamos que la muerte es inmanente, que nos puede ocurrir en cualquier momento y que, de hecho, ya nos ocurre: si hace un mes fui feliz en una noche con amigos, yo ya me olvidé de ese Gustavo que fue feliz, ese Gustavo ya se murió.

x Ángeles Barcia

NOS DETENEMOS A PENSAR

E N T R E V I S T A A G U S T A V O F A I G E N B A U M

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“EL RELOJ DE ARENA”x Jorge Luis Borges

Está bien que se mida con la duraSombra que una columna en el estíoArroja o con el agua de aquel ríoEn que Heráclito vio nuestra locuraEl tiempo, ya que al tiempo y al destinoSe parecen los dos: la imponderableSombra diurna y el curso irrevocableDel agua que prosigue su camino.Está bien, pero el tiempo en los desiertosOtra substancia halló, suave y pesada,Que parece haber sido imaginadaPara medir el tiempo de los muertos.Surge así el alegórico instrumentoDe los grabados de los diccionarios,La pieza que los grises anticuariosRelegarán al mundo cenicientoDel alfil desparejo, de la espadaInerme, del borroso telescopio,

Del sándalo mordido por el opioDel polvo, del azar y de la nada.¿Quién no se ha demorado ante el severoY tétrico instrumento que acompañaEn la diestra del dios a la guadañaY cuyas líneas repitió Durero?Por el ápice abierto el cono inversoDeja caer la cautelosa arena,Oro gradual que se desprende y llenaEl cóncavo cristal de su universo.Hay un agrado en observar la arcanaArena que resbala y que declinaY, a punto de caer, se arremolinaCon una prisa que es del todo humana.La arena de los ciclos es la mismaE infinita es la historia de la arena;Así, bajo tus dichas o tu pena,La invulnerable eternidad se abisma.

No se detiene nunca la caídaYo me desangro, no el cristal. El ritoDe decantar la arena es infinitoY con la arena se nos va la vida.En los minutos de la arena creoSentir el tiempo cósmico: la historiaQue encierra en sus espejos la memoriaO que ha disuelto el mágico Leteo.El pilar de humo y el pilar de fuego,Cartago y Roma y su apretada guerra,Simón Mago, los siete pies de tierraQue el rey sajón ofrece al rey noruego,Todo lo arrastra y pierde este incansableHilo sutil de arena numerosa.No he de salvarme yo, fortuita cosaDe tiempo, que es materia deleznable.

Ilustración x Taro

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SITUACIÓNC U A D R O

DE

x Matías Ayerza

Carla estaba de pie frente a la puerta del cuarto. Su marido, acostado en la cama.

–Tenés un minuto para explicarme esto– dijo ella.–¿Sólo uno? Necesito más.–Consideralo un plus. A juzgar por lo que estoy

viendo, Ricardo, ni siquiera debería dirigirte la palabra.–Pero Carla, eso es porque sos inteligente y no elegís

el camino de la imprudencia. Sabiamente me otorgás un minuto, lo cual celebro aunque no puedo dejar de decirte que es insuficiente.

–Relativicemos el valor de la cifra, porque yo bien podría argumentar que, más que un minuto, ya te concedí veintidós años de mi vida.

–Carla, te pido que una simple confusión no te fuerce a dar un balance impreciso de nuestro feliz matrimonio.

–Queda para otro debate la veracidad del adjetivo feliz en tu descargo. En cuanto al asunto que nos compete ahora, tengo la intuición de que ni el dios Cronos de tu lado te alcanzaría para justificarte. Te doy cinco –cedió la mujer–. Aunque todavía resta definir si la cuenta regresiva ya comenzó. En tal caso estarías malgastando tu tiempo en esa retórica endeble.

–Di por sobrentendido que el reloj permanece detenido, dado que hasta el momento ninguna de las palabras que cruzamos estuvieron referidas al acontecimiento que hace posible la ruptura de esta pareja.

–Justamente, mi ira ya no sólo está alimentada por la imagen que se me presenta: comienza a pesar más mi rechazo hacia tu dialéctica de segunda línea.

–Es nuestra esencia, Carla. Nos elegimos en las escaleras de la facultad de filosofía. ¿O ya te olvidaste?

–Comienza la cuenta regresiva –dijo Carla mirando su reloj.

–Intentaré ser sintético. Intuyo que lo primero que debería explicar es la presencia en la cama de este corpiño que no te pertenece. Te ruego descartes la opción más común, que es pensar en una amante habiendo profanado nuestro sagrado lecho. Lamento que hayas descubierto el objeto de mi próximo regalo para celebrar nuestros veintitrés, que se complementa con la otra prenda interior que podés observar colgada de la lámpara.

–No deja de parecerme curioso, Ricardo, que te hayas anticipado cinco meses a la fecha de nuestro aniversario.

–Carla, conocés la situación inflacionaria que atraviesa nuestra economía. Adelantar gastos habla de una conciencia financiera de mi parte.

–¿Lo del regalo también explica el aroma a perfume femenino que se percibe en este cuarto con apenas respirar?

–No precisamente. Son tan solo partículas de una fragancia dispuesta por mí para reconfortar tu estadía en la habitación.

Carla se apoyó en el umbral de la puerta y miró hacia el ventanal, que estaba abierto.

–Me satisface saber que ya no padecés las bajas temperaturas del crudo invierno. Lo digo en función de tu actual estado de desnudez.

–Noto que tus fugaces vacaciones con regreso adelantado no te quitaron dotes para el sarcasmo. Nada cambió en mi mala relación con las heladas de julio. Lo que interrumpiste fue una simple rutina de cambio de vestimenta y la necesaria ventilación del ambiente, simultáneas por capricho de la casualidad.

–¿Y esta música? Ritmos demasiado relajados para encajar con tus gustos relativos a guitarras distorsionadas.

–Es un género que los especialistas en la materia han dado a llamar chill out. Tiene como fin lograr la armonía. Todo se desarrolla en el marco de una apertura de mi sensibilidad artística –explicó Ricardo.

Carla consultó su reloj:–Se acaba el tiempo. Deberías aprovecharlo para

justificar la presencia de ese paquete abierto con contenido látex en tu mesa de luz.

–Carla, estos dispositivos no obran exclusivamente en función de evitar la reproducción de la especie. Debemos adjudicarles también virtudes para la higiene, factor en el cual me basé a la hora de elegirlos para suplir solitariamente tu corta ausencia.

Hubo silencio. Ricardo retomó:–Contra todos mis pronósticos, alcancé a darte las

explicaciones pertinentes en tiempo y forma. –Y con treinta segundos de sobra. ¿Querés agregar

algo más?–No lo creo pertinente. –Entonces demos inicio a la segunda etapa. Comienza

una nueva cuenta regresiva con la misma cantidad de minutos, los cuales deberás aprovechar para agarrar todo cuanto creas necesario de esta casa y retirarte, antes de que mi ira canalice en reacción violenta mediante el uso efectivo del arma de fuego que oportunamente adquirí pensando en una hipotética defensa de nuestros bienes, aunque finalmente útil para amedrentarte.

Ricardo intentó apelar nuevamente a su retórica, pero desistió al comprobar que Carla se disponía a cumplir su palabra. Antes de que el tiempo terminara, tomó algunas de sus cosas y se fue.

T I E M P O A L T I E M P O

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Las veces que detuve el tiempo hice todos los desastres posibles: choqué Ferraris y Lamborghinis, le pateé el culo a varios, robé bancos y saqueé shoppings… Pero rápida-mente la emoción se fue desvaneciendo. Me quedaba un vacío. Me faltaba compartirlo con alguien. Me di cuenta de que nada de esto tenía sentido si lo hacía sólo. Así llegué a la con-clusión de que lo mejor que podemos hacer con el tiempo detenido es estudiar, para luego, al reanudarse, aprovechar para salir de joda y disfrutar de la vida con quien queramos.

I M P R E S I O N E S # 2x J. K.

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Ilustración: Victor Manuel Roa

Mirá, la verdad es que estoy hasta las manos con vos. Nuestro noviazgo me hace feliz, pero por otro lado algo me hace ruido. Vos vivís acá y yo allá. Los fines de se-mana la paso bárbaro, el problema es cuando nos sepa-ramos. Estoy muy enamorado y eso hace que el setenta por ciento del día piense en vos. Eso significa que me queda un treinta por ciento de productividad. No estoy al cien por ciento, me distraes. Ni hablar de las dos ho-ras por día que hablamos por teléfono. La cosa es que cuando termina el día siento que no hice nada, no me concentré en el trabajo, no deslumbre a nadie con mi

Microcentro porteño, 11 am. Desde la ventana del estudio. El gris y el negro co-pan las calles, da la sensación de estar viendo un cuadro impresionista de cerca. La avenida está colmada de trajes y corbatas corriendo, en distintas direcciones. Sigo mirando. Todos hablan por teléfono. Hay muchos autos, no marchan, las notas de las diferentes bocinas entonan un alarido. Enfrente, una pizzería. Los trajes comen parados, en una barra, no hay mesas. En cinco minutos, terminan las dos porciones y el fainá, y salen con sus expedientes bajo el brazo.

Estoy completamente abstraída, transpirando, nerviosa, inquieta. Me quedo unos minutos más y lo veo. Está doblando la esquina, las corbatas tratan de esquivarlo. Me viene a la mente un recuerdo de mi hermana que se interpone en el paisaje. Ma-nuela, ¿no te das cuenta de que estamos corriendo una carrera de karting?, no podés ir tan lento porque te vamos a partir al medio. Si no querés correr, salí del circuito y andá a pasear a otro lado. Manuela lo miró re caliente, se bajó del karting y se fue. Tiene el pelo prolijo, pantalón pinzado elegante sport, es un valium con patas. Está sonando el teléfono, voy rápido a atender. Mi jefe me pide que salga urgente, porque en microcentro todo es “urgente”, a hacer un trámite.

C O N T R O L D E R I E S G O S

M I E N T R A S D E S E A B A

L A V I D A P A S E A P O R M I C R O C E N T R O

x Lana

capacidad…y lo cierto que tengo mucho más para dar. Cuando apoyo mi cabeza en la almohada me acuerdo de tus besos hasta que me duermo. Antes, en la noche, pensaba en como optimizarme en la profesión, ahora pienso en cuánto tiempo falta para volver a verte. Si algo me asegurara que sos el amor de mi vida y que vamos a tener diez hijos, firmo contrato. Pero la verdad es que no tengo garantías. ¿Y si esto no funciona? Me voy a dar cuenta de que perdí meses o, peor aun, años de mi vida. Te amo Clara, pero no quiero invertir más en vos, esta relación no es rentable para mí.

En mi cumpleaños de diez, le pedí un deseo a la tor-ta: pasar a la escuela secundaria. Moría por estar en el piso de arriba del colegio, usar corpiño e ir a los asaltos que organizaban los de quinto año. Un tiempo después, estaba en primer año y deseaba llegar a quinto. Soñaba con el viaje a Bariloche, dar besos en la boca y salir a los boliches. Cuando ya estaba terminando la secundaria, quería que llegue el momento de vivir sola en Buenos Aires y estudiar una carrera. Mi escritorio lleno de li-bros, las noches que tuve que postergar para rendir un final y la cursada a la madrugada, me hacían maldecir la facultad y no veía la hora de que se termine. Listo,

ya estaba recibida pero sin trabajo. Me acordaba de lo linda que era la etapa de facultad, donde lo único que tenía que hacer era estudiar. Le recé a todos los santos para conseguir un trabajo. Finalmente, la efectividad de San Expedito hizo que me llegaran tres a la vez. Obvia-mente, se me acabaron las largas vacaciones de invierno y verano. No puedo programar viajes, dependo de un sueldo para poder pagar el alquiler de mi departamento y llego cansada a mi casa. ¡Qué fáciles eran las cosas cuando tenía diez años! No usaba corpiño, no estudiaba doce horas por día, no tenía que trabajar. La vida se me pasó, mientras yo deseaba.

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¡ E L P R E M I O E S U N A C E N A E N B A R A L E M P A R A D O S P E R S O N A S !

Las ciudades, sus edificaciones y espacios verdes, cambian con el paso del tiempo. En Gualeguaychú, existen diversos casos que avalan este concepto. Algunos lugares no se asemejan en nada a su pasado y en las siguientes imágenes te mostramos tres ejemplos.

CONCURSO

x Ángeles Barcia y Sofía Petronio

Agradecemos a Patricio Álvarez Danerique nos brindó las fotografías utilizadas.http://alvarezdaneri.blogspot.com.ar/

¡Participá del concurso UNIENDO las imágenes de ayer con sus correspondientes imágenes de hoy! Y decinos la dirección exacta de las edificaciones.

AYER Y HOY

A

1

B

2

C

3

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LO QUE

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Dr. Carlos Alberto PetronioM.P. 6137

Médico Especialista en CardiologíaEx-Residente Fundación Favaloro-GüemesEx-Presidente del Distrito Uruguay de la Sociedad Argentina de Cardiologia (SAC)Médico Recertificado en Cardiología S.A.C.

Bolivar 720 - PREMED - 03446 432598

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