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lJNIVÉRSÍDAD DE MExtcO
Por Tomás SEGOVIA
DE se ha producido, ha ido lahrándose pocoa poco, al día, fiándose de la intuición ydel azar, y su resultado final no obligaa la vida a detenerse, a hacerse tiesa yfalsa. Allí todo sigue sin cuidarse lo másmínimo del gesto. Creo que a los poetasles ha inspirado menos obras definitivasde lo que podría esperarse. Pero es queVenecia no es inspiradora, es la inspiración. Tiene esa mezcla de azar y profundo destino, de necesidad y elevación deliberada de cosa eventual y sin embargo,irremplazable, de unión en fin en unasola esenóa de lo más nuestro y lo másajeno, que hay en la inspiración. A cadamomento le está uno descubriendo intención, pero intención en este sentido inspirado, es decir medio invento medio adivinación.
Por ejemplo, la de ser tesoro. Las riquezas de Venecia son de lo más dispar,venidas de todos los sitios y todas lasépocas y amontonadas sin más discernimiento a veces que el del esplendor. Sonel producto de una piratería fabulosa ycomo de lujo. Son, quieren ser como unverdadero tesoro mítico, es decir abandonado por las ollaS, pues la idea de tesorocasi siempre se une míticamente a la demar. Otra intención es la de ser tambiénun diálogo con el mar. El mar tiene mucha más presencia de lo que uno espera:se le huele, se le oye, se le siente; es verdadero mar y no, como a veces se imagina, escenografía de mar. Forma el fondo. de todo, su brisa sopla en las galerías,oXlda los metales, le da al mármol unablancura casi cáustica que no tiene enotros sitios, y que sólo se ve a veces enla espuma alada y compacta del Mediterráneo; su chapoteo sube los escalonesde los palacios y se mete casi hasta lossalones; su vaivén hace encabritarse alas góndolas, que parecen finísimos corceles nerviosos, inquietos. El gótico veneciano, que es sólo de allí, tiene algo o deese carcomido de las piedras marinas, deese irisado de las caracolas; San Marco esun poco una caja de conchitas, y sólo porese inexplicable misterio de la inspiración se salva, a pesar de sus riquezas, delinsuperable mal gusto de estas cajitas.En todo es'e lujo hay como una burla. Nouna verdadera burla hecha para escarnecemos, sino ese atrevimiento burlón, esedesparpajo, descaro casi, que suele acompañar a la originalidad verdadera. Algode esto hay también en la gente de allí;los venecianos hablan con un tono demasiado alto, demasiado declamatorio, perolevemente irónico como de imitación asabiendas; los niños dan voces de adulto,
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VIAJE
sepa- son o amargas o imaginarias. Nome parece casual que sea Carpaccio (coI?~ quien dice Venecia hecha pintura) elumco que se ha topado con unas cortesanas que, siendo tan de veras cortesanastienen "secreto" - el único en todo cas~que lo ha entrevisto.
Lo asombroso de Venecia es que sí es(y hasta qué punto) lo que nos han dichoy hemos repetido de memoria. Y sin embargo, es otra cosa. Ningún lugar se parece del todo a sus fotografías, aunquealgunos se acerquen bastante. Pero enParís, por ejemplo, llega uno a entenderen qué consiste la diferencia. En Veneciaes siempre un misterio. No es carácter, nisiquiera espíritu, sino alma, un alma misteriosa como la de las sirenas. Por eso,
una vez allí, se siente cesar una intranquilidad que habíamos llevado siempre dentro sin sospecharlo, como si hubiese sucedido algo que de otro modo nos habríafaltado siempre y cuya ausencia ignoraríamos. Es como recibir un golpe quefuera al mismo tiempo una paz.
Al principio, sin saber por qué, descubría a cada momento que estaba pensando involuntariamente en Roffmann.Sin duda había una relación. Si suponemos un alma de sirena viviendo entre nosotros, difí.cilmente imaginaremos que otrola hubiese amado antes que él. Además, nocreo que nadie haya entendido tan claramente la diferencia que va de lo feérica a lo fantasmagórico. Esta diferenciaVenecia la ilustra magníficamente. La atmósfera impalpable, como de sueño, quedomina en los cuentos de Rof fmann noes el aliento glacial que sube de los sepulcros y de los abismos, es el hálito delicado que emana de la vida, captado ensu estado aéreo. Si Venecia fuera unaciudad nórdi'ca, tal vez su aspecto casiirreal fuese fantasmagórico. En Italia esteaspecto es feérico, es decir pureza viva,palpitación llevada al límite de su fragilidad. Nada se parece menos a esas ciudades muertas que parecen barcos fantasmas encallados. En Venecia no hayuna sola ruina, todo se mantiene milagro~amente en pie, desvencijado pero conese desvencijado de los sitios donde sevive, no con el de los sitios abandonados.Es verdad que toda ella es como un lujoso decorado, de una belleza, de una riqueza exageradas; pero al mismo tiemporespira naturalidad como nunca podríahacerlo un decorado. Lo que tiene deescenario no ha sido inventado, sino que
NOTAS
III
Venecia
LOS LUGARES comunes, repetidos hasta
la saciedad, a los que hemos logradosucesivamente ir dando vida, asimi
lando, haciendo propios, marcan comojalones la ruta más profunda de nuestraíntima educación, de nuestra más valiosamadurez. Lo cual es natural puesto quetoda cu'ltura consiste en hacer de lo común algo propio. Pero hay lugares comunes que podemos hacer más o menosnuestros, y otros que siempre serán unpoco de nadie, que cada uno siente comopropios de "los demás". Claro que, comodice una amiga mía, para todo hay público, y delante, por ejemplo, de las cataratas del Niágara, un poeta puede sentirse tan poco él mismo y tan "los demás"como para exdamar: "¡ Dadme pronto lalira 1" No dudo, por otra parte, que estascataratas-récord puedan ser sentidas poralguno como profundamente propias. Pero creo que el ejemI110 que primero se leocurriría a cualquiera que pensase en estos tópicos conquistados, es muy probableque fuese Venecia.
Venecia es entre las ciudades el lugarcomún por excelencia. Y sin embargo, almismo tiempo, es una de las cosas mássecretas del mundo. Con cada uno de nosotros parece que tiene una relación personal y exclusiva, a cada uno nos diceuna palabra diferente, para cada uno significa algo único. Es esa cosa consabida,manoseada, infatigablemente fotografiada, cuyo nombre sin cesar se invoca envano. Pero al mismo tiempo, y sin contradicción, existe única y exclusivamentepara cada uno. Por eso -y por otrascosas- es también un mito. Este carácter de "secreto manifiesto" (la frase esde Rosa Chacel), aparte de aplicarse perfectamente a la divinidad, es uno de esosatributos sustanciales hacia los que sentimos que apunta algo fundamental nuestro, una de esas conjunciones que el hombre intenta encarnar una y otra vez ensu vida o en sus fábulas. Y en efecto cadauno de nosotros la encarna un poco, aun-
o que sin duda en demasiado pequeña medida. ¿ No hemos soñado todos alguna vezcon realizar definitivamente esa conjunción, con ser "un secreto", algo que porsupuesto no se esconde ni se disfraza yque sin embargo sólo puede conocerse deveras por un contacto directo, por unarevelación privilegiada e intransmisible?¿ O bien con encontrar a la persona quefuera eso, una mujer tal vez? La madreque pertenece entera a cada uno de sushijos, igual para todos y única para cadauno, cuyo amor comparte con los otrossin repartirlo, es una de sus imágenes. Yotra seguramente esa prostituta ideal quetodo adolescente ha buscado, y en la quehallaría, convirtiéndose en elegido, la revelación única, informulable, de una rarapureza secreta y difícil cabalística.
Esas prostitutas imposibles algunos lashan encontrado. Por ejemplo Carpaccio.-Pero llamémoslas cortesanas, que aquíno es eufemismo, sino el término más verista que pueda imaginarse. Todas lasdemás prostitutas de la pintura -que yo
UNIVERSIDAD DE MExtCO
(L'Express, Paris)
vertirlas en algo triste y mezquino; peroellas siguen resplandeciendo en secretodentro de cada uno. Las tragedias deShakespeare parecen melodramas y elQuijote un pasatiempo. Pero no se tratade que no 10 parezcan, ni siquiera de queno lo sean, sino de que sean más, de quesiempre, hasta el infinito, haya otro "además". Haber comprendido eso: que esacortesana ideal que puede pasar por todaslas prostituciones sin opacar en nada sumisteriosa pureza, la que puede ser detodos y sólo y entera nuestra, la que atodos se muestra sin dispersarse porquees secreta y no. escondida; haber comprendido que existe y que se llama Venecia oDon Quijote o de muchas otras maneras,me parece un paso definitivo en el camino de la madurez que importa y del entendimiento del hombre.
¿QUE ES LA FILOSOFIA?Las cualidades del filósofo, es decir,
de aquel que busca el conocimiento de laspasiones, y las del poeta, que busca laforma de pintarlas para producir determinado efecto, son incompatibl~s.
(Stendhal. )La poesía no podrá ya ignorar a la
filosofía; la filosofía podrá ignorar ala poesía. (Lautréamont..)
La poesía es el héroe de la filosofía.(Novalis.)
Existe una rada donde el poeta lacerado puede refugiarse sin vergüenza: lafilosofía. (Hülderlin.)
La poesía será, pues, filosofía. (Gabriel Maree!.)
La filosofía participa del' arte. (EmileBoutrouse. )
La filosofía es la ciencia general delamor. (Ortega y Gasset.)
La expresión filosófica asume las mismas ambigüedades que la expresión literaria. (Merleau Ponty.)
Pensamos que el poeta debe penetrartan hondo como el filósofo en el secretode las cosas. (}ules Romains.)
¿ Qué nos queda de los grandes sistemas filosóficos? Nada, a no ser obrasde arte. (Jean Grenier.)
El papel del' poeta no es otro que elde ayudar al filósofo en esos trabajos ~edesbastamiento, por los cuales la realtdad viva se transforma, constantemente,en realidad química. (Benjamin Fondane. )
Nunca he podido considerar la metafísica sino como obra de arte. (Paul Valéry.)
zetta, parece que desembocamos a un sitio defintivo, como si nos fuéramos a topar de manos a boca con nuestro destino.Andar por allí es recorrer las sorpresas.Los puentes de aspecto chino suben ybajan cambiando sin cesar las perspectivas. La luz varía a cada instante conincreíble sutileza. Las fachadas feéricas,la ropa tendida, las góndolas que surgende las esquinas como si nacieran, los repentinos árboles, todo cambia incansablemente a nuestro alrededor como una melodía, nos obliga a ser melodiosos, y estaes seguramente una de sus más profundas atracciones.
Así, aun en medio de los innobles rebaños de turistas, cada uno se cree a solas con Venecia y siente que le perteneceentera. El que sea incapaz de sentir esotampoco será defraudado. Todos esos tópicos de 10 maravilloso y asombroso quelos turistas, monstruosamente erizados decámaras fotográficas, no vienen a ver,sino a retratar y a comparar y verificar(to check, dirían ellos) con otras fotografías vistas antes] sí están allí, y sí sontópicos y maravillosos y asombrosos, ysaldrán además en las placas. Pero 10 queno saldrá es 10 que hemos sido en Venecia, yeso es 10 que hace de ella muchomás que un deleznable portento. Habersido eso, haberse sentido elegido, forzado a ser elegido (que así es siempre),es una experiencia central. Es como descubrir a Shakespeare o a Cervantes, queson todo 10 que nos dijeron en la escuela,pero también algo que nuestros profesores no sospecharán nunca, casi nosotrosmismos; algo que nos dice, con nuestrapropia voz, una palabra que sólo nosotrosentendemos, y que parece hacer irrisoriotodo 10 que los demás creen haber halladoen sus obras.
Estas obras están hechas también deaceptación (superada, pero no eludida)de muchos elementos deliberados, convencionales, fingidos incluso y hasta teatrales. No son ni puristas ni puritanas, yno les escandaliza la mentira porque noquieren estar hechas de verdades sino serverdad. Tanto por humildad como porlegítimo orgullo, pueden llegar a permitirse 10 que en otros sería falsedad, truco,trivial erigaño o infantilismo ridículo. Lasobras pequeñas se adornan sobre todode 10 que han sabido evitar, de los erroresen que no han caído y las ingenuidadesde las que están de vuelta. Estas obrasen cambio no quieren curarse en saludni pasarse de listas; cualquiera puede entrar a saco en ellas, robarles pequeñasmiserias o rebuscados brillos, y hasta con-
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niebla se enrojece a poniente, ya levantelas fachadas se sonrosan como por símismas, porque en medio toda parece vertiginosamente vacío, cama si el aire sehubiese derrumbado de pronto en unabismo. Al final, cuando ya el sol hadesaparecido y todo está cenizo, lívido ymortecino, de color cadáver de cuadroprimitivo, todavía en San Giorgio y enla Giudecca las ventanas y los metalesllamean de pronto irrealmente,con unreflejo sangriento. Unas notas lejanasde Albéniz, oídas en una desierta nochede niebla, hacían (bastante inesperadamente) de este músico el único, parecíanla aparición de la música, la música naciendo en el mundo, oída por primera vez.La melodía corría por las calles y plazasquietas libremente, sin encontrar obstáculos, parecía llenar por fin todo el espacioque está hecha para llenar, como si ensanchase por primera vez sus pulmones.Entonces se sentía más 10 que Veneciatiene de salón fastuoso, o más bien derincón de un fabuloso salón, esos rincones que en las grandes fiestas forman como remansos, y desde los cuales parecenmisteriosamente incoherentes las fases dela fiesta, esos ritos y ceremonias que sondispuestos en otro sitio pero en los queparticipamos.
De día este carácter de salón se conserva. La gente está quieta en medio delas plazas sin vehículos, de pie sobre esossuelos que son verdaderos pisos regios.Hasta las mismas calles, estrechas y retorcidas como grietas caprichosas, no vano vienen, sino que todas llegan, parecenestarse ahí quietas como las aguas estancadas de los rii. Cuando bruscamente unade estas callejuelas termina en una piaz-
juraría uno que sueltan palabrotas, todopara hacer burla a los hombres. Cuandolos gondoleros, torciendo la boca y sacando la voz más ronca y rasposa quepueden, sueltan como pedradas melodiosas sus "i góndola-góndola-góndola!" elpobre turista se siente ridículo y fingemirar a otro sitio sin saber si le están tomando el pelo. En las personas originales este signo sutil es el de la superaciónde lo rídiculo y 10 pedestre. En la arquitectura y la fisonomía general de Venecia creo que tiene la misma función: defiende de la trivialidad y la cursilería, impide entornar los ojos.
Así puede uno después enfrentarse asolas, en secreto, sin aspavientos, al verdadero y profundo encanto de Venecia.Este encanto es interminable, cambiante,sin cesar renovado. En ciertos días defrío (como yo la vi), el cielo al atardecer se tiñe de morados gélidos, de cárdenos profundos, y. toma un aspecto increíble de carne virginal magullada. Luego la