literatura regional de junín

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  • 8/18/2019 Literatura Regional de Junín

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    LA HUMANIDAD DOLIENTE DE CARLOS PARRA DEL RIEGO

    1. EL AUTOR

    En Sanatorio (1938) Carlos Parra del Riego (Lima. 1896-1939) presenta el

    universo de un hospital de tuberculosos, como lo harán también Pedro del Pino

    Fajardo, en Sanatorio al desnudo (1941), Miguel A. Martínez, Víctor Modesto

    Villavicencio y otros narradores en cuentos y relatos breves, pero con menos

    brío y menos calidad literaria. Más que un documento testimonial, la novela de

    Parra del Riego es una recreación poética del drama íntimo y tierno de la vida

    del protagonista y los demás pacientes allí internados. El libro abarca el periodo

    de un año y pico. Se desarrolla en forma lineal y se basa en la acumulación de

    historias y anécdotas. Junto con la propia peripecia del narrador, se refiere la

    de otros personajes, creando así un entramado novelesco fascinante, en tomo

    a unas vidas irremisiblemente condenadas a morir, El autor sabe conferirle

    movimiento y color artístico a esa desconsoladora realidad.

    Carlos Parra del Riego fue un periodista y escritor que vivió mucho tiempo

    fuera del país. «Rebelde y amable, pinturero y ático, realista y discreto, irónico

    y fino -sobre todo, observador y psicólogo-, dice su amigo Emilio Delboy,

    escribía como hablaba, trasuntando su hermoso carácter». Gran parte de la

    obra de este malogrado escritor está desperdigada en revistas y diarios

    extranjeros. Los únicos libros que se conocen de él son la novela citada y el

    libro de cuentos Por qué maté al niño (1939), publicados casi póstumamente.

    Delboy, en el prólogo de éste, dice que Sanatorio es «la crónica, en forma

    episódica, de todo lo que vio y sufrió, durante su agonía lenta, entre las

    paredes, blancas de cal. de una clínica provinciana». En buena cuenta es el

    relato de la propia tragedia del autor, sin ser por ello una autobiografía estricta.

    Poco antes de morir, Paira del Riego estaba empeñado en componer «una

    novela política», en tomo a la penetración del fascismo en el Perú. «En puertas

    ya Sanatorio, y listo mí , volumen de cuentos -le refiere a Delboy-, quisiera

    disponer un año más de vida, para escribir la novela que ronda mi cerebro y

    darle fin a mi obra». Y, luego, le inquiere: «¿No te parece, Emilio, que hay que

    combatir el peligro con el libro?». Lastimosamente, el escritor falleció en

    Huancayo, en enero de 1939, antes de ejecutar este acariciado proyecto.

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    2. EL DRAMA PERSONAL

    El sujeto del enunciado narrativo es un escritor limeño, culto, liberal y

    demócrata, que hace gala de su saber y de sus aventuras. «He mariposeado -

    dice- por las artes y las letras, y he ejercido además todos esos vagos oficiosque ayudan a vivir un momento» (p. 27). Reconoce paladinamente que su

     juventud estuvo entregada a los placeres, a la buena vida y al puro disfrute:

    «Fui sólo un hedonista, atento al goce inmediato, peregrino de las sendas

    fáciles, pasajero de todas las posadas del amor sin amor... Yo he sido el joven

    inadvertido y confiado, el hombre que soñaba con los ojos abiertos din querer 

    despertar. Y el despertar al fin ha sido tan violento, que he rodado al abismo;

    un tal abismo del que no es posible salir sin magulladuras incurables» (p.20).De niño, dice, había sido un «soñador empedernido»

    (p. 20), con una «imaginación ardiente» (p.21). Ahora, no es más que un

    hombre escéptico y sin fe.

    La llegada del protagonista al hospital es de lo más penosa, pues nadie lo

    espera. «No es la primera estación donde nadie aguarda mi llegada», confiesa

    y agrega, con aire resignado: «Quizás sea éste mi último viaje» (p. 12). De

    entrada no más, debe guardar cama, durante un mes, aunque le disguste.Comprende que no está en su casa, donde sus deseos eran órdenes, que se

    halla sometido a la disciplina de un establecimiento hospitalario. En las horas

    de descanso y monotonía hace el balance de su existencia y vuelve una y otra

    vez sobre sus pasos. En rápida sucesión de imágenes evoca, sin querer, el

    pasado. Los días felices, las horas de llanto, los instantes veloces de la dicha,

    los tropiezos del camino «que no obstante, recorrí con pie liviano y frívolo» (p.

    19). Todo el relato está escrito en primera persona, pero en ningún caso utilizael monólogo interior o la corriente de conciencia, técnicas que aún no se habían

    impuesto en la escritura narrativa del país. Por eso, las evocaciones

    constituyen simples intermedios o apartados.

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    3. EL ESPECTRO DEL AMOR

    En el hospital, Fernández conocerá a una paciente joven, huérfana y de origen

    humilde, que no tiene más familiares que una abuela y un primo que es guardia

    civil. La soledad infinita y el ansia de afecto harán que se aproxime a ella, através de una furtiva correspondencia epistolar, ya que en el sanatorio no está

    permitido ni el más mínimo roce entre hombres y mujeres. Durante más de un

    año se vinculará a ella mediante esta única forma de comunicación. Para él

    será, sin embargo, un maravilloso consuelo que le permitirá sobrellevar su

    encierro y alentar una brizna de esperanza en la vida.

    Cuando María es dada de alta, el protagonista le hace saber que irá a su

    encuentro a la estación de Huancayo. Logra conseguir el permiso del director,a costa de someterse a un tratamiento que todavía está en prueba (el

    neumotorax). En la ciudad de Huancayo alquila una habitación en una mísera

    posada, porque en los hoteles de primera no lo reciben por su ostensible

    enfermedad. Manda adornar la habitación con flores y velas, para hacerla algo

    más presentable. Cuando la ve descender del tren «con su aire modesto y

    recogido -dice-, una pena de ternura llenó .mi corazón. ¡Mi pobre y dulce

    amiguita!» (p. 304). La lleva a pasear por el campo, donde disfrutarán un día decompañía y libertad. En la noche se dirigen al hotelucho. Este es el pasaje más

    atroz. Lo que pudo ser un momento de felicidad plena, se trocará pronto en el

    más lacerante drama, cuando Fernández descubra que el amor de ella había

    sido sólo un sentimiento de compañerismo, nacido del dolor y del desamparo.

    Fernández entenderá que lo que María sentía por él era únicamente gratitud y

    reconocimiento por sus cuidados y atenciones. Lo de ellos no había sido pues

    sino «la comunicación de dos almas, que buscaban a través del dolor, elconsuelo de un afecto cálido y generoso, más parecido a la amistad por lo que

    ésta tenia de abnegación y altruismo, que el amor mismo» (p. 163).

    Romanticismo puro.

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    4. EL MUNDO DEL HOSPITAL

    Casi toda la novela transcurre dentro del nosocomio. La ciudad apenas es

    entrevista. «Jauja -dice el narrador- es una ciudad muerta». El novelista no se

    ocupa tanto de las circunstancias anteriores, ni de la descripción de lospaisajes y escenarios, por lo que se diferencia de las novelas regionales. En

    cambio, ofrece espléndidos cuadros y viñetas, llenos de colorido y vivacidad,

    sobre el clima y la atmósfera.

    «Vestida de oro, esplende la mañana. ¡Qué cielo tan límpido, qué atmósfera

    tan pura! Respiro a pulmón henchido el aire oxigenado y salutífero, que

    perfuma con sita ve fragancia las flores del jardín. Ebrias de luz zumban las

    moscas, agitando sus tenues alitas de mica que irisa el sol. Parleros ytraviesos, unos cuantos gorriones van y tornan de un árbol vecino a una

    charquita de cristal, donde se bañan gozosamente, esponjando las plumas más

    consteladas de líquidos brillantes. Se diría una banda de colegiales en día de

    asueto» (p. 59).

    El sanatorio es un mundo increíblemente cerrado y rígido donde todos los días

    se experimenta el dolor y la angustia. «Tiene un no sé qué de convento, una

    parte de hospital y mucho de prisión; es decir, algo de todos aquellos lugaresque repugnan a los espíritus libres» (p. 46). Quienes ingresan allí tienen que

    someterse a la disciplina y al rigor de los reglamentos que los frailes, monjas,

    enfermeros y veladores hacen cumplir estrictamente. Un viejo enfermero retó

    que no siempre fue así. En otros tiempos, dice los pacientes eran mejor 

    tratados y la pasaban mejor (p. 239), aunque había menos comodidades (el

    agua, por ejemplo, se traía de una fontana en grandes cubos sobre carretas).

     Al hospital llegan gentes de todos los estratos sociales: hombres de fortuna

    económica que destruyeron sus vidas en la bohemia y la disipación; obreros

    atacados por la enfermedad durante el trabajo brutal en las minas; soldados de

    origen campesino que contrajeron el mal en los cuarteles de la costa y la selva;

    hijos de sirvientas abandonados en manos ajenas, porque las madres no

    pueden tenerlos en casas donde trabajan. Y también luchadores sociales,

    como Barcia, que sueña con “salvar al Perú” (p.61). Hay otros personajes más

    como Ramona, un ser que “vive en el reino feliz de la simplicidad” (p.g 76); elmago, «absorto en el mundo de sus sueños y fantasías” (p. 85) el Monito, joven

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    “alegre y dicharechero”, cuya risa fresca y musical “llegaba a nuestra triste vida

    como un don precioso” (p. 2SS).

    Esta variopinta, diversa y abigarrada población es la imagen lúgubre de una

    sociedad terrible donde se explota y se aniquila a los hombres, para luegosegregarlos y expulsarlos como desechos.

    Los internos son pagantes y gratuitos. En su mayor parte, son seres

    abandonados por quienes nada reclama y a quienes nadie visita sólo algunos

    tienen el apoyo de sus familiares y reciben la visita de amigos. Los varones no

    pueden juntarse con las mujeres, quienes ocupan un pabellón aparte. Por lo

    general los enfermos son incurables durante meses viven postrados en cama,

    sin esperanza alguna de recuperar su salud. “Mártires anónimos que nadiecompadece, que nadie ensalzará mañana, cuyos sufrimientos no figurarán en

    ninguna hagiografía, ni servirán de ejemplo a nadie” (p. 122). Ellos viven

    resignados al régimen cuartelado. Los que protestan o se quejan son

    expulsados inmediatamente, como les ocurre a los cuatro soldados que

    reclaman sobre la mala alimentación. Unos esperan con paciencia y fervor que

    les llegue la muerte, otros se desesperan, blasfeman y gritan ante la presencia

    de ella.

    4. LA VISIÓN DEL NARRADOR

    Lo mejor de la obra es el enfoque y el punto de vista literario. El narrador pinta

    con mucha agudeza y penetración a las autoridades y a los religiosos que

    regentan el sanatorio. Su visión es crítica e irónica, propia de un hombre de

    mundo, limeño y cosmopolita. Lo que más atrae en la novela es esta

    perspectiva desde la cual el protagonista-narrador ve las cosas: su

    conmiseración, su’ ira, su manera de burlarse y reír. El director es un

    funcionario frio o inhumano, siempre predispuesto a darle toda la razón a sus

    subalternos; el Capellán prefiere irse de cacería (su deporte favorito), antes que

    atender la solicitud de confesión de un paciente moribundo; los enfermeros y

    veladores son, a su vez, sujetos despiadados que, con escalofriante

    impasibilidad, dejan morir a los pacientes. Las mismas religiosas no están allí

    para aliviar el dolor y la pena de los internos: «Ellas sólo acuden solícitas al

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    lecho de los moribundos, armadas de su baldecillo de agua bendita, para poner 

    en fuga a la legión de diablos que ronda a los agonistas» (p. 144). La predica

    religiosa, no deja de tener respuesta favorable en muchos pacientes. «A pesar 

    de cierto exterior de escepticismo y descreimiento, palpita en los más un

    sincero fervor religioso». Las enseñanzas del hogar, el temor a Dios adquirido

    en la infancia, el recuerdo de la piedad materna que junta las manos de los

    niños en la primera oración, todos esos sentimientos que yacen como dormidos

    en lo íntimo de la conciencia, afloran de repente mudando el ánimo de los que

    aparentan mayor impiedad.

    La vida en el hospital es naturalmente monótona y gris. La rutina sólo se rompe

    algunos días del año, cuando se celebran los carnavales, las procesiones o lasfiestas de cumpleaños del director; o bien, los domingos, cuando los pacientes

    salen a pasear, si es que no están impedidos de hacerlo «El día de salida

    constituye un suceso dichoso, ansiosamente esperado», p. 175).

    La descripción de las diversiones adquiere un tono patético, casi tragicómico.

    La fiesta del carnaval es un espectáculo penoso, que linda con lo grotesco. Los

    enfermos se preparan con anticipación (confeccionan sus máscaras y

    disfraces, arman el muñeco de Ño Carnavalón. alistan las antorchas, colocancadeneteas, etc.). La salida de la comparsa es una escena tremendamente

    alucinante y melancólica: «Ya casi había oscurecido cuando, la grotesca

    procesión se puso en marcha. Una orquesta de cuerdas, tocando aires

    populares, glosaba las cabriolas de los enmascarados, que avanzaban

    chillando en falsete y haciendo mil alharacas y festejos. Las llamas oscilantes

    de las antorchas despeinaban al viento sus densas cabelleras de humo y le

    prestaban al cuadro una apariencia fantástica, casi irreal, pesadillesca como la

    visión de un Goya atormentado que hubiese querido reproducir en los tintes de

    una amarga ironía lo que había de macabro y aún de lúgubre en aquel cortejo

    de tísicos desesperados de alegría que, en buena cuenta, pirueteaban cada

    cual en tomo a su propia fosa» (pp. 91-92). Lo más patético es que, cuando al

    final del desfile los enfermos se disponen a bailar, las monjas dan de inmediato

    la orden de concluir el jolgorio.

    El narrador dirá, con desconcierto y pesar: «Encontraba grotesco, absurdo,sarcástico aquel afán de jolgorio que agitaba a los pobres enfermos, pues no

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    comprendía entonces de cuánto son capaces los humanos para lograr un

    pasajero instante de olvido» (p. 89).

    La procesión del Señor de los Milagros es otra escena tétrica: Los hombres y

    mujeres reunidos acompañan la imagen con inmenso recogimiento: «Todosrezan con igual devoción; una misma plegaria angustiosa y suplicante, palpita

    en todos los labios. Todos ruegan y esperan. Una infinita confianza en el poder 

    taumatúrgico del Señor alivia los corazones lacerados por el sufrimiento. Los

    cánticos adquieren una intensidad dramática. Son voces que imploran y gimen,

    que reclaman y lloran, con acentos desgarradores, la misericordia divina.

    Hierático y terrible en su augusta fealdad, el Cristo milagrero abre los brazos

    con la inexorable impasibilidad de los dioses sobre la multitud dolorida ygimiente que se arrastra a sus pies abatida de humildad» (p. 289).

    5. PEQUEÑAS HISTORIAS DE PACIENTES

    La novela está hecha de pequeñas historias. La mayor parte de ellas son

    consternantes, pero también hay algunas que encierran inefables pasajes de

    alegría, de frenesí y de felicidad. En algunos casos vienen a constituir relatos

    autónomos dentro de la novela. Entre ellos, descuella «Vida, pasión y muerte

    del Capitán Pantoja», cuento realista, festivo y dramático, que refiere las

    descabelladas aventuras de un militar mujeriego, jugador e irresponsable.

    Pantoja es un tipo que tiene la «viveza innata propia de las gentes color» y que

    finca su alta vanidad “en sus méritos varoniles” (p. 208). Un buen día, cansado

    de la disciplina institucional, abandona el hospital, cuando faltaban pocos

    meses para curarse. Alquila un departamento en la ciudad y busca una

    querida. Se pasa las noches jugando a las cartas y se entrega la vida

    desordenada. «Era -dice el narrador- la piedra de escándalos de la pacifica

    Jauja, cuyo ritmo sosegado turbaba con sus francachelas y desbordes» (p.

    212). A los cuatro meses lo devuelven al hospital con una terrible hemoptitis,

    convertido en poco menos que un cadáver. Las monjas lo instan a reconciliarse

    con su esposa, de quien estaba separado. El día de los funerales será

    piadosamente acompañado por las dos mujeres.

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    La novela pasa constantemente de la narración personal a la narración de otras

    vidas y acontecimientos. Varias de estas historias son sumamente trágicas y

    desgarradoras, como la de la sirvienta y su niño enfermo que no quiere

    separarse de ella o la del obrero que ve morir a sus hijos con tuberculosis, o la

    de los cuatro soldados que son arrojados del sanatorio («insurrección militar»),

    relato que Alberto Escobar incluirá en su antología de la narración en el Perú.

    Hay también historias fantásticas de aparecidos, como el de «la mujer que

    llora» y la del «muerto que no quiso morir».

    El autor no se limita pues a exponer los hechos: los analiza, los juzga y los

    comenta, ofreciendo siempre su punto de vista personal. Es allí donde radica el

    interés y la seducción de la novela. Es una pintura, a veces tierna y dolorosa, aveces burlona, irreverente y sarcástica. El narrador se mueve entre lo

    dramático, irónico y lo poético. Todas sus páginas están atravesadas de una

    visión melancólica y sombría.

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    LITERATURA DEL SIGLO XX

    Por Manuel J. Baquerizo

    LAS NOVELAS DE LA REGIÓN

    I. Visión preliminar 

    En los últimos años se puede advertir una justificada preocupación por dar a

    conocer a los estudiantes nuestra literatura. Lo cual es plausible. Pero, se trata,

    claro esté, de hacerles leer obras de calidad y no de atiborrar sus mentes con

    una retahila de títulos de libros y nombres de autores. Si lo que se busca es

    que los alumnos se ejerciten en la lectura, que enriquezcan su vocabulario y

    afinen su lenguaje, que tengan una imagen del mundo a través de las obras de

    ficción y que en fin, sientan gusto por el arte de la palabra, lo que hay que

    hacer es ofrecerles un repertorio amplio y, a la vez selectivo.

    En las notas siguientes queremos valorar algunas de las novelas que podrían

    servir para los fines antes indicados y las cuales no deberían dejar de ser 

    conocidas y leídas, tanto por los alumnos como por sus propios maestros de la

    especialidad. Antes, hagamos un recorrido histórico del asunto.

    Desde 1861, en que se publicó Sé bueno y será feliz, hasta los años recientes,

    en que aparecen Ximena de dos caminos (1994) y País de Jauja (1993), se

    editaron no menos de treinta novelas, pertenecientes a escritores de la región.

    Si bien no todas son dignas de figurar en el parnaso de la creación literaria,

    cabe al menos mencionarlas como esforzados antecedentes del género en

    nuestro ámbito.

    La primera novela la escribió Ladislao Graña, un español que se había

    radicado en Jauja, algunos años después de la Independencia. Fue publicada

    por entregas, en La Revista de Lima, que fundara y dirigiera Manuel Pardo,quien también se establece en la provincia cerca de dos años, donde conocería

    al autor. A él se debe la edición de esta novelita en Lima. Lamentablemente,

    fue muy pronto olvidada.

    Debieron transcurrir muchos años para que Oscar O. Chávez dé a luz La

    capilla de las rosas (1910) y Churinanay (1921), publicadas en Huancayo y

    Huánuco, respectivamente.

    Las tres novelas mencionadas son de escasa calidad artística, sin embargomerecen ser recordadas, pues se trata de las primeras obras de ficción que se

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    escribieron en la región e, incluso, en el país. Sé bueno y serás feliz precede

    largamente a Aves sin nido (1889) y es casi coetánea de El padre Horán

    (1848), con lo que arranca la novela en el Perú. Y las de Oscar O. Chávez, por 

    su parte, son muy anteriores a la corriente indigenista de los años veinte.

    EI interés que hoy puedan suscitar estos relatos seria exclusivamente de índole

    histórica, pues constituyen valiosos y precursores testimonios de la realidad

    campesina del valle del Mantaro, importancia más sociológica que literaria,

    desde luego. Ladislao Graña en Sé bueno y serás feliz, hace una abierta

    denuncia de los abusos que se cometían con los indígenas al reclutar 

    contingentes para engrosar las huestes de los caudillos militares que andaban

    siempre enfrentados en guerras internas. Graña alude en concreto, a las

    pugnas bélicas que sostuvieron Castilla y Echenique en el valle. El abuso debió

    ser tan persistente y agobiador que Oscar O. Chávez volverá sobre el tema,

    con trazos más sombríos y .naturalistas, en Churinanay. El mismo autor había

    presentado antes, en La capilla de las rosas, un cuadro terriblemente

    espantoso del estado social del campesinado en la sierra central.

    En 1922 José Gálvez publica La boda, novelita que ofrece, en prosa galana y

    modernista, una visión de la ciudad de provincia (en este caso, Tarma), donde

    el autor aplica sus teorías sobre la literatura regional y americanista. Años

    después, Fortunato Cárdenas, en La llamita de Capia (1956) intentará hacer 

    algo parecido, pero, con menor fortuna: o sea, retratar la ciudad, sus

    personajes típicos y costumbres tradicionales.

    Los años más pródigos en novelas fueron, ciertamente, los del cuarenta. A

    esos tiempos corresponden las siguientes obras: Sanatorio (1938) de Carlos

    Parra del Riego; Sanatorio al desnudo (1941) de Pedro del Pino Fajardo;

    Deshojando la rosa (1941) de Sergio Quijada Jara; La tierra es el hombre(1942) de Serafín Delmar; Más allá de la trocha (1943) y En el Valle de

    Huánchar (1948) de Pilar Laña Santillana; La selva y la sierra (1945) de Carlos

    Z. Angulo: y Vidas frustradas (1946) de Modesto Villavicencio. Estas novelas

    describen el mundo de los pacientes del hospital de tuberculosos (Parra del

    Riego y del Pino Fajardo), el amor de un adolescente (Quijada Jara), la vida

    comunitaria y las luchas sociales (Laña Santillana y Delmar), la guerra con

    Chile (Carlos Z. Angulo), el trabajo infernal en las minas y el acontecer político(Villavicencio). En su mayoría, son relatos de ambiente campesino y de

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    tendencia social. Entre ellos, destaca La tierra es el hombre, por su vivida

    descripción de una comunidad campesina del valle, su emoción paisajista y

    costumbrista, solamente empañada al final del libro por la desbordante pasión

    política del autor.

     Algunos años después, aparece El retoño (1950) de Julián Huanay, breve

    relato, cuyo protagonista es un niño y donde se encara por primera vez el tema

    de la migración. A esta novela, le seguirán La puna y la selva (1950) de Ángel

    Combina Roggia; El antro de las brujas (1956) de Alfonso Lazarte; Del barro

    nació la luz (1959), y Lobos y no corderos (1977) de Antenor Samaniego;

    Diosas (1959) de Antonio J. Saba; La cruz del mortal (1960) de Francisco

    Quispe López; Madre cerreña (1967) de Ricardo Jurado Castro; Un romance

    en San Ramón de Pangoa (1972) de Nora Narrea; Jaujali (1980) de Hernán

    Villar; y El resplandor en el Huancamayo (1986) de Magdalena Espinoza

    García, entre otras.

    Igualmente, son relatos campesinistas y sociales, en los que se aborda la vida

    en la selva (Ángel Combina y Narrea), el trabajo minero (Jurado), el régimen

    feudal de la hacienda (Villar), la historia (Espinoza) y las costumbres de la

    aldea (Samaniego). En general, no pasan de ser obras menores, de estructura

    muy elemental y de lenguaje pobre.

    La novela urbana, moderna y de dimensión universal, se inicia, propiamente

    con El truco de los ojos (1978) y Ximena de dos caminos (1994) de Laura

    Riesco; y País de Jauja (1993) de Edgardo Rivera Martínez. Laura Riesco es la

    primera escritora que instaura la novela de la mujer en el Perú. Son obras que

    se distinguen por la originalidad de su composición, por la variedad de sus

    recursos técnicos y la excelencia de su prosa artística. En una encuesta

    reciente, efectuada por la revista Debate, fueron consideradas como lasmejores novelas escritas en el país durante la última década. A ellas se

    sumarán Ilusiones perdidas (1998) de Ernesto Ramos y La Muchacha de la

    sonrisa más bella del mundo (1998) de Rafael Gutarra.

    No todos los autores nacieron en la región, pero aquí vivieron y aquí hicieron su

    obra.

    En las próximas ediciones nos ocuparemos, en forma sucesiva, de cada una de

    las novelas seleccionadas.

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    LAS NOVELAS DE LA REGIÓN.

    RETOÑO DE HUANAY

    Por Manuel J. Baquerizo

    1. “NOVELA DE CARÁCTER FORMATIVO”

    El retoño de Julián Huanay, publicado en 1950, podría ser una “novela de

    Iniciación”, género narrativo ya bien definido por la crítica europea. También se

    le llama “novela del aprendizaje” y “novela de educación sentimental”. A este

    tipo de narración pertenecen David Copperfield, el Wilheim Meister de Goethe,

    el Juan Cristóbal de Romain Rolland; y, en la literatura hispanoamericana, DonSegundo Sombra.

    Por su estructura, podría ser relacionada también con la novela picaresca (al

    menos, con El lazarillo de Tormes), género de narración autobiográfica que se

    caracteriza por el relato de hechos y acaeceres, sin una historia precisa. El

    personaje de El retoño es un niño de origen aldeano, socialmente humilde y

    culturalmente marginal. Juanito Rumi busca tener un sitio en el campo laboral,

    intenta pasar al mundo de los adultos e integrarse al espacio social y citadino.Después de haber conocido todos los problemas de esta transición existencial

    (el trabajo y las condiciones de vida en las minas, v. gr.), al final de la novela,

    su aventura se interrumpe bruscamente. El autor no indica el tiempo de

    duración del relato, pero es fácil inferir que transcurre en pocas semanas. El

    protagonista no aumenta sensiblemente de edad, ni sufre grandes

    transformaciones. Solamente ha padecido la experiencia breve e inesperada de

    su noviciado proletario. El carácter inconcluso del relato -obra abierta- y elhecho de que no se diga nada sobre la derrota o el triunfo de Juanito Rumi,

    resulta muy significativo.

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    2. EL TÓPICO DE LA MIGRACIÓN

    El retoño inaugura en nuestra narrativa la novela de viaje y migración. Que

    sepamos, ningún relato había hecho antes del peregrinaje un objeto de

    representación literaria. En La tierra es el hombre (1942), de Serafín Delmar, seregistra solamente un episodio incidental de migración compulsiva a la selva. El

    retoño es la primera ficción narrativa que habla del deslumbramiento que

    produce Lima en los niños aldeanos de la sierra y de la costa. El retomo del

     joven Vicente Salas, licenciado del ejército, es lo que provoca esta extraña

    fascinación: “Aprendimos muchas cosas que no habíamos estudiado en la

    escuela. Nos asombró con la descripción que hizo de las casas de cinco o más

    pisos y de otras que estaban rodeadas de bellos jardines. Pero lo que más nosdeslumbró fue el relato que hizo del mar y de los buques grandazos del tamaño

    de cinco cuadras. Hay que imaginarse el deslumbramiento de nosotros, niños

    aldeanos, que sólo conocíamos nuestro apacible Rio Mantaro y, a la distancia,

    el ferrocarril que cruzaba el valle... Aquellas narraciones eran para nosotros

    como la revelación de un mundo fabuloso.

    Todas las noches, después de escucharlo, nos marchábamos pensando en las

    maravillosas cosas que existían más allá de los cerros que circundabannuestras aldeas... Fascinados por aquellos relatos muchos ansiábamos fugar a

    Lima y entre ellos estaba yo que por entonces tenía once años" (p. 12).

    Desde el regreso del ex soldado al pueblo y luego de haber escuchado sus

    asombrosos relatos sobre la Capital, todos los niños (entre ellos, el

    protagonista de la novela) no piensan en otra cosas que en “fugar a Lima” (p.

    12). “La ilusión de conocer Lima ocupaba todos mis pensamientos" confiesa

    Rumi (p. 13). Con la afiebrada ventolera en el alma, se dedica a preparar diversos proyectos de huida. Claro que siente pena por abandonar a su tía,

    pero más pesa la invencible atracción que crece ardientemente en su espíritu

    ("ansiaba conocer Lima", repite, con vehemencia, una y otra vez). El arriero

    que lo encuentra en su ruta, caminando solo, no se extraña de su resolución y

    se limita a comentar: “Todos los muchachos están locos por irse a Lima" (p.

    17). Uno de los niños que lo ayuda en La Oroya, también opina, con

    indisimulada ansiedad: “Dicen que en Lima hay cines bien grandazos ybastantes aviones y autos” (p. 48). En cambio, el panadero costeño que le

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    ofrece un pequeño trabajo, le advierte: “Tú no sabes lo que es Lima, por eso te

    quieres ir. Lima es una porquería. Todas partes es lo mismo para el pobre" (p.

    55), tratando de desalentarlo.

     Al llegar, finalmente a la Capital. Rumi es invadido por una alegría intensa:“¡Lima! Exclamé alborozado. Me parecía increíble" (p. 98). Pero, su júbilo será

    momentáneo, porque el engachador se lo lleva al poco instante a una hacienda

    algodonera. Allí se enfrenta a la burla y al desprecio de los negros y criollos. “A

    estos desgraciados los traen como chanchos para hacerlos trabajar como

    burros" (p. 100), vocifera uno de ellos. En vez de la ciudad soñada, el destino lo

    arroja a una plantación como peón agrícola. Poco a poco, su ilusión se

    desvanece. Atacado por la enfermedad del paludismo, es trasladado a unhospital y abandonado en ese tugar. Luego del examen médico, sale a la

    puerta del hospital, pero ya no encuentra al camionero que lo había conducido

    ni a los otros peones. Nuevamente, se queda solo, sin saber a dónde ir. Todo

    es incierto. “Y si no regresaban los peones y el camión, ¿a dónde iría?”, Se

    pregunta, desolado. “Tenía hambre. También tenía miedo a la gran ciudad

    desconocida que se alzaba frente a mi” (p. 122). El niño es devorado por la

    gran urbe.

    No se sabe cuál será su suerte final, aunque queda flotando una vaga luz de

    esperanza, y un aliento de vida. En la nota introductoria, el autor (renunciando

    a la omnisciencia) escribe: “Juanito Rumi, después de hacemos esta primera

    narración de su vida y ofrecemos continuarla se ha perdido en los intricados

    senderos de la vida. ¿Lo encontraremos algún día? Ojalá. Es nuestro mayor 

    anhelo”. La historia no se cierra definitivamente. Queda sin resolverse el

    enigma de su destino. ¿No es ésta la misma incógnita que palpita en el mundo

    real, entre los miles de migrantes que, desde entonces, llegaron

    torrentosamente a Lima y otras ciudades de la costa?. No en vano el autor 

    advierte que “los personajes de esta novela son reales" (p.9)

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    3. VISIÓN LINEAL Y ORDENADA DEL MUNDO.

    El protagonista de la novela es un niño inocente e inexperto que mira la ciudad

    como un paraíso y que no tiene todavía el estado de ánimo perturbado por el

    enfrentamiento de dos mundos y el agitado remolino cultural que esto supone.Su visión es perfectamente objetiva.

    El relato lo escribió Julián Huanay treinta años después de haber emigrado a la

    Capital. La visión que nos ofrece de la realidad tiene una secuencia ordenada y

    continua, es una sucesión lineal de acontecimientos y episodios breves. El eje

    argumental es el viaje. En esto se diferencia del desgarrado y contradictorio

    discurso narrativo que hoy prevalece en la novela moderna -con planos

    superpuestos, discontinuos y laberínticos-. El protagonista de El retoño sueñacon un mundo nuevo y no siente ningún desgarramiento cultural al abandonar 

    lo suyo para asumir la utopía urbana. Podría decirse que la historia de Rumi es

    hasta cierto punto, una historia, romántica y esperanzada.

    4. OBJETIVIDAD LITERARIA

    Cuando, a la edad de 43 1años, Julián Huanay publicó su primera novela corta,

    ya era un hombre fogueado en las luchas sindicales y en el oficio de chofer.

    Había escrito además folletos de difusión gremial. Sin embargo, en El retoño no

    encuentran digresiones, glosa acotaciones que revelen el de propaganda o al

    menos reclamo social o político, cierto que el pequeño Rumi tenga una vaga

    percepción del trabajo duro y explotador y de las grandes injusticias que pesan

    sobre la sociedad, pero casi nunca hay comentarios o apreciaciones sobre

    estos hechos. Se limita a contar forma llana y espontánea, y bastante

    objetividad, su desvarada saga migratoria. José M. Arguedas hará lo propio en

    ríos profundos (publicada 1958, en el momento que él tenía 47 años). La

    travesía (espiritual) del niño Ernesto es la contraparte del recorrido (físico)

    pequeño Juanito Rumi. El re de Huanay es narrativamente mental, carece del

    análisis psicológico, propio de las novelas relacionadas como El viaje

    sentimental de Laurence Sterne, Infancia Tolstoi o Los ríos profundos.

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    5. LA PRIMERA PERSONA GRAMATICAL

    Julián Huanay es el primer narrador, después de Zavala que utiliza la primera

    persona gramatical en la novela. Se dirá Ciro Alegría ya había empleado esta

    técnica, en La serpiente oro (1935), pero aquí el narrador solamente es testigo.Como está fuera del plano de los acontecimientos. Lo que el balsero cuenta es

    la aventura de otros personajes. En El retoño, en cambio el narrador es el eje

    del discurso novelesco. La obra trata de un personaje individual. Hasta la

    publicación del relato de Julián Huanay, prevalecía en la literatura peruana la

    novela panorámica omnisciente, escrita en otra persona. La realidad era ver 

    desde gran distancia épica, especial y era más abarcadora. De los mejores y

    más grandes novelas. El mundo es ancho y ajena, Yawar fiesta, ambas de1941 son de este género. “Está técnica del autor omnisciente -señala Aguiar e

    Silva- (ya) fue crítica y acerbamente combatida en la segunda mitad del siglo

    XIX, por autores como Flaubert, Maupasant, Henry James, que aboga por un

    método objetivo de construcción de la novela, utiliza la tercera persona, pero

    eliminando la presencia demiùrgica del autor, dejando actuar a los personajes

    sin la constante interferencia del novelista". Esto es lo Julián Huanay hace

    coincidiendo con los planteamientos modernos: deja que el protagonista hable

    y actúa por sí mismo.

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    LA TIERRA ES EL HOMBRE de SERAFIN DELMAR (I)

    Por Manuel J. Baquerizo

    La tierra es el hombre (1943) es una novela de índole política y denunciatoria,

    donde el interés del escritor está puesto más en el acontecer social que en la

    vida del individuo o en el desarrollo de una historia. Estudia la anatomía del ser 

    colectivo y no la del ser individual. La técnica consiste en acumular episodios y

    sucesos diversos. Los actores aparecen y desaparecen inopinadamente; la

    trama se difumina y los escenarios se multiplican, sin alcanzar unidad. Al

    comienzo, la comunidad campesina ocupa el primer plano; el único personaje

    que sobresale es Waman Poma. Pero, a la mitad del relato, éste se desvanece

    para dar paso a otros actores y a otras historias que se relacionan muy poco

    con la comunidad. En el curso de la novela se interpolan diversos’ episodios (el

    de Luis Mayta y Kina Kani -cuyas penalidades en las plantaciones cafetaleras

    del Perené son descritas con bastante detalle-, el de los comuneros en

    Pariahuanca y otros más), con la intención de enfatizar el drama social del

    campesinado. En los capítulos finales se cuenta la historia de Rumi, hijo de

    Waman Poma y Trini. La novela termina con un discurso ideológico,reemplazando el tono poético del inicio por la retórica militante y árida. El

    narrador es aquí, ante todo, un misionero, un crítico, un político y un pedagogo.

    Ralph Fox, en La novela y el pueblo (1975), escribe, al respecto: "No es asunto

    del autor predicar, sino ofrecer un cuadro histórico real de la vida. Es muy fácil

    sustituir hombres y mujeres por maniquíes, la carne y la sangre por conjuntos

    de opiniones, la gente real, torturada por dudas, viejas lealtades y tradiciones,

    por ’héroes’ y ‘criminales abstractos. Mas esto no es escribir una novela" (p.106).

    1. LA MÍSTICA DE LA TIERRA

    El relato empieza con una hermosa y bucólica descripción de la comunidad de

    Huancán, un mundo casi idílico, donde reina la paz y la felicidad. Allí, los días

    transcurren plácidamente, en medio del canto y la música de las aves y de los

    hombres. "La tierra es - legre, alegre la semilla, alegres los hombres, las

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    mujeres, los niños, los animales y el cielo con su sol de color de la chicha" (p.

    22). Como en Los trabajos y los días de Hesiodo, en Bendición de la tierra de

    Knul Hamsum y en Los campesinos de Ladislao Reymonl, el narrador se

    esmera en mostrar el universo cotidiano de los labradores de la tierra: las

    faenas agrícolas, ganaderas y caseras (la siembra, el cultivo, la cosecha, la

    trilla y la herranza) y las festividades del pueblo (el Santiago. San Juan y los

    carnavales). La vida tiene aquí un ritmo cíclico sempiterno:

    Días pasan, días llegan a Huancán, y los comuneros que han terminado de

    cultivar sus parcelas de maíz, de trigo, de cebada, de quinua, de ocas, de

    ollucos, de mashuas, de arvejas, de habas, se dedican ahora a pisar los cueros

    del buey en las pozas abiertas a los lados del rio que divide en dos a lacomunidad: a chancar cortezas de nogal, de chinche y de tara para la

    curtiembre" (p. 21)

    - Algunos pasajes- recuerdan

    El mundo es ancho y ajeno. De hecho, Serafín Delmar comparte con Ciro

     Alegría el mismo placer estético y la misma emoción social en la pintura de una

    aldea comunal, pero sin alcanzar la belleza fulgurante de su prosa. Con todo,

    las escenas sobre la siega y la trilla en La tierra es el hombre tienen másvivacidad, más colorido y animación que las que ofrece Pilar Laña Santillana.

    en El valle de Huánchar (1946). Leamos:

    Mujeres y niños en continuo movimiento juntan los montones que los

    segadores van dejando al lado izquierdo por donde avanzan. Y los males de

    fresca chicha vuelan de uno a otro lado, calmando la sed de los segadores, que

    trabajan al son de la música, contemplados con orgullo por el sol y por las

    mujeres que endulzan la siega con sonrisas y cantos" (p. 34)

    El narrador humaniza a los seres irracionales (una corrida de toros, por 

    ejemplo, es descrita desde la perspectiva del animal, (pp.19-20) y a las cosas

    inanimadas les atribuye cualidades del ser humano, revelando así su filiación

    expresionista. El libro es un canto al hombre a la tierra y al trabajo colectivo, un

    canto que destella en metáforas e imágenes vanguardistas. La narración

    obedece más a las leyes de la poesía que a las del relato. La alabanza del

    mundo rural, pastoril y gregario y el vituperio de la ciudad letrada, tienen

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    correspondencia igualmente con El mundo es ancho y ajeno y Yawar Fiesta,

    publicadas por los mismos años. Época de auge del indigenismo, como se

    sabe, en que todos los escritores y artistas engrandecían e idealizaban a la

    comunidad campesina, a la que tenían por paradigma de institución social, de

    organización solidaria y equitativa, y como el legado más valioso de la

    civilización prehispánica. Serafín Delmar, que había empezado cuestionando

    las ideas de patria, de región y de aldea, para sostener los postulados del

    universalismo cosmopolita, vuelve sobre sus pasos y termina asumiendo una

    ferviente posición nativista. "La idea de la tierra -dirá, ahora, en una nota

    introductoria a la novela- es inseparable de la idea del hombre, sobre todo, sino

    queremos desvincularlo de su origen. La Cercanía a la tierra es lo único que da

    la exacta dimensión del hombre y de su destino” (p. 7). La novela muestra los

    resabios de un discurso anticapitalista. El título es, ya de por sí, una metáfora

    clave.

    2. LA LUCHA POR LA EDUCACIÓN Y EL PROGRESO

    Veremos, sin embargo, que al autor no le eran ajenos los conceptos de

    progreso y modernidad. Al inicio de la novela se perfila un personaje queencama estos ideales: Waman Poma, el joven comunero que ha trabajado en

    las minas, donde asimila los patrones culturales de la civilización urbana ("ya

    no viste como los comuneros, y como para sentirse distinto, se ha comprado un

    terreno y construido una pequeño casa al otro lado de la comunidad", p. 13) y

    las doctrinas sociales y políticas de avanzada. Poma se acaba de unir a una

    mujer que no es del lugar, por lo cual ni él ni ella son estimados en la

    comunidad. Como se ve, la supervivencia de las costumbres endogámicas estodavía palpable. No por ello, Waman Poma deja de sentirse parte del

    vecindario.

    Waman Poma presiente que la comunidad está amenazada por diversas

    fuerzas extrañas. Esto lo lleva a sugerir la creación de una escuela, para que

    los niños se instruyan. Piensa que hasta ese momento los hombres vivieron

    estancados: "Son como las raíces viejas de tara que se pudren en la tierra" (p.

    23). Juzga que para enfrentar a los gamonales y a las malas autoridades y paraalcanzar el progreso, es necesario saber leer y tener instrucción. Los viejos

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    comuneros, salvo uno, discrepan con él: creen que la escuela sólo provocará el

    alejamiento de los jóvenes del seno de la aldea. El padre de Wamán Poma (la

    vez por haberlo experimentado en su propia carne) es el más conservador de

    todos. El arguye: "Cuando los hijos despiertan ya no aman la tierra y hasta se

    avergüenzan de sus padres ignorantes. Y lo peor de todo es que no paran en la

    comunidad" (p. 33). Por esta razón, se opone a la construcción de la escuela.

    En la comunidad se forman dos grupos: el de Ande Poma, que defiende a toda

    costa las tradición ("El pasado es lo que hay que conservar como oro", dice): y

    el de Melchor Guzmán, presidente de la institución que apoya decididamente la

    creación de la escuela y la contratación de una profesora, a fin de lograr el

    mismo nivel educativo que posee la gente de la ciudad. "¡Progreso! El progresosólo está en la tierra", exclama Ande Poma. "La tierra -le replica otro comunero-

    sin la educación del hombre nada vale". El debate concluye con la sabia

    reflexión de un joven campesino: " La comunidad debe ser siempre

    movimiento, igual que los ríos que arrastran todos los días nuevas aguas" (p.

    62)

    Sin duda, esta es la primera vez que se escucha en una novela hablar a los

    indios en tono ilustrado y altivo. En las obras de Ladislao Graña. Oscar O.Chávez y José Gálvez, según se vio los campesinos son por lo general mudos

    y silenciosos, seres extrañamente pasivos, e inescrutables. En cambio, los de

    Serafín Delmar son hombres rebeldes e insolentes, más atrevidos que; los de

    Ciro Alegría y José María Arguedas.

    No solamente los viejos; comuneros están contra la educación campesina:

    también se oponen a ella el Cura de la parroquia vecina y las mismas

    autoridades del ramo. ("Es que las comunidades -arguyen- no tienen derechode crear escuelas sin autorización del gobierno, y mucho menos nombran;

    profesoras poco honestas" p. 94)

     Al final, se construye el local de la escuela y se toma los servicios de una

    profesora, con quien habrá de estudiar Rumi, el vástago de Waman Poma y

    Trini.

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    LAS NOVELAS DE LA REGIÓN

    LA TIERRA ES EL HOMBRE DE SERAFIN DELMAR (II)

    Por Manuel J. Baquerizo

    3. LA CRISIS DE LA SOCIEDAD TRADICIONAL

    El autor quiso ofrecer en esta novela una imagen del valle del Mantaro y un

    perfil de la época, en el momento en que se producían sucesos sociales e

    históricos que afectarían enormemente la vida de la comunidad campesina: la

    llegada del ferrocarril a Huancayo, en 1908; la construcción de carreteras hacia

    el interior; la instalación de un enclave minero norteamericano en La Oroya; la

    formación de la hacienda Perene de la Peruvian en la selva; la usurpación de

    tierras por los nuevos gamonales (cuyos nombres menciona el autor); y la

    introducción de la escuela y la civilización en el ámbito rural. La novela pinta el

    desmoronamiento de las relaciones precapitalistas y la modernización impuesta

    desde fuera. "Ahora -dice al narrador- el destino de los jóvenes comuneros es

    igual al de otros hombres de todo el Perú. La tierra buena no es de ellos” (p.

    121).

    Hasta entonces la comunidad había gozado de una continua era de esplendor.

    La alteración empieza con los desastres naturales, anunciados por el funesto

    paso del cometa Haley y de la "jarjaria": inundaciones, heladas, plagas de

    langostas, epidemia de hidrofobia y hambruna. El Cura dirá taimadamente "que

    Dios está castigando a los comuneros por haber llevado a una maestra atea"

    (p. 114), mientras la vieja Santosa "se pondrá a decir que es castigo de Dios

    por la mala vida que hacen algunos comuneros" (p. 116). Tras los infortunios

    naturales, sobrevendrán otros sucesos dramáticos, ésta vez por obra de

    hacendados y agentes del Estado: como la conscripción vial, la "leva" y el

    "enganche". La conscripción vial era el sistema de trabajo coercitivo y gratuito

    que había instaurado el gobierno de Leguía en 1920, mediante la Ley 4113; el

    "enganche" constituía un método ominoso que las empresas mineras y las

    haciendas cafetaleras de la selva empleaban para obtener mano de obra. En

    Huancayo se amasaron muchas fortunas mediante este negocio vil. La "leva”

    fue, a su vez, una forma de reclutamiento para engrosar los contingentes del

    ejército.

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     A consecuencia de estos flagelos sociales los comuneros se ven obligados a

    emigrar a las ciudades o a esconderse en sitios alejados. La novela hace el

    relato minucioso y puntual de los hechos, en un estilo naturalista y por demás

    patético. Asistimos a las escenas más violentas y atroces, como la agonía de

    una campesina con hidrofobia ("El miedo se ha extendido a todo el valle y los

    comuneros se vigilan desconfiados, sintiéndose ahora enemigos entre sí", p.

    117); a la muerte de tres comuneros aplastados por los derrumbes, durante los

    trabajos de construcción de la carretera a Ayacucho (pp. 112-113); al

    lanzamiento de varios "enganchados", enfermos de paludismo, a los ríos de la

    selva (pp. 138-139); y al horrible, sufrimiento de los presos en las cárceles de

    Huancayo y Lima. Como en la novela Churinanay de Oscar O. Chávez, la

    mayor parte de los hijos de la comunidad son exterminados, unos tras otros.

    "La unidad comunitaria se va aflojando en cada desgracia. Los jóvenes

    principian a emigrar. Unos se van a las minas, a la montaña, a la capital; otros

    se van a trabajar a las haciendas, a las casas "grandes" de la provincia" (p.

    105). Los pocos sobrevivientes (como Rumi) se desplazan a la capital, en

    busca de otros horizontes, donde protagonizarán nuevas gestas sociales y

    políticas.

    4. Las peripecias de Rumi

    La historia de Rumi abre un nuevo capítulo en la novela. Rumi había sido

    levado antes de concluir los estudios de secundaria. Waman Poma tiene que

    vender sus animales, para llevarle dinero al jefe Provincial "que acepta

    exceptuar al muchacho a cambio de cuatro libras" (145). Luego, debe hipotecar 

    su parcela de terreno, a fin de comprar otra yunta y "como ni los interesespuede pagar, la chacra pasó amaños de Alonso" (151). Sin más alternativa,

    Waman Poma se marcha a la mina de Morococha y ya no volvemos a saber 

    nada de él. Rumi aparece en Lima, trabajando en una imprenta, mientras

    estudia en un colegio nocturno.

    El relato se cierra con las peripecias de Rumi en medio de los turbulentos

    sucesos políticos que se desencadenan en la capital, a fines de los años

    veinte. Acusado de imprimir volantes sediciosos, el muchacho termina en lacárcel, lo que le da pie al narrador para volver, una vez más, a describir la

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    sórdida existencia de las prisiones. "Si hay infierno -dice-, vengan a ver estos

    calabozos, donde tantos hombres se han derretido hasta irse en un grito de

    sangre" (148)

    En una especie de epílogo o capítulo final, el narrador enuncia su esperanza enel próximo amanecer revolucionario.

    Por lo que se ha podido ver. La tierra es el hombre, más que una obra de

    creación literaria, es un documento social e histórico que muestra el

    desmoronamiento de la comunidad campesina en el valle del Mantaro. Serafín

    Delmar fue un artista que dedicó los mejores años deja su vida a la lucha

    política. Su concepción de la literatura fue el resultado de su compromiso

    político al que todo lo sacrificó. Lo más penoso es que, después de haber puesto tanta fe en el partido que abrazó, terminase apartándose de él,

    profundamente desengañado. Tal vez, por eso, nunca más volvió a publicar.