literatura ecuatoriana del siglo xx

Upload: lensois

Post on 06-Jul-2018

348 views

Category:

Documents


0 download

TRANSCRIPT

  • 8/17/2019 Literatura ecuatoriana del Siglo XX

    1/168

    UTPL

    LITERATURA DEL SI

    ISAAC J. BARRERA 

    LEOPOLDO BENITES VINUEZA 

    BENJAMÍN CARRIÓN 

    GABRIEL CEVALLOS GARCÍA 

     AURELIO ESPINOSA PÓUT 

    G O N ZA LO ZALDUMBIDE

    BIBLIOTECA B/ÍSICA DE AUTORES ECUATORIANOS

  • 8/17/2019 Literatura ecuatoriana del Siglo XX

    2/168

    Los autores que comparecen 

    en este volumen represen-tan las diversas tendencias que tuvo la prosa ensayística

     

    ecuatoriana durante la pri-

    mera mitad del siglo XX. Gonzalo Zaldumbide, Benja-

    mín Carrión, Isaac J. Barre-

    ra y Aurelio Espinosa Pólit 

    (nacidos entre 1884 y 1889) pertenecieron a la primera 

     vertiente de aquella genera-

    ción ecuatoriana que empe-

    zó a influir a partir de 1914. 

    En cambio, Leopoldo Beni 

    tes y Gabriel Cevallos García 

    (nacidos entre 1899 y 1914) 

    formaron parte del grupo 

    generacional más joven, el 

    cual se manifestó a partir de 

    1929. Sin embargo, más allá 

    de convivir una misma expe-

  • 8/17/2019 Literatura ecuatoriana del Siglo XX

    3/168

    UTPLUNIYIRÍIDAO TÉCNICA PARTICULAR DI LOJA 

    Literatura del siglo XX(VII)

    B1BIIOTEC \ B VSK A

    1)F AUTORES ECUATORIANOS

  • 8/17/2019 Literatura ecuatoriana del Siglo XX

    4/168

    BIBLIOTECA BÁSICADE AUTORES ECUATORIANOS

    Univers idad  T écn i ca  Pa r t ic u l a r  de  Lo   ja  

    Proyecto editorial de la u t p l  (2015)

    Literatura del siglo XX (VII)Primera edición 2015ISBN de la Colección: 978-9942-08-773-7ISBN-978-9942-08-771-3

    Comit é  de  hono r  u t pl :

    José Barbosa Corbacho M. Id. Santiago Acosta M. Id. Gabriel García TorresRector Vicerrector Secretario General

     A u t o r í a   y  d i r e c c i ón g e n e r a l :

    Juan ValdanoMiembro de número de la Academia Ecuatoriana de la Lengua y miembro correspondiente de la Real Española

    Coo rd i n a c i ón:

    Francisco Proaño ArandiMiembro de número de la Academia Ecuatoriana de la Lengua

     y miembro correspondiente de la Real EspañolaR evis ión  de  t e x t o s :

    Pamela Lalama QuinterosD iseño   y  d i a g ramac i ón:

    Ernesto Proaño VinuezaInves t i g a c i ón   y  a s e so r í a  en  diseño  g r á f i c o :

    Departamento de Marketing de la u t p l , sede LojaDi g it a l i za c ión  de  t e x t o s :

    Pablo Tacuri (u t p l , sede Loja)

    Impresió n   y  en cu ad e rna c i ón: e d il o j a O j l  Ltda.

    URL: http://autoresecuatorianos.utpl.edu.ee/

    Loja, Ecuador, 2015

    http://autoresecuatorianos.utpl.edu.ee/http://autoresecuatorianos.utpl.edu.ee/

  • 8/17/2019 Literatura ecuatoriana del Siglo XX

    5/168

    Literatura del siglo XX

    Isaac J. Barrera

    Leopoldo Benites VinuezaBenjamín Carrión

    Gabriel Cevallos García Aurelio Espinosa Pólit

    Gonzalo Zaldumbide

    Estudios introductorios:Juan Valdano

    Francisco Proaño Arandi

     Aclaración: En la presente edición se conservó la

     versión original de los textos literarios seleccionados.

  • 8/17/2019 Literatura ecuatoriana del Siglo XX

    6/168

    In d i c e

    Is a a c  J. B a r r e r a  

    Sobre el autor 11

    H i s t o r i a  d e   l a   l i t e r a t u r a  e c u a t o r i a n a  

    Capítulo XVIII. Fray G aspar de Villarroel / 15

    Capítulo XXII / 29

    L e o po l d o   B e n i t e s  V i n u e z a  

    Sobre el autor 39

     A manera de prólogo

    (De  Los argonauta s de la selva) / 43

    Una encrucijada de la geografía

    (De  Ecuador: drama y paradoja) / 53

    B e n j a m í n   C a r r i ó n  

    Sobre el autor / 67

     Anocheció en la mitad del día

    (De Atahuallpa)  / 71

    Pablo Palacio

    (De  M apa de A m érica)  / 78

  • 8/17/2019 Literatura ecuatoriana del Siglo XX

    7/168

    índice

    G a b r i e l  C e v a l l o s   G a r c í a  

    Sobre el autor / 95

    Cervantes y el ser en sí (Fragm ento) / 101

     A u r e l i o   E s p i n o s a   P ó l i t  

    Sobre el autor / 129

    Cuarta clase. Tres campos de educación literaria

    (De  D ieciocho cla ses de Literatura) / 135

    Capítulo séptimo. Originalidad romana

    (De Virgilio: el po eta y su m isión prov iden cial)   / 139

    G o n z a l o  Z a l d u m b i d e  

    Sobre el autor / 147

    Panoram a de la literatura h ispano-am ericana / 151

  • 8/17/2019 Literatura ecuatoriana del Siglo XX

    8/168

  • 8/17/2019 Literatura ecuatoriana del Siglo XX

    9/168

    Isaac J. Barrera

    No t a   b io g r á f ic a

    Historiador, periodista y crítico de literatura ecuatoriana.

    Nació en Otavalo el 4 de febrero de 1884. Desde 1934

    colaboró como editorialista v crítico de la literatura en

    las páginas de diario  El Comercio de Quito. Por muchos años fue

    profesor de Literatura en el Colegio Mejía. Fue subsecretario de

    Gobierno en la administración del presidente Isidro Ayora y di-

    putado y senador por Imbabura en varias ocasiones, así como

    miembro de número de la Academia Ecuatoriana de la Lengua.

    En 1915, el historiador y arzobispo, Federico González Suárez, le

    invitó a que formara parte de la Sociedad de Estudios Históricos

     Americanos, institución que, luego, pasó a ser la Academia

    Ecuatoriana de Historia. El periodista Manuel de J. Real emitió

    el siguiente juicio sobre Isaac J. Barrera:

    La cultura fue el quehacer, la pasión, la vocación de Barrera, dedicado aella con plenitud de entrega y con fecunda cosecha. El culto a la letra im-presa lo acompañó todas sus horas, dejando una de las bibliotecas másricas del país. Lo más hermoso de esta noble adhesión es que Barrera fueun autodidacta, un hijo de su propio esfuerzo, de sus largas y ambiciosaslecturas. Un hombre hecho a sí mismo1.

    Ensayista erudito, crítico ecuánime y justiciero, gran lector de excepcio-

    nal memoria. Su obra grande es la  Historia de la literatura ecuatoriana  y su mejor momento el año 1944, en que la comenzó a editar, de allí enadelante vino la declinación natural a todo ser humano, pues ya no dio

    1 1

  • 8/17/2019 Literatura ecuatoriana del Siglo XX

    10/168

     Literatura del siglo xx 

    nada de tanto interés y penetración. [...] Falleció el 29 de Junio de 1970de 86 años, a causa de insuficiencia cardiaca y vejez. Fue un gran tra

     bajador de la cultura y un sujeto de excepcionales prendas personales, verdaderamente ejemplar2.

    O  b r a

    Isaac J. Barrera ñie un fecundo ensayista; sus obras se relacio

    nan con la historia, la cultura, el arte y la literatura de Ecuador

    e Hispanoamérica. De entre ellas, destacamos las siguientes:

     Rocafuerte: Estudio histórico biográfico  (1911); Quito colonial, 

    siglo xvin, comienzos del siglo  XIX  (1922);  Estudios de literatu-

    ra castellana: el Siglo de Oro  (1935);  Literatura hispanoame-

    ricana  (1935);  Los grandes maestros de la literatura universal  

    (1935); Historia de la literatura ecuatoriana  (1954);  De nuestra 

     América; hombres y cosas de la República del Ecuador (1956);

     Ensayo de interpretación histórica; introducción a los aconteci-mientos del 10 de Agosto de 1809  (1959);  Del vivir, reflexiones 

    de juventud   (1972);  Epistolario a Isaac J. Barrera. Recolección 

     postuma  (1981). De todas estas obras, aquella que dio mayor re

    nombre a su autor es, sin duda, su  Historia de la literatura ecua-

    toriana, publicada en cuatro tomos.

     V a l o r a c ió n

    El crítico literario Antonio Sacoto ha hecho un certero balance

    del aporte de Isaac J. Barrera en el ámbito de la historiografía

    literaria. En su opinión:

    Barrera, más que creador es investigador y crítico. Su labor investiga-tiva ha sido incansable, a pesar de trabajar en un medio que carece derecursos adecuados para el conocimiento del devenir histórico literario

    1 2

  • 8/17/2019 Literatura ecuatoriana del Siglo XX

    11/168

     Isaac J. Barrera

    del país. Para valorar su trabajo en su justa dimensión habría que tener en mente que como antecedentes de esta obra solo se encuentran el

     Ensayo sobre literatura ecuatoriana de Pablo Herrera (1860) y Ojeada históricocrítica sobre la poesía ecuatoriana desde la época más remo-ta hasta nuestros días,  de Mera (1868). Las dos del siglo XIX. De estose desprende que su radical importancia consiste en ser la primera verdadera historia de la literatura ecuatoriana; además, la primera con unmarcado afán didáctico y que ha hecho amplio uso de la investigación.

    Barrera amplía y renueva los anteriores estudios sobre literatura ecua

    toriana; hace un buen sondeo sobre la época colonial estableciendonombres claves como el de Gaspar de Villarroel, Juan Bautista Aguirre,Jacinto de Evia y otros. Emite juicios consagratorios en referencia aEspejo, el padre Juan de Velasco, Mejía, Mera, Montalvo y otros. Si bienes verdad que desde una perspectiva actual, la historia carece de algunoselementos de la disciplina, tales como una bibliografía al final o citas delas fuentes, en su época recibió el elogio unánime: Gonzalo Zaldumbidela reseña y reconoce su valor; Augusto Arias la comenta muy positivamente y Aurelio Espinosa Pólit dice al respecto que es «la consagración

    de toda una existencia»3.

    JV

    N o t a s :

    ’ Manuel de J. Real.  Rebelión contra el olvido, pág. 116.

    2 Pérez Pimentel, Rodolfo. Disponible en www.diccionariobiográficoecuador.com

    3Sacoto, Antonio. «El ensayo y la crítica literaria en el Ecuador». En  Historia de las literaturas del Ecuador, Literaturas de la República 19251960,  Vol.

     V. Quito: Universidad Andina Simón Bolívar/Corporación Editora Nacional,2007. págs. 252-253.

    B ib l i o g r a f í a  s o b r e  e l  a u t o r :

     Arias, Augusto.  Panorama de la literatura ecuatoriana.  Quito: El Comercio,1946, págs. 231-234.

    Pareja Diezcanseco, Alfredo. «El ensayo en la literatura ecuatoriana actual». EnCuadernos americanos,  n.° 4. México, julio-agosto de 1957.

    13

  • 8/17/2019 Literatura ecuatoriana del Siglo XX

    12/168

     Literatura del siglo x x 

    Sacoto, Antonio. «El ensayo y la crítica literaria en el Ecuador». En  Historia 

    de las literaturas del Ecuador, Literaturas de la República 1925-1960,   Vol.

     V. Quito: Universidad Andina Simón Bolívar/Corporación Editora Nacional,

    2007. págs. 252-253.

    14

  • 8/17/2019 Literatura ecuatoriana del Siglo XX

    13/168

     Historia de la literatura  1

    (Fragmentos)

    Capítulo XVIII

    Fray Gaspar de Villarroel2

    La suerte ha querido que la literatura ecuatoriana abriera

    las páginas de su historia con el nombre de un escritor de

     verdad. Hemos visto cómo la expresión literaria se mos-

    traba con timidez en escritos de escaso valor, y es asombroso por

    lo mismo, encontrarse de pronto con una figura de extraordina-

    rias dimensiones, que toma puesto holgado y de honor en toda laliteratura continental. Fray Gaspar de Villarroel es la representa-

    ción de una época cultural, aquella en que se establece el equili-

     brio administrativo en las agitadas Colonias. Son las ordenanzas

    reales y los privilegios eclesiásticos los que encuentran doctrina

    abundante en los libros de este ilustre quiteño.

    La literatura ecuatoriana tiene que vanagloriarse de contar en

    su haber la obra de este admirable escritor, porque fue en Quitoen donde nació, aun cuando la educación superior la obtuvo en

    un centro de mayor importancia social, como el de Lima. En esa

     América en formación, que era todavía el siglo x v i i ,  los hombres

    recorrían las regiones descubiertas y las otras que guardaban

    el secreto de misteriosas riquezas, emprendiendo en múltiples

    aventuras.

     Además, la organización de los Virreinatos fijaba por anticipado

    el hito de varias empresas. La fama del Peni atraía a muchos

    15

  • 8/17/2019 Literatura ecuatoriana del Siglo XX

    14/168

     Literatura del siglo xx 

    españoles de otros establecimientos y a los criollos ambiciosos

    que buscaban centro propicio para hacer la demostración de susmerecimientos. Y era así como se trasvasaban los hombres de

    Norte a Sur, en busca de fortuna o de ocasión para sobresalir y

    ganar provecho.

    Los padres de Villarroel permanecieron por más de tres años en

    la ciudad de Quito. El 3 de octubre de 1588, los vecinos de Pas-

    to conferían poder al abogado de la Real Audiencia, Licenciado

    Gaspar de Villarroel y Coruña, para efectuar gestiones ante el Ca- bildo de esta ciudad, con el fin de procurar el establecimiento,

    en Pasto, de un convento de monjas de la Concepción. No puede

    precisarse el tiempo que tardó el matrimonio en seguir a Lima, la

    capital que podía prometer fortuna a quienes en ella trabajaran

    con talento y decisión. Como había estado en Santa Fe, vino a

    Quito, pasó a Lima y al Cuzco para avecindarse definitivamente

    en la capital del Virreinato del Perú. El P. Rubén Vargas Ugarte,S. J., anota en el interesante estudio que dedicó al quiteño Villa-

    rroel, que el Licenciado hizo oficio de Relator de la Audiencia de

    Quito, por espacio de tres años. En este lapso nació el escritor,

    quien lo recordará con cariño, con el amor que se guarda para

    el lugar de nacimiento, circunstancia decisiva en la vida de todo

    hombre.

    La importancia de la obra de Villarroel ha hecho que se ocuparanen estudiar a esta notable figura varios escritores antiguos y mo-

    dernos. Los cronistas de la orden agustiniana reunieron valiosos

    documentos sobre Villarroel. Historiadores y eruditos chilenos;

    historiadores del Perú, y escritores ecuatorianos nos han deja-

    do estudios de gran consideración y de los cuales tenemos que

    aprovechar los datos que nos permitan reconstruir la vida y los

    hechos de este notable ingenio.

     Además, Villarroel se ha cuidado de referirnos circunstancias de

    su vida. La anécdota toma el carácter de ejemplo y se constituye

    16

  • 8/17/2019 Literatura ecuatoriana del Siglo XX

    15/168

     Isaac J. Barrera

    en confidencia que nos hace penetrar en la vida de ese tiempo

     y en el pensamiento del escritor. Los últimos años de Villarroel

    serán los menos conocidos, acaso porque al dejar la pluma, cesó

    de consignar la anécdota que lo conservaba viviente para la

    posteridad.

     A cinco estudios principales tenemos que referirnos para tratar

    de este escritor ecuatoriano, y que son los compuestos por Pa-

     blo Herrera, el P. Nicolás Concetti, Honorato Vásquez, Gonzalo

    Zaldumbide y el citado jesuita P. Vargas Ugarte. Ellos nos dancuanto podíamos necesitar para trazar los contornos de esta ad-

    mirable figura: el dato biográfico, la bibliografía de las obras que

    escribió Villarroel, la exégesis de sus libros y la apreciación críti-

    ca de su literatura.

    Cuando Fr. Bernardo Torres, cronista agustiniano de la Provin-

    cia del Perú pidió a Villarroel datos acerca de su vida, el Obispo

    contestó desde Arequipa, en 8 de agosto de 1654, lo siguiente:«Nací en Quito, en una casa pobre, sin tener mi madre un pañal

    en que envolverme, porque se había ido mi padre a España». Por

    datos de escritores contemporáneos a Villarroel se había fijado el

    año de 1587 como el del nacimiento de este escritor ecuatoriano,

    si bien el último estudio del P. Vargas Ugarte induce a la duda

    respecto de la fecha, que habría que fijar más bien hacia el año de

    1590, para concordar con la de regreso de España del padre delescritor y la afirmación hecha por este mismo cuando escribía:

    «entróme fraile muy niño». Villarroel entró en la Orden de San

     Agustín en 1607 y profesó el 6 de octubre del año siguiente. De

    nacer en 1587 no se habría creído muy niño a la edad de más de

     veintiún años.

    El escritor era hijo del Licenciado Gaspar de Villarroel y Coruña,

    natural de la ciudad de Guatemala y de Ana Ordóñez de Cárdenas, venezolana. ¿Por qué azares de la fortuna llegó a Quito este ma-

    trimonio? Se sabe por lo consignado en el Gobierno Eclesiástico

    17

  • 8/17/2019 Literatura ecuatoriana del Siglo XX

    16/168

     Literatura del siglo XX 

     Pacífico, que residía en Bogotá en 1583; lo encontramos después

    en Quito y luego en el Perú. ¿Iba buscando tierra dónde acomo-

    darse? ¿Fue la intención establecerse en Quito o en alguna de las

    ciudades de este Reino? Ya hemos leído en la carta de Villarroel al

    P. Torres el señalamiento del lugar en que vino al mundo el escri-

    tor. Nació en Quito; pero esta denominación, para entonces, no

    precisaba el lugar, porque con el nombre de Quito se designaba a

    toda la Provincia, es decir, a todo el Reino, como con la denomi-

    nación de Perú se comprendieron todas las Provincias que que-

    daban bajo su jurisdicción, y así también la de Quito.

    Si hemos de creer a Fr. Bernardo Torres, a Ascaray y a Pablo He-

    rrera, Villarroel nació en la ciudad de Quito; pero si se ha de dar

    crédito a Fr. Francisco de Loyola de Vergara, que fue quien pro-

    nunció la oración fúnebre del escritor, el lugar de nacimiento se-

    ría el de Riobamba, cosa igual que aseveraron Peralta, el autor de

     Lima Fundada,  otros cronistas agustinianos y también Alcedo.

    Por supuesto que tampoco faltó quien hiciera nacer a Villarroel

    en Lima; equivocación muy explicable por cierto, dados los nexos

    que guardó durante toda su vida con la capital peruana.

    En alguna historia de la literatura ecuatoriana se asegura que Vi-

    llarroel nació en Alangasí, sin que haya sido posible hallar nin-

    guna comprobación, pues en la parroquia expresada, el libro más

    antiguo del archivo parroquial alcanza solamente al año de 1667;esto es, mucho tiempo posterior al que suponemos debe corres-

    ponder el del nacimiento según todas las hipótesis. El P. Vargas

    Ugarte opina que, mientras no se pruebe lo contrario, habrá que

    considerarse a Quito como la ciudad de nacimiento de Villarroel.

    «En Quito tratamos de encontrar su partida bautismal, pero,

    desgraciadamente, en la parroquia del Sagrario de la Catedral ni

    en la de Santa Bárbara, que son las más antiguas de la ciudad, seconservan libros parroquiales de esa época».3

    18

  • 8/17/2019 Literatura ecuatoriana del Siglo XX

    17/168

     Isaac J. Barrera

     A medida que van publicándose noticias biográficas referentes a

    este ilustre escritor de la Colonia hay que rectificar criterios quese habían mantenido antes de ahora. No fue casual el nacimiento

    de Villarroel en Quito desde el momento que se sabe que el Licen-

    ciado, su padre, ejerció el oficio de Relator de esta Audiencia por

    el tiempo de tres años.4 De Quito se trasladó la familia al Cuzco

     y solamente aparece en Lima a fines de 1596 con la solicitud pre-

    sentada al claustro de San Marcos para obtener la exoneración

    del pago de la mitad de las propinas para graduarse en Cánones.

    En la solicitud se consigna otro dato relacionado con la familia

    del escritor. Fueron siete hermanos: tres mujeres y cuatro varo-

    nes. En 1608, dos de estos hermanos eran ya religiosos de Santo

    Domingo y de San Francisco. Gaspar entró en la Orden de San

     Agustín en 1607, poco después del fallecimiento de su madre, y

    profesó el 6 de octubre de 1608.

    El Licenciado Villarroel fue uno de los mayores letrados que se

     vieron en las Indias, si se ha de creer a su hijo. También fue poe-

    ta y han quedado varias composiciones que escribió para que se

    publicaran como introducción de libros de poetas célebres de la

    corte de Lima. Tenía nobles y valiosos entronques. Era pariente

    del Arzobispo de Bogotá, Fr. Luis Zapata de Cárdenas. Pero la

    mala suerte le persiguió por todas partes; y después de que hubo

    llegado a Lima, la meta de su ambición tal vez, tuvo que acogersea la Iglesia, como tantos desesperados de ese tiempo. En 1608 se

    le encuentra en Lima, viudo ya, ordenado de Evangelio y aten-

    diendo al mantenimiento de sus siete hijos.

    Según Ascaray, Villarroel debió pasar su primera infancia en

    la ciudad de Quito y educarse en el Seminario de San Luis, aun

    cuando el mismo Villarroel nos ha dejado un dato al respecto. En

    carta que dirigió al Pontífice romano, dice que tuvo ocasión de

    19

  • 8/17/2019 Literatura ecuatoriana del Siglo XX

    18/168

     Literatura del siglo xx 

     ver a Santo Toribio, Arzobispo de Lima, cuando niño le llevaron

    para que lo confirmara. Lo siguió viendo después cuando adulto ypudo darse cuenta de las virtudes de ese Prelado. No debió ser de

    muy corta edad cuando conservó el recuerdo de la confirmación.

    ¿En qué tiempo fue llevado a Lima? En todo caso parece que la

    familia sólo se asentó en la capital peruana, después de la perma-

    nencia en el Cuzco; esto es, a fines de 1596, lo que daría 6 años

    para la época de la confirmación, sin indicarse ni así la edad que

    tenía cuando la familia se trasladó al Perú. Se pueden fijar, con

    alguna seguridad, dos fechas, la de 1590 en que la familia se en-

    contraba en Quito, en donde nacía el escritor, y la de 1596 en que

    el Licenciado presenta su solicitud al Claustro de San Marcos de

    Lima, en la que se encuentra el dato de que fueron siete los hijos

    que tuvo el pobre licenciado, quien abrazó el estado eclesiástico

     y continuó ejerciendo la abogacía para mantener a su numerosa

    familia. De estos siete hijos, tres eran mujeres, la mayor carada al

    tiempo de la solicitud y las otras dos de siete y diez años de edad.

    De los varones dos eran religiosos, de Santo Domingo y de San

    Francisco. Datos posteriores nos hacen saber que sólo dos hijos

    se casaron; los demás se hicieron religiosos o clérigos.

     Villarroel es el escritor que con más frecuencia acude a sus re-

    cuerdos y siembra sus escritos de notas autobiográficas. Así sa-

     bemos, por su propia confesión, que cuando niño era muy bonito y que como a tal le criaron con poco castigo. Sabemos así mismo

    que concurrió al real Colegio de San Martín de Lima, que formó

    parte de la brillante juventud intelectual que por entonces residía

    en la ciudad de los Reyes, que ya era conocido como prosista de

    grandes bríos y como hombre de facundia ordenada y profun-

    da, y que, además, componía poesías al par de los poetas Mexía,

    Montes de Oca, Oña y otros, amigos y compañeros de su padre.

    Menos de veinte años tenía cuando en 1607 ingresó en el insti-

    tuto agustiniano de Lima. En sus libros se encuentran frecuentes

    20

  • 8/17/2019 Literatura ecuatoriana del Siglo XX

    19/168

     Isaac J. Barrera

     y desenfadadas alusiones a la época del noviciado, que duró un

    año, ya que en 1608 pronunció los votos solemnes.Desde mozo, el adolescente de figura seductora, cobró fama de

    inteligente e instruido. «Aunque estudié mucho, dice, supe me-

    nos de lo que de mí juzgaron otros». Es la verdad que desde los

    primeros momentos fue considerado como hombre de vasta pre-

    paración en las letras y en la ciencia teológica. Constante en el es-

    tudio, iba hirviendo el ingenio al calor de la juventud y se estaba

    espumando ya, según sus propias expresiones, para emprenderen los serios trabajos en que lo vamos a encontrar muy pronto.

    En su primera juventud de religioso dictó clases de teología es-

    colástica y expositiva, y desempeñó los cargos de Prior, Vicario

    Provincial en Lima y en el Cuzco, en tanto preparaba ya las nu-

    merosas obras que le producirían fama y que le ocuparían toda la

     vida, mientras obtenía el grado de Doctor en Teología en la Uni-

     versidad de San Marcos, disputando para ello sobre cuestiones

    quodlebíticas, escolásticas y positivas.

     Además de gran escritor, fue orador elocuente y los primeros

    triunfos obtuvo con el poder de su elocuencia. Desde los comien-

    zos de su labor religiosa, adquirió celebridad con sus sermones.

    Tenía las condiciones exigidas a un orador; figura agradable,

    ademán elegante, voz sonora y persuasiva, que iba matizándoseal calor de los sentimientos, para conmover, excitar y sosegar,

    para producir admiración o dolor, para ganarse a las multitudes.

    El famoso Solórzano Pereira asistió a un sermón predicado por

     Villarroel. Cuando llegó a su casa, impresionado por el fervor

    oratorio del fraile, exclamó: «Más quisiera predicar como Villa-

    rroel, que ser Oidor». Hay que recordar que Solórzano, además

    de Oidor, era también formidable orador, que lo mismo hablaba

    en romance como en latín, y que llegó a los más altos puestos,

    como miembro del Consejo de Hacienda, de Indias y de Castilla.

    21

  • 8/17/2019 Literatura ecuatoriana del Siglo XX

    20/168

     Literatura del siglo XX 

    Fue escritor excelente y notable jurisconsulto. De entre sus mu

    chas obras hay que nombrar especialmente la Política Indiana.

    La fama de sus estudios y de su predicación proporcionó a Villa-

    rroel la simpatía del Reformador General Fray Pedro de la Ma-

    driz quien lo eligió para su compañero y secretario en la visita

    que hizo a la Provincia. Este primer paso iba a conducirlo por los

    caminos de la consideración y de la fama, que lo llevaron a los

    más altos puestos y honores. Escribirá, después: «Mis padres me

    llevaron a Lima, mi ambición a España». En efecto, después dedesempeñar el Priorato en el Cuzco, fue elegido Procurador en

    la corte española. «Tuve oficios en que me puso no la santidad

    sino la solicitud», escribiría el fraile, como una modesta excusa

    de sus triunfos. El P. Concetti asegura que era de uso en la época

    colonial que las Provincias enviaran a la Metrópoli a sus mejores

    sujetos.

    He aquí, pues, cumplida la primera etapa de la vida de este granfraile, cuya fama iba a crecer y cuya obra sería de tanta conside

    ración en todos los centros de cultura de España y de América.

     Ya tenemos a Villarroel en España. Se iniciaba un movimien

    to contrario al tan común de ese tiempo: en lugar de buscar en

     América la fortuna, iríase a solicitarla en España. A España vol

     vían de Flandes los capitanes que iban a pedir mercedes al Rey

    por los servicios prestados; a España iban los descendientes de

    los Incas o de los reyes indios despojados, a pretender una in

    demnización. El viaje de Villarroel tenía otro carácter: un hijo de

    aquellos conquistadores españoles regresaba a la Madre Patria,

    no en busca de reconocimiento, sino a conquistarla. Nuevo éxodo

    que se repetirá muchas veces a lo largo de la historia.

    En España le precedía la fama de ser  perulero   y también la desus aptitudes reconocidas de escritor y de orador sagrado. Los

    22

  • 8/17/2019 Literatura ecuatoriana del Siglo XX

    21/168

     Isaac J. Barrera

    ricos Oidores de Lima escribirían para favorecer la pretensión

    del joven criollo, y los jesuitas a fuer de agradecidos, no dejaronde recomendar a Villarroel a la atención de sus hermanos de co-

    munidad por el brillantísimo discurso que pronunciara en Lima

    en honor de San Ignacio.

    Este viaje a España da lugar a una disquisición histórica: en la Se-

    rie cronológica de los varones ilustres que ha producido la Uni-

    versidad pública y nacional del Angélico doctor Santo Tomás 

    de Aquino, etc., se encuentra el dato de que Villarroel, Obispo de

    Santiago de Chile y Arzobispo de Charcas, se graduó de Doctor

    en esa Universidad quiteña, el año de 1630. De ser efectivo el

    dato, el doctorado no pudo concederse sino cuando Villarroel se

    dirigió a España, lo que indicaría un profundo amor por la tierra

    de su nacimiento. Por desgracia, su obra es demasiado explícita

    acerca de estos puntos: en primer lugar no es del todo proba-

     ble que para irse a España hubiera optado por la vía del Norte,antes bien se cree que lo hizo por Buenos Aires, acompañando

    al Visitador Madriz; y esta creencia encuentra apoyo en las no-

    ticias consignadas en las propias obras de Villarroel, cuando da

    a entender que estuvo en Paraguay, Tucumán y Buenos Aires.

    Respecto del recuerdo de la tierra de su nacimiento, Villarroel

    cuando se encuentra en Chile suspira por Lima, con la nostalgia

    de un desterrado, porque Lima encierra para él todo el recuerdode su niñez y de su juventud.

    Por lo demás, hay para creer también que de Buenos Aires pasó a

    Lisboa, en donde se detuvo para publicar el tomo primero de sus

    Comentarios, dificultades y discursos literales y místicos sobre 

    los Evangelios de la Cuaresma.  Esta obra, publicada en 1631, es

     ya la clara demostración de sus grandes conocimientos y de sus buenas letras.

    23

  • 8/17/2019 Literatura ecuatoriana del Siglo XX

    22/168

     Literatura del siglo xx 

    Esta era la primera obra que publicaba al visitar Europa. Años

    antes, y como preparación de su viaje, había enviado tres volú-

    menes sobre los Evangelios de la Cuaresma, que no pudieron pu-

     blicarse por no haber llegado a España. En el prólogo de esta pu-

     blicación de Lisboa, escribe: «heme expuesto a ellos por algunos

    motivos de consideración, y el que solo fue presuroso a que me

    apresurase, fue haber robado Olandeses, una nao en que remi-

    tía un tanto de aquestos libros, y no saber qué fortuna corrieron

    ellos, que a ser verdad que los rasgaron herejes, será presagio de

    felicidad, que, cuando comienzo a servir a la Iglesia, blasfemen

    mis escritos enemigos de la fe».

     Además ya corría en los círculos religiosos y literarios de España el

    sermón predicado en Lima con ocasión de haber sido canonizado

    San Ignacio de Loyola. El Sermón se había publicado en Sevilla

    en 1626 y se publicaba también en Lisboa este mismo año de

    1631. El sermón debió valerle el reconocimiento de los jesuítasespañoles, quienes lo demostraren así cuando en 1634 Villarroel

    estuvo en Sevilla. Los jesuítas le dedicaron un acto científico y

    literario, replicado en la ciudad de Córdoba, «como pudiera un

    maestro en Salamanca».

    No era extraño, pues, que, con tales antecedentes, el recibimien-

    to que se le dispensara en la Corte fuera proporcionado a los mé-

    ritos, aquilatados con la acogida que se dio al libro publicado en

    Lisboa, que preparó el mismo buen éxito para el segundo tomo

    que se publicaría en Madrid y para el tercero que se imprimiría

    en Sevilla. La edición se agotaba y andaba preparándose ya una

    nueva, nos cuenta el escrito: «Compuse unos librillos, juzgando

    que cada uno había de ser un escalón para subir».

    Pero el mejor agente de triunfo era su elocuencia. Como oradorpiensa el escritor y como orador procede. Cuando escribe sus li-

     bros de madurez, aquellos que da principio en España, lo hace

    24

  • 8/17/2019 Literatura ecuatoriana del Siglo XX

    23/168

     Isaac J. Barrera

    hurtando el tiempo al pùlpito y porque sus comentarios son

    apetecidos por los predicadores para utilizarlos en los sermones

     vespertinos. Y como orador continúa su fortuna en Madrid, en

    donde los cortesanos del Rey le conceden su amistad, desde el

    Conde-Duque de Olivares, el Conde del Castillo, Presidente del

    Consejo Supremo de Indias, hasta los otros grandes señores y

    aún los mejores teólogos, como el insigne Melchor Cano5. El Pre

    sidente del Consejo de Indias le pidió cierto día que predicase en

    el Convento de Constantinopla, y después de escuchar al criollo

    se entusiasmó tanto que ordenó se le llevara en su coche hasta elconvento de San Felipe en que moraba Villarroel. Y luego tomó a

    su cargo al predicador para protegerlo y honrarlo, consiguiendo

    primero que se le nombrara predicador del Rey, notable distin

    ción para un criollo, y, luego, Obispo de Santiago.

    Mientras se complacía en cosechar laureles como orador, su

    pluma seguía infatigable, «porque el escribir ha sido en mí una

    tentación continuada desde mi tierna edad». En España escribió

     y publicó un voluminoso libro sobre los Jueces, mientras conti

    nuaba editando las otras obras que había llevado escritas desde

     América, y planeaba ya las demás que escribiría después. En el

    libro de los Jueces anunciaba las Dominicas y Fiestas de los San-

    tos, «en que no tiene trabajado poco».

    La ambición lo había llevado a España; la ambición lo devolvería a América. Después de una permanencia en España de cerca

    de ocho años, resolvió aceptar el Obispado de Santiago. «Fui tan

     vano, escribía más tarde, que para no aceptar el obispado no bas

    tó conmigo el ejemplo de cuatro frailes agustinos, que, electos

    en aquella circunstancia, no quisieron aceptar. Ninguno de éstos

    quiso ser Obispo, y sólo yo aconsejado de mi poca edad y apadri

    nando mi ambición la corta experiencia del tamaño de la carga,

    me eché al hombro un peso con que castigado gimo». No era tan

    poca la edad que entonces tenía Villarroel.

    25

  • 8/17/2019 Literatura ecuatoriana del Siglo XX

    24/168

     Literatura del siglo xx 

     Y ya le tenemos otra vez en América, seguido de su fiel amigo y

    compañero el P. Luis de Lagos, sobre quien y sobre cuya amistad

    habría para escribir un capítulo especial. Al regreso llevó la ruta

    de Cartagena y Panamá.

    Lima era la ciudad de su juventud, de sus primeros triunfos, de

    sus mejores amigos, y la recepción que entonces hizo al flamante

    Obispo fue entusiasta y cariñosa. Las autoridades civiles y ecle

    siásticas lo honraron como merecía.

    Se conserva el recuerdo de dos célebres visitas efectuadas por Vi-

    llarroel. Visitó al Virrey, que era el Conde de Chinchón. Cuando

    el Virrey supo que se acercaba a su casa Villarroel, puso dos caba

    lleros para que lo esperasen al pie de la escalera, y lo recibió casi

    a la puerta de la primera sala.

    El Obispo tomó asiento en silla igual a la del Virrey. La conversa

    ción fue cordial y amistosa.

    Recibida la consagración, Villarroel volvio en visita de despedida

    al palacio del Virrey, quien correspondió la cortesía al prelado.

    De esta visita del Virrey ha quedado una interesante huella en el

    Gobierno Eclesiástico:

    «Hízome un discreto preámbulo como paladeándome el gusto

    para darme un consejo. Cargó la mano en alabarme mucho, comoel diestro barbero que antes de picar con la lanceta, la trae por el

     brazo. Tanto amarga en el mundo un buen consejo que le pare

    ció al Virrey que era bien almibararlo, siendo de tanta importan

    cia uno que me traía. Díjome que en España ya eran conocidas

    mis letras, que el Supremo Consejo me había visto en el púlpito,

    que mis escritos andaban impresos, y a esto añadió otros favores

    como captando la benevolencia del oyente: «Yo soy ya, me dijo,

    gobernador viejo: V. S. está en España conocido por las partidas

    todas referidas; lo que no se puede saber es si sabrá gobernar.

    26

  • 8/17/2019 Literatura ecuatoriana del Siglo XX

    25/168

     Isaac J. Barrera

     Y así quiero darle un consejo brevísimo, en que se cifra toda la

    razón de estado que cabe en un buen gobierno: no lo vea todo,

    ni lo entienda todo, ni lo castigue todo. He procurado seguir este

    consejo y débole a él toda la paz que he gozado».

    El consejo del Virrey llegaba a su tiempo, porque consagrado Vi-

    llarroel en 1638 se disponía a marchar a su lejano Obispado. San

    tiago era entonces el pequeño centro de una Audiencia alborota

    da. La guerra con los indios de Arauco obligaba al mantenimiento

    de un ejército permanente que llegó a un estado de escandalosadesmoralización con la soldadesca desenfrenada: «Hemos visto,

    escribe Villarroel, en este reino matar los soldados a un indivi

    duo sólo por quitarle un caballo que han de vender por un peso y

    despedazar a una india por robarle una manta». Las autoridades

    civiles tenían necesariamente que escogerse entre gente capaz de

    imponerse en ese medio y así se explican los continuos rozamien

    tos que se producían entre las altaneras autoridades civiles y las

    eclesiásticas. El antecesor de Villarroel mantuvo una enconada

    disputa, a consecuencia de la cual abandonó el Obispado, sin ob

    tener licencia del Papa ni del rey, y se marchó a España, echando

    pestes contra la Audiencia, después de haberse conseguido un

    itinerario para no tocar con Oidores en el camino.

    En esta situación llegaba Villarroel. Pero el Obispo no era una

    persona común; le llevaba ante todo el impulso de conquistargloria, y tenía después un acopio de meditaciones que se adelan

    taron en el trabajo que lo esperaba: había analizado cuidadosa

    mente su caso y lo había resuelto satisfactoriamente. Iba con la

    confianza en el triunfo y no le importaba que sus amigos consi

    deraran a Santiago como un lugar de destierro. «Triste cosa será,

    le escribía en 1646 el Dr. Nicolás de Polanco de Santillana: morir

    en esta Libia desterrados de nuestra patria en ajeno sepulcro».

     Villarroel llevaría la paz y la concordia, impulsaría el progreso y

    sentaría un ejemplo destinado a fructificar.

    27

  • 8/17/2019 Literatura ecuatoriana del Siglo XX

    26/168

     Literatura del siglo XX 

     Y así resultó, en efecto. Las antiguas rencillas desaparecieron;

    dejaron de producirse los ruidosos litigios por cuestiones de

    competencia, y se estableció la mejor armonía entre las autorida-

    des. Del esfuerzo que hizo entonces para asentar la concordia en

    ese medio hostil y tan poco preparado a las soluciones pacíficas,

    saldría su gran obra, la que iba a ser el depósito de su experiencia

     y de su vastísimo saber. El resto lo ganarían su palabra elegante

     y su elocuencia convincente.

    El patronato ejercido por los Reyes españoles en la iglesia católi-ca era causa para que en América, sobre todo, tuviera tal exten-

    sión que fuera motivo para innumerables abusos de parte de las

    autoridades civiles, que en todo acto de la autoridad eclesiástica

    querían mantener lo que hoy diríamos el «control», a fin de que

    los derechos de S. M. no resultaran lesionados en lo más mínimo.

    De allí provenían los frecuentes disgustos entre los Oidores y los

    Obispos. Establecer el equilibrio con el conocimiento justo delderecho de cada uno y con el examen de los infinitos casos que en

    el gobierno de América podían suscitarse, es lo que se propuso

     Villarroel con su gran obra Gobierno Eclesiástico Pacífico,  obra

    que para transigir con el mal gusto de la época lleva también el

    título de Concordia y Unión de los dos Cuchillos,  título, por lo

    demás, de un simbolismo fácil de comprender.

    El Marqués de Baides, Presidente de la Audiencia de Chile, contodo de ser uno de los soldados de la época y de aquel país, no

    pudo menos de reconocer los beneficios del comportamiento

    de Villarroel y de la obra que escribiera en corroboración de su

    conducta.

    28

  • 8/17/2019 Literatura ecuatoriana del Siglo XX

    27/168

     Isaac J. Barrera

    Capítulo XXII6

    En tanto la vida de la Audiencia corría con desesperantetristeza y languidez. Las industrias y el comercio, confia-

    dos en manos mercenarias, no prosperaban como era de

    desearse. Las autoridades españolas desempeñaban sus puestos

    con miras al provecho solamente, y no cuidaban por la prospe

    ridad general, contentándose con aquello que pudiera ser de be

    neficio inmediato. Sin embargo, no faltaron hombres decididos

    que trataron de buscar otros horizontes y que marcharon atraídos por el ruido del mundo, aventurándose a trazar rutas hacia el

    océano y caminos para Esmeraldas y Manabí.

    Pero el esfuerzo inaudito que tal empresa requería era dominado,

    si no por el influjo de intereses contrapuestos, por la llegada

    de los piratas holandeses, franceses e ingleses que entraban a

    sangre y fuego por las desarmadas e indefensas poblaciones

    del Nuevo Mundo, y que, para vengar rivalidades políticasde los reyes europeos, recorrían estos mares con patentes de

    corso concedidas por esos monarcas desaprensivos. El robo,

    el asesinato y mil infamias más quedaban autorizados pol

    los reyes, quienes encubrían sus crímenes con el engaño de

    perseguir aspiraciones nacionales y justas. Guayaquil, que supo

    defenderse heroicamente contra esos inicuos asaltos, vio su

    ciudad convertida en ruinas, una y otra vez, robadas sus riquezas,muertos sus hombres. Pero si el pirata traía la desolación, dejaba

    29

  • 8/17/2019 Literatura ecuatoriana del Siglo XX

    28/168

    también una inquietud que se infiltraba en el alma del criollo:

    había algo más que España y los reyes españoles, y había otros

    monarcas tal vez más poderosos.

    Los cuadros de desolación y ruina se alteraban a la llegada de

    un nuevo Presidente o de otro Obispo. El Presidente era por lo

    regular un hombre de letras y de leyes, pero aquí se olvidaba de

    todo su saber para ejercer despóticamente la autoridad con que se

    encontraba investido. Los Oidores, lejos de administrar justicia,

    se dedicaban a servir la causa de sus propios intereses y de susodios. Los Obispos, por buenos que fueran, tenían que enfrentarse

    contra la abierta rebelión del clero, y contra la insolencia y la

    relajación de los frailes. Continuamente la sociedad era turbada

    por los escándalos de los grandes señores.

    La religiosidad tomó caracteres típicos en nuestra tierra: el es-

    cándalo de un convento no servia sino para dividir en bandos a la

    población; la estricta significación moral de los acontecimientospasaba inadvertida y la grandeza de la doctrina cristiana se re-

    flejaba tan sólo en la pasión intolerante y en la devoción al culto

    externo. El pecado tomaba figuras especiales de candorosidad o

    hipocresía; se abominaba de cuanto podía parecer pecaminoso.

    Era la apariencia la que se condenaba, no el pecado mismo.

    Cuando el Obispo Ribera quiso establecer la cortesana costumbre

    de la capital del Virreinato, y celebró el matrimonio de una sobrina

    suya haciendo representar comedias en el Palacio Episcopal,

    la sociedad se escandalizó, y no fue suficiente la autoridad del

    Prelado para considerar como buena esa manifestación de

    cultura: el teatro había sido condenado por sabios religiosos y

    era suficiente para huir de las representaciones como de las

    causas más temibles para entrar en pecado. El teatro ha sido

    perseguido hasta en los tiempos modernos por la Iglesia católica,no obstante de quedarnos el testimonio de que buenos cristianos

    30

  • 8/17/2019 Literatura ecuatoriana del Siglo XX

    29/168

     Isaac J. Barrera

    de aquellos tiempos dejaron el ejemplo del respeto que tenían

    para con el arte dramático. Hemos visto cómo Villarroel quisofestejar en Lima su consagración al Obispado de Santiago con la

    representación de comedias. La comedia era en la fastuosidad de

    la corte virreinal un elemento de cultura y de elegancia, una actitud

    desenfadada ante la vida, que no podían aceptarla quienes vivían

    con el escándalo del pecado diario y con el martirio placentero

    de la consideración de la muerte. En México y en Lima prosperó

    el teatro porque se trató de emular con la vieja corte española.

    En nuestra Audiencia, el teatro hubiera sido un lujo demasiado

    complicado para aquellos tiempos. Tardarán muchos años hasta

    que la comedia sea un número de fiesta importante y pomposa.

    En la época a la que nos estamos refiriendo los espectáculos

    principales constituían las solemnidades religiosas, el traslado

    del sello real, los toros, las cañas y las iluminaciones. También

    se promovían sucesos impresionantes que ponían en conmocióna las clases sociales. Un día llegaba el inquisidor Mañozca a

    poner en un puño al Presidente, a los orgullosos Oidores y a los

    frailes desaforados. En otro, la sociedad se dividía en dos bandos

    que tomaban parte, uno por el Obispo, y otro, por los frailes de

    alguna comunidad. ¿Qué había sucedido? Poca cosa. Los frailes

    penetraban en la clausura de las monjas contra toda prescripción

    canónica c inquietaban el celo del Obispo, quien trataba de poner

    orden en el escándalo. Pero los frailes se sometían difícilmente

     y antes reclamaban el auxilio de sus adeptos comprendidos en

    la circunscripción del barrio en que el convento se levantaba

    como una fortaleza. Los habitantes de ese barrio respondían al

    llamamiento, mientras la sociedad sensata apoyaba al Pastor.

    Otra vez, el pueblo se agolpaba ante las puertas de un monasterio

    en el cual los gemidos de las monjas delataban que los frailes las

    estaban azotando cruelmente. Esa es la materia del Tomo rv dela Historia de González Suárez, quien por su misma condición

    31

  • 8/17/2019 Literatura ecuatoriana del Siglo XX

    30/168

     Literatura del siglo XX 

    de escritor religioso empleaba toda severidad al referir cosas

    tocantes al mundo eclesiástico de ese tiempo. También pudo y

    debió su minucia histórica contamos las escandalosas aventuras

    del donjuanesco Presidente Morga, quien dejaba a su esposa

    instalada ante una mesa de juego para salir de trapicheo y

    recorrer, bien envuelto en su capa, en la pañosa, por las calles

    tortuosas de Quito, por las mismas calles que durante el día

    paseaba airoso en el primer coche llegado a esta ciudad.

    Pero en medio de los escándalos clericales existían ciertamen-te sólidos ejemplares de virtud. La religiosidad intransigente, se

    aplacaba en el sentimiento de personas que se apartaban y huían

    del mundo para buscar los deliquios espirituales que condujeran

    a esos seres atormentados, pero llenos de amor divino, a la con-

    templación. Los monasterios no siempre estuvieron concurridos

    por religiosos devotos, pero algunos de ellos se recluían en su

    celda y se entregaban a la penitencia y a la oración. El mundo an-daba revuelto; pero también había quienes no participaban de la

    preocupación material para dedicarse enteramente y con el ma-

     yor fervor al cotidiano enaltecimiento del espíritu.

    El mundo religioso de ese tiempo está representado por varias

    figuras de diverso valor y significado. El fraile relajado era

    producto de la época; pero en veces el extravío hallaba fin y

    arrepentimiento ante el desasosiego de la conciencia que lollevaba hasta la visión sancionadora. Entonces la antigua vida se

    transformaba y el fervor para el pecado se convertía en fervor

    para el arrepentimiento. El fraile se retiraba a una ermita, pasaba

    los días en oración y moría en olor de santidad. Este fue el caso

    del célebre y legendario franciscano Almeida, cuya figura ha

    popularizado la tradición. Fraile que pertenecía a su época y a los

    escándalos de su tiempo, salía todas las noches del convento enque debía guardar clausura, y al hacerlo se servía de los hombros

    32

  • 8/17/2019 Literatura ecuatoriana del Siglo XX

    31/168

     Isaac J. Barrera

    de un Cristo como de escalón. El Cristo era una de esas esculturas

    de artistas atormentados, de faz severa y sanguinolenta, que seconserva aún en la sacristía de San Diego. Una noche, en que

    el P. Almeida, como el estudiante de Salamanca asistirá a la

    contemplación de su propio entierro, como el Tenorio con el

    Convidado de piedra, oyó que el Cristo decía en el momento en

    que saltaba por sobre su hombro llagado: —¿Hasta cuando, P.

     Almeida? —Hasta la vuelta, Señor, dice la tradición que tuvo

    alientos para responder el desenfadado parrandista. Vuelto el

    fraile de su alucinación de dipsómano, sintió miedo del pecado yhorror de la muerte. Y se convirtió. Tal vez se sintió ya viejo.

    Recluido en una miserable ermita, que también se conserv a has-

    ta ahora, vivió mucho tiempo. Componía versos de encumbra-

    do misticismo y escribía, para edificación de pecadores, las me-

    morias de su vida; manuscrito precioso que no ha llegado hasta

    nosotros. Al recorrer por los claustros del viejo convento de San

    Diego, se encuentran estrofas escritas en grandes letras y en di-

     versos sitios, y se piensa al leer esos versos que acaso pudieron

    ser escritos por el fraile arrepentido. De todo lo que escribió no

    se conserva sino una décima, de la cual se afirma que contiene un

    pensamiento afín al del célebre soneto de autor desconocido:  No 

    me mueve, mi Dios, para quererte

    La décima del P. Almeida es la siguiente:

     A Vos se deben, Señor,

    por vuestro infinito ser,

    todo amor, todo querer,

    toda alabanza y honor.

    iOh, si se hallara mi amor

    en tan encumbrada esfera,que, sin que nada quisiera

    33

  • 8/17/2019 Literatura ecuatoriana del Siglo XX

    32/168

     Literatura del siglo xx 

     y sin que nada esperara,

    a Vos, por Vos, os amara,a Vos, por Vos, os temiera!

    Pero no siempre el afán místico fue obra de pecador arrepentido.

    Infinidad de veces la plegaria religiosa brotaba con sinceridad

    de los labios de los buenos cristianos, los cuales, olvidando a los

    hombres poco escrupulosos en la observancia de la ley de Dios,

    se consagraban a la oración con toda la fe. En estas almas piado-

    sas el ascetismo era lo de menos, lo que importaba era el fondode puro y grande misticismo de que disponían para alimentar

    sus aspiraciones a la gloria eterna. Sobre todo en los conventos

    de mujeres se encuentran ejemplos preciosos de vírgenes con-

    sagradas por entero al amor divino. Si hubo monjas turbadas en

    su paz por el escándalo del mundo, hubo también las que vivían

    entregadas a los goces espirituales. Seres exacerbados de pasión,

    de espíritu enfermizo, de imaginación loca, que tenían visiones,que se mortificaban para domar la carne, que vivían encendidos

    en la oración y confundidos en la fe. Muchas de estas religiosas

    consignaron su fervor en versos sencillos y candorosos y escribie-

    ron acerca de las apariciones con que las favoreció su Dios.

    La primera religiosa ecuatoriana de la cual es necesario acordarse

    al hablar de las manifestaciones literarias de la Colonia, es Teresa

    de Ahumada, la hija del Tesorero de las Cajas Reales en Quito y hermano de la santa de Avila. Teresa de Ahumada nació en

    Quito, en 1566. Muerta la madre, don Lorenzo de Cepeda, su

    padre, la llevó a España y la entregó al cuidado de su hermana.

    Tenía entonces la quiteña Teresa, nueve años solamente. Buena

    edad para un aprendizaje provechoso. Su tía, la futura santa

    española, amaba con predilección a esta sobrina que le llegaba

    de las Indias, y sobre este amor y cariño escribió varias de lasmejores cartas de su epistolario. En una de ellas dice:

    34

  • 8/17/2019 Literatura ecuatoriana del Siglo XX

    33/168

     Isaac J. Barrera

    «Llamóse al doctor Enríquez para lo de Teresica, que es uno de los me jores de la Compañía. Dice, que entre otras cosas que le enviaron delConcilio, declaradas de una junta que hicieron los cardenales para declararlas, fue ésta: que no puede dar hábito de menos de doce años; mascriarse en el monasterio sí. También lo ha dicho fray Baltazar el dominico. Ya ella está acá con hábito, que parece duende de casa, y su padre queno cabe de placer; y todas gustan mucho de ella; y tiene una condicion-cita como un ángel, y sabe entretener bien en las recreaciones, contandode los indios y de la mar, mejor que yo lo contara». Y en otra carta: «Atodas dicen las tray confusas de ver su perfección y la inclinación a ofi

    cios bajos. Dice que no piensen que, por ser sobrina de la fundadora, lahan de tener en más, sino en menos».

     Así se crió la hermosa quiteña, a la sombra de la gran santa y de la

    gran escritora que fue Teresa de Cepeda y Ahumada. Marquina,

    el poeta español de nuestros días, en  La Alcaldesa de Pastrana 

    ha puesto en escena a la monja quiteña, de la cual hace decir a

    Santa Teresa, que su sobrina, entre las monjas parecía

    pan hecho de cereal,

    tierno, blanco, limpio, lleno,

    era el granito de sal

    que lleva todo pan bueno.

    El Dr. Manuel M. Pólit, Arzobispo de Quito, fue un notable te-

    resiano; comentó la obra de la santa y publicó dos magníficos

    estudios sobre los hermanos Cepedas y Ahumadas que vinieron a

     América. Estos estudios están llenos de datos y referencias sobre

    tan notable familia en sus relaciones con América y con la vida

    de santa Teresa. Allí se copian varios testimonios de personas

    que conocieron a la monja quiteña y que apreciaron su virtud y

    su hermosura. Se transcriben declaraciones y cartas de la herma

    na Teresa, quien siguió las huellas de su santa tía y trabajó con

    el mayor empeño en la labor de las fundaciones. En uno de loslibros del Sr. Pólit se reproduce en facsímil una de sus últimas

    35

  • 8/17/2019 Literatura ecuatoriana del Siglo XX

    34/168

     Literatura del siglo XX 

    cartas dirigida a Tours, que nos la enseña humilde, discreta y de

    cidida, sin embargo. Hay en esta carta muestras del casticismoprimoroso de la santa de Ávila.

    No t a s :

    1Tomado de Historia de la literatura ecuatoriana (1954).

    2 En el original, figura la siguiente descripción al inicio del capítulo:  Fr. Gaspar de Villarroel, su vida, sus obras. - El primero y más grande de los  escritores de la Colonia. - Autores que se ocuparon en estudiar esta figura.

    - Bibliografía.3Rubén Vargas Ugarte S. J. - El limo. D. Fray Gaspar de Villarroel - UniversidadCatólica del Perú - Instituto de Investigaciones Históricas. - Tomo I. N9 1. -Lima 1939. (Nota del Autor)

    4 Un nuevo dato sobre el Licenciado se encuentra en el libro que el historiógrafo Sergio Elias Ortiz ha dedicado a la fundación del Monasterio de MonjasConcepcionistas de Pasto. En octubre de 1588, recibía el Licenciado Gasparde Villarroel y Coruña, Abogado de la Real Audiencia, poder para gestionar la

    aprobación del Cabildo Eclesiástico de Quito para la fundación del convento deConcepsionistas en Pasto. (Nota del Autor)

    5 «En Cádiz me visitó, escribía diez años después, con capa y muceta de sedael Sr. Maestro Cano, confesor que había sido del Infante Carlos y era frailedominico. —Gobierno Eclesiástico. (Nota del Autor)

    6En el original, figura la siguiente descripción al inicio del capítulo:  Inquietudes de la Audiencia. - Los piratas. - Desdén por el teatro. - Escándalos de frailes y monjas. - El P. Almeida. - Teresa de Ahumada. - Monjas videntes y profetisas.- Gertrudis de San Ildefonso. - La doncella santa, Mariana de Jesús. - Un 

     poeta espadachín, pintor y místico.

    36

  • 8/17/2019 Literatura ecuatoriana del Siglo XX

    35/168

    Leopoldo Benites Vinueza

  • 8/17/2019 Literatura ecuatoriana del Siglo XX

    36/168

    Leopoldo Benites Vinueza

    N o t a   b io g r á f ic a

    Ensayista, narrador, poeta, periodista y diplomático,

    Leopoldo Benites Vinueza nace en Guayaquil el 17 de oc-

    tubre de 1905 y fallece en la misma ciudad el 7 de marzo

    de 1995. Sus estudios escolares y los iniciales de la secundaria los

    realizó en Riobamba, ciudad a la que su padre, el doctor Leónidas

    Benites Torres, se había trasladado para ejercer funciones admi-

    nistrativas, entre ellas, las de gobernador de Chimborazo.

    De regreso en Guayaquil y mientras prosigue sus estudios en

    el Colegio Vicente Rocafuerte, evidencia su vocación literaria,

    formando parte del grupo juvenil  Los Hermes.  Ejerce más tar-

    de la docencia en el citado colegio y estudia jurisprudencia en la

    Universidad de Guayaquil. La publicación, en 1927, de dos re-

    latos cortos,  La mala hora  y  El enemigo,  lo constituyen en unprecursor del realismo social que cobrará fuerza a partir de 1930,

    e incluso, en virtud del segundo de los relatos nombrados, de la

     vertiente indigenista.

    En 1935, comienza a colaborar en el diario  El Universo  con

    el seudónimo de «Alsino». Su columna, «Hombres, hechos,

    cosas», abordará temas políticos, económicos y sociales, cuyo

    tratamiento, según señalará años después el propio escritor, le

    39

  • 8/17/2019 Literatura ecuatoriana del Siglo XX

    37/168

     Literatura del siglo XX 

    servirá para ir acumulando ideas y reflexiones que culminarán

    en la redacción de uno de sus grandes ensayos:  Ecuador: drama 

    y paradoja.  En 1944, será designado diputado funcional por elperiodismo de la Costa a la Asamblea Nacional de ese año, y tres

    años más tarde, en 1947, el presidente Carlos Julio Arosemena

    Tola le designa como consejero de la Embajada en Bogotá,

    iniciándose así una carrera diplomática que lo llevará a diversos

    países: Uruguay, Argentina, Bolivia y a las Naciones Unidas, en

    Nueva York. Desde 1960, Benites ejercerá como representante

    permanente del Ecuador ante la organización mundial, en cuyoámbito cumplirá una brillante función que durará hasta 1973 y

    que incluirá, entre otras instancias, la de haber sido presidente

    de la Asamblea General de las Naciones Unidas en su XXVIII

    período de sesiones.

    En los años siguientes, Benites cumplirá diversas misiones inter-

    nacionales, entre ellas, la de ser parte de la comisión de Naciones

    Unidas encargada de investigar las violaciones a los derechos hu-manos por parte de la dictadura de Pinochet; delegado guberna-

    mental para defender la posición ecuatoriana durante el conflicto

    de Paquisha (1981); y embajador en México (1982).

    O b r a   l i t e r a r i a

    Benites Vinueza cultivó fundamentalmente el ensayo, pero, como

    se consignó más arriba, incursionó también en el relato sin que

    persistiera en ello, por lo que algunos críticos lo han considerado

    «un escritor devorado por la diplomacia». Fue también poeta y

    pudo publicar su poesía en 1977, en el volumen  Poemas de tres 

    tiempos,  edición de la Casa de la Cultura Ecuatoriana, Núcleo

    del Guayas. A más de  La mala hora y El enemigo, se conoce otro

    40

  • 8/17/2019 Literatura ecuatoriana del Siglo XX

    38/168

     Leopoldo Benites Vinueza

    relato suyo:  El dolor de no haber pecado, publicado también en

    1927, en la revista  Savia, de Guayaquil.

    En lo referente al ensayo, cabe mencionar los siguientes: El zapa-

    dor de la Colonia,  estudio biográfico de Espejo, 1941;  Los argo-

    nautas de la selva, biografía novelada de Francisco de Orellana,

    1945;  Ecuador: drama y paradoja,  1950; Estudio introductorio

    sobre Eugenio de Santa Cruz y Espejo, y José Mejía Lequerica, en

    el volumen  Precursores  de la Colección Biblioteca Ecuatoriana

    Mínima, 1960; Estudio introductorio a la obra  Eugenio Espejo, reformador ecuatoriano de la Ilustración,  de Philip L. Astuto,

    1969;  Francisco Eugenio Espejo, habitante de la noche (ensayos

    sobre Espejo, Mejía y Montalvo), 1984.

    J u i c i o   c r í t i c o

    Leopoldo Benites Vinueza es, sin duda, uno de los grandes ensa yistas, no solo del Ecuador, sino de América. A la profundidad de

    sus reflexiones y a la vasta erudición que denota, une una fuerza

    expresiva que delata, por sobre el rigor de las ideas, al gran escri

    tor. Incluso, en una obra más bien de intención sociológica como

     Ecuador: drama y paradoja, finalmente uno de sus atributos es

    el soplo poético que transfigura muchas de sus páginas. En este

    sentido, Benites inaugura, por una parte, una corriente ensayís-tica que se sustenta en la más rigurosa investigación y, al mismo

    tiempo, reivindica el ensayo como una vertiente de la literatura,

    es decir, de la expresión artística.

     Algunos estudiosos conceptúan a  Los argonautas de la selva, 

    como una verdadera novela: tal la articulación de su trama,

    que no solo que revela la historia de la gesta descubridora del

    gran río de las Amazonas, sino que se adentra en el interior de

    41

  • 8/17/2019 Literatura ecuatoriana del Siglo XX

    39/168

     Literatura del siglo XX 

    los personajes, enfrentados a la terrible y desproporcionada

    realidad de la selva, a la que describe, por otro lado, en páginas

    magistrales. Sus diversos ensayos forman parte, con razón, de

    lo más significativo de la literatura ecuatoriana contemporánea.

    FPA 

    B ib l io g r a f í a  s o b r e  e l  a u t o r :

    Calderón Chico, Carlos. Tres maestros. Ángel F. Rojas, Adalberto Ortiz  y Leopoldo Benites Vinueza se cuentan a sí mismos.  Guayaquil: Casa de laCultura Ecuatoriana, Núcleo del Guayas, 1991.

    Rodríguez Castelo, Hernán. «Introducción. Los argonautas de la selva-ilustración literaria de la crónica». En  Los argonautas de la selva.  Guayaquil:

     Ariel, [s . f.]. [Clásicos Ariel; 68].

     Varios autores. Re/incidencias, Vol. 4. Ed. Javier Ponce. Quito: Centro CulturalBenjamín Camón, 2007.

    Encalada Vázquez, Oswaldo. «Estudio introductorio». En Los argonautas de la selva.  Quito: Libresa 1992.

    Guzmán Játiva, David. «Estudio introductorio». En  Ecuador. Drama y  paradoja. Quito: Comisión Permanente de Conmemoraciones Cívicas, 2005.

    Lara, Claude. «Homenaje a Leopoldo Benites Vinueza en el Centenario de sunacimiento (1905-2005)». En AFESE, n.° 43.

    Piñeiro íniguez, Carlos. «Leopoldo Benites Vinueza: dos vidas y una pasiónecuatoriana». En  Pensamiento equinoccial: seis ensayos sobre la nación, la cultura y la identidad ecuatorianas. Quito: Planeta, 2005.

    42

  • 8/17/2019 Literatura ecuatoriana del Siglo XX

    40/168

     A manera de prólogo

     Los argonautas de la selva' 

    La Conquista es la más fascinante novela de caballería de

    la Historia. El ímpetu primordial del españolismo no fue,

    sin embargo, ni el afán de someter el suelo ni la llama de la

    fe. No era el conquistador un colono amoroso. Lo que le arrastró

    fue un despierto apetito de oro y de gloria, un afanoso deseo de

    mando y una viva concupiscencia de poder.

    Eran los días casi milagrosos en que el euro-africano de la His-

    pania recién nacida descubría maravillado el mundo nuevo. Los

    días del asombro para el hombre que venía de mesetas ásperas,

    montañas berroqueñas, extensiones desérticas y vegas domesti

    cadas por esfuerzos pacientes: el hombre de Castilla, de Extre

    madura, de Asturias, de Galicia y de Andalucía, amamantado por

    la necesidad y adoctrinado por el hambre.

    El hombre de Hispania se sentía aplastado por el peso de fuerzas

    demasiado grandes: las fuerzas cósmicas desatadas de un mundo

    nuevo en el que las montañas tocan el cielo de nubes espesas y

    de monte a monte cruza la palabra tronante de la tempestad; en

    donde el agua de los deshielos galopa sobre las aristas desnudas

    de las cordilleras en cataratas vertiginosas; en donde había flores

    raras con pétalos de muerte, frutos dulces que traían el sueñodefinitivo y rígido, animales tan fantásticos como los dragones

    43

  • 8/17/2019 Literatura ecuatoriana del Siglo XX

    41/168

     Literatura del siglo xx 

    de las fábulas, ríos extensos que se arrastran entre la selva den

    sa en donde la fina nube zumbadora sobre el pantano hirviente

    trae la muerte bajo la forma del aguijón envenenado y la lanceta

    urticante.

    El conquistador sufría en las alturas vértigos al respirar un aire

    ralo de serranía que le oprimía el pecho bajo la coraza. En la sel

     va le perseguía la fiebre, se le hinchaban monstruosamente los

    pies, se le cubría el cuerpo de bubas asquerosas y de verrugas

    deformes.

    Para responder a las llamadas de ese mundo exterior, tuvo que

    renovar sus sentidos y formar nuevas imágenes. Crear un mundo

    de conceptos míticos. Colón creyó que el Orinoco era el río que

     bajaba del Paraíso Terrenal. Ponce de León buscó la fuente de

    la eterna juventud. Y los hombres de Pizarra, mientras pasaban

    los días cansinos de Panamá, fantaseaban acerca de un imperio

     vasto que quedaba más allá del Birú o Pirú, en donde el oro abundaba como cosa vil.

    Esa leyenda vaga fue al mismo tiempo norte y brújula de la an

    danza hazañera. Les condujo sobre mares tropicales dramatiza

    dos por tempestades. Les hizo soportar el hambre en las soleda

    des de la Gorgona y de la Isla del Gallo. Les hizo pelear en gru

    pos pequeños contra muchedumbres prietas. Y así avanzaron de

    cabo en cabo y de bahía en bahía hasta las tierras meridionales

    de Tumbes que formaban parte del imperio quiteño de Atabaliba

    o Atahuallpa, el último Inca del Tahuantinsuyu.

    Francisco de Orellana, junto con los hombres de la mesnada de

    Pizarro, vio apagarse el sol del Incario en las brumas de Caxa-

    marca, teñidas de sangre. Mozo demasiado tierno para ser te

    nido en cuenta por su deudo Francisco Pizarra, tomó parte, sinembargo, «en las conquistas de Lima é de Trujillo é Cuzco é se

    44

  • 8/17/2019 Literatura ecuatoriana del Siglo XX

    42/168

     Leopoldo Benites Vinueza

    guimientos del Inga». Vio la matanza sin piedad, bendecida por

    las manos ungidas» de óleo sagrado de Fray Vicente Valverde yel asesinato del Inca. Y vio llegar las cargas de oro para llenar un

    aposento hasta la altura de un hombre con los brazos alzados y

    para adormecer la conciencia cristiana de los conquistadores.

    El tesoro no alcanzó a llegar en su totalidad. Setenta mil cargas

    de oro, cada una de las cuales tenía el peso de una arroba espa

    ñola, quedaron guardadas en las tierras de Quito. Lo suficiente

    para hacer perder el reposo a los aventureros cuya filocrisia fueuna borrachera sin despertar y para empujarlos a la crueldad:

    Calicuchima, de la dinastía imperial, fue quemado vivo, fueron

    quemados todos los indios que no supieron dar razón del tesoro,

    escondido quizás en los Llanganatis de la niebla y el espanto.

    En ese ambiente bárbaro y sangriento nació la leyenda. Un in

    dio capturado por Luis de Daza en la heredad pre-incaica de los

    Pansaleos había contado que hacia el Oriente existía un lago azul

    de aguas tranquilas en el que los indios arrojaban sus ofrendas y

    que, junto a ese lago, vivía un cacique: el cacique Dorado, monar

    ca fantástico que solía bañar su cuerpo en goma suave y espolvo

    rearlo de oro.

    Otra leyenda nació en Caxamarca, la «tierra del frío» empapada

    de sangre india: el Inca Atahuallpa había regalado a FranciscoPizarro un puñado de olorosas flores de ishpingo, raras flores de

    perfume penetrante con las que sazonaban los nativos sus co

    midas y que habían sido traídas como presente por un indio de

    las más remotas comarcas de Oriente, una selva vasta, perpetua

    mente verde y recorrida por ríos sin fin.

    Esas flores de ishpingo afiebraron, junto con la leyenda de El

    Dorado, las mentes hispanas: era la canela, la riqueza morena yodorante de la especiería. Y si el oro encendía la imaginación de

    45

  • 8/17/2019 Literatura ecuatoriana del Siglo XX

    43/168

     Literatura del siglo xx 

    los aventureros, las especias ejercieron también una fascinación

    irresistible sobre sus mentes apasionadas. Por buscar especias

    habían ido los españoles y portugueses de tumbo en tumbo hasta

    las playas lejanas en donde la soledad tiene palabras de espuma.

    Por buscar especias fue Colón en pos de las Islas del Poniente y se

    encontró con un continente tendido entre los mares. Por buscar

    especias filé Magallanes con sus cinco naves dejando en torno del

    mundo un cinturón de espumas.

    El puñado de flores de ishpingo dado por el Inca al Conquistador y la leyenda del Cacique Dorado puesta en circulación por

    el indígena de Cuntinamarca, al narrar la fábula a Luis de Daza,

    pusieron desasosegados a los españoles.

    Los Incas mismos no habían permanecido indiferentes a la ten

    tación de esas selváticas tierras de Oriente pobladas de hombres

    desnudos y de anímales fantásticos. Se contaba que Huaynaca-

    pac, el rutilante Alejandro del Incario, bajó a esas comarcas boscosas. Una india vieja, bautizada por los españoles con el nombre

    de Isabel Huachay, solía narrar a los españoles de la villa de San

    Francisco de Quito la aventura estupenda del viaje del Inca. Con

    taba mama Huachay de las selvas húmedas, de los tigres feroces,

    de las serpientes venenosas y del oro que extrajeron con sus tac-

    llas y sus coas los incanos, relucientes pepitas de oro del tamaño

    de las semillas de la calabaza.

    Otra leyenda decía que el infortunado Atahuallpa, el último mo

    narca del Tahuantinsuyu, había enviado sus capitanes, después

    de la batalla de Tumibamba, para someter a los indios de las re

    giones de Maspa, Cosanga y Coca.

    Las leyendas del oro y la canela ejercieron su acción seductora

    sobre la mente de los primeros conquistadores. Por buscar el orollegó a estas tierras de Quito el Adelantado Sebastián Moyano,

    46

  • 8/17/2019 Literatura ecuatoriana del Siglo XX

    44/168

     Leopoldo Benites Vinueza

    nativo de Belalcázar. Por buscar el oro vino desde las tierras sep

    tentrionales el Adelantado don Pedro de Alvarado. Por buscarel oro vino don Diego de Almagro hasta el país ecuatorial de losSchvris.

    Sebastián Moyano de Belalcázar se dejó seducir por las leyen

    das casi en los mismos momentos en que peleaba palmo a palmo

    por el territorio de los Schyris con el héroe aborigen Rumiñahui

    quien, en espectacular momento de grandeza bárbara, ordenara

    sacar la piel del débil Quillascacha, príncipe de la sangre, y hacercon ella un tambor para llamar a la rebelión.

     Al mando de Pedro de Añasco envió cuarenta jinetes que se aven

    turaron por las tierras de los quillasingas en pos del vellocino

    fantasma. Otro Capitán, Juan de Ampudia, también al servicio de

    Belalcázar, le siguió por los fragosos caminos de las cordilleras.

    Frustrada la tentativa, no faltaron otras, inútiles también.Rodrigo Núñez de Bonilla, Tesorero de Campaña y Repartidor

    de Velas y Comidas en la Conquista del Perú, entró al país de la

    Canela en 1540, como teniente de Gobernador de las ilimitadas

    comarcas de Macas y Pumallacta.

    Las noticias vagas y las consejas repetidas fueron tejiéndose más

    seductoras mientras más confusas. Había peligros descomunales

     y habitaban allí seres fantásticos. Se hablaba de tribus de mujeres

    guerreras: las Huarmi Aucas, como las nombraban en el dulce

    quechua de las serranías, a las que los hispanos, con vagas evo

    caciones renacentistas, impregnadas de helenismo, comenzaron

    a llamar Las Amazonas. Se contaba de iscay-uyas, hombres de

    dos caras, y de los sacha-runas que en la sencilla mitología del

    Incario equivalían a los sátiros capricantes de la Hélade. Una

    leyenda, que se hacía ascender hasta los tiempos fabulosos deTupac-Yupanqui, contaba de unos indios cuzqueños que en el

    47

  • 8/17/2019 Literatura ecuatoriana del Siglo XX

    45/168

     Literatura del siglo xx 

    camino verde de los bosques orientales encontraron tal cantidad

    de tigres feroces que hubo de obligarles la necesidad a vivir en las

    copas de los árboles como los simios chillones.

    Las noticias más concretas provenían de un hidalgo montañés:

    Gonzalo Díaz de Pineda, nacido en las rispidas serranías de las

     Asturias de Oviedo. Nombrado Teniente de Gobernador de Qui-

    to, mientras Belalcázar bregaba en el territorio de los Pastos,

    sintió la tentación de la leyenda. Equipó su tropa con los esca-

    sos ocho mil pesos de que disponía y, ante la expectación de los vecinos, salió una mañana con cuarenta y cinco jinetes, treinta

    arcabuceros y diez ballesteros, haciendo ondear al viento, en las

    manos del Alférez Gonzalo Herrera de Zalamea, la bandera ne-

    gra con una cruz escarlata de lado a lado, distintivo del hidalgo

    montañés.

    El camino elegido por Díaz de Pineda fue el que recorre las altu-

    ras heladas de Papallacta y las soledades inhóspitas de Huamaní.Días enteros pasaron caminando bajo la lluvia persistente y las

    nieblas acumuladas como un velo de misterio. Noches enteras

    oyendo el grito bárbaro de los vientos cordilleranos. Y siempre

    sin encontrar otra cosa que la soledad sin límites, las espadañas

    cortantes, los pajonales desolados.

    La aventura del hidalgo asturiano fracasó. La selva derrotó al

    hombre que retomó con nostalgia de jungla en la mirada; perola obsesión de El Dorado y la Canela persistió latente y ocupó los

    ocios de los conquistadores como un espejismo mágico.

    Un fermentar de odios estalló en tanto en las tierras de la Con-

    quista. Pizarro y Almagro, que tantas veces echaron mano de las

     buidas espadas antes de emprender la aventura, no se miraban

     bien. Almagro se creía pospuesto por las ambiciones de Pizarro

    debido a las ventajas obtenidas por aquél en las Capitulaciones

    48

  • 8/17/2019 Literatura ecuatoriana del Siglo XX

    46/168

     Leopoldo Benites Vinueza

    con el Rey. Creció la tensión entre los conquistadores al par que

    crecía el descontento entre los indios. La rebelión indiana estallóal fin. Pizarro lanzó su llamada de auxilio y acudieron del norte

     y del sur las mesnadas aventureras. Mas, tan pronto como había

    terminado la matanza de indios, ya se batían los hombres blan-

    cos en la dura guerra de Las Salinas que acabó con la vida de

     Almagro.

    Gonzalo Pizarro, el más joven de los hermanos del Marqués

    Gobernador, comenzaba a soñar con un reino propio para los

    hombres de su estirpe que habían conquistado las tierras sola-

    res de Tahuantinsuyu. Crecían las ambiciones y las pasiones se

    desataron. Era la influencia del mundo nuevo sobre los nervios

    deshechos, la neurosis violenta del desarraigado hispánico en el

    mundo perturbador que había conquistado.

    Francisco Pizarro comprendió que era necesario dar trabajo a lasmanos y ocupación a las mentes. Cortó con la espada pedazos de

    territorios para darlos a sus hombres. Y en el reparto no pudo

    evitar la voz de la ternura.

    La ternura de este hombre desarraigado y sin hogar era Gonzalo,

    su hermano menor, mozo arrogante y firme, de ancha ambición,

    decidido, enérgico y resuelto. Para él señaló el mejor de sus rei-

    nos. Y de acuerdo con las Capitulaciones Reales, que le autori-

    zaban para formar gobernaciones autónomas, le dió el Reino de

    los Quitus que había sido independiente antes de la conquista

    incaica. Le señaló como separado de la Gobernación del Perú, el

    territorio que iba por el norte hasta los Pastos, por el sur hasta

    Tumbes, que por el oeste tenía como límite el Pacífico rumoroso

     y por el este no tenía límite sino todo lo que descubriere y poblare

    en el incógnito país de los Quixos y la Canela.

    49

  • 8/17/2019 Literatura ecuatoriana del Siglo XX

    47/168

     Literatura del siglo xx 

    Quito, convertido en Gobernación independiente iniciaría la con-

    quista del Oriente.Una inquietud dominante hizo avanzar a Gonzalo Pizarro por pá-

    ramos y valles hasta la villa de San Francisco de Quito que le es-

    peraba. Temía que Díaz de Pineda se le adelantara a la conquista.

     Y tan pronto como llegó, el Iode diciembre de 1540, en ceremonia

    solemne ante el Cabildo, leyó la renuncia que el Marqués Gober-

    nador del Perú don Francisco Pizarro hacía en su persona y tomó

    posesión de su nueva Gobernación.

    De inmediato, procedió a organizar la expedición. Para impedir

    los celos de Gonzalo Díaz de Pineda, le dio vastas encomiendas

    en Nambí y Mindo con los pueblos indianos de Nigua y Pelegasi y

    el señorío sobre los caciques Topo y Quicán. Convino en nombrar

    Teniente de Gobernador de Quito a Pedro de Puelles, con cuya

    hija estuvo casado Pineda. Y comenzó a organizar la expedición.

    Dificultades innumerables empezaron a surgir. El Cabildo —que

     ya desde sus orígenes fue la encarnación de la libre voluntad del

    pueblo— se opuso a que Gonzalo tratara a los indios como bestias

    a las que amarraba y encerraba en el fondo de sucios galpones.

    Faltaban víveres y hubo que recurrir a todos los medios para ob-

    tenerlos. Faltaban hombres y armas. Pero todo lo venció con su

     voluntad tesonera y su tozudo carácter proclive a la crueldad. Al fin, en los primeros días de marzo de 1541, comenzó a salir de

    la tranquila villa de San Francisco de Quito la caravana de la sel-

     va. Extraña caravana formada por piaras de cerdos en torno de

    los cuales ladraban los perros amaestrados y de llamas lindas, de

    cuellos gráciles, que llevaban pequeñas cargas sobre los lomos:

    cinco mil cerdos lustrosos e innumerables llamas. Y otras bestias

    más: los indios cargados de fardos y cadenas.

    50

  • 8/17/2019 Literatura ecuatoriana del Siglo XX

    48/168

     Leopoldo Benites Vinueza

    El viaje por las ásperas serranías tuvo episodios de intenso dra-

    matismo. En el páramo de Papallacta se quedaron adormecidospor el frío más de cien indios: sueño definitivo de muerte que

    llega dulcemente a paralizar el corazón agitado por la altura. En

    la ruta sin senderos, rodaron los caballos hacia precipicios abis-

    males. Y siempre la hostilidad de la naturaleza y del hombre.

    La selva, tentadora desde las alturas, era el infierno. Allí había el

    calor sofocante, la humedad agobiadora, los mosquitos de lance-

    tas crueles, las serpientes de colmillos de muerte. Allí había ríosque crecen de repente arrastrando hombres y bestias; animales

    desconocidos. Y había el indio...

    El selvícola no era manso como el indio de las serranías. La selva

    educa al hombre para la libertad. Actúa como fuerza centrífuga.

     Afianza la personalidad en el peligro. Prepara al hombre para la

    astucia y la astucia le enseña a tener amplia confianza en sus pro-

    pios medios. Es cazador o pescador, hombre errátil y sin hábitos

    metódicos. El selvícola no puede adaptarse a la obediencia. Y pe-

    lea hasta morir.

    Por eso las huestes de Pizarro al avanzar hacia el país de la Ca-

    nela encontraron en la selva trampas aleves y lanzas diestramen-

    te manejadas. Una guerra continua, muy distinta de las amplias

    maniobras de la llanura y de las cargas galopantes de los cen-tauros blancos, en que las espadas filudas encontraron prietas

    muchedumbres apiñadas como la espiga bajo la hoz y las balas

    hacían blanco infalible.

    Hasta la naturaleza se opuso al paso. Durante el viaje la tierra

    tembló con fiereza de bestia nerviosa. Se desplomaron masas de

    roca y los ríos, al sentir sus cauces obstruidos, hicieron saltar sus

    aguas encabritadas. Días enteros tembló la tierra. Días de pavor

    51

  • 8/17/2019 Literatura ecuatoriana del Siglo XX

    49/168

     Literatura del siglo xx 

    ante las fuerzas cósmicas desatadas. Noches sin sueño, largas y

    desoladas de espanto.

     Así vagaron por la selva. Sin ruta y sin mañana, antes de partir,

    como una llamada de auxilio se había dirigido Pizarro a su pa-

    riente Francisco de Orellana, Teniente de Gobernador de la ciu-

    dad que él fundara con el nombre de Santiago de Guayaquil.

    Se sabía que Orellana estaba avanzando. Que había trepado ya

    los riscos occidentales de los Andes. Mientras tanto, Gonzalo Pi-zarro iba al encuentro de su destino.

    N o t a :

    ' Benites Vinueza, Leopoldo. Argonautas de la selva. México, Fondo de Cultura

    Económica, 1945).

    52

  • 8/17/2019 Literatura ecuatoriana del Siglo XX

    50/168

     Leopoldo Benites Vinueza

    Una encrucijada de la geografia

    Ecuador: drama y paradoja'

    El Ecuador es un drama de la geografía. El factor geográfico

    actúa en él con una intensidad primordial. No es sólo el

    ambiente físico lo que determina de inmediato la existen-

    cia ecuatoriana, sino lo geográfico en su sentido más extenso de

    posición en el mundo.

    Hasta su vago nombre está determinado por ese factor; Ecuador—nombre geométrico y geográfico— es una denominación posti-

    za que nada significa en la tradición y que se debió a circunstan-

    cias accidentales en vez de ser una denominación expresiva.

    La tradición señalaba el nombre de Quito como el indicado para

    expresar la nacionalidad de modo más arraigado en la concien-

    cia del pueblo y con un sentido histórico más rico de contenidos. Antes de existir como República independiente, el Ecuador fue

     Audiencia y Presidencia de Quito y más remotamente había for-

    mado el Reino indio de Quito, si nos atenemos a la tradición un

    tanto borrosa y controvertida de los Shyris. Sólo una fortuita cir-

    cunstancia determinó la nominación: el haber dado el nombre de

    Ecuador a un departamento de la Gran Colombia en las leyes de

    división territorial de aquella unidad transitoria. Ni siquiera fue

    a la totalidad del actual territorio ecuatoriano. Pero el país nació

    53

  • 8/17/2019 Literatura ecuatoriana del Siglo XX

    51/168

     Literatura del siglo XX 

    a la vida republicana con ese nombre que nada significaba en su

     vida histórica ni en su leyenda nacional.

    Su posición en el mundo —bajo la línea ecuatorial— no justificaba

    la denominación. En cambio determinó un conjunto de hechos

    que constituyen hasta ahora un sino que no ha sido posible vencer:

    en el momento en que el mundo se hacía atlántico —saliendo de

    la era mediterránea de la cultura— el Ecuador, situado sobre

    el Pacífico, en el centro del continente demasiado vasto, quedó

    fuera de las corrientes de la civilización.

    El siglo XV inició con la conquista de las rutas oceánicas, el pro-

    ceso de transculturación sobre el Atlántico. En el XVI fue el azul

    Caribe el mar de la aventura. Tanteando sus costas, en busca del

    camino hacia las Indias, partieron de ese mar los duros conquis-

    tadores del norte, los de la epopeya de México, los hombres del

    Darién y el Yucatán, lo mismo que los primeros aventureros es-

    pañoles de la Florida. Explorando hacia el sur, los Yáñez Pinzón

     y los Díaz de Solís avanzaron hasta el mar dulce de la Amazonia

     y luego Magallanes abrazó la cintura de la tierra con un inmenso

    cinturón de espumas.

    Los litorales atlánticos ofrecían en el norte la ventaja de su mayor

    proximidad a Europa y de sus anchas vías de penetración: los

    ríos navegables. La colonización inglesa posterior no tuvo la pe-ripecia heroica que la aventura española: vencimiento de impe-

    rios, conquista de altas mesetas, dominio de cordilleras ásperas,

    sometimiento del trópico. Se extendió hacia el interior por ríos

    apacibles. Se arraigó en una tierra propicia, de clima regulado

    por estaciones, más blando a veces que el clima europeo.

    Los litorales atlánticos del sur ofrecieron al aventurero español o

    portugués una tierra rica, de especiería codiciada y de madera delBrasil. Hacia el sur del Pacífico se extendió solamente la masa de

    54

  • 8/17/2019 Literatura ecuatoriana del Siglo XX

    52/168

     Leopoldo Benites Vinueza

     buscadores de metales. Cuando comenzó a vibrar la campana de

    plata del Potosí, acudieron hacia allá los hombres de la aventura.

    Se arraigaron en los lugares de riqueza minera: el Alto Perú, cuyo

    nombre despertaba en la imaginación de esos hombres la idea de

    lo fabuloso y de lo mítico. O se fijaron en los lugares en donde el

    clima les ofrecía semejanza con la Europa añorada, como ocurrió

    en el sur chileno.

    Situado en un recodo del Pacífico, el Ecuador quedaba inacce

    sible. Para llegar a él había que vencer la ardiente manigua delIstmo de Panamá. O que lanzarse por el Estrecho de Magallanes

    a desafiar tempestades. Las oleadas migratorias tuvieron que irse

    sedimentando en los lugares más fáciles y próximos. Las velas

    impulsaban demasiado lentamente los barcos para permitir que

    llegaran hasta ese lejano país de Quito los aventureros de la co

    lonización.

    Llegaron, sin embargo. En los primeros tiempos de la conquista,los atraía una leyenda. Contaban del tesoro perdido. Cuando el

    Inca quiteño Atahuallpa, soberbio y maje