lineamientos programa de reinserción educativa · orientaciones tÉcnicas especÍficas 8 3.1....
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BASES TÉCNICAS PARA CONCURSO DE PROYECTOS
PROGRAMA DE PROTECCIÓN ESPECIALIZADA
PARA NIÑOS, NIÑAS Y ADOLESCENTES CON CONSUMO PROBLEMÁTICO DE
ALCOHOL Y/U OTRAS DROGAS
REGIÓN METROPOLITANA
PROGRAMA VIDA NUEVA
Servicio Nacional de Menores
Departamento de Protección de Derechos
Marzo 2013
Bases Técnicas Proyectos de Protección Especializada para Niños, Niñas y Adolescentes con Consumo Problemático de
Alcohol y/u otras Drogas (PDC) - Programa Vida Nueva
2 Departamento de Protección de Derechos
Servicio Nacional de Menores
ÍNDICE
I. PRESENTACIÓN 3
II. OBJETIVOS 6
2.1. Objetivo General 6
2.2. Objetivos Específicos 6
2.3. Resultados Esperados 7
2.4. Indicadores 7
III. ORIENTACIONES TÉCNICAS ESPECÍFICAS 8
3.1. Sujeto de Atención 8
3.2. Vías de Ingreso 9
3.3. Cobertura y Focalización Territorial 9
3.4. Marco general para el desarrollo del Proyecto 9
3.4.1. Convención de los Derechos del Niño: marcos normativos sobre
Derecho a la salud y la prevención del consumo de drogas 10
3.4.2. Enfoques para la Intervención 10
a) Integralidad 10
b) Intersectorialidad 12
c) Desarrollo Evolutivo y tipos de consumo 12
d) Intervención con familias 15
e) Género 16
f) Autocuidado de equipos 17
3.5. Marco Metodológico 18
3.5.1. Fases de la Intervención 19
3.5.2. Plazos y carga horaria 22
IV. CONFORMACIÓN DEL EQUIPO DE TRABAJO Y DESCRIPCIÓN DE
FUNCIONES 23
V. SOBRE EL PRESUPUESTO 25
VI. SOBRE LOS RECURSOS MATERIALES 25
Bases Técnicas Proyectos de Protección Especializada para Niños, Niñas y Adolescentes con Consumo Problemático de
Alcohol y/u otras Drogas (PDC) - Programa Vida Nueva
3 Departamento de Protección de Derechos
Servicio Nacional de Menores
I. PRESENTACIÓN
El Programa Vida Nueva comenzó su ejecución el año 2010 como una iniciativa cuyo
objetivo general es contribuir a la superación de las situaciones de vulneración y/o a la
interrupción de conductas transgresoras1 en niños, niñas y adolescentes derivados del
Programa de Seguridad Integrada 24 Horas en ocho comunas de la Región
Metropolitana (La Pintana, La Granja, La Florida, Lo Espejo, Recoleta, Peñalolén,
Puente Alto y Pudahuel). A la fecha, forma parte del Plan de Seguridad Pública 2010-
2014 “Chile Seguro”.
Para la consecución de los logros propuestos, una de las estrategias utilizadas ha sido
el ir sumando a distintos actores, públicos y privados, que se vinculan al
quehacer del Sename, y que se constituyen en garantes de derechos de los niños,
niñas y adolescentes que residen en cada una de las comunas donde se ejecuta el
Programa.
Es así como en esta iniciativa intersectorial participan, desde el Estado, el Ministerio de
Justicia, la Dirección de Protección Policial a la Familia de Carabineros de Chile (en
adelante Diprofam), el Ministerio del Interior y Seguridad Pública, el Servicio Nacional
para la Prevención y Rehabilitación del Consumo de Drogas y Alcohol (en adelante
Senda), el Ministerio de Salud (en adelante Minsal), a través de sus dos
Subsecretarías, y el Servicio Nacional de Menores (en adelante Sename). Desde el
territorio, los 8 gobiernos locales a través de sus Direcciones de Desarrollo Comunitario
y/o de las Unidades o Departamentos de Seguridad Pública. Finalmente, se suman los
organismos colaboradores de Sename, que en los últimos dos años, han ejecutado las
iniciativas en el territorio.
Un segundo foco de este Programa, y no menos importante, es la conformación de
un sistema de atención que busca la articulación operativa y oportuna de
respuestas de la oferta de protección especial a nivel local para niños, niñas y
adolescentes detectados a través de la información de Carabineros de Chile, y sus
familias2 y es aquí donde cobra relevancia el trabajo intersectorial.
En esos términos, la presente licitación responde a los Programas de Protección
Especializados para niños, niñas y adolescentes con consumo problemático de alcohol
y/u otras drogas (en adelante PDC), en los cuales se atenderá exclusivamente a
población derivada de los PIE que se ejecutan en el marco del Programa Vida Nueva3.
Cabe señalar que, entenderemos el consumo problemático de drogas según la
definición de la Organización Mundial de la Salud (OMS) “como un estado psíquico y
algunas veces físico resultante de la interacción entre un organismo vivo y un producto
psicoactivo, que se caracteriza por producir modificaciones de la conducta y otras
reacciones que incluyen siempre un deseo incontrolable de consumir droga, continua o
periódicamente, a fin de experimentar nuevamente sus efectos psíquicos y evitar a
veces el malestar de su privación”. Para efectos de la homogeneización de lenguajes
con el ámbito de la salud y desarrollo del proyecto, se utilizará la Clasificación
Multiaxial de los trastornos psiquiátricos en niños y adolescentes (en adelante CIE10),
que concibe el consumo problemático y lo agrupa bajo las categorías de dependencia y
consumo perjudicial.
Los lineamientos metodológicos generales del proyecto se basan en los Programas de
Intervención Integral Especializada (en adelante PIE), que Sename, a través del
Departamento de Protección de Derechos, instala como parte de la oferta especializada
frente a graves vulneraciones de derechos, desde el año 2007. Esta modalidad
constituye una oferta de carácter ambulatorio y mixto, que dirige su atención a la
interrupción de diversas situaciones que han sido conceptualizadas como de alta
1 Optamos por referirnos a conductas transgresoras como un concepto más amplio que el de infracción, en la medida que permite incorporar ilícitos cometidos por menores de 14 años, así como otras prácticas que sin caer en una categoría de infracción en lo legal, si resultan contrarias a normas sociales de convivencia, trasgrediendo o vulnerando los derechos de otros. 2 Para mayor información, se sugiere revisar el libro “Programa Vida Nueva 2010. Sistema de Gestión Territorial para la Intervención con Niños, Niñas y Adolescentes en Situación de Vulnerabilidad Social”, disponible en http://www.sename.cl/wsename/otros/proteccion/LIBRO-Sename-Programa-Vida-Nueva.pdf 3 Para contar con mayores antecedentes, se adjunta “Minuta Ejecutiva del Programa Vida Nueva”.
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complejidad, la restitución de derechos vulnerados y la reparación de daños asociados
a dichas vulneraciones. Del mismo modo, se basa en los lineamientos de los proyectos
PDC del año 2010; el trabajo iniciado el año 2010, entre Minsal, Senda y Sename con
el fin de dar una respuesta intersectorial a la población infanto juvenil con problemas
de consumo problemático de drogas y, recoge la experiencia de implementación y
asesoría técnica a dichos proyectos, desde su puesta en marcha hasta la fecha, en el
marco del Programa Vida Nueva.
El abordaje propuesto para esta modalidad es de tipo multidisciplinario, con una
orientación principalmente clínico, psico y socioeducativa. Para el caso de la modalidad
en el marco del Programa Vida Nueva, cobra particular relevancia el componente de
trabajo en redes y de gestión intersectorial.
En esos términos y, junto con constituir una situación de vulneración que atenta contra
las posibilidades efectivas de integración social de niños, niñas y adolescentes, es
imprescindible abordar el consumo problemático de drogas en tanto ha sido reconocido
como un importante factor de riesgo para el aumento en los niveles de exclusión
social, así como para el inicio y mantención de conductas transgresoras y conflictos
con la justicia.
Ante ello, se ha planteado como un eje de intervención prioritario en la
implementación del Programa, el desarrollo de dispositivos especializados de
intervención orientados a contribuir a la interrupción del consumo de drogas en niños,
niñas y adolescentes, a través de estrategias de intervención con un eje clínico y
psicosocioeducativo complementario a la intervención desarrolladas por cada PIE
territorial.
Se entiende “eje clínico y psicosocioeducativo” en el contexto de intervención de estos
programas, como el enfoque que contempla aquellas acciones que buscan brindar
atención terapéutica ambulatoria en niños, niñas y adolescentes con consumo
problemático de drogas. Para ello, se requerirá que tanto de parte del equipo de PDC
como los profesionales de los equipos especializados, apoyarse en una formación
teórica y práctica diversa, requerida para acompañar la complejidad del proceso
terapéutico en contextos de vulnerabilidad social y trabajo complementario e
integralidad de la intervención entre los distintos dispositivos del programa Vida Nueva
para cada niño, niña y adolescente que ingresa al sistema; por lo tanto, se hará
necesaria la integración de distintas estrategias que desde el enfoque socioeducativo
contribuyan a fortalecer el foco clínico que brindará PDC, pudiendo entregar una
estructura y rutina con sentido para la vida presente y futura de los niños, niñas y
adolescentes; abordando de manera complementaria cada uno de los ámbitos de
intervención: individual, familiar y comunitario. Destacándose que un aspecto clave
para contribuir en el logro de resultados en el proceso de intervención, es el grado de
competencias parentales de las familias y/o adulto significativo en el proceso de
rehabilitación, lo que debe ser considerado como un predictor de logro del trabajo que
se desarrolle en el ámbito educativo.
Evaluación de Salud Mental a Población atendida en Programa Vida Nueva
A comienzos del año 2011, se encargó al Centro de Estudios y Promoción del Buen
Trato de la Universidad Católica, un estudio relativo al diagnóstico en Salud Mental de
niños, niñas y adolescentes atendidos en el marco del Programa Vida Nueva, que en
sus resultados preliminares entrega algunos resultados interesantes de señalar dado
que se orienta a cuantificar y caracterizar el número de niños, niñas y
adolescentes que presenten trastornos psiquiátricos o de salud mental y que
estén siendo atendidos por proyectos de atención psicosocial de las comunas
que participan en el Programa Vida Nueva.
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De esta manera y, considerando una muestra de 349 casos, se ha identificado que los
trastornos de mayor relevancia porcentual conforme al diagnóstico realizado por el
instrumento de evaluación MINI KIDS4 son:
Riesgo de Suicidio 49.9%
Dependencia de Drogas 46.4%
Trastorno de la conducta (Disocial) 28.5%
Trastorno Negativista Desafiante 25.6%
Dependencia de Alcohol 19.3%
Si sumamos los datos de la Dependencia de Drogas y Dependencia al Alcohol,
obtenemos que un 65.7% de los niños, niñas y adolescentes evaluados presentan
trastornos relacionados con la dependencia. Cabe señalar que estos porcentajes no son
excluyentes, de modo que existen casos en que puede haber dos o más trastornos.
Asimismo, el estudio muestra que del 68.2%, de los niños, niñas y adolescentes que
presenta alguna patología mental sólo el 11.1% se atiende en centros especializados
de salud mental.
En cuanto a las co-morbilidades, entendida como la coexistencia temporal de dos o
más trastornos psiquiátricos o de personalidad, uno de los cuales se deriva del
consumo problemático de drogas, se puede señalar lo siguiente:
Las tres principales co-morbilidades de la dependencia de alcohol son:
dependencia de drogas (73.44%), Riesgo de Suicidio (70.31%) y Trastorno de
la Conducta (Disocial) (54.69%).
Las tres principales co-morbilidades de la dependencia y abuso de drogas
son: Riesgo de Suicidio (63.27%), Trastorno de la Conducta (Disocial)
(56.12%), Dependencia de Alcohol (47.96%).
Por otro lado, si nos concentramos en la población de PIE, que fue evaluada,
obtenemos la siguiente información:
Dependencia de drogas, 63.2%
Riesgo de Suicidio, 51.0%
Trastorno de la Conducta (Disocial), 35.6%
Trastorno Negativista Desafiante, 27.1%
Sin Trastorno, 24.7%
Dependencia de Alcohol, 24.3%
Las conclusiones preliminares que destaca el estudio apuntan que: los datos anteriores
demuestran que la alta tasa de riesgo de suicidio en la población evaluada, es un
riesgo que constituye el porcentaje más alto de trastorno evaluado en el MINIKID,
presentándose en la mitad de la muestra (49,9%).
Las co-morbilidades más importantes encontradas en el presente estudio vinculan
fundamentalmente, los trastornos conductuales, la ingesta de sustancias y el riesgo de
suicidio. Independiente de cual sea la particular asociación entre algunos de estos
trastornos, todas ellas significan un aumento en la complejidad y el riesgo5 de la
población evaluada y, resulta aún más alarmante, si se agrega la falta de factores
protectores y de contención desde el contexto familiar y escolar.
En esos términos, no solo se requiere la atención oportuna de los niños, niñas y
adolescentes que presentan riesgo, ideación o conducta suicida, sino que también en
aquellas condiciones que aumentan la vulnerabilidad de realizar conductas que pongan
en riesgo la vida, como es el caso del uso de sustancias.
Lo anterior, confirma la necesidad de establecer una mirada integral y complementaria
entre las dimensiones biopsicosociales que permitan relevar el modo en que estas se
imbrican y realizar intervenciones integrales, interdisciplinarias y en red; asimismo, la
4 El MINI KIDS, es la Mini Entrevista Neuropsiquiátrica, versión para niños y adolescentes, que consiste en una breve entrevista estructurada de diagnóstico, que está organizada de acuerdo a las agrupaciones de DSM-IV y CIE 10 para trastornos psiquiátricos. 5 El riesgo mencionado opera tanto para la realización de conductas autoagresivas o heteroagresivas.
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necesidad de contar con diagnósticos integrales para toda la población a atender y, la
necesidad de una alianza estratégica con los servicios públicos de salud.
De esta manera, se espera que los equipos de este Programa, activen las redes de
derivación adecuada y suficiente para la contención, el diagnóstico preciso y el
tratamiento oportuno.
Dado lo anterior, la ejecución de los proyectos PDC debe ser desarrollada por
organismos colaboradores acreditados de SENAME que tengan experiencia en trabajo
terapéutico con población con consumo problemático de drogas. Estos proyectos deben
ajustarse a cinco elementos centrales:
1. Vía y criterios de Ingreso. Se contempla una coordinación exclusiva -en
términos de vías de ingreso- con los Proyectos PIE implementados en la
comuna como parte del Programa. Como requisito de ingreso al proyecto, y
dada la necesidad de abordar la situación de consumo problemático, se debe
considerar los criterios diagnósticos establecidos en CIE 10. Para facilitar la
coordinación con el proyecto PIE, se debe considerar la elaboración de un
protocolo de derivación de los casos, que dará cuenta de la información
necesaria de compartir con los equipos, para optimizar la intervención.
2. Focalización Barrial. Su focalización territorial se ajustará a los territorios
donde intervienen los Proyectos PIE implementados en la comuna respectiva
(ver Anexo Nº1 “Plazas a licitar y focalización territorial de las Bases
Administrativas).
3. Asesoría Técnica y Control de Gestión. Su incorporación como parte de un
conjunto de proyectos asociados a la implementación de un proceso específico
de asesoría técnica y control de gestión orientado a la validación de un modelo
de gestión a nivel local. Ello implicará la generación periódica de información
cualitativa y cuantitativa sobre procesos y resultados de intervención, como
parte de un componente del Programa Vida Nueva, de acuerdo a los
requerimientos de los equipos de asesoría y evaluación y sistematización
dependiente de Sename.
4. Articulación con otros proyectos y servicios implementados
especialmente en el marco del programa. En la medida que se contempla
como intervención complementaria a los proyectos PIE, y eventualmente los
Proyectos Especializados en Reinserción Educativa (en adelante PDE), de la
comuna respectiva el desarrollo de sus procesos de atención -del mismo modo
que su registro- pasa por una articulación técnica y administrativa permanente
con dichos proyectos, lo que deberá traducirse en el diseño de Planes de
Intervención Individuales Únicos (PIU) y en el desarrollo periódico de
reuniones clínicas y técnicas conjuntas.
5. Articulación con programas ambulatorios de salud mental. Corresponde a
una modalidad de atención dispuesta desde el Ministerio de Salud para la
atención preferente de niños, niñas y adolescentes derivados desde los
proyectos implementados como parte del Programa Vida Nueva, con los cuales
se podrá establecer coordinación en la medida que el equipo del proyecto PDC o
bien, del PIE, estime pertinente su derivación a dichos equipos, procurando la
adecuada coordinación para la implementación de objetivos de planes de
intervención.
II. OBJETIVOS
2.1. OBJETIVO GENERAL
Contribuir a la interrupción del consumo problemático de alcohol y/u otras drogas, en
niños, niñas y adolescentes atendidos por los proyectos PIE implementados como parte
del Proyecto Vida Nueva en la comuna respectiva, a través de su incorporación a
dispositivos especializados de tratamiento.
2.2. OBJETIVOS ESPECÍFICOS
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Brindar atención terapéutica ambulatoria de a los niños, niñas y adolescentes
atendidos en PIE, que presenten consumo problemático de alcohol y/u otras
drogas y sus consecuencias asociadas y a sus familias.
Promover la problematización del uso de alcohol y otras drogas y sus
consecuencias, en niños/as y adolescentes y sus familias, con consumo
problemático.
Contribuir a la interrupción del consumo problemático de alcohol y otras drogas
en niños/as y adolescentes
Promover la participación familiar en procesos de atención terapéutica, psico y
socioeducativa.
Desarrollar acciones de coordinación y colaboración permanente con
dispositivos de intervención especializada (PIE, PDE y equipos de salud), que
forman parte del Programa Vida Nueva y/o de la red de atención especializada
en la temática (unidades de corta estadía, residencias especializadas, entre
otros), en aquellos casos de niños, niñas o adolescentes y/o familias que lo
requieran.
2.3. RESULTADOS ESPERADOS
Objetivo específico Nº1
1.1 Al 100% de la población que ingresa al proyecto se aplica instrumento de
profundización diagnóstica.
1.2 Al menos el 70% de los niños, niñas y adolescentes que ingresa al proyecto,
acepta tratamiento.
Objetivo específico Nº2
2.1 Un 70% de niños/as y adolescentes con consumo problemático que acepta
tratamiento, problematizan el uso de alcohol y otras drogas y sus consecuencias (por
ej.: conflictos con la justicia, entre otros).
Objetivo específico Nº3
3.1 Al menos el 70% de niños, niñas y adolescentes que acepta tratamiento,
disminuye el daño biopsicosocial modificando el tipo de droga que consume.
3.2 El 70% de niños, niñas y adolescentes que acepta tratamiento, disminuye la
frecuencia de consumo.
3.3 El 70% de niños, niñas y adolescentes que acepta tratamiento, disminuye la
cantidad de consumo.
3.4 El 30% de niños, niñas y adolescentes que acepta tratamiento interrumpe el
consumo de alcohol y/u otras drogas.
Objetivo específico Nº4
4.1 Al menos un 70% de las familias o adulto responsable, de aquellos/as niños, niñas
y adolescentes que acepta tratamiento, problematiza, reconoce su participación en
esta dinámica, colabora y se involucra en los procesos de intervención para el
tratamiento y rehabilitación de los niños, niñas y adolescentes atendidos en el
programa.
Objetivo específico Nº5
5.1 Diseño e implementación de planes de intervención conjuntos con programas
complementarios en el 100% de casos que lo requieran.
2.4. INDICADORES
Objetivo específico N° 1
Resultado Esperado N° 1.1.
Indicador: (N° de niños, niñas y adolescentes que se les aplica instrumento de
profundización diagnóstica/Nº de niños, niñas y adolescentes con confirmación
diagnósticas e ingresados al proyecto)
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Resultado Esperado N° 1.2.
Indicador: (Total de niños, niñas y adolescentes que acepta tratamiento/N° de niños,
niñas y adolescentes con confirmación diagnóstica e ingresados al proyecto)
Objetivo específico N° 2
Resultado Esperado N° 2.1.
Indicador: (Total de niños que problematiza su consumo/Total de niños, niñas y
adolescentes que acepta tratamiento)*100
Objetivo específico Nº3
Resultado esperado N° 3.1.
Indicador: (Total de niños, niñas y adolescentes que reducen el daño biopsicosocial
modificando el tipo de drogas que consumen/ Total de niños, niñas y adolescentes que
que acepta tratamiento) *100
Resultado Esperado N° 3.2.
Indicador: (Total de niños, niñas y adolescentes que disminuyen la frecuencia del
consumo/Total de niños, niñas y adolescentes que acepta tratamiento)* 100
Resultado Esperado N° 3.3
Indicador: (Total de niños, niñas y adolescentes disminuye la cantidad de
consumo/Total de niños, niñas y adolescentes que acepta tratamiento) *100
Resultado Esperado N° 3.4
Indicador: (Total de niños, niñas y adolescentes que interrumpe el consumo/Total de
niños, niñas y adolescentes que acepta tratamiento)*100
Objetivo específico Nº4
Resultado Esperado N° 4.1.
Indicador: (Total de familias o adulto responsable que participan y se involucran en los
procesos de intervención/N° total familias o adulto responsable de niños, niñas y
adolescente atendidos en PDC)*100
Objetivo específico Nº5
Resultado Esperado N° 5.1.
Indicador: (Total de niños con PIU/N° total de niños en PDC)*100
III. ORIENTACIONES TÉCNICAS ESPECÍFICAS
3.1. SUJETO DE ATENCIÓN
El proyecto trabajará con niños, niñas y adolescentes menores de 18 años derivados
exclusivamente por los proyectos PIE implementados en el marco del Programa
Vida Nueva en las comunas indicadas en el Anexo Nº6 “Oferta de Proyectos de
Intervención Integral Especializada – PIE” de las Bases Administrativas.
Las características del perfil de los sujetos de atención con los que trabajará el
proyecto son las siguientes:
Niños, niñas y adolescentes menores de 18 años derivados por los proyectos
PIE, implementados en el marco del Programa Vida Nueva, que presenten
consumo problemático de alcohol y/u otras drogas. Para el caso de niños/as
menores de 12 años, todo consumo, lícito o ílicito, –independiente de su
cantidad o frecuencia- será considerado problemático.
Dificultades sociales y/o académicas en la escuela (retraso escolar,
predesertores, absentismo escolar, deserción escolar, bullying).
Presencia de problemas psicosociales a nivel familiar (maltrato, negligencia,
abandono, VIF, abuso sexual, problemas de normas y límites, cesantía, etc.).
Presencia de situaciones de transgresión de normas o faltas.
Presencia de situaciones de comorbilidad psiquiátrica.
Como beneficiarios indirectos se considera a las familias y/o adultos
significativos, ya que también serán intervenidos terapéuticamente desde el
enfoque de abordaje de drogas en esta población.
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3.2. VÍAS DE INGRESO
Se considera como vías de ingreso, las derivaciones realizadas directamente por el
Programa Integral de Protección Especial (PIE) de la comuna, que requiera atención
especializada para el consumo problemático de drogas.
Cabe señalar, respecto de aquellos casos que cumplen 18 años estando en el
programa, podrán ser atendidos conforme a lo que señala el Artículo 2 del Decreto de
Ley 2.465 del año 1979, del Ministerio de Justicia, Ley Orgánica del Servicio Nacional
de Menores, respecto de la continuidad de atención de adolescentes mayores de 18
años que están en procesos de escolaridad, hasta los 24 años.
3.3. COBERTURA Y FOCALIZACIÓN TERRITORIAL
a. Cobertura.
Se proyecta una cobertura de 65 plazas para las comunas de Puente Alto, La
Pintana y Peñalolén; y una cobertura de 50 plazas en las comunas de
Recoleta, La Granja, Pudahuel, Lo Espejo y La Florida, vinculadas a los territorios
focalizados por los proyectos PIE implementados como parte del Programa.
b. Focalización Territorial
Los proyectos contemplan la atención de población menor de edad correspondiente al
sector indicado en el Anexo Nº1 “Focalización Territorial”, donde se instala el proyecto,
y que ha ingresado a alguna Unidad Policial de Carabineros de Chile, en calidad de
vulnerado, inimputable o infractor de ley y por ello, forma parte de las listas emitidas
al respectivo Municipio para su correspondiente atención, en el marco del PSI: 24
Horas.
Teniendo en cuenta que para los PDC, la derivación viene dada por el PIE, esto implica
la necesidad de relevar, dentro del proceso de instalación del proyecto en el territorio,
una estrecha articulación con el PIE y la red local del territorio, partiendo por el
Municipio, favoreciendo procesos de derivación expeditos y atingentes al perfil del
proyecto, del mismo modo que acciones complementarias y colaborativas en aquellos
casos que corresponda, tanto con el Municipio como con otras organizaciones de la
comunidad local.
El lugar del Municipio no sólo resulta clave en tanto en él se instalan los equipos
encargados de los procesos de derivación, sino que resulta un actor fundamental como
gobierno local y responsable del convenio con Carabineros que establece los
compromisos locales que forman parte del Programa de Seguridad Integrada 24 Horas.
Del mismo modo, cuenta con un conjunto de servicios cuya disponibilidad favorece los
procesos de integración social de los niños/as y adolescentes atendidos y sus familias;
a partir del cual se debe potenciar la relación de trabajo conjunto con los
departamentos de salud que se constituyen en instancias claves en los procesos de
tratamiento.
Por otra parte, el organismo oferente debe asegurar que el proyecto esté ubicado en el
sector específico desde donde proviene la población objetivo, lo que facilite procesos
de derivación hacia otros actores locales y favorezca las condiciones de acceso de la
población atendida, la congruencia con las necesidades de los/as usuarios/as y la
intensidad de la intervención.
3.4. MARCO GENERAL PARA EL DESARROLLO DEL PROYECTO.
Se espera, en la formulación de la propuesta, especial consideración a las siguientes
orientaciones como definiciones básicas que guían el quehacer del proyecto:
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3.4.1CONVENCIÓN DE LOS DERECHOS DEL NIÑO: MARCOS NORMATIVOS
SOBRE DERECHO A LA SALUD Y LA PREVENCIÓN DEL CONSUMO DE DROGAS.
Con la ratificación de la Convención de Derechos del Niño (CDN) en 1990, se consagró
el cambio de paradigma para entender la realidad infanto-juvenil y las políticas
públicas que la abordan. A partir de este paradigma se deja de entender al niño y niña
como un ser incompleto y carente, y pasa a ser reconocido como sujeto de derechos,
es decir, titular y portador de derechos fundamentales que le son inherentes por su
condición de ser humano y de niño/a.
En consecuencia, el enfoque de derechos implica entender las necesidades del niño,
niña o adolescente como “derechos” exigibles o ejercibles para el resto de la sociedad,
implicando la obligación no de “proteger a los niños” sino de los “derechos” de los que
son titulares.
En esos términos, se entiende que las medidas que se tomen con relación a los
niños/as y adolescentes deben ceñirse siempre al interés superior del niño, principio
que en la práctica se debe expresar tanto en la actuación del Estado, quien debe
asegurar la vigencia de la mayor cantidad de derechos, teniendo siempre como regla
afectar la menor cantidad de los mismos, como los organismos privados nacionales e
internacionales y, adultos en general, responsables de generar los arreglos
institucionales y condiciones necesarias para que en cada momento los niños y niñas
puedan ejercer sus derechos reconocidos por la Convención.
En esos términos y, como una instancia de promoción de los derechos garantizados
por el Estado, todas las instituciones del Estado deben generar las condiciones
materiales y simbólicas para su efectivo ejercicio. El Programa Vida Nueva, en tanto
modelo de gestión intersectorial – territorial - local, se asienta en los principios y
contenidos de la Convención de los Derechos del niño, niña, y asume el compromiso de
dar efectividad a la misma a través de las medidas que se proponen.
En ese sentido y, para el ámbito de la salud, implica aunar esfuerzos y procurar el
acceso a los servicios sanitarios para la prevención, tratamiento de las enfermedades y
rehabilitación de la salud6, específicamente en lo referente al consumo de drogas, la
Convención establece que “los Estados partes adoptarán todas las medidas apropiadas,
incluidas medidas legislativas, administrativas, sociales y educacionales, para proteger
a los niños/as contra el uso ilícito de los estupefacientes y sustancias psicotrópicas
enumeradas en los tratados internacionales pertinentes y para impedir que se utilice a
niños/as en la producción y el tráfico ilícitos de esas sustancias” (artículo 33). En
consecuencia, esto incluye tomar todas las iniciativas que permitan asegurar no sólo la
promoción de salud, de estilos de vida saludable, sino también de proveerles de los
servicios especializados cuando se vean envueltos en situaciones que dañan su salud.
3.4.2 ENFOQUES PARA LA INTERVENCIÓN.
a) Integralidad
El criterio de integralidad no implica asumir directamente la responsabilidad por la
totalidad de los factores asociados al problema, sino más bien focalizarse en aquellos
ámbitos y prioridades definidas, y generar las coordinaciones necesarias con otros
actores para favorecer las respuestas que desde dichos ámbitos se requiere, de esta
manera, exige contar con diferentes actores públicos y privados que constituyan los
agentes y dispositivos que se necesitan en cada etapa, única manera de tener una
amplia gama de actividades motivadoras, así como disponer de los recursos de salud
generales y especializados, y los educacionales y de capacitación adecuada y
pertinente para esta población
El fin es lograr la complementariedad de las intervenciones, en coordinación con los
equipos especializados en la intervención psicosocial, salud, educación, u otros que
conforman el sistema de protección social, puedan confluir en la intervención con el
sujeto y su familia.
6 Ibid, art. 24
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11 Departamento de Protección de Derechos
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A partir de la sistematización y asesoría del Programa Vida Nueva, se ha observado
que el trabajo de implementación de los proyectos especializados –PIE, PDE, PDC y
equipos ambulatorios de salud mental- responde a este principio de integralidad y
complementariedad y, para tales efectos debe considerar al menos los siguientes
requisitos:
- Diferenciación: la posibilidad de generar un abordaje integral articulado con
otros requiere de claras definiciones de los objetivos y metodologías de cada
proyecto vinculado a la intervención del usuario/a y su familia. Estas
definiciones deben establecer con claridad los alcances y limitaciones de la
intervención de cada proyecto, lo que reduce los riesgos de duplicidad de
funciones y objetivos, y la consiguiente confusión de los usuarios. El desafío de
la diferenciación se ha observado como uno de los más recurrentes, en la
medida que implica la operacionalización de las prácticas del proyecto, y la clara
explicitación de ámbitos que quedan fuera de su experticia.
- Coordinación permanente: un requerimiento para la adecuada gestión de la
intervención del proyecto es la coordinación constante con los proyectos
complementarios. Ello no sólo contribuye a optimizar los recursos para la
intervención, sino que especialmente apunta a la operacionalización de las
prácticas y procedimientos en torno a los casos, de un modo tal que permita un
ejercicio de la intervención como si fueran un solo proyecto. Este tal vez resulte
uno de los mayores desafíos, no sólo por una alta inversión de tiempo, sino
principalmente en tanto implica gestionar el proyecto como una iniciativa que
se expone en una relación con otros.
- Orientación al sujeto de atención: la demanda de coordinación para la
intervención complementaria requiere establecer con claridad los objetivos,
actividades e indicadores de dicha articulación, en tanto es el niño/a o
adolescente y su familia quienes en definitiva se verán afectados por las
dificultades que se presenten en la relación entre equipos.
- Generación de procedimientos y protocolos: resulta fundamental para una
coordinación efectiva que cada una de las partes tenga un conocimiento
anterior de lo esperable de la articulación con sus proyectos complementarios.
Una buena estrategia es la generación de protocolos de acción u otros
procedimientos estructurados que predefinan cursos de acción entre equipos
tanto frente a situaciones o procesos cotidianos (derivación, diagnóstico, diseño
e implementación de planes de intervención, evaluación de egreso,
seguimiento), como frente a situaciones excepcionales pero esperables
(recaídas en el proceso, eventos inesperados, situaciones de crisis, etc.).
- Confianza: la generación de climas de confianza resulta clave en términos de la
consecuencia de un trabajo bien articulado, en ese sentido es altamente
esperable el desarrollo de acciones orientadas a dicho fin. Para tales efectos, se
estima una disposición genuina al trabajo con otros en la medida que un buen
trabajo redundará en una mejor intervención con los niños/as y adolescentes.
Por otra parte, más allá de la articulación directa con los otros proyectos
especializados: PIE, programas ambulatorios en salud mental, unidades de
corta estadías para adolescentes y, PDE, se espera la coordinación con red de
tratamiento en drogas, red asistencial de APS para salud integral y la
participación permanente de representantes del proyecto en las Mesas
Comunales de Gestión de Casos, instancias de coordinación quincenal o
mensual entre representantes de la totalidad de los proyectos involucrados
directamente en la implementación del Programa Vida Nueva a nivel local.
Lo anterior puede traducirse en la planificación y desarrollo de procesos de
intervención en base a una priorización de las dimensiones identificadas, y la
subsecuente secuencialización de la intervención en torno a dichas prioridades y sus
posibilidades de abordaje, estableciendo además procedimientos de monitoreo
periódicos de los avances en cada ámbito de intervención definido. Ello permite
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ordenar la intervención, a través de la formulación de hipótesis de trabajo
aglutinadoras que favorezcan la focalización de respuestas.
Este ordenamiento de la intervención puede aparecer, de este modo, como el diseño
de procesos de intervención “a la medida de los/as usuarios”, en base a un criterio de
integralidad.
Coherentemente este abordaje considera la planificación de los diversos
requerimientos de atención que el niño, niña o adolescente y su familia necesiten a su
vez desde otros sectores u organismos públicos que operan en el territorio y fuera de
éste.
b) Intersectorialidad
Se estima dentro de las acciones del proyecto, la promoción y participación activa de
aquellos sectores y actores de la comunidad que – de una u otra manera- pueden
contribuir a la restitución de derechos de los niños, niñas y adolescentes con consumo
problemático de drogas. Teniendo presente que las acciones del proyecto muchas
veces no son suficientes por sí solas para el logro exitoso de dichos objetivos, deben
necesariamente ser complementadas con los otros dispositivos del sistema de
protección local, tales como los Municipios, los Servicios de Salud, de Educación, así
como organizaciones sociales y comunitarias, y la red familiar disponible del niño, niña
o adolescente.
Por tanto, el proyecto en conjunto con los otros programas especializados debe ser
capaz de facilitar la convocatoria de las organizaciones formales, informales y personas
de la comunidad para contribuir desde sus competencias a los apoyos, materiales,
afectivos y sociales necesarios.
De esta manera resulta indispensable, para abordar la vulneración de derechos
producida por el consumo problemático de drogas, la coordinación con todos los
sectores que sean necesarios- para la gestión de alternativas que posibiliten la
creación de una red protectora social efectiva para el niño, niña o adolescente y su
familia.
Para un óptimo funcionamiento de los proyectos se estima, que en coordinación con el
Sename regional y nacional y, en conjunto con los distintos sectores a nivel local, se
construya una red operativa que funcione por medio de un intercambio de recursos
destinados a apoyar y superar situaciones críticas.
Lo anterior, permitirá concretar respuestas efectivas en espacios donde la oferta
pública resulta insuficiente o porque dicha oferta no contempla la articulación de otros
ámbitos relacionados con el problema a abordar.
Desde esta perspectiva una red de colaboración que contiene diversas experticias
puede también constituirse en aporte y soporte de definiciones programáticas que
requieren del concurso compartido.
El equipo del proyecto tiene la función de realizar la gestión particular de estos
recursos, y apoyar a las familias o adultos protectores para el logro de su autonomía y
autogestión en este ámbito, pensando en que se den las mejores condiciones de
egreso del proyecto.
c) Desarrollo Evolutivo y Tipos de Consumo
Las personas nos vamos construyendo a través de la vida producto de la continua
interacción de distintos componentes, sean éstos biológicos, ambientales y culturales,
por ejemplo. A lo largo de este proceso vamos adquiriendo una identidad biológica,
psicológica y social, que intenta equilibrar las propias necesidades con las del contexto
en que cada persona se desenvuelve. Los niños, niñas y adolescentes se encuentran
en proceso de desarrollo y sus necesidades, habilidades y recursos van cambiando de
acuerdo a las distintas etapas del ciclo vital.
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En este sentido la perspectiva evolutiva es un enfoque esencial que orienta el
diagnóstico y también la intervención; permite conocer no sólo lo que es esperable en
relación a cada etapa sino que reconocer que es lo que se considera una desviación en
el desarrollo. Del mismo modo, nos permite tener presentes los factores que pueden
afectarlo tanto a nivel individual, familiar, ambiente más cercano, como los contextos
más amplios.
Conocer y profundizar en la perspectiva evolutiva además orienta e incluye en la
intervención las características propias del desarrollo con la finalidad de implementar
metodologías de intervención que acompañen respetuosamente las singulares
necesidades y desafíos que los niños, niñas y adolescentes enfrentan en cada etapa. La
sensibilidad respecto de los desafíos, inquietudes y anhelos de las distintas etapas del
ciclo evolutivo de alguna manera ayuda a moderar las expectativas y exigencias por
parte del mundo adulto hacia ellos/as.
En esos términos y entendiendo que cualquier tipo de consumo en niños menores de
10 años, siempre conlleva un importante riesgo asociado, que muchas veces no es
posible determinar previamente, se sugiere no sólo centrarse en las sustancias
consumidas, sino en el sentido que ellos le otorgan a las mismas y el contexto en el
cuál se desarrolla el consumo de sustancias; de esta manera es importante integrar
las etapas del desarrollo y funciones evolutivas con las etapas del desarrollo del
comportamiento del consumidor en niños, niñas y adolescentes, a fin de tenerlo
presente en la elaboración del plan de intervención (CONACE, 2004).
Para tales efectos, se deben considerar ciertas indicaciones respectos a las etapas de
desarrollo infantil y tipos de consumo (CONACE, 2004):
1. Consumo Imitativo (5 a 7 años). Este consumo se asocia al experimental, en
la medida que se prueba la droga con el sentido de la imitación de una
conducta observada en un adulto o en los propios pares. En general el acceso a
la droga, es a través de pares mayores.
2. Consumo “sin sentido”. Este consumo se da generalmente entre los 8 y 10
años. Es un consumo concreto en tanto se relaciona con los efectos físicos que
la sustancia le proporciona y que suplen graves necesidades concretas, tanto
materiales como afectivas. No hay elaboración respecto del por qué se consume
y de las causas y efectos de dicho acto. El sujeto, carece de la posibilidad de
abstraer consecuencias presentes y futuras del consumo, debido a la etapa del
desarrollo del pensamiento en que se encuentra.
El niño que vive en estas condiciones, por lo general, siente la desprotección,
no puede identificarse con una figura significativa, tiene dificultades en la
adaptación social en términos de incorporar nuevas leyes y aparecen en él,
conductas agresivas que pueden presentar dos caminos: una constante
autoagresión o una agresión volcada hacia afuera permanentemente, que lo
distanciará y le impedirá el acceso y el mantenimiento en los sistemas sociales.
3. Consumo “con sentido” (preadolescencia, adolescencia temprana). La droga
acá presenta “un sentido” tanto en el ámbito individual, como grupal. En
ambos, el consumo viene a intentar llenar el lugar de la falta, en términos de la
protección, de lo vincular, etc. El sentido se relaciona, por una parte, con
carencias concretas, pero, a la vez, con déficits del orden de lo simbólico. A
través del consumo se pasa a ser parte de un grupo, se adquieren roles y se
reproduce lo aprendido. El consumo aparece como una autoagresión y a la vez
como una forma de desafiar permanentemente la ley, a eso de lo que no son
parte o no han adquirido (CONACE, 2004)
Hacia la adolescencia es posible observar niveles de consumo que si bien pueden no
ser problemáticos, como consumo experimental u ocasional, requieren acciones
preventivas a fin de evitar el tránsito hacia el abuso o la dependencia.
El siguiente cuadro establece los niveles de consumo, la relación con la sustancia y las
acciones a implementar respecto a cada nivel.
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Tabla 1. Tipos de consumo y relación con la sustancia.
NIVEL DE CONSUMO RELACION CON LA SUSTANCIA ACTUACIÓN
No consumo Nunca ha consumido una droga en particular.
Reforzamiento Educación y Promoción
Consumo No Problemático
Consumo Experimental Ha probado una sustancia una o algunas veces. El motivo principal es la curiosidad por los efectos de la droga.
Educación y Prevención
Consumo Ocasional Consumo Infrecuente e irregular, generalmente en ocasiones especiales (vacaciones, cumpleaños, etc o cuando se presenta la oportunidad).
Educación y Prevención
Consumo Habitual Consumo regular sin
disfuncionalizarse. Generalmente tienen sensación de controlar el consumo (“Yo cuando quiero la deja”)
Educación y
Prevención
Supervisión
Evaluación
Consumo Problemático
Consumo Perjudicial Consumo regular con disfuncionalización parcial o global por el consumo.
Supervisión
Evaluación
Tratamiento y Rehabilitación
Dependencia El consumo es regular y generalmente frecuente, hay disfuncionalización parcial o global por el consumo, presencia de tolerancia y síndrome de abstinencia.
Evaluación Tratamiento y Rehabilitación
Para efectos de la presente licitación se espera que los equipos PDC desarrollen
estrategias de intervención dirigidas a niños, niñas y adolescentes que se encuentren
con consumo problemático de alcohol y/u otras drogas, el que se entenderá según
definición de CIE-10 como aquel que directa o indirectamente produce consecuencias
negativas para el adolescente o para terceros, en las áreas de: salud, familia; grupo de
pares, escuela, seguridad personal y funcionamiento social. Este consumo
problemático se manifiesta en dos patrones: Consumo perjudicial o dependencia.
Se comprende el consumo perjudicial como un patrón de consumo de cualquier
sustancia psicoactiva que causa daño a la salud. Puede ser físico (ej. hepatitis) o
mental (ej. trastornos depresivos secundarios), incluido el deterioro del juicio o
alteraciones del comportamiento. Debe haber pruebas claras de que el consumo de
una sustancia ha causado o contribuido al daño y que este consumo ha persistido por
lo menos un mes o se ha presentado en reiteradas veces en un período de un año.
El consumo perjudicial no debe diagnosticarse si están presentes un síndrome de
dependencia, un trastorno psicótico u otras formas especificas de trastornos
relacionados con alcohol u otras sustancias psicotrópicas.
Se habla de dependencia al conjunto de manifestaciones físicas, conductuales y
cognoscitivas, que demuestran que el consumo de una o más sustancias adquiere,
para la persona afectada, una prioridad desproporcionada con relación a otras
conductas que antes tenían mayor valor.
Es importante destacar que la dependencia de sustancias en la adolescencia se da en
general, sin transitar necesariamente por consumo perjudicial. Además, se presenta de
manera distinta que en la población adulta ya que en la adolescencia la tolerancia
tendría una baja especificidad para el diagnóstico de dependencia, los problemas de
salud física secundarios al uso de alcohol no son frecuentes, el síndrome de abstinencia
de alcohol se manifiesta distinto. Por otro lado, suele no haber abandono de las
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actividades sociales (lo que sí se daría en adultos dependientes). (Fulkerson et al.,
1999; Harrison et. al, 1998, en CONACE, 2010)
d) Intervención con Familias
Resulta fundamental para la intervención con niños/as y adolescentes incorporar a la
familia en este proceso dada la importancia que tienen en su desarrollo. La familia es
un sistema inmerso en un sistema social, tanto sus orígenes como sus pautas de
relación se encuentran interrelacionados con los cambios de la sociedad a la cual
pertenece. Estos factores contextuales deberán ser atendidos a la hora de entrar en
relación con cada familia en particular, explicitándolos en los diagnósticos y también
durante el proceso interventivo.
La complejidad de los fenómenos abordados, además de su multicausalidad y
diversidad de dominios de existencia, que conviven al mismo tiempo, demandan un
actuar interdisciplinario. De este modo, se espera que se tengan a la vista en todo el
proceso elementos del ámbito biopsicosocial, cultural y sistema de creencias
dominantes. La familia vista como un sistema abierto está compuesta por subsistemas
(parental, conyugal, fraterno) que- a su vez-contienen otros subsistemas individuales
en interacción no sólo entre sí, sino que también con otros sistemas sociales.
Al comprender a la familia como un sistema integral y dinámico será posible visibilizar
a sus miembros en permanente y mutua influencia. De esta manera, los síntomas que
presentan algunos de sus miembros se consideran "conductas" que forman parte de la
trama compleja de su dinámica interaccional siendo imposible comprenderlos
disociados de la relación entre el individuo y el contexto en el cual están inmersos, y
representarían la asignación de un rol específico a cumplir por el individuo que los
presenta. Pueden considerarse entonces conductas "funcionales" para dicha dinámica
familiar ayudando a la mantención del equilibrio del sistema, siendo éste
homeostáticamente rígido, tendiendo hacia la conservación invariable de las mismas
dinámicas a través del tiempo, e inflexible –y por lo tanto desadaptativo– frente a las
necesidades permanentes de cambio a las que se ve sometido este grupo humano en
proceso de constante desarrollo (Rees y Valenzuela, 2003)
En esos términos, las familias que no tienen habilidades para enfrentar efectivamente
sus tareas, tienen probabilidades de desarrollar clínicamente problemas significativos o
de mala adaptación crónica en sus miembros. (Centro de Información y Educación para
la Prevención del Abuso de Drogas, 2001).
El consumo de alcohol y/o drogas se inicia mayoritariamente durante la adolescencia,
período crucial para el desarrollo individual y familiar, en el que las crisis normativas
alcanzan grandes intensidades, aparentemente debido a que en él se concretan los
procesos de individuación de los hijos de la familia y su separación de la misma.
Cuando las características necesarias para el cumplimiento de las tareas de esta etapa
no están presentes o plenamente desarrolladas, el proceso no se cumplirá
satisfactoriamente para todas las partes involucradas y aparecerá una conducta
sintomática en uno o más de los miembros de la familia, reflejando esta conducta la
disfuncionalidad del sistema familiar. El adolescente que inicia un consumo de drogas
que deriva en un abuso y/o adicción a ellas habría desarrollado un proceso de
incompleta "individuación-relacional", es decir, una insuficiente diferenciación
individual y una inadecuada capacidad de mantener dicha diferenciación al interactuar
en los grupos en los cuales participa, lo que constituiría un factor de enorme riesgo de
adherirse a conductas "patológicas" que ellos presenten. Por otra parte, esto mismo se
constituye en una muestra de la escasa autonomía que respecto del sistema familiar
ha logrado el adolescente y, recíprocamente, los padres respecto de él. El consumo de
drogas, y sus problemas asociados, favorece y aun estimula la mantención de la
escasa autonomía, ya que la familia desalienta la emancipación del adolescente,
culpabilizando al consumo de la droga como causa de este fracaso, distrayéndose así la
mirada respecto de la disfuncionalidad en la que la totalidad de la familia está inmersa
(Rees y col., 2003)
Si analizamos desde la perspectiva familiar transgeneracional, muchos jóvenes que
abusan de las drogas son víctimas y ejecutores de encargos y conflictos familiares, que
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los sobreexigen de manera grave, y a los que tratan de corresponder de manera
heroica, así como también es posible observar que está determinado por este legado,
una autodestructividad crónica, la cual se ha ido formando a lo largo de varias
generaciones y que ahora aparece de manera radical. (Centro de Información y
Educación para la Prevención del Abuso de Drogas, 2001).
Teniendo como premisa, por una parte, que la familia es la encargada de satisfacer las
necesidades biológicas y afectivas de las personas, que influye en el desarrollo integral
de sus miembros y también prepara la inserción de éstos en la cultura, socializando,
modelando, promoviendo premisas, valores y modos de actuar que se van
consolidando con el tiempo y por otra el principio de equifinalidad, la interacción
significativa entre subsistemas invita a pensar que un cambio en la forma de
relacionarse podría comenzar por cualquier integrante, incidiendo en la atmósfera
colectiva en donde ésta se desenvuelve, promoviendo cambios en los demás
integrantes.
En consecuencia, la habilidad de los equipos interventores para participar en la
generación de cambios favorables y beneficiosos para la familia es esencial.
Diagnósticos que consideren aspectos de la historia particular, su idiosincrasia,
seguramente incrementará las probabilidades de promover cambios en los patrones
interaccionales actuales que aparecen perjudiciales y obstaculizadores de un desarrollo
integral de sus miembros. El foco puesto en factores familiares de tipo estructural,
relacionales y vinculados con el ciclo evolutivo colectivo muchas veces abre
oportunidades de cambio en los diferentes subsistemas, incluyendo al sistema que
interviene.
e) Género7
Un error muy habitual a la hora de hacer frente a los riesgos y problemas que suponen
los consumos de drogas es el de considerar a la población como un conjunto
homogéneo, en el que domina la perspectiva masculina, ofreciendo las mismas
respuestas a hombres y mujeres.
Incorporar la perspectiva de género a la hora de hacer frente a los retos y problemas
que plantean las drogas permite comprender las relaciones específicas que hombres y
mujeres mantienen con las drogas, sus semejanzas y diferencias. Nos ayuda a
entender porqué hombres y mujeres tienen algunas motivaciones comunes y otras
diferentes para consumir drogas y las consecuencias que para hombres y mujeres se
derivan de esta conducta.
Abordar el consumo problemático de drogas desde una perspectiva de género supone:
Tener presentes las diferencias y peculiaridades de género, es decir, los factores de
tipo físico, psicológicos y sociales que condicionan las motivaciones para consumir
drogas, los distintos patrones de uso y los diferentes efectos y consecuencias, así como
también los distintos significados de los consumos de drogas para hombres y mujeres.
En esta misma línea cabe señalar que, las investigaciones realizadas para conocer el
origen de los episodios de violencia de género atribuyen un papel destacado al
consumo de alcohol u otras drogas por parte de los agresores.
En esos términos, se espera que la metodología incluya la perspectiva de género tanto
como un enfoque transversal a la intervención, como a la gestión del proyecto.
Constituye de este modo una dimensión relevante en procesos de toma de decisión,
dado que incluye los propios sentidos y significaciones de los equipos de intervención y
sus implicancias en procesos de intervención individual y familiar, organización de
equipos de trabajo, coordinaciones intersectoriales, etc.
Es importante destacar que el enfoque de género no es hacer referencia a sólo a lo
femenino, sino a las relaciones establecidas entre hombres y mujeres a partir de
definiciones, sentidos y significados que se le otorga ser hombre o mujer.
7 http://www.pnsd.msc.es/Categoria2/publica/pdf/GyD_GuiaInformativa.pdf
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Considerando que este tipo de modalidad de atención se orienta a población mixta8, se
debe consignar en la propuesta la información desagregada por sexo, tanto en el
diagnóstico del proyecto como en la experiencia anterior de trabajo -si ésta es
pertinente a la actual presentación-, con un breve análisis que considere las similitudes
y diferencias en los patrones de consumo, sus sentidos, significados, motivaciones e
implicancias, y los tiempos de permanencia. Al mismo tiempo, deben incluir en el
proceso de intervención las distinciones de género necesarias, de modo que las
intervenciones sean adecuadas a cada niño, niña o adolescente hombre o mujer (ello
implica, por ejemplo, reconocer las implicancias del desarrollo de procesos de
intervención por integrantes masculinos o femeninos del equipo de atención, de
acuerdo a perfiles de atención; o el desarrollo de la identidad sexual y de género
durante la infancia y adolescencia).
El diseño de programas con perspectiva de género tiene como propósito la integración
de las necesidades y experiencias de niños, niñas y adolescentes de manera de
propiciar entre ellas y ellos condiciones igualitarias.
Para ello, es necesario incentivar procesos de formación, discusión y reflexión en
torno al enfoque de género en el equipo de trabajo, que involucre tanto a profesionales
y técnicos/as.
Esto permitirá revisar los mitos, estereotipos y sesgos de género presentes en sus
prácticas y discursos, para de esta forma tener mayor claridad respecto del tema en la
intervención con niños, niñas y adolescente, así como en la búsqueda de estrategias de
trabajo que incluyan la perspectiva de género.
Es importante también que el equipo pueda agudizar la mirada en torno a conductas
y/o discursos de niños y niñas, especialmente al referirse al otro sexo, entre otras que
resulten pertinentes.
De igual manera, deben considerar la incorporación de este enfoque en los procesos de
monitoreo y evaluación final del período de ejecución del proyecto, que permita dar
cuenta de la relación entre el tipo de situaciones que motivan el ingreso al programa,
la gravedad del daño y el sexo de las personas afectadas, así como evidenciar los
diversos cambios experimentados.
Por tanto es preciso, contar en el equipo de trabajo, con profesionales que tengan
formación en enfoque de género, ya sea por su propia experiencia, o por estudios
acreditados. Además, se debe considerar la realización de iniciativas de formación y/o
actualización en la perspectiva de género dentro de la gestión del proyecto.
f) Autocuidado de Equipos
Trabajar en un contexto como la atención a niños, niñas y adolescentes que viven
situaciones de vida de alta complejidad, donde la violencia social e intrafamiliar son
parte de sus experiencias de vida, implica para los equipos interdisciplinarios que
intervienen con estas familias una alta carga emocional. Esta se puede ver reflejada
tanto a nivel individual como del trabajo y convivencia del equipo, impactando la
intervención con el sujeto de atención.
De esta forma la violencia social de la cual son testigos debe considerarse a la hora de
intervenir, con el propósito de asegurar la atención y protección de los niños, niñas y
adolescentes. Por ello, resulta imprescindible que se desarrollen diversas estrategias
que permitan hacerse cargo de que para cuidar a otros es necesario reconocer el
impacto que la violencia genera en los equipos y en los profesionales que trabajan.
La permanente exposición a situaciones de alta vulnerabilidad y marginalidad que
involucran también a niños, niñas y adolescentes hace probable un nivel importante de
desgaste profesional. Las consecuencias pueden apreciarse por ejemplo en la alta
rotación de integrantes de un equipo, convivencia que pierde el componente
8 Si bien se ha observado el ingreso mayoritario de población masculina.
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contenedor, empobrecimiento en las discusiones técnicas y baja calidad en el servicio
ofrecido.
Por lo anterior resulta prioritario que los equipos desarrollen estrategias de
autocuidado. Se estima necesario que los equipos construyan en conjunto acciones de
afrontamiento que eventualmente podrían aplicarse de manera individual o bien como
equipo de trabajo. Esta relevancia en el cuidado de cada miembro del equipo, posterior
debate y consenso respecto a medidas para aplicar, tiene como propósito principal
prevenir los déficit y promover el fortalecimiento del bienestar en los niveles físicos,
emocionales y relacionales.
Preocuparse por el cuidado del equipo implica también hacerse responsable del propio
mirar como interventor social, el cual siempre participa activamente de lo que ve,
poniendo en juego sus estados emocionales, premisas y valores en la relación con
otro. Un equipo que disminuya su capacidad de dialogar, de intercambiar puntos de
vista, perdiendo fuerzas para integrarlos hacia una intervención pertinente y oportuna,
corre el riesgo de que su servicio no sea de una calidad óptima. Por su parte, un
equipo que levante estrategias de cuidado, incrementará su campo relacional,
haciendo posible una dinamización de la conversación, ampliando su mirada y estando
disponible para la escucha y la co-construcción junto con el sujeto de atención.
Algunas consideraciones en el abordaje y desarrollo de estrategias para el autocuidado
de equipo (CONACE, 2005):
Funcionamiento del equipo
Dinámicas relacionales al interior del equipo
Dinámicas relacionales con redes externas
Protocolos de acción frente a situaciones de emergencias o crisis
Espacios estructurados de cuidado del equipo y personales de autocuidado
(estructuración de horarios, recursos y acciones de manera cotidiana, así como
el diseño y desarrollo de jornadas)
Espacios de asesoría y capacitaciones
3.5. MARCO METODOLÓGICO
El programa de intervención en consumo problemático de alcohol y/u otras drogas es
parte de un conjunto de dispositivos implementados para la atención de niños/as y
adolescentes en situaciones de alta complejidad, provenientes, prioritariamente, del
PSI: 24 Horas en la comuna. Estos dispositivos son:
- Programas de Intervención Integral Especializada (PIE): estos proyectos
son implementados a nivel barrial, en aquellos focos al interior de la comuna en
los que se concentra la proveniencia del mayor número de ingresos de niños/as
y adolescentes a las Unidades Policiales, tanto por vulneración de derechos
como por infracción de norma. Esta modalidad apunta al abordaje de
situaciones de vulneración de derechos asociadas a prácticas transgresoras, con
una finalidad de prevención de las violencias y el delito. Las características
centrales de esta modalidad están en una intervención psicosocial, de tipo
socioeducativa, con un fuerte componente territorial, sostenida en un sistema
de tutores.
- Programas de Reinserción Educativa (PDE): constituyen proyectos
complementarios a la intervención del PIE, orientados a la reinserción en el
sistema escolar, o bien en otras alternativas educativas de acuerdo al nivel de
rezago escolar presentado por cada niño/a o adolescente.
- Financiamiento de hospitalización psiquiátrica de corta estadía: La
derivación de adolescentes que requieran atención, tendrán que considerar los
siguientes criterios de derivación, a partir de disposiciones del Ministerio de
Salud (2008):
Población sobre los 15 años de edad (criterio de la Clínica Renacer)
Trastorno mental severo en etapa aguda. Es decir, principalmente
trastornos psicóticos u otros de duración prolongada y que generan
grados importantes de discapacidad y disfunción familiar, escolar, social
y/o laboral.
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Conductas con riesgo vital para sí mismos o para terceros. (Riesgo
suicida principalmente)
Escasa o nula contención por parte de familiares
Intoxicación aguda por consumo de alcohol y drogas.
Todo lo cual, impediría un abordaje ambulatorio en hospital de día o equipo de
psiquiatría comunitario y requieren cuidados y atención permanente.
- Articulación con programas ambulatorios de salud mental. Corresponde a
una modalidad de atención dispuesta desde el Ministerio de Salud para la
atención preferente de niños, niñas y adolescentes derivados desde los
proyectos implementados como parte del Programa Vida Nueva.
La presencia de estos dispositivos constituye una oportunidad para el desarrollo de
procesos de intervención focalizados en el consumo problemático de drogas. En otras
palabras, permite definir con claridad su foco de intervención, así como aquellos
ámbitos de atención complementarios con los demás dispositivos generados:
intervención psicosocial y de apoyo territorial en la prevención de violencias desde el
PIE; intervención pedagógica desde el programa de reinserción educativa; intervención
hospitalaria desde el dispositivo de corta estadía; intervención en psicopatologías
desde equipos de salud mental.
Por su parte, como se señalara anteriormente, se presenta una vía de ingreso
exclusiva, que corresponde a los Programas de Intervención Integral Especializada
implementados a nivel comunal como parte del Programa Vida Nueva.
3.5.1. FASES DE LA INTERVENCIÓN
Etapa 0 Detección y sospecha diagnóstica
La importancia de la detección precoz y sospecha diagnóstica de consumo
problemático de drogas en los niños, niñas y adolescentes usuarios del Programa Vida
Nueva, radica en el hecho que posibilita la derivación oportuna y desarrollo de acciones
articuladas y complementarias entre los equipos. Cabe señalar que esta etapa es
realizada por los equipos psicosociales (PIE).
Las tareas de esta etapa apuntan a la identificación y/o detección de signos, señales,
claves o situaciones que hacen presumir un consumo problemático de alcohol y/u otras
drogas. Se debe priorizar los riesgos asociados al consumo problemático en al menos
tres niveles de intervención: con el niño/a o adolescente, con la familia y con la
comunidad. Para tales efectos, se utilizará el instrumento “Sospecha Diagnóstica”
(ver Anexo N°10 “Instrumentos Senda para el tratamiento del consumo problemático
de alcohol y drogas” de las Bases Administrativas), luego se realiza la derivación
asistida correspondiente al PDC.
A continuación se exponen las fases de intervención sugeridas con el niño/a o
adolescente; no obstante, se espera que PDC elabore propuestas de trabajo
complementario con los equipos especializados, en el ámbito familiar y comunitario a
fin de fortalecer la intervención individual que el proyecto desarrolla.
Etapa I Preingreso
Profundización Diagnóstica
Para iniciar un proceso de profundización diagnóstica, primero, será necesario que el
equipo PDC inicie acercamiento en conjunto con el PIE y a partir de la construcción del
vínculo que haya desarrollado dicho equipo. De esta manera se espera el desarrollo de
acciones tendientes a generar la motivación al cambio. Se debe solicitar a PIE
información inicial, relativa a aspectos asociados al consumo, a salud integral y
mental; es dable que, de existir interrogantes ante la derivación, ambos equipos se
reúnan a fin de discutir el ingreso del niño, niña y/o adolescente al programa.
A partir de la derivación asistida desde el equipo PIE al PDC, se espera la definición y
desarrollo de estrategias de sensibilización, problematización y motivación para el
tratamiento
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De esta manera la profundización diagnóstica se comprenderá como un proceso de
evaluación de variables clínicas y psicosociales del consumo problemático. Para tales
efectos se considera lo siguiente: Aplicación pauta de ”Compromiso Biopsicosocial” de
Senda, (Anexo Nº10 “Instrumentos Senda para el tratamiento del consumo
problemático de alcohol y drogas” de las Bases Administrativas ).
Aplicación pauta de “Dimensión ligada al consumo” (Anexo N° 10 “Instrumentos Senda
para el tratamiento del consumo problemático de alcohol y drogas” de las Bases
Administrativas ). Recordemos que para el caso de niños y niñas menores de 12 años,
todo consumo, independiente de su cantidad o frecuencia, será considerado
problemático
Esta profundización diagnóstica permitirá determinar si el niño/a o adolescente cumple
con los criterios diagnósticos para su ingreso al Programa.
Preparación para el tratamiento: Sensibilización y motivación al tratamiento.
En esta población, el consumo puede ser una situación más de la diversidad de
situaciones de vulneración de derechos que viven y, a su vez, visto como una
herramienta más de sobrevivencia. Por ello, el proceso previo para ingresar a
tratamiento debe contemplar la toma de conciencia respecto a cómo el consumo afecta
en lo concreto y cotidiano los intereses e inquietudes del niño, niña y adolescente
vulnerado. El consumo de sustancias psicoactivas será visualizado como un problema
en la medida que el/la sujeto tenga otras oportunidades y viva experiencia nuevas
como enganche para abordar el consumo, las que finalmente lleven a evaluar el
consumo de drogas como una situación que dificulta las metas y logros en el proceso
de cambio e inserción.
Por tanto, un aspecto clave para el desarrollo de los procesos de intervención, será
contar con niveles de compromiso básicos por parte del niño/a o adolescente y sus
referentes significativos (familia u otros). Para ello será necesario poder co-construir
con el niño/a o adolescente la definición del problema de atención, lo que implica la
identificación conjunta de aspectos en los que el consumo de drogas se ha vuelto un
problema. Este punto, la problematización del consumo de drogas desde el/la
usuario/a, resulta clave como punto de partida para el diseño de los procesos de
intervención, y con toda probabilidad será un aspecto del proceso de atención sobre el
que deberá volverse una y otra vez. Es importante considerar que realizar una buena
entrevista para motivar al niño/a o adolescente es de gran relevancia.
Aún cuando la motivación es considerada una etapa en la intervención, será también
un eje transversal que deberá ser trabajado a lo largo de toda la intervención clínica de
drogas, puesto que dadas las características de la adolescencia, la motivación es un
proceso fluctuante que requiere ser trabajado con estrategias adecuadas a esta etapa,
principalmente considerando la importancia del grupo de pares en su funcionamiento
sociorrelacional y las características cognitivas y afectivas propias de esta etapa.
ETAPA II:
Diagnóstico Integral del Consumo Problemático de Drogas
La evaluación iniciada se profundiza a través del diagnóstico integral en
complementariedad con la evaluación diagnóstica realizada por el equipo PIE. El equipo
de tratamiento de drogas debe tener siempre en cuenta el diagnóstico previo realizado
por la dupla de riesgo sociodelictual, así como por el PIE, ambos plasmados en una
ficha única Diagnóstica, que recoge la visión de los equipos.
En esta fase de la intervención se evalúan variables específicas relacionadas con la
dimensión biopsicosocial (aspectos cognitivos, conductuales y de personalidad), su
entorno familiar (cuando existe), escolar y social, ya que es necesario considerar la
mayor cantidad de variables para tener una mirada integral y la problemática del
consumo, además de las variables relacionadas con el diagnóstico psicológico y/o
psiquiátrico respecto a la presencia o no de trastornos en este ámbito.
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En relación con la problemática del consumo, si bien se inicia en el proceso de
confirmación diagnóstica, se deberá profundizar en el patrón de consumo, su historia
y motivaciones. Respecto del patrón de consumo, algunos elementos a evaluar son:
historia del consumo; tipo de sustancia consumida; frecuencia y cantidad de consumo;
presencia de consumo sostenido; vías de administración; tipos de consumo;
motivación al consumo; patrón de consumo histórico (edad de inicio según tipo de
sustancia consumida), consecuencias del consumo.
De esta manera se espera obtener un diagnóstico en base a los criterios del CIE10 y
considerar la evaluación de las condiciones de salud física general así como de salud
mental, a fin de homologar criterios diagnósticos, lo que a su vez, favorecerá procesos
de articulación con dispositivos de salud en caso de presencia de indicadores de
intoxicación severa que requieran de procesos de hospitalización (corta estadía
hospitalaria), o bien tratamiento farmacológico –el que podrá ser provisto por el
proyecto en caso de no contarse con alternativas dentro del sistema público de salud.
Cabe señalar que, para los procesos de articulación con salud, se debe incluir el
informe del psiquiatra del proyecto con su diagnóstico.
Coordinación con equipos especializados: Diseño e implementación del Plan
de Intervención Único.
Se basa en el diagnóstico integral realizado por los equipos especializados PIE, PDC,
PDE y Equipos de Salud Mental y, por lo tanto, es coherente con la información
recogida.
Los distintos dispositivos de atención en el marco del Programa Vida Nueva se
deberán encontrar articulados y coordinados y deben responder a un Plan de
Intervención Unico, co- construido, con el PIE y/ u otros proyectos especializados.
En el caso de las acciones a desarrollar por el PDC, éstas deben centrarse en el diseño
e implementación de estrategias a nivel individual y grupal, con niños/as y
adolescentes y familias, orientados a los objetivos antes señalados.
En este Plan deben quedar plenamente identificados y registrados los objetivos
terapéuticos a ser alcanzados con el niño/a o adolescente y su familia u otros
significativos, quienes, como parte de la elaboración de éste, deben conocer
íntegramente dichos objetivos y las actividades y estrategias que se concertarán en su
cumplimiento, lo que debe quedar plasmado en un Contrato Terapéutico (este
contrato se asocia al cumplimiento del resultado Esperado 1.2). Asimismo, deben
registrarse los resultados de las evaluaciones periódicas que los equipos realicen en
conjunto con el niño/a o adolescente y su familia.
Por otro lado, el Plan debe considerar la etapa de tratamiento propiamente tal
(contención, estabilización y consolidación). Además y, desde el inicio la diferenciación
de las intervenciones y sus especificidades por género, en todas las áreas definidas a
ser intervenidas.
ETAPA III:
Alta, Pre - egreso y Egreso
Una vez cumplidos los objetivos terapéuticos, se debe dar inicio al plan de egreso, el
cual debe realizarse con el adolescente, la familia o el adulto prosocial y el equipo PIE.
Los objetivos para este proceso son:
1. Trabajar progresivamente la autonomía e independencia del tratamiento,
tanto respecto al equipo de clínico como en las demás áreas de su vida.
2. Trabajar la prevención de recaídas.
3. Evaluar la necesidad de recibir otro tipo de ayuda individual o familiar.
4. Coordinar con el equipo psicosocial el acompañamiento como parte del
proceso de intervención e integración social y educacional.
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5. Proyectar en la realidad cotidiana el proyecto de vida formulado con
anterioridad y trabajado durante todo el proceso de intervención.
En esta etapa, al igual que en el paso de cada etapa a la siguiente, es importante
evaluar los indicadores de tratamiento, de manera de observar el nivel de logro en
cada uno y los aspectos de ellos que aún deben ser trabajados por el adolescente, en
lo que puede requerir apoyo de otra instancia (educación, salud, trabajo, etc.).
Se considerarán motivos de egreso del programa:
- Egreso Exitoso: Cumplimiento del 100% de los objetivos terapéuticos.
Evaluación realizada por equipo tratante en acuerdo con la persona.
- Egreso Administrativo: Decisión del equipo tratante de egresar a la persona
del programa por incumplimiento grave a las normas de convivencia como robo,
tráfico al interior del centro, agresión, etc. También procede en caso de traslado
de domicilio o fallecimiento.
a) Derivación: Traslado por indicación o sugerencia del equipo, a
otro centro que resuelva su motivo de consulta; por cambio de
domicilio, u otra razón justificada.
b) Abandono: Inasistencia y/o pérdida de contacto de la persona en
tratamiento por un tiempo igual o mayor a 60 días, habiéndose
realizado a lo menos tres (3) acciones de rescate, estas acciones
permiten evaluar las razones de la interrupción de la asistencia y
estimular que el usuario retome su tratamiento.
El pre - egreso, no deberá tener una duración superior a 3 meses, y considerará a lo
menos acciones cada quince (15) días relacionadas con visita domiciliaria, entrevista
con padres o adulto significativo, escuela, entre otras.
El egreso del proyecto estará dado por la evaluación del logro de los objetivos y
resultados contemplados en el proceso de intervención, en el marco del Plan de
Intervención conjunto con el proyecto PIE y eventualmente el PDE y/o equipo de salud
mental, los plazos previstos para esta intervención, aún cuando el egreso del proyecto
no coincida con el egreso del Programa PIE. Los criterios para establecer el egreso
desde el PDC, deben ser coordinados con los programas PIE, tanto por razones
técnicas –nivel de logro de los objetivos y acompañamiento o seguimiento de los
mismos- como administrativos –registro en la base de datos.
3.5.2. PLAZOS Y CARGA HORARIA
Tan deseable como lograr una buena adherencia de los casos ingresados al programa
de atención, resulta el desarrollo de procesos de intervención intensivos que permitan
observar logros en los plazos más breves posibles, que favorezcan de este modo el
pronto egreso. Ello no sólo se funda en la posibilidad de aumentar un flujo permanente
de ingreso y egreso de casos en un territorio con alta demanda de atención, sino que
además, obedece a ajustar los tiempos de intervención y la observancia de logros a las
expectativas y características del sujeto de atención, principalmente aquel que
muestra mayor autonomía.
De este modo, se espera la estructuración de los procesos de intervención de duración
promedio de quince (15) meses, donde doce (12) meses están destinados a la
intervención y tres (3) meses de pre egreso-. En este período de tiempo, dadas las
características de la población objetivo, resulta deseable establecer procedimientos
altamente intensivos y estructurados, especialmente durante los primeros seis meses,
de modo tal de favorecer la adherencia a la intervención y habiéndose observado que
períodos de intervención más prolongados conllevan riesgo de abandono, de pérdida
de novedad de los procesos de atención, y de pérdida de reconocimiento de los logros
alcanzados. Se estima que la frecuencia de atención sea de: 5 días, 4 a 6 horas en
horario diurno y vespertino y, distribuida con los otros proyectos especializados
involucrados en el caso y, tendiendo a la complementariedad de la intervención.
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No obstante, siempre podrán existir casos excepcionales que impliquen un mayor
tiempo de atención. Dichas situaciones deberán ser debidamente fundamentadas y
analizadas con cada supervisor técnico.
IV. CONFORMACIÓN DEL EQUIPO DE TRABAJO Y DESCRIPCIÓN DE
FUNCIONES
Dada la cobertura del proyecto, y las características del proceso de intervención –
focalización, intensidad, articulación con los proyectos especializados- se requiere la
conformación de un equipo, así como la distribución de funciones, a partir de
formaciones y competencias, con un importante nivel de articulación interna (entre lo
individual, lo grupal, lo territorial y la intervención en redes) que permita la
optimización de recursos y competencias en pos de la atención de cada caso
ingresado.
Bajo esta forma de organización, resulta deseable la conformación de equipos
multidisciplinarios, a la vez que se promueva un trabajo equitativo, ajustado a los
recursos del proyecto y a los requerimientos de sus usuarios/as. Las formas en que el
equipo se organice y se gestione el proyecto, deben ser consideradas a su vez como
importantes estrategias que favorecen el autocuidado de los equipos, contribuyendo a
prevenir la ocurrencia de procesos de burn-out y rotación de personal.
Se debe considerar la incorporación prioritaria de profesionales y técnicos del área de
las ciencias sociales y de salud y, personal de apoyo administrativo. La constitución de
este equipo debe velar por una conformación multidisciplinaria, con formación técnica
o profesional acreditada, que favorezca una perspectiva comprensiva e integral de
análisis e intervención.
El equipo de profesionales debe contar con título profesional o técnico en el área de las
ciencias sociales; rehabilitación en drogas; terapia ocupacional; psicoeducación, u
otras profesiones pertinentes para una intervención especializada en alcohol y/u otras
drogas; así como con formación y/o experiencia en intervención clínico-comunitaria
con niños, niñas y adolescentes; intervención familiar y/o de trabajo en redes. Del
mismo modo, se espera la consideración de disponibilidad de horas psiquiatra, para la
complementación de la intervención desde el ámbito farmacológico y para el
diagnóstico psiquiátrico de consumo perjudicial y dependencia de drogas y diagnóstico
diferencial de enfermedades mentales.
La totalidad del equipo debe contar con motivación para el trabajo con niños, niñas y/o
adolescentes y sus familias; condiciones para el trabajo en equipo inter y
transdisciplinario; competencias (en tanto conocimientos, habilidades y destrezas)
para desarrollar relaciones igualitarias en el trabajo individual y grupal tanto con
niños/as y familias, así como para intervenir en los distintos niveles que contempla el
programa; disposición al trabajo en terreno, todo lo anterior sobre la base de un
accionar centrado en las orientaciones de la Convención sobre los Derechos del Niño.
Es indispensable que este equipo sea seleccionado en un proceso que permita asegurar
su idoneidad –acreditación técnica o profesional, evaluación de competencias- y con
sus antecedentes al día. En caso de adjudicación, la conformación definitiva del equipo
deberá considerar además un proceso de evaluación psicológica de sus integrantes.
La tabla siguiente indica la conformación del equipo de trabajo así como la distribución
de funciones. El número de profesionales por cada cargo está estimado de acuerdo a
jornadas completas de trabajo, salvo en el caso de Terapeuta Ocupacional y
Trabajador/a Social de media jornada.
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Tabla Nº 2. Conformación del equipo de intervención
Cargo Número Horas Formación y Experiencia Funciones
Director/a 1
44 Profesional de las Ciencias Sociales. Formación y/o experiencia comprobable en coordinación de equipos, intervención clínico comunitaria e intervención en redes.
Responsabilidad técnica y administrativa general del proyecto. Coordinación general del equipo de trabajo. Articulación general con los proyectos especializados. Articulación con representantes de organizaciones de base y gobierno local, así como con los equipos de Asesoría Técnica y Control de Gestión.
Coordinador/a de Procesos de Intervención
1 44 Psicólogo/a clínico con formación y/o experiencia comprobable en intervención en población con consumo problemático de drogas, experiencia en coordinación de equipos técnicos
Coordinación técnica de los procesos de intervención. Evaluación y diagnóstico psicológico, incluyendo aplicación de tests psicológicos Atención psicoterapéutica individual y familiar, en aquellos casos que lo requieran. Responsable del diseño de los Planes de Intervención conjuntos con los proyectos especializados. Participación en su ejecución y evaluación.
Responsable de Coordinación de redes asociadas a la intervención
1 22 Trabajadora social con formación y/o experiencia comprobable en familia y salud mental
Coordinación de redes asociadas a los procesos de intervención, principalmente equipo de intervención PIE. Colaborar en el conocimiento y utilización de las redes sociales de salud que cada NNA tiene en su comunidad y promover el que se vincule a su familia y grupos de referencia. Intervenciones individuales, grupales y familiares Efectuar visitas domiciliarias Colaborar en el cumplimientos de los objetivos del PII
Responsable de implementación de componentes ocupacionales
1 22 Terapeuta Ocupacional con formación y/o experiencia en tratamiento y rehabilitación en consumo problemático de drogas y/o salud mental
Participación directa en el diseño y elaboración de actividades de rehabilitación social, física, cognitiva y laboral. Intervenciones individuales, grupales y familiares Colaborar en la confección y cumplimiento del PII Realizar evaluación y seguimiento de casos Coordinación con equipos de proyectos especializados ara procesos de intervención en el territorio y para el establecimiento de trayectorias ocupacionales con PDE.
Responsables de procesos de intervención psicoeducativa
4 44 4 Técnicos en Rehabilitación. Formación y /o experiencia comprobable en intervención con población infanto-adolescente en
programas de tratamiento de drogas.
Participación directa en el diseño de los planes de intervención. Responsables del diseño y la ejecución de estrategias de atención psicoeducativa individual y grupal
con niños/as y familias. Coordinación con tutores/as de equipos PIE/PDE para procesos de intervención en el territorio.
Responsable de Atención psiquiátrica
1 10 Psiquiatra infanto-adolescente, o adulto con experiencia acreditada en intervención con niños/as y adolescentes. Experiencia en intervención con población con consumo problemático de drogas.
Elaboración de diagnóstico clínico e intervención en salud mental especializada. Responsable de indicación y monitoreo de intervención farmacológica. Articulación con intervención psicoeducativa. Coordinación con redes de salud (corta estadía hospitalaria u otros dispositivos)
Es importante señalar que el organismo colaborador acreditado debe asegurar que el
recurso humano presentado en la postulación será el que ejecutará el proyecto en caso
de adjudicación. En caso de existir eventuales modificaciones, éstas deberán ser
justificadas al momento de firmar el convenio, presentando la propuesta a SENAME,
con antecedentes curriculares equivalentes o superiores al o la integrante que se esté
reemplazando.
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V. SOBRE EL PRESUPUESTO
El proyecto tendrá una duración dos años desde la fecha de inicio del convenio. Será
licitado en el marco de la Ley 20.032 y considerará el financiamiento para la atención
simultánea de 65 niños/as y adolescentes de la comuna de La Pintana y una cobertura
de 50 plazas en la comuna de Pudahuel, con un costo mensual de 9,3 USS por cada
niño/a o adolescente atendido/a.
VI. SOBRE LOS RECURSOS
6.1. RESPECTO DEL INMUEBLE DE FUNCIONAMIENTO.
Es relevante indicar que el funcionamiento general del proyecto, lo que incluye sus
condiciones de infraestructura, deberán regirse, en definitiva, por las disposiciones del
Ministerio de Salud, establecidas en el “Reglamento de Centros de Tratamiento y
Rehabilitación de Personas con Consumo Perjudicial o Dependencia a Alcohol
y Drogas”, Dto. Nº 4 de 2009, publicado en el Diario Oficial del 13 de enero de 2010
(Ver Anexo N°9 “Reglamento de centros de tratamiento y rehabilitación de personas
con consumo perjudicial o dependencia a alcohol y/o drogas” de las Bases
Administrativas).
Sin desmedro de lo anterior, se debe considerar:
Local adecuado a las necesidades del proyecto: número de oficinas o salas
pertinentes, servicios higiénicos para el personal y para público, accesibles a
niños y niñas, sala de recepción, sala de reuniones y en lo posible patio.
Salas para realización de actividades grupales.
Debe estar emplazado en la comuna, en un lugar de fácil acceso para la
población proveniente de distintos territorios de ésta.
Adecuadas condiciones de higiene y seguridad.
Será importante considerar, dentro de las condiciones de infraestructura, se cuente
con una autorización sanitaria y equipamiento, que éstas puedan constituirse además
en un aporte para los procesos de intervención complementarios a desarrollar en
conjunto con los equipos de los proyectos de reinserción educativa e intervención
clínica por consumo problemático de drogas, en aquellos casos que lo requieran.
6.2. RESPECTO DEL EQUIPAMIENTO.
Se requiere como mínimo, dos computadores con las siguientes características
técnicas:
• Procesador Intel Pentium IV 2.8 MHZ, o equivalente, capacidad de disco duro no
inferior a 40 GB, memoria RAM mínimo de 512 MB, unidades de disco de 3 ½ pulgada
de alta densidad y unidad de CD Rom (deseable Grabador de CD), (opciones de
multimedia son deseables por las características del software actual), deseable tarjeta
de Red Fast Ethernet 10/100 Mbps, tarjeta fax-modem, Puertos USB 1.1 como mínimo.
• Impresora.
• Sistema operativo Windows 2000 o superior, programas Office 2000 Profesional
(Access incluido). Navegador Internet Explorer 6.0 o superior, Solución Antivirus,
Visualizador de archivos PDF.
• Conexión a Internet: ADSL mínima de 512 Kbps.
• Importante: Todo el Software instalado en el equipo deberá estar debidamente
licenciado y contar además con todas las actualizaciones críticas y recomendadas por
el fabricante.
Los requerimientos de computadores son necesarios para el ingreso de información al
sistema de registro computacional de Sename (Senainfo). Además, se requerirá de
teléfono, fax y correo electrónico.