lindon, alicia - la ciudad y la vida urbana a través de los imaginarios urbanos

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Eure Pontificia Universidad Católica de Chile [email protected] ISSN (Versión impresa): 0250-7161 ISSN (Versión en línea): 0717-6236 CHILE 2007 Alicia Lindón LA CIUDAD Y LA VIDA URBANA A TRAVÉS DE LOS IMAGINARIOS URBANOS Eure, agosto, año/vol. XXXIII, número 099 Pontificia Universidad Católica de Chile Santiago, Chile pp. 7-16 Red de Revistas Científicas de América Latina y el Caribe, España y Portugal Universidad Autónoma del Estado de México http://redalyc.uaemex.mx

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EurePontificia Universidad Catlica de [email protected] ISSN (Versin impresa): 0250-7161ISSN (Versin en lnea): 0717-6236CHILE 2007 Alicia Lindn LA CIUDAD Y LA VIDA URBANA A TRAVS DE LOS IMAGINARIOS URBANOS Eure, agosto, ao/vol. XXXIII, nmero 099 Pontificia Universidad Catlica de Chile Santiago, Chile pp. 7-16 Red de Revistas Cientficas de Amrica Latina y el Caribe, Espaa y PortugalUniversidad Autnoma del Estado de Mxicohttp://redalyc.uaemex.mx [7]Alicia Lindn*La ciudad y la vida urbana a travs de los imaginarios urbanosEl inters creciente por abordar la realidad socialdesdelasdimensionessimblicas, culturales,notangibles,pareceunsello caracterstico de las ciencias sociales en las ltimas dos dcadas. Esto es parte de un giro subjetivista que se viene desarrollando en las ciencias sociales, y que en Amrica Latina ya tiene casi dos dcadas, aunque en la ltima ha tomado mayor impulso. Este devenir ha generado numerosos desembarcos. Unodeelloseseldelosimaginariossociales, temticaqueenbuenamedidayatravsde losestudiosculturales-fueaterrizandoenla nocindeimaginariosurbanos.Talvezsera msprecisoplantearquelosestudiosculturales (en sentido amplio), de tanto analizar lo cultural en circunstancias localizadas en las ciudades, se fueron encontrando con la ciudad misma como cristalizacin de la cultura.Los estudios urbanos tambin han ido realizan-do ese giro hacia los imaginarios urbanos. En este caso conviene recordar que los estudios urbanos constituyenuncampomarcadodurantelargos aos sobre todo en Amrica Latina- por enfoques quehandadopreeminenciaalascomponentes materialesentrminosdelespacioconstruidoy tambin a lo socio-econmico y lo socio-poltico desde la perspectiva del territorio. Sin embargo, ysobretodoapartirdelosaosnoventa,seva evidenciandoqueenesedevenirhanquedado relegadas del anlisis, ciertas dimensiones que son parte fundante del fenmeno urbano. En ese ol-vido precisamente se aloja la clave de buena parte de todo lo que no logran descifrar estas miradas acerca de la ciudad y la vida urbana. Bsicamen-te,setratadelascomponentessocio-culturales asociadasalespaciourbano.Estoaunadoala interdisciplinariedad y multidisciplinariedad que hansidopropiasdelcampo-permitiircons-truyendo abordajes urbanos que incluyeran estas dimensiones socio-simblicas, o bien miradas que articularan lo socio-econmico y material, con lo socio-simblico. En este camino, los imaginarios y la subjetividad social ofrecieron una posibilidad de renovacin del campo de los estudios urbanos, entornoalosimaginariosurbanos.Aunque,se trata de un proceso an en curso. As, se ha dado una convergencia de estos dos campos del conocimiento -los estudios culturales ylosestudiosurbanos-entornoalosimagina-riosurbanos.Enestaconvergencia,losestudios culturalesaportanunaparticularsensibilidad paracomprenderlasdimensionessimblicasde la vida social, mientras que los estudios urbanos disponendeuncapitaltericonotoriopara abordar la ciudad desde su materialidad y desde losocio-econmico.Lossegundosconmayor apertura interdisciplinaria que los primeros. Los primeros con mayor capacidad para observar las especicidades. Tambin con tradiciones metodo-lgicas diferentes pero convergentes: los estudios culturales con un gran apego a la etnografa y, por eso mismo, cuando llegan al estudio de la ciudad suelenencontrarqueelgrandesafoestenla incorporacin de los cuestionarios de encuesta y los agregados en general. En cambio, los estudios urbanosporsufuerteliacinconlosanlisis macroydeagregados,actualmenteencuentran queelgrandesafosehallaenlasmetodologas cualitativas.Ensuma,lainvestigacinsobre imaginariosurbanosseenriqueceporelrecurso simultneotantoametodologascuantitativas comoalascualitativas.Numerososautoreshan reconocido esta posibilidad de complementariedad metodolgicaparaelestudiodelosimaginarios urbanos.Porejemplo,enlaspginasdeestare-vista as lo reconoce explcitamente Nstor Gar-caCanclini.Deigualforma,elextensotrabajo dirigido por Armando Silva apunta en el mismo Revista eure (Vol. XXXIII, N 99), pp. 7-16. Santiago de Chile, agosto de 2007Introduccin8eureAlicia Lindnsentido de articulacin de estrategias cuantitativas y cualitativas. En ltima instancia, ambos campos estudios culturales y estudios urbanos- asumen lacertezadequelasciudadeslatinoamericanas actuales se han tornado fenmenos tan complejos ymultifacticos,quenecesariamenterequieren deenfoquesquenooperendesdelaconsabida reduccin del fenmeno en cuestin -lo urbano, en nuestro caso- para lograr tan solo una mnima inteligibilidad o lograr una explicacin tan lejana al fenmeno, que resulta difcil reconocerlo en ella. En este devenir, los imaginarios urbanos han adquiridotantacentralidadquehanllegadoa constituirse en una moda. Esta circunstancia la modadelosimaginariosurbanos,aligualque se ha constatado en otros temas que han seguido cursos semejantes, parece resultar ambivalente en sus implicaciones. Por un lado, la moda por su mismocarcterexpansivo-contribuyealavance del tema, en sus desafos y horizontes. Pero, al mis-mo tiempo, tambin coadyuva a la considerable profusin de trabajos muy diversos que reclaman serpartedeltema,auncuandomuestrenun vnculo muy dbil, cuando no invisible, con res-pecto al tema. Esto ltimo tiene una implicacin directa: los imaginarios urbanos al mismo tiempo que se extienden, pierden fortaleza bajo el riesgo de constituirse en una expresin paraguas debajo de la cual cabe un espectro enorme de temticas y abordajes, o como dice Daniel Hiernaux en su texto: los imaginarios se constituyen en una suerte de gran recipiente que le permite a todas las disci-plinas encontrar un punto del cual asirse. As, se llega a una paradoja: a pesar de que los estudios sobre el tema son cada vez ms numerosos, no se ha llegado a consensos respecto a cuestiones tan bsicas como puede ser: a qu denominamos imaginarios urbanos? Estas observaciones no nie-gan el mrito que ha tenido dicha moda al abrir nuevosngulosyenfoques.Enestesentido,los trabajos aqu reunidos regresan en varias ocasiones sobre tres conceptos que parecera contienen las claves tericas para dilucidar la pregunta previa: imaginarios, imgenes y representaciones. En este sentido cabe subrayar que el texto aqu integrado deDanielHiernaux,recuperalatradicinde GilbertDurand,ydesdeallplanteaunaforma de resolver un ncleo terico importante para los imaginarios urbanos: las percepciones se transfor-man en representaciones y stas, por un proceso simblico se constituyen en imaginarios. Sielinterroganteacercadelconceptode imaginariosnoresultatotalmenteresuelto,un segundo interrogante no menos relevante y rela-cionado con el anterior, es el referido a la compleja vecindadentreimaginariosysubjetividades. Enestesentido,surgelasiguientepregunta:el campodelosimaginariosurbanossloincluye aaquellosestudiosquelodeclarancomotalde manera explcita?, o bien, se puede concebir un campo de los imaginarios urbanos en el que tengan cabida los diversos abordajes sobre la subjetividad urbana? Evidentemente, la pregunta no tiene una nica respuesta, y a lo largo de la revista se podr constatar que algunos autores optan por reducir el campo a la investigacin que explcitamente se autoadscribe al paraguas de los imaginarios urba-nos.Porejemplo,ensutextoDanielHiernaux muestra la necesidad de acotar la discusin terica respecto al concepto mismo de imaginarios, antes que desplegarla sobre el campo aun ms amplio de la subjetividad, precisamente por la dicultad intrnseca que implicara navegar en ese campo tan extenso. En este sentido, todo parece indicar que la relacin entre la subjetividad y los imaginarios an es una asignatura pendiente, al menos en lo querespectaaltratamientotericoexplcitode esta vecindad.As como cada uno de estos campos le aporta al estudio de los imaginarios urbanos sus fortalezas, deigualformaletranseresusdebilidades.Los estudiosurbanossehandedicadosobretodoy porlargosaos,almundodelosslidos,para recuperar la expresin de Henri Bergson. Mientras que los imaginarios en s representan el mundo de los no slidos. Esto plantea una dicultad fuerte y de mltiples connotaciones desde la perspectiva del lastre que los estudios urbanos aportan a los imaginarios urbanos. Porotrolado,losestudiosculturales,yen particular la Antropologa que los cobija, tienen unlargocaminorecorridoenelestudiodelo * Universidad Autnoma Metropolitana, Iztapalapa, Ciu-dad de Mxico. E-mail: alicia.lindon@gmail.comeure9Introduccinsimblicoylocultural.Sinlugaradudas,esto permitecomprenderelpapelpivotalquehan tenido estos dominios del saber en el desarrollo de la investigacin sobre imaginarios. No obstante, al mismo tiempo, es necesario reconocer que preci-samente la Antropologa aporta otro tipo de lastre a los estudios de los imaginarios urbanos: es una de las disciplinas contemporneas que llega ms tardamente al estudio de la ciudad y en algunas ocasiones parecera que an la asolan dos conoci-dos riesgos cuando de estudiar la ciudad se trata. El primero es pensar la ciudad aespacialmente y, el segundo, es incluir el espacio pero reducido a la perspectiva de la localizacin. El reconocimiento de estos riesgos no niega que actualmente existan antropologas urbanas muy reconocidas que han sorteados ambos riesgos exitosamente. Si la ciudad ha sido vista sobre todo, desde los estudios urbanos- como el mundo de los slidos, el espacio no escapa a ello, ms bien es el ncleo deesaperspectiva.Lareduccindelespacioa lamaterialidadhasidounadelasfuentesdela reduccindelaciudadalomaterial.Porello mismo, el estudio de los imaginarios respecto al espacio urbano lleva consigo los mismos desafos y dicultades. Evidentemente, este sesgo no per-mitenegartodalaextensatradicinintelectual sobreelestudiodelespacioylaespacialidad entendidoscomoexperiencia,comovivencia, como representacin, como percepcin, es decir como realidades no tangibles. Como expresin del parentesco ancestral entre los imaginarios y el es-pacio, se pueden retomar las palabras de Francisca Mrquez, cuando parafraseando a Manuel Baeza (2000)- nos advierte que los imaginarios sociales son aquella manera compartida de representar el espacio y el tiempo. Como una derivacin de lo anterior vale de-cir de las fortalezas y debilidades que los estudios culturales y los estudios urbanos le heredan a los estudios sobre los imaginarios urbanos- encontra-mos que otra perspectiva disciplinaria tiene posi-bilidades fecundas para triangular estas herencias: la Geografa o mejor aun, cierta Geografa Hu-mana- parece ofrecer una puerta particularmente relevanteporhallarseamediocaminodetodos lospuntossealados:enestadisciplinaexiste una fuerte tradicin de estudio de la ciudad y lo urbanocontodoelpesodelamaterialidadque ello implica (Lindn, Hiernaux & Aguilar, 2006). Almismotiempo,enestadisciplinatambin sehadesarrolladounatradicindeestudiodel espacio como mundo de los slidos y de los no slidos (espacio vivido, percibido, representado, experimentado,lugar),yaqueprecisamente entornoalespacioylaespacialidadsehaido conformando contemporneamente el objeto de estudio de la disciplina. Por ltimo, cabe recordar que tambin existe, si no una tradicin extensa, al menos muchos planteamientos emergentes en las ltimas tres dcadas en torno a lo simblico y lo experiencial en relacin con el espacio. Lavisualizacindeestapuertanoimplica que haremos una lectura del tema a travs de la Geografa Humana, sino que le daremos una de las voces disciplinarias en el tema. No obstante, como se constata en los trabajos incluidos en este nmero de EURE cuyos autores tienen adscripcin a esta disciplina (Daniel Hiernaux, Alicia Lindn y Alain Musset), tanto la argumentacin terica como el anlisisdeloscasos,noseconstruyedesdeuna sola tradicin disciplinaria, sino ms bien desde un punto de vista disciplinario que integra aportes de otras disciplinas. Precisamente por la falta de una tradicin de Geografa Humana en el tema, los autores que analizan los imaginarios desde esta disciplina se abren a los aportes de los otros campos del conocimiento para traducirlos a su lectura del tema. La otra voz de acento disciplinario que se ha incluido en este conjunto de trabajos, como no poda ser de otro modo, es la que se dene desde la Antropologa. En este caso articula los aportes deNstorGarcaCanclini,MnicaLacarrieuy Francisca Mrquez. Los imaginarios expresan para contextos so-ciales particulares- supuestos que no se cuestionan, lo que se supone que existe, aquellos aspectos, fe-nmenos y caractersticas que se asumen por parte de los sujetos como naturales, porque han sido integrados, entrelazados, en el sentido comn. Por eso, como seala Francisca Mrquez ms adelante, los imaginarios urbanos son matrices de sentido. Losimaginariossoncolectivos-sonsociales, son compartidos socialmente-, lo que no debera asumirse como un carcter universal. Pueden estar 10eureAlicia Lindnanclados y ser reconocidos por pequeos crculos sociales o por extensos mundos sociales, pero siem-pre son un producto de la interaccin social entre las personas. Se construyen a partir de discursos, de retricas y prcticas sociales. Una vez construidos tienen la capacidad de inuir y orientar las prc-ticasylosdiscursos,sinqueelloimpliqueque quedan inmviles (como el lenguaje con el que se moldean, mientras estn vigentes se modican). Por eso producen efectos concretos sobre los su-jetos, efectos de realidad. A esto se reere Daniel Hiernaux cuando seala que los imaginarios crean imgenes guas o imgenes actuantes, son guas para la accin. Los imaginarios nos permiten hallar msbiendescifrar-respuestasalporqudelas acciones de los sujetos sociales. No obstante, estos efectos de realidad no de-ben llevar al estudioso de la ciudad, a concebirlos simplistamente-comore-presentaciones,es decir como un espejo o reejo exacto del fenme-no en cuestin. Justamente, uno de los aspectos analticamentemsrelevantesesquesepueden construircomolarepresentacindeunfen-meno,perotambincomoanalogasselectivas o distorsionadas de los fenmenos, o incluso se pueden construir en ausencia del fenmeno. En otraspalabras,puedeserqueunimaginariono tengaunreferenteconcretooqueesereferente hayadesaparecidoyelimaginarioperdurey,en consecuencia,semantienesucapacidadpara inuir en las prcticas sociales. De igual manera, sueleocurrirqueunimaginariomigredeun contextosocio-territorialaotroy,enelltimo, puedeserincorporadoenlasubjetividadsocial sin que los fenmenos que le dieron origen en el otro contexto, existan o hayan existido (Lindn, 2005b). Por ello, los imaginarios se relacionan con imgenes mentales pero lejos de constituir ello un problemadelainterioridaddelindividuo,son sociales y se interponen en nuestra vida prctica, ennuestrasprcticasespacializadas,ennuestra relacin con la ciudad y sus fragmentos. El hacer de los habitantes de una ciudad no es ajeno a estas imgenes sobre el espacio urbano y la vida urbana (Ley, 1983). Por todo lo anterior es que Francisca Mrquez emplea,enestaocasin,lametforadelacarta denavegacinparaexpresarlaesenciadelos imaginarios. Al respecto, cabe recordar que ciertas geografasdelcomportamientoylapercepcin sereerenalosdesplazamientosdelossujetos en la ciudad a travs de la expresin navegacin urbana (De Castro, 1997). Entonces, sera posible plantear que la navegacin urbana (los desplaza-mientosdeloshabitantesdentrodelaciudad), seorientanconcartasdenavegacinllamadas imaginarios urbanos. Los imaginarios urbanos se presentan, emer-gen, en los discursos, en las retricas, en los decires (Mondada,2000).Estoimplicaquesepueden aprehenderenlaspalabrasdeloshabitantesde la ciudad, pero tambin en otras expresiones del lenguajesocial.Porejemplo,seexpresanenel arte (plstico, literario...), al igual que en diversas imgenes que circulan socialmente. Asimismo, es posibleplantearsedescifrarimaginariosurbanos delpasadoatravsdediferentesdocumentos, como por ejemplo relatos de viaje, obras de arte (Nogu, 2006; Nogu & Villanova, 1999), cartas personales, fotografas. (Silva, 1998). De igual forma, la ciudad contempornea cuenta con otra expresin grca de enorme valor para descifrar imaginariosurbanos:losgraftis(Silva,1986). Indudablemente,todoelloabreunenormede-safo metodolgico para el estudio de la ciudad. La dicultad suele radicar en que usualmente el estudioso de la ciudad no est provisto de recursos metodolgicos para afrontarlo, ya que se requieren aproximaciones poco empleadas tradicionalmente en los estudios urbanos, ms anes a las sociologas subjetivistas, los estudios culturales o las geogra-fashumanistasyfenomenolgicas1.Almismo tiempo,losdatosagregadostradicionalmente considerados como la informacin por excelencia delosestudiosurbanos-puedenresultarpoco tiles para desentraar subjetividades espaciales. En suma, se requieren metodologas que trabajen con la subjetividad social, con los discursos y las retricas, con imgenes. Una aproximacin a este 1De esto se desprende una dimensin relevante para analizar en otro contexto: cmo deberan formarse los urba-nistas?Indudablementeesareexindesbordaampliamente los objetivos de trabajos que presentan resultados de investi-gacinurbana.Encambio,ameritaranserconsideradosen foros sobre la enseanza. No obstante, consideramos que en esta ocasin al menos cabe observarla. eure11Introduccindesafo aparece en el texto de Alicia Lindn con la propuesta de los hologramas espaciales. Losimaginariosurbanospuedenreferirala ciudad como un todo, a lo urbano como un modo devidaotambinadistintosfragmentosdela ciudad, a esas micrpolis (Garca Canclini, 1997) enlascualesdespliegansucotidianidadbuena partedeloshabitantesdelasgrandesciudades. Unodelosfragmentosmsemblemticosdelo urbano en este sentido son las calles. Pero aun as, considerndolas como un fragmento especco, los imaginarios pueden anclarse en ellas de diversas formas: en la vida social que en ellas se desarrolla, en la traza (angosta, ancha, recta, sinuosa, objetos que en ella estn o han estado...) as como en las calles en tanto formas espaciales, pero tambin los imaginarios vinculados con una calle se pueden ex-plorar a partir de su nombre y la memoria que lleva consigo: Latoponimia (ocurridaenellenguaje) retoma el sentido del espacio (Gumuchian, 1991). Obien,lascallespuedenserabordadasatravs delocalesyestablecimientosquealestarsobre cierta calle le dan un signicado a ella, aunque al mismo tiempo se cargan de sentido a partir de su localizacin en esa calle. El texto que se presenta msadelantedeMnicaLacarrieumuestrael casodeunantiguobardelaciudaddeBuenos Aires como cristalizacin de una construccin de sentido en torno a lo material y lo inmaterial del bar y de la calle. Siunodelosfragmentosemblemticosde laciudadparaestudiarlosimaginariosurbanos son las calles, posiblemente el reverso, no menos complejo, lo sean las casas. De igual forma la casa (Lindn, 2006a)abreun abanicodeposibilida-desenormesparaelestudiodelosimaginarios urbanos.Otraopcinespreguntarnosporlos imaginariosurbanosasociadosaloscentrosde las ciudades, a la periferia como un todo, y a cada periferiaenparticular,asimismo,alosparques, plazas, jardines y dems espacios pblicos. La me-moria de la ciudad o de sus fragmentos es otra de las grandes entradas analticas de los imaginarios, y no exclusivamente a travs de los nombres de las calles. El tema de la memoria urbana -que le suele dar vida a ciertos imaginarios- tambin puede estu-diarse a travs de su destruccin, del olvido o de las prcticas que la anulan y la invisibilizan. En ltima instancia, como lo seala Francisca Mrquez, los imaginarios urbanos hablan del trnsito entre la memoria y la imaginacin: pueden alimentarse de la memoria colectiva para producir una construc-cin fantasiosa, pero no por fantasiosa carece de relevanciayaqueorientanlaaccinsocial.Una manera particular de estudiar la memoria espacial en la ciudad es a travs de la perspectiva de Pierre Nora (1997): los lugares de memoria que, como hasealadoClaudeJaveau(2000),puedenser individuales o colectivos. Los fragmentos de la ciudad en los cuales se puedeanclarelestudiodelosimaginariosson muydiversos.Porejemplo,sehanrealizadoin-vestigaciones en las cuales se han reconstruido los imaginariosasociadosaespaciostalescomolos cementerios, entendidos como lugares agradables para el paseo y para estar en ellos (Rowles, 1978), pero con la particularidad de que se trata de ima-ginarios que solo son asumidos por personas de laterceraedad.Esposiblequeunmismolugar materialmente denido sea asociado a un imagi-nario para un tipo de sujeto social, y para otros remita a otro imaginario. Entonces, el estudio de los imaginarios asociados a fragmentos espaciales (lugares2) particulares de la ciudad, casi siempre remite a cierto perl de sujetos sociales. Dicho de otra forma, la ciudad y sus lugares exigen ser pen-sados desde la perspectiva del sujeto (Berdoulay & Entrikin, 1998; Berdoulay, 2002).En relacin con los fragmentos espaciales de la ciudad sobre los cuales se alojan y construyen imaginarios urbanos particulares, no puede dejar de considerarse el caso particular de los espacios delmiedo.Estetema,enlasciudadeslatinoa-mericanasvienegenerandouninterscreciente 2Cabe observar que la expresin lugar en este contex-to debe entenderse en la perspectiva de la geografa humanis-ta, no es una simple expresin locacional de tipo coloquial. El concepto de lugar hace referencia a espacios delimitados, con lmitesprecisos,queparalossujetosrepresentancertezasy seguridades otorgadas por lo conocido (Tuan, 1977). A pesar dequeellugaraludeaunespacioconlmites,dichoslmi-tes se extienden hasta donde lo hace el contenido simblico de los elementos objetivados en l y que pueden ampliarse a travs de tramas de sentido. Por ello, se puede considerar al lugar, siguiendo a Gumuchian (1991:63), como una acumu-lacindesignicados,oenpalabrasdeEntrikin(1976),el lugar es un depositario de signicados.12eureAlicia Lindnsobre todo en trminos de la construccin social de espacios del miedo, asociados a topofobias de gradosdiversos,agorafobiasyotrasfobiasespa-cializadas (Lindn, 2005a; 2005b, 2007). En este tema tambin se puede incorporar lo sealado ms arriba: los lugares que para unos sujetos sociales son espacios del miedo socialmente construidos como tales (Reguillo, 2000 y 2001; Pereira Leite, 2005)-yenloscualeslaexperienciaespaciales topofbica (Tuan, 1980; Tuan, 1990), para otros sujetospuedenserespaciosdeejerciciodelpo-der, espacios controlados, en los cuales a travs delarelacinsujeto-territorioserecomponen identidades. Otro desafo signicativo que se puede aunar al estudio de los imaginarios urbanos es el reco-nocimiento que los habitantes de las ciudades no solo han construido imaginarios de cada una de sus piezas y fragmentos, as como del todo que es la ciudad, sino tambin que estos imaginarios se transforman histricamente, tanto como se rehace la ciudad y la vida urbana que ella aloja. Por eso elestudiodelosimaginariosnodeberaperder la dinmica temporal. La dinmica propia de la vidaurbananosolosedesarrollaeneltiempo histrico, sino tambin en otros ciclos temporales. Por ejemplo, el ciclo cotidiano de las 24 horas, o los tiempos biogrcos de sus habitantes. As por ejemplo,alexplorarlosimaginariosasociadosa ciertas calles, barrios de la ciudad u otros fragmen-tos de sta como pueden ser los centros histricos (Hiernaux, 2006b), cabe preguntarnos si acaso no existen imaginarios diurnos y nocturnos diferentes enrelacinconelmismolugar,queterminan constituyendoaunlugarmaterialendos,uno diurno y otro nocturno (Margulis, 1994). O bien, si existen imaginarios sobre estos espacios que son reconocidos en ciertas etapas del tiempo biogrco desushabitantes.Porejemplo,hayimaginarios sobre fragmentos de la ciudad que los construyen y movilizan en su vida prctica los jvenes o los ancianos, u otros sujetos sociales. Tal como ocurre con los imaginarios urbanos reconstruidos por el lugar en el cual se anclan, los imaginarios urbanos que toman sentido en una temporalidad tambin resultan indisociables de ciertos sujetos sociales.En suma, el estudio de las ciudades desde los imaginariosurbanosdeberaincluirladinmica delmovimientoentendidoendistintasformas, ascomolasdiversastemporalidadessocialesy lasperspectivasuhorizontesdesentidodelos diferentessujetossocialesinvolucradosconlos espacios en cuestin y en las diversas temporali-dades.Deigualforma,losimaginariosurbanos constituyenunamiradaquenecesariamenteda cuentadelarelacinentrelonomaterial,la subjetividad espacial, y la ciudad en cuanto a sus formas materiales y a las prcticas que se inscriben en esas formas materiales. Las prcticas sociales al anclarse y desplegarse en el espacio de la ciudad, contribuyenalahechuradelaciudadmaterial, peroalmismotiempoesasprcticasadquieren ciertosrasgosapartirdelamaterialidaddela ciudad.Esarelacinentreformasmaterialesy prcticas resulta inconclusa si no se la considera a la luz de los imaginarios urbanos. Todo lo anterior muestra que los imaginarios urbanos no re-presentan (Castoriadis, 1985), ni sonnicosymonolticos,nisonunproblema de los mundos interiores del individuo inconexo conlosmundosexterioresymateriales.Ms bien parecen cubrir la ciudad material los luga-res-coninnumerablesvelos,parciales,mviles, fragmentados, superpuestos, que dejan ver ciertos fenmenos y ocultan otros, dependiendo del sujeto y del tiempo, tanto cotidiano, como biogrco e histrico. El texto de Daniel Hiernaux, adems del aporte terico respecto al concepto mismo de imaginarios en la tradicin de Gilbert Durand, tambin hace un ejercicio relevante al preguntarse de qu formas ha percolado esta visin en el campo particular de los estudios urbanos. Sus hallazgos muestran que una lnea en la cual aparecen los imaginarios en los estu-dios de la ciudad, es a travs del anlisis de prcticas urbanas ms o menos en la sintona de los estudios culturales. No obstante, advierte que los imaginarios propiamente dichos suelen desdibujarse en este tipo deabordajes.Unasegundaperspectiva,advierte Hiernaux, es la que se ha centrado en el estudio de las representaciones de la ciudad y sus fragmentos. Entantoque,paraelautor,laterceravaparece ofrecer las mayores potencialidades: se trata de los estudiosurbanosqueasumenexplcitamentela meta de articular las prcticas y los imaginarios. No obstante, tambin reconoce que este camino an eure13Introduccines notoriamente incipiente. Cuando se analiza un campo emergente, como es ste, todo esfuerzo por empezar a hallar huellas y lneas de fuerza se torna ms complejo, por el mismo carcter an difuso del campo en cuestin. Sin embargo, esa tarea tiene el mrito de advertir fortalezas y debilidades cuando el edicio aun se empieza a construir. EltextodeAliciaLindnsepuedeleeren dosvas,cadaunaporseparado,omejoran, articuladasentres:porunlado,espartedelas bsquedasmetodolgicasquehanidosurgiendo recientementeapartirdelmomentoenquela subjetividad va tomando creciente centralidad en el estudio de la ciudad y el espacio urbano. Y en este sentido, el texto explora una particular aproxi-macin metodolgica para el estudio de la ciudad desde los imaginarios urbanos, de corte claramente cualitativo, que denomina hologramas espaciales. Por otro lado, este texto puede ser ledo como la bsqueda de articular el inters por los imaginarios urbanos con cierto tipo de miradas sobre el espacio urbano. En este caso, se plantea una perspectiva que la autora denomina constructivismo geogrco, para la cual los imaginarios urbanos seran un m-bitoparticularmenterelevante,almismotiempo queloshologramasespacialespodranconstituir unaestrategiametodolgicaconcretaadhoc.En ltima instancia, se puede hacer una lectura desde lo metodolgico que se desplace hacia arriba, hacia los niveles ms tericos: hacia las concepciones del espacio y la ciudad como construccin social del lugar. Por otro lado, se puede hacer otra lectura que desde el nivel metodolgico se desplace hacia abajo, hacia lo tcnico: en trminos de estrategias tcnico-metodolgicas para resolver el cmo estudiarlo. MnicaLacarrieupartedelnfasisqueha llevadoaestudiarlargamentelaciudadcomo patrimoniomaterial(loquelaautoraaborda bajolametforadelapesadezdelomaterial, yalmismotiemposehaolvidadoonegadolas dimensionesnomateriales,queelladenomina expresividadcultural(lalevedaddelourbano). Noobstante,Lacarrieureconocequeenlosl-timos aos todo lo no material la expresividad culturalensudiscurso-haadquiridounagran centralidad, un nuevo Norte que se vislumbra en los estudios urbanos. Aun considerando ese giro hacia lo no material (la levedad), la autora advierte acerca de una tendencia riesgosa: la expresividad cultural de una ciudad es diversa y las imgenes e imaginarios urbanos hegemnicos reconocen slo las expresiones culturales de ciertos sectores socia-lesvinculadosalpoder,ynieganoinvisibilizan otrasexpresionesculturalesurbanas.Asimismo, Lacarrieu tambin introduce la discusin entre la imagen y el imaginario, destacando la confusin que ha prevalecido en su tratamiento. Alain Musset abre la puerta para una reexin compleja -aunque tambin inconclusa en trminos delourbano,considerandoqueloinconcluso tambin muestra las nuevas posibilidades an no transitadas- como es la relacin entre lo constitu-yente y lo constituido a partir de la triloga entre las realidades materiales de la ciudad, la ciencia ccinylosimaginariosurbanos.Elautorde-sarrollaunapartedeestarelacin:bsicamente, planteaquelacienciaccinsealimentadelas formasespacialesdelaciudadylasrelaciones sociales que se desarrollan en las ciudades actuales. Sin embargo, la asignatura pendiente como trabajo conceptual, es cmo se completa la relacin entre la ciencia ccin y los imaginarios urbanos. Y en ese campo, evidentemente los estudios de comuni-cacin tienen mucho que aportarle a los Estudios Urbanos. Esta ltima lnea se torna todava ms compleja si recordamos lo planteado por casi todos losautores:losimaginariosinuyenenlacons-truccinmaterialdelaciudad.Enestesentido, la triloga tendra al menos tres movimientos en eljuegoentreloconguradoylocongurante: la realidad urbana alimenta la ciencia ccin. La cienciaccinconguraimaginariosurbanosy estosltimos,conguranalarealidadurbana materialmentedada,quevuelveaorientaruna vez ms a la ciencia ccin. SinlugaradudaselaportedeMussetes estimulante, ms aun si se considera que lo ms frecuente con relacin a la construccin material de la ciudad ha sido destacar el papel de los imagi-narios y la subjetividad social, tanto de los propios habitantes de la ciudad como de los urbanistas y otros actores con capacidad de decisin en cuanto a la construccin material de la ciudad3. Dndole 3En el caso del papel de los urbanistas una referen-cia conocida es el segundo espacio de Soja (1995).14eureAlicia Lindnms complejidad al tema, Musset incluye el papel constituyente y constituido de la ciencia ccin. Esta perspectiva se podra trasladar a otros mbi-tos de la vida social, por ejemplo, nos podramos preguntar por el papel de la literatura y las artes ensentidoampliorespectoalosimaginarios urbanos y a la ciudad misma. En este sentido se puede recordar que Manuel Delgado (1999) se ha interesado extensamente por el papel del cine en sentido amplio en la conguracin de la ciudad en trminos materiales y subjetivos. Francisca Mrquez realiza una lectura del libro SantiagoenEURE.Huellasdeunametamorfosis metropolitana: 1970/2000, poniendo en evidencia quelosdiferentesautoresqueenesasdcadas abordaron la ciudad de Santiago dejaron traslucir tres imaginarios urbanos que co-existen en San-tiago: estos son el imaginario de la ciudad/pas, elimaginariodelaciudadintegrada/laciudad trizada y el imaginario de la ciudad aldea/ciudad global.La autora insisteenquedifcilmentese pueda entender a la ciudad actual del lo de la posmodernidad-entrminosdeordenycohe-rencia,msbienprevalecenlasincongruencias, yestosimaginariosopuestosperoco-existentes son uno de sus motores, en el caso de Santiago: as, se mantienen aoranzas alimentadas de una memoria colectiva- que sufren erosin y desgaste, para terminar articuladas con el imaginario de la desurbanizacin, de la guetizacin y el amuralla-miento interno a la ciudad. En ltima instancia, el imaginario del miedo y la desconanza al otro se entroniza. El miedo sustituye al deseo, o se instaura elimaginariodelabsquedaytambindela fantasa- de la sociedad de la seguridad. Es signicativo, que este ltimo imaginario el de la celebracin del gueto frente al miedo- aparece no solo en este texto de Mrquez, tambin en el de Alain Musset, en el Daniel Hiernaux y en el de Mnica Lacarrieu. Tal vez este podra ser uno de los imaginarios urbanos actuales de mayor fuerza y mayor capacidad colonizadora de las subjetivi-dades sociales, al menos si el tema es visto desde las ciudades latinoamericanas. Unrasgocomndetodoslostrabajosaqu integrados es que de una forma o de otra, en todos aparece el carcter de lo inconcluso, la discusin abierta, los desafos y asignaturas pendientes. Pre-cisamente, todo eso que los autores no terminan de anclar en cada uno de los textos puede leerse como unaexpresin del carcter emergente que toma lo imaginario en el estudio de la ciudad y, como tal, tambin tiene el mrito de marcar un horizonte an poco explorado pero fecundo para comprender la ciudad, la urbanizacin y la vida urbana en su complejidad actual. En suma, si los estudiosurbanoshansidouncampodelcono-cimientoparticularmentedesarrolladodesdeel pensamiento latinoamericano (Hiernaux & Lin-dn, 2006), ahora esta misma tradicin intelectual latinoamericana pareciera estar realizando un giro y renovacin sustancial del campo a travs de la perspectiva de los imaginarios urbanos. Referencias bibliogrcasBaeza, M. A. (2000). Los caminos invisibles de la realidadsocial:ensayodesociologaprofunda sobre los imaginarios sociales. Santiago: Sociedad Hoy RIL.Berdoulay, V. (2002). Sujeto y accin en la geo-grafa cultural: el cambio sin concluir. Boletn de la AGE, 34, 51-61. 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