limite12-artículo 4

14
Límite. Revista de Filosofía y Psicología Nº 12, 2005. pp. 105-118 ISSN 0718-1361 POÉTICA DEL PSICOANÁLISIS Rosario Herrera Guido RESUMEN Sigmund Freud, al descubrir el inconsciente como un saber que no se sabe, como resultado de un desconocimiento producido por la conciencia moral con ayuda de la censura, el desplazamiento y la condensación (metáfora y metonimia en la lectura de Jakobson-Lacan), abre la posibilidad de pensar en una dimensión poética del inconsciente y sus formaciones: el sueño, el chiste, el lapsus y el síntoma. Asimismo, después del intento fallido de Freud, de incluir al psicoanálisis en el campo doctrinal de la ciencia positiva de su tiempo, y en un momento de madurez de su obra, llega a decir que inscribiría al psicoanálisis en la universitas litterarum. Además de estas sugerentes propuestas, está la lectura poético-literaria del lenguaje, tanto en su trabajo clínico como en sus interpretaciones de la cultura. La lectura poética se aprecia fundamentalmente en la confluencia entre el sonido de las palabras y el deslizamiento de su sentido, justo como funciona la escucha de la poesía. Todos estos elementos permiten, a través de la lectura de Lacan, pensar en una ética que abre una dimensión estética del psicoanálisis como (po)ética. ABSTRACT Psicoanalista. Licenciada en Filosofía (UMSNH, México). Maestra en Psicología (UAQ, México). Doctora en Filosofía (UNED, España). Doctora en Psicoanálisis (CIEP, México). Profesora e Investigadora de la Facultad de Filosofía (UMSNH). Directora de la Revista Internacional de Filosofía y Filosofía de la Cultira Devenires, Facultad de Filosofía. Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo (México). Miembro del Sistema Nacional de Investigadores. E- mail: [email protected] 105

Upload: revista-limite

Post on 28-Mar-2016

221 views

Category:

Documents


0 download

DESCRIPTION

ABSTRACT POÉTICA DEL PSICOANÁLISIS ∗ Rosario Herrera Guido Límite. Revista de Filosofía y Psicología Nº 12, 2005. pp. 105-118 ISSN 0718-1361 105

TRANSCRIPT

Page 1: limite12-Artículo 4

Límite. Revista de Filosofía y Psicología Nº 12, 2005. pp. 105-118 ISSN 0718-1361

POÉTICA DEL PSICOANÁLISIS

∗Rosario Herrera Guido

RESUMEN

Sigmund Freud, al descubrir el inconsciente como un saber que no se sabe, como

resultado de un desconocimiento producido por la conciencia moral con ayuda de

la censura, el desplazamiento y la condensación (metáfora y metonimia en la

lectura de Jakobson-Lacan), abre la posibilidad de pensar en una dimensión

poética del inconsciente y sus formaciones: el sueño, el chiste, el lapsus y el

síntoma. Asimismo, después del intento fallido de Freud, de incluir al

psicoanálisis en el campo doctrinal de la ciencia positiva de su tiempo, y en un

momento de madurez de su obra, llega a decir que inscribiría al psicoanálisis en

la universitas litterarum. Además de estas sugerentes propuestas, está la lectura

poético-literaria del lenguaje, tanto en su trabajo clínico como en sus

interpretaciones de la cultura. La lectura poética se aprecia fundamentalmente en

la confluencia entre el sonido de las palabras y el deslizamiento de su sentido,

justo como funciona la escucha de la poesía. Todos estos elementos permiten, a

través de la lectura de Lacan, pensar en una ética que abre una dimensión estética

del psicoanálisis como (po)ética.

ABSTRACT

∗ Psicoanalista. Licenciada en Filosofía (UMSNH, México). Maestra en Psicología (UAQ, México). Doctora en Filosofía (UNED, España). Doctora en Psicoanálisis (CIEP, México). Profesora e Investigadora de la Facultad de Filosofía (UMSNH). Directora de la Revista Internacional de Filosofía y Filosofía de la Cultira Devenires, Facultad de Filosofía. Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo (México). Miembro del Sistema Nacional de Investigadores. E- mail: [email protected]

105

Page 2: limite12-Artículo 4

Revista Límite Nº 12, 2005

Sigmund Freud, in discovering the unconscious as an unknown knowledge (or a

knowledge that is not known), as a result of a lack of acknowledgement produced

by the moral consciousness with the help of censorship, displacement and

condensation (Jakobson-Lacan's metaphore and metonyme), opens up the

possibility of thinking in a different level or dimension: that of the (po)ethics of

the unconscious and its different formations: the dream, the joke, the lapsus and

the symtom. Likewise, after Freud's failure to include psychoanalysis as part of

the doctrinal corpus of the positive science of his time, and at a moment when his

works had reached full maturity, he states that he would inscribe psychoanalysis in

the universitas litterarum. Aside from the above mentioned suggestions, we find

the literary-poetical reading of language, in his clinical work as well as in his

interpretations of culture. The poetical reading can be especially appreciated in the

confluency of the sound of works and the sliding of their meaning, just as it

happens when listening to poetry reading. All these elements -in Lacan's

perspective- allow us to conceive an ethics that opens up an aesthetical dimension

of psychoanalysis in terms of (po)ethics.

1. PROEMIO

Sigmund Freud, al descubrir el inconsciente como un saber que no se

sabe, resultado de un desconocimiento producido por la conciencia moral, con

ayuda de la censura y sus mecanismos de deformación (el desplazamiento y la

condensación, es decir, la metáfora y la metonimia en la lectura de Jakobson-

Lacan), abre la posibilidad de pensar en una dimensión poética del inconsciente y

sus formaciones: el sueño, el chiste, el lapsus y el síntoma.

Asimismo, después del intento fallido de Freud, de incluir al psicoanálisis

Page 3: limite12-Artículo 4

Rosario Herrera Guido

en el campo doctrinal de la ciencia positiva de su tiempo, y en un momento de

madurez de su obra, llega a decir que inscribiría al psicoanálisis en la universitas

litterarum. Además de estas sugerentes propuestas, está la lectura poético-literaria

del lenguaje, tanto en su trabajo clínico como en sus interpretaciones de la cultura.

La lectura poética se aprecia fundamentalmente en la confluencia entre el sonido

de las palabras y el deslizamiento de su sentido, justo como funciona la escucha de

la poesía. Todos estos elementos permiten, a través de la lectura de Lacan, pensar

en una ética que abre una dimensión estética del psicoanálisis como (po)ética.

2. EL PSICOANÁLISIS Y LA POÉTICA

Se ha hablado de método psicoanalítico, de técnica del psicoanálisis, de

lógica de la cadena significante (en relación al inconsciente estructurado como un

lenguaje), de topología del inconsciente (como estética trascendental del

psicoanálisis), y hasta de matematización de las estructuras subjetivas. Sin

embargo, a pesar de que hay sugerencias vertidas aquí y allá en el discurso del

psicoanálisis, especialmente en Freud y Lacan, sobre una posible lectura poética

del psicoanálisis y una notable relación entre el inconsciente y la poesía, no hay

hasta el momento una sistematización que permita fundamentar una dimensión

poética del psicoanálisis.

Freud, que a lo largo de su basta obra no deja de hablar del inconsciente

como un fenómeno lenguajero, ya apuntaba hacia una lectura poética, sobre todo

al referirse a la interpretación de las formaciones del inconsciente: sueños, chistes,

lapsus y síntomas.

La asociación libre, el modo paradigmático de operar del tratamiento

analítico, por discurrir libremente posibilita que el lenguaje se adelante al

pensamiento (uno de los modos ejemplares de proceder de la literatura: el poema,

Page 4: limite12-Artículo 4

Revista Límite Nº 12, 2005

el ensayo y la novela), abriendo una dimensión poética que promueve que las

palabras digan más de lo que el sujeto ha querido decir, y con ella la dimensión de

la verdad. Parafraseando a Blas Matamoro, el psicoanalista, como el poeta, sabe

que las palabras saben más que ellos. Y es que el inconsciente es precisamente ese

desconocimiento del sujeto que dice no saber, y al que hay que creerle, pues no

sabe de su sufrimiento mientras no pueda decirlo, es decir, hasta que las palabras

lo digan, siempre en el límite de lo indecible del deseo inconsciente. En cuanto a

la asociación libre, Lacan ha dicho que la regla fundamental del psicoanálisis

permite que la palabra progrese a fin de abrir las compuertas del ser y llegue a

realizarse algo de la verdad del sujeto. Se puede hablar entonces de una poética

del inconsciente, sin olvidar que la palabra, al mismo tiempo, en ese libre discurrir

pone entre paréntesis al ser, suspendiendo la ley de no-contradicción1.

Desde el punto de vista estructural, las formaciones del inconsciente

(sueños, chistes, lapsu. y síntomas), son gestadas por procesos primarios

(condensación y desplazamiento; metáfora y metonimia en la lectura de

Jakobson2), que sirven a la conciencia moral y sus mecanismos de censura. La

posibilidad misma de una poética del inconsciente, me permite comprender la

regla fundamental del psicoanálisis (la asociación libre), pues ésta exige que

prescindir del significado, de tal modo que se llegue a presentificar algún

significado cualquiera del discurso del analizante, posibilitando que se deslice el

sentido (como sucede en parte en la experiencia del acto poético), y surja alguna

significancia del sujeto. En un conocido Seminario de Lacan que ha sido traducido

por Atolondradicho, encontramos una lectura poética del inconsciente, justo

porque éste no logra traducirse en términos de verdad más que como mediodicho

1 Jacques Lacan, Los escritos técnicos de Freud, Barcelona, Paidós, 1981, pp. 41-2. 2 Es a Roman Jakobson a quien se debe el descubrimiento del paralelo condensación=metáfora y desplazamiento=metonimia, a partir de las figuras retóricas (también poéticas), que desarrolla en su texto sobre las afasias. Ver en Jakobson, R., "Dos trastornos del lenguaje y dos tipos de trastornos afásicos", en Fundamentos del lenguaje, Madrid, Ayuso, 1980.

Page 5: limite12-Artículo 4

Rosario Herrera Guido

(decir a medias como la poesía) y sólo recibe su sentido precisamente de ese

decir3.

Desde el nacimiento del psicoanálisis es apreciable que Freud recurra con

frecuencia a la literatura o a los juegos lingüísticos, incluso a la gramática, así

como a una búsqueda filológica de los sentidos de las palabras; todo ello con el

propósito de avanzar en la construcción del discurso del psicoanálisis, concibiendo

al inconsciente como un fenómeno ligado al lenguaje. Precisamente a una lectura

de corte literario se deben sus afortunados hallazgos sobre las posibilidades

poéticas del lenguaje: a saber, la coincidencia entre el sonido y el sentido.

No sería suficiente este espacio para referirme a todas las menciones que

Freud hace, a lo largo de su voluminosa obra, a expresiones y asociaciones ligadas

a la poesía y la poética. Valga sólo un breve recorrido para alumbrar un poco más

lo que pretendo mostrar a fin de comprender.

En La interpretación de los sueños (1900), hay un sueño oriental al que

Freud se refiere como un paradigma por excelencia, no sólo de la interpretación de

los sueños sino de la misma elaboración onírica. Me refiero al sueño que el

arqueólogo Winkler rescatara para el museo del psicoanálisis. Cuando Alejandro

de Macedonia ha puesto sitio a la Ciudad de Tiro, elabora un sueño en el que ve

danzar sobre su escudo a un sátiro, y al que Aristandro interpreta haciendo un

corte al significante sátiro (una escansión poética), provocando la escisión del

sonido para desbordar el sentido del deseo que realiza el sueño: sa/Tiro (tuya es

3 Jacques Lacan, "El atolondradicho", en Escansión 1, Barcelona, Paidós, 1981, p. 390. Lacan se refiere a la lógica del significante. Sin embargo, si el significante no significa nada, en la medida en que otro significante tiene que venir a significarlo (como mostrara San Agustín en su diálogo De magistro), es necesario que un operador produzca algún efecto de significancia; este operador es el analista, que es un sujeto-supuesto-saber, pues en la medida en que no sabe (y como Sócrates enseña preguntando), permite que la cadena significante se deslice abriendo la dimensión de la polisemia, dando lugar a un efecto poético.

Page 6: limite12-Artículo 4

Revista Límite Nº 12, 2005

Tiro); tras la interpretación de este sueño, Alejandro Magno se adueña de Tiro.

Aquí comenta Freud:...tan estrechamente dependen los sueños de la expresión

lingüística que Ferenczi (1910) puede señalar con acierto que toda lengua tiene

su propio lenguaje onírico. Un sueño es por lo general intraducible a otras

lenguas, y lo mismo vale, creo, para el presente libro. A pesar de ello, primero el

doctor A.A. Brill en Nueva York, y tras él otros, han logrado traducir La

interpretación de los sueños.4

Sí, tan intraducibles son los sueños como los poemas, pues en ambos

participan, aunque en un nivel distinto, los procesos inconscientes. A ello se debe

también que los usos del lenguaje sean fenómenos nacionales o regionales. No hay

inconsciente colectivo, como pensara Jung. La diferencia entre la creación poética

(tan singular) y el discurso de la psicosis, es que el poeta pone a circular sus

versos e imágenes poéticas, hace lazo social con ellos. Por ser intraducibles los

sueños como los poemas, el psicoanalista francés Serge Cottet afirmaba en una

conferencia impartida en la UNAM, que las interpretaciones psicoanalíticas eran

por lo regular nacionales. En realidad, todas las formaciones del inconsciente

(sueños, chistes, lapsus y síntomas), están expuestas a tal imposibilidad. Más no

por ello el psicoanálisis abandona el campo de la interpretación, pues es a esta

imposibilidad de la verdad, a la que debe su existencia.

Desde los pensamientos oníricos hasta el contenido manifiesto del sueño

(el relato), en el trabajo del sueño lo que prevalece es un texto, una cadena

significante cuyos eslabones une poéticamente el deseo. Por ello a Freud siempre

se le aprecia atareado con juegos de lenguaje, derivaciones de palabras, etc. La

elaboración de un sueño como su interpretación exige un análisis poético, pues es

lo que conviene a la estofa del inconsciente.

4 Sigmund Freud, "La interpretación de los sueños", en Obras Completas, Buenos Aires: Amorrortu, 1979, t. IV, nota 4, p. 121.

Page 7: limite12-Artículo 4

Rosario Herrera Guido

Tanto Freud como Lacan, con su cúmulo de referencias a la literatura, a

la poesía y la estructura poética de la lengua, sugieren una poética del

psicoanálisis, que atraviesa tanto el discurso como su práctica. El mismo Lacan

nos recuerda que Freud siempre se mantuvo fiel a la idea de reclamar una

institución ideal para la formación de los analistas, a la que bautizara con el

poético nombre de Universitas Litterarum. En cuanto a Lacan, temprano advierte

que el analista debe ser un gran conocedor de las posibilidades poéticas del

lenguaje:...basta con escuchar poesía, como era sin duda el caso de F. Saussure,

para que se haga escuchar en ella una polifonía y para que todo discurso muestre

alinearse sobre varios pentagramas de una partitura.5

En el capítulo VII de La interpretación de los sueños, Freud nos ofrece

un sueño que en sí mismo es un acto poético, en la medida en que apunta hacia lo

real imposible de nombrar. El sueño: ahí está un padre descansando en el cuarto

de a lado donde es velado su hijo muerto y un viejo queda a su cuidado. Pero el

padre es despertado no sólo por el ruido de una vela que cae sino por un sueño que

es metáfora de la realidad: El hijo que se acerca al padre y le dice ¿Acaso no ves

que ardo? En el momento mismo del sueño, la vela caída prende al hijo muerto.

Lo que despierta -dice Lacan- es otra realidad superior al ruido de la vela al caer.

Son las palabras las que evocan otra realidad: la muerte del niño. Palabras que se

repiten -afirma Freud-, y que fueron dichas cuando el niño ardía en fiebre. El

sueño repite una realidad fallida (lo que retorna es lo real). La realidad -dice

Lacan- que ya sólo puede hacerse repitiéndose indefinidamente, en un despertar

indefinidamente nunca alcanzado. Todos duermen: ésta es la metáfora de Lacan.

El encuentro entre el sueño y la realidad es poético, como la poíesis griega, hace

que lo que no es sea. El encuentro fallido con lo real es sólo por un instante,

nacido de la grieta entre el sueño y la realidad, entre el deseo y lo real. En el sueño

hay un padre que descansa sin descansar (pues lo real lo despierta), hay un viejo

5 Jacques Lacan, Escritos, México: Siglo XXI, 1980, t. 1, p. 180.

Page 8: limite12-Artículo 4

Revista Límite Nº 12, 2005

incapaz de velar, habitado por un sueño ignoto y un niño que no despertará jamás,

aunque parezca estar dormido. La metáfora del sueño no resucita al niño, sólo es,

como la poesía, la estela del hijo perdido para siempre, que hace oír al deseo. Dice

Lacan:... En ese mundo sumido en el sueño, sólo una voz se hizo oír: Padre ¿acaso

no ves que ardo? La frase misma es una tea, por sí sola prende fuego a lo que

toca, y no vemos lo que quema, porque la llama nos encandila ante el hecho de

que el fuego alcanza lo Unterlegt, y lo Untertragen, lo real.6 Una sola frase,

metáfora de la realidad, suspendida por la espada de la muerte, retorna para

incendiar el deseo de un padre, atravesar el Hades y prender lo real. Sueño

paradigmático en el que una metáfora incendia el duelo de la noche, y la muerte es

más brillante por un encuentro fallido que se desvanece en las sombras evocando

la nada.

En el Análisis de la fobia de un niño de cinco años, el punto de partida es

el síntoma, que es tratado como contenido manifiesto de un sueño, a fin de

descifrar la forma en que se estructura la elección de una fobia. Juanito dice a sus

padres tener miedo de salir a la calle. Por esta angustia pide volver a la casa de

inmediato. Después su temor lo liga a dos representaciones: miedo a que un

caballo lo muerda y a que los caballos que jalan carros puedan caer. Freud escucha

la fobia como lo hace con el sueño. Caballo es un significante que debe tener un

sentido. Pero el análisis no se dirige a lo que se dice, sino a un decir que

trastabilla, que (mal) dice, como la poesía, deslizando otro sentido. Freud, desde el

comienzo de sus investigaciones privilegia una doble escucha. Y este otro sentido

se hace escuchar cuando Juanito no puede decir la palabra wegen (por causa de), y

dice Wägen (carruaje), con la diéresis alemana que suena como e. Más que en los

adultos -dice Freud- los niños se comportan con las palabras como si fueran cosas,

por lo que las homofonías se sustantivan. Así es que este por causa de es

interpretado como dirigiéndose al padre. En cuanto al caballo, luego de otras

6 Jacques Lacan, El yo en la teoría de Freud (Seminario 2), Barcelona: Paidós, 1987, p. 67.

Page 9: limite12-Artículo 4

Rosario Herrera Guido

asociaciones lenguajeras, resulta ser el representante simbólico del padre.

Metáforas y metonimias, mitos, tragedias, obras literarias, cuentos populares,

leyendas, se conjugan para avanzar en la teoría de las formaciones del

inconsciente, tanto en los Estudios sobre histeria como en los cinco grandes casos

clínicos que diera a conocer Freud, asimismo en sus desarrollos sobre la cultura:

arte, religión, política, etc.

3. (PO)ÉTICA DEL PSICOANÁLISIS

Freud como Lacan, en tanto comprometidos con el decir del inconsciente,

parten de la interpretación, y ambos llegan a un límite insuperable: lo que no se

puede decir, lo real que escapa al lenguaje. Es lo imposible de decir hacia lo que

debe apuntar una poética del psicoanálisis, una poíesis de la verdad. Porque el

analizante, como el poeta, padecen de esa imposibilidad de decir lo que quieren

decir. Me voy a permitir citar unos versos del poema "El río" de Octavio Paz,

tomados de La estación violenta, para ilustrar lo que pretendo mostrar sobre la

pasión de lo indecible: A mitad del poema me sobrecoge siempre un gran

desamparo, / Todo me abandona, / no hay nadie a mi lado, ni siquiera esos ojos

que desde detrás / contemplan lo que escribo, /no hay atrás ni delante, la pluma

se rebela, no hay comienzo ni / fin, tampoco hay muro que saltar, / es una

explanada desierta el poema, lo dicho no está dicho, lo no / dicho es indecible...

Lacan, basado en Freud, parte del inconsciente estructurado como un

lenguaje. A partir de aquí parecía que todo quedaba reducido al lenguaje.

Ciertamente Lacan encuentra que el sujeto se estructura en relación a la cadena

significante, pero también que no todo del sujeto puede entenderse en relación a

ella. Hay algo indecible que tiene que ver con la imposibilidad de decir el ser. Por

ello, en psicoanálisis, el ser no se dice, se hace. Para hacer ser se necesita una

poíesis de la verdad, como aletheia, en el doble sentido de la palabra

Page 10: limite12-Artículo 4

Revista Límite Nº 12, 2005

alumbramiento (de dar a luz y poner a la luz).

¿Poíesis de la verdad? Esta es una frase peligrosa en el contexto de un

ensayo sobre psicoanálisis, pues para el discurso psicoanalítico la verdad es

insostenible, en tanto es efecto del significante, mientras que lo real indecible

siempre ha estado ahí. Para poder hablar de una poíesis de la verdad y de una

verdad de la poíesis, tenemos que deconstruir el lenguaje, de modo que algo de lo

real surja ahí. Y es que el encuentro imposible con la cosa es un problema más

viejo para la filosofía que para el psicoanálisis. La palabra siempre ha estado en

déficit con la cosa, al menos desde el diálogo socrático el Cratilo.7

En algún momento de su enseñanza, Lacan afirma que no hace lingüística

sino lingüistería. Asimismo me permito afirmar que no hace ontología sino

ontologería, pues la experiencia con el ser en psicoanálisis es la de hacerlo nacer

de esa falla que sufre el ente cuando está por decirse.8 El analizante, como el

poeta, siempre habla de esta falla, de la carencia-en-ser para todo ente. El mismo

Octavio Paz, en El mono gramático, habla de esta falla: Yo siempre voy a donde

estoy, yo nunca llego a donde soy.9 Una demanda analítica fundamental es ¿Qué

soy?, pero que conduce a una situación evanescente, pues el sujeto del

psicoanálisis, me atrevería a decir igual que el de la poética, carecen de ser,

porque ningún significante puede decir el ser del sujeto. ¿Qué soy? Es la pregunta

del neurótico que lo lleva a demandar a Otro un significante de la verdad; el

obsesivo se echa a cuestas un largo trabajo de verificación del ser, de que está ahí,

7 Platón, "Cratilo o de la exactitud de las palabras", en Obras Completas, Madrid, Aguilar, 1974, pp. 551. Luego de indagar lo que las palabras pueden contribuir a dilucidar la verdad, Sócrates termina desconfiando de ellas y conminando a Cratilo a que no parta de los nombres sino de las cosas mismas. 8 Jacques Lacan, Radiofonía y televisión, Barcelona, Anagrama, 1980, p, 45. Para simplificar he interpretado la frase que a la letra dice: Mi experiencia no toca al ser sino para hacerlo nacer de la falla que produce el ente por decirse. 9 Octavio Paz, El mono gramático, Barcelona: Seix Barral, 1974, p. 85.

Page 11: limite12-Artículo 4

Rosario Herrera Guido

y siempre va a verificar si cerró la puerta, la llave del agua...etc.; mientras que la

histérica se afana en verificar que eso no está, por lo que llora amargamente.

No hay respuesta al qué soy, porque el sujeto es lo que un significante

representa para otro significante; afirmación a la que hay que agregarle: para un

significante que falta, pues el significante carece de significación propia, por lo

que siempre remite a otro y a otro más. Lo que no existe es el significante que

vendría a decir el ser del sujeto, justo en el intervalo entre un significante y otro,

pues en este deslizamiento, como sugiere Octavio Paz, el sujeto no puede decir yo

soy aquí. Al nivel del inconsciente (como cadena significante), el sujeto está

indeterminado, se desliza metonímicamente en su incertidumbre. Como el sujeto

surge justo por ser excluido del lugar donde se encuentra determinado por el

significante que lo representa, siempre surge la pregunta ¿y el ser del sujeto? No

es ni está en ningún lado. A ello se debe que el sujeto nunca deja de interrogar por

su ser. Por esto es que el sujeto se define como pregunta. Y su respuesta es

poética.

La carencia en ser no implica su olvido ni la reducción moderna del ser a

Yo, por obra del cartesianismo. Por ello el poeta, ante el olvido del ser, habla de la

errancia de una humanidad sin patria, en una noche inacabable, en la que hasta los

dioses han huido, y no queda ni el rastro de su marcha, según interpretara

Heidegger en el canto de Hölderlin.10 No olvidar el ser, en psicoanálisis, implica

el reto ético y estético, es decir, (po)ético de tener que hacer ser, ahí donde falla el

lenguaje al querer decir el ser. Por lo que el sujeto tiene que pasar por un acto

poético, en el sentido griego originario y en el sentido psicoanalítico: por lo que

causa el deseo y lleva al sujeto a hacer lo que no era.

El sujeto es efecto del significante, y esta operación deja un resto: el

10 Martin Heidegger, Arte y poesía, México: F.C.E., 1978, pp. 125-48.

Page 12: limite12-Artículo 4

Revista Límite Nº 12, 2005

objeto que causa su deseo, el poco de real que cae de cada frase. Porque como

diría Octavio Paz: las palabras sólo nos dan la estela de las cosas. El ser en

psicoanálisis es el objeto causa del deseo, el objeto perdido que causa el deseo. Es

un objeto indecible, pues pertenece al ámbito del Ello y de las pulsiones, que se

resisten a la nominación. No hay otra vía más que la poética para intentar bordear

lo real. Ya en la "Conferencia 31" de las "Nuevas conferencias de introducción al

psicoanálisis", Freud sostenía que la única forma de acercarse a ese innombrable

es a través de metáforas.11

Como nada del orden simbólico puede representar al sujeto, un elemento

ajeno a la cadena significante viene a colmar esa ausencia, pero al mismo tiempo a

señalarla. El ser que se crea ahí donde el sujeto desfallece, una vez creado ya no le

pertenece más. Pero es un objeto, este que causa el deseo, que viene a detener el

deslizamiento del sujeto en la cadena significante. Es la forma en que el sujeto va

más allá del significante, relacionándose con lo real, haciendo ser.

Porque el significante fracasa, en la medida en que no puede responder a

la pregunta del sujeto por el ser. La única forma de escapar a esa incertidumbre es

un acto, mismo que viene a presentificar lo que está más allá del inconsciente, de

la cadena significante, la poíesis de la verdad: el objeto causa del deseo. En el

Noveno Coloquio de la Fundación Mexicana de Psicoanálisis12, opuse la

propuesta del instante de Kierkegaard a la duración de Bergson, para sostener que

sólo el instante hace acto, pues sin acto no hay poíesis del análisis. Es el tiempo de

un objeto que es alumbrado en el proceso analítico; un objeto que es el sujeto

mismo como discontinuidad en lo real, en el tiempo, ya que surge del corte de la

cadena significante, de la escansión del discurso (término no por casualidad propio

11 Sigmund Freud, "Nuevas conferencias de introducción al psicoanálisis, (1933), en Obras Completas, Bs. As.: Amorrortu, 1979, t. XXII, p. 68. 12 Rosario Herrera, "Tiempo y (po)ética en psicoanálisis", en El tiempo, el psicoanálisis y los tiempos, México. FMP, 1993, pp. 215-228.

Page 13: limite12-Artículo 4

Rosario Herrera Guido

de la experiencia poética).

Entre la esencia de la técnica psicoanalítica (concebida como poíesis) y la

técnica psicoanalítica, hay un cambio cualitativo en la producción. La técnica

psicoanalítica alcanza -como diría Heidegger- al sujeto técnico que es producido,

objetivado en proceso, sistema y modo, hasta la burocratización y el Standard, que

sólo permite hacer como Freud, Klein o Lacan, o el propio analista, hasta la

robotización del lenguaje, incluso del silencio.

Ahora podemos volver a la interpretación, que siempre es falsa porque

hace desfallecer al sujeto, escande su discurso poéticamente, cae en el filo de la

que pretende ser la última palabra, haciendo un vacío donde surge el objeto causa

del deseo. El sujeto no se sostiene. Esto es lo que se verifica en un análisis. Ello

quiere decir que no se sostiene en un elemento verificable: en el significante. El

sujeto sólo se sostiene en lo que queda como resto: un objeto que cae, un

inverificable, un (a)sentido: a saber, afirmado y sin sentido, como aletheia y

poíesis de la verdad.

El análisis no es sólo la prueba de la falta en ser del sujeto, tampoco la

pura verificación del objeto causa del deseo que el analizante es, el objeto que

habrá sido en el lugar en que el Otro, al que dirige su demanda de verdad sobre su

ser, carece del significante que designe su ser. En el análisis se encuentra una

respuesta al ¿Qué soy? Una respuesta de lo real. ¿Qué soy? Objeto causa del

deseo. Ahí donde el sujeto se ve perdido en su estatuto de sujeto del significante,

se realiza como deseo: inventa su propio nombre al hacerse su propio objeto.

El análisis, por el camino de la imposibilidad, lleva a hacer algo de ser, a

alumbrar el ser en el borde de la falla significante. En este corte, escansión del

discurso del sujeto, poíesis de una verdad con minúscula, está fundada una posible

Page 14: limite12-Artículo 4

Revista Límite Nº 12, 2005

(po)ética del psicoanálisis, que abre la dimensión ética del deseo hacia una estética

como creación de nuevos significantes y realidades.

CONCLUSIONES

Entre líneas y en ocasiones como claras referencias, tanto de Freud como

de Lacan, es posible sistematizar una posible lectura poética del discurso

psicoanalítico. Tanto por la estructura poética de las formaciones del inconsciente

(sueños, chistes, lapsus y síntomas), como por las circunstancias metodológicas y

técnicas del acto analítico, cabe concluir que el psicoanálisis está ligado a la

experiencia poética y a las formas en que discurre la misma poesía. Y ello es así,

justo porque la naturaleza del inconsciente, estructurado como un lenguaje

(Lacan), comparte su estofa con la experiencia poética.

Asimismo, dada la naturaleza del inconsciente, la técnica del

psicoanálisis deviene techné, es decir, poíesis griega, mas como la vía regia de un

saber hacer con la desgarradura subjetiva; una poíesis que es un traer desde lo no

presente a la presencia, lo que es su verdad, como aletheia de la poíesis y del acto

analítico: producir el ser, abrirlo a su verdad, alumbrarlo (en el sentido de dar a luz

y de ponerlo a la luz).

Por último, el psicoanálisis no sólo pone a prueba la falta en ser, por la

imposibilidad de nombrarlo, sino que permite pensar en una ética del deseo que es

a su vez una estética, concebida como creación de realidad: a saber, en una

(po)ética del psicoanálisis.