lima: ciudad hackeadaen los distintos tipos de revolución urbana5, hoy en día vivimos un proceso...

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Lima: ciudad hackeada Roberto Bustamante V.

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Lima:ciudadhackeada

Roberto Bustamante V.

1.Escuchandoellatidoelectrónicodelaciudad

Castells, en su clásico libro Problemas de investigación en sociología urbana, plantea que la sociedad se estructura en el espacio urbano y por tanto el objeto de todo análisis de la ciudad debe darse a través de la forma de articulación de los actores sociales en un espacio dado. «Debemos, pues, analizar las transformaciones del espacio en su calidad de especificaciones de las transformaciones de la estructura social»1. Para Castells eso implica analizar las distintas formas de producción, consumo, intercambios y gestión de esos espacios, que van tanto desde la industria y las oficinas, a las calles, las avenidas y finalmente las instituciones municipales.

Una lectura así de la ciudad va a dar cuenta de las distintas interacciones, tensiones y negociaciones que ocurren y se dan desde lo estratégico. Son actores sociales que en el espacio urbano y en la planificación van a encontrar un lugar para la disputa política2.

Por otro lado, existen también prácticas cotidianas, imperceptibles, que se escapan al ojo vigilante de la política y la

1 Manuel Castells. Problemas de investigación en sociología urbana. Madrid: Siglo XXI, 1975.

2 Chatterjee, Partha. La nación en tiempo heterogéneo y otros estudios subalternos. Lima: Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO), South-South Exchange Programme for Research on the History of Development (SEPHIS) e Instituto de Estudios Peruanos (IEP), 2007.

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construcción del poder. Esas son, por ejemplo, el cruzar la avenida, mirar un cartel, sentarse en una banca. Son las «artes de hacer» de los débiles, opuestas a los campos gravitatorios del poder3. Caminar por la ciudad, para de Certeau, es como hablar, como participar en una conversación. Hay algo de oral en los pasos de los habitantes de una ciudad. Por oposición, la planificación implica un nivel de escrituralidad, ya que es sobre lo escrito donde se da la batalla entre el Estado y los gobernados. En el caso de la ciudad vista desde las prácticas cotidianas, aparece una ciudad trashumante o metafórica que se insinúa así «en el texto vivo de la ciudad planificada»4.

La expansión de las tecnologías digitales ha modificado en gran medida la forma como se dan estas estrategias y prácticas. Si bien es cierto que es casi un consenso el papel que tiene la escrituralidad en los distintos tipos de revolución urbana5, hoy en día vivimos un proceso de cambio donde lo oral y lo audiovisual regresan en una especie nueva de gran texto o hipertexto. Así como la escritura implicó un cambio en los procesos cognitivos en las distintas culturas6, la cultura digital (llamada también electronalidad) implica una nueva forma de comunicarnos, de producir, consumir, interactuar y gestionar la sociedad, y por ende, también de vivir (en) la ciudad7.

Los medios son algo más que herramientas para comunicarnos entre nosotros. Son, como planteaba Marshall McLuhan, extensiones de nosotros mismos. Así, como la rueda es una extensión de nuestro aparato motor, el circuito electrónico se vuelve una extensión de nuestro sistema nervioso central.

3 De Certeau, Michel; Giard, Luce y Pescador, Alejandro. La invención de lo cotidiano. México D.F.: Universidad Iberoamericana, 2007.

4 De Certeau, Michel; Giard, Luce y Pescador, Alejandro. La invención de lo cotidiano. México D.F.: Universidad Iberoamericana, 2007.

5 Childe, Gordon. Los orígenes de la civilización. México: Fondo de Cultura Económica, 1986.

6 Goody, Jack. La domesticación del pensamiento salvaje. Madrid: Akal, 1985.7 Castells, Manuel. La era de la información: economía, sociedad y cultura. México

D. F.: Siglo XXI, 2006.

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«Los medios, al modificar el ambiente, suscitan en nosotros percepciones sensoriales de proporciones únicas. La prolongación de cualquier sentido modifica nuestra manera de pensar y actuar –nuestra manera de percibir el mundo–»8.

(Todos somos /estamos llenos de) sensores. Imagen editada por el autor. Algunos derechos reservados.

Nuestro desplazamiento por la ciudad, entonces, inadvertida-mente recoge información y la redistribuye por distintos canales a muchos otros habitantes. No solamente se cumpliría la hipótesis de Michel de Certeau, en tanto que «replanificamos» la ciudad en nuestro andar cotidiano, sino que además nos conectamos a la ciudad, recogiendo información no legible transformándola en conocimiento colectivo. Es lo que Pierre Levy llamaba «una inteligencia colectiva», una movilización anónima de recursos

8 McLuhan, Marshall y Fiore, Quentin. El medio es el masaje. Barcelona - Buenos Aires - México: Paidós, 1988.

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y capacidades para la producción de conocimiento, en tiempo real, de todos para todos9.

La ciudad es hardware y software simultáneamente, siendo difícil saber dónde termina qué. ¿Es la ciudad un repositorio de información o es información sobre la que se monta la infraestructura? Quizá la respuesta sea sí, en ambas situaciones. En todo caso, deberíamos olvidarnos por un momento de esa dicotomía. La ciudad (nos) habla y nosotros la escuchamos en nuestro caminar. «De la enunciación peatonal que de esta forma se libera de su transcripción en un mapa», señalaba de Certeau10. Escuchamos el latir a través de nuestro inmenso sistema nervioso colectivo.

2. Los vecinos hiperconectados

Lo anterior citado suena a ciencia ficción: ¿hiperconectados? Seguramente el escepticismo dirá que el acceso a cierto tipo de dispositivos está aún reservado para cierto sector. Lo cierto es que en los últimos años hemos vivido una expansión dramática en el uso de internet y otras tecnologías de información y comunicación, especialmente en Lima y otras ciudades del país.

En Lima, si bien es cierto que no ha habido un crecimiento sensible de usuarios de internet en los últimos años (ver gráfico nº 1), sí ha habido cambios en el lugar de uso. Cada vez son más aquellos que vienen accediendo a internet desde la casa (ver gráfico n° 2), pero también desde la calle. La cabina pública, parte de nuestro paisaje urbano en los últimos veinte años, ha sido

9 Lévy, Pierre. Inteligencia colectiva: por una antropología del ciberespacio. Washington D.C.: Organización Panamericana de la Salud, 2004. Ver en: http://goo.gl/LK23k Accedido el 12 de noviembre de 2012.

10 De Certeau, Michel; Giard, Luce y Pescador, Alejandro. La invención de lo cotidiano. México D.F.: Universidad Iberoamericana, 2007.

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desplazada primero por la conexión doméstica a internet, pero también por los «celulares inteligentes» o smartphones.

Gráfico n° 1 Perú: usuarios de internet mayores de 6 años

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2007 2008 2009 2010 2011

Porc

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Años

Lima

Resto urbano

Rural

Fuente: Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI). Elaboración Propia.

Gráfico n° 2 Perú: internet en los hogares

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2007 2008 2009 2010 2011

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Años

Lima

Resto urbano

Rural

Fuente: INEI. Elaboración propia.

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El año pasado, de un semestre a otro, en todos los niveles socioeconómicos hemos visto un crecimiento enorme en el uso de smartphones (ver gráfico n° 3), donde transversalmente son los adolescentes y jóvenes, de entre 13 y 20 años, la mayoría de usuarios de estos dispositivos (ver gráfico n° 4).

Gráfico n° 3 Lima: usuarios de smartphone por NSE

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4

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NSE A/B NSE C NSE D NSE E

Porc

enta

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Nivel Socio Económico (NSE)

2011-II

2011-IV

Fuente: Ipsos APOYO Opinión y Mercado. Elaboración Propia.

Gráfico n° 4 Lima: usuarios de smartphones por edad

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10 a 12

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17 a 20

21 a 24

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36 a 45

46 a 60

Porcentaje

Edad

2011-IV

2011-II

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Fuente: Ipsos APOYO Opinión y Mercado. Elaboración Propia.

¿Qué es lo que hacen los adolescentes y los jóvenes con sus smartphones? Fotografían, ingresan a redes sociales, se toman fotos dentro de la ciudad, «chatean», escuchan música y, como diría George Yúdice, van creando el soundtrack para cada actividad de su día11. La experiencia del caminar por la ciudad se personaliza a tal punto que es imposible que una vereda sea la misma para los peatones que la circulan en el mismo instante. La apropiación de la vereda, la lectura de sus señales (sean estas implícitas a partir de la señalética o tácitas a partir de las acciones del resto), nunca es un acto pasivo, sino una táctica de lectura y escritura simultáneamente.

3.Hackeandolaciudad

«El habitante sale de su trabajo a las 5.15 de la tarde. Tiene que llegar rápidamente a su casa. Estira el brazo y un taxi se detiene. Acuerdan un pago por el servicio y se sube al auto. Le pregunta al conductor por su ruta. El conductor le pregunta al pasajero si tiene alguna ruta favorita en particular. El pasajero consulta con su cuenta de Twitter y lee que varios se quejan por el tráfico de la avenida Javier Prado. Le dice al conductor que no vaya por esa avenida. El conductor no tiene una ruta alterna. El pasajero consulta a través de su smartphone con el servicio Google Maps12, que tiene coloreada toda la ciudad. En efecto, la avenida Javier Prado está coloreada de color negro, pero hay un par de calles paralelas que aparecen de color verde, lo que indica que hay circulación. Le explica al conductor qué ruta está libre. El conductor no cree, pero pareciera seguir el lema de ‘el cliente tiene la razón’. Quién sabe si al final lo que quiere es demostrarle al pasajero que la razón no estaba de su lado. Para su sorpresa, las vías que el pasajero le indicó estaban libres. Llegan rápido a su destino. El pasajero comenta la ruta a sus seguidores de Twitter. Varios agradecen por la información» (crónica del autor, una tarde de agosto de 2012).

11 Yúdice, George. Nuevas tecnologías, música y experiencia. Barcelona: Editorial Gedisa, 2007.

12 Ver: http://goo.gl/YYK5i

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Son las empresas privadas las que han aprovechado mucho mejor que nadie este comportamiento anónimo y colectivo de producción de conocimiento. La empresa Google ya tenía diseñado el servicio de mapas desde hace mucho (uno o dos años es una eternidad en el mercado de las innovaciones digitales). Sin embargo, había que avanzar aún más.

Muchos de los dispositivos smartphones actuales tienen incorporados sistemas de geoposicionamiento global (GPS) con un margen de error de 5 a 10 metros. Sistemas que de modo aislado lo pueden ayudar a uno a saber en qué parte del mundo se encuentra, que puede inclusive medir recorridos y velocidades. Aquí entra la pericia de los programadores.

¿Qué pasaría si pudiéramos tener toda esa información de posiciones, velocidades y desplazamientos de los dueños de esos smartphones? Si los pasáramos por algún tipo de algoritmo y ubicáramos en un mapa, podríamos saber qué avenidas están más congestionadas que otras. ¿Nos toma 10 minutos avanzar tres cuadras en la avenida Javier Prado a las 6 de la tarde?, ¿hay 10 usuarios que están en la misma situación? Eso Google lo interpreta como una señal roja o negra, ya que el tráfico es intenso. Igualmente, Google detecta (a través de información entregada por los usuarios de su servicio de mapas y dispuesto así en los términos de uso del software) que hay 12 usuarios del servicio a los que les ha tomado 3 minutos avanzar 8 cuadras en la avenida Córpac, interpretando ello con otro color, verde, para decirnos que allí hay un buen desplazamiento.

Esto es tanto la utopía de Michel de Certeau, donde todos colaboramos con nuestra información, con nuestro «enunciado peatonal», como la distopía de Michel Foucault13, donde todos nuestros movimientos se encuentran vigilados, ya no en un panóptico,

13 Foucault, Michel. Vigilar y castigar: nacimiento de la prisión. Madrid: Siglo XXI, 1978.

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sino en una descentralizada y distribuida, pero no por ello menos observada y controlada prisión14.

Son los riesgos de la inteligencia colectiva. Sin darnos cuenta muchas veces aceptamos, a cambio de un servicio como los mapas de Google, darle a un tercero nuestra información privada (en este caso, nuestro desplazamiento por la ciudad).

Desde la sociedad civil se han ensayado ideas similares. El primero de los tres ejemplos que quiero citar proviene del Massachusetts Institute of Technology (MIT). El proyecto Ciudades Sensitivas (SenseablesCities) se dio cuenta que no solamente puede aprovechar la tecnología del GPS instalado en los smartphones, sino que, a través de una fórmula, podría calcularse la emisión de dióxido de carbono (CO2) a partir del ruido ambiental que podría recoger el micrófono del dispositivo15.

Una solución elegante y que no requeriría de instalar sensores específicos para dióxido de carbono en la ciudad. Por el contrario, sí hay una relación entre el desplazamiento y el ruido ambiental, pues si varios usuarios de smartphones se desplazan lentamente por una avenida, lo que indicaría un alto tráfico, y al mismo tiempo recogen entre varios un alto ruido ambiental, se estaría señalando también una emisión grande de CO2.

El segundo ejemplo que quiero citar es el de In The Air, que más que resolver el problema de la recolección de información, lo que busca es hacer visible la información invisible16. Así como SenseablesCities, este proyecto quiere recoger información sobre la contaminación, esta vez en la ciudad de Madrid. Pero aquí la idea es hacerla visible a los smartphones a través de la tecnología de la realidad aumentada. La realidad aumentada incide sobre la señalética de la ciudad o del entorno (o también sobre la falta

14 Galloway, Alexander R. Protocol: how control exists after decentralization. Cambridge: MIT Press, 2004.

15 Más información en: http://senseable.mit.edu/co2go/ 16 Más información en: http://www.intheair.es

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de señalética), expandiéndola a través de la pantalla de nuestro dispositivo personal (un smartphone o una tablet). De esta manera la ciudad adquiere otros colores, apareciendo los números invisibles del aire cuando respiramos en las calles.

El tercer ejemplo es peruano. Es el Proyecto Datea.pe de La Factura17. Planteado como una «plataforma para el mapeo participativo y la colaboración ciudadana que busca aprovechar las inteligencias colectivas de la sociedad con el objetivo de mejorar la calidad de vida de las personas y sus comunidades», lo que busca Datea.pe es alimentarse de la propia información de los ciudadanos y construir colectivamente nuevos mapas, nuevas planificaciones y nuevos textos a partir de la conversación anónima y espontánea18.

Así, Datea.pe ha impulsado mapas colectivos sobre el uso del servicio del Metropolitano, como también para ciclistas y para personas que tienen algún tipo de discapacidad motora. Actualmente han liberado el código de Datea.pe para que cualquiera pueda crear su propio mapa colectivo.

Los tres proyectos reseñados tienen en común el apoyo en la inteligencia colectiva como fuente de información. El primero, por su parte, tiene en común con el servicio privado Google Maps el problema de la privacidad de la información del usuario, pues aun cuando en los términos de uso esté claro que esa información solamente va a estar entre el usuario y la empresa (o el MIT en el caso de SenseablesCities), todos los pasos van a estar registrados en algún lugar, sin que el usuario pueda hacer algo.

En el caso de Datea.pe, el riesgo puede ser la institucionalización de esas tácticas anónimas de las que hablaba Michel de Certeau, donde lo que es anónimo se vuelve normado y pauteado.

Aquí más bien puede haber una mirada desde la llamada «ética hacker», entendiendo al hacker como aquel que busca soluciones abiertas, alternativas y creativas a problemas aparentemente

17 La Factura es una empresa social de comunicación con base en Lima.18 Más información en: http://datea.pe

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resueltos. De allí que sea parte de la ética hacker la transparencia, la participación, la colaboración y las ganas de divertirse al momento de operar y gestionar la información19.

Todos los proyectos citados, incluyendo a Google Maps, se imaginan a la ciudad como un gran sistema vivo, como un autolaboratorio rebosante de información y de procesos que pueden ser intervenidos. En ese sentido, las distintas políticas de participación ciudadana y de gobierno electrónico han quedado (y seguirán quedando) totalmente rezagadas frente a los ciudadanos que vienen interviniendo colectivamente en la producción de nuevo conocimiento. Las cifras anteriormente presentadas revelan una tendencia creciente de limeños hiperconectados que se apropian de la información y que no tienen ningún empacho en hacerla transparente para que otros puedan participar y crear más conocimiento que luego harán transparente, en un proceso que es a su vez rizoma y cinta de Moebius20.

Esto plantea retos concretos para la gestión local. ¿Esperamos el momento de una mayor expansión de la hiperconexión o vamos preparando el terreno para la participación espontánea y anónima de los ciudadanos que se vienen comportando ya como hackers en el sentido descrito líneas atrás? Mientras mucha de la teoría y la práctica de la participación y la vigilancia ciudadana hablan de la información que puede proveer el gobierno local, las nuevas prácticas y usos de las tecnologías de información y comunicación nos hablan del conocimiento que los propios ciudadanos están produciendo hoy en día. Esto implica que pasemos de la noción de una ciudad legible (que le dice al ciudadano cómo funciona la ciudad), a una ciudad que escucha la conversación que se viene dando desde ya en las redes y servicios digitales.

19 Himanen, Pekka y otros. La Ética del hacker y el espíritu de la era de la información. Barcelona: Destino, 2002. Ver en: http://goo.gl/cLRVn Accedido el 12 de noviembre de 2012.

20 Lévy, Pierre. Qu’est-ce que le virtuel? Paris: La Découverte/Poche, 1995.