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Libros, para qu?1 julio, 2015

Eduardo Rabasa

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En tiempos de gran convulsin y violencia, como los actuales, la literatura y otras manifestacionesintelectuales o artsticas se ven puestas en entredicho, con toda la razn, me parece, pues cuando el horrorse vuelve parte tan integral de nuestra vida cotidiana, al grado de que por momentos dejan desorprendernos sus infinitas encarnaciones, es tan slo natural pensar qu sentido pueda tener reunirnos ahablar sobre lo bello, lo potico, etctera. En pocas as, casi por instinto estaramos inclinados a no pensaren otra cosa, a no hablar de otra cosa, pues cuando en una sociedad como la nuestra existen literalmentemillones de personas cuya vida peligra, cuando hay miles de torturados y de desaparecidos, cuando elcontubernio entre poder poltico y empresarial produce (en el sentido literal de la palabra, muy a menudoincluso la produce para la televisin) una realidad que parecera diseada para perpetuar, sostener ylegitimar el derecho al lujo y a la ostentacin de una elite tecnocrtica, es tal el sentimiento de desazn yde desamparo, que hablar de libros puede incluso parecer un acto pedante, por no decir irrespetuoso frentea aquellos para quienes el horror no es una ancdota escabrosa, sino la realidad en la que por fuerza hande moverse da a da.



Y, sin embargo, quiz uno de los actos de resistencia que tenemos ms a la mano es el de buscar impedirlepor todos los medios al horror aduearse de cada uno de los espacios que nos importan, que nos hacenprocurar seguir con vida. Como bien saben los psicoanalistas, la enorme mayora de las neurosis y psicosistienen ante todo una funcin protectora, incluso si finalmente dicha proteccin termina por daar demanera irreversible a aquella persona a la que buscaban resguardar. Darian Leader ha establecido ladistincin crucial entre tener una estructura psictica y tener la psicosis activada. El primer caso, el de laestructura psictica, engloba a millones de personas consideradas normales, y simplemente hace referenciaa ciertas barreras erigidas entre nosotros y la realidad, donde incluso distorsionndola de manera abiertalogramos introyectarla y encajar en ella de una manera menos amenazante. El nio que crea un amigoimaginario, por ejemplo, lejos de ser un trastornado, se puede servir de l para abatir sentimientos deangustia y desproteccin. Casi todos los adultos funcionales contamos con mecanismos similares a los delos nios, que nos permiten crear una realidad personal hasta volverla soportable, y en ese sentido no esexagerado afirmar que nuestra relacin con nuestro entorno a menudo contiene, como afirma Leader, unaestructura psictica.

Por otro lado, el antroplogo norteamericano Ernest Becker explic hace tiempo que el carcter es la



coraza a travs de la cual logramos hacerle frente e introducir un poco de orden en ese caos llamadorealidad. Tan slo la capacidad de establecer ciertos actos rutinarios, de reaccionar de determinada formaante los incesantes estmulos, de encontrar regularidades y formas que se repiten, nos permite deambularpor el mundo como si tuviramos alguna idea de cmo nos corresponde actuar en l. El carcter es lacoraza que nos construimos para no ser arrasados por una realidad proteica, que cambia de forma, color,olor, siempre y todo el tiempo, y nicamente la ilusin de regularidad que conseguimos imprimirle mediantenuestras propias reacciones frente a ella nos permite movernos con relativa certeza en un mundo que,estrictamente hablando, desconocemos y no comprendemos casi en su totalidad.

Entonces, el empearnos en hablar de libros que lidian por antonomasia con ficciones y fantasas podraconsiderarse como una negacin de la realidad que raya peligrosamente en lo psictico. Para qu tantoesfuerzo, dedicacin y devocin a algo tan irrelevante y minoritario como el libro, cuando all afuera, enbuena parte del territorio nacional, reina el descabezamiento y la impunidad a niveles tan cnicos que enocasiones cuesta trabajo no rerse frente al despliegue del teatro del absurdo? Reitero en primera instanciael carcter protector de las estructuras psicticas: quiz participamos en estas negaciones colectivas de larealidad para acompaarnos y protegernos, as sea durante unas horas o durante unos das, de ese horrorlatente que no aleja su mirada de la nuestra. Quiz si nos reunimos para una lectura de poesa, o paraescuchar alguna intervencin que nos permita cortar momentneamente el cordn umbilical que nos ata auna realidad tan degradada y miserable que pareciera por definicin volvernos hurfanos a todos, quiz sinos adentramos en la lectura de algn libro magistral en cuyo mundo nos sintamos ms cobijados que en elnuestro por el manto de lo bello, quiz esa estructura psictica cumpla cabalmente con su funcin deproteccin y de defensa. Quiz, por absurdo que pueda parecernos, debemos procurar seguirencontrndonos para conversar sobre ese hecho tan superfluo, y en ocasiones tan banal y vanidoso,consistente en que alguien decida plasmar por escrito un pedazo de su vida interior, y que encima espereque otros muchos desconocidos muestren el suficiente inters como para asomarse a esa volcadura que,me parece, al menos cuando se realiza con respeto responde siempre ante todo a una necesidadpsicolgica interior de quien escribe.

Aun as, la psicosis no solamente cumple con una funcin de proteccin y aislamiento. En ocasiones atravs de procesos muy tortuosos, que se convierten para quien los experimenta en una encarnacinpersonal e ineludible del horror trasladado hasta lo ms profundo de sus cabezas, la psicosis devienetambin en expresiones creativas de gran lucidez e imaginacin. Robert Pirsig, el autor de esa imponentenovela titulada Zen y el arte del mantenimiento de la motocicleta, ha explicado que la locura posee tambinsu propio lenguaje y su propia gramtica, utilizando la imagen de una pantalla de cine que le muestra alloco una pelcula distinta de la que ms o menos ven los dems espectadores. De ese modo, si el carcterprimero nos protege y nos asla, y si puede parecer una locura seguirnos dedicando a escribir y a hablarsobre literatura, es precisamente ese espacio de locura colectiva de donde podramos emerger convislumbres y soluciones para aspirar algn da a producir una realidad con la que no nos produzca tantoasco y terror relacionarnos. La literatura no es en modo alguno un espejo que nos devuelva una imagendetallada de lo que ya conocemos, como si fuera una fotografa precisa de nuestra poca. Asimismo, esbien sabido que sin la tragedia apenas tendra inters alguno contar una historia. Si las hijas del rey Learhubieran sido fieles y agradecidas, no hubiera existido relato alguno que narrar. De ah que incluso fabularsobre el horror pueda tener para nosotros una funcin de salvaguarda y de vislumbres de alternativasdiferentes.

En un inquietante libro, titulado El molino de Hamlet, Giorgio de Santillana y Hertha von Dechend analizancon minucia el mito de Hamlet y sus mltiples apariciones en tradiciones mitolgicas diversas, y encuentranque hay un pasaje enigmtico, casi siempre referido al mar y sus profundidades, cuya interpretacin es queHamlet necesita de la borrasca y de la tribulacin para existir. Sin la tempestad del alma que pareciera nootorgarle ni un segundo de descanso de s mismo, Hamlet no aparecera ante nosotros como uno de losgrandes arquetipos de lo que significa ser humano, una criatura que, como bien ha sealado el filsofoJohn Gray, no es primordialmente racional, sino que su principal rasgo es estar en perpetua escisin yguerra contra s mismo, y por extensin muy a menudo tambin contra los dems.

Es entonces lo borrascoso, lo tumultuoso, lo atribulado, lo que constituye el material literario porexcelencia. Es esa capacidad especfica de la literatura de nadar en las aguas cenagosas de nuestra propiaalma para despus emerger con un libro bajo el brazo lo que la vuelve tan adictiva para esa minora a la



que no le causa el tedio y el rechazo que s les causa a los dems. El material literario se compone de looscuro, de lo recndito, de aquellos rasgos de nosotros mismos que por lo general preferimos ignorar, de lacoraza caracterolgica con que los ahogamos en el torrente del ruido blanco cotidiano, aquel que nospermite vivir de manera automatizada, como un componente desechable ms de nuestras sociedadescontemporneas, cuya particular variante del miedo a la muerte se expresa como adoracin a laacumulacin y a la tecnologa, a aquello que ilusamente conocemos como progreso. La literatura honestano nos concede una escapatoria tan fcil, pues entre otras cosas nos revela los infinitos matices ycomplejidades que alberga nuestra alma. Incluso en ese gnero tan tradicional como la novela deiniciacin, los protagonistas a menudo deben descender a los infiernos para finalmente reunirse con el seramado, o para alcanzar otro tesoro por lo menos igual de valioso e inasible: encontrarse y reconciliarseconsigo mismos.

Hoy en da nos encontramos frente a una encrucijada tan compleja y desbordada que absolutamente nadieparecera tener la menor idea de qu hacer. Es fcil y comprensible como mecanismo el insertarnos en unanarrativa maniquea donde es a causa de los malvados los criminales y los polticos, cuya distincin sehace cada vez ms difusa y borrosa que las cosas sean como son. Nuevamente, podemos echar mano dela literatura para comprender que las cosas jams son tan sencillas. Incluso las ms despiadadas distopaspolticas depositan al menos un cierto grado de responsabilidad en el hombre comn y corriente, eternooprimido por los usos y abusos de la arbitrariedad del poder. Y si bien es reconfortante pensar que uno nocontribuye en lo ms mnimo a crear ese horror que tanto repudiamos, las estructuras de dominacin y deopresin comienzan siempre a los niveles ms nfimos, en las relaciones laborales, familiares, de pareja, ydifcilmente alguien podra resultar completamente ajeno a la reproduccin en alguna medida de lasestructuras de poder que confluyen de maneras especficas para producir nuestra realidad actual.

As que, para volver a la pregunta original, quiz ah es donde resida la mayor vala de seguirempendonos en hablar de libros y de literatura: quiz si enfrentamos las infinitas formas en las que todoscontribuimos a producir el horror, podamos empezar a vislumbrar o imaginar posibilidades distintas.Despus de todo, como bien ha sealado Morris Berman, los sistemas sociopolticos son en el fondonarrativas que responden a la pregunta esencial de qu hacemos en este planeta. A pesar del tono deinevitabilidad con el que la burocracia tecnocrtica que nos gobierna intenta revestirlo, el actual sistema estan slo uno entre muchos posibles, y los lmites de marginacin, violencia, corrupcin y descomposicingeneralizada a los que nos ha conducido hacen que lo inevitable sea ms bien no cuestionar su legitimidady eficacia, para con ello empezar a imaginar formas distintas de relacionarnos, que quiz pudieranconducirnos a crear una realidad menos horrorosa que la actual. Y ah es donde la literatura, las artes y lacultura en general pueden tener una funcin muy especfica, por completo alejada de lo ornamental oincluso del simple goce esttico.

Como ha sealado Robert Pirsig, de nada sirve cambiar el sistema poltico mientras los patrones mentalesde quienes componen una comunidad sigan siendo los mismos. Es al nivel de esos patrones mentales endonde podemos comunicarnos y replantearlos a travs de herramientas como la escritura y la lectura. Esah donde podemos cuestionar la rigidez del pequeo tirano interior que todos llevamos inserto en lo msrecndito de nuestras mentes. Es ah donde cobra sentido el gran esfuerzo necesario para que, incluso encondiciones como las actuales, sigan existiendo espacios de encuentro y de confluencia como lo son loslibros y toda la parafernalia en torno a ellos. Es ah donde vale la pena intentar que contine existiendo esalocura colectiva llamada literatura, para ver si acaso podemos encontrar nuevas formas de demencia quesustituyan con el tiempo a las actuales, pues hay de estructuras psicticas a estructuras psicticas, y lagrisura de la predominante, salpicada con impecable regularidad de manchas de sangre y de cnicaostentacin y corrupcin de la elite dominante, hace que a menudo den ganas de renunciar a pensar enalguna realidad distinta de la actual.

Eso es justamente lo que no podemos permitirnos. Mejor la eterna tribulacin hamletiana que convertirnosal credo de esa narrativa insulsa de la adoracin al poder, el dinero, la crueldad reglamentada, la fama y laavaricia rampantes. Finalmente, si como dijo Blaise Pascal, todo el mundo est loco, y no estar loco es tanslo otra manera de estar completamente loco, la literatura puede ayudarnos a imaginar locuras distintas,menos grises y violentas, donde se zanje un poco la brecha entre la narrativa del establishment, empeadaen convencernos de que no hay ms va que la suya, y una realidad que no se cansa de escupir sangre yde escupir miseria, para recordarnos a diario la perversidad de un sistema donde ya no caben todos, y



donde el hecho de que ya no quepan todos es un componente esencial de los mecanismos de explotacin yde ejercicio del poder que le permiten perpetuarse. Quiz finalmente terminemos por descubrir que existeen el proceso literario un talante ms decisivo del que podramos haber imaginado, pues los autores de Elmolino de Hamlet nos recuerdan que:

Todo conocimiento y toda ley, escribi Vico en un resplandor genial hace dos siglos, debe dehaber sido alguna vez poesa seria, poesia seriosa. Es en este sentido que Aristteles, en unapoca sofisticada, todava se refiere con respeto al grave testimonio de los [primeros] poetas.

Eduardo RabasaEditor.

2015 Julio, Ciudad de libros.

2 comentarios en Libros, para qu?

1. camilo2 julio, 2015, 11:27 am

Pues tendras que definir a quin te refieres, a los lectores hipster que van con las modas y laapariencia de leer un libro? A la pura pose de leer? Me parece un artculo muy limitado a pesar de

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usar referentes, pero que slo se acomoda a lo que quieres llegar. Me parece un artculodiscriminatorio y sin rigor acadmico. Los libros tambin son una realidad. Y es importante que serenan a reflexionar sobre el libro. Aunque sabemos que hay libros basura. Por supuesto, no debemoslimitarnos a la pura lectura y la reflexin. Pero no estoy de acuerdo contigo ni con nexos por estapublicacin.

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2. Lauro Rodolfo Carreo Armengol2 julio, 2015, 12:02 pm

Excelente artculo. Cuanta razn hablar de la estructura psictica como una forma de mecanismo dedefensa. Desde luego que los libros por medio de las historias contenidas no permiten vivir unarealidad alterna.aunque a veces la realidad, como la que vivimos actualmente sobrepase la razn y laficcin.

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