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  • Diecisis aos despus de la publicacin de Los pilares de la Tierra, KenFollett vuelve al fascinante mundo de Kingsbridge para presentar a suslectores una magnfica saga pica marcada por el amor, la guerra y la pesteen Un mundo sin fin.Los pilares de la Tierra narra los acontecimientos de la ciudad inglesa deKingsbridge entre 1135 y 1174. Con Un mundo sin fin regresamos aKingsbridge, pero 153 aos despus.El primer da de noviembre de 1327 cuatro nios escapan de la catedral deKingsbridge para jugar en un bosque prohibido. Son, Gwenda, hija de unladrn, Caris, una nia excepcional que quiere ser doctora y los hermanosMerthin y Ralph, el primero un genio con la cabeza llena de inventos y elsegundo un tirano, cruel y vengativo. All en el bosque sern testigos de unapelea entre un caballero y dos soldados. Los soldados mueren y el caballeroentierra un documento antes de ingresar en el monasterio de Kingsbridgepara convertirse en monje el resto de su vida. El contenido de estedocumento secreto jugar un papel importante en varios momentos de lanovela. Como adultos las vidas de estos cuatro nios se vern entrelazadaspor la ambicin, el amor, el odio y la venganza. Vivirn momentos de granprosperidad y tambin de hambruna; aos de guerra y aos de peste. Caris,es la hija de un mercader de lana. De pequea quera ser doctora, profesinprohibida a las mujeres en la Edad Media. Sin embargo, Caris no acepta niesta ni ninguna otra prohibicin. Estudia con una curandera y mantieneconstantes enfrentamientos con la Iglesia. Su lucha por la independencia ysu determinacin a no someterse a ningn hombre pone constantemente enconflicto su amor por Merthin. Merthin, por su lado, comienza comoaprendiz de carpintero y su gran talento le convierte en el mejor arquitectode Kingsbridge. No acepta las restricciones y limitaciones de los quemandan en la ciudad. Cuando ve que no puede casarse con Caris ni realizarsus proyectos soados decide viajar a Italia.

  • Ken FollettUn mundo sin fin

    Los pilares de la Tierra 2

    ePub r1.6Titivillus 27.07.15

  • 1 de noviembre de 1327

  • 1

    wenda slo tena ocho aos, pero no le tema a la oscuridad. Todoestaba como boca de lobo cuando abri los ojos, aunque no eraeso lo que la inquietaba. Saba dnde estaba, en el priorato deKingsbridge, en el alargado edificio de piedra al que llamabanhospital, tumbada sobre la paja que haba esparcida en el suelo.

    Por el clido olor lechoso que llegaba hasta ella, imagin que su madre, quedescansaba a su lado, estara amamantando al recin nacido, al que todava no lehaban puesto nombre. A continuacin yaca su padre y, al lado de ste, elhermano mayor de Gwenda, Philemon, de doce aos.

    El hospital estaba abarrotado y aunque no llegaba a distinguir con claridad alas otras familias que ocupaban el suelo del recinto, hacinadas como ovejas en unredil, perciba el rancio hedor que desprendan sus clidos cuerpos. Faltaba pocopara que despuntaran las primeras luces del da de Todos los Santos, fiesta deguardar que ese ao adems caa en domingo, por lo que sera da de especialprecepto. Por consiguiente, la vspera haba sido noche de difuntos, azarosaocasin en que los espritus malignos vagaban libremente por doquier. Cientos depersonas haban acudido a Kingsbridge desde las poblaciones vecinas, igual quela familia de Gwenda, a pasar la noche en el interior de los recintos sagrados delpriorato para asistir a la misa de Todos los Santos con las primeras luces del alba.

    A Gwenda le inquietaban los espritus malignos, como a cualquier persona ensu sano juicio, pero le preocupaba an ms lo que tendra que hacer durante eloficio.

    Con la mirada perdida entre las sombras, intent apartar de su mente elmotivo de su angustia. Saba que en la pared de enfrente se abra una ventanaarqueada, y a pesar de que sta careca de cristal, pues slo los edificios msimportantes estaban acristalados, una cortinilla de hilo los protega del fro aireotoal. Sin embargo, ni siquiera alcanzaba a distinguir la dbil silueta griscea dela ventana. Se alegr; no quera que amaneciera.

    Puede que no viera nada, pero s llegaban hasta sus odos multitud de sonidosdistintos, como el de la paja que cubra el suelo y que susurraba constantementecuando la gente se remova y cambiaba de postura durante el sueo. Elmurmullo de unas palabras cariosas no tard en acallar el llanto de un nio quepareca haber despertado de una pesadilla. De vez en cuando se oa a alguienfarfullar, hablando en sueos. En algn lugar una pareja haca eso que hacan lospadres pero de lo que nunca hablaban, eso que Gwenda llamaba gruirporque no saba con qu otra palabra describirlo.

    Vio una luz antes de lo esperado. En la puerta del extremo oriental de laalargada estancia, detrs del altar, apareci un monje con una vela en la mano.La dej sobre el ara, encendi una pajuela con la llama y recorri la estancia

  • para acercarla a las lmparas de las paredes, donde su sombra se alzaba hasta eltecho, como un reflejo; la pajuela se una a su propia sombra en la mecha de lalmpara.

    La luz fue avivndose deprisa e ilumin hileras enteras de figuras ovilladasdesperdigadas por el suelo, envueltas en sus anodinas capas o acurrucadas junto asus vecinos en busca de calor. Los enfermos ocupaban los camastros dispuestoscerca del altar, donde podran beneficiarse mejor de la santidad del recinto. Unaescalera en el extremo opuesto conduca al piso superior, donde se encontrabanlas habitaciones para las visitas de la nobleza, estancias ocupadas en esemomento por el conde de Shiring y otros miembros de su familia.

    El monje se inclin sobre Gwenda para encender la lmpara que quedabajusto encima de su cabeza. El hombre se fij en ella y le sonri. La nia observsu rostro bajo la vacilante luz de la llama y vio que se trataba del hermanoGodwyn, un joven apuesto que la noche anterior haba tratado a Philemon conmucha amabilidad.

    Junto a Gwenda haba otra familia de su aldea: Samuel, un prsperocampesino con grandes extensiones de tierra, su esposa y sus dos hijos, el menorde los cuales, Wulfric, era un arrapiezo de seis aos convencido de que lanzarbellotas a las nias y salir corriendo era lo ms divertido del mundo.

    La prosperidad no sonrea a la familia de Gwenda. Su padre no tena tierras,por lo que se ofreca de jornalero a quien pagara por sus servicios. En veranonunca faltaba trabajo, pero tras la recogida de la cosecha y la llegada del fro, lafamilia sola pasar hambre.

    Por eso Gwenda tena que robar.Sola imaginarse que la prendan: una mano robusta la agarraba por el brazo

    y la sujetaba con fuerza sobrehumana mientras ella trataba de zafarse sin xito;una voz profunda y cruel le deca: Vaya, vaya, una ladronzuela ; acontinuacin senta el dolor y la humillacin de un latigazo y despus vena lopeor de todo, la agona y la desesperacin cuando le cortaban la mano.

    Era el castigo que haba sufrido su padre, al final de cuyo brazo izquierdoasomaba un mun repugnante y arrugado. Se las arreglaba bien con la otramano poda cavar, ensillar un caballo, incluso tejer una red para cazar pjaros, pero siempre era el ltimo jornalero al que contrataban en primavera y elprimero del que prescindan con la llegada del otoo. No poda abandonar laaldea y buscar trabajo en otro lugar porque el mun lo delataba como ladrn yla gente se negaba a contratarlo. Cuando viajaba se ataba un guante relleno a lamueca para que los extraos no lo rehuy eran, pero la engaifa no sola durardemasiado.

    Gwenda no haba presenciado el correctivo que le haban aplicado a su padretodo haba ocurrido antes de que ella naciera, pero sola recrearlo en suimaginacin, y ya no poda dejar de pensar que lo mismo iba a sucederle a ella.

  • Vea cmo caa la hoja del hacha sobre su mueca, cmo se abra camino entrela piel y los huesos y cmo le separaba la mano del brazo en un adisdefinitivo En esos momentos tena que apretar los dientes para no gritar.

    La gente empez a desperezarse, y algunos se estiraban, otros bostezaban yotros se frotaban la cara. Gwenda se puso en pie y se sacudi la ropa. Todo lo quellevaba puesto haba pertenecido en un momento u otro a su hermano mayor.Vesta un sayo de lana que le llegaba hasta las rodillas y una tnica por encimaajustada a la cintura con un cinto de cuerda de camo. Los zapatos habanllevado cordones, pero como tena los ojales rotos, los haba perdido, as que selos sujetaba a los pies con paja trenzada. En cuanto se remeti el pelo en el gorrode cola de ardilla, dio por terminado el acicalamiento.

    Su padre la mir en ese momento y le seal con disimulo la familia quetenan enfrente, una pareja de mediana edad con dos hijos un poco mayores queGwenda. El hombre era bajo y enjuto, y luca una barba pelirroja y rizada.Estaba cindose una espada, lo que significaba que era un hombre de armas oun caballero, puesto que a la gente normal y corriente no se le permita portarespadas. Su esposa era una mujer esculida y malhumorada de bruscos modales.

    Buenos das, sir Gerald, lady Maud los salud el hermano Godwyn conun respetuoso ademn de cabeza mientras Gwenda los observaba con atencin.

    Gwenda descubri lo que haba llamado la atencin de su padre. Sir Geraldllevaba una pequea bolsa sujeta al cinturn por una correa de cuero. La bolsitaabultaba. Daba la impresin de estar repleta de varios cientos de pequeos yfinos peniques, medios peniques y cuartos de penique de plata, la moneda inglesaen circulacin en esa poca. Tanto dinero como el que su padre habra ganado enun ao si hubiera encontrado patrn, suficiente para sustentar a la familia hasta lapoca de arar los campos, en primavera. Tal vez incluso contuviera algunasmonedas de oro extranjeras; florines de Florencia o ducados de Venecia.

    Gwenda esconda un pequeo cuchillo en una funda de madera que llevabacolgada del cuello con un fino cordn. La afilada hoja cortara la correa sinproblemas y la abultada bolsa caera en su mano siempre que sir Gerald nonotara algo extrao y la sorprendiera antes de que ella hubiera terminado sutrabajo.

    Godwyn alz la voz para hacerse or por encima del bullicio general:Por la gracia de Dios, quien nos inculca caridad, el desayuno se servir

    despus de la misa de Todos los Santos anunci. Mientras tanto, hay aguafresca en la fuente del patio. Por favor, no olvidis utilizar las letrinas de fuera.Nada de orinar aqu dentro!

    Los hermanos y las monjas eran muy estrictos con la higiene. La nocheanterior, Godwy n haba sorprendido a un nio de seis aos orinando en un rincny haba expulsado a toda la familia. Salvo que tuvieran un penique para unataberna, tendran que pasar la fra noche de octubre tiritando en el suelo de piedra

  • del prtico oriental de la catedral. Tampoco se admitan animales. Al perro detres patas de Gwenda, Brinco, le haban vetado la entrada y la nia se preguntabadnde habra pasado la noche.

    Una vez encendidas todas las lmparas, Godwy n abri la pesada puerta demadera que daba al exterior. El aire nocturno fro y cortante hel las orejas y lapunta de la nariz de Gwenda. Los huspedes de esa noche se envolvieron en susropas y empezaron a salir arrastrando los pies. Cuando sir Gerald y su familia sepusieron en marcha, los padres de Gwenda se colocaron justo detrs, seguidos dela nia y de su hermano.

    Philemon se haba encargado de los hurtos hasta ese momento, pero el daanterior haban estado a punto de sorprenderlo en el mercado de Kingsbridge.Haba birlado un pequeo tarro de un aceite muy caro del tenderete de unmercader italiano y se le haba cado, por lo que todo el mundo lo haba visto. Porfortuna, no se rompi al estrellarse contra el suelo. Philemon se haba vistoobligado a fingir que lo haba derribado sin querer.

    Hasta haca poco Philemon era un nio diminuto que pasaba inadvertido,igual que Gwenda, pero en el ltimo ao haba crecido varios centmetros, lehaba cambiado la voz y se haba vuelto patoso y desmaado, como si noacabara de acostumbrarse a su nuevo cuerpo. La noche anterior, tras el incidentedel tarro de aceite, el padre haba anunciado que Philemon era demasiadogrande para los hurtos que exigan sigilo y que, por consiguiente, esaresponsabilidad recaera en Gwenda a partir de entonces.

    Por eso la nia haba permanecido en vela casi toda la noche.El verdadero nombre de Philemon era Holger. Cuando el nio tena diez aos

    decidi hacerse monje, por lo que le comunic a todo el mundo que se habacambiado el nombre por el de Philemon, que sonaba ms religioso. Parasorpresa de todos, la mayora de la gente respet su deseo, aunque sus padresseguan llamndolo Holger.

    Cruzaron la puerta y vieron dos hileras de monjas ateridas que sujetaban unasantorchas encendidas para alumbrar el camino desde el hospital hasta el granportaln occidental de la catedral de Kingsbridge. Las sombras jugueteaban alldonde el resplandor de las antorchas no alcanzaba a iluminar, como si losdiablillos y los duendes de la noche corrieran a esconderse haciendo cabriolas, ylo nico que les impidiera abalanzarse sobre las gentes fuera la proteccin de lashermanas.

    Gwenda albergaba la esperanza de que Brinco estuviera esperndola fuera,pero no lo vio por ninguna parte. Tal vez haba encontrado un lugar caliente dondedormir. Por el camino hasta la iglesia, el padre de Gwenda procuraba no alejarsedemasiado de sir Gerald. Alguien le dio un doloroso tirn de pelo a la nia, quelanz un chillido imaginando la mano de un duende; sin embargo, cuando sevolvi slo vio a Wulfric, su vecino de seis aos. El nio se puso rpidamente

  • fuera de su alcance, rindose.Comprtate como Dios manda! gru el padre del bribonzuelo, y le dio

    un capn. El pequeo se ech a llorar.La inmensa iglesia era una masa informe que se alzaba por encima de la

    apelotonada multitud. Slo se distinguan con claridad las partes ms bajas, losarcos y los parteluces resaltados en rojo y anaranjado por la vacilante luz de lasantorchas. La procesin aminor el paso al acercarse a la entrada de la catedral,donde Gwenda divis a un grupo de personas del lugar que se aproximaba por elotro lado. La nia supuso que deban de sumar cientos, tal vez miles, aunque noestaba segura de cunta gente se necesitaba para reunir a mil personas, y a queno saba contar hasta un nmero tan alto.

    La multitud atraves el vestbulo lentamente. La agitada luz de las antorchasalumbraba las figuras esculpidas en los muros, hacindolas bailar como posesas.En el nivel inferior sobresalan los demonios y los monstruos. Atemorizada,Gwenda contempl de hito en hito dragones y grifos, un oso con cabeza dehombre y un perro con dos cuerpos y un morro. Algunos de los demoniosluchaban con humanos: un diablo le pona la soga al cuello a un hombre, unmonstruo parecido a un zorro arrastraba a una mujer por el pelo, un guila conmanos atravesaba a un hombre desnudo Sobre esas escenas, los santos sealzaban en una hilera bajo los protectores doseletes; sobre ellos los apstoles sesentaban en tronos y a continuacin, en el arco de la puerta principal, San Pedrocon su llave y San Pablo con un rollo de pergamino adoraban con mirada devotaa Jesucristo en lo alto.

    Gwenda saba que Jess le deca que no deba pecar o, de lo contrario, losdemonios la torturaran, pero los humanos la asustaban ms que los demonios. Sino consegua robarle la bolsa a sir Gerald, su padre le propinara una azotaina.Peor an, su familia slo tendra sopa hecha con bellotas para comer; Philemony ella estaran hambrientos durante interminables semanas; a su madre se lesecaran los pechos y el recin nacido morira, como haba ocurrido con los dosltimos, y su padre desaparecera durante das y volvera con una esculidagarza o como mucho un par de ardillas que echar a la cazuela. Tener hambre erapeor que los latigazos: dola durante ms tiempo.

    Le haban enseado a hurtar desde muy pequea; una manzana de untenderete de fruta, un huevo recin puesto bajo la gallina de una vecina, elcuchillo de un borracho olvidado por descuido en la mesa de una taberna Sinembargo, robar dinero era otra cosa. Si la sorprendan robando a sir Gerald, denada le servira echarse a llorar con la esperanza de que la trataran como a unania traviesa, tal como haba hecho una vez despus de afanar un par derefinados zapatos de piel a una monja de corazn benvolo. Cortar la correa de labolsa de un caballero no era una chiquillada, sino un delito de adulto en todaregla, y como tal sera tratada.

  • Intent no pensar en ello. Era pequea, gil y rpida, y se hara con la bolsasigilosamente, como un fantasma siempre que dejara de temblar.

    La amplia iglesia estaba abarrotada de gente. En los pasillos laterales, unosmonjes encapuchados sujetaban antorchas que proyectaban un trmuloresplandor roj izo. Los pilares de la nave se perdan en la oscuridad que inundabalas alturas. Gwenda permaneci cerca de sir Gerald mientras la gente avanzabahacia el altar. El caballero de la barba roja y su esculida mujer no repararon enella, y sus dos hijos le prestaron tanta atencin como a los muros de piedra de lacatedral. La familia de Gwenda se qued atrs y los perdi de vista.

    La nave se llen rpidamente. La nia nunca haba visto a tanta gente juntaen un mismo lugar; estaba mucho ms concurrido que el prado comunal de lacatedral en un da de mercado. La gente se saludaba con alborozo, sintindose asalvo de los espritus malignos en un lugar santo, y el rumor de susconversaciones aument hasta convertirse en un clamor.

    En ese momento se oy el taido de una campana y todo el mundo guardsilencio.

    Sir Gerald estaba junto a una familia de la ciudad. Todos vestan ropas deprimera calidad, por lo que probablemente se tratara de prsperos comerciantesde lana. Junto al caballero haba una nia de unos diez aos; detrs de ellos,esperaba Gwenda tratando de no llamar la atencin. Sin embargo, para suconsternacin, la nia se volvi y le sonri sin tapujos, como querindole decirque no tena nada que temer.

    Los monjes que los rodeaban apagaron las antorchas, una tras otra, hasta quela gran iglesia qued sumida en una oscuridad absoluta.

    Gwenda se pregunt si la nia rica la recordara ms adelante. No se habalimitado a intercambiar una mirada con ella y olvidarla al instante como hacacasi todo el mundo, sino que se haba fijado en ella, haba pensado en ella, habapresumido que poda estar asustada y le haba ofrecido una sonrisa amistosa. Contodo, haba cientos de nios en la catedral, por lo que era imposible que hubieraretenido las facciones de Gwenda con toda precisin bajo aquella luzmortecina no? Intent alejar las preocupaciones de su mente.

    Invisible en la oscuridad, dio un paso al frente y se desliz entre las dosfiguras. Sinti la suave lana de la capa de la nia a un lado y al otro, la tela msbasta de la vieja sobrevesta del caballero. Ahora ya tena la bolsa a su alcance.

    Se meti la mano en el escote y desenfund el pequeo cuchillo.Un chillido estridente quebr el silencio. Gwenda lo estaba esperando, pues su

    madre y a le haba explicado lo que iba a suceder durante la misa, pero de todosmodos le cost sobreponerse. Era como si estuvieran torturando a alguien.

    Entonces la catedral reson con estridencia, como si hubieran golpeado unaplancha de metal, a lo que siguieron otros ruidos: quej idos, carcajadasdemenciales, un cuerno de caza, gritero, animales, los taidos de una

  • campana Un nio rompi a llorar entre los feligreses, imitado al poco por otrosmuchos. Varios adultos rieron con nerviosismo. Saban que la algaraba era cosade los monjes, pero no por eso dejaba de ser espeluznante.

    Amedrentada, Gwenda pens que no era el mejor momento para apoderarsede la bolsa. Todo el mundo estaba en tensin, despiertos los cinco sentidos. Elcaballero notara hasta el ms mnimo roce.

    La barahnda infernal aument de volumen hasta que sobrevino un nuevosonido: msica. Al principio era tan dbil que Gwenda dud si lo haba odo enrealidad y luego, poco a poco, fue hacindose ms audible. Las monjas estabancantando. Gwenda sinti la tensin a flor de piel; se acercaba el momento. Sevolvi hacia sir Gerald movindose como un fantasma, liviana como el aire.

    Saba de memoria qu llevaba el hombre: una pesada capa de lana sujeta a lacintura con un ancho cinturn tachonado del que colgaba la bolsa, atada con unacorrea de cuero. Encima de la capa luca una sobrevesta bordada, cara perodesgastada, con amarillentos botones de hueso en la delantera. Se habaabrochado unos cuantos, aunque no todos, tal vez a causa de la somnolientadesidia o porque el paseo del hospital hasta la iglesia haba sido demasiado corto.

    Apenas con un roce, Gwenda puso la mano sobre la capa imaginando que erauna araa tan etrea que al hombre le sera imposible percibirla. Desplaz lamano arcnida por la parte de delante de la capa hasta encontrar la abertura, ladesliz por debajo de la orilla de la ropa y continu sobre la voluminosa barrigahasta que dio con la bolsa.

    El pandemonio fue apagndose a medida que la msica tomaba el relevo. Unmurmullo acongojado se alz al frente de la congregacin. Gwenda no veanada, pero saba que haban encendido una lmpara en el altar y que stailuminaba un recin aparecido relicario: una caja de marfil y oro de elaboradatalla que contena los huesos de San Adolfo. La gente avanz en tropel con eldeseo de acercarse a las reliquias sagradas, momento en que Gwenda, al sentirsecomprimida entre sir Gerald y el hombre que tena delante, levant la mano yllev el filo del cuchillo a la correa de la bolsa.

    El cuero era duro y no pudo cortarlo de un solo tajo. Empez a serrarloimpaciente, con la esperanza de que la escena del altar interesara lo suficiente asir Gerald para que no reparara en lo que ocurra bajo sus narices. La nialevant la vista unos instantes y se dio cuenta de que empezaba a distinguir elperfil de la gente que la rodeaba. Los monjes y las hermanas estabanencendiendo las velas, por lo que pronto todo se inundara de luz, as que no tenatiempo que perder.

    Le propin un fuerte tajo con el cuchillo y sinti que la correa ceda. SirGerald mascull algo. Habra notado el tirn o slo era una reaccin a lo queocurra en el altar? La bolsa se desprendi y cay en la mano de Gwenda, peroera demasiado grande para asirla con facilidad y se le resbal. Por un aterrador

  • instante crey que iba a aterrizar en el suelo, donde acabara perdindola entrelos pies despreocupados de la gente, pero la atrap en el ltimo momento y laagarr con fuerza.

    Sinti un instante de jubiloso alivio: ya tena el monedero.No obstante, el peligro no haba pasado. El corazn le lata con tanta fuerza

    que tema que los dems lo oy eran. Deslizndose la pesada bolsa por el interiorde la parte delantera de la tnica, se volvi rpidamente para darle la espalda alcaballero. Saba que el bulto que despuntaba por encima del cinto como si fuerala barriga de un anciano parecera sospechoso, as que lo desplaz a un costadopara disimularlo con el brazo. Aun as, saba que sera muy evidente cuando laluz lo inundase todo, pero no tena otro lugar donde esconderlo.

    Enfund el cuchillo. Haba llegado el momento de desaparecer lo ms rpidoposible, antes de que sir Gerald se diera cuenta de su ausencia; sin embargo, lamisma aglomeracin de fieles que antes la haba ay udado a hacerse con la bolsasubrepticiamente, ahora obstaculizaba su huida. Intent retroceder con laesperanza de abrirse camino entre los cuerpos que tena detrs, pero todo elmundo deseaba avanzar en la direccin opuesta para poder contemplar de cercalos huesos del santo. Estaba atrapada, incapaz de moverse, delante del hombre alque acababa de robar.

    Ests bien? le pregunt alguien al odo.Gwenda intent dominar el pnico al comprobar que se trataba de la nia

    rica. Tena que hacerse invisible, por lo que una nia solcita era lo ltimo quenecesitaba en esos momentos. No contest.

    Id con cuidado advirti la chica a la gente que la rodeaba. Estisaplastando a esta pobrecilla.

    Gwenda sinti deseos de gritar. La amabilidad de la nia rica le costara unamano.

    Desesperada por huir, apoy las manos en el hombre que tena delante y sedio impulso hacia atrs para abrirse camino, pero lo nico que consigui fuellamar la atencin de sir Gerald.

    Ah abajo no se ve nada, verdad? pregunt su vctima con voz amable.Para consternacin de Gwenda, el hombre la asi por debajo de los brazos y

    la alz.Estaba perdida. Apenas unos centmetros separaban la bolsa que ocultaba en

    la axila de la manaza del caballero. Gwenda volvi la cabeza hacia el altar paraque el hombre slo pudiera verle la nuca y por encima de la multitud vio que loshermanos y las monjas encendan ms velas y cantaban al santo muerto. Detrs,en el extremo oriental del edificio, una dbil luz se filtraba a travs del enormerosetn. El amanecer ahuyentaba los malos espritus. El estruendo se habadetenido y la catedral resonaba con los cantos. Un alto y apuesto monje, a quienGwenda identific como Anthony, el prior de Kingsbridge, subi al altar.

  • Y as una vez ms, por la gracia de Dios, la armona y la luz de la santacasa del Seor destierran el mal y la oscuridad del mundo anunci el prior envoz alta, alzando las manos en actitud de alabanza.

    Los feligreses estallaron en clamoroso jbilo, recobrando el sosiego. Elclmax de la ceremonia haba pasado. Gwenda se removi y sir Gerald,comprendiendo el mensaje, la dej en el suelo. La nia pas por su lado endireccin al fondo, con el rostro vuelto hacia un lado. La gente ya no ansiaba verel altar como antes, por lo que esta vez consigui abrirse camino entre losfeligreses. A medida que retroceda, ms fcil le resultaba, hasta que al final seencontr junto a la magnfica puerta del muro occidental, donde vio a su familia.

    Su padre la esperaba con mirada expectante, pronto a montar en clera sihaba fracasado. Gwenda se sac el monedero de la camisa y se lo lanz,aliviada por poder desembarazarse de l. El hombre lo atrap en el aire, se volviligeramente y le ech un furtivo vistazo. Gwenda vio que se le iluminaba la cara.Acto seguido, vio tambin cmo le pasaba la bolsa a su madre, quien la remetirpidamente entre los pliegues de la manta con que arropaba al recin nacido.

    El tormento haba pasado, pero no as el peligro.Una nia rica se ha fijado en m dijo Gwenda, percibiendo el miedo que

    le atenazaba la voz.En los ojos pequeos y oscuros de su padre brill la clera.Te ha visto robando la bolsa?No, pero les ha dicho a los dems que no me pisaran y luego el caballero

    me ha levantado para que pudiera ver mejor.La madre dej escapar un lastimoso quej ido.Entonces te ha visto la cara concluy el padre.Intent darle la espalda.Aun as, ser mejor que no vuelvas a cruzrtelo. No regresaremos al

    hospital de los monjes. Iremos a almorzar a una taberna.No podemos escondernos todo el da protest la madre.No, pero podemos confundirnos entre la gente.Gwenda empez a sentirse mejor. Por lo visto su padre no crea que hubiese

    un peligro real. De todos modos, al menos se acababa de quitar un gran peso deencima al ver que su padre haba vuelto a asumir el mando y la habadescargado de responsabilidades.

    Adems, me apetece un poco de pan y fiambre, en vez de esas gachasaguadas de los monjes aadi el hombre. Ahora podemos permitrnoslo!

    Salieron de la iglesia. La luz del amanecer tea el cielo de ncar gris.Gwenda iba a darle la mano a su madre, pero el recin nacido rompi a llorar yreclam toda la atencin de la mujer. Entonces vio un perro de tres patas, blanco,con la cara negra, que entraba corriendo en el recinto de la catedral con unacojera que le resultaba familiar.

  • Brinco! lo llam.Lo iz para estrecharlo entre sus brazos.

  • 2

    erthin tena once aos, uno ms que su hermano Ralph, pero, parasu inmensa frustracin, Ralph era ms alto y fornido. Aquello eramotivo de discusin entre sus progenitores. Sir Gerald, su padre,era soldado y no consegua ocultar su decepcin cuando Merthinse revelaba incapaz de levantar una lanza pesada, cuando lo

    abandonaban las fuerzas antes de que acabara de talar un rbol o cuando volva acasa llorando tras perder una pelea. Su madre, lady Maud, tampoco serva degran ayuda, pues no haca ms que avergonzarlo mostrndose demasiadoprotectora con l, cuando lo que Merthin necesitaba era que no le prestara tantaatencin. Cuando el padre se hencha de orgullo ante la fuerza de Ralph, la madreintentaba compensarlo criticando la simpleza del menor de los hermanos. Ralphera un poco corto de entendederas, pero nada poda hacer al respecto, y que loregaaran por su tosquedad slo consegua enojarlo, lo que a su vez lo llevaba aenzarzarse en peleas con otros chicos.

    Ambos estaban irritables esa maana de Todos los Santos. El padre no querair a Kingsbridge, pero se haba visto obligado a ceder, pues le deba dinero alpriorato y no tena con qu resarcir sus cuentas. La madre le haba advertido quele quitaran las tierras. Era seor de tres aldeas en los alrededores de Kingsbridge.El padre le record que era descendiente directo de aquel Thomas que acabconvertido en conde de Shiring el ao que el rey Enrique II mand asesinar alarzobispo Becket. El conde Thomas era hijo de Jack Builder, el maestroconstructor de la catedral de Kingsbridge, y de lady Aliena de Shiring, una parejaprcticamente legendaria cuya historia se relataba en las largas tardes deinvierno junto a las heroicas proezas de Carlomagno y Rolando. Con semejanterbol genealgico, los monjes no podan confiscarle las tierras, vocifer sirGerald, y mucho menos esa vieja quisquillosa del prior Anthony. Cuando empeza gritar, el rostro de Maud adopt una expresin de cansada resignacin y lamujer se dio media vuelta, aunque Merthin la oy musitar: Lady Aliena tenaun hermano, Richard, que slo vala para la guerra .

    Tal vez el prior Anthony fuera una vieja quisquillosa, pero al menos habasido lo bastante hombre para reclamar las deudas pendientes de sir Gerald. Habaacudido al seor de Gerald, el actual conde de Shiring, quien resultaba sertambin primo segundo de ste. El conde Roland haba emplazado a Gerald aKingsbridge ese da para reunirse con el prior y hallar una solucin. De ah elmal humor del padre.

    Y encima le haban robado.Haba reparado en la ausencia de la bolsa despus de la misa de Todos los

    Santos. Merthin haba disfrutado de la escena: la oscuridad, los ruidos extraos, lamsica que al principio apenas se oa y que luego haba inundado la descomunal

  • iglesia y, finalmente, el lento y progresivo alumbramiento de las velas. A medidaque el edificio se iluminaba, tambin se haba ido percatando de que algunaspersonas haban aprovechado la oscuridad para cometer pecadillos por los quedeberan confesarse; haba visto a dos monjes que interrumpan sus besuqueosapresuradamente y a un avispado mercader que retiraba la mano del generosopecho de una sonriente mujerona que no pareca ser su esposa. Merthin seguaentusiasmado cuando volvieron al hospital.

    Mientras esperaban a que las monjas sirvieran el almuerzo, un mozo decocina atraves la estancia y subi la escalera con una bandeja en la que portabauna enorme jarra de cerveza y una fuente de ternera ahumada.

    Tu pariente, el conde, ya podra invitarnos a almorzar con l en susestancias privadas rezong la madre. Despus de todo, tu abuela erahermana de su abuelo.

    Si no quieres gachas, podemos ir a la taberna contest el padre.Merthin aguz el odo. Le encantaban los almuerzos de las tabernas, con su

    pan fresco y su manteca salada, pero enseguida oy replicar a su madre:No podemos permitrnoslo.S podemos repuso su padre, llevndose la mano a la bolsa, momento en

    que descubri su ausencia.Lo primero que hizo fue mirar al suelo, por si se le haba cado, pero entonces

    not los extremos cortados de la correa de cuero y solt un bramido deindignacin. Todo el mundo lo mir salvo su esposa, quien se volvi hacia otrolado.

    Era todo el dinero que tenamos la oy murmurar Merthin.Su padre fulmin a los restantes huspedes del hospital con una mirada

    acusadora. La ira oscureci la larga cicatriz que le recorra un lado de la cara,desde una sien hasta el ojo. Se hizo un tenso silencio en la estancia; un caballeroenojado era peligroso, sobre todo uno que, a todas luces, pasaba por una malaracha.

    Te han robado en la iglesia, seguro dijo la madre.Merthin estaba de acuerdo. En la oscuridad se haban robado algo ms que

    besos.Y encima sacrilegio! se escandaliz el padre.Ya saba yo que iba a suceder, en cuanto levantaste a esa nia insisti

    la madre, con una mueca de acritud, como si hubiera tragado algo amargo.Seguramente el ladrn te asalt por la espalda.

    Hay que encontrarlo! rugi l.Lamento mucho lo ocurrido, sir Gerald se disculp el joven monje

    llamado Godwy n. Ir a informar a John Constable[1] ahora mismo para quebusque a algn aldeano pobre que se haya hecho rico de la noche a la maana.

    A Merthin se le antoj un plan muy poco prometedor. Haba miles de

  • aldeanos y cientos de feligreses que procedan de otros lugares. El alguacil nopoda vigilarlos a todos.

    Con todo, eso pareci apaciguar ligeramente a su padre.Ese golfo acabar en la horca! exclam, sin alzar la voz tanto como

    antes.Mientras tanto, tal vez nos harais el honor de compartir la mesa dispuesta

    delante del altar con vuestra esposa e hijos propuso Godwyn, zalamero.El padre rezong, aunque Merthin saba que se senta halagado por el hecho

    de que se le concediera un estatus superior al de los dems huspedes, quienes notendran ms remedio que sentarse en el mismo suelo donde haban dormido.

    Merthin se tranquiliz en cuanto se cercior de que la amenaza del estallidode violencia haba pasado; no obstante, cuando la familia tomaba asiento, sepregunt con preocupacin qu sera de ellos a partir de entonces. Su padre eraun valiente soldado, o eso deca todo el mundo. Sir Gerald haba luchado por elviejo rey en Boroughbridge, donde la espada de un rebelde de Lancashire lehaba obsequiado con aquella cicatriz en la frente. Pero la suerte no le sonrea.Algunos caballeros volvan a casa con un autntico botn despus de la batalla:joyas saqueadas, una carretada de dispendiosas telas flamencas y sedas italianaso el bienamado padre de una familia noble al que poder intercambiar por unrescate de un millar de libras. Sir Gerald nunca pareca participar de dichosbotines y, sin embargo, deba costear las armas, la armadura y un carsimocaballo de batalla para poder cumplir con su obligacin y servir al rey. Adems,las rentas que le reportaban las tierras nunca eran suficientes. De modo que, encontra de los deseos de su esposa, el hombre haba empezado a pedir prstamos.

    Los mozos de cocina entraron con un caldero humeante. La familia de sirGerald fue la primera en ser servida. Las gachas eran de cebada y estabansazonadas con romero y sal. Ralph, que no entenda el porqu de laspreocupaciones de la familia, empez a charlar animadamente sobre la misa deTodos los Santos, pero el sombro silencio con que eran recibidos sus comentarioslo hicieron callar.

    Una vez dieron cuenta de las gachas, Merthin se dirigi al altar, detrs delcual haba escondido el arco y las flechas. La gente se lo pensara dos vecesantes de robar algo de un altar. Puede que decidieran superar sus miedos si larecompensa era lo bastante tentadora, pero un arco casero tampoco era un granreclamo, as que, por descontado, all segua.

    Con todo, estaba orgulloso de su arco. Era pequeo, porque para doblar unode los grandes, un arco de casi dos metros, se requera de toda la fuerza de unhombre adulto. El de Merthin no llegaba al metro y medio y era muy fino, peropor lo dems era idntico al largo arco ingls que a tantos escoceses de lasmontaas, rebeldes galeses y caballeros franceses pertrechados de armadurahaba abatido.

  • Hasta el momento su padre no le haba hecho ningn comentario respecto alarco y en ese instante lo miraba como si lo estuviera viendo por primera vez.

    De dnde has sacado la varilla? Son costosas.sta no, es demasiado corta. Me la dio un arquero.Su padre asinti.Aparte de eso, es perfecta coment. La sacan del interior del tejo,

    donde se juntan la albura y el duramen dijo, sealando las distintas tonalidadesde la madera.

    Lo s contest Merthin entusiasmado; la oportunidad de impresionar a supadre no se le presentaba demasiado a menudo. La albura es ms dctil, poreso es mejor para la parte frontal del arco, porque recupera su forma original, yel duramen, tan recio, es mejor para el interior de la curva, porque retrocedecuando se dobla el arco.

    Exacto dijo su padre, devolvindole la vara. Pero recuerda que no esarma para un noble. Los hijos de los caballeros no se hacen arqueros. Dselo aun campesino.

    Pero si ni siquiera lo he probado! protest Merthin, desmoralizado.Deja que jueguen intervino la madre. Son slo nios.Tienes razn convino su padre, interesndose en otras cosas. Crees

    que esos monjes nos traeran una jarra de cerveza?Pdesela lo anim su esposa. Merthin, cuida de tu hermano.Seguramente ser al revs rezong sir Gerald.Merthin se sinti herido. Su padre no tena ni la menor idea de cmo eran sus

    hijos: Merthin poda cuidar de s mismo, pero Ralph no haca ms que meterse enproblemas. Con todo, el chico saba muy bien que no le convena empezar unadiscusin con su padre, sobre todo estando ste de tan mal humor, as queabandon el hospital sin abrir la boca. Ralph lo sigui.

    Cuando salieron del recinto de la catedral haca un da fro y ntido, y el cieloestaba techado por nubes altas de un gris desvado. Enfilaron la calle principal ydejaron atrs Fish Lane, Leather Yard y Cookshop Street. Al cruzar el puente demadera sobre el ro al pie de la colina, abandonaron el casco antiguo y entraronen el barrio de las afueras llamado Newtown, donde las calles de casas demadera se distribuan entre pastos y jardines. Merthin guio el camino hacia unprado llamado Lovers Field, donde el alguacil de la ciudad y sus subordinadoshaban colocado los blancos, las dianas para los arqueros, y a que todos loshombres estaban obligados a realizar prcticas de tiro despus de misa por ordendel rey.

    La gente no necesitaba que la animaran a cumplir el mandato, no era muchopedir lanzar unas cuantas flechas una maana de domingo, por lo que uncentenar de jvenes de la ciudad hacan cola a la espera de su turno, observadospor las mujeres, los nios y otros hombres que se consideraban demasiado viejos

  • o demasiado dignos para ser arqueros. Algunos contaban con sus propias armas.Para aquellos que eran muy pobres para poder permitirse un arco, JohnConstable dispona de econmicos arcos de prcticas de fresno o avellano.

    Era como un da festivo. Dick Brewer ofreca picheles de cerveza de barrilsubido a un carro y las cuatro hijas adolescentes de Betty Baxter se paseaban conbandejas de panecillos especiados. Las gentes pudientes de la ciudad ibanenvueltas en capas de piel y calzaban zapatos nuevos; incluso las mujeres mspobres se haban arreglado el cabello y haban adornado sus vestidos.

    Merthin era el nico nio con arco, por lo que de inmediato atrajo la atencinde los dems, que enseguida lo rodearon. Los nios le preguntaban con curiosaenvidia mientras las nias lo miraban con admiracin o desdn, dependiendo delcarcter.

    Dnde has aprendido a hacer arcos? pregunt una.Merthin la reconoci, la tena al lado en la catedral. Calcul que tendra un

    ao menos que l. La muchachita llevaba un vestido y una capa de cara lanatupida. Merthin sola encontrar fastidiosas a las nias de su edad, que no hacanms que rerse tontamente y se negaban a tomarse nada en serio. No obstante,aqulla lo miraba a l y su arco con sincera curiosidad, y eso le gust.

    Lo hice yo solo. Por intuicin contest.Qu listo. Y funciona bien?Todava no lo he probado. Cmo te llamas?Caris, de los Wooler. Y t?Merthin. Mi padre es sir Gerald.Merthin retir la capucha de su capa, rebusc algo y sac una cuerda de arco

    enrollada.Por qu llevas la cuerda en la capucha?Para que no se moje cuando llueva. Es lo que hacen los arqueros de

    verdad.Pas el cordel por las muescas de cada extremo de la varilla y dobl el arco

    ligeramente para que la tensin mantuviera la cuerda en su sitio.Vas a disparar a los blancos?S.No te dejarn observ un nio.Merthin lo mir. Tendra unos doce aos y era alto y delgado, con manos y

    pies grandes. Lo haba visto la noche anterior en el hospital del priorato con sufamilia. Se llamaba Philemon. Merthin se haba fijado en que Philemon no habadejado de revolotear entre los monjes, hacindoles preguntas y ayudndoles aservir la cena.

    Claro que me dejarn contest Merthin. Por qu no iban a hacerlo?Porque eres muy pequeo.Eso es una estupidez.

  • Merthin se arrepinti de lo que acababa de decir antes incluso de terminar lafrase; los adultos solan ser estpidos. Sin embargo, le haba irritado que Philemondiera por hecho saber ms que l, sobre todo despus de haber mostrado tantaseguridad delante de Caris.

    Se alej de los nios y se acerc al grupo de adultos que esperaba su turnopara disparar a las dianas. Conoca a uno de ellos, un hombre muy alto ycorpulento llamado Mark Webber. Mark se fij en el arco y se dirigi a Merthin:

    De dnde lo has sacado? pregunt con voz afable.Lo he hecho y o contest Merthin, ufano.Mira esto, Elfric le dijo Mark a su vecino. Buen trabajo.El tal Elfric, un hombre fornido y de mirada astuta, estudi el arco de forma

    somera.Es demasiado pequeo sentenci, desdeoso. Con eso es imposible

    disparar una flecha que traspase una armadura francesa.Puede que no contest Mark con suavidad, pero espero que al

    muchacho le queden un par de aos antes de tener que luchar contra losfranceses.

    Estamos listos, empecemos anunci John Constable. Mark Webber,eres el primero.

    El gigantn se acerc a la lnea, escogi un arco de aspecto macizo y loprob. Dobl la gruesa madera sin esfuerzo.

    En ese momento el alguacil repar en Merthin.Nios no advirti.Por qu no? pregunt Merthin.Porque no. Sal de en medio.Merthin oy las risitas de los otros nios.Eso no es una razn! repuso, indignado.No tengo por qu dar explicaciones a un nio contest John. Muy bien,

    Mark, adelante.Merthin se sinti enrojecer. Aquel sabelotodo de Philemon haba demostrado

    ante los dems que se haba equivocado. Se alej de las dianas.Te lo advert dijo Philemon.Cierra la boca y vete de aqu.Quin me va a echar? T? se burl Philemon, quien le sacaba una

    cabeza a Merthin.No, yo intervino Ralph.Merthin suspir. La lealtad de Ralph era inquebrantable, pero no se daba

    cuenta de que defendindolo de Philemon slo consegua hacer que pareciese unalfeique adems de un idiota.

    De todas maneras ya me iba dijo Philemon. Voy a ay udar alhermano Godwy n.

  • Y se march.Los dems nios empezaron a dispersarse en busca de otros entretenimientos.Puedes ir a cualquier otro sitio a probar el arco aconsej Caris.Era evidente que estaba ansiosa por saber si funcionaba. Merthin mir a su

    alrededor.Adnde?Si lo sorprendan disparando sin la supervisin de un adulto, podan quitarle el

    arco.Podramos ir al bosque.Merthin no dio crdito. Los nios tenan prohibido ir al bosque, el lugar donde

    se ocultaban los proscritos, hombres y mujeres que vivan de las malas artes.Podan arrancarles las ropas o convertirlos en esclavos, y existan otros peligrosque los padres slo se atrevan a dejar entrever. Aunque consiguieran sorteartodos esos peligros, los nios probablemente no escaparan a la buena reprimendaque sus padres les propinaran por desobedecer.

    Sin embargo, Caris no pareca asustada y Merthin no estaba dispuesto aparecer menos decidido que ella. Adems, el brusco desaire del alguacil loanimaba a la rebelda.

    Muy bien accedi, pero ser mejor que no nos vean.La nia tena la respuesta para eso.Conozco un camino.Caris se dirigi hacia el ro y Merthin y Ralph la siguieron. Un pequeo perro

    de tres patas renque tras ellos.Cmo se llama tu perro? pregunt Merthin.No es mo, pero le he dado un trozo de beicon mohoso y ahora no hay

    manera de quitrmelo de encima contest ella.Avanzaron por la lodosa orilla del ro y dejaron atrs varios almacenes,

    embarcaderos y gabarras. Merthin estudi con disimulo a la chica que con tantadesenvoltura se haba convertido en la cabecilla del grupo. Tena un rostrocuadrado de expresin decidida, ni hermoso ni feo, y haba picarda en su miradade ojos verdes moteados de castao. Llevaba el cabello, de color castao claro,recogido en dos trenzas, a la moda de las mujeres acaudaladas. Vesta ropascaras, pero calzaba unos prcticos borcegues de cuero en vez de los zapatosbordados que solan preferir las damas de la nobleza.

    Caris dej el ro a un lado, los condujo a travs de un almacn de maderas ysegundos despus se encontraban en un bosque plagado de maleza. A Merthin loembarg cierta desazn. Llegados al bosque, donde un proscrito poda estaracechndolos detrs de cualquier roble, empez a arrepentirse de subravuconera, aunque su amor propio le impidi echarse atrs.

    Continuaron caminando en busca de un calvero lo bastante grande parapracticar con el arco.

  • Veis ese enorme acebo? pregunt Caris con complicidad.S.En cuanto lo pasemos, agachaos igual que yo y no hagis ruido.Por qu?Ya lo veris.Instantes despus, Merthin, Ralph y Caris se escondieron en cuclillas detrs

    del arbusto. El perro de tres patas se sent con ellos mirando esperanzado a Caris.Ralph iba a hacer una pregunta, pero Caris lo hizo callar.

    Un minuto despus apareci una nia. Caris sali de un salto de detrs delarbusto y se abalanz sobre ella. La nia grit.

    Cllate! le advirti Caris. El camino no est muy lejos y no queremosque nos oigan. Por qu nos sigues?

    Te has llevado a mi perro y no quiere volver! gimote la nia.Te conozco, esta maana te he visto en la iglesia dijo Caris con voz

    suavizada. Est bien, no llores, no vamos a hacerte dao. Cmo te llamas?Gwenda.Y el perro?Brinco.Gwenda levant al perro y ste empez a secarle las lgrimas a lametazos.Bueno, ya lo tienes, pero ser mejor que vengas con nosotros, no sea que

    vuelva a escaparse. Adems, t sola podras perderte de vuelta a casa.Siguieron andando.Qu tiene ocho brazos y once piernas? pregunt Merthin.Me rindo contest Ralph al instante. Siempre se renda.Yo lo s dijo Caris, con una sonrisa. Nosotros. Cuatro nios y el perro.

    Se rio. Ha estado bien.Merthin se sinti halagado. La gente no siempre entenda sus bromas y las

    chicas en concreto, casi nunca. Instantes despus oy que Gwenda se loexplicaba a Ralph.

    Dos brazos ms dos brazos ms dos brazos ms dos brazos son ocho sum. Dos piernas

    No se encontraron con nadie; todo estaba saliendo bien. Las pocas personascon quehaceres reconocidos en el bosque leadores, carboneros y fundidoresde hierro libraban ese da y sera muy extrao encontrarse con una partida decaza en domingo. Si se topaban con alguien, con toda probabilidad se tratara deun proscrito. No obstante, haba pocas posibilidades. El bosque era enorme, seextenda durante varios kilmetros. Merthin jams se haba adentrado lo bastantepara saber hasta dnde llegaba.

    Alcanzaron un amplio claro.Aqu est bien opin Merthin.En el otro extremo, a unos quince metros, se alzaba un roble de ancho tronco.

  • Merthin se puso de perfil, como haba visto hacer a los hombres. Sac una de sustres flechas y encaj la muesca en la cuerda del arco. La fabricacin de lasflechas le haba supuesto tanta dificultad como el arco. El astil era de madera defresno y estaban adornadas con plumas de ganso. No haba conseguido hierropara las puntas, as que se haba limitado a afilar los extremos y luego habaquemado la madera para endurecerla. Mir al rbol y tens la cuerda, tirando deella hacia atrs, para lo que necesit de todas sus fuerzas. Luego solt la flecha.

    El proy ectil cay al suelo a pocos centmetros del objetivo. Brinco trot por elclaro para recuperarla.

    Merthin estaba desconcertado. Esperaba que la flecha atravesara el aire y seincrustara en el rbol. Comprendi que no haba tensado el arco lo suficiente.

    Prob con la otra mano. sa era una de sus rarezas, que no era ni diestro nizurdo, sino ambas cosas. Al segundo intento tir de la cuerda todo lo que pudo yempuj el arco con todas sus fuerzas. Esta vez consigui doblarlo ms que antes.La flecha casi alcanz el rbol.

    Al tercer disparo apunt el arco hacia arriba con la esperanza de que laflecha atravesara el aire dibujando una parbola y alcanzara el tronco. Sinembargo, quiso compensarlo en exceso, por lo que la flecha se perdi entre lasramas y cay al suelo en medio de un susurro de hojas secas.

    Merthin se sinti avergonzado. El tiro con arco era ms difcil de lo que habaimaginado. Supuso que al arco no le pasaba nada y que el problema radicaba ensu destreza, o en su falta de sta.

    Una vez ms, Caris no dio muestras de haber reparado en su turbacin.Djame probar le pidi.Las nias no saben disparar dijo Ralph, y le quit el arco a Merthin.Se coloc de perfil, como Merthin, pero no dispar de inmediato, sino que

    estuvo doblando el arco varias veces, acostumbrndose a l. Igual que a suhermano, al principio le result ms complicado de lo que esperaba, peroenseguida pareci habituarse a l.

    Brinco haba depositado las tres flechas a los pies de Gwenda. La nia lasrecogi y se las entreg a Ralph, quien apunt hacia el tronco del rbol sin tensarel arco ni los msculos de los brazos. Merthin comprendi que debera haberhecho lo mismo. Por qu se le ocurran ese tipo de cosas a Ralph sin ms? A l,que jams era capaz de adivinar un acertijo. Ralph tens el arco, no sin esfuerzo,en un movimiento acompasado, al parecer concentrando casi toda la fuerza enlas piernas. Solt la flecha, que alcanz el tronco del roble y se hundi ms detres centmetros en la corteza. Ralph sonri triunfante.

    Brinco sali trotando detrs del proyectil, pero al llegar junto al rbol sedetuvo desconcertado.

    Merthin comprendi qu iba a hacer cuando vio que Ralph volva a tensar elarco.

  • NoDemasiado tarde. Ralph le haba disparado al perro y lo haba alcanzado en la

    nuca. Brinco cay al suelo y empez a estremecerse.Gwenda grit.Oh, no! exclam Caris.Ambas corrieron hacia el animal mientras Ralph sonrea satisfecho de s

    mismo.Qu te parece eso? pregunt, ufano.Le has disparado a su perro! exclam Merthin, enfadado.No es para tanto Slo tena tres patas.A la nia le gustaba, cerncalo. Est llorando.Lo que pasa es que ests celoso porque no sabes disparar.Ralph atisb algo por el rabillo del ojo. Prepar una nueva flecha con un

    suave movimiento, dibuj un semicrculo con el arco preparado y abri la mano.Merthin no vio a qu le disparaba hasta que la saeta alcanz su objetivo y unarolliza liebre salt en el aire con el asta hundida en las patas traseras.

    El chico no pudo ocultar su admiracin. Aun con prctica, no todo el mundoera capaz de alcanzar a una liebre en movimiento. Ralph tena un don natural yMerthin estaba celoso, aunque jams lo admitira. Deseaba ser caballero, unhombre fuerte y audaz, y luchar por el rey como lo haba hecho su padre, perose desanimaba cuando comprenda lo intil que era en cosas como el tiro conarco.

    Ralph encontr una piedra con la que le aplast el crneo a la liebre paraacabar con su agona.

    Merthin se arrodill junto a las dos nias y Brinco. El perro no respiraba.Caris le extrajo la flecha del cuello con suavidad y se la tendi a Merthin. La

    sangre no man a chorros; Brinco estaba muerto.Todos se quedaron callados. El grito de un hombre rompi el silencio que se

    haba instalado entre ellos.Merthin se puso en pie de un salto, con el corazn a punto de salrsele del

    pecho. Oy un nuevo grito, una voz diferente; eran ms de uno. Y por el tono,beligerante y airado, parecan en medio de una trifulca. Estaba aterrado, igualque los dems. Paralizados, alerta, oy eron algo ms: un hombre que se abracamino entre la maleza a la carrera, partiendo ramas cadas, arrollando arbolillosy pisando hojas muertas a su paso.

    Se diriga hacia ellos.Caris fue la primera en hablar.A los matorrales dijo, sealando un macizo de arbustos.Merthin imagin que se trataba de la madriguera de la liebre que Ralph haba

    matado. Segundos despus se encontraba boca abajo, arrastrndose bajo eltupido ramaje. Le sigui Gwenda, acunando el cuerpo de Brinco. Ralph recogi

  • la liebre muerta y los imit. Merthin estaba en cuclillas cuando record quehaban olvidado una flecha delatora clavada en el tronco del rbol. Atraves elcalvero sin perder tiempo, la extrajo de un tirn, regres corriendo y se lanzbajo los matorrales.

    La respiracin jadeante del hombre precedi a su aparicin. Resollaba alcorrer, inhalando bocanadas irregulares de aire con tanto esfuerzo que parecaque estuvieran a punto de estallarle los pulmones. Sus perseguidores eran los quegritaban, intercambindose indicaciones. Merthin record que Caris haba dichoque el camino no estaba muy lejos de all. El hombre a la fuga sera un viajerohuyendo de posibles salteadores?

    Instantes despus el hombre irrumpi en el claro.Se trataba de un caballero de veintipocos aos con espada y daga larga

    colgadas al cinto. Iba bien vestido, con una tnica de viaje de cuero y botas altascon vuelta. El joven trastabill y cay al suelo, rod sobre s mismo, se puso enpie y apoy la espalda contra el tronco del roble, resoplando mientrasdesenfundaba.

    Merthin ech un vistazo a sus compaeros. Caris estaba plida de miedo y semorda el labio. Gwenda abrazaba el cadver de su perro como si eso la hicierasentirse ms segura. Ralph tambin pareca asustado, pero no tanto como para nosacar la flecha de las ancas de la liebre y colar el animal muerto por la partedelantera de la tnica.

    Merthin vio que el caballero miraba fijamente los arbustos un instante y,aterrorizado, crey que los haba descubierto. O tal vez le haban llamado laatencin las ramas rotas y la hojarasca pisoteada a travs de la que se habanabierto camino. Por el rabillo del ojo comprob que su hermano colocaba unaflecha en el arco.

    En ese momento aparecieron los perseguidores. Eran dos hombres de armas,fornidos y de aspecto rudo, empuando sendas espadas. Vestan unainconfundible tnica bicolor, mitad amarilla, mitad verde. Uno llevaba unasobrevesta de modesta lana marrn y el otro una mugrienta capa negra. Los treshombres hicieron una pausa para recuperar el aliento. Merthin estaba convencidode que iba a presenciar el fin del caballero y sinti el mortificante y vergonzanteimpulso de romper a llorar, pero entonces, sin ms, el caballero le dio la vuelta ala espada y la present a los hombres por la empuadura en seal de rendicin.

    El mayor de ellos, el de la capa negra, dio un paso al frente y alarg unamano. Incmodo, acept la espada que le ofrecan, se la tendi a su compaeroy a continuacin tom la daga del caballero.

    No son vuestras armas lo que queremos, Thomas de Langley dijoentonces.

    Vosotros conocis mi identidad, pero yo desconozco la vuestra contestThomas. Si albergaba algn miedo, saba disimularlo a la perfeccin. Por

  • vuestras ropas, debis de ser hombres de la reina.El de la capa descans la punta de su espada en el cuello de Thomas y lo

    empuj contra el tronco.Tenis una carta.Instrucciones del conde para el sheriff sobre cuestiones de impuestos.

    Podis leerla si as lo deseis.El caballero se burlaba de ellos. Difcilmente los hombres de armas sabran

    leer. Merthin pens que Thomas deba de tener un gran temple para mofarse deunos hombres que parecan dispuestos a ajusticiarlo.

    El segundo hombre de armas se agach bajo la espada del primero y se hizocon el bolso que colgaba del cinturn de Thomas. Impaciente, cort la correa consu propia espada y la lanz a un lado para abrir el bolso, del que extrajo una bolsams pequea hecha con lo que pareca lana aceitada. A continuacin sac de staun pergamino enrollado y sellado con lacre.

    Merthin se pregunt si aquella discusin poda deberse a una simple carta. Ysi era as, qu habra escrito en el rollo? Dudaba que se tratara de vulgaresdisposiciones sobre impuestos. El pergamino deba de guardar un terrible secreto.

    Si acabis con mi vida, quienquiera que se oculta detrs de ese arbusto sertestigo del asesinato dijo el caballero.

    El cuadro vivo rest paralizado una dcima de segundo. El hombre de la capanegra mantuvo la punta de la espada presionada sobre el cuello de Thomas yresisti la tentacin de volver la mirada. El de verde vacil, pero acabvolvindose hacia los arbustos.

    En ese momento, Gwenda grit.El hombre de la sobrevesta verde alz la espada y cruz el claro de dos

    zancadas. Gwenda se levant y ech a correr, saliendo repentinamente de entrelos matorrales. El hombre de armas salt detrs de ella, adelantando una manopara atraparla.

    Ralph se alz de improviso, levant el arco, apunt al hombre en un solo yacompasado movimiento y le dispar una flecha que le entr por un ojo y quedhundida varios centmetros en su cabeza. El hombre se llev una mano a la caracomo si quisiera agarrar la flecha y sacrsela, pero se tambale y cay como unsaco de grano, con un ruido sordo que hizo temblar el suelo bajo los pies deMerthin.

    Ralph sali a la carrera detrs de Gwenda. Merthin vio por el rabillo del ojoque Caris los segua. Merthin tambin quiso huir, pero tena los pies clavados alsuelo.

    En ese momento oy un grito al otro lado del claro y vio que Thomas habaapartado la espada que lo amenazaba y que de algn lugar oculto haba sacadoun pequeo cuchillo con una hoja tan larga como la mano de un hombre. Aunas, el hombre de armas de la capa negra estaba atento y, tras dar un salto atrs

  • para ponerse a salvo, levant la espada y la descarg sobre la cabeza delcaballero.

    Thomas esquiv el golpe, pero no lo bastante rpido: el filo de la hoja loalcanz en un brazo, atraves el jubn de cuero y se hundi en la carne.

    Lanz un alarido de dolor, pero aguant en pie. Con un rpido movimientoextraordinariamente grcil, levant la mano con la que empuaba el cuchillo y ladescarg sobre el cuello de su oponente. A continuacin, dibuj un arco, gir lahoja y le cercen el cuello.

    La sangre man de la garganta del hombre como si de una fuente se tratara.Thomas retrocedi tambaleante tratando de esquivar las salpicaduras. El hombrede negro cay al suelo con la cabeza colgndole del cuerpo por una tira de piel.

    Thomas arroj el cuchillo y se llev la mano al brazo herido; acto seguido, sedesplom en el suelo. De repente pareca muy dbil.

    Merthin estaba solo con el caballero herido y los cadveres de dos hombresde armas y el del perro de tres patas. Saba que deba salir corriendo detrs desus compaeros, pero la curiosidad le impidi moverse del sitio. Se dijo que enese momento Thomas pareca inofensivo.

    El caballero tena una vista de lince.Ya puedes salir dijo. En este estado no represento ningn peligro para

    ti.Vacilante, Merthin se puso en pie y se abri paso entre los matorrales.

    Atraves el claro y se detuvo a cierta distancia del caballero postrado.Si descubren que habis estado jugando en el bosque os castigarn dijo

    Thomas. Merthin asinti con un gesto. Guardar el secreto si t guardas el mo.Merthin asinti de nuevo. Era una aceptacin sin concesiones. Ni l ni ninguno

    de los otros contara lo que haban visto. No quera saber lo que les ocurrira si lohacan. Qu pasara con Ralph, quien haba matado a uno de los hombres de lareina?

    Seras tan amable de ayudarme a vendar esta herida? preguntThomas.

    A pesar de todo lo que haba ocurrido, Merthin repar en los corteses modalesdel hombre. El aplomo del caballero era digno de admiracin y el nio decidique as era como deseaba ser de mayor.

    S acert a contestar Merthin al fin, con un hilo de voz.Coge ese cinturn roto y hazme un torniquete en el brazo, si no te importa.Merthin obedeci. Thomas llevaba la camisa empapada de sangre y la herida

    del brazo pareca un pedazo de carne marcado con un tajo inmenso sobre unatabla de carnicero. Merthin sinti nuseas, pero se oblig a retorcer el cinturnalrededor del brazo del hombre para cerrar la herida y detener la sangre. Hizo unnudo y Thomas utiliz la otra mano para tensarlo.

    El caballero se puso en pie trabajosamente y mir los cadveres.

  • No podemos enterrarlos. Me desangrara antes de terminar de cavar loshoyos asegur. Ni siquiera con tu ayuda aadi, echando un vistazo aMerthin. Medit unos instantes. Por otro lado, no quisiera que los descubrierauna pareja en pleno cortejo buscando un lugar donde estar solos. Losarrastraremos hasta los matorrales donde os escondais. Primero el de la capaverde.

    Se acercaron al cuerpo.Una pierna cada uno apunt Thomas, agarrando el tobillo del hombre

    muerto con una mano. Merthin asi el otro pie sin vida con ambas manos y tirde l. Juntos arrastraron el cadver hasta los arbustos, junto a Brinco. As estbien decidi Thomas. Estaba plido de dolor. Al cabo de un momento, seagach y sac la flecha del ojo del cadver. Es tuy a? pregunt, enarcandouna ceja.

    Merthin recuper su flecha y la restreg contra el suelo para limpiar lasangre y los sesos adheridos al astil.

    Del mismo modo remolcaron por el claro el segundo cuerpo, que arrastrabatras de s la cabeza suelta, y lo dejaron junto al primero.

    Thomas recogi las espadas de los hombres y las arroj a los arbustos, al ladode los cadveres. Luego recuper sus armas.

    Ahora tendra que pedirte un gran favor dijo Thomas, sacando su daga. Te importara cavar un pequeo agujero?

    De acuerdo.Merthin cogi la daga.Aqu mismo, delante del roble.Cmo de grande?Thomas recogi el bolso de piel que llevaba colgado al cinturn.Lo bastante para que le sirva de escondite durante cincuenta aos.Por qu? pregunt Merthin, haciendo acopio de todo su coraje.Cava y te contar lo que pueda.Merthin dibuj un cuadrado en el suelo y empez a remover la fra tierra con

    la daga y a retirarla con las manos.Thomas recogi el rollo de pergamino y lo meti en la bolsa de lana, que

    luego introdujo en el bolso.Me confiaron esta carta para que se la entregara al conde de Shiring dijo

    , pero contiene un secreto tan delicado que enseguida comprend que, a laentrega, el portador sera hombre muerto para asegurarse su silencio eterno. Asque tena que desaparecer. Decid acogerme a sagrado en un monasterio y tomarlos hbitos. Estoy cansado de luchar y he cometido muchos pecados de los quearrepentirme. En cuanto repararon en mi ausencia, la gente que me entreg lacarta empez a buscarme y la suerte no me asisti. Me descubrieron en unataberna de Bristol.

  • Por qu os perseguan los hombres de la reina?Ella tambin deseara que el secreto no saliera a la luz.Thomas le dijo que se detuviera cuando ya haba cavado unos cincuenta

    centmetros y arroj el bolso dentro.Merthin empez a echarle tierra por encima y Thomas lo camufl con hojas

    y ramitas hasta que qued invisible a simple vista, imposible de distinguir decuanto lo rodeaba.

    Si oyes que he muerto, quiero que desentierres la carta y se la entregues aun sacerdote. Me haras ese favor? pregunt Thomas.

    S.Hasta ese momento, no debes decrselo a nadie. Mientras sepan que tengo

    la carta, pero ignoren dnde, no se atrevern a hacer nada. No obstante, sidesvelas el secreto, ocurrirn dos cosas: primero, que me matarn; y segundo,que luego irn a por ti.

    Merthin se qued sin respiracin. Crea que era injusto hallarse en semejantepeligro slo por haber ayudado a un hombre a cavar un hoyo.

    Siento asustarte se disculp Thomas, pero no tengo la culpa. Despusde todo, y o no te he pedido que vinieras aqu.

    No admiti Merthin, deseando con todas sus fuerzas haber obedecido lasrdenes de su madre y haberse mantenido alejado del bosque.

    Voy a regresar al camino, y t tambin deberas volver por donde hasvenido. Estoy seguro de que tus amigos te estarn esperando no lejos de aqu.

    Merthin iba a ponerse en marcha cuando lo llam el caballero.Cmo te llamas? le pregunt.Merthin, soy hijo de sir Gerald.No me digas! dijo Thomas, como si conociera a su padre. En fin, ni

    una palabra; ni siquiera a l.Merthin asinti con un gesto y se fue.Al cabo de unos metros vomit, tras lo que se sinti algo mejor.Como Thomas haba supuesto, los dems estaban esperndolo en el linde del

    bosque, cerca del almacn de madera. Se agolparon a su alrededor y lo tocaroncomo si quisieran asegurarse de que estaba bien. Parecan aliviados aunqueavergonzados, como si se sintieran culpables por haberlo dejado atrs. Todostemblaban, incluso Ralph.

    El hombre al que le dispar, est herido de gravedad? pregunt.Est muerto contest Merthin.Le ense la flecha, que todava estaba manchada de sangre.Se la sacaste del ojo?A Merthin le habra gustado que as hubiera sido, pero opt por decir la

    verdad.La sac el caballero.

  • Qu le ocurri al otro hombre de armas?El caballero le cort el cuello y luego escondimos los cuerpos entre los

    arbustos.Y te ha dejado marchar?S.Merthin no mencion la carta enterrada.Tenemos que guardar esto en secreto recalc Caris. Si lo descubren,

    nos habremos metido en un buen lo.Yo no pienso contarlo asegur Ralph.Deberamos hacer un juramento propuso Caris.Formaron un pequeo corro. Caris estir el brazo y su mano qued en el

    centro del crculo. Merthin coloc la suya encima. Tena la piel suave y clida.Ralph aadi la suya, luego Gwenda imit a los dems e hicieron un juramentopor la sangre de Cristo.

    Cuando volvieron a la ciudad las prcticas de tiro haban acabado y ya erahora de comer.

    Cuando sea mayor quiero ser como ese caballero le confes Merthin aRalph cuando cruzaban el puente. Corts, valiente y mortfero en el combate.

    Yo tambin convino Ralph. Mortfero.Al entrar en el casco antiguo de la ciudad, Merthin se vio asaltado por una

    sensacin irracional de sorpresa al ver que la vida normal segua su curso contoda naturalidad: el llanto de los nios, el olor a carne asada, los hombresbebiendo cerveza a la puerta de las tabernas

    Caris se detuvo delante de una casa enorme de la calle principal, enfrente dela entrada del priorato.

    Mi perro ha tenido cachorros le dijo a Gwenda, pasndole un brazo porel hombro. Quieres verlos?

    Gwenda todava pareca asustada y llorosa, pero asinti entusiasmada.S, por favor.Merthin pens que era un gesto muy amable a la par que sutil. Los cachorros

    seran un consuelo para la nia y una distraccin. Cuando Gwenda regresarajunto a su familia, les hablara de los cachorros y olvidara la tentacin decomentar la escapada al bosque.

    Se despidieron y las chicas entraron en la casa. Merthin se sorprendipreguntndose cundo volvera a ver a Caris.

    En ese momento sus otros problemas acudieron a su encuentro. Qu iba ahacer su padre con las deudas? Merthin y Ralph volvieron al recinto de lacatedral. Ralph segua llevando el arco y la liebre muerta. Todo estaba ensilencio.

    El pabelln de los huspedes se hallaba vaco salvo por unos cuantosenfermos.

  • Vuestro padre est en la iglesia con el conde de Shiring les inform unamonja.

    Entraron en la gran catedral. Sus padres estaban en el vestbulo; la madrepermaneca sentada al pie de un pilar, en la esquina sobresaliente donde lacolumna redonda se una a la base cuadrada. Tena una expresin calmada yserena bajo la fra luz que se colaba por los ventanales, casi como si estuvieratallada en la misma piedra gris del pilar contra el que apoy aba la cabeza. Supadre estaba al lado, alicado, en actitud resignada, delante del conde Roland. Elnoble era mayor que su padre, pero el cabello oscuro y sus vigorosos ademanesle daban una apariencia ms joven. El prior Anthony se encontraba junto alconde.

    Los chicos esperaron junto a la puerta, pero su madre les hizo una seal paraque se acercaran.

    Venid aqu los llam. El conde Roland nos ha ayudado a llegar a unacuerdo con el prior Anthony que resuelve todos nuestros problemas.

    Y el priorato se queda con todas mis tierras rezong su padre, como si noagradeciera tanto como ella las gestiones del conde. No os quedar nada queheredar.

    Vamos a vivir aqu, en Kingsbridge anunci su madre, animada.Seremos pensionistas del priorato.

    Qu es un pensionista? pregunt Merthin.Quiere decir que los monjes nos darn techo y dos comidas al da durante

    el resto de nuestra vida. No es maravilloso?Merthin adivin que en realidad no estaba tan encantada con la idea, que slo

    lo finga, y su padre se senta claramente ultrajado por haber perdido sus tierras.Merthin comprendi que la desgracia haca algo ms que insinuarse por debajode todo aquello.

    Qu ser de mis hijos? pregunt el padre, dirigindose al conde.El conde Roland los mir.El mayor promete dijo. Has matado t esa liebre, muchacho?S, seor contest Ralph, orgulloso. Le dispar una flecha.Que se presente ante m de aqu a un par de aos como escudero se

    apresur a decir el conde. Haremos de l un caballero.Su padre pareca encantado.En cambio, Merthin se senta desconcertado. Se estaban tomando decisiones

    importantes con demasiada rapidez y le indignaba que su hermano pequeoresultara tan favorecido cuando a l todava ni siquiera lo haban mencionado.

    No es justo! protest con vehemencia. Yo tambin quiero sercaballero!

    No! Se neg su madre.Pero el arco lo hice yo!

  • Su padre suspir con exasperacin, como si estuviera fastidiado.As que t hiciste el arco, eh, pequeo? dijo el conde con expresin

    desdeosa. En ese caso sers aprendiz de carpintero.

  • 3

    l hogar de Caris era una lujosa casa de madera con suelos y unachimenea de piedra. Haba tres estancias en la planta baja: lacmara principal, con una mesa de comedor de grandesdimensiones, la pequea sala donde su padre discuta asuntos denegocios en privado y la cocina, en la parte de atrs. Cuando

    Caris y Gwenda entraron, la casa estaba inundada por el delicioso aroma deljamn cocido.

    Caris guio a Gwenda a travs de la cmara y subieron la escalera hacia elpiso de arriba.

    Dnde estn los cachorros? pregunt Gwenda.Primero quiero ver a mi madre contest Caris. Est enferma.Entraron en la alcoba de la parte delantera, donde su madre descansaba en la

    cama de madera tallada. Era una mujer pequea y frgil, ms o menos de lamisma altura que Caris; ese da pareca ms plida de lo habitual. Todava no sehaba arreglado el pelo, que se le pegaba al rostro en mechones hmedos.

    Cmo ests? le pregunt.Hoy me siento un poco dbil.El esfuerzo de hablar la dej sin aliento. Caris sinti la ya habitual y punzante

    mezcla de angustia e impotencia. Su madre llevaba un ao enferma. Habaempezado con dolores en las articulaciones y al poco aparecieron las lceras enla boca y los moretones por todo el cuerpo. Estaba demasiado dbil paramoverse. La semana anterior se haba resfriado y ahora tena fiebre y le costabarespirar.

    Necesitas algo? pregunt Caris.No, gracias.La respuesta de siempre, la que haca enloquecer de impotencia a Caris cada

    vez que la oa.Quieres que vaya a buscar a la madre Cecilia?La priora de Kingsbridge era la nica persona capaz de proporcionar solaz a

    su madre. Su extracto de amapola mezclado con miel y vino caliente conseguacalmarle el dolor durante un rato. Para Caris, Cecilia estaba por encima inclusode los ngeles.

    No necesito nada, cario asegur su madre. Cmo ha ido la misa deTodos los Santos?

    Caris se fij en la palidez de sus labios.Ha sido espeluznante contest.La mujer esper unos segundos para reponerse antes de volver a preguntar.Qu has estado haciendo esta maana?Mirando a los arqueros contest Caris, conteniendo la respiracin ante el

  • temor de que su madre adivinara su secreto, como sola hacer.Sin embargo, la mujer mir a Gwenda.Y quin es esta amiguita?Gwenda. Ha venido para que le ensee los cachorros.Muy bien.De repente, pareci sbitamente agotada. Cerr los ojos y volvi la cara a un

    lado. Las nias se sintieron invadidas por un silencioso terror. Gwenda estabadesconcertada.

    Qu tiene?Una enfermedad debilitante.A Caris no le gustaba hablar de ello. La enfermedad de su madre le

    provocaba la angustiosa sensacin de que no existan las certezas, de que podaocurrir cualquier cosa, de que en ningn lugar se estaba a salvo. Esa conviccinla acongojaba an ms que el enfrentamiento que haba presenciado en elbosque. Slo con pensar en lo que poda ocurrir y en la posibilidad de que sumadre muriera, un pnico incontrolable se instalaba en su pecho y la impulsaba agritar.

    La estancia intermedia, que utilizaban en verano los italianos, compradores delana de Florencia y Prato que los visitaban para hacer negocios con su padre,estaba vaca en esos momentos. Los cachorros ocupaban la habitacin del fondo,la que Caris comparta con su hermana Alice. Tenan siete semanas y estaban apunto de destetarse, por lo que la madre ya no se mostraba tan solcita con ellos.Gwenda solt un grito de jbilo e inmediatamente se lanz a por ellos.

    Caris cogi el ms pequeo de la camada, una hembra muy juguetona a laque le gustaba aventurarse por su cuenta a explorar el mundo.

    sta es la ma dijo. Se llama Trizas.Tener a la perrita en brazos pareca sosegarla y la ay udaba a olvidar sus

    preocupaciones.Los otros cuatro cachorros se encaramaron a Gwenda, olisquendola y

    mordisquendole el vestido. La nia cogi un feo perrito castao de morroalargado y con los ojos demasiado juntos.

    Me gusta ste dijo.El cachorro se hizo un ovillo en su regazo.Lo quieres? pregunt Caris.Puedo quedrmelo? Se sorprendi Gwenda, con lgrimas en los ojos.Nos han dicho que podemos darlos.De verdad?Mi padre no quiere ms perros. Si te gusta, puedes quedrtelo.S contest Gwenda en un susurro. S, por favor.Cmo vas a llamarlo?Algo que me recuerde a Brinco. Igual lo llamo Tranco.

  • Qu nombre tan bonito.Caris vio que Tranco se haba quedado dormido en los brazos de Gwenda.Las dos nias se sentaron en silencio con los perros. Caris pens en los chicos

    que haba conocido, en el pelirrojo de los ojos de color miel y en su alto yapuesto hermano pequeo. Por qu los haba llevado al bosque? No era laprimera vez que se haba dejado arrastrar por un impulso alocado. Sola ocurrirlecuando alguien con autoridad sobre ella le prohiba algo. Como dictadora, su taPetranilla no tena parangn. No le des de comer al gato o no nos lo sacaremosnunca de encima , Nada de jugar a la pelota en casa , No quiero volver averte con ese nio, es de una familia de campesinos . Las normas queconstrean su comportamiento la sacaban de sus casillas.

    Con todo, nunca haba llegado tan lejos. Se ech a temblar de slo pensarlo.Haban muerto dos hombres, pero podra haber sido mucho peor, podranhaberlos asesinado a todos.

    Se pregunt qu habra desencadenado la pelea y por qu los hombres dearmas perseguan al caballero. Era obvio que no se trataba de un simple robo;haban mencionado una carta. Sin embargo, Merthin no haba dicho nada alrespecto. Seguramente porque tampoco se haba enterado de ms. Un misterioms de los muchos que rodeaban la vida de los adultos.

    Merthin le haba causado una grata impresin. En cambio, el aburrido de suhermano, Ralph, era como cualquier otro nio de Kingsbridge: un bruto, unmemo y un fanfarrn. Merthin pareca diferente, por eso haba llamado suatencin desde el principio.

    Mirando a Gwenda pens que haba hecho dos nuevos amigos en un solo da.La nia no era agraciada. Tena los ojos de color castao oscuro y muy juntossobre una nariz aguilea. Divertida, Caris se dio cuenta de que haba escogido unperro que se pareca un poco a ella. La nia vesta ropa vieja y muy usada;deban de haberla llevado muchos nios antes que ella. Gwenda pareca mstranquila. Ya no tema que se echara a llorar en cualquier momento. Loscachorros tambin le haban servido de consuelo.

    En ese momento oy unas familiares pisadas renqueantes en el saln deabajo, seguidas instantes despus por un vozarrn:

    Traedme una jarra de cerveza, por amor de Dios, me bebera hasta elagua de los abrevaderos.

    se es mi padre dijo Caris. Ven, que te lo presento. Al ver queGwenda pareca cohibida, aadi: No te preocupes, siempre grita as, pero esmuy bueno.

    Las nias bajaron con sus cachorros.Qu les ha pasado a mis sirvientes? rugi su padre. Han huido con los

    duendes? Sali de la cocina dando fuertes pisotones, arrastrando la contrahechapierna izquierda como siempre y con una enorme jarra de madera de la que se

  • verta cerveza. Hola, mi rosita salud a Caris con voz suave. Tom asiento enla imponente silla a la cabeza de la mesa y le dio un largo trago a la jarra. Asest mejor dijo, limpindose la barba desgreada con la manga. En esemomento repar en Gwenda. Una margarita acompaando a mi rosita?Cmo te llamas?

    Gwenda, de Wigleigh, mi seor contest ella, cohibida.Le he dado un cachorro dijo Caris.Buena idea! La felicit su padre. Los cachorros necesitan cario y las

    niitas saben cmo cuidarlos.Caris vio una capa de tela de color escarlata en el taburete que haba al lado

    de la mesa. Tena que ser importada, porque los tintoreros ingleses no sabancmo conseguir un tinte rojo tan subido.

    Es para tu madre se explic su padre, reparando en lo que haba llamadola atencin de su hija. Siempre ha querido una capa de rojo italiano. Esperoque eso la anime a restablecerse para que pueda ponrsela.

    Caris la toc. La lana era suave y muy tupida, como slo los italianos sabanhacerlo.

    Es muy bonita coment.Ta Petranilla entr de la calle. Se daba un ligero aire a su padre, pero todo lo

    que el hombre tena de campechano lo tena ella de arisca. Se pareca ms a suotro hermano, Anthony, el prior de Kingsbridge. Ambos eran altos, de presenciaimponente, mientras que su padre era bajo, fornido y cojo.

    A Caris no le gustaba Petranilla. La mujer era inteligente a la vez quemezquina, una funesta combinacin en un adulto, pues Caris jams podaburlarla. Gwenda percibi la incomodidad de su amiga y mir con aprensin a larecin llegada. El nico que se alegr de verla fue el hombre.

    Entra, hermana. Dnde estn mis sirvientes?No s por qu crees que iba yo a saberlo, viniendo como vengo de mi casa,

    al otro extremo de la calle, pero si me pides conjeturas, Edmund, dira que tucocinera est en el gallinero buscando un huevo con que hacerte un pudn y quetu doncella est arriba ay udando a tu mujer a sentarse en la tabla del retrete, elcual suele visitar hacia el medioda. En cuanto a tus aprendices, espero queambos estn de guardia en el almacn del ro procurando que a ningn borrachoocioso se le meta en su embotada cabeza encender una hoguera a dos pasos de tualmacn de lana.

    sa era su forma de hablar, soltaba un pequeo sermn como respuesta a unapregunta sencilla. Sus modales eran altaneros, como siempre, pero al hombre nole import, o fingi que no le importaba.

    Mi valiossima hermana dijo. Est claro quin hered la sabidura depadre.

    Petranilla se volvi hacia las nias.

  • Nuestro padre era descendiente de Tom Builder, padrastro y mentor deJack Builder, maestro constructor de la catedral de Kingsbridge explic.Padre jur entregar su primognito a Dios pero, por desgracia, su primognitofue una nia, yo. Me puso Petranilla por la santa, que como y a sabris era hijade San Pedro, y rez para que el siguiente fuera un varn. Pero el primer varnnaci con deformaciones y no quiso entregar a Dios una ofrenda imperfecta, asque educ a Edmund para que se encargara del negocio de la lana. Por fortuna,su tercer hijo fue nuestro hermano Anthony, un joven obediente y temeroso deDios, que siendo nio entr en el monasterio del que hoy nos enorgullece decirque es el prior.

    De haber sido varn, Petranilla habra tomado los hbitos, pero no siendo as,haba intentado compensarlo educando a su hijo, Godwy n, para que entraracomo monje en el priorato. Igual que el abuelo Wooler, haba entregado un hijo aDios. Caris siempre haba sentido lstima de Godwy n, su primo may or, por tenera Petranilla de madre.

    La ta repar en la capa roja.De quin es? pregunt. Pero si es de carsima tela italiana!La he comprado para Rose contest Edmund.Petranilla lo fulmin con la mirada. Caris saba que estaba pensando que era

    un loco por comprar una capa as para una mujer que haca un ao que no salade casa. Sin embargo, el nico comentario de su ta fue:

    Eres muy bueno con ella.Lo que tanto podra ser un cumplido como una crtica velada, aunque al

    hombre no pareci importarle.Sube a verla la anim, se alegrar de verte.Caris lo dudaba; no as Petranilla, que desapareci escalera arriba.En ese momento entr Alice por la puerta, la hermana de Caris, y se qued

    mirando a Gwenda. Tena once aos, uno ms que ella.Quin es? pregunt.Mi nueva amiga, Gwenda contest Caris. Se va a quedar un cachorro.Pero si ha cogido el que quera y o! protest Alice.Hasta ese momento no se haba pronunciado al respecto.No lo habas elegido! repuso Caris, indignada. Slo lo dices porque

    eres mala.Por qu tiene que llevarse uno de nuestros cachorros?Vamos, vamos intervino su padre, hay cachorros de sobra.Caris tena que haberme preguntado primero cul quera!S, debera haberlo hecho convino su padre, a pesar de saber

    fehacientemente que Alice slo quera llamar la atencin. No vuelvas ahacerlo, Caris.

    S, pap.

  • La cocinera sali de la cocina con jarras y vasos. Cuando Caris estabaaprendiendo a hablar la llamaba Tutty, nadie saba por qu, y Tutty se le habaquedado.

    Gracias, Tutty dijo el padre. Sentaos a la mesa, nias.Gwenda vacil sin saber si la invitacin la inclua a ella, pero Caris le hizo un

    gesto de asentimiento, consciente de que sa haba sido la intencin de su padre.El hombre sola invitar a comer a todo el que tuviera delante.

    Tutty llen la jarra de cerveza del padre y luego sirvi a las nias, aunquerebajada con agua. Gwenda se bebi la suya de una sentada, con deleite, por loque Caris adivin que no deba de probarla a menudo. Los pobres beban sidraobtenida de las manzanas silvestres.

    A continuacin, la cocinera puso delante de ellos una gruesa hogaza de pan decenteno. Caris se dio cuenta de que la nia nunca se haba sentado a comer a unamesa cuando Gwenda cogi la suy a para hincarle el diente.

    Espera le dijo en voz baja.Gwenda solt el pan. Tutty entr el jamn en una tabla y un plato de col. El

    padre cogi el cuchillo grande y cort lonchas de jamn, que fue apilando en lasrebanadas de pan. Gwenda miraba de hito en hito la cantidad de comida que leestaban sirviendo. Caris se sirvi una cucharada de col encima del jamn.

    La doncella, Elaine, baj apresurada la escalera.La seora parece que est peor anunci. La seora Petranilla dice que

    debera mandar a buscar a la madre Cecilia.Entonces corre al priorato y suplcale que venga dispuso el padre. La

    sirvienta sali corriendo. Comed, nias dijo, y pinch una loncha de jamncaliente con el cuchillo, aunque por la mirada perdida, Caris adivin que lacomida haba dejado de procurarle placer.

    Es man del cielo coment Gwenda en un susurro, saboreando la col.Caris la prob. Estaba cocinada con jengibre. Seguramente la nia no haba

    probado nunca el jengibre, que slo podan permitirse los ricos.Petranilla baj, se sirvi un poco de jamn en un plato de madera y se lo

    subi a su madre, pero al cabo de unos minutos regres con la comida intacta. Sesent a la mesa y la cocinera le sirvi una hogaza de pan.

    Cuando era nia, ramos la nica familia de Kingsbridge que podapermitirse comer carne a diario coment. Salvo los das de ayuno, claro,porque mi padre era muy devoto. Fue el primer mercader de lana de la ciudadque comerci directamente con los italianos. Hoy en da lo hace todo el mundo,aunque mi hermano Edmund sigue siendo el ms importante.

    Caris haba perdido el apetito y tena que masticar mucho la comida antes depoder tragarla. Por fin lleg la madre Cecilia, una mujercilla vivaracha demaneras autoritarias, que inspiraba confianza. La acompaaba la hermanaJuliana, una persona sencilla y de buen corazn. Caris se sinti mejor al verlas

  • subir la escalera, un alegre gorrin seguido de una gallina con andares de pato.Lavaran a su madre con agua de rosas para bajarle la fiebre y la fragancia lelevantara el nimo.

    Tutty llev manzanas y queso. El padre mond una de las piezasdistradamente con su cuchillo. Caris record que cuando ella era ms pequea,l sola pelarle la manzana y drsela en trocitos y que luego l se coma la piel.

    La hermana Juliana baj la escalera con una expresin preocupada en surechoncho rostro.

    La priora quiere que el hermano Joseph vea a la seora Rose anunci.Joseph era el mdico ms antiguo del monasterio; se haba educado con losmaestros de Oxford. Voy a buscarlo dijo, y sali corriendo por la puertaprincipal.

    El padre dej la manzana pelada en la mesa.Qu va a pasar? pregunt Caris.No lo s, rosita ma. Va a llover? Cuntos sacos de lana necesitan los

    florentinos? Contraern las ovejas la morria? Nacer una nia o un nio conuna pierna intil? Son cosas que nunca se saben, verdad? Eso es Desvi lamirada. Por eso la vida es tan dura.

    Le dio la manzana. Caris se la pas a Gwenda, quien se la comi entera,corazn y pepitas incluidos.

    El hermano Joseph lleg pocos minutos despus, acompaado de un jovenayudante que Caris conoca. Era Saul Whitehead y se llamaba as porque tena elcabello muy claro, el poco que le quedaba despus de cortrselo segn lasnormas monsticas, de color rubio ceniza.

    Cecilia y Juliana bajaron al saln para no estorbar a los dos hombres en lapequea alcoba. Cecilia se sent a la mesa, pero no prob bocado. Tena unacarita pequea de rasgos angulosos: una naricilla afilada, ojos llenos de vida yuna barbilla que pareca la proa de una barca. Mir a Gwenda con curiosidad.

    Bien, veamos, quin es esta chiquilla? Y ama a Jess y a su Santa Madre?pregunt con voz alegre.

    Me llamo Gwenda, soy amiga de Caris.La nia mir angustiada a su amiga, como si temiera haber sido demasiado

    presuntuosa al suponer una amistad entre ellas.La Virgen Mara har que mi madre se ponga mejor? pregunt Caris.A eso le llamo y o no andarse por las ramas. Cecilia enarc una ceja.

    Qu fcil habra sido adivinar que eres hija de Edmund.Todo el mundo le reza, pero no todos sanan insisti Caris.Y sabes por qu es as?Tal vez no ayuda a nadie y lo que pasa es que los fuertes se restablecen y

    los dbiles no.Vamos, vamos, no digas tonteras intervino su padre. Todo el mundo

  • sabe que la Santa Madre nos asiste.No pasa nada asegur Cecilia. Es normal que los nios hagan

    preguntas, en especial los ms avispados. Caris, los santos son todopoderosos,pero algunas oraciones tienen ms efecto que otras. Lo entiendes?

    Caris asinti de mala gana, sintindose ms engaada que convencida.Debe asistir a nuestra escuela dijo Cecilia.Las hermanas dirigan una escuela para las hijas de la nobleza y los

    ciudadanos ms prsperos. Los monjes tenan una aparte para los chicos.El padre no pareca demasiado dispuesto a acceder.Rose les ha enseado a leer repuso. Y Caris sabe contar igual que yo,

    de hecho me ay uda en el negocio.Debera aprender mucho ms. Estoy segura de que no deseas que pase su

    vida a tu merced.Los libros no tienen nada que ensearle intervino Petranilla. Es un gran

    partido. A ambas les sobrarn pretendientes. Los hijos de mercaderes, incluso dereyes, harn cola a la puerta de casa para emparentarse con esta familia.Aunque Caris es muy terca; debemos velar por que no se eche a perder en losbrazos de un menesteroso juglar.

    Caris comprendi que Petranilla no prevea que la obediente Alice le dieraningn problema; seguramente se casara con quien le eligieran.

    Puede que Dios llame a Caris a su servicio coment Cecilia.Dios ya ha reclamado a dos miembros de esta familia: mi hermano y mi

    sobrino repuso el padre de mal humor. Yo dira que por ahora estsatisfecho.

    T qu dices? pregunt Cecilia a Caris. Quieres ser comerciante delana, la esposa de un caballero o monja?

    La idea de ser monja la horrorizaba. Tendra que acatar las rdenes de losdems a todas horas. Sera como seguir siendo nia el resto de su vida y tener aPetranilla de madre. Igual de malo le pareca ser la esposa de un caballero, o decualquier otro hombre, dado que las mujeres deban obedecer a sus maridos. Delas tres poco apetecibles opciones, ayudar a su padre y luego tal vez sustituirlo alfrente del negocio, cuando se hiciera may or, era la que menos le repela,aunque, por otro lado, no era con lo que soaba.

    Ninguna de las tres contest.Entonces, hay algo que desees ser? pregunt Cecilia.Lo haba, aunque Caris no se lo haba dicho a nadie. De hecho, hasta ese

    momento ni siquiera ella se haba dado cuenta, pero la ambicin haba tomadoforma y de repente supo sin lugar a duda cul era su destino.

    Ser mdico anunci.Se hizo un breve silencio, tras el cual todos se echaron a rer.Caris se sonroj, ignorando qu les haca tanta gracia. Su padre se apiad de

  • ella.Slo los hombres pueden ser mdicos. No lo sabas, rosita ma?Caris estaba desconcertada. Se volvi hacia Ceci