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LIBRO DE LA SEDE ARQUIDIÓCESIS DE SALTA 2009

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LIBRO DE LA SEDE

ARQUIDIÓCESIS DE SALTA 2009

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3 de Mayo

SAN FELIPE Y SANTIAGO, Apóstoles Solemnidad

Felipe era de Betsaida, el pueblo de Pedro y Andrés. Discípulo primero de Juan el Bautista, luego siguió a Jesús y tuvo, según el evangelio, diversas intervenciones significativas, por ejemplo intercediendo ante Jesús para que atendiera a unos griegos que querían hablarle. Santiago, hijo de Alfeo, apóstol, ha sido muchas veces identificado con otro Santiago, pariente de Jesús, que luego sería principal responsable de la comunidad de Jerusalén y moriría apedreado.

ANTÍFONA DE ENTRADA

Estos son los santos varones a quienes el Señor eligió por su caridad sincera; Él les dio la gloria eterna. Aleluia.

MONICIÓN DE ENTRADA

Celebramos hoy la fiesta de los apóstoles Felipe y Santiago, testigos de la resurrección y anunciadores del Evangelio. Reafirmemos con gozo la fe que hemos recibido por el testimonio apostólico.

ACTO PENITENCIAL Invitación

En silencio, dispongámonos a celebrar la Eucaristía pidiendo el perdón y la gracia de Dios. Silencio

3

El diácono o el sacerdote:

Tú que fortaleces a tu Iglesia con el testimonio de los apóstoles. Señor, ten piedad.

El pueblo:

Señor, ten piedad.

El diácono o el sacerdote:

Tú que por medio de los apóstoles nos has hecho llegar tu Buena Noticia. Cristo, ten piedad.

El pueblo:

Cristo, ten piedad.

El diácono o el sacerdote:

Tú que resucitado de entre los muertos eres vida para todos los que te siguen. Señor, ten piedad.

El pueblo:

Señor, ten piedad.

Sigue la absolución del sacerdote:

Dios todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna. El pueblo responde:

Amén.

Se dice Gloria.

ORACIÓN COLECTA

ios nuestro, que cada año nos alegras en la fiesta de los santos apóstoles Felipe y Santiago;

concédenos, por su intercesión, participar en la pasión y resurrección de tu Hijo unigénito, para que merezcamos contemplarte eternamente. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.

D

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ORACIÓN UNIVERSAL

Invitación

Unidos a la fe de los apóstoles, presentemos al Padre nuestras peticiones diciendo: Padre, escúchanos.

- Por la Iglesia, por cada uno de los cristianos; para que vivamos cada día más firmemente la fe y el amor que los apóstoles nos han transmitido. Oremos.

- Por el Papa y los obispos: para que con su testimonio llenen de

esperanza y de gozo a todo el pueblo cristiano. Oremos.

- Por los que no conocen a Jesucristo o se han alejado de él: para que puedan llegar a vivir la fuerza transformadora del Evangelio. Oremos.

- Por los que, en cualquier lugar del mundo, trabajan y luchan al

servicio de la justicia y a favor de los pobres; para que no desfallezcan en su labor. Oremos.

- Por los que nos hemos reunido hoy para celebrar la Eucaristía

de Jesús; para que nos alegremos de compartir su pasión para llegar a la vida nueva de la resurrección. Oremos

Conclusión

Recibe, Padre, las peticiones de tu Iglesia, que recuerda hoy el testimonio de los apóstoles Felipe y Santiago. Y concédenos ser cada día más fieles al Evangelio que ellos anunciaron. Por Jesucristo, nuestro Señor.

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ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

urifica, Padre, nuestros corazones por el sacramento recibido, para que, contemplándote en tu Hijo,

con los apóstoles Felipe y Santiago merezcamos alcanzar la vida eterna. Por Jesucristo, nuestro Señor.

BENDICIÓN SOLEMNE

El Dios que los ha edificado sobre el cimiento de los apóstoles, por la intercesión gloriosa de los santos apóstoles Felipe y Santiago, los llene de sus bendiciones.

R. Amén. Él que los ha enriquecido con la palabra y el ejemplo de los apóstoles les conceda su ayuda, para que sean testigos de la verdad en el mundo.

R. Amén. Para que obtengan la heredad del Reino eterno, por la intercesión de los apóstoles, por cuya palabra se mantienen firmes en la fe.

R. Amén.

Y la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo, descienda sobre ustedes.

R. Amén.

P

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Lunes después de la solemnidad de la Santísima Trinidad

EL SEÑOR DE SUMALAO Memoria obligatoria

A comienzos del siglo XVII, don Gabriel de Torres y Gaete, volviendo del Alto Perú, traía entre sus equipajes una copia del Señor de Vilque para su hacienda de El Pucará. Cuando atravesaba el paraje denominado “Sumalao” (lugar hermoso), la mula que traía el bulto con aquel inmenso cuadro, se desprendió de la tropa y fue encontrada en el mismo lugar anterior. Los arrieros la azotaron para proseguir pero fueron en vano sus esfuerzos. Ante la situación, se interpretó que el Señor quería quedarse en ese lugar hermoso. Se lo dejó bajo un algarrobo al cuidado y culto de los lugareños. Con el correr del tiempo se erige una capilla, hoy santuario al cual acuden masivamente los peregrinos.

ANTÍFONA DE ENTRADA Flp 2, 10. 8. 11

Al nombre de Jesús toda rodilla se doble en el cielo, en la tierra, en el abismo, porque el Señor se rebajó hasta someterse incluso a la muerte y una muerte de cruz; por eso Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre.

MONICION DE ENTRADA

Celebramos hoy al Señor de Sumalao, cuya imagen quiso quedarse en ese “lugar hermoso”, para ser fuente de sanación y salvación.

ACTO PENITENCIAL Invitación

Recordando los momentos de la Pasión de Cristo, examinemos nuestra conciencia y pedimos humildemente perdón. Silencio

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El diácono o el sacerdote:

Tú, que fuiste calumniado e insultado. Señor, ten piedad.

El pueblo:

Señor, ten piedad. El diácono o el sacerdote:

Tú, que fuiste condenado a muerte infame. Cristo, ten piedad. El pueblo:

Cristo, ten piedad. El diácono o el sacerdote:

Tú, que fuiste entregado por unas monedas. Señor, ten piedad. El pueblo:

Señor, ten piedad. Sigue la absolución del sacerdote:

Dios todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna. El pueblo responde:

Amén.

ORACIÓN COLECTA

ios nuestro, que para librarnos del poder del demonio, entregaste a tu Hijo a la muerte de cruz,

te pedimos que nos concedas alcanzar la gracia de la resurrección. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos.

D

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ORACIÓN UNIVERSAL

Invitación

Jesucristo, el Señor de Sumalao, instituyó el sacramento de su entrega por amor a nosotros en el momento en que uno de los suyos se preparaba para traicionarle. Agradecidos por el don de su amor, elevemos al Padre nuestra oración. A cada intención rezamos diciendo: Padre, escúchanos.

- Por la Iglesia, que sufre en su cuerpo la deserción, la injuria. Oremos.

- Por nuestra Arquidiócesis, que celebra al Señor de Sumalao y

confía en su protección redentora. Oremos. - Por todos los pobres del mundo, que quedan marginados por

las decisiones de los que tienen poder. Oremos.

- Por los que están siempre dispuestos a acompañar con su presencia y su palabra a las personas abatidas o cansadas. Oremos.

- Por todos nosotros, que estamos participando en el banquete

del sacrificio pascual de Cristo Jesús. Oremos…

Conclusión

Señor, Dios nuestro, recibe bondadoso las súplicas que te dirigimos y concédenos permanecer siempre fieles discípulos de tu Hijo con sus mismos sentimientos y actitudes. Él, que vive y reina por los siglos de los siglos.

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ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

ios todopoderoso, concédenos reafirmar nuestra fe

que, por la muerte de tu Hijo en la cruz celebrada en estos santos misterios, tú nos has dado la vida eterna. Por Jesucristo, nuestro Señor.

ORACIÓN SOBRE EL PUEBLO (facultativa)

adre, concede a tus hijos participar siempre de los sacramentos pascuales

y esperar con fervor los bienes prometidos, para que, renacidos por estos misterios, alcancen una vida nueva. Por Jesucristo, nuestro Señor.

R. Amén. Y la bendición de Dios todopoderoso,

del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, descienda sobre ustedes y permanezca para siempre.

R. Amén.

D

P

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20 de Agosto

SAN BERNARDO, Abad y doctor de la iglesia

PATRONO DE LA CIUDAD DE SALTA

Memoria obligatoria

Un gran personaje de la Iglesia medieval, de gran influencia eclesial y social, activo y contemplativo. Nació cerca de Dijon, en Francia, el año 1090, y el 1113 entró en el Císter, la orden renovada que entonces nacía. Al poco tiempo fue enviado a fundar el monasterio de Clairvaux o Claraval, desde donde compaginará, por una parte, la atención a sus monjes y por otra, la actuación en toda Europa, buscando la renovación y revitalización de la Iglesia, y la defensa de la cristiandad; escribió valiosas obras de teología y espiritualidad. Murió en Claraval el 20 de agosto de 1153.

ANTÍFONA DE ENTRADA

El Señor colmó a san Bernardo con el espíritu de entendimiento, para servir al pueblo de Dios con abundante doctrina.

MONICIÓN DE ENTRADA

Celebramos hoy al patrono de la ciudad de Salta, San Bernardo, abad y doctor de la Iglesia. Pidamos al Señor que nos conceda los dones de su entrega ejemplar en el estudio de la Sagrada Escritura, sabiduría y oración.

ACTO PENITENCIAL Invitación

Pongámonos ahora ante Dios. Él nos ha reunido aquí, formando su familia; él nos dará hoy, una vez más, la Palabra y el Pan de la vida. Ofrezcámosle un corazón arrepentido. Silencio

11

El diácono o el sacerdote:

Tú, que eres la fuerza de tus santos. Señor, ten piedad. El pueblo:

Señor, ten piedad.

El diácono o el sacerdote:

Tú, que haces de tus fieles la sal de la tierra y la luz del mundo. Cristo, ten piedad.

El pueblo:

Cristo, ten piedad.

El diácono o el sacerdote:

Tú, que resucitado de entre los muertos, eres vida para todos los que te siguen. Señor, ten piedad.

El pueblo:

Señor, ten piedad.

Sigue la absolución del sacerdote:

Dios todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna. El pueblo responde:

Amén.

ORACIÓN COLECTA

ios nuestro, que encendiste al abad san Bernardo, con el celo por tu casa e hiciste de él una lámpara

que brillaba y ardía en tu Iglesia, concédenos por su intercesión que, animados por ese mismo espíritu, caminemos siempre como hijos de la luz. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos.

D

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ORACIÓN UNIVERSAL

Invitación

Al celebrar hoy la memoria de san Bernardo de Claraval que dedicó su vida entera a Dios y promovió la renovación monástica a través de la Orden del Císter, oremos diciendo: Escúchanos, Señor.

- Por la Iglesia entera. Que viva llena del amor de Dios y busque renovarse constantemente para serle más fiel. Oremos.

- Por los monjes y monjas del Císter. Que su vida de oración y de

trabajo, en un ambiente de sencillez y pobreza, nos recuerde a todos los cristianos que debemos buscar ante todo el Reino de Dios. Oremos.

- Por los gobernantes, los políticos, los responsables de la

economía. Que trabajen para hacer posible un mundo en el que toda persona pueda vivir dignamente y en paz. Oremos.

- Por los que viven la vida sin ilusiones ni esperanzas. Que la

gracia del Evangelio toque su corazón y les dé fortaleza y confianza. Oremos.

- Por todos nosotros. Que demos siempre un buen testimonio del

Evangelio con nuestra vida. Oremos.

Conclusión

Escucha, Padre, nuestra oración, y derrama tu amor sobre los hombres y mujeres del mundo entero. Por Jesucristo, nuestro Señor.

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ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

e pedimos, Dios nuestro, que el alimento recibido en la conmemoración de san Bernardo

produzca su fruto en nosotros, para que, fortalecidos por sus ejemplos y siguiendo sus enseñanzas, arda en nosotros el amor por tu Verbo encarnado. Que vive y reina por los siglos de los siglos.

T

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12 de Septiembre

SAN JUAN CRISÓSTOMO, Obispo y doctor de la Iglesia

Memoria obligatoria

“Crisóstomo” significa en griego “boca de oro”, y este sobrenombre describe adecuadamente su gran acción pastoral como predicador: De él se conservan innumerables sermones que eran recogidos por copistas, y con los que guiaba la vida cristiana de su gente. Nacido en Antioquia hacia el año 349, después de un tiempo de vida retirada fue ordenado sacerdote, y el año 397 fue elegido patriarca de Constantinopla. Organizó la atención a los pobres, la vida monástica en tierras de misión, y también la liturgia en las lenguas de los godos que vivían en la capital. Las intrigas de la corte y de algunos obispos le llevaron al exilio un par de veces, y así, en el exilio, murió el 14 de Septiembre del año 407.

ANTÍFONA DE ENTRADA Sal 36, 30-31 Los sabios brillarán como el resplandor del firmamento, y los que enseñaron a muchos la justicia, lucirán como las estrellas, por toda la eternidad.

MONICIÓN DE ENTRADA

Celebramos hoy la memoria de San Juan Crisóstomo, doctor y predicador incansable de la fe. Como este santo, demos gloria a Dios por todo.

ACTO PENITENCIAL Invitación

Al Señor que nos ha reunido aquí le pedimos humildemente perdón por nuestras faltas y pecados para estar así mejor preparados para la mesa de su Palabra y de su Eucaristía. Silencio

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El diácono o el sacerdote:

Tú, que eres la fuerza de tus santos. Señor, ten piedad. El pueblo:

Señor, ten piedad.

El diácono o el sacerdote:

Tú, que haces de tus fieles la sal de la tierra y la luz del mundo. Cristo, ten piedad.

El pueblo:

Cristo, ten piedad.

El diácono o el sacerdote:

Tú, que resucitado de entre los muertos, eres vida para todos los que te siguen. Señor, ten piedad.

El pueblo:

Señor, ten piedad.

Sigue la absolución del sacerdote:

Dios todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna. El pueblo responde:

Amén.

ORACIÓN COLECTA ios nuestro, fortaleza de los que en ti esperan, que hiciste brillar al obispo san Juan Crisóstomo

por su admirable elocuencia y su firmeza en las tribulaciones, concédenos que, instruidos por su enseñanza, seamos confortados por el ejemplo de su inquebrantable paciencia. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos.

D

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ORACIÓN UNIVERSAL

Invitación

Al celebrar hoy la memoria del obispo San Juan Crisóstomo y movidos por el ejemplo de su fe, presentemos nuestras plegarias al Padre, diciendo: Escúchanos, Padre.

- Por la Iglesia entera, y por todos los que la formamos. Que sepamos amarnos unos a otros como Jesús nos ha amado. Oremos.

- Por nuestro Arzobispo. Que viva intensamente la fe de

Jesucristo y guíe con amor y entrega la comunidad que le ha sido confiada. Oremos.

- Por los sacerdotes. Que lleven a cabo su misión con una fe

profunda y un gran espíritu de servicio. Oremos.

- Por los que no creen en Jesucristo. Que puedan llegar a descubrir la luz y la alegría de la fe. Oremos.

- Por todos nosotros. Que demos siempre un buen testimonio de

fe y de amor. Oremos. Conclusión

Escucha, Padre, nuestra oración, y derrama tu Espíritu Santo sobre los hombres y mujeres del mundo entero. Por Jesucristo, nuestro Señor.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

oncédenos, Dios misericordioso, que el sacramento recibido en la conmemoración de san Juan Crisóstomo,

nos confirme en tu amor y nos convierta en fieles testigos de tu verdad. Por Jesucristo, nuestro Señor.

C

17

13 de septiembre

LA SANTÍSIMA VIRGEN DEL MILAGRO Solemnidad

Con el Santo Cristo del Milagro, esta imagen es protagonista de los acontecimientos de 1692, y junto a la cruz de su Hijo acompaña al pueblo de Salta intercediendo por él. Cuando entraron al templo en ruinas, aquella mañana del 13 de septiembre de 1692, la vieron mudando colores, caída de su nicho, junto al sagrario, en actitud suplicante con la corona a los pies del Santísimo Sacramento. Esta imagen de la Inmaculada Virgen del Milagro es desde entonces la Reina y Madre de Salta.

ANTÍFONA DE ENTRADA Cfr. Jdt 13, 23-25

El Señor, el Dios Altísimo te ha bendecido a ti, Virgen María, más que a todas las mujeres de la tierra. Él ha engrandecido tanto tu nombre, que los hombres no dejarán de alabarte.

MONICIÓN DE ENTRADA

Celebramos a nuestra Madre, la Santísima Virgen del Milagro. Como ella, al pie del Sagrario, dejemos que el Señor haga en nuestras vidas sus grandes y maravillosas obras.

ACTO PENITENCIAL

Invitación

Ante Dios que nos ha reunido como parte de su familia, nos disponemos. Una vez más, Él nos entregará hoy su mensaje y el Pan de Jesús; Él nos fecundará con el don del Espíritu, como fecundó las entrañas de María. Supliquemos su misericordia en silencio.

Silencio

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El diácono o el sacerdote:

Tú, el hijo de María, el Hijo de Dios. Señor, ten piedad.

El pueblo:

Señor, ten piedad.

El diácono o el sacerdote:

Tú, el vencedor del pecado y de la muerte. Cristo, ten piedad.

El pueblo:

Cristo, ten piedad.

El diácono o el sacerdote:

Tú, que has hecho participar a María de tu victoria. Señor, ten piedad. El pueblo:

Señor, ten piedad.

Sigue la absolución del sacerdote:

Dios todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna. El pueblo responde:

Amén.

Se dice Gloria.

ORACIÓN COLECTA ios todopoderoso y lleno de misericordia que, para defensa de nuestro pueblo,

nos diste en la santísima Virgen María un admirable y eficaz auxilio; concédenos que, bajo su protección, nos veamos libres de todo mal y peligro, y crezcamos incesantemente en el amor a ti. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos.

D

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ORACIÓN UNIVERSAL

Invitación

Dirijamos confiados nuestra oración a Dios Padre, que ha prometido habitar en los de aquellos que, como María, guardan su Palabra.

O bien:

Por intercesión de la Virgen María, imploremos la misericordia de Dios.

A cada intención respondemos: Padre, realiza en nosotros grandes obras.

- Porque la Iglesia descubre que la Palabra predicada y vivida coherentemente, es conversión y medio eficaz para dialogar con el mundo. Oremos.

- Porque nuestra Patria necesita la amistad social, capaz de vencer el egoísmo, para reconocer al otro como don y la propia vida como tarea. Oremos.

- Porque es la hora de la caridad que promueve la capacidad de hacernos cercanos y solidarios con quien sufre. Oremos.

- Porque encarnar el Milagro significa acción de gracias, alabanza, gozo del pueblo creyente, descanso frente a las fatigas y camino permanente para llegar al Señor y a su Madre. Oremos.

Conclusión

Señor Dios, fortalece en nosotros el deseo del bien, refuerza nuestra esperanza, confírmanos en la caridad, por intercesión de María, que nos precede en la peregrinación de la fe. Por Jesucristo nuestro Señor.

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ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

eñor, renovados por este sacramento de la salvación, te suplicamos humildemente

que quienes en esta solemnidad veneramos a la Virgen María, Madre de Dios, podamos experimentar siempre los frutos de tu redención. Por Jesucristo nuestro Señor.

BENDICIÓN SOLEMNE

Dios, que en su providencia amorosa quiso salvar al género humano por el fruto bendito del seno de la Virgen María, los colme de sus bendiciones.

R. Amén. Que los acompañe siempre la protección de la Virgen, por quien han recibido al Autor de la vida.

R. Amén. Y a todos ustedes, reunidos hoy para celebrar con devoción esta fiesta de María, el Señor les conceda la alegría del Espíritu y los bienes de su Reino.

R. Amén. Y la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo, descienda sobre ustedes.

R. Amén.

S

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15 de septiembre

EL SEÑOR DEL MILAGRO Solemnidad

La imagen del Señor del Milagro se vincula con Francisco de Victoria primer obispo del territorio argentino, quien estuvo presente en la fundación de la ciudad de Salta el 16 de abril de 1582, lunes de Pascua. Esta imagen del Cristo crucificado llega a la Iglesia Matriz de Salta según una antigua tradición, en septiembre de 1592 y permanece en el Altar de las Ánimas. En septiembre de 1692, fuertes terremotos asolaron la región y esta imagen es medio de conversión, consuelo y salvación para el pueblo. El Rvdo. P. José Carrión s.j. interpreta la necesidad de darle a esta imagen veneración especial. Desde entonces toma el nombre de Señor del Milagro y se une a los fieles con un lazo indisoluble constituido por el Pacto de Fidelidad: “Tú eres nuestro y nosotros somos tuyos”.

ANTÍFONA DE ENTRADA Ez 16, 60

Dice el Señor: Yo me acordaré de la alianza que hice contigo, y confirmaré contigo una alianza eterna, y tú te acordarás de tus caminos.

MONICIÓN DE ENTRADA

Celebramos hoy al Señor del Milagro. Con gozo hagamos memoria salvífica de nuestra historia de pueblo de Salta que quiere ser suyo como Él es nuestro.

ACTO PENITENCIAL

Invitación

Jesucristo, el justo, intercede por nosotros y nos reconcilia con el Padre. Abramos, pues, nuestro espíritu al arrepentimiento, para acercarnos a la mesa del Señor. El diácono o el sacerdote:

Tú que llevaste a la Cruz nuestros pecados. Señor, ten piedad.

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El pueblo:

Señor, ten piedad.

El diácono o el sacerdote:

Tú que resucitaste para nuestra justificación. Cristo, ten piedad.

El pueblo:

Cristo, ten piedad. El diácono o el sacerdote:

Tú que no quieres la muere del pecador, sino que viva. Señor, ten piedad. El pueblo:

Señor, ten piedad. Sigue la absolución del sacerdote:

Dios todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.

El pueblo responde:

Amén.

El Obispo absuelve así:

Por las súplicas y los méritos de la Bienaventurada siempre Virgen María, de los santos apóstoles Pedro y Pablo y de todos los Santos, Dios omnipotente y misericordioso les conceda tiempo para una verdadera y fructuosa penitencia, corazón siempre arrepentido, reforma de vida y perseverancia en el bien obrar, y perdonados todos sus pecados, los conduzca a la vida eterna. El pueblo responde:

Amén.

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ORACIÓN COLECTA ios y Padre de misericordia, por medio de tu Hijo, glorificado en la cruz,

destruiste la muerte y renovaste la vida; mientras recordamos los beneficios de tu bondad, te pedimos que, libres de todo peligro, nos confirmes siempre en tu amor, y podamos llevar una vida nueva. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos.

ORACIÓN UNIVERSAL

Invitación

Cristo colgado en la Cruz intercede por todos los hombres. Es el mediador entre el cielo y la tierra, reconcilia a todos los hombres con Dios. Unidos a él, oremos. O bien:

Acerquémonos, hermanos, a Jesús, mediador de la Nueva Alianza y propiciación por nuestros pecados y por los del mundo entero, y presentémosle, con fe, las oraciones de su Iglesia.

A cada intención respondemos: Padre, por tu amor y fidelidad,

escúchanos.

- Jesús dice: “Si el grano de trigo caído en tierra no muere, queda solo, pero si muere, da mucho fruto”. Que la Iglesia encarne estas palabras, y sea más creíble. Oremos.

- Jesús dice: “El que quiera servirme que me siga, y donde yo esté

estará mi servidor”. Que nuestro pueblo, haga el paso de habitantes a ciudadanos comprometidos por el bien común. Oremos.

D

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- Jesús dice: “Cuando yo sea elevado atraeré a todos hacia mí”. Que las familias sufrientes, encuentren su consuelo en la ayuda de los cristianos: signo del amor del Señor. Oremos.

- Jesús dice: “Mientras tengan luz, crean en la luz y serán hijos de la

luz”. Que nuestro Pacto de Fidelidad, se traduzca en acciones que disipen las tinieblas del error y la confusión. Oremos…

Conclusión

Dios Padre nuestro, que te apiadas de la humanidad hasta entregar a tu propio Hijo a la muerte, acude en nuestra ayuda para que lo que te pedimos sea realidad en todos los hombres. Por Jesucristo nuestro Señor. O bien:

Mira, Señor, a esta familia reunida en el nombre de Jesucristo, que con su sangre nos redimió, con su muerte nos dio la vida y con su resurrección nos glorificó y concédele lo que te pide. Por Cristo nuestro Señor.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

eñor, te pedimos que por estos sagrados misterios

que hemos celebrado como signo de eterna alianza afirmes nuestro compromiso de fidelidad que en esta conmemoración de nuestro Señor Jesucristo ratificamos agradecidos y confiados. Por Jesucristo nuestro Señor.

S

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BENDICIÓN SOLEMNE

El Dios todopoderoso los bendiga con su misericordia y los llene de la sabiduría eterna.

R. Amén. Él aumente en ustedes la fe y les de la perseverancia en el bien obrar.

R. Amén. Atraiga hacia sí sus pasos y les muestre el camino del amor y de la paz.

R. Amén. Por la intercesión de los santos apóstoles Pedro y Pablo, los bendiga

Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo.

R. Amén.

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16 de Septiembre

NUESTRA SEÑORA DE LOS DOLORES Memoria obligatoria

Conmemoramos el dolor de María en el seguimiento de su Hijo, un dolor que culmina en la contemplación de su muerte. El sufrimiento de María muestra cómo la fidelidad al camino de Jesús implica compartir también la dureza y la oscuridad de su cruz, para llegar con Él a la vida.

ANTÍFONA DE ENTRADA Cf. Lc 2, 34-35

Simeón dijo a María: este niño será causa de caída y de elevación para muchos en Israel, será signo de contradicción; y a ti misma una espada te atravesará el corazón.

MONICIÓN DE ENTRADA

Celebramos hoy a Nuestra Señora de los Dolores. En esta celebración la contemplamos a ella, en su dolor, al pie de la Cruz y en su fe: la muerte no tiene la última palabra.

ACTO PENITENCIAL Invitación

Confiando en la salvación que brota de la cruz de Jesucristo, reconozcamos ante Dios nuestros pecados. Silencio

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El diácono o el sacerdote:

Tú, que clavado en la cruz eres signo de fe y de esperanza. Señor, ten piedad. El pueblo:

Señor, ten piedad.

El diácono o el sacerdote:

Tú, que clavado en la cruz nos mostraste un amor infinito. Cristo, ten piedad.

El pueblo:

Cristo, ten piedad. El diácono o el sacerdote:

Tú, que clavado en la cruz nos llenas de vida para siempre. Señor, ten piedad. El pueblo:

Señor, ten piedad. Sigue la absolución del sacerdote:

Dios todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna. El pueblo responde:

Amén.

ORACIÓN COLECTA

ios nuestro, que quisiste que junto a tu Hijo elevado en la cruz

estuviera su Madre compartiendo sus padecimientos, concede a tu Iglesia que, unida a María en la pasión de Cristo, merezca participar también de su resurrección. Que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos.

D

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ORACIÓN UNIVERSAL

Invitación

Unidos con María, al pie de la Cruz de Jesús, oremos por nosotros y por todos los hombres y mujeres del mundo. A cada intención recemos, diciendo: Señor Jesús, escúchanos.

- Para que la Iglesia sea siempre un hogar de bondad y de misericordia. Oremos.

- Para que los afligidos, los desconsolados, los desesperados,

encuentren ayuda y fortaleza en Dios y en los hermanos. Oremos.

- Para que todos los que han muerto, y especialmente nuestros

familiares y amigos difuntos, alcancen la gloria del cielo. Oremos.

- Para que el ejemplo de María nos ayude a ser fieles al Evangelio

en toda circunstancia. Oremos. Conclusión

Escucha, Señor Jesús, la oración que te dirigimos unidos a María, tu madre. Y haz que llegue a toda la humanidad la vida que brota de tu cruz. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN limentados con el sacramento de la redención eterna, te suplicamos, Padre,

que al recordar los dolores de la Virgen María, completemos en nosotros, para el bien la Iglesia, lo que falta a los padecimientos de Cristo. Que vive y reina por los siglos de los siglos.

A

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13 de Octubre

CONSAGRACIÓN

DE LA IGLESIA CATEDRAL En la Iglesia Catedral: Solemnidad

En las otras iglesias: Fiesta

Todos los años, el día de la dedicación de la catedral se celebra en toda la Arquidiócesis con categoría de fiesta. Esta celebración constituye una buena ocasión para reafirmar el sentido de Iglesia reunida alrededor del obispo, una Iglesia que va más allá de la propia parroquia. Y también para valorar las “casas de la Iglesia”, los lugares donde los cristianos nos reunimos convocados por el Señor.

En la Iglesia Catedral

ANTÍFONA DE ENTRADA Sal 67, 36

Tú eres admirable, Señor, desde tus santuarios. El Dios de Israel concede a su pueblo el poder y la fuerza. ¡Bendito sea Dios!

MONICIÓN DE ENTRADA

Celebramos hoy la fiesta de la Iglesia en la que estamos reunidos. Es el aniversario de su dedicación para ser casa de Dios y de la comunidad cristiana.

ACTO PENITENCIAL

Invitación

Comencemos nuestra celebración en la presencia del Señor. Él nos convoca, él no reúne, él hace de nosotros una Iglesia formada por piedras vivas. En silencio presentémonos arrepentidos ante Él.

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El diácono o el sacerdote:

Tú, que reúnes a tus hijos para formar una sola familia. Señor, ten piedad.

El pueblo:

Señor, ten piedad.

El diácono o el sacerdote:

Tú, que eres el fundamento de nuestra fe y de nuestra esperanza. Cristo, ten piedad.

El pueblo:

Cristo, ten piedad.

El diácono o el sacerdote:

Tú, que resucitado de entre los muertos eres vida para todos los que te siguen. Señor, ten piedad.

El pueblo:

Señor, ten piedad. Sigue la absolución del sacerdote:

Dios todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna. El pueblo responde:

Amén.

Se dice Gloria.

ORACIÓN COLECTA

ios nuestro, que cada año nos permites celebrar el aniversario de la dedicación de tu santo templo,

escucha las oraciones de tu pueblo, y concédenos ofrecerte en este lugar un culto puro y verdadero y recibir los frutos de tu redención. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos.

Se dice Credo.

D

31

ORACIÓN UNIVERSAL Invitación

Como pueblo de Dios reunido por Jesucristo, celebrando la fiesta de nuestra Iglesia Catedral de Salta, presentemos al Padre nuestras plegarias. Oremos diciendo: Escúchanos, Padre.

- Por la Iglesia entera, fundamentada en la fe de Jesucristo y llamada a ser testimonio de vida y esperanza. Oremos.

- Por nuestra Arquidiócesis de Salta, por nuestro Arzobispo que

la preside, por los sacerdotes y diáconos, por todos los cristianos. Oremos.

- Por todos aquellos que entre nosotros no conocen a Jesucristo, y

por aquellos que aun conociéndolo no se sienten atraídos por él. Oremos.

- Por todos los que viven en el dolor y la tristeza, sin ninguna luz

que les ayude a caminar. Oremos.

- Por nosotros, reunidos aquí en la fe y el gozo de ser cristianos. Oremos.

Conclusión

Escucha, Padre, nuestras plegarias y derrama tu amor sobre el mundo entero. Por Jesucristo nuestro Señor.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

e pedimos, Padre, que el pueblo consagrado a ti

reciba la alegría y los frutos de tu bendición, para que comprenda que se ha hecho realidad en su interior el misterio celebrado en este día. Por Jesucristo, nuestro Señor.

T

32

BENDICIÓN SOLEMNE

Dios, Señor del cielo y de la tierra, que los ha reunido hoy para la dedicación de esta iglesia, los colme con la abundancia de su bendición.

R. Amén. Él, que quiso congregar por medio de su Hijo único a todos sus hijos dispersos, les conceda ser templo y morada del Espíritu Santo.

R. Amén. Él, que los ha purificado habite en ustedes, y les conceda alcanzar, junto con todos los santos, la felicidad eterna,

R. Amén. Y la bendición de Dios todopoderoso,

Padre, Hijo y Espíritu Santo, descienda sobre ustedes y permanezca para siempre.

R. Amén.

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Fuera de la Iglesia Catedral

ANTÍFONA DE ENTRADA Cf. Ap 21, 2

Vi la ciudad santa, la nueva Jerusalén, que descendía del cielo y venía de Dios, embellecida como una novia preparada para recibir a su esposo.

O bien: Cf. Ap 21, 3 Esta es la morada de Dios entre los hombres. Él habitará con ellos, ellos serán su pueblo, y él mismo será su Dios.

MONICIÓN DE ENTRADA

Celebramos hoy la fiesta de la Iglesia Catedral de Salta, iglesia de nuestro Arzobispo y de todo el pueblo de Dios que peregrina en la arquidiócesis de Salta. Por eso, hoy estamos congregados con gozo, formando la comunidad cristiana (presidida por nuestro Padre y Pastor).

ACTO PENITENCIAL

Invitación

Comencemos nuestra celebración en la presencia del Señor. Él nos convoca, él no reúne, él hace de nosotros una Iglesia formada por piedras vivas. En silencio presentémonos arrepentidos ante Él. El diácono o el sacerdote:

Tú, que reúnes a tus hijos para formar una sola familia. Señor, ten piedad. El pueblo:

Señor, ten piedad.

El diácono o el sacerdote:

Tú, que eres el fundamento de nuestra fe y de nuestra esperanza. Cristo, ten piedad.

El pueblo:

Cristo, ten piedad.

34

El diácono o el sacerdote:

Tú, que resucitado de entre los muertos eres vida para todos los que te siguen. Señor, ten piedad. El pueblo:

Señor, ten piedad. Sigue la absolución del sacerdote:

Dios todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna. El pueblo responde:

Amén. Se dice Gloria.

ORACIÓN COLECTA

ios nuestro, que construyes un templo eterno para ti con las piedras vivas que son tus elegidos,

multiplica en tu Iglesia la gracia que le has dado, para que tu pueblo fiel continúe edificando la Jerusalén celestial. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos. O bien:

ios nuestro, que te has dignado llamar esposa a tu Iglesia, concede a los fieles congregados en tu nombre

que puedan venerarte, amarte y seguirte, y, guiados por ti, alcanzar la vida eterna prometida. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos.

D

D

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ORACIÓN UNIVERSAL Invitación

Como pueblo de Dios reunido por Jesucristo, celebrando la fiesta de nuestra Iglesia Catedral de Salta, presentemos al Padre nuestras plegarias. Oremos diciendo: Escúchanos, Padre.

- Por la Iglesia entera, fundamentada en la fe de Jesucristo y llamada a ser testimonio de vida y esperanza. Oremos.

- Por nuestra Arquidiócesis de Salta, por nuestro Arzobispo que

la preside, por los sacerdotes y diáconos, por todos los cristianos. Oremos.

- Por todos aquellos que entre nosotros no conocen a Jesucristo, y

por aquellos que aun conociéndolo no se sienten atraídos por él. Oremos.

- Por todos los que viven en el dolor y la tristeza, sin ninguna luz

que les ayude a caminar. Oremos.

- Por nosotros, reunidos aquí en la fe y el gozo de ser cristianos. Oremos.

Conclusión

Escucha, Padre, nuestras plegarias y derrama tu amor sobre el mundo entero. Por Jesucristo nuestro Señor.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN ios nuestro, que manifiestas en tu Iglesia un signo visible de la Jerusalén celestial;

te pedimos que, por la participación en este sacramento, seamos transformados en templos de tu gracia y lleguemos a la morada de tu gloria. Por Jesucristo, nuestro Señor.

D

36

ORDINARIO DE LA MISA

37

Ritos iniciales Reunido el pueblo, el sacerdote se dirige al altar, con los ministros, mientras se entona el canto de entrada. Cuando llega al altar, habiendo hecho con los ministros una inclinación profunda, venera el altar con un beso y, si es oportuno, inciensa la cruz y el altar. Después se dirige con los ministros a la sede. Terminado el canto de entrada, el sacerdote y los fieles, de pie, se santiguan con la señal de la cruz, mientras el sacerdote, vuelto hacia el pueblo, dice:

En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.

El pueblo responde:

Amén. Después el sacerdote, extendiendo las manos, saluda al pueblo, diciendo:

La gracia de nuestro Señor Jesucristo, el amor del Padre y la comunión del Espíritu Santo estén con todos ustedes. O bien:

La gracia y la paz de parte de Dios, nuestro Padre, y de Jesucristo, el Señor, estén con todos ustedes. O bien:

El Señor esté con ustedes. El Obispo, en vez de las anteriores fórmulas, en este primer saludo, dice:

La paz esté con ustedes. El pueblo responde:

Y con tu espíritu. También pueden usarse otras fórmulas de saludo propias de cada tiempo.

TIEMPO «DURANTE EL AÑO»

El Señor, que dirige nuestros corazones para que amemos a Dios, esté con todos ustedes.

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O bien:

La paz, la caridad y la fe, de parte de Dios Padre, y de Jesucristo, el Señor, estén con todos ustedes. O bien:

El Dios de la esperanza, que por la acción del Espíritu Santo nos llena con su alegría y con su paz, permanezca siempre con todos ustedes. O bien:

Queridos hermanos: «Que Dios los llene de alegría y de paz en la fe» y que el Espíritu Santo esté constantemente con ustedes. El sacerdote o el diácono, u otro ministro, puede hacer una monición muy breve para introducir a los fieles en la Misa del día.

Acto penitencial1

A continuación se hace el acto penitencial, al que el sacerdote invita a los fieles, diciendo:

1 Hermanos: Para celebrar dignamente estos sagrados misterios, reconozcamos nuestros pecados. O bien:

El Señor Jesús, que nos invita a la mesa de la Palabra y de la Eucaristía, nos llama ahora a la conversión. Reconozcamos, pues, que somos pecadores e invoquemos con esperanza la misericordia de Dios.

1 El domingo, especialmente en el tiempo pascual, en lugar del acto penitencial habitual, en algunas ocasiones puede hacerse la bendición y aspersión del agua en memoria del Bautismo, como aparece en el Apéndice I del Misal Romano.

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O bien:

Humildes y penitentes, como el publicano en el templo, acerquémonos al Dios justo, y pidámosle que tenga piedad de nosotros, que también nos reconocemos pecadores.

O bien:

Jesucristo, el justo, intercede por nosotros y nos reconcilia con el Padre. Abramos, pues, nuestro espíritu al arrepentimiento, para acercarnos a la mesa del Señor.

O bien:

Pidamos perdón a Dios de todo corazón.

O bien, pero sólo en los domingos, y durante la octava de Pascua:

En el día en que celebramos la victoria de Cristo sobre el pecado y sobre la muerte, confesemos nuestra necesidad de la misericordia del Padre para morir al pecado y resucitar a la vida nueva.

Se hace una breve pausa en silencio. Después, todos hacen en común la fórmula de la confesión general:

Yo confieso ante Dios todopoderoso y ante ustedes, hermanos, que he pecado mucho de pensamiento, palabra, obra y omisión.

Y, golpeándose el pecho, dicen:

Por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa.

Luego prosiguen:

Por eso ruego a santa María, siempre Virgen, a los ángeles, a los santos y a ustedes, hermanos, que intercedan por mí ante Dios, nuestro Señor. Sigue la absolución del sacerdote:

ios todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.

El pueblo responde:

Amén.

D

40

2

O bien (segunda forma del acto penitencial): El sacerdote invita a los fieles al acto penitencial con una de las invitaciones anteriores u otras breves palabras. Se hace una breve pausa en silencio. Después, el sacerdote dice:

Señor, ten misericordia de nosotros. El pueblo responde:

Porque hemos pecado contra ti. El sacerdote prosigue:

Muéstranos, Señor, tu misericordia. El pueblo responde:

Y danos tu salvación. Sigue la absolución del sacerdote:

ios todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.

El pueblo responde:

Amén. 3

O bien (tercera forma del acto penitencial): El sacerdote invita a los fieles al acto penitencial con una de las invitaciones anteriores u otras breves palabras. Se hace una breve pausa en silencio. Después el sacerdote o el diácono, u otro ministro, empleando éstas u otras invocaciones, con el Señor, ten piedad (Kýrie, eléison), dice:

Tú que has sido enviado para sanar a los contritos de corazón: Señor, ten piedad. El pueblo responde:

Señor, ten piedad. El sacerdote:

Tú que has venido a llamar a los pecadores: Cristo, ten piedad.

El pueblo:

Cristo, ten piedad.

D

41

El sacerdote:

Tú que estás sentado a la derecha del Padre para interceder por nosotros: Señor, ten piedad. El pueblo:

Señor, ten piedad. Sigue la absolución del sacerdote:

ios todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.

El pueblo responde:

Amén.

TIEMPO « DURANTE EL AÑO »

Tú que eres el camino que conduce al Padre: Señor, ten piedad. R. Señor, ten piedad. Tú que eres la verdad que ilumina a los pueblos: Cristo, ten piedad. R. Cristo, ten piedad. Tú que eres la vida que renueva el mundo: Señor, ten piedad. R. Señor, ten piedad. O bien:

Tú que eres la plenitud de la verdad y de la gracia: Señor, ten piedad. R. Señor, ten piedad. Tú que te has hecho pobre para enriquecernos: Cristo, ten piedad. R. Cristo, ten piedad. Tú que has venido para hacer de nosotros tu pueblo santo: Señor, ten piedad. R. Señor, ten piedad.

D

42

O bien:

Tú que no has venido a condenar, sino a perdonar: Señor, ten piedad. R. Señor, ten piedad. Tú que has dicho que hay gran fiesta en el cielo por un pecador que se arrepiente: Cristo, ten piedad. R. Cristo, ten piedad. Tú que perdonas mucho a quien mucho ama: Señor, ten piedad. R. Señor, ten piedad. O bien:

Tú que has venido a buscar al que estaba perdido: Señor, ten piedad. R. Señor, ten piedad. Tú que has querido dar la vida en rescate por todos: Cristo, ten piedad. R. Cristo, ten piedad. Tú que reúnes a tus hijos dispersos: Señor, ten piedad. R. Señor, ten piedad. O bien:

Tú que ofreciste el perdón a Pedro arrepentido: Señor, ten piedad. R. Señor, ten piedad. Tú que prometiste el paraíso al buen ladrón: Cristo, ten piedad. R. Cristo, ten piedad. Tú que perdonas a todo hombre que confía en tu misericordia: Señor, ten piedad. R. Señor, ten piedad.

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O bien:

Defensor de los pobres: Señor, ten piedad. R. Señor, ten piedad. Refugio de los débiles: Cristo, ten piedad. R. Cristo, ten piedad. Esperanza de los pecadores: Señor, ten piedad. R. Señor, ten piedad. Siguen las invocaciones Señor, ten piedad (Kýrie eléison), si no se han dicho ya en alguna de las fórmulas del acto penitencial:

V. Señor, ten piedad. R. Señor, ten piedad. V. Cristo, ten piedad. R. Cristo, ten piedad. V. Señor, ten piedad. R. Señor, ten piedad. Se pueden tomar las melodías del Gradual Romano. Monición Introductoria al Gloria:

Recitemos (Cantemos) el himno de alabanza, invocando a Jesucristo, el Señor, sentado a la derecha del Padre para interceder por nosotros. A continuación, cuando está prescrito, se canta o se dice el himno:

loria a Dios en el cielo, y en la tierra paz a los hombres que ama el Señor.

Por tu inmensa gloria te alabamos, te bendecimos, te adoramos, te glorificamos, te damos gracias, Señor Dios, Rey celestial, Dios Padre todopoderoso. Señor, Hijo único, Jesucristo; Señor Dios, Cordero de Dios, Hijo del Padre; tú que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros; tú que quitas el pecado del mundo, atiende nuestra súplica; tú que estás sentado a la derecha del Padre, ten piedad de nosotros; porque sólo tú eres Santo, sólo tú Señor, sólo tú Altísimo, Jesucristo, con el Espíritu Santo en la gloria de Dios Padre. Amén. Acabado el himno, el sacerdote, con las manos juntas, dice:

G

44

Oremos. Y todos, junto con el sacerdote, oran en silencio durante un breve espacio de tiempo. Entonces el sacerdote, con las manos extendidas, dice la oración colecta, al final

de la cual, el pueblo aclama: Amén. La colecta termina siempre con la conclusión larga. Si la oración se dirige al Padre:

Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Si la oración se dirige al Padre, pero al final de ella se menciona al Hijo:

Él que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Si la oración se dirige al Hijo:

Que vives y reinas con el Padre en la unidad del Espíritu Santo y eres Dios, por los siglos de los siglos.

45

LITURGIA DE LA PALABRA

Después, el lector se dirige al ambón y lee la primera lectura, que todos escuchan sentados. Para indicar el final de la lectura, el lector dice:

Palabra de Dios. Todos responden:

Te alabamos, Señor. El salmista, o el cantor, canta o recita el salmo, y el pueblo pronuncia la respuesta. Después, si hay segunda lectura, el lector la lee desde el ambón, como la primera. Para indicar el final de la lectura, el lector dice:

Palabra de Dios. Todos responden:

Te alabamos, Señor. Sigue el Aleluia, u otro canto determinado por las rúbricas, según lo requiera el tiempo litúrgico. Mientras tanto, si se usa incienso, el sacerdote lo pone en el incensario. Después, el diácono que va a proclamar el Evangelio, profundamente inclinado ante el sacerdote, pide la bendición, diciendo en voz baja:

Padre, dame tu bendición. El sacerdote, en voz baja, dice:

El Señor esté en tu corazón y en tus labios, para que anuncies dignamente su Evangelio; en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. El diácono se signa con la señal de la cruz y responde:

Amén. Pero si no está presente el diácono, el sacerdote, inclinado ante el altar, dice en secreto:

Purifica mi corazón y mis labios, Dios todopoderoso, para que pueda anunciar dignamente tu santo Evangelio. Después el diácono, o el sacerdote, se dirige al ambón, acompañado por los ministros que llevan el incienso y los cirios, si es oportuno, y dice:

El Señor esté con ustedes. El pueblo responde:

Y con tu espíritu.

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El diácono, o el sacerdote:

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san N. Y, mientras tanto, hace la señal de la cruz sobre el libro y sobre su frente, labios y pecho. El pueblo aclama:

Gloria a ti, Señor. Luego el diácono, o el sacerdote, si se usa incienso, inciensa el libro y proclama el Evangelio. Acabado el Evangelio, el diácono o el sacerdote, aclama:

Palabra del Señor. Todos responden:

Gloria a ti, Señor Jesús. Si la aclamación es cantada, pueden usarse otras respuestas de alabanza a Jesucristo como las siguientes.

Tu Palabra, Señor, es la verdad, y tu ley nuestra libertad. O bien:

Tu Palabra, Señor, es lámpara que alumbra nuestros pasos. O bien:

Tu Palabra, Señor, permanece por los siglos. Después besa el libro, diciendo en secreto:

Las Palabras del Evangelio borren nuestros pecados. Luego se hace la homilía, que corresponde al sacerdote o al diácono, y que debe hacerse todos los domingos y fiestas de precepto; se recomienda en los otros días.

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Acabada la homilía, cuando está prescrito, se canta o se dice el Símbolo o Profesión de fe:

MONICIONES INTRODUCTORIAS AL CREDO:

Confesamos nuestra fe, recordando las intervenciones maravillosas de Dios en la historia de la salvación: la creación, la encarnación, la Pascua, la venida del Espíritu Santo sobre la Iglesia y la promesa de la vida eterna. O bien:

Confesamos nuestra fe en Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo, en la unidad de la Santa Iglesia. O bien:

Confesamos la una sola fe de la Iglesia de todos los tiempos, extendida por toda la tierra. O bien:

Confesamos nuestra fe en comunión con nuestros hermanos cristianos, separados de nosotros, que profesan el mismo Credo. O bien:

Confesamos nuestra fe con las fórmulas venerables de los antiguos concilios ecuménicos. En ellas la Iglesia de todos los tiempos y de todas las latitudes expresa la experiencia de la salvación del Dios revelado en Jesucristo.

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Y todos recitan a una voz:

reo en un solo Dios, Padre todopoderoso,

Creador del cielo y de la tierra, de todo lo visible y lo invisible. Creo en un solo Señor, Jesucristo, Hijo único de Dios, nacido del Padre antes de todos los siglos: Dios de Dios, Luz de Luz, Dios verdadero de Dios verdadero, engendrado, no creado, de la misma naturaleza del Padre, por quien todo fue hecho; que por nosotros, los hombres, y por nuestra salvación bajó del cielo, En las palabras en itálica todos se inclinan.

y por obra del Espíritu Santo se encarnó de María, la Virgen, y se hizo hombre; y por nuestra causa fue crucificado en tiempos de Poncio Pilato; padeció y fue sepultado, y resucitó al tercer día, según las Escrituras, y subió al cielo, y está sentado a la derecha del Padre; y de nuevo vendrá con gloria para juzgar a vivos y muertos, y su reino no tendrá fin. Creo en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida, que procede del Padre y del Hijo, que con el Padre y el Hijo recibe una misma adoración y gloria, y que habló por los profetas. Creo en la Iglesia, que es una, santa, católica y apostólica. Confieso que hay un solo bautismo para el perdón de los pecados. Espero la resurrección de los muertos y la vida del mundo futuro. Amén.

C

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En lugar del Símbolo Niceno-constantinopolitano, sobre todo en el tiempo de Cuaresma y en el tiempo de Pascua, se puede emplear el Símbolo bautismal de la Iglesia de Roma, también llamado «de los Apóstoles».

reo en Dios, Padre todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra.

Creo en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor,

En las palabras en itálica todos se inclinan.

que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo, nació de santa María Virgen, padeció bajo el poder de Poncio Pilato, fue crucificado, muerto y sepultado, descendió a los infiernos, al tercer día resucitó de entre los muertos, subió a los cielos y está sentado a la derecha de Dios, Padre todopoderoso. Desde allí ha de venir a juzgar a vivos y muertos. Creo en el Espíritu Santo, la santa Iglesia católica, la comunión de los santos, el perdón de los pecados, la resurrección de la carne y la vida eterna. Amén.

Después se hace la oración universal u oración de los fieles. La oración universal u oración de los fieles se desarrolla de la siguiente manera: Invitatorio El sacerdote invita a los fieles a orar, por medio de una breve monición. Intenciones Las intenciones son propuestas por un diácono o, si no lo hay, por un lector o por otra persona idónea. El pueblo manifiesta su participación con una invocación u orando en silencio. La sucesión de intenciones ordinariamente debe ser la siguiente: a) Por las necesidades de la Iglesia. b) Por los gobernantes y por la salvación del mundo entero. c) Por aquellos que se encuentran en necesidades particulares. d) Por la comunidad local. Conclusión El sacerdote termina la plegaria común con una oración conclusiva.

C

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Después de la comunión

Acabada la comunión, el sacerdote puede volver a la sede. Si se considera oportuno, se puede dejar un breve espacio de silencio sagrado o entonar un salmo o algún cántico de alabanza. Luego, de pie en el altar o en la sede, el sacerdote, vuelto hacia el pueblo, con las manos juntas, dice:

Oremos. Y todos, junto con el sacerdote, oran en silencio durante unos momentos, a no ser que este silencio ya se haya hecho antes. Después el sacerdote, con las manos extendidas, dice la oración después de la comunión. La oración después de la comunión termina con la conclusión breve. Si la oración se dirige al Padre:

Por Jesucristo, nuestro Señor. Si la oración se dirige al Padre, pero al final de la misma se menciona al Hijo:

Él, que vive y reina por los siglos de los siglos. Si la oración se dirige al Hijo:

Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.

El pueblo, al terminar, aclama:

Amén.

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RITO DE CONCLUSIÓN

Siguen, si es necesario, breves avisos para el pueblo. Después tiene lugar la despedida. El sacerdote, vuelto hacia el pueblo, extendiendo las manos, dice:

El Señor esté con ustedes. El pueblo responde:

Y con tu espíritu. El sacerdote bendice al pueblo, diciendo:

La bendición de Dios todopoderoso,

Padre, Hijo, y Espíritu Santo,

descienda sobre ustedes. El pueblo responde:

Amén. En algunos días u ocasiones, a esta fórmula de bendición precede, según las rúbricas, otra fórmula de bendición más solemne, o una oración sobre el pueblo. En la Misa pontifical el celebrante recibe la mitra y, extendiendo las manos, dice:

El Señor esté con ustedes. Todos responden:

Y con tu espíritu. El celebrante dice:

Bendito sea el nombre del Señor. Todos responden:

Desde ahora y para siempre. El celebrante dice:

Nuestro auxilio es el nombre del Señor.

Todos responden:

Que hizo el cielo y la tierra.

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Entonces el celebrante, habiendo recibido el báculo, si lo usa, dice:

La bendición de Dios todopoderoso, Y, haciendo tres veces la señal de la cruz sobre el pueblo, añade:

Padre, Hijo, y Espíritu Santo,

descienda sobre ustedes. Todos responden:

Amén. Luego el diácono, o el mismo sacerdote, con las manos juntas, vuelto hacia el pueblo, dice:

Pueden ir en paz. O bien:

La alegría del Señor sea nuestra fuerza. Pueden ir en paz. O bien:

Glorifiquen al Señor con su vida. Pueden ir en paz. O bien:

En el nombre del Señor, pueden ir en paz. O bien, especialmente en los domingos de Pascua:

Anuncien a todos la alegría del Señor resucitado. Pueden ir en paz. El pueblo responde:

Demos gracias a Dios. Después el sacerdote venera el altar con un beso, como al comienzo. Seguidamente, hecha inclinación profunda con los ministros, se retira. Si inmediatamente sigue alguna acción litúrgica, se omite el rito de despedida.

53

BENDICIONES AL FINAL DE LA MISA Y ORACIONES SOBRE EL PUEBLO

BENDICIONES SOLEMNES

El sacerdote puede utilizar las siguientes bendiciones a elección, al final de las celebraciones de la Misa, de la Liturgia de la Palabra, de la Liturgia de las Horas o de los Sacramentos. El diácono o, a falta de éste, el mismo sacerdote, dice: Inclinados, reciban la bendición. Luego el sacerdote, con las manos extendidas sobre el pueblo, dice la bendición y todos responden: Amén.

Durante el año, I

Que el Señor los bendiga y los proteja. R. Amén. Haga brillar su rostro sobre ustedes y les otorgue su misericordia. R. Amén. Vuelva su mirada hacia ustedes y les conceda la paz. R. Amén. Y la bendición de Dios todopoderoso, del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, descienda sobre ustedes y permanezca para siempre. R. Amén. Durante el año, II

La paz de Dios, que supera todo lo que podemos pensar, custodie sus corazones y sus pensamientos, en el conocimiento y en el amor de Dios y de su Hijo, nuestro Señor Jesucristo. R. Amén.

54

Y la bendición de Dios todopoderoso, del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, descienda sobre ustedes y permanezca para siempre. R. Amén. Durante el año, III

El Señor todopoderoso los bendiga con su misericordia e infunda en sus corazones la sabiduría eterna. R. Amén. Él aumente en ustedes la fe y les dé la perseverancia en el bien obrar. R. Amén. Él dirija hacia sí los pasos de ustedes y les muestre el camino de la paz y del amor. R. Amén. Y la bendición de Dios todopoderoso, del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, descienda sobre ustedes y permanezca para siempre. R. Amén. Durante el año, IV

El Señor de todo consuelo ordene los días de ustedes en su paz y les conceda los dones de su bendición. R. Amén. Los libre de toda perturbación y confirme sus corazones en su amor. R. Amén. Para que enriquecidos con la fe, la esperanza y la caridad, practiquen el bien en la vida presente y puedan llegar felizmente a la eterna. R. Amén.

55

Y la bendición de Dios todopoderoso, del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, descienda sobre ustedes y permanezca para siempre. R. Amén. Durante el año, V

Dios todopoderoso aparte de ustedes toda adversidad y les conceda los dones de su bendición. R. Amén.

Encienda sus corazones con el deseo de su Palabra para que sean colmados con los gozos eternos. R. Amén.

Y comprendiendo lo que es bueno y recto, cumplan siempre los mandamientos de Dios y lleguen a participar en el banquete celestial. R. Amén.

Y la bendición de Dios todopoderoso,

del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, descienda sobre ustedes y permanezca para siempre. R. Amén. Durante el año, VI

Dios todopoderoso los bendiga con toda clase de bienes celestiales, para que sean santos e irreprochables en su presencia; derrame sobre ustedes la riqueza de su gracia, los instruya con la palabra de la verdad y con el Evangelio de la salvación, y los enriquezca con la caridad fraterna. Por Jesucristo, nuestro Señor. R. Amén. Y la bendición de Dios todopoderoso, del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, descienda sobre ustedes y permanezca para siempre. R. Amén.

56

Durante el año, VII (2 Tes. 2, 16-17)

Jesucristo, el Señor, y Dios, nuestro Padre, que nos ha amado tanto y nos ha dado el consuelo de una gran esperanza, los afiance y fortalezca para toda clase de palabras y obras buenas. R. Amén. Y la bendición de Dios todopoderoso, del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, descienda sobre ustedes y permanezca para siempre. R. Amén.

Durante el año VIII (1 Tes. 5, 23-24)

Que el Dios de la paz los consagre totalmente y que todo el espíritu, alma y cuerpo de ustedes sea custodiado sin reproche hasta la venida de nuestro Señor Jesucristo. R. Amén.

Y la bendición de Dios todopoderoso, del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, descienda sobre ustedes y permanezca para siempre. R. Amén.

Durante el año, IX (Heb 13, 20-21)

El Dios de la paz, que resucitó de entre los muertos al gran pastor de las ovejas, nuestro Señor Jesús, los haga perfectos en todo bien, en virtud de la sangre de la alianza eterna, para que cumplan su voluntad, realizando en ustedes lo que es de su agrado. R. Amén. Y que la bendición de Dios todopoderoso, del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, descienda sobre ustedes y permanezca para siempre. R. Amén.

57

Durante el año X (Cf. 1 Ped 5,10-11) El Dios de toda gracia, que los ha llamado en Cristo a su eterna gloria, los afiance y los conserve fuertes y constantes en la fe. R. Amén. Y la bendición de Dios todopoderoso, del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, descienda sobre ustedes y permanezca para siempre. R. Amén. La santísima Virgen María

Dios, que por su bondad quiso redimir al género humano mediante la maternidad de la Virgen María, derrame sobre ustedes una abundante bendición. R. Amén. Que experimenten siempre y en todas partes la protección de la Virgen María, por quien recibieron al autor de la vida. R. Amén. Y todos ustedes, reunidos para celebrar con amor esta fiesta en su honor, reciban los dones de la alegría espiritual y los premios eternos. R. Amén. Y la bendición de Dios todopoderoso, del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, descienda sobre ustedes y permanezca para siempre. R. Amén.

58

Fiesta de un santo

Dios, nuestro Padre, que nos ha congregado para celebrar hoy la fiesta de san N., [ Patrono de nuestra comunidad N. parroquial, diocesana, nacional ],

los bendiga, proteja y confirme en su paz. R. Amén. Cristo, el Señor, que ha manifestado en san N. la fuerza renovadora del misterio pascual, los haga auténticos testigos de su Evangelio. R. Amén. El Espíritu Santo, que en san N. nos ha ofrecido un ejemplo de caridad evangélica, les conceda la gracia de acrecentar en la Iglesia la verdadera comunión de fe y amor. R. Amén. Y la bendición de Dios todopoderoso, del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, descienda sobre ustedes y permanezca para siempre. R. Amén.

59

ORACIONES SOBRE EL PUEBLO

El sacerdote puede utilizar las siguientes oraciones a elección, al final de las celebraciones de la Misa, de la Liturgia de la Palabra, de la Liturgia de las Horas o de los Sacramentos. El diácono o, a falta de éste, el mismo sacerdote, dice: Inclinados, reciban la bendición. Luego el sacerdote, extendidas las manos sobre el pueblo, dice la oración a la que todos responden Amén. Luego de la oración, el sacerdote añade siempre: La bendición de Dios todopoderoso, del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, descienda sobre ustedes y permanezca para siempre. R. Amén

1. Padre, muestra tu bondad sobre tu pueblo, al que llamas a la felicidad eterna y no lo prives de tu consuelo en esta vida. Por Jesucristo, nuestro Señor. 2. Concede, Señor, a tus fieles conocer la fe que proclaman y amar el don celestial que celebran. Por Jesucristo, nuestro Señor. 3. Padre, bendice con generosidad a tu pueblo para que se aparte de todo lo que le hace daño y obtenga el cumplimiento de sus deseos. Por Jesucristo, nuestro Señor. 4. Concede, Señor, a tu pueblo convertirse a ti de todo corazón, y ya que no rechazas ni aun a los culpables, protege con especial bondad a quienes se entregan sinceramente a ti. Por Jesucristo, nuestro Señor. 5. Ilumina bondadosamente a tu familia, Señor, para que buscando en todo tu voluntad, realice siempre lo que es bueno. Por Jesucristo, nuestro Señor.

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6. Concede, Señor, a tus fieles la misericordia y la paz para que sean purificados de sus pecados y con serenidad interior, te sirvan con generosa disposición. Por Jesucristo, nuestro Señor. 7. Mira, Señor, a tu pueblo fiel, y robustécelo con tu gracia para que pueda cumplir siempre tus mandamientos. Por Jesucristo, nuestro Señor. 8. Ten piedad de tu pueblo, Señor, para que, libre de todo mal, te sirva de todo corazón y permanezca siempre bajo tu protección. Por Jesucristo, nuestro Señor. 9. Alégrese tu familia, Padre, por los misterios que celebra y alcance siempre su poderosa eficacia. Por Jesucristo, nuestro Señor. 10. Señor Dios, enriquece y confirma a tus hijos con la abundancia de tu misericordia; para que, colmados con tus bendiciones, vivamos siempre en la acción de gracias y te bendigamos llenos de alegría. Por Jesucristo, nuestro Señor. 11. Protege siempre, Señor, a tu familia con inalterable cariño para que se mantenga libre de todas las adversidades y se dedique a las buenas acciones. Por Jesucristo, nuestro Señor.

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12. Purifica, Señor, en alma y cuerpo a tus fieles para que, conducidos por ti, eviten todo lo que pueda apartarlos del bien y permanezcan fielmente en tu compañía. Por Jesucristo, nuestro Señor. 13. Que tu bendición, Señor, infunda nuevo vigor en tus hijos, y prepare sus corazones para que todo su obrar se afiance en la caridad. Por Jesucristo, nuestro Señor. 14. Los corazones de tus fieles imploran tu auxilio, Señor, ya que sin ti nada pueden, para que los colmes con tu misericordia, conozcan lo que es bueno y recto, y reciban las promesas eternas Por Jesucristo, nuestro Señor. 15. Ayuda, Padre, al pueblo que te implora y fortalece la fragilidad humana, para que, consagrándose a ti con un corazón puro, se alegre en la vida presente y futura. Por Jesucristo, nuestro Señor. 16. Mira bondadosamente a tu familia, Padre, y concédele tu misericordia para que podamos cumplir tus mandamientos de vida los que sin ti nada podemos alcanzar. Por Jesucristo, nuestro Señor. 17. Padre, aumenta en tus fieles la gracia celestial: para que te alabemos con los labios, con el alma, con la vida; y porque es tuyo todo lo que somos sea también para ti lo que vivamos. Por Jesucristo, nuestro Señor.

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18. Instruye, Señor, a tu pueblo con las enseñanzas divinas para que, evitando todo lo malo y siguiendo todo lo bueno, reciba la gracia del Padre misericordioso y no la sentencia del Juez. Por Jesucristo, nuestro Señor. 19. Ayuda, Señor a los que te suplican y ponen su esperanza en tu misericordia, para que, perseverando en una vida santa consigan los bienes temporales que necesitan y sean herederos de las promesas eternas. Por Jesucristo, nuestro Señor. 20. Concede a tu pueblo, Padre, tu misericordia para que la obra que tú creaste, reparada por tu gracia, alcance la plenitud de la salvación. Por Jesucristo, nuestro Señor. 21. Te pedimos, Padre, que tu pueblo fiel, inspirado por ti y movido por el arrepentimiento saludable, cumpla con alegría lo que pides, para obtener lo que prometes. Por Jesucristo, nuestro Señor. 22. Señor, mira compadecido la fragilidad de tu pueblo, para que la súplica fiel alcance tu misericordia y reciba de tu bondad lo que no se atreve a pedir por sus propios méritos. Por Jesucristo, nuestro Señor.

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23. Defiende, Padre, a tus hijos con tu diestra poderosa y haz que, cumpliendo siempre tu voluntad, sean protegidos por tu amor. Por Jesucristo, nuestro Señor. 24. Escucha, Padre, las oraciones de tu familia y asiste a quienes te imploran humildemente, para que, fortalecidos con tu ayuda, perseveren en la confesión de tu nombre. Por Jesucristo, nuestro Señor. 25. Protege, Señor a tu familia, y concédele propicio tu misericordia para que, por la fidelidad a las enseñanzas divinas, aumente la gracia en nosotros. Por Jesucristo, nuestro Señor. 26. Te pedimos, Señor que el pueblo que sostienes con tu diestra poderosa, se alegre por crecer en la vida cristiana, y se regocije por los bienes presentes y futuros. Por Jesucristo, nuestro Señor. En las fiestas de los Santos

27. Señor, que el pueblo cristiano se alegre por la glorificación de tus santos, y ya que ahora celebra con fervor su fiesta, concédele compartir su herencia y alabar tu gloria para siempre. Por Jesucristo, nuestro Señor. 28. Vuelve, Señor, hacia ti los corazones de tus fieles, y no dejes de sostener con tu ayuda a quienes defiendes por la intercesión de tan grandes protectores. Por Jesucristo, nuestro Señor.