leyendas lati

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La historia de Iasá (Leyenda Cashinahua - Brasil) En la tribu de los Cashinahuas vivía una joven tan hermosa que todos los que la veían se enamoraban de ella. Pero Iasá amaba solamente a Tupá, el hijo del dios supremo Tupán. El demonio Anhangá, enamorado también de Iasá, sentía una terrible envidia de Tupá y decidió robarle la novia. Para lograr su maligno propósito, se apareció un día ante la madre de Iasá y le dijo: -Si tu impides la boda de Iasá y Tupá y haces que tu hija se case conmigo, yo te daré caza y pesca abundantes durante toda tu vida. La ambiciosa madre pensó que si obedecía a Anhangá no tendría que preocuparse más por conseguir alimento. De inmediato le prohibió a Iasá volver a ver a Tupá y decidió fijar la fecha del matrimonio de su hija con Anhangá. Al conocer la decisión de su madre Iasá se sintió desesperar. Sabía que al casarse con Anhangá tendría que ir a vivir al infierno, en el centro de la tierra, y que jamás volvería a ver el cielo, donde vivía su amado Tupá junto a su padre, el dios supremo Tupán. En medio de su tristeza, quiso ver a Tupá por última vez, aunque sólo fuera de lejos, y así se lo pidió a Anhangá. El demonio decidió complacer a Iasá pero le impuso una condición: -Te harás una herida en un brazo para que las gotas de tu sangre marquen el camino que te lleva al cielo, así podré seguirte. Conforme a lo prometido, el día señalado para la boda, poco antes de la ceremonia, Iasá partió a visitar a Tupá por última vez. Se había hecho una herida en el brazo y a medida que avanzaba, las gotas de sangre iban formando un arco rojo en el cielo. Tupá que era muy poderoso, ordenó al sol, al cielo y al mar que acompañaran a Iasá en su camino y que para confundir a Anhangá dibujaran tres arcos más, al lado de la franja roja. El sol, Guarací trazó un arco amarillo, el cielo Iuaca, dibujó un arco azul claro, y el mar, Pará formó un arco azul oscuro. Pero Iasá no logró llegar al cielo, ni ver a Tupá, debilitándose cada vez más, fue cayendo lentamente hacia la tierra. Su sangre se mezcló primero con la franja amarilla de Guarací y se formó un arco anaranjado y, después, al mezclarse con el arco azul de Iuaca, dibujó otro arco de color violeta. Al caer sobre la tierra, Iasá murió en una playa, bañada por el agua del mar y por los rayos del sol. No se casó con Anhangá, ni se fue al infierno... De su cuerpo subió un arco verde, formado por la mezcla azul de Pará con el amarillo de Guarací, y se convirtió en el séptimo arco que seguía la trayectoria de los otros seis. Así se formó el primer arco iris y ésta es la historia de por qué tiene siete colores y aparece siempre en el cielo en forma de arco.

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Page 1: Leyendas lati

La historia de Iasá

(Leyenda Cashinahua - Brasil)

En la tribu de los Cashinahuas vivía una joven tan hermosa que todos los que la veían se

enamoraban de ella. Pero Iasá amaba solamente a Tupá, el hijo del dios supremo Tupán.

El demonio Anhangá, enamorado también de Iasá, sentía una terrible envidia de Tupá y

decidió robarle la novia. Para lograr su maligno propósito, se apareció un día ante la madre

de Iasá y le dijo:

-Si tu impides la boda de Iasá y Tupá y haces que tu hija se case conmigo, yo te daré

caza y pesca abundantes durante toda tu vida.

La ambiciosa madre pensó que si obedecía a Anhangá no tendría que preocuparse más

por conseguir alimento. De inmediato le prohibió a Iasá volver a ver a Tupá y decidió fijar la

fecha del matrimonio de su hija con Anhangá.

Al conocer la decisión de su madre Iasá se sintió desesperar. Sabía que al casarse con

Anhangá tendría que ir a vivir al infierno, en el centro de la tierra, y que jamás volvería a

ver el cielo, donde vivía su amado Tupá junto a su padre, el dios supremo Tupán. En medio de

su tristeza, quiso ver a Tupá por última vez, aunque sólo fuera de lejos, y así se lo pidió a

Anhangá.

El demonio decidió complacer a Iasá pero le impuso una condición:

-Te harás una herida en un brazo para que las gotas de tu sangre marquen el camino

que te lleva al cielo, así podré seguirte.

Conforme a lo prometido, el día señalado para la boda, poco antes de la ceremonia, Iasá

partió a visitar a Tupá por última vez. Se había hecho una herida en el brazo y a medida que

avanzaba, las gotas de sangre iban formando un arco rojo en el cielo.

Tupá que era muy poderoso, ordenó al sol, al cielo y al mar que acompañaran a Iasá en

su camino y que para confundir a Anhangá dibujaran tres arcos más, al lado de la franja

roja. El sol, Guarací trazó un arco amarillo, el cielo Iuaca, dibujó un arco azul claro, y el mar,

Pará formó un arco azul oscuro.

Pero Iasá no logró llegar al cielo, ni ver a Tupá, debilitándose cada vez más, fue

cayendo lentamente hacia la tierra. Su sangre se mezcló primero con la franja amarilla de

Guarací y se formó un arco anaranjado y, después, al mezclarse con el arco azul de Iuaca,

dibujó otro arco de color violeta.

Al caer sobre la tierra, Iasá murió en una playa, bañada por el agua del mar y por los

rayos del sol. No se casó con Anhangá, ni se fue al infierno...

De su cuerpo subió un arco verde, formado por la mezcla azul de Pará con el amarillo de

Guarací, y se convirtió en el séptimo arco que seguía la trayectoria de los otros seis.

Así se formó el primer arco iris y ésta es la historia de por qué tiene siete colores y

aparece siempre en el cielo en forma de arco.

Page 2: Leyendas lati

La leyenda de los Payachatas

En uno de los valles del Perú, convivían dos pueblos bastante cercanos. La vida transcurría

entre luchas intestinas y entre odios de las dos comunidades.

De repente apareció en escena una pareja de enamorados. Son dos jóvenes, uno de cada

comunidad. El destino hizo que se encontraran y que posteriormente naciera el amor, un

amor puro y profundo, que estaba muy por encima de las reyertas de los dos poblados.

El amor entre estos dos jóvenes era terriblemente lacerante para las dos tribus, ya que

eran cada uno Príncipe y Princesa de sus respectivos pueblos. Estos no consentían en

absoluto su amor, era imposible, totalmente irrealizable. El odio acumulado entre ambas

poblaciones no daba pie a estas circunstancias, que tal vez el destino puso en el camino para

que los dos pueblos dejaran de pelear y de enfrentarse.

Los avisos y las recomendaciones no tuvieron éxito. El amor en la pareja era cada vez mas

profundo, cuanto más se intentaba separarlos, la fuerza del destino y los lazos de cupido los

unían más. Dice la leyenda que las nubes nocturnas y la luna lloraban amargamente al ver la

complicada situación de la pareja. Añade también el llanto y el aullar de los lobos en los

valles cercanos, y clamorosas y escalofriantes tormentas, quizás aviso velado de los dioses a

ambas comunidades.

Chamanes de toda clase a instancias de los padres practicaron ritos arcanos para romper los

lazos afectivos de ambos amantes, nada consiguieron, incluso los llegados de lejanos

poblados, el amor seguía y seguía, y eso ya no preocupaba a las familias de ambos. Era

terrible, la preocupación se convirtió en pánico y después se desencadenaron los hechos. Y

estos fueron que los sacerdotes de ambas comunidades, decidieron sacrificarlos para evitar

que continuaran juntos. Ambos fueron terriblemente ajusticiados en una noche obscura, de

la que ni la luna quiso ser espectadora.

La naturaleza madre no quiso ser cómplice de tan horrendos hechos, y se desataron las

fuerzas de ella, durante tiempo y tiempo llovió y llovió, las tormentas arreciaron y los rayos

y los truenos asolaron largamente la región. Y sigue la Leyenda contando, que merced a estas

circunstancias, ambas comunidades desaparecieron y dieron lugar a la aparición de dos lagos,

hermosos refulgentes, llenos de vida, quizás una triste ironía de las vidas que aquellos

malvados habían sesgado. Y estos dos lagos son hoy en día los lagos de Chungara y de Cota-

Cotani. En donde los enamorados se pasean en pequeñas canoas o a través de sus orillas,

ensalzando silenciosamente así el amor puro de aquel Príncipe y aquella Princesa.

Continua la Leyenda relatando que la diosa naturaleza no se contentó con eso, y brindo el

último homenaje a los enamorados haciendo que en el lugar en donde fueron enterrados los

desdichados surgieran dos hermosos volcanes: El Parinacota y el Pomerame.

Quizás también queriendo expresar el amor fulgurante y encendido de los dos jóvenes, y con

su lava lamiendo aceradamente sus valles, brindando el postrer homenaje a un amor puro y

limpio, nacido en aquellos milenarios y recónditos valles.

Page 3: Leyendas lati

El lago Titicaca

Hace mucho tiempo, el lago Titicaca era un valle fértil poblado de hombres que vivían felices

y tranquilos.

Nada les faltaba; la tierra era rica y les procuraba todo lo que necesitaban. Sobre esta

tierra no se conocía ni la muerte, ni el odio, ni la ambición. Los Apus, los dioses de las

montañas, protegían a los seres humanos.

No les prohibieron más que una sola cosa: nadie debía subir a la cima de las montañas donde

ardía el Fuego Sagrado.

Durante largo tiempo, los hombres no pensaron en infringir esta orden de los dioses. Pero el

diablo, espíritu maligno condenado a vivir en la oscuridad, no soportaba ver a los hombres

vivir tan tranquilamente en el valle.

Él se ingenia para dividir a los hombres sembrando la discordia.

Les pide probar su coraje yendo a buscar el Fuego Sagrado a la cima de las montañas.

Entonces un buen día, al alba, los hombres comenzaron a escalar a la cima de las montañas,

pero a medio camino fueron sorprendidos por los Apus.

Éstos comprendieron que los hombres habían desobedecido y decidieron exterminarlos.

Miles de pumas salieron de las cavernas y se pusieron a devorar a los hombres que

suplicaban al diablo por ayuda. Pero éste permanecía insensible a sus súplicas.

Viendo eso, Inti, el dios del Sol, se puso a llorar. Sus lágrimas eran tan abundantes que en

cuarenta días inundaron el valle.

Un hombre y una mujer solamente llegaron a salvarse sobre una barca de junco.

Cuando el sol brilló de nuevo, el hombre y la mujer no creían a sus ojos: bajo el cielo azul y

puro, estaban en medio de un lago inmenso. En medio de esas aguas flotaban los pumas que

estaban ahogados y transformados en estatuas de piedra.

Ellos llamaron entonces al lago Titicaca, el lago de los pumas de piedra.

Page 4: Leyendas lati

Ñucu, el gusano

(Cuento Chimane - Bolivia)

Hace muchísimo, muchísimo tiempo, el cielo estaba tan cerca de la tierra que de vez

en cuando chocaba con ella matando a muchos hombres.

En uno de los pueblos chimanes, vivía una mujer pobre y solitaria. Pasaba hambre ya

que no tenía a nadie quien le ayude en su chaco* o en cualquier trabajo para conseguir

alimento.

Un día, entre las hojas del yucal, vio algo brillante. ¿Qué será? pensó la mujer, y se

fue a su vivienda. En la noche soñó que ese algo brillante se movía como si tuviera vida. Por la

mañana fue a buscarlo y lo recogió y envolvió en una hoja de yuca. Lo llamó Ñucu y

considerándolo desde entonces como su hijo, lo metió en un cántaro para alimentarlo.

Ñucu parecía un gusano blanco. A la semana creció hasta llenar el cántaro. La mujer

tuvo entonces que fabricar uno más grande, y ahí puso al gusano. A la semana el cántaro

estaba otra vez lleno.

A pesar de su pobreza, la mujer trabajaba sólo para alimentar a Ñucu que siempre

tenía hambre y comí mucho. A la tercera semana Ñucu dijo:

-Madrecita, me voy a pescar.

A la noche fue al río, y al recostarse atravesado sobre éste, su enorme cuerpo

represó las aguas y los peces comenzaron a saltar a las orillas. Al despuntar el amanecer

llegó la mujer y recogió los pescados en una canasta. Desde entonces siempre tuvo alimento,

cada noche iba con su hijo al río y correteaba por la playa agarrando pescados y metiéndolos

en su canasta.

La gente comenzó a murmurar:

Chaco: Terreno o campo en cultivo.

-¿Cómo es que esta vieja tiene ahora tanto pescado, si antes se moría de hambre?- y

fueron y le preguntaron:

-¿Cómo tienes ese pecado?

La mujer no les respondía.

Pasó el tiempo y la gente del lugar comenzó a pasar hambre, ya no había peces para

todos pues Ñucu los atajaba.

Entonces un día Ñucu le pidió a su madre:

"Madrecita, anda, diles que vengan aquí a pescar".

La mujer fue y les dijo:

-Allá arriba está Ñucu pescando. Vamos, él nos invitará a recoger pescados para

Page 5: Leyendas lati

todos.

De este modo la gente conoció el secreto de la viejita. Vivieron mucho tiempo sin

problemas, hasta que Ñucu creció y llegó a ser tan enorme que ya no cabía en el río. Esta vez

le dijo a la mujer:

-Madrecita, ahora me voy. Les he ayudado bastante aquí en la tierra, tú ya no

pasaras hambre pues la gente te sabrá ayudar. Tengo que ir a sostener el cielo más arriba

para que nunca más se vuelva a caer.

La viejita se quedó muy triste pensando en la pérdida de su hijo. Ñucu se echó entonces

de un extremo a otro de la tierra y se elevó sosteniendo el cielo, hasta la misma posición en

que está ahora. Ante el lejano cielo azul la mujer se puso a llorar. Pero en la noche, vio a su

hijo brillando allá arriba. Era la Vía Láctea, y se consoló pensando que todas las noches

podría ver a su hijo.

Page 6: Leyendas lati

El robo del fuego

Hace mucho tiempo, no se conocía el fuego, y los hombres debían comer sus alimentos

crudos.

Los Tabaosimoa, los Ancianos, se reunieron y discutieron sobre la manera de obtener alguna

cosa que les procuraría el calor y les permitiría cocer sus alimentos.

Ayunaron y discutieron... y vieron pasar por encima de sus cabezas una bola de fuego que se

sumergió en el mar pero que ellos no pudieron alcanzar.

Entonces, fatigados, los Ancianos reunieron personas y animales para preguntarles si alguno

de ellos podía aportarles el fuego.

Un hombre propuso traer un rayo de sol a condición de que fueran cinco para ir al lugar

donde salía el sol. Los Tabaosimoa aprobaron la proposición y pidieron que los cinco hombres

se dirigieran hacia el oriente mientras que ellos, llenos de esperanza, continuarían

suplicando y ayunando.

Los cinco partieron y llegaron a la montaña donde nacía el fuego.

Esperaron la llegada del día y se dieron cuenta que el fuego nacía sobre otra montaña, más

alejada. Retomaron entonces su camino.

Llegados a la montaña, en un nuevo amanecer, vieron el fuego nacer sobre una tercera

montaña, aún más alejada. Prosiguieron así hasta la cuarta, después la quinta montaña donde,

desalentados, decidieron regresar, tristes y fatigados.

Contaron esto a los Ancianos quienes pensaron que jamás podrían alcanzar el Sol. Los

Tabaosimoa les agradecieron y se volvieron a poner a reflexionar sobre lo que podrían hacer.

Es entonces que apareció Yaushu, un Tlacuache sabio, y él les relató un viaje que había

hecho hacia el oriente. Había percibido una luz lejana y quiso verificar lo que era. Se puso a

marchar durante noches y días, durmiendo y comiendo apenas.

La noche del quinto día pudo ver que en la entrada de una gruta ardía un fuego de madera de

donde se elevaban grandes llamas y un torbellino de chispas.

Sentado sobre un banco un hombre viejo miraba el fuego. Era grande y llevaba un taparrabo

de piel, los cabellos blancos y los ojos horriblemente brillantes. De tanto en tanto

alimentaba esta "rueda" de luz con leños.

El Tlacuache contó cómo él permaneció escondido detrás de un árbol y que, espantado, él

hizo marcha atrás con precaución. Se dio cuenta que se trataba de alguna cosa caliente y

peligrosa.

Cuando él hubo acabado su relato, los Tabaosimoa pidieron a Yaushu si él podía volver y

traerles un poquito. El Tlacuache aceptó, pero los Ancianos y su gente debían ayunar y orar

a los dioses haciendo ofrendas. Ellos consintieron pero le amenazaron de muerte si éste los

engañaba. Yaushu sonrió sin decir una palabra.

Page 7: Leyendas lati

Los Tabaosimoa ayunaron durante cinco días y llenaron cinco sacos de pinole que dieron al

Tlacuache. Yaushu les anunció que estaría de regreso en otros cinco días; debían esperarlo

despiertos hasta medianoche y si él moría, les recomendó de no lamentarse por él.

Portando su pinole, él llegó al lugar donde el viejo hombre contemplaba el fuego.

Yaushu lo saludó y fue solamente a la segunda vez que él obtuvo una respuesta. El viejo le

preguntó lo que hacía tan tarde en ese lugar.

Yaushu respondió que era el emisario de Tabaosimoa y que buscaba agua sagrada para ellos.

Estaba muy fatigado y preguntó si podía dormir antes de retomar su camino la mañana

siguiente.

Debió suplicarle mucho pero al fin el viejo le permitió quedarse a condición de que no toque

nada. Yaushu se sentó cerca del fuego e invitó al viejo a compartir su pinole.

Este vertió un poco sobre el leño, tiró algunas gotas por encima de su hombro, después

bebió el resto. El viejo le agradeció y se durmió.

Mientras que Yaushu lo escuchaba roncar, pensaba la manera de robar el fuego.

Se levantó rápidamente, tomó una brasa con su cola y se alejó. Había hecho un buen pedazo

del camino cuando sintió que una borrasca venía sobre él y vio, frente a él, al viejo

encolerizado.

Él lo reprendió por tocar y robar una cosa que no le pertenecía; lo mataría.

Inmediatamente él tomó a Yaushu para quitarle el tizón pero aunque éste lo quemaba no lo

soltaba. El viejo lo pisoteaba, le trituraba los huesos, lo sacudía y lo balanceaba.

Seguro de haberlo matado, se vuelve a vigilar el fuego. Yaushu rodó, rodó y rodó... envuelto

en sangre y fuego; llegó así delante de los Tabaosimoa que estaban orando.

Moribundo les dio el tizón. Los Ancianos encendieron los leños.

El Tlacuache fue nombrado "héroe Yaushu".

Lo vemos aún hoy marchar penosamente por los caminos con su cola pelada.

Tlacuache: Mamífero arborícola.

Pinole: Bebida alcohólica a base de maíz.

Page 8: Leyendas lati

El Dorado

El rey de Guatavita cayó profundamente enamorado de una bonita mujer de la tribu

vecina. La hizo su esposa y tuvieron una hija.

Pero el rey se consagró mucho a su función, dejándose ir al libertinaje, engañando y

olvidando a su esposa. Ésta sintiéndose abandonada se desesperó. Sin embargo, los dos

esposos amaban profundamente a su hija.

Un día en una gran fiesta, la reina se enamoró de un bello y joven guerrero.

Enamorados uno del otro, comenzaron a exhibirse riéndose de la vigilancia del rey.

Estos encuentros ilegítimos terminaron por ser conocidos por el rey, que no tardó en

sorprenderles. El guerrero fue hecho prisionero y sometido a terribles torturas: se le quitó

el corazón antes de empalarlo.

Esa misma noche se organizó una gran fiesta en honor de la soberana. En el curso de

la comida se le ofreció un plato refinado, el corazón de un animal salvaje. La reina lo miró

con desconfianza, después se dio cuenta con horror que estaba ahí un pedazo de su amante.

De repente, el ambiente festivo se transformó en un gran silencio cuando resonó el grito de

terror de la reina. Pálida como muerta fue en busca de su hija y, sin reflexionar un solo

instante, se lanzó con ella a la laguna sagrada de Guatavita.

Los sacerdotes se apresuraron a transmitir la noticia al monarca que, loco de dolor,

corrió a la laguna comprendiendo cuánto amaba a esa mujer y cómo ella lo había hecho feliz

antes.

Con el corazón llenó de llanto, ordenó a los sacerdotes que recuperasen el cuerpo de

su esposa. Éstos revelaron que la reina vivía feliz en una casa submarina con una serpiente

que estaba enamorado de ella. Angustiado, el rey reclamó que le trajeran al menos a su hija.

Los sacerdotes la sacaron del agua y pudieron constatar que los ojos de la niña habían

desaparecido. Entonces el padre decidió devolverla a su madre.

El rey, inconsolable, perdonó a su esposa prometiéndole ofrendas para que ella tuviese

en el más allá la dicha y felicidad que había conocido tan brevemente a su lado.

Los sacerdotes, intermediarios entre los hombres y la diosa de las aguas, la antigua

reina, vivían en el borde la laguna esperando su próxima aparición, una noche de luna llena.

El pueblo chibcha hizo de la laguna Guatavita, formando un círculo casi perfecto, un

lugar de culto donde se le hacía ofrendas de figuras de oro y esmeraldas a la diosa de las

aguas. Ella, en forma de serpiente, surgía de las aguas para recordar al pueblo la promesa de

tesoros que se le había hecho. Las ofrendas se hicieron más y más numerosas a fin de

calmar el dolor del rey.