leyendas de jaén

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Matías D. Ráez Ruiz

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Colección de antiguas leyendas fantásticas basadas en la ciudad de Jaén

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  • Matas D. Rez Ruiz

  • Matas D. Rez Ruiz

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    MONTAJE Y ADAPTACIN INFORMTICA Manuel Morales Serrano y Mara Montejo Lpez PROMUEVE AMPA Colegio San Vicente de Pal, Jan OTROS PROMOTORES EN JAN: Sindicato Csif, Mercado de Peamefecit, A VV. Loma del Royo ACUARELAS Juan de Dios Lpez Jimnez PROPIEDAD INTELECTUAL DE ANDALUCA Matas D. Rez Ruiz Solicitudes J-120-06 y JA-150-09 Queda autorizada cualquier forma de reproduccin, distribucin y comunicacin pblica o privada de esta obra, siempre que sean gratuitos y no supongan nimo de lucro para quienes la usen. Queda prohibida la venta y cualquier tipo de especulacin poltica o ideolgica de esta obra y, salvo excepciones contempladas en ley, cualquier transformacin de la misma, sin la autorizacin del titular de la propiedad intelectual.

    NDICE DE MATERIAS:

    Pgina

    Nota del recopilador ................................................................................. 4

    Agradecimientos ...................................................................................... 5

    Prembulo ................................................................................................ 6

    Clasificacin ............................................................................................. 7

    Itinerarios ................................................................................................. 8

    Primer paseo ........................................................................................... 9

    Segundo paseo ........................................................................................ 28

    Tercer paseo ............................................................................................ 38

    Cuarto paseo ............................................................................................ 48

    Quinto paseo ............................................................................................ 62

    Otras historias y leyendas de Jan .......................................................... 74

    Otros cuentos de Jan ............................................................................. 76

    Romance morisco .................................................................................... 78

    Himno a Jan ........................................................................................... 78

    Leyendas del Santo Reino ....................................................................... 79

    Bibliografa y llamadas ............................................................................. 87

    Rincones olvidados de Jan (Lminas JD. L.J.) ...................................... 88

  • Leyendas de Jan y otras historias

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    Juan de D. Lpez Jimnez: Copia del Atlante espaol

    Matas D. Rez Ruiz

  • Matas D. Rez Ruiz

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    Nota histrica

    Jan se conoce poblada desde el Neoltico (escasos vestigios), si bien el yacimiento ms importante en la antigedad lo fue durante la Edad del Cobre (Marroques Bajos) En efecto, hace 4.500 aos Jan constitua una ciudad de aproximadamente 2.000 metros de dimetro, organizada en cinco crculos concntricos separados por fosos que recogan el agua de la Malena y Santa Mara, distribuyndola por toda la ciudad. Casualidades o no, resulta asombroso el parecido con la ciudad de Atlantis, de acuerdo con la descripcin que ofrece Platn en su obra Dilogo del Critias, en cuanto a distribucin (fosos) y tamao (11 estadios x 177,6 = 1.953,6 metros) Fue siempre una ciudad fortificada, con independencia de su ubicacin.

    Nota del recopilador- adaptador

    All por noviembre de 2004, mi amigo Manuel, Presidente por aquel entonces del AMPA del Colegio San Vicente de Pal, me pidi que preparase una visita cultural al casco antiguo de Jan para narrar leyendas de esta ciudad a nios de ese Colegio y a sus padres.

    La idea de convivencia interfamiliar circunscrita a este mbito me interes mucho, de modo que, a partir de ese momento recurr a los apuntes que guardaba en el ordenador (sobre todo de rutas guiadas por Jan), libros, folletos, Internet, etc. y comenc a dar forma a una importante coleccin de leyendas e historias que vieron su luz con gran aceptacin en febrero de 2005, aun cuando contuviesen bastantes deficiencias.

    Esta simple coleccin se fue ampliando y corrigiendo en los aos posteriores, y as sigue siendo hoy en da, en que ha pasado a ser una autntica recopilacin - adaptacin, sencilla y sin mayores pretensiones, dirigida sobre todo a los ms jvenes, pero buscando tambin el toque cultural que imprime a estas leyendas la historia de las piedras que las vieron nacer.

    Son muchos los sitios con encanto que salpican nuestra ciudad; por ello os propongo cinco itinerarios a seguir en familia y amistad, cogidos de la mano de este libro o de estos u otros apuntes para que, leyendo las vicisitudes e historietas que jalonan cada itinerario, disfrutis con ellas y encontris la magia escondida en esas misteriosas piedras, y en el viento tal vez perfumado que las envuelve.

    Yo por mi parte, me siento orgulloso de haber calado en la mirada y en el sentimiento de esas personas tan importantes para m, nios y jvenes, a quienes dedico principalmente este corolario de historias y leyendas que con tan gran ilusin he tratado de recomponer. Con ello busco que, quienes a la postre sern los guardianes de nuestra tradicin y de nuestra cultura, velen por mantenerlas, defendindolas de cualquier agresin poltica o especuladora. As podrn transmitir al mundo venidero la ilusin de contar con un patrimonio histrico, artstico y cultural que, aun cuando haya sido masacrado en gran medida, marca un hito diferenciador con respecto a la mayor parte de los pueblos de Andaluca.

    Este libro, como bien me apunt un hombre bueno de Jan, D. Vicente Oya, ya no es mo, es del pueblo, y mi ilusin es difundirlo desde la gratuidad a los jiennenses en particular y a todas las personas en general. As viene siendo desde su inicio en 2005 y as ser en el futuro, ya sea callejeando por esta ciudad con amigos, compaeros y conocidos, ya sea buscando editores que propicien dicha difusin gratuita, ya sea a travs del correo electrnico. Si lo consigo me sentir hartamente recompensado.

    Jan, diciembre 2006 - septiembre 2009

    Matas D. Rez Ruiz

  • Leyendas de Jan y otras historias

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    AGRADECIMIENTOS

    Las leyendas que a continuacin se insertan han llegado en gran parte hasta mis odos desde los eruditos labios de Eva de Dios, gua de Jan que ha sabido inculcar a cuantos la hemos escuchado, el misterio, el arte, la belleza y la singular historia que se cierne sobre esta mtica ciudad; sobre este Jan, crisol de leyendas, de culturas y de gentes que han bebido el nctar magdalenero, sanjuanero y sanmiguelero de sus calles; por ello, desde aqu le expreso mi reconocimiento.

    Tambin doy las gracias a las personas amigas y conocidas, que a travs de sus comentarios personales o de su magisterio cultural por los barrios tpicos de esta ciudad, han dejado su impronta en el conocimiento que hoy tengo de la misma. Entre ellas, M Carmen, Manolo, Rafael y otras posteriores como Juan Manuel, Capi, Jos M, Julin, Catalina, Jos Luis, Pedro, Luis, M ngeles y tantas otras que, como las abuelitas de San Miguel o de la Magdalena, han incidido directa o indirectamente con sus relatos o vivencias en este mgico sentir.

    Gracias a Juan de Dios Lpez Jimnez1 (1884 -1976), quien supo plasmar en sus acuarelas el encanto de ese Jan de la primera mitad del siglo XX, y de ese otro ya desaparecido en aquel tiempo, que pudo recrear merced a las fotografas realizadas por su abuelo Francisco Lpez Vizcano y por la esposa de ste, Amalia Lpez de Lpez, primera mujer fotgrafa de Espaa, y que hoy ilustran tan admirablemente las pginas de esta obra.

    Manifiesto asimismo mi especial admiracin por Alfredo Cazabn Laguna, prcer de la cultura jiennense, director de la Revista Don Lope de Sosa, en la que desde 1913 a 1930 recogi la mayor parte de las leyendas que nos han llegado, as como descripciones mltiples de sitios y momentos perdidos de esta y otras ciudades de la provincia del Santo Reino. 2

    Por ltimo, me cumple mentar a cuantos escritores, asociaciones, etc., han contribuido a conformar este conocimiento que hoy tengo de la ciudad antigua de Jan y de sus relatos. En tal sentido, a Jos Chamorro Lozano (Gua artstica y monumental de la ciudad de Jan), Juan Higueras Maldonado, Pedro A. Galera Andreu y otros (Catlogo monumental de 1985, de la ciudad de Jan y de su trmino), Manuel Lpez Prez (El Viejo Jan), Juan Eslava Galn (El enigma de la Mesa de Salomn), Jos Garca Garca (Los cuentos de Jan), pginas Web de YayYan y Asociacin Iuventa, y a tantos otros recopiladores, historiadores y dems gente afn.

    1 Juan de Dios Lpez Jimnez 2 Alfredo Cazabn Laguna (Juan de D. Lpez Jimnez, 1912)

  • Matas D. Rez Ruiz

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    PREMBULO

    En Jan se mezclan en un todo homogneo el mito con la leyenda y sta con la historia, el cuento y con

    experiencias personales que se han transmitido de generacin en generacin a travs de la tradicin. Es difcil diferenciarlas en muchos casos, por eso y, en cuanto se refiere al cuerpo principal de esta narrativa, debemos saber que la leyenda se configura en tiempo y lugar real, y es fruto de la tradicin oral que se ha transmitido para recordar algo sucedido y que caus gran impacto en la mente del pueblo medieval, moderno o contemporneo que lo vivi, o tambin para explicar algn hecho inconmensurable o fantstico que de por s no tiene explicacin, como es el caso de las leyendas relacionadas con fenmenos paranormales (Ej.: entidad Colegio Arquitectos: Se inventa la leyenda para explicar un fenmeno extrao, una actitud violenta, la muerte de un ngel de 15 aos..., o se trata de un hecho constatado?)

    El exponente de la narrativa mtica lo encontramos en El lagarto de la Magdalena. Este mito -que segn Eslava Galn se transmiti a la pennsula entre los siglos I y VI a.C.- se ha enraizado tanto en el sentir y vivir de los jiennenses en general y de los magdaleneros, sanjuaneros y sanmigueleros en particular, que hoy constituye una leyenda mtica.

    Pero adems de las leyendas, la magia de Jan est salpicada por la de tanta y tanta gente que habita o habitaba el casco antiguo: gente mgica, sensible, con sabidura popular, con tesn, filntropa y sencilla; gente que est sucumbiendo ante el desinters general por mantener su permanencia en el barrio que los vio nacer y que, como en tantos casos, los lleva a buscar vivienda en otros rincones tan poco mgicos como Las Fuentezuelas, El Gran Eje, o El Bulevar, mientras que sus casas caen abandonadas, las suplantan con diseos torpes de nuevos edificios, o las ocupan personas de otras etnias que, aun cuando se establezcan en ellas con todo el derecho, no sienten la magia de sus piedras.

    Y es que estamos en la capital de un reino santo y mgico; reino que mantiene su identidad desde los tiempos de Abderramn IV, en 1018, que tuvo su continuidad con Fernando III, cuando comprenda las ciudades de realengo de Andujar, Baeza, Jan y beda, y las tambin villas de realengo de Arjona, Santisteban del Puerto e Iznatoraf, (Alcal se incorporara en el siglo XIV), que sigui figurando como tal en la firma de tratados y documentos de todos los reyes posteriores; reino que incluso tuvo la consideracin de Principado, algo que ningn otro tendra -excepcin sea hecha del de Asturias-, aunque tan solo fuera durante el reinado de Juan II (1406-1454)

    Estamos en Jan, capital del Sanctum Regnum, ciudad de la Atlntida neoltica y calcoltica, la mayor y ms antigua de la vieja Europa prerromana, y que ha sucumbido vctima de la especulacin inmobiliaria y la dejadez de gran parte de sus habitantes; estamos en la Orongis ibera; en la Auringis bero-cartaginesa; en la Aurgis y Flavia romana; en la Giyen y Geen rabe y juda, capital de la Cora de YayYn; en la cristiana Ian. Hoy, el espritu de todas ellas confluyen en esta histrica ciudad.

    Un paseo por las antiguas collaciones de San Miguel, La Magdalena, San Juan, Santiago, San Andrs, San Lorenzo y ya despus por el entorno de la Merced, la Catedral y San Ildefonso, e incluso por los romnticos jardines de la Alameda de Capuchinos, nos puede recrear el espritu con las historias y leyendas escondidas en las piedras de sus ya escasos muros.

    As, discurriremos por el Jan mtico, por el Jan mgico, por el Jan histrico propiamente dicho, debiendo tener en cuenta que uno y otros se entremezclan, se imbrican tan armnicamente, que a menudo configuran el mosaico de un todo homogneo; un todo que se esconde bajo la piel del dragn que conforma la antigua ciudad de Jan.

    .

    Priorato de San Benito: Detalle descendimiento de la Cruz

  • Leyendas de Jan y otras historias

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    CLASIFICACIN

    Las siguientes leyendas / cuentos podramos encuadrarlas en departamentos estanco, segn su contenido o la poca en que se gestaron y/o se narran. Con arreglo a la primera de ellas, las ms conocidas son:

    1 Mticas: El lagarto de la Malena (3 versiones)

    2 Religiosas/Piadosas/Milagrosas: El viaje de San Eufrasio (-medieval- Narra 1 de las 3 formas en que lleg Santo Rostro a Jan; 2 Alfonso VI; 3 Nicols de Biedma); Santa Catalina (Se aparece en sueos a Fernando III -1246-); Virgen de la Coronada (Encontrada por labrador bajo campana -Alfonso X-); El Seor de la Tarima (Cristo Injurias pisado - S. XIII); Cristo del Amparo (Ahuyenta a judos - S. XV); S. Pedro Pascual (mula transporta santo - S. XIV); Cruz de Jaspe (Cristal Cruz baj del cielo - S. XV); Seor de los 3 Huevos (de Burgos, o de 3 potencias (Fraile pide comida en C/ Recogidas - S. XVII); Nuestro Padre Jess (Talla en casera camino Puente Sierra - Fin S. XVI); Los ngeles de Ntra. Sra. Angustias (Antn esculpe imagen dos hijos - Fin S. XVII); Velasco el alguacil (Relicario Jess para bala - 1710); Ecce Homo Bernardas (monja esculpe busto Cristo - fin XVII / fin XX); Cristo Charcales (Cruz en charco F. Pea - Fin S. XVII); Arco del Consuelo (loca abofetea rostro Virgen S. XVIII); Virgen Dolores (Sana a esposa escultor - S. XVIII); El Monaguillo volador (Cae desde torre S. Andrs - S. XIX); Pascualete (Marcha a V. Cabeza, salvndose de incendio); San Cristbal; Fray Juan de la Miseria (Pintor de Santa Teresa); La Virgen de la Antigua (trada por Fernando 3?); La procesin Celestial V. Capilla (1430); Dos santos en la Loma del Royo (Cuento 2008)

    3 Histricas: La cmara de las estatuas (710, D. Rodrigo rompe candados cmara/1 XX Borges); Al (vence a Alhatan 1002/fin S. XVI Argote de M.); La Cruz roquera (Espada en cerro 1246); La casa de los Rincones (Pedro I, Pero Gil, Pedro de Salazar -1368- XIX Conde Almenas); Historias: Al-Gazal: (Hispano-rabe S. IX: cuclillas, copa, vid...); Hasday Ben Chaprut (Judo S. X: cur obesidad Sancho I El Craso); El Obispo insepulto (Alonso Surez de la F., 1500 - 1520); La espada de Antonio Ordez (Soldado de Flandes que consigue recuperar espada - S. XVI); La mantilla color (excursin a Guadalbulln y reyerta con moros)

    4 De tesoros: El tesoro de la plaza de los Hurfanos (Mil y una noches - tesoro tras pared); La Calle del Duende (Judo encuentra tesoro en su primitiva casa); En frente del toro est el tesoro (no enfrente); El Tesoro de Zumel (trama similar al de Gallarn: Califa cordobs esconde tesoro); La casa de los Salazares (C/ Abades, 2 - S. XIX - D Ana esconde tesoro); Los rebuscadores (Nios encuentran olla con monedas); El tesoro oculto junto a la casa donde se encontraba la hornacina del Cristo de los Tres Huevos (C/ Recogidas); Los tesoros de los caseros de Mariblanca y Pilatos; Gallinas del cerro Pitas (encuentran tesoro mientras picoteaban)

    5 Otros cuentos: El Duende de la Magdalena (minguillos acompaan a ubetenses hasta Jan -S. XIV / 2007); Maestro Tijeras (burlador descubierto en lances amorosos S. XX - A. Almendros Soto); El rabino Isaac (no se cumple sueo) - J. Eslava Galn

    6 De miedo: El Padre Canillas (Cura de piernas huesudas en S. Lorenzo); El espectro de La fuente de la Pea (beb se transforma en monstruo)

    7 De misterio: la mona de la catedral (Nio le cercena nariz - S. XIX); El albail emparedador (Guarda cierta relacin con la emparedada de la Casa de las Torres de El jinete polaco - A.M.M.)

    8 Fenmenos paranormales: Caminos subterrneos en Santo Domingo (Sofa, 1995); La casa del miedo (Conde guila 1866: miedo y fenmenos paranormales); Entidades en Palacio Condestable (pervive); Palacio de los Vlez (Colegio Arquitectos -S. XVII/XIX- Joven encerrada por enamorarse de sirviente); El nio de la catedral (Internet -Fin XX- Espectro nio, sollozos, ven varias personas); La princesa del palacio moro (Santo Domingo: Mora asesinada por enamorarse de cristiano); Fantasma mora en Parador (se aparece a turista (Eva 2004)); Jasmina (Amada de C. Iranzo - Fin XV/1960); Fantasmas en S. Juan de Dios (A) (pervive)

    Al en baos rabes (Histrica - Presencia a hora ngelus)

    9 Romnticas: Cao Quebrado (Omar y Zoraida -medieval-); D. Luis de Torres (Hijo del Condestable Iranzo: Amor imposible e ingreso en convento); La Cruz del Posito (Diego de Osorio, Beatriz de Uceda, Lope de Haro - S. XVII)

    El Palacio de los Vlez, Princesa mora, Jasmina (paranormales)

    10 Ejemplarizantes: El pen de Uribe (valores humanos - hijo no lleva a padre a asilo); El hombre que rob a la Virgen de la Capilla (castigo humano y escarmiento pblico); Los hermanos Carvajales (Castigo divino a Fernando IV El Emplazado - 1304-)

    11 De Jan: El viento de Jan; El ronquido de Jan

    12 Anecdticas: La mujer de Juan del Hacha (labradora ofrenda toca, pero no bandeja) S.XIX; Calle Cruz Verde (pcaras carniceras); Cofrades de La Pastora (actuaciones con borrachera); El cuerpo incorrupto del Gorrin (jamn indultado)

  • Matas D. Rez Ruiz

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    ITINERARIOS A SEGUIR

    Como he dicho, leer las historias y leyendas de Jan sin ms, no es lo mismo que hacerlo durante un relajado

    paseo, eligiendo para ello un camino por el que poder vivir in situ la recreacin de lo acontecido en otra poca. Por tanto propongo cinco itinerarios a seguir (en este caso mejor acompaado que solo), y podris comprobar cmo un da festivo cualquiera puede acabar siendo mgico.

    Primer paseo: Desde el Pilar del Arrabalejo a la Plaza del Pato 1. Pilar del Arrabalejo 2. C/ Fernando IV (Noguera) / Los Hermanos Carvajales 3. Cuesta S. Miguel 4. C/ Misericordia - Escalerillas 5. Plaza San Juan de Dios / Almas errantes 6. C/ Crdoba / Duende de la Magdalena 7. C/ Santa rsula (Almona) 8. C/ Molino de la Condesa / La casa de los Rincones 9. C/ y Plaza de la Magdalena / El Lagarto de la Malena; Historias de Al-Gazal; Ben Chaprut 10. C/ Santo Domingo / La Mesa de Salomn; La Princesa Mora 11. Plaza Santa Luisa Marillac / El Pen de Uribe; los baos de Al; La fuente del Pato; el Priorato de San

    Benito; el viento de Jan.

    Segundo paseo: Desde la Plaza del Pato a C/. Arco del Consuelo 12. C/ Herreras y Ayuntamiento 13. Plaza de San Juan / Santa Catalina 14. C/ Almendros Aguilar (Maestra Alta) 15. C/ Elvn y Alcal Wenceslada / Virgen de la Coronada 16. C/ de las Cumbres / Pcaras carniceras. 17. Plaza de Santiago / La Cruz del Castillo, Soneto a la Cruz; Cao Quebrado. 18. Arco de San Lorenzo / Padre Canillas; D. Luis de Iranzo 19. C/ Montero Moya / El Maestro Tijeras; Velasco el alguacil 20. C/ Colegio (Plaza de los Naranjos) / Calle del Duende 21. C/. Maestra / El Cristo del Amparo. 22. C/. Arco del Consuelo / Loca abofetea imagen Virgen / El cuerpo incorrupto del Gorrin. Tercer paseo: De Plaza Santo Domingo a C/. Bernardo Lpez 23. Plaza de Santo Domingo 24. C/ de los Uribes: Los ngeles de Ntra. Sra. 25. Plaza Santa Luisa Marillac (del Pato, de las Herreras): Al 26. C/ San Andrs: El monaguillo volador 27. Callejn del Gato - del Rostro - Santa Cruz: El rabino Isaac / En frente del toro est el tesoro 28. Plaza y C/ de los Hurfanos: El tesoro de la Plaza de los Hurfanos 29. C/ Santa Clara 30. C/ y Plaza de San Bartolom: La espada de Antonio Ordez / La casa del miedo. 31. C/ Virgilio Anguita 32. C/ Maestra: El Seor de la tarima; 33. C/. Bernardo Lpez (Talavera): Jasmina. Cuarto paseo: De Plaza de Santa Mara a Plaza de las Palmeras 34. Plaza de Santa Mara: Historias y leyendas en la Catedral 35. C/ Carrera de Jess: El ronquido de Jan / la casa de los Salazares. 36. C/ Valparaiso (Mona): La fantasma de la Casa de los Vlez / La mona de la Catedral. 37. Plaza de San Francisco: El Albail emparedador 38. C/ Bernab Soriano 39. C/ Joaqun Tenorio 40. Plaza del Psito: La Cruz del Psito 41. C/ Cronista Cazabn

    Quinto paseo: Desde la Alameda a la c/ Ignacio Figueroa 42. Alameda de Capuchinos: Pascualete / El tesoro de Zumel / El espectro de la Fuente de la Pea / Los rebuscadores. 43. C/ Bernardas: Ecce Homo de las Bernardas / La mujer de Juan del Hacha 44. C/ Capitn Aranda 45. C/ Rejas de la Capilla: La procesin celestial / La mantilla color 46. Plaza de San Ildefonso: El hombre que rob a la Virgen de la Capilla / San Cristobal 47. C/ Ignacio Figueroa: Cofrades de La Pastora.

  • Leyendas de Jan y otras historias

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    PRIMER PASEO: Desde el Pilar del Arrabalejo a la Plaza del Pato.

  • Matas D. Rez Ruiz

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    PREVIO:

    La Calle Milln de Priego se sigue llamando todava por el pueblo El Arrabalejo. En otro tiempo se conoci como camino de las huertas (La Calatrava, etc.) y calle de los morales, por sus abundantes moreras. Y es que hay que tener en cuenta que a finales del XVIII haba en Jan ms de 1000 telarillos de seda (LS), tradicin heredada de los rabes, que por su calidad pas a integrar la ya famosa lista de prendas, confecciones y otras artesanas, que salan de Jan con la denominacin de origen de Jaencianas

    Se trata de una senda paralela a la muralla, que uni la ronda exterior de la misma en el tramo en que se abran las puertas o portillos del Aceituno, de la plazoleta de Cambil, de Hornos Caos, del Sol, de Baeza, del Arroyo de San Pedro (ojival), y la torre junto a la cual se edific la de San Agustn (Cambil, Sol, Caos y Arroyo, eran portillos)

    Aprovechando este lienzo de muralla se construyeron casas a partir de 1500 - 1520, siguiendo la poltica de expansin de Jan extramuros, segn la cual, primero levantaba una ermita o convento y luego se construan casas a su alrededor. En este caso, se erigi el Convento de Nobles Damas de Ntra. Seora de los ngeles, llamado de Vallehemoso (chalet que fue de Inocente Fe), que despus pas a la calle del mismo nombre (LS, 1920, 26), ocupando la manzana donde antes estuvo la iglesia de San Miguel el Nuevo y hoy la Escuela de Artes y Oficios Jos Nogu

    Iniciamos el paseo junto al Pilar del Arrabalejo, en el Barrio de San Miguel, barrio ste de labradores, lleno de vida y buena vecindad, que pona sonrisa en cada saludo que se prodigaban sus parroquianas mientras barran la puerta de su casa y vean el trasiego de mulas y arrieros hacia las huertas prximas.

    Mantuvo su identidad como tal hasta la demolicin de su iglesia en 1874, aunque desde 1843 pasara a formar parte de las antiguas collaciones de la Magdalena y de la ya perdida tambin de San Pedro (1) (LS)

    Comprenda intramuros los campillejos del Poyato (Albergue - Teatro), de San Miguel, de Cambil, Plaza de S. Juan de Dios, y las calles Fernando IV (Noguera), Rey D. Pedro (las Viejas), Hornos Francos, Hospital de San Miguel, Cuesta de S. Miguel, Ormendo, San Miguel, Lavanderas, Misericordia, Escalerillas, Telgrafos (del vicio), Arquillos, Crdoba, Santa Ursula (Almona), etc. y extramuros las de Milln de Priego (Arrabalejo), y otras que no entran en este recorrido, como Sedeo, Tinajeros, etc.

    Hoy es un barrio olvidado por los polticos, ms preocupados por embellecer y dar servicios a las zonas de ensanche de esta ciudad que por atender las necesidades de los ms dignos, quienes sufren este abandono con estoica resignacin.

    Fuente- Abrevadero del Arrabalejo:3

    Fue construida en 1574 por Miguel Ruiz de la Pea, aunque con diseo de Alonso Barba (discpulo de Vandelvira), a demanda de la abundante poblacin de los barrios de San Miguel y de San Andrs, estando conformada por un pilar en 4 secciones, separado de la fuente por un pasillo.

    La fuente se divide en tres cuerpos: El primero contiene dos hornacinas con leones heliomorfos, de cuyas bocas salen sendos caos de bronce; de ellos mana el agua que otrora viniese del raudal de la Malena.

    El segundo, enmarcado por sendas molduras sobre carteras con tondos, tiene tres escudos, uno menor a cada lado (Corregidor y pagador) y otro centrado de mayor tamao que podra ser el imperial.

    En el tercero, enmarcado por simples molduras, puede leerse la dedicatoria y el ao de su fbrica. Lo remata un jarrn con flamero sobre cartera, custodiada por perros o leones sedentes.

    En 1939, tras la guerra civil del 36, el pueblo coloc la hornacina del Cristo de la Salud, en cuyo honor se celebran las fiestas del barrio que sustituyeron a la decadente feria de Agosto de la ciudad

    (1) Se trata de una tabla pintada y vestida con faldilla roja.

    3 Pilar Arrabalejo y Puerta del Sol, JD.L.J., 1943

  • Leyendas de Jan y otras historias

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    Ms reciente es la placa colocada al otro lado del pilar, dedicada al cantaor Jos Ruiz Prez (Jan, 1924), cuyo apodo dio nombre desde 1980 a uno de los festivales de flamenco ms importantes en Andaluca: Pepe Polluelas, la magia en la garganta.

    La Puerta del Sol (portillo), llamada as por ser la primera que iluminaba el astro, se encontraba adosada a un torren circular que desapareci sobre 1970. A travs de ella se acceda al paseo de ronda interior de la muralla que conformaba la calle Noguera, hoy de Fernando IV El Emplazado, por la que ascenderemos buscando un recodo para comentar la leyenda de los hermanos Carvajales.

    Dejamos atrs la calle del Rey Don Pedro o de las Viejas (por un beaterio que seoras mayores que existi en esa calle (1)), topndonos (rarsimo en Jan) con dos edificios nuevos, coherentes en su fisonoma con el entorno en que se encuentran, pues presentan zcalo con sillares, balcones con arco de medio punto en el tico, alero, etc. Pasado el segundo de ellos, llamado precisamente de Fernando IV, recordamos la leyenda de...

    LOS HERMANOS CARVAJALES (LS, 1916, 18, 23)

    Corra el mes de agosto de 1304. Estaba el Rey Fernando IV en Martos para apoyar a las tropas que sitiaban Alcaudete (en poder de los moros granadinos), cuando llevaron ante l a dos jvenes maestres de la Orden de Calatrava, los hermanos Pedro y Juan de Carvajal, a quienes un grupo de nobles difamadores haban acusado de asesinar en Palencia a otro de la familia de los Benavides.

    El Rey, con tan solo 24 aos, carcter violento y con otras cosas en qu pensar, se dej aconsejar por esos difamadores, y sentenci a los hermanos sin apenas escucharlos.

    Dictamin que fueran aherrojados desde lo alto de la Pea de Martos, es decir, despeados dentro de una jaula con hierros punzantes en su interior.

    Fernando quiso contemplar la ejecucin al borde del despeadero pero, cuando la jaula estaba dispuesta para rodar, los nobles hermanos, sabindose inocentes, dijeron al Rey: No olvides estas palabras. A Dios ponemos por testigo de que somos inocentes, mas quedas emplazado ante su Santo Tribunal en el plazo de un mes (de ah el nombre de El Emplazado) All te esperamos para que juzgue tu crimen.

    La jaula rod hasta el sitio conocido como Las Tres Cruces, siendo la Cruz del lloro el lugar desde donde los marteos contemplaron aquel cruel despeo.

    Pasaron algunos das y el Rey cay enfermo, por lo que tuvo que regresar a su palacio en Jan (Diputacin) Cada vez se pona ms enfermo pero, inexplicablemente, el mismo da en que se cumpla el plazo dado por los hermanos Carvajales, amaneci totalmente curado y con grades ganas de comer. As lo hizo: comi, bebi y ech su siesta, de la que nunca despert. Era el da 7 de septiembre.

    Si algn da visitis la vecina Martos y tenis tiempo, os recomiendo que entris en la iglesia de Santa Marta donde, en la nave de la derecha, junto a la capilla gtica adosada a la capilla mayor, se ve en la pared el nicho donde al parecer estn enterrados los restos mortales de los dos hermanos; al menos as reza su epitafio, aunque se haya comprobado que sus huesos no sufren fracturas (extrao, si tenemos en cuenta la altura del despeadero)

    No deja de ser curioso el paralelismo entre este hecho y el que dos aos despus sufrieron Felipe el Hermoso, Rey de Francia, y el Pontfice Clemente V, que murieron al llegar el plazo que les sealaron los caballeros templarios desde la hoguera en que fueron quemados...

    Como quiera que fue en esta ciudad de Jan donde falleci el rey D. Fernando IV, sera en esta misma ciudad donde se proclamara inmediatamente nuevo Rey a su hijo y sucesor, D. Alfonso XI. (LS)

    Proseguimos por esta calle, y a travs de un estrecho callejn hueco bajo el cual cruza el pasadizo que sale extramuros hasta la calle Tinajeros,4 se entra en la C/ Hospital de S. Miguel, donde hubo un hospitalico en el que podan mal sobrevivir los ms desfavorecidos.5 Hoy siguen viviendo en esa calle personas humildes, como Juana y Catalina, pero agradecidas con los que pasan por all y las saludan.

    4 Con bveda triangular, al igual que el raudal, lo que denota su factura rabe. 5 Se han encontrado silos romanos en la excavacin efectuada en 2008, as como varios pozos y una puerta lodada que pudo ser de

    iglesia dado el tamao del arco de medio punto que la corona.

  • Matas D. Rez Ruiz

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    Tornamos de nuevo a Fernando IV, y siguiendo sus piedras llegaremos hasta la C/ de Hornos Caos en la que se aprecian restos del lienzo de muralla y de un torren medieval que protegi un portillo de la misma.

    Aqu podemos observar las tres fases por las que pasa una excavacin arqueolgica tras su descubrimiento casual:

    - 1, de descubrimiento, limpieza y exposicin. - 2, de floracin (helechos, jaramagos, etc. y otras endmicas como botellas, latas, etc.) - 3, de especulacin

    Al lado est la plazoleta o Campillejo de Cambil,6

    Se trata de una antigua plaza de armas que tena su salida natural hasta la calle Milln de Priego, a travs de una pendiente que delata su funcin de puerta de la muralla, y que estara enmarcada por dos torres cuadradas, segn acredita Pi y Margall en 1859.

    En ella nos podemos imaginar los trasiegos propios de la poca medieval. Hasta esta plaza llegaba la muralla romana que atravesaba la calle Borja.

    Retomamos nuestros pasos hasta la Calle de las Lavanderas -de las que iban hasta los arroyos cercanos para lavar la ropa de los ms pudientes, secarla al sol y luego alisarlas con planchas al carbn-, que nos introduce directamente en el entorno del corazn del barrio de San Miguel.

    En la C/ Cuesta de San Miguel, se encuentra la semiderruida Casa de la Virgen que tuvo traza mudjar (parte de la yesera est en el museo), y que constituy un cenobio regido por familiares de los Torres de Portugal. En este caso, las tres fases son distintas en sus dos primeros estadios a las descritas en Hornos Caos, pero concluyen de la misma forma.

    As, cuando se trata de una casa noble de Jan, en vez de rehabilitarla o restaurarla, nos encontraramos con las siguientes fases:

    - 1, de abandono. - 2, de espera (hasta que se caiga sola por lluvias, deyecciones de palomas, etc.) - 3, de especulacin

    La calle se aprovech en 1936 para construir un refugio antiareo, dada su gran pendiente.

    Tomamos el inicio de la cuesta, a la derecha, desde donde se llega a la Plaza de San Miguel, y en ella, al costado de la iglesia, delante del cual tambin se instal otro refugio.

    Iglesia de San Miguel: 7

    En 1350 ya exista la parroquia de S. Miguel. Se trataba de un templo gtico - mudjar que luego sufri algunos cambios, como el de su portada renacentista, obra de Vandelvira, construida en 1560.

    La parroquia fue suprimida en 1843 y en 1874 se inici su demolicin abriendo barrenos en los arranques de los arcos, quedando en pie la portada que pudo subsistir gracias a que la declararon monumento histrico - artstico en 1919 (LS,1919), siendo trasladada posteriormente al Museo Provincial, donde ocupa el fondo del patio central.

    6 Campillejo de Cambil, JD.L.J. 7 Ilustracin 4: Portada de San Miguel, JD.L.J.

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    Nos podemos imaginar el templo: Tendra una faccin similar al de San Andrs o al de San Bartolom, con planta basilical de tres naves separadas por arcos formeros apuntados sobre pilastras, bside semicircular, una capilla pequea a ambos lados del bside, arco toral separando el presbiterio del resto del templo, coro bajo y cubierta mudjar... 8

    Se conservan bastantes restos en las viviendas que tiene actualmente alrededor:

    - Plaza de San Miguel: Esquina de la torre y, dentro de una vivienda, el bside con dos ventanales gtico - mudjares (uno abocinado de medio punto y otro apuntado, ambos enmarcados por alfiz), parte de la cripta, y una pequea capilla gtica con bveda de crucera, en cuya clave central confluyen cuatro aristas que parten de otras tantas mnsulas en las esquinas, decoradas con motivos vegetales (trboles, hojas, racimos, etc.), distintos en cada una de ellas.

    - C/ Misericordia: En la fachada principal se abre un vano que contendra la puerta principal, hoy cerrada por un portn, cuyos orificios dejan ver el solar de la nave, y en l, un par de capiteles. Tambin puede observarse la otra parte del arranque de la torre. Haciendo esquina con la calle Escalerillas, estuvo la Sacrista de la Iglesia y despus la Casa del Diablo, Llamada as porque, segn Catalina, su bisabuelo era tan desinquieto, que lo apodaron con tal mote y as perdur.

    - C/ Escalerilla: Muro de la sacrista en el que se aprecian dos ventanas, una con arco adintelado y otra con arco apuntado. Esta ltima tambin puede tratarse de una puerta lateral a la que se accedera por una pequea escalinata, lo que a la postre dara el nombre a la calle, aunque no es menos cierto que esta calle siempre tuvo escalerillas para salvar su pendiente. En su interior se conservan dos arcos ojivales sustentados en tres pilares hexagonales (los pilares en la planta baja y los arcos en la superior)

    Perpendicular a la Calle Misericordia se encuentran la calle Las Contreras, quizs la ms estrecha de Jan (y que se abri para acortar el camino a la portera del Convento (1)), y la calle San Miguel, que nos adentra en la Plaza de Santo Domingo; pero nosotros seguimos al frente, hasta llegar a la Plaza de San Juan de Dios.

    La plaza la preside el Hospital de San Juan de Dios:

    El primitivo Hospital de la Santa Misericordia (S. XVI) y el contiguo y posterior de San Lzaro, fueron donados all por 1619 a la Orden de San Juan de Dios, pero con la desamortizacin de 1836, los Hermanos de esta Orden cedieron su lugar a la Diputacin, pasando a ser un Hospital de Beneficencia auxiliado por las Religiosas de las Hijas de la Caridad. Actu como tal hasta 1973, fecha en que fue abandonado por trasladarse al nuevo Hospital Princesa de Espaa.

    En su fachada muestra dos portadas. Una de ellas, la del Hospital de la Misericordia, es de principios del S. XVI (gtico tardo), con arco rebajado enmarcado por moldura barroca, que engloba el escudo de la Orden custodiado por ngeles tenantes; la otra es del siglo XVIII (barroco final) y pertenece a la iglesia adjunta a dicho Hospital. 9 Esta iglesia sufri un incendio el 8 de marzo de 1916 que la devast totalmente, siendo reconstruida en estilo modernista (historicista) en 1919 (LS) Tras su abandono en 1978, se empez a demoler el edificio; pero alguien tuvo la decencia de mantenerlo en pie. Hoy constituye la sede del Instituto de Estudios Giennenses y del Centro Documental de Temas y Autores Jiennenses.

    Amn del cementerio que hubo en el patio anexo a la Iglesia, se han encontrado gran cantidad de restos humanos tras y bajo el hueco de la escalera principal, lo que no tiene que ser motivo para que sucedan los fenmenos paranormales que se vienen percibiendo en el claustro alto y en otras partes del Hospital, sobre todo en otoo y en invierno, y en poca de obras O s?

    En este Hospital hubieron muchos llantos, lamentos, agonas dolorosas... muertes imprevistas...

    8 Miguel Ruiz Calvente (Patrimonio H. Artstico), Jos M Daz Hernndez (Revista Cdice n 19), LS 1930 9 Iglesia San Juan de Dios, JD.L.J, 1964

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    En l hace su aparicin espectral una monja decimonnica con su blanca toca almidonada. Tambin se han sentido rfagas de aire ocasionales, como si alguna entidad pasase junto a nuestro lado a gran velocidad y nos soplase tras la oreja, produciendo tiritonas a quienes lo perciben.

    A personas concretas, estando solas, le han silbado al odo, o han visto cmo la pesada puerta se abra sola, como si alguien entrase y luego la cerrase sigilosamente tras sus pasos espectrales. El ascensor tambin ha dado algn problemilla que otro, abrindose y cerrndose solo, o al menos, sin nadie visible en su interior.

    Alguien ha bajado las escaleras de caracol? Alguien se ha montado en el ascensor y se ha dejado llevar de una planta a otra del edificio sin tocar un solo botn? Alguien ha odo o sentido alguna sensacin fuera de lo normal? Se te han apagado las luces en medio del corredor? Te has encontrado con que un papel trado por el viento se ha parado a tus pies? Has sentido fro en la cripta? ...? El viento de Jan, muchas veces tapa con su silbido, el quejido ronco de almas que sufrieron lo indecible en este Hospital. (A)

    Sumido en esta meditacin, so o viv el cuento que inserto:

    ALMAS ERRANTES EN EL HOSPITAL S. JUAN DE DIOS

    Esta tarde se ha puesto a llover; a llover de esa forma tan especial con que lo hace en Jan.

    El viento zarandeaba las baldas de la persiana que, a media altura, dejaban pasar al comedor la ltima cuota de claridad que los pardos nubarrones permitan filtrar por sus fras y hmedas paredes. Izo un poco ms aquella persiana, y agudizo mis sentidos.

    El silbido del viento se haca presente por las invisibles rendijas de la ventana. Las ramas de los rboles siseaban al rozarse con fuerza las unas contra las otras, mientras las gotas de agua, estrelladas en los cristales, impriman una visin distorsionada de las personas que, encorvadas por el viento y asindose el sombrero con una mano o aguantando el paraguas ya vuelto con la otra, caminaban lo ms deprisa que podan por las calles empedradas. Alguna de ellas pareca volverse, y mirarme, y llamarme.

    Estaba en un punto en que lo onrico se poda transmutar en realidad, o en el que tal vez, la realidad poda adquirir tintes onricos. En estos casos, la curiosidad tiende a dejarse llevar por las apariencias y, quizs, conducirnos al encuentro de algo o alguien mostrndonos un camino que, de tomarlo, no acertaramos a adivinar si es real o imaginario. En ese estado, atrapado por las redes que lanza el viento al entrecruzarse con las ramas de los invisibles olmos, me siento transportado al viejo barrio de San Miguel.

    La cuesta que lleva hasta su perdida iglesia se torna resbaladiza. All, al igual que en sus calles aledaas, tampoco hay rboles, pero sin embargo se sigue escuchando el quejido de las ramas, trayendo quizs alguna oracin perdida desde el vecino convento de Santa Catalina.

    Como si de un sendero trazado se tratase, sigo los hmedos y brillantes guijarros de la Calle Crdoba hasta llegar a la todava llamada de la Almona. En ella, una monja enjuta y plida, con hbito azul, mandil blanco y blanca toca almidonada desplegada al viento, baja impasible hacia la del Carnero, perdindose inexplicablemente antes de tomar el recodo de la misma.

    El viento me empuja y fuerza mis pasos hasta aquel lugar, pero no encuentro su rastro. Paso por delante del callejn, llamado en otro tiempo de los muertos, siempre bordeando la tapia del benfico hospital de San Juan de Dios, y abierta su antigua puerta gtica de par en par, decido entrar al vislumbrar entre las palmeras del patio la plida silueta de la monja. Ya dentro, me pareci verla entrar en el ascensor; me acerco, entro tambin, y compruebo que no hay nadie en su interior; solo yo.

    El aire, que se arremolinaba por el claustro creando pequeos torbellinos, ha arrojado un papel dentro del ascensor, dejndolo a mis pies; me inclino para cogerlo y, cuando me dispona a desdoblarlo para leerlo, se cierra sin ms su puerta conmigo dentro y comienza un descenso a lo desconocido que encogi mi nimo, mientras una rfaga de viento cruzaba mi espalda, producindome un escalofro, un repels, que me hizo languidecer con tal rapidez que, de no ser porque la puerta se abri de nuevo y pude salir, hubiese cado sin duda en una crisis de pnico.

    Me encuentro ahora en una estancia con bvedas bajas, justo al lado de la cafetera. La temperatura es fra, muy fra; sin embargo, un prolongado perfume a azahar inundaba el momento, creando un ambiente de bienestar espiritual.

    Pero esa conjuncin con lo eterno pronto fue turbada por un repentino y fugaz apagn de luces que actu, al parecer, como resorte para que se abriera la pesada puerta de cristal por la que se accede a la cafetera.

  • Leyendas de Jan y otras historias

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    Perdida ya la razn y dejndome llevar por los impulsos del alma, cruc el umbral de aquella puerta y recorr una larga estancia. En ella, tras la barra del mostrador, se encontraba una mujer morena de ojos grandes, oscuros y profundos, que ms que camarera, asemejaba encarnar una vestal romana rodeada de un aura blanca por todo su cuerpo.

    Mir mis asustados e incrdulos ojos mientras me ofreca un caf.

    Sobre el fuego apagado de la cocina, la cafetera silbaba indicando que el caf estaba en su punto. Me sirvi una taza; pero otro repentino y fugaz apagn de luces me hizo desviar la mirada de aquellos profundos ojos y dirigirla al lugar por el que entr: El ascensor abra su puerta nuevamente sin nadie dentro de l, y a los pocos segundos, se vuelve a abrir sola la de aquella cafetera, a la vez que unos pasos sordos parecan avanzar hasta m detenindose a escasos metros; entonces, la puerta se cerr con la misma lentitud con la que antes se abri.

    No reacciono. Vuelvo la mirada a la sacerdotisa y le pregunto con la ma. Ella paus unos segundos la contestacin, a la vez que su rostro se tornaba en cada uno de ellos ms afable. Despus, con voz dulcsima, me dijo: En este Hospital hubieron muchos llantos, lamentos, agonas dolorosas... muertes imprevistas. Aquella estancia -dijo dirigiendo su mano a la de baja bveda donde se encontraba el ascensor, y sin dejar de mirarme-, era la cripta; all dejaban a los muertos hasta que eran transportados al cementerio o a la iglesia. Muchas almas -continu diciendo- han quedado apresadas entre estos muros esperando el momento de ver la luz que las lleve hasta la infinita misericordia.

    Una nueva rfaga de viento zarande mi cuerpo, mientras mis ojos se perdan en el ocano proceloso de los de aquella mujer.

    Se haba abierto un postigo de la ventana y la lluvia penetraba en mi comedor mojndome la cara. Lo cierro con rapidez y me siento despertar de un sueo un tanto absurdo.

    Las escasas personas que pasaban por la calle, iban cobijndose como podan de las inclemencias de la tarde, y las ramas de los rboles seguan en su desaforada desazn blandindose las unas contra las otras.

    El subconsciente me llev de nuevo hasta los ojos de aquella mujer, a esos ojos negros, grandes y profundos, pero achinados un tanto a causa de la sonrisa virginal y mgica que me deparaba.

    Esos ojos, llenos ahora de dulzura, incidieron con suavidad en una de mis manos, en la que tena cerrada y apoyada sobre el fro cristal; me vuelve a mirar forzando mi nimo para que yo mirase tambin esa mano; as lo hago y veo como en ella, fuertemente apretado, haba un papel aprisionado; era el mismo papel que recog en el ascensor del Hospital.

    Como si el tiempo y el lugar se hubiesen traslado desde aquella cripta hasta mi comedor, me enfrento de nuevo a las almas mudas y penitentes que vagaban por las fras salas de aquel hospital. Miro de nuevo el papel arrugado dentro de mi mano, pero no me atrevo a leerlo inmediatamente a pesar de la intriga que de su contenido percibo; lo despliego poco a poco, receloso de lo que pueda encontrar escrito en l, pero al mismo tiempo vido por saberlo. Al cabo, fijo mis ojos sobre unas letras grandes, un tanto deformes, de color rojo apagado, en las que puede leer con estupor: ORA PRO NOBIS. (A) (T)

    Haciendo esquina con la calle Baja de Santo Domingo, se encontraba el consultorio del doctor Vena, donde se les hacan revisiones peridicas y expedan cartillas sanitarias a las meretrices de Jan (jmab) y que, como otras casas de nobles piedras, est esperando con su techo hundido y su crecida higuera en mitad del portal, la picota de la especulacin.

    Ya en la C/ Crdoba, dejamos atrs el final de la C/ Arquillos, en otro tiempo de los Siete Arquillos (1), que sube hasta la Magdalena en compaa del muro occidental del Convento, y que ha perdido todo su encanto tras la inadecuada fisonoma del nuevo bloque de viviendas all construido.

    El nombre, que data del siglo XV, le pudo ser dado por el altillo con arcos, tpico de los de Jan, con que contaba la casa nm. 2 (1) (C), o por los arcos (arbotantes o por tranquil) que posiblemente hubiesen en esa calle.

    Avanzamos unos pasos y nos encontramos con un pequeo callejn, cuya margen derecha la ocupa el solar de una antigua vivienda: C/ Duende de la Magdalena.

    De dnde le puede venir este nombre? Es quizs por el fenmeno paranormal que tiene lugar en el vecino convento de Santa Catalina (Archivo Histrico), segn el cual una joven mora fue asesinada por un familiar al haberse enamorado de un cristiano, o tiene que ver con alguna tradicin llegada aqu desde otros lugares? Me inclino ms por esta segunda opcin, y baso mi hiptesis en las siguientes consideraciones, siendo la ltima de ellas la que acta como nexo de todas ellas:

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    Es sabido que entre las leyendas de Mgina se encuentran muchas referencias a Martinillos y / o Minguillos; que en la Edad Media, esta comarca -que constitua la frontera entre la Espaa cristiana y la rabe- estaba comprendida en el alfoz de beda y de Baeza; que en estas ciudades proliferan las historias de Mengues o duendes; que en Baeza es muy frecuente la expresin me cachis en los mengues cuando te equivocas en algo subsanable, o me cachis en los mengues jorobaos cuando esa equivocacin o contratiempo es irreparable; que en beda est constatada la existencia de duendes en muchas casas; que entre las leyendas de Jdar es famosa aquella recogida en la revista D. Lope de Sosa (recopilada despus por el cronista de la ciudad N. Mesa), en la que una familia, abrumada por los duendes, decidi cambiar de casa, quedndose con expresin de preinfarto cuando los vieron en la carreta al terminar la mudanza.

    Para terminar, resulta que cuando Jan fue entregada por Alhamar a Fernando III en 1246 y aqul abandon la ciudad con sus moradores ibero-romano-rabes, se hizo urgente repoblarla, y ello se realiz por gentes de beda, Baeza y Andjar, en proporcin de un 30% cada una de ellas 10

    Por tanto, qu tiene de extrao que esa tradicin ubetense o baezana haya calado en los herederos de los mismos? Por qu no pudo ser que, como sucediera en la leyenda de Jdar, los minguillos acompaasen hasta Jan a algn repoblador de aquellas localidades?

    Lo cierto es que, aun cuando hoy en da los vecinos de esa calle nieguen cualquier tipo de fenmeno extrao, no tiene por qu sorprendernos que en el siglo XV (que es cuando se intitulan la mayora de las calles), existiese o hubiese existido en el recuerdo, alguna familia con inquilinos pequeos y juguetones que cambiaran las cosas de sitio y se mondasen de risa cuando los dueos se volvieran locos buscndolas.

    Por ello, basndome en la leyenda de Jdar recopilada por Cazabn y en otras similares que se prodigan tanto en esta provincia como en el suelo peninsular, voy a recrear lo que pudo haber pasado en esta calle al trmino del siglo XIII.

    LEYENDA DEL DUENDE DE LA MAGDALENA

    Una familia de beda estaba harta de aguantar a los miguelicos. Estos pequeajos traviesos y juguetones se pasaban el da moviendo las cortinas, cambiando las cosas de sitio y tirando al suelo desde la mesa o repisas, los objetos ms menudos.

    Un da lleg a odos del padre, que el Santo Rey haba firmado una Carta de Poblacin por la que otorgaba casa y campo a quienes procediendo de ciudades de realengo (Andujar, beda y Baeza) viniesen a Jan para repoblarla. La ocasin la pintaban calva.

    La deliberacin familiar fue breve. Al da siguiente cargaron todas sus escasas pertenencias en un carro tirado por bueyes y partieron todo contentos hacia una nueva tierra que, aunque fuese ms peligrosa por estar en zona de frontera, al menos les proporcionara la tranquilidad quitada por los duendes.

    Despus de tres das de viaje, llegaron a la entonces sin nombre calle Duende de la Magdalena, donde compraron a buen precio una casa rabe, y despus de decidir dnde colocaran cada mueble, empezaron a descargar el carro; pero cuando fueron a retirar la ultima silla, observaron que uno de aquellos duendes estaba sentado en ella y con voz guasona le dijo a la familia: queris que os ayudemos en algo?

    Mientras los sufridos vecinos se quedaban estticos y plidos, unas risitas juguetonas se escuchaban en el interior de la nueva vivienda. (A) (LS) (T)

    En el momento de cerrar esta edicin, se ha descubierto en el solar del nuevo inmueble derribado, una serie de basas y fustes romanos, que denota la existencia en aquel lugar de un templo o casa importante (Domus). Oremos a los dioses para que puedan preservarse los abundantes restos de esta cultura que vienen aflorando ltimamente en el casco histrico. Tomemos ejemplo del resto de las provincias andaluzas. Jan es diferente, s, pero que no siempre lo sea por ser la ciudad ms vida en destruir su patrimonio. Ya ha sido masacrada la necrpolis calcoltica de la Calle Cristo Rey, la mayor parte de la ciudad -tambin de la Edad del Cobre- que se encuentra en Marroques Bajos, del foro y otros restos romanos encontrados en el entorno de la Plaza de la Magdalena, Palacios y casonas gtico-renacentistas-barrocas; temiendo la misma suerte est la tambin romana terma encontrada en el palacio de los Uribes... Tantos y tantos restos con historia han sido expoliados incluso en obras nocturnas! A ver si ahora, los gaditanos, los cordobeses y los sevillanos, van a ser mil veces ms cultos que los jiennenses! Venga, un esfuerzo, pueblo; un esfuerzo, ediles. Gracias. 10 Isabel Ramos Vzquez El Concejo de Jan 1474-1556

  • Leyendas de Jan y otras historias

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    Se han encontrado adems, los restos de varias personas medievales, lo que me obliga a pensar que los fenmenos anormales que se sintiesen en otra poca tambin pudieron deberse al hecho de tener vivienda sobre un cementerio o sepultura incgnita.

    Proseguimos por la empedrada calle Crdoba hasta embocar la de Santa rsula, conocida todava como Almona (por la fbrica de jabn que hubo en las hoy separadas casas n 2 y 4) y por cuyas lindes estuvo la alameda y baos creados por el romano Sempronio (LS, 1915, 18 y 20), e incluso el zoco rabe y la casa de los Rincones.

    En este punto, tenemos que aunar la vista con el corazn: Hemos llegado al enclave mtico de Jan, donde las leyendas se conjugan con las nobles piedras que an quedan en sus muros centenarios; donde la nebulosa de la historia traza caminos imaginarios entre el aire perfumado de jazmines y geranios. Cerrad los ojos y abrid el alma. Este es el Jan de beros, romanos, visigodos, rabes, judos y cristianos. Entremos!

    Separando la iglesia de La Magdalena del convento de Santa rsula hay una tapia. Por all discurra antes el final de la calle Crdoba, dando paso al Zoco rabe.

    Tras contemplar de paso la imagen fotogrfica que desde all se nos muestra, con la fachada este de la Iglesia (en cuya esquina ms cercana hay un ara romana actuando como piedra angular), su torre (alminar), el monumento del nacimiento y la verde ladera que encumbra al castillo como teln de fondo, giramos a nuestra derecha recorriendo la fachada principal del convento de Santa rsula, creado a mediados del siglo XVI para el recogimiento de mujeres de las que andan por el mundo ofendiendo a Dios Nuestro Seor (2), y donde se veneraba hasta 2008 la imagen de Santa Rita (si le pides algo, te da la rosa y la espina)

    Ya no se escuchan las salmodias y rezos de las monjitas, ni se oye el batir de yemas y otros ajetreos de cocina para elaborar sus riqusimos dulces. Se han ido yendo, las ms al cielo, y el resto a otros conventos desgranados de la magia de Jan, dejando sus vacas estancias llenas de espiritual amor.

    Seguimos bordeando las piedras del Convento, imaginndonos en aquel lugar el bosque sagrado y los baos del Toro al otro lado de la escalinata que da a la C/ Molino de la Condesa, por donde transcurriera tiempos atrs el ro de la Malena. Cierra los ojos y remngate el pantaln para cruzar el ahora imaginario ro.

    Desde ah llegamos al muro occidental del patio de abluciones, junto al cual se acreditan restos de la Casa de los Rincones en 1913 (LS), muy cerca del Huerto de Crdenas, por donde estuvieron los baos y el bosque romano de Sempronio y Fusca, y el cao del agua. All se gest la siguiente leyenda (y no en el callejn sin salida de la Magdalena (LS, 1923)):

    LEYENDA DE LA CASA DE LOS RINCONES

    Antecedentes: A mediados del siglo XIV, el reino castellano-leons se vio envuelto en una guerra civil motivada por el enfrentamiento entre el Rey D. Pedro I y su hermano bastardo Enrique de Trastmara. ste prometi cuantiosas mercedes a los nobles que le apoyasen, mientras aqul luchaba por su trono apoyado por el pueblo llano y algunos nobles. Los de Jan, beda y Baeza se dejaron comprar por Enrique, al igual que los de otras ciudades castellano-leonesas. Pedro I se ali, con el Prncipe Negro de Inglaterra (que obtuvo como regalo un enorme diamante, hoy en la corona de la reina inglesa), y con el Rey de Granada, Mohamed V El Viejo quien, asistido de siete mil jinetes, ochenta mil peones y doce mil infantes, se veng de Jan en 1368 (2) (LS, 1929) Por ello, ms que El Cruel, como se le ha dado en llamar, hay que apodarlo El Justiciero, como as dispuso Felipe II.

    En aquellos sucesos intervino el seor de la Torre de Pero Gil, vasallo de D. Pedro (Pero Gil era uno de los doce caballeros de beda que conquistaron Algeciras, aunque tambin pudo ser el mote dado a D. Pedro por su hermanastro bastardo)

    El Conde de las Almenas, escribi su romance en 1.862 y fue recogido por Alfredo Cazabn en 1929 y por D. Jos Chamorro Lozano en su Gua artstica y monumental de la ciudad de Jan.

    En una noche de las clsicas de Jan, noche de pertinaz lluvia y de furioso viento, un hombre embozado paseaba por el antiguo zoco rabe, no lejos de la fuente de la Magdalena. Aquel embozado era el Rey D. Pedro, que esperaba a Pedro Gil, quien pronto lleg a l para decirle que al amanecer del siguiente da, Jan levantara pendones por D. Enrique.

  • Matas D. Rez Ruiz

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    Para ponerse a salvo y no pudiendo escapar a aquella hora por la inclemencia de la noche, D. Pedro llam en la primera ventana que hall prxima. La puerta de la casa se abri y el dueo de ella dio hospedaje a aquellos hidalgos, que ocultaron sus nombres.

    Al apuntar el alba del siguiente da, Don Pedro y Pedro Gil se levantaron de sus lechos dispuestos a salir de la ciudad, ms al avanzar Pedro Gil hacia la habitacin inmediata, vio en un rincn de ella a un hombre armado.

    Seor, seor, nos vendieron! - la mano en su daga puesta - exclama el noble hijodalgo... Villanos! Nunca tal mengua en los que su hogar me dieron, a suponer me atreviera. No son traidores, Seor, Los que con leal reserva a su Rey dieron guarda pasando la noche en vela -

    exclama el buen Salazar-, y con la rodilla en tierra, al Rey presenta sus armas... slo una tizona vieja..."

    El Rey, premiando aquel acto de lealtad, dijo al fiel velador de su sueo: Sal del rincn! Y le otorg la nobleza para l y sus descendientes. Y como Salazar le pidiera agua y almenas para su casa, agua y almenas le fueron concedidas, y el apellido del Rincn, como recuerdo del lugar en que el Rey y Pedro Gil le sorprendieron. (2) (4) (LS 1929)

    En ese momento se estatuy el apellido del Rincn, un apellido tpicamente jaens, y a gala tuvieron y tienen llevarlo los descendientes de aquel Pedro de Salazar, primer marqus de Las Almenas.

    Qu cmo reconoci Salazar a D. Pedro?, pues oyendo el crujir de sus rodillas (era conocida la gran artrosis del rey)

    Por cierto, la guerra la gan Enrique: En marzo de 1369, el rey sali de Sevilla con destino a Toledo para entablar batalla contra su hermanastro Enrique. Ambos ejrcitos se encontraron el da 13 en Campo de Calatrava, pero D. Pedro se vio obligado a refugiarse en el Castillo de Montiel. El da 23, el rey intent sobornar al capitn francs Beltrn du Guesclin, mercenario de Enrique, quien fingi aceptar la propuesta. ste lo llev hasta su tienda y all se encontr con su hermanastro, enfrentndose a l en un cuerpo a cuerpo. Como quiera que Enrique cayese al suelo bajo el cuerpo de Pedro, el francs cogi a D. Pedro del pie y le dio la vuelta, al tiempo que pronunciaba la clebre frase "Ni quito ni pongo rey, pero ayudo a mi Seor". Qued entonces encima el bastardo Enrique, quien le clav la daga con gran saa y despus de muerto lo decapit.

    Seguimos nuestro camino ascendente hacia la Plaza de la Magdalena para girar a la izquierda, dejando al otro lado la calle Magdalena Baja, por donde discurra la barbacana (LS, 1924)

    En la plaza nos encontramos a un lado con el cantn donde se inician las calles Zumbajarros y Bobadilla; enfrente, el patio de la antigua mezquita cristianizada, y en l, el estanque de abluciones menores, donde los antiguos rabes se lavaban pies, manos, brazos y hombros antes de entrar en ella, rodeado a modo de claustro, por arcadas de medio punto y de herradura que se sustentan en algunos casos con lpidas romanas y rabes y en otros con pilastras huecas inclinadas hacia la pared (y la pared hacia ellas)

    A la izquierda, una torre morisca (minarete) nos trae el eco del muecn llamando a oracin a la hora de az-zagel (cada de la tarde), tras contemplar el bosque romano que le quedaba a poniente y al sur, en el despus llamado Huerto de Crdenas, y por el que transcurra el Cao del Agua (LS, 1913, 15, 18,20) que conduca las del ro Magdalena.

    Cuatro arcos de medio punto daban entrada a otras tantas naves de la antigua mezquita (perpendiculares al sentido actual); hoy solo una tiene acceso al templo. Otra puerta ojival al fondo del patio, comunicaba con la Calle Crdoba que antes de la reforma discurra por all, y que ahora constituye de puerta a la derecha dependencias de la parroquia, y de puerta a la izquierda un pequeo cementerio de las vecinas monjitas que ya no estn.

    El tmpano interior de esa puerta est decorado con pintura gtica que alude a un calvario, bajo el cual el sacristn ha recompuesto y colocado dos lpidas de enterramiento de mediados del XVI y otra alusiva al Den Mazas, as como una mesa de mrmol.

    Comprobemos la cantidad de elementos arquitectnicos romanos que fueron parte de la decoracin del nacimiento del raudal (como el pedestal que sostiene el arco primero del Patio, con la inscripcin Dedicado a Apolo Augusto... (LS, 1915)), y otros restos rabes y gticos diseminados por el patio. Uno de ellos -segn cuenta Jos Luis, el antiguo sacristn-, contiene el nombre del primer obispo gitano de Jan: Octavio.

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    Iglesia de la Magdalena 11

    Jos Mara Daz H., extraordinario historiador y mejor persona, jiennense del barrio magdalenero y defensor a ultranza del mismo, me dijo que, si bien la referencia escrita ms antigua sobre el lagarto era la de Pedro Ordez a finales del XVI, tambin haba que saber leer las piedras y, en tal sentido, ver como algunos de los nervios de las bvedas de la iglesia estn adornados con cabezas de dragn, lo que da constancia de la impronta del mito en aquella poca (sobre el ao 1500)

    Es la ms antigua de la ciudad y su tracera es del gtico flamgero (isabelino) Su interior contiene cuatro naves con 12 bvedas escalonadas y estrelladas, y 9 arcos apuntados.

    Cuenta con un relieve de la crucifixin atribuido al Indaco (retablo del Corpus, siglo XV) y con el Cristo de la Clemencia (atribuido a Salvador de Cuellar - siglo XVI), amn de otras joyas pictricas y escultricas.

    Sus bvedas soportan los restos humanos encontrados en las inmediaciones de la iglesia (tngase en cuenta que, antes de que se abriera el antiguo cementerio que hubo entre Santa Isabel y las actuales casas de Juan Len, previo al de Capuchinos y al de San Eufrasio, las iglesias estaban obligadas a tener su propio cementerio)

    Su retablo plateresco de nogal con nicho que albergaba a Santa Mara Magdalena (Mateo de Medina, siglo XVIII) con crestera gtica (LS, 1913), desapareci durante la remodelacin de la iglesia (entre 1966 y 1983); tan solo perviven expuestos en los laterales del tempo, algunas de las tablas que enmarcaban sus calles. Su magnfica solera en jaqueles blancos y negros, tambin desapareci o destruy en esa poca.

    El ambn sobre el que se pone el atril para colocar el evangelio, lo constituye un ara romana en la que se puede leer el nombre de Valerio, noble romano de Jan decapitado en esa piedra por ser cristiano. Tanto su frontal, como el del altar mayor, est conformado por bellsimo alicatado rabe, procedente de la desaparecida solera del patio del estanque.

    Sobre la crestera de panales de la portada gtica (con arco carpanel, antes conopial, y columnillas poligonales que voltean el arco (LS, 1913)), existi un rosetn que se perdi con la remodelacin para asegurar la firmeza del muro.

    La primitiva portada del primer gtico (lodada), daba a la otra parte de la plaza, y estaba situada junto al Camarn de San Blas, igualmente desaparecido (LS, 1924)

    La torre -alminar mayor- est coronada por chapitel ochavado de Vandelvira, frente al cual se encuentra el famoso nacimiento de la Malena que diera tanta vida a su alrededor.

    Hoy ese manantial est muerto; lo han matado los propios jiennenses, como matan sus viejos edificios nobles, como matan sus costumbres, como matan su historia al olvidarla.

    Sois vosotros, los ms jvenes, los que tenis la difcil misin de resucitar tradiciones e historia respetando la nobleza de sus piedras, para que el alma de este pueblo viva siempre en vosotros y en vuestro entorno. Podemos!

    Fuente de la Magdalena

    Eslava Galn nos relata en El enigma de la Mesa de Salomn, que durante el neoltico exista en el emplazamiento de la actual Catedral, un dolmen sagrado donde efectuaban su ritual los distintos visitantes que acudan all para venerar a la diosa Madre; que posteriormente le hacan un sacrificio en el Pen de Uribe y, por ltimo, acudan al orculo para que el druida les predijese el futuro, invocase a las fuerzas del nacimiento para favorecerlos a ellos o a sus animales, etc.

    Pues bien, en el nacimiento de agua de la Malena estaba establecido el orculo del dolmen sagrado. 11 Iglesia Magdalena, JD.L.J,

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    Hasta aqu venan los jiennenses neolticos y otros pueblos anteriores a los romanos, para consultarle al sacerdote (druida) los designios que para ellos tena la diosa; incluso este ltimo pueblo tena establecido altar y culto a sus dioses en ese lugar.

    Imaginemos un camino pedregoso con profuso bosque a ambos lados y algunos cauces de agua atravesndolo: Calle del Obispo, Moreno Castell, Almendros Aguilar, Ayuntamiento, Herreras, Uribes, Crdoba...

    Pero esta ficcin que alimenta ms si cabe el consagrado mito del lagarto, no ha sido nica en la apreciacin mgica que ese entorno ha provocado en los moradores que han contemplado el caudaloso cao de aguas cristalinas discurriendo al exterior desde las entraas de la tierra: Fenicios, beros y romanos, escuchaban atnitos el bramar del naciente ro, all, en mitad del bosque sagrado donde, segn describe Francisco Lpez Vizcano en el Romance XXV del Romancero de Jan (1862), habitan genios sagrados y hadas, anida la trtola, canta sus amores el ruiseor, y el lobo es el rey de la comarca Los rabes por su parte, consideraron aquellas entraas como el santuario secreto ideal para albergar la Mesa de Salomn. Los iniciados que la buscaban, descubran esculpida en su interior la siguiente frase lapidaria Aquel que sea tan osado como para entrar, deber tener la misma gallarda para poder salir (Sofa)

    Este carcter mgico-esotrico ha llevado a determinados investigadores a examinar sus restos y estudiar la propia fuente y su zona perimetral. All han aparecido desde hachas votivas de la edad del cobre, vasijas y libros medievales, hasta, segn un vecino, una Virgen de mrmol blanco y varias orzas con monedas de oro.

    Hoy, la fuente seca y muda de tanto reclamar justicia para su miseria, se ha visto remozada con una nueva imagen que nada tiene que ver con su funcin primitiva ni con su fisonoma histrica, pero que al menos le otorga cierta dignidad, aunque se haya perdido la esperanza de recorrer ese santuario de misterio y de energa csmica. Alguien nos va a contar qu han encontrado en los recovecos del raudal, o se ha perdido para siempre esa esperanza?

    Ya solo nos queda el recuerdo de algunos valientes exploradores nacidos antes de 1970, pues, hasta no hace tantos aos (dcada de los 80 del pasado siglo), los nios sentan una misteriosa fuerza que les empujaba a corretear sus pasadizos buscando tesoros escondidos, mientras portaban precarias teas (alpargatas encendidas que despus les dejaban cara y ropa negruzcas) para alumbrar las imponentes salas de estalactitas y estalagmitas que se conforman en el interior de la montaa, a la vez que sentan el sabor de la aventura vetada a los nios y jvenes de hoy. (jmab)

    LEYENDA DEL LAGARTO DE LA MALENA:

    La primera referencia escrita la tenemos a finales del siglo XVI (Pedro Ordez de Ceballos), que luego publicara Bartolom Ximnez Patn en 1622, quien aadi: ...en las pinturas de la fuente se ve un pastor que est poniendo un corderillo a una sierpe...

    Fue Alfredo Cazabn Laguna, cronista oficial de Jan y creador de la revista D. Lope de Sosa quien, en su amplia labor investigadora y divulgativa, recogi en 1913 tres variantes:

    Sera un guerrero con traje de espejos, un ladrn al que se le perdona vida y prisin, o un hbil pastor, quien matara al temido dragn, lagarto o sierpe.

    El primero lo hara con su espada tras deslumbrarlo con los espejos del traje; el segundo, arrojndole un saco de plvora envuelto en piel de cordero desde su caballo, y el tercero arrojndole yesca encendida envuelta en una piel de cordero.

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    La primera versin, sin demasiado arraigo en Jan, tiene mucho que ver con las gestas de caballera del norte de Europa; la segunda, es de tendencia cristiana y puede representar los sacrificios y martirios a que sometan a los primeros cristianos en el Circo romano; sin embargo es la tercera la ms verosmil y documentada, y puede proceder de un mito perdido (LS, 1913)

    Hoy es ms popular la segunda versin, an cuando est basada en la tercera. Juan Eslava nos relata la que le fue contada por un magdalenero y que, recreada, viene a decir: (Qu alguien la lea!)

    En la cueva que conforma el venero que hay enfrente de la iglesia de la Magdalena haba un lagarto muy grande que sala y se coma a todo el que iba por agua, e incluso merodeaba por las calles y huertas del barrio, buscando el alimento que podra proporcionarle algn animal o persona demasiado confiados.

    Ya nadie sala de sus casas, y cuando no haba ms remedio, lo hacan con mucha precaucin y siempre acompaados de alguien. Todos estaban asustados y sin poder trabajar, ni los rebaos beber, ni las bestias abrevar.

    Haba en la crcel un preso condenado a muerte que, enterado de la situacin, pidi audiencia al Alcalde de la prisin, al que le solicit el perdn si lograba matar al lagarto.

    Tal era la desesperacin de los vecinos y del propio Consistorio, que se accedi a su solicitud. Entonces el preso pidi un caballo, un costal de panes calientes, una piel de cordero y un saco de plvora.

    Ya de noche, se puso frente a la cueva con el costal de panes recin horneados, y dej uno al lado de la entrada. La bestia lo oli y sali para comrselo pero, cuando vio al preso, fue a l a quien embisti.

    Entonces, ste mont en su caballo y sali corriendo, y en su huida iba echndole ms y ms panes, que el lagarto no dejaba de devorar. As continu hasta que lleg a las inmediaciones de San Ildefonso, donde le tir el saco de plvora con la mecha encendida envuelto en la piel, y el lagarto, creyendo que era realmente un cordero, se lo trag y revent. (LS) (3) (E) (A) (T)

    Las otras dos versiones cuentan lo siguiente:

    - Un guerrero vestido con traje de espejos esper al monstruo y, al salir ste, qued deslumbrado por las reverberaciones de la luz sobre los cristales, recibiendo el golpe mortal en la espalda.

    - La tercera versin la protagoniza un ingenioso pastor, que tiende una trampa a la serpiente que se coma sus corderos: Le arroj la piel de uno de ellos rellena de yesca encendida con la que, una vez ingerida, el monstruo se abras las entraas y muri.

    Esta leyenda tambin puede encerrar algn secreto, u otro mundo paralelo y oculto, vetado a simples mortales.

    En lo antiguo, y en las religiones agrarias matriarcales, lo femenino estaba representado por la cueva (tero), el agua (flujo de vida), la luna (28 das -menstruacin-), etc. El dragn era el custodio de la cueva, por tanto, tambin pertenece al mundo de lo femenino.

    En un momento determinado, se impone el patriarcado, donde el hroe simboliza lo masculino, y al que se le adscriben elementos masculinos tales como caballo, sol (espejos), cordero... Por tanto, si abrimos la puerta de lo esotrico, podramos interpretar que nos encontramos ante un cambio diametralmente opuesto al establecido.

    Segn Internet (La Casa Encantada) podemos encontrar vestigios del mito en muchos puntos de la pennsula ibrica y en el resto de la Europa mediterrnea

    - Convento de Santo Domingo (Asturias): matan a dragn dndole pan con alfileres.

    - La tarasca (representacin monstruosa del dragn) sale de las riveras de las tormentas para llevarse a las vctimas. Portugal, Cceres, Granada, Tarascn (Francia), son lugares donde las leyendas han recreado su imagen. Concretamente en Tarascn, Santa Marta aspergi al monstruo con agua bendita y, amansado por tal motivo, fue arrojado al ro Rdano. Esta leyenda ha tenido tal raigambre en ciudades como la vecina Martos, que incluso podemos apreciar el acetre e hisopo en un cuartel de su escudo, y en otro cuartel un dragn.

    - La Biblia nos relata que Daniel (siglo VII aC.) durante su cautiverio en Babilonia, no quiso adorar a la gran serpiente y logr matarla con un cocimiento de sebo, pez y pelos que la hizo reventar (motivo por el que lo echaron a los leones)

    - San Jorge (Siglo III) mat al dragn que quera comerse a la princesa...

    Tampoco deja de sorprender que, desde 1249, el escudo de los Obispos de Jan, lleve la sierpe.

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    Avanzamos un trecho ms y nos adentramos a la derecha de la plaza, que en este lugar tambin es conocida como Plaza del Cadiato, por haber residido en ella, sobre su soportal moruno el Cad de la ciudad (algo as como el Juez mayor de la Cora), por lo que no causa extraeza que, al decir de una vecina, haya un pasadizo subterrneo que comunique esas casas con la iglesia de la Magdalena, y vaya ms all.

    Esta zona constituy el gora principal de la ciudad rabe, donde en la poca del emirato y del califato, jienenses hispano-rabes (o por mejor decir ibero-romano-rabes) descollaron en las ciencias, en las artes y en la poltica.

    Tal fue el caso de AL-GAZAL (la gacela), nombre que por su belleza y apostura recibi el poeta y embajador del emir Abd-al-Rahman II, Yahy Ibn Hakam, quien adems descoll como militar, alquimista y astrnomo... Perteneci a la tribu siria de los Banu Becar ben Wail, que se estableci en Jan tras la conquista. Despus fue exiliado a causa de la intolerancia religiosa.

    De las muchas ancdotas que jalonaron su vida, una cuenta que, tras derrotar en la batalla de Sevilla a los vikingos, y cuando fue al pas de stos, para tratar la paz entre ese pueblo y su emir, el rey Harald de Dane (Dinamarca), conocedor de la gallarda de aqul y sabedor de que no se inclinara ante l como era preceptivo en tal poca, mand rebajar la puerta de entrada al saln real con profusa vegetacin, hasta que no tuviese ms remedio que inclinar bastante la cabeza para pasar. Cuando lleg Yahy estaban todos expectantes para rerse ante la forzada humillacin, pero lo que hizo fue pasar en cuclillas, dejando a todos con tres palmos de narices.

    En otra ocasin fue a Bizancio para presentar sus credenciales al emperador Tefilo y, habiendo terminado el banquete que se ofreci, tom la copa de oro que haba en la mesa y se la guard, ante la mirada de absombro del emperador y del resto de los comensales. Yahy adujo que en su pas era norma de cortesa regalar al invitado la copa con la que haba bebido, haciendo al tiempo el ademn de dejarla sobre la mesa (dando a entender con ello que el emperador era un descorts); entonces ste le insisti para que se la quedase. Caro le sali a Tefilo, pues todos los comensales guardaron tambin su copa, aunque luego se la requisara a sus cortesanos.

    Otra ancdota refiere que su fama de hombre educado, culto y buen conversador, le preceda; por eso, al terminar el gape, la seductora Teodora, esposa del emperador, encaprichada con la apostura del Embajador, le pidi que narrase alguna de sus poesas. Pasearon solos por el jardn y, despus de recitarle algunas, la ya seducida emperatriz quiso saber por qu se circuncidaban los hombres de su religin. Al-Gazal, sin perder la compostura, le dijo: Sabed seora que la buena vid requiere gran cuidado y necesita ser podada; con ello el tronco se har ms largo y ms grueso. 12

    Al-Gazal muri en el ao 864 con 94 aos de edad. (LS, 1927)

    Otros rabes jiennenses que descollaron en las letras fueron Aben-Jacan (A. La Real, ?/1140), de vida licenciosa, como tambin lo era la Corte de Crdoba, pero extraordinario escritor y cronista rabe; Abendarrach, de Cazalilla, en Jan (958 - 1030); Abensaid, de Alcal la Real, hacia primeros del siglo XIII; Abenfrach de Jan (+ 966), (LS, 1927, 30)

    La sensibilidad de estos rabes cultos y refinados, dista mucho de la cultura y sensibilidad de nuestros das; por eso, a modo de ejemplo, inserto a continuacin un poema que Abenfarach compuso sobre la Castidad:

    Aunque estaba pronta a entregarse, me abstuve de ello y no obedec la tentacin que me ofreca Satn. / Apareci sin velo en la noche, y las tinieblas nocturnas, iluminadas por su rostro, tambin levantaron aquella vez sus velos. / Mas puse al precepto divino que condena la lujuria, como chambeln que guardase las puertas de mi pasin, para que mi instinto no se rebelase contra la castidad. / Y as pas la noche con ella, como el pequeo camello sediento a quien el bozal impide mamar. / Tal un vergel, donde para uno como yo, no hay otro provecho que el ver y el oler. / Que no soy como las bestias abandonadas que toman los jardines como pasto. (LS, 1930)

    Saliendo de la plaza, a la derecha, una estrella de David de finales del XIX seala la casa donde pudo haber vivido el famoso judo, asesor de Abderramn III y Al-Hakn II, poltico, filsofo y sobre todo mdico, HASDAY BEN SHAPRUT. (LS, 1923) (E) (5)

    De l se cuenta que san de sus males de obesidad al rey D. Sancho I de Len (El Craso), nieto de D Toda Aznar (reina de Navarra y ta de Abderramn), cuyos males le impedan reinar, pues el que no poda montar a caballo no reinaba, y el gran peso de ste se lo impeda porque reventaba a las bestias. 12 Fco. Vidal Castro, Cultura, Sabios y Produccin Intelectual en el Jan andalus, abril 2005

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    El auge de su fama lleg hasta los primitivos ncleos cristianos por lo que, a pesar de ser enemigos polticos, D Toda solicit en numerosas ocasiones a su sobrino que este eminente mdico pudiese tratar a su nieto.

    La insistencia de la Reina dio sus frutos: Hasday, a instancia del Califa, visit a D. Sancho, convino el precio y le marc las pautas a seguir. ste perdi gran peso, pero eso s, adems de por ingerir la pcima inventada por el doctor Shaprut, tambin pudo ser porque ste exigi que viniesen andando desde Burgos hasta Crdoba para finalizar all el tratamiento. Gracias a ello recuper el trono que le quit su hermano Ordoo IV el ao 960. El precio, diez castillos que nadie sabe si entregaron o no.

    Toda ta de Abderramn? En efecto, la madre de Toda (Oneca de Navarra), tras enviudar cas con 'Abd Allah; de ellos naci Muhammad, y de ste y otra vascona, Abderraman III.

    Bien, hemos paseado por el Jan mtico, ese Jan en que los duendes moran dentro de las almas de sus vecinos, y donde el aire recoge la estela de su historia envuelta en el sentimiento de un rasgueo de guitarra flamenca quebrando las sombras de la noche.

    Cojo de la Magdalena, Vmonos por soleares! Qu el duende que llevas dentro se asome por las cuerdas de tu guitarra, e inunde el cielo con tu arte! Toms, Tomas Reyes!

    Ahora nos disponemos a entrar en otro Jan, donde la magia y el misterio de las piedras externas, internas y subterrneas, se combina con la de sus gentes. Es el Jan mgico.

    Ocupamos el jardn que alberga la fuente con la escultura del lagarto (1967) All finalizan las calles Trinidad, 13 Hospitalico (con la Casa de los Priores de la Magdalena), Juanito el Practicante y Santo Domingo.

    All se encontraba el foro romano, cuyos ltimos vestigios yacen bajo el patio de un nuevo bloque de pisos. All existe una columna exenta (hoy adosada) de trabajado capitel.

    C/ Juanito el Practicante (El Corralaz): En ella hubo un corral de comedias (de ah el antiguo nombre) que se incendi alrededor de 1615, causando gran nmero de vctimas. (Den Mazas - LS, 1930)

    El actual nombre es el que le daban los vecinos a ese jiennense fallecido en 1973, que realiz una labor ejemplar entre las clases menesterosas. Pero en esa labor estuvo asistido por un grupo de personas ntegras, gentes de bien que se juntaban en la rebotica de la farmacia que haba en la calle Santo Domingo, para estudiar las necesidades del barrio y atajarlas en la medida de sus posibilidades.

    En tal sentido, no debe olvidarse la figura de la enfermera D Juana Martnez de la Torre, quien durante la contienda de 1936 estuvo luchando por la vida de tantos hombres en el Hospital San Juan de Dios de Granada, donde por desgracia perdi a uno de sus hijos y a su esposo que estaba hospitalizado. Precisamente fue all donde conoci a Juanito, continuando en Jan su labor filantrpica.

    Qu la historia no la olvide, pues fue una mujer de bien.

    Discurriendo por la C/ Santo Domingo en el transcurso de un paseo cultural con los chavales del Colegio San Vicente de Pal en febrero de 2005, unas madres se daban con el codo y, mirndose entre ellas con gesto ladino comentaban, Ah est la Mesa!, a la vez que sealaban el suelo y miraban con cierta sorna mi cara de extraeza.

    Una de ellas (Sofa), apiadada quizs por mi aturdimiento, se acerc y me dijo: Se trata de LA MESA DE SALOMN. Con una sonrisa en los labios, le di a entender mi escepticismo, por lo que continu diciendo con rostro severo:

    Es una mesa de piedra que fue escondida por D. Francisco de Atienza en una sala subterrnea a finales del siglo XVI. La encontr hace pocos aos un investigador llamado Mario quien, tras sentir la corazonada de que en una casa de la calle le esperaba algo imprevisible, acumul una serie de vicisitudes hasta dar con ella.

    13 C/ Trinidad, JD.L.J., 1954

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    Captada mi atencin profundamente, prosigui:

    :Mario y su equipo, una vez instalados en aquella casa, observaron atnitos como a altas horas de la madrugada un orbe irradiaba su blanca luz desde lo alto de la escalera. Era la luz de una entidad que, mostrando tan solo el rostro y rodeada de orbes azules, descendi por la escalera principal hasta el stano, desapareciendo por el suelo.

    Cavaron por el mismo sitio en que se filtr la luz, descubriendo tras un corredor de la propia montaa, una galera que los llev hasta la sala circular de donde emanan los cuatro caminos y en la que se encontraba la Mesa de piedra con escritura cifrada en sus bordes. All, sentado sobre el suelo en apacible postura y apoyado en la pared, estaba el esqueleto del guerrero con armadura que muri al no ser relevado de su guardia.

    Descubri tambin los recovecos de esos cuatro caminos que iban hacia el nacimiento del Raudal, al Castillo, a los Baos y a la Catedral, y se llev cuanto pudo fuera de la casa, a pesar de que la sombra blanca, ahora negra, trataba de impedrselo

    Tras varios meses de insomnio y pesadillas, vinieron del futuro tres personas para advertirle que, de no reponer lo robado, tendra una vida horrible, mostrndole en un espejo ese futuro atribulado. Convencido, guard todo a buen recaudo para que no cayese en manos perversas, pues ello podra llevar a un cataclismo

    Ms, si esa narracin se basa en fenmenos paranormales, est constatado que Enrique Romero de Torres, mientras recorra los Baos rabes en 1913, se encontr con una galera de 1,85 metros de altura, que pasaba por debajo de la plaza del Hospicio, detenindose a 18 metros por estar tapiada y que los subterrneos de la casa de los Uribes indican que exista comunicacin directa entre el palacio de los reyes moros y los baos (LS, 1913)

    Ms recovecos subterrneos me han sido acreditados por los vecinos del barrio: desde el que hay en el foro romano, de gran amplitud y que incluso se poda recorrer a caballo, hasta otro que cruza a Santo Domingo desde la calle Trinidad, o el que recorre toda la calle Zumbajarros en busca del Castillo.

    Mediada la calle, nos detenemos ante la entrada del actual Archivo Histrico, antiguo palacio de los reyes moros y despus de los reyes cristianos hasta que Juan I (Trastmara) lo cedi a los Dominicos en el ao 1382. Su fundo llegaba hasta la calle Arquillos, (LS, 1916, 27), si bien las huertas alcanzaban la del Corralaz. 14

    Fue a la vez que convento, Tribunal de la Inquisicin en el siglo XV y hasta 1525 (LS, 1916); despus Universidad en el XVI, y en 1847, tras la desamortizacin, hospicio de hombres. Hoy es sede del Archivo Histrico y en l, adems de antiguos y curiossimos pergaminos y legajos, podemos contemplar el magnfico claustro barroco con columnas pareadas de orden toscano, la extraordinaria puerta de la sacrista y las no menos portentosas que jalonan el corredor de la galera alta, con relieves alusivos a la Orden y a la Virgen del Rosario, patrona de los dominicos.

    Desde Juan I, siempre se ha llamado CONVENTO DE SANTA CATALINA MRTIR, que es la titular de la portada renacentista, por ser tradicin antigua que existieron algunas pinturas en las que se representaba al Rey acostado en su cama y a Santa Catalina dndole las llaves de la ciudad (LS, 1916)

    A ambos lados de la Santa se encuentran Santo Domingo de Guzmn con su perro, a la izquierda, y a la derecha Santo Toms de Aquino. Los restos ms antiguos encontrados son de poca romana (termas), si bien los ms abundantes son almohades, del siglo XII, y pertenecen al palacio de los reyes moros.

    En l Se habla de la existencia del fantasma de una joven mora a la que dieron muerte (su padre, su marido -de tenerlo- u otro/a), por haberse enamorado de un cristiano (E) o de su hermano (T)

    La leyenda es breve, pero sin duda este dramtico suceso fue el colofn de una desventurada historia de amor.

    14 Portada de Sto. Domingo, JD.L.J., 1964

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    Este hecho, en su versin ms ortodoxa, no fue aislado durante la contienda medieval; por ello he urdido una trama para ustedes, aunque yo mismo me tilde de atrevido:

    Corra el ao de 1155. El rey Alfonso VII El Batallador, vino a sitiar Jan tras haber tomado Andujar. Para ello dio rdenes precisas a sus capitanes, a fin de que vigilaran y cerraran el paso de los caminos que llevaban a la ciudad.

    En esa ocupacin se encontraba D. Fernn Ventrez, al que el Rey encomend la vigilancia del camino de Granada, cuando cierta maana decidi investigar las defensas enemigas, adentrndose por entre las huertas que riega el arroyo de Valparaso, burlando la vigilancia de los soldados sarracenos que, apostados en los oteros, controlaban los movimientos de las tropas cristianas.

    Por mala ventura, una joven mora que por aquellos andurriales se encontraba en compaa de otras tres moritas, se top de bruces con el apuesto Capitn quien, sorprendido por el encuentro y por la singular belleza de aquella joven, qued extasiado en su contemplacin, en tanto que la moza, tambin abrumada por la gentil apariencia del Capitn, qued paralizada entre el miedo y la sorpresa, desoyendo los requerimientos vehementes de quienes la acompaaban.

    D. Fernn, que estaba apostado junto a un rosal silvestre de blancas flores, tom una de ellas y, con gesto enamorado, se la ofreci a la Princesa, invitndola a que marchase junto a los suyos.

    Ella, ruborizada y con sus hermosos ojos albergando mil estrellas de amor, tapaba su rostro con una gasa transparente de delicados bordados y pedrera, mientras caminaba despacio y sin darle la espalda al caballero, hasta juntarse con sus compaeras, quienes, entre risas cmplices, tomaban el camino de Jan, volviendo una y otra vez la mirada hacia aquel apuesto soldado que, ensimismado an con los verdes ojos de su ya sentido amor, segua apostado junto al rosal.

    Volvi al da siguiente el Capitn a ese lugar buscando la fortuna de encontrar a la morita. En esta ocasin fue l quien la sorprendi, ofrecindole de nuevo una blanca rosa que permaneci unos segundos entre las manos de ambos dos, hasta que ella la tom para s, besando sus ptalos a la vez que funda el verde mar de su mirada con la de su apuesto doncel.

    Durante tres das ms se produjo el encuentro de los dos enamorados, aumentando con cada uno de ellos el sentimiento comn que les embargaba; pero la envidia, tan mala consejera como cruel verdugo, sent sus reales en aquella nefasta maana:

    La Princesa fue delatada por una de sus doncellas y, apenas hubo rebasado la puerta de Granada, un piquete de soldados la sigui hasta el rbol del amor, y sorprendiendo a los enamorados, los prendieron y llevaron hasta el palacio real donde, a pesar de las splicas y llantos de la Princesa, el Capitn fue conducido inmediatamente a las mazmorras del castillo, mientras ella era r