leyendas chilenas

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LA TIRANA Cuenta la leyenda que en el otoo de 1535, sali del Cusco, rumbo a Chile, el conquistador Diego de Almagro, con unos 500 espaoles y diez mil indgenas. Entre ellos llevaba, como rehenes, a Huillac Huma, ltimo sumo sacerdote del culto del sol, con su hermosa hija de 23 aos, la usta (princesa). La joven logr huir y se refugi con algunos seguidores en un oasis de la Pampa del Tamarugal, que domin a sangre y fuego. Ejecutaba sin piedad a todo extranjero o indgena bautizado que cayera en sus manos. La llamaban la Tirana del Tamarugal. Pero... un da apareci un joven y apuesto minero, Vasco de Almeida. La usta se enamor perdidamente e invent la forma de demorar su muerte. Tal era su amor, que, en los meses que siguieron ella se convirti al cristianismo y l la bautiz. Cuando sus seguidores descubrieron su traicin, los mataron a ambos bajo una lluvia de flechas. Aos ms tarde, un evangelizador espaol descubri entre las ramas de tamarugos una tosca cruz de madera. Enterado de la tragedia, levant en el lugar una capilla. La gran inundacin (Leyenda Kawscar - Chile) (Se llamaban a s mismos kaweskar, pero sus vecinos, en forma despectiva, los denominaron alacalufes -come mejillones- por su costumbre de alimentarse de mariscos). Se cuenta entre los Kawskar, que hace mucho tiempo, un joven sali en busca de una nutria tab y la mat. Esto lo hizo cuando sus padres estaban ausentes. Ellos haban partido lejos, en la caza de nutrias y aves, para su sustento. Cuando el joven mat a la nutria, se desat un gran viento y una fuerte tormenta comenz a rugir. Una gran marejada cubri la tierra. El joven que haba matado la nutria, logr sobrevivir junto a su mujer y para salvar su vida, huy a la cima de un cerro. All aguard hasta que la gran marea baj. Decidi descender entonces, aprovechando la marea baja, pero se percat que su hermano y sus padres haban muerto ahogados. Ms all, se dio cuenta que todos se haban ahogados y al retirarse el mar, vio animales, orcas y ballenas esparcidos por el bosque.

Se fueron los dos tristes y comenzaron a construir una choza. Como no tenan con que cubrir la choza, lo hicieron con pasto y all permanecieron hasta el nuevo da. Con el fro, el joven so que vea un coipo; y so con comida tambin. Mientras soaba que coma, se despert. -"Por qu estaba soando con un coipo?Yo mataba al coipo, me lo coma cuando soaba. - Y con qu fuego?" Despus se qued dormido nuevamente, se qued dormido y luego despert y despert a su mujer. -Oye, mira, ve a traer un palo quebrado, pues estaba soando y s que va a entrar un coipo y t lo vas a matar, para comer.Se qued dormido y, nuevamente vio en sueos lo mismo. Su mujer segua despierta, cuando, de pronto entr una manada de coipos y ella los iba matando con un garrote uno por uno, con lo que obtuvieron la comida necesaria para sobrevivir. LOS DIOSES DE LA LUZ (Leyenda Mapuche) Antes de que los Mapuches descubrieran cmo hacer el fuego, vivan en grutas de la montaa a las que llamaban "casas de piedra". Temerosos de las erupciones volcnicas y de los cataclismos, sus dioses y sus demonios eran luminosos. Entre estos, el poderoso Cheruve. Cuando se enojaba, llovan piedras y ros de lava. A veces el Cheruve caa del cielo en forma de aerolito. Los Mapuches crean que sus antepasados revivan en la bveda del cielo nocturno. Cada estrella era un antiguo abuelo iluminado que cazaba avestruces entre las galaxias. El Sol y la Luna daban vida a la Tierra como dioses buenos. Los llamaban Padre y Madre. Cada vez que sala el Sol, los saludaban. La Luna, al parecer cada veintiocho das, divida el tiempo en meses. Al no tener fuego, porque no saban encenderlo, devoraban crudos sus alimentos; para abrigarse en tiempo fro, se apiaban en las noches con sus animales, perros salvajes y llamas que haban domesticado.

Tenan horror a la oscuridad, era sigo de enfermedad y muerte. Se imaginaban cosas terribles. En una de esas grutas viva una familia: Caleu, el padre, Malln, la madre y Licn, la hijita. Una noche, Caleu se atrevi a mirar el cielo de sus antepasados y vio un signo nuevo, extrao, en el poniente: una enorme estrella con una cabellera dorada. Preocupado, no dijo nada a su mujer y tampoco a los indios que vivan en las grutas cercanas. Aquella luz celestial se pareca a la de los volcanes, traera desgracias?, quemara los bosques?. Aunque Caleu guard silencio, no tardaron en verla los dems indios. Hicieron reuniones para discutir qu podra significar el hermosos signo del cielo. Decidieron vigilar por turno junto a sus grutas. El verano estaba llegando a su fin y las mujeres subieron una maana muy temprano a buscar frutos de los bosques para tener comida en el tiempo fro. Malln y su hijita Licn treparon tambin a la montaa. -Traeremos piones dorados y avellanas rojas -dijo Malln. -Traeremos races y pepinos del copihue -agreg Licn La nia acompao otras veces a su madre en estas excursiones y se senta feliz. -Vuelvan antes de que caiga la noche -les advirti Caleu. -Si nos sorprende la noche, nos refugiaremos en una gruta que hay all arriba, en los bosques -lo tranquiliz Malln. Las mujeres llevaban canastos tejidos con enredaderas. Pareca una procesin de choroyes, conversando y riendo todo el camino. All arriba haba gigantescas araucarias que dejaban caer lluvias de piones. Y los avellanos lucan sus frutas redondas, pequeas, rojas unas, color violeta y negras otras, segn iban madurando. No supieron cmo pasaron las horas. El Sol empez a bajar y cuando

se dieron cuenta, estaba por ocultarse. Asustadas, las mujeres se echaron los canastos a la espalda y tomaron a sus nios de la mano. -Bajemos, bajemos! -se gritaban unas a otras. -No tendremos tiempo. Nos pillar la noche y en la oscuridad nos perderemos para siempre -advirti Malln. -Qu haremos entonces? -dijo la abuela Collalla, que no por ser la ms vieja, era la ms valiente. -Yo s donde hay una gruta por aqu cerca, no tenga miedo, abuela -dijo Malln. Gui a las mujeres con sus nios por un sendero rocoso. Sin embargo, al llegar a la gruta, ya era de noche. Vieron en el cielo del poniente la gran estrella con su cola dorada. La abuela Collalla se asust mucho. -Esa estrella nos trae un mensaje de nuestros antepasados que viven en la bveda del cielo -exclam. Licn se aferr a las faldas de su madre y lo mismo hicieron los dems nios. -Vamos, entremos a la gruta y dormiremos bien juntas para que se nos pase el miedo -dijo Malln. -Eso sera lo mejor, murmur Collalla, temblorosa. Ella conoca viejas historias, haba visto reventarse volcanes, derrumbarse montaas, inundaciones, incendios de bosques enteros. No bien entraron a la gruta, un profundo ruido subterrneo las hizo abrazarse invocando al Sol y la Luna, sus espritus protectores. Al ruido sigui un espantoso temblor que hizo caer cascajos del techo de la gruta. El grupo se arrincon, aterrorizado. Cuando pas el terremoto, la montaa sigui estremecindose como el cuerpo de un animal nervioso. Las mujeres palparon a sus hijos. Nadie estaba herido. Respiraron un poco y miraron hacia las boca blanquecina de la gruta: por delante de ella cay una lluvia de piedras que al chocar echaban chispas.

-Miren! -grit Collalla. Piedras de luz! Nuestros antepasados nos mandan este regalo. Cmo lucirnagas de un instante, las piedras rodaron cerro abajo y con sus chispas encendieron un enorme coihue seco que se ergua al fondo de una quebrada. El fuego ilumin la noche y las mujeres se tranquilizaron al ver la luz. -La estrella con su espritu protector mand el fuego para que no tengamos miedo -dijo la abuela Collalla riendo. Nios y mujeres tambin rieron, aplaudiendo el fuego. El grupo silencioso contempl las llamas como si fuera el mismo Padre Sol que hubiera venido a acompaarlas. Se sentaron junto a la gruta, oyendo crepitar las llamas como msica desconocida. Al rato, llegaron los hombres desafiando las tinieblas por buscar a sus nios y mujeres. Caleu se acerc al incendio y cogi una llama ardiente; los otros lo imitaron y una procesin centelleante baj de los cerros hasta sus casas. Por el camino iban encendiendo otras ramas para guiarse. Al otro da, oyendo el relato de las piedras que lanzaban chispas, los indios subieron a recogerlas y al frotarlas junto a ramas secas, lograron encender pequeas fogatas. Haban descubierto el pedernal. Haban descubierto cmo hacer el fuego. Desde entonces, los Mapuches tuvieron fuego para alumbrar sus noches, calentarse y cocer sus alimentos. Los colosos de Tierra del Fuego (Leyenda Ona de Chile y Argentina) Kens un enorme coloso de treinta y ocho metros pis por primera vez el planeta cuando la tierra era tan joven, que sobre ella no exista nada ms que una grande, inmensa y desolada pampa.

Temaukel, su padre, y padre de todo el universo lo envi a dar forma y vida sobre la superficie del mundo. Al tiempo de estar habitando en la soledad, necesit alguien para compartir y entretenerse, un amigo. Mir hacia el cielo; Temaukel escuch su lamento, dndole entonces la capacidad para crear otros dioses grandes y semejantes a l. Puso manos a la obra, y pronto cont Kens con tres hermanos gigantes; ellos fueron Cenuque, Coj y Taiyn, junto a quienes recorri de arriba a abajo y de un lado para otro poniendo las montaas donde no existan, las nieves en sus cumbres, los bosques, los animales grandes y pequeos, los que viven de da y los de la noche. Crearon las plantas, entre ellas las que tienen races para afirmarse por s solas y aquellas que cuelgan largas voladoras desde un rbol. Todos, cada uno de los seres y cosas que dan vida y forman la tierra fueron establecidas por Kens, Cenuque, Coj y Taiyn. Las largas travesas agotaron el cuerpo de Kens, quien un da sintindose viejo llam a sus tres compaeros para avisarles que haba llegado su tiempo de morir. Les pidi lo acompaaran hacia el Sur, pues mirando al Sur mueren los guerreros. Cuando llegaron al lugar elegido les indic como deban sepultarlo a tres pisos bajo el suelo mirando a Temaukel. Viendo a sus tres hermanos ancianos y cansados les dijo: -Todas las formas tiene su tiempo, esperen y vern. Poco debieron aguardar los colosos, quienes con gran alegra, a las tres semanas vieron a Kens pararse en sus pies. Era maravilloso ser inmortales y cada cierta cantidad de aos volver a ser jvenes; luego comprenderan algo ms sobre la vida y la muerte. Largos siglos vivieron estos gigantes de Tierra del Fuego transformando la enorme pampa original, en el mundo que hoy conocemos con sus infinitos senderos y colores. La tarea estaba tocando a su fin cuando Coj el ms enrgico y puro, se acerc a Kens dicindole: -Amigo, nuevamente ha llegado mi hora del reposo, pero esta vez no deseo volver a renacer. Mi cuerpo est cansado y mi caspi anhela su sitio final junto a Temaukel nuestro creador. Lo mir Kens con tristeza sabiendo que su naturaleza como inmortales no poda aspirar a estar eternamente junto a Temaukel, sino que deba

permanecer por toda la eternidad cumpliendo una misin para El, y para las obras de su creacin. Le hizo saber a Coj que el reposo de su caspi slo encontrara su lugar definitivo aqu en la tierra o en el espacio csmico de las estrellas siendo una ms entre todas. Nada supo decir Coj. Se haba equivocado. Ms bien, no haba comprendido el significado de ser inmortal. Muy triste se retir a llorar su pena. Camin hacia el este, solitario, derramando torrentes de lgrimas. Los gruesos goterones que rodaron por sus pmulos cayeron sobre la tierra cubrindola de agua salada de amargura, agua que no alcanz a secar el calor del sol. Su llanto aneg profundas quebradas y valles por el oriente, rebasando los lmites de las altas cumbres hundindolas con su peso. Tanta y tan enorme fue su pena, que cuando se detuvo y mir hacia el oeste pensando en regresar junto a Kens, su mirada no divis los territorios caminados en su peregrinar. Las lgrimas formaban enormes lagos los cuales seran llenados posteriormente por el agua de las nieves y glaciares que cubrieron la superficie terrestre con su blanca capa de hielos, cuando el norte se enoj con el sur. Vio Coj el resultado de su ltimo trabajo comprendiendo cual era el destino final de su caspi; entonces reclinando su cuerpo, bes por ltima vez la roca seca y se sumergi. Leyenda de Tierra del Fuego EL ORIGEN DEL CALAFATE (Leyenda Selknam ) Cuando los Selknam habitaban Tierra de Fuego se agrupaban en diversas tribus, dos de ellas se encontraban en gran conflicto, los jefes de ambas comunidades se odiaban hasta la muerte. Uno de ellos tena un joven hijo, que gustaba de recorrer los campos. En una ocasin se encontr con una bella nia de ojos negros intensos y se enamor de ella. Lamentablemente, era la hija del enemigo de su padre, la nica manera de verse era a escondidas, pero el brujo de la tribu de la nia los descubri. Vio sin embargo, que no podra separarlos y conden a la nia, transformndola en una planta que conserv toda la belleza de sus

ojos negros, pero con espinas, para que el joven enamorado no pudiera tocarla. Pero el amor era tan fuerte que el joven nunca se separ de esta planta y muri a su lado. Por eso cada quien que logre comer el fruto de este arbusto estar destinado a regresar a la Patagonia, pues uno no puede separarse del poder de amor que hay en el calafate, nos atrae a l y no nos permite que nos marchemos por mucho tiempo.Fuente: Cuentos y Leyendas Americanas. Gentileza Ser Indgena

Leyenda de Tierra del Fuego YINCIHAUA (Leyenda Selknam - Ona) Todos los aos en la primavera, las jvenes mujeres onas se juntaban en una choza especial, para la importante fiesta llamada yincihaua. Acudan desnudas, con el cuerpo pintado y en sus rostros mscaras multicolores. Tenan gran imaginacin para hacerse hermosos dibujos geomtricos, que representaban los distintos espritus que viven en la naturaleza. Ellos les daban los poderes que ejercan sobre los hombres. Ese da una de las nias tom con mucho cuidado un poco de tierra blanca y empez lentamente a trazar las cinco lneas que pensaba pintar desde su nariz hasta las orejas. Las otras jvenes trataron de imitarla, ya que las figuras en el rostro eran muy importantes. La fantasa de cada una se ech a volar y se pintaron de arriba abajo con armoniosas figuras. Unas a otras se ayudaban, pero para no ser reconocidas, se pusieron en sus rostros unas mscaras talladas. Blanco, negro y rojo eran los colores preferidos. En un momento dado, cuando ya estaban todas preparadas, salieron de la choza con grandes chillidos y mucho alboroto para asustar a los hombres que las esperaban afuera. La bulliciosa ceremonia se encontraba en su apogeo y todos daban gritos, cuando sobre el tremendo ruido reinante se escuch una fuerte discusin entre el hombre sol y su hermana, la mujer-luna. -Yo no te necesito- insista con altivez la luna. -Sin m, no puedes vivir- le contest sarcstico el sol. -Perdera mi brillo quizs, pero seguira viviendo.

-Sin el brillo que yo te doy no vales nada. -No seas tan presumido, hermano sol. -T deberas ser ms humilde, hermana luna. Y as siguieron la disputa como dos nios chicos. Todos los hombres se pusieron de parte del sol y las mujeres apoyaron a la luna. La discusin fue creciendo, creciendo y ni siquiera el marido de la mujer luna, que era el arcoiris o akaynic, pudo lograr que la armona volviera a reinar entre la gente de la tribu. De pronto, un gran fuego estall en la choza del yincihaua, donde las mujeres haban ido a buscar refugio cuando la pelea se hizo ms fuerte. All estaban encerradas cuando las alcanzaron las llamas. Aunque el gritero fue inmenso, ninguna logro salvarse. Todas murieron en el incendio. Pero se transformaron en animales de hermosa apariencia, segn haba sido su maquillaje. Hasta hoy mantienen esas caractersticas y las podemos ver, por ejemplo, en el cisne de cuello negro, en el cndor o en el and. Afortunadamente ellas nunca supieron lo que haba sucedido. Les habra dado mucha pena, porque fueron los propios hombres los que prendieron el fuego. Es que tenan envidia del poder que en el comienzo de los tiempos ostentaban las mujeres, y queran quitrselo. Despus de este penoso episodio, la mujer-luna se fue con su esposo akaynic hasta el firmamento. Detrs de ellos, queriendo alcanzarlos, se fue corriendo el hombre-hermano-sol, pero no pudo lograrlo. Todos se quedaron, sin embargo, en la bveda celestial y no volvieron a bajar a las fiestas de los hombres.